carta a los familiares

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Carta a los familiares Buenos Aires, 23 de Agosto de 1974. Querido hermano, cuñada, sobrinos: Espero con estas líneas, aclararles el panorama definitivamente, para que tomen exacto conocimiento de todo lo sucedido. Uds. conocen muy bien mi posición ante los hechos que se suceden en el Uruguay. Siempre fui nacionalista cien por cien y no creo que tengan dudas al respecto. En el puesto que ocupaba luché por una patria mejor, tanto yo como el resto de mis compañeros. Siempre les dije que tuvieran fe, que todo se iba a solucionar y que no desesperaran por la lentitud del proceso. Yo tuve esa fe, hasta el último momento confiaba ciegamente en mi Comando, esperanzado en una recuperación del país. Pero la realidad a mucho tiempo de los 4 y 7 de Febrero, demuestra la ineficacia, la irresponsabilidad y la incapacidad de esos mismos Jefes, que yo les decía en que había que confiar. Nos dejamos robar el país de las manos y sin hacer absolutamente nada, lo dejamos gobernar por los traidores de siempre. Todos los Oficiales jóvenes pensamos de la misma manera, que las cosas deben hacerse bien, dejando de lado intereses personales, que se debe actuar con honradez, que no se debe perjudicar al pueblo, para que los conocidos de siempre obren a su antojo enriqueciéndose cada día más y sumiendo al Uruguay en la ruina. Pero te preguntarás, ¿si todos piensan igual, por qué no se hace nada? y ese es el quid de la cuestión, no se hace absolutamente nada y yo, Carlitos, pensando en Mamá, Papá, Nilda y en todos Uds., me avergüenzo de ser integrante de estas Fuerzas Armadas, pasivas, inactivas y antipopulares. Así como en Febrero mi orgullo era enorme, mi actitud ante la gente en estos momentos es de vergüenza, porque le hemos fallado, porque los hemos traicionado. Y esto tiene que terminar de inmediato, hay muchos que piensan como yo, pero no se animan a tomar el toro por los cuernos, y si se continúa con esta pasividad nos va a quedar un país empobrecido cargado de odio. Y no deseamos esto. Pero tenía que haber una motivación, algo que sacudiera hasta los cimientos estas estructuras cómodas y desactivadas. Por eso el viernes 16 de Agosto robé un Cessna de la Escuela y me vine para Buenos Aires y aquí solicité asilo político. Los detalles te los contaré personalmente. Lo cierto es que al otro día vino una delegación de militares uruguayos, solicitándome que volviera, que me necesitaban, que íbamos a seguir luchando, pero ahora más motivados, ya que conocían mi posición a través de unas cartas que dejé antes de salir y de las cuales te envío una copia. Me dijeron que no se iban a tomar medidas contra mi persona, que lo consultara con mi novia, futura señora. Efectivamente luego de consultarlo con María Teresa decidimos volver al Uruguay y más aún, para que vieran que tenía fe en lo que decían, a los meses nos íbamos a casar, de esta manera demostramos que cuando todos se van, iba al Uruguay una argentina, a ponerle el hombro. Ya estaba todo decidido, cuando al otro día de las conversaciones, desde Montevideo resuelven dejar sin efecto lo prometido, es decir que si yo volvía me hacía responsable de lo actuado lo cual quería decir: Tribunal de Honor, baja y cárcel. Claro, supongo que los que tomaron esa posición

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Carta a los familiares

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Page 1: Carta a Los Familiares

Carta a los familiares

Buenos Aires, 23 de Agosto de 1974.

Querido hermano, cuñada, sobrinos:

Espero con estas líneas, aclararles el panorama definitivamente, para que tomen exacto conocimiento de todo lo sucedido. Uds. conocen muy bien mi posición ante los hechos que se suceden en el Uruguay. Siempre fui nacionalista cien por cien y no creo que tengan dudas al respecto. En el puesto que ocupaba luché por una patria mejor, tanto yo como el resto de mis compañeros. Siempre les dije que tuvieran fe, que todo se iba a solucionar y que no desesperaran por la lentitud del proceso. Yo tuve esa fe, hasta el último momento confiaba ciegamente en mi Comando, esperanzado en una recuperación del país. Pero la realidad a mucho tiempo de los 4 y 7 de Febrero, demuestra la ineficacia, la irresponsabilidad y la incapacidad de esos mismos Jefes, que yo les decía en que había que confiar. Nos dejamos robar el país de las manos y sin hacer absolutamente nada, lo dejamos gobernar por los traidores de siempre. Todos los Oficiales jóvenes pensamos de la misma manera, que las cosas deben hacerse bien, dejando de lado intereses personales, que se debe actuar con honradez, que no se debe perjudicar al pueblo, para que los conocidos de siempre obren a su antojo enriqueciéndose cada día más y sumiendo al Uruguay en la ruina. Pero te preguntarás, ¿si todos piensan igual, por qué no se hace nada? y ese es el quid de la cuestión, no se hace absolutamente nada y yo, Carlitos, pensando en Mamá, Papá, Nilda y en todos Uds., me avergüenzo de ser integrante de estas Fuerzas Armadas, pasivas, inactivas y antipopulares. Así como en Febrero mi orgullo era enorme, mi actitud ante la gente en estos momentos es de vergüenza, porque le hemos fallado, porque los hemos traicionado. Y esto tiene que terminar de inmediato, hay muchos que piensan como yo, pero no se animan a tomar el toro por los cuernos, y si se continúa con esta pasividad nos va a quedar un país empobrecido cargado de odio. Y no deseamos esto. Pero tenía que haber una motivación, algo que sacudiera hasta los cimientos estas estructuras cómodas y desactivadas. Por eso el viernes 16 de Agosto robé un Cessna de la Escuela y me vine para Buenos Aires y aquí solicité asilo político. Los detalles te los contaré personalmente. Lo cierto es que al otro día vino una delegación de militares uruguayos, solicitándome que volviera, que me necesitaban, que íbamos a seguir luchando, pero ahora más motivados, ya que conocían mi posición a través de unas cartas que dejé antes de salir y de las cuales te envío una copia. Me dijeron que no se iban a tomar medidas contra mi persona, que lo consultara con mi novia, futura señora. Efectivamente luego de consultarlo con María Teresa decidimos volver al Uruguay y más aún, para que vieran que tenía fe en lo que decían, a los meses nos íbamos a casar, de esta manera demostramos que cuando todos se van, iba al Uruguay una argentina, a ponerle el hombro. Ya estaba todo decidido, cuando al otro día de las conversaciones, desde Montevideo resuelven dejar sin efecto lo prometido, es decir que si yo volvía me hacía responsable de lo actuado lo cual quería decir: Tribunal de Honor, baja y cárcel. Claro, supongo que los que tomaron esa posición son los mismos que actualmente hambrean al país. Pero no importa, la justicia tarda pero llega. He recibido el apoyo de mis compañeros y espero que lo mío acelere este proceso ...

Hugo