cibercultur@ y sociocibernética

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Cibercultur@ y Sociocibernética. Ideas para una reflexión conjunta en paralelo. Jorge A. González LabCOMpex CEIICH-UNAM Cibercultur@ y Sociocibernética: parentescos y derroteros convergentes Con dos palabras que a los hispano-parlantes nos parecen, por decir lo menos, extrañas, en este breve texto nos proponemos abrir una serie de líneas de reflexión sobre dos perspectivas que poco a poco se consolidan en la interpretación multidimensional de algunos procesos sociales emergentes. Por un lado, “cibercultura” y, por otro, “sociocibernética”. Ambas comparten al menos el prefijo ciber- y están ambas llamadas a desempeñar un papel importante en el desarrollo del conocimiento de la vida social en el siglo XXI. Nos proponemos desarrollar algunos de los elementos básicos que competen a la investigación y desarrollo de cibercultura. Comencemos por algunas precisiones. Cibernética: efecto del cruce de un diálogo interdisciplinario Sabemos que, en la Grecia antigua, el Kybernetes era el timonel, aquel que podía dirigir un navío. Esa habilidad implica una constante capacidad de ajuste del timón respecto a las corrientes y el viento para poder llegar a donde se dirige. Esta palabra también, por extensión, se usaba desde Platón para quien sabía gobernar un pueblo. Sin embargo, debemos sin duda al fecundo diálogo entre el neurofisiólogo mexicano Arturo Rosenblueth y el matemático ruso-america- no Norbert Wiener la acuñación científica del término cibernética para denominar el control y la comunicación en el animal y la máquina. Un poco de historia nos ayudará a precisar el punto. Wiener y Rosenblueth se habían conocido durante los años cuarenta en Massachusetts, dentro de un seminario interdisciplinario sobre filosofía del método científico que conducía el mexicano –destacado joven promesa de la Universidad de Harvard–, y posteriormente continuaron trabajando muy de cerca con estancias de trabajo en la Ciudad de México, donde Wiener concibió, discutió y redactó su ahora clásica y seminal obra Cybernetics: or control and communication in the animal and the machine (1948), obra de hecho dedicada a Arturo Ro- senblueth (Quintanilla, 2002: 314). Así, tenemos a un matemático y un neuro-fisiólogo conversando de información y comunicación en un pequeño laboratorio experimental y en un país del tercer mundo. Quizás lo más importante de esa relación haya sido que cada uno hacía al otro preguntas que dentro de su propia disciplina difícilmente podría haberse planteado. Esta es una condición fundamental de la construcción de una mirada que se proponga como “interdisciplinaria”. El radio de nuestras investigaciones continuaba ampliándose, y al hacerlo, científicos de diversos campos se unieron al grupo. Entre ellos se encontraban los matemáticos John Von Newmann del Instituto de Estudios Superiores (Princeton) y Walter Pitts (MIT), los fisiólogos Warren Mc Culloch (Pennsylvania) y Lorente de Nó (Instituto Rockefeller), el psicólogo Kurt Lewin (MIT), los antropólogos Gregory Bateson y Margaret Mead, el economista Oskar Morgenstern (Princeton) y otros investigadores en psicología, sociología, ingeniería, anatomía, neurofisiología, física, etcétera. (Wiener, 1976: 49) 1

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Conceptual and historical relations between cybernetics, second order cybernetics and "cibercultur@"

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  • Cibercultur@ y Sociociberntica. Ideas para una reflexin conjunta en paralelo.

    Jorge A. GonzlezLabCOMpex

    CEIICH-UNAM

    Cibercultur@ y Sociociberntica: parentescos y derroteros convergentes

    Con dos palabras que a los hispano-parlantes nos parecen, por decir lo menos, extraas, eneste breve texto nos proponemos abrir una serie de lneas de reflexin sobre dos perspectivasque poco a poco se consolidan en la interpretacin multidimensional de algunos procesossociales emergentes. Por un lado, cibercultura y, por otro, sociociberntica. Ambascomparten al menos el prefijo ciber- y estn ambas llamadas a desempear un papelimportante en el desarrollo del conocimiento de la vida social en el siglo XXI. Nos proponemosdesarrollar algunos de los elementos bsicos que competen a la investigacin y desarrollo decibercultura.Comencemos por algunas precisiones.

    Ciberntica: efecto del cruce de un dilogo interdisciplinario

    Sabemos que, en la Grecia antigua, el Kybernetes era el timonel, aquel que poda dirigir unnavo. Esa habilidad implica una constante capacidad de ajuste del timn respecto a lascorrientes y el viento para poder llegar a donde se dirige. Esta palabra tambin, por extensin,se usaba desde Platn para quien saba gobernar un pueblo.Sin embargo, debemos sin duda al fecundo dilogo entre el neurofisilogo mexicano ArturoRosenblueth y el matemtico ruso-america- no Norbert Wiener la acuacin cientfica deltrmino ciberntica para denominar el control y la comunicacin en el animal y la mquina.

    Un poco de historia nos ayudar a precisar el punto.

    Wiener y Rosenblueth se haban conocido durante los aos cuarenta en Massachusetts, dentrode un seminario interdisciplinario sobre filosofa del mtodo cientfico que conduca elmexicano destacado joven promesa de la Universidad de Harvard, y posteriormentecontinuaron trabajando muy de cerca con estancias de trabajo en la Ciudad de Mxico, dondeWiener concibi, discuti y redact su ahora clsica y seminal obra Cybernetics: or controland communication in the animal and the machine (1948), obra de hecho dedicada a ArturoRo- senblueth (Quintanilla, 2002: 314). As, tenemos a un matemtico y un neuro-fisilogoconversando de informacin y comunicacin en un pequeo laboratorio experimental y en unpas del tercer mundo.Quizs lo ms importante de esa relacin haya sido que cada uno haca al otro preguntas quedentro de su propia disciplina difcilmente podra haberse planteado. Esta es una condicinfundamental de la construccin de una mirada que se proponga como interdisciplinaria.

    El radio de nuestras investigaciones continuaba amplindose, y al hacerlo, cientficosde diversos campos se unieron al grupo. Entre ellos se encontraban los matemticosJohn Von Newmann del Instituto de Estudios Superiores (Princeton) y Walter Pitts(MIT), los fisilogos Warren Mc Culloch (Pennsylvania) y Lorente de N (InstitutoRockefeller), el psiclogo Kurt Lewin (MIT), los antroplogos Gregory Bateson yMargaret Mead, el economista Oskar Morgenstern (Princeton) y otros investigadoresen psicologa, sociologa, ingeniera, anatoma, neurofisiologa, fsica, etctera.(Wiener, 1976: 49)

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  • As, de un dilogo multidisciplinario disciplinario entre la neurofisiologa experimental, lateora de la comunicacin y el pensamiento matemtico, surge una forma de pensar y operarinterdisciplinaria frente a los problemas, que unos aos ms adelante desembocara en laconstruccin de las primeras computadoras (Geyer, 2000) y en una serie de desarrollosaltamente estimulantes en el pensamiento cientfico contemporneo.

    Por estas y otras razones, algunos autores han considerado a la ciberntica, no slo como unanueva disciplina, sino como un nuevo paradigma del conocimiento (Rosenblueth, Wiener andBigelow, 1943: 18-24; Rizo, 2004).El problema de la teora y el anlisis de la informacin y la comunicacin entre animales ymquinas da inicio a lo que llaman pensamiento ciberntico, y, debido al nfasis que pone enlas relaciones ms que en los elementos del proceso, muy pronto la recin bautizadaciberntica comenz a dialogar y a fertilizarse mutuamente con la teora general de sistemas(Bertalanffy, 1979: 143).

    Hijas todas ellas de los tiempos de la posguerra, la ciberntica, la teora de sistemas, la teorade la informacin (Singh, 1979) y la teora de la comunicacin (Bateson, 1977: 23-44), estasnacientes perspectivas se dieron a la tarea de explorar zonas y espacios que otras disciplinas dela ciencia normal o paradigmtica haban dejado sin mucha atencin o no tenanherramientas para otra cosa. Wiener mismo, al escribir sobre la fundacin dialgica de laciberntica, nos expresa la pauta de esta construccin a todo ttulo interdisciplinaria:

    El doctor Rosenblueth siempre ha insistido en que la adecuada exploracin de estosespacios dejados en blanco en el mapa de la ciencia slo podra ser realizada por unequipo de cientficos especialistas que poseyeran un slido conocimiento de laespecialidad de los restantes colaboradores. (Wiener, 1976: 49)

    Sin embargo, estimuladas por sus potenciales aplicaciones milita- res y por una serie delecturas e intereses diversos, estas nacientes disciplinas de frontera estuvieron cargadas de unsignificado que las lig al control humano y a la dominacin social, y as fueron colocadaspolticamente como el alter ego de otras tradiciones que se consideraban a s mismas mscrticas y de ruptura militante con el orden establecido. En efecto, visto el potencial de controly la promesa de superar a la mente humana en su capacidad para resolver gravesproblemas, enormes cantidades de dinero e intereses militares y cientficos fueron invertidosen un crecimiento casi exponencial de algunos de sus desarrollos derivados, particularmentelos de la llamada Inteligencia Artificial fuerte (IA), la robtica y los sistemas expertos. Decumplirse, la promesa era fuerte: los gobiernos podran gobernar mejor y mscientficamente a sus pueblos, los obreros tendran menos accidentes (y menos huelgas), laproductividad se incrementara y as diciendo.

    El argumento central de la IA fuerte plantea que, si generamos el algoritmo adecuado(software), podemos hacer que las mquinas sientan, piensen y acten como nosotros, eincluso mejor y, a la larga, ms barato. Esta posicin fuerte de la IA ha generado debates,especialmente ticos y filosficos, pero tambin son postulados que en buena medidadescansan en amplias zonas de ignorancia contempornea de la propia fsica sobre lo que es laconciencia y la mente humanas (Penrose, 2002: 33-47).

    Por si eso fuera poco, mltiples lecturas, usos y diversas aplicaciones dentro del campodominante que gener en esas dcadas el conductismo (Smith, 1994) asociaron estasperspectivas con la manipulacin y la fantarobtica (Cirese, 1989: 205), con un temidofuturo de la humanidad dominado por las mquinas pensantes que la literatura de ficcin y elcine han difundido desde hace dcadas con mucho xito comercial.

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  • Es tambin una poca en que una insuficiente teorizacin sobre el fenmeno del poder no lopoda separar de su aspecto de dominacin y sometimiento. Esta nocin restringida einstrumentalista del concepto de poder ha sido severamente criticada, inicialmente desde unpunto de vista weberiano por su falta de visin relacional (Baechler, 1978). Asimismo, ambas,la versin weberiana y la intrumentalista, fallan por su ineficacia para explicar el complejosociohistrico de las relaciones sociales objetivas que enmarcan toda estrategia de poder(Gimnez,1981: 12-33).

    As, por los tiempos y los espacios desde donde se inicia la ciberntica, le corresponde recibir, merecida o inmerecidamente, una serie de crticas que mucho lastraron el dilogo y el crecimiento de las relaciones en el campo cientfico y poltico.Sin embargo, la ciberntica ha tenido y sigue teniendo desarrollos e influencia significativaen muchas reas, y, desde luego, en la industria mundial de la computacin, por lo quecomnmente se asoci el significado de cyber a estas mquinas y dispositivos relacionados yslo ms recientemente a internet y a todas las interacciones y procesos del ciberespacio(Whittle, 1996: 5-45) en los vericuetos e intersticios virtuales de la red mundial decomputadoras y otros dispositivos interconectados. Su influencia en el pensamiento contemporneo es indudable, como en otros textos de estevolumen se muestra.Ms adelante intentaremos documentar un matiz importante al sentido del prefijo ciber, nonecesariamente ligado al mundo de la computacin o la red internet.

    De la Ciberntica a la Sociociberntica

    Ms o menos 30 aos despus de la fundacin de la primera ciberntica, Heinz Von Foerster(1991) prueba la versatilidad y potencia de la ciberntica cuando la aplica sobre ella misma(ciberntica de la ciberntica), y con ello fija la atencin no tanto en el objeto de control o de lossistemas observados, sino en el sujeto que observa los sistemas observados. Al hacer esto, VonFoerster desplaza el foco de la atencin justo sobre los sistemas observantes. A ello, sabemos, lepone por nombre ciberntica de segundo orden, que incluye algunas diferencias importantescon la de primer orden, como el nfasis en procesos emergentes con mayor grado deincertidumbre pero organizados en torno a la vida y la supervivencia, la auto-referencia, laautoorganizacin, la resiliencia (Geyer, 1995).

    En el campo de la sociologa, esta nueva clase de ciberntica modific el foco de inters

    [...] desde el intento de explicar la estructura y la estabilidad de los sistemas socialeshacia el anlisis de los procesos que los causan y evolucionan hacia mayores grados decomplejidad, desde el intento de lograr homestasis de arriba hacia abajo, a explicar sumorfognesis como resultado de la interpenetracin de procesos de abajo hacia arriba.(Geyer, 1995: 4)

    Con este nfasis, la segunda fundacin de la ciberntica y el dilogo que sigue potenciandoentre los intersticios descuidados de las ciencias y las disciplinas, tiene interesantespotencialidades para ayudarnos a comprender y a operar mejor en algunos dominios delmundo contemporneo.

    Con la sociociberntica, el sujeto y su subjetividad reflexiva, que desde siglos atrs habaprcticamente quedado fuera del paradigma dominante en las ciencias, retorna como decaJess Ibez (1991) con una mirada ms fundada en la biologa que en la ingeniera, msinteresada en las formas flexibles de adaptacin inteligente, que en el control de los procesos(Holland, 2004). Pero, en la rgida estructura del campo cientfico, la aceptacin de estasperspectivas no ha sido miel sobre hojuelas.

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  • La misma historia reciente de las ciencias sociales nos puede documentar la resistencia quedurante muchos aos las asociaciones de cientficos tradicionales igual que con la primerahan tenido contra esta segunda ciberntica. De hecho, los desarrollos de la segundaciberntica y su dilogo con las ciencias sociales han sido publicados en revistas de ciberntica,no de sociologa, como bien apunta Geyer (1995). Esta perspectiva tampoco ha estado exentade charlatanes, versiones light y posmodernas de quienes, con ms entusiasmo que rigor,vean y ven en la ciencia un poderoso aparato de control social y tecnolgico y han encontradoen un lenguaje cercano a esta perspectiva sociociberntica una moda que tiene buen mercadoen algunas editoriales acadmicas y que tambin ha sido denunciado con inclemencia (Sokal,1996). No entraremos en ms detalle en esta discusin, pero nos gustara apuntar que con ladifusin y aceptacin acrtica de la moda de la pos- modernidad, as como del llamado fin delos grandes discursos, se han ido creando poco a poco una especie de cofradas de refugiocontra la ciencia racional basadas ms en la confusin de conceptos traspasados de undominio delimitado, en donde tienen sentido y aportan claridad, a otros dominios sin el menorrigor y muchas veces con el declarado afn de pensar interdisciplinariamente, pero con lamayor indisciplina para hacerlo. (Cfr. Garca, 2004: 14-15 y Sokal y Bricmont, 1999).Lejos de estas perspectivas especulativas y de moda intelectual, la sociociberntica hacomenzado el proceso de ser reconocida dentro de las reas de la sociologa mundial pues,despus de confrontarse con mltiples prejuicios y temerosas animosidades del camposociolgico, final- mente y luego de aos de lucha, logra su reconocimiento en 1994, en el 13Congreso Mundial de Sociologa en Bielefeld. En una de sus ms claras presentaciones, FelixGeyer la describe como la aplicacin y el desarrollo de la ciberntica de segundo orden a losprocesos sociales (1995).Su propio movimiento ha llevado a la sociociberntica a la necesidad de desarrollar unaperspectiva interdisciplinaria e internacional comparada.La complejidad de la sociedad contempornea lo exige, pero el problema principal persiste:

    [...] mientras ms realista y por lo tanto, menos parsimoniosa es una teora, mscompleja se vuelve y es ms difcil probar sus hiptesis y sub-hiptesis, las cuales seusan para recuperar e interpretar los datos. Si uno acepta que los sistemas socialestienen un alto grado de complejidad, las teoras cibernticas se vuelven ms relevantesy adecuadas, pero menos corroborables en la medida en que se vuelven ms complejas,como en el caso de la ciberntica de segundo orden al compararla con la ciberntica deprimer orden. Hay, ciertamente, un reto aqu para los tericos y los metodlogos.(Geyer, 1995: 28)

    En parte como forma de dilogo para confrontar ese reto, pasemos a revisar el paso de lacultura a la cibercultura.

    De la Cultura la Cibercultura

    Conviene internarnos ahora en el espacio conceptual que delimita lo que entendemos porcibercultura. En la red de internet existe una muy grande cantidad de sitios y tex- tos en variosidiomas con predominancia del ingls que caracterizan la cibercultura como todo aquelloque sucede en el ciberespacio o en el entorno que se crea entre las tecnologas de comunicacine informacin y la comunicacin mediada por computadoras (Galindo y Arvizu, 2004).William Gibson, en su Neuromante, describe en 1984 el ciberespacio como:

    [...] una alucinacin consensual experimentada diariamente por billones deoperadores legtimos, en cada nacin, por nios a los que se ensean conceptosmatemticos... Una representacin de datos abstrados de los bancos de cadacomputadora del sistema humano. Complejidad impensable. Lneas de luz clasificadaen el no-espacio de la mente, racimos y constelaciones de datos. Como luces de unaciudad, que se aleja [...] (Gibson, 2001: 69-70)

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  • As que, por extensin, al ciberespacio (concepto clave para relatar lo que es la cibercultura),tal y como sucede con el de la ciberntica, se lo liga y lo se reduce al mundo de lascomputadoras y su circunstancia. Desde luego que esa es una dimensin de frontera aexplorar, pues tiene mltiples variantes y difusin por todo el mundo conectado a la redmundial de redes de computadoras, llamada por sus siglas en ingls WWW (world-wide web).Tambin suele aplicarse ligado a la prctica de los videojuegos, a los que, sin estarnecesariamente en la red y cada da hay ms oferta de estos en lnea se tiene acceso pormedio de tecnologas informticas o digitales instaladas en diversos tipos de dispositivosinformticos ad-hoc, como el Atari, Intellivision, Game-Gear, Nintendo, Sega, etc., o escritos ydiseados para jugarse en computa- doras de escritorio y en telfonos celulares, comodocumenta el vasto y exitoso mercado mundial de esta clase de juegos.

    La industria de videojuegos sigue creciendo: en marzo de este ao super en 20% lasventas que tuvo durante ese mismo mes en 2001, in- forma Mark Stockdale, gerenteregional de Marketing para Latinoamrica de Nintendo. Llevamos 24 aos en elmercado de videojuegos y somos la nica empresa que rene la produccin de sistemasy de video- juegos, detalla el directivo de la firma que en menos de 20 aos ha vendido275 millones de videosistemas y 1.600 millones de videojuegos en todo el mundo.(Mercado, 2005)

    Pierre Levy seala enfticamente que, lejos de ser una subcultura de los fanticos de la Red,la cibercultura expresa una mutacin mayor de la esencia misma de la cultura (1998: 8). Eneso estamos de acuerdo, incluso en que en una ecologa mucho ms horizontal de la quegeneraron la escritura y la radio y la televisin, las computadoras personales y las redesdigitales reponen efectivamente entre las manos de los individuos los principales medios de laactividad econmica (1998: 7), pero vamos por partes.

    Cibercultura o Cibercultur@

    La concepcin de la cibercultura que presentamos aqu es un poco diferente, pues, al menos enprincipio, no necesariamente est ligada al mundo de las computadoras o a las redes deinternet, como ya se en- tiende en todas partes, sino que resalta las tres direcciones de sentidode los elementos que la componen: el prefijo griego kyber (ciber), la palabra latina cultur yel signo tipogrfico @ (Gonzlez, 2003).En primer lugar, tomamos literalmente el sentido de director y timonel del vocablo kyber,pues desarrollar cibercultura tiene que ver con generar, incrementar, perfeccionar, mejorar ycompartir las habilidades para conducir, dirigir y pilotear relaciones sociales, en un ejerciciode autogestin colectiva, horizontal y participativa.Por otra parte, tomamos el sentido original de cultivo, cuidado, atencin y desarrollo de lapalabra cultura. La habilidad para pilotearse y dirigirse con otros hacia soluciones msinteligentes frente a los enormes retos de la sociedad del siglo XXI no es un don del cielo: sepuede aprender, compartir y cultivar con otros y para otros.

    El signo @, que hoy se ha vuelto familiar entre quienes utilizan cotidianamente los mensajespor medio de la red, fue introducido por Tomlinson (1971) para usarse en las direcciones decorreo electrnico (por el significado en ingls de la preposicin at, que en espaol significaen) e indicar que el destinatario no estaba dentro de la red lo- cal desde la que se enviaba elmensaje. Algunos siglos atrs, en Anda- luca, el mismo signo @ se us para expresarmedidas de carga o particiones de volmenes (cuatro arrobas hacen un quintal), y todava sesigue usando en ingls para designar en un recibo el precio unitario de una mercanca (3 latasde aceite @ 10 pesos cada una) (Caravantes, 2003).1

    1En otros idiomas, este signo se nombra de manera analgica, bien por su parecido a algn animal por alguno de sus

    rasgos distintivos (caracol) o bien por su similitud con objetos (colas, rollos de canela, mangueras, caracoles, orejas).En espaol se dice arroba, pero otros idiomas utilizan expresiones mucho ms descriptivas que hacen referencia a la

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  • Precisamente por su semejanza grfica con una espiral y su extendido uso en el mundo de lared de internet, utilizamos @ por su semejanza para representar un bucle deretroalimentacin positivo (Aracil, 1983: 85-87), un proceso abierto y adaptable que generauna respuesta emergente que surge de la densidad de las relaciones del sistema y no se reducea la suma de sus componentes (Holland, 2004: 27).

    Dicho lo anterior, el uso del neologismo cibercultur@ (con la arroba incluida) queproponemos para designar una serie de procesos especficos implica una doble cualidadcomplementaria y simultnea: cibercultur@ entendida como un objeto de estudio ycibercultur@ entendida como un valor de desarrollo y empoderamiento social (Gonzlez,2003).

    Cibercultur@ como objeto de estudio

    En tanto que objeto de conocimiento, el estudio que propongo de los fenmenos decibercultur@ se dirige a describir, analizar y explicar los diversos procesos de relacin entre lasecologas simblicas de sociedades determinadas en el tiempo y en el espacio y el vectortecnolgico.

    Con la nocin de ecologas simblicas designamos el conjunto to- tal de relaciones de sentidoque en una sociedad se construyen en la historia con un entorno fsico, biolgico, psicolgico,social y cultural a travs de la actividad cognitiva y sus dimensiones ms complejas, como lamente, el discurso y la actividad modeladora y adaptativa de las identidades y alteridades delos diferentes y variados colectivos sociales. Esta dimensin cognitiva y simblica slo sepuede lograr dentro de un ecosistema de soportes materiales de la actividad de representacinde la sociedad. Sin ellos, la eficacia de la cultura en la construccin de identidades, en lareproduccin de la sociedad, en el establecimiento de las tradiciones, en las vanguardias, esimpensable (Gonzlez, 1995).La especie humana es la nica que para poder sobrevivir necesita construirse diestramenteuna segunda naturaleza, ciertamente mate- rial, pero a todo ttulo sgnica y plena deactividad interpretativa. Es por eso que la historia de los ecosistemas materiales de la culturadebe ponerse en correspondencia con la historia de la generacin de sus pblicos, es decir, lahistoria de la distribucin social de las disposiciones cognitivas para operar en esosecosistemas.El concepto de ecologas simblicas intenta dar cuenta tanto de las formas sistmicas(estructuradas y ordenadas) como de las formas enactivas en proceso de estructuracin(Varela, 1996: 28-30) de la signicidad, tal y como la ha definido Cirese desde la antropologacultural italiana (1984:30-31).Por la interrelacin intensa e insoslayable entre los significados, las normas y el poder(Giddens, 1976:164), nos interesa estudiar esta relacin compleja, especialmente desde laperspectiva de las sociedades y colectividades que han sido desplazadas y excluidas en elespacio social en cualquiera de sus escalas de fenmenos, y ello significa que han si- do (oestn siendo) explotadas en lo econmico, dominadas en lo poltico y dirigidas en lo cultural.Excluidas desde la noche de los tiempos de los beneficios de la globalizacin, a enormessectores sociales dispersos por todo el mundo en unas reas ms aglomerados que en otrasslo se les ha globalizado la miseria y la degradacin, y se han convertido en lo que Castellsllama los agujeros negros del capitalismo informacional (1999b: 188).

    espiral final o a su supuesta semejanza con el rabo de algn animal: as, en Sueco se dice alfamanguera (alfaslang);en dans, a-con-rama (snabela); en holands, cola-de- mono (apestaartje); en francs, caracol (scargot); enitaliano, caracola (chiocciola); en noruego, bollo espiral (kanel-bolle), etc...En Espaa tambin hay quien usa lapalabraensaimada que igualmente designa un bollo espiral tpico de Mallorca. (Caravantes, 2003).

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  • En la perspectiva que proponemos, describir, analizar y explicar los procesos sociales ehistricos de la gnesis y desarrollo de las modulaciones simblicas de la relacin de es- tasdos dimensiones es crucial para potenciar cualquier desarrollo cientfico que, adems deinterpretar y teorizar el mundo, busque la transformacin del mismo mediante elempoderamiento de los sectores sociales ms numerosos y deprimidos.Con el nombre de vector tecnolgico denominamos todos los procesos y efectos socio-histricos de fuerza con direccin que se han verificado y verifican cotidianamente en asuntosde adopcin, adaptacin, imposicin o rechazo de dispositivos y complejos tecnolgicos entresociedades con recursos y posiciones disimtricas y desniveladas en la estructura desigual delespacio social mundial (Gonzlez, 2003: 15).Nos interesan en particular dos de las dimensiones ms agudas y que verifican un crecimientoexponencial de dicho vector, a saber, las llamadas tecnologas digitales (Terceiro y Matas,2001: 44-49) y los procesos de comunicacin mediada por computadoras, debido a la di-fusin y penetracin de capilaridad creciente que se experimenta en todas las esferas de la vidapblica y cotidiana de las sociedades con temporneas. Ambas dimensiones son vitales para elestablecimiento global de la economa informacional que

    [...] aunque conforma todo el planeta, y en este sentido su efecto es global, la mayorade la gente no trabaja para la economa informacional/global o le compra a ella. Noobstante, todos los procesos econmicos y sociales se relacionan con la lgicaestructuralmente dominante de esa economa. (Castells, 1999a: 130)

    Las ventajas y potencialidades que aporta la forma digital de pro- cesar, empaquetar, enviar,recibir y acumular la informacin se ven incrementadas por la comunicacin instantnea atravs de redes de computadoras que con el acceso al conocimiento y prctica que requierennecesariamente para su operacin funcional permiten coordinar, dirigir y orientar con todadestreza la direccin y sentido de los flujos mencionados. Estos dispositivos o complejos socio-tcnicos conforman parte crucial de los resortes tecnolgicos que generan la aparicin y ladispersin global del cuarto mundo, del perral, de los excluidos y los prescindibles que hansido diseados desde arriba del sistema como terminales tontas:

    [...] en este proceso de reestructuracin social, hay ms que desigual- dad y pobreza.Tambin hay exclusin de pueblos y territorios que, des- de la perspectiva de losintereses dominantes del capitalismo informacional global, pasan a una posicin deirrelevancia estructural. (Castells, 1999a)

    Y la distribucin socio-espacial de estos excluidos por efecto del vector tecnolgico est mucho ms difundida en los propios ombligos informacionales del sistema mundial, en las sociedades ms avanzadas, que lo que suele reconocerse. No hay tal periferia pura ni centro inmaculado de este proceso verdaderamente global de exclusin social potenciado por la tecnologa, que, lejos de ser meros aparatos, implican toda una fuerza constituida con direccin y con efectos constituyentes multidimensionales ms all de la tcnica (Callon, 1987: 83-84), muy poco estudiados en tanto que innovaciones radicales.

    El vector tecnolgico es producto del movimiento de la sociedad mundial y al mismo tiempo configura y ayuda a producir los mundos sociales que progresivamente toca y transforma, y, desde luego, genera resistencias mltiples en sentidos diversos, aberrantes e inesperados. Por ello mismo, no se debe tomar esto como una denuncia de un plan organizado y conciente de dominacin y sometimiento del mundo a los malos del centro: una vez que despeg histricamente, el desarrollo tecnolgico adquiri sus propias leyes, su propia autonoma e impulso, con costos que no se han pagado y beneficios de los que, desde luego, nunca y menos ahora se ha gozado de manera equitativa en el mundo moderno (Cfr. Merton, en Ellul, 1964: 19-22).

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  • Esta primera delimitacin de la cibercultur@ como objeto de estudio comporta variossupuestos y antecedentes.Por un lado, partimos de un complejo cognoscitivo (Garca, 1993) caracterizado por ladesigualdad de la estructura de relaciones del sistema mundial, en el que observamos vastas ymltiples zonas pluridistribuidas del planeta, histricamente colonizadas y depauperadas porrelaciones sociales de explotacin, dominacin y exclusin, que proveen y nutren de energasocial (capital) a diferentes ciudades/nodos atractores de enormes e intensos flujos depersonas principalmente, pero no slo, a travs de la migracin: La OrganizacinInternacional para la Migracin calcula que hay 175 millones de migrantes hoy en el mundo, esdecir, personas fuera de su pas de nacimiento (Pickard, 2005: 2) y, desde luego, losconsiguientes flujos de capitales financieros (Eade, 1997).

    Figura 1. Ciudades-nodo del sistema-mundo.

    Fuente: GaWC, www.lboro.ac.uk/gawc/

    Estas ciudades/nodo (ciudades Alpha) del sistema-mundo, adems de ser concentradoras devolmenes inmensos de capitales, tambin concentran crecientemente a millones demiserables (y otros no tan miserables)2 que se desplazan hacia ellas para vivir mejor. Estoscentros globales que capturan progresivamente los flujos de personas y capitales operantambin como generadores y difusores masivos de flujos permanentes y globales deinformacin e imgenes mediados tecnolgicamente y que sirven como materia prima bsicapara metabolizar y representarse de diversas formas el mundo, su condicin y sus relaciones,quin es cada uno de los actores sociales y de qu forma se hace visible o invisible en elescenario de la vida pblica (Thompson, 1997).Estos procesos de elaboracin discursiva y simblica son indispensables para poder narrar loshilos y editar el valor y el significado de los hitos de la memoria social (Maass y Gonzlez,2005: 118), las definiciones de la situacin presente, as como la factibilidad y densidad deotros mundos tambin posibles.Con y desde estos procesos simblicos se establecen en la historia diversas relaciones socialesde hegemona, subalternidad, alteridad, resistencia, y en algunos casos y perodosdeterminados se establecen tambin relaciones de contrahegemona que requieren y generanformas emergentes para la organizacin de diversas estrategias simblicas que buscan atraer ymodular el discurso social para la direccin intelectual y moral de toda la sociedad, como bienlo seal Gramsci en el siglo pasado (Gonzlez, 2001).

    2 El aluvin inicial de mano de obra barata, no calificada y con escaso cosmopolitismo que se ha movido histricamente en

    los flujos migratorios, por efecto de la globalizacin forzada ha ido enriquecindose con el alarmante desangramiento en suspases de ori- gen de profesionistas calificados, pero desempleados o con un gris futuro laboral, como lo documenta la migracineducada de Ecuador y otros pases del sur de Amrica hacia los ser- vicios domsticos en Espaa y en general a la ComunidadEuropea (Pellegrino, 2004: 12 y ss.).

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  • Ms adelante elaboramos con cierto detalle algunas de estas cuestiones, que le dan a lacibercultur@, tal y como la entendemos, su carcter de estrategia para restaar, recrear,reorientar y re-dirigir las relaciones sociales.

    Cibercultur@ como valor de desarrollo

    En sentido literal de diccionario, la palabra desarrollo significa progresar, crecer econmica,social, cultural o polticamente. Sin embargo, el trmino tiene una historia que no se puedeignorar. Ms adelante nos ocupamos de eso. Desarrollar cibercultur@ implica asumir de formacolectiva y creativa el reto de cultivar el conocimiento, la in- formacin y la comunicacin,potenciadas por las tecnologas ms avanzadas para modular el discurso social dentro de unaestrategia de comunicacin compleja desde periferias dispersamente distribuidas en el sistemamundial (Gonzlez, 2004).Entremos, pues, en el desarrollo de este punto.

    De la accin de interpretar a la interpretacin reflexiva de la accin

    Los filsofos se han dedicado a interpretar el mundo

    de distintos modos; de lo que se trata

    es de transformarlo.

    La onceava tesis sobre Feuerbach, con la que Marx y Engels (1974: 668) explicitanuna toma de posicin crtica frente a la filosofa materialista de su tiempo enAlemania, nos sirve de punto de partida y simultneamente de horizonte utpico paraapuntar la dimensin de desarrollo que entraa la nocin de cibercultur@, esto es,como una elaboracin que prefigura un escenario futuro deseable, que no es alcanzablein toto, pero que orienta la accin de los actores sociales hacia ese derrotero, pues loposible slo es visualizado al someter lo imposible al criterio de la factibilidad(Hinkelamert, 1984: 11). La utopa es la actividad inteligida del presentimiento de laesperanza, nos dice Bloch (Serra, 1998).

    Del inters por el control al inters por la emergencia

    Una de las aportaciones ms relevantes de la Ciberntica es precisamente el concepto deretroalimentacin (ra) o feedback.En teora, podemos distinguir dos tipos de bucles o circuitos de RA: los que son circulares ycerrados (Bucles de RA negativa) y los que son espirales y abiertos (Bucles de RA positiva)(Aracil, 1983: 46-48). La dimensin de la Cibercultur@ como valor de desarrollo implica lafacilitacin de un proceso emergente de empoderamiento frente a la relacin desplazada quemuchas comunidades y sociedades mantienen con la informacin, la comunicacin y elconocimiento reflexivo. Por efecto de la historia, la mayor parte de la gente est capacitadaslo para leer la sociedad a travs de los procesos efectivos de socializacin que se encargan dedifundir y sancionar formas cannicas de lectura de la vida social. Leer ordenes, avisos, leyes,textos hechos y elaborados siempre por otros, y as diciendo.Muy pocas personas tienen acceso y se pueden apropiar de las herramientas bsicas paraescribir la sociedad, para recrearla e inventar- la por la accin transformadora. Debray llamagrafsfera (1992: 226-227) a una estructura de relaciones histricas en que se difunde einstaura una forma de distribucin social del acceso a los soportes materiales y a lasdisposiciones cognitivas bsicas que se requieren para utilizar la tecnologa de la lecto-escritura.

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  • La cuestin no slo es el tener acceso a una parte de esos soportes y disposiciones, sino lograrque la relacin con la tecnologa se realice de manera activa, no slo como un auxiliar, sinocomo una plataforma generativa de conocimiento (Gonzlez, 1998:160).Esa estructura implica el establecimiento, el mantenimiento y una produccin selectiva de unnmero muy limitado de escritores (codificadores, elaboradores profesionales), es decir, dequienes pueden poner en operacin las potencialidades de esta tecnologa para metabolizar lasexperiencias de la vida y del mundo. Complementariamente, la formacin de esa elite iniciadagramaticalmente implica la construccin de un vasto nmero de lectores, que estnestructuralmente diseados, desactivados (desplazados) tecnolgicamente para no saber usaresa tecnologa ms all de lo meramente instrumental y, en especial, para entender las reglas ylas rdenes de los grupos dirigentes y dominantes de las sociedades.Podemos extrapolar el sentido de esa grafsfera, que comenz con la difusin de la imprentaen el siglo XV, a la situacin que opera entre la sociedad y las tecnologas de informacin ycomunicacin (TIC) ms avanzadas del siglo XXI: mientras ms transparentes son losusuarios, menos tienen que ocuparse de pensar y crecer en desarrollar las habilidades que lespermitan percibir, entender y, en su momento, revertir la fuerza del vector tecnolgico parapotenciar estrategias de empoderamiento desde sus propias ecologas simblicas. Las famosas TIC as concebidas y utilizadas operan como tecnologas de desconocimiento.Pero, por las propias contradicciones de la historia de estas tecnologasy muy especialmenteel surgimiento de la red de internet (Gonzlez, 2003), tambin pueden convertirse entecnologas de saber horizontal y distribuido a condicin de que aprendamos a usarlas comoplata- formas generativas de conocimiento.

    El cultivo de los saberes bsicos y las habilidades mnimas de la trada formada por lasculturas de informacin, comunicacin y conocimiento colabora creciente y progresivamentecon la construccin de mayores grados de autodeterminacin como individuos, comocolectivos y como especie, pues desarrolla un modo de relacin menos dependiente y menosdelegado de las personas y los grupos con su entorno global, material, social y, especialmente,simblico.Ese es el objetivo de cultivar a la cibercultur@ como un valor de desarrollo.Para el logro de este objetivo se requiere de una formacin estimulante y permanente,compartida y colectiva para poder revertir una tendencia que se vive como natural,individualista, competitiva, aislante, desmemoriada y pragmtica, que en las sociedadesperifricas (y tambin en los centros neurlgicos del sistema mundo) tiendenpredominantemente a generar la relacin con las TIC, que, como buenas tecnologas dedesconocimiento, nos llegaron de quin sabe dnde y nadie sabe bien qu estn haciendo ac,pero son difundidas como modernas, importantes, imprescindibles a pesar de nosotrosmismos: el vector tecnolgico.Desde los aos sesentas, con la Alianza para el Progreso que los Estados Unidos propusieronpara desarrollar todo el continente latinoamericano, la llamada difusin de las innovaciones(Rogers y Shoemaker, 1974) se constituy en la ms importante y estratgica arista del estudiode las comunicaciones.La meta era clara: modernizar a los campesinos desde arriba, convertirlos en consumidoresactivos dentro de un esquema vertical, autoritario y marcadamente etnocentrista (Servaes,2000), donde las actitudes tradicionales eran sin duda para los que imponan la causa de lapobreza y el subdesarrollo de Amrica Latina. El problema pareca ser que todas las masas demiserables de los sesenta no se comportaban como gringos ni comprendan por qu deban sermodernizados por los de fuera a como diera lugar. A continuacin, presentamos un cuadrocomparativo que se us como marco terico para modernizar a los campesinos y, en general,a todos los tradicionales pobres del mundo.

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  • Una simple lectura nada mal intencionada puede mostrar lo que decimos: el vector tecnolgicose impone desde fuera y no slo se compone de aparatos o dispositivos, sino de actitudesconsideradas como las que generan progreso y pueden llegar a desarrollar a los pases pobres,en vas de desarrollo o del tercer mundo, como se les denominaba en diferentes pocas.

    Figura 2. Modelo comparativo de los sistemas tradicionales y modernos.

    Por no ser como debieran ser, los campesinos pobres (es decir, la inmensa mayora de loshabitantes de Amrica Latina), despus de estudios intensivos en muchas partes del mundo,fueron caracterizados como irracionales: gastan mucho en muchas fiestas, no ahorran, noviajan, no salen, dependen de sus familias extensas, se reproducen excesivamente, no usantractores, trabajan la tierra para comer en lugar de para vender cultivos, no hierven el agua, nose vacunan y as diciendo. Con ms estudios en ms partes (Rogers y Svenning, 1973) cabalgando en una actitud soberbiay manipulatoria (fuera naive o bien cnica), esta perspectiva haca pasar como descripciones yteorizaciones de alcance medio lo que en realidad eran prescripciones e ideologascolonizadoras. Los campesinos descritos por Rogers no, eran desde luego, irracionales, sinoque tenan otro tipo de racionalidad que no era precisamente la que se quera imponer como lanica y verdadera- mente racional. Las consecuencias de la docilidad de la mayora de losgobiernos de Amrica Latina al adoptar esta perspectiva desde el exterior fueron, y siguensiendo, desastrosas.

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    Sistemas TradicionalesSistemas Modernos

    Carecer de orientacin favorable hacia el

    cambio.Actitudes favorables al cambio.

    Poseer tecnologa menos desarrollada o ms

    simple.

    Gozar de tecnologa bien desarrolla- da, con complejos

    sistemas de divisin del trabajo.

    Situarse en niveles relativamente bajos de

    alfabetizacin, educacin y entendimiento

    del mtodo cientfico.

    Conferir alto valor a la educacin y a la ciencia.

    Hacer cumplir por la fuerza del estado de cosas

    del sistema social, con el auxilio de efusivas

    relaciones personales como la amistad y la

    hospitalidad, las cuales son vistas como fines

    valiosos en s mismos.

    Establecer relaciones de carcter racional y comercial o

    utilitario, con mnimos elementos emocionales y afectivos.

    Sostener poca comunicacin entre losmiembros

    del sistema social y quienes vienen de afuera.

    Adquirir perspectivas cosmopolitas,pues los miembros del sistema suelen interactuar con personas extraas, lo cual facilita la entrada de nuevas ideas con l.

    Al carecer de medios de transporte y

    comunicacin hacia la sociedad mayor,

    se fortalece la tendencia de los individuos de

    sistemas tradicionales a permanecer

    relativamente aislados.

    Sufrir incapacidades de colocarse en el lugar de

    los dems, sobre todo cuando los dems son

    del exterior del sistema social.

    Desarrollar capacidad de empata entre los miembros del

    sistema, los cuales pueden colocarse en papeles muy

    distintos del suyo.

    Fuente: Rogers y Shoemaker, 1974: 33-34.

  • Rolando Garca, en un muy importante estudio de los sistemas alimentarios y la sociedad en elBajo mexicano (Guanajuato, Jalisco, Michoacn), muestra empricamente cmo con laadopcin de los cultivos comerciales (es decir, con la modernizacin) tales como el sorgo, conlo que se prepara alimento industrial para puercos, en detrimento de la produccin de cultivosde subsistencia (maz, frijol, chile), gener una serie de consecuencias casi irreversibles en lacalidad de vida de esas poblaciones campesinas: el sorgo, para producirse racionalmente,requiere de grandes cantidades de agua, que fue garantizada mediante la perforacinindiscriminada de pozos profundos en toda la zona; con ello, en unas dcadas, los mantosfreticos que se encontraban a principios de los aos cincuenta a menos de diez metros bajarona cerca de trescientos metros. Al descender tanto ese nivel, el agua de lluvia no alcanzaba aremojar la tierra y, especialmente para los irracionales campesinos de supervivencia, eso seconvirti en la ruina de los cultivos de temporal. Sin poder subsistir con la tierra, seincrement el proceso de abandono y migracin hacia el norte. Pero, ms an, Garca (1993)nos muestra cmo las poblaciones aisladas que lograron mantenerse en su irracionalidadtenan mejores niveles de nutricin que los modernizados a contrapelo. Lo irracional resultms sustentable, o menos malo, para los campesinos, a la larga.Fuera de las cuestiones de dominacin e imposicin ideolgico-poltica de estas tradiciones,las argumentaciones y generalizaciones empricas que elabora detalladamente Rogers conaspiraciones y reconocimiento cientfico, as como muchos otros de los impulsores de este tipode desarrollo desde afuera y desde arriba con que se impone la eficacia del vector tecnolgico,dentro de toda su posible buena voluntad para ayudar a los pobres, se quedanmayoritariamente en calidad de pseudo-hechos, pues sus observables dependen en suconstruccin de un contexto ideolgico pre-interpretado que no les es conciente y que, basadoigualmente en pseudo-preguntas, resulta ser cientficamente falso y, en el mejor de los casos,inverificable (Garca, 1981: 8).

    Cibercultur@ como valor de desarrollo

    Con estas distancias respecto a ciertos usos histricos del trmino desarrollo, pasemos revistams de cerca a lo que significa la cibercul- tur@ como valor de desarrollo. Robert Fossaert haconstruido el concepto de lgicas de valor y, en especial, yendo ms all de los propios lmitesde Marx, la teorizacin sobre la lgica del valor de desarrollo (Fossaert, 1977: 205-266):

    La lgica del valor de desarrollo es una hiptesis que ha inspirado la definicin deformas fundamentales de la relacin de propiedad [...] La propiedad de los medios dedesarrollo designa, en efecto, la situacin en que el control efectivo, si no la propiedadjurdica de los medios de produccin y de los medios de formacin, de investigacin yde regulacin, est reunido en una misma mano. (Fossaert, 1977: 250)

    La lgica del valor de desarrollo hace posible asignar a la produccin valores socialmentedeliberados, e implica la generacin de otras formas de control de ese desarrollo socialmenteorientado: Tal control no se pude analizar slo en trminos de propiedad, mezclanecesariamente la propiedad con el poder [...] cuando los medios de desarrollo sonsocializados y cuando una coordinacin social rige su empleo (Ibidem).

    Es aqu donde retoma su sentido ms literal el vocablo kyber, entendido como la capacidad depilotear, de controlar, opuesto al sentido que la versin periodstica ms difundida le otorgacomo sinnimo de computadoras. Hay, de hecho, muchas formas de control existentes; lacentralizacin estatal ejercida por las sociedades del socialismo realmente existente es la formams simplista y ms burda de la coordinacin social.

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  • No es la nica ni tampoco es la mejor, pero el Estado existe, est ah, mientras que las otrasformas de la coordinacin social estn por construirse, al lado de l y contra l (Fossaert,1977: 250-251). Fossaert siempre ha estado interesado en desarrollar lo que l llama macro-sociologa. Toda su teora de la sociedad se plantea a gran escala y merece una lectura muchoms detallada y puntual para no forzar sus ideas, pero las luces que abre con su hiptesis sobrela lgica del valor de desarrollo nos permite ubicar mejor el sentido de pro- poner a lacibercultur@ como un valor de desarrollo social. Como sealamos en otra parte:

    Desarrollar Cibercultur@ significa redisear colectivamente y de abajo hacia arriba(bottom-up) una diferente actitud y al mismo tiempo aprehender una serie dehabilidades transmisibles que nos permitan operar diestramente con las tecnologas alalcance frente a necesidades de informacin, para generar y valorar el conocimiento ypara coordinar acciones de comunicacin que permitan romper el crculo vicioso de ladependencia tecnolgica. Ocuparnos colectivamente de retejer nuestros aejos ydesbalanceados vnculos sociales. (Gonzlez, 2004)

    Revisemos por ltimo, las tres culturas/cultivo que se requiere desarrollar para el ejercicio

    cabal y compartido de ese kybernetes distribuido.

    Cibercultur@ y cultura de informacin

    La interaccin con el mundo procesada a travs de la informacin es una caracterstica denuestra especie. La tarea de desarrollar y cultivar una cultura de informacin es aprender acodificar las experiencias cotidianas que nos permitan abrir plataformas reflexivas de segundoorden, es decir, reflexionar sobre las reflexiones, pensar los pensamientos, hablar de lohablado. El mundo social en el que nos movemos es un mundo preintepretado (Giddens, 1987:159), y, por esa caracterstica, una buena parte de nuestra existencia social nos la pasamosviviendo y vi- vindonos a nosotros mismos como territorios simblicamente ocupa- dos(Gonzlez, 2001: 35). Es slo mediante el desarrollo de una cultura de informacin quepodemos avanzar slidamente en direcciones alternas, que nos permitan desocuparprogresivamente esos territorios en los que el sentido de lo que somos y vivimos estdeterminado por fuer- zas que no sabemos de dnde vienen, a quin pertenecen, ni a quvoluntad obedecen. De eso se trata desarrollar cultura de informacin. Ms en lo especfico, este cultivo requiere del establecimiento de correspondencias entreexperiencias fenomnicas con cdigos y signos diferentes y diferenciantes que seansignificativas (Cirese, 1984).La formacin en este aspecto central de la cibercultur@ implica desarrollar formas depensamiento matricial y sistmico es decir, relacional para organizar las experiencias envas de su metabolizacin y elaboracin colectiva.Parte de aquel diseo estructural que mencionamos ms arribasobre el desbalance entrelos millones de lectores e interpretadores de cdigos y los poqusimos que conocen las reglasde produccin y transformacin de los mismos lo encontramos desde los niveles mselementales de la educacin formal, y radica en la sobreestimacin de la imposibilidad eincapacidad casi atvica de aprender a manejar y a pensar diestramente las matemticas. Lejosde ser cuestiones de nmeros, cuentas y ecuaciones ininteligibles, las matemticas son elmetalenguaje ms poderoso que tenemos para representar y pensar las estructuras, por suenorme potencial para inteligir y representar las relaciones. Desarrollar cultura deinformacin implica un proceso de descolonizacin de la mente y de empoderamiento de lascapacidades de las personas para representar y procesar selectiva y responsablemente, desdelas experiencias ms elementales hasta las ms complejas, mediante el establecimientoconciente y elaborado de diferencias que hacen la diferencia, para parafrasear a Bateson.

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  • Cibercultur@ y cultura de comunicacin

    El estudio cientfico de la comunicacin tambin surge despus de la segunda guerra mundial,y, de alguna manera, desde el subttulo de aquel ya famoso texto de Wienner (1948) se liga conel desarrollo de la teora de la informacin. Surge dentro de una mirada desde la ingeniera, enla que lo que importa es que el mensaje llegue con la mayor probabilidad de ser entendido tal ycomo se envi. La comunicacin, entonces, se entenda como una tcnica para inducir elcambio social dirigido: la comunicacin consiste en transferir ideas desde una fuente a fin demodificar la conducta de los receptores (Rogers, 1974: 25).Y ya vimos cmo resultaba claro hacia dnde deberan converger las conductas observables delos receptores: una serie de valores y actitudes conformes a un modelo de desarrollo inducido(decidido de manera unilateral) que fue lgidamente impugnado precisamente desde lospases receptores. Esa forma de entender la comunicacin era entendida como muyracional y quizs en algunos casos reportados, hasta eficaz, pero no era dialgica, es decir,no era intersubjetiva.

    Muchos procesos de este tipo suplantaron mediante simulacros mediticos o extensionistas larelacin constructiva de toda comunicacin. Pues si algo caracteriza al proceso decomunicacin es precisamente que se da no entre un sujeto (activo y emisor) y un objeto(pasivo y receptor), sino entre dos sujetos con condiciones y contextos condicionadossocialmente. Este modo de entender la comunicacin, inspirado en la observacin de loscambios del objeto/receptor (totalmente inspirada en la ciberntica de primer orden), no fuelo suficientemente sensible a las relaciones de poder que pautan todo proceso de relacinsocial. Pero dado el tipo de preinterpretacin que subyaca en su forma de mirar, tampocopoda poner el nfasis en los complejos procesos de creacin adaptativa que permanente-mente se estn dando en la relacin entre dos subjetividades.Sorda al objeto y ciega a la mirada del emisor, esta modernizacin se lea y era una forma deimposicin, una forma de violencia simblica disfrazada de racionalidad cientfica.Haba que avanzar hacia un entendimiento ms cercano a la biologa, donde el nfasis no estpuesto slo en el sistema observado, sino en la relacin dinmica entre el sistema observante yel sistema observado, para usar un lenguaje ms preciso.En la mayor parte de las escuelas y facultades de comunicacin que conocemos, se promueveuna nocin sumamente pobre, empirista y pragmtica que oscila entre el conductismo convariantes que hemos expuesto ms arriba y una versin pansemiotista (todos somosdiscursos y signos a interpretar) del proceso de comunicacin.Modificar la conducta, compartir significados, intercambiar informacin, transmitirideas... Por el lado que se buscara, siempre quedaba el emisor ciego a su propia mirada en elproceso y sordo a las conductas no esperadas ni deseadas del esquema de modificacinunilateral del receptor.Dentro de la perspectiva de desarrollo de cibercultur@ que sostenemos, es imposible separarlas formas sociales en que nos organizamos para comunicarnos, del producto mismo de lacomunicacin. En otras palabras, el proceso mismo est inscrito en el producto de la relacinsocial de comunicacin, por tanto, puede ser visibilizado mediante acciones reflexivas de loscomunicantes.Para desarrollar una cultura/cultivo de comunicacin, hace falta que se ponga atencindetallada en tres procesos, tres momentos que pautan permanentemente como estructurassociales objetivas estos procesos y que, al volverse visibles, pueden ser colectiva y dialgica-mente adaptadas y redirigidas, en funcin de los objetivos e intereses de los comunicantes queforman una comunidad.

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  • Si entendemos mejor a la comunicacin como un proceso adaptativo mediante el culcoordinamos con otros, acciones asociables a trminos semnticos dentro de un dominiolingstico (Maturana y Vare- la, 1990: 178) podemos recolocar la discusin sobre lacomunicacin humana como una deriva cultural, en la que como en la deriva filo- genticade lo seres vivos no hay un diseo, sino una armazn ad hoc que se va constituyendo con loque dispone en cada momento (Maturana y Varela, 1990: 180).

    Volver observable, dentro de las limitaciones propias de cada contexto y de los participantes,las formas de esa armazn y los elementos que se tienen a la mano para poder coordinaracciones slo se puede realizar mediante el ejercicio de la reflexividad, es decir, cuando los quemiran pueden mirar, no slo aquello que miran, sino su mirada mirando lo que miran. Y estoslo se puede hacer conversando y actuando sobre las formas sociales que usamos (o nosusan?) para comunicarnos.

    La sociedad de informacin tiene una muy baja cultura de comunicacin, le interesams el flujo de datos en ciertas direcciones, que constituir formas sociales de encuentroy dilogo. La razn es simple, una organizacin con trazos verticales no incluye a loshorizontales ms que en un orden secundario y subordinado, como en el caso de lasdemocracias actuales. En la sociedad de comunicacin se invierte el orden desubordinacin prioritaria y primaria, la informacin depende de la comunicacin.3 Lainformacin sigue teniendo una importancia clave, pero es estructuralmente msrelevante lo que hacen con ella en interaccin dialgica los actores. Es decir, el flujo deinformacin no se mueve en una direccin predominante, se reconstituye en cada nodointeractivo. Esto supone una organizacin ms compleja, as como un gasto de energams alto en la interaccin. (Galindo, 1998: 17)

    Para conseguir esa forma deliberadamente ms compleja de organizacin, la interaccin debeocuparse en desarrollar, mantener y mejorar permanentemente tres procesosinterrelacionados de re-organizacin colectiva para desarrollar una cultura de comunicacinhorizontal. Y debe ocuparse, porque en la vida cotidiana, por efecto de la Doxa (Luft, 1998), nonos damos cuenta de que no nos damos cuenta, y la falta de reflexividad nos constrie en unarelacin empobrecida y estereotipada de comunicacin (Wacquant, 2004).

    Organizarse para suscitar las diferencias

    Las formas normales de la vida colectiva dentro de una sociedad del control tienden aprivilegiar la uniformidad de las conductas y de las respuestas en un ahorro de energaorganizadora al estar predefinida la interaccin entre iguales que no saben qu hacer con lasdiferencias. Lo diferente amenaza, confronta, no es codificable y, por tanto, debe ser silenciadoy sometido. El llamado Complejo de Procusto (Volkoff, 1984), en toda su violencia e ignorancia estructural,4nos pauta la percepcin de la vida y del mundo social y, con ello, nos aproxima al silencio y ala muerte, es decir, al cese de todas las diferencias que componen la vida. Suscitar significapromover, levantar, causar, crear las condiciones para que surjan las diferencias, dado que porefecto de la propia inercia de la convivencia social, nuestra sensibilidad a ellas es lerda. Desarrollar una cultura de comunicacin pasa necesariamente por este proceso dedesaprender a no mirar ni tomar en cuenta las diferencias y a los diferentes, y,simultneamente, re- aprender, no a tolerarlas si no hay ms remedio lo que significaindiferencia, sino a entender que la diferencia es el componente ms importante paraconstruirnos y adaptarnos a las condiciones cambiantes del entorno.

    3 El subrayado es nuestro.

    4 Procusto o Procrusto, bandido del tica que, no contento con despojar a sus viajeros, les haca tenderse sobre una cama

    de hierro, les cortaba los pies cuando superaban su longitud o les haca estirar por medio de cuerdas cuando no la alcanzaban(Pequeo Larrouse Ilustrado).

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  • Una vez que se toma la tarea colectiva de suscitar las diferencias, arranca otro procesoigualmente permanente que est en la composicin elemental de la cultura de comunicacindeseada dentro de un ambiente de inteligencia horizontal y distribuida.

    Organizarse para contemplar las diferencias

    Este proceso implica adentrarse colectivamente con toda atencin en la contemplacin de laespecificidad de los diferentes y sus diferencias dentro del grupo, y colocarse en la tesitura deaprehender qu es lo que nos hace, cmo nos impacta la presencia de lo diferente en nuestrapropia estructura personal y en la del colectivo.

    Contemplar, fuera de su sentido mstico, significa examinar en detalle, implica desarrollaruna actitud abierta ante las diferencias y, al mismo tiempo, tambin la responsabilidad deorganizarse para escuchar individual y colectivamente las diferencias suscitadas de los otros.Esta actitud, si se desarrolla colectivamente, concientemente, se convierte en un modo deorganizacin horizontal y dialgica que aumenta las probabilidades de generar inteligenciacolectiva, como una propiedad emergente frente a problemas especficos.

    Todo el esfuerzo reflexivo y organizativo para suscitar las diferencias toma plenamente sentidocuando el grupo se organiza para con- templarlas, para aprender a escuchar y ver en detalle lasfuerzas y debilidades, as como las energas presentes en el proceso de volverse un grupo, unapequea comunidad.Hemos visto que no hay comunicacin sin diferencias y no hay diferencias sin la atenta gestinpara la escucha reflexiva y dialgica de las mismas. No basta con suscitarlas; ese es el primerproceso que tiene que ser echado a andar para construir la red. El segundo reto est enincorporarlas contemplndolas inteligentemente al bagaje del grupo en construccin.

    Para dialogar, primero pregunto, despus escucho, deca Antonio Machado.Con estas dos dinmicas activadas y en operacin, se vuelve posible el arranque del tercerproceso, con el cul se consigue plenamente el objetivo de construir un nosotros, donde todoslos miembros incluidos en su diferencia se ocupan en cultivar una cultura de comunicacinacrecentada. Este es el proceso reflexivo de organizarse colectivamente al generar unaestructura horizontal de nivel superior a sus antecedentes para resolver dialgicamenteproblemas de una colectividad.

    Organizarse para generar nuevas plataformas para coordinar acciones

    El cultivo de una cultura de comunicacin dentro del desarrollo de lo que llamamoscibercultur@ no se realiza plenamente sino hasta que se logra construir una forma deorganizacin superior a la que mantenan previamente los elementos que compondrn elgrupo, en la que precisamente la riqueza suscitada y contemplada de las diferencias se retejeen una estructura pareja entre los diferentes.Este proceso suele ser extrao u ocasional en la mayora de las culturas llamadasoccidentales por una tendencia marcadamente individualista, pero no lo es para nada enotras culturas, especialmente en las culturas indgenas de Amrica. El desarrollo de un sistema de relaciones sociales comunitarias de colaboracin mutua y dealta dialogicidad ha sido la condicin para poder sobrevivir en condiciones de marginalidad yexplotacin violenta durante ms de cinco siglos.

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  • Lenkersdorf, al estudiar la cultura y la lengua tojolabal del sureste de Mxico (1999), nosofrece un acercamiento poco comn al corazn de estas comunidades en las que precisamentela construccin del nosotros es el ncleo de la vida y la actividad de todos, y esa forma

    comunitaria de estar en el mundo viene enraizada desde el mismo lenguaje.5 Segn la hiptesisde Lenkersdorf, la lengua tojolabal (y las otras lenguas mayenses), a diferencia de las lenguasindoeuropeas, posee una estructura ergativa, que l rebautiza como intersubjetiva, dado quelas interacciones sintcticas se realizan entre sujetos y no, como normalmente lo vivimos,entre un sujeto y un objeto.

    Es un hecho que el sufijo -tik, que se agrega a pronombres, verbos y sustantivos,representa no solamente la palabra ms usada en cuanto principio organizador que semanifiesta en los niveles social, poltico, lingstico, cultural y otros, sino que sealaotra idiosincrasia de la lengua y cultura tojolabales. El NOSOTROS indica unaparticularidad fundamental, diferente de la sociedad dominante. La sociedad seorganiza alrededor del NOSOTROS y no del yo. (Lenkersdorf, 2004: 143)

    El sufijo ms comn en las interacciones lingsticas en la lengua tojolabal es -tik, que sepuede traducir al espaol ms o menos como nosotros.

    La expresin lajan lajan ay`tik (estamos parejos), nos dice el autor (1999: 77), remitedirectamente al sentido de la formacin de una comunidad de iguales a partir del plenorespeto de sus diferencias. Cabe mencionar que ese nosotros incluye a todos los vivientes yno slo a los humanos, pues en muchas de las cosmologas mesoamericanas no hay nada queno tenga vida. Sobra subrayar el profundo sentido ecolgico de esta cosmovisin, que variosautores han documentado como una forma inteligente y de largo plazo para relacionarse conlos recursos materiales que genera formas sustentables de cui- dado de la biodiversidad:

    [...] para la cosmovisin indgena, la selva y el resto de los recursos tropicales sonfundamentalmente espacios sagrados donde los seres vivos se encuentran dotados noslo de un alma, sino de un comportamiento particular: plantas que se enojan, monosque conocen los celos, colibres convertidos en maestros de la galantera, hormigassolidarias, tu- canes glamorosos, anacondas temibles. (Toledo, 2000: 127)

    No es difcil establecer el sentido del respeto entre sujetos vivos que contiene esta cosmovisin,en la que cada acto de apropiacin de la naturaleza tiene que ser negociado con todas lascosas existentes (vivas y no-vivas) (Toledo, 2003: 78). Ese sufijo es la marca indeleble en lasconversaciones de una cultura que para sobrevivir y relacionarse con el mundo genera yestimula procesos permanentes de nosotrificacin, de construccin del sentido del nosotrospor encima del yo.

    Este es el tercer nivel del cultivo de una cultura de comunicacin. No entraremos ms en detalle sobre los trabajos de Lenkersdorf, que, por la audacia de su afirmaciones, ha sido severamente criticado dentro del campo de la lingstica; pero, sin ambages, retomamos plenamente el sentido del sufijo `tik6 agregado al verbo castellano generar, porque nos ayudaa sealar el objetivo y el programa de desarrollo de una cultura de comunicacin con sentido cibercultural. Este objetivo slo se puede conseguir si los elementos del grupo se dan a la ta- rea de dialogar y de establecer una forma de organizacin y de cogni- cin ms inteligente, porque est hecha de procesos de escucha atenta y de soluciones colectivamente diseadas.

    5 Jurij Lotman y la escuela de Tartu plantean que el lenguaje opera como sistema modelan- te primario, es decir, como matriz de

    una cultura compuesta por un sistema de reglas que se actualizan en sus meta-lenguajes derivados que forman los sistemas modelantes secundarios (1979: 69-70).6 Agradecemos a Antonio Paoli el descubrimiento de esta concepcin del -tik en una conversacin personal, y al propio Carlos

    Lenkersdorf por la generosidad de sus posteriores comentarios y aclaraciones en conversacin con los miembros del Labcomplex, el 5 de mayo de 2005.

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  • Recordemos que la forma en que nos organizamos para conocer y para comunicarnos seinscribe plenamente en el producto mismo del conocimiento y de la comunicacin.

    A formas sociales verticales, autoritarias y rgidas, corresponden productos del mismo tipo,es decir, formas simblicas (Thompson, 1977) cuya estructura especfica y no slo sucontenido excluyen o incluyen clases de interpretantes y de interpretaciones determinados,diversas apropiaciones y usos, desde la misma forma en que utilizan el lenguaje y los recursosde argumentacin hasta los propios temas y los referentes.

    Cibercultur@ y cultura de conocimiento

    Conocer es siempre una actividad que reorganiza estructuras para transformar ytransformarse. Y si bien todos los seres humanos como especie requerimos generarconocimientos para poder sobrevivir, el desarrollo y el cultivo de una cultura de conocimientoson una de la ms graves carencias en la sociedad contempornea. Desde luego, esta carenciava de la mano con las otras dos culturas arriba expuestas. No hay conocimiento sin informacin. Y no hay conocimiento sino para ser comunicado a otros, para otros.Hemos visto antes que la informacin consiste en la creacin de un atributo intangible queestablece una relacin entre experiencias y signos. El conocimiento opera de manera similar,pero no se agota en ella. El ejercicio del cultivo y creacin de conocimiento implica estableceruna especie de meta-relaciones sobre las relaciones que codific la in- formacin. Y, entonces,las cosas del mundo comienzan a significar. El mundo se apropia por la accin, las cosas nossignifican en funcin de lo que podemos hacer con ellas.Desde la perspectiva de una necesaria epistemologa constructivista, Jean Piaget y RolandoGarca (1982) han sealado la importancia de los procesos de asimilacin y acomodacin entodo proceso de psicognesis. La construccin de conocimiento se realiza en los humanosmediante la puesta en crisis de ciertas estructuras y esquemas que estn incorporados y hansurgido como parte de procesos dialcticos (Piaget, 1980) de adaptacin al entorno. Y eso slopasa en la accin; por eso, conocer es transformarse creativamente. Desde nios, la actividadcongnoscitiva se realiza en procesos de organizacin, reorganizacin y transformacin deesquemas y estructuras diversas, tanto psicolgicas como biolgicas y sociales enconstruccin. Ya que se han construido los esquemas bsicos, sabemos que no se puedeconocer si no se construyen preguntas pertinentes frente a problemas prcticos y concretos quenos afectan de muchos modos posibles. Las situaciones y experiencias de la vida social sonpercibidos como problemas slo por una imaginacin que lo permita. As, una vez percibidos por las condiciones y los costos de no resolverlo, esos problemasconcretos nos ayudan a generar las preguntas pertinentes de algo que todava no sabemos, peroque debemos saber para no seguir pagando consecuencias no deseadas. Es ese el momento enel que se transforma el problema prctico en un problema de conocimiento que exige unarespuesta de conocimiento (Booth, Williams y Colomb, 2003: 56-71) que es siempre el efecto deun proceso creativo, de un tipo de invencin que permite aproximarse a lo infinitamentelejano (Marina, 1998: 27).

    Preguntar es la clave de inicio del conocimiento; sin preguntas no hay problemas niconocimiento, y sin este vivimos atados en un mundo pre-interpretado y, por lo tanto,dependemos en diversos grados de las fuerzas del entorno. Con el conocimiento se pudeanticipar y prevenir situaciones y experiencias cuyos costos ya no queremos pagar.

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  • Las soluciones de conocimiento a problemas concretos no son inmediatas, porque requierende un tiempo de procesamiento y generacin de informacin que permita describir, explorar,clasificar, tipificar, analizar e interpretar las experiencias con ms o menos riqueza suficientepara salir satisfactoriamente del problema.

    Conocer es el paso de un estado de menor conocimiento a otro de mayor conocimiento, unaque establezca mejores diferencias y mejores integraciones de los problemas vividos. Cuandoconstruimos una respuesta de conocimiento a un problema, estamos ensanchando laspotencialidades de la accin individual, y, si lo comunicamos, esas nuevas integraciones sevuelven colectivas. La relacin con la cultura de comunicacin es igualmente crucial.Al darnos a la tarea de producir las respuestas para nuestros problemas, al mismo tiempotambin estamos liberando territorios simblicamente ocupados (Gonzlez, 2001). Esto lo relacionamos directamente con dos condiciones que tendramos que exigirle a laprctica profesional de creadores de conocimiento, es decir, a los agentes especializados delcampo cientfico. De un lado, que el conocimiento sistematizado (la ciencia) nos ayude aganar grados de autodeterminacin como especie, y, del otro lado, que nos ayude a abrirmejores mundos posibles, ms incluyentes, ms abiertos, ms vivos, ms sensibles, msconcientes.

    Cibercultur@ y tecnologa

    El desarrollo de cibercultur@ implica un ajuste particular sobre la forma corriente en que seha entendido a la tecnologa. Antes que un dispositivo o un aparato, hemos mencionado que latecnologa debe ser entendida como un todo, un vector social. Es decir, como una fuerza socialcon direccin y eficacia sociales. Con la tecnologa se pueden hacer cosas y hacer que otroshagan cosas. Podemos producir ms bienes y acortar tiempos de recorridos y de acumulacin.Lo mismo sucede con la informacin y la comunicacin tecnolgicamente mediada: lacapacidad de recuperacin, procesamiento, tipificacin, almacenamiento y salida deinformacin que es una capacidad fundamental compartida con muchas especies, peroacrecentada en la especie humana se potencia enormemente con las tecnologas deprocesamiento digital modernas. Estas tecnologas incrementan y facilitan la posibilidad decoordinarse efectivamente entre varias personas simultneamente y a grandes distancias. Yprecisamente por esas dos caractersticas la de establecer vnculos significativos entreexperiencias y signos mediante cdigos primero y metalenguajes despus, as como la depotenciar la distribucin de dicha informacin entre diferentes agentes para coordinar susacciones, las llamadas TIC, si no son asumidas y desarrolladas igualmente como tecnologasde conocimiento, funcionan como tecnologas de desconocimiento social por la fuerza de esevector en un entorno socio-histrico particular.

    La gente se siente desplazada (y de hecho lo est) o se siente menos (y se lo hacen ver as)cuando toda su relacin con las TIC es transparente y friendly (amigable al usuario) y fcil.Para qu querramos saber cmo se hacen los algoritmos de un sofisticado programa parahacer textos o llevar la contabilidad de una cuenta de banco? Para qu necesitaramosconocer la forma de programar y darle instrucciones a las mquinas, si alguien mejor capa-citado y ms profesional que nosotros lo puede hacer y mucho mejor?

    Y la respuesta es, probablemente, para nada. Es intil. Nunca los alcanzaremos.

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  • Sin embargo, con una formacin distinta respecto a la informacin, la comunicacin y elconocimiento, es decir, con un desarrollo dialgico y horizontal de cibercultur@, esastecnologas de informacin y comunicacin que en realidad operan como tecnologas de ladelegacin de poder, del estigma refrendado de la diferencia desigual, de la admiracin acrticapor las maravillas que puede hacer, tecnologas de la mentira, cuando se afirma de maneraimpune, que ms computadoras es igual a mejor educacin:

    En un esfuerzo por reducir la brecha tecnolgica que an prevalece en las escuelaspblicas del pas, diferentes organizaciones pblicas y privadas patrocinaronRedondeo 2005. Ms computadoras, mejor educacin, para recaudar y aportar 80millones de pesos que permitirn abrir 300 Aulas de Medios en toda la Repblica.(SEP, 2005)

    Pero, a diferencia de asumir que estamos del lado equivocado de la Brecha Digital (otecnolgica, que, desde luego, no son lo mismo, pero lo usan como si fuera igual), tambinpueden ser usadas para potenciar el conocimiento de la sociedad sobre s misma. Toda tecnologa de informacin y comunicacin es tambin una tecnologa de conocimiento.As, en la medida en que podemos potenciar el cultivo de las tres culturas/cultivo quecomponen a la cibercultur@ mediante el desarrollo de sistemas de informacin, sistemas deconocimiento y sistemas de comunicacin, se potencian igualmente procesos de inteligenciadistribuida, en los que la forma de organizacin que se precisa per- mite privilegiar una actitudde colaboracin ms que de competencia, donde lo importante es el proceso de generacin delnosotros organizados para resolver problemas concretos cuya solucin tiene sentido yrelevancia colectivos. De este modo, se facilitan diversos procesos de generacin de inteligencia colectiva ydistribuida (Salomn, 1997; Werstch, 2001; Cole, Engerstrm, y Vzquez, 1997).No entraremos en profundidad en este tema por ahora. Basta con sealar que, de hecho,sabemos que toda inteligencia siempre es y ha sido colectiva y que, adems, siempre estdistribuida en los objetos que manipulamos, en las interacciones lingsticas que generamosy en las relaciones sociales que diestramente mantenemos.Desde luego, no hay posibilidad de generar inteligencia distribuida sin individuos o elementosinteligentes que no slo sean capaces de generar respuestas adecuadas a los problemasprcticos y concretos con los que se enfrentan, sino que, adems, sean capaces de generarnuevas preguntas, mejor planteadas, que requieren mejores bsquedas de soluciones deconocimiento. Para ello, son absolutamente vitales los desarrollos de sistemas de informaciny sistemas de comunicacin adecuados al problema. Sin ellos, simplemente no hay conocimiento. Sin conocimiento, la informacin es estril o se vuelve ruido o pura erudicin. Sin informacin, el conocimiento especula y declara, pero no construye. Sin comunicacin, elconocimiento se vuelve autista, autocomplaciente y desconectado de los otros y de susexperiencias. Y estas tres dimensiones son centrales para desarrollar procesos acrecentados dereflexividad.

    Conclusin: Cibercultur@ y Comunidades Emergentes de Conocimiento (CEC)

    Llegamos hasta aqu, con este dilogo que pretendamos al inicio, a establecer algunosparentescos entre la sociociberntica y la Cibercultur@. Aunque, ms bien, el giro del textocondujo hacia un intento de explicitacin de lo que contiene el neologismo cibercultur@.

    En realidad, si tiene un sentido preciso, es, como dijimos antes, doble: cientfico y poltico. Lazona de complejos cognoscitivos que nuestra propuesta abre no es nueva ni original. Noinventamos el hilo negro.

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  • Sin embargo, la ocupacin de las cuestiones que delimita el cruce la tecnologa y la sociedad,ms estrechamente delimitadas por el vector tecnolgico y las ecologas simblicas en esteiniciante siglo XXI y para esta gran porcin degradada y desactivada del mundo social, es yseguir siendo un territorio ignoto mientras no le demos visibilidad cientfica. Por ello, eltrabajo sobre las fuentes tericas de nuestra conceptualizacin del complejo por conocer siguesiendo imprescindible. Tanto como la puesta a prueba de los conceptos, las categoras y lasestrategias para volver observable desde una zona de preguntas pertinentes y plausibles,procesos sociales cruciales para la definicin del sentido de nuevas identidades, de las polticaspblicas, de los flujos de personas e informaciones e imgenes de esta era de globalizacinforzada.Sabemos que, sin visibilidad conceptual y cientfica, no habr manera de que este proceso, queno es (aunque lo pareciera) una entelequia intelectual de moda, adquiera progresivamentevisibilidad poltica. Visibilidad poltica que tiene que ser construida en todas las escalas: desdelo familiar y amical de las redes ideolgicas de convivencia, pasando por los barrios, lascomunidades, los pueblos, las regiones, los pases, los continentes y el mundo mundial.No es muy difcil desmontar polticamente las carencias y errores de las polticas pblicassobre la sociedad de la informacin y del conocimiento.Hemos visto que nociones ideolgicas de uso periodstico tales como las nuevas tecnologasde informacin y comunicacin, las famosas NTICs, la inefable brecha digital, la espuriarelacin que nos machacan constantemente para decirnos que ms computadoras es igual amejor educacin no se sostienen en un anlisis y una prctica que pretenda cierto rigor.

    En buena medida, la propuesta de desarrollar cibercultur@ implica conocer para facilitarmejores procesos de empoderamiento colectivo que se puedan orientar hacia un desarrollosustentable y sostenido por una poltica de Estado sobre estos menesteres, que no tenemos yque necesitamos. Hemos sealado tambin que es precisamente la gestin del cono- cimiento,el desarrollo y el cultivo de una cultura de conocimiento la que puede abrir las puertas de unanueva actitud y una diferente formacin frente a la informacin, la comunicacin y lastecnologas ms modernas. Y eso porque precisamente el desarrollo comunitario decibercultur@, desde abajo, primero hacia los lados (lajan, lajan aytik) y luego hacia arriba,tiene y puede tener una triple consecuencia fundamental para lograr ese empoderamiento dela sociedad, de los ciudadanos, de la gente. Es posible la creacin de un nosotros msamplio, ms ancho, ms incluyente, y se requiere metabolilzar de modos creativos y diferentesel manejo del tiempo y de las comunidades en el mismo.

    Eso es precisamente el objeto de una Comunidad Emergente de Conocimiento Glocal.Componente dentro de una red de nodos activados en cibercultur@ que, con alta conectividadcon otros similares, opera como nodo/semilla dentro de un territorio y en la bsqueda deconstruirse in- formacin sustantiva y significativa para la comunidad en general. El proceso de empoderamiento de toda CEC se inicia cuando se construyen las condiciones parare-elaborar el tiempo social y los papeles dentro de ese tiempo que la comunidad emergenteconfronta.

    1) Re-Inventar el pasado, porque en una sociedad, o mejor, en una parte del mundo dondesiempre nos han contado los cuentos (y las cuentas) desde afuera, slo recordamos lo que noshan dicho que debe ser recordado. Seguimos siendo una poblacin que, como otras mu- chasperdedoras en todo el mundo, celebramos y conmemoramos las derrotas. Desarrollarcibercultur@ fomenta un movimiento de reestructuracin de memorias en proceso, que son elmejor antdoto contra la amnesia globalizante y globalizadora.

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  • 2) Re-Narrar nuestro presente, porque, al definir escenarios de accin y al adquirirconciencia de las coyunturas en las que la accin se encuadra, nos pertrechamos contra lairreflexividad ciega de pasarla para irla pasando como se pueda, porque las cosas son comoson y ya. El conocimiento de cmo son las cosas es el pivote de desactivacin de la maldicinde fatalidad en la que normalmente nos educamos sobre el mundo social y su circunstancia

    3) Re-Disear el futuro, porque, al abrir e imaginar colectivamente otros mundos tambinposibles, comenzamos a construir horizontes que atentan contra la cancelacin cotidiana (peroancestral) de la esperanza de una mejor calidad de vida, de un menor deterioro ambiental, desalir de postraciones injustas y entuertos no solo perfectibles, sino transformables yprescindibles. As pues, este deambulaje por la nocin de cibercultur@ y su relacin con lasociociberntica tal y como se ha venido desarrollando en el mundo se parece a un bucle quecierra abrindose: la sociociberntica aspira a comprender y generar mejoresinterpretaciones de la complejsima situacin de las sociedades contemporneas con el auxiliode una potente teora general de sistemas, la ciberntica de segundo orden, las cienciascognitivas y la investigacin de operaciones.Esta sociociberntica que se origina y se visibiliza dentro del llama- do primer mundo, alinterior de la zona central del sistema mundial y que en los pases en vas de desarrollo o deplano perifricos y semiperifricos, con tantas carencias y retrasos histricos, no parecera msque otra moda ms de una minora intelectual.Sin embargo, como hemos visto, la sociociberntica fue aceptada no sin complicaciones nidesconfianzas en el campo de la sociologa con el estatuto de Comit de Investigacin dentrode la International Sociological Association hasta 1998, despus de casi 20 aos de luchar porsu reconocimiento y por establecer una dinmica de reflexin y participacin.7 Se le reconoceal espaol Francisco Parra-Luna el empeo en la conformacin de esta poco convencionalrama de la sociologa contempornea, y, a partir de su iniciativa, el papel que hemos ju- gadoen el Comit RC-51 los hispanoparlantes ha ido poco a poco creciendo, desde elmantenimiento del sitio oficial del comit en Zaragoza, la organizacin de las conferencias y laparticipacin creciente. El dilogo se ha abierto, y poco a poco se abren nuevas perspectivas.La investigacin y desarrollo de cibercultur@ es una de las aportaciones que desde el mundode habla espaola converge para dialogar con la sociociberntica con pleno rescate de dospensamientos. Uno di- rectamente del espritu de Antonio Machado, andaluz, espaol y, paranosotros, tambin iberoamericano: para dialogar, preguntad primero, despus, escuchad.Justo en la misma direccin que nos proponen las comunidades zapatistas del Surestemexicano que, cansadas de ser ignoradas y explotadas durante siglos, saben que slopreguntando, andamos.

    Este es precisamente el sentido del desarrollo de cibercultur@. Queremos dialogar para aprender a sentir hondo, muy hondo, y a pensar alto, muy alto.El estado actual de las cosas de este mundo no exige menos.

    7 La primera reunin oficial como Comit RC-51 de ese grupo de acadmicos, profesionistas, consultores y algunos socilogos

    ocupados en la sociociberntica, con mayora de participantes de pases e instituciones del centro del sistema-mundo,especialmente Europa y Norteamrica (Espaa, Holanda, Alemania, Gran Bretaa, Francia, Estados Unidos, Canad, Japn, Italiay algunos del antiguo bloque comunista como Rusia, Hungra, Eslovaquia, Rumania, etc.) con una mnima presencia de paseslatinoamericanos, asiticos y africanos, se llev a cabo en Kolimbori, Grecia (1999). La segunda se realiz en Panticosa, Espaa(2000), la tercera en Len, Mxico (2001), la cuarta en Brisbane, Australia (2002), la quinta en Corfu, Grecia (2003), la sextaen Lisboa, Portugal (2004), la sptima en Maribor, Eslovaquia (2005), la octava en Durban, Sudfrica (2006), la novena enMurcia, Espaa (2007) y la d- cima en Ciudad de Mxico, Mxico (2008).

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