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REFLEXIÓN SOBRE EL TEMA JUDÍO EN PRAGA Y BERLÍN. COMPARACIONES, PLANTEAMIENTO TURÍSTICO Y PATRIMONIAL. Asignatura: Ciudad histórica, ciudad historiada. Autor: Iván Novo Bello

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REFLEXIÓN SOBRE EL TEMA JUDÍO EN PRAGA Y BERLÍN. COMPARACIONES, PLANTEAMIENTO TURÍSTICO Y PATRIMONIAL.

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Page 1: Ciudad Histórica

REFLEXIÓN SOBRE EL TEMA

JUDÍO EN PRAGA Y BERLÍN.

COMPARACIONES,

PLANTEAMIENTO TURÍSTICO Y

PATRIMONIAL.

Asignatura: Ciudad histórica, ciudad historiada.

Autor: Iván Novo Bello

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INTRODUCCIÓN

Al observar de cerca el tratamiento que actualmente recibe el tema judío en las ciudades de

Praga y Berlín, pronto comprendemos que éste tiene más que ver con las diferentes

persecuciones y pogromos de que esta raza frecuentemente fue objeto que con su histórica

presencia en dichas ciudades.

Al comienzo de la Segunda Guerra Mundial, en Praga había 92.000 judíos y en Berlín

70.000 (este era el censo de 1939, ya que en 1938, antes de los sucesos de la Noche de los

Cristales Rotos había 140.000) y constituían dos de las mayores comunidades judías de

Europa. Al término de la guerra, únicamente 6.100 seguían en Berlín y otros 15.000 en

Praga. La mayor parte de estos supervivientes emigraron a Israel en los diez años

siguientes.

La puerta a la reconciliación y el consiguiente regreso de población judía a estas ciudades

comienza a partir de la década de los 90 del siglo XX gracias a la liberalización que se

produce tras la caída del muro de Berlín y la Revolución de Terciopelo en Praga en 1989.

En este breve trabajo, realizaremos un paseo por las ciudades de Berlín y Praga

deteniéndonos en los principales centros de referencia para la comunidad judía, algunos de

los cuales funcionan hoy en día como lugares turísticos o expositivos y otros que se han

convertido, o continúan siendo centros de concentración de población hebrea en dichas

ciudades. Lejos de tratar de realizar una guía turística, lo que pretendo es llegar a una breve

reflexión final, a modo de conclusión, sobre el tratamiento que actualmente recibe la

cuestión judía en estas dos ciudades, las diferencias que existen entre las distintas políticas

patrimoniales empleadas así como las causas y posibles consecuencias de las mismas.

BERLÍN

La comunidad hebrea de Berlín vuelve a crecer tras la caída del Telón de Acero, al regresar

los judíos de origen alemán que pudieron reclamar la nacionalidad alemana. Ya en 1999, la

sede del Consejo Central de los Judíos en Alemania se traslada de Bonn a Berlín y las cifras

de residentes judíos comienzan a crecer hasta llegar a los 12.000 con que contaba a

comienzos del S. XXI. Parece que finalmente Berlín ha dejado de ser una ciudad maldita

para los judíos, hasta el punto de que incluso podemos hablar de un “barrio judío”. Se le

suele dar este nombre a la zona articulada por la Oranienburger Strasse. Durante el S. XIX

y comienzos del XX, esta calle era el principal lugar de congregación de población hebrea

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en la ciudad y es precisamente en donde actualmente ha comenzado a renacer la presencia

pública del judaísmo. Igual que antaño, la seña de identidad del área es la Neue Synagoge.

En el momento de su inauguración en 1866 y con capacidad para acoger a 3.200 fieles, era

la sinagoga más grande de Alemania, erigida como símbolo del progreso económico y

social de la población judía. Aunque sobrevivió a los nazis, la sinagoga fue destruida por un

bombardeo aliado en 1943, aunque sería reconstruida en 1988 e inaugurada en 1995 como

museo y centro para la comunidad judía.

En el centro de la cercana Koppenplatz se encuentra desde 1997 el conjunto escultórico

titulado La habitación abandonada formado por una mesa y dos sillas, una de ellas tirada en el

suelo y que evoca la precipitada huida de Berlín de miles de judíos durante el Tercer Reich.

Cerca de aquí se encuentra la Schule der Jüdischen Gemeinde, centro de enseñanza

secundaria para jóvenes judíos (creado a mediados del S. XVIII) y el Jüdischer Friedhof,

primer cementerio judío de la ciudad y en el que encontramos un grupo escultórico de Will

y Mark Lammert erigido en 1985 que recuerda a los judíos deportados de Berlín.

Resulta significativo que actualmente estos lugares en los que las reminiscencias hebreas

vuelven a hacerse presentes, se encuentren habitualmente protegidos por una nutrida

presencia policial o, como es el caso de la Neue Synagoge, por bloques de cemento que

previenen el impacto de coches bomba. Esta celosa protección de los intereses

patrimoniales judíos que lleva a cabo actualmente el gobierno alemán, se encuentra en la

línea de la política de reconciliación que ha intentado seguir en las últimas décadas y que ha

dado lugar a la aparición en la ciudad de Berlín de diferentes memoriales, museos y

monumentos erigidos en recuerdo del pueblo hebreo en general y de las víctimas de Tercer

Reich en particular. De entre estas construcciones-homenaje, destacaré aquí el Museo Judío

de Berlín y el Monumento a los judíos asesinados en Europa.

En el Museo Judío, Daniel Libeskind propone un proyecto arquitectónico en el que la

experiencia sensorial juega un papel primordial. Para ello utiliza diversos recursos: la

presencia del vacío, la ausencia de sonido, la molestia que supone la inclinación diagonal de

los suelos o los pilares, el techo más bajo de lo normal en algunos tramos de los pasillos,

los efectos luminosos que busca al diseñar ventanas de formas caprichosas que siguen

direcciones desordenadas, etc. En su interior, se muestra al visitante una exposición que

repasa la historia judeoalemana hasta el presente, una historia tan agitada y convulsa como

la sensación que provoca la propia arquitectura del museo.

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Por otra parte, el Monumento a los judíos asesinados en Europa, obra de Peter Eisenman,

pretende ser un recuerdo a los judíos víctimas del Holocausto. Está formado por un

enorme campo en el que se sitúan cerca de 3.000 losas de hormigón a diferentes alturas. Al

igual que ocurre con el Museo, este monumento busca provocar en el visitante que pasea

por su interior una sensación y una experiencia que se podría definir como incómoda y

confusa, dado que su diseño supone una representación muy próxima al concepto

tradicional de monumento funerario.

PRAGA

Al igual que sucede en Berlín, la comunidad hebrea de Praga está recuperando la visibilidad

y actualmente existen en la ciudad una gran cantidad de organizaciones judías laicas no

lucrativas que persiguen la investigación histórica, centros judíos en los que se realizan

eventos culturales, sociales y religiosos, se llevan a cabo programas educativos, etc.

En el aspecto patrimonial, Praga está repleta de lugares judíos históricos que dan

testimonio de su rico pasado como uno de los principales centros europeos de la vida judía.

La mayoría de estos edificios se encuentran en el barrio de Josefov, donde antiguamente se

ubicaba el gueto judío y lugar que constituye a día de hoy probablemente la unidad de

monumentos judíos más conservada de Europa y que se trata de proteger para preservar,

en cierto modo, la atmósfera y espíritu de tiempos pasados.

Aquí se encuentra uno de los Museos Judíos más famosos del mundo, tanto por lo extenso

de su colección como por el hecho de que ésta procede de un territorio homogéneo

(Bohemia y Moravia), de manera que representa una imagen muy completa de la vida e

historia de la población hebrea de esta región. Dado lo vasto de la colección, para

presentarla, el Museo Judío alquila el Antiguo Cementerio Judío, la Sala Ceremonial, la

Sinagoga Pinkas, la Sinagoga Klausen, la Sinagoga Maisel y la Sinagoga Española.

De la importancia de la comunidad hebrea en la zona dan fe tanto el Antiguo Cementerio

Judío como las siete sinagogas que actualmente existen en la ciudad. Resulta interesante

observar como estas construcciones conforman en sí mismas un recorrido a través de los

siglos de presencia judía en Praga y constituyen un importante patrimonio que hoy en día, a

través del Museo Judío y otras instituciones se trata de restaurar y conservar.

La conocida como Sinagoga Vieja-Nueva, construida en 1270, es la más antigua de Europa

y a día de hoy sigue ofreciendo servicios religiosos continuando una tradición de más de

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700 años que solamente fue interrumpida entre 1941 y 1945. La Sinagoga de Pinkas,

construida en estilo renacentista, fue reparada y reconstruida en el S. XX. Por su parte, la

Sinagoga de Maisel, construida originalmente en 1591 fue remodelada en el S. XIX en estilo

neogótico. La Sinagoga Klausen, construida en un estilo barroco temprano, se completó

1694 y fue remodelada y actualizada a finales del S. XIX, precisamente en la época en la

que se construyó la Sinagoga Española, que con su decoración morisca, ofrece un

interesante contraste con las demás sinagogas de la ciudad. Por último, está la Sinagoga del

Jubileo, construida en el S. XX en la zona nueva de Praga.

Por otro lado, el Antiguo Cementerio Judío, que entre 1439 y 1787 sirvió como único lugar

en Praga donde se permitía enterrar a los judíos, es conservado y protegido desde 1990 por

el Museo Judío y a día de hoy, es percibido por el visitante como un espacio en el que el

tiempo parece haberse detenido, un lugar en el que, sin ser su pretensión original, la

experiencia sensorial que pretendía Libeskind en el Museo de Berlín o Eisenman con su

Monumento, se vive quizás más intensamente.

CONCLUSIÓN

Hemos visto como por una parte, Praga, una ciudad de tradicional e histórica presencia

hebrea, lugar donde se situó en su momento el mayor gueto judío de Europa, hace valer su

vasto patrimonio formado tanto por bienes muebles como inmuebles que aúna para crear

el mayor Museo Judío existente.

Por otro lado, Berlín, ciudad representativa del Tercer Reich, que prácticamente destruyó

una por una cualquier edificación que supusiese un recuerdo o signo de vida judía en la

ciudad, se ha visto obligada a crear unos símbolos de referencia que ayuden tanto a la

reconciliación con la comunidad hebrea como al regreso a la ciudad de un pueblo

tradicionalmente ligado a su historia.

Podría decirse pues, que la solución de Praga pasa por la reconstrucción, conservación y

protección del patrimonio existente, mientras que la de Berlín, salvo contadas excepciones,

como es el caso de la Neue Synagoge, se basa en la creación de nuevo patrimonio.

Encuentro particularmente interesante, ya que deja la puerta abierta a la reflexión, la

solución adoptada por la capital alemana. El hecho de que en la última década se hayan

inaugurado en la ciudad dos construcciones (el Museo Judío de Libeskind y el Monumento

de Eisenman) que de algún modo honran el recuerdo de quienes sufrieron injusticias a

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manos de un régimen político nacido en el propio país, supone desde mi punto de vista una

alta aceptación de la responsabilidad por los hechos acontecidos en el pasado, al tiempo

que un claro deseo de reparar el daño infligido.

Desde la finalización de la II Guerra Mundial, Alemania ha pagado miles de millones en

forma de indemnizaciones a los supervivientes y al Estado de Israel; los dirigentes políticos

alemanes han expresado sus disculpas y aceptado su responsabilidad por el pasado y han

reconocido los efectos persistentes de la injusticia en las víctimas y sus descendientes.

En mi opinión, el hecho de que en los últimos años se hayan promovido en Berlín

actuaciones como el Museo Judío o el Monumento a los judíos asesinados en Europa, para

las que se ha contado con arquitectos de renombre o “arquitectos estrella”, lo cual supone

una publicidad internacional añadida a la obra, solo se puede entender como un gesto

público que ayude a crear los cimientos de la reconciliación moral y política. Que estas

consideraciones sean suficientes para justificar las intervenciones depende de las

circunstancias, siempre puede haber quien considere que tratar de reparar el mal de este

modo puede hacer más daño que ora cosa: inflamar viejas heridas, enraizar el victimismo,

consolidar enemistades históricas o generar resentimientos.

Hemos visto aquí el ejemplo de dos ciudades que nos ofrecen planteamientos muy

diferentes para un mismo tema en base a su patrimonio histórico y en gran medida también

en base a sus vicisitudes históricas. Si las decisiones tomadas en este sentido son o no las

adecuadas, será una cuestión que se podrá valorar con el tiempo.

WEBGRAFÍA

- Emili J. Blasco: Berlín a conciencia (última consulta: Enero de 2012)

http://www.abc.es/blogs/muro-berlin/storico.asp?s=VII%2E+HERENCIA+JUD%CDA

- Jewish virtual library (última consulta: Enero de 2012)

http://www.jewishvirtuallibrary.org/jsource/vjw/Prague.html

- Museo Judío de Berlín (última consulta: Enero de 2012)

http://www.jmberlin.de/main/Kurzinfo/espanol.php

- Museo Judío de Praga (última consulta: Enero de 2012)

http://www.jewishmuseum.cz/en/amuseum.htm