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Download CHEVALIER J- Diccionario De Los Simboloshdelarte.wikispaces.com/file/view/CHEVALIER+J-+Agua.pdf · Agua invierno, a los riñones, al cofor negro, al tri-grama k'an que es el abisal

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  • Afrodita

    donde el autor evoca primro su poder sobre

    los dioses y luego sobre las bestias: Ella ex-trava incluso la razn de Zeus que am

    a el rayo, l, e! m

    s grande de los dioses ... ; inclu-so de ese espritu tan sabio abusa ella cuan-do quiere... Ella alcanza el Ida de las m

    il fuentes, la m

    ontaa madre de las fieras: de-

    trs, marchan halagndola los lobos grises,

    los leones de pelo leonado, los osos y las panteras rpidas, insaciables de cervatillos. Al verlos se regocija de todo corazn y lanza el deseo a los pechos de aqullos; entonces van todos a la vez a acoplarse a la som

    bra de los vallejuelos (H

    YM

    N, 36-38,68-74). Es

    el amor en su form

    a meram

    ente fsica, el de-seo y el placer nicam

    ente de los sentidos; eso no es an am

    or a nivel especficamente

    humano. En el plano m

    s elevado del psi-quism

    o humano, donde el am

    or se completa

    con el enlace anmico, cuyo sm

    bolo es la es-posa de Zeus,

    Hera, el sm

    bolo Afrodita

    expresar la perversin sexual, pues el acto de fecundacin puede buscarse slo en fun-cin de la prim

    a de gozo que la naturaleza le otorga. La necesidad natural se ejerce enton-ces perversam

    ente (D

    IES, 166).

    Se puede preguntar uno, sin em

    bargo, si la interpreta-cin de este sm

    bolo no evolucionar, a con-secuencia de

    las investigaciones modernas

    sobre los valores propiamente hum

    anos de la sexualidad. Incluso en los m

    edios religio-sos, de

    moralidad

    muy exigente,

    est en estudio la cuestin de saber si el nico fin de la sexualidad es la fecundidad y si no es po-sible hum

    anizar el acto sexual independien-tem

    ente de la procreacin. El mito de A

    fro-dita podra seguir siendo todava en cierto m

    odo la imagen de una perversin, la per-

    versin del gozo de vivir y de las fuerzas vitales, no ya porque la voluntad de trans-m

    itir la vida estuviera ausente del acto amo-

    roso, sino porque el amor m

    ismo no estu-

    viera humanizado: quedara a nivel anim

    al, digno de esas fieras que com

    ponen el cortejo de la diosa. A

    l trmino de tal evolucin, sin

    embargo, A

    frodita podra aparecer como la

    diosa que sublima el am

    or salvaje, integrn-dolo a una vida verdaderam

    ente humana.

    Agricultura. En algunos textos irlandeses se

    dice que los dioses son la gente de arte y los

    52

    no dioses los agricultores. Por ah se pondra en evidencia el carcter aristocrtico y gue-rrero de la civilizacin cltica, la cual habra abandonado

    a las

    poblaciones inferiores,

    conquistadas o sometidas, el cuidado de las

    funciones productivas ( ...... castas). Pero po-dra ser conveniente tom

    ar la expresin en un sentido diferente: dioses que existen, y dioses que no existen. Es posible que los transcriptores cristianos de la m

    itologa y de la

    epopeya hayan

    transpuesto, en

    efecto, m

    uy tardamente la expresin. Los irlande-

    ses de la edad media evaluaban la riqueza,

    no en cultivos, sino en ganado. El pastor era honorable, no el labrador. La cualidad agr-cola del dios druida, el D

    agda, no es ms

    que una atribucin tarda: no es de ninguna m

    anera fundamental (O

    GA

    C, 12,387).

    La agricultura

    tiene por em

    blemas

    los cuernos de la abundancia, un arado o una laya cerca de un arbolito, por divinidad una Ceres coronada de espigas, por regulador la rueda del Zodaco. La agricultura sim

    boliza la unin de los cuatro elem

    entos, cuyo casa-m

    iento condiciona la fecundidad: la tierra y el aire, el agua y el calor.

    Los cultos agrarios son innumerables, en-

    tre los ms prim

    itivos, y los ms ricos en

    smbolos. Pero la agricultura en la jerarqua

    social parece haber tenido siempre un rango

    inferior, mientras que el pastor, el nm

    ada, tena la dignidad del guerrero. A

    qulla se co-rresponde con el ...... vientre.

    Agua.

    Las significaciones

    simblicas

    del agua pueden reducirse a tres tem

    as domi-

    nantes: fuente de vida, medio de purifica-

    cin y centro de regeneracin.

    Estos tres tem

    as se hallan en las tradiciones ms anti-

    guas y forman las com

    binaciones imagina-

    rias ms variadas, al m

    ismo tiem

    po que las m

    s coherentes. Las aguas, m

    asa indiferenciada, represen-tan la infinidad de lo posible, contienen todo lo virtual, lo inform

    al, el germen de los gr-

    menes,

    todas las

    promesas de

    desarrollo, pero tam

    bin todas las amenazas de reabsor-

    cin. Sumergirse en las aguas para salir de

    nuevo sin disolverse en ellas totalmente, sal-

    vo por una muerte sim

    blica, es retornar a las fuentes, recurrir a un inm

    enso depsito

    53

    de potencial y extraer de all una fuerza nue-va: fase pasajera de regresin y desintegra-cin que condiciona una fase progresiva de reintegracin y regeneracin (...... bao, ...... bautism

    o). El Rig Veda exalta las aguas que aportan

    vida, fuerza y pureza, tanto en el plano espi-ritual com

    o en el plano corporal.

    Vosotras, las A

    guas, que reconfortis, itraednos la fuerza, la grandeza, la alegra, la visin! ... Soberanas de las m

    aravillas, regentes de los pueblos, ilas A

    guas!, yo les pido rem

    edio. iV osotras las A

    guas, dad su plenitud al remedio,

    y que sea como coraza para m

    i cuerpo y que as vea yo por m

    ucho tiempo al Sol!

    ... Vosotras las A

    guas, llevaos esto, ese pecado cualquiera que sea, por m

    cometido,

    ese entuerto que perpetr contra quien fuere. ese juram

    ento falaz por m prestado (V

    EDV

    , 137).

    Las variaciones de las diferentes culturas sobre estos tem

    as esenciales nos ayudarn a com

    prender mejor y a profundizar, sobre un

    fondo casi idntico, las dimensiones y los

    matices de esta sim

    blica del agua. l. En A

    sia los aspectos del simbolism

    o del agua son m

    uy diversos. El agua es la forma

    substancial de la manifestacin, el origen de

    la vida y e! elemento de la regeneracin cor-

    poral y espiritual, el smbolo de la fertilidad,

    la pureza, la sabidura, la gracia y la virtud. Es fluida y tiende a la disolucin; pero tam

    -bin es hom

    ognea y tiende a la cohesin, a la coagulacin. C

    omo tal, podra correspon-

    der a satlva, pero como se derram

    a hacia abajo, hacia el abism

    o, su tendencia es la-m

    as; como se extiende en la horizontal, su

    tendencia es tambin rajas.

    a) El agua es la materia prim

    a, la Prakriti: todo era agua, dicen los textos hindes; las vastas aguas no tenan orillas ... , dice un texto taosta. Brahm

    anda, el Huevo del

    mundo se

    incuba en la superficie de

    las aguas. D

    el mism

    o modo el Soplo o Espritu

    de Dios se incuba segn el G

    nesis en la su-perficie de

    las aguas. El

    agua es W

    u-ki, dicen los chinos, lo sin cum

    bre, el caos, la indistincin prim

    era. Las aguas representan la totalidad de las posibilidades de m

    anifes-tacin y por ello se dividen en aguas supe-riores, que corresponden a las posibilidades

    Agua

    informales, y en aguas inferiores, que corres-

    ponden a las posibilidades formales, duali-

    dad que el Libro de Enoch traduce en trmi-

    nos de oposicin sexual, y que la iconografa representa a m

    enudo por la doble espiral. Las aguas inferiores se dice que estn ence-rradas en un tem

    plo de Lhasa, dedicado al rey de los naga; las posibilidades inform

    ales se representan en la India por las ...... Apsara (de Ap, agua). La nocin de aguas prim

    or-diales, de ocano de los orgenes es cuasi universal. Se la encuentra hasta en la Poli-nesia, y la m

    ayor parte de los pueblos aus-troasiticos localizan en el agua el

    poder csm

    ico. Se le aade frecuentemente el m

    ito del anim

    al que se zambulle com

    o el jabal hind que trae un poco de tierra a la superfi-cie, em

    brin alumbrado por la m

    anifesta-cin form

    al. O

    rigen y vehculo de toda vida: la savia es agua y, en ciertas alegoras tntricas, el agua representa a prana, el soplo vital. En el pla-no corporal y porque es tam

    bin don del cielo, es un sm

    bolo universal de fecundidad y de fertilidad. El agua del cielo hace el pad-dy,

    dicen los montaeses de V

    ietnam de!

    Sur, muy sensibles por otra parte a la fun-

    cin regeneradora del agua, que es para ellos m

    edicamento y elixir de inm

    ortalidad. b) N

    o menos generalm

    ente, el agua es el instrum

    ento de la purificacin ritual; del is-lam

    al Japn, pasando por los ritos de los antiguos fu-chuei taostas (seores del agua consagrada), sin olvidar la aspersin de agua bendita de los cristianos, la ....,. ablucin de-sem

    pea un papel esencial. En la India y en el sureste asitico, la ablucin de las estatuas santas -y de los fieles-

    (particularmente en

    el ao nuevo) es a la vez purificacin y rege-neracin. La naturaleza del agua la condu-ce a la pureza, escribe W

    en-tse. Ella es, ensea Lao-tse, el em

    blema de la suprem

    a virtud (Tao, cap. 8). Es tam

    bin el smbolo

    de la sabidura taosta, pues no tiene oposi-ciones;

    est libre y sin ataduras, se deja correr siguiendo la pendiente del terreno. Es la m

    edida, pues el vino demasiado fuerte

    debe mezclarse con agua; ese vino es el del

    conocimiento.

    e) El agua, opuesta al fuego, es yin. Co-rresponde al norte, al fro, al solsticio de

  • Agua

    invierno, a los riones, al cofor negro, al tri-gram

    a k'an que es el abisal. Pero de otra m

    anera el agua est ligada al rayo, que es fuego. A

    s pues, si

  • Agua

    que una vez, pues permite acceder a otro es-

    tado: el del hombre nuevo. Este rechazo del

    hombre viejo, o m

    s bien esta muerte en un

    mom

    ento de la historia, es comparable a un

    diluvio, pues ste simboliza una desapari-

    cin, una destruccin: una poca se aniqui-l, otra surgi.

    El agua, que posee una virtud purificado-ra, ejerce adem

    s un poder soteriolgico. La inm

    ersin es regeneradora, opera un renaci-m

    iento, en el sentido de que es a la vez m

    uerte y vida. El agua borra la historia, pues restablece el ser en un nuevo estado. La inm

    ersin es comparable al entierro de Cris-

    to: l resucita tras este descenso a las entra-as de la tierra. El agua es sm

    bolo de rege-neracin: el agua bautism

    al conduce expl-citam

    ente a

    un nuevo

    nacimiento

    (Jn 3,3-7). El Pastor de H

    ermas habla de los que

    descendieron al agua muertos y volvieron de

    ella vivos. Es el simbolism

    o del agua viva, de la fuente de Juventa. Lo que yo tengo en m

    , dice Ignacio Teoforo (segn Calixto), es el agua que obra y que habla. Se recordar que el agua de la C

    astalia de Delfos daba su

    inspiracin a la Pitia. El agua de la vida es la gracia divina. R

    ecordemos que el agua

    est mezclada con la sangre que se escapa

    del corazn traspasado de Jess. Los cultos se concentran m

    uy a menudo

    alrededor de las fuentes. Todo lugar de pere-grinaje com

    porta su punto de agua y su

    fuente. El agua puede curar en razn de sus virtudes especficas. En el curso de los siglos la Iglesia se ha levantado m

    uchas veces con-tra el culto rendido a las aguas; la devocin popular ha considerado siem

    pre el valor sa-grado y sacralizante de las aguas. Pero las desviaciones paganas y el retorno de las su-persticiones eran siem

    pre amenazantes: lo

    mgico acecha a lo sagrado para pervertirlo

    en la imaginacin de los hom

    bres. Si bien las aguas preceden la creacin, es

    bien evidente que siguen estando presentes para la recreacin. A

    l hombre nuevo corres-

    ponde la aparicin de otro mundo. G

    uigues II el C

    artujo ha hablado del encuentro en l de las aguas superiores y de las aguas inferiores.

    d) En ciertos casos -segn sealbamos al

    principio de esta nota-el agua puede actuar com

    o la muerte. Las grandes aguas anuncian

    56

    en la Biblia las pruebas. El desencadena-

    miento de las aguas es el sm

    bolo de las grandes calam

    idades.

    Dardos de rayos partirn certeros

    como de arco bien tensado, saltarn de las nubes a su

    blanco. Piedras de granizo cargadas de furor, sern lanzadas com

    o por catapulta; Las olas del m

    ar contra ellos se desencadenarn, los rios los anegarn sin m

    isericordia. El soplo de la O

    mnipotencia se levantara contra ellos

    y como huracn los aventara (Sab 5,21-23).

    El agua puede asolar y engullir, los torna-dos destruyen las vides en flor. A

    s el agua puede entraar una fuerza m

    aldita. En tal caso castiga a los pecadores, pero no puede alcanzar a los justos que no tienen por qu tem

    er las grandes aguas. Las aguas de la

    muerte no conciernen m

    s que a los pecado-res ya que se transform

    an en agua de vida para los justos.

    Com

    o el fuego, el agua puede servir de or-dala. Los objetos lanzados se juzgan, pero el agua no juzga.

    Smbolo de la dualidad de lo alto y lo

    bajo: aguas de lluvia, aguas de los mares. La

    primera es pura, la segunda salada. Sm

    bo-lo de vida: pura, es creadora y purificadora (Ez 36,25); am

    arga, produce la maldicin

    (Nm

    5,18). Los ros pueden ser corrientes benficas, o dar abrigo a m

    onstruos. Las

    aguas agitadas significan el mal, el desorden.

    Los malvados se com

    paran al mar agita-

    do ... (Is 57,20). Slvame, oh D

    ios, pues las aguas han entrado en m

    i. alma, m

    e hundo en el lodo ... (Sal 69,1-12).

    Las aguas en calma significan la paz y el

    orden (Sal 23,2). En el folklore judo, la se-paracin hecha por D

    ios, en el mom

    ento de la creacin, de las aguas superiores y las aguas

    inferiores designa

    la divisin

    de las aguas m

    acho y las aguas hembra, que

    simbolizan la seguridad y la inseguridad, lo

    masculino y lo fem

    enino. Las aguas am

    argas del ocano designan la am

    argura del corazn. El hombre -dir Ri-

    cardo de San Vctor-

    debe pasar por las aguas am

    argas, cuando cobre conciencia de su propia m

    iseria, esta santa amargura se

    transformar en gozo (D

    e statu interioris ho-m

    inis 1,10, P.L. 196,124). M

    .-M.D

    .

    57 3. En las tradiciones del islam, el agua

    simboliza tam

    bin numerosas realidades.

    a) El Corn designa el agua bendita que

    cae del cielo como uno de los signos divinos.

    Los -> jardines del Paraso tienen arroyos de

    aguas vivas y fuentes (Corn, 2,25; 88,12,

    etc.). El hombre m

    ismo ha sido creado de un

    agua fluente (Corn, 86,6). Las obras de los no creyentes las considera

    como agua aquel que tiene sed; pero no es

    ms que un espejism

    o. Se parecen a

    las aguas tenebrosas en un m

    ar profundo, que olas

    sucesivas vienen

    a recubrir

    (Corn, 24,39-40). La vida presente se com

    para al agua que el viento disipa (Corn, 18,45).

    Es:

    ... el agua pura que Dios hace descender del cielo

    vivificando con ella a la tierra despus de muerta

    (Corn, 2,164).

    Dios es quien ha creado los cielos y la tierra

    y ha hecho descender agua del cielo m

    ediante la cual hace brotar frutos para sustentaros (C

    orn, 14,32).

    En su comentario de los Fosus de lbn al-

    'Arabi, .am

    i identifica el agua sobre la cual se halla el Trono divino (Corn, 11,9) con el A

    liento del Dios M

    isericordioso. Hablando

    de la Teofana eterna, Rm

    i dice que el m

    ar se cubri de espuma y, a cada copo de

    espuma, algo tom

    aba forma, algo tom

    aba cuerpo (D

    iwan). Jili sim

    boliza el universo

    por el hielo,

    cuya substancia es el agua. El agua es aqu la m

    ateria prima.

    En un sentido ms m

    etafisico, Rm

    i sim-

    boliza el Fundamento divino del universo

    por un ocano, cuya esencia divina es el agua. Ella \lena toda la creacin y las olas son las criaturas.

    b) Por otra parte el agua simboliza la pu-

    reza y se utiliza como m

    edio de purificacin. La

    oracin ritual

    musulm

    ana -salat-no

    puede ser vlidamente consum

    ada ms que

    cuando el orante se ha puesto en estado de pureza ritual por sus abluciones, cuyas m

    o-dalidades son objeto de reglas m

    inuciosas. e) En fin, el agua sim

    boliza la vida: el agua de la vida, que se descubre en las tinie-blas, y que regenera. El ->

    pez arrojado a la confluencia de los dos m

    ares, en la sura de

    Agua

    la Caverna (Corn, 18, v. 61,63), resucita

    cuando est sumergido en el agua. Este sim

    -bolism

    o forma parte de un tem

    a inicitico: el bao en la

    Fuente de la inmortalidad.

    Este tema reaparece constantem

    ente en la tradicin m

    stica islmica, especialm

    ente en el Irn. En las leyendas referentes a A

    lejan-dro, ste parte a la bsqueda de la Fuente de la V

    ida, acompaado de su cocinero A

    ndras que, un da, lavando un pescado salado en una fuente, lo ve revivir y encuentra a su vez la inm

    ortalidad. Esta fuente est situada en el pas de las Tinieblas (a relacionar sin duda con el sim

    bolismo de lo inconscien-

    te). E.M

    .

    Diosa azteca de las aguas. Pectoral de cuatro hileras de

    piedras verdes

    4. En

    todas las dem

    s tradiciones

    del m

    undo, el agua desempea igualm

    ente un papel prim

    ordial que se articula alrededor de los tres tem

    as ya definidos, pero con una insistencia

    particular sobre

    los orgenes.

    Desde un punto de vista cosm

    ognico el agua corresponde a dos com

    plejos simbli-

    cos antitticos, que no hay que confundir: el agua descendente y celeste, la lluvia, es una sem

    illa urnica que viene a fecundar la tie-

  • Agua

    rra; masculina pues, y asociada al fuego del

    cielo. Por otra parte el agua primera, el agua

    que nace de la tierra y del alba blanca, es fe-m

    enina: la tierra est aqu asociada a la luna corno sm

    bolo de fecundidad consum

    ada, tierra preada, de la que sale el agua para que, iniciada la fecundacin, la germ

    inacin tenga lugar.

    En un caso corno en el otro el simbolism

    o del agua contiene el de la --> sangre. Pero no se trata tam

    poco de la mism

    a sangre, pues tam

    bin la sangre corresponde a un simbo-

    lismo doble: la sangre celeste, asociada al sol

    y al fuego; la sangre menstrual, asociada a la

    tierra y a la luna. A travs de estas dos opo-

    siciones, se discierne la dualidad fundamen-

    tal luz-tinieblas. a) Entre los aztecas la sangre hum

    ana, ne-cesaria para la regeneracin peridica del sol, se llam

    a cha/chivat/, agua preciosa, es decir, el jade verde (SO

    UM

    ). El agua, sem

    illa divina, tambin de color

    verde, fecunda la tierra para engendrar los H

    roes Gem

    elos en la cosmogona de los do-

    gon (GR

    IE). Estos gemelos venen al m

    undo siendo hom

    bres hasta los riones y serpien-tes por debajo. Son de color verde (G

    RIE). Pero el sm

    bolo del agua, fuerza vital fe-cundante, va m

    s lejos an en el pensamien-

    to de los dogon y de sus vecinos los bamba-

    ra. As pues el agua -o

    la semilla divina-es

    tambin la luz, la palabra, el verbo genera-

    dor, cuyo principal avatar mtico es la -->

    espiral de cobre rojo. Sin embargo agua y

    palabra no se tornan acto y manifestacin,

    ocasionando la creacin del m

    undo, m

    as que en form

    a de palabra hmeda, a la que se

    opone una mitad gem

    ela, que permanece

    fuera del ciclo de la vida manifestada, que

    dogon y bambara llam

    a agua seca y pala-bra seca. A

    gua seca y palabra seca expresan el pensam

    iento, es decir, la potencialidad, tanto en el plano hum

    ano corno en el divi-no. Toda agua es seca antes de que se form

    e el huevo csm

    ico, en cuyo interior nace el principio de hum

    edad, base de la gnesis del m

    undo. Pero

    el D

    ios suprem

    o urnico,

    Am

    ma, cuando crea a su doble, N

    omm

    o, D

    ios del agua hmeda, gua y principio de la

    vida manifestada, guarda para s, en los cie-

    los superiores, fuera de los lmites que da al

    58

    universo, la mitad de estas aguas prim

    eras, . que siguen siendo las aguas secas. D

    e la mis-

    ma m

    anera, la palabra no expresada, el pen-sam

    iento, se llama palabra seca; no tiene

    ms que valor potencial, no puede engen-

    drar. Es en el microcosm

    os humano la rpli-

    ca del pensamiento prim

    ordial, la primera

    palabra robada a Am

    ma por el genio Y

    uru-gu, antes de la aparicin de los hom

    bres actuales. Para D

    . Zahan (ZAH

    O) esta palabra

    primera,

    palabra indiferenciada,

    sin con-

    ciencia de s, corresponde a lo inconsciente: es la palabra del sueo, aquella de la cual los hum

    anos no son dueos. El --> chacal, o el zorro plido, avatar de Y

    urugu, habiendo hurtado la prim

    era palabra, posee pues la clave de lo inconsciente, de lo invisible y en consecuencia del

    porvenir, que no es ms

    que la componente tem

    poral de lo invisible. Por esta razn el sistem

    a adivinatorio ms

    importante de los dogon est basado en la

    interrogacin de este animal.

    Es interesante sealar que el Yurugu est

    tambin asociado al fuego ctnico y a la

    luna, que son universalmente sm

    bolos de lo inconsciente (PA

    UC

    , ZAH

    O, G

    AN

    O).

    A.G

    . b) La divisin fundam

    ental de todos los fenm

    enos en dos categoras regidas por los sm

    bolos antagonistas del agua y del fuego, de lo hm

    edo y lo seco, encuentra una ilus-tracin notable en las prcticas funerarias de los aztecas. Por otra parte los hechos m

    ues-tran igualm

    ente la analoga de sem

    ejante dualidad sim

    blica con la nocin de pareja original Tierra-C

    ielo: todos los que moran

    ahogados o alcanzados por el rayo, los le-prosos, los gotosos, los hidrpicos, en sum

    a todos cuantos los dioses del agua y de la lluvia haban por as decir distinguido re-tirndolos

    del m

    undo eran

    enterrados. Todos los dem

    s muertos eran incinerados

    (SOU

    A, 23 1).

    Estas relaciones entre el agua y el fuego se observan tam

    bin en los ritos funerarios de los celtas. En el agua lustral que los druidas em

    pleaban para espantar los maleficios, se

    apagaba un tizn ardiente sacado del fuego de los sacrificios. C

    uando haba un muerto

    en una casa, se pona en la puerta un gran jarro lleno de agua lustral, trado de alguna casa en la que no hubiera ningn difunto.

    59

    Todos los que venan a la casa del luto se rociaban con esta agua al saliD) (C

    OLO

    , 226). En todos los textos irlandeses el agua es

    un elemento som

    etido a los druidas que tie-nen el poder de atar y de desatar. Los m

    alos druidas del rey C

    ormac atan as las aguas

    del Munster, para con ello som

    eter a las gentes por la sed, y el druida M

    og Ruith las

    desata. El ahogamiento es el castigo aplicado

    a un poeta culpable de adultero. Pero el agua es tam

    bin y sobre todo, por su valor lustral, un sm

    bolo de pureza pasiva. Es un m

    edio y un lugar de revelacin para los poe-tas que la encantan para obtener de ella profecas. Segn Estrabn los druidas afir-m

    aban que al fin del mundo reinarn solos

    el agua y el fuego (elementos prim

    ordiales) (LER

    O, 74-76).

    Entre los germanos las prim

    eras aguas que se escurren en prim

    avera por la superficie de los hielos perpetuos son el antepasado de toda vida ya que, vivificadas por el aire del sur, se renen para form

    ar un cuerpo vivo, el del prim

    er gigante Ym

    ir, de quien proce-den los dem

    s gigantes, los hombres y en

    cierta medida los propios dioses.

    L.G.

    c) El agua-plasma, fem

    enina, el agua dul-ce, el agua de lago, el agua estancada, y el agua ocenica, espum

    osa, fecundante, ma-

    cho, son cuidadosamente diferenciadas en la

    Teogona de Hesodo: La Tierra ( ... ) dio

    tambin a luz, pero sin el deseable am

    or, a Ponto, el estril pilago de hinchadas olas; y m

    s tarde, acoplndose con el Cielo (Ura-

    no), dio origen a Ocano de profundos re-

    molinos (H

    esodo, Teogona). El agua estril y el agua fecundan te se distinguen segn H

    e-sodo por la intervencin del am

    or. El agua estancada, plasm

    a de la tierra del que nace la vida, aparece en num

    erosos mi-

    tos de creacin. Segn ciertas tradiciones turcas del A

    sia central, el agua es la madre

    del caballo. En la cosmogona babilnica, al

    comienzo de todo, cuando no haba an ni

    cielo ni tierra, slo una materia indiferen-

    ciada se extenda desde siempre: las aguas

    primordiales. D

    e su masa se desprendieron

    dos principios elementales, A

    psu y Tiamat...

    Apsu, considerado corno una divinidad m

    as-culina, representa la m

    asa de agua dulce sobre la cual flota la tierra ... En cuanto a

    Agua

    Tiamat, no es sino el m

    ar, el abismo de agua

    salada de donde salen todas las criaturas (SO

    UN

    , 119). A

    simism

    o una cresta de limo em

    ergiendo de las aguas es la im

    agen ms frecuente de la

    creacin en

    las m

    itologas egipcias.

    Un

    gran loto sali de las aguas primordiales, tal

    era la cuna del sol en la primera m

    aanID) (PO

    SO, 67,154).

    La valoracin femenina, sensual y m

    ater-nal del agua, ha sido m

    agnficamente canta-

    da por los poetas romnticos alem

    anes. Es el agua del

    lago, nocturna, lunar y lechosa',

    donde se despierta la libido; el agua, esta criatura prim

    era, nacida de la fusin area, no puede negar su origen voluptuoso y, so-bre la tierra, se

    muestra con una celeste

    omnipotencia corno el elem

    ento del amor y

    de la unin ... No es en falso que los sabios

    antiguos buscaron en ella el origen de las co-sas ... y todas nuestras sensaciones agradables no son, a la postre, m

    s que dversas mane-

    ras de fluir internamente los m

    ovimientos de

    este agua original que est en nosotros. El propio sueo no es sino el flujo de este invi-sible m

    ar universal, y el despertar el co-m

    ienzo de su reflujo (Novalis, N

    OV

    O, 77).

    Y el poeta concluye: slo los poetas debe-

    ran ocuparse de los lquidos. A

    .G.

    5. De los sm

    bolos antiguos del agua corno fuente de fecundacin de la tierra y de sus habitantes, podernos volver a los sm

    bolos analticos del agua corno fuente de fecunda-cin del alm

    a: el arroyo, el ro, el mar repre-

    sentan el curso de la existencia humana y las

    fluctuaciones de los deseos y los sentimien-

    tos. Corno para la --> tierra, conviene distin-guir en la sim

    blica de las aguas la super-ficie y las profundidades. La --> navegacin o el errar de los hroes en la superficie signifi-ca que ellos estn expuestos a los peligros de la vida, lo que el m

    ito simboliza con los

    monstruos que surgen de las profundidades.

    La regin submarina se convierte as en sm

    -bolo de lo subconsciente. La perversin se encuentra igualm

    ente representada

    por el agua m

    ezclada con la tierra (deseo terreno), o estancada, que ha perdido su propiedad purificadora: el fango, el lodo, el pantano. El agua helada, el

    hielo, expresa el estanca-m

    iento en su ms alto grado, la falta de

  • Agua

    calor del alma, la ausencia-del sentim

    iento vivificante y creador que es el am

    or: el agua helada representa el com

    pleto estancamien-

    to psquico, el alma m

    uerta (DIES, 38-39).

    El agua es el smbolo de las energas in-

    conscientes, de las potencias inform

    es del alm

    a, de las motivaciones secretas y desco-

    nocidas. Sucede bastante a menudo en los

    sueos que se est ((sentado al borde del agua pescando. El agua, sm

    bolo del espritu an inconsciente, encierra los contenidos del alm

    a que el pescador se esfuerza en traer a la superficie y que debern alim

    entarlo. El pez

    es un

    animal

    psquico ... (A

    EPR,

    151,195). G

    astan Bachelard ha escrito sutiles varia-ciones sobre las aguas claras, las aguas pri-m

    averales, las aguas

    corrientes, las aguas am

    orosas, las aguas profundas, durmientes,

    muertas, com

    puestas, dulces, violentas, el agua duea del lenguaje, etc., que son otras tantas

    facetas de

    este sm

    bolo espejeante (BA

    CE). (Espejo m

    enos que escalofro... a la vez pausa y caricia, pasaje de un' arco lquido en un concierto de espum

    a (Paul Claudel).

    guila. l. El guila, capaz de elevarse por

    encima de las nubes y de m

    irar fijamente al

    sol, se considera universalmente com

    o sm-

    bolo celeste y solar a la vez, pudiendo los dos

    aspectos, por otro

    lado, confundirse.

    Reina de las aves, corona el simbolism

    o ge-neral de aqullas, que es el de los

    ngeles, el de los estados espirituales superiores. En la antigedad clsica es el ave de Zeus, con la que llega incluso a identificarse; su papel de reina del cielo est explcito igualm

    ente entre los cham

    anes siberianos. Su identifica-cin con el sol, fuente y radiacin de la luz, es esencial para los indios de A

    mrica del

    Norte que, llevando plum

    as de se

    identifican con esa radiacin (que es espiri-tual, tanto com

    o fisica). Las plumas de gui-

    la y el silbato de hueso de guila se utiliza en la danza que m

    ira al sol. La mism

    a identifi-cacin existe entre los aztecas, y tam

    bin en el Japn: el kam

    i cuyo mensajero o soporte

    es un guila se denomina guila del sol ce-

    leste. Ntese que en G

    recia todava, las gui-las, surgidas del extrem

    o del mundo, se dice

    60

    que se detienen en la vertical del ompha/os

    de Delfos: siguen as la trayectoria del sol,

    de la salida en el cenit, que coincide con el eje del m

    undo.

    guila con las alas extendidas, bronce dorado. A

    rte visi-gtico del siglo VI (Pars. M

    useo de Cluny)

    El guila mirando fijam

    ente al sol, es tam-

    bin el smbolo de la percepcin directa de

    la luz intelectiva. ((El guila 'mira sin tem

    or cara al sol, escribe A

    ngelus Silesius: ((ya ti resplandor eterno, si tu corazn es puro. Sm

    bolo de contem

    placin, que entronca

    con la atribucin del guila a san Juan y a su Evangelio. Ciertas obras de arte de la edad m

    edia la identifican con Cristo mism

    o, del cual significa la ascensin y a veces la realeza. Esta segunda interpretacin es una trasposicin del sm

    bolo romano del im

    pe-rio, sm

    bolo que ser tambin el del sacro

    imperio m

    edieval. Los Salmos, por ltim

    o, la tienen por sm

    bolo de regeneracin espiri-tual, com

    o el fnix.

    El simbolism

    o del guila entraa tambin

    un aspecto malfico. C

    omo ocurre frecuen-

    temente, la reversin del sm

    bolo de Cristo hace de ella la im

    agen del A

    nticristo: el guila es la rapaz cruel, robadora. Es tam

    -

    61

    bin a veces -y esto est vinculado a los diversos aspectos del poder im

    perial-smbo-

    lo de orgullo y opresin. Es la perversin de su poder.

    Otro aspecto solar es el del pjaro m

    tico ->

    Garuda que es originalm

    ente un guila. Pjaro solar, brillante com

    o el fuego, mon-

    tura del Vishn -l m

    ismo de naturaleza

    solar-Garuda es nagari, enem

    igo de las ser-pientes, o nagantaka, destructor de serpien-tes. La dualidad del guila y de la serpiente significa universalm

    ente la del Cielo y la Tierra, o la lucha del ngel contra el dem

    o-nio. En Cam

    boya, Garuda es el em

    blema de

    los soberanos de raza solar, el Naga el de los soberanos de raza lunar. G

    aruda es tambin

    la Palabra alada, el triple Veda, un sm

    bolo del V

    erbo, lo mism

    o que el guila en la ico-nografia cristiana.

    Garuda es tam

    bin smbolo de la fuerza,

    del coraje, de penetracin; lo es tambin el

    guila, en razn de la agudeza de su visin (CO

    RM, D

    AN

    A, H

    EHS, H

    ERS, MA

    LA).

    P.G.

    2. A esta sim

    blica general del guila, las culturas

    tradicionales aportan

    numerosas

    precisiones, como un bordado sobre una tela

    de fondo. En Am

    rica como en Siberia, en

    todo el universo chamnico, el guila es un

    smbolo de la fuerza urnica. Se utiliza por

    una suerte de simpata m

    gica para los vue-los de los cham

    anes a travs del espacio. ((El cham

    n danza largo tiempo, cae a tierra in-

    consciente y su alma es llevada al cielo en

    una barca tirada por guilas (ELlC

    , 315). 3. El guila es tam

    bin un pjaro tutelar. Posada sobre las cim

    as de las ramas del r-

    bol csmico, vela com

    o remedio de todos los

    males que contienen esas ram

    as (KRA

    M, 266;

    ELlC, 247).

    Los paviotso, indios de Am

    rica del Nor-

    te, la utilizan como una cura m

    gica: un bastn, que lleva en su extrem

    idad superior una plum

    a de guila procurada por un cha-m

    n, se coloca sobre la cabeza del enfermo.

    La curacin por la pluma de guila evoca el

    vuelo chamnico y las' experiencias extti-

    cas: se considera que el guila se lleva el m

    al, el alma, el cham

    n. 4. El guila es igualm

    ente el pjaro inicia-dor. U

    na gran guila salva al hroe Toshtk del m

    undo de abajo para elevarlo al mundo

    guila

    de arriba; solamente ella es capaz de volar de

    un mundo a otro. Por dos veces, engulle al

    hroe moribundo para rehacerle el cuerpo

    en su vientre, antes de devolverlo a la luz. O

    tras tantas imgenes iniciticas que revelan

    un poder de regeneracin por absorcin. El guila form

    a parte, en un relato apcri-fo gals, de los Antiguos del m

    undo; este texto corresponde al relato irlands de Tuan M

    ac Cairill y a un pasaje de Mabinogi de

    Kulhw

    ch y Olw

    en; el guila es uno de esos anim

    ales primordiales iniciadores, que son

    tambin el m

    irlo, el bho, el

    ciervo, y el

    salmn. N

    o se conoce de ella otra apa-ricin en la m

    itologa cltica, salvo la meta-

    morfosis de Llew

    en guila, cuando acaba de ser m

    atado por el amante de su m

    ujer adl-tera Blodeuw

    edd, en el Mabinogi de M

    ath; pero aparece bastante frecuentem

    ente en la num

    ismtica gala. Su papel parece haberlo

    detentado en Irlanda el

    halcn (CH

    AB,

    71-91; LOTM

    , 1,206-207). 5. El guila ocupa un lugar igualm

    ente im

    portante en la mntica. El arte augural in-

    terpretaba el vuelo de las guilas para perci-bir las voluntades divinas. (El guila ro-m

    ana, como el cuerpo germ

    ano-cltico, es esencialm

    ente la mensajera de la voluntad

    de lo altO) (D

    UR

    S, 134). Reina de las aves duerm

    e, dice Pndaro, ((sobre el cetro de Zeus, cuyas voluntades da a conocer a los hom

    bres. Cuando Pram

    o va a pedir a A

    quiles que le devuelva el cad-ver de H

    ctor, hace una libacin a Zeus: