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    CARTA PRIMERA DE SAN JUAN

    CAPTULO 1

    Introduccin

    FE EN EL AMOR

    Con el ttulo de Cartas de San Juan se hallan reunidas tres cartas procedentes de losalbores del cristianismo. Segn todas las probabilidades, proceden de un mismo autor.Y constituyen, juntamente con el Evangelio de Juan, el llamado grupo de escritosjonicos del Nuevo Testamento, que se distinguen caractersticamente de los demsescritos neotestamentarios por su conceptualidad, el movimiento de su pensamiento ysu intencin de hacer formulaciones. Las dos cartas menores (2Jn y 3Jn), cada una delas cuales no tiene ms que una octava parte, aproximadamente, de la extensin de1Jn, apenas ofrecen teolgicamente nada que no estuviera tambin en 1Jn 3. Porconsiguiente, sobre sta se centrar la exposicin.La carta 1Jn es predilecta de muchos que la han ledo. Pero parece que su ndoleabstracta y algo extraa, juntamente con las variaciones de los mismos pensamientos,variaciones que al principio fatigan al lector, parece -digo- que esto pudiera dificultar elacceso a la carta o retraer -al menos- de un estudio un poco profundo. Estasdificultades debe tenerlas en cuenta la exgesis de una carta tan importante y tan tildesde el punto de vista teolgico y espiritual: una carta a la que, no sin razn, se cuentaentre las cumbres del Nuevo Testamento. Sealaremos en tres puntos la manera dehacer frente a esta dificultad: 1) hablaremos de los valiosos complementos quecontienen 2Jn y 3Jn, a pesar de que su riqueza teolgica aparentemente es escasa; nosreferiremos especialmente a la circunstancia de que estas cartas nos ponen endisposicin de conocer un poco ms concretamente la situacin del autor y de losdestinatarios; 2) intentaremos conocer la significacin de 1Jn para la teologa y la vidacristiana (conforme a la intencin de su mismo autor); 3) hablaremos del movimientojonico del pensamiento en la meditacin (as como tambin de la estructura de lacarta) y de las consecuencias que, para el comentario, se derivan de la contemplacinespecficamente jonica y de la ndole precisamente de 1Jn.

    1. EL CARCTER ABSTRACTO DE 1JN Y LOS DATOS CONCRETOS DE 2JN Y

    3JN.

    La lectura y meditacin bblica es ms difcil en 1Jn que en el Evangelio de Juan. Y

    ms difcil, sobre todo, que en las cartas paulinas. Por qu? Aunque los conceptosteolgicos, verbigracia, de los discursos de Jess que leemos en Jn, ofrecen la mismadificultad que la diccin de 1Jn, sin embargo en el Evangelio se da corrientemente elelemento plstico e imaginativo. Y, sobre todo, tenemos siempre el elemento personal:Jess aparece en escena como una persona viva; Jess habla y acta, nos dirige lapalabra. En cambio, en 1Jn falta por completo el carcter intuitivo de las narraciones. Y,aunque se habla de Jess, sin embargo ya no se le dibuja ante los ojos (vase Gl 3,1).Dada la peculiar concisin de la manera de hablar de 1Jn, ni sabemos siquiera, conalguna frecuencia, si se habla de Jess o del Padre. Y, sobre todo, en comparacin con

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    la mayora de las cartas paulinas, 1Jn ofrece un contraste: en aqullas se refleja lasituacin de una comunidad viva (comunidad de la cual -principalmente en el caso de1Corintios- se pueden conocer muchos pormenores concretos), y puede orse el dilogodel apstol que habla con ella: que habla a veces con un dilogo tan vivo. En cambio,aqu en 1Jn, no leemos ni siquiera unas palabras de salutacin, de las que pudiramosdeducir el nombre del autor y de la comunidad a la que se dirige la carta. El autor, apesar de su marcada peculiaridad teolgica, aparece en segundo plano, en lo que a suimagen concreta se refiere, y sobre la situacin de los lectores, aparte de que se veanamenazados por herejas gnsticas, sabemos an menos que, verbigracia, en la carta alos Hebreos, que tambin se nos ha transmitido sin indicacin de remitente ydestinatarios.As, pues, hemos de agotar hasta el fin la posibilidad que nos ofrece 2Jn yprincipalmente 3Jn, para darnos cuenta mejor de quin es el autor y cul es lacomunidad a la que l se dirige. Aunque tampoco en estos casos se nos da el nombredel autor. El autor se llama a s mismo el anciano (presbyteros). En 2Jn se dirigetambin la palabra a una comunidad cristiana a la que no se designa por el nombre. Yen 3Jn se menciona a un cristiano por nombre Gayo, que vive en una comunidad cuyodirigente no reconoce la autoridad del anciano. Principalmente 2Jn nos permiteconocer la situacin que existe tambin en el fondo de 1Jn: La comunidad estamenazada por herejes que atentan contra los fundamentos de la fe en Cristo. Y en 3Jnse trata de la misin que el anciano tiene bajo su direccin.De 2Jn y 3Jn deducimos lo siguiente sobre el autor: el autor es capaz de adoptar unapostura clara y sin compromisos (vanse 2Jn 9-11; 3Jn 10); tiene clara conciencia de sumisin, y est ntimamente embebido de que su testimonio es verdadero (3Jn 12). Escapaz de sentir gozo (2Jn 4; 3Jn 4), y quiere conducir a otros hacia un gozo cumplido(2Jn 12; vase IJn 1,4). Da mucha importancia a la conversacin ntima, de corazn acorazn. Y le parece que el mantener correspondencia, por medio de papel y tinta, esnicamente una solucin provisional. Tiene extraordinaria capacidad de sntesis, y sabeexponer de manera muy sencilla las grandes lneas teolgicas (vase 2Jn 4-9 y, engeneral, toda la carta 1Jn). Evidentemente, el autor tiene una clara concepcinteolgica, como aparece con toda nitidez en 1Jn. Y principalmente nos enteramos por3Jn de las consecuencias que ha tenido personalmente, para el autor, lo atrevido de supensamiento teolgico. Enunci lo que, segn su conviccin, necesitaba la Iglesia deaquella poca. Pero no cosech slo amistad y cooperacin, sino tambin enemistad. Ydifcilmente habr sido Diotrefes (vase 3Jn, 9s) su nico enemigo.

    2. IMPORTANCIA DE 1JN PARA LA TEOLOGA Y LA VIDA CRISTIANA.

    a) Hacia fines del siglo I: La lucha emprendida por la Iglesia para defenderse de las

    corrientes herticas (protognsticas) debi de alcanzar su punto culminante hacia finesdel siglo I. La carta 1Jn desempea, en esta lucha, un papel importante: frente a lagnosis, traza una nueva lnea de demarcacin: una lnea que debi de impresionarmucho a los cristianos de entonces. Por ejemplo, la carta acenta vivsimamente queJesucristo vino en carne (4,2). Y lo hace precisamente para oponerse a lastendencias que pretendan separar a Jess, como ser puramente celestial, quepretendan separarlo -digo- del Crucificado. Podramos objetar que el prlogo delEvangelio de Juan dice lo mismo. Qu tiene, pues, de particular esta carta?Vislumbramos ya algo de esto particular en aquel pasaje de IJn 5,6, en el que se nos

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    dice que Jess no vino slo en el agua sino tambin en la sangre. Y lo vemos,sobre todo, cuando nos fijamos que en 1Jn el tema de la fe en Cristo est unido siemprecon el tema del amor de Dios. Y en formulaciones como la de 1Jn 5,4 (sta es lavictoria que ha vencido al mundo: nuestra fe) se siente todo el impulso y vigor de estanueva formulacin de las verdades cristianas. Y, as, la carta ayud a la Iglesia apermanecer fiel a su esencia y a su espritu 5.b) Hoy da: La breve pero riqusima carta no agota todo su valor en la polmica contralas herejas de entonces. En sus escasas pginas, esta carta pone de relieve -en brevespinceladas- lo esencial del cristianismo. Su mensaje se agrupa en torno a los dosenunciados acerca de Dios: Dios es luz (1,5), y Dios es amor (4,8.16)6. As, pues,esta carta nos ofrece una excelente concentracin del mensaje cristiano en lo queconstituye la esencia de este mensaje. Una breve reflexin explicar lo que queremosdecir con esto. Hoy da, un cristiano no puede vivir, mucho menos an que en pocasanteriores, de seguir repitiendo viejas frmulas. Podremos vivir como cristianos,nicamente si captamos en toda su unidad y sencillez la realidad total que la fe nosofrece, de tal suerte que, en todas las crisis, podamos remitirnos a este nicopensamiento central. Mas, para esto, hace falta que esta intuicin central -tan necesariacomo la vida- de la realidad de la fe, podamos expresarla y formularla de tal modo ennuestro propio lenguaje, que ste sea capaz de sustentar realmente frmulasabreviadas de la fe, enunciadas por m mismo y por otros.A mi parecer, 1Jn puede ayudar, en una medida singular incluso para el NuevoTestamento, a una concentracin del mensaje cristiano que lo condense en aquello delo que uno puede vivir como cristiano. Y precisamente lo que puede prestar esteexcelente servicio es el compendio de toda la vida cristiana bajo el lema del amor, yla asociacin entre el amor y la fe en Cristo: asociacin que los convierte en un actototal, en la respuesta nica al mandamiento que tenemos desde el principio msremoto. Esta visin global de la fe y de la conducta ( = del caminar) del cristiano tienesu fundamento precisamente en la forma de concebir a Dios (Dios es amor: 1Jn 4,8.16). Tal vez su expresin ms densa y til la hallemos en /1Jn/04/16a (vase laexgesis de este pasaje): Hemos llegado a creer el amor, el amor que Dios es, elamor que Dios manifiesta en la muerte de su Hijo, el amor que Dios infunde en nuestrocorazn por medio del Espritu, y que ha de seguir actuando en nosotros y por medio denosotros como amor fraterno. He aqu una posibilidad, una posibilidad entre muchas,pero especialmente acertada y preciosa, de llegar a conocer, experimentar y vivir laconcepcin de conjunto de nuestro ser de cristianos: esa concepcin global que nosfalta. Aqu se expresa en toda su condensacin por qu puede uno ser cristiano, y dequ se vive como cristiano. Esta concentracin responde precisamente a la intencindel autor de la carta, intencin que aflora en diversos pasajes (por ej., en 2,12-14; 3,4-

    10.18-20, 5,4.13; vase el comentario de estos pasajes): avivar el conocimiento de fe deque los cristianos tienen vida eterna (5,13), consolidar por tanto su seguridad desalvacin, o, mejor dicho, proporcionarles la conviccin de que su ser de cristianos tieneun sentido indestructible, de que no slo es riqueza oculta sino tambin esperanza.

    3. EL ESTILO JONICO DE LA REFLEXIN Y MEDITACIN.La leyenda nos habla de Juan, anciano ya, que cansaba a sus oyentes a fuerza derepetirles sin cesar: Hijitos, amaos los unos a los otros, pero que luego les explic porqu insista tanto en lo mismo. Es verdad que este rasgo de la leyenda difcilmente

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    encaja en la realidad objetiva de nuestra 1Jn, tal como la tenemos hoy da. Pero podraser una analoga de la reaccin que obviamente sentimos al leer esta carta.El movimiento del pensamiento, en 1Jn (como en los discursos de Jess que leemos enel cuarto Evangelio), es caractersticamente circular. No nos encontramos con unamarcha dialgica del pensamiento, como en las cartas de Pablo (Pablo escribe suscartas como un rabino judo conduce el dilogo para dar sus instrucciones, varecorriendo un camino de ideas, piensa en sentido lineal. Lejos de eso, elmovimiento de las ideas, en Juan, se parece ms bien a una contemplacin ymeditacin. Se contempla el centro de la realidad de fe -el amor de Dios que se revelaen Jess, y que insta a la retransmisin-; las ideas giran circularmente en torno a estecentro. Por eso, no hallamos un avance del pensamiento ni cambio de temtica, en elsentido en que nosotros lo entendemos. Sino que, desde el principio, se estcontemplando lo mismo. Por ejemplo, en el enunciado acerca de Dios, que se nos haceen 1Jn 1,5, Dios es luz, se contiene ya objetivamente lo que se enuncia en 1Jn4,8.16, Dios es amor. Y en expresiones como caminar en la luz, guardar losmandamientos y obrar la verdad se encierra ya el ejercicio concreto del amorfraterno. El autor se contenta con exponer relativamente pocos conceptos, sobre losque vuelve una y otra vez: se trata principalmente de los conceptos dualistas decontraste: luz y tinieblas, verdad y mentira, odiar y amar (y, sobre todo, el sustantivo,agape, amor).Claro est que vamos a ver que la incesante variacin se hace de manera tan ingeniosay teolgicamente tan profunda, que el enunciado y la exhortacin -repetidos a menudo-se ven cada vez en aspectos nuevos y a travs de nuevas relaciones teolgicas. Pero,a pesar de todo, hace falta perseverancia y constancia de corazn para no cansarse, ypara irse embebiendo cada vez ms profundamente de esa verdad y exhortacin nica.Esta peculiaridad del movimiento de los pensamientos en san Juan aparece tambin enla dificultad para hallar una estructuracin satisfactoria de la carta. Es verdad queaparece con claridad que la carta tiene una estructura que va derivndose, con lgicainterna, del principio especficamente jonico. Y comprobamos con toda claridad laexistencia de dos cesuras (antes de 2,18 y antes de 4,1), las cuales -en cierto modo-justifican para dividir la carta en tres partes principales. Ahora bien, puesto quevislumbramos que en las distintas secciones reaparecen -a pesar de todo- los mismosmotivos, y que los epgrafes de las partes principales podran ser, no poco, los mismos:volvemos a encontrar la dificultad de siempre, a no ser que tomemos como punto departida, consecuentemente, que se trata de una evaluacin que va (girando con sumeditacin) en torno a unos pocos motivos fundamentales.As, pues, la mejor manera de conocer la estructura de la carta es vislumbrar cules sonlos temas principales y tratar de ver cul es su ilacin. Son dos o tres: el tema de la fe

    en Cristo (casi siempre en anttesis con una hereja cristolgica y gnstica); el tema dela agape, que aparece tambin con el ttulo de mandamiento o mandamientos, y(eventualmente como tercero) el tema de Cristo y el pecado, que podramosconsiderar como el aspecto negativo del tema del amor.Si en el prlogo, IJn 1,1-4, podemos ver ya la primera exposicin del tema la fe enCristo, entonces vemos que los temas principales se distribuyen con relativauniformidad en las tres partes.Estara justificado incorporar este prlogo a la estructura de la carta, considerndolocomo la primera exposicin que se hace sobre el tema de la fe en Cristo. Porque

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    indicaciones sobre lo que el autor pretende con su carta, las encontramos no slo eneste prlogo, sino tambin en el interior de la carta. Por ejemplo, el pasaje de 2,12-14,por su forma, sera -por lo menos- tan adecuado como prlogo como puede serlo 1,1-4.Y el excursus cristolgico que hay en el interior del prlogo (1Jn 1,2: la vida semanifest) es tambin un enunciado con gran peso propio. Adems, el prlogo 1,1-4est asociado con la transicin del versculo 5, por medio de la consonancia deanunciar y anuncio o mensaje. Por consiguiente, no slo est justificado sinoque es necesario incorporar ya el prlogo a la primera parte, porque de lo contrario sedesatiende demasiado fcilmente su engarce con esta primera parte. De este estado decosas se derivan dos consecuencias tanto para el comentario como para su utilizacin.Los lectores de entonces, de la carta 1Jn, estaban habituados -por la labor de susmisioneros y maestros- a la manera de pensar del autor. Y los conceptos con los queste trabaja, les resultaban familiares por el ambiente en que vivan. Estaban yaembebidos de los pensamientos del autor. Y haban tenido tiempo para captarlosexistencialmente y en medio de la repeticin habitual del culto. Por consiguiente, lasexposiciones del autor fueron seguramente mucho ms claras para los primeroslectores que para nosotros. Para colmar la diferencia que nos separa de estos primeroslectores y oyentes del mensaje jonico, necesitaramos -casi me atrevera a decirlo- elhbito de meditar que tenan los monjes medievales. El que quiera asimilarse bien estacarta, tiene que haber adquirido la capacidad de contemplarla en la meditacin: decontemplarla despacio y con sosiego, hasta que la verdad que aqu se enuncia vayaimpregnndole. La carta presupondra a personas que tengan tiempo suficiente y quelean la carta tan a menudo, que las palabras y el desarrollo de los diversos motivosvayan empapando espontneamente a los contemplativos. Esto difcilmente serposible para ninguno de nosotros. El cristiano de hoy da apenas lograr, con la falta detiempo y de sosiego que reina hoy da, adentrarse en la meditacin y dejar que lospensamientos del autor vayan penetrando en l. Para ese camino necesitamos muletas.Y esas muletas sern para nosotros las diversas explicaciones exegticas que nospermitan hacernos una idea de conjunto.Y, as, esta exposicin toma como punto de partida la conviccin de que lospensamientos de esta carta podrn ser fecundos nicamente para la meditacin, en elcaso de muchas personas de hoy da, si esas personas logran tener una buena visinde conjunto de la sucesin de las distintas ideas. En el caso de Jn, ms seguramenteque en otros tomitos de esta coleccin destinada a la lectura espiritual de la Escritura,hay que elaborar bien la trayectoria de los pensamientos, antes de que se pueda darcomienzo a la meditacin. Adems, para que el lector se asimile esta cartadebidamente, necesitar -ms quizs que en otros escritos del Nuevo Testamento-seguir ntimamente el curso de las ideas y acompaar la marcha de la argumentacin.

    Sobre todo, en esta carta es ms necesario que en muchos otros escritos del NuevoTestamento, captar la concepcin de conjunto, a fin de poder comprender en su marcoadecuado los enunciados particulares. Por consiguiente, dentro del circulohermenutico en que ha de moverse toda interpretacin (movimiento que va desde eldetalle hasta la visin global, y viceversa), en este comentario hemos acentuado msintensamente el intento de ofrecer una visin de conjunto... sin que, por ello, hayasufrido necesariamente la exgesis de los detalles. Tan slo captaremos la concepcinque se esconde tras los diversos enunciados de 1Jn, cuando logremos hallar la

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    vinculacin existente entre los tres o dos temas principales de la misma, temas que -aparentemente- se iran sucediendo de manera abrupta.La concentracin del autor sobre unos cuantos conceptos henchidos de significado,hace que dichos conceptos puedan parecer estereotipados. Por ejemplo, las palabras -repetidas tantas veces- sobre el amor fraterno podran parecernos una frase habitual.Con toda seguridad, en 1Jn no hay formas estereotipadas, sino que en ella las palabrastienen su vigor original. Hay que dejarles ese vigor. O, ms exactamente: hay querecuperarlo para nosotros. Y esto no es posible sin el constante esfuerzo porexpresarlas de nuevo. Y en este esfuerzo no hemos de desmayar, a pesar de lainsuficiencia de nuestros intentos. En la exposicin no podremos evitar repeticiones,porque ha de quedar bien claro que el autor, incluso con conceptos aparentementedistintos, se refiere a menudo a la misma realidad objetiva. Y ha de quedar en claro,asimismo, que se trata siempre del nico tema central, que se expresa en pensamientosy variaciones circulares. Pero hay otra razn ms: un comentario como ste se lee casisiempre fragmentariamente, por secciones (y no hay forma de hacerlo de otra manera).Por tanto, no siempre se han evitado las repeticiones.No cabe duda de que, exponiendo la problemtica histrica tradicional como punto dearranque, problemtica que no tiene apenas cabida en el presente comentario (aunque,desde luego, constituya uno de sus presupuestos), podramos contribuir a evitar, a todotrance, que las palabras de 1Jn (por ejemplo, la palabra amor) sean entendidaserrneamente como simples expresiones estereotipadas. Esta problematizacin apenaspodr hacerse dentro del comentario, pero constituye uno de los presupuestos delmismo. Porque, para que nos asimilemos en nuestra propia vida estas frases de 1Jn(para que nos las asimilemos por medio de los presupuestos mentales que estnentraados en nuestro vivir cristiano actual) y para que las elaboremos hace faltatambin que las veamos en relacin con los dems enunciados neotestamentariosacerca del mismo tema, principalmente con los enunciados de la tradicin sinptica. Laconcentracin sobre el amor de Dios -el amor que se da a s mismo y que exhorta aseguir dndose- y la comprensin de la fe en Cristo como fe en el amor, tal como nosla ofrece la carta, es, realmente, una legtima reinterpretacin del mensaje de Jess ydel ms antiguo kerygma pospascual?Cuando Jess, segn la tradicin sinptica, incluso en sus capas ms antiguas,proclama y vive la misericordia de Dios en favor de los pobres, de los publicanos y delos pecadores (y, por cierto, en una forma escandalosa para los piadosos de aquellapoca), y cuando Jess lucha contra una observancia esclerotizada de la ley, contrauna observancia que, por haber entendido mal la ley de Dios, se endurece hastaconvertirse en crueldad y falta de amor, y cuando Jess exige el amor hasta llegar alamor de los enemigos (vase su mandamiento, encerrado en la declaracin de Mt 5, 48;

    Lc 6,36): entonces, objetivamente, se nos est diciendo lo mismo que en la carta 1Jn(10). No es verdad que el amor fraterno, segn la comprensin jonica, constituya elpolo opuesto al amor, predicado por Jess, hacia los enemigos. Es cierto que lascomunidades de 1Jn tienen conciencia de que son aborrecidas por el mundo. Pero noaborrecen al mundo. Lejos de eso, la consecuencia de la carta es que las personas quetodava estn en las tinieblas, son amados como hermanos.El sonido "metlico duro de muchas palabras de Jess que se encuentran en la fuentede los logia, y la exigencia de decidirse en favor o en contra de Jess, se refleja tambinen la exigencia, no menos dura, de decidirse en favor o en contra del amor, tal como

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    vemos en 1Jn. Difcilmente habr nada que pueda evitar tan consecuentemente el errorde creer que 1Jn es una carta blandengue, llena de bondad, sin energa. Difcilmentehabr nada que pueda deshacer mejor este prejuicio que la visin conjunta de estacarta a la luz de las palabras duras pronunciadas por Jess. Y, por otra parte, 1Jnpuede prestar tambin un servicio al lector de la fuente de los logia y de todo el resto delNuevo Testamento: el servicio de ayudarle a ver en todo lo que sucede en Jess y pormedio de Jess, el amor nada sentimental, el amor vigoroso y exigente de Dios, o deafirmarlo en la oscuridad de la fe.

    La carta 2Jn debe de proceder del mismo autor que la carta 3Jn. Asimismo, la relacinentre 2Jn y 1Jn se explica de manera sumamente satisfactoria, si el autor es idntico.

    Ambas cartas, por su reducida extensin y por su aparente carcter de epstolasprivadas, tuvieron sus dificultades para lograr entrar en el canon del NT.

    PARTE PRIMERA 1 ,1-2,171. INTRODUCCIN DEL CONJUNTO Y DE LA PARTE PRIMERA:

    LA PREDICACIN (1,1-5).

    a) Prlogo: Primera exposicin sobre el tema la fe en Cristo (1,1-4).1 Lo que era desde el principio, lo que hemos odo, lo que hemos visto con nuestrosojos, lo que hemos contemplado y lo que nuestras manos han palpado, acerca de laPalabra de la vida 2-pues la vida se manifest y la hemos visto, y testificamos y osanunciamos la vida eterna que estaba en el Padre y se nos manifest-: 3 lo que hemosvisto y odo, os lo anunciamos tambin a vosotros, para que tambin vosotros tengiscomunin con nosotros. Pues, efectivamente, nuestra comunin es con el Padre y consu Hijo Jesucristo. 4 Os escribimos esto para que sea colmado vuestro gozo.

    Aqu no encontramos unas palabras de saludo inicial, como las que vemos en las cartaspaulinas y tambin en la segunda y tercera carta de san Juan. La carta comienza sinindicacin de quin es el autor y quines son los destinatarios. En vez del saludo inicialtenemos este comienzo solemne y de importancia teolgica. No es una "obertura oexposicin en el sentido de que se escucharan ya en l todos los motivos principales.Aqu no se habla del amor, por lo menos no se habla de manera inmediata. Sino queaqu se trata por vez primera del tema Cristo: Cristo y su obra de salvacin, lasignificacin de Cristo en orden a la salvacin y el anuncio de los testigos. La insistenciaen testificar y en el concepto de vida hace que veamos la ntima relacin de esta

    seccin con 5,4-12. Estos dos fragmentos constituyen, evidentemente, un marco, unparntesis o inclusin en la que se encuentra encerrado el contenido de la carta. A lafrase final de 1,4 corresponde, hacia el final de la carta, la frase 5,13. En ambos casosse indica la finalidad, el objetivo de la carta.Qu ideas quiso exponer el autor en esta introduccin? Podemos clasificar susafirmaciones en tres grupos:

    a) Proposiciones que tienen a Cristo como sujeto: lo que era desde el principio..., la vidase manifest.

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    b) Captacin del acontecimiento de Cristo por medio de los testigos (enunciados entiempo pretrito): lo que hemos odo, lo que hemos visto.c) Testificacin y proclamacin actual (forma en tiempo presente)...: Testificamos y osanunciamos.

    Pues bien, desde un principio es importante conocer cul es el pensamiento quepreside la carta, el pensamiento que el autor quiere ofrecer primordialmente o la metaque l pretende alcanzar.Para hallar el pensamiento principal, una buena ayuda suele ser la de buscar el verboprincipal. Esto resulta aqu un poco difcil, porque la proposicin de los v. 1-3 constituyeun anacoluto (es decir, una oracin que, gramaticalmente, no contina lo mismo queempez). El verso 2 es una intercalacin; el verso 1 contina en el verso 3. Pero, al fin,queda claro que el verbo principal se encuentra al reanudarse el pensamiento en elverso 3: anunciamos. A continuacin inmediata se nos indica tambin la meta que elautor quiere alcanzar. Esta meta es la comunin. Pero lo que nos sorprende, es queno se habla inmediatamente de la comunin con Dios y con Cristo. Es verdad que lasideas de los versos 1 y 2, que tambin pretenden servir a esta meta, tienen su pesopropio: hasta tal punto, que aparece el anacoluto del verso 2. Hay tambin otracaracterstica de esta seccin. El movimiento de ideas comienza con la forma neutra loque. Despus hallamos el concepto de vida, que se refiere a la persona en ltimotrmino. Y su nombre slo se menciona al final del verso 3: Jesucristo.Vemos ahora que esta introduccin de la carta tiene mucha semejanza con el prlogo -ms conocido para nosotros- del Evangelio de Juan. Aqu lo que nos interesa es lopeculiar de 1Jn por contraste con el Evangelio. As, pues, mencionamos en primer lugarlos puntos de contacto, lo que tienen en comn. Y ahora nos preguntamos por lopeculiar de 1Jn con respecto al Evangelio.Lo comn es, principalmente, que en ambos casos se habla de la preexistencia de laPalabra, del ser premundano de la Palabra (Logos; en 1Jn: Logos de la vida), yde su encarnacin (en 1Jn: ... se manifest). Tambin se acenta en ambos casosque los testigos lo "vieron o lo contemplaron. Se dice, igualmente, que el Logos, enel principio ms primordial, estaba junto a Dios o en el Padre. Asimismo, elconcepto de vida tiene mucha importancia en ambos casos.Ahora bien, frente a estos puntos comunes destaca tambin la peculiaridad de 1Jn. Lavemos principalmente por el fin que el autor persigue y que se nos indica en el v. 3.Porque la introduccin de 1Jn tiene como meta enunciar otra cosa que el prlogo delEvangelio. El prlogo es una obertura independiente para el Evangelio, es un "ampliohimno al Logos. Entre sus importantes motivos se cuenta la repulsa del Logos luz porparte de las tinieblas. Precisamente por esto el prlogo es un preludio de ulteriores

    partes del Evangelio.La introduccin de 1Jn no pretende, frente a esto, desarrollar nuevamente la doctrinadel Logos. No pretende describir en s el acontecimiento de salvacin. No pretendehablarnos de la Luz divina y de que sta fue rechazada por el cosmos. Sino que lo quequiere es hablar a la situaci6n concreta de una comunidad. Esta comunidad estamenazada por la hereja que ataca la encarnacin del Logos de la vida. Por eso, loms importante es que los lectores se convenzan o sigan convencidos de lo fidedignaque es esta doctrina. La carta "comienza all donde se habla de la experiencia de

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    aquellos que conocieron al divino Revelador y Portador de la vida, y lo aceptaron confe v.18.

    1 Lo que era desde el principio, lo que hemos odo, lo que hemos visto con nuestrosojos, lo que hemos contemplado y lo que nuestras manos han palpado, acerca delLogos de la vida...

    Conscientemente, las primeras palabras acentan ya el misterio. Todava no semenciona el nombre de aquel a quien se refieren. Ni siquiera se emplea el gneromasculino, sino el neutro: "Lo que era desde el principio. Podramos traducir tambin:"Lo que era desde el origen. No aparece claro qu es lo que se quiere decirexactamente por este desde el principio: desde el principio de la creacin, es decir,desde el absoluto principio y origen de toda la creacin, principio y origen que es elPadre? Ahora bien, si tenemos en cuenta la ndole de nuestra carta, que se interesamenos por delimitaciones temporales que por Dios como razn primordial de la luz y delamor que se manifiesta, entonces se traducir de manera parecida a como se traduceen el prlogo del Evangelio de San Juan o, mejor, en Jn 17,24: "...mi gloria, la que mehas dado, porque me has amado desde antes de la creacin del mundo. Ambas cosaspodran estar indicadas en 1Jn 1,1: la realidad de la que ahora va a hablarse, llegahasta la eternidad, hasta "antes de la creacin del mundo, y procede de la eternarazn primordial del amor de Dios.Hacia el final de la frase se denomina de otra manera esta realidad. Se llama: "el Logosde la vida. Pero se conserva el lenguaje con sabor a misterio. La realidad a la que sealude, no es equiparada formalmente con la vida (divina): "Acerca del Logos de la vida,se dice literalmente. El "Logos de la vida es semejante a lo que, en el prlogo delEvangelio de San Juan, es la Palabra de la revelacin personal de Dios, la Palabra,en la que Dios se revela a s mismo. Se trata de la "Palabra, que por la revelacin de la"vida -de la plenitud divina de vida- difunde vida. O ms exactamente: esa Palabrapuede difundir la vida, porque contiene en s misma la vida de Dios. Acerca de estemisterio del Logos divino de la vida, del Logos que existe desde el origen primordial dela eternidad, los testigos no slo hacen declaraciones teolgicas, sino que afirmanmucho ms: ellos han escuchado esta primordialsima realidad del Logos de la vida (elor est en primer lugar, porque una "palabra es oda primero), la han visto, la hancontemplado con sus propios ojos, y la han palpado con sus manos.

    2...pues la vida se manifest, y la hemos visto, y testificamos y os anunciamos la vidaeterna que estaba en el Padre y se nos manifest...

    Esta enorme pretensin tendr sentido nicamente, si el Logos realmente se hizocarne, tal como se dice en el prlogo del Evangelio de San Juan. La necesidad deexpresar aqu una confesin de fe en la encarnacin se impone tan intensamente alautor, que queda rota la estructura de la frase y se aade una nueva frase a la anterior,que queda inconclusa. La encarnacin del Logos, de la que habla Jn 1,14, es revelacinde la vida divina. Por medio de las expresiones realistas (ver con nuestros propiosojos, palpar) del versculo 1, de las que se recoge aqu de nuevo la expresin dever, queda inconfundiblemente claro que esta manifestacin no es la manifestacinde un espritu, sino de Jesucristo venido en carne (1Jn 4,2).

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    Pero al hemos visto se aade ahora lo que los testigos quieren hacer con respecto alos lectores a quienes estn dirigiendo la palabra: Testificamos y os anunciamos. . . Qu es lo que se anuncia? La vida eterna (la plenitud de lo que el hombre deaquella poca, con su anhelo tan tensamente religioso, esperaba), que estaba en elPadre y se nos manifest. Con las palabras que estaba en el Padre se recoge,seguramente, y se esclarece la expresin introductoria: lo que era desde el principio.3...lo que hemos visto y odo os lo anunciamos tambin a vosotros, para que tambinvosotros tengis comunin con nosotros. Pues, efectivamente, nuestra comunin es conel Padre y con su Hijo Jesucristo.

    El versculo 3 ofrece la conclusin de los versculos 1 y 2. Los testigos no anuncianideas filosficas, sino lo que han odo y visto. Pero ahora se indica cul es la finalidadde este anuncio que se hace. Esperaramos, seguramente, que se nos dijera: "...paraque tambin vosotros tengis comunin con Dios (o con Cristo). En vez de esto, senos dice -sorprendentemente- en primer lugar: para que tambin vosotros tengiscomunin con nosotros, es decir, con los testigos. Los testigos, por su parte, tienencomunin con el Padre y con su Hijo Jesucristo. La sucesin de ideas en losversculos 3a/3b pretende expresar: La comunin con Dios, segn la mente del autor,se da tan slo -evidentemente- por medio de la comunin con los testigos. Por lodems, aqu se menciona ya finalmente el nombre al que se estaba aludiendo desde elprincipio: Jesucristo.

    4 Os escribimos esto para que sea colmado vuestro gozo.

    Si en el versculo 3 se haba mencionado la finalidad de la predicacin, ahora semenciona cul es la finalidad de la carta. Quedarn muy lejos ambas metas?Evidentemente, la comunin con Dios se considera como fuente de gozo. Si el anunciary el escribir producen la comunin con los testigos y, por tanto, la comuni6n con Dios,entonces producen tambin un gozo colmado. Pretende decirse con ello que el gozodestinado por Dios para los cristianos -un gozo grande!- llega a realizarse.Hacia el final de la carta, en 5,13, encontramos una proposicin en la que se indica demanera parecida la finalidad de la carta: Os escribo estas cosas... para que sepis quetenis vida eterna. El autor escribe para fortalecer en sus cristianos la seguridad desalvacin. Esto es lo mismo que lo que el autor nos dice en 1,4 acerca de la finalidad desu carta. Porque esta seguridad de salvacin (que se logra por medio del amorcumplido, vase: 2,5 y 4,12) es el gozo colmado.Pues bien, quines son esos que testifican de los que aqu se habla en plural? Lacuestin es importante, si queremos actualizar el texto. No existira ningn problema, si

    aqu pudiramos or hablar al apstol san Juan, y a l solo. Pero contra estainterpretacin, demasiado simple y que ha dominado durante mucho tiempo, hay muyserias objeciones. Hasta qu punto se utiliza aqu el nmero plural? No hablar elapstol en plural mayesttico? No es probable. Principalmente por la oposicin que hayentre nosotros y vosotros, hay que suponer la existencia real de un grupo detestigos, cuyo portavoz es el autor de la carta. Y es probable que, hacia fines del sigloI, vivieran todava, junto con el apstol san Juan, un buen nmero de testigos oculares?Por otro lado, es imposible volatilizar los conceptos de 1Jn 1,1-4, como si se tratara dealgo puramente intelectual o mental. Este ver no es slo una contemplacin de fe,

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    sino que tiene -al menos- que incluir como fundamento la visin corporal por parte detestigos oculares.Por tanto, la cuestin es la siguiente: "Los que aqu hablan, afirman que han sidorealmente oculares y auriculares de los acontecimientos histricos, compaeros ntimosde Jesucristo durante sus das de vida en la tierra? O las macizas expresiones delversculo 1 pueden entenderse tambin de otra manera?.La solucin del aparente dilema podra estar quizs en lo siguiente: Los conceptosrealistas de la percepcin deben explicarse, en gran parte, por contraste con la herejagnstica, a la que la carta trata de combatir. El camino de salvacin que la hereja sepropone ofrecer, es la unin inmediata con lo divino por medio de la gnosis. El gnsticopretende, en cierto modo, captar inmediatamente a Dios con la energa mstica de sugnosis. Niega que la carne del Logos sea camino de salvacin, por cuanto niega engeneral la encarnacin. La carta entera se opone a la mentira cristolgica de losherejes, es decir, a su engaoso mensaje de salvacin que habla de la unin inmediatacon lo divino. Y a esta mentira, contrapone la clara verdad cristiana: la comunin conDios slo se da por medio de la fe en el Logos encarnado, en la venida de Jess encarne: v. 22.Los primeros versculos de la carta son la proclamacin de lo palpable que ha llegado aser lo eterno y divino en la carne de Cristo. La experiencia crstica, la experiencia deCristo, se ha formulado de esta manera, para contraponer -frente a la gnosis- cul es elverdadero camino cristiano de salvacin. Y puesto que la encarnacin es unacontecimiento histrico real, los testigos oculares de la vida de Jess tienen, en todoslos tiempos, una tarea especial en la predicacin eclesial de la fe. La encarnacin, enlas generaciones posteriores, slo podr testificarse en conexin ntima con los testigosoculares.En el caso de nuestra carta, esto resultaba posible de manera especial. El grupo delque se hace portavoz el autor de esta carta, transmite la predicacin de un destacadotestigo ocular (segn la tradicin de la Iglesia se trata de Juan, el hijo de Zebedeo). Esun crculo de colaboradores o discpulos que tienen el encargo y el derecho demancomunarse con l en la predicacin. El que lee esta carta, no slo escucha lapredicacin de la segunda generacin de testigos oculares, sino que entabla contactocon los verdaderos testigos oculares.Para completar, sealemos lo siguiente: para el crculo jonico, la fe en Cristo no esslo una opinin o un considerar algo como verdadero, sino que es un contacto real conCristo mismo hecho carne. La carta 1Jn, con sus conceptos realistas de percepcin enel v. 1s, no pretendera expresar que la fe es un contacto real con Jess encarnado?En Jn 20,29 se dice a Toms: Bienaventurados los que no vieron y creyeron! La fede los que no ven no es cosa menor que el ver y palpar que se le ofreci a Toms,

    segn Jn 20,25ss, sino, al contrario, la fe es precisamente lo que Dios quiere comorespuesta, y lo que recibe la promesa.Lo cierto es, en todo caso, que en 1Jn 1,1ss hablan testigos oculares de la vida deJess. La cuestin es nicamente si estos testigos hablan de manera directa a loslectores, o bien -aqu- la segunda generacin de testigos recoge sus palabras. Creemosque esto ltimo es lo que hay que afirmar. En este caso, se realiza aqu una exigenciaque recae sobre cualquier generacin cristiana de testigos: la de vincular la propiaexperiencia de fe con el testimonio de los testigos oculares.

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    Para la meditacin de 1,1-4Las sugerencias que vamos a ofrecer ahora sern objetivas nicamente si recogen laintencin del texto mismo. Ahora bien, como estamos convencidos de que el texto estdispuesto, por su propia naturaleza, para orlo espiritualmente, vemos que es legtimoprolongarlo para que llegue tambin a nuestros odos. En este texto encontramos dosposibilidades: podemos vernos a nosotros mismos en el papel de interpelados por lacarta, de lectores de la misma. Pero podemos vernos tambin en el papel de lostestigos.

    a) Los testigos quieren que este mensaje se escuche entre sus primeros oyentes ylectores. El que hoy da quiere leer con fe estos versculos de 1Jn 1,1-4, tendr queidentificarse en primer lugar (he ah lo ms importante y lo que ms corresponde altexto) con estos primeros oyentes de los testigos. Y, as, escuchamos el mensaje de laencarnacin de la vida: lo escuchamos, digo, de labios de los testigos que han recibidode Cristo y de su Espritu el encargo de testificar, y que estn unidos con los primerostestigos oculares. Nos vemos ante la decisin de creer en el duro mensaje, en elmensaje improbable para el hombre entregado al cosmos, de que el Logos de la vida seha hecho palpable, de que ha entrado en la limitacin. Pero nosotros sabemos que siaceptamos en la fe este mensaje, entonces l nos integra en la comunin de lostestigos. Y mucho ms an: nos integra en la comunin con Dios mismo. Porque lacomunin con Dios no se comunica a cada individuo en particular, sino que se transmitepor medio de la comunin con hombres. La gran comunin de la Iglesia, en la cual estoacontece, y tambin los distintos hombres particulares, por medio de los cuales Diosquiso comunicarnos personalmente su comunin, son un regalo que Dios nos hace. Ynosotros sabemos (en el sentido en que el autor entiende el saber de fe) que la fe en lacomunin con Dios nos da la plena alegra, el gozo colmado, que Dios ha destinadopara nosotros.

    b) Por medio de la comunin con los testigos, nosotros mismos llegamos a ser testigos.Todo depende ahora de que estemos convencidos de la realidad de la vida que semanifest. Sin genuina experiencia de la fe, nadie puede convertirse en instrumentopara suscitar en otros la fe. Cuando anunciamos a Cristo como la vida, entonces no sloqueremos comunicar saber, sino tambin atraer a otros a nuestra comunin, y con ello ala comunin con el Padre y el Hijo, la cual significa la salvacin y el gozo colmado.Atraer a otros a la comunin con nosotros, es decir, a la Iglesia. Pero es curioso que1Jn no emplee esta expresin. No suena ni siquiera la idea de una organizacin quepudiera sugerirse por la palabra "Iglesia. Segn este lugar, debemos considerar a laIglesia sencillamente como una comunin personal.

    Si aqu preferimos la lectura variante del versculo 4, "para que sea colmado nuestrogozo", entonces esta variante -a pesar de la probabilidad, mucho mayor, de la varianteque hemos recogido antes, en la traduccin- puede ofrecernos una sugerencia: Cuandoun creyente se convierte en testigo, transmite la comunin con Dios, entonces sualegra se hace plena, su gozo "se colma.No debemos silenciar una dificultad que se nos impone. Muchas personas, hoy da, noquieren saber ya nada de la vida eterna. Rechazan lo que entienden por ella. Y, as,lo primero que hay que hacer es limpiar de suciedad y herrumbre el concepto de vidaeterna (es decir, de vida divina): suciedad y herrumbre que ha ido cogiendo a lo

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    largo del tiempo. Hemos de pulir este concepto, y volver a dejarlo resplandeciente. Elhombre de sensibilidad helenstica, a fines del siglo I, difcilmente valoraba la vidaterrenal como una plenitud. En cambio, para nosotros, que somos hombres de hoy da,la plenitud de la vida y del mundo, esa plenitud que tratamos de descubrir y dominar,puede ocultarnos la perspectiva de una plenitud mayor que nos est prometida. No setrata, pues, de recaer en la hostilidad hacia el mundo, esa hostilidad que caracterizabaal ambiente histrico-religioso en que apareci 1Jn. Sino que lo que hay que hacer escaptar el mensaje de esta carta en toda su profundidad. Y entonces veremos que laafirmacin de la creacin en nuestro sentido de hoy da y la promesa de la vida eternaen el sentido de esta carta no slo son compatibles, sino que adems la vida actualexperimentar tambin una ayuda decisiva por medio de este mensaje: porque la fuerzadel amor, por el que se nos promete la vida eterna, enriquece ya de manerainsospechada la vida actual.

    b) Transicin: La proclamacin "Dios es luz (1,5).

    5 ste es el mensaje que de l hemos odo y os anunciamos: que Dios es luz y que enl no hay tiniebla alguna.

    El versculo ofrece una transicin. La palabra clave -mensaje- sirve para unir esteversculo con el pasaje de 1,1-4. Y todos los conceptos (luz y tiniebla) son ya totalmenteun preludio de lo que va a venir, y que sin esta introduccin no sera plenamentecomprensible.Qu quiere decir que "Dios es luz? Es un enunciado acerca de la esencia de Dios?Tal sera el tenor de la proposicin, sobre todo si la leemos tal y como la interpretara ungnstico de aquella poca: Dios es sustancia de luz. O tenemos ante nosotros unenunciado acerca de la santidad moral de Dios: de tal forma, que se nos diga que Dioscarece de la menor mancha en el sentido moral? En favor de esta ltima interpretacinhabla el contexto siguiente, el cual, del enunciado acerca de Dios, que leemos en el v.5, saca conclusiones para el comportamiento moral de los hombres. O habr queasociar ambas cosas?. Tal es la consecuencia que habra que sacar, para hacer justiciaa ambas interpretaciones. O quizs existe otra posibilidad ms, una cuarta posibilidad?Si contemplamos la comprensin religiosa contempornea de esta palabra de luz,entonces vislumbramos algo del sonido fascinante que esta palabra tuvo para laspersonas de aquella poca. Nos damos cuenta de que apenas ninguna otra ideainflam tanto el anhelo religioso de la antigedad y, sobre todo, del helenismo, como laidea de la vida y de la luz. Pero nuestro autor pretende algo muy distinto de fomentarlas especulaciones gnsticas o msticas. El versculo 5 es la introduccin de lo que

    sigue. Y lo que sigue es una clara exhortacin a la conducta moral y agradable a Dios.Definicin esencial de Dios y enunciado sobre la santidad moral son dos conceptosque no deben separarse el uno del otro, porque la verdad de que Dios, en su actuacin,es el prototipo de la limpieza y santidad moral, es algo que deriva de la esencia divina,de la perfeccin del ser de Dios.Todo esto, qu duda cabe!, est en lo cierto. Pero, si queremos entender 1Jn 1,5, nopodemos contentarnos con ello. El pensamiento jonico, en el fondo, es mucho mssencillo. Se reduce a un nico enunciado que abarca ambas cosas. Y llegamos a l, sino nos limitamos a tener en cuenta el contexto siguiente, sino tambin el contexto

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    anterior. Porque el versculo 5: Este es el mensaje, est sealando claramente haciaatrs, hacia el doble anunciamos, del v. 2s. En ste, el mensaje versaevidentemente acerca del Logos encarnado. Tendr que ver algo con l el v. 5? Asnos lo sugiere por de pronto el hecho de que los testigos de este anuncio, de que sehabla en el v. 5, lo han odo ya de l, es decir, de Cristo. Pero hay, adems unaasociacin de contenido entre este doble anuncio. Dios es luz. Esto significa (comohemos de ir viendo cada vez ms claramente en el curso del comentario): Dios es aquelque se manifiesta en Cristo. Pero hasta qu punto los versculos 6ss asocian con elversculo 5 la idea de "caminar en la luz, es decir, una idea concebida en un sentidoclaramente tico? El versculo 5 tiene algo que ver con el otro enunciado de IJn acercade Dios: Dios es amor? Expresemos tambin aqu la conviccin de que 1,5 no sepuede entender plenamente sino en estrecha relacin con el enunciado de que Dios esamor.Pues bien, hasta qu punto se refiere a Cristo el mensaje de que Dios es luz? Enlos evangelios no encontramos palabra alguna de Jess en que directamente seexprese tal cosa. La respuesta es la siguiente: en cuanto Jess ha manifestado a Dioscomo amor. La vinculacin de pensamiento entre Dios es luz y Dios es amor, queahora se hace, no se aclarar sino en el transcurso del comentario. Quizs sea la clavede todo el conjunto. Una primera prueba de que esta sospecha es acertada, la tenemosya en el pasaje 2,9-11; en que se asocia ntimamente a la tiniebla con el odiofraterno, y a la luz con el amor. Finalmente, detrs de estas formulaciones est laconcepcin de que el comportamiento agradable a Dios es el amor abnegado, el amorque se entrega, mientras que el pecado es egosmo, que se traduce con la falta deamor.

    Para la meditacin de 1,5

    Ser conveniente tomar como punto de partida la vivencia natural de la luz, de lodesdichada que es la frialdad repulsiva y rechazadora que es propia de la tiniebla (no deuna noche clara y estrellada, sino de las tinieblas y obscuridad de un stano sin luz).Luz: nos hace pensar, al mismo tiempo, en calor reanimador.Ser til tambin recordar el anhelo de los antiguos por estar en la luz.Y ahora nos dice este texto: la esencia de Dios es dar e irradiar, un dar e irradiar de lamanera ms limpia, pura y luminosa: un amor sin mancha que se manifiesta en laentrega y generosidad del Hijo. La persona que pida a Dios que, a pesar de su propiaincredulidad, le conceda graciosamente la fe, ha de seguir pidiendo a Dios que suconducta llegue a ser como la que se describe en IJn 1,6ss. Deber pedir a Dios lagenerosidad y abnegacin del amor que se entrega, del amor que es lo nico que hace

    posible la comunin con Dios, que es luz. Deber pedir a Dios un corazn puro (elcorazn limpio de que se habla en Mt 5,8), que encierra en s la promesa de la visinde Dios.

    2. CAMINAR EN LA LUZ Y EN LASTINIEBLAS (1,6-2,11).

    Esta parte, con sus dos secciones (primera exposicin sobre el tema Cristo y elpecado, y primera exposicin sobre el tema mandamiento del amor) ofrece suspropias dificultades para el comentario y la meditacin. La sucesin de ideas, a primera

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    vista, apenas ofrece una visin panormica, y tal vez es hasta confusa e incapaz desinopsis. Pero, en realidad, est meditada con extraordinario esmero. Las ideas no sevan desarrollando en la forma en que nosotros estamos acostumbrados, sino queavanzan casi siempre por medio de paralelismos opuestos (antitticos), es decir,cuando una proposicin ha estudiado una cuestin negativa (vase 1,6: Si...caminamos en tinieblas), la proposicin siguiente expresa la idea exactamenteopuesta, la idea positiva (por ej., 1,7: Si caminamos en la luz). Y, por cierto, ambasproposiciones -en cuanto al movimiento del pensamiento- estn construidas casisiempre de manera igual (paralela). As, pues, por medio de ambas proposiciones seesclarece la misma idea desde dos aspectos distintos. Aunque no falta en absoluto unaprogresin del pensamiento, sin embargo este pensamiento est tan entretejido con elorden armnico de las proposiciones, que a veces tenemos que preguntarnosexpresamente por l.Hay ms. Los conceptos con los que trabaja aqu el autor, son extraordinariamentegenerales y abstractos, casi diramos que lo son en grado an mayor que en todo elresto de la carta. Se habla al parecer (o aparentemente?) en trminos sumamentegenerales del pecado, de la luz y de las tinieblas, de la verdad (practicar laverdad, la verdad no est en nosotros), de conocer y permanecer en Dios o enCristo, de guardar los mandamientos y de caminar. Adems, estos conceptos seutilizan de manera ms o menos distinta de la que conocemos en otras partes. Porejemplo, la verdad es una versin completamente insuficiente de la correspondientepalabra griega aletheia segn la comprensin jonica (vase a propsito de esto, msadelante). Cmo surge esta peculiar abstraccin y generalidad de los conceptos yformulaciones?En primer lugar, estos conceptos no eran tan inslitos para los destinatarios a quienesel autor escriba, como lo son para nosotros. Se trata casi siempre de conceptos que sehallaban en curso en el ambiente histrico-religioso de aquel entonces: la gnosis y eljudasmo tardo. Hay que tenerlos en cuenta a ambos, principalmente a este ltimo (enla forma de la teologa de Qumrn), para estudiar cientficamente estos presupuestos ycondicionamientos histrico-religiosos. Pero, aun as, los conceptos siguen siendodemasiado generales. Cuando en el transcurso ulterior de la carta se habla del amorfraterno y de la fe en Cristo (por ej., en 3,17: Si uno tiene bienes del mundo y ve a suhermano en necesidad...), o cuando en 4,2 se exige la fe en Jesucristo que ha venidoen carne, entonces nos hallamos desde un principio con conceptos mucho msconcretos. En cambio, en nuestra seccin, solamente al final -en 2,10- se habla delamor fraterno. Por consiguiente, cul es la relacin de nuestra seccin con lassecciones ulteriores en las que resaltan de manera ms clara y concreta los temasprincipales de la carta?

    En este punto, la interpretacin que aqu damos, parte de una conviccin que s1oquedar fundamentada de algn modo en el transcurso del comentario: El autor de IJnha dispuesto su carta de tal modo, que el esclarecimiento va viniendo gradualmente.Por de pronto, en nuestra seccin, 1,5-2,11, se habla ya del mismo tema que en elcaptulo 3 o que en el punto culminante de la carta, la teologa de la agape, en elcaptulo 4. Por ej., el enunciado divino de 1,5 de que Dios es luz dice yaobjetivamente lo mismo que los enunciados que se hallan en el punto culminante de lacarta y que nos dicen que Dios es amor (4,8.16). Aqu, en 1,5-2,11, el autor habla desu objetivo principal, y lo hace con formulaciones que envuelven el tema desde los

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    presupuestos intelectuales y religiosos de sus lectores, y que en el lenguaje usual deellos muestran ya los frentes principales y las lneas directrices.La interpretacin tiene que tener en cuenta este hecho objetivo. Para el conocimiento delas estructuras lgicas de la seccin, que se revelaran espontneamente a un lectorque durante horas y das se detuviera a meditar en ella, y que slo se nos revelan condificultad a nosotros para quienes tal meditacin apenas es posible o raras veces esposible, ser til tambin una estructuracin esquemtica y una contraposicin de lasformulaciones antitticas. Y, para leer la Escritura, ser una ayuda quizs el quemencionemos ya aqu los enunciados ulteriores, que son ms claros. Ambas cosas hayque rastrearlas segn la mente del autor: la universalidad fundamental de lasproposiciones directrices, presentadas por el autor en conceptos densos y conformeespritu de una poca -esas proposiciones de las que ninguna tiene un sonido tanespecficamente cristiano como tal vez la de los v. 4,9s, segn los cuales Dios semanifest como amor por la entrega de su Hijo- y esta visin cristiana de profundidadque, por su misma ndole, aporta ya una especie de concretizacin.

    a) Primera exposicin sobre el tema Cristo y el pecado (1 ,6-2,2).

    6 Si decimos que tenemos comunin con l y caminamos en las tinieblas, mentimos yno practicamos la verdad. 7 Pero si caminamos en la luz, como l est en la luz,tenemos comunin unos con otros, y la sangre de Jess, su Hijo, nos purifica de todopecado. 8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engaamos a nosotros mismos, y laverdad no est en nosotros. 9 Si confesamos nuestros pecados, fiel es y justo paraperdonarnos los pecados y para purificarnos de toda iniquidad. 10 Si decimos que nohemos pecado, lo hacemos mentiroso, y su palabra no est en nosotros.2,1 Hijos mos, os escribo esto para que no pequis. Y si alguno peca, abogadotenemos ante el Padre: Jesucristo, el justo. 2 l es expiacin por nuestros pecados, yno slo por los nuestros, sino tambin por los de todo el mundo.

    En esta seccin, hay tres proposiciones que comienzan con las palabras: Sidecimos... En estos enunciados se alude probablemente a tesis de los herejes, queson combatidas en la carta. Claro est que no vemos la expresin (como en 2,4.9):Quien dice..., esto es, no se habla -marcando una distancia- acerca de un extrao.Sino que el uso de la primera persona del plural incluye tambin a los cristianos. Lastesis de los herejes son -as las ve el autor- un peligro incluso para los cristianos. Setrata, realmente, de la propia vida de los cristianos mismos, y no de un peligro queamanece desde fuera a la Iglesia. Para tener ms fcilmente una visin panormica dela estructura de la seccin, vamos a poner en dos columnas paralelas los enunciados

    antitticos de la seccin. En la columna de la izquierda pondremos los enunciadosnegativos (como caminar en las tinieblas), y en la de la derecha, los positivos (por ej.,caminar en la luz).Sirvindonos de este esquema, y antes de pasar a la interpretacin de detalle, podemoshacer las siguientes observaciones. Se oponen antitticamente los versculos 6/7 y losversculos 8 (o 10)/9.En los versculos 6/7 observamos los siguientes pares de conceptos opuestos: caminaren las tinieblas - caminar en la luz; supuesta comunin con Dios = mentira = nopracticar la verdad - tener comunin unos con otros.

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    Pares de conceptos opuestos en los versculos 8 y 10/9:Decimos que no tenemos pecado, confesamos nuestros pecados. Nos engaamos anosotros mismos (lo hacemos mentirosos) - l es fiel y justo. La verdad no est ennosotros (su palabra no est en nosotros) - l nos purifica de toda iniquidad (Cristo esexpiacin por nuestros pecados).Dentro de cada una de las series, tanto de las negativas como de las positivas,apreciamos siempre una intensificacin o aclaracin:Serie negativa: mentimos -nos engaamos a nosotros mismos- lo hacemos (a Dios)mentiroso.Serie positiva: Si caminamos en la luz -si confesamos nuestros pecados; sobre todo: lest en la luz - l es fiel y justo.Adems: La sangre de Jesucristo nos purifica de todo pecado - l (Dios) nos purifica detoda iniquidad - Jesucristo es expiacin por nuestros pecados, no slo por los nuestros,sino tambin por los de todo el mundo.Si comparamos la sucesin de los enunciados negativos y positivos, nos daremoscuenta de que existe una estructura evidentemente pretendida, ingeniosa y denaturaleza casi estrfica.En primer lugar, observamos un primer par de conceptos antitticos en los v. 6/7(esquema a-b); a continuacin hallamos un grupo de conceptos antitticos en los v. 8-10 (esquema a-b-a). El final lo constituyen los versculos 2,1 y 2,2. Estn caracterizadosya como final por 2,1a. Vemos que 2,1b-2 constituye el punto culminante de la serie de1,7.9 y 2,1s, relacionada con la purificacin de los pecados efectuada por Jess.

    6 Si decimos que tenemos comunin con l y caminamos en las tinieblas, mentimos yno practicamos la verdad.

    Por primera vez en la carta, hallamos aqu la alusin a una orgullosa afirmacin de losherejes (afirmacin que encontraremos con alguna frecuencia): Los herejes afirmanabiertamente de s mismos que tienen comunin con Dios. Pero su conducta los poneen evidencia como mentirosos. Caminan en las tinieblas. Qu significa la voztinieblas? Camina el pecador en las tinieblas, porque las malas acciones que temenla luz del da se realizan en la obscuridad? O, ms bien, conforme a nuestrainterpretacin de 1,5, hemos de interpretar la palabra tinieblas como la frialdad de lafalta de amor y las tinieblas del odio?Pero no slo los herejes han incurrido en este peligro, sino que tambin los cristianos sehallan en l: en el peligro de mentir, por no practicar la verdad. Contrariamente a loque ocurre en el pensamiento griego y helenstico (y principalmente en el pensamientognstico), la verdad -en los escritos jonicos- se entiende de una manera parecida a

    su concepcin en el pensamiento veterotestamentario y judo. La verdad, dentro de estaconcepcin semtica, es algo que hay que hacer (vase Jn 3,21). Por consiguiente, laverdad es entendida como acontecer o, ms concretamente, como una esfera desalvacin que se rea]iza en la accin. En san Juan, la verdad se concibe como larealidad divina que se revela a s misma (vase antes, a propsito del v. 8). Por tanto,no practicar [o hacer] la verdad significa no realizar lo que exige la realidad divina quese revela.Este no practicar la verdad es mentir: mentira que se efecta no slo con palabras(si decimos...), sino tambin con el comportamiento moral mentira moral). En el

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    fondo, este mentir no es slo un fallo en las relaciones entre los hombres, sino que esuna mentira que va dirigida tambin contra Dios. Cuando una persona dice que tienecomunin con Dios y, no obstante, camina en tinieblas, entonces -con estadiscrepancia suya entre la aseveracin y el obrar- est estableciendo, en cierto modo, laigualdad de que Dios es tinieblas.

    7 Pero si caminamos en la luz, como l est en la luz, tenemos comunin unos conotros, y la sangre de Jess, su Hijo, nos purifica de todo pecado.

    Otra vez vuelve el autor a sorprendernos con un giro imprevisto de su pensamiento(vase antes, a propsito del v. 3): si caminamos en la luz, entonces tenemos (no unacomunin imaginada con Dios, sino) la comunin de unos con otros, la comuninconcreta del amor fraterno, en la cual se expresa la verdadera comunin con Dios. Y elhallarse en esta comunin fraterna del amor es la condicin previa para que la sangrede Jess nos pueda purificar.Esta frase de que somos purificados por medio de la sangre de Jess, suena hoy da -por un lado- a cosa extraa, y -por otro lado- suena a cosa demasiado manida. Cmopodremos empaparnos, con fe, de esta confesin de la carta? Y cmo podremospredicar, de manera que despertemos crdito, estas palabras acerca de la sangre deJess? Para todo ello, hay una condicin previa. Y tan slo esa condicin previa es laque vamos a tratar de esclarecer aqu. Preguntmonos: Qu quiere darnos a entenderla IJn (y el Nuevo Testamento en general) por purificacin por medio de la sangre deJess? No basta decir sencillamente que aqu se expresa la primitiva idea cristiana dela expiacin (y aludir quizs al canto del siervo de Dios, en Is 53). Precisamente conesto -por un fundado temor ante un error mgico- no podramos emprender gran cosa,hoy da. Los pecados son quitados por medio del amor de Dios y de Cristo: el amor quese revela en la entrega del Hijo nico (IJn 4,9s), y no por medio de la sangre como tal.Ser entonces la sangre de Jess nicamente una cifra para significar el amor deDios que perdona? Para significar este amor que nos purifica en virtud de la muertesacrificial de Jess?Hemos de tener en cuenta que no se dice: la sangre de Jess nos ha purificado, sino:nos purifica, en tiempo presente. Adems de 1 Jn hay otro escrito del NuevoTestamento en el que hallamos este enunciado de la purificacin por medio de lasangre de Jess. Es la carta a los Hebreos. Y en ella no se piensa nicamente en elpasado sacrificio de la cruz en el Glgota, sino que se piensa en que Jess, resucitadoy exaltado, es ahora, en el cielo, nuestro intercesor ante el Padre (vase Heb 7,25), y enque Jess, en lo que la carta a los Hebreos denomina como santuario (celestial), sehalla ante el rostro del Padre, en la actitud de la entrega a la cruz (una actitud ya

    glorificada), y, intercediendo por nosotros, ostenta su sangre ante el Padre. Digamos denuevo que lo que, en todo ello, salva y expa por el pecador no es la sangre como tal,sino la comunin con Jess exaltado (vase antes, a propsito de 2,1s). Y, segn elEvangelio de Juan, Jess resucitado sigue llevando las llagas glorificadas de su muerte.A menudo, IJn expresa adems que la comunin con Dios y con Jess (exaltado) es lasalvacin. Pues bien, cuando en nuestro versculo (1,7) se dice que la purificacin pormedio de la sangre de Jess depende de la comunin de unos con otros (es decir, elmutuo amor fraterno), entonces no ocurre como si la purificacin fuera tan slo unarecompensa por la obediencia, sino que la comunin de unos con otros nos abre para

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    que entre torrencialmente la nica fuerza que, en realidad, puede quitar el pecado: elamor, que se revel en la cruz, y que sigue estando ahora, en forma viva y creadora, enDios y en su Hijo.

    8 Si decimos que no tenemos pecado, nos engaamos a nosotros mismos, y la verdadno est en nosotros.

    Quien a pesar de que est caminando en las tinieblas -es decir, a pesar de sus fallosmorales-, afirme que tiene comunin con Dios (vase el v. 6), no se da cuenta de quesu conducta es pecado. Y, as, los herejes gnsticos defendieron de hecho laconcepcin de que ellos no tenan pecado. Ahora bien, el autor de la carta sabe queesta postura equivocada es tambin un peligro, en todo tiempo, para el cristiano. El queha perdido de tal modo la visin del Dios real, que, a pesar de su propio pecado, deliracreyndose seguro de la comunin con Dios y de la salvacin, y no ve ya sus propiospecados: ese tal se engaa a s mismo. Esto significa an ms el ... mentimos delv. 6. Finalmente en aquel que de tal manera niega su propio pecado, no existe laverdad. La verdad,

    Si decimos que no tenemos pecado, nos engaamos a nosotros mismos, y la verdad noest en nosotros.Quien a pesar de que est caminando en las tinieblas -es decir, a pesar de sus fallosmorales-, afirme que tiene comunin con Dios (vase el v. 6), no se da cuenta de quesu conducta es pecado. Y, as, los herejes gnsticos defendieron de hecho laconcepcin de que ellos no tenan pecado. Ahora bien, el autor de la carta sabe queesta postura equivocada es tambin un peligro, en todo tiempo, para el cristiano. El queha perdido de tal modo la visin del Dios real, que, a pesar de su propio pecado, deliracreyndose seguro de la comunin con Dios y de la salvacin, y no ve ya sus propiospecados: ese tal se engaa a s mismo. Esto significa an ms el ...mentimos delv. 6. Finalmente en aquel que de tal manera niega su propio pecado, no existe laverdad. La verdad, en san Juan, significa la realidad divina que se revela36. Enaquel en quien no est la "verdad" en este sentido jonico, en se no est tampoco larealidad divina misma: no tiene comunin con Dios.9 Si confesamos nuestros pecados, fiel es y justo para perdonarnos los pecados y parapurificarnos de toda iniquidad.

    El remedio saludable contra el engao propio, que no quiere ver la propiapecaminosidad, est en que confesemos nuestros pecados. Entonces Dios muestrasu fidelidad y justicia, en contraste con nuestro engao propio. El que Dios nos perdone

    los pecados significa la salvacin. Y es algo que se halla en vivo contraste con lasituacin de perdicin, en la que el hombre no tiene la verdad en s mismo.Y bien, cmo habr que concebir concretamente este confesar los propios pecados?En 1Jin 1,9 estas palabras, con seguridad, no se refieren especialmente al sacramentode la penitencia (que entonces no se haba conocido an claramente como sacramentoen el sentido de la teologa dogmtica actual), sino que se refieren a todo el proceso deconfesar los pecados. Ahora bien, con la expresin de confesar los pecados, uncristiano enraizado en la piedad veterotestamentaria y del judasmo tardo, como era elautor de la carta, no entenda solamente una oracin de arrepentimiento en la cmara

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    secreta del corazn, sino una confesin que se haca en presencia de otros cristianos -aunque difcilmente se trate exclusivamente de una confesin ante ministros (vase:Sant 5,16: Confesaos, pues, los pecados unos a otros). nicamente as se consigueel objetivo de esta confesin, que es el de excluir el engao propio y realzar la funcinde la comunidad.La confesin actual de los pecados, al recibir el sacramento de la penitencia (que es,prcticamente, el nico caso que queda de la confesin de pecados ante un hermanocristiano), est comprendida tambin en este lugar. Cuando la Iglesia, en el transcursodel tiempo, lleg a conocer que el perdn de los pecados individuales constituye unsacramento, podemos ver en este sacramento la realizacin ms firme con referencia alestado de cosas de que se habla en lJn 1,9. Por otro lado, este pasaje de la carta,juntamente con el pasaje de Sant 5,16, debe ser tambin un intenso estmulo para norestringir a la recepcin del sacramento de la penitencia, la prctica de la confesin delos pecados, sino conceder a este sacramento su marco adecuado, dentro de unaprctica penitencial extrasacramental: no slo en una actitud personal de dar cuentas aDios, ni tampoco en una liturgia penitencial, por importante que sea, que estrelacionada ntimamente con esa actitud personal de rendir cuentas, sino tambin -principalmente- en un dilogo espiritual fraterno, que pretenda ayudar al otro, alhermano, en su situacin concreta ante Dios.Lo que tendramos que decir en relacin con este pasaje de 1Jn 1,9, choca contra unatendencia muy difundida hoy da, incluso entre los cristianos. Pero el que quiera sercristiano de veras, no puede ceder sencillamente a esta corriente de decir (o pensar)que l no tiene pecado (ahorrndose con ello la vergenza y el dolor de confesar lospecados). Porque entonces mentira, se engaara a s mismo y pondra pormentiroso a Dios (v. 10). Y destruira, adems, toda posibilidad de tener comunin conDios.

    10 Si decimos que no hemos pecado, lo hacemos mentiroso, y su palabra no est ennosotros.

    Aqu hallamos la suprema y ms intensa gradacin de la serie negativa de nuestraseccin, la ltima consecuencia de la ruptura entre una supuesta comunin con Dios yel pecado efectivo. El que afirme que no ha pecado y que no necesita soportar lasconsecuencias de sus pecados, convierte a la palabra de Dios -palabra de juicio y deperdn- en la palabra de un mentiroso. Ms an, destruye el concepto de Dios queleemos en 1,5, y que nos dice que la luz de Dios no se compagina con la menor sombrade tinieblas. En semejante persona no puede estar la palabra de Dios: esa palabra quesalva poderosamente y que crea comunin. Su palabra no est en nosotros es una

    expresin paralela a la verdad no est en nosotros. Qu clase de comprensin de lapalabra es sa que puede equipararse a la realidad divina que se revela!

    CAPTULO 2

    1 Hijos mos, os escribo esto para que no pequis. Y si alguno peca, abogado tenemosante el Padre: Jesucristo, el justo. 2 Y l es expiacin por nuestros pecados, y no slopor los nuestros, sino tambin por los de todo el mundo.

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    En 1Jn 2,1 tenemos claramente un nuevo principio. No obstante, este versculo -juntamente con el siguiente versculo 2- constituyen la terminacin de la seccin quehemos venido estudiando hasta ahora. Os escribo esto para que no pequis: estafrase suena como un final del pasaje de 1,6-10. De la seccin que hemos estudiadohasta ahora resalta -por un lado- que los cristianos han de entablar una lucha contra elpecado (precisamente porque deben caminar en la luz). Por otro lado, se les ha dichoya que la sangre de Jess los purifica (v. 7, vase v. 9). Esta ltima idea llega, en 2,1s,a su gradacin final, a su punto culminante. En efecto, parece que una de las metasprincipales del autor es la de comunicar a sus lectores la alegre seguridad de lacomunin con Dios. Y, por tanto, precisamente ahora, podra surgir el pensamiento deque no era necesaria la lucha contra el pecado, o de que no haba que entablarla consuprema seriedad, sencillamente porque Cristo habra tomado a su cargo la eliminacindel pecado. Por eso, a fin de anticiparse a cualquiera mala interpretacin se ha aadidoaqu el versculo 1a (os escribo esto. . . ).Los v. 1b-2 no pertenecen ya a la serie de formulaciones paralelas opuestas. Pero estasproposiciones tienen an a la vista lo que se ha dicho anteriormente. El autor afirm quelos cristianos deben reconocer que son pecadores. El hilo de estos pensamientosvuelve a recogerlos en la frase del versculo 1bc: Y si alguno peca... Esto no significa:Y si alguno peca, la cosa no es tan grave! Mas bien prevalecer en la frase que laaccin salvadora de Jess tiene un alcance tan grande, que coloca en segundo planotoda posible exhortacin de carcter pedaggico. Indudablemente, la exhortacin a loscristianos de que no pequen, es algo que est muy hondo en el corazn del autor. Perono quiere acentuar esta exhortacin, en detrimento de la idea de la accin salvadora deJess. Por lo dems, el que crea que hemos sido purificados con la sangre de Jess,no podr minimizar el pecado! Ahora bien, la seguridad y confianza en la fidelidad yjusticia de Dios, este sentimiento que sigue a la confesin de los pecados (v. 8), nodebe ser aniquilado tampoco por la renovada experiencia del acto de pecar: experienciaque el autor prev. La palabra parakletos, en el Nuevo Testamento, slo aqu estreferida a Jess. En Jn 14,16 se alude al Espritu como el otro parakletos. Parakletosno significa consolador, sino que es esencialmente un trmino jurdico. Significaauxiliar o abogado defensor en el proceso o pleito, en nuestro caso, en el juicio deDios. Y no se refiere a una alegato de defensa puramente formal; as lo muestran losnumerosos pasajes de nuestra carta que hablan de la comunin de gracia que une alcristiano con Cristo (conocerlo, permanecer en l, entre otros).Que Jess es expiacin por nuestros pecados (v. 2) significa lo mismo que lo que senos dice en el v. 7 de que la sangre de Jess nos purifica de todo pecado. Y aqu, en2,1s, queda completamente claro lo que se haba indicado antes, en 1,7: Cuando la

    carta habla de la sangre de Jess y de la expiacin, entonces no se refierenicamente al acto -un acto pretrito- de la cruz en el Glgota (el cual acto se concibetambin, qu duda cabe!, como condicin absoluta de posibilidad y como base de laexpiacin), sino a la significacin actual de Jess glorificado. Pretende decir lo mismoque haba dicho, en 2,1, con las palabras: Tenemos un parakletos ante el Padre. Nose dice de la muerte en cruz que fuera expiacin; sino que se dice que el que sufriesa muerte y ahora vive como intercesor (vase, nuevamente, Heb 7,25): se esexpiacin. Es decir, expiacin no es algo que l hiciera, sino l mismo en supersona.

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    Jess, que ha revelado en la muerte el amor de Dios, y que ahora vive, puede serexpiacin por los pecados, porque l es justo y porque l es intercesor. Con nfasis, alfinal de 2,1, se dice que Jess es el justo. Por justicia no se entiende aqu la virtudde aquel que da a cada uno lo suyo. Sino que la justicia es la caracterstica de quien sehalla en la recta relacin con Dios y con los hombres. En 1Jn 3,7, se dice: El quepractica la justicia es justo, como justo es l (= Cristo). Por el contexto sabemos quepracticar la justicia es ejercitar el amor fraterno como caracterstica del hombre queha nacido de Dios, del cristiano. El prototipo de esta justicia, es decir, de este obrar lorecto y estar en lo recto (esto es, estar en la postura del amor), es Jesucristo. Sujusticia, durante su vida en la tierra, consisti en dar la vida por nosotros (IJn 3,16) ymanifestarnos de este modo el amor de Dios. Esta justicia del amor que se entrega a smismo, no es cosa que pertenezca al pasado. Es una justicia que vive. En aquellos queconocen a Jesucristo y que permanecen en l, esta justicia les quita los pecados (vase3,5; tambin 3,8). Los arranca de permanecer aferrados a falta de amor y al odio, y lesda energa para el amor. Y este hombre justo es intercesor y expiacin: Lacomunin con Dios, que no se puede alcanzar sin la comunin con Jess glorificado, espropiamente lo que expa. Si, para terminar, nos preguntamos una vez ms acerca de lafuncin de 2,1s (y ya de 1,7) con respecto a toda la seccin de 1,6-2,2, en la que setrata de que los cristianos caminen en la luz y practiquen la verdad, entoncesvemos lo siguiente: que los cristianos caminen en la luz, aunque estn en constantepeligro de pecar, y aunque pequen de hecho, es posible por la sangre de Jess y porJess como expiacin, es decir, por la comunin con Jesucristo glorificado, el cual sehalla en la actitud de su entrega y sacrificio de amor ante el Padre.Con frecuencia se ha hecho a la carta lJn un reproche: el de fijarse demasiado en losmiembros de la comunidad cristiana y en la comunin de unos con otros. De hecho,ste es ampliamente el tema de la carta en cuestin. Pero hablar de este tema no tienenada que pudiera saber a introversin cristiana. La prueba: el final del versculo 2 delcaptulo 3. El cristiano no debe imaginarse nunca que Jess es expiacinexclusivamente por sus pecados y por los pecados de sus compaeros en la fe. No.Sino que la obra de Jess es bsicamente universal: Jess quiere eliminar del mundoentero las tinieblas dirigidas contra Dios y contra el amor de Dios.

    Para la meditacin de 1,6-2,2

    La mejor manera de comenzar la meditacin de un texto bblico es captar claramentecul es la meta que el autor quera alcanzar en sus lectores de entonces. En el caso denuestro texto de 1,6-2,2, sera muy til comenzar buscando en el v. 10 (lo hacemosmentiroso). A la carta 1Jn, lo mismo que al Nuevo Testamento en general, lo que

    primordialmente le interesa es Dios y la gloria de Dios, y, slo mediante ello, nuestrasalvacin. La lectura espiritual de la Escritura, por su misma esencia, presupone que setiene a Dios frente a frente: debe entenderse primordialmente como un escuchar lainterpelacin que Dios nos dirige. Aqu, en 1Jn 1,10, irrumpe dentro de nuestra seccinel concepto de Dios, en la carta, con sus consecuencias. Es una idea estremecedora lade que podemos hacer mentiroso a Dios. Y la que de hecho lo hacemos mentiroso,cuando menospreciamos demasiado generosamente nuestra propia pecaminosidad. Lacarta pretende situar a sus lectores ante la mirada interrogadora y acusadora de Dios.La respuesta a esta mirada: confesar ante l los pecados, saberse seguro -entonces- de

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    la fidelidad y justicia de Dios: la fidelidad con la que Dios cumple la palabra de supromesa; y la justicia, es decir la rectitud de Dios, rectitud que en esta carta se refiereprimordialmente y casi siempre al amor.Otra cuestin: Qu pretende conseguir en sus lectores la carta con sus enunciadosacerca de la sangre de Jess y el ministerio intercesor de Jess? Que miren con fe aJess como el auxiliar que incesantemente est presentando al Padre, en favor nuestro,su sangre; que se decidan de nuevo a caminar en la luz, a fin de tener a Jess comointercesor y como expiacin, a fin de que se eliminen los obstculos que impiden elcamino hacia el Padre; que, a pesar de la confesin de sus pecados, tengan alegreseguridad. Porque, por su confesin de los pecados, se hallan en el polo opuesto de losque, con todo su egosmo, se consideran a s mismos como sin pecado. Estas personasno pueden tener a Jess como expiacin, es decir, se cierran al amor de Dios: ese amorque se manifiesta tanto en la muerte expiatoria de Jess como en su encarnacin. Laencarnacin, en Juan, es la asuncin de la carne que se entrega por la vida del mundo.La confesin de los pecados da seguridad (y no deprime), porque nos introduce en elmbito del amor de Dios. El que afirme que no tiene pecado, no slo hace mentiroso aDios, no dando crdito a su palabra en el Antiguo Testamento -en la poca en que seescribi lJn, los cristianos reciban slo como Sagrada Escritura al Antiguo Testamento-,sino que adems niega al amor perdonador de Dios, y declara superfluo y falto derealismo el que Dios haya convertido a su Hijo en expiacin.

    b) Primera exposicin sobre el tema el mandamiento del amor (2,3-11).

    3 Y en esto sabemos que lo conocemos: si guardamos sus mandamientos. 4 Quiendice: Yo lo conozco y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, y la verdad noest en l. 5 Pero el que guarda su palabra, en ste verdaderamente se haperfeccionado el amor de Dios. En esto conocemos que estamos en l. 6 Quien diceque permanece en l, debe caminar como l camin.7 Queridos mos, no es un mandamiento nuevo lo que os escribo, sino un mandamientoantiguo que tenais desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra queosteis. 8 Por otra parte, lo que os escribo es un mandamiento nuevo, que es realidaden l y en vosotros; pues las tinieblas pasan y la verdadera luz brilla ya.9 Quien dice que est en la luz y odia a su hermano, est en las tinieblas todava. 10Quien ama a su hermano permanece en la luz, y en l no hay tropiezo. 11 Pero quienodia a su hermano, est en las tinieblas y en las tinieblas camina y no sabe adnde va,porque las tinieblas le han cegado los ojos.

    La seccin ofrece un nuevo tema. Es verdad que, con la seccin anterior (1,5-2,2), este

    tema constituye una unidad. Y ms estrecha de lo que a primera vista podra parecer(vase lo que decimos un poco ms adelante). Empero, hallamos ante todo unosconceptos que, en gran parte, son nuevos. En los v. 3-5, vemos que la palabra claveconocer desempea un gran papel: nosotros lo conocemos (a Dios o a Cristo),pero tambin sabemos que lo conocemos (v. 3) o que estamos en l (v. 5). El v.6 habla de que permanecemos en l: un concepto tpicamente jonico.Al mismo tiempo, se indica ya en el v. 3 el tema principal de toda la seccin 2,3-11:guardar sus mandamientos [plural] (v. 3s); guardar su palabra [singular; palabra enel sentido de mandamiento] (v. 5); luego se habla con mucho nfasis, en el v. 7s,

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    acerca de el mandamiento (en singular). En el v. 6, caminar con l (= Cristo) es,evidentemente, una explicacin de guardar sus mandamientos. En los v. 9-11, losconceptos bsicos son odiar y amar; estn vinculados con los conceptos que yaconocemos, de tinieblas y luz (estos dos ltimos conceptos aparecen ya en el v 8).Y debemos preguntarnos en qu relacin se halla este odiar y amar con la guardade los mandamientos o del mandamiento. Que hay que asociar ntimamenteambas cosas, es algo que aparece ya indicado en el v. 5 (en aquel que guarda lapalabra o los mandamientos, el amor de Dios ha llegado a la perfeccin).As, pues, a esta seccin podemos ponerle un epgrafe acertado, aunque un pocosimplificador. El epgrafe es el mandamiento del amor. Se trata de la primera de lastres secciones de nuestra carta, en las que se va dando vueltas -con la meditacin- aeste tema del amor, para esclarecerlo en sus aspectos.

    3 Y en esto conocemos que lo hemos conocido: si guardamos sus mandamientos.

    Esta frase, evidentemente, es transicin para pasar al nuevo tema de guardar losmandamientos. Por el hecho de que guardamos sus mandamientos (segn lo queprecede, los mandamientos de Cristo; pero, al mismo tiempo, por la cosa misma, losmandamientos de Dios). Conocemos precisamente que lo hemos conocido a l.Tenemos aqu. ante nosotros, la primera de una serie entera de proposiciones de lacarta que de una manera parecida nos indican en qu puede conocerse algodeterminado. En lo sucesivo las vamos a llamar frmulas de conocer. La proposicinsuena como si antes se hubiera hablado de este conocer a Cristo o a Dios, y loslectores necesitasen ahora urgentemente una norma para conocer la efectividad de eseconocer. Pero hasta ahora no habamos ledo nada de este conocer! O ha sidoquizs secretamente el tema? Conocer, en el lenguaje jonico (y ya en el AntiguoTestamento), no slo significa un proceso intelectual, sino tambin algo integral, unaunin de amor. Es, por ej., lo que ocurre cuando una persona mira a otra, conoce -vislumbrando- su esencia y se une con ella. Y, as, la palabra se aplica tambin a launin ms ntima entre el hombre y la mujer, en el matrimonio.Por consiguiente, conocerlo significa una unin sumamente ntima del hombre conCristo y con Dios. Significa comunin con Cristo y con Dios. Para el autor de nuestracarta, Cristo se halla en tal unidad con Dios, que la comunin con Cristo es al mismotiempo comunin con Dios. Y ni siquiera es necesario decirlo especficamente. Portanto, el v. 3 contina -a su modo- la idea de 2,1: En esto sabemos que lo hemosconocido (a Cristo) (es decir: en esto conocemos que tenemos comunin con l yhemos sido rociados con su sangre y que l es nuestro intercesor ante el Padre), siguardamos sus mandamientos. Aqu, por la marcha del pensamiento, se sugiere ya lo

    que ms tarde (en 3,24) se expresar ms claramente: el cristiano conseguircertidumbre del perdn, si permanece en el amor.Examinemos otra vez el pasaje 1,6ss, donde se habla de la comunin con Dios o conCristo: En 1,6 nos llama la atencin la palabra clave comunin. Y en los versculossiguientes se trata de la prdida o salvacin de esta comunin con Dios (... la verdadno est en nosotros v. 8; su palabra no est en nosotros, v. 10; la purificacin de lospecados, v. 7.9; 2,1s, es restauracin de la comunin con Dios).

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    As, pues, el autor pretende decir, de hecho: Para lo nico decisivo acerca de lo cual hehablado, para la comunin con Dios y Cristo, hay una norma. Y esta norma es,precisamente: guardar sus mandamientos.

    4 Quien dice: Yo lo he conocido, y no guarda sus mandamientos, es un mentiroso, yla verdad no est en l.

    Quien dice...: como en 1,6.8.10, parece que aqu se cita a los herejes. La atrevidaafirmacin de Yo lo he conocido, tiene objetivamente el mismo sentido que la de 1,6:Si decimos que tenemos comunin con l... Hasta qu punto el pasaje de 2,4constituye un paralelo con el de 1,6 podemos verlo muy bien si escribimosparalelamente ambos versculos.Puesto que no se puede conocer a Dios sin guardar sus mandamientos, aquel aquien se refiere este versculo, es un mentiroso. Tambin esta palabra tena unaresonancia ms profunda de la que tiene hoy da en nuestro lenguaje habitual. Enefecto, verdad -en sentido jonico- es la realidad de Dios que se revela. Frente aesto, la mentira es la construccin de un mundo engaoso, de una realidad ficticia, larevelacin del maligno, el antagonista de Dios. Al servicio de este antagonista se hallael hombre que afirma que posee el conocimiento de Dios y, sin embargo, rehsa prestarobediencia a los mandamientos de Dios y de Cristo.

    5 Pero el que guarda su palabra, en ste verdaderamente se ha cumplido el amor deDios. En esto conocemos que estamos en l.

    Este versculo ofrece la anttesis positiva de la conducta defectuosa que ha quedadoconsignada en el versculo 4. Sin embargo, vemos que a la introduccin: Pero el queguarda su palabra (palabra se utiliza ahora en vez de mandamiento)..., le sigueotra vez un giro inesperado del pensamiento: En ste verdaderamente se haperfeccionado el amor de Dios. Por primera vez en esta carta, cuyo gran tema es elamor, surge este concepto, que es su concepto ms central. Ahora bien, qu es lo quese quiere significar aqu por el amor de Dios? Se habla del amor nuestro hacia Dioso del amor de Dios hacia nosotros? Y qu quiere decir que este amor se haperfeccionado en nosotros? Una excelente ayuda para comprender nuestro versculo,nos la proporciona el pasaje de IJn 4,12: Si nos amamos unos a otros, Diospermanece en nosotros, y su amor se ha perfeccionado en nosotros. Por el contextodel captulo 4, no hay duda -con respecto al pasaje de 4,12- de que su amor es elamor que Dios nos mostr en la entrega de su Hijo, amor que es l mismo en divinaplenitud, y que l nos comunica a nosotros, a fin de que siga dimanando y siga

    actuando en forma de amor fraterno.Pero hasta qu punto el amor se ha perfeccionado en nosotros? En cuanto en eseamor se agotan las posibilidades humanas de amar? Con toda seguridad, el texto no serefiere a esto. El contexto, tanto en 2,5 como en 4,12, nos indica la solucin: segn 2,5,el hombre en quien el amor de Dios -el amor que procede de Dios- ha llegado a superfeccin, conoce que l (el hombre) est en Cristo y en Dios. Y tambin en 4,12, elamor perfecto se halla en ntima relacin con la comunin con Dios (Dios permaneceen nosotros). Por consiguiente, el amor perfecto es el amor que, por la unin vital

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    con Dios, adquiere una calidad que est ms all de todas las posibilidades humanas.Comprenderemos mejor an el contenido de 2,5, si comparamos este verso con 1,7.Tambin en 1,7 vemos que el pensamiento adquiere un giro imprevisto: ...tenemoscomunin unos con otros. Por consiguiente, el autor, cuando en 2,5 se refiere al amorperfecto, al amor que procede de Dios y que surge cuando el cristiano obedece lapalabra de Dios, quiere sealarnos concretamente el amor fraterno? Otra vez vuelve aocurrir aqu que, al comienzo de la carta, podemos sospechar o vislumbrar ya algo quems tarde aparecer con mayor claridad: Para nuestro autor, caminar en la luz es lomismo que guardar los mandamientos y amar a los hermanos.Al final del versculo, el autor introduce otra vez un nuevo concepto: que estamos enl. Tambin esto es expresin de la comunin con Dios43.En el versculo 5c vemos que, en relacin con ello, se vuelve a recoger el temaconocer: El que guarda los mandamientos de Dios y de Cristo (y, por consiguiente,ama a los hermanos): ese tal conoce por ello que l est en Dios. El amor fraterno esrazn gnoseolgica (razn cognoscitiva) de la comunin con Dios.

    6 Quien dice que permanece en l, est obligado a caminar como l (Cristo) camin.

    La frase comienza, como en el v. 4, con la expresin: Quien dice... pero esta vezpretende explicar a los cristianos las consecuencias que trae consigo el confesar aCristo. El que confiesa que est en Cristo, est obligado a caminar segn el modelo deCristo 44. Como Cristo camin: Qu se nos quiere decir con ello? Se nos quiereindicar una multitud de conductas ejemplares? No! Tan slo una. El texto de 3,16 nosla indica: Cristo entreg su vida, nos am hasta el extremo, hasta la consumacin.Quien dice que permanece en l, que tiene comunin con Cristo, debe realizar elamor, tal como Cristo lo realiz. Aqu resuena ya la tpica redaccin jonica delmandamiento del amor: ste es mi mandamiento: que os amis los unos a los otroscomo yo os he amado45.

    7 Amados, no es un mandamiento nuevo lo que os escribo, sino un mandamientoantiguo que tenais desde el principio. Este mandamiento antiguo es la palabra queosteis. 8 Por otra parte, lo que os escribo es un mandamiento nuevo, que es realidaden l y en vosotros; pues las tinieblas pasan y la verdadera luz brilla ya.Los mandamientos quedan reducidos aqu a el mandamiento. La expresin demandamientos, en plural era ya -ltimamente- la expresin del nico mandamientodel amor, porque los distintos mandamientos de Dios son concretizaciones de estenico mandamiento sobre la base de diversas situaciones y mbitos de la vida. Elsingular el mandamiento acenta la unidad esencial de la exigencia divina, tal como

    se funda en la esencia y en la revelacin de Dios.El mandamiento que el autor tiene aqu en su mente en la carta que escribe a suslectores, es un mandamiento antiguo y -al mismo tiempo- nuevo. Hasta qu punto esantiguo? El v. 7 nos ofrece la respuesta: es antiguo por cuanto los cristianos lo tienendesde el principio Pero a qu se refiere eso de desde el principio? Parece que,para el autor de la carta, hay dos significaciones que en cierto modo, se superponen.Por el principio se entiende -en primer lugar- el principio del estado de cristiano, elllegar a ser creyente y el