cervantes miguel de - entremés de la cueva de salamanca

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Letras Hispánicas Q}NSEJO I!DITOR! Francisco Rico Domingo Ynduclin Gustavo Domlngucz M:iguel de Cervantes Entremeses Edici6n de Nicholas Spadaccini QUINTA EDICION CATEDRA LETRAS BISPANICAS

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Letras Hispánicas Q}NSEJO I!DITOR!

Francisco Rico Domingo Ynduclin Gustavo Domlngucz

M:iguel de Cervantes

Entremeses

Edici6n de Nicholas Spadaccini

QUINTA EDICION

CATEDRA

LETRAS BISPANICAS

\

]lustración cubiettn: Manuel Alcorlo

© Ediciones C:ltcc.lro, S. A., 1987 Don Ramón de 1:~ Cruz, 67. 28001-1\bdrid

Depósito lc¡_'lll: M. 20.826-1987 ISBN: 84-376-0346-3

Prinll:d in .S pain Impreso en Lavcl .

Los Llanos, ·n:~ve ·6. l:luttíanes (Mndrtc.l)

'Índice

INTRODUCCIÓN Abreviaturas más frecuentes. . . . . . . . . . . . . . . . . 12 Los entremeses de Cervantes: Teatro, literatura

e historia social ............. , . . . . . . . . . . . . 13 El mundo entremesil cervantino: Conflictos, ten-

siones, marginalidad. . . .. .. . . .. . . . . .. . . . . . 22 La representación entremesil del drama urbano:

Los ejemplos de «El vizcalno fingido» y «La guarda cuidadosa».. . . . . .. .. .. . . . .. . .. . .. . 39

La representación entremesil del drama aldeano y rural: Los ejemplos de «El retablo de las maravillas» y «Los alcaldes de Daganzo». . . . 55

Reflexión final. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 74

EsTA EDICIÓN. • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 75

81BLIOGRAFfA SELECTA. • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • • 77 Ediciones.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 77 Estudios sobre los Entremeses de Cervantes. . . . 80 Estudios pertinentes sobre el entremés y el teatro

de los siglos XVI y xvn.. .. . . . .. . .. .. .. . . .. . 84 Cervantes en su época. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 85 Textos y estudios pertinentes sobre problemas li­

terarios, socio-culturales, socio-históricos y socio-económicos de la España de los sigl9s XVI y XVII................................... 86

ENTJU!MESF.S Prólogo al lector. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 91 Dedicatoria al Conde de Lemos. . . . . . . . . . . . . . 95

7

.....

Entremés del Juez de los divorcios. . . . . . . . . . . . 97 Entremés del Rufián viudo llamado Trampagos. 111 Entremés de La elección de los alcaldes de Da-

ganzo................................... 143 Entremés de La guarda cuidadosa.. . . . . . . . . . . . 171 Entremés del ViLcaino fingido. . . . . . . . . . . . . . . . 193 Entremés del Retablo de las maravillas. . . . . . . . 21 S Entremés de La Cueva de Salamanca. . . . . . . . . . 237 Entremés del Viejo celoso.. . . . . . . . . . . . . . . . . . . 257

8

.Introducción

(Mete mano a la espada, y acuchillase con todos,· y el ALCALDE apo!rea al RABELLEJ096; y la CHIRJI'\OS descuelga la manta y d1ce.)

CJIIRJNOS. El diablo ha sido la trompeta y la venida de los h.ombtes de armas; parece que los llamaron con campamlla.

CIIANFALLA. El suceso ha sido extraordinario; la vir­tud del Retablo se queda en su punto97, y mañana lo podemos ~ostrar el pueblo; y nosotros mismos podemos cantar el trmnfo desta batalla, diciendo: ¡Vivan Chirinos y Chanfalln!

96 ~1/tjo: diminuth·o despectivo de rabel. Cfr. supra, notn 6. 91 Qutda tn su punto: no ha cambiado.

236

ENTREMÉS DB

La Cueva de Salamanca I

(Salen PANCRACIO, LEONARDA y CRISTINA.)

PANCRACIO. Enjugad, señora, esas lágrimas, y poned pausa a vuestros suspiros, considerando que cuatro días de ausencia no son siglos. Yo volveré, a. lo más largo, n

1 l..n Curoa dt Salamanra: según creencia popular era el lugar de heclucerillS donde cese leía en secreto nigromancta» (Correas) o donde el di;~blo enseilab3 ma~ia. Se relacionarla, según Asensio, con los !<demonios lugareños» de las fiestas del Corpus Chruti (véase !!Entre­meses», en Suma rtn-antina, ed. J. B. A valle-Arce y E. C. Riley, Lon· dres, 1973, pág. 192). Cfr. M. Garela Blanco, «El tema de la Cueva de Salamanca y el entremés cervantino de este mismo titulo», Analts rer· rantinos, 1 (1951), 73-109. Este erudito estudia el fondo trndiaonal del tema y muestra c6mó. a partir del siglo XIV se hace popular en me· dios universitarios. Según él, la leyenda tuvo su b3se gcográfic::1 en la cuesta de Carvajal donde se habla construidq la iglesia de San Cebri!n. Bajo esa cuesta el demonio enseilab3 su ciencia o ·malas nnes a los estudiantes que querlan ¡:~pn:nderlas. Es atll·dondo el marques do Vi· llena engafi!) 111 ~emonio. Cfr. Ruiz de Alarcón, l..n cum~ de Salamanra Oomada J.•); «dicen que c:ngai\6 1 el gran marques de Villc:na 1 al demonio 1 con su sombra~>. Tanto en este entremés como en El rr1ab/o dt las mararillas. las crccnci;ls popul:~res en actividades mágic:ts son objetos de nsa. La actitud de Cervantes frente a esas creencias coincide con la de otros hombres de teatro: Rojas Zorrilla, Ruiz de Alarcón, Calderón. Cfr. Julio Caro Bnroja. Ttauo popular )' magiD (Madrid, Revista de OccidenJe, 1974), esp. págs. 58-63; 171. Este estudio con· tiene obsc:!Yac:lones muy vtiliosllS sobre. la manera en que ciertas ideas racionahstas entran en la España del s1glo xvu ccpor vfa estétic::l».

237

los cinco, si Dios no me quita la vida; aunque será mejor, por no turbar la vuestra, romper mi palabra y dejar esta jornada, que sin mi presencia se podrá casar mi hermana.

LEONARDA. No quiero yo, mi Pancracio y mi señor, que por respeto mio vos parezcáis descortés. Id en hora buena, y cumplid con vuestras obligaciones, pues las que os llevan son precisas, que yo me apretaré con mi llaga, y pasaré mi soledad lo menos mal que pudiere. Sólo os encargo la vuelta, y que. no paséis del término que habéis puesto. -¡Tenme, Cristina, que se me aprieta el corazón!

( Desmdyase L~ONARDA.}

CRISTINA. ¡Oh, que bien hayan las bodas y las fiestas! .En verdad. señor. que. si yo fuera. vuestra merced. que nunca2• allá fuera.

PANCRACIO. Entra, hija, por un vid ro de agua 3 para echársela en el rostro. Mas espera; diréle unas palabras que sé al oído, que tienen virtud 4 para hacer volvc,:r de los desmayos.

(Dice/e las palabras; vuelt·c LEONARDA diciendo.)

LEONARDA. Basta; ello ha de ser forzoso; no hay sin·o tener paciencia, bien mío; cuarito. más o~ Clelt]uviércdes, más dilatáis mi contento. Vuestro compadre :L(e]oniso os debe de aguardar ya en el coche. Andad con Dios: que él os vuelva tan presto y tan bue·no como yo deseo.

PANCRACIO. Mi ángel, si gustas que. me quede. no me moveré de aquí más que una estatua.

l Qut rnerrra ... qut nunca: sobran los dos q~. ) Vidro di' agua. vaso (~v1dro») de agua. 4 Diré/e umu palabras ... que ill'111'11 rirtud: alustón a un ensalmo

con que se introduce, al ni\'cl de la acción', el tema de la magla.

.236

Lr:ONARDA. No, no, descanso mio; que mi gusto está en el vuestro; y, por agora, más que os váis5 que no os quedéis, pues es vuestra honra la mía.

CRISTINA. ¡Oh espejo del matrimonio! A .fe que ~i todas las casadas quisiesen tanto á sus maridos como mt señora Leonarda quiere al suyo. que otro gallo les cantase.

Ll!ONARDA. Entra, Cristinica, y saca mi manto. que quiero acompañar a tli señor hasta dejarle en el coche.

PANCRACIO. No, por mi amor; abrnzadme, y quedaos, por vida mía. -Cristinica, ten cuenta de regalar6 a tu señora, que yo te mando 7 un calzado cuando vuelva, como tú le quisieres. .

CRISTINA. Vaya, señor, y no lleve pena de m1 señora, porque la pienso persuadir de manera a que nos holgue­mos, que no imagine en la falta que vuestra merced le ha de hacer.

LEONARDA. ¿Holgar yo? ¡Qué bien estás en la cuenta, niña! Porque, ausente de mi gusto, no se hicieron l_?s placeres ni las glorias para mi; pe!las y dolores, s18.

'PANCRACIO. Ya no lo puedo sufnr. Quedad en paz, lumbre destos ojos, los cuales no verán cosa que les dé placer hasta volveros n ver.

( Éntrase PANCRACIO.)

LEONARDA. ¡Allá darás, rayo. en casa de Ana Diaz!9 ¡Vayas, y no vuelvas! La ida del humo JO. ¡Por Dios, que

5 l'áis. vay¡íis. 6 R~galar. aqul, deleitar (cfr~ Dice. dt Arll.). 7 Trn nJCnta ... qiU! )'O tt! mando: ten c:uidndo (uten c:uentn») ... que

'yo te prometo («te mando», cfr. Dice. de Aut.). 8 No st hic:l"on los plaurt's, ' ni las glorias para m/;: pt/UJJ )' do­

lora, si: versos procedentes de unn lc:trilln popular del siglo XVI. 9 Al/a darás, rayo, m ca.tQ dc Ana Dla:; equiVale a ~ya y no. vuel­

vaS», según aclara el mismo autor. Esta frase provcrbml u.cne vanantcs ( ... en c:as3 de Ana Qómez; ... 'en casa de Tamayo) y se d1ce cuando se marcha (o se echa o) alguien que estorba. Cfr. Correas: cclleg:~os n mT, que no os foharíl mola \"Cnturn.» ~omp, Don Quijott (11, x).

10 LA Ida tft>l/umw: cqmvale 11 dc:c1r: \"C:te y no wel\-:~s, como la 1da del humo (c:fr. Correas).

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esta vez no os hao de vnler vuestras valentías ni vuestros rccatosl

CRISTINA. Mil veces temí que cQn t.us estretnos había~ de estorbar su partida y nuestros contentos.

LEONARDA. ¿Si vendrán esta noche los que esperamos? CRlSTINA. ¿Pues no? Ya los tengo avisados, y ellos

están tan en ello, que esta tarde enviaron con la lavan­dera, nuestra secretaria 11, como que eran paños, una canasta de colar ,llena de miltregalos y de cosas de comer. que no parece sino uno de los serones que da el rey el Jueves Santo a sus pobres 12; sino que la canasta es de Pascua 13, porque hay en ella empanadas, finmbrems 14, manjar blanco 15, y dos cupones que aun .no están aca­bados de pelar, y todo género de fruta·de l(l qtJe hay ahom ~ y, sobre todo, una bota de _hasta. yn_a urroba de vino de lo de una oreja 16, que huele que tmciende 17.

LEONARDA. Es muy cumplido, y lo fue siempre, mi Rcponce, sacristán de las telas de mis entrañns.

CRISTINA. ¿Pues qué le falta a mi maese NÍcolás, bar­bero de mis hígados y navaja de mis pesa(fumbres, que así me las rapa y quita cuaodo le veo, como si n.uncn las hubiera tenido?

11 Con ... nuestra secretaria. cqui\·ale o: con ... la guardodoru de nuestro secreto (cfr. Dlrc. de Arll.).

ll Partte.. uno de los serones que da el re;• el Jueres Santo a sus pobres.· es d¡;cir, se parC!:C a las Cllnastas («serones») llenas de: regalos que rccogian trc:ce pobres c:n la antecámara. del re)' de España. c:l día de Jueves Santo, dcspu~ de que el rey les h.1bb lavndo Jos pies. Sobre esta ceremonia, cfr. M. Rodrlgucz Villa, Etiqueta lk la rasa lk Austria, Madrid, 1911 (citado por Bomlla, págs. 235-236, nou 207).

u Es de Pascua: cqulvnle a decir que no es de cuaresmn puesto que Uevn varios ~neros de carne.

H Fiambrtras: cajos o COSCI:Ohts que scoi:ln para llevar el repuesto de cosas fiambres (cfr. Dice. lk Aut. y Ccr.J..

u ManJar blanco, guiS:ldo de pechugas de gallina cocíd:lS con leche y azúcar, según Cor.. con azúcar, honna de osro¡ y leche. según Dice. de Aut.

16 Vino ck lo de una or(ja : aqul. \1DO excelente. Cfr. Correas~ t<Vano d~ .una oreja, por \'ino bueno. Vmo de dos oreJ3S, por malo. ,Porque probándose el vino, si es bueno, se menea un lado, y 5i c:s malo.nmbos.~

1• Qut> lmelt' que rracftnde que exhala buen olor, es decir. •tnn \;vo. y subido. que 1mmute eficazmente el scnudo del olfato» ( Dirc. át Aut.J.

240

LOONARDA. ¿Pusiste la canasta en cobro?tS CRISTINA. En In cocina la tengo, cubierta con un cer­

nadero 19, por el disimulo.

(Llama a la puerta el EsTUDIANTil CARRAOLANO. y, en llamando, sin esperar que le respondan, entra.)

LEONARDA. Cristina, mira quién llama. EsTUDIANTB. Señoras. soy yo, un pobre estudiante. CRISTINA. Bien se os parc;ce que sois pobre y estudian-

te, pues lo uno muestra vuestro vcstido20, y el ser pobre vuestro atrevimiento. ¡Cosa estraña es ésta, que no hay pobre que espere a que le saquen la limosna a la puerta, sino que se entran en las cnsas hasta el último rincón, sin mirar si despiertan a quien duerme, o si no!

ESTUDIANTE. Otra más blanda respuesta esperaba yo de la buena gracia de vuestra merced: cuanto más que yo no quería ni buscaba otra limosna, sino alguna c¡¡ba­llcriza o pajar donde defenderme esta noche de las in­clemencias del cielo. que, según se me trasluce, parece que con grandísimo rigor a la tierra amenaLan.

LEONARDA. ¿Y de dónde. bueno sois.21, amigo? EsTuDIANTE. Salmantino soy, señora mía; quiero de­

cir que soy de Salamanca. Iba a Roma con un tío mío, el cual murió en el camino, en el corazón de .Fmncia. Vinc22 solo; determiné volverme a mi tierra: robáronme los lacayos o compañeros de Roque Guinarde23 en Ca­taluña, porque él estaba ausente; que, a estar allí, no

11 En cobro: en s:~lvo o, scg6n Cou,~ ualz.1rln donde no 1:~ h:~llen». 19 Ct!rnadt'fo; lícnzo grueso q~ se utílízab3 en la colado. 20 I'Ut!Stro r:estldo; los estudíontes llevaban Qormalmcntc sotana cor·

111 hastn los rodillas y un nuntco .sin cuc:llo (Herrero, pág. 193). 21 ¡ ... dt dónde bumo soir. .. 1: cquavale n: ¿de dónde \'Cois'? ll Vuw lisí la cdtCJón pñnClpc, Ascnsro (pág. 188) cnmtcnda V•lmJe. 1l Roque Guinardt>_ cflcbrc oondolcro cntalin del parudo de los

ni~rros (Nyerros), f:~moso tllmbién por su gcncrastdad. Se alude n él en d Quijo~. 11. lxi. Bonilla (pá¡;s, 237·238, not:l 110), rq.tslru unos dtUos bibliognl.ficos sobre sp vida y hU3ñ;ts.

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consintiera que se me hiciera agravio, porque es muy cortés y comedido, y además limosnero. Hume tomado a estas santas puertas la noche, que por tales las juzgo, y busco mi remedio.

LEONARDA. ¡En verdad, Cristina, que me ha movido a lástima el estudiante!

CRISTINA. Ya me tiene a mí rasgadas las entrañas. Ten­gámosle en casa esta noche, pues de l.as sobr~s del cas­tillo se podrá mantener el real24; qUiero deciT, que en las reliquias de la canasta habrá en quien adore su ham­bre2S; y más, que me ayudará a pelar la volatería26 que viene en la cesta.

LEONARDA. ¿Pues cómo, Cristina, quieres que meta­mos en nuestra casa testigos de nuestras liviandades? .

CRISTINA. Así tiene él talle de hablar por el colodn­llo27, como por la boca. -Venga acá, amigo: ¿sabe pelar?

EsTUDIANTil. ¿Cómo si sé pelar? No entiendo eso de saber pelar, si no es que quiere vucsa merced motejar­me28 de pelón29; que no hay para qué, pues yo me con­fieso por el mayor pelón del mundo.

CRISTINA. No lo digo yo por eso, en mi ánima, sino por saber si sabía pelar dos o tres pares de capones.

ESTUDIANTE. Lo que sabré responder es que yo, se­ñoras, por la. gracia de Dios, soy graduádo de bachiller por Salamanca, y no digo ...

2~ De las sobras del castillo ... mantener el real.' expresión proverbial con que Cristina dice que sobroro comida para alimentar no sólo al estudiante sino incluso a todo el ejército del rey {«el renlll}.

25 En las reliquias ... habrd en quim adore su hambre: es decir, podro s:ui!faeer su hambre· con lo que queda (alas reliquiaS») en 1:~ canasta. Nótese que el sustantivo 41reliquiaSil y el \'erl>o aadorar» pencneccn también al léxico religioso.

:o Volaterla: aqul, el conjunto de aves. 2~ Asl tiene rita/le ck !tablar por el colodrillo ... ~ es decir, no tiene

pinta de ser hablador. ColodrU/o • cogote. Cfr. El retablo de las ma­rarillas, nota 58.

za Mott}armc: censurnrme (cfr. Dice. ele Aut.). :.'9 Pelar ... pe16n~ juego de palabras en el sentido de <ccuitar las plu­

m;}Sl} («pelnm) y carecer de pelo o, por extensión, de dinero («pelón»).

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LEONARDA. Dcsa manera, ¿quién duda sino que sabrá pelar no sólo capones, sino gansos y avutardas? Y, en esto del guardar secreto, ¿cómo le va? Y, a dicha30, ¿(es] tentado de decir todo lo que vec, imagina .o siente?

EsTuDIANTE. Asi pueden matar delante de mí más hombres que carneros en el Rnstro31, que yo desplegue mis labios para decir palabra alguna.

CRISTINA .. Pues atúrese32 esa boca, y cósase esa lengua con una agujeta de dos cabos3J, y amuélese~4 esos dientes, y éntrese con nosotras, y verá misterios y cenará maravi­llas, y podrá medir en un pajar los pies3S que quisiere para su cama.

EstUDIANTn. Con siete tendré demasiado: ·que no soy nada codicioso ni regalado.

(Entran e/ SACRISTÁN REPONCI! )'e/ BARBERO.)

SACRISTÁN. ¡Oh. que en hora buena estén los autome­dones.16 y guias de los carros de nuestros gustos, las luces de nuestras tinieblas, y las dos recíprocas volun­tadt..'S que sirven de basas y colunas a la amorosa fábrica de nuestros deseos!

LEONARDA. ¡Esto sólo me enfada dél! Reponcc mio: habla, por tu vida, a lo moderno37 y de modo que te entienda, y no te encarames donde no te alcance.

~ A dicha ~ acaso. ll El Rastro: el matadero de Mndnd. Cfr. lA guarda cuidadosa,

notn 73. u Atúrt:St': lllpónese:· t!lpc:sc. Jl Agujeta tk dos cabor. cinu o corrc:l que tiene dm herretes de

metal, una en cada punu («cabOS»}, yquesin'C parnatar ( Diu. dt' Aut.J. 34 Amutlesr. anJese. 1.~ /:.as plt's; aqui, el espacio. Cfr. Don .Quijote (11, :U\'iii): uPucs

~o~d.me el dormir! Contad. hmnnno escudero, siete pies de lierrn, y SI qutst~redes má,, tomad otros tantos ... P

J6 /,.os automt'clalk!s: los cocheros. En la 1/iada de Homero, Auto­medonte fue el cochero de Aquiles. El cultismo automedones se usa aqui de modo burlesco.

J~ /labia ... a lo matkrnQ: es decir~ sin afcc:tnci6n latinizantc.

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BARBERO. Eso tengo yo bueno, que hablo más llano que una suela de zapato; pan por vino y vino por pan3s, o como suele decirse.

SACRISTÁN. Sí, que diferencia ha dé haber de un sa­cristán gramático a un barbero romancista39.

CRISTINA . .Para lo que yo he menester a mi barbero, tanto latín sabe, y aun más, que supo Antonio de Nebri­ja4o. Y no se dispute agora de ciencia ni de modos de hablar; que cada uno habla, si no como debe, a lo menos como sabe; y entrémonos, y manos a la labor, que hay mucho que hacer.

EsTUDIANTE. Y mucho que pelar. SACRISl'ÁN .. ¿Quién es este buen hombre? LEONARDA. Un pobre estudiante salamanqueso_41 que

pide albergo42 para esta noche. SACRISTÁN. Yo le daré un par de reales para cena y

para lecho, y váyase con Dios. EsTUDIANTE. Señor sacristán Reponce, recibo y agra­

dezco la merced y la limosna; pero yo soy muao,y pelón además, como lo ha menester esta señora doncella que me tiene convidado; y voto a ... de no irme esta noche desta casa, si todo el mundo me lo manda. Confiese vuestra merced mucho de enhoramala de un hombre de mis prendas que se contenta. de dormir e1,1 un pajar; y si lo han por43 sus capones, péleselos el Turco y cómanselos ellos, y nunca del cuero les salgan44.

lB Pan por rlno ~· rlno por pan: el conocido refrán («Al pan, pan, y al vino, vino») que Significa hablar llanamente (Cor.) resulta estropeado y tiene. asl una rundón cómica.

39 Dt un sacristdn gramático a rm barbrro romancista: o se:~. de un sacristán que sabe latín (ugramlitico») a un barbero que no lo sabe; que conoce sólo la lengua romance (urom:mcl$t_n») o el espallol, Sobre el t~rmlno rpnrancista. err. D(J!I Qu(Jott' (11, XVI).

40 Antonio tk Ntbr(Ja (1444-1522): gran latinista y ramoso por su Gramática de la lengua c:wañola. A valle-Arce. pilg. 171, nena 68. re­cuerda que «La divertida y libre cxplicádón de Cristina es la base-de un breve cuento en el Quijott, 1, cap~ JtltV)),

41 Salamamjucso: salmantino. •2 Albtrgo (ltnl.): albergue. 43 Si lo luzn por: si temen por. •• Nunro dt-1 cuero la salgan: es decir, que se hinchen.

244

BARBERO. Éste más parece rufián que pobre; talle tiene de a:lzarSe éon toda la casn.

CRISTINA. No medre yo, si no me contenta el brío. Entrémonos todos, y demos orden en lo que se ha de hacer; que el pobre pelará y callará como en misa.

EsTUDIANTE. Y aun como en vísperas. SACRISTÁN. Puesto me ha miedo el pobre estudiante;

yo apostaré que sabe más latin que yo. LEONARDA. De ahí le deben de nacer los bríos que

tiene; pero no te pese, amigo, de hacer caridad, que vate para todas las cosas4S.

( Éntranse todos~ y salen LEONISO, compadre de Pancracio, )' PANCRACIO.)

COMPADRE. Luego lo vi' yo que nos babia de faltar la rueda. No hay cochero que no sea temático46; si· él ro­deara un poco y salvara aquel barranco, ya estuviéramos dos leguas de aquí.

PANCRACIO. A mí no se me da nada; que antes gusto de volverme y pasar esta noche con mi esposa Leonarda, que en la venta; porque la dejé esta tarde casi para cspinir, del sentimiento de mi partida.

CoMPADRE. ¡Gran mujer! De buena47 os ha dado- el cielo, señor compadre. Dad le gracias por ello.

PANCRACIO. Y o se las doy como puedo, y no como debo; no hay Lucrecia que se Oc] llegue, ni Porcia48 que se le iguale: la honestidad y el recogimiento han hecho en elfa su -morada.

•s Caridad, que rafe para todas las rosas: es lo que dice San Pablo acetQ de In piedad. Cfr. Episto/4 1 a Timotc:o (IV,~). ~ Tctnátlro: porfiado (Dice. tk Aut.). 4? Dt b11t11D: léase: de buena gana. 4 Lucreda ... Pardo: nlusión burlesca a unas herolnas rolll3nas;

prototipos de castidad y de fidelidad. Lucrccm, mujer de Colntino, S(:

suicidó al ser \iol:~da por Sexto. hijo del rey Tnrquino. La segunda. esposa de Marco Bruto, se suicidó tras la muerte de aq~l.

245

COMPADRE. Si la mía .no fuera. celosa, no tenía yo más que desear. Por esta calle está más cerca mi casa: tom~d. compadre, por éstas, y estaréis presto en la vuestra; y veámonos, mafiann,. que [no] me faltará coche para la jornada. Adiós.

PANCRACIO. Adiós.

( ÉltlraMc los (los.)

(V11elven a salir el SACRISTÁN (y) el BARBERO, con SIIS

gUitarras,· LEONARDA, CRISTINA}' el EsTUDIANTE. Sale el Sacristán con la sotana alzada y cet1ida al cuerpo, dan­zando al son de Sil misma guitarra,· y, a cada cabriola, t•aya

diciendo estas palabras.)

SACRISTÁN. ¡Linda noche, lindo rato, lincla cena y lin­do amor!

CRISTINA. Señor sacristán Reponce, no es. éste tiempo de danzar; dése orden en cenar, y en las.demás cosas, y quédense las danzas para mejor coyuntura.

SACRISTÁN. ¡Linda noche, lindo rato, linda cena y lin­do amor!

LOONARDA. Déjate, Cristina; que en estremQ gusto de ver su agilidad.

( Uama PANCRACIO a la puerta, y dice.)

PANCRACIO. Gente dormida, ¿no oís? ¡Cómo! ¿Y tan temprano tenéis atrancada la puerta? Los rccatos49 de mi Leonarda deben de andar por aqui.

LEONARDA. ¡Ay, desdichada! A la voz, y a los golpes, mi marido Pancracio es éste; algo le debe de haber su­cedido, pues él se vuelve. Señores, a .recogerse a In car­bonera: digo al desván, donde está el carbón. -Corre,

~ Recatos: pn:cauci9n~; Cllutelns.

246

Cristina, y llévalos; que yo entretendré a Pancracio de modo que tengas lugar para todo.

EsTUDIANTE. ¡Fea noche, amargo rato, mala cena y peor amor!

CRISTINA. ¡Gentil relente, por cierto! ¡Ea, vengan to­dos!

PANCRACIO. ¿Qué diablo es esto? ¿Cómo no me abris, lirones? SO

EsTUDIANTE. Es el toqueSI, que yo no quiero correr la suerte destos señores. Escóndanse ellos donde quisie­ren, y llévenme a mí al pajar, que si allí me hallan, antes pareceré pobre que adúltero.

CRISTINA. Caminen, que se hunde la casa a golpes. SACRISTÁN. El alma llevo en los dientes. BARBERO. Y yo en los carcañares52,

( Éntranse todos y asómasc LEONARDA a la L'elllana.)

LEONARDA. ¿Quién está ahi? ¿Quién llama? PANCRACIO. Tu marido soy, Leonarda mía; ábreme,

que ha media hora que estoy rompiendo a golpes estas puertas. . • .

LEONARDA. En In voz, bsen me parece a m1 que 01go a mi cepo53 Pancracio; pero la voz de un gallo se parece a la de otro gallo, y no me aseguro.

PANCRACIO. ¡Oh recato inaudito de mujer prudente! Que yo soy, vida núa, tu marido Pancracio. Abreme·con toda seguridad. • .. . .

"LEONARDA. Venga aca, yo )o vere agora. ¿Qué hsce yo cuando -él se. partió esta tarde?

~o Uronts: dormilones. ,a. Es el toque: es el caso: el hecho está en. 52 Carcwlarts: calcai'l3res; talones. 53 Ctpo: asl la edición prlnclpe y hnce sen~do. Lconnr~a se siente

sujetada y aprisionada por el yugo de su mando Paneraao. No con­,,.ence In lectura de Herrero ~g. 202, nota 7) según el cual es cnuta por stor.

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'1 j

PANCRACIO. Sl!Spiraste, lloraste y al cabo te desma­yaste.

LEONARDA. Verda(i; pero, con todo esto, dlgame: ¿qué señales tengo yo en uno de mis hombros?

PANCRACIO. En el izquierdo tienes un lunar del gran­dor de medio real, con tres cabellos como tres mil hebras de oro.

Lr:ONARDA. Verdad; pero, ¿cómo se llama la doncella de casa?

PANCRACIO. ¡Ea, boba, no seas enfadosa; Cr:istinica se llama! ¿Qué más quieres?

[LEONARDA.] ¡Cristinica, Cristinica, tu señor ~s¡ ~bre­te~ niñp!

CRISTINA. Ya voy señora; que él sea muy bien venido. -¿Qué es esto, señor· de mi alma? ¿Qué acelerada vuelta es ésta?

LEONARDA. ¡Ay, bien mio! Decidnoslo presto, que el temor de algún mal suceso me tiene ya sin pulsos.

PANCRACIO. No ha sido otm cosa sino que en un barran­co se quebró In rueda del coche. y mi compadre y yo de­terminamos volvernos, y no pasar la noche en el campo; y .mañana. buscaremos en qué ir, pues hay tiempo. Perp ¿qué voces hay?

( Demro, y como de muy lejos, diga el .EsTUDIANTE.)

EsTUDIANTE. ¡Ábrnnme aquí, señores, que me ahogo! PANCRACIO. ¿Es en casa o en In calle? CRISTINA. Que me maten si no es el pobre estudiante

que encerré en el pajar para que durmiese esta noche, PANCRACIO. ¿Estudiante encerrado en mi casa, y en

ausencia? ¡Malo! En verdad, señora, que si no me tu­viera asegurado vuestra mucha bondad, que me causara algún recelo este encerramientoS". Pero ve, Cristina, y ábrete; que se le debe de haber caído toda la paja acuestas.

5<4 Ent:trramltnto • encierro.

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CRISTINA. Yü voy. [Vase.] LEONARDA. Señor, que es un pobre salamanqueso que

pidió qu·e le acogiésemos esta noche, por amor de Dios, aunque fuese en el pajar; y ya sabes mi condición, que no puedo negar nada de lo que se me pide, y encerrá mosle; pero veisle aqui, y mirad cuál sale.

(Sale el ÉsTUDIANTB y CRISTINA; él lleno de paja las barbas, cabeza y vestido.)

.EsTUDIANTit Si yo no tuviera tanto miedo y fuera menos escntpuloso, yo hubiera excusado el peligro de ahogarme en el pajar, y hubiera cenado mejor, y tenido más blanda y menos peligrosa cama.

PA'NCRACIO. ¿Y quién os habla de dar, amigo, mejor cena y mejor cama?

EsTUDIANTE. ¿Quién? Mi habilidad, sino que el temor de la justicia me tiene atadas las manos.

PANCRACIO. ¡Peligrosa habilidad debe de ser la vues­tra, pües· os teméis de la justicia!

EsTUDIAI'trn. La ciencia que aprendí en la Cueva de Salamanca, de oonde yo soy natural, si se dejara usar sin miedo de la Santa lnquisiciónSS, yo sé que cenUJ1! -y re­cenara a costa de mis heréderos; y aun quizá no estoy muy fuera de usaUa, siquiera por esta véz, donde la ne­cesidad me fuerzn y me disculpa; pero no sé yo si estas señoras serán tan secretas como yo lo he sido.

PANCRACIO. No se cureS6 dcllas, amigo, sino haga lo que quisiere, que yo les haré que callen; y ya dese,o en todo estremo ver alguna destas cosas que dice que se aprenden en la Cueva de Salamanca.

EsTUDIANTE. ¿No se contentará -vuestra merced con que le saque de aquí dos demonios en figuras humanas,

ss Santa /llflUlslcMn ~· efectivnmc:ntc:, los casos de magia, brujc:rb, c:neant3mientos, etc., quedaban bajó su jurisdicción.

!6 No# curt~ no piense: c:n· ... (cfr. Córom., p:1g. 987); no se: preocupe.

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que traigan acuestas unn canasta llena de cosas fiambres y comedera_s?

LEDNARDA. ¿Demonios en mi casa y en mi presencia? ¡Jesús! Librada sea yo de lo que libranne no sé.

CRISTINA. ¡El mismo diablo tiene el estudiante en el cuerpo! ¡Piega a Dios que vaya a !Juen viento esta par­vn!S7 ¡Temblándome está el corazón en el pecho!

PANCRACIO. Ahora bien: si ha de ser sin peligro y sin espantos, yo me holgaré de ver esos señores demonios y a la canasta de las fiambreras; y tomo n advertir que las figuras no sean espantosas.

EsTUDIANTE. Digo que saldrán en figura del sacristán de la parroquia y en la de un barbero su amigo.

CRISTINA. ¿Mas que lo dice por el sacristán Reponce y por maese Roque, el barbero de ~sa? ¡Desdichados de­llos, que se han de ver ~onvertidos en diablos! Y dígame, hermano, ¿y éstos han de ser diablos bautizados?

EsTUDIANTE. ¡GentiJSS novedad! ¿Adónde diablos hay diablos bautizados, o para qué se han de bautizar los dia­blos? Aunque podrá ser que éstos lo fuesen, porqu.e no hay regla sin excepción; y apártense, y verán maravillas.

LEONARDA. [Aparte.] ¡Ay, sin ventura! ¡Aquí se des­cose!S9 ¡Aquí salen nuestras maldad.es n pinza! ¡Agui soy muerta!

CRISTJN!\. [Aparte.) ¡Ánimo, señol'!l, que buen corazón quebranta. mala ventura!

EsniDIANTI!. Vosotros, mezquinos, que en la carbonera60

$1 ¡ ... Que. ra;-a a buen l'imto wa pan:al: que salga bien esté negoció (cfr. Dice. tk Aut.). Parr.a: la mies tcn.4ida. ~n Ja era. para trillarla. Cfr. El r:~jo ctloso, nota 65.

" Gentil ... /: juego de palabms basado en la doble ncepci6n de no­t:lble y de pagano (cfr; A valle-Arce. ~g. 180, nota 97). Cfr; El retablo de las mararil/as, nota 47.

59 Se descose: se descubre. Cfr. Dr;n Quijote (11, iii): « ... pero Don Quijote, temeroso que Sancbo se descosiese y desbucb3sc algún mon­i6n de maliciosas nccesades .. .»

m Vosotras, mr.quinos, qut m la carboMra: primer \'erso de la octa\'3 de ane mayor con que Cc:rvnntes parece Imitar de modo jpcoso el conjuro e! e Juan de Mena en. el Laberinto (cfr. Coplas, 247-251).

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Hallastes amparo a vuestra desgracia. . Salid, y en los hombros, con priesa y con gracm. Sacad la canasta de In. fiambrera. No me incitéis n que de otra manera Más dura os conjure. Salid; ¿qué esperáis? Mirad que si a dicha el salir rehusáis. Tendrá mal sucesb mi nueva quimera.

Hora bien: yo sé cómo me tengo de haber con estos demonicos humanos: quiero entrar allá dcntr?· y a solas hacer un conjuro tan fuerte, que los haga sahrc.más que de paso61; aunque la calidad destos. demontos, más está en sabellos aconsejar que en conJurallos.

( Éntra.fe el EsTUDIANTE.)

PANCRACIO. Yo digo que si éste sale con lo que ha dicho. que será la cosa más nueva y más rara que se haya visto en el mundo.

LEONARDA. Sí saldrá. ¿quién lo duda? ¿Pues hnbíanos de engañar?

CRlSTJNA. Ruido anda allá dentro; yo apost~ré que los saca. Pero vee aquí do vuelve con los demomos y el apatusco62 de la canasta.

(Salen e/ EsTUDIANTE., el SACRISTÁN)' el BARBERO.)

LEONMU>A. ¡Jesús! ¡Qué parecidos son los de la car~ ga 63 ni sacristán Reponce y al barbero de la pln_zuela.

CRISTINA. Mirá. señora, que donde hay demomos no se ha. de decir Jesús.

61 Más que de paso: de p~ . . . 62 El ap_atwco: aqul, el conJUnio de objetOS («apatusco~>) que 3dOr·

nan o ahl\3n la canasta. 6l Las tk la carga; es decir, tos que sacan 1:1. c:~nasta.

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SACRISTÁN. Digan .lo que quisieren; que nosotr:os so­mos como los perros del herrero, que dormimos· al1 son de las martilladas64; ninguna cosa nos espanta ni turba.

LEONARDA. Lléguense a que yo coma de lo que viene de la canasta; no tomen menos6S.

EsTUDIANTE. Yo haré la salvá y comenzar~ por el vino6ó. (Bebe.) ¡Bueno es! ¿es de Esquivias67, señor sa­cridiablo?68

SACRISTÁN. De Esquivias es, juro a ... EsTuDIANTE. Téngase, por vida suya, y no pas~ ade­

lante. ¡Amiguito soy yo de diablos juradores! Demonico, demonico, aquí no venimos a hacer pecados mortales, sino a pasar una hora de pasatiempo, y cenar, y irnos con Cristo.

CRISTINA. ¿Y éstos, han de cenar con nosotros? PANCRACIO. Si, que los diablos no comen. .BARBERO. Sí comen algunos, pero no todos, y noso-

tros somos de los que comen .. CRISTINA. ¡Ay, señores! Quédense acá los pobres dia­

blos, pues han traído la cena; que seria poca cortesía dejarlos :ir muertos de hambre, y parecen diablos muy hbnrados y muy hombres de bien.

LEONARDA. Como no nos espanten, y si mi marido gusta, quédense en buen hora.

PANCRACIO. Queden, que quieco ver lo que nunca he visto.

64 Como los perros tkl herrero .•• la$ martilladas: es decir, dcspreocu­p:ldos. Cfr. Correas: ~<El perro del herrero duerme a las mnnill:1dns y despiertn a l:1s dentelladas.»

M No tomen mmos: no 'lo toincn a menos {Herrero, p!g• 209); no rechazen mi pctid6n.

611 llar6 kz sa/J:t! ... par ti rlnb: es decir, comenzaré a beber el vino antes que los demás («haré la salV:J.»). Cfr. Coo. « ... los reyes y prlnci­pe:r ... pre\ioieron que el maestres:lla poniendo el Sef\iclo delante del señor le gustase primero, sacando del plato o.lgu0:1 cosa de aquella pane de donde el prindpc babia de comer, badcndo lo mesmo con la bebida ... Est:1 ceremonia se Uam6 hacer la so.lvn, porque da a enten­der que estA salvo de toda trnid6n y cngaño.Jt

6, De Esqulria:r: los vinos de este pueblo de la provincia de: Toledo se tenlnn por exquisitos. Cfr. LtJ:r alcaldes de Daganzo, nota 27.

61 Sacrfdiab/o: hlbrido .de sacrist4n i: diablo ..

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BARBERO. Nuestro $eñor pague a vuestras mercedes la buena obra, señores míos.

CRisTINA. ¡Ay, qué bien criados, qué corteses! Nunca medre yo, si todos los diablos son como éstos, si no han de ser mis amigos de aquí adelante.

SACRISTÁN. Oig~n. p~cs, para que se enamoren de veras.

(Toca el SACRISTÁN, y canta; y ayúdale el BARBERO con el tí/timo oerso no más.)

SACRISTÁN. «Oignn los que poco saben Lo que con mi lengua franca Digo del bien que en sí tiene

BARBERO. La Cueva de Salamanca . SACRISTÁN. Oigan lo que dejó escrito

Delia el Bachiller Tudnnca En el cuero de una yegua Q~c dicen que fue potranca69, En la parte de la piel Que confina con el anca, Poniendo sobre las nubes

Bt.RDERO~ La Cuet.•a de Salamanca. SACRISTÁN. En ella estudian los ricos

Y los que no tienen blanca 70, Y sale enter:a y rolliza La memoria que está manca 71, Siéntansc .los que allí enseñan De alquitrán. en ·una banca, Porque estas bombas72 encierra

BARBERO. La Cueva de Salamanca.

w l' egua... potranr:o: joven. 70 Blanr:a: dinero; moneda de poco valor. ' 1 Manr:a: defectuosa ( Dir:r:. de ,(ut.): d¿bil (C.otJ.). 'l De a/qult¡:árr ... J bombas: eran las piñatas (t\bombas») que~ usa­

b:ln. entonces en la gu_erra.

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·sAcRISTÁN. En ella se hacen discrétos Los moros de la Palanca 73 ; Y el estudiante más 'burdo Ciencias de su pecho arrJnéa. A los qUe estudian en ella; Ninguna cosa les manca; Viva, pues, siglos eternos

BARBERO. La Cueva de Salamanca. SACRISTÁN. Y nuestro conjurador,

Si es a dicha de Lorarica74, Tenga en ella cien mil vides De uva tinta y de uva blanca. Y al diablo que le acusare, Que le den con uná tranca; Y pata. el tal jamás s'irva ·

BARBERO. La Cúét•a de Salamanca.»

_CRISTINA. Basta·; ¿que también los diablos son poetas? BARBERO. Y aun todos los poetas son diablos. PANCRACIO. Dígame, séñot mio1 pues los diablos lo

saben todo, ¿dónde se inventaron todos estos bailes de las Zarabandas, Zambapalo y Del/o me pesa, con el famoso del nuevo Escarréllnáñ?1S

BARBERO. ¿Adónde? En el infierno; allí túVieron' su origen y principio.

PANCRACIO; Y O así lo cteo .. Ll!ONARDA. Pues, en verdad, que tengo yo mis puntas

y collar escarramanesco; sino qúe >por ml honestidad, y por guardar el deco·ro a quien soyf no me atrevo n bailarle.

SACRISTÁN. Con cuatro mudanzas que yo le enseñase a

7l D~ la Palanc-a: de Africa occidcntnl. ~ De Loranca: de un pueblo de tnl nombre, en la provincia de Cuen­

~ o en la de Ouadalajaru. No hay, sin embargo, «intcnclon:ilidad sig­nificante» y, como con los casos de Palanca y Tudiódl, se utilizll sim­ph:mcnté por nccc:sidad de: consonancl:1 con &lamanca (Pilaf Pillomo página 198, nota 372}.- '

" 7.arabanaas, Zambapalo.~ t~~«oo Escarramdn: :bailes populares lascivos de principios del siglo X\'11. Cfr. Elrojidn r:iUdo, nota liS.

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vuestra merced cada día, en una semana saldría única en el baile; que sé que le falta bien poco.

EsTUDIANTE. Todo se andará; por agora entrémonos a cenar, que es lo que importa.

PANCRACIO. Entremos; que quiero averiguar si los dia­blos comen o no, con otras cien mil cosas que dellos cuentan; y, por Dios, que no han de salir de mi casa hasta que me dejen enseñado en la ciencia y ciencias que se enseñan en In Cueva de Salamanca.

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