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El autor se complace en resear aqu la recepcin de una beca del John Simon Guggenheim Memorial y otra del National Endowment for the Arts. Tambin desea expresar su agradecimiento y su admiracin por Noel Young, de Capra Press.

INDICE

Por qu no bailis?

Visor

El seor Caf y el seor Arreglos

Belvedere

Vea hasta las cosas ms minsculas

Bolsas

El bao

Diles a las mujeres que nos vamos

Despus de los tejanos

Tanta agua tan cerca de casa

La tercera de las cosas que acabaron con mi padre

Una conversacin seria

La calma

Mecnica popular

Todo pegado a la ropa

De qu hablamos cuando hablamos de amor

Una cosa ms

POR QUE NO BAILIS?

Se sirvi otra copa en la cocina y mir los muebles del dormitorio, situados en la parte delantera de su jardn. Excepto el colchn desnudo y las sbanas a vivas rayas, que descansaban junto a dos almohadas sobre el chiffonier, todo mostraba un aspecto muy semejante al que haba tenido el dormitorio: mesilla de noche y pequea lmpara a su lado de la cabecera, mesilla de noche y pequea lmpara al otro lado, el de ella.

Su lado y el lado de ella.

Pens en ello mientras beba a sorbos el whisky.

El chiffonier se encontraba a unos pasos del pie de la cama. Aquella maana vaci los cajones, y en la sala aparecan las cajas de cartn donde haba metido lo que contenan. Junto al chiffonier haba una estufa porttil. Y al pie de la cama, una silla de bejuco con un cojn de diseo exclusivo. Los muebles de cocina, de aluminio bruido, ocupaban parte del camino de entrada. Un enorme mantel de muselina amarilla era un regalo cubra la mesa y colgaba a los lados. Sobre la mesa haba un tiesto con un helecho, una vajilla de plata en su caja y un tocadiscos. Tambin eran regalos. Un gran televisor de consola descansaba sobre una mesa baja, y a unos pasos haba un sof y una butaca y una lmpara de pie. El escritorio estaba colocado contra la puerta del garaje, y en el camino de entrada haba una caja de cartn con tazas, vasos y platos envueltos por separado en papel de peridico. Aquella maana vaci los armarios, y todo lo que haba en ellos estaba fuera de la casa, salvo las tres cajas de cartn de la sala. Mediante un cable alargador tendido al exterior haba conectado lmparas y aparatos. Todo funcionaba igual que cuando haba estado dentro de la casa.

De cuando en cuando un coche reduca la marcha y los ocupantes miraban, pero ninguno paraba.

Se le ocurri que tampoco l lo habra hecho.

Debe de ser una liquidacin casera le coment la chica al chico.

Estaban amueblando un pequeo apartamento.

Veamos lo que piden por la cama dijo la chica.

Y por el televisor aadi el chico.

El chico enfil el camino de entrada y detuvo el coche ante la mesa de la cocina.

Se bajaron y empezaron a mirar las cosas: ella tocaba el mantel de muselina, l enchufaba la batidora y apretaba el botn de PICAR; ella coga el calientaplatos y l encenda el televisor y haca pequeos ajustes con los mandos.

El chico se sent a ver la televisin en el sof. Encendi un cigarrillo, mir a su alrededor, tir la cerilla al csped.

La chica se sent en la cama. Se quit los zapatos y se tendi de espaldas. Le pareci ver una estrella.

Ven aqu, Jack. Prueba la cama. Trae una de esas almohadas.

Qu tal es? pregunt l.

Prubala insisti ella.

El chico mir en torno. La casa estaba a oscuras.

No me siento a gusto dijo. Ser mejor que mire si hay alguien ah dentro.

Ella hizo brincar su cuerpo sobre la cama. Prubala antes repiti.

El chico se ech en la cama y se puso la almohada bajo la cabeza.

Qu te parece? pregunt ella. Parece slida respondi l.

Ella se volvi sobre un costado y le puso una mano en la cara.

Bsame pidi.

Levantmonos propuso l.

Bsame.

Cerr los ojos. Lo abraz. El dijo:

Ver si hay alguien en la casa.

Pero se sent y se qued donde estaba, haciendo como que miraba la televisin.

A derecha e izquierda de la calle, las casas se iluminaron.

No sera divertido si...? insinu la chica, y sonri abiertamente y dej la frase a medias.

El chico ri. pero sin ningn motivo especial. Sin ningn motivo especial, asimismo, encendi la lmpara de la mesilla.

La chica se quit de encima un mosquito, y el chico se levant y se meti la camisa en los pantalones.

Voy a ver si hay alguien en la casa dijo. No creo que haya nadie. Si hay alguien, preguntar cunto piden por las cosas.

Pidan lo que pidan, ofrece diez dlares menos. Siempre es bueno aconsej ella. Adems, deben de estar desesperados o algo as.

Es un televisor muy bueno observ el chico.

Pregntales cunto dijo la chica.

El hombre se acercaba por la acera con una gran bolsa de supermercado. Traa bocadillos, cerveza, whisky. Vio el coche en el camino de entrada y a la chica en la cama. Vio el televisor encendido y al chico en el porche.

Hola salud el hombre a la chica. Ya has visto la cama. Perfecto.

Hola contest la chica, y se levant. La estaba probando. Dio unos golpecitos a la cama. Es una cama estupenda.

Es una buena cama corrobor el hombre, y puso la bolsa en el suelo y sac la cerveza y el whisky.

Pensbamos que no haba nadie intervino el chico. Nos interesa la cama, y quizs el televisor. Puede que tambin el escritorio. Cunto quiere por la cama?

Pensaba en cincuenta dlares dijo el hombre.

La dejara en cuarenta? pregunt la chica.

Bien. La dejo en cuarenta.

Cogi un vaso de la caja de cartn. Le quit la envoltura de peridico. Rompi el precinto del whisky. Y el televisor? quiso saber el chico. Veinticinco.

Lo dejara en quince? sonde ella. Est bien, quince. Lo dejo en quince concedi el hombre.

La chica mir al chico.

Eh, chicos, tomad un trago invit el hombre. Hay vasos en esa caja. Me voy a sentar. Me voy a sentar en el sof.

El hombre se sent en el sof, se acomod sobre el respaldo y mir al chico y a la chica.

El chico sac dos vasos y sirvi dos whiskys. Ya basta dijo la chica. El mo lo quiero con agua.

Acerc una silla y se sent a la mesa de la cocina.

Hay agua en aquel grifo dijo el hombre. Abre aquel grifo.

El chico volvi con el whisky con agua. Se aclar la garganta y se sent a la mesa de la cocina. Sonri. Pero no bebi de su vaso.

El hombre mir la televisin. Apur su whisky y empez el segundo. Alarg la mano y encendi la lmpara de pie. Precisamente entonces el cigarrillo le resbal de los dedos y fue a caer entre los cojines.

La chica se levant y le ayud a encontrarlo.

Bueno, qu quieres que nos llevemos? le pregunt el chico a la chica.

Sac el talonario y se lo llev a los labios, como si pensara.

Quiero el escritorio dijo la chica. Cunto es el escritorio?

El hombre, ante lo absurdo de la pregunta, hizo un movimiento con la mano.

Di una cantidad propuso.

Los chicos estaban sentados a la mesa. El hombre los mir. A la luz de la lmpara, crey ver algo en sus caras. Algo agradable o desagradable. Quin poda saberlo?

Voy a apagar la televisin y a poner un disco dijo el hombre. Tambin vendo el tocadiscos. Barato. Cunto me dais por l?

Se sirvi ms whisky y abri una cerveza.

Lo vendo todo aadi.

La chica alarg el vaso y el hombre le sirvi whisky.

Gracias dijo la chica Muy amable.

Se te sube a la cabeza advirti el chico. Se me est subiendo a la cabeza. Alz el vaso y lo agit.

El hombre acab su whisky y se sirvi otro. Luego encontr la caja de los discos.

Elige algo anim a la chica, y le tendi los discos.

El chico extenda el cheque.

Ah tiene contest la chica eligiendo uno, uno cualquiera, porque no conoca los nombres de las tapas. Se levant de la mesa y se volvi a sentar. No quera estar sentada y quieta todo el tiempo.

Estoy poniendo el importe anunci el chico.

Claro dijo el hombre.

Bebieron. Escucharon el disco. Luego el hombre puso otro.

Por qu no bailis?, decidi decir; y lo hizo: Eh, chicos, por qu no bailis? No, no dijo el chico.

Venga insisti el hombre. Es mi jardn. Podis bailar si os apetece.

Abrazados, con los cuerpos muy juntos, el chico y la chica se deslizaban de un lado a otro por el firme de la entrada. Bailaban. Cuando se acab el disco, bailaron con el siguiente, y cuando se acab ste el chico declar:

Estoy borracho.

Y la chica neg:

No ests borracho.

S, estoy borracho.

El hombre dio la vuelta al disco, y el chico repiti: Lo estoy.

Baila conmigo le pidi la chica al chico, y luego al hombre; y cuando el hombre se levant, avanz hacia l con los brazos abiertos.

Esa gente de all. Estn mirndonos observ la chica.

No pasa nada dijo el hombre. Es mi casa. Que miren dijo la chica.

Eso es la apoy el hombre. Crean haberlo visto todo en esta casa. Pero no haban visto esto, eh? Sinti el aliento de la chica en el cuello. Espero que te guste la cama.

La chica cerr los ojos; luego los abri. Peg la cara contra el hombro del hombre. Y atrajo su cuerpo hacia s.

Debes de estar desesperado o algo parecido le dijo.

Semanas despus, la chica explic:

El tipo era de edad mediana. Todas sus cosas estaban por all, en el jardn. No miento. Estbamos trompas y nos pusimos a bailar. En la entrada de los coches. Oh, Dios. No os riis. Nos puso discos. Mirad este tocadiscos. El viejo nos lo regal. Y todos esos discos de mierda. Habis visto esta mierda?

Sigui hablando. Se lo cont a todo el mundo. Tena muchos ms detalles que contar, e intentaba que se hablara de ello largo y tendido. Al cabo de un rato dej de intentarlo.

VISOR

Un hombre sin manos llam a mi puerta para venderme una fotografa de mi casa. Si exceptuamos los ganchos cromados, era un hombre de aspecto corriente y tendra unos cincuenta aos.

Cmo perdi las manos? le pregunt cuando me dijo lo que quera.

Esa es otra historia respondi. Quiere la foto o no?

Pase le invit. Acabo de hacer caf. Acababa de hacer tambin un poco de jalea, pero eso no se lo dije.

Necesitara ir al retrete dijo el hombre sin manos.

Yo quera ver cmo sostena la taza de caf.

Saba cmo sostena la cmara. Era una vieja Polaroid grande y negra. La llevaba sujeta con correas de cuero que le rodeaban los hombros y le abrazaban la espalda. Era as como mantena la cmara pegada al pecho. Se pona en la acera, enfrente de tu casa, la encuadraba en el visor, apretaba el botn con uno de los ganchos, y ah tenas tu fotografa.

Lo haba estado observando desde la ventana, claro.

Dnde ha dicho que est el retrete? Por ah, a la derecha.

Doblndose, encorvndose, se liber de las correas. Puso la cmara sobre el sof y se estir la chaqueta. Puede ir mirndola mientras tanto. Le cog la fotografa.

Un pequeo rectngulo de csped, el camino de entrada, el cobertizo de los coches, la escalera principal, el ventanal en saledizo y la ventana de la cocina desde donde haba estado mirando.

Por qu habra de querer yo una fotografa de tal desastre?

Me acerqu un poco ms a ella y vi mi cabeza, mi cabeza, all dentro, tras la ventana de la cocina.

Me hizo pensar; el verme a m mismo de ese modo. Lo digo en serio: es algo que le hace pensar a uno.

O la cisterna. Se acerc por el pasillo, subindose la cremallera y sonriendo; con un gancho se sostena el cinturn, con el otro se meta la camisa en los pantalones.

Qu le parece? pregunt. Est bien? Personalmente opino que ha salido bien. S lo que me hago o no? Admitmoslo: para estas cosas hace falta un profesional.

Se tir de los genitales.

Aqu est el caf dije.

Pregunt:

Est solo, no es eso?

Ech una ojeada a la sala. Mene la cabeza.

Es duro, es duro se lament.

Se sent junto a la cmara, se ech hacia atrs con un suspiro y sonri como si supiera algo que no iba a decirme.

Tmese el caf le suger.

Yo intentaba encontrar algo que decir.

Haba por aqu tres chiquillos que queran pintar mi direccin en el bordillo. Me pedan un dlar por hacerlo. Usted no sabr nada de eso?

Era una posibilidad remota. Pero lo observ, de todos modos.

Se inclin hacia adelante, dndose aires de importancia, con la taza en equilibrio entre los ganchos. Luego la dej encima de la mesa.

Trabajo solo declar. Siempre lo he hecho y siempre lo har. Qu es lo que quiere decir?

Buscaba una relacin.

Tena dolor de cabeza. Ya s que el caf no es bueno para el dolor de cabeza, pero a veces la jalea ayuda. Cog la fotografa.

Estaba en la cocina coment. Normalmente estoy en la parte de atrs.

Sucede todos los das dijo. As que se han ido y lo han abandonado, no es eso? Bien, crame: trabajo solo. As que, qu dice? Quiere la foto?

Me la quedar respond.

Me puse en pie y recog las tazas.

Estaba seguro dijo. Tengo una habitacin en la ciudad. No est mal. Cojo el autobs y salgo del centro, y cuando he terminado con los alrededores, me voy a otra ciudad. Comprende lo que digo? Mire, yo tambin tuve chicos. Como usted.

Me qued quieto con las tazas y mir cmo bregaba para levantarse del sof.

Me explic:

Precisamente llevo esto por culpa de ellos. Mir detenidamente los ganchos.

Gracias por el caf y por dejarme usar el retrete. Cuenta usted con mi comprensin. Alz y baj los garfios.

Demustrelo le ped. Demustreme hasta qu punto me comprende. Saque ms fotografas de m y de mi casa.

No resultar dijo el hombre. Ellos no van a volver.

Pero le ayud a ponerse el correaje.

Puedo hacerle uno precio especial ofreci. Tres por un dlar aadi. Si se las dejo ms baratas, no me compensa.

Salimos fuera. Ajust el obturador. Me dijo dnde deba situarme, y nos pusimos manos a la obra.

bamos desplazndonos alrededor de la casa. Sistemticamente. En unas yo miraba de soslayo, en otras de frente.

Bien aprobaba l. Estupendo. Y al cabo dimos la vuelta completa a la casa y nos encontramos de nuevo en la fachada. Son veinte. Suficientes.

No suger. Encima del tejado.

Dios murmur. Examin la calle a derecha e izquierda. De acuerdo acept. As se habla.

Coment:

Absolutamente todos. Se largaron de la noche a la maana.

Pues mire esto! exclam el hombre, y volvi a levantar los garfios.

Entr en casa y saqu una silla. La coloqu bajo el cobertizo de los coches. Pero no fue suficiente: no llegaba. Cog una caja de embalaje y la puse encima de la silla.

Se estaba bien all arriba, en el tejado.

Me puse de pie y mir en torno. Hice seas con las manos, y el hombre sin manos me devolvi el saludo con los ganchos.

Y entonces fue cuando las vi, cuando vi las piedras. Era como un pequeo nido de piedras sobre la rejilla de la boca de la chimenea. Ya se sabe cmo son los chicos. Cmo las lanzan con idea de colar alguna por el agujero de la chimenea.

Preparado? pregunt. Cog una piedra y esper a que el hombre me tuviera en el visor.

Listo! exclam.

Ech el brazo para atrs y chill: Ahora! Y lanc a aquella hija de perra tan lejos como pude.

No s le o gritar. No suelo fotografiar cuerpos en movimiento.

Otra vez! vocifer, y cog otra piedra.

EL SEOR CAFE Y EL SEOR ARREGLOS

He visto ciertas cosas. Fui a casa de mi madre a quedarme unas cuantas noches. Pero en cuanto llegu a lo alto de las escaleras, mir y la vi en el sof besando a un hombre. Era verano. La puerta estaba abierta. La televisin, encendida. Esa es una de las cosas que he visto.

Mi madre tiene sesenta y cinco aos. Es socia de un club de solteros. Aun as, era duro. Me qued con la mano en el pasamanos mirando cmo el hombre la besaba. Ella le besaba a su vez; y la televisin, funcionando.

Las cosas han mejorado. Pero en aquellos das, cuando a mi madre le dio por retozar, yo me encontraba en paro. Mis hijos estaban locos, mi mujer estaba loca. Tambin ella se haba puesto a retozar. El tipo que disfrutaba de ella era un ingeniero aeronutico sin trabajo que haba conocido en los AA.1 El tambin estaba loco.

Se llamaba Ross y tena seis hijos. Cojeaba a causa de un tiro que le haba dado su primera esposa.

No s en qu pensbamos en aquella poca.

(1) AA: Alcohlicos Annimos. (N. del T.)

La segunda esposa del tipo no le haba durado gran cosa, pero fue la primera la que le peg el tiro por no pasarle la pensin. A Ross ahora le deseo lo mejor. Ross. Vaya nombre! Pero entonces era diferente. En aquellos das llegu a hablar de armas de fuego. Le deca a mi mujer: Creo que voy a hacerme con una Smith and Wesson. Pero nunca lo hice.

Ross era pequeo. Pero no demasiado. Tena bigote y llevaba siempre un suter con botones.

Su propia esposa lo meti en la crcel una vez. Su segunda esposa. Me enter por mi hija de que mi mujer pag la fianza. Y a mi hija Melody la cosa no le gust mucho ms que a m. Lo de la fianza. No es que Melody se preocupara demasiado por m. No se preocupaba por ninguno de los dos, ni por su madre ni por m. Era simplemente que haba en juego una cantidad respetable de dinero, y si una parte iba a parar a Ross, esa parte se la perda Melody. As que Melody tena a Ross en su lista negra. Adems tampoco le gustaban sus hijos, ni el hecho de que tuviera tantos. Pero en general Melody deca que Ross era un buen tipo.

Una vez, Ross lleg a decirle la buenaventura.

Desde que se qued sin trabajo fijo, este Ross se pasaba el tiempo reparando cosas. Pero yo vi su casa por fuera. Era una ruina. Trastos viejos por todas partes. Dos Plymouth hechos polvo en el jardn.

En los primeros tiempos del asunto que se traan entre manos, mi mujer aseguraba que el tipo coleccionaba coches antiguos. Coches antiguos, esas fueron sus palabras. Pero eran pura carne de desguace.

Yo lo tena calado. Era el seor Arreglos.

Pero Ross y yo tenamos cosas en comn. Y no slo la misma mujer. Por ejemplo, no lograba ajustar el televisor cuando el cacharro se volva loco y se le iba la imagen. Yo tampoco poda. Tenamos volumen, pero no imagen. Si queramos ver las noticias, tenamos que sentarnos alrededor de la pantalla a escuchar las voces.

Ross y Myrna se conocieron cuando Myrna estaba intentando dejar de beber. Iba a reuniones como tres o cuatro veces por semana. Yo tambin haba ido y dejado de ir varias veces. Pero cuando Myrna y Ross se conocieron, yo no iba y slo beba una mnima parte de mi habitual dosis diaria. Myrna iba a las reuniones y luego se iba a casa del seor Arreglos a cocinar y hacer la limpieza. Sus hijos no eran de gran ayuda a este respecto. Nadie mova un dedo en casa del seor Arreglos; slo mi mujer cuando iba a echar una mano.

Lo que cuento no fue hace mucho tiempo, slo hace unos tres aos. Entonces era importante.

Dej a mi madre con el hombre en el sof y anduve dando vueltas en coche durante un rato. Cuando llegu a casa, Myrna me prepar un caf.

Se fue a la cocina a hacerlo, y esper hasta que o que abra el grifo. Y entonces met la mano debajo del cojn en busca de la botella.

Puede que Myrna amara de verdad a ese hombre. Pero l tena adems un pequeo asunto extra: una chica de veintids aos llamada Beverly. El seor Arreglos se las arreglaba bien para ser un hombrecillo que gastaba suter de botones.

Tena treinta y tantos aos cuando cay en desgracia. Perdi el empleo y se agarr a la botella. Sola rerme de l siempre que poda. Pero ahora ya no me ro.

Dios te guarde y te bendiga, seor Arreglos.

Le cont a Melody que haba trabajado en los lanzamientos a la Luna. Le dijo que era muy amigo de los astronautas. Le prometi que se los presentara en cuanto vinieran a la ciudad.

Siguen una lnea de actividad muy moderna en ese centro aeroespacial donde trabajaba el seor Arreglos. Lo he visto. Cadenas de restaurantes-autoservicio, comedores de ejecutivos y cosas por el estilo. Un seor Caf en cada despacho.

El seor Caf y el seor Arreglos.

Myrna dice que Ross se interesaba tambin por a astrologa, las auras, el I Ching, ese tipo de cosas. No pongo en duda que Ross fuera brillante e interesante, como la mayora de nuestros ex amigos. Le dije a Myrna que estaba seguro de que no habra perdido el sueo por l si no lo hubiera sido.

Mi padre muri mientras dorma, borracho, hace ocho aos. Era el medioda de un viernes y tena cincuenta y cuatro aos. Volvi a casa de la serrera donde trabajaba, sac para el desayuno algo de embutido del frigorfico y abri una botella de litro de Four Roses.

Mi madre estaba all con l, en la mesa de la cocina. Intentaba escribir una carta a su hermana de Little Rock. Al final mi padre se levant y se fue a la cama. Mi madre cont que no le dio las buenas noches. Pero, claro, era por la maana.

Cario le propuse a Myrna la noche en que volvi al hogar. Qu tal si nos magreamos un rato y luego preparas una cena apetitosa de verdad?

Y Myrna dijo:

Lvate las manos.

BELVEDERE

Por la maana me echa Teacher's en la barriga y lo apura a lametones. Y esa misma tarde trata de tirarse por la ventana.

Yo digo:

Holly, esto no puede seguir as. Esto tiene que acabar.

Estamos sentados en el sof de una de las suites de arriba. Haba muchas habitaciones libres para elegir. Pero necesitbamos una suite, espacio donde poder movernos y poder charlar. As que aquella maana cerramos la oficina del motel y subimos a una suite.

Ella corrobora:

Duane, esto me est matando.

Bebemos Teacher's con agua y hielo. Entre la maana y la tarde hemos dormido un poco. Y luego se ha levantado de la cama y amenazado con tirarse por la ventana en ropa interior. He tenido que agarrarla. Slo es el segundo piso. Pero aun as.

Estoy harta confiesa. No lo aguanto ms.

Se pone la mano en la mejilla y cierra los ojos. Mueve la cabeza de un lado para otro y emite como un zumbido.

Me siento morir vindola en ese estado.

Qu es lo que no aguantas? pregunto, aunque naturalmente s a lo que se refiere.

No tengo por qu explicrtelo otra vez con pelos y seales responde. He perdido el control. He perdido la dignidad. Antes era una mujer orgullosa de m misma.

Es una mujer atractiva de poco ms de treinta aos. Es alta y tiene el pelo negro y largo, y ojos verdes. La nica mujer de ojos verdes que he conocido en toda mi vida. Antes, en otros tiempos, sola decirle cosas sobre sus ojos verdes, y ella me deca que gracias a ellos tena la certeza de que estaba destinada a algo especial.

Si lo sabra yo!

Me siento horriblemente mal entre unas cosas y las otras.

Me llega el timbre del telfono que suena en la oficina. Ha estado sonando a ratos durante todo el da. Lo oa incluso cuando estaba dormitando. Abra los ojos y miraba al techo y lo oa sonar y me asombraba de lo que nos estaba pasando.

Pero quizs adonde debera mirar es al suelo.

Tengo el corazn destrozado declara. Se me ha vuelto de piedra. No valgo nada. Eso es lo peor de todo, que ya no valgo nada.

Holly protesto.

Cuando al principio nos mudamos al motel y nos hicimos cargo de la gerencia, pensamos que habamos salido del apuro. Alojamiento y servicios gratis, y trescientos al mes. Era bastante chollo.

Holly se encargaba de la contabilidad. Era buena con los nmeros, y casi siempre era ella quien alquilaba las habitaciones. Le gustaba la gente, y a la gente le gustaba ella. Yo me cuidaba de los jardines, cortaba el csped y arrancaba las malas hierbas, mantena limpia la piscina, haca pequeas reparaciones.

Todo fue bien el primer ao. Yo tena otro empleo nocturno, y salamos adelante. Tenamos planes. Hasta que una maana... No s. Acababa de poner unos azulejos en el bao de una de las habitaciones cuando entr a limpiar la mexicana. Era Holly quien la haba contratado. En realidad no puedo decir que me hubiera fijado antes en aquella poquita cosa, aunque s es cierto que hablbamos cuando nos veamos. Me llamaba recuerdo Mister.

En fin, las cosas.

As que a partir de aquella maana empec a fijarme en ella. Era una cosita menuda y pulcra con unos bonitos dientes blancos. Sola mirarle la boca.

Empez a tutearme.

Una maana estaba yo colocando una arandela en un grifo de un bao cuando entr ella y puso la televisin, como suelen hacer siempre las chicas de la limpieza. Mientras limpian, quiero decir. Dej lo que estaba haciendo y sal del cuarto de bao. Al verme se sorprendi. Sonri y pronunci mi nombre.

Y al poco de pronunciarlo nos tumbamos en la cama.

Holly, sigues siendo una mujer digna le aseguro. Sigues siendo de lo mejor. Venga, Holly... Ella sacude la cabeza.

Algo ha muerto en m anuncia. Le ha llevado tiempo, pero ha muerto. Has matado algo; es igual que si lo hubieras partido con un hacha. Ahora todo se ha ido al traste.

Se acaba la copa. Luego empieza a llorar. Intento abrazarla. Pero intilmente.

Echo hielo en las copas y me pongo a mirar por la ventana.

Dos coches con matrcula de otro estado estn aparcados frente a la recepcin; los conductores estn junto a la puerta de la oficina, charlando. Uno de ellos acaba de decirle algo al otro, y mira hacia las habitaciones y se manosea la barbilla. Tambin hay una mujer; tiene la cara pegada al cristal, hace pantalla sobre los ojos con la mano y mira al interior. Intenta abrir la puerta.

El telfono de abajo empieza a sonar.

Hasta cuando hacamos el amor hace un rato estabas pensando en ella me acusa Holly. Me hace dao, Duane.

Coge la copa que le alargo. Holly empiezo.

Es cierto, Duane insiste ella. No discutas conmigo.

Se pasea de un lado a otro de la habitacin, en bragas y sostn, con el vaso en la mano. Aade:

Te has puesto al margen del matrimonio. Es la confianza lo que has matado.

Me pongo de rodillas y empiezo a suplicar. Pero estoy pensando en Juanita. Es horrible. No s lo que va a ser de m, o de quien sea en este mundo.

Protesto:

Holly, cario. Te quiero.

All abajo alguien se apoya sobre el claxon, hace una pausa, vuelve a apoyarse.

Holly se seca los ojos. Me pide:

Preprame una copa. Esta est aguada. Deja que toquen sus jodidas bocinas. Me la sopla. Me largar a Nevada.

No te vayas a Nevada suplico. Ests diciendo tonteras.

No digo tonteras. No es ninguna tontera irse a Nevada. T puedes quedarte aqu con tu chica de la limpieza. Yo me voy a Nevada. O eso, o me mato.

Holly!

Ni Holly ni nada!

Se sienta en el sof y sube las rodillas hasta pegarlas a la barbilla.

Ponme otro trago, hijo de perra exige. Y sigue:

Que les den por el culo a esos bocineros. Que se vayan a hacer sus marranadas al otro motel. No es all donde ahora trabaja tu mujer de la limpieza? Ponme otro trago, hijo de perra!

Aprieta los labios y me dedica esa mirada especial.

La bebida es algo extrao. Cuando miro hacia atrs y pienso en ello, veo que todas las decisiones importantes las hemos tomado mientras bebamos. Hasta cuando hablbamos de la necesidad de beber menos: nos sentbamos en la mesa de la cocina o en la de picnic de afuera con un cartn de seis latas o una botella de whisky. Cuando pensbamos instalarnos aqu, estuvimos un par de noches bebiendo mientras sopesbamos los pros y los contras.

Sirvo lo que queda de Teacher's en los vasos y pongo cubitos de hielo y unos chorlitos de agua.

Holly se levanta del sof y se echa en la cama. Pregunta:

Lo has hecho con ella en esta cama?

No tengo nada que decir. Dentro de m noto que no tengo palabras. Le alargo el vaso y me siento en la silla. Apuro mi copa y pienso que ya nunca ser lo mismo.

Duane?

Holly?

Mi corazn late ms despacio. Espero. Holly era mi verdadero amor.

Lo de Juanita era cinco das a la semana, entre las diez y las once. Lo hacamos en cualquiera de los cuartos que estuviera limpiando. Yo entraba donde ella estaba trabajando y cerraba la puerta a mi espalda.

Pero la mayora de las veces era en la 11. La 11 era nuestra habitacin de la suerte.

Eramos muy cariosos el uno con el otro. Pero rpidos. Era estupendo.

Creo que Holly quiz podra haberlo soportado. Creo que lo que tena que haber hecho era intentarlo de verdad.

Yo, por mi parte, conservaba mi empleo nocturno. Hasta un mono era capaz de hacer ese trabajo. Pero las cosas comenzaron a empeorar vertiginosamente. Nos faltaban fuerzas para seguir, as de simple.

Dej de limpiar la piscina. Se llen de un lgamo verde y los clientes ya no pudieron usarla. Ya no arregl ms grifos ni puse ms azulejos ni hice ms retoques de pintura. Bien, la verdad es que estbamos empinando el codo a conciencia. Si bebes en serio, la bebida exige una gran cantidad de tiempo y de esfuerzo.

Holly tampoco registraba a los huspedes como es debido. O les cobraba demasiado o cobraba menos de la cuenta. A veces pona a tres personas en un cuarto con una sola cama, y otras a una sola persona en donde la cama era enorme. Haba quejas, cmo no, y a veces hasta hubo gritos. La gente liaba sus brtulos y se iba a otra parte.

Y lo siguiente fue una carta de la direccin de la empresa. Y luego otra, certificada.

Hay llamadas telefnicas. Alguien va a venir de la ciudad.

Pero hemos dejado de preocuparnos: las cosas estn as. Sabamos que nuestros das estaban contados. Habamos echado a perder nuestras vidas y nos estbamos preparando para recibir la sacudida.

Holly es una mujer inteligente. Fue la primera en saberlo.

Entonces, aquel sbado por la maana, nos despertamos despus de pasarnos una noche dndole vueltas a la situacin. Abrimos los ojos y nos volvimos para mirarnos el uno al otro. Los dos lo sabamos, desde entonces. Habamos llegado al final de algo, y la cuestin era encontrar el modo de empezar otra vez.

Nos levantamos y nos vestimos, tomamos caf y decidimos discutirlo. Sin que nada nos interrumpiera. Ni el telfono ni los clientes.

Fue entonces cuando ech mano del Teacher's. Cerramos con llave y nos subimos aqu, con hielo, vasos, botellas. Antes que nada vimos la televisin en color y retozamos un poco y dejamos que el telfono sonara abajo. Para comer, fuimos a sacar de la mquina patatas fritas al queso.

Tenamos esa extraa sensacin de que, ahora que nos dbamos cuenta de que ya haba sucedido todo, poda suceder cualquier cosa.

Y cuando ramos unos chiquillos, antes de casarnos? pregunta Holly. Cuando tenamos grandes planes y esperanzas? Recuerdas?

Estaba sentada en la cama, abrazndose las rodillas y sosteniendo el vaso.

Lo recuerdo, Holly.

No fuiste el primero, sabes? El primero fue Wyatt. Figrate. Wyatt. Y t te llamas Duane. Wyatt y Duane. Quin sabe lo que me estaba perdiendo durante aquellos aos... T lo eras todo para m, como en la cancin.

Digo:

Eres una mujer maravillosa, Holly. S que has tenido oportunidades.

Pero no aprovech las de esta clase! se lamenta. No era capaz de salirme del matrimonio.

Holly, por favor corto. Basta ya, cario. Dejemos de torturarnos. Qu crees que podramos hacer ahora?

Escucha dice. Recuerdas aquella vez que llegamos a una vieja granja, ms all de Yakima, pasado Terrace Heights, cuando recorramos en coche los alrededores, y estuvimos en aquel pequeo camino de tierra y haca calor y haba mucho polvo? Recuerdas que seguimos, y que llegamos a aquella casa vieja y preguntaste si nos podan dar un poco de agua? Nos imaginas a los dos hacindolo ahora? Ir a una casa a pedir un vaso de agua?

Aquellos viejos estarn ya muertos. Uno al lado del otro, por all, en algn cementerio. Recuerdas que nos dijeron que pasramos a tomar pastel? Y que luego nos ensearon los alrededores? Y que haba un belvedere all atrs, andando un trecho? No era all atrs, bajo unos rboles? Tena un pequeo techo puntiagudo y se le haba ido la pintura y sobre los escalones creca maleza. Y la mujer cont que aos antes, quiero decir muchos aos atrs, solan ir tipos a tocar all el domingo, y que la gente se sentaba a escuchar la msica. Yo pens que tambin nosotros estaramos as cuando nos hiciramos viejos. Con dignidad. Y en un sitio fijo. Y que la gente vendra a nuestra puerta.

As, de pronto, no s qu decir. Luego se me ocurre:

Holly, tambin recordaremos todo esto un da. Diremos: te acuerdas del motel con toda aquella mierda en la piscina? pregunto. Comprendes lo que digo, Holly?

Pero Holly sigue sentada all en la cama con el vaso.

Veo que no, que no entiende.

Voy hasta la ventana y miro a travs de la cortina. Alguien grita algo all abajo y zarandea la puerta de la oficina. Me quedo donde estoy. Ruego para que Holly haga algn gesto. Ruego para que se me manifieste.

Oigo como arranca un coche. Luego otro. Proyectan los faros sobre el edificio y, uno despus de otro, se retiran y se sumergen en el trfico.

Duane dice Holly.

Tambin en esto tena razn ella.

VEA HASTA LAS COSAS MAS MINSCULAS

Estaba en la cama cuando o la verja. Escuch con atencin. No o nada ms. Pero o eso. Trat de despertar a Cliff. Estaba como un leo. As que me levant y fui hasta la ventana. Una gran luna descansaba sobre las montaas que rodeaban la ciudad. Era una luna blanca, cubierta de cicatrices. Hasta un imbcil podra ver una cara en ella.

Haba luminosidad suficiente, de modo que poda ver todas las cosas del jardn: las sillas campestres, el sauce, la cuerda de la ropa entre las barras, las petunias, las vallas, la verja abierta de par en par.

Pero nadie se mova all afuera. No haba sombras amenazadoras. Todo estaba baado por la luz de la luna, y yo vea hasta las cosas ms minsculas. Las pinzas de la ropa, por ejemplo.

Puse las manos en el cristal para tapar la luna. Me qued mirando un poco ms. Escuch. Luego me volv a la cama.

Pero no consegua dormirme. Daba vueltas en la cama. Pensaba en la verja abierta. Era como un reto.

Era horrible escuchar la respiracin de Cliff. Tena la boca abierta y los brazos pegados a su pecho plido. Ocupaba el lado de l y la mayor parte del mo.

Lo empuj una y otra vez. Pero lo nico que hizo fue gruir.

Segu as un rato ms, pero al final decid que no tena sentido. Me levant y me puse las zapatillas. Fui a la cocina, hice t y me sent con l a la mesa. Fum un cigarrillo de los de Cliff, sin filtro.

Era tarde. No quera mirar la hora. Me tom el t y fum otro cigarrillo. Al cabo de un rato decid salir y cerrar la verja.

As que cog la bata.

La luna lo iluminaba todo: casas y rboles, postes y tendido elctrico, el mundo entero. Escudri el patio antes de salir del porche. Me lleg una ligera brisa que me oblig a cerrarme la bata.

Empec a andar hacia la verja.

Se oa un ruido en las vallas que separaban nuestra casa de la de Sam Lawton. Mir con suma atencin. Sam estaba apoyado con los brazos sobre su valla, en lugar de apoyarse sobre las dos. Se llev el puo a la boca y lanz una tos seca.

Buenas noches, Nancy dijo Sam Lawton.

Yo respond:

Sam, me has asustado. Pregunt: Qu haces levantado? Has .odo algo? Yo he odo cmo se abra mi veja.

El contest:

No he odo nada. Ni he visto nada, tampoco. Habr sido el viento.

Estaba masticando algo. Mir la verja abierta y se encogi de hombros.

A la luz de la luna se le vea el pelo plateado. Lo tena en punta, adems. Poda ver su nariz larga, los rasgos de su cara grande y triste.

Insist:

Qu haces levantado, Sam? Y me acerqu a la valla.

Quieres ver una cosa? aadi. Voy, espera.

Sal y camin por la acera. Era extrao andar por all fuera en camisn y bata. Pens para mis adentros que deba recordarlo luego: cmo recorr as un trecho, fuera de casa.

Sam segua atento a un costado de su casa con las perneras del pijama muy por encima de los zapatos marrones y blancos. Tena una linterna en una mano y una lata de algo en la otra.

Sam y Cliff haban sido amigos. Pero una noche se pusieron a beber. Y tuvieron unas palabras. Lo que vino despus fue que Sam levant una valla y Cliff otra.

Fue despus de que Sam perdiera a Millie, se casara otra vez y volviera a ser padre, todo en un abrir y cerrar de ojos. Millie haba sido buena amiga ma hasta su muerte. Cuando muri slo tena cuarenta y cinco aos. Un colapso. Le dio cuando entraba con el coche en el jardn. El coche sigui su marcha y lleg hasta el fondo del garaje.

Mira esto dijo Sam, subindose las perneras del pijama y ponindose en cuclillas. Enfoc el suelo con la linterna.

Mir y vi una especie de gusanos que se retorcan sobre un espacio de tierra.

Babosas aclar Sam. Les acabo de echar una dosis de esto explic, levantando una lata de algo que pareca Ajax. Se estn adueando de todo continu, sin dejar de mascar lo que tena en la boca. Volvi la cabeza hacia un lado y escupi algo, tal vez tabaco. Tengo que seguir con esto; al menos darles batalla. Dirigi la luz hacia un tarro lleno de aquellos bichos. Les pongo cebo, y en cuanto tengo un momento vengo con este producto. Las muy putas estn por todas partes. Un autntico crimen es lo que pueden hacer. Mira ah.

Se incorpor. Me cogi del brazo y me llev hasta los rosales. Me mostr los pequeos agujeros en las hojas.

Babosas repiti. Mires donde mires de noche. Les pongo cebo y luego salgo y las atrapo volvi a explicar. Un invento horrible, las babosas. Las meto ah en ese tarro. Enfoc con la linterna debajo de los rosales.

Pas un avin. Imagin la gente en sus asientos, con el cinturn abrochado, algunos leyendo, otros mirando por las ventanillas el suelo firme.

Sam pregunt. Cmo estn todos?

Muy bien respondi, y se encogi de hombros.

Sigui mascando lo que estuviera mascando.

Cmo est Clifford? dijo.

Contest:

Igual que siempre. Sam dijo:

A veces, cuando salgo a cazar babosas, miro hacia vuestra vasa. Deseara que Cliff y yo volviramos a ser amigos. Mira all se interrumpi, y respir bruscamente. Ah tienes una. La ves? Ah mismo, donde estoy enfocando. Haba dirigido el haz de luz hacia la tierra, debajo del rosal. Mira esto seal Sam.

Me apret los brazos bajo los pechos y me inclin hacia donde iluminaba la linterna. La cosa dej de moverse y movi la cabeza de un lado a otro. Entonces Sam se acerc con la lata de polvo hasta situarse encima de ella, y empez a espolvorear el suelo.

Bichos viscosos dijo.

La babosa se retorca de un lado para otro. Luego se curv y por fin se qued estirada y rgida.

Sam cogi una pala de juguete y recogi con ella la babosa y la ech dentro del tarro.

Abandono, sabes? coment Sam. Era necesario. Durante un tiempo las cosas estaban de tal forma que no saba ni dnde tena la mano derecha. Seguimos manteniendo las formas en casa, pero ya no hay nada que hacer por mi parte.

Asent con la cabeza. Me mir; se qued mirndome.

Ser mejor que vuelva a casa dije.

Claro asinti l. Seguir con lo que estoy haciendo y cuando termine me volver a casa.

Me desped:

Buenas noches, Sam. El dijo:

Espera. Dej de mascar. Con la lengua empuj lo que mascaba contra la cara interna del labio inferior. Saluda a Cliff de mi parte.

As lo har, Sam.

Sam se pas la mano por el pelo plateado como si fuera a asentrselo de una vez por todas, y luego la movi en seal de despedida.

Una vez en el dormitorio, me quit la bata, la plegu y la dej a mano. Sin mirar la hora, me cercior de que el seguro del despertador quedaba hacia afuera. Luego me met en la cama, me tap con las mantas y cerr los ojos.

Fue entonces cuando me acord de que se me haba olvidado cerrar la verja.

Abr los ojos y me qued all, acostada. Sacud un poco a Cliff. Se aclar la garganta. Trag. Algo se le haba atravesado y le gorgoteaba en el pecho.

No s. Me hizo pensar en aquellos bichos a los que Sam Lawton echaba el polvo de la lata.

Pens durante un instante en el mundo exterior a mi casa, y luego ya no tuve ms pensamientos, salvo el de que tena que darme prisa en conciliar el sueo.

BOLSAS

Es octubre, un da hmedo. Desde la ventana del hotel veo demasiadas cosas de esta ciudad del Medio Oeste. Veo cmo se encienden las luces de algunos edificios, veo cmo el humo de las altas chimeneas se alza en columnas espesas. Me gustara no tener que mirar.

Quiero contarles una historia que me cont mi padre cuando el ao pasado pas unas horas en Sacramento. Se refiere a ciertos hechos que le acontecieron dos aos antes de aquel tiempo, entendiendo por aquel tiempo el inmediatamente anterior a que mi madre y l se divorciaran.

Soy vendedor de libros. Represento a una firma muy conocida. Publicamos libros de texto, y tenemos la sede en Chicago. Mi zona es Illinois, y partes de Iowa y de Wisconsin. Haba asistido en Los Angeles a la convencin de la Western Book Publishers Association cuando se me ocurri visitar a mi padre unas cuantas horas. No lo haba vuelto a ver desde el divorcio, comprenden? As que saqu su direccin de la cartera y le envi un telegrama. A la maana siguiente factur mis cosas hasta Chicago y me embarqu en un avin con destino a Sacramento.

Tard un minuto en verle. Estaba donde todo el mundo, es decir, detrs de la puerta de salida. Pelo blanco, gafas, pantalones marrones de tela indeformable.

Pap, cmo ests? pregunt.

El slo dijo:

Les.

Nos dimos un apretn de manos y fuimos hacia la terminal.

Cmo estn Mary y los chicos? quiso saber.

Todos estupendamente respond, y no era cierto.

Abri una bolsa blanca de confitera. Explic:

He comprado algo que quiz quieras llevarte. No es gran cosa. Unos Almond Roca para Mary y unos caramelos blandos para los chicos.

Gracias dije.

No olvides la bolsa cuando te vayas me advirti.

Dejamos pasar a unas monjas que corran hacia las puertas de embarque.

Una copa o un caf? le pregunt.

Lo que t quieras contest. Pero no tengo coche precis.

Encontramos el bar, nos trajeron las bebidas, encendimos los cigarrillos.

Bueno, aqu estamos dije.

S asinti.

Me encog de hombros y repet: S.

Me ech hacia atrs en mi asiento y aspir profundamente, inhalando me pareci el aire de infortunio que rodeaba su cabeza.

Dijo:

Calculo que el aeropuerto de Chicago es cuatro veces ms grande que ste.

Es an mayor le asegur.

Crea que era grande dijo.

Desde cundo usas gafas? le pregunt.

Desde hace poco.

Tom un trago largo, y acto seguido fue al grano.

Me hubiera gustado morirme dijo. Puso sus grandes brazos a ambos lados del vaso. Eres un hombre educado, Les. La persona idnea para comprenderlo.

Levant un costado del cenicero para leer lo que haba escrito dentro: CLUB HARRAH / RENO Y LAKE TAHOE / BUENOS LUGARES DE DIVERSIN.

Era una vendedora de productos Stanley. Una mujer menuda, con pequeos pies y pequeas manos y pelo negro como el carbn. No era la mujer ms bella del mundo. Pero sus modales eran muy delicados. Tena treinta aos y tena hijos. Pero, aunque pas lo que pas, era una mujer decente.

Tu madre le compraba siempre cosas: una escoba, una fregona, algn relleno de pastel... Ya conoces a tu madre. Era sbado, y me haba quedado en casa. Tu madre se haba ido a no s dnde. No s dnde estaba. Pero no estaba trabajando. Yo lea el peridico y tomaba una taza de caf en la sala cuando llamaron a la puerta. Era esa mujer menuda. Sally Wain. Me dijo que tena unas cosas para la seora Palmer. "Soy el seor Palmer", digo yo. "La seora Palmer no est en este momento", le explico. La invito a pasar, ya sabes, con intencin de pagarle las cosas que traa. Se qued all, vacilante. All de pie, sosteniendo la pequea bolsa de papel y el recibo.

Vamos, dmela le sugiero. Por qu no pasa y se sienta un momento mientras veo si encuentro algo de dinero?

No se preocupe responde ella. Puede dejarlo a deber. Hay mucha gente que lo hace. No hay problema. Sonre para darme a entender que no hay problema, ya sabes.

No, no insisto yo. Prefiero pagarlo ahora. As le ahorro un viaje y me ahorro tener deudas. Pase digo, y mantengo abierta la puerta de tela metlica. No era corts tenerla all de pie en la puerta.

Mi padre tosi y cogi uno de mis cigarrillos. Al fondo del bar una mujer rea. La mir, y luego volv a leer la leyenda del cenicero.

As que pasa, y yo digo: Un momento, por favor, y entro en el dormitorio a buscar mi cartera. Miro en el tocador, pero no la encuentro. Hay algo de cambio y cerillas y mi peine, pero no logro dar con mi cartera. Tu madre se haba pasado la maana limpiando, ya sabes. As que vuelvo a la sala y comento: Bueno, ya encontrar algo.

Por favor, no se moleste dice ella.

No es molestia insisto. Tengo que encontrar mi cartera, de todas formas. Pngase cmoda.

Oh, estoy bien contesta.

Mire digo. Ha odo lo del gran atraco en el Este? Estaba leyndolo ahora.

Lo vi en la televisin anoche responde.

Huyeron sin ningn problema explico.

Lo hicieron muy inteligentemente asiente.

El crimen perfecto digo.

A muy pocos les sale bien sentencia.

Yo ya no saba cmo continuar. Estbamos all de pie, mirndonos. As que sal al porche y busqu mis pantalones en la cesta, donde supuse que los haba puesto tu madre. Encontr la cartera en el bolsillo trasero y volv a la sala y le pregunt cunto le deba.

Eran tres o cuatro dlares. Le pagu. Entonces, no s por qu, le pregunt qu hara con el dinero si lo hubiera conseguido ella, con todo aquel dinero que se haban llevado los atracadores.

Se ri y vi sus dientes.

Y entonces no s lo que me pas, Les. Cincuenta y cinco aos. Hijos ya mayores. Me daba perfecta cuenta de que no deba. Aquella mujer tena la mitad de aos que yo, y chiquillos en el colegio. Venda para Stanley durante el horario escolar, slo para ocuparse en algo. No tena necesidad de trabajar. Tenan lo suficiente para salir adelante. Su marido, Larry, era chfer en la Consolidated Freight. Ganaba un buen sueldo. Camionero, ya sabes.

Call y se pas el pauelo por la cara.

Todos nos equivocamos alguna vez dije.

Sacudi la cabeza.

Tena dos chicos, Hank y Freddy. Se llevaban como un ao. Me ense unas fotos. En fin, se re cuando digo lo del dinero, asegura que dejara de vender productos Stanley y que se ira a Dago y comprara una casa. Coment que tena parientes en Dago.

Encend otro cigarrillo. Mir el reloj. El barman levant las cejas y yo levant el vaso.

Estaba sentada en el sof y me pregunt si tena un cigarrillo. Dijo que se los haba dejado en el otro bolso, y que no fumaba desde que haba salido de casa. Dijo que odiaba comprar un paquete en una mquina teniendo un cartn en casa. Le doy un cigarrillo y sostengo una cerilla para que lo encienda. Pero, creme, Les, me temblaban los dedos.

Call y examin las botellas unos instantes. La mujer que haba redo antes cea con ambos brazos los de los hombres que tena a los lados.

Lo que vino despus lo recuerdo vagamente. Recuerdo que le pregunt si quera un caf. Dije que acababa de hacerlo. Ella dijo que tena que irse. Que quiz tena tiempo para tomar una taza. Fui a la cocina y esper a que el caf se calentara. Te lo aseguro, Les, te lo juro por Dios: jams le haba sido infiel a tu madre en todo el tiempo en que fuimos marido y mujer. Ni una sola vez. Hubo veces en que me apeteca y se me presentaba la ocasin. Creme, t no conoces a tu madre como la conozco yo. Le cort:

No tienes por qu darme explicaciones.

Le llev el caf. Para entonces se haba quitado el abrigo. Me siento en el otro extremo del sof y empezamos a hablar de cosas ms personales. Me dice que tiene dos chicos en la escuela primaria Roosevelt y que Larry es camionero y que a veces est fuera una o dos semanas. En Seattle, o en Los Angeles, o incluso en Phoenix. Siempre por ah. Me cuenta que conoci a Larry en la escuela secundaria. Dice que se siente orgullosa de haber llevado esa vida desde entonces. En fin, al poco suelta una risita por algo que yo he dicho. Era algo con doble sentido. Entonces me pregunta si conozco el del viajante de zapatos que llama a la puerta de la viuda. Nos remos, y entonces le cuento uno un poco ms picante. Ahora se re con ganas, y se fuma otro cigarrillo. Una cosa lleva a la otra, eso es lo que pasaba, entiendes?

Bien, entonces la bes. Le inclin la cabeza sobre el respaldo del sof y la bes, y an siento su lengua movindose inquieta para meterse dentro de mi boca. Comprendes lo que digo? Uno puede vivir obedeciendo todas las normas y un buen da, de pronto, nada importa un pimiento. Se te acaba la buena estrella, entiendes?

Pero todo pas en un abrir y cerrar de ojos. Y luego me espeta: "Creers que soy una puta o algo as", y luego se march sin ms.

Estaba tan excitado, sabes? Orden el sof y di la vuelta a los cojines. Dobl todos los peridicos y hasta lav las tazas que habamos usado. Todo el tiempo pensaba en cmo iba a mirar cara a cara a tu madre. Estaba asustado.

Bien, as es como empez. Tu madre y yo seguimos como siempre. Pero empec a ver a esa mujer con asiduidad.

La mujer del fondo del bar se baj del taburete. Avanz hacia el centro del local y se puso a bailar. Echaba la cabeza de un lado para otro y haca chasquear los dedos. El barman dej de preparar bebidas. La mujer levant los brazos por encima de la cabeza y se movi describiendo un pequeo crculo sobre el piso. Pero luego dej de hacerlo y el barman volvi a sus cosas.

Has visto eso? pregunt mi padre.

Pero yo no dije ni una palabra.

As es como funcion la cosa prosigui. Larry tena su calendario de viajes, y yo iba a verla siempre que poda. A tu madre le deca que iba a algn sitio.

Se quit las gafas y cerr los ojos.

No se lo haba contado a nadie.

Haba algo que comentar a esto? Mir hacia las pistas y luego mi reloj.

Escucha, a qu hora sale tu avin? No podras coger otro? Deja que invite a otra copa, Les. Pide dos ms. Me dar prisa. Acabar de contrtelo en un minuto. Escucha.

Tena la foto de Larry en el cuarto, al lado de la cama. Al principio me molestaba; ver su fotografa all y todo eso. Pero al cabo de un tiempo me acostumbr a ella. Te das cuenta de cmo nos habituamos a las cosas? Sacudi la cabeza. Es increble. Bueno, pues, todo acab mal. Ya lo sabes. Lo sabes todo perfectamente.

Slo s lo que me cuentas dije.

Escucha, Les. Djame explicarte lo realmente importante en este asunto. Sabes?, hay cosas. Hay cosas ms importantes que el hecho de que tu madre me dejara. Vers, escucha esto. Estbamos en la cama un da. Deba de ser sobre el medioda. Estbamos all acostados, charlando. Puede que yo estuviera dando una cabezada. Esa especie de duermevela extrao, como con sueos, ya sabes. Pero al mismo tiempo me digo que no debo olvidar que tengo que levantarme e irme. Y en eso estoy cuando el coche entra en el jardn y alguien se baja y cierra de golpe la puerta.

Dios mo chilla ella. Es Larry!

Deb de enloquecer. Me parece recordar que pens que si sala corriendo por la puerta de atrs, l me iba a aplastar contra la gran valla del jardn, y quizs hasta me matara. Sally haca un ruido extrao con la boca. Como si no pudiera respirar. Tena puesta la bata, pero la llevaba abierta, y estaba en la cocina sacudiendo la cabeza. Todo est sucediendo a un tiempo, ya entiendes. Y all estoy yo, casi desnudo, con las ropas en la mano, y Larry abriendo la puerta principal. Bien, salto. Salto contra el ventanal, as, a travs del cristal.

Conseguiste escapar? pregunt. No te persigui?

Mi padre me mir como si me hubiera vuelto loco. Fij la mirada en su vaso vaco. Yo mir el reloj, me estir. Tena un ligero dolor de cabeza a la altura de los ojos.

Coment:

Creo que tendr que ir para all en seguida. Me pas la mano por la barbilla y me ajust bien el cuello de la camisa. Sigue en Redding esa mujer?

No entiendes nada, verdad? dijo mi padre. No entiendes nada de nada. Slo sabes vender libros.

Era casi la hora de marcharme.

Oh, Dios, lo siento exclam. El hombre se derrumb, eso es lo que pas. Se dej caer en el suelo y se ech a llorar. Ella se qued en la cocina. Se qued all, llorando. Se puso de rodillas y empez a implorar a Dios, a voz en grito para que su marido la oyera.

Mi padre empez a decir algo ms. Pero en lugar de seguir movi la cabeza. Puede que quisiera que fuera yo quien me pusiera a hablar.

Y al cabo aadi:

No, tienes que coger el avin.

Le ayud a ponerse el abrigo; luego lo conduje por el codo.

Te dejar en un taxi propuse. El dijo:

Quiero verte despegar.

De acuerdo asent. Quiz la prxima vez.

Nos dimos la mano. Y no lo he vuelto a ver. Camino de Chicago, ca en la cuenta de que haba olvidado la bolsa de los regalos en el bar. Mejor. Mary no necesitaba dulces, ni Almond Roca ni nada parecido.

Esto fue el ao pasado. Ahora lo necesita an menos.

EL BAO

El sbado por la tarde la madre fue en coche a la pastelera del centro comercial. Despus de mirar un lbum con fotografas de pasteles pegadas en las hojas, encarg uno de chocolate, el preferido de su hijo. Era una tarta adornada con una nave espacial y una plataforma de lanzamiento bajo una cascada de blancas estrellas. El nombre, SCOTTY, ira escarchado en verde como si fuera el nombre de la nave.

El pastelero le escuch con circunspeccin cuando ella le cont que Scotty iba a cumplir ocho aos. Era un hombre mayor, y llevaba un delantal harto curioso: una pesada prenda cuyas cintas le pasaban bajo los brazos y le rodeaban la espalda y volvan de nuevo al frente, donde acababan en un enorme nudo. Segua secndose las manos en la parte delantera del delantal mientras escuchaba a la mujer, y sus ojos hmedos le observaban con atencin los labios mientras ella estudiaba las tartas y hablaba.

Le permiti tomarse el tiempo necesario. No tena prisa.

La madre eligi la tarta de la nave, y a continuacin dio su nombre y su telfono. Lo nico que el pastelero se dign contestar fue que la tarta estara lista el lunes por la maana, con tiempo suficiente para la fiesta, que era por la tarde. Ninguna broma, slo ese mnimo intercambio, la informacin ms escueta, nada que no fuera necesario.

El lunes por la maana, el nio se diriga a pie hacia el colegio. Andaba junto a otro chico, y se iban pasando una bolsa de patatas fritas. El chico del cumpleaos intentaba sonsacar a su amigo acerca del regalo que le hara por la tarde.

En un cruce, y sin mirar, el chico del cumpleaos se baj del bordillo de la acera, y en un abrir y cerrar de ojos fue arrollado por un coche. Cay de costado, con la cabeza sobre la cuneta; sus piernas, sobre la calzada, se movan como si estuvieran subiendo por un muro.

Su compaero se qued all quieto, sosteniendo la bolsa de patatas fritas, preguntndose qu hacer, si acabarse las patatas o seguir andando hacia el colegio.

El chico del cumpleaos no lloraba. Pero tampoco tena ganas de decir nada. Ni siquiera contest cuando su compaero le pregunt qu se senta cuando a uno le atropellaba un coche. El chico del cumpleaos se levant y ech a andar en direccin a su casa, y su amigo le hizo adis con la mano y sigui camino del colegio.

El chico le cont a su madre lo que le haba pasado. Se sentaron los dos en el sof. Ella le cogi las manos y se las puso en el regazo. Y as estaban cuando el chico apart las manos del regazo de su madre y se tendi de espaldas en el sof.

Naturalmente no hubo fiesta de cumpleaos. El chico del cumpleaos estaba en el hospital y su madre permaneca a la cabecera de su cama. Esperaba a que su hijo despertara. El padre lleg a toda prisa de la oficina. Se sent al lado de la madre. Ahora ambos aguardaban a que su hijo recuperara la conciencia. Transcurrieron varias horas, y luego el padre se fue a casa a tomar un bao.

El hombre iba en su coche en direccin a casa. Conduca ms rpido que de costumbre. Hasta entonces su vida haba sido bastante amable. Trabajo, paternidad, familia. El hombre haba tenido suerte y era feliz. Pero el miedo le hizo desear tomar un bao.

Tom la vereda de entrada. Se qued sentado dentro del coche tratando de que le respondieran las piernas. Su hijo haba sido atropellado por un coche y ahora estaba en el hospital, pero se iba a poner bien. El hombre se baj del coche y fue hasta la puerta principal. El perro ladraba y el telfono estaba sonando. Y sigui sonando mientras el hombre abra la puerta y palpaba la pared en busca del interruptor.

Levant el auricular. Exclam:

Acabo de llegar!

Aqu hay una tarta que no han recogido.

Esto fue lo que repuso la voz al otro lado de la lnea.

De qu me habla? pregunt el padre.

La tarta insisti la voz. Diecisis dlares.

El hombre mantena el auricular pegado al odo y trataba de entender. Contest:

No s de qu me habla.

No me venga con sas dijo la voz.

El hombre colg el telfono. Fue a la cocina y se sirvi un trago de whisky. Luego llam al hospital.

El estado de su hijo segua siendo el mismo.

Mientras el agua llenaba la baera, el hombre se enjabon la cara y se afeit. Estaba en la baera cuando volvi a or el telfono. Sali de un salto y corri por la casa dicindose: Estpido, estpido, porque si se hubiera quedado en el hospital no se encontrara ahora en esta situacin. Levant el auricular y grit: Diga!

La voz dijo:

La tengo preparada.

El padre lleg al hospital despus de media noche. Su mujer segua sentada en la silla, junto a la cabecera. Alz la vista hacia su marido y volvi a mirar a su hijo. De un aparato situado sobre la cama colgaba una botella con un tubo que descenda hasta el nio.

Qu es eso? pregunt el padre.

Glucosa respondi la madre.

El hombre apoy la mano en la nuca de su mujer.

Va a volver en s la anim.

Lo s asinti la mujer.

Al poco, el hombre sugiri:

Vete a casa. Me quedar yo.

Ella movi la cabeza.

No.

Vamos insisti l. Ve a casa un rato. No te preocupes. Est dormido, eso es todo.

Entr una enfermera. Les salud con un movimiento de cabeza mientras se diriga hacia la cama. Sac el brazo izquierdo del nio de debajo de las mantas y le puso los dedos en la mueca. Luego volvi a meterlo bajo las mantas y escribi algo en la tablilla adosada a la cama.

Cmo est? quiso saber la madre.

Estacionario contest la enfermera. Y aadi: El doctor volver a pasar pronto.

Le estaba diciendo que podra ir a casa a descansar un poco le explic el hombre. Cuando el doctor haya pasado.

S, claro dijo la enfermera. La mujer objet: Veremos lo que dice el doctor. Se llev la mano a los ojos e inclin la cabeza hacia adelante.

La enfermera concedi: Claro.

El padre mir a su hijo: Bajo las mantas, el menudo pecho suba y bajaba. Sinti un miedo an mayor. Empez a sacudir la cabeza. Mientras lo haca se habl a s mismo. Se dijo: el nio est bien. En lugar de dormir en casa, duerme aqu. El sueo es igual en un sitio que en otro.

El mdico entr en el cuarto. Estrech la mano del hombre. La mujer se levant de la silla.

Ann dijo el mdico, y la salud con un movimiento de cabeza. Luego aadi: Veamos cmo est.

Se acerc a la cama y toc la mueca del nio. Le alz un prpado y luego el otro. Apart hacia abajo las mantas y le auscult el corazn. Presion el cuerpo del nio con los dedos. Aqu y all. Fue hasta el pie de la cama y estudi el cuadro. Anot la hora, escribi algo y luego observ al padre y a la madre.

El mdico era un hombre fsicamente atractivo. Tena la piel fresca y tostada. Vesta traje con chaleco, corbata de color vivo, camisa con gemelos.

La madre se dijo a s misma: viene de algn acto en el que haba pblico. Le han impuesto alguna medalla.

El mdico explic:

No es para dar saltos de jbilo, pero tampoco hay que preocuparse. Despertar muy pronto. Volvi a mirar al nio. Sabremos ms cuando recibamos los anlisis.

Oh, no se lament la madre. El mdico dijo:

Suelen darse casos semejantes. El padre pregunt:

No lo llamara coma, entonces?

El padre mir al mdico y aguard.

No, no quiero llamarlo as dijo el mdico. Est durmiendo. Es un sueo reparador. El cuerpo hace lo que tiene que hacer.

Est en coma asegur la madre. En una especie de coma.

El mdico insisti:

Yo no lo llamara as.

Tom las manos de la mujer y les dio unas palmadi-tas. Luego estrech la mano del marido.

La mujer puso los dedos sobre la frente del nio y los mantuvo en ella unos minutos.

No tiene fiebre, al menos afirm. Luego aadi: No s. Tcale la cabeza.

El hombre puso los dedos sobre la frente del nio. Y coment:

Seguramente es normal que est as.

La mujer sigui de pie unos instantes ms, mordisquendose el labio. Luego fue hasta su silla y se sent.

El marido se sent a su lado en otra silla. Quera aadir algo, pero no encontr palabras adecuadas a la situacin. Cogi la mano de su mujer y se la puso sobre las rodillas. Cuando lo hizo, se sinti mejor. Le hizo sentir que expresaba algo. Siguieron as un breve lapso, mirando al nio, en silencio. De cuando en cuando el hombre apretaba la mano de su esposa, que al cabo la retir de la suya.

He rezado dijo ella.

Yo tambin coincidi l. Yo tambin he rezado.

Volvi a entrar una enfermera; comprob el goteo de la botella.

Entr un mdico y pronunci su nombre. Llevaba mocasines.

Vamos a bajarlo para hacerle ms radiografas aclar. Y queremos examinarle con el scanner.

El scanner? pregunt la madre. Estaba de pie, entre el mdico y la cama.

No es nada minimiz l.

Dios mo exclam ella.

Entraron dos enfermeros. Traan una especie de camilla con ruedas. Desconectaron el tubo y, con suavidad, pasaron al nio a la camilla.

No trajeron al nio a su cuarto hasta despus del amanecer. El padre y la madre entraron en el ascensor tras los enfermeros. Subieron y llegaron a la habitacin. Una vez ms, ambos tomaron asiento junto a la cama.

Esperaron todo el da. El nio no despertaba. El mdico vino de nuevo y examin otra vez al chico y sali del cuarto despus de repetir las mismas cosas de la vspera. Entraron enfermeras. Entraron mdicos. Entr un ayudante del laboratorio y le extrajo muestras de sangre.

No lo entiendo le dijo la madre al asistente.

Son rdenes del doctor explic el asistente.

La madre fue hasta la ventana y mir el aparcamiento. Coches con los faros encendidos llegaban y partan. Se qued all, con las manos sobre el alfizar. Y se deca a s misma: nos est pasando algo, algo muy grave.

Tena miedo.

Vio como un coche se paraba y suba en l una mujer con un largo abrigo. Imagin que era aquella mujer. Imagin que se alejaba de all en aquel coche rumbo a cualquier otro lugar.

El mdico entr en el cuarto. Pareca ms bronceado y saludable que nunca. Fue hasta la cama y examin al chico. Concluy:

Sus constantes son buenas. Todo est bien.

La madre se lament:

Pero sigue dormido.

S asinti el mdico.

El marido seal:

Est agotada. Est muerta de hambre. El mdico aconsej:

Debera descansar. Debera comer algo. Ann... Gracias dijo el marido.

Se dieron la mano, y el mdico les dio unas palmadi tas en el hombro. Luego sali.

Creo que uno de los dos debera ir a casa a ver cmo estn las cosas sugiri el hombre Hay que dar de comer al perro.

Llama a algn vecino propuso la esposa. Alguien lo har si se lo pides.

La mujer trat de pensar en quin. Cerr los ojos y trat simplemente de pensar. Al poco decidi:

A lo mejor lo hago yo misma. A lo mejor, si no estoy aqu mirndole, vuelve en s. A lo mejor no despierta porque estoy aqu mirndole.

Puede que sea eso concedi el marido.

Me ir a casa y tomar un bao y me cambiar de ropa.

Creo que es precisamente eso lo que debes hacer la anim el hombre.

La mujer cogi su bolso. Su marido la ayud a ponerse el abrigo. Se dirigi hacia la puerta, y se volvi. Mir al nio, y luego al padre. El hombre hizo un gesto afirmativo con la cabeza y sonri.

Pas el cuarto de enfermeras y lleg al final del pasillo, donde al doblar la esquina vio una pequea sala de espera. Haba en ella una familia, estaba sentada en sillas de mimbre. Un hombre en camisa caqui, con una gorra de bisbol echada hacia la coronilla; una mujer corpulenta en bata y zapatillas; una chica en vaqueros, con docenas de ensortijadas trenzas. La mesa estaba atestada de envoltorios de papel encerado y de espuma de estireno y de cucharillas de caf y de bolsitas de sal y pimienta.

Nelson la abord la mujer. Se trata de Nelson? Sus ojos se agrandaron.

Dgame, seora insisti. Se trata de Nelson?

Intentaba levantarse de la silla. Pero el hombre la sujetaba por el brazo.

Vamos, vamos la tranquiliz el hombre.

Lo siento se disculp la madre de Scotty. Estoy buscando el ascensor. Tengo a mi hijo en el hospital. No encuentro el ascensor.

'Est por all indic el hombre, y seal con el dedo la direccin correcta.

A mi hijo lo ha atropellado un coche explic la madre de Scotty. Pero se pondr bien. Est conmocio-nado, aunque puede que tambin est en una especie de coma. Eso es lo que nos preocupa, lo del coma. Voy a salir un rato. Quiz tome un bao. Pero mi marido se ha quedado con l. Cuidndole. Es posible que cuando me vaya haya algn cambio. Mi nombre es Ann Weiss.

El hombre se movi en su silla. Sacudi la cabeza.

Nuestro Nelson... empez.

Tom la vereda de entrada. El perro sali corriendo de la parte de atrs de la casa. Corra en crculos sobre la hierba. La mujer cerr los ojos y dej que su cabeza descansara sobre el volante. Escuch el ralent del motor.

Se ape y fue hasta la puerta. Entr y encendi las luces y puso agua para hacer t. Abri una lata y dio de comer al perro. Se sent en el sof con una taza de t.

Son el telfono.

S! exclam. Diga!

La seora Weiss? pregunt una voz de hombre. S contest ella. Soy la seora Weiss. Se trata de Scotty?

Scotty dijo la voz. Se trata de Scotty sigui la voz. Tiene que ver con Scotty, s.

DILES A LAS MUJERES QUE NOS VAMOS

Bill Jamison haba sido siempre el mejor amigo de Jerry Roberts. Ambos haban crecido en la zona sur, cerca del viejo parque de atracciones. Haban ido juntos a la escuela primaria y luego a la secundaria, y ms tarde entraron juntos en Eisenhower, donde hicieron cuanto estuvo en su mano para tener el mayor nmero de profesores comunes, se intercambiaron camisas y suteres y pantalones con pinzas, y salieron y fornicaron con las mismas chicas, e hicieron todas esas cosas que suelen salir al paso normalmente.

En el verano conseguan trabajos juntos: macerar melocotones, recoger cerezas, deshebrar lpulo, cualquier cosa que les proporcionase algo de dinero y en donde no hubiera que soportar a un patrn al acecho. Y compraron un coche a medias. El verano anterior a su ltimo curso, juntaron el dinero y se compraron un Plymouth rojo del 54 por 325 dlares.

Lo compartieron. Y todo sali perfectamente.

Pero Jerry se cas antes de que finalizara el primer semestre, y abandon los estudios para tomar un empleo fijo en el centro comercial Robby's.

En cuanto a Bill, tambin l haba salido con la chica. Carol, se llamaba, y se llevaba muy bien con Jerry, y Bill iba a visitarlos siempre que poda. Tener amigos casados le haca sentirse ms mayor. Sola ir a almorzar o a cenar, y escuchaban a Elvis o a Bill Haley y los Comets.

Pero a veces Carol y Jerry empezaban a ponerse a tono sin importarles que Bill estuviera delante, y entonces Bill se levantaba y se excusaba y se iba andando has ta la estacin de servicio Dezorn's a tomarse una Coca-Cola, pues en el apartamento de Jerry no haba ms que una cama abatible en la sala de estar. O bien ellos se metan en el cuarto de bao, y Bill se iba a la cocina y finga interesarse por la alacena o el frigorfico mientras trataba de no escuchar.

As que Bill empez a no ir tan a menudo; y, despus de graduarse en junio, consigui un empleo en la fbrica Darigold y se alist en la Guardia Nacional. Al cabo de un ao tena a su cargo su propia ruta lechera y mantena relaciones formales con Linda. De modo que Bill y Linda iban a visitar a Jerry y Carol, y beban cerveza y oan discos.

Carol y Linda se llevaban bien, y a Bill le halag que Carol le dijera as, confidencialmente que Linda era una autntica persona.

Tambin a Jerry le gustaba Linda.

Es estupenda coment Jerry.

Cuando Bill y Linda se casaron, Jerry fue el padrino de boda. La fiesta, naturalmente, fue en el Donnelly Hotel, y Jerry y Bill se cogieron del brazo y se bebieron el ponche de un trago y se despacharon a gusto con toda clase de diabluras. Pero en determinado momento, en medio de toda aquella alegra, Bill mir a Jerry y pens en lo mucho que haba envejecido, pues tena veintids aos y aparentaba muchos ms. Para entonces tena ya dos hijos y haba ascendido en Robby's a adjunto a la gerencia, y haba otro retoo en camino.

Se vean todos los sbados y domingos, y ms a menudo si haba una fiesta. Cuando haca buen tiempo, Bill y Linda iban a casa de Jerry, y asaban perritos calientes en la barbacoa, mientras dejaban a los nios en la piscina porttil que Jerry haba conseguido por cuatro perras al igual que tantas otras cosas en el centro comercial donde trabajaba.

Jerry tena una bonita casa. Estaba sobre una colina desde donde se divisaba el Naches. Haba otras casas en las cercanas, pero no muy prximas. A Jerry le iban las cosas a pedir de boca. Cuando Bill y Linda y Jerry y Carol se reunan, lo hacan siempre en casa de Jerry, pues era l quien tena la barbacoa y los discos y la chiquillera que no paraba de dar la lata.

Sucedi un domingo en casa de Jerry.

Las mujeres estaban en la cocina preparando las cosas. Las hijas de Jerry jugaban en el jardn. Lanzaban una pelota de plstico a la piscinita, chillaban y se metan a chapotear detrs de ella.

Jerry y Bill, echados en las tumbonas del patio, beban cerveza y descansaban.

Bill llevaba el peso de la conversacin: hablaba de gente que conocan, de Darigold, del Pontiac Catalina de cuatro puertas que pensaba comprarse.

Jerry miraba fijamente el tendedero, o el Chevy descapotable del 68 que estaba en el garaje. Bill pens que Jerry iba a acabar por quedarse ensimismado, mirando como miraba todo el tiempo fijamente y sin decir esta boca es ma.

Bill se movi en su tumbona y encendi un cigarrillo. Pregunt:

Te sucede algo, muchacho? Quiero decir... ya sabes.

Jerry acab su cerveza y aplast la lata. Se encogi de hombros.

Ya sabes dijo.

Bill asinti con la cabeza.

Luego Jerry propuso: Qu tal si nos damos una vuelta? Me parece perfecto aprob Bill. Les dir a las mujeres que nos vamos.

Tomaron la carretera del ro Naches rumbo a Gleed. Conduca Jerry. El da era clido y soleado, y el aire azotaba el interior del coche.

Adnde vamos? pregunt Bill.

Vamos a echar unas partidas de billar.

Estupendo celebr Bill. Se senta mucho mejor viendo a Jerry animado.

Hay que salir de vez en cuando se justific Jerry. Mir a Bill. Me entiendes, no?

S, Bill le entenda. Le gustaba ir con los compaeros de la fbrica a jugar en la liga de bolos del viernes por la noche. Le gustaba irse un par de veces a la semana despus del trabajo a tomarse unas cervezas con Jack Broderick. Saba que los jvenes tienen que salir de vez en cuando.

Al pie del can dijo Jerry mientras tomaba la pista de grava que conduca al Rec Center.

Entraron. Bill sostuvo la puerta para que pasara Jerry, y al pasar Jerry le dio un puetazo suave en el estmago.

Qu hay, gente!

Era Riley.

Eh, cmo estis, chicos?

Riley sala de detrs de la barra sonriendo abiertamente. Era un hombre corpulento. Llevaba una camisa hawaiana de manga corta que le colgaba fuera de los tejanos. Riley repiti:

Cmo estis, chicos?

Venga, calla y ponnos un par de Olys pidi Jerry,

guiando un ojo a Bill. Y t cmo ests, Riley? pregunt Jerry.

Riley continu:

Cmo os va, chicos? Dnde os habais metido? Tenis algn lo de faldas? La ltima vez que te vi, Jerry, tenas a la parienta de seis meses.

Jerry se qued quieto unos instantes, y pestae.

Qu hay de esos Olys? insisti Bill.

Se sentaron en unos taburetes cerca de la ventana. Jerry coment:

Qu local es ste, Riley, sin una sola chica un domingo por la tarde?

Riley ri. Contest:

Imagino que estn todas en la iglesia rezando para conseguir un macho.

Se tomaron cinco latas de cerveza cada uno y tardaron dos horas en jugar tres partidas de turnos y dos de billar ruso. Riley, sentado en un taburete, hablaba y miraba cmo jugaban. Bill no paraba de mirar primero su reloj y luego a Jerry.

Bill salt:

Bueno, en qu piensas, Jerry? Repito, en qu piensas?

Jerry acab la lata, la aplast y se qued un momento dndole vueltas en la mano.

Una vez en la carretera, Jerry empez a pisarle a fondo: a veces pona el coche a ciento treinta y ciento cuarenta kilmetros por hora. Acababan de adelantar a una vieja furgoneta cargada de muebles cuando vieron a las dos chicas.

Mira eso! exclam Jerry, reduciendo la marcha. Ya hara yo algo con ellas.

Jerry sigui como una milla y sali de la carretera. Volvamos propuso. Intentmoslo.

Joder dud Bill. No s. Yo les hara algo insisti Jerry. Bill remolone: S. Pero no s... Joder, venga le apremi Jerry. Bill mir el reloj y luego mir en torno. Dijo: Suelta el rollo t. Yo estoy desentrenado. Jerry hizo sonar la bocina mientras giraba en redondo.

Cuando se acerc a la altura de las chicas redujo la velocidad. Hizo entrar el Chevy en el arcn. Las chicas siguieron pedaleando en direccin opuesta, pero se miraron una a otra y rieron. La que ocupaba el borde de la pista era alta y esbelta y tena el pelo oscuro; la otra era rubia y ms menuda. Ambas llevaban shorts y blusas que dejaban al descubierto la espalda.

Putas mascull Jerry.

Esper a que pasaran los coches para cruzar y tomar la direccin contraria.

La morena es para m decidi. Aadi: La pequea es tuya.

Bill se ech hacia atrs en su asiento y se toc el puente de las gafas de sol.

Esas no van a hacer nada augur.

Pronto las tendrs a tu lado le contradijo Jerry.

Cruz la autopista y dio marcha atrs.

Preprate anunci.

Hola dijo Bill cuando alcanzaron las bicicletas. Me llamo Bill.

Muy bonito dijo la morena. Adonde vais? pregunt Bill.

Las chicas no respondieron. La pequea ri. Siguieron pedaleando y Jerry sigui conduciendo. Eh, venga. Adonde vais? insisti Bill. A ningn sitio contest la pequea.

Y dnde es ningn sitio? Ya te gustara saberlo coquete la pequea. Te he dicho mi nombre respondi Bill. Cul es el tuyo? Este se llama Jerry.

Las chicas se miraron y rieron.

Apareci un coche a la zaga. El conductor toc el claxon.

A la mierda! grit Jerry.

Aceler hasta despegarse de las bicicletas y dej que el coche lo adelantara. Luego retrocedi hasta situarse al lado de las chicas.

Bill propuso:

Os damos un paseo. Os llevamos adonde queris. Lo prometo. Tenis que estar cansadas de darles a los pedales. Tenis pinta de cansadas. No es bueno el exceso de ejercicio. Y menos para las chicas.

Las chicas rieron.

Lo veis? continu Bill. Ahora venga, decidnos cmo os llamis.

Yo soy Barbara, y sta es Sharon dijo la menuda.

Perfecto! exclam Jerry. Ahora entrate de a dnde van.

Adonde vais? quiso saber Bill. Eh, Brbara? La chica ri.

A ninguna parte respondi. Por la carretera.

Pero por la carretera adnde?

Te importa que se lo diga? le pregunt a su amiga.

No, me da igual contest la amiga. Me da exactamente igual. No voy a ir a ninguna parte con nadie resolvi la chica llamada Sharon.

Adnde vais? insisti Bill. Vais a Picture Rock?

Las chicas rieron.

All es donde van asegur Jerry.

Apret el acelerador del Chevy, adelant a las chicas y se meti en el arcn: ahora habran de pasar a su lado.

No seis as dijo Jerry. Y les inst: Venga. Si ya hemos sido presentados argument.

Las chicas pasaron de largo.

No os voy a morder! brome Jerry.

La morena mir hacia atrs. A Jerry le pareci que le miraba con ojos propicios. Pero con una chica nunca se sabe.

Jerry volvi como un rayo a la calzada; de los neumticos salieron disparados guijarros y tierra.

Nos veremos! les grit Bill al pasar a su lado.

Est en el bote coment Jerry. No has visto la mirada que me ha echado la muy guarra?

No s dud Bill. Quiz sera mejor que volviramos a casa.

Pero si est hecho! dijo Jerry.

Sali de la carretera y se detuvo bajo unos rboles. La carretera se bifurcaba all, en Picture Rock, de donde parta un ramal para Yakima y otro para el Naches, Enumclaw, el puerto de Chinook y Seattle.

A unos cien metros de la autopista se alzaba una alta e inclinada masa de roca negra, parte integrante de una cadena poco elevada de colinas llenas de senderos y pequeas cuevas, en cuyas paredes podan verse numerosas inscripciones indias. El lado escarpado de la roca daba a la carretera, y sobre l haba escritas cosas como stas: NACHES 67 LOS WILDCATS DE GLEED JESS NOS SALVA DERROTAD A YAKIMA ARREPENTIOS.

Se quedaron dentro del coche, fumando. Los mosquitos trataban de picarles en las manos.

Cmo me gustara tener una cerveza exclam Jerry. Ira a beberme una.

Y yo core Bill, y mir el reloj.

Cuando divisaron a las chicas, Jerry y Bill salieron del coche. Se apoyaron sobre la aleta delantera.

Recuerda dijo Jerry, apartndose del coche. La morena es ma. T te encargas de la otra.

Las chicas dejaron las bicicletas en el suelo y tomaron uno de los senderos. Desaparecieron tras un recodo y volvieron a aparecer un poco ms arriba. Ahora estaban all, quietas, y miraban hacia abajo.

Para qu nos segus, eh chicos? grit la morena.

Jerry tom el sendero.

Las chicas se volvieron y se alejaron de nuevo a buen paso. Bill fumaba un cigarrillo, y se paraba de vez en cuando para dar una honda chupada. Cuando llegaron a un recodo, mir hacia atrs y vio el coche.

Muvete! le inst Jerry.

Ya voy respondi Bill.

Siguieron subiendo. Pero Bill tuvo que recobrar el resuello. Ya no poda ver el coche. Tampoco la carretera. A su izquierda pudo ver una franja del Naches, que se extenda hacia abajo como una tira de papel de aluminio.

Jerry dijo:

Vete a la derecha y yo ir de frente. Les cortaremos el paso a esas calientapollas.

Bill asinti con la cabeza. Jadeaba demasiado para poder hablar.

Sigui subiendo durante un rato; el sendero empez a descender y a encaminarse hacia el valle. Bill mir y vio a las chicas. Se haban puesto en cuclillas tras un saliente del terreno. Tal vez estaban sonriendo.

Bill sac un cigarrillo. Pero no pudo encenderlo. Entonces vio a Jerry. Y despus de aquello, ya no importaba.

Lo que Bill haba querido era joder con ellas. O verlas desnudas. Pero tampoco le habra importado mucho que la cosa no saliera.

No lleg a saber lo que quera Jerry. Pero todo empez y acab con una piedra. Jerry utiliz la misma piedra con las dos chicas: primero con la que se llamaba Sharon y luego con la que se supona que le tocara a Bill.

DESPUS DE LOS TEJANOS

Edith Packer tena el auricular de la cassette en el odo, y fumaba un cigarrillo de los de su marido. La TV estaba encendida y sin sonido, y ella estaba sentada en el sof con las piernas recogidas y pasaba las pginas de una revista. James Packer sali del cuarto de invitados, que era donde haba instalado su oficina, y Edith Packer se quit el cordn del odo. Dej el cigarrillo en el cenicero, extendi el pie y mene los dedos a modo de saludo.

El pregunt:

Entonces, vamos o no vamos? Ya voy contest ella.

A Edith Packer le gustaba la msica clsica. A James Packer no. Haba sido contable, y estaba retirado. Pero segua hacindoles la declaracin de la renta a algunos viejos clientes y no quera or msica mientras estaba trabajando.

Si vamos a ir, vmonos ya.

Mir la televisin, luego fue a apagarla.

Ya voy repiti ella.

Cerr la revista y se levant. Sali de la habitacin y fue a la parte trasera de la casa.

El la sigui para cerciorarse de que la puerta de atrs quedaba cerrada y la luz del porche encendida. Luego esper un buen rato en la sala.

De su casa al centro social se tardaba diez minutos en coche; se perderan, pues, el primer juego.

En el lugar donde siempre aparcaba haba una vieja furgoneta con dibujos en los costados, de modo que James tuvo que seguir hasta el final de la manzana.

Hay cantidad de coches esta noche observ Edith.

El se quej:

No habra tantos si hubiramos llegado a tiempo. Habra los mismos. Slo que no los habramos visto. Le pellizc en la manga, para fastidiarlo. El remach:

Edith, si queremos jugar al bingo, tenemos que llegar pronto.

Calla respondi Edith Packer.

James encontr un sitio y aparc. Apag el motor y las luces. Coment:

No s si voy a tener suerte esta noche. Cuando estaba haciendo los impuestos de Howard presenta que iba a tener suerte. Pero ahora creo que se me ha pasado. No parece buena suerte tener que andar casi un kilmetro slo para jugar.

T pgate a m le anim Edith Packer. Te dar suerte.

Ya no siento la suerte se lament James. Cierra tu puerta.

Soplaba una brisa fra. El se subi la cremallera de la cazadora hasta el cuello, ella se ci el abrigo. Oyeron el oleaje rompiendo contra las rocas al pie del acantilado, detrs del edificio.

Edith dijo:

Fumar un cigarrillo de los tuyos.

Se pararon en la esquina, bajo el farol. El farol estaba roto, asegurado con alambres que se movan con la brisa y hacan sombras en la calzada.

Cundo vas a dejarlo? pregunt James, encendiendo un cigarrillo despus de dar lumbre a su mujer.

Cuando lo dejes t. Lo dejar cuando t lo dejes. Lo mismo que cuando dejaste de beber. Exactamente. Cuando lo dejes t.

Puedo ensearte a bordar propuso l.

Con uno que borde en casa, basta.

James le cogi del brazo y siguieron caminando.

Cuando llegaron a la entrada, Edith tir el cigarrillo y lo pis. Subieron los escalones y entraron en el vestbulo. Haba un sof, una mesa de madera, sillas plegables apiladas. En las paredes colgaban fotografas de barcos de pesca y de buques de la armada; en una de ellas se vea un barco volcado, y un hombre en pie sobre la quilla haciendo seas con la mano.

Los Packer cruzaron el vestbulo. James cogi del brazo a Edith al entrar en el pasillo.

Junto a la puerta del fondo haba unas empleadas del club que inscriban a los recin llegados antes de su entrada en el saln. Se estaba jugando una partida. Una mujer cantaba los nmeros desde el estrado.

Los Packer se apresuraron a sentarse en su mesa habitual, pero la hallaron ocupada por una joven pareja. La chica llevaba tejanos, lo mismo que su melenudo acompaante. A la blanquecina luz del recinto, los anillos, pulseras y pendientes conferan a la chica una apariencia rutilante. Al acercarse los Packer a la mesa, la chica se volvi hacia su pareja y puso un dedo sobre un nmero de su cartn. Luego le pellizc el brazo. El joven llevaba la melena recogida hacia atrs y atada en la nuca, y segn pudieron observar los Packer, le colgaba un pequeo anillo de oro del lbulo de una oreja.

James condujo a Edith hasta otra mesa, y se volvi para mirar de nuevo antes de sentarse. Se quit la cazadora y ayud a Edith a despojarse del abrigo, y luego se qued mirando a la pareja que haba ocupado su sitio. La chica recorra con la mirada sus cartones a medida que iban cantando los nmeros, y se inclinaba a un lado para comprobar tambin los de su compaero, como si pens James ste no tuviera juicio suficiente para ocuparse de sus propios nmeros.

James cogi el montoncito de cartones que haba sobre la mesa. Le tendi la mitad a Edith.

Elige algn ganador dijo. Yo voy a coger estos tres de encima. Pero da igual los que escoja, Edith. Creo que no tendr suerte esta noche.

No te fijes ms en ellos le aconsej la mujer. No hacen dao a nadie. Son jvenes, eso es todo.

James respondi:

Es la noche del bingo para la gente de este vecindario.

Ella le record:

Este es un pas libre.

Edith le devolvi el montoncito de cartones, y l lo dej al otro extremo de la mesa. Luego cogieron judas del platillo.

James sac un billete de un dlar del fajo de las veladas de bingo. Lo puso junto a sus cartones. Una de las empleadas una mujer delgada de pelo azulado, con un lunar en el cuello, a quien los Packer conocan por Ali-ce pasara en seguida con un bote de caf. Recogera monedas y billetes, y dara el cambio del bote. Era esta u otra empleada quien pagaba los premios.

La mujer del estrado cant I-25, y alguien de la sala grit Bingo!

Alice se abri paso entre las mesas. Cogi el cartn ganador y lo tuvo en la mano mientras la mujer del estrado lea los nmeros ganadores.

El bingo es correcto confirm Alice.

Damas y caballeros, este bingo cobrar doce dlares! anunci la mujer del estrado. Enhorabuena al ganador!

Los Packer jugaron otras cinco partidas sin xito. James estuvo a punto de ganar con uno de sus cartones. Pero se cantaron seguidos cinco nmeros distintos a los suyos, y alguien cant bingo con el quinto.

Por poco lo consigues intent animarle Edith. He estado mirando tu cartn.

Me ha estado poniendo los dientes largos mascull James.

Inclin el cartn y dej que las judas cayeran en su mano. Luego la cerr y agit las judas en el puo. Le vino a la memoria algo sobre un chiquillo que tiraba unas judas por la ventana. El recuerdo le lleg de muy lejos, y le hizo sentirse solo.

Quiz cambiando los cartones sugiri Edith.

No es mi noche repiti James.

Volvi a mirar a la pareja de jvenes. Se rean de algo que el chico haba dicho. James advirti que no prestaban atencin a nadie salvo a ellos mismos.

Alice recoga el dinero de la partida siguiente, y, tan pronto como fue cantado el primer nmero, James vio como el joven de los tejanos pona una juda sobre un cartn que no haba pagado. Se cant el segundo nmero, y James vio que el joven volva a hacer lo mismo. Se qued perplejo. No poda concentrarse en sus cartones. Sigui alzando la vista para observar los manejos del tipo de los tejanos.

James, mira tus cartones le reconvino Edith. Te has dejado el N-34. Presta atencin.

El tipo que nos ha quitado el sitio est haciendo trampas. No puedo ni creerlo protest James.

Qu trampas? pregunt Edith.

Est jugando con un cartn que no ha pagado le explic James. Habra que denunciarlo.

No tienes por qu hacerlo t, querido dijo Edith. Haba hablado despacio, tratando de mantener los ojos en sus cartones. Puso una juda sobre un nmero.

Ese tipo est haciendo trampas insisti James.

Ella cogi una juda de la mano y la coloc sobre uno de los nmeros.

Juega tus cartones le aconsej.

James volvi a mirar sus cartones. Pero saba que era preferible dar por perdido el juego. No haba forma de saber qu nmeros se haba saltado. Apret las judas dentro del puo.

La mujer del estrado cant: G-60.

Alguien grit: Bingo!

Mierda se lament James Packer.

Se anunci un descanso de diez minutos. El juego que seguira a este descanso sera un juego a ciegas, a dlar el cartn. El ganador se llevara la bolsa, que aquella semana era de noventa y ocho dlares.

Hubo silbidos y aplausos.

James mir a la pareja. El tipo se tocaba el anillo de la oreja y miraba al techo. La chica le haba puesto una mano sobre la pierna.

Tengo que ir al bao advirti Edith. Dame tus pitillos.

James propuso:

Traer caf y pastelillos de pasas. Voy al cuarto de bao repiti Edith. Pero James Packer no fue por pastelillos y caf. Fue a situarse tras la silla del joven de los tejanos. He visto lo que est haciendo. El joven se dio la vuelta.

Disculpe dijo, y le mir fijamente. Qu estoy haciendo?

Lo sabe perfectamente respondi James. La chica sostuvo en la mano su pastelillo a medio comer.

Yo ya se lo he advertido insisti James.

Y volvi a su mesa. Estaba temblando.

Edith, al volver, le devolvi los cigarrillos y se sent. No habl, no era ya la jovial Edith de siempre.

James la mir atentamente. Pregunt:

Edith, ha pasado algo?

Estoy manchando otra vez coment ella.

Manchando? se sorprendi l. Pero saba de qu se trataba. Manchando repiti en voz muy baja.

Oh, cario disimul Edith, cogiendo unos cartones y eligiendo entre ellos.

Creo que debemos irnos a casa opin l.

Ella sigui escogiendo cartones.

No, quedmonos. Slo es un goteo, nada ms.

James le toc la mano.

Nos quedamos decidi ella. No va a pasar nada. Esta es la peor noche de bingo de toda mi vida dijo James.

Jugaron la partida a ciegas, y James vigil al joven de los tejanos. El tipo segua con lo mismo, segua ju gando un cartn que no haba pagado. De vez en cuando, James miraba cmo iba el cartn de Edith. Pero no haba forma de saberlo. Edith mantena apretados los labios, y ello poda significar cualquier cosa: determinacin, pesar, dolor. O tal vez era simplemente que le apeteca poner as los labios en aquel juego concreto.

James tena un cartn a falta de tres nmeros y otro a falta de cinco y un tercero sin posibilidad alguna cuando la chica del joven de los tejanos empez a gritar: Bingo! Bingo! Bingo! Tengo bingo!

El tipo aplaudi y grit con ella:

Tiene un bingo! Tiene un bingo, seores! Bingo! Y sigui aplaudiendo.

En esta ocasin fue la mujer del estrado quien se acerc hasta la mesa