casaldaliga, pedro - memoria ideario compromiso

134
CUANDO LOS DÍA DAN QUE PENSAR Memoria, ideario, compromiso

Upload: santuchu

Post on 30-Jul-2015

385 views

Category:

Documents


3 download

DESCRIPTION

88yuzu99, santuchu

TRANSCRIPT

Page 1: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

CUANDO LOS DÍA DAN QUE PENSAR

Memoria, ideario, compromiso

Page 2: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

PEDRO CASALDÁLIGA

CUANDO LOS DÍAS DAN QUE PENSAR

Memoria, ideario, compromiso

P P C

Page 3: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Diseño: Pablo Núñez Estudio SM

© 2005, Pedro Casaldáliga Plá © 2005, PPC, Editorial y Distribuidora, SA

Impresores, 15 Urbanización Prado del Espino 28660 Boadilla del Monte (Madrid) [email protected] www.ppc-editorial.com

ISBN 84-288-1951-3 Depósito legal: M-7170-2005 Preimpresión: MT Color & Diseño Impreso en España / Printed in Spain Imprenta SM - Joaquín Turina, 39 - 28044 Madrid

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la Ley, cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autoriza­ción de los titulares de su propiedad intelectual. La infracción de los derechos de difusión de la obra puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y ss. del Código Penal). El Centro Español de Derechos Reprográficos vela por el respeto de los citados derechos.

PRÓLOGO

Don Pedro Casaldáliga, autor de esta «memoria, ideario, com­promiso», pletórica de sentido, de fuerza, de suavidad, de dolor, de comunicación de vida y de afectuosa identificación con los pobres y oprimidos del Araguaia, es uno de los obispos contem­poráneos que más ha conseguido hacer realidad la consigna de Jesús a sus discípulos: «Vosotros, no os dejéis llamar rabí, por­que uno solo es nuestro Maestro; vosotros sois todos hermanos. No llaméis a nadie padre vuestro en la tierra, porque uno solo es vuestro Padre, el del cielo. Ni tampoco os dejéis llamar instruc­tores, porque uno solo es vuestro Instructor, el Cristo. El mayor entre vosotros será vuestro servidor» (Mt 23,8-11).

Por eso hay que leer su testimonio con enorme respeto y ca­riño. No es un libro para ser leído de un tirón, como una no­vela, sino para ser degustado a sorbos, día tras día, con sosiego y con callada reflexión. Como un agua mansa y fecunda que empapa la tierra.

Son una serie de noticias y reflexiones, agrupadas por meses, desde febrero de 1983 hasta diciembre de 1989. No están los pa­sajes correspondientes al periodo que va del final de julio hasta el 26 de septiembre de 1985, porque fueron publicados en el li­bro Nicaragua, combate y profecía. En vez de hacer comentarios a las palabras de Pedro Casaldáliga, quiero anotar un pequeño florilegio de las mismas como introducción a la lectura del me­morial íntegro.

Escribe en agosto de 1984: «Fernando Sebastián, ahora Secreta­rio General de la Conferencia Episcopal Española, ha estado aquí unos días... Hemos hablado y discutido. Tan cerca siempre Sebastián y otros amigos, a veces surge un mar océano entre nosotros: el Primer Mundo / el Tercer Mundo, la Iglesia aquí / la

5

Page 4: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Iglesia allá, la política real / la política posible o la inevitable... El Vaticano, Juan Pablo II, la teología de la liberación, etc. etc.. La fe, insiste Fernando, el bautismo, es un real morir en Cristo para vi­vir ya escatológicamente muertos y resucitados. Hemos sido lan­zados, en Cristo, del lado de allá; en la eternidad del Dios vivo. Pero viviendo aquí todavía ¿no?, replico. Asumiendo, como Jesús, el hoy de la historia humana, el desafío personal y comu­nitario del tiempo. Por ahora solo podemos vivir el más allá .... acá. Yo le pido a Fernando que no sean asépticos en demasía, y que reconozcan que hay un Primer Mundo a costa de un Tercer Mundo; que la Iglesia en ese Primer Mundo, para no dejarse ab­sorber por el "pecado del mundo", ha de ser más evangélica­mente escandalosa que la propia Iglesia del Tercer Mundo».

Escribe en diciembre de 1985: «El Sínodo ha sido una de cal y otra de arena. El Concilio (como era de esperar en la lógica de la fe y hasta de la teología) sigue desafiándonos, luminoso y fe­cundo; aunque no definitivo. Soñar con un Vaticano III o con un Jerusalén II no tiene nada de menos cristiano, contrariamente a lo que han escrito en estos días algunos quizás menos románti­cos, quizás más pusilánimes, tal vez demasiado fieles. Don Ivo, que no es un romántico precisamente, ha definido el Vaticano II "como una luz, no como un límite". Don Aloisio, que es un con­vertido por la dramática pobreza del nordeste, ha anunciado ca­tegóricamente que "la Iglesia del futuro será la Iglesia de los po­bres; la que se identifique con ellos como Cristo pobre"». Unas líneas después, refiriéndose a un viaje, hace esta anotación: «Para el bus y, cuando subimos de nuevo, el chiquillo que viene a mi lado me ofrece un caramelo. Diálogo infantil-episcopal. No sé bien por qué, pero sé que nos hemos entendido sin palabras».

En febrero de 1987 hace esta anotación: «El libro del domi­nico sudafricano Albert Nolan se titula, en el texto original, Je­sús antes del cristianismo. Y es un tipo diferente de biografía de Jesús. Busca con fuerza de captación y sobre la base de una buena erudición bíblica, quién es ese hombre, cómo fue, de he­cho, el alma, la vida de Jesús. Cuáles sus motivaciones mayo­res. Uno siente, leyendo este libro vigoroso, que todos los cris-

6

tianos nos deberíamos preguntar revisando nuestra fe: antes de "mi" cristianismo, el que yo me he forjado, quizás huyendo de la cruda verdad evangélica, quién fue realmente Jesús; qué vivió ese hombre único; cómo afrontó su tiempo, la historia aquella, la vida humana. Mi cristianismo, el que yo me he fabricado, el que yo he heredado en buena parte también, posiblemente ha deformado mucho a Jesús. El era otro. Otros debemos ser sus seguidores para serle fieles. Los propios evangelios han de ser leídos conjugadamente, confrontados; a la luz de la crítica y a la luz de la fe. Entrar en el misterio personal de Jesús es una in­conmensurable aventura, pero sobre todo un don».

En junio de 1988 anota: «Estoy en Roma desde el día 15... He tenido un encuentro conjunto con los cardenales Gantin y Rat-zinger y secretarios suyos: Una hora y media de interrogatorio y diálogo, no sé bien en qué proporción... He estado con el papa, Juan Pablo II, de 15 a 17 minutos... El papa ponderó, sí, el bien de la unidad en la Iglesia; la comunión y la comunicación, no solo con él, sino también con sus colaboradores. Comunión y colaboración que ojalá creciesen, abiertas y libres, de ambos lados, digo yo; para bien de la Iglesia de Roma, de las Iglesias particulares, de toda la Iglesia. Ha apoyado el compromiso so­cial de la Iglesia, ha reconocido repetidas veces la situación de injusticia en que vive Brasil, hemos hablado de la pastoral de la Prelatura. En su bendición, al final del encuentro, ha subrayado "sobre todo por los perseguidos"».

En junio de 1989 escribe: «Finalmente, el veterano moralista Bernhard Háring, el mayor moralista católico de este siglo a mi entender, y que tanta luz y tanta paz ha traído a tantos, resuelve publicar sus memorias. Concretamente, su "dolorosa experien­cia" con el ex Santo Oficio. Es una estremecedora confesión de fe y de libertad de un gran teólogo casi moribundo... Háring pide al papa que anule durante un par de años las actividades de la "antigua Inquisición", para dar paso a una reestructuración pro­funda del Dicasterio, y propone una especie de amnistía para la Iglesia... Que Dios se derrame como un río de paz sobre los últi­mos días, luminosos y enteros, del buen maestro de la caridad».

7

Page 5: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Las úl t imas líneas de la memor ia son de diciembre de 1989: «Es Nav idad . Es mar t i r io y es invasión de Centroamérica. La paz no acaba de llegar, a u n quer iéndolo tanto Dios y necesitán­dolo tanto nosotros. Dios es solo Amor. Nosotros somos amor, egoísmo y miedo.. . ¡pero también esperanza!».

En enero de este año 2005, el relevo del catalán Pere Casaldá-liga, obispo de Sao Félix de Aragua ia - e n el Es tado de Ma to Grosso- , enfrenta al Vaticano con esta diócesis brasileña y po­bre, dice Oriol Domingo en La Vanguardia de Barcelona, el 13 de enero de 2005.

Transcribe u n diálogo telefónico, en que la voz del obispo Ca-saldáliga sonaba serena e inteligible:

-¿Hay un pulso entre e Vaticano y la diócesis? -No. Se trata de un pulso entre el evangelio y todo lo de­

más. La Santa Sede, en su día, aceptó mi renuncia, pero me pidió que continuase hasta que llegara mi sucesor. Hace unas semanas, el nuncio Lorenzo Baldisseri envió a un obispo, que estuvo muy cordial y fraternal, para pregun­tarme adonde me iría, porque, si me quedara en Sao Félix, causaría -según dijo literalmente- un constreñimiento al nuevo obispo. Después, el equipo pastoral, reunido en asamblea, aprobó el pasado lunes un documento en el que expresan su disconformidad, compartida por millones y millones de católicos, con el modo en que se efectúa el nom­bramiento de un obispo, sin participación de la Iglesia afec­tada ni del obispo anterior. El documento también mani­fiesta su respeto por mi disponibilidad a marchar de la diócesis, pero recalca que no puede aceptar que mi salida sea condición sine qua non para la venida del nuevo obispo. Les suena a expulsión. Y, como se dijo en la asamblea, la co­munidad no quiere que expulsen al abuelo viejo y enfermo que soy yo.

-El Vaticano debe observar estos hechos con preocupación. -Nosotros insistimos en que no se trata de drama alguno,

que no queremos declarar la guerra a nadie, que queremos llevar las cosas en paz. Pero también decimos que es un de­recho y un deber de conciencia manifestar una vez más que

8

estamos en contra de un sistema de nombramientos episco­pales que es secretista y autoritario, que no respeta el cami­nar y la opinión de las Iglesias locales. Nos parece un sis­tema no solo poco democrático, sino poco evangélico.

-¿Y que dice el nuevo obispo? -El nuevo obispo ha sido nombrado, pero no sabemos

quién es. El equipo pastoral, y creo que su lectura es co­rrecta, supone que no debe ser muy de nuestra línea, porque si lo fuera no tendría inconveniente en encontrarse con­migo. Por nuestra parte -se dice en el documento aprobado el lunes-, recibimos al nuevo obispo con toda amistad fra­terna, con espíritu abierto y con la esperanza de que podre­mos continuar manteniendo la misma opción de nuestra Iglesia, que es la línea renovadora del Concilio Vaticano II, de la teología latinoamérica de la liberación, de la opción preferencial por los pobres.

-¿ Cómo prevé que va a terminar todo esto una vez que el conflicto ha saltado a la prensa internacional?

-Ja, ja, ja. Yo tengo varias cosas. Tengo edad, y eso signi­fica una cierta experiencia. Sobre todo tengo esperanza y, a pesar de todos los pesares, sé que la historia continúa y que el Reino de Dios continúa. De modo que nos tomamos las cosas con bastante esperanza y hasta con bastante sentido del humor, aunque pueda haber problemas, tensiones y, de hecho, ya ha habido lugares donde se ha desmantelado todo un proceso de liberación cristiana.

-Y si el Vaticano insiste en que usted tiene que marcharse, ¿qué hará?

-Yo pensaré no solo individualmente, sino también con el equipo pastoral y con el pueblo. Si veo que causo constreñi­miento al nuevo obispo, pues me voy, no hay problema. No quiero que parezca que yo soy dueño de esta Iglesia y que me están arrancando una propiedad. No es eso, de ningún modo. Concluye mi mandato de obispo, y yo acabo, y se acabó.

-¿Consultará la decisión, entonces, con los miembros de la diócesis de Sao Félix de Araguaia?

-Sí, quiero que mi decisión sea adoptada con los agentes de pastoral y con el pueblo. Hace ya tres años que estamos preparando al pueblo para la sucesión y con toda sinceri-

9

Page 6: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

dad, hemos cuidado mucho evitar tensiones, traumas, com­paraciones. Así, juntos lo acabaremos de pensar y rezare­mos. Quizás el nuevo obispo sea una persona discreta, sen­sata y serena con la que se pueda hablar y decirle: «Si usted cree que le puedo ayudar una temporada, me quedo; si us­ted prefiere que me vaya, me voy ya»1.

El autor de este prólogo se siente identificado con Don Pedro Casaldáliga e invita al lector a adentrarse pausadamente en esta «memoria, ideario, compromiso» en estos días que vivi­mos, que verdaderamente «dan que pensar».

JOSÉ MARÍA DÍEZ-ALEGRÍA

1 El día 3 de febrero de 2005, cerrando la edición de este libro, se recibió un correo electrónico de Pedro Casaldáliga en este términos: «Finalmente tene­mos noticias bastante positivas sobre el nuevo obispo, un franciscano, amigo del cardenal Pablo Evaristo». El día 6 aparecía en Eclesalia la siguiente comu­nicación del obispo de Sao Félix «a todos los amigos y hermanos solidarios»: «Gracias a todos por vuestra renovada solidaridad fraterna, sobre todo en es­tas últimas semanas. Ha llegado un aire nuevo y esperanzados Estamos en buen contacto con el nuevo obispo, que ya piensa venir el próximo día 11 para combinar los primeros pasos. Fray Leonardo Ulrich Steiner es francis­cano, natural de Santa Catarina (Brasil), 54 años, el 13 de una familia de 16 hijos, pariente por doble motivo de Don Pablo Evaristo Arns. Doctor en filo­sofía, master en pedagogía, con varios cargos en la Orden -sobre todo en la formación y en la educación- y también con práctica parroquial. Don Pablo Evaristo me hizo de él sus mejores elogios. Ayer hablé con él personalmente por teléfono. Se mostró muy cordial y muy accesible. Tiene fama de ser muy dialogante. Evidentemente no debe de conocer esta nuestra región, pero la buena voluntad y la capacidad de acogida lo resuelven todo. No sé si es el nombre que ya hace tiempo el Nuncio tenía en cartera. Pero, claro, de todos modos eso del constreñimiento y el dejar Sao Félix era cosa del Nuncio. Cuando me llamó el martes (solo ese día) para decirme que el miércoles se haría público el nombre, que yo tampoco conocía, subrayó que "aquello que hablamos, Don Pedro, fue solo una sugerencia. El señor (Vd.) puede que­darse con plena libertad donde quiera". De modo que yo me quedo aquí, y "paz y bien". Un detalle. Nuestro fray obispo pidió al Vaticano ser llamado con el nombre de Leonardo, nombre de su padre, "porque sería muy difícil para el pueblo de Araguaia pronunciar Ulrich". Seguiremos verdaderamente unidos. Un fuerte abrazo siempre en la Paz militante del Reino. Pedro Casal­dáliga» (N. delE.).

10

NOTA PRELIMINAR

Este diario tiene sus antecedentes: Creo en la justicia y en la esperanza (1975), La muerte que da sentido a mi credo (1977) y En rebelde fidelidad (1983), todos editados por Desclée de Brouwer, Bilbao.

Termina este diario en diciembre de 1989. La vida ha continuado, y los días siguen dando que pensar.

Page 7: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

1983

FEBRERO

Diario remanso: encuentros, acontecimientos, lecturas... Intui­ciones. El destello de una anécdota. Una angustia, una espe­ranza. No la crónica; su decantación. Vino posado. O el instante de una mariposa. O un latido. O Dios pasando, como un golpe de viento, como una brisa. Nuestra historia en sus horas: los kairoi que uno detecta. El círculo concéntrico del remanso. Y el borboteo del manantial.

Lutero decía que las Bienaventuranzas determinan quién se queda del lado de Jesús y quién se queda del otro lado. La pala­bra de las Bienaventuranzas «determinó» a los discípulos. Por aceptarlas, más o menos, se hicieron tales. En un primer mo­mento, menos; paulatinamente, más; totalmente después.

El muchacho, con vocación quizás para el sacerdocio y ve­nido de una familia indiferente y de una primera juventud de­masiado «natural», reconoce ahora, ya tocado por la llamada, que hay que «asumir la inseguridad como un riesgo que se paga normalmente en el servicio del Reino».

Yo ensancho el corazón en círculos concéntricos.

Sandino levantó contra los marines yanquis «el ejército de los descalzos». Desde Sandino hasta hoy, la revolución sandinista -liberadora de las mayorías pobres- viene buscando la «reden­ción de los oprimidos».

13

Page 8: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«Entre cristianismo y revolución no hay contradicción» es un eslogan de la diaria tensión a que se sienten sometidos los cris­tianos revolucionarios de Nicaragua por la incomprensión u opción burguesa de cierta jerarquía, de ciertos sectores de las Iglesias.

Teófilo Cabestrero nos recuerda oportunamente el poder y el maleficio que ejercen sobre esta hora histórica de Centro-américa «las transnacionales de la información y las transna­cionales de la catolicidad». Como también otras transnaciona­les religiosas.

El hombrecillo deforme -solo tronco y una gran cabeza, una gran cabeza grande— discutía con el chofer y convenció al fiscal de la empresa de autobuses. Cuando se sentó -lo sentaron, en brazos-, se le acercó, avispada y curiosa, la chiquilla de dos años. Lo miró, lo remiró. Callada. Hasta convencerse de que, aun siendo tan pequeño, no era un niño como ella.

"La oración es el momento más feliz de la vida porque en la oración nos encontramos con Aquel a quien amamos más". Se­ría mejor decir: la oración puede ser muy bien el momento más feliz de la vida cuando en ella sentimos reconocidamente que estamos con Aquel que más nos ama.

MARZO

Goiánia, que ya es ciudad imposible con más de 800.000 habi­tantes, muchos sin morada, sin empleo muchos, hinchada de migrantes del nordeste, del norte, del mismo campo goiano, es­taba amaneciendo entre la lluvia y el sol.

En el banco de piedra de la estación de autobuses, dos hom­bres aún jóvenes, con la barba mal hecha, enrojecidos los ojos, quizás de no dormir, de alcohol quizás, leían ávidamente el pe­riódico. Las páginas de anuncios, los anuncios de un posible empleo. Eran las únicas páginas que les interesaban vitalmente.

14

La única noticia que deseaban saber. Su única buena nueva. Po­der trabajar, poder sobrevivir, ellos y la familia.

Por la noche, la televisión local nos comunicaba el desespero de más de 10.000 trabajadores del ramo de la construcción des­empleados.

El Gobierno nos ha pedido que compartamos todos la ta­jada de sacrificio que nos toca, por la crisis económica en que se ha sumergido el país. De acuerdo, siempre que se recuerde en la práctica que las tartas nacionales son dos: la de los lu­cros y la de los sacrificios. Vamos a comer todos nuestra res­pectiva tajada de una y otra tarta. El 80% de Brasil con la tarta del desempleo y la miseria, toda para ellos, no. Brasil no es pobre, está empobrecido por la corrupción oficial y por el pri­vilegio acumulado. La crisis internacional no justifica la ex­trema depauperación, el desespero a que ha sido llevado nuestro pueblo.

Espinal, el jesuíta misionero en Bolivia, mártir de la repre­sión, cumple ahora tres años de sacrificio y de gloria. Es de Manresa, a unos kilómetros de mi Balsareny natal.

Él huía del martirio por miedo de lo heroico momentáneo. Catalán voluntarioso del diario servicio al pueblo. Pero acabó siendo mártir también. Servidor total en vida, servidor total en muerte. Y Lucho -el Luís Espinal bolivianizado- tenía razón: «Morir por un pueblo puede dar más carta de ciudadanía que el nacer en un pueblo».

El noticiario de la televisión «O Globo» ha presentado la vi­sita del papa a Nicaragua del modo más insidioso posible, Fiel servidora del sistema, la Rede Globo solo podía ofrecer así la imagen de esa pequeña Nicaragua que tanto incomoda al sis­tema, incluso dentro de la Iglesia de Jesús.

Por lo demás, esa visita del papa a Nicaragua no ha sido fe­liz. Pienso que por causas varias. La primera, quizás, porque cierta Iglesia sigue considerando el marxismo, o su fantasma, como el enemigo número uno de la humanidad. Y esa obsesión,

15

Page 9: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

traducida en recelos, advertencias y presiones sobre la Nicara­gua sandinista, ha exacerbado los ánimos del gobierno y del pueblo sandinista. Y ha puesto en entredicho la credibilidad evangélica no solo de cierto episcopado nicaragüense y, eviden­temente también, del actual CELAM, como del propio papa Juan Pablo II. Para mal de Nicaragua, de Centroamérica, para mal de toda nuestra América, pienso yo.

El gobierno de El Salvador anuncia elecciones, encima de la visita del papa. ¿Qué elecciones? ¿En qué clima? ¿Para impedir simplemente la posible victoria de la guerrilla popular? En todo caso, el gobierno salvadoreño no tiene el mínimo de credi­bilidad política necesario para que pueda convocar unas elec­ciones dignas de ese nombre. Y las últimas gestiones de Reagan para intervenir más brutalmente en El Salvador solo permite pensar mal de esas elecciones.

A pesar de todas esas credibilidades maltrechas, quiero creer en los pueblos de Centroamérica y en el Salvador Jesús. Creer, quizás, contra toda credibilidad.

Dial presenta la «Carta a los católicos de Chile», del episco­pado de aquel país, con este inciso: «Más allá del lenguaje ecle­siástico puede entenderse una seria advertencia que refleja el punto de vista de las clases medias». ¿Por qué no el punto de vista de las clases populares? ¿Y por qué ese lenguaje eclesiás­tico, más allá del cual es preciso leer?

Alto, esbelto incluso como un guardia noble o como un cho­fer seleccionado, el muchacho está rematadamente tuberculoso. Llegó a nuestra casa ayer por la mañana, como doblándose bajo el dolor y la desesperanza. Los médicos ya le dijeron, allá, en Rondónia, que posiblemente habrían de extirparle un pulmón. Pero creyó que estaba recuperado y se vino a Sao Félix. Siete días de autobús. Las hemoptisis han vuelto, y ahora se siente perdido. Quiere regresar a casa, en Porto Velho, allá, en Rondó­nia, donde actualmente vive su familia cearense. Allí hay un buen hospital, dice, y estará en casa. Quiere ir de autobús. Siete días. Se ha ido hoy por la mañana, agradecido, con una anhe­

lante voluntad de vivir. «¿Qué habría sido de mí si no hubiese encontrado una casa acogedora?», nos decía emocionado al despedirse.

Él es un número entre los millones de enfermos dispersos a merced de una acogida, casual, providencial. La salud, que es la vida humana, no puede seguir a merced de una casualidad, ni siquiera de una providencia.

CETIM -Centre Europe Tiers Monde- quiere suscitar una toma de conciencia crítica tal en torno a las relaciones Europa-Tercer Mundo que se llegue a la convicción de que no hay un mundo desarrollado y otro mundo subdesarrollado, sino un solo mundo mal desarrollado.

Vila Rica ya tiene su pequeño equipo pastoral. Las hermanas Mercedes y Susana. En Santa Terezinha, Irena, Jeane y el P. Ca­nuto, como sacerdote de toda la región; a caballo de sus entu­siasmos gauchos y de la bicicleta.

Los colonos -gauchos, paranaenses, mineros y hasta goia-nos- han entrado a formar parte de nuestra Prelatura junto a los indios, posseiros y peones. Es otra cultura, otra condición de vida, otras posibilidades. Otros condicionamientos también. Habrá de ser la misma línea pastoral, pero con otro aire.

Ortega y Gasset habla del «supremo impudor de los poetas líricos». Toda poesía es autobiográfica en realidad. Mostrar el alma, desnuda, por los celajes o por las rejas de las palabras.

No consigo entender de ningún modo, o lo entiendo dema­siado: la fotografía del mártir Mons. Romero con Juan Pablo II, en unos carteles más que normales para la visita del papa, ha sido prohibida por la comisión mixta Gobierno-Iglesia de El Salvador. La imagen del mártir duele. Al Gobierno, persegui­dor y asesino; y es natural que le duela. Que duela a cierta Igle­sia también es natural, tristemente natural.

De todos modos, nosotros, aquí, en este rincón del Mato Grosso, y muchos cristianos y no cristianos de América y del mundo celebraremos otra vez, en este mes de marzo, el martirio

17

Page 10: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

de san Romero, pastor bueno de América Latina. A nosotros su imagen nos conforta, nos compromete y nos une. Como una versión entrañable del buen Pastor Jesús.

«Practicar la teología en un mundo dividido» fue el tema del Coloquio Internacional Ecuménico celebrado en Ginebra en el último mes de enero. El pastor Philip Potter, secretario general del Consejo Ecuménico de las Iglesias, concluye que el Colo­quio ha dejado a los teólogos cristianos el desafío de elaborar una eclesiología que responda abiertamente a esta pregunta: «¿Cómo la Iglesia es una, santa, católica y apostólica, tanto en su fe como en su acción?».

No sólo en sus dogmas; sobre todo en su vida. No tanto en su constitución estructural cuanto en la actividad de su testimo­nio, de su servicio, de su amor.

«La separación entre cristología y soteriología cristaliza en una separación entre la persona y la obra de Cristo y, a través de ella, en una separación entre la vida de Cristo y su muerte». Así González Faus haciendo la crítica de san Anselmo de Can-terbury.

Cristaliza también esta separación en la vida de una Iglesia dualista con facilidad. Cuando se separa a la propia Iglesia del mundo al que ella debe servir en Cristo Salvador. Cuando se di­socia la esperanza escatológica de la fe encarnada en la historia de cada día. Cuando no se sabe cómo compaginar la política con la fe.

Cada uno tiene aquella eclesiología que su cristología exige.

Contra impaciencia, disponibilidad. Contra susceptibilidad, la pobreza de la humildad. Contra la agresividad, confianza. Contra la angustia, gratuidad.

Frágil por el hambre y tiritando aún; negro de cuerpo y blan­cas las patas y blanco el hocico; cría, pero ya capaz de hacerle frente a la gata Geró, señora de casa; entre vergonzante y terco,

18

consciente de sus derechos a vivienda, comida y sociedad... como un favelado; como un emigrante. Así se nos ha colado en casa el gatito, aún sin nombre. Dispuesto a quedarse, a toda costa. Sin más título y más identidad que la suprema credencial de la voluntad de vivir.

Puebla no asumió simplemente una «opción preferencial por los pobres». Como suele decirse cuando se teme esa opción; y cuando se hace más hincapié en el tambaleante adjetivo que en los sustantivos realmente comprometedores: «opción» y «po­bres».

El número 1.134 del documento de Puebla define la opción de la Iglesia en América Latina como «una clara y profética op­ción preferencial y solidaria por los pobres, en vistas a su inte­gral liberación». «Clara», «profética», «solidaria»: esos tres ad­jetivos, asimilados en la conciencia y en la conducta de nuestra Iglesia, la revolucionarían evangélicamente y sociopolítica-mente hasta el escándalo. Hasta el escándalo de la palabra y la vida de Jesús, clara, profética y solidariamente puesto siempre del lado de los pobres.

El adjetivo «preferencial» debe ser calificado por esos otros tres adjetivos incuestionables. Los cuatro vividos simultánea­mente llevan, sin escapatoria posible, a aquella posición «parti­dista», «tendenciosa», «provocadora» que la cristología tiene que reconocer necesariamente en el Jesús de los evangelios.

Puebla añade aún la coletilla agravante de la «integral libera­ción» de los pobres. Que debe ser integral y ha de ser libe­ración. No una espiritualista quimera. Liberación integral du­rante toda la histórica humana vida y para más allá de la ya vencida muerte.

Es Semana Santa. La Pascua de Jesús se hace más próxima y popular. La Cena es todo compartir fraterno, todo esfuerzo de amor inspirado en el mandamiento nuevo. La cruz es las mu­chas cruces que el pueblo carga, que todos llevamos. Es la cruz de América Central, y de Timor, y de Palestina. Y el paro. La tensión por la tierra agravada nuevamente. Cada semana me

19

Page 11: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

llega la noticia de un nuevo asesinato de labrador. Ayer nos llegó un oficio, cínico y provocador, del Ministerio de Assuntos Fundiários, acusando a la Prelatura e ignorando el derecho de los posseiros de la Chapadinha. La resurrección, por lo demás, también acontece más diaria, nuestra. A pesar de todo, la vida vence. Van naciendo hijos del pueblo. Se van multiplicando los gestos de solidaridad. Nos acompañan muchos amigos, de Bra­sil, del mundo. Entre las lecturas cristológicas y las celebracio­nes populares de la fe, siento que la Pascua es todavía. Como Él es nuestra Pascua, nosotros somos la Pascua del mundo. Los ri­tos son verdad. Añoro aún un buen gregoriano, una esmerada liturgia; pero reconozco que, en medio de estos cantos popula­res arrastrados y en estas celebraciones mucho menos codifica­das, el misterio pascual se hace más tangible, menos ilusorio, más cristiano seguramente...

Geró, nuestra gata, ha parido otra vez. Y yo le hecho de co­madrona. Porque así ella me lo pedía insistentemente, con sus gemidos, con sus caricias, con sus apremios. No sé en qué medida se trata de un ministerio episcopal, pero en todo caso se trata de estimular la vida, y ese es siempre el mayor de los humanos ministerios. La verdad es que Geró sabe muy bien parir sin la ayuda de nadie, pero quiere una compañía amiga en la hora, siempre grave, del parto. Ahora está allí, en la caja de cartón forrada de papel, hueca y señora, tierna y alar­mada, con sus cinco hijuelos mamones; dos leonardos y tres negros. El gatito que se nos coló misteriosamente en casa con­templa la escena, como de lejos, recelando quizás. Siempre hay que temer posibles leyes discriminatorias. Ahora el gato -medias blancas, chaquetín negro- ya tiene nombre. En ho­menaje a los palestinos, tercos defensores de una patria mere­cida, él se llama Tino. El respeto se impone, la dignidad se conquista.

Un amigo y bienhechor alemán -bienhechor con el fruto de su salario de simple traductor- nos escribe una larga carta, toda una meditación, sobre Europa, sobre la Iglesia. De su Alemania,

20

la occidental, nos dice textualmente: «Habéis leído en los perió­dicos que el 6 de marzo fue elegido en nuestro país un nuevo Parlamento. Esta vez una gran victoria de los que se dicen "cristianos". No os espantéis que os lo diga: eso es terrible. Ser cristiano en este país quiere decir ser rico, tener el derecho de explotar y de oprimir a los pobres. La "c" de cristiano esconde el interior, que es el Capital».

ABRIL

Sería un bello epitafio para un cristiano: «Vivió creyendo de ve­ras en la Pascua».

Esta noche de plenilunio, en las huertas de Pontinópolis, los árboles levantaban sus cúpulas, góticas, románicas. Y, con mi corazón en despojada paz, todo el universo cantaba el gozo de la Pascua.

El difícil amigo X se está acercando. Lo he visitado, tempra­nito aún, y me ha recibido conmovidamente. Nadie está lejos de Dios, porque Dios está cerca de todos. A veces falta el puen-tecillo de una mediación humana. Y la hora. Aquella hora salu­dable del escarmiento, de la ternura... de la gracia.

¡Qué hermosa la antífona de vísperas del domingo de Pas­cua: «Un fuego arde en nuestros corazones: Jesús permanece con nosotros, en nosotros camina su misterio, la muerte desem­boca en la gloria, ¡aleluya!».

Alguien, en la Asamblea de la CNBB, quiso levantar un ate­rrorizado grito de alarma. Nuestra Iglesia estaría profunda­mente dividida. Una parte -la otra parte, claro- estaría incluso al borde de la herejía y del cisma. Habría dos Iglesias en Brasil (y en América Latina). Y esta grave preocupación del prelado alarmista sería la preocupación suprema del CELAM. Una Igle­sia, antropocéntrica; otra Iglesia, teocéntrica. Un amigo misio­nero me preguntaba, ya aquí en el Mato Grosso, cuando yo le

21

Page 12: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

contaba el incidente de la asamblea de Itaici: «¿Y Cristo, dónde queda Cristo? ¿Ninguna Iglesia se hace con él?».

El escándalo, muy personal y abiertamente enfermizo, fue desmentido por la cordialidad de la Asamblea, por las elecciones mayoritarias y por la confirmación de la Directiva y de las direc­trices de nuestra CNBB, cuya salud es buena, gracias a Dios.

El pluralismo existe, gracias a Dios también. Y muchos exigi­mos, en nombre de Cristo, aquella libertad que él nos con­quistó. Y creemos que nuestra fidelidad a su evangelio nos obliga a encarnarlo libremente en América Latina. Va a ser un largo vía crucis de incomprensiones. Pero este pueblo de la Pa­tria Grande llegará a ser cristianamente él, sin colonialismos ni siquiera eclesiásticos. La Iglesia se hace una y católica a medida que, siendo la Iglesia de Jesús, se encarna en cada pueblo y en cada hora, libre en el Espíritu, fuerte en la esperanza, segura del amor que la lleva.

La propia identidad es lo menos parecido al cisma. Ser lati­noamericanamente Iglesia es el único modo que América La­tina tiene de ser Iglesia.

Centroamérica sigue doliendo como un misterio de iniqui­dad y como un parto de liberación. El Dios de los pobres y la sangre de los mártires han de hacer un día el difícil alumbra­miento.

La jerarquía corre siempre el riesgo de la encefalitis. El peli­gro de llegar a ser una «hermosa» cabeza mitrada, pero segada del cuerpo. Sin seglares, sin verdadera comunidad. Tan nefasta sería una Iglesia jerarquicista como una Iglesia popular acéfala, en el sentido peyorativo de «Iglesia popular». Si la Iglesia no es sin jerarquía, tampoco «es la» jerarquía. Continúo pensando que muchos obispos, y a veces los papas, se sienten de hecho como aparte, «fuera» del pueblo de Dios, encima natural­mente... ¡Pero Otro es la cabeza!

El doctrinarismo podría matar el aliento pastoral de la CNBB. En esa última asamblea hemos vivido momentos de

22

neurosis doctrinaria. Hasta el punto de tener que recordarnos un obispo gaucho que no estábamos redactando el Símbolo de los Apóstoles, cuando apenas nos proponíamos el objetivo pas­toral del próximo cuatrienio.

El tico-tico amanecía cantando en las enramadas de los pa­tios de Itaici, mientras los obispos madrugadores recitaban pe­ripatéticamente el oficio divino. Los pájaros y las flores, la cor­dialidad y el humor, salvan siempre el alma de Itaici.

El amigo dentista se excedió en generosidad. Después de arrancarme la insalvable muela, me obsequió con un helado; un «málaga», para se más gentil. Helada crema con pasas que co­mimos los dos sentados frente al surtidor desparramado de la antigua plaza de las Golondrinas. Solo que yo, anestesiado aún, mordía las pasas y los labios simultáneamente, con la más insí­pida naturalidad. Y todavía hoy, seis días después, estoy con el labio herido. Lo que demuestra que los dentistas no deben ser excesivamente amables con sus víctimas...

El Monseñor Quijote de Graham Greene debería ser filmado. Para edificación y liberación de muchos espíritus sin esperanza o sin libertad. Me lo he leído de un tirón, entre Campiñas y Goiánia. Como el mejor revulsivo -sedante, tonificador, des­congestionante- después de una asamblea eclesiástica.

Imagino que, en los nuevos libros de caballería del cura de El Toboso, Francisco de Sales sería el humanismo cristiano; Teresa de Lisieux, la infancia evangélica; y Agustín de Hipona, el apa­sionado amor. Una fórmula perfecta. El padre Jone, el moralista P. Jone, ha de ser concienzudamente revisado, el pobre. Le so­bra ley y le falta gracia.

Caminar juntos, como compañeros, puede ser mucho más cristiano que vivir juntos pero tan lejos, en la misma casa cural, dentro de una redoma eclesiástica. El obispo no lo entendería nunca. Teresa, la cocinera, sí. Y también los trapenses del mo­nasterio de Osera.

23

Page 13: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

El chiquillo, siete años apenas, rellenó la cubierta de su cua­derno escolar con muy precoz conciencia política partidaria:

Nombre: N.N. Materia: PMDB.

«Mi vida es de mucha soledad. Esta soledad solo se acabará con la muerte». Son palabras de Ernesto Cardenal.

Visitar, conversar, convidar, es una manera eficacísima de evangelizar; sobre todo en este país -en este continente- donde la cordialidad es un verdadero sacramento.

Antes de empezar la misa en Cascalheira, llena la iglesia de pueblo, una chiquilla me entrega un billetito que el Sr. X, pente-costal, le ha dado para mí. El buen «crente», después de califi­carnos, a mí y al papa, como la bestia del Apocalipsis, me des­afiaba a discutir sobre Biblia -si es que yo sé Biblia, según acentuaba la pequeña- y me pedía que leyese el versículo 22 del capítulo 3 de la carta de Pablo a los Gálatas: «De hecho, la ley escrita lo encerró todo bajo el pecado. Es que Dios quería cumplir sus promesas a favor de los creyentes, por la fe en Cristo Jesús». Pablo, el pentecostal y yo estamos plenamente de acuerdo por lo que se refiere al citado versículo. Espero que Pa­blo, como yo, no esté tan de acuerdo cuanto a la actitud no de­masiado ecuménica del hermano. A mí, y a Juan Pablo II sin duda también, nos cae muy gordo eso de ser la bestia del Apo­calipsis.

Joaninha, anciana, quizás con 70 años y la emotividad alte­rada por un derrame cerebral, lloraba y reía al mismo tiempo. Sus tres hijas, con los maridos ausentes, huidos. Y los dieciséis nietos, en una algarabía sin posible clasificación. Llorando, riendo, cantando, preguntando también, con los asombrados ojos de quien empieza prematuramente a descubrir la vida como un combate. Y todo por la atolondrada actitud de un poli­cía civil que disparó a bocajarro; y al cual replicó, con un tiro en la pierna, uno de los yernos, ahora huidos, de la pobre Joaninha.

24

La pobreza del negro brasileño -del negro universal, en buena parte-, según el P. Mauro, se configura en las siguientes formas de privación:

- el negro no tiene (pobreza económica); - el negro no puede (pobreza política); - el negro no «sabe» (pobreza cultural); - el negro no es (pobreza histórica).

Según estadísticas fidedignas, hay en Brasil cuatro millones de parados y diez millones de subempleados. Cada año un mi­llón de jóvenes demanda empleo.

Frente a la solvencia del país en los cofres de los bancos y en las empresas transnacionales, debe prevalecer la supervi­vencia del pueblo. Primero vivir, después pagar. Sin olvidar tampoco que muchas deudas de Brasil son corrupción de sus autoridades y robo de sus acreedores... ¿Quién debe a quién cuando se trata de definir deudas entre el Tercer Mundo y el Primero?

Después de leer muchos informes, discursos, homilías, car­tas, de la visita del papa a Nicaragua, me quedo con la impre­sión de que el pronunciamiento más pastoral de toda aquella incalificable visita fue el improvisado discurso de despedida del comandante Ortega en el aeropuerto «Augusto César San-dino». Por la proximidad de sus palabras con la hora y el alma del pueblo nicaragüense, por la sencillez directa, porque le sa­lió y no venía prefabricado, porque no amonestaba a un pue­blo secularmente oprimido y todavía hoy víctima de razias, porque dijo los motivos fundamentales de la Buena Nueva de la justicia y de la paz.. . No siempre lo más eclesiástico y dog­máticamente preciso es lo más pastoral. Un sermón, un dis­curso, prefabricados en las curias, no son necesariamente evangelizadores en las calles.

Detrás de una u otra concepción de la Trinidad -neotesta-mentaria o escolástica- late la posibilidad o el bloqueo de una

25

Page 14: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

teología de la historia. Así, González Faus. «La fórmula oriental que resume el plan salvífico: "Gloria al Padre, por el Hijo, en el Espíritu", lo pone de relieve por su carácter dinámico cuando se la compara con la estática doxología occidental, atenta solo a la matemática del tres y del uno». Pero no es eso solo. La misma teología de la Trinidad y su vivencia espiritual por nosotros son profundamente afectadas por una u otra concepción. «Y, en esta apertura a una teología de la historia, Jesús no es solo la mani­festación del Hijo que sigue dejando en la sombra a los otros dos, a los cuales "no les tocó" encarnarse, sino que es "la Trini­dad exteriorizada" o en vías de exteriorización: el Padre como principio y meta (1 Cor 8,6) y el Espíritu como principio de in­teriorización e intimación».

La lluvia, de vuelta, con la tarde del domingo, después de unos largos veinte días de sequía y de polvo, ha lavado los árbo­les, la luz y los pulmones. Ella ha pintado las flores de nuevo.

Teófilo Cabestrero, Ernesto Cardenal, Fernando Cardenal y Miguel d'Escoto2 nos han dado, con su libro Ministros de Dios, ministros del Pueblo, uno de los más bellos documentos de la es­piritualidad de la liberación. Un libro histórico para la vida de nuestra Iglesia latinoamericana.

Esos tres ministros del pueblo nicaragüense son muy minis­tros de Dios. Su testimonio, lúcido, firme, humilde, generoso hasta la muerte, convence, emociona, estimula. Que el Espíritu de Jesús los mantenga siempre en esa incomprendida fidelidad. Un día la «gran» Iglesia les hará justicia. Por ahora habrán de conformarse con la dolorida justicia que les pueda hacer la pe­queña Iglesia de los pobres.

Dice Ernesto: «Mi vocación religiosa es contemplativa y de profeta, de unión con Dios y de servicio al pueblo».

Dice Fernando: «Soy sacerdote para siempre y estaré com­prometido con mi pueblo hasta la muerte».

2 Los tres últimos fueron ministros en el Gobierno sandinista de Nicaragua.

26

Dice Miguel: «A mí me obligó mi fidelidad a Cristo y mi amor a mi pueblo, que son una sola cruz».

Teófilo, que recogió agradecido y emocionado esas tres con­fesiones de fe, alerta para que la Iglesia no pierda para sí ni para el mundo lo que hay de evangelio, de gracia y de Espíritu en la experiencia y el testimonio de esos tres hijos -heroicos, yo pienso- de la Iglesia y de América.

Ella, viuda hace años, y los hijos intentando estudiar, lejos del pueblecico acorralado, habrá de vender la tierra. «Ya no tengo fuerzas para seguir trabajando el campo». Le duele. Porque el campo le gusta. Porque sabe de la inseguridad que le acecha al pobre en la ciudad anonimamizadora. Un viejo comerciante -traficante de varias mujeres- la ha convidado a irse con él, de cocinera... Ella me escucha. Sabe del riesgo. Y tiene una sufrida dignidad en sus ojos hermosamente verdes.

En la huerta del Raimundo de Serra Nova, las gallinas, los puercos, los perros, alternan con las hojas del libro de cristolo-gía que me sirve de meditación matinal. El muchachito se me acerca, tal vez pretende descifrar la letra menuda y castellana. Y, sin decir palabra, se va. Si Cristo es para nosotros dos, la cris-tología es solo para mí...

Por la noche, en la iglesia, ya para ser jubilada, celebramos la eucaristía. Y procuro que sea bien pascual. Y que ese Cristo que es para todos sea cada vez mejor conocido, más compañeramenté amado por sus pobres. También la cristología ha de ser para ellos. ¿Para qué ha de querer Dios una cristología hermética?

MAYO

Vive borracho. Estuvo interno, dos años, en un «colegio de cu­ras». No tiene esposa. Tuvo un hijo que ahora anda suelto por el mundo. Le duele el estómago y está amarilleando. Tendrá, sin duda, el hígado ya destrozado. Para refrescarse, dice, engulle un puñado de polvo de café.

27

Page 15: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Al día siguiente, antes de caerse borracho de nuevo delante del bar, me pide una Biblia, con insistencia. Después, con todo su largo brazo de atleta, mostraba en la calle de Santa Cruz la serpiente de cascabel de ocho anillos que acababan de matar entre casa y casa; gracias a la alarma dada por las gallinas de doña Joana.

Toda la luz del día, ya la tarde queriendo clausurarse, se con­centraba en el ojo único de la primera estrella. De noche, en la más absoluta paz, las estrellas estaban todas presentes. Su Pas­tor podía contarlas una por una, interminables, quietas. Sola­mente aquí, en el sertao, en este mundo campesino del interior, el cielo se ofrece íntegro.

Dos noticias literarias de Cataluña. Dos madureces. J. V. Foix cumple noventa años, noventa años de presencia. Ya en 1934, Foix escribía: «Me atrevo a decir que es precisamente poeta aquel que está presente. Pero lo más difícil para los hombres es mantenernos, sin desfallecer, en esta presencia». Y Mercé Rodo-reda -«¡Cuánta guerra», Virgen santa!- ha muerto. La palo-mica, la colometa, voló. Dejando sus ojos, su corazón y su bor­dada palabra en páginas de literatura humanísima y universal. ¡Después de tanta guerra, que sea tanta paz!

Despierto, día tras día, con América Central en el corazón. Como grávido de ella. Para nuevo sobresalto, Reagan anun­ciaba ayer, otra vez, su voluntad cínica de «salvar la democracia en Centroamérica». Sabemos qué democracia y a qué precio.

«Que sus campamentos militares queden desiertos», rezába­mos hoy en el Salmo 69.

Me gustaría acabar mis días en América Central; dando testi­monio de Jesús y su liberación; haciéndole espacio eclesial a aquel pueblo...

La palabra es para decirse, para decirnos mutuamente, para decir el universo, para decir la historia, para decir de Dios y de­cirle a él. Un día seremos plenamente palabra.

28

«Solo acierta en amor quien se equivoca y entrega mucho más de lo entrega. Después toda esperanza será poca».

(Rafael Guillen)

La revista católica le advertía a su corresponsal en Nicaragua -con ocasión de la visita de Juan Pablo II a Centroamérica-: «El papa es intocable».

¡Así no! Así no hay modo de servir a la verdad, no hay modo de hacer Iglesia de Jesús.

El papa, el papado, son tocables y necesitan toques y reto­ques. La historia de la Iglesia, desde su primer día hasta el viaje del papa a Nicaragua, lo demuestra. Solo Dios no es tocable. Y así y todo, siempre nos vemos en la precisión, creyente y evangeli­z a d o s , de retocar su maltrecha imagen. Ser cristiano no es ser idólatra. Fanáticamente no se es Iglesia; se es gueto.

Pepe Guevara -desde Andalucía, desde cualquier mundo-avisaba a los incautos, a los «inocentes» de la vida, a los alie­nados:

-No pases por ahí, niño, que te puede picar un pobre.

En la ladera verde, entre Goiánia y Brasilia, alguien escribió con inmensas letras de cal: «VIVA DIOS». No sé desde qué creencia. Pero esa doxología fundamental me confortaba, mien­tras los viajeros del autobús avanzábamos, contiguos, en abso­luto silencio. El Dios vivo, en todo caso, nos hablaría a todos, a todos se nos comunicaría a su tiempo.

Viva Dios, en el verde de la ladera y en los hombres que avanzan.

Me pareció que la propia tierra se hacía un cartel de propa­ganda trascendental. Que los otros muchos carteles, bastante más sofisticados, no apaguen nunca esa elemental seguridad, esa esperanza que sostiene todo camino, todo trabajo, todo avance: Dios vive, vivimos en él. Vamos hacia su Vida.

El Ministerio de Assuntos Fundiários se ha apoderado de toda la tierra de Brasil. Militarmente. En nombre de la seguri-

29

Page 16: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

dad nacional. Toda la tierra de este país inmenso se ha vestido la guerrera verde oliva. El indio, el labrador, habrán de cua­drarse. El campo se ha vuelto un despiadado cuartel.

En Brasilia celebramos la I Consulta Ecuménica Indigenista Latinoamericana. De México a Chile, una representación conti­nental significativa.

Discretamente fría la capital de Brasil. Cálidamente acoge­dora la casa de retiros de las Hermanas de la Asunción. El en­cuentro se abría con esta consigna: hay que organizar la espe­ranza. Continentalmente.

Una visión panorámica del actual momento de las comunida­des indígenas de nuestra América nos revela que hay un ascenso de la curva demográfica, en contraste con la disminución del es­pacio geográfico que a esas comunidades se les reserva. Así como se fortalecen en su interior las organizaciones indígenas frente a las presiones que, desde el exterior, se ejercen sobre los pueblos aborígenes. La cultura autóctona se siente particularmente ame­nazada en la generación joven. Pero permanece y hasta se recu­pera en muchas áreas como fruto de la nueva conciencia y de la voluntad colectiva de sobrevivir en la propia identidad.

Estudiamos también la política indigenista de los Estados, prácticamente todos ellos integracionistas; los movimientos y organizaciones indígenas, presionados, conflictivos a veces en­tre sí, no reconocidos en su potencialidad político-social y en su contribución original única; las relaciones y actitudes de las Iglesias con el mundo indígena: profundamente renovadas a partir de la década de los setenta, aunque solo en grupos mino­ritarios de misioneros, mucho menos en el nivel nacional de los respectivos países.

En una palabra, se trata de una causa utópica y revoluciona­ria; fermento del Reino; misterio también pascual.

Estudiamos con particular detenimiento:

- Etnia y clase en el proceso de América Latina. - El proyecto indígena. - Iglesia y pueblos indígenas.

30

Y asumimos comunitariamente -como continente y como oikoumene- una serie de compromisos, traducidos en tareas concretas...

Entre los participantes se destacaba la presencia de una in­dia monja guatemalteca -imagen del dolor y la esperanza de América Central-; y el indio bruuka de Costa Rica, José Car­los Morales, presidente del Consejo Mundial de los Pueblos Indígenas. El indígena mapuche, sacerdote capuchino, de Chile, Ramón Curivil, se vino conmigo a la Prelatura y visita­mos juntos las aldeas arehaua, itxalá y tapirapé. Aún son casi un millón los mapuches -los famosos araucanos de Ercilla-en Chile y Argentina. Curivil sintió renacer su identidad al contacto con esos pequeños pueblos de nuestro Araguaia, in­finitamente menores en número, pero con sus culturas toda­vía florecientes. El, Curivil, se expresaba, discreto, dulce, pero profundo, como doblemente responsabilizado ante un futuro recuperado para su pueblo mapuche. El es mapuche y es cristiano.

Leo la vida de Gandhi escrita por Louis Fischer. El texto que dio base al film de Richard Attenborough. «Alma grande», en todo caso. Hombre símbolo. Mayor que la India, universal. Y, sin embargo, tan aferradamente hindú, lleno de raíces nativas.

Fischer dice que el Mahatma estaba convencido de que un buen medio es, en sí mismo, un buen fin. «La rueca de hilar es para mí lo más importante en el mundo político». «La única forma aceptable con que Dios se atreve a aparecer ante un pue­blo hambriento es en la forma de trabajo, con promesa de alimento a través de lo salarios». «Detesto el privilegio y el monopolio». Para su lucha contra la segregación por castas transformó a los «intocables» en «harijans, hijos de Dios». «Vuestro presidente -preguntaba al americano Fischer- habla de las cuatro libertades. ¿Se incluye en ellas la libertad de ser li­bre?». «Lo que pensáis, eso pasáis a ser». «La democracia y la dependencia de los militares o de la policía son cosas incompa­tibles». «La no violencia es el artículo número uno de mi fe, y es

31

Page 17: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

también el último artículo de mi credo». Y, finalmente: «Mi mensaje es mi vida».

En una parada del autobús, en la Cachoeirinha, carretera Be­lén-Brasilia, kilómetros y más kilómetros, la cabra rumia, como distante, pero próximamente maternal de su cabritiño orejas largas. La música pop escandalosa pretende sobreponerse al limpio caudal de la cascada. Respiramos paz.

Un matrimonio joven, al reconocerme como sacerdote, me abre su intimidad:

-Padre, no estamos casados por la Iglesia -dice ella-. Y lo que más me duele en esta situación es no poder comulgar.

Tienen una chiquilla vivaracha como una chispa, toda ojos, cabritilla mimada también. El padre, delgado, nervioso, inteli­gente, es mecánico -«nació entre máquinas», dice la esposa-, y ya nos ha resuelto la papeleta varias veces en este viaje, some­tidos los pobres pasajeros a la irresponsable empresa Trans-brasiliana.

JUNIO

«Siempre habrá escándalos -afirma Jesús-. Mas, ¡ay de aquel por quien los escándalos vienen!». De igual manera, afirma Je­sús, para mi fe: «Siempre habrá pobres... Mas, ¡ay de aquel por quien los pobres son pobres!»

Gandhi advierte a cuantos no saben o no quieren conjugar fe y política: «Fue mi dedicación a la Verdad la que me llevó al campo político. Y puedo decir que no entienden nada de reli­gión los que dicen que la religión no tiene nada que ver con la política».

Canabrava. El «patrimonio», el poblado, ha crecido mucho y se ha afianzado la comunidad. Anoche celebramos y charla­mos animadamente en la iglesia de paja y barro. Era la solem­nidad del Corazón de María. Después Manuel y yo, acompa-

32

nados por Altair, festejamos el día claretianamente, comiendo unas galletas mojadas en té de limón. El pequeño eremitorio de Manuel se llenó de evocaciones. Hoy, por la mañana, hemos celebrado la Misa crismal. Ahora, por la noche, hace un frío que parece forastero, porque de día el sol continúa implacable, muy a sus anchas.

Se llama Magdalena precisamente. Podría ser una india ka-raja. No tiene marido, pero ya es madre de cuatro hijos. Puede tener sus veintipocos años. Y espera, de un día para otro, un hi-jito más. Teme el nuevo parto, porque el médico de Porto Ale­gre la ha prevenido con la amenaza de una posible cesárea... Pide ayuda. No tiene nada preparado, dice. Trabaja de ha­cienda en hacienda y ha gastado lo que fue ganando, que siem­pre fue poco. Ha recurrido a tres hombres que le han exigido como retribución a la ayuda pedida que se quedase con ellos, vendida sin más. El evangelio de este decimoprimer domingo del Tiempo Ordinario (Le 7,36-8,3) habla de la mujer, conocida en la ciudad como pecadora, que lavó con lágrimas y perfume los pies de Jesús, en casa del escandalizado fariseo.

Vamos a celebrar en la «mata», en la floresta. Trechos a pie, trechos de bicicleta. El forraje coloniao, de tres metros de altura, nos acordona a ratos, como una ruina o como presagio de un la­tifundio fatídico. Canabrava debe de tener ya más de ochocien­tas familias que, multiplicadas por cinco, por lo menos, dan cuatro mil habitantes -almas y cuerpos, Iglesia y tierra, sindi­cato y política, eucaristía y arroz...

La credulidad es ingenua y ambiciosa. R. se ha ido a la Cas-calheira porque en las grutas del Boqueiráo, donde el diablo tiene dominio, según el informante, se abre una puerta miste­riosa; aparecen una «morerona» y los tocadores; se danza un baile -solo uno- y se recoge el tesoro apetecido.

Nosso catecismo, ya editado por Vozes, viene a cumplir una misión fundamental. El catecismo es la leche espiritual del cris­tiano. El pueblo lo siente así y sigue pidiendo el catecismo. En

33

Page 18: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

la Prelatura, la catequesis se está animando en todas las comu­nidades, comenzando por la catequesis infantil. Creo sincera­mente que el texto de Nosso catecismo es un pequeño hallazgo de sobriedad y densidad. Con la explanación del Credo en su primera parte y, en la segunda, con las principales oraciones y las leyes fundamentales de la vida cristiana. Lex credendi, lex orandi, ¡ex vivendi.

Acabamos de vivir una nueva embestida de calumnias y per­secución. Simultáneamente en varios lugares de la Prelatura. Y con características semejantes. Lo que da a entender que se trata de un plan programado. Por el partido PDS, sin duda, con la colaboración de algunos latifundistas y «grileiros» y la ayuda de la policía. La embestida abordaba conjuntamente a la Prela­tura, al sindicato y a las alcaldías de oposición. En la Chapa-dinha hubo hasta tiros. El pueblo ha sido firme y en cinco oca­siones ha cortado, con calma y entre oraciones, la alambrada de los invasores. Se ha cernido una especial amenaza encima de César, como extranjero. Ciertos extranjeros somos indeseables. En Luciara, el alcalde del PDS quería inculpar a la Prelatura por la victoria de los karajá, que han recuperado su tierra de Ponta-Porá -un cerro junto al Araguaia materno-, recuperando así las mejores perspectivas de un futuro garantizado. El alcalde y sus compinches estatales -como el diputado Roberto Cruz- han lle­gado a denunciar a la FUNAI diciendo que hace el juego a la Prelatura... En Ribeiráo y en Cascalheira el jaleo ha tenido lu­gar en las escuelas. Pedesistas y hasta policías rompiendo los cristales de las ventanas, amenazando e interrogando a profe­sores y alumnos.

Posiblemente se quería configurar la región toda como un área tumultuosa que exigiría una intervención federal. El dele­gado regional de policía, Arnaldo Guirra, de fantasía más ca­liente y, según propia confesión de fe, «católico, apostólico, ro­mano y cursillista», echó las campanas a rebato en la prensa, denunciando un ejército armado a nuestra disposición y apara­tos supersofisticados.

34

La mayor parte de todos esos tiros ya han salido por la cu­lata. Gracias a Dios y gracias a la actitud del pueblo. Vamos a torear, con calma, con esperanza, estas próximas semanas. Está tan mal el país económicamente que el mal localizado en este rinconcito de Brasil acaba siendo un rumor apenas, una anécdota.

Es tarde, pero es nuestra hora. Es tarde, pero es todo el tiempo que tenemos a mano para hacer el futuro. Es tarde, pero somos nosotros esta hora tardía. Es tarde, pero es madrugada si insistimos un poco.

Una huerta de pueblo, en el interior. Con árboles no acuarte­lados. Con pájaros a voluntad. Y ver la madrugada, sin cemen­tos, sin artificiales humaredas. Y ¡descifrar las estrellas, casi una a una, sin otras falsas luces intermediarias. Orar tan cerca de los pobres que, a pesar de todo, son bastante libres. Y aprender a esperar. Por aquí no resulta tan difícil sentir a Dios como «el que viene». Entre los árboles, con las estrellas, desde los pobres.

Este ámbito de vida, esta gracia de estado, se la debo al Mato Grosso.

Hugo Assman tiene razón; para toda la Iglesia de Cristo; en todo el mundo: «Si la situación histórica de dependencia y do­minación de dos tercios de la humanidad, con sus treinta millo­nes anuales de muertos de hambre y de desnutrición, no se con­vierte en el punto de partida de cualquier teología cristiana hoy, aun en los países ricos y dominadores, la teología no podrá si­tuar y concretar históricamente sus temas fundamentales».

35

Page 19: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

El valor de un líder se mide por su capacidad de abrir espa­cios de conciencia, de compromiso y de autorrealización para los compañeros de causa.

Mestre nao é quem sempre ensina, mas quem de repente aprende (Guimaráes Rosa). Evangelizador no es aquel que se pasa la vida «evangelizando» siempre, con palabras, con gestos, con actuaciones, y no se siente evangelizado «de repente» por pala­bras fortuitas, por gestos sencillos, por el día a día de la historia humana. Solo evangelizamos en la medida en que nos dejamos penetrar por el evangelio, escrito u oral, canónico o anónimo, que el Espíritu de Jesús dicta incansablemente en la revelación del día a día: «de repente».

Viene de Canabrava, agotado, como para morir. No está para comer, no está para hablar. No quiere ni cama ni hamaca. Se echa, sin camisa, sobre la tierra desnuda tan conocida, tan aco­gedora. Es hanseniano. Dejó de tomar el remedio prescrito, hace dos años quizás. Pero su mal mayor es otro. Tiene el vien­tre hinchado, duro como una piedra. Su esposa viene con él, in­segura y fuerte a la vez. Y llega su hija, empleada aquí en Sao Félix, y se queda como pasmada delante del padre, joven aún, luchando en el suelo de nuestra huerta, debajo del gran mango, capilla vegetal.

Me quedo solo con él, mientras todos los de casa y los fami­liares del enfermo providencian la posible salida para Brasilia, una asistencia de urgencia en algún hospital, tan problemá­tico... El enfermo, como desvariando, me pregunta: «¿Qué fuego es ese?». De hecho, en la huerta vecina se levanta una ho­guera. El fuego y el sol fundiéndose en la modorra de la tarde. Doy la absolución al sertanejo tendido y lo unjo con el óleo del Espíritu de Jesús. Rústica y clara como la fe que nos fortalece a los dos -al enfermo y a mí - la tabla que Valeriano grabó con in­cisiones de navaja y urucúm dice toda la esperanza de esta hora: «Yo soy la Vida». Detrás, en la balsa, se abre una flor lila de mururé.

36

Aprovecho el coche de los dos médicos que vendrán a traba­jar a Sao Félix para ir a Goiánia. Viene con nosotros, hasta Ri-beiráo Bonito, el P Efraín Aldama, jesuíta colombiano. Después seguimos «la carretera del calcáreo». Polvo, camiones, puentes destartalados; y muchos pájaros -palomas, alondras, chico pre-tos, gallinitas de agua- aprovechando, sin créditos del Banco de Brasil, el arroz desparramado por la carretera. Llegamos a Goiánia a medianoche. El consabido duerme en el portal del co­legio claretiano. La casa de nuestra comunidad se ha escondido detrás de un inmenso entoldado verbenero, hecho de palmas y banderines. Es San Juan Bautista. La hermana Margarida me conforta, casi eucarísticamente, con un vaso de leche helada y unos tiernos panecillos de queso.

Acompaño, con algunas charlas, el encuentro de revisión, es­tudio y programación que un grupo de misioneros italianos del CEIAL -ellos y ellas- realizan en el Centro de Treinamento de Líderes. Bruno Forte, un joven teólogo napolitano, me obsequia con su libro de cristología que Walter Kasper enjuicia como ejemplar por su «eclesialidad, cientificidad y apertura a los pro­blemas de nuestro tiempo»: Gesú di Nazaret, storia di Dio, Dio della storia.

Jean Rocha, nuestra ya antigua conocida de la BBC de Lon­dres, me hace una entrevista sobre la religión como fuerza de li­beración y opresión, hoy, contradictoriamente. Es para una re­vista internacional que quiere recoger ese fenómeno, mundial sin duda, pero particularmente incisivo en nuestra América La­tina. Hablamos, naturalmente, de la teología de la liberación, de las comunidades cristianas populares y de las sectas finan­ciadas por el capitalismo.

Estoy en Lins. He coordinado el retiro espiritual de los sacer­dotes y seminaristas mayores de la diócesis. Nos ha acompa­ñado también un grupo de jóvenes sacerdotes de Presidente Prudente. Esta tarde empezará el retiro de los seglares -como unos cien-, que también voy a coordinar. Y pasado mañana,

37

Page 20: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

por la noche, voy a Sao Francisco de Canindé, en el Estado de Ceará, para participar, entre la ansiedad y la esperanza, en el V Encuentro Intereclesial de las Comunidades de Base: CEBs, povo unido, sementé de urna nova sociedade.

Anoche estuve en Guararapes, dando una charla en la igle­sia. Por el camino, los camiones de caña de azúcar, como sím­bolo de la plaga social que ha caído en esta región por la fuerza irracional del programa Pro-alcohol. Un amargo reproche, es­crito en la pared, nos acoge, esta mañana, de vuelta para Lins: «En tierra de ciegos a nadie le importa el rey desnudo».

Hay un tenso clima de irracionalidad económica, política, ahogando el país, mientras Figueiredo se va a Cleveland para tratar su corazón enfermo. El Consejo Permanente de la CNBB acaba de lanzar un grito de alerta. Posiblemente Brasil -aunque no solo Brasil- esté atravesando una de esas fases históricas cuyo grado de inseguridad frente al futuro «sobrepasa los lími­tes de la tolerancia», según Celso Furtado.

- Ser testimonio en coherencia. Ser profecía en esperanza. - La misión de la Iglesia -que es testimonio y servicio, pro­

clamación y caridad- se realiza por la palabra, por la cele­bración, por el martirio.

- Bruno Forte insiste en definir la vivencia eclesial de la fe como «compañía, profecía histórica y memoria peligrosa del evangelio de Jesús».

Ser compañero, recuerda, según la etimología entrañable para nuestra vieja Europa, es «compartir el pan»: el pan de los caminos, el pan de la eucaristía, el pan de la vida. Y afirma Bruno bellamente que «el contagio de libertad que Jesús nos trae se llama Espíritu Santo».

Gran desafío, dialéctico, para nuestra espiritualidad: cómo conjugar -en armoniosa cruz seguramente- carisma y poder o Espíritu y estructura, utopía y día a día, radicalidad y con­vivencia.

38

Dice Maria Batista de Jesús, india pataxó há-há-háe, anciana y ciega: «Sé que no puedo ver más, pero quiero sentir debajo de mis pies la tierra de mis antepasados».

JULIO

El santuario de Sao Francisco de Canindé recibe el Intereclesial de la CEB con esta expresiva pancarta, abierta como un pro­grama, en su fachada blanca y reluciente: «Ve, Francisco, y res­taura mi casa». Es lo que pide el Espíritu a esos Franciscos anó­nimos de las CEB, base de nuestra Iglesia. Restaurad la casa de vuestros mayores, restaurad la casa de vuestras familias, res­taurad la sociedad enferma, restaurad mi Iglesia.

Un nordestino, fuerte como una profecía de bulto, rasgó sonoramente la jaula y la paloma voló, libre. Celebrábamos la gran misa campal en la explanada, frente al santuario francis­cano. Quizás diez mil personas. Entre ellas, hasta treinta y cinco obispos, dando un buen respaldo a la marcha de las CEB. La paloma, libre, era un bello símbolo de la liberación de nuestro pueblo y de nuestra Iglesia. La palomica de las ba­ses romperá la jaula y podrá volar, por las plazas, por los san­tuarios, llevada por el viento del Espíritu y por sus propias alas autónomas.

AGOSTO

Hemos celebrado la Asamblea Nacional del CIMI y la Asam­blea Nacional de la CPT. La CPT me ha elegido nuevamente como vicepresidente nacional. Para el CIMI hemos elegido pre­sidente al obispo Erwin, del Xingú, que hace pocas semanas fue maltratado violentamente por la policía cuando él estaba pres­tando su solidaridad pastoral a un grupo de cortadores de caña injusticiados en la Transamazónica.

39

Page 21: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Teófilo, Mino, Jacinto Simón y Ariz -obispo ahora de Co­lón, en Panamá- nos han visitado en solemne y fraterna re­presentación claretiana. Teófilo se ha quedado con nosotros casi un mes. Hemos preparado conjuntamente una antología de poemas míos para la nueva Nicaragua: Cantares de la entera libertad, y otra antología -«espiritual», la hemos l lamado-para Sal Terrae, de España: Llama y ceniza al viento. Mino ha hecho para las dos unos dibujos maravillosos. Mino Cerezo se ha convertido en el dibujante de la liberación, continental-mente y fuera del continente también. Aquel «Iris», aquella casita de Loriga, están dando estas cosechas. Caminos de Dios, trocha de los hermanos. Hemos ultimado también, con Teófilo, mi colección de textos pastorales Experiencia de Dios y pasión por el pueblo, que el obispo Iniesta, de Vallecas, va a prologar. Yo le he hecho a Teófilo un prólogo a su libro nica Revolucionarios por el evangelio: quince impresionantes testi­monios de altos responsables en el Gobierno sandinista, hom­bres y mujeres simultáneamente cristianos y revolucionarios. Otro volumen para la historia de la nueva espiritualidad lati­noamericana.

En Sao Félix y Luciara -las dos comunidades celebran la fiesta de la patrona en este mes de agosto- hemos bendecido el Araguaia. El Araguaia que vuelve siempre a la primera página de nuestra vida, de nuestra historia, en esta Iglesia de Sao Félix do Araguaia. Como una vena que se hincha, de ira o de júbilo; como el pulmón vital de nuestra región.

SEPTIEMBRE

Por lo visto y por lo oído, las ratas, activas y bulliciosas, me han acompañado toda la noche.

No acaban de volver las lluvias, la humareda de las queima-das entela el cielo y el sol amanece y declina como una placa en­tumecida. No llueve. Los mangos, tan cargados hogaño, van a

40

perder su apetecida cosecha. El viento, sublevado, barre las ca­lles y las carreteras. Pero el bochorno se impone, abatiéndonos.

He visitado Santa Cruz do Xingú. De setenta a cien mil sacos de arroz esperan transporte. La agricultura de Brasil está en­ferma y sin atención nacional.

Estamos en Sao José do Xingú. Manuel y yo. Acaban de traer­nos una criaturita recién nacida para el bautismo de urgencia. Un puñado de carne inerte, abrasada, como amoratándose ya. Que Dios le dé vida eterna desde este Xingú de tantas vidas in­moladas

Ver cómo Jesús actúa ante el Reino de Dios que se acerca es el modo de saber cómo debe actuar la Iglesia, cómo debemos ac­tuar cada uno de nosotros ante ese Reino que sigue acercándose siempre. No basta con esperarlo o anunciarlo, hay que reali­zarlo también.

Y «al Reino de Dios se le corresponde haciendo Justicia, eli­minando las crasas diferencias sociales, usando el poder de una manera nueva a favor de los pobres» (Jon Sobrino). La práctica del amor, que es «ley de vida en el Reino», según J. Je­remías, es necesariamente la práctica de la justicia. «Prójimo -según Gustavo Gutiérrez- no es aquel que yo encuentro en el camino, sino aquel en cuyo camino yo me pongo». El Reino viene si lo forzamos. Es una gracia que se conquista. Una gra-tuidad militante.

El Manual do católico de hoje, que la Editora Santuario, de Apa­recida, traduce hace años para Brasil, recuerda estas palabras llenas de sabiduría de un célebre educador y canónigo inglés, Drinkwater: «Tú educas hasta cierto punto por lo que tú dices, más por lo que tú haces y más aún por lo que tú eres; pero, por encima de todo, por las cosas que tú amas». Porque somos más por lo que amamos que por lo que somos, definitivamente. O por­que somos lo que amamos. Nuestro amor, nuestro ser.

Hablamos de Alceu Amoroso Lima. Difícilmente tendrá Al-ceu un sucesor a su altura de cristiano, pensador y escritor,

41

Page 22: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

comprometido y militante. En lo que va de siglo, posiblemente sea Alceu Amoroso Lima la mayor figura de la historia cristiana seglar de Brasil.

De Goiánia a Sao Paulo viaja a mi lado, en el autobús, un maestro de obras. Es bautista y padre de tres hijos. Y tiene un cuarto hijito, ahora con casi dos años, que les dejaron en la puerta de casa precisamente el 24 de diciembre, víspera de la Navidad. Un Marcelino pan y vino que el maestro de obras y su esposa bautizaron con nombre bíblico: Abimael.

Leyendo a Delibes se siente uno como un extraño impotente frente a la muy señora lengua castellana.

Chapecó, en Santa Catarina. Con frío. Y niebla. Todavía al­gún pinar. Empezando un retiro espiritual diocesano. Un poco en otro mundo, un poco en mi antiguo mundo. En Sao Paulo pude visitar el campamento que han levantado los sin trabajo, en el parque Ibirapuera, corazón político-administrativo de la capital paulista.

Aquí, en Chapecó, dentro del «Sur maravilla», visitamos ayer con el obispo local, Don José, las periferias de la ciudad. Un 30% de la población vive, también aquí, en la miseria.

Isto É, en su último número, trae un largo reportaje sobre el hambre en Brasil. Hambre, crudamente tal, agudizado hoy hasta el límite del desespero.

Ha salido el sol. Y el verde habla, luminoso. Ara un tractor la tierra acolchonada de un cárdeno que promete la mayor fe­cundidad. Pasadas las crecidas vuelve la denodada esperanza del labrador. Contra las inclemencias, frente al hambre de Brasil.

Meditamos sobre Jesucristo, intentando conocerlo y acep­tarlo y anunciarlo entero, él mismo, viviente hoy.

En la luz recobrada de este sol, que solamente se ama bas­tante donde se siente frío y donde se vive oprimido bajo la nie­bla. El sol es un bien y una novedad -Jesús es la Buena Nueva-solamente para aquellos que lo necesitan y lo buscan.

42

Hemos empezado el día meditando el pasaje de los discípu­los de Emaús. Anochecía cuando lo descubrieron. Lo encontra­ron al partir el pan. Solamente supieron acogerlo como tal Jesús cuando se les ausentó.

Como un grito rojo, todos los pétalos abiertos al sol y a las miradas del pueblo, antes y después de la niebla, aquella rosa no escondía nada, no se negaba a nadie, nada temía. Era ella, íntegramente, allí, junto a la carretera. «Así es la rosa», diría Juan Ramón de la rosa y del poema. «Así es el amigo», ese hom­bre, esa mujer, ese cristiano o cristiana, se debería poder decir de cada uno de nosotros...

Me contaba la monjita alemana, riéndose de sí misma: «Yo voté por Hitler. La maestra de novicias nos dijo que siempre se­ría mejor él que los comunistas».

Zeffirelli acertó bellamente en la escena final de su película sobre Jesús de Nazaret. Él, Jesús, habla a los dos apóstoles y habla a todos lo que quieran escucharlo, mirándolos, mirán­donos hito a hito: «Yo estaré con vosotros hasta el fin». Esta palabra de Jesús debería ser como la conciencia de la Iglesia, la conciencia iluminadora y sustentadora de cada cristiano. Él está con nosotros siempre, a pesar de todas las dramáticas apariencias en contrario. Cuando lo llamamos, con la Esposa y el Espíritu: «Ven, Señor Jesús», es porque sabemos que no se ha ido...

Robaron las tierras indias y bautizan ahora las haciendas con nombres indios ausentes: Aritana, ¿dónde estás?

Bajo la tierra, los muertos piden los cantos de la tribu, y solo responden los bueyes pisoteando la paz invadida.

Aquí, donde la floresta un día irguiera sus arcos verdes, se arrastra el pasto exangüe.

El sol, que fuera testigo, se venga en suelo desnudo. Y por la carretera invasora el ave siriema cose una nostalgia

impotente.

43

Page 23: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Mi soledad soy yo. No hay compañía que me acompañe todo. En honda gran medida vivir es andar solo.

Vivir es ir poniendo el corazón y un pie detrás del otro sobre el camino que se vaya abriendo.

De Curitiba a Sao Paulo y de Sao Paulo a Uberaba nos acom­paña la lluvia. La carretera, después de Curitiba, por las hon­donadas del valle del Ribera, es una verdadera lástima. Filas interminables de camiones se arriesgan de bache en bache, bajo la lluvia, bajo la neblina. Como no había otro lugar, la em­presa de autobuses me ha puesto al lado del conductor. Habla­mos, leo, absorbo carretera, lluvia, verdes quebradas, llamas amarillas de ipé.

Camionero ha de ser paciencia con la empresa, con los pasa­jeros y con la carretera.

No dejar pasar puede costarle tan caro a él como a mí. Si nos damos el trompazo nos lo damos los dos.

El pluralismo -medito yo, porque habíamos hablado de plu­ralismo la noche antes- es un respeto mutuo. Ellos y nosotros hemos de dejarnos pasar. Para evitar trompazos que serán mal para todos. «No entran ni dejan entrar», decía Jesús. No pasan ni dejan pasar.

Ser camionero, en todo caso, es una dura y aventurada vo­cación. Sin casa, casi sin familia, sin tiempo. Es sábado, es domingo, en esta carretera; pero el camionero no tiene fin de semana.

Ellos lo dicen de la poesía. Podría decirse también de la evan-gelización. «Poesía es comunicación», afirma Vicente Aleixan-dre. «A la inmensa mayoría», estampa Blas de Otero al frente de uno de sus libros. «La poesía -dice aún Gabriel Celaya- no es un fin en sí, sino un instrumento para transformar el mundo».

44

Evangelizar es ir comunicando la Buena Nueva de Jesús a la posible inmensa mayoría, para ir transformando el mundo se­gún el designio del Padre de Jesús. Comunicar la Buena Nueva y comunicarse uno como Buena Nueva viviente. Ser evangelio, hacerlo, hacer Reino de Dios entre los hombres, transformando sus vidas.

Hablan de las reses con una precisión de detalles que me des­lumhra. Color, tamaño, porte, edad. El color, en una gama de matices y combinaciones que haría perderse a muchos pinceles señeros. Cada vaca, cada ternero, es una individualidad. Para este pueblo de vaqueros no existe el rebaño anónimo. Las reses viven, crecen, se pierden, se recobran, paren, mueren, personifi­cadas. Un buen vaquero las conoce una a una por su nombre. Y ellas lo conocen por su voz; por la ternura o por la orden con que las llama.

Como diz a historia a alegría vem da barriga, comentaba, refle­xivo, el sertanejo, hablando del hambre que arrasa Brasil.

El caballo, o el mulo, todavía es un vehículo habitualmente utilizado en esta Isla del Bananal. Toda ella sin carreteras for­males y lecho toda del río Araguaia, en sus 22.000 km2, sola­mente a pata de caballo y a remo de canoa puede ser transitada en ciertas épocas del año. A caballo, «de tropa». Y a caballo vi­sito, estos días, algunos núcleos de la isla. Para celebrar allí la eucaristía, bautizar cristianos nuevos y animar al personal. Yo, en la muía cenicienta, de cara pecosa, andadora firme, mansa. Mi acompañante, el bueno de Candinho, en el caballo alazao, marrón rojizo, entero aún y encrespado. De vez en cuando el alazao se negaba a caminar porque sentía el amor de las yeguas por los prados que atravesábamos. Relinchaba como un clarín y se encabritaba, rebelde, loco.

-La pasión, Candinho, hace perder el juicio hasta a aquellos que no lo tienen.

No estrelló a Candinho contra las alambradas o en la empali­zada del corral, porque estos vaqueros de la isla son maestros

45

Page 24: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

en el arte de montar. Pero fue una arriesgada lucha épica. Y el alazao terminó la refriega inútil con la barriga cosida por las es­puelas despiadadas.

Por lo demás, tampoco son raros los accidentes «de tropa» en esta isla de jinetes sabios. Hemos celebrado la misa en casa de Pedro Cunha, que lleva ya más de dos meses con la pierna en­yesada, porque el animal se le dobló en plancha, quebrándole el peroné. Hace cuatro días salió de la isla, con urgencia, el viejo Pimentel, también gravemente accidentado por caída de ani­mal. Y anteanoche el Zeca del carro de las naranjas era llevado a Gurupí vomitando sangre, porque una mala caída de caballo lo dejó con la hernia estrangulada.

Peixeira nao tem oragao. No hay rezo que le inmunice a uno contra un posible navajazo. El revólver puede fallar; el cu­chillo, no.

Esos hombres «primitivos» confían más en la acción inme­diata de las propias manos que en los artefactos mediadores de la técnica.

El ganado bovino se atasca, impotente, en las lagunas, y puede morir preso en el barro. Desde abril que no llueve en la isla. El pasto ralo amarillea apenas entre las grietas de la tierra blanca y ya no sustenta a las reses ansiosas. Vagan estas, leguas y más leguas, tras el pasto, tras el agua. Delgadas, sedientas, en­loquecidas, se echan en el primer espejismo de lodo que descu­bren. Beben quizás el agua turbia, pero ya no consiguen arran­carse del lodo. Controlar el ganado perdido, salvar las reses encalladas, es la nerviosa función de los vaqueros en estos días de sequía prolongada.

Dice Gandhi, un pacifista muy incómodo, un rebele por la justicia que hace la paz: «La explotación es la esencia de la vio­lencia». «Aquellos que están de acuerdo cuando dicen que la desigualdad debe ser suprimida, pero no hacen nada para com­batir ese mal, son incapaces e ineptos. A ese tipo de gentes no tengo nada que decirles».

46

Lo malo no es tener miedo. Lo malo es que el miedo nos tenga.

Tienen un peligro las CEB, claro. Pero no el que «ellos» les atribuyen, sino más bien un peligro antipopular. De la societas perfecta jerarquicista podríamos pasar a una societas perfecta de unas bases elitizadas. Eso negaría la misión eclesial de las CEB como fermento en la masa de la historia humana

Itaici3. Estudio y oración, encuentro y amistad, la paz de Itaici, pero amenazada por la coyuntura tanto política como eclesiástica. América Central, Nicaragua más concretamente, sufren un cerco más cerrado, como definitivo. Brasil se debate entre el desgobierno, el hambre, el desempleo y la prepotencia del FMI. Y la santa Madre Iglesia se repliega en «la gran disci­plina» de la catolicidad; alejándose del pueblo, ciertamente ale­jándose del Tercer Mundo.

«Si proyecto mi propia sombra en mi camino es porque hay una lámpara en mí que no ha sido encendida» (R. Tagore).

El dentista estaba de acuerdo conmigo. La tierra, la educa­ción y la sanidad deberían ser socializadas en el mundo entero. Un cierto derecho particular, concebible aún, sería estudiado y aplicado según las circunstancias concretas. Salvando siempre el derecho mayor del bien común que exige socialización, sin duda. ¿Es soñar demasiado en este mundo egoísta de la sacro­santa propiedad particular?

Lech Walesa ha recibido el premio Nobel de la paz. Es el pri­mer trabajador que lo recibe. Merecidamente, sobre todo si se tienen en cuenta los inverosímiles premios Nobel que se han llegado a distribuir... Pero Lech Walesa se expone a ser consi­derado como una especie de premio Nobel de la «paz ameri­cana», la triste pax romana de hoy.

3 En el Estado de Sao Paulo, una casa de retiro donde se realiza cada año la Asamblea Nacional de la CNBB.

47

Page 25: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Acabo de leer la entrevista que Walesa concedió a Oriana Fa­llad en marzo de 1981. Entre otras cosas, Walesa afirma categó­ricamente: «Me gusta Reagan. Sí, me gusta mucho». Espero que Walesa no sea capaz de confirmar ahora este cariño suyo por Reagan. O América Latina, y sobre todo Centroamérica, le ne­garían a Walesa, de plano, el premio de la paz.

Hemos celebrado una vez más, en las fiestas de la Señora Aparecida, el aniversario de la muerte de nuestro mártir, Joáo Bosco. Con la cruz, la luz, el agua. Quince confirmados en la misa del día 12. Y el pueblo inseguro, vacío el lugar. Muchos se han ido por motivos diversos. La tierra, los hijos, elgarimpo ten­tador. Sea por lo que fuere, todo Brasil se convierte cada día más en una agitada migración sin rumbo.

En el Congreso Ecuménico Internacional «Stauros», cele­brado en Itaici, hemos podido sentir todo el peso de la cruz que cargan nuestros pueblos latinoamericanos. El tema del con­greso era: «El sufrimiento humano y el compromiso cristiano en América Latina».

¿Cómo predicar la cruz hoy en una sociedad de crucifica­dos?, se preguntaba Leonardo Boff. Constataba, primero, que saber hablar de la muerte y de la cruz es el arte de las artes teo­lógicas. Predicar la cruz, explicaba Leonardo, significa predicar la asunción, la aceptación de nuestra propia existencia mortal, pero con soberanía y amor. Significa apelar, con realismo, a nuestra condición de pecadores. Anunciar el juicio de Dios y denunciar la injusticia. (No se puede predicar el fatalismo y el dolorismo, anticristianos.) Significa también abrazar la cruz y la muerte como precio a pagar en la lucha contra la cruz y la muerte. Nunca se puede soslayar la condición histórica que labró la cruz de Jesús y labra las cruces de los nuevos crucifica­dos de hoy. Es además, en sabia locura cristiana, sufrir la muerte y la cruz como sacrificio en favor de los mismos pro­ductores de cruz y de muerte. Es solidaridad con los crucifica­dos de la historia. Es convocar al amor revolucionario que com­bate los mecanismos productores de cruces.

48

José Míguez Bonino nos pedía: hacer memoria del sufri­miento; comprometerse con los que sufren; luchar contra el sis­tema que causa tanto sufrimiento. Dios, decía, no es apático ante el sufrimiento humano. Dios no lo decreta arbitrariamente. Dios no tolera la aceptación dolorista del sufrimiento.

Afirmaba Elsa Támez: no seamos «abogados de Dios a costa del hombre».

Decía un Santo Padre que «los oídos del pueblo son más an­chos que los labios de los pastores».

«Los hombres han dejado a Dios,/ no por otros dioses, di­cen,/ sino por ningún Dios./ Eso no había ocurrido nunca:/ que los hombres a la vez negasen/ a los dioses/ y adorasen a dioses» (T. S. Eliot).

Alceu Amorosso Lima resumió así, un día, su itinerario: «En mi vida intelectual he recorrido tres etapas. La primera, en la que predominaban las formas; la segunda, las ideas; la tercera, los acontecimientos».

Jerónimo Chahuie, periodista greco-católico, apunta con ob­jetividad incontestable: «Hasta que "el problema palestino" no encuentre una solución justa -a saber, que los palestinos pue­dan edificar una patria sobre su propia tierra-, todas las solu­ciones a los problemas del Oriente Próximo serán precarias».

Tawaráxouca, la joven madre tapirapé, pasa dos días aquí en casa, con su hijito, ya de cuatro meses, que nació sin tiroides. Vienen de Brasilia. Los acompaña Mirthes, nuestra eficiente en­fermera; feliz, porque se ha salvado un tapirapé.

Debajo de la mangueira, generosamente pródiga de ramas y hasta de fruta -nuestra capilla vegetal-, he empezado la gran cristología de Schillebeeckx, Jesús, la historia de un Viviente. Me sentía un poco como Natanael debajo de la higuera. Visto por Jesús. Buscándolo. Leer cristología me parece ahora hábito con­natural a mi fe, para todo el resto de la vida. Hasta que pueda leerlo a él, cara a cara, glorioso junto al Padre.

49

Page 26: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

NOVIEMBRE

Respondo al P. Llanos, el profeta del Pozo, que me escribió hace tiempo una carta conmovedora, testamentaria: «Pero es­toy ciego, cascado y con mi fe más honda que nunca, pero menos "eclesial" que nunca; harto, fracasado -también Él fra­casó en la historia-, me dan de lado los míos, que me conside­ran hereje. Entonces me encierro en mi chabola, me desahogo con Jesús, "parto el pan" y bebo de su copa... esperando, abierto a la llegada suya...». Y termina dándome este su­premo consejo evangélico: «No dejes nunca a tus pobres, que son los de Jesús».

La invitación es tentadora. Van «a reunirse militantes y teólo­gos venidos de las cuatro esquinas del mundo; pertenecientes a diferentes denominaciones cristianas, con militancias diversas; pero que creen en un solo Jesucristo, usan el instrumental del análisis de clase y tienen por objetivo de su acción una sociedad cualitativamente diferente, en la que unos pocos ya no se apro­pien más del fruto del trabajo de todos y en la que una de­mocracia real abrace todas las dimensiones de la vida en so­ciedad».

Para soñar y para luchar, ¿por qué no? O la vida ya no vale la pena, aun sabiendo que vendrá la sobrevida, ya sin ensueños necesarios, ya sin lucha.

«Qué le voy hacer: yo soy un hombre que deu certo». Casó con Miss Brasil. Dirigió el atentado contra Carlos Lacerda. Discur­seó en campañas de Prestes. Fue bandido. Ya mató a muchos. Es muy rico. Conoce muchos países, y en Paraguay ganó el tí­tulo de «Don». Indio italiano. Con nombre de alto nivel empre­sarial. Y ahora fazendeiro entre nosotros. Pida, me decía; quiero ayudarle. Conozco muy bien su historia. Ya sabía que usted era español...

Así se presentó y así me abordó el hombre en la cocina de casa. Con Paulo Gabriel e Irene presentes, para mayor tranqui­lidad mía. Había bebido, claro, pero estaba suficientemente lú-

50

cido. Como un inquisidor. Toda una novela «ejemplar». Ade­más era abogado y químico. Y estudió teología y era muy capaz de decir misa. ¿Quién le tose? El chofer de su camión estaba como una cuba. Y se fueron noche adentro los tres, o los cuatro -ellos dos, el camión y el alcohol-, fantasmagóricamente.

Celebramos misa de difuntos por la tarde del día 2, en el viejo cementerio a orillas del Araguaia. Las aguas se lo llevan poco a poco. Y hay muchas cruces a medias. Muchas cuevas sin nombre. Anónima, la tierra, la vida, la esperanza sepultada. Pero la eucaristía nos congrega, hasta a los más distraídos, y re­cobramos la memoria de todos esos muertos olvidados. Ha llo­vido durante el día. Arden las velas y sale, como a tiempo aún, antes del ocaso, un sol de oro. «Somos hijos con el Hijo -nos ha recordado Pablo- y seremos coherederos con él». No hay anó­nimos para Dios.

Este cuerpo se queda aquí, deshecho; vuelve al polvo. Nuestra corporeidad -esencial par el ser humano- permanece para siempre. Esto es resucitar. Se siembra un cuerpo mate­rial, resucita un cuerpo espiritual. La corporeidad sería nues­tro modo característico de relacionarnos también: entre los humanos, con el universo y hasta con Dios. No somos espíri­tus. Somos personas. «Con estos mis ojos veré a Dios», puedo seguir diciendo con el Job antiguo, aun después de las más modernas teologías. Nos veremos nosotros, humanos siem­pre, veremos, siempre humanamente, aun cuando veamos «en su luz». La corporeidad humana es indestructible. Será transformada. El cuerpo mortal, paciente, limitado, opaco, será transido gloriosamente por el sol de Dios cuando ama­nezca para cada uno el Día.

Teresa, veintipocos años, médica y valenciana, visita las al­deas tapirapé y karajá. Y de pronto descubre sobresaltada que en la noche de una aldea indígena las estrellas son estremece-doramente próximas. Millares de luciérnagas la circundan. En Valencia -aún tan mediterránea- no es así; las estrellas están

51

Page 27: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

lejos. Yo voy a las mismas aldeas dos días después. Y por el ca­mino nos sorprenden -ingenuamente descontrolados, como es-trelluelas perdidas- los semaforillos de las lechuzas: esos sus ojos atónitos.

Estamos haciendo retiro espiritual bajo la animación caris-mática del Alfredinho de Crateús, y de Suiza, y de los campos de concentración, y de los prostíbulos. Hemos tenido antes tres días de encuentro del equipo pastoral. Para revisión. Con cierto carácter de urgencia. Estamos en hora de transición, y es provi­dencial que reflexionemos y recemos esta hora, precisamente aquí, en la casa-iglesia del cerro de Santa Terezinha, cuna ecle­siástica de nuestra región. Nos sentimos inseguros, despojados, convocados a la creatividad. Y será luego Adviento. Y ya es la estación fecunda de las lluvias. Va a crecer el Araguaia y todo verdea.

El desafío mayor es posibilitar en la región una Iglesia autóc­tona, en ministerios, en organización, en economía. Un desafío al que no alcanzaremos a responder pronto. La convivencia, la vida comunitaria de los equipos, es siempre una piedra de to­que. Aceptarse, compartir en profundidad, orar juntos, comple­mentarse. Llegamos a la conclusión de que cada equipo local debe ser, por lo menos, de cuatro personas. Por las distancias que nos cercan, por las atenciones obligadas al sertao. Nos falla el método en el trabajo popular. El cómo siempre se torna más difícil -porque es más concreto y más diario- que el ideal del objetivo. Debemos radicalizar más en la pobreza, en sintonía con la vida precaria del pueblo. Y debemos mantener la profe­cía en alto. Hay dificultades, quizás incongruencias, en la rela­ción Prelatura-alcaldías populares. Todo es algo muy nuestro. Y a veces se hace ambigua la relación. La autonomía de las or­ganizaciones y movimientos populares es siempre una norma sagrada.

Hemos relanzado unas pistas para reformular los objetivos y actitudes de nuestra Iglesia -y más concretamente del equipo pastoral-, porque aquella hoja histórica de objetivos que for-

52

muíamos en 1972 ha sido desplazada, en parte, por la nueva realidad de la región y por el camino que nuestro pueblo y nuestra Iglesia ya han andado.

El retiro con Alfredinho ha sido bastante contemplativo y de profunda revisión interior. «En la búsqueda del Dios vivo». Respirar el aire, la luz del día, este Araguaia, el sertao, sus pája­ros, el universo todo, todos los hermanos..., respirar a Dios. Ex­pirar el egoísmo, el miedo, el mal; el pecado del mundo, el pro­pio pecado.

Cuando el mal se presenta como un «misterio», fácilmente se impone ante él la pasividad. ¿Cómo reaccionar ante lo numi-noso? Y, sin embargo, algo tiene de misterioso el mal del mundo. Alfredinho habla de Satanás con mucha convicción. Todos somos un poco Satanás, seguramente.

«No podemos dejarnos atropellar por la historia», decía Dom Manuel Vieira, el heroico obispo de Mampula. «Hay que ayu­dar a nuestro pueblo a crear resistencia para no pasar a imitar al opresor», dice Alfredinho, apóstol de la no violencia.

Completando sugerencias de unos y otros, podríamos decir que la mística de la espiritualidad de la liberación ha de ser la infancia espiritual, las bienaventuranzas, el Siervo sufriente, el Magníficat, la victoria del Crucificado resucitado.

El desierto es un «lugar» de despojamiento, de interioriza­ción y de silencio donde se hace la purificación hasta de la idea «nuestra» que tenemos de Dios. Entramos en el desierto en compañía de Jesús, que en el desierto venció la tentación de otro posible reino y optó fielmente por el Reino del Padre. En­tramos en el desierto con el pueblo de Dios, que, una vez libe­rado exteriormente del cautiverio, fue siendo liberado interior­mente en el desierto. Con María, la mujer del desierto casero; con todos los santos del desierto, con todos los pobres del de­sierto. En el desierto, Dios habla. Se prueba la fidelidad a la alianza. Se despoja uno, o Dios nos despoja. Solo por el desierto se va a la tierra prometida.

53

Page 28: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

¿Consignas?: Oración contemplativa. Despojamiento y pobreza. Comunión que comparte. Profecía que da testimonio.

Alfredinho -tan guasón como místico; todos los místicos son un poquito guasones- nos cuenta esta parábola: el campesino plantó muchas cañas de azúcar; tantas que llegó a perderse en el cañaveral... Hasta que vino a entender que era hora de hacer dulce de caña de azúcar, «rapadura». Tem hora de plantar, tem hora defazer rapadura.

Solo se puede ser ecologista en la austeridad fraterna, nos re­cuerda el hermano Nery. La catequesis, recuerda él también, es un proceso lento y permanente, de apertura, de acogida, al mensaje que alguien me dice con su vida y con su palabra. Ese alguien es, en mayor y definitiva instancia, la comunidad ecle-sial. «Hago eco» dentro de mí al mensaje del Señor, a fin de que ese mensaje me alcance el ser entero y renueve también fuera de mí, catequizado-catequizador. Hago eco para crear resonan­cias. Es la traditio de la fe. Sí, la catequesis es un problema de eclesiología. La Biblia es el gran texto de catequesis... Del 25 al 28 de noviembre hemos celebrado, en el Centro de Treinamento de Líderes de Goiánia, la X Asamblea Eclesial del Regional Centro-Oeste. Y el documento 26 de la CNBB -Catequesis reno­vada- ha sido la base de estudio y de intercambio en nuestra asamblea.

Después, los obispos y algunos sacerdotes hemos estudiado el nuevo Código de derecho canónico (CIC) bajo la dirección de P. Jesús Hortal, comentarista del mismo en la edición brasileña. Es bueno saber que el nuevo Código ha de ser interpretado a la luz y según el espíritu del Vaticano II. Quizás su letra no siem­pre responde a ese espíritu, continúo pensando yo, con otros muchos, en la Iglesia. El papado ha sido reafirmado con una cierta prepotencia no tan favorable a la colegialidad responsa­ble y al ecumenismo. El Vaticano II, que «ha sido excluido de la

54

estructura formal del nuevo Codex» {Concüium, n. 187), queda desdibujado y como relegado. Es aún muy clerical el CIC. Y en él las mediaciones de corresponsabilidad se reducen dema­siado a lo consultivo. La curia romana -nuestra cruz eclesial-sigue intacta, inefablemente intacta. Y nada cambia tampoco por lo que se refiere al nombramiento de los obispos.

DICIEMBRE

Hermosas palabras -tan razonables para nuestra fe- estas de Jean Prévost a propósito de Jesús: «No creer en él es dudar de nuestro corazón, donde está su Reino». Si algo buscamos en la vida como personas responsables o en comunidad corresponsablemente aglutinada es eso que Jesús llama el Reino. Toda inquietud hu­mana profunda, toda lucha social humanamente digna, claman por el Reino; lo sueñan; quieren traerlo. Somos, en última instan­cia, el Reino que nos es dado y que hacemos día a día y hacia el que vamos anhelantes. «El Reino de Dios está dentro de voso­tros». En nuestra ultimidad somos el Reino.

Acertada, en su pasión latinoamericana, la respuesta que Graham Greene pone en boca del joven cura: «La violencia es una imperfección de la caridad, pero la indiferencia es la per­fección del egoísmo».

Llueve mucho. El autobús, de Goiánia a Barra do Garbas ha encallado esta noche en el barrizal y hemos llegado tarde a Ba­rra. Solo mañana proseguiremos el viaje hasta Sao Félix. Debajo de la lluvia realizamos, en Goiánia, hoy, día 30 de noviembre, el lanzamiento en el Estado de Goiás de la Campaña Nacional Pro Reforma Agraria. La represión lanzó una bomba «polvo de China» en el gimnasio de la Universidad Católica, donde está­bamos reunidos seis o siete mil personas, labradores en buena parte, para el lanzamiento de la Campaña. Ni la lluvia ni la re­presión impidieron el gesto, colectivo, contundente. En todo Brasil la reforma agraria se ha tornado una bandera popular

55

Page 29: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

actualísima. No va a ser inmediatamente, pero ya está siendo. El pueblo la hace, ocupando tierra del latifundio, impidiendo la usurpación o grilagem, afirmándose, terco, allí donde vive y tra­baja. La CPT -nuestra incomprendida y querida CPT- está ha­ciendo una eficaz contribución.

El acto -pasacalles, pancartas, cantos, gritos de lucha, discur­sos- fue conmovedoramente bautizado por la sangre reciente de Marcal Tupá'í -el indio guaraní del Mato Grosso del Sur que hablara, tan incisivo, al papa en el balcón de Manaus-. Mártir ahora de la tierra; mártir de la incansable búsqueda guaraní ha­cia la Tierra sin males. Descanse en paz, ya dentro de ella. Y no nos deje sosegados hasta que la alcancemos. El lo había profeti­zado: «Nos matan como a animales». Tres cuchilladas lo mata­ron, tres cuchilladas al servicio del latifundio, por la noche, en la aldea Campestre.

Los gastos militares en el mundo -en este mundo que llaman civilizado y hasta cristiano- suman el diabólico despropósito de un millón de dólares por minuto.

Víctor Codina, teólogo catalán, escribe justamente: «He ex­perimentado (o, mejor dicho, he padecido) aquello que Mara-gall denomina "escalofrío", esgarrifanga, desde donde brota no solo la poesía, sino también la teología viva. Este escalo­frío no es solo de admiración, sino también de indignación y protesta ante una situación de injusticia contraria al plan de Dios».

Más sangre, más vidas humanas segadas por la ambición del latifundio. Cinco de una vez. Y hasta la vida tierna de un chi­quillo de diez años. En nuestro Porto Alegre. Por los pistoleros de la Frenova y la Piraguassú. Estamos viviendo un clima de indignado estupor y de oración desolada. La Navidad se acerca como una esperanza imposible. ¡Señor, naciste en vano! Ven otra vez, ven «de otro modo», ven, Señor Jesús.

En el bicentenario de Simón Bolívar adquiere una dramática actualidad su frase de profeta latinoamericano: «Los Estados

56

Unidos parecen destinados por la Providencia para sembrar América de miserias en nombre de la libertad».

Sin tener aún todos los datos claros, sí está clara la perversa prepotencia de la Frenova y la Piraguassú en Porto Alegre y Ca-nabrava. A finales de noviembre las dos haciendas combinaron, en Cuiabá, con el Gobierno del Estado, una acción decisiva sobre el área destinada a la destilería Rio Sabino del proyecto Pro-alcohol. Gerente del proyecto, el Velho Juca, jefe de una banda de pistoleros que ha sembrado el terror, estos días, en la región de Porto Alegre. Mancomunados, las haciendas, sus pistoleros y la policía.

El día 10 -con la presencia de numerosos labradores sindica-lizados y miembros de las diferentes comunidades de la Prela­tura; presentes también activamente los tres alcaldes de oposi­ción, Tadeu, Pontim y Diá- celebramos un intenso acto público de protesta y solidaridad: comunicaciones de testigos, marcha por las calles con pancartas muy explícitas, discursos y proce­sión hasta el cementerio. Allí, a la luz del sol y de la historia, de­lante de las fosas aún recientes, maldijimos solemnemente, el pueblo y yo, esas dos haciendas y sus codicias; trece años de agresiones, de calumnias, de opresión sistemática. Después he publicado esta «excomunión colectiva» en una carta pastoral de Navidad. Pastoral diferente, Navidad accidentada. Buena Nueva y mala noticia simultáneamente anunciadas, según los espíritus, según la acogida. Canuto y María José -la eficiente abogada de nuestros sindicatos- acaban de redactar un informe completo sobre los acontecimientos de Porto Alegre y Cana-brava. No con la ilusión de pensar que las autoridades hagan justicia -que no la harán-, sino para esclarecer la conciencia del pueblo y de cuantos caminan en la misma causa.

Entretanto, cara y cruz de la cruz cristiana, el día 18 inaugu­rábamos, en Sao Geraldo do Araguaia, la iglesia del Cristo libertador. Levantada, como una señal, sobre el monte de mu­chos sufrimientos y esperanzas campesinas. Dom Aloísio Lors-cheider presidió la ceremonia de la consagración del templo símbolo. Y en la misma misa fue ordenado sacerdote el diácono

57

Page 30: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

cearense Luciano, generosamente venido al Araguaia desde la fe y la sequía del nordeste.

La fiesta fue un desquite popular. Contra el miedo y la repre­sión. Un carnaval luminoso de fe y lucha agraria.

El 17, por la mañana, los padres Arístides y Francisco y los trece posseiros presos recibían orden de libertad. Después de 28 meses de inicua, pero testimoniante presión.

En el nuevo templo, a orillas del Araguaia, río símbolo tam­bién, de misión, de luchas y de martirio, una pinturas de Mario y Ricardo perpetúan a los ojos del pueblo la trayectoria cris­tiana de nuestra región. Crucificados con Cristo, con él victorio­sos. Como en las viejas catedrales de Europa, las pinturas ha­ciendo su sermón colorido. Ricardo reproduce en tres cuadros al Resucitado volcándose, como un camino, como una mirada de garantía, sobre la comunidad en marcha:

Olhar ressuscitado todo teu Corpo, acompanhando a marcha lenta do povo.

He pasado la navidad en Serra Nova. Acompañado por el je­suíta mexicano Roberto, que está de año sabático. «¿Navidades blancas?». ¡Verde Navidad! Porque el campo está de un verde profuso, incontenible.

Verde, verde, verde, verde está mi Paz.

N. N. está unos días con nosotros. Recuperándose lenta­mente en una espera ansiosa. El ser humano es una orfebrería delicada, un misterio de fuerza y fragilidad.

Esperando conducción para Serra Nova, Roberto y yo pasa­mos casi un día entero en contactos pastorales.

Un ex jefe de puesto de la FUNAI maldecía la vida de ciu­dad. Descalzo, escupiendo por la presión de las lombrices, in­quieto, con hambre, alucinado.

58

Un asesino esposado; peón que acababa de matar a otro peón, en Porto Alegre. En sus treinta y dos años, decía él, nunca fue detenido; y ahora mató.

Un funcionario de una hacienda del Xingú, después de casi treinta años de vida matrimonial, se separó de la mujer y de los hijos y vive ahora perdido en la floresta, sintiendo la nostalgia hasta las lágrimas. Intentará volver. Sensible, ha intercedido por el asesino, consiguiendo que le quitaran las esposas.

La carretera es la vida. Por ella pasamos todos. Y Dios tiene su «punto de parada», como los autobuses.

La gloria será

en gran parte un recuerdo agradecido.

59

Page 31: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

1984

ENERO

No es George Orwell quien define los años y su signo. 1984, como todos los demás años de la historia humana, será un año de gracia y libertad y, por eso mismo, de santidad y pecado, de cobardías y de heroísmos. Pero sobre todo de gracia, porque Él es el Señor de todos los años.

Con frecuencia los que más critican son los que menos ha­cen. La frustración interior se vierte hacia fuera en censuras impertinentes. «Impotentes» en el servicio, viven de evaluar lo que fue mal hecho, lo que no se hizo, lo que se debió hacer. Nunca recuerdan lo que ellos no hicieron o hicieron mal. Se han anquilosado en su lucidez. La mejor crítica es una agresiva y esperanzada actividad. La mejor autocrítica es el servicio desinteresado. La crítica y la autocrítica no pueden ser tijeras para cortar las alas. Han de encauzar lo bueno y alentarlo. Vo­lar ya es cansino en este mundo de arrastrados. No impidamos el vuelo de los generosos.

Un tal Luís Aracil, profesor no sé de qué, declaró en la prensa diaria de España: «El catalán habrá desaparecido como lengua a principios del siglo xxi». Lo cierto es que a principios del si­glo xxi nadie recordará al profesor Aracil. O quizás alguien lo recuerde, con benevolente ironía, para decirle, en catalán, que el catalán continúa siendo la lengua viva de un pueblo a princi­pios del siglo xxi...

El tema de estudio del equipo ha sido la migración europea a Brasil y las posteriores migraciones internas. ¿Un «destino

61

Page 32: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

nacional»? Un drama, ciertamente, hoy sobre todo, cuando se acumulan encima del 80% del país el paro, la carestía, el ham­bre quizás. Una masa de más de treinta millones de fluctuan-tes, sin suelo firme, como sin identidad social. Porque el emi­grante tampoco existe como emigrante: pasa; viene de; va hacia o cae en..., dejando sin embargo, doloridas, sus raíces y afrontando los riesgos de lo desconocido. Sintiéndose fuera de lugar, fatalmente fuera. «Tuve que pasar en Sao Paulo dieci­siete años para convencerme de que nunca más volvería al campo», decía un campesino caído en la abrumadora metró­poli paulistana.

«Jesús es una parábola viva de Dios en la solicitud por el hombre y su historia de dolor, por los publícanos y pecadores, por los pobres, tullidos y ciegos, los desheredados y los poseí­dos por "malos espíritus". Así es como de hecho cuida Dios de los hombres. En la historia de Jesús se cuenta la historia neotes-tamentaria sobre Jesús, respuesta de los primeros cristianos a la historia del mismo Jesús. Todos los relatos sobre la vida de Jesús reviven, por tanto, en la vida o en la historia de la comunidad creyente. La Iglesia se convierte así en una comunidad de histo­ria y de mesa, formada por hombres (y mujeres) abiertos a la fuerza crítica de la parábola viva de Jesús. También nosotros podemos escuchar de esta forma la historia de Jesús. Y ante nosotros se plantea la pregunta de si nos atrevemos a arriesgar nuestra vida por ella» (Schillebeeckx).

Hay que tomar nota. Para ayudar a ver a los ingenuos. Para dejar sobre la memoria mártir de Marianella el detalle -rojo, blanco, estremecido- de una nueva certeza: «La Federación In­ternacional de los Derechos del Hombre (FIDH) afirma que Marianella García-Villas fue interrogada, torturada y asesi­nada en la Escuela Militar de la Fuerza Armada de El Salva­dor». Así el boletín mensual de la Comisión de Derechos Hu­manos de El Salvador, Nuestra voz no la callarán nunca, 31 de diciembre de 1983.

62

Al presentar la carta pastoral en la que los obispos filipinos exigen la revocación de todos los decretos represivos, el profé-tico arzobispo de Manila, cardenal Sin, proponía la concesión, a título postumo, del premio Nobel de la paz al líder de la oposi­ción asesinado en agosto último. Asesinado por la misma re­presión, sin duda. Y el cardenal Sin daba un argumento, tan nuevo como evidente: Aquino, con su muerte, arrancó al pue­blo filipino de la apatía de once años de una ley opresora. Hay muertos que resucitan a todo un pueblo.

Solo te pido el milagro de seguir creyendo en Ti cuando algunos que llamaste te abandonan, cuando muchos que te aman no se atreven a arriesgarse por el Reino; cuando yo, que te he jurado tantas veces la total fidelidad, me reduzco a las vulgares observancias. ¡El milagro de seguir creyendo en Ti mientras me hundo en el lago!

El gato quiere movimiento. Lo impone a sus víctimas. Al gato le gusta matar jugando. Tiene una grotesca vocación de torturador por cuenta propia. Los sapos, las cucarachas, los es­carabajos, las lagartijas, han de moverse, tienen que huir, inútil­mente; porque él, el gato, nuestro leonado Geró, nieto de la vieja gata Geró, que murió de tanto parir, acecha inmóvil a sus presas: las estimula, pero las retiene, las sabe suyas y quiere que ellas lo sepan. ¡Dictadorcillo doméstico!

Maria-Aurélia Capmany, «Dia rera dia», en «Serra d'Or», re­cuerda un dicho ejemplar que Josep-Anton Grimalt le oyó al sa­bio Coceriu: «Una vez un judío fue a encontrarse con Jehová y

63

Page 33: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

le dijo: "Señor, estoy desesperado, mi hijo se ha hecho cris­tiano". "Calla, hombre -le dijo Jehová-, el mío también". "¿Y que habéis hecho, Señor", le preguntó el judío. "Pues mira -dijo Jehová-: un Nuevo Testamento"».

Recordar es garantizar la continuidad consciente y autocrí­tica de la vida. Programar o soñar es garantizar su continuidad esperanzada. Actuar es garantizar su realidad. Solo recordar podría ser melancólica nostalgia. Soñar solamente sería eso, so­ñar. Y la vida no es sueño, que nos perdone Calderón.

Saludar, desde aquel espíritu de acogida que nos ha traído Jesús, ya es evangelizar. En principio hay que saludar a todo el mundo. El saludo de un obispo, de un sacerdote, de un agente de pastoral, tiene además una explícita connotación evangelizadora por ser de quien es. Siento que saludando pro­clamo el evangelio, anuncio la paz, hago referencia al Dios vivo y acogedor.

-5» Domingo de las bienaventuranzas. Si es verdad que todas ellas se reducen a la primera -bienaventurados los pobres-, la pobreza, esa pobreza, y solo ella, define, según Jesús, la verda­dera felicidad. No tener demasiado. No tener solo para sí. No tener a costa de los otros. Tener para servir. Hacer que todos tengamos por igual. No ser «tenidos» por nada. ¡Bienaventura­dos los que saben tener y dejar de tener así, porque de ellos es el Reino!

El viajero del autobús, detrás de mí, cuando pasamos junto a unas chozas de caza que los indios xavante habían levantado cerca de la carretera, no pudo contenerse: «Pero, ¿será posi­ble?». No respondí. Él hablaba demasiado, lo sabía todo y ha­blaba gritando. Imaginé que no sabría oír... pero me vinieron a los ojos, como una visión de angustia, esos agujeros de ce­mento amontonados uno encima del otro, seis, diez, veinte, cuarenta pisos, en el aire sin aire, lejos de la tierra y de sus ver­des. Morada de los civilizados, morada permanente, y no pre­cisamente una tiendecilla de paja, provisional, para cazar.

¿Cómo es posible?, me decía yo. ¿Cómo es posible morar en esos agujeros? Y tantas «casas baratas», las favelas, las colme­nas, los millones de exiliados, emigrantes, sin casa ninguna, sin madriguera o nido estable, como el Hijo del hombre. ¿Cómo es posible?

Hay un desvío en la carretera. El cartel avisa. Pero hay carre­teras que son, por entero, un desvío. Vidas enteras desviadas. Hay que avisarlas. Caminan fuera del Camino. A no ser que el Camino vaya por dentro, en el desvío también. Porque Él re­suelve misteriosa y misericordiosamente -más allá de nuestros alcances, al margen quizás de la ley- muchos problemas de obras públicas en su Reino.

FEBRERO

Reagan quiere darle la razón a G. Orwell. Acaba de lanzar enlo-quecidamente el mayor presupuesto militar de los Estados Uni­dos desde la Segunda guerra mundial.

«Llenos de Ti mis huesos, pero humanos». Podría ser tam­bién mi biografía este endecasílabo acabado de Panero.

Mala presentación. El juez que nos acaba de llegar se ha pa­sado tres días «tomando». Solo el lunes «se enderezó», atesti­gua el muchacho que me da la información. ¡Mal parada la jus­ticia regada con mucho aguardiente!

La razón, la motivación, el objetivo, las reacciones más o me­nos conscientes, las acciones mayores o más cotidianas que uni­fican nuestra vida nos identifican, constituyen nuestra persona­lidad, nos hacen diferenciadamente tal persona.

Hay un modo de preguntar que equivale a valorar. Cuando le pregunto lo que sabe responder. Cuando se lo pregunto a él precisamente, como quien se acerca a un especialista. Una res­puesta feliz es una autoafirmación. A veces hay que preguntar

65

Page 34: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

lo que no nos interesa siquiera... porque al otro sí le interesa responder.

El hanseniano hablaba de su cuñado gravemente enfermo. «Si es cáncer -decía-, y a su edad, solo le quedan Dios y el ba­rro». Y levantaba al cielo las manos comidas y las inclinaba ha­cia la tierra.

Alfredo Pérez nos envía su opúsculo Diario de un testigo, de­dicado a los mártires claretianos de Barbastro. No sé en qué lí­nea anda hoy -ya febrero de 1984- la polémica española en torno a los mártires del 36. Para mí no hay duda: esos claretia­nos de Barbastro son mártires. Y, como ellos, lo son también muchos otros hombres y mujeres asesinados en la revolución española. Como lo es Romero. Y como lo son los tantísimos centroamericanos anónimos que hoy mismo están dando con su sangre la prueba mayor. Tampoco hay duda para mí, con res­pecto para muchos mártires del pueblo, de la justicia, de la li­bertad, de la esperanza obrera, que cayeron del otro lado español. Si es este el momento oportuno para canonizar, sa­biendo sobre todo cómo se canoniza en Roma y cómo sería re­cibida en España esa canonización, ya es otra cuestión político-pastoral...

Nosotros, sin esperar, hemos canonizado a san Romero de América y a san Joáo Bosco de Ribeiráo Bonito.

Volviendo a Barbastro, creo que ellos, los claretianos márti­res, dieron un testimonio incuestionable y conmovedor. Como en los mejores días de los testigos primeros. Y la homilía que pronunció Monseñor Damián Iguacén, obispo de la diócesis del Vero, el día 15 de agosto de 1973, ya es por sí sola un decreto de canonización local. Como dice Alfredo, un documento, «lección de puro saber teológico y de seriedad histórica».

Particularmente míos esos mártires, por ser claretianos y por ser de Barbastro.

Tarde de domingo, tiempo de visitas. La vieja calle del Pingo -ahora «rúa do Esporte»-, tan bulliciosa un día de pros-

66

titutas y peones, está casi desolada. Todavía alguna pared de color chillón, el nombre de algún bar y los ojos cansados de al­guna Magdalena. La Maria N. N. -Magdalena ella también en sus buenos tiempos, cuando, dicen, era muy hermosa, madre y patrona de Magdalenas, aliada y comandante táctica de po­licías- me invita a sentarme en la acera y me pregunta si habrá misa hoy.

El campo de fútbol, que fue la plaza total de Sao Félix, acoge aún a los jugadores, ya menos identificados, mezcla de nativos y funcionarios sureños ahora. Sao Félix ya es muchos Sao Félix. Los cuatro bancos, los organismos oficiales, la Vila Santo Anto­nio -con sus mansiones en medio de los ranchos todavía de paja-, los transeúntes que nadie conoce, la televisión -dema­siado conocida-, han desdoblado a Sao Félix en muchos nú­cleos de intereses. Antes, el Araguaia y el campo de fútbol nos unían a todos, de una vez. Nos veíamos siempre y nos acompa­ñábamos paso a paso. Ahora coexistimos. Pequeñita en número -cinco o seis mil habitantes-, Sao Félix ha pasado a ser, en su aire distanciador, lo que se llama una ciudad

La buena Eva acaricia y controla a sus nietos. Una abuela, se­gún el decir popular, es dos veces madre. A veces, la única ma­dre segura y con garantías de estabilidad, en este mundo de madres solteras y de matrimonios frágiles

La sequía ya está preocupando a todos. El arroz «soltando ca­cho» se va a perder. Pasan los días, se forma un «tiempo bo­nito», las nuevas oscurecidas, refrigerado el aire, con algún re­lámpago incluso guiñando insolente a nuestra expectación, pero no llueve.

Como dois c dois sao quatro/ sei que a vida vale a pena,/ embora o pao seja caro/e a liberdade pequeña... También hoy nos sirve, reac-tualizado, este poema del actualísimo Ferreira Gullar. Que para ser lo que es, solo podía llamarse José Ribamar, maranhense desde el hondón del alma hasta la punta airada de los cabellos. Su Toda poesía es poesía toda ella: humana, luchadora, servicial.

67

Page 35: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«Soy un hombre común, dice, y no veo en la vida ningún otro sentido a no ser luchar juntos por un mundo mejor. Quiero apo­yarme en ti y ofrecerte mi brazo, que el tiempo es poco y el lati­fundio está ahí, matando. Somos muchos millones de personas comunes y podemos formar una muralla con nuestros cuerpos de ensueño y margaritas».

Me escribe un lingüista que no es alemán, pero reside en Alemania. Me escribe desde Colonia y me agradece la carta circular. Sobre todo, dice él, «la disposición para la lucha, que hace falta aquí». Y sigue: «Después de una gran movilización de masas para grandiosas manifestaciones contra la instala­ción de misiles -que no fue posible impedir- , ha venido la gran resignación, ha crecido el desinterés. El mucho paro (casi tres millones, más del 12% de la población activa), el deterioro de la previsión y asistencia social, la división de los sindica­tos, todo eso lleva al egoísmo, al abandono de una resistencia en la solidaridad. En los medios de comunicación social aumenta la desinformación, la estupidez, la brutalidad. El ejér­cito se regocija ante el aumento del número de voluntarios. La xenofobia y las actividades neonazis crecen; los pobres turcos podrán ser los judíos del futuro; pero también los yugoslavos, los griegos, los españoles, los portugueses sentirán las conse­cuencias. Hay alguna resistencia, pero poca. La alienación es grande». Así me escribe el lingüista amigo, y así lo copio. Pero termina: «Tal vez a mediados de febrero surja una luz en el horizonte».

Que la catedral de Colonia sea testigo, una vez más, de una Alemania nueva, sin guerras y sin Hitlers. Yo creo aún en la vieja Europa, humana antes que europea. Ya no será la dueña y señora del mundo; ni debe pretenderlo. Sea ella fraternalmente, con los otros continentes, también ellos.

Ha muerto Jorge Guillen, en Málaga, cerca del mar. Con no­venta años. «Asombrado ante el existir» escribió su Cántico. Pero sensible a todas las humanas vicisitudes y siempre «a la al­tura de las circunstancias» escribió también su Clamor.

68

Ahora, que para él «el mundo está bien hecho definitiva­mente», «es (sin ocaso) el día del Señor». Que viva escuchando «cántico sobre clamor» el poeta contemplativo.

«Yo soy mi suma», decía. Poeta mayor entre los grandes del nuevo siglo de oro español, pudo haber sido platónico, pero fue irrenunciablemente castellano. Ante «la integridad del pla­neta», nunca dejó de ser «el pie caminante». Sus muertos zapa­tos, «cristianos servidores», que supieron «de andaduras palmo a palmo», ha llegado a la casa de Dios. Sin zapatos los pies, el alma sin pesadumbre, Jorge Guillen ha entrado en la quietud, en el resplandor.

Un compañero obispo me cuenta que el papa, en el último sí­nodo, culpó a la teología de la liberación por las tensiones y divi­siones que experimentamos dentro de la Iglesia, más concreta­mente en nuestra América Latina. Hablaba el papa con un arzobispo del continente, brasileño por más señas, y añadía más: la teología de la liberación podría llevarnos, incluso, a un cisma.

Creo sinceramente que hay alguien interesado en informar mal al papa, para alarmarlo. Creo que le llega demasiado per­sistentemente la misma única fuente de información. Causa de tensiones y hasta de divisiones lo es, sin duda, la teología de la liberación, pero en el sentido evangélico del versículo 35 del ca­pítulo 2 de san Lucas. Los corazones de muchos quedan al des­cubierto a la luz de esta teología.

Diariamente algún enfermo o el pariente de un enfermo llama aquí, a casa, pidiendo ayuda, orientación, salud. Cada vez más, en estos casos, se me pone de pie en el alma el Jesús del evangelio, acosado por los enfermos y necesitados. Y siento que, como él, hay que tener siempre un milagro a mano. Una ayuda, una palabra de consuelo, un gesto evangélico. Nadie debería salir defraudado del contacto con un seguidor de Jesús.

Teófilo me escribe desde Panamá y me envía la declaración final del Encuentro Misionero Claretiano del Caribe y la Ama­zonia, celebrado en Colón del 16 al 26 de enero último. «Opta-

69

Page 36: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

mos por el Dios de la Vida» (frente a los poderes de la muerte). Este es el título del mensaje-compromiso que se deshoja en cinco partes:

- «Hemos visto el poder de las tinieblas». - «Hemos vuelto nuestros ojos a Jesús de Nazaret». - «Optamos por el Dios de la Vida». - «Buscamos la espiritualidad de los pobres que ponen su

esperanza en el Dios de la Vida»." - «Damos razón de nuestra esperanza».

Hermosa declaración. Un programa claretiano. San Antonio María Claret, arzobispo que fue de Cuba, lo firma, sin duda, y nos lo va a cobrar. Yo envié al Encuentro una carta de solidari­dad fraterna y quiero hacer mías también esta declaración y sus exigencias.

«La política es una parte de la cultura, y no lo contrario», se­gún Kundera. Toda política es expresión de una cultura. Y sirve a una cultura, frecuentemente contra otras culturas, tan dignas o más que la cultura políticamente dominante. La política ver­dadera -parte administrativa, organizadora de una cultura-debe ser autóctona, original, como esa misma cultura, aun siendo cambiante y ecuménica, como de hecho toda cultura es. De nuevo, la preocupación que se está apoderando de la con­ciencia y del posicionamiento de muchos en esta América La­tina y en todo el Tercer Mundo: cómo conjugar, en la lucha y después en la victoria, etnia, cultura y clase. Las clases han de acabar (esta es la legítima lucha de clases para el cristiano; para un ser humano, más ampliamente). Las culturas deben florecer; ni somos un rebaño de personas ni somos un rebaño de pue­blos. Culturalmente distintos y complementarios. Socio-econó­micamente iguales. Esta es la utopía. Esta la tarea.

Sin familia, sin hacienda, sin paradero y hasta sin destino acaba de morir el hombre de la gusanera en el rostro. Como un pequeño Job, que no tendrá libro ni memoria. Ha muerto a ori­llas del Araguaia, en el «Porto da Manga», espantando las mos-

70

cas y el dolor. Las buenas gentes de la Vila Santo Antonio lo ha­bían cuidado, turnándose. Pero él no se sujetaba a un lugar. Suelto, solo, bebiendo, se sentía más libre quizás o menos com­padecido. Dios acaba de darle un rostro nuevo y el lugar de la plena libertad.

He terminado la lectura de El nombre de la rosa en una buena traducción portuguesa editada por Nova Fronteira. «La novela del año», una «revolución del mito del bestseller»... Así presen­tan nuestros semanarios brasileños el primer libro de ficción del medievalista y gran teórico de la comunicación Umberto Eco.

¿Es el libro «un ejercicio monumental sobre la mistificación»? ¿Es «una parábola sobre la Italia contemporánea»? ¿Una crítica sabiamente mordaz «del poder y del vaciamiento de los valores por la demagogia»?

Eco advierte en la introducción -«un manuscrito, natural­mente»- que se trata de «una historia de libros, no de miserias cotidianas». Creo que el libro trata y retrata muy bien toda una historia de miserias, cotidianas o no, de la Edad Media imperial y eclesiástica. Exagerando, amontonando; porque es novela. Y porque Umberto Eco no parece muy optimista en su visión del mundo pasado, que él conoce bien, y en su visión del mundo por venir, que él, parece, teme. (Con demasiada razón, si a las razones humanas se atiene.) «El mundo está envejeciendo».

De pronto, El nombre de la rosa me pareció un Don Quijote de las novelas policiacas serie noire. Erudito, acumulando adrede todas las «ciencias» y todas las «herejías» de la Edad Media, cri­ticándolas todas desde una especie de nominalismo existencial: Stat rosa prístina nomine, nomina nuda tenemus.

Mal parada sale la «biblioteca», mal parado el «claustro» también, muy mal parada toda inquisición. Permanece, bajo las llamas de la sátira, una nostalgia sabia por los libros, por la pa­labra; y una secreta nostalgia de poeta humano por el francisca-nismo peregrinante. La maldad tampoco es tanta. Y las muertes -los «asesinatos»- acaban siendo casuales, accidentes de pasión,

71

Page 37: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

oscura y frágil pasión de frailecillos menos castos; pasión noble y absurda de monjes intelectuales. Todo acaba en palabra, en nombre, en «el nombre de la rosa».

Va a hacerse un film de este libro. Pero ninguna imagen reco­gerá la rancia y erudita palabra sapiencial de Umberto Eco ha­blando por la pluma del antiguo novicio de Melk. En el «último folio» escribe Adso: «Es duro para este viejo monje, en los um­brales de la muerte, no saber si la carta que ha escrito contiene algún sentido oculto, y si más de uno, o muchos, o ninguno».

Apenas me gustaría decirles a Adso y a Umberto que la divi­nidad que nos acogerá no es ni «silenciosa» ni «deshabitada». El Verbo, que era al principio, será también al fin; y todos, por él, compañero de camino, seremos para siempre compañía, ha­bitados por Dios, habitándonos mutuamente.

Con el nombre de la rosa, el nombre del hombre y el nombre de Dios. El nombre y el ser. Amén.

Ser amable con todos es más fácil, más cómodo, que ser ho­nestamente profético con todos. Amar es también incomodar.

Vieja ya, rubia, extremadamente maquillada, se decía abo­gada y natural del Estado de Santa Catarina. Había venido a Sao Félix para resolver un asunto en el juzgado. Entró en la iglesia y tomó unos apuntes del mural que Cerezo nos pintó: el pueblo unido cargando la cruz, detrás del Cristo ya resucitado. La ma-dame se encontró, quizás inesperadamente, con una muchacha de la comunidad que aquella mañana estaba en la capilla del Santísimo, rezando. Y la abordó: «¡Ese obispo es el cao, el dia­blo!». Después revisó la sacristía, a la caza de algún misterioso objeto subversivo, diabólico. «¿No hay algún armario o cajón donde esconden cosas secretas?». La iglesia estaba abierta, la sa­cristía también, y hasta sus armarios. Y el Señor, desde el sagra­rio, cerrado este y muy abierto Él, debía de estar riéndose, bené­volo, de las iras y las sospechas de la buena dama catarinense.

Acabo de escribir el prólogo de una biografía ejemplar: la Madre Teresa de Jesús del Carmelo de Juiz de Fora. Una santa

72

Teresa latinoamericana, reformadora también. Que soñaba con romper las rejas para hacer un Carmelo «leve y transparente». Mártir de muchas incomprensiones, libre y fiel hasta la oblación.

Leyendo su vida, su ideal de Carmelo con las «ventanas abiertas», como quería la Iglesia el bueno de Juan XXIII, su aco­gedora libertad hacia los jóvenes, los perseguidos, los pobres, los desesperados, las personas de todos los credos..., he sentido una nueva solicitud por muchos amigos que uno tiene y que no se consideran amigos de Dios, porque ni siquiera creen en él. ¿Cómo abrirles el Carmelo de nuestra fe sin que les incomoden demasiado las «rejas» y los «horarios»? Madre Teresa aprendió y enseñó a «amar después de las seis de la tarde», porque «en el Carmelo no hay horario para amar». ¿Cómo hacerles intuir a esos amigos ese «alguien invisible presente» que Madre Teresa llevaba siempre consigo?

De pronto, el alcalde, el párroco y el obispo de Sao Félix per­cibieron que estaban sin camisa. Los tres, con muy poca con­ciencia de su respectiva dignidad. Que el Señor lleve esas dig­nidades hasta aquel punto del mendigo del bosque que, según la parábola, era completamente feliz porque no tenía camisa...

«La tía Carmen», nuestra tía general, la secretaria de la Prela­tura allende el mar, Carmen Alsina, la Carmen de José María, está muy imposibilitada. No puede andar si no es con un ca­rrito de apoyo, y necesita calmantes, pues tiene continuos dolo­res. Los años quieren atrapar su inaccesible juventud. Yo sé que no podrán. Voy a escribirle, y pediré a Alfredo que le lleve, en mi nombre, en nombre de nuestra Iglesia, el calmante pascual de la eucaristía.

Veo en el último número de El Cruzado Aragonés -que conti­núa llegando fielmente, como un viento amigo del Pirineo- que la antigua casa-fortaleza de los templarios en Estadilla, un ves­tigio arquitectónico del siglo xn, va a ser restaurada y transfor­mada en Hogar para la Tercera Edad. Lo cual no pretende insi­nuar que nuestros viejos sean arqueología. Los vejetes duros

73

Page 38: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

del Pirineo aragonés y la chispeante Carmen de Reina Victoria, 20, Madrid, protestarían. Dicen que en la vieja Europa no saben qué hacer con los viejos. Estorban en casa, o no hay nietos en casa para entretenerlos -ellos a ellos-, o ya son demasiados los viejos europeos. Como contrapartida, en el Tercer Mundo los nie­tos son muchos, mucha la juventud. ¿Habremos de exportar ju­ventud al Primer Mundo?

Entre las muchas visitas, unos altos funcionarios del Ministe­rio del Interior y de la FUNAI. Hablamos -inútilmente, su­pongo- de la política indigenista oficial, y más concretamente de la carretera que va a cortar la Isla. La carretera, me declaran, va a salir, ya está saliendo... Hablamos de muchas cosas -«que el viento se las llevó», cantaría la vieja copla-, pero quiero dejar constancia de una afirmación deliciosamente «ingenua» del ofi­cial militar, representante en ese quehacer del propio presi­dente de la FUNAI: «La FUNAI no es política». El Ministerio del Interior, del cual depende, no lo es; el Gobierno de Figuei-redo no lo es; el capitalismo dependiente de Brasil no lo es... ¡Me trató de memo el oficial!

El cura que ve a sus fieles solamente los domingos, en la misa o en la catequesis infantil, o con ocasión de un bautizo o casa­miento. .., fácilmente caerá en el error óptico-social de pensar que no es tanta la diferencia entre unos posibles fieles ricos y otros po­sibles fieles pobres. En esas ocasiones, el vestuario no es tan dife­rente; endomingados somos casi iguales. Hay que ver a sus fieles en sus casas, en sus mesas, en sus trabajos, en las colas, en las es­quinas o bancos de los parados... El lugar social al que el cura con­vida a sus fieles y donde los congrega a todos no es el lugar social donde ellos viven, divididos en clases, profundamente divididos.

Carlos Mesters anota algunos puntos que caracterizan la lec­tura que los pobres hacen de la Biblia en las comunidades ecle-siales de base:

1. Lectura comunitaria. La Biblia es sentida como el libro de la comunidad.

74

2. Historia y espejo. La Biblia es leída no solo como historia del pasado, sino también y sobre todo como espejo de la historia que hoy acontece.

3. La búsqueda del sentido para nosotros. De manera nueva reaparece toda la problemática del sensus spiritualis.

4. Lectura orante. Para el pueblo, la lectura de la Biblia es el ejercicio de la propia fe. De una manera nueva reaparece la lectio divina.

5. Lectura militante. La Palabra incide sobre la situación real. La Biblia no es aprendida académicamente. La Biblia com­promete; es política.

6. Lectura a partir de otro lugar social: el del pueblo pobre y oprimido, que no es la «cátedra» de Moisés ni el sillón de los profesores de exégesis.

7. Lectura envolvente. La lectura y asimilación de la Biblia se hacen en el contexto plural de la convivencia, las celebra­ciones, los cánticos, la lucha común, las reuniones, la orga­nización popular.

Para el pueblo -como para la propia Biblia, dice Mesters-, la «Palabra de Dios» y el «evangelio» son un concepto mucho más amplio que la sola palabra escrita.

La raíz de esta lectura popular es buena, de la más pura tra­dición patrístico-espiritual. Con defectos y deficiencias, claro. Carlos advierte con sabia mordacidad: «La exégesis tiene una misión nueva que hace de la Biblia un libro antiguo. El pueblo tiene una visión antigua que hace de la Biblia un libro nuevo». Y termina: «La lectura que el pueblo hace de la Biblia es un don de Dios a su Iglesia que pedirá el máximo de atención y tam­bién de obediencia por parte de aquellos que fueron constitui­dos como responsables para servir al pueblo y velar por la fe».

Nos ha invitado el pastor Geraldo, de Canarana, pertene­ciente a la Iglesia Evangélica de Confesión Luterana en Brasil (IECLB). Hemos celebrado juntos la Cena del Señor. Era do­mingo. Él ha predicado al pueblo; él, el pastor, digo; y creo que Él, Jesús, también. Hemos recordado la triste historia de la

75

Page 39: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

separación y nos hemos comprometido todos a rezar por la uni­dad. Yo, vestido de túnica blanca y estola. Geraldo, vestido con el hábito negro, casi judiciario. De la blanca pechera almido­nada partida en dos, decía Geraldo con cierta guasa: «Podría significar los dos reinos, que deben estar separados; o también la ley y la gracia».

Me ha dado el Catecismo menor de Lutero. La esposa del re­formador decía -buena esposa y buena alumna- que ahí está todo, en ese pequeño catecismo. Estoy de acuerdo con ella: en los buenos pequeños catecismos está todo... lo demás son glo­sas. La buena confitura está en los tarros pequeñitos; como esa confitura de uva, casi ya exótica para nosotros, que nos han traído del sur gaucho Zé y Silvia.

No sé por qué somos capaces de esperar con tanta naturali­dad la visita definitiva de Dios, mientras esperamos con tanta ansiedad la visita de un hombre, por mucha autoridad o pres­tigio que ese hombre tenga. Yo lo recibiré, él habrá de reci­birme. Toda esa ansiedad, o es complejo sumiso, o es vanidad prevenida.

Decididamente, Televisión Española no tiene suerte aquí. Otra vez nos ha visitado, venía para filmar la cara, vida y de­cires de unos misioneros españoles en el Mato Grosso. Y la cara y los decires han sido del Araguaia mismo. Un temporal de lluvia y viento furioso, con el banzeiro imposible del río, lo han echado casi todo a perder. El barquero se ha dado incluso una improvisada zambullida, y nosotros nos hemos rebauti­zado escandalosamente. Pero hemos hablado, nos hemos en­contrado, hemos hecho amistad. De aquí iban los reporteros a Brasilia, para filmar a Figueiredo tal vez. Los dos capítulos no serán precisamente del mismo serial. Figueiredo, en todo caso, va a España el mes entrante y es considerado presidente de Brasil.

Entre otras preguntas, la tele ha querido saber de mí qué es­pero de la vida. ¡La vida, vida digna y libre para todos y, final­mente, la Vida eterna! También ha querido saber qué haría yo,

76

si haría igual en el caso de que no existiera Dios. ¡Pero como existe! Eso era como preguntarme qué haría yo si yo no exis­tiera o si yo no fuera persona y cristiano. Sé que otros, sin Dios a las claras, hacen más y lo dan todo, y se dan. Ellos no creen es­tar con Dios. Yo creo siempre que Dios está con ellos.

MARZO

Lo que la Biblia dice de la usura y de los usureros lo diría ahora, con creces, de los bancos y de los banqueros. En una sociedad nueva, digna de llamarse humana, los bancos -por lo menos se­gún el actual sistema bancario- no podrán existir. Deberán ser, aun en el tiempo, una de las «antiguas cosas» que ya pasaron.

Es verdad: todos los libros nacen de otros libros; casi todos nuestros escritos, de nuestras lecturas. Y muchos de nuestros pensamientos y esperanzas. Un libro, una lectura, es con fre­cuencia una fuerte referencia para alentar la monotonía o la de­cepción diarias. De noche, en un intervalo, durante el viaje, uno vuelve a él. Como se vuelve a un amigo, como se torna a casa, como los esposos se buscan y se encuentran. «Un buen libro -decía la vieja experiencia- es el mejor amigo». Me temo que a esta generación de la tele le va a faltar esta experiencia recon­fortante, y dudo mucho de que la mejor televisión imaginable consiga sustituir a la compañía reposada y condensada de un buen libro.

La pequeña, de dos años y chupete en la boca, entró sólita en la capilla, juntó las manos y se arrodilló delante del sagrario. ¡Precoz, mimética fe! La abuela, que llegó después, la miraba, orgullosa, y me decía: «Como los mayores no quieren doblar sus rodillas, las doblan los pequeños».

«Te odian, de verdad», me decía el amigo, joven alcalde po­pular de nuestra región. Venía de Cuiabá, la capital del Estado, donde se encontró con unos políticos «oficiales» que le habla-

77

Page 40: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

ron de mí ácidamente. Pensé en el salmo. No sé si es pretensión: Odiaverunt me gratis.

Santa Terezinha ha celebrado el 3 de marzo, aniversario de la victoria del pueblo sobre la Codeara. «3 de marzo, una semilla de libertad brotó», decían las pancartas y las camisetas. El barco de la comunidad de Santo Antonio, el «Divino Pai Eterno», ha venido, lleno de compañeros animados, de Sao Félix y de los poblados que también querían participar del aniversario de aquella liberación, semilla de otras liberaciones entre nosotros. Ha venido también un grupo numeroso de Lago Grande. He­mos rezado, hemos cantado, hemos saltado. De pequeñas victo­rias locales se hace la Victoria. No ha faltado el mitin «pro-dire­tas», que es ahora la aspiración nacional. La histórica casa del cerro junto al Araguaia está con la cara limpia, restaurada. Como un convento con aires de románico sencillo y acogedor. Para encuentros, retiros, cursos.

He pasado tres días en las aldeas itxalá y tapirapé. Estába­mos para celebrar la misa en la casa de las hermanitas -después de una larga lluvia- cuando llega Cantídio, el tapirapé mítico, y entramos todos con él en profundas evocaciones. «Antes -de­cía-, el pueblo tapirapé tenía sus paje (adivinos, curanderos, guías espirituales). Éramos entonces un pueblo fuerte, más que otros pueblos... Ahora no tenemos paje». «Ya no hay profetas en Israel», diría la Biblia. El día anterior un rayo fulminó un árbol en medio de la plaza de la aldea. Para Cantídio fue «hechizo» de un paje extraño, enemigo.

Algunas gripes fuertes. Y diarreas. Alguna malaria. En la aldea de Itxalá, el Araguaia se remansa, turbio de ma­

leza y espumajos traídos por la corriente de la crecida. Ronda, entre los muchos perros que los indios acumulan, delgados, abusones, un delgadísimo perro enfermo, de nadie. Pretende entrar en la chabola de la misión. La veterana hermanita Geno­veva recuerda: «Todos los bichos enfermos o abandonados iban a morir delante de nuestra casa». Donde no sentían la hostili­dad de los perros con derecho reconocido. Los hombres y los

78

animales rechazados necesitan siempre un lugar de asilo, un ámbito franciscano, una casa «celibataria» quizás, capaz de ser hogar de todos, hasta de los hijos de nadie.

Los varones están pescando. Las mujeres trenzan esteras, ce­dazos, brazaletes de palma. Los guacamayos chillan, como hembras borrachas en un vecindario marginal.

Pero sobresale a toda enfermedad y pobreza una paz libre, todavía humana. Muy amenazada, ciertamente. Rezo en la ca­pilla desnuda de las hermanitas. El Santísimo cuelga de una calabaza tapirapé oscura, como ennegrecida de inciensos. Co­memos todos, casi eucarísticamente, en una sola gran palan­gana; en el suelo, sobre las alfombras de paja trenzada.

Hay días, como hoy, que tienen anticipadamente cara de do­mingo.

Algunas de estas gentes del Sur agreden los cánticos como si pincharan carne de churrasco. Cantan con una voluntariosa obligación militar, como en arrastrada marcha laboral. Les falta, nos falta, europeos de nos, aquella acariciadora modulación del alma indígena, el ritmo gratuito de fiesta de los pies y de las manos y de todo el cuerpo de los negros. Canuto, que es gau­cho, les recuerda a esos paranaenses y gauchos que quizás vi­ven para trabajar, mientras que los del Norte trabajan para vivir. Se canta como se vive... Bueno, la verdad es que ninguno de los dos programas, por separado, es completo. Pero sí es cierto que a todos los hijos del Primer Mundo nos falta un nuevo aire de gratuidad. La productividad a toda costa deshu­maniza radicalmente. No se ama «por deber». Anoche les recor­daba yo a los dirigentes de esta comunidad de Vila Rica que solo desde la fe -desde la gratuidad del evangelio- sabrían aco­ger fraternalmente a los negros, a los «nortistas», a los más po­bres. Argumentando a base de justificaciones, no. Nuestra «jus­tificación» es siempre la gracia.

Dejar a alguien vencido es, para mí, inevitablemente, gustar la amarga derrota de la propia paz.

79

Page 41: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«El molino ya no está; pero el viento sigue todavía», escribe Van Gogh en una carta a Théo. Y con esta cita evocadora em­pieza el testimonio de su detención una madre de Plaza de Mayo. Después de todas las detenciones y de todos los desapa­recidos, el viento sigue: en Argentina, en toda América, en el mundo oprimido. «Ellos» -con perdón de toda posible referen­cia al muy respetable Don Quijote- podrán llevarse los moli­nos; pero no pueden matar el viento. En hebreo, y en revolución popular, y en evangelio, el viento es el Espíritu.

«En la muerte acontece la " definítivación" de la historia de la libertad del hombre» (Karl Rahner). Hasta la hora de la muerte vamos optando, libres, por la vida, por la muerte. En la muerte nos fijamos, para siempre, en la opción que nos sumerge, plena­mente libres y felices, en la Vida (podríamos fijarnos también, para siempre, en la opción que nos sumergiría, trágicamente li­bres, en la Muerte).

El proselitismo nunca es apostólico. Pero la inacción pastoral no respeta ni las exigencias del evangelio del Reino, ni la propia fe, que es fermento por naturaleza, ni el derecho a ser evangeli­zado que el prójimo tiene. Aunque a veces la opción pastoral -verdaderamente apostólica- pueda traducirse simplemente en un testimonio limpio, en la comprensión acogedora, en oración, en una sabia espera. Hay muchas maneras de sembrar evange­lio cuando se vive evangélicamente. «¡Ay de mí si no evangelizo!». ¡Ay de mí si solo evangelizo con palabras!

El «gris cansancio» de «amar al prójimo», acota muy preciso José María Valverde. O, mejor aún, para respetar toda la verdad del verso acerca de la fiel rutina cristiana: «En lo de "amar al prójimo"/ entra este gris cansancio».

«No es fácil ser héroe siempre estando vivo», escribía San-dino en sus memorias íntimas, allá por el año de 1933.

«El cristianismo es una religión litúrgica -dice el teólogo ruso Florovsky-. La Iglesia es, ante todo, una comunidad de adora-

80

dores en espíritu y en verdad. La adoración viene primero, des­pués viene la doctrina y la disciplina». ¿Cuándo viene la acción?, le preguntaríamos muchos latinoamericanos al teólogo ruso. Conjugados dinámicamente los carismas de las tres grandes Iglesias -la ortodoxa, la reformada, la católica-, sería más visi­ble y más eficaz el espíritu entero de la Iglesia de Jesús. Creer y adorar; creer y anunciar; creer y amar sirviendo a los hermanos. Lamentablemente, el Cuerpo de Cristo sigue descuartizado a los ojos del mundo, atónito.

En la calle de Canabrava los chiquillos montan sobre los bue­yes, beatíficamente sentados bajo las caricias y el sol. Hay una vaca con cría que no soporta ni siquiera la presencia de un adulto, pero no se incomoda lo más mínimo cuando un niño se le acerca. Las vacas, los perros, los gatos, los animales... saben responder en paz a la inocencia pacífica de los niños. Quien no es capaz de agredir no será agredido. Debe de ser esta su filoso­fía franciscana, aprendida por los tatarabuelos irracionales cuando el mundo era un paraíso.

En el autobús de línea, mala la carretera, vuelvo con la ca­beza agitada por las nuevas agresiones que están sufriendo en la región indios y posseiros. Los hombres no somos niños. En el área nueva de Canabrava, la hacienda Tatuibí, con un grupo de policías, está desalojando varias familias, quemando casas tam­bién. Al mando de la policía militar está otra vez el teniente Acy, que ya dirigió las brutalidades policiales a finales de año en Canabrava, y que hace pocas semanas mató a golpes a un chiquillo en Barra do Garcas. Los indígenas del parque del Xingú se han apoderado de la balsa que atraviesa el río y han tomado la carretera. Reivindican, por enésima vez, la integri­dad del parque; por lo menos esa integridad territorial que ya es una clausura forzada. Y exigen un poco de sosiego. Las quei-madas y el ganado del latifundio, el comercio, el garimpo, no de­jan el área en paz. Y la FUNAI no ve, no quiere ver.

La niebla ciega todos los horizontes, y en las ramas y sobre el césped las telarañas cuelgan sus tules empapados. Una clari-

81

Page 42: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

dad lechosa pugna por hacerse con el día. Tres nenúfares amari­llo-limón exponen gratuitamente a nuestras miradas pasajeras sus cálices de niebla y aurora. He dejado en la comunidad de Confresa un crucifijo. Ha andado mucho el Señor hasta llegar aquí y ha llegado con las piernas quebradas. Es Cuaresma. «Para que todos tengan vida» es la palabra-programa de Jesús que la CNBB ha asumido hogaño para la campaña de la fraternidad.

ABRIL

Me visitan tres chiquillas, cinco, seis, ocho años tal vez. Cercan mi mesa, curiosas. «En casa tenemos muchas fotos de Dios», pondera una mirando nuestras paredes repletas de cuadros y recuerdos. Van a la catequesis. Ya saben rezar, me dicen. Tam­bién saben cocinar. Hablamos de los posseiros de Canabrava, porque el padre de una de ellas tiene su plantío allí. Les doy mermelada casera de calabaza que la hermana Irene ha prepa­rado. Gostoso, repiten las tres hormiguillas, gostoso.

Para simplificar, para ser un poco originales también, le pu­sieron a la niña el nombre de «María Concebida». Con o sin pe­cado ya sería una añadidura accidental, al parecer.

Elemental y olvidado. O sistemáticamente impedido. ¿Por qué no le dejan al hombre estar simplemente ocupado a veces en vez de tener que estar trabajando siempre? Guerreiro Ramos recuerda: «El trabajo es la práctica de un esfuerzo subordinado a las necesidades objetivas inherentes al proceso de producción en sí. La ocupación es la práctica de esfuerzos producidos por el individuo en busca de su actualización personal». Quien es solamente un trabajador puede acabar no siendo ya persona.

Estadísticas deshumanas. La muerte ha cosechado veinti­cinco millones de personas después de la Segunda guerra mun­dial en esas «anónimas» guerras «menores» que vienen convul­sionando desde entonces el hemisferio Sur.

82

Cerca de cuarenta millones de ciegos existen hoy en el mundo. Y la mitad de ellos podrían estar viendo si hubiesen co­nocido a tiempo las enfermedades y las situaciones que llevan a la ceguera.

Franz Alt, periodista alemán, partidario de la no violencia, ha publicado un libro: La paz es posible. La política del Sermón de la montaña. En la contraportada de la obra va esta información: «La lectura de este libro le llevará unas cuatro horas, durante este tiempo se gastan en el mundo quinientos millones de mar­cos en armamento, y al mismo tiempo mueren de hambre siete mil niños. Si este proceso continúa como hasta ahora, en el año 2000 estas cifras se habrán duplicado».

La hermana Geralda, religiosa del Buen Pastor, recién llegada a la Prelatura, me escribe desde Santa Terezinha: «Apenas llegué fuimos llamados a la zona de prostitución, pues D. se había cla­vado una navaja en el pecho, quizás en el pulmón, y estaba mal. D. tiene veintidós años, ocho hijos y está grávida de cuatro meses. Desde los once años frecuenta los cabarés. Su último compañero trabaja como peón en la Codeara, y ya gastó mucho dinero con ella en remedios la semana pasada. Por eso le dio un ultimátum: o él o los hijos de ella. Ella intentó distribuir a los niños, pero él fue inflexible. Ella le pidió que se quedase por lo menos con la cria­tura que tenía en el vientre, y él le replicó que ni por el amor que tenía a su madre... Desesperada, ella ha intentado matarse. Cuando llegamos, estaba en casa de una amiga, en una hamaca prestada. Casi ni se movía, pues la herida fue muy grande...».

Y continúa la hermana Geralda: «El clima del poblado de Antonio Rosa estaba aún un poco tenso, pues la semana en que llegamos un vecino clavó el machete en el cuello de otro. N. murió, y el cuñado de R. quedó malherido. El hombre vino desde Antonio Rosa hasta aquí con el cuello cortado, andando y hablando, y, cuando el médico le puso la anestesia, tuvo una convulsión y murió sobre la mesa...».

Y sigue aún la hermana: «Es triste para una saber que el Ma­nuel recién llegado también ha muerto, de pulmonía, sin soco-

83

Page 43: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

rro, en el sertao». Y añade la hermana Geralda este colofón: «El otro día el coche del batallón anunció por el altavoz que venía un equipo de médicos para atender en el puesto de salud. La población se arremolinó y a las cuatro de la tarde apenas había un dentista en prácticas que arrancó, hasta la media noche de aquel día, sesenta dientes...».

Dom Pablo Evaristo me da la noticia: Rahner ha muerto. Pre­cisamente he venido a Sao Paulo con el número de Vida Nueva dedicado al gran teólogo -«un clásico de ahora»- con ocasión de sus ochenta años de vida. Admirable pensador de la fe cris­tiana. El más decisivo de este siglo quizás. Uno de los más com­plejos. Tan libre como fiel. De alta mar. Voy a pedirle a Manuel Alcalá una antología de textos fundamentales de Rahner al servicio de los que estamos menos familiarizados con los muchos y duros volúmenes del teólogo. Muchas de sus páginas me han confortado. Recuerdo sus meditaciones, que me acompañaron en la otobratta romana durante el Capítulo General de 1976. Sus estímulos hacia el absoluto futuro de Dios. Su ecumenismo. Su amor iluminado por Jesús.

Dice Rahner, ya terminando su carrera, que le gustaría «ha­ber tenido más amor y valentía». Espera precipitarse luego «en el abismo misterioso de Dios con la esperanza de ser acogido eternamente por su misericordia». Advierte de que «el peligro fundamental de la Iglesia consiste en buscarse a sí misma y cul­tivar su "poder" y su "influjo", tanto si es en la línea de un con­servadurismo trasnochado como si es en la línea de un progre­sismo a la moda». Porque «ambas cosas significarían que la Iglesia no se da cuenta de que no es fin, sino medio. Un medio para que Dios sea adorado y amado por sí mismo, y no solo como camino para alcanzar la felicidad humana».

Hace tiempo, escribía Rahner, que «nosotros, los cristianos, te­nemos que habérnoslas con la radical audacia de la esperanza».

Ha muerto Karl Rahner. Ahora está gozando de la liberada teología de la visión. Aquí, en la tierra, ha pasado a ser de ver­dad un clásico.

84

Voy a pedirle dos libros a Fernando Sebastián: Curso funda­mental sobre la fe, del maestro teólogo Rahner, y Cartas de amor de un sexagenario voluptuoso, del maestro escritor Delibes.

A Rahner voy a pedirle un encuentro sapiencial con el carde­nal Ratzinger, que acaba de condenar la teología de la libera­ción... El texto de esa condena me parece entre pueril y febril en su lógica: «La nueva herejía» es una herejía inclasificable, la más peligrosa porque es la más próxima a la verdad, la que debe ser vigilada con mayor prevención... ¿Todo eso son nues­tros teólogos maestros? ¿Todo eso somos tantos cristianos -se­glares, religiosos, sacerdotes, obispos- del Tercer Mundo? ¡Ala­bado sea Dios por Gustavo Gutiérrez, y por Jon Sobrino, y por Leonardo Boff, y por nuestra CEB, y por esta hora de nuestra fe!

Me parece además, o por lo mismo, un texto calumnioso ese documento. Y un triste servicio a la represión, siempre al ace­cho de nuestras Iglesias, siempre estrangulando la vida de nuestros pueblos. No es este el servicio eclesial que se espera de un Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe.

La afirmación de Bonhoeffer, tan válida en los oscuros días de su vida y de su muerte, sigue siendo válida hoy: «Ser cristiano puede consistir hoy día en apenas dos cosas: orar y ser justo para con los hombres. Todo lo que digamos y organicemos en ámbito cristiano debe ser verificado por la oración y por la justicia».

«El Gra de Blat» nos da la vida y la muerte de Manuel Ca­rrasco i Formiguera. Un «Viernes de Pasión» vivido con fideli­dad entre varias paredes y muchas espadas. Un mártir del 36 español, pero mártir del otro lado. Verdadero mártir; de Cata­luña, desde la fe cristiana; un catalán y cristiano de aquellos que son «héroes dos veces», como dice la canción.

La víspera huyó la burra. Y el Señor se quedó sin burra y sin borriquillo para hacer su entrada en Sao Félix do Araguaia. Más pobremente que en aquella triunfal de Jerusalén. No han fal­tado, sin embargo, las palmas y las flores; no ha faltado la buena fe, la fe buena, del pueblo.

85

Page 44: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Anoche, con pancartas y discursos, como viene aconteciendo en todo el Brasil predemocrático, Sao Félix exigió las elecciones diretas já. Otro tipo de rey, otro gobierno... Hoy Sao Félix ha cla­mado al único Rey «otro», que viene manso y servidor, mon­tado en una borriquilla, o sin borrica también, a pie, con las ha-waianas del pueblo.

Para Centroamérica sigue siendo Viernes Santo. Y las hordas del imperio (con Edén Pastora, el famoso comandante sandinista, ahora al servicio de Reagan) han tomado San Juan del Norte, en Nicaragua, dentro de un cerco militar total. Coincidentemente, re­cibo ahora del DEI de Costa Rica el libro de Franz J. Hinkelam-mert, Crítica a la razón utópica. No es rechazo de lo utópico, sino su conceptualización trascendental. Lo imposible es algo que tam­bién hay que descubrir. Y «la historia es tanto una historia de las posibilidades como de las imposibilidades humanas».

Frente a ese mundo viejo que está ahí, dentro de esta querida Iglesia siempre tentada por la vejez conservadora, otra vez y siempre es Pascua.

Sábado Santo. Lluvia y sol en Luciara. Y el Araguaia crecido, pero tan quieto, como cercando con su placidez este pueblo pa­ralizado.

He confesado a once enfermos y les he dado el Cuerpo del Señor. Estoy solo en esta casa ya destartalada. Una buena du­cha, bajo la luz de la tarde que me baña por el tejado abierto, es también una bendición de Dios. El progreso puede ser bueno; buena la hermana ducha, que es fría y abundante, y penetra el cuerpo todo como un bautismo temporal.

Luego vamos a celebrar la gran Vigilia, con el fuego nuevo, el agua bautismal y la eucaristía de Pascua.

En Brasilia -acabo de enterarme ahora-, el Gobierno ha de­cretado estado de emergencia durante sesenta días. Con miedo de las diretas já4; con miedo del pueblo y sus derechos. Y, sin

4 La gran campaña brasileña que reivindicaba elecciones directas para la Presidencia de la República.

86

embargo, es la Pascua, el «paso» de Aquel que nos ha liberado del pecado, de la opresión y de la muerte. No hay decreto de emergencia que pueda arrebatarnos la entera libertad con que él nos ha liberado.

MAYO

Casi a orillas del mar, en Sao Mateus, Estado del Espirito Santo. En la casa-curia diocesana de Dom Aldo Gerna, comboniano. Porque voy a coordinar esta semana dos retiros espirituales. Hemos llegado hoy de Itaici. Ayer, al mediodía, terminábamos la XXII Asamblea Nacional de la CNBB, tensa de emociones. Tres grandes temas, grandes cada uno dentro de su esfera: 1) El nuevo Código de derecho canónico y sus aplicaciones a la Iglesia de Brasil. 2) La formación de los nuevos sacerdotes. 3) El Nor­deste, como desafío a toda nuestra Iglesia, a todo este país.

Un Nordeste secularmente expoliado, talado, de monocul­tivo, de exportación, de latifundio, de coroneles-caciques, de migraciones en sangría habitual, de mano de obra barata... Un Nordeste prohibido, no tanto por las sequías como por la es­tructura político-social que lo viene explotando y marginando. Con razón se habla de la «industria de la sequía». Con razón puntualizaba un labrador nordestino: «El problema no es la seca -sequía-, sino la cerca -alambrada- del latifundio», del mono­polio, del privilegio. Espero que el episcopado brasileño haya «sentido» esta vez el Nordeste. Un obispo del Rio Grande do Sul confesaba: «Por primera vez el Nordeste ha acontecido den­tro de mí»... Durante la Asamblea de la CNBB moría en Vitoria, anciano y blanco, el querido arzobispo Dom Joáo Batista, que hace poco visitara Ávila, como en testamento, porque tocando a su casa episcopal tiene un Carmelo, mimado por él. Dentro de Itaici moría de repente Dom Joáo Batista Przy-Klenk, obispo de Januária, alemán, canonista, leal, ecuménico. Lo velamos y celebramos la eucaristía, él de cuerpo presente, unidos en una sentida fe apostólica y en un nostálgico gregoriano.

87

Page 45: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

En el Brasil expectante, las diretas já han sido derrotadas por traición nacional del Congreso y por las medidas de emergen­cia del Gobierno represor... Ahora, negociaciones. Y la vida su­biendo en los precios y en la deuda nacional.

Este Sao Mateus es también un cerco de multinacionales, bóias-frias, favelas, desconcierto popular.

El rústico capixaba advierte: «La naturaleza no reacciona al ser agredida, pero se venga después». Pastos inmensos, cañave­rales para el proyecto Pro-alcohol, reforestación con «artificia­les» eucaliptos anémicos, devastación. También aquí, en el Es­tado de Espirito Santo, el capitalismo salvaje acaba con la floresta y con el labrador.

Hoy por la mañana hemos celebrado, en Sao Gabriel da Palha, una larga eucaristía con la participación de muchos la­bradores de los contornos, venidos estos días a causa de la so­ñada reforma agraria nacional. «La tierra es mía», nos recor­daba el Señor. Sea de todo el pueblo, pedíamos nosotros.

Anchieta estuvo aquí hace siglos. Aquí ya no hay indios ahora. Quedan nombres indígenas, como lápidas mortuorias de pueblos enteros que fueron sacrificados. Los montes de los Aymoré -gigantescos silencios de piedra- se levantan, impo­nentes e impotentes, en las llanuras devastadas. Y ante estos panoramas de desolación y de nostalgia, leo la noticia del día: «En Papua -Nueva Guinea-, un grupo de hombres de una tribu de la montaña, cargando una gran cruz de madera, avanza en peregrinación durante cinco semanas a través de las florestas hacia Port Moresby, a fin de ver al papa».

En el número aniversario de los veinte años de Concilium, Congar recuerda a aquellos dos jóvenes protestantes que irrumpieron en una tranquila asamblea de su Iglesia con pancartas que decían: «Nosotros somos la naftalina del mun­do». «Concilium -comenta Congar- no quiere ser la naftalina de la teología». La jerarquía, pienso yo, ha de cuidar mucho de no ser la naftalina de la catequesis, de la liturgia, de la pastoral.

88

Reagan, muy oportunista en su campaña electoral, se en­cuentra en Alaska con Juan Pablo II, que va a Corea. El perió­dico liberal los presenta a los dos, sonrientes, casi pegados los rostros, y con este titular: «Reagan y el papa trabajarán juntos por la paz». No consigo entender qué pueda significar ese «jun­tos», ni imagino que se trate de la misma «paz». En América Central, en el Líbano, en otras muchas partes del mundo, estoy seguro de que lo entienden menos aún. Me duelen esos encuen­tros sin un detalle de profecía. Hacen daño a la Iglesia y a los pobres de la tierra.

La pobreza sería entonces: lo necesario para todos sin distin­ción; la libertad personal y comunitaria de los individuos y de los pueblos; la gratuidad creadora.

Los ídolos de la riqueza, del poder, del consumo, del egoísmo, quebrados por fin, a los pies del único Señor y ante el corro feliz de los hermanos y hermanas.

Schillebeeckx resume así los postulados básicos de una cris-tología vivida: «El Cristo de la fe, idéntico a Jesús de Nazaret, nos conforta profundamente con la búsqueda de Dios; un Dios en busca del hombre que exige de los hombres la misma búsqueda. La visión bíblica del Reino de Dios contiene esen­cialmente la implicación mística y política del seguimiento de Jesús».

En el barrio colonial del puerto de Sao Mateus, evocador aún, pero ya con muchas ruinas, se encuentra esta original placa de mármol: «A las prostitutas que permanecieron y de­fendieron este sitio histórico, el reconocimiento y la gratitud del pueblo. Primer Festival de Verano. Febrero de 1981».

Ahora el barrio está habitado por negros sobre todo. El río sigue hermoso, y a veces invadido por la sal del mar vecino, que lo devuelve. El tiempo se ha parado en los portales y bal­cones. Y la vieja Sisaltina, ciega, delgada como un junco de pura fragilidad, nos acoge feliz, muy religiosa ella. Toda la po­breza de su chabola se aureola de dignidad con el retrato del

89

Page 46: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

abuelo vizconde de Timbui. La barba esponjosa del abuelo, azules los ojos, la espada en la vaina. Recorremos Dom Aldo y yo algunos barrios de la ciudad entre el río que le da nombre y el mar azul y persistente en sus rizos de espuma. Una tercera parte de Sao Mateus -por lo menos una tercera parte- es po­breza y favelas.

«Dios es el Amor con que tú amas al hermano», dice san Agustín. Un amor bien próximo, muy comprometedor y que se deja sentir. No amar así al hermano es negar a Dios o hacerlo objeto de blasfemia. Por el hermano, «a quien vemos», se revela el Dios invisible. El Amor quiere dejarse ver. Dios, que es Amor, se hace carne, historia, gesto.

Viajo, de autobús «gota a gota», de Sao Mateus a Vitoria. Para seguir después, de Vitoria a Belo Horizonte, a Goiánia, a Sao Félix. Es tarde de domingo y Día de la Madre. Y juegan, en Sao Paulo, el Fluminense y el Corinthians. El chofer y el cobra­dor son hinchas del Fluminense y siguen el partido por la pe­queña radio portátil que nos lo grita a plena potencia. Los co­mentarios de los viajeros, los petardos y la exultación toda del primer gol, los aparatos que los transeúntes sustentan como sagrarios sobre el pecho, al oído, las antenas de la televisión que cruzamos -abiertas ciertamente sobre el campo de fútbol-me dan la sensación clara de esa religión que embarga, cada tarde de domingo, a millones de brasileños, en la ciudad y en el campo. La tensión, la ira, el júbilo, la fidelidad fanatizada. Dioses, liturgia, fieles. Por la mañana -último día de retiro de los seglares de Sao Mateus- les recordaba yo lo que debería ser para los cristianos el domingo, día del Señor, celebración se­manal, festiva, comunitaria, de la Pascua. Otras pascuas le han dado al pueblo. Otros dioses para sosiego de cuantos lo domi­nan y lo explotan. No es que el balón le estorbe a Cristo, es­tando el balón en su lugar, entre los pies, a media altura, sobre el césped..., como una distracción, no como un culto; no como un sustituto estúpido de la comida, la fe, la participación social y política.

90

Celebro misa en la basílica de Lourdes, de los claretianos de Belo Horizonte. Es San Matías. La suerte que le cayó a él tam­bién nos ha tocado a nosotros. Vocación tenemos todos. Al final de la misa, una señora ya de cierta edad, digna y suelta, prima del grande Guimaráes Rosa, viene a la sacristía para salu­darme. Como otros muchos, ella me imaginaba alto, fuerte, re­cia la voz, una mole...

Hojeo Massacre em Ecoporanga. Sangrientas luchas trabadas al norte del Estado del Espirito Santo, de las décadas de los cin­cuenta y sesenta, entre campesinos posseiros y latifundistas con sus jaguncos pistoleros, amparados los latifundistas y los pistole­ros por la justicia oficial y por el aparato policial-militar. Un poema publicado en la prensa local de la época se titula «Soldado, baja el fusil». Y al soldado le va recordando el poema que él es hijo de labrador, hijo de obrero, que no hay modo de quedarse en los dos lados. De que lado vaisficar?, pregunta incisivo el poema.

En la prensa, la repercusión de las declaraciones de Médici y Golbery. El Régimen se está descomponiendo; o, mejor quizás, siempre descompuesto, ahora aparece intolerable en su hedion­dez. Ellos mismos se lo dicen y nos lo dicen. El poder totalita­rio, la corrupción, el desprecio total al pueblo. «Gobernó ma­tando», dice del general Médici, un político. Todo este Régimen viene gobernando así. O en la tortura, o bajo el entreguismo al capital, o por hambre. De todos modos, Brasil empezó una jor­nada nueva el día 25 de abril. Apuntan albores.

«La verdad, Pilato, es estar con los pobres» (Van der Meersch).

Me encuentro con Milton Nascimento y sus compañeros de «Quilombo» -canto y amistad-. El ballet Stagium, de Sao Paulo, va a danzar la «Misa dos Quilombos». Entre bromas y veras me permito una glosa del evangelio: si no os reciben en una ciudad, vais a otra. Si no os aceptan en el templo, vais al teatro. Si no quieren que sea misa, sea ballet. Pero seguirá siendo Pascua: pa­sión, muerte y resurrección de Jesús; pasión, muerte y resurrec­ción del pueblo negro.

91

Page 47: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Milton sigue profundamente «elemental». La voz más telú­rica del Estado de Minas, una de las más auténticas voces de Brasil, una voz dignísima del África recobrada.

El peón Zé Rodríguez, esposo de Alaíde, padre de tres hijos menores, ha sido asesinado, a tiro de máuser, por elfazendeiro José Remi, de la hacienda «Conquista», cerca de Serra Nova. El fazendeiro, con antecedentes criminales conocidos, tiene el pleno apoyo del delegado regional de la policía, Rui Apare­cido, también con graves antecedentes, escandalosamente públicos.

La población está indignada. Se ha publicado una nota de protesta, pidiendo justicia a favor de la viuda y sus hijos, y con­tra elfazendeiro y el delegado. Esta noche tendremos misa por el asesinado, en la catedral. «Yo soy la Verdad», dice Jesús en el evangelio de este V domingo de Pascua. La verdad sea hecha en su nombre. «Yo soy la Vida». A él confiamos el peón muerto para una vida nueva. La viuda, tosca y lúcida como una buena hija de la tierra, replicaba al prepotente fazendeiro, ya con el ma­rido a los pies, sangrando, muerto: «Usted será el dueño de la hacienda, pero los pobres somos dueños del mundo».

«En el horizonte yo era un todo», escribe Vicente de Percia. Hay que verse siempre en la síntesis final. Fragmentadamente vivimos, dispersos en mil afanes, como perdidos para nosotros mismos. Pero la vida es una predestinada unidad. Un día nos encontraremos armoniosamente unos en el Uno. Recompuestos en su paz.

El cardenal Ratzinger, de vuelta a Roma, después de la reu­nión de las Comisiones de Doctrina de los Episcopados latino­americanos, ya se ha referido a la teología de la liberación de otro modo, mucho más matizado. «Sabemos -d ice - que ella tiene diversas formas. Algunas son plenamente legítimas y ne­cesarias, otras son susceptibles de crítica y otras no pueden ser admitidas». A pesar de que yo no conozco esas otras terceras, por lo menos nunca las he conocido como «teología de la libe-

92

ración», agradezco la rectificación del cardenal prefecto. Como Roma duerme a veces, es bueno que también Roma despierte.

Dalí cumple ochenta años, solitario, recluido en su Cadaqués, frente al mar. ¿Qué ondas captarán ahora, atardeciendo, las an­tenas de sus bigotes? Buen dibujante, buen pintor; para gustos y para disgustos; genial y estrafalario; buen comerciante catalán también. A mí me gusta mucho su Ultima Cena marinera. El vino, el mar, el pan, el Cuerpo de Cristo, traspasándose mutua­mente. Hasta Dalí, nadie se había acordado de que los comensa­les de la Ultima Cena eran, en su mayoría, hombres del mar.

Comentando una última película de Bergman, Fanny y Ale-xander (desamor y muerte, el silencio de Dios y la misteriosa condición humana sin respuestas: así los ojos de Bergman y de su cámara), el crítico de cine Gil de Muro concluye: «Bergman, como todos los grandes autores, no ha sabido hacer más que una sola película, siempre la misma».

Ignacio de Antioquía, en su carta a los Magnesios, nos con­vida a congregarnos «en torno al único Jesucristo». Tan legítima como trabajosa esa invitación del apasionado mártir. ¡Sabemos matizar tan bien a Cristo, nos es tan fácil seleccionar en él! Por otra parte, ese Jesucristo único ha de ser creído por una fe que, siendo comunitaria, sea intransferiblemente personal. Para cada uno es él el Jesucristo de todos.

África del Sur -la no africana- dice que está dispuesta a ne­gociar. Desgastada frente al mundo en su anacrónica preten­sión de que existen razas «superiores» y siendo menos invenci­ble de lo que se creía ante sus vecinos «inferiores».

«Un paso para la paz», según Cuadernos de] Tercer Mundo. Con todas las reticencias. El apartheid ya no factura más. Y África, traumáticamente, sin duda, seguirá siendo toda ella, también en el Sur, africana, hegemónicamente negra.

La buena María, esposa del buen Salomón, ha muerto mor­dida por un culebra en Pontinópolis. Y ha muerto también a

93

Page 48: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

consecuencia de una mordedura de culebra la joven hija del gaucho Santos, en Vila Rica.

«Cobras -culebras-. La belleza mortal». Con este epígrafe presenta la Revista Geográfica Universal de este mes de mayo un reportaje alucinante, repulsivo, sobre serpientes. Desde que lle­gué a Mato Grosso, la culebra - su posible aparición por sor­presa- me viene acompañando, casi diariamente. Por los cami­nos, sobre todo; al salir de noche al patio; ante una sombra o un ruido no descifrados.

Desde el Paraíso perdido -mucho antes de llegar yo a Mato Grosso-, la serpiente desazona a la humanidad. Hermosa y fa­tal. Como el símbolo de la tentación. Como el veneno inevitable de toda vida: la muerte.

El diputado xavante Mario Juruna, ante la petición de un/a-zendeiro de Bahía, que exige, sin más, la retirada de los indios pataxó, preguntaba noblemente indignado: «¿Acaso están pen­sando ustedes que los indios fueron importados a Brasil?».

No sé por qué lógica secreta, o sí lo sé, me estoy preguntando estos días por el sentido, el modo, la verdad o la mentira de las conmemoraciones del V Centenario del «descubrimiento» y la «evangelización» de América, que ya se están programando. ¿Acaso están pensando ustedes, señores blancos, tenidos por cristianos, que fueron ustedes los que descubrieron este conti­nente? Y, lo que es peor, ¿acaso pueden ustedes celebrar alegre­mente todo lo que significó de invasión, perfidia y masacre ese «descubrimiento»?

Millones de indios, todavía vivos y cada vez más conscien­tes, y otros muchos millones más, ya muertos, matados la ma­yoría por nosotros, los blancos «descubridores cristianos», nos lo pueden preguntar indignados.

Ni la Iglesia, ni la Península ibérica, ni en general el Primer Mundo, ni la América plural, pueden desentenderse de esta pregunta a la hora de programar el tal V Centenario.

El obispo Paul Moore, de la diócesis episcopal de Nueva York, ha calificado la política de la Administración Reagan

94

hacia Centroamérica como «ilegal, inconsciente, desatinada e inmoral». Para dolor y muerte de muchos. Solo que yo no cali­ficaría de inconsciente esa política, porque es sistemáticamente programada.

Hay días que agobian. Problemas nacionales que afronta la CPT. Problemas internos de la Prelatura. El cansancio y la des­orientación de algunos compañeros. Actitudes reacias y reac­cionarias de la madre Iglesia. La situación dramática de nuestro pueblo. La masacre continuada, impune, pasivamente asistida, de América Central... El Reino de Dios sufre «violencia»; vio­lenta nuestra paz; nos sacrifica.

El proceso en torno a la muerte del peón José Rodríguez si­gue por caminos intolerables de cinismo y corrupción. El fazen-deiro y sus aliados de la policía y de la justicia han contratado a dos falsos testigos. Para acusar al asesino «sustituto» y para acusar, incluso, con un sadismo extremo, a la propia viuda, la martirizada Alaíde. Ella habría pisoteado, para rematarlo, al marido ya asesinado... De víctima pasa a ser reo. No es posible que el Dios de los pobres deje a merced de esos chacales a una pobre y desolada mujer.

JUNIO

Rio das Mortes lleno de vida. El agua honda y oscura como en un verso de Juan Ramón. Torrentera de miel.

Como un río, la vida. Como este río. Verdes siempre las ori­llas sumisas; a veces impotentes. Y el río, otra vez, a su cauce; manso y fiel. Muchos pájaros al acecho; resplandecientes los plumajes; libres aún, supervivientes no alcanzados: garzas blancas, jaburus solemnes, maguarís ceniza, colhereiros rosa, gaviotas menores y chillonas.

El barco, lentamente. Entre el ronquido de los dos motores y las guitarras inseguras de la muchachada. Canciones románti­cas, antiguas como el amor, simples y sentidas. La luna, después,

95

Page 49: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

sin la otra mitad. Las hamacas. El sueño, leve y libre. Una tarde y una noche enteras.

Llegamos a Santo Antonio de madrugada. El barquero re­suelve dejar su radio portátil en escandalosa conexión con la «Record». Más canciones románticas, y anuncios, y remedios. Programa sertanejo de amanecida. Después, el poblado con su vida calma y los habituales conflictos y cotilleos. Los gallos, se­ñores; el vientecillo reconfortante de la estación seca y el cielo, limpio, de un azul luminosamente difuminado.

Una nota urgente: de la Barreira dos Xavanté nos comunican que la fazenda Marruá quiere desalojar a un grupo de posseiros.

Un borracho crónico, desalojado ahora, me confidencia: «Si yo pudiera dejar la bebida ¡Cómo se lo pido a Dios!». Y levanta los ojos al cielo sacramentalmente. Le doy un rosario. Promete. Será la enésima promesa, puede ser la eficaz... «¿Y esta botella, compadre, es de pinga?». «Es. Pero se la voy a dar ahora mismo al compadre N.». Es soltero, maduro, sus soledades, quizás.

Los niños, negros, se revuelcan por la arena de la calle o en la tierra del piso y salen emblanquecidos. Pequeños lechoncitos negros, avispados o dolientes. Muchos. En todas las casas.

Habrá bastantes bautizos. Varios casamientos, de ya casados o «amigados». Habrá las típicas impaciencias: casa o no casa, bautiza o no bautiza... Dos muchachos mayores quieren bauti­zarse también. Es la tradición. Es la fe, tan oscura como verda­dera, quizás. Dios tiene derecho a entenderse con estos hijos su­yos, aunque nosotros, los ministros diplomados de Dios, no siempre entendamos cómo Él y ellos se entienden.

Es la novena del santo patrón Antonio de Padua. Aquí, de Lisboa. Hijo de gobernador, optó por la pobreza y por la Pala­bra. Franciscano y misionero, misericordioso y taumaturgo. No le faltarán velas estos días, y votos y peticiones. También los santos son sacramentos de encuentro de sus devotos con Dios. Tan ambigua, tan sencilla seguramente, la religión del pueblo, nuestra religión. ¿Quién de nosotros no tiene sus santos, sus promesas, sus velas encendidas?

96

He venido a Santo Antonio leyendo, meditando el folleto de la colección «Con Él», Nuestros increíbles Padres del desierto. In­creíbles, pero muy dignos de fe, testigos de una enardecida fi­delidad que llama a la oración, al silencio, a la pobreza, al ayuno todavía, a la incesante búsqueda de Dios. Al inevitable desierto. En la pared de la iglesia blanca y azul, junto a la cruz de cemento incrustada, una cartulina que la profesorcilla Lour­des ha dibujado con trazos primitivistas que podrían recordar a Solentiname, y con estas consideraciones preciosas: «Que en es­tas fiestas nuestra amistad sea sumada, las tristezas restadas, la unión multiplicada y el pan dividido».

Anoche, en la misa, tuve que hacerme el valiente para recri­minar las impertinencias de unos pocos chulos que querían una novena más a su aire, de paganos y grandes; así como también la despectiva acogida que algunos dieron al Día de los Indios y al Día de los Negros, consignados en el programa de la novena. Ser indio, ser negro, aún es un estigma que se desprecia o se procura ignorar, a veces incluso por aquellos que tienen sangre india en las venas y que son visiblemente negros. Es el emblanquecimiento que la civilización blanca y colonizadora ha conseguido introyectar en el alma de los opri­midos colonizados.

«La alegría y la profundidad del cristianismo es que Cristo es a la vez tu hermano y tu Dios» (san Cirilo).

Hacer un poema es también un modo, quizás menor, pero le­gítimo, de contemplata alus tradere.

Asesinó a un hombre. Él y su hermano lo mataron. Él ahora, compungido, manso, participa de la comunidad. Hace esfuer­zos también por controlar, por reconducir a su hermano, hosco, bebedor, rebelde. Hace ya cuatro años que espera -en una salu­dable penitencia pública- para ser padrino de bautismo de va­rios ahijados. Hoy ha comulgado el Cuerpo y la Sangre de Je­sús. Un Cuerpo muerto y resucitado, una Sangre derramada y purificadora.

97

Page 50: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

En medio del bullicio festivo de los días del santo patrono, la gracia hace su trabajo eficaz y luminoso. Estoy cansado y feliz, como un párroco de aldea. El domingo de Pentecostés ha coinci­dido dentro de la novena de san Antonio. Y hemos invocado al Divino con efusión. Mientras hacía yo la homilía, una buena co­madre, rostro indígena y ya con hondas arrugas, se pone a mi lado con la bandera roja del Espíritu Santo, engalanada de cintas de co­lores. El viento, fuera, desatado; las muchas velas encendidas y la lengua de la Palabra ambientaban el incesante Pentecostés que acontece también en estas extremidades del Rio das Mortes.

También el otro hermano asesino ha vuelto y quiere ser co­munidad. Hemos hablado largo; y ha llegado a casa, me dice su madre, radiante como un chiquillo que siente nuevo el mundo.

Dieciséis hamacas «armadas» en el barco «Divino Pai Eterno», volvíamos de Santo Antonio. Encima del toldo, en la proa y en la popa, entre bicicletas, acordeones, guitarras, panderos, hie-rrecillos y un tambor, la muchachada cantando toda la tarde, buena parte de la noche. De día, el sol rusiente contra el río, co­cinaba el barco. Al atardecer, reverberaba en las aguas casi lilas, hostia de oro y sangre, haciendo de su propio reverbero, alar­gado en la profundidad, como un cáliz de sí mismo, también de oro. De noche, el plenilunio se apoderaba ritualmente del silen­cio de las aguas, de la liturgia de las estrellas.

Dentro del barco, ya anochecido, las comadres evocaban sus varios partos. Dos de ellas venían grávidas, a punto de «des­cansar». Entre las historias -verídicas y personales-, otras his­torias ya menos críticas. Como la de aquella muchacha que ya no lo era y que, saltando el riachuelo, soltó en las aguas el feto y el secreto. Las comadres, los compadres y el obispo rezamos. Hasta que el sueño nos envolvió a todos maternalmente dentro de aquel seno grande y fluctuante del «Divino Pai Eterno».

O me estoy haciendo viejo -los viejos aman sus rincones- o estoy siendo rico y apegado. El hecho es que me gusta volver a esta casa de Sao Félix, y la siento acogedora y mía. Aun pa­sando la vida en andanzas pastorales, uno necesita saber que

98

tiene casa, punto de llegada, de regreso. Amo esta casa y sus de­talles. El patio y sus plantas. El gato Geró. Estas paredes desnu­das y las rústicas decoraciones. Llegar, volver a casa, debe de ser el propio destino humano.

No te defiendas. Depon todas tus armas. Acepta sosegada­mente que te interpreten mal, o que no te agradezcan, o que te ignoren. Este consejo, tan compensador y tan difícil, solamente lo saben vivir los que son libres en la humildad y en la paz.

Dios también amanece cada día para la comprensión de nuestra fe. Es la fiesta de la Trinidad, el día de Dios.

Hay que salir de la propia tierra, como Abrahán. Hay que descalzarse, como Moisés. Y responder nuevamente, cada día, al Dios siempre mayor y siempre nuevo. No se cree de una vez por todas. Se va creyendo. Sintiéndose acogido por Él y aco­giéndolo en asombrada gratuidad; acogiendo, por Él, a los her­manos, en el diario y exigente servicio: sin más compensacio­nes que Él mismo.

Anoche tuve una visita importantísima para mí: Megarón, mentuktire, líder de la última rebelión victoriosa de los indios del Xingú y ahora jefe del Parque, oficialmente. Nos abrazamos y creo que nos acogimos mutuamente, para un futuro de mu­cha esperanza. «Hay que llevar esta guerra hasta el fin», decía Megarón afirmando su voluntad de darse realmente a la causa indígena.

Prohibidos nosotros siempre de entrar en el Parque de Xingú, él ahora me invitaba a visitar las aldeas del Parque. Con un compromiso «regio»...

Acompañaban a Megarón, Olimpio Serra, gran amigo mío y del Parque indígena, y un joven indio kaiabí. Megarón se paró, emocionado, ante el viejo cartel calendario de 1979 de la Co-missáo pro Indio de Rio de Janeiro. Aquella mujer, anciana y desnuda, como una estatua de carne y sol, cubriéndose el rostro doliente, era su madre. La foto de svi madre le esperaba en mi casa. Todo era arraigadamente familiar entre nosotros.

99

Page 51: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Las buenas comadres de la Cascalheira le han construido una pequeña chabola de paja y cuidan de la pobre N. N. con solici­tud cristiana. Fue ella mujer de la vida. Y está ahora a las puer­tas de la muerte. Delgada, como un sarmiento, solo en la piel amarillenta y unos huesos exánimes. «Llévame, padre», me de­cía. No tiene remedio. El cáncer la corroe mortalmente toda. Me pareció que se lo pedía al propio Señor: «¡Llévame ya!». Le di la absolución y la unción de los enfermos, y hemos rezado juntos las buenas comadres, la hermana Paula y yo.

Desafío fundamental no solo para la teología, sino también para la pastoral y para la espiritualidad, si han de ser verdade­ramente cristianas, como vivencia y testimonio de la encarna­ción: conjugar, en la unidad y en la pluralidad, la experiencia de la salvación y la experiencia de la liberación; relacionar de un modo histórico y trascendente la religión y la sociedad, la mís­tica y la política. Concilium acaba de brindarnos un magnífico número -el 191-, dentro ya de su nueva etapa, sobre «¿Unidad o pluralidad de la teología, Babel o Pentecostés?».

«Lo universal cristiano -dice muy bien el editorial- es un universal de don y de envío». «No podemos invocar un evan­gelio diferente -añade-; pero la Palabra de Dios solo es actual en la diversidad de su recepción». «... la adhesión al evangelio como tal no puede realizarse a no ser en la diversidad de situa­ción histórica de los que oyen la Palabra». La unidad del credo y la diversidad de las teologías salvan la catolicidad histórica de la Iglesia de Jesús.

Ayer la ungí. Y esta madrugada ha muerto. N. N. ya es ahora, con gloriosa identidad, Enedina, y el amigo de las Magdalenas se la ha llevado. Vamos a enterrarla ahora. Nos acompañará ecuménicamente el reverendo Roy H. May, misionero ameri­cano de la Iglesia Metodista en Bolivia y director del Centro de Estudios Teológicos «Prodiadis».

Roy ha venido a Brasil para conocer la CPT, la problemática y la pastoral de la tierra entre nosotros.

100

En las áreas nuevas de Canabrava se mantiene un fuerte contin­gente de policía con el propósito declarado de infundir terror a los posseiros e impedir que se afiancen en el lugar. Las promesas elec­torales de los políticos fallaron -como fallan siempre-, y ese pue­blo, trashumante, iludido, está a merced de la crónica inseguridad.

Escribo para Alvorada un «recado» sobre la malparada justi­cia que nos toca presenciar. El proceso del alcalde de Luciara, José Liton, ha sido archivado... y él seguirá impune en sus frau­des y corrupciones. Si en Brasilia y en la mayor parte de las ca­pitales de los Estados, el Gobierno federal y los de los estados siguen impunes, ¿para qué vamos a pedirle cuentas a un alcal-dillo del sertao? La corrupción es nacional, pública, pasiva­mente encajada. Plaga ya secular también en esta malherida América de caudillos, lacayos y oligarcas. Quien tiene el poder, puede.. . puede hacer lo que bien entienda.

Es verdad, Alfonso: «El hombre que ama es por esencia un ser que padece». Ha de ser, por eso mismo, un hombre que espera, que ayuda a esperar, que, en todo caso, nunca desespera. Es­cribe también Comín, en la revista Qüestions de Vida Cristiana, 94/1978: «Todo lo que he dicho, lo he dicho sin situarme en una perspectiva reduccionista de la fe, sin acudírseme pensar que la fe se agota en la revolución, en la lucha por la justicia, ni tan solo en el amor, que será siempre una imitación grosera de Aquel que nos ama hasta el final. Pero sabiendo que la expresión de la fe pasa por el devenir y por el acontecer; a partir de ellos puedo impulsar la imaginación, ellos pueden conducirme a los cua­renta días de desierto que me permitan volver a la ciudad de los humanos con palabras surgidas del pan y no de las piedras».

JULIO

Muy cínicamente, el Banco Mundial anuncia un futuro de mi­seria para el Tercer Mundo. ¿Futuro? Y como causa suprema, una vez más, haciendo un esfuerzo de clarividencia, consigue

101

Page 52: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

detectar la expansión demográfica. Los pobres son pobres por­que son muchos. Los pobres no serían pobres si no existiesen. Solo que los ricos tampoco serían ricos si no existiesen los po­bres, a costa de los cuales los ricos se enriquecen. Un presente y un futuro de ignominia para el Primer Mundo y la maldición del Dios de los pobres sobre el Banco Mundial...

Dice el poeta africano: «Ve en busca de tu pueblo,/ ámalo,/ aprende con él,/ planea con él,/ sírvelo,/ empieza con lo que él sabe,/ construye sobre lo que él tiene».

Nosotros decimos «vida y milagros». Un antigua expresión brasileña decía: «El milagro y el santo». Los santos y los mila­gros, de todos modos, entran en la picaresca ibérica, latina, «cristiana». La religión justifica muchas pillerías y prepoten­cias. Hay que apelar a Dios para endiosarse. O hay que dejar en las manos de Dios y de sus santos lo que no se puede explicar o lo que no se quiere afrontar. Entre el conformismo y el sabio humor, también la buena fe católica -la fe católica buena- siem­pre ha salvado el humor por encima de las llamas y los llantos. Milagros todos hacemos a nuestra manera, todos somos tan diablos como santos.

Un amigo sacerdote de Austria, que sabe muy bien lo que dice, me escribe estas textuales y alarmantes palabras: «En Aus­tria siguen los obispos durmiendo. En diez años han aposta­tado expressis verbis medio millón de católicos».

Dios está más allá de nuestra fe; más allá de nuestra teología; más allá de todas las Iglesias. Dios está más allá de todos los poderes; más allá de todos los fracasos; más allá de todos los posibles. Dios está más allá de la esperanza. ¡Dios está mas allá, más acá Dios está!

102

Era peón de albañil, separado de la mujer, cuatro hijos, ebrio. Ha muerto del corazón. Presentía la muerte hace ya algunos días. Hemos rezado el rosario un buen grupo de vecinos. Cer­cado de velas el cadáver, cubierto con una sábana roída, y los pies desnudos al aire, tallados, sujetos por unas tiras de pal­mera. Me han parecido los pies del crucifijo grande que tantas veces besé, de niño, en la iglesia fría y penumbrosa de mi Balsa-reny natal.

Creer en Dios, para un cristiano, significa:

- descubrir el mundo como realidad cargada de sentido y de misterio;

- descubrir la vida y asumirla como proceso de realización personal;

- descubrir mi propia responsabilidad como sujeto, asu­miendo el deber de realizarme en libertad;

- descubrir al otro como «absoluto» inviolable; - abrirse a la experiencia de un nosotros, decidirse por la co­

munión interhumana; - estar comprometido en el proceso de la historia, confe­

sando a Jesús como el Señor y asumiendo su entrega por el Reino a favor de los pobres;

- optar por la creatividad, siguiendo el camino de Jesús cru­cificado;

- vivir, ya desde ahora, en el anticipo de aquello que se es­pera.

Así Xabier Pikaza en un hermoso texto de Iglesia Viva. Dios, recuerda él con Zubiri, «es trascendente (desborda lo

creado) desde dentro de las cosas, por dentro de la historia». No el panteísmo, claro está; pero sí «un tipo de nuevo pan­teísmo: Dios ha querido que surjamos dentro de su propio mo­vimiento de amor, en el proceso de la entrega (generación, res­puesta, comunión) del Padre con el Hijo en el Espíritu».

Para un cristiano, Dios es siempre el «Dios con nosotros». El más allá de Dios es siempre el más íntimo más acá.

103

Page 53: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Una buena radicalidad, para que sea evangélica -santifica-dora y liberadora- ha de tener su pedagogía. La pedagogía de la radicalidad evitará el radicalismo del gueto y salvará la con­temporización de la convivencia.

El Consejo Mundial de las Iglesias (trescientas Iglesias, de más de cien países) ha elegido como Secretario General al pas­tor metodista uruguayo Emilio Castro. Un pastor del Tercer Mundo, un militante de la justicia. Incisivamente ha afirmado la Sexta Asamblea del CMI en su declaración final: «Sin justicia para todos no habrá paz en ninguna parte».

Es italiano, misionero en el Zaire, «una tierra abandonada, traicionada por sus autoridades, saqueada por los extranjeros. Podría ser un paraíso, un poco como el inmenso Brasil... Aquí también la riqueza para un pequeño número de privilegiados y la miseria, el hambre, para la mayoría». Está preparando la tra­ducción de la Missa dos Quilombos en kishwaili, la lengua nativa más difundida en África. Y me pide oración. Y cartas. Quiere enviarme de vez en cuando «fragmentos de sus experiencias africanas, color rojo y fuego, con lágrimas de sufrimiento y ex­plosiones de alegría», «sobre todo el resplandor prodigioso de la alegría que estalla, principalmente, en las proximidades de la muerte: nuestros pobres conocen muy bien la senda que nos lleva a Casa».

Nicaragua otra vez es noticia-conflicto. La tensión entre la Iglesia oficial y el proceso sandinista se exaspera. Han sido ex­pulsados algunos sacerdotes que estaban apoyando a la contra­rrevolución.

Ernesto Cardenal recordaba hace poco en Europa la convic­ción de Martí: cuanto más lejos de los Estados Unidos, más li­bre es América Latina. Los Estados Unidos de Reagan están de­masiado cerca de la nueva Nicaragua, desgraciadamente.

Quiero confiar en el Dios de los pobres y en los muchos már­tires de la liberación. Nadie sabe a ciencia cierta hasta dónde puede llegar esa tensión que Nicaragua vive. Pero tengo la con-

104

vicción, lúcida y dolorosa, de que ni la jerarquía nicaragüense ni el Vaticano podrán tirar la primera piedra.

Denunciamos, en documento firmado por el Equipo Pastoral de la Prelatura, la quema de la casa de Cascáo y Fernanda, en Porto Alegre. Atentado criminal, a las tres de la madrugada. Mientras el joven matrimonio de agentes pastorales dormía, con la pequeña Janaína y el nuevo hijo ya por nacer, aun en este mes de junio. La policía quiso configurar el incendio como fortuito y aderezarlo acusadoramente de supuestos estallidos de balas de varios calibres, municiones, bombas. La población señala con dedo anónimo al culpado: el latifundio que cerca Porto Alegre.

De Porto Alegre han venido cuatro posseiros arrestados por la policía, y brutalmente torturado uno de ellos, con costillas rotas.

Se recrudece la agresividad oficial contra los labradores y sus sindicatos, contra la Prelatura y sus agentes, afortunadamente unidos bajo la persecución. Dios nos coja siempre entre los po­bres de la tierra.

Toma nota, María de la Liberación, mujer, madre, sufrida y bendita entre todas las mujeres. Estudios de las Naciones Unidas revelan que, en el nivel mundial, las mujeres son el 50% de la po­blación; realizan el 60% de las horas de trabajo; reciben solamente el 10% de los ingresos; y poseen solo el 1% de la propiedad.

«Deuda externa, deuda eterna». En México lo dicen así. Y así lo podemos decir en Brasil y en todo el Tercer Mundo. Mientras con­tinúen como están las relaciones económico-sociales Norte-Sur; mientras el FMI sea el gran usurero de los pueblos dependientes.

Solo cambiando los términos: deuda interna, en primer lugar. Y la deuda externa, deuda de «ellos». ¿Pagan o no pagan, por fin, lo que nos vienen robando hace siglos?

El Equipo Pastoral se enfrenta con un desafío de «destete». Cada vez deberemos «suplir» menos. El cuándo y el cómo de esta transición se las traen. Quizás se las traigan siempre, en la vida pastoral de la Iglesia. En el fondo se toca ahí el viejo pro-

105

Page 54: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

blema de la autonomía del mundo y sus instituciones; la espe­cificidad de la misión de la Iglesia; las inevitables suplencias practicadas por la caridad cristiana, «porque siempre habrá po­bres entre nosotros», aun en la más utópica sociedad.

Hemos querido también entender mejor, en el Equipo, cuál será la misión y la función eclesial específicas de un sacerdote, de una religiosa, de un seglar. Aquí, hoy. Cómo formar a los semina­ristas que están apareciendo en nuestra nada clerical Iglesia.

Yo recordaba al grupo con insistencia: somos una Iglesia par­ticular y tenemos el derecho y la obligación de forjar nuestra li­bre identidad original; pero somos parte de la Iglesia universal de Jesús.

«La palabra armoniza el corazón del individuo», escribe Al­fonso Albalá en Notas para un ensayo. En mí, sobre todo la pala­bra escrita. Este diario, por ejemplo. Cada poema que pergeño. La palabra me realiza. Mis hijos son mis palabras.

«El proceso histórico de la evangelización de los indios en Bra­sil». Este ha sido el tema de fondo de la X Asamblea Regional del CIMI, en Araguaiana, cerca del Araguaia, todavía menor en su grandeza siempre hermosa. En un viejo internado de los salesia-nos, acogedor. Visitamos el cementerio y rezamos ante la tumba de los padres Fuchs y Saciloti, que hace cincuenta años murieron a manos de los xavante, mártires del entusiasmo misionero. En noviembre, fecha del cincuentenario, una comisión de xayante visitará el sepulcro de los mártires en un gesto de reconciliación.

Pensamos. Discutimos. El lenguaje es el test de nuestro sub­consciente. Los primeros historiadores de América -españoles, portugueses- hablaban como señores que se sienten de la tierra invadida. Y Puebla, con imperdonable distracción que Freud también explica, dice que nuestra América ya empezó cristiana. Antes no habría historia, por lo dicho. La primera expoliación de un pueblo es arrancarle su memoria histórica.

La bula de Nicolás V habla de «invadir, conquistar, subyugar cualesquiera sarracenos...», «y los paganos enemigos de Cristo», y «reducirlos a todos a la servidumbre».

106

El proceso de cristianización se dio aquí en un ambiente tri-dentino, barroco, de contrarreforma. Las «reducciones» fueron fruto del desánimo, la salida autoritaria ante el supuesto fra­caso de una evangelización en libertad.

«Toda evangelización, si no quiere ser expoliadora, ha de ser sincretista». El sentido peyorativo que suele dársele al sincre­tismo no sería el más legítimo.

También es verdad que nunca se puede olvidar, histori-zando, «la conciencia posible» de cada época.

Toda cultura es dinámica. La religión, que es el centro más profundo de una cultura, también. El mito es dinámico, pues. Toda cultura evoluciona, asimila, intercambia.

El mito es el sentido del ethos. El mito es existencial; una ex­periencia comunitariamente vivida.

El proyecto de un pueblo o de una persona es el núcleo ético-mítico por el que viven.

La llamada civilización es de los «útiles». El verdadero cris­tianismo es «inútil», gratuito. No es un instrumento. En este sentido, la propia expresión «civilización del amor» podría no ser muy feliz. Civilizar, civilizar, siempre es peligroso...

La historia de un pueblo es la continuidad con que ese pue­blo vive su objetivo o finalidad grupal.

No juzgar a la historia es como no leerla racionalmente. Deja ella de ser maestra de la vida. La historia que se cuenta o se es­cribe siempre es subjetiva, porque es interpretación. Su objetivi­dad estará en la honestidad del historiador. Pero la interpreta­ción dependerá siempre del «lugar social» en que el historiador se sitúe. La fotografía depende del ángulo en que sea tomada.

Evangelizar legítimamente en el mundo indígena -en todo mundo llamado «primitivo»- sería ayudar respetuosamente a ir pasando desde el Dios cósmico de la naturaleza hasta el Dios de la historia, cada vez más el Dios del universo entero, siendo muy particularmente el «Dios con nosotros».

La fe y la cultura deberán andar siempre unidas y siempre en conflicto. Porque la fe sobreviene a la cultura, la critica, la pro­voca siempre a más, la sobrepasa en el Misterio.

107

Page 55: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

A medida que se avanza críticamente en la vivencia de la propia cultura, de la propia religión, viviéndolas más en pro­fundidad, el mito -herencia del pasado- se va tornando utopía, esperanza y compromiso de futuro.

Porque creo, espero. Hay que trabajar con el Absoluto siendo relativos.

Dicen que en aquellos tiempos se interrumpía la guerra para celebrar las olimpiadas. (Como se interrumpía en nuestra celti­bérica España, con ocasión de la Navidad, sintiéndose un poco cristianos todos, a su manera, los azules y los rojos.) Ahora, con ocasión de las olimpiadas, se organiza una guerra. El bloque so­viético ha respondiendo a los yanquis negándose a participar en la olimpiada de Los Ángeles. Estamos en guerra y no hay tregua posible. Ni los dioses del Olimpo consiguen hacerse respetar.

Dos grandes calamidades hay en el mundo (podría decir Dios, al viejo estilo de los profetas): los Estados Unidos y la Unión Soviética.

A nosotros, en esta América Latina subyugada, nos duelen mucho más los Estados Unidos, evidentemente; porque los te­nemos encima.

AGOSTO

Fernando Sebastián, ahora Secretario General de la Conferencia Episcopal Española, ha estado aquí unos días; venido del CELAM y de la CNBB, yendo para la Conferencia Episcopal de Uruguay.

Hemos hablado y discutido. Tan cerca siempre, Sebastián y otros amigos, a veces surge un mar océano entre nosotros: el Primer Mundo / el Tercer Mundo, la Iglesia / la Iglesia allá, la política real / la política posible o la inevitable... El Vaticano, Juan Pablo II, la teología de la liberación, etc., etc.

Cosí estas conversaciones con las últimas noticias de Roma intimando a Leonardo Boff y anunciando un texto definitivo

108

contra nuestra teología. Y me quedé rumiando, dolorido, tenso, pero... dispuesto a la esperanza, a pesar de todos los pesares eclesiásticos. La Iglesia es una cruz. Y posiblemente solo es se­ñal e instrumento de la salvación siendo cruz o estando crucifi­cada. Como su Señor y Maestro.

La fe, insiste Fernando, el bautismo, es un real morir en Cristo para vivir ya escatológicamente muertos y resucitados. Hemos sido lanzados, en Cristo, del lado de allá; en la eterni­dad del Dios vivo. Pero viviendo aquí todavía, ¿no?, replico. Asumiendo, como Jesús, el hoy de la historia humana, el desa­fío personal y comunitario del tiempo. Por ahora solo podemos vivir el más allá... acá.

Yo le pido a Fernando que no sean asépticos en demasía; que reconozcan que hay un Primer Mundo a costa de un Tercer Mundo; que la Iglesia en ese Primer Mundo, para no dejarse absorber por «el pecado del mundo», ha de ser más evangélica­mente escandalosa que la propia Iglesia del Tercer Mundo.

Le pido a él y a la Iglesia española y a toda la Península ibérica y a Europa que no se les ocurra celebrar demasiado festivamente el V Centenario del mal llamado Descubrimiento de América. Le pido a Fernando -y él toma nota humildemente- que se lea Las venas abiertas de América Latina, de Eduardo Galeano... y, ha­blando de esas cosas todas, me sale un poemilla airado:

Los conquistadores (completando a Pemán y avisando a tiempo para las conmemoraciones de los quinientos años) «Llevaban la espiga»

(y también la espada). Llevaban «la rosa»

(con muchas espinas). «Y los mandamientos»

(todos conculcados). «Y el avemaria»

(¡llena de desgracias para la Amerindia!).

109

Page 56: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Acabo de leer, precisamente en catalán -número 254 de Cata­lunya Cristiana-, las declaraciones del cardenal Rossi anunciando para este mes de setiembre el documento de la Congregación para la Doctrina de la Fe sobre la teología de la liberación. Todo, sin duda, con las mejores intenciones eclesiales. He de suponerlo así. Aunque tengo razones para suponer también otras intenciones menos eclesiales... No podemos pensar solo en «transformar las mentalidades», señor cardenal. No pode­mos tampoco, sin escandalizar como fariseos, predicar la fra­ternidad entre hermanos tan brutalmente desiguales, si no exigimos bastante más igualdad. No se trata de «provocar cho­ques». Se trata de evitar que los ricos, los poderosos, los seño­res, sigan descargando su prepotencia contra los pobres, los pequeños, los esclavos. También en eso todo El no ha venido a traer la paz de las componendas o de la resignación deshu­mana. ¡O ya no entiendo nada del sufrimiento de los pobres y del evangelio de Jesús!

La Televisión francesa ha conseguido presentar la creciente presencia de Dios en la vida de Carlos de Foucauld a través de fotos sucesivas del rostro del hermano Carlos. Así lo han sen­tido y lo han declarado muchos telespectadores. Dime qué cara pones y te diré cómo andas de Dios por dentro. Espejo del alma, el rostro; hace siglos que lo decimos así. Si somos fieles, si somos pobres, si vivimos en contemplación, como Carlos, sere­mos capaces de traslucir al Dios que nos habita. Nuestras caras, por ahora, quizás andan muy opacas, Señor.

Se están escribiendo muchas cartas a Roma. De obispos, de grupos de teólogos, de Iglesias particulares; documentos colec­tivos, firmados algunos por millares de cristianos y cristianas. En apoyo a nuestro teólogo Leonardo Boff. En apoyo a Gus­tavo Gutiérrez, anteriormente. En defensa de la teología de la liberación. Nuestra Iglesia de Sao Félix ha enviado también su carta.

La prensa, la radio, la televisión, se hacen eco intenso. «Hasta en los bares se habla de teología de la liberación, en la Italia del

110

Vaticano», me decía un misionero italiano venido de allá estos días.

El Espíritu, la historia y la Iglesia tendrán ahora y en el futuro sus respectivas palabras. En todo caso, hay que lamentar los procedimientos usados por la Congregación de la Doctrina de la Fe, saltándose a la torera a nuestra Conferencia Episcopal y a la misma Comisión de Doctrina brasileña, que el propio Vati­cano nos obligó a erigir. La colegialidad es aún una palabra fría... No se renuncia fácilmente al autoritarismo. Está claro que la Iglesia de Jesús no es una democracia. Pero debe estar más claro aún que no es una aristocracia ni una monarquía ab­soluta; sino una fraternidad; y «los que tienen autoridad en ella deben portarse como quien sirve». Sospechar, imponer, cerce­nar, centralizar, no son verbos muy evangélicos. Y el testimo­nio, dentro y fuera, se torna tristemente turbio.

Hay valores vitales que normalmente hablando solo se sal­van si son vividos en comunidad. La fe exige una comunidad de oración. El celibato, una comunidad celibataria, por lo me­nos en parte. La pastoral o la acción socio-política verdadera­mente populares reclaman a su vez una comunidad de pobreza y de disponibilidad. Toda vida religiosa debería ser la vivencia conjugada de estos tres valores fundamentales para ella.

Un grito de alerta. ¿Se aceptan y se promueven las CEB como «un nuevo modo de ser Iglesia» o se quieren utilizar como la salida estratégica para recuperar pueblo eclesiásticamente?

El capitalismo es hegemónico e impone su ley, incluso en los países socialistas. No se puede sobrevivir fuera del juego del capitalismo internacional. «El mercado total» hoy es el universo mundo. Los que no interesan a este mercado, no existen. La ló­gica de la justicia y la valoración ética son pretensiones ridicu­las. El mercado total es la racionalidad y la moralidad del capi­talismo hodierno. Por eso también la teología de la liberación -teología de la vida- resulta hoy tan subversiva... ¿Habrá tam­bién en la Iglesia un modo de «mercado total» de la doctrina, el

111

Page 57: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

rito, la autoridad, la agremiación? Parece que se busca una in-temporalidad inmutable, la «padronización» universal. La incul-turación se reprime, la historización se teme. Alguien le ha hecho a Urs von Balthasar -que acaba de recibir el premio Pa­blo VI y ha sido elegido como teólogo símbolo de la restaura­ción católica- el elogio más melancólico que se le pueda hacer a un teólogo, a mi corta manera de ver: su teología no atiende a necesidades o interrogaciones del hoy; vale para todos los tiempos y para todas las latitudes...

El gran desafío que Pablo asumió apostólicamente fue trans­poner el evangelio, del mundo judío para el mundo helénico. Hoy cada vez más el gran desafío es transponer toda la Iglesia, del mundo de los ricos para el mundo de los pobres, del Primer Mundo hacia el Tercero; del Norte para el Sur.

Kénosis No optes por los pobres, ¡hazte pobre!, entra en picado por aquella kénosis que el Verbo aventuró desnudamente, de abismo en abismo, hasta el foso fecundo de la muerte.

La Iglesia, nos recuerda Silvio, pastor luterano, ha caído mu­chas veces en estas tres tentaciones: 1) ponerse al lado de los empobrecedores; 2) vaciar, con asistencialismos, el movimiento de los empobrecidos; 3) querer conducir al pueblo.

Cada uno de nosotros es un manojo de identidades que lo constituyen en su intransferible e irrepetible identidad.

Yahvé dijo a Moisés y a su pueblo: «Yo soy Aquel que iré siendo con vosotros en la historia». Aquel que es, es el que será.

A la hora de la estrategia y de las tácticas hay que aceptar con realismo político lo posible, pero sin renunciar nunca a las exi-

112

gencias éticas. A veces, para el cristiano concretamente, solo es posible lo imposible: la ineficacia evangélica, el ridículo escato-lógico...

Me visitan dos chiquillas. Una de ellas, seis o siete años qui­zás, pelirroja y precozmente adulta, como tantas niñas del pue­blo pobre, lleva en una carretilla a su hermanito de un año: pe­lirrojo también, la cara sucia, asustadillos los ojos...

-Se lo vendo por cien mil -me dice la pequeña. -Por cien mil besos -le replico. Y las dos chiquillas y yo nos reímos con ganas. Para terminar

el infantil romance les doy pan con miel.

Picos. Piauí. Nordeste. Estoy coordinando el retiro espiritual de la diócesis del compañero obispo Dom Augusto. En la esta­ción de autobús de Teresinha -capital del Estado- mientras yo comía mixto caliente, esperando el otro autobús, se me acerca un chiquillo, con los ojos vidriados de hambre. Era la imagen viva del Nordeste empobrecido. Partí con él el panecillo y me entró su cara, su petición, su hambre, como una acusación, como un inapelable desafío, alma adentro. El hambre es incon­testable. Todas las disquisiciones, todas nuestra estúpidas dis­cusiones políticas y eclesiásticas, se derrumban delante del hambre.

Han sido tres días de viaje. Y a lo largo de los tres días me han acompañado las «queimadas». Desde la Ilha do Bananal hasta el Nordeste socarrado de sed. A la hora del ocaso, la hu­mareda, violeta y atornillada, se levantaba sobre los campos, cielo arriba, como un fantasma atómico. Por la carretera Belém-Brasília, los camiones de ganado, de gasolina, de madera, de bananos. No acabo de acostumbrarme a ver a los becerros atra­pados prematuramente en esas enormes jaulas, de pie, entre­cruzados, impotentes.

Aquí, en Picos, Dom Augusto me pasa la Instrucción íntegra de la Santa Sede sobre la teología de la liberación. Estoy plena­mente de acuerdo con casi toda ella en los aspectos positivos que afirma o subraya. Estoy en desacuerdo con muchos de los aspec-

113

Page 58: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

tos negativos que le achaca a nuestra teología. O por globales, o por primarios, o por calumniosos. El resumen escrito en caste­llano -el texto francés es considerado original- es francamente insidioso. Por lo menos para mi... susceptibilidad, digamos.

De todos modos, sigamos la «caminhada», siga el gran pro­ceso del pueblo; siga el Reino.

Por el camino he leído esa deliciosa novela psicológica de Delibes, escrita en forma de Cartas de amor de un sexagenario vo­luptuoso. De entrada, Delibes nos propina esta cita de Marcel Proust: «A la mala costumbre de hablar de sí mismo y de los propios defectos hay que añadir, como formando bloque con ella, ese otro hábito de denunciar, en los caracteres de los de­más, defectos análogos a los nuestros». La penúltima carta -ya deshojándose la ilusión- termina así: «Lo importante en la vida es disponer de un interlocutor. Se vive para contarlo, en fun­ción de un destinatario». Este mismo diario quizás corrobore, en buena parte, el desahogo del sexagenario Delibes.

Parábola. La antena de radio de la camioneta recibía, flexible, todos los ramalazos y seguía imperturbable captándolo todo, cantando, pasando la noticia.

En Guaraí -de regreso del Piauí y ya anochecido-, un indivi­duo joven aún, desabrochado, con aire de golfante, entra en el autobús. Y habla alto, explicando, explicando demasiado tal vez. ¿Queriendo justificarse? Se dice delegado de la policía fe­deral y trae consigo dos chiquillas muy hermosas -¿nueve años, once años?- vestidas de mujer con sus ropas sueltas. Ellas no dicen nada, no miran. Son como dos tortolillas atrapadas. Según el hombre delegado, habrían huido de casa y él consi­guió identificarlas. El chofer sabe de qué va, por lo que parece. A cierta altura de la carretera, el supuesto delegado se baja del autobús con las niñas y se pierden los tres en la noche anónima. Me malduermo bajo una terrible pesadilla, impotente.

«La verdadera poesía se caracteriza por un fino exceso», insi­núa Keats. Un exceso de sensibilidad, un exceso de emoción. Para captar, para decir. Quizás también un exceso de ensueño para

114

seguir esperando. Un exceso de amor para cogerlo todo, para acoger a todos. Esa «verdadera poesía» sería, así, verdadera hu­manidad. Las «humanidades» de nuestros estudios clásicos nunca podrían considerarse trasnochadas. Humanizar a la hu­manidad es una tarea actualísima siempre, más todavía en es­tos deshumanos tiempos que mal vivimos.

SEPTIEMBRE

Jeremías, en la primera lectura del domingo 22 del Tiempo Ordi­nario, confiesa, vencido: «Sentía la palabra del Señor dentro de mí como un fuego encerrado en los huesos. Hacía esfuerzos por contenerla y no podía». Pequeños Jeremías, también llamados, esa palabra inevitable nos roe a muchos. Y esta es la cruz y la gra­cia de nuestra vocación: tenemos que gritar. Sea siempre nuestro grito su Palabra. La «violencia y desolación» que veía el profeta siguen asolando estos campos, estas ciudades, el mundo.

La novelista francesa Francoise Maillet-Joris, convertida ya adulta, sugiere una receta muy sensata para todos los creyentes más o menos «ilustrados»: «No pienso que una fe sabia sea más meritoria que una fe ingenua; pero, como yo no he recibido el don de la simplicidad, creo que he de alimentar mi fe con textos y contactos».

También el último boletín de la CPT sangra por todas sus pá­ginas. Cada día aumenta el número de los labradores, líderes sindicales y de la pastoral asesinados por el latifundio y sus pis­toleros y la policía militar. El martirologio de la tierra crece es­pantosamente. Benedito Alves Bandeira (Bené), en Tomé Acu, Para. Raimundo Paulino de Souza, el cauchero «Calado», en Agua Preta, Acre. Agenor Rodríguez Bueno, en Pimenta Bueno, Rondónia. A 70 km de Sao Geraldo do Araguaia, en la Gleba Te­rra Nova, tres labradores caen asesinados y otros cuatro heri­dos bajo las balas de más de quince pistoleros.

115

Page 59: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Camioneros y cargadores. Gente dura y buena, con su vida y sus afanes, y mucha carretera detrás y delante. En un camión cargado de arroz volvemos por la carretera «Perdida» David y yo de regreso de Santa Cruz de Xingú. Llegamos al Bituca a me­dianoche. Hace frío. Y nos hemos de pasar el resto de la noche en claro de luna; sentados, echados en unos bancos propicios, delante del bar cerrado. Ha sido el día de la Exaltación de la Santa Cruz. Trece muchachos, ellas y ellos, uno sordomudo, han celebrado su primera eucaristía. La primera eucaristía cele­brada en este nuevo poblado de la Prelatura. A la gaucha, des­pués de la misa no ha faltado el churrasco oloroso y grasiento, con las grandes hogazas de pan casero.

Hoy y mañana tendremos celebraciones y encuentros perso­nales en Sao José de Xingú, cerquita del Parque Indígena, bajo un tiempo de lluvia apresurada. Hemos llegado del Bituca aquí en autoestop. El dueño del coche no se conformaba con que se les entregue a los indios «tanta tierra» que no va a producir. Me he limitado al silencio, por esta vez. No es fácil hacer entender la problemática indígena ni a los simplistas ni a los ambiciosos. Yo estaba con ganas de decirle a nuestro anfitrión sobre ruedas: ¿por qué no llamamos a tantos pueblos numerosos con poca tierra, como Japón por ejemplo, para que invadan este inmenso Brasil improductivo?

Seis cuchilladas, unos y otros bebidos, en el barracón de la hacienda Araúna, y Antonio Bebinho («el borrachín») terminó a los cuarenta años no cumplidos su triste vida de peón. He acompañado a la viuda -la última compañera- en la visita fu­neraria del séptimo día. Con nosotros -en este cementerio, bruto aún, de Sao José- otra comadre, cinco peones y dos pros­titutas jovenallas. Quería llover sobre la floresta próxima, apro­ximando el ocaso. En el campo de fútbol, la muchachada levan­tando gritos y polvo. Delante de los almacenes de la agitada calle -carretera-, un grupo de pentecostales, blancos de ropa, compuestos, con la Biblia debajo del brazo, mientras el pastor o evangelista intenta, a gritos, anunciar a Jesús y su venida. Y el

116

cine entoldado con el altavoz estridente, vomitando música-ruido y convidando a un trasnochadísimo film de gitanos y venganzas. La vida y la fantasía. La vida y la muerte. Y un evangelio siempre posible, extrañamente débil, como marginal en medio de tanta marginación humana.

El viejo Antonio «Prosa» ha muerto con sus noventa y tres años encima, padre de veintiún hijos. En la carrocería de la ca­mioneta que llevaba el cadáver del viejo Antonio al cementerio -limpio, con la hierba nueva queriendo brotar-, una chiquilla comentaba mirándome, como pidiendo mi parecer de obispo: «Dicen que los viejos así como él cuando mueren se vuelven an­gelitos, anjinhos...».

«Ser responsable de la responsabilidad de todos» es, según el viejo cardenal Marty, la nueva responsabilidad que los sacerdo­tes (y los obispos, y todo buen creyente, diríamos) han descu­bierto en esta Iglesia posconciliar.

El evangélico Richard Shaull avisa con estas graves palabras: «La comunidad de creyentes, tal como se concibe ahora, tiende a obstaculizar el desarrollo de una preocupación total por el hombre, a quien el evangelio se dirige. Así lo expresó Cristoph Blumhardt en una carta al yerno en su bautismo: "Cristo se identificó mediante el Espíritu con los pecadores; en el bau­tismo de la Iglesia, nosotros, en el mismo Espíritu, nos separa­mos de ellos... Nuestra tendencia es buscar la presencia de la gracia únicamente dentro de la Iglesia, en lugar de señalar a los hombres la acción de la gracia en el mundo; y mientras tanto nuestra vida en la communio sanctorum no tiene como resultado esa total preocupación por anunciar el evangelio al mundo en­tero..."». La cita es de La forma de la Iglesia en la nueva diáspora. Más tarde Shaull llegaba a la conclusión de que el sentido de la acción de la Iglesia en el mundo aparece cuando ella, como Je­sús, abandonando toda prerrogativa, se une solidariamente a quienes son portadores de una realidad nueva en la historia: los pobres y oprimidos.

117

Page 60: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

OCTUBRE

Itaici. En el encuentro y curso de obispos amigos. Bajo el im­pacto cada vez menos dramático de la orquestada instrucción romana sobre Algunos aspectos de la teología de la liberación. La cosa, sabida por dentro, adquiere su contorno real y no pasa de un conflicto casero, necesidad de crecer todos, en Roma y en el resto del mundo. Claro que la Instructio es solo un acto del drama. Preocupan más el proceso interno, la campaña, el gran movimiento eclesial. Además de la Instructio nos han ocupado, estos días, reflexiones y preocupaciones teológicas y sociales.

La seguridad nacional ha perdido legitimidad, incluso a los ojos de «ellos».

El capitalismo nunca reconocerá que su propuesta sea anti­democrática.

Todo el programa oficial de ayuda al Nordeste ha sido un gran subsidio al latifundio local y a las empresas advenedizas. Lástima que el documento de la CNBB sobre el Nordeste no fuera el «escándalo» que debería haber sido, porque quizás per­demos filo profético y nos falta sensibilidad «publicitaria».

El cardenal Doephner, en su visita apostólica al Seminario de Sao Paulo, preguntaba a los futuros sacerdotes: «¿Cómo van a hablar ustedes a la clase media?». Es interesante saber que tanto el cardenal patriarca de Lisboa como nuestro cardenal latino­americano Pironio se negaron a hacer esta visita inquisitorial.

El papa no aceptó el texto primero de la Instructio, mera­mente condenatorio, y exigió la inclusión de los cinco primeros capítulos, positivos. Ya había impedido que se publicase la carta contra Leonardo antes de que este fuera oído. Por otra parte, el papa se mostró muy reticente ante el documento de los obispos estadounidenses sobre el desarme; y el obispo que coordina el nuevo documento sobre el capitalismo no fue reci­bido por el papa. ¡Paradójico también Juan Pablo II en su fideli­dad ministerial! «Mío no», dijo a nuestros cardenales el papa; «de la Congregación». Estaba hablando de la Instructio.

118

El suyo será probablemente el gran documento que se anun­cia sobre la liberación cristiana; una encíclica, quizás. Que, se­gún Ratzinger, puede aún demorarse dos años. ¿Coincidirá con el Sínodo sobre los laicos en 1986? Esos laicos que, en el pro­yecto romano, vendrían configurados por los grandes movi­mientos neocatólicos de la Iglesia identificada y fuerte que Juan Pablo II quiere: Opus Dei, Comunión y Liberación, carismáti-cos, neocatecumenales...

Algunos de sus miembros como los ideólogos adecuados juntamente con el propio Ratzinger y Urs von Baltasar, y con Maritain de vuelta. Ideólogos de la «cultura católica». Comrnu-nio, réplica de Concilium; 30 Giorni y una sabia y poderosa in­versión en los medios de comunicación. ¿Modelos diferentes y una sola fe, ellos y nosotros? ¿Subconsciente nostalgia de la cristiandad? ¿Dificultad de asumir efectivamente el diálogo Iglesia-mundo? ¿Nuevo paralelismo entre una Historia Sa­grada y una historia profana? ¿Colonialismo eclesiástico cultu­ral? Gracia, sufrimiento, fidelidad, pecado, y el evangelio y la «Caminada». Leonardo nos recordaba la magistral advertencia de san Bernardo: «La teología tiene un ojo hacia atrás y otro ha­cia adelante».

Contrariamente a lo que piensa la Instructio, entendemos siempre la «ciencia» como se entiende hoy, como hipotética. Y sabemos relativizar el marxismo -que no es solo el estalinista que la Instrucción condena- y que además nunca ha sido para ninguno de nuestros teólogos consagrados más que un instru­mental de análisis de la realidad, una de las varias mediaciones.

Dom Waldyr hacía este comentario chusco: «No excluyente» quiere decir que nadie está excluido de hacer esa opción, que todos están convidados a hacer la opción por los pobres...

Nietzche preguntaba: «¿Cuánta verdad aguanta un bur­gués?». Leonardo Boff pregunta: «¿Cuánto evangelio aguanta?».

Gustavo Gutiérrez me parecía, en el encuentro, un Congar, un Rahner, un Teilhard criollo, cansado de luchar, sufridamente lúcido. Nuestro encuentro y aquella celebración mañanera -abiertos el día, la Palabra y el corazón- fueron para él como un

119

Page 61: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

refrigerio eclesial latinoamericano. ¡Nuestro Tomasito de Amé­rica, Gustavo! Fiel al silencio pactado, huía de los periodistas. Acababa de vencer una tormenta bastante insidiosa, mirado él como el padre de la criatura. Pero sabía sintetizar, comprender, perdonar. Roma, decía, quiere crear claridad, quiere normali­zar; se trata de una lucha política que nace de una preocupa­ción pastoral del Vaticano hacia América Latina. Roma quiere evitar a toda costa un socialismo real, una nueva experiencia marxista, otras Cubas, la emergente y temida Nicaragua... También Reagan ha decidido no permitir que Nicaragua salga a flote. Reagan afirma incluso, muy osado él, que los intereses del Vaticano y de USA coinciden. Dios no lo permita.

Una profunda espiritualidad (oración, solidaridad, profecía, martirio, diría Gustavo) será la garantía cierta para vivir cristia­namente la teología de la liberación. E insistía Gustavo: debe­mos valorar siempre más «la fuerza histórica de los pobres».

Pedro de Oliveira, nuestro «Pedrinho», sociólogo y compa­ñero de muchas andanzas, también nos asesoró. Ningún sala­rio, comentaba Pedro, es «justo», porque todo salario es un vínculo de explotación. No existe ciencia social neutra. Una so­ciedad de clases es inevitablemente una totalidad conflictiva. «La lucha de clases», esa conflictividad, se da en todos los do­minios de la vida social. El totalitarismo del mercado se ha apo­derado de la sociedad. ¡Somos por lo que tenemos! La verda­dera democracia está muy lejos de las democracias liberales que conocemos en el mundo.

La fe son los ojos, pero la situación de dolor/liberación que América Latina vive es la óptica propicia para leer la Biblia hoy aquí. El texto de la Biblia, en gran parte, apunta el luterano Milton Schwantes, es la memoria campesina de un pueblo en régimen tributario. En la tensión campo/ciudad. Entre el Yahvé del Pueblo y los ídolos foráneos. La Escritura es la vi-sualización de la memoria. Jesucristo es la gran relectura de toda la Biblia, y apunta Milton tres características de la lectura latinoamericana de la Biblia: 1) parte de la práctica y de la visión de los pobres; 2) está amarrada a la eclesialidad; 3) se vincula

120

espontáneamente a los movimientos populares. «Pueblo», con­fesaba oportunamente fray Gorgulho, es una categoría teolo­gal para nosotros.

Alguien -volviendo a la Instrucción- insinuaba que la misma, o ignora la Evangelii nuntiandi, o la reduce.

La «Iglesia popular», en el sentido plenamente válido de esa expresión, es también sociológicamente una causa y un efecto del movimiento popular, además, claro, de ser fruto del Espí­ritu. Ella se hace tal a medida que ayuda al pueblo a hacerse.

Estábamos en ambiente ecuménico. Y recordamos que, den­tro del mundo evangélico brasileño, los pentecostales, más o menos institucionalizados, suman un 70%.

El Instituto «Religión y Democracia» tiene en Novak a su teólogo católico; en Neuhans, a su teólogo protestante; y en Pe-ter Berger a su sociólogo.

Terminé toda esa cálida barabúnda de comunicaciones y vi­vencias con un poema de desahogo a la Madre de Jesús:

¡Santa María de la Liberación, líbranos de la teología de la dominación.

Líbranos de la siempre renaciente Inquisición. Líbranos de la siempre posible obstinación. De las cadenas estructurales, de las intrigas curiales, de los pecados personales, libra a nuestra Iglesia y nuestro corazón, santa María de la Liberación!

La rosa

Una rosa es una rosa y, sin embargo, solamente es la rosa si la cantamos.

Ribeiráo Bonito. Ya van ocho años del martirio de nuestro Joáo Bosco. Y la noche guiña con su enorme ojo redondo y se sobreponen -estáticas o móviles- las luces de las luciérnagas,

121

Page 62: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

de los relámpagos y de las estrellas. Huele a paz la tierra, hace poco mojada. Llevo toda esta Iglesia de la Prelatura, en mi cora­zón de obispo, como una noche de claroscuros, pero en asegu­rada paz. No es que sea fácil una Iglesia, ni hemos sido nosotros tan fieles ni somos ahora tan consecuentes o tan bien organiza­dos. Los nuevos que van llegando al equipo contestan -con ra­zón, en buena parte-. Los viejos -con buena parte de razón- re­cordamos, entre espantados y agradecidos, todo lo que le ha tocado vivir a esta Iglesia, a este pueblo. Y Ribeiráo Bonito sería como un paradigma de todo ese historial.

Hemos oído la BBC. En El Salvador se inicia un diálogo -¿sorprendente, posible?- entre el Gobierno y la guerrilla. San Romero lo torne fecundo y decididamente popular.

Me esperan la hamaca y el sueño. Hoy ha sido día litúrgico de Teresa de Jesús, aquella contemplativa tan militante.

Es un anuncio de turismo: «Especial Tierra Santa». Promete, si no entiendo mal, «paz y luz». Y, en todo caso, garantiza «ho­teles 4 estrellas». ¿Estará incluida la estrella de Belén?

Era una mujer aseada, trabajadora, muy cuidadosa de sus hi­jos. Su marido era un golfo. Volvía él del trabajo y se iba direc­tamente al prostíbulo. Recién parida ella tuvo que emplearse en lavado de ropa ajena, perdeu o resguardo, y enloqueció. Su casa tiene dos cuartos. En la entrada, sobre un tablón, latas, botellas, cachivaches. Sobre unos ladrillos ahumados hierve una lata: de agua, de agua pura. Ella lanza una carcajada y se vuelca, como una niña, como una enferma, sobre el colchón tendido en el suelo y entre paños mugrientos. La comadre vecina que le ha dado la comida hoy -arroz, frijoles, harina de mandioca- la evoca como una mujer ejemplar. «Muchas gracias», dice ella. Y se va con su plato de porcelana blanca cascado.

En estos interiores del país, un loco, un mendigo, nunca pa­sará hambre. Estas gentes a las que llaman incivilizadas están más cerca de la civilización del amor que ciertas gentes superci-vilizadas de las grandes urbes.

122

Hay que darle la razón al poeta Asunción Silva. De este lado de acá del mar océano, sus nocturnos son realidad. Élitros, lu­ciérnagas, murmullos de alas y las orondas zambombas de los sapos, pequeños o enormes, como ese que nos esperaba en la estación de Nova Xavantina, bajo la luz cuajada de insectos. Un sapo acre-pecoso del tamaño de una recepción oficial.

No es que esos nocturnos inviten al suicidio precisamente por muy romántica que se ponga su luna, nómada solitaria por entre una marea de nubes blancas, ceniza, violeta. Sí convidan a una expectante conciencia de la pequenez del hombre. El maes­tro san Juan de la Cruz enseña que un solo pensamiento hu­mano vale más que el universo entero; pero aquí, estas noches, el universo es bien mayor que el hombre.

Belém, Belém do Para. En la punta norte de Brasil. Con sus tra­zas coloniales en la ciudad vieja, sus gentes de acarreo en la peri­feria pobre y las nubes bajas de siempre, como aviso del chapa­rrón diario, inevitable. Por la bahía, el olor ácido de los cangrejos. La feria, costumbrista y casi proletaria. En la plaza de la catedral -hermosamente sobria la plaza, piedra y verde-, un cañón de ju­guete ahora, que fue de verdad un día, y el bronce del arzobispo y un mendigo negro de muchos años. El fuerte. El círculo militar. Y por todos los costados de Belém, en las bocacalles, en pancartas e invitaciones, en los rezos y fiestas de cada noche, el Cirio de Nazaret: tradición y folclore, fe y superstición, masa y pueblo de Dios; la mayor concentración religiosa anual de Brasil.

En el autobús Brasilia-Belém, dos noches y un día, venía a mi lado un joven pastor de la Iglesia de Betania. «A nosotros -me explicaba- nos interesa el interior del hombre. Llegan a veces jóvenes a nuestra Iglesia comentando lo que hacen, los trabajos en los que están metidos... No quiero saber de tu exterior, les digo; tu interior es lo que me interesa».

En la barra trasera del camión este dicho de amarga sabidu­ría: «El perro es amigo del hombre porque no conoce el dinero».

Leo la declaración de Henfil a Zarik de Sousa, «Cómo se hace humor político». «Yo siempre voy a donde todos van, aunque

123

Page 63: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

sea contra todos», confiesa Henfil. «Yo sé que tengo mi área es­quizofrénica, siempre que estoy conmigo. Yo más yo da esqui­zofrenia. Por eso voy con los otros...».

Llego a Belém a las seis de la mañana. Es domingo, el Do­mingo de las Misiones. El viejo sacristán de la iglesia de Sao Raimundo, confiada a los lazaristas o vicentinos holandeses, me entrega el periódico del día, para yo poder esperar aprove­chadamente. El viejo sacristán -me cuentan después los pa­dres- fue un día marinero curtido y ya ha arrancado más de una cuchilla de manos de los asaltantes. Haber sido marinero antes de ser sacristán podría ser una buena fórmula.

Hay mucho verde alrededor del vetusto convento. Y unas campanas melodiosas llaman a misa primera. En la puerta de mi cuarto alguien ha pegado este sello evocador: «Orange». Los misioneros tienen derecho a la nostalgia.

Las tres hermanitas de Jesús -Raimundinha, Iracema, Geno­veva- llenan de testimonio una casita de cinco metros, en el suburbio de «Terra Firme»; 40.000 habitantes, sobrevivientes, desempleados, prostitutas, pueblo en vilo. Esta tarde de do­mingo, las hermanitas participan de la reunión en el Centro Co­munitario. Elizabeth, nuestra veterana del Tapirapé, cuida de su viejo padre, noventa y cinco años, casi imposibilitado y ciego. Celebramos nuestro encuentro y la esperanza ya madura del anciano con una eucaristía doméstica. Terminada la misa, beso la frente del padre de la hermanita Elizabeth como si fuera la frente ya gloriosa de mi padre. Todo es familia. Todo va a ser muy luego encuentro definitivo.

Salimos en navio -el «Rodomar»- Dom José Elias Chaves, el P- Assis y yo, camino de Cametá. La íotagao es de 350 pasajeros, reza la placa. Las vidas que vamos en el barco son más, cierta­mente, que los salvavidas a disposición. Después, el autobús abarrotado hasta Igarapé-Mirim. El agaí jalona de palmas esbel­tas todo el trayecto. La población de estas latitudes del Para es de fisonomía marcadamente indígena. La Amazonia amerin­dia. Igarapés, un río, otro río, una ensenada y otra, hasta que enfilamos la masa móvil del Tocantins, de 2,8,15 km de anchura,

124

salpicada de islas verdes. Al Tocantins vienen las aguas de nuestro Araguaia. Más palmeras -acaí, buriti-, el mururé flo­tando, y las grandes hojas fibrosas de la plantación natural que los búfalos adoran. Antiguos ingenios de caña de azúcar aban­donados. Las casas de los ribeirinhos, invariablemente de ma­dera y levantadas como palafitos, entre las aguas imprevisibles y la floresta. Y flores cerca de las casas; muchas, sobreañadidas a la naturaleza, ya de por sí tan exuberante en esta Amazonia. Venus, la Vía Láctea, la noche, Cametá. A lo largo del puerto, los tapiches, escalera y pasarela para entrar en la ciudad.

Cametá es historia antigua en la colonización y evangeliza-ción de la Amazonia brasileña. «De aquí partió en la mañana de 28 de octubre de 1637 el bravo lusitano Pedro Teixeira para la conquista de la Amazonia». Antes eran los indios camutá, que ahora son apenas un nombre deformado. Aún se habla del barrio de la «aldea», pero los indios ya no están. Misionaron la región los franciscanos, los mercedarios, los jesuítas. Hoy la evangelizan, a través de las CEB sobre todo, los vicentinos, holandeses en su mayoría, bajo el cayado de Dom José, vicen-tino y mineiro. Ellos me han llamado para ayudarles en su re­tiro espiritual, que no podrá ser, gracias a Dios, ni cómodo ni espiritualista. Dos de los misioneros no pueden participar, por­que están acompañando a los acampados de la hidroeléctrica de Tucuruí. Más de 4.000 familias viven amenazadas por causa de la implantación de esos grandes proyectos del medio y bajo Tocantins, que represan el río, expulsan a los pequeños y con­taminan la naturaleza. Y producen energía y lucro para los grandes. Itaipú -las mayores compuertas del m u n d o - fue inaugurado ahora por Figueiredo y Stroesner. Tucuruí, el cuarto pantano mayor, será inaugurado el 22 de noviembre. Son las grandezas de Brasil...

El viento matinal se revuelca sonoramente en las altísimas copas de las castanheiras. Hasta cuarenta metros alcanzan las fa­mosas castanheiras del Para, floresta nativa en grandes áreas de la región. Siento que me cobijan desde muy arriba estos árboles altísimos de la Amazonia. No abruman, amparan. El cielo se

125

Page 64: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

abaja como incorporado a ellos. De noche, las estrellas florecen en sus ramas. Ellos ayudan a mis ojos a ver más uno el uni­verso: desde las grandes raíces enterradas hasta las copas casi celestes.

No soy un panegirista de las corridas de toros; pero no deja de chocarme la reacción de tantos brasileños ante la noticia de la muerte del torero Paquirri. «Avispado», el toro matador, es encomiado por ellos como el vengador de la muerte de tantos toros hermanos. «Avispado» habría «ajusticiado» a Paquirri. Lástima, dice uno de esos justicieros, que «Avispado» no haya podido gritar un ¡ole! animal encima del hombre ejecutado...

«La única respuesta a la actual situación es la eliminación del apartheid», afirma la nota oficial del Consejo Sudafricano de Iglesias, cuyo secretario general es el obispo Desmond Tutu. Tutu -un Hélder Cámara o un Luther King en África del Sur-acaba de recibir el premio Nobel de la paz de 1984. La Iglesia, dice él con palabras y con obras y arriesgando la vida, debe «to­car tierra» siempre al lado de los oprimidos. «Todos estamos envueltos en la lucha por la liberación. Jesucristo también. El nos ha liberado de las cadenas del pecado y la opresión es una expresión del pecado». El obispo Tutu, desde su realismo pas­toral, «tocando» la sangrienta tierra sudafricana, no puede de­jar de sentir el pecado social, que tiene color, color blanco.

«Para los que tienen alas no cuenta la ley de la gravedad», alis grave nih.il. La camisa del muchacho universitario ha puesto de actualidad el viejo adagio latino.

El vino, según las etimologías, tiene un significado altamente cordial. «Vino» proviene de vena, que en el sánscrito veda signi­fica «el amigo», «el amable», «el amado».

«El pan nuestro de cada día», nos ha enseñado a pedir Jesús. «A cada día le basta -según él- su propia carga». Carguémosla con decisión, con realismo; vivamos el capítulo de hoy. La tele­visión -maestra de la vida moderna- dice lo contrario. «Nues-

126

tra noche televisiva» -lo ha descubierto Umberto Eco- trata de sacarnos de la realidad diaria y nos proyecta de sueño en sueño hacia ilusorios futuros. «Ya no cuenta historias comple­tas. Toda ella es "próximo capítulo"». El propio miedo a un fu­turo sin salida se convierte en miedo al presente de hoy sin sentido. Huir del pasado, huir del presente, huir del futuro. ¿Hacia dónde? Enseñarle al hombre a volver -a sí mismo, a su casa, al Padre, al tiempo, a la esperanza- es hoy la más urgente de todas las lecciones.

NOVIEMBRE

Volver a la Prelatura, a Santa Terezinha, donde el equipo es­taba reunido en retiro espiritual, atravesando yo todo el Para -Tucurui, Marabá, Xingúara, Rio María, Redencáo, Conceigáo do Araguaia-, ha sido vivir una vez más, espantado, impo­tente, la fiebre del oro, el garimpo. Para, térra do ouro. Millares de hombres, muchos jóvenes, vienen a estas regiones para bam-burrar. Dejando la familia allá, en sus respectivos Estados; de­jando aquí, con frecuencia, la paz, la moral, la vida. En el co­rredor del autobús abarrotado, literalmente a mis pies, el muchacho garimpeiro se tapa el rostro, los ojos enrojecidos llo­ran, ¿de soledad?, ¿de impotencia? No conseguí arrancarle una palabra. A la entrada de Xingúara, aquella tarde de domingo, centenares de hombres con sus machetes y palas y la misma ebria ilusión empezaban un nuevo garimpo. El cerro desnudo se ofrecía como un vientre preñado de sorpresas, futuramente de desencantos. En el famosísimo garimpo de Serra Pelada -hasta 80.000 hombres ha tenido- cunden el hambre y la vio­lencia. Se acabó Eldorado.

Ha sido un encuentro de pastoral indigenista altamente mo-tivador. ¿Cómo evangelizamos?, ¿a qué pueblos? Hemos inten­tado penetrar en el mundo religioso de los grupos indígenas que acompañamos más de cerca los participantes del encuen-

127

Page 65: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

tro: karajá, tapirapé, guaraní, kaingang, myky. Para los myky, la historia es un camino y un conflicto entre la muerte y la vida. Vamos de la «casa de la piedra» a la «casa de arriba». La flauta sagrada interpreta, llama, evoca. «Vivir es convivir». El pueblo guaraní cultiva particularmente la teología de la palabra: «Tú eres tu palabra». En todos esos pueblos, la presencia de los muertos vivientes es una constante familiar. Ellos acompañan a su pueblo. Hay una universal comunión de los santos. El más allá y el más acá se dan en continuidad. Compartir es una ley fundamental, el primero de los mandamientos.

La evangelización ha de ser gratuita, nunca obligada. La Igle­sia ha de aprender aún a dialogar con todas las demás religio­nes, y no solo con las «grandes religiones», como suelen decir en misionología. El contexto histórico de ayer y de hoy enmarca necesariamente una evangelización respetuosa y profunda. No se evangeliza desde lejos ni desde fuera. Debemos cultivar en nosotros la convicción de fe de la validez fundamental de las re­ligiones indígenas como presencia y comunión del Dios vivo. Juntamente con la convicción agradecida de esa plenitud de re­velación que se da en Jesucristo. Y debemos afianzar la convic­ción de que el evangelio no está amarrado a ninguna cultura, y en toda cultura puede ser vivido.

El representante de un organismo holandés de ayuda al Ter­cer Mundo nos dice que el Nordeste brasileño es una «pobreza estética» para Europa. Espero que sea muchísimo más, más grave, más ineludible para la Europa que aún tiene humanidad y fe. El hambre, la injusticia, la muerte impuesta no son estéti­cas precisamente.

«No hay humanismo en la tibieza», afirmaba Maritain. El verdadero humanismo es cálido y arriesgado. Ser humanista es tratar de ser humano, y ser humano es comprometerse. El ver­dadero humanismo no es una estética, es una militancia.

Lo escribió Kafka, en Los cuadernos azules en octavo. Según J. M. Cabodevilla, los Padres griegos lo hubieran suscrito gus-

128

tosamente. Y yo lo recojo aquí, compungido por la parte que me toca: «Existen dos pecados capitales en el hombre, en los cuales se originan todos los demás: impaciencia e indolencia. La impa­ciencia hizo que lo expulsaran del paraíso, al que no vuelve por culpa de la indolencia. Pero quizás no existe más que un solo pecado capital, la impaciencia. Por causa de la impaciencia lo expulsaron, por causa de la impaciencia no vuelve».

«La visita que llega con las primeras nieves trae una buena noticia», dicen hace siglos en la santa Rusia. Esas primeras llu­vias de noviembre que dejan como enceradas las hojas de las mangueiras anuncian ya una visita feliz. Con las primeras llu­vias reviene la Buena Nueva. Luego será, otra vez, Adviento y otra vez la Navidad.

Yo soy yo y mi convivencia...

Quizás Ignacio Ellacuría -ese jesuíta vasco y salvadoreño, modelo de rigor en el pensar teológico- haya dado la mejor clave para responder a los adversarios de la teología de la libe­ración, siempre que ellos estén dispuestos a aceptar que la teo­logía ha de servir para este mundo. Al fundamentar Ellacuría el método de la teología de la liberación recalca la triple dimen­sión con que debe enfrentarse -a partir de la fe, haciendo teolo­gía cristiana- la realidad humana histórica que nos toca vivir:

- «hacerse cargo de la realidad»; - «cargar con la realidad»; - «encargarse de la realidad».

O sea, hay que afrontar la realidad críticamente, éticamente, comprometidamente. También cargar con la realidad teológica­mente debería equivaler a cargar cristianamente con la cruz. Hay que hacer teología con toda el alma, y no solo con el cere­bro. «Practicar a Dios», pide Gustavo Gutiérrez con palabra digna de un Santo Padre.

Me pregunto, dolorido, cómo Fernando Sebastián ha podido escribir en sus Notes teológicas sobre la VI Sesión General del

129

Page 66: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Sínodo de los Obispos que «la teología de la liberación o la teolo­gía de la muerte de Dios -¿qué tiene que ver la una con la otra?- son una pastoral vergonzante y acomplejada»; y también que «la teología de la liberación se manifestó en el Sínodo como uno de los problemas más graves y extendidos que existen hoy en la Iglesia».

Historia de amor y de amor propio. Historia de autorita­rismo paterno y de solidaridad vecinal. Ella tiene ya diecinueve años, él veintidós. Se aman hace tiempo, pero los padres de la muchacha se han negado rotundamente a aceptar el casa­miento. Y los novios se han juntado, por las buenas. La novia «ha sido robada», como se dice aquí. El padre jura, amenaza, no quiere ni verlos. La madre se niega incluso a darle a la hija la habitual bendición; un modo casero de excomulgarla. Pero el vecindario en pleno está con los novios. Un amigo les ha pres­tado el «barraco». Muchos amigos los acompañan y animan. Esa tarde de domingo -quería llover y la muchachada jugaba al fútbol- yo fui a visitar a los novios prohibidos; para darles una palabra oportuna, para intentar una mediación. Cuando llegué a la casita prestada, una amiga de la novia mataba a golpes de azada una culebra negruzca y sus dos huevos. No sería, espero, ningún tipo de presagio...

Los perros se tornan agresivos cuando oscurece. Con la lle­gada de la luz vuelven a ser mansos. Así también los humanos.

Las tres decisiones que más se esperan hoy de los cristianos -según el dominico francés Jean-Pierre Jossua, en el IV Con­greso de Teología de Madrid- son:

- poner de manifiesto la injusticia sobre la cual está fundada la riqueza de los países desarrollados;

- realizar un debate amplio y leal sobre la paz; - poner en marcha una reflexión sobre el futuro.

De la sinceridad con que se tome la primera decisión y de las consecuencias prácticas que la acompañen dependen las otras

130

dos: la paz real y un futuro humano. El Primer Mundo debería entender efectivamente el viejo axioma según el cual «la paz es fruto de la justicia».

«Al fin y al cabo, en razón de la muerte y resurrección glo­riosa de nuestro Señor Jesucristo, somos para siempre prisione­ros de la esperanza». Esta es la inquebrantable fuerza del pe­queño Desmond Tutu. El apartheid está perdido.

«Si solo voy a la soledad para huir de los hombres, ¿de qué llenaré esta soledad?» (Dag Hammarskjold). De un Dios sin los hombres, no; porque sería solo un ídolo que no existe. Quien huye de los hombres huye del Dios vivo.

Una sola visita pastoral a un lugarejo de la Prelatura me hace encontrarme con un largo rosario de afligidos. El joven padre de familia ya numerosa tiene leishmaniosis. Aquella mujer, todavía joven y muy andada en su pobre vida, padece del cora­zón. El viejo, padre de un chiquillo de apenas año y medio, su­fre de glaucoma: «Como si una cuchilla me horadase por den­tro». Ese otro hombre, joven, con cinco, seis hijos, viene con el vientre rasgado por una soga sacudida ferozmente por la vaca. Envejecida antes de los cuarenta, la madre con sus hijos, meno­res aún, sucios, desolados, no sabe si el marido vuelve... Jesús se los encontraba así y tenía que curarlos. Por misericordia; un poco también, ¿no?, para que la Buena Nueva tuviera credibili­dad. Yo tengo que curarlos también, a mi manera. «Compade­cerse de la muchedumbre» es la primera actitud de una pasto­ral sincera.

DICIEMBRE

Escribo las tres cartas circulares a los amigos a quienes debo carta. En portugués, en castellano, en catalán. Repasando las cartas recibidas me emociono. Tanta amistad, a distancia tam­bién. Tanta confidencia. Tanta humana búsqueda. Nombres

131

Page 67: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

desconocidos y ya amados. Viejos nombres que me llegan hondo; por ejemplo, «El Peti» Martín.

No sé bien que es lo que tiene una carta. Quizás nunca debe­ría romperse una. Quemarlas, tal vez, como en oblación. Cada carta trae una vida. Uno se pone, más o menos todo, más o me­nos claro, en cada carta que escribe. El joven médico malagueño «aún en paro», ecuménico y evangelizador, me envía en una carta «desde el desolado Primer Mundo» estas frases jugosas: «Los conceptos crean ídolos; solo la admiración capta algo» (san Gregorio de Nisa). «La belleza salvará al mundo» (Dosto-yewsky). «La belleza perfecta se sitúa al final, y se llama Reino» (san Máximo el Confesor).

Luminosa idea intercultural que ha tenido el equipo: rega­larle a André, el hijito de Luís y Eunice, tapirapé rubio entre los morenos tapirapé, nada menos que dos folletos de la vida y mi­lagros del galo Asterix. Él adora a ese héroe de la indígena Europa. Definitivamente, las culturas se entrecruzan y se com­plementan. Los humanos y sus pueblos se tocan entre sí, como los extremos, en último caso.

2.000 muertos, 50.000 afectados, tal vez 200.000 en las impre­visibles consecuencias. Por el escape de un gas agrotóxico. Es la nueva tragedia de la India, dividida, tensa, hambrienta. Preci­samente estos días comentaba un político la criminal utiliza­ción que el Primer Mundo hace del Tercero en las industrias no­civas, en la mano de obra barata, en la depredación de los recursos naturales. Para ese Primer Mundo, el Tercero ya no se­ría más que el patio trasero; es también la cloaca; acaba siendo la gehena.

La ortodoxia que no pasa el mensaje deja de ser evangeliza­d o s . La ortodoxia que no convoca a la doxología deja de ser re­ligiosa. La ortodoxia que no compromete para el servicio del Reino deja de ser cristiana. La verdadera ortodoxia es ortopra-xis contemplativa, misionera y política.

132

Montañas, neblina, lluvia y hasta granizo. Braganca Paulista, en el Estado de Sao Paulo, ya en la frontera de Minas Gerais. De retiro espiritual con la vicaría agustiniana de Brasil, tan compa­ñera. El día 15 voy a ordenar sacerdote al joven agustino Pau-linho, hijo de Braganca precisamente. Abrimos el retiro con el número 12 del libro VIII de las Confesiones: la conversión, «toma y lee». Lo cerramos con el número 14 de la carta CCXXVIII, que Paulinho ha recogido comprometedoramente en su recordato­rio sacerdotal: «Aquel que permanece en medio de su pueblo exponiéndose a ser perseguido y hasta asesinado por defender la justicia, cuando su presencia anuncia la Buena Nueva y ayuda a vivir el cristianismo, cumple una obra de caridad más meritoria que el mismo martirio. Así pues, no abandonéis vues­tro rebaño».

En estos últimos años la población de Brasil ha aumentado en un 20%, mientras el consumo de alimentos ha caído en un 10%. Y viene el FMI -noticia del periódico de hoy- exigiendo más arrocho, más aprieto... El FMI es inmoral, evidentemente. Y se va tornando cada día más inmoral también obedecer al FMI.

Hablo por teléfono con Fernando Cardenal, expulsado de la Compañía de Jesús por orden superior del Vaticano. Es hoy la Virgen de Guadalupe, patrona de nuestra América. En las preces de laudes pedimos, después, al Señor Dios Padre, que ha enviado el Redentor para anunciar la Buena Nueva a los po­bres, «que nos haga vivir en este mundo con equilibrio, justicia y piedad». Fernando desearía incardinarse en nuestra Iglesia de Sao Félix do Araguaia. Yo personalmente estoy dispuesto a aco­gerlo con la mayor amistad. Siento que hay leyes y Ley, órdenes y Reino. El Señor nos dé, estos días, más abundantemente, «equilibrio, justicia y piedad».

En Sao Paulo, siempre los muchos amigos, en medio de la agitada ebullición de la inabarcable ciudad. Aliviada, por otra parte, porque es domingo y el domingo solamente los muy po­bres o los muy viejos se resignan a permanecer en ella.

133

Page 68: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Hablamos con Dom Paulo, con Dom Luciano, con Betto. Ya en Goiánia, almorzamos con el embajador de Nicaragua,

Ernesto Gutiérrez -poeta naturalmente sencillo, realista-. Él me ha traído la carta en que Fernando me pide su incardinación en nuestra Iglesia de Sao Félix. Yo y el equipo pastoral no tendría­mos el menor inconveniente. Pero parece que antes hay que in­tentar otras salidas menos «espectaculares». Ya el nuncio llamó alarmado a Dom Luciano, cuando ni siquiera yo sabía del de­seo de Cardenal. Fernando me envía también la declaración pú­blica del provincial jesuíta de Centroamérica y la carta que el Superior General envía a la madre del jesuíta, ahora «desli­gado» de la Compañía. Dos textos históricos de conmovedora solidaridad. Claros. No fue la Compañía quien expulsó a Fer­nando. La Santa Sede no quiso hacer la excepción que muy bien podía hacer... Para la historia también, Fernando envía una «Carta a mis amigos». Los superiores, Dom Luciano y el emba­jador, dan testimonio abierto de la integridad religiosa de Fer­nando Cardenal. Y él se declara «en paz», confiado en el ma­ñana de la propia Iglesia.

Corpo es el último libro de poemas de Carlos Drummond de Andrade. En él, el poeta -mayor, dicen, de Brasil- declara que el gran problema es «ser inventado cada día sin que nunca esté acabada nuestra edición convincente».

Drummond en este libro me sabe a veces a un Jorge Guillen, pero más desbordado; a veces me sabe a un Joáo Cabral de Me­llo Netto, pero emocionado siempre. Sabe el alto oficio, en todo caso.

Dios no le llega todavía. El pueblo le sale al paso, fulgurante de miseria y de contradicciones, como un fresco realista, en el «Favelário Nacional» .Y sigue en él Minas, la infancia, ya recon­ciliada. Y continúan el amor y el cuerpo, quizás ya como despe­dida. Cuando se eleva a una metafísica de alinhavo, escribe el verso más triste de su vida toda: Nao sou digno, eu sei, de trans­cendencia. Y se declara guerreiro vencido. Espero de corazón que se equivoque el buen poeta Carlos.

134

«Tengo sesenta y siete años y estoy estudiando, gracias a Dios. Ya leo una carta y escribo otra». Comadre Francisca, de Luciara, vive sola. Lleva ahora unas gafas de segunda y está fe­liz como una colegiala. Devota de verdad, en su casita llena de cachivaches, venera una imagen de la Virgen, cascada, feúcha, fuera de toda posible circulación, y que el padre cura quiso ha­cer desaparecer hace mucho tiempo. Las dos -solas y viejitas-se han encontrado. María, gloriosa en el cielo, le hace compañía a la comadre Francisca y espera también ponerla gloriosa, allá.

Desmond Tutu acusa a Reagan de colaborar con el Gobierno de Sudáfrica en el mantenimiento del racismo segregacionista. No somos solo los latinoamericanos los que lamentamos la ree­lección de Reagan.

Una cierta ignorancia religiosa coincide a veces, en estos mundos del interior, con una buena conciencia evangélica. Hay santos que saben precariamente la doctrina.

A lo peor, los «teólogos de raza» -alguien ha dicho que no son de raza los teólogos de la liberación- solo sirven para los hi­pódromos de la burguesía. Esos otros teólogos, los nuestros, como los otros caballos, sirven para el trabajo, para la marcha, para la vida del pueblo.

El autobús ardía de sol y de gente. Fin de año, idas y venidas de parientes, compras, bautizos, fiestas. El hombre de la mano cortada escondía el muñón bajo la camisa. El borracho se derra­maba en palabras, en cordialidad, en caramelos. Entre los pasa­jeros, ya hombre casado y padre de familia, el muchacho que me acompañó a caballo mas de 70 km, desde la casa del «finado Laurindo» hasta Sao Félix. Hará como catorce años. Voy a Vila Rica, la colonia reciente y ya tan crecida. De sureños sobre todo, venidos de Rio Grande do Sul, de Santa Catarina, del Paraná; para quienes el aire de nuestra Iglesia se hace un poco incó­modo, por la religiosidad más ritualista y organizada de esos descendientes de italianos, de alemanes, de polacos.

135

Page 69: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

He de reconocer que no entiendo mucho de mujeres. Así y todo, me permito llegar a una conclusión que algunas mujeres, sin duda, tacharán de machista. Hay mujeres, digo yo, que a fuerza de feministas dejan de ser mujeres; se deshumanizan por crispación, por susceptibilidad, por pose. Imagino que, para ser feminista de veras, hay que ser mujer de verdad. Una identidad crispada deja de ser identidad; se torna neurosis.

136

1985

ENERO

Reuniones. Muchas. En este Centro Comunitario junto al Ara-guaia que, por fin, se está poniendo como un señor río y que puede darnos aún la sorpresa de una nueva inundación. Llueve todos los días.

El P. Libánio nos ha ayudado a reflexionar en torno a «La vuelta a la gran disciplina». Hemos ido a Trento, primero, que fue, que ha venido siendo durante siglos, la estructuración efi­caz de la Iglesia católica en una gran disciplina de leyes, de doc­trina, de ministerios, de formación sacerdotal, de «imaginario» religioso colectivo. Libánio apunta cuatro posibles salidas -legítimas o n o - ante el «desmoronamiento de la identidad tri-dentina»:

1) la implosión completa de esa identidad; 2) la reconstrucción lefebriana de la misma; 3) la construcción de la identidad Vaticano II («entre comi­

llas», subraya Libánio); 4) la vía del pluralismo y del compromiso liberador.

A una petición mía de una evaluación espiritual de nuestro equipo, Libánio nos elogia la pobreza y la caridad pastoral; nos pide, sin embargo, más mística. Saludable consejo de año nuevo para una vida nueva.

Pablo Gabriel me dice: «Tu poesía es románica». En todo caso, el románico es «mi» estilo arquitectónico: sobrio, espiri­tual, húmedo de sentimiento, empenumbrado de soledad, pie­dra desnuda y libre.

137

Page 70: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Con la victoria de Tancredo ha terminado oficialmente la dic­tadura militar y Brasil, como un todo, ha ganado un espacio de­mocrático. Pero el proyecto popular sigue al margen del poder oficial y de los intereses hegemónicos. La democracia liberal será el alma de la «nueva República».

Sin ilusiones y sin pausas, habremos de continuar nutriendo la otra alma.

Déjame pedirte prestado, Simón Bolívar, tu desahogo al ge­neral Santander: «La paz será mi puerto, mi gloria, mi recom­pensa, mi esperanza...».

Hay que vivir en diálogo con el ancho mundo para no re­cluirse en el egoísmo, para no consumirse en la soledad, para no perder esa esencial condición humana que es la comunica­ción-comunión-participación. No podemos dejar pasar la histo­ria, debemos hacerla también.

Todavía hoy hay que temer a quien maneja un solo libro, sea este libro el Pato Dónala, sea El capital, sea la mismísima Sagrada Biblia.

Julio Nyerere va a renunciar voluntariamente a su cargo de presidente de los veinte millones de habitantes de Tanzania. Con realismo y con humildad reconoce que su país necesita ahora de nuevos líderes. Como reconoció con rara humildad presidencial el fracaso de su proyecto de colectivización del campo: «Fuimos impacientes e ignorantes. Yo creía que basta­ban treinta años para construir el socialismo. Me equivoqué. Soy un mal profeta».

Ojalá África y todo el Tercer Mundo tuvieran jefes de la talla moral del mualimu -profesor- Nyerere. Tanzania ha alcanzado el índice más alto de alfabetización de toda África negra: entre el 70% y el 80%. La asistencia médica que Nyerere implantó en el país ha elevado a diez años más la expectativa de vida del pueblo tanzano. Y el tacto y la honestidad del gobernante mua­limu ha conseguido hasta hoy superar, con tolerancia y estabili-

138

dad políticas, las rivalidades tribales -más de cien tribus cuenta Tanzania- que tan a menudo descuartizan los países africanos.

Que mis amigos de la ciudad -Barcelona, Madrid, Sao Paulo- tengan de vez en cuando la gracia de encontrarse de cerca con el campo, con las nubes, con la lluvia abierta, con la puesta del sol, sin interferencias. Hemos celebrado en la Chapa-dinha la procesión de rogativas de la fiesta patronal de San Se­bastián. El Salmo 104, las nubes bajas preñadas de bendición, la paz del atardecer y la alegre fe campesina de la comunidad nos ponían a Dios al alcance del alma. La naturaleza es una media­ción casi insustituible de lo sagrado.

El chiquillo se ha encaramado hasta la rama más alta del cajazeiro. Le riño. Sus tres compañeros asienten astutamente. Y uno de ellos añade con grave responsabilidad de hombre mayor: «Es lo que le estamos diciendo. Se cae del árbol y nos toca a nosotros pagarle el hospital, cuando nosotros no le he­mos pedido que se subiera». Y se van los cuatro posiblemente riéndose de mí.

El himno del súper-espectáculo Rock in Rio -una balada-pide que o mundo seja nosso outra vez. ¿Que sea de quién?, ¿de esa juventud del Rock en Rio? Me gustaría que también fuese suyo, claro, pero que fuese de todos los demás, sobre todo me­nos eléctricos, más hambrientos, más del cada día, más en la luz y en el sonido naturales. Soy viejo, pero dudo de que sean tan jóvenes, en el Año Internacional de la Juventud, los organiza­dores, los dioses y los fanáticos de ese festival de derroches y de alienación. Brasil, América Latina, necesitan tener otra juven­tud, más militante, menos programada, menos festivalmente instrumentalizada.

La abuela negra me explicaba, convencida: «Mujer que produce muchos hijos tiene buena mano para plantar árboles frutales».

Hoy, otra vez, la casa se nos ha vuelto un albergue hospital. El Zé X. -valiente y consecuente líder labrador- está con el cán-

139

Page 71: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

cer desparramado por todo el cuerpo. Ha de viajar para Sao Paulo. Maria y su hijo -con un padre y marido imposible- se han refugiado aquí en casa también. Estoy solo y bien acompa­ñado de los pobres del Señor.

No he entendido la noticia de la radio. Juan Pablo II, de visita a Venezuela, Ecuador, Perú, Trinidad Tobago, habría hablado contra la teología de la liberación, en una rápida entrevista de prensa, en vuelo. Que los pobres del Señor acompañen a Juan Pablo II en sus vuelos y en su casa. Y que el Señor de los pobres nos acompañe a todos.

Ayer precisamente el periodista Antoni Castel, oscense catalán, de El Periódico de Catalunya, me preguntaba sobre la teología de la liberación, el Tercer Mundo, las «dos» Iglesias. «¿Hay, pues, dos Iglesias?», me preguntaba Antoni, mansamente respetuoso, como quien pregunta desde la puerta de una casa en luto o en tensión familiar. Yo sé que hay un evangelio; sé que hay un mundo de mi­seria, de injusticia, de muerte; sé que Jesús quiere que seamos «uno» en su Iglesia. Si no sabemos conjugar fielmente esas tres grandes «revelaciones», nuestra debe de ser la culpa.

El fazendeiro me confesaba, con aire de decepción total: «Ya es tarde; no hay salida. Moriré sin haber sido. Cuando pretendo ser yo mismo, encontrarme, a solas, creo conflicto con mi mujer, con los hijos, con las nueras...». Dinero, haciendas, influencias, crédito: un hombre lleno de vacío.

«Si yo, pecador como tú, me he enternecido escuchándote y he sentido compasión por ti ¿qué no hará Dios?». Así hablaba el stárets Zosima de Los hermanos Karamazov a la «campesina exte­nuada» y mariticida.

FEBRERO

Todas las mañanas rezamos laudes en el patio verde de nuestra casa. Entre gallinas y patos, visitas, lluvia, mosquitos, sol, pequeños desafíos o angustiosas tensiones. Estos días, con el

140

Vaticano abrumándonos. Y en esta oración diaria, repetida por mí hace ya casi cuarenta años, los salmos, los viejos salmos, me resultan ahora nuevos, actuales, míos. Gritos, desahogos, poe­mas que yo mismo elaboro día a día. El judío A. Chouraqui tiene razón: «Todos nacemos con este libro de los salmos en las entrañas».

He escrito a los dominicos de Brasil y del Mundo una carta de condolencia y gratitud por la muerte, por la vida, de fray Mateus Rocha. Un accidente de carretera se lo ha llevado cuando aún lo necesitábamos tanto. Sus escritos, su amistad, su socarrona sabiduría, su fe (escarmentada y bien fundada), su tes­timonio de maestro (monje «al margen de las estructuras», como decía él), han prestado un bello servicio a la Orden, a la Iglesia, a Brasil.

Hay que añadir a los créditos de felicidad eterna que Jesús anuncia para el Juicio final, según Mateo 25, este que un día fue de buena educación y que ahora vamos dejando de lado: «Por­que yo estaba cansado, viajando de pie, en el autobús, horas y horas, y tú me cediste el asiento».

Llego a Goiánia para la reunión de la «Directoría» Nacional de la CPT, y me encuentro con esta noticia: Se puder, eu mato o hispo Dom Pedro Casaldáliga, afirmó ayer en Rio, para una platea de cerca de doscientos empresarios y técnicos del sector agrí­cola, el senador Flávio Brito, presidente de la Confederación Nacional de la Agricultura, cuando defendía el papel de los empresarios rurales en el proceso económico brasileño. La noti­cia continuaba: «El obispo Casaldáliga ha sido acusado por los empresarios de promover agitación política en el medio rural, incitando a los labradores contra los dueños de la tierra. El se­nador dijo que "pistoleros del obispo han intentado matarlo, y por eso él no duda en hacer lo mismo con Dom Casaldáliga"» (O Estado de Sao Paulo, 6 de febrero de 1985, p. 9).

El senador, o ex senador Brito, sabe mucho más que yo. Él co­noce a mis pistoleros, que yo no conozco. Y conoce en mí inten-

141

Page 72: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

ciones homicidas que, gracias a Dios, yo no he conocido nunca. Tampoco conozco al senador Brito ni sé dónde vive. Conozco, eso sí, la incompatibilidad entre fazendeiros y labradores, y la in­compatibilidad entre el latifundio y el evangelio. Y prefiero quedarme del lado del evangelio y de los labradores, aun a riesgo de perder la vida a manos del senador Brito. No se puede servir a dos señores, ni vale más mi vida que la de tantos labradores asesinados o que la vida del asesinado Jesús.

Me está pasando hace días -dos, tres, cuatro, cinco años-como a Pere No de las «Llegendes»: «... la fiebre le ha puesto en los oídos un ruido de mar lejana -muy semejante al que se escucha cuando uno se pone dos caracolas de mar en los oí­dos- que le deformaba todas las conversaciones a su alrededor y distorsionaba las palabras, creándole asociaciones extrañas». O silencios resignados o distancias meditabundas. Será la fie­bre de las malarias y sus remedios, las aspirinas de muchos resfriados y gripes, las medicinas antituberculosas. Me estoy volviendo «teniente», como le corresponde a un viejo más o menos prematuro. Tributo de la vida, tributo de la misión. Ha­bremos de abrir el oído interior y aprender más y más a escu­char el silencio.

VI domingo del Tiempo Ordinario. Delante del leproso que lo desafía -«si quieres, puedes curarme»- Jesús se estremece. Según algunos manuscritos, se llena de compasión, «conmo­vido hasta las entrañas». Según otros manuscritos, Jesús se llena de «ira». Contra una sociedad que produce al marginado y después lo segrega. Y rompiendo el tabú y saltándose la ley, el liberador Jesús «extiende su mano y toca» al leproso y lo cura. Leproso él también -«sin hermosura, no hombre, varón de do­lores»- se margina con los marginados y le toca vivir «fuera de la ciudad».

Qué fuertes y claros estos cuatro versos de Pere Quart, des­pidiéndose finalmente de la vida y de los amigos: «Salto después dentro de la tiniebla encendida/ donde todo es extranjero./

142

Donde vive, exiliado,/ el Dios antiguo de los padres». Job y Rahner firmarían de buen grado estos cuatro versos. Tiniebla, pero encendida. Donde todo es extranjero, pero familiar. Donde vive el Dios de los padres, exiliado quizás de las vidas de los hijos.

100.000 personas mueren diariamente en el mundo, y 700 mi­llones malviven en estado de desnutrición. Aquí, en Brasil, em­pezamos mañana la Cuaresma y la Campaña de la Fraternidad, esta con el lema «Pan para quien tiene hambre».

Toda la ayuda que los países desarrollados (¿a costa de quién?) dan al Tercer Mundo en un año lo equivalente a los gas­tos producidos en armamento durante 18 días.

Ganas de ser, de ser tenido en cuenta, de ser feliz. Esas ganas todas afloran, en cascadas de ritmo, de color, de fantasías, de sátiras, de desnudos, en este carnaval brasileño difícil de califi­car. Ver las imágenes, por la televisión, da cierta pena al lado de una admiración advenediza. Tanto trabajo, tanto despilfarro, tanta vida y ¿apenas tres días? ¿O todo el año es carnaval para muchos de los folioes y passistas? Vivir de ilusión, porque la vida es mala. Soñar lo que no es, para seguir siendo hasta los setenta y tantos, como esos varios vejetes que a esas alturas de la edad persisten fieles a su Escuela de Samba, con una religiosidad im­perturbable. En el carnaval brasileño, en todo caso, hay tres mundos nítidamente diferenciados: los comerciantes de la fiesta, los turistas que la ven cerca de lejos y los que la hacen su­dando. El periódico traía hoy la imagen, chusca, desolada, de una mulata passista, casi desnuda, sentada en un banco de pie­dra, en plena calle, esperando no sé qué. «Sin ropa y sin des­tino», rezaba el pie de foto.

Y es Cuaresma. La misma avalancha casi -la misma ilusión quizás- en las filas que han recibido interminablemente la ce­niza del miércoles morado. Dios, el buen Dios, que ve por de­trás de todas las máscaras y fantasías, sabrá entenderse con esas avalanchas de fiesta y compunción. Los curas, los moralis­tas, la Iglesia más o menos en general, nos hemos vuelto discre-

143

Page 73: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

tos. Ya no excomulgamos tan fácilmente. «Junto al Señor está la gracia y copiosa redención», rezábamos hoy en el Oficio. Y San­tiago nos exhortaba: «Purificad vuestros corazones, hombres de dos almas» ¿La fiesta y la compunción?

«La locura -dice el psiquiatra inglés David Cooper- no se en­cuentra en una persona, sino en un sistema de relación en que el paciente participa». Obligado a participar o impedido de participar espontáneamente como persona. ¿Quiere decir el psiquiatra inglés que es la sociedad misma la que está loca? Lo dice el psiquiatra y lo decimos todos, y el mundo continúa en­loqueciendo más. La señora Thatcher -nuestra Bismarck con faldas- acaba de aplaudir la «guerra en las estrellas»; Reagan -nuestro emperador cowboy- declara una vez más su voluntad de acabar con la nueva Nicaragua; Brasil asiste, pasivo, a una inconfesable tramoya de intereses personales y políticos en torno al cuadro ministerial de la nueva República; África lan­guidece de hambre; las drogas, el terror y la violencia saltan las fronteras y las leyes; la corrupción de los gobiernos se mani­fiesta como una lacra casi generalizada... ¡El siglo xx acaba con claros síntomas de locura!

Cuatro caries. El hermoso marfil de nuestra boca se trae con­sigo la erosión y la muerte. Hay que restaurar las columnillas de una buena sonrisa. La dentista -minera en su popular cor­dialidad y con una reprimida voluntad de entregarse a una la­bor social- me hace un trabajo de verdadera artesanía. La mejor máquina es aún la delicada mano humana, mayormente si es la mano de mujer.

La confesión de fe veterotestamentaria y toda confesión de fe religiosa, la historia de Israel, la historia humana, la personal historia de cada uno de nosotros, sufren una trasformación teo­lógica radical en el misterio pascual de Cristo. Solo en la muerte y resurrección de Jesús nos explicamos teológicamente. Dios cabe mal en el mundo sin el espacio que El se ha abierto en Cristo.

144

Cora Coralina, la poetisa de Goiás, nos ha recibido, a Tomás y a mí, con una cordialidad llena de frescor, de fe también y cóm­plice militancia. Es una mujer lúcida, autodidacta, crítica, vital. «Me gusta -dice- que vengan los jóvenes a visitarme. Ellos me estimulan y yo les doy ánimo y sentido para vivir. La juventud es muy pesimista; vive obsesionada por el miedo atómico y la muerte».

Delgada, hermosa en su vejez de cera y seda, sencilla y na­tural en su porte, en su casa, en la telúrica creación de su poe­sía. «Estoy escribiendo un libro, que ya será el último, ahora será el último sin duda.. . voy a llamarlo A casa velha da ponte». La casa, colonial, resquebrajada, donde Cora Coralina vive, la­midas ella y la casa, por las aguas turbias del Rio Vermelho, es su habitat ya irrenunciable. Con las fotos del padre Cicero, de Lampiáo y sus «cabras», del viejo padre de la poetisa vestido de toca judicial y unas solemnes barbas de patriarca. Una ima­gen colonial de la Virgen, libros, la cama abierta a todos los ojos y limpia, como si ya fuera recuerdo, y la desnuda madera secular.

Goiana y nordestina -hija de cangaceiro, dice ella riéndose-, Cora Coralina ya no quiere salir más de esta casa solariega. La vieja niña blanca cuenta 96 años. «Les di a mis hijos cuarenta y cinco. Ahora me quedo aquí». Nos retiene: «Es temprano, ha­blemos un poco más». Dice que se siente muy reconfortada con nuestra visita, y se empeña en levantarse para despedirnos. Nos besa la mano. Yo la beso también a ella en la frente, como quien abreva en un manantial antiguo de palabras muy bellas y muy sabias. Llovizna. Los montes verdes, las piedras rancias, el aire dominguero de Goiás, se me llenan de comunión.

Dos palabras podrían resumir la mariología entera. La madre de Jesús es «la llena de gracia». La madre de Jesús es «la que ha creído». Llena del don de Dios, totalmente receptiva, respuesta incondicional. Llena de gracia y llena de fe. Eso es María dentro del pueblo de Dios; como la más próxima a Aquel por quien la gracia nos viene, el consumador de nuestra fe.

145

Page 74: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«Casi un concilio para hablar del Concilio». Muy desafortu­nado el título editorial de la revista. Un sínodo, aun extraordi­nario, es apenas un sínodo. Un concilio, nada menos que el Va­ticano II, es todo un concilio. No podemos minimizar. El Tercer Mundo, sobre todo, reclama no una involución del dinamismo del Vaticano II, sino la capacidad de despojamiento y de espe­ranza de un Vaticano III.

Durante el retiro que coordino en Goiás sobre el tema funda­mental de nuestra fe cristiana, inauguramos el monasterio be­nedictino con aquellos tres monjes procedentes de Curitiba, ahora acompañados por cinco muchachos aspirantes. Para completar la alegría de la celebración inaugural nos acompañó el hermano Tiago, de Alagoinhas, representación ecuménica de Taizé. Pedro está en Francia, al lado de dos hermanos suyos gravemente enfermos. Pero está muy presente, dicharachero y vital, en aquella talla enrojecida de hermosura, llama múltiple Y ascendente, verdadera zarza de contemplación.

Yo me sentía como otra vez en casa, en la soñada casa de un claustro imposible y nunca renunciado. Uno carga dentro de sí Ur* pequeño monasterio.

MARZO

Nuestro gato Geró está de luto. Se ha pasado el día y la noche en incansable busca, dando alaridos fúnebres. Un coche le ha aplastado al compañero advenedizo. Los gastos sienten tam­bién la soledad. Y los gatos compañeros no tienen siete vidas. El compañero, muerto definitivamente, abonará la tierra de la huerta, será vegetal silencioso, pero nunca más hará el amor a la luz de la luna llena, ni jugará, cómplice, con Geró.

Hay líderes del proceso y líderes de una acción puntual. Los líderes más necesarios son los que se mantienen liderando en tiempo de rutina.

146

Interferir en las decisiones del pueblo puede ser intervencio­nismo. Intervenir críticamente en el proceso popular es prestar la contribución propia del agente (pastoral, educacional, polí­tico). El agente de pastoral, más concretamente, debe prestarle al pueblo su contribución:

- de información y ciencia; - de crítica política, metodológica, pastoral; - de dinamización; - de estímulo y exigencia de organización (posibilitando

contactos, instrumental, etc.); - de interligación; - de animación evangélica (Biblia, teología, celebración,

aliento espiritual).

Ha muerto Salvador Espriu, «poeta nacional de Catalunya». Poeta de la muerte. Caminante siempre «más allá del viejo ori­gen de las aguas». Escéptico respetuoso y abierto -como él mismo afirmaba-, hombre de una tal corrección y simplicidad de espíritu que, según el abad de Montserrat, merece aquella bienaventuranza del evangelio: «Bienaventurados los limpios de corazón, porque verán a Dios».

Ya está en la alta Sinera pairal, oscuramente presentida. Le habrán sido dadas la paz y todas las respuestas. La muerte de Espriu me ha conmovido sensiblemente. Un día, después de leer su Setmana Santa -que ahora volveré a meditar-, le dedi­qué un mensaje de comunión y de esperanza; y ahora, bien cerca de su muerte, por mediación de los claretianos de Barce­lona, le hice llegar mi recuerdo, mi oración. No pensaba que fueran tan oportunos. «Hoy lo recuerdo -como él lo pedía-mientras se va con las sagradas horas», cuando ya su tiempo es la eternidad «clarificada» y la «alabanza».

El 17 de marzo de 1985, para mi pasión latinoamericana, se ha consagrado como un día histórico. Tomás, Moura y yo nos lo pasamos casi entero con la delegación nicaragüense presidida por el comandante Ortega y el padre-ministro Miguel D'Escoto.

147

Page 75: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

A petición suya. En Brasilia, en la embajada acogedora que el poeta embajador Ernesto Gutiérrez atiende. Poetas, todos los hijos de ese pueblo pertinaz, Rubén Darío nos miraba patriarcal y sonoro desde su retrato colorido. Sandino nos miraba tam­bién, todavía militante y preocupado. Creo que el Señor Jesús nos miraba complacido.

No sabría decir en un puñado de líneas toda la tensa y des­contraída riqueza de ese encuentro. Hablamos de muchas cosas. De la Iglesia, de nuestra Iglesia, de Centroamérica, de Ni­caragua -insolentemente agredida por los mercenarios de Rea­gan-, de la sufrida esperanza de tantos latinoamericanos, que no puede ser defraudada...

Miguel vive su cruz con madura fidelidad pastoral, y Maryk-noll lo apoya incondicionalmente. Vendrá, de todos modos, a no tardar el desenlace canónico. Ernesto Cardenal, ya suspen­dido a divinis y su hermano Fernando, «expulsado de la Com­pañía», viven con la misma madurez la misma cruz de su servi­cio excepcional. «Ministros de Dios, ministros del pueblo». Es una hora crucial en el sentido literal de la palabra. Providencial también. Fidel Castro les decía hace apenas una semana a estos amigos nicaragüenses: «La salvación de América Latina de­pende de la Iglesia». Y creo que Fidel tiene buena parte de razón. De cómo la Iglesia, las Iglesias, sepan vivir esta hora lati­noamericana, en profecía y en servicio, en libertad y en identi­dad autóctonas, dependerá mayormente una nueva era huma­nizada para este continente saturado de oprobio.

Planeamos posibles servicios de solidaridad. Intercambia­mos presentes. Ortega y Miguel recibieron para sus respectivas madres -tan religiosas las dos- nuestros respectivos anillos ne­gros de Tucum.

Daniel nos contaba su encuentro con monseñor Obando, el 24 de diciembre último, si no recuerdo mal. «Fue un encuentro fraterno, nos decía; el primer encuentro fraterno». D'Escoto está procesando jurídicamente la política americana en la ins­tancia suprema del Tribunal de La Haya. «David procesa a Go­liat». En los mismos Estados Unidos se hace sentir también la

148

solidaridad con Nicaragua. La visita reciente al país de los cua­tro obispos estadounidenses fue francamente positiva, según Ortega y D'Escoto.

Les pido a Daniel y a Miguel que estimulen a Fidel Castro para que invite al papa a visitar Cuba. Y les garantizo que, junto al Araguaia, Nicaragua tendrá siempre un enclave de total soli­daridad. Sé muy bien que ni dentro ni fuera de la Iglesia enten­derán todos esta postura mía. Por la noche de ese domingo 17 de marzo participamos de la eucaristía con una inmensa grati­tud al Dios de los pobres.

Lo pintoresco tampoco podía faltar, y se dio en dos hechos hilarantes. Doña Risoleta, la esposa del nuevo presidente de Brasil, Tancredo Neves, obsequió a la esposa de Daniel, Rosa­rio, con un aristocrático helado de melocotón. Nos lo comimos democráticamente nosotros. Al salir de la embajada -es la es­cena pintoresca número dos-, la policía secreta brasileña nos comía con los ojos, asombrados y guasones. Como diciendo: «Solo podían ser esos dos, esos dos obispos»...

La mayor conclusión de este encuentro me confirma en una convicción largamente rumiada, la Iglesia debe respetar y esti­mular más, dentro de sí, en carisma de frontera, arriesgado sin duda. Carisma de retaguardia no faltará nunca.

Anoto otra vez dos advertencias de Rahner: «El peligro ma­yor de la Iglesia es buscarse a sí misma». «Nosotros, los cristia­nos, tenemos que habérnoslas con la radical audacia de la espe­ranza».

Un cartel escrito a mano, azul y rojo, en el orfanato de las do­minicas de Goiás, proclama esta singular bienaventuranza: «Fe­lices los que no pierden el tren de la historia, pero más felices aún los que lo descarrilan». Sin comentarios para los utópicos y para los creyentes.

Por tercera vez, una televisión del Estado español -como se dice ahora- nos ha visitado. Espero que de esta vez, por ser la tercera y por tratarse de TV3 de Cataluña, vaya la vencida. Las

149

Page 76: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

dos primeras se las llevaron la policía y un tornado del Ara-guaia. Los tres muchachos de la TV3 -Guillem, Paco, Eduard-han filmado el sertao de Piabanha, celebraciones, nuestra casa de Sao Félix, haciendas, boyadas, el río... Y me han dicho, otra vez, lo que tantos jóvenes o intelectuales o periodistas me han dicho tantas veces acerca de la Iglesia. Alguna razón deben de tener.

Porto Alegre do Norte. Demasiados enfermos. En todas las casas. En la calle. Y una situación desesperante en la sanidad pública de esta región. Demasiadas autoridades y demasiados médicos son de una deshumana insensibilidad.

ABRIL

Semana Santa. De noche, inmensa, la luna de nisán entre los ár­boles frondosos de Luciara. Y ráfagas de lluvia y un silencio so-brecogedor. Bancos de peces suben el Araguaia y la pesca se hace, estos días, como un juego fácil. Vamos a celebrar la Cena del Señor. «Mi presbiterio», disperso, cada sacerdote en medio de sus comunidades, todos lejos. Yo, obispo a pesar de todo, con ellos, con todo ese pueblo de Dios en el sertao. Cristiano como todos; queriendo serlo. Obispo de todos ellos. Esta es mi heredad en esta patria que me ha asignado el Espíritu.

Aquí, en Luciara, consagré hoy los santos óleos. Digamos que donde está el obispo, allí está su catedral.

Todos los Viernes Santos, el marido lee a la esposa el libro de Job. ¿Como para enseñarle la paciencia extrema en el prototipo de los pacientes y en este día del Siervo sufriente Jesús? Un muchacho, ya hombre, me pregunta en nombre de sus compa­ñeros si/flz mal jugar a las cartas hoy, en casa, solo para matar el tiempo, en esta total abstinencia de bares, billar y música. Con el pescado de la abstinencia -aquí tan al alcance de la mano- se come también hoy ritualmente la patata dulce y la calabaza, ba­ñadas en leche de coco.

150

Tancredo, el Presidente, cinco veces operado, se debate entre la vida y la muerte, como un Brasil de difícil recuperación. Y el pueblo reza por «su» presidente. A pesar de todo, Tancredo era una cierta esperanza.

La chiquillería -con las velas y los mosquitos, los charcos y la media luz de las calles- y otros ya menos chicos también tu­multúan el viacrucis callejero. El ministro evangélico me había interrogado, amablemente inquisidor: «¿Dónde están las velas en la Biblia? ¿Es pecado casarse? ¿Usted usa remedios para vi­vir célibe? ¿No bautizó en el río Juan Bautista?».

La Vigilia pascual será a orillas del Araguaia. Una alta ho­guera debajo de la luna íntegra. El agua del río en un pote karajá y el cirio y las velas, la luz de Cristo y su eucaristía, la nueva Pascua, nuestra Pascua. He llevado la comunión a once enfer­mos o imposibilitados, ya en el umbral de la paz varios de ellos. Y mañana será «aquel día que el Señor hizo», para siempre.

La soledad y la simplicidad tornan la fe accesible. Y el dolor del mundo hace la Pascua apasionadamente deseable.

En esta pared cruda de nuestra casa misión -las pajas viejas y los murciélagos-, el Cristo de Dalí, como visto desde el Padre, se abalanza, ofrecido, sobre el mundo. Y el mundo es un caos de nubes, quizás de mar, informe creación primera; pero ya rompe en él -reverberos del Día- la luz del Crucificado. Otra luz, quizás la fe, viene del mundo y alarga generosamente el brazo izquierdo de Cristo en una sombra inacabable, como el perdón, como la caridad.

«No basta con dar pan, hay que dar trabajo», reza, en la pa­red también, un viejo cartel, blanco y azul, de un calendario del MIEC-JECI, al pie de la imagen derrumbada de un hombre en paro. «Tierra es vida», grita aún en el póster central de la casa un cartelillo, ocre y marrón, de la «Semana del Indio de 1984».

A orillas del Araguaia hemos bendecido el fuego nuevo de la Pascua y el agua bautismal. La luna nos ha presidido como un inmenso lucernario. Y en la procesión de velas y cantos y el pote karajá hemos ido a la iglesia para celebrar la eucaristía de la Vigilia mayor. Yo llevaba el cirio pascual, para aprender a

151

Page 77: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

ser diácono servidor, quizás. De pronto, una ráfaga de viento ha apagado el cirio y casi todas las velas. Pero a mi lado, como un símbolo evangélico, muy pequeña la niña, seguía ella con su vela encendida, y ha devuelto la luz al obispo y a toda la comunidad.

Atrasado -porque el mar es ancho y el correo lerdo- sigue llegando El Ciervo amigo. Y en sus astas culturales nos trae ideas, debates, recensiones, mundo, Iglesia. Acabo de leer el número de diciembre y recojo estas referencias que me tocan. «Este es el año en que el PSOE ha dado de sí todo cuanto era posible, es decir, ha terminado con cualquier (simpatía) tercer-mundista y se ha unido a los alemanes y a los norteamerica­nos. Ha hecho polvo el presente y ha hundido el futuro ilusio­nado de una creatividad abierta para el mundo de los jóvenes» (Carlos Díaz). «Una única generación habría sufrido cambios continuos en dirección contraria: Iglesia de los años cuarenta, de los años sesenta y esta de los ochenta, poniendo a prueba su elasticidad» (Nazario González). «Es bien sabido que un buen caballo nunca salta más alto que el obstáculo» (Miguel Sijuán). «El arte sirve para que no nos muramos de la verdad» (Nietzs-che). «No siempre quien es genial en las preguntas es igual­mente genial en las respuestas» (Olegario González de Carde-dal). «Dios Padre no exigió la sangre del Hijo, sino que la aceptó cuando este se la ofreció» (san Bernardo, respondiendo a Abelardo). «Soy ya viejo y oigo poco,/ mas no confundo el canto de la alondra/ con el ronco trajín del pecho pobre» (Vi­cente Aleixandre).

Itaici. 23 Asamblea General de la CNBB. El tema central se presentaba polémico. Habríamos de afrontar la teología de la liberación y asumir la Instrucción de la Congregación para la Doctrina de la Fe. Dom Aloísio, franciscano y sapiencial, condujo la comisión encargada del tema y toda la Asamblea, con mano y corazón magistrales. Discutir teóricamente no nos habría llevado a nada. Los puritanos de la reacción -pocos, muy conocidos, cerrados sobre s í - tienen siempre una coma para

152

exigir. Nos volcamos sobre la práctica liberadora de nuestra Iglesia y el resultado fue saludable. Escribimos a los agentes de pastoral y a las comunidades una carta sencilla, pero pre­cisa, y enviamos a Roma la contribución de cinco propuestas que podrían ayudar en el nuevo documento que se espera de la Santa Sede sobre la libertad cristiana y la liberación. Dom Ivo le pidió al papa que ese nuevo documento sea personal del propio Pontífice, no de un dicasterio. El cardenal Cario Maria Martini, de Milán, nos predica el retiro espiritual sobre el tema del Magníficat. Sólido y hasta con cierta originalidad en la explanación bíblica. Sentido, pero no bastante compro­metedor. Nos llevó, demasiado deprisa, de la Biblia a la esca-tología, casi sin pisar la dura e ineludible historia humana. Le faltó nuestra teología de la liberación, comentaba un probado obispo nordestino.

Llueve aún. Final de abril. A mi lado, entre sueño y espera, un hombre karajá, joven aún. Ha escapado de una mortal he­morragia, cuyas causas no sabemos todavía. Es callado, como tímido, vuelto sobre sus propios pesares. Carga dos misteriosas muertes que lo tornan un prófugo permanente de ciertas áreas de su pueblo indígena. Le digo palabras de amistad, de espe­ranza, y me las agradece con lentos monosílabos.

MAYO

Yo, una vez, un día. Ellos, esos niños sertanejos, han de afrontar esas aguas y barros de la «Impuca Verde» todos los días. Para venir a la escuela. Y gracias a Dios y a la prefeitura popular que tienen ahora esa escuela a solo 4 o 5 km de casa, aunque sea chapoteando por los lodazales. Para los padres, una escuela más o menos cerca es una garantía de seguridad para afirmarse en la tierra. Hoy, en la «Impuca Verde» del río Capucha, la ale­gría ha sido llena: Hemos casado a Severa, Severiana, la que­rida maestra del lugar.

153

Page 78: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Me laceran las atenciones que el papa dispensa a Reagan y a los suyos, aun cuando se traten de (ambiguas) campañas de mo­ralidad. Porque Reagan acaba de decretar el boicot económico total a nuestra Nicaragua. No pudiendo arrasarla con las armas, pretende estrangularla por el hambre. Yo rezo más por Nicara­gua, por Centroamérica, y le dedico una oda a Reagan, reto­mando el aliento indignado de Rubén Darío contra Roosevelt.

Nos queda la esperanza de creer que Nicaragua, América Latina, resistirán a esa nueva agresión del imperio. Me queda la esperanza de pensar que Reagan será el último grotesco emperador...

La Congregación vaticana de la Doctrina de la Fe acaba de condenar al silencio total, «por un tiempo conveniente», a nues­tro teólogo Leonardo Boff. Le envío a Leonardo un poema, ima­ginando -en oración y solidaridad- qué le diría a él en esta hora de probación mi compadre san Francisco.

Algún Fromm teólogo habría de escribir con urgencia un nuevo libro sobre el miedo a la libertad: El miedo a la libertad en la Iglesia. No sabemos vivir libremente la corresponsabilidad eclesial. Los obispos tampoco. Hacemos de la colegialidad apostólica una bloqueada unidad sumisa, en vez de asumirla como un testimonio y un servicio del Reino, en un mismo Espí­ritu liberador. Queremos amar a la Iglesia acallándola. Como se hace con los niños. No obedecemos al papa fraternalmente, lo acatamos militarmente; con un primitivo temor religioso que no hace ningún bien a la Iglesia, a las Iglesias, y que escandaliza al mundo, bastante adulto como para aceptar simples claudica­ciones de la libertad teológica y pastoral y tendencias hegemó-nicas y secreteos curiales. Deberíamos saber conjugar la cruz -que es escándalo y locura en todo tiempo- con el resplandor de una libertad de hijos en una comunidad de hermanos, hu­manamente crecidos y redimidos gozosamente.

La primera lectura de este VI domingo después de Pascua presenta a Cornelio cayendo de rodillas espantado delante del «primer papa», el apóstol Pedro. Pedro lo levanta y le dice unas

154

palabras, ejemplares para siempre en su evidente verdad: «Yo no soy más que un hombre». La jerarquía de la Iglesia ha de transfigurarse en simplicidad humana, en inmediatez fraterna, en pobreza evangélica.

He llegado a la conclusión de que solo tendremos tiempo en la eternidad.

El chofer del autobús ha puesto en el parabrisas, a la vista de todos sus pasajeros, este aviso: «Mi educación depende de la tuya». Uno no sabe cómo reaccionar. Lo mismo puede ser una advertencia previa de un tío malcarado que una sonrisa de bo­nachón a quien le gusta deshacer los nublados a tiempo: si no hay nubarrones, no habrá rayos, amigo. ¡Haga sol!

«Viajar hace a los hombres discretos», según Cervantes. El viajar más de la cuenta los hace apatridas desarraigados, tran­seúntes descomprometidos.

Siempre el conflicto o la tensión dialéctica entre justicia y liber­tad. Marciano Vidal apunta un principio desafiador y exacto: «Si la "igualdad de oportunidades" es la forma concreta de la justi­cia, la "socialización" es el ámbito estructural de la libertad».

La política, ejercida con espíritu evangélico, es una verda­dera diaconía que la Iglesia aún no sabe valorar adecuada­mente. O la utilizamos reduciéndola a ministerio de trastienda eclesiástica, o la rehuimos farisaicamente como profana.

Good-Year, «Ouro Branco», la empresa de caucho que viene agitando a la población de Santa Terezinha estos tres últimos años. Celebro misa en el barracón de los peones solteros. Con un petromax, bastantes fieles, hombres, mujeres también y ni­ños, claro. Misa de Pentecostés, porque esta es una octava que se lo merece. «No apaguéis el Espíritu...». No apaguemos la fe en Dios, nuestro Padre, no apaguemos la confianza en noso­tros mismos, no apaguemos la amistad con los compañeros y compañeras...

155

Page 79: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Visito el vivero y la plantación de caucho. Millares, millones de troncos, todavía niños, que dentro de seis, ocho años, produ­cirán ríos de «oro blanco», la leche valiosísima. Los hombres riegan, injertan, escardan. Las mujeres limpian las mudas nue­vas, dobladas las mujeres bajo el sol, con sus azadónenlos, como quien cuida de un jardín japonés.

El director, me dicen, con cierto asombro mezclado de ironía, e s inglés, se llama Smith, vive con su mujer en una casa de vein­tidós apartamentos -«parece un Seminario de curas», comenta el capataz- ¡y no tiene ninguna religión!

He dormido, en hamaca, en el barracón de los peones. Ma­drugada oscura aún, bebemos en latas un café con leche en polvo aguachinada. Y salen, hombres y mujeres, para el trabajo. Cenaron ayer a las cinco de la tarde, almorzarán al mediodía. Mucha carga para tan poco sustento. El cocinero no consigue comer la comida que él prepara; come en casa, con la mujer.

Visito las casas de familia, todas iguales, cuatro reparticiones, tabique con tabique, las casas de dos en dos. Hablamos de todo. La escuela, que ha empezado solo este año, está hecha una cala­midad. Una de las dos maestras aún sabe rajar la cabeza de los alumnos e hincharles el brazo a garrotazos.

Ll sol aprieta, es mediodía, llegan -en camión a veces, a veces a pie- los seringueiros, hombres y mujeres.

Tengo la sensación, quizás no tan perversa, de estar en una especie de campo de concentración, asalariado y hasta agrade­cido. La empresa (una de esas multinacionales que el teólogo Novak arcangélicamente compara con el Siervo sufriente) compensará todos los gastos que hace ahora en la plantación del proyecto con un solo año de producción. Bastará que cada pie de caucho produzca durante ese año un litro de leche, un litro de «oro blanco». Después, el lucro. ¡Pobres y sufridas multinacionales!

No se trata de salvar a la Iglesia. Se trata de que la Iglesia, ayudando al mundo a salvarse, se salve ella también como Igle­sia de Jesús, el Salvador del mundo.

156

La condena de Leonardo Boff y las repercusiones -de varias tendencias, contradictorias o matizadas- van llenando páginas de periódicos y revistas, conversaciones y silencios, iras y amarguras, y oración de muchos. Claro que no queremos hacer otra Iglesia. Claro también que queremos, y debemos querer, que esta nuestra Iglesia sea cada vez más «otra»: como Jesús la soñó, como la necesita el mundo de los humanos.

Hay que saber vivir la espiritualidad del conflicto, también dentro del ámbito eclesial. La cruz lo atraviesa todo, del lado de acá del Reino.

Ganas de paz no faltan. Ganas de «llegar»... Pero hay que esperar en la tensa vigilia y no deponer nunca las armas del tes­timonio.

El polvo, otra vez, lo invade todo, como una atmósfera irri­tante. Cuando no había carreteras ni coches en el sertao, sola­mente el viento, poderoso y de arriba, podía levantar polvo. Las patas de un caballo lo levantaban también, pero tan cir­cunscrito al propio paso del animal... Las hojas de las calles y de las carreteras me parecen bronquios agredidos, deben de sentirse muy incómodas.

En el sur hace un frío prematuro, hiela incluso desmesurada­mente. En mi vieja España, en la vieja Europa, estará la prima­vera luciendo galas. Son las estaciones, bastante equitativas aún en su periodicidad. Más que la economía y la política, en todo caso. Los dividendos podrían alternarse como las estacio­nes. Hoy para el Norte, mañana para el Sur. ¡Quién sabe si un día lo llegan a ver los humanos futuros!

JUNIO

Hemos enterrado en la catedral de Goiánia al arzobispo Dom Fernando Gomes dos Santos. Mi padrino, como yo siempre lo llamaba. El me ordenó obispo a orillas del Araguaia, él fue siempre un patriarca acogedor y un defensor intrépido: para

157

Page 80: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

mí, para nuestra Iglesia, para todos los derechos y reivindica­ciones de la justicia y de la pastoral, en esos veinte oscuros años de la dictadura militar. Alto y fuerte de talla y de genio, enorme de corazón, preciso de palabra. Una conflictiva y ejemplar mez­cla de fidelidad, de solidaridad y de intrepidez. Sincero hasta los tuétanos, como nordestino de cepa y como cristiano cabal. Sin duda alguna para mí, la figura más importante de la jerar­quía eclesiástica del Centro-Oeste brasileño. Destacada figura en toda la Iglesia nacional, columna en los primeros años de la CNBB. Incomprendido y hasta perseguido, por tirios y troya-nos, en las diferentes épocas de su vida. Martirizado también por las incomprensiones de la Nunciatura y el Vaticano. Murió sin ver al sucesor tan largamente pedido. Sobre la Iglesia de Goiánia y sobre todo el Centro-Oeste se levanta hoy un pesado interrogante.

El sábado, día primero, mientras él se estaba muriendo -de ansiedad, con una parada cardiaca-, yo le escribía una carta que solo ha conseguido leer, riéndose, ya glorioso, en el Dios de los luchadores fieles. En la carta le incluía un poemilla de ansiosa nostalgia que me borboteó viniendo en dnibus, dos días antes:

Llegar por fin a Tu anhelado rostro y echarme entre Tus brazos con todos los llegados. Dejar la vida toda sobre Tu corazón, como un niño dormido, despierto para siempre. ¡Y darte a boca llena Tu nombre: Padre nuestro!

«No debes escribir una línea siquiera que no sea sobre la ob­sesión que te persigue». «De un sueño se puede decir cualquier cosa, menos que sea una mentira» (Ernesto Sábato).

Jorge Sans Vila, el vocacionador infatigable y lúcido, me es­cribe: «El 31 de mayo hará treinta y tres años de nuestra orde­nación en Montjuic. Que el Señor nos ayude a seguir adelante

158

día a día». Me envía unas hojas vocacionales, de aquellas inol­vidables que ya me hacían bien veinte años atrás. En una de ellas escribe: «La vocación es como un itinerario con señales de pista. Cada señal lleva a la señal siguiente, sin saber el tér­mino definitivo. Más que un conocimiento del futuro es una co­rrespondencia amorosa; es una amistad».

Dieciocho horas de barco, hacia Santo Antonio do Rio das Mortes. Este año hace un frío prematuro, excesivo, en casi todo el país; muy fuera de lugar para nuestra Amazonia. El río, al atardecer, se pone tornasolado en su verde lámina fluctuante.

Una mujer me da una manzana, más que discreta la fruta, pero aquí casi exótica. Le doy la mitad al viejo tendido a mi lado en una hamaca. «Frutilla buena», pondera él. «Mañana venga a beber un café a casa. Le daré también un par de huevos para que se los fría». Los dos chiquillos que se columpian en sus hamacas encima de mí me piden que repartamos, los tres, la otra mitad de esa manzana de la concordia. Japi -la «chupeta triste» que canté años atrás en un poema- ahora ya es madre. Conserva aún los ojos melancólicamente agazapados. Y juega con la «chupeta» de su hija.

El motor ensordece. Vamos de entreveía. Lloran los niños. Alguien cuenta un chiste y recibe unas carcajadas. Silencio des­pués, y frío. Hasta que el sol nos envuelve, señor del día y de nuestros cuerpos.

Son muchas horas y hay tiempo para todo. He leído noticias de la Iglesia y del mundo. Imposiciones y prepotencia, intrigas y politiqueos, fidelidad también y esperanza. Jacques Ellul ase­gura que la Iglesia, a pesar de todo, reste Eglise du Dieu vivant. Y Lao Tse aconseja: «En movimiento, sé como agua; cuando quieto, como un espejo. Responde como un eco». Responder a todo, reflejar toda belleza y todo sufrimiento, ser agua que fe­cunda por donde pasa, gratuitamente.

«Chico Magro» se ha muerto, de cinco derrames, según la mujer. Hace cuatro días que le di la unción. Hace unos dieci­siete años que ya no trabajaba. Bebía y jugaba, eso sí. Insistente-

159

Page 81: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

mente venía pidiendo a sus amigos de bullicio que le enterra­ran en el minúsculo cementerio a orillas de la carretera, polvo­rienta o encharcada, soleada en todo caso. «Así pasaré a la his­toria... Los transeúntes dirán, viendo mi túmulo: aquí yace el Chico Magro». Le hizo el cajón mortuorio un aprendiz de pri­mer vuelo, y el Chico Magro, a pesar de tan magro, no cabía. «¿Estarán pensando que era para enterrar a un niño?», repli­caba su mujer, la dicharachera Zefinha. Cuando, al día si­guiente, pasamos en bus por la Gameleira, temprano aún y aún encendidas unas velas previas, le estaban abriendo la fosa a Chico Magro. Pasado a la gloria, que pase a la historia también, aunque solo sea en este rincón del mundo, encharcado o polvo­riento, pero siempre abierto al sol y a las estrellas.

Hemos viajado juntos, de Sao Félix a Barra do Garcas, el jo­ven teniente de la policía militar y yo, hasta cordialmente. Él ha reconocido muchas cosas acontecidas y se ha abierto entre los dos un camino, quién sabe, de amistad. Tiene el joven te­niente una buena cabeza y un cierto rasgo innato de correc­ción. Ni toda la policía es tan mala ni es tan peligroso el obispo de Sao Félix, podría ser la moraleja de esas dieciocho horas de viaje.

Un día de bus, por lo demás, compruebo nuevamente, casi siempre es un día intenso de servicio pastoral: problemas de tierra, asuntos de familia y salud, grandes proyectos que matan en nombre del progreso (tres niños ya han nacido sin cerebro por causa de los agrotóxicos en la región de Agua Boa), el cate­drático de sociología de la Universidad de Brasilia, unos peo­nes, la muerte, la preparación de la Asamblea del pueblo de Dios, la pastoral indigenista... Estamos viajando para la Asam­blea Regional del CIMI, en Araguaiana.

El bueno de Graciano me incomoda con su dicho tan infe­lizmente «clasista» y tan lamentablemente verdadero en lar­gos años de cristiandad: Dúo sunt genera christianorum, el clero y el pueblo.

160

«La misión» en el medio indígena cada vez es menos la única presencia en diálogo y en poder. Y cada vez más los indios son menos niños tutelados.

La nueva pastoral del CIMI ha creado nuevas relaciones en­tre los indios y nosotros, entre ellos mismos y entre ellos y la so­ciedad llamada «nacional». Y quizás no estábamos bien prepa­rados para estos cambios. Faltó un acompañamiento político más concienciador, tanto de los derechos como de los deberes, de las ambigüedades del proceso, de la propia emancipación y autodeterminación dentro de las coyunturas reales. El indio, por lo demás, en su nuevo contacto con el no indio, ha tenido que afrontar las diferentes entidades que, bien o mal, con políti­cas divergentes y hasta quizás contrarias, lo han querido aten­der, o patrocinar, o hacérselo suyo. Ahora llegan los nuevos de­safíos. Ese otro modo de absorber e integrar: por acuerdos, con indemnizaciones, quizás fabulosas por lo menos en la aparien­cia del momento, con enchufismos. La mejor arma de todos los imperios para sojuzgar ha sido siempre el enchufismo y la co­rrupción de los liderazgos de las colonias.

Nunca falta la política indigenista oficial, y siempre es la misma: «integrar» a las personas, los grupos, los territorios y sus recursos naturales; absorber, diluir...

La sociedad blanca dominadora puede muy bien aceptar la cultura indígena como fiesta, como folclore variopinto. ¿Qué condiciones tiene de sobrevivir, en esa sociedad, una cultura distinta como economía, cosmovisión, autonomía real?

Claro está que no es el capitalismo el que lleva originaria­mente el egoísmo a los pueblos indígenas o a otros pueblos, pero el capitalismo lo sistematiza estructuralmente. Por defini­ción, el capitalismo es egoísmo acumulador y, por eso mismo, expoliador también.

Solo en Brasil hay más de cuarenta Iglesias diferentes traba­jando entre los pueblos indígenas. Demasiados Cristos posible­mente para que la credibilidad sea mucha. Solo la oikumene vi­vida plenamente podrá hacer a la Iglesia de Jesús limpiamente creíble y evangelizadora.

161

Page 82: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Tenemos que evangelizar a los pueblos indígenas. El «cómo» debe ser con mucha atención tanto al Espíritu como al alma de esos pueblos. Nunca obligadamente, porque el evangelio es don que se acoge en la mayor libertad. El evangelio, por lo de­más, cuando es solamente evangelio, cabe en todo lugar...

Wynton Marsalis, el joven trompetista negro de Nueva Or-leans, que borda con la boca melodías, escribe con una her­mosa y madura libertad: «... uno descubre que los músicos clásicos son exactamente iguales a todos los otros músicos; la mayoría es mediocre y solo un grupito es excelente. Uno aprende aquellos trucos de los compositores, las ideas que ellos usan repetidamente y la diferencia entre una pieza ins­pirada y algunas que están ahí para llevarle a uno de un lugar para otro».

JULIO

Reuniones, asambleas, visitas, expectación. Miguel D'Escoto está en huelga de hambre, en ayuno evangélico, hace ya dieci­siete días: por la paz y la autodeterminación de Nicaragua y de toda América Central; en oblación de fe y solidaridad con todos esos pueblos martirizados; haciendo una llamada a la Iglesia, al pueblo de los Estados Unidos y al mundo.

Quizás yo deba ir a Nicaragua para unirme también a esa vi­gilia de Miguel D'Escoto. Con el patriarca Méndez Arceo, con Pérez Esquivel, con otros amigos solidarios. La insensibilidad, la obcecación, las excusas ideológicas, la asepsia eclesiástica, nos neutralizan el amor y el testimonio.

Anteayer nos despedimos, en el pequeño aeropuerto de Sao Félix, de Mosén Ramón Cabana, coadjutor que fue de Balsa-reny; de Joan Alberto, hijo del médico que atendió a mi madre; de Mosén Josep Sancliments, ahora arcipreste de Cardona, y de Mosén Antonio, su hermano, con veintisiete años de misión en Brasil. Han sido cuatro días llenos de nombres y lugares case-

162

ros, de ansiedades y esperanzas de la tierruca, de la Iglesia; de un poco de anyoranga también.

Coincidió la visita catalana con nuestra Asamblea del pueblo de Dios. Después de un día de estudio sobre la historia de la Iglesia, destacamos y asumimos nuevamente los compromisos más específicos para nuestra Iglesia de Sao Félix do Araguaia: Estar siempre del lado de los pobres, denunciar la injusticia, vi­vir la igualdad, ayudar a concienciar al pueblo, apoyar siempre el movimiento popular, descubrir nuevos animadores, testimo­niar la convivencia fraterna...

En el secretariado nacional de la CPT me comunican el nuevo martirio: el P. Ezequiel Ramin, con un año y poco más en Brasil, ha sido asesinado en una emboscada. Y ha sido herido también, junto a él, el presidente del Sindicato de los Trabajadores Rura­les. En Cacoal, diócesis de Ji-Paraná, Rondónia.

Voy a Nicaragua. Gustavo Gutiérrez se ha sumado también, desde Lima, al

ayuno de Miguel. Se está formando la Contadora del Espíritu. Él nos acompañe luminoso y fuerte. Con Él levantaremos esa «insurrección evangélica» que D'Escoto solicita. Yolanda, mexi­cana, ahora en el CEPA de Nicaragua, me ha regalado una faja multicolor maravillosamente trabajada por los indios de Guate­mala. Me la llevo a Nicaragua como una estola pascual, de mar­tirio y solidaridad con toda esa ardiente Centroamérica.

Los dos embajadores -el de Nicaragua, ya amigo viejo, y el de España- me han tratado con muy eficiente cordialidad. En unas pocas horas despacho mi pasaporte, dormido en la fecha y hora en que llegué a Brasil hace diecisiete años. Ser obispo y pa­sar por más o menos revolucionario tiene aún sus privilegios. También sus inconvenientes. La policía, inconfundible en el mi­rar y en la disimulada desfachatez, ha hecho lo posible por oír nuestra conversación en el aeropuerto de Goiánia. La nueva Re­pública conserva viejas maneras.

Me hago las fotos para el pasaporte en una tienda de la esta­ción de autobuses. Con veinte minutos te dan la cara, asustada,

163

Page 83: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

a perpetuidad. En la foto del otro pasaporte yo estaba aún bri­llante de juventud o casi. En esta foto de ahora estoy casi ma­duro, queriendo pasarme. El dueño de la tienda podría ser un británico evangélico. «Cuando alguien es sacado de Londres, es sacado de la vida», afirma en el cartel turístico -torres y Táme-sis- el Dr. Samuel Johnson. A su lado, mucho más discreto en tamaño, el apóstol Pablo afirma, en una plaqueta verde y do­rada: «Quien está en Cristo es una nueva criatura». En Londres o fuera de Londres, imagino.

Me acaban de entregar el pasaporte, flamante. El águila im­perial hispánica se ha ido del escudo, desplazada por una so­lemne corona real. El pasaporte es «válido para todos los países del mundo» y hasta el 25 de julio de 1990. ¡Santiago y abre Es­paña! Para aquellas calendas puede ser que uno ya no necesite más pasaportes. ¿Terminado el viaje, en Casa, definitivamente?

Estoy en Nicaragua, en Nicaragua que está en vigilia. Para empezar debo repetir, colectivizándolos, aquellos versos de An­tonio Machado:

«Hora de mi corazón, la hora de una esperanza y una desesperación».

Iglesia de Dios, ¿qué dices de ti, qué dices de Dios en esta Ni­caragua agredida y en lucha por la paz? ¿Qué dices tú, sociedad occidental, de Nicaragua? ¿Qué digo yo aquí, qué hago yo aquí, obispo como soy? Nicaragua es un misterio de gracia e iniqui­dad (y no precisamente de iniquidad sandinista). Es también un volcán, un Momotombo toda ella; y un poema.

Abrazo a Miguel, el profeta institucionalmente prohibido, la­cios sus ojos donde parpadean dos lámparas votivas entre ico­nos, crecida ya su barba de ayunante, hecha de varias cenizas. Y por toda respuesta se desahoga conmigo apesadumbrado: «Pedro, acabo de recibir la noticia de ocho madres asesinadas por la Contra mientras iban ellas a la montaña a llevarles unas cestitas a los hijos combatientes». Al día siguiente concelebro el

164

funeral por esas madres. Y beso sus féretros. En León. En la Tri­nidad concelebro también, por la tarde, el funeral de treinta muchachos caídos. Es un fuerte bautismo de sangre y de duelo. Cerca, pero sin poderla gozar, la verde hermosura de mi primer contacto con esta Nicaragua que está de lluvias. Y los lagos. Y el mar y tanta poesía. El calor es más húmedo que en mi Mato Grosso. Cae la presión. Hay mucha presión abatiéndose sobre cada vida, sobre todo el ambiente de esta hora «nica».

Los periodistas lo quieren saber. Y se lo explico: he venido para sumarme a la vigilia de Miguel por la paz y por la no in­tervención en Nicaragua y en Centroamérica; por la autodeter­minación de estos pueblos. He venido también, como obispo latinoamericano, para aportar mi corresponsabilidad a la credi­bilidad de la Iglesia, en Nicaragua, en Centroamérica, en Amé­rica Latina, dentro de este proceso de transformación social, de afirmación de identidad, de autonomía. He venido para estar cerca del dolor de este pueblo. Sí, también para suplir -sin pre­tensiones, pero conscientemente- lo que quizás le falte aquí «al Cuerpo del Señor que es su Iglesia». Ya sé que mi venida es «una señal de contradicción». No lo pretendo. No puedo evi­tarlo. El Reino, en todo caso, mejor o peor servido, nos pone siempre «en violencia». Así se lo digo también a los obispos ni­caragüenses en la carta que les escribo. Pensé, recé, consulté. Me pareció mejor escribirles una carta sin previa visita perso­nal. No quiero condicionarlos ni quiero condicionarme. Puede salir un poco mal parado el derecho canónico; le pido al Señor que no salga malparado el evangelio.

Tres cosas he entendido ya:

1) La verdad está con Nicaragua. Nicaragua es la agredida por el Gobierno estadounidense, descaradamente ade­más. En Nicaragua no hay «guerra civil». Decirlo, pen­sarlo, sería estupidez de visión o perversidad cómplice.

2) Este proceso revolucionario (y la palabra «revolución» tiene aquí un sonido y un valor normales y necesarios), con sus fallos y sus incógnitas, es hoy por hoy la mejor

165

Page 84: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

alternativa para Nicaragua. Para el pueblo nicaragüense. La peor alternativa, sin duda, para las apetencias secula­res del imperio, en Centroamérica, en América Latina, y para el estatus de los lacayos privilegiados de siempre. Creo que esta alternativa socio-político-económico-cultu­ral es más conforme también con el programa del Reino.

Los obispos nicaragüenses podrían, y deberían, mante­ner su distancia crítica frente al proceso político revolucio­nario. Creo, sin embargo, que no pueden dejar de conde­nar abiertamente la agresión norteamericana. Creo que deben sumarse, hasta protagonizándola, en nombre del evangelio, a esta campaña nacional por la paz, diariamente sellada con llanto y sangre. Creo que deben celebrar la eucaristía por todos esos muertos; sin recelos. Llorar con las madres y con los huérfanos. Creo que todos los obispos de Centroamérica han de responder a esta hora histórico-ecle-sial con una posición conjunta y abierta, denunciando ex­plícitamente la agresión, el genocidio, la manipulación que pesan trágicamente sobre sus pueblos; exigiendo para los mismos la dignidad respetada internacionalmente, la ver­dad pública, la autodeterminación.

3) Por Centroamérica -y más explícitamente por Nicaragua-pasa hoy el eje rusiente de futuro próximo de América La­tina y de la Iglesia latinoamericana. Mañana será tarde. Y una vez más la Iglesia habrá sido cómplice, por el silen­cio al menos; por el miedo a la profecía; por no querer mancharse las manos con las aguas vivas de la historia.

Miguel quiere vivir su ayuno en total gratuidad. No solo. Espera que su gesto desencadene una «insurrección evangé­lica». Yo le digo, y digo a cuantos acompañan esta vigilia, que esa gratuidad puede y debe ser también «eficiente». Con la efi­ciencia del Reino, que es un don, una promesa, una búsqueda y una conquista. La gratuidad de la fe puede conjugarse con la eficiencia de la política. Aun cuando la transborde. Jesús nos pide que nos consideremos «siervos inútiles», pero no que lo

166

seamos. «Como si todo dependiera de nosotros, aun sabiendo que todo depende de Dios». La fórmula de Ignacio, tan pre­sente en sus hijos en esta rota Centroamérica, es hoy aquí per­fectamente válida.

Las madres me acosan, pidiendo bendiciones por sus hijos que están en la montaña. Me evocan a sus hijos muertos. Las gentes sencillas me agradecen la presencia, el consuelo que les doy, la fuerza que mi condición de obispo proporciona a su fe maltratada.

En la Cruz Roja visito a las ocho madres cuyos hijos-maestros en zona de conflicto han sido secuestrados por la Contra. En nombre de esas madres envío carta y documentación a los arzo­bispos de Honduras y Costa Rica. En la Trinidad, al final de la misa, una madre me abrazaba fuerte y dolorosa: «Uno de ellos es hijo mío; otro hijo mío cayó hace quince días. Tengo aquí también un sobrino muerto. Pero yo sé que sus vidas no se han perdido. Ellos trabajaban en la viña del Señor». Como tantos otros muchachos, o ya hombres hechos, ellos eran delegados de la Palabra, animadores de la comunidad cristiana. Si valiera distinguir entre sangre y sangre, podríamos recordarles a los eclesiásticos asépticos que aquí y en toda Centroamérica se está derramando mucha «sangre de Iglesia».

Cuesta abrir el bloqueo de la contrainformación en los Esta­dos Unidos. Cuesta pasarle al mundo la nueva (buena mala nueva) del dolor de estos pueblos pequeños, pulgarcitos de nuestra América. Cuando es secuestrada la «flotilla de la paz», por ARDE, en Costa Rica, sobre las aguas del río San Juan, co­menta aquí, en casa, un dominico norteamericano: «Veintiocho días de ayuno de Miguel no pueden ser noticia en los Estados... Treinta y tantos americanos detenidos un solo día, luego se torna noticia». Pastora había amenazado. Los componentes de la flotilla pondrían sus vidas en riesgo si eran enviados por Ni­caragua en su misión de paz. Tuvimos que abstenernos de este envío hasta en la liturgia. Les dimos apenas, Miguel y yo, una simbólica palomita de cerámica. Estos días hemos comentado

167

Page 85: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

aquí repetidamente cómo los Estados Unidos tienen -para su propia omisión o connivencia justificada- la mejor contrainfor­mación del mundo. Ser muy grande y muy próspero no signi­fica necesariamente ser más humano.

Solo me han permitido tres días y medio de ayuno. Miguel ha de interrumpirlo por prescripción médica, y yo por una gripe en parte y en parte también porque los compañeros creen que voy a ser más útil hablando, visitando, confortando a la co­munidad. De todos modos, esta minivigilia ya me ha tocado profundamente. Después de Nicaragua habré de ser otro. No se pasa impunemente por el fuego.

Me visita el patriarca José Coronel Urtecho, acompañado de otros poetas. Me encuentro con Fernando, con Ernesto. Me visi­tan también -yo en pijama y en vigilia- Daniel y algunos co­mandantes. «Si me ven en medio de ustedes -les bromeo- se es­candalizan». «En medio de esta gente peligrosa que somos, ¿no?», añade con su ponderado sosiego Daniel.

La guerra se ve por todas partes, hasta en los mínimos deta­lles de la vida. Escasea el papel higiénico, por ejemplo; la co­rrespondencia hacia el exterior es una lenta operación. Centro-américa, me comentan, se está como censurando mutuamente, de país a país. El imperio ha logrado erizar entre sí a los herma­nos. Pérez Esquivel viene espantado de sentir cómo toda Costa Rica se vuelve hacia Nicaragua en ofensiva agresividad. En el avión, un matrimonio «tico», a mi lado, planteaba así el análisis de la situación centroamericana: «El mal para Centroamérica es México...». Casi me caigo del avión. «¿No será Estados Uni­dos?», me atrevo a interrogarles. «Bueno, mire -me explican-, Estados Unidos tiene otra mentalidad. Pero es que México se cree mejor que nosotros»...

«Aquí vivimos desasosegados por la paz», me confiesa en el presbiterio de León un campesino sufrido. Temprano, casi con la luz, llega hasta mí un combatiente vestido de camuflaje; con su grabadora, con una carta de seis años de sudor y caminos, con

168

entrañables confidencias de fe, de ilusión latinoamericana. Es un encuentro de gracia que me conmueve. Siento a Dios entre nosotros. Grabo para los muchachos de la montaña unas pala­bras de paz, una homilía en la guerra. Posiblemente no veré nunca más al combatiente, y confío que el Señor lo acompañe Reino adentro.

En algunos puntos estratégicos de la ciudad, por las carrete­ras, a lo ancho del país, los muchachos armados, los «compás», tan frágiles como indefensos en su juventud agredida. La paz, tan insistentemente invocada aquí, me hace sentir el mundo muy caduco. La juventud predominante en todo este pueblo me hace sentir viejo ya. Como si estuviera en una misión última en la frontera de la vida. En la frontera de nuestra Iglesia, en todo caso. La «montaña» y la «frontera» son aquí los sinónimos bíblico-existenciales del «desierto» y el «exilio».

En una rueda de prensa respondo a los medios de comunica­ción que he venido aquí por causa del capítulo 25 del evangelio de Mateo. En la Iglesia, que no es monolítica, les añado, y que es hasta contradictoria en sus posturas, ha de caber la comu­nión efectiva en la comunión histórica con estos pueblos opri­midos y creyentes. Es más importante vivir sinceramente que entender con cartesiana claridad. La solidaridad no puede per­mitirse excesivas esperas. Los dos últimos generales de la Com­pañía de Jesús vienen aconsejando a sus misioneros en Nicara­gua -en los procesos de Centroamérica- un «apoyo crítico». Ni más ni menos tampoco.

Me acusan de intromisión. «La prensa» me acusa; ¿cómo no? Me visita Tomás Borges y los dos visitamos a Miguel. Tomás

me hablaba, elocuente siempre, de la posibilidad de la invasión abierta. Con Miguel han bromeado; han recordado al perro de estimación que ya se murió mientras su dueño ayunaba. Mi­guel es un enamorado de las plantas y de los animales. Ni la guerra, ni la diplomacia, ni la canónica suspensión pueden im­pedir la sensibilidad humana. Toda Nicaragua continúa siendo una incontenible ternura.

169

Page 86: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

El final de julio, agosto y hasta el 26 de setiembre, mi diario se condensa en Nicaragua, combate y profecía.

SEPTIEMBRE

También en nuestro Brasil -República nueva, viejo imperia­lismo- se siente el bloqueo informativo en torno a Nicaragua. Los medios de comunicación se resisten a hablar de ella. El Estadao todavía hoy lanza una absurda calumnia, de fuente no identificada. A Nicaragua, a América Central, porque así lo de­cide el imperio, no solamente se les prohibe ser ellas, se les prohibe también de ser noticia.

OCTUBRE

De un maquinazo -con bastante corazón de por medio, y nom­bres, y lugares amontonándose en acumulada recordación-escribo una circular para «presentar cuentas de mi viaje a Nica­ragua». Una sola carta, traducida, multicopiada, atenderá co­lectivamente (hay que aprender a colectivizar) a los amigos de Brasil, de España, del mundo. Quisiera hacer llegar a todos las vivencias y desafíos de estos días de gracia y de frontera. Qui­siera compensar un poco, con la oración, con los escritos, la im­potencia que me invade frente a la prepotencia del imperio, ante la debilidad heroica de esos pueblos masacrados. Ante las personas concretas, con nombre y rostro, de las madres y los muchachos y los delegados de la Palabra. Y los niños. Los niños de Nicaragua, de Guatemala, de El Salvador. Sé que voy a lle­var esos nombres y rostros dentro de mí, como una familia en­trañable, hasta el interior de la paz total.

En Vila Rica, la Asamblea local, unas setenta personas, sobre los temas vivos del «Consejo Pastoral» y el diezmo solidario. Por la tarde del domingo, cuarenta confirmaciones. Después

170

voy a Santa Terezinha y al Tapirapé. Iré a Ribeirao Cascalheira, a Porto Alegre y Canabrava... Las comunidades de la Prelatura son las primeras que tienen derecho a recibir mi «presentación de cuentas» centroamericanas.

Tiene su gracia picara, muy perdonable espero, el rótulo que le han puesto a ese misérrimo cabaret de Santa Terezinha: «Casa da noite popular».

Espriu, siempre serio y verdadero, palabra enjuta y clara, ha dicho bellamente lo que los Santos Padres, y los grandes teólo­gos, y el mismo Éxodo dicen del Dios inefable: «Dios me es pe­sada, / constante, inmensa falta de ortografía./ Me aver­güenzo/ porque, si me atrevo a escribirlo,/ ignoro la escritura».

Hoy es el día en que espero el mañana prometido. Hoy es mi día. Mañana será el Día recibido. Mañana seré Su Vida. Hoy soy la vida que vivo.

Celebramos el aniversario del martirio del P. Joáo Bosco. En Ribeirao Bonito. Un posseiro, que ha acompañado intensa­mente mi viaje a América Central, le ha puesto a su plantío el nombre de «Nova Nicaragua». Comenta un comerciante la gratuita amenaza que me dirigía un sureño, radicado ahora en este Mato Grosso, propietario de tierra él, pero menos que fazendeiro medio: «Si un posseiro invadiese una tierra mía, lo primero que iba a hacer yo era matar al obispo de Sao Félix, pero a cuchilladas». Radio Bandeirantes comenta, a su vez, la indignada decepción de los sindicatos de los trabajadores ru­rales por la reforma agraria que Sarney acaba de promulgar, «mucho más favorable a los terratenientes que a los jornaleros bóiafrias».

Porto Alegre. Esta noche, noche de domingo, una manos cri­minales han prendido fuego al barracón de la comunidad y del

171

Page 87: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

sindicato. Ilusión y trabajo comunitario de muchos días se han visto reducidos a cenizas impotentes.

No hay salidas milagrosas. No hay respuestas claras. No hay caminos hechos. No habrá nunca, de este lado de la muerte, una definitiva paz. Vivir es arriesgarse, abrir camino a oscuras. Creer.

González Faus apunta la distinción certera: si la opción por los pobres no es excluyente de los ricos, sí «es excluyente de la "causa" de los ricos». Porque la causa de los ricos es necesaria­mente empobrecer a otros. Si dejaran de empobrecer al pró­jimo, dejarían de ser ricos..., acumuladores por explotación, privilegiados por exclusión de otros. Como todo pobre es un empobrecido, todo rico es un empobrecedor.

Ji-Paraná. Rondónia. Tierra de promisión y de decepción. Riadas de capixabas, paranaenses, brasileros de todo el país, han llenado en pocos años estas tierras, otrora vírgenes, de Rondónia. En la gran marcha hacia el Oeste, a la conquista de la tierra: para el latifundio, para la explotación maderera o para la nebulosa aventura, o, tantas veces, por la forzosa necesidad de la supervivencia.

Viniendo de Barra do Garcas a Cuiabá hemos encallado de lo lindo en los barrizales de la carretera. Empuja, tantea, guasea, desespera y cuatro largas horas de retraso.

Entrando en Rondónia nos hacen bajar a todos del autobús, para vacunarnos contra la fiebre amarilla. Una instalación sani­taria, grande y hasta hermosa, junto al monumento abstracto, iluminado ahora, mal descifrado por los ojos entelados aún de sueño. La pared blanca, impecable, avisa sin distinciones: «La fiebre amarilla mata. Vacúnese». «Ahora voy a ser sabio, en el futuro (promete un viajero socarrón). ¡Me han vacunado ya cuatro veces! Nunca más olvidaré esta mierda de papel...».

Por la tarde empezaremos un retiro espiritual con los agentes de pastoral de la diócesis, más algunos agregados de diócesis vecinas. Tendremos después dos días para seglares del campo

172

y de la ciudad. En dos años se ha duplicado la población de esta diócesis nueva. Cuenta hoy, en un vastísimo territorio, con más de 900.000 personas, abigarradas. Un loco desafío para la pastoral.

Oportuna, irrefutable a mi parecer, la observación de Iglesia Viva en su número 116/117, dedicado a la teología de la libera­ción: «Si los teólogos callan, hablarán las comunidades. Los he­chos son densos como piedras. Y no se podrá parar el impulso de tantos grupos cristianos por cambiar la estructura organiza­tiva y la forma de ejercer la autoridad en la Iglesia. La fidelidad a la fe cristiana y católica creemos que deja un amplio margen para ello».

Venidos de todos los Estados de Brasil estos rondonienses; solo uno de ellos, muchacho aún, ha nacido en esta Rondónia, tierra de acarreo humano.

Abílio, presidente del sindicato de los trabajadores rurales, está tenso. El sábado la policía, con orden del secretario de se­guridad de nuestro difícil Mato Grosso, amenazó y golpeó a posseiros en la gleba donde fue asesinado el P. Ezequiel. Y pre­guntó mucho por Abílio. Su cabeza está puesta a precio. Ayer nos llegó también la noticia del asesinato de Nativo, presidente del sindicato de los trabajadores rurales de Carmo do Rio Verde, en la diócesis de Goiás. Cinco tiros. En pleno día.

NOVIEMBRE

Comprendería muy bien que viejos indios y labradores de este imposible Brasil rural hicieran suyos estos versos testamenta­rios de Salvador Espriu: «No lucho más. Te dejo/ el sepulcro vastísimo,/ antes tierra de los padres,/ sueño, sentido. Muero/ porque no se cómo vivir». ¿Cómo lograr, con relativa paz si­quiera, que sea de los hijos esta tierra, sepulcro vastísimo, que fue de los padres?

173

Page 88: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Hemos empezado el retiro espiritual del equipo de la Prela­tura en este caserón y ermita del cerro de Santa Terezinha, en­tre la arena y el verdor. Y el incasable y plácido Araguaia. Coordinamos el retiro colectivamente, en despojada pobreza y cordialidad. Como tema, la fidelidad, siempre distante: fideli­dad al Dios vivo, fidelidad a la propia identidad, fidelidad al pueblo. Entramos en materia con la figura de Abrahán al frente y con el propio Jesús partiendo para la agonía. Lucas, capí­tulo 22. «Vosotros habéis permanecido conmigo en todas las pruebas...». «Pedro, Pedro, antes de que el gallo cante dos ve­ces, tú me habrás negado tres...». «Padre, si es posible, que pase de mí este cáliz; pero no se haga lo que yo quiero, sino lo que quieres tú...».

Día de desierto, en el retiro. Contemplación silenciosa, reencuentros, reconciliación. Ha llovido esta noche lluvia ca­llada y mansa. El cerro está adornado de gotas luminosas y las flores del sertao se incorporan, lozanamente bellas. Aquí y allá, quietas como en un museo abierto o llevadas volando, algunas mariposas. El Araguaia nos cerca como un tratado de paz.

La ida y la vuelta han sido en barco. Leyendo, contemplando, bromeando, comiendo mangos. En el barco de los indios tapi-rapé. Es hermoso ver cómo vamos ahora nosotros en el barco de los indios, cuando tan normal fue en otros tiempo que ellos anduvieran en los barcos de la misión. Y no vamos gratis. Los «hijos» han crecido y se están independizando...

Fernando Sebastián me escribe y me siente demasiado se­guro y juez. Leo La libertad de palabra en la Iglesia y en la teología. Una antología documentada de santos y maestros sobre la Igle­sia y sus maneras, menos santas o más cerradas.

Escribiré al papa una carta, libre y fraterna. Será mi visita ad limina. En esa antología de González Faus, K. Rahner, en 1962 y en Barcelona, apuntaba como «obstáculos y peligros para la fe» de muchos hombres y mujeres del siglo XX: «La tremenda amargura de la existencia, la multiplicidad de las

174

concepciones del mundo, la misma comunidad de creyentes, la Iglesia».

No quiero perderme la sabia advertencia de Gregorio Mara­ñen: «El mérito de la verdad no es casi nunca de quien la dice, sino casi siempre de quien sabe escucharla». Solo se puede ha­blar en la misma medida en que se sabe escuchar. Tampoco quiero dejar de recoger la certera pedrada del fogoso Papini: «La piedra con que nos golpeamos el pecho es la que no nos ti­rarán nuestros enemigos».

En la estación de autobuses de Campiñas, el taxista estaba le­yendo el periódico. «¿Viendo los resultados de las elecciones?», le pregunto. «Por mí... -responde taxativo-; yo querría que perdiesen todos; todos son ladrones y corruptos». Los políticos, pues, en la conciencia del pueblo, o tienen mala prensa o llevan mala ejecutoria. Todos ellos. «Sean del partido que sean», añade para mayor claridad el taxista desengañado. Pablo VI decía, si no recuerdo mal, que la política es un modo altísimo de caridad. La buena política, naturalmente...

Hemos empezado el curso de obispos en Itaici. El famoso curso, ecuménico además, que algunos hermanos reacciona­rios quisieron anatematizar como «esotérico». Cuenta un obispo nordestino que el papa, en uno de esos almuerzos de la visita ad limina, reconoció abiertamente la generosidad y la sinceridad de los padres ministros de Nicaragua. Pero aña­dió, indeclinable ahí: «Sin embargo, ustedes comprenderán que un sacerdote no puede trabajar con un gobierno comunista». Y dijo también el papa, hablando con obispos nordestinos, en una de esas visitas: «Confío plenamente en las comunidades de base de Brasil... La Iglesia popular de Nicaragua, entre tanto, es una trampa del comunismo. Nosotros -añadía el papa, polaco él- conocemos desde hace tiempo lo que es el co­munismo.. .». Como nosotros conocemos lo que es Estados Unidos, el capitalismo, el imperialismo, en América Latina, se podría haber completado con mucho respeto y en santa cole-gialidad.

175

Page 89: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Joelmir Beting, comentarista económico, hablando de la co­yuntura económica de Brasil, afirma, siempre mordaz: «La clase política de América Latina no es del ramo. Es un cúmulo de incompetencia administrativa, impune además. El Gobierno no se gobierna y no es gobernado por la sociedad. Los grandes proyectos-impacto son realizados con arrogancia y con corrup­ción. Brasil es campeón mundial del desperdicio. Los partidos en Brasil funcionan como programas electorales. En los Estados Unidos también el Gobierno dejó ser gobernado por la socie­dad. Salió deficitario del Vietnam». Lo peor del caso, digo yo, es que ese Gobierno no gobernado gobierna el mundo...

Frey Betto nos habla de Cuba. Su libro a cuatro manos con Fi­del Castro -Fidel y la Religión- es un bestseller. La edición cubana salió con 600.000 ejemplares de golpe.

Otros compañeros obispos nos hablan de la situación de Chile, Bolivia, México. El pastor Amos nos habla de Mozambi­que, su patria. Yo refiero las impresiones de mi viaje a Nicara­gua, El Salvador, Cuba.

Gustavo Gutiérrez, que el mes de mayo recibió en «la Cató­lica» de Lyon el grado de doctor en teología con la calificación máxima, para que nadie le ponga reparos académicos, nos traza el cuadro teológico eclesial que va del Vaticano II al día de hoy, más concretamente en nuestra América Latina. Juan XXIII, dice Gustavo, le propuso al Concilio como método de trabajo discernir los signos de los tiempos y distinguir entre la sustan­cia del depositum fidei y su formulación. Y pretendió Juan XXIII lanzar el Concilio por las calzadas de tres grandes intuiciones: la apertura al mundo, el ecumenismo, la Iglesia de los pobres. Esas tres intuiciones del santo papa Juan no corrieron suerte igual en el Vaticano II. «La Iglesia de los pobres» fue solo un tema, un anhelo marginal, extramuros de la sala conciliar. Así como «el mundo» a que se abrió el Concilio fue casi exclusi­vamente el moderno mundo europeo. A los concilios criollos de Medellín y Puebla les estaba reservado abrirse a otros mun­dos y a proclamar a la Iglesia de Jesús como la Iglesia de los pobres.

176

Nos visita Leonardo Boff, de barba y decires largos y sose­gados.

Carlos Mesters, nuestro gran niño doctor, nos expone con su cálido magisterio el Código de la alianza y la práctica libera­dora de Jesús.

El teólogo moralista Márcio Fabri dos Anjos nos muestra una panorámica de la teología moral en sus tres modelos mayores: el modelo clásico, autoritario y esencialista; el modelo persona­lista, liberal, existencialista; el modelo de la teología de la libe­ración, con sensibilidad social, interpelado por «el otro», de praxis históricamente comprometida.

Mientras en Roma se celebra el Sínodo, aquí vuelven las llu­vias a la tierra castigada por larga sequía. Y escribo este poema:

Todas las hojas hemos respirado, la lluvia de esta noche nos ha lavado el alma. La «seca» era un destino provisorio, nos queda mucha historia por delante. Vamos a soltar flores. Vengan a convocarnos todas las aves de la madrugada. ¡Todavía podremos cosechar la justicia!

En la Universidad Pontificia de Campiñas celebramos una noche de vigilia por Nicaragua y toda Centroamérica. Todos y todas, en clima de juventud latinoamericana y cristiana, nos comprometemos una vez más. Que no falte el compromiso, como no faltan ni la incomprensión ni el odio ni la prepotencia. Va a ser Adviento luego. Él seguirá viniendo...

Ha salido el disco navideño E o Verbo se fez indio, con letra mía y música de Martín Coplas -el mismo compañero que mú­sico la Missa da Terra sem Males. Llena de flautas la melodía, muy latinoamericana, como hermanándose, ante el Misterio que salva a los pobres del mundo, las flautas de los indios y las flautas de los pastores. En el disco quise cantar la Navidad in­dígenamente. Desde los pobres de Amerindia. Y quise también

177

Page 90: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

recordar, prevenir, preparar el V Centenario, Buena Nueva / mala nueva, de la evangelización de América:

Logo serao quinhentos anos de caravelas, de desengaños e de invasao... de boa-nova, de má-notícia, de cruz a prova pela cobiqa...

En todo caso, otra vez es Adviento y sigue siendo siempre Navidad, también aquí:

O Verbo se faz carne. O Verbo se faz pobre. O Verbo se faz indio.

DICIEMBRE

El gato biznieto, Geró, blanco y negro, maullaba tan desespera­damente de hambre a mis pies que tuve que compartir con él la sopa de la cena improvisada. ¡Si fuéramos capaces de oír cómo están miando de pura hambre, día y noche, millares de criaturas humanas, a lo ancho y largo del mundo!

«Se puede decir, creemos -afirma Gustavo Gutiérrez en la defensa de su tesis doctoral-, que un lenguaje profético y un lenguaje místico están naciendo en estas tierras de expoliación y esperanza. Se trata de hablar de Dios -como en el libro de Job- desde el sufrimiento del inocente. El lenguaje de la con­templación reconoce que todo viene del amor gratuito del Pa­dre. El lenguaje de la profecía denuncia la situación, y sus cau­sas estructurales de injusticia y de expoliación, en la que viven los pobres de América Latina».

178

V. Cosmáo, en su intervención, define el pecado «como una contradicción con Dios». Y lo desdobla simultáneamente en «el pecado del mundo, el mundo del pecado, el mundo estructu­rado en el pecado». B. Lesboue explica cómo «a través de la teo­logía de la liberación ha comprendido un nuevo status confessio-nis. Es decir, el surgimiento de un dato tan fundamental para la confesión de la fe hace que la posición que se tome respecto del mismo se convierta en una decisión por o contra la fe. En efecto ¿acaso hoy la promoción de la justicia no se ha convertido en un problema de fe? Eso es lo que tenemos que comprender espe­cialmente aquellos que pertenecemos a países ricos y desarro­llados». «Entre la gratuidad y la exigencia se sitúa la vida cris­tiana», declara Gustavo en una de sus respuestas. Y ya en la conclusión del debate -verdadero diálogo entre las dos teolo­gías- afirma aún Gustavo categóricamente: «La teología de la liberación no es únicamente, como algunos lo piensan aquí [en Europa], una teología que pone el acento en lo social. Es eso, pero es más; intentamos situarnos allí donde no es posible se­parar solidaridad con los pobres y espiritualidad, amor fra­terno y oración, ser humano y Dios. Eso es ser cristiano, discí­pulo de Cristo, Dios y hombre».

De las siete a las once de la mañana, un grupo numeroso y decidido, venido del sertao principalmente, denunció, cantó, afirmó su voluntad de tierra y dignidad respetada. Era la ma­ñana de la Inmaculada Concepción. En Porto Alegre. Una ma­nifestación campesina que cerramos con una sentida eucaristía. Habíamos salido, con pancartas y cantos y consignas, del barra­cón reducido a cenizas. Estábamos celebrando el aniversario de la muerte de «Zé das cachorras» y sus compañeros. Protestába­mos al mismo tiempo por las brutalidades cometidas en la gleba Goiás por la policía militar, y denunciábamos los proce­sos y amenazas que pesan sobre Cascáo. En una de las paradas de la marcha, el labriego Roseno se quitó la camisa y nos mos­tró a todos las heridas y cardenales que la policía le dejó en el pecho y en la espalda.

179

Page 91: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

De regreso -tres horas de espera en el Posto da Mata- con­templo fotos que Manuel me ha traído de España: amigos, vivos y muertos; de Sabadell, Manolo «el Limpia», el Peti Martín...; ojeo el último libro de Espriu, Per a la bona gent, la Ciutat de Y alba transparent, de Manuel Tort... Y textos de González Faus y un Cambio 16, La Vanguardia, hojas, libros, nuevas. La tarde es de domingo y la gasolinera está silenciosa. Otras hojas, altas, y al viento calmo nos acompañan en la espera. Todavía hay floresta, milagrosamente salvada, a cuatro pasos de este puesto de gaso­lina. Para contrasentido ecológico, sin embargo, una hilera de jaulas prende a otros tantos pájaros nerviosamente recluidos a lo largo de la pared. Nos negamos la libertad estúpidamente, los hombres a los hombres, los hombres a los pájaros.

Ya cerca de Sao Félix, la noche es estrellada y purísima, como en el clásico poema de Maragall. Es precisamente la noche de la Purísima; ha sido el día de la Niña vencedora del dragón...

Cuando subo al autobús, ella me saluda con los ojos tristes, entre azorada y suplicante. Es jovencilla aún y morena. Antes de llegar a Alto Boa Vista, baja frente a la vereda de aquel des­tartalado prostíbulo frecuentado por peones y cargadores de arroz. Cuando llego a Sao Félix me comunican que ha muerto ahogada en el Araguaia una niña prostituta, venida de Sao Mi­guel, huida de casa. El cadáver no ha aparecido aún. Tres días después, dos compañeras suyas -también con aquel inevitable rostro marcado por la tristeza acosada- me piden una misa en sufragio de la compañera de infortunio.

Cuando le preguntan a Agustín cuál es el pecado irremedia­ble contra el Espíritu Santo, el obispo convertido y siempre en estado de conversión trabajada responde categóricamente: la desesperación.

Desiderium sinum cordis, exclama también el cordialísimo in­quieto anhelante Agustín.

El Sínodo ha sido una de cal y otra de arena. El Concilio (como era de esperar, en la lógica de la fe y hasta de la teología)

180

sigue desafiándonos, luminoso y fecundo; aunque no defini­tivo. Soñar con un Vaticano III o con un Jerusalén II no tiene nada de menos cristiano, contrariamente a lo que han escrito estos días algunos, quizás menos románticos, quizás más pusi­lánimes, tal vez demasiado «fieles». Dom Ivo, que no es un ro­mántico precisamente, ha definido el Vaticano II «como una luz, no como un límite». Dom Aloísio, que es un convertido por la dramática pobreza del Nordeste, ha anunciado categórica­mente que «la Iglesia del futuro será la Iglesia de los pobres; la que se identifique con ellos como Cristo pobre».

De todos modos, aun salvándose la libertad de expresión de unos y otros, en esos breves días sinodales tengo la impresión confirmada de que los sínodos han perdido credibilidad; o, como diría monseñor Huber, «la fuerza del carisma de la profe­cía». El malestar que provocó la segunda relación de Danneels, alto-dirigida, cercenadora, nos afecta a muchísimos en la Igle­sia. Porque queremos que la Iglesia sea universal de verdad, co-rresponsable toda ella, actual siempre y en todo lugar. No para conformarse con «este mundo», sino para servir en este mundo al Reino. Los problemas y las aspiraciones, «fundamentales», según varios padres sinodales muy representativos, no se re­suelven silenciándolos. Querer imponer ahora un catecismo universal sería ya una manera centralizadora y miope de igno­rar el pluralismo de las varias Iglesias en la única fe de la catoli­cidad. Ya no estamos en los tiempos de Pío X.

Para el bus y, cuando subimos de nuevo, el chiquillo que viene a mi lado me ofrece un caramelo. Diálogo infantil-episco-pal. No sé bien por qué, pero sé que nos hemos entendido, sin palabras.

Pedro Ribeiro de Oliveira -nuestro Pedrinho, sociólogo y pastoral- me envía el recorte del Jornal do Brasil, cuaderno espe­cial, donde aparece, entre otras, conflictivas entre sí, mi res­puesta a la pregunta sobre «marxismo y fe cristiana». Pedrinho vuelve de Cuba, de un congreso importante. «La estancia en Cuba -me cuenta él- ha sido muy buena. Creo haber asistido a

181

Page 92: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

un momento histórico: Betto anunciando la Buena Nueva a un auditorio de cuatrocientos intelectuales latinoamericanos, mi­nistros del Estado y miembros del Comité Central de PC cu­bano, cuerpo diplomático, obispos, prensa internacional y mu­chos invitados. Fue como Pablo en Atenas; solo que esta vez Betto habló con un lenguaje que los atenienses son capaces de entender... Fue el principio de una verdadera revolución cultu­ral, una revolución en la revolución... Imagino que las reaccio­nes de los "duros" vendrán luego, pues el éxito del libro en Cuba no tiene parangón. (Ni el diario del Che vendió tanto.) Será una revolución cultural en Cuba y un cambio general en los campos cristiano y comunista...».

La vieja comadre Sebastiana, de Pontinópolis, me muestra como una reliquia escondida el crucifijo de yeso, roto, que pre­sidía la capilla local. Doña Sebastiana lo guarda como un vi­viente herido, cubierto con un lienzo blanco, con unas flores ar­tificíales y unos adornos plateados de Navidad. Y explica: «No quiero que Él pueda decirme un día: "Yo estuve enfermo y no me atendiste"».

No se sabe quién lo mató. He rezado delante de su cajón fú­nebre, agrandado posiblemente por el estado de descomposi­ción. Era fazendeiro, dueño de almacén, maltratador de peones. Sin acabar de proferir sentencia, comenta el pueblo a media voz que él ya mató «hijos ajenos», incluso envenenándolos. Su cuerpo fue encontrado cuatro días después de muerto, en la flo­resta. Y, en ese clima de muerte de un lado, nos llega la noticia de una muerte más del otro lado: Joáo Canuto, labrador, pre­sidente del sindicato de Rio Maria, en el vecino Para, asesinado por el latifundio. Un fazendeiro, médico además, decía abierta­mente que él lo había hecho matar por sus pistoleros.

De ambos lados, vidas humanas, hijos de Dios. Nacidos para la vida... ¡y supervivientes!

Es Navidad aún; en la liturgia, en nuestra fe, incluso en el clima húmedo de estos días. El aire todo viene como entraña­blemente cargado de Navidad. Y el crisma de la CPT regional

182

de Goiás reza cómo la sentimos muchos aquí, año tras año, esa Navidad, historia y misterio de Jesús: «Dios que se hace pobre sin casa, Dios que se hace niño sin pan, Dios que se hace opri­mido sin poder, Dios que se hace acampado sin tierra, Dios par­ticipante, hermano, compañero, Salvador».

Peuples du monde nos devuelve, actualizado en su mensaje de apertura a la India y a sus profundidades religiosas, al contem­plativo Abbé Jules Mouchanin: «Mi vida no tiene otro sentido que la alabanza y la contemplación de ese único y total miste­rio: la Trinidad». Después de sus lejanas experiencias múltiples, de vicaire, aumónier, estudioso y artista, hecho ya eremita cris­tiano en su ashram hindú, Jules llega a la gran conclusión deci­siva: «El peso de una vida es su peso de adoración».

Juan Pablo II, cuando solo era aún Karol Wojtyla, escribió: «Para cualquier comunidad, el conformismo significa la muerte; una oposición leal es necesaria en toda comunidad». También en la comunidad de los seguidores de Jesús, que es la Iglesia.

183

Page 93: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

1986

ENERO

Quizás Charles Chaplin se autodefinía cuando definió al pesi­mista como «un optimista bien informado». Nadie puede ne­garle a nuestro filósofo Charlot conocimiento lúcido de las entrañas de la vida. Sin embargo necesitamos corregirle la defi­nición. No basta con estar bien informado; hay que estar bien dispuesto para la lucha. Y bien abastecido de esperanza. El op­timista puede hasta ser un pesimista, pero, a pesar de todo, es­peranzado. No nos bastan ni el buen ojo ni el buen humor. Ne­cesitamos vitalmente la esperanza.

En la reunión del equipo pastoral intentamos describir qué sería la mística que sustenta el trabajo y que nos puede sostener en la lucha. Varias veces hemos reconocido -y nos lo han dicho algunos asesores también- que andamos algo faltos de esa mís­tica... La mística, pues, sería la vivencia de aquellas motivacio­nes mayores que sustentan y empujan la existencia y el día a día de cada uno de nosotros, personalmente y en comunidad. Se expresa a través del compromiso con el pobre, en la lucha contra todas las formas de muerte, en la denodada búsqueda del nuevo cielo y la nueva tierra. Siempre, para que sea mística cristiana, según el Espíritu y la vida de Jesús. Se pueden desta­car seis rasgos fundamentales de esa vivencia mística: la con­templación, la gratuidad, el compartir fraterno, la profecía, la esperanza, la solidaridad.

En Nicaragua -además de la creciente y prolongada agresión de Reagan y mercenarios- se recrudece la «persecución ecle­siástica» interna contra los sectores más comprometidos; quie-

185

Page 94: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

ren estrangular a las comunidades de base. Ciertos religiosos, como Uriel Molina, franciscano, están en el punto de mira. Pen­samos y planeamos. Me encuentro también con un agente de pastoral de El Salvador, teólogo seglar. Estoy en Goiánia. Inten­tando despachar el libro catalán que hace tiempo espera y el li­bro que prometí en Nicaragua, y que es un sagrado deber. Pienso titularlo, quizás, por la flor nacional de Nicaragua: Sa-cuanjoche, sangre y flor o Acerca de Nicaragua, que es combate y pro­fecía. Diario, cartas, poemas, apostrofes, consideraciones; la tu­multuosa vivencia, rica, de aquellos días, de este compromiso definitivamente asumido: Nicaragua, El Salvador, Guatemala, América Central...

La Iglesia, como pueblo de Dios, también es «misterio». Se­guimos, pues, siendo pueblo de Dios aun después del Sínodo, que nos quiere «misterio» por encima de todo. Seremos pueblo de Dios misteriosa e históricamente.

Inés ha pasado una noche y casi un día en la cárcel de Sao Fé­lix. Jueces y policía habían de satisfacer de algún modo esa in­quina tan necia que nos tienen los pobres señores de la muy po­bre justicia. El nuevo juez tenía ya en la mesa, desde hace algunos días, el ¡tabeas cor-pus, pero no quiso firmarlo para justi­ficar así esa prisión.

Rezad el breviario, hermanos míos, con un mínimo de creati­vidad, con cierta alegría, sin prisas además. Sería mucho mejor rezar menos cantidad de breviario y rezarlo con aire diferente. Hay que ponerle música a la oración y flores. ¡Dios no es así, tan aburrido! Y el buen rey David, si os oyera, talvez rompería el arpa, «chasqueado».

Este era el comentario del cura, religioso además: «La opción por los pobres no significa que uno deba hacerse pobre. Quiere decir que hay que predicar a los ricos que ayuden a los po­bres...». Una manera hasta cómoda de optar, sin mayores exi­gencias, como se venía haciendo siempre, ¿no? La limosna

186

compasiva, y tranquila la conciencia. ¡La manera menos cris­tiana de entender la opción por los pobres!

He enviado al P. Vilar y a los compañeros de la Editorial Cla-ret, de Barcelona, mi libro Encara avui, respiro en cátala. Un tri­buto a las raíces, un poco de nostalgia, retorn pairal, regreso so­lariego. También me debo a los de casa.

Ya en 1972, el día 10 de enero, hablando Pablo VI al cuerpo diplomático, condenaba, como una especie de sarcasmo social, la carrera armamentista: «¡Es inadmisible que millares de obre­ros solo puedan encontrar trabajo fabricando instrumentos de muerte!».

Mientras escribo los dos libros, en esta casa-convento de los claretianos de la calle Paranaiba, Goiánia, me reservo, por la noche, como recreo reglamentario, el noticiario de la televisión y la novela Roque Santeiro. La verdad es que esa novela de más de doscientos capítulos, y que tiene a todo el Brasil pendiente de la pantalla, ha sabido conjugar todos los ingredientes del in­terior nacional más alimentados y al día: el coronel, la ja-gungada, el delegado de la policía y sus concesiones, los intelec­tuales venidos de la ciudad, las infidelidades conyugales, la boite y su casino, la religión comercializada, los milagros y los muertos, las dos Iglesias en fraterno conflicto, las niñas detrás del curita joven, las constantes clases sociales y el viejo men­digo cantador que lo ve todo... Roque Santeiro merecería ser el Quijote de las novelas televisivas, que acabase tras de sí con to­dos los nuevos libros de caballería.

Rubén César Fernández, antropólogo del Museo Nacional de Rio y del Instituto de Estudios de la Religión, concluye un artículo suyo sobre el fenómeno «Aparecida», la patrona na­cional de Brasil, con estas palabras: «Brasil es un país que esti­mula la idea de que poseer identidad no significa necesaria­mente ser "uno" por dentro». Rubén César es especialista, pero me atrevo a disentir. No hay posible identidad que merezca

187

Page 95: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

este nombre sin una unidad interior suficientemente articu­lada. Si en muchas personas de Brasil se da la identidad sin la unidad, eso podría explicar las quiebras fáciles de esa identi­dad, en lo anímico, en lo religioso, en lo matrimonial... Solo una fuerte unidad interior, clara en sus pilares mayores, define y sostiene en relativa paz la identidad de una persona y de una comunidad. Cuando somos demasiado dispersos, no somos nosotros mismos. Sin que eso niegue la apertura legítima, una percepción pluralista, ecuménica, la capacidad de asimilar va­lores nuevos, riquezas diversas. Siempre desde la sólida uni­dad definida.

Si solo existiera la Iglesia en Nicaragua sería fácil resolver el problema de ciertos nicaragüenses, pero es que existe el uni­verso mundo de Nicaragua, todo el pueblo de Nicaragua. Un proceso histórico de trascendencia hasta continental. Los ojos de los pobres de Centroamérica y de toda América Latina están mirando a la Iglesia ahí, en Nicaragua. La verdad y el evangelio no se niegan al conflicto ni optan por lo más fácil. La fe y la his­toria de la salvación caminan con la cruz a cuestas y con la pro­fecía en alto.

Oremos más. Esta noche me pesa Nicaragua como una sentencia defini­

tiva.

La técnica es tan limitada, por lo menos, como el propio hombre que la inventa. Más limitada que el propio hombre. Ha estallado, en el espacio, a los pocos minutos de despegar, la nave espacial Challenger, matando a los siete tripulantes, cinco hombre y dos mujeres. El aparato ha estallado en fuego para siempre. Ellos, espero, sobrevivirán en la paz del Señor. Y que los señores de la técnica se preocupen más de la tierra que del espacio, y que inviertan primero esos fabulosos millones en pan, en escuela, en salud, en humana humanidad. Quien hizo al hombre lo ama por encima de todas las invenciones, porque el hombre es la gran invención de Dios.

188

Esta no me la puedo perder. Es del jesuíta cardenal arzobispo de Milán, Cario Martini. En una entrevista que concedió a La Croix: «Actualmente lo que es importante no es tener una santi­dad elitista, reducida a la canonización de algunos personajes o movimientos... Una Iglesia local ha de distinguirse sobre todo por la capacidad de suscitar, en torno al obispo, una floración de santidades populares».

FEBRERO

Acabamos de celebrar la Asamblea Regional de las CEB del Cen­tro-Oeste, aquí, en Goiánia, con la participación de más de 170 personas, de la base en su mayoría. Y en este intervalo, mientras espero ir a Sao Paulo para coordinar el retiro espiritual de los se­minaristas teólogos de aquella archidiócesis, me he refugiado en casa de las Misioneras de Jesús Crucificado para adelantar el li­bro sobre Nicaragua. Aquí, en esta paz -el carnaval queda muy lejos- y en este comprometido empeño -Nicaragua es combate de verdad-, llega Inés, de Sao Félix, para traerme una carta ad-monitoria, muy severa, del cardenal Gantin, prefecto de la Con­gregación de los obispos. Una carta ultimátum, quizás. La recibo en paz y quiero seguir los acontecimientos con eclesialidad evangélica. Hay que estar dispuesto a dar la vida por la fe y por la Iglesia. Y hay que estar dispuesto a dar también, por esa misma fe y por esa misma Iglesia, el buen nombre, el sosiego, el estatus, el cargo... Sin petulancias, con simplicidad, en el servi­cio mayor del Reino, al que la Iglesia siempre se debe.

En la pared del corredor hay un azulejo blanco con los versos de Teresa de Jesús: «Nada te turbe,/ nada te espante». Mañana es miércoles de ceniza. En Brasil termina el carnaval. Va a em­pezar en el mundo de la Iglesia el tiempo saludable de la Cua­resma, y en la Iglesia de Brasil la Campaña de la Fraternidad, este año con el lema «Tierra de Dios, tierra de hermanos». Hoy ha sido, blanca y azul, Bernardette y el Gave, la fiesta de la Se­ñora de Lourdes, al pie de los Pirineos nevados.

189

Page 96: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Terminada la misa, las hermanas misioneras, sin imaginar el trance por el que uno está pasando, han cantado a Nossa Senhora do Bom Conselho. Un buen consejo ahora me va a servir mucho, Madre del Buen Consejo.

Cuanto más en la frontera se vive y se actúa, más necesario es empuñar vigilante «las armas de la luz», en la contemplación y en la penitencia.

Escribo al cardenal Gantin comunicándole el recibo de su carta y anunciándole la carta personal que voy a escribir luego al papa.

Cárter, el ex presidente, se ha encontrado en México con Gui­llermo Hugo y Rubén Zamora, del Frente Democrático Revo­lucionario, los dos principales representantes políticos de la guerrilla salvadoreña. El ex presidente americano acaba de en­contrarse también con el presidente mexicano, Miguel de La Madrid. Cárter, según la prensa de hoy, concederá una entre­vista colectiva sobre ese histórico encuentro. En mi viaje a Cen-troamérica encontré también a Hugo y Zamora, y los dos me parecieron personas cultas y responsables, dedicadas seria­mente a la causa de su pueblo.

«Lo que es bueno uno lo hace despacio», ponderaba el labra­dor, miembro de las CEB. Y una mujer, también de las comuni­dades, que de niña vivió debajo de los puentes, nos animaba asi: «Dios hizo alianza con su pueblo y en Cristo hizo una nueva alianza. El no va a quebrantar esta alianza».

En un viejo caserón de Sao Roque, cerca de la capital pau-üsta, que fue un día Seminario menor de hasta cuatrocientos alumnos, hacemos retiro espiritual con más de cien seminaris­tas teólogos de la archidiócesis de Sao Paulo -las nueve regio­nes pastorales de la gran ciudad-. Al venir casi nos matamos todo un grupo de la región de Belém. La «combi» estaba con los neumáticos pelados y la carretera mojada y con aceite; y doble pista. El seminarista chofer pasó de una pista a otra dema-

190

siado rápidamente, y el coche patinó. Dimos dos solemnes vueltas enteras y luego un balanceo de inestabilidad peli­grosa. Para suerte de todos, en aquella hora no venía detrás de nosotros ningún vehículo inmediato. Entre bromas y veras co­mentaba uno de los muchachos: «Estáis viendo: salimos de casa sin rezar».

He escrito al papa una larga carta que le será entregada per­sonalmente. Posiblemente me llamará. Hablé con Dom Paulo Evaristo. Hablé con Leonardo y con Beozzo. En Sao Paulo me encontré con el Superior General de los franciscanos. Con él ha­blamos sobre el caso de Uriel Molina y el Centro Valdivieso de Nicaragua. Uriel no debe salir ni de Nicaragua ni de la Orden, aun cuando podría salir del Centro, de momento, para un bien mayor.

La audiencia judicial con Cascáo ha sido buena y con la soli­daridad de muchos amigos, por presencia física y por cartas y telegramas.

Lúcido Voltaire, desde su cinismo y demasiado verdadero muchas veces, como este: «La maravilla de esa empresa infer­nal -la guerra- es que cada jefe de asesinos hace bendecir sus banderas e invoca solemnemente a Dios antes de correr a exter­minar al prójimo».

Ayer tuvimos la primera misa en esta cárcel de Sao Félix, ahora comarcal. Se llenó el patio de altos muros con la bóveda azul del cielo y un sol en ángulo luminosísimo. Los presos asis­tieron con rostro de niños atrapados e insumisos. Cada uno con su caso, cada uno con su esperanza. La primera lectura era del Éxodo: «He visto la aflicción de mi pueblo y vengo a liberarlo». En el evangelio, Jesús comentaba la suerte de los galileos dego­llados por Pilato y de los muertos aplastados bajo la torre de Si-loé, y decía que «los demás habitantes de Jerusalén» no eran más inocentes...

191

Page 97: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

MARZO

Pablo Gabriel me entrevista por ocasión del XVI Centenario de la conversión de san Agustín. Ser obispo en Hipona, ser obispo en Sao Félix. La Iglesia hoy y aquella Iglesia. Agustín y el impe­rio romano, nosotros y nuestros imperios. El pondus de Agustín y mi propio pondus. Las dos ciudades ayer y hoy, la vida cris­tiana, el otium también.

Dos hermosas expresiones de san Agustín sobre la unidad del ser humano, cuerpo y alma, «un todo completo»; sobre la esperanza de una resurrección total: «Quiero sanar completa­mente, porque soy un todo completo». «Llévate la muerte, el último enemigo, y mi propia carne será mi amiga por toda la eternidad».

¡Si se pudiera decir de alguna de nuestras curias o consejos o equipos episcopales lo que se decía de san Agustín y sus com­pañeros!: «Bajo el obispo Agustín, todos los que viven con él llevan la vida que se describe en los Hechos de los Apóstoles».

«Pasar de esta vida a la otra plenamente vivos y transforma­dos (no como "cadáveres que se levantan"), este es -dice Agus­tín- el más profundo sentimiento humano».

Enterramos a la anciana madre del buen Arcelino -un hijo de verdad, pondera el pueblo; solícito, mimoso, pendiente de ella hasta el fin; solos los dos en casa día y noche-. Ha llovido y la tierra está esponjosa y como viva. Algunas comadres, contem­plando las varias fosas, hacen sus comentarios llenos de miste­rio popular: cuando la tierra de una fosa se abaja y hasta se hunde, es porque el difunto fue tacaño en vida. Cuando la tie­rra se levanta, sobrando, es porque el difunto era generoso y servicial.

Umberto Eco, descifrador de obras, al fin, «abiertas» o cerra­das, interpreta de soslayo su gran novela El nombre de la rosa. Confesadamente medieval, nos hace un mucho medievales a todos y todo. La razón última, y primera, que da Umberto para escribirnos su novela merece una intervención de Freud: «Em-

192

pecé a escribir en marzo de 1978, movido por una idea semi­nal. Yo tenía ganas de envenenar a un monje...». Lo demás, dice él, es «relleno». Acepta que redescubrió un viejo aserto re­petido por muchos escritores: «Los libros hablan siempre de otros libros, y toda historia cuenta una historia ya contada». Supone, de rebote, que la poesía es asunto de palabras (verba teñe, res sequentur), y ahí -si quiere decir que la poesía es solo de palabras- discutiríamos mucho. Justifica la presencia de Adso, el narrador, para «hacerlo comprender todo a través de las palabras de alguien que no comprende nada». «Se es­cribe pensando en un lector». Evidente. Los libros se buscan sus lectores apropiados. ¿Por qué su libro ha caído en gracia a lectores tan diferentes? Él se lo calla, regodeándose con el éxito mundial.

Umberto Eco filosofa con una sorna muy verdadera: «En el forido, la pregunta básica de \a filosofía (como del psicoanálisis) es la misma de la novela policiaca: ¿de quién es la culpa?».

Recordando la conclusión del Grupo de Oulipo -falta solo escribir el libro en el cual el asesino sea el lector-, Umberto cie­rra sus Apostillas a El nombre de la rosa con esta moraleja: «Exis­ten ideas obsesivas (¿colectivas?), nunca personales, los libros hablan entre sí y una verdadera investigación policial debe pro­bar que los culpados somos nosotros». ¡Todos hemos querido matar a algún monje, pues...! ¡Todos hemos matado ya a algún monje! Con el debido adverbio, a guisa de compensación. Um­berto Eco hace otra afirmación solemne: «El autor se identifica con los adverbios». Y en esto, digo yo, los autores coincidirían nada menos que con el propio Dios, porque, según los Padres, Dios est adverbiorum. El verbo divino y las palabras humanas se expresan adverbialmente. Mucho respeto por los adverbios, hermano.

El dominico fray Joáo Xerri y Lilia Azevedo, seglar militante paulista, visitaron, convidados por militantes sudafricanos, aquel dramático país. Y escribieron, para memoria y compro­miso de muchos, un libro más que didáctico, doce Cartas da

193

Page 98: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

África do Sul. Urna experiencia do apartheid. Leyéndolas llega uno a la conclusión de que el imperialismo no tiene ningún tipo de escrúpulos y apela a todas las justificaciones. Llega uno tam­bién a la conclusión de que posiblemente sea esa África del Sur del apartheid la más sofista crueldad dictatorial del mundo mo­derno. «Como negro -afirma Dom José Maria Pires en la pre­sentación del libro- me he sentido profundamente afectado. Como cristiano, avergonzado. Nosotros, que en el bautismo hi­cimos profesión de combatir a Satanás, no hacemos nada, prác­ticamente nada, para demostrar nuestra solidaridad para con los hermanos aplastados de África del Sur y para conjurar la desgracia instalada allí por un sistema que encarna la suma iniquidad

Nuestros pequeños limpiabotas están siendo envenenados públicamente. «Nugget», crema para calzado, negra, «un pro­ducto Atlantis», lleva al dorso de la caja estas alarmantes ins­trucciones: «Inflamable, manténgase lejos del fuego y del calor, fuera del alcance de los niños... Evítese el contacto prolongado con la piel. En caso de contacto con los ojos, lávelos con agua abundante. Si se inhala con exceso, llévese a la persona afectada a un lugar bien ventilado. Si se ingiere, llame a un médico in­mediatamente». Nuestros pequeños limpiabotas se visten de esas cremas, las inhalan día y noche, las lamen. Se envenenan con Nugget pública y oficialmente nuestros pequeños limpia­botas. Para dar lustre a nuestra sociedad capitalista.

Escribir un libro supone siempre dejar de escribir otro. Selec­cionamos, elegimos, prescindimos, nos limitamos. Todo libro es un don de sí mutilado.

Detrás de la huerta de casa, en el cerro, mientras quería ama­necer, gritaban los macacos capelao, como una verdadera jauría o como un motor exótico que embistiese contra la luz. La luz venció y se hizo el silencio. Hasta una nueva difícil madrugada.

Juan Luis Segundo comenta enjundiosamente la crítica que Jiménez Limón le hizo a su obra El hombre de hoy ante Jesús.

194

Dice Juan Luis, mi primer profesor de teología latinoameri­cana en aquellos inolvidables primordios del Cenfi: «La única imagen de una libertad es la historia de sus opciones». «El único camino para conocer la opción de Dios (que es libertad absoluta) será la "historia" de Dios. Y esta, y no otra, es la vi­sión sistemática que tiene de este camino cognoscitivo hacia Dios la Biblia. Así es como se dio a conocer el Dios de los he­breos: como un Dios de la historia...». «Solo que en el Antiguo Testamento esa historia divina se percibe a través de mediado­res históricos que no son Dios mismo, aunque sí "imágenes" suyas. En el caso de Jesús, es la historia misma de una persona divina la que nos permite llenar de historia concreta ese con­cepto de Dios».

«"Jesús es Dios" significa, así, que la libertad limitada de Jesús hombre está en el ser sin límites de Dios, elevada a una potencia infinita de realización». Y lamenta Juan Luis Se­gundo que la teología de los siglos siguientes a Calcedonia, «con su pastoral implícita», siguiera «acomodando la historia de Jesús a su concepción de Dios, y no su concepción de Dios a la historia de Jesús». Un «punto central» de la teología de la liberación y «uno de los puntos» (en que resulta) «más du­dosa» la Instrucción de Ratzinger, cuando «rehusa afirmar que Dios se hace historia». Porque, concluye Juan Luis Se­gundo, «¿será, entonces, incorrecto decir que el Verbo se hizo carne? ¿No significa "carne", en el lenguaje bíblico, existencia creatural, contingente, histórica, una "tienda" de nómada que el Verbo, según el prólogo de Juan, instala entre las nuestras? ¿Hasta dónde se respetan aquí [en la Instrucción] Éfeso y Cal­cedonia?».

Juan Luis Segundo publica su comentario en la ya muy be­nemérita Revista Latinoamericana de Teología, de la UCA de San Salvador.

En cuatro años, América Latina ha enviado 100.000 millo­nes a los países ricos. El Tercer Mundo es la vaca lechera del Primero.

195

Page 99: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Es Viernes Santo. En Luciara. Y a todo sol. Hoy, según el pue­blo, no puede llover, porque llovió el miércoles de ceniza.

La carta del papa a todos los sacerdotes de la Iglesia, con oca­sión del Jueves Santo de este 1986, se basa en el ejemplo del santo Cura de Ars, en el segundo centenario de su nacimiento. Vida y ministerio de san Juan María Bautista Vianney y la iden­tidad sacerdotal. Habla el papa de la «configuración íntima del sacerdote con Cristo y de su solidaridad con los pecadores». Si se añadiese la solidaridad con los pobres y oprimidos sería un tríptico ideal, definición completa del sacerdote que soñamos y que posiblemente soñó Jesús.

Por la Síntesis de la Instrucción «Libertad cristiana y liberación», que nos ha sido enviada a los obispos, se puede más que vis­lumbrar el carácter positivo que se venía anunciando para esa nueva Instrucción. Más aún, esa nueva Instrucción corrige -im­plícitamente, claro- a la anterior, de 6 de agosto de 1984, bas­tante infeliz en su ambigüedad, en su negatividad y en sus con­denas globales. La radio debe de haber comunicado estos días la próxima aparición de la Instrucción nueva, porque Nonato, el dentista amador, vino a felicitarme anteayer: «El papa ha aprobado la teología de la liberación. Usted está de enho­rabuena. Voy a decírselo a algunos "grandes" que andan ha­blando neciamente por ahí...». Estaba de enhorabuena, en rea­lidad, la propia teología de la liberación. Ha pasado por el crisol, pero sobre todo sigue resplandeciente de testimonio y vi­talidad. «No solo ortodoxa -decía Juan Pablo II a nuestros re­presentantes idos a Roma en la reciente visita post limina-, sino necesaria».

En estas, Leonardo y Clodovis han conseguido hacer una sín­tesis magistral y pedagógica sobre nuestra teología: Como fazer teología da libertacao.

La Polonia católica acaba de editar un libro con las homilías de monseñor Romero: Muerto -por los pobres. Cómo anunció el evangelio el arzobispo de San Salvador. Prologa el volumen el pri­mado polaco, cardenal Josef Glemp, y compara la muerte de

196

Romero con el martirio de san Estanislao de Cracovia y de santo Tomás Beckett.

El comentario más gracioso que se haya hecho sobre mis po­sibles aspiraciones sería este que la revista Veja atribuye a um influente prelado da Curia romana: «He ahí un obispo que, con cincuenta y ocho años de edad, puede olvidarse de llegar a ser nombrado cardenal un día».

De noche, esperando el autobús para Goiánia, en la rodoviá-ria de Barra do Garcas, leo Réquiem por un campesino español, de Ramón J. Sender. Me recuerda demasiadas cosas. De mi in­fancia, de «nuestra» guerra, de mi Aragón adoptivo, de la Iglesia española, de la causa de los pobres. La novela de Sen­der comenta el otro lado. Aquel que la España «nacional» -y la Iglesia fundamentalmente era España «nacional» enton­ces- ignoró o tergiversó o justificó. Hace muchos días, cin­cuenta años, bodas de oro de sangre. Estoy lejos geográfica­mente también y sé que en España se ha hablado y se ha escrito mucho y hasta se ha avanzado bastante -en algunos sectores más humanos, más cristianos- en orden a la reconci­liación. Que esa sería la palabra; no el olvido. Olvidar no es cristiano, porque no es histórico. La «memoria» es muy cris­tiana, en cambio. Recordar críticamente, autocríticamente. Para enmendar. Por los Pacos del Molino, por sus familias, por las mujeres del «cara al sol», por los otros mosenes -como tío mosén Lluís -que también cayeron, y denunciados preci­samente por un labrador carbonero-. ¡Qué meditación Ré­quiem por un campesino españoü Me daban ganas de escribir Réquiem por un cura español, por una Iglesia, por una sociedad, españolas.

Después de cincuenta años, o de muchos más, en España, en el mundo, no es posible que los cambios políticos, «además de los asesinatos», «lo único» que sepan hacer sea «devolver los montes al duque». Y no es posible que los mosén Millán de hoy o de mañana acepten tan pasivamente la supuesta pasividad de Dios.

197

Page 100: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«¿Dices que ya se ha marchado el potro?», le pregunta el mo-sén al monaguillo, para poder empezar la misa, retenida por tanta espera y tanta carga de memoria... ¿Se han marchado de la Iglesia los potros jóvenes, los Pacos del Molino, los rebeldes, los luchadores, y van a oír misa -y aún pretenderán pagarla-los señores Valeriano, Gumersindo y Cástulo?

«El pésimo vicio de la propiedad», dice san Benito en su Regla.

Dice Gandhi: «La oración es la llave del día y la tranca de la noche». Y dice también el profeta hindú: «El más perfecto acto de amor del hombre es la paz. Y, por ser tan completo, tan lleno en sí mismo, es el más difícil».

«Cada hombre marcha a través de su noche hacia su propia luz» (Julien Green, en su novela Chaqué homme dans sa nuit).

ABRIL

Muchos estábamos como aprensivos porque las cosas de la Iglesia -Roma, nuestra CNBB, la teología de la liberación, las CEB, Nicaragua, etc., etc.- se ponían tensas, desagradables. La Asamblea Nacional de la CNBB se preveía, este año, polémica por lo menos y, quizás, amarga.

Pero no fue así. El milagro, gradual, realísticamente situado, aconteció. En la Asamblea se respiraba un aire libre de Pascua. Y sabíamos que ese aire, nuevo en buena medida, sería para be­neficio de toda la Iglesia. Así lo reconocía el propio Juan Pablo II en el mensaje que nos dirigió. «Termina una larga era; em­pieza una era nueva», nos afirmaba, emocionado, el cardenal Gantin, portador de la carta del papa y que participó durante casi una semana de la vida de nuestra Asamblea.

Yo había enviado al papa mi carta. Larga, pensada, fraternal­mente libre. Era mi visita ad limina por escrito. En un escrito so­segado me expresaría mejor, le decía yo al papa. «¿Recibió Su

198

Santidad la carta?», preguntaba, como preterido en sus funcio­nes de mediador, un alto funcionario del Dicasterio. La recibió y, por lo que el mismo papa dijo, con mucha comprensión.

En su carta a la CNBB, el papa reconoce la teología de la li­beración «no solo como oportuna, sino también como útil y necesaria»; estimula el caminar de nuestra Conferencia Epis­copal en su real compromiso con el pueblo y proclama la mi­sión que la Iglesia de Brasil tiene más allá de sus propias fron­teras nacionales.

Gantin estuvo más que cordial, transfigurado hasta la emo­ción. «El Tercer Mundo es otra cosa, ¿no?», ponderaba uno de nuestros queridos magnates de la CNBB, refiriéndose a la con­dición de africano del cardenal. Confesó Gantin que este su contacto con la CNBB había sido la mayor experiencia de sus veintinueve años de obispo. Le regalamos un crucifijo de metal con esta inscripción: «Su visita hace más leve la cruz del episco­pado brasileño». «Recen por mí -nos pedía- para que, al termi­nar mis servicios en Roma, pueda volver a África, a mi país, a trabajar en la base».

Yo hablé con él personalmente unos 45 minutos. Con mucha libertad, él y yo, de muchas cosas. Él me insistió cariñosamente para que fuese a Roma. Y yo se lo prometí. Cuando venga la primavera. A Roma y a Asís, quizás. Le di una copia de mi carta al papa -que él de algún modo ya conocía- y me la agradeció efusivamente.

Un diálogo adulto, que no siempre se da ni se permite en la Iglesia, un largo sufrimiento, la terca rebelde fidelidad de mu­chos, la sangre de los mártires también, acaban de abrir un tiempo nuevo entre la Iglesia nuestra de allá y nuestra Iglesia de este lado del mar. «Moldes nuevos», como dice el papa, ha­blando de la visita ad limina. Canales múltiples, contacto vivo más allá de los papeles y de los prejuicios... Que siga soplando, libre y renovador, el viento del Espíritu.

En España, en Nicaragua y en Brasil simultáneamente va a ser editado mi diario de emergencia Nicaragua, combate y profecía.

199

Page 101: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Lo he escrito en oración, me parece; con un amor sufrido; y en la esperanza de los pobres.

Alejando Ortiz Pérez es catequista, de Morazán, en El Salva­dor. El mayor de sus hijos, sacerdote, fue asesinado por la ex­trema derecha en San Salvador el año 1980; su segundo hijo, es­tudiante, ha sido asesinado por la policía salvadoreña; su madre está refugiada en Nicaragua, y su esposa en un campo de Honduras. Durante la reciente gira que Alejando realizaba por Europa, para dar a conocer la situación de su pueblo en las zonas de conflicto, le llegó la noticia de la muerte, en combate, de su hijo tercero. Y Alejandro supo hacer, heroicamente cris­tiano, este cometario: «Nosotros lo hemos perdido todo, pero nos queda la esperanza y el perdón».

MAYO

«Ni el miedo me detiene. Es la hora de asumir. Muero por una causa justa». Josimo -el P. Josimo Moráis Tavares, treinta y tres años, compañero de andanzas en la CPT Araguaia-Tocantins-hacía esta declaración el día 27 de abril, en la primera asam­blea diocesana de Tocantinópolis. El día 15 le habían dispa­rado 5 tiros en el «toyota» que él conducía. Y, habiendo sido in­formadas las autoridades de Brasilia por una comisión de obispos, nada hicieron ellas por impedir esta nueva «muerte anunciada». Josimo lo sabía de mucho tiempo atrás. Y «la causa de los pobres labradores» y «la fuerza del evangelio» lo llevaron al martirio. Era el 10 de mayo. En Imperatriz, del Ma-ranhao; en la violentísima Imperatriz. Josimo, como varios de nosotros, iba hacia Miracema, donde tendría lugar la Asam­blea Regional de la CPT. El iba a ser elegido coordinador, por inmensa mayoría, sin duda. Cuando subía a la tribuna de la CPT, en la plaza de Nuestra Señora de Fátima, mediodía, una bala le atravesó el pecho. Murió dos horas después. A la edad de Jesús, diría el pueblo.

200

Él, Josimo, fue la Asamblea; su muerte fue la Asamblea, la causa de su muerte. La violencia en el campo, sobre todo en aquel sufrido Bico do Papagaio, norte de Goiás. Lo enterramos en Tocantinópolis, con buena compañía de labradores, senti­dos hasta las lágrimas y con la desconcertada presencia de cierto clero también. Diez obispos, entre ellos el secretario ge­neral de la CNBB, Dom Luciano Mendes de Almeida. Y el mi­nistro de la reforma agraria, Nelson Ribeiro, fuertemente afec­tado por el drama de aquella muerte tan avisada e impotente él como ministro menor, ante la farsa oficial de la reforma agra­ria y de la prepotencia del latifundio, públicamente armado, asesino e impune.

Aquella misma mañana, un coche de pistoleros del latifun­dio tuvo el «coraje» de disparar contra un camión de labradores que venían al entierro de Josimo.

El, Josimo, se había apuntado ya para venir a Ribeiráo Bo­nito, con ocasión del X aniversario del martirio del P. Joáo Bosco. Ahora entrará personalmente, como uno más y con pleno derecho, en la galería de los mártires da Caminhada. Mártir de la pastoral de la tierra, más concretamente, hijo de la tierra devuelto a esta tierra tan empapada de sangre.

Hombre, el comentario me parece de lo más claro y sensato que se pueda decir, en castellano limpio, hablando de Pentecos­tés y de la Iglesia de Jesús: «Una Iglesia de los pobres no debe tener miedo ni meter miedo» («La voz del campesino», de las Escuelas Radiofónicas de Nicaragua).

Inauguramos -bendecimos- la iglesia de Alto Boa Vista, un poblado a 100 km de Sao Félix, que se ha formado en cuatro días. Con el enorme silo de sacas de arroz -un millón y medio, este año - que le da fisonomía propia. Carretera, camiones, polvareda. Esta mañana soplan «los vientos generales», aullan sobre la planicie. Y tienen algo de espíritus sueltos. Anoche trasladamos en procesión -bajo un cielo limpísimo y con una luna total- la cruz, pintada de verde, que marcaba el centro inicial del lugar. Blancas las paredes de la iglesia, ceniza las

201

Page 102: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

puertas y una ancha cruz, hecho de botellas -vidriera serta-neja- que la puesta de sol, siempre solemne aquí, dignifica de irisaciones. Tres cuadros de Cerezo, con los misterios de gozo, dolor y gloria, ponen el misterio de María con Jesús al alcance del pueblo.

Una «cuadrilla defolioes» ha cantado, al final de la misa, un bendito «a la casa santa, donde Dios hace su morada». Casa de Dios, casa del pueblo de Dios. Fiesta después, en la barraquillas de paja, y unos tiros también, sin blanco, afortunadamente, que los empacadores se propinaron mutuamente. Lejos de la fami­lia, cansados de cargar y descargar, cargados de alcohol, la fiesta inevitablemente se encrespa de tensiones.

La Iglesia está ahí, y la Señora de mayo cuidará de esta co­munidad naciente y de los camioneros transeúntes y de los em­pacadores polvorientos.

Llegan noticias, confusas aún. Pero lo cierto es que ha sido asesinado otro agente de pastoral de la CPT en Bahía.

Amanecemos, Pablo y yo, en la Sierra del Roncador, cercados de floresta y de pastos, cercados también por unas inmensas bufandas de nubes transidas del primer sol. Ayer celebramos la misa de la Santísima Trinidad, en Serra Nova. Y hemos dor­mido en casa de Manuel Condón, una pequeña hacienda en marcha, cerca del Riozinho. Cerca de otras glebas con mucha historia para mí, para la Prelatura, en nuestros conflictos con el latifundio. Fue por aquí, en estas quebradas de la Sierra del Roncador, donde Manuel y yo y los otros compañeros de pri­mera hora iniciamos nuestros dimes y diretes de la tierra. El agrimensor Telles, aquella noche de discusión. La visita al ser-tanejo Milton y las habas blancas como valénga o suplemento, mientras humeaban los alrededores del pequeño sitio por un fuego ciertamente intencionado...

Ahora vamos a celebrar en la casa de los Freitas; del patriarca Antonio, sensato y acogedor, ya fallecido. Después iremos ha­cia el Mureré, donde nos espera un grupo de familias emigran­tes de Araguacú, en el Goiás, y donde esperan una última deci-

202

sión del INCRA para asentarse definitivamente. «En el Goiás -nos decía el viejo Ceferino- se pone muy difícil sobrevivir». La buena Marcelina, que lleva veinticinco años en estos recovecos -desde cuando solo había caboclos xavante en la región-, para no dejar de sufrir en su larga y azarosa existencia, vive ahora bajo la constante amenaza, insultos, provocaciones, desafío for­mal, de un pariente lejano que ella compasivamente se trajo del Goiás. El plantío abierto, el ganado y los puercos, una y otra re­ligión -el primo ese es evangélico-, están creando un clima en­rarecido sobre este pequeño núcleo de vecindad. Espero que las cosas no lleguen a mayores, porque ya el tal vecino tiene fama de cuchilladas y prisiones en el Goiás.

Hemos visitado con Pablo algunos sertanejos esparcidos a pocos kilómetros, y tendremos este mediodía una solemne misa plurisacramental, con bautismos y casamientos.

Por contraste con el día, caluroso, las noches son frías, por­que estamos en la sierra y nos circundan fajas de floresta. La lluvias han cesado. La gallinita enana ha puesto un huevo a los pies de la imagen de madera de san Antonio de Padua que Ju-dite se trajo del Rio das Mortes para resolver un cierto conflicto entre santos del mismo nombre, pero de diferente generación. Las comadres de Santo Antonio no se apañaban bien con el nuevo santo de talla. El viejo, de yeso cascado, debía de ser más legítimo, o, en todo caso, más antiguo en la familiaridad. Los años también cuentan cuando se trata de devoción a los santos.

Última hora: esta noche, en una fiesta planeada para el caso, en otro recoveco de la Sierra, ha sido «robada» una mu­chacha...

En Sao Félix ha fallecido, después de una larga y paciente pu­rificación, la buena doña Beatriz -Dona Branca, para los ami­gos-, acogedora ella y el marido y toda la casa como un santua­rio de la más generosa hospitalidad.

Es la hora de los nombres para los bautizos. Y empieza la sor­prendente letanía. Lianez se llama el padre de un bautizando. El padre de ese padre acostumbraba a coger los nombres en li­bros, por el sonido, por la rareza quizás. En un libro encontró

203

Page 103: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«Lainez», el nombre vasco del jesuita Lainez. Pero en el juz­gado lo entendieron a su manera y lo alteraron como Lianez. Raimundinha, la profesora, nos cuenta de otro padre de familia que también buscaba en los libros los nombres de la prole. A una de sus hijas le puso el nombre de «Errata», y, con mucha fe y Errata por nombre, la niña fue bautizada para siempre.

La misa ha sido en la escuela de paja y cañas, toda engala­nada de banderolas, con palabras didácticas y el dibujo apro­piado.

Veredas, ganado, bicicleta, a pie, sol, noche, luna casi llena todavía, tierra y sus problemas, pueblo y sus luchas, vida hu­mana, fe... La hamaca, por fin, como un surco de largas cose­chas, como una sepultura previa de merecida paz.

Pablo dice que, en bicicleta, todo el camino parece cuesta arriba...

El Mureré es un río hermoso, de aguas hondas, caqui con las orillas exuberantes de verde y las flotantes hojas orejudas del mureré, con sus campánulas blancas, levemente violeta.

En la barraca de los Rochinha, los cuatro tipos de crías con­viven amistosamente: el ternerillo, los lechones, el borriquillo y el niño. La cuarta cría, de un año, con un compañero en el vientre de la madre y que está de próxima llegada. De pronto, como haciendo un acto de esperanza teologal, exclama la chi­quilla de doña Ana: A ierra do Céu! Onde está Deus, explica. En esa tierra los contrastes no serán ofensivos. Aquí, a cuatro pa­sos, siguiendo la carretera de cascajo crudo, se extiende la alambrada de la «Secáo C», latifundio y usurpación, leguas y más leguas, depredando, talando madera de ley, cerrando la marcha del pueblo. Brasil solo tendrá paz, solo merecerá el nombre de justo y democrático, cuando ya no tenga más lati­fundio.

Estamos lejos de todo. Cae la tarde. Sobre una música vulgar de la radio enronquecida llegan los acumulados sonidos pacifi­cadores de la floresta y del campo. El guacamayo, azul y amari­llo, se me acerca tan manso como peligroso con el hacha de su pico tensa y la mirada de reojo.

204

Hemos llegado, con Pablo, a esta conclusión pastoral: debe­remos situar en Alto Boa Vista una comunidad que atienda a aquellas proximidades de la carretera, la Serra do Roncador y los ríos Mureré y das Mortes. La ciudad de Sao Félix se merece cada vez más una comunidad fija, además del equipo central. Y no le faltarán sus alrededores en la Chapadinha, en Luciara, en la Ilha do Bananal.

Mientras atravesamos el Mureré en canoa, con la bicicleta y los fardos también, unos muchachos pelean con una novilla en­furecida, hasta que logran echarla al agua, ella y el vaquero compitiendo a nado hacia la otra orilla. Nos bañaremos en el riachuelo de Carvalhinho, vestidos solo de penumbra. Estos arroyos son una bendición de Dios. Alta madrugada, los gallos de Carvalhinho se turnan, agresivos y misteriosos, como lan­zando un santo y seña. Nos echamos temprano y ahora cuesta amanecer. Llegaron anoche varios sertanejos. Por el camino en­contramos otros más. Tienen reunión; sobre la tierra, sobre la posible, difícil reforma agraria. La radio, por añadidura, nos acaba de dar una noticia estimulante para la región: Dante de Oliveira ha sido nombrado ministro de la Reforma Agraria... En la otra escuela del altozano y en la curva del Mureré vamos a tener nueva celebración. Llegan canoas desde tres, cuatro, seis leguas. En el preciso momento en que yo recordaba a la comu­nidad, atenta, que el domingo fue la fiesta de la Santísima Trini­dad, el gran misterio de nuestro fe... estalla la jauría: los perros se encuentran así, a mordiscos, a gruñidos, y el auditorio se parte en un abanico asustado. «Después de este saludo de los perros, vamos a continuar, hermanos, hermanas...».

Como recuerdo a sangre y fuego de estas andanzas por el sertao nos llevamos las garrapatillas impertinentes pegadas en la más blanda carne.

Al morir recibiremos,

como sacramento último, el olvido de lo malo.

205

Page 104: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

JUNIO

Santo Antonio do Rio das Mortes. Novena del patrón. Aquel ritmo de rutina y fiesta, de fe y de ambigüedades, el alma hu­mana universal, el pueblo de Dios y de los pobres. Un niño -uno de los muchos niños que hierven de vida y de riesgo por estas latitudes- me para en la calle. No sé si llega a tener tres años. Y me pregunta: «¿Eres tú el que bautiza a los otros?». La pregunta me sonó llena de resonancias bíblicas. Instintiva­mente le respondí que sí. Después, retomando la conciencia, me dije que no. Aunque no deja de ser uno manos y boca del Señor para bautizar.

Jon Sobrino me ha hecho llegar su libro Liberación con espíritu. Apuntes para una nueva espiritualidad. Y Uriel me envía, desde Ni­caragua, el volumen primero de Giulio Girardi Sandinismo, mar­xismo, cristianismo en ¡a nueva Nicaragua. Por cierto, mi librejo sobre Nicaragua está dando más trabajo y conversaciones inter­nacionales, todavía en su fase de impresión, de lo que yo me po­día imaginar. Que si se corta o no se corta lo referente a Cuba y al El Salvador, que si se unifican las varias ediciones, que... Nicara­gua es así, hasta en sus imágenes: desafío y conmoción.

Dolorosa, para mí y para muchos, sobre todo para tantos ge­nerosos amigos agentes de pastoral en la propia Nicaragua, la última carta oficial de los obispos «nicas». Aunque la conozco solo por referencias de prensa, veo que ataca con particular acritud la supuesta «Iglesia popular»... La Iglesia en Nicaragua ¿acaba siendo el mayor foco de conflictividad?

Acaban de traernos la niña de Joáo da Angélica con una difí­cil fractura abierta. La niña se ha caído de un portalón de alam­brada. Ha de ir a Brasilia para una operación urgente. Aneste­siada, cuando despierta me pregunta por su papá, pero no se queja. Desde niña es ya una sertaneja estoica.

Objetivamente son asesinos. Cuando se los conoce de cerca y cuentan al detalle las causas y circunstancias de su «cri-

206

men», ya no se atreve uno a calificar. Mañana vendrán a al­morzar con nosotros dos de ellos, recién salidos de la cárcel. Lo cierto es -como tantas veces ha ponderado nuestro pue­b lo - que en la cárcel solo hay pobres. Los ricos criminales, usurpadores, explotadores, andan sueltos y protegidos por no sé qué ley.

Estoy copiando a limpio el libro de poemas que José María Valverde me va a prologar. Cerezo le pondrá también, ahora, en agosto, su toque mágico. El tiempo y la espera se llamará el libro: sonetos, salmos de vigilia, canto llano. Se me ocurre para él esta dedicatoria: «A los pobres, a los mártires, a los contemplativos, a los militantes y a los teólogos de la liberación, por quienes y con quienes -por Él, con Él y en El- el tiempo se hace cristiano y la espera esperanzada».

El chaval, voluntarioso, rebelde, viene a la hora del almuerzo y estalla en quejas y hasta en lágrimas. Ebullición de adoles­cente: «Hace catorce años que estoy en Sao Pélix y nunca salí de aquí». Son los catorce años enteros de su vida. Su padre no le deja ir a la gira de teatro que nuestro grupo «Arraia» va a hacer ahora en julio. Añade, filosóficamente conclusivo: «¡Los viejos no entienden a los jóvenes!». Quería irse de casa, quería dejar la escuela, quería... ¡Catorce años son catorce años en cualquier lugar del mundo!

Alberto Antoniazzi resume así la purificación, la radicaliza-ción, de la Ley y los mandamientos hacia la voluntad de Dios y el mandamiento nuevo de Jesús: «Diez mandamientos y no.. . 613. Dos mandamientos y no... diez. Un solo mandamiento y no dos».

El hermano del difunto hace abrir el ataúd -forrado de paño azul celeste rudimentario- y los hijos se van arrodillando, entre sollozos, para pedirle al padre muerto una última bendición. El ataúd está sobre la tierra removida. La mano del difunto cede, exangüe, inerte. Es casi medio día y el sol calcina el tiempo. Son

207

Page 105: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

muchos hijos, aun cuando no pasarán todos. Solo del primer matrimonio, catorce; siete, muertos ya. Antes de cerrar el «ca­jón» mortuorio se retiran las flores ritualmente. El muerto ba­jará solo a la tierra. Las flores y las velas encendidas se queda­rán para los ojos de los vivos. Alguien comenta, rutinario y profundo: «Es el camino de todos, pero uno no se acostumbra nunca». Rezamos.

En la pequeña comunidad -uno de los «proyectos» de colo­nos de Vila Rica- se produjo una desavenencia y ahora estamos reunidos para restaurar la paz. Comento, comentamos: no bas­tará con el perdón del pasado. Hay que saber perdonar el fu­turo también, previamente. En continuidad personal y comuni­taria de comprensión y de esfuerzos de convivencia. Como el Padre nos perdona cada día, porque cada día faltamos. Posible­mente repetiremos los fallos, y hasta los mismos fallos; habre­mos de renovar constantemente el perdón.

El Congreso americano aprueba la petición de Reagan: cien millones de dólares contra Nicaragua. La paz en América Cen­tral va costar mucho tiempo y mucha sangre, y la democracia americana será gravemente responsable ante la historia.

JULIO

Como otras muchas veces, tenía yo ganas de pedirle a Dios una señal, una pista. No siempre uno está tan seguro de sí y de sus caminos. Estaba leyendo el comentario de Jon Sobrino al libro de Gustavo Gutiérrez Beber en su propio pozo. Levanté los ojos y sobre el ventanuco abierto a la luz de la mañana se me apare­cieron las hojas nuevas de un árbol. Me pareció entender la res­puesta. Con los días, con las estaciones, las señales se me irán dando. Hay que saber esperar y acoger, a su tiempo, las hojas nuevas.

208

La Iglesia es mucho más sensible al ateísmo que a la ido­latría, y olvida que la idolatría lleva fácilmente a un ateísmo sarcástico.

Teologar la vida: por la fe, en la oración, por la conversión constante al Dios vivo y trinitario y a su Reino. Comprometer la vida social y políticamente. Comunitarizar la propia persona, aun siendo siempre ella, inalienable.

Este año, la Asamblea Regional del CIMI-MT ha sido en la aldea bororo de Meruri. Año de los mártires, diez años tam­bién del martirio del P. Rodolfo Lunkenbein y del indio Simáo. El misionero, dando su vida por defender la tierra de los indios; el indio, dando su vida por defender la vida del mi­sionero. Fue un solemne funeral bororo. Las aldeas Meruri-Gargas aún no le habían prestado al P. Rodolfo su homenaje ri­tual: la ornamentación de los huesos. El pueblo bororo es, quizás, en todo el Brasil, el grupo indígena de mayor riqueza cultural en ritos mortuorios. Por una serie de malentendidos, un grupo de cineastas -buenos técnicos y amigos de la causa-filmaron el ritual sagrado. No era posible. Se abrió una verda­dera convención cultural y de derechos básicos. Los indios pi­dieron la filmación íntegra, y Genoveva -hermana del mártir Simáo- quemó, ritualmente también, el precioso y atrevido celuloide. Paz a los muertos, en la paz de Dios. La palmera, con sus setenta años, cubre la piedra-lápida. Y el cerro, los coqueiros, la aldea circular, recobrándose con sus doce niños nacidos este año, el aire limpio, las flores de las «primaveras», la memoria, Meruri en fin, nos dieron el marco adecuado para pensar y discutir el tema de la Asamblea: «¿Qué es lo esencial de la fe cristiana?». ¿Qué será entonces lo esencial en la evan-gelización; qué es realmente esencial en la Iglesia de Jesús. Nos asesora, sencillo y lúcido, el P. Taborda, jesuíta de Belo Horizonte.

En todo caso, se evangeliza por la palabra, por la Palabra, a través del testimonio de vida, con la denuncia profética y la acción transformadora. Siempre será esencial de la fe cristiana

209

Page 106: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

el propio misterio de Cristo: su persona en la Trinidad, su vida en carne e historia, su muerte resucitada, su mensaje, su comunidad de seguidores y testigos... El problema viene cuando nos preguntamos por el cómo evangelizar. Por el encuentro del evangelio y de los evangelizadores con las dife­rentes culturas de los pueblos, sobre todo de los pueblos muy «otros».

Cultura, en la descripción de Darci Ribeiro, es la constelación de tres sistemas: el adaptativo, el asimilativo, el ideológico (o hermenéutico). La adaptación a la naturaleza y su uso vital; la relación de las personas entre sí; lo que da sentido a la vida de un pueblo y de sus miembros personales. Y estos tres sistemas se interrelacionan.

¿Cómo evangelizar para que el evangelio actúe como fer­mento plenificador, respetuosamente universal?

Los varios organismos indígenas del continente se están po­niendo en pie de cobranza histórica frente a la sociedad occi­dental y frente a la Iglesia, en las vísperas contradictorias de los quinientos años del «descubrimiento» (que fue invasión) y de la «evangelización» (que fue tantas veces violación). Roma ya ha acusado el legítimo golpe y, a través del CELAM, pide estu­dios y postura adecuada a las Conferencias Episcopales del continente.

El porqué actuamos nos es dado por la espiritualidad. La es­piritualidad se demuestra en acción.

La celebración es el momento de la gratuidad de la acción. Se festeja o se celebra un hecho valorado, y ese hecho se expresa de un modo significativo y en comunión solidaria. No tendría sentido celebrar a Cristo si él no es el sentido de mi vida y el motor de mi acción.

Las cosas se conocen cuando se dominan. Las personas se co­nocen en la relación del amor. Las cosas pueden ser enigmas que se resuelven. Las personas se abren entre sí, se revelan, se dan y se acogen.

210

«Tratar igualmente a los desiguales en la sociedad es tratar­los desigualmente».

La Iglesia es su misión. Iglesia y evangelización son correlati­vas, en cierta medida. A partir de la misión debe ser compren­dida la Iglesia. La relación entre la vida interna de la Iglesia y su misión es una relación constitutiva.

«La Santísima Trinidad es la mejor comunidad». Así rezaba el inmenso lienzo, bellísimo, de Cerezo, adosado al presbiterio del santuario de Trindade. Esta convicción de fe presidió todo el VI Encuentro Intereclesial de las CEB, del 21 al 28 de junio. Con 1.647 personas. En un clima de celebración muy alto -la ce­lebración de los mártires particularmente- y con una marcada vivencia ecuménica y latinoamericana. Para gozo mío, América Latina y su liberación será el tema del VII Encuentro Interecle­sial de las CEB, previsto para 1989, en Duque de Caxias, Rio de Janeiro.

Después del Intereclesial tuvimos aún, en Goiánia, un en­cuentro con los «otros latinoamericanos» venidos a Trindade.

El intercambio de experiencias en la propia vida eclesial de las comunidades y en las luchas sindicales, políticas, del movi­miento popular en general, ha sido muy rico; sobre todo en los grandes miniplenarios.

Hay en las CEB una connaturalidad eclesial que el mismí­simo cardenal Simonis detectó muy bien, con saludable espanto de jerarca europeo. «Los viejos servicios tornándose nuevos», decía de los ministerios Don Angelo Frossi. Los minis­terios «internos» habrán de conjugarse, evangélicamente, dia­lécticamente, con los servicios «externos». Unos y otros, inter­nos para el Reino.

Clodovis Boff centraba el nuevo modo de ser Iglesia: en la Palabra de Dios, en la participación corresponsable, en la lucha por la transformación del mundo. Como una rueda orgánica, decía él: el eje sería la Palabra de Dios; los radios, los ministe­rios; los neumáticos, las varias luchas que nos hacen rodar en la historia.

211

Page 107: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Pedrinho de Oliveira nos alertaba ante la capacidad que la vieja sociedad tiene de defenderse, recreando su proyecto. ¿Cuál es el proyecto popular? Los varios ríos (sindicatos, parti­dos legítimos, movimiento popular en general) deben juntarse en un solo cauce. En todos ellos el agua es la misma: el pueblo.

Zé Martins advertía, consternado, y las estadísticas crecien­tes en la nueva República están para confirmarlo con sellos de sangre, que los propietarios de la tierra en este país se sienten dueños no solo de la tierra, sino también de las vidas ajenas.

El pueblo va aprendiendo a rechazar la legitimidad de lo que previamente se nos presenta como legal, pero que no es legí­timo. Frente a la democracia representativa se requiere cada vez más la democracia participativa.

Betinho nos explica, a su vez, el objetivo del «plan cruzado» y nos refiere la situación de la deuda externa: 13.000 millones de dólares de intereses en 1985. Los intereses de los bancos no se han rebajado. No ha empezado, en la práctica, ningún plan nacional que merezca el nombre de desarrollo.

Como ya es habitual en los Intereclesiales, el VI Encuentro hizo pública también su Carta final a todas las comunidades, sintetizando el clima y las decisiones vividos en Trindade. En torno al «modo nuevo de ser toda la Iglesia»; sobre la proble­mática de la tierra; sobre la lucha por la nueva sociedad, desta­cando el hecho inmediato y gravísimo de la Asamblea Nacional Constituyente; acerca de la participación de los laicos y sobre todo de la mujer en los diversos niveles de servicio de la Iglesia; para que la Iglesia asuma, sin ambigüedades, el caminar del pueblo oprimido; para que toda la Iglesia se vaya haciendo siempre más comunitaria «según el modelo de la Trinidad, que es la mejor comunidad»; convocando, con ocasión de los qui­nientos años, a recuperar la memoria histórica de las víctimas de la colonización y posibilitando con coraje la evangelización liberadora del continente...

«Los vivos están rodeados de los muertos», escribe Juan Rulfo.

212

En las zonas de más conflicto de El Salvador se entrega o se recita, a quien pueda interesar, este poema:

Si no vienes a dar el corazón y la vida, no te molestes en entrar; porque en tu entrada está tu salida. Si tú vienes a buscar un lecho en una ocasión mullida, no te molestes en entrar donde la flor más bella es una herida. Este es un lugar propicio tan solo para el sacrificio. Aquí tienes que ser el último en comer, el último en tener, el último en dormir y el primero en morir.

AGOSTO

Del 29 de julio al 3 de agosto, más reuniones. Reunidos, en todo caso, nos encontrará el Señor. Dom Luis Fernándes, a quien he­mos puesto una solemne faja como «padre nutricio de las CEB», nos ha acompañado, inteligente, astuto en su dinámica, fraternal.

Anoto algunas intuiciones, algunas constataciones, ciertas perspectivas, en orden a las CEB, aquí, en nuestra Iglesia, más específicamente.

- una verdadera CEB debe estar abierta, en la elasticidad del pueblo y del Espíritu, sin fronteras policiadas;

- saber jugar (juego de Dios) entre las exigencias evangélicas y la tolerancia misericordiosa;

213

Page 108: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

- educar al pueblo para el ejercicio del poder, político y ecle-sial, para que sea sujeto;

- distinguir siempre entre lo fundamental y lo secundario. Respeto a las personas, fidelidad a los compromisos:

- multiplicar las buenas celebraciones, haciéndolas palanca de la comunidad viva;

- tener conciencia, voluntad y posición para hacer que la Iglesia acontezca;

- CEB será, en todo caso, un jeito, modo, aire, talante, comu­nitario, eclesial, popular y comprometido, de ser;

- una comunidad auténtica se apropia de la Palabra y la anuncia, celebra la fe, vive sus compromisos de Iglesia y de sociedad, se articula y asume el poder;

- en el poder, hacerlo colegiado, en comunidad y rotativi-dad, con responsabilidades específicas. Respetando los carismas personales y los líderes antiguos. Evitando la elitización, pero dando una especie de «oficialización cole­giada»:

- dar cobertura a los más comprometidos políticamente, para alimentarlos en la fe;

- ayudar a interligar las luchas en el núcleo de un proyecto popular (político y eclesial);

- «donde hay pueblo, hay líder», decía Lenin. «Todos so­mos líderes», dice Dom Luís, en el sentido de que hay que pensar más en comunidad que en liderazgo. Todo lo que pueda ser hecho por un grupo, no se haga por los líderes. Frente a la sociedad y a la Iglesia piramidales y autocrá-ticas debemos estimular el espacio y el esfuerzo de lo comunitario.

Me llega carta de España. Y me cuenta que monseñor Montero, responsable de los medios de comunicación de la Conferencia Episcopal Española, cometió el excelentísimo desliz de afirmar en una charla a comunicadores que «Amé­rica es un continente sin contenido». ¡Sin comentario, monse­ñor, sin comentario!

214

La revista SIC, del Centro Gumilla de Venezuela, hace este comentario al mensaje de Juan Pablo II a los obispos de Brasil: «Creemos que esta carta sella la disputa sobre la teología de la liberación como globalidad. La Iglesia de Antioquía ha sido re­conocida por la de Jerusalén. Quedan abiertas las necesarias discusiones de cada punto en particular. Un triunfo del Espí­ritu que debe ser custodiado por nuestra fidelidad. Una ma­yoría de edad que debe tener como criterio lo que construye (1 Cor 10,20). Estamos ante la carta magna no solo de la Iglesia brasileña, sino de la teología de la liberación». Antes de ese broche solemne, el texto, refiriéndose a la «nada fácil comuni­cación [del Episcopado brasileño] con la Curia romana», afirma: «Naturalmente que la Curia no ha cambiado y las difi­cultades no se disiparán. Pero sí ha cambiado el papa, y es un hecho importante».

Una de riesgo y de ternura simultáneamente. El conductor del autobús de línea ha venido esta noche de Barra do Carcas a Goiánia, con su hijito de tres o cuatro años, cerquita del volante. Hablando con él, respondiéndole las muchas y avispadas pre­guntas, cantándole. Como si todo el autobús fuera un cuarto in­fantil, casi una cuna.

Entro en la sacristía de la parroquia claretiana de Goiánia, terminada la misa dominical, y me detiene ansiosa, domina­dora, una mujer con sus sesenta años: « ¡Tengo que hablar con usted!». «Podemos marcar un encuentro, ¿cómo no? Ahora es­toy saliendo para Sao Paulo; dentro de media hora parte el bus». «Es un diálogo, señor obispo... Yo soy de la UDR, pero soy también de la Iglesia. Y traigo a muchos a la Iglesia. En la misa había muchos... ¡Ustedes no hacen más que hablar de tie­rra! Se tocó el tema tierra, y la iglesia se vacía...». «La Biblia está llena de tierra, señora mía». «Padre, yo no quiero nada de na­die, pero tampoco quiero que me quiten lo mío. Estamos olvi­dando los mandamientos: "No robarás, no codiciarás los bienes del prójimo"...». El latifundio del prójimo, quería decir la

215

Page 109: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

buena madame. La conversación se quedó así, en el aire. Y en el aire se queda la conversación de los que tienen mucho. ¡Qué di­fícil es a un señor de la UDR entrar en el Reino! No es lo mismo entrar en la Iglesia que entrar en el Reino. No todo lo que «va a misa» le va al evangelio.

Paso por Sao Paulo. El cardenal arzobispo, Dom Paulo Eva­risto, celebra sus veinte años de episcopado. Yo estaba en Itaici, muy cerca, coordinando el retiro espiritual de un grupo de clero paulista. Aquella tarde, en Sao Paulo, arrancaba de la plaza de la «Sé» -la catedral, conocida como sede de manifesta­ciones- una marcha de chabolistas, moradores de edificios abandonados, de los sin casa humana, en fin: unos seis millones en Sao Paulo, la mitad de la población paulista. La mitad de la población de Sao Paulo es vuestra, les dije yo... En el campo, la tierra; el suelo en la ciudad. Este es el problema mayor de Brasil. Unidos los Sin Tierra de la ciudad y del campo, hemos de conquistar para el pueblo toda la tierra de Brasil, hermanos. Esa tierra que es de Dios ha de ser tierra de todos.

Hoy he recibido dos cartas contrarias. Una de una mujer bra­sileña, abogada, que venía perdiendo la fe -dice ella- por cier­tas actitudes de la Iglesia. Me escribe, conmovida, porque está leyendo mi libro sobre Nicaragua. Quiere hacer, comprome­terse. La otra carta es de un claretiano español que me censura duramente por mis actitudes con respecto a Nicaragua y a su jerarquía, con respecto al papa, en mi pastoral toda, que sería más promoción personal y vanidad que verdadera opción por los pobres. Las dos cartas son sinceras, sin duda. Que el Señor de la Verdad nos acompañe a los tres.

Como hay noches toledanas, hay días toledanos también. Hoy, por ejemplo. Un simple nervio molar es todo el organismo en tensión. Somos poca cosa, Sancho amigo. ¿Qué debió de ser durante tantos siglos tratar la dentadura humana sin los anesté­sicos de hoy?

216

Dios no le deja nunca satisfecho a uno. Y eso es gracia.

«Todas las páginas, todas la frases -escribe Simone de Beau-voir- exigen una invención fresca, una decisión sin preceden­tes». Así debería ser, Simone, pero no siempre es así. Somos de­masiados los escritores, y escribimos demasiado. O escribimos una cosa y vivimos otra. O hay demasiados escritores que escri­ben para vivir, que producen libros como piezas de recambio. «Una decisión sin precedentes» es mucho decir, Simone.

Me parece cada día más incuestionable: la pretendida «civili­zación del amor», que es, en sí, el único ideal legítimo de todo cristiano, solo tiene credibilidad evangélica y eficacia histórica si se conjuga indivisiblemente -en cada persona y en toda insti­tución cristiana- con lo que Ellacuría llama «la civilización de la pobreza»; «que nada tiene que ver -añade Jon Sobrino- con la miseria», o con un pauperismo romántico, o con estoicismos mortificantes porque sí, pero que aparece como «la única forma en que resulta viable el ideal de la fraternidad».

Honduras se ha vendido oficialmente a la política de Reagan, como plataforma inmediata para agredir a la vecina Nicaragua sandinista. Y en Honduras esa política intervencionista del im­perio lo puede todo y lo hace todo: en armas y espionaje, en propaganda y manipulación, en droga y sexo. Para acabar con Nicaragua se está acabando también con Honduras. Y, en esas circunstancias de dramático sometimiento suicida, un político hondureno, cómplice abierto de la política estadounidense, de­clara cínicamente: «El problema no está en saber si nosotros nos hemos vendido. Lo importante es saber si el precio no habrá sido muy bajo».

Mino ha pintado ya el mural de los «Mártires da Camin-hada» en la iglesia votiva de Ribeiráo Bonito. Acaba de llegar, feliz y febril, reponiéndose de una malaria. Además de la fie­bre de los pinceles, nuestro Mino ha tenido que ofrecernos la solidaria experiencia de esa otra fiebre. Su primera malaria,

217

Page 110: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

después de tantos años de América Latina, de selva del Perú. Una malaria por varias razones histórica, querido Mino, pin­tor de la liberación.

SEPTIEMPBRE

Estos «vientos generales» en septiembre desorientan, dice la gente; no es tiempo de vientos generales. El río Javaé está raso. Y su lecho y las márgenes -amarillos, negros, ceniza- se ofre­cen al sol y al viento como un vacío sin razón. Vamos a enterrar al viejo «Estandis» -Estanislao sería el nombre-, que ha falle­cido de corazón cansado. Anoche tuvimos un casamiento, tres bautizos, dos confirmaciones y misa por el fallecido. Barreira do Pequí.

Por la tarde voy a Sao Joáo do Javaé. Viniendo por la isla desde Sao Félix, el pasajero de mi lado fue contando su vida y sus ideas. Tenía un animal de mucha estima, que vivió unos treinta y cuatro años. Ya jubilado el dicho animal, le daba dia­riamente su ración azucarada. Lloró el dueño cuando su animal se le murió. Él no tolera de ningún modo que los muchachos golpeen a los animales. Un hermano del viajero fue asesinado por la policía en el Mato Grosso. Le vaciaron los dos ojos, lo cas­traron y un médico -que acompañaba a la banda policialesca-le propinó, para rematarlo, dos inyecciones letales. Ahora -me cuenta el viajero que va a mi lado-, algunos miembros de la fa­milia viven perdidos por esas haciendas y caminos, de peones, de taxistas, siempre en la esperanza de hacer justicia. De los asesinos del hermano, ocho ya se suicidaron... Habla de los in­dios, el viajero que va a mi lado. Le parece bien que el Gobierno les dé comida y ropa, escuela y remedios; pero debería castrar­los a todos, ya al nacer, hombres y mujeres. No producen nada, solo le dan trabajo y gastos al Gobierno...

También las gentes de la Isla comentan la carestía de pro­ductos que está causando tanta desazón en todo el país. Han desaparecido. Nuestro venerable sistema capitalista tiene sus

218

exigencias inexorables: lucrar, explotar, robar, todo dentro de la suprema ley del libre mercado y al aire estimulante de la competencia.

Maranháo. Primera Romária da Terra en el Estado más de­predado de Brasil, el Maranháo del presidente Sarney. Son unas siete mil personas, enjutas, pobres, sufridas, algunas andando tres días a pie para venir a la romería. Acabó faltando agua. La fe y la alegría no faltaron. Muchos de aquellos romeros de la tie­rra necesaria y prometida se despedían, al final, con los ojos deslumhrados de fuerza y felicidad. Vargem Grande: el santua­rio de San Ramón Nonato y del vaquero Raimundo Molundús nos había congregado como en las bellas peregrinaciones bíbli­cas. La eucaristía final fue un anticipo del cielo, confesaban al­gunos romeros, contemplativos. Yo dejé en el santuario de San Ramón una espuela de los vaqueros de la Ilha do Bananal. Y me traje de la romería un cuerno herrante. Símbolos eficaces de co­munión mutua y mutuo estímulo; espuela y llamada entre las gentes cristianas del Maranháo y las gentes de nuestro Ara-guaia, tantas de ellas de origen maranhense.

Después, Recife. Antes todavía, en Sao Luis do Maranháo, un retiro espiritual con los padres y religiosas de la diócesis de Co-roatá. En Recife tuvimos un encuentro de espiritualidad con ex alumnos del ITER. La esposa de Francisco Juliáo, Marta, mexi­cana, me entregó, como testamento del gran líder campesino del Nordeste, Até quarta, Isabela. Juliáo no pudo venir a hablar conmigo y me envió su carta y el libro por mediación de Marta. En ese libro emocionado, Juliáo escribe así: «No veo por qué di­vidir el mundo entre marxistas y cristianos, que divergen en el plano filosófico, pero se encuentran en el plano humano. Si Marx proclama la igualdad de oportunidades para todos, "a cada uno según sus necesidades, pero de acuerdo con su capa­cidad", Cristo es más radical cuando manda que el rico lo dé todo y le siga. De donde deduzco que ser cristiano es más difí­cil que ser marxista. Y no pudiendo ser cristiano por la mitad, ya que cristianismo es un todo integral e indivisible, es preferi-

219

Page 111: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

ble ser marxista, adoptando una postura correcta y digna del hombre. Porque, en primer lugar, viene el hombre, como afirma el papa Pablo VI. El resto viene después». Precisamente estos días meditaba yo otro libro, del maestro Rahner, sobre el amor a Jesús y el amor al hermano. A Juliáo le haría bien este libro casi homilético del teólogo sobre «el misterio de la fraternidad des­interesada», Jesucristo, en quien inciden el antes y el después del hombre que, según Juliao, «viene en primer lugar». Rahner afirma simultáneamente estos dos supuestos absolutos: «El amor a Dios es la totalidad de la realización de la existencia hu­mana». «Solo quien ama al prójimo puede saber quién es real­mente Dios». «Lo absoluto del cristianismo es Dios, y lo abso­luto de la entrega de la existencia humana a Dios se llama, en el fondo, Jesús de Nazaret». Lo absoluto acaba siendo Dios y el hom­bre, para la fe cristiana.

Empiezo a leer el libro de Leonardo sobre la Trinidad santí­sima, A Trindade, a sociedade e a libertagao. En la cubierta -blanca, negra, rojinaranja-, el lienzo enormemente sencillo y comuni-cador de Mino en el santuario de Trindade durante los días del VI Encuentro. «La Santísima Trinidad es la mejor comunidad».

Acabada la misa, los asistentes pasan a saludar, a abrazar, a besar, a los recién casados. La novia, como todas las novias, ha­bía llegado tarde, y el novio y su madrina y el cura, que era yo, sudamos de ansiedad. Pero ahora había terminado la misa y los casados, casados estaban. Yo insinué un comentario sobre ellos con el compadre pariente que estaba a mi lado: «Tan bonito todo ahora y tan fácil ¿no? Después... hasta que...». El compa­dre me interrumpió, experimentado: «Hasta que lleguen al punto de entenderse con solo mirarse el uno al otro».

Lo dice Agustín. Y es una verdad tan hermosa como violenta: «Me tocaste, y tu paz me abrasó». Estoy leyendo otra vez la vida de san Agustín, ahora en la versión inefable -humor y evangelio- del travieso hagiógrafo Cortés. Brasa y llama, sin dejar de ser la única paz verdadera, su paz calcina.

220

OCTUBRE

Ha sido un mes de acontecimientos. Y el mayor de todos, por su propia naturaleza y porque era muy de casa, la «Romaria dos Mártires da Caminhada» en Ribeiráo Bonito. Con una buena participación de compañeras y compañeros venidos de todo el Brasil y de otros países de América Latina, y hasta de África -estudiantes ellos del CESEP-. Varios parientes de mártires nos acompañaban. Ser mártir, conocer a mártires, con­vivir con ellos, es cosa normal en este Brasil, en América La­tina. La Iglesia de Ribeiráo Bonito, la iglesia del P. Joáo Bosco, ya es ahora el Santuario de los Mártires da Caminhada. Los santuarios se dedicaban a altos misterios, a la Virgen, a santos antiguos. Este pequeño santuario nuestro -señal de los tiem­pos, nueva perspectiva de la religiosidad popular- está dedi­cado a santos muy próximos, muy heterogéneos, hasta algo «profanos» para ciertos criterios ortodoxos; todos ellos, sin embargo, merecedores de memoria y de imitación, porque dieron la vida por el Reino, apostándolo todo, hasta aquella prueba mayor.

Habíamos colocado en Sao Félix una bellísima placa de ma­dera de cedro en la mangueira que el P. Joáo Bosco nos ayudó a plantar, la víspera de su muerte. La placa tenía esta inscripción, labrada primorosamente por un artista local: «P. Joáo Bosco Pe-nido Burnier ajudou a plantar esta mangueira na véspera de seu martirio. 10" aniversario, outubro, 1986». La mangueira, con sus hermosas frutas «corazón de buey», está en el patio que ahora es del Fórum judicial. Unos quince días después de haber sido colocada solemnemente, la placa desapareció. A pesar de su discreción, incomodaba. El Fórum está custodiado día y no­che por la policía militar: por los compañeros del soldado Ezy, que mató al P. Joáo Bosco. Nosotros nos esforzamos en salvar la memoria de nuestros mártires desde que tiene seguidores el primero de ellos en nacer de la muerte, Jesús. Otros se empeñan en apagar esa memoria, con explicable razón, pues se trata de una memoria peligrosa.

221

Page 112: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

A finales de mes hemos tenido, en Sao Roque, cerca de Sao Paulo, aquel curso de obispos, ya habitual, a pesar de ciertas chismorrerías eclesiásticas. Biblia, moral, espiritualidad, coyun­tura. Y aquel delicioso clima de oración y familiaridad, con la presencia de varios hermanos de América Latina y también de África.

Ronaldo Muñoz, teólogo de barrio en Santiago, en el marti­rizado Chile, nos exhortaba a rescatar las dimensiones bíbli­cas de las virtudes teologales. Contra el miedo, fe. Contra el desaliento, esperanza. Contra el odio, amor. Alguien nos re­cordaba que ya el viejo Marx decía que todos tienen concien­cia de la pobreza, pero pocos tienen conciencia de la opre­sión. La Biblia, reconocíamos, fue escrita para ayudarnos a descifrar el mundo, devolvernos la mirada contemplativa, hacer de la realidad una gran teofanía. También estábamos de acuerdo en que la Iglesia habrá de volver a ver, con serenidad evangélica, con realismo histórico y con solicitud pastoral, el sacramento de la reconciliación que el Padre le ha puesto en sus manos. Para liberar, no para traumatizar. ¡Es el sacra­mento de la paz pascual!

NOVIEMBRE

Escribe Leonardo: «El Padre envió su Hijo al mundo para en el hombre Jesús divinizar, verbificar y ahijar a todos los seres hu­manos. Envió juntamente con el Hijo al Espíritu Santo para, en la mujer María, pneumatificar la humanidad y revelar el rostro materno de Dios».

«Tengo seis hijos, tengo trece hijos», dicen el padre o la ma­dre sertanejos; y este «tener» es mucho más humano, inmen­samente más plenificador, que «tener» un latifundio o varios edificios o una gruesa cuenta bancaria. En su casa a medio ha­cer, limpio el aire, alegres los chiquillos, la mujer del «Baiano» me recibió cariñosamente feliz. Junto a ella, en otra hamaca

222

pequeñita, dormía lleno de vida su décimo hijo, recién na­cido. Me piden posibles nombres para el pequeño: Juan, Na­tal, Benjamín...

Alguien, con mucha autoridad y conocedor de cerca, nos de­cía que en los dicasterios romanos no han cambiado las cosas. Ni siquiera en la Congregación para los obispos. Habremos de seguir creyendo en la Iglesia y haciéndola en dolorosa comu­nión, libres y fieles. Desde aquí también, para que no sea una Iglesia solo desde allí.

Quiero que mis amigos sean amigos tuyos. Tú puedes ser muy bien entre nosotros el Camino mayor. Amor de ida y vuelta sin retorno egoísta.

A primeros de septiembre, él -un hombre joven, casado, con tres hijos- fue mordido por una cascabel. Todavía lleva un dedo vendado y la marca de las «presas» dañinas. Sesenta días pasó en el hospital. Aquel mismo día, a primeros de septiembre, y a unos 300 km de distancia, en la Ilha do Bananal, su padre era mordido por otra cascabel, y moría de la picadura venenosa.

Los caigara, labradores, pescadores, del litoral brasileño, que Maria Luiza Marcílio estudia en un libro ejemplar, son, dice ella, «humanidades silenciosas». La mayor parte de las perso­nas que sufren y hacen la historia, que acogen y conquistan la historia de la salvación, forman parte también de esta categoría socio-salvífica: humanidades silenciosas.

Huyendo de la muerte con que ahora las amenazaba aquel habitáculo humano que había sido para ellas hasta ahora hu­mus de vida, las lombrices salían por las narices de la chiquilla, abrasada toda ella por el fuego. La colcha se incendió enrollán­dole el cuerpo en llamas. Y la madre, desmayada según unos, borracha según otros, solo se dio cuenta del holocausto de su

223

Page 113: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

hija de dos años cuando esta ya era un tizón entumecido. Ahora venían la madre y sus vecinas y una chiquillería, alegremente distante de la tragedia, con muchas flores, con algunas velas, con la rutinaria fatalidad de enterrar niños, cada semana, casi cada día.

Acabábamos de enterrar también al anciano Gregorio, negro de barba blanca, muerto de malaria y de hepatitis. Rezamos por la niña y por el anciano. Por la niña, con la impotente conformi­dad de que, a pesar de la esperanza cristiana, no se acaba de justificar. No debería ser posible morir así...

«Ser libre es con frecuencia estar solo». Es un verso de Wys-tan Hugh Anden, dedicado a Freud. El libro de poemas de Wystan ha sido editado ahora en Brasil. Un crítico literario co­menta así este verso, pesimista, real...: «En poesía hay pocos versos de tanto sentido común y tan directamente verdaderos».

Porque somos hijos en el Hijo, y ya no esclavos, hemos reci­bido el don de la libertad y la tarea de la liberación. Ser libres y liberadores es el meollo de la espiritualidad cristiana. Nuestra libertad no puede remansarse pasivamente en una etérea paz interior; solamente seguiremos siendo libres y mereceremos el don de la libertad a medida que nos entreguemos a la tarea de la liberación.

Un nuevo amigo, Julio, me escribe desde San Cristóbal de la Laguna, Tenerife. Termina su carta con estas palabras que me emocionan y me comprometen: «... no olvides que muchos se agarran de tu mano para encontrar a Jesús, el Cristo».

Quizás la soledad que uno es y siente sea, mejor hablando, el misterio que uno es. Uno se siente solo, aun en medio de la me­jor compañía, porque nunca acaba de conocerse. Mi yo más profundo siempre se me escapa. Mi soledad soy yo. Yo, mi misterio.

Isaías es de un optimismo estremecedor en este primer do­mingo de Adviento: «No alzará la espada pueblo contra pueblo;

224

ni siquiera se adiestrarán para la guerra» (Is 2,4). Mirando el mapa bélico del mundo actual y la loca carrera armamentista que coge de lleno a todos los países de la tierra, uno siente que «el final de los tiempos», cuando, según Isaías, acontecerán esas bellas esperanzas, queda todavía muy lejos; muy lejos del cora­zón de los que mandan en los pueblos y los adiestran para la guerra. Los presupuestos oficiales de la mayor parte de las na­ciones son un insulto público a ese sueño de Isaías, que es un sueño de Dios.

«Un agujero puede tener tanto sentido como una masa», afir­maba Henry Moore, el fabuloso creador de la escultura britá­nica contemporánea, fallecido el 31 de agosto, a la edad de ochenta años. Un agujero puede ser -g losando- un silencio, una ausencia, una distancia, una espera. Hay negaciones que afirman el peso, la masa, de la vida. Callar para decirse; ausen­tarse para ser fiel. «El que sabe perder su vida, ese la salva», de­cía Jesús.

DICIEMBRE

«Este obispo, preocupado por su rebaño y su martirio, no deja de dar atención a las otras Iglesias cuyas dificultades él conoce. No esperó a que fuese votada en concilio la colegialidad de los obispos para ponerla en práctica... Él es uno de los primeros testigos de esta colegialidad, muchas veces citado en las sesio­nes del Vaticano II». Esto escribe A. Hamman del apasionado obispo mártir Ignacio de Antioquía.

El poeta Foix, que quizás piensa completar cien años, ya a la puerta gloriosamente con noventa y tres, decía un día a su amigo Espinas: «Tengo ganas de hacer poner una lápida en mi sepultura que diga: "Todavía no estoy aquí"». Nunca estare­mos en la sepultura. Un ser humano no entra nunca en la se­pultura; siempre está en la vida; antes y después de la muerte.

225

Page 114: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

El romanticismo se ha pasado de la poesía y de los enamora­dos a los parachoques de los camiones. En el parachoques de su camión lleva escrito el romántico camionero: «Me acompaña el claro de luna».

Normalmente la vida se decide antes de los veinticinco años. Las decisiones posteriores son excepcionales; y, con frecuencia, desajustadas. La juventud sigue siendo el lugar y la hora del futuro.

De Ti, solo de Ti, siento sed y nostalgia. Todas las aguas vivas me hablan de Ti, ¡oh Fuente! Vivo para el retorno. Busco, como un espejo herido de penumbras, la llama de tu rostro. Tu hoy es mi mañana ¡oh Día siempre día! La muerte se me abre, a pesar del espanto de sus goznes, como la puerta amiga, como el total abrazo.

Algo de angelical deben de tener los borrachos. Sao José de Xingú. Posseiros presos; la policía suelta y matando material­mente a garrotazos. El pueblo todo en un clima de exaltación, entre el terror y la rabia. Y los borrachos continúan bebiendo, y hablando, hablando mucho. Un borracho, peón de largos cami­nos, le preguntaba al P. Clélio: «¿Tiene Dios lugar para nosotros, los borrachos? Yo le quiero mucho a Dios». Otro borracho nos saluda, a Clélio y a mí, y no para hasta que le aceptamos dos guaraná. Los paga y reparte el cambio entre la chiquillería, que lo acosa, como si fuera un payaso querido o un abuelo univer­sal. El dueño del bar comenta: «Todo el dinero que gana por esas haciendas lo distribuye después entre los chiquillos». Y el borracho nos explica: «Ellos son angelitos; los niños son angeli­tos...». El «Mineirinho», veinticinco años quizás, es un borra­cho habitual también. Peón. «No se mete con nadie», comentan;

226

lo cual no deja de ser un elogio para quien anda con el alcohol siempre metido dentro. Se ha presentado en plena misa y a la hora de las preces, lúcido y lívido, nos pide dos litros de sangre, 0 positivo. Mañana, a las ocho, el médico se los pondrá. Es su remedio indispensable, su salvación. Después se retira, entre débilísimo y digno. La hermana Dirce me cuenta que el Minei­rinho, estando borracho, le ha pedido algunas veces: «Her­mana, cuando yo esté "bueno", usted me dará unos consejos, ¿verdad?».

«El corazón es un recipiente pequeño, pero dentro de él se hallan contenidas todas las cosas» (san Macario de Egipto).

El hombre, cincuenta y cuatro años, está muy solo. La mujer lo abandonó y la familia de ella ya consiguió arrebatarle al hom­bre una hijita y ahora el hijo. Está tan solo que teme enloquecer. Así se lo advierte a los vecinos. Se acerca la Navidad. Hemos ce­lebrado misa en el lugarejo y hablo largamente con el hombre solo. Una palabra de fe, una palabra de sufrida paz, de espera. Sobre aquel banco ancho de madera rústica -banco a veces de carpintero-, Dios nos hace compañía y seguirá haciéndosela al hombre solo. ¡El mundo está lleno de pequeñas enormes soleda­des, soledades humanas que se desconocen mutuamente!

El misterio de Navidad es siempre el mismo misterio, en me­dio de las más dispares circunstancias. Este año han sido los murciélagos la nota diferente de mi Navidad. De mala fama se­cularmente, amigos de las tinieblas, pero nocturnos, al fin, como las estrellas de Belén y de nuestros pesebres. Los murcié­lagos y las ventoleras. En Santa Cruz da Estrada el viento se nos llevó la techumbre de paja momentos antes de iniciar la cele­bración. Los murciélagos, las ventoleras y también la lluvia es­perada, la continua lluvia mansa que nos asegura, de momento, la cosecha del maíz y del arroz... Navidad. Cada vez con me­nos palabras. Cada día menos de un solo día.

Hace ocho días que falleció su mujer, parida de un mes, y de­jándole con otros siete hijos. Él salió de la cárcel hace unos

227

Page 115: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

pocos meses. «Riña defazenda», amenazado de muerte, mató. La propia justicia reconoció su causa como legítima defensa. Ahora venía con la barba de viudo, crecida ritualmente y ya es­triada de hilos blancos; varias veces iniciando un sollozo viril contenido. Su hijo mayor, de diecisiete años, pisado por un mulo en una hacienda, hubo de ser trasladado a Goiánia con las mandíbulas quebradas. Y las deudas encima. Y esos ocho hijos, la pequeñita con un mes indefenso. Yo, sin saber muy bien qué decirle, intento serle amigo, sentir con él. Y lo dejo en las manos de ese Dios que tan misteriosamente prueba la vida de sus po­bres. Ayer mismo trajeron a Sao Félix, desde la hacienda Jaú, juntos en el mismo vehículo, a un peón asesinado y el joven peón asesino. Riñeron, la noche de Navidad. Bien contadas, de­cíamos aquí en casa, constreñidos, acaban siendo tantas las muertas morridas como las muertes matadas. Demasiadas muer­tes, en todo caso.

En su Vida y misterio de jesús de Nazaret recoge Martín Des­calzo tres testimonios acerca de la condición judía de Jesús. «Je­sús -comenta Jim Bishop- era ya (después de la circuncisión) un niño judío». Más tajantemente, a su estilo, Léon Bloy: «Nuestro Dios es un judío». Y Rabí Klausner insiste: «Era un ju­dío y siguió siéndolo hasta el último suspiro».

Meditando el misterio de los Santos Inocentes -sea cual sea la historicidad del texto de Mateo-, uno los siente, ahora, reales, históricos, inexplicables también, en las miradas de criaturas, inocentes y exiliadas, inocentes y asesinadas, inocentes y muer­tas de hambre, en América Central, en el Irán e Iraq, en el Nor­deste brasileño, en los hospitales del aborto organizado. Vamos a realizar aquí, en Brasil, la Campaña de la Fraternidad de 1987 bajo el signo de los inocentes: «El menor abandonado», los hiji-tos de la calle, los niños hambrientos, los desorientados... Treinta y cinco millones solamente en Brasil, según las abruma­doras estadísticas. Raquel tiene toda la razón humana para no dejarse consolar.

228

La espera esperanzada, la generosa ternura, la conquistada paz. . . y el silencio. Termina el año de 1986. Empieza el año nuevo de 1987. Un año más en la fugaz corriente de la humana vida. Un día, este día, en el hoy de Dios.

Hago apasionadamente mía esta última plegaria de un ere­mita, recogida por Paul Evdokimov: «Que todos los hombres sean salvados, que sea salvada toda la Tierra».

229

Page 116: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

1987

ENERO

En los contactos inmediatos con las personas concretas, la ter­nura nos gana el corazón como una hiedra inevitable. Porque Dios siempre llueve; y porque el mundo está lleno de raíces hu­manas, hermanas de nuestras propias raíces. Cuando nos «en­contramos» personalmente, los humanos, casi siempre, nos desarmamos. Mirarse, darse la mano, hablarse de cerca, oírse..., con mucha frecuencia es sinónimo de comprenderse y hasta de acogerse.

Después de meses llega el marido; viene del garimpo, de bus­car oro; pero solo les trae a la mujer y a los dos hijos un fardo de ropa sucia, la fiebre del garimpo en el alma desnortada y la to­tal inseguridad para el futuro. Mañana mismo se vuelve a ga-rimpar. La mujer se queda. ¿Definitivamente separados? Un nuevo matrimonio, entre millares, roto por los varios garimpos, espejismos de la vida.

Profeta es aquel que adivina el presente, desentrañándolo.

La pequeña Angela se ha clavado una espina en el pie. Te­resa, la madre, está haciendo un curso en Barra do Garcas. Pe-drito, el padre, va a viajar también. Y la pequeña, para evitar que el padre le saque el espino antes de viajar, inventa un do­lor de barriga. Astucia infantil, astucia humana, tonta astucia, con falsos dolores, con males falsos, pretendiendo esconder los verdaderos males que nos aquejan. Y seguimos con la espina dentro.

231

Page 117: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«No hay en realidad una empresa más personal que escribir una vida de Jesús», dice Albert Schweitzer. No hay, digo yo, una empresa más personal que vivir personalmente una nueva vida de Jesucristo, la mía en Él, la Suya en mí, hoy, en este rin­cón del Mato Grosso.

FEBRERO

Unas heces en el camino pueden ser también una referencia, un punto de orientación.

El libro del dominico sudafricano Albert Nolan se titula, en el texto original, Jesús antes del cristianismo. Y es un tipo diferente de biografía de Jesús. Busca, con fuerza de captación y sobre la base de una buena erudición bíblica, «quién es ese hombre». Cómo fue de hecho el alma, la vida de Jesús. Cuáles sus moti­vaciones mayores. Uno siente, leyendo este libro vigoroso, que todos los cristianos nos deberíamos preguntar, revisando nues­tra fe: antes de «mi» cristianismo, el que yo me he forjado, qui­zás huyendo de la cruda verdad evangélica, quién fue real­mente Jesús; qué vivió ese hombre único; cómo afrontó su tiempo, la historia aquella, la vida humana. Mi cristianismo, el que yo me he fabricado, el que yo he heredado en buena parte también, posiblemente ha deformado mucho a Jesús. Él era otro. Otros debemos ser sus seguidores para serle fieles. Los propios evangelios han de ser leídos conjugadamente, confron­tados; a la luz de la crítica y a la luz de la fe. Entrar en el miste­rio personal de Jesús es una inconmensurable aventura, pero sobre todo un don.

La pastoral debe ser una praxis evangelizadora, orgánica y comunitaria de la propia fe. Ayudar a los demás a creer en Aquel en quien yo creo. Practicar la fe evangelizadoramente.

El pequeño monasterio benedictino de la Anunciación del Señor, en Goiás Velho, ya es más que un sueño esforzado. La

232

capilla, como un corazón, y la llama tallada del hermano Pedro. La «casa de los hermanos», que ya son nueve, con los veteranos Felipe, Pedro y Marcelo. La casa de los huéspedes acogidos con benedictina hospitalidad. El taller de artesanía. El jardín, entre piedras y parterres. Y el constante murmullo del Rio Vermelho al fondo del valle, bajo la sierra verde del «índio Dormido». Es­tos días vendrá el abad de Tournai a visitarlo. He pasado una semana en este monasterillo respirando monacalidad. El am­biente todo ayudaba a las mil maravillas para pergeñar el es­bozo del libro sobre espiritualidad de la liberación que me toca escribir con Ernesto Cardenal, Arturo Paoli y Consuelo de Prado, para la colección prohibida, que ahora aparece en persis­tentes volúmenes sueltos. Ora et labora. Contemplación y lucha. Con sus variantes de tiempos y carismas, pero la única espiri­tualidad cristiana, la del mismo Jesús, abierto siempre al Padre, siempre entregado a los hermanos, sobre todo a los pobres. Re­cogiendo unos lejanos versos de mis días de seminarista, un monje novicio con aire de labrador innato, me ha pirograbado una tablilla, como recuerdo de esta visita al monasterio de la Anunciación: «¡Yo Te seré testigo de sábado,/ como este exul­tante diácono!».

Según Amnistía Internacional, todavía hay millares de presos políticos en la Unión Soviética. Demasiado imperio, demasiado tiempo de cerrazón. ¿Hasta dónde irá la apertura política de Gorbachov? La Santa Rusia, socialista además y además demo­crática, ¿sería demasiada hermosura? En 1988 el cristianismo completará mil años en Rusia. Empezó exactamente el año 988, con el bautismo de san Vladimiro el Grande, príncipe de Kiev. San Cirilo y san Metodio, compositores del alfabeto eslavo, a los que hoy rezamos en la liturgia, no dejarán de interceder con otros muchos -monjes y teólogos, popes y comadres, mártires y militantes de la justicia- por esa Santa Rusia, ahora oficialmente atea, poderosísima en palabras, en música, en mística, en futuro.

Todos, en algún momento, para alguien, en ciertos lugares, somos persona non grata. Un obispo puede ser muy bien per-

233

Page 118: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

sona no grata para otros obispos. En Nicaragua, en Guatemala, en El Salvador... Millares, millones de latinoamericanos, de centroamericanos concretamente, son personas no gratas hoy en su propia tierra; «no hay lugar para ellas» en su patria, qui­zás en su propia Iglesia...

Llamo al canciller, padre Miguel D'Escoto, y me responden, de la cancillería, que el canciller está de retiro espiritual. No hay duda de que esta Nicaragua es una historia diferente.

Después de tantas e imposibles llamadas telefónicas y del re­chazo explícito de algunos hermanos en el episcopado, siento más claramente que ese viaje a Centroamérica ha de ser una mi­sión en la oración, en la simplicidad, en la esperanza.

Un buen ritmo y una buena rima garantizan el 40% de una buena poesía. No se rima bien, si no se piensa bien, claro...

Cuando los propios hermanos obispos le consideran a uno persona no grata, se entiende mejor el drama de tantos agentes de pastoral rechazados por sus pastores. Puede muy bien ser ese incidente una señal de Dios. ¿No me dejan ir a El Salvador, a Guatemala? Iré a los otros prohibidos de su propia patria y de la libertad y de la vida: los refugiados, los exiliados, las comu­nidades de las catacumbas. Estoy en México. De paso. Por causa de Centroamérica. En Chiapas, en Campeche, en Quin­tana Roo -Estados del sureste mexicano-, visitando a los refu­giados guatemaltecos. Nadie sabe cuántos son. Alguien habla de 200.000: cien mil identificados y otros cien mil dispersos, «regados», como dicen los «nicas», por este inmenso país, tan indígena y tan hispano, pintorescamente «revolucionario», pero ciertamente hospitalario y fraterno. Celebramos la fe y concretamente la eucaristía; oímos testimonios dramáticos, sen­timos la vida prohibida y la terca soterrada esperanza. Visitar a esos refugiados es abocarse de golpe a toda la gritante realidad de Guatemala.

234

MARZO

Escribo la carta circular «Centroamérica nuestra». He pasado por México, por Nicaragua y Panamá. Regreso abrumado, de­safiado, en una Cuaresma total. Toda Centroamérica es una gran pasión, un colectivo Viernes Santo.

ABRIL

He regresado a Sao Félix el día 4 de abril. Ya es Semana Santa y la celebro en Ribeiráo Bonito y Cascalheira. «Esto es mi Cuerpo..., esta es mi Sangre». Levanto los ojos y me miran co­nocidos, compañeros, los mártires de la galería del Santuario de Ribeiráo. Todos ellos son también cuerpo y sangre de Jesús, ofrecidos en holocausto.

Lo peor no será perder el tren de la historia, sino perder a Dios que viaja en ese tren.

Acabo de llevar la comunión a los enfermos. María, la «So-zinha», estaba amarrada por el brazo con un cuero y una cadena a un mango del patio trasero. Porque huye, la pobre. La desa­marran, la saludo, me sonríe -parece que me ha reconocido-, y le doy una bendición pascual. Él vino para desamarrar todas las cadenas.

Aidé y Gabriel, los amigos de Argentina y de Uruguay, están pasando unos días con nosotros. Hablamos de Uruguay, de Ar­gentina. De la visita del papa. Me han traído una reproducción de la dramática entrevista que monseñor Romero, poco antes de mo­rir y regresando, incomprendido, del Vaticano, le concedió a María López Vigil. Era ya la última larga agonía de nuestro san Romero.

Mañana será Pascua, otra vez. Siempre es Pascua mañana, y hoy, cuando sabemos vivir el día de hoy en la esperanza fiel.

235

Page 119: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

José María Castillo me recuerda, en El seguimiento de Jesús, que la apertura radical hacia el futuro se ha definido como lo carac­terístico de la concepción de la existencia tanto en el Antiguo como en el Nuevo Testamento. Somos futuro en el siempre ma­yor futuro de Dios; pero en la medida en que somos presente radicalmente asumido.

Cuando el trabajo y los frutos del trabajo dejan de ser un servicio a la vida y se convierten en desnuda mercancía y en cruel mercado, la sociedad se constituye en una institución de explotación, de alienación y de muerte.

El verdadero símbolo es una referencia, no un objeto. Sola­mente es legítimo aquel símbolo religioso que nos refiere a Dios. El mismo «símbolo» de la fe, el credo, no puede ser cosifi-cado. No creemos en el credo, sino en el Dios vivo, Padre de Je­sús, al que el credo nos refiere.

MAYO

«No temáis, yo he vencido al mundo». Creed. «La fe, como el seguimiento -escribe José María Castillo-, es en definitiva la victoria sobre el miedo».

Yo me llevo bien con los guerrilleros y con las beatas, con los contemplativos y con los combatientes, con los mártires y con las martas... No consigo llevarme bien ni con los idólatras cre­yentes ni con los ateos cuando son idólatras.

Evocando a Unamuno: ¡Araguaia, di tú qué he sido!

JUNIO

Finalmente he recibido la respuesta de Roma acerca de mi vi­sita al papa. Muy curiosa la recomendación que me hace en su carta monseñor Martínez Somalo, sustituto de la Secretaría de

236

Estado del Vaticano: «Me permito rogar encarecidamente a su excelencia que, por obvios motivos, mantenga a propósito de todo esto la más absoluta reserva». Me da verdadera pena este proceder de secreteos en la Iglesia. Los motivos, para mí, no son nada «obvios». Espero que se me indique la fecha oportuna e iré a Roma y a Asís. De romería.

Los grandes, como los aviones cuando aterrizan, inevitable­mente se llevan un choque.

Pentecostés. Vila Rica. Veintinueve bautizados en la misa so­lemne. Día de mucho sol y hasta de alegría, después de una se­mana de luto de rabia. La policía mató el miércoles a un pobre labrador, padre de seis hijos: Manuel Flores. Seis policías (dos civiles y cuatro militares), acompañados del farmacéutico acreedor, fueron al plantío y allí asesinaron a tiros a Manuel. El yerno debía al farmacéutico 600 miserables cruzados. Por crí­menes y violencias y sadismo fue necesario retirar a toda la po­licía de Porto Alegre, Canabrava y Sao José de Xingú.

El orden establecido no es ciertamente el ideal ni el humana­mente posible; por eso nos interesa y nos obliga el orden por es­tablecer.

Esperando el autobús en Barra do Carcas, tarde de domingo, la televisión ofrece un programa «importantísimo» de boxeo. No consigo asistir al macabro espectáculo. Si esto es deporte y si le gusta a la humanidad -millones de telespectadores, dicen-, yo me borro del deporte y de esa humanidad. Que me clasifi­quen en otra especie.

Vicente Cañas, jesuíta, hermano, de Albacete, misionero hasta la más radical encarnación entre los indios arawe-ne-naue, de Mato Grosso, ha aparecido muerto, violentamente martirizado. Uno más en la dura siembra de evangelio y de sangre.

237

Page 120: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

JULIO

Pablo Richard ha coordinado nuestro encuentro de estudio con una magnífica contribución teórica y testimonial sobre el pro­yecto de las mayorías, sobre la Iglesia que soñamos, sobre Amé­rica Central. Él viene, probado, de las masacres de Chile, viene de Centroamérica y sus luchas, de la apertura ecuménica del DEI y de las vivencias ejemplares de las comunidades y sus de­legados de la Palabra. Una vez más hemos sentido el peso aplastante del Norte, la creciente miseria del Tercer Mundo, el desafío inaplazable que esa realidad y el Evangelio lanzan so­bre la Iglesia de Jesús.

Están con nosotros Irmgard y Cristina, esposa e hija de Anto­nio Weiss, de la entrañable comunidad de Graz, en Austria. Está con nosotros Lucy, una mujer del pueblo y de las comunidades de la República Dominicana. Como una simbólica presencia que nos evoca ya muy próxima la desafiante conmemoración de los quinientos años. Y está también Suzanne, la valiente enfermera, piednoir, de aquellos primeros tiempos de Santa Terezinha, re­presentante de los amigos de Francia vinculados a la memoria del P. Jentel. En la eucaristía final del encuentro-curso hemos ce­lebrado en la catedral, acompañados por san Romero de Amé­rica en un retablo labrado por los presos políticos de El Salva­dor. A cambio de ese retablo yo le di a Pablo Richard, para los presos salvadoreños, un lienzo de la eucaristía: sangre, sudor y lágrimas, paño de solidaridad eucarística.

Empezamos la Asamblea del pueblo de Dios cerca del Ara-guaia, quieta la tarde y luminosa, bajo el grito de unas gavio­tas todavía libres. Rezo, ya de noche, agobiado por las llama­das de Centroamérica, el Salmo 142: «Escucha, Señor, mi oración. Apresúrate a responderme. Muéstrame el camino que debo seguir...».

Estoy regresando del VII Encuentro Internacional de Solida­ridad Cristiana «Óscar Romero», celebrado en Nova Iguacu, Rio de Janeiro. Más de veinticuatro países se hicieron presentes

238

con respectivas delegaciones. Ecuménico el encuentro y tam­bién suficientemente jerárquico: diez obispos, con presencia más o menos integral algunos, lo hemos acompañado, y otros de varios países han enviado sus mensajes y bendición. Dom Mauro Morelli y yo concedimos incluso una entrevista a Radio Vaticana. Creo que es la segunda que concedo en mi vida a esa emisora. La solidaridad ha sido el tema, el clima y el desafío. Unos trescientos participantes, muchos de ellos testigos cruen­tos, clandestinos, arriesgados. Y los mártires y los procesos y los pobres del continente nos han cubierto como una nube en el de­sierto por el que caminamos... El encuentro terminó el día 9 de julio, aniversario de la Chavalita Nica, en la catedral flumi­nense de Duque de Caxias. Y Dom Mauro entregó a la repre­sentación nicaragüense su cruz pectoral de obispo.

Tres son hoy los interrogantes vitales que más me agobian:

1. Por qué a la Iglesia católica le cuesta tanto ser «católica», abrirse a las diferentes culturas, dialogar comprometida­mente con los procesos de los pueblos, dejar de ser «totali­taria», creer de hecho en el Dios universal y en el Reino, mayores que ella, vivir dentro de casa (laicos y clero, mu­jeres y hombres) en fraternidad igualitaria (nadie señor, nadie más maestro que Cristo...).

2. Cómo conjugar la libertad con la justicia, posibilitando que las personas sean ellas mismas en creciente plenitud y al mismo tiempo sean cada vez más comunidad, pueblo, mundo universo.

3. Qué palabra decir y cómo decírsela, sin adular a los gran­des y privilegiados y sin escandalizar a los pequeños opri­midos, con respecto a la insurrección revolucionaria, a la ira de los pobres, a sus luchas violentas, a la intolerable si­tuación estructural que niega, margina, mata a la inmensa mayoría. Cómo hablar de paz histórica y cristianamente hoy. ¿En qué Dios creemos? ¿Cómo anunciar a Cristo cru­cificado y resucitado? ¿Qué justicia construimos? ¿Con qué libertad podemos soñar? ¿Qué es la paz?

239

Page 121: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«Toda eclesiología -escribe José María González Ruiz en La Iglesia a la intemperie- es un reflejo fiel de la cristología. Cuando en la epístola a los Efesios se repite machaconamente que la Iglesia es "Cuerpo de Cristo", "Plenitud de Cristo", "Esposa de Cristo", se está diciendo equivalentemente que el modelo de la comunidad eclesial es la propia realidad existencial de Cristo».

Si él «no hizo alarde de su categoría de Dios», hacer alarde de nuestra categoría de curas, de obispos, de papa, es un verda­dero absurdo cristiano. Qué menos que nosotros, como él, pase­mos por el mundo «como uno de tantos», eso sí, «haciendo el bien a todos».

AGOSTO

Me anuncian otra vez la Esperada. Me anuncian Tu venida. Seré un testigo más entre millares. Daré, por fin, la prueba; y el silencio pondrá sobre mi sangre palabras verdaderas.

La Asamblea Nacional de la CPT -en Goiánia, en aquel «Cen­tro de Treinamento de Líderes» que tan bien nos conoce desde los balbuceos de 1975- ha sido un marco de madurez por parte de los labradores participantes, y de nuevo se nos ha mostrado el país como un campo de batalla. La reforma agraria, que el Gobierno no piensa hacer porque sería negarse, se va haciendo desesperadamente; con mucha inseguridad y con sangre. Ser labrador, querer vivir en la tierra, no venderse, organizarse en sindicato o en Iglesia, está siendo hoy, en Brasil, un riesgo de muerte. Hoy mismo he recibido una carta de un sacerdote amigo que me comunica la conversación de tres individuos, un propietario de tierra, un policía y un concejal, que hablaban

240

sobre la «cajita» que se está haciendo, para matarme. El propie­tario, a carcajadas, declaraba que él contribuyó para la «cajita» destinada al P. Josimo, y que «dio resultado». Mi «cajita», de obispo al fin, sería un poco mayor, decía él.

Ha muerto Carlos Drumond de Andrade. La radio y la tele­visión, la prensa y el corazón sentimental de Brasil, se han lle­nado del perfil delgado y de las palabras únicas de Carlos de Itabira.

E agora, José? Afestaacabou...

Todos hemos repetido estos versos nostálgicos... Y, sin em­bargo, Drumond, lo que acabó no fue la fiesta; la fiesta para ti, espero, comenzó; y «la piedra en el camino» se te hizo toda co­razón. Descansa en la Paz.

Por fortuna nuestra, Sartre, Dios y el hombre, sobre todo con­tando con Jesucristo, son una «pasión» muy útil.

Leyendo los datos sobre el holocausto judío, reconozco que los alemanes, los humanos mejor dicho, quizás tengan el dere­cho de no espantarse por nada «después de Auschwitz»; pero ciertamente tenemos el deber de no alardear de nada.

El P. Francisco Cavazzutti, que me escribía hace poco previ­niéndome contra la «cajita» fatal, está en la UVI de un hospital de Goiánia, entre la vida y la muerte. Fue «baleado» en el rostro el 27 por la noche, cuando salía de una capilla rural de Mossá-medes. Ha perdido un ojo, tiene el otro lesionado y el disparo alcanzó incluso el cerebro. No sé si estará muriendo por mi causa; por haberme avisado a tiempo... Es hora de repetir con sufrida esperanza la categórica profesión de Pablo: «El último enemigo en ser destruido será la muerte» (1 Cor 15,26). «Sobre esta tierra sangrante», la única alegría que no es «obscena» es la alegría de la esperanza. Sin orgullo de privilegiados, porque todo es gracia, nosotros profesamos que tenemos «promesas mayores» (Heb 8,6), sabemos distinguir -con Barth- entre las

241

Page 122: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«pequeñas esperanzas» y la «gran esperanza» o entre «lo pe­núltimo» y «lo último», como diría Bonhoeffer, profeta y mártir.

Gerarhard Lohfink, en su texto La Iglesia que Jesús quería, co­menta enérgicamente el capítulo 10 de Marcos. Y recuerda que «detrás de cada línea aparecen el modo de pensar y de actuar de Jesús, y se refiere exactamente a lo que hoy llamamos estruc­turas de dominación..., habituales en las sociedades de este mundo. . . pero no en la comunidad de los discípulos». «¿Por qué Mateo -pregunta Lohfink, aludiendo a 23,8-12-, llega a tan­tas sensibilidades en una cuestión sobre la cual, más tarde, la Iglesia desgraciadamente nunca más mostró sensibilidad al­guna? Ella no solamente creó un número elevado de designa­ciones ministeriales y títulos honoríficos, sino que introdujo también, en desobediencia abierta a Mt 23,9, el tratamiento de "Santo Padre" para el papa».

SEPTIEMBRE

Mueren en desastre aéreo, en plena floresta amazónica, el mi­nistro del MIRAD, Marcos Freiré, y el presidente del INCRA, José Eduardo Vieira Raduan, con sus respectivas cúpulas. Esta­ban en viaje de reforma agraria por las regiones codiciadas del Gran Carajás. ¿Sabotaje?

Ellos, los pobres de la tierra, sí que «traen incesantemente en su cuerpo la agonía de Jesús». Ellos, en Centroamérica, en África del Sur, en las patrias e Iglesias perseguidas, son «entregados siempre a la muerte»... Nosotros, yo, no podríamos hacer tan rotundamente la afirmación martirial de Pablo.

Solo quien es capaz de andar con pies de peregrino por los ca­minos trillados podrá abrir caminos nuevos. La tradición ha de ser vivida actualizadamente, como un camino que viene de lejos y que sigue adelante; que nosotros iremos haciendo como otros, antes, ya lo hicieron. Un mismo camino, muy diversos los tramos.

242

Había aquí, en Sao Félix, algunas figuras desconocidas ace­chándome. Otros compañeros suyos se habían ido a Conceicáo de Araguaia, acechando también. Por otra parte nos visitan amigos, compañeros de esperanza, que están haciendo el CESEP: un diácono mexicano, José; un sacerdote salesiano de Argen­tina, Fernando, y la religiosa filipina del Buen Pastor, Florencia. Entre amigos y enemigos vamos haciendo el camino.

Señal del libro de lectura espiritual, la estampa que Marilí me envió desde Italia es el claustro trapense de Vitorchiano, en Viterbo. Las inconmovibles piedras calladas se inundan -toda­vía persistentes las sombras-de una mañanera claridad. Na­die. Dios. Todos allá fuera. Y reza el pie de foto: «Tú sé fuerte como los siglos y el tiempo, eterno y nuevo como el aliento de la mañana».

OCTUBRE

El curso de obispos, el «esotérico», ha sido este año en Embú, en la casa de retiros de las religiosas franciscanas. Un lugar de­licioso, todavía cercado de arboleda compacta, y donde se res­pira un aire y una paz anteriores al crecimiento monstruoso de Sao Paulo.

El patriarca Sergio Méndez Arceo ha cumplido estos días entre nosotros sus ochenta años de fronteras y de solidaridad. Gustavo Gutiérrez nos ha descrito una panorámica de la gran­dísima figura -teológica, pastoral, histórica- que es san Barto­lomé de Las Casas. Está preparando Gustavo un libro sobre el obispo de Chiapas, que será ciertamente una espléndida con­tribución a la verdad y al compromiso de los quinientos años. Jon Sobrino nos ha dado cristología. Desde sus vivencias de El Salvador, y a base de unos referenciales de mucha hondura y cuestionamiento. Y, en estos días de la cristología salvadoreña de Jon, estalla en el mundo la noticia del asesinato de Anaya, presidente de la Comisión de Derechos Humanos de El Salva-

243

Page 123: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

dor. El diálogo en torno a la paz del país ha sido violado bru­

talmente. Los obispos reunidos en Embú enviamos una carta a las

Iglesias y a los pueblos de Centroamérica para apoyarlos soli­dariamente en esta búsqueda desesperada de una «paz con dignidad».

El día 30, la Cámara Municipal de Sao Paulo, por iniciativa del concejal Jucelino, labrador migrante y obrero, concedió la medalla Anchieta a Dom Edwin, obispo de Xingú y presidente del CIMI. Tomás y yo lo sustituimos en el acto oficial. Él está re­poniéndose lentamente, en Belém, del grave accidente de auto­móvil que costó la vida a un sacerdote joven y dejó a Edwin con el rostro reventado. La medalla ha sido más que oportuna den­tro de la batalla de calumnias y presiones que el CIMI y la causa indígena están sufriendo. Las empresas mineras, el latifundio, las hidroeléctricas, las grandes madereras, quieren el suelo y el subsuelo de las poblaciones indígenas, y están intentando ma­nipular la nueva Constitución brasileña.

NOVIEMBRE

Muchos católicos «bien», bastantes obispos, altas jerarquías al­gunos de la propia América Latina, del Primer Mundo, de Roma, pretenden corregir el aliento profético de Medellín y Puebla. Hoy más que nunca, frente a las acomodaciones mun­danas y al cansancio, y contra el egoísmo personal y estructu­rado, es necesario y evangelizador repetir y asumir de nuevo la declaración providencial de Puebla en su número 1134: «Volve­mos a tomar, con renovada esperanza en la fuerza vivificante del Espíritu, la posición de la II Conferencia General, que hizo una clara y profética opción preferencial y solidaria por los po­bres. .. Afirmamos la necesidad de la conversión de toda la Igle­sia a una opción preferencial por los pobres, con miras a su li­beración integral».

244

Hace ya meses que se me va agotando el diario. Siento me­nos necesidad de escribirlo. Me parece que casi no vale la pena. ¿Por qué? Responder que me voy haciendo viejo y escarmen­tado sería la respuesta más fácil, la más espontánea. No sé si se­ría la más verdadera.

En todo caso, el diario se me va haciendo claro, espaciado, lentamente silencioso.

Uno se ha dicho quizás ya demasiado. Digamos más el Otro, los otros.

Tampoco quisiera negarme al diálogo. Vivir es convivir, di­rían los indios müky, y convivir es comunicarse.

Estamos en la casa del otero de Santa Terezinha, la «casa del P. Francisco Jentel», haciendo el retiro espiritual del equipo bajo la orientación de Arturo Paoli. Eucarísticamente subversivo, jo­ven rebelde de setenta y cinco años que cumple entre nosotros, en este retiro precisamente. Se las sabe todas, está de vuelta, respira libertad y ganas del Dios vivo. El desierto de Carlos de Foucauld templa en Arturo la elocuente agresividad italiana. Nos habla de Jesús, de la persona, de la Iglesia, de la oración. Es teólogo y psicólogo y pastoralista y... El lugar convida. Es casi un lujo espiritual, un hotel de muchas estrellas y de muchas aguas, y muchas flores silvestres y muchos pájaros. Mañana, otra vez, empieza el Adviento. «Enviadnos el rocío, cielos; 11o-vednos el Justo, nubes».

DICIEMBRE

El padre de nuestro P. Pablo Gabriel acostumbraba a decir, muy castizamente castellano: «Pésame, Señor, y la burra por los trigos».

Miguel Lamet ha sido «dimitido» de Vida Nueva. No se dan otras explicaciones. La nota oficial de PPC, con muy flaco servi­cio a la verdad comunitariamente vivida en la Iglesia, habla de «relevo». Cuando se trata de una destitución. Contra la volun-

245

Page 124: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

tad del interesado, como él mismo lo declara abiertamente en el editorial de despedida. Un signo más de la involución eclesiás­tica, sin duda. Y, como no se dan razones, podemos sospechar que hasta calumniosamente. ¿Habrá robado algo el querido y benéfico Lamet? ¿Se va hacer «turco»?... En todo caso, pienso, desde lejos, es verdad, que no debería procederse así en una Iglesia comunión. Porque la comunicación abierta y fraterna es totalmente indispensable en ella. Voy a escribirle a Miguel La­met para decirle que no se sienta rebajado. Antes que él fue des­tituido de Vida Nueva el propio divino Padre eterno, el «Abba» de Cortés, que tanto se parecía al Padre nuestro que nos enseñó Jesús. ¿Vida Nueva va a ser vida vieja? Al tiempo.

Es 11 de diciembre, día de Gaspar García Laviana. Leo la pá­gina que le dedico en Nicaragua, combate y profecía: «Dime, Gas­par, / ¿qué har ías / si volvieras?». La paz, en Nicaragua, en toda Centroamérica, se está barajando ahora también en otros niveles, a partir del Tratado de Esquipulas. Yo acabo de escri­bir una «Carta abierta a Centroamérica en esta hora de Esqui­pulas» precisamente. Mañana en toda la patria grande será Guadalupe.

«El único comunista bueno es el que está muerto. Procura que todos los comunistas sean buenos, o el muerto serás tú». Este texto, sin comentario posible, es una invitación a matar, formulada así de escandalosamente por las Fuerzas Armadas de Honduras a través de distintas dependencias de la Fuerza de Seguridad Pública.

Hay mujeres del pueblo, rústicas de piel y hasta groseras de gesto, pero con un alma robustamente evangélica. El marido la abandonó una y otra vez, por vanidad adolescente, por golfe­ría. Ella lo recibe, una y otra vez, enfermo, cuando retorna. No tanto como marido, pero sí como prójimo necesitado. Y ahora lo está cuidando quizás en un trance último. Digna y generosa. Durante largos años. Y en medio de la pobreza y del trabajo. Y sabiendo ella, tan espiritualmente señora, reírse incluso a

246

carcajadas. Por menos canonizaban a ciertas mujeres en otros tiempos.

Ronaldo Caiado, fundador y presidente de la UDR, llegó a declarar a O Estado de Sao Paulo, de 24 de abril de 1987: «Para nosotros, los productores reales, gobierno democrático es aquel que hace lo que nosotros queremos y hasta imponemos, no el que nos quiere dictar normas». Evidentemente ese «nosotros» son ellos y solo ellos, los propietarios, los privilegiados. Demo­cracia, pues, para los neoliberales o neocapitalistas no tiene nada que ver con la inmensa mayoría popular. El pueblo queda fuera de esa democracia. El soñado «gobierno del pueblo por el pueblo» pasa a ser un gobierno contra el pueblo. ¡De todas esas democracias nos libre el Señor!

«Mi cuerpo está eternamente destinado a este mundo», es­cribe Rubem Alves. Y yo concuerdo con él. Si bien creo que este mundo será «alterado», «hecho otro», restaurado definitiva­mente en la ecología final.

247

Page 125: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

1988

ENERO

En la reunión de estudio del equipo pastoral discutimos el tema Iglesia y política, fe e ideología, Iglesia y partidos.

La teoría de Lenin en torno a las cuatro formas de poder ayuda a evaluar la correlación de fuerzas. El poder económico o dominante. El poder político o dirigente. El poder moral o he-gemónico. El poder militar o de control.

Hay que pensar dialécticamente y procesualmente. Hacer trabajo de masas no es simplemente multiplicar el tra­

bajo de base. Hay un tiempo de saturación. Falta la organización de las llamadas «serpientes adultas» o cuadros veteranos.

El agente verdaderamente transformador de la sociedad es el movimiento popular. Para otros, entretanto, el agente de trans­formación es una clase específicamente tal o un partido concreto.

El trabajo de base es concientizador, directo, en diálogo, mo­lecular. El trabajo de masas es de afirmación de convicciones, de esperanzas. En él cuentan mucho los gestos, los símbolos, el entusiasmo.

El agente es aquel que consigue explicitar en conciencia libe­radora aquello que el pueblo hace o quiere de liberador en su práctica. El grupo de base ha de tener capacidad de convoca­ción. La masa se reconoce en él. «Acompañados por nuestro obispo, que va delante», rezaba el cartel de una romería.

Las grandes líneas de la transformación de la sociedad, para nosotros, son: concientización, educación, organización popu­lar, pastoral popular, solidaridad, testimonio, celebración.

El partido es un grupo homogéneo en ideología, en método, en proyecto político, en estrategia y en táctica. El «frente» in­cluye diferentes partidos.

249

Page 126: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

En la Iglesia (también fuera de ella) hay una raza de mili­tantes o comprometidos con afinidad de práctica, de utopía, de lenguaje. Esta raza puede reconocerse en varios partidos políticos, dentro del gran frente estratégico. La Iglesia debe posibilitar a los militantes cristianos pasar siempre por el ce­dazo del evangelio las prácticas y las ideologías políticas. Con «la pastoral del acompañamiento», que diría Don Romero.

Juan Luis Segundo llega a decir que «fe sin ideología está muerta». Y Gramsci recomienda, frente al «pesimismo de la ra­zón», el «optimismo de la voluntad». Nosotros añadiríamos: la fuerza de la esperanza.

Nos ha acompañado en este encuentro, ¿cómo no?, nuestro Pedro Ribeiro de Oliveira, que, en un momento oportuno, nos daba esta lección: «Hacer política es entrar en el corral para orde­ñar la leche. Se sale sucio, pero con leche limpia para los demás».

Rahner hablaba de «la dinámica trascendental del hombre». «El hombre tiene sed porque hay una fuente que puede sa­ciarlo», comenta Juan Antonio Estrada replicando a Marx, a Nietzsche y a Freud. Los maestros de la sospecha podían haber sospechado la posibilidad de esa fuente.

¡Qué falta le están haciendo al mundo «los santos políticos»! Quizás sean ellos, hoy día, los santos más necesarios para hacer creíble el Reino, para facilitarlo ya, comunitariamente, sobre esta tierra del lucro y de la prepotencia. Una buena política es un gran sacramento público de la bondad de Dios.

Ser histórico es pasar de la necesariedad, o fatalidad, al aconte­cimiento. Ser creyente es pasar constantemente del aconteci­miento histórico a la venida del Reino. Es el Reino o el anti-reino lo que acontece en la historia humana, para aquel que vive de la fe.

FEBRERO

La parole et le soufle, dice Congar. Se debe traducir y añadir: la Biblia, la historia, el magisterio, el pueblo, el Espíritu. El Dios

250

de Jesús, vivo y caminante, habla por todas esas instancias, y no rehuye el conflicto. González Faus define la fidelidad como «memoria de libertad». Seguir haciendo hoy como hicieron los profetas y los santos; como hizo «el hombre libre», Jesús de Na-zaret, crucificado por ser fiel y por ser rebelde.

Estoy otra vez en Centroamérica. En Panamá, con un retiro espiritual para agentes de pastoral de diferentes países. Inten­tando ver y asumir, a la luz de la fe, este «lugar» y esta «hora», tan cruciales, que es Centroamérica.

Celebro, rodeado del cariño de mis hermanos claretianos y en el calor y compromiso de estos compañeros heroicos, mis se­senta años de vida. Todavía caminando. Entre ganas de ser fiel y los tropiezos diarios.

Los claretianos de Honduras me abren la puerta de ese país centroamericano, hoy sometido a la humillación y ocupado por el imperio. Venir a Honduras ha sido como una respuesta inesperada de Dios y un nuevo lazo de solidaridad con Cen­troamérica.

Es Cuaresma, en cada vida, en estos pueblos. «Es más fácil encontrarse con la muerte que con la vida», nos decía en el re­tiro el muchacho salvadoreño. Pero, a pesar de todo, la Vida ha vencido ya y todos vamos hacia la Pascua. Cada día humano es «el día del Señor», «tiempo de misericordia».

Leo, no sé de quién, este texto oportuno: «Abrahán, que se había visto obligado a abandonar su país, ahora se ve obligado a abandonar su descendencia: queda vacío de su pasado y de su futuro, en el abandono total en Dios».

ABRIL

Canta R. M. Rilke: «Haber sido terrenal no parece revocable». Y Allpa-Runa, quechua, canta: «El hombre es tierra que anda, somos tierra que anda».

251

Page 127: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Surgían de la niebla las vacas y la aurora. Las vacas, asombradas de verme amanecido. Y, cómplice, la aurora amaneciendo.

El que tiene Espíritu se abre superando toda cerrazón. Se abre a sí mismo en la libertad personal, superando el miedo. Se abre a Dios en la trascendencia y en la gratuidad, superando el inmanentismo efímero. Se abre a los demás en solidaridad, superando el egoísmo. «La visión del hombre como "espíritu" supone que asumimos su valor individual, su trascendencia, su unión comunitaria», escribe Xabier Pikaza. El «Centre Cristia-nisme i Justicia», de Barcelona, ha publicado un manifiesto con­tra «un cristianismo espiritualista». «Buscar a Dios -propone el subtítulo del texto- no en el espiritualismo, sino en el Espíritu». De urgentísima actualidad en nuestra Iglesia, pues tantas veces huimos o tergiversamos o nos cansamos. El Espíritu nos falta.

MAYO

Porque soy identidad urjo singularidad y en la soledad me amparo.

Pentecostés. El Espíritu tiene dos alas: la interioridad, la gra­tuidad, la contemplación; y el compromiso, el testimonio, la acción. Con mucha frecuencia el «pobre» Espíritu vuela muti­lado en nosotros. Los «espirituales» nuevos, hoy muy en boga, que podrían ser bienvenidos a este mundo materialista si vinie­ran de otro modo, suelen cortarle al Espíritu el ala izquierda: la del compromiso histórico.

La carta a los Hebreos, en el capítulo séptimo, nos pide «no resistir» al Espíritu; en el capítulo quinto nos pide «no men­tirle», y la carta a los Efesios, en su capítulo cuarto, nos pide «no

252

contristarlo». Parece, pues, que todo eso se puede hacer, y hace­mos tantas veces, con el Espíritu...

Solo nace «de lo alto» el que asume el evangelio desde abajo.

Los claretianos de la Amazonia brasileña estamos reunidos en Sao Félix, del 23 al 27 de mayo. Para conversar fraternal­mente sobre nuestra vocación, como religiosos, como misione­ros y en esta Amazonia.

La verdadera vida religiosa para un cristiano solo puede ser vivir la religión de Jesús. En una comunidad pobre, célibe y ser­vidora. Pero sin dicotomías, dentro de la Iglesia y en la gran co­munidad humana. «Con opción de vida radical». Una radicali-dad profética que anuncia, que denuncia, que toma partido.

La ubicación en la misión libera. Ciertas distancias, ciertas re­nuncias, por sí mismas, en principio, ya son un espacio de li­bertad. Hay que optar geo-culturalmente.

La estructura de la vida religiosa nunca debe ahogar el Espí­ritu, ni condicionarlo.

Hacer los votos sinceramente es desistir de tener (pobreza), desistir de poder (obediencia), desistir de vivir un amor para abrirse más al amor, incondicionalmente (castidad).

Nuestra mística ha de ser la pasión por el Reino. Y nuestra pobreza ha de ser cada vez más una pobreza «popular».

Asumir lo «más urgente, oportuno y eficaz» del carisma cla-retiano ha de llevarnos necesariamente a la frontera de la mi­sión, a la periferia de la pastoral, al desierto de la marginación. Fuera de los muros de la ciudad se consumó la redención.

JUNIO

Bernhard Háring, en su presentación del libro de Valentino Sal-voldi, L'ora della nostra nascita, dice que se trata de «una llamada a convertirse a la muerte para poder convertirse más radical-

253

Page 128: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

mente a la vida»; «... a familiarizarse con nuestra muerte para que ella venga a ser el gran acontecimiento de nuestra vida».

Voy a Roma, de romería. Videre Petrum, videre martyres, videre Franciscum. Roma y Asís. La piedra, la sangre y la paloma. Desde América Latina; con la espiga de maíz fecundada por tanta sangre y apretadamente fraterna.

«Cuando la salvación está cerca, crece también el peligro» (E. Bloch). He sabido que la UDR ha decidido eliminarme. Como tantos otros, indígenas, labradores, obreros, estudiantes, mili­tantes, agentes de pastoral, que van siendo eliminados en esta América Latina. Ser eliminado así ni es privilegio ni es fatali­dad; es el misterio de la cruz en la historia humana. No pode­mos ser diferentes del liberador Jesús.

Donde no hay justicia, con frecuencia ni siquiera hay la mí­nima libertad: la de sobrevivir.

Una persona puede ser libre estando en la cárcel. Un pueblo solo es libre cuando es independiente, autónomo, soberano.

Ni fariseos, ni zelotas, ni apocalípticos. El Reino de Dios crece por cuenta de Dios. Aun siendo cosa nuestra pedirlo, aco­gerlo, esperarlo; y discernirlo y construirlo.

Estoy en Roma, desde el día 15. Han venido mis hermanos, cuñada, sobrinas, hijos de sobri­

nas. Hemos pasado unos días de recobrado cariño familiar. Los tres hijitos de Antonia María y de Ricardo -Edgar, Meritxell y Elisenda- han recibido de mis manos su primera eucaristía, en las Catacumbas de Priscila. Los mártires nos acompañan.

He tenido un encuentro conjunto con los cardenales Gantin y Ratzinger y secretarios suyos. Una hora y media de interro­gatorio y de diálogo, no se bien en qué proporción. Bromeando decía yo a los amigos que sería el encuentro un examen de dis­ciplina (por la Congregación de los Obispos) y un examen de doctrina (por la Congregación de la Fe). A los cardenales les decía que no tengo ningún problema de fe, gracias a Dios, aun-

254

que sí tengo con ellos discrepancias teológicas; que no tengo problemas de comunión, pero sí desacuerdos en materia de disciplina.

He estado con el papa, Juan Pablo II. Unos 15 o 17 minutos. Que no han sido «inútiles», de ningún modo, contrariamente a lo que me decía después Gantin, indignado porque El País había publicado fragmentos de mi carta al papa, escrita y en­viada en 1986. Gantin, por lo demás, ha sido severo, tenso, autoritario. No parecía el afectuoso cardenal africano que nos vi­sitara en la CNBB. Y así se lo advertí yo, con libertad de her­mano. El papa ponderó, sí, el bien de la unidad en la Iglesia; la comunión y la comunicación, no solo con él, sino también con sus colaboradores. Comunión y comunicación que ojalá cre­ciesen, abiertas y libres, por ambos lados, digo yo; para bien de la Iglesia de Roma, de las Iglesias particulares, de toda la Iglesia. Ha apoyado el compromiso social de la Iglesia, ha re­conocido repetidas veces la situación de injusticia en que vive Brasil, hemos hablado de la pastoral de la Prelatura. En su bendición, al final del encuentro, ha subrayado: «Sobre todo por los perseguidos».

No deja uno de sentir bastante lejos y cerrado el Vaticano como Curia...

Asís, Umbría, la misa en San Damián, ha sido una celebra­ción reconfortante. Como ha sido también muy fraterna la aco­gida de los claretianos, particularmente por parte de Tobón y Ángel, de la Prefectura de Apostolado. Y visitas y solidaridades de grupos o comunidades de Roma, de Italia, de Cataluña, de España...

En fin, una vuelta a las fuentes, una reconciliada romería a la casa solariega de la fe y la vocación.

Quedó en el aire, por resolver, mi ida o no ida a la pobre y pe­queña Nicaragua. Gantin fue casi agresivo exigiéndome que no volviera más. Le dije que oraría y consultaría. Espero que el Es­píritu me ayude a decidir en la fidelidad y en la solidaridad. «María de la Paz, ruega por tus hijos de Centroamérica», reza la estampa de Cerezo que marca las páginas de este diario.

255

Page 129: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

JULIO

Carlos Mesters comenta que a Pablo, después de su conversión, lo que le llenaba y lo dilataba por dentro era lo que él llamaba el ágape, el amor. Y dice Carlos que este amor permitía que los otros, la comunidad, entrasen dentro de Pablo y le ocupasen todo el espacio vital.

«Él me amó y se entregó por mí» (Gal 2,20). Ser cristiano es repetir con la vida, apasionadamente, esta asombrada constata­ción paulina.

«Una vez muertos, hablaremos de la vida», escribía Margue-rite Yourcenar. Tenía razón, sobre todo dicho con fe. A boca llena, a persona llena, hablaremos de la vida. ¡Vivos, vivos, una vez muertos!

AGOSTO

Christian Duquoc hace serias críticas a la cristología. Por amor a Dios, podríamos decir. Me gustaría comentar su libro Mesia-nismo de Jesús y discreción de Dios con algún buen cristólogo. En todo caso, sus advertencias parecen saludables. Dios siempre es Dios. Anoto: «La teología católica... por haber querido justificar demasiado, en el marco del pensamiento griego, la contingen­cia de Jesús, redujo al Nazareno en cristología a un elemento conceptual, haciendo que dejara de ser la herida incurable de todo sistema». «La audiencia de que Jesús goza no ha podido realizarse histórica o sociológicamente sin avivar poco a poco el deseo de interrogarse sobre su Dios».

Bernanos escribe, al final del diario del cura de Ambricourt, que si el orgullo estuviera muerto en nosotros, «la gracia de las gracias sería amarse uno mismo humildemente, como se ama a cualquiera de los miembros sufrientes de Jesucristo».

256

Algunos, muchos, en nuestra América concretamente, ade­más de perseguidos son pobres. Acumulan, pues, sobre sus vi­das y quizás sobre sus muertes un doble título evangélico. Para muchos pobres la misma pobreza habrá sido el gran sacra-, mentó de sus vidas.

Nadie puede negarle expresividad a ese Cristo de Dalí. Toda la luz de Dios le cae encima y El cae, como un abrazo, sobre el mundo. Su rostro no se ve -el más hermoso de los hijos de los hombres, gusano y no hombre, al mismo tiempo-; solamente puede ser sospechado.

SEPTIEMBRE

Ha fallecido el santo padre Proaño, patriarca de Amerindia, hombre de Dios y de los pobres. En el vigésimo aniversario de Medellín, cuyo espíritu él encarnó plenamente. Profeta y com­pañero. Hermano mayor. Que la paz de Dios se derrame, desde su vida ahora ya gloriosa, sobre toda la tierra de esta patria grande.

«La muerte de Jesús es el efecto de esta conciliación entre el absoluto religioso de la sociedad judía y la perversidad del im­perialismo romano. Jesús es eliminado por ambos poderes»... «Él está con los excluidos, crucificado como los esclavos. El re­lato de este rechazo será siempre subversivo» (Ch. Duquoc).

Fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz, en Santa Cruz do Xingú.

Si hubiera de quedarme con un solo texto bíblico, quizás es­cogería este de la liturgia de hoy, en el evangelio de Juan: «De tal modo ha amado Dios al mundo que acabó enviándole a su propio Hijo, no para condenar al mundo, sino para salvarlo».

El Sínodo extraordinario de los obispos, en 1985, fue más completo y más comprometido en su mensaje del 7 de diciem­bre. No se trata solo de «la civilización del amor». El solo

257

Page 130: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

«amor» es demasiado genérico, excesivamente inflacionario. El mensaje del Sínodo reza así: «Existe para la humanidad un ca­mino -y vislumbramos ya las primeras señales- que lleva a una civilización de participación, de solidaridad y de amor, la única civilización digna del hombre».

OCTUBRE

No sé si ya lo copié. Vale la pena copiarlo de nuevo. Christian Duquoc termina su inquietante y luminoso libro sobre Mesia-nismo de Jesús y discreción de Dios con unas conclusiones teológico-pastorales muy aleccionadoras: «El don del Espíritu preserva al mesianismo de Jesús de una triple tentación: eliminar el mundo en provecho de un Reino en la transhistoria; sumergir el Reino (exhaustivamente) en las estructuras sociopolíticas; equiparar el Reino y la Iglesia. Alejando estas tres tentaciones, el Espíritu mantiene la libertad señorial del mesianismo de Jesús frente al idealismo escatológico y al servilismo político o eclesial».

No baixis del burro, me decía en Roma mi hermana María. En cristiano supongo que quería decirme: «No bajes del burro que te lleva a Jerusalén, la borriquilla del domingo de Ramos...».

Anoche celebramos, otra vez, agradecidos, el martirio de nuestro P. Joáo Bosco. En procesión muy concurrida llevamos la cruz del séptimo día al área -ahora derribada- donde se encon­traba el cuarto en que Joáo Bosco agonizó santamente. Al pie de la cruz, plantada allí ahora y para el futuro, una placa pirogra-bada recuerda aquella hermosa hora de oración total:

Aqui viveu sua agonía de mártir P. Joao Bosco Venido Burnier. 11 de outubro de 1976.

Hoy es 12 de octubre, un día muy «nacionalmente» mañano; en Brasil, la Negra Aparecida; en España, la Virgen del Pilar.

258

Joáo Bosco recordó, en su agonía, que el día siguiente era la fiesta mariana nacional.

Corren las aguas y los comentarios, la solidaridad y las sos­pechas. ¿En qué va terminar este caso eclesiástico de mi «inti­mación»? El desafío es conjugar dialéctica y evangélicamente la fidelidad a Jesús y a su evangelio, la fidelidad a mi propia con­ciencia de hombre adulto y libre, la fidelidad a América Latina en su actual caminar de liberación. Siendo Iglesia, corresponsa-blemente, colegialmente; como cristiano obispo. Sin petulancia, sin originalidades excesivas, pero también sin miedo. Como quien anda por casa.

NOVIEMBRE

Estamos de retiro espiritual, todo el equipo, en la vieja casa y primera iglesia nuestra de Santa Terezinha, junto al Araguaia impasiblemente callado. Han ganado las elecciones, aquí, en Sao Félix y en Vila Rica, «ellos»: La UDR, los «anti-Prelatura», el dinero en buena parte y la corrupción electoral.

Cascáo y el posseiro Avelino, estando en el coche, con Fer­nanda, fueron disparados a quemarropa por cinco pistoleros, al mando del fazendeiro y antiguo «gato» de la Frenova, Luiz Bang. Heridos, Cascáo y Avelino, están fuera de peligro. Fer­nanda salió ilesa. Nuestro retiro ha terminado en Porto Alegre, acompañando a los heridos y al pueblo indignado y amedren­tado, y celebrando también una eucaristía de auténtica confor­tación para todos.

La situación, en toda la región de la Prelatura, se presenta problemática. «Ellos» están provocando y amenazan abierta­mente. Estamos otra vez en tiempo de conflicto generalizado. Diferente, en algunos aspectos, porque buena parte del pueblo tiene otra conciencia y porque es otra la situación nacional. El PT, por ejemplo, ha ganado las alcaldías de Sao Paulo y de Porto Alegre, la capital de Rio Grande do Sul. Dicen los comen-

259

Page 131: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

taristas que ha perdido el centro y ganan los extremos: la dere­cha (UDR) y la izquierda (PT).

En medio de ese clima enrarecido de nuevo, el personal del equipo y otros amigos próximos o lejanos me previenen sobre posibles riesgos, exacerbados ahora.

DICIEMBRE

Ultimas palabras de monseñor Leónidas Proaño, a las 2,30 horas de la madrugada del día 27 de agosto de este último año de su vida en el tiempo. El 31 de agosto moría el santo patriarca de la patria grande. Como en un testamento agónico exclamaba: «Me viene una idea; tengo una idea: que la Iglesia es la única respon­sable de ese peso que durante siglos han sufrido los indígenas. ¡Qué dolor, qué dolor! Estoy cargando con ese peso de siglos».

260

1989

ENERO

Este es el «penúltimo día», antes del «descanso» divino; el «tiempo intermedio»; el «hoy» de Dios en nuestro diario hu­mano hoy.

«La existencia auténtica es la de quien se decide y arriesga su presente en el amor, abriéndose al porvenir incierto. La existencia inauténtica es la de quien, por falta de libertad, permanece en la repetición de las cosas, sin "salir del campamento e ir al encuentro de Él"» (Bruno Forte en su libro sobre la Trinidad como historia).

Herbert Anaya Sanabria, mártir de los derechos humanos en El Salvador, dejó escrito: «La agonía de no trabajar por la justi­cia es más fuerte que la posibilidad cierta de mi muerte. Esta úl­tima no es más que un instante, la otra constituye la totalidad de mi vida».

Éste podría ser el título de mi próximo libro: De una tierra que mana leche y sangre.

MARZO

La pobreza cristiana ha de ser simultáneamente:

- denuncia profética de la pobreza maldita en que vive la mayoría de los hijos e hijas de Dios;

- vivencia evangélica del despojamiento kenótico, la infan­cia espiritual, el proceso pascual de Jesús;

- y solidaridad comprometida con las luchas de los pobres, con los procesos de liberación de los pueblos.

261

Page 132: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Parece ser que cada día son más -en la Iglesia, en el mundo-Ios que se muestran cansados de oír hablar de pobres y de op­ción por los pobres. Sería importante que esos señores y seño­ras entendieran que son muchos más los que, hace tiempo, es­tán cansados de ser pobres.

MAYO

Si no os hacéis tercermundistas, no entraréis en el Reino de los cielos. Si no hacéis vuestro el Tercer Mundo, ni siquiera seréis del mundo humano. No entraréis en el Reino si no entráis en el mundo.

Tupac-Amaru, el gran cacique que entre 1780 y 1783 organizó la insurrección de indígenas en Perú, Bolivia, Ecuador y norte de Chile y Argentina, la víspera de su ejecución se enfrentó con el virrey para decirle: «Los únicos conspiradores somos vos y yo. Vos, como opresor del pueblo; y yo por haber intentado liberarlo de esta tiranía» Y esos dos géneros únicos de conspiradores con­tinúan, sobre todo en nuestra América, hasta el día de hoy.

González Faus recuerda en la Revista Latinoamericana de Teolo­gía, mayo-agosto de 1988, que «si la situación del área llamada occidental merece ese calificativo de individualismo, que es la degeneración de la persona; la situación de los países comu­nistas, que suelen designarse como países del Este, merece el calificativo de colectivismo, que es la degeneración de la comu­nidad». Y añade: «Toda forma de individualismo, en cuanto fal­sificación de la persona, no realizará comunidad. Y toda forma de colectivismo, en cuanto falsificación de la comunidad, no realizará a las personas».

Aldea tapirapé. En plena cosecha de arroz. Mucha juventud y una conciencia bastante despierta, cuando es más que necesa-

262

ria por la creciente agresión anti-indígena de los proyectos ofi­ciales y de las embestidas del interés en la Amazonia y en todo el mundo indígena.

Este año celebramos los cincuenta años de vida de las Her-manitas de Jesús. Algunas de ellas, como la admirable Geno­veva, contemplativa y campesina de una pieza, llevan más de treinta años entre los tapirapé.

En la Takara -noche de luna y de coloquios- Txwaeri, el ca­cique, explica el desenlace espiritual del episodio que conmo­vió a la aldea, con la muerte-venganza-cultural-ritual de un pagé singular: «El corazón de la aldea ya casi no está triste, porque todos han reconocido que aquella muerte fue un error. Si no lo hubieran reconocido, continuaría la tristeza en el corazón». Hubo, pues, en la aldea, una especie de confe­sión colectiva de culpa, un reconocimiento penitencial. Y esa confesión compungida ha purificado a la aldea entera, devol­viéndole la paz.

JUNIO

La Iglesia católica en el Concilio Vaticano II se preguntaba, ofi­cialmente, con ganas de ser misión y evangelio para el mundo: Iglesia de Cristo, ¿qué dices de ti misma? Hoy, veintitantos años después, cuando se siente, tan a las claras, que la Iglesia, oficialmente, da marcha atrás, un grupo de sacerdotes france­ses, cobijados con humor bíblico bajo el signo de «Jonás», se preguntan, preguntando a toda la Iglesia: Église, quejáis tu de ton évangile?

Finalmente, el veterano moralista Bernhard Háring, el mayor moralista católico de este siglo, a mi entender, y que tanta luz y tanta paz ha traído a tantos, resuelve publicar sus memorias. Concretamente, su «dolorosa experiencia» con el ex Santo Ofi­cio. Es una estremecedora confesión de fe y de libertad de un gran teólogo casi moribundo.

263

Page 133: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

Explicando las causas de esa actitud de centralismo, incom­prensión y dureza de la Curia romana, Háring sintetiza: existe en una parte de la Curia «una tendencia a un control casi pato­lógico de todo... Una parte de la Curia no ha sabido asimilar el espíritu del Concilio y ha acogido en su estructura a personas de su misma mentalidad que se sienten a disgusto frente al diá­logo ecuménico, hacia la apertura, a la pluralidad de culturas, hacia las religiones no cristianas».

Háring pide al papa que anule durante un par de años las ac­tividades de «la antigua Inquisición», para dar paso a una rees­tructuración profunda del Dicasterio, y propone una especie de amnistía para la Iglesia. Cuando Pablo VI, después del Conci­lio, le invitó a predicar los ejercicios espirituales al papa y a la Curia, le recomendó: «Háblenos con claridad y sin temor». Casi en la agonía, después de siete operaciones en su garganta mi­nada por el cáncer, Háring, el heroico maestro redentorista, ha hablado «con claridad», con libertad, evangélicamente, a la Cu­ria y de la Curia, al mundo, para la Iglesia.

Que Dios se derrame como un río de paz sobre los últimos días, luminosos y enteros, del buen maestro de la caridad.

El proyecto de la CLAR, «Palabra-Vida», después de las in­comprensiones y presiones que ha sufrido, continúa. Pero no «a partir de los pobres», sino de la «realidad latinoameri­cana». De hecho, les doy razón a los críticos del proyecto. Los pobres estorban, hasta en la vida religiosa, hasta en el evan­gelio; y en «la realidad latinoamericana», ¡son tan pocos los pobres!

Cuando todos hablen bien de ti, quizás será bueno que tú te hables mal.

JULIO

Maximino Cerezo Barredo, nuestro Mino, está pintando en la iglesia de San José, de la antigua Lagoa, barrio de nuestra ciu-

264

dad de Sao Félix. Pinta un mural densamente colorido e inte­gralmente comunitario:

- la Trinidad, que es la mejor comunidad; - la familia de Jesús, María y José, modelo de todas las fami­

lias; - y la comunidad.

AGOSTO

Cuando ya no incomodan, entonces los canonizan...

Ha muerto el obispo Miquel, de mi Iglesia de Solsona. En su «sencilla palabra de despedida» escribe: «¿Qué pastor de la Iglesia no haría suya aquella palabra de Juana de Arco, en la obra La Pucelly, de Verdi: "Mi palabra es una flecha, pero yo soy un blanco"?».

SEPTIEMBRE

Pueden quitárnoslo todo, menos la fiel esperanza.

NOVIEMBRE

Muy sabiamente escaldado, el P. Aristides, de Conceicáo do Araguaia, hablaba de «la pedagogía del fracaso».

La solidaridad es el amor consciente y crítico que descubre y descodifica; que se hace próximo (prójimo) y comparte; que in­tenta ser eficaz políticamente, para la liberación.

Ha caído el muro de Berlín. Enhorabuena, claro. Pero sigue en pie, ahora más a sus anchas, el gran muro que divide a la

265

Page 134: Casaldaliga, Pedro - Memoria Ideario Compromiso

humanidad en dos: la que tiene y la que no tiene, como diría Cervantes.

Y han caído, en El Salvador, gloriosamente mártires, víctimas de la dictadura militar y de la CÍA, Ignacio Ellacuría y sus cinco compañeros y la cocinera Elba y su hija Celina. Hace unos me­ses yo cené con ellos, en San Salvador. A Elba la saludé en la cocina y bromeé con ella, citándole el consejo que daba a los misioneros jóvenes un misionero veterano: «Llegando a una parroquia o a una casa-misión, visitáis primero al Santísimo y luego en seguida a la cocinera»... A Ellacuría le pregunté, en aquella cena: «Si la guerrilla entra en la capital, ¿qué pasa?». «Sesenta mil muertos», me respondió en el acto. Cuando recibí, temprano aún y desde Nicaragua, la noticia de ese martirio, hice inevitablemente el cálculo redentor: ¡seis jesuítas por se­senta mil salvadoreños!

DICIEMBRE

Es Navidad. Es martirio y es invasión en Centroamérica. La paz no acaba de llegar, aun queriéndola tanto Dios y nece­

sitándola tanto nosotros. Dios es solo Amor. Nosotros somos amor, egoísmo y miedo...

¡pero también esperanza!

266