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Mayab 15 (2002): pp. 79-101 RESUMEN En este artículo se presenta el estudio realizado por el equipo de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala en la aldea Chel, localizada en el de- partamento de El Quiché. Esta narración se incluye dentro de las ya numerosas investigaciones que los antropólogos forenses llevan a cabo en las fosas co- munes, producto de los largos años de guerra y re- presión que sufrió la población rural guatemalteca, y más intensamente la población indígena. Palabras Clave: Antropología forense, masacres, Chel, El Quiché, Guatemala. ABSTRACT This article reports the study carried out by the Fun- dación de Antropología Forense de Guatemala in the small village of Chel, located in the Department of El Quiché. This study joins current field research con- ducted by forensic anthropologists on common gra- ves, as these were the outcome of years of war and re- pression against rural and, most significantly, indigenous populations of Guatemala. Key words: Forensic Anthropology, massacres, Chel, El Quiche, Guatemala. INTRODUCCIÓN Este artículo es parte de las investigaciones realiza- das en campo y al mismo tiempo es un compendio del reporte presentado a la Comisión para el Esclare- cimiento Histórico, titulado Informe de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala: cuatro casos paradigmáticos solicitados por la Comisión para el Es- clarecimiento Histórico de Guatemala. Específicamen- te la parte del mismo que comprende aquellos datos relacionados estadísticamente con respecto a las víc- timas y que se dan en forma de gráficos. Sin embargo, el mismo ha sido enriquecido con las vivencias pro- pias del autor, quien como miembro de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala, participó en las investigaciones antropológicas y arqueológicas he- chas en el lugar. Esto le permitió platicar con algunos de los supervivientes de los hechos ocurridos en Chel, y así poder agregar sus propios comentarios y con ello amarrar de una manera comprensible los sucesos ocurridos durante el día 3 de abril de 1982, día de la masacre. En ningún momento se pretende hacer un análisis social, político o histórico de los años de conflicto ar- mado guatemalteco, aspecto este que ha sido tratado por una larga serie de investigaciones y extensas pu- blicaciones 3 . Por lo tanto, lo único que se intenta es hacer una descripción de este hecho en particular y con ello tratar de ejemplificar y de alguna manera, si es posible, generalizar lo que sucedió en Guatemala. Chel: historia, investigación arqueológica y análisis antropológico forense RENALDO ACEVEDO Fundación de Antropología Forense de Guatemala 1 «Nosotros estamos en Chel porque allí hemos nacido, allí na- ció mi papá, mi mamá y mis abuelitos. Y yo he nacido en Chel también… allí trabajamos, cultivamos todos los productos que comemos aquí. …el ejército cuando llegó dijo: “No, ustedes son guerrilleros”. Dijeron esto y los mataron…» Testimonio No. 1 09-01-98 FAFG. 2 1 Queremos expresar a la Fundación de Antropología Forense de Guatemala nuestro agradecimiento por haber dado autorización para utilizar el material fotográfico y topográfico que aparece en este artículo. 2 Todos los testimonios que llevan las iniciales FAFG, fueron tomados del Informe de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala: cua- tro casos paradigmáticos solicitados por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de Guatemala. Estos han sido modificados a un castellano estándar, ya que los informantes hablan uno deformado por el acento indígena y por no ser su lengua materna. Sin embargo, se mantiene en su totalidad el sentido de lo expresado originalmente. 3 Un ejemplo de esto son las siguientes: «Violencia Institucional en Guatemala, 1960 A 1996: una Reflexión Cuantitativa» (Ball et al. 1999), Gua- temala: Memoria del Silencio (CEH), «El proceso del terror en Guatemala» (Aguilera 1971), «Las masacres en Rabinal: Estudio histórico antropoló- gico de las masacres de Plan de Sánchez, Chichupac y Río Negro » (EAFG 1995), «Masacres de la selva: Ixcán, Guatemala, 1975-1982 » (Falla 1992), «De la guerra a la guerra: La difícil transición política en Guatemala » (Gramajo 1995), «Guatemala: Violencia, revolución y democracia » (Le Bot

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Page 1: Chel: historia, investigación arqueológica y análisis ... · RESUMEN En este artículo se ... (EAFG 1995), «Masacres de la selva: Ixcán, Guatemala, 1975-1982» (Falla 1992),

Mayab 15 (2002): pp. 79-101

RESUMEN

En este artículo se presenta el estudio realizado porel equipo de la Fundación de Antropología Forensede Guatemala en la aldea Chel, localizada en el de-partamento de El Quiché. Esta narración se incluyedentro de las ya numerosas investigaciones que losantropólogos forenses llevan a cabo en las fosas co-munes, producto de los largos años de guerra y re-presión que sufrió la población rural guatemalteca, ymás intensamente la población indígena.

Palabras Clave: Antropología forense, masacres, Chel,El Quiché, Guatemala.

ABSTRACT

This article reports the study carried out by the Fun-dación de Antropología Forense de Guatemala in thesmall village of Chel, located in the Department of ElQuiché. This study joins current field research con-ducted by forensic anthropologists on common gra-ves, as these were the outcome of years of war and re-pression against rural and, most significantly,indigenous populations of Guatemala.

Key words: Forensic Anthropology, massacres, Chel,El Quiche, Guatemala.

INTRODUCCIÓN

Este artículo es parte de las investigaciones realiza-das en campo y al mismo tiempo es un compendiodel reporte presentado a la Comisión para el Esclare-cimiento Histórico, titulado Informe de la Fundaciónde Antropología Forense de Guatemala: cuatro casosparadigmáticos solicitados por la Comisión para el Es-clarecimiento Histórico de Guatemala. Específicamen-te la parte del mismo que comprende aquellos datosrelacionados estadísticamente con respecto a las víc-timas y que se dan en forma de gráficos. Sin embargo,el mismo ha sido enriquecido con las vivencias pro-pias del autor, quien como miembro de la Fundaciónde Antropología Forense de Guatemala, participó enlas investigaciones antropológicas y arqueológicas he-chas en el lugar. Esto le permitió platicar con algunosde los supervivientes de los hechos ocurridos en Chel,y así poder agregar sus propios comentarios y conello amarrar de una manera comprensible los sucesosocurridos durante el día 3 de abril de 1982, día de lamasacre.

En ningún momento se pretende hacer un análisissocial, político o histórico de los años de conflicto ar-mado guatemalteco, aspecto este que ha sido tratadopor una larga serie de investigaciones y extensas pu-blicaciones 3. Por lo tanto, lo único que se intenta eshacer una descripción de este hecho en particular ycon ello tratar de ejemplificar y de alguna manera, sies posible, generalizar lo que sucedió en Guatemala.

Chel: historia, investigación arqueológica y análisis antropológico forense

RENALDO ACEVEDOFundación de Antropología Forense de Guatemala 1

«Nosotros estamos en Chel porque allí hemos nacido, allí na-ció mi papá, mi mamá y mis abuelitos. Y yo he nacido en Cheltambién… allí trabajamos, cultivamos todos los productos quecomemos aquí. …el ejército cuando llegó dijo: “No, ustedes songuerrilleros”. Dijeron esto y los mataron…»

Testimonio No. 1 09-01-98 FAFG.2

1 Queremos expresar a la Fundación de Antropología Forense de Guatemala nuestro agradecimiento por haber dado autorización para utilizarel material fotográfico y topográfico que aparece en este artículo.

2 Todos los testimonios que llevan las iniciales FAFG, fueron tomados del Informe de la Fundación de Antropología Forense de Guatemala: cua-tro casos paradigmáticos solicitados por la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de Guatemala. Estos han sido modificados a un castellanoestándar, ya que los informantes hablan uno deformado por el acento indígena y por no ser su lengua materna. Sin embargo, se mantiene en sutotalidad el sentido de lo expresado originalmente.

3 Un ejemplo de esto son las siguientes: «Violencia Institucional en Guatemala, 1960 A 1996: una Reflexión Cuantitativa» (Ball et al. 1999), Gua-temala: Memoria del Silencio (CEH), «El proceso del terror en Guatemala» (Aguilera 1971), «Las masacres en Rabinal: Estudio histórico antropoló-gico de las masacres de Plan de Sánchez, Chichupac y Río Negro» (EAFG 1995), «Masacres de la selva: Ixcán, Guatemala, 1975-1982» (Falla 1992),«De la guerra a la guerra: La difícil transición política en Guatemala» (Gramajo 1995), «Guatemala: Violencia, revolución y democracia» (Le Bot

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Por falta de espacio, tampoco se describe el proto-colo de exhumaciones y de análisis antropológico fo-rense que se utiliza para el desarrollo de la investiga-ción de laboratorio, pero si se dan los resultados deambas partes.

INVESTIGACION ARQUEOLÓGICA

Información general

La primera visita a Chel, fue realizada el 29 de octu-bre de 1997, durante la cual se efectuaron los primeroscontactos y entrevistas preliminares con testigos de lamasacre. Antes de esta oportunidad, los declarantesnunca habían hablado con extraños sobre el tema.

De estas primeras conversaciones se obtuvo infor-mación valiosa para reconstruir parcialmente la ma-sacre y los sucesos de violencia anteriores y posterio-res a la misma. Se hizo un reconocimiento del lugarexacto donde ocurrieron los hechos y de las fosasclandestinas, señaladas por los mismos familiares delas víctimas.

Al inicio de la temporada de trabajo de campo, sesostuvieron reuniones con el alcalde de la aldea, asícomo con los líderes de la misma. Además, se reali-zaron dos talleres, en donde participaron entre dos-cientas y trescientas personas y en el que los familia-res expresaron sus expectativas con respecto altrabajo que se iba a realizar. Al mismo tiempo se lesexpuso la forma en que la exhumación se llevaría acabo, cual era el procedimiento con respecto de llevar,analizar y traer las osamentas de vuelta a la comuni-dad.

El 8 de enero de 1998 se iniciaron las excavacionesarqueológicas, finalizando éstas el 21 del mismo mesy año. El análisis de laboratorio y la elaboración del in-forme pericial se efectuó del 23 de enero al 1 de juliodel mismo año.

Ubicación

Chel es una «aldea del municipio de Chajul, Quiché(Figura 1). En la margen del río Chel y unos 2 kilóme-

tros al nordeste de su afluencia en el río Xaclbal (ríoChajul). De Chel por vereda rumbo sur son unos 26,5kilómetros a la cabecera. Su nombre proviene de laetimología ixil, que significa: ligero» (Gall 1976-83, T.I:636). Su ubicación cartográfica es latitud 15°38’25, lon-gitud 91°04’08.

Se sitúa 900 metros sobre el nivel del mar, la tem-peratura durante el día es templada, pero por la nochecae hasta 7° centígrados o menos durante los mesesfríos. Las aguas del río Chel son extremadamente he-ladas, por lo que bañarse en ellas es dificultoso, yaque se entra rápidamente en hipotermia.

Se ubica en la parte norte de la sierra de los Cuchu-matanes, es parte del municipio de San Gaspar Chajul(conocido sólo como Chajul), en la parte septentrionaldel departamento de Quiché. Para llegar desde Chelhasta Chajul, se tiene que viajar de 5 a 6 horas por unsendero que serpentea entre montañas, que atraviesavarios arroyos y es un constante subir y bajar (Figu-ra 2), debiéndose cubrir una extensión de 33 km, hastallegar a un caserío de nombre Bitziquichum (voz ixilque significa sobre o encima del lugar donde uno sedesmaya) (Gall 1976-83, T.I: 237). El nombre es muyapropiado porque cuando uno llega desde Chel a estelugar, o literalmente uno se desmaya o bien figurada-mente, ya que antes de alcanzar la cima se hace un esfuerzo supremo que deja sin aliento aún al mejorpreparado. La población pertenece al grupo etnolin-güístico maya-ixil.

La importancia de Bitziquichum radicaba en que allíterminaba la carretera de terracería que proviene deChajul, entre cuyos lugares existe una distancia apro-ximada de 22 km, por lo que era el último punto adonde llegaba un automóvil. Desde éste último lugar ala cabecera departamental, Santa Cruz de Quiché, hay109 km, siempre en carretera balastrada. Desde SantaCruz para la ciudad de Guatemala hay 164 km de ca-rretera asfaltada, lo que hace un total de 306 km desdeChel hasta la ciudad capital.

El asentamiento antiguamente era disperso, con al-gunas construcciones formando un «núcleo», talescomo la alcaldía, la iglesia y otras edificaciones parti-culares. Sin embargo, las casas del «núcleo» teníangrandes extensiones de terreno como patios, en loscuales sembraban cultivos de subsistencia y criaban

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1992), «Política institucional hacia el desplazado interno en Guatemala» (Mack 1990), «Trenzando el futuro: Luchas campesinas en la historia re-ciente de Guatemala» (Menchú 1992), «Recuperación de la Memoria Histórica. Guatemala: Nunca más» (REMHI 1998), entre otras. En el primerode los mencionados se da una extensísima bibliografía sobre el conflicto armado guatemalteco, que el estudioso sobre el tema deberá de exa-minar; puede ser consultado también en las siguientes direcciones electrónicas: http://hrdata.aaas.org/ciidh. http://hrdata.aaas.org/ceh/report/spa-nish/toc.html: Guatemala. Memoria del Silencio. Tz’inil na’tab’al. Conclusiones y recomendaciones del Informe de la Comisión para el Esclareci-miento Histórico.

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animales domésticos. Esto ya casi no se hace, con laexcepción de la crianza de los animales, ya que susparcelas fueron reducidas al ser restablecidos los ha-bitantes en el lugar. Antiguamente sus calles estre-chas, al igual que ahora, no tenían un trazo exactocomo un tablero de damas, aunque hay tres de ellasque forman algunos ángulos rectos, casi paralelas alrío —y por lo mismo no del todo rectas— las cualesson cortadas perpendicularmente por otras de seg-mentos más cortos. No están pavimentadas de nin-guna forma y los desagües corren a flor de tierra endirección al río. Las letrinas son pocas, tampoco hayenergía eléctrica, ni agua potable.

Las viviendas, al igual que antes, están hechas demateriales perecederos en su mayoría. En algunos ca-sos las paredes hechas de palos, están cubiertas delodo, lo que localmente se denomina bajareque. Sonmuy escasas las casas hechas de adobe o de bloquesy cemento. Los techos por lo general son de palma,aunque actualmente se está introduciendo el uso deláminas de zinc (Figura 3).

Sus habitantes en su mayoría son jóvenes, los hom-bres se dedican a las actividades agrícolas, y emigran

hacia la costa sur cuando es la época de la zafra. Lasmujeres se dedican a las huertas familiares, cría deanimales para consumo o vender y a tejer, lo cualtambién es para uso propio o para ofrecer.

Al hacerse la investigación arqueológica se deter-minó la existencia de tres lugares donde fueron ente-rradas las víctimas de la masacre. Dos de ellos se en-contraron directamente asociados a las áreas endonde funcionan los dos cementerios, uno de elloshabilitado cuando ocurrió la tragedia.

Las excavaciones empezaron en el Cementerio Vie-jo, el cual se encuentra al suroeste de la aldea, a esca-sos 150 m del puente donde acaeció gran parte del he-cho (Figura 4). Este camposanto se halla en la partemedia de la montaña y no es totalmente plano, sinoque el terreno se inclina suavemente hacia la cuencadel río. Se accede a él por medio un camino de herra-dura, el mismo que conduce hacia Chapul, y se en-cuentra unos 200 m sobre el nivel del río. Los cinco lu-gares de enterramiento estaban demarcados conplantas ornamentales. Aquí se excavaron un total decinco fosas 4, las que se identificaron con los númerosromanos del I al V (Figura 5). Se encontró una sexta

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Figura 1. Localización de la aldea de Chel. (tomado de la Hoja Cartográfica Ilom 1962 I. Instituto Geográfico Nacional).

4 La iniciales CCQ que aparecen en las fotografías de campo corresponden a Chel, Chajul, Quiché, el número en romanos es el de la fosa ex-cavada, mientras que el numeral en arábigos se corresponde con el número de esqueleto dentro de cada fosa.

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Figura 2. La aldea Chel en el fondo del valle vista desde la montañas cercanas.

Figura 3. La aldea Chel en la actualidad.

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Figura 4. Plano esquemático de Chel en la actualidad, incluyendo las áreas de excavación.

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fosa, identificada con el número VI, al norte, descen-diendo por el camino de la escarpa que había sidoutilizado para subir a los muertos cuando fueron res-catados del río; estaba apenas a unos 40 m sobre elcauce del río. En el Cementerio Nuevo se efectuaronlas excavaciones designadas como fosas VII, VIII y IX(Figura 5).

Excavaciones en el Cementerio Viejo

Para la investigación de las fosas I, II, III, IV, V y VI seestacionaron trincheras de prueba en los espaciosidentificados (Figura 6). El objetivo de las mismas fueprimero observar si el suelo fue alterado culturalmente,ya que la estratigrafía original del terreno consiste enuna matriz de tierra negra o humus, seguido de unacapa de arena con una coloración amarillenta y porúltimo un terreno duro, conocido localmente como tal-petate. Como es de suponer, de detectarse cambiosdentro de ese ordenamiento original de los horizontesdel suelo, nos indicaría que el lugar fue alterado.

Todas las trincheras al excavarse mostraron que loshorizontes naturales del terreno fueron alterados y almismo tiempo se hallaron entre ellas vestigios de las

osamentas (Figura 7). Al encontrarse estos elemen-tos se procedió a hacer una ampliación total de cadauna de las fosas, con un área extra circundante parapoder caminar alrededor de la misma.

Fosa I

Aparte de las plantas decorativas que la identifica-ban, su superficie presentaba una depresión de unos20 cm. Las excavaciones revelaron las primeras mani-festaciones óseas a una profundidad de 90 cm. Sepudo determinar que la fosa original, hecha por los se-pultureros, midió 2 x 2 m. Nuestra excavación finalfue de 3,70 m (norte-sur), por 3,50 m (este-oeste). Serecuperaron un total de 22 osamentas, las cuales pre-sentaban un severo deterioro, con pérdida de porcio-nes óseas (Figura 7 y Portada).

Las osamentas yacían yuxtapuestas y colocadas endos sentidos, las del primer estrato estaban en su ma-yoría orientadas este-oeste y las del segundo en sen-tido oeste-este (el primer punto cardinal mencionadocorresponde al cráneo y la siguiente corresponde ala de los pies). Esto lo hicieron los enterradores con elpropósito de aprovechar mejor el espacio, dado elapuro de tiempo con que fueron inhumadas.

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Figura 5. Localización de las zonas de excavación con numeración de las fosas halladas.

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Los resultados en cuanto al sexo de las osamentasencontradas fue el siguiente: siete femeninas, tresmasculinas y las restantes 12 de impúberes. La mayo-ría de ellas estaban desnudas.

Fosa II

Ubicada al noroeste de la Fosa I, sus dimensionesfueron 1,80 m este-oeste y 2 m norte-sur. Un total de11 osamentas fueron recuperadas, diez de las cualesse encontraron colocadas oeste-este, Solamente unase encontró orientada sur-norte (Figura 7).

En cuanto al sexamiento de las 11 osamentas, sólouna es masculina; las restantes diez son femeninas,entre ellas tres niñas y una adolescente. Al igual que laFosa I, la mayoría de ellas estaban desnudas.

Fosa III

Se localizó al oeste de la Fosa II. Las dimensiones fi-nales de la excavación fueron de 2,30 x 2,30 m; al ex-

cavarse se halló que la sepultura original poseyó lassiguientes dimensiones 1,70 x 1,80 m. En esta fosa sehallaron siete esqueletos, cinco de ellos orientadosoeste-este. Dos se localizaron en sentido contrario,los cuales descansaban sobre los anteriores. La ma-yoría estaban despojados de sus ropas, solamente al-gunos estaban cubiertos con nailon (Figura 7).

Seis de las osamentas pertenecieron a la familiaMendoza, que por ser una familia extensa posee tam-bién otros apellidos: dos adultos de sexo masculino,una mujer adulta, un adolescente y dos niños.

Fosa IV

Se halló al este de la Fosa II y al nordeste de la FosaI, sus dimensiones originales fueron de 1,80 x 1,20 m.Aquí se localizaron cinco osamentas (Figura 7), tres desexo femenino todas ellas adultas y dos de infantes,que al igual que parte de los cuerpos de los adultos,yacían envueltas en nailon (Figura 8).

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Figura 6. Inicio de las excavaciones arqueológicas en el área conocida como Cementerio Viejo.

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Fosa V

Se situó 5 m al nordeste de la Fosa III (ver Figura 5).Sus dimensiones originales fueron de 1,80 x 2 m Enella se encontraron cuatro osamentas, todas pertene-cientes a adultos de sexo masculino (Figura 9) y se en-contraron sin vestigios de haber llevado ropa.

Fosa VI

Situada a unos 40 m sobre el nivel del río y 200 men línea recta desde la fosa V y al norte de la misma(ver Figura 5). En este lugar se perfiló una trinchera, enla que se encontró la ropa de una persona de sexomasculino y fragmentos óseos de dicha persona.

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Figura 7. Plano general de las Fosas I, II, III y IV, Cementerio Viejo.

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Excavaciones en el Cementerio Nuevo

En cuanto a las Fosas VII, VIII y IX, por hallarse den-tro de nichos, se tuvieron que romper las tapias quelos sellaban. En algunos casos los esqueletos se en-contraron dentro de cajas de madera y en otros sepudo establecer que fueron directamente colocadossobre el piso de la tumba y cubiertos por un petate 5.Esta necrópolis se encuentra en la ribera oeste del ríoChel y unos 200 metros del extremo norte del puentedonde ocurrió la masacre. Si sitúa sobre una elevaciónde un cerro y en las faldas del mismo (ver Figura 5).

Fosa VII

En ella se encontró la osamenta de una personaadulta de sexo masculino, la cual yacía colocada sobre

una tabla, que la separó de otras tres osamentas, quepertenecían a personas que fueron inhumadas antes yque no tienen ninguna relación con la masacre (Figu-ra 10). Pareciera que el sepulcro fue reutilizado, de-jando los esqueletos anteriores; no se pudo establecercon certeza si esto es parte de las prácticas funera-rias de la región.

Fosa VIII

Dentro de este sepulcro se localizaron cinco osa-mentas, una de ellas correspondiente a un nonato queestaba colocado al parecer entre las extremidades in-feriores su madre, ya que la osamenta correspondió auna de sexo femenino. Las restantes comprendieronuna de sexo femenino, una masculina y la de un in-fante (Figura 11).

Fosa IX

En el interior de esta sepultura se hallaron cuatro osa-mentas, las cuales estaban agrupadas en dos cajas demadera (no ataúdes) a maneras de osarios (Figura 12).Esto al parecer se hizo cuando el panteón fue reparado.

5 Estera.

Figura 8. Familiares junto a los restos de la Fosa IV.

Figura 9. Plano de la Fosa V.

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Figura 10. Fotografía de la Fosa VII, Cementerio Nuevo.

Figura 11. Vista del interior de la Fosa VIII, Cementerio Nuevo.

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Los esqueletos correspondieron a un nonato, una mujer,probable madre del anterior, y dos a infantes.

RESULTADO DEL ANALISIS ANTROPOLOGICO FO-

RENSE DE LABORATORIO

El examen de cada una de las sesenta osamentas,recuperadas en las distintas fosas de los cementeriosclandestinos de Chel, revelaron datos importantesacerca de las características de las víctimas como elsexo, la edad, estatura, tipos de trauma y posible cau-sa de muerte.

Sexo

En la determinación de sexo, se pudieron establecercinco opciones, siendo estas: 1. Masculino; 2. Probablemasculino; 3. Femenino; 4. Probable femenino y 5. Nodeterminado.

En la Tabla 1 se puede observar que el 35% (21) delas osamentas son de sexo femenino, 25% (15) son pro-bablemente de sexo femenino. El 17% (10) son mascu-linas, el 5% (3) son posiblemente de sexo masculino yel 18% (11) no fue posible determinar su género.

Se logró establecer que la mayoría de osamentas per-tenecen al sexo femenino y probablemente femenino.

Osamentas femeninas

De las 21 osamentas cuyo sexo se determinó era fe-menino, se pudo deducir que el 86% (18), presentabaaretes asociados, mientras que el restante 14% de lasosamentas (3) no los presentaba.

Figura 12. Individuos exhumados en la Fosa IX, CementerioNuevo.

Tabla 1. Sexo de los individuos inhumados.

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Probablemente femenino

De las 15 osamentas cuyo sexo se determinó eraprobablemente, se pudo establecer que el 73% (11)presenta zarcillos (Figura 13), mientras que el restante27% (4) no los presentaba. La Figura 14 muestra unamujer y una niña portando aretes como los encontra-dos durante las exhumaciones. Éstos fueron halladosasociados al área de las orejas y los esqueletos co-rrespondieron efectivamente a mujeres.

Osamentas masculinas o probablemente masculinos

Diez de las 10 osamentas se determinaron que eranmasculinas, mientras que otras tres se las determinócomo probablemente masculino.

Sexo no Determinado

De las 11 osamentas cuyo sexo no fue posible de-terminar, se pudo establecer que el 82% de estas (9)no presentaba asociados aretes, mientras que el res-tante 18% de las osamentas (2) presentaba aretes aso-ciados. Por lo tanto, estas han de ser femeninas, lo

que elevaría el porcentaje de posibles femeninas de 15(25%) a 17 (28%).

Rangos de edad

En la Tabla 2 se pueden observar siete barras, lascuales indican el número de individuos en cada rangode edad al momento de la muerte. Debido a que laedad esqueletal no es exacta se establecieron rangos,con la edad mínima y máxima que podría tener unindividuo. Se pudo determinar que la edad de las osa-mentas de las personas encontradas en Chel oscilaentre <0 a 70 años.

Se puede observar en la primera barra un rango en-tre <0 a 10 años, donde se localizaron 25 osamentas(incluye a dos nonatos, como el de la Figura 15 que te-nía un rango de edad de 8.5 a 9.5 meses lunares). Lasegunda barra muestra rangos entre 11 a 20 años, don-de se localizaron seis osamentas. Entre 21 a 30 años seencontraron 19 osamentas. De 31 a 40 años sólo huboun esqueleto. Entre 41 y 50 se localizaron cuatro indi-viduos. De 51 a 60 años se halló una osamenta y, porúltimo, entre 61 y 70 años se localizaron dos esquele-tos. Así pues, la mayoría de los exhumados se encon-traban entre los primeros tres rangos, de <0 a 30 años.

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Figura 13. Acercamiento de la Inhumación n.o 1 de la Fosa IV, mostrando los típicos aretes usados por las mujeres de Chel.

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Figura 14a y b. Niña y mujer de Chajul en la actualidad con los típicos aretes usados en la zona.

Tabla 2. Rangos de edad.

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Estatura

En la Tabla 3 se pueden apreciar cuatro barras, lascuales indican la talla establecida en el laboratoriopara las 60 osamentas. La primera barra muestra es-tatura entre 0,65 a 1,00 m, establecida para un esque-leto. La segunda barra muestra altura entre 1,00 a 1,35m, determinada para dos osamentas. La tercera barramuestra estatura entre 1,35 a 1,70 m y en ella entran12 individuos. Y la cuarta barra muestra las 45 osa-mentas a las cuales no fue posible establecerles talla,debido a su mal estado de conservación.

Trauma corto-contundente

De 60 osamentas, se pudo determinar traumas cor-to-contundentes en 10 casos, lo que supone un 17%.Una buena muestra es la Figura 16, en la que puedeapreciarse donde probablemente un machete cortólas primeras dos vértebras y con ellas el procesoodontoide. El restante 83%, 50 osamentas, no presen-taban traumas corto-contundentes. Es probable queno se hayan podido comprobar más traumas debidoal mal estado de preservación de los esqueletos.

Trauma contundente

Se pudo establecer que el 38%, 23 osamentas, pre-sentaban golpes contundentes en diferentes regionesdel esqueleto (Figura 17). El restante 62%, 37 osa-mentas, no mostraban golpes contusos. No fue posi-ble determinar la totalidad de traumas, debido al malestado de preservación de las mismas.

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Tabla 3. Estaturas.

Figura 15. Esqueleto correspondiente a un niño de 8,5-9,5meses lunares de concepción hallado en la Fosa IX.

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Trauma antemortem

De los 60 esqueletos, se pudo determinar traumasantemortem evidentes en el 8% (5) de ellos, mientrasque el restante 92% (52), no los mostraban.

Balística recuperada

De las 60 osamentas analizadas, se recuperó evi-dencia balística asociada en el 5% de las mismas (3)(Figura 18), mientras en el 95% restante (57) no fue en-contrada ninguna evidencia. La Figura 19 muestra elorificio de salida causado en un cráneo por un pro-yectil de arma de fuego.

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Figura 16. Vértebra cervical mostrando faltante en el cuerpo,causado probablemente por golpe corto-contundente de ma-chete.

Figura 17. Cráneo procedente de la Fosa III que muestrafracturas causadas por un golpe contundente, posiblementeal ser tirada la víctima desde el puente hacia las rocas del cau-ce del río Chel.

Figura 18. Proyectil recuperado en la caja torácica de unaosamenta de mujer en la Fosa IV.

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HISTORIA DE UNA MASACRE

Antecedentes

Los grupos guerrilleros habían tenido presencia en lazona ixil, al norte del departamento de El Quiché, en eloccidente del país, desde hacia algún tiempo. Específi-camente en este lugar había operado la facción cono-cida como Ejército Guerrillero de los Pobres (EGP), elcual en 1975 «consideró que había llegado el momen-to para darse a conocer abiertamente y marcar su pre-sencia por medio de acciones públicas de propagandaarmada» (CEH p. 1573; Payeras 2002: 121-132).

En el mes de junio, perpetraron el asesinato deldueño de la finca La Perla, un hecho que marcaría elpaso de los hechos en el área. Tras varios intentos fa-llidos de acercársele, según las palabras de uno delos mismos protagonistas, esto fue lo que sucedió:

«Quienes partimos a operar en la sierra llevábamoscomo tarea inicial castigar a uno de los terratenientesmás aborrecidos del país: Luis Arenas Barrena, mejorconocido como el tigre 6 de Ixcán» (Payeras 2002: 123).

«El 7 de junio era día de pago, hecho que facilitabala aproximación hasta las oficinas [de la finca], dada laconcurrencia de mozos al cobro quincenal. En la ad-ministración, en efecto, la peonada se aglomeraba,esperando la paga, frente a su administrador, miradade ave rapaz y bigote de encomendero, el señor de latierra hacía rimeros de fichas y desdoblaba billetes

arrugados. Al conminarlo a levantar las manos y en-tregarse, por breves instantes fijó la mirada en quie-nes lo encañonaban, mientras con movimientos ins-tintivos de la mano empuñaba la pistola. Sucesivosdisparos le quitaron la vida, en el preciso instante enque lograba oprimir el gatillo del revólver a la alturadel vientre» (Payeras 2002: 130-131).

«Tras estos hechos el Ejército desató en la zona unafuerte represión mediante la ejecución arbitraria y ladesaparición forzada de varias personas sospechosasde colaborar con la guerrilla o que se encontraban so-cialmente organizadas» (CEH p. 1790; Payeras 2002:135-146).

Las acciones que el Ejército tomó con respecto de lapoblación, fue una respuesta violenta y desmedida alas técnicas operativas de la guerrilla. Es así como,en la década de los 80, se constituye y pone en prácti-ca la táctica militar llamada tierra arrasada, la cualconsistía en aniquilar poblaciones enteras que eranconsideradas fuente de apoyo de cualquier índole ha-cia los insurgentes, y así evitar su consolidación y po-sible triunfo.

«…objetivo estratégico fue la tierra arrasada en con-tra de poblaciones que eran, o se sospechaba queconformaban, la base social de la guerrilla» (CEH p. 1310).

«.....arrasando aldeas, matando indiscriminada-mente a los habitantes de las comunidades. Estas ac-ciones fueron complementadas con la quema de plan-taciones, cosechas, viviendas y en general con losbienes de las personas. Así lo establecían los planesde campaña» (CEH p. 787).

No sólo en Chel, sino también en los alrededores, seefectuaron masacres, entre las comunidades arrasa-das estuvieron: Xix, Xolcuay, Batzal, Chacalté, Bitzi-quichum, Juá, Sotzil, Ilom, Xesaí, Xachimoxán, Estre-lla Polar, Covadonga, Xejuyeb, Santa Clara, Amachel,Cabá, Pal, Cimientos, Ti’aj’a, Tzotzil, Cajchixlá, Bitzich,Xeputul, Putul y Xaxboj; inclusive se bombardearonlos alrededores de Cotzal, la cabecera municipal.

«El mayor número de masacres registrado por laCEH, quince de un total de treinta y dos, ocurrió en1982, y se concentraron entre los meses de febrero ymayo…» (CEH p. 3278).

A todo lo anterior se suman también las actividadesguerrilleras, como la del Comité Clandestino Local(CCL) (Payeras 2002: 83), que formaba parte de la es-tructura secreta del EGP (Ejército Guerrillero de losPobres) y las del propio EGP como ente armado.

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Figura 19. Cráneo procedente de la Fosa I mostrando orificiode salida causado por proyectil de arma de fuego.

6 En algunos lugares de Guatemala la población del campo le llama «tigre» al jaguar y «león» al puma.

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Los CCL, «estaban integrados por campesinos delas comunidades, normalmente desarmados. Eran di-rigentes que apoyaban políticamente a las fuerzas in-surgentes. En muchas ocasiones dichos líderes eranautoridades comunitarias. La eliminación física de di-chos dirigentes era prioritaria para el Ejército porquesignificaba terminar con el enlace político entre lasunidades guerrilleras y sus bases de apoyo social»(CEH p. 784).

Los habitantes de Chel se vieron envueltos en hos-tigamientos, secuestros y muertes. El 4 de junio de1980 asesinan al sacerdote José María Gran Cirera,quien tenía que ver con la formación del grupo de ca-tequistas de Chel.

El día, 3 de abril de 1982, una columna formada apro-ximadamente por entre 180 y 240 soldados bajó por elcamino que proviene de la finca La Perla. Allí estaba pa-rapetado un destacamento militar desde que el EGP,dio muerte al dueño de la hacienda, una de las propie-dades más grandes y más productivas del área ixil.

Muerte en Chel

El día tres de abril de 1982, el sol comenzaba a rayarpor las montañas elevadas de los Cuchumatanes y labruma salía de la tierra colándose por entre los mato-rrales y las copas de los árboles. Al fondo, allá abajo,entre las montañas estaba el río Chel, el cual forma unvalle pequeño y en él la aldea del mismo nombre (Fi-gura 20), donde los gallos comenzaban a dar sus pri-meros estertores de canto. Las mujeres se habían le-vantado, como siempre a las cuatro de la mañana,para preparar el desayuno y la comida que llevaríansus maridos para almorzar en las parcelas sembradasde café, maíz, frijol, calabazas y algunos cultivos deplátano. Estas propiedades se encontraban espacia-das por las montañas y cerros aledaños. El desayunofue muy frugal, un vaso de atole hecho de maíz moli-do, unas tortillas con frijoles y chile; el almuerzo eraun tanto similar con la excepción de que había unamayor cantidad de tortillas.

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Figura 20. La aldea Chel al amanecer.

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Ese mismo día a las 8 de la mañana, los soldadoscomenzaron a descender hacia Chel. A esta hora, des-de la cima todavía se miraba alguna bruma dispersaalrededor de la aldea y de las casas con su techo depalma salían los últimos alientos del humo del fuegoque se apagaba en la cocina. En las casas, como siem-pre permanecían solamente los ancianos, las muje-res con sus hijos cargados en la espalda y aquellosque podían ya caminar, así como algunos jóvenes quese dedicaban a tareas en el hogar.

Al llegar los soldados a la aldea, entraron a las ca-sas, las cuales permanecían abiertas como de cos-tumbre, impeliendo con gritos a cada uno de sus ha-bitantes a salir a una reunión que se realizaría en laAlcaldía Auxiliar. Al arribar la gente a este lugar, lossepararon de acuerdo al sexo y a la edad enviándolosa cuartos distintos. A los hombres en una habitación, alas mujeres con los niños en otra. Las adolescenteseran separadas de las mayores con el propósito deviolarlas.

«…En la masacre de Chel, Chajul…, los soldadosseleccionaron a catorce adolescentes y las trasladarona la iglesia donde las violaron más de una hora» (CEHp. 3344).

Al llenarse la alcaldía, se usaron parte de las insta-laciones del presbiterio de la iglesia católica. Ambosedificios se ubicaban en un espacio más o menosgrande donde se conforma una plaza que los días jue-ves y domingo se usa para el mercado (ver Figura 4).

Algunos de los aldeanos creyeron que se trataríade una reunión de rutina, con las autoridades, otrosfueron suspicaces, ya que habían escuchado atroci-dades con respecto a otras poblaciones donde el ejér-cito había llegado, especialmente durante esta épocade guerra en la región. Por tanto huyeron hacia los ce-rros cercanos y se ocultaron entre los maizales o bienen el bosque.

«…entonces, vi al ejército que bajaba y le dije a mipapá: mirá el ejército ya viene…, ya viene y mejor mevoy. No hijo, me dijo..., mejor no te vayás, mejor es-peremos a ver que van decir, porque nosotros no te-nemos delito..., pero yo no pude esperar, tenía mie-do... y me fui...» (Testimonio No. 5 11-01-98 FAFG).

Los hombres que habían salido temprano hacia lasparcelas, estaban observando lo que sucedía abajo, enla aldea. Por precaución y por desconfianza perma-necían ocultos. No lograban oír lo que los miembrosde la milicia les decían a los habitantes del lugar. Sin

embargo, ya no se veía tranquilidad en las calles y semiraba mucho alboroto.

Dentro de las habitaciones de la alcaldía y el pres-biterio, los ahora cautivos eran acusados de guerri-lleros o colaboradores de los mismos. Tanto hombrescomo mujeres fueron despojados de sus vestidos.

«La separación por sexo de las víctimas, antes de laejecución de las masacres, es un indicador de la pre-meditación con que se procedía, en tanto que muestracómo, con anterioridad a los hechos, el destino de lasvíctimas estaba prefijado, escogiendo el tipo de abusoa cometer en razón al género. Tanto hombres comomujeres eran ejecutados extrajudicialmente; sin em-bargo, las mujeres fueron previamente víctimas deviolencia sexual. Este modus operandi rigió en mu-chas de las masacres» (CEH p. 2407).

Al desarropar a una de las señoras, se dieron cuen-ta que cargaba entre su faja, que llevaba a la cintura yque ataba su ropa, una cantidad grande de dinero.Esto les dio un estímulo más fuerte para quitarles laropa, ya que podrían obtener un botín económico. Almismo tiempo que apilaban los ropajes, hacían conellos una pira, cerca del puente colgante que estabasobre el río Chel. En esta hoguera comenzaron a que-mar a los niños que arrebataron de sus progenitoras,así como a algunas mujeres, los cuales junto con susmadres se desgarraban de dolor.

«… el ejército les quemó el pelo, a otras les cortaronla chiche 7 con machete de una sola vez... a otros conun disparo los mataron, les dispararon en la frente...en el estómago» (Entrevista No. 1 A 09-01-98 FAFG).

Ante este hecho, algunos de los soldados fuerontocados a «misericordia», por lo que, en vez de que-mar a los niños, decidieron lanzarlos al río desde elpuente, tratando de que cayeran en el agua, una caídade 15 metros al vacío, en un riachuelo repleto de pie-dras descomunales que salen a la superficie.

«El capitán, el subteniente y el mayor estaban en elpuente. Mi hermana se libró, porque el capitán se sa-lió, se fue a otro lugar. Entonces los soldados dijeron:pobres los patojos 8, mejor los vamos a tirar nada másal río, si tienen suerte, se salvan y entonces conserva-rán la vida, dijo» (Testimonio No. 3 10-01-98 FAFG).

Ahora la muerte era por ahogo o bien que sucum-bieran por los golpes sufridos al impacto con las pie-dras que yacían al fondo (ver Figura 17). Además, la co-rriente era bastante fuerte y a escasos metros habíauna cascada de unos 6 metros de altura. Veintisiete ni-

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7 Seno, pecho, mama.8 Voz local que puede denotar niños y/o jóvenes.

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ños/as fueron arrojados desde el puente. Solamentedos niñas de seis y nueve años sobrevivieron a tal des-ventura. Ambas fueron rescatadas milagrosamente convida por los aldeanos, quienes estaban sacando los ca-dáveres del río, luego que los soldados se retiraron.

Mientras tanto, en grupos de dos a cinco individuos,fueron conducidos los adultos hacia el puente colgan-te, el cual estaba hecho de tablas y cables y distaba unkilómetro al suroeste de la aldea; los custodiaban decuatro a cinco soldados. Al llegar al lugar uno de losmaderos que conformaba parte del puente fue arran-cado con el propósito de ser utilizado como asientopara colocar el cuello de las víctimas. Una a una seles mandaba que pusiera la nuca sobre este asiento,con la cabeza ladeada, y una a una se le aplicó uno omás machetazos en la cerviz (ver Figura 16); en este in-tento sólo la tráquea terminó articulando la testa alresto del cuerpo de muchos de los inmolados.

«... los(las) agarraban por el cuerpo, uno le agarrabalas manos y otro le agarraba los pies y le ponían lanuca donde estaba el trozo [de madera] arriba delpuente, con machete lo mataban…» (Entrevista No. 1A 09-01-98 FAFG).

Ante el caos de muerte imperante en la aldea, lossoldados también usaron sus armas de fuego, dispa-rándoles a sus víctimas en la cabeza, en el abdomen oen el tórax y luego los tiraban al río. Todo esto era mi-rado con ojos horrorizados tanto por los que estaban encamino a morir como por los que se encontraban en loslugares elevados y alejados alrededor de la aldea.

Al final del hecho, el piso del puente 9 quedó pega-joso por la sangre que yacía regada por todos lados.Los cadáveres flotaban río abajo en una parte dondese hace una poza y donde un remolino los hacía hacergiros interminables. Alrededor de 95 personas fueronese día ejecutadas de manera brutal, entre hombres,mujeres y niños.

No satisfechos todavía con el derramamiento desangre, la hueste empezó a quemar las casas, calci-nándolas hasta los cimientos. Eran las catorce horascuando todo terminó, los soldados entonces se rea-gruparon nuevamente y enfilaron el regreso hacia lafinca La Perla, de donde habían llegado.

Ante estos hechos, las personas que quedaron vivasdebido a que estaban en sus terrenos de cultivo, o quepor otra circunstancia no estaban en el poblado, huye-ron ese mismo día hacia las montañas y no volvieron a

la aldea si no hasta el día siguiente. En ese momentocomenzaron a recoger los cadáveres del río, algunos seescurrieron corriente abajo y para evitar que esto con-tinuara sucediendo tumbaron un árbol de grandes pro-porciones que cayó sobre la corriente tocando ambasriberas, también le pusieron piedras para que losmuertos no se escaparan por debajo del árbol, dondeéste quedó elevado con respecto al nivel del agua.

La tarea de enterrar a las víctimas fue ardua, un to-tal de cinco días fue necesario para ello. En parte lofue por el miedo de que los soldados volvieran, y enparte porque el lugar donde yacían los cuerpos en elagua estaba rodeado por dos escarpas bien pronun-ciadas, una de ellas totalmente vertical. Por la quepresentaba menos dificultad, fueron llevados los cuer-pos cuesta arriba, los envolvieron en nailon (ver Por-tada y contraportada), o bien en chamarras gruesas yaque estaban desnudos y los pusieron sobre sus es-paldas por medio de mecapales 10. La vereda era enextremo peligrosa, por lo angosta e inclinada de lamisma y, a través de ella, se encaminaron a una parteelevada, 200 m sobre la superficie del riachuelo, hastaal lugar conocido como Cementerio Viejo, en la riberaeste.

«... ya al otro día todos regresaron…, vinieron aacompañarnos, a ver cuantos muertos habían, allí em-pezó la gente a sacar los muertos, los cuales ya no te-nían ropa, porque el ejército la quemó… Y así, … car-garon con la gente, pues, los llevaban… para arriba aenterrarlos, se hicieron seis fosas…, en unos lugareslos colocaron bien, pero hay otros lugares no se colo-caron bien...» (Testimonio No. 5 11-01-98 FAFG).

Cinco sepulturas fueron hechas en este lugar y unasexta sobre el camino que sirvió de acceso desde elrío. En algunos casos se trató de agrupar los cuerpospor familias, tal como lo hizo la familia Mendoza, aun-que por la premura y el miedo no se pudo hacer deltodo como se quería, por lo que en una fosa común sedepositaron 22 de los cuerpos (Figura 21). En total eneste lugar —el Cementerio Viejo— fueron inhumadas49 personas. Luego de una ceremonia hecha rápida-mente, donde se mezclaron lo católico y lo maya, el lu-gar -al igual que la aldea- fue abandonado. El resto delas víctimas fueron llevadas al extremo norte del puen-te, donde está lo que se conoce como Cementerio Nue-vo. En este lugar se usaron los panteones que estabandisponibles en ese momento, en otros casos se reutili-

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9 El puente colgante desapareció y cuando nosotros llegamos se estaba construyendo uno con hierro y cemento.10 Tira de cuero que se apoya en la frente, y que a sus extremos presenta dos agujeros para agregarles correas y con ello poder cargar un peso

en la espalda.

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zaron los nichos (ver Figuras 10, 11 y 12). Solamentenueve cadáveres fueron sepultados muy cerca del río,esto debido al estado de descomposición de los cuer-pos, después de cinco días de estar enterrando a losotros.

El exilio interno

Ante estos acontecimientos y lo que ocurría en otraspoblaciones relativamente cerca, los nativos de Cheldecidieron escabullirse a las montañas más elevadas yalejadas de la sierra de los Cuchumatanes, las cualesen los alrededores alcanzan en algunos puntos hasta2.700 metros sobre el nivel del mar. Esto lo hicieroncon el propósito de salvar sus vidas de una muerte amanos de quienes supuestamente tendrían que de-fenderlos, aunque exponiéndose a otros tipos demuertes, ya sea por inanición, enfermedades, morde-duras de serpientes, caídas en precipicios, etc.

Mientras huían por los collados, por medio de heli-cópteros, altoparlantes y la lengua hablada localmen-te, el ejército conminaba a las personas dispersas enla espesura de la selva a que regresaran a sus comu-nidades, también lo hacían con panfletos, pero estoera menos efectivo por el analfabetismo imperante. Seles requería a que se entregaran y se acogieran a laamnistía decretada en mayo de 1982, cuando el go-bierno estaba bajo las órdenes del ex-general EfraínRíos Mont quien se autoproclamó presidente, luegode un golpe de estado. Mucha gente bajó de los mon-tes a la finca La Perla, para acogerse al indulto y evitarlas penurias.

Sin embargo, numerosas personas se abstuvieronde retornar y decidieron continuar deambulado porla sierra para no ser encontrados, pues no confiabanen el Ejército ante los hechos y lo que les podría de-parar más adelante. Tampoco se fiaban en la guerrilla,ya que se sintieron abandonados frente las operacio-nes de tierra arrasada.

«La guerrilla no tenía la capacidad de defender a lapoblación. No tenía los elementos ni las armas paraluchar una guerra, sólo poseía unos tristes rifles, aveces escopetas» (CEH p. 1632; Payeras 2002: 129).

A veces, grupos de familias o de personas no em-parentadas, eran capturadas por el ejército, quien per-seguía y rastreaba constantemente a los prófugos.

Como esta situación no era sólo de la aldea Chel,sino también se daba en otros lugares, los supervi-vientes que estaban en las montañas de uno y otrolado se fueron encontrando mientras erraban, confor-mando poblaciones grandes de desplazados que des-pués llegaron a conocerse como las Comunidades dePoblación en Resistencia (CPR). Por el deambular deestas gentes, fue fácil catalogarlos como subversivosy, ante los acontecimientos, efectivamente algunosde ellos se incorporaron en la guerrilla.

«También las Comunidades de Población en Resis-tencia (CPR), conformadas por población civil e inde-fensa, fueron consideradas un objetivo militar por elEjército dentro de las operaciones militares y califica-das como refugio de los guerrilleros. Durante las ope-raciones el Ejército dirigió su esfuerzo militar a la eli-minación de estas comunidades» (CEH p. 785).

Los que se entregaban eran trasladados a pueblos«modelo», o bien asentados en fincas o en otras alde-as a donde no pertenecían, pero que estaban bajocontrol o vigilancia militar. Muchos de ellos volvie-ron, ya sea por hambre o enfermedades y deseabanun trabajo y/o una forma de subsistencia. Al llegareran llevados a los destacamentos militares, donde

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Figura 21. Fosa I en proceso de excavación.

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eran interrogados sobre su errar, las actividades en laselva, etc.; los retenían hasta uno o varios días des-pués de su arribo, si es que no se les consideraba re-almente guerrilleros, que si este era el caso, nuncasalían vivos del lugar. Mientras, en las aldeas se ejer-cía un control sobre la población por medio de las Pa-trullas de Autodefensa Civil (PAC), organizadas por elejército y formadas por civiles a los cuales se les dabaarmas. Estos cometieron abusos de poder y se impli-caron en la muerte extrajudicial de muchas personas.

«En vista de que las operaciones militares lograrongolpear a las aldeas donde había base social de laguerrilla por medio de violaciones de derechos hu-manos, las comunidades circunvecinas se atemoriza-ron y empezaron a ver como única posibilidad de su-pervivencia el organizarse en las PAC. Lasmanifestaciones que el terror provocaba, por las ac-ciones cometidas en contra de sus vecinos por miem-bros de la institución armada, les obligaba a aceptar laintegración de la población en las PAC» (CEH p. 1309).

El control que practicó el ejército sobre la pobla-ción, fue desde la fiscalización de la asistencia de losmaestros a las escuelas, hasta la repartición de víveresa los desplazados.

«…, después de la masacre de Chel, el 4 de abril de1982, los sobrevivientes se refugiaron en las montañasde Xesaí. El 22 de abril, luego de realizar una trayecto-ria de rastreos por Cheputul, Cotzal y Caba, en Chajul,tropas del destacamento de Chajul, acompañadas porpatrulleros de esta comunidad, llegaron al lugar del re-fugio cercano a Chesai. Hacia las cinco de la tarde ro-dearon el lugar donde estaban escondidas cincuentapersonas originarias de Chel, incluyendo niños, muje-res, hombres y ancianos. Los soldados abrieron fuegosobre la población matando a cuarenta y cinco perso-nas, población civil e indefensa; dos personas sobre-vivieron al ataque y tres desaparecieron. Esa nochelos soldados y los patrulleros regresaron caminandohasta Chajul. Al siguiente día, personas que se habíanrefugiado con la guerrilla cerca de Chel, encontraronlos cuarenta y cinco cadáveres que presentaban múl-tiples disparos en sus cuerpos. Los enterraron en elmismo lugar de la tragedia» (CEH p. 3318).

El andar errante por la sierra era hostil, no sola-mente por la persecución a que estaban sujetos porser considerados guerrilleros, sino también porqueno se daban las circunstancias en donde poder cultivary con ello poder alimentarse, ya que cuando el ejérci-to encontraba claros en la selva donde había sido cor-

tado el bosque y plantado con maíz por ejemplo, yéste estaba en proceso de crecimiento, lo cortabancon machete, para luego quemar lo que podría haberquedado aprovechable. En otros casos eran los terre-nos los difíciles de sembrar, tanto por la selva, comopor ser pedregosos, inclinados, las plagas, etc.

Todo ello sin dejar de mencionar las dificultadespropias que debían de enfrentar como seres huma-nos cada día, como lo era el clima, con sus bajas tem-peraturas durante la noche —de 0 a 5° centígrados enlos meses de frío—, sin cobijas, durmiendo en el sue-lo, la lluvia, todo ello en un bosque nuboso y gélido. Ydurante el día, con el sol, los helicópteros sobrevo-lando, bombardeos y el no poder hacer fuego porqueel humo los delataba. La mayoría del tiempo el fuegotenía que crearse de noche y de alguna manera cu-brirlo para que no se viera la luz que proyectaban lasllamas, por lo que preferiblemente se hacía en cuevaso en trincheras cubiertas con troncos, hojas de árbolesy tierra. Asimismo, estaba la presión psicológica sobrelas personas, como el hecho de ser perseguidos en supropio país, sin medicinas, estar ausentes de sus ca-sas, durmiendo hoy aquí y mañana en otro lugar, consus familias o sin ellas, sin amigos, sin contacto con la«civilización», etc.

Y aún dentro de estas penurias, habían desgraciaspeores, en algunos casos las madres se vieron obli-gadas a taparles las bocas a los recién nacidos paraque no los delataran, en el intento de acallarlos algu-nos de ellos murieron, porque el dejarlos llorar repre-sentaba delatar a todo un grupo, a varias familias.Tanto los niños, como los hombres y las mujeres mo-rían por las enfermedades o por hambre. Este era el«vivir» de todos los días, que se transformaba en elmorir de todas las jornadas.

En su vida de exiliados internos 11, los indígenas deChel tuvieron relación con organizaciones que vivíanen las montañas tales como el CCL y el EGP, inclusomuchos se unieron a ellos. Estos grupos les dabancierto tipo de apoyo en cuanto a logística de protec-ción y en actividades agrícolas de siembra de maíz ymalanga, cultivos que en muchas ocasiones no podíanser aprovechados, porque como ya se ha dicho, ElEjército los echaba abajo al encontrarlos. El tiempoque transcurrió desde su escapatoria y su vida en lamontaña, va desde un año y medio hasta un máximode nueve años.

En septiembre de 1986 algunos de los habitantesde Chel retornan a establecerse en su comunidad.

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11 Miles de guatemaltecos inclusive se exiliaron a los estados vecinos de México.

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Fueron conducidos por la milicia, la cual se encargó deorganizar la colectividad, repartiendo una cuerda 12 deterreno a cada familia que llegaba, sin importar si erandueños o no de la tierra. Quienes arribaban primeroles correspondía un lugar cerca de la plaza central yasí se iban alejando más de la misma conforme re-gresaban.

No solamente las familias originales de Chel se es-tablecieron en el nuevo asentamiento, también vinie-ron gentes desplazadas de otras aldeas y aunque al-gunos pobladores nativos del lugar lograron recobrarsus propiedades, no fue en la totalidad que les debíacorresponder, mientras que en otros casos nunca lasrecuperaron. Hay que contar con la presencia de per-sonas advenedizas, que no tenían opción de estable-cerse en ningún otro lugar; esto provocó conflictosde intereses entre los antiguos dueños y los nuevos.Con este proceder se perdieron propiedades total oparcialmente, así como los cultivos que las mismas te-nían, tales como café, banano, árboles frutales, etc.

El Ejército tomó el control de Chel y estableció lasPAC, que instauraron en la aldea toda una cadena deinformantes hacia la institución armada; al mismotiempo físicamente construyeron cinco garitas de con-trol.

«… el teniente dijo: bueno, van a regresar a su co-munidad y se van a organizar…, van a organizar suscomandantes y van a hacer la patrulla. Entonces tuvi-mos que organizarnos y elegimos nuestros coman-dantes... de la autodefensa de la patrulla civil...» (Tes-timonio No. 3 10-01-98 FAFG).

Es necesario apuntar que la intrusión del Ejército enel retorno y reestructuración de la aldea provocó cam-bios en la cultura de los habitantes. Por ejemplo, antesde ser reasentados, la estructura familiar consistía enuna familia patrilineal extensa, donde los hijos varonespermanecían en la casa de los padres aún después decasados, y las desposadas se trasladaban a vivir a lacasa de su esposo. En este caso, la casada pasaba aformar parte de la nueva familia, no como nuera, sinocomo una nueva hija para los suegros y no como al-guien ajeno. El nuevo matrimonio permanecía en lacasa por lo general un par de años y luego se trasla-daba a su propia casa. Posteriormente a la masacre

esto se perdió en cierta manera, y la familia extensa sevolvió nuclear. Las parejas de recién casados convie-nen ahora establecerse fuera de la casa de los padres,debiendo edificar la propia, y mejor si se establecen le-jos de ellos; se trata de romper la fidelidad del grupo yde las costumbres. Así mismo, el respeto hacia las per-sonas mayores, quienes guardaban el conocimientoancestral, las costumbres, quienes representan el or-den social y político de los pueblos, fueron relegados aplanos inferiores en la jerarquía social, y en lugar deellos se instauraron los comisionados militares, quie-nes serán desde ese momento representantes del Ejér-cito en la aldea y, conjuntamente con las PAC, ejerce-rán el poder en las comunidades.

El problema de la propiedad de la tierra empeoró,con la atomización de los lugares de siembra y cría deanimales, ya que fueron obligados a compartir sus te-rrenos con otras familias llegadas de otros lugares ycon sus hijos al momento de casarse. Todo el esfuerzohecho para reconstruir la aldea y lo que ella es hasta elmomento, se debe al propio ardor de los habitantesde Chel, quienes han participado con su trabajo y losrecursos que ellos mismos producen o que bien lanaturaleza les da, para poder llevar a cabo el desa-rrollo de la comunidad.

EPÍLOGO

Como puede observarse, la masacre llevada a caboen Chel no sólo aniquiló a una gran parte de su po-blación, sino que cambió para siempre la forma dever la vida de los supervivientes. No podía ser de otraforma después de tener lugar un hecho tan brutal ytraumático. Y cabe recordar que masacres como esta,y aún mayores, tuvieron lugar en decenas de aldeasindígenas del altiplano guatemalteco (REMHI 1998,ver nota 3).

Con este artículo se espera contribuir a denunciar labarbarie llevada a cabo en Guatemala, y que quedecomo testigo de los hechos atroces cometidos contrala población civil. Así mismo, como siempre se haquerido, para que esto no se vuelva a repetir y que po-damos aprender de las experiencias vividas.

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12 Medida antigua que varía mucho, dependiendo la región del país. En el caso de El Quiché esta generalmente equivale a 30 m2.

Page 23: Chel: historia, investigación arqueológica y análisis ... · RESUMEN En este artículo se ... (EAFG 1995), «Masacres de la selva: Ixcán, Guatemala, 1975-1982» (Falla 1992),

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