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Page 1: Churumatas Paypayas Yalas Ocloyas FERREIRO

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EL CHACO EN LOS ANDES.

- Manuel J. Castilla -

Churumatas, Paypayas, Yalas y Ocloyas en la Etnografía del Oriente Jujeño

Desde hace ya mucho tiempo se puede observar el interés que despierta en los especialistas la relación entre el Chaco y los pedemontes y valles andinos. Interés que, sin embargo, no ha podido ser plasmado ni en un cuerpo teórico general ni en una corriente de investigación reconociendo, más bien, una serie de esfuerzos aislados que convergen, para la zona de Jujuy, en el pedemonte oriental y en los valles aledaños. Esfuerzos cuya mejor representación hasta la fecha es El antigal de Ciénaga Grande, de A. M. Salas1

Esta zona -y los problemas etnográficos que presenta- parecen haber captado nuevamente la atención de los investigadores en los últimos años, preocupación que se plasma en una serie de trabajos recientes que

, obra que aún sin abocarse específicamente a la problemática aludida se ha transformado en referencia indispensable para cualquier investigación sobre el área, y que además plantea por vez primera algunas de las preguntas que animan este artículo.

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Es realmente una tarea problemática delimitar, nombrar y localizar "grupos étnicos" en la época de primera conquista y colonización del territorio jujeño. El conocimiento europeo sobre los habitantes originales o establecidos antes de su llegada y del territorio mismo en proceso de conquista y colonización es sumamente deficiente. Antes que respetar o considerar las divisiones políticas y las identidades resultantes que estos grupos locales presentan, los conquistadores recurren a su propia lógica de identificación para reconocerlos efectivamente. La consecuencia metodológica de este tipo de dinámica social es que debe

, desde diversas perspectivas, abordan tanto la Etnografía de esta región, como de sus complejas relaciones con los Andes. El presente trabajo, en consecuencia, se suma a esta corriente intentando dar un panorama tentativo acerca de la ubicación y dispersión de algunos de sus pueblos, enfatizando la particular articulación interregional que éstos presentan.

(*) Centro de Estudios Indígenas y Coloniales/Facultad de Humanidades y Ciencias Sociales - UNJu - CONICET (**) A Vicente y Martha, mis padres. (1) Salas, A. M.: Los indígenas de la quebrada de Humahuaca. El descubrimiento del territorio. Caps. II y III de EL ANTIGAL DE CIENAGA GRANDE, San Salvador de Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy - I.I.T.-F.F. y L.-UBA, 1992 [1945]. (2) Lorandi (Lorandi, Ana María: "Pleito de Juan Ochoa de Zárate por la posesión de los indios Ocloyas. ¿Un caso de verticalidad étnica o un relicto de archipiélago estatal?", Runa. Archivo para las ciencias del hombre, Vol. XIV, 1984, pp. 123/142.); Santamaría (Santamaría, Daniel J.; "El campesinado indígena de Jujuy en el siglo XVII. Un estudio sobre las formas de integración étnica en situación colonial", América Indígena, Vol. 52, N° 2, 1992, pp. 267/290); Sica y Sánchez (Sica, G. y Sánchez, S.; "La Frontera Oriental de Humahuaca y sus relaciones con el Chaco", Bulletin Français d'Etudes Andines, 19, 2, 1990, pp. 469/497); y muy en especial Doucet (Doucet, Gastón Gabriel: "Acerca de los churumatas con particular referencia al antiguo Tucumán", Revista Histórica, vol. XVII, n° 1, julio de 1993, pp. 21/91), quien ha tratado puntualmente estos temas en lo que es, tal vez, el mas completo artículo en cuanto a información que sobre los Churumata se haya escrito y del cual parten algunas líneas que indudablemente constituyen referencia obligada de nuestro trabajo.

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Juan Pablo Ferreiro

**

¿Porqué nos desentierran y cavan hasta hallar nuestros propios adioses? ¿Por qué aventan nuestras cenizas, esa tanta distancia?

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realizarse una crítica de fuentes - que no siempre cuenta con los elementos necesarios para llegar a buen término - para determinar algunos puntos comunes que permitan identificar esos grupos con etnónimos válidos dentro de la miríada de nombres que presenta la documentación. Muchos de estos etnónimos, que llevaron y llevan a confusión, no son otra cosa que un genérico más o menos descriptivo de alguna característica cultural particularmente notoria del grupo en cuestión. Muchas veces estas denominaciones genéricas tienen su origen en los nombres que otros grupos ya sometidos aplican a sus vecinos. Tal el caso de los famosos Juríes chaco-santiagueños puesto en evidencia por Kersten a principios de siglo, y analizado por Canals Frau en la década de 1940: "Los pueblos Aymara-Quetchua de Tucumán transmitieron a los españoles la designación de "Suri o Juri" para las tribus errantes del Chaco, pero éstos la aplicaron a todos los elementos étnicamente diversos que se rindieron en la primera acometida, y a los que pudieron reunir en encomiendas en las ciudades recién fundadas del límite sudoeste del Chaco."3

No obstante, parece que esta no fue la única o excluyente manera de denominar a un grupo local. Los españoles recurren a su propia lógica de identificación para designar grupos cuyos rasgos desconocen o son irrelevantes como indicadores de su especificidad. Esa lógica se descubre en los mismos apellidos españoles. Tomese por caso Pedro de Oña, donde el apellido denota el origen regional del individuo, en este caso una comarca leonesa. Otro caso se presenta con el apellido del fundador de Jujuy, Francisco de Argañaraz y Murguía, donde el segundo apellido (materno) no señala tanto una procedencia regional, como la pertenencia a un determinado linaje, esto es, la descendencia de un personaje principal que constituyó una "casa" hidalga a partir de la cual sus descendientes son identificados como miembros. Se ve operar la segunda de estas lógicas culturales al tratar de identificar grupos que se resisten con violencia al español en algún momento. Tomemos como ejemplo a los -aún hoy- enigmáticos Churumata. En 1596 el Teniente de Gobernador interino, el vecino Pedro de Godoy, "El de Santiago", intentando poner límites a una ocupación territorial "fantasma" por parte de vecinos que no se "avecindaban" y que volvía a poner en serio riesgo la fundación (como ya antes hubiese ocurrido en dos oportunidades terminando por despoblar la zona)

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"...mandaua y mando y por aber Estado En gran rriesgo como Es notorio de los yn[di]os laysa y sircumbezinos chiriguanaes y otras nasçiones que se conbocaron y juntaron y con animo dañino yntentaron de dar El asalto a Esta ciudad para matar la gente que En Ella Estan y despoblalla..."

, ordena dejar vacas las tierras "no asistidas" para ofrecer tierras libres como incentivo a la colonización. El argumento expuesto por Godoy es muy significativo:

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Sobre los "chiriguanaes" no hay demasiada disputa; se trata de los famosos guaraníes

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(3) Kersten, Ludwig: Las tribus del Gran Chaco hasta fines del siglo XVIII, Resistencia, Instituto de Historia - Facultad de Humanidades - Universidad Nacional del Nordeste, 1968 [1905], pp. 47/48.

cercanos a Zenta sobre los que, más de un siglo después, dará cuenta el padre Lozano y a los que otros atribuyen el haber enfrentado a las fuerzas de Almagro en el valle de Jujuy durante su entrada. El problema se sitúa, más precisamente, en el otro grupo mencionado: los Laysa.

(4) Para un análisis de esta situación y de sus consecuencias para la jurisdicción de San Salvador de Jujuy a principios del siglo XVII remitimos a nuestro trabajo "Tierras, encomiendas y elites. El caso de Jujuy en el siglo XVII", Anuario de Estudios Americanos, (en prensa). (5) Archivo de Tribunales de Jujuy (ATJ), Caja 1, Legajo 3, fs. 51 v. - 1596. Es necesario precisar en este punto que parte de la información de Archivo que aquí ofrecemos ya fue presentada y analizada por Salas, en su obra El Antigal de Ciénaga Grande..., de la que son deudores éste y otros trabajos destinados al área. No obstante lo cual preferimos, por razones metodológicas, citar las fuentes desde su ubicación en el Archivo de Tribunales de Jujuy, y no desde las transcripciones editadas por Salas. (6) Desde luego, no se trata de los guaraníes etnográficos que hoy habitan el territorio paraguayo y parte de la provincia argentina de Misiones. Al llamarlos guaraníes Lozano hace referencia al grupo lingüístico.

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Afortunadamente podemos ejercer en este caso la crítica de fuentes. Como se intentará demostrar, los Laysa no son otros que los Churumata sujetos al cacique Laysa, quienes según la evidencia disponible, ya habrían sido trasladados en esa fecha al valle de Perico7

"...angelina omtan yndia que dijo ser natural del pueblo y rrio de çinta naçion churomata y ques de la [en]comienda del capitan jua[n] rodriguez de salazar y que agora es cassada con andres yndio del paraguai [...] dijo que conosçio al yndio lupai ques yndio churomata del pueblo y naçion desta t[estig]o [...] y que bido y conoçio al d[ic]ho lupai en çinta..."

. En 1630 se sustancia un pleito por un indio churumata entre el padre Cristóbal Rodríguez de Zalazar, en nombre de su hermano el feudatario de los Churumata Juan Rodríguez de Zalazar, contra el encomendero de los Paypaya, el capitán Alonso de Tapia y Loayza. Uno de los testigos presentados por la parte querellante fue:

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Luego, el mismo Padre Rodríguez agrega:

"...don diego casique del pueblo de paypaya diçe que claramente que conoçio al dicho yndio lupay churumata en el pueblo de çenta donde estaban poblados los dichos yndios churomatas con su curaca laysa y despues llego un español en nonbre del capp[it]an jua[n] rodriguez su encomendero que ya es difunto y saco toda la jente donde estaba poblada y la trujo y los poblo en rio de perico..."9

Este grupo Churumata introduce una serie de interrogantes etnográficos sobre los que luego volveremos.

Pasemos ahora al segundo tipo de identificación mencionada: aquel por el cual se designa a un grupo en función del topónimo que localiza su territorio. Sin ninguna duda, el caso más evidente lo presentan los casi míticos Jujuies. Grupo mencionado por tempranos cronistas como Ruy Diaz de Guzmán, sin que luego se los haya registrado ni asociado a etnónimo alguno. Lo significativo de esto es que Ruy Diaz no visitó, que se sepa hasta el momento, el territorio del Tucumán Colonial. En cambio, otros cronistas tempranos, cuyas actividades en esta región están plenamente registradas, como el padre Alonso Bárzana y Pedro Sotelo de Narváez jamás se refieren a un grupo de esta denominación cuando hablan del valle de Jujuy, de sus valles orientales, de la quebrada de Humahuaca o de la Puna. Como tampoco hablan de los aguerridos Jibijibés, otro etnónimo utilizado con grupos del valle de Jujuy hacia mediados del siglo XVI. Ejemplos de este último tipo se ofrecen en los listados de pueblos encomendados en la jurisdicción de la ciudad de Jujuy. Tal el caso de los Gaypetes encomendados supuestamente a Francisco de Argañaraz. En toda la documentación revisada (1593/1630) se han encontrado muy pocas veces este nombre, y nunca como etnónimo sino como topónimo: San Francisco de Gaypete. Aún en el caso de que hayan sido estos pobladores los que dieron su nombre al lugar, la lógica sigue vigente, se los nombra según el lugar donde viven. El proceso de identificación utilizado por los españoles dista de ser simple o esquemático; en muchos casos recurren a formas de designación existentes en su cultura de origen y que no se puede afirmar de manera tajante que hayan sido plenamente compartidas por los grupos nativos. Estas formas, que varían de acuerdo al conocimiento que el poblador hispano va adquiriendo sobre la región y su gente, parecen seguir dos grandes líneas tendenciales. La primera subsume dentro de un colectivo ambiguo y difuso a un número no precisado de grupos locales (Juríes, Jujuies, etc.). La segunda, que surge cuando su conocimiento ha superado la generalización primaria, tiene una dirección opuesta: la

(7) Según Doucet (op.cit.) estos churumatas de Laisa habrían sido reducidos en Perico por su encomendero, Juan Rodríguez, durante el transcurso del año 1595. (8) ATJ, Caja 3, Legajo 40, s/f - 1630 (9) ATJ, Caja 3, Legajo 40, s/f - 1630

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fragmentación. Se pasa de un colectivo que no designa nada, a una singularización extrema de algunos grupos locales, extrayéndolos tal vez de su "nación" originaria (los Laysa - churumatas)10

Estos últimos, como decíamos antes, plantean una interesante problemática etnográfica. No se intentará aquí su etnografía, sino sólo algunas preguntas que aproximen a su ubicación geográfica y a la perspectiva que de esos grupos tuvieron los colonizadores hispánicos.

.

Estos Churumata, a los que testigos propios y ajenos los señalan como provenientes de la sierra de Zenta aparecen en algunos cronistas como grupos de origen andino: "Cuarenta leguas del Pilcomayo, costeando la cordillera la vuelta del sur al pie de ella a la parte de los Llanos en un valle, están los indios Churumatas, que son más de mil quinientos, gente labradora de los del Perú, y que se sirven de carneros de la tierra..."11

No obstante, como clara muestra de los problemas de identificación mencionados, el mismo Lozano, unas páginas antes dice:

"Entre los Guamalcas, Churumatas y Chichas orejones, naciones del Chaco, que viven en algunos valles de la serranía hacia el Perú..."12

los Churumata son, al mismo tiempo, "naciones del Chaco" y "gente del Perú" y estan situados en "la cordillera", en "algunos valles de la serranía", lo que otros autores han interpretado como la región de Zenta

13, zona en la que también estarían asentados los Ocloya y los Paypaya. Sin embargo, un grupo churumata muy tempranamente citado por Matienzo en una carta al Rey en la que trata sobre su visita a reducciones de la jurisdicción de la Audiencia de Charcas, aparece ubicado más al norte, específicamente en la zona de Tarija14. En realidad, la referencia de Lozano menciona a este grupo y a esta ubicación, en la zona de Chichas, y no en la zona de Zenta15. En esta y otras cartas del Oidor Matienzo los Churumata aparecen, efectivamente, como un grupo asentado en la zona de Chichas cercanos a los pueblos de Tomina, Condorillo y Tacopaya. También Del Río y Presta16

(10) Este tipo de principio fue el que llevó al Padre Lozano, de acuerdo a la crítica de Jolís, a ver innumerables naciones en el Chaco Gualamba: "Que no hubo en el Chaco tan gran número de distintas naciones, como quiere Lozano, es una prueba inequívoca de haberse tomado e indicado (lo que él hace) las tribus y Villorrios de una misma nación por naciones distintas, lo que fue observado por nosotros en otro lugar..." (Jolís, José [S.J.]: Ensayo sobre la Historia Natural del Gran Chaco, Resistencia, Instituto de Historia - Facultad de Humanidades - Universidad Nacional del Nordeste, 1972 [1789], pp. 297). Creemos que esta acertada crítica, como ya lo hemos sugerido más arriba, puede extenderse a otras regiones y a la lógica que utilizaba el estrato europeo en general.

encuentran a este grupo en la zona de Tarabuco, adonde habrían asistido como mitmaqkuna incaicos.

(11) Lozano, Pedro (S.J.): Descripción Corográfica del Gran Chaco Gualamba, San Miguel de Tucumán, Departamento de Investigaciones Regionales, Universidad Nacional de Tucumán, Publicación n° 288, 1989 [1733], pp. 61. (12) Lozano, op. cit., pp. 53. (13) En este sentido Jolís descree abiertamente que los Churumata hayan convivido en momento alguno con los famosos Chichas Orejones, y en consecuencia critica fuertemente esta postura de Lozano según la cual los Churumata son "gente del Perú": "No menos falso debe estimarse cuanto refiere el mismo autor sobre los indios Churumatas, que habitan cerca de 40 leguas del Pilcomayo hacia el Sud, costeando la Cordillera, que tienen y hacen uso de las Llamas para trabajar la tierra, a cuyo cultivo se dedican y de donde extraen el sustento necesario. Lo afirmado sobre las Llamas es suficiente para descubrir la falsedad. Estas pueden vivir sólo en regiones frías y no húmedas: y la parte Occidental de la Cordillera donde él dice que habitaban dichos Salvajes, se sabe son cálidas y muy lluviosas..." (Jolís, op. cit., pp. 251). Paradójicamente, en el mapa de Machoni, adjunto a la obra del padre Lozano no existe referencia alguna a los Churumata. Sí, en cambio, en el mapa de Antonio Josef del Castillo [1774] (en Saignes, Thierry y Combés, Isabelle: Alter Ego, Naissance de L'Identité Chiriguano, Paris, Cahiers de L'Homme, 30, 1991) donde aparecen ubicados en la costa Norte de la confluencia de los ríos Bermejo y Tarija -adonde habría estado asentada Santiago de Guadalcázar- . (14) De este grupo se han ocupado otros autores, en particular Del Río, María de las Mercedes y Presta, Ana María: "Un estudio entnohistórico en los corregimientos de Tomina y Yamparaez: casos de multietnicidad", Runa. Archivo para las ciencias del Hombre, Vol. XIV, pp. 221/246; Del Río, María de las Mercedes y Presta, Ana María: "Los Churumatas entre el Chaco y las tierras altas", Memoria Americana. Cuaderno de Etnohistoria, n°2, 1993, pp. 41/49; Espinoza Soriano, Waldemar: "Los Churumatas y los mitmas Chichas Orejones en los lindes del Collasuyo - Siglos XV - XX", Revista Histórica, XXXV, 1986, pp. 243/197; Schramm, Raimund: Transcripción e Introducción de R. Schramm a la Visita de los yndios Churumatas e yndios Charcas de Totora que todos están en cabeza de su Magestad, 1560, La Paz, Serie: Fuentes Primarias, MUSEF, 1990; Doucet (op. cit.) y parcialmente Barragán Romano (op. cit.). (15) Deducimos esto de la ubicación dada por el padre Lozano "hacia el Perú", lo cual vendría a coincidir con los datos siguientes, que ubican a este grupo en esa zona. (16) Del Río, M. y Presta, A. M., (1984)

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"Halle grandes disoluciones que los encomenderos abían vsado con estos pobres indios moyos y churumatas que mas justamente se pudieran llamar esclauos de sus encomenderos porque todos ellos an seruido personalmente a sus amos [...] y lo peor era que algunos de estos encomenderos se siruian de los yndios y les hazian trabajar en tierras enfermas como son los del licenciado polo que trabajan en el ingenio de azucar que tiene en el valle de chuqui-chuqui tierra calida y muy enferma a do se murieron sin confesion de sesenta que heran treinta y dos [...] y no solo esto pero ni se abian confesado en toda su vida estando quatro leguas de la ciudad de la Plata y no mas en el yngenio del dicho licenciado polo..."17

Según el mismo documento estos Churumata están reducidos en el valle de Colpavilque, también llamado Villaverde de la Fuente; encomendados a Gaspar de Carranza constituyen un ayllu hacia 1573

18. Esta ubicación viene a corroborar aquella que para el siglo XVI diese el Padre Corrado y que fuese citado por Salas. En 1575 conviven con los Moyos y al igual que estos son denominados "indios de arco y flecha"; para 1593 ya se los encuentra en Tarabuco, donde constituyen un ayllu, y para 1621 ocurre lo mismo en Arabate19

Luego, el mismo Lozano identifica a un nuevo grupo Churumata: .

"La nación que a ésta se sigue, son los Mataguayes, que son los más inmediatos hacia Xuxuy, aunque algunos había hacia los Chiriguanás [...] Hay unos Mataguayes Coronados, y otros Mataguayes Churumatas. Los Coronados hablan la lengua guaraní, aunque la materna suya es diferente. Los Mataguayes Churumatas entienden y hablan diversas lenguas, como son la Quichua, la Guaraní y la Ocloya, por los diferentes cautivos que tienen en sus tierras, y entienden también la lengua de los Tobas [...] Y algunos de los Mataguayes se arrancan el cabello de en medio de la cabeza formando una corona, por donde se llamar Coronados, aunque los Mataguayes Churumatas andan como los Tobas y Mocobíes..."20

Esta última cita, particularmente reveladora, marca diferencias tajantes con el grupo otro llamado Churumata. Los primeros son "gente del Perú", labradores que pastorean camélidos andinos y conviven, en un grado de relación que desconocemos, con "Chichas Orejones"

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(17) Levillier, Roberto: 1922; La Audiencia de Charcas. Correspondencia de Presidentes y Oidores. Documentos del Archivo de Indias, Tomo II (1580 - 1589), Madrid, Colección de Publicaciones Históricas de la Biblioteca del Congreso Argentino, 1922, pp. 480.

, quienes, según el mismo Lozano, son mitmaqkunas incaicos que permanecieron en su

(18) Tal como aparece en Del Río y Presta, op. cit. (19) Al hablar de este grupo Barragán Romano incluye en una nota al pie una cita sumamente sugestiva, que lamentablemente no registra la fecha del documento, aunque parece tratarse de una cédula de fines del siglo XVI: "llas». R. Loredo 1958:168. El problema aquí es que no hemos ubicado a este valle de Sibi Sibi. No sabemos tampoco si cuando indica esta se está refiriendo a La Plata o a Totora, lugar del que está hablando cuando menciona el párrafo antes citado." (Barragán Romano, Rossana: ¿Indios de arco y flecha?. Entre la Historia y la Arqueología de las poblaciones del norte de Chuquisaca (siglos XVI - XVII), Sucre, Ediciones ASUR, 1994, pp. 97). Es razonable suponer que este valle de Sibi Sibi, tan lejano que no permite el servicio de los indígenas que, además, están de guerra, no es otro que el valle de Jujuy. Precisamente ese es (también escrito como Xivi Xivi) la denominación tradicional del Río Chico, curso que atraviesa el valle paralelo al Río Grande (llamado de Omaguaca en la temprana colonia) en el cual confluye unos kilómetros después en dirección sureste. (20) Lozano, op. cit., pp. 81/85. (21) Debe recordarse aquí que también a los Toba se los denominó también "Orejones", por la costumbre de agrandar el lóbulo de la oreja con diversos adornos, como los Tequet, Chunupí, Guamalca, Yucunampa y Vilela. En este sentido es muy sugestiva la referencia que hacen Bruno y Najlis de las distintas denominaciones que recibieron los primeros: "Los altísimos tobas, llamados por los indios quichuizantes, por los mataguayos, por los matacos (es decir avestruces) e (hombres del Inca) por los lenguas..." (Bruno, Lidia N. y Najlis, Elena I.: Estudio comparativo de vocabularios Tobas y Pilagas, Buenos Aires, Centro de Estudio Lingüísticos, 1965, pp. 22). Lingüísticamente los Toba se dividen en dos grandes grupos: el Toba-Maskoi (llamada también enenlhit), lengua perteneciente a la familia Mascoi y hablada actualmente en el Paraguay; y el Toba-Gauykurú (también llamado Emok-Toba y Namgom) hablada entre los Toba argentinos (Pottier, Bernard (ed.): América Latina en sus lenguas indígenas, Caracas, UNESCO - Monte Avila, 1983, pp. 157/180). En términos etnográficos, en cambio, los Toba se dividen en tres grandes grupos (Occidentales, del Bermejo y Takshik) cuya delimitación y caracterización se ha prestado históricamente a distintas confusiones y denominaciones. Durante el siglo XVIII se reconocieron algunas diferencias entre ellos pero mencionando sólo a dos grupos, los occidentales y los del Bermejo. Posiblemente a los primeros se refería Sotelo de Narváez cuando los menciona como vecinos de los Ocloya. Tal vez fueron estos mismos los Toba que iniciaron en el siglo XVI una migración de dirección sur-noroeste desde el Bermejo hasta el Alto Pilcomayo como la mencionada por Roitman (Roitman, Adolfo D.: Notas etnográficas de los Toba-Taksek III. Bosquejo para una historia de las tribus Toba, Tilcara, Instituto Interdisciplinario Tilcara - Facultad de Filosofía y Letras - Universidad de Buenos Aires, 1982.). De todas formas ya desde fines del siglo XVI se los encuentra en la región del Alto Pilcomayo aledaña a Tarija y realizando incursiones hasta las cercanías de Santa Cruz.

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destino una vez derrotado el imperio. En segundo lugar, parte de la carta de Matienzo brinda una información que parece no coincidir en un aspecto esencial con estos nuevos Churumata "Mataguayos": muere la mitad del grupo al ser trasladado a un valle cálido. Matienzo argumenta que la mortandad se debió a la naturaleza del nuevo asentamiento (tierra "muy enferma" y "cálida"). Resulta difícil compatibilizar este comportamiento ante tierras cálidas por parte de un grupo que, según Lozano, también reconocería un origen chaqueño. Los otros, en cambio, aparecen como completamente diferentes. No sólo son grupos chaqueños por su hábitat, sino que muestran, según la información, hábitos culturales claramente chaqueños e inclusive amazónicos. Esta última referencia hace mención a que los Mataguayos Churumata "...andan como los Tobas y Mocobíes...". El contexto en el que Lozano informa sobre este aspecto cultural es en su referencia a un tipo particular de arreglo capilar que practican los Mataguayos. Ahora bien, Toba y Mocoví también participan de este tipo de costumbres, ya que: "Asimismo las madres a los de uno y otro sexo arrancan el pelo de la cabeza, haciendo un como camino de tres de tres dedos de ancho desde la frente hasta la coronilla, del todo pelado..."22

Esta costumbre, que puede encontrarse aún hoy entre pueblos amazónicos del piedemonte oriental peruano y ecuatoriano, constituye una de las características más visibles de los pueblos chaqueños

23; no se encuentran referencias etnográficas en cambio sobre este tipo de costumbres entre los pueblos andinos. Tal vez esa fue una de las razones que llevaron a Lozano a definir a todos estos pueblos como Caribes. Aún si este autor se hubiese referido a la indumentaria de los Mataguayos Churumata la situación sería la misma; ya que su ropa consiste en mantas hechas con pieles de animal y vestidos de fibra de chaguar, con la que también fabrican cántaros para líquidos. Nuevamente se ve aquí la presencia de fuertes características chaqueño-amazónicas. El último elemento encontrado, que reafirma lo dicho, es la mención a prácticas caníbales por parte de estos grupos24. Dejando al margen la discusión sobre la existencia real o no de tales prácticas25

De esta confusa situación el padre Jolís concluye que aquellos Churumata andinos no existieron jamás:

, es sugestivo que esta acusación no haya recaido nunca sobre los pueblos andinos, pero sí es uno de los elementos del imaginario europeo sobre algunos pueblos chaqueños y amazónicos particularmente belicosos.

"De aquí que no se crea sino imaginarios los sesenta mil Tonocotés que afirma como reales Machoni, y mucho menos que existan todavía los Churumatas, los Chichas, los Orejones descendientes de valerosos y nobles Capitanes y Generales elegidos y enviados por el Emperador del Perú para la conquista de las provincias enemigas; que tengan sus rebaños de Llamas, con cuya lana se visten, que cultiven la tierra y caven las minas, fabricando sus vasos y ornamentos de plata como cuenta Lozano. Pero lo que todavía se vuelve más increíble es que él da a los Churumatas (que no son otros que los Mataguayos) como (22) Lozano, loc. cit., pp 85. (23) Tal como lo destaca el padre Jolís: "Bajo el nombre general de Frentones, que italianizado vendrían a llamarse Frentoni, todos los Europeos de la Provincia llaman así a las Naciones del Chaco ya que tienen la frente extremadamente espaciosa no sólo a causa de los frecuentes cortes de cabello que se hacen a fin de que no crezcan para recubrirla, sino también por rasurarse con navajas de piedra, con huesos de peces o por arrancarlos del todo con pincitas [...] De este modo se hacen de una venerable calvicie de dos pulgadas y media de largo y una y media de ancho más o menos..." (Jolís, op. cit., pp. 285) (24) Al referirse a los Mataguayos, Teutas y Tobas (aparentemente se trataría de los Toba del Bermejo históricos) Lozano dice: "...todos tienen unas mismas costumbres, y son semejantes en todo, que por eso los hemos juntado, para hablar sin distinción de unos a otros. Todos son Caribes, comedores de carne humana..."(Lozano, op. cit., pp. 83). Previamente a ésto da a entender que los Mataguayos se dividen en Mataguayos Churumatas y Coronados. (25) En referencia a esta discusión remitimos a la sugerente postura que desarrolla W. Arens (Arens, W.: El mito del Canibalismo. Antropología y Antropofagia, México, Siglo Veintiuno Editores, 1981 [1979]) la cual compartimos.

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compañeros y amigos de los nombrados Orejones y dedicados a los mismos ejercicios. No es creíble que los Mataguayos, con quienes se ha tenido por muchos años prolongado trato doméstico y amigable, no diesen cuenta alguna de éstos, sus connacionales, tan ricos y civilizados como refiere Lozano..."26

Los primeros Churumata, de fuertes características andinas (o andinizadas), son los que Salas ubica en la zona de Tarija. Los segundos, los denominados Churumata Mataguayo, de acuerdo a nuestros cálculos podrían haber vivido al Sudeste de aquellos, posiblemente en la vertiente oriental de la sierra de Zenta entre los 64°30' y 65°00' de latitud E, y la cuenca del río Bermejo

27. Esto es, en la zona de pedemonte y cumbres que limitan con el territorio chaqueño y adonde se instalaría, a fines del siglo XVII una misión y un fuerte (San Andrés), en el cual se reducirían grupos Vejoz y Mataguayo circunvecinos -ambos pertenecientes al tronco lingüístico Mataco-Mataguayo-. Sin embargo, el panorama lingüístico pintado por Lozano vuelve a mostrar a un pueblo, o a una serie de pueblos, que no permiten una identificación precisa. Las lenguas que hablan, en todo caso, indicarían su ubicación en un punto de articulación entre chaqueños y andinos. Tal pareciera ser el significado de que hablasen y se entendiesen en "Quichua, Guaraní, Ocloya y Toba". Aunque, desde luego, al menos los Churumata mencionados en primer término, poseyeran lengua propia28

"...caçique laisa a quien este t[estig]o conoçio mui bien y le tratava y comunicava y ques de la mesma lengua de este t[estig]o y su naçion churumata la del d[ic]ho laissa y la deste t[estig]o es yala y asamata [o ahamata - n.d.a.] pero que se entienden en una lengua..."

. Este puede ser el sentido de la declaración del cacique de los Yala, don Pablo Lamaxa al ser interrogado sobre un indio Churumata sujeto a su viejo conocido el cacique Laysa (a quien habría conocido en su asentamiento de Zenta):

29

(26) Jolís, op. cit., pp. 296.

(27) Nuestros cálculos se basan en varios elementos convergentes. Por un lado, la cercanía que parecen haber tenido con Paypaya y Yala Ahamata. Por otro lado esta zona coincide con el territorio ocupado por grupos Mataguayo (que parecen haber llegado más al Sur, inclusive a la zona de Valle Grande y posiblemente la cuenca del Río San Francisco); y finalmente por algunas citas del padre Lozano: "Están estos Churumatas dos jornadas de esta nueva población [Santiago de Guadalcázar, n.d.a.] hacia el camino del Perú, para donde se saldrá a hacer camino..." (Lozano, op.cit., pp. 164). Al camino del Perú al cual alude Lozano se pudo acceder a través de tres recorridos posibles (por lo menos los dos primeros aún utilizados): a) subir por el cauce del río San Andrés hasta el Abra de Ciénaga Negra y desde allí a la zona de Caspalá en Valle Grande, luego hasta el abra de Mudana en Humahuaca, y desde allí a la Quebrada de Calete pasando, posiblemente, por Cianzo; b) desde la zona de Orán (Guadalcázar) subiendo por el río San Andrés - Zenta atravesando el abra de Zenta hasta Palca de Aparzo, y de allí bajar por el cauce del río Calete, o por el Abra de Tambor y c) subir por el curso del río Negro - Iruya desde la zona de Orán hasta Iruya y de allí tomar el camino a Cangrejillos. Nos inclinamos a creer que fue uno de los dos primeros, ya que hacia 1630 los sacerdotes que pretendían entrar al Chaco por Humahuaca lo hacían atravesando Cianzo (y obviamente Palca de Aparzo) zona en la que inclusive llegó a haber una estancia de ganado. Ahora bien, si como lo sugiere Lozano los Churumata estaban "diez o doce leguas distantes desde la ciudad de Santiago de Guadalcázar" en un valle en "las vertientes hacia el Chaco" bien puede tratarse de la zona de Valle Grande ya que si se considera la legua de aquel momento como "legua larga" cuya distancia variaba entre 6,4 km, (cálculo personal hecho en base al mapa de A. Machoni) y 7,4 km (medición utilizada en: Zanolli, Carlos: "Estructuración Etnica de la Quebrada de Humahuaca. El caso de los Omaguacas. Estudios Preliminares", Segundo Congreso Internacional de Etnohistoria, Coroico, 1991), la distancia mencionada es, aproximadamente de unas 11 leguas. Este valle cumpliría con el requisito de tener "las vertientes hacia el Chaco"; por otra parte es la zona donde presumiblemente ubicamos a otros vecinos (y "parientes") de éstos, como son los Yala y los Ocloya. No obstante, otra ubicación posible puede ser entre las cuencas de los ríos Pescado, Negro y Zenta, adonde presumiblemente los ubicarían otros investigadores (tal el caso del trabajo de Sica y Sánchez, op. cit.); de ser así podrían haber ocupado algunos valles pequeños y aislados como el de la Concepción, situado unos 60 km al Oeste de las Juntas de San Antonio (adonde presuntamente estuvo Guadalcázar), y cercano a Iruya. (28) Es sugestivo que ninguno de los cronistas que mencionan a los Churumata, en especial Lozano, que describe someramente su lengua, mencionen que se haya hecho en algún momento una gramática, o al menos un libro de oraciones, en dicha lengua. (29) -ATJ, Caja 3, Legajo 40, s/f - 1630- Estos Ahamata o Asamata fueron un grupo que junto a Yapanata, Tomata y Omanata, Salas identifica como miembros del colectivo mayor: Churumata. Los Tomata, como vimos en citas anteriores, asisten junto a éstos en el Valle de Tarija, y según las fuentes son de procedencia Chicha. Los Ahamata o Asamata están vinculados a los Yala y Churumata a través del lenguaje, como lo especifica el cacique don Pablo Lamaxa. Finalmente, y de acuerdo a información presentada por Salas, los Yapanata y Omanata mencionados juntos en la cesión de encomienda que en 1602 se le otorgase a Juan Ochoa de Zárate, habrían estado sujetos al cacique Churumata Laysa. En este último punto creemos que el llamado de atención que realiza Doucet sobre el verdadero sentido de este liderazgo se aproxima a lo que pudo ser el carácter de estas relaciones políticas inter o intraétnicas: "Ahora bien, parece probable que ese liderazgo múltiple fuera ejercido circunstancialmente, y que por tanto no debe verse en él indicio de una estructura política estable; se trataría sólo de la actuación sobresaliente de un caudillo prestigios que, en una situación excepcional, aglutina a otros en torno suyo" (Doucet, op. cit, pp. 64)

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Lozano afirma que los Churumata poseen idioma propio y que hablan diversas lenguas (al menos los Mataguayo Churumata). Por otras citas se sabe que también habitan una zona donde están asentados los Yala, lo que sugiere que tal vez la lingua franca en la que se comunicaban Laysa y Lamaxa haya sido el Ocloya, o bien que hayan compartido una misma lengua, la Churumata. Estos Yala parecen haber estado asentados, según Salas30 en un lugar denominado Yala del Monte Carmelo, cerca de los poblados Ocloya de Guizpira y Chicza (o Si Ocra, o Chijra, o Chieza)31

A estos dos grupos se añade otro más, el de los Paypaya (uno de los dos grupos involucrados en el pleito entre Rodríguez de Zalazar y Tapia y Loayza), ya que de acuerdo a lo expresado por el testigo Gonzalo Tova

, esto es, al Norte de los ríos Normenta, Catalde y al Sudoeste de Zenta y en el camino a Valle Grande. Desde allí y en época indeterminada fueron trasladados a su ubicación histórica en los alrededores de la laguna homónima, a unos 20 km. al Noroeste del valle de Jujuy.

32

"...en el pueblo de tuculera deste te[s]t[ig]o se juntaban los de su pueblo paypaya y churomatas en veses y que alli el dicho lupai como belicosso y a fuerça se aquerençio y apodero de la yndia tilaime..."

, de la encomienda y pueblo de Paypaya:

33

la mayoría de los testigos, al informar sobre la muerte del Churumata Lupai, indican simplemente que murió en el pueblo de Paypaya; sin embargo, uno de ellos, el Churumata Miguel Caleleba precisa que:

"...despues de naçidos [los hijos de Lupai y Tilaime] a pocos dias murio el d[ic]ho lupai en el pueblo de caltatapi ques de los paypayas..."34

Precisamente es esta relación

35

"debe ser enterado mi ermano en sien yndios churumatas con el casique don pedro laysa o sus sussesores y es claro y manifiesto que siendo todos churumatas estan Rebueltos unos con otros..."

entre ambos grupos el argumento central esgrimido por el padre Cristóbal Rodríguez de Zalazar, quien en su demanda contra Alonso de Tapia y Loayza, arguye que se le deben entregar los indios ya que:

36

(30) Salas, op. cit.

(31) Estas eran dos de las cuatro "tribus" que componían la nación Ocloya: "Toda la nación estaba dividida en cuatro Tribus distintas de nombres diferentes: Sicajenses, Chicreses, Guisparas y Guarcontes. Su morada estaba en muchos y pequeños Villorrios donde vivían igual que otros Bárbaros..." (Jolís, op. cit. pp. 279). Con respecto a la ubicación de Yala de Monte Carmelo, aunque en la carta La Quiaca - IGM (1:500000) del año 1957 este topónimo no se conserva, parece corresponder al Abra de Yala, que comunica la zona del Angosto de Perchel y Quebrada de la Huerta con la zona mas occidental de Valle Grande y con Caspalá a través del Abra de Vallecito. La ubicación hipotética que Salas dá a los poblados Ocloya de Tacalayso (o Ticalayso) y Sicaya (presunto asiento de los "Sicajenses") corresponde, aproximadamente, a la zona de los poblados actuales de Ucumazo y Cianzo. Finalmente debe destacarse que se han conservado en la toponimia provincial dos sitios con el nombre Chijra y Chigra, uno en la zona oriental de la quebrada de Humahuaca, cercano a la ciudad homónima y camino a la zona de los valles; y el otro enfrente a la ciudad de San Salvador, mas precisamente lleva ese nombre un barrio por donde se entra al actual poblado de Ocloyas. En ambos casos los topónimos se ubican cercanos o en referencia directa a zonas hipotéticamente ocupadas por este grupo o conjunto de grupos étnicos. (32) Nos llama la atención el apellido de este testigo, ya que el vocablo toba funciona durante muchos años como una característica cultural mediante la cual se señala tanto a grupos Mataco-Mataguayo como a Guaycurúes (Kersten, op. cit.). Lafone Quevedo (en Roitman, op. cit.) afirma, por otra parte, que Toba o Tobá es un vocablo de origen guaraní que significa "frentón", en alusión a la característica ya anotada entre Mocovíes, Tobas, Mataguayos y Churumata Mataguayo de raparse parte del frontal y que funciona como colectivo para designar a los grupos chaqueños. Por otra parte, y de acuerdo con diversos mapas, los grupos ubicados en la vertiente oriental de Zenta y de la serranía de Calilegua parecen haber sido Mataguayo y Palomo (grupo perteneciente al stock lingüístico Mataco-Mataguayo). Si bien las fronteras étnicas en esa zona reconocen una enorme movilidad a través del tiempo la información sugiere que la frontera con los grupos de habla Mataco-Mataguayo habría estado ubicada, por lo menos a fines del siglo XVI, en la zona de lo que hoy es Valle Grande y la llanura llamada "Pampa de Ledesma". Ubicación que ya fuese sugerida por Tommasini (Tommasini, Gabriel [O.F.M.]: La civilización cristiana del Chaco, 2a. parte (1554-1810), Buenos Aires, Biblioteca de Doctrina Católica, Volumen XXVI, Librería Santa Catalina, 1937). (33) ATJ, Caja 3. Legajo 40, fs. 28 (34) ATJ, Caja 3, Legajo 40, fs. 19v. (35) Esta asociación entre Paypaya y Churumata ya ha sido destacada y analizada por Salas. Por otra parte el etnónimo del grupo nombrado en primer término proviene del cacique Paypay. Nuevamente encontramos aquí la lógica criticada por el padre Jolís. (36) ATJ, Caja 3, Legajo 40, fs. 8)

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La respuesta de Tapia y Loayza, lejos de desmentir el argumento de Rodríguez, viene a confirmarlo indirectamente no discutiendo el origen étnico de sus indios sino arguyendo su situación legal a la luz de las Ordenanzas dispuestas por el Oidor Francisco de Alfaro: "...q[ue] los dichos yndios de El dicho su hermano an tenido pueblo distinto de El de mi encomienda y nunca an pedido los dichos yndios [lo] q[ue] El dicho p[adr]e pide y an entrado y salido los curacas En El d[ic]ho p[uebl]o de paypaya y nunca los an tenido por sus sugetos q[ue] claro esta que si le perteneçieran al dicho su curaca los ubiera sacado y llebado a su reduçion..."37

En este punto es necesario hacer algunas puntualizaciones geográficas.

Al hablar de los límites del Chaco Gualamba, Lozano dice que: "Por los confines de la parte del poniente inclinado al norte, tiene el Chaco los ríos de Normenta, de Teculera y de Caulani, que juntos con el de Nacas caminan por entre cordilleras hacia el oriente, y van a parar en el río Grande o Bermejo..."38

Se sabe que en la zona del rio Normenta (un topónimo que se ha conservado hasta la actualidad aunque con cierto grado de deformación) residen los Ocloya, y Tuculera o Teculera (topónimo que no se ha conservado) era el sitio en el cual Paypaya y Churumata "se juntaban en veces". Otro de los ríos citados, el Nacas, también sirve de asiento a los Paypaya. En 1671 en un pleito entre don Martín de Argañaraz (descendiente del fundador de Jujuy) y Francisco de Salas y Valdez por unas tierras en Palpalá, los Paypaya allí asentados presentan un alegato en el que especifican:

"Decimos que estando sitiados y Poblados en el paraje de las cabessadas del río de Nacas, que oi llaman el Corral de Piedra, por auerle lebantado la gente del licenciado Pedro de Obando Presbitero que estan como seis leguas poco mas o menos desta dicha ciudad [jujuy] siendo nuestro antiguo natural y origen [...] ...las tierras que les tocan son las del corral cabesadas del río de Nacas como dice la parte contraria con más sus tierras de sementeras de Tuculera y Lormento por ser su principal natural y ser originarios de alla..."39

Si este río Nacas está situado, como parece sugerirlo la cita, cerca del Normenta, entonces es muy posible que los Paypaya hayan ocupado la vertiente oriental de la serranía de Zenta o de Calilegua, en cualquier caso, cerca de los Churumata y con un acceso directo al Chaco. Por otra parte, y de acuerdo a la ubicación y descripción del Chaco dada por Lozano y citada más arriba, se encuentra que "los ríos de Normenta, de Teculera y de Caulani, que juntos con el de Nacas caminan por entre cordilleras hacia el oriente..."para finalmente desaguar en el Bermejo. En principio, esta frase puede entenderse como que los ríos no corren paralelos, sino que en algún momento convergen al mismo cauce. Este es el sentido que Lozano le otorga a la frase, ya que luego y dentro del mismo párrafo, utiliza la misma palabra "juntos" para describir a dos ríos que se unen desembocando en el Bermejo con un solo cauce

40

(37) (ATJ, Caja 3, Legajo 40, fs. 9)

. Ahora bien, existe consenso entre varios investigadores (fundamentalmente Salas y Tommasini) para creer que el río Normenta se encuentra en el actual Departamento Ledesma. Precisamente allí, en el extremo Sur de Valle Grande, se ubica actualmente el río Tormento (al que algunos pobladores de la zona de Ocloyas llaman también Lormento), al que se identificaría como el Normenta histórico. Este topónimo designa una sección del

(38) Lozano, op. cit., pp. 31. (39) Citado en Salas, op. cit., pp. 68. (40) Observese en la siguiente cita que el término está usado de casi idéntica manera que en nuestra referencia: "como también los ríos Lacoay y San Martín, que juntos [subrayado nuestro] llevan buen golpe de agua, y una legua más abajo de su junta entran en el río Zenta..." (Lozano, op. cit., pp. 31). Por otra parte, y en el curso de nuestra prospección de campo hemos encontrado que entre los pobladores de la actual Ocloyas existe la costumbre de utilizar distintas denominaciones para designar otras tantas secciones del curso de un río, tratándolos como si fuesen vías de agua independientes entre sí.

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curso del río San Lorenzo (que desemboca en el San Francisco, identificado con el Ciancas histórico) en el cual, junto con el Normenta, desembocan el río Negro, el Valle Grande, el arroyo Totorillas y el río Duraznal (que identificamos con el Catalde histórico)41

Esta argumentación lleva por fuerza a tratar otro grupo sobre el que ya han trabajado otros autores como Tommasini, Salas y Lorandi; los Ocloya. Este grupo, que como los Churumata pudieron ser mitmaqkunas incaicos

. Por lo tanto, si esta interpretación de la cita es correcta, los ríos Nacas, Teculera y Caulani no serían otros que estos recién nombrados. Esto permite pensar que la ubicación de los sitios de cultivo de los Paypaya se encontrarían en el actual Valle Grande, y no en el río Corral de Piedras (en el actual Departamento Manuel Belgrano), corroborando indirectamente las dudas que al respecto planteó Salas.

42

"encomiendo en el dicho cap[i]t[han] joan ochoa de çarate los yndios caçiques y pueblos siguientes que son en El valle y provinçia de ocloya El pueblo de quispira con el caçique caquilamas, El pueblo de toctoca y ticalayso con el caçique catatt tolave El pueblo de ocayacxu con el caçique lamas caque, y El pueblo de estoybalo con el caçique jarabor El pueblo de panaya con el caçique tintilamas El pueblo de sopcar con el caçique guaraconte..."

, fue encomendado a Juan Ochoa de Zárate en 1602. En ese momento se contabilizan los siguientes pueblos:

43

Pocos años antes, en 1596, durante el pleito por la posesión de este grupo entre Juan Ochoa de Zárate y Pedro Cabello se afirma que la mitad de ellos está sujeta al curaca de los omaguacas y la otra mitad al curaca de los Ossa encomendados en Francisco de Argañaraz. Algunos de estos grupos, que bien pueden ser los sujetos al cacique de los Omaguaca, son identificados y ubicados por Salas al Norte y al Oeste de la actual ciudad de Humahuaca. Más específicamente el pueblo de Titiconte en las cercanías de Iruya, y Chicza, Tacalayso o Ticalayso y Sicaya cerca de las nacientes del río Santa Cruz, ubicación ya comentada mas arriba. Toctoca, siempre según el mismo investigador, puede haber estado bastante más al norte, cerca de Santa Victoria y sobre las nacientes del río Acoyte. Sin embargo, en un documento de 1638 citado por Tommasini una comisión integrada por autoridades de Jujuy concurrió al pueblo de Sicaya, adonde el alcalde del "Pueblo Grande de los Ocloya", Martín Licar, indica su primer asentamiento:

"...y el primero y principal mojón, dice, de la parte del lado de la Cuesta Larga a donde esta una piedra con su Cruz en la Cabecera fabrica de los antecesores..esquina de la peña de Calilegua con su nombre llamado Soroite en donde fue el primer pueblo de esta gente..."44

No se ha podido determinar si la referencia del jefe nativo es al primer sitio que ocuparon los Ocloya, o si por el contrario, ese es el lugar donde estuvo el pueblo de Sicaya. Sea como fuere, Tommasini informa también que, para la misma época, los Ocloya han ido a recibir a los jesuitas al rio Normenta "y se situaron a dos leguas de Nacay sobre el río Normenta" donde están asentados. Precisamente, hemos ubicado al río Nacas, que bien pudo haber sido llamado también Nacay, en Valle Grande, cuyo cordón oriental es la sierra de Calilegua. Esa ubicación correspondería a la zona sur del actual Valle Grande. Un elemento más que apoya

(41) Según el cotejo cartográfico se ubica tentativamente a este río en lo que hoy es el Río Duraznal, cuyas nacientes se ubican al Nordeste de Tilcara en el cerro Ovejería, y cuyas aguas, luego de juntarse con las del río Tormento (Normenta) y luego con el río Valle Grande desaguan en el San Francisco. (42) Para un tratamiento puntual de ese tema remitimos al artículo de Ana María Lorandi: "Mitayos y Mitmaqkunas en el Tawantinsuyu Meridional", Revista Histórica, Vol. VII, N° 1, Julio de 1983, pp. 3/50. (43) ATJ, Caja 3, Legajo 40 (44) Tommasini, Gabriel [O.F.M.]: Los indios Ocloyas y sus doctrineros en el siglo XVII, San Salvador de Jujuy, Universidad Nacional de Jujuy, 1990 [1933], pp. 121.

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esta idea es la ubicación del río de los Ocloyas, que es la que ofrece menos dudas ya que, según Lozano, este río es uno de los que establecían el límite occidental del Chaco: "También el de los Ocloyas es río caudaloso, que recibiendo en sí el pequeño de Sora, desagua en el de Siancas [...] del río de los Ocloyas distará doce leguas el de Zenta..."45

Las nacientes de este río se encuentran en la serranía de Calilegua. Durante su curso recibe cuatro afluentes, uno de ellos aparece en la cartografía como Río de Sora

46, que nace al pie del Abra Grande que comunica Valle Grande con el piedemonte chaqueño, y terminan volcando sus aguas en la localidad de Sora, unos 3 o 4 km. al Sur del actual pueblo de Caimancito. Si se mide la distancia entre este río en leguas "largas" se comprueba que dista del río Blanco o de Zenta aproximadamente unas doce o catorce leguas. Obsérvese, por otra parte, que "la esquina de la Peña de Calilegua" se llama Soroite. Este vocablo, que parece guardar algún parentesco con el topónimo mencionado, estaría compuesto de las partículas guaraníticas o chiriguana (según Tommasini) "soro", rajadura o abertura, e "iti", cerro; lo cual nos daría cerro de la quebrada o del abra47. El mismo autor afirma reconocer otros topónimos de idéntico origen en la zona, tal como el vocablo "Zenta", basándose en la existencia de un grupo denominado "tentas" (o tal vez "teutas"); lo cierto es que "tenta" en guaraní designa a uno de los dos niveles organizacionales -en este caso, pueblo o localidad- en los que se dividían las sociedades Tupí-Guaraní48

"En efecto, si se repara en que "los Mataguayos (tribus notoriamente chaqueña) estaba sitiada doze leguas desde Omaguaca, poco mas o menos"; que de Humahuaca no había más que ocho leguas de buen camino al valle de Ocloyas, en donde aquellos individuos tenían sus campos de labranza y pastoreo, "y dizen que no dista dellos (de los Ocloyas) la gran prouia. del Chaco"

. En esta zona se producen, precisamente, durante el siglo XVIII, violentas escaramuzas entre las fuerzas españolas y los grupos Mataguayo que, aparentemente, están situados no muy lejos de allí.

49

lo que parece corroborarse en ciertas características de los Ocloya allí asentados:

"los yndios del balle de ocloya que son domesticos pr. la mucha comunicación que tienen con los mataguayes que son los mas cercanos a esta ciudad"50

Nuevamente se reclama atención sobre las distancias medidas en leguas largas -de 6,4 a 7,4 km-. Si se toma la distancia entre Humahuaca y el extremo Norte de Valle Grande (se toma como referencia la localidad de Santa Ana) por la senda que cruza el río Calete hacia Caspalá se comprueba que hay alrededor de 8 leguas. Esta parece ser, también, la ubicación que dá el Padre Jolís:

.

"Los Ocloyas habitaban al Oriente de la montaña de Omaguaca sobre la frontera de Xuxui en las nacientes del río del mismo nombre..."51

.

ALGUNAS REFLEXIONES A MANERA DE CONCLUSION

(45) Lozano, op. cit., pp. 31 (46) Este topónimo puede ser un elemento a tener en cuenta por aquellos que atribuyen un origen altoandino a los grupos de la zona, ya que Sora es el nombre de una de las naciones que residían en el altiplano orureño y que recibieron tierras en Cochabamba de parte de los Incas. Según Barragán Romano (op. cit.) también se encuentra un grupo Xores en la zona que media entre Santa Cruz y Cochabamba. (47) Desde luego, también puede ser interpretado como "Cerro de Soras". (48) Para una discusión y análisis de estas categorías socio-políticas de los grupos tupí-guaraníes remitimos al trabajo de Thierry Saignes: "Guerra e identidad entre los chiriguanos siglos XVI - XIX", Historia y Evolución del Movimiento Popular, Cochabamba, Centro Portales - CERES, 1986, pp. 377/401. (49) Tommasini, op. cit., pp. 45. (50) Tommasini, op. cit., pp. 121. (51) Jolís, op. cit., pp. 279.

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En términos lingüísticos se pueden reducir los cuatro grupos sobre los que hemos discutido a tres: Ocloya, Churumata y Mataguayo (si se acepta que Churumata y Mataguayo Churumata son dos grupos distintos), y que poseen una gran dispersión espacial: parecen haber ocupado distintos pisos altitudinales tanto en la actual provincia de Jujuy, como en la vecina Tarija. A pesar de la pobre información con la que se cuenta parece evidente que existe, en los Valles Orientales un gran "corredor étnico", adonde se mixturan pueblos de altura y chaqueños. Un panorama similar al del piedemonte tucumano-santiagueño tal como lo expusiera Lorandi y como nosotros lo encontraramos en la serranía de Guasayán, en Santiago del Estero52

Aunque no se puede afirmar de modo taxativo la antigüedad de la ocupación del pedemonte por grupos de la llanura chaqueña (y aquí estamos en presencia de por lo menos un caso), no debe desecharse la idea de que éstos accedieran a estas zonas "empujados" por otros grupos provenientes del Este y del Nordeste. (p. ej.: movimientos de grupos tupí-guaraní). El acceso a los valles orientales y la apertura de rutas hacia la Quebrada de Humahuaca y la Puna, en cambio, pudo deberse a la presencia del Tawantinsuyu que toma algunos de estos grupos como

.

mitmaqkunas

Existen, entonces, tres denominadores comunes para estos grupos. El primero es la aparente ocupación de distintos pisos, ¿a la manera de "archipiélagos"?

. De todas maneras, nuestro conocimiento de la expansión incaica en la región oriental aún es muy fragmentario y deficiente. Esto no permite descartar que otros grupos hayan accedido a esas regiones y sus recursos en un período previo a la llegada de los incas.

53; recuérdese que proponemos que las tierras de labranza y pastoreo tanto de los Paypaya como los Ocloya estuvieron ubicadas en el actual Valle Grande. Es posible que los Ocloya hayan tenido acceso a los recursos de Quebrada, a través de los grupos asentados en Chicza y Titiconte y, sobre todo, a través de su relación con los Omaguaca54

Los Paypaya, si se acepta (como lo sugiere la evidencia) que como los Yala son Churumata, explotan los recursos de los valles orientales, mientras los Yala lo hacen con los de quebrada y, tal vez, Puna. Por su parte, los Churumata (así denominados) habrían hecho lo mismo con los recursos del pedemonte chaqueño y quizá con la fauna ictícola del Bermejo, y desde luego, con sus recursos vegetales. Queda por determinar aún si este circuito estuvo integrado también por los "Churumata mitmaqkuna" asentados en Tarija.

. Estos últimos habrían accedido a los recursos de valles bajos, cálidos y húmedos situados al oriente a través de los Ocloya, quienes tienen en Valle Grande (el Valle de Ocloya) su "mischka".

El segundo factor común es que todos estos grupos son relocalizados de manera forzosa por la expansión hispano-colonial; lo que presumiblemente, clausura o deteriora seriamente los circuitos que vinculan las distintas regiones. El tercer elemento es, tal vez, el más sugestivo ya que todos estos grupos están situados a manera de islotes sobre el pedemonte chaqueño, ocupando una franja de terreno en lo que un siglo después luego de su traslado, será el hábitat de pueblos de lengua Mataguaya. Se ha visto que estos últimos ocuparon esa zona, aunque de una manera no tan masiva como lo harían a mediados del siglo XVII, mientras residen allí Churumata y Ocloya.

(52) Ferreiro, Juan Pablo: (en prensa) "Encomienda, Tributos y Sociedad. El caso de Maquijata: 1600-1603"; en Lorandi, Ana María (Comp.): Charcas y Tucumán. La Colonia en los siglos XVI al XVIII, FFyL - UBA. (53) Se plantea la duda sobre la naturaleza multi o mono-étnica de estos "islotes"; ya que existen algunas presunciones, como lo manifiesta Daniel Santamaría (op. cit.) para creer que todos estos grupos, en realidad, son desprendimientos del tronco lingüístico y cultural Mataco-Mataguayo. (54) Según Salas (op. cit.) esta relación pudo implicar la "sujeción" de por lo menos un sector de los Ocloya a los Omaguacas, lo cual no significaría una unidad étnica entre ambos.

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Tomando en consideración estos tres factores, la enorme diversidad de nombres que actúan a manera de etnónimos, -situación particularmente agudizada en la obra de Lozano- se debe básicamente a la acción hispano-colonial. A través de mecanismos como la relocalización con fines estratégicos y económicos ésta desarticula la relación entre los distintos archipiélagos, aislándolos en unidades menores (muchas veces a nivel de familias) que disponen, a su vez, de territorios mucho más pequeños y uniformes en cuanto a recursos. Esta situación, similar a la que Saignes55 encuentra en el Valle de Larecaja, conduce a un proceso de particularización lógicamente condicionante. Los cronistas, entonces, no habrían hecho otra cosa que manifestar ingenuamente, a través de la identificación de los grupos, la realidad producida por la situación colonial mediante un mecanismo privilegiado: la encomienda. Proceso ya descrito por Lorandi56

En síntesis, y a la luz de la documentación revisada, se abren las siguientes alternativas:

y encontrado por nosotros en la zona serrana de Santiago del Estero. Tal mecanismo, para la zona en cuestión, ha sido puesto en evidencia por Santamaría.

a) Que los Churumata formen una unidad lingüística y cultural originaria del Chaco o del piedemonte, desmembrada por la irrupción del imperio incaico, que lleva a uno de estos grupos divididos como mitmaqkunas

b) La segunda posibilidad es que no haya existido, en realidad, ninguna etnia o unidad Churumata y que este etnónimo fuese una designación basada en algún criterio cultural (lengua, costumbre, producción, etc.) que funcionase como colectivo para pueblos pedemontanos mas o menos andinizados o para grupos chaqueños en estrecho contacto con ellos. Esto es, una problemática similar a la planteada sobre la existencia de los juríes en el actual territorio argentino, y similar a la que vinculó a los indígenas del Alto Magdalena con los montañeses y selváticos Andakí, en la Sierra ecuatoriana

a Chichas (hipótesis que coincide con lo expresado al respecto por Santamaría y que se asemeja, aunque parcialmente, a las propuestas de Del Río y Presta, y también de Salas).

57

c) La tercer posibilidad que encontramos etnográficamente válida, es la existencia de un núcleo común que se disgregó en circunstancias desconocidas realizando cada uno de los grandes grupos separados (en principio dos) adaptaciones al nuevo territorio. Desde luego se estaría hablando, para este proceso, de una profundidad temporal mayor que la que pudo abarcar la conquista incaica del área.

. Esto se aproximaría a la idea propuesta por Barragán acerca de unidades fragmentarias de agricultores que habrían funcionado como "parcialidades".

En cualquiera de las dos últimas situaciones, es pertinente observar que el etnónimo churumata que designaba a los instalados en Chichas es casi invariablemente acompañado por el término "mitimaes" que adquiere así el valor de un calificativo58

(55) Saignes, Thierry: "Niveles de segmentación y de interdigitación en el poblamiento de los valles de Larecaja", en Koth de Paredes, M. y Castelli, A. (Comp.): Etnohistoria y Antropología andina. Primera Jornada del Museo Nacional, Lima, Museo Nacional de Historia, 1978, pp. 141/144.

. Por el otro lado están los Churumata ubicados hacia el Chaco, a los que Lozano siempre antepone el "mataguayos". En este caso "churumata" es el término que funciona como calificativo. Desde luego, no se puede precisar el alcance de esto, pero sugiere que tal vez se está

(56) Lorandi, Ana María: "El Servicio Personal como agente de desestructuración en el Tucumán Colonial", Revista Andina, año 6, N° 1, julio de 1988, pp. 135/174. (57) Para el análisis y descripción de esta situación remitimos al trabajo de Juan Friede: Los Andakí. 1538 - 1947. Historia de la aculturación de una tribu selvática, México, Fondo de Cultura Económica, 1974 [1967]. (58) El carácter de calificativo del supuesto etnónimo "Churumata" se manifiesta claramente en el hecho de haber sido tomado, inclusive, como una categoría fiscal (Doucet, op. cit.); o bien para señalar su diferencia con los demás añadiéndose el nombre de aquellos entre quienes vivían; o para especificar una subunidad política (ayllu Churumata); o, finalmente, para señalar de aquellos de cuya autoridad política pudieron depender, p.ej.: los Churumata Conde citados por Del Río y Presta.

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contraponiendo al mitmaqkuna, "el indio amigo" (en este caso del Inca), con el indio irredento del pedemonte chaqueño. En cualquier caso, el etnónimo Churumata es un colectivo aplicado por ajenos al grupo que desaparece de la jurisdicción de Jujuy en el siglo XVIII; y aparece en su lugar el de Mataguayo en algunas de las regiones que solía ocupar. publicado en Población y Sociedad

, año 2, n° 2, Tucumán.

SIGLAS UTILIZADAS

ATJ = Archivo de Tribunales de Jujuy