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Después de un largo período de ostracismo, se ha renovado el interés por esta vía gracias a la demostración de una conexión entre la gliceroneogénesis y la diabetes de aparición tardía (tipo 2), tal como veremos. La gliceroneogénesis fue descubierta en la década de 1960 por Lea Reshef, Richard Hanson y John Ballard y, simultáneamente, por Eleazar Shafrir y colaboradores, intrigados por la presencia de dos enzimas gluconeogénicas, la piruvato carboxilasa y la fosfoenolpiruvato (PEP) carboxiquinasa, en el tejido adiposo, tejido en el que no se sintetiza glucosa. La gliceroneogénesis es una versión reducida de la gluconeogénesis, del piruvato a la DHAP (véase figura 14-16) seguida de la conversión por la DHAP en glicerol 3-fosfato por la glicerol 3-fosfato deshidrogenasa citosólica ligada a NAD (figura 21-21 ). A continuación se utiliza el glicerol 3-fosfato en la síntesis de triacilgliceroles. El tejido adiposo genera glicerol 3- El tejido adiposo genera glicerol 3- fosfato mediante gliceroneogénesis fosfato mediante gliceroneogénesis

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Page 1: clase 32-4

Después de un largo período de ostracismo, se ha renovado el interés por esta vía gracias a la demostración de una conexión entre la gliceroneogénesis y la diabetes de aparición tardía (tipo 2), tal como veremos.

La gliceroneogénesis fue descubierta en la década de 1960 por Lea Reshef, Richard Hanson y John Ballard y, simultáneamente, por Eleazar Shafrir y colaboradores, intrigados por la presencia de dos enzimas gluconeogénicas, la piruvato carboxilasa y la fosfoenolpiruvato (PEP) carboxiquinasa, en el tejido adiposo, tejido en el que no se sintetiza glucosa.

La gliceroneogénesis es una versión reducida de la gluconeogénesis, del piruvato a la DHAP (véase figura 14-16) seguida de la conversión por la DHAP en glicerol 3-fosfato por la glicerol 3-fosfato deshidrogenasa citosólica ligada a NAD (figura 21-21).

A continuación se utiliza el glicerol 3-fosfato en la síntesis de triacilgliceroles.

El tejido adiposo genera glicerol 3-fosfato El tejido adiposo genera glicerol 3-fosfato mediante gliceroneogénesismediante gliceroneogénesis

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Hormonas glucoconticoides tales como el cortisol (un esteroide biológico derivado del colesterol: véase figura 21-46) y la dexametasona (un glucocorticoide sintético) regulan recíprocamente los niveles de PEP carboxiquinasa en el hígado y en tejido adiposo.

La gliceribeigénesis juega muchos papeles. En el tejido adiposo, la gliceroneogénesis acoplada a la reesterificación de ácidos grasos libres controla la velocidad de liberación de ácidos grasos a la sangre.

En el tejido adiposo marrón, la misma ruta puede controlar la velocidad a la que se transfieren ácidos grasos a la mitocondria para su uso en la termogénesis (véase figura 19-30).

Finalmente, en los individuos en ayunas, sólo en el hígado, la gliceroneogénesis sustenta la síntesis de suficiente glicerol 3-fosfato para poder justificar hasta el 65% de los ácidos grasos reesterificados a triacilglicerol.

El flujo a través del ciclo del triacilglicarol entre el hígado y el tejido adiposo está controlado en gran parte por la actividad de la PEP carboxiquinasa, que limita tanto la gluconeogénesis como la gliceroneogénesis.

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De este modo la gliceroneogénesis se regula recíprocamente en el hígado y el tejido adiposo, afectando al metabolismo lipídico de formas opuestas: una velocidad menor de gliceroneogénesis en el tejido adiposo conduce a una mayor liberación de ácidos grasos (en lugar de reciclarlos), mientras que una velocidad mayor en el hígado lleva a una síntesis y exportación incrementadas de triacilgliceroles.

Actuando a través del receptor de glucocorticoides, estas hormonas esteroideas aumentan la expresión del gen que codifica la PEP carboxiquinasa en el hígado, aumentando así la gluconeogénesis y la gliceroneogénesis (figura 21-22).

La estimulación de la gliceronegénesis conduce a un aumento en la síntesis de moléculas de triacilglicerol en el hígado y su liberación a la sangre.

Al mismo tiempo, los glucocorticoides suprimen la expresión del gen que codifica la PEP carboxiquinasa en el tejido adiposo.

Esto da lugar a una disminución de la gliceroneogénesis en el tejido adiposo; el resultado es que disminuye el reciclado de ácidos grasos liberándose más ácidos grasos a la sangre.

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Se ha demostrado que una nueva clase de medicamentos denominados tiazolidinadionas reducen los niveles de ácidos grasos que circulan en la sangre al tiempo que aumentan la sensibilidad a la insulina.

Niveles elevados de ácidos grasos en la sangre interfieren en la utilización de la glucosa en el músculo y promueven la resistencia a la insulina que causa la diabetes de tipo 2.

El resultado neto es un aumento del flujo a través del ciclo del ciclo triacilglicerol.

Cuando ya no están presentes los glucocoricoides, el flujo a través del ciclo disminuye a medida que la expresión de la PEP carboxiquinasa aumenta en el tejido adiposo y disminuye en el hígado.

La atención que se ha prestado recientemente a la gliceroneogénesis se debe, en parte, a la conexión entre esta ruta y la diabetes.

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El efecto terapéutico de las tiazolidinadionas se debe, al menos en parte, al aumento de la gliceroneogénesis que, a su vez, aumenta la resíntesis de triacilglicerol en el tejido adiposo y reduce la liberación de ácidos grasos libres del tejido adiposo a la sangre.

Las tiazolindinadionas se unen a un receptor nuclear de hormonas denominado receptor de peroxisomas activado por proliferador (PPAR), activándolo, lo que lleva a la inducción de PEP carboxiquinasa en el tejido adiposo (figura 21-22); una mayor sensibilidad a la PEP carboxiquinasa conduce entonces a un incremento en la síntesis de los precursores de la gliceroneogénesis.