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¿La Última Catalejo? www.catalejovirtual.blogspot.com Año VII · N° 7 · Jueves 31 de Agosto de 2017 · Colegio Los Nogales

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Page 1: Catalejo 7

¿La Última Catalejo?

www.catalejovirtual.blogspot.com Año VII · N° 7 · Jueves 31 de Agosto de 2017 · Colegio Los Nogales

Page 2: Catalejo 7

Alumnos Curso

Carolina Garcés 8°B

Fernanda Valencia 1°A

Magdalena Letelier 1°A

Sofía Alvarado 1°A

María Fernanda Muñoz 1°A

Vicente Muñoz 1°A

Matías Gutiérrez 1°A

Alejandra Pérez 1°B

Renata Inostroza 1°B

Antonia Andrades 1°B

Constanza Cáceres 2°A

Mariela Mundaca 2°A

Monserrat Romero 2°A

Catalina Aliste 2°B

Vicente González 2°B

Sofía Ibacache 2°B

Javier González 3°A

Sofía Muñoz 3°A

Natalia Pérez 3°A

Tamara Tapia 3°B

Joaquín Gatica 3°B

Catalina del Canto 4°A

Fabiola Arenas 4°A

Camila Palma 4°B

Matías Risco 4°B

Colaboraron en Catalejo/7

> www.catalejovirtual.blogspot.com

Agradecimientos:

La presente entrega de Catalejo ha sido posible gracias a la

dedicación de su equipo de alumnos, a los profesores del

GPT de Historia y el aporte de la profesora Valeria Cone-

jera. Agradecemos el apoyo financiero de Colegio y Funda-

ción Los Nogales para su presentación, a los ex alumnos

que fueron parte de este empeño, y por cierto, a cada uno

de nuestro lectores.

El fin del Mundo...

Colaboraciones de ex alumn@s

> Catalina Guerra

Estudiante de Sociología (U. de Chile)

> Alicia Veas

Estudiante de Trabajo Social (PUC)

> Paula Altamirano

Estudiante de Periodismo (U. de Chile)

Director

> Julio Reyes Ávila

Profesor de Historia y Geografía

Page 3: Catalejo 7

> Editorial

¿La última Catalejo?

No sabemos a ciencia cierta si el mundo se acabará

alguna vez, aunque hay que reconocer que como

especie en la era industrial hemos contribuido bas-

tante a hacer posible ese fin que ha desquiciado a

los milenaristas, apocalípticos y consumidores de

ciencia ficción. Convengamos que su factibilidad es

un lugar común en los temores de generaciones

completas, más aún en tiempos de cambio climáti-

co, proliferación nuclear y descontrol de la inteligen-

cia artificial. Sin mencionar un ataque extraterrestre.

¿Por qué dedicamos Catalejo/7 al fin del mundo? No

por algún propósito profético; y si, en parte, por el

atractivo de imaginarnos un desenlace catastrófico.

Pero lo que realmente nos convocó se encuentra

mucho más cerca de nuestra realidad concreta: Los

Nogales, tal como lo conocemos, llegó a su fin. La

noticia del traspaso ha marcado el clima de la comu-

nidad escolar desde que fue hecho el anuncio,

desatando algunas certezas, esperanzas, incertidum-

bre y tensiones que lo han convulsionado todo.

¿Qué se acaba, qué sigue, qué llega con todo este

cambio? Solo el tiempo ira respondiendo esa pre-

gunta.

¿Y Catalejo, continúa? Tras siete ediciones, con cien-

tos de artículos, y en ellos la huella de alumnas y

alumnos comprometidos, críticos y entusiastas; con

el aporte que ha representado la revista para nues-

tra cultura escolar, nos atrevemos a afirmar que Ca-

talejo no puede morir. Pueden cambiar muchas co-

sas con el traspaso, pero somos enfáticos: seguimos,

todo es continuar. Eso del título… era broma.

Microcuentos

Poesía

Comic

Collage

Ensayos

Reflexión

Memoria

Crítica

Música

Historia

SUMARIO

Page 4: Catalejo 7

El día

del fin

del

mundo

1963

El día del fin del mundo será limpio y ordenado como el cuaderno del mejor alumno. El borracho del pueblo dormirá en una zanja, el tren expreso pasará sin detenerse en la estación, y la banda del Regimiento ensayará infinitamente la marcha que toca hace veinte años en la plaza. Sólo que algunos niños dejarán sus volantines enredados en los alambres telefónicos, para volver llorando a sus casas sin saber qué decir a sus madres y yo grabaré mis iniciales en la corteza de un tilo pensando que eso no sirve para nada. Los evangélicos saldrán a las esquinas a cantar sus himnos de costumbre. La anciana loca paseará con su quitasol. Y yo diré: “El mundo no puede terminar porque las palomas y los gorriones siguen peleando por la avena en el patio”.

Jorge Teillier

Poemas del país de nunca jamás

Page 5: Catalejo 7

EMMA Alicia Veas

Voy en el metro camino a la u, pre-

tendo encontrarme con un par de

sonrisas o escolares que hablen sobre

la broma que harán a la salida de cla-

ses, oír a la abuelita que le cuenta a

un desconocido sobre sus nietos, una

pareja acaramelada que llegue a com-

pungir a quienes están cerca por el

exceso de entrega amorosa o la voz

omnisciente del metro deseándome

un buen día por altavoz.

El problema es que no me encuentro

con nada más que pantallas lumino-

sas en movimiento, adheridas a las

manos de todos. Nadie mira a nadie.

A momentos pienso que podría des-

moronarse un pedazo de tierra y na-

die le daría importancia al hecho

(Excepto si es lo suficientemente

morboso y entretenido como para

grabarlo y subirlo a Internet).

San Joaquín. 8:33 A.M. Ya voy atra-

sada nuevamente, y me quedan aún

diez minutos para encontrarme sen-

tada frente al pizarrón. A mis espiga-

das piernas les cuesta seguirme el

paso, siento que voy corriendo mien-

tras camino lo más dignamente que

puedo. A medio camino me encuentro

con el tío que diariamente barre las

hojas invernales que caen de la arbo-

leda, me llama la atención su pacien-

cia para barrer hoja por hoja, sabien-

do que no pasará el suficiente tiempo

para que una rama decida nuevamen-

te dejar ir sus hojas al cemento.

A ratos se detiene y observa a quie-

nes vamos camino a las salas. Obser-

va con una sonrisa apacible. Apaci-

blemente ignorada por la mayoría.

Diariamente lo miro al pasar y puedo

afirmar que esas pausas que toma de

su barrido no son para mirar quiénes

son los mejores vestidos de la sema-

na. No, él está esperando algo, algo

como un Hola. ¿Hay algo de malo en

decir ‘’Hola’’?

16:00 P.M. Camino a Vicuña Ma-

ckenna, la 210 me debe estar esperan-

do en el paradero (o eso espero). Aho-

ra voy relajada, pero con la mochila

cargada; Encontrar un asiento puede

parecer una odisea pero lo consigo.

Siguiente paradero. Niña embarazada

sube a la micro, todos voltean a mi-

rarla y muchos murmuran comenta-

rios que no van al caso, ¿acaso cargan

ellos un ser vivo en el vientre?

Puedo notar que se siente agobiada,

si mi mochila pesa bastante, su estó-

mago abultado debe ser mil veces

más agotador. Pasan unos segundos

y al parecer nadie le cederá el asiento

(obvio, ¿pa’ qué anda abriendo las

piernas tan cabra chica?). El resto de

aquel viaje me fui de pie.

A ratos me siento chata, pienso que el

mundo nunca va a cambiar y que so-

ñar con la transformación es algo

utópico.

Voy a la casa pateando las piedras

como diría Jorge González; Hastiada,

creyendo que estoy dando una batalla

que comenzó perdida. ‘’Estudie lo que

estudie, en el lugar que sea, no hará

que pueda cambiar una cultura tan

manchada por el individualismo, la

violencia y la indiferencia con el

otro’’.

Sin embargo llego a la casa y me en-

cuentro con la Emma, mi sobrina. Me

sonríe con sus cuatro solitarios dien-

tes y me abraza. Me abraza como si

no me hubiese visto en años (cuando

en realidad no pasaron 24 horas de la

última vez que nos vimos). Jugamos,

jugamos mucho y reímos mucho.

La verdad es que ella no entiende

nada, no sabe que la tía a ratos odia al

mundo y quiere dedicarse a pasar la

vida encerrada viendo Netflix porque

se cansa de la gente y sus malas for-

mas de actuar.

La Emma no sabe que el mundo al

que llegó tiene marcas dolorosas de

machismo y otros males enraizados.

La Emma no cacha na’, pero se ríe y

corre feliz por todos lados.

La verdad es que la miro y pienso que

el mundo tiene que ser mejor para

ella, pero que a la vez ella debe en el

futuro también ser parte de ese cam-

bio. Cuando la miro pienso que todo

lo que hago tiene un sentido, que ren-

dirme merma ese proyecto y que dar-

le la espalda a la realidad no es la so-

lución a mi inquietud con las cosas

que veo a diario.

Sé que va a ser difícil y que habrá

muchos desafíos por delante. Pero

mientras siga viendo a la Emma y su

amor incondicional por todo lo bello

y lo bueno, creo que seguiré buscan-

do que las personas se vinculen, se

miren, se hablen, se toquen y sonrían

entre sí. Porque finalmente ahí está la

vida, en esos momentos que compar-

tes con alguien más, donde dejas que

otros entren en tus zapatos y tu en-

tres en los de ellos.

Tú, persona desconocida que lees

esto, ¿me ayudas a dejarle un mejor

mundo a todas las Emma y Juanitos

que vengan al mundo?

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Page 7: Catalejo 7

Pé rdida En memoria de Aylin González

La vida es lo que diferencia a este mun-do del resto de astros, es lo que une a ca-da individuo de este planeta, del más pe-queño al más grande. Los humanos nos hemos coronado por la búsqueda de sa-biduría, la que nos caracteriza y diferen-cia de los animales, ya desde los griegos que buscamos saber lo que somos, para donde vamos y que es de nosotros cuan-do la vida se nos es arrebatada y aun así, con más de dos mil años de indagación, no podemos entender el misterio de nuestra existencia, porque la muerte lle-ga a nosotros de manera tan abrupta arrancando la vida como si fuera un pes-tañeo Ya a un año de la partida de Aylin, nos volvemos a preguntar ¿ Por qué se fue?

Nuestra vida en estos tiempos, es una búsqueda de conocimiento por la sobre-vivencia, para poder vivir en el futuro, mientras más se aprende, mejor será la calidad de vida, por eso nos enfrascamos solo en lo que nos sirve, o lo que nos gus-ta, cada uno arma la vida que desee, por esto solemos dejar de lado pequeñas co-sas que no nos son útiles a simple vista, quizá muchas veces lo sean, pero a otras, no les tomamos el peso que en verdad poseen, no valoramos la vida del otro que quizá no nos es cercano, aunque ha-

yas pasado una década compartiendo puesto con el, su vida es un pequeño mis-terio para muchos y cuando esta persona es tomada por la muerte, nos damos cuenta que no vimos al ser maravilloso que nos acompañaba. Aylin fue ese suje-to, sus amigas y amigos cercanos no po-dían explicarse por qué ella tuvo que irse, ¿qué queda para la gente que no com-partió tanto con ella? Como explicarse su partida si no sabes siquiera como fue.

Nunca llegaremos a un consenso que ex-plique que es la vida, siempre existirán opiniones contrapuestas, pero todos de-jaremos de vivir en algún punto, eso es algo seguro, se dice que la muerte llega cuando uno está listo, otros piensan que se trata de un fenómeno azaroso, que no ve al individuo, solo pasa lo que tenga que ocurrir y ya, nosotros elegimos como pensar, si decidimos pensar que la muer-te de Aylin fue un accidente de entre mu-chos o que ya era su momento es nuestra elección, es nuestra respuesta al misterio de la muerte, pero aunque nuestros pen-samientos difieran, todos seguimos sien-do parte de este mundo, parte de la co-munidad nogalina que se vio sorprendida por el deceso de nuestra compañera, por esta vida que nos une debemos recordar-la como una maravillosa persona, que nos enseñó a no ignorar a la persona del lado, y que sobretodo nos recordó la fra-gilidad de la vida y el cruel misterio de la muerte.

Javier González

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El día en que Jacinta tomó el avión fue para aventurarse a lo que quisiera entregarle aquel país totalmente desconocido. También lo hizo dejando atrás un camino de tristezas que car-gaba encima. Tristezas de poesía y escrituras que se le escapan de las manos con la intensidad de sus sentires, que se fueron agrandando cuanto más peque-ña se hacía la cordillera tras de sí. Porque sí, la cordillera de los Andes fue lo más grande que abandonó. Ya se había dado cuenta de que la extrañaría aún estando en sus tierras, esa gran montaña siempre resistiendo las viscitudes de la humanidad. Los sortilegios de fortuna o desdicha que ha aguantado la cordillera. Las explosiones que le roban sus minerales, los cadáveres que aún guarda entre sus nieves - de los aviones que le han (y segui-rán) cayendo encima, de las ca-balgatas españolas llevando des-calzos y desnudos a sus indíge-nas siglos atrás, de los militares queriendo defender el nombre de la patria para las élites del

gobierno. Esas mismas se volvie-ron las historias que llevaba en-vueltas en la piel. La templanza de la montaña por la noche, su magnificencia de día. Se le pegó al alma la grandeza letal de las furias del viento blanco. La tran-quilidad de los paisajes precordi-lleranos, áridos y de aguas frías, de criaturas escurridizas que no llegan a las ciudades atestadas. ¿Qué tiene de especial esa mon-taña? Le preguntarán en aque-llas tierras lejanas. Es especial porque es una estrella - lo pri-mero que pensará - que se da el gusto de aparecer nevada cuan-do el frío y las lluvias se toman Santiago. Entonces nos deslum-bra a todos con su resplande-ciente blancura. También es brú-jula que te enseña dónde sale el sol cada mañana. Es grandeza incalculable de paisajes cordille-ranos y aventuras. No hay como escribirle a esa montaña sin caer en el rimbombante romanticis-mo a la naturaleza, que no es más que nuestras ganas de ser pequeños. La vida absorbe y ha-ce creer que somos el centro,

que todo depende de nosotros. Pero la cordillera es el golpe en la cara: cuando aparece detrás de las nubes de suciedad que flotan en la ciudad, siempre nos tiene a sus pies. Cuando el avión llevaba un par de horas de vue-lo, y la presión comenzaba a ta-parle los oídos, Jacinta miró por una ventana y pudo ver la cordi-llera como nunca antes: desde arriba, a veces las nubes se in-terponían entre ambas, pero el destello blanco de la nieve de los Andes no dejó de encandilar-la. Tuvo que dejar su cordillera para mirarla desde otra perspec-tiva, para darle una vuelta aún

más poética, y poder escribirle como corresponde. Había que dejarla atrás, en un avión rumbo a México – al otro lado del conti-nente – para entender que no tendría otro punto de referen-cia, magnificencia y narrativa, de consuelo de tristezas y turbulen-cias internas, como la gran cor-dillera de los Andes.

Catalina Guerra

C O R D I L L E R A

Page 9: Catalejo 7

Fab

iola A

renas

Page 10: Catalejo 7

Fern

and

a Valen

cia

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La crisis del hambre (sobrepoblación)

Ya han pasado más de 10 horas que no como, o eso me dijo el reloj de la Estación Central. He

caminado tanto que mis pies están dormidos. Las calles estaban sucias con todo, menos comi-

da.

He recorrido más de cuatro estaciones y nadie me ha dado nada. Mi estómago rugía y la gen-

te parecía cada vez más apresurada.

Mis amigos están en las mismas, o tal vez solo mienten.

Mi olfato nunca mentirá, olía a pan, un rico pan con queso, sí, estaba más que seguro. Corrí

desesperado para que nadie más lo tomara, para que al fin mil lengua pueda deleitarse con el

famoso pan. Ahí estaba, tirado en el piso, algo sucio pero de seguro delicioso.

Ya estaba allí cuando una sombra enorme pateó mi pan y para que no hiciera lo mismo conmi-

go, extendí mis alas y volé con descuido. Malditos humanos.

Fernanda Valencia

Horarios

La ciudad tiene cambios de humor.

A las 7 de la mañana, amargada,

dura, fría. Tres a seis de la tarde,

cansada, agotada, estresada. Una

de la mañana, serena, tranquila,

hermosa.

Sofía Ibacache

¡Gran noticia!

Las alumnas -y destacadas colaboradoras

de Catalejo- Fernanda Valencia y Sofía Iba-

cache fueron reconocidas por sus creacio-

nes literarias, en una ceremonia que contó

con la presencia del Premio Nobel de Lite-

ratura 2003, el sudafricano J. M. Coetzee.

¡Felicitaciones!

Page 12: Catalejo 7

Chile cuenta con una historia y como todo

país oculta secretos, Chile fue testigo de mu-

chos sucesos que ahora solo están en libros

viejos y memorias. Recuerdos que sacudie-

ron un país entero, que privaron la libertad

de los demás, sucesos de conquista y sincre-

tismo, de avance y desarrollo, de mestizaje y

apropiación, guerras civiles, de independen-

cia, de conformación del territorio. Historias

misteriosas y poco claras, rituales y desapari-

ciones, o solo leyendas que nacieron hace

mucho tiempo atrás y aun se siguen contan-

do. Un país como cualquier otro, con historia

por detrás, con altos y bajos, con pérdidas y

ganancias, con buenas e inteligentes decisio-

nes u otras malas y quebrantadoras que lle-

varon a la ruina al país. Con gobiernos mo-

nárquicos y dictatoriales, con masacres y

desastres naturales.

En síntesis, un país con una historia llena de

incertidumbre, que aún conserva vestigios o

huellas de su singular pasado que atrae a los

historiadores a indagar sobre los inexplicables

episodios que lo conforman.

CHILE: un país misterioso Constanza Cáceres

Page 13: Catalejo 7

En el transcurso de la vida, ocurren una serie de acon-tecimientos que pueden ser señales para el apocalipsis individual y propio de un ser humano, que quiera o no, en algún momento de su vida logrará experimen-tar.

Para algunos, estos hechos pueden llevarlos inmedia-tamente a la ruina absoluta y una locura, de la cual no se pueden levantar, por supuesto siempre hay que ver los factores, la grave-dad del asunto, la capaci-dad psicológica y neuroló-

gica del sujeto. A veces este desenfoque de senti-mientos e ideas, tiene el lamentable poder de trans-ferirlo a sus seres cercanos, creando una cadena de apocalipsis en el entorno.

Pero existe otro modo de ver el sufrimiento y los fi-nales, ya que tal como se plantea en la psicología in-dividual, cada influencia tiene un efecto distinto en cada persona, por lo que estos también pueden lle-varnos al surgimiento de nuevos nacimientos, lo-grando el acercamiento de

la persona a su interior y un progreso favorable para ella.

Pero de esto se trata la vi-da, de una serie de apoca-lipsis y nacimientos, te-niendo cada uno la elec-ción de quedarse con un final amargo o seguir ade-lante en los momentos de dificultad que esta nos muestra. Por lo que ¿el apocalipsis realmente es algo negativo? ¿Cuál es el verdadero nacimiento y fin del mundo para cada uno?

Sofía Alvarado Quevedo

Apocalipsis mental

Page 14: Catalejo 7

Chile, una tierra que desde siempre

ha estado llena de fenómenos na-

turales tales como los terremotos,

tsunamis o volcanes –recordemos

que Chile tiene una cadena de vol-

canes activa, con más de 80 volca-

nes– y todas estas cosas simple-

mente porque estamos, como to-

dos saben, debajo de las placas de

Nazca y Sudamericana. Sin embar-

go, hace unos 400 años no se te-

nían tales conocimientos y la expli-

cación a estos eventos eran deja-

das a la religión o a lo sobrenatural.

Relatos como Cai-Cai y Ten-Ten

Vilu son pruebas de esto, parecidas

a la leyenda que veremos hoy, ve-

ces en las cuales la única explica-

ción a lo desconocido es la religión.

Volvamos a 1647. La colonia en

Chile, en la esquina a kilómetros

del lugar civilizado más cercano,

Perú, estaba escasamente poblada.

Los suministros que llegaban desde

el lugar que antes fue centro del

imperio inca eran mínimos. El viaje

era de meses, en los cuales se po-

dían perder la mitad de las provi-

siones que se llevaban, o ser asal-

tados en el trayecto, dejando sin

suministros a la minúscula pobla-

ción. Cuatro mil personas de allí

trataban de subsistir imitando a los

europeos en todo lo que podían:

haciendo tertulias y grandes pala-

cios, gozando su fortuna. Eran las

10:30 de la noche cuando empezó:

recordemos que, en ese entonces,

la ciudad estaba completamente

apagada, solo estaba la frágil luz de

las velas. Era, como honra el nom-

bre de nuestro símbolo, Mayo, la

noche era fría y cada uno estaba ya

en su casa. Entonces comenzó.

Las casas de adobe, poco a poco,

holgadamente construidas, pere-

cían. La gente, asustada, corría.

Muchos quedaban aplastados bajo

aquellas paredes que se despren-

dían con una facilidad increíble.

Algunos relatos incluyen que caían

piedras del cerro Santa Lucia. Alari-

dos, desorden, desesperación. Tal

agonía duró 3 minutos. Entonces

silencio.

Las personas, aun asustadas, em-

pezaban a rebuscar entre los muer-

tos a sus familiares o conocidos,

buscando personas a quienes sal-

var. El veinticinco por cierto de la

población murió. La multitud, ate-

rrorizada, empieza a congregarse

en la plaza de armas; la gente está

convencida de que es el fin de todo

y el religioso imparte bendiciones,

improvisan una misa entre todos

ellos, porque el señor va a llegar a

dividir a los fieles de los pecadores.

El Cristo de Mayo

Page 15: Catalejo 7

Entonces apareció: de las

ruinas de la iglesia, salió el

entonces conocido como “El

Cristo de la Agonía”, un Cris-

to que podría ser descrito

como tosco. Era casi incom-

prensible, un hecho milagro-

so el que no estuviese des-

truido como toda la iglesia a

su alrededor. Su expresión,

completamente diferente a

la apacible mirada de otras

figuras de ese estilo, es desa-

fiante, presumiblemente en-

carando a Dios; otro detalle

importante es que, a pesar

de que estaba prácticamente

intacto, algo estaba fuera de

su lugar: la corona de espi-

nas estaba en su cuello. Al-

guien sube para devolver la

corona a su lugar, y aquí es

cuando la leyenda comienza:

una vez la corona de espinas

llega a su lugar, ocurre una

réplica.

Tal vez coincidencia, quizá ca-

sualidad, pero tal hecho susci-

tó el terror entre los santiagui-

nos. Un segundo intento, y se

repite el acto. Entonces ellos

piensan que todo ello era pura

causa divina, era el castigo por

sus malas vidas, por sus peca-

dos, por sus faltas. En medio

de un Santiago rustico y des-

truido empieza una procesión

en honor a este Cristo para ser

perdonados. Imagine usted la

masa de 3.000 personas, lasti-

madas, asustadas, y aferrán-

dose con miedo a su dios, pa-

ra que sus fallos sean perdo-

nados, para no morir como

pecador en el fin del mundo

para ellos, en medio de las

ruinas, el fuego, y la oscuri-

dad, buscando una luz en la

fe, dándose golpes para ex-

piarse. Gaspar de Villarroel,

un obispo herido, intenta con-

vencer a las masas de que no

es el fin del mundo, de que

ellos son los salvados por Je-

sucristo, que ellos son los que

habían sido elegidos por sus

buenas acciones.

Teniendo en claro los hechos

no era difícil que tal mito se

creara, pero, ¿De verdad fue

voluntad divina? ¿O fue sim-

plemente una pequeña coinci-

dencia, a la que hasta el día

de hoy se le sigue, ya que na-

die ha intentado ponerle bien

la corona? Hasta que alguien

lo haga, hemos de suponer

que las procesiones en honor

al ahora conocido como Cristo

de Mayo seguirán, y la leyen-

da quedará inscrita en la his-

toria de chile, como un evento

que cambió la vida de 4.000

chilenos, y estuvo a punto de

provocar que la capital se tras-

ladara a Quillota.

Carolina Garcés

Page 16: Catalejo 7

Fab

iola A

renas

Page 17: Catalejo 7

Microcuentos Selección de textos que participaron en el concurso de microcuentos organizado

por la Biblioteca Juvenil, en el marco de la Feria de Humanidades 2017

El fin llegó y yo aún aquí, ni un cielo ni un in-fierno, el alma yace en vano hasta la muerte, y de esperanza no queda nada... el fin llegó y yo aún aquí, esperando después de la vida, lo que pro-metieron venir.

Matías Sánchez

Buscando la cuerda para ir a saltar la encontró en el cuello de su madre.

Rocío Grandón

*Castigo* Hoy te has portado muy mal. Por eso te empezare a quitar todo. Primero, te quedaras sin tus cosas. Luego, toda la comida que te gusta. Y cuando asimiles el sabor inexistente del agua, imagínate tú. Por último te darás cuenta que estarás perdiendo la luz, la vida misma.

Matías Risco

Un solitario roble Yo y mi único compañero, los demás se habían inmortali-zado. Recuerdo como si hubiera sido ayer esa joven lle-na de sueños e ilusiones a la cual los años se le vinieron encima y la realidad le abofeteo la cara, ahora sola y de-solada mora en una vieja casa aislada de la ciudad en medio del bosque, abandonada en el medio de la nada. Nadie se preocupa por mí, podría desaparecer y nadie lo notaria, pero ahí está mi sabio y veterano amigo siempre a mi lado, su brazo surcado con líneas en todo largo y an-cho, sostiene con firmeza la cuerda que adorna mi cue-llo y antes de que la sensación de ahogamiento sofoque mi alma, a mi mente vuelve la frase que alguna vez leí: “Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido?¿ Es nuestro destino terminar así no?

Martina Castro

No me gusta que me miren, por lo que me sumerjo en mis pen-samientos, tiemblo pero no lo represento, inmóvil, no sé cómo escapar, tengo cuerpo pero no puedo arrancar ¿Qué peor sen-sación que la de una estatua in-feliz?

Sofía Alvarado

Page 18: Catalejo 7

La democracia tiene muchas

ramas, tiene muchas variantes,

varios han jurado defenderla,

pero una vez sus manos se

inundan de poder y una imagi-

naria supremacía, todos sus

ideales se esfuman como si

nunca hubieran existido, pero

¿es verdad que el poder co-

rrompe a quien sea? Yo no lo

creo, no todos los políticos son

corruptos y no todos los ciuda-

danos somos buenos.

Con esto en mente podemos

decir que la base fundamental

de la democracia es que el

pueblo sea escuchado, que to-

dos podamos ser escuchados,

es por esto que yo sostengo

que cada ciudadano tiene el

deber de votar y alzar su voz.

Luego de tantos, años añorán-

dola, puliéndola, exigiéndola,

no es posible que ahora se le

esté perdiendo el respeto y el

valor. Condenar a nuestros re-

presentantes que fueron elegi-

dos a través del voto, de nues-

tra voz, suena ilógico, ¿cierto?,

quizás te suene más lógico

que, muchos de los que alzan

su voz en contra de las autori-

dades ni siquiera usaron el su-

fragio como un

método de protes-

ta, muchos ni si-

quiera los escu-

charon, propues-

tas fueron enterra-

das en lo más profundo del ol-

vido, por nosotros mismos.

¿Quizás sea un problema de la

educación? Al no tener educa-

ción cívica se pierden muchos

conocimientos que nosotros los

jóvenes necesitamos, descono-

cemos temas de actualidad,

somos ignorantes frente a la

política, muchos ignoran el año

en el que fue el golpe de esta-

do (1973) un hecho tan impor-

tante que no debe quedar en el

olvido, factores que lo potencia-

ron, que dieron el pie a ese he-

cho tan horrible que marcó de

atrocidades y penurias nuestro

país, no fue un hecho aislado,

las condiciones para excusarlo

pueden estar volviendo a ocu-

rrir absteniéndonos de votar y

va a ser ahí cuando se le vuela

a extrañar y lucharemos por el

como un derecho de nuestra

nación y no tenemos menos

posibilidades de que vuelva a

ocurrir en algún futuro.

Una de las razones de la poca

motivación al votar es el desva-

lorar la historia, etiquetándola

como una materia que no es de

relevancia, aquí quiero enfati-

zar algo LA HISTORIA ES

CÌCLICA, eventos de la historia

vuelven pasar una y otra vez

frente a nuestros ojos

“disfrazados”, vuelven a ser la-

tentes en nuestros presentes

corazones, pero preferimos ol-

vidarla y negamos hechos ocu-

rridos en nuestra historia, he-

chos que han marcado a un

país, pero no a su gente, he-

chos atroces y al mando de los

pocos que conocen la impor-

tancia del voto y se aprovechan

de nuestra indiferencia frente a

elegir a nuestros representan-

tes, para ser ellos quienes si-

gan dirigiendo nuestro futuro.

Tenemos el deber de ver esto

como una nación, sea entendi-

da como miembros de una co-

munidad con una convicción de

una vida colectiva, que compar-

ten la conciencia de constituir-

se como un grupo político dife-

renciado de otros a partir de su

cultura como factor común, con

vida propia, intereses especia-

les y necesidades. Debemos

despertarnos de esta pesadilla

de una vez, pellizcando en don-

de más les duele a los podero-

sos, corruptos y adinerados lí-

deres de nuestro país, levan-

tando nuestras voces, movili-

zándonos y presionándolos

hasta hacer notar nuestras mo-

lestias y que se ocupen de su

pueblo, porque si, ellos también

son parte de nuestro pueblo,

todos los chilenos lo somos.

Nuestra voz Tamara Tapia

Page 19: Catalejo 7

No eres de donde vienes, eres a donde vas

CATALINA DEL CANTO

¿En que nos convierte eso?

aquí un día cualquiera creyendo que matamos un par de horas

cuando las horas en verdad pasan tranquilas

sin que logremos siquiera perturbarlas,

en el tiempo no somos ni seremos entonces,

pero igual existimos.

Page 20: Catalejo 7

Corriendo, caminando, inclu-

so arrastrándonos, todo por

conseguir la última tecnolo-

gía. La Intolerancia y el indivi-

dualismo corrompen nues-

tras mentes que algún día se

dijo que pensaron en los de-

más, eso que llamaban

“empatía”. Los ancianos sien-

do olvidados por ser conside-

rados una carga, los niños

entreteniéndose con tablets,

los adultos preocupados por

el dinero y el planeta sobre-

viviendo a duras penas…

¿Acaso este no es ocaso del

tiempo del cual se hablaba?

Efectivamente, el sol ya se

fue.

Inaudito, raro, grotesco y des-

agradecido, simples adjetivos

descalificativos que otorgan

la connotación más adecuada

a nuestro presente, nuestro

fin del mundo.

Por años hemos pensado

que el fin del mundo es pro-

vocado por desastres sobre-

naturales, por ovnis, por

dios, etc. Pero no, no es así,

el fin del mundo es nuestro

ahora. Como sociedad he-

mos adquirido una actitud

arrogante que nos ha llevado

a dirigir nuestros horizontes

a cualquier cosa que nos ge-

nere dinero o algo de placer,

sin importar el pasar a llevar

a los demás, es decir, amor-

dazamos a la humanidad, le

pusimos un trapito para ta-

parla, y estamos en proceso

de hacerla desaparecer. Co-

mo podemos considerar que

vivimos, que nuestro mundo

aún no se ha acabado si cada

vez que miramos por la ven-

tano no vemos naturaleza,

sino basura. Si cada vez que

buscamos ayuda- sea en el

ámbito que sea- solo recibi-

mos indiferencia. Hay una

frase popular que dice “la

indiferencia mata”, esta es y

será nuestra arma letal y con

esta terminaremos matán-

donos los unos a los otros.

Todos los días me pregunto si

moriré viendo como la socie-

dad incompetente de hoy va

evolucionando hacia una peor.

Estamos mal y nadie se da

cuenta.

Estamos débiles y nadie se da

cuenta.

Estamos aparentando y nadie

se da cuenta.

Estamos ocultando y nadie se

da cuenta

Estamos perdiendo la cabeza y

nadie se da cuenta

Estamos en la ruina y nadie se

da cuenta

Estamos acabados y nadie se

da cuenta

¿Cómo esperar el fin del mun-

do si ya se acabó?

Estamos muertos y nadie se

da cuenta.

Éramos Camila Palma

Page 21: Catalejo 7

Fab

iola A

renas

Page 22: Catalejo 7

Verde pistacho De pequeña, mi mama nunca me

obligó a vestir de colores, pero com-

praba todo en tonalidades pasteles.

Hui del rosa y del morado, comencé

a ocupar naranja y verde pistacho.

Me maquillaba con paletas de flores

que vendían en la feria y en los per-

sas cercanos a $500, con el dedo de-

jaba el color totalmente nítido, para

mí era simplemente perfecto.

Un día una compañera de trabajo de

mi mamá quiso enseñarme a maqui-

llar, me dijo que me excedía (a mis 5

años) me puso máscara de pestañas

y un polvo extraño muy rosado, me

miré al espejo y yo ya no era fabulo-

sa, era una simple copia de las muje-

res mayores y aburridas... Ya no era

divertido ni mucho menos "lindo".

Volví con pena de camino a casa en

el auto y el maquillaje corrido por

las lágrimas que me esforcé en secar,

corriéndome aún más el maquillaje.

Mi mamá me limpió y me dio mi pa-

leta de flor, me dijo "te amo de ver-

de, te pintas fantástico".

Me alejé por completo de todo lo

anterior y culpé al rosa y al morado.

Hoy me gusta el rosa, pero también

me gusta el verde pistacho.

Me gustan las paletas de mariposas y

me gusta el rosa de la lengua de mi

perro; me gustan mis zapatos rosas y

la verdad no extraño mis zapatillas

verde pistacho.

De pequeña yo quería odiar el rosa y

ahora casi todo es de ese color, es

rosa porque en mi paleta de maripo-

sa, en la esquina derecha, justo aba-

jo... Había una gotita rosa, que no vi,

que siempre amé.

Monserrat Romero Heimpell

Page 23: Catalejo 7

A veces el fin llega de impro-

viso, ¿Quién piensa en el fin

en la flor de la vida, en la

edad inmortal? Creemos ser

eternos en un mundo reple-

to de comienzos y finales,

buscamos materializar lo per-

petuo en un mundo finito

¿Cómo abandonar esa natu-

raleza esperanzada que solo

la juventud nos otorga? Ha-

cemos oídos sordos al fin

que nos persigue de cerca,

inexorable y que tarde o tem-

prano llega para recordarnos

el inevitable destino de las

cosas, todo acaba a su tiem-

po, aunque ese tiempo no

sea el nuestro, no existen im-

pedimentos para concretar-

lo, ni siquiera nuestro espíri-

tu utópico que busca trascen-

der más allá de las cosas

¿Cómo buscar la eternidad

en nuestras vidas si hasta la

misma vida tiene su fin?

Cuando la realidad se empe-

ña en demostrar que lo infi-

nito no es más que un ideal

juvenil y que hasta los re-

cuerdos mueren cuando ya

no existen memorias que los

alberguen ¿Se puede seguir

soñando si estos mismos sue-

ños se extinguirán? Mientras

el fin se acerque libres somos

de pensar que hasta lo impo-

sible se puede concretar, una

rebeldía contra la mortali-

dad que ni la muerte puede

arrebatar, pues, así como to-

do acaba, el mismo fin pere-

cerá.

Sofía Muñoz

Page 24: Catalejo 7

Magd

alena L

etelier

Page 25: Catalejo 7

En la mitología nórdica, Rag-

narok es una serie de aconte-

cimientos apocalípticos que

definirán el fin del mundo.

La leyenda cuenta que la dio-

sa Frigg y Odín tenían un hijo,

favorito por ser el dios más

dulce hermoso y complacien-

te con los hombres. Sus cuali-

dades físicas no tenían fin,

pues poseía unos rasgos de

gran belleza de los que pare-

cían brotar rayos de luz. Al

ver el mucho amor que reci-

bía Balder, su madre decidió

hacer jurar a todas las plan-

tas, árboles, metales, y obje-

tos existentes en el mundo

que no harían daño alguno a

su hijo, para que Balder fuera

verdaderamente inmortal.

Loki, decidido a acabarlo, se

percató de que no se había

considerado al muérdago en

los juramentos. Un arbusto

tan insignificante, pequeño y

físicamente inofensivo. Su

descubrimiento lo llevó a

aparecerse en una de las

reuniones de los dioses, en

éstas, los dioses acostumbra-

ban arrojar dardos, piedras y

dar espadazos a Balder, com-

probando siempre que éste

salía ileso y que no había na-

da que pudiera dañarlo. lle-

gando el turno de Loki, éste

arrojó el dardo con muérda-

go, que atravesó de lado a

lado al dios balder, cayendo

inerte al suelo.

Debido a esto, loki fue casti-gado a ser arrojado de un acantilado hasta la llegada del Ragnarok, el fin del mun-do. Durante el Ragnarök el Dios Heimdallr usará su trom-peta para tocar un tono espe-cífico que se escuchará en Valhalla, y traerá los muertos a la vida y se dirigirán al reino llamado Vigrid (el lugar de batallas), donde realizarán la batalla final. Se desgarrará el mar y la serpiente del mun-do, una serpiente tan grande que rodea la tierra y agarrará su propia cola. Los dioses Bal-der y Hod también volverán de entre los muertos para pelear en esta gran batalla final.

Todos los monstruos y gigan-

tes, acompañados de Loki,

crearán un poderoso ejército

contra los dioses. La guerra

ocasionará las muertes de

Thor, Odin y la mayoría de los

dioses, además los dragones

lanzarán fuego que destruirá

toda la vida en la tierra.

Pero este no es el final. Las cosas se reanudarán con una nueva raza, un nuevo mundo surgirá de las profundidades de los mares. Los dos prime-ros mortales se llamarán Lif (mujer) y Lifthrasir (hombre) y van repoblar la tierra. Los dioses Vali y Vidar, así como los hijos de Thor y Hoenir, que sobrevivieron a la bata-lla, irán a Idavoll, que no fue destruido en Ragnarok. Los dioses Balder y Hoder serán devueltos a la vida y comen-zarán una nueva era. (Kapitah, T, Código oculto “La historia del Ragnarök”)

Ragnarök: Natalia Pérez

Page 26: Catalejo 7

Son los cuatro caballeros que se

describen en la primera parte del

capítulo sexto del Apocalipsis. El

capítulo habla de un pergamino

en la mano derecha de Dios que

está sellado con siete sellos, en

ese escenario Dios abre los pri-

meros cuatro sellos de los siete,

liberando a estos jinetes que

montan en caballos blanco, rojo,

negro y uno bayo. Según la exé-

gesis representan y son alegorías

de la victoria o conquista, la gue-

rra, el hambre y la muerte.

El jinete del caballo blanco

(victoria): Portar un arco, un ar-

ma para alcanzar grandes distan-

cias, es representación de lo que

hicieron los reinos cristianos,

apoyando y llevando la evangeli-

zación a pueblos lejanos. Muchos

Cristianos asumen que este caba-

llero es Jesucristo, porque Cristo

también viene en un caballo blan-

co. Por otro lado, hay quienes

afirman que este jinete es el anti-

cristo, el cual se hará pasar por

Dios, engañando a muchos.

Jinete del caballo rojo (guerra):

Habrá todo tipo de guerras, antes

de la segunda venida de Cristo,

sera cien veces peor que todo

suceso bélico ocurrido anterior-

mente. Este es el mismo período

que el Profeta Daniel llama “el

tiempo del fin”. Sera la peor crisis

en la Tierra. Algunos cristianos

afirman que ya está empezando a

desarrollarse ante nuestros ojos,

por todos los países que tienen

bombas nucleares y están listos

para luchar, dicen que una vez

que empiece una guerra nuclear,

nadie en la tierra la podrá dete-

ner.

Jinete del caballo negro

(hambre): El tercer jinete monta

un caballo negro y se entiende

generalmente como la hambruna.

El jinete lleva un par de balanzas

o básculas de pesaje, lo que indi-

ca la forma en que el pan se pesa

durante una hambruna. De los

cuatro hombres a caballo, el ca-

ballo negro y su jinete son los úni-

cos cuya aparición se acompaña

de una pronunciación vocal. Juan

oye una voz que habla de los pre-

cios del trigo y la cebada y sugiere

que el hambre del caballo negro

es el de aumentar el precio del

grano, sin afectar a los suminis-

tros de aceite y vino. la declara-

ción podría sugerir una continua

abundancia de lujos para los ri-

cos, mientras que alimentos bási-

cos como el pan son escasos para

los pobres. Por otra parte, la pre-

servación del aceite y el vino po-

dría simbolizar la preservación de

los fieles cristianos, que utilizan

aceite y vino en sus sacramentos

Jinete del caballo pálido o amari-

llo (muerte): El jinete sobre el

caballo amarillo tiene un solo

propósito; Muerte. Según el con-

texto bíblico los medios que utili-

za para cumplir su propósito son

la guerra, el hambre, las pestilen-

cias como virus, bacterias, epide-

mias, enfermedades contagiosas,

y las fieras de la tierra (animales

domésticos y salvajes). Las epide-

mias que existen hoy en día, no

se podrán comparar con lo que

trae este jinete para los habitan-

tes de la tierra.

Natalia Pérez

Los Jinetes del Apocalipsis

Page 27: Catalejo 7

Solo 46

años más...

Vicente González

Desde su creación en el año

1955, la liga de campeones

o “Champions League” co-

mo se le conoce popular-

mente se ha convertido en

el torneo a nivel de clubes

más importante y prestigio-

so del mundo pero princi-

palmente en el continente

Europeo que es el escenario

donde se lleva a cabo.

Los más destacados equipos

a lo largo de todo el viejo

continente participan en es-

te torneo para dirimir año a

año quien es el mejor de Eu-

ropa. Las escuadras más lau-

readas hasta el día de hoy

son el Real Madrid con 12

“orejonas” (término con el

que se conoce a la copa por

su forma), el A.C Milán con 7

scudetos de vencedor y le

preceden el Liverpool, Bar-

celona y Bayern Múnich con

5 títulos de campeón.

En sus inicios a mediados de

la década de los 50´ la

Champions tuvo un monar-

ca durante 5 años consecuti-

vos, el Real Madrid con Al-

fredo Di Stefano a la cabeza

se consagró pentacampeón

sin oposición alguna desde

el 55´al 60´, sin embargo en

la temporada 60´-61´ apare-

ció un equipo “revelación”.

Este era el Benfica de Lisboa

que de la mano de su estra-

tega y director técnico, el

húngaro Béla Guttmann, y el

astro portugués Eusebio , la

“Pantera “que era como el

Cristiano Ronaldo de la épo-

ca , dieron el batacazo al

quitarle la corona a los me-

rengues que habían queda-

do eliminados en la fase de

semifinales ante su clásico

rival Barcelona y donde pos-

teriormente los lusos ven-

cieron 3 a 2 a los culés en la

final.

El poderoso equipo portu-

gués volvió a repetir la coro-

na al año siguiente derro-

tando al mismísimo Real

Madrid con un abultado

marcador de 5-3 en la gran

final de Berna en Suiza. Y

finalmente Europa tenía un

nuevo Rey.

Fueron 2 temporadas de

gloria para el Benfica y

¿Cómo no? Bicampeón de la

Champions y el mejor equi-

po del momento, nada mal

para las águilas de Lisboa.

Pero nada más era la calma

antes de la tormenta que

hasta el día de hoy no cesa.

Debido al gran rendimiento

que mostraba el equipo, Bé-

la Guttmann le pidió a la di-

rigencia del club un aumen-

to de sueldo, pero ante la

negativa de estos y luego

que lo despidieran por te-

mas de convivencia y con-

flictos al interior del cama-

rín, Guttmann al momento

de marcharse de la institu-

ción pronunció las palabras

que hoy por hoy aún persi-

guen al Benfica: “En cien

años desde hoy, el Benfica

sin mí no ganará una copa

europea”.

Page 28: Catalejo 7

La llamada maldición no tardó

en llegar ya que nada más al

año siguiente perdió la final

ante el Milán por 2-1, nadie

le tomó importancia a las pa-

labras de Guttmann, una final

se puede ganar o perder, está

bien, pero luego volvieron a

perder al año próximo esta

vez contra el Inter de Milán,

bueno la suerte estuvo con el

rival, pero 2 años después

otra final más y otra dolorosa

caída ahora contra Manches-

ter United. Las palabras del

entrenador despedido comen-

zaban a tomar fuerza y retum-

bar en los hinchas y jugadores

del club que al verse ante una

final europea sucumbían una

y otra vez.

20 años pasaron para que el

Benfica se encontrara nue-

vamente en una final de

Champions y ya con Gutt-

mann fallecido y sin posibi-

lidades de retractarse de

sus palabras el mismísimo

Eusebio fue a rogar a su

tumba para que desde el

lugar donde se encontrara

descansando deshiciera de

una vez por todas el terri-

ble augurio que pesaba so-

bre ellos. No tuvieron efec-

tos las oraciones de Euse-

bio ya que otras 2 caídas

consecutivas se sumaron al

fatídico historial de finales

pérdidas para los de Lisboa

ahora ante el PSV de Ho-

landa en tanda de penales

y nuevamente frente al Mi-

lán italiano.

Por si no fuera poco a esto se

suman otras tres finales perdi-

das de Europa league

(segunda competición de im-

portancia en Europa) contra

los belgas del Anderlecht y las

dos últimas el 2013 y 2014 en

los minutos finales frente a

Chelsea y en definición a pe-

nales con Sevilla. A la hora de

hacer el recuento de finales

en las que ha caído el Benfica

a nivel europeo suman un to-

tal de ocho dolorosas derrotas

y las palabras del buen Béla

Guttmann siguen en la retina

y memoria de los portugue-

ses, pero para la tranquilidad

de ellos solo restan 46 años

más.

Page 29: Catalejo 7

Me acerco silenciosamente a la

puerta pero, no puedo dejar de

respirar agitada, pienso-desde mi

posición puedo ser blanco fácil-,

pero sigo caminando hacia la ha-

bitación más grande de este in-

fierno.

Mi corazón está a mil por hora,

suda todo mi cuello, siento esca-

lofríos por todo el cuerpo, pienso:

ya es la hora solo hazlo. Desenfre-

nadamente corro hacia el lugar

seguro, donde no me podrán ata-

car por la espalda, salto y mi plan

parece haber funcionado, sin em-

bargo, cuando llego al lugar se-

guro no veo a mis guardianes,

aquellos que me han protegido

desde siempre y deberían prote-

germe.

Me siento vulnerable ante tal

enemigo y recuerdo -el ya se los

ha llevado, a todos, a mi fiel ami-

go, a la niña que por muy moles-

to que era compartir con ella la

quería, y por último a mis dos

guardianes que me protegían con

amor y cariño. Aquel que blande

la decisión final me mira y dice:

Ya no eres la misma niña de an-

tes, acéptalo, ya es hora de dejar

de soñar.

Despierto por la alarma, me le-

vanto de la cama de dos plazas,

miro mi horario en el calendario

colgado en la pared y leo: ”junta

a las 10 am, entrega de documen-

tos de la empresa a las 3pm” y

más porquería de cosas que ha-

cer, miro al techo, la ventana y

por último a mi reloj de pulsera,

burlándose porque el tiempo me

ha ganado otra vez.

Alejandra Pérez

Mi fin del mundo, crecer

Page 30: Catalejo 7

Fab

iola A

renas

Page 31: Catalejo 7

El milenio se vino abajo contra nosotros. Veo calamidad inminente en todas partes, una re-

volución aplastante del abrazo más tácito posible. Otros van a marchar de avenida a aveni-

da, pero han pasado décadas.

Veo obras de arte en su propia paradoja espacial, mientras que puedo y no admirar un espejo

de 300 metros de altura, pero La perla del Mercader estaba allí.

Me pregunto, ¿qué pensaran los demás? O, ¿qué pensare yo? Nadie da una respuesta clara,

me pierdo, me siento solo… ¿ellos lo estarán también?

Basta, seamos surrealistas, las montañas se mueven solas, soy mi propio caballito de batalla.

Generación Matías Risco

Page 32: Catalejo 7

A L E J A N D R A

P I Z A R N I K

> Balada de la piedra que llora

La muerte se muere de risa pero la vida se muere de llanto pero la muerte pero la vida pero nada nada nada.

> La danza inmóvil

Mensajeros en la noche anunciaron lo que no oímos. Se buscó debajo del aullido de la luz. Se quiso detener el avance de las manos enguantadas que estrangulaban a la inocencia.

Y si se escondieron en la casa de mi sangre, ¿cómo no me arrastro hasta el amado que muere detrás de mi ternura? ¿Por qué no huyo y me persigo con cuchillos y me deliro?

De muerte se ha tejido cada instante. Yo devoro la furia como un ángel idiota invadido de malezas que le impiden recordar el color del cielo.

Pero ellos y yo sabemos que el cielo tiene el color de la infancia muerta.

Ro

cío G

randó

n

Page 33: Catalejo 7

Sinceramente este libro me

ha encantado ya que, es

uno de esos libros que cam-

bian tu forma de ver la

realidad que uno vive día a

día.

Pues bueno sigo, este se tra-

ta de como una chica su-

pera el mundo que no siem-

pre es predecible, que pue-

de ser cruel, enigmático y

majestuoso. Todo al mismo

tiempo, todo en el mismo

segundo.

Te enseña que el mundo te

puede dar un golpe bajo sin

avisar y que cada uno debe

prender a levantarse, con

todo o no de tu lado, que en

un segundo tu mundo cam-

bia, “que aquel caleidosco-

pio gira y cambia totalmen-

te tu realidad”.

Tras algo trágico uno queda

pensando ¿qué hay de mí?

¿Qué es lo que hare? Y lo

más importante ¿Qué pasa-

rá?

El mundo no es tan cruel

como para dejar a alguien

solo a la deriva de la deses-

peración, y es ahí cuando te

manda un milagro, algo que

ayudará a girar el caleidos-

copio en dirección correcta.

El camino jamás será fácil

para nadie, siempre existi-

rán aquellos que mostraran

falsa compasión, personas

insensibles, etc. Pero siem-

pre abran ciertas personas,

acciones y emociones que

vendrán desde la sinceri-

dad, el corazón y el alma pa-

ra ayudarte.

Alejandra Pérez

Reseña

Mi teoría de todo

J. J. Johnson

Page 34: Catalejo 7

Mensajes alternos Realmente se siente que no queda nada y comprendes. Siendo corriente piensas en caminos alternos yacientes. Precediendo en las neuronas Se envían mensajes alternos, teniendo en cuenta se decide lo incorrecto que no pides. Y si fuera yo un prodigio teniendo en cuenta la inteligencia que se obtiene de la experiencia pero que se hace, si no tengo más que este linaje de un simple mortal que tiene ansias de volar.

Aparición Inexplorados sentimientos tu-vieron lugar a esa hora de la os-cura noche, siguiendo los pasos de un ser enigmático, descono-cido para mí. Frenando la respi-ración, ocultando el latido de mi corazón, me sintió y al co-rrer dio a conocer su mirada pe-netrante; su semblante lleno de furia. Me invadió un miedo pa-ralizante, y con dos filos repug-nantes se bebió toda mi sangre.

Textos de María Fernanda Muñoz

Dibujos de Matías Gutiérrez y Fernanda Valencia

Page 35: Catalejo 7

Los Cinco poemas sueltos pertenecen al libro: Imágenes Quebradas de Armando Uribe, selección de textos, prólogos y notas de Francisco Vejar. Editado por Dolmen ediciones en Santiago de Chile el año 1998

1 La muerte sola es caos. ¿Alguien ha visto un caos? No tiene piernas, brazos. Muerte en silla de ruedas. Muerte, no tiene caso ni suerte, y ruedas, ruedas.

2 Se dicen los adioses finales. ¿Por qué lloras? Es que no hallo las horas de morir. Y no hay caso. Marcho paso tras paso detrás de las señoras fatales. ¿Por qué lloras? No me quieren los dioses. 3 Líbrame: flojo y aburrido me saco chispas de centolla, bestia redonda me suicido, en este mundo ¿quién me apo-ya?

En este mundo, en este nido no cabes, muerte, en esta olla. 4 Y cómo quisiera estar muerto, en traje de muerto, con cofia y este par de ojos negros abiertos. 5 Es muy probable que no seas ni aquello ni lo otro ni esto ni lo uno. Adiós, adiós. ¿Qué hubo? Qué me resta.

C i n c o p o e m a s s u e l t o s / Armando Uribe Arce

Catalin

a del C

anto

Page 36: Catalejo 7

Fab

iola A

renas

Page 37: Catalejo 7

Un abrazo, algo tan simple

y tan complicado a la vez o

quizás solo para mí fue eso,

tal vez está dentro de mí

cabeza y nada de esto pasó

pero desde que le hablé to-

do cambió en mi mundo,

no sé si para bien o para

mal pero cambió, quizá no

drásticamente pero si lo

percibí como esas brisas de

verano en el parque: rápi-

das y silenciosas.

La forma de actuar de ellos

no fue comprensiva y sus

quejas y opiniones me da-

ñaron muy profundamente

como una daga entrando en

mi abdomen, no pensaron

en mí, solo en su propio

bienestar, me excluyeron y

comenzaron a hablar a mis

espaldas y eso marcó el fin,

el fin de mi mundo.

Entre en decadencia, me

sentí cada vez más solo.

Me preparé para esto, me

sentí listo, pero me equivo-

qué. Las disputas en casa

no son fáciles de asimilar

para mí, no tengo a nadie,

nadie con quién hablar, na-

die con quién ser feliz y

aquella sonrisa y buen opti-

mismo con el que afrontaba

cada mañana desapareció,

en cambio llegó una mueca

de amargura y malos pensa-

mientos, lo afronté como

pude pero me derrotó y me

dejó tirado en el suelo, en

una esquina de mi habita-

ción llorando, esperando a

que llegue mi muerte.

Muchas veces se piensa que

el fin del mundo es una he-

catombe mundial, pero este

no es el caso, ya que este

fue el fin de mi pequeño,

solitario y triste espacio el

cual se redujo a su más mí-

nima expresión.

Vicente Muñoz

Hecatombe mundial

Page 38: Catalejo 7

Cuando salimos de nuestras ca-

sas, para iniciar una nueva jorna-

da laboral, la mayoría del público,

por lo general, ocupa como me-

dio de transporte el Metro, Metro

bus o algún otro tipo de locomo-

ción colectiva. Pero el usuario,

una vez acomodado en alguno de

estos servicios, puede notar acti-

tudes de la gente frente a dife-

rentes casos, como la desespera-

ción de las llamadas velociraptor

(entiéndase: mujeres que te em-

pujan con sus codos y demás bul-

tos, con el fin de conseguir su

preciada meta, que no va más allá

de un apetecido y escabullido

asiento como si se tratase de una

ración de huevos de Hadrosau-

rus).

Es claro también que este pasivo

observador pronto dé con la

vehemente posición de algún

“portero” para quien las puertas

de acceso de los vagones sean el

ingreso perfecto al paraíso, sien-

do él privilegiado para tener la

primera opción de ingreso; así

como no tan lejos, la presencia de

algún bello o bella durmientes,

quienes simulan gozar en los bra-

zos de Dalila un profundo sueño,

aunque sus ojos entre abiertos

mirando de soslayo delatan su

falta de solidaridad, al no ceder el

asiento , como si perdieran la

fuerza tal como la perdió Sansón

una vez que le cortaron el cabe-

llo.

Ahora, si este paciente observa-

dor logra salir del vagón sin ser

malogrado por el inextricable

portero, luego de unos contados

pasos, vislumbra un sin igual es-

pectáculo: los ascensores exclusi-

vos uso para discapacitados, mu-

jeres embarazadas, ancianos a

mal traer, etc. Son atestados por

hombres y mujeres perezosas,

desvergonzados e inconscientes

de la necesidad de quemar los

sobrantes kilos de grasa mediante

el noble ejercicio de subir y bajar

escaleras.

En el año 2016 Metro de Santiago

lanzo una campaña, titulada “Por

favor, Permiso, Gracias” que invi-

ta a los pasajeros a ser más respe-

tuosos a la hora de estar dentro

del tren. Desde luego, podemos

preguntarnos ¿ha surtido un

buen efecto esta campaña? La

respuesta parece ser obvia, pues

nada se ha conseguido en mejo-

rar la conducta urbana y el espíri-

tu de solidaridad de los usuarios

de este medio de transporte que

tanto nos enorgullece.

El usuario, día a día, aborda el

vagón, mirando esperanzada-

mente a los ascensores como pre-

guntando a cada uno de nosotros

“¿Qué podemos hacer cada uno

de nosotros para revertir este in-

trincada situación en una acción

de respeto mutuo, solidaridad y

empatía hacia todos los estamen-

tos que precisan de este medio

de transporte para trasladarse

desde y hacia sus hogares luego

de la jornada enfrentada o de la

por enfrentar?”.

Asientos y aprendizajes (Miramos, pero no vemos) Mariela Mundaca

Page 39: Catalejo 7

El fin de una persona, si lo to-

mamos como algo literal, es su

defunción y paso a la inexisten-

cia en el mundo. Pero esta vez

quisiera ir más allá de lo terre-

nal.

El vacío que se queda en la ha-

bitación de una persona que ha

abandonado la tierra, es el mis-

mo que siente una persona al

abandonar o ser abandonado

por algo en su interior, algo que

le daba su autenticidad. Así,

sentirse pleno día a día, por

más que se quiera, es imposible

e irrecuperable cuando perde-

mos la esencia de nuestras vi-

das, pues perdemos nuestra

identidad y lo que nos caracte-

riza, ya sea porque nos ha mar-

cado un suceso en concreto, o

muchas situaciones han provo-

cado la ausencia de ésta cuali-

dad tan propia.

Si les hablara sobre algo en

concreto que coincida con el

gusto de todas las personas de

la tierra, sería imposible acertar

con el tesoro de cada uno de

nosotros, que puede ser una

persona, un objeto de valor, un

amuleto de la suerte, o simple-

mente una creencia, algo que

sinceramente creo jamás se

podrá saber de toda la pobla-

ción humana. Pero de algo es-

toy más que segura, y presiento

que al postular esta idea, po-

dría acertar en casi un cien por

ciento, y es que, sea la razón

que sea, la pérdida del tesoro

más preciado, el suceso más

terrible de nuestra existencia,

es el causante de la extinción

de la llama de nuestras vidas,

un fin del mundo propio que

borra la sonrisa de nuestros

rostros, y llena de ausencia de

felicidad nuestra alma. Es nues-

tra muerte en vida.

El fin de (nuestro) mundo (interior) Renata Inostroza Rojas

Page 40: Catalejo 7

Los primeros segundos y las pri-

meras notas que podemos escu-

char al ver el video del cantante

nacional Alex Anwandter son

esenciales para entender los casi

cinco minutos del mismo, y del

mensaje que es capaz de entregar-

nos: “¿Cómo puedes vivir contigo

mismo?” En los 4 minutos y 41

segundos de duración del video

dirigido por el ex vocalista de Te-

leradio Donoso, se muestra una

alusión directa al documental

“Paris is burning” del director

americano Jennie Livingston.

En “Paris is burning”, podemos

ver retratado el movimiento

‘House’ de finales de los años 80

en Estados Unidos, y las compe-

tencias realizadas en los denomi-

nados balls, entendiendo a este

movimiento como una sociedad

de gays y drag queens, con forma

de banda callejera que competían

por quién tenía el mejor atuendo y

presentaba la mejor pieza de dan-

za. Según el sitio Film Affinity,

“las 'Houses' están formadas por

una 'mother' o madre y los/las

'children', hijos e hijas, la función

de la madre es la de presidir la

sociedad y aconsejar y mirar por

sus integrantes. Los 'Balls' son los

bailes que organizan las 'Houses'

en los 'Ballrooms' (literalmente

salones de baile) que se convier-

ten en una especie de club para

reunirse y competir entre sí.”

Lo que hace Alex en su video es homenajear este documental y llevarlo a un escenario nacional, presentando en esta pequeña cáp-sula a personajes aparentemente

nacionales, compitiendo en un ball. Al son de la canción del mis-mo nombre, el cantante nos pro-pone un cuestionamiento a la identidad de género y sexual pre-sente en nuestro país, aludiendo a que “en Chile no existe un ‘Paris is burning’”, como lo hace notar en la entrevista al medio Public Radio International (PRI) el 20 de agosto de 2012, mencionando además que en nuestro país toda-vía hay un cuestionamiento serio y una sensación de extrañeza ante aquellas identidades sexuales que nos parecen diferentes al sistema binario y biológico previamente normalizado por la sociedad. An-wandter se hace cargo de este te-ma y lo lleva a discusión en una canción que tiene como premisa el cómo se puede vivir consigo mis-mo en una sociedad nacional poco preparada para los cánones que rompen con lo previamente esta-blecido.

Identidad sexual y de género en ¿Cómo puedes vivir contigo

mismo?, canción y video de Alex Anwandter

Paula Altamirano

Page 41: Catalejo 7

Así, la identidad sexual se enten-

derá como la reacción individual

ante la diferencia sexual de cada

uno. De manera que, cuando me

doy cuenta de mis condiciones

biológicas determinadas por cinco

factores como lo son los genes,

hormonas, gónadas, órganos re-

productivos internos y órganos

reproductivos externos (genitales),

significará una referencia univer-

sal para saber de qué sexo soy

biológicamente hablando. Sin em-

bargo, esto dará paso al posterior

desarrollo que tendré en cuanto a

mi género a nivel psicológico. Por

ejemplo, en el caso del video rea-

lizado por Anwandter, los perso-

najes que se muestran como “la

Moca”, “Dynasty”, “House”,

“Xtravaganza” o “Suprema” com-

prometen su identidad sexual a un

cambio a nivel de estructuración

psíquica, dejando de lado las con-

diciones biológicas y desarrollan-

do su identidad de género de la

manera en que estimen conven-

iente, siempre condicionada por el

contexto en que cada uno de ellos

se desarrolle.

Ahora bien, de la letra de la can-

ción es importante sacar otras lec-

turas. Por ejemplo, cuando suena

de fondo “aunque sea pecado, yo

me siento en el cielo”, Alex nos

presenta a la identidad de género

afectada por las condiciones reli-

giosas que pueden llegar a deter-

minarla dentro de un contexto co-

mo el nacional. En Chile, la tradi-

ción judeo – cristiana ha determi-

nado pautas de opinión en cuanto

a lo que homosexualidad, bise-

xualidad y transexualidad se refie-

re. Desde pensar que son hechos

antinaturales a considerarlos como

fenómenos que presentan un peli-

gro para la juventud. En el texto

de Lamas, se menciona al autor

Manuel Delgado, el cual postula

que “la ‘consideración del siste-

ma religioso de la cultura en tan-

to que objeto de identificación

genérica, como parte del orden

representacional encargado de

operar la distinción se-

xual” (Lamas, M. 1996 p.334),

por consiguiente, la canción en

esos versos presenta un sentimien-

to de rebeldía ante los cánones

religiosos impuestos por la socie-

dad chilena. Aunque sea pecado y

aunque el gremio clerical lo consi-

dere algo malo, “yo me siento en

el cielo”.

Finalmente, el ¿cómo puedes vivir

contigo mismo?, se plantea como

una invitación a revelarse ante la

sociedad naturalizada en la hete-

rosexualidad dominante por patro-

nes de conducta establecidos e

impuestos por instituciones como

la iglesia, las políticas públicas, la

educación o el sistema de merca-

do, cambiando el paradigma do-

minante de esta identidad de géne-

ro en específico y haciendo notar

que hay más de una identidad de

género, además de la heterosexual

y binaria categóricamente impues-

ta por no tan sólo nuestro país,

sino que por un conjunto de países

latinoamericanos de igual manera.

En palabras de Lamas,

“necesitamos rechazar la calidad

fija y permanente de la oposición

binaria, lograr una historicidad y

una desconstrucción genuinas de

los términos de la diferencia se-

xual” (Lamas, M. 1996 p.331).

En conclusión, a lo largo de la

revisión del video musical y can-

ción de Alex Anwandter “¿Cómo

puedes vivir contigo mismo?”,

podemos comentar que las estruc-

turas del sentir, término acuñado

por Raymond Williams en

“Marxismo y literatura” cambian

a través del tiempo dependiendo

de los interlocutores y cómo estos

se van haciendo cargo de la discu-

sión que llevan entre manos. En

este caso, la comunidad LGBTI+

ha ido llevando la lucha por sus

derechos a la discusión pública en

nuestro país y en el mundo, tanto

así que el 26 de junio del 2015, se

legalizó el matrimonio homose-

xual en Estados Unidos, país que

seguramente dará pautas para que

la aprobación de esta ley, sea pro-

mulgada en otros países del mun-

do.

Anwandter, A. (2012). ¿Cómo puedes vivir contigo mismo? Disponible en: https://www.youtube.com/watch?v=OWaf8Ndcr18 Film Affinity. (2014). Paris is Burning. Julio 17, 2015, de film Affinity. Sitio web: http://www.filmaffinity.com/es/film827854.html Neff, M. (2012). Alex Anwandter: Chilean Singer and Spokesman for Gay Rights. Julio 17, 2015, de Public Radio International Sitio web: http://www.pri.org/stories/2012-08-20/alex-anwandter-chilean-singer-and-spokesman-gay-rights Williams, Raymond. (1977). Capítulo 9 - Estructuras del sentir. En: Marxismo y Literatura. Pp 150 – 158. Lamas, Marta. (1996). Uso, dificultades y posibilidades de la categoría de género. El Género: la construc-ción cultural de la diferencia sexual. Pp 327 – 366. Flores, V. (2008). Entre secretos y silencios. La ignorancia como política de conocimiento y práctica de (hetero) normalización. Trabajo Social UNAM, (18), 14–21. Recuperado de http://www.ojs.unam.mx/index.php/ents/article/view/19514

Page 42: Catalejo 7

Ni el cómo, ni el por qué Únicamente ocurrió Sólo por casualidad, la vi a ella Tarde tranquila y serena Y como siempre; ahí se encontraba ella

Humilde, delicada y especialmente bella Fría y perdida mirada tenía ella, agraciada en verdad era Así fue ella, siendo simplemente bella. Rutina diaria ya era verla caminar por aquella vereda siempre siendo ella, siendo bella. Extraño es hoy no verla en esa acera. La tarde se volvía noche Y todavía no se presentaba ella La lateral de la calle no brilla sin belleza aquella. Llegó la nocte, y por fin llegó ella Pero para mí mal, ya no era quien fue ella Además, jamás fue esa ella Solo era la que mi mente reflejaba en ella. Esa era ella Nada más que una falsa doncella.

¿Quién es ella?

Joaquín Gatica

Page 43: Catalejo 7

La predicción es una expre-

sión que anticipa aquello que,

supuestamente, va a suce-

der. En el caso de los viden-

tes apelan a pseudociencias

para realizar predicciones,

por lo que no esta verificado

científicamente. Dentro del

mundo de los videntes los

más conocidos son: Nostra-

damus (1503-1566), Parravi-

cini (1898-1974) Y Baba Van-

ga (1911-1996).

Baba Vanga nació en Strumica,

República de Macedonia en el

año 1911, y falleció en 1996. En

su adolescencia fue arrastrada

por un tornado que la llevo por

dos kilómetros, provocando su

ceguera debido a lo cual –señala

- empezó a escuchar voces que

le decían lo que pasaría con la

humanidad. Estos anuncios se

hicieron famosos en la medida

en que fueron relevantes y cer-

teros, como por ejemplo la caída

de la torres gemelas con la fra-

se: “¡horror! ¡horror! Las herma-

nas americanas caerán después

de ser atacadas por pájaros de

acero, los lobos estarán aullando

en sus arbustos y la sangre

inocente brotará”. También la

llegada del primer afroameri-

cano electo presidente de EEUU,

Barack Obama: “Un día la casa

blanca será negra, y la gente ne-

gra detrás del océano será blan-

ca”. Algunas de las predicciones

que faltan que se cumplan son:

2018: China será la siguien-

te potencia mundial.

2084: Restauración del me-

dio ambiente.

2100: Un sol artificial ilumi-

nara el lado oscuro de la

tierra.

2164: Aparecen animales

mitad humanos.

2304: Se revelan secretos

de la luna.

5079: Fin del mundo.

Antonia Andrades

Baba Vanga: predicciones de una vidente

Page 44: Catalejo 7

Fab

iola A

renas

Page 45: Catalejo 7

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