carlismo 1936-1939

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José Fermín Garralda Arizcun 1 JOSÉ FERMÍN GARRALDA ARIZCUN Doctor en Historia LA COMUNIÓN TRADICIONALISTA EN LOS PREPARATIVOS DEL “ALZAMIENTO” DE 1936. CRONOLOGÍA DE LA NEGOCIACIÓN Y REIVINDICACIONES. Colección: Nueva Bermeja nº 5 P A M P L O N A Julio 2 0 1 2

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José Fermín Garralda Arizcun

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JOSÉ FERMÍN GARRALDA ARIZCUN Doctor en Historia

LA COMUNIÓN TRADICIONALISTA EN LOS PREPARATIVOS

DEL “ALZAMIENTO” DE 1936. CRONOLOGÍA DE LA NEGOCIACIÓN

Y REIVINDICACIONES.

Colección: Nueva Bermeja nº 5

P A M P L O N A Julio 2 0 1 2

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Detalle del lienzo Zumalacárregui de Gustavo de Maeztu, conservado en el antiguo Seminario de San Juan (Pamplona).

Malas lenguas “conservadoras” dijeron que el rey don Carlos VII, el del famoso “¡Volveré!” de 1876, no volvió.

En realidad, volvió en los sesenta mil voluntarios requetés que salieron al Campo del Honor en 1936-1939 como sus antepasados,

tras las Real orden de Alfonso Carlos I, hermano de don Carlos. José Fermín Garralda Arizcun Año 2012 C/ Arrieta nº 2 31002 Pamplona (Navarra) [email protected] historiadenavarraacuba.blogspot..com Colección: Nueva Bermeja nº 5 * Queda prohibida la reproducción total o parcial de este trabajo sin permiso del autor

NOTA: La Revista “Ahora Información” editada en Madrid, nº 111 (VII-VIII, 2011) 51 pp. págs. 4-21, publica el trabajo que aquí presentamos, con diferente aparato gráfico.

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LA COMUNIÓN TRADICIONALISTA EN LOS

PREPARATIVOS DEL “ALZAMIENTO” DE 1936. CRONOLOGÍA DE LA NEGOCIACIÓN Y

REIVINDICACIONES

Por José Fermín GARRALDA ARIZCUN Doctor en Historia

Julio 2012 ADVERTENCIA: la Revista “Ahora Información” editada en Madrid, nº 111 (VII-VIII, 2011) 51 pp. págs. 4-21, publica el trabajo que aquí presentamos. Ofrecemos ahora un diferente aparato gráfico. SUMARIO: 1. El fracaso de la C.E.D.A. y la explosión revolucionaria 2. Actividad política de la Comunión Tradicionalista 3. Organización del requeté 4. La conspiración y las exigencias carlistas. Notas. Apéndice: documentación de la Comunión Tradicionalista previa al alzamiento

“Boletín de Orientación Tradicionalista”

(BOT), nº 20 (6-I-1935)

1. EL FRACASO DE LA C.E.D.A. Y LA EXPLOSIÓN REVOLUCIONARIA

TODOS COINCIDÍAN en que una victoria del Frente Popular en febrero de 1936 “constituiría la iniciación de un proceso revolucionario”. Y así fue. Según Mola, Iribarren y Maiz, “no había duda; en España se tramaba una revolución bajo el mandato de Moscú”. Pensaban que, a fines de 1935 e inicios de 1936, una revolución anarco-comunista iba a conducir a España hacia la implantación del comunismo. También sabían esto los carlistas a decir del “Boletín de Orientación Tradicionalista” (en adelante BOT, nº 90 y 96), y la carta de Alfonso Carlos I a Fal Conde del 25-VII-1936.

Si el advenimiento del comunismo iba a ser el

final de un proceso que venía de atrás, el alzamiento de la Comunión Tradicionalista (CT) también tenía sus claros antecedentes, sin los cuales este no hubiera sido posible. Como la CEDA, la AP, y las JAP… no podían prepararse porque todo lo fiaban a sus posibilidades e inteligencia políticas, nada hicieron cuando llegó la hora de la verdad, esto es, la necesidad del máximo esfuerzo, consecuencia final -según los carlistas- de la aplicación de los principios prácticos liberal-conservadores y de las tácticas cedistas.

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La epopeya de enorme proyección histórica que significó el alzamiento militar

(que como tal fracasó) y civil del 18 y 19 de julio de 1936, exigía mucha preparación. La Jefatura de Fal Conde de la CT –que en 1934 sustituyó al conde Rodezno-, el príncipe don Javier y el rey Alfonso Carlos I, no actuaron “a ciegas” ni a última hora. Actuaron con un exquisito tacto y firmeza, con visión y responsabilidad personal e histórica, poniendo el Ideario en su lugar, afirmando el programa político, exigiendo disciplina, sin hipotecar en nada a la CT, y creando una organización en todos los ámbitos, conforme al centenario quehacer carlista. Aunque por entonces los carlistas eran pocos en el cómputo sociológico general, sin embargo hicieron mucho. Eran pocos quienes tomaban un compromiso personal, superaron el falso y cómodo “malminorismo” y oportunismo cedista, y nadaron “contracorriente”. La familia, las sociedades intermedias y el Rey protegieron a los carlistas del derrumbe político general. Sus héroes y mártires les daban aliento. No obstante, a la hora límite, los tibios y despistados se enardecieron, como masa fermentada por un poco de levadura.

Preguntemos. ¿Por qué actuaron las élites cedistas del poder y los militares

como Mola, Queipo de Llano, Cabanellas…? ¿Por qué intervinieron el pueblo y los dirigentes tradicionalistas, y algunos militares como Sanjurjo y Varela? ¿Por qué desde finales de 1935 las JAP se pasaron “a racimos” al Ejército, al Requeté, y a una Falange que importaba modas y doctrinas italianas?

Para la CT, la CEDA era un partido católico-liberal y demócrata, y fue criticado

con frecuencia en el BOT aún sin nombrarlo. A diferencia de la CT, la CEDA carecía de tradición propia, despego del poder político, integridad programática y norte político. Fue una novedad “de derechas” o conservadora en el bienio social-azañista, se presentó accidentalista en formas de gobierno, y fue malminorista y oportunista en la aplicación del ideario así como del programa. Tenía complejos que continuamente salían a flote, y, tras ganar las elecciones de 1933, entregó por debilidad el Gobierno a un Partido Radical dirigido por masones. Luego vino el escándalo del estraperlo de los Radicales. Sobre todo por lo primero, la CEDA perdió pulso, se gastó, se disolvió como el azucarillo, y sus Juventudes de Acción Popular (JAP) fueron casi totalmente incapaces de una oposición armada en 1936, a pesar de que Mola estaba de acuerdo con sus supuestos políticos. Las poderosas JAP crearon unas milicias muy débiles, pues en febrero de 1037 ascendían a 7.200 efectivos, concentrados en Burgos, Salamanca, Valladolid…. Sus afiliados nutrirán como un alud la Falange (1). Este aluvión, ¿será porque FE, la CEDA y las JAP fueron realidades artificiales, ajenas a la tradición española?

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Revista “Ahora Información” nº 111 (VII-VIII 2011), pág. 51. El trabajo que aquí presentamos está recogido en las págs. 4-21

Los militares sólo mantuvieron contactos orgánicos en la conspiración con los tradicionalistas y la Falange, no con la CEDA. No obstante, los dirigentes de ésta y el mismo Gil Robles, colaboraron cuando fueron requeridos, e incluso entregaron a Mola medio millón de pesetas, de las cuales sólo se gastaron unas cien mil, invirtiéndose luego el resto en la construcción del Valle de los Caídos. Gil Robles conocía y participó de alguna manera en la sublevación. Realizado el alzamiento, su lema será: “Salvar a España por el Ejército”, y su política será reforzar la presencia de los restos de las JAP, e intensificar sus vínculos con el mando militar, sabiendo que “el Ejército ha sido la piedra angular del Movimiento y ha de ser después del triunfo el eje de la política nacional durante no poco tiempo” (Gil Robles a Luciano de la Calzada el 7 y 19-X-1936).

Gil Robles quería realizar, con un mayor o menor retraso, una “restauración”

alfonsina o juanista, y, en cualquier caso, liberal, liderada inicialmente por los militares. ¿Cómo Cánovas en 1874? Pero ese “no poco tiempo” se iba a prolongar hasta 1975. El príncipe don Javier de Borbón-Parma fue mucho más acertado al decir el 13-VII-1936 (nueve meses antes del Decreto de Unificación) a Ignacio Baleztena Ascárate, presidente de la Junta Carlista de Navarra:

“Si hoy en día que se necesita nuestra colaboración se niegan unas garantías mínimas y

solamente morales, que nosotros pedimos, ¿qué sucederá el día de mañana en que el Ejército haya triunfado?

Se nos agradecerá disolviendo nuestro partido; y ante el pasado centenario, nuestro gesto, ciertamente generoso pero inconsiderado, pasará como una traición a nuestros principios y a nuestras gentes, cuya sangre habremos sacrificado inútilmente”. 2. ACTIVIDAD POLÍTICA DE LA COMUNIÓN TRADICIONALISTA DESDE 1890 y durante la República, los carlistas intervinieron muy

activamente en las elecciones. Ello no impedía que hacia 1898, y desde 1931 conspirasen contra el poder constituido; se lo facilitaba su legitimismo monárquico y conocer al Rey. Aunque muy pronto los jóvenes carlistas quisieron utilizar la fuerza,

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tras 1931 los dirigentes de la CT, sin renunciar a ella e incluso preparándose a la legítima defensa en el día a día, encauzaron la lucha en el ámbito político, programático, organizativo, de prensa y electoral.

Expresión del quehacer político desde el comienzo de la República, fue el mitin

celebrado en la plaza de toros de Pamplona el 14-VI-1931, con asistencia de 25.000 personas, que simbolizó la unión entre carlistas (mayoritarios) e integristas. Los oradores de la jornada fueron: Díaz Aguado, Salaberry, Tellería, Beunza y Senante. Ahora bien, horas antes del mitin, y en la casa Baleztena de Leiza, comenzaba la conspiración contra la República por irreligiosa, atea y separatista.

Político y algo oportunista será el conde de Rodezno (Doc.1), y político, y

organizador de la Comunión y del alzamiento será Fal Conde desde su nombramiento, el 3-V-1934, como secretario regio general para relevar a Rodezno, y una vez suprimida las Junta Suprema Nacional Tradicionalista que este presidía. Todo ello, salvo la labor conspiratoria, se muestra en el “Boletín de Orientación Tradicionalista” (1934-1936), creado por Fal Conde, que reflejaba el extraordinario vigor de la CT. Se iniciaba una nueva etapa caracterizada por una profunda organización en general, incluido el requeté.

El BOT era un Boletín Oficial de órdenes y organización, línea política y

orientaciones, proyectos y resultados electorales, y también noticias de la CT. Mostraba la acción tradicionalista, incluida la acción femenina, los actos políticos, la creación de Juntas y apertura de círculos, diferentes proyectos, y los mítines multitudinarios (2).

La organización abarcaba todos los ámbitos del hombre. Ello era lo único

posible. Incluir en ella al requeté significaba la necesidad social de la legítima defensa.

Aunque los carlistas no confiaban en las elecciones, se las tomaron muy en

serio. Así fue en las de febrero de 1936 (Doc. 3). Ahora bien, si no confiaban en ellas era porque consideraban que el sistema liberal no era verdaderamente representativo, que era corruptor, y por el improcedente sistema de recuento de votos y escaños. Añádase a ello la anulación de actas carlistas en febrero de 1936, lo que recuerda a los chanchullos de las elecciones de 1872. A pesar de ello, los carlistas trabajaron por las vías legales en la sociedad y la política, para así extender su campo de acción y poner todos los medios antes de recurrir a medios de fuerza.

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”Boletín de Orientación Tradicionalista” (BOT), nº 78 (23-II-1936).

En el BOT nº 84 (5-IV-1936) se informa que la Revolución dirige sus esfuerzos en arrebatar escaños a la minoría carlista, por ejemplo a D. Francisco Estévanez (diputado por Burgos), D. José Mª Arauz de Robles (por Granada) y D. José María

Lamamié de Clairac (por Salamanca) En las elecciones de febrero de 1936 obtuvieron 1.863.150 votos y 13 diputados,

sin incluir en ellos varias actas dudosas y reclamadas por los candidatos tradicionalistas ilegítimamente derrotados (BOT, nº 80 y 81). Los lugares eran: Álava, Burgos (2), Navarra (4), Granada, Salamanca, Sevilla, Tarragona, Toledo y Zaragoza. A los días, dichas actas se redujeron a 10, al anularse injustamente las de Burgos (Estévanez), Granada (Arauz de Robles) y Salamanca (Lamamié de Clairac).

Aunque siempre el BOT ofreció alguna semblanza literaria de los héroes,

mártires, y veteranos, tras las elecciones de febrero de 1936 la línea editorial del BOT (nº 80, 8-III-1936) dio un giro, preparando así el ambiente para la sublevación. Dicho nº 80 denunciará cómo siempre se había atacado al Carlismo con tácticas de debilitamiento:

“Para debilitarnos en nuestros reductos de Vasconia se alentó y protegió el ficticio

nacionalismo separatista. Para debilitarnos en el campo católico se inventaron “tácticas” de acomodo y humillación. Para debilitarnos en el espíritu recio y combativo de nuestras juventudes se educó a los jóvenes en convencionalismos blandengues, claudicatorios, muy poco raciales, muy poco varoniles”. Como esta táctica de debilitamiento “asumió la dirección de una gran parte de

las muchedumbres católicas y patriotas”, ahora se sufrían las consecuencias. Ahora, el enemigo estaba preparado “en orden de batalla”, y el Carlismo debía “hacerle

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frente en el terreno a que se le lleve”. La llamada a todos y la aportación de todos frente a la Revolución, terminaba con un: “¡Todos en pie! ¡¡¡Viva España!!!”.

En sufragio de nuestros mártires de la Revolución

socialista de hace un año. Cuadro de Honor: D. Marcelino Oreja, D. Carlos

Larrañaga, D. Emilio Valenciano, D. Eugenio Edurra, D. César Gómez, D. Juan Cruz Ereño

“Boletín de Orientación Tradicionalista” nº 59 (13-X-1935) p. 5

Tras este giro decisivo, en el BOT

abundarán artículos de pensamiento y acción, escenas y relatos bélicos, y semblanzas de militares. A su vez, el distanciamiento hacia los católico-liberales de la CEDA fue cada vez más enérgico. Siempre lo fue respecto al fascismo (Doc. 5). De nuevo se criticaba la adhesión ilimitada a los poderes de hecho, el posibilismo (nº 69) (Doc. 2), el afán maniobrero (Doc. 4), el malminorismo (nº 92) (Doc. 6), la europeización (nº 96). Se diferenciaba la auténtica y la falsa tradición (nº 96 y 97) (Doc. 7). Se referirá a quienes son tradicionalistas sin saberlo (nº 67-71), se denuncian detenciones de afiliados (nº 89 y 90) como antes se denunciaron los seis asesinatos de militantes carlistas –entre ellos Marcelino Oreja Elósegui- (nº 14 del 25-XI-1934, nº 59 del 13-X-1935, etc.), y se señala párrafos enteros del boletín censurados por el Gobierno (nº 94). El BOT se dirige a las madres (nº 95, 97), a las novias (nº 94 etc.), y a los voluntarios.

Los números finales hablan del martirio por el ideal (nº 97), la disciplina, las ordenanzas (nº 97), los deberes de los jóvenes (nº 98), el para qué de la muerte (nº 81), se dan consejos al requeté (nº 96), y se destacan los principios y el programa tradicionalista para saber por qué se lucha (nº 69 y 90-98). Sin decir nada censurable ante el Gobierno, se había creado el ambiente.

3. ORGANIZACIÓN DEL REQUETÉ (3) SEGÚN MELCHOR FERRER, el Rey don Jaime quiso que el Carlismo gozase

de un cuerpo especial y de tipo militar para la lucha callejera de defensa frente a la Revolución. En 1910 dispuso el encuadramiento de la juventud en el requeté, aunque tras 1914, y sobre todo tras 1919, éste comenzó a languidecer. Pasaron los años de la dictadura de Primo de Rivera, y en 1930 hubo actuaciones de algunos grupos de choque pero sin reorganizar el requeté. Al comenzar la República el requeté reinició su reorganización, dió sus primeros pasos en el bienio social-azañista, y cristalizó definitiva e institucionalmente en el bienio radical-cedista. Todos los partidos de la izquierda encuadraban a su juventud.

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Los carlistas no respaldaron el pronunciamiento de Sanjurjo en 1932, porque estaban sin fuerzas. En Pamplona se crearon unas decurias de protección ciudadana después de mayo de 1931, disueltas por motivos de seguridad en la primavera de 1932. Tras diciembre de 1931, los requetés pamploneses se inscribieron en la AET para enmascarar sus actuaciones, y en 1933 aparecieron las patrullas que equivalían a escuadras del Ejército. Sólo a comienzos de 1934, el requeté navarro se extendía a los pueblos más apartados de Navarra. Según Ferrer Muñoz y Del Burgo, los jóvenes toleraban mal la parsimonia de la antigua dirección del Carlismo navarro.

En abril de 1934, Fal Conde creó la Delegación Nacional de Requetés, dirigida

por José Luis Zamanillo, que era diputado a Cortes por Santander. Según Blinkhorn, ello representaba la aspiración, sentida por vez primera, de configurar el requeté como organización suprarregional. En Navarra se confirmó como delegado de requetés a Antonio Lizarza, que desde finales de 1933 estaba encuadrando a los boinas rojas, y tras octubre de 1934 viajó por toda Navarra incrementando y organizando el requeté. Así, según Zamanillo (carta, 21-III-1935), en Navarra había 5.694 requetés, que el 19-VII-1936 ascenderán a 8.400. En marzo de 1936 se constituyó la Junta Suprema Militar Carlista en San Juan de Luz, también conocida como Junta de Conspiración, formada por el príncipe don Javier, Fal Conde, el general Mustlera, Zamanillo, Olazábal, Lamamié de Clairac, y los tenientes Coroneles Rada y Baselga, entre otros. En marzo de 1936, don Javier aprobaba un proyecto para una sublevación militar. A comienzos de 1936 había 30.000 boinas rojas en España, aunque sólo 10.000 estaban adecuadamente entrenados y armados (Blinkorn).

4. LA CONSPIRACIÓN Y LAS EXIGENCIAS CARLISTAS (4). EL TRADICIONALISMO O CARLISMO fue el primero en conspirar contra la

República, y siempre estuvo deseando unirse a una posible conjura militar. Ya en verano de 1931 y después en 1934, carlistas y alfonsinos conspiraron juntos. Según del Burgo, “hacía años que (el Carlismo) conspiraba y se preparaba (…) estuvo siempre propicio a la sublevación. La llevaba en su entraña. Era consustancial con sus procedimientos y su inconformismo secular” (5). Ahora bien, la jefatura de la CT no iba a unirse con otros “a ciegas”, sino estableciendo unas condiciones políticas de mínimos, que no “malminoristas” a lo que quizás tendía el conde de Rodezno.

Las relaciones entre los carlistas y el general Sanjurjo se establecieron poco

después de la sublevación de este general el 10-VIII-1932. Fal Conde –que no “los carlistas”- colaboró en la Sanjurjada, y por ello estuvo 3 meses en la cárcel. Dirá: “Era necesario un primer intento de sublevación contra el poder constituido y necesitaban también los espíritus templarse en la tribulación. Sin 10 de Agosto del 32 no hubiera habido alzamiento de 18 de Julio, ni victoria de 1939” (entrevista, 1968) (6).

Con independencia de Sanjurjo, los carlistas continuaron preparando un acto

de fuerza. Querían realizarlo con el Ejército, pero si los militares no se decidían, se echaban atrás o fallaban, lo harían solos bajo la dirección de Sanjurjo. Dirá Fal

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Conde: “Jamás deseamos ni procuramos la sublevación, ni menos la guerra. Lo que empujábamos era el golpe de Estado, todavía viable y de tradición reciente” (entrevista, 1968). El plan se movía en el esquema del “golpe” audaz en el centro del Estado, los ministerios y edificios públicos. Después, tras fallar y levantarse la población en armas, se iniciará una cruenta guerra civil.

Poco antes de finalizar 1933, la Junta Delegada de la CT convocó una reunión

secreta en Vergara, en la que se acordaba la reanudación de la actividad conspiratoria. El 5-III-1934, y antes de cesar en el máximo cargo de la CT, el conde de Rodezno, que dirigía el carlismo antes que Fal Conde, se manifestó con energía apoyando a “las organizaciones de choque de la Comunión Tradicionalista dispuestas a defender a la sociedad contra la amenaza marxista”. En marzo de 1934 varios carlistas y alfonsinos viajaron a Roma para pedir apoyo, dinero y armas a Mussolini. El viaje fue un éxito El reparto se haría según necesidades, es decir, según la capacidad de acción, y no a partes iguales como quería el alfonsino Goicoechea. Esto aseguraba a los carlistas la mayor parte de la ayuda italiana.

En 1936 se urdirán dos tramas conspiratorias: la de Fal Conde con Sanjurjo

(comprometido con el levantamiento civil carlista aunque fallase el alzamiento militar), y la de Mola con otros generales. Ambas tramas se unirán en la relación Sanjurjo – Mola. Fue Mola quien trató con los carlistas, y lo hizo de varias maneras. La primera, mediante contactos informales con los navarros (con I. Baleztena de la Junta Carlista de Navarra y con Rodezno en mayo) y alaveses (con Oriol en junio). La segunda, y sobre todo, trató con Fal Conde como Jefe Delegado. La falta de unas buenas relaciones entre las autoridades carlistas de Navarra y la Junta Nacional presidida por Fal Conde, se manifestó en que, mientras Fal Conde trataba de negociar con Mola unas condiciones mínimas para colaborar con el Ejército, la Junta de Navarra ofreció a Mola, cuando las negociaciones casi estaban en un punto muerto por falta de acuerdo ente Fal y Mola, una colaboración casi incondicional.

Los primeros contactos entre algunos dirigentes carlistas y miembros de la

guarnición militar de Pamplona, se establecieron pocas semanas después de las elecciones generales de febrero de 1936, y avanzaron tras la llegada de Mola a Pamplona el 14 de marzo, y ante el plan que el 27 de junio tenía el Gobierno, para sustituir la Diputación Foral de Navarra -que era de derechas- por una Gestora del Frente Popular.

Mola necesitaba a los carlistas y sobre todo acudió a ellos. Aunque, Gil Robles (CEDA) estaba informado y simpatizaba con la conspiración, los hombres de la CEDA en Pamplona fueron totalmente marginados.

En las negociaciones entre Mola y Fal Conde hubo serias dificultades. Pensemos

en los impulsivos, la incomprensión de Mola de por qué los carlistas no podían colaborar “a ciegas” y sin condiciones, la división ideológica de los militares conjurados, la intromisión de Gil Robles y Fco. Herrera en las negociaciones, la paulatina precipitación de los acontecimientos hasta el asesinato de Calvo Sotelo, las nuevas intromisiones de Raimundo García (director del “Diario de Navarra”, diputado a Cortes y amigo de Mola), del conde de Rodezno y de la Junta Regional Carlista de Navarra, y la divergencias entre dicha Junta y Fal Conde, que Mola explotó para sus planes conspiratorios. Sumemos a ello las reticencias de Mola tanto

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a aceptar la decisión de Sanjurjo, como a firmar la Nota final una vez que Fal Conde aceptó sumarse al alzamiento militar. El lector apreciará cómo la negociación de Mola y los carlistas (Fal Conde) fue muy dura y poco fructífera.

Portada de “Ahora Información” nº 110 (VI-2011) 39 pp. Pasado el tiempo, los carlistas de 1936

vieron realizarse ante sus ojos todos sus temores.

¿Qué exigían los carlistas en las negociaciones? En ellas cedieron hasta donde pudieron ceder. Por ejemplo, el 8 de julio, la Jefatura carlista exigía “que se garantice que la futura política responda a los dictados de la Religión y acometa la reconstrucción política del Estado sobre bases sociales u orgánicas para acabar con el parlamentarismo y el sufragio liberal”. Se exigía una dirección política antiparlamentaria y la desaparición de partidos políticos para evitar que “por el natural desconocimiento de la cosa pública, en que están los militares, fatalmente y pese a sus propósitos acabarán entregándose a ellos si previamente no disuelven los partidos”, y para que los políticos “no se lanzaran sobre el botín esterilizando todo”. Es decir, los carlistas no querían ser cipayos de nadie, ni servir a los liberales conservadores o a quienes una vez más habían llevado a España a la catástrofe del momento.

No querían que se repusieran las “mismas esencias políticas democráticas y

liberales” que habían conducido a dicha situación. En varias cartas es evidente una solapada referencia a la CEDA. Tampoco se pedía monarquía o república, ni una dinastía concreta, ni el Gobierno en cuanto implicaba ejecución y administración. Se exigía tener dos Consejeros estrictamente políticos junto al presidente militar temporal, ya para la reconstrucción orgánica ya para atender a la educación nacional. Por último, se exigía restablecer la bandera bicolor. Si el momento era delicado se actuaba sin improvisación, pues bastaba leer el BOT de los dos últimos años.

A continuación, seguiremos la cronología de Ferrer Muñoz y de Lizarza, pues

las fechas no coinciden en todos los autores (7). Mola estaba en Pamplona, Sanjurjo en Estoril, y Fal Conde estuvo varios días decisivos en San Juan de Luz.

El primer intento formal, entre Fal Conde y un enviado por Mola, fue a

comienzos de junio. Mola exigió una Nota a Fal Conde, quien, el día 11 (Doc. 8) y con autorización del rey, redactó en ocho puntos, que luego Zamanillo entregó a Mola el día 12.

La segunda reunión, entre Fal Conde y Mola, fue en el monasterio de Irache,

el 15 de junio. Mola le entregó una Nota fechada el 5 de junio en Madrid (se supone que con la aprobación de los generales) donde en 18 puntos se defendía una

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dictadura republicana, el mantenimiento del régimen republicano, elecciones constituyentes, la separación de la Iglesia y el Estado, la libertad de cultos, y un Estado fuerte y disciplinado. A ello se añadía la unidad de la Patria, y el mantenimiento del orden público. Salvo en estos dos últimos puntos, los carlistas no podían estar de acuerdo. Por si fuera poco, Mola añadió la bandera tricolor.

Tercera reunión. Fue entre Mola y Zamanillo, en Echauri, el 1 de julio. Si la

CT reiteraba los aspectos ya enumerados, Mola no podía aceptarlos debido a los compromisos que tenía con Queipo de Llano (ferviente republicano) y Cabanellas (masón). La contestación escrita de la CT, entregada la noche del 2 al 3 de julio (Doc. 9), no contenía nuevas exigencias ni negativa a actuar con las condiciones expuestas.

En ese momento, Gil Robles entregó a Mola medio millón de pesetas de la

CEDA, que Mola no quiso aceptar, por lo que el dinero se ingresó en un banco. También Gil Robles se entrevistó con los carlistas diciendo que iba de parte de Mola, y proponía un “gobierno de partidos de derecha que se repartirían los Gobiernos Civiles”. La discrepancia fue total.

Como las cosas se enrevesaban, Fal Conde escribió una larga carta a Mola el día

6 (Doc. 10), que Mola respondió el día 7, mostrando su misma postura y aclarando que “Nosotros no tenemos ninguna concomitancia con el Sr. Maura ni con el señor Gil Robles, ni con ningún otro político”. Fal Conde le respondió el día 8 (Doc. 11), con otra larga carta deshaciendo subterfugios y medias tintas, e insistiendo en que un movimiento “nacional” exigía la inmediata disolución de todos los partidos políticos. Para los carlistas esto no era una “intransigencia absurda” –que decía Mola-, como tampoco lo era la bandera bicolor. Todo se encaminaba a una reconstrucción nacional de verdad, impidiendo el paripé de la CEDA que admitía una dictadura republicana temporal y de orden pero para volver –decían los carlistas- al mismo punto de partida. Así, el 9 de julio Mola rompió con los carlistas. Tras ello, Fal Conde sólo pudo recurrir a Sanjurjo, que estaba en Estoril. El día 10, Renovación Española, grupo minoritario alfonsino y sin milicias, se adhirió a Mola.

El punto muerto lo superó la carta de Sanjurjo a Fal y a Mola, fechada el

día 9 y recibida el 11 de julio (Doc. 12), que daba la razón a los carlistas. Según Fal Conde, ésta carta “podía dar un cambio radical a nuestro favor”. Pero también lo superó, según Ferrer Muñoz –Tomás Echeverría les llama entrometidos-, la entrevista que, por sugerencia de Raimundo García, Rodezno mantuvo con Mola en el claustro de la catedral de Pamplona al parecer el 9 de julio. En ella, Rodezno, que “se había desentendido de la acción conspiratoria preconizada por el señor Fal Conde y mucho más de la organización del Requeté” (del Burgo), remitió a Mola a los miembros de la Junta Regional de Navarra. En el aviso que daba a ésta, Rodezno “les daba a entender que sólo ellos podían desbloquear la negociación”. Si hasta entonces Baleztena había estado de acuerdo con Fal Conde, se sumó a la actuación de la Junta Regional. En realidad, Mola trató de sacar partido de las diferencias entre el Conde Rodezno y Fal Conde, que se encontraba con don Javier de Borbón en San Juan de Luz. Al negar Mola –el día 12- la autenticidad de la carta a nombre de Sanjurjo del día 9, con cuyo contenido no estaba conforme, Fal Conde decidió terminar su relación con él.

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La Orden de Fal Conde, en la mañana del 12 de julio, prohibía respaldar

cualquier movimiento armado que no fuese sólo carlista. El mismo día 12, seis delegados de la Junta de Navarra se reunían con don Javier y Fal Conde en San Juan de Luz, para informarles que Mola había aceptado la bandera bicolor y que los ayuntamientos de Navarra se confiarían a los carlistas. Según Fal Conde, en la entrevista dichos delegados “se comportaron en forma y lenguaje mal minorista, muy desagradable”. Don Javier rechazó tales condiciones, y luego, una vez consultado, fueron rechazadas por el rey. Recibida providencialmente una carta del rey la mañana del día 13, este mismo día don Javier escribió a Baleztena avisándole: “yo no puedo creer que la Junta Regional de Navarra traicionará y comprometerá a la Comunión Tradicionalista al margen o en contra de la voluntad del Rey” (Doc. 13).

Baluarte del Redín, murallas de la ciudad de Pamplona (Navarra) . Foto:JFG2012

Todo se precipitaba, casi se solapaba, y el día 14 la situación se desbloqueó de

una forma imprevista. Así, en el mismo acto en que por segunda vez los comisionados de la Junta Regional de Navarra informaban a Fal Conde “diciendo que ya estaban comprometidos (con Mola…) sin (casi) condiciones”, llegaba Lizarza a San Juan de Luz con dos noticias. La primera que, por tres capitanes de Mola, sabía que éste y la Junta de Navarra habían llegado a un acuerdo. Añadía cómo él –Lizarza- había contestado a la Junta que los requetés sólo obedecerían a Fal Conde. Así mismo, y ante el asesinato de Calvo Sotelo la noche del 12 al 13, sugirió a dichos capitanes que Mola redactara una carta aceptando las orientaciones de Sanjurjo y las

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que después éste último pudiera transmitir como Jefe del Gobierno. Según Fal Conde, dichos capitanes habían logrado de Mola “someterse a la carta de Ocaña (Sanjurjo), y que si nosotros aceptábamos se firmaría un compromiso por las dos partes”. Mola había escrito: “Conforme con las orientaciones que en su carta del día 9 indica el general Sanjurjo y con las que el día de mañana determine él mismo, como Jefe de Gobierno”. A pesar de su laconismo, esta Nota autógrafa ponía fin a las disensiones, y el día 15 por la noche (Doc. 14) la CT aceptaba sumarse al Ejército. Sabemos que, al conocer la noticia, el rostro de Mola se iluminó.

Simultáneamente, Fal Conde escribía al rey informándole de todo, y

comentándole que “puede comprenderse cuál fue la derrota de los de la Junta (Regional Carlista de Navarra), y el fracaso de su procedimiento traidor e indisciplinado” (carta, 15-VII). También le avisaba que el asunto se complicaba de nuevo, porque una vez que él había aceptado la propuesta de Mola “a condición de que se firme el compromiso de sujetar la futura dirección al programa de la carta” (de Sanjurjo), Mola había ofrecido una confusa contestación, a las puertas de una catástrofe inminente. Se esperaba que Sanjurjo firmase el compromiso, quedando pendiente “hacer las cosas más perfeccionadas” en caso de tardar algo el alzamiento.

El día 15, el teniente Coronel Utrilla, inspector militar de los Requetés

Navarros, transmitía las órdenes para el alzamiento carlista junto al Ejército. Según Tomás Echeverría, las discrepancias no se solucionaron ni por el conde

de Rodezno y su hijuela la Junta de Navarra, sino por el general Sanjurjo y por la reunión de Lizarza con los tres capitanes que convencieron a Mola para dar su conformidad a la carta de Sanjurjo que aceptaba la postura de Fal Conde. La Junta de Navarra actuó en todo esto con una total independencia de la Jefatura Delegada, influida ya por el ambiente de sublevación ya por Raimundo García (“Garcilaso”). No es verdad que a Mola le bastase la adhesión de esta Junta Regional, porque “necesitaba el espaldarazo oficial de la Comunión” (del Burgo). Para del Burgo, que atenúa la responsabilidad de la Junta de Navarra, ésta desconocía las actividades conspiratorias de Fal Conde, “pero en buena ortodoxia política se trató de un acto de insubordinación innecesario cuando todos los empeños coincidían en la finalidad común”. La Junta Central de Guerra de Navarra manifestará tras el 19 de Julio:

“Este movimiento es nacional, no es íntegramente carlista, pero es necesaria la

supervivencia de nuestra Patria; por eso la secundamos, bien entendido que nosotros, después del triunfo, trabajaremos con más entusiasmo que nunca por la realización completa de nuestro ideario, y no descasaremos hasta ver al Rey legítimo, representante de nuestros principios, sentado en el trono de San Fernando” (M. Ferrer… pág. 342).

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“Boletín de Orientación Tradicionalista” (BOT), nº 59 (13-X-1935) pág. 4.

Balance de la Revolución de 1934: 1.335 muertos, 2.951 heridos y 1.032 edificios destruidos por el fuego y la dinamita.

Cuarenta millones de pesetas robados en los saqueos. Crueles asesinatos de niños, mujeres y ancianos.

La Falange, que en Navarra apenas estaba implantada, recibió un alud de adhesiones desde la filas de la CEDA. Es más, tras el 18 de julio, recibió una afiliación masiva “de elementos procedentes de otras formaciones políticas, muchos de los cuales (…) para garantizar su seguridad personal”, por ejemplo del PNV, los republicanos radicales e incluso del PSOE. En Sangüesa, la FE admitió a muchos republicanos que se vieron obligados a solicitar su ingreso, después de haber sido rechazados por los carlistas “mucho más exigentes con los antecedentes políticos de quienes llamaban a sus puertas” (Ferrer Muñoz). La Falange alardeaba de ser “revolucionaria”, y seguía la moda del snobismo “futurista” de la Europa del momento.

A la larga, las garantías ofrecidas a los carlistas fueron totalmente insuficientes, tras la muerte del general Sanjurjo y después la de Mola. Con o sin firma. El día 25, el del patrono Santiago, el rey Alfonso Carlos I quiso sobre todo salvar “la Religión y la Patria” (Doc. 15).

José Fermín GARRALDA ARIZCUN

Doctor en Historia

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“Ahora Información” nº 107 (XI-XII, 2010), 37 pp.

NOTAS: Los documentos referidos están en las páginas

siguientes. (1) TORRES GARCÍA, Fco., “Entre la supervivencia, la

reconstrucción y la unificación: la política de la CEDA (Acción Popular). 1936-1937”, en BULLÓN DE MENDOZA, Revisión… o. cit. , pág. 407-429 (2) GARRALDA ARIZCUN, José Fermín, “El ‘Boletín de

Orientación Tradicionalista’ y la estrategia política del tradicionalismo de 1934 a 1936”, en BULLÓN DE MENDOZA, Alfonso, TOGORES, Luis Eugenio (coords.), Revisión de la Guerra Civil española, Madrid, Actas, 2002, 1093 pp., pág. 431-453; Sobre el “Boletín de Orientación Tradicionalista (1934-1936)”, Rev. “Ahora-Información”, nº 61 (2003), pág. 32-36; nº 62 (2003), pág. 26-30; y 8-V-2003, 6 fols. (3) ARÓSTEGUI, Julio, “La tradición militar del

Carlismo y el origen del Requeté”, Madrid, Rev. “Apor-

tes”, nº 8 (VI-1988), 79 p., pág. 3-23; FERRER MUÑOZ, Manuel, “Organización y actividad del requeté en Navarra entre 1931 y 1936”, Madrid, Rev. “Aportes”, nº 14 (VII-X-1990), 84 p., pág. 11-18.

(4) Son numerosos los autores que han trabajado el tema de la conspiración . En cursiva son los más significativos. Anteriores a 1980: F. Beltrán Guell, Jaime del Burgo, Manuel Fal Conde (entrevistas), Melchor Ferrer, R. García Serrano, J. Mª Iribarren, A. Lizarza, B. F. Maiz. Con una problemática más general: J. Arrarás, G. Cabanellas, R. de la Cierva, E. Esteban-Infantes, Gil Robles, J. de Iturralde, J.R. Montero, J. Mª Pemán, L. Redondo, J. Vigón. Entre los autores extranjeros citamos a M. Blinkhorn, S. G. Payne y H. Thomas. De nuestros días, mencionemos a: J. Andrés-Gallego, Fco. Alía Miranda, J. Aróstegui, J. Brioso, J. Cubero, Tomás Echeverría (seud. Fco. de Urrestarazu, que corrige a F. Maiz y a otros autores), Manuel Ferrer Muñoz, J. M. Garmendia y Peñas Bernardo de Quirós.

(5) BURGO, Jaime del, Conspiración y guerra civil, Madrid, Alfaguara, 1970, 956 pp., vid. pág.

525 ; Requetés en Navarra antes del Alzamiento, San Sebastián, Ed. Española, 1939 (6) FAL CONDE, Manuel, Rev. “La Actualidad Española”, nº 857 (6-VI-1968); “La Unión”

(Sevilla), 18-VII-1937; “Apuntes para la Historia”, Rev. “Montejurra” nº 44 (XII-1968); “ABC” 3-V-1968; “Dossier-Mundo”, nº 2 (VII-VIII-1971)

(7) Además de las referencias utilizadas, mencionemos: ARÓSTEGUI, Julio, “El Carlismo, la

conspiración y la insurrección antirrepublicana de 1936”, Rev. “Arbor”, nº 491-492 (nov.- dic. 1986), pág. 27-75; BLINKHORN, Martín, Carlismo y contrarrevolución en España, 1931-1939, Barcelona, Ed. Crítica, 469 pp., págs. 291-318; CUBERO SÁNCHEZ, Joaquín, “El Carlismo en la guerra de España. El destierro de Fal Conde y la unificación”, Madrid, Rev. “Aportes”, nº 27 (V-1995), 160 pp., pág. 40-78; ECHEVERRÍA, Tomás (seud. Francisco de Urrestarazu), Cómo se preparó el alzamiento. El general Mola y los carlistas, Madrid, 1985, 299 pp.; FERRER, Melchor, Don Alfonso Carlos de Borbón y Austria-Este, Sevilla, ECESA, 1979, 397 pp. en Historia del Tradicionalismo Español, Tomo XXX; FERRER MUÑOZ, Manuel, “Navarra y País Vasco, 1936: conspiración contra la República”, Madrid, Rev. “Aportes”, nº 32 (3/1996), 136 pp., pág. 82-102, y otros trabajos de 1990 y 1992; LIZARZA IRIBARREN, Antonio, Memorias de la conspiración. 1931-1936, Pamplona, Gómez, 4ª ed. 1969, 242 pp.; IRIBARREN, José Mª., Mola. Datos para una biografía y para la historia del Alzamiento nacional, Zaragoza, Ed. Librería General, 1938; ídem. Con el general Mola, Zaragoza, Ed. Librería General., 1937; MAIZ, B. Félix, Alzamiento en España. De un diario de la conspiración,

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Pamplona, Gómez, 1952, 329 pp.; ídem. Mola, aquel hombre. Diario de la conspiración. 1936, Barcelona, planeta, 1976

APÉNDICE: DOCUMENTACIÓN DE LA COMUNIÓN TRADICIONALISTA PREVIA AL ALZAMIENTO

Funerales por el primer requeté muerto en Sevilla Jesús Santos Castilla. En primer lugar porta el féretro Domingo

Tejera, director del periódico “La Unión”.

ESTA SELECCIÓN DOCUMENTAL completa el artículo anterior y sigue un criterio cronológico. Recoge dos tipos de textos. Uno, abarca diferentes orientaciones políticas del “Boletín de Orientación Tradicionalista” (BOT) y directrices de la Jefatura recogidas en él. Y otro, explaya los textos más significativos de la negociación entre Fal Conde y el general Mola. A pesar de su extensión, estos documentos son un tratado de principios fundamentales y de criterio político que identifica la personalidad y singularidad de la Comunión Tradicionalista –la tradición española

es maestra de buena política-, desvelando los errores teórico-prácticos del momento de la CEDA, AP y las JAP –aun sin nombrarlas-.

Los primeros textos están sacados directamente de los originales del BOT (Archivo del autor), y los segundos de las publicaciones de Manuel Ferrer Muñoz, Melchor Ferrer, y Tomás Echeverría (seud.), citados en el artículo anterior. El orden de preferencia del texto es el orden de la referencia de los autores. Echeverría acostumbra a corregir algo la puntuación, algún aspecto gramatical y a veces crea párrafos para facilitar la lectura.

José Fermín Garralda Arizcun (por la selección) Documento 1. Instrucciones de Alfonso Carlos I al Conde de

Rodezno (6-V-1934) Queriendo que nuestro partido sea respetado como merece, prohíbo toda unión

oficial con la Renovación. Prohíbo que nadie que tenga un cargo en nuestro partido, ni sea Diputado a

Cortes, tome parte en reunión alguna de otro partido. Debe suprimirse la TYRE, que sólo autoricé para el momento de las elecciones. Al hablar en los discursos de nuestra Comunión no quiero que se diga

Monárquico, sino partido Tradicionalista o mejor Carlista. No se puede servir a dos Caudillos, es decir, a mí y a Don Alfonso o Don Juan.

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No debe existir unión ni afiliación alguna con los de Renovación. Firmado: Alfonso Carlos (Echeverría, Cómo se preparó…. pág. 137) Documento 2. Orientaciones de Manuel Fal Conde, BOT, nº 69 (22-

XII-1935) La Gravedad del momento. Nuestros vaticinios se han cumplido. Quisiéramos habernos equivocado. Las

tácticas tantas veces fracasadas han fracasado una vez más. Nos hubiera alegrado equivocarnos y que esta vez la regla hubiera tenido una excepción, con tal que se hubiera salvado la Patria. Pero no fue así, y, vuelta a andar el camino para…, esto sí que no podemos saber: ¿para qué?

Afirmamos, como siempre, que sólo en la Tradición, sustantividad doctrinal y táctica, cabe la salvación. Vemos que el desengaño fortísimo y aleccionador es suficiente para que hallen el camino los que, ciegos, andaban extraviados. ¿Lo hallarán?

Contra un posibilismo republicano, nuestra posición anterior fué la de prever y avisar el fracaso, pero no negar nuestro concurso a ninguna obra buena.

Contra el actual posibilismo –posibilismo de fraseología tradicionalista- volvemos a afirmar nuestra posición secular y a augurar nuevo fracaso si no se acaba de una vez con todo posibilismo y se entra de veras en el único sistema de verdad posible y restaurador.

Ante el momento presente la Comunión tiene un grave deber que cumplir. En ese deber entra en función principalísima el deber de mirarse a sí misma para no quebrantarse y, antes al contrario, fortalecerse, porque –ningún partido puede decir eso de sí mismo- cuanto favorece a la Comunión, para España es, a la que vive consagrada.

La disciplina ha de ser la consigna en estos instantes: obedecer, pero, además, trabajar. Quien no esté en ánimos de trabajar sin descanso, puede retirarse o enmendar el propósito. Lo mejor esto segundo, pues para retirarse ya es tarde. Eso pudo hacerse antes. Ya no nos queda otro recurso que luchar.

Esta invitación al trabajo pueden hacerla pos partidos liberales inspirados en el voto de la mayor parte de sus componentes, en el voluntad del Jefe o en la conveniencia personal del partidario.

Aquí, entre nosotros, podemos hacer esa invitación fundada en una sola voluntad de quien tiene autoridad venida de Dios y puede mandar, como que es el Rey.

Documento 3. Orientaciones de Manuel Fal Conde, BOT, nº 76 (9-II-

1936) Todo un Programa ¿Qué significado tiene la próxima lucha electoral?

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Este significado se lo dan las circunstancias, y dentro de ellas, de un modo muy especial, la coalición de los elementos que a sí mismos se llaman revolucionarios, que amenazan con reproducir sangrientas escenas de barbarie.

Es, pues, evidente que las próximas elecciones tienen un significado notorio de defensa contra esa ofensiva revolucionaria; como lo tienen también de posición a todo y a todos a quienes alcanza responsabilidad por que tantos crímenes de lesa humanidad y de lesa Patria hayan quedado impunes.

Al propio tiempo significan esas elecciones la aspiración y el propósito de reparar las tremendas injusticias que se han cometido y los grandes daños que se han causado a intereses religiosos y morales y a toda la vida económica de nuestra Patria.

Son, pues, un anhelo justísimo de que se reconozcan en España la soberanía social de Jesucristo y los derechos de la Iglesia; se restauren la escuela y la familia cristiana, acabando con la lacra del divorcio vincular; se reparen las injusticias contra los legítimos propietarios, se fomenten las obras públicas de indiscutible utilidad, se atiendan las legítimas aspiraciones del campo y de la industria, se aseguren la paz y el orden público, con lo que, renaciendo la tranquilidad y la paz, se reanudarán industrias y actividades hoy abandonadas y se pondrá verdadero y eficaz remedio al pavoroso problema del paro; se atienda a las legítimas aspiraciones del obrero y se ponga coto a las codicias desbordadas; y, en una palabra, que se restaure el orden en el verdadero sentido de la palabra, ocupando el debido lugar cada cosa y ajustándose todas a la ley y a la justicia, que lo son cuando se fundan en la ley natural y eterna.

Todos esos anhelos están en el significado de las elecciones próximas a mi juicio.

¿Llegará a tanto su realidad? Téngase en cuenta que el sistema parlamentario impone con fuerte gravitación abajamiento de aspiraciones, y que si tantas y tan elevadas son las nuestras, en la escala gradual que constituye la gama de matices partidistas, grado a grado se van perdiendo aspiraciones y después la esencia del sistema exige en la realidad parlamentaria descensos insospechados que, entre sus desengaños y amarguras, no andan lejos de acreditar vacilaciones o renunciamientos.

Es la misma escala gradual que desde la antirrevolución, por razón de causa, hasta la revolución por causa y efecto, existe, pasando por cuantas posiciones contradicen a la revolución en sus frutos sin oponerse a sus raíces.

Porque la revolución no es sólo el motín y el desorden, los asaltos y los incendios, los asesinatos y los crímenes. Esas son las últimas consecuencias de la revolución.

Revolución es la subversión de los principios fundamentales de la sociedad. Subversión que necesariamente lleva a aquellas consecuencias.

Muchos de los que ahora figuran en el frente antirrevolucionario van sólo contra los efectos. Como éstos a todos dañan, unidos con todos vamos a esa lucha. Pero entiéndase bien, no estará vencida la revolución mientras alienten los errores que producen aquellos perniciosos efectos. Así, pues, nosotros los tradicionalistas seguiremos tremolando nuestra bandera y trabajando sin descanso, sin confusiones ni equívocos, por la única victoria verdadera y decisiva: la restauración de la legítima Monarquía católica y Tradicional.

Manuel J. Fal Conde

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Documento 4. Orientaciones del BOT, nº 80 (8-III-1936) Los tradicionalistas deben estar atentos a sus jefes y no dejarse sorprender. Se está tramando muchas maniobras políticas. Más que nunca deben de estar los tradicionalistas atentos a las indicaciones de

las legítimas autoridades de la Comunión. Los partidos católico-liberales están tramando altas maniobras para sorprender

la buena fe de muchos de nuestros correligionarios. España necesita en estos momentos de soluciones claras y rotundas, como las

nuestras. Que nadie abandona (sic.) su puesto, que todos tengan confianza en el mando.

Ahora que la revolución amenaza, debemos de sentirnos más carlistas que nunca.

¡Disciplina, lealtad, confianza! Documento 5. Orientaciones del BOT, nº 89 (10-V-1936) Aclarando posiciones. Los modernos Estados totalitarios y el Estado

tradicional. Se confunden ambos términos con frecuencia. Y el que en las dos doctrinas se

admita el estado corporativo no es suficiente para identificarlas. Es el fascio consecuencia de las teorías individualistas del siglo pasado. El hombre, sin el apoyo de los gremios, es absorbido por el Estado. El individuo, en buena Ética cristiana, se incorpora a la sociedad mediante la familia, Mas, como el liberalismo es atómico, niega la familia, y, en consecuencia, el Municipio, conjunto de aquéllas. Casi no es necesario añadir que la comarca y la región, basadas en el Municipio, están olvidadas en el liberalismo.

Se tiende a un Estado fuerte. Más. A que el Estado lo sea todo. Y se cae de lleno en el socialismo. Y, mediante esta doctrina, no se socializa solamente la propiedad, sino casi todas las humanas actividades. Hemos dicho que fascio y tradición coinciden en la forma corporativa. Veamos a qué concepto responde esta forma. La familia y el Municipio son sociedades inferiores al Estado. Se reúnen entre sí y constituyen las regiones y comarcas. Pero como el hombre puede emitir solamente juicio de lo que sabe, de aquí se saca en consecuencia que la elección de cargos públicos ha de ser por profesiones. De esta manera se atiende al bien común, pues todos los oficios están representados. Y no se elimina el individuo porque aun las sociedades inferiores –familia, municipio y región- en las cuales encuentra el hombre fundamentos y apoyo, son respetadas.

Es, en la Tradición, el Estado corporativo producto de este proceso. No sabemos, en doctrina fascista, a que responde, porque ni aun a la región se le conceden sus fueros y privilegios ni se nos habla más que de individuo y Estado.

Además, no rompe la Tradición la continuidad histórica. Por eso, somos legitimistas, por la misma razón por la que somos tradicionalistas. La autoridad, para nosotros, viene de Dios y se transmite sin intermisión en la Monarquía hereditaria. ¿Es eso igual que un jefe a quien las circunstancias, la política y, muchas veces las componendas elevan?

Nada digamos de Religión. Propugnamos nosotros la unidad católica y aspiramos a que en todas las manifestaciones de la vida influya la idea religiosa.

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Siguen los otros la doctrina de que cada cual opine acerca de esto; pero sin influir sus ideas en la vida pública. Ni más ni menos que una aplicación del catolicismo liberal. Muchas otras diferencias podríamos aducir; pero las omitimos en gracia a la brevedad. Vivimos en una época de confusiones y se nos da a todos el mote de derechas, no distinguiéndonos de otras agrupaciones. Y es necesario probar que nos separan en el terreno de las ideas hondas diferencias, y que no es igual Tradición y derechas ni Tradición y fascismo.

Documento 6. Orientaciones del BOT, nº 92 (31-V-1936) La historia nos da la razón. El retorno de las honradas masas. Los jefes demócratas, los católico-liberales -¡al fin!- han venido a darnos la

razón en lo que se refiere a nuestra táctica. El más caracterizado de los políticos de ese bando ha reconocido el otro día en el Parlamento que sus masas se le van, y que como tienen razón al buscar refugio en otros grupos, no puede ni quiere contenerlas.

El liberalismo, más o menos solapadamente, ha sido siempre la negación de la verdadera libertad y el vehículo para todas las revoluciones que en nombre de unos cuantos tópicos burdamente amasados venían siempre a dar la razón a la célebre copla: “El pensamiento libre/ proclamo en alta voz,/ y muera el que no piense/ igual que pienso yo”.

En estos momentos en que los partidos católico-liberales se desmoronan, víctimas de sus muchos errores, y la desbandada de sus muchedumbres desorientadas busca, anhelante, un puerto de salvación, los tradicionalistas tenemos el deber que nos impone una historia gloriosísima de levantar nuestras banderas, mantener firmes nuestros cuadros y dar tal ejemplo de disciplina y serenidad que sirva para demostrar lo que hemos sido y lo que somos, constituyendo con ello la esperanza a la que vuelvan sus ojos los españoles desilusionados, que un día creyeron cándidamente en tácticas y en procedimientos irremisiblemente condenados al más espantoso de los fracasos.

Hay que hacer una profusa labor de proselitismo y de captación. Cada carlista debe ser un propagandista tenaz que actúe un día y otro sobre el ánimo en depresión de los que vienen desengañados del campo infecundo del catolicismo liberal.

Es, pues, lo que vamos a presenciar: el retorno de las “honradas masas” que Pidal se llevó del Tradicionalismo al liberalismo, que ahora retornan, a los cincuenta años, contritas y arrepentidas.

Recibámoslas con los brazos abiertos, como fue recibido el hijo pródigo de la parábola bíblica.

Documento 7. Artículo de Manuel Fal Conde, BOT, nº 97 (5-VII-

1936) “Lloraba la reina María Teresa mientras firmaba la desmembración de Polonia.

Más lágrimas derramaba Polonia desmembrada. ¡Cuántos, hoy día, lamentan la infecundidad del Tradicionalismo mientras se

reparten a pedazos su doctrina y sus postulados inmortales! Estamos en los momentos del reparto de la Tradición. Quiénes cosechan en el

campo de sus principios, quiénes adoptan sus procedimiento seculares. Hasta aquí

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todo fue menosprecio para nuestra Bandera, ya por retrógada, ya por inaplicable. Éramos los intransigentes y los inadaptables. Pero cuando la revolución dió sus frutos y mostró toda su intransigencia, todos –Renovación, nacionalistas, Primo de Rivera, Gil Robles últimamente- miran a la Tradición como el único remedio, como la solución del porvenir única aplicable. ¿Transigirán con la jerarquía del Tradicionalismo para encuadrar en ella, en el punto que les corresponda por merecimientos? Es el error de la época el concebir programas al gusto del sector de la opinión pública. Es el culto a la diosa Frivolidad, y para servirla, fácil es a cada cual presentarle aquel pedazo de la Tradición que más complazca al sector de frívolos escogido.

Todos se apropian una parte de la Tradición. Más compasivos los judíos o más egoístas, reconocieron que la túnica del Señor no era divisible. Y la echaron a suerte.

Inconsútil como la túnica del Señor es la Tradición gloriosa española. Aquélla, tejida por la Providencia de Dios, como el alma colectiva de ésta su predilecta nación. También la Tradición se fue formando mientras se formaba la Patria. ¡Inconsútil!

¿Por qué no piensan que mejor que repartirla sería echarla a suerte?... Pero más repartos, no; porque más que la reina usurpadora que lloraba, lloraba

la Polonia indivisible repartida. Manuel Fal Conde” Documento 8. Nota de Fal Conde del 11-VI-1936 entregada a Mola el

día 12. 1º Medidas de orden público a juicio del Ejército. 2º Derogación de la Constitución, de las leyes laicas y de las atentatorias de la

unidad patria y el orden moral. 3º Disolución de todos los partidos políticos, incluso de los que hayan

cooperado. 4º Disolución de todos los Sindicatos y asociaciones sectarias. Incautación de

sus fondos y bienes y expulsión de los dirigentes. 5º Proclamación de una Dictadura de duración temporal, con anuncio de la

reconstrucción orgánica o corporativa hasta llegar a unas Cortes de esa naturaleza. 6º Anuncio de reforma de todos los cuerpos del Estado. 7º La suprema dirección política corresponderá a un Directorio, compuesto por

un militar y dos consejeros civiles designados previamente por la Comunión Tradicionalista. El primero será Presidente del Directorio y del Gabinete, y tomará especialmente sobre sí la Seguridad Nacional (Ejército, Marina, Orden Público, Comunicaciones y Transportes). De los otros dos, el uno se encargará del Ministerio del Interior (Ayuntamientos, Diputaciones, Preparación del régimen foral, Corporaciones y Enseñanza profesional); y el otro tomará a su cargo el Ministerio de Educación Nacional (Propaganda y Prensa, Enseñanza general –elemental y segunda- y Relaciones con la Iglesia).

8º Desarrollará las direcciones políticas del Directorio y llevará la Administración del Estado un Gabinete de Ministros técnicos, previamente elegidos de entre las personas más capacitadas, desprovistas de prejuicios partidistas.

Se da por supuesto que el Movimiento será con la bandera bicolor”. (Del Burgo J., Conspiración… p. 532-533)

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Capitanía general de Pamplona, donde Emilio Mola Vidal organizaba el levantamiento militar en toda España. Al final Mola pactó con los carlistas, como un elemento

necesario para dar la orden del alzamiento. El pronunciamiento militar fracasó y se continuó en guerra civil. Hoy día, en este lugar, que fue palacio del virrey de Navarra, se ha reconstruido el Archivo General y Real de

Navarra.

Documento 9. Nota de la Comunión Tradicionalista del día 2-VII-1936, entregada a Mola el día 3-VII-1936

Nota 3ª, de 2 de julio de 1936. En

la primera nota se subrayaron, como esenciales, aquellos puntos que responden a principios inmutables, servidos durante un siglo, sin los que no podemos colaborar y que pueden reducirse a dos: uno de imprescindible previsión política y otro de obligada lealtad a nuestras masas. Dicha previsión exige que se garantice que la futura política responda a los dictados de la Religión y acometa la reconstrucción política del Estado sobre bases sociales u orgánicas para acabar con el parlamentarismo y el sufragio

liberal. Aceptamos la presidencia del General que nos ha sido propuesto, pero pedimos que con él lleven la dirección política (no la de gobierno en el sentido estricto de orden público, ni la Administración general) dos Consejeros que designemos, a los que encomiende la obra de la reconstrucción orgánica o corporativa y de educación nacional, sin que nos interesen en absoluto (pues que nada queremos para nosotros, ni para el partido llamado, como todos, a disolverse) los Ministerios actuales que se encomendarán a personas técnicas los de la Administración general del Estado, o a militares los relacionados con el orden público.

En segundo lugar, el punto relativo a la bandera es de obligada lealtad a nuestras masas. Aunque hubiera derecho a pedir a los dirigentes que se sobrepongan a los símbolos, nunca se podrá hacer entender a las masas otro lenguaje que el simbólico, y mal podrán comprender nuestras masas en la bandera republicana obra de gobierno que sobre los intereses puramente materiales ponga los altos ideales de la espiritualidad y el honor de España, únicos merecedores del sacrificio de la vida.

De otra manera no podemos colaborar, no sin dolor, firmemente persuadidos de que el momento requiere una fuerte ponderación de ideales que (a costa de reducir colaboraciones de dudosa eficacia práctica, pero de segura pérdida de altura moral) pueda crear una fuerte solidaridad entre la parte sana del Ejército, que es la que representa su honor y su gloria, con las fuerzas sociales ardientes de un sacrificio heroico y empeñadas en el propósito de rendirlo.

(Ferrer, Melchor, Don Alfonso Carlos… pág. 325; Ferrer Muñoz, Manuel,

“Navarra y País Vasco, 1936…” pág. 99; Del Burgo, J., Conspiración… pág. 538-539) Documento 10. Carta de Fal Conde a Mola (6-VII-1936) Mi distinguido Sr. y amigo:

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Me han visitado en los dos últimos días varios señores invocando representación de usted, y también a mi amigo D.J.L.Z. (Don José Luis Zamanillo) le han visto otros dos distintos emisarios de usted, y veo en las referencias que atribuyen a usted, sobre nuestra actitud, tan variedad de interpretaciones, que me creo en la necesidad de consignarla por tercera vez por escrito, y rogarle que dé a las personas discretas que usted elija la versión cierta de nuestras conversaciones, al par que procure frenar iniciativas particulares y actitudes ofensivas adoptadas por algunos oficiales.

Por otra parte, ayer, he recibido la visita de Don José María G. R. (Gil Robles) acompañado de un correligionario suyo (se trata de Don Francisco Herrera), que se titulaba también emisario de usted, y al propio tiempo que aquél se declaraba en absoluto acuerdo con usted, y con los gen. C. y Q. (generales Cabanellas y Queipo de Llano) con quienes el aludido emisario dice que ha tenido entrevistas, me han dicho que la futura política está acordada que sean, después de una breve actuación de los militares, un Gobierno formado por los partidos de derecha que, por lo tanto, habían de quedar subsistentes.

Y, por fin, la versión autorizada que tengo desde Lisboa, es la de que las condiciones que allá se han llevado de parte del gen. C. (General Cabanellas) son de República con Gobierno Miguel Maura.

La manifiesta contradicción que existe entre estos tres proyectos que me han llegado (el de la versión G. R. –Gil Robles-, el de la versión de Lisboa y el que consta en la nota que usted me entregó, y cuyo contenido no se me ha dicho que haya sido rectificado en ningún punto) y la notoria falsedad de algunas versiones de sus titulados emisarios de usted antes aludida, reclaman reiterar nuestra invariable y clara actitud.

Somos de acción, cuidamos como nadie la preparación, y respondemos que, cuando las circunstancias lo impongan y si entonces el Ej.(ército) no actúa, sabremos cumplir nuestro deber y, si mientras tanto aquél se decide y nos necesita, estamos a su obediencia, con tal de que no se nos haga la colaboración imposible, porque pudiera ocurrir que, por desconocimiento político o por imposiciones absurdas de quienes son tenidos por útiles y admisibles, se nos quiera sumar a lo que en verdad no vaya a acometer el remedio en su raíz, sino, meramente en sus accidentes.

Y, si por acaso lo que nosotros pedimos se cree excesivo, queda una opción: o se nos tiene por necesarios o no; si no lo somos, que se haga sin nosotros, sin demora, sin más esperar, cuanto antes. Y si somos necesarios, ¿cómo se duda en conceder lo que, siendo seguramente lo que conviene a la Patria, es pedido por quienes son precisos y que ofrecen el sacrificio de sus vidas?

Nuestra actitud consta en dos notas, y de los propósitos de ustedes tenemos la nota escrita de fecha 5 de Junio que me entregó usted el 15, y sus conversaciones perfectamente concordes entre sí y con aquélla. De cuanto directa y personalmente usted nos ha dicho sólo podemos afirmar la mayor claridad y precisión, a la vez que los más generosos propósitos. Antes de nuestra entrevista y de que yo conociese dicha nota, envié a usted el 12 de Junio la primera mía, resultado de tres conversaciones con D.R.G. (Don Raimundo García, director del periódico “Diario de Navarra”, de Pamplona), emisario autorizado de usted, al que aclaré que lo subrayado era lo único que estimábamos esencial, mientras que lo no subrayado era puramente de relleno. Y verbalmente explique a usted, el número 7º (que razonablemente le inspiraba una duda) en el sentido de que el presidente no tenía

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que ser designado por nosotros, sino que aceptábamos el gen. (General) que se nos había propuesto.

Y después de esa conversación con Z. (Zamanillo) y teniendo ya en consideración la antedicha nota de 5 de Junio, le envié la segunda mía que le fue entregada el 3 del corriente.

Nada que allí no conste ha sido pedido por nosotros, y todo lo en ellas consignado se reduce a los dos puntos sintetizados en la 2ª. Uno, sustantivo, de futura gobernación sobre base de antiparlamentarismo, desaparición de toda política de partido y reconstrucción social para la vida política nueva en forma orgánica o corporativa en que, atendido el problema religioso, se encauce toda la política del Estado a esa transitoria y urgente reconstrucción.

Y otro punto relativo al símbolo. Jamás saldremos en acción militar con la bandera tricolor, mas tampoco sin ninguna bandera, ni aun con la bicolor, si el contenido sustancial ha de ser republicano; y en la nota de 5 de Junio de usted, después de varias menciones de Dictadura republicana, se dice: “El Directorio se comprometerá durante su gestión a no cambiar en la Nación el régimen republicano…”.

Damos cuanto somos y tenemos. Renunciamos a toda petición si no movilizamos cuando menos 15.000 soldados. Pero queremos seguridad y garantía de que de veras se salva a la Patria, y eso no se conseguirá, si no se acaba con los partidos políticos, todos sin excepción, de tal modo que de ahora para siempre consigno que si por acaso alguna vez se nos ofreciera el Gobierno para gobernar en función de partido (o sea, con la condición de que no aniquiláramos la existencia de los partidos), no accederíamos, o si aceptásemos (es una hipótesis), claudicando de nuestras ideas, no lograríamos nada, fracasaríamos y prolongaríamos la ruina de la Patria. Vea, por eso cual es nuestra aversión a los partidos políticos.

Si lo que se proyecta o planea por partidos políticos al uso es sustituir partidos que en su última síntesis lo que están haciendo es atacar la riqueza, por otros que la defiendan, eso es poco para subordinarles ideales más altos, y no me cansaré de repetir que, con renuncia a esos ideales, ni se triunfa ni, tal vez, se llegue a producir un acto de iniciación del movimiento, porque antes los traidores y espías darán al traste con tan excelentes propósitos de los más.

Sabe usted que tengo fundados antiguos temores de que todo el proyecto esté de cerca vigilado por el Gobierno y, no obstante, a la organización de usted hemos entregado nuestro ofrecimiento sin pararnos en que el espionaje sobre la cosa militar o las indiscreciones puedan perjudicarnos.

Suyo affmo. amigo q.e.s.m. M. Fal (Echeverría, Cómo se preparó…, pág. 111-113, añade la aclaración de las siglas;

Ferrer, Melchor, Don Alfonso Carlos… pág.329-331) Documento 11. Carta de Fal Conde a Mola (8-VII-1936) Muy señor mío y amigo: A las 9 de la mañana su carta de ayer recibida anoche a las 11 y para mayor

claridad, punto por punto.

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1º Conformes en que el movimiento ha de ser nacional y no a favor de partidos; pero el único medio de que no suceda esto último a pesar de las rectas intenciones de Vds. es la disolución inmediata de todos los partidos.

Y como no pedimos excepción a favor del nuestro, no puede interpretar nuestra petición, más que como una garantía, que podrá sustituirse con otra, de que ha de irse a una reconstrucción orgánica, terminando con las banderías políticas.

¿Qué garantía se nos da supuesto que no sean esos Consejeros, de que el Directorio acometerá con decisión y sobre todo con capacidad política y tecnicismo, una política de auténtica reconstrucción sobre base orgánica y antidemocracia?

2º Para que el Directorio sea antiparlamentario, tiene que empezar por disolver los partidos que sólo en el medio parlamentario tienen vida y razón de ser y que se acabe con el sufragio liberal inorgánico. Pero ¿esa “Asamblea Nacional” se fundará en sufragio inorgánico al que alude el “carnet electoral” o en el sufragio orgánico o corporativo?

Y si fuera corporativo ¿serán tenidas en cuenta para su regulación la condición que merece gozar en España la Religión Católica y la de aquellas Regiones que tienen derecho foral?

3º De corazón nos congratula que no tenga concomitancias con esos políticos, que bien puede ser que tengan más que concomitancias con otros Generales, pero permítame que le diga, que por el natural desconocimiento de la cosa política, en que están los militares, fatalmente y pese a sus propósitos, acabará entregándose a ellos si previamente no disuelven los partidos, que haga posible utilizarlos, libre de trabas y compromisos partidistas, si como técnicos pueden servir.

Por tanto ¿qué piensa hacer de los partidos políticos? 4º No me negará Vd. que esa imposición del símbolo republicano por algunos

colaboradores es muy sospechosa de que esos mismos, después, exijan, como caso de honor militar, que consecuentemente con el hecho de haber ostentado ese símbolo y triunfado con él, se le deje adoptado y lo que es peor, se respeten las esencias que esa bandera representa.

¿Se sacará, por tanto, la bandera tricolor, aunque no sea nada más que en el coche del general en Jefe o en los edificios públicos?

¿Aunque se deje ocultar esa bandera, se mantienen los compromisos del Directorio de respetar el Régimen Republicano?

5º Si no podemos colaborar porque se nos ponen condiciones imposibles, no será nuestra la culpa, sino de esas condiciones, que son imposibles de aceptar, ya que no por otras razones, por la gravísima, de que nos debemos a una tradición de lealtad a unos principios, a una Monarquía y a unos símbolos servidos durante un siglo y en varias guerras. Vea que de todos ellos sólo pedimos que se derribe esto sin poner en su lugar sus mismas esencias políticas democráticas y liberales.

6º No puedo creer que sin nuestra colaboración haya de fracasar el movimiento, contándose con los que imponen la forma republicana. Yo ruego a Vd. que piense dónde está la intransigencia absurda: si en los que de toda una suma de postulados seculares sólo, piden un mínimo esencial y que por primera vez en su historia están dispuestos a ir a las armas sin llevar consigo a su Rey; o en aquellos que no obstante el fracaso de la República y de todos sus hombres y procedimientos, se obstinan en mantener una forma antiespañola por esencia y odiosa a todo buen español y no contentos con esa actitud todavía creen que debemos nosotros jugarnos la vida en una empresa que sinceramente, no nos inspira confianza de que vaya a remediar el mal, porque pese a las rectísimas intenciones y al admirable espíritu de

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Vds. por falta de pericia en estas cosas, no remediarán otra cosa que el orden externo, y por poco tiempo.

7º No paralicen nada en espera de nuestras contestaciones que nunca ha dejado Vd. de tenerlas categóricas e inmediatas. No es ésta una actitud mía. Es actitud invariable de un partido monárquico, quiero decir con una autoridad de la que sólo soy yo Delegado y que no resuelve sin antes tomar amplios asesoramientos, que nunca como ahora han sido tan concordes y terminantes.

No me cansaré de repetirle cual grande es la tortura de esta discrepancia. Bien veo que no nos conoce, cuando nos cree capaces de miras partidistas, pero aunque no nos conozca, sí sabe que somos comunidad de españoles de acción y amantes fervorosos del Ejército. No nos culpe a nosotros; culpe al proyecto de sumar más de lo necesario y de lo conveniente. La obra es más segura mientras más idea la anima y más incierta mientras más gente indeseable tenga en su seno; todavía sería tiempo de rectificar; mas líbreme Dios de proponerlo. No duden más, mano a la obra y si por acaso hubiere un contratiempo ya le digo que la retirada la cubrimos nosotros, para luchar sin desmayos pero con todo nuestro ideal y con todo nuestro simbolismo.

Suyo siempre afmo. Amigo q.e.s.m. M. Fal (Ferrer Muñoz, Manuel, “Navarra y País Vasco, 1936…”, pág. 99-101; Ferrer,

Melchor, Don Alfonso Carlos… pág.333-335, con alguna modificación de estilo; Echeverría, Cómo se preparó… pág. 115-117)

Documento 12. Carta del general Sanjurjo a Fal Conde (9-VII-1936) 9 de Julio de 1936 Querido Fal: Tengo mucho gusto en transcribir a continuación copia de la carta

que con esta fecha dirijo a Emilio (Mola), en los siguientes términos: “Querido Emilio: Enterado de su notable y patriótico trabajo de organización y

de unión de pareceres, tanto para la preparación del movimiento como para la estructura del país una vez que hayamos triunfado. Ratos desagradables son éstos, pues siendo varios los que intervenimos y más siendo españoles, es difícil el empeño de aunar, pero no imposible, dado el patriotismo de todos.

Mi parecer sobre la bandera (es que) debía por lo pronto solucionarse, dejando a los tradicionalistas usen la antigua, o sea la española, y que aquellos cuerpos a los que hayan de incorporarse fuerzas de esa Comunión no lleven ninguna. Esto de la bandera, como usted comprende, es cosa sentimental y simbólica, debido a que con aquélla dimos muchos nuestra sangre, y envuelto en ella fue enterado lo más florido de nuestro Ejército, y se da el caso de que nuestra guerra civil entre los Tradicionalistas y los liberales, unos y otros llevaron la misma enseña. En cambio la tricolor preside el desastre que está atravesando España. Por eso me parece bien lo que me dicen de que usted ha prometido que el primer acto de gobierno será la sustitución de la misma.

Yo veo que hay algunos de nuestros compañeros a quien no agrada esta solución, pero no dudo que han de convencerse y en todo caso habrá de someterse, teniendo en cuenta estas razones y de que la inmensa mayoría de los oficiales desean este cambio.

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Comprendo desde luego y sobre todo en el Ejército, debe buscarse el mayor número de adhesiones, pero no quiere esto decir que todos los adheridos tengan el derecho de hacer cambiar la opinión de la mayoría de nosotros, pues bien sabe que algunos de ellos se le han hecho indicaciones, no porque el movimiento dejase de triunfar sin ellos, sino por presentar al Ejército más unido y hasta más disciplinado dentro de sus jerarquías.

En la organización del Ejército volverán los Tenientes Generales. El Gobierno tiene que constituirse en sentido puramente apolítico, por

militares, y han de procurarse que el que lo presida esté asesorado por un Consejo compuesto por hombres eminentes, no pudiendo formar parte de él aquellos que no hubiesen cooperado de una manera decisiva en la acción del movimiento.

Desde luego, e inmediatamente habrá que proceder a la revisión de todo cuanto se ha legislado, especialmente en materia religiosa y social hasta el día, procurando volver a lo que siempre fue España.

Como ya indico antes, es necesario que cesen las actividades de los partidos políticos para que el país se encalme; tomando para desempeñar los cargos a aquellos señores que sean idóneos y patriotas.

Ir a la reestructuración del país desechando el actual sistema liberal y parlamentario que es el que, en definitiva, ha llevado a España, como a otros países, a los trastornos que hoy lamentamos y tratamos de remediar, adoptando las normas que muchos de aquéllos están siguiendo, para ellos modernas, pero seculares en nuestra patria.

La duración del Gabinete Militar ha de ser la necesaria hasta encauzar al país por las normas indicadas.

Le reitero mi felicitación por lo bien que lleva su cometido, lo que me extraña nada conociendo su patriotismo y su inteligencia.

Ya sabe usted que iré en cuanto me llame. Un poquito de paciencia, pues tenga la seguridad de que el triunfo será seguro. Comprendo que no desarrollo toda una política a seguir, pero sí creo que son puntos muy fundamentales para la dirección de ella, en el día de mañana.

Parecido a esto escribo al amigo Fal, esperando llegue a un acuerdo tan necesario y que no debe demorarse. Un fuerte abrazo, firmado”

En espera de que estas cartas puedan solventar las diferencias que hasta este momento parecen existían, le envía un abrazo. Pepe”.

(Ferrer, Melchor, Don Alfonso Carlos… pág. 336-337, el texto está en un

párrafo que hemos desglosado según hace Echeverría, en Cómo se preparó… pág. 153-154)

Documento 13. Carta, escrita en francés, del Príncipe don Javier de

Borbón Parma a don Joaquín Baleztena Ascárate, presidente de la Junta Regional Carlista de Navarra (San Juan de Luz, 13-VII-1936)

San Juan de Luz, 13 Julio 1936 Mi querido Baleztena: Después de la conversación de ayer tarde, he leído la correspondencia que se ha

intercambiado durante mi ausencia entre Fal Conde y el General Mola. Usted la conoce, ya que ha colaborado en las dos últimas cartas.

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De la respuesta del General resulta que a pesar de todas las concesiones hechas por nuestra parte, no se quiere tener en cuenta ninguno de nuestros principios básicos, que han hecho la existencia gloriosa y centenaria del Partido Carlista, y por los cuales tantos sacrificios y sangre han sido derramados. Para salvar la España Católica y Real todo el partido está presto a dar su vida y sus bienes.

Pero, ¿cómo podemos nosotros asumir la responsabilidad de lanzar a nuestros jóvenes a una sublevación militar y dejarles matar por un movimiento del cual –hoy lo sabemos- los jefes no pretenden más que instaurar un orden republicano en las manos de personas que no representan ya la salvaguarda religiosa y moral del país?

Si hoy en día que se necesita nuestra colaboración se niegan unas garantías mínimas y solamente morales, que nosotros pedimos, ¿qué sucederá el día e mañana en que el ejército haya triunfado?

Se nos agradecerá disolviendo nuestro partido y ante el pasado centenario, nuestro gesto, ciertamente generoso pero inconsiderado, pasará como una traición a nuestros principios y a nuestras gentes, cuya sangre habremos sacrificado inútilmente.

Dios, Patria y Rey debe permanecer como nuestra directriz, fuera de la cual ningún compromiso es posible.

Si el movimiento se produce, la Dirección del Partido no puede autorizar a nuestras gentes a participar en él sin que el mínimo de garantías contenidas en los intercambios de cartas nos sea solemnemente asegurado.

Esta misma mañana, como una respuesta providencial, hemos recibido una carta del Rey, en la cual dice en términos muy precisos, que no admitirá ninguna intervención del Partido fuera de las bases convenidas y aceptadas por él, según el intercambio de cartas.

El Rey ha hablado. La Dirección del partido ha hablado, yo no puedo creer que la Junta Regional de Navarra traicionará y comprometerá a la Comunión Tradicionalista al margen o en contra de la voluntad del Rey.

Si el General mantiene las bases que han sido establecidas y aceptadas por el general Sanjurjo, todo el partido sin excepción marchará con el Ejército.

La unidad de la Dirección del Partido está en juego y yo no dejaré transigir con respecto a la autoridad del Rey y de su Jefe Delegado.

Yo sé, querido Baleztena, que usted comprende la gravedad de la decisión y que si se obtiene el reconocimiento de nuestro derecho, más que cualquier otro partido estaremos dispuestos a todos los sacrificios para colaborar con el gran Movimiento Nacional para salvar la España que es Católica y Real.

Que Dios nos ayude y nos guarde. Créame mi querido Baleztena. Vuestro muy afectísimo Francisco Javier” (Echeverría, Cómo se preparó… pág. 160-165. Carta microfilmada) Documento 14. Orden de Fal Conde a los carlistas para que se

sumasen al Alzamiento Nacional (San Juan de Luz, 15-VII-1936 por la noche).

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“Obtenidas las prudentes garantías posibles sobre el futuro político se ha acordado nuestra colaboración; por lo que en plazo brevísimo de contadas horas dispondrá de todo lo necesario para que prestemos ahí esa colaboración del modo más eficaz, ajustándose a las siguientes normas y supliendo cuando sea necesario en cada sitio para el mejor éxito:

1ª Estamos a la obediencia del Ejército y aceptaremos cuantos objetivos nos encarguen, allí donde sus unidades inicien o secunden el movimiento.

2º Cuando actuemos encuadrados en unidades militares no se consentirá que vaya otra bandera que la bicolor o ninguna.

3º Cuando actuemos separados en unidades nuestras, llevaremos nuestra bandera, nuestros símbolos, vivas, organización y jerarquía.

4º En este caso, cuando ya esté actuando se consagrarán al Sagrado Corazón de Jesús y según sea posible se harán aquellos actos de piedad o de práctica de Sacramentos que se pueda.

5º La orden de actuar la darán los elementos militares con quienes ya están en relación y ellos iniciarán el movimiento a realizar y en el caso de que tarden procurarán estimularles a decidirse.

6º Si en algún sitio fracasara la empresa nosotros hemos de quedar actuando concentrándonos dónde y cómo deben tener prevenido.

7º Apenas se triunfe procurarán permanecer en armas en actitud expectante para en lo posible esperar orden especial para rendirlas todas a la vez solemnemente ante el nuevo Gobierno.

(Ferrer Muñoz, M., “Navarra y País Vasco, 1936 …” pág.. 101; Ferrer, Melchor,

Don Alfonso Carlos… pág. 338; Echeverría, Cómo se preparó… pág. 176. Los dos últimos añaden la puntuación)

Documento 15. Carta del rey Alfonso Carlos I a Fal Conde sobre el

Alzamiento Nacional (Viena, 25-VII-1936): Viena, 25 de julio de 1936. Mi muy querido Fal Conde: Conociendo mi grande cariño para España, podrás figurarte qué grande es mi

pena al tener conocimiento de la situación en que se halla nuestra querida Patria. Antes de todo, debe salvarse la religión, el país y la Patria. Agradezco en el alma

a ti y a nuestros heroicos Requetés por haberse unido a las tropas de España para batir el comunismo, y te doy infinitas gracias, querido Fal, por haber seguido mis indicaciones, ordenando en el momento decisivo que nuestros requetés apoyen el movimiento salvador.

En momentos como los actuales no deben mirarse las cuestiones personales de partidos, sino tratar de salvar todos juntos la Religión y la Patria.

Estoy seguro que en día de hoy el gran Santo peleará a la cabeza de ese ejército de cruzados al grito de “Viva España”.

Nuestra Patria fue siempre el caudillo de la Religión Católica y de las ideas generosas, y acaba de demostrar una vez más su vitalidad y su grande Tradición, levantándose admirablemente contra los enemigos de Dios y de España, que la quieren subyugar ahora.

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Felicito a nuestras provincias carlistas, nuestra Comunión, Tradicionalista-Carlista y nuestros heroicos Requetés, y reconozco los grandes sacrificios de éstos dando su sangre y sus vidas para Dios y nuestra Patria, y te ruego les hagas saber mi profundo agradecimiento, entusiasmo y admiración.

Que Dios te guarde, querido D. Manuel Fal Conde, y con nuestras más cariñosas memorias quedo de corazón tu afectísimo,

Alfonso Carlos (Ferrer, Melchor, Don Alfonso Carlos… pág. 340; Echeverría, Cómo se

preparó… pág. 182)

Rev. “Ahora Información” nº 111

NOTA: La Revista “Ahora Información” editada en Madrid, nº 111 (VII-VIII, 2011) 51 pp. págs. 4-21, publica el trabajo que aquí presentamos. Ofrecemos aquí un diferente aparato gráfico.

José Fermín GARRALDA ARIZCUN Doctor en Historia

Julio 2012