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CINCO BREVES APUNTACIONES SOBRE :«LA REGENTHadassah Ruth Weiner I. SOBRE EL TITULO DE LA NOVELA S urge a menudo en. discusiones sobre La Regenta la cuestión de quién es el pro- tagonista centr de la novela, dado que Ana Ozores no toma demasiadas ini- ciativas en el desarrollo de la acción. Muchos han dicho que el verdadero protagonista de la obra es Vetusta y que, por lo tanto, el título no es acer- tado. La acción se desarrolla alrededor de varias agrupaciones de personajes. Ana Ozores es parte del mundo aristocrático, aunque no pertenece completamente a �l ya que su padre se casó con una mer de condición inferior. También ciertas características temperamentales la distinguen y la separan de la «milia». Hay sin duda un «coro vetustense» que crea gran parte del ndo ambien- tal de la obra y que en ciertos momentos comenta las acciones de los personajes principales. Clarín defiende el protagonista-masa en su labor crítica de estos años y podemos suponer que el gran papel que desempeña este grupo en La Regenta está deliberadamente planeado. Don Alvaro Mesía y su ejército de amigos, ayudantes y ex-amantes ,planean y ecutan la seducción de Ana Ozores. Don Fermín de Pas, el Magistral, es un obstáculo inesperado; pero él no causa las acciones de los vetustenses, aunque aspire a llegar a dominarlos. En cuanto al título, no es incompatible con la idea de que Vetusta protagoniza la novela. Ana Ozores no es la regenta de Vetusta durante el tiempo en que transcurre la novela; es la ex-regenta ya que su marido, por razón de la edad, se ha jubilado. Pero para Vetusta, Ana es un objeto-la Regenta. Igual que don Alvaro Mesía, miembro más «visi- ble» del coro, se viste siempre a la penúltima moda, los vetustenses evocan una época pasada que los hace parecer ridículos a un observador ajeno. La regenta actual tiene que contentarse con ser «la otra» y, aparte una brevísima mención, no desempeña papel ninguno en la obra que lleva su tulo. Los habitantes de Vetusta truecan la reali- dad según les parezca bien, sin preocuparse de los ectos que esto puede tener. El título de la no- vela, pues, llega a ser un eco del coro vetustense. Además de señalar desde un principio su víctima más importante, indica la personalidad colectiva retrógrada del grupo y su inhabilidad (o lta de voluntad) para aceptar y comprender la realidad que es suya. Todo esto no es obvio desde el prin- cipio de la novela, pero poco a poco el título va 30 cobrando un significado siempre mayor. La cam- paña de los vetustenses contra Ana Ozores de Quintanar, anunciada desde muy pronto en la obra, no llega a su final hasta las últimas palabras de la novela. El acólito afeminado Celedonio en- cuentra a la Regenta desmayada en la oscuridad de la catedr y le besa los labios; Ana ha «creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo» (1) y· el beso repulsivo sella el destino de la Regenta. Ana Ozores de Quintanar es a nuestro parecer el sujeto y el objetó de La Regenta, sea o no la primera agonista. Gran número de los demás personajes se desarrollan en nción de sus rela- ciones con ella. II. SOBRE LOS PERSONAJES SECUNDARIOS Los personajes secundarios que en gran canti- dad pueblan las páginas de La Regenta están tra- zados con mucho detalle. En bastantes casos sir- ven de contraste a los protagonistas. Ninguno ocupa un lugar gratuito en la novela; cada uno tiene su papel. Es de notar que el primer perso- naje que aparece es una figura menor; y es el que reaparece al final para besar a la Regenta en su desmayo. Este y �u compañero sostienen una conversación en el primer capítulo que revela en rma reducida varios problemas que surgirán en la acción principal. Entre estos dos y los otros pillos de su clase existe una especie de jerarquía como la que existe en las clases altas. (Lo mismo se verá más tarde en el juego de niños que ve don Fermín en uno de sus paseos.) Hay también entre ellos una relación de envidia y respeto al mismo tiempo. Ambos tienen sus opiniones sobre los clé- rigos que les toca servir, y han aprendido a disi- mular sus sentimientos delante de ellos. Uno, Ce- ledonio está caracterizado por cierta perversidad sexu; no se expone de manera explícita, pero se puede suponer que el adolescente muestra signos de homosexualidad. La clase alta también sue de una actitud poco sana hacia el sexo; desde don Saturnino Bermúdez, que se siente incómodo con una mer, hasta Obdulia Fandiño, que regala sus vores indiscriminadamente, no hay ninguno que no sua de insatiscción o del deseo de una aven-

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Page 1: CINCO BREVES APUNTACIONES :«LA REGENTA»vocabulario de la aristocracia. Su venganza es mucho más eficaz que la de ninguno de los prota gonistas. El caer en la trampa que les tiende

CINCO BREVES

APUNTACIONES

SOBRE

:«LA REGENTA»

Hadassah Ruth Weiner

I. SOBRE EL TITULO DE LA NOVELA

Surge a menudo en. discusiones sobre La Regenta la cuestión de quién es el pro­tagonista central de la novela, dado que Ana Ozores no toma demasiadas ini-

ciativas en el desarrollo de la acción. Muchos han dicho que el verdadero protagonista de la obra es Vetusta y que, por lo tanto, el título no es acer­tado. La acción se desarrolla alrededor de varias agrupaciones de personajes. Ana Ozores es parte del mundo aristocrático, aunque no pertenece completamente a �l ya que su padre se casó con una mujer de condición inferior. También ciertas características temperamentales la distinguen y la separan de la «familia». Hay sin duda un «coro vetustense» que crea gran parte del fondo ambien­tal de la obra y que en ciertos momentos comenta las acciones de los personajes principales. Clarín defiende el protagonista-masa en su labor crítica de estos años y podemos suponer que el gran papel que desempeña este grupo en La Regenta está deliberadamente planeado. Don Alvaro Mesía y su ejército de amigos, ayudantes y ex-amantes ,planean y ejecutan la seducción de Ana Ozores. Don Fermín de Pas, el Magistral, es un obstáculo inesperado; pero él no causa las acciones de los vetustenses, aunque aspire a llegar a dominarlos. En cuanto al título, no es incompatible con la idea de que Vetusta protagoniza la novela. Ana Ozores no es la regenta de Vetusta durante el tiempo en que transcurre la novela; es la ex-regenta ya que su marido, por razón de la edad, se ha jubilado. Pero para Vetusta, Ana es un objeto-la Regenta. Igual que don Alvaro Mesía, miembro más «visi­ble» del coro, se viste siempre a la penúltima moda, los vetustenses evocan una época pasada que los hace parecer ridículos a un observador ajeno. La regenta actual tiene que contentarse con ser «la otra» y, aparte una brevísima mención, no desempeña papel ninguno en la obra que lleva su título. Los habitantes de Vetusta truecan la reali­dad según les parezca bien, sin preocuparse de los efectos que esto puede tener. El título de la no­vela, pues, llega a ser un eco del coro vetustense. Además de señalar desde un principio su víctima más importante, indica la personalidad colectiva retrógrada del grupo y su inhabilidad (o falta de voluntad) para aceptar y comprender la realidad que es suya. Todo esto no es obvio desde el prin­cipio de la novela, pero poco a poco el título va

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cobrando un significado siempre mayor. La cam­paña de los vetustenses contra Ana Ozores de Quintanar, anunciada desde muy pronto en la obra, no llega a su final hasta las últimas palabras de la novela. El acólito afeminado Celedonio en­cuentra a la Regenta desmayada en la oscuridad de la catedral y le besa los labios; Ana ha «creído sentir sobre la boca el vientre viscoso y frío de un sapo» (1) y· el beso repulsivo sella el destino de la Regenta. Ana Ozores de Quintanar es a nuestro parecer el sujeto. y el objetó de La Regenta, sea o no la primera agonista. Gran número de los demás personajes se desarrollan en función de sus rela­ciones con ella.

II. SOBRE LOS PERSONAJES SECUNDARIOS

Los personajes secundarios que en gran canti­dad pueblan las páginas de La Regenta están tra­zados con mucho detalle. En bastantes casos sir­ven de contraste a los protagonistas. Ninguno ocupa un lugar gratuito en la novela; cada uno tiene su papel. Es de notar que el primer perso­naje que aparece es una figura menor; y es el que reaparece al final para besar a la Regenta en su desmayo. Este y �u compañero sostienen una conversación en el primer capítulo que revela en forma reducida varios problemas que surgirán en la acción principal. Entre estos dos y los otros pillos de su clase existe una especie de jerarquía como la que existe en las clases altas. (Lo mismo se verá más tarde en el juego de niños que ve don Fermín en uno de sus paseos.) Hay también entre ellos una relación de envidia y respeto al mismo tiempo. Ambos tienen sus opiniones sobre los clé­rigos que les toca servir, y han aprendido a disi­mular sus sentimientos delante de ellos. Uno, Ce­ledonio está caracterizado por cierta perversidad sexual; no se expone de manera explícita, pero se puede suponer que el adolescente muestra signos de homosexualidad. La clase alta también sufre de una actitud poco sana hacia el sexo; desde don Saturnino Bermúdez, que se siente incómodo con una mujer, hasta Obdulia Fandiño, que regala sus favores indiscriminadamente, no hay ninguno que no sufra de insatisfacción o del deseo de una aven-

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tura nueva. Incluso su lenguaje está lleno de doble entendidos. Todas estas tendencias y característi­cas se introducen· en la conversación inicial en el campanario. El hecho de que sean dos muchachos de los bajos fondos los que tan netamente exhiben estos rasgos destaca la decadencia de la aristocra­cia y de la burguesía. Por otra parte, estos dos acólitos presentan un contraste muy marcado con el Magistral cuando aparece en el campanario. Fermín de Pas es alto y fuerte; viste ropa bien hecha e impecable.

La técnica clariniana de anticipaciones y repeti­ciones se puede reconocer también en las relacio­nes entre la servidumbre y sus amos. Dentro de esta esfera, las criadas Petra y Teresa cobran un relieve especial. Amigas y confidentes, las dos doncellas imitan a sus amas besándose cuando se ven, contándose chismes, etc. La criada de don Fermín juega con él con mal disimulada coquete­ría, igual que las señoras de la aristocracia. Sin embargo, por su posición privilegiada dentro de las casas de los protagonistas, tienen la oportuni­dad de conseguir información y observar cosas vedadas a los de fuera. De las dos criadas, la de Ana Ozores tiene la personalidad más fuerte. Más perspicaz que su ama, se da cuenta en seguida de los planes de Alvaro Mesía. Se aprovecha de la situación para lograr sus propias ambiciones-dine­ro, un puesto mejor. Al mismo tiempo, está fe­rozmente celosa de la Regenta. Cuando ve que no va a conseguir más que insinuaciones y gestos torpes de Quintanar y se da cuenta de que Mesía la ha usado, se venga de todos. Su venganza es fría y calculada y le consigue el premio deseado -un puesto en casa de doña Paula Raíces. Aunquees una figura secundaria, ocupa un primer planoen el capítulo veintinueve. Aquí planea y ejecutasu venganza de los señores, entre ellos el Magis­tral que quería «comprarla como espía» (p. 618).Hasta que decide poner su plan en acción, se valedel disimulo -talento aprendido de los amos. Perocuando llega el día, le importa poco el daño quepuede causar: «Al pensar esto, Petra se encogióde hombros. Se le figuró ver que caía la Regenta yse aplastaba, que caía el Magistral y se aplastaba,que caía don Víctor y se convertía en tortilla, queel mismo don Alvaro rodaba por el suelo hechoañicos» (p. 621). Lo importante es que Petra haaprendido sus mañas, incluso ha asimilado cierto

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vocabulario de la aristocracia. Su venganza es mucho más eficaz que la de ninguno de los prota­gonistas. El caer en la trampa que les tiende la doncella es como caer en la suya propia. Al mismo tiempo, los fríos cálculos de Petra reflejan la actitud vengativa, celosa e insensible de las señoras de la clase alta hacia Ana Ozores. Tanto Petra como éstas no aguantan que otra sea mejor que ellas. Hay que reducirla a su mismo nivel, desmitificarla. La reducción de estas estrategias al nivel de la servidumbre tiene el mismo efecto que hemos visto en el caso de los acólitos.

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111. SOBRE LA OMNISCIENCIA DEL NARRA­

DOR

En esta novela el narrador es omnisciente, pero deja que los personajes hablen y piensen sin inte­rrumpirles. Sin embargo, su punto de vista esen­cialmente irónico es inequívoco. No intenta ser objetivo. La voz del narrador sube y baja hasta el punto en que casi desaparece. En cambio, es muy poco frecuente que se dirija directamente al lec­tor. A través de la técnica del discurso indirecto libre, puede revelar las reflexiones de sus persona­jes en forma literaria y cohesiva. A veces predo­mina casi exclusivamente el punto de vista omnis­ciente. Un ejemplo notable es la descripción del Casino de Vetusta en el capítulo seis. Como en otros capítulos, aquí se introducen de paso ciertos personajes que serán importantes más tarde. No se les da ninguna atención especial en este primer momento; se presentan como miembros del coro. Así oímos los nombres de don Alvaro Mesía, pre­sidente de la sociedad, don Pompeyo Guimarán -«un filósofo que odiaba el tresillo» (p. 107)-, elpoeta Trifón Cármenes, don Amadeo Bedoya (queal final presencia el duelo), Joaquín Orgaz, Ronzal(Trabuco) y varios otros. Las descripciones sonescuetas pero revelan desde un principio ciertainformación significativa sobre cada uno. Porejemplo, se obser,va que los porteros del vestí­bulo, que no suelen saludar a los socios, se levan­tan «un palmo entero» si es Ronzal, «y -si pasabadon Alvaro Mesía ... se ponían de pie y se cuadra­ban como reclutas» (p. 106).

En la descripción detallada del Casino, la pers­pectiva del narrador fluye fácilmente desde una postura más distante a otra, en que el narrador está presente en la sala que describe -en la del tresillo, por ejemplo. La narración cambia al

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tiempo del presente, para captar un momento en el acto de suceder: «Hay cuatro mesas en sendas esquinas y otros dos pares en medio. De las ocho, la mitad están ocupadas. Alrededor, sentados o en pie, varios mirones, los más esclavos de su vicio. Se habla poco. Las más veces para pedir un ci­garro de papel. Se dan pocos consejos. No se necesitan o no sirven» (pp. 107-108). La presenta­ción tiene un estilo que se parece a los apuntes para un artículo. Se dan los hechos con algún que otro comentario del observador. Al presentar a los personajes, sin embargo, el narrador vuelve a su habitual omnisciencia; sabe muchos detalles de sus vidas. Para contar la historia de uno de ellos, usa el tiempo imperfecto; y al volver a hablar de los jugadores, mantiene el mismo tiempo verbal: «El cuarto jugador era cualquiera. En las otras

· mesas las partidas eran más iguales. Jugaban mu­c-hos forasteros, casi todos empleados» (p. 108).En un ambiente de colecciones incompletas derevistas, libros sin leer, palabras mal usadas ypeor comprendidas, surge en la conversación elenredo principal de la novela -la Regenta ha que­rido confesarse con el Magistral y, por otra parte,«Mesía le pone varas a la Regenta» (p. 116). Es­peculan sobre lo que una cosa tiene que ver con laotra, y se llega a la conclusión de que el Magistralestá más para casos de conciencia complicadosque el antiguo confesor de Ana y que ésta habránotado las miradas ( «y demás) de Mesía. En estemomento temprano de la novela Joaquín Orgaz yacomenta que la Regenta es una mujer superior«digna de otro teatro», pero que al fin es mujer.«¿Dejaría de ser de carne y hueso?» (p. 118). Poco

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después se cambia de tema, pero Clarín ha antici­pado la crisis de esta novela en el mismo ambiente donde tendrá lügar posteriormente el baile en el que Mesía avanzará en sus pretensiones amoro­sas.

IV. SOBRE EL PAISAJE NATURAL

Alas no es un novelista paisajista, y sus des­cripciones no son gratuitas. En La Regenta, sin embargo, hay algunos cuadros de la naturaleza que son de un impresionismo poco común en esta novela y que recuerdan ciertos cuentos como Adiós, Cordera. Es de notar que el paisaje exal­tado queda en las afueras de Vetusta. Dentro de la ciudad hay muy poca belleza, salvo la torre de la catedral, «poema romántico de piedra, delicado himno, de dulces lineas de belleza muda y pe-

renne» (p. 7).· Los ciclos de la naturalezá dan una de las notas positivas en una novela que comunica una actitud de desesperanza: «Empezaba el otoño. Los prados renacían, la hierba había crecido fresca y vigorosa con las últimas lluvias de sep­tiembre. Los castañedos, robledales y pomares ... se destacaban sobre prados y maizales con tonos oscuros; la paja del trigo, escaso, amarilleaba en­tre tanta verdura. Las casas de labranza ... blancas todas, reflejaban la luz como espejos» (pp. 9-10). Dentro de Vetusta las notas características son lo negruzco y lo triste. Ana es seducida en el campo, donde las fuerzas de la naturaleza obran· libre­mente. Frígilis, el personaje más tranquilo y más comprensivo de la obra. es un fanático de la natu­raleza.

Generalmente la naturaleza no se separa del factor humano en el esquema de Alas. Se reflejan mutuamente en una relación simbiótica. Para Ana Ozores la naturaleza tiene dos aspectos fundamen­tales: uno, representado por los pájaros y el otro, por el sapo. La Regenta anhela volar, escaparse de la vida rutinaria de Vetusta. En el campo se siente más libre; «es otra» en el Vivero. El sapo trae el recuerdo de los instintos más bajos del hombre, del lodo que Ana tendrá que pisar, del carácter viscoso de Vetusta y sus habitantes. Se­ría limitado y poco exacto, sin embargo, llamar a

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La Regenta novela naturalista. Indudablemente, Alas emplea técnicas de esta escuela literaria. Presenta la historia familiar de muchos de sus personajes para explicar su comportamiento y su carácter actuales. Incluye detalles feos, como lo son el sapo, la ropa sucia de los acólitos y de los niños en la calle, el cigarro medio fumado de Víc­tor. La vuelta al pasado de Paula Raíces parece inspirada directamente en Zola: «En las minas, en las fábricas que la rodean, hay trabajo para los niños en cuanto pueden sostener en la cabeza un cesto con un poco de tierra. Los ochavos que ganan así los hijos de los pobres son en Matalerejo la semilla de la avaricia arrojada en aquellos cora­zones tiernos, semilla de metal que se incrusta en las entrañas y jamás se arranca de allí» (p. 306).

V. SOBRE LOS TEMPERAMENTOS INDECI­

SOS EN LA NOVELA

En S ernión perdidÓ Clarín. declara que los tem­peramentos indecisos encierran grandes posibili­dades para el escritor de novelas, y que se puede tratar de caracteres débiles y personas vulgares en una novela. En La Regenta, Alas ha recurrido a todas las clases sociales para buscar sus persona­jes. Ana Ozores y Fermín de Pas sufren altos y bajos emocionales, alrededor de los cuales se de­sarrollan muchos episodios claves de la novela. Ana, buena en el fondo, es también débil. Durante toda la obra su papel es el del cordero sacramental pasivo. La inconstancia de Mesía revela una debi­lidad de carácter; y Víctor Quintanar permite la seducción de su mujer, animando sin darse cuenta a su seductor. Para establecer cierto equilibrio, Alas ha creado personajes de caracteres fuertes y firmes -Paula Raíces, Petra, Frígilis, Benítez. Pero estos son secundarios, y en La Re- e genta se prueba la teoría clariniana de que en las «medias tintas» está el interés novelesco.

NOTA

(1) Leopoldo Alas, La Regenta (Madrid, Alianza, 1966), p.101. Se hará referencia siempre a esta edición.

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TIEMPO DE

SUMARIO Invierno 84

Ó�i-( � j") Presentación

eRussell-Einstein: treinta años después

anlf1esto contra la guerra nuclear B Russell y A Einstein

fCarrera a tumba ab1ena Kent Coa tes <Pres,dente de la B Russell Peace F l

2

4 8

12 24 � Hacia el salto tecnológ1co Enrique Gomanz Moraga

Misiles de alcance medio en Europa El fracaso de las negoc1ac1ones sobre armamento Frank Blakaby (Oorettor del sIPRI¡

34 36 42 Una doble dec1s16n (militar y poht1caJ V1ctor Mate

'' El pacifismo espat"lol levanta el vuelo. Inmaculada de la Fuente 50

A Los pacifistas del Este piden la palabra Condiciones para un diálogo pacifista entre el Este y el Oeste. J. Ha¡ek

No basta gritar en Occidente. J. Pel1kan Un verde en la plaza roja. Conversación con M Horacek

Entrevísta con Carlos Fernández Espeso. (Director general para asuntos

60 62 65 67

internacionales de Seguridad y Desarme). Fernando Valenzuela 70 La reconversión ecológica de la economía. Artem10 Precioso 74

-.Pacifismo y feminismo en España: Primera aproximación. Reg1na Rodríguez 82

Sondeos de opinión: Los porcentajes del Miedo. Peru Erroteta y Jaime M1quel 88

Notas Propoiicionespacifistude un militar. E. Gomariz. 98. Entre Granada y 97

Nicaragua. A. Cañas. 99 .. Al Este del Averno, Pedro Pardo. 101. La lgl15i1 y el ,igimen militar chileno. Mario Boero. 102.

Culturas, Libros, Artes 1 05 Violencia y guerra en ei pensamiento de Sarte. Celia Amaros 1 06

Tres minutos para la media noche. (Bibliografía indicativa). Carlos Alonso Zald1var 118 lmig,nes, Soledad Sevilla. Boston. 1981 124

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