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FONDO DE CULTURA ECONÓMICA OCTUBRE DE 2017 562 Cambio climatico , F O N D O D E C U L T U R A E C O N Ó M I C A O CTUBRE DE 201 7 ADEMÁS La insoportable levedad de viajar en avión de antonio malpica

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F O N D O D E C U L T U R A E C O N Ó M I C AO C T U B R E D E 2 0 1 7

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Cambio climatico

,

F O N D O D E C U L T U R A E C O N Ó M I C AO C T U B R E D E 2 0 1 7

ADEMÁS La insoportable levedad de viajar en aviónde antonio malpica

José Carreño Carlón Director general del fce

Martha Cantú, Susana López, Socorro Venegas, Karla López, Octavio Díaz y Juan Carlos Rodríguez Consejo editorial

Roberto Garza Iturbide Editor de La GacetaRamón Cota Meza RedacciónLeón Muñoz Santini Arte y diseñoAndrea García Flores FormaciónErnesto Ramírez Morales Versión para internetJazmín Pintor Pazos IconografíaImpresora y Encuadernadora Progreso, S. A. de C. V. Impresión

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La Gaceta es una publicación mensual editada por el Fondo de Cultura Económica, con domicilio en Carretera Picacho-Ajusco 227, Bosques del Pedregal, 14738, Tlalpan, Ciudad de México. Editor responsable: Roberto Garza. Certifi cado de licitud de título 8635 y de licitud de contenido 6080, expedidos por la Comisión Califi cadora de Publicaciones y Revistas Ilustradas el 15 de febrero de 1995. La Gaceta es un nombre registrado en el Instituto Nacional del Derecho de Autor, con el número 04-2001-112210102100, el 22 de noviembre de 2001. Registro postal, Publicación periódica: pp09-0206. Distribuida por el propio Fondo de Cultura Económica. ISSN: 0185-3716

Ilustración de portada: Andrea García Flores

F O N D O D E C U L T U R A E C O N Ó M I C AO C T U B R E D E 2 0 1 7

Cambio climático y ética social

Las generaciones presentes somos testigos de la mayor amenaza de la humanidad contra sí misma y el pla-neta en toda su historia: el cambio climático, cuyas manifestaciones más evidentes son la mayor inten-sidad y mayor frecuencia de los eventos meteoroló-gicos extremos, con su cauda de destrucción física y humana. Los hechos nos conminan a dejar de ser sólo

testigos para ser actores conscientes ante esta enorme responsabili-dad planetaria.

Decimos amenaza de la humanidad contra sí misma porque cada uno de nosotros aporta su cuota de irresponsabilidad cotidiana con el modo de vida que llevamos. Podría decirse que ésta es una respon-sabilidad de segundo grado en la medida en que sólo aceptamos y así reproducimos los patrones de consumo que nos son impuestos por las grandes fuerzas e intereses económicos del mundo. Pero es mucho lo que podemos hacer contra este fenómeno si cada uno de nosotros, cada familia y cada comunidad actúa correctamente.

Tal es el propósito de la publicación de El cambio climático. Cau-sas efectos y soluciones, breve compendio escrito por tres reconoci-dos científicos mexicanos para informar a la sociedad mexicana, en particular a los medios de comunicación, sobre los hechos relevantes relacionados con esta calamidad. Es un libro muy útil que quisiéramos hacer llegar a todos los hogares, escuelas, empresas, sindicatos, pa-rroquias, bibliotecas, ferias de libros y centros de decisión del mundo de habla hispana. Por desgracia, nuestros recursos económicos son insuficientes. De ahí nuestra apelación a los medios de comunicación para que difundan su contenido.

Se trata de un problema que, por su escala planetaria, puede abru-mar la acción individual e incluso nacional, pero por algún lado hay que empezar. México contribuye poco a la emisión de los gases causan-tes del fenómeno, pero es uno de los países más expuestos a sus conse-cuencias, junto con nuestros congéneres de Centroamérica, el Caribe y vastas regiones de los Estados Unidos.

Los científicos estudiosos del tema concuerdan en definir el origen del problema como antropogénico, es decir, provocado por la acción humana. Un aumento de dos grados centígrados en la temperatura me-dia del aire podría desatar dinámicas atmosféricas con consecuencias devastadoras para la vida en el planeta. Científicos de la nasa estiman que ese umbral ya fue alcanzado en California, lo que explicaría los graves desórdenes climáticos de los últimos años en ese estado, el más rico de la Unión Americana.

Los científicos también concuerdan en definir la vulnerabilidad de las regiones más expuestas como una combinación de causas natura-les y causas económico-sociales. Las consecuencias destructivas de cada evento son también oportunidades para tomar las medidas de adaptación más estrictas.

El cambio climático ya está en curso y es probable que las genera-ciones presentes no alcancemos a ver su reversión. Pero tenemos una responsabilidad con las generaciones futuras.

México ha de borrar la enigmática “x” de su frente y sustituirla por la sonora “e” de ética.�•

Iguala 14ibán de león

El cambio climáticodossier

Las tres grandes E: Ética, Economía, Ecologíaramón cota meza

Conversación con Julia Carabias Lillovirginia bautista

Conversación con José Sarukhán Kermezrocío alarcón fierro

Política energética de Estados Unidos y Canadá:nuevos retos para Méxicotomás miklos

La secularización involuntaria de Occidentebrad s. gregory

La ira y el perdón. Resentimiento, generosidad, justiciamartha nussbaum

La insoportable levedad de viajar en aviónantonio malpica

El mapa de las calles y las cosasricardo pohlenz

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el cambio climático

la gaceta 3 octubre de 2017

Iguala 14Ibán de León 

Éste es mi corazónque irrumpe con el sol a medianoche.Espinas en la lenguapara que el niño corra y vuelva a casa,a la casa nublada en la que tardele contaron de dios, sus clavos rotos,los pies que le sangraron desde el sueñomientras reía el dolor su fiebre impúdica. Éste es mi corazón, hermano mío,ayer te miraba en las noticiassin conocer tu nombrey eras nadieentre la sangre, el grito de las balas.Sufría un desamor y me callabaignorando tu angustia, el miedo impuneque rondaba tus vértebras, hermano,me avergüenzasaber que mi tristeza era tan pocofrente al lugar vacío en que oscureces. Sufría el desamor,espinas de una lenguarecitando la mies de lo insalvable,el hastío cubriendo con su frondala memoria y la sed y sus entrañas,el sol anochecido de septiembrecon sus últimos días. Hace un año y ahora nada ocurreen mi mapa de invierno y en las velasizadas por la ausencia y encendidasen altares sin rostro. Pero no fui tu hermano, nunca he sido,porque pude buscartey en cambio me senté a llorar mi amarga,mi liminar destreza de hombre soloal que le falta un brazo.Y en lugar de protestas tuve llanto enclaustrado en cantinas y en burdelesy mi esperanza ardió por unas hojasdonde me escribí “yo”, aquí el principioy el omega perpetuo de los viajes:he sido siempre yo la primera persona de esta casaoculta entre la hierba de los siglos.Éste es mi corazón, lo digo tarde,que se avergüenza al solaunque es de noche.�•

No es dolor, es peor que eso: vergüenza de que la tristeza sea tan poca cosa frente al vacío de la muerte en que oscurece el otro, ese desconocido, el hermano.

poema

5 la gacetaoctubre de 2017

dossier 562

El cambio climático ya está aquí. Con El cambio climático. Causas, efectos y soluciones, el fce contribuye a la difusión de la información básica sobre este fenómeno: entrevistas con dos de sus autores y una reseña. ¶ Presentamos adelantos de dos libros sobre fi losofía, religión, historia y moral, que enriquecen nuestras colecciones e invitan a revisar las ideas heredadas al respecto. ¶ Completamos el número con presentaciones de libros, novedades y un divertido relato en nuestra concurrida sección trasfondo.

andrea garcía flores

6 la gaceta octubre de 2017

el cambio climático

Las tres grandes E: Ética, Economía, EcologíaTres reconocidos científi cos promotores de políticas públicas ambientales nos informan sobre las causas humanas y los efectos del calentamiento global, y exponen las alternativas para un desarrollo económico sostenible y justo. Presentamos un resumen de esta importante aportación.

ramón cota meza

6 la gaceta octubre de 2017

económico sostenible y justo. Presentamos un resumen de esta importante aportación.

ramón cota meza

octubre de 2017 la gaceta 7

las tres grandes e : ét ica, economía, ecología

La humanidad se encuentra en un momento decisivo de su historia. Nunca antes se había tenido in-formación tan confiable y en tal cantidad sobre el origen antro-pogénico del cambio climático: evidencias concluyentes para

implementar cambios económicos y medidas de adaptación que frenen el deterioro ambiental del planeta y lo encaminen por la senda del desarrollo sostenible.

Las causas que están provocando el fenómeno son el crecimiento demográfico, el consumo de combustibles fósiles y de otros recursos naturales, y el uso de tecnologías contaminantes de la atmós-fera y el planeta. Las emisiones de gases de efecto invernadero (gei) resultantes de estas actividades se manifiestan en cambios acelerados de algunas características del sistema climático global, como la temperatura de la superficie terrestre y la distri-bución de la precipitación.

A lo largo de la evolución del planeta han ocurri-do cambios naturales de estos factores en escalas de los miles a los millones de años pero nunca tan acelerados como los de la época moderna. La tem-peratura media del planeta heredada por los huma-nos antes de la Revolución Industrial se mantenía en equilibrio por los gases que actúan como deflec-tores de la radiación infrarroja de la superficie te-rrestre. Estos gases actúan como gei naturales, sin los cuales la temperatura media del aire sería tan baja que la vida sería imposible.

El progreso económico y el crecimiento de la po-blación han añadido los gei antropogénicos (bióxi-do de carbono, metano y óxidos de nitrógeno), cuya acumulación se distribuye uniformemente en la at-mósfera sin poder ser absorbida por ella. En poco más de dos siglos su concentración ha aumentado al doble. La tercera parte del bióxido de carbono emi-tido por humanos permanecerá ahí miles de años. Y el impacto del metano es 30 veces mayor.

Entre 1850 y 1970 la población mundial se tripli-có, pero el consumo de energía se multiplicó por 12. En 1750 se emitían unos 11 millones de toneladas de bióxido de carbono; en 1900 casi 2�000 millones; en 1950, 6�000 millones, y en 1980 más de 18�000 mi-llones. Sólo entre 1970 y 2011 las emisiones globales de gei aumentaron 60%. El 55% proviene de China, los Estados Unidos y la Unión Europea. Esta última ha logrado estabilizarlas, y los dos primeros han re-ducido la tasa de crecimiento al 1% anual, que sigue siendo muy alto.

Los países de América Latina y el Caribe son los que emiten menos gei: 9% en 2011 (menos de la mitad de China, 70% de las de Estados Unidos y casi igual que la Unión Europea). De este total, Brasil emite el 44%, México 18%, Argentina 10% y Venezuela 10%. No obstante, vastas regiones del subcontinente figuran entre las más expuestas a los efectos del cambio climático por su ubicación geoclimática y sus rezagos económicos y sociales. México es uno de los más vulnerables: 15% del te-rritorio, 68% de la población y 71% de su pib están altamente expuestos.

De continuar las tendencias actuales de creci-miento económico, el consumo de energía aumen-tará 40% hacia el año 2030, principalmente por la demanda de los países en desarrollo, encabezados por la India y China. Los sectores económicos con mayor demanda de energía son el transporte, la industria, la vida doméstica y el comercio. Por las vías terrestres del mundo circulan unos 1 000 mi-llones de vehículos automotores, 25% en los Esta-dos Unidos. Según la nasa, la temperatura del aire superficial de California es ahora 2 °C mayor que hace 50 años a causa de las emisiones de vehículos, la deforestación y la producción agrícola. El aumento promedio de la temperatura a nivel global se estima entre 0.5 °C y 1 °C en los últimos 150 años, sobre todo en el últi-mo medio siglo. En menos de dos décadas podría llegar al umbral del 2 por ciento.

***

Una consecuencia de estos cambios es la aceleración del proceso de deshielo de los casquetes polares y de los glaciares de las altas montañas, lo que conduce a la elevación del nivel de la superficie del mar, con enormes consecuencias para los patrones climáticos, la vida marina y la vida humana en las regiones costeras. Ya estamos experimentando estos cambios abruptos. En las últimas dos décadas, el

número de eventos climáticos extremos (huraca-nes, tormentas tropicales, sequías prolongadas) ha aumentado 26% a nivel global, aumento concentra-do en determinadas regiones. En el Atlántico han aumentado cinco veces y en el Pacífico tres. A este paso podrían ocurrir cambios que dispararían una transición a un nuevo estado del clima a velocidad superior, lo que aceleraría el derretimiento de los glaciares de Groenlandia, la desaparición de la sel-va amazónica y del bosque boreal, y la disminución de lluvia del monzón en Asia.

La respuesta de los ecosistemas y las especies vegetales y animales a estos cambios es la conse-cuencia más difícil de calcular y prevenir. El factor clave en este aspecto es el balance hídrico regional, influido a su vez por los niveles de temperatura y precipitación. Las especies con mayor capacidad de movilidad (aves y grandes mamíferos) pueden adap-tarse más rápido que los reptiles, los anfibios y las plantas. Un aumento de 1 °C de temperatura puede generar un incremento de 10 a 30% de las tasas de respiración de las plantas sin que necesariamente se eleve la tasa de fotosíntesis, lo que se traduciría en mayores emisiones de bióxido de carbono y me-tano.

Las diferencias de respuesta de las especies al cambio climático se traducen en desfases de los ciclos de obtención de alimento, en mayores difi-cultades para encontrar sitios de reproducción y en competencia por la vida más encarnizada. Por ejemplo, las aves migratorias de los Países Bajos se alimentan de orugas marinas cuya reproducción y metamorfosis dependen de la temperatura del aire. Si se adelanta la primavera (como consecuencia de inviernos más cortos), el desarrollo de los hueveci-llos de las orugas se adelantará también. Pero las aves no modificarán su patrón al mismo ritmo, de modo que los polluelos dispondrán de menos ali-mento, lo que disminuirá su capacidad de reproduc-ción. En unas cuantas generaciones estas especies podrían desaparecer. Ejemplos como este hay miles en el planeta.

Los ecosistemas más vulnerables a estos cambios son los más aislados (islas, lagos, determinados sis-temas fluviales). Los más expuestos son los ambien-tes mediterráneos por desecación, los arrecifes por blanqueamiento del coral, las zonas limítrofes de los ecosistemas y los ambientes ribereños y coste-ros por la ocupación humana y el turismo. La Gran Barrera de Coral de Australia podría reducirse al 10% a mediados de siglo. Con un aumento de 2 °C de la temperatura, la precipitación en la península de Baja California podría disminuir 40% para 2030, es decir, dentro de 13 años.

El cambio climático y la pérdida de biodiversi-dad son dos caras de la misma moneda. La defores-tación es la causa mayor de esta pérdida y la cuar-ta actividad generadora de gei. Entre ambos pro-cesos hay una retroalimentación severa. Los hu-manos no hemos aprendido a valorar los servicios que nos prestan los ecosistemas. La conversión de bosques en tierras agrícolas es asumida como normal y necesaria. Ciertamente, la expansión agrícola a costa de los bosques nos proporciona alimentos, pero los ecosistemas boscosos pierden capacidad para capturar bióxido de carbono y re-gular los ciclos hidrológicos, lo que a fin de cuentas se revierte contra la agricultura misma. La defo-restación del planeta contribuye con 5% del total anual de gei. En México no conocemos con preci-sión su avance, pero debe ser alrededor de 200 000 hectáreas anuales, sobre todo en las regiones tro-picales, cuya fragilidad está ocasionando pérdidas de biodiversidad que apenas empezamos a conocer. México es uno de los países con mayor diversidad biológica en el planeta; por lo mismo, sus equili-

brios ecológicos son muy frágiles.El cambio climático afecta a la salud

humana de manera directa. Verano tras verano escuchamos noticias de los estra-gos de las ondas de calor extremo; cunden las enfermedades relacionadas con vec-tores (mosquitos) por el consumo de agua contaminada y la ingesta de alimentos de baja calidad a causa de las inundaciones, por no hablar de las muchas muertes hu-manas ocasionadas por los huracanes y las tormentas tropicales. La migración de poblaciones del campo a la ciudad por la devastación causada aumenta el hacina-miento urbano y así las enfermedades.

En este aspecto la denominación “de-sastres naturales” no es exacta. Es impor-tante precisarlo porque la destrucción que tales eventos ocasionan no es producto de

la fatalidad, sino de su combinación con la vulnera-bilidad, lo que determina el “riesgo”. La adaptación de las sociedades humanas a los eventos naturales extremos depende de la capacidad de prevención y mitigación.

***

La cuantificación económica de los daños de los eventos extremos es otro indicador inequívoco del cambio climático. En la década de 1970, 29 eventos extremos ocasionaron pérdidas por 83�000 millo-nes de dólares; en la década de 1990, 74 eventos causaron pérdidas por 440�000 millones de dóla-res. Más de 1�000 millones de personas viven en zonas expuestas a ciclones tropicales, y alrede-dor de 800 millones están expuestas a inunda-ciones recurrentes. Desde 1980 a la fecha, unos 200 millones de personas han sido afectadas por ellas. En México más de 15 millones de personas sufrieron daños entre 2001 y 2013. La pobreza, los desastres y el rezago económico y social han creado un círculo vicioso: la vulnerabilidad llama a los desastres y éstos profundizan el rezago. La construcción de infraestructura es lenta y puede ser destruida en horas.

La estimación económica de los posibles daños futuros del cambio climático no es fácil de hacer porque las combinaciones y los efectos de las va-riables consideradas son múltiples y dinámicas. Para ello se requieren modelos computacionales con algoritmos muy complejos cuyos resultados tienen amplios márgenes de incertidumbre. Cli-matólogos y economistas han estado diseñando y probando modelos desde 1970. Los más recientes tienen mejor información sobre las interacciones de la circulación atmosférica, la circulación de las corrientes marinas y sus efectos sobre las masas continentales.

Los economistas ambientales se basan en ellos para hacer proyecciones de costos futuros y dise-ñar fórmulas para “internalizarlos” en la econo-mía. Los costos ambientales han sido considerados hasta ahora como “externalidades”: costos que los agentes económicos imponen a los otros sin pagar por sus acciones. Para “internalizarlos” se requie-ren modelos integrales de clima y economía que ayuden a determinar tasas de reducción de emisio-nes de gei en los niveles global, nacional y regional, en los sectores económicos emisores, y los tipos de tecnología y medidas de adaptación necesarias. El hilo conductor de estos esfuerzos es la estimación de las emisiones de gei. Una vez que éstas son cal-culadas se pueden estimar daños y costos del cam-bio climático. Pero la predicción del crecimiento económico y el desarrollo tecnológico futuros si-guen siendo huesos de duros de roer.

***

Los gobiernos de los países han realizado muchas conferencias para acordar medidas y metas de re-ducción de las emisiones de gei y de tránsito ha-cia economías bajas en carbono desde la década de 1970. Estos esfuerzos culminaron en la Confe-rencia de las Partes (cop 21) o Acuerdo de París de 2015, que acordó no rebasar el fatídico umbral de los 2 °C de aumento de la temperatura para 2050. De acuerdo con esta meta, la emisión de gei deberá reducirse a la mitad, lo que significa reducir la emi-sión de bióxido de carbono a dos toneladas anuales per cápita. Sin embargo, el cumplimiento de tales metas depende de la buena voluntad y la responsa-bilidad ética de los gobiernos y las sociedades.

Se requiere no sólo frenar las emisiones de gei, sino transitar a modelos de desarrollo económico sustentables con bajo consumo de carbono. Las me-didas necesarias no deben ser vistas como costos extraordinarios sino como grandes oportunidades para una vida mejor, más segura y más armónica con la naturaleza. La responsabilidad ambiental debe ser infundida en las nuevas generaciones por todos los medios a nuestro alcance.

Tres grandes e definirán el futuro del planeta: Ética, Economía y Ecología.�•

El cambio climático.

Causas, efectos y soluciones

mario molina, josé

sarukhán y julia

carabias

fce, méxico, 2017

andrea garcía flores

8 la gaceta

el cambio climático

archivo fce

Respeto a la naturaleza: valor cívico“Ése es el problema de fondo que no nos permite avanzar con la velo-cidad necesaria para revertir el calentamiento global, disminuir el cambio climático y frenar el dete-rioro ambiental del planeta”, afirma Julia Carabias, científica mexicana nacida en 1954. El ser humano —añade— debe considerar el respe-to a la naturaleza como parte de sus valores cívicos, y no perderlo nunca porque de ello depende no sólo su vida, sino la de nuestra casa: la Tierra. “El ciudadano tiene muchas oportunidades de hacer cambios importantes en este terreno, pero debe actuar no sólo a nivel indivi-dual, sino como parte de la colectivi-dad. Debe organizarse y exigir a su gobierno un cambio de política.”

La egresada de la licenciatura y posgrado en biología de la Facultad de Ciencias de la unam considera que el actual programa especial de cambio climático es el adecuado “pero su cumplimiento, la velocidad y el compromiso van muy lentos”. Hay que fortalecer y acelerar la participación del individuo, de la sociedad organizada y el gobierno, para lo que se requiere de mayor conocimiento porque, “como nunca, tenemos poco tiempo”.

Con esta finalidad, Carabias contribuyó a escribir El cambio climático. Causas, efectos y solu-ciones, en coautoría con el Nobel de Química Mario Molina y el ex rector de la unam y doctor en ecología José Sarukhán, libro que el Fondo de Cultura Económica acaba de publi-car en la colección La Ciencia para Todos. “Los humanos no tenemos ningún derecho a alterar la evolu-ción de la vida y transformar el pla-neta. Hay que tener compromiso no sólo con nuestros congéneres vivos, sino también con los que aún no han nacido, pues tendrán un mundo cada vez más difícil”, sentencia.

Catedrática de la unam desde 1977, Carabias está convencida

entrevista

“Los humanosestamos cada vez más alejados de lanaturaleza y nonos concebimoscomo una especiemás dentro dela diversidad que existe”Conversación conJulia Carabias Lillo

Afi rma en entrevista la maestra Julia Carabias Lillo, una autoridaden materias de medio ambiente y desarrollo sustentable, gran divulgadora de la ciencia y coautora de El cambioclimático. Causas, efectos y soluciones.

virginia bautista

octubre de 2017

la gaceta 9 octubre de 2017

conversación con jul ia carabias l illo

de que el cambio en la actitud del hombre, en sus hábitos de vida, de consumo y alimentación son la base para revertir el cambio climático, “un fenómeno que pone en riesgo el bienestar de las personas de todas las naciones”. Son necesarias “una conducta individual y una conducta colectiva adecuadas” para “disminuir al menos la velocidad de este proceso. No pensemos que lo vamos a mejorar o a detener, ni siquiera a revertir, sólo que al disminuir su velocidad ganamos tiempo y vida”.

El poder individualCarabias invita a reflexionar sobre el impacto “muy nocivo” que están teniendo sobre la naturaleza nues-tros hábitos de consumo. “Cada día existe una demanda mayor de productos. Producir estos bienes demanda energía. Y al hacerlo esta-mos alterando no sólo el clima, sino el ciclo hidrológico y los ciclos de nutrientes, además de que propicia-mos la pérdida de biodiversidad.”

La ex secretaria de Recursos Naturales y Pesca en el gobierno de Ernesto Zedillo advierte que nues-tros hábitos alimenticios, la forma como producimos los alimentos en el campo y los hábitos cotidianos de consumo de energía, sobre todo en las ciudades, dañan irremediable-mente el medio ambiente. “Algunos productos alimenticios que se pro-ducen en el campo son fuertemente demandantes de agroquímicos y de energía. Los consumidores debería-mos repudiar los productos dañinos y aceptar sólo aquellos elaborados de manera más amigable con el am-biente”, recomienda.

Pero para tomar estas decisiones y cambiar los hábitos de consumo —prosigue— necesitamos informa-ción. “Podemos ser conscientes y decir: ‘Yo quiero contribuir a ello’, pero cuando vas al mercado o al supermercado no sabes qué com-prar. Lamentablemente, no todas las etiquetas dan la información suficiente para saber si un producto es limpio o no.

Para ello hay que entrar en el terreno de lo colectivo. La sociedad debería demandar que las empre-sas obtengan el sello verde en las etiquetas y que se certifique si los productos realmente son o no sus-tentables”, apunta.

La ex presidenta del Instituto Nacional de Ecología informa que las prácticas de producción ganade-ra también pueden ser más o menos generadoras de metano. “Esto tiene que ver con las prácticas de produc-ción. Hay que informar y capacitar al productor para que tome mejores decisiones, las cuales no implican necesariamente costos adicionales, sino formas diferentes de hacer las cosas.” Considera que la población rural debe vigilar el correcto uso de suelo porque “el desmonte de selvas y bosques está provocando el desprendimiento y la disminu-ción de los sumideros de bióxido de carbono”.

Acción colectivaMiembro del Sistema Nacional de Investigadores, Julia Carabias llama la atención sobre la importancia de que los ciudadanos disminuyan el consumo de energía en los hogares y en las urbes de manera urgente:

“Hay que modificar las malas costumbres. La gente entra y sale de las habitaciones de sus casas y no apaga la luz, por ejemplo, o deja encendidos aparatos eléctricos sin necesidad”, y recomienda la decisión “sumamente útil” de sustituir los

viejos aparatos electrodomésticos por los fabricados con estándares ahorradores de energía, pero que sólo puede tomar la capa de la po-blación con cierto nivel adquisitivo. “Esto ya es ganancia: Hay que evitar el uso de aparatos altamente consu-midores de energía y, por supuesto, usar siempre focos ahorradores. Estas pequeñas acciones se van su-mando. Hay que pensar que somos miles de millones de personas en el planeta”, recuerda.

Otro sector altamente contami-nante es el transporte, asegura la ganadora del Premio Internacional Cosmos 2004: “Debemos apostar por el uso de la bicicleta, caminar lo más posible, compartir los vehículos y que los niños vayan a las escuelas en transportes colectivos”. Remarca que, por estas razones, “la acción individual, por más cosas que ha-gamos, no será suficiente si no hay acción colectiva. Es la sociedad la que se debe organizar y demandar, exigir, a sus gobernantes el cumpli-miento de las políticas correctas.

“Lo importante es que haya políticas económicas mucho más decisivas, modificar los hábitos de consumo de energía y la manera en que manejamos los desechos sólidos. La suma de estas acciones puede ge-nerar un cambio realmente radical”, asegura.

La fundadora del Centro Latino-americano de Capacitación para la Conservación de la Biodiversidad en la Selva Lacandona de Chiapas añade otra acción básica: reforzar la educación sobre el tema en prees-colar y primaria. “Hay que educar a las nuevas generaciones con nuevas ideas y tratar de transformar las ac-titudes y la cultura de los adultos. Si no lo hacemos, nos vamos a comer el planeta y lo vamos a dejar en peores condiciones para las nuevas genera-ciones.”

Nuevos retosLa primera edición de El cambio climático se publicó en 2010, y estaba dirigida a los participantes en la Conferencia de las Partes (cop) 16, que reunió en Cancún a los representantes de los 154 países que firmaron la Convención Marco de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático.

“Era un momento en el que queríamos tener la mayor influen-cia posible sobre los tomadores de decisiones, por eso hicimos un tiraje pequeño que se distribuyó entre el gobierno y los actores de la socie-dad que ya estaban metidos en el tema. Cumplió su función”, explica Carabias Lilo. Con el fin de que ese esfuerzo de divulgación llegara a más lectores, los coautores decidie-ron revisar a fondo el contenido del volumen, “transformarlo completa-mente”.

“Esta nueva edición tiene la mis-ma estructura que la anterior, son los mismos capítulos, pero ha sido reescrita en un 90%. Ha sido revisa-do todo el contenido. No sólo se actualizaron los datos, sino que se incorporó la información de los nuevos procesos de negociación, los cambios de política en nuestro país y los nuevos conocimientos ge-nerados. Es un libro completamente transformado”, aclara.

La experta en el tema abunda que entre los principales cambios ocurridos en los últimos siete años destacan, por un lado, el hecho de que la ciudadanía está más sensibi-lizada, informada y organizada y, por el otro, que la respuesta de los gobiernos es cada vez más eficiente.

“Lo positivo es que todo esto permi-tió llegar a los Acuerdos de París o cop 21 en 2016. A partir de entonces tenemos por fin un acuerdo multi-lateral que está rigiendo la acción mundial en esta materia”, expresa.

Lo negativo es que las emisiones de gases efecto invernadero siguen creciendo. “No se alcanzaron los objetivos del Protocolo de Kioto de no sobrepasar las 450 partes por millón de gases de efecto inverna-dero en la atmósfera para evitar un aumento de la temperatura de 2 °C”.

No obstante, ha habido tres cambios importantes: que el mayor productor de estos gases ahora es China (antes era Estados Unidos); que todos los países han reconoci-do que son parte del problema y que, por lo tanto, deben actuar y que, antes, el compromiso sólo se exigía a los países desarrollados. “Los compromisos hoy son voluntarios en el sentido de lo que cada país se propone lograr, pero una vez que firman, el compromiso se vuelve obligatorio, incluso para los países no desarrollados”, explica.

La bióloga advierte que el tiempo se está acabando. “Cada vez hay menos tiempo para hacer estas modificaciones revolucionarias, tec-nológicas y económicas para evitar el escenario al que la humanidad no quiere llegar. Pero no estamos ha-ciendo lo suficiente para evitarlo.”

El interés privado¿Por qué es tan difícil ponerse de acuerdo para detener el deterioro del planeta si es algo que afecta a todos? Carabias responde sin dudar que es por los intereses económi-cos: “La economía está guiada por los grandes intereses económicos y éstos no están dispuestos a perder el poder. Y el mejor ejemplo es el señor Donald Trump, que pertenece a esa pequeñísima capa de la población mundial rica, convencida de que el interés privado está por encima del colectivo. Y en este caso se trata del interés colectivo no de una nación, sino del globo entero, de toda la humanidad”.

“Las empresas petroleras, las grandes industrias que están emi-tiendo cantidades muy altas de ga-ses de efecto invernadero, no están dispuestas a perder sus ganancias. Es una visión de corto plazo, acabar con todos los combustibles fósiles rápido para ganar más y que los que vengan después vean cómo lo solucionan. Eso es una falta de ética, una falta de compromiso a largo plazo”, lamenta.

Afortunadamente, Donald Trump se está quedando solo. “Lo que im-porta no es la decisión de ese señor. Cuando un gobierno firmante de los Acuerdos de París decide salirse se inicia un procedimiento que lleva tiempo, y tal vez a Trump no le al-cance su mandato. Si no es reelecto, su decisión puede quedar sin efecto”, observa. Lo importante es que no ha sido seguido por ningún país. “China refrenda su compromiso, está traba-jando de manera muy positiva en la disminución de los gases de efecto invernadero, tal como se compro-metió. Lo están haciendo también la Unión Europea, Alemania, que están trabajando muy bien. Y los países en vías de desarrollo, sobre todo los emergentes con economías fuertes también están comprometidos”.

No obstante, reconoce, “con o sin Trump”, la meta global de no sobre-pasar las 450 partes por millón no se alcanzará con la suma de las me-tas que cada país ha adoptado. “Nos quedamos por debajo. Cada nación

tiene que hacer más y ahí está la dificultad, que todos debemos hacer un esfuerzo mayor”.

El caso de MéxicoEn 2010, México generó 748 millo-nes de toneladas de CO2, un 19 por ciento más que la cifra reportada en 2001, por lo que ocupó el duodécimo lugar mundial en la emisión de gases de efecto invernadero.

Conciente de su responsabilidad, el gobierno se ha comprometido a disminuir más estas emisiones. “En general, tenemos los instrumentos bien afinados. Lo que debemos hacer es darles el contenido necesario. Te-nemos la ley, que establece la meta aspiracional de no permitir que el aumento de la temperatura supere los 2 grados centígrados, pero esto no se puede lograr por decreto, sino con acciones.

“Debemos tener una estrategia sobre el cambio climático y revisarla constantemente, así como un progra-ma especial que obligue a la acción transversal con todas las institucio-nes a un trabajo intersecretarial y a la participación con la sociedad y los gobiernos de los estados”, detalla. El tema debe estar en la agenda del Presidente de la República y de los partidos políticos. “En sus compare-cencias, los miembros del gabinete deben rendir cuentas de cómo están cumpliendo las metas de cambio cli-mático si es que vamos a tomar esto en serio, si no vamos a dejar el com-promiso en el papel. Hace falta un presidente que mueva el tema al más alto nivel, un gabinete donde todos estén involucrados y un mecanismo de rendición de cuentas”.

Pero la investigadora inmedia-tamente aclara que el cuidado del medio ambiente no es problema exclusivo del gobierno. “La socie-dad está bastante al margen, lo ve como un tema de los científicos, los gobernantes y los empresarios. La sociedad organizada debe demandar y castigar con su voto a quien no esté cumpliendo estos compromisos, tiene que castigar a las empresas que producen sucio, no puede estar al margen.” Por todo esto, agrega, el objetivo del libro El cambio climáti-co es tratar de convertir. “No es un libro científico, sino uno que traduce el conocimiento científico de este campo a un lenguaje accesible a to-dos para que la gente común pueda ver que el problema tiene solución, pero que tenemos que comprometer-nos todos y tenemos que actuar.”

Carabias explica que México es un país con enorme biodiversidad en ecosistemas y en especies, pero que a la vez es muy vulnerable por su lo-calización geográfica entre océanos. “Está expuesto a los huracanes, a los vientos, a los incendios. Pero esa vulnerabilidad puede bajar mucho si la población está capacitada.”

La propuesta de planeta resiliente que Carabias presentó al secretario general de las Naciones Unidas en 2012 sigue en pie: “La idea es poder dar la mejor información posible, el mayor acceso a la información que motive una mejor elección, tanto individual como colectiva, de gobier-nos, de la sociedad y de la academia, que fortalezca y acelere la ruta hacia el desarrollo sustentable.

Podemos aprovechar las oportu-nidades que se abren en los momen-tos difíciles de crisis económicas y sociales para repensar la nueva civilidad que se nos está escapando”, concluye.�•

el cambio climático

10 la gaceta javier narváez10 la gaceta javier narváez

entrevista

“Veo a las institucionesen materia de medioambiente como unagran cantidad de circuitos que dan luzg

a muchos lugares, peroqq

Conversación con José Sarukhán Kermez

El ex rector de la unam y actual coordinador nacional de la Conabio habla sobre los avances y retos de la conciencia y la acción ambientales ante el cambio climático. Los jóvenes de hoy parecen estar más conscientes del problema pero deben liberarse del consumismo, que está en la base de la degradación ambiental.

rocío alarcón fierro

octubre de 2017

la gaceta 1 1

conversación con josé sarukhán kermez

En relación con la presente edición de este libro, ¿qué le gustaría agregar o profundizar?Creo que una cosa que se podría añadir en una próxima edición son los fenómenos dinámicos. Si usted compara la presente edición con la primera de hace siete años, los datos, cifras y gráficas son diferen-tes. La razón es que en el intervalo las cosas cambiaron notablemente; el otro punto que sería bueno añadir es que la sociedad también ha ido cambiando y creo que esto también debería estar en el libro. Ahora, hay cosas básicas que no han cambiado ni van a cambiar. Por ejemplo, la cantidad de radiación del sol por centímetro cuadrado que llega cada día a la Tierra es la misma que hace 100 o 500 años, y seguirá siendo así dentro de 20 años, a menos que haya un cataclismo cósmico. Pero hay hechos que son muy dinámicos y cambian; la comprensión científica también va modificándose, pues vamos entendiendo mejor algunos fenómenos. Esto es lo que yo creo que debería estar en una nueva edi-ción de este libro.

¿Cómo ve las políticas de México frente al cambio climático en comparación con las de los países desarrollados?Yo creo que México ha tenido una actitud muy proactiva en las reunio-nes y en la entrega de sus reportes como debe de ser. Ha sido nombra-do como un ejemplo. Sin embargo, a muchos nos gustaría ver avan-ces más concretos. Sobre todo en acometer con mucha más decisión el uso de fuentes de energía renova-ble. Es cierto que hay cada vez más parques eólicos en algunas regio-nes, lo cual es muy positivo pero, en mi opinión, deberíamos tener una cantidad mucho mayor de celdas fo-tovoltaicas instaladas, o incentivar a la industria mexicana para que se fabriquen aquí y subsidiarlas para que sean económicamente accesi-bles a los constructores. Entiendo que algunos programas de vivienda ya las están incorporando. Pero necesitamos programas para su adopción general.

A mí me sorprende que el país con más celdas fotovoltaicas sea Alemania, considerando que recibe la misma insolación que Alaska. Me queda muy claro que los niveles eco-

nómicos de Alemania y México son diferentes, pero por qué no empezar aquí en ciertas áreas, en ciertos gru-pos, a empujar esta tecnología fuer-temente. También podríamos tener colectores solares para calentar agua y ahorrar el 80% del gas que ahora quemamos por ese concepto y que emite contaminación. Estoy seguro de que mucha gente, con el estímulo y las facilidades fiscales adecuadas, le entraría mucho más seriamente a esto y haríamos cam-bios notables en la disminución de la emisión de gases del efecto inverna-dero.

Gran parte de su carrera ha estado dedicada a la protección del medio ambiente. ¿Cómo fue y qué auspició este interés en usted?La misma razón por la que es-tudié biología en la secundaria, pues tuve un muy buen profesor, y porque me interesaba entender algunos fenómenos de transmisión neurológica. Es decir, cómo cap-tamos las señales del ambiente en ondas electromagnéticas; cómo las convertimos en colores, sonidos, formas, música. El cerebro las inter-preta como estímulos que resultan gratos o no, dependiendo de lo que recibamos. El tema que me sigue encantando. Decidí estudiar biología pero ya en mi propio desarrollo aca-démico me fui interesando en la eco-logía, que también es tan fascinante y tan compleja como la biología. Trabajar en ecología es trabajar con el ambiente, que fue lo que hice en la licenciatura, la maestría y sobre todo en el doctorado. Al estudiar la naturaleza me interesé por enten-der mejor las cosas que la afectan y así acabé por interesarme en la diversidad biológica del planeta y de México en particular. Fue una ruta evolutiva. Cuando uno empieza a entender el funcionamiento de la diversidad biológica y el papel que juega la humanidad en ella se abre uno a todos los campos de influen-cia de la humanidad sobre el medio ambiente.

¿Qué opina de la divulgación científi ca que se hace actualmente en México?El Fondo de Cultura Económica ha propiciado la serie de libros científi-cos en castellano más larga y exito-sa de títulos originales en cualquier tema. Esto es justamente difusión de la ciencia, lo cual me lleva a pensar que la comunidad científica mexicana, que no es muy numerosa, realmente ha hecho un gran esfuer-zo. No tengo datos para asegurarlo pero tal vez la contribución científi-ca per cápita de México y la difusión de las ciencias aquí es mucho mayor que la de muchos países..

¿Cómo ha cambiado la percepción del cambio climático por las nuevas generaciones a diferencia de generaciones anteriores?Ha cambiado porque los efectos del cambio climático se sienten más ahora que hace 40 o 50 años. Los efectos de la actividad humana sobre el ambiente se han ido acumu-lando y teniendo consecuencias más evidentes y más graves. Por otro lado, hay más información sobre el tema, y la gente joven tiene ahora mayor acceso a ella que hace 10 o 20 años. Éstas son realidades que a mí me parecen muy alentadoras. Creo que si alguien tiene un papel muy importante para modificar el com-portamiento humano ante el medio

ambiente es precisamente la gente joven. Quisiera que los jóvenes se den cuenta, por la información que reciben, de que el cambio climático es un problema mayúsculo y que no estamos haciendo lo que deberíamos hacer a nivel individual, social y nacional, y que entiendan que ellos, sus hijos y sus nietos recibirán el impacto más fuerte. Por eso me parece tan crucial la diferencia de percepción de los jóvenes en este asunto.

Me encantaría que los jóvenes em-pezaran a desvincularse de la infor-mación que reciben de los medios, en los que están tan metidos no sé cuántas horas al día, no sólo en in-ternet, sino en otras áreas de la vida como la influencia del consumismo, que es uno de los problemas más severos. Consumir gran cantidad de cosas que no son indispensables, ni siquiera necesarias. No estoy diciendo que un teléfono celular no sea indispensable en la vida de hoy. Lo que no es necesario es cambiarlo cada seis meses y sustituirlo por un nuevo modelo con tal o cual función, o tener no sé cuántos aparatos, o la ropa que visten, o los artículos de promoción que adquieren sin pensar mucho en su utilidad. Con el núme-ro de camisas elegantes que tienen para presumir que la están haciendo bien en la vida… A lo que voy es a que no asuman esa subcultura en la que la forma de demostrar el progre-so personal y sus alcances en la vida sean logros materiales, no intelec-tuales, espirituales o afectivos. Es en esta dimensión valorativa donde puede florecer la responsabilidad con el medio ambiente y con los con-géneres de la especie que jactancio-samente llamamos homosapiens.

Como creador de instituciones como el Instituto de Ecología de la unam y la Conabio, ¿qué nuevas instituciones considera necesarias para responder a los retos de la preservación del medio ambiente?Me gustaría contestarle en otro sentido: qué nuevas formas de inte-racción de las instituciones debería haber, pues las que hay no son las deseables. Tengo la impresión de que ya tenemos un buen número de instituciones. El desarrollo ha sido muy fuerte en este aspecto, por lo menos en el área de las ciencias am-bientales. Hace dos o tres semanas estuve en el Congreso Mexicano de Ecología en León, Guanajuato, y bueno, hace 10 o 15 años no hu-biera pensado que podría dar una conferencia ante un grupo de 1�500 jóvenes interesados en cuestiones de ecología. Antes, ni de broma. Esto es resultado de la creación de nuevas instituciones, de gente que se formó antes y que los formó a ellos. Lo que quiero enfatizar es que todas esas instituciones podrían estar interco-nectadas y aprovechadas de mucho mejor manera. Veo a las institucio-nes en materia de medio ambiente como una gran cantidad de circui-tos que dan luz a muchos lugares, pero que no están conectados ni interactuando juntos. Lograr que eso suceda sería una gran poten-cialización, tanto del conocimiento como de las ideas. Sería un salto gigantesco.

Al frente de la Conabio, ¿cuáles son los retos que vislumbra en el futuro inmediato? Para empezar, espero que perma-nezca, pues los organismos guber-namentales —una comisión inter-secretarial en este caso— pueden

ser muy vulnerables a los cambios políticos. Creo que la información que ha producido Conabio hasta ahora, la calidad, la independencia y la neutralidad con la que ha actuado, han generado una credibilidad en el propio gobierno que deberíamos mantener. Entonces, esperaría que el reto sea seguir haciendo eso, con-tinuar generando la mejor ciencia, de la mejor calidad y de la forma más independiente posible. Conabio no se pone palomitas por el número de trabajos publicados y cosas así, sino por la utilidad de la informa-ción que provee, por la cantidad de usuarios de su página de internet, por la cantidad de personas que entran a bajar información. Lo que importa es la socialización de ese conocimiento en la sociedad mexi-cana.

Pensando un poco en esto, ha comentado que su mayor logro ha sido participar en la formación de varias generaciones de estudiantes…Yo diría el mayor privilegio, más que logro. Es gratísimo llegar a una conferencia, a un salón de clase, y tener tanta gente joven aprendiendo, presentando sus trabajos, sus tesis o sus primeras investigaciones.

¿Cómo ha cambiado su labor a raíz del premio Tyler 2017, el llamado premio Nobel en Ecología?Mi labor no ha cambiado. El premio es un orgullo que me impele a seguir trabajando en esto. Una de las razo-nes por la que me lo dieron es por nuestra conexión con los tomadores de decisiones y con la sociedad. Ten-go ganas de escribir más libros, ha-cer más cosas y dar más entrevistas para que la gente pesque lo que está detrás de estos trabajos y aproveche esos conocimientos de la mejor ma-nera. El premio es un aliciente para dedicarle tiempo a estas cosas.

¿Tiene otro interés además del cambio climático, algún campo que le gustaría explorar?La agricultura, que es una parte del trabajo que hacemos en la Conabio, pues también se trata de la diversi-dad biológica. Las plantas son seres como los animales, y México es un país privilegiado por la riqueza de sus cultivos y por su diversidad cultural. Nuestro país es un centro mundial de origen de cultivos. Me gustaría mucho que pudiéramos aprovechar esa diversidad biológi-ca y de adaptación de géneros a la variedad de climas que tenemos. Y aprovechar, sobre todo, la diver-sidad cultural, porque es ella la que precisamente ha mantenido por miles de años la variedad de alimen-tos que consumimos y disfrutamos. Sería maravilloso que el científico actual lograra combinar ambos pa-trimonios: el biológico y el cultural, para dar a este país su seguridad y soberanía alimentarias, alimen-tación de buena calidad para las siguientes generaciones.�•

octubre de 2017

12 la gaceta octubre de 2017

el cambio climático

andrea garcía flores

Mucho se ha escrito y comen-tado en los últimos años so-bre la complejidad, causa-lidad y consecuencias delfenómeno del cambio climá-tico, particularmente so-bre su vertiente antropogé-

nica: aquello que la humanidad ha causado y lo que ésta pudiera hacer para contener sus amenazas, generar resiliencia e imaginar soluciones creativas.

Ya no cabe la menor duda, el cambio climático y sus previsibles efectos sobre la vida de los seres humanos en nuestro planeta, y quizá de la vida en general, conduce a escenarios catastróficos, no tan lejanos como originalmente se había calculado. Quienes hacemos planeación prospectiva acostum-bramos decir: “El futuro ya no es lo que era antes”.

Hasta hace no mucho tiempo, la literatura y la información pública sobre la materia eran prácti-camente inexistentes. Hoy abunda y se polemiza intensamente sobre el fenómeno y sus amenazas, no sólo para el planeta en general sino para casos y situaciones particulares. Es el caso de México.

Considerando que ya han sido publicados múl-tiples y variados estudios y reportes científicos, pedagógicos, periodísticos y de divulgación, en este artículo pretendemos actualizar la informa-ción sobre los aspectos sociales, antropológicos, políticos y de seguridad nacional que se están pre-sentando, sus potenciales efectos en estos tiempos postnormales que ya nos están impactando y las posibilidades de intervención oportuna para evi-tar la catástrofe predecible e incluso conquistar el mejor de los futuros posibles.

octubre de 2017

el cambio climáticoo

andrea garcía flores

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aquello que la humanidad ha causado y lo que pudiera hacer para contener sus amenazas,

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mos decir: “El futuro ya no es lo que era antes”.

Hasta hace no mucho tiempo, la literatura y la información pública sobre la materia eran prácti-camente inexistentes. Hoy abunda y se polemiza intensamente sobre el fenómeno y sus amenazas, no sólo para el planeta en general sino para casos y situaciones particulares. Es el caso de México.

Considerando que ya han sido publicados múl-tiples y variados estudios y reportes científicos, pedagógicos, periodísticos y de divulgación, en este artículo pretendemos actualizar la informa-ción sobre los aspectos sociales, antropológicos, políticos y de seguridad nacional que se están pre-sentando, sus potenciales efectos en estos tiempos postnormales que ya nos están impactando y las posibilidades de intervención oportuna para evi-tar la catástrofe predecible e incluso conquistar el mejor de los futuros posibles.

Política energética de Estados Unidos

y Canadá: nuevos retos para México

El objetivo de lograr la integración energética entre los socios del tlcan contradice los compromisos

ambientales de México y compromete su seguridad nacional. El autor propone alternativas técnicas

para tan difícil situación.

tomás miklos

12 la gaceta

nica: éstagener

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octubre de 2017 la gaceta 13

pol ít ica energética de estados unidos y canadá: nuevos retos para méxico

emisiones de carbono negro mitigadas hasta 2015 el avance es de 1�227; tampoco hay datos de 2016, y la meta es 2�157.”

Más recientemente, en las negociaciones del Tratado de Libre Comercio se ha reconocido la importancia del proceso de integración energéti-ca regional. Al respecto, destaca la visita a México del secretario de Energía de Estados Unidos, Rick Perry, quien aseguró que en las semanas siguien-tes comenzaría el intercambio de cartas de nego-ciación para fijar el futuro del intercambio bila-teral de energía y su peso en la renegociación del Tratado de Libre Comercio de América del Norte (conferencia de prensa, 13 de julio de 2017).

Con miras al cambio de administración federal de México en 2018, Rick Perry aseguró que Es-tados Unidos será respetuoso de la soberanía de su vecino del sur y que confía en la reforma ener-gética del gobierno actual como base cierta ante cualquier cambio: “Obviamente, pensamos que las reformas impulsadas por esta administración han dejado al país en un muy buen lugar. En nuestra experiencia, se ha logrado crecimiento en algunos sectores al derrumbar barreras a la inversión, al diseñar un marco regulatorio sin muchos obs-táculos que a la vez genere certidumbre sobre el marco legal”. Parte sustantiva de este proyecto de integración es el anuncio de la construcción de un nuevo oleoducto Estados Unidos-México que au-mentará las exportaciones estadounidenses. Se ha propuesto que el nuevo oleoducto sea conectado al “New Burgos”, cerca de Peñitas, Texas. El oleoduc-to podrá transportar 108�000 barriles de petróleo al día y podría incluir la explotación de gas shale, petróleo y reservas de gas, especialmente aquellas que se encuentran en territorio norteamericano.2

Por último, permítame el lector anotar tres pro-puestas estratégicas que pudieran contribuir a no sólo reaccionar constructivamente sino incluso trascender en la materia que nos ocupa:

1) Planeación prospectiva y estratégicaLa planeación prospectiva se ha vuelto una he-rramienta para revisar el pasado, el presente, los futuros posibles alternativos, y las estra-tegias para construir o conquistar el mejor de ellos y la toma y realización de decisiones. El futuro posible y deseable (futurible) de Méxi-co será dependiente de políticas de integración regional, no sólo en términos de reducción de carbono sino de seguridad nacional. De no com-prenderlo y no tomar decisiones y acciones per-tinentes, México estará en desventaja para eva-luar, anticipar y mitigar los daños potenciales del cambio climático y las actividades de inteli-gencia para la seguridad nacional.

2) Aprovechamiento rentable de las emisiones in-dustriales de CO2Tecnología mexicana para la absorción eficien-te de CO2 y su transformación altamente ren-table en diversos carbonatos precipitados de alta demanda, calidad y precio en los mercados internacionales,3 así como su integración verti-cal en mercados de exportación.

3) Integración nacional (producción e instalación industrial mexicana) de instalaciones geotér-micas, fotovoltaicas y generadoras eólicas de energía eléctrica y sus sistemas de almacena-miento y distribución con base en carbonato de litio producible en México.

En ambos casos, México podría no sólo resolver sus problemas de contaminación ambiental sino tomar liderazgo internacional en la lucha contra la elevación de la temperatura ambiental, la acidi-ficación de los océanos y sus amenazantes conse-cuencias etiquetadas con la denominación genéri-ca de cambio climático.�•

2� Karol García, 2017, “EU quiere a México en un bloque energé-tico regional”, El Economista, 14 de julio de 2017.3� Tomás Miklos, (2015). Proyecto Ecoplant; soluciones indus-triales al cambio climático. Consulta electrónica: https://www.youtube.com/results?search_query=ecoplant+tomas+miklos.https://jjlr72.wixsite.com/drtomasmiklos.

b) Los cambios drásticos emanados de la nueva po-lítica internacional de explotación de recursos energéticos de Canadá por el proyecto Keystone XL, y de Estados Unidos por la aprobación del oleoducto Dakota Pipeline (dkpl) mediante Or-den Ejecutiva enero de 2017.

c) La irregular forma de medir los avances de las metas con indicadores disímbolos elaborados por cada país y que no toman en cuenta, como es el caso de México, la cada vez mayor depen-dencia energética de nuestro país con Estados Unidos, lo que implica la importación de casi dos terceras partes de la demanda nacional de combustibles (64% de las gasolinas, 48.5% del diésel y 58% del gas natural).

d) A partir del 29 de junio del 2017, Estados Unidos introduce seis iniciativas que modifican el Plan Energético Norteamericano (American Energy Event); una de ellas incluye la autorización de construir un nuevo poliducto para transportar productos petrolíferos a México, lo cual tendrá impacto regional derivado de la intensiva ex-plotación de energéticos (petróleo y gas) que im-pactarán a México de diferentes maneras (co-mercial, dependencia energética y ambiental).

En síntesis, la nueva orientación de las políticas de cambio climático de nuestros principales so-cios comerciales se erige en gran desafío para México. Como lo comenta la investigadora Angé-lica Enciso,1 “a un año y medio de terminar la vi-gencia del Programa Especial de Cambio Climáti-co (pecc) del actual sexenio no se ha cumplido ni la mitad de los indicadores, pese a que se recono-ce que el calentamiento global afecta al país y que la temperatura en el territorio se ha elevado en .85 grados centígrados.

”El pecc se estableció por mandato de la Ley Ge-neral de Cambio Climático; fue elaborado por la Se-cretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (Semarnat) y define las estrategias, acciones y me-tas para enfrentar el calentamiento global a partir de la adaptación, mitigación, investigación y asig-nación de responsabilidades de las dependencias. También plantea tiempos de ejecución de las metas.

”En un análisis del  Balance de logros a 2016 del pecc 2014-2018 se advierte que el menor avan-ce que existe a un año de que este plan concluya su vigencia, es en el objetivo dos, que es conservar, restaurar y manejar de manera sustentable los eco-sistemas, garantizando sus servicios ambientales para la mitigación y adaptación al cambio climático.

”En este apartado se mide la disminución de la vulnerabilidad mediante la infraestructura y ac-ciones para la conservación, restauración y ma-nejo sustentable del capital natural en el cual ni siquiera hay datos a 2016, y los de 2015 refieren un avance de 0.3, mientras la meta es 0.6. En tanto, el mayor avance a 2016 se da en el desarrollo del Sis-tema de Información sobre el Cambio Climático, el cual es de 90 por ciento.

”Así, en el resto de los indicadores los avances están muy lejos de alcanzar las metas. Es el caso del primer objetivo sobre el porcentaje de progre-so en el desarrollo de instrumentos que contribu-yen a la reducción de la vulnerabilidad de la pobla-ción y de los sectores productivos del país; aquí el porcentaje de progreso es de apenas 35.4.

”Una situación similar se da en los objetivos de mitigación del cambio climático, como es el terce-ro, con el que se busca reducir emisiones de gases de efecto invernadero para transitar a una econo-mía competitiva y a un desarrollo bajo en emisio-nes. En este caso los indicadores miden la reduc-ción del principal gas causante del calentamiento global, el bióxido de carbono. Aquí se proponen metas anuales en millones de toneladas de bióxi-do de carbono equivalente mitigadas por el pecc y calculadas con potencial de calentamiento global a 100 años. Aquí el avance que se tiene a 2016 es de 30.94 y la meta 2018 es 83.2. En este mismo rubro, pero en millones de toneladas anuales de bióxido de carbono equivalente mitigadas por el pecc y calculadas con potencial de calentamiento global a 20 años, el avance es de 30.97 sobre un 95.97.

El indicador del cuarto objetivo, en el que se plantea reducir las emisiones de contaminantes climáticos de vida corta, como el carbón negro que se genera con la quema de madera, se estiman emisiones de metano mitigadas por año. A 2015 en total suman 100�000 toneladas; para 2016 no hay datos, y la meta es de 161�724 para 2018. Sobre las

1� Angélica Enciso, La Jornada, 19 de junio, 2017.

Los tiempos postnormales se caracterizan por situaciones crecientes de complejidad (mayor nú-mero y peso de variables y actores involucrados), de caos (desorden incontrolable entre ellos) y con-tradicciones (diferencias y choques de posiciones), lo que no sólo dificulta el liderazgo y la toma de decisiones sino que ocasionalmente impone lo sub-jetivo sobre lo objetivo; las creencias y prejuicios sobre la lógica y la ciencia.

Es así como, a pesar de las evidencias, el mundo está viviendo situaciones y condiciones incompren-sibles, inauditas, egocentristas, cortoplacistas, au-tocráticas e ilógicas; características tipológicas de los tiempos postnormales. Esta situación afecta de manera muy especial a nuestro país.

Tan sólo el anuncio del Presidente Donald Trump de retirar a su país del Acuerdo de París debiera servirnos para reflexionar y actuar en consecuen-cia para poner orden en nuestras agendas y consti-tuir ambientes de liderazgo regional e internacio-nal novedosos.

Desde hace varios años hemos venido insistien-do en abrir, explorar, repeler y/o explotar el uni-verso de amenazas, necesidades, oportunidades y posibilidades que ello representa para nuestro país. Sobre esta materia, en el marco de los Retos del Milenio, hemos aportado un largo documento sobre la vinculación entre los fenómenos de sus-tentabilidad, cambio climático y seguridad na-cional, y un trabajo posterior sobre México ante la complejidad del cambio climático, con plantea-mientos prospectivos (no sólo proyectivos), esce-narios presentes, futuros alternativos y propues-tas estratégicas.

La complejidad incluye los cambios de orienta-ción de la política regional, ya que Estados Unidos modificará drásticamente su política de involucra-miento en los compromisos de las Conferencias de las Partes. Los acuerdos políticos y diplomáti-cos a que lleguen los presidentes de Canadá y Es-tados Unidos necesariamente tendrán impacto en México, que en 2018 elegirá a un nuevo presidente, lo que podría interferir tanto en los compromisos regionales como en la revisión del Tratado de Libre Comercio de Norteamérica (tlc-nafta) y en la can-celación del Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (tpp).

Los planteamientos generales surgen de cuatro premisas fundamentales:

a) La dificultad real de que los países cumplan con sus metas vinculadas al cambio climático, deri-vada de la salida de Estados Unidos del Acuerdo de París. El impacto se multiplicará por la nueva política de explotación de recursos petrolíferos y carboníferos en detrimento de los principios de sustentabilidad pactados en Kioto, París y Marruecos.

“Desde hace varios años hemos venido insistiendo en abrir,

explorar, repeler y/o explotar el universo de amenazas,

necesidades, oportunidades y posibilidades que ello

representa para nuestro país. Sobre esta materia, en el marco de los Retos del Milenio, hemos

aportado un largo documento sobre la vinculación entre los

fenómenos de sustentabilidad, cambio climático y seguridad

nacional, y un trabajo posterior sobre México ante la

complejidad del cambio climático, con planteamientos

prospectivos (no solo proyectivos), escenarios

presentes, futuros alternativos y propuestas estratégicas.”

el cambio climático

14 la gaceta octubre de 2017andrea garcía flores

zá él mismo supo y además de una forma que seguramente ni siquiera habría sospechado.

Este libro no estaba planeado. Yo había estado trabajando en una historia narrativa del cristianismo en el periodo de la Reforma cuando se me presentó con claridad que dos de mis preocupaciones académicas (la comprensión del cristianismo en su contexto en los albores de la modernidad y la crítica de las teo-rías reduccionistas modernas de la religión) en realidad hacían referen-cia a aspectos de una sola y com-pleja historia. Las ideas y creencias que respaldan las teorías modernas fueron en parte una respuesta a los desacuerdos doctrinales sin solu-ción de inicios de la modernidad. Al parecer, esto había escapado por completo a la atención de los académicos como una sola historia debido, en parte, a nuestra acostum-brada división del campo laboral: los teóricos de la religión y los histo-riadores intelectuales de la Europa moderna por lo general no aspiran a reconstruir el cristianismo que se vivió en el pasado anterior a la

En la historia de Europa el lugar de la Reforma parece estar bien claro. Yace entre la Edad Media y la modernidad

como algo que pasó hace mucho tiempo y que terminó ya. Parece lejos de las realidades políticas y capitalistas mundiales de principios del siglo xxi, bien apartada de los debates morales y de los problemas sociales de la actualidad. Sin embar-go, este libro sostiene lo contrario: lo que ocurrió hace cinco siglos continúa hasta hoy influenciando profundamente nuestras vidas, no sólo en Europa y en Estados Uni-dos sino en todo el mundo, seamos cristianos o no, o incluso creyentes religiosos de cualquier tipo. Como expresó William Faulkner en su famosa frase: “El pasado nunca está muerto. Ni siquiera es pasado”.1 Habló con más verdad de la que qui-

1� William Faulkner, Requiem for a Nun, Ran-dom House, Nueva York, 1950, p. 92.

adelanto

La secularización

involuntaria de Occidente

Con La Reforma involuntaria, el fce no sólo enriquece su colección de títulos

sobre religión y sociedad, sino que contribuye a la revisión de todas las ideas heredadas sobre

este amplio y complejo tema. Presentamos un extracto de las ideas centrales de este

singular y heterodoxo libro que no podría llegar en mejor momento.

brad s. gregory

el cambio climático

comtiemlejocapdel debsocgo, lo qconprosólodoscrisreliexpfammueHab

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octubre de 2017 la gaceta 15

el cambio climático

Ilustración, y los historiadores de la Reforma no suelen ver la sociología o la antropología de la religión como una continuación de los problemas del siglo xvi2. Por lo tanto, tratar de explicar lo que había visto requeri-ría un tipo de historia que no se con-formara con el modo de trabajo ha-bitual de los historiadores. A pesar de las consecuencias, tendría que aventurarme fuera de “mi campo”, como se define convencionalmen-te, por muy central que la Reforma fuera en este cuento. De hecho, las formas convencionales de división del pasado (por periodo, por tipo de historia y, a menudo, por país) re-sultan ser parte del cuento. Tienen que analizarse en vez de simplemen-te darse por hecho. El método que seguí en este libro se ramifica más de lo que sospeché en un principio y abarca mucho más que la continua-ción entre la época de la Reforma y las teorías modernas explicativas de la religión. Este enfoque resultó ser al mismo tiempo una forma de estudiar el pasado, de analizar cómo se convirtió en presente y de pro-porcionar una base para cuestionar algunas de las creencias que rigen la búsqueda del conocimiento en el mundo contemporáneo. La Reforma involuntaria está dirigido a quien quiera comprender cómo fue que Europa y Estados Unidos llegaron a ser como son.

La vida humana se vive como una sucesión temporal de los elementos que la componen, pero la historia no tiene que escribirse de la misma ma-nera, yendo de forma cronológica de a como un todo a b como un todo. El argumento principal de este libro es que el mundo occidental actual es un producto extraordinariamente com-plejo y enmarañado de oposiciones, retenciones y transformaciones del cristianismo occidental medieval del que la época de la Reforma constitu-ye el parteaguas fundamental. Algu-nos motivos por lo que es así se han entendido inadecuadamente y, por consiguiente, no comprendemos las realidades europeas y estaduniden-ses contemporáneas tan bien como podríamos, una situación que este estudio busca mejorar. En vísperas de la Reforma, el cristianismo latino constituyó para bien o para mal una concepción del mundo instituciona-lizada que, sin embargo, estaba lejos de ser homogénea, en la que vivía la gran mayoría de los europeos y a partir de la cual daba sentido a su vida. De forma muy diferente, los occidentales de principios del siglo xxi viven en el resultado his-tórico de sus abigarrados rechazos y apropiaciones; piensan con ellos e incluso sienten a través de ellos de maneras tan complejas que difícil-mente pueden verse y mucho menos analizarse. Partiendo del siglo xvi hacia principios del siglo xxi, este estudio desarrolla el argumento de mi primer libro de que “convicciones religiosas incompatibles, sostenidas de forma profunda y expresadas concretamente pavimentaron el ca-mino hacia una sociedad secular”3. Como veremos, la influencia de la Reforma en la secularización final

2� Un historiador de la Edad Media a quien no se le escapó esta historia es Philippe Buc; él vio la importancia de las críticas protestantes del periodo de Reforma a la sacramentalidad y el ritual católicos para las teorías de la religión antropológicas del siglo xx. Véase la segunda parte de Buc, The Dangers of Ritual: Between Early Medieval Texts and Social Scientifi c Theory, Princeton University Press, Princeton, 2001, pp. 161-261.3� Brad S. Gregory, Salvation at Stake: Chris-tian Martyrdom in Early Modern Europe, Har-vard University Press, Cambridge, 1999, p. 352.

de la sociedad fue compleja, bastan-te indirecta, para nada inmediata y profundamente involuntaria.

Conseguir una comprensión ma-yor de la que se ha logrado mediante las narrativas comunes, que revele la influencia perdurable del pasado lejano en el presente requiere una manera de proceder poco conven-cional.

Este libro evita deliberadamen-te la característica exhaustividad reconstructiva de gran parte de los estudios académicos históricos profesionales, pues es incompatible con su objetivo. Cualquier intento por “cubrirlo todo” sólo consegui-ría producir una montaña de datos completamente inmanejable. De hecho, en proporción con su aumen-to, que ha sido enorme en el pasado medio siglo, el volumen de estudios académicos históricos (que Daniel Lord Smail recientemente llamó “la espiral inflacionista de sobrepro-ducción de la investigación, aunada al respetuoso temor al escarnio académico por no mantenerse en el campo propio”) paradójicamente trabaja contra la comprensión del pasado en relación con el presente4.

Si queremos evitar sentirnos abrumados por los estudios acadé-micos especializados necesitamos un enfoque diferente, pues la proli-feración de éstos tiende a reforzar las creencias arraigadas sobre la periodización histórica que a su vez obstaculizan la comprensión adecuada del cambio a lo largo del tiempo. Si aspectos clave del pasado distante siguen siendo sumamente influyentes en la actualidad, enton-ces una investigación de archivo que se limite al periodo de la Baja Edad Media o a las fuentes de principios de la modernidad obviamente no lo revelará. Por muchas monografías que se lean de los subcampos histó-ricos cronológicamente delimitados en lugar de aumentar la habilidad de identificarlas la inhibirá, ya sea uno un historiador de inicios de la modernidad o de la modernidad. No podemos detenernos en 1648 o en 1789, ni podemos empezar en 1945, 1914, 1865, 1848 o 1776. No podemos conformarnos enfocándonos en las ideas o las instituciones, la cultura o el capitalismo, la filosofía o la polí-tica, todo debe incorporarse porque tiene un poder explicativo combi-nado, que en sí mismo es corolario de su influencia histórica interre-lacionada […] Con estos propósitos analíticos en mente y en busca de un mayor entendimiento, el método empleado en este libro presupone la disgregación previa de áreas de la vida humana que no se vivieron se-paradas unas de otras para tratar de ver con mayor claridad sus transfor-maciones a lo largo del tiempo. En este sentido, el enfoque es amplio, multifacético y genealógico. A esto se deben las seis narrativas vincu-ladas en este estudio. Al distinguir analíticamente entre varios terre-nos especialmente relevantes de la vida humana por medio de los cuales se conformó la modernidad, podremos ver en conjunto su pro-ceso de creación en el periodo de la Reforma […]

Ciertamente, no puede negarse el enorme parteaguas histórico que separa a Europa y Estados Uni-dos anteriores a la modernidad de Europa y Estados Unidos modernos, entre finales del siglo xviii y prin-

4� Daniel Lord Smail, introducción a “History and the Telescoping of Time: A Disciplinary Forum”, French Historical Studies, núm. 34: 1, año 5, 2011.

cipios del siglo xx varios terrenos especialmente relevantes de la vida humana por medio de los cuales se conformó la modernidad […]

Sin embargo, un argumento cen-tral de este libro es que los cambios ideológicos e institucionales que ocurrieron hace cinco siglos o más siguen siendo fundamentalmente necesarios para explicarnos por qué el mundo occidental actual es como es. Paradójicamente, la enorme transición de la premodernidad a la modernidad es precisamente lo que ha ayudado a enmascarar la conti-nua influencia del pasado distante en el presente. Sin lugar a dudas, el hecho de la transformación es la realidad histórica que subyace al reconocimiento adecuado del historicismo como un profiláctico necesario contra el anacronismo. No hay ninguna contradicción aquí para quien quiera comprender el pasado. Sin embargo, lo radical de la transición también ha permitido la elevación problemática del histo-ricismo como el garante implícito de una separación virtualmente abso-luta entre “nosotros” y “ellos”, una noción ocasionada especialmente por los violentos trastornos en Eu-ropa durante la época de la Revolu-ción francesa y las guerras Napo-leónicas, que, en palabras de Peter Fritzsche dejaron a los occidentales modernos con una sensación de estar “varados en el presente”.5 Funcionalmente, esta concepción del historicismo ha creado desde el siglo xix una barrera entre la mayor parte de los historiadores profesio-nales que inhibe el discernimiento y el análisis de los cambios y las continuidades interrelacionados que se siguen en este estudio. De hecho, ha fomentado la impresión de que en todo caso hay poco qué discernir y analizar.

Debido a que el pasado distante es tan obviamente diferente y “ajeno” en muchos sentidos, un hecho cono-cido sobre todo por los historiado-res de la premodernidad y que sólo se intensifica en proporción con la inmersión en sus fuentes, se asume ampliamente que el conocimiento de este pasado es en gran parte prescindible para quienes quieren comprender el mundo actual. Esto es un error. Se ha institucionaliza-do una concepción distorsionada y maximalista del historicismo en la enseñanza de la historia y en la formación de los historiadores, que hace de la periodización vir-tualmente una cárcel intelectual. Los estudios de posgrado tienden a condicionar a los jóvenes histo-riadores a que sirvan como nuevos reclusos en las heredadas celdas de la periodización que construyeron sus predecesores.

La Europa de la Baja Edad Me-dia y de la Reforma no es sólo el contexto en el cual surgieron las ideologías e instituciones moder-nas, en comparación con el cual se definieron a sí mismas y dejaron atrás. Las ideologías e institucio-nes de la modernidad también son la continuación, el desarrollo y la extensión juntos de innovaciones de finales de la Edad Media y prin-

5� Peter Fritzsche, Stranded in the Present: Modern Time and the Melancholy of History, Harvard University Press, Cambridge, 2004. Una concepción similar de una cesura muy tajante es común entre estadunidenses y algu-nos historiadores estadunidenses, inclinados a aceptar con demasiada facilidad un discurso sobre la medida en la que Estados Unidos a fi nales del siglo xviii tomó una desviación radi-cal de su pasado británico (y más ampliamente europeo), un discurso que empezó en la década de 1770 y nunca ha desaparecido.

cipios de la modernidad que siguen influyendo en el presente […]

Y mientras más comprendamos el pasado mejor veremos por qué esto es así. El pasado se concibe como una serie secuencial de periodos de tiempo: las realidades medie-vales dieron paso a las tempranas realidades modernas, que dieron paso a las realidades modernas que nos llevaron a donde estamos, una sucesión de etapas que tiende a reforzar una concepción cripto-hegeliana de la historia (en sí misma en deuda con Vico y Lessing), que se entreteje con el pasado anterior a la modernidad visto como “el mundo que hemos perdido” y con la “legitimidad de la época moderna” de Hans Blumenberg6. No sólo los procesos del pasado nos hicieron lo que somos: individuos “modernos” o “posmodernos” más que individuos “medievales” o “de principios de la modernidad”, sino que también al explicarlos damos cuenta de las rea-lidades presentes y las justificamos implícitamente. Las ideas, valores y prácticas más viejas, por ejemplo, simplemente se vuelven insosteni-bles en cierto punto, se aduce o se implica, por lo que fueron reempla-zados por otros más adecuados y/o más sofisticados: así es como suce-dió la modernización y como sigue sucediendo el cambio histórico […]

Este libro sostiene que la ininte-ligibilidad histórica del pasado de ninguna manera implica la inevi-tabilidad del presente. El método empleado aquí es genealógico pues trata de identificar y analizar largas trayectorias históricas que tienen sus orígenes en el pasado distante y que todavía siguen influyendo en el presente. Sin embargo, no es, de ninguna manera, teleológico. En otras palabras, el pasado por definición ha hecho el presente lo que es, pero las cosas no tenían que resultar de este modo. Institucio-nal e ideológicamente, material y moralmente, no era necesario que termináramos en donde estamos. Se tomaron decisiones humanas que no tenían que haberse tomado, algunas de las cuales resultaron ser suma-mente relevantes. Se establecieron modelos, se justificaron aspiracio-nes, se naturalizaron expectativas, se influenciaron deseos y se nor-malizaron nuevos comportamien-tos que no tenían que arraigarse. Dentro de las limitaciones que las realidades biológicas imponen y las oportunidades que permiten, el pasado humano no es producto de cualquier “fuerza” autónoma, social y personal, económica, ideológica o cultural; más bien, esas fuerzas son en sí mismas producto acumulativo y agregado de incontables decisiones y acciones humanas a veces insti-tucionalizadas, protegidas por la política y perdurables y a veces no, lo cual a su vez afecta y limita otras decisiones y acciones.�•

6� Hans Blumenberg, The Legitimacy of the Modern Age, trad. al inglés Robert M. Wallace, mit Press, Cambridge, 1985. Para un análisis con-ciso de los esfuerzos de Blumenberg (y Reinhart Koselleck) por defender la autonomía histórica e ideológica de la modernidad, de la religión y la teología de la Edad Media en oposición a los argumentos de Carl Schmitt, Walter Benjamin y Karl Löwith, véase Kathleen Davis, Periodization and Sovereignty: How Ideas of Feudalism and Secularization Govern the Politics of Time, Uni-versity of Pennsylvania Press, Filadelfi a, 2008, pp. 77-95.

16 la gaceta octubre de 2017

el cambio climático

de desear la abolición de las pre-rrogativas de las Erinias, Atenea está deseosa de conservarlas”1. Lo anterior sugiere que las pasiones retributivas se conservan sin alte-ración; tan sólo se construye una nueva casa a su derredor; aceptan las restricciones de la ley pero con-servan su naturaleza inalterada, oscura y vengativa.

Sin embargo, esa exégesis ignora la segunda transformación, una transformación en la naturaleza y el comportamiento de las Furias mismas. Al inicio del tercer drama de la trilogía, las Furias son repug-nantes y horrorosas. Tras otearlas por un segundo, la sacerdotisa de Apolo corre con tanta premura que, ya que se trata de una anciana, se tropieza y “corre” en cuatro patas2. No son mujeres, son Gorgonas, exclama. Ni siquiera Gorgonas, pues no tienen alas3. Son negras, desagradables; sus ojos escurren un líquido espantoso y roncan un estruendo aterrador. Su vestimenta es completamente inadecuada para reuniones civilizadas4. Al poco tiempo, Apolo las retrata como si vomitaran coágulos de sangre que ingirieron de su presa5. Sólo existen, según dice, para el mal6. Pertenecen a una dictadura bár-

1� Esquilo, Euménides, trad. y comentario de Hugh Lloyd-Jones, Prentice Hall, Englewood Cliff s, 1970, p. 76.2� Esquilo, Euménides, vv. 34-38 [Euménides, en La Orestea, trad. José Luis de Miguel Jover, Akal, Madrid, 1998, p. 308].3� Las traducciones son mías, si bien parten de la versión de Richmond Lattimore. Resulta notorio que se detenga lo sufi ciente para men-cionar que sabe cómo se ven las Gorgonas, pues las ha visto en una pintura de Fineo.4� Esquilo, Euménides, vv. 51-56 [Euménides, op. cit., p. 308].5� Ibid., vv. 183-184 [Euménides, op. cit., p. 314].6� Ibid., v. 70 [Euménides, op. cit., p. 309].

Hacia el final de La Orestía-da, Esquilo presenta dos transforma-ciones que ocurren en el

mundo arcaico de los personajes, transformaciones cuyo carácter reconocería el público ateniense del siglo v como algo fundamental para la estructura de su mundo. Una de ellas es famosa, la otra suele pasarse por alto. En la que goza de fama, Atenea introduce insti-tuciones legales que remplazan el ciclo de venganza sangrienta que en apariencia carecía de final, termi-nando así con él. Tras establecer un tribunal con procedimientos fijos de argumentación razonada y sopesamiento de evidencias, un juez independiente y externo, y un jurado elegido del cuerpo de ciuda-danos atenienses, Atenea anuncia que la culpa de sangre se resolverá ahora a través de la ley; ya no serán las Furias —esas antiguas diosas de la venganza— quienes lo hagan. No obstante, y esto forma parte integral de la famosa transforma-ción de la comunidad ateniense que ella lleva a cabo, no se despacha simplemente a las Furias; por el contrario, Atenea las convence de unirse a la ciudad, otorgándoles un lugar de honor debajo de la tierra, en reconocimiento de la importan-cia que tienen para esas mismas instituciones legales y para la salud futura de la ciudad.

En su interpretación típica, este gesto suele entenderse como un reconocimiento de que el sistema legal debe incorporar las oscuras pasiones vengativas y honrarlas. Por consiguiente, el gran helenista Hugh Lloyd-Jones concluye: “Lejos

adelanto

La ira y el perdón. Resentimiento, generosidad, justiciaEstudio de la evolución de la ira desenfrenada hacia la justicia, el paso de la venganza dictada por emociones irracionales a la justicia dictada por la razón. Presentamos la introducción por la autora, la muy prestigiada fi lósofa Martha Nussbaum.

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octubre de 2017

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octubre de 2017 la gaceta 17

la ira y el perdón. resentimiento, generosidad, justic ia

bara en la que es costumbre matar de modo arbitrario a las personas, mutilarlas y torturarlas7.

Cuando despiertan, las Furias no desmienten estas descripcio-nes sombrías. Cuando las llama el fantasma de Clitemnestra no hablan; simplemente gimen y se quejan: el texto utiliza mygmós y ōgmós, ruidos característicos de los perros. Sus únicas palabras al despertar, son “¡Cógele! ¡Cógele! ¡Cógele!” (labé, labé, etc.), lo más cercano al grito de caza de un perro que permite el género. Clitemnes-tra dice: “En sueños persiguen a la fiera y ladran como un perro que nunca abandona la solicitud de su trabajo”8. Si bien más tarde se otorga un discurso articulado a las Furias, como exige el género, nunca debemos olvidar esta descripción inicial.

Esquilo describe aquí la ira des-enfrenada9. Es obsesiva, destruc-tora; sólo existe para infligir dolor y desgracia. Su fervor por la sangre la vuelve subhumana, canina. Los griegos estaban lo suficientemente alejados de las razas elegantes y domesticadas de perros y lo su-ficientemente cerca de escenas crudas de asesinatos caninos como para asociar a los perros, de modo consistente, con una indiferen-cia abominable por el dolor de la víctima. Incluso la idea de vomitar la sangre de las víctimas es una descripción muy literal del com-portamiento canino10. El olor del aliento de las Furias es el mismo de la sangre a medio digerir, el mismo olor al que uno daría la espalda asqueado después de ser testigo del comportamiento canino desen-frenado.11 La idea de Apolo es que esta estirpe rabiosa pertenece a otro lugar, a alguna sociedad que no in-tente moderar la crueldad ni limitar la imposición arbitraria de tortura: definitivamente no a una sociedad que se considera civilizada.

Inalteradas, las Furias no podrían ser parte esencial de un sistema legal que funcione en una sociedad comprometida con el Estado de derecho12. No es posible encerrar a perros salvajes en una jaula y obtener justicia. Sin embar-go, las Furias no hacen la transi-ción a la democracia sin cambios. Mantienen su personalidad canina hasta un momento muy avanza-do en el drama y amenazan con vomitar su veneno13, marchitan la tierra y producen infertilidad14. Sin embargo, Atenea —quien ya había establecido sus instituciones lega-les sin ellas— las persuade después de cambiar con el fin de unirse a

7� Ibid., vv. 185-190 [Euménides, op. cit., pp. 314-315]. Menciona varios castigos crueles que en la sabiduría popular griega se asocian con el des-potismo persa.8� Ibid., vv. 131-132 [Euménides, op. cit., p. 312].9� Sobre las varias especies del género ira, vid. Apéndice C.10� Los perros salvajes alimentan a sus ca-chorros masticando y deglutiendo a su presa para luego vomitarla nuevamente de forma más digerible.11� Escribo esto después de varias horas des-afortunadas de observar de cerca a perros sal-vajes en Botsuana. Estrictamente hablando, los “perros salvajes africanos” en realidad no son perros si con esto nos referimos a miembros del género canis: su nombre biológico es Lycaon pictus; por lo tanto son cánidos mas no canes.12� Vid. Danielle Allen, The World of Pro-metheus, Princeton University Press, Princeton, 2000; y Danielle Allen, “Democratic Dis-Ease. Of Anger and the Troubling Nature of Punish-ment”, en Susan Bandes (coord.), The Passions of Law, New York University Press, Nueva York, 1999, pp. 191-214.13� Esquilo, Euménides, v. 812 [Euménides, op. cit., p. 346].14� Id. [Euménides, op. cit., p. 346.]

su empresa15. “Apacigua la amarga cólera de esa negra ola iracunda”, les dice16. Claro que esto implica una transformación muy profunda; ciertamente un cambio virtual de identidad, pues están tan atadas a la fuerza obsesiva de la ira. Les ofrece incentivos para unirse a la ciudad: un lugar de honor debajo de la tierra, la reverencia de los ciudadanos. No obstante, la condi-ción de estos honores es que dejen de concentrarse en la retribución y adopten una nueva gama de senti-mientos. Particularmente deben adoptar sentimientos benévolos hacia toda la ciudad y abstenerse de sembrar cizaña en ella: en espe-cial la guerra civil, pero tampoco la muerte prematura o cualquier pasión iracunda intoxicante17. De hecho se les pide que lancen sus bendiciones sobre la tierra18. La idea es que si hacen el bien, tienen y expresan sentimientos bondadosos, entonces recibirán un buen trato y serán honradas. Quizá lo que resul-ta más transformativo de esto es que deben oír la voz de la persuasión19. Todo lo anterior, huelga decirlo, no es sólo una contención externa: se trata de una reorientación interior profunda, que llega a las raíces mis-mas de su personalidad.

Aceptan su oferta y se ex-presan “con predicción gentil” (preumenōs).20 Prohíben la muerte prematura.21 Cada uno, según de-claran, debe dar amor (chármata) a cada uno, con una “actitud de amor común” (koinophileí dianoíai).22 Una vez más: estos sentimien-tos son absolutamente ajenos a su antigua identidad canina. No resulta sorprendente que parezcan experimentar transformaciones físicas relacionadas. En apariencia asumen una postura erguida para la procesión que concluye el drama y reciben ropajes carmesíes de un grupo de escoltas femeninas;23 los ropajes carmesí que los extranje-ros residentes visten en el festival citadino de las Panateneas. Se han convertido en mujeres, ya no son bestias, y son “extranjeros residen-tes” en la ciudad. Su nombre mismo cambia: ahora se les conoce como las Benévolas (Euménides), no las Furias.24

La segunda transformación es tan importante como la primera y sin duda resulta crucial para su

15� Vid. Paul Gewirtz, “Aeschylus’ Law”, Har-vard Law Review, núm. 101, 1988, pp. 1043-1055. Gewirtz hace bien en poner énfasis en el hecho de que Atenea ya lo había hecho sin ellas. La cuestión no es si los tribunales de ley existi-rán: ya existen; la cuestión es si ellas se les uni-rán o se opondrán a ellos.16� Esquilo, Eumenides, vv. 832-833 [Eumé-nides, op. cit., p. 347]. Por lo regular sigo las excelentes y muy fi eles traducciones de Lloyd-Jones, a no ser que desee resaltar un punto con mayor literalidad.17� Ibid., vv. 850-863 [Euménides, op. cit., p. 348]. Exceptúa la guerra con el extranjero, misma que tienen permitido alentar.18� Ibid., vv. 903 ss. [Euménides, op. cit., pp. 350-351.]19� Ibid., vv. 885, 970 [Euménides, op. cit., pp. 349,353].20� Ibid., v. 922 [Euménides, op. cit., p. 351]. Vid. la nota en los epígrafes del libro. El térmi-no sin duda sugiere que han hecho a un lado la ira, aunque no connota claramente una renun-cia completa a ella.21� Ibid., v. 956 [Euménides, op. cit., p. 353].22� Ibid., vv. 984-985 [Euménides, op. cit., p. 354].23� Ibid., vv. 1028-1029 [Euménides, op. cit., p. 355].24� Por supuesto que Euménides es, en la vida griega real, un eufemismo cuidadoso que usan los ciudadanos para referirse a estas diosas, sin embargo Esquilo hace algo más con él. Las anti-guas Furias son llamadas metoikoi, extranjeras residentes, y Atenea dice que el grupo de escol-tas está compuesto por aquellas que vigilan su santuario (es decir, sacerdotisas del culto de Atenea Polias).

éxito. Esquilo sugiere que la justi-cia política no sólo enjaula a la ira sino que la transforma de manera fundamental, de algo que apenas es humano, obsesivo, sanguinario, a algo humano, que entiende razo-nes, calmado, deliberado y medido. Además, la justicia no se enfoca en un pasado que no puede alterarse nunca sino en la creación de bien-estar y prosperidad en el futuro. El sentido de responsabilidad que habita en las instituciones justas no es, de hecho, en lo más mínimo un sentimiento de retribución, se trata de un juicio mesurado en defensa de la vida actual y futura. Aún son necesarias las Furias, porque se trata de un mundo imperfecto y siempre habrá crímenes con los cuales tratar; pero no son deseables ni necesarias en su forma original. De hecho, no son lo que solían ser: se han convertido en instrumen-tos de la justicia y el bienestar. La ciudad se libera del azote de la ira vengativa que produce conflictos civiles y muertes prematuras. En lugar de la ira, la ciudad obtiene justicia política.

Aún hay lugar para el temor, pues los criminales en potencia y quienes fomentan los conflic-tos civiles están avisados de que los malos actos no se dejarán sin castigo. Por consiguiente, Atenea aún describe los rostros de las Eu-ménides como horripilantes.25 Sin embargo, la responsabilidad legal no es el caos; de hecho, al tener una dirección precisa, al ser mesurada y proporcional, es lo opuesto al caos. Además, la responsabilidad por los actos pasados se enfoca en el futuro: en la disuasión más que en la venganza.

Esquilo no es un teórico filosófico del castigo y deja muchas preguntas para su exploración futura. Por ejemplo, ¿existe algún tipo de retribucionismo que pueda cumplir con sus restricciones? El castigo debe renunciar a la lex talionis, pero ¿existe algún tipo de retribucionismo que sea compatible con el rechazo de esa idea? O, ¿acaso la sociedad debe, como creían Sócrates y Platón —y con ellos una buena parte del pen-samiento popular griego—, acoger una teoría completamente distinta del castigo, una que se base en la disuasión y la utilidad general?26 Estos son indicios del segundo enfoque, pero no son una aserción clara.

Otra liberación se deja sin explo-rar, aunque despierta

nuestros pensamientos: se trata de la liberación de la esfera pri-vada. En el mundo antiguo de las Furias, una necesidad continua de vengar a alguien por algo aquejaba a la familia y al amor, tanto fami-

25� Esquilo, Euménides, v. 990 [Las Euméni-des, op. cit., p. 354].26� Sobre el cambio general en las actitudes en torno al castigo que ocurrió en el siglo v, vid. William V. Harriss, Restraining Rage. The Ideology of Anger Control in Classical Antiquity, Harvard University Press, Cambridge, 2001. Este importante y excepcional estudio proporciona una argumentación en extremo convincente de que los griegos y los romanos llegaron a criticar el espíritu de venganza, así como la ira que, según se consideraba, estaba involucrada en él. Harriss documenta el cambio al hablar del castigo, de la familia léxica timor-, que denota venganza, a la familia kolázein, que denota castigo sin que implique venganza. El cambio que documenta Harriss, como destaca en la p. 26 y en otras partes, involucra a los intelectuales y a quienes no lo son, aunque los intelectuales desempeñaron un papel destacado en él.

liar como amistoso. La necesidad de represalias carecía de final y nublaba todas las relaciones, incluidas aquellas que son funda-mentalmente benignas, como de Orestes con Elektra. La venganza hacía imposible amar a alguien. (El espantoso mundo musical de la ópera Elektra de Richard Strauss quizá sea la materialización más indeleble de este entendimiento presente en Esquilo y Sófocles. No existe una sola nota, una frase, que el peso de la venganza no tuerza y distorsione.)27 Sin embargo, ahora que la ley asume la tarea de lidiar con el crimen, libera a la familia para que sea un espacio de philia, de buena voluntad recíproca. No es que haya dejado de haber ocasiones en que las personas puedan sentir ira, pero si éstas son serias se en-tregan a la ley, y si no lo son, ¿por qué deberían ameritar una preo-cupación recíproca? (Como vere-mos, esta dicotomía es demasiado simple, pues el intenso amor y la confianza de las relaciones íntimas bien puede proporcionar ocasiones legítimas para emociones dolorosas como la pena y el miedo, sin impor-tar si la ley está involucrada.) Como diría Aristóteles más tarde, la per-sona con temperamento gentil (el nombre que da a la virtud en el área de la ira) no es vengativa, sino que, por el contrario, tiene una inclina-ción a la comprensión compasiva.28 La ley proporciona un doble bene-ficio: nos mantiene seguros afuera y nos permite cuidar el uno por el otro, sin el peso de la ira retributi-va, dentro.�•

27� En este sentido, esta ópera es el inverso exacto de Le nozze di Figaro de Mozart, en que el amor ilumina cada frase, incluso aquellas que pertenecen a los personajes “malos”. Strauss escribió un Figaro propio: Der Rosenkavalier.28� Syggnōmē: en ocasiones se traduce como perdón, pero sólo signifi ca “pensar con”, es decir, comprensión participativa, y su relación con el perdón la añaden los teóricos y traduc-tores modernos. Vid. infra n. 42 y más adelan-te en el cap. 3. La postura de Aristóteles no es la misma que la mía, porque aún recomienda la venganza en algunos casos, en particular en rela-ción con los vínculos familiares.

18 la gaceta octubre de 2017

La insoportable levedad de viajar en aviónTexto de presentación de Última escala en ninguna parte, novela póstuma de Ignacio Padilla. Preferible quedarse a leer este regocijante libro en casa que viajar en avión, una de las experiencias más insulsas que podemos tener.

antonio malpica

además

octubre de 2017 la gaceta 19 andrea garcía flores

la idea mientras lamentaba que el señor de al lado durmiera y roncara y obstruyera el paso al sani-tario. Me parece la consecuencia más lógica de un escritor que se ha sometido infinidad de veces al “Usted permanezca quieto mientras esta cosa hace su fragoroso ruido y usted aparece en otro lado”. Y más aún si entre los viajeros frecuentes identifica a sus cofrades, dígase los otros escrito-res. Es absolutamente cierto que yo no veo a cole-gas queridos y entrañables más que en los viajes. Vivo a menos de diez minutos de la casa de Fran-cisco Hinojosa y sólo lo veo en ferias de libros; vivo a menos de quince minutos de la casa de Bef y a veces pasan meses sin que nos veamos, aunque se-guido nos encontramos en hoteles o en aeropuer-tos, él de ida, yo de regreso, nos damos un abrazo y cada quien para su lado. Así, la mitología que propone Nacho Padilla en este libro estrambótico y encantador es totalmente posible y, además, per-mite múltiples lecturas, pues la travesía de Abilio bien podría ser cualquier travesía, y su búsqueda cualquier búsqueda, tan quijotesca o desatinada como se desee, porque prácticamente cualquier anhelo puede incluir un intercambio de tres fases, como suele ocurrir al viajero frecuentísimo.

Finalmente, me atrevo a decir sólo tres cosas respecto de Última escala en ninguna parte: es un libro que vale la pena leer y que posee los ele-mentos necesarios para volverse un clásico; remi-te a “El guardagujas” de Arreola, a ”La Autopista del Sur” de Cortázar y hasta a El Principito en su ambulación por planetas. Segundo: es este un libro que vale la pena leer de una sentada porque tiene la contundencia de los relatos breves: no recomiendo para nada que se le deje a la mitad entre cambio de taxis o transbordos del metro, pues se corre el ries-go de aflojar el músculo y no sentirse sacudido ante la suerte del Gordo Pelosi, por ejemplo. Y tercero: por lo mismo, es este un libro escrito para abrirse al momento de poner el celular en modo avión, en cualquier vuelo México-Monterrey, cuando las aza-fatas empiezan su consabida rutina, y el destino y el futuro parecen viables. Y justo eso es lo que reco-miendo, que se disfrute sin prisa y sin pausa entre el “tripulación, armar toboganes” y el “tripulación, desarmar toboganes”. Pero bueno, en su defecto, si usted tiene la suerte de no tener que subirse a una de esas cosas que rugen, vibran y lo aterrizan en otro lado, recomiendo leer el libro en el sillón más viejo y raído de la sala de su casa; ahí, aunque no vaya a ninguna parte, con un libro como éste en las manos siempre se sentirá en primera clase. Y le aseguro que un aura mística lo rodeará hasta la última página.

Querido Nacho: gracias por este libro que es una hermosa forma de decir “buen viaje y buena suerte para todos”. Lo mismo te deseo yo. Lo mis-mo te deseamos todos, pase de abordar en mano, mientras nos asignan sala.�•

mala cara. Pero es cierto que no tardé en darme cuenta, desde mis primeros viajes, que lo mara-villoso de viajar a un lugar exótico (así sea León, Guanajuato) es cuando ya estás allá; el trayecto suele ser incómodo, molesto, enfadoso. Cosa que no entienden algunos viajeros primerizos como mis hijos, a quienes viajar en avión les entusiasma más que ir a la feria porque bueno… se trata de vo-lar. ¿No? ¿Y a quién en sus cabales no le entusias-ma volar? Pero seamos honestos. Viajar en avión no tiene mucho que ver con “volar”. Aún en las mejores condiciones: primera clase, vino francés, baño privado, películas de estreno… en realidad lo que se le pide a uno es que permanezca quieto el mayor tiempo posible durante todo el trayecto (y a veces hasta más, considerando que los aviones suelen tardar horas en tomar pista). Si uno no se asomara a la ventanilla, bien podría estar sien-do víctima de un montaje donde el rugido de una turbina sería el único efecto especial interesante. Así de maravilloso es: no se siente nada, excepto una constante vibración. Y así de terrible es: no se siente nada, excepto una constante vibración. Durante tres, ocho, doce horas, lo mismo. Antifaz, audífonos, pasta o pollo, mesita de servicio arriba, por favor, su equipaje en banda cinco, gracias por volar con nosotros.

Sé lo que están pensando. ¿En algún momento hablará este tipo del libro que viene a presentar? Bien. Es que ya lo estoy haciendo. Esta es una no-vela de avión. O de aviones, más bien. Es una nove-la de viajes. O de un solo viaje, tal vez. Es un texto demoledor que nos enfunda en las ropas del pro-tagonista, Abilio Agundis, quien un buen día se ve inmerso en una vorágine de vuelos que, por increí-ble que parezca, disfruta enormemente… hasta que ya no lo hace. Una vorágine de la que, además, no podrá escapar. Así de tremendo, así de absur-do y así de maravilloso como suena. Bastante di-fícil es hablar de cualquier libro; más aún hablar de una novela póstuma de alguien tan talentoso y querido como Nacho Padilla; y más todavía hacer-lo sin arruinar la sana expectativa de cada lector con comentarios personales y percepciones total-mente subjetivas. Pero en este caso la reseña es fácil porque cualquier anticipación es inofensiva. El libro de Nacho es uno de esos textos cuyo valor estriba en la manera de abordar el relato, más que en el relato mismo; en el hecho indescriptible de

que los personajes tengan nombres como Pelosi, Anacoluta o Maclovio y anhelen destinos como la Escala Tropecientos y, ¿ya lo dije?, disfruten la experiencia aé-rea y aeroportuaria más que la vida mis-ma, horror de horrores. Aunque también es cierto, cabe aclarar, que no hay otra vida para ellos fuera de esas páginas. Así que Última escala en ninguna parte es una farsa pero también es una crítica. Es, como debe serlo a mi entender, toda bue-na literatura: un reflejo de algo más don-de corresponde al lector descubrir qué es exactamente ese “algo más”. Puede ser la vida; puede ser el más insignificante viaje del punto A al punto B.

Cedo a la tentación de conjeturar que Ignacio Padilla escribió este libro en un avión o en varios; o bien, al menos gestó

En casi todas las solicitudes de empleo que llené en mi vida me encontré con la pregunta: “¿Tie-ne usted disponibilidad para via-jar?” Y en prácticamente todas marqué un rotundo “Sí”. Aunque no siempre fuera cierto. Porque

para mí, al menos en ese entonces, había en torno a los viajeros un aura mística que los ponía en otra posición, en otro nivel, en un sitio de privilegio in-accesible al resto de los mortales. Sobre todo cuan-do se trataba de un mortal que apenas si se había movido del viejo y raído sillón de su sala, como era mi caso.

No todo el mundo viaja. Y no todo el mundo viaja en avión, que es lo que marca la diferencia. Entre los múltiples empleos que ocupé a lo largo de mi vida oficinesca hubo uno en el área de sistemas de una empresa turística con oficinas en Miami y Nassau. Y yo abrigué secretamente, desde mi in-greso, el anhelo de que un día me mandaran para allá a hacer cualquier chamba, la que fuese, con tal de viajar en avión a tan “exóticos” sitios. Una vez hubo necesidad de configurar un ruteador Cisco en las Bahamas. Yo no tenía idea de cómo hacerlo pero me apunté, pensando que ya habría modo de aprender mientras estuviera allá, siempre y cuan-do estuviera allá. Lamentablemente eligieron a otro ingeniero, y yo, un tanto decepcionado, le mos-tré mi envidia abiertamente. “¿Qué?”, me dijo sin tapujos. “Es como la rifa del tigre, no sabes lo que dices”, y se marchó apesadumbrado. Luego com-prendí de qué hablaba. Te mandaban a Nassau con todos los gastos pagados, sí, pero prácticamente no te permitían ni sacar la cabeza de la oficina, don-de te veías forzado no sólo a configurar un router sino también a resolver todos los problemas de sis-temas que tuvieran, desde el tendido de la red hasta el atasco de las hojas en la impresora. Con suerte y podías comprar llaveros de recuerdo en el aero-puerto a tu regreso. “Bueno, pero viajas en avión, ¿no?”, le espeté al elegido, tratando de regresarlo al olimpo al que, según yo, pertenecía. “Ajá. ¿Y eso qué?”, gruñó antes de volver a su cubículo malhu-morado. Y eso fue todo.

A partir de ahí el aura mística del viajero se empezó a desvanecer frente a mis ojos. Poco a poco y lentamente. Hasta que llegó el día en que el indi-viduo que hace las maletas a toda prisa porque tie-ne que tomar un avión a las antípodas se me figuró más un héroe de las clases trabajadoras que un se-midiós romántico. Porque poco a poco yo también empecé a tomar aviones, principalmente por mi labor de escritor. Y no tardé en llegar a la conclu-sión de que viajar no tiene nada de estupendo si lo que vas a hacer en tu destino no vale tanto la pena del viaje en avión. Lo repito por si no quedó claro: viajar no tiene nada de estupendo si lo que vas a hacer en tu destino no vale tanto la pena del via-je en avión. Culpable, señor juez: el viaje en avión, para mí, ha perdido con los años todo el glamour posible y, más bien, me parece más una monserga que un deleite. Un trámite a cumplir para llegar a otro lugar. Y si ese otro lugar son las antípodas, más vale que se trate de cobrar una herencia mi-llonaria para que el trámite valga la pena. Okey. Exagero. Y afortunadamente presentar un libro o charlar con chicos en escuelas es bastante mejor que configurar un ruteador Cisco. Pero es cierto que hace un rato que dejé de presumir en redes so-ciales: “En el aeropuerto” porque me parecía que era como quien pone “En el dentista”, esperando más conmiseración que simpatía. Más de una vez me veía haciendo el update en los comentarios: “Aeroméxico nos la volvió a hacer; tres horas de retraso”, el equivalente a: “Necesito endodoncia en dos muelas.” Ni cómo ganar un like.

Los viajes en avión, como todo en esta vida, ofrecen varias perspectivas. Via-jeros los hay desde quienes no tienen inconveniente en volar a Buenos Aires vía Panamá vía Lima vía Santiago con sus esperas de cuatro o cinco horas en-tre cambios de vuelo, vagabundeo por los Duty Frees, echar una pestaña en cada intervalo y llegar sonriente, así sea a configurar un ruteador… Y hay quienes, desde que ponen un pie en el aeropuerto, así vayan a Tuxtla a recibir un premio, piensan que ojalá ya hubiesen inventado la teletransportación. Cierto, yo estoy un poco más en el segundo grupo. No es que aquel colega de la empresa turística me haya distorsionado la perspectiva y aho-ra no pueda subir a un avión sin poner

El cambio climático.

Causas, efectos y soluciones

mario molina, josé

sarukhán y julia

carabias

fce, méxico, 2017

la insoportable levedad de v iajar en avión

el cambio climático

20 la gaceta octubre de 201720 la gaceta david daniel álvarez

562NOVEDADESFOND O DE CULTURA ECONÓMICA

O CTUBRE DE 2017

En busca de la calidad académica

catherine paradeise

y jean-claude thoenig

El estudio de las formas en que diversos países y sistemas acadé-micos han enfrentado el desafío de mejorar la calidad de los servicios de docencia e investigación en el nivel universitario es el tema central de este libro. Un recuento del contexto y de los antecedentes de la temática asociada a la calidad universitaria y de la calificación global de las universidades. Los autores subrayan la importancia de las “nuevas re-glas” de gestión, cuyo denominador común es la rendición de cuentas, y clasifican las instituciones universi-tarias en cuatro tipos: misionarias (atención a la misión institucional), venerables (atención a la reputación histórica), aspirantes (propósitos de logros basados en objetivos ideales) y excelsas (reconocidas como los mejores en sus campos). Asimismo, discuten la diversidad de fórmulas para mejorar la calidad académica, y proponen opciones viables para atender la problemática institucional.

educación y pedagogía

1ª ed., 2017

La melancolía moderna

roger bartra

A lo largo de los ensayos que com-ponen esta obra, el autor reflexiona sobre los tintes que ha cobrado la melancolía en la modernidad, época marcada por la fragmentación y el cambio. Síntoma de la crisis y la experiencia del absurdo, la melanco-lía fue íntima compañera de Baude-laire, Goethe, Munch, Kierkegaard y Lincoln. Magníficamente calificada por Victor Hugo como “la felici-dad de estar triste”, la melancolía puede devastar la vida de quienes la padecen, pero también ha gestado magníficas expresiones artísticas que afirman la dicha de existir. Su influjo en la modernidad se ha ma-nifestado de un modo peculiar, cuya comprensión es el objetivo principal de este trabajo. Estamos ante un momento histórico gobernado por la incertidumbre, en el que lo efímero resquebraja lo permanente. Esto, aunado a la inesperada insatisfac-ción que generan las transforma-ciones sociales en curso, crea una coyuntura que no sólo hace propicia sino necesaria una reflexión como la que propone el autor.

centzontle

1ª ed., 2017

La trompetilla acústica

leonora carrington

Esta novela relata las absurdas, cómicas, paradójicas y singulares situaciones que enfrenta Marion Leatherby —mujer de 92 años encerrada en un asilo a causa del desprecio de su nieto— después de recibir una trompetilla acústica que, al mejorar su audición, le revela la hostil realidad del mundo en que vive. Se puede afirmar que el estilo de este relato largo incorpora el sello pictórico de la autora: una vez que ha desempacado de su baúl lo necesario para vivir en el asilo, la protagonista concluye que la vida ideal consiste en comprenderse los unos a los otros. Consciente de cuán difícil resulta hacerlo en el mundo real, decide explorar su entorno de una manera original y libre, lo que la lleva a experimentar extravagan-tes aventuras espirituales en las que mezcla su realidad con lo que otros, incapaces de ver más allá de lo evi-dente, denominan “fantasías”.

tezontle

1ª ed., 2017

Responsabilidad de los servidores públicos. Del castigo a la confianza

ana elena fierro

Este volumen expone y analiza una problemática muy actual: la nece-sidad de tener funcionarios públi-cos que busquen efectivamente el bienestar común. Su propuesta se basa en la necesidad de introducir normas que definan lo positivo, más que lo negativo, de la responsabili-dad pública. Esto significa estable-cer normas fundadas en la ética. Se trata de una obra introductoria que define de manera muy clara los con-ceptos que trata. El libro es parte de la Serie Constitución 1917, y tiene un enfoque contemporáneo que no rehúye el diálogo con el pasado, lo que da pautas para construir un futuro mejor.

política y derecho

serie constitución de 1917

1ª ed., 2017

RA ECONÓMICA

7

El enigma del mal

luis seguí

El mal es la inclinación más perni-ciosa, problemática e irresoluble de la condición humana. La originali-dad de este libro consiste en abor-darlo desde las perspectivas histó-rica, filosófica y política con apoyo del psicoanálisis. Así, se ocupa del mal en el ser humano, en concreto del mal que nos constituye y con el que convivimos, el que refleja nuestra ruindad y bajeza. Tal es la impresión que le queda al lector después de leerlo y ver desfilar por sus páginas a algunos de nuestros congéneres, protagonistas de lances que nos anudan las tripas. Quizá no haya que ir tan lejos ni aludir a esos monstruos morales, a los malvados que causan escalofríos, pues el mal no sólo está afuera, en los otros, sino dentro de cada uno de nosotros.

psicología, psiquiatría y psicoanálisis

fce Argentina

1ª ed., 2016

La fractura.Pasado y presente de la búsqueda de equidad social en América Latina

luis bértola y jeffrey williamson

(eds.)

A partir de una iniciativa de los autores, diversas instituciones lati-noamericanas reunieron a expertos de todo el mundo para identificar las raíces históricas de la inequidad y hacer propuestas para erradi-carla de la región. Con una mirada interdisciplinaria y de largo plazo que deslinda los fenómenos estruc-turales de las coyunturas transito-rias, este libro aborda la inequidad de una manera rigurosa y original a fin de potenciar una integración regional que tenga su correlato en un mayor grado de inclusión social. Así, La fractura se suma al interés común por transformar América Latina con reformas de segunda generación. Importante aportación al actual debate sobre la desigualdad en América Latina.

psicología, psiquiatría y psicoanálisis

fce Argentina

1ª ed., 2016

¡Gracias, señor Viento!

édouard manceau

Uno, dos, tres y más trozos de papel aparecen de repente. ¿A quién pertenecen? El pollo afirma que él los encontró y rápidamente en disfraz los transformó, pero el pez asegura haberlos recortado prime-ro. Después intervienen el pájaro, el caracol y la rana con sus propios recuentos para reclamarlos y asu-mirse como los verdaderos dueños, hasta que una fuerte voz sorprende a todos con su revelación. Con siete pedacitos de papel de diferentes tamaño y color, el autor francés Édouard Manceau construye una historia sencilla y a la vez profunda, pues alude a los constantes cambios a los que nos enfrentamos desde ni-ños, representados por la presencia del viento que sopla siempre hacia donde él quiere, y nos recuerda con la cita de Aristóteles que abre el libro que “la riqueza consiste mucho más en el disfrute que en la pose-sión”. Una obra lúdica que atraerá principalmente a los lectores más pequeños por el ritmo del texto y el juego de repeticiones, pero con la que los adultos también podrán divertirse transformando estos trozos de papel en nuevos persona-jes, formas e imágenes. Sumérgete en estas páginas y déjate llevar por el viento.

primerísimos

1ª. ed., 2017

octubre de 2017 la gaceta 21

Jacques Lacan.El psicoanálisis y su aporte a la cultura contemporánea

miriam chorne y gustavo dessal

(eds.)

Lacan dedicó su vida a reconducir la práctica psicoanalítica hacia sus principios freudianos, pero a la vez introdujo una serie de transforma-ciones que la actualizaron no sólo como tratamiento del sufrimiento humano, sino como alternativa ética a las psicoterapias adaptativas y comportamentales impregnadas de un cientificismo que reduce el mis-terio del ser hablante a una mecá-nica genética. Como el lector podrá comprobar, los autores muestran que las derivaciones del pensamien-to de Lacan irrigan una gran diversi-dad de saberes, prácticas y campos intelectuales, a los que contagia su potencia creadora. Contribuyeron a este volumen 49 especialistas de cinco lenguas, quienes aportan una amplia gama de conceptos y temas dirigidos tanto al especialista como al lego interesado.

psicología, psiquiatría y psicoanálisis

fce España

1ª ed., 2017

Noche antiguadavid daniel álvarez

Noche antigua combina varios relatos de la tradición oral mexicana, entre el conejo y el tlacuache. La rivalidad in-

ventada ambos sirve para contar lo que sucede en la noche, tras la milpa: las andanzas de un afanoso conejo y un audaz

tlacuache que van y vienen por el campo provocando que la Luna cambie de apariencia, pero sobre todo que la noche se transforme en día. Este álbum silente está inspirado en

el complejo y monumental pensamiento mesoamericano y despeja las sombras de nuestra memoria para hacernos

recordar las historias que nuestros abuelos nos contaron. Álvarez, ilustrador de El pozo de los ratones, representa en

esta obra la noche y el día como dualidades que se origi-nan debido a una permanente lucha entre un conejo y un tlacuache que, después de la larga jornada, beben juntos

el delicioso pulque que contiene la Luna. Esta dualidad representa también otras, como la vida y la muerte, la luz

y la oscuridad, el cielo y la tierra, que son parte de las rela-ciones de equilibrio presentes en la naturaleza. Con estas

ilustraciones, el autor fue seleccionado para la exposición y el catálogo de la Feria del Libro Infantil de Bolonia en 2015.

los especiales de a la orilla del viento

1ª ed., 2017

el cambio climático

22 la gaceta octubre de 2017

El mapa de las calles y las cosasRicardo Pohlenz

El tiempo es irrecuperable, vacío como un trayecto a toda velocidad. Todo recuerdo es invención, amasijo de momentos superpuestos, fragmentos de un objeto roto que intentamos reintegrar en vano. No obstante, “afuera / afuera de mí / hay un mundo”.

A la memoria de Sam Shepard

andrea garcía flores

trasfondo

El clima por Es frío, es hY es peor en Nueva Jersey que en Nueva York porque

Nueva Jersey no está en Nueva York. Eso sí, en Nueva Jersey tienen mejor vista. Es algo que pudo haberdicho el taxista que te lleva rumboa Brooklyn, de jfk a dumbo. Es casi mediodía pero el sol de marzoes más bien tímido y el mundo se define todavía como un afuera y adentro. Marzo es otra cosa en el trópico. Piensas en los mosquitos y las arañas, en las casas de una solaplanta y el sol aplastante de Mérida.Piensas en el taxi que te lleva delaeropuerto de Mérida a la ciudad; le cuentas al taxista de ese otro taxis-ta. Le dices que el calor es aplastan-te en Mérida, que por eso las casasson de una sola planta, porque el

calor las ha aplastado. El taxista, vestido de blanco y parco de por sí —estás casi seguro que es iraní pero no te atreves a preguntárselo— se vuelve apenas, como por reflejo, se sonríe, como pensando en el otro ta-xista, pero no acaba por reírse de tu chiste (bastante malo de por sí). Hay algo inhumano en la eficiencia de los aereopuertos, prosigues. Uno a uno van bajando los aviones, obede-ciendo un guión prestablecido; uno a uno se van. Es algo que resientes mientras esperas, que todo se siga moviendo mientras permaneces sen-tado. Tanta ascensión y descenso, es un poco como el cielo, un poco como el juicio donde te dan chance de irte al cielo. Miras y dejas de mirar el trajín de maletas y uniformes, y mientras, como no les estás prestan-do atención, repasas esos dos o tres

versos que no son tuyos, que te has descubierto diciendo y que repites para ti en vano intento de memori-zarlos. El taxista permanece en silen-cio, con la mirada fija en el parabri-sas y las manos sujetando el volante. Han sido tantos los versos que he perdido de esa manera, te dices como si se lo dijeras al taxista, como si te llevara por los puentes y los caminos libres y las calles de una película de vampiros que avanza por la noche de una ciudad desierta que se yergue en el medio oeste (que no es el medio este ni el medio medio ni medio nada), vacía como un trayecto a toda velocidad. Pero no es esa noche todavía. Esa noche no existe todavía. La gracia del tiempo es que no puedes recuperarlo, le explicas al taxista. Es como ese jarrón chino que el artista chino hizo pedazos. No lo hizo peda-

zos, simple y llanamente lo tiró al suelo; tanto tiempo y no, un tiempo contenido que se hace pedazos, la ilusión del tiempo que se rompe, un tiempo como el tiempo que se pasa en los aeropuertos, un tiempo que sólo puede verse en una toma donde un objeto corre a la misma velocidad que la cámara —sea un perro, una mujer o un automóvil— y luego deja de hacerlo y se pierde en la lejanía. Es el momento del corte, un espacio en blanco que sigue corriendo, que te ha dejado atrás, que se convierte en recuerdo y por tanto en inven-ción. No sé por qué nos sentimos más reales cuando vamos en un tren o un auto o un autobús. Es como si dejar atrás al mundo, a todo ese derredor que se mantiene fijo como los árboles, nos hiciera más reales. Van cruzando el puente de Queensboro (el paisaje

Pohlenz

es irrecuperable, mo un trayecto a toda

. Todo recuerdo es , amasijo de momentos stos, fragmentos de roto que intentamos

r en vano. No obstante, afuera de mí / hay

o”.

am Shepard

trasfondo

allá es un asco. húmedo, es atroz. n Nueva Jersey

calor las ha aplastado. El taxista, vestido de blanco y parco de por sí —estás casi seguro que es iraní pero

versos que no son tuyos, que te has descubierto diciendo y que repites para ti en vano intento de memori-

zos, simple y llanamente lo tiró alsuelo; tanto tiempo y no, un tiempo contenido que se hace pedazos, la

el cambio climático

octubre de 2017 la gaceta 23

que pasa vertiginoso entre el gran enramado que lo sostiene subraya la sensación de tránsito) para echar, por aquello de no te entumas, un par deversos de William Carlos Williamsal aire

afuera / afuera de mí / hay un mundo y luego esperar alguna res-puesta: el breve mohín de desprecioen los labios, la súbita comezón en la nariz que invoca moscas imagi-narias, la tos incómoda del que seresiste desde la inmovilidad apa-rente del trayecto. La elipsis que es como el trazo del lápiz sobre el mapade los Estados Unidos, que obvia lostrayectos que se hacen por tierra opor aire en la esperanza de que no sea el trayecto sino el destino lo que le dé sentido a las cosas. No estarpor llegar sino haber llegado. Llegaral fin. Llegar, llegar. Pero nunca lle-gas, siempre estás de paso, siempre tienes que ir a otro lugar, sea a la vuelta de la esquina o metido bajo tierra en un tren, donde las cosas no fluyen de manera tan ordenadacomo en tierras meridionales (donde cada estación tiene un glifo y cadaruta un color). Los momentos sesuceden como los versos y las estro-fas. Los espacios quedan atrapados entre las manchas de tipografía como la respiración de un durmien-te (y el siguiente y el siguiente y el siguiente) y el tren que se acercapor el túnel puede o no ser el que te lleva adonde quieres ir. Lo quete lleva a preguntar una y otra vez. Cada respuesta es un enigma, tantos no-es-este-es-el-siguiente te confunden; oyes la voz que anun-cia los nombres de las estaciones y temes ir en camino a Queens o aLong Island. No hay modo de hacerun poema de esto a menos que seasel último poeta granadino que sedio la vuelta para descubrirlo (de eso se las dan los españoles —como los gringos— de ser descubrido-res y apañarse —como lo suizosy los holandeses— el copyrightde todas las cosas que definen el mundo conocido (en una larga tomade movimientos acelerados donde la escenografía se define según políticas de product placement). Nottentres en pánico, te dices, siemprepuedes bajarte y tomar alguno quevaya en la otra dirección, no sabrás cuál y aún tendrás la esperanza deque sea el bueno. La expectativa es tanta que llega a crear la posibilidadde una finalidad que se convierte en algo incómodo. Un poco como laalegría que le celebras a los perros pero que no llegas a compartir bienbien y que se suma al mientras tantode extraños en tierra extraña en el que viajas desde el momento en queasumes que tu vida es un recorrido. Sea que hayas decidido recorrer toda Guatemala, lanzarte a Mada-gascar o pasear con un libro abierto por las calles de una localidad de Nueva Jersey que sólo resulta idílica —una nueva Ítaca— para odiseosde ocasión, con ese libro del que llevas una edición bilingüe (es por elCarlos, te dices, obligado como estás a hacer chistes trascendentalessobre cosas que no te incumben, por la abuela puertorriqueña de Wi-lliam) y luego subirte a un autobús. El hombre que está sentado juntoa ti es un actor muerto que no sabe por qué está ahí. Mira por encima de tu hombro y se asoma al libro. Tepregunta que por qué mejor no llevas un mapa. Le dices que el libro es un mapa. Un mapa distinto, hecho depalabras, pero mapa al fin. El otro se ríe, te dice que el problema del teatro —a diferencia de la vida— es que se acaba, que tienes que repetirlo y aun

así se acaba otra vez. Hay cosas que no se acaban, le dices; allá en Méxi-co hay algunos poetas atrapados en la modernidad que le rinden culto al poema de un vaso de agua. ¿Es bue-no el poema?, me pregunta. Bastante bueno, le digo, tanto que no se meten con él, lo mientan y medio se asom-bran de haberlo mentado y medio se quedan viendo el vacío como si estuviera ahí. ¿El vaso de agua?, me pregunta. No, el poema entero. Se queda pensando un momento y me pregunta: ¿No sería mejor si fuera un vaso de leche? Yo también me lo he preguntado, le digo, pero sería un poema sobre lo opaco, sobre la alimentación, sobre el seno, la fuen-te y el salto que —como síntesis del monstruo de Frankenstein— lo vier-te en el vaso, lo hace posible; como lugar, como signo omnisciente (y ominoso) de una cultura de explota-ción. Nada pero nada que ver con la transparencia del otro vaso, añado: la ilusión de realidad donde se con-funden el envase y el contenido.

Anda putilla del rubor helado, cito, para el actor muerto, no le traduzco, y me entiende de todos modos. Si fuera el poema de un vaso de leche sería sin duda una referen-cia a la Estatua de la Libertad, le digo, buscando provocarlo. No tendría sentido, me dice —casi con socarronería— el actor: el verso no podría ser ese verso si fuera un vaso de leche. No, supongo que este otro poema —y señalo al libro— no sería lo mismo si fuera un mapa de Brooklyn o Manhattan; tuvo la intención de hacerlo, de meterse con (en) ese behemot que transcurre luminoso y desalmado como puede serlo un lugar imaginario (es y no es lo que dice ser: sus escenas exterio-res las filman en locación en Mon-treal —del otro lado del río— por-que resulta más barato). El actor levanta los ojos y sigo: prefirió no hacerlo, vivía de por sí en esta pequeña localidad de Nueva Jersey, y le gustaba la cascada que tienen arrumbada al poniente porque le recuerda una foto que se tomó con Marcel Duchamp delante de otra cascada cerca de otro lago, en Suiza. Creo que eso te lo estás inventando, me reprende. Una señora nos vigila de reojo, trae puesto un sombrero que es como un nido. Es tan invento como el hecho de que el perro ovejero que sale en los cortos de Chuck Jones para la Warner está inspirado en ti. Nos llamamos igual, me reclama. Casi igual, le corrijo. Chuck Jones me lo dijo en persona: “mira, eres tú, lo hice pensando en ti, tú eres ese pastor ovejero”. Y el actor, con mirada dulce, soba una cabellera imaginaria. El matiz está en la traducción, le digo, lo de pastor viene implicado en que es un perro ovejero, se lo sumas para convertirlo en una metáfora religiosa; tanto tú como el perro se convierten en metáforas del orden trascendente de las cosas. Puede ser, murmura. Tienen un lugar y una hora —prosigo— cumplen una ruta y un horario como este auto-bús; checan tarjeta como el chofer del autobús. El actor agacha un momento la cabeza, luego se vuelve a mirarme y sonríe. Pero trata de olvidarte del parangón, me dice. ¿El parangón?, digo abriendo los ojos de más. El símil, pues —me concede con un movimiento de la mano— entre el perro ovejero y yo; ya no puedes pensar en ese perro ovejero sin pensar en mí, de seguro y hasta se te olvida que te lo dije después de muerto, de seguro que a alguien más también se le olvida y lo

dice sin más, tan quitado de la pena, para impresionar en una fiesta o durante un programa de televisión. Habrá desmentidos y explicaciones, continúa, dirán que no es cierto que el perro ovejero tenga que ver conmigo aunque nos llamemos igual. Casi igual, le corrijo. Sí, casi igual, pero bueno, todo acabará, tarde o temprano, en esta conversación, en la posibilidad de que Chuck Jones me haya mesado el pelo una tarde de febrero y me haya dicho “voy a hacer un perro que tenga el mismo nombre y el mismo copete que tú”, en el hecho de que veas al pastor ovejero y digas, pues sí, medio sí, se parecen. La señora del sombrero como nido ha sido sustituida por un par de adolescentes que visten la misma ropa deportiva (amarilla con visos verdes) y nikes morados. ¿Cuánto te van a pagar por haber mentado esa marca de zapatos?, me pregunta con media sonrisa. Lo he hecho más por pereza, le explico, para no tener que decidirme entre tenis y zapatilla deportiva y zapato de lona. No te van a pagar nada. Si hago la película, sí. Pero no la vas a hacer. Los adolescentes nos están mirando, hacen como si cuchichea-ran cuando les devuelvo la mirada. Se ríen. El actor muerto los ve y luego suspira para decirme: Al menos es más cierto que esa mafufa-da tuya de que William Carlos Williams fue tu pediatra. William Carlos Williams fue mi pediatra, lo corrijo. ¿Ah sí?, dice, casi a punto de reír. Sí, tenía el pelo entrecano y era muy amable: mientras comprobaba mis reflejos con un pequeño marti-llo de goma me contaba de un pueblo africano donde solo las esposas podían tocar y preparar a los guerreros muertos en batalla para sus honras funerarias, entre llantos y canciones, sólo ellas podían cantar durante sus funerales unos cantos quedos y tristes que sólo ellas se saben. “¿Sólo ellas?”, le preguntaba, “¿y cómo sabían qué cantar?” “Lo sabían, lo sabían”, me decía esbozando una sonrisa socarrona. Luego me miraba fijamente, mientas calentaba el disco del estetoscopio contra la bata, y me decía: “Así como yo sé ser tu pediatra, y tú mi pequeño paciente”. ¿Así nada más?, me pregunta. Así nada más, le contes-to; me regaló el libro de Richard Scarry del niño que visita al doctor. ¿Y tú eres el niño? Sí. ¿Y el doctor es William Carlos Williams? Sí, así me lo dijo: “Yo soy el doctor y tú eres el niño”. ¿Y el niño conejo y el doctor conejo? ¿Qué con ellos?, le pregunto, casi con desdén y le digo: no tuvieron nada que ver. ¿Nada? Nada, le confirmo, tuvieron que ver más en el juego de semejanzas y diferencias, de vínculos y corres-pondencias, de posibilidades e invenciones que me llevaron a este lugar. ¿A dar vueltas en autobús por Paterson acompañado de un actor muerto? Si no te hubieras muerto no estaríamos aquí. ¿Tanto te preocupaba cuando estaba vivo? Me quitabas el sueño todas las noches, Sí, cómo no. Eras un lugar en la película de un director alemán. Pero si yo no salgo en esa película, sale Harry Dean Stanton. No se sabe, no se supo, pero eras tú, mal traducido por catalanes. Pero te digo que era Harry Dean Stan-ton. ¡Ya sé que era Harry Dean Stanton!, le digo con admiraciones, ¡te dije que eras un lugar! ¿Un lugar?, me repite como pregunta. El oeste americano fue inventado por los alemanes, nunca estuvo ahí; era

algo que se imaginaban en Alema-nia, novelas ejemplares con caba-llos y apaches, le explico. ¿Me quieres decir con eso que yo soy un lugar inventado por un alemán? No uno solo, pero sí, un poco sí, le respondo: eras un llano inmenso. Un llano inmenso, repite, un llano inmenso con caballos y apaches. Los alemanes vinieron a ver si era cierto, le digo, algunos por hambre, otros por curiosidad, otros por mero interés comercial. ¿Los alemanes?, insiste. Sí, los alema-nes, aunque fueron los japoneses los que inventaron las películas de vaqueros. ¿Y nosotros qué? Un llano inmenso, le repito, un reci-piente vacío o dizque vacío, una gran bombona con aire de Texas que entregan en sus manos los Rangers a Santa Anna. ¿Los beisbolistas al músico chicano ese? Algo así. Algo así ¿cómo?, insiste. Es una metáfora sobre contenedo-res y contenidos: entre Antonio López de Santa Anna y Carlos Santana se abre un abismo de tiempos y posibilidades. Lo que queda es el aire, sigo, bien guarda-dito en la bombona: la idea de lo físico en lo que es físico aunque no lo parezca. Es un ahora, ¿me ves? ¿ahora no?, me pregunta haciendo como que se tapa el rostro con las manos. No, es un no me ves aunque no deje de estar aquí; es lo invisi-ble, lo que podemos aprehender de lo invisible. ¿No sirve igual un tarro de mayonesa? Supongo… hay que vaciar la mayonesa, lavarlo, hacer el ademan de que atrapamos el aire al vuelo… ¿Así?, me inte-rrumpe, haciendo avioncito con la mano. Así precisamente, le contes-to. Toma entonces, y me da un tarro de mayonesa vacío, recorro el borde de la tapa naranja con mis pulgares. Estás promocionando otro producto, me recrimina. Lo sé, le digo, pero la tapa no deja de ser naranja. Podría haber sido cual-quier otra mayonesa, insiste. Claro, sí, le digo. Es la gran bombona con aire de Texas, me anuncia. No es muy grande, le digo, dándole vueltas al tarro. No por eso deja de ser la gran bombona con el aire de Texas. ¿De dónde en Texas? Amari-llo, me dice, en las afueras de Amarillo. ¿Con un armadillo de testigo?, le pregunto. Insistes en hacer el gracioso, me espeta, ¿dónde está tu respeto por los muertos? En Egipto, le digo. Se ríe y luego añade, hubieras podido usar botella, redoma, garrafa o damajua-na en lugar de bombona. Es un tarro, le digo, de plástico. Se levanta. No se supone que debes seguir dando vueltas en este autobús, le pregunto. Levanta los hombres y hace un mohín, era mientras durara este cuento y este cuento está por acabarse. Hace un ademán marcial antes de bajarse. Alguien más se sienta junto a mí. Es John Lurie. Cruzamos miradas, se da cuenta de que lo reconocí. Me dice no puedes decirle a nadie que me has visto, se supone que no estoy aquí. Yo tampoco, le digo, yo tampoco.�•

el mapa de las calles y las cosas

1. Si tienes entre 9 y 11 años de edad participa en la categoría A.2. Si tienes entre 12 y 15 años de edad participa en la categoría B.3. Si tienes entre 16 y 19 años de edad participa en la categoría C.4. Elige uno de los siguientes libros de las colecciones para niños

y jóvenes del FCE:

Categoría AVolar, de Yolanda ReyesQuiero ser la que seré, de Silvia MolinaSombras en el arcoíris, de Mónica B. BrozonTito y el misterioso Amicus, de Joel Franz Rosell

Categoría BLa Casa de los Tres Perros, de Agustín CadenaLos muchachos no escriben historias de amor, de Brian KeaneyEl cristal con que se mira, de Alicia MolinaReckless. El goyl de jade, de Cornelia Funke

Categoría CEl corazón de Juliette, de Tahereh MaEl camino de los muertos, de Kevin BrooksNashville o el juego del lobo, de Antonia MichaelisÚltima escala en ninguna parte, de Ignacio Padilla

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6. Cuando termines tu lectura, te invitamos a pensar qué te pareció y a con-tarnos tus opiniones, graba tu video de 3 minutos máximo en un celular, tableta o computadora. El nombre de tu video debe contener el hashtag #LeoyCompartoFCE + título del libro que hayas elegido: #LeoyCompartoFCETítulo del libro

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A. La convocatoria estará abierta a participantes de 9 a 19 años de edad, con un video en idioma español, sin importar el territorio geográ co en el que residan. La participación en este concurso implica la total aceptación de las bases de esta convocatoria.B. El premio del concurso Booktubers 2017 #LeoyCompartoFCE consistirá en

un reconocimiento, una tableta, un paquete de libros del FCE y un taller en el Centro de Cultura Digital.

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camente el nal.E. Cada participante deberá ser registrado en nuestra página

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enero de 2018. No se aceptarán extemporáneos bajo ninguna circunstan-cia.

G. El Fondo de Cultura Económica designará un jurado compuesto por cinco prestigiosos autores y booktubers que elegirán dos videos ganadores, uno por cada categoría, y otorgarán menciones honorí cas si así lo consideran.

H. El fallo del jurado será inapelable y se dará a conocer por correo electrónico a los participantes el 16 de marzo de 2018, en la página del FCE y en las redes sociales. Ese mismo día se dará a conocer el lugar de la ceremonia de premiación, la cual se llevará a cabo el 31 de marzo de 2018.

I. Cualquier caso no previsto en esta convocatoria será resuelto por el Fondo de Cultura Económica.

J. Los datos personales de los participantes son de carácter con dencial, y así serán tratados de conformidad con las disposiciones jurídicas aplicables.

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