carta a hector abad

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  • 7/27/2019 Carta a Hector Abad

    1/4

    N 190Agosto

    de 2012

    ISBN 0124-0854

    Una cartaClara Ins Abad Faciolince

    Medelln, junio 27 de 2012

    Pap:

    Este ao cumplo sesenta aos. Casi la edad que

    t tenas cuando te mataron.

    Ese da y los siguientes pens que no

    sobrevivira, sent que no era capaz de soportar

    que te hubieran matado. A los pocos das, la

    mente, que tiene tantas maneras de defenderse,

    busc una,y como el dolor era tan grande, me

    sac un poco de la realidad; empec a

    defenderme buscando hacer cosas que yo cre,

    en ese momento, eran de mi esencia, que con el

    golpe de tu muerte, me haban aflorado.

    Quise dejar todo lo que haba hecho hasta ese

    momento y pretend formar una empresa que se

    llamara Pretextos; me iba a dedicar, con el

    pretexto de tu muerte, a escribir, a hacer cosas

    bonitas con tus flores, con tus rosas. Segu

    cuidando tus rosas, trat de hacer agua de rosas

    Hctor Abad Gmez, foto Corporacin para la

    Educacin y la Salud Pblica Hctor Abad Gmez

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    de 2012

    ISBN 0124-0854

    con mi esposo, tu amigo Alfonso, que me

    ayudaba en todo; quera hacer ptalos de rosas

    azucaradas; cada vez que tena oportunidad,

    coga un ramo de rosas de tu rosal y se lo

    llevaba de regalo a un amigo, tuyo o mo, como

    seal de agradecimiento, de cario, de cercana.

    Hice un lbum hermoso con todas tus fotos, con

    todos los escritos que publicaron sobre tu

    muerte y sobre tu vida en todos los peridicos,

    en todas las revistas; me ayud Pola, tu

    amiga, que es muy buena periodista, porque yo

    quera que quedara bien hecho.

    Segu as mucho tiempo, me dediqu a bailar,

    siempre me ha gustado mucho, despus supe

    que tanta actividad y concentracin en cosas

    que eran casi tuyas se explicaba como una

    reaccin muy fuerte a ese dolor de tu muerte,

    que me haba fractura doy que tena que

    recomponerme. Volv a la realidad. No querasalir de mi casa. Me daba miedo, tristeza, pena,

    quera borrar todo lo que haba pasado y no

    poda.

    Con ayuda de especialistas y de medicinas, y, lo

    ms importante, de toda mi familia y de los

    amigos ms cercanos, empec a entender lo que

    me haba pasado y a tratar de seguir viviendo

    con valor, como t me habas enseado. Tenaque recuperar mi salud. Diez das despus de tu

    muerte pesaba diez kilos menos y tena la boca

    llena de llagas; el mdico me dijo que se me

    haban acabado todas las defensas.

    El amor a mis hijos y a toda mi familia me

    salv.

    Le todo lo que habas escrito; mejor dicho lo

    rele, segua y sigo pensando que tuve como

    padre a un ser humano maravilloso que me

    ense la sensibilidad ante la belleza, la msica,

    la poesa, las flores, y tambin la sensibilidad

    ante el dolor y la tristeza: un ser humano que

    me ense la sensibilidad social ante la

    injusticia, la enfermedad y las necesidades de

    los dems; me ense todo sobre el valor y la

    integridad que se necesitan para defender los

    principios y las ideas propias. Me ense el

    valor de estudiar, de aprender, de interesarme

    por diferentes temas. Yo no tuve la suerte de mi

    hermano, de que t mismo lo guiaras y le

    mostraras los caminos iniciales para saber cul

    era el rumbo que uno tena que tomar para

    entender un poco mejor su papel en el mundo,en el universo, como ser humano, su lugar en la

    historia. Aun as, como con tu ejemplo y tu vida

    me enseaste que era indispensable para vivir

    entender esto, me empe en descubrirlo y, con

    la ayuda de un gran maestro, lo entend, poco a

    poco, pero con mucha emocin y entusiasmo.

    Todo eso que creo era lo que te mantena

    contento de estar vivo, dispuesto siempre aensear, pero tambin a aprender y a disfrutar

    de las cosas maravillosas que tiene la vida y que

    nos hacen tanta falta en este momento que

    estamos viviendo, en el que el nico valor es el

    tener, en vez de ser como t nos enseaste, el

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    ser: qu sabe, a qu se dedica, qu ha

    defendido, con qu disfruta , qu ideas

    defiende, qu siente, cmo lo expresa como

    medida del ser humano.

    Hemos podido mantener, gracias a mi mam y a

    tu recuerdo, toda la familia unida, querindonos

    y apoyndonos siempre. Los nietos que t

    conociste y los que no, han ampliado ese

    crculo y todos se quejan siempre de no haber

    podido conocer ms al Aba. No hay una

    reunin de todos en la que no ests presente de

    alguna manera: en las canciones que ms te

    gustaban, en las coplas de las celebraciones, en

    los cuentos de La Ins, con tus frases, que

    siempre recordamos y que los nietos repiten un

    poco en broma, un poco en serio, tal como:

    Tomo poco, porque me gusta mucho.

    La vida para nosotros, en veinticinco aos que

    han pasado desde tu muerte, no ha sido fcil,pero ha sido muy bonita. Al principio, a todos

    nos venci el dolor y el deseo de encontrar a los

    culpables de tu muerte. De una u otra forma, y

    cada uno a su manera, haca cosas que creamos

    nos iban a conducir a encontrar un responsable.

    Despus, con el tiempo y mucha tristeza,

    empezamos a aceptar que no haba un solo

    culpable ojal, hubiera sido ms fcilentendimos, o por lo menos yo conclu, que se

    trataba de un deseo cumplido y manifiesto, de

    muchas maneras y durante mucho tiempo, de un

    grupo de personas poderosas, de diferentes

    organizaciones polticas y sociales, con

    pensamientos, ideas y acciones totalmente

    radicales, y a las cuales les fastidiaba, les

    molestaba, les irritaba, les pareca incmodo e

    inconveniente para sus intereses particulares,

    que una persona como t estuviera

    permanentemente en programas radiales, en

    columnas periodsticas, en diferentes auditorios,

    denunciando, reflexionando, proponiendo.

    Porque t sentas la obligacin tica de explicar

    lo que estaba sucediendo en Colombia.

    Adems, creas que tenas la libertad de decir lo

    que pensabas.

    Y por eso te mataron. Pero se equivocaron.

    Porque tus ideas, tus denuncias, tus teoras, tus

    reflexiones, no se han muerto. Tus amigos, tu

    Universidad, tus alumnos, tu familia, se han

    dedicado a que esto no se pierda. Mi hermano

    escribi el libro El olvido que seremos en el

    cual, a la vez que cuenta la historia de tu vida yde tu muerte, se alivia un poco de esa carga y

    ese dolor que no poda soportar ms. Fundamos

    La Corporacin para la Educacin y la Salud

    Hctor Abad Gmez que, con el apoyo de la

    Rectora de la Universidad y de las facultades

    de Medicina y Salud Pblica, organizan

    mensualmente, desde hace ms de cinco aos,

    la Ctedra de formacin ciudadana Hctor AbadGmez, en la cual han participado diferentes

    personalidades que, desde su visin o su

    profesin, nos ensean cmo ser buenos

    ciudadanos.

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    Se han editado algunos de tus libros y reeditado

    otros; tenemos el archivo de tus programas

    radiales, de tus columnas periodsticas, que han

    servido y van a servir para que muchos jvenes

    y estudiantes, entre ellos tus nietos y bisnietos,

    conozcan tus ideas, tus intereses, tus

    reflexiones, tus denuncias, y sepan tambin que

    por eso te mataron. Queremos que tambin a ti

    sea dedicado ese poema, que escribi Carlos

    Castro Saavedra, y que t queras convertir en

    cancin, cuando muri Marta Cecilia, tu hija:

    No est muerta, no est muerta, la nia de la

    guitarra, est mirando la lluvia y cantando con

    el agua.Te hemos recordado y siempre te

    recordaremos por tus luchas, por tus ideales

    frente a la salud pblica, los derechos humanos,

    la universidad; pero tambin por tus logros y tus

    sueos.

    Tus actuaciones no eran solo como mdico, ocomo liberal, o como cristiano, como te

    definas; fueron mucho ms amplias. Tenas

    una personalidad muy singular. Tenas un ideal

    de vida y eras un ser humano para el cual no

    haba lugar a la indiferencia. Con unos

    principios muy claros, una tica de mente

    abierta en un mundo con una gran tendencia a

    lo cerrado. Nos mostrabas el gusto por la buenaconversacin, por la msica y la literatura. A

    veces, cuando te quedabas solo en la finca y te

    llambamos por la noche, decas: No se

    preocupen, no estoy solo, estoy muy bien

    acompaado, por Bach y por Tolstoi. As nos

    tranquilizabas. Nos mostrabas el gusto por el

    cultivo y el cuidado de tus rosas, la lucha con

    las abejas que trataban de destrozarlo, te oamos

    la risa a carcajadas con un oportuno comentario

    o la seriedad con el tratamiento de un tema que

    a ti te pareca que lo tena, nos mostrabas el

    amor por tus hijos y tus nietos, la admiracin

    por mi mam, la de ella por ti, la torpeza

    manual, la dificultad para conducir, la facilidad

    para expresarte, la incapacidad para la

    economa domstica, la capacidad para dar un

    discurso o escribir un artculo, el valor para

    defender tus ideas y tu libertad.

    Por todo eso, tal vez, cuando Cami, mi hijo que

    tena diez aos y quera correr una carrera de

    caballos entre dos pueblos, y yo, por miedo, no

    lo dejaba ir, me dijo: Yo me quiero morir

    como El Aba, haciendo lo que quiero y lo que

    me gusta No tuve ms remedio que dejarloir

    Nos has dejado una marca indeleble, con un

    dolor interior del que no vamos a poder escapar

    nunca. Como dice Gabriel Garca Mrquez,

    Olvidar es difcil para quien tiene corazn.

    Te quiero mucho, Clara

    Clara Ins Abad Faciolincees la representante

    de la Corporacin para la Educacin y la Salud

    Pblica Hctor Abad Gmez. Escribi esta

    carta para laAgenda Cultural Alma Mter.