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28 Introducción La investigación sobre el pasado urbano al- gecireño se ha apoyado en una colección de documentos cartográficos, especialmente el repertorio de planos elaborados bajo las ór- denes del marqués de Verboom en el siglo XVIII. La circunstancia de encontrarse Al- geciras casi despoblada y el interés militar de su posición frente a la perdida Gibraltar cuando, además, Mulay Ismail aún sitiaba Ceuta motivaron en su día una serie de pro- yectos de acuartelamiento y fortificación so- bre las ruinas de las villas medievales. Para ello, un grupo de ingenieros cartografiaron los elementos urbanos existentes y los vesti- gios de aquellos otros arruinados por su aban- dono de siglos. Sobre esta base planimétrica diseñaron la nueva población, con trazado de calles, ubicación de edificios, propuesta de nuevas murallas, etc. Estos planos son, por tanto, del máxi- mo interés para los investigadores de la Edad Media local. Sobre ellos se nos muestran con precisión numerosos elementos arquitectó- nicos y urbanísticos que debemos atribuir a on la base de la colección cartográfi- ca del Archivo General de Simancas ensayamos una propuesta de identi- ficación de los principales edificios, accesos y espacio periurbano que las fuentes islámi- cas y cristianas nos han transmitido para la ciudad-campamento fundada por Abu Yusuf Yaqub a finales del siglo XIII al Sur del río de la Miel, la misma que Ibn al-Jatib calificó de “hijuela” de la ciudad andalusí (al-Yazira al-Jadra): la ciudad nueva al-Bunayya. Para ello, valoraremos la fiabilidad de lo repre- sentado en los principales planos del XVIII y daremos a conocer dos de ellos inéditos, de 1736 y 1761, que permiten, por primera vez, aventurar una hipótesis general sobre su or- ganización urbanística e identificar algunos elementos hasta hoy ignorados. Las reflexio- nes al respecto se acompañan de datos his- tóricos, arqueológicos e historiográficos que apoyan nuestros planteamientos y los com- plementan. Palabras clave: Algeciras, al-Bunayya, meri- ní, cartografía histórica, topografía urbana, arrecife. Cartografía Histórica de al-Bunayya: imágenes de la ciudad meriní de Algeciras José María Tomassetti Guerra y Rafael Jiménez-Camino Álvarez C Historia Aljaranda 84 (2012) 28-47

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Page 1: Cartografía Histórica de al-Bunayya: imágenes de la ciudad

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IntroducciónLa investigación sobre el pasado urbano al-gecireño se ha apoyado en una colección de documentos cartográficos, especialmente el repertorio de planos elaborados bajo las ór-denes del marqués de Verboom en el siglo XVIII. La circunstancia de encontrarse Al-geciras casi despoblada y el interés militar de su posición frente a la perdida Gibraltar cuando, además, Mulay Ismail aún sitiaba Ceuta motivaron en su día una serie de pro-yectos de acuartelamiento y fortificación so-bre las ruinas de las villas medievales. Para ello, un grupo de ingenieros cartografiaron los elementos urbanos existentes y los vesti-gios de aquellos otros arruinados por su aban-dono de siglos. Sobre esta base planimétrica diseñaron la nueva población, con trazado de calles, ubicación de edificios, propuesta de nuevas murallas, etc. Estos planos son, por tanto, del máxi-mo interés para los investigadores de la Edad Media local. Sobre ellos se nos muestran con precisión numerosos elementos arquitectó-nicos y urbanísticos que debemos atribuir a

on la base de la colección cartográfi-ca del Archivo General de Simancas ensayamos una propuesta de identi-

ficación de los principales edificios, accesos y espacio periurbano que las fuentes islámi-cas y cristianas nos han transmitido para la ciudad-campamento fundada por Abu Yusuf Yaqub a finales del siglo XIII al Sur del río de la Miel, la misma que Ibn al-Jatib calificó de “hijuela” de la ciudad andalusí (al-Yazira al-Jadra): la ciudad nueva al-Bunayya. Para ello, valoraremos la fiabilidad de lo repre-sentado en los principales planos del XVIII y daremos a conocer dos de ellos inéditos, de 1736 y 1761, que permiten, por primera vez, aventurar una hipótesis general sobre su or-ganización urbanística e identificar algunos elementos hasta hoy ignorados. Las reflexio-nes al respecto se acompañan de datos his-tóricos, arqueológicos e historiográficos que apoyan nuestros planteamientos y los com-plementan.

Palabras clave: Algeciras, al-Bunayya, meri-ní, cartografía histórica, topografía urbana, arrecife.

Cartografía Histórica de al-Bunayya: imágenes de la ciudad meriní de Algeciras

José María Tomassetti Guerra y Rafael Jiménez-Camino Álvarez

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las villas abandonadas a finales del siglo XIV1. Ello no impide que algunos de los vestigios representados tuvieran un origen más antiguo, pero en cualquier caso los dibujos mostrarían su estado final, tras la salida de los nazaríes de la ciudad. Su análisis y restitución sobre la

planimetría actual nos ha permitido elaborar un conjunto de instrumentos gráficos sobre el que interpretamos los rasgos de su topografía urbana, plasmando en ellos las informaciones derivadas de las fuentes escritas y del registro arqueológico. Sin embargo, la mayoría de los docu-mentos que componen la colección diecioches-ca apenas nos muestra una porción del recinto al Sur del río de la Miel, la hoy llamada Villa-vieja, villa nueva de la Crónica de Alfonso XI, al-Bunayya de los emires meriníes2.

El objeto de este trabajo es proponer un modelo interpretativo para ella a través del análisis de los principales planos que sí nos ofrecen una visión completa de la villa nueva medieval, aportando la primicia de dos de ellos donde se nos informa de una serie de elementos urbanos hasta ahora ignorados o sólo supuestos. No pretendemos agotar aquí el repertorio carto-gráfico existente en los archivos históricos. Los que ahora traemos a su consideración son los custodiados en la sección de Mapas, Planos y Dibujos (MPD) del Archivo General de Siman-cas (AGS), algunos de los cuales ya recogimos en la Carta Arqueológica de Algeciras con sus correspondientes fichas3.

Datos históricos sobre al-BunayyaHace unos años reinterpretamos los datos de las fuentes y la arqueología para localizar con exactitud las dos villas fortificadas de Algeci-ras en la Baja Edad Media4. Aquel estudio nos permitió superar la hipótesis tradicional propo-niendo una alternativa que se ajusta a la literali-dad de los textos y al registro estratigráfico, de modo que ahora se puede asegurar la ubicación

1 Su valor interpretativo reside en que representan los restos de una ciudad despoblada en el siglo XIV y “refundada” en el XVIII, por lo que a principios de esa centuria los rasgos urbanísticos básicos apenas habrían cambiado. En 1705 escribe Jean Baptiste Labat: “[los moros] la destruyeron, convirtiéndola, antes de abandonarla, en un montón de piedras, en cuyo casi mismo estado se encuentra. Sólo se ven algunos tugurios diseminados, aquí y allá, en medio de una infinidad de ruinas”, transcrito en Bueno lozano, M., 1988, El renacer de Algeciras (a través de los viajeros), Algeciras, Colección “El Castillo de Jimena” II, 44. Para su abandono tras la destrucción nazarí se han propuesto las fechas de 1379 y, más recientemente, 1393: ver torreMocha silva, a., 1994, Algeciras entre la Cristiandad y el Islam. Cádiz: IECG, 294-296; lóPez de coca castañer, J. e., 2009, “La pérdida de Algeciras y su posterior abandono”, en Val, M. I. del, Martínez, P. (dirs.), Castilla y el mundo feudal. Homenaje al profesor Julio Valdeón, vol. II, 93; lóPez Fernández, M., 2009, La recon-quista en la frontera del Estrecho (1250-1469), Málaga: Editorial Sarriá, 121-125; lóPez Fernández, M., e. p., “Algeciras entre Castilla y Granada (1344-1393)”, XI Jornadas de Historia del Campo de Gibraltar (Jimena de la Frontera, 22-24 de octubre de 2010).2 Preferimos el uso del término al-Bunayya antes que otros (al-Binya, al-Biniya, al-Bunya, al-Buniyya) atendiendo a las explicaciones que amablemente nos dio en 2004 la doctora Mª. Antonia Martínez Núñez, profesora de Estudios Árabes de la Universidad de Málaga. Según ella el topónimo al-Biniya fue transcrito así por el editor de la Ihata de Ibn al-Jatib por identificarlo con el castellano “La Peña”, si bien el sustantivo árabe binya significa “edificio”, “construcción”. El ductus consonántico, no obstante, permite también leer ese nombre como diminutivo de bint = “hija”, de modo que la lectura del nombre de la ciudad sería al-Bunayya, es decir, “la pequeña hija”, “la hijuela”, idea a la que parece aludir Ibn al-Jatib cuando también la denomina binta-ha = “su hija” (de la ciudad mayor, al-madina al-kubrà, es decir, al-Yazira al-Jadra). Las referencias son a inan, M. a., (ed.), 1974, Ibn al-Jatib: Ihata fi ajbar Garnata, El Cairo, t. II, 88. Por otra parte, creemos que su empleo ayuda a situar el actual estado de la investigación, evitando equívocos con la errónea ubicación anterior que ha quedado ampliamente difundida bajo la forma toponímica al-Binya.3 JiMénez-caMino álvarez, r., toMassetti Guerra, J.M., (dirs.), 2008, Carta Arqueológica de Algeciras, Anexo Docu-mental II: Cartografía Histórica, Fotografías y Grabados, Algeciras, inédito.4 JiMénez-caMino álvarez, r., toMassetti Guerra, J.M., 2006, “Allende el río… Sobre la ubicación de las villas de Algeciras en la Edad Media: una revisión crítica”, Almoraima, 33, 183-210. toMassetti Guerra, J.M., JiMénez-caMino álvarez, r. 2006 “¿Dónde se hallaban las ciudades medievales de Algeciras?”, Tres Orillas, 7-8, 87-91.

Estos planos son del máximointerés para los investigadores

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de la ciudad fundada por los meriníes a fina-les del siglo XIII sobre la margen derecha de la desembocadura del río de la Miel, al Sur de éste. Su emplazamiento coincide grosso modo con el de la romana Iulia Traducta5, sobre cuyas ruinas se instaló -siguiendo a las crónicas- un campamento para el asedio de al-Yazira al-Ja-dra en época de Alfonso X. Más tarde, los meri-níes levantarán al-Bunayya en el mismo lugar, de nueva planta.

Los hitos fundamentales de su historia acaecen entre 1282 y 1344 (después vendrán las conquistas cristiana -hasta 1369- y nazarí -hasta finales del siglo XIV-, y su definitivo abandono). Sabemos que Muhammad II de Granada cedió al-Yazira al-Jadra en 1275 al emir meriní Abu Yusuf Yaqub. Desde este año y esta ciudad se inician va-rias expediciones militares meriníes contra territo-rio cristiano que provocan el citado -y fracasado- asedio de Alfonso X, en 1279. De ese campamento

dice su crónica en el capítulo LXXII que “estavan todas las gentes dellas en casas é en chozas que te-nian fechas en aquel lugar do fue poblada despues Algecira la nueva [...] é dejaron allí los engeños, é las armas é otras cosas muchas que non pudieron levar [...] É Aben Yuzaf [...] falló muchas cosas que los cristianos dejaron fechas; é porque falló que aquel lugar [...] era muy dañoso si otra vez fuese cercada, é dijéronle, que por allí se podria perder, por esto mandó facer allí aquella puebla, que dicen la nueva villa de Algecira, é poblóla de las casas que los cristianos avian fecho en los rea-les”6. Las obras de al-Bunayya comenzaron con la construcción de su muralla en 1282, según al-Hulal al-Mawsiyya7, y terminaron en 1285, según el Rawd al-Qirtas8. Las referencias a fechas ante-riores hay que entenderlas vinculadas, en el mejor de los casos, al mandato de su construcción y no a su inicio propiamente (finales de 1275 en Ibn Jal-dún9, 1276/77 en Ibn Abi Zar10). Buena parte de la mano de obra empleada fueron esclavos cristianos. Tras huír, algunos de ellos dejaron constancia de su peripecia en relatos recogidos por Pedro Marín11, y así sabemos que a Gonzalo de Soria en 1282 “fa-cianle tapiar paredes en la Puebla, que facia Abiu-zaf en Algecira”, o que a Domingo Bono en 1285

5 Colonia fundada en el siglo I a. C. que pervivió hasta el VII d. C. JiMénez-caMino álvarez, r., Bernal casasola, D., “Redescubriendo a Traducta. Reflexiones sobre su topografía urbana y su secuencia ocupacional (ss. I-VII)”, Anales de Arqueología Cordobesa, 18, 157-200. JiMénez-caMino álvarez, r., y otros, 2011, “De Iulia Traducta a al-Yazirat al-Ha-dra. La Algeciras de los siglos VI al VIII a través de la excavación arqueológica de la calle Alexander Henderson, 19-21”. Congreso Internacional Espacios Urbanos en el Occidente Mediterráneo (siglos VI-VIII), Toledo, 143-152.6 rossel y lóPez, c., 1953, Crónicas de los Reyes de Castilla desde Don Alfonso el Sabio hasta los Católicos Don Fer-nando y Doña Isabel, Madrid: Biblioteca de Autores Españoles, tomo LXVI, 57.7 huici Miranda, a., 1951, Al-Hulal al Mawsiyya. Crónica árabe de las dinastías almorávide, almohade y benimerín, Tetuán: Editora Marroquí, 202: “El año 681 -1282-. Empezó entonces la construcción de la muralla de al-Binya, en Alge-ciras”. Cfr. con la fecha ofrecida para su fundación -1279- por torreMocha silva, a., navarro luenGo, i., salado escaño 1999, Al-Binya, la ciudad palatina meriní de Algeciras, Cádiz, 74.8 huici Miranda, a., 1964, Ibn Abi Zar. Rawd al-Qirtas, Valencia: Anubar ediciones, Colección Textos Medievales, 13, volumen 2, 681. Ver cita infra en el texto.9 slane, W., Mac Guckin, Barón de, 1856, Histoire des Berbères et des dynasties musulmanes de l`Afrique septentrionale, Argel, 81: “Queriendo entonces poseer, al borde del mar y cerca del puerto, una ciudad donde pudiera instalar sus tropas y tenerlas aisladas, de manera que garantizara a los habitantes de la región contra sus violencias y sus exacciones, eligió un lugar en la vecindad de Algeciras y dio la orden de levantar allí los edificios necesarios. Esta nueva ciudad fue cons-truida bajo la dirección de un hombre del que podía fiarse, y recibió el nombre de Al Binya (el edificio)”. La traducción del francés es nuestra.10 huici, 1964, ob. cit., 734: “El año 675 (15 de julio del 1276 a 3 de julio del 1277) mandó el emir de los musulmanes construir la ciudad nueva de Algeciras”.11 Marín, Pedro, 1293, Estos son los miráculos romançados, cómo sacó Santo Domingo los Cativos de catividad: & fizolos escribir Pero Marin, Monge del Monesterio, incluídos en VerGara, Sebastián de, 1736, Vida y milagros del Thaumaturgo español Moysés Segundo, Redemptor de Cautivos, abogado de los felices partos, Santo Domingo Manso, Abad benedic-tino, reparador del Real Monasterio de Santo Domingo de Silos, Madrid, 175-176 y 184-186.

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“metieronlo en la Alhondiga nueva; & facianle cada dia asserrar madera para las casas nuevas, que mandò facer Abiuçaf en la Puebla Nueva, que a nombre Almanzora”. Reténgase el dato de que esta Puebla Nueva tiene por nombre Almanzora (al-Mansura), pues se trata de la única cita conoci-da a este apelativo referido a al-Bunayya.Sobre la organización interna de este nuevo re-cinto hay algunas claras referencias en el Rawd

al-Qirtas: “Después que Sancho se fue a su país, volvió el emir de los musulmanes [Abu Yusuf] a Algeciras, donde entró el 27 de sha’ban [del 684] (28 de octubre del 1285) y encontró que el alcá-zar, que construía en la ciudad nueva, la sala de audiencias y la mezquita, se habían terminado por completo. Ocupó el nuevo alcázar y pasó en él el mes de ramadan, hizo la oración del viernes en su mezquita y en la sala del consejo la oración del

perdón [...] El día de la ruptura del ayuno (30 de noviembre) fue desde la Musalla a su palacio, se sentó en la sala del consejo [...] el alfaquí [...] Abu Faris ‘Abd al-Aziz [...] le presentó una poesía, en la que recordaba [...] la construcción de la ciudad nueva y del palacio de Algeciras, de la estancia del emir de los musulmanes en él y de su oración en la mezquita; celebraba también su almimbar”12.En nuestra opinión el estudio de al-Bunayya no ha de enfocarse desde la única perspectiva de una ciudad palatina, como se ha hecho13, sino que ha de considerarse esencialmente una ciudad-campa-mento, tal cual fueron otras también erigidas por los emires meriníes en los confines de su imperio para acuartelar tropas a las afueras de algunos cen-tros urbanos, entre las que destacamos: al-Buna-yya en Algeciras, por Abu Yusuf; al-Mansura en Tremecén, por Abu Yaqub; el Afrag en Ceuta, por Abu Said y Abu-l-Hasan. Se da la circunstancia de que estas tres fundaciones reciben por nom-bre o sobrenombre el calificativo de al-Mansura (“Almanzora”, la Victoriosa)14. El de Tremecén se concibió como un enorme campamento de ase-dio contra la capital de los Abd al-Wadíes, pero el Afrag sí es idéntica en dimensiones a al-Bunayya (c. 12,60-12,70 Ha) y también se levantó en el pla-zo de tres o cuatro años (1328-1331)15.

12 huici, 1964, ob. cit., 681-684.13 torreMocha, navarro, salado, 1999, ob. cit.14 Es obvio en el caso de Tremecén (Argelia), llamada al-Mahalla al-Mansura (“campamento victorioso”) desde su crea-ción en 1302: Marçais, W., Marçais, G., 1903, Les monuments arabes de Tlemcen, París, 193-195; estos autores insisten en que este tipo de fundaciones era habitual y refieren también los casos de Temzezdekt (en Bugía) y otro junto a Sijilma-sa. Ceuta es mencionada como Mansura por Ibn Marzuq: ViGuera Molins, Mª. Jesús. (trad.), 1977, El Musnad: hechos memorables de Abu l-Hassan, sultán de los benimerines, Madrid, 145, 174 y 369. También por Ibn Jaldún, según refiere Pavón Maldonado, B., 1996, “Planimetría de ciudades y fortalezas árabes del Norte de África”, Cuadernos del Archivo Municipal de Ceuta, 9, 24. De igual opinión sobre el carácter de estas fundaciones es GozalBes cravioto, C., 2011, “Ar-queología de la frontera norteafricana del estrecho de Gibraltar (siglos XIV-XVI)”, Almoraima, 42, 566, quien escribe: “Sabemos que los meriníes construyeron numerosas ciudades de asedio o bien ciudades-campamento en el exterior de las ciudades. Ello se hizo por ejemplo en la cercana Ceuta, en donde Abu-l-Hassan construyó el Afrag (Ceuta la Vieja) o en Algeciras, en donde terminó por constituir la Villa Vieja (o la Nueva, según algunos autores) o en Fez”; este autor consi-dera del mismo tipo también a Tánger el Viejo (Tanja al-Balia), que se levantaría en algún momento entre 1267 y 1273: GozalBes, 2011, ob. cit., 567. Una y otra vez se repite el hecho de ser bautizados estos campamentos como “la nueva” o “el nuevo” y, mucho después, cuando ya se ha olvidado su memoria, ser rebautizados como “el viejo” o “la vieja” añadido al nombre de la ciudad principal.15 Las fechas se refieren en Gozalbes, 1978, ob. cit., 55 y CaMBazard-aMahan, C., 1995, “Arquitectura mariní”, en López Guzmán, R. (coord.), 1995, La arquitectura del Islam occidental, traducción de Encarnación Nadal, Barcelona: Legado Andalusí, 224. El análisis de esta ciudad ha sido abordado en Gozalbes, 1978, ob.cit., villada Paredes, F., hita ruíz, J. M., 2000, “Ceuta durante el periodo mariní: estado de la cuestión y nuevas perspectivas”, en Cara Barrionuevo, L. (ed.), 2000, Ciudad y territorio en al-Andalus, Granada, 233-235 y, más recientemente, en una investigación que incor-pora, además, nuevos datos arqueológicos: villada Paredes, F., suárez Padilla, J., e. p., “El Afrag de Ceuta: recientes excavaciones arqueológicas en la fortaleza mariní”, Castillos y ciudades amuralladas (siglos X-XV) en el Estrecho de Gibraltar, Algeciras 1-2 de abril de 2011.

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Topografía histórica de al-BunayyaCuando los ingenieros militares reco-rrieron el solar de al-Bunayya hacia 1721-24 una exhuberante vegetación entorpecía la visibilidad de sus ruinas, “de forma que parecia todavia entonces â un Bosque, que con travajo se podia penetrar; por lo que de lexos âpenas se descubrian sus Vestigios, aunque algunos bastante altos”, en palabras del mismo Verboom16. Creemos que el plano MPD 39-079 puede servir para hacernos una idea del volumen de res-tos constructivos identificados por los ingenieros sobre el terreno17 . Habitual-mente se presta mayor atención a las representaciones más “elaboradas” de otros documentos cartográficos, en es-pecial para el trazado de las murallas y la ubicación de sus torres. Sin embargo, es muy posible que gran parte de lo re-presentado en éstos sea interpretativo y no la traslación a escala de lo visto por sus autores. Desde esta perspectiva co-bra sentido que en la Huerta del Carmen se aprecien -aún hoy- varias torres pero no la muralla18; y que ésta y una torre se encon-traran completamente expoliadas desde época tardomedieval en el solar nº 50-52 de la calle Alexander Henderson19.

Cualquiera que haya recorrido un perí-metro amurallado en total abandono sabe que sólo abstrayendo la información recopilada se consigue un plano como, por ejemplo, MPD 22-079 o 10-094, y que su aspecto coincide

16 Informe de 30 de septiembre de 1726 transcrito en Pardo González, J. C., 1995, La fortaleza inexistente. Proyectos de Jorge Próspero Verboon sobre Algeciras. Cádiz: IECG, 48. Se repite en los mismos términos en otro informe sin fechar (seguramente del mismo año): “hasta las Ruinas de las dos Ciudades assi de murallas como de Edificios se cubrieron por todo de Monte bajo, Zarsas, y otras Brozas, de forma que ni aun (?) los vestigios se conocieron aunque algunos bastante altos”. Pardo, 1995, ob.cit., 85.17 Plano de la villa vieja de la ziudad de Algeciras cuyo espacio se cierra para poner la tropa fuera de insulto en donde se proiecta tres edificios Militares, Algeciras, 1745. Acompaña a carta de Don Lorenzo de Solís al Marqués de la Ensenada. Álvarez terán, M. C., 1980, Mapas, Planos y Dibujos (Años 1503-1805), Valladolid: Archivo General de Simancas, Catálogo XXIX, vol. I, 19.18 Navarro luenGo, I., toMassetti Guerra, J. M., 1999, Informe preliminar de la excavación arqueológica de urgencia en la Huerta del Carmen (Villavieja), de Algeciras, Taller de Investigaciones Arqueológicas, S. L., inédito. Los datos de esta intervención se expusieron en las IIas Jornadas de Prehistoria y Arqueología del Campo de Gibraltar organizadas por el Instituto de Estudios Campogibraltareños, en junio de 2009. Las dificultades que sufrió el correspondiente número de Almoraima para ver la luz impideron la presentación final de nuestro texto. La comunicación era: toMassetti Guerra, J. M. y otros, “La muralla de al-Bunayya en la Huerta del Carmen (Algeciras)”, y en ella se aportaba una secuencia estrati-gráfica explicativa del salto cronológico (siglos IV-XIII d. C.) entre Iulia Traducta y la villa tardomedieval, y se describía el detalle del sistema fortificado (con muralla, torres, liza, barbacana y escarpa). Puede consultarse la presentación ex-puesta en www.academia.edu.19 Fernández GalleGo, Cibeles y otros, e. p., “Actividad arqueológica preventiva en C/ Alexander Henderson nº 50-52. Algeciras (Cádiz)”. Anuario Arqueológico de Andalucía, 2008. Durante la excavación identificamos una fase del siglo XIII anterior a la muralla y su expolio en el XIV.

Figura 1. Recortes de planos de la “villa pequeña” o “villa vieja” de Algeciras. A: MPD 22-079 (1726), B: MPD 39-079 (1745), C: MPD 10-094 (1726), D: MPD 23-034 (1746).

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más bien con lo descrito por los informes -co-etáneos- de 172620. No parece que 20 años des-pués, cuando se elabora el MPD 39-079, la ac-cesibilidad a las ruinas y su visibilidad pudieran

haber empeorado tan significativamente. De tal modo, siguiendo la distribución de vestigios representados en éste, se entiende que hayan resistido a la erosión histórica, sobre todo, los elementos constructivos más tenaces, caso de las torres21, siguiendo cuya distribución puede intuirse (interpretarse) el trazado de la muralla, de fábrica más endeble22. Ello no excluye que se conservaran tramos mejor conservados, como también Verboom expresa en sus informes: “Este recinto aunque de tapiales era de grande fortaleza assi por su buena colocacion y espe-sor de sus muros, como por estar guarnecido de torreones capaces y de un castillo en la parte mas alta de dicho recinto”23. Los edificios origi-nalmente techados, más compactos, igualmente habrían resistido mejor el paso de los siglos, y es el caso evidente de los indicados -en la car-tografía y en los informes- al interior del recinto amurallado24. Sin embargo, el expolio, incluso desde el mismo siglo XIV -como se dijo- y has-ta la Edad Contemporánea, actuaría en contra de las posibilidades de conservación de los res-tos emergentes de cualquier tipo25. Por último, la meteorología, la fisiografía y los agentes bio-

Figura 2. Interpretación de vestigios sobre elplano MPD 39-079 (1745).

20 MPD 22-079: Plano de la Bahía de Algeciras, 1726 (la ficha del AGS indica que lleva la fecha de 1730, pero está inclui-do en carta de Verboom al Marqués de Castelar de 1726). MPD 10-094: Plano de la Bahía de Algeciras, 1726 (con igual anotación). MPD 23-034: Plano de la Bahía de Gibraltar con la plaza de Gibraltar y la de Algeciras, 1746 (acompaña a una Relación de la plaza de Gibraltar firmada por Luis Barranco). Álvarez, 1980, ob. cit., 16 y 528. En nuestra figura 1 todos son recortes de los originales.21 Con migajón de calicanto careado de mampostería enripiada y enfoscada, en las de Huerta del Carmen: Navarro, Tomas-setti, 1999, ob. cit. Sesenta años después de componerse el MPD 39-079 escribirá Robert Semple (1805) que las ruinas de la Villavieja consistían “en sólidas bases de torres cuadradas, algunos restos de murallas a intervalos regulares y en algunos lugares las formas de zanjas”, transcrito en Bueno, 1988, ob. cit., 97.22 De tapial reforzado en la cara externa con mampuestos: Navarro, Tomassetti, 1999, ob. cit.23 Informe de 1726, en Pardo, 1995, ob. cit., 33. También en el otro informe sin fechar , 73-74: “Por lo que toca a la Alge-cira nueva su recinto de Tapia y Argamazon era de la misma Construccion dela falsabraga de la antigua con la diferencia que las Murallas principales eran mas gruessas y mas altas, por lo que las reputo tambien por Obra de Moros, que la devian executar”.24 “En quanto â los Edificios interiores, se conoce por los Vestigios y Cimientos de Casas de ambas Ciudades que estava todo poblado, y que las ha havido de grande consideracion especialmente en la Antigua”. Informe sin fechar, Pardo, 1995, ob. cit., 74.25 Un horno alfarero del siglo XIX fue localizado cortando a la Torre 2 de Huerta del Carmen. El material empleado para construirlo son mampuestos arrancados de la torre y bloques de tapial procedentes de la barbacana. Se trata de una construcción tal vez relacionada con el tejar de Duarte, que estuvo en funcionamiento hasta principios del XX: Navarro, Tomassetti, 1999, ob. cit. Para el tejar, Benítez Gallardo, A., 2009, “La repoblación de la Villa Vieja de Algeciras”, Al-moraima, 38, 296-297 y fig. 1. Abundando en ello, sabemos que “en 1819, todavía existían restos arqueológicos visibles en la zona [Villavieja], hasta el punto de que con las piedras extraídas de los mismos el Ayuntamiento facilitó el material, ‘restos de murallones que aún existen en Villavieja enterrados’ para la ejecución del puente de piedra sobre el río de la Miel”. Aranda Bernal, a. M., quiles García, F., 1999, Historia urbana de Algeciras, Sevilla, 80; al respecto, en Acta Capitular de 3 de octubre de 1819 del Archivo Municipal de Algeciras se especifica que “los centros y senos de cantos [-del puente- están] hechos de los antiguos murallones extraídos de los simientos de Villavieja, cuya firmeza está en igual grado que la piedra dura”: Aranda, Quiles, 1999, ob. cit., 129.

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lógicos jugarían su habitual papel agresivo en forma de erosión mecánica, pendientes acusa-das, líneas de escorrentía, tránsito/ocupación de animales y vegetación parásita, que quebrantan la solidaridad de los paramentos. Sea como fuere, tenemos dos realidades que debemos confrontar y, en la medida de lo posible, asimilar entre sí. Por un lado, los ele-mentos de la topografía urbana cuya existencia nos transmiten las fuentes documentales, desta-cadamente el Rawd al-Qirtas (ver supra), y que consisten en un alcázar (¿con sala de audien-

cias?), un palacio (con sala del consejo), una mezquita (con almimbar) y una musalla. A ellos hemos de añadir la alhóndiga y las casas men-cionadas por los relatos de Gonzalo de Soria y Domingo Bono (éstas también en la Crónica de Alfonso XI), suponiendo además que las pare-des que tapiaba el primero fueran la muralla, la “cerca” que cita el mismo miraculo un poco más adelante26. Las torres no aparecen mencio-nadas en ningún texto hasta el siglo XVIII, con una parcial excepción, cuando la misma Cróni-ca dice que “los Christianos fueron feriendo en ellos fasta que los Moros llegaron al oteruelo que está á la puerta de la villa nueva [...] et los Christianos non podieron llegar á ellos, ca les tiraban muchas saetas de la barrera et de la torre que estaba encima de la puerta de la ciub-

tat”27. Esta cita introduce el tema de las puertas de al-Bunayya. Consideramos que las fuen-tes cronísticas sólo permiten hablar de dos de ellas: la mencionada como “de la villa nueva”, al Oeste de la fortificación, y otra -sin duda al Norte- que aparece citada como la puerta “entre ambas villas”28. Para terminar la relación hay que contar con una imprecisa cita de la Dajira donde se entremezclan distintos elementos de difícil ubi-cación: “En los días de su reinado [Abu Yusuf Yaqub], construyó dos ciudades-fortaleza. Una de ellas fue la dichosa Fas al-Yadid [...] La se-gunda es la ciudad que construyó también para su [propia] residencia, a las afueras de Alge-ciras [...] En ella moraban él, sus familiares y visires, pues sentía vergüenza de que la gente de Algeciras se viera en el apuro de tener que alojarle cuando pasaba [a la Península] para hacer el yihad. En ambas ciudades construyó aljamas, alminares, alcázares, baños, acequias y puentes en los caminos, como el puente de Wadi al-Naya, el puente de Marin y [tantos] otros”29. El tono propagandístico del texto es evidente y, por tanto, preferimos no darle la misma credibilidad que al resto de las fuentes manejadas, si bien el listado de edificios (mez-quita, alcázar, baños) coincide básicamente con lo que sabemos por otras fuentes. La otra realidad en confrontación con este repertorio de elementos urbanos procede de la cartografía en primera instancia. Hemos planteado que el grado de conservación de ele-mentos construídos -para el siglo XVIII- debe referirse a lo representado en MPD 39-079. Se observa, y así se confirma en los otros tres pla-nos que venimos manejando, que, aparte del perímetro arruinado por donde debió discurrir

26 “Et vinieron al Real, o mandò facer la Cerca Abiuzaf; & yacien en ella muchos Caballeros, & grant companna de Moros, & non ossaban de passar”. Marín, 1293, ob. cit., 186.27 Rossell, 1953, ob. cit., Cap. CCLXXX, 352.28 “Et los que estaban en la otra celada á la puerta dó posaba Don Joan García, fueron a la puerta que es entre amas las villas á destajar los de la villa nueva que eran idos á la pelea”. Rossell, 1953, ob. cit., Cap. CCCX, 372. Descartamos que se trate de la misma que, según el Rawd al-Qirtas, se encargó en 1315/1316: “El año 715 mandó el emir de los musulmanes construir en Algeciras la puerta frontera al puente y después rodeó de parapetos toda la ciudad”. Huici, 1964, ob. cit., 726. Creemos que esta otra puerta se ubicaría al Sur del recinto norte ya que Ibn Abi Zar suele referirse a al-Bunayya como la “ciudad nueva” mientras que -para él- el topónimo Algeciras (al-Yazira) debía ser exclusivo de la ciudad andalusí.29 AnoniMo, al-Dajira al-saniyya fi ta`arij al-dawla al-mariniyya, edición de Mansur, A., 1972, Rabat, 90. Citado de la traducción existente en Manzano rodríGuez, M. A., 1992, La intervención de los benimerínes en la Península Ibérica, Madrid: CSIC, 111 y 114.

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la muralla, éstos se concentran en cuatro zo-nas: un par de edificios al Noreste, elementos lineales y una torre al Sureste, una (o dos) cons-trucciones en el centro y otra concentración al Oeste (es ésta la zona del “oteruelo” de la Cró-nica, como corrobora la fisiografía de los pla-nos MPD 22-079 y 10-094). El MPD 23-034 es, obviamente, un croquis de la población (se trata de un recorte de un plano de la Bahía, de gran formato y tosca factura) pero presenta una dis-tribución de restos coincidente con lo dicho y aporta el dato de que en el centro y la zona oeste se encontraba alguno aún techado (o retecha-do), aparte otro detalle que más abajo comen-taremos. La cuestión estriba en cómo asimilar la información histórica a la cartográfica. Hasta

ahora hemos expuesto datos muy usados por los historiadores locales, en cuyas obras se ensayan soluciones que no entramos a discutir pues se encontraban trastocadas por la tradicional filia-ción errónea de las villas, fuente de muchas dis-torsiones en este campo. Nuestra investigación, por fortuna, nos ha proporcionado dos nuevos documentos cartográficos que resultarán funda-mentales para aquilatar una propuesta de iden-tificación verosímil30. El primero de ellos consta de la sig-natura MPD 18-225. Su título completo reza: Plan que manifiesta parte de la Poblacion ó Ciudad de Algeziras en el Campo de Gibral-tar; y asimismo, donde estubo fundada la otra mitad, llamada bulgarmente, Villa Vieja, todo explicado con las llamadas de Letras y ajus-tado con las mas justas medidas y noticias de los hombres mas peritos de esta Poblacion. Se fecha en Algeciras, a 17 de noviembre de 1761. Inédito, no consta en los catálogos al uso, moti-

vo por el que no teníamos anterior noticia de su existencia. Su ficha indica que acompaña, entre otros documentos, a una carta de Félix Ferraz a Ricardo Wall sobre la necesidad de construir un cuartel para inválidos en Algeciras (Madrid, 19 de enero de 1762) y se indica como autor secundario a Juan Fernández. El original es un manuscrito de 43 x 65 cm sobre papel hecho con tinta y colores a la aguada (encarnado, ver-de y azul). Consta de rosa de los vientos con lis, escala de 200 toesas = 14 cm y una explicación con clave alfabética que transcribimos a conti-nuación:

A. Villa Vieja. B. Huerta y Ruinas de Lopez. C. Cimientos fuertes de Palacios o cosa semejante. D. Noria de la Antiguedad ynagota-ble. E. Otros Cimientos. F. Mas cimientos, nose sabe de que. G. Noria que conducia el Agua à los Baños. H. Dichos Baños. Y. Murallas arrui-nadas en prodijiosa cantidad. J. Puente antiguo caido, que comunicaba à Villa Vieja. K. Puente Nuebo, para el Camino de Tarifa. L. Parte de Algeciras. M. Arroyo del Saladillo. N. Ysla de Algeciras. O. Rio de la Miel.

Villa Vieja Colina que esta àl medio dia dela Ciudad de Algeciras, alegre Cielo, se eleva del plano Orizontal por la parte superior que es al Poniente como 20. Tuesas de París, y por el Lebante de 7. â 6. y asi lo restante; fue en la antiguedad Poblacion y Plaza de Armas fortisima, se reconoce por sus muchas ruinas, que son tantas que con ellas se pudiera redifi-car otra vez; por el Lebante la baña el Mar y por el Norte el Rio de la Miel, que la separa de Algeciras de quien solo dista 50. Tuesas, es de figura quasi Circular; su longitud y latitud es de 150. a 140. Tuesas, Diagonalmente; y por la parte que mira à Algeciras es la mas suabe suvida elebandose unas 6. Tuesas, obliquamen-te; esta defendida por Lebante con la Ysla, que dista medio tiro de Cañon; al Norte, por la Ba-teria se San Antonio, y por la de San García al mediodia, cuias Baterias estan mui ynmediatas.

30 La digitalización de los fondos del AGS en el Catálogo Colectivo de las Colecciones de Mapas, Planos y Dibujos de los Archivos Estatales y su consulta abierta a través del Portal de Archivos Españoles ha proporcionado a la investigación una potentísima herramienta que facilita grandemente nuestro trabajo. El acceso se realiza a través de la dirección http://www.mcu.es/ccbae/es/mapas/principal.cmd.

El primero de ellos consta de la signaturaMPD 18-225. Se fecha en Algeciras a

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Su factura es defectuosa, especialmente res-pecto a las proporciones y figura en planta del perímetro de la villa31. Tampoco se ajusta a las mediciones y trazados reales el callejero de la ciudad al Norte del río. El interés de este plano se encuentra, no obstante, en sus detalles, tanto por la identificación de las ruinas conservadas como por su representación individual. Para su restitución lo hemos troceado y alineado con los elementos previamente digitalizados del MPD 10-094, que consideramos -topográfica-mente- mucho más exacto. El resultado es una amplia coincidencia entre los vestigios presen-tes en uno y otro que permite la caracterización preliminar de buena parte de ellos, promovien-do, por primera vez, una solución fiable a la confrontación entre los datos cronísticos y los bienes inmuebles conservados y/o excavados, y esto a través de la interpretación de la cartogra-

fía histórica. Según MPD 18-225 existían al interior del recinto arruinado en 1761 unos baños, dos norias y unos “palacios o cosa semejante”, en-tre otros cimientos y ruinas que el autor no sabe calificar. Nada dice del edificio sureste, si bien se trata de la construcción mejor identificada en al-Bunayya por la historiografía, la llamada torre de Don Rodrigo, a la que, por su singula-ridad, dedicamos un parágrafo al final. No podemos asegurar que la identifi-cación como baños del complejo constructivo occidental sea la correcta ya que es posible que el autor se dejara influir por la presencia de una noria próxima. Ocurre, sin embargo, que en Privilegio Rodado de Alfonso XI de 1344 el monarca concede a su Almirante Mayor, Egidio Bocanegra32: “unas cassas con su huerta en la dicha uilla de Alxeçira alas quales cassas dizen

31 La mala preservación del cinturón murario, como defendemos, explicaría lo inconcreto de su representación.32 Calderón orteGa, J. M., Díaz González, F. J., 2001, “Los almirantes del ‘siglo de oro’ de la Marina castellana medie-val”. En la España Medieval, 24, 323-337. Exponen los autores la participación de Bocanegra al servicio de la corona de Castilla y refieren la entrega que se le hizo de algunas casas en Algeciras y en Sevilla en recompensa por los servicios prestados, 333.

Figura 3. Plano AGS MPD 18-225.

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el alcazar de Manifle, e damosbos las dichas cassas e guerta con todas las otras cassas que se contienen en la barrera que esta a las espal-das de las dichas cassas que son en la calle que dizen de Genua ques enlinde de la una parte la dicha calle de Jenoua e de la otra parte la barrera de la dicha calle e de la otra parte los nuestros baños e estas dichas cassas e guerta bos damos por juro de heredat”33. El esquema urbano que contiene un posible alcázar (y otras casas) entre la muralla, una calle (la de Génova) y los baños del rey (entiéndase: de su propie-dad), coincide bien con lo observable en la zona occidental de la colección de planos, especial-

mente ahora que podemos ubicar la noria (y los baños) con exactitud34.

Nos parece más confiable la identifica-ción de las dos norias mencionadas, pues estas instalaciones hidráulicas sí debían ser recono-cibles por un algecireño del siglo XVIII. La “D” está ubicada en posición coincidente con el pozo del Hotel Reina Cristina, protegido por el planeamiento municipal al haberse considerado acertadamente obra medieval su fábrica inter-na35 . Llama la atención el recinto que lo rodea.

Parte de su trazado aparece en los mapas MPD 22-079 y 10-094. En la Carta Arqueológica ya supimos asociarlo con un gran muro de ta-pial que actualmente sirve de base para la valla de separación entre el hotel y el Parque de las Acacias36. Si nos fiamos del trazado cuadrangu-lar que ahora se nos desvela (englobando a la

33 Texto completo transcrito en el apéndice documental de Torremocha, 1994, ob. cit., 363. 34 El conjunto de lo que representan MPD 18-225 y 10-094 en esta zona se puede inscribir en un rectángulo de c. 80 x 45 m, dejando fuera la noria. Este mismo texto se ha usado para situar los baños en el corazón de la otra ciudad de Algeciras: Torremocha, Navarro, Salado, 1999, op. cit., 126, de manera forzada en nuestra opinión ya que, en tal ubicación, los baños quedan muy lejos del edificio interpretado como alcázar y de todos los lienzos de muralla.35 TorreMocha, 1994, ob. cit., . 251 y 254, quien lo califica de “indudable factura musulmana”.36 JiMénez caMino, toMassetti, (dirs.), 2008, ob. cit., Anexo Documental IV, ficha nº 1 de Bienes Inmuebles: son c. 80 m de muro de c. 1,5 m de ancho, fabricado en un hormigón disgregable por tongadas horizontales (tapial). Erróneamente se dio como “de inequívoca factura romana” en TorreMocha, 1994, ob. cit., 245.

Figura 4. Recorte del plano MPD 18-225.

Figura 5. Restitución planimétrica iluminada de MPD 18-225 bajo la digitalización del MPD 10-094.

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noria) podemos vincularlo con alguna cons-trucción central de la fortificación meriní, del mismo modo que la poseyó el Afrag ceutí. No descartamos que se tratara de la musalla del Qirtas, para oración al aire libre del con-tingente de tropas acuarteladas intramuros37. Sobre el edificio al Sur de este recinto no nos

atrevemos a hacer interpretaciones: cabe la posibilidad de que no sea más que la casa de la huerta de López38. Que fueran palacios los restos dibu-jados al Noreste es una hipótesis muy suge-rente, pero sin fundamento alguno más allá

de sus dimensiones (“fuertes”). Coincide, no obstante, con las propuestas que hasta ahora nos hacíamos para la ubicación del palacio de Abu Yusuf, por tratarse del lugar idóneo para observar las naves en el puerto, como Ibn Abi Zar dejó escrito que hizo: “La escua-dra musulmana victoriosa llegó hasta la cor-te del emir de los musulmanes en Algeciras y evolucionó en su presencia en el puerto; él estaba sentado en su tribuna del Alcázar en la ciudad nueva y maniobraron a su vista, abordándose, como lo hacen en la guerra”39. El registro arqueológico ofrece, en este sen-tido, un elemento de análisis también suges-tivo: durante la excavación del nº 1 de C/ San Nicolás se ha exhumado parte de un cimien-to (el denominado muro M-7), de 8,25 m de longitud por 1,32 m de anchura y desarrollo Noroeste-Sureste, interrumpido bruscamen-te en su extremo meridional por una zanja que se prolongaba, según se ha comproba-do en diferentes sondeos, por todo el solar manteniendo la misma dirección que el muro y seccionando a su paso las caetariae roma-

37 Para Ceuta, ver Pavón, 1996, ob. cit., 19-25. No ignoramos que, en su definición tradicional, las musallas son instalacio-nes extramuros (aunque la arqueología no ha llegado a documentar ninguna): Mazzoli-Guintard, C., 2000, Ciudades de al-Andalus. España y Portugal en la época musulmana (Siglos VIII-XV), Granada, 219. Sin embargo, no vemos impedi-mentos graves para admitir un espacio con igual función al interior de una ciudad militar (que además pudo estar asedia-da, como es el caso, impidiendo la salida de sus ocupantes). En este sentido, tal vez la saria (= musalla) de la Alhambra estuvo al interior de la medina, y dentro del campamento de asedio a Zaragoza en 936 se fundó una provisional: Pavón Maldonado, B., 2009, Tratado de arquitectura hispanomusulmana, IV: Mezquitas, Madrid: CSIC, 152. También se ha interpretado una musalla interior en el castillo de Gormaz: Souto lasala, Juan Antonio, 1995, “Las ciudades andalusíes: morfologías físicas”, V Semana de estudios medievales, Nájera, 165. Por otro lado, buscando una explicación alternativa, sabemos que al interior de al-Mansura existió un recinto para que el emir levantara su tienda, pero ignoramos sus carac-terísticas formales: Marçais, Marçais, 1903, ob. cit., 209; esto último podemos vincularlo con que “el vocablo ‘Afrag’ fue utilizado durante el siglo XII y XIII en el Magreb haciendo relación a un campamento cercado alrededor de la tienda del rey”: GozalBes cracioto, C., 1978, “El Afrag, un castillo merinida en Ceuta”, Castillos de España, 16 (83), 55. En al-Bunayya la estructura que contiene a la noria es de c. 70 x 70 m.38 De c. 20 x 30 m, a juzgar por las dimensiones representadas.39 Huici, 1964, ob. cit., 670. Es problemática esta dualidad alcázar-palacio. Siguiendo a Ibn Abi Zar, en el texto de las páginas 681-684 de la edición de Huici, eran construcciones diferentes. Nosotros, para ordenar la información, conside-raremos al palacio como la residencia del emir, con su sala del consejo, y al alcázar como un reducto fortificado intra-muros con su sala de audiencias (si es que las referencias no son a la misma sala). Somos conscientes de lo arbitrario de esta solución, meramente instrumental, y que ahora nos obliga a entender la “tribuna del alcázar” como la “tribuna del palacio”. Ignoramos los términos árabes usados en el original del Qirtas, pero a nadie escapa lo complicado de asignar categorías cerradas al vocabulario de las fuentes islámicas. Al respecto, puede consultarse Mazzoli-Guintard, 2000, ob. cit., 21-64, y, en concreto para este asunto, sirva de ejemplo que el término qasaba “designa tanto la ciudad, la metrópoli, el palacio, como el castillo”, página 30 y que qasr lo mismo se traduce alcázar que palacio, página 480. Por lo que res-pecta a al-Bunayya, la obra de esta autora no valora apropiadamente su fundación, condicionada por los planteamientos tradicionales anteriores a nuestra revisión de 2006 y siguiendo las interpretaciones -hoy superadas- de Torres BalBás, L., 1985, Ciudades Hispanomusulmanas, Madrid, 68-69 y de TorreMocha silva, A., 1988, “Las fortificaciones Medievales de Algeciras”, Congreso Internacional “El Estrecho de Gibraltar”, Madrid, t. 2, 251-388 (las citas en Mazzoli-Guintard, 2000, ob. cit., 293).

Que fueran palacios los restosdibujados al Noreste es una

hipótesis muy sugerente pero sinfundamento alguno

más allá de sus dimensiones

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nas40. Muro y zanja de expolio coinciden con el desarrollo de alguno de los paramentos lon-gitudinales del edificio “C”. Sobre su distribu-ción interna no podemos decidir, pues en estos últimos se revela como varias habitaciones rec-tangulares, mientras que el documento inédito indica que se trataba de cuatro naves paralelas con desarrollo noroeste-sureste41. El MPD 18-225 deja claro además que al Sur de los “palacios” existían cimientos de

otra construcción. De ella se muestra su ángu-lo noroeste y una división interna paralela al cierre septentrional, es decir, con disposición transversal a la del edificio anterior. Entre los edificios del listado de Ibn Abi Zar hemos trata-do del alcázar, la musalla y el palacio, que, pro-visionalmente, ubicaremos al Oeste el primero, en el centro la segunda y al Noreste el tercero. Falta la mezquita para cuadrar la cuenta. Ocurre que, siendo fieles a la representación de nuestro plano, un oratorio encajaría mejor con la orga-nización en naves del edificio “C” que con la

del “E”, suponiendo qibla su muro meridional. Pero no dejan de ser elucubraciones más allá del sentido urbanístico que posee la asociación palacio-mezquita, especialmente cuando se de-duce del Qirtas que se trataba del oratorio del emir (además, un mihrab también podría ubi-carse al Este). Las ruinas de estos conjuntos de edifi-cios tuvieron la suficiente entidad como para convertirse en elementos condicionantes del urbanismo en la Villavieja moderna y contem-poránea. Puede seguirse la secuencia de su “re-nacimiento” y “repoblacion” en las obras refe-ridas en notas a pie (Bueno, Benítez, Aranda y Quiles), pero valgan como definitivo ejemplo gráfico las primeras representaciones planimé-tricas del siglo XX, en las que sin esfuerzo po-demos identificarlos, incluso hasta el plano de Jürgens de 1926, donde se señala la localiza-ción del alcázar con un símbolo cuya leyenda dice ser “castillo o emplazamiento primitivo de éste”, aunque ya no se vislumbre el conjunto palaciego nororiental y no se represente el cua-drilátero de la musalla42. Dijimos que, en nuestra opinión, de las fuentes escritas puede colegirse la existencia de dos puertas en el recinto amurallado de al-Bunayya: una en el oteruelo (también llamado cabezuelo en la Crónica) y otra entre ambas villas. La primera no ofrece dudas sobre su po-sición y tiene un sentido poliorcético evidente, pues sería a su vez salida del alcázar, donde a

40 Agradecemos la información sobre el hallazgo de esta estructura y los datos estratigráficos a Darío Bernal Casasola. Proceden de las dos últimas campañas desarrolladas en el solar: la del año 2003 (2ª fase): Bernal casasola, D., ExPósito álvarez, J. A., 2003, Informe del control arqueológico en la factoría de salazones romana de C/ San Nicolás nº 1 (Alge-ciras, Cádiz), Figlina S. L., inédito; y la realizada en el año 2004 (3ª fase): Bernal casasola, D., ExPósito álvarez, J. A., AraGón, E., 2005, Memoria Preliminar del Seguimiento Arqueológico en la C/ San Nicolás, 1 (Algeciras, Cádiz), Fi-glina S. L., inédito. La problemática sobre la datación de este muro y su zanja de expolio es abordada en JiMénez-caMino álvarez, y otros, e. p., “Nuevas perspectivas para el estudio de la Algeciras tardomedieval a partir del registro arqueo-lógico de los solares de la calle San Nicolás (ciudad meriní de al-Bunayya)”, en Bernal Casasola, D. (ed.), Las factorías de salazones de Traducta. Primeros resultados de las excavaciones arqueológicas en la calle San Nicolás de Algeciras (2001-2006), Algeciras: Ayuntamiento de Algeciras y Universidad de Cádiz.41 Señalemos que el muro M-7 y su expolio presentan un desarrollo longitudinal de aproximadamente 37 m, medida com-patible con el tamaño del edificio “C”, un cuadrado de c. 55 x 55 m. Las dimensiones máximas del “E” son 39 y 28 m. Hay que añadir que MPD 18-225 difiere de lo representado en los planos de 1726 pues éstos interpretan como muro oriental del mismo inmueble lo que aquí es un lienzo de muralla.42 Que, sin embargo, aún pervivía y ha llegado parcialmente hasta la actualidad, como se ha dicho. Los planos constan en la Carta Arqueológica: Jiménez-Camino, Tomassetti, 2008, ob. cit., fichas de Cartografía Histórica nos 41, 45 y 46. El de c. 1910 en colección privada de los herederos de D. Juan Pino Sánchez; el de 1920 en colección de la Autoridad Portuaria Bahía de Algeciras; el de 1926 en JürGens, Oskar, 1926, Spanische Städte: Ihre baudiche Entwicklung und Ausjestaltung, Hamburgo (traducción de la edición de Madrid: Ministerio para las Administraciones Públicas, 1992).

El documento inédito indica quese trataba de cuatro naves

paralelas con desarrollonoroeste-sureste

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menudo se concentraba la tropa defensora du-rante el asedio de 1342-44. Los planos de 1726 indican, además, que coincide con el extremo de un pequeño espolón topográfico (el oteruelo) y, también, que un ramal del camino de Tarifa en el siglo XVIII conducía a ella antes de seguir hacia su destino, uniendo de paso las dos villas. Para la otra se ha propuesto el extremo norte de la ciudad, donde hoy se localiza el Patio del Coral43. Los argumentos es-grimidos para ésta no son definitivos y juega en su contra que ninguno de los planos existentes muestra indicios para suponerla ahí. Por el contrario, MPD 39-079 enseña que el acceso a la Vi-llavieja desde el río de la Miel se hacía por su flanco nororiental, siguiendo un camino que no aparece en los demás planos de la serie pero que sí se intuye en el inédito MPD 18-225, donde, en idéntica posición, destaca el único hueco representado en el perímetro de las arruinadas murallas. Ocurre además que la ar-queología demuestra que en su entorno existió

una maqbara, datada por sus excavadores en el siglo XIV: los cementerios islámicos -como se sabe- solían ubicarse a la salida de las poblacio-nes y a menudo eran cruzados por los caminos

que conducían a ellas44. El campamento de al-Mansura frente a Tremecén poseía cuatro entradas principales; en el Afrag de Ceuta se sabe de tres. Se orga-nizan, respecto a los accesos, como un campa-mento militar clásico, evitando sólo abrirse por

Figura 6. Pervivencia en planos del siglo XX de los elementos medievales identificados. Recortes de A: Colección par-ticular, c. 1910; B: Autoridad Portuaria, 1920; C: Jürgens, 1926.

43 En realidad la propuesta es para la “puerta del Mar” de al-Yazira, por la distorsión mencionada que la errónea ubicación de las villas ha producido en las interpretaciones anteriores a nuestra revisión. Ver, por ejemplo, la elaborada propuesta de Torremocha, 1994, ob. cit., 101-103.44 IGlesias García, L., Lorenzo Martínez, L., 2002, Informe definitivo de la intervención arqueológica de urgencia en la calle Méndez Núñez, nº 4. Algeciras (Cádiz). Figlina, S. L., inédito. Excavamos otros varios enterramientos islámicos en la parcela 19-21 de la calle Alexander Henderson (aparte, hay noticias de hallazgos casuales de osamentas en obras del mismo viario), intramuros de la ciudad, sin referentes cronológicos que ayuden a su datación pero bajo viviendas cristia-nas del siglo XIV: ToMassetti Guerra, J. M. y otros, 2009, “Excavación arqueológica preventiva en c/ Alexander Hen-derson, 19-21. Poblamiento tardoantiguo y tardomedieval en el recinto sur de Algeciras (Cádiz)”. Anuario Arqueológico de Andalucía, 2004, vol. 1: 159-182.

Figura 7. La puerta entre ambas villas, en MDP 39-079 y 18-225.

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el flanco que presenta menos posibilidades: el oriental del Afrag, sobre un barranco por donde discurre el arroyo del Puente45. Nosotros pro-ponemos que al-Bunayya bien pudo tener, al menos, una tercera puerta, ésta en su frente sur. Nos basamos para ello en la representación de una pareja de torres -que marca también el lími-te topográfico de la meseta- en MPD 39-079, en coincidencia de lugar con un esquemático arco observable sobre MPD 23-034 que interpreta-mos como símbolo convencional para indicar la presencia de esta puerta, tal como aparece en el

edificio (supuesto alcázar) que este mismo pla-no muestra a Occidente46. Aún queda un capítulo importante que analizar sobre la topografía histórica de al-Bunayya. No conocemos referencias escritas a calzadas en las fuentes textuales47. En lo que

toca a los puentes, aparecen en la apresurada re-lación de la Dajira (ver supra), en la noticia de la construcción de la “puerta frontera al puen-te” del Qirtas (nota 28) y en el capítulo CCCX de la Crónica de Alfonso Onceno: “et los de la otra celada [...], que fueron á la puente, to-paron con los caballeros de villa nueva [...] et con la grand priesa non podieron acogerse á la villa vieja; et en pasando la puente que se iban á la villa nueva, ovieron á pelear con los Chris-tianos, et non los podieron sofrir, et ovieron á entrar fuyendo en la villa nueva”48. De esta confusión se entiende que un contingente me-riní salió de al-Yazira al-Jadra hacia el puente, donde encontraron a los caballeros cristianos, quienes les obligaron a cruzar el río y refugiarse en al-Bunayya. El segundo documento cartográfico inédito que presentamos nos ayuda a resolver sobre este asunto. Se trata de un proyecto de obras para la reconstrucción del puente sobre el río de la Miel en el camino de Tarifa. Su sig-natura en el AGS es MPD 56-069 y su título: Plano y Perfiles de la Pvente. Parte del terre-no de Alxeziras y Billa Chica sitvada en el Rio de la Miel. Fechado en 1736 (por acompañar a carta de Gerónimo de las Doblas para José Patiño, fechada en el Campo de Gibraltar a 5 de octubre de ese año), es un manuscrito de 47 x 38 cm con escalas de 24 toesas = 6,4 cm y 60 pies de Castilla = 9,8 cm. Se hizo sobre papel

45 Marçais Marçais, 1903, ob. cit., 204; GozalBes, 1978, ob. cit., 56. Hasta ahora, los intentos por localizar este puente ceutí, contemporáneo a la fortaleza, han resultado infructuosos: Fernández GalleGo, C., ToMassetti Guerra, J. M., Suá-rez Padilla, J., Informe de resultados de la prospección del cauce del arroyo del Puente y tramo oriental de las murallas del Afrag, Ceuta. Arqueotectura, S. L.46 Todas las puertas conocidas de al-Mansura y el Afrag consisten en un vano entre dos torres próximas, ya sean de acceso recto, como habitualmente se supone, o en recodo, como en la de Fez ceutí, según demostró su excavación arqueológica: Villada, Suárez, e. p., ob. cit. Por otro lado, llamamos la atención sobre que ninguna de las torres -de acceso o de flanqueo- conocidas en ambas fortalezas responde al modelo constructivo descrito para las algecireñas de la Huerta del Carmen, siendo las norteafricanas siempre de tapial y por lo habitual huecas; en las Jornadas del IECG de 2006 planteamos la hipótesis de que, al menos en este flanco sur, se procediera a un programa de reconstrucción del sistema defensivo similar al estudiado en el Norte de al-Yazira al-Jadra, en las ruinas de Blas Infante: ToMassetti Guerra, J. M., 2009, “Excavación arqueológica puntual de apoyo a la restauración de las murallas medievales en la prolongación de la Avenida Blas Infante (Algeciras, Cádiz) y noticia del hallazgo de dos epígrafes latinos en la contraescarpa de su foso”, Caetaria, 6-7, 495-500.47 La Risala (carta) de Muhammad V al jeque de la Meca, escrita por Ibn al-Jatib, informando de la toma de Algeciras por los nazaríes en 1369, se expresa poéticamente: “Por lo que hacía a sus torres, sus órdenes y series adornaban a modo de narices salientes las caras de los cuarteles de la ciudad, y los arrecifes les daban a gustar sus lágrimas amorosas” (la cursiva es nuestra). GasPar reMiro, M., 1915, “Correspondencia diplomática entre Granada y Fez (siglo XIV)”. Revista del Centro de Estudios Históricos de Granada y su Reino, 1, tomo V, Granada, 7. No hay modo de saber con exactitud a qué se refiere.48 rossell, 1953, ob. cit., 372.

Figura 8. Propuesta de puerta en el flanco sur de al-Bunayya, según MDP 39-079 y 23-034.

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con tinta y colores a la aguada (verde, gris, amarillo y marrón). La explicación de que se dota comporta clave numérica para el plano y alfabética para el puente, como sigue:

Plano y Perfiles de la Pvente. Parte del terreno de Alxeziras y Billa Chica, Sitva-da en el Rio de la Miel. Perfil del Terreno y Puente. JK. Calzada menor KN. Puente en perfil NM. Calzada mayor P. Puerta de Tari-fa.

Explicazion del Plano y Terreno, Guertos, Arecife, Parte de Alxeziras, Y de Vi-lla chica. 1. Plano y Ruinas de la Puente. 2. Materiales que hai agregados para la hobra y restablezimiento. 3. Arezife que se demues-tra Antiguo que seguia Ala Puerta de Tarifa. 4. Guerta Pordonde Pasa el arezife. 5. Puer-ta de Tarifa, Y Parte de Alxeziras. 6. Terre-no Y Guerto que pide el que restableze la Puente 7. Campo Santo donde se hentierran los difuntos del Hospital. 8. Parte de Casas y Guertos de Joseph Lopez. 9. Conducto de agua que riega los guertos de Joseph Lopez. 10. Terreno fangoso e yntratable en tiempo de llubias e ynbierno. 11. Parte de la Billa chica. 12. Ruina y Vestigios de Puente que Servia de Comunicazion de Una á la Otra Villa que es Villa chica.

Explicazion del Plano y Perfil, de la Puente, Y lo que Costara. A. Puente resta-blezida en Perfil. B. Vno de sus Machos en perfil. C. Estribos que se deven añadir. D. Parte de la Puente que existe. E. Profundi-dad del Agua que ay, F. Plano de la Puente segun esta.

Todo lo que se demuestra y se á de restaBlezer en la Puente Sera su Balor Mil y doszientos pesos. Y no se considera el gasto que ha de tener el detener el Agua del Rio y

Crezientes de Mar.

No entraremos en el comentario a los detalles que afectan a la urbanística de la ciudad dieciochesca o al recinto norte49. Centramos nuestra atención en lo novedo-so de la presencia de un arrecife (un cami-no empedrado y sobreelevado) con anchu-ra de c. 2,75 m que, en línea recta, discurre desde la puerta de Tarifa de al-Yazira has-ta el puente occidental (“calzada mayor”,

de c. 210 m) y aún continúa otros 45 m hacia el Suroeste (“calzada menor”; en to-tal alcanza los 300 m de longitud, puente incluído). El autor del plano precisa de él “que se demuestra antiguo”, y así debía ser, pues no es el único que conocemos: cerca de la Plaza Baja (recinto norte) he-mos excavado tres tramos de una obra de ingeniería similar, uno en C/ Tarifa esqui-

49 Como la existencia del camposanto del Hospital (de la Caridad) sobre la orilla izquierda del río, cerca de donde en 1776 se fundará la capilla del Cristo de la Alameda. Corresponde a los historiadores de la Modernidad algecireña pronunciarse sobre el dato, del que nosotros no teníamos constancia pero ignoramos si es inédito. Hasta principios del siglo XIX funcio-naron los cementerios de la capilla de Europa y el parroquial de Nuestra Señora de la Palma, en la inmediatez de ambas. Entre c. 1810 y 1849 estuvo en uso el del cortijo de las Monjas, sustituido finalmente por el actual. Aranda, Quiles, 1999, ob. cit., 167.

Figura 9. Plano AGS MPD 56-069.

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na C/ Emilio Santacana50 y otros dos en sendos sondeos realizados en C/ Felipe An-tonio Badilla51. Con tres metros de ancho y casi dos de altura, cruzaba la zona baja e inundable en un espacio ciudadano que se urbanizó en

época tardomedieval. El arrecife del MPD 56-069 parece del mismo estilo, con el desarrollo lineal necesario para salvar ese “terreno fango-so e intratable en tiempo de lluvias e invierno” habilitando una de las vías principales de salida y entrada a la ciudad hasta la actualidad (el ca-

mino de Tarifa), pero a la vez, permitiendo la comunicación entre las dos villas medievales. El arrecife cruza, por tanto, el río me-diante un puente que, según la planta y el alza-do que nos ofrece el plano, constaba de cuatro

ojos52. No representa primicia alguna su consta-tación (sí sus detalles constructivos) y podemos verlo en la mayoría de los planos de la serie de Verboom53. La mayor novedad estriba en el segundo de los puentes representados, que, si bien se insinúa en el MPD 10-094, no apare-ce en ningún otro documento gráfico salvo en los dos que aquí presentamos. En posición más oriental, MPD 56-069 lo describe como “ruina y vestigios de puente que servía de comunica-

50 TorreMocha silva, A., ToMassetti Guerra, J. M., JiMénez-caMino álvarez, R., 2000, “Excavación arqueológica de urgencia en el solar situado en la esquina de las calles Tarifa y Emilio Santacana de Algeciras y hallazgo de un ‘arrecife’ (al-rasif) de época islámica”. Caetaria, 3, 275. Su construcción original era un ancho muro con careados de lajas hori-zontales unidas por argamasa y enlucidas con cal que soportaba un pavimento de grandes cantos; se realza c. 40-45 cm en una segunda fase, sobreelevando ambas caras con muros de mampostería aglutinada con barro, rellenando con tierra el espacio interior y cubriéndolo con otro pavimento, éste de cantos de diverso tamaño y barro.51 Los numerados como 16 y 30 en JiMénez-caMino álvarez, R., 2003, Proyecto del control arqueológico de movimiento de tierras de las obras de soterramiento de contenedores de residuos urbanos en Algeciras, Fundación Municipal de Cultura “José Luis Cano”, inédito. Este arrecife gira en la C/ Felipe Antonio Badilla tomando dirección suroeste. Cabe la posibilidad de que los tres tramos de al-Yazira formaran conjunto y que la calzada, hasta su extremo norte conocido, recorriese intramuros 200 m; sumados al de nuestro plano sería medio kilómetro de camino, infraestructura viaria nada desdeñable. 52 Las dimensiones del machón septentrional sugieren que poseyera un quinto arco similar al más pequeño pero que estu-viese completamente colmatado (se indica así en la fig. 11); de hecho, en el “croquis” del MPD 23-034 se cuentan cinco arcos. Si confiamos en la precisión de su planta y alzado, así como en la corrección del escalado, el ojo central es de 8,87 m; los que lo flanquean, de 3,96 y 4,20 respectivamente; el pequeño, de 1,78. La anchura de su calzada, igual a la del arrecife: c. 2,75 m.53 En MPD 18-225 ya se encuentra reconstruído y consta como “puente nuevo, para el camino de Tarifa”. La reconstruc-ción tuvo lugar en 1738 (por Simón Varela); los que lo sustituyeron posteriormente se denominaron “del Matadero”, por su proximidad al municipal. Aranda quiles, 1999, ob. cit., 127.

Figura 10. Interpretación del plano MPD 56-069 para finales de la Edad Media.

Figura 11. Sección y planta del puente occidental según MPD 56-069 (escala: 20 m).

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ción de una a la otra villa, que es villa chica” y MPD 18-225 como “puente antiguo caído, que comunicaba a Villa Vieja”. A juzgar por su planta fue más pequeño y, aparentemente, de un solo arco de c. 13,50 m de luz54. Ha de ser este puente oriental donde se produjo la escaramuza del capítulo CCCX de la Crónica, y de él debía partir el camino que conducía a la puerta entre ambas villas cruzando el cementerio de la calle Méndez Nüñez55.

La torre de Don RodrigoDe los elementos urbanos de al-Bunayya la to-rre llamada de Don Rodrigo es el más conoci-do, entre otras cosas por su buena conservación (que permitió su uso militar desde 1796 hasta c. 1830, como polvorín) y por convertirse en estampa romántica gracias al conocido grabado del biólogo valenciano Eduardo de los Reyes Prosper56. Su ubicación en el extremo surorien-tal del recinto amurallado de al-Bunayya se muestra diáfana en todos los planos consulta-dos. La primera reflexión que debemos ha-cernos se refiere a una de sus denominaciones, sacada del texto de la Crónica de Alfonso XI. Ocurre que, de nuevo por los dislocamientos topográficos que ha producido la identifica-

ción errónea de las villas, no puede tratarse de la torre del Espolón mencionada en su capítulo CCLXXXIX, como han dicho algunos autores57. Ignoramos, por tanto, si tuvo nombre propio al final de la Edad Media. Pero aún hay otras cues-tiones que afectan a sus tipología, cronología y fábrica. Esta torre se ha dado a conocer como albarrana almohade “de planta octogonal y fá-brica de tapial”58. Tal interpretación contradice

54 En su emplazamiento o cercanías se levantó uno de madera en 1816, sustituído por otro de piedra en 1819, por el de la Conferencia en 1905 y aún por otro, de igual nombre, en 1922. Aranda quiles, 1999, ob. cit., 129. Adviértase, por tanto, que ninguno de los representados en postales, fotografías o grabados puede tenerse por medieval, estando arruinados ambos hasta sus refacciones de 1738 y 1816, respectivamente. 55 En consecuencia, hacia el Norte debe buscarse la “puerta frontera al puente” del Qirtas, quizá en el eje de la actual C/ Duque de Almodóvar, que ya aparece prefigurada en la distribución de huertas y casas del siglo XVIII. En JiMénez-caMino, toMassetti, 2006, ob. cit., 201, nota 70 no nos decantábamos definitivamente por ninguna de las opciones posi-bles (puerta al Sur de al-Yazira o al Norte de al-Bunayya), aunque sospechábamos que se trataba más bien de la primera, que identificamos -a falta de mejor información- con la puerta de Tarifa: JiMénez-caMino, toMassetti, 2006, ob. cit., 202 (tabla). Sobre el mismo asunto, ver supra nota 28.56 Reyes ProsPer, E. de, 1883, “Una Excursión científica. El castillo de D. Rodrigo, en la Playa de Algeciras”, La Ilustra-ción Española y Americana, XVII (8-05-1883), 277. Los datos fundamentales sobre esta “torre de la Villa Vieja” en Sáez rodríGuez, Á., 2001, Almenaras en el Estrecho de Gibraltar. Las torres de la costa de la Comandancia General del Cam-po de Gibraltar, Algeciras: IECG, 242-246. Se la nombra también como de Don Ramiro en DelGado GóMez, C., 2003 (2ª ed.), Algeciras en blanco y negro, Algeciras: FMC José Luis Cano, Colección Literaria “Bienal de Algeciras”, 29.57 Rossell, 1953, ob. cit., 358: “Veyendo el Rey que lo más flaco de la ciubdat era de la parte del fonsario, mandó que todos los engeños, et trabucos que tenían puestos en derredor de toda la villa vieja, que los mudasen todos, porque tirasen al muro de la villa, que es desde la puerta del fonsario fasta la mar, et señaladamiente que tirasen á la torre desta puerta, et á la torre del Espolon, que estaba cerca de la mar”. Consecuentemente, la del Espolón debe ubicarse en el ángulo nororiental de al-Yazira al-Jadra. El fonsario es el cementerio almohade, nazarí y meriní del Fuerte de Santiago: ToMassetti Guerra, J. M. y otros, 2006, “El cementerio islámico del Fuerte de Santiago (Algeciras, Cádiz). Nuevas excavaciones y síntesis interpretativa”, Almoraima, 33: 147-170.58 TorreMocha silva, A., Sáez rodríGuez, Á., 1998, “Fortificaciones islámicas en la orilla norte del Estrecho”, I Congre-so Internacional Fortificaciones en al-Andalus, Algeciras, 176. En Sáez, 2001, ob. cit., 244 se añaden al tapial la mam-

Figura 12. La torre de Don Rodrigo, resaltada, en A: MPD 39-079, B: MPD 18-225, C: MPD 10-094, D: MPD 22-079.

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todas las representaciones en planta que conocemos (fig. 12), que la muestran in-tegrada en la cerca y cuadrada, pero ade-más -e incomprensiblemente- va contra la detallada descripción que de ella ofre-ce una relación de edificios militares del año 1756, donde literalmente se nos dice: “es quadrada, parte de piedra de sille-ria y parte de mamposteria; por el mar tiene 16 varas de alto y por lo demas 12. Esta interiormente una Boveda en que

postería y los sillares que enseguida se citan. Suponemos que se la creyó almohade por sus tapiales (?) y su singular planta (no en vano se consideraba entonces al recinto sur como la medina andalusí) y, en nuestra opinión, que se han sobreinter-pretado sus derrumbes (“piedra de la Morena”) como otros restos de fortificación: una coracha marítima que, partiendo de ella, terminaría en otra torre octogonal, ésta meriní. O sea, dos corachas y dos albarranas alineadas... Difícilmente se ex-plica de dónde surge una interpretación tan elaborada con la única base de los planos, el grabado y dos fotografías antiguas donde poco se ve que no sean los derrumbes de la torre (figs. 17-II y 17-III de torreMocha, 1994, ob. cit., 90). Es cierto que el grabado de Reyes muestra un sombreado que sugiere la planta octogonal; y no lo es menos que los planos MPD 10-094 y 22-079 (prácticamente iguales) parecen mostrar una coracha que parte de ella en dirección al mar, interpretación que admitimos (tiene de hecho un sentido claro en la defensa de la playa), pero de ahí a la compleja versión ofrecida ha habido demasiadas suposiciones sin contrastación. Por desgracia, el cúmulo de datos inexactos se perpetúa induciendo a error a otros investigadores: Márquez Bueno, S., Gurriarán daza, P., 2008, “Recursos formales y constructivos en la arquitectura militar almohade de al-Andalus”, Arqueología de la Arquitectura, 5, 123 y nota 30 (citando a la misma torre).59 Texto transcrito en Sáez, 2001, ob. cit., 244, nota 636. La relación original, en el archivo particular de don José Pent-tenghi Estrada, Cádiz, fol. 15. Con varas de Castilla de 0,8359 m nos salen 13,37 m en su parte más elevada y 10,03 en el resto. Con una legua de 5000 varas castellanas su distancia a la desembocadura del río sería c. 260 m, cifra que no coincide ni con su correcta ubicación (542 m) ni, aún menos, con la zona del Espolón de al-Yazira (823 m). Del arroyo Saladillo -al Sur- distaría apenas 75 m.60 Por otra parte, es difícil concretar en los planos históricos el modelo de amurallamiento en el flanco oriental, justo a partir de la torre de Don Rodrigo. Parece que se dibujan siempre dos cortinas de muralla, una sobre la playa y otra arriba, en la meseta (en MPD 39-079 ambas parecen discurrir por arriba) y que tras la de Don Rodrigo, intramuros, se erige otra torre con un parapeto que la rodea parcialmente. Dejamos el análisis de detalle de la cerca para otra ocasión pues intentar compilar toda la información arqueológica y contrastarla con la colección cartográfica requeriría mucho más espacio.

se acommoda de noche un Sargento con cuatro soldados. Dista de la boca del Rio 1/16 de legua”59. En definitiva, la alba-rrana octogonal de tapial almohade pasa a ser una torre de flanqueo cuadrada de mampostería y sillares, en el mejor de los casos meriní, pero tal vez cristiana, con menos probabilidad nazarí60. Ya se dijo que las torres conocidas en Huerta del Carmen se construyeron con núcleo de calicanto y caras de mam-

Figura 13. La torre de Don Rodrigo en acuarela de Lessieux, post. 1897.

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postería61. No conocemos aún el uso de si-llería en al-Bunayya, pero es frecuente en las ruinas del parque arqueológico de las murallas de la Avenida Blas Infante (en el recinto norte), donde hemos determinado una etapa castellana muy importante con torres macizas de calicanto revestido de sillares en todas sus caras libres62. Con ello sugerimos que la torre de Don Rodrigo -insistimos: de no ser meriní propiamente- bien se pudo deber a la reconstrucción de la fortifi-cación a partir de 1344. De hecho, es imposible dilucidar sobre grabados, cartografía o fotogra-

fía históricas la cronología de unos restos ruino-sos, y ello debe aplicarse a la mayor parte de las interpretaciones que aquí venimos haciendo. Lo único seguro es que debemos encuadrarlos entre la fecha de fundación de al-Bunayya y su abandono final, es decir, dentro de un lapso tem-poral máximo de un siglo largo (1282-1393). El contrapeso al grabado de Reyes que sirva para ilustrar lo que defendemos se obtiene de la contemplación del cuadro de Ernest Louis Lessieux (padre, 1848-1925) con título “Ruine à Algesiras-Espagne”, adquirida por el Museo Municipal en 200963. Se desconoce la fecha exacta de su composición, pero debe ser poste-rior a 1897, año en que el pintor de La Rochelle

inicia una serie de viajes por España, Italia y Marruecos. El detalle de la garita semiderruída basta para saberlo más moderno que el de Re-yes (1883), donde aún la vemos completa64.

Conclusión Hemos hecho un recorrido por casi to-dos los datos de las fuentes cronísticas y archi-vísticas, del registro arqueológico, de los fon-dos cartográficos, de la producción artística y de los recursos bibliográficos disponibles para aproximarnos a la realidad física de al-Buna-yya. A través de la contrastación razonada de todos ellos hemos elaborado una hipótesis de su fisonomía que se plasma en nuestra figura 14. En síntesis, hemos obtenido un plano de esta ciudad-campamento meriní que la dis-pone sobre un terreno amesetado al Sur de la desembocadura del río de la Miel y al Norte del arroyo Saladillo, entre la playa de la bahía de Algeciras (al Este) y un pequeño promontorio (al Oeste) que el relato del asedio de Alfonso XI bautizó como oteruelo o cabezuelo. El extremo de este espolón de tierra fue integrado intramu-ros, aprovechando sus posibilidades topográfi-cas para abrir en él la principal puerta de acceso a la ciudad nueva, reforzada su seguridad in-teriormente con la construcción en este ángulo de un reducto defensivo que proponemos iden-tificar con el alcázar. En sus inmediaciones, en-tre casas, pudo existir un hammam que, pasado el tiempo, formaría parte del botín del rey de Castilla (por donde los repobladores genove-ses habían dado nombre a una de las calles en el lugar). Su alimentación de agua provendría -si creemos a Juan Fernández- de una cercana noria, no sabemos si tan inagotable como la que aún pervive, en forma de pozo, a poniente del Hotel Reina Cristina, en el centro geográfi-

Las torres conocidas enHuerta del Carmen, se construyeron

con núcleo de calicanto y carasde mampostería

61 navarro, toMassetti, 1999, ob. cit. También se ha mencionado la hipótesis de que tras la entrega de la ciudad a Alfonso XI éste aplicara un programa de reformas de la defensa estática.62 toMassetti, 2009, ob. cit. Las fábricas castellanas están bien datadas por la arqueología y por la epigrafía: ToMassetti Guerra, J. M. y otros, e. p., “Epígrafes góticos en las murallas de Al-Yazirat al-Hadra (Algeciras, Cádiz)”, II Simpósio so-bre Castelos-Fortificações e Território na Península Ibérica e no Magreb (Séculos V a XVI), Óbidos, 10-14 de Noviembre de 2010; JiMénez-caMino álvarez, R. y otros, 2012, “Una inscripción castellana relativa a la construcción de la muralla medieval de Algeciras”, Arqueología y Territorio Medieval, 19.63 Acuarela de 28 x 44 cm con número de inventario de la colección del Museo Municipal de Algeciras 3330. Los datos referidos sobre este pintor francés constan en: http://www.tourisme-menton.fr/Ernest-Louis-Lessieux.html.64 Esta garita fue un añadido para adaptarla a su nueva función de almenara de costa, seguramente en el siglo XVIII: Sáez, 2001, ob. cit., 244. La torre se desplomó definitivamente en 1901: delGado, 2003, ob. cit., 29.

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co del espacio urbano. Así, se constituiría esta zona occidental como un espacio de destacado carácter militar. La segunda noria se nos muestra ence-rrada en un recinto cuadrado y -en el plano- va-cío con espacio suficiente para servir de musa-lla. Si así fuera, se comportaría como el centro de las actividades religiosas comunes antes que otra cosa, pero también, creemos, nos propor-cionaría un dato fundamental para identificar a al-Bunayya como ciudad-campamento. Pen-samos que la reserva de un amplio espacio de reunión en el interior de ciudades prediseñadas para albergar un ejército (ya sea de asedio, de control territorial o -como es nuestro caso- para hacer la yihad, con toda su carga militar) pue-de servir de elemento diagnóstico a la hora de identificar este modelo urbano tan usado por la dinastía meriní. Prolongando la línea que empieza en el alcázar y pasa por la musalla alcanzamos el

sector palaciego, al Noreste. Si nuestra propuesta no está errada, en esta posición ubicaremos el palacio de Abu Yusuf y sus sucesores, también su mezquita. No care-ce de sentido este recorrido diagonal que une los tres sectores vitales de la pobla-ción a la vez que sus dos puertas princi-pales, al menos de las que hemos tenido noticia escrita. De tal modo, abandonan-do el espacio cercado a través de la que hubo entre ambas villas, atravesaríamos la maqbara de al-Bunayya camino del río. Eso sí, no puede extrañar que en casi dos años de cerco cristiano las circunstancias obligaran a enterrar difuntos dentro de la población, como hemos constatado. El wadi al-Asal podía ser cruzado aquí por medio de un puente, el más peque-ño, de un solo arco, permitiendo el acce-so rápido a la ciudad principal, al menos desde principios del siglo XIV, porque la salida tradicional desde al-Yazira al-Jadra por el Sur fue, sin embargo, otra: la que se iniciaba en la puerta de Tarifa y -ahora lo sabemos- enfilaba en línea recta sobre un arrecife el camino -también- de Tarifa. Para salvar el curso fluvial en este caso existió otro puente, el mayor, de cuatro o cinco ojos, más allá del cual aún la cal-

zada se extendería medio centenar de metros sobre tierras que con frecuencia debieron estar encharcadas o inundadas por el desbordamiento del cauce, las copiosas lluvias... Entendemos que a la salida del puente mayor se bifurcaba el camino. El ramal prin-cipal seguía su destino a la ciudad de Tarif (más adelante le daría a elegir al viajero entre el trayecto costero o el montaraz). Con leve desvío a oriente se podría acceder, en primera instancia, a la puerta de la villa nueva -donde iniciamos el recorrido-, pero aún, siguiendo la marcha, conseguiríamos rodear el cinturón torreado por el Sur, bordeando el arroyo, ha-cia la playa. Cerca de su destino final, quizá, aún podríamos entrar de nuevo a la ciudad hi-juela por una tercera puerta, no muy lejos de donde se levantaba la última torre de flanqueo meridional, de Don Rodrigo. Último testigo, además, de la victoriosa al-Bunayya hasta los tiempos modernos.

Figura 14. Hipótesis de al-Bunayya sobre la cartografía histórica (escala: 500 m). Topografía, hidrografía, perímetro de murallas y edificios occidentales, según MPD 10-094; el resto de edificios intramuros, según MPD 18-225; arrecife y puentes, según MPD 56-069; maqabir según las excavaciones arqueológicas referidas en el texto. Elaboración propia de los autores.

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