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- 1 - Eduardo Julio Rodi Sistemas de Armas Calibre 5,56 x 45 mm El inconveniente, ¿es sólo el Cartucho? Mientras redactaba mi última nota para Mágnum, trataba de imaginarme cual sería el siguiente tema a desarrollar en el próximo artículo. Cuando ya se tornaba un aspecto algo preocupante -las musas estaban de vacaciones, según el Nano- llega a mi computadora un correo de Alberto Rossi. En él, el Director de este clásico del mundo “fierrero”, con el que tengo el gusto de colaborar hace ya casi dieciocho años, me solicitaba analizar la posibilidad de realizar un escrito respecto de la controvertida participación, en los últimos conflictos creados por los EE UU de Norteamérica, del sistema de armas que da título a esta nueva presentación ante ustedes. En el correo, Alberto me decía: “Eduardo: me llamo un lector con inquietud sobre el 223. Me planteaba que existen muchas quejas en las fuerzas del mundo ya que parece que, a corta distancia, se fragmenta o que no es efectiva. Están probando con el 7,62 x 39 ó 6,8 mm y similares. ¿Se podrá preparar una nota al respecto?. Gracias. Alberto.” De manera inmediata respondí al amigo con el siguiente correo: “Alberto: El sábado pasado, en la práctica con los alumnos del curso de Expertos en Armamento, que en el marco del CEsBa (Centro de Estudios Balísticos) dictamos para la Universidad Tecnológica Nacional, realizamos ensayos sobre arcilla balística. Uno de ellos, lo efectuamos con el 5,56 x 45 con bala tipo SS 109 (la normalizada por la NATO). El blanco estaba ubicado a 50 metros del tubo del arma. La bala se partió en la zona del núcleo de acero, quedando la parte trasera desintegrada y, en ningún caso, se logro superar el bloque de arcilla. Esto no es una novedad. Si recuerdas una nota, que tuvieras la amabilidad de publicar, hace ya algunos años, respecto del probable cambio de sistemas de armas en nuestras FFAA, fijé posición en contra de este diminuto calibre. Bueno, de todas formas, es para largo. Podemos hacer una nota al respecto, pero ¿cuál priorizamos? Esta o la de la "adopción" (sic) de PH por parte de la Federal. Aguardo tus comentarios. Un abrazo. EduardoLa respuesta de Alberto, también inmediata, fue que finalizara con la nota -publicada en el número 230 del mes de noviembre próximo pasado- y que luego me abocara a este interesante tema. Y así fue. Ocupándonos del hecho en particular, la inquietud planteada por el lector, para con Alberto Rossi, resulta común a una gran cantidad de aficionados y profesionales vinculados al mundo de las armas. La mayoría, no alcanzan a comprender como el país más desarrollado tecnológicamente y líder mundialmente indiscutido respecto de los avances más destacados en el campo del armamento, aún no ha logrado satisfacer las necesidades de su infantería, en contar con un fusil de asalto que cumpla un adecuado funcionamiento en los diferentes teatros de operaciones en los que intervienen. Basta recorrer algunos de los testimonios de los ex combatientes de Vietnam o, actualmente, los comandos en Irak o Afganistán, los que transcribiremos más adelante, para tener en claro cual es la opinión generalizada al respecto y amortiguada, solamente, por intereses económicos. Comienza la Discusión Resulta una cuestión muy conocida, la controversia -por cierto no la primera ni última como sabemos- originada en el seno de la OTAN, en los comienzos de la década de los sesenta, por la adopción inconsulta por parte de los aliados americanos, de un nuevo fusil de asalto. Este, con un calibre diferente y sensiblemente inferior al estandarizado hasta ese momento, el cual tuvo su bautismo de fuego en el conflicto del sudeste asiático. Este entredicho ha llegado, inclusive, hasta 1995. Alemania, uno de los miembros que más se resistió al cambio, sostuvo en servicio hasta ese año, un fusil en calibre 7,62 x 51 mm. El afamado G3 de Heckler & Koch, adoptado desde el año 1950 y uno de los que, junto con el M 16 y los dos muy rezagados respecto del AK 47, son de los más difundidos en el mundo. Ese es el momento -año 1995- en el cual, luego del fracaso del diseño

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- 1 - Eduardo Julio Rodi

Sistemas de Armas Calibre 5,56 x 45 mm El inconveniente, ¿es sólo el Cartucho?

Mientras redactaba mi última nota para Mágnum, trataba de imaginarme cual sería el siguiente tema a desarrollar en el próximo artículo. Cuando ya se tornaba un aspecto algo preocupante -las musas estaban de vacaciones, según el Nano- llega a mi computadora un correo de Alberto Rossi. En él, el Director de este clásico del mundo “fierrero”, con el que tengo el gusto de colaborar hace ya casi dieciocho años, me solicitaba analizar la posibilidad de realizar un escrito respecto de la controvertida participación, en los últimos conflictos creados por los EE UU de Norteamérica, del sistema de armas que da título a esta nueva presentación ante ustedes.

En el correo, Alberto me decía: “Eduardo: me llamo un lector con inquietud sobre el 223. Me planteaba que existen muchas quejas en las fuerzas del mundo ya que parece que, a corta distancia, se fragmenta o que no es efectiva. Están probando con el 7,62 x 39 ó 6,8 mm y similares. ¿Se podrá preparar una nota al respecto?. Gracias. Alberto.”

De manera inmediata respondí al amigo con el siguiente correo: “Alberto: El sábado pasado, en la práctica con los alumnos del curso de Expertos en Armamento, que en el marco del CEsBa (Centro de Estudios Balísticos) dictamos para la Universidad Tecnológica Nacional, realizamos ensayos sobre arcilla balística. Uno de ellos, lo efectuamos con el 5,56 x 45 con bala tipo SS 109 (la normalizada por la NATO). El blanco estaba ubicado a 50 metros del tubo del arma. La bala se partió en la zona del núcleo de acero, quedando la parte trasera desintegrada y, en ningún caso, se logro superar el bloque de arcilla. Esto no es una novedad. Si recuerdas una nota, que tuvieras la amabilidad de publicar, hace ya algunos años, respecto del probable cambio de sistemas de armas en nuestras FFAA, fijé posición en contra de este diminuto calibre. Bueno, de todas formas, es para largo. Podemos hacer una nota al respecto, pero ¿cuál priorizamos? Esta o la de la "adopción" (sic) de PH por parte de la Federal. Aguardo tus comentarios. Un abrazo. Eduardo”

La respuesta de Alberto, también inmediata, fue que finalizara con la nota -publicada en el número 230 del mes de noviembre próximo pasado- y que luego me abocara a este interesante tema. Y así fue.

Ocupándonos del hecho en particular, la inquietud planteada por el lector, para con Alberto Rossi, resulta común a una gran cantidad de aficionados y profesionales vinculados al mundo de las armas. La mayoría, no alcanzan a comprender como el país más desarrollado tecnológicamente y líder mundialmente indiscutido respecto de los avances más destacados en el campo del armamento, aún no ha logrado satisfacer las necesidades de su infantería, en contar con un fusil de asalto que cumpla un adecuado funcionamiento en los diferentes teatros de operaciones en los que intervienen. Basta recorrer algunos de los testimonios de los ex combatientes de Vietnam o, actualmente, los comandos en Irak o Afganistán, los que transcribiremos más adelante, para tener en claro cual es la opinión generalizada al respecto y amortiguada, solamente, por intereses económicos. Comienza la Discusión Resulta una cuestión muy conocida, la controversia -por cierto no la primera ni última como sabemos- originada en el seno de la OTAN, en los comienzos de la década de los sesenta, por la adopción inconsulta por parte de los aliados americanos, de un nuevo fusil de asalto. Este, con un calibre diferente y sensiblemente inferior al estandarizado hasta ese momento, el cual tuvo su bautismo de fuego en el conflicto del sudeste asiático. Este entredicho ha llegado, inclusive, hasta 1995. Alemania, uno de los miembros que más se resistió al cambio, sostuvo en servicio hasta ese año, un fusil en calibre 7,62 x 51 mm. El afamado G3 de Heckler & Koch, adoptado desde el año 1950 y uno de los que, junto con el M 16 y los dos muy rezagados respecto del AK 47, son de los más difundidos en el mundo. Ese es el momento -año 1995- en el cual, luego del fracaso del diseño

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con cartucho sin vaina del G 11 y el rechazo del G 41, resuelve adoptar el primer sistema en calibre 5,56, con su fusil G 36.

En primer lugar, vamos a aclarar ciertas confusiones habituales sobre aspectos que pueden llegar a enfrentar algunos lectores con poca experiencia en balística o no familiarizados con la nomenclatura de la cartuchería militar. La Organización del Tratado del Atlántico Norte -OTAN- o en su idioma oficial, NATO (North Atlantic Treaty Organization), es una organización de defensa supranacional de un papel fundamental, entre otros aspectos y pese a la predicción de algún que otro general trasnochado, triste para nosotros, en el conflicto de nuestras Islas Malvinas. Ella, desde su creación el 04 de abril de 1949, ha tratado de estandarizar el material bélico bajo una normalización que es conocida, internacionalmente, con la sigla que identifica a esta organización -Normas NATO-.

En lo referente a sistemas de armas de pequeño calibre, la NATO ha tenido como tal, durante años y con vigencia en la actualidad, para armas de puño, al 9 x 19 mm. Aquel que fuera creado en Europa y adoptado por las fuerzas navales imperiales de Alemania, junto con la pistola Luger, en el año 1904. En lo que respecta a sistemas para armas largas, al 7,62 x 51 mm o .308 W, y aquí la primer aclaración. Son sinónimos absolutos e insoslayables, los términos utilizados recientemente para denominar al sistema originado en los EE.UU. de Norteamérica y adoptado como de ordenanza en 1954. Es algo común escuchar, entre el grupo de personas a las que aludía al comienzo del párrafo anterior, de que se trata de dos calibres distintos, o que traería inconvenientes utilizar una cartucho NATO 7,62 x 51 mm en un fusil calibre .308. Señores -parafraseando a un senador nacional de la década del 1980, oriundo de Catamarca- “basta de cháchara”. El .308 y el 7,62 x 51 son el mismo calibre y totalmente intercambiables, con munición y armas de calidad reconocida. Y esto no lo afirma solamente el autor del presente. Tanto para las normas SAAMI como para las CIP y cualquier bibliografía seria sobre el tema, así lo corroboran

Algo similar sucede con el calibre 5,56 x 45 mm con bala SS 109 o M855, el tercero y último adoptado como estándar NATO. Su origen es el calibre .223 Rémington empleado originalmente en Norteamérica para el tiro tipo Varmint (caza de alimañas). Cuando la Armalit Co. y Eugene Stoner, respondiendo a la especificación del mando del Ejército Continental, reducen el calibre del original AR 10 -que ya habían disminuido desde el 30-06 original, al .308- adoptan el pequeño calibre que da origen a este artículo, y que termina siendo el sistema de armas AR 15 y posteriormente mundialmente reconocido como M 16, en sus diferentes versiones y actualizaciones. De manera similar al caso anterior, son totalmente intercambiables el .223 y el 5,56 NATO, cuando el paso de rayado es de una vuelta en 9 ó 7 pulgadas. En el caso de que el estriado sea de una vuelta en 12 pulgadas -el original del M 16- las balas “guerreras” SS 109 ó M 855, no logran estabilizarse en vuelo y pierden notablemente precisión en el blanco. De todas maneras se podrá utilizar sin inconvenientes para el usuario o el arma, siempre teniendo en cuenta el empleo de munición y arma de reconocida calidad.

Pero, ¿qué es un fusil de asalto?. Un estimado colega viene publicando, desde el número 231, una serie de notas respecto de este tipo de armas. Por lo tanto no me explayaré demasiado al respecto. Solamente recuerdo como, un conocido especialista, Antonhy G. Willians, define a los fusiles de asalto: “es el fusil militar capaz de ser controlado desde el hombro, aun en tiro automático, y con un alcance efectivo de al menos 300 metros”. Analizando esta definición, es fácil concluir en que la mayoría de los cartuchos de ordenanza, durante la Segunda Guerra Mundial, que en general provenían de la conflagración internacional anterior, no resultaban aptos para su empleo en un arma de estas características.

Si realizamos un breve repaso, el 7,62 x 63 mm (30-06) del Garand, el 7,92 x 57 mm del Máuser, el 303 British del Enfield y el 7,62 x 54R del Mosin Nagant, sistemas y calibres que utilizaban los principales contendientes, excedían con creses la cantidad de movimiento en boca recomendada como para lograr el fuego en automático, sin perder el absoluto control del arma.

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Además, con un exceso de potencia en relación a las distancias de combate verificadas. En el cuadro y gráfico se aprecian tales circunstancias.

Calibre Masa del Proyectil Velocidad en Boca Cant. de Movimiento

7,62 x 54 R 9,52 gramos 860 m/seg 8,18 kg.m/seg

7,92 x 57 10 gramos 864 m/seg 8,64 kg.m/seg

.303 13,93 gramos 615 m/seg 8,56 kg.m/seg

30-06 9,72 gramos 790 m/seg 7,67 kg.m/seg

5,56 x 45 NATO 4,5 gramos 945 m/seg 4,25 kg.m/seg

Resulta clara la diferencia en más, de la cantidad de movimiento -producto de la masa del proyectil por su velocidad inicial-, de todos los calibres respecto del 5,56 estándar NATO. Esta cantidad de movimiento es, e función a la Tercera Ley de Newton -principio de acción y reacción-, la variable que termina afectando al soldado, sobretodo en tiro con un arma automática.

Esta situación originó una profundización en la tendencia de buscar la disminución de la potencia y con ella, del calibre del fusil de infantería. % Porcentaje de 100 intervenciones 80 acumuladas 60 40 20 0 100 200 300 400 500 Distancia de Intervención en metros Lo llamativo es que este esquema de pensamiento, si bien se profundizó luego de analizar el resultado de la participación que tuvieron los fusiles durante la segunda guerra mundial -en el gráfico anterior se puede visualizar la distancia a la que se produjeron la mayoría de los enfrentamientos-, era un criterio de diseño que ya se había empleado en los primeros ejemplares de fusiles de asalto, aparecidos a fines del siglo XIX y principios del siguiente. El 6,5 Rigotti, diseño italiano y uno de los primeros fusiles automáticos del año 1900, el 6 mm Lee de 1895, el 5,2 mm Mondragón de 1894 y el Sturtevant de 5 mm hacia el final de la primer guerra mundial, son algunos claros ejemplos entre otros.

En definitiva, esta fue una de las razones esgrimidas por los norteamericanos para cambiar, como ya se dijo de manera inconsulta, al 7,62 x 51 mm por el 5,56 x 45 mm. Sumadas a ella, las ventajas logísticas debido a la cantidad de munición que podía transportar el soldado con la sensible disminución en dimensiones y peso. Sobretodo, pensando en el tamaño de sus aliados estratégicos de aquel momento originarios, como ya se expresó, del sudeste asiático.

Algunas de las compañías más importantes del mundo, en la producción de armas, viendo la tendencia marcada por los EE.UU. y, considerando su poderío estratégico y económico, que ya habían hecho valer con anterioridad, no dudaron en volcar sus esfuerzos en diseñar sistemas utilizando este diminuto calibre.

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A mi parecer, de todos ellos, y por muchas razones, uno de los más destacados diseños es el de la Steyr con su fusil AUG. En el número anterior de Mágnum, el colega Juan C. Miranda, dentro de la serie de notas ya citadas, ha desarrollado algunos aspectos de este fusil de asalto. Puedo agregar al respecto, que fue originado en un requerimiento del Ejército Austriaco, el programa que dio origen a este sistema de armas, que data del año 1970. El coronel Walter Stool fue uno de sus inspiradores. Unas de las originalidades que lo distinguen es que se trata del primer fusil de asalto, de ordenanza, que empleara el criterio “bullpups” -la recámara y cargador, se encuentran por detrás de la línea de la empuñadura y la cola del disparador-. Si bien existe un antecedente en el sistema británico EM-1 y EM-2, este en calibre 7 x 43 mm, no llegó a ser difundido en razón de perder la carrera a manos del 7,62 x 51 mm en la década de 1950. A nuestro país, los AUG llegaron como parte de la dotación de armas de los tanques AMX 13 a fines de la década del 1970. También han ingresado, en su versión de uso policial, encontrándose en servicio actualmente en nuestra Policía de Santa Fe, con los amigos de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE). En la siguiente imagen podrán apreciar a uno de nuestros alumnos del Curso Experto en Armamento, promoción 2008, en las instalaciones del Tiro Federal de San Jerónimo Sud, Santa Fe, con esta última versión en calibre 9 x 19 mm del Sturm Gewehr 77, construida en su mayor parte con poliamida 66 y reforzada con fibra de vidrio.

El amigo Ángel Jorge Grande, del Servicio Penitenciario de Córdoba, alumno y egresado 2008 de nuestro Curso Experto en Armamento, disparando con la versión

policial del AUG en el Tiro Federal de San Jerónimo Sud

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Retomando el Tema Inicial Respecto del Arma De todas maneras, las críticas que se han difundido y a las que hacía alusión el Director de esta revista, no solo se referían al calibre en sí, sino al sistema conformado junto al M16 y sus versiones posteriores.

Desde la década de 1960 y llegando a mediados de 1991, el armamento del infante norteamericano ha evolucionado desde el M 16 (originalmente AR 15) pasando a las versiones M16 A2, M16 A4 arribando, por último, a la familia del M4/M16 que se mantiene vigente hasta la actualidad.

En el diagrama del AUG se puede apreciar la manera de reducir el largo total del fusil sin resignar longitud del tubo y, con ello, la velocidad inicial del proyectil. Este inconveniente lo sufrió el M4, a raíz de lo cual surgen muchas de las fallas acusadas, en la balística de efectos,

como veremos más adelante cuando analicemos los problemas de la munición..

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A la ya interminable acumulación de quejas respecto de las fallas de la munición y arma, esta situación hoy se ve agravada por el mal desempeño de la nueva versión en servicio: la carabina M4. Basta con transcribir algunos testimonios de usuarios extraídos de un reciente artículo publicado en septiembre de 2008 por el IDGA -Institute for Defence and Government Advancement- titulado “The USA´s M4 Carbine Controversy” para, de esta manera, tener una real dimensión del fracaso: De los oficiales del USCM -Cuerpo de Marina de los EE.UU- “... informaron que el M4 triplicó las fallas de funcionamiento manifestadas por el M16 A4, durante los ejercicios realizados, en el verano de 2002 en Quantico, por el Comando de Sistemas del Cuerpo de Marina. Los inconvenientes registrados fueron varios, de cargadores, de fallas de recamarado, fallas de disparo, de extracción y, además, de varios componentes dañados o rotos. Se verificaron 186 interrupciones en 69.000 disparos realizados.” De un soldado de la 82nd Airborne Division “..como siempre deben ser corregidas las fallas producidas por su sensibilidad al polvo y suciedad. Las tareas asignadas diariamente y situaciones tácticas, no siempre brindan el tiempo necesario para la limpieza requerida.” De un miembro del 75th Ranger Regiment “Aunque este cerrada la cobertura contra polvos y el cargador en su lugar, la arena ingresa por las inmediaciones de la cola del disparador. El fusil sigue disparando, pero después de un rato, la arena trabaja en el arma y comienzan los problemas.” De la 507th Maintenance Company -Compañía de Mantenimiento- En la emboscada en las afueras de Nasariyah en 2003, durante los primeros días de la invasión por tierra de Iraq, el polvo y las condiciones del desierto exigían más atención en la limpieza del M4. Esto se vio complicado por el tiempo de movilización, que llevó casi dos días en acciones con mínimos espacios para limpieza y mantenimiento de equipos.” Por último del Cap. Nate Self, del US Army Ranger cuya carabina M4 se dañó durante un combate, luego que su helicóptero MH-47 Chinook fuera derribado en Afganistán. “...el M4 tiene problemas de diseño y especificaciones.” Estos testimonios fundados en hechos concretos, junto con las deficiencias marcadas de la munición en cuanto a su poder de parada (stopping power) han provocado que, en no pocas ocasiones, se viera la imagen de un infante de marina norteamericano, dotado de un AK 47 y su munición 7,62 x 39 mm, luego de abandonar el M4 y el 5,56 x 45 mm. Este fenómeno parece haber cimentado un cambio de objetivos en los criterios de selección de sistemas de armas en los EE.UU. Una pista al respecto la podemos encontrar en los requerimientos realizados por el US SOCOM -Comando de Operaciones Especiales- en octubre de 2003. En él, se hace hincapié en las diferencias de objetivos respecto del arma pretendida por el Ejército, y aparentemente satisfechas con la futura adopción del H&K XM8 -versión mejorada del G 36, por la firma alemana manteniendo como único calibre al 5,56 x 45 mm- y la postura de los comandos, que pretendían la posibilidad de utilizar otros calibres. Es así como aparece -cuando no- la FN Herstal con el SCAR -S.O.F. Capable Assault Rifle-, a través de un contrato adjudicado a la firma belga el 4 de noviembre de 2004, y del que ya se ocupara MAGNUM en la edición de febrero de 2008 en el número 221. Como pudieron apreciar en esa nota, este nuevo fusil, viene en dos versiones: una liviana -SCAR Light- en calibre 5,56, y otra pesada -SCAR Heavy- en el clásico 7,62 x 51 mm. Esta última variante, estaría en la capacidad de permitir, con pocos elementos de recambio,

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modificar su calibre y utilizar el 7,62 x 39 del AK 47 o el 6,8 x 43 Rémington SPC, desarrollado especialmente para las fuerzas especiales.

Respecto del cartucho 5,56 x 45 mm Los reportes respecto de las fallas de este diminuto calibre, como le mencionaba a nuestro director en el correo electrónico que iniciara esta nota, no son nuevos. Los inconvenientes que manifiesta en producir una adecuada incapacitación son conocidos, entre los especialistas, desde hace más de quince años. Los trabajos realizados, a principios de la década de 1990, por el Dr. Mártin Fackler en el Laboratorio de Heridas Balísticas del Instituto del Ejército de los EE.UU., pusieron de manifiesto el mecanismo de fragmentación de la bala 5,56, inconveniente mencionado por el lector que se comunicara con Alberto Rossi y diera origen al presente artículo.

Otra agravante se pone de manifiesto debido a que las balas que fallan en el tejido vivo, generan heridas menores que no superan a su diámetro original -no olvidemos, el mismo que el del .22 LR- y por lo tanto, no logran detener al enemigo en su curso de acción trazado. Esto involucra a todas las versiones disponibles en este calibre, como las encamisadas, trazantes, perforantes, puntas huecas y puntas blandas. Estas fallas estudiadas por el Dr. Fackler, en general, son producidas por una velocidad remanente de impacto reducida cuando los blancos se encuentran a

En la imagen un soldado israelí blandiendo un AK 47 demostrando que no solo los norteamericanos han caído bajo su influjo.

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largas distancias o cuando la munición es disparada por tubos cortos como los de la carabina M4 (recordemos el comentario realizado cuando elogiábamos al AUG y su configuración Bullpups).

Otro tipo de fallas detectadas son aquellas cuando, a velocidades remanentes elevadas, las balas impactan en extremidades o en el torso delgado de un individuo de poca talla, ya que el proyectil abandona el cuerpo antes de producir las cavidades (permanente y temporal) disminuyendo las probabilidades de producir sus efectos. Luego, resulta fundamental el diseño y construcción de la bala para lograr la mayor expansión (incremento del diámetro). Sin una consistente expansión, los efectos de la herida decrecen y no se produce la tan mentada incapacitación inmediata que neutraliza el accionar del combatiente enemigo.

Durante el desarrollo de los trabajos prácticos con arcilla balística que se realizan en el marco de nuestro curso Experto en Armamento, hemos podido confirmar los resultados obtenidos por el Dr. Fackler. También, nuestros alumnos, han logrado comprobar personalmente la evolución del proyectil del 5,56 impactando en el blanco a diferentes distancias y, por lo tanto, con diferentes velocidades remanentes. Sin duda queda claramente demostrado cuales son las falencias que tiene el 5,56. También el error cometido en cambiar al 7,62 por este pequeño calibre, a pesar de tener otras opciones contemporáneas que lograban las mismas ventajas logísticas sin desmedro de la balística de efectos. Claro ejemplo de ello es el calibre 7,62 x 39 del AK 47.

En las próximas fotos podrán apreciar algunos de los resultados obtenidos en los ensayos con arcilla balística..

.

Sobre la izquierda de la imagen el bloque de arcilla balística antecedido, sobre la derecha, por nuestro cronógrafo. Ubicado de esta manera, para conocer la velocidad del proyectil en

el momento del impacto, con la arcilla colocada a 50 m de la boca del tubo del fusil.

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Bloque de arcilla balística seccionado. Nos permite apreciar la cavitación producida por el impacto de la munición, con una velocidad de 834 m/seg. Se debe tener en cuenta que lo que observamos como cavidad permanente, por las características de plasticidad de la arcilla, en realidad es temporaria.

En la foto, otra imagen del mismo impacto con un parámetro de comparación para apreciar las dimensiones reales de la cavidad

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En las imágenes siguientes, obtenidas por el Dr. Fackler, podrán observar como evolucionan los restos de las balas del calibre 5,56 en su versión M193 (núcleo de plomo y camisa de latón) impactando al blanco con diferentes velocidades remanentes, las que en cada caso se indican. Se destaca la similitud entre los resultados de nuestro ensayo a 50 metros, con los obtenidos por el especialista mencionado.

En la foto, los restos de la bala tipo SS 109 recuperados de la arcilla balística. Sobre la derecha se puede apreciar el núcleo de acero SAE 1010 templado. Restos de camisa y núcleo de plomo, demuestran el grado de fragmentación que se produce en el proyectil

impactando a elevadas velocidades

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Conclusión Para finalizar, me tomo la libertad de redondear esta nota transcribiendo las mismas palabras que utilizara en aquella, que Alberto Rossi tuviera la amabilidad de publicarme, en el número 114 de marzo de 1999. Conceptos que considero vigentes a pesar de los años transcurridos, lamentablemente, manteniendo actualidad por no haberse visto implementados los cambios necesarios. Cambios de política que con la dirección adecuada, nos hubiesen permitido contar, hoy, con Fuerzas Armadas dotadas y actualizadas, con el apoyo de un sistema de producción para la Defensa capaz de brindarle, como en la década de 1960 con el FAL y la munición 7,62 x 51 mm, el mejor conjunto de arma-munición para el infante en el siglo XXI. Hace ya casi diez años les decía: “Luego de la lectura de estos conceptos, resultaría temerario recomendar, a tan poco del año 2000, un cambio de sistema de armas para el hombre de la infantería. Este hombre, que perteneciendo a unas Fuerzas Armadas que se debaten entre severas restricciones presupuestarias que la obligan a vender a su portaaviones para instalar un shoping -según las versiones de aquel momento, especie que no he logrado confirmar, el ARA 25 de Mayo habría terminado hundiéndose en el Atlántico, en su viaje hacia la India camino al desaguace, para cobrar un seguro millonario- o que, justificado por supuestas conveniencias políticas de relaciones carnales, ha suspendido un proyecto como el Cóndor, cuenta todavía con un sistema de producción para la defensa; sistema que no tengo dudas, a través de una adecuada reingeniería -conducida por un equipo de personas capaces y con experiencia en el tema- podrá retomar su camino de desarrollo, camino que señaló su creador, el general Manuel Nicolás Aristóbulo Savio.

Y para que no queden dudas respecto de la opinión del autor de esta nota, me parecería un grosero error y una manera más de derrochar los impuestos de los contribuyentes, dedicar una cifra como la mencionada en párrafos anteriores, para cambiar el sistema de armas del infante cuando, como todos ustedes saben en la guerra moderna, si existe un arma estratégica capaz de definir la contienda, esa no será justamente el fusil de asalto y su munición.

La imagen que instantáneamente surge cada vez que toco este tema, es la del controvertido cambio llevado a cabo por las FF.AA. norteamericanas, de su tradicional Colt .45 por la Beretta 9 mm. Espero que la historia no se repita en nuestro país. Continuemos utilizando el noble sistema FAL-7.62 y dediquemos ese capital del que hablamos anteriormente, para retomar el camino de nuestro desarrollo tecnológico el cual no me caben dudas, brindará a nuestras FF.AA. mayores frutos que el cambio que a través de estas líneas hemos analizado.

Por último, con la esperanza de haber realizado algún aporte en el camino de aclarar este tema, me despido como siempre hasta nuestro próximo encuentro a través de Magnum.

Autor: Eduardo Julio Rodi enero de 2009