ciudadanos en la crisis

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"Ciudadanos en la Crisis" es el segundo libro de la colección Cuadernos de Ciudadanía, editado por la Asociación Sociocultural Independiente Escuela de Ciudadanos, dirigida por el periodista Román Orozco. El libro recoge las conferencias del curso 2009-2010 impartidas por Manuel Pimentel, Joaquín Estefanía, María Antonia Iglesias, Soledad Puértolas y Manuel Marín.

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CUADERNOS DE CIUDADANÍA II

Ciudadanos en la crisis

Por

Manuel PimentelJoaquín Estefanía

María Antonia IglesiasSoledad Puértolas

Manuel Marín

***

Escuela de CiudadanosDirector: Román Orozco

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Cuadernos de Ciudadanía IICiudadanos en la crisis

Director colección: Román OrozcoEditor: Juan de Dios MelladoDiseño cubierta: Sol ParnisariCoordinador obra: Sergio MelladoEdita: C&T Editores

Autores:

Manuel PimentelJoaquín EstefaníaMaría Antonia IglesiasSoledad PuértolasManuel Marín

Prólogo de Román Orozco

Fotomecánica, tratamiento de textos e impresión: Imagraf ImpresoresISBN: 978-84-96337-D. L. MA-

Una publicación de Escuela de Ciudadanos

Con la colaboración de:

UnicajaÁrea de Cultura del Ayuntamiento de Manzanares Biblioteca Municipal Lope de Vega

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Índice

Prólogo, por Román Orozco ............................. 7

Manuel Pimentel: De la política a los libros .................................. 11Pecados de euforia y de pánico ......................... 17

Joaquín Estefanía:De la mano invisible a la mano maestra ........... 43Los fantasmas de España .................................. 47

María Antonia Iglesias:Escuchar y comprender..................................... 73La pasión por informar ..................................... 77

Soledad Puértolas:Nada que decir... ............................................... 97El impulso poético ............................................ 101

Manuel Marín:El respeto a lo contrario .................................... 119Anclados en Europa .......................................... 123

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PRÓLOGOCiudadanos en la crisis

Los ciudadanos vivimos en una crisis brutal. Una crisis económica. Pero, ¿hay también una crisis de la ciudadanía?

Con el ánimo de responder a esa pregunta, iniciamos el II Curso de la Escuela de Ciudadanos el 30 de octubre de 2009. El primer curso había sido todo un éxito. Por dos razones: ninguno de nuestros profesores invitados falló, ni siquiera porque le atrapara una gripe. Tampoco falló el público, que acudió puntual, los viernes por la noche, a su cita con la Escuela en la Biblioteca Municipal Lope de Vega de Manzanares.

Almudena Grandes, Miguel Ríos, Miguel Ángel Aguilar, Nativel Preciado, Luis García Montero y Javier Reverte cumplieron con su cometido: UHÀH[LRQDU�MXQWR�D�XQ�FHQWHQDU�ODUJR�GH�YHFLQRV�VREUH�OR�TXH�HV�KR\�VHU�XQ�buen ciudadano. Para ello, recorrieron parcelas de sus propias biografías y extrajeron las pertinentes consecuencias.

El II Curso lo iniciamos de un modo diferente. El mundo, y de manera especial Europa, atravesaban una profunda crisis económica. La codicia GH�XQRV�EDQTXHURV�HVWDGRXQLGHQVHV�KDEtD�GHVDWDGR�XQ�WVXQDPL�¿QDQFLHUR�global. Millones de personas perdieron sus empleos. Todos comenzamos a sentir que íbamos a ser más pobres. Hacía falta, pues, que nuestros SURIHVRUHV�UHÀH[LRQDUDQ�HQ�WRUQR�D�ORV�FLXGDGDQRV�DQWH�OD�FULVLV�

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El primero de ellos fue Manuel Pimentel. Un profesor ideal, pues había sido ministro de Trabajo con José María Aznar. Había sido también secretario general del PP de Andalucía, pero cuando aterrizó en Manzanares hacía ya tiempo que había abandonado la política como actor, aunque la seguía como analista. Había fundado una editorial, publicaba libros y escribía algunos, que alcanzaron notable éxito.

El segundo profesor invitado fue un periodista de renombre, que había dirigido El País, Joaquín Estefanía. Licenciado en Ciencias Económicas, Joaquín ha dedicado buena parte de sus muchos años como periodista a la información económica. Autor de una veintena de libros, analista reputado GH�UDGLR�\�WHOHYLVLyQ��(VWHIDQtD�GHMy�XQD�UHÀH[LyQ�¿QDO�PX\�LQWHUHVDQWH��“desarrollo es ciudadanía, y desarrollo y ciudadanía es democracia”.

María Antonia Iglesias fue la tercera invitada a la Escuela de Ciudadanos. Una mujer de coraje, que acababa de sufrir un serio

quebranto de salud, pero que no quiso perderse su cita de Manzanares. Reportera de raza, pasó por diversos medios antifranquistas antes de llegar a Televisión Española (Informe Semanal), convirtiéndose en la primera mujer en dirigir los servicios informativos. Entrevistadora rigurosa y autora de dos monumentales libros sobre el socialismo y Euskadi. Su charla fue emotiva y vibrante.

La Escuela tuvo el placer de recibir a Soledad Puértolas a los pocos días de que fuera nombrada miembro de la Real Academia de la Lengua. Todo un lujo. La escritora maña había escrito más de treinta libros y ganado los premios Sésamo, Planeta y Anagrama de ensayo. En Manzanares se ganó el corazón de sus oyentes.

Y cerró el ciclo otro relevante personaje, el castellano manchego Manuel Marín, expresidente del Congreso de los Diputados y exvicepresidente de la Comisión Europea, entre otros muchos cargos políticos. Uno de ellos, nada menos que responsable del equipo negociador del histórico tratado GH�DGKHVLyQ�D� OD�8QLyQ�(XURSHD��3RU� HOOR�� VXV� UHÀH[LRQHV� VREUH�(XURSD�

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fueron seguidas con muchísimo interés por los alumnos de nuestra singular escuela.

Las intervenciones integras de estas cinco personalidades de la política, la literatura y el periodismo las ofrecemos en este volumen gracias

al patrocinio de Unicaja. Por ello, mostramos nuestro agradecimiento de manera especial a Ángel Fernández Noriega, director de la División de la 6HFUHWDUtD�*HQHUDO�GH�HVWD�HQWLGDG�¿QDQFLHUD��

También debemos agradecer al alcalde de Manzanares, Miguel Ángel Pozas y al concejal de Cultura, Antonio Caba, el apoyo a la organización de estos cursos. Nuestro reconocimiento asimismo a Francisca Díaz Pintado, directora de la Biblioteca Municipal Lope de Vega, lugar en el que se desarrollaron todas las conferencias.

Román OrozcoDirector de la Escuela de Ciudadanos

Manzanares, mayo de 2010

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MANUEL PIMENTELDe la política a los libros

Iniciamos hoy el segundo curso de la Escuela de Ciudadanos. No les voy a aburrir de nuevo contándoles como surgió esta iniciativa.

Solo quiero recordar brevemente que la idea central de esta singular escuela es la de SURPRYHU�\�UHÀH[LRQDU�HQ�WRUQRV�D�ORV�YDORUHV�cívicos. Potenciar unos valores de ciudadanía cuando mas parecen haberse perdido.

Los últimos tiempos están siendo especialmente pródigos en noticias sobre la corrupción política. Prácticamente todos los partidos se han visto en mayor o menor medida salpicados.

Es cierto que algunos reaccionan de inmediato H[SXOVDQGR�GH�VXV�¿ODV�D�ORV�FRUUXSWRV��PLHQWUDV�RWURV�VH�GHGLFDQ�D�DWDFDU�D�MXHFHV��¿VFDOHV�\�policías que investigan y detienen a los corruptos.

No me voy a detener en comentar la diferencia HQWUH�XQRV�\�RWURV��0H�LQWHUHVD�UHÀH[LRQDU�VREUH�

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la actitud de los ciudadanos ante los corruptos que los gobiernan.

Por lo que hemos visto en los últimos años, muchos no solo los consienten, sino que les UHLWHUDQ�VX�FRQ¿DQ]D�\�ORV�YRWDQ�GH�QXHYR��+D\�variados ejemplos de alcaldes que han renovado mandato, incluso sacando más votos, después de haber sido imputados por aligerar las arcas públicas, por cobrar comisiones, por aceptar sobornos.

¿Cómo es posible que Jesús Gil, por ejemplo, ganara sucesivas elecciones en Marbella por mayoría absoluta, incluso después de que ya se hubieran destapado algunos de las docenas de casos de corrupción que asolaron a aquel municipio?

Solo hay una respuesta: porque muchos de quienes votan a esos corruptos están también, de alguna manera, corrompidos.

Lo decía mejor que yo el pasado miércoles el periodista Iñaki Gabilondo, en Cuatro:

“La metástasis de la corrupción –comentaba Iñaki- no afecta en exclusiva a las células políticas de nuestro organismo. Ese es el cuento que nos estamos contando, pero no es verdad; y todos sabemos que no es verdad”. Y seguía Iñaki: “Un enorme universo de profesionales de gran número de actividades, desde banqueros a fontaneros, pasando por

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notarios, constructores, abogados y todos los etcéteras laborales que quieran añadir, han participado en el gran festín… en el opíparo banquete de dinero negro, billetes de quinientos euros y otras suculencias”.

¿Cómo solucionar el problema? ¿Se amputa, pero qué amputamos?, se pregunta Iñaki. Y recuerda un dato que ofrecieron a comienzos de esta semana los inspectores de hacienda UHXQLGRV�HQ�FRQJUHVR��HO�IUDXGH�¿VFDO�HQ�(VSDxD�se eleva a 70.000 millones de euros.

Es decir, millones de españoles, de alguna manera, están corrompiendo el sistema.

No pretendemos ser moralistas, pero si creemos que los millones de españoles que ejercen sus derechos y deberes con honradez deben sublevarse y decir basta.

Ese es uno de los objetivos de esta Escuela, agitar las conciencias a veces dormidas, para que la calidad de nuestra democracia sea cada vez más mayor.

Para contribuir a esa tarea, nadie mejor que nuestro invitado de hoy.

Manuel Pimentel Siles es un personaje sorprendente que abandonó una prometedora carrera política para dedicarse plenamente a los libros, como editor y escritor.

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Me imagino que casi diez años después de su dimisión como ministro de José María Aznar estará hasta el gorro de que se lo recuerden una y otra vez.

Tampoco sería muy lógico presentar a una personalidad como Pimentel sin hacer mención al hecho de que fue el primer y único ministro que dimitió en los ocho años de Gobierno de Aznar.

Pero lo que a mí me interesa destacar de aquel hecho son dos cosas: la naturalidad con que lo hizo. Simplemente, envió un fax y bajó a la calle a tomar un taxi para volver a casa. En segundo lugar, se iba del ministerio y dejaba una carrera política de enorme futuro porque uno de sus colaboradores había incurrido en alguna irregularidad y, aunque Pimentel nada tenía que ver en el asunto, se sentía moralmente obligado a dejar el cargo.

¡Menuda lección de ciudadanía!

El País escribió sobre su dimisión que “si ésta vara de medir se hubiera aplicado en la política española desde la Transición, los ciudadanos se habrían ahorrado algunas de las crisis más espectaculares que han deteriorado gravemente la credibilidad de los políticos y la imagen misma de la política”.

6LQ�HPEDUJR��3LPHQWDO�VLHPSUH�KD�D¿UPDGR�TXH�no quiere ser “arbitro moral de nadie”.

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Nacido en Sevilla en 1961, es ingeniero agrónomo, licenciado en Derecho y Diplomado en Alta Dirección de Empresas. Tras un tiempo dedicado al mundo empresarial, inició una fulgurante carrera política en el Partido Popular (PP) de la mano de Javier Arenas. Fue diputado en el Parlamento de Andalucía, secretario general del PP andaluz, Secretario de Estado de (PSOHR�����������\�SRU�¿Q��FRQ�VROR����DxRV��ministro de Trabajo del Gobierno de José María Aznar.

En 2003, Pimentel se daba de baja en el PP por estar en desacuerdo con la guerra de Irak apoyada por Aznar.

Pero siguió siendo un hombre de centro, auténticamente liberal y de talante dialogante.

Tras abandonar la política, Pimentel podía haberse dedicado a engordar su bolsillo, pero decidió dedicar todo su tiempo a su verdadera pasión: los libros.

En alguna ocasión ha declarado que “la vida no es un valle de lágrimas”, sino que “hay que hacer el bien, aguantar si viene mal y disfrutarla”.

Por ello, fundó la editorial Almuzara en Córdoba, que en poco tiempo consiguió situarse entre las más importantes del país, y comenzó a publicar sus primeros libros, que escribía robando horas al sueño.

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Su primera novela, Peña Laja (Editorial Planeta), apareció en el año 2000 y desde entonces ha publicado media docena de novelas y otros tantos libros de ensayo. Su última novela, El arquitecto de Tombuctú (Umbriel Editores), se sumerge en la Granada del siglo XIV y narra las aventuras del poeta y arquitecto granadino Abu Isaq Es Saheli, cuyas construcciones sirvieron de inspiración a personalidades tan relevantes como Antoni Gaudí o Miquel Barceló.

En este libro apasionante que les recomiendo, Pimentel rechaza a través del protagonista de su novela, Es Saheli, el fanatismo religioso R�SROtWLFR�TXH�GH¿HQGHQ�DOJXQRV�XOHPDV�\�se inclina por el pluralismo, el dialogo y la conciliación.

Esas son las cualidades por las cuales está hoy aquí, inaugurando esta Escuela de Ciudadanos, Manuel Pimentel.

R.O.

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Pecados de euforia y de pánico POR MANUEL PIMENTEL

Muchísimas gracias a todos y todas por estar aquí y participar en este acto en el que vamos a hablar de algo tan atractivo, y al mismo tiem-

po tan lejano o cercano como queramos, que es la ciudadanía.

Ciudadanos somos por derecho y por nacimiento. Pero el ciudadano o la ciudadanía, y así lo entiendo además, conociendo al director de esta Es-cuela, Román Orozco, va mucho más allá de habitar o tener un carné de identidad, o un pasaporte. Conlleva un compromiso, una vocación, una participación, una voluntad de participar y ser en el bien colectivo que es el Estado, la sociedad, el municipio o la región.

Esta noche voy a hablar sobre algunos temas de actualidad: de la corrup-ción, que me preocupa mucho; un poquito de economía, que también me preocupa mucho, y del papel de España, con sus riesgos y sus posibilida-GHV��7HUPLQDUp�KDFLHQGR�XQD�UHÀH[LyQ�GH�FDUiFWHU�PiV�SROtWLFR��

Actualmente, me muevo en el mundo de los libros. No soy una persona de certezas. Tengo muchísimas dudas y carezco totalmente del don de la clarividencia. Por tanto, dudo continuamente. De hecho, probablemente, pertenezco a ese grupo, muy odiado normalmente, de relativistas.

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¢4Xp�VLJQL¿FD�UHODWLYLVWD"�<R�LQWHQWR�KDFHU�ODV�FRVDV�ELHQ��%XVFR�YHUGDGHV��pero todas las doctrinas conllevan algunos principios hermosos, conve-nientes; algunos principios que han funcionado en determinadas circuns-tancias, pero que también conllevan a veces rigideces o dogmatismos o mal IXQFLRQDPLHQWRV�TXH�KDFHQ�TXH�SLHUGDQ�SDUWH�GH�HVH�DURPD�EHQH¿FLRVR��

Les va a hablar una persona que no pretende adoctrinar, que tiene dudas, que no tiene todas las certezas que le gustaría. Cuando una persona me dice esa expresión de “yo lo tengo clarísimo, esto lo arreglaba yo en cinco minutos”, pienso que efectivamente te puede arreglar la vida en cinco mi-nutos, pero el que te arregla la vida en cinco minutos normalmente no lo hace para bien general, para bien tuyo, sino suyo.

Una vez hecho este preámbulo de dudas, les hablaré desde una expe-riencia política limitada en el tiempo, pero intensa como todas las

personas que están en política. La política no se puede vivir de otra forma que no sea pasionalmente. La política tiene una componente intelectual, pero no te deja tiempo para racionalizar, ni para pensar. Tienes que resolver PLO�FRQÀLFWRV��(VWR�KDFH�TXH�OD�SROtWLFD�VHD�H[WUDRUGLQDULDPHQWH�OLWHUDULD��shakesperiana. Si leéis a Shakespeare, observareis que era pasión pura, la envidia, los celos, la pasión, todo puro, no hay masa sanguínea latiendo.

En la política, aunque no en toda, hay mucha inteligencia, hay mucho jue-go de ajedrez. Pero tiene sobre todo un componente pasional puro. Ves las pasiones en su pureza. Yo intentaré hablar sin esas pasiones. Voy a intentar, como a veces hay que hacer en la vida, salirme un poquito para hablar des-apasionadamente de la dinámica política o de cuál es nuestra situación.

2WUD�LPSUHVLyQ�PiV��VR\�DQGDOX]��PH�VLHQWR�HVSDxRO��DPR�OR�TXH�VLJQL¿FD�España, la Hispania ancestral, y además soy optimista. En muchas ocasio-nes, soy una de las pocas personas que en algunos debates sigue teniendo EDVWDQWH�FRQ¿DQ]D�HQ�QXHVWUDV�SURSLDV�SRVLELOLGDGHV��D�SHVDU�GH�OD�TXH�HVWi�cayendo.

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España es un auténtico milagro. Ahora mismo estamos todos muy deprimi-dos -perdonad que utilice el masculino, no quiero excluir a ninguna mujer y por eso pido disculpas-. Deprimidos por la crisis, consternados. No nos lo esperábamos. Yo no me lo esperaba la intensidad con la que nos ha caído la crisis. Esperábamos todos, quizás, la crisis de la construcción. Se venía FRQWDQGR��QR�HUD�OR�QRUPDO��FRQVWUXtDPRV�PXFKR��3HUR�HVWH�WVXQDPL�¿QDQ-ciero, el escándalo de las subprimes, la restricción del crédito, esta crisis internacional brutal, no nos la esperábamos. Por eso, nos hemos quedado un poco congelados.

Las personas que han perdido el empleo sufren una situación durísima. Po-siblemente habrá aquí algunos empresarios o pequeños empresarios, que también lo estarán pasando. Todos estamos ahora mismo muy deprimidos y creemos que España no tiene futuro, que lo hemos hecho mal. Hemos vivido en una especie de orgía tremenda de la construcción. Parecíamos seres semovientes que solo sabemos construir y una vez que se acaba la construcción, no tenemos futuro. Estamos pasando ahora un momento aní-mico malo, como sociedad, que se expresa en varias facetas.

En este momento malo, recuerdo un libro que he leído hace poco de Alan Greenspan, ex presidente de la Reserva Federal de Estados Uni-

dos (FED). Greenspan era un tipo muy poderoso, que hacía subir o bajar la bolsa con una declaración suya. Fue admirado y loado en su mandato y ahora está siendo muy criticado, porque se le achaca gran parte de la bur-EXMD�¿QDQFLHUD��6XSRQJR�TXH�KDUtD�FRVDV�ELHQ�\�FRVDV�PDO��6X�OLEUR�/D�HUD�de las turbulencias, está pues escrito por escribe una persona mayor, con muchísima experiencia. No cabe duda de que Greenspan es una persona inteligente, que escribe desde la sabiduría.

Como sabéis, no es lo mismo sabiduría que conocimiento. Conocimiento es acumular información con capacidad de análisis. Sabiduría es lo que destila la vida. La persona con sabiduría y conocimiento es lo mejor, por-que tiene más materia para destilar y la esencia que produzca será más aromática y más acertada.

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Greenspan, con su sabiduría, dice algo que me hizo pensar mucho y que cada día me creo más: en economía solo hay dos estados posibles, el de euforia y el de pánico y se pasa de uno a otro sin solución de continuidad. Viniendo de un liberal, después matizaba: por eso el deber del Estado, de las instituciones, es atemperar los dos extremos, el de euforia, el de la curva arriba cuando nos sentimos guapos, ricos, simpáticos, nos comemos el mundo y el de abajo, cuando nos vemos como gusanos en el barro. Te-nemos que atemperar lo alto y lo bajo.

En la naturaleza humana sucede igual: todos tenemos un grado e ciclo-tímico. Algunos días vemos el mundo estupendamente, nos sentimos

bien. Otro día, sin saber muy bien por qué, nos vemos mal y el mundo parece que es más gris de lo que veíamos el día anterior.

En economía, esto se acentúa aún más. Venimos de un tiempo de euforia. El mundo viene de un tiempo de euforia. España viene de un tiempo de supereuforia. Todos cometimos pecados de euforia. El pecado de euforia está muy extendido. ¿Cómo se peca de euforia?

Nos entrampamos más allá de lo que debíamos, de lo prudente. Compra-mos más allá de lo que deberíamos. El empresario se entrampó o invirtió más allá de lo que debía. El consumidor consumió más…Esos son pecados de euforia. Por ello, cuando cambió el ciclo, nos pilló a todos endeudados, o pilló endeudados a un porcentaje alto de personas, Estados y empresas.

Ahora estamos en una mala situación, estamos en pánico, estamos abajo. Pero ojo, también existen pecados de pánico. El pecado de pánico es: “no me muevo, no invierto, no gasto, no hago nada, me quedo en mi casa”. El pecado de euforia es más grave que el de pánico, porque cuando se comen-ten los grandes errores en la vida, normalmente, es en la fase de euforia. Pero el pecado de pánico es peligroso en una sociedad.

En esta crisis ha surgido un debate muy interesante: el papel público en la economía, que respetando la libertad individual y de empresa, que son

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cosas fuera de todo debate en este momento, debe servir para atemperar, limitar, frenar un poquito la euforia cuando nos pasamos de rosca.

Debe ayudar en estos momentos de pánico. Porque si no hay iniciativa pública ahora, no se movería absolutamente nada en este país.

+DJR�PHPRULD�GH�OR�TXH�KD�SDVDGR�SRUTXH�WHQGUi�PXFKD�LQÀXHQFLD�SROtWL-ca en el futuro, la está teniendo ya.

Nos situamos en el año 2007. Durante el verano, España todavía crecía fuerte. El crecimiento en los últimos en España nace en 1994, se acelera en 1995 y en 1996 ese crecimiento es muy destacado. Dura hasta el 2007.

Hemos estado prácticamente 13 o 14 años con crecimiento económico muy fuerte, muy fuerte. Recuerdo la anterior crisis. En 1994, se llegó

al 24% de desempleo. Esos años, 93/94 no cumplíamos entonces ninguna FRQGLFLyQ�H[LJLEOH�SRU�0DDVWULFKW��GHXGD�S~EOLFD��LQÀDFLyQ«�R�QR�Vp�TXp�otras historias. Si a mí, en aquel momento, a todos nosotros, nos hubieran dicho que España iba a tener 14 años de crecimiento tal que, a) el desem-pleo del 24% bajará al 8%, que es un paro menor que la media europea; b) la renta per cápita va a superar a la italiana; c) el crecimiento va a doblar al europeo. Si a nosotros nos dicen eso en el 93, no nos lo hubiésemos creído ninguno. Imposible. ¿Cómo, nosotros, españoles, tan cerrados y tal, pode-mos bajar tan drásticamente el desempleo?

Pero la realidad se impuso y situó el desempleo en 2007 en nuestro mínimo histórico, el 8%, por debajo de la media europea.

En 2007 comenzamos a sacar pecho. Estábamos en la fase de euforia. Era normal. Nos veíamos guapos, presumíamos de ser más ricos que éste y que íbamos a ganar al otro. Normal, nos pasa a todos cuando estamos en euforia. Pero atención: los pecados acechan.

Si en 2007 me hubieran dicho, Manolo, en 2009 o incluso en 2010, porque todavía hay desgraciadamente un poquito de crecimiento de desempleo,

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en 2010 España va a decrecer un -4% y va a tener un desempleo del 20%, tampoco me lo hubiera creído. Ni en mi peor pesadilla hubiera podido sos-pechar, ni ningún analista sospechó, que en solo dos años aumentaríamos el desempleo de tal forma que nos dejara a todos absolutamente perplejos.

Primera lección que te da la vida y que debemos aprender: primero, es imposible vaticinar el futuro en casi nada y mucho menos en economía

y, segundo, las crisis pasan de vez en cuando, volverán a pasar y de esta sal-dremos. Daré mi opinión, equivocada o acertada: durante unos años, volve-remos a crecer, más lentitos; luego, la economía se irá recalentando. Volve-remos a vivir nuevas etapas de euforia. Volveremos a vivir nuevas burbujas, porque el alma humana no tiene enmienda. Volveremos a tener crisis.

Pero lo primero que tenemos que pensar ahora que estamos en crisis es: no pequemos de pánico. Debemos tener la convicción de que vamos a salir de ésta y por tanto hay que tomar decisiones empresariales, laborales, pro-fesionales o personales, no creyendo que esto va a seguir para abajo para siempre, sino pensando que va a empezar a salir más pronto que tarde. Va-mos a empezar a remontar lentamente, pero vamos a ir remontando. Esto es muy importante, porque si, por ejemplo, si en el mundo de la inversión alguien está pensando comprar una vivienda y es de los afortunados que le dan crédito, que ese es otro problema, es mejor comprar ahora que esperar a dentro de dos años porque piense que va a seguir bajando.

6HJXQGD�FRVD�TXH�VXUJLGR�FRQ�XQD�IXHU]D�WUHPHQGD��OD�GHÀDFLyQ��/D�EDMDGD�de precios a causa de la depresión económica. Siempre hemos criticado mucho a los especuladores. Pero, ¿qué es un especulador? Es la persona que adquiere un bien, lo guarda y espera a que pase el tiempo y llegue alguien, lo compre y multiplique su valor. Hemos sido una sociedad es-peculadora. El que esté libre de pecado, que tire la primera piedra. Todos hemos vendido la casa de la abuela, vendimos un piso para comprarnos otro. Este año de, alguna forma, todos hemos tenido plusvalías por algún lado. Un porcentaje elevado de la población ha sido especulador. Esa alma especuladora la tenemos los españoles, es algo congénito.

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Cuando viene el ciclo hacia arriba, compres. Y lo compras, lo ves barato, porque dices: esto vale 10 y lo voy a vender por 12, pues lo compro. Nos hemos metido mucho con el especulador pensando que es una especie de parásito social, que no crea riqueza y que lo que hace es vivir de la renta. Supongo que un poco de especulación está bien y que mucha especulación será mala.

Ahora estamos viviendo un fenómeno que yo llamo de especulación in-versa o antiespeculación, que es todavía más inmoral si cabe que la otra. Pero es también consustancial al ser humano y no puede evitarse. ¿Qué es la especulación inversa? Cuando se piensa así: yo puedo comprar, tengo dinero para comprar, necesito comprar, pero no compro porque creo que lo que quiero comprar va a bajar de precio; todo lo que yo pague hoy, lo voy a ver caro, porque mañana va a estar más barato.

La especulación inversa, en la que estamos ahora mismo, tiene un compo-nente muy sanguinario. Espero que lo que deseo siga bajando y lo com-praré cuando el vendedor esté ya al límite, no pueda bajar ya más. El alma humana es especuladora para arriba y también para abajo. Ahora se está HQ�HVH�IHQyPHQR�GH�HVSHFXODFLyQ�LQYHUVD�TXH�WLHQH�XQ�UHÀHMR�WpFQLFR�TXH�VH�OODPD�GHÀDFLyQ��TXH�HV�OD�FDtGD�GH�SUHFLRV��HQ�OD�FXDO�WRGDYtD�HVWDPRV�\�esperemos salir pronto y volver a una mesura.

Todos estos ciclos muestran que las pasiones humanas individuales y co-OHFWLYDV�WLHQHQ�VX�UHÀHMR�HQ�OD�HFRQRPtD��&RPR�QR�SRGHPRV�KDFHU�QDGD�

por evitarlas, porque en el fondo tenemos mentalidad especuladora, los siste-mas públicos tomar medidas que atemperen y equilibren esta materia.

Regresemos a 2007, en tiempos de euforia. Empezamos a ver cosas. Re-cuerdo perfectamente que iba en coche a la playa desde Córdoba y oigo o un palabro en la radio: subprime. Yo no tenía ni idea de lo que eran ODV�VXESULPH��8QD�IRUPD�GH�UH¿QDQFLDPLHQWR�R�FRORFDFLyQ�GH�DFWLYRV��(Q������RLJR�\D�SRU�YH]�SULPHUD�TXH�KD\�XQD�FULVLV�¿QDQFLHUD�TXH�DUUDQFD�HQ�los Estados Unidos, sobre la base de unas titulaciones de hipotecas de se-

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gundo y tercer grado, que son hipotecas basura y que por tanto no se van a cumplir. Oímos que esos activos estaban en los bancos, considerados como activos buenos, pero en realidad no valían nada, etc, etc,..

Nos dijeron que la crisis va a ser tremenda, pero la verdad es que no me lo creo. Pero efectivamente, había una crisis brutal que llegó a su punto más hondo en el otoño del año pasado (2008), cuando cae la compañía de ser-YLFLRV�¿QDQFLHURV�/HKPDQ�%URWKHUV�\�HQWRQFHV�FXQGLy�HO�SiQLFR��5HFXHUGR�esos días en los que las bolsas caían un 8% o un 9%. Recuerdo esas imá-genes de televisión, con los trabajadores de Lehman Brothers por las calles de Wall Street, con los periódicos en las manos, que recordaban las fotos del crack del 29, y aquellas colas del desempleo, todo tan absolutamente FLQHPDWRJUi¿FR�

En mi entorno familiar, no sé aquí en Manzanares, aquello nos inquietó hasta el punto que hubo gente que creía que todos los bancos iban a

caer y empezó a retirar su dinero del banco. En octubre del 2008 estuvimos DO� ERUGH�GH�XQD� FDWiVWURIH�¿QDQFLHUD�\� HFRQyPLFD��(QWRQFHV� VH�SURGXMR�algo sorprendente: hubo una reunión del G-20, no sé si recordaréis, en la que de repente todos los países dijeron, oye, que tenemos que lanzar unos mensajes poderosísimos porque se nos viene abajo el mundo. Estamos ha-blando ya de un colapso superior al crack del 1929.

Gobernaba por aquel entonces en Estados Unidos George Bush. Un neo-con (neoconservador), con una base bastante ortodoxa, liberal o relativa-mente ortodoxa-liberal, pues sería muy complicado matizar. Y si eres se-guidor de una doctrina económica que entiende que el mercado se ajusta a sí mismo, en coherencia con tu pensamiento dejas caer las empresas que no funcionan. Que quiebren las empresas, ya nacerán otras. Por eso dejan caer Lehman Brothers.

Las siguientes empresas en la lista, y en esto tengo buena memoria, eran AIG y Bank of América. En teoría, iban a caer también. Sin embargo, aquel gobierno neo-con no los deja caer. Empieza a meter dinero público. Se ce-

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lebra una reunión urgente del G-20 y se toman varias medidas. Por cierto, una reunión a la que asiste España por primera vez, y de eso me siento muy orgulloso, de que estemos en esos foros internacionales.

LDV�GHFLVLRQHV�TXH�VH�DGRSWDQ�VRQ��HVWi�MXVWL¿FDGR�TXH�HO�(VWDGR�DGRSWH�medidas fuertes, interviniendo bancos, nacionalizando bancos, no de-

MDQGR�FDHU�QLQJXQR�QXHYR��FRQ�HVWtPXORV�¿VFDOHV��HVWtPXORV�SROtWLFR�¿VFDOHV��que el Estado gaste ahora para que siga moviéndose dinero y siga moviéndo-se la actividad; bajada coordinada de tipos de interés; reforzar el G-20…

Yo veía el espectáculo, y no salía de mi perplejidad. En aquel momento, un buen amigo mío, Gerardo Díaz Ferrán, presidente de la CEOE, dice aquello de que había que hacer un paréntesis en la economía del mercado. Observaba un espectáculo que me tenía estupefacto intelectualmente: en 24 horas, cuando la necesidad aprieta los pilares más importantes del libe-ralismo, se adoptan fórmulas que van mucho más allá del keynesianismo clásico, de la intervención pública de demanda agregada.

Vivimos un momento de asombro, que luego quedó muy matizado. Ha-bía pasado antes con la caída del muro de Berlín. De repente, la doctrina comunista falla, se ve que no con los tiempos. Y el liberalismo, falla, se hunden bancos, se intervienen. Inglaterra nacionaliza bancos, algo que nos llenó de inquietud.

Ha pasado un año desde entonces. El panorama se ha serenado un poquito. Estados Unidos parece que sale; Francia y Alemania están saliendo; esto se va remansando, aunque todavía hay dudas.

Los que seáis economistas, sabréis que el debate que tienen los economistas HV�VL� OD�UHFXSHUDFLyQ�HV�HQ�9��TXH�VLJQL¿FDUtD�TXH�KHPRV�EDMDGR�PXFKR�\�subiremos rápidamente; si es en W, es decir, que subiremos, bajaremos otra vez y después volveremos a subir. No hay ni idea. Pero de lo que no cabe duda, es que esto se ha estabilizado y estamos hablando de otro entorno en estos momentos. La reunión del G-20 fue la primera constatación de una in-

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tervención global, de la que nuestra generación hemos sido testigos. Cuando decíamos que el mundo era global y que hacían falta instituciones globales, pensábamos que este tipo de cosas era imposible ponerlas en marcha.

3HUR�¿MDRV�OR�TXH�VLJQL¿FD�TXH�WDQWRV�SDtVHV�VH�SRQJDQ�GH�DFXHUGR�HQ�HO�G-20. Normalmente son las grandes crisis o las grandes urgencias las que hacen que se den pasos de gigante. En esta ocasión, no es que se llegara a la convicción, pero sí hubo la urgencia de hacer, por primera vez, políticas globales. Esa reunión del G-20 fue una muestra de política global, todos los países importantes del mundo reunidos. Todos, incluido China, deci-dieron hacer algo simultáneamente, y al día siguiente los bancos centrales bajaron el tipo de interés en todo el mundo. Decidieron unánimemente comenzar una mayor regulación internacional para buscar transparencias HQ�ORV�PHUFDGRV�¿QDQFLHURV��HWFpWHUD��

No sabemos en qué quedará todo esto. Los pasos a veces son lentos, pero esa reunión fue una primera visualización de que, en efecto, el mundo era global y teníamos que tener instituciones globales. Esta es la primera idea que ha servido la crisis. Ya tenemos la imagen.

La segunda característica de este G-20 es la puesta de largo del poder de los nuevos actuantes internacionales, que son China, India, Brasil.

Ya percibíamos el peso que tienen, y ahora se visualiza. Incluso le toca a China tirar del mundo para recuperarnos. En resumen, ya sabíamos que el PXQGR�HV�JOREDO�\�DKRUD�VH�KD�YLVWR�OD�H¿FDFLD�GH�OD�DFFLyQ�FRRUGLQDGD�\�global. Por tanto, si queremos ir avanzando hace falta tener unas ciertas SROtWLFDV�GH�UHJXODFLyQ�JOREDO��GH�WUDQVSDUHQFLD�JOREDO��\�HQ�HO�FDPSR�¿-nanciero, sin duda ninguna, una mayor responsabilidad global.

Otra conclusión muy importante: todos los partidos y todos los países, gobierne la izquierda, la derecha, el centro-derecha o el centro-izquierda, adoptan políticas muy similares. Por tanto, el consenso en torno a que el Estado está legitimado para intervenir, que es necesaria la intervención cuando la economía aprieta, es un factor importante.

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¿Mientras, qué ha pasado en España en este tiempo?

En España hay algunas cosas que han funcionado sorprendentemente bien y algunas que han funcionado francamente mal.

En los años de euforia, España ha hecho algo muy bien: se fue quitando deuda. Hemos tenido superávit y el Estado fue pagando deuda. Ha

llegado a esta crisis con una deuda pequeña, un treinta y tantos por ciento del producto interior bruto (PIB).

Sin embargo, las empresas y las familias teníamos encima una deuda brutal TXH�QRV�DV¿[LDED��(VR�VLJQL¿FDED�TXH�ORV�EDQFRV��FRPR�HO�DKRUUR�QDFLRQDO�QR�GDED�SDUD�¿QDQFLDU�WRGR�HVR��WHQtD�TXH�WRPDU�GLQHUR�GH�IXHUD��$O�OOHJDU�la crisis, el dinero que llegaba de fuera, no solamente no viene, sino que los bancos españoles tenían que devolver lo que habían pedido antes en el exterior.

(VWD�HV�HQ�SDUWH�OD�MXVWL¿FDFLyQ�GH�TXH�HO�FUpGLWR��DGHPiV�GH�TXH�QR�VH�ItD�ya, se haya cortado absolutamente.

Además de una España endeuda y sin crédito, teníamos un problema: la construcción. En este país se construía más que en el resto de Europa. Y de repente, se pasa de construir mucho a no construís nada. Si me preguntan, ¿quién se va a pegar el tortazo más grande en actividad económica en Eu-ropa?, yo hubiera dicho España.

Pero España no es solamente construcción, afortunadamente. Esa es la par-te positiva. La negativa, que nos debería escandalizar como ciudadanos, es TXH�KHPRV�SDVDGR�GH�XQ�SDUR�GHO����DO������1R�SRGHPRV�FRQYLYLU�SDFt¿-camente, ni resignarnos. Porque países como Alemania, que han tenido un crecimiento económico peor que nosotros, ha caído un 6% y nosotros un 4%, tiene un 9% de paro, como la mayoría de Europa. Hay muchas causas: la construcción, la temporalidad, la baja productividad…

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Somos un país con un gran problema económico que no podemos darle la vuelta. No tiene ningún sentido que un país europeo tenga una tasa

de desempleo del 18, del 19, o del 20%, El siguiente país que nos sigue es Irlanda, que tiene un 12,5%. Por tanto, la preocupación básica, impor-tantísimo ahora mismo de nuestra ciudadanía, debe ser: esto no nos puede volver a pasar.

La cuestión es ¿qué tenemos que hacer para que no vuelva a pasar esta tragedia? No hay recetas mágicas, no es cómodo, no es fácil, exige mucho consenso y mucho esfuerzo, pero necesitamos un debate y previamente un acto de voluntad: reconocer que algún problema grave tenemos para llegar a un 20% de desempleo.

El debate político actual en materia económica es muy menor. ¿Por qué?

El Gobierno ha hecho un presupuesto para el próximo año (2010) muy continuista. No da la impresión de querer meterse en mayores problemas. Ha tomado alguna medida, excepcional y de urgencia, que hemos apoyado todos, como el plan E. ¿Qué es el plan E? Antes lo comentaba con vuestro alcalde: hacer obras en los pueblos.

Como estamos atravesando un momento de extrema gravedad, ponemos dinero en circulación para que haya trabajo. ¿Cómo se pone dinero en circu-lación rápidamente para que haya mucho trabajo? Pues haciendo obras en las ciudades, en los municipios, en los pueblos. Eso no es nada novedoso. Pero ha permitido poner en marcha, y lo hemos apoyado todos, aunque sabemos que no es la solución, muchos puestos de trabajo en los pueblos de España.

Por otro lado, hay otra medida que está bien: se preserva el gasto social. Habría sido una catástrofe quitar prestaciones sociales o reducirlas. Está bien. Pero veo también en el Gobierno cierto conformismo, No se vio ve-nir la crisis y una vez que estamos en ella no veo voluntad de hacer una UHÀH[LyQ�PX\�VHQFLOOD��WHQHPRV�DOJXQRV�SUREOHPDV�SURIXQGRV�\�WHQHPRV�que ponernos a trabajar.

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Si miro a la oposición, tampoco está ahora mismo haciendo su tarea. Está en otros menesteres: sus guerras internas, Caja Madrid, el caso Gürtel, no sé qué historias de liderazgo. No está en su mejor momento, lo cual hace que cuando los ciudadanos miran arriba, a los padres y las madres de la pa-tria, no perciben que su problema, el que tienen en su casa, sea la prioridad en estos momentos de nuestra clase y de nuestro sistema político. Y mu-chos de esos ciudadanos lo están pasando muy mal. Los parados, los autó-nomos, las empresas, lo están pasando canutas. A muchos les embargan sus casas y miran a sus mayores y no ven que se ocupen de sus problemas.

$�Pt�WDPELpQ�PH�SDVD�PXFKDV�YHFHV��&RPR�HGLWRU��D�¿QDO�GH�PHV�ODV�SDVR�canutas. Y si miras arriba, ves que tu problema no es prioritario. Por ello, creo que, como ciudadano, tenemos que exigir muchas cosas, una de ellas es muy básica: que se ocupen del empleo.

Tenemos un problema muy grave y debemos solucionarlo. Podemos so-lucionarlo. El entorno internacional está cambiando. Empiezan a pasar algunas cosas buenas y nosotros tenemos un potencial que deberíamos uti-lizar.

Estos días hemos tenido una mala experiencia en el diálogo social en España. Pero sabéis que el modelo europeo, aparte de la Constitución

que ahora se está haciendo, hay grandes consensos sociales, en los que se fundamenta Europa. Aparte de los criterios de libertad y de respeto a los derechos humanos, que son fundamentales, está la mirada a la tradición liberal, que nace en Europa.

Defendemos la iniciativa privada y la libre empresa, pero en equilibrio y conviviendo con los derechos sociales, los derechos de los trabajadores. ,

El Estado del Bienestar, que es la mirada hacia los movimientos de iz-quierda, nace también básicamente en Europa. Es un equilibrio inestable, pues los partidos de centro-izquierda cargan en una mano y los de centro-derecha en la otra. Nos peleamos, y ese equilibrio siempre será inestable,

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pero ese gran consenso está muy metido en la sociedad: libertad de empre-sa, el Estado como árbitro y derechos sociales. Eso en el mundo laboral se OODPD�GHPRFUDFLD�LQGXVWULDO��(V�XQD�SDODEUD�XQ�SRFR�DQWLJXD��SHUR�HQ�¿Q��así se llamaba en los manuales que leíamos en la universidad. Se articulaba a través del diálogo social, de ahí que, aunque tenga mala fama a veces, se dice que las acciones empresariales y sindicales tienen una importancia fundamental en los sistemas europeos. Porque de alguna forma son los contrapesos de esa balanza entre empresas y derecho social. Es muy im-portante. Yo le tengo mucho respeto a ese juego. Tenemos organizaciones empresariales muy respetables y muy dignas y tenemos organizaciones sindicales muy respetables y muy dignas. A veces aciertan y a veces se equivocan, pero en ese juego siempre se respeta.

En este caso, en España, desafortunadamente, no se pudo llegar a un acuerdo. No satanizo a los empresarios, tienen sus razones y los sindi-

catos las suyas. Pero creo que no ha sido acertada la crítica feroz del Go-bierno a la postura empresarial. Debería haber tenido un poco más de mano izquierda para reconducirlo. Una vez dicho esto, creo que se reconducirá. Este debate es importantísimo y en este momento más que nunca.

Por terminar con el capítulo de teoría político-económica, diré que estamos en un momento en donde el más importante partido de la oposición está en sus menesteres; el Gobierno tengo la impresión de que espera que el año 2010, aunque no va a ser bueno, no será tan malo. Cree que no haciendo de-masiado eso se va a cumplir. Tengo la sensación de que el Gobierno no quie-re arriesgar, porque en el fondo sabe que se va a cumplir esa recuperación.

Ahora que hemos terminado un ciclo, es verdad, hemos terminado el ciclo de la construcción, (por cierto: no todo ha sido tan malo, ha habido muchos abusos, pero no todo ha sido tan malo), ahora deberíamos sentar las bases de un nuevo ciclo lo más prolongado posible, más estable.

Al igual que hubo en su día unos Pactos de la Moncloa, creo que es el mo-mento de que nos sentemos y hagamos un gran acuerdo para sentar las bases

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de un nuevo modelo económico en España. Las bases de los factores pro-ductivos, los factores de competitividad, la productividad, la formación, la educación, las condiciones laborales. Esto parece ahora que es imposible, pero no sabéis las cosas se pueden conseguir desde posturas distintas.

Pero afortunadamente esto es una democracia y cuando se sienta la gen-WH�FRQ�XQ�¿Q�~QLFR��VH�FRQVLJXHQ�JUDQGHV�ORJURV��&UHR�TXH�GHEHUtDPRV�

KDFHU��HQ�¿Q��OR�DOJXQRV�OODPDQ�XQ�QXHYR�SDFWR�GH�OD�0RQFORD��XQ�SDFWR�GH�Estado, y además hacerlo con un consenso razonable. Si en vez de estas sen-saciones que recibimos ahora, hubiera un pacto de Estado de estas caracterís-ticas, que incorporara factores de economía productiva, de investigación, de PHUFDGR�GH�WUDEDMR��¿VFDOHV��GH�LQYHUVLyQ�S~EOLFD��GH�JDVWRV��HO�PHQVDMH�GH�esperanza y optimismo que lanzaríamos a la sociedad sería tremendo.

'H�DKt�YLHQH�PL�RSWLPLVPR��PL�JUDQ�FRQ¿DQ]D�HQ�(VSDxD��$KRUD�HVWDPRV�depres y creemos que España se va a quedar atrás. Probablemente, sí, sal-dremos un poco más atrás. Pero tenemos varios activos muy importantes, pues ya son muchos años creciendo: tenemos unas infraestructuras equipa-rable a las mejores de Europa, carreteras, AVE, aeropuertos…

Nuestro nivel de educación mejorable, pero ha mejorado sensiblemente. Nuestro nivel de apertura al exterior ha mejorado sensiblemente. Nuestra sociedad, no toquemos temas morales, que eso es más complicado, pero hay más sociedad, gente más formada, gente más concienciada en estos temas. Tengo la sensación, si nos miramos, que la España de hoy está más preparada y es mejor que la España de hace veinte o cuarenta años. En líneas generales, diría que sí. Seguro que hay algún capítulo que no, pero yo diría que sí. Esto me hace pensar que podemos hacer todavía grandes cosas, que esto no está todavía, ni mucho menos, acabado, ni mucho menos cerrado. Pero, claro, eso conlleva cerrar un ciclo y ponernos a pensar y fundamentar esta nueva etapa que deberíamos de comenzar ahora.

Aunque soy optimista sobre las posibilidades, no soy nada optimista de que con la realidad política actual, este enfoque sea una prioridad. Los

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unos, porque están en una situación de continuidad cómoda para ellos y los otros porque están en una prioridad que no es exactamente el debate político-económico de la nación.

En este punto entro en una materia que comentaba Román en su presenta-ción: la perplejidad que nos causan los casos de corrupción.

Los casos de corrupción municipal, que es la más nueva, lleva ya años, pero se está extendiendo peligrosamente. Pero hagamos algunas mati-

zaciones previas: en la política municipal hay muchísima gente muy hon-rada, la mayoría. Sería injusto y frívolo no reconocerlo. La mayoría de las personas que están en política lo están por convicción, por deber, y les debemos agradecimiento. No hay ningún problema.

Pero también es verdad que ya son muchos y muy continuados, que ade-más afectan a todos los partidos, los casos de corrupción. Visto desde fue-ra, podemos ir lanzando algunas teorías: no son casos aislados; hay algo de sistémico; hemos desarrollado una cultura, o unas instituciones, o nuestra urdimbre político-administrativa y nuestro nivel social o moral han permi-tido o han empujado que aparezcan estos casos de corrupción, que son bas-tante extensos. Además, uno tiene la sensación de que irán saliendo más. Que ni mucho menos están todos los que son, aunque, probablemente, si sean todos los que están. En esta materia hay tres niveles y los tres afectan a los derechos de la ciudadanía.

Hay en estos casos tres niveles: uno: el político, el sistema político. Cuan-GR�GLJR�SROtWLFR��PH�UH¿HUR�DO�VLVWHPD��D�ODV�OH\HV�TXH�UHJXODQ�OD�SROtWLFD��porque entre las personas que están en política, como entre las que están en una comunidad de vecinos, hay buenas, malas y regulares. Pero, en general, la inmensa mayoría de gente que entra en un partido entra por ideología, por motivos nobles.

Después llega la realpolitik que te hace que tengas que tomar decisiones a veces no tan en coherencia con tus valores. Pero la gente que milita en los

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partidos es gente buena y los partidos son fundamentales en una democra-cia occidental. Por tanto, hacen falta los partidos. Son necesarios.

Pero quizá durante la transición, como hasta entonces no había habido par-tidos políticos, y había que fortalecerlos, creo que les dimos demasiada protección, en el sentido de que permitimos que se asentaran una partido-cracia. No es que los partidos sean malos, que son buenísimos, pero no les hemos puesto un contrapesado.

El poder de este país está en manos de los partidos, no de las instituciones. Son los partidos los que controlan las instituciones y controlan a su vez los propios órganos que los controlan. Cuando dicen: ¿es que el Tribunal de &XHQWDV�QR�¿VFDOL]D�ODV�FXHQWDV�GH�ORV�SDUWLGRV"�+RPEUH��SXHV�FODUR�TXH�ODV�¿VFDOL]D��KDVWD�HO�SXQWR�HQ�TXH�VH�SXHGHQ�¿VFDOL]DU��SRUTXH�QRUPDOPHQ-WH�VH�¿VFDOL]DQ�ODV�RSHUDFLRQHV�HQ�GLQHUR�$��QR�HQ�GLQHUR�%��

Pero en el Tribunal de Cuentas o en la Cámara de Cuentas, sus vocales están nombrados por los partidos políticos. Lo mismo sucede en la televi-sión pública. Debe ser más neutral, pero ¿quién nombra a los consejeros de las televisiones? Los partidos. Lo mismo en el Consejo General del Poder Judicial (CGPJ).

HHPRV�FUHDGR�OD�¿FFLyQ�GH�TXH�VRQ�yUJDQRV�GH�H[WUDFFLyQ�SDUODPHQWD-ria. Pero ¿quién nombra a sus señorías? Los partidos. Como nuestro

sistema es de listas cerradas, sabéis los que militáis en un partido, que es el partido el que dice quién va en la lista y quién no.

Y si te ponen el número cinco sales y si te ponen en el número seis no sales. La gente vota al partido. Si no eres dócil, no te van a poner. Si lo eres, sí. Por tanto, es el partido quien diseña la composición de los parlamentos. Una vez que estas dentro, y eso no lo sabe la gente, el diputado no tiene ni libertad de voto, ni de iniciativa. En la Cortes españolas, un diputado no puede formular ninguna pregunta que no vaya sido visada por su grupo parlamentario. ¿Y quién controla el grupo parlamentario? El partido. Por

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tanto, si no te visan la papela, no hay no hay pregunta. El control del parti-do es total. ¿Existe una división de poderes? ¿Existe un poder legislativo? Formalmente, sí, y efectivamente aprueban la ley y hay un debate. ¿Pero, materialmente el poder legislativo es distinto al de los partidos? No, es el mismo poder. No hay división de poder, es el mismo.

El ejecutivo es el mismo que manda en el partido. El señor González o el señor Aznar o el señor Zapatero controlan el partido y el ejecutivo, por tanto, es la misma cosa.

Los jueces son independientes y por tanto no vale esta aplicación tan es-tricta, pero ¿quién los órganos de los jueces, el Consejo General del Po-der Judicial (CGPJ), o los miembros del Tribunal Supremo y del Tribunal Constitucional? Básicamente, esos cargos son de extracción parlamenta-ria, es decir, son los representantes del pueblo quienes los designan. Pero, ¿quién decide de verdad? Todo lo que procede de la extracción parlamen-taria lo deciden los partidos.

Por lo tanto, vivimos en una partidocracia. El poder reside en los partidos, y no tiene contrapeso. No se siente observado, ni controlado por nadie. Ese es un tema que debe preocuparnos a la ciudadanía.

Los partidos son importantes, necesarios, tenemos grandes partidos y la gente que está en los partidos es fabulosa. No tengo nada que de-

cir, salvo que no están controlados. ¿Cómo podríamos equilibrar ese po-der? Intentando que los órganos no sean todos de estación parlamentaria o buscando otro sistema democrático de representación. Por ejemplo, que el Parlamento tenga capacidad de nombrar el cuarenta, el cincuenta por cien de esos cargos. Pero hay que contrapesar ese poder.

Los partidos deben sentirse observados. Porque la competencia entre ellos HV� JUDQGH��+D\�TXH�¿QDQFLDU� FDPSDxDV� HOHFWRUDOHV� \� ODV� WHQWDFLRQHV� VRQ�múltiples. Buena parte de los dineros que salen de la corrupción, en muchos casos se lo llevan, perdónenme la expresión, calentito los desalmados. Pero

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PXFKDV�YHFHV�HVRV�IRQGRV�VRQ�SDUD�¿QDQFLDU�XQ�DFWR�GHO�SDUWLGR��SDUD�XQ�mitin, o para pagar los carteles de los candidatos. No sé qué historias. Esto está bastante extendido, muy extendido. Y se hace sin sensación de pecado. El del partido le dice al empresario: “oye, mira la factura de esta empresa, págamela tú…”. No hay sensación de pecado, está muy extendido, no se sienten observados, no se sienten penalizados. Parece que todo vale.

PRU�HOOR��LQVLVWR�HQ�HVWD�UHÀH[LyQ�FLXGDGDQD��GH¿HQGR�ORV�SDUWLGRV�\�DGH-más creo que no tenemos problemas ni de personas ni de partidos. Pero

creo que haría falta alguna reforma de cierta entidad para contrapesar su poder. Que se sientan observados.

Otro asunto que me preocupa y del no tengo una opinión formada muy cla-ra: el Parlamento es aburridísimo; sabes perfectamente lo que va a salir en una votación, porque sus señorías no deciden nada. Pero el debate es muy importante. Porque el debate es abierto a los ciudadanos, y es importante lo que se traduce a los ciudadanos a través de la televisión de esos debates. Pero allí, en los debates parlamentarios, no se convence a nadie.

Un partido tiene 48 votos, otro 62 y un tercero otro 34 y sabes perfec-tamente cómo quedar la votación. Nunca hay errores. Sí alguna vez un diputado vota en contra de lo marcado por su partido, lo multan, lo quieren echar, se le acusa de traidor.

Hay otros tipos de parlamentos en los que el diputado tiene una mayor libertad. Con todas las limitaciones, me gusta mucho más la libertad. Yo no tengo miedo. Pero otras personas entienden que lo bueno es este bloque monolítico, donde todo se controla.

En muchos debates parlamentarios los escaños están bastante vacíos, lo que irrita a mucha gente. Los ciudadanos se preguntan: ¿dónde están sus seño-rías? Sus señorías están trabajando en los despachos, atendiendo a gente. Porque en el salón de plenos no pintan nada. ¿Qué pintan oyendo cuatro KRUDV�XQ�GHEDWH��VL�DO�¿QDO�VXHQD�XQ�WLPEUH�HQ�ORV�GHVSDFKRV�DYLViQGROHV�

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que se va a producir la votación? Entonces, corremos todos, nos ponemos en el escaño y miramos al portavoz: si levanta un dedo, se vota sí; si son dos, se vota no; si son tres, abstención. Delante suyo tiene tres botones y algunos se equivocan, por cierto, al pulsarlos. Este sistema le quita frescura al parlamento. Aquí hay un campo en el que debemos avanzar para equili-brar el poder de los partidos.

Otro tema interesante es el administrativo-legal. La Administración tiene que regular y controlar, tiene que autorizar actividades o no. Hasta ahí

de acuerdo. Pero, claro, en cuanto todo dependa de una licencia, loa ciudada-nos se terminan topando con la Administración para cualquier cosa.

Quiero aclarar una cosa: cuando hablamos de corrupción, normalmente nos referimos a la corrupción urbanística. Es la más importante y la que ha movido más dinero. Que pongan la raya aquí o la pongan allá, puede hacer de un campesino humilde, que vive de tu trigo, de sus gallinas, un millona-rio. Esas rayas las ponen las personas. Y la decisión de poner raya de suelo urbano, de suelo rústico, de suelo protegido, es muy importante. Por eso, ahí ha habido mucha corrupción y buena parte la conocemos.

Pero no solamente hay ese tipo de corrupción. Hay otra de mucha menor intensidad, pero mucho más extendida. En cuanto todo dependa de una decisión administrativa, que tiene que depender, pero si la administración no va al mismo ritmo que la vida, la hemos fastidiado.

Cualquier negocio necesita una licencia. Pero muchas veces el Ayunta-miento tarda dos o tres años en dártela. Tienes que poner velitas a la virgen para que no te pase nada en el negocio mientras llega la licencia, a los tres o cuatro años de estar el negocio funcionando. Os parecerá increíble, pero funciona así en muchísimos sitios.

Durante todo ese tiempo dependes de la decisión de una persona. Com-prendo que la Administración tiene que desempeñar esa función, pero de-bemos pedir, como ciudadanos, que el sistema sea mucho más objetivo y

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mucho más transparente, que no dependa todo de la voluntad de alguien, y que además vaya al ritmo que marca la vida.

Nuestro entramado administrativo-legal, bien intencionado en principio, tiene otro aspecto singular. Somos de uno de los países que más permisos y controles de la Administración tiene a priori pero de los que menos tienen a posteriori. El sistema desconfía del ciudadano y le pide mucho para hacer cualquier cosa, pero después no lo inspecciona. En otros países, se confía más en el ciudadano, se le exige menos, pero después se les inspecciona mucho más. Son modelos distintos y no sé dónde estaría el equilibrio.

Pero cuando uno va viendo tanta corrupción en tantos municipios, no solo es el sistema político lo que falla, falla también el sistema administrativo-legal, por decirlo suavemente, que no garantiza, ni la agilidad, ni la trans-parencia, ni la objetividad. Porque tú no sabes si tus derechos se está respe-tando; en el fondo, no sabes por qué razones te van a dar o no los permisos que necesitas. Pero en un Estado de Derecho deberíamos tener muy claro lo que es sí y lo que es no, para que acudas con tranquilidad a resolver tus problemas con la Administración.

Otro tema que me preocupa es el estado de moral ciudadana. Porque a menudo comprendemos, compartimos, toleramos o convivimos con cierto grado de corrupción, como se ha visto en algunos casos, como los de la trama Gürtel. Eso estaba muy extendido y lo debían saber muchas personas y nadie decía ni denunciaba nada. Además, como ha dicho Román, en mu-chos casos hasta se premia a estos personajes votándolos, lo que representa una renuncia ciudadana espectacular.

Hay que decir claramente: mire usted, no vote a los corruptos, no los vote, échelos a su casa. Ese sería un primer salto ciudadano. Sin em-

bargo, paradójicamente, y no lo entendemos, son muchos los ciudadanos que votan a esos políticos corruptos, que votan a estos partidos porque creen que los representan. En el fondo, como dan por hecho que todos los políticos hacen lo mismo, creen que los suyos estos van a luchar más.

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A corto plazo, estos personajes corruptos son muy efectistas: arreglan las calles, hay seguridad en el pueblo, incluso hay una apariencia de

prosperidad, que genera una cierta connivencia ciudadana.

En democracia, quien gana los votos, gana las elecciones. Por ello, entre los votantes debería haber un compromiso de que a este tipo de personajes, ni agua. La acción más obvia que tenemos es votando: mire usted, pues no lo voto, no lo voto. Desgraciadamente, en muchos casos se les vota.

Y luego culpamos de todo al Gobierno, incluso de la lluvia. Como dicen los italianos, “¿Piove?, porco Goberno” (¿Llueve? ¡Cochino Gobierno!). ¿La culpa de todo es del Gobierno? Pues, mire usted, el Gobierno tiene parte de culpa, sin duda ninguna, y las leyes también, pero nosotros también.

Los que sean empresarios, lo sabrán. Siempre que hay elecciones, alguien da, hay mucha gente que da y muchos incorporan ese gasto como un costo de producción más. Pero no se puede permitir, no debemos hacerlo. Si la competencia lo hace, porque ese argumento de ‘es que si yo no pago, se lo darán al que sí pague’, debemos denunciarlo.

Los ciudadanos tenemos cierta capacidad para denunciar estas cosas. Hay instrumentos legales para hacerlo y de hecho muchos de estos escándalos han saltado cuando ha habido ciudadanos que han protestado o han denun-ciado. Todos tenemos en este tema una gran responsabilidad.

La corrupción urbanística hasta ahora ha sido muy acusada, muy osten-tosa. Ha sido nuestro petróleo. Probablemente, en los próximos años, no habrá. Pero surgirán otras formas, aparecerán nuevos campos para abonar las corruptelas. Miren lo que ha pasado con la industria fotovoltaica y los molinos de viento. Ya hay varios gobiernos locales afectados. Cada vez que aparece un boom, que se necesita una licencia, a ti sí te la doy, a ti no, hay diez mil kilovatios perdidos. Ya habéis visto varios cargos también en la cárcel por esta materia.

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El problema es que la tolerancia moral va incrementándose. Porque aquí VH�DQWLYRWD��¢4Xp�VLJQL¿FD�HO�DQWLYRWR"�3XHV�TXH�\R�YRWR�FRQ�WDO�GH�TXH�QR�YHQJD�OD�GHUHFKD�SpU¿GD�R�FRQ�WDO�GH�TXH�QR�YHQJD�OD�L]TXLHUGD�PDOYDGD��No me gusta mucho el señor Rajoy, pero lo voto porque Zapatero ¡a ver si se va ya! O voto a Zapatero, aunque piense que se ha equivocado, no vaya a ser que venga Aznar o quien sea.

7DPELpQ�IXQFLRQD�PXFKR�HQWUH�QRVRWURV�HO�UHWURYRWR��/D�JHQWH��DO�¿QDO��VH�tapa la nariz y vota. Pero deberíamos castigar a los partidos cuando no nos gusta lo que hacen. Deberíamos castigarles. Pero eso se hace muy pocas veces, la verdad, y a las experiencias me remito. Como aquí antivotamos, y el otro siempre es malvado, pues siempre castigamos al otro votando al nuestro en un porcentaje muy alto. Por eso las elecciones las deciden ese porcentaje de ciudadanos que unas veces no vota o cambia de voto.

LRV�GRV�JUDQGHV�SDUWLGRV�WLHQHQ�XQRV�KRROLJDQJV��KLQFKDV��TXH�VRQ�¿-jos. Pero otras personas oscilan su voto, de uno a otro partido, según

las circunstancias. Esas personas son muy importantes, las que dicen pues ahora sí, ahora no, ahora voto a este, ahora voto al otro. El voto sigue sien-do muy importante. En vez de decir no voto, hay que hacer un ejercicio de ciudadanía, pensar bien tu voto, y dárselo a la persona, a las siglas que consideres mejor en ese momento.

Por último, y quizá porque yo también lo necesite, quiero hacer un canto de optimismo en nuestras posibilidades.

Vivo en una España que ni mi abuelo, ni mis padres jamás pudieron sospe-char. Aquí hay personas de mi pueblo de Algodonales, de donde procede mi familia. Es un pueblo muy humilde de la sierra de Cádiz. Un pueblo de una pobreza similar a la de otros de la sierra. ¿Quién nos iba a decir que estaríamos como estamos en estos momentos? Este ha sido el trabajo de una o dos generaciones, que lo han hecho bien: ha habido una transición, hemos conquistado la democracia, hemos entrado en la Unión Europea…

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Por cierto, hay un libro muy interesante, de Javier Cercas, Anatomía de un instante, en el que el autor viene a decir que se construyó una demo-cracia imperfecta, pero probablemente era la única posibilidad de aquel momento. La transición ha sido buena, porque hay que tener en cuenta que venimos de dónde venimos, de una guerra civil. Y en el siglo anterior, el ;,;��WDPELpQ�WXYLPRV�XQ�PRQWyQ�GH�JXHUUDV��(Q�¿Q��TXH�pUDPRV�H[SHUWRV�en desangrarnos los unos a los otros.

Y de repente, llega cierta concordia y se produce un desarrollo especta-cular del país. Ahora, en estos momentos, tengo la sensación que nos

hemos venido un poquito abajo por las circunstancias y la crisis. Parece que se nos ha caído el modelo. Estamos cansados, hemos corrido mucho, y HV�DKRUD�FXDQGR�WHQHPRV�TXH�KDFHU�XQD�UHÀH[LyQ�FLXGDGDQD��

Porque una generación ha participado mucho den este cambio, a otros nos han dado bastante hecho el modelo. Pero ahora se tiene que incorporar la gente joven, que debe empujar y pensar cómo va a ser la España de los próximos años, en un escenario europeo. Una España que debemos procu-rar que siga existiendo desde la libertad, desde el respeto a cada territorio. Para ello, tenemos que sumar y seguir avanzando en democracia, en dere-chos, en igualdad.

Hay problemas urgentes a resolver. La sostenibilidad y el medioambien-te, por ejemplo. O el modelo económico. No podemos quedarnos quietos. Nuestra sociedad no merece que nos quedemos paralizados por comodi-dad, por miedo, por apriorismos ideológicos, por esperar que caiga el ad-versario, por ganar yo las elecciones y húndete tú, por el que mientras peor, mejor. Que cada uno que se aplique el cuento.

Tengo la sensación de que de alguna forma se termina un ciclo amplio. Aunque en algunos aspectos le queda aún mucho recorrido, en otros tene-mos que hacer un ejercicio de responsabilidad ciudadana, que no hacemos, para abrir nuevos cauces. Cuando un país tiene un 20% de paro, un paro que dobla al europeo, y veo cómo nos estamos, en el fondo, adaptando

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SDFt¿FDPHQWH� \� VLQ� UHEHODUQRV�� HV� SRUTXH� VRPRV� XQ� SDtV� UDUR�� 3RU� HOOR��debemos decir a nuestros mayores, señoras, señores, aquí hay país, no nos YDPRV�D�TXHGDU�TXLHWRV��QR� VRPRV�ÀRMRV�� HV�PHQWLUD�� WHQHPRV�JDQDV�GH�trabajar, hay formación, no somos un país de economía sumergida. Por cierto, que está creciendo la economía sumergida y es nuestro deber que no crezca.

Concluyendo: debemos empujar todos, tomar la iniciativa, hablar y de-batir de todas estas cuestiones, de la política, de nuestra propia res-

ponsabilidad. Esa es creo una de las grandes aportaciones y originalidad de esta Escuela de Ciudadanos. Por el enfoque que le ha dado Román, se pue-de hablar de todos estos temas. Decir lo que pensamos y aunque segura-mente no estaremos de acuerdo en muchas cosas, bendita democracia. Para esto estamos, para debatir y coincidir o no, Pero siempre desde el respeto, el sosiego y sobre todo desde la responsabilidad individual y el convenci-miento de que cada uno, en nuestra propia vida y nuestras circunstancias, podemos hacer más de lo que creemos por el bien común.

¡Muchísimas gracias!

Manzanares, 29 de octubre de 2009

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JOAQUÍN ESTEFANÍA De la mano invisible a la mano maestra

La segunda charla de este año corre a cargo de uno de los periodistas que mejor saben explicarnos qué diablos está pasando en el mundo de la economía.

Joaquín Estefanía es licenciado en Ciencias Económicas y en Periodismo, actividad ésta a la que se ha dedicado desde 1974. Tras su paso por Informaciones, Cuadernos para el Dialogo y Cinco días, se incorporó a El País, llegando a ser director del mismo entre los años 1988 y 1993. En la actualidad es director de la Escuela de Periodismo Universidad Autónoma de Madrid / El País.

Esas pocas líneas pueden resumir su amplia y brillante biografía periodística. Pero Joaquín es algo más que un periodista de éxito. Joaquín es, al menos para mí, la persona en la que uno confía cuando está perdido en las enrevesadas explicaciones que los expertos (y los políticos) nos dan sobre los orígenes y las causas de, por ejemplo, la actual crisis económica.

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A través de sus columnas en El País, o de su participación desde hace más de 15 años en la tertulia del programa Hoy por Hoy de la SER, o en el programa Los desayunos de TVE, y desde luego en los más de veinte libros que tiene publicados, Joaquín nos explica en términos que podemos entender el común de los mortales, cuales son los entresijos de la crisis.

Entre los numerosos libros de Joaquín les recomiendo que lean Hij@, ¿qué es la globalización?, Contra el pensamiento único, o La mano invisible. El Gobierno del mundo. Son ensayos en los que Joaquín, con mano maestra, nos explica qué está pasando en el mundo y como se mueven los poderosos. Cómo la pobreza azota a casi la mitad de toda la población mundial, mientras unos pocos son cada vez más ricos, inmensamente ricos.

¿Y qué papel juega entonces el ciudadano?

En La mano invisible, Joaquín nos recuerda cómo el pensamiento único y el liberalismo económico redujeron al ciudadano a un mero recurso humano. Cómo la economía prevalece sobre la política, hasta el punto de que, como se pregunta Joaquín, “¿para qué votar, para qué participar si lo más importante –la política– está predeterminada por unos poderes aleatorios –los mercados– que pueden llegar a eliminar la capacidad de soberanía de un país entero?

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Joaquín apunta, y cito un reciente articulo suyo en El País, que la educación es clave en estos momentos y que “la primera dimensión de la educación es la ciudadana; en una sociedad democrática la educación es una de las fórmulas de ciudadanía, y por tanto es un derecho”.

Sobre estos temas nos va a hablar Estefanía. Un hombre que analiza la realidad con una actitud crítica, pero sin acritud, como diría Felipe González.

Porque Joaquín, además de un hombre sabio, es un hombre machadianamente bueno.

Este es nuestro profesor invitado de hoy.

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Los fantasmas de España POR JOAQUÍN ESTEFANÍA

En primer lugar, quiero agradecer a los organizadores, y en especial a Román Orozco, la posibilidad que me han dado de estar aquí para

hablar de ciudadanía, de crisis económica.

Hoy estoy aquí, en Manzanares, convocado para intervenir en esta Escuela de Ciudadanos, un concepto hermosísimo, ¿no? El concepto de ciudadano tiene que ver con la Revolución Francesa, con la igualdad, con la fraterni-dad, con la solidaridad, con todos esos valores de los cuales nos gustaría responsabilizarnos a cada uno de nosotros.

Antes de nada, deseo hacer un matiz a la presentación que me ha hecho Orozco sobre la pregunta que él subrayaba y que yo hago en mi libro La mano invisible de ¿para qué votar? Se trata de una pregunta retórica, por-que yo sí creo, yo sí sé por qué hay que votar. Y además, yo sí creo que hay que votar. Era una pregunta que hacía en otro contexto, pero creo que es PX\�VLJQL¿FDWLYD��

Me comentó Román que hablase de la crisis económica y a me pareció muy interesante hacerlo y vincular el concepto de crisis económica con el concepto de ciudadanía. Son dos conceptos muy directos. Además, porque ahora todos hablamos de crisis económica, porque todos la padecemos.

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He oído esta mañana en la radio unas canciones del último disco de Sabina y hay tema dedicado a la crisis económica. ¡Hasta Sabina está hablando de la crisis económica!

¿Por qué puedo hablar yo de la crisis económica en relación con otras per-sonas? Básicamente por dos o tres cosas.

(Q�SULPHU�OXJDU��SRUTXH�HV�VREUH�OR�TXH�OOHYR�UHÀH[LRQDQGR�FDVL�GHVGH�TXH�empezó la crisis. Mi trabajo fundamental, o uno de mis trabajos fundamen-tales, en los medios de comunicación es escribir de economía. En estos momentos estoy preparando un libro, que no sé cuándo terminaré, porque esta crisis va mutando y va tomando tantas y tan distintas dimensiones que HQ�YDULDV�RFDVLRQHV�KH�WHQLGR�TXH�UHFWL¿FDU�ORV�HVTXHPDV�SUHYLRV�VREUH�ORV�que estaba trabajando.

En segundo lugar, porque creo sinceramente que esta crisis económica es el acontecimiento central de nuestra época, por las secuelas que va a tener, porque va a durar mucho tiempo y porque va a cambiar mucho la sociedad respecto a la sociedad que éramos cuando entramos en la crisis.

Y FXDQGR�GLJR�pUDPRV�QR�HVWR\�UH¿ULpQGRPH�VRODPHQWH�D�ORV�HVSDxROHV��sino al conjunto del globo, al conjunto del planeta. En ese sentido, creo que va a tener consecuencias tan telúricas, tan importantes, como han tenido otros acontecimientos de los últimos años: el atentado terrorista del 11 de septiembre de 2001 en Estados Unidos; incluso, y no crean que exa-gero, la caída del Muro de Berlín hace veinte años, aniversario que ahora estamos celebrando, y que también cambió nuestras sociedades; o la revo-lución conservadora, que ha sido dominante en los últimos veinte o treinta años en prácticamente todas las partes del planeta en cuanto a los valores que ha puesto en circulación, y que yo creo que tiene mucho que ver con esta crisis.

Una crisis que ha resultado ser una de las más dañinas en los últimos 60 o 70 años. Muchos la comparan con la Gran Depresión de los años 20 y 30

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del siglo pasado. Más adelante haré alguna referencia a las analogías y a las diferencias que hay con aquella crisis.

Una crisis que es multidisciplinar. Empezó siendo una crisis inmobilia-ULD��KLSRWHFDULD��/XHJR�SDVy�D��VHU�XQD�FULVLV�¿QDQFLHUD��XQD�FULVLV�¿-

nanciera light, en el sentido de que se hablaba que los problemas que tenían ODV�¿QDQ]DV�\�ORV�EDQFRV�HUDQ�SUREOHPDV�GH�OLTXLGH]��SHUR�QR�SUREOHPDV�GH�solvencia. Una crisis que luego se convirtió en una crisis de solvencia, que afectó a la economía real y que en estos momentos está afectando no so-lamente a la economía sino a la política. Muchos resultados electorales de PXFKRV�SDtVHV�HVWiQ�UHÀHMDQGR�GLUHFWDPHQWH�ODV�FRQVHFXHQFLDV�GH�OD�FULVLV�HFRQyPLFD�HQ�HVRV�OXJDUHV��8QD�FULVLV�TXH�KD�WHQLGR�FRQVHFXHQFLDV�¿ORVy¿-FDV��VRFLROyJLFDV��HWFpWHUD��HWFpWHUD��8QD�FULVLV��HQ�¿Q��TXH�VH�KD�FRQYHUWLGR�en un acontecimiento central por las secuelas que está teniendo.

¿Cuáles son esas secuelas, qué huellas está dejando?

En primer lugar, el incremento espectacular de las cifras de desempleo en todo el mundo y muy especialmente en España, sobre la que también me referiré luego. En el empobrecimiento de las clases medias, que también se está notando en estos momentos en factores como el consumo y en otros muchos. En el endeudamiento, no solo de las familias, sino también en el endeudamiento público tan brutal que está teniendo lugar en todos los paí-ses del mundo para corregir los efectos de la crisis. Etcétera, etcétera.

Podremos salir de esta crisis en medio año, en un año, en dos, según digan los especialistas. Dará igual. Pero las secuelas van a durar bastante más tiempo. Creo que estas secuelas afectarán probablemente a más de una generación.

Creo también que para estudiarla, para analizar la propia crisis y sus con-secuencias hay que ampliar el foco. No tenemos que reducir el foco. Ahora no valen los especialistas en una cosa concreta. Aquellos que saben mucho de una cosa muy concreta. Por ejemplo, que saben de hipotecas de alto ULHVJR��GHO�VLVWHPD�¿QDQFLHUR��GHO�SDUR��/RV�HVSHFLDOLVWDV�VRQ�LPSRUWDQWHV��

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pero, en estos momentos, para observar lo que está ocurriendo, sobre todo cuando lo tenemos delante de nosotros, cuando no tenemos la distancia su-¿FLHQWH��QHFHVLWDPRV�XQ�IRFR�PiV�DPSOLR��QHFHVLWDPRV�JHQHUDOLVWDV��JHQWH�que contextualice unas cosas con las otras, que las pongan en relación. Porque muchas cosas que están ocurriendo tienen que ver con otras. Citaré algunos ejemplos en el transcurso de mi intervención.

La tercera circunstancia de por qué me interesaba estar hoy aquí, para ha-blar de la crisis económica, es el más importante de todos: la vinculación de la crisis con el concepto de ciudadanía.

A mediados del siglo pasado, un sociólogo británico, Thomas H. Marshall1, acuñó un concepto de ciudadanía, que yo creo que es el más completo que existe desde entonces y que no ha sido superado por ningún otro.

Marshall decía que para ser ciudadano una persona tiene que ser tri-plemente ciudadano y si no se da ese concepto triple, si falla uno de

esos tres conceptos que lo acuñan, uno no es un ciudadano, es un ciudada-no cojo, es un ciudadano manco, pero no es un ciudadano completo.

¿Cuáles son esos tres conceptos de ciudadanía? Primero, uno tiene que ser ciudadano político. ¿En qué sentido? En el de que debemos de tener derecho de elegir a nuestros representantes libremente y de presentarnos nosotros a las elecciones si nos apetece y lo consideramos oportuno. Ese es el concepto de ciudadanía política.

Luego está el concepto de ciudadanía civil. ¿Cómo es uno civilmente ciu-dadano? Cuando disfruta de los derechos que todo el mundo sabemos que son derechos fundamentales: el derecho de asociación, el derecho de opi-nión, el derecho de pensar libremente, etcétera, etcétera. Los derechos que conciben una democracia.

1 Thomas H. Marshall. Ciudadanía y clase social (1950)

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Y KD\�XQ�WHUFHU�FRQFHSWR�GH�FLXGDGDQtD��TXH�QR�VH�KD�UHÀHMDGR�FRQ�OD�misma intensidad en estos años, pero que es central en esta posición: el derecho a ser ciudadano económico o ser ciudadano social. ¿En qué consiste ser ciudadano económico? Pues en tener el mínimo de seguridad económica que necesita una persona para poder sobrevivir en su entorno natural y por consiguiente es distinto ser ciudadano económico en España, en Estados Unidos o en África. Es muy importante, insisto, esta tercera pata de ciudadanía económica, aunque en los últimos veinte o treinta años no hemos hablado con la misma intensidad de este tipo de ciudadanía, como sí lo hemos hecho de la ciudadanía política o de la ciudadanía civil.

¿Cómo se tiene ese mínimo de seguridad económica que nos hace ser ciu-dadanos?

En nuestro entorno, básicamente en el entorno europeo y en el entorno es-pañol, teniendo lo que hemos denominado el Estado del bienestar. ¿En qué consiste el Estado del bienestar? Consiste en cuatro o cinco reglas básicas que tenemos nosotros y que otras muchas personas de muchas partes del mundo no tienen.

Fíjense ustedes: estamos tan acostumbrados en este país, desde hace algu-nos años, a tener educación pública o pensiones públicas, que creemos que, más o menos, todo el mundo la tiene, excepto los más pobres del planeta. Creemos que poseen las mismas cosas que nosotros. Pero no es cierto.

Un Estado de bienestar solamente lo disfruta alrededor de una décima parte de la población mundial. En el cómputo, digamos más generoso, unos seis-cientos millones de personas en el mundo disponen de estas circunstancias de bienestar, es decir, disponen de una educación universal y gratuita hasta unos ciertos niveles, distintos en unos países u otros; una sanidad pública y gratuita, universalizada para todo el mundo, incluso para aquellos que, no siendo de este país, vienen aquí a trabajar con nosotros y tienen derecho a la misma; una pensión pública para cuando uno se jubila; un seguro de desempleo, tan importante en estos momentos en los que hay casi un veinte

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por ciento de la población activa en paro; ahora hemos incorporado, como en los países más modernos, aunque todavía no se aplique bien en todas las comunidades autónomas, las ayudas a la dependencia, lo que se ha deno-minado el cuarto pilar del Estado del bienestar.

Y una última cosa sobre la cual no se incide con la misma intensidad que sobre la sanidad o la educación: el derecho al trabajo, los convenios colectivos, el hecho de que los sueldos estén socializados, que haciendo una misma función en una empresa, todos cobren lo mismo. Todo esto, que nos parece ahora de sentido común, no se tiene en mucha partes del planeta y desde luego en la crisis de los años treinta del siglo pasado no se tenía. Los empresarios contrataban a cada trabajador en relación con la correlación de fuerzas que había en cada momento y, en una misma empresa, personas que hacían el mismo trabajo cobraban desigualmente. Hemos incorporado pues el derecho laboral, el derecho del trabajo a este Estado del bienestar.

Pues bien, estas cosas que para nosotros son derechos conquistados, de-rechos adquiridos, no se disfrutan en la mayor parte del planeta. Se

tienen en toda Europa, en una parte de Estados Unidos y en algunos países de América Latina y poco más. La gran potencia emergente mundial, Chi-na, ahora que todos hablamos sobre lo importante que es China, no tiene ninguno de estos derechos para la inmensa mayoría de los mil doscientos millones de personas que habitan aquel país.

¿Qué es lo que ha ocurrido? ¿Por qué la crisis económica disminuye el concepto de ciudadanía económica? Precisamente, por lo que mencionaba antes: por el crecimiento de las desgracias dentro del mundo de la economía. Aumenta el desempleo, como está aumentado en todas partes en estos mo-mentos y la consecuencia es que la gente consume menos. Todos lo sabemos y todos lo estamos haciendo. Al consumir menos, las empresas producen menos bienes y a su vez expulsan a gente de sus plantillas, con lo que a su vez engordamos las cifras del paro. Es una especie de círculo vicioso.

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Además, si no consumimos y si estamos parados, no hay ingresos pú-blicos, pagamos muchos menos impuestos, y al pagar muchos menos

LPSXHVWRV�QR�SRGHPRV�¿QDQFLDU�HVWH�(VWDGR�GHO�ELHQHVWDU�GHO�TXH�QRV�HVWD-mos dotando. Porque este Estado del bienestar no es gratuito. Lo pagamos todos con los impuestos que pagamos a la Hacienda. Si esos ingresos pú-blicos, si esos impuestos disminuyen, dentro de poco tendremos problemas en la sanidad, en la educación, en las pensiones, en los seguros de desem-pleo… Es decir, la correlación entre impuestos y Estado del bienestar es muy importante. Y la correlación entre crisis económica, una crisis que nos coloca en una situación precaria, y el concepto de ciudadanía, tan grato para este lugar en el que estamos ahora, es central y es directo.

%HQH¿FLDULRV� \� YtFWLPDV��7DPELpQ� TXHUtD� GHFLUOHV�� DKRUD� TXH� KH� VDFDGR�el tema de los impuestos, que cada decisión económica que se toma tiene EHQH¿FLDULRV�\�WLHQH�YtFWLPDV��&XDQGR�HVFXFKDPRV�TXH�VH�WRPDQ�GHWHUPL-nadas medidas, muchas veces pensamos que son universalmente buenas o universalmente malas para todo el mundo y no es así. Tenemos que hacer-QRV�VLHPSUH�OD�SUHJXQWD�TXLG�SURGHVW��¢D�TXLpQ�EHQH¿FLD�HVWR"�

Por ejemplo: cuando oímos que los tipos de interés han subido o han ba-jado, pensamos que eso es bueno para todos. Y no es así. Que bajen los tipos de interés es bueno para aquellos que tenemos una hipoteca y estamos pagando nuestra casa, porque pagaremos menos dinero. Pero aquellos que tienen ahorros en los bancos y a los que hay que remunerar, van a ganar menos dinero al bajar los tipos. Así que no creamos que siempre es bueno que bajen los tipos de interés.

Cuando se nos dice, y sobre todo ahora lo dicen muchas autoridades auto-nómicas de este país, porque depende de ellas, que vamos a quitar o vamos a reducir al mínimo el impuesto de sucesiones y donaciones, que pagan los herederos cuando una persona muere, pensamos ¡pues qué bien!, porque cuando mueran nuestros antecesores, nosotros heredaremos libre de cargas. Pero esa es una medida que no nos afecta igual a todos. Porque probable-mente muchos de ustedes, como yo mismo, lo que podremos dejar a nuestros

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sucesores será una casa, quizá dos casas. Pero hay mucha gente que no deja una casa, ni dos, sino inmensas fortunas y riquezas. Entonces, bajar o quitar el impuesto de sucesiones y donaciones no es lo mismo para unas personas que para otras, ni tiene los mismos efectos para unas personas y para otras.

O el impuesto del patrimonio. Hemos quitado el impuesto sobre el pa-trimonio que pagaban básicamente las grandes fortunas y se nos jus-

WL¿FD�GLFLpQGRQRV�TXH�HVH�LPSXHVWR�WDPELpQ�OR�SDJDEDQ�ODV�FODVHV�PHGLDV��Entonces, reformemos el impuesto del patrimonio para que no lo paguen las clases medias, pero no lo hagamos desaparecer. Porque si lo hacemos desaparecer, entre el impuesto de sucesiones y donaciones y el de patrimo-nio, cuando nuestros hijos nazcan estarán en desigualdad de oportunidades de competir con los hijos de los más ricos de esta sociedad.

Tener en cuenta ese tipo de cosas es muy importante a la hora de analizar la economía y tiene mucho que ver con la propia ciudadanía política.

Decía que iba a hacer un pequeño análisis sobre la situación en nuestro país, aunque no es el objeto de esta charla.

Pero, fíjense ustedes: si uno repasa los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) o las últimas referencias que hay sobre el paro, en estos momentos el desempleo en nuestro país está rondando el 18% de la población activa y la mayor parte de los pronósticos que hacen los orga-QLVPRV�LQWHUQDFLRQDOHV�\�RUJDQLVPRV�SULYDGRV�HV�TXH�HQ�XQ�DxR��D�¿QDOHV�del año 2010, o principios del 2011, esa cifra habrá llegado al 20%. Eso VLJQL¿FD�TXH�XQD�GH�FDGD�FLQFR�SHUVRQDV�HQ�HGDG�GH�WUDEDMDU�QR�WHQGUi�HP-pleo y eso es muy grave.

No hay ningún país de nuestro entorno que esté en estas cifras. Pero, más grave que todo eso son algunos datos que aparecen también en esas en-cuestas. Por ejemplo, el paro entre los menores de 25 años, que en estos momentos es del 41%. Una cifra verdaderamente espectacular, propia de una depresión, no de una recesión. Que cuatro de cada 10 jóvenes, menores

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de 25 años, no tengan posibilidad de trabajar nos indica el tipo de sociedad TXH�HVWDPRV�FRQVWUX\HQGR�\�VREUH�HOOR�WHQHPRV�TXH�UHÀH[LRQDU��2�VREUH�HO�dato de que un millón de personas, parados de larga duración, ya no cobran el seguro de desempleo. Por ello, el Gobierno se ha tenido que inventar esa ayuda especial de 420 euros para todos aquellos que no reciben el seguro de desempleo ni ninguna otra ayuda autonómica o municipal. Porque hay un millón de hogares en los que no entra ni el sueldo de la mujer ni el suel-do del marido. La consecuencia es que nuestro Estado del bienestar, a pesar de que, teóricamente es universal, en la práctica no lo es.

Si juntamos esos porcentajes, el 20% de población activa en el paro, el 41% de jóvenes sin empleo, o estos dos últimos datos referidos al millón de personas que carece de ingresos, nos encontramos con una situación verdaderamente inquietante. Esto es lo que quería decir con la aportación de esos datos, que la crisis económica reduce el concepto de ciudadanía y por eso debemos vincular ambos conceptos.

El segundo tema que querría mencionar es algo que también tiene que ver con la crisis económica y que afecta mucho al mundo de la política. Lo que ahora muchos economistas denominan la “economía del miedo”.

Todos sabemos que cuando se producen crisis, esas crisis multiplican el miedo, multiplican el temor de los ciudadanos a cosas que ocurren.

Hasta ahora, cuando el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS), que HV�HO�FHQWUR�GH�HVWDGtVWLFDV�R¿FLDO�GH�QXHVWUR�SDtV��R�FXDQGR�(XURVWDW��TXH�HV�OD�R¿FLQD�GH�HVWDGtVWLFDV�GH�OD�8QLyQ�(XURSHD��SXEOLFDQ�HQFXHVWDV�VREUH�los españoles, durante mucho tiempo a la pregunta ¿a qué tiene usted más temor en estos momentos? Durante muchos años, desgraciadamente para todos nosotros, el primer capítulo de esa lista del terror tenía que ver con el terrorismo. Teníamos miedo al terrorismo. Primero al terrorismo etarra y últimamente a otro terrorismo, al terrorismo islámico.

Pero en las últimas encuestas eso ha cambiado. El terrorismo ya no está en primera instancia de los problemas de los españoles, aunque siga existien-

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do el problema del terrorismo. Pero ahora, afortunadamente para todos, llevamos una temporada que no lo padecemos como lo hemos padecido en otros momentos de nuestra historia reciente. Ahora, cuando se nos pregun-ta que a qué tenemos miedo, aparece el miedo al otro, el miedo a aquella persona que viene a nuestro país a competir con nosotros por nuestro pues-to de trabajo o por nuestro Estado de bienestar, muy imperfecto, pero mejor que el de otros países, sobre todo del sur, que no lo tienen.

Aparece el miedo a la inseguridad económica, el miedo a quedarnos sin empleo, es decir, el miedo como un ingrediente activo de la vida pública de todos nosotros. El miedo a no participar en una distribución cada vez más desigual de la renta y la riqueza. Porque cada vez hay más desigualdad en todas estas cosas. El miedo o el temor que todos tenemos a perder el control de nuestras circunstancias y de nuestra propia vida cotidiana, por tener problemas económicos.

TDPELpQ�DSDUHFH�HO�PLHGR��DXQTXH�HVR�QR�OR�VDEHPRV�WHRUL]DU�FRQ�VX¿-ciente rotundidad, pero está ahí, el miedo a que nuestros gobernantes,

aquellos que hemos elegido para que nos resuelvan todos estos problemas, no tengan capacidad para hacerlo porque las decisiones cada vez se toman más lejos de nuestros centros de poder. Ya no se toman ni en el Palacio de la Moncloa, ni en el Congreso de los Diputados. La decisión sobre los tipos de interés se toma en Frankfurt y en centros cada vez más alejados de todos nosotros. Por ello, tenemos la inquietud de que nuestro sistema político del que nos hemos dotado para gobernarnos y para administrarnos, también HPSLHFH�D�SHUGHU�H¿FDFLD��7RGR�HVR�WDPELpQ�DSDUHFH�HQ�ORV�VRQGHRV��

En estos momentos, cuando surgen todos estos temores, todos estos mie-dos, es cuando recobra

más importancia que nunca el papel de las instituciones, de tener buenas instituciones; de tener un gobierno que nos gobierne bien; de tener una ad-ministración que funcione perfectamente; de tener servicios públicos que HVWpQ�IXQFLRQDQGR�\�TXH�VHDQ�H¿FDFHV�\�TXH�QRV�DWLHQGDQ�FXDQGR�WHQHPRV�

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GL¿FXOWDGHV��GH�WHQHU�XQ�(VWDGR�GHO�ELHQHVWDU�SRWHQWH��TXH�QRV�VROXFLRQH�los problemas que tenemos. Sólo que ahora, a diferencia de otros momen-tos de la historia, de otras crisis que ha habido, cuando hablamos de las instituciones tenemos que tener en cuenta el marco de referencia en el que vivimos: el de la globalización. Porque ahora, muchas veces tener insti-WXFLRQHV�QDFLRQDOHV�H¿FDFHV�QR�HV�VX¿FLHQWH�SDUD�DUUHJODU�ORV�SUREOHPDV��porque esos problemas son globales.

Cuando hablamos, por ejemplo, sobre cómo en estos tiempos de crisis eco-nómica algunos bancos han abusado, no se han regulado e incluso desco-nocíamos lo que había en sus balances, da igual que nosotros tengamos aquí el Banco de España, que es un buen regulador, y lo ha hecho bien. Porque muchos de esos bancos son transnacionales, son multinacionales, trabajan sin fronteras y lo que hacen bien aquí, lo hacen mal allá. Entonces trasladan los problemas de un sitio a otro sin que podamos controlarlos. Por ello, ahora se necesitan las instituciones globales o regionales más que las nacionales.

Cuando a los economistas nos preguntaban ¿qué es lo que hace que un país sea más rico que otro?, respondíamos que tener buen capital humano, es decir, buena gente trabajando, gente más formada que el resto; tener buen capital, no solamente físico, sino también un buen capital monetario; tener un buen capital tecnológico; tener una geografía que nos ayude… esas co-sas que denominábamos hasta hace poco el hardware de la economía.

Pero cuando llega la crisis, a ese hardware de la economía hay que añadirle el software de la economía, que son las instituciones. Eso que menciona-

ba antes, un marco normativo que nos de seguridad, tener instituciones que funcionen y que sean relevantes para nuestra vida, que nos eliminen los cos-tes que tenemos de vivir en determinadas circunstancias, que den cohesión social a nuestras sociedades. Esto es muy importante y en estos momentos de cambio lo notamos con mucha más intensidad que en otros. Estos temores que tenemos ahora a lo desconocido son los que estimulan los cambios de paradigma, los cambios de paradigma político, de paradigma económico.

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El Estado vuelve a tener un papel predominante en nuestras vidas. Hasta hace unos años, nos parecía que todo lo que hiciese el mercado estaba

bien hecho y le dábamos muy poca importancia al Estado. Pero el Estado ha vuelto a tomar relevancia y por consiguiente el mundo de la política. Me lo sugirieron en una pregunta que me hicieron antes en el encuentro que tuve con los miembros del club de lectura de esta biblioteca. Pronto va a cumplirse un año de la elección como presidente de los Estados Unidos de Barack Obama. Si tuviésemos que hacer ahora un análisis, con un poco más de distancia, ampliando el foco de por qué ocurrió aquello, seguramente tendría mucha relevancia en ese análisis el miedo, el temor que tenían los ciudadanos norteamericanos a la crisis que han padecido con mucha más intensidad que nosotros. Al hecho de que creían que la anterior administra-ción de George Bush no daba respuesta a esos problemas relacionados con la crisis y al hecho de que Obama llegaba con mucha fuerza y con mucha intensidad pretendiendo, y en alguna parte obteniendo, encontrar solucio-nes para atajar la crisis económica y salir de la misma.

/RV�HUURUHV��(O�VLJXLHQWH�SXQWR�VREUH�HO�TXH�TXHUUtD�UHÀH[LRQDU��\�TXH�WLHQH�que ver también con todo esto, es el de nuestros errores, los errores de los FLHQWt¿FRV�VRFLDOHV��ORV�HUURUHV�GH�DTXHOODV�SHUVRQDV�TXH�QRV�KHPRV�GHGLFD-GR��QRV�GHGLFDPRV�D�UHÀH[LRQDU�VREUH�ODV�FRVDV�TXH�RFXUUHQ��(Q�HVWH�FDVR��más que ninguno, sobre los economistas, pero también sobre el resto de los FLHQWt¿FRV�VRFLDOHV��+HPRV�WHQLGR�XQD�HVFDVtVLPD�FDSDFLGDG�GH�SURQyVWLFR��No nos dimos cuenta de lo que estaba ocurriendo hasta que lo tuvimos en-cima de nosotros. Ni de su profundidad, ni de su largura, ni de todas estas cosas. No nos dimos cuenta.

Quizá muchos de ustedes recuerden el debate televisivo que hubo en la campaña electoral de las últimas elecciones generales (2008), entre el en-WRQFHV�YLFHSUHVLGHQWH�GHO�*RELHUQR�3HGUR�6ROEHV�\�HO�UHFLpQ�¿FKDGR�FDQ-didato del Partido Popular como responsable de los temas económicos, que luego no lo fue, Manuel Pizarro. Si no lo han vuelto a ver, quizá el recuerdo que tengan es de un Solbes que se equivocaba mucho, porque no UHÀHMy�OD�FULVLV��SRUTXH�GHFtD��DTXt�OR�TXH�YD�D�KDEHU�HV�XQ�DMXVWH�¿QR��QR�

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va a haber recesión, los problemas que vienen son medianos, no son muy importantes.

Pero quizá no recuerden con la misma intensidad que Manuel Pizarro tam-poco acertó una. En aquellos momentos, no entendían, ni Solbes ni Pizarro, la profundidad de lo que se nos venía encima. Viene esto a cuento sobre lo que decía de la inmensa falta de capacidad de diagnóstico que habido entre ORV�HFRQRPLVWDV�\�ORV�FLHQWt¿FRV�VRFLDOHV�

En el año 1989, muy poco después de la caída del muro de Berlín, el sema-nario norteamericano Time publicó una portada en la que pedía la dimisión de todos los politólogos del mundo porque ninguno había anticipado con un poco de tiempo que el muro iba a caer y que se iba a autodestruir el socialismo real.

Y a fuerza de ser justos, seguramente ahora algún medio de comunicación debería hacer lo mismo, y pedir la dimisión de muchos o de la mayor parte GH�ORV�HFRQRPLVWDV�GH�HVWH�PXQGR�TXH�WDPSRFR�IXHURQ�FDSDFHV�GH�UHÀHMDU�lo que estaba ocurriendo. ¿Por qué?, ¿por qué esta falta de capacidad de pronóstico? Yo creo que hay un conjunto de circunstancias sobre las cuales PHUHFH�OD�SHQD�UHÀH[LRQDU�XQ�PRPHQWR��

La primera es el siguiente: La economía es probablemente la ciencia social matemáticamente más avanzada de las que existen. Matemá-

WLFDPHQWH��ORV�HFRQRPLVWDV�HVWDPRV�PiV�DYDQ]DGRV�TXH�ORV�¿OyVRIRV��TXH�los sociólogos, que los psicólogos. Pero humanamente estamos mucho más retrasados. ¿Por qué? Porque durante muchos años no hemos introducido en nuestros análisis las pasiones, los sentimientos de la gente, la psicología de la gente. Y todas estas cosas son muy importantes a la hora de determi-nar y a la hora de ver cómo se comporta la economía y cómo se comporta la vida pública de los ciudadanos.

Cada vez es más importante incorporar valores como la codicia o la solida-ridad o lo que está sucediendo en determinado momento y no está en una

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ecuación matemática. Creo que por eso, en buena parte, los economistas nos equivocamos. Porque nos abstraíamos de la vida real. Hacíamos gran-des esquemas de laboratorio sin darnos cuenta de lo que sucedía a nuestro alrededor. Me temo que en una buena parte eso todavía esté ocurriendo, cuando llevamos ya dos años y medio de crisis.

Ahora se inicia en el mundo una tímida reacción, o una tímida autocrí-tica por parte de los economistas, ¿Por qué? Porque todos estamos

bajo una sospecha brutal. En el mejor de los casos para nosotros, porque no hemos sido capaces de incorporar a nuestros análisis factores centrales de lo que estaba ocurriendo. Eso en el mejor de los casos. Y en el peor, como PXFKD�JHQWH�SLHQVD��SRUTXH�HVWiEDPRV�LQÀXLGRV�SRU�XQD�LGHRORJtD�TXH�QR�nos permitía introducir esos factores centrales de lo que estaba ocurriendo en nuestros análisis, porque estábamos defendiendo una agenda política re-lacionada con la desregulación de los mercados y con muchas otras cosas.

En uno u otro caso, en la mejor de las interpretaciones o en la peor, tene-mos ahora un problema tremendo. Vivíamos con una teoría económica que nos decía que estábamos seguros, que no íbamos a sufrir unas convulsiones como las que se habían producido en el pasado, que nuestros hijos iban a vivir mejor que nosotros porque el progreso es lineal. Ahora nos hemos dado cuenta de que todo eso era falso. Es decir, nos hemos dado cuenta de que una buena parte de los dioses que adorábamos eran falsos, no eran verdaderos.

/RV� FXOSDEOHV��0HUHFH� OD� SHQD� UHÀH[LRQDU� XQ�PLQXWR� WDPELpQ� VREUH� ORV�culpables de la crisis. ¿Quién es culpable? Hay una mezcolanza muy im-portante: unos dicen que los culpables fueron los banqueros o muchos ban-queros que abusaron de su papel y no nos dijeron qué es lo que estaban KDFLHQGR�� HVWDEDQ� WUDEDMDQGR�FRQ�XQRV�SURGXFWRV� VR¿VWLFDGtVLPRV�\�QRV�estaban engañando. Otros dicen que los culpables son los banqueros cen-trales y las autoridades reguladoras porque no determinaron tampoco, y no impidieron, que los banqueros hiciesen ese tipo de cosas. Otros dicen que la culpable es la codicia, que estábamos viviendo en un mundo en el

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cada vez se acumulaba más y más. Hasta que llegó un momento en el que aquello se rompió por muchos sitios.

Creo que todo eso es verdad, pero que todos esos falsos culpables, o culpa-bles parciales, ocultan otro culpable que es más importante que todos ellos, y sobre el que hay que ahondar, que es el sistema de ideas, el sistema de ideas que ha sido dominante en el mundo en los últimos treinta años.

Cuando nos decían aquellas cosas que explicaba hace un momento, sobre que la autorregulación es la mejor forma que tienen los bancos de regular-se, pues resulta que no, resulta que la autorregulación era una farsa y nadie se autorregulaba. Cuando nos decían que el Estado es el problema y el mer-cado la solución, pues no es cierto: lo mejor es un equilibrio entre ambos sistemas. Cuando nos decían que primero hay que crecer y luego distribuir, pero nunca llegaba el momento de la distribución; siempre estábamos en el periodo de crecimiento. Cuando nos decían que el problema principal es OD�LQÀDFLyQ�\�QR�HO�SDUR��SXHV�WDPSRFR�HUD�FLHUWR��7RGR�HVWH�HVTXHPD�GH�ideas que siempre llegan a la política y al mundo público mezclados con los intereses creados, con las circunstancias de cada época, son en buena parte culpables también de lo que ha estado ocurriendo.

LD�VLJXLHQWH�UHÀH[LyQ�TXH�PH�JXVWDUtD�KDFHU�WLHQH�TXH�YHU�FRQ�OD�KLVWRULD��Vamos a ver, ¿con qué comparamos esta crisis que estamos viviendo?

Con la Gran Depresión de los años treinta del siglo pasado. Hasta tal punto, ItMHQVH�GH�TXp�PDQHUD�OR�LGHQWL¿FDPRV��TXH�FXDQGR�KDEODPRV�GH�OD�*UDQ�'H-presión siempre lo ponemos en mayúsculas. Ahora hablamos de la Gran Re-cesión y ponemos en mayúsculas Gran y Recesión. Pero cuando uno habla de la crisis de los países asiáticos de hace unos años, o cuando uno habla de la crisis de las empresas puntocom, del año 2000, o cuando uno habla de la crisis que hubo en el mundo en 1987, que registró un crack bursátil tremen-do, que ya se nos ha olvidado, siempre ponemos estas cosas con minúsculas. Escribimos la crisis de la bolsa, la crisis bursátil, la crisis no sé qué,..., Pero grandes crisis con mayúsculas sólo ha habido la Gran Depresión de los años treinta y la Gran Recesión que estamos viviendo en estos momentos.

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Hace muy pocos días, quizá alguno de ustedes tuvo la suerte de verlo, un sábado por la noche, casi por casualidad, cuando acabó el partido

de fútbol puse la segunda cadena de Televisión Española. Estaban emitien-do un reportaje sobre la Gran Depresión de 1929. Era un documental en EODQFR�\�QHJUR��)XH�SDUD�Pt�PX\�VLJQL¿FDWLYR��3RUTXH�YLHQGR�ODV�LPiJHQHV�UHDOHV��QR�GH�¿FFLyQ��VREUH�OR�TXH�RFXUULy�HQ�(VWDGRV�8QLGRV��XQR�SXHGH�establecer verdaderamente las analogías y las diferencias entre lo que está ocurriendo ahora y lo que ocurrió entonces.

¿Qué se veía en ese reportaje? He apuntado aquí algunas ideas, por ejemplo la ceguera también en aquel momento de los economistas y de la gente rela-cionada con el mundo de la economía. También en aquella crisis, apenas unos meses antes, nadie se dio cuenta de lo que iba a llegar. Apenas nadie. Apunté el título de un artículo, citado en el documental, escrito por el presidente de un gran banco, J. P. Morgan, entidad que todavía sigue existiendo, solo cinco días antes de que estallase el crack bursátil: El futuro parece brillante.

/R�TXH� QRV� GD� SLH� D� OD�PLVPD� UHÀH[LyQ� TXH� KLFH� DQWHV�� R� -�� 3��0RUJDQ�estaba equivocado o nos quiso equivocar. Las cosas se han complicado tanto como para sospechar de este tipo de cosas, entonces como ahora, podían suceder. Entonces hubo una minoría de gente que sí se dio cuenta de la llegada de la crisis. Hubo algunos inversores que unos días, o unos meses antes, se salieron de la bolsa. Es el caso del padre de los Kennedy. Los Kennedy fueron ricos, lo que posibilitó que dos de sus hijos se presen-tasen a la carrera presidencial de Estados Unidos, porque el padre Joseph acumuló una gran riqueza y no le sorprendió la crisis del 29. Supo salirse a tiempo de la bolsa. Algunos ejercieron el papel que tenían que ejercer y avisaron de lo que iba a ocurrir.

Volviendo al documental, y a lo más importante: cuando uno ve las imá-genes de pobreza, la ruina y el hambre que había en Estados Unidos en aquellos momentos, no los puede comparar con lo que estamos viviendo en estos momentos. La comparación de la crisis de los años treinta está bien para algunas cosas, pero sin exagerar. No sé si muchos de ustedes conocen

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Nueva York. En ese documental aparece Central Park, el parque que hay en el centro de Manhattan, completamente drenado, le han quitado todo el agua, y en la base del parque se ha construido una ciudad de chabolas de cartón en donde viven los arruinados de la bolsa, los arruinados de Wall Street. Porque en ese momento no tenían ni seguro de paro, ni todas esas ayudas del Estado de bienestar que hemos mencionando.

Por consiguiente, hay grandes diferencias entre una situación y otra, entre una crisis y otra. Pero hay que recordar que aquella crisis duró diez años y solo se salió de la misma, con rotundidad, cuando empezó la Segunda *XHUUD�0XQGLDO��7DPELpQ�HVWD�FRPSDUDFLyQ�HV�VLJQL¿FDWLYD�\�TXL]i�GHQWUR�de un momento vuelva a lo mismo.

¿Qué es lo que pretenden en estos momentos las autoridades de todo el mundo, implícita o explícitamente? Pretenden, básicamente, que no se re-produzca aquello que ocurrió en los años 30. Es decir, que esta recesión no se convierta en una depresión.

¿Cuál es la diferencia entre una recesión y una depresión? La profundidad. Una depresión es una recesión mucho más larga, muchísimo más larga y mucho más profunda que la que estamos viviendo en estos momentos. No sé si conocen ustedes la teoría de las letras con las cuales trabajamos los economistas para explicar cómo se saldrá de la crisis. Es divertida y por eso la cuento.

En el primer momento, cuando empezaron todos estos problemas, los economistas decíamos que iba a ser una crisis en “V”, es decir, que

íbamos a caer estrepitosamente, pero del mismo modo que caeríamos, vol-veríamos a subir y situarnos en las mismas circunstancias que antes. Eso ha sido una ensoñación. Dos años y medio después del inicio de la crisis, podemos decir que no ha sido así.

Después nos inventamos la teoría de la “U”, que quiere decir que caemos estrepitosamente, estamos un tiempo abajo del todo, pero volvemos a subir

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al mismo sitio en el que estábamos. También nos equivocamos, tampoco hemos llegado a la parte en alza de la “U”.

La tercera letra que nos inventamos fue la “L”, es decir, vamos a caer estrepitosamente y nos vamos a quedar en el pozo durante muchísimo

tiempo. Creo que es un poco pesimista, pero en estos momentos lo que nos está ocurriendo se parece más a una “L” que a otra cosa.

Por último, para levantar el ánimo de los ciudadanos, algunos de nuestros gobernantes, creo que con poca capacidad de pronóstico, dicen que vamos a vivir una “W”, es decir que bajamos y volvemos a subir, pero como los problemas siguen ahí, volveremos a bajar y volveremos a subir. Esto tam-bién es una ensoñación, pero ahí andamos.

¿Qué es lo que quieren nuestras autoridades en estos momentos.

En primer lugar, que una recesión no se convierta en una depresión. Es lo más importante. Segundo, y es lo que tiene a todo el mundo aterrorizado, que una crisis económica no devenga, no se convierta en una crisis social y a continuación en una crisis política, como ocurrió precisamente en los años 30 del siglo pasado. Es decir, que la gente se enfade tanto, padezca WDQWR��TXH�ORV�HIHFWRV�GH�OD�FULVLV�HPSLHFHQ�D�HVWDOODU��SULPHUR�ORV�FRQÀLFWRV�HQ�OD�FDOOH�\�D�FRQWLQXDFLyQ�ORV�FRQÀLFWRV�SROtWLFRV��(VR�RFXUULy��LQVLVWR��HQ�los años 30 y acabaron como acabaron.

¿Cómo pretenden que estas dos cosas no vuelvan a ocurrir? Creo que bási-camente hay tres o cuatro argumentos, además de la profundidad, que nos hacen pensar que la situación de ahora es muy distinta a la de los años 30.

El primero de ellos es que algo hemos aprendido. Charlando hace un rato con el alcalde y el concejal de Cultura de esta ciudad, Miguel Ángel Pozas y Antonio Caba, me explicaron que este lugar en el que nos encontramos ahora, la Biblioteca Lope de Vega, fue antes una cárcel. Y decíamos: bue-no, algo hemos aprendido, hemos cambiado una cárcel por una biblioteca.

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Pues también hemos aprendido muchas lecciones de los años 30, a pesar de los errores. La primera, que hay que actuar rápidamente. Eso es lo que ha ocurrido en todo el mundo, cuando comenzaron a dar esos paquetes de rescate a los bancos para que los bancos no padecieran la crisis económica. En el entendido de que, si no funcionan los bancos, no funciona nada.

O cuando se han puesto encima de la mesa planes de estímulo, de inversión pública, de gasto público, que, más o menos, con más o menos intensidad, se están promoviendo en todos los países del mundo. O cuando hemos bajado los tipos de interés a niveles muy cercanos al cero, al uno o al dos SRU�FLHQWR��WUDV�KDEHU�HVWDGR�PX\�DOWRV��7RGR�HVR�VLJQL¿FD�TXH�DOJR�KHPRV�aprendido del pasado. Primera lección: algo hemos aprendido del pasado.

Segunda diferencia importantísima respecto al pasado: ahora no hay alter-nativa ideológica al capitalismo. En los años 30 estaban en pleno fulgor, por una parte, el comunismo, que dominaba una buena parte del planeta y por otra, el fascismo, que también dominaba o intentaba dominar otra parte del planeta. Pero en estos momentos, no tenemos ninguna alternativa ideológica al capitalismo. Como mucho, los más arriesgados dicen hay que refundar el capitalismo. Otros dicen hay que reformar el capitalismo. Otros, que hay que regular el capitalismo. Pero nadie contempla, como una alternativa cerrada, como era el comunismo, como era el fascismo, alterna-tivas al sistema en el que estamos viviendo. Eso es otra situación que hace muy diferente lo que está sucediendo ahora con lo que pasó hace 70 años.

Otra diferencia fundamental es aquella sobre la que he estado hablan-do hace un rato. Ahora, la parte más rica del planeta disfruta de un

bienestar social que no tienen en otras partes del mundo y eso nos permite protegernos de los peores efectos de la crisis.

Fíjense en otra zona del planeta, que no tiene que ver nada con nosotros, pero que nos es muy familiar y muy cercana. Se trata de América Latina. Leí hace unos días un dato que me viene muy bien para hablar de la impor-tancia que tiene el Estado del bienestar.

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En América Latina, desde el 1990 hasta hoy, es decir, desde hace ya casi dos décadas, siete de cada 10 puestos de trabajo que se han creado lo son en la economía sumergida, por lo que los trabajadores no tienen ningún tipo de protección social. La gente trabaja y tiene derecho al salario, el que sea, normalmente bajo, pero no tiene derecho a ningún tipo de pro-tección social. Fíjense ustedes qué tipo de sociedad. Y esa gente que está ahora trabajando en esa economía sumergida es gente joven. Imagínense cuando lleguen a la tercera edad y no tengan ninguna capacidad de protec-ción como tenemos nosotros. Fíjense la importancia que tiene un Estado de bienestar como el que tenemos ahora nosotros. Podría hablarles de otras diferencias, pero creo que con estas bastan.

Hay otros dos o tres temas más sobre los cuales me gustaría hablarles.

Primero, sobre algunos de los dilemas que se están planteando en estos momentos relacionados con la crisis y con la ciudadanía. El primero ya

lo he mencionado y lo voy a tratar muy de paso, que es ese nuevo equilibrio entre dos conceptos que hasta ahora parecían antagónicos, como son el de mercado y el de Estado.

El Estado tiene cada vez más importancia, pero si todos convenimos en que el Estado tiene cada vez más importancia, tenemos que hacer Estados H¿FDFHV��3HUR�KDFHU�(VWDGRV�H¿FDFHV�VLJQL¿FD�KDFHU�UHIRUPDV�GHO�(VWDGR��\�ODV�UHIRUPDV�GHO�(VWDGR�VRQ�GL¿FLOtVLPDV�GH�KDFHU��0XFKR�PiV�HQ�XQ�(VWD-do compuesto como el nuestro, que tiene una administración central, die-cisiete administraciones autonómicas, dos ciudades autonómicas y ocho mil ayuntamientos. Es decir, eso genera complicaciones, ¿verdad? Pero, en cualquier caso, hay que reformar el Estado si todos coincidimos en que el Estado vuelve a ser un agente importante en lo que nos están ocurriendo.

Ese equilibrio entre Estado y mercado nos tiene que servir para acabar de una vez con esas dos utopías regresivas que han convivido con nosotros en los últimos 30 años. En primer lugar, lo que alguien ha denominado el fundamentalismo de mercado. El mercado era el que lo marcaba todo, pero

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lo marcaba todo no solamente para la economía, lo marcaba todo para la HGXFDFLyQ��OD�VDQLGDG��HWFpWHUD��HWFpWHUD��(V�LPSRUWDQWH�TXH�UHFWL¿TXHPRV�HVR��\�WDPELpQ�GHEHPRV�UHFWL¿FDU�RWUR�VLVWHPD�TXH�DTXt�QR�KD�HVWDGR�YL-gente, pero que estuvo vigente en una buena parte del mundo, que es el burocratismo estatista. Allí pasaba lo contrario: el Estado lo tenía todo y el PHUFDGR�QR�WHQtD�QDGD�\�DTXHOOR�QR�IXH�H¿FD]��

Corregir estas dos utopías es uno de los dilemas que en estos momentos de-beríamos aprovechar. Soy relativamente pesimista sobre esto, porque creo que en estos dos años y medio de crisis hubo un momento en el que todo el mundo, sobre todo los que mandaban, estaban tan asustados que empeza-ron a reivindicar una serie de reformas para que las cosas funcionasen

Hablemos de las reuniones del G-20, la organización en donde ahora se solucionan estos problemas. Ha habido tres reuniones del G-20 desde que estamos en crisis. Una se celebró en Washington hace un año, en el peor momento de la crisis; otra, en Londres, en el mes de abril, cinco meses después; la tercera, se acaba de celebrar, también en Estados Unidos, en Pittsburg, hace escasas semanas.

Si uno repasa los comunicados de esas tres reuniones, nos damos cuenta de que el ímpetu reformista que había en la primera ya no existe en

la segunda, ni mucho menos en la tercera. Quiero decir que según se van UHFWL¿FDQGR�ORV�SUREOHPDV��EiVLFDPHQWH�ORV�SUREOHPDV�¿QDQFLHURV��ORV�GH�la economía real, nos estamos olvidando de algunas reformas que vimos imprescindibles para salir de este atolladero y de las que ya no se habla.

Por ejemplo, se habla muy poco de nuevo, excepto para hacer retórica, no medidas concretas, de los sueldos y de las indemnizaciones extraordinarias y escandalosas de los ejecutivos bancarios; por ejemplo, se ha hecho mu-FKR�PHQRV�GH�OR�TXH�VH�SUHYHtD�VREUH�ORV�SDUDtVRV�¿VFDOHV��

+H�GH�DxDGLU�DOJR�VREUH�ORV�SDUDtVRV�¿VFDOHV��OXFKDU�FRQWUD�HVRV�VLWLRV�TXH�compiten con nosotros, porque allí no se pagan impuestos, y por consi-

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guiente no hay que pagar el Estado del bienestar, está muy bien. Pero los SDUDtVRV�¿VFDOHV�QR�WLHQHQ�QDGD�TXH�YHU�FRQ�OD�FULVLV��(VWD�FULVLV�VH�KD�JH-QHUDGR�FXDQGR�ORV�EDQFRV�KDQ�DFWXDGR�FRPR�SDUDtVRV�¿VFDOHV�HQ�(VWDGRV�Unidos, o en Alemania, o en Francia, no en las Islas Seychelles, es decir, cuando han utilizado el centro del sistema para utilizarlo como paraíso ¿VFDO�\�HVR�HV�PX\�LPSUXGHQWH��3XHV�ELHQ��HVD�FDSDFLGDG�UHIRUPLVWD��FUHR�que poco a poco se está angostando.

Hay otro dilema, otro debate que creo que también es muy importante para nosotros como ciudadanos del mundo, que es: ¿dónde se tiene

que arreglar la crisis?

Después de la Segunda Guerra Mundial el mundo se dotó de una serie de instituciones, básicamente la Organización de Naciones Unidas (ONU) y otras surgidas alrededor de la misma. Ahora vemos con sorpresa, o con poca sorpresa, que en Naciones Unidas no se discute sobre la crisis eco-nómica. De la crisis se habla en otras formaciones, como el G-20 o el G-8, que son instituciones que no las ha elegido nadie, que se cooptan entre sus miembros. Es decir, para pertenecer al G-20 un país lo que tiene que hacer es pedirlo y ya veremos si sus socios tienen a bien o tienen a mal admitirlo. Es el caso de España. Nuestro país ha asistido a las últimas reuniones del G-20 como invitado, no como potencia, aunque por su potencia económi-ca, valga la redundancia, tendría que formar parte del G-20.

Pero si España y Holanda, que es el otro país que ha pedido formar parte de ese club, quieren ser miembros del G-20, otras dos potencias que for-man parte del grupo, y que ahora son menos importantes, tendrían que salir. Pues bien, eso no funciona así. El G-20 sigue llamándose G-20, aunque realmente ahora lo integran 22 potencias. Pero nadie las ha elegi-do, mientras que las Naciones Unidas es un organismo elegido por todo el mundo. ¿Qué ocurre? Que Naciones Unidas es un organismo muy EXURFUDWL]DGR�\�PX\�SRFR�H¿FD]��7LHQH�OD�OHJLWLPLGDG��SHUR�QR�WLHQH�OD�H¿FDFLD��3RU�HO�FRQWUDULR��ODV�IRUPDFLRQHV�GHO�WLSR�*����*������WLHQHQ�OD�H¿FDFLD� SHUR� QR� WLHQHQ� QLQJXQD� OHJLWLPLGDG� SDUD� DUUHJODU� HVWH� WLSR� GH�

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problemas. Pues bien, en algún momento este contrasentido lo tendremos que solucionar. El tercer dilema que se produce, y casi con esto termina-ría esta parte, es si hay que hacer una política económica para salir de la crisis de partido o una política económica de Estado. Esto no es retórica. Prácticamente en ningún país del mundo, incluidos aquellos en los que hay un gobierno con mayoría absoluta, se desarrolla una política econó-mica sin la ayuda de la oposición.

Una de las primeras decisiones que tomó Barack Obama como presidente de los Estados Unidos, a pesar de la fuerza con la que llegó al cargo, fue FRQ¿UPDU�FRPR�SUHVLGHQWH�GH�OD�5HVHUYD�)HGHUDO��HV�GHFLU��UHVSRQVDEOH�GH�la autoridad monetaria, al republicano Ben Bernanke. O sea: un demócra-ta reelige a un republicano para administrar conjuntamente la crisis. En Francia, el presidente Sarkozy, un hombre de derechas, hace un gobierno trufado de socialistas o exsocialistas. Es decir, incluye en su gobierno dis-tintas sensibilidades. La señora Merkel, en otro país importante, Alemania, gobierna en coalición, primero con los socialdemócratas y ahora con los liberales. Merkel podía haber intentado, en algún momento, gobernar en minoría con apoyos puntuales, pero dice: no puedo con la crisis económica tan importante que estamos pasando hacerlo yo sola.

¿Cuál es la excepción? La excepción es, como en las historias de Astérix, un pequeño país, situado en un extremo del planeta, que se llama España, en donde es imposible que gobierno y oposición trabajen conjuntamente para sacarnos de este lío en el que estamos metidos. Lo menciono a ras de suelo porque no quiero hacer ningún tipo de política con esto. Pero quiero UHÀHMDU� OD�HVSHFL¿FLGDG�GH�QXHVWUR�SDtV�\�SRUTXH�FUHR�TXH�OD�FULVLV�HV� OR�VX¿FLHQWHPHQWH�LPSRUWDQWH�SDUD�DIURQWDUOD�D�WUDYpV�GH�SDFWRV��<D�KD\�XQ�pacto global: la política económica que se está aplicando básicamente en todo el mundo ha sido aprobada en el G-20.

Hay otros pactos regionales. Nosotros ahora, como parte de Europa, estamos intentando crear una especie de consenso que sustituya al

consenso que se generó en la postguerra europea y que dio lugar a los

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modernos Estados del bienestar, en la edad de oro del capitalismo. Fue entonces cuando Europa creó más puestos de trabajo y creció más.

Ahora hay que hacerlo de otra manera, porque la Europa de hoy es muy distinta de la de los años cincuenta. Somos veintisiete países,

no seis. Tenemos millones de inmigrantes que antes no existían. Somos una sociedad vieja y no una sociedad joven, como la que salió después de la Segunda Guerra Mundial. Por eso, ese consenso hay que actualizarlo. También hay que hacer pactos nacionales.

Quiero enlazar esto con algo que me comentaba la compañera de la tele-visión local, María Ávila, que me ha entrevistado antes de esta charla. Los pactos nacionales son necesarios también para hacer reformas, esas refor-mas estructurales de las cuales ustedes oyen hablar muchas veces y que nunca se concretan. Son muy importantes para cualquier país, pero no solo para salir de la crisis. Para salir de la crisis necesitamos medidas urgentes.

Esta crisis que estamos padeciendo nos ha hecho creer a todos que los pro-blemas económicos del mundo eran homogéneos, que todos tenemos los mismos problemas. En parte es verdad, sobre todo en los momentos más álgidos de la crisis. Pero el día que desaparezca esta crisis, cada uno nos encontraremos con nuestros propios fantasmas y tendremos que abordar nuestros propios fantasmas.

¿Cuáles son los problemas y los fantasmas españoles? Los he reseñado hace un momento: que cada vez que tose la economía, nos ponemos en cifras de paro de dos dígitos, del veinte por ciento, y eso no es posible. Cuando hablo de reformas, por favor entiéndanme ustedes, no hablo de contrarreformas. Hemos perdido una batalla con el lenguaje: cada vez que los ciudadanos de a pie oímos hablar de reformas, se nos ponen los pelos de punta. Porque cree-mos que cualquier cosa que se haga va a ser en contra de nuestros intereses. Pero yo no estoy hablando de eso. Cuando hablo de una reforma laboral, o de una reforma energética, o de una reforma de la educación, o de tantas FRVDV�TXH�KD\�TXH�KDFHU��HVWR\�KDEODQGR�GH�UHIRUPDV��GH�VDFUL¿FLRV�FRP-

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SDUWLGRV��HVWR\�KDEODQGR�GH�VDFUL¿FLRV�TXH�GHEH�SDJDU�WRGR�HO�PXQGR�PiV�R�menos con las mismas intensidades. Estoy hablando de cosas que hay que mejorar y cambiar, pero no estoy hablando de contrarreformas.

Termino ya y ahora sí que del todo. Hay dos grandes escuelas sobre la actual crisis económica. Una es la de aquellos que dicen que esta crisis es como un cisne negro. Los cisnes negros son, como saben ustedes, son una especie muy rara, pues los cisnes suelen ser blancos. En teoría política, un cisne negro es un acontecimiento inesperado que tiene consecuencias bru-tales. Por eso esta crisis económica es un cisne negro. Es algo inesperado que nos afecta a todos y que va a tener unas consecuencias formidables sobre nuestra forma de vida.

La segunda escuela es la llamada teoría de Casandra. Como ustedes saben, Casandra era una sacerdotisa de Apolo. Este dios de la mitología griega se enamoró de Casandra y le dio un don, el don de la profecía. Casandra podía detectar lo que iba a suceder antes de tiempo. Pero Casandra era también muy casquivana y engañó a Apolo. Entonces, Apolo la castigó: aunque Casandra mantendría su don, nadie creería sus profecías. Así, Casandra profetizó la Guerra de Troya, la muerte de Agamenón, la muerte de toda su familia… Todo eso lo dijo antes de tiempo, pero nadie le hizo caso.

DH�LJXDO�PRGR��KD�KDELGR�XQD�VHULH�GH�FLHQWt¿FRV�VRFLDOHV��GH�HFRQR-mistas, escasos, pero los hubo, que sí estaban advirtiendo: “ojo, que

estamos abusando; ojo que estamos creando burbujas; ojo que estamos creando una burbuja inmobiliaria que está haciendo que el precio de las viviendas no tengan que ver nada con la realidad; ojo que estamos dejando que los bancos abusen…”. Pero no les hicimos caso nadie.

Estas son pues las dos escuelas que compiten en estos momentos: la que sostiene que la crisis llegó como por arte de magia, como algo natural, y la de aquellos pocos que decían que lo que estábamos haciendo nos llevaría a los problemas que sufrimos ahora. No se les hizo caso y desgraciadamente tenían razón.

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Decía al principio de esta charla que el concepto de ciudadanía tiene que ver mucho con el concepto de crisis económica. Pienso también que el concepto de ciudadanía tiene mucho que ver, y con esto sí que termino, con el concepto de desarrollo, y con el concepto de democracia. Son lo mismo.

Al economista indio Amartya Sen, premio Nobel de Economía (1998), le nombraron el pasado mes de enero doctor Honoris Causa de la

Universidad Complutense de Madrid. Fui a escucharle en ese acto y apunté una frase suya que me sirve mucho para desarrollar esta idea: “desarrollo, DO�¿QDO��GHVDUUROOR�QR�HV�XQ�FRQFHSWR�HFRQyPLFR��HV�XQ�FRQFHSWR�PXFKR�más universal; desarrollo es el proceso de expansión de las libertades rea-les de las que goza el pueblo y de las que gozan los ciudadanos”.

Pues bien, desarrollo, en mi opinión, es ciudadanía, y desarrollo y ciudada-nía es democracia y eso es lo que a mí me gustaría haber traído aquí a esta Escuela de Ciudadanos. ¡Muchas gracias!

Manzanares, 27 de noviembre de 2009

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MARIA ANTONIA IGLESIAS

Escuchar y comprender

Reanudamos el curso interrumpido por el frío y la lluvia con una profesora de lujo: María Antonia Iglesias.

Todos ustedes la conocen: una periodista dura, correosa, dialécticamente imbatible. Su aparición en programas de debate en televisión la han convertido en un personaje popular, muy conocida en toda España.

Pero para muchísimos que seguimos su trayectoria profesional desde los años 70, María Antonia es mucho más, muchísimo más que un rostro conocido de la televisión.

María Antonia es, por usar una frase hecha, una periodista de raza que ha sobrevivido, y yo diría que ganado, más de mil batallas.

¿De dónde saca su fuerza esta mujer aparentemente frágil?

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De sus ideas. De su compromiso social y político.

María Antonia buscó para iniciarse en el periodismo aquellos medios que mejor se adaptaban a su ideología en los últimos años de la dictadura: el diario Informaciones, que junto con el Diario Madrid –en el que yo trabajaba-, eran medios que combatían como podían al franquismo en los años 60 y primeros setenta. La revista Triunfo, y más tarde, con la democracia, Tiempo e Interviú. Medios progresistas para una mujer que militó en su día en el Partido Comunista de España (PCE), cuando eso entrañaba el riesgo de parar con sus huesos en la cárcel.

En 1984 descubrió la televisión. O mejor, la televisión descubrió a María Antonia. Ese año entró a formar parte del equipo de Informe Semanal, programa creado por Pedro Erquicia y por el que han pasado los mejores reporteros del medio. Cinco años después, era la directora del programa. En 1990 es nombrada directora de los servicios informativos de RTVE. Es la primera mujer que alcanza un puesto tan relevante en la televisión pública. Fue sustituida, en 1996, por Ernesto Sáenz de Buruaga, aquel prodigio de periodista famoso por referirse al sindicato comisiones obreras como “ce ce o o”.

Con el cambio de partido en el Gobierno, María Antonia abandonó el despacho y se echó a la

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calle. Fue una suerte para quienes la seguimos desde hace años: comenzó a publicar en El País una serie de entrevistas en profundidad con las más importantes personalidades de la política, la economía, la cultura del país. De Fraga a Arzallus, todo el que tenía algo que decir se dejaba entrevistar por María Antonia.

También inició una serie de colaboraciones en los programas de debate de distintas cadenas de televisión. En la actualidad, podemos seguirla en La Noria de Telecinco y en Las mañanas de Cuatro.

Durante varios años formó parte de la tertulia de Iñaki Gabilondo en Hoy por Hoy, de la Cadena SER. Allí coincidimos muchas veces.

Hace un par de años reunió en el libro Cuerpo a Cuerpo. Cómo son y cómo piensan los políticos españoles (2007), cien de las entrevistas publicadas en El País. Cuando le preguntaron cuál era su receta para hacer las entrevistas, dijo que simplemente se sentaba delante del entrevistado “dispuesta a escuchar y comprender”.

Quiero resaltar esta actitud profesional de María Antonia porque, quienes solo la conocen por algunas de sus intervenciones en televisión, pueden haberse formado una idea errónea de su personalidad.

Solo una persona que sabe escuchar es capaz de habernos regalado dos libros monumentales: La

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Memoria recuperada. Lo que nunca ha contado Felipe González y los dirigentes socialistas (2003) y Memoria de Euskadi. La terapia de la verdad: todos lo cuentan todo (2009).

Son dos libros de más de mil páginas cada uno TXH�QRV�RIUHFHQ�XQ�UHWUDWR�¿HO�GH�FyPR�IXHURQ�los gobiernos socialistas de Felipe González y cuál ha sido el desarrollo de la reciente historia del País Vasco. Son dos obras que no se hacen en un ratito de tertulia, en una charla ligera mientras se toma un cafelito.

Esa profundidad y ese trabajo bien hecho, esas ganas de escuchar para comprender que han guiado la vida profesional de María Antonia es la razón principal de que esté hoy aquí entre nosotros.

Yo sé, y ustedes también, que su salud es delicada y por ello es doblemente generoso por su parte su presencia aquí.

Escuchemos a María Antonia. Seguro que la comprenderemos y seguro que aprenderemos algo de lo mucho que ella ha aprendido a lo largo de sus más de 40 años como periodista.

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La pasión por informar POR MARÍA ANTONIA IGLESIAS

Buenas noches a todos y muchísimas gracias por estar aquí. Estoy muy contenta de estar en Manzanares, y tengo que ser sincera: no conocía

el pueblo, me parece muy bonito. He venido hoy aquí, sobre todo, por una UD]yQ��HO�YDORU�GH�OD�DPLVWDG��HO�DIHFWR�SHUVRQDO��OD�¿GHOLGDG�GH�ODV�SHUVR-nas a lo largo del tiempo. En este caso, mi amistad con Román Orozco, TXH�SRGUtD�FDOL¿FDU�GH�HQWUDxDEOH��SRUTXH�KHPRV�FRPSDUWLGR�PXFKRV�DxRV�apasionantes de este país; hemos compartido la vocación profesional, el FRPSURPLVR�SROtWLFR��&UHR�TXH�HVDV�VRQ�D¿QLGDGHV�\�YLYHQFLDV�TXH�QR�GHV-aparecen nunca.

Como el Guadiana, nos vemos, luego no nos vemos, luego nos volvemos a ver, pero siempre tenemos la sensación de que tenemos muchas cosas que decirnos, muchas cosas que compartir. Así que agradezco especialmente a Román, dos cosas: primero, que me haya invitado, pero sobre todo le quie-ro agradecer, como ciudadana, esta iniciativa que me parece espléndida y de primera necesidad en este momento: esta Escuela de Ciudadanos. Nos acechan tal cantidad de sombras y de problemas, que si hay un momento oportuno para hacer esta Escuela de Ciudadanos es este momento.

Es verdad que la democracia española es una democracia sólida, asentada, y es verdad que no hay ningún riesgo de una involución formal, para enten-dernos, como aquella fecha fatídica del 23-F. Pero hay peligros y riesgos

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de involución ideológica, de pérdida de valores, de una serie de situaciones que a los ciudadanos democráticos y progresistas nos preocupan profunda-mente. Por eso creo que esta Escuela de Ciudadanos es muy necesaria.

Espero, por otro lado, que a la derecha de este país no se le ocurra combatir la Escuela de Ciudadanos como combatió la asignatura Edu-

cación para la Ciudadanía. Por ejemplo, con las mismas trampas y los mismos argumentos delirantes del gobierno valenciano que quiso obligar a los chavales a estudiar esa asignatura en inglés. Espero que Román y los que han iniciado esta obra tengan más suerte. Lo importante y lo básico es que tengan el apoyo precisamente de los ciudadanos, de esos alumnos que VRPRV�WRGRV�\�TXH�QRV�EHQH¿FLHPRV�GH�OD�H[SHULHQFLD�GH�ORV�GHPiV��

3HUR� VREUH� WRGR�� TXH� QRV� EHQH¿FLHPRV� FRQ� OD� H[SHULHQFLD� GH� FRPSDUWLU�unos valores que en estos momentos no es que se estén perdiendo, pero sí se están poniendo en tela de juicio. Muchas veces por nuestra culpa. En este país están alumbrando una serie de fuerzas oscuras, de contravalores disfrazados de solidaridad, teñidas de amarillismo, basadas en el espectá-culo del dolor de los demás.

Hace unos días me gané una buena bronca porque me atreví a decir que a mí no me gustan los padres “espectáculo”. Comprendo que son unas po-bres víctimas, que han perdido a sus hijos en circunstancias dramáticas, en asesinatos, en crímenes horrendos. Pero cada vez estoy más convencida de que todo eso, en ocasiones, se convierte en un esperpento.

Por ejemplo, por si acaso necesitaba una demostración para convencerme más, vi en Telecinco una cosa insólita: la madre de Sandra Palo, que cuenta con todo mi dolor y solidaridad, haciendo un debate con Belén Esteban. (Sandra Palo, una joven de Getafe de 22 años, fue violada por cuatro hom-bres y salvajemente asesinada en 2003).

Cosas así hablan por sí mismas y me dan la razón, por muy difícil que sea. Aunque alguna gente lo entiende retorcidamente: piensan que soy una per-

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sona sin sentimientos. Pero yo lo único que hago es decir que aborrezco la manipulación de los sentimientos ajenos, porque eso no es solidaridad, es simplemente alimentarse del dolor de los demás.

Poco después de ese debate, me paró en la calle una señora y me dijo: “¡hay que ver que mal la tratará la vida, para que hable usted así!”. Yo le contesté: “y usted, señora, ¡cuánto tiene que aburrirse para vivir del dolor de los demás!”.

3RUTXH��HQ�GH¿QLWLYD��HVRV�GHEDWHV�VRQ�WHUULEOHV�HVSHFWiFXORV�VyUGLGRV��REV-cenos, en los que cada día se sorprende uno más. Lo que está sucediendo es que están emergiendo una serie de contravalores que nada tienen que ver con la solidaridad, ni con la humanidad, ni con ningún sentimiento noble, sino con esa carnaza que los medios de comunicación le echan a la gente con la seguridad, desgraciadamente, y esa es nuestra responsabilidad, de que la gente lo va a consumir masivamente. Porque si fueran un fracaso de audiencia, no se harían nunca.

Pero bueno, volvamos al principio. Le agradezco a Román su cálida presentación y coincido con él en algo que nos une mucho: somos

personas privilegiadas que hemos pertenecido, aunque yo sea quizás un poco más mayor que él, a una generación de periodistas que ha vivido en la época más apasionante de este país, que fue la salida de la dictadura, la transición democrática y los gobiernos sucesivos, el gobierno de Suárez, el de Felipe González…

(Q�¿Q��pSRFDV�UHDOPHQWH�VLQJXODUHV�SRU�GRV�PRWLYRV��1R�VROR�SRU�OD�LPSRU-tancia política e histórica de los acontecimientos que vivimos, sino porque, y yo quiero decirlo, no sin cierto pesar, porque vivimos, compartimos una aventura, una ilusión y una pasión más allá del compromiso profesional con una clase política singular, irrepetible diría yo. Una clase política que de una manera milagrosa, y yo no creo en los milagros, pero algo mágico sucedió, que coincidió en el tiempo con la necesidad de que hubiera esa clase política con esa talla, con ese concepto realmente auténtico del pa-

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triotismo. Eran verdaderos patriotas, que amaban a su país por encima de cualquier ideología o de cualquier interés de partido y lo demostraron con los hechos.

Los periodistas de aquella época, Román también, por supuesto, en prime-UD�¿OD�� WXYLPRV�HO�SULYLOHJLR�GH�FRQRFHU�SHUVRQDOPHQWH�D�HVRV�GLULJHQWHV�políticos, de saber separar con dignidad la responsabilidad de informar y al PLVPR�WLHPSR�OD�FRPSOLFLGDG�FRQ�OD�DSXHVWD�¿UPH�SRU�OD�GHPRFUDFLD��(VH�fue un aspecto singular, que no todos los periodistas han podido vivir. Por eso, creo que formamos parte de una generación privilegiada, la genera-ción de la transición,

Es verdad también que en este momento pasamos por situaciones compli-cadas, porque nos hacen la pregunta venenosa, y las comparaciones siem-pre son odiosas, de si los políticos actuales no tienen esos mismos valores. Es una pregunta muy difícil de resolver. Primero, porque los relevos gene-racionales son reversibles, como es lógico. Segundo, como siempre digo, porque el cementerio está lleno de gente imprescindible. Felipe González los llama jarrones chinos. Pero bueno, en cualquier caso, está claro que la clase política en este momento no se puede comparar con aquella, como tampoco se podría comparar la situación. Pero creo que ahora hay una cierta atonía, por decirlo de una manera suave.

Esa atonía, de alguna manera, nos decepciona de vez en cuando a quie-nes vivimos la política y la profesión de informar con pasión. A pesar

GH�HVR��FRQVFLHQWH�GH�TXH�HV�PL�REOLJDFLyQ�\�PL�GHYRFLyQ��VR\�XQD�¿UPH�\�apasionada defensora de la clase política de este país. Porque uno de esos contravalores amarillos a los que me refería antes es esa campaña estú-pidamente alimentada por la derecha de desprestigio de la clase política. Estúpida, porque lo que hacen es darse patadas en su propio culo, para ver si así consiguen que tengamos nostalgia del franquismo. Es un juego tan estúpido, tan amarillo, que es evidente. Lo triste es que los políticos del PP no se dan cuenta de que al desprestigiar al conjunto de la clase política se desprestigian a sí mismos.

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Luego están los ejemplos elocuentes de los casos de corrupción que afec-tan a los políticos, sin olvidar los protagonizados por los socialistas, que me han dolido especialmente. Soy de las que creen que Felipe Gonzá-lez perdió las elecciones generales de 1996 porque quiso perder. Pero, sin embargo, no pudo evitar esa censura de la historia de haber estado ciego durante mucho tiempo sobre el tema de la corrupción de los suyos.

La gente dejó de votar al partido socialista precisamente por eso, no por el GAL ni por otras cosas de letra pequeña debidamente intoxicada y

alimentada por algunos medios de comunicación, sino porque sus simpati-zantes no pudieron resistir que los socialistas metieran la mano en la caja. Aunque fueran ocho, parecía que eran 8.000. Fue muy doloroso, porque ese fue el motivo de que Felipe González perdiera las elecciones frente a un personaje tan inane y tan poco apropiado para dirigir este país como el señor Aznar, quien, y en frase de Felipe, “anda por ahí ladrando su rencor por las esquinas”. Es un personaje que no sabe perder, no lo ha digerido. Por ello, pienso que lo que tiene que respirar es un odio necesitado de psi-TXLDWUD��8Q�RGLR�TXH�OR�GHVFDOL¿FD�D�Vt�PLVPR�

Con respecto a mi compromiso profesional, vuelvo a decir que fui una persona privilegiada, como dice Román. Estudié Periodismo con una con-tradicción: el periodismo no se estudia, el periodismo se vive. Dudo mucho GH�OD�H¿FDFLD�\�GHO�VHQWLGR�GH�ODV�OODPDGDV�)DFXOWDGHV�GH�&LHQFLDV�GH�OD�Información, no porque yo no haya estado en ellas, por razones generacio-nales, sino porque si hay algo desconectado de una realidad tan vocacional y tan apasionante como es el periodismo, son las Facultades de Ciencias de la Información, en donde los alumnos se jactan de que no leen periódicos.

Según las encuestas, mucha gente se apunta a esta sagrada vocación de informar porque no les ha llegado la nota para otra cosa, porque no sabían qué hacer, porque su padre le dijo… Lo cual me irrita profundamente. El panorama no puede ser más penoso. Para más inri, el nivel pedagógico en esas facultades es infame. No hay una mínima conexión con la realidad profesional.

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Además, y de esto no culpo a los estudiantes, sino al sistema, cuando esos chicos salen licenciados, convencidos de que son periodistas, se encuen-tran abocados a un mercado laboral prostituido, mal pagado y con el con-vencimiento de que si reniegan de un sueldo miserable hay veinte detrás que están dispuestos a trabajar por la mitad. Eso también prostituye la in-formación y la verdad es que no es culpa de los interesados.

Pero volviendo al tema: si hay algo que me marcó en la vida, como decía Román, fue esa vieja escuela del diario Informaciones, donde apren-

dimos periodismo de verdad. Yo hice lo que me mandaban, desde sucesos, hasta leer periódicos de provincias. Recuerdo el día que llegué al periódi-co, de novata total. Como Jesús Hermida, que trabajaba allí, no sabía qué mandarme, me puso a leer periódicos de provincias. ¡Me tuvo una mañana entera leyendo periódicos de provincias, hasta que reparó en mí! Entonces me preguntó: “¿qué haces ahí?”. Le respondí: “pues leer periódicos de pro-vincias”. El tío se mondaba de la risa, porque, claro, era una broma que yo cumplí al pie de la letra. Entonces trabajaba muchísimas horas. Recuerdo mis primeras nueve mil pesetas de sueldo: me parecían una fortuna. Es verdad, tuve el privilegio de trabajar en algo que me apasionaba.

He pasado años de mi vida trabajando hasta quince horas, durmiendo po-quísimo. Porque además, en aquella época, y Román también lo sabe, mu-chos periodistas compartíamos o compaginábamos la tarea profesional, casi siempre desde el periodismo político, con el compromiso expresa-mente personal con un partido político en la clandestinidad. O sea, que nos pasábamos la vida todos juntos, conspirábamos juntos, trabajábamos MXQWRV��tEDPRV�DO�FLQH�MXQWRV�\�DO�¿QDO�pUDPRV�FRPR�XQD�JUDQ�IDPLOLD�GRQGH�realmente las cosas funcionaban.

(Q�,QIRUPDFLRQHV�DSUHQGt�PXFKtVLPR��6REUH�WRGR�DSUHQGt�OR�TXH�HV�HO�R¿-FLR�GH�LQIRUPDU��3RU�HVR�PH�FKLUUtD�FLHUWD�SUHWHQVLyQ�DFDGpPLFD�GH�XQ�R¿FLR�que no se aprende más que practicándolo. Acabé abandonando la Escuela de Periodismo y luego me examiné por libre, porque lo que realmente me apasionaba era el periódico.

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Me acuerdo una vez que, por una fechoría que hicimos unos cuantos rojos, mandaron una carta al director para que readmitiera a un despedido, pues habíamos hecho una huelga en el periódico. Y, cosas de aquella época, me castigaron con lo peor que me podían castigar: dejarme sin trabajar. Pero se equivocaron, porque me mandaron al archivo, donde descubrí una cosa apasionante: el archivo del diario Informaciones. Un periódico, por cierto, que todavía no ha dado la noticia de que Hitler perdió la guerra. Porque en esas fechas era un periódico absolutamente pro nazi y los dueños no estaban por la labor de explicar lo que había pasado. Realmente, el archivo de Informaciones era un tesoro, una joya, ¿o no?

Hasta que mi jefe, y luego explicaré quién era, al cual le tengo mucho ca-riño y respeto y ningún rencor, cuando llegó a conocerme bien y a darse de cuenta de que en el archivo yo estaba disfrutando, como decía mi abuela, igual que un burro en un patatal, y vio que no me sentía castigada, me cas-tigó de verdad a lo peor que me podían castigar: no trabajar. Estuve cinco meses yendo al periódico todos los días y preguntando: “¿qué hago?”, y me respondía, “tú, nada, siéntate ahí y ya te diremos algo”.

Si hay un suplicio para un periodista vocacional, es ese castigo. El castigo me lo pusieron porque mi jefe me preguntó cuál era la fuente de una infor-mación que había hecho. Creo que era una de las primeras veces que un jefe le preguntaba eso a un periodista. Yo, ingenua de mí, dije: la fuente es secreta. ¡Para que dije aquello! Me gané las iras de la jefatura. Me busca-ron muchas vueltas por eso.

Este señor se llama Juan Luis Cebrián. Hoy ocupa un puesto de enorme responsabilidad en el Grupo Prisa. Creo que es un excelente profesio-

nal, de los mejores periodistas de este país, y con él he aprendido muchas cosas y le estoy muy agradecida. Pero bueno, de vez en cuando me hace gracia recordar estas cosas…

En Informaciones además tuvimos la suerte, quienes manteníamos un compromiso político con la izquierda, en este caso del Partido Comunista

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(PCE), de hacer un poco de padrinos de todo aquel que pasaba por la re-GDFFLyQ�FRQ�DTXHOODV�FDUWDV�GH�³ORV�DEDMR�¿UPDQWHV´��(UDQ�GHO�&ROHJLR�GH�arquitectos, del de Filosofía, de no sé qué. Todos los rojos que tenían algo que mover acudían al periódico a ver si les publicábamos un trocito de su carta. Yo tenía la suerte de que me encomendaron mucha tarea de ese tipo y luchaba a brazo partido para que esas cartas tuvieran un espacio en el periódico que a lo mejor no le correspondía.

También hubo una escuela realmente inolvidable en ese periódico para aprender a escribir entre líneas, porque no se podía escribir con libertad. Aprendimos el truco, que Román conoce también, de decir una cosa ne-gándola. Era un truco brillante y que el que quería entender, entendería. $O�¿QDO��FRQVHJXt�FLHUWD�PDHVWUtD��SRUTXH�KDEtD�YHFHV�TXH�FUHtD�TXH�PLV�crónicas no se iban a publicar y se publicaban. Quizá porque el director Jesús de la Serna, que no era un liberal, era una persona bastante arriesga-da, sino porque realmente unos cuantos habíamos adquirido esa habilidad de escribir entre líneas y saltarnos la censura. Por todo ello, aparte de las GL¿FXOWDGHV�HFRQyPLFDV�GHO�SHULyGLFR��HO�,QIRUPDFLRQHV�HVWXYR�XQ�SRFR�DO�borde del precipicio por razones políticas.

Informaciones fue el primer periódico que publicó la primera rueda de SUHQVD�FODQGHVWLQD�GH�6DQWLDJR�&DUULOOR�HQ�0DGULG��D�¿QDOHV�GH�������<R�

asistí a ella sin saber siquiera que iba a estar Carrillo. Era tan clandestina que ni los militantes lo sabíamos y por eso se pudo hacer. Entonces, los periódicos tenían que mandar las galeradas (pruebas de imprenta) al de-partamento de censura del Ministerio de Información, dirigido por Fraga Iribarne. Informaciones se arriesgó y publicó la rueda de prensa en una última hora en la contraportada del periódico.

Otro hecho también muy sintomático de aquellos tiempos fue la elección como presidente de la Conferencia Episcopal de un cardenal que dio bas-tante que hablar posteriormente: el cardenal Enrique Tarancón. Aquellas crónicas parecían crónicas subversivas. Escribiendo de la iglesia de enton-ces, parecía que uno estaba de alguna manera erosionando los cimientos

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del Régimen. Aquella iglesia de la transición se comprometió de una ma-nera clara con la democracia. Una iglesia y un compromiso muy diferente al de ahora.

En aquel tiempo, como me fascinaba el periodismo escrito, llegué a pensar que no había más periodismo que el periodismo escrito. Desde

mi inconsciencia o mi soberbia profesional despreciaba a los periodistas de televisión. Me parecía que donde hay una buena crónica escrita, que se quite lo demás.

Pero la vida da tantas vueltas que acabé en la televisión. Primero de redac-tora. Recuerdo la primera vez que tuve que ir a ver a Fraga, con quien yo tenía mucha amistad, a pesar de su carácter. Le dije que tenía un minuto SDUD�KDEODU��(O�EX¿GR�TXH�PH�SHJy��QL�WH�FXHQWR��$O�¿QDO�FRPSUHQGt��\�pO�también, que en un minuto se pueden decir muchas cosas, siempre que se tengan cosas que decir.

Aprendí muchísimo como redactora. Aprendí y, al mismo tiempo, aunque sea un poco vanidoso, enseñamos. Llegamos a TVE una generación de gente rara, contratada por José María Calviño, que quería hacer un cambio real en la tele.

&DOYLxR�QRV�¿FKy�HQ�XQ�DFWR�GH�FRUDMH��VDOWiQGRVH�D�OD�WRUHUD�WRGDV�ODV�QRU-mas, a un montón de periodistas que estábamos acostumbrados a trabajar HQ� OD� FDOOH�� D� EXVFDU� LQIRUPDFLyQ� SURSLD�� ,PDJLQDRV� OR� TXH� VLJQL¿Fy� HQ�aquella televisión, en la que se trabajaba con los teletipos y la gente no se movía del asiento ni para un remedio, la irrupción de aquella generación de periodistas rompiendo moldes, buscándose la vida, buscando informa-ción propia y llenando los telediarios de noticias. Como decía yo, actuan-do como si fuéramos periodistas. Realmente aquello marcó la televisión estatal.

Pero la televisión me ha marcado muchísimo a mí también. Nunca he dis-frutado en mi vida más que como directora del programa Informe Semanal.

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La dirección de informativos también me proporcionó mucha experiencia y el privilegio de dirigir un equipo importantísimo de gente.

Pero profesionalmente, nunca olvidaré lo que he disfrutado haciendo los reportajes de Suárez, de Felipe… Me gustaba trabajar con las manos.

Me acuerdo cuando era directora de informativos recién llegada. Seguía teniendo esa ansiedad de trabajar al pie de la noticia. Absurdamente, el des-pacho del director de informativos estaba en la planta quinta y la redacción estaba en la planta primera. No entendía absolutamente nada.

Por lo visto era una cuestión de escalafón, de jerarquía, de distanciar a la masa de periodistas del jefe. Decidí instalarme en un despacho en la primera planta. Me parecía absurdo estar cuatro pisos más arriba. Siempre tuve la tentación de bajar a hacer información, de ayudar a la gente, de dar fuentes. Hasta que un buen día me encontré haciendo algo que algunos consideraron ¡delito de lesa patria!: ayudar a una persona que quería hacer una información sobre la crisis del PSOE.

Un día, bajé a la redacción para ayudar a una redactora. Le pasé teléfonos de mis contactos y como aquella chica no sabía por dónde empezar, le dije: “venga, vamos a escribir juntas”. Noté que alrededor de mí se hacía un si-lencio profundo. Yo me preguntaba: “¿qué estaré haciendo?, ¿qué pasa?”. ¡Claro, era la viva imagen de la manipulación! La directora de informativos que se atreve, no solo a bajar a la redacción, sino a ayudar a una redactora y a escribir con su puño y letra lo que pasa con Rubalcaba, con los reno-vadores y no sé qué más. Pero lo hice limpiamente y lo volvería a hacer siempre. La gente que me conoce sabía que desde que era una currita, y luego cuando llegué a jefa, lo que había en mí era una pasión profesional GHVERUGDGD�\�XQDV�JDQDV�GH�QR�SHUGHU�DJLOLGDG�HQ�HO�R¿FLR��

Recuerdo mis peleas con los compañeros de Comisiones Obreras cuando cada dos por tres me hacían asambleas. Durante una de las huelgas gene-rales contra el Gobierno de Felipe, la noche previa me quedé a dormir en el despacho porque sabía que si salía, los piquetes no me dejarían entrar.

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Por la mañana, muy tempranito, escuché gritos. Me preguntaba: “¿qué gri-tarán?”. No los oía bien. Lo que me decían era: “no nos mires, tírate”. De alguna manera, ese grito estaba lleno de cordialidad y de cariño, porque era gente que me conocía, pero no podía ser más elocuente, porque de alguna IRUPD�\R�HUD�OD�WUDLGRUD��OD�HVTXLUROD��HQ�¿Q��OD�PDQLSXODGRUD�

Sobre las acusaciones de manipulación de aquella época, aquello de que yo era una especie de lacayo del felipismo, tengo que decir que me quedé corta y que me arrepiento.

Reconozco que me dejé presionar por la presión del ambiente. Porque pa-recía que la única manera de legitimarse en la profesión entonces era le-vantarme todas las mañanas y darle una hostia a Felipe, con perdón. Si no, no era independiente. Si, reconozco que me dejé presionar y que realmente íbamos en el minutado por el minuto veinte y seguíamos hablando de la corrupción. Un día dije medio en broma que íbamos a terminar poniendo un set en la Audiencia Nacional, porque salía muy caro desplazarse todos los días para lo mismo.

Aquello fue terrible. Pero hicimos una información decente, que está ahí, para que se pueda comparar con otras. Nuestra información no

resiste el más mínimo ataque. Pero me arrepiento de haber desmedido la información y dar la imagen de que este país ardía por los cuatro costados, cosa que era absolutamente falsa. Lo único que pasaba es que los socialis-tas estaban perdiendo por corruptos, que ya es bastante. Pero nada más. No se hundía ningún barco, ni se perdía nada esencial de este país, con la única excepción del trabajo sucio que hizo la derecha, y concretamente el señor Aznar, que estuvo dispuesto a llevarse por delante lo que fuera, incluida la lucha antiterrorista.

Me acuerdo que José Luis Corcuera, ministro del Interior, fue a presentarle sus respetos cuando le eligieron nuevo secretario general del PP, y Aznar le dijo: “quiero que sepa que para llegar a la Moncloa voy a pasar por enci-ma de todo”. Corcuera, que era un tío bruto y directo le contestó: “Hombre,

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todo, todo… Supongo que el tema antiterrorista...”. Aznar replicó: “cuando digo todo, digo todo”. Aznar, en efecto, lo dijo y lo hizo. Ahí están sus hazañas bélicas.

En cualquier caso, hay un pecado que a mí no se me perdona y del que me siento profundamente orgullosa, y siempre que tengo ocasión lo digo. Yo resistí la oleada del antifelipismo militante, sobre todo frente a un medio de comunicación, El Mundo, y a un personaje llamado Pedro J. Ramírez, que decidió someterme a una presión, él creía que insoportable, para que yo accediera a sus manejos.

%XHQD�SDUWH�GH�OD�UHGDFFLyQ�GH�79(�VH�VHQWtD�DÀLJLGD�\�KXER�DOJXQRV�UH-dactores que me propusieron abrir el telediario, algún día, con la portada de El Mundo. ¿Por qué había que hacer eso? ¿Porque lo dice El Mundo?, les preguntaba. Y añadía que publicaríamos aquellas informaciones de El Mundo siempre que acudieran a la persona atacada para darle la oportu-nidad de que se defendiera. Realmente, aquella presión fue insoportable. ¡Había una página de televisión diaria dedicada a mi persona! Según El Mundo, todos los días me había comido un niño crudo, por lo menos. Fue muy duro.

Pero me ha quedado el orgullo y la satisfacción de resistir esa olea-da absolutamente venenosa de antifelipismo furibundo, simplemente

porque esa era la moda entonces. Muchos periodistas cambiaron de posi-ción en cuanto vieron que las cosas se torcían para el PSOE. Lo único que yo hice fue resistir. Nunca manipulé, nunca oculté nada. Pero no me dejé presionar por esa ola perversa y estúpida y profundamente injusta, cuyo único objetivo, que felizmente no consiguieron, era llevar a Felipe a los tribunales y luego meterlo en la cárcel.

Pero tengo que decir también que disfruté muchísimo. Soy una persona muy mandona. Eso de mandar me encanta. Tener a tu lado a una gente tan preparada, tan brillante, tan leal. Tengo que decir he tenido suerte. La cantidad de gente que ha trabajado horas y horas, por la noche, gratis, para

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sacar adelante un programa especial, un Informe Semanal, una entrevista con Suárez… Gente que disfrutaba conmigo, que nos sentábamos en las cabinas de montaje hasta las cuatro de la mañana. Es algo que van mucho más allá de lo que es el deber profesional. Existe una fraternidad, una com-plicidad que se trenzó entonces y que todavía no se ha perdido. Me llevo muy bien con esa gente, y aunque no soy muy amiga de la nostalgia, la verdad es que esa complicidad es lo único que echo de menos.

Luego, como decía Román, y como suele suceder, cuando el PSOE per-dió las elecciones lo lógico y natural es que nos fuéramos los rojos y

que llegaran los nacionales. Nada que objetar. Es ley de vida. Lo que me molestó un poquito, y lo del “poquito” lo pongo entrecomillas, es que mi sustituto, Ernesto Sáenz de Buruaga, dijo que él iba a ganar cuatro veces más dinero que yo, porque él estaba en el mercado y yo no. Aparte de ser una desvergüenza, porque efectivamente cobraba cuatro veces más que yo, fue una agresión verdaderamente estúpida e injusta.

Yo le hice solo dos ruegos a Sáenz de Buruaga cuando me despedí, en una ceremonia absolutamente versallesca: primero, que cuidara Informe Semanal. Hizo todo lo contrario: lo desguarneció a los dos días, quitó los equipos de cámaras, porque él lo llamaba “la bombonera de los rojos”. La segunda cosa, es que tuviera mucho cuidado a la hora de tocar los pluses, pues la mitad del sueldo de la gente en televisión va en los pluses y en la categoría profesional. Pues bien, se lo pasó todo por el arco del triunfo.

Tuve otra vez la gran suerte, porque creo que soy una periodista vocacional, de verme obligada a recoger mis cajas, levantar las cosas de mi despacho y marcharme a mi casa y a la calle a buscar trabajo. Fue todo un reto. Yo tenía ya cuarenta y tantos años, pero esa situación me enriqueció profunda-PHQWH��0H�YROYLy�D�UHFRQFLOLDU�FRQ�PL�R¿FLR��0H�GLR�OD�VHJXULGDG��DXQTXH�parezca una inmodestia, de pensar que no había perdido facultades.

La verdad es que tuve también la suerte de que el periódico El País me diera la oportunidad de hacer entrevistas especiales. Disfruté, como decía aquel,

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como un burro en un patatal, porque a mí me gusta escuchar, me gusta apren-der, sobre todo de los políticos, que son gente tan injustamente difamada.

Preguntar para aprender, sin mala uva, sino simplemente para conocer al personaje, aunque sea poniéndole en un aprieto. Salvo alguna excep-

ción, es muy raro que un político, sea de derechas, de izquierdas, o medio pensionista, no reaccione con sabiduría e inteligencia.

Me jacto de ser defensora de la clase política. Por ello, creo que la campaña de desprestigio que hay ahora mismo es brutal y muy peligrosa. Además de injusta. Detrás de esa campaña hay un deseo mal ocultado de involución, de desprestigio del sistema democrático. Además, no les importa llevarse por delante a gente honorable, que no se enriquece con sueldos millonarios y que trabaja muchísimas veces hasta las once de la noche.

Se hace además una crítica muy infundada. Un día, una señora llamó a una emisora de radio para quejarse de que en el hemiciclo del Congreso había pocos diputados. Se le respondió que muchos estaban trabajando en las co-misiones. “¿Y eso qué es?”, preguntó. O sea, al desconocimiento profundo se añade ahora esa moda, como a la gente le va mal, de echarle la culpa a los políticos. Que si se lo llevan crudo, que si son todos unos corruptos. Eso es letal.

Me pregunto si no es casualidad, y creo que no lo es, que coincidan en el tiempo la crisis, que lo envicia todo, y esa campaña de desprestigio de la clase política. Esa moda de algunos periodistas de jugar al pim, pam, pum con los políticos, en la convicción y la seguridad de que nadie les va a pedir cuentas. Salvo Alberto Ruiz-Gallardón y José Antonio Zarzalejos, ex director de Abc, que se han atrevido a querellarse contra la Cope, los demás tragan, los pobres, porque tienen un miedo cerval a esos periodistas que gozan de una absoluta impunidad.

Los periodistas disparamos contra todo lo que se mueve y juzgamos a todo el mundo. Nunca he sido corporativista, defecto de esta profesión, como

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en cualquier otra, y por ello me pregunto: ¿quién nos juzga a nosotros?, ¿quién nos pide cuentas por tantas cosas falsas que decimos y que después se las lleva el viento?, ¿quién nos reclama por tantas calumnias, por tantas frivolidades, por ese afán de hablar de todo?

Recuerdo que tras el atentado terrorista del 11-M, los periodistas pare-cíamos licenciados en Ciencias Químicas. Todos sabían cómo se llamaba el explosivo. Yo me decía, qué rara debo ser, porque la verdad es que no tengo ni idea. Pero ahí veías a la gente echando la lengua a pastar, diciendo unas cosas… Realmente fue tremendo. Puede llegar incluso a ser cómico el ejemplo de la vanidad estúpida de algunos tertulianos. No deja de ser una cosa divertida. Pero cuando se juega con el honor de las personas, cuando se juega con la dignidad de la gente, que tiene familias a las cuales dar cuenta, oír las cosas que se oyen por la radio, da verdadera vergüenza.

Nunca olvidaré lo terrible que fue aquella historia de un periodista que ya se murió, murió en un accidente. Era un periodista de la Cope. No me acuerdo de su nombre, ni me quiero acordar tampoco. Tenía una lengua tan venenosa que un día soltó por la Cope que Rosa Conde era la Mónica Lewinsky del gobierno de Felipe.

Esas cosas quedan como ejemplo de esa irresponsabilidad, yo diría que criminal e impune, como un ejemplo de chulería, de prepotencia con la que DOJXQRV�SHULRGLVWDV�PDQHMDEDQ�HO�R¿FLR��

Si uno le pregunta a la pobre Rosa Conde (ministra Portavoz en un Gobierno de Felipe González) o a la víctima de turno de esas infamias que por qué

no se querella, por lo civil o por lo militar o por lo que sea, te responden que es peor. Que se pueden encontrar con un juez, como me pasó a mí, en este caso una juez, que le dé la razón al periodista. Un juez que diga que como es una persona pública, como me dijeron a mí, pues que hay que aguantar la crítica.

Les voy a recordar mi caso. Un día, Luis del Olmo dijo en la radio, cuando todavía no éramos amigos, que ahora lo somos, porque afortunadamente

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la vida da muchas vueltas, que yo era la rata sectaria del guerrismo. Yo me hice esta composición: si me querello y me dan 500.000 pesetas por lo de sectaria, vale. Lo de guerrismo, yo que he sido siempre felipista, me jode. Pero lo de rata, lo de rata ya no lo aguanto.

Entonces, caí en la trampa estúpida de una serie de abogados amigos míos, entre ellos el que fuera ministro de Justicia, Juan Alberto Belloch, que me decía: “te tienes que querellar” y no sé qué más. Me querellé y perdí. Porque la juez dijo que yo era una mujer pública, que no sé lo que querría decir, y que tendría que estar sometida a la crítica. De modo que, a partir de aquella sentencia, yo era una rata sectaria del guerrismo por decisión judicial.

Afortunadamente, la vida da muchas vueltas y cuando escribí mi libro La memoria recuperada: lo que nunca han contado Felipe González

y los dirigentes socialistas, Luis del Olmo me hizo una entrevista esplén-dida. La verdad es que conectamos y a pesar de las diferencias ideológicas tremendas, nos tenemos mucho afecto. Luis presentó también mi libro de entrevistas, Cuerpo a cuerpo: cómo son y cómo piensan los políticos es-SDxROHV��(Q�¿Q��/XLV�KD�GHPRVWUDGR�VHU�XQD�SHUVRQD�FDSD]�GH�HYROXFLRQDU�y de ser más abierto.

Pero realmente aquello fue tremendo, porque, además, todos los días me mandaban un montón de cintas con las barbaridades que decían de mi per-sona. Me acuerdo también de un artículo que escribió Jaime Capmany, una persona que escribía de puta madre, lo que no tiene nada que ver con fuera un cabrón, que se llamaba La albóndiga. Ese era el saludo a mi nombra-miento como directora de informativos de RTVE. De nuevo los amigos me recomendaban que me querellara. Yo les decía: “no me querello más; que me llamen lo que les salga de las narices”.

A Capmany no se le ocurrió mejor argumento que decir “es bajita y arru-gada como una albóndiga”. La verdad es que no podía soportar, desde su machismo falangista, que hubiera una mujer sentada en la dirección de los informativos de Televisión Española. No lo podía digerir.

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En resumen, en televisión española mandé mucho, disfruté muchísimo, co-nocí gente espléndida y sobre todo tuve la ocasión de reparar un gran error profesional: haber despreciado la televisión, porque yo venía del medio es-crito. Ahora, soy de las convencidas de que realmente la fuerza de la imagen es incomparable. Si además tienes la suerte de contar con cierta capacidad de convocatoria y de conectar con la gente importante de este país y hacerles hablar de verdad, como en la entrevista que le hice a Adolfo Suárez, hace ya muchos años, pues la verdad es que me siento una persona privilegiada.

Como saben, ahora intervengo en un medio mediático, como decía aquel, PX\�LQÀX\HQWH�SRU�FLHUWR��TXH�HV�/D�1RULD��8Q�SURJUDPD�TXH�WRGR�HO�PXQ-do dice que no ve, aunque en realidad todo el mundo lo ve, sobre todo, los debates de La Noria.

Por ello, ahora intento devolver todo ese privilegio que he recibido, de mi vocación saciada y cumplida, de conocer a gente como Román, y de vivir un compromiso político apasionante. Intento, a mi manera, muy ve-hemente y muy gritona, trasladarle a la gente, modestamente, mis valores. Que son los valores de la democracia, de la verdad, de la crítica objetiva, saludable, no amarilla, pero sí verdadera. Intento, como hace esta Escuela de ciudadanos, educar a la gente en los valores de ciudadanía, que ahora son tan escasos.

Unos valores que están siendo sustituidos por los contravalores del amari-llismo, como decía al principio de mi charla, de la utilización de los senti-mientos, de la explotación de las bajas pasiones, y nunca mejor dicho lo de bajas pasiones, todo por una miserable ración de audiencia.

Vuelvo al comienzo de esta charla: el debate entre la madre de Sandra Palo y Belén Esteban. He de decirles que tengo buena amistad con

Belén Esteban. Es una persona más digna de compasión que de otra cosa, que está enferma y que tiene muchos problemas. Pero aquel debate me SDUHFLy�HO�HVSHFWiFXOR�PiV�REVFHQR�TXH�VH�SXHGD�GDU��(VR�VLJQL¿FD�TXH�PH�enfrento con lo políticamente correcto.

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Igual que cuando denuncio, sin dejar de valorar sus méritos, a Jesús Neira (agredido en 2008 en Majadahonda por salir en defensa de una mujer

que estaba siendo maltratada en plena calle). Neira intentaba rentabilizar una negligencia médica que él había denunciado, cuando fue atendido tras la agresión sufrida. Ahora, este señor se ha pasado a la derecha o a la ex-trema derecha, y va diciendo por ahí cosas tan bonitas como que Zapatero es un mierda y que Felipe González es un imbécil. También pide cadena perpetua para el señor que lo agredió.

Y como la ciudadanía está enganchándose al discurso del ojo por ojo y diente por diente, de la venganza, del ajuste de cuentas, de la cadena per-petua, o incluso, como he leído en algunas pancartas desde mi casa, de la pena de muerte, es muy importante lo que hacéis aquí, en esta Escuela de Ciudadanos.

Falta esa educación en valores cívicos, en valores democráticos. Una edu-cación que se está perdiendo, quizá porque han emergido otros contrava-lores, como el éxito fácil. Si hay algo que me pone enferma, es el espec-táculo del Gran Hermano. Lo pongas cuando lo pongas, siempre hay tíos en la cama, sin trabajar. Esa pedagogía es letal. Porque la gente joven dirá: “¿para qué coño voy a trabajar yo? Me apunto a Gran Hermano y me solu-cionan la vida, me sacan en la tele, me forro, y ya está”.

No sé lo que pensará Román, pero como yo soy pesimista y por eso soy tan vehemente, creo que los demócratas estamos perdiendo esta batalla de los valores cívicos. Quizá tenemos una democracia formal muy garantista, con unas leyes muy bien hechas, con una justicia que, a pesar de todo, funcio-na, pero luego la sociedad, por debajo, se está deteriorando de una manera muy peligrosa. Por ello, creo que hay que hacer llamamientos como el que yo modestamente quiero hacer desde esta tribuna esta noche, de poner otra vez en valor los valores democráticos, los valores de la ciudadanía, el no dejarse suplantar por esos poderes paralelos de gente agarrada a una pan-carta diciendo no sé qué y hablando en nombre del pueblo.

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El pueblo en este país vota cada cuatro años. Lo demás son cosas muy dignas o no, según quien las maneje, pero que no tienen nada que ver con la democracia.

Además está el triste espectáculo de la derecha, que lejos de contribuir a hacer esa educación para la ciudadanía, intenta sacar esa asignatura de las escuelas. El otro día escuché al señor Arenas decir que la clase política tenía que seguir los pasos de la sociedad. Yo me dije: “eso es pura demago-gia, porque es todo lo contrario”.

La clase política tiene la responsabilidad de conducir en valores democrá-ticos y de convivencia a la sociedad, porque la sociedad, como la dejes por libre, se tira por un barranco. Estas son cosas difíciles de decir, mucho más difícil ahora en tiempos de crisis y cuando el deporte nacional es darle leña al mono, hasta que hable inglés Zapatero.

Estamos ante una situación absolutamente disparatada. Porque, como dije al principio, enfrente no hay nada. Solo el abismo, el vacío, una

gente desaprensiva que no tiene alternativas. Bueno, las tiene, pero no las quiere decir en voz alta. Solo lo ha dicho el presidente de la CEOE: quiere contratos sin derecho a desempleo.

Esa derecha que está ahí, simplemente esperando gobernar sobre los es-combros de este país. Una derecha que no está dispuesto a darle ni agua a Zapatero. También es verdad, y no puedo desdecirme de mi condición de felipista convicta y confesa, que echo mucho de menos que se ejerza desde la presidencia del Gobierno la capacidad de decidir, y de no esperar a que se lo arregle todo un pacto, una componenda, o un apaño. Gobernar es decidir.

Gracias y buenas noches.

Manzanares, 5 de marzo de 2010

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SOLEDAD PUÉRTOLAS

Nada que decir…

Cuenta Soledad Puértolas en La Vida Oculta, Premio Anagrama de Ensayo, que el primer editor que leyó su primer manuscrito la invitó a su casa para explicarle por qué rechazaba su publicación. Cuando ya se marchaba, en la puerta de la vivienda, le dijo el editor:

- Escribes muy bien, pero no tienes nada que decir.

¡Vaya vista de lince la de aquel editor, del que, por cierto, Soledad no dice su nombre.

Treinta y muchos años después, fíjense si tiene cosas que decir Soledad Puértolas que hasta quieren escucharla en la Real Academia Española de la Lengua. Como saben, acaba de ser elegida académica y ocupará el sillón g. Es la quinta mujer que ingresa en la Academia, en sus casi trescientos años de vida.

Fíjense si tiene cosas que decir que ya hay en las librerías casi 30 libros suyos, entre

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novelas, cuentos, ensayos y autobiografías. Por cierto: muchos de ellos, los encuentran en esta Biblioteca.

Es un verdadero lujo, pues, presentar esta noche en esta singular Escuela a Soledad Puértolas, escritora y académica.

No sé si cuando yo conocí a Soledad ella soñaba siquiera que su vida, unos cuantos, muchos años después, iba a transitar por la senda que ha recorrido y llegar al punto en que se encuentra.

Comenzamos los dos a estudiar Ciencias 3ROtWLFDV�HO�PLVPR�DxR��HQ�HO�YLHMR�HGL¿FLR�GH�OD�calle San Bernardo de Madrid.

Eran mediados los años sesenta y la Universidad, por fortuna, era un foco de rebelión contra la dictadura. Aunque ella mismo ha escrito años después que le daban miedo las manifestaciones, allí estaba siempre Soledad. No podía ser ajena a lo que sucedía a su alrededor. Allí tomaba nota mentalmente de cuanto sucedía y muchas de aquellas vivencias KDQ�VLGR�UHÀHMDGDV�HQ�VXV�OLEURV��SRU�HMHPSOR�HQ�los dos últimos, la novela Cielo Nocturno y el libro de relatos Compañeras de viaje.

Como tantos otros, Soledad y yo nos sumamos a aquella marea antifranquista que crecía en la Complutense, lo que nos costó un expediente académico y la expulsión de la Universidad.

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Aquel expediente, pienso, cambió nuestras vidas. Yo me dediqué al periodismo y Soledad a la literatura.

Aquellos años, los últimos años sesenta, fueron cruciales en la formación de la futura escritora: se casó muy joven (a los 21 años) y se fue a vivir al extranjero, primero a Noruega y luego a Estados Unidos, con una beca que le habían dado a su marido. Estudió Lengua y Literatura en California y cuando regresó a España en 1974 ya sabía que lo que quería era escribir.

Cinco años después gana el importante premio Sésamo de novela con El bandido doblemente armado. Diez años más tarde gana el Premio Planeta (1989) con Queda la noche. En 1993, logra el Premio Anagrama de Ensayo con La vida oculta.

Y así hasta casi 30 libros y su ingreso en la Academia. Un ingreso que culminará con un discurso que versará sobre los personajes secundarios del Quijote.

Esta mañana, escuché a Soledad en una entrevista que le hacían en SER Valdepeñas, que ella es más una mujer dedicada a las letras que a repartir opiniones. Pero que también los escritores como ella tienen opiniones sobre lo que sucede a su alrededor.

Por ello ha accedido Soledad a estar aquí. Porque tiene cosas que decir y estoy seguro de

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que nosotros disfrutaremos y aprenderemos escuchándolas.

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El impulso poético POR SOLEDAD PUÉRTOLAS

Buenas noches. Tengo que agradecer muchísimo el estar aquí. En es-tos momentos, estoy preparando un discurso sobre los personajes del

Quijote y sale La Mancha, claro. Por ello, estar aquí me parece mágico. También deseo agradecer muchísimo a Román Orozco su invitación.

Efectivamente, como ha dicho Román, nos cogió la marea del franquismo y nos cambió la vida y somos personas marcadas, ¿no?, por aquella lucha estudiantil en la que decidimos intervenir.

En efecto, eso me enseñó mucho.

Yo tenía vocación literaria desde entonces. Tenía vocación literaria a pesar del desánimo que me pudo haber proporcionado la opinión del famoso e ignoto y desconocido para ustedes editor que me dijo semejante barbari-dad. Porque no es que no fuera adecuado decir cosas así, es que a nadie se le puede decir eso. Porque todo el mundo tiene mucho que decir. Lo difícil es expresarlo. A lo mejor no todo el mundo puede expresarlo, pero todo el mundo tiene mucho que decir.

$TXHOOD�DQpFGRWD�PH�KL]R� UHÀH[LRQDU�DFHUFD�GHO�JUDQ�PDOHQWHQGLGR�TXH�hay a veces en la vida. ¿Cómo que no tenemos nada que decir? Todas nuestras vidas son muy interesantes. No hay vida que no sea interesante.

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Aquello me chocó mucho y me empujó a seguir batallando y a seguir escri-biendo. Porque el tipo de rebeldía que creo que tengo, que cada cual tiene, y los caminos de la vida, que nos llevan por aquí y por allá, es muy intenso. 'HEHPRV�UHLYLQGLFDU�OR�TXH�HV�\�VLJQL¿FD�OD�SHUVRQD��WRGDV�ODV�SHUVRQDV��

Todos tenemos muchas cosas que decir, no hay nadie normal, todos somos extraordinarios. Eso es lo que me hace escribir, lo que me hace seguir ba-tallando. Me ha dado muchísima fe.

Efectivamente, me he ido dedicando cada vez más a la literatura y por tanto apartándome de la vida pública, del mundo de la opinión, aunque ahora explicaré un poco cómo son mis opiniones en la medida en que yo intervengo en esta sociedad. Porque cada uno está dotado para algo. Creo que es así y valoro mucho las personas que luchan de una forma pública por lo que creen.

Pero de alguna manera pienso que las personas como yo también somos necesarias. ¿Por qué no reivindicamos lo que cada uno es? Con nues-

tras dudas y sobre todo con esa parte poética de la vida que nos acompaña. Porque si no recordamos la parte poética de la vida, ¿para qué la lucha? O sea, vale, de acuerdo: tenemos que luchar por muchas cosas, hay muchas injusticias, hay mucho camino por recorrer, para construir un mundo más satisfactorio para todos. Pero no olvidemos el impulso que nos eleva por encima de la vida, el impulso poético. Lo tienen todos los pueblos. To-dos los pueblos tienen ese impulso artístico y poético. Por ello pienso que alguien lo tiene que recordar esto, ¿no? Bueno, pues a mí me ha tocado hacerlo, y yo, encantada.

Aparte de escribir novelas sobre la vida cotidiana y sobre esos aspectos de la vida cotidiana que se pueden convertir en poéticos, aparte de eso, cola-ERUR�HQ�SUHQVD��'H�YH]�HQ�FXDQGR��QR�GH�XQD�PDQHUD�PX\�¿MD��(VD�HV�XQD�elección que tiene que hacer el escritor. Hay quien decide incidir mucho con sus, tener una especie de tribuna en la cual dirimir y opinar. Esa no es mi vocación. Pero me gusta de vez en cuando aportar un matiz. Algo que,

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en mi opinión, pasa un poco desapercibido, algo más personal, quizá cues-tión de matices, no sé. Escribir sobre algunas cosas que no salen tanto en los periódicos, que se quedan un poco por debajo de lo que es la expresión pública, que están un poco a medio camino entre la novela y la opinión. Ese es el tipo de artículos que yo escribo.

Pensando en esta Escuela de Ciudadanos, me pregunté: ¿qué voy a de-cirles yo a estas personas, que vienen a debatir cómo somos los ciuda-

GDQRV��R�FyPR�GHEHPRV�VHU��FyPR�TXHUHPRV�VHU��FXDQGR�\R��HQ�GH¿QLWLYD��soy novelista?

Pensé entonces en plantear un poco lo que yo hago cuando me expreso ante el público. Cuando escribo un artículo no lo hago normalmente sobre la actualidad más rabiosa. Para eso hay gente muy entendida. Yo puedo tener mis opiniones sobre esos temas, pero no muy fundamentadas, porque no me dedico a eso. Pero sí tengo impresiones. Todos tenemos impresiones y además debemos tenerlas. Eso es algo a lo que no debemos renunciar nunca, a tener una impresión sobre las cosas. Pero no son los temas de actualidad rabiosa los que a mí me empujan a escribir.

He traído aquí un muestrario de mis artículos y si os parece bien, los leeré. Para que veáis cuales son los matices que yo puedo aportar. Son sobre todo historias muy personales, muy pegadas a la idea de novela.

La cuadratura del círculo. El primer texto, pequeño, que leeré se llama La cuadratura del círculo:

Una persona que ya ha olvidado muchas de las enseñanzas de la escuela y que tiene todas las horas del día ocupadas en trabajar en un lugar o en otro, por lo que no le queda ningún hueco para saciar su curiosidad intelectual, me hace después de largos preámbulos una pregunta: ¿a dónde va el mar cuando baja la marea? Toda esa cantidad de agua que va desapareciendo poco a poco, ¿dónde se mete?, ¿por qué no va a la otra orilla de la ría? En la otra orilla también baja el nivel del mar.

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Como nací tierra adentro, y en mi época escolar el mar era para mí un des-conocido elemento de la geografía, el fenómeno de las mareas, que nunca entendí del todo, formaba parte del gran misterio del mar, de esa masa de agua que, decían, rodeaba la Tierra, giraba con ella y templaba el calor que manaba de la inagotable bola de fuego que habitaba en sus entrañas.

El agua sale de la ría, contesté a mi interlocutora, va hacia el mar de fuera, el mar que lo envuelve todo, el océano, sale y luego vuelve a

entrar dos veces al día. ¿Por qué? Por algo que, según me explicaron, tiene que ver con la luna, con el movimiento de los astros, con las fuerzas que sostienen el Cosmos en el cual, por cierto, añado de mi propia cosecha, predomina lo redondo.

Este juego de fuerzas nos supera, está por encima de nuestras vidas, nos precedió y nos sobrevivirá, somos parte y consecuencia de él. Naturalmen-te, lo que esta persona me acaba de preguntar se lo han preguntado muchas otras antes que ella, pero una de estas personas más intrigada que ninguna se puso a investigar, y así descubrió que existía una clase de corresponden-cia entre las variaciones del nivel del mar y los movimientos de la Luna en relación con la Tierra, o de la Tierra en relación con la Luna, según el punto de vista que se adopte.

¿Por qué nos hacemos esta clase de preguntas? ¿Qué pretendemos encon-trar? Una explicación, claro está. Nuestra razón nos empuja a buscar cau-sas por todas partes, queremos que las cosas estén relacionadas, eso nos proporciona cierta tranquilidad. No nos gusta permanecer impasibles ante fenómenos que no comprendemos, vemos que en la ría el mar sube de nivel y vuelve a bajar dos veces al día, todos los días. Siempre ha sido así y nos preguntamos por qué, no vemos a nadie, a nada a quien poder atribuir la causa y tirando, tirando del hilo vamos de aquí para allá trazando una ex-plicación del Universo, nos topamos con muchas vallas, con innumerables obstáculos. No alcanzamos esa explicación general, satisfactoria, capaz de resolver todas nuestras dudas.

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Nuestra parte racional quiere cuadricularlo todo, pero la cuadratura del círculo, como se sabe, es imposible. Conseguimos pequeñas, parciales explicaciones de un fenómeno o de otro y tampoco deberíamos llamar-las explicaciones, sino aproximaciones, dada la cantidad de variables que siempre se nos escapan, pero la tiranía de la razón nos empuja a seguir. La línea recta y el cuadrado frente a la curva, lo redondo, la esfera.

Los demás. Este otro texto se llama Los demás:

Leyendo las memorias del escritor norteamericano James Salter, tituladas Quemar los días, me encuentro con una confesión interesante. Dice: “ac-tué siempre a partir de dos necesidades, la primera era parecerme a todos, y la segunda, era un disparate: ser mejor que los otros; si tenía que ser blanco del desprecio de alguien, que fuese de inferiores”.

Como el mismo Salter apunta, la declaración resulta algo incoherente. Cuando alguien quiere ser igual a otro parecería imposible al mismo tiem-po querer ser superior. O se es igual, o se está por debajo o se está por encima. Todo a la vez, o las dos cosas a la vez, no puede ser.

Recuerdo que una de las frases favoritas de las monjas encargadas de mi educación iba precisamente por ahí. Cuando querían zaherir a una

alumna, decían: usted se cree superior, y naturalmente el tono en el que pronunciaban muy despacio cada una de las cuatro palabras de la frase revelaba muy a las claras, sin que hiciera falta añadir ni una palabra más, que de eso nada, que la alumna en cuestión no era en absoluto superior a las demás, que era dolorosamente igual a ellas. Y estaba claro que la desdichada alumna, que había sido sorprendida en su fantasía de creerse superior, no quería de ningún modo parecerse a las otras. Pero eso no fue lo primero que pensé, porque, antes de nada, lo que me llamó la atención fue ese parecido con los otros que este escritor percibe y desea.

Los otros, los demás, todos menos yo. Esta ha sido para mí una categoría sumamente perturbadora, la pregunta que nació sin previo aviso de golpe

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y me sumió en la perplejidad: ¿cómo son los demás? Jamás pensé que se-rían como yo. Me preguntaba si antes de dormirse se imaginaban cosas, si sufrían, si pensaban en mí o en otras personas del modo en que yo pensaba en ellos o en otras personas. Les miraba tratando de descubrir cómo eran, pero no me daban muchos indicios de que se parecieran a mí. Si fueran como yo, lo sabría, me habría dado cuenta enseguida, pero cómo saber lo que pensaban, lo que sentían, cómo estar segura, incluso, de que pensaran y tuvieran sentimientos o de que esos sentimientos tuvieran algo que ver con los míos.

No solo decían cosas extrañas, sino que muchas veces se comportaban de forma extraña. Si ya por fuera, por lo que expresaban, eran tan distin-tos, qué abismales podían ser las diferencias internas y no expresadas. Los demás eran un enigma uno a uno y en bloque. Porque esta categoría, los demás, en la que todos quedaban englobados, me parecía muy imprecisa, ya que tampoco los veía iguales unos a otros. En la vivencia de la desigua-lad, no cabe la comparación. ¿Cómo se nos va a ocurrir pensar que somos superiores o inferiores a los otros, cuando no sabemos cómo son, cuando sospechamos que son muy distintos de nosotros? El creernos diferentes nos sitúa fuera de la competición, en la situación de observadores. De ma-nera que las necesidades del escritor Salter no son tan contradictorias. El deseo de ser superior debe partir de la conciencia de ser como los demás. Solo quien se siente, se sabe dentro del juego, desea pertenecer al grupo de los ganadores, distinguirse del grupo general pero ser reconocido por él.

En el núcleo de todo este asunto está la identidad. Quién se siente parte de algo, ya sea parte igualitaria, superior o incluso inferior, ha con-

VHJXLGR�XQD�GH¿QLFLyQ�GH�Vt�PLVPD��SHUR�TXLHQ�QR�VDEH�FyPR�VRQ�ORV�GH-más, se mueve un poco a oscuras, imaginando, tropezando, dudando. Es el WLHPSR�OR�TXH�YLHQH�D�D\XGDU�D�HVWD�FODVH�GH�SHUVRQDV�\�¿QDOPHQWH�HVWD�HV�la ventaja que quizá haga olvidar anteriores zozobras porque el favor del tiempo es un don impagable.

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Hábitos��$KRUD�YR\�D�EDMDU�XQ�SRFR�HO�QLYHO��SRUTXH�HVWDV�VRQ�UHÀH[LRQHV�un poco abstractas. Este otro texto es más concreto. Se llama Hábitos.

Es muy arriesgado llegar a conclusiones sobre la personalidad a partir de los hábitos que se tengan. Sin embrago, resulta muy tentador. To-

memos como ejemplo un informe que presentó este verano pasado la Con-federación Española de Organizaciones de Amas de Casa, Consumidores y Usuarios (CEACCU) sobre los hábitos alimentarios de los españoles.

Las comunidades de Madrid y de Castilla-La Mancha son las grandes per-dedoras. Solo el 1% de la población en un caso, y un 1,5% en el otro, observa hábitos alimentarios adecuados. Galicia está solo un poco más adelante, con el 2,5%. La ganadora es Extremadura, 20,1% de la población tiene buenos hábitos.

¿Qué es lo que entienden los expertos como hábitos adecuados? Estas son las exigencias mínimas de una dieta saludable: tomar a la semana cinco piezas de fruta; dos a más veces, pescado; dos o más veces, legumbres. Estos mínimos, que en principio parecen fáciles de cumplir, se convier-ten en metas bastante lejanas cuando analizamos los resultados del infor-me. Añadamos otro dato: el ejercicio físico. Aquí, la perdedora es Galicia: 52,5% de la población no realiza ejercicio físico alguno. El País Vasco tiene el más bajo nivel de sedentarismo, 16%. Sin embrago, Galicia es la comunidad que gana en el no consumo de tabaco, con un porcentaje de no consumidores del 74,5% de la población. Cataluña, en este punto, pierde: son fumadores más del 41% de la población.

Otro asunto: horas de sueño. Gana el País Vasco. Más del 70% de los vas-cos duerme las ocho horas recomendables. Los gallegos duermen poco, más de la mitad, entre seis y siete horas, además el 72% de la población gallega no hace la siesta nunca. Sin embargo, el 36,8% por ciento de los murcianos la duermen cotidianamente. La media nacional está en estos términos, el 26% de la población española cumple con el rito de la siesta diaria. El 60% no duerme la siesta.

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Sirvan estos datos para tratar de esbozar algo así como hábitos regio-QDOHV�R�SRU�FRPXQLGDGHV��$�¿Q�GH�FXHQWDV�DVSLUDPRV�D�HQWHQGHUQRV�

algo más a nosotros mismos y querríamos saber en qué medida estamos en deuda con nuestros ancestros o qué reproches podríamos hacerles.

Tomemos a los gallegos. Leo la noticia en la prensa gallega, y como es lógico se pone el énfasis en esta comunidad: los gallegos no se alimentan adecuadamente, duermen poco, se mueven poco y no fuman. Me pregunto: ¿qué es lo que hacen los gallegos cuando ni comen, ni duermen, ni fuman, ni practican deporte? Trabajan en la tierra, en el mar, contemplan las pues-tas de sol. He aquí una novela de intriga. La estadística no resuelve los enigmas pero plantea cuestiones.

Hay que poner en relación el tipo de vida, el trabajo, con los hábitos, quizá en este ejercicio sí aprenderíamos algo sobre nosotros mismos. Otro dato este sobre los aragoneses que me incumbe: el 94% de la población evita acudir a la consulta del médico. ¿A alguien se le ocurre por qué? ¿Ocurrió en los orígenes de la historia de Aragón algún hecho que motivara este UHFKD]R��HVWD�GHVFRQ¿DQ]D"�3RU�FLHUWR��ORV�JDOOHJRV�VRQ�FDXWHORVRV�FRQ�ORV�fármacos y siguen las instrucciones de los facultativos al pie de la letra. Otra novela de misterio

(O�WHQGHUR�SDFL¿FDGRU� Leeré uno más para dar paso al grueso del asunto, TXH�HV�XQ�KRPHQDMH�DO�� SURIHVRU�\�TXHULGtVLPR�¿OyVRIR�-RVp�/XLV�/ySH]�Aranguren. Pero este texto que leeré ahora es un tema muy querido por mí, y versa sobre los mercados. Se llama (O�WHQGHUR�SDFL¿FDGRU�

“El quesero es un chico joven, serio, muy educado. No solo vende quesos, también tiene jamón, chorizos, membrillo, miel y pan y quizá me deje algo. Siempre hay un grupo de personas delante de su puesto, por lo que hay que pedir el turno, lo que en algunos lugares se llama la vez. En todo caso, eso es lo que tienes que hacer nada más acercarte al puesto, preguntar quién es el último y dejar meridianamente claro que tú vas detrás.

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Un matrimonio de cierta edad me lo dijo. Me dijo el hombre que ellos eran ORV�~OWLPRV��KDVWD�TXH�KDEtD�OOHJy�XQD�VHxRUD�TXH�\D�HVWDED�HQ�SULPHUD�¿OD��/D�VHxDOy��HVWD�VHxRUD�HV�OD�~OWLPD��/D�PLUp�SDUD�FRQ¿UPDU�WDQ�LPSRUWDQWH�asunto, pero ella negó con la cabeza: yo, solo quiero que me pese esto, dijo, y le tendió al quesero un trozo de jamón envasado al vacío, me pareció.

La indignación del hombre que me había hablado fue indescriptible. Lanzó contra la señora en cuestión todo tipo de improperios y de pronto se formó una atmósfera muy incómoda. Era evidente que la señora se había colado y que conocía al quesero. Lo había tratado en un tono de familiaridad que no dejaba lugar a dudas. Así que los improperios del hombre abarcaban tam-bién, aunque de forma indirecta, al quesero. Pero el quesero no se inmutó. Lo hizo todo muy deprisa, pesó el jamón, cobró a la señora y atendió de forma inmediata al matrimonio, muy serio, sin una sonrisa, sin pronunciar XQD�SDODEUD�SDFL¿FDGRUD��0LHQWUDV�HVFXFKDED�HO�SHGLGR�GHO�KRPEUH��GHV-corchó una botella de vino, sí también vende vino, y nos ofreció al hombre, a su mujer y a todos los que andábamos por allí unos vasos de vino joven y levemente turbio que calmó fulminantemente los ánimos.

La pareja con los vasos de vino en la mano dejó de protestar y aun hubo RWUR�JHVWR��HVWH�\D�GH¿QLWLYR��(O�TXHVHUR��WUDV�JXDUGDU�HQ�XQD�EROVD�ORV�

quesos que el hombre se llevaba, ajustó el corcho en la boca de la botella y la metió en la bolsa junto a los quesos: para que la terminen en casa, dijo. Entonces me atendió a mí, aunque otra señora se había puesto a mi lado y ya le estaba pidiendo al quesero un buen queso en tono de gran familiari-dad. Pero en esta ocasión el quesero no permitió que la señora se colara.

Visto lo visto, yo no hubiera protestado porque, aunque estas señoras que se cuelan me producen cierta irritación, la actitud del hombre aun me pro-vocó más rechazo. Acusaba a la mujer de falta de educación. Ciertamente era una mujer mal educada, pero sus palabras demostraron que la suya estaba unos peldaños por debajo. Era un hombre de lo más desagradable y fue un placer verlo luego callado, desconcertado e incluso agradeciendo con voz casi temblorosa el regalo del quesero.

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Quiero pensar que el quesero respetó mi turno, paralizando la intromisión de la mujer que pedía un buen queso, por algo, porque percibió mi aproba-ción, mi aplauso”.

Este artículo llegó a manos del quesero y aun voy a verle. Estaba muy or-gulloso y me dijo: “le ha clavado, señora le ha clavado”.

Ahora voy a leer un texto en el que expongo mi punto de vista como escritora, de persona preocupada por nuestras relaciones. Sobre cómo

nos movemos, cómo nos tratamos unos a otros y lo que pensamos. Creo que ahí hay un hueco, porque, por mucho que estemos preocupados por todo lo que rodea a la política y los escándalos de corrupción, también esto es importante.

He querido traer este texto aquí, a esta Escuela de Ciudadanos, porque para mí el profesor José Luis López-Aranguren (1909-1996), a quien conocí en Estados Unidos, cuando ya nuestra vida, la de Román y la mía, se rompió y ambos tuvimos que emprender otros caminos, porque no podíamos seguir en nuestra Universidad. Tuvimos que tomar decisiones sobre nuestras vidas. En ese sentido, para mí, conocer a Aranguren fue algo muy importante.

El profesor Aranguren era una persona muy especial. No solo, que tam-bién, por la parte que los que somos de su generación, sobre su compromi-so con la sociedad de su tiempo, sino por su vida personal. Fue una de esas personas que te dan algo especial, que te va a servir mucho en la vida. No solo para tus posiciones o tu visión ideológica de la vida, sino también en una serie de detalles que te marcan.

Hace tiempo, me pidieron que interviniera en un homenaje que organiza-URQ�D�$UDQJXUHQ��0H�GLMHURQ��ORV�¿OyVRIRV�\�ORV�FROHJDV�TXH�OD�RUJDQL]DEDQ��que querían la visión de alguien que hubiese sido amiga suya, simplemente amiga. La visión de alguien cercano. Me dije: escribiré un texto muy li-terario. Desentonaba un poco en aquel catalogo que elaboraron, con unos textos muy sesudos. Pero eso era lo que yo podía aportar y a mí me gusta.

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Creo que a él también le hubiera gustado, sobre todo porque lo escribí pen-sando en él. Aranguren era una persona muy especial.

El texto se titula Aranguren en Isla Vista. Isla Vista, situado en el condado de Santa Bárbara, es el pueblo donde vivíamos los estudiantes que estudiá-bamos en la Universidad de California. Allí fuimos a parar.

Aranguren en Isla Vista. Fue en la primavera de mil novecientos sesenta y cinco cuando el nombre de José Luis López-Aranguren se hizo verda-deramente famoso entre los estudiantes. Los estudiantes que no éramos de la Facultad de Filosofía y Letras y no le conocíamos ni de vista cercana o lejana, solo sabíamos que era catedrático de Ética y Sociología pero no un catedrático cualquiera, no uno más.

Aranguren era una personalidad relevante, alguien conocido fuera de Es-paña. Cuando se supo que estaba de acuerdo con las reivindicaciones de los estudiantes se extendió una ráfaga de optimismo porque Aranguren se GHFODUDED�GHPyFUDWD�FULVWLDQR��\�HVR�WDPELpQ�OH�VLJQL¿FDED�HQ�DTXHO�SDQR-rama de tan escasas, por prohibidas, particularidades políticas y sumar a la lucha de los estudiantes el apoyo de los demócratas-cristianos suponía un paso importante.

En ese contexto, en aquella lejana primavera de 1965 Aranguren, encabe-zó, junto a los también catedráticos Agustín García Calvo, Mariano Agui-lar Navarro y Santiago Montero Díaz, una de las grandes manifestaciones estudiantiles de la época, la que acabó de aquella forma, que tanto se co-mentó, con el uso de la manga riega por parte de la policía y que parecía indicar que se había iniciado una nueva época.

Las cosas se ponían serias. La lucha estudiantil podría tomar tintes más violentos. Que un chorro a toda presión, desde una tanqueta gris plo-

mo, cayera sobre tu espalda y te empapara, no tenía ninguna gracia. Los estudiantes, sentados en el suelo, soportaron estoicamente los primeros FKRUURV��SHUR�DO�¿QDO� VDOLPRV� WRGRV�FRUULHQGR��1R� Vp�TXp� OHV�SDVy�D� ORV�

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catedráticos. No sé si la manga riega les respetó o se cebó sobre ellos. Esta-ban en la cabeza de la manifestación. Días después, los catedráticos fueron separados de sus cátedras de forma temporal y así fue como se hicieron tan famosos entre los estudiantes.

En septiembre de 1972, mi marido y yo viajamos a Santa Bárbara (Ca-lifornia), yo tenía la intención de matricularme en el departamento de

Lengua y Literatura española y portuguesa y, de ser posible, dar clases de Lengua como ayudante. Aranguren era profesor invitado del Departamento, me dijeron. Sí, el famoso Aranguren. Eso era un aliciente, porque tenía fama GH�VHU�XQ�PDJQt¿FR�SURIHVRU��SHUR�D�OD�YH]�PH�LQWLPLGDED�XQ�SRFR��FRPR�PH�suele ocurrir -creo que no solo me pasa a mí- con la gente importante.

En el departamento había otras celebridades: Arturo Serrano Plaja y Jorge Desena poetas. Serrano Plaja llevaba ya muchos años en Santa Bárbara. Era un exiliado de la Guerra Civil. Había tenido los cuadros del Museo del Prado bajo su responsabilidad, en pleno bombardeo de los nacionales.

Las cosas no pudieron funcionar mejor. Me aceptaron en el Departamento. Me dieron una matrícula gratuita y, para rematar, me asignaron un puesto de trabajo. Aranguren daba unos seminarios sobre Literatura española del siglo XX. Me apunté y, el primer día de clase, me acerqué a él. No recuerdo qué le dije, ni qué me dijo él. Ese tipo de situaciones me producían tanta ti-midez, que puede que se haya borrado por eso, para no revivir un momento de esfuerzo y malestar.

¿Cómo se presenta alguien ante un superior? Hay una fórmula, pero pa-recía una descortesía no hacerlo. Yo era la única estudiante española del 'HSDUWDPHQWR�\��D�¿Q�GH�FXHQWDV��WHQtD�DOJR�TXH�GHFLUOH��<R�KDEtD�HVWDGR�en aquella manifestación de la manga riega. No en la primera línea, como él, sino hacia la mitad.

Tenía otra cosa en común con él y era que yo también había sido represa-liada. Eso no se lo dije. En mi segundo año de carrera había sido expulsada

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de la facultad de Ciencias Políticas, en la Universidad Complutense, de forma temporal, por haber tomado parte en una encerrona en el Paranin-fo. Así que los dos habíamos sido separados de nuestras actividades, pero el expediente disciplinario había sido tan traumático para mí, que no me gustaba comentarlo con nadie. Quería que desapareciera de mi vida, y creo que mientras que estuve en California lo llegué a olvidar. Es ahora, mien-tras escribo estas líneas, cuando me doy cuenta de que también compartía ese rasgo con él.

Nos fuimos haciendo amigos poco a poco. Esta es la palabra amistad. Eso era lo que antes que nada Aranguren ofrecía y pedía: amistad, algo ines-perado en una persona famosa. No sé en qué momento se incorporó Aran-JXUHQ�D�ODV�¿HVWDV�GH�¿Q�GH�VHPDQD�GHO�SHTXHxR�JUXSR�GH�HVSDxROHV�TXH�habíamos ido a parar a aquella universidad californiana. Tampoco recuerdo bien si un día le comenté, sin duda con timidez, si nos íbamos a reunir en casa para cenar el viernes o el sábado y si quería venir, o si alguien, que lo había conocido en Madrid, en la Facultad de Filosofía y Letras, lo trajo a casa con aquella informalidad que imperaba en California, más aun los ¿QHV�GH�VHPDQD��

El caso fue que, a partir de cierto momento Aranguren, se convirtió HQ�XQD�GH�ODV�SHUVRQDV�¿MDV�GH�ODV�parties como se llamaban aquellas

¿HVWDV��£&yPR�QR�DxRUDU�DTXHOORV�parties! Yo, que no había cocinado en mi vida, me vi convertida en cocinera de comida fácil y barata. Nunca había VLGR�DQ¿WULRQD� WDPSRFR��QL�KDEtD�EHELGR�GRV�YDVRV�GH�YLQR�VHJXLGRV��QL�fumado marihuana. No había disfrutado de un ambiente como ese, relaja-do, casi feliz. Discutíamos, reíamos, escuchábamos música. Mi hijo Diego gateaba sobre la moqueta, o sentado jugaba muy concentrado con algo que todavía no eran los clips, pero que ya los presagiaban. Todo, menos irse a dormir cuando había gente en casa.

¿De qué hablábamos con Aranguren? De nada en particular, de la vida que llevábamos allí, de cómo eran los norteamericanos, de los supermercados, de las playas,...A veces, comentábamos las noticias que nos llegaban de

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España, especulábamos sobre el futuro, sobre esa democracia que parecía tan lejana. Hablábamos de todo eso y quién sabe de cuantas cosas más, pero sobre todo estábamos a gusto, contentos de estar allí, en aquel lugar sin invierno, rodeados de jóvenes de pelo largo y de pelo desgastado, siem-pre sonrientes.

Había tiempo para todo, para ir a clase, para estudiar, para pasear por la playa, para cocinar, para reunirse con los amigos, para escuchar música. Habíamos escapado de un ambiente oscuro, opresivo, aquí no había prohi-biciones y se nos pasaba por la cabeza, por primera vez en mucho tiempo, la idea de ser felices, simplemente felices.

¿Qué representó para Aranguren su etapa californiana? Como para casi todos nosotros, creo que aquellos años fueron un paréntesis en su vida, y un paréntesis luminoso, apacible. Daba la sensación de haber descubierto dentro de sí una gran capacidad para estar con los jóvenes, para ser uno GH�HOORV��1R�OH�JXVWDED�SRQWL¿FDU��QDGD�GH�OR�TXH�WXYLHUD�TXH�YHU�FRQ�XQD�opinión contundente y tajante. Buscaba siempre los matices. Apenas ha-bía diferencia entre el Aranguren de los parties y el Aranguren profesor. Ignoro cómo habían sido sus clases en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Complutense de Madrid, pero allí, en Santa Bárbara, eran, cada una, una experiencia distinta.

El objetivo de Aranguren era hacernos pensar, que nos hiciéramos pre-guntas, suscitarnos dudas. En cada clase se comentaba una novela.

Recuerdo en particular dos novelas Nada, de Carmen Laforet y Tiempo de silencio, de Luis Martín Santos, dos grandes títulos. Contestábamos titubeantes a las preguntas que Aranguren había formulado, mientras él desviaba la mirada, sin duda para no ser impositivo, aunque resultaba un poco desconcertante. ¿Es que lo que estábamos diciendo no era oportuno, carecía de verdadero interés?

Retrospectivamente, rememorando aquellas clases en las que he pensa-GR�PXFKR��SRUTXH�VLJQL¿FDURQ�PXFKR�SDUD�Pt�\�VLHPSUH�KH�SHQVDGR�TXH�

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había en ellas una especie de clave que se va desvelando con el tiempo, creo que el método de Aranguren se basaba precisamente en el desconcier-to. Sí, de ahí era de donde había que partir. Hacernos preguntas que nos desconcertaran, que nos hicieran dar algunos pasos más de los que se dan habitualmente cuando se comenta una obra literaria, pasos imprevistos, audaces, ir por encima de la sintaxis, de la dimensión de los párrafos, de la técnica empleada, ir hacia dentro, hacia el núcleo de la creación.

Todo está allí, en el texto pero a veces se nos pasa por alto. Solo son sombras y huellas, pero si miras bien, de pronto lo ves. Mirar bien, eso

HV�OR�TXH�KD\�TXH�KDFHU��0LUDU�OLPSLDPHQWH��FRQ�FRQ¿DQ]D��QR�HQ�EXVFD�GH�algo que te han dicho que vas a encontrar, sino con el ánimo inocente. A ver: ¿qué me dice esto a mí? Esta era la operación a la que nos empujaba Aranguren. A mirar dentro de nosotros mismos, a estudiar nuestras reac-ciones, nuestros gustos.

Fue un excelente profesor de Literatura, y curiosamente su actitud en cla-se le emparenta con otro gran profesor, Arturo Serrano Plaja, con quien, IXHUD�GHO�DXOD��QR�SDUHFtD�WHQHU�PXFKR�HQ�FRP~Q��0H�UH¿HUR�DO�FDUiFWHU��a la personalidad, posiblemente en cuanto a ideas estaban cerca, eran los dos personas comprometidas con su tiempo, con una profunda voluntad de honestidad y de conocimiento. Eran creyentes, aunque ninguno de los dos lo pregonaba. Pero, en todo lo demás, y en lo que hacía Serrano Plaja, y sobre todo a la relación que establecía entre los alumnos, eran dos personas diametralmente distintas.

6HUUDQR�3ODMD��HQ�FXDQWR�¿QDOL]DED�OD�FODVH��VH�PDUFKDED��&DVL�SRGtD�GHFLU-se que huía apenas sin mirarnos, como si le hubiera entrado de repente una gran timidez. Aranguren nunca tenía prisa. Se terminaba la clase y seguía sentado o se levantaba despacio, y se quedaba un rato de pie hablando con un alumno, avanzando lentamente hacia la puerta. Sin embargo, era un hombre tímido, otro punto en común con Serrano Plaja. Pero ya se había acostumbrado a serlo, a vivir con ese tímido que llevaba dentro de sí, y que se doblegaba a su inmensa curiosidad, a su necesidad de compartir con los

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demás los grandes y pequeños descubrimientos de la vida. Era un tímido que no se resignaba a serlo, que se quedaba siempre ahí mirándolo todo, siendo parte de todo. Alrededor de la mesa del aula, los estudiantes, em-pujados por sus preguntas, indagábamos a través del texto que habíamos leído en casa y que ahora parecía distinto, mucho más poblado de misterio que antes.

Creo que la literatura le proporcionó a Aranguren un campo nuevo de exploración y que lo disfrutó y lo hizo disfrutar a sus alumnos. De él

aprendí a encontrar, en la visión que cada persona tiene de las cosas, una base de razón. El lector crea el libro. Ante los comentarios más absurdos y descabellados, Aranguren se quedaba un momento callado, como meditan-do, y cuando empezaba a hablar no era nunca para rebatir cuanto acababa de ser dicho. No he conocido en mi vida a nadie tan capacitado como Aran-guren para discutir y debatir con tranquilidad, sin alterarse. No se enfadaba nunca, no se extrañaba de nada. A veces impregnaba su palabra de un más o menos remoto tono irónico y entonces sabías, o sospechabas que, poco a poco, te iría mostrando que lo que habías expresado con tanta seguridad no estaba ni mucho menos tan claro.

<�FRPR�ODV�OHFFLRQHV�GH�$UDQJXUHQ�QR�¿QDOL]DEDQ�FXDQGR�WHUPLQDEDQ�ODV�clases, esta enseñanza puede aplicarse a muchos campos. El fundamen-tal, nuestro juicio sobre las personas. Esta era la capacidad de Aranguren: comprender mucho más que juzgar. Las personas eran para él un todo muy complejo. Se resistía a reducirlas a uno u otro rasgo por llamativos que fueran. Solo he conocido a otra persona que se relacionara con los demás de esta forma tan generosa, mi madre. En ella era una tendencia natural. Reconocía sus límites para valorar el comportamiento de las personas. Más aun, cuando no lo entendía ni le gustaba, se decía que debía existir una razón oculta y poderosa para explicar esas actitudes que ni comprendía ni aprobaba.

Como conocí a Aranguren cuando ya se encontraba en la plenitud de su madurez, no puedo saber si en él era también una tendencia natural o fruto

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GHO�FRQRFLPLHQWR��/DV�HQVHxDQ]DV�GH�ODV�SHUVRQDV�TXH�VH�UH¿HUHQ�DO�PRGR�de comportarse respecto de los demás, las que modulan nuestra persona-lidad y nuestra forma de estar en el mundo, no pueden resumirse en dos o tres puntos.

Aranguren fue una de esas personas. No trataba de imponerse sobre sus alumnos, no trataba de convencer a nadie de sus verdades y descubrimien-tos. Quizá se sentía testigo de su tiempo y valorándolo mucho no quería perderse ni un segundo de él. Solía decir que en su vida había llegado tarde a todo, como si le hubiese costado mucho decidir dónde estaban esos luga-res a los que quería llegar. La vida, inevitablemente, arroja sobre nosotros alguna clase de culpa, pero eso nos proporciona la capacidad de compren-der a los demás.

Nuestra vida está llena de cosas, aparentemente contradictorias. Pero no te aísles, sigue de cerca a los otros, sigue aprendiendo de los otros. Esta es la verdad que transmitía Aranguren. La verdad que no cesa, el vínculo esen-cial. Y tengo la impresión de que sus años californianos fueron esenciales SDUD�¿MDU�WRGRV�ORV�PDWLFHV�

En contraste con la tensión que imperaba en la universidad española, y con el ambiente de opresión que marcaba la vida la simple vida cotidia-

na y callejera, California nos ofreció a todos un espacio donde lo fundamen-tal parecía ser disfrutar de la vida. Esta frase, hoy tan en boga que ha acabado por hacerse casi antipática, allí tenía pleno sentido, porque nos enseñaba lo que no habíamos tenido, la importancia del buen tiempo, de los paseos por la playa, la ropa ligera, la música, el dejar pasar las horas en el jardín en compañía de amigos. Había un trasfondo contestatario político. Eran los úl-timos años de la guerra de Vietnam y el comienzo del caso Watergate. Había manifestaciones contra la guerra y se sabía que ya se estaba perdiendo, que tarde o temprano Estados Unidos abandonaría Vietnam.

Aranguren vivía en Isla Vista, el barrio de los estudiantes. Casas de apar-tamentos sobre un acantilado, jardines descuidados con sofás en el porche,

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plantas en todos los rincones de la casa, el sutil sonido de láminas de cris-tal agitadas por la brisa. Eso era lo que rememorábamos las veces en que, de regreso a España, nos volvimos a reunir con él. Aquella suavidad creo que se quedó dentro de Aranguren para siempre, que se asentó sobre aquel punto de melancolía que residía en el fondo de su mirada.

Aranguren regresó a Madrid y nosotros también regresamos. Cada vez que nos veíamos, mucho menos de lo que nos habíamos visto en Ca-

lifornia, porque aquí no había mucho espacio para aquella clase de vida y de encuentros, ese ambiente que habíamos conocido se reproducía un poco como un telón de fondo. Unos jirones de aquel paisaje, de aquellas calles, ÀRWDEDQ�HQ�HO�DLUH�\�QRV�PLUiEDPRV�FRQ�FRPSOLFLGDG��

Muchas gracias.

Manzanares, 9 de abril de 2010

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MANUEL MARÍN

El respeto al contrario

“Si usted es alguien que lee normalmente los editoriales de El País, trate de leer de vez en cuando los editoriales de La Razón. Quizá le hagan hervir la sangre, quizá no le cambien su forma de pensar, pero la práctica de escuchar los puntos de vista opuestos es esencial para ser un verdadero ciudadano”.

Esta frase no la he escrito yo. La he tomado prestada de una crónica que apareció el pasado domingo en un periódico nacional y estaba fechada en Washington.

Lo único que he hecho ha sido cambiar el nombre de los periódicos por sus homólogos españoles. Narraba esa crónica la intervención del presidente Barak Obama en la ceremonia de graduación de los alumnos de la Universidad de Michigan.

Cuando la leí, pensé: ya tengo el texto que necesito para iniciar la presentación de nuestro

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conferenciante de hoy, este manchego de Ciudad Real que responde al nombre de Manuel Marín González.

Porque el ex presidente del Congreso de los Diputados Manuel Marín podría haber dicho esas mismas palabras. De hecho, estoy seguro de que ha pronunciado muchas similares a las dichas por Obama el pasado domingo.

Palabras, y sigo citando la crónica periodística, “en defensa del civismo en la política, de la pluralidad y de la imperiosa necesidad de respetar las ideas de los contrarios”.

Porque si ha habido un político tolerante, respetuoso, dialogante y ecuánime en la presidencia del Congreso de los Diputados y antes en distintos puestos de la Unión Europea, es nuestro paisano Manuel Marín.

Marín es de quienes creen, y sigo citando la crónica periodística, que “se puede discrepar sin necesidad de demonizar a la persona con la que se discrepa, (que) se pueden poner en duda sus juicios sin necesidad de poner en duda sus motivos o su patriotismo”.

Marín, como diría Obama, es “un verdadero ciudadano”. Y para hablarnos de ciudadanía precisamente está esta noche aquí.

Aunque su biografía política es sobradamente conocida en esta tierra, de la que sido diputado

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en Cortes durante casi 20 años, les voy a hacer un relato breve de su amplia trayectoria política.

Nacido en Ciudad Real en 1949, Manuel Marín es militante socialista desde su juventud. Con 28 años fue elegido diputado por esta provincia para la Legislatura Constituyente de 1977. Repitió en otras cuatro legislaturas más, la última en 2004, durante la cual ocupó el cargo de presidente del Congreso.

Entre una y otra etapa como diputado, Marín fue secretario de Estado de Relaciones con las Comunidades europeas y responsable del equipo negociador de la adhesión de España a la Unión Europea. En 1986, fue elegido miembro de la Comisión Europea, iniciando así una exitosa carrera política en Europa.

Ha sido también vicepresidente de la Comisión Europea y ha ocupado diversas carteras, como la de Asuntos Sociales, la de Cooperación al Desarrollo y Pesca y la de Cooperación Económica con el Mediterráneo.

Ha sido responsable de diversas misiones en Oriente Medio, América Latina y Asia. En el año 2000 regresó a España. Elegido de nuevo diputado, fue portavoz de la Comisión de Asuntos Exteriores, y, como decía antes, culminó su actividad política como presidente del Congreso (2004-08).

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Licenciado en Derecho por la Universidad Complutense de Madrid, ha realizado también estudios en universidades francesas y belgas. Como docente, ha sido profesor en la Universidad Carlos III de Madrid y en el Instituto Tecnológico de Méjico.

En la actualidad, Marín, es profesor de la Universidad de Alcalá de Henares y presidente de la Fundación Iberdrola.

Esta es la persona que se ocupará de cerrar este II Curso de la Escuela de Ciudadanos.

Como comprenderán, para mí es un verdadero honor recibirlo en esta modesta aula, en la que pretendemos practicar esas virtudes de defensa del civismo, de la pluralidad y del respeto a las ideas de los contrarios de las que nos hablan Obama y Marín.

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Anclados en Europa POR MANUEL MARÍN

Buenas tardes-noches. Quiero en primer lugar agradecerle a Román Orozco sus amables palabras, tal vez excesivas, y saludar a un com-

pañero clásico, porque ahora se dice viejo por cualquier motivo, que es vuestro alcalde Miguel Ángel Pozas y otros compañeros más de la agrupa-ción local del PSOE. Ya no somos tan jóvenes como cuando empezamos, pero seguimos con la misma ilusión.

También deseo deciros el gusto que tengo de estar aquí, en la Escuela de &LXGDGDQRV��0H�SDUHFH�XQD�LQLFLDWLYD�ORDEOH��7RGR�OR�TXH�VLJQL¿TXH�SUH-sentar ideas, presentar argumentos, presentar escenarios y a partir de ahí HVWDEOHFHU�XQD�UHÀH[LyQ��VLHPSUH�HV�~WLO�

¿De qué podría yo hablaros? Pues qué mejor que hablar sobre aquello a OR�TXH�PH�KH�GHGLFDGR�WRGD�PL�YLGD��DOJXQDV�UHÀH[LRQHV�VREUH�(XURSD��OR�TXH�KD�VLJQL¿FDGR�SDUD�QXHVWUR�SDtV��HO�UHFRUULGR�TXH�KHPRV�KHFKR���6REUH�dónde estamos ahora y cómo estamos. Hablaré sobre algunas ideas sobre el futuro. Y me voy a atrever, porque ya tomé la decisión de cerrar la ventani-OOD�GH�PL�YLGD�SROtWLFD��D�UHÀH[LRQDU�UHVSHFWR�D�OR�TXH�HVWi�DFRQWHFLHQGR�HQ�este momento y qué es lo que se podría hacer dentro de Europa, pensando también, lógicamente, en España.

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El próximo día 12 de junio se va a producir una circunstancia, que no sé si se festejará o no con júbilo, pero creo que es una de las cosas que merecen XQD�UHÀH[LyQ��

EO����GH�MXQLR�GH������VH�¿UPy�HQ�HO�3DODFLR�5HDO�GH�0DGULG�HO�7UDWDGR�de Adhesión de España a las Comunidades Europeas. Han pasado ya

���DxRV��XQ�FXDUWR�GH�VLJOR��6X¿FLHQWH�WLHPSR�FRPR�SDUD�SRGHU�HVWDEOHFHU�un juicio crítico, con lo bueno, lo malo, lo regular, de aquel episodio. Ade-más, se da otra circunstancia: en este primer semestre, se produce la cuarta presidencia rotatoria española de la Unión Europea (UE), con la puesta en marcha del Tratado de Lisboa, al que luego me referiré. Así pues, veinti-cinco años y cuatro presidencias españolas.

En términos históricos, parto de una constatación: creo con toda seguridad que la adhesión es una de las operaciones más rentables de política exterior, de relaciones internacionales que haya podido hacer España en nuestra his-toria reciente. Si no es la más rentable. Digo rentable en un sentido político y también en un sentido social, en un sentido económico, en un sentido estructural de aparato productivo. Ha sido, en todos los sentidos, una ope-UDFLyQ�UHQWDEOH��1R�GLJR�FRQ�HVR�TXH�WRGR�VH�KLFLHUD�PDJQt¿FDPHQWH�ELHQ�y que los resultados fueran iguales para todos los sectores productivos, pero creo que nadie, viendo nuestra historia reciente, pondrá en duda que el hecho de anclarnos a Europa, que fue una operación sobre todo de anclaje político, ha sido la operación más rentable que hayamos podido hacer en nuestra política exterior desde hace ya bastante tiempo.

Se ha debatido mucho sobre cuál fue el objetivo fundamental de querer ser europeos, algo que ahora incluso parecería banal. Se han desarrollado teorías sobre si lo que nos llevó a solicitar la adhesión era hacer un anclaje político a Europa. Sobre si la joven democracia que acababa de nacer, ape-nas en julio de 1977, lo que quería era agarrarse a lo que había sido nuestro entorno natural, nuestra historia: Europa. España fue una potencia europea. Y España, siendo potencia europea, hizo cosas buenas, cosas regulares y alguna que otra mala. Pero participó activamente durante siglos en la cons-

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trucción de este continente, como luego hizo el imperio francés, y luego el imperio británico. Como anteriormente había hecho Carlo Magno y mucho antes Roma y Grecia. Tuvimos una participación importante. Desafortuna-damente, la dictadura de Franco nos dejó fuera de un proyecto histórico: la fundación de la nueva Europa. Teníamos que volver a él. Por tanto, no hay que dale más vueltas a la historia: en aquel momento, los españoles TXHUtDPRV�VHU�HXURSHRV��SRUTXH�HVR�VLJQL¿FDED��VLPSOHPHQWH��DQFODUQRV�HQ�un territorio, en un continente que también era nuestro.

¿Fue una operación política? ¿Fue una operación económica? ¿Fue una operación de modelo de sociedad? No. Fue todo eso y mucho más. Fue la parte exterior, la parte internacional de la transición democrática. La transición democrática lo que pretendió en el dilema reforma-ruptura era encontrar una Constitución para todos. Lo conseguimos. Conseguimos re-solver el problema de la articulación y del modelo territorial del Estado. Lo conseguimos, aunque últimamente se están creando bastantes proble-mas respecto a la concepción del Estado autonómico, como es público y notorio. Nos faltaba la otra pata de la transición. Esa pata, lógicamente, era incorporarnos a Europa.

Así pues, fue una operación política, económica y de modelo de socie-dad, desde luego, pero representaba también resolver nuestras alianzas

políticas con Europa. Es cierto, como luego me referiré, que no fuimos ca-paces de resolver una contradicción que nos obligó a hacer un referéndum dramático, que el PSOE no supo resolver, que fue el tema de la OTAN.

Así pues, mi primera conclusión es la siguiente: si fue la parte exterior de la transición, no hay que olvidar un dato que tiene un enorme valor, aun-que ha pasado mucho tiempo. Las Cortes que salieron de las elecciones de junio de 1977, aunque no estaba previsto en la ley de reforma política, se convirtieron automáticamente en Cortes constituyentes. Era una forma de HVWDEOHFHU�XQD�GLIHUHQFLD��GH�D¿UPDU�TXH�DTXHOOR�QR�LED�D�VHU�XQD�KHUHQFLD�del régimen franquista. A veces, se olvida un dato importante: apenas un mes después, el 27 de julio, la primera decisión que toman esas Cortes

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constituyentes, por unanimidad, es mandatar al Gobierno, en aquella épo-ca con Marcelino Oreja y Leopoldo Calvo-Sotelo, para que solicitaran la adhesión de España a la Comunidad Económica Europea de la época. Es decir, la primera decisión que toma la joven democracia recién estrenada, en el ámbito de la política exterior, y se toma por unanimidad, es adherirse a Europa.

Portugal, el otro país ibérico, también lo hizo, pero con una gran diferen-cia: hubo una fortísima oposición interna, con un gran partido, el Partido

Comunista, que se opuso tajantemente a la adhesión. Aconteció igual en el caso de Grecia, cuando se fueron los coroneles en 1974. Y en todas las adhe-siones siempre ha habido partidos que han dudado, que han sido escépticos. No fue el caso de España. Aquí se tomó una decisión por unanimidad. Eso supuso la gran operación política de la transición: integrarnos en Europa. Lo que hicimos fue recuperar una parte de nuestra historia. Creo que la, opera-ción estuvo bien planteada. Después de la dictadura, nos unimos a Europa.

¢4Xp�VLJQL¿Fy�DTXHOOR"�7RGRV�TXHUtDPRV�VHU��SHUGyQ��PRGHUQRV��eUDPRV�un país anticuado en todo: en infraestructuras, en sociedad, en servicios. Esta Biblioteca Municipal no existía, era impensable. Esta noche estamos aquí muchos de los que nos conocimos en aquella época. ¿Qué era Man-zanares en aquel tiempo? Era lo que era, más bien poquita cosa, en tér-minos de servicios, de apertura. ¿Qué eran nuestras carreteras?, ¿qué eran nuestras comunicaciones? Nada. Éramos un país muy atrasado, que apenas llegábamos a los 4.000 dólares de renta per cápita. Fijaros: ahora estamos, a pesar de la crisis, en 20 o 21.000 euros de renta per cápita. El progreso ha sido absolutamente colosal y me alegro. Aquella era la gran oportunidad que teníamos para modernizarnos.

Por eso, creo que ahora que hemos festejado los 30 años de democracia, y se ha dicho que esos 30 años son el periodo de tiempo más prolongado de democracia en nuestra historia y más fructífero en términos de paz social, estabilidad, crecimiento económico y social, cosa que es verdad, creo que una parte de ese mérito lo tiene el haber entrado en Europa.

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Hablaba de anclajes: fuimos capaces de resolver bastante bien el anclaje en Europa, porque era nuestra responsabilidad. Pero hay un anclaje que no fuimos capaces de hacer bien: el anclaje atlántico. Esa fue la gran contra-dicción de los socialistas. Dijimos primero no a la OTAN y luego, a través de una pregunta absolutamente extravagante, organizamos un referéndum (en 1986) para permanecer en la organización.

Nos dimos cuenta, y ahora ya se puede decir claro. Después del golpe de Estado del 23 de Febrero, más otros dos que se pudieron abortar a tiempo, muchísimo más peligrosos, llegamos a una conclusión elemental: ¿por qué a nuestros coroneles, a nuestros tenientes coroneles, no los mezclamos con los noruegos, con los daneses, con los alemanes, con los ingleses o con los italianos? A lo mejor es bueno que los estados mayores de los ejércitos se formen en Inglaterra.

¿Comprendéis lo que quiero decir? Tuvimos que replantearnos en aquel mo-mento toda una operación política que nos desgastó bastante. No lo hicimos bien. Nos la jugamos a un referéndum y menos mal que el liderazgo de Felipe en aquel momento era imponente y la gente siguió ese liderazgo. Si no, proba-blemente hubiéramos creado una situación de asimetría o de falta de simetría en nuestra política exterior que nos hubiera penalizado enormemente.

PUHJXQWD�\�UHÀH[LyQ��¢KHPRV�DSURYHFKDGR�QXHVWUD�SHUWHQHQFLD�D�OD�8QLyQ�Europea? La respuesta es sí, rotundamente sí. La apuesta europea nos ha

ido bien. España, además, es un país básicamente europeísta. No hay nadie TXH�VH�PDQL¿HVWH�FRPR�HXURHVFpSWLFR��7RGR�OR�PiV��~OWLPDPHQWH��KDQ�VLGR�algunas declaraciones de dirigentes importantes del Partido Popular, con motivo de la crisis griega, que hubiera sido mejor que no se produjeran.

Pero dicho esto, en términos generales, en el Parlamento español, en las fuerzas sindicales, en fuerzas económicas, entre las gentes de la cultura, de la sociedad, de la universidad no hay ningún discurso que sea clásicamente euroescéptico ni que proclame en ningún caso, yo no lo he oído nunca, la idea de que España abandone la Unión Europea.

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Eso es bueno porque no se puede olvidar que España es un país periférico. No tengo un mapa, pero España es periférica y del sur. Y un país que es pe-riférico y del sur tiene que tener una tentación permanente para estar muy cerca del centro de las decisiones. Cuando eres periférico, cuando estás en una orilla, procuras tener una representación muy potente allí donde se decide. Porque si no, esa periferia se va acusando, cada vez eres más pe-riférico y cada vez pintas menos. Esto siempre lo tuvimos muy claro. Por ello, tiene que ser una regla de oro en nuestro país, gobierne quien gobier-ne, mande quien mande. Porque somos periféricos y tenemos una frontera en el sur complicada es muy importante estar en el corazón de Europa. Es una regla elemental.

Las políticas comunes nos han servido para modernizar el aparato pro-ductivo y creo que lo hemos hecho francamente bien. Hablaba antes con Miguel Ángel, vuestro alcalde y con Román, tomando un cafetito en el Parador, antes de venir aquí, sobre el tema de Grecia1. ¿Ayudamos a Grecia o no ayudamos?

Creo que hemos hecho bien en ayudar por un principio de solidaridad. Pero es que los españoles no deberíamos olvidarnos de algo funda-

mental: durante todos estos años, los contribuyentes europeos, ciudadanos daneses como vosotros, pero en Dinamarca, alemanes, franceses, luxem-burgueses, belgas, y no sigo, que son contribuyentes netos, han estado en-viando al Banco de España, al tesoro público, entre 13 y 14.000 mil mi-llones de euros todos los años. Regalados, gratis. Y gracias a eso tenemos los aves. Gracias a esos fondos y al esfuerzo nacional, por supuesto. Sin esfuerzo nacional no se puede hacer nada.

Pero muchas de las cosas que tenemos ahora aquí se lo debemos a ese principio de solidaridad y de generosidad del tesoro europeo. Tesoro en WpUPLQRV�¿QDQFLHURV��)RQGRV�GHO�SUHVXSXHVWR�HXURSHR�TXH�KDQ�PDQGDGR�D�

1 Esa mañana del día 7 de mayo, el periódico EL PAÍS titulaba en su primera página: “La crisis griega y órdenes erróneas provocan el pánico en Wall Street. Los líde-res del Eurogrupo aprueban hoy el rescate a Grecia”.

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España. Eso no lo debemos olvidar. Y no lo debemos olvidar porque Espa-ña va a salir dentro de dos años del programa de esos fondos. Nos queda hasta el 2012, porque ya somos un país rico, afortunadamente. Hemos me-jorado mucho. Incluso, en años muy recientes, pues a lo mejor buena parte de nosotros nos hemos comportado como nuevos ricos. Pero ese no es un tema para debatir hoy. Aunque es cierto que algunas de las cosas que nos pasan ahora es porque hemos actuado más como nuevos ricos, sin pensar en el futuro.

HHPRV�VLGR�ORV�SULQFLSDOHV�EHQH¿FLDULRV�GH�ORV�IRQGRV�GH�FRKHVLyQ�\�QR��QRV�KD�LGR�PDO��<�WDPELpQ�KHPRV�VLGR�ORV�VHJXQGRV�EHQH¿FLDULRV�

de los fondos agrícolas. La modernización que ha tenido nuestro campo, con las políticas comunes, ha sido espectacular. Luego hemos hecho, na-turalmente, una serie de esfuerzos en la ordenación de nuestra forma de entender la sociedad, de nuestros negocios, del cambio de mentalidad, que ha sido fundamental.

Me acuerdo cuando vine aquí hace años. ¡Dios santo, el mitin que me hizo el compañero Nieto en la cooperativa! Me acompañaba una compañera de Valdepeñas. Se llamaba Millares, la enóloga, ¿no?

Les dije a los cooperativistas que había que cambiar, que se podían hacer las cosas de otra manera, que se podía hacer buen vino cambiando los procedimientos de la gerencia de la cooperativa, que estaban muy anticua-dos… Recuerdo que al frente de la cooperativa estaba el compañero Nieto, con su boina. ¡Lo que nos costó convencerles de que había que cambiar! Fue muy duro, pero se consiguió. Se produjo una adaptación natural de la ciudadanía. Se abría un gran mercado y había que aprender a competir, había que aprender a pelear por nuestros intereses y los intereses de los demás.

Añadiré otra cosa que tiene que ver con la entrada de España en el Mercado Común. Se produjo un cambio de modelo productivo en España. Veníamos de la autarquía de Franco. Con el dictador, la economía española estaba

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totalmente cerrada, aquí no podía entrar nadie a vender nada, ni a comprar nada porque estaba todo cerrado, todo protegido, con aranceles del 30 o 40%. No se podía vender, nada, ni una botella de agua de otro sitio, y tu-vimos que abrirnos.

Por ello, la entrada de España en el Mercado Común se recuerda como un éxito, pero ejecutar esa unión nos llevó a veces a tomar decisiones

muy complicadas. Porque para cambiar el modelo productivo de un país, hay que tomar decisiones que en ocasiones son muy duras, muy impopula-res. Lo digo porque recientemente me invitaron a dar unas conferencias en una universidad de Nueva York para que explicara estas cosas. La pregunta que me hacían era: ¿se puede hacer el tránsito de un modelo productivo a otro modelo, digamos, sin romper un huevo? Es imposible, es imposible.

Recuerdo mis negociaciones con el comisario Étienne Davignon, siendo yo secretario de Estado de Relaciones con las Comunidades Europeas y responsable del equipo negociador de la adhesión de España a la Unión Europea. Era tremendo.

Porque España tenía entonces un serio problema en su aparato productivo. Teníamos una siderurgia vieja, mala. Lo único que producía eran alambro-nes para la construcción. Había países, como India, Camboya, que compe-tían seriamente con nosotros. Éramos los grandes especialistas de las vigas en forma de t y de u. En Bruselas se nos dijo: señores, si ustedes quieren entrar aquí, tienen que desmantelar todo eso; tienen que ponerse a hacer empresas de automóviles y, sobre todo, introducirse en el mundo de la tec-nología, de los aceros especiales, de los laminados en caliente.

Yo traía de Bruselas todas esas recomendaciones en mi cartera y me tocaba ir a la reunión de la Comisión Delegada de Asuntos Económicos para de-cir: “señores, hay que ir a la modernización de nuestro aparato industrial, no podemos seguir haciendo redondos de construcción y alambrón, porque esto es la ruina.

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Recuerdo que tuve que ir a comunicarle al compañero Joan Lerma, enton-ces presidente de la Comunidad valenciana: Joan, vamos a cerrar Sagunto. Luego fui a Avilés a decir: vamos a cerrar Avilés. Y como teníamos una ÀRWD�TXH�QR�VDEtDPRV�TXp�KDFHU�FRQ�HOOD��IXL�D�2QGDUURD��GRQGH�HVWDEDQ�WRGRV� ORV�GH�+HUUL�%DWDVXQD� �+%���D�GHFLU��HVWD�ÀRWD�KD\�TXH� OOHYDUOD�DO�desguace.

Pero gracias a eso hicimos un país moderno. Por ello, para cambiar un modelo productivo a otro modelo productivo se necesita un proyecto muy sólido y convencer a la opinión pública de que ese salto hay que darlo.

En estos momentos, con la crisis actual, tenemos que abandonar el ladrillo para ir a otro modelo productivo. Pero, creedme, hay que tomar decisiones rápidas, sabiendo que algunas de ellas, forzosamente, tienen que ser duras. No podemos continuar diciendo: ¿qué hacemos?, ¿qué hacemos?, ¿qué ha-cemos? El tiempo nos come.

He querido poner este ejemplo porque es verdad que nos modernizamos, pero, ojo, nos costó dos huelgas generales. Y quiero recordarlo ahora: dos huelgas, no porque nosotros fuéramos malos socialistas en aquella época, sino porque inevitablemente había que reformar el país de arriba abajo. Seguro que estáis comprendiendo perfectamente el mensaje que os quiero transmitir. Pero para hacer algo así, se necesita conciliar un relato, un pro-yecto político, explicar a la gente el por qué no podemos salir adelante sin esas reformas.

Eso sí, hay que tomar medidas de compensación social. Ahora que es-WDPRV�DTXt��HQ�0DQ]DQDUHV��DFRUGDRV� OR�TXH�VLJQL¿Fy� OD�EDWDOOD�SRU�

extender la seguridad social agraria al campo. Es decir, puedes hacer gran-des transiciones de tipo económico y estructural de una economía a otra, pero sin olvidar el ámbito social. No lo olvidamos. Se hizo lo que se pudo. Atención pues a esta idea que os deja alguien que ha vivido una situación sumamente ingrata. Pero a veces, en política, tienes que tomar decisiones que son no ya ingratas, sino ingratísimas. Pero hay que hacerlas. Porque

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¿MDRV��VL�QR�OOHJDPRV�D�KDFHU�DTXHOOR��QR�VDOLPRV��<�VH�KL]R�HQ�XQDV�FRQ-diciones del demonio. Todo aquello coincidió con el secuestro y asesinato del ingeniero José María Ryan (1981) y el posterior cierre de la central de Lemóniz (Vizcaya), donde trabajaba.

Creo que en la situación actual, se puede reclamar a quienes están en el Gobierno o en la oposición, que hagan un esfuercito para ser conscientes de que las cosas no están bien. A mí, sinceramente, y sin criticar a nadie, sin entrar en polémica, hay que pedir mucho más, hay que exigir mucho más. Porque la opinión pública tiene que estar informada y ser conscien-te de que probablemente haya que tomar medidas, insisto, no gratas. En aquellos años, teníamos una ventaja: operábamos sobre la unanimidad en el Parlamento. Reconozco que ahora eso no es reproducible.

España además, estuvo en todos los retos. Por eso es bueno que Espa-ña haya estado también en el reto de la ayuda a Grecia. Estuvimos en el reto del mercado interior sin fronteras y participamos activamente y nos la jugamos. Había que modernizar y se modernizó. Estuvimos en la Unión Económica y Monetaria y, afortunadamente, creo que hicimos muy bien de meternos en el euro, porque la peseta no era una moneda consistente, era una moneda de devaluaciones. Si las pesetas hubieran sido los doblones y los escudos de la edad del oro, entiendo que hubiéramos luchado por ella. Pero la peseta no era una moneda de gran prestigio. Creo que ya podemos decir esto, una vez que ha pasado tanto tiempo.

Luego estuvimos en la puesta en marcha y en circulación del euro. ¡Ca-ray! Me acuerdo cuando se decía: la gente no va a abandonar la peseta,

los pobres pensionistas no se van a enterar, la pobre ama de casa, se va a tirar por la ventana, pues irá al mercado y no se va a enterar.

Pero no pasó nada. Hubo un tránsito más o menos bien explicado y la gente se ha acostumbrado a la nueva moneda. Hoy todo el mundo tra-baja en euros, para bien o para mal. Ahí se dio un salto. Quiero deciros algo: ¿sabéis lo que más nos costó? La gran batalla fue cuando tuvimos

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que anunciar que el 1 de enero 1993 entraba en vigor del nuevo IVA. A los pequeños y medianos comerciantes de todas las tiendas de España les suponía un elemento de modernización extraordinario: incluir la caja re-gistradora y llevar doble contabilidad, para luego el poder hacer las devo-luciones del IVA a Hacienda. Algo que se hace ahora normalmente cuando vas a comprar a cualquier sitio. Te hacen el albarán y luego la factura con el IVA. Todo eso se hace ahora mecánicamente por ordenador. En aquellos años, acordaos, el tendero tenía un alambre doblado en el que pinchaba las notas. ¿Os acordáis de aquello? La gente decía: el país se paraliza, esto no puede ser, esto es un disparate. Pero no pasó nada, y ahora aquellos retos te producen una risa enorme.

Muchas veces tienes que tener el coraje de decir: voy a tirar adelan-te, aunque se me puedan quedar en el camino dos mil o tres mil

personas que no van a ser capaces de seguirme, aunque esas personas se recuperen más tarde.

Además, estuvimos en la batalla de la Constitución europea. Fue el primer SDtV�TXH�OD�UDWL¿Fy�����GH�IHEUHUR�GH��������'HVDIRUWXQDGDPHQWH��)UDQFLD��luego Holanda y más tarde Irlanda que, como sabéis, le dieron la puntilla. Más tarde hemos estado en el Tratado de Lisboa y lo estamos, lo estamos desarrollando.

¢&yPR�UHVXPR�OD�DGKHVLyQ�D�(XURSD�HQ�����"�/D�DGKHVLyQ�\�DTXHOOD�¿UPD�del 12 de junio de 1985, produjo algo rarísimo. Fue uno de esos momentos raros, raros, raros, como decía el papá de Julio Iglesias: raro, raro, raro. 6H�SURGXMR�XQ�PRPHQWR�GH�DXWRHVWLPD�FROHFWLYD��DOJR�TXH�HV�GL¿FLOtVLPR�de conseguir en nuestro país. Todo el mundo estaba feliz, todo el mundo se sintió feliz, la gente dijo lo hemos conseguido. Y conseguir en nuestro país un momento de autoestima colectiva es terrible, es complicadísimo. Creo que ese es uno de los grandes defectos nacionales que tenemos. La gente se sintió feliz, se sintió contenta, estamos progresando, lo hemos conseguido, vamos a más. Creo que tuvo mucho que ver mucho el que en aquel momento hubiera un proyecto muy claro para todos los ciudadanos:

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queremos ser europeos, vamos a por todas y aguantamos los asesinatos y el terrorismo feroz de ETA, los golpes de Estado y lo que sea, porque este país sale para adelante.

(VH�HV�XQ�JUDQ�YDORU��TXH�QR�VH�VL�KHPRV�SHUGLGR�GH¿QLWLYDPHQWH��3HUR�HV�XQ�valor que nos cuesta mucho conservar, el valor de la autoestima colectiva.

Han pasado veinticinco años y nos encontramos en un momento que \R�QR�PH�DWUHYHUtD�D�FDOL¿FDU��SHUR�TXH�GHVGH�OXHJR�QR�HV�IiFLO��/D�

historia de Europa se ha hecho progresivamente a través de crisis. Venía una crisis, luego otra y siempre Europa ha emergido y ha sido capaz de progresar de una manera determinante.

Tuve la fortuna de vivir uno de los momentos históricos más interesantes de la construcción europea. Fue el periodo de lo que se llamó “la gran ca-balgada”, en frase de Jacques Delhors.

Fue la etapa que se corresponde con el Consejo Europeo cuyos miem-bros se llamaban Khol, Miterrand, Felipe González, Mairtens, Lubbers…. Todos jefes de Estado o de gobierno, grandes europeístas. Un Consejo Europeo que mantuvo su estabilidad por un período de 10 años y que fue capaz de conseguir grandes cosas. Además, se dio una circunstancia, que IXH�PX\�PROHVWD� DO�SULQFLSLR��SHUR�TXH�¿QDOPHQWH�JHQHUy�XQD� VLWXDFLyQ�muy favorable para la UE. Fue el contrapunto de la señora Thatcher. La primera ministra británica siempre estaba en contra de cualquier progre-so en el proceso de integración europea y su actitud era tan negativa que terminaba molestando y, disculpen por la palabra, cabreando al resto del Consejo Europeo. Incluso se dio la circunstancia de que la señora Thatcher llegó a regañar a algún jefe de Estado o de Gobierno en el desarrollo de las reuniones. Lo que provocaba la reacción del conjunto frente a sus posicio-nes anti-europeas.

La actitud de Thatcher terminó por aislar al Reino Unido, y la incorpora-ción al tratado de Maastricht de la cláusula del optim out, -si te quieres que-

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dar fuera del Euro, te puedes quedar, pero nosotros seguimos sin el Reino Unido-, permitió el nacimiento de la moneda única, el euro.

Y a partir de ahí se hizo el acta única, el mercado interior sin fronteras, Ma-astricht, el tratado de Ámsterdam, de Niza, la Unión Económica y Mone-taria y el principio de la ampliación. Muchos se han preguntado si debían entrar a todos estos países de la antigua órbita soviética. La respuesta es, naturalmente que sí. Porque el elemento central de la Unión Europea es ofrecer estabilidad al continente.

Les voy a poner una trampa que les hago a mis alumnos. Les digo: dadme el nombre de tres dictadores. Invariablemente, Franco sale el primero, luego, Pinochet, Mussolini, Hitler. A partir de ahí, les pido que me señalen grande-zas y miserias de Europa, es decir, lo que ha aportado Europa a la historia: HO�GHUHFKR�URPDQR��OD�¿ORVRItD�\�HO�SULPHU�VHQWLGR�GH�OD�polis y de la políti-ca, la democracia en Roma… Europa ha inventado la música sinfónica y la gramática. Europa ha inventado la imprenta y la Ilustración. Hemos hecho la Revolución Francesa, con su bandera de libertad, igualdad y fraternidad. Hemos hecho la revolución marxista, la revolución rusa; hemos descubierto el nuevo mundo; hemos constituido, realmente, una sociedad de valores con la Ilustración y la Declaración Universal de los Derechos Humanos.

EQ�¿Q��(XURSD�KH�KHFKR�JUDQGHV�FRVDV��SHUR�(XURSD�WDPELpQ�WLHQH�VXV�PL-serias. Hemos inventado la intolerancia, el oscurantismo y no os olvidéis

de que ha sido en el continente europeo donde se han desarrollado las ideolo-gías totalitarias, fascistas y nazis. En Europa se ha cometido el mayor crimen contra la humanidad: el holocausto y la limpieza étnica. En Europa creamos la Inquisición. En Europa hemos aprendido a perseguir al otro por su identidad, y hemos empezado a perseguir a los otros por su religión. Hemos echado a los judíos y a los moros. En resumen, hemos hecho cosas buenas y cosas malas.

Las dos guerras más crueles que ha habido en la historia de la humanidad no tuvieron lugar en África, ni en Asia. Sucedió aquí, en Europa: la I y la II Guerra Mundial.

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Pues bien, el invento de la Europa actual ha servido para frenar todo eso. Desde hace un tiempo, vivimos en Europa en una situación envidiable: cayó el Muro de Berlín, cayó la Unión Soviética, se colapsó el comunis-mo… Por ello, había que dar respuesta a esos países que habían estado sufriendo la división del mundo tras el acuerdo de Yalta en la II Guerra Mundial. No se podía decir que no. Porque Europa ha sido un factor fun-damental de recuperación de la democracia en nuestra historia reciente. De la misma manera que Europa recuperó para la democracia a Grecia después de la dictadura de los coroneles, que recuperó para la democracia a Portugal después de la dictadura de Salazar, y recuperó luego a España. De la misma manera tenía que recuperar los bálticos. Esa es la historia de Europa. Esa operación había que hacerla porque creo que era la única ma-nera de poder organizar el continente.

Mi punto de vista respecto al futuro ha empezado con esta presidencia ro-tatoria española de la Unión Europea. Además, se está rodando el Tratado de Lisboa, con independencia de lo afortunado o desafortunado de algunas cosas. Hay datos que apuntan a que probablemente ha habido algunas de-FLVLRQHV�SRFR�SHQVDGDV��3HUR��HQ�¿Q��VH�HVWi�URGDQGR�HO�WUDWDGR��VH�QRP-bró presidente del Consejo europeo al belga Herman Van Rompuy, y alta representante para Asuntos Exteriores a la británica Catherine Margaret Ashton.

La posición que está teniendo la presidencia española me parece muy europeísta y digna de agradecer. Rodríguez Zapatero ha dejado que

sean ellos quienes empiecen a trabajar y les está facilitando el trabajo, por-TXH�HV�PX\�LPSRUWDQWH�TXH�GXUDQWH�HVWH�URGDMH�HVWDV�¿JXUDV��9DQ�5RPSX\�y Lady Ashton se consoliden y ojalá se consoliden.

Ha habido suerte, porque detrás de nosotros vienen los belgas y es otra pre-sidencia, por así decirlo, proeuropeísta. Luego llegará el nuevo gobierno húngaro, en donde hay partidos políticos absolutamente euroescépticos, que probablemente nos creará el mismo tipo de problemas que nos creó la presidencia checa. Eso hay que tenerlo en cuenta también.

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Pero no es el momento de entrar en veredas. Hubo un método que ha dado mucho resultado y que no se debió abandonar: el método funcionalista, sobre el cual se basa la integración europea, la integración política y la integración de la sociedad. Las sociedades funcionan cuando los dirigentes políticos son capaces de crear solidaridades de hecho, que es la palabra entre los ciudadanos. Porque, si se generan solidaridades de hecho sobre intereses, que es una cosa muy legítima, la gente normalmente no se pelea. A nadie le gusta pegarse tiros en los pies.

Regreso un momento a mis estudiantes y los dictadores. Después de es-cuchar todas las barbaridades que hicimos, me preguntan: ¿de vedad

hemos sido los europeos tan malos en nuestra historia? Pues sí, pues sí. Junto a cosas excelentes, hemos hecho barrabasadas, qué le vamos a hacer. (QWRQFHV�OHV�KDJR�OD�VLJXLHQWH�UHÀH[LyQ�VREUH�HO�WHPD�GH�ORV�YDORUHV�

En mi larga experiencia de nueve años como comisario de Cooperación al Desarrollo, me enamoré profundamente de África. Pero, ante el asombro de algunos alumnos, sobre todo los que trabajan en las ONG, quizá porque ha quedado de mí una imagen más o menos razonable, les digo: aparte de lo que he contado del mal que hizo Europa, yo he conocido a las dos más malas per-sonas de mi vida. Eran dos negros. Pues sí, el tío más malo que he visto en mi vida que fue el general Mobutu y era negro. Y el segundo más malo que me he topado en mi vida ha sido el general Mohamed Aidid, de Somalia. Los dos negros. Pero el más malo de todos los que vi fue a Pol Pot, en Camboya.

¢4Xp� TXLHUR� GHFLU� FRQ� HVWR"�4XH�� HQ� RUGHQ� D� OD� GH¿QLFLyQ� GH� ORV� YDOR-res, los europeos hemos hecho cosas buenas y cosas malas. Pero fruto de WRGD�HVD�UHÀH[LyQ�FROHFWLYD�\�GHWUiV�GH�HVDV�QRUPDWLYDV�GH�(XURSD��TXH�QR�entiende nadie, hay toda una historia que afortunadamente hemos sabido reconducir. Y es ahí donde quería llegar. Hoy, la Unión Europea es un fac-tor de estabilidad sin ninguna duda en el continente. Y porque existía este factor de estabilidad se pudo derribar el Muro de Berlín, y no pasó nada. Si no hubiera existido este invento europeo, probablemente, con toda esta reversión de fronteras que ha habido, nos habría ido mucho peor.

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Aun así, en 1995 descubrimos con estupor que la limpieza étnica no era solo cosa de hutus y tutsis en Ruanda. La limpieza étnica estaba a hora y media de vuelo desde Madrid, a una hora desde Barcelona y a dos horas de París. La limpieza étnica estaba en Bosnia, y ahí sí que perdimos una parte de nuestra dignidad.

Pero aceptando lo bueno y lo malo, creo que el invento europeo merece la pena vivirse en términos de ciudadanía. La gran pregunta ahora es: ¿por dónde tiene que ir Europa, por donde el mundo, por donde la sociedad? ¿Se tiene que construir a través del liderazgo o a través de instituciones?

Está de moda en España oponer ahora dos legitimidades: la legitimidad democrática, el pueblo, y la legitimidad de las instituciones. Voy a expresar mi criterio.

Paseando por Nueva York con Virgilio Zapatero, rector de la Univer-sidad de Alcalá, antiguo ministro de la Presidencia y profesor de

Derecho Constitucional, que fue invitado conmigo a las conferencias a las que aludí antes, llegamos a una conclusión que las dos somos unos enamorados sin control de la democracia representativa. La democracia GHOLEHUDWLYD�KD�GHMDGR�GH�LQWHUHVDUQRV��3UH¿HUR�OD�UHSUHVHQWDWLYD��WH�YRWR�y si no me gustas, te quito.

¿Por qué? Jean Monnet, el gran creador del funcionalismo europeo, el ideó-logo y fundador de la Unión Europea, dijo una frase rotunda: “los hombres pasan, pero las instituciones permanecen”. Y para una democracia, y para (XURSD��ODV�LQVWLWXFLRQHV�VRQ�EiVLFDV��IXQGDPHQWDOHV��$O�¿QDO�GH�VX�YLGD��cuando dejó de ser presidente de la alta autoridad de lo que entonces era la Comunidad Europea del Carbón y del Acero, dijo esta frase: “nada se pue-de hacer sin contar con el hombre, pero nada se puede hacer si no existen instituciones respetadas”. Creo que llevaba toda la razón.

Concluyo con una referencia que suele utilizar habitualmente uno de nues-tros ponentes constitucionales, Gregorio Peces Barba, al referirse a los

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HOHPHQWRV� IXQGDPHQWDOHV� GH� OD� GHPRFUDFLD��0H� HVWR\� UH¿ULHQGR� DO� JUDQ�maestro de la politología moderna: Norberto Bobbio.

Norberto Bobbio, decía, atención: “los pactos de la política, por muy LPSRUWDQWHV�TXH�VHDQ��VRQ�SUHFDULRV�\�FR\XQWXUDOHV�SRU�GH¿QLFLyQ��OD�

fuerza de la democracia está en sus reglas y en sus instituciones”. Lo voy a UHSHWLU��³ORV�SDFWRV�GH�OD�SROtWLFD�VRQ�SRU�GH¿QLFLyQ�SUHFDULRV�\�FR\XQWXUD-les, la fuerza de la democracia está en sus reglas y en sus instituciones”.

&UHR�¿UPHPHQWH�HQ�HVR��0iV�HQ�XQ�SDtV�FRPR�HO�QXHVWUR��TXH�HV�GLYHUVR�\�FRPSOHMR��<�SRU�GH¿QLFLyQ��XQ�SDtV�TXH�HV�GLYHUVR�\�FRPSOHMR�WLHQH�TXH�tener reglas muy claras e instituciones que funcionen. Gran parte de lo que está pasando es porque desde la política nos saltamos las reglas con una tranquilidad que da miedo y luego tenemos una institucionalidad pública que está sufriendo enormemente. Esto es lo que explica muchas cosas.

Si hubiera reglas claras y nadie se las saltara, y si hubiera instituciones respetadas e impecables, este país funcionaría mucho mejor y nos ahorra-ríamos muchas querellas inútiles. Esto vale para España pero también para Europa.

Creo que es el momento de hacer un debate de gran envergadura pensando en que seguramente hay que volver a las reglas de la democracia, muy per-turbadas hoy algunas de ellas, y dotarnos de una institucionalidad pública potente.

Porque no es solo el Tribunal Constitucional, es que en España no funciona ningún regulador público. El único que queda es el Banco de España. Hoy el Banco de España es una maravilla porque ha anunciado que hemos cre-cido un modestísimo 0,1%. Pero si anuncia algo ingrato, decimos que es la muerte pelona. Esto no puede ser. Cada uno tiene que hacer su trabajo y si se tiene que anunciar que pintan bastos, pues pintan bastos. Y si se tiene que anunciar que pintan espadas, pintan espadas.

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Espero, y ya termino, que se vuelva a la sensatez. Que nos demos cuenta, sobre todo los dos partidos mayoritarios, tengo que decir que uno más que otro, de que hay que intentar recuperar rapidísimamente las reglas de comportamiento de las democracias. Esto es muy importante. Que se sepa respetar a las instituciones y que al frente de las instituciones haya gente impecable que no acepte el mando a distancia que es manejado desde el Gobierno, y yo sé de lo que hablo. Que sepa parar los pies a la oposición, esto también es muy importante. Porque si no, entraremos es una espiral que no va a ayudar a nadie. Creo que me estáis comprendiendo perfecta-mente. Esto es algo que la ciudadanía debería decir a los dos partidos ma-yoritarios: hemos llegado a un punto en el que no podemos seguir así.

Hace poco me invitó Jordi Pujol a ser su contrapunto en Esade (Escuela Superior de Administración y Dirección de Empresas), la escuela que va a dirigir Javier Solana. Yo le dije a Pujol: ¿por qué no hacemos, honorable, una lista de los rotos, de las goteras que todos hemos creado en el sistema de institucionalidad pública española?

A mí, ese tema, me parece básico, porque en estos 30 años, que son nueve legislaturas, en estas nueve legislaturas, solamente en tres ha

habido mayoría absoluta de partidos estatales. Tres. En las otras seis, han gobernado partidos estatales con apoyos de gobierno por legislatura, o con pactos de legislatura, o con pactos puntuales. Entonces, tanta o más res-ponsabilidad tienen los partidos estatales como los partidos nacionalistas en los rotos y en las goteras que existen en el entramado público español. Esto no se puede negar.

De la vida de nuestra democracia, en 30 años, el 30% es responsabilidad absoluta del PSOE y del PP. Hasta ahí llegamos. Pero el otro 70%, cuando menos, es responsabilidad compartida. Esto es innegable.

Si uno empieza a sacar la lista de los rotos y de los descosidos, hay rotos y descosidos que ha hecho el PSOE, públicos y notorios, que no necesito recordar. Rotos y descosidos que ha hecho los PP. Pero algún roto han

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hecho los nacionalistas, que no necesito citar, pero que está en la memoria de todos.

Entonces, esto se puede arreglar de dos maneras: con la recriminación permanente y aludiendo al precedente de lo que tú has hecho contra mí

y yo contra ti, con lo cual no arreglamos nada, o nos paramos un ratito, nos SRQHPRV�D�SHQVDU��QRV�SDFL¿FDPRV�\�GHFLPRV��¢VH�SXHGH�WHQHU�HQ�(VSDxD�una institucionalidad pública que muchas veces responde más a criterios de la democracia cristiana-italiana de los años sesenta con el famoso ma-nual de Cencelli?

¿Sabéis lo que es el manual de Cencelli? Italia destruyó su institucionalidad pública y por eso el modelo italiano se basa en una potentísima sociedad civil. Ellos tienen sus armanis, tienen Fiat… Es una sociedad que va sola. Mientras, los políticos se pelean en el Palacio Chigi, sede del Gobierno. Así se generan los Berlusconi y cosas de esas, gentes muy extravagantes, ¿no?

Yo no quisiera este modelo para nuestro país. Y voy al manual Cencelli: en los años sesenta, un funcionario de la Democracia Cristiana se inventó ese manual para repartir los cargos públicos según los votos obtenidos por FDGD�SDUWLGR��+L]R�XQ�JUi¿FR�GH� WRGR�HO�(VWDGR��&RQJUHVR��6HQDGR��SR-der judicial, Consejo de Estado, Consejo Constitucional y puntuaba cada organismo. Los grandes ministerios, de Exteriores, de Justicia, valían 10. Los ministerios secundarios, 8… Así sucesivamente. Se hacían lotes y se distribuían entre los partidos, según sus resultados electorales. A eso se le llamó la lotizacione. El reparto del poder en lotes.

¿Cuál ha sido el resultado de la aplicación de los lotes en la institucionali-dad pública española? No digo más, no digo más, porque eso explica gran cosa de lo que está pasando. Este sistema lo han sufrido otros países y se ha demostrado que el sistema de lotes no es bueno.

Quiero decir que no hay que dejar a los corporativismos que se expresen. Hay que hacer reglas, hay que respetar las reglas, hay que poner al frente

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GH�ODV�LQVWLWXFLRQHV�D�JHQWH�FRQ�OD�VX¿FLHQWH�VROYHQFLD��VHUHQLGDG��FDWHJRUtD�moral y autoritas para que las Instituciones Públicas, estén al servicio de los ciudadanos, al servicio del Estado.

Bueno termino con este punto y esto vale no solo para España. Vale para muchos países europeos. Por ejemplo, si el señor Van Rompuy

no es bueno, no se le discute, pero cámbiesele. Pero Europa necesita re-glas e instituciones, porque si no, como dicen en Italia, terminas siendo l’Armata Brancaleone, esa película maravillosa.

Nosotros diríamos que al estilo del ejército de Pancho Villa.

Gracias.

Manzanares, 7 de mayo de 2010

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