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EL CAPITALISMO MODERNO Y LA REVOLUCIÓN TOMO II

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en la actualidad, cuando aún en estado de putrefacción el revisionismo fue el campo de la revolucion

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EL CAPITALISMO MODERNO Y LA REVOLUCIÓNtomo ii

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EL CAPITALISMO MODERNO Y LA REVOLUCIÓN

TOMO II La dialéctica de la lucha de clases y el desarrollo de la

teoría revolucionaria

Gabriel Robledo Esparza

Centro de Estudios del Socialismo Científico

R R

LITERARIA MARXISTA

Page 4: Capitalismo moderno y revolucion TII

Primera edición, 2007

D. R. © Gabriel Robledo Esparza, Centro de Estudios del Socialismo CientíficoD. R. © Sísifo Ediciones, de esta ediciónD. R. © De la fotografía de la portada: 366238.CND. SINAFO Fototeca Nacional del INAH

Impreso en México, 2007

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ÍNDICE

PRIMERA PARTE

LA TEORÍA DE LA LUCHA DE CLASES

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . 9

Capítulo I. La dialéctica de la lucha de clases hasta la Comuna de París . . . . .13

Capítulo II. La dialéctica de la lucha de clases después de la Comuna de París . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .17

Capítulo III. La lucha de clases en el capitalismo moderno. . . . . . . . . . . . . . . .19

Capítulo IV. La Revolución francesa de 1789 . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25a) Su significación histórico-universal . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .25b) La lucha de clases en la Revolución francesa de 1789 . . . . . . . . . . . . . .31

Capítulo V. La lucha de clases en la Revolución de 1848 en Francia . . . . . . . .35

Capítulo VI. Esquemas de la lucha de clases . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .43

SEGUNDA PARTE

LA ESENCIA DE LA TEORÍA MARXISTA DEL VALOR

Introducción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .57

Capítulo I. La mercancía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .631. Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia y

magnitud de valor). . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .63El método de Marx. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .64La argumentación de Marx . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .68El revisionismo contra el marginalismo. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .72

2. Doble carácter del trabajo representado por las mercancías. . . . . . . . . .79Trabajo humano concreto y trabajo humano abstracto . . . . . . . . . . . .79La doble naturaleza de las mercancías. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .80La transformación del trabajo concreto en trabajo abstracto. . . . . . . .80El método de Marx. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .83

3. La forma del valor o valor de cambio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .83El método de Marx. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .84

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4.- El fetichismo de la mercancía y su secreto . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .87El método de Marx. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .88La sustantivación del valor: una parte de la determinación esencial

negativa de la mercancía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .89La esencia negativa de la mercancía. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .90

Capítulo II. El proceso de cambio . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .93El método de Marx. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .93

Capítulo III. El dinero o la circulación de mercancías. . . . . . . . . . . . . . . . . . . .95El método de Marx. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .97

Capítulo IV. Conclusiones sobre la primera sección de El Capital. . . . . . . . . .101

Capítulo V. El revisionismo y la teoría marxista del valor . . . . . . . . . . . . . . . .111La teoría del valor y el proceso de la formación de la cuota general

de ganancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .115La tasa de ganancia . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .116Valores, valores comerciales, precios comerciales y precios

de producción . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .118Los valores comerciales y el tiempo de trabajo socialmente necesario . . . ||9

Bibliografía . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .127

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INTRODUCCIÓN

Uno de los problemas teóricos más importantes del marxismo es el referente a los procesos a través de los cuales se realiza la lucha de clases en la sociedad capitalista.

En la actualidad, cuando aún en estado de putrefacción el revisionismo es dueño de lo que antes fue el campo de la revolución, es imprescindible rescatar las viejas tesis marxistas acerca de la lucha de clases y desentrañar su profundo sentido y confrontarlo con la realidad moderna. Este trabajo constituye pre-cisamente una tarea preparatoria de esa reivindicación de la teoría marxista; durante su elaboración hemos encontrado, como no podía ser menos, que los principios marxistas sobre la lucha de clases tienen plena vigencia hoy en día. Es indudable que en la hora presente el análisis de las luchas clases que se dan tanto a nivel nacional como internacional no puede abordarse sin esos instru-mentos teóricos que nos legaron los grandes revolucionarios.

Introdución • 9

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Primera parteLA TEORÍA DE LA LUCHA DE CLASES

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La dialéctica de la lucha de clases hasta la Comuna de París • 13

CAPÍTULO ILA DIALÉCTICA DE LA LUCHA DE CLASES HASTA LA

COMUNA DE PARÍS

Las obras en donde con mayor profundidad exponen Carlos Marx y Federico Engels los principios fundamentales de su teoría de la lucha de clases son: El Manifiesto Comunista, La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850, El 18 Brumario de Luis Bonaparte y La Guerra Civil en Francia.

Las ideas fundamentales en torno a las cuales giran estas obras son las siguientes:

En las sociedades que tienen su fundamento en la propiedad privada, las diver-• sas clases sociales se forman, surgen a la lucha política, conquistan y pierden el poder en un orden que está rigurosamente determinado por el desenvolvimiento de la base económica. Los procesos de lucha de clases constan de dos fases que se suponen y se en-• gendran mutuamente. La primera de ellas se inicia con la dominación de los grandes propietarios: el • desarrollo de esta clase social, que se asienta en el crecimiento del sector eco-nómico correspondiente, genera el de los restantes sectores económicos de la sociedad y con ello el de las clases sociales respectivas. Pero, al llegar a cierto punto, el dominio económico y político de la clase de los grandes propietarios se convierte en una traba insuperable para las demás clases sociales al tiempo que se hace impracticable por haber agotado las posibilidades de expansión el sector económico que la sustenta. Los intereses de las otras clases sociales cristalizan en oposición a los de los grandes propietarios; esto se produce en primer lugar en la clase antagonista más cercana económica y socialmente a la que ejerce el poder, que de hecho es una fracción suya que se ha desprendi-do del tronco común, la cual se erige en representante de las restantes clases opositoras al hacer aparecer su interés particular como el de todas ellas. Las clases sociales reclamantes se lanzan a la lucha bajo la dirección de la que se ha constituido en su portavoz; en esta contienda, eventualmente llegan a de-rrotar a su adversario, con lo que la clase que ha acaudillado el movimiento conquista el poder. La nueva clase imperante, por un lado realiza tímidas transformaciones que no • afectan en gran medida los intereses de su antecesora pero que, sin embargo, provocan su reacción violenta encaminada a la reconquista del poder y, por

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el otro, después de una corta etapa de pequeñas concesiones, somete dictato-rialmente a su autoridad a sus aliados en el combate y les impide que saquen adelante sus reivindicaciones fundamentales. Las restantes clases de la alianza primigenia ocupan de nuevo su lugar en la oposición y son guiadas ahora por una clase con demandas más avanzadas que las de la actual clase gobernante; ésta, que se encuentra sometida a dos fuegos, se echa por último en brazos de su antigua rival y forma con ella una Santa Alianza que tiene la finalidad de aplastar a sus nuevos contendientes. La clase que ahora encabeza la oposición recorre a su vez el mismo camino • que su predecesora, hasta lograr alcanzar el poder político; posteriormente, se integra a las antiguas clases dirigentes, con las que establece un frente co-mún a la nueva oposición que fatalmente ha generado. Por fin, la clase más radical de la sociedad, que puede ser la de los más pequeños propietarios o la de los desposeídos, sube al poder y realiza, a través de drásticas medidas (en algunos casos por medio de la violencia revolucionaria), las transformaciones económicas y sociales contenidas tanto en las reivindicaciones de las clases anteriormente contradictoras como en las suyas propias. Principia entonces una etapa en la cual se despliega impetuosamente el sector • económico que es el basamento de esa clase radical. Pero a su debido tiempo, tal auge induce la expansión del cimiento económico de las clases sojuzgadas y con ello la de ellas mismas, de tal suerte que en un momento determinado la clase en el poder se transforma en un obstáculo para la ascensión de las clases dominadas. El sector económico en que se apoya la clase dominante agota sus posibilidades de crecimiento, con lo que se termina el fundamento de su predominio político. Se inicia en este punto la fase descendente del ciclo que culmina con la vuelta • al poder de la clase de los grandes propietarios, aunque sobre una nueva base económica y política, superior a aquella que fue su punto de partida. Este proceso lleva al régimen económico, ya sea a su nacimiento del seno de su an-tecesor, o a su adelanto dentro de los límites de la misma forma de producción; el movimiento oscilatorio entre estas dos fases conduce al régimen económico de que se trata a estadios superiores de su existencia. En la sociedad capitalista, el ciclo de la lucha de clases tiene inicialmente como • protagonistas a los grandes, medianos y pequeños propietarios y luego se ex-tiende hasta la nueva clase de la sociedad, el proletariado. Esta clase social se incorpora a la lucha de clases como un apéndice, primero de la burguesía en general en su lucha contra la aristocracia feudal y después de la fracción liberal de la burguesía o de la pequeña burguesía en su disputa con el gran capital; posteriormente, conquista su independencia y se enfrenta a todas las clases de la sociedad burguesa pero sosteniendo contra ellas las reivindicaciones más radicales de las mismas. La sublevación obrera provoca la reacción de las clases burguesas, las cuales • reprimen a sangre y fuego a los trabajadores y consolidan así su poder, con lo que se inicia una nueva etapa de la lucha de clases.

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La dialéctica de la lucha de clases despues de la Comuna de París • 15

Después de recorrer el mismo camino, la lucha de clases desemboca de nuevo • en la insurrección proletaria, pero ahora sí como un movimiento que pretende la subversión de la sociedad burguesa y que para ello ha llegado hasta el derroca-miento de la burguesía y la conquista del poder político por los insurrectos. Tal revolución proletaria da lugar a un nuevo fortalecimiento de la burguesía; • esta clase social reconquista el poder, somete a su dominación a la clase obrera y la lleva a constituirse de nuevo en un apéndice suyo. Conforme a la dialéctica de la lucha de clases ya reseñada, la iniciativa histórica • va pasando de una clase social a otra en un orden predeterminado que sigue, en términos generales, el que a continuación se expone: oligarquía, burguesía media, pequeña burguesía y proletariado, para recaer de nuevo en la plutocracia, desde donde se inicia un nuevo ciclo de la lucha de clases.

Esta dialéctica de la lucha de clases es la que se produce en su forma pura en las tres revoluciones clásicas de Francia: la de 1789, la de 1848 y la de 1871. En la primera, la lucha de clases se resuelve en el derrocamiento del régimen feudal y la instauración del capitalismo y en la segunda y la tercera en el perfecciona-miento del recién nacido régimen burgués.

Después de determinar la esencia del régimen capitalista como la pérdida de la naturaleza humana en el proletariado y derivar de aquí la necesidad his-tórica de la insurrección de esta clase con el propósito de reivindicar esa natu-raleza que se ha apropiado el capital, Marx y Engels se proponen descubrir el proceso a través del cual ha de obtenerse ese resultado.

En los trabajos que estamos examinando, teniendo como antecedente in-mediato los estudios de los escritores políticos franceses acerca de la Revolución de 1789 que los habían llevado al conocimiento de que el desarrollo de la socie-dad tiene como fundamento la lucha de clases, Marx y Engels analizan, con el fin de sacar las conclusiones pertinentes respecto de la lucha del proletariado por el socialismo y el comunismo, la que se suscita en la sociedad capitalista.

Después de la Revolución francesa, el capitalismo, a la vez que desarrolla sus características como ser determinado inmediato, produce las determinacio-nes de su esencia positiva; se constituyen y maduran los dos polos que integran su fundamento positivo hasta llegar a la máxima intensidad del polo negativo. Este enardecimiento del polo negativo trae consigo un doble resultado: por una parte, surge la primera formulación de la doctrina de la revolución que es un elemento integrante de la esencia negativa del capitalismo, del otro en que éste ha de convertirse y, por otra, se escenifican las primeras insurrecciones obreras que llevan en un caso a la imposición de la república a la propia burguesía (Re-volución de 1848) y por el otro a la efímera conquista del poder político por el proletariado en armas (Comuna de París en 1871). Estas sublevaciones obreras tienen un contenido capitalista, en el primer caso porque sus reivindicaciones son burguesas y el resultado del movimiento es la elevación de la burguesía al poder y en el segundo porque su reivindicación principal es la defensa de la patria burguesa frente a la invasión extranjera. Sin embargo, con base en ese contenido han desarrollado, como un resultado meramente marginal, los gér-

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16 • El capitalismo moderno y la revolución

menes de la forma de la esencia negativa del capitalismo, esto es: la insurrección armada del proletariado, la conquista por él mismo del poder y el establecimien-to de su dictadura como los medios para dar a luz al otro régimen social que el capitalimo lleva en su seno.

Marx y Engels asimilan teóricamente los resultados de las modernas lu-chas de clases que se presentan prácticamente ente sus ojos e incorporan a su doctrina, junto al concepto de la esencia negativa del capitalismo, el de la forma que la misma tendrá que adoptar necesariamente, primero en el ámbito nacio-nal y luego a escala internacional, para dar a luz el socialismo e implantarlo en todo el planeta. La labor posterior de los fundadores del socialismo científico consiste en impulsar el movimiento obrero hacia su fusión con la teoría revolu-cionaria para de esa manera convertirlo en el núcleo de la esencia negativa del capitalismo, en el enterrador consciente de ese régimen social.

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La lucha de clases en el capitalismo moderno • 17

CAPÍTULO IILA DIALÉCTICA DE LA LUCHA DE CLASES DESPUÉS DE LA

COMUNA DE PARÍS

La derrota de los insurrectos de París dio paso a un crecimiento desbordado del capitalismo en todo el orbe. El fundamento positivo del capitalismo se fortaleció y el ciclo de la lucha de clases regresó a su forma de movimiento entre clases po-seedoras exclusivamente. La lucha de clases implica ahora a los dos polos extre-mos que son los dos sectores fundamentales de toda economía capitalista (sector I, formado por la oligarquía y sector II, por la burguesía liberal y la pequeña bur-guesía) entre los cuales pasa alternativamente el poder de uno a otro de ellos.

Sector I y sector II son dos elementos inseparables que en su unidad in-tegran el régimen de producción capitalista; sus relaciones son las de dos polos opuestos; cada sector tiene al otro extrínsecamente y en sí mismo, son, en indi-soluble unidad, cada uno uno y lo otro; se producen y se eliminan a sí mismos y mutuamente, engendrándose a través de su recíproca complementación; cada sector, al desenvolverse, da vida a su otro dentro de sí y en el exterior; ambos for-man una unidad en movimiento que lleva necesariamente al encumbramiento del régimen económico existente a un nivel más elevado.

La dialéctica de la relación entre los dos sectores es la siguiente: cada sec-tor, a su tiempo, conquista el poder político e inicia así un ciclo de su existencia:

genera los elementos constitutivos de sí mismo y de su opuesto, los cuales son a) también, directamente, elementos negatorios de la anterior forma de ambos;bajo su dominación económica y política esos elementos constitutivos se de-b) sarrollan ascendentemente pero producen al mismo tiempo el germen de su negación, tanto en el sector opuesto como en sí mismo;el sector opuesto es reducido a la “ruina económica” a la vez que se socavan c) las bases de la dominación económico-política del sector gobernante;se gestan así las premisas que hacen necesario el acceso al poder del sector d) sujeto a la potestad de su otro;se reinicia un ciclo más pero ahora conducido por el sector que ha desplazado e) al otro del poder,después de cada ciclo el régimen capitalista y sus partes componentes han f) dado un salto cualitativo en el camino ascendente.

Durante el período en el cual la lucha de clases se produce exclusivamente en-tre las clases poseedoras de la sociedad burguesa y el proletariado va formado

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18 • El capitalismo moderno y la revolución

a la cola de la burguesía, el régimen capitalista progresa sustancialmente, con lo cual da lugar a un avance considerable en la explotación y depauperación de los trabajadores que se traduce necesariamente en la exasperación de la nega-tividad del polo negativo; todo esto origina el resurgimiento de los elementos de la esencia negativa, esto es, el fortalecimiento de la teoría revolucionaria, la reorganización de la clase obrera, su independencia respecto de la burguesía y su insurrección en contra del orden capitalista. Los protagonistas de la lucha de clases son de nuevo la burguesía y el proletariado.

Esta clase conquista el poder en un país y establece en él el socialismo, aunque éste tiene sólo un carácter formal; posteriormente extiende este nuevo ré-gimen social a un grupo de naciones que dan vida a un sistema de países formal-mente socialistas. La lucha de clases pasa del ámbito nacional al internacional.

La burguesía internacional se reconcentra en sí misma, ingresa en una nueva fase de su crecimiento impetuoso y lanza un ataque frontal contra el pro-letariado internacional; por su parte, la primera aparición en gran escala de la esencia negativa del capitalismo, es decir, el socialismo, es débil en extremo, gra-vada por las inevitables supervivencias del capitalismo y constituye únicamente una forma que conserva aún el contenido capitalista.

En estas condiciones, después de llegar a su clímax, este primitivo surgi-miento de la esencia del capitalismo se revierte y da inicio la regresión de los paí-ses socialistas hacia formas de producción capitalistas, proceso que actualmente concluye ante nuestros ojos con la transformación franca y abierta de aquéllos en países capitalistas típicos.

Al mismo tiempo que esto sucedía, el proletariado de los países capitalistas fue sometido de nuevo a la burguesía y convertido una vez más en su extensión po-lítica.

La teoría revolucionaria fue desplazada totalmente por el revisionismo.Todo este movimiento histórico que remata con el establecimiento del so-

cialismo y su necesaria declinación, se realiza también por medio de la lucha de clases que va llevando al proscenio, en cada nación y en la escala internacional, a las distintas clases sociales en una secuencia que con gran regularidad sigue el camino ya señalado: gran burguesía, burguesía media, pequeña burguesía, proletariado, gran burguesía, etcétera.

En la época moderna —después de la muerte de Stalin y del entroniza-miento del revisionismo en Rusia— la lucha de clases ha vuelto a sus cauces antiguos, es decir, a la que escenifican las clases poseedores.

Pero con la misma fatalidad con que antes sucedió, al perfeccionarse el régimen capitalista e intensificarse la explotación y depauperación del proleta-riado internacional, deberá producirse un renacimiento de la teoría revolucio-naria en derredor a la cual se organizará la clase obrera para dar cima a su ta-rea histórica: la conquista del poder político, la destrucción definitiva del orden burgués en todo el mundo y la implantación a escala internacional de la forma más acabada del socialismo que ha estado madurando como esencia de esta sí fase superior del capitalismo.

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La lucha de clases en el capitalismo moderno • 19

CAPÍTULO IIILA LUCHA DE CLASES EN EL CAPITALISMO MODERNO

Precisamente en este punto se encuentra en la actualidad la esencia del capita-lismo mundial. Los elementos constitutivos, en su nueva forma de existencia, están produciendo de una manera más decisiva los elementos negatorios del régimen capitalista; la totalidad de las condiciones de la contradicción esencial maduran a pasos agigantados y se vuelve, por tanto, más imperiosa la necesidad de la revolución socialista, la cual deberá ser definitiva y establecer el socialis-mo, ahora irreversible, sobre la faz de la tierra. La negación, sin apelaciones, del capitalismo mundial germina dentro de las condiciones de su dominio absoluto y general.

Como un prerrequisito para este desenlace histórico se impone la reivin-dicación de la teoría revolucionaria con el fin de elevarla al nivel de las nuevas tareas; la determinación exacta de la forma superior que adopta la esencia del régimen capitalista es labor inaplazable de los revolucionarios.

Una vez que todo esto haya sido llevado a cabo, la esencia del régimen capitalista, su otro, el socialismo, habrá cobrado su más completa y plena exis-tencia, sin que quede la posibilidad de ninguna regresión al capitalismo.

El desarrollo y aparición de la esencia del régimen de producción capita-lista, proceso descubierto por Marx y Engels, consiste por una parte en la anu-lación creciente de la naturaleza humana en el proletariado, que llega hasta el punto en donde amenaza con destruir definitivamente, en esta clase social, a la especie humana (anulación de la estructura biológica del ser humano).

Por otra parte, es también el proceso de reivindicación de la naturaleza humana, el movimiento hacia el socialismo que comprende la teoría y la lucha revolucionaria del proletariado.

El movimiento de anulación de la naturaleza humana se compone de dos procesos perfectamente definidos:

primero, uno en el cual aquélla se lleva a cabo fundamentalmente a través de la a) extensión de la jornada, la intensificación del trabajo, la reducción del salario, la destrucción del hogar obrero, la violencia y el despotismo ilimitados en la fábrica, el predominio de la producción de bienes de capital y de consumo de lujo, la restricción del consumo obrero, la abstención del gobierno para realizar gastos sociales en vivienda, salud, educación, etcétera, la violencia y represión

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20 • El capitalismo moderno y la revolución

políticas, etcétera, todo lo cual se traduce en una situación de desgaste excesivo, hambre, insalubridad, enfermedades y muerte prematura de los trabajadores; junto a esta forma y generada por ella va surgiendo una superior que se basa en la maquinización creciente y cuya existencia permanece en segundo plano, encubierta por la primera; la teoría revolucionaria, el movimiento obrero y la revolución socialista se producen en relación a aquella modalidad que adopta la esencia en su primera fase; la acción del socialismo no va dirigida, por tanto, a la otra, que aún permanece encubierta e inmadura;después, otro en el cual, sin dejar de existir el primer aspecto, adquiere mayor b) fuerza y profundidad la maquinización de la producción y con ella el modo superior de anulación de la esencia natural humana que se caracteriza por la represión y aniquilamiento de las facultades naturales (físicas y mentales) de los trabajadores, la descomposición y degeneración progresivas de sus organismos y la conversión de sus órganos fundamentales en instrumentos para arrancarles más plusvalía, trastocando así todos sus procesos orgánicos.

En sus inicios, el capitalismo niega, restringe y cuestiona las necesidades indivi-duales de los trabajadores; en la segunda etapa de su vida, las justifica y las fo-menta como un instrumento de dominación, explotación y exacción de plusvalía.

La primera aparición del socialismo se sustenta precisamente en las ca-racterísticas primitivas de la esencia; deja vivo, en germen, el más íntimo reduc-to del capitalismo, o sea, el interés, la necesidad individual.

En la segunda fase de su desarrollo, la esencia del régimen capitalista tiende a alcanzar su determinación más completa: que la negación de la esencia natural humana en los trabajadores se realice a través de la satisfacción en un alto grado de sus necesidades individuales exacerbadas, incluso su necesidad de “trabajo placentero”. El más caro sueño de la pequeña burguesía, el libre desenvolvimiento de la individualidad, tiene, al realizarse, como consecuencia necesaria la degeneración física y mental de los trabajadores, nervio vital de la especie humana. En esta última etapa del capitalismo el individuo como tal sólo puede vivir a costa de la devastación de la especie.

En los países socialistas, la revolución tuvo como finalidad expresa la sa-tisfacción de las necesidades individuales de los trabajadores decisivamente ne-gadas por el primitivo capitalismo. La colectivización de la producción fue un medio para lograr el mejoramiento de las condiciones individuales de vida de los obreros. Es por ello que cada paso adelante dado por el régimen socialista significaba ineluctablemente el fortalecimiento del individuo como tal. Este “in-dividuo socialista” (el obrero propietario privado de sí mismo) fue reclamando un campo más amplio de acción: primero, al socialismo de guerra de la época estaliniana opuso el liberalismo Jruschoviano que inició el desmantelamiento de la propiedad y la producción colectivas en la Unión Soviética y en su lu-gar estableció la propiedad por grupos y la autogestión; después, al liberalismo Jruschoviano se enfrentó el “socialismo humanista” que fue la bandera tanto de la contrarrevolución checa encabezada por la pequeña burguesía intelectual

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La lucha de clases en el capitalismo moderno • 21

que había nacido necesariamente del seno del proletariado y que reclamaba un justo lugar en el régimen del “socialismo pequeño burgués” como de la pequeña burguesía de los países capitalistas que se puso en pie de guerra en la década de los setenta del siglo XX; por último, después de un período de maduración de 20 años, ha hecho saltar en pedazos la estructura de la forma en degeneración del socialismo existente en Europa oriental que por sí mismo se encaminaba a la restauración del capitalismo, dando un empuje formidable a este proceso al sentar las bases para el restablecimiento en estos países de la propiedad privada capitalista típica.

En los países de menor desarrollo capitalista, el régimen económico tiende también a pasar o pasa ya a las modernas formas de explotación, con lo cual la esencia adoptará aquí igualmente la naturaleza superior que ya hemos estudiado.

En todos los países del mundo existe en cierta medida o está en vías de establecerse la forma más acabada de la esencia del régimen capitalista, en la cual la explotación y depauperación de una cantidad cada vez más grande de los trabajadores se realiza a través de la satisfacción de sus sobreexcitadas necesi-dades.

Precisamente en este reino universal del individuo, remate grandioso del régimen capitalista, se encuentran las condiciones necesarias para la negación definitiva de este régimen social:

La degeneración de la esencia humana se manifiesta en la última fase del ré-1. gimen capitalista de una manera aguda, directa y explícita, sin la mediación de las formas primitivas de la explotación capitalista que ocultaban la raíz del fenómeno. El socialismo ha recorrido una fase de su existencia durante la cual, en virtud 2. de haberse dado en una etapa muy primitiva del capitalismo, colectivizó el régimen social con la finalidad de garantizar e impulsar la satisfacción de las necesidades individuales de los trabajadores, con lo cual generó al individuo como tal; en su evolución posterior, el crecimiento desorbitado de las necesida-des individuales rompió en pedazos la antigua organización social colectiva y obligó a la restauración de formas capitalistas como la propiedad por grupos, la autogestión, etcétera, lo que resultó por necesidad en un sustancial avance en la degeneración de la naturaleza esencial del hombre en esos países; más tarde, ese proceso de exaltación del individuo llevó al pleno restablecimiento del capitalismo, lo cual habrá de ocasionar una más profunda vulneración de las características fundamentales de la especie humana. En las sociedades industriales modernas, las tradicionalmente capitalistas y 3. las que antaño fueron “socialistas”, se ha aportado la prueba práctica de que el desarrollo del individuo como tal —sueño dorado del oportunismo moderno—, aún cuando sus condiciones generales de existencia sean colectivas, deviene necesariamente en la degeneración de las características naturales de la especie y en la destrucción de la colectividad. La exaltación de las necesidades individuales genera, como contrapartida 4. necesaria, el placer antinatural, un malestar y una inquietud crecientes, una

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22 • El capitalismo moderno y la revolución

inconmensurable insatisfacción que es el elemento psíquico constituyente de la energía revolucionaria. Al establecer prácticamente, 5. en la realidad, la relación directa entre el desarrollo del individuo y la anulación de la esencia natural del hombre, se hace posible contar con los elementos para dar conciencia a los trabajadores de la esencia de la explotación capitalista, la cual se realiza, en su forma superior, precisa-mente a través de la satisfacción y exaltación de las necesidades individuales. Es decir, que se crean las premisas que permiten dar conciencia de la verdadera naturaleza de las necesidades individuales.

En la actualidad se abre una nueva etapa del socialismo, ésta sí, ahora, antesala directa del comunismo. En ella, los revolucionarios, mediante los métodos y con los instrumentos preconizados por el marxismo-leninismo (Partido, lucha teóri-ca, propaganda, organización, agitación, lucha económica, lucha política, insu-rrección armada y conquista del poder), deberán llevar su acción hacia la dota-ción al proletariado de una conciencia que comprenda, además de los aspectos formales de la explotación capitalista, la fase actual de su esencia y, además de la necesidad de la forma colectiva de la organización social, la de la anulación implacable de la individualidad de sus miembros (la abolición de la propiedad privada del obrero sobre sí mismo) como una condición para la existencia de aquélla. De esta manera, la acción práctico-consciente de los trabajadores estará encaminada a la formación de un régimen formal y materialmente socialista que no pueda ya por ningún concepto recular hacia el capitalismo sino que sea la base más firme del advenimiento del comunismo.

La teoría revolucionaria se desenvuelve en ciclos claramente diferencia-dos ligados necesariamente con los de la esencia.

Primeramente, la teoría revolucionaria aprehende la esencia del fenóme-no, pero en sus características generales, pues ésta se encuentra apenas en un momento inicial de su existencia: es la labor teórica de Marx realizada hasta 1850 aproximadamente y que encontramos contenido en obras como Manus-critos económico-filosóficos, La Sagrada Familia, La ideología alemana, etcétera. Marx y Engels llegan a la conclusión de que el desenvolvimiento de la esencia del régimen capitalista consiste en la anulación de la esencia natural de la especie humana en el proletariado y en el movimiento de reivindicación de esa natura-leza esencial por el proletariado (socialismo y comunismo).

(La esencia natural del ser humano es la vida colectiva y la estructura biológica a ella correspondiente; esta esencia es la negación u otro del ser del hombre en el régimen capitalista. El desarrollo del ser del capitalismo implica la exclusión de la vida colectiva, la exacerbación de la vida individual y la con-secuente anulación de la estructura biológica humana; esto mismo produce los elementos de un nuevo régimen social, el socialismo, en el cual es establecida como fundamento la vida colectiva del hombre y la regeneración de la estructura biológica humana.)

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Posteriormente, la teoría revolucionaria penetra de una manera más pro-funda en la esencia del capitalismo pues éste ha arribado ya al período de su desenvolvimiento acelerado en donde aquélla se hace más explícita. A esta etapa corresponde la labor teórica de Marx y Engels de 1850 en adelante, la cual tiene como productos más característicos a El Capital y los escritos políticos y filosó-ficos de ambos en esta época. Se configura una visión más competa y profunda del proceso de anulación de la esencia humana en el régimen capitalista y se llega a una determinación más precisa de las condiciones y fuerzas del movi-miento de reivindicación de la naturaleza humana; se realiza un primer esbozo de la teoría de la revolución proletaria.

Lenin hace su aportación teórica que comprende el análisis del imperia-lismo y el perfeccionamiento de la teoría de la revolución proletaria; se dan los primeros pasos en la elaboración de la teoría de la construcción del socialismo.

En los días que corren, como ya vimos, debido al paso del capitalismo a un estadio superior de su existencia, la teoría revolucionaria ha sido derrotada por la ideología burguesa; el revisionismo se ha entronizado en el terreno antaño dominado por los revolucionarios y ha declarado caducas, inoperantes e inapli-cables las conquistas teóricas del marxismo-leninismo a lo largo de las etapas estudiadas; y no sólo eso: puesto que ha habido un cambio cualitativo en la esen-cia del régimen capitalista, la teoría revolucionaria se ha visto imposibilitada de aprehenderla con los elementos teóricos hasta ahí forjados; es por eso que el revisionismo halló el terreno abonado dentro de la misma teoría revolucionaria para sembrar las semillas cuyos frutos espléndidos hoy vemos. La nueva etapa de la revolución, que es acuciantemente exigida por todas las circunstancias, sólo podrá realizarse a condición de que: 1) se reivindiquen las conquistas de la teoría revolucionaria, y 2) se enriquezca ésta hasta hacerla apta para la com-prensión de la actual fase de la esencia del capitalismo.

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CAPÍTULO IVLA REVOLUCIÓN FRANCESA DE 1789

a) Su significación histórico-universal

El paso de la sociedad humana del feudalismo al capitalismo se produjo por dos caminos distintos.

El primero de ellos fue la transformación de la propia aristocracia feudal en productores capitalistas agrícolas e industriales y la adaptación de las viejas instituciones políticas a los requerimientos del nuevo régimen social. Ejemplos típicos de esta forma de transición los encontramos en el paso del feudalismo al capitalismo en Inglaterra, Alemania y Japón, principalmente. La burguesía de estos países quedó bajo la dominación de la antigua aristocracia feudal o com-partió en algún grado el poder con ella.

El segundo, el derrocamiento de la aristocracia feudal por la burguesía, la destrucción de la antigua base económica y la correspondiente superestructura político-jurídica y el establecimiento de nuevas estructuras económicas e insti-tuciones políticas y jurídicas. El ejemplo clásico de esta segunda vía de tránsito de uno a otro régimen social es el de Francia, en donde a través de una revolu-ción violenta se derruyó el régimen anterior y llegó al poder la burguesía france-sa, la cual sometió a su dominio a la antigua aristocracia feudal y a fin de cuentas la transformó en una clase del nuevo régimen.

Estos dos modos de cambio son las formas clásicas, puras, por decirlo así; en todos los demás países del mundo, de acuerdo con sus condiciones internas y con las influencias externas recibidas, se da también este proceso, ya sea en una de sus manifestaciones prístinas o en una variedad de las mismas que a fin de cuentas consiste en una transacción entre las principales clases beligerantes: aristocracia feudal y burguesía.

El resultado de este movimiento histórico fue la instauración del capita-lismo a todo lo largo y lo ancho del planeta y la formación en cada país capi-talista de los sectores económicos que correspondían uno a la burguesía y otro a la clase procedente de la aristocracia feudal; la relación entre ambos estaba determinada necesariamente por la forma en que ahí se había dado el paso del feudalismo al capitalismo.

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La doble vía de acceso al capitalismo y la estructuración de dos sectores fundamentales en cada país capitalista obedecen al doble origen de la clase ca-pitalista del seno de la sociedad feudal.

Una primera forma del capitalista agrícola surge de los colonos y arrendata-rios que nacen de los pequeños productores de mercancías agrícolas y de los peque-ños comerciantes que aparecen en grandes cantidades con el desarrollo de la pro-ducción de mercancías característico de la fase de disolución del régimen feudal.

La segunda forma del capitalista agrícola emerge de los propios terrate-nientes; una vez que éstos se enriquecen como intermediarios (arrendadores de tierras, etcétera) de los capitalistas de la primera forma, vuelcan todo su poderío económico en la explotación por su propia cuenta, es decir, como empresarios capitalistas, de sus grandes extensiones de tierra.

Un primer tipo de capitalista industrial es el que viene directamente de los artesanos independientes que se producen en grandes cantidades al tiempo de la descomposición del régimen gremial y de los comerciantes de ellos surgidos.

Otro tipo de capitalistas industriales tiene su origen en los propios terrate-nientes súper enriquecidos con el arriendo de tierras, los préstamos refacciona-rios, etcétera, y en los grandes comerciantes y banqueros que brotaron del incre-mento de la actividad mercantil durante el período último del régimen feudal y en las primeras etapas del capitalismo.

En resumen, un sector del régimen capitalista proviene de la pequeña producción de mercancías y el otro de los grandes propietarios de tierras.

El proceso de cambio del feudalismo al capitalismo está determinado por la relación histórica que guardan los dos elementos germinales del nuevo régi-men dentro del régimen anterior. El resultado, como ya hemos visto, es el entro-nizamiento de la clase que desciende de la aristocracia feudal o el de la que tiene su génesis en los pequeños productores de mercancías.

Esta relación interna sale al exterior y cristaliza en un país o grupo de paí-ses en donde se da el cambio hacia el capitalimo por la vía del pequeño produc-tor y un grupo de países que mantienen aún el régimen anterior o han entrado por el camino evolutivo bajo la égida de la propia aristocracia feudal. Ambos extremos se engendran y se niegan mutuamente y el resultado es la formación de dos grupos de países capitalistas, uno en el cual ha conquistado el poder la burguesía (es decir, la clase ha salido de los pequeños productores) y otro en el que detentan el poder los terratenientes que derivan de la aristocracia feudal.

La Revolución francesa fue el caso típico de cambio radical y violento del feudalismo al capitalismo y este cataclismo social constituyó el motor de la transformación generalizada de Europa continental en un conjunto de naciones capitalistas.

El capitalismo es el régimen económico que se basa en la esclavitud asa-lariada; este régimen “...le obliga (al obrero) constantemente a vender su fuerza de trabajo para poder vivir y permite constantemente al capitalista comprársela para enriquecerse...”;1 los trabajadores, después de reponer el valor de su fuerza 1 Marx, Carlos, El Capital, t. I, tercera edición, FCE, México, 1964, p. 486.

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de trabajo, proporcionan a los capitalistas cierta cantidad de trabajo excedente del cual éstos se apropian sin retribución alguna; este trabajo excedente se con-vierte en un nuevo capital que se emplea también para obtener mayores volúme-nes de trabajo excedente de los trabajadores, y así sucesivamente. La necesidad de extraer cantidades crecientes de trabajo excedente lleva a la introducción de la producción maquinizada y ésta es la fase última del proceso iniciado en la época de la disolución de la comunidad primitiva de desposesión del trabajador de sus facultades humanas y de concentración de las mismas en un objeto ajeno; la degeneración y descomposición de los órganos y funciones orgánicas de los trabajadores llegan a su punto culminante; la anulación de la naturaleza huma-na en el proletariado es total.

La Revolución francesa de 1789 es el movimiento social que da a luz, a escala internacional, al régimen capitalista; es, por tanto, el medio por el cual se establece universalmente la esclavitud del trabajo asalariado y se continúa y lle-va a su consumación la abolición de la naturaleza humana de los trabajadores.

La Revolución francesa produjo también una ideología acorde con la nue-va base económica conquistada.

Esta ideología se gesta en la etapa superior del feudalismo, durante la cual hay una gran proliferación de pequeños productores de mercancías; el hombre por excelencia es el pequeño productor dueño de sus medios e instrumentos de producción que, con su propia fuerza de trabajo, produce bienes para intercam-biarlos con otros pequeños productores. La propiedad privada sobre los medios de producción, la fuerza de trabajo y los productos es el fundamento de la base económica y de la superestructura económica, política y jurídica que de aquí brota; todo lo que, de alguna manera, conculca el derecho inalienable a la pro-piedad privada atenta contra la naturaleza esencial del hombre y, puesto que el régimen feudal, con todas sus ataduras, es el obstáculo principal para el libre flo-recimiento de ese derecho natural, su destrucción es el requisito necesario para el advenimiento de la sociedad verdaderamente humana. Toda la labor teórica de la Ilustración francesa es una argumentación en contra del régimen feudal con base en un concepto de la naturaleza humana descubierto por la razón; esa “naturaleza humana” no era otra, desde luego, que la del pequeño productor de mercancías, del hombre egoísta separado de y opuesto a sus semejantes, del áto-mo social que es el resultado último del proceso de desintegración de la comuni-dad humana, base y sustento de la verdadera naturaleza humana del hombre.

Registremos, ante todo, el hecho de que los llamados derechos humanos, los droits de l’homme, a diferencia de los droits du citoyen, no son otra cosa que los derechos del miembro de la sociedad burguesa, es decir, del hombre egoísta, del hombre separado del hombre y de la comunidad. La más radical de las constituciones, la constitución de 1793, puede proclamar: Déclarationes de droits de l’homme et du citoyen.Art. 2. Ces droits, etc. (Les droits naturels et imprescriptibles), sont: l’égalité, la liberté, la sureté, la proprieté.En qué consiste la liberté?

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Art. 6. “La liberté est le puvoir qui appartient a l’homme de faire tout ce qui ne nuit pas aux droits d’autri”, o, según la Declaración de los Derechos del Hombre de 1791: “La liberté consiste á pouvoir faire tout ce qui ne nuit pas a autri.” La libertad es, por tanto, el derecho de hacer y emprender todo lo que no dañe a otro. El límite dentro del cual puede moverse todo hombre inocuamente para el otro lo determina la ley, como la empalizada marca el límite o la divisoria entre dos tierras. Se trata de la libertad del hombre como mónada aislada, replegada sobre sí misma. ¿Por qué, entonces, es el judío, según Bauer, incapaz de obtener los derechos humanos? “Mientras siga siendo judío, la esencia limitada que hace de él un judío tiene necesariamente que triunfar sobre la esencia humana que, en cuanto hombre, debe unirle a los demás hombres y disociarlo de los que no son judíos”. Pero el derecho humano de la libertad no se basa en la unión del hombre con el hombre, sino, por el contrario, en la separación del hombre con respecto al hombre. Es el derecho a esta disociación, el derecho del individuo delimitado, limitado a sí mismo. La aplicación práctica del derecho humano de la libertad es el derecho huma-no de la propiedad privada. ¿En qué consiste el derecho humano de la propiedad privada? Art. 16 (Constitution de 1793): “Le droit de propriété est celui qui appartient á tout citoyen de jouir et de disposer á son gré de ses biens, de ses revenus, du fruit de son travail et de son industrie.” El derecho humano de la propiedad privada es, por tanto, el derecho a disfru-tar de su patrimonio y a disponer de él arbitrariamente (á son gré), sin atender a los derechos de los demás hombres, independientemente de la sociedad, el derecho del interés personal. Aquella libertad individual y esta aplicación suya constituyen el fundamento de la sociedad burguesa. Sociedad que hace que todo hombre encuentre en otros hombres, no la realización sino, por el contrario, la limitación de su libertad. Y proclama por encima de todo el derecho humano “de jouir et de disponer á son gré de ses biens, de ses revenus, de fruit de son travail et de son industrie”. Quedan todavía por examinar los otros derechos humanos, la égalité y la sureté.La égalité, considerada aquí en su sentido no político, no es otra cosa que la igualdad de la liberté más arriba descrita, a saber: que todo hombre se considere por igual como una mónada atenida a sí misma. La Constitución de 1795 define del siguiente modo el concepto de esta igualdad, conforme a su significación: Art. 3 (Constitution de 1795): “L’égalité consite en ce que la loi est la meme por tous, soit qu’elle protége, soit qu’elle punisse.” ¿Y la sureté? Art. 8 (Constitution de 1795): “La sureté consiste dans la protection accordé par la societé a chacun de ses membres pour la conservation de sa personne, de ses droits et de ses propriétés.” La seguridad es el supremo concepto social de la sociedad burguesa, el concep-to de la policía, según el cual toda la sociedad existe solamente para garantizar a cada uno de sus miembros la conservación de su persona, de sus derechos y de su propiedad. En este sentido, llama Hegel a la sociedad burguesa “el Estado de necesidad y de entendimiento”. El concepto de la seguridad no hace que la sociedad burguesa se sobreponga a su egoísmo. La seguridad es, por el contrario, el aseguramiento de ese egoísmo.

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Ninguno de los llamados derechos humanos va, por tanto, más allá del hom-bre egoísta, del hombre como miembro de la sociedad burguesa, es decir, del individuo replegado en sí mismo, en su interés privado y en su arbitrariedad privada, y disociado de la comunidad. Muy lejos de concebir al hombre como ser genérico, estos derechos hacen aparecer, por el contrario, la vida genérica misma, la sociedad, como un marco externo a los individuos, como una limita-ción de su independencia originaria. El único nexo que los mantiene en cohesión es la necesidad natural, la necesidad y el interés privado, la conservación de su propiedad y de su persona egoísta.2

La pequeña producción de mercancías se transforma en producción capitalista de mercancías; en la misma medida la propiedad basada en el propio trabajo se trueca en la propiedad sobre el trabajo ajeno y las leyes de propiedad de la pro-ducción de mercancías en leyes de apropiación capitalista.

...Pues bien, en estas condiciones, la ley de la apropiación o ley de la propiedad pri-vada, ley que descansa en la producción y circulación de mercancías, se trueca, por su misma dialéctica interna e inexorable, en lo contrario de lo que es. El cambio de valores equivalentes, que parecía la operación originaria, se tergiversa de tal modo, que el cambio es sólo aparente, puesto que, de un lado, la parte de capital que se cambia por la fuerza de trabajo no es más que una parte del producto del trabajo ajeno apropiado sin equivalente, y, de otro lado, su productor, el obrero, no se limita a reponerlo con un nuevo superávit. De este modo, la relación de cambio entre el capitalista y el obrero se convierte en una mera apariencia adecua-da al proceso de la circulación, en una mera forma ajena al verdadero contenido y que no sirve más que para mistificarlo. La operación constante de compra y venta de la fuerza de trabajo no es más que la forma. El contenido estriba en que el capitalista cambia constantemente por una cantidad mayor de trabajo vivo de otros una parte del trabajo ajeno ya materializado, del que se apropia incesan-temente sin retribución. En un principio parecía que el derecho de propiedad se basaba en su propio trabajo. Por lo menos, teníamos que admitir esta hipótesis, ya que sólo se enfrentaban poseedores de mercancías iguales en derechos, sin que hubiese más medio para apropiarse una mercancía ajena para entregar a cambio otra propia, la cual sólo podía quedarse mediante el trabajo. Ahora, la propiedad, vista del lado del capitalista, se convierte en el derecho a apropiarse trabajo ajeno no retribuido, o su producto, y, vista del lado del obrero, como la imposibilidad de hacer suyo el producto de su trabajo. De este modo, el divorcio entre la propiedad y el trabajo se convierte en consecuencia obligada de una ley que parecía basarse en la identidad de estos dos factores. Sin embargo, aunque el régimen capitalista de apropiación parezca romper abiertamente con las leyes originarias de la producción de mercancías, no brota, ni mucho menos, de la violación de estas leyes, sino por el contrario, de su apli-cación. Una breve ojeada retrospectiva a la serie de fases del proceso cuyo punto final es la acumulación capitalista, aclarará esto. Veíamos, en primer lugar, que la transformación primitiva de una suma de valor en capital se ajustaba en un todo a las leyes del intercambio. Uno de los

2 Marx, Carlos, “Sobre la Cuestión Judía,” en La Sagrada Familia y otros escritos filosóficos de la primera época, segunda edición, Editorial Grijalbo, S.A., México, D.F., 1967, pp. 32-34.

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30 • El capitalismo moderno y la revolución

contratantes vende su fuerza de trabajo, que el otro le compra. El primero obtiene a cambio el valor de su mercancía, cediendo con ello al segundo su valor de uso: el trabajo. El comprador transforma los medios de producción de su pertenencia, con ayuda del trabajo que asimismo le pertenece, en un nuevo producto, cuya propiedad le adjudica también la ley. El valor de este producto envuelve, en primer término, el valor de los medios de producción por él absorbidos. El trabajo útil no puede absorber estos medios de producción sin transferir su valor al nuevo producto; pero, para poder venderse, la fuerza de trabajo ha de ser capaz de suministrar trabajo útil, dentro de la rama industrial a que se aplique. El valor del nuevo producto encierra, además, el equivalente del valor de la fuerza de trabajo y una plusvalía. Por la sencilla razón de que la fuerza de trabajo vendida durante un cierto tiempo, durante un día, una semana, etcétera, posee menos valor del que durante ese mismo tiempo crea su uso. Y el obrero, al cobrar el valor de cambio de su fuerza de trabajo, se desprende de su valor de uso, ni más ni menos que cualquier otro comprador. La circunstancia de que esta mercancía especial, la fuerza de trabajo, tenga el valor de uso peculiar de rendir trabajo y, por tanto, de crear valor, no altera en lo más mínimo la ley general de la producción de mercancías. Por tanto, no debe creerse que el hecho de que el producto no se limite a reponer la suma de valor desembolsada en forma de salario, sino que encierre además una plusvalía, proviene de un engaño de que se haya hecho víctima al vendedor, a quién se le abonó el valor de su mercancía, sino que nace del uso que de esta mercancía hace el comprador. La ley del cambio sólo es una ley de equivalencia respecto a los valores de cambio de las mercancías que se entregan recíprocamente. Pero esta ley presupone incluso, desde el primer momento una diversidad en cuanto a los valores de uso de las mercancías cambiadas, y no tiene absolutamente nada que ver con el empleo que se les da, pues éste es posterior a la celebración y ejecución del contrato. Por tanto, la transformación originaria del dinero en capital se desarrolla en la más completa armonía con las leyes económicas de la producción de mercancías y con los títulos de propiedad privada derivados de ella. No obstante, esta operación da por resultado:

Que el producto pertenezca al capitalista, y no al obrero;1. Que el valor de este producto encierre, además del valor del capital desembolsa-2. do, una plusvalía, plusvalía que al obrero le ha costado trabajo y al capitalista no le ha costado nada y que, sin embargo, es legítima propiedad del segundo, Que el obrero alimente y mantenga en pie su fuerza de trabajo, pudiendo volver 3. a venderla, si encuentra comprador.3

A los conceptos de Marx sólo tenemos que agregar lo siguiente: dentro de las formas jurídicas correspondientes a la producción de mercancías consagradas de una manera radical en la Constitución francesa de 1793, y sin violarlas en lo más mínimo, se desenvuelve la fase final del proceso histórico de despojo del

3 Marx, Carlos, El Capital, t. I, FCE, México, 1964, pp. 491-493.

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trabajador de sus características humanas, la cual se levanta sobre las ruinas de la pequeña producción de mercancías.

La superestructura ideológica, jurídica y política conquistada por la Revo-lución francesa es la forma dentro de la cual se produce la más absoluta aniqui-lación de la naturaleza humana en el proletariado moderno.

b) La lucha de clases en la Revolución francesa de 1789

La Revolución francesa pasa por dos etapas claramente diferenciadas: la destruc-ción del régimen feudal y el nacimiento y la consolidación del régimen capitalista.

La primera de ellas se inicia, después del preludio de la “revolte nobiliai-re”, con la lucha que se entabla entre la gran burguesía francesa (formada por banqueros, arrendadores de impuestos, etcétera) y la aristocracia feudal (terra-tenientes feudales y clero principalmente) a la que es llevada por aquella clase la masa indiferenciada del “pueblo”.

La clase insurgente sólo pretende obtener “derechos políticos” para el ter-cer estado; reclama “libertad, igualdad y fraternidad” para así equiparar su si-tuación dentro del Estado con la de los otros dos estados: la nobleza y el clero.

El tercer estado se erige en Asamblea Nacional, se declara constituyente y, después de que el pueblo asalta la Bastilla, toma en sus manos una parte del po-der. Se establece así una dualidad de dominios pues la potestad real coexiste con la de la Asamblea Constituyente. Esta duplicidad produce un régimen de transac-ción entre la nobleza feudal y la gran burguesía: la monarquía constitucional.

La marea revolucionaria va haciendo surgir los intereses de las distintas clases sociales, los diferencia de los de la que ha iniciado la lucha y los presenta al lado de éstos como otras tantas exigencias de transformaciones revoluciona-rias. La burguesía comercial e industrial exige, y la Asamblea Constituyente se ve constreñida a decretar, la liquidación de los gremios, la supresión de fronte-ras aduanales interiores, la extensión de la tributación fiscal a los dos primeros estamentos (nobleza y clero), la anulación de los privilegios de algunas ciudades y provincias, etcétera. Los campesinos franceses obligan a la Asamblea Consti-tuyente a expedir el 11 de agosto una ley aboliendo los tributos y a derogar la jurisdicción señorial.

Para poder obtener la satisfacción de sus reivindicaciones, la clase su-blevada ha debido conducir a la contienda a todas las clases opositoras; de esta manera las inicia en los secretos de la vida política y las induce a sacar a luz sus propios intereses de clase para mostrarlos junto con los suyos como otras tantas reclamaciones a la aristocracia feudal.

La gran burguesía, que tenía ligas íntimas con la aristocracia feudal, no estaba interesada en la transformación radical del antiguo régimen y única-mente pretendía un pequeño cambio que le permitiera tener derechos políticos dentro del mismo; pero la condición indispensable para lograr esas pequeñas demandas era la exhibición ante aquélla de la amenaza del pueblo en armas.

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32 • El capitalismo moderno y la revolución

Las clases sociales que se encontraban diluidas en el interior del pue-blo empiezan a cobrar fisonomía propia; cuanto más crece su beligerancia más cambia la posición de la gran burguesía; primero es ella la que ha soliviantado al pueblo contra la aristocracia, después se ha visto obligada por esa potencia que ha desatado a aunar sus pretensiones a las suyas y, por último, esa misma fuerza incontrastable que ha sido sacada de su letargo hace valer sus intereses en contra de los suyos.

Esta clase social, de tal manera acosada por las fuerzas que ha liberado, se echa incondicionalmente en brazos de la aristocracia feudal; se paraliza enton-ces el proceso revolucionario y todo parece volver a la situación anterior.

Unida la gran burguesía con la aristocracia feudal, detenida la revolución y continuando en esencia el mismo régimen económico-político, la iniciativa revolucionaria pasa a otra clase social, la burguesía comercial e industrial, la cual se erige en el representante de todo el “pueblo” y conduce a la lucha a las demás clases de la población. Las cristalizaciones de la época revolucionaria vuelven a un estado de licuefacción y de nuevo se disuelven todos los intereses particulares en el interés general de derrocar a la monarquía que es la expresión de la alianza entre la nobleza feudal y la gran burguesía, la manifestación más concentrada del “antiguo régimen” y el principal obstáculo para el desarrollo de la revolución.

El 10 de agosto de 1792 estalló una insurrección del “pueblo” dirigida por la burguesía industrial y comercial. La Asamblea Legislativa decretó el destron-camiento del rey y el 22 de septiembre se proclamó la república.

La burguesía comercial e industrial da un paso adelante al derribar el po-der real que era uno de los pilares más fuertes del régimen feudal. Esta fracción de la burguesía recorre el mismo ciclo que la clase precursora, precipitando tras de sí a la pequeña burguesía urbana y rural en unión indistinta con el proleta-riado agrícola e industrial, clases que a fin de cuentas se rebelan en contra de su progenitora y hace sus reclamaciones particulares.

Al igual que su antecesora, la burguesía industrial y comercial se entrega a la reacción feudal, se pasa al campo de la contrarrevolución. La estafeta de la revolución pasa a la pequeña burguesía.

El 2 de junio de 1793 sube al poder la pequeña burguesía francesa e ini-cia el llamado “período del terror”; la revolución llega a su clímax. Es entonces cuando se aniquila definitivamente la propiedad feudal sobre la tierra, cimiento en el que descansaba el antiguo régimen. Con la ejecución de Robespierre el 9 de Termidor (27 de julio) de 1794 termina la época del terror y el poder queda en la fracción más moderada de la pequeña burguesía, el proceso revolucionario se detiene en el punto que ha alcanzado e incluso se inicia un movimiento de retroceso.

Hemos visto de qué manera cada clase de la nueva sociedad surge al com-bate sosteniendo ciertas reivindicaciones que son una parte del total de trans-formaciones necesarias para la destrucción del régimen anterior; en ese movi-miento, y para lograr sus propósitos, debe poner en estado de guerra a las demás

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clases sociales que se alinean a su lado en la oposición; ellas son el brazo armado que logra la conquista de las pretensiones de aquélla, pero al mismo tiempo hacen llegar a la superficie sus propios intereses, desde luego de una naturaleza más radical. La clase que inició el movimiento lo abandona y deja en manos de otra de las clases de la oposición la defensa de los logros de la revolución y la realización de nuevos avances en ese terreno, que son otros tantos progresos en el camino de la demolición del antiguo régimen. Esta nueva clase portadora de la revolución sigue la misma senda que la que le precedió. En sucesivas oleadas revolucionarias el poder llega hasta la clase más radical de la nueva formación económica que es la que conduce hasta sus últimas consecuencias todas las pre-tensiones de las clases que la antecedieron, paradójicamente en abierta lucha contra ellas mismas, y las suyas propias. Se cierra así la fase de devastación del antiguo régimen.

Una vez terminada su obra, y ante la posibilidad de una restauración de la Monarquía, la pequeña burguesía francesa es despojada del poder por la bur-guesía comercial e industrial.

Encabezada por Napoleón Bonaparte, esta clase social da un golpe de estado en contra de la pequeña burguesía el 18 y 19 brumario (9 y 10 de noviem-bre) de 1799 y abre así el período de nacimiento y consolidación del régimen capitalista en Francia.

La burguesía comercial e industrial es la misma clase que guió un tramo del proceso revolucionario de derrumbamiento del régimen anterior y que a fin de cuentas se alió con la reacción feudal, pero al mismo tiempo es una clase distinta; en aquella época iba detrás de la gran burguesía y era empujada por la pequeña burguesía y sus exigencias eran limitadas y mezquinas; ahora es la conductora de todo el movimiento y lleva detrás de sí a la antigua aristocracia feudal, a la gran burguesía y a la pequeña burguesía urbana y rural y su misión histórica consiste en organizar el régimen capitalista en Francia y extenderlo por toda Europa.

Bajo el gobierno de la burguesía comercial e industrial se desarrollan impetuosamente las relaciones capitalistas de producción en el campo y en la industria franceses; se realiza una profunda transformación en la organización de la sociedad civil, en la legislación, en la vida política, etcétera, para adecuar todo a las nuevas relaciones de producción. Nacen el contenido y la forma de la moderna sociedad capitalista.

Las distintas clases que durante la etapa anterior habían sido desplazadas del movimiento revolucionario y obligadas a asociarse con la reacción feudal sufren, con el ímpetu vivificador de la burguesía comercial e industrial, una verdadera metamorfosis.

Los terratenientes feudales se transfiguran en empresarios capitalistas, banqueros, etcétera; la gran burguesía deja de ser una clase al servicio de la aris-tocracia feudal y deviene en una burguesía financiera integrada al aparato de producción capitalista; la pequeña burguesía abandona su anterior naturaleza de clase formada por maestros artesanos, campesinos, etcétera, y adquiere un

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34 • El capitalismo moderno y la revolución

nuevo contenido: ahora la integran pequeños empresarios cuya producción es complementaria de la gran producción capitalista.

La burguesía industrial organiza a toda la sociedad francesa a su imagen y semejanza y se lanza a la transformación revolucionaria de Europa. La repú-blica francesa deja el paso al imperio napoleónico.

El imperio napoleónico fue una copia caricaturesca de las monarquías europeas que a su tiempo habían sido, en nombre de la razón y la ciencia, objeto del odio, la burla y el escarnio de la burguesía francesa; el que esta clase social haya creado una bufonesca corte imperial e ingresado al juego de alianzas, ma-trimonios, pleitos dinásticos, cortes reales, títulos nobiliarios, etcétera, de las decadentes casas reinantes de Europa para iniciar su vida histórica, nos habla muy claro de su verdadera naturaleza.

La dominación de la burguesía comercial e industrial impulsó el rápido crecimiento del capitalismo en Francia. Los propietarios territoriales provenien-tes de la antigua aristocracia feudal enriquecieron aceleradamente durante el auge económico hasta convertirse en una potencia de la sociedad capitalista que pronto le disputó el poder a la burguesía comercial e industrial; la derrota defi-nitiva de Napoleón en Waterloo permitió a esa clase tomar el poder y restaurar la Monarquía, pero una Monarquía muy distinta de aquella que había sido derri-bada en 1792; en esta ocasión se trataba de una institución al servicio del capital, establecida por una clase perteneciente a la sociedad burguesa. Al gobierno de los propietarios territoriales sigue el de la aristocracia financiera, la cual dominó en Francia durante el reinado de Luis Felipe, quien fue derrocado en febrero de 1848 por otro movimiento revolucionario del pueblo francés.

De nuevo se produce toda la sucesión de clases beligerantes —como en la primera revolución— sólo que esta vez la clase que completa el ciclo es el proletariado francés que entra por primera vez a la historia como una clase in-dependiente.

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La lucha de clases en la Revolución de 1848 en Francia • 35

CAPÍTULO VLA LUCHA DE CLASES EN LA REVOLUCIÓN DE 1848 EN

FRANCIA

Con la derrota de Napoleón en Waterloo termina la fase de nacimiento del régi-men de producción capitalista en Francia. En este período, la clase conductora de este proceso fue la burguesía industrial y comercial y bajo su dirección se desarrolló por primera vez con plena libertad el nuevo régimen social; las clases poseedoras del antiguo régimen se convirtieron en clases típicamente capitalis-tas que enriquecieron con el auge económico de un capitalismo joven y lozano.

La nueva estructura de clases que se formó en el naciente capitalismo fue la siguiente: los terratenientes capitalistas (la antigua aristocracia feudal), la aristocracia financiera (la antigua clase poseedora del dinero dentro del régimen feudal), la burguesía industrial y comercial, la pequeña burguesía urbana, el campesinado parcelario (antiguos siervos) y el proletariado urbano y rural.

En el capítulo anterior estudiamos la dialéctica de la lucha de clases du-rante la destrucción del régimen feudal y el nacimiento del capitalismo; ahora abordaremos el análisis de la lucha de clases que se produce cuando el capita-lismo se mueve ya sobre sus propios pies y de lo que se trata es del desenvolvi-miento sucesivo de cada una de las grandes clases poseedoras que lo forman y de la estructuración del mecanismo de su gobierno conjunto: la república par-lamentaria.

Como vimos anteriormente, los grandes propietarios territoriales se transforman en terratenientes capitalistas; con la eclosión del capitalismo ha-bida durante el imperio de Napoleón, esta clase social (fracción legitimista de los monárquicos) enriqueció sin medida, se reconstituyó su poder político y se alzó en contra de la burguesía industrial y comercial. Con el fin de hacer valer su interés particular frente a las demás clases poseedoras del régimen capitalista, conquista el poder y restaura la Monarquía. Se completa de tal suerte todo un ciclo de la lucha de clases y se abre otro que tiene el mismo punto de partida que el anterior: la dominación de los propietarios territoriales. Bajo la forma ana-crónica de la Monarquía, los grandes propietarios territoriales dan libre curso a su desarrollo como clase capitalista y niegan y alientan al mismo tiempo los intereses de las restantes clases poseedoras; así, lleva hasta sus últimas conse-cuencias la satisfacción de sus necesidades al tiempo que engendra su negación en sí mismo y en las demás clases capitalistas.

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36 • El capitalismo moderno y la revolución

La clase que le sigue en la estructura social, la aristocracia financiera (fracción orleanista de los monárquicos), llega al poder y da curso a la acción para sacar adelante sus intereses particulares, al tiempo que niega los de las demás clases propietarias.

Durante el gobierno de Luis Felipe dominó la aristocracia financiera for-mada, dice Marx, por los banqueros, los reyes de la bolsa, los reyes de los fe-rrocarriles, los propietarios de minas de carbón y de hierro y de explotaciones forestales y una parte de la propiedad territorial aliada a ellos.

La burguesía industrial se encontraba en la oposición legal y la pequeña burguesía y la clase campesina habían sido excluidas por completo del poder.

Después de que los propietarios territoriales hubieron cumplido su mi-sión histórica, se impuso la necesidad, con el fin de dar un mayor impulso al régimen capitalista, de ampliar la infraestructura básica, principalmente la red ferroviaria. Los enormes capitales de la aristocracia financiera se volcaron hacia esas ramas y el financiamiento del déficit del estado (en el que se había incurrido precisamente por aumentar la infraestructura a través de la obra pública).

Los capitales de la aristocracia financiera, de suyo voluminosos, se multi-plicaron astronómicamente; esto trajo un grave quebranto para los intereses de la burguesía industrial, la pequeña burguesía, la clase campesina y el proletariado.

Al parejo que el desarrollo industrial, en los años anteriores se había dado en Francia un incremento del proletariado urbano; esta clase social creció con-siderablemente en ese período e inició el proceso de su organización y toma de conciencia.

Dos acontecimientos económicos mundiales influyeron decisivamente para que el descontento de las clases sociales de la oposición se transformara en revuelta: la plaga de la patata y las malas cosechas de 1845 y 1846 y la crisis general del comercio y de la industria de 1847 en Inglaterra.

La revolución estalló y se formó un gobierno provisional; éste era una transacción entre las diversas clases que habían derrocado a la Monarquía: la burguesía, la pequeña burguesía e incluso el proletariado que participaba en el gobierno con dos representantes: Luis Blanc y Albert.

La república fue proclamada por el Gobierno provisional bajo la presión del proletariado el 25 de febrero.

La clase iniciadora del movimiento fue la burguesía (la fracción repu-blicana de la burguesía industrial y comercial); ella puso en pie de lucha a las demás clases sociales de la oposición y el proletariado inmediatamente la hizo ir más allá de donde ella quería llegar, imponiéndole la república. Ésta era la forma política mediante la cual se incorporaban al poder, bajo la dominación de la burguesía, todas las clases poseedoras de Francia.

Vemos cómo el proletariado surge aquí como clase social independiente, pero sosteniendo una reivindicación aún burguesa, la república, de la que es, en realidad, beneficiaria la burguesía. Marx dice que el proletariado conquistó en febrero el terreno para su emancipación (la república), pero no su propia eman-cipación. La revolución de febrero no era la revolución del proletariado.

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La lucha de clases en la Revolución de 1848 en Francia • 37

El desarrollo del proletariado industrial está condicionado, en general, por el desarrollo de la burguesía industrial. Bajo la dominación de ésta, el proletaria-do adquiere una existencia en escala nacional que puede elevar su revolución a revolución nacional; crea los medios modernos de producción, que han de convertirse en otros tantos medios para su emancipación revolucionaria. La do-minación de la burguesía industrial es la que arranca las raíces materiales de la sociedad feudal y allana el terreno sin el cual no es posible una revolución proletaria. La industria francesa está más desarrollada y la burguesía francesa es más revolucionaria que la del resto del continente. Pero la revolución de febrero ¿no estaba directamente dirigida contra la aristocracia financiera? Este hecho demostraba que la burguesía industrial no dominaba en Francia. La burguesía industrial sólo puede dominar allí en donde la industria moderna ha modelado a su medida todas las relaciones de propiedad, y la industria sólo puede adquirir este poder allí donde ha conquistado el mercado mundial, pues no bastan para su desarrollo las fronteras nacionales. Pero la industria en Francia, en gran parte sólo se asegura su mismo mercado nacional mediante un sistema arancelario prohibitivo más o menos modificado. Por lo tanto, si el proletariado francés, en un momento de revolución tiene en París una fuerza y una influencia efectivas, que lo empujan a realizar un asalto superior a sus medios, en el resto de Francia está agrupado en centros industriales aislados y dispersos, perdiéndose casi en la superioridad numérica de los campesinos y pequeños burgueses. La lucha contra el capital en la forma moderna de su desarrollo, en su punto de apogeo —la lucha del obrero asalariado industrial contra el burgués industrial— es, en Francia, un hecho parcial, que después de las jornadas de febrero no podía cons-tituir el contenido nacional de la revolución; con tanta mayor razón, cuanto que la lucha contra los modos de explotación secundarios del capital —la lucha del campesino contra la usura en las hipotecas, del pequeño burgués contra el gran comerciante, el fabricante y el banquero, en una palabra, contra la bancarro-ta— quedaba aún disimulada en el alzamiento general contra la aristocracia financiera. Nada más lógico, pues, que el proletariado de París intentase sacar adelante sus intereses al lado de los de la burguesía, en vez de presentarlos como el interés revolucionario de la propia sociedad, que arriase la bandera roja ante la bandera tricolor. Los obreros franceses no podían dar un paso adelante, no podían tocar ni un pelo al orden burgués, mientras la marcha de la revolución no sublevase contra este orden, contra la dominación del capital, a la masa de la nación —campesinos y pequeños burgueses— que estaba entre el proletariado y la burguesía; mientras no la obligase a adherirse al proletariado reconociendo en él a su combatiente de vanguardia. Sólo al precio de la tremenda derrota de junio podían los obreros comprar esta victoria.4

El proletariado francés fue el brazo armado de la burguesía en la revolución de febrero; como triunfador, además de la república impuso a la burguesía el esta-blecimiento de una serie de instituciones sociales y el nombramiento de una co-misión encargada de hallar la solución al “problema del trabajo”. Las reivindica-ciones que formulaba y las tareas que se fijaba a sí mismo el proletariado y que

4 Marx, Carlos, “La lucha de clases en Francia de 1848 a 1850,” en Marx y Engels, Obras Escogidas, editorial Ciencia del Hombre, t. IV, Buenos Aires, Argentina, 1973, pp. 189-190.

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38 • El capitalismo moderno y la revolución

arrancaba por la fuerza al gobierno provisional eran de carácter eminentemente burgués y no atentaban para nada contra la esencia del régimen capitalista.

Hasta este punto la lucha de clases ha seguido el mismo camino que en la primera revolución: se inicia con la dominación de los grandes propietarios territoriales; luego conquista el poder la aristocracia financiera; después, me-diante una revuelta, lo hace la burguesía industrial y comercial en las personas de los “republicanos del National” como llama Marx a la burguesía republicana. Sin embargo hay una diferencia sustancial entre ambas revoluciones: en la de 1789 la clase que formaba la base social del movimiento lo era la pequeña bur-guesía; ella fue el peón de brega de las distintas fracciones de la burguesía hasta que logró ponerse a la cabeza de las acciones, conquistar el poder e imponer sus propias reivindicaciones, en las que se concentraban las de todas las demás clases poseedoras; en la Revolución de 1848 fue el proletariado urbano la clase despertada a la vida política por la burguesía; inmediatamente se constituye en el soporte social del movimiento y obliga a la burguesía a llevar sus reivindica-ciones hasta sus últimas consecuencias: la república burguesa.

La república nacida de la revolución de febrero es todavía un instrumento imperfecto para la dominación conjunta de la burguesía; debe todavía pasar por un largo proceso de perfeccionamiento que la lleve a constituirse en la república parlamentaria.

La burguesía republicana, desde el gobierno provisional, en lugar de dar la puntilla a la aristocracia financiera, hizo todo lo posible para congraciarse con ella, principalmente mediante el aumento del déficit estatal. Por otra parte, sacó a los representantes obreros del ejercicio real del poder y los confinó en el Palacio de Luxemburgo, en donde se dedicaron a tratar de encontrar la solución al “problema del trabajo”.

El 4 de mayo se reunió la Asamblea Nacional (con lo que dejaba de existir el Gobierno provisional); en ella quedaron en mayoría los republicanos burgue-ses. Se instauró así la dictadura de esta clase social. También los dos grupos monárquicos y los republicanos pequeño burgueses estaban representados en la Asamblea Nacional; el proletariado había quedado excluido de ella.

La república de la Asamblea Nacional, como expresión que era de la domi-nación de la burguesía, tenía necesariamente que enfrentarse al proletariado.

El 17 de marzo y el 16 de abril se habían producido escaramuzas entre la burguesía y el proletariado; aquélla intentaba sacar definitivamente a los obre-ros de la escena política y éstos querían hacer volver al Gobierno provisional al camino de la revolución.

Bajo el gobierno de la Asamblea Nacional, la burguesía obliga al proleta-riado a lanzarse a la lucha; se produce la insurrección obrera del 22 de junio que es la “...primera gran batalla entre las dos clases de la sociedad moderna y en la que está en juego la aniquilación o la conservación del régimen burgués”.5

Por primera vez en la historia surge la consigna revolucionaria: ¡Derroca-miento de la burguesía! ¡Dictadura de la clase obrera!5 Marx, Carlos, op. cit., p. 199.

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La lucha de clases en la Revolución de 1848 en Francia • 39

La clase obrera francesa es derrotada y son pasados por las armas más de 3,000 insurrectos.

La burguesía republicana queda como dueña absoluta del poder.La clase más radical de la sociedad moderna, el proletariado, ha sido,

en el período de la revolución de febrero y del Gobierno provisional, la base social de sustentación de la burguesía, el alma del movimiento que ha obligado a esa clase a hacer valer sus intereses hasta sus últimas consecuencias, aún en contra de su voluntad; por fin, para tratar de imponer las más drásticas reivindi-caciones burguesas (derecho al trabajo, organización del trabajo, etcétera, que aparecen como los medios para la emancipación del trabajo), la clase obrera se enfrenta a la burguesía y le disputa abiertamente el poder: ¡el proletariado pre-tende conquistar el poder político para llevar a su máxima perfección al régimen burgués!

Sin embargo, en esta lucha por reivindicaciones en el fondo burguesas, el proletariado ha encontrado la fórmula política para su verdadera emanci-pación: insurrección armada, derrocamiento de la burguesía y dictadura de la clase obrera.

La Asamblea Nacional (constituyente) expide la Constitución de la que elimina el derecho al trabajo y el impuesto progresivo, esto es, las conquistas del proletariado en las jornadas de febrero.

La Asamblea Nacional convoca a elecciones para Presidente y el 10 de diciembre su candidato es derrotado por Luis Bonaparte.

Éste integra su gabinete con orleanistas y legitimistas. El poder se reparte entre la Asamblea Nacional y el ministerio de Bonaparte, es decir, entre la bur-guesía industrial y comercial, la aristocracia financiera y los grandes propieta-rios territoriales. Empieza la decadencia de la burguesía republicana.

La burguesía republicana conquistó para toda la burguesía el terreno de su dominación conjunta, la república; además, fue desarrollando los instrumen-tos de esta dominación, en primer lugar el poder ejecutivo. Encontramos así el poder repartido entre las grandes clases poseedoras: los grandes propietarios territoriales y la aristocracia financiera, que vuelven al primer plano político, se integran al ministerio bonapartista y la burguesía industrial y comercial, queda como ama y señora de la Asamblea Nacional.

Se elige la Asamblea Nacional Legislativa, con lo cual se completa la re-pública burguesa; su otra mitad era el poder ejecutivo encabezado por Luis Bo-naparte.

En la Asamblea Legislativa conquistan la mayoría los legitimistas y orleanis-tas, el llamado partido del orden.

La burguesía republicana queda en minoría; la montaña, compuesta por la pequeña burguesía demócrata y el proletariado revolucionario, es en la Asam-blea Legislativa el único enemigo del partido del orden.

Una vez cumplida su labor de dar vida a la república burguesa con sus dos partes fundamentales: el poder ejecutivo y el poder legislativo, la burgue-sía republicana es desplazada del poder. Tanto la Asamblea Legislativa como el

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40 • El capitalismo moderno y la revolución

Ministerio están dominados por el partido del orden. El movimiento regresa de nuevo al punto de partida (la propiedad territorial y la aristocracia financiera) pero sobre una base más alta y en otro terreno, en el de la república burguesa en su forma perfecta, en donde coexisten todas las clases propietarias (y a la cual se incorpora incluso al proletariado) y pueden hacer valer alternativamente sus intereses económicos y políticos.

Desde la época del Gobierno provisional, la pequeña burguesía había cho-cado con la burguesía republicana; durante todo el período que estudiamos fue llevada a la bancarrota por el gran capital; al ascender al poder la gran burguesía (orleanista y legitimista) la situación de la pequeña burguesía se torna más difí-cil y se acentúa la oposición con el partido gobernante.

El 11 de junio la pequeña burguesía levanta un acta de acusación en con-tra del gobierno por el bombardeo de Roma por el ejército francés.

El 13 de junio de 1849, a propósito del rechazo por el partido del orden del acta de acusación presentada dos días antes, la montaña salió a la calle en una procesión callejera que fue dispersada por el general Changarnier.

El 11 de junio fue, dice Marx, “una insurrección dentro de los límites de la razón pura”, una insurrección parlamentaria.

“Si el 23 de junio de 1848 fue la insurrección del proletariado revolu-cionario, el 13 de junio fue la derrota de los pequeños burgueses demócratas y cada una de estas insurrecciones, la expresión clásica, pura de la clase que la emprendía.”

Después del 13 de junio la montaña fue reducida a su mínima expresión, tanto en la Asamblea Legislativa como en la calle. La mayoría impuso un re-glamento parlamentario que destruía la libertad de las tribunas; se disolvió la artillería de París y las legiones 8, 9 y 12 de la Guardia Nacional.

Con esta insurrección “dentro de los límites de la razón pura”, la pequeña burguesía agotó su papel revolucionario en la sociedad moderna. Fermento de la revolución democrático-burguesa de 1789, llegó a conquistar el poder por medio de la insurrección armada e impuso sus reivindicaciones (en las que se concer-taban también las de la burguesía) por la violencia revolucionaria; una vez que se consolidaron las nuevas relaciones de clase y que la pequeña burguesía tomó su lugar en la nueva estructura como clase tributaria de la burguesía, perdió por completo su carácter revolucionario y fue reducida a un mero apéndice de las diversas fracciones de las grandes clases poseedoras.

Después de la derrota de la pequeña burguesía se produce una confron-tación entre el parlamento y el poder ejecutivo. Éste se deshace del gabinete del partido del orden y forma otro con ministros de la fracción monárquica orleanista (aristocracia financiera).

El Parlamento pierde terreno frente al poder ejecutivo y el Partido del orden pierde terreno en el Parlamento.

La aristocracia financiera, la propiedad de la tierra, la burguesía indus-trial y comercial se divorcian de sus representantes en el Parlamento y se con-vierten en Bonapartistas.

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La lucha de clases en la Revolución de 1848 en Francia • 41

El poder ejecutivo, en el que coexisten todas las fracciones de la burgue-sía, aniquila al poder legislativo en el que han quedado sólo los representantes políticos de esta clase.

Bonaparte disuelve el Parlamento, restaura el sufragio universal y la Mo-narquía.

Aquí se cierra otra fase del ciclo de la lucha de clases; el perfecciona-miento de las instituciones políticas burguesas, de la república parlamentaria, ha llevado por último a la negación de las mismas. Primero se ha dictado una constitución, luego se han constituido los poderes ejecutivo y legislativo y, más tarde, el fortalecimiento del primero de ellos se trueca en un crecimiento desme-surado que aniquila las bases sobre las que se ha levantado: la constitución y la república parlamentaria.

Al final de esta fase se ha perfeccionado el aparato político de la domi-nación de la burguesía a la vez que se han consolidado las nuevas relaciones de clase de la moderna sociedad capitalista. Con la materia prima proporcionada por las clases poseedoras del régimen feudal se han configurado las clases po-seedoras específicas de la sociedad capitalista: la oligarquía, formada por los te-rratenientes capitalistas, la aristocracia financiera y la parte superior de la bur-guesía industrial —aquélla ligada con la producción de bienes de capital y bienes de consumo de lujo— la burguesía liberal, integrada por grandes y medianos productores agrícolas e industriales, principalmente de artículos de consumo, y la pequeña burguesía urbana y rural; estas clases se polarizan en dos sectores económico-políticos que entran en relación de oposición y complementación.

Por otra parte, han quedado constituidos los elementos esenciales de la dominación política de la burguesía: la república parlamentaria con sus dos par-tes fundamentales, el poder ejecutivo y el poder legislativo. (Esta forma política de la república parlamentaria es la que, con variantes de diversa índole, ha servido de instrumento de dominación de la burguesía en los últimos 150 años y la que está siendo utilizada en los países de Europa oriental para el restablecimiento del régimen capitalista.)

Al mismo tiempo se ha abierto la fase última de la lucha de clases: la con-frontación entre la burguesía y el proletariado que habrá de desembocar necesa-riamente en el establecimiento de la sociedad sin clases, la verdadera sociedad humana.

Después de la derrota sufrida por el proletariado francés en junio de 1848, esta clase social siguió adelante en su proceso de maduración hasta llegar a la insurrección obrera de 1871, que culminó con la formación del primer gobierno de trabajadores de la historia: la Comuna de París.

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CAPÍTULO VIESQUEMAS DE LA LUCHA DE CLASES

1789-1989

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Page 46: Capitalismo moderno y revolucion TII

48 • El capitalismo moderno y la revolución

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Page 47: Capitalismo moderno y revolucion TII

Esquemas de la lucha de clases • 49

VI

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Page 48: Capitalismo moderno y revolucion TII

50 • El capitalismo moderno y la revolución

VII

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1917

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Page 49: Capitalismo moderno y revolucion TII

Esquemas de la lucha de clases • 51

VII

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191

7I

II I

II I

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Page 50: Capitalismo moderno y revolucion TII

52 • El capitalismo moderno y la revolución

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Esquemas de la lucha de clases • 53

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SEGUNDA PARTELA ESENCIA DE LA TEORÍA MARXISTA DEL VALOR

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Introducción • 57

INTRODUCCIÓN

El socialismo es la esencia del régimen capitalista. Esto significa que el capi-talimo como ser determinado inmediato se interna en sí mismo y produce su esencia. Ésta es en primer lugar la esencia positiva, la contradicción polar, los polos opuestos que se engendran y niegan mutuamente y que constituyen el fun-damento del ser del capitalismo.

La esencia positiva contiene en estado germinal (pero sólo así) al otro en que ha de transformarse el capitalimo a su perecimiento; tal otro es la esencia negativa del capitalismo, el socialismo.

Al seguir adelante el ser determinado del capitalismo, se intensifica el ca-rácter negativo de sus determinaciones de contenido, lo que hace surgir de ellas la forma, aunque exclusivamente la forma, del nuevo régimen social. La esencia positiva se ha transformado en la esencia negativa que emerge a la existencia por ahora únicamente como la forma del nuevo ser determinado que conserva el mismo contenido del régimen anterior.

El socialismo formal fue el que se instauró en Rusia en 1917 y se extendió posteriormente a los países de Europa oriental, a China y a Cuba. Impulsadas por esta misma forma, las determinaciones del ser del capitalismo, que se con-servaban en el interior del nuevo régimen social, adquieren una potencia tan colosal que rompen esa forma que se habían dado y restauran la forma anterior, es decir, la forma del régimen capitalista. Esto sucede en Rusia y Europa orien-tal aproximadamente en la década de los cincuenta; para los años sesenta, el socialismo formal ha sido sustituido en esos países por una forma específica del capitalismo que extiende su existencia hasta 1989, año en que se inicia el derrui-miento de la misma y su reemplazo por el capitalimo clásico.

El capitalismo actual, que ha recobrado casi en su totalidad su antiguo campo de acción, se ha de internar ineluctablemente en sí mismo y producir de nuevo su esencia negativa.

En esta ocasión el capitalimo engendrará en su interior, a partir de las determinaciones de su ser, una serie de determinaciones distintas que llegarán a constituir el contenido del nuevo régimen social, del socialismo; después, y sobre ellas como fundamento, se levantará la forma que le corresponde. El so-cialismo aparecerá en la existencia con un contenido y una forma propios, será ahora socialismo tanto en el contenido como en la forma.

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58 • El capitalismo moderno y la revolución

El socialismo formal de Rusia y Europa oriental fue guiado en su proceso de nacimiento y durante su ascensión venturosa por la teoría del marxismo-leninismo. Cuando aquél fue derrotado y se estableció en esos países una forma sui géneris del capitalismo, se inició entonces la revisión de los principios de la teoría revolucionaria. Se formó un cuerpo de ideas que, conservando el nombre del marxismo-leninismo, no eran sino los intereses de una fracción de la burgue-sía —pequeña y mediana burguesía— apenas si cubiertas con un tenue barniz de la teoría de la revolución. Esta burda imitación se convirtió en la ideología oficial de los países de Europa oriental y fue proclamada por ellos mismos como un perfeccionamiento de la doctrina original de los clásicos.

Al derrumbarse los regímenes de Europa oriental —el capitalismo espe-cial en ellos existente— también sucumbió su complemento ideológico, el mo-derno revisionismo, pero éste lo hizo en su falso carácter de forma mejorada de la teoría revolucionaria. Se decretó así la muerte del marxismo-leninismo.

Nos encontramos entonces ante una especialísima situación: la verdadera teoría revolucionaria, su prístina formulación, existe sólo como una colección de textos empolvados de los clásicos de esa doctrina que no tienen ninguna re-lación con la realidad viva; por otra parte, aunque derrotado, el revisionismo reclama para sí ser la auténtica continuación refinada del marxismo-leninismo y por tanto se adjudica graciosamente la propiedad de sus tesis primigenias.

La segunda aparición del socialismo, ahora totalmente integrados sus as-pectos material y formal, requiere necesariamente, por una parte la reviviscen-cia de las primeras manifestaciones de la teoría revolucionaria mediante su res-cate de su existencia en estado de animación suspendida en los rimeros de libros de las bibliotecas y sustrayéndolas del dominio espurio que sobre ellas ejerce el revisionismo que, aparentemente herido de muerte, amenaza con resurgir con renovados ímpetus, y por la otra, el desarrollo creador de esa doctrina para apli-carla eficazmente a las condiciones actuales.

Marx, Engels y Lenin aprehendieron la esencia negativa del régimen capi-talista; establecieron con claridad meridiana que en el capitalimo se produce la anulación más profunda de la naturaleza humana de los trabajadores, que éstos son despojados de sus características naturales-humanas, las cuales se concen-tran en el capital, y que la conciencia de esa terrible depauperación lleva necesa-riamente a los proletarios a la realización de la revolución socialista con el fin de recobrar la naturaleza humana que les ha sido sustraída por el capital.

Ellos determinaron la táctica y la estrategia de la revolución socialista a partir del punto en el cual se encontraba en esa época el régimen de producción capitalista. El contenido de éste lo constituía el proletariado sujeto a la más escandalosa explotación y reducido en su generalidad a niveles de vida que se caracterizaban por la no-satisfacción de sus necesidades individuales más ele-mentales.

El movimiento revolucionario toma como su base este contenido del capi-talismo y lo dirige, en lugar de hacia el perfeccionamiento de ese régimen social por medio de la satisfacción creciente de las necesidades individuales de los

Page 57: Capitalismo moderno y revolucion TII

trabajadores, al establecimiento de una forma de organización socialista bajo la dictadura del proletariado que en una primera fase tendría también que orien-tarse hacia el mismo fin: la elevación del nivel de vida de los obreros.

Con el paso del tiempo y mediante la educación, dentro de un régimen so-cialista ya maduro, la conciencia individual de los trabajadores, último vestigio del contenido capitalista que se habría continuado en el socialismo, sería erradi-cada definitivamente y sustituida por una conciencia colectiva que vendría a ser el contenido específico del nuevo régimen social.

Quedó fuera de la perspectiva de los clásicos el hecho de que el contenido capitalista y la forma socialista que sobre él se levantaba constituían una unidad de los opuestos en la que la existencia y progreso de uno estaban condicionados por la conservación y el perfeccionamiento del otro. El contenido capitalista producía necesariamente al socialismo formal y éste a aquél. De esta suerte, en esta mutua procreación, al llegar el socialismo formal al estadio más alto de su existencia, también el contenido capitalista que era su base de sustentación al-canzaba una fuerza inconmensurable. Es en este momento cuando el contenido capitalista rompe la envoltura del socialismo formal, éste sucumbe y aquél se da la forma que le corresponde, es decir, el capitalimo sui géneris que prevaleció a partir de la década de los sesenta en lo que antes fue el mundo socialista.

Los clásicos no pudieron ver, porque la realidad no lo ponía aún de relieve, que para lograr el pleno establecimiento del socialismo, tanto formal como ma-terialmente, era necesario que el contenido de ese régimen social se empezara a gestar ya en el seno del propio capitalismo: sólo un proletariado que en primer lugar exacerbe su individualidad hasta sus últimas consecuencias en la sociedad capitalista de consumo y que después conscientemente logre abolirla en la lucha contra ese monstruoso régimen social, podrá ser el contenido característico del socialismo en su nueva aparición.

Los clásicos nunca abandonaron las tesis principales de su teoría: la natu-raleza específica de la explotación capitalista y las características esenciales del socialismo; lo único que no pudieron prever fue el proceso por el cual se llegaría definitivamente al socialismo: una primitiva aparición formal suya conservando su contenido capitalista, la derrota del socialismo formal, la restauración del capitalismo y, por último, el establecimiento integral del socialismo compren-diendo tanto su contenido como su forma específicos.

El revisionismo moderno, que surge inmediatamente después de que el socialismo formal es derrotado, en primer término desvirtúa la tesis fundamen-tal del marxismo-leninismo; para el revisionismo, la explotación consiste en la no-satisfacción de las necesidades individuales de los trabajadores o, cuando éstas son satisfechas más o menos abundantemente, en el coartamiento de la libertad individual por el “aparato de dominación total”. De ahí entonces que el socialismo sea para esta forma disfrazada de la ideología burguesa un régimen en el cual primeramente se satisfacen las necesidades más imperiosas de los pro-letarios y luego se da libre curso a su individualidad con el fin de que cada traba-

Introducción • 59

Page 58: Capitalismo moderno y revolucion TII

60 • El capitalismo moderno y la revolución

jador cubra las necesidades más elevadas de su preciosa personalidad, todo esto dentro de un mínimo marco de socialización de la producción y del consumo.

La preparación de la nueva fase de la lucha por la implantación del so-cialismo requiere, como ya lo señalamos, la contienda denodada contra el revi-sionismo. Lo primero que hay que rescatar de sus garras es la tesis esencial del marxismo-leninismo sobre el carácter específico de la explotación capitalista. La teoría del valor es el basamento del concepto marxista de la explotación; el revisionismo ha tenido buen cuidado de trabajar acuciosamente en este campo logrando sustituir la idea marxista sobre el valor por una formulación exclusi-vamente burguesa.

Las pedantes, aburridas y estultas discusiones “académicas” acerca de la exactitud matemática de la teoría del valor, de la posibilidad de la conversión de los valores en precios y de la vigencia o no de la tendencia decreciente de la cuo-ta de ganancia, que se realizan en los claustros universitarios, aparentemente dentro de los límites de la “razón pura”, no han tenido otra finalidad que poner, con base en la propia teoría marxista del valor e incluso utilizando su mismo lenguaje, los cimientos de una versión burguesa de la teoría del valor que sirva a los intereses de la burguesía liberal y de la pequeña burguesía y que guarde la apariencia de la teoría revolucionaria; su propósito fundamental ha sido ocul-tar la esencia de la teoría marxista del valor y dar realce, en contrapartida, a aspectos formales de la misma —coincidentes con los viejos planteamientos de los clásicos, quienes, como se sabe, enunciaron ya hace mucho tiempo la teoría burguesa del valor— los que sirven de punto de partida para sus tergiversaciones teóricas.

No es nada extraño, dados estos antecedentes, que los Partidos y grupos revisionistas del mundo (prosoviéticos, prochinos, procubanos, proalbaneses, etcétera) hubieran reconocido en la intelligentzia universitaria de “izquierda” a sus vanguardias teóricas que los nutrían ideológicamente proporcionándoles los fundamentos de los postulados revisionistas y oportunistas que regían su acción práctica.

El propósito fundamental de este ensayo es intentar la develación de los mecanismos a través de los cuales el revisionismo ha logrado encontrar en Marx una fuente para sus deformaciones teóricas y la determinación, por tanto, de la esencia de los planteamientos marxistas sobre la teoría del valor. Esta obra forma parte de una tarea general de reivindicación de todos los aspectos más importantes de la teoría marxista-leninista.

Dicha labor reivindicativa es necesaria como requisito previo para dar un nuevo impulso al movimiento comunista internacional que en la actualidad se encuentra en una fase de profunda recesión.

Este trabajo es, por tanto, un ataque frontal a las posiciones de todos aquéllos —profesores universitarios, principalmente— que han hecho su modus vivendi de la introducción de la ideología burguesa al corazón mismo de la teo-ría revolucionaria a través del ocultamiento de la esencia de la teoría marxista del valor. Su propósito fundamental es poner de relieve la esencia misma de

Page 59: Capitalismo moderno y revolucion TII

la teoría marxista del valor, lo que constituye una tarea necesaria para poder después comprender la esencia de la explotación capitalista, a la cual los revi-sionistas confunden, por necesidad, con determinaciones meramente aparentes de la misma.

Este estudio, que comprende el resumen y análisis de la primera sección del tomo primero de El Capital, será continuado posteriormente hasta abarcar los tres tomos de la obra mencionada; con esta labor intentamos rescatar de manos del revisionismo la esencia de los planteamientos marxistas en el terreno de la economía política.

Como dejamos establecido, en sus primeros escritos Marx y Engels deter-minaron a grosso modo, si se nos permite esta expresión, la esencia del régimen de producción capitalista. Tomando esto como punto de apoyo, su labor poste-rior consiste en esclarecer al detalle aquellos principios fundamentales. La tesis central contenida en la primera formulación de su doctrina la expresaron Marx y Engels diciendo que la esencia del capitalismo consiste en la destrucción de la naturaleza humana en el proletariado; en El Capital, Marx demostrará de una manera detallada y profunda el curso de ese proceso.

En El Capital, Marx empieza con el estudio de las características más su-perficiales del régimen de producción capitalista; comienza por lo que el capita-limo es, por su ser que se manifiesta en la superficie. el capitalimo es un régimen económico basado en la producción de mercancías por lo que su análisis debe partir precisamente de ese punto.

Apoyado en los adelantos logrados por los economistas clásicos y después de confirmar los hallazgos de aquéllos y darles una forma más sistemática y completa, pasa a la determinación de lo que es la esencia de la mercancía.

Para Marx, la mercancía es, antes que nada, fuerza humana de trabajo condensada en un objeto material, con vida propia y ajena a su poseedor origi-nario: es una sustantivación de valor. Como tal sustancia, la fuerza humana de trabajo enajenada puede incorporarse a un objeto material y transmigrar de un objeto a otro; es decir, tiene la capacidad de automovimiento.

La sustantivación de la fuerza humana de trabajo en el régimen de pro-ducción de mercancías obedece a la existencia de productores privados indepen-dientes como fundamento de la organización social; el régimen de producción basado en productores privados independientes tiene a su vez como su base el proceso de devastación de la esencia natural humana iniciado desde la disolu-ción de la comunidad primitiva; en consecuencia, la sustantivación de la fuerza de trabajo es el resultado de la negación de la esencia natural humana y, a la vez, una forma específica de esa anulación.

Profundizando en el análisis, Marx continúa su investigación y determina el proceso de constitución —en el régimen de producción simple de mercan-cías— y evolución posterior —ya en el capitalismo— de la fuerza humana de trabajo sustantivada.

Introducción • 61

Page 60: Capitalismo moderno y revolucion TII

62 • El capitalismo moderno y la revolución

La circulación de las mercancías produce necesariamente el dinero el cual se transforma ineluctablemente en capital; éste no es sino la forma superior que adopta la fuerza humana de trabajo sustantivada.

El capital, a través de la exacción de plusvalía, por un lado produce la ruina más decisiva de la naturaleza humana en el proletariado y por otro des-poja definitivamente a los obreros de sus capacidades físicas y mentales y las concentra en sí mismo.

La fuerza humana de trabajo sustantivada consuma la obra iniciada por la propiedad privada desde la época de la desintegración de la comunidad primi-tiva: la supresión de la esencia natural de la especie humana.

A lo largo de este trabajo iremos subrayando precisamente los momentos de la argumentación de Marx en donde pone de relieve la esencia de los fenóme-nos estudiados.

Page 61: Capitalismo moderno y revolucion TII

La mercancía • 63

*Análisis del capítulo I de la sección primera del t. I de El Capital.

CAPÍTULO ILA MERCANCÍA*

1. Los dos factores de la mercancía: valor de uso y valor (sustancia y magnitud de valor)6

Las principales ideas explicadas por Marx en esta parte de su trabajo se pueden resumir de la siguiente manera:

La forma elemental de la riqueza de la sociedad capitalista es la mercancía.1. La mercancía tiene dos factores: valor de uso y valor de cambio.2. El valor de uso es la capacidad que tiene el objeto para satisfacer una necesi-3. dad humana. El valor de cambio es la proporción cuantitativa en que puede ser cambiado 4. por otras mercancías. Para que las mercancías puedan ser cambiadas unas por otras necesitan tener 5. algo en común, estar formadas por una misma sustancia que permita equi-pararlas. Lo igual en ellas no es el valor de uso porque éste representa en realidad cualida-6. des distintas de las mercancías para satisfacer necesidades muy disímbolas. Lo que hace semejantes a las mercancías es el ser productos del trabajo hu-7. mano. El trabajo que se objetiva en las mercancías es trabajo humano indiferenciado, 8. es el simple gasto de fuerza humana de trabajo en la producción de un objeto, es trabajo abstracto. El trabajo materializado en las mercancías constituye el valor intrínseco de las 9. mismas y es el soporte de su valor de cambio.

El valor de una mercancía se determina por la cantidad de trabajo humano 10. abstracto invertido en su producción.

Y no de cualquier cantidad de trabajo, sino del trabajo socialmente necesario 11. para producirla.

6 Marx, Carlos, El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I, tercera edición, versión del alemán por Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1964.

Page 62: Capitalismo moderno y revolucion TII

64 • El capitalismo moderno y la revolución

El método de Marx

El método empleado por Marx en el estudio de la sociedad capitalista es el dia-léctico-materialista. El núcleo del mismo lo constituye la dialéctica hegeliana puesta sobre sus pies.

Para Hegel, la realidad está compuesta por tres niveles de existencia que son otros tantos puntos de llegada del conocimiento del objeto.

El primer nivel es el de la superficie; el objeto es un ser determinado finito que aparece al exterior dotado de ciertas características específicas.

El segundo nivel es la esencia como fundamento positivo; la contradic-ción polar es el basamento de las determinaciones superficiales del ser.

El tercer nivel es la esencia como fundamento negativo; es el otro en que el ser determinado ha de convertirse cuando fenezca.

El movimiento del objeto desde su surgimiento hasta su extinción es tam-bién el de su internamiento en sí mismo para producir su esencia.

Marx estudia en primer lugar el ser del régimen capitalista, lo que éste es en la superficie.

Partiendo de ahí se adentra, por sucesivas aproximaciones, hacia la esen-cia del mismo y llega inicialmente a su fundamento positivo que es la contra-dicción, pasa después a descubrir el otro que ese régimen social contiene en su interior, el cual ha de devenir en un existente.

La ciencia económica burguesa había examinado también el ser del régi-men de producción capitalista.

Los mercantilistas y los fisiócratas tomaron como objeto de sus reflexio-nes la epidermis de esa formación económico-social.

La economía clásica penetró más profundamente en la estructura de la sociedad capitalista, pero sin trasponer el límite de su esencia positiva.

La economía clásica aborda, en un proceso contradictorio, tanto el cono-cimiento de la exterioridad de la sociedad burguesa y el de las capas interiores que le siguen como el de su esencia positiva. El movimiento entre ambos ex-tremos es la característica fundamental de las teorías de los economistas como Adam Smith y David Ricardo y tiene como resultado el conocimiento más com-pleto del ser y del fundamento esencial del régimen de producción capitalista.

Adam Smith investiga, de una manera paralela, las determinaciones de la superficie y las más interiores del régimen capitalista; David Ricardo, por su par-te, descubre la esencia positiva del régimen capitalista y establece la conexión necesaria entre ambos niveles.7

7 La plusvalia y la ganancia. 1. El sistema Ricardiano.“Ricardo toma como punto de partida la determinación de los valores relativos o valores de cambio de las mercancías, atendiendo a la cantidad de trabajo necesaria para su producción. No se detiene, sin embargo, a investigar el carácter de ese trabajo. Con tal de que dos mercancías sean equivalentes —en absoluto o en una determinada proporción— o, lo que tanto vale, cosas de magnitud desigual en cuanto a la cantidad de trabajo contenido en ellas, es evidente que, consideradas como valores de cambio, se trata de mercancías sustancialmente iguales. Su sustancia es el trabajo. Por eso precisa-mente es por lo que representan valor. Pueden diferir, y difieren, en cuanto a la magnitud, según la

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Al cerrarse el ciclo de existencia de la economía clásica, sus dos elementos se desenvuelven por su cuenta: el conocimiento de la corteza de la sociedad ca-pitalista se convierte en la labor específica de una corriente económica a la que atinadamente llama Marx “economía vulgar”; por otro lado, el análisis iniciado por los clásicos de las capas internas del ser y de la esencia positiva del capitalis-mo da lugar a las doctrinas de la negación del régimen de producción capitalista dentro de sus propios límites, las cuales a su vez sirven de punto de partida para la aparición del socialismo y el comunismo crítico-utópicos.

cantidad mayor o menor de esa sustancia que encierren. Ricardo no se ocupa ni de la forma —de-terminación especial del trabajo que crea valor de cambio o se materializa en él—, ni del carácter de este trabajo. No comprende, pues, la relación existente entre este trabajo y el dinero ni la necesidad de que el trabajo se represente en dinero. No comprende en absoluto la relación que media entre la determinación del valor de cambio de la mercancía por el tiempo de trabajo y la necesidad de que las mercancías se conviertan en dinero. De aquí su falsa teoría del dinero. Sólo enfoca de primera intención la magnitud del valor: las magnitudes de valor de las diversas mercancías guardan entre sí la misma relación que las cantidades de trabajo necesarias para su producción. He ahí el punto de partida de Ricardo. En el capítulo I declara explícitamente que su investigación arranca de las conclusiones de A. Smith. ”Veamos en qué consiste el método de Ricardo. Partiendo de la determinación de la magnitud de valor de las mercancías por el tiempo de trabajo, entra luego a investigar si las demás determina-ciones económicas, las categorías, se hallan en contradicción con esta determinación del valor o en qué sentido la modifican. Inmediatamente se comprende el fundamento histórico de este modo de proceder, su necesidad científica en la historia de la economía y también su endeblez histórica, que no estriba simplemente en la forma, sino que conduce, además, a resultados falsos, pues saltando por encima de los eslabones indispensables, pretende exponer directamente la concordancia de las categorías económicas. ”Este método de investigación es legítimo y necesario, desde el punto de vista histórico. Con Adam Smith la economía política se convierte en un todo armónico y se deslinda, en cierto modo, su propio campo de acción. Por eso a Say le fue dado condensarla, de un modo superficialmente sistemático, en un manual. El período que media entre A. Smith y Ricardo, apenas aporta más que investigaciones de detalle en torno al problema del trabajo productivo y el trabajo improductivo, del sistema monetario, de la teoría de la población, de la propiedad del suelo, de los impuestos, etcétera. El propio A. Smith, con su gran ingenuidad, vive sumido en una permanente contradicción. Por una parte, estudia la conexión interna de las categorías económicas, la estructura interior del sistema económico burgués. Por otra parte, presenta esta conexión yuxtapuesta, tal y como la concurrencia parece revelarla a la mira del vulgar observador y de quien no conoce más que el proceso de pro-ducción propio del régimen burgués. Nos encontramos, pues, con dos concepciones distintas. Una de ellas ahonda en cierta manera en la esencia, en la fisiología del sistema burgués; la otra, se limita describir, catalogar, exponer y esquematizar, a medida que el autor va descubriéndolas, todas las manifestaciones externas del proceso de la realidad. En A. Smith estas dos concepciones se desa-rrollan paralelamente o se entrecruzan, e incluso se contradicen constantemente. Y en él esto tiene, aparte de algunas investigaciones de detalle, su justificación, pues en realidad A. Smith persigue un doble fin. Por un lado, pretende penetrar en la fisiología interna de la sociedad burguesa; por el otro, aspira a describir en primer término, en parte al menos, los fenómenos externos de esta sociedad, a exponer sus conexiones externas, a encontrar las denominaciones y los conceptos adecuados para la mayoría de estos fenómenos; es decir, a representarlos ante todo en el lenguaje y en el proceso de pensamiento. Ambas finalidades le interesan por igual. Sin embargo, como discurren paralela e independientemente la una de la otra, A. Smith llega, partiendo de aquí, a una concepción extraor-

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66 • El capitalismo moderno y la revolución

La economía burguesa posterior siguió nutriendo aquéllas sus dos co-rrientes fundamentales hasta hacerlas desembocar en el marginalismo y el mo-netarismo por un lado y el reformismo, el estructuralismo y el keynesianismo por el otro. Ambas vertientes, representantes de los intereses de dos sectores de la burguesía moderna que se engendran y se niegan mutuamente, tienen tam-bién como su objeto solamente al ser y la esencia positiva del régimen capitalis-ta, sin poder llegar a su esencia negativa.

dinaria: la de que una de ellas revela con mayor o menor exactitud, la conexión interna, y la otra la conexión aparente. Sus sucesores pueden ya, salvo en los casos en que personifican la reacción de anteriores teorías superadas desde hace largo tiempo, avanzar tranquilamente en sus investigacio-nes de detalle y en sus consideraciones, apoyándose siempre en A. Smith, ya se atengan a la parte esotérica o a la parte exotérica de su obra, o ya las entremezclen, como hacen en la mayoría de los casos. Hasta que, por fin, llega Ricardo y pone coto a la ciencia. El fundamento, el punto de partida de la fisiología del sistema burgués, el punto de que hay que arrancar para entender su organismo interno y su proceso de vida, es la determinación del valor por el tiempo de trabajo: Ricardo parte de aquí y obliga a la ciencia a renunciar a su vieja rutina, a investigar y aclarar hasta qué punto las otras categorías desarrolladas o expuestas por ella —las relaciones de producción y circulación— se acomodan a este fundamento, a este punto de partida, o se hallan en contradicción con él; hasta qué punto la ciencia, que se limita a reproducir los fenómenos en que se traduce el proceso, y estos fenómenos mismos corresponden al fundamento sobre que descansa la conexión íntima, la verda-dera fisiología de la sociedad burguesa o que constituye su punto de partida; en una palabra, lo que hay de verdad en esta contradicción entre el funcionamiento real y el funcionamiento aparente del sistema. Tal es la gran significación histórica de Ricardo para nuestra ciencia. Y esto explica porqué Say, puesto fuera de combate por Ricardo, da rienda suelta a su cólera diciendo que “lanza la ciencia al vacío so pretexto de abrirle nuevos horizontes.” Y en íntima relación con este primer mérito de Ricardo, debemos señalar otro: el de poner de manifiesto el antagonismo económico existente entre las diversas clases, tal y como lo revela la conexión interna. Ricardo ahonda hasta descubrir la raíz de la lucha histórica inherente a la economía y a su desarrollo histórico. Por eso precisamente es por lo que Carey lo denuncia como el padre del comunismo: ”El sistema de Ricardo es un sistema de discordia... Tiende a sembrar la hostilidad entre las clases y las naciones... Su libro es el verdadero manual de los demagogos que aspiran a conquistar el poder mediante la confiscación de la tierra (agrarianism), mediante la guerra y el saqueo (Carey, The past, the present and the future, Filadelfia, 1848, pp. 74 y ss.).“Sin embargo, la importancia científica, el gran valor histórico de la teoría de Ricardo, se hallan contrarrestados, como tendremos ocasión de ver en detalle más adelante, por la endeblez científica de su método. ”Así se explica la construcción verdaderamente peregrina y forzosamente absurda de su obra. La obra entera, en su tercera edición, consta de 32 capítulos... ”...la teoría de Ricardo se contiene realmente en los seis primeros capítulos de la obra. Y cuando hablo de la defectuosa arquitectónica de ésta, mi reproche se refiere exclusivamente a esta parte del libro. Los capítulos restantes son (con excepción del capítulo que trata del dinero) simples aplica-ciones, ilustraciones y adiciones, que el autor baraja al buen tuntún. Sin embargo, esta defectuosa construcción de la obra no es algo fortuito, sino que obedece al método de investigación de Ricardo y al fin concreto que éste persigue, a través de ella se expresa la endeblez científica de su mismo método. ”El capítulo I está dedicado a estudiar el valor. Este capítulo consta de siete secciones. En la primera se investiga en rigor este punto: ¿El salario se halla en contradicción con la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo contenido en ellas? En la tercera se demuestra que la incorporación al valor de las mercancías de lo que yo llamo capital constante, no se halla en

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La economía clásica es elemento integrante del régimen de producción capitalista y constituye la verdad del ser y de la esencia positiva del capitalismo.

contradicción con la determinación del valor; el alza y la baja del salario no afectan al valor de las mercancías. En la cuarta se investiga hasta qué punto el empleo de maquinaria o de cualquier otro capital fijo y duradero incorporado, en diferente proporción, al capital de distintas ramas de pro-ducción, modifica la determinación del valor de uso por el tiempo de trabajo, en aquellos casos en que se emplean, en distintas ramas de producción, capitales de distinta duración y que requieren un tiempo más o menos largo para completar su ciclo circulatorio. ”Por tanto, en este primer capítulo el autor no parte solamente de la premisa de la mercancía —única premisa de que hay que partir, cuando se trata de estudiar el valor de por sí—, sino que da por supuesto también el salario, la ganancia, la cuota general de ganancia, las diversas formas de capital tal y como se desprenden del proceso de la circulación, y hasta la diferencia entre el precio natural y el precio comercial, diferencia que tiene incluso una importancia decisiva en los dos capí-tulos consagrados al estudio de la renta del suelo y la renta de las minas. ”Este segundo capítulo, ‘Sobre la renta del suelo’, al que sirve de complemento el capítulo III, ‘Sobre la renta de las minas’, comienza lógicamente, con arreglo al método de su investigación, planteando este problema: la propiedad territorial y la renta del suelo ¿se hallan en contradicción con la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo? ‘Debemos, sin embargo, investigar —dice Ricardo— si la apropiación de la tierra y la consiguiente institución de la renta introducirá alguna modificación en cuanto al valor relativo de las mercancías, independientemente de la cantidad de trabajo necesaria para su producción.’ (Principles of Political Economy, tercera, edición, Londres, 1721, p. 53.) ”Y para orientarse en esta investigación, no se limita a establecer de pasada la relación entre el precio comercial y el precio real, el cual equivale a la expresión del valor en dinero, sino que da por supuesta toda la producción capitalista y toda su concepción acerca de las relaciones entre el salario y la ganancia. Por tanto, en estos dos primeros capítulos y en el capítulo III, complemento del II, no sólo se presuponen, sino que se desarrollan íntegramente, el capítulo IC, ‘Sobre el precio natural y el precio comercial’, el capítulo V, ‘Sobre el salario’, y el capítulo VI, ‘Sobre la ganancia’. ”En los tres capítulos siguientes Ricardo se limita, desde el punto de vista teórico, a suplir algu-nas lagunas y a precisar algunos puntos. Todo lo expuesto en ellos debería, sin embargo, figurar en páginas anteriores de la obra. ”Por consiguiente, toda la doctrina de Ricardo se halla contenida en los dos primeros capítulos. En ellos los procesos desarrollados de la producción burguesa y las categorías desarrolladas de la economía política se cotejan con el principio que les sirve de base, con la determinación del valor, y se examina hasta qué punto concuerdan con este principio o cómo se justifican las aparentes excep-ciones que aportan a la relación de valor de las mercancías. En estos dos primeros capítulos se con-tiene también toda la crítica ricardiana de la economía política anterior a él, su ruptura terminante con la permanente contradicción de A. Smith, sobreponiéndose al sistema esotérico y exotérico de éste y llegando, como consecuencia de ello, a resultados absolutamente nuevos y verdaderamente asombrosos. De ahí el gran placer teórico que nos producen: en unas cuantas palabras, trazan la crí-tica de toda la teoría anterior, tan vaga y tan manoseada, y nos revelan que todo el sistema burgués de la economía política obedece a una ley fundamental; extraen la quintaesencia de los fenómenos dispersos y de su diversidad. Pero esta satisfacción teórica que la originalidad, la unidad de ideas, la sencillez, la concentración, la profundidad de pensamiento, la novedad y la pletórica concisión de estos dos primeros capítulos producen, va disipándose forzosamente en el transcurso de la obra. Cierto que, a veces, a lo largo de ella sentimos el encanto de la originalidad de ciertos pasajes. Pero en conjunto la impresión es de fatiga y de tedio. No hace uno más que dar vueltas en torno a lo mismo. Fuera de la aplicación monótona de los principios establecidos a elementos heterogéneos y extraños o de la polémica en torno a la defensa de estos mismos principios, Ricardo no hace en realidad más que repetirse y redondear lo expuesto. Apenas sí, de vez en cuando, nos encontramos

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68 • El capitalismo moderno y la revolución

La economía clásica tiene en su interior, en forma germinal y por tanto oculta, como su otro, como su esencia, a los elementos de su negación que al mismo tiempo son constitutivos de la teoría revolucionaria, la cual es un ele-mento negatorio del capitalismo.

La economía clásica perfecciona su carácter de elemento integrante del régimen de producción capitalista con lo cual fomenta al mismo tiempo los ele-mentos de su negación, pero permanece oculta para ella esta cara del proceso.

Marx, tomando como punto de partida lo hecho por la economía clásica, realiza las siguientes tareas:

ordena y sistematiza los resultados de las investigaciones de los clásicos te-a) niendo como propósito rector el descubrimiento de la esencia negativa del capitalismo;lleva hasta sus últimas consecuencias el análisis iniciado por los clásicos del b) ser del capitalismo y lo orienta hacia la búsqueda del otro que guarda en su interior, es decir, de su esencia negativa;descubre, desarrolla, organiza y sistematiza el otro contenido en el interior de c) la teoría clásica; establece la teoría económica revolucionaria como uno de los elementos negatorios del régimen capitalista.

La economía clásica acometió el estudio de la esencia positiva del capitalismo considerada ésta en su carácter de fundamento positivo de ese régimen econó-mico-social; Marx aborda el mismo objeto pero lo toma en su naturaleza gene-radora de la esencia negativa. Este distinto enfoque de sus investigaciones da como resultado una diferencia abismal entre las tesis de los clásicos y las de la teoría marxista del valor. Los postulados marxistas sobre el mismo tema son infi-nitamente más profundos, exactos y sistemáticos que los de la economía clásica.

El revisionismo toma de Marx la parte de su teoría en la cual desarrolla, organiza y sistematiza el estudio del ser y la esencia positiva del capitalismo y la considera como si fuera el análisis de su esencia negativa; al reafirmar el ca-rácter de fundamento positivo de la esencia negativa, su conocimiento se queda en el mismo nivel que el de la economía clásica. El “mérito” del revisionismo consiste en que, frente a la bárbara disyunción del conocimiento del capitalismo moderno establecida por las dos corrientes señaladas, aquél restaura la unidad dialéctica del mismo, tal y como anteriormente lo había hecho David Ricardo.

La argumentación de Marx

Marx inicia su trabajo con el análisis de la mercancía “que es la célula elemental de la sociedad burguesa”; para ello toma la mercancía tal y como existe en el régimen capitalista.

con alguna que otra conclusión típica.” Marx, Carlos, Historia crítica de la teoría de la plusvalía, vol. I, versión de Editorial Cartago, S.R.L., Buenos Aires, 1956, tomada por Ediciones Venceremos, La Habana, Cuba, 1965.

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(Frecuentemente se acusa a Marx de haber establecido en la sección pri-mera del tomo I de El Capital una teoría del valor circunscrita a la producción simple de mercancías: se considera que a causa de ello la economía marxista es inadecuada para explicar la naturaleza del valor en la sociedad capitalista; de ahí también —se dice— el porque Marx haya debido abandonar los postulados de la sección primera cuando en el tomo III se dio a la tarea de estudiar el funciona-miento concreto de la sociedad capitalista. Esto es absolutamente falso. Marx, fiel al método hegeliano, inicia su análisis precisamente tomando la mercancía tal y como ella existe en la superficie del régimen capitalista: en los parágrafos 1 y 2 de la sección primera del capítulo I del primer tomo establece, con base en los clásicos, las determinaciones de la esencia positiva de la mercancía que es la “célula fundamental del régimen de producción capitalista” y en el parágrafo 3 inicia el análisis de la esencia negativa de la misma. En los capítulos II y III de la citada primera sección considera a esos elementos esenciales en su proceso de surgimiento y despliegue a partir del nivel inferior de la producción simple de mercancías y del intercambio inmediato de las mismas hasta llegar a la plena constitución del dinero con sus funciones principales. En la sección segunda, Marx hace objeto de su estudio a la transformación del dinero en capital. Con base en las determinaciones esenciales de la mercancía producida en el régimen capitalista, Marx investiga en el resto del tomo I el proceso de producción capi-talista de mercancías, en el tomo II la circulación capitalista de mercancías y en el tomo III el movimiento del capital global en su conjunto. Las leyes del valor establecidas por Marx en la primera sección del primer tomo de El Capital se re-fieren explícitamente a las mercancías producidas en el régimen de producción capitalista.)

En el estudio de la mercancía encuentra Marx en primer lugar las siguien-tes determinaciones:

La mercancía es un valor de uso y un valor de cambio.• El valor de uso es la propiedad que tiene la mercancía de satisfacer una necesidad • humana, cualquiera que esta sea. La base del valor de uso de las mercancías son sus cualidades materiales.El valor de cambio es la proporción cuantitativa en que se cambian unas mer-• cancías por otras.El valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo socialmente • necesario para producirlas.Hasta aquí Marx se ha concretado a expresar hechos evidentes por sí mismos • que pertenecen al ser del fenómeno:La producción capitalista es en su totalidad producción de mercancías.• Es un hecho empíricamente comprobable que la totalidad de la producción es, • en la sociedad capitalista, producción para el mercado.La mercancía es un objeto útil y un valor de cambio.•

La sociedad moderna está formada fundamentalmente por propietarios priva-dos de los medios de producción y de vida y por obreros que sólo poseen en propiedad su fuerza de trabajo. Los obreros concurren a un mercado general a

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70 • El capitalismo moderno y la revolución

vender su fuerza de trabajo; a cambio reciben un pago en dinero el cual emplean para adquirir en el mercado los bienes necesarios para su subsistencia y repro-ducción. Por su parte, los capitalistas compran fuerza de trabajo y medios de producción y de vida y producen bienes (de consumo y de capital) que colocan en el mercado. La fuerza de trabajo y los bienes que se producen en la sociedad capitalista son por necesidad mercancías, es decir, objetos útiles que se enajenan por su propietario privado con la finalidad de obtener de los demás propietarios privados los bienes de consumo necesarios, la fuerza de trabajo y los medios de producción requeridos, son valores de cambio.

El valor de cambio es la proporción cuantitativa en que la mercancía se cambia por otra.

En el régimen de producción capitalista el propietario privado enajena una mercancía y obtiene el equivalente general de la misma, es decir, una deter-minada cantidad de dinero; con el equivalente general adquiere en el mercado los objetos útiles que necesita. El movimiento se esquematiza así: M-D-M, o sea enajenación de la mercancía propia por dinero y adquisición de la mercancía ajena con dinero. De lo que se trata es entonces del cambio por el propietario privado de su mercancía por la mercancía ajena, M-M, proceso que es mediado por el dinero. Para estudiar el fenómeno en toda su pureza, Marx hace abstrac-ción de la forma y fija su atención en el contenido mismo, es decir, en el cambio de mercancías por mercancías M-M que subyace en el cambio mediado por el di-nero y que es característico del régimen de producción capitalista de mercancías.

Es precisamente a esta mercancía, producto peculiar del régimen capita-lista, célula elemental suya, y a su movimiento de cambio en ese mismo régimen a los que Marx toma como objeto de análisis.

Una cantidad determinada de la mercancía x se cambia regularmente por cierta cantidad de la mercancía y; esto quiere decir que en esos montos ambas mercancías son equivalentes, tienen la misma expresión en dinero, y por tanto pueden intercambiarse entre sí.

La expresión del valor de cambio en dinero de la mercancía es su precio.El precio en dinero de las mercancías o, lo que es lo mismo, su proporción

de cambio con las demás mercancías, es un valor social. A través de múltiples actos individuales de cambio, de la diversidad de los mercados (regionales, na-cionales, internacionales), de las oscilaciones temporales, etcétera, se establece un precio general de las mercancías que conforme el capitalimosse expande a escala internacional se convierte en un precio mundial. La naturaleza de este precio es su cambio constante; se afirma en un nivel determinado sólo para ne-garlo y moverse hacia arriba o hacia abajo del mismo, y así sucesivamente; en el mediano y el largo plazo se va destacando un precio que es el punto del cual parten y al cual retornan aquellos movimientos, es decir, un precio medio; este punto de confluencia de los altibajos de los precios puede convertirse en un es-tado con una duración más o menos prolongada siempre y que, junto con otras determinadas circunstancias, se presente un equilibrio prolongado entre la ofer-ta y la demanda. Este precio medio, cuya existencia se extiende en cierta medida

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en el tiempo, corresponde al precio al que realmente se venden, en ese período considerado, las mercancías producidas en las industrias que tienen los niveles medios de tamaño de la planta, tipo de maquinaria, tecnología, capacitación de mano de obra, etcétera, y que forman el grueso de la producción de esa rama; ese precio medio así constituido se impone a las mercancías producidas en los niveles inferior y superior al medio.8

Precisamente a este precio medio o proporción de cambio de las mer-cancías, que constituye un valor social y por tanto dado para cada capitalista individual y que tiende a abarcar mercados cada vez más amplios, es al que se refiere Marx como la segunda característica de la naturaleza de la mercancía. El valor de cambio como precio medio es una característica que pertenece al ser de

8 “El valor (el real valor de cambio) de todas las mercancías (incluso el trabajo) está determinado por sus costos de producción. El precio es este valor de cambio expresado en dinero. La sustitución del dinero metálico (y del papel monedo o moneda de crédito que recibe de él su denominación) por dinero-trabajo, que recibiría su denominación del tiempo de trabajo mismo, equipararía por lo tanto el valor real (valor de cambio) de las mercancías y su valor nominal, su precio, su valor monetario. Equiparación del valor real y del valor nominal, del valor y del precio. Pero a esto se llegaría sola-mente si se presupone que valor y precio son distintos sólo nominalmente. Pero tal cosa de ningún modo es cierta. El valor de las mercancías determinado mediante el tiempo de trabajo es sólo un valor medio. Un promedio que aparece como una abstracción extrínseca en tanto sólo representa el resultado de un cálculo que nos da la cifra media de un período —p. ej., 1 libra de café vale 1 sh., ha-ciendo por ejemplo el promedio de los precios del café durante un período de 25 años—, pero que es muy real cuando es individualizada al mismo tiempo como la fuerza impulsora y el principio motor de las oscilaciones a las que están sujetos los precios de las mercancías durante un período determi-nado. Esta realidad no tiene solamente una importancia teórica; más aún, constituye la base de la especulación comercial, cuyo cálculo de probabilidad deriva tanto de los precios medios centrales considerados como centro de oscilación, como de los ascensos y descensos medios de la oscilación por encima o por debajo de este centro. El valor de mercado (precio) de las mercancías es siempre distinto de este valor medio y es siempre inferior o superior a él. El valor de mercado se nivela con el valor real a través de sus oscilaciones constantes: nunca a través de una ecuación con el valor real como tercer elemento, sino a través de una continua diferenciación (Hegel diría: no mediante una identidad abstracta, sino mediante una constante negación de la negación, o sea, de sí mismo como negación del valor real.) Que el valor real —independientemente de su control de las oscilaciones del precio de mercado (es decir, prescindiendo de él en cuanto es la ley de esas oscilaciones)— se niega a su vez a sí mismo y pone el valor real de las mercancías en contradicción constante con la propia determinación, depreciando o haciendo subir el valor real de las mercancías existentes –todo esto yo lo he mostrado en mi folleto contra Proudhon y no es necesario entrar aquí en más detalles al respecto. El precio se distingue por lo tanto del valor no sólo como lo que es nominal se distingue de lo real; no solamente por la denominación en oro y plata, sino por este motivo: que el segundo se presenta como la ley de los movimientos recorridos por el primero. Sin embargo, ellos son constan-temente distintos y nunca coinciden o sólo lo hacen de modo accidental y por excepción. El precio de las mercancías es constantemente superior o inferior a su valor, y el mismo valor de las mercancías existe solamente en el up and down de los precios de las mercancías. Demanda y oferta determinan de modo constante los precios de las mercancías; nunca coinciden o sólo lo hacen accidentalmente; pero los costos de producción por su parte determinan las oscilaciones de la demanda y de la oferta. El oro o la plata en los que se expresa el precio de una mercancía, su valor de mercado, son ellos mismos una determinada cantidad de trabajo acumulado, una determinada cantidad de tiempo de trabajo materializado. Bajo el supuesto de que los costos de producción de la mercancía y los del oro y de la plata permanezcan idénticos, el aumento o la disminución de su precio de mercado no signi-

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72 • El capitalismo moderno y la revolución

la mercancía; su determinación es un trabajo iniciado por los economistas clá-sicos que Marx lleva hasta sus últimas consecuencias, como más tarde veremos; pero su análisis no constituye en forma alguna la revelación de la esencia de la naturaleza de la mercancía.

El revisionismo contra el marginalismo

En este terreno se ha establecido una agria y aburrida disputa entre el revisionis-mo moderno y el marginalismo —heredero legítimo este último de la economía vulgar—. El marginalismo es la expresión teórica de la mera epidermis del régi-men de producción capitalista y constituye por tanto la verdad de la misma; nie-ga la existencia de un valor de cambio objetivo que las mercancías contengan en sí mismas antes de llegar al mercado y postula como contrapartida el principio de que son la oferta y la demanda, expresión de las capacidades y necesidades de los individuos, las que fijan el precio de aquéllas; sobre esta base se ha construi-

fica sino que una mercancía, = x tiempo de trabajo, es constantemente mayor o menor que el tiempo de trabajo x requerido en el mercado, o sea es superior o inferior a su valor medio determinado por el tiempo de trabajo. La primera ilusión fundamental de los bonos-horarios consiste en el hecho de que, al eliminar la diversidad nominal entre valor real y valor de mercado, entre valor de cambio y precio —expresando el valor no ya en una determinada objetivación del tiempo de trabajo, say oro y plata, sino directamente en el tiempo de trabajo—, eliminan también la diferencia y contradicción real entre precio y valor. Y así se comprende por sí mismo de qué modo la simple introducción del bono-horario eliminaría todas las crisis y todos los inconvenientes de la sociedad burguesa. El precio monetario de las mercancías = a su valor real; la demanda = a la oferta; la producción = al consumo; el dinero, al mismo tiempo, abolido y conservado; bastaría solamente verificar el tiempo de trabajo, cuyo producto es la mercancía, y que se materializa en la mercancía, para generar su correspondien-te contrafigura en un signo de valor, en dinero, en bono-horario. Cada mercancía sería de tal manera transformada directamente en dinero y, a su vez, el oro y la plata serían reducidos al rango de todas las otras mercancías. “No es necesario un análisis circunstanciado para decir que la contradicción entre valor de cam-bio y precio —entre el precio medio y los precios de los que aquél constituye el promedio— la dife-rencia entre las magnitudes y sus magnitudes medias no se elimina eliminando la mera diferencia nominal entre las dos, de modo tal que en lugar de decir: 1 libra de pan cuesta 8 d., se dice: una libra de pan = 1/x horas de trabajo, y si el tiempo de trabajo materializado en una libra de pan es mayor o menor que 1/x horas de trabajo, como la medida de valor sería al mismo tiempo el elemento en el que se expresa el precio, así y sólo así resaltaría con toda claridad la diferencia entre valor y precio, esa diferencia que en el precio en oro o en plata queda oculta. De aquí derivaría una ecuación infinita. 1/x horas de trabajo (contenida en 8 d. o expresada mediante un bono) sería mayor o menor que 1/x horas de trabajo (contenida en la libra de pan). “El bono-horario, que representa el tiempo de trabajo medio, no correspondería jamás al tiempo de trabajo real y no sería nunca convertible en él; vale decir, el tiempo de trabajo objetivado en una mercancía nunca movilizaría una cantidad de dinero-trabajo igual a sí mismo y viceversa, sino una cantidad mayor o menor, así como actualmente toda oscilación de los valores de mercado se expresa en un aumento o disminución de sus precios en oro o plata.” Marx, Karl, “Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (borrador) 1857-1858”, 1, segunda edición, Siglo Veintiuno Editores, México, diciembre de 1971, pp. 61-63.

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do un aparatoso y vacuo edificio de una falsa cientificidad. En la superficie del régimen de producción capitalista efectivamente se suscita la apariencia de que son la oferta y la demanda las que gobiernan el precio de las mercancías -o sea la proporción de cambio entre ellas—: si la oferta de un bien disminuye, su precio se eleva, si aquélla crece éste se reduce; si la demanda desciende, su precio baja y si aquélla sube, éste se incrementa; esto es lo que la economía vulgar y el mar-ginalismo perciben. Por su parte, la economía clásica, sus actuales seguidores y los revisionistas penetran al nivel más profundo del ser del fenómeno y des-cubren en él la existencia de un precio medio de las mercancías que es un valor de cambio con vigencia social que rige para un período de tiempo determinado: cuando por alguna circunstancia la oferta de una mercancía crece, al bajar su precio se desalentará su producción y una parte de los productores se retirará de esa industria con lo cual la producción volverá al nivel de donde partió y con ella el precio de las mercancías; en el momento que, por el contrario, la producción disminuye, al aumentar el precio serán atraídos más capitales hacia esa indus-tria incrementando la producción y llevando el precio a su nivel anterior; igual-mente, si la demanda de una mercancía se eleva, al aumentar temporalmente su precio se incrementa su producción, con lo cual el precio desciende al punto de donde partió, es decir, al nivel de su precio medio; el centro de gravitación de las fluctuaciones de los precios determinadas por los cambios en la oferta y la de-manda es el precio medio de las mercancías, es decir, su valor de cambio: dichas fluctuaciones tienen como punto de partida y de retorno al valor de cambio así considerado. La economía vulgar y el marginalismo sólo aprehenden por tanto la apariencia más superficial del fenómeno: los cambios en la oferta y la deman-da y las variaciones correlativas en los precios sin llegar al conocimiento de: a) la existencia de un punto de partida y retorno de las fluctuaciones de los precios, es decir, del precio medio o valor de cambio de las mercancías, y b) el movimiento complementario que lleva el precio de nuevo al nivel medio.

La economía vulgar y sus seguidores contemporáneos (marginalismo, monetarismo, etcétera) constituyen la verdad de la epidermis del régimen de producción capitalista; la economía clásica y sus modernos continuadores (key-nesianismo y revisionismo) niegan aquella verdad aparente y establecen la ver-dad del nivel más profundo del ser del capitalismo. Esta verdad no es, desde luego, la verdad de la esencia negativa del fenómeno, la cual queda por completo fuera de su horizonte teórico.

Marx reconoce en la labor de los clásicos la determinación del ser y del fundamento positivo del régimen de producción capitalista y la toma como pun-to de partida para la determinación de la esencia negativa del mismo.

La existencia de un valor de cambio objetivo de las mercancías y la ex-presión teórica de este hecho pertenecen por completo al terreno del ser del régimen de producción capitalista.

En resumen, las mercancías se cambian unas por otras porque son obje-tos útiles; este proceso de cambio tiene un carácter necesario ya que la sociedad capitalista está formada por propietarios privados independientes que producen

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74 • El capitalismo moderno y la revolución

para satisfacer la demanda de un mercado general y no para su propio consumo y que obtienen los bienes que llenan sus necesidades de los demás productores privados a través del intercambio de productos.

Dados estos antecedentes, las mercancías deben por fuerza adquirir el carácter de medios de cambio.

Las mercancías son equiparables entre sí para el intercambio porque con-tienen una sustancia común: trabajo humano general, abstracto, indiferenciado.

Las mercancías se cambian entre sí en proporción al tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción; de esta manera, una cantidad x de la mercancía A equivale a y se cambia por y cantidad de la mercancía B porque en ambas se encierra igual cantidad de trabajo social medio.

Las mercancías son productos del trabajo del hombre; este hecho expresa la relación fundamental del hombre con la naturaleza, aquélla por la cual produ-ce los bienes necesarios para su conservación y reproducción como ser vivo.

Las mercancías producidas en el régimen capitalista son el resultado del trabajo pretérito y del trabajo actual, vivo: los medios e instrumentos de pro-ducción y la fuerza de trabajo son materializaciones del trabajo humano. Las mercancías, productos del trabajo humano, son intercambiadas por otras mer-cancías; éstas deben ser de un volumen tal que repongan a su nivel los medios e instrumentos empleados en la producción y restituyan el trabajo vivo mate-rializado en los productos, es decir, que equivalgan al trabajo pretérito y actual contenido en las mercancías que se cambian; esta equivalencia es la condición indispensable, sine que non, para la conservación y desarrollo del propietario privado independiente. Las mercancías por las que se cambian son a su vez pro-ductos del trabajo (pretérito y actual) y por tanto su volumen debe por fuerza ser equivalente de las mercancías necesarias para reproducir los medios e ins-trumentos empleados en su producción y el trabajo vivo en ellas materializado. Como se ve, las mercancías son por un lado materializaciones de trabajo huma-no y por el otro elementos para la reconstitución del mismo; de ahí entonces la necesaria equivalencia entre ambos aspectos. Puesto que el intercambio sólo es el mediador del proceso de ejercicio y reconstitución del trabajo humano y estos dos aspectos son equivalentes por necesidad, entonces las mercancías que se intercambian, que no son sino por un lado trabajo humano materializado y por el otro materia prima de la reconstitución del trabajo humano, son también equivalentes. Dicho de otro modo, las mercancías se intercambian en propor-ción al volumen de trabajo en ellas materializado.9

La equivalencia de las mercancías entre sí de acuerdo con el trabajo en ellas contenido no se expresa directamente en él sino en una forma enajenada, en la materialidad corpórea de aquéllas; así, no se dice que x cantidad de hierro = a tantas horas de trabajo y y cantidad de algodón = a la misma cantidad de trabajo y que por tanto x cantidad de hierro = a y cantidad de algodón; la equiva-lencia entre ambas mercancías se expresa directamente entre sus materialidades

9 [Consumo y producción] a) La producción es también inmediatamente consumo. Doble consumo, subjetivo y objetivo: el individuo que al producir desarrolla sus capacidades, las gasta también, las

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corpóreas, es decir, x cantidad de hierro = y cantidad de algodón; el proceso de equiparación con el tiempo de trabajo queda por completo oculto.

La estructura del régimen de producción capitalista, basada en propieta-rios privados independientes, exige que los productos del trabajo se cambien en-tre sí para satisfacer las necesidades de sus integrantes; la necesaria equivalencia entre el trabajo desplegado en la producción y los medios requeridos para la reposición del trabajo vivo y de los medios e instrumentos de producción obliga a que el intercambio de productos se realice de acuerdo con el tiempo de traba-jo materializado en las mercancías; es decir, que en promedio los propietarios privados cambian sus mercancías por una cantidad de otras mercancías que sea suficiente para restituir el trabajo actual y pretérito gastado en la producción y que les permita quedar en condiciones de realizar otro acto de producción seme-jante. Esto significa que las mercancías se cambian por necesidad en proporción al trabajo humano en ellas materializado.

El trabajo que sirve de materia para la equiparación de las mercancías entre sí es trabajo social-general, igual, abstracto. Este tipo de trabajo tiene una existencia real: es aquel que desempeña el obrero medio de las industrias en donde se produce con los niveles medios de tamaño de la planta, tipo de ma-quinaria y tecnología, mano de obra, composición técnica, etcétera; los tipos de trabajo que se encuentran por arriba o por abajo de este nivel medio deben por fuerza transformarse en una cantidad equivalente de trabajo medio para poder formar parte del valor de cambio del producto.

consume en el acto de la producción, exactamente como la reproducción natural es un consumo de fuerzas vitales. En segundo lugar: consumo de los medios de producción que se emplean y se usan, y que se disuelven en parte (como, por ej., en la combustión) en los elementos generales. Consumo, igualmente, de la materia prima que no conserva su forma ni su constitución natural, sino que más aún se consume. Por lo tanto, el acto mismo de producción es también en todos sus momentos un acto de consumo. Pero los economistas aceptan esto. Llaman consumo productivo a la producción que se identifica directamente con el consumo, y al consumo que coincide inmediatamente con la producción. Esta identidad de la producción y del consumo remite a la proposición de Spinoza: determinatio est negatio. “Pero esta determinación del consumo productivo ha sido establecida sólo para separar el con-sumo identificado con la producción del consumo propiamente dicho, concebido, por el contrario, como el opuesto aniquilador de la producción. Consideraremos, pues, el consumo propiamente di-cho. Igualmente, el consumo es de manera inmediata producción, del mismo modo que en la natu-raleza el consumo de los elementos y de las sustancias químicas es producción de plantas. Es claro que en la nutrición, por ej., que es una forma de consumo, el hombre produce su propio cuerpo. Pero esto es igualmente cierto en cualquier otra clase de consumo que, en cierto modo, produce al hombre. Producción consumidora. Sólo que, arguye la economía, esta producción idéntica al con-sumo es una segunda producción, surgida del aniquilamiento del primer producto. En la primera, el productor se objetivaba; en la segunda, la cosa creada por él se personificaba. Por consiguiente, esta producción consumidora —aún cuando sea una unidad inmediata de producción y consumo— es esencialmente diferente de la producción propiamente dicha. La unidad inmediata, en la que la producción coincide con el consumo y el consumo con la producción, deja subsistir su dualidad inmediata.” Ibídem, pp. 10-11.

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Para la economía vulgar y el marginalismo sólo existen los diversos tra-bajos concretos sin que haya la posibilidad de reducirlos a un trabajo igual, abs-tracto; en este punto tales economistas descienden incluso por abajo de la prác-tica comercial corriente que por fuerza tiene que reducir el trabajo complejo y el trabajo sin calificación a un nivel medio para poder determinar con exactitud los costos de sus productos y los niveles de los salarios.

La economía vulgar y sus modernos continuadores, atentos como siem-pre a la mera apariencia y subyugados por ella, consideran que puesto que las mercancías para poderse intercambiar deben ser útiles, la proporción en que se cambian está determinada necesariamente por su utilidad. El marginalismo se regodea muy especialmente en esta estulta proposición.

Entre estos dos niveles del conocimiento del ser del capitalismo se plantea actualmente la disputa estéril entre el marginalismo y el revisionismo ya que éste considera que el principio de la determinación del valor de cambio por el trabajo humano contenido en las mercancías es una determinación de la esencia del fenómeno.

El valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo social-mente necesario invertido en su producción.

Para intercambiarse entre sí, las mercancías deben ser equivalentes en proporciones determinadas; el problema que se plantea es cómo se establece dicha equivalencia.

El valor de cambio de las mercancías —es decir, la proporción en que éstas se cambian entre sí— está determinado por el tiempo de trabajo empleado en su producción.

Se trata del tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de las mercancías; esto significa que el tiempo de trabajo que rige el cambio de las mercancías es un tiempo de trabajo social, medio, que corresponde al inver-tido en la producción de determinado artículo en las industrias de la rama que producen en las condiciones medias el cual impone el valor de cambio a los bie-nes que se producen por abajo o por arriba de las mismas.

Aquí precisamente es en donde los críticos de Marx hincan con más gusto el diente. Desvirtúan sus proposiciones atribuyéndole haber dicho que las mer-cancías se cambian, en todos los casos, en proporción a la cantidad de trabajo en ellas realmente contenido y consideran que Marx obtiene esa ley del estudio de la producción simple de mercancías. Marx expresa terminantemente que el valor de las mercancías se establece por el “tiempo de trabajo socialmente nece-sario” para su producción y que el valor rige la proporción de cambio de unas mercancías por otras; el “tiempo de trabajo socialmente necesario” contenido en las mercancías es el que resulta del movimiento global del capital social en su conjunto que se realiza a través de la competencia entre los capitales individua-les y es, como dice Marx, el “prius” de los precios de producción y de los valores comerciales, es decir, de los precios de las mercancías; el valor de las mercan-cías determinado por Marx en la sección primera no puede ser, por tanto, el de aquéllas producidas en un régimen de producción simple de mercancías ni la

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cantidad de trabajo realmente incorporada en la mercancía durante el proceso productivo, aunque este concepto sirva para explicarnos la naturaleza de la mer-cancía en las sociedades pre-capitalistas y comprender el proceso de incorpora-ción de la fuerza de trabajo a las mercancías en el régimen capitalista.

El revisionismo cae en la trampa que le tiende el marginalismo y admite ingenuamente que en la primera sección del primer tomo de El Capital Marx establece las leyes del valor de las mercancías dentro de los límites de la cir-culación simple de mercancías, por lo que en su aplicación a los fenómenos de la competencia, la cuota de ganancia, etcétera, que son característicos de la producción capitalista, deben hacerse “correcciones”, “ajustes”, etcétera. No existe ninguna contraposición, diferencia, etcétera, entre la teoría del valor de la sección primera del primer tomo de El Capital y su aplicación a la descripción del movimiento del capital en su conjunto en el tercer tomo. Y no lo puede haber porque en la sección primera se descubre la esencia del valor mediante el análisis de la mercancía que contiene el tiempo de trabajo socialmente necesario y que es por tanto el resultado del proceso de producción capitalista de mercancías, de la competencia entre los capitales individuales y del proceso de formación de la cuota media de ganancia, y en el tomo III se invierten los términos y se estudia, con los elementos proporcionados por la teoría del valor, el proceso a través del cual se llega a la mercancía que fue el objeto del análisis de la primera sección.

Los detractores de Marx lo acusan también de haber sostenido en la pri-mera sección del primer tomo de El Capital que las mercancías se cambian por la cantidad de trabajo realmente materializado en ellas y de que al tratar de apli-car este postulado al movimiento global del capital en el tomo III ha debido aban-donarlo al toparse con el hecho de que las mercancías se cambian en proporción a un valor comercial que difiere de sus valores individuales, es decir, de la can-tidad de trabajo en ellas realmente materializado. Esta contradicción —sostie-nen— revela palmariamente la falsedad de todo el cuerpo de la doctrina marxis-ta; desde luego, si su teoría del valor es errónea, lo es también por necesidad la teoría de la explotación a ella aneja. En la primera sección del primer tomo Marx estudia las mercancías de la sociedad capitalista y llega a la conclusión de que su valor se determina por el tiempo de trabajo socialmente necesario; de donde se concluye que el cambio de mercancías en el régimen capitalista se realiza en proporción al tiempo de trabajo socialmente necesario que contienen. El valor así determinado no es por ningún concepto el valor individual de la mercancía sino su valor social, medio.

El grueso de las mercancías de un tipo determinado se producen en condi-ciones medias, es decir, se emplea en su producción el tiempo medio de trabajo al que se denomina “tiempo de trabajo socialmente necesario”. Una parte menor de las mercancías se produce en condiciones inferiores a la media empleando por tanto una cantidad de trabajo mayor que la media para su producción. Otra parte se produce en condiciones mejores y, por tanto, materializan una menor cantidad de trabajo que la media. El precio de venta de las mercancías, es decir, su valor comercial, se determina por el valor de las mercancías que se producen

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en las condiciones medias, esto es, por el tiempo de trabajo socialmente necesa-rio para su producción.

Marx establece desde la primera sección del primer tomo una tajante dis-tinción conceptual expresando claramente que las mercancías no se cambian por sus valores individuales sino por su valores comerciales, esto es, en propor-ción al tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción.

En lo que resta del primer tomo y en el segundo tomo de su obra principal, Marx analiza el proceso de producción y circulación del capital teniendo como sujeto de estudio al capital que se encuentra en las condiciones medias y que es por tanto el que produce las mercancías que contienen realmente el tiempo de trabajo socialmente necesario. En el tomo III, al llegar al estudio del movimiento general del capital, Marx analiza el proceso a través del cual se forma y funciona el valor medio de las mercancías, esto es, el valor determinado por el tiempo de trabajo socialmente necesario; para ello tiene que considerar a los capitales individuales en su relación de competencia y partir de los valores individuales de las mercancías pero sólo como punto de arranque para la determinación de sus valores comerciales, siendo éstos, desde luego, los que rigen la proporción de cambio entre las mercancías, tal y como era considerado en la sección prime-ra del tomo I de El Capital. El tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de las mercancías, que era el determinante del valor conforme a los razonamientos de la sección primera del tomo I de El Capital, es el mismo que en el tomo III se considera el “prius” de los precios de producción y de los valores comerciales. Los conceptos de valor del tomo I y el valor comercial del tomo III son absolutamente idénticos.

No está de más señalar aquí que la determinación del valor por el tiempo de trabajo socialmente necesario no pertenece aún a la esencia de la naturaleza de las mercancías; es, como ya lo hemos dicho, una determinación de las capas interiores del ser de la misma. El marginalismo y el revisionismo se enfrascan, a propósito de esto, en otra de sus aburridas y estultas disputas; el marginalismo, empantanado en la mera superficie del fenómeno, niega que exista un valor ob-jetivo de las mercancías distinto de sus precios corrientes y ataca a la vulgariza-ción extrema del marxismo que ha hecho el revisionismo el cual ni siquiera logra comprender la sistematización de la economía clásica realizada por Marx, en tanto que el revisionismo le opone una versión vulgarizada de la determinación del valor por el tiempo de trabajo socialmente necesario como si fuera la esencia de la teoría marxista del valor. En última instancia, nos encontramos ante un insulso enfrentamiento entre los herederos de la economía vulgar (el marginalis-mo) y de la economía clásica (pésimamente comprendida por el revisionismo).

Para el entendimiento romo de los primeros no existe el trabajo social, medio, que es la sustancia del valor sino sólo los trabajos concretos de disímil calidad que no pueden constituir la medida del valor. El revisionismo, por su parte, toma como una determinación de la esencia del capitalismo lo que no constituye sino una expresión de su ser: la existencia de un trabajo social, medio (trabajo socialmente necesario) que es empleado como medida de valor.

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La determinación del valor de cambio de las mercancías por el tiempo de trabajo socialmente necesario pertenece al ser del régimen de producción capi-talista y no contiene explícito ningún punto de transición hacia la esencia del mismo; establecer aquella determinación en el plano teórico fue también una labor de los economistas clásicos que Marx retoma como punto de apoyo para su trabajo de aprehensión de la verdad esencial del capitalismo.

Los clásicos descubrieron la existencia de un trabajo social, medio, como sustancia del valor de cambio de las mercancías; con base en esto avanzaron en la determinación de las diversas características del ser del capitalismo en los niveles más profundos que su mera superficie. Sin embargo, como consideraron que el mismo tipo de trabajo desplegado en la producción era el que constituía la sustancia del valor de cambio, recaían constantemente en las determinacio-nes más superficiales del fenómeno, colocando así la base desde la cual después debería surgir la economía vulgar.

Marx pone fin a la contradicción inmanente de la economía clásica al descubrir la doble naturaleza del trabajo. De esta manera, da cima a la labor de la economía política llevando hasta sus últimas consecuencias el conocimiento del ser y la esencia positiva del régimen capitalista; en este sentido, Marx puede ser considerado como el último de los economistas clásicos. La determinación de la doble naturaleza del trabajo es el reflejo más exacto, jamás logrado por la economía clásica, de la esencia positiva del capitalismo y constituye ya el punto de apoyo decisivo para el descubrimiento de la esencia negativa del fenómeno.

2. Doble carácter del trabajo representado por las mercancías10

Trabajo humano concreto y trabajo humano abstracto

En este punto Marx llega a las siguientes conclusiones: Como las mercancías son valores de uso y valores, el trabajo empleado en su 1. producción tiene una doble naturaleza: trabajo productor de valores de uso y trabajo creador de valor. En su carácter de trabajo productor de valores de uso es un trabajo concreto, 2. útil; es la actividad productiva encaminada a un fin. Los trabajos cualitativamente distintos que producen diversos valores de uso a) son la base de la división social del trabajo. Los valores de uso son combinación de dos elementos: la materia, que es su-b) ministrada por la naturaleza, y el trabajo.

10 Marx, Carlos, El Capital, Crítica de la Economía Política, t. I, tercera edición, versión del alemán por Wenceslao Roces, Fondo de Cultura Económica, México, D.F., 1964, p. 8.

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3. Como trabajo creador de valor es un trabajo abstracto: es el gasto de músculos, nervios, cerebro, etcétera, que el hombre hace para producir una mercancía.

La doble naturaleza de las mercancías

Lo esencial de este punto estudiado es lo siguiente:Cualquiera que sea la forma de organización de la sociedad, el trabajo

productor de los bienes tendrá una doble naturaleza: será trabajo útil, es decir, una actividad productiva encaminada a un fin y trabajo abstracto, esto es, gasto de músculos, nervios, etcétera, humanos; pero sólo en el trabajo productor de mercancías el trabajo abstracto, el gasto de cerebro músculo, etcétera, servirá o será empleado como medida de valor, o dicho de otro modo, de la cantidad de trabajo invertida en la producción de una mercancía, la que es utilizada para equiparar entre sí los productos y fijar la proporción en que se cambian.

La importancia de esta distinción entre el trabajo concreto y el trabajo abstracto es fundamental; como dice Marx, el doble carácter del trabajo repre-sentado por la mercancía es “...el eje en torno al cual gira la comprensión de la economía política...”, p. 9. La estudiaremos entonces más detenidamente:

De acuerdo con lo que vimos en puntos anteriores, en las sociedades que se basan en la existencia de productores privados los productos deben ser inter-cambiados para lograr la satisfacción de las necesidades de sus miembros; la realización del intercambio exige que los productos puedan ser equiparados en-tre sí; dado que todos son fruto del trabajo, la cantidad del mismo invertida en producirlos se toma como la medida para cambiarlos en proporciones equiva-lentes; ahora bien, puesto que los trabajos invertidos en producir los objetos son radicalmente distintos, los tiempos de trabajo, aunque sean iguales, son incon-mensurables entre sí (no son lo mismo seis horas de trabajo de un obrero me-talúrgico que seis horas de trabajo de un carpintero, por ejemplo); es necesario entonces reducirlos a una misma unidad de medida, al gasto de fuerza humana de trabajo, al desgaste de cerebro, músculos, etcétera, o sea, al trabajo abstracto invertido en su producción.

La transformación del trabajo concreto en trabajo abstracto

El problema que ahora se plantea es el siguiente: ¿Cómo se realiza la conversión del trabajo concreto en trabajo abstracto?

El gasto de fuerza de trabajo para la producción de un objeto útil es en primera instancia el gasto de una fuerza de trabajo determinada, concreta; es, por tanto, un gasto concreto de fuerza de trabajo. Para que éste pueda ser equi-parado con el gasto hecho en la producción de otra mercancía es necesario redu-cir ambos a una misma unidad de medida. Este punto de referencia de los gastos de fuerza de trabajo concretos es el trabajo abstracto, es decir, aquel que tiene las características medias de todos los trabajos que se despliegan en la produc-ción capitalista. Y este trabajo medio existe realmente: es aquel que se realiza

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por la masa de los obreros que tienen una calificación media para el trabajo y que trabajan en las industrias que tienen las condiciones medias de producción en una economía capitalista dada.

En la producción simple de mercancías —caso que incluimos aquí no-sotros para examinar el proceso histórico de conversión del trabajo concreto en trabajo abstracto y que evidentemente Marx no considera en esta parte de su argumentación—, el productor privado independiente despliega sus fuerzas esenciales en la producción del objeto útil; este acto es, desde luego, un deter-minado gasto de fuerza humana de trabajo (músculos, nervios, etcétera) que debe ser repuesto para reconstituirla a su forma original; este gasto puede ser medido por el tiempo de su duración que es también el tiempo durante el cual se ejercitan esas fuerzas.

El objeto útil producido es la misma fuerza de trabajo cristalizada en un objeto exterior, es decir, no es sino otra forma de existencia de la misma; por lo tanto, ambos deben ser equivalentes. El objeto útil que obtiene del cambio debe ser por necesidad equivalente al gasto de sus fuerzas de trabajo ya que el uso de aquél tiene como finalidad la restitución de las capacidades productivas al esta-do anterior al de su ejercicio.

Existe una igualdad necesaria entre el gasto de la fuerza de trabajo, su materialización en el objeto útil producido y el objeto útil que se obtiene del cambio para reconstituir la fuerza de trabajo.

Puesto que todos los productores privados independientes hacen lo mis-mo, entonces todos valoran sus productos en relación con el gasto de fuerza de trabajo medido por el tiempo de su duración; de esta manera garantizan la obtención, a través del cambio, de los elementos para la reconstitución de sus capacidades productivas. La consideración de sus productos como materializa-ción de fuerza abstracta de trabajo medida por el gasto de la misma en un lapso determinado de tiempo es una necesidad ineluctable de los productores priva-dos independientes para mantenerse y progresar como tales.

El cambio de productos, que empieza siendo casual y arbitrario, se va propagando hasta que se generaliza y se establecen los valores de las mercancías medidos por el gasto de fuerza de trabajo como valores sociales con vigencia uni-versal. Esto quiere decir que el valor de las mercancías se determinan de acuerdo con los valores medios, sociales de las necesidades de los productores privados independientes, de las capacidades esenciales del individuo y del gasto de fuerza de trabajo para producir determinado objeto útil; tales valores medios tienen una existencia real: una gran parte de la producción social se realiza, a la larga, de acuerdo con esas condiciones medias y, por tanto, el valor de sus productos se fija por el tiempo de trabajo realmente empleado en su producción; los produc-tores que producen en condiciones inferiores o superiores a las medias tienen por fuerza que someterse a los valores sociales determinados por el grueso de la producción y vender sus mercancías al valor del mercado; con el tiempo el + y el - del valor de las mercancías producidas en las peores y mejores condiciones se compensan entre sí y la suma de los valores es igual a la suma del gasto de fuerza

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de trabajo de los productores originales. Cada mercancía pasa a formar parte del stock general de mercancías de la misma especie por lo cual se vende por el valor social, de mercado, de tal tipo de mercancías con independencia de la cantidad real de trabajo en ella materializado; de acuerdo con esto, la mayor parte de las mercancías se venderán por sus valores individuales que tienen la naturaleza de valores sociales, una parte menor se venderá por encima de su valor individual y otra igual por debajo del mismo. El gasto medio de fuerza de trabajo que se establece realmente en una sociedad determinada es el trabajo abstracto al cual se refieren y en el cual se transforman todos los trabajos concretos quedando así aptos para el intercambio.

En la sociedad capitalista los empresarios extraen a los obreros fuerza abstracta de trabajo que se materializa en los productos; tal fuerza abstracta de trabajo materializada es la otra cara del gasto orgánico realizado en la produc-ción; una parte de lo que el obrero produce regresa a él bajo la forma del salario que utiliza para la obtención de los medios necesarios para la reconstitución de su fuerza de trabajo, una fuerza de trabajo degenerada y en degeneración que es la negación absoluta de la fuerza humana de trabajo, es decir, una fuerza antina-tural y antihumana de trabajo; otra parte, que no es sino materialización de una porción del gasto orgánico hecho en la producción, se acumula como capital y no revierte al obrero; esta parte de su fuerza de trabajo que se aleja de él está constituida por las condiciones naturales humanas de su existencia que le han sido sustraídas, le son ajenas y determinan la degeneración, irreversible dentro del capitalismo, de su naturaleza orgánica.

Al igual que en la producción simple de mercancías, en el régimen de pro-ducción capitalista el valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo empleado en su producción y éste, a su vez, por el gasto orgánico del productor directo, es decir del obrero, medido por el tiempo de su duración. Hay una equi-valencia necesaria entre el gasto de fuerza humana de trabajo, el producto del mismo y la suma de lo que se retribuye al obrero y el trabajo no retribuido que se apropia el capitalista; la proporción de su gasto de fuerza de trabajo que vuelve al obrero como elementos para la reconstitución de la misma se va reduciendo constantemente y en la misma proporción aumenta la parte que se convierte en capital; tal es la dialéctica interna del régimen capitalista que lleva irremi-siblemente a la depauperación absoluta de los trabajadores, empobrecimiento que llega al punto en donde la propia naturaleza biológica del ser humano es anulada en los trabajadores y sus capacidades naturales son concentradas ahora en el capital.

Marx parte de lo que el llama “un hecho fisiológico incontrovertible”: que toda producción, ya sea en la comunidad primitiva, en la familia autosuficiente o en el régimen de producción capitalista es un gasto determinado de fuerza humana de trabajo y que el producto no es otra cosa sino la materialización de ese gasto. El destino de la fuerza de trabajo materializada en los productos, es decir, que sirva para reconstituir las condiciones naturales-humanas de los pro-ductores o por el contrario para despojarlos de ellas y convertirlas en la negación

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11 Ibídem, p. 14.

viviente de lo natural-humano está por completo determinado por la naturaleza del régimen económico en el que se realice el proceso productivo.

El método de Marx

Marx descubre que el trabajo en el régimen capitalista tiene una doble naturale-za: es trabajo concreto y trabajo abstracto.

Como trabajo concreto es la actividad específica, concreta, ejercida para la producción de un bien determinado.

Como trabajo abstracto es el gasto de fuerza de trabajo (de músculo, cere-bro, nervios, etcétera, humanos) hecho en la producción de un objeto útil.

El gasto de trabajo es utilizado como medio para determinar el valor de las mercancías y con ello la proporción de cambio entre ellas.

El gasto de fuerza de trabajo que sirve de medida del valor es el gasto realmente hecho por los trabajadores medios de las industrias que poseen las características medias.

Marx ha hecho aquí una clara distinción entre los dos aspectos del trabajo productor de mercancías; esta determinación, que se sitúa ya exactamente en el terreno de la esencia positiva de la mercancía y que no había sido puesta de relieve por ningún otro economista anterior, es un paso adelante fundamental para lograr el discernimiento de su esencia negativa.

3. La forma del valor o valor de cambio11

En el estudio de la mercancía llegó Marx al descubrimiento de su esencia posi-tiva: la mercancía es una materialización de trabajo abstracto, un valor. En lo que sigue, y teniendo como punto de partida lo alcanzado en el punto anterior, el autor se encamina hacia la elucidación de la esencia negativa de la mercancía, para lo cual considerará ahora la relación de valor entre dos mercancías.

Tomando como base lo ya estudiado, se analiza ahora la relación de valor entre 1. dos mercancías:

x mercancía A = y mercancía B.La mercancía A tiene un papel activo; expresa su valor en la mercancía B;

es la forma relativa de valor.La mercancía B tiene un papel pasivo; es la materia de expresión del valor

de la mercancía A; es la forma equivalencial del valor.2. La forma relativa del valor.

La mercancía A expresa su valor en la materialidad corpórea, es decir, en el a) valor de uso de la mercancía B.La mercancía B se convierte, en su materialidad física, en materialización de b) valor: toma cuerpo en ella el valor.

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La forma relativa del valor es el vehículo para que se enajene la fuerza de trabajo c) de los productores como fuerza abstracta de trabajo.

3. La forma equivalencial.

Es la posibilidad de una mercancía para ser cambiada por otra. Sus caracterís-ticas son:

en ella el valor de uso sirve para expresar el valor de las mercancías;a) el trabajo concreto sirve de materia de expresión de su antítesis, el trabajo b) abstracto, yel trabajo privado reviste la forma de su antítesis, o sea, del trabajo directa-c) mente social.

4. La forma equivalencial es el vehículo para que la fuerza de trabajo se plasme y se hipostasie en un objeto; a la vez, esta hipóstasis sirve de polo de atracción para la fuerza de trabajo.

5. El incremento del intercambio convierte a una mercancía especial en ma-terialización absoluta de trabajo abstracto y en equivalente general. Nace así el dinero. Rigen en toda su amplitud las leyes que se estudiaron para la forma simple del valor.

El método de Marx

Una vez que se encontró la esencia positiva de la mercancía considerada indivi-dualmente, se estudia entonces la relación de valor entre dos mercancías con el propósito de penetrar así a la determinación de la esencia negativa.

En este caso también se parte de la apariencia del fenómeno, la cual nos muestra una determinada cantidad de mercancías x en una relación de valor con tal cantidad de mercancías y expresadas en sus volúmenes materiales.

La necesidad del cambio aparece como derivada de la propia esencia na-tural del hombre: puesto que es de su naturaleza la diversidad de capacidades, inclinaciones, talentos y necesidades la producción cristaliza en la división del trabajo dentro de la sociedad; de ahí que el productor privado produzca para el cambio y obtenga del cambio los bienes necesarios, de ahí también la necesidad del intercambio.

La apariencia engendrada nos muestra, pues, que el intercambio de mer-cancías es una relación necesaria y natural entre los productores a través del cual obtienen los satisfactores (objetos útiles) para sus necesidades. El intercam-bio de mercancías aparece como el intercambio de objetos útiles con el fin de satisfacer las distintas necesidades de los productores.

La economía clásica, y con ella el revisionismo, agrega a esto la deter-minación de que el intercambio está regido por el tiempo de trabajo contenido en las mercancías. Esta determinación, aunque perteneciente a un nivel más profundo que el de la simple apariencia, no es todavía una determinación de la esencia negativa del régimen de producción capitalista.

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Tras la apariencia del fenómeno subyace la verdadera naturaleza del cam-bio, a la cual se llegará aplicando los resultados obtenidos en el análisis de la mercancía.

La mercancía A entra en una relación de valor con la mercancía B como prolegómeno para el cambio de la primera por la segunda; conforme al análisis anterior, ambas son materializaciones de trabajo humano abstracto.

Suponiendo que la acción de cambio parte de la mercancía A, ésta debe expresar su equivalencia con B equiparando la cantidad de trabajo humano abs-tracto que ella contiene con la que se materializa en B.

A expresa su valor en la materialidad corpórea, en el valor de uso de la mercancía B. B es la materia de la expresión del valor de la mercancía A; en su materialidad física se convierte en materialización de valor; toma cuerpo en ella el valor.

De acuerdo con ello, el valor de la mercancía A se expresa en el valor de uso de B. Por eso en la superficie del fenómeno aparece como si el valor estuvie-ra determinado por las características físicas del objeto y el intercambio de mer-cancías fuese un simple intercambio de objetos útiles. En la relación de cambio se da, en la esencia, un proceso a través del cual, tras la sustantivación del valor en dos mercancías, ambas materializaciones de trabajo se equiparan entre sí. El valor de la mercancía x se expresa en el valor de la mercancía y que a su vez se ha materializado en el objeto y. Esta sustantivación y mutua equiparación de valores es la condición indispensable para (y el resultado necesario de) la enaje-nación de los productos del trabajo y es la base necesaria de la enajenación de la fuerza de trabajo (transmigración del valor de uno a otro objeto material). Los productores privados no coordinan sus fuerzas de trabajo con el fin de producir los bienes necesarios para su vida, sino que intercambian sus fuerzas de trabajo a tra-vés de sus productos para lo cual las deben sustantivar en los objetos que cambian.

El trabajo abstracto de A se expresa en el trabajo concreto de B. Por eso, en la apariencia, el intercambio de mercancías es el simple cambio de un trabajo concreto por otro entre los productores privados en atención a la división social del trabajo y con la finalidad de satisfacer sus necesidades.

La relación de cambio es, en la esencia, el proceso necesario de transfor-mación del trabajo concreto en trabajo abstracto, de sustantivación del valor. El trabajo abstracto empleado en la producción de la mercancía x se expresa en el trabajo concreto característico de esta mercancía; luego ese trabajo abstracto, traducido al trabajo concreto correspondiente, se expresa en el trabajo concreto de la mercancía y, el cual a su vez ha sido previamente reducido a trabajo abs-tracto. Esta reducción del trabajo concreto al trabajo abstracto y la expresión del 2o. en el 1o. es la condición necesaria para la enajenación de los productos y de la fuerza de trabajo de los productores; es la condición necesaria para la sustantivación de la fuerza de trabajo y su posterior transmigración de un objeto a otro.

El trabajo social de A se expresa en el trabajo privado de B. Es por eso que en la apariencia el intercambio de mercancías es el simple intercambio de

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trabajos privados conforme a la división del trabajo realizado a través de los objetos útiles: el productor de A (componente de la división social del traba-jo) tiene necesidad del objeto producido por B; a su vez B tiene necesidad del objeto producido por A; al intercambiarse sus mercancías se intercambian los trabajos privados de los productores integrantes de la división social del trabajo y se satisfacen sus necesidades personales. En la esencia, el trabajo privado es, por definición, ajeno a la división social del trabajo; para que aquél llegue a in-tegrarse a éste es necesario que el trabajo se convierta en trabajo social durante el proceso de cambio; es decir, trabajo cuyo producto satisface una necesidad ajena. El trabajo privado de A se postula como hipotético integrante de la di-visión social del trabajo para lo cual se considera en su carácter privado como trabajo social; a fin de cambiarse la mercancía A por la mercancía B, el trabajo pretendidamente social productor de A se expresa en el trabajo privado de B, que a su vez expresa la pretensión de ser trabajo social, es decir, integrante de la división social del trabajo; sólo en el cambio acreditarán ambos su naturaleza de integrantes de la división social del trabajo.

El valor de una mercancía adquiere la capacidad de expresarse en el valor de uso de otra mercancía. Esto constituye la premisa necesaria para que ambas puedan enajenarse pues se establece así su equivalente para el intercambio. En la esencia, el valor se ve dotado con la capacidad de expresarse en un objeto material distinto del que le sirve de base de sustentación; se establece así el pre-rrequisito para que pueda emigrar de un objeto a otro y también para que más tarde se convierta en una sustancia con automovimiento de la cual el capital-dinero, el capital-productivo y el capital-mercancías sean otras tantas formas de manifestarse en las que aquél conserva su naturaleza.

El valor de uso de una mercancía adquiere la capacidad de expresar el valor de otra. Éste es el prerrequisito para su mutuo intercambio. En la esencia, un objeto material se ve dotado con la capacidad de expresar el valor de otro objeto, con lo cual se sientan las premisas para que el valor pueda plasmarse y acumularse en un objeto material distinto del que forma su base.

Una vez que se llegó a la esencia de la relación de valor de las mercancías se vuelve de nuevo al punto de partida, pero ahora con toda la riqueza de deter-minaciones que nos ha dado el análisis.

Al quedar establecida la verdadera naturaleza de la mercancía y de la re-lación de valor entre las mercancías, Marx prosigue su investigación para deter-minar la naturaleza del dinero.

En la apariencia, el dinero es un objeto material cuyas características na-turales lo hacen apto para expresar el valor de cambio de los demás objetos úti-les. Es por eso que se considera que ha sido en virtud de un venturoso descubri-miento (el de los metales preciosos) que se ha constituido el dinero e introducido en el intercambio de mercancías para su perfeccionamiento.

En la esencia, el dinero es el resultado necesario del progreso de la forma simple del valor o intercambio directo de mercancías.

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12 Ibídem, p. 36.

En la forma simple del valor la mercancía A, que trata de expresar su valor en la mercancía B, sólo interesa como valor de uso en tanto que ésta, materia de expresión del valor de A, sólo tiene relevancia como valor de cambio. El valor únicamente encarna en esta mercancía concreta B y en relación con esta otra mercancía concreta A.

Marx sitúa ahora a la mercancía en una relación de valor con una mul-titud de mercancías; la mercancía A, que en esta relación tiene relevancia sólo como valor de uso, expresa su valor en las mercancías B, C, D, E, F, etcétera, que aquí tienen sólo importancia como valores de cambio, como materializaciones de trabajo abstracto. Todas las mercancías (B, C, D, ...) son equivalentes, en determinadas proporciones, de los diversos volúmenes de la mercancía A. Esta forma de expresión del valor revela explícitamente que el trabajo creador de va-lor es un trabajo equiparable a todo otro trabajo humano, cualquiera que sea la forma natural que revista; esta misma forma de valor, que coloca a la mercancía en relación con todo el mundo de las mercancías, pone de manifiesto, además, que no es el cambio el que rige el valor de la mercancía sino que éste es el que rige al cambio. El defecto fundamental de esta forma de valor es que cada mer-cancía posee una serie infinita de equivalentes, lo que en un cierto momento se convierte en un obstáculo para la extensión del cambio.

La forma de valor estudiada se remonta a otra superior en la cual todas las mercancías expresan su valor en una sola mercancía, la que tiene el carácter de materialización absoluta de trabajo abstracto, de equivalente general. La an-títesis interna de la mercancía entre valor de uso y valor de cambio cobra vida al exterior materializándose el valor de cambio en una mercancía específica: la mercancía dinero.

El dinero, como mercancía, es materialización de trabajo humano abs-tracto; por sus funciones específicas es el medio para la igualación de todas las fuerzas de trabajo de la sociedad en una unidad de medida común, lo que es el requisito previo necesario para su enajenación; por su intermedio, la fuerza de trabajo de los productores da el primer paso hacia su enajenación al convertir idealmente sus productos en trabajo humano abstracto; el dinero es un potente polo de atracción de la fuerza de trabajo viva de los productores, la cual de esta manera se ve impelida a salir de su crisálida y materializarse en cantidades cre-cientes de mercancías; es el vehículo más apto para la enajenación de la fuerza de trabajo. El dinero da a la fuerza de trabajo de los productores una potenciali-dad inconmensurable de movimiento de la que carecía.

4. El fetichismo de la mercancía y su secreto12

En este apartado Marx enuncia fundamentalmente lo que sigue: Aparentemente las mercancías son objetos evidentes y triviales.1.

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En realidad son objetos misteriosos.2. El carácter misterioso no proviene de su valor de uso.3. Tampoco del contenido de sus determinaciones de valor:4.

no del trabajo concreto,a) no del trabajo abstracto,b) ni de la cantidad de trabajo abstracto empleado para producirlas.c)

5. Brota de su forma mercancías, pues en ella: la igualdad de los trabajos humanos asume la forma material de la objeti-a) vación de valor de las mercancías, el grado en que se gasta la fuerza de trabajo reviste la forma de magnitud b) de valor de los productos del trabajo, y las relaciones entre los productores toman la forma de relaciones entre sus c) productos.

6. Lo misterioso de la mercancía radica en que proyecta el trabajo social del trabajo como si fuera un carácter material de los propios productos del trabajo.7. A esto llama Marx el fetichismo de las mercancías.8. El fetichismo de las mercancías encuentra su causa más profunda en la forma de sociedad que las produce: una sociedad formada por productores privados independientes quienes para satisfacer sus necesidades deben intercambiar los productos de su trabajo.9. Los economistas burgueses, “con la sagacidad a que nos tienen acostumbra-dos”, a duras penas van descubriendo el secreto del valor de las mercancías, pero no pueden, por ningún concepto, acabar con la forma material que el valor adopta; y por otro lado, el fetichismo que destierran del campo del intercam-bio de mercancías renace, y en una forma más arraigada, cuando estudian El Capital, etcétera.10. Para desvanecer el carácter místico de la producción de mercancías es nece-sario trasladarse a otra forma de producción.11. Ejemplos:

Robinson Crusoe.a) Edad Media.b) Familia Patriarcal.c) Asociación de hombres libres.d)

El método de Marx

En su análisis, Marx encuentra que lo característico de las sociedades producto-ras de mercancías es que en ellas los productos del trabajo del hombre, además de su naturaleza de objetos útiles, son medios de cambio; en consecuencia, en ellos la cantidad de trabajo empleada en su producción, medida por el gasto de fuerza humana de trabajo, se constituirá en una característica material suya que les servirá para intercambiarse.

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La mercancía • 89

La consideración de la mercancía como una materialización de fuerza humana de trabajo que se utiliza para el intercambio pertenece íntegramente al conocimiento del ser del régimen de producción capitalista. Los economistas clásicos, sobre todo David Ricardo, habían avanzado bastante en la determina-ción de esta característica de la mercancía y es Marx quien hace la formulación completa y exacta de la misma. Un sector de la economía burguesa posterior a los clásicos se apropia de las tesis de David Ricardo y las dota del barniz de la vacua racionalidad. El revisionismo de cualquier clase, por su parte, toma aquella formulación de Marx sobre la naturaleza del ser de la mercancía como si fuera una determinación de la esencia. Y así nos encontramos con los elementos de otra pueril disputa entre la economía burguesa y el revisionismo; aquélla ex-huma a David Ricardo para hallar en él la “fuente secreta” de Marx; el segundo, por su lado, le opone la “deslumbrante” sistematización de Marx sobre el mismo asunto.

La sustantivación del valor: una parte de la determinación esencial negativa de la mercancía

Sin constituir todavía una determinación de la esencia negativa de la mercancía, la proposición acerca de la materialización de la fuerza de trabajo en un objeto útil con vista al intercambio es, sin embargo, el punto de apoyo y de flexión para llegar a aquélla.

La esencia negativa de la mercancía, puesta de relieve por Marx, se cifra en la sustantivación de la fuerza de trabajo materializada en los productos.

Una de las tesis fundamentales de la teoría marxista del valor es la que se refiere a la sustantivación del trabajo. ¿En qué consiste este proceso? La fuerza de trabajo del ser humano, el gasto de músculos, cerebro, etcétera, se materia-liza, se objetiva en el producto; es decir, que la fuerza de trabajo desplegada para la producción del objeto sale del individuo y se plasma en la materialidad física del producto. Las transformaciones realizadas por la fuerza de trabajo en el objeto son precisamente las manifestaciones materiales de la objetivación de aquélla en éste. Tal es la característica del trabajo humano, independiente de la forma de organización social en que él se ejerza. En las sociedades de orga-nización comunista (comunidad primitiva o sociedad comunista del futuro) la fuerza de trabajo del productor individual, que sólo es una parte indiferenciada de la fuerza colectiva de trabajo, se materializa en los productos; debido a que éstos, al igual que los medios e instrumentos de producción, son de propiedad colectiva, entonces, aunque la fuerza de trabajo sale de la individualidad física del productor, sin embargo queda en su propiedad bajo la forma de propiedad social del producto en un fondo común de donde, a través de una forma fijada por la costumbre o por medio de una regulación consciente, se distribuye entre los individuos lo que requieren para satisfacer sus necesidades, vehículo a través del cual la fuerza de trabajo desplegada por el productor social y materializada en el producto vuelve a sus primitivos poseedores individuales en donde sirve para reconstituir su fuerza de trabajo. En las sociedades que se basan en la pro-

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ducción simple de mercancías la fuerza de trabajo de los productores privados se objetiva en los productos-mercancías; éstos pasan de manos del productor di-recto a las del consumidor quien es, por definición, otro productor directo; la ob-jetivación de la fuerza humana de un individuo pasa a ser propiedad privada de otro; lo que es la extensión misma de la corporeidad de uno queda bajo el poder y la voluntad de otro; esto por un lado. Por el otro, el productor privado depende de las materializaciones de la fuerza de trabajo de otros, que son propietarios privados de las mismas y las tienen bajo su poder y albedrío, para obtener lo ne-cesario con que satisfacer sus necesidades y reconstituir así su fuerza de trabajo. En la sociedad capitalista, la fuerza de trabajo de los obreros se materializa en los objetos que forman el capital; éste pertenece en propiedad al no-trabajador y su movimiento tiene como finalidad extraer cantidades crecientes de fuerza de trabajo a los obreros para engrosar su volumen; la fuerza de trabajo materializa-da en el capital cobra vida propia y se erige en una potencia hostil al trabajo vivo que únicamente puede subsistir mediante su explotación.

En esto consiste, ni más ni menos, la llamada sustantivación del valor, fenómeno que inicia su proceso de vida con la producción simple de mercan-cías y luego adquiere sus formas más acabadas en la producción capitalista de mercancías; aquí toda la sociedad se convierte en una inmensa máquina cuyo objeto es exprimir literalmente la fuerza de trabajo de los obreros y plasmarla en productos-mercancías que son utilizados a su vez para extraer más fuerza de trabajo a los obreros, y así sucesivamente. En el resumen del tomo II se verá más claramente cómo la fuerza de trabajo que se materializa en el capital va pasando, en el proceso de circulación, de una a otra de sus formas funcionales (capital-dinero, capital-productivo y capital-mercancías) y conserva en ellas su naturaleza de valor a través de sus metamorfosis. El valor, la fuerza de trabajo sustantivada, es un sujeto con vida propia que tiene un movimiento autónomo.

La sustantivación de la fuerza de trabajo, descubierta exclusivamente por Marx, es ya una parte de la determinación esencial (esencia negativa) del valor, pero sólo eso. El complemento de la misma no se encuentra en la sección primera del pri-mer tomo de El Capital sino en la parte correspondiente al tema de la maquinaria y de la gran industria y en los primeros escritos de Marx en donde establece cuál es la naturaleza esencial del régimen de la propiedad privada y en particular del régimen capitalista con base en la determinación de la esencia natural-humana.

La esencia negativa de la mercancía

Una vez hecho el análisis de la relación de cambio entre dos mercancías, se llega a establecer cuál es la esencia de este fenómeno: lo que en la apariencia y en el primer nivel del régimen de producción de mercancías es una relación sencilla y natural que se da dentro de la forma natural de la organización de la socie-dad humana entre productores privados que cambian, conforme a una división social-natural del trabajo adecuada a sus disímbolas capacidades naturales y

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en proporción a la cantidad de trabajo que contienen, los productos útiles de sus trabajos concretos privados con el fin de satisfacer sus necesidades natura-les-humanas, resulta ser, en la esencia, un proceso social característico de una etapa determinada de la evolución histórica de la sociedad humana en la cual productores privados independientes, que son el resultado último del proceso de disolución de una forma de organización natural de la sociedad, entre los que existe una división social del trabajo que es también resultado de la historia (del establecimiento de la propiedad privada) y expresión de una degeneración de las capacidades naturales-humanas, intercambian, con la finalidad de satis-facer necesidades que también son producto de la historia y antinaturales en su esencia, sus fuerzas de trabajo objetivadas en los productos a través de un proceso de transformación de las características materiales de los objetos y del trabajo concreto y privado empleados en su producción en materia de expresión (objetivación) del valor, del trabajo abstracto y del trabajo social. Los produc-tores privados independientes objetivan su fuerza de trabajo en los productos y les conceden vida propia constituyendo así el vehículo para la enajenación de la misma fuerza de trabajo y su conversión en una potencia ajena.

En la apariencia, entonces, la sociedad compuesta por productores priva-dos independientes es una forma natural de la sociedad humana, acorde con la esencia natural del ser humano; las relaciones entre ellos son relaciones natura-les-humanas; el trabajo productor de mercancías es, por tanto, la relación natu-ral entre el hombre y la naturaleza y las mercancías, productos naturales de la actividad humana. En la esencia, la sociedad de productores privados indepen-dientes es una forma antinatural de organización de la sociedad humana dentro de la cual se produce el proceso histórico de anulación de la esencia natural del hombre; las relaciones entre los productores son antinaturales, no-humanas; el trabajo es la actividad de una fuerza productiva degenerada y en degeneración y opuesta definitivamente a la naturaleza; y los productos-mercancías, materiali-zaciones de trabajo antinatural, no-humano que al enajenarse de sus producto-res reobran sobre ellos impulsando su deshumanización.

Marx encuentra que el productor directo de la sociedad de producción simple de mercancías es el individuo despojado de todas las características de la naturaleza humana, es la negación de la misma; su fuerza de trabajo es, por tanto, la negación de la fuerza humana de trabajo constitutiva de la esencia na-tural-humana; la sustantivación de la fuerza de trabajo en un objeto material es la forma que la misma adquiere en el régimen de productores privados indepen-dientes que es la primera fase del proceso histórico de anulación de la esencia natural-humana que se inicia con la disolución de la comunidad primitiva; dicha sustantivación es también el medio a través del cual se realiza este proceso.

La fuerza de trabajo del obrero de la sociedad capitalista se vuelve ajena a él y se sustantiva en el capital; esta fuerza humana ajena y sustantivada es el resultado de la actividad del trabajador, quien es la expresión viviente de la degeneración y anulación de la naturaleza esencial de la especie humana; el capital se conserva e incrementa como tal a través de la explotación del obrero,

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es decir, por medio de su depauperación creciente que no es sino la agudización del proceso de degeneración de su naturaleza esencial; el capital es la suma de los elementos de la esencia natural humana, pero bajo una forma enajenada que sólo existe a costa de la anulación de la naturaleza humana del trabajador.

En suma, el valor es la fuerza de trabajo ajena y sustantivada que es resul-tado y condición del proceso histórico de degeneración y anulación de la natura-leza del hombre que tiene su remate en el régimen de producción capitalista.

El revisionismo, deslumbrado por la argumentación de Marx referente a la determinación del valor de las mercancías por el tiempo de trabajo necesario para su producción, la cual, como sabemos, es únicamente una determinación de la esencia positiva del régimen capitalista, queda incapacitado para ver el resto de las proposiciones marxistas, es decir, la teoría de la sustantivación de la fuerza humana de trabajo en las mercancías y de la anulación, a través de dicha materialización, de la naturaleza humana de los trabajadores; las determinacio-nes más complejas de la esencia positiva y la misma esencia negativa del régi-men capitalista son para ellos terra ignota.

La determinación del valor por el tiempo de trabajo necesario y la de éste por el gasto de fuerza de trabajo, así como la materialización de ésta en los objetos con el fin de realizar el intercambio, pertenecen a la esencia positiva del régimen capitalista. El punto de flexión para el conocimiento de la esencia ne-gativa se encuentra precisamente aquí. Después de establecer aquellas determi-naciones, Marx descubre que el gasto de la fuerza humana de trabajo se enajena del productor directo y se sustantiva en la mercancía. Esta sustantivación de la fuerza humana de trabajo es el resultado de una fase específica del proceso de anulación de la esencia natural humana y el vehículo para el avance ascendente de ese mismo proceso, el cual constituye la esencia negativa del régimen capitalista.

El revisionismo toma las tesis de Marx acerca de la determinación del valor por el gasto de la fuerza humana de trabajo y la opone, como la última con-quista de la ciencia económica, a las estultas proposiciones del marginalismo. Queda oculto para aquél por completo lo que es la sustantivación de la fuerza humana de trabajo y su carácter de resultado y condición del proceso de degenera-ción de la naturaleza humana que ocasiona necesariamente la propiedad privada.

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13 Ibídem, p. 48.

* Análisis del capítulo II de la Primera Sección del Primer Tomo de El Capital

CAPÍTULO IIEL PROCESO DE CAMBIO*13

Lo más relevante de la argumentación de Marx en este apartado se expresa sin-téticamente a continuación:

Las mercancías se intercambian por sus poseedores quienes son propietarios 1. privados de las mismas y, por tanto, pueden disponer de ellas libremente. En el intercambio directo de mercancías éstas deben ser, para sus poseedores, 2. medios de cambio y no-valores de uso, en tanto que para el no poseedor tienen el carácter de valores de uso. Esta forma de intercambio es muy restringida ya que enfrenta sólo a dos 3. productores individuales cuyas necesidades y satisfactores deben coincidir inversamente. Las mismas necesidades del cambio le dan el carácter de equivalente general a 4. una de las mercancías estableciendo así un medio de cambio general elevando a una etapa superior el proceso de intercambio. Este proceso de intercambio a través del dinero rompe los diques que imponía 5. al cambio su sujeción a las necesidades individuales y al valor de uso. Se abre así la posibilidad de un desenvolvimiento más profundo y extenso de 6. la producción de mercancías.

El método de Marx

El proceso de cambioMarx pasa ahora a analizar el proceso de cambio de las mercancías.

Forma simple del proceso de cambio.a)

En la apariencia y en el primer nivel de existencia del fenómeno, el intercambio simple de mercancías (forma simple del proceso de cambio) es el intercambio de los objetos útiles en proporción al tiempo de trabajo que contienen con la finali-dad de satisfacer las necesidades humanas de sus productores.

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En la esencia, es el intercambio de dos unidades de valor de uso y valor de cambio que tienen una relación inversa entre ambas: la mercancía A es para su poseedor un medio de cambio y un no valor de uso; por su parte, la mercancía B es también para su poseedor un medio de cambio y un no valor de uso y para el poseedor de A un valor de uso. Es, por tanto, un proceso en el cual el trabajo concreto de cada una de las mercancías ha debido transformarse en trabajo abs-tracto y éste expresarse inversamente en el trabajo concreto de cada una de ellas; posteriormente, el trabajo abstracto contenido en la mercancía A se cambia por el trabajo abstracto contenido en B e inmediatamente ambas materializaciones de trabajo se convierten en su opuesto, trabajo concreto que es asimilado como valor de uso por su adquirente.

En esencia, pues, el cambio es un proceso de transmigración del valor sustantivado en los objetos de una mercancía a otra.

b) Forma superior, desarrollada o completa del proceso de cambio.

En la apariencia, esta forma superior del proceso de cambio es el intercambio de objetos útiles a través de otro objeto útil que hace, en su materialidad física, el papel de equivalente general, de dinero.

En la esencia, es el proceso por el cual la mercancía A, unidad de valor de uso y valor de cambio, después de transformar el trabajo concreto en trabajo abstracto, se cambia por la mercancía dinero, unidad de valor de uso y valor de cambio que hace el papel de equivalente general en su naturaleza de materializa-ción absoluta de valor; el trabajo abstracto contenido en la mercancía A emigra a la mercancía dinero. La mercancía dinero se cambia por la mercancía B que es también una unidad de valor de uso y valor; el trabajo abstracto emigra del dinero a la mercancía B en donde se disuelve en su valor de uso; se transforma en su opuesto.

Las formas simple y desarrollada del proceso de cambio son dos fases su-cesivas del proceso de sustantivación y movilización del valor, el cual constituye la esencia de la producción de mercancías. La segunda forma da una mayor profundidad y extensión a la producción de mercancías. En la primera forma el valor se sustantiva en las mercancías A y B y se transforma después en su opuesto, el valor de uso. En la segunda forma el valor se sustantiva tanto en las mercancías A y B como en la mercancía dinero y luego transmigra de la mercan-cía A al dinero y de éste a la mercancía B, en donde se disuelve en su opuesto, el valor de uso.

El resultado esencial del proceso de cambio es la constitución de una mer-cancía como materialización absoluta de trabajo abstracto, de valor, que se con-vierte en equivalente general y medio de cambio general. El proceso de cambio se acelera y profundiza a través de la maduración de las funciones del dinero.

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14 Ibídem, p. 56.

* Análisis del capítulo III de la Sección Primera del t. I de El Capital.

CAPÍTULO IIIEL DINERO O LA CIRCULACIÓN DE MERCANCÍAS*14

Expresadas en una forma suscinta, las tesis de Marx en esta materia son las que siguen:

El proceso de cambio es un proceso de metabolismo social.1. Se estudiarán las metamorfosis de las mercancías que sirven de vehículo a ese 2. metabolismo social. Estas metamorfosis deben producirse de acuerdo con las formas antitéticas 3. de las mercancías:

Las mercancías se desdoblan en: mercancía y dinero.a) Las mercancías son valores de uso, en tanto que el dinero es valor de cam-b) bio: ni las mercancías ni el dinero dejan de ser mercancías y por tanto son unidades de valor de uso y valor.

4. El proceso de cambio debe efectuarse a través de estas formas contradictorias:

La mercancía, que para su poseedor no es más que una representación de valor, se enajena por oro (dinero) que es la forma corpórea del valor y ésta se cambia a su vez por otra mercancía que es un objeto útil para satisfacer las necesidades del comprador.5. El proceso de cambio se opera a través de las metamorfosis contradictorias: mercancías por dinero y dinero por mercancías M-D-M.6. La finalidad del proceso M-D-M es facilitar el intercambio de productos y la satisfacción de las necesidades de los productores.7. La fórmula M-D-M, se expresa también: vender para comprar.8. Se descomponen en dos fases: M-D o venta y D-M o compra.

El curso del dinero. En el proceso de cambio la mercancía realiza su proceso cíclico: se convierte en 1. dinero y revierte después a mercancía retornando al punto de donde partió. El dinero, por el contrario, se aleja constantemente del punto de partida.2. Este movimiento del dinero es determinado por las metamorfosis contrapuestas 3. de las mercancías.

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Del lado del dinero ese movimiento aparece como una serie de actos unilate-4. rales de compra. Esto hace aparecer la idea de que las metamorfosis de las mercancías se deben 5. al movimiento del dinero. En realidad es lo contrario. En síntesis, el proceso de cambio en la circulación simple de mercancías deter-6. mina un movimiento cíclico de las mercancías y un constante alejamiento del dinero de su punto de partida; esto excluye de plano la producción capitalista de mercancías.

Por otro lado, este proceso, mediante un simple cambio de forma (D-M-D’), se convierte en el movimiento esencial de las mercancías y el dinero en el régimen capitalista de producción, por lo que su perfeccionamiento afina el instrumento que habrá de servir posteriormente a la circulación capitalista de mercancías. En este sentido todos los mecanismos que en esta fase se crean para regular la circulación del dinero, su acuñación, la emisión de billetes, etcétera, sirven de punto de partida valiosísimo para los que después desarrolla el régimen capita-lista para sus propios fines; de hecho, en las primeras etapas de la producción capitalista de mercancías son empleados los mecanismos creados anteriormente.7. Se plantea la necesidad de determinar la cantidad de dinero que requiere la circulación de mercancías.8. Esa cantidad se determina por la suma de los precios a realizar y por las rota-ciones de cada moneda que realiza esos precios por unidad de tiempo.

La moneda. El signo de valor. En la circulación de mercancías el dinero realiza la función de medio de cir-1. culación. El dinero adopta la forma de moneda.2. Esta función la realiza en un principio a través de la materialidad misma de 3. la mercancía-dinero. Por una serie de procesos se disocia esa función de su materialidad física lle-4. gando a recaer en signos de sí misma sin valor. Estos signos sin valor son los billetes y las monedas de cobre, etcétera, que 5. reciben curso forzoso del Estado. Esto introduce una gran economía en los medios de cambio necesarios para 6. la circulación. La cantidad de billetes que la circulación requiere se rige por las leyes de la 7. circulación del dinero; es decir, que circulará una cantidad de billetes igual a la de oro y plata que sin ella circularía necesariamente. ¿Por qué el oro puede sustituirse por signos de sí mismo sin valor alguno? Por la 8. naturaleza misma de la función que realiza en la circulación de mercancías:

...La encarnación sustantiva del valor de cambio de la mercancía sólo es, en este proceso, un momento fugaz. Inmediatamente es sustituida por otra mercancía. Por eso, en un proceso que lo hace cambiar continuamente de mano, basta con que el dinero exista simbólicamente..., p. 87.

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El dinero o la circulación de mercancías • 97

Dinero

El oro, como mercancía-dinero, con su personalidad aurífera, realiza dos fun-1. ciones primordiales:

Sirve de medio de circulación.a) Sirve de materialización absoluta de riqueza.b)

2.Como medio de circulación es un perpetum mobile que encarna momentánea-mente en el valor sustantivado de una mercancía concreta para convertirse inmediatamente en la encarnación de valor de otra mercancía individual.

3.Como materialización absoluta de valor el oro se inmoviliza en una de las fases de la metamorfosis de las mercancías, se convierte de mueble en inmueble; se atesora.

4.En la circulación simple de mercancías brota la necesidad de atesorar el dinero porque:

éste se erige en expresión social de la abundancia o la riqueza;a) conforme las necesidades crecen y el intercambio aumenta, se hace necesario b) tener una reserva de medios de cambio, yse despierta la codicia por el oro.c)

5.Crece, junto con los tesoros, el instinto del atesoramiento; ambos son presu-puestos de la sociedad capitalista.

6.Manifestación del “espíritu de empresa” que brota directamente del atesora-miento del dinero:

...La laboriosidad, el ahorro y la avaricia son, por tanto, sus virtudes cardinales, y el vender mucho y comprar poco, el compendio de su ciencia económica, p. 91.

7) Función de los tesoros en la economía de los metales preciosos.Medio de pago.a)

El método de Marx

El dinero

Marx continúa ahora con el estudio de las funciones específicas del dinero.Lo esencial de las funciones del dinero es que ellas son los medios a través

de los cuales se realizan los procesos de sustantivación, transmigración y acu-mulación de valor (trabajo abstracto).

Medida de valores

En la apariencia el dinero es un objeto útil que en virtud de sus características materiales se convierte en equivalente general.

En la esencia es encarnación absoluta de valor por lo que actúa por tanto como medida de valor de las mercancías.

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El precio es, en apariencia, la expresión, en las características materiales del objeto útil, del valor de cambio de las mercancías.

En la esencia, es la expresión, en el objeto que es la encarnación absoluta de valor, del valor de las mercancías.

Medio de circulación

Metamorfosis de las mercancías

En la apariencia, la metamorfosis es un simple intercambio de materia entre los productores de mercancías a través del dinero, M-D-M, compuesto por dos fases: M-D o venta y D-M o compra; hay una unidad intrínseca entre estas dos fases por-que la compra (D-M) está condicionada por la previa venta (M-D).

En la esencia, la metamorfosis de la mercancía es un proceso a través del cual el valor (trabajo abstracto) encarna en las mercancías, pasa de la mercancía al dinero (M-D) y revierte del dinero a la mercancía (D-M) en donde se resuelve en el trabajo concreto y valor de uso. (Previamente se ha convertido una mercancía en encarnación absoluta de trabajo abstracto, de valor.)

En la apariencia la forma M-D es un sencillo acto mercantil por el cual el poseedor de la mercancía —sujeto de la división social del trabajo— la vende y obtiene a cambio el equivalente general.

En la esencia M-D es un acto realizado por productores privados indepen-dientes que para satisfacer sus necesidades deben vender sus mercancías pero tienen que hacerlo participando en un mercado que se ha formado y crece a sus espaldas, al cual no dominan sino que los domina a ellos; en consecuencia, para que M-D se realice es necesario:

Que la mercancía sea un objeto útil, que el trabajo invertido en ella sea un trabajo a) socialmente útil, un eslabón en la cadena de la división social del trabajo, o Que cree por su propio impulso una nueva necesidad o que sea una nueva b) mercancía para satisfacer una necesidad preexistente.Que no rebase esa mercancía las necesidades del mercado.c) Que contenga el trabajo socialmente necesario para la producción de ese tipo d) de mercancías. Si es mayor, no se venderá o se venderá por debajo de su valor individual.Que en la suma total de las mercancías que afluyen al mercado no se contenga e) tiempo de trabajo superfluo (aunque cada mercancía contenga el trabajo social-mente necesario). De lo contrario, las mercancías se venderán por debajo del tiempo socialmente necesario para producirlas y en consecuencia por debajo de su valor individual.

En la apariencia, D-M es también el simple acto mercantil de compra de un satis-factor con el dinero obtenido en la venta de la otra mercancía.

En la esencia, es un acto por el cual el valor (trabajo abstracto del produc-tor) emigra del dinero a la mercancía de donde desaparece al ser consumida. En

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esencia, es un acto a través del cual el productor se pone en relación a su esencia natural enajenada.

El curso del dinero

En la apariencia el curso del dinero es el movimiento de un objeto material en su función de medio de cambio; la metamorfosis de las mercancías aparece como causada por el curso del dinero.

En realidad, el curso del dinero es el movimiento de la fuerza de trabajo de los productores materializada en un objeto provocado por las metamorfosis M-D-M de las mercancías.

La fórmula M-D-M, “vender para comprar”, nos indica que los valores de uso, el consumo, es la finalidad última de la circulación simple de mercancías.

Materialización absoluta de valor

Como medio de circulación, el dinero encarna momentáneamente el valor de una mercancía y es inmediatamente sustituido por otra mercancía. De ahí la posibilidad de que en esta función sea sustituida por signos sin valor (moneda).

El dinero cumple también con la función de materialización absoluta de riqueza, en virtud de la cual paraliza su circulación y se atesora en manos de su poseedor.

En la apariencia el atesoramiento es la acumulación de un objeto útil equivalente general con la finalidad de asegurarse la satisfacción futura de las necesidades mediante el cambio. En realidad, el atesoramiento es la acumula-ción de fuerza abstracta de trabajo de los productores objetivada en la mercan-cía dinero.

Al final de la sección primera Marx vuelve al punto de partida, es decir, a la mercancía tal y como ella existe en el régimen de producción capitalista, pero ahora con una riqueza tal de determinaciones esenciales que le permitirán abordar el estudio de la esencia de los procesos de producción de mercancías, circulación del capital y movimiento del capital en su conjunto.

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CAPÍTULO IVCONCLUSIONES SOBRE LA PRIMERA SECCIÓN DE EL CAPITAL

La mercancía es una sustantivación de valor

En el régimen de producción simple de mercancías la fuerza de trabajo invertida en su producción se materializa en la mercancía, cobra vida propia y se aleja del productor.

Por otro lado, la renovación de la fuerza de trabajo del productor depen-de, en primer lugar, de objetos que vienen del exterior, de otros productores, y en segundo lugar, del alejamiento de su propia fuerza de trabajo.

Disociación entre el productor y su fuerza de trabajo

Aquí encontramos una primitiva disociación entre el productor y su fuerza de trabajo; ésta cobra vida en los productos y se aleja constantemente de aquel mientras que los objetos necesarios para reconstituirla son obtenidos de fuera, a través del cambio. La fuerza de trabajo sale de la órbita del productor materiali-zada en un objeto; éste es cambiado por otro que también es materialización de la fuerza de trabajo de un productor distinto y que servirá para reconstituir la fuerza de trabajo del primero; no ha habido más que un intercambio de la fuer-za de trabajo de uno por la de otro y una reconstitución de la fuerza de trabajo de uno con la de otro productor; pero para realizar tal cosa la fuerza de trabajo de ambos ha debido materializarse en un producto y enajenarse de su propietario pasando a ser propiedad del otro, y la renovación de su fuerza de trabajo ha tenido que pasar a depender de un producto ajeno. Lo característico de esta primitiva disociación es que ella está limitada estrictamente por el hecho de que la enajenación del producto sólo se hace con el propósito de obtener el producto ajeno para satisfacer las necesidades propias, es decir, que la fuerza de trabajo enajenada de su productor se agota en el consumo, pasando a formar parte de la fuerza de trabajo (como reconstituyente) del consumidor.

El carácter y los límites de esta primitiva disociación los comprendere-mos mejor si nos remitimos a las formas colectivas de producción. En ellas la

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fuerza de trabajo de los individuos se materializa también en los productos, ya sean éstos medios de producción o medios de consumo; pero la propiedad de los mismos sigue estando en manos de los productores quienes la ejercen en forma colectiva y, por tanto, la regeneración de su fuerza de trabajo está bajo su propio control por medio de la distribución también colectiva del producto. La fuerza de trabajo no ha tenido que materializarse en el objeto con la finalidad de inter-cambiarlo por el producto de otro productor.

El dinero y la sustantivación del valor

Con la aparición del dinero —producto necesario de la circulación de mercan-cías— la fuerza humana de trabajo de los productores puede plasmarse en un objeto material y mantenerse en ese estado —es decir, como materialización absoluta de valor— indefinidamente; puede acumularse en esa forma fluida de trabajo abstracto. Se da un paso más en la disociación entre el productor y su fuerza de trabajo, la cual ahora puede acumularse en ese estado peculiar, salién-dose, por así decirlo, de la materialidad corpórea de su poseedor y encarnando en el dinero. En el caso anterior veíamos que la fuerza de trabajo en su forma abstracta salía del cuerpo de su poseedor y se materializaba en un objeto útil; de ahí, por medio del cambio, emigraba hacia otro productor, quien la consumía. En la situación que nos ocupa, la fuerza de trabajo pasa, bajo su forma abstrac-ta, del poseedor al objeto útil, de éste al dinero y ahí se detiene el proceso sin ser consumida, quedándose en su forma abstracta general. Se atesora.

La fuerza de trabajo se enajena del productor y se acumula en manos del poseedor del dinero; su fuerza de trabajo se convierte en propiedad de otro, por lo que pierde el control sobre ella y lo transmite a quien se la ha apropiado. La fuerza de trabajo del productor se convierte en un poder ajeno que pende sobre él como una amenaza y se le opone como una fuerza hostil.

El atesoramiento para asegurarse la satisfacción posterior de las nece-sidades evoluciona necesariamente hacia la pasión de atesorar por atesorar; poseer oro, es decir, trabajo humano acumulado bajo su forma abstracta, es expresión de riqueza y poder; con el progreso de la producción simple de mer-cancías aumenta la cantidad de dinero, esto es, de fuerza de trabajo en su forma abstracta, acumulada; el dinero se concentra en tesoros más o menos grandes en los poros de la sociedad; se despierta en los poseedores de dinero el hambre de riqueza en su forma abstracta. Se divorcia así la acumulación de dinero de su papel de medio para satisfacer las necesidades del productor y se convierte en una necesidad en sí misma.

Los comerciantes surgen como producto necesario de la existencia de una sociedad de productores independientes y hacen en ella el papel de interme-diarios entre éstos. Son el vehículo principal para la acumulación de grandes tesoros y el motor de su actividad es el hambre de riqueza abstracta. El incre-mento del dinero de los comerciantes proviene de la apropiación de una parte

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de los productos sobre los que versa el cambio (comprar barato —por menos de su valor— y vender caro —por su valor completo—). El hambre de riqueza abstracta de los comerciantes y, por tanto, la acumulación de dinero se mueven, en la fase inferior del feudalismo cuyo basamento económico son las unidades autoconsuntivas que únicamente cambian los productos excedentes, dentro de límites muy estrechos; encuentra una barrera infranqueable en la organización de la producción que se orienta completamente al consumo, al valor de uso. Los grandes comerciantes de esa época se dedican preferentemente al comercio ex-terior; el mercado interno es demasiado pequeño.

La pequeña producción de mercancías

En la fase superior del feudalismo, una vez que los siervos han conquistado una división tal de su tiempo de trabajo que les deja una porción del mismo libre para emplearlo en su propio provecho, se origina una multitud de pequeños produc-tores de mercancías; el mercado crece rápidamente y las leyes que señalábamos como características de la producción simple de mercancías y que encontraban un obstáculo insalvable en el carácter autoconsuntivo de la producción, cobran su plena vigencia, reciben un impulso poderosísimo; con la producción crecien-te de mercancías se intensifica también el uso del dinero.

Con el empleo generalizado del dinero se van orientando cada vez más las necesidades de los productores hacia el cambio, de tal suerte que si ante-riormente sólo llevaban al mercado los excedentes de su producción, en esta fase llevan ya todos sus productos y dependen del mercado para obtener los satisfactores de sus necesidades. Nos encontramos aquí con que la fuerza hu-mana de trabajo en su forma abstracta se erige en un poder independiente de su primitivo poseedor; el monopolizador del dinero —el comerciante— obtiene así un poder formal absoluto sobre el pequeño productor de mercancías; este poder formal es un acicate para que surja en el comerciante el apetito de riqueza en su forma abstracta y, por tanto, para que actúe en el sentido de expoliar más productos al productor directo comprando los productos muy por debajo de su valor y vendiéndolos muy por arriba del mismo. Esta presión del comerciante sobre el productor directo tiene un triple efecto revolucionario sobre las fuerzas productivas de la sociedad:

Obliga a aumentar la producción —y en consecuencia la capacidad produc-a) tiva— del pequeño productor de mercancías para compensar la tendencia avasalladora. Pone en tensión la fuerza productiva del productor directo al convertir su anterior quietud y estancamiento en una constante movilidad y avance progresivo. (Ésta es la condición material necesaria para que en esta fase el dinero o fuerza humana de trabajo cristalizada en el dinero adquiera también una velocidad vertiginosa. Movimiento automático e incesante del dinero.)Al orientar hacia el cambio toda la producción, hace crecer en el productor b) directo la necesidad de apropiarse de trabajo abstracto materializado.

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Da un vuelco a la lucha de los siervos contra los terratenientes transfor-c) mándola de reformista en revolucionaria: su meta es ahora la abolición de la servidumbre y no sólo la reducción de las prestaciones.

Se crean más necesidades en los productores. Se amplía el radio de acción de la producción de mercancías y se pone en contacto a una multitud de productores a través del dinero; éste actúa corrosivamente al disolver las formas consuntivas y crea un mercado que crece rápidamente; se amplía y aumenta el movimiento por el cual se acumulan cantidades cada vez más grandes de fuerza de trabajo en su estado fluido; de la misma manera que la antítesis interna de la mercancía se desdoblaba en mercancía y dinero y los productores de mercancías en pro-ductores y comerciantes, el hambre de riqueza abstracta lo hace en hambre de riqueza abstracta y hambre insaciable de fuerza humana de trabajo en su forma abstracta, siendo esta última el móvil de los comerciantes.

No quiere esto decir que en las formas de explotación en que ésta no se realiza a través de la producción e intercambio de mercancías no hubiera acu-mulación de fuerza de trabajo; toda la riqueza disfrutada por el señor feudal era, de hecho, acumulación de fuerza de trabajo; pero ésta existía bajo la forma con-creta determinada que correspondía a la necesidad del señor; no se encontraba en su estado de licuefacción como tal fuerza de trabajo; es decir, no se encontra-ba bajo la forma dinero.

En esta segunda fase del feudalismo los comerciantes sufren un cambio radical en su naturaleza; como habíamos dicho, en la primera etapa del feuda-lismo el comerciante —elemento que brota necesariamente de la producción y circulación de mercancías— se movía acuciado por su necesidad imperiosa de trabajo abstracto; pero esta hambre encontraba un límite en la forma de pro-ducción organizada preponderantemente para el autoconsumo; el crecimiento que tiene el mercado a causa de la proliferación de los pequeños productores de mercancías da un vuelco radical a esta pasión del comerciante: la convierte en un hambre insaciable de fuerza de trabajo en su forma abstracta que es alimen-tada por la constante expansión del mercado a la vez que el aura sacra fames insaciable reobra sobre el mercado ampliándolo.

Todos estos elementos revolucionarios que se gestan en la segunda etapa del feudalismo generan un cambio radical en la forma estática de producción hasta ahí existente; ponen en tensión todas las fuerzas productivas de la socie-dad y las lanzan a un movimiento constante; liberan todas las pasiones (egoísmo, etcétera, que se concentran todas en la violencia). La naturaleza de perpetuum mobile (movimiento progresivo automático) que adquiere la sociedad, es obvia: la proliferación de pequeños productores trae consigo la ampliación del merca-do, el incremento del uso del dinero, la acumulación del mismo y la aparición de un hambre insaciable de fuerza de trabajo en su forma abstracta; a su vez, todos estos resultados se convierten en causa del crecimiento de la producción de mercancías, con lo que se inicia de nuevo el proceso en una escala superior. Con la acumulación creciente del dinero en manos de los comerciantes aumenta

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su poder formal sobre los productores directos. La sociedad entera se convierte en un inmenso laboratorio para producir fuerza de trabajo en su forma abstrac-ta; potencia la necesidad de dinero: en unos para satisfacer sus necesidades, en otros por el dinero mismo; éste se convierte definitivamente en la única palanca del desarrollo social. Crece la cantidad de dinero acumulado. La fuerza humana de los productores se disocia de ellos y se acumula en el otro polo, bajo la propiedad de los comerciantes, en donde se convierte en medio de exacción de más fuerza de trabajo en abstracto de los productores materializada en los productos y, por tanto, en medio de opresión y explotación.

En esta fase se elevan hasta el infinito el espíritu de lucro y el interés in-dividual de los productores de mercancías, entre quienes se establece un bellum omnia omnes que se traduce en el despojo de unos por otros que lleva a la con-centración de la riqueza (tierra y dinero) en manos de unos pocos y a la forma-ción de masas crecientes de proletarios.

La burguesía comercial

Los comerciantes que brotan directamente de los campesinos siervos y de los artesanos evolucionan hasta convertirse en una burguesía comercial que se apo-dera del comercio exterior e interior del país.

Esta burguesía comercial desplaza de sus funciones a los pequeños co-merciantes de la ciudad y del campo y los obliga a recular de nuevo hacia la producción; a su vez, encabeza la lucha contra la servidumbre y los gremios que derriba los bastiones del régimen feudal y obliga a la aristocracia a comer-cializar sus tierras (renta en dinero) y al capital comercial y usurario formados durante el régimen feudal a poner en movimiento sus reservas de oro (dinero). Además, al licenciar a toda la cauda de sirvientes, etcétera, que ya no puede mantener, la aristocracia terrateniente lanza al mercado grandes masas de pro-letarios. Los pequeños comerciantes del campo se convierten en arrendatarios y se alían con los terratenientes para expulsar de las tierras a los campesinos a quienes sustituye por pequeños productores incondicionales suyos a los que proporcionan créditos, etcétera. Se crean grandes masas de proletarios. El te-rrateniente actúa como arrendador del medio principal de producción, la tierra. Los terratenientes, iniciados ya en ese principio de la sociedad moderna del aura sacra fames, asumen todas las funciones de los arrendatarios y se convierten en intermediarios de la burguesía comercial, refaccionadores de los pequeños pro-ductores, etcétera, y desplazan a aquéllos de este campo y los hacen dar un paso más para fundirse con la producción; los obligan a convertirse en arrendatarios capitalistas.

El proceso hasta aquí estudiado, que es obra del incremento de la produc-ción y circulación de mercancías ocasionado por la proliferación de pequeños productores de mercancías, se rige, en esencia, por la fórmula M-D-M, es decir, por las leyes de la circulación simple de mercancías; la producción está orien-

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tada fundamentalmente hacia la satisfacción de las necesidades de los produc-tores. Si bien es cierto que crece y se amplía en los productores la necesidad del dinero, también lo es que ello sucede así gracias al número creciente de necesidades que debe satisfacer a través del mercado. (El comerciante explota las necesidades de los productores y crea nuevas necesidades.) Dentro de este sistema de producción y circulación de mercancías ha nacido, sin embargo, una forma de circulación secundaria que, brotando de aquélla (M-D-M) y complemen-tándola, crea las premisas para convertirse en la forma principal reduciendo a ésta (M-D-M) al carácter de forma secundaria; tal es la fórmula D-M-D’ típica del capital comercial que surge en la segunda etapa del feudalismo; bajo esta nueva fórmula, que se personifica en el comerciante, el único móvil de la producción y circulación de mercancías es la producción y acumulación de fuerza humana de trabajo en su forma abstracta, es el hambre insaciable de trabajo abstracto en su forma material (insaciable porque es prohijada por el crecimiento constante del mercado, etcétera), el hambre de dinero. El móvil del comerciante es comprar para vender (comprar barato para vender caro) y se expresa en la fórmula D-M-D’. (Lo que en el polo del productor directo es apetito de dinero para satisfacer sus necesidades crecientes, en el polo del comerciante es hambre abstracta de dine-ro, aunque para calmarla se sacrifiquen las demás necesidades.)

La producción y circulación simple de mercancías, que tiene su base en la proliferación de una multitud de pequeños productores, crea las premisas de una forma superior de explotación. La fuerza humana de trabajo de los produc-tores se divorcia de ellos convirtiéndose en trabajo abstracto materializado en posesión de los comerciantes (no productores) el que a su turno es empleado como medio para absorber más fuerza de trabajo del productor directo; la carac-terística esencial de esta forma de explotación es que en ella el trabajo abstracto se lo apropia el comerciante ya materializado en el producto que es propiedad del productor, quien lo enajena sólo mediante un acto de cambio; además, el productor sigue unido, como el caracol a su concha, con sus instrumentos de producción. El hambre insaciable de trabajo abstracto obliga al comerciante a obtener más dinero del cambio para lo cual, por diversos mecanismos, tiene que hacer producir más a los productores; esto ocasiona que la producción sufra una verdadera conmoción que la convierte en una máquina en perpetuo movimiento que produce, para los comerciantes, trabajo abstracto materializado en dinero y que somete a los productores a un régimen de tensión continua de su fuerza productiva (vale decir, de su fuerza de trabajo); el despojo del productor directo, columna vertebral de toda la historia posterior a la comunidad primitiva, avanza un paso más: el esclavismo y el feudalismo fueron dos etapas en el despojo de la tierra, medio general de producción; la época que se inaugura —fase superior del feudalismo e inferior del capitalismo— se caracteriza por el despojo de la fuerza humana de trabajo del productor directo en su forma abstracta, materia-lizada en los productos de su propiedad, que enajena y se acumula bajo su forma dinero, es decir, su forma material, en manos de los comerciantes; esta fuerza

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de trabajo, acumulada y sustraída al dominio de sus productores, se erige en un poder absoluto que los oprime y los pone en tensión.

La producción capitalista de mercancías

Por una serie de procesos que esta misma forma superior de producción simple de mercancías crea y potencia, una gran masa de la población se ve privada de sus medios e instrumentos de producción y de vida, se proletariza; por otro lado, los comerciantes se ven obligados a tomar en sus manos la organización del proceso productivo mismo y el pequeño productor a emplear a tres o cuatro trabajadores. Así, el comerciante y el pequeño productor se convierten en indus-triales y el proceso de producción simple de mercancías en proceso de produc-ción capitalista de mercancías.

El dinero, resultado último de todo el proceso esbozado, sirve, en manos del comerciante y del pequeño productor, para comprar la fuerza de trabajo de los proletarios y los instrumentos con los que éstos deben producir. Se convier-ten en capitalistas industriales. El proceso de despojo llega a su fase culminante: el explotador se apropia ahora de la fuente misma del trabajo abstracto, de la fuerza de trabajo en su estado vivo aún no materializada en productos. Esta fuer-za de trabajo es puesta a funcionar bajo la dirección del capitalista para crear trabajo abstracto en la forma de mercancías que luego cambia por dinero. Es obvio que bajo esta nueva forma de explotación la fórmula D-M-D’ cobra su exis-tencia más perfecta.

El hambre insaciable de trabajo abstracto se traduce en una constante acumulación de fuerza de trabajo en forma de dinero; ésta se transforma en medios de producción y de vida que funcionan luego como medios de obtener fuerza de trabajo y, por tanto, trabajo abstracto, o sea, valor. Esta nueva forma lleva necesariamente al completo despojo de los productores directos al conver-tir todos los elementos materiales y espirituales de producción —y en general toda la riqueza social— en capital, es decir, en valores que son empleados para crear más valor: o dicho de otro modo, trabajo abstracto materializado —ya sea en dinero o en mercancías— que sirve para extraer a la fuerza de trabajo de los productores la mayor cantidad posible de trabajo abstracto, de valor.

Las consecuencias fundamentales del establecimiento de esta forma de explotación —además de las ya enunciadas— son las siguientes:

La explotación de los productores directos se realiza, en lo fundamental, a tra-a) vés de esa forma de explotación superior, es decir, por medio de la producción y circulación de mercancías.La socialización de la producción encuentra un vehículo adecuado —después b) de la fragmentación extrema en una multitud de pequeños productores de mercancías— pues la acumulación de grandes cantidades de trabajo abstracto lleva implícita la posibilidad de la concentración de medios e instrumentos de producción, etcétera.

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Se crea el instrumento para realizar el despojo definitivo de los productores c) directos.

De lo expuesto se deduce que para Marx la esencia de la teoría del valor no está constituida por los lugares comunes tan manoseados por todos los revisionistas, esto es, por las tesis de que el cambio de las mercancías se rige por su valor, de que éste se determina por el tiempo de trabajo necesario empleado en su pro-ducción, de que el trabajo que forma la sustancia del valor se materializa en las mercancías, etcétera. Siendo ellas parte integrante de esta doctrina no son, sin embargo, la esencia de la misma.

Conforme a la teoría marxista del valor forjada por Marx en la primera sección de El Capital, en esencia, la producción y circulación de mercancías, que tienen su fundamento en la existencia de productores privados independientes, son al mismo tiempo una sustantivación, transmigración y acumulación de va-lor (fuerza abstracta de trabajo) en un objeto material.

Esta determinación esencial del valor es el punto de partida para el tra-bajo posterior de Marx, en el primer tomo de El Capital, que lo lleva a la identi-ficación de la esencia negativa del régimen capitalista; aunadas estas tesis a las que Marx ha definido en otras de sus obras económico-filosóficas, tenemos ya una caracaterización completa de lo que es la esencia negativa del régimen de producción capitalista.

La producción capitalista y la anulación de la naturaleza humana de los productores directos

La producción de mercancías es característica esencial de los regímenes en los que existe la propiedad privada, y el desenvolvimiento histórico de esta última constituye el proceso de anulación de la esencia natural humana.

La deshumanización del hombre se produce a través del proceso de sus-tantivación, transmigración y acumulación de trabajo humano abstracto.

La producción de mercancías alcanza su forma superior en el régimen de producción capitalista; en él el valor se convierte en el sujeto de un proceso en el cual, bajo el cambio constante de las formas de mercancía y dinero, se valoriza a sí mismo; se transforma en una sustancia progresiva con movimiento propio; el motor interno de este movimiento es la valorización constante del valor, tenden-cia que toma cuerpo en el hambre insaciable de ganancia de los capitalistas.

El valor como sustancia progresiva con movimientos propios regidos por la necesidad de valorización incesante es la base fundamental del régimen de producción capitalista y determina completamente su naturaleza; dicha sustan-cia somete a su dominio a la totalidad del aparato productivo y de los produc-tores (obreros) y crece ineluctablemente a costa de la expoliación de los traba-jadores.

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El régimen de producción capitalista es la última fase de existencia de la propiedad privada y, por tanto, aquella en la que llega a su expresión más radical la exterminación en el proletariado de la naturaleza esencial del hombre.

En el régimen de producción capitalista el valor materializado en el ca-pital es fuerza abstracta de los trabajadores que se ha obtenido a través de un proceso de anulación profunda y creciente de los elementos constitutivos de su esencia natural; a su vez esta acumulación de trabajo abstracto sólo existe como medio para extraer a los obreros mayores cantidades de trabajo abstracto a tra-vés de una intensificación del proceso señalado. Por otro lado, el capital, fuerza abstracta de trabajo extraída a los obreros y que se acumula en el polo opuesto, no es sino los mismos elementos de la esencia natural humana por ahora ajenos a los trabajadores y causantes directos de su deshumanización.

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CAPÍTULO VEL REVISIONISMO Y LA TEORÍA MARXISTA DEL VALOR

La base de sustentación del revisionismo moderno lo era el régimen del “socia-lismo real” que hasta 1989 existió en Europa oriental. A la caída estrepitosa de este sistema siguió irremediablemente la de su complemento ideológico, la cari-catura del marxismo-leninismo que se hacía pasar como la forma perfeccionada de esa doctrina.

El revisionismo tenía también un sólido punto de apoyo en el sector II de la burguesía internacional, es decir, en la parte de la clase dominante a la que se ha denominado tradicionalmente “burguesía liberal”, “burguesía nacional”, “burguesía nacionalista”, “burguesía no monopolista”, etcétera, pues como una forma disfrazada que aquél era de la ideología burguesa incluía entre sus reivin-dicaciones fundamentales las que esta fracción de la clase de los capitalistas pre-senta al sector I de la misma, es decir, a la aristocracia burguesa, a la plutocracia.

El derrumbe del “socialismo real” fue precedido y seguido por un creci-miento desmesurado del sector I del capitalismo internacional que hizo salir de la liza al sector II; privado de este otro sostén, el revisionismo se fue definitiva-mente a pique.

Los dos sectores de la burguesía internacional forman una unidad cuyos polos se niegan y se producen recíprocamente. A esta fase de predominio abso-luto del sector I ha de seguir, por necesidad, un resurgimiento del sector II que volverá así con renovados bríos al campo de batalla. En la parte álgida de la lucha, este segmento de la clase burguesa, que a esas alturas habrá incorporado a sus filas a la intelectualidad pequeño burguesa, por mediación de ella ha de tornar los ojos hacia la vieja y por ahora denostada forma del “socialismo real” y al revisionismo que es su complemento obligado.

El revisionismo fue declarado muerto cuando gozaba del reconocimiento general como la forma perfecta de la teoría del marxismo-leninismo (es por eso que la burguesía internacional ingenuamente creyó que lo que había dejado de existir era la doctrina clásica de Marx y Engels); al volver a la palestra el sector II de la burguesía internacional, la intelectualidad pequeño burguesa radical in-tentará hacer resurgir la teoría revolucionaria, pero lo que en realidad logrará es resucitar el nefasto revisionismo pues éste tomó paladinamente el lugar de aquélla.

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Ya sea a través de la intelectualidad pequeño burguesa que es la repre-sentante ideológica de la pequeña burguesía, o de la intelectualidad pequeño burguesa radical que, aunque sólo de una manera intuitiva, se identifica con el proletariado, el revisionismo resucitaría forzosamente en el caso, por otra parte inevitable, de que el sector II del capitalismo internacional se lanzase abierta-mente a la lucha contra el sector I.

La realización de la próxima revolución socialista internacional sólo será posible si su camino es iluminado por la teoría del marxismo-leninismo; esto requiere necesariamente una enorme labor teórica previa que en su primera fase tiene como propósito fundamental rescatar la teoría revolucionaria de las garras de un revisionismo que aparentemente ha muerto pero que en realidad sólo se encuentra en un estado de animación suspendida.

La crítica del revisionismo, que puede y debe empezar desde ahora, es la tarea inmediata de los revolucionarios, quienes así estarán preparando el terreno para lograr posteriormente la derrota de esta variedad de la ideología burguesa y la reivindicación plena de la teoría revolucionaria que, enriquecida creadora-mente, presidirá la reinstauración del socialismo en la sociedad humana.

En lo que sigue esbozamos una crítica de las posiciones del revisionismo en lo que respecta a la teoría marxista del valor.

El revisionismo de todo tipo no puede ni quiere aprehender la esencia de la teoría marxista del valor.

Las causas de este hecho son las siguientes:Por naturaleza, el revisionismo, abierta o embozadamente toma como su base 1. ideológica a una forma determinada de la ideología burguesa.Esta forma de la ideología burguesa es aquella que considera cierto modo de 2. existencia del capitalismo, o el desarrollo de determinado sector capitalista, como ligados necesariamente con el mejoramiento de las condiciones de vida del proletariado.El revisionismo hace suya esta tesis y la traduce a su lenguaje diciendo que el 3. desenvolvimiento de un sector o modalidad del capitalismo, además de ser benéfico para el proletariado, es una realización parcial del socialismo o un paso necesario hacia el establecimiento de ese régimen social. La forma en que el revisionismo presenta sus teorías no importa, se trata de poner de relieve la esencia de las mismas. Esta teoría revisionista se encuentra en flagrante contradicción con la esencia 4. de la teoría marxista porque, conforme a ésta, el valor personificado en el ca-pital somete a sus exigencias a todos los elementos materiales y personales de la producción y los obliga ineluctablemente a funcionar —con independencia del sector al que pertenecen o de la forma que adoptan— los unos como capital y empresarios que sólo existen a condición de someter a los proletarios a la explotación del trabajo asalariado que se traduce en su depauperación física y mental geométricamente creciente, y los otros como trabajadores que propor-cionan trabajo vivo para la conservación e incremento del capital.El antecedente de esta parte de la teoría marxista es la teoría del valor, cuya 5.

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comprensión permite la de la esencia de la explotación capitalista. El revisio-nismo no puede penetrar a la esencia de la teoría marxista del valor puesto que su filiación ideológica —una forma determinada de la ideología burguesa— lo lleva necesariamente a adoptar la formulación burguesa de la teoría del valor. Es decir, no parte de la teoría marxista del valor para llegar después a desci-frar la esencia del régimen capitalista, sino que, por el contrario, arranca de un prejuicio teórico —su ideología burguesa— y luego de ahí va a la teoría del valor para encontrar elementos justificativos de sus ideas.La teoría del valor fue enunciada primeramente por los economistas clásicos; 6. se trataba de la formulación de la teoría burguesa del valor, la cual, habiendo llegado hasta la esencia positiva del fenómeno, lo había hecho de una manera contradictoria, incompleta y oscura y siempre tomándola en su carácter de fundamento positivo del régimen capitalista, sin salir de los límites de éste.Los economistas clásicos se remontaron sobre las antiguas concepciones de la 7. economía, que apenas sí rozaban la superficie del fenómeno (la propiedad pri-vada considerada como una cosa, el valor de cambio como siendo determinado por la utilidad de los objetos, por su valor de uso, etcétera), y se internaron en él hasta conquistar el conocimiento de la esencia positiva (con las limitacio-nes ya señaladas), pero sin trascender hacia la esencia negativa. Esto fue así, evidentemente, porque sus investigaciones estaban contenidas dentro de los límites estrechos que les fijaba su ideología de origen (ideología burguesa); el fin último de la economía clásica era encontrar las leyes del régimen de pro-ducción capitalista sólo en la medida en que dicho conocimiento podía servir para conservarlo y desarrollarlo. Era necesario, por tanto, conocer los elementos superficiales del funcionamiento del capitalismo y en una medida reducida y oscura los de su esencia positiva; por esta vía se llega al descubrimiento de las leyes y principios que rigen los aspectos exteriores y de la esencia positiva de esta formación económica en función de su supervivencia y progreso, entre otros la teoría burguesa del valor trabajo cuyos puntos nodales son los siguientes:

El cambio de las mercancías se rige por su valor.El valor de las mercancías se determina por el tiempo de trabajo emplea-do en su producción.El valor de cambio de las mercancías obedece a su precio medio, natural o necesario.

8. La teoría marxista del valor tiene su punto de partida en las aproximaciones y formulaciones de los clásicos; las tesis de éstos son tomadas por Marx, or-ganizadas y sistematizadas como el prerrequisito para el desentrañamiento de la esencia negativa del valor; las mismas tesis de los clásicos adquieren en Marx una claridad, una congruencia y una profundidad que en aquéllos no tuvieron.

9. Con estos elementos, Marx da un paso decisivo y pone al desnudo la esencia negativa del valor.

10. El revisionismo, que requiere, por un lado una base en la teoría burguesa para fundamentar todas sus concepciones económicas puesto que éstas son

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burguesas en el fondo, y por otro mantener la apariencia de que esa base es la teoría marxista del valor, toma de ésta la parte en que Marx organiza y sistematiza las tesis de los clásicos y la hace pasar por su esencia; de esta manera, el revisionismo adquiere una sólida base en la teoría burguesa del valor por mediación de la propia doctrina de Marx.

11. El revisionismo desecha el núcleo revolucionario de la teoría marxista del valor y toma de ésta únicamente lo que es el punto de enlace con la economía clásica.

12. El revisionismo rebaja, castra y envilece el contenido revolucionario de la teoría del valor; hace del marxismo una caricatura que queda incluso por debajo de la economía vulgar; se enfrasca en esas largas y tediosas disputas —de las cuales son protagonistas principales los profesores universitarios— acerca de la exactitud o inexactitud matemática de la igualdad de precios y valores, del insondable misterio de la conversión de los valores en precios de producción, de la vigencia o no de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, etcétera; su enemigo a vencer no es, desde luego, la ideología bur-guesa como un todo, sino sólo aquella parte de la misma que corresponde a la fracción de clase contradictora suya, a la gran burguesía (oligarquía, etcétera); su enemigo a vencer es el marginalismo.

13. El revisionismo, por fin, cansado de rumiar la vulgarización de Marx que él mismo se ha fabricado, trata de exhumar a los clásicos —la fuente secreta de su sabiduría— para encontrar ahí lo que Marx debería haber dicho en tal o cual punto. Esta exhumación es el reconocimiento de que lo que ellos llaman teoría marxista del valor no es sino una forma transfigurada de la economía clásica.

La teoría del valor y el proceso de la formación de la cuota general de ganancia

En el texto de este trabajo se llegó a la conclusión de que Marx estudia en la sec-ción primera del primer tomo de El Capital a la mercancía tal y como ella existe en el régimen de producción capitalista, es decir, como el producto del proceso de producción capitalista, de la circulación del capital y de su movimiento ge-neral; el resultado del análisis de Marx es el esclarecimiento de la naturaleza esencial de dicha mercancía. Con base en las determinaciones esenciales así puestas de relieve, Marx emprende la tarea de esclarecer la esencia del proceso de producción de esa mercancía, de su conversión en capital y de la circulación y movimiento general de éste.

Es en el tomo III en donde Marx efectúa el estudio del movimiento que El Capital en su conjunto realiza a través de la competencia entre los capitales indi-viduales, es decir, del proceso de la formación de la cuota media de ganancia.

Hasta aquí Marx ha empleado el concepto de valor determinado en la primera sección del primer tomo, esto es, el que se cifra en el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción de las mercancías; a lo largo del tomo

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El revisionismo y la teoría marxista del valor • 115

I y del II ha dado por supuesto el proceso a través del cual se llega al estableci-miento de ese valor. Es ahora, en la parte final de su obra, en el tomo III, cuando Marx se propone analizar ese proceso. Para ello tiene que considerar el movi-miento global de los capitales individuales, es decir, la competencia entre ellos, y el modo como de los valores individuales de las mercancías se forma el valor social, regido por el tiempo de trabajo socialmente necesario.

A continuación hacemos un resumen de los capítulos del mencionado tomo en donde se trata el tema que comentamos.

La tasa de ganancia

La ganancia es el incremento, en un período de tiempo determinado, del capital desembolsado en el proceso de producción capitalista; la tasa de ganancia es la relación porcentual existente entre el incremento del capital y el capital origina-riamente desembolsado.

En el régimen capitalista existe una tasa general de ganancia que rige para todas las ramas industriales.

Con base en una ganancia media preexistente, el capitalista individual, que se mueve por el hambre insaciable de ganancia, busca tener una ganancia extraordinaria ya sea reduciendo el salario de sus obreros, alargando la jornada o incrementando la productividad.

Cuando la tasa de ganancia de unas ramas sube a un nivel muy superior al de la media (por una demanda inusitadamente alta) los capitales fluyen hacia ellas y hacen que se incremente la producción de esa mercancía, baje su precio y se reduzca la tasa de ganancia, con lo que vuelve al punto de donde partió. Cuando la tasa de ganancia baja a un nivel inferior al de la media (por un exceso de oferta de la mercancía o una reducción de la demanda) los capitales se reti-ran de ellas con lo cual se reduce la producción y se eleva así la tasa de ganancia acercándose al nivel medio.

La tasa media de ganancia existe como el centro en torno al cual giran las tasas de ganancia de las distintas ramas industriales. Se impone como el resul-tado del constante movimiento de compensación entre ambos extremos (tasas altas y tasas bajas de ganancia) y existe realmente como tal cuando coincide con la tasa de ganancia de los capitales que tienen las condiciones medias.

Los movimientos en las tasas de ganancia que giran en torno a la tasa media de ganancia permiten la realización del movimiento global del capital: producción de la cantidad socialmente necesaria de una mercancía a través de los movimientos de la oferta y la demanda.

Este movimiento constante de emigración e inmigración de capitales, en una palabra, esta distribución del capital entre las diversas esferas de la producción atendiendo al alza o a la baja de la cuota de ganancia, determina una relación entre la oferta y la demanda, de tal naturaleza, que la ganancia media es la misma en las diversas esferas de la producción, con lo cual los valores se convierten en

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116 • El capitalismo moderno y la revolución

precios de producción. El capital logra imponer en mayor o menor medida esta nivelación, tanto más, cuanto más desarrollado se halle el capitalimo en una sociedad nacional dada, es decir, cuanto más se adapten al régimen de producción capitalista las realidades del país de que se trate. A medida que progresa la producción capitalista, se desarrollan también sus condiciones y va sometiendo el conjunto de las premisas sociales dentro de las cuales se desenvuelve el proceso de producción a su carácter específico y a sus leyes inmanentes15.

El movimiento del capital entre diversas esferas de producción atendiendo al alza o baja de la cuota de ganancia determina una relación tal entre la oferta y la demanda que la ganancia media es la misma en las diversas esferas de la producción, con lo cual los valores (individuales) se convierten en precios de pro-ducción.

Valores, valores comerciales, precios comerciales y precios de producción

La oferta y la demanda presuponen la transformación del valor en valor comer-cial (del valor individual en valor social medio). Esto sucede en cualquier tipo de sociedad en donde se producen mercancías. En el capitalismo, además, se trata de determinadas divergencias cuantitativas de los precios comerciales con respecto a los valores comerciales y a los precios de producción.

La cuota de ganancia del capital se realiza a través de los precios comer-ciales de las mercancías.

Los precios comerciales son aquéllos a los cuales se venden las mercan-cías en un momento determinado.

Estos precios comerciales pueden ser iguales, más altos o más bajos que los precios de producción.

El precio de producción es lo mismo que Adam Smith llamaba natural price, Ricardo price of production y los fisiócratas prix necessarie.

El precio de producción es igual al precio de costo más la ganancia, pc + G, de las mercancías que se producen en las condiciones medias; el precio de costo es la suma del capital constante más el capital variable (c + v) materia-lizado en las mercancías producidas por los capitales con composición orgánica media; la ganancia está determinada por la cuota de ganancia, p/(c + v), de los capitales en condiciones medias.

Este precio de producción es el que a la larga condiciona la oferta, la re-producción de la mercancía de toda esfera especial de producción.

La divergencia entre los precios comerciales y los precios de producción expresan los cambios en la oferta y la demanda de una mercancía y son el vehí-culo para la nivelación de la cuota de ganancia. Los precios de producción son los centros en torno a los cuales fluctúan los precios comerciales de acuerdo con las oscilaciones de la oferta y la demanda.

15 Marx, Carlos, El Capital, t. III, edición citada.

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El revisionismo y la teoría marxista del valor • 117

Los precios de producción están determinados por los valores comercia-les de las mercancías.

Los valores comerciales de las mercancías están determinados a su vez por el tiempo de trabajo socialmente necesario para la producción.

(NB.- Los valores comerciales son exactamente lo mismo que los valores determinados por Marx en la sección primera del tomo I de El Capital.)

Los valores comerciales y el tiempo de trabajo socialmente necesario

El tiempo de trabajo socialmente necesario es aquel que se materializa en las mercancías producidas en las condiciones medias cuando ellas constituyen la gran masa del producto de la rama. Se deben dar condiciones excepcionales para que las mercancías producidas en las condiciones peores o mejores regulen el valor comercial.

La rama de producción en la que rige un valor comercial dado está for-mada por un grupo de empresas que producen la mayor parte de las mercancías de la misma bajo condiciones medias, otro grupo que produce una parte menor bajo condiciones inferiores (con un costo de producción más alto que la media) y otro que produce también marginalmente en condiciones superiores (con un costo de producción más bajo que la media). Las empresas que producen en condiciones peores, puesto que tienen que vender al precio de producción deter-minado por el valor comercial y éste es menor que su valor individual, pierden una parte de la plusvalía por ellas producida; por el contrario, los que producen en condiciones mejores, si venden al precio de producción obtienen una mayor cantidad de plusvalía que la que han producido.

El volumen de mercancías que se produce al precio comercial que coin-cide con el precio de producción y por tanto con el valor comercial es la cantidad de esa mercancía socialmente necesaria; es decir, el volumen de mercancías que contiene el tiempo de trabajo global que la sociedad está dispuesta a destinar a esa mercancía específica. Cuando la demanda de una mercancía aumenta, su precio comercial sube, la cuota de ganancia se eleva y los capitales fluyen hacia esa rama de producción; la cantidad producida se incrementa hasta el punto en que satisface la demanda excedente. La rama produce ahora la nueva cantidad de mercancías socialmente necesaria. Una vez cubierta la demanda excedente, los precios comerciales bajan hasta coincidir con el precio de producción y a través de él con el valor comercial y la cuota de ganancia desciende al nivel me-dio; en todo este movimiento el precio de producción y el valor comercial han permanecido inalterables.

Exactamente el proceso contrario se produce en el caso de un descenso de la demanda. Al final, la cantidad socialmente necesaria de una determinada mercancía ha descendido a un nuevo nivel.

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118 • El capitalismo moderno y la revolución

En el primer caso el precio comercial se ha movido hacia el valor indi-vidual más alto atrayendo a esa rama capitales que de otra manera, dados sus altos costos de producción (baja composición orgánica), no habían tenido opor-tunidad de concurrir; igualmente, ese precio comercial alto habrá alentado a la ampliación de la planta existente.

En el segundo caso es el valor individual más bajo el que rige el precio de producción obligando a los capitales de altos costos a emigrar a otras ramas de la producción.

Un incremento en la oferta tendrá el mismo efecto que una disminución de la demanda y una disminución en la oferta el efecto contrario.

En todos estos movimientos permanecen invariables: una tasa media de ganancia, un precio de producción y un valor comercial determinados. Esto quiere decir que tales tasas y valores son los centros en torno a los cuales giran los precios comerciales y los precios de producción y valores individuales de las mercancías.

Proceso de formación de la tasa media de ganancia y de los valores comerciales

De lo que se trata ahora es de saber qué son y como se forman esa tasa media y los valores comerciales de las mercancías.

Una parte de las esferas de la producción, en la que se concentra el mayor volumen del capital social, está formada por capitales que tienen las característi-cas medias; o, también, que en sus movimientos contradictorios compensan sus extremos para formar las características medias.

Los capitales que integran tales esferas de la producción tienen la compo-sición orgánica media y las tasas de plusvalía y de ganancia medias.

Otras esferas de producción, que concentran un volumen menor del capital social, están formadas por capitales que tienen características inferiores a la me-dia. Otras más, por capitales que presentan características superiores a la media.

Esta estructura del capital global de la sociedad es el resultado y la condi-ción de su movimiento general.

Si partimos de una situación como la que hemos descrito, a la que co-rresponde una tasa media de ganancia y un precio de producción y un valor comercial de las mercancías determinados, el hambre insaciable de ganancia, que es el motor de la actividad de los capitalistas individuales, llevará necesaria-mente a la generalización de las condiciones hasta ahora superiores a la media convirtiéndolas en condiciones medias; esto empujará a una parte de los capi-talistas a introducir métodos, maquinaria, tecnología, etcétera, más modernos, estableciendo un nuevo nivel superior a la nueva media al tiempo que las anti-guas condiciones medias pasan a ser las condiciones inferiores. Se reproduce la anterior estructura pero ahora con un nuevo valor comercial de las mercancías determinado por el actual tiempo de trabajo socialmente necesario para su pro-ducción que es inferior al del punto de partida.

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El revisionismo y la teoría marxista del valor • 119

Esta premisa y resultado de la producción capitalista se establece a través de la formación de una cuota media de ganancia.

Partimos de los supuestos siguientes:Igual cuota de plusvalía en todas las ramas industriales.a) Igual duración de la jornada y el mismo grado de explotación de la fuerza de b) trabajo en las distintas ramas industriales.

Estos supuestos reflejan en gran medida la realidad de la sociedad capitalista, pues en muchos casos la diferencia de explotación, salarios, etcétera, son mera-mente aparentes y se compensan mutuamente. En unos casos se trata de dife-rencias entre el trabajo simple y complejo, etcétera.c)Distinta composición orgánica de capitales en las diversas ramas industriales.d)Diferentes períodos de rotación de los capitales en las distintas ramas

industriales.e)El capital constante se transmite en su totalidad al producto.

Como se aprecia en el Ejemplo 1, la rama III concentra la mayor parte del capital social y la composición orgánica, la cuota de plusvalía, el valor del producto, la ganancia y la cuota de ganancia son por tanto los valores medios del capital social. Las ramas I y II son aquéllas de composición orgánica más alta, mayor volumen de plusvalía y valor más bajo del producto. Las ramas IV y V son lo con-trario de las anteriores.

Todas las mercancías se venden por el precio de las producidas en las con-diciones medias (precio de producción); a través de ese precio general se impone a las ramas I y II y IV y V la misma cuota de ganancia de la rama III, la cual toma el carácter de cuota media de ganancia. El valor de las mercancías producidas en la rama III es el que regula el precio de producción (pc+pcg’) de todas las mer-cancías y por tanto constituye el valor comercial de las mismas.

Las condiciones medias y la cuota de ganancia a ellas correspondiente son el punto de partida y retorno de los movimientos del capital global de la sociedad.

La ganancia extraordinaria que se obtiene en las ramas I y II con base en la cuota media de ganancia es un poderoso acicate para que las nuevas tecnolo-gías, la maquinaria más moderna, etcétera, se difundan a las restantes ramas de la producción. Se forman nuevas condiciones medias a las que corresponde un nuevo valor comercial de las mercancías y una nueva cuota media de ganancia.

En el Ejemplo 2 observamos que al difundirse la productividad cambia la composición orgánica de los capitales del sector III, el tiempo de trabajo social-mente necesario se reduce y la cuota media de ganancia desciende. En suma, se forman nuevas condiciones medias para el capital global de la sociedad y una nueva cuota media de ganancia más baja que aquéllas de donde partió el movi-miento. Esta cuota media de ganancia se impone a todas las ramas, descendien-do por tanto la ganancia del capital global de la sociedad. En las ramas I y II y IV y V se produce un cambio hacia arriba en su composición orgánica.

El paso del ejemplo uno a dos expresa la ley general del movimiento del capital global de la sociedad, el cual se impone a través de la concurrencia entre

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120 • El capitalismo moderno y la revolución

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El revisionismo y la teoría marxista del valor • 121

los capitales individuales que tienen como instinto rector su hambre insaciable de ganancia: la ley de la tendencia decreciente de la tasa media de ganancia. Esta ley se ve contrarrestada por una serie de reacciones que ella misma crea. Estas reacciones llevan al capital global en sentido opuesto, es decir, de dos a uno.

El tránsito de uno a dos se produce de la siguiente manera: la tendencia a la modernización de la producción incrementa la demanda de maquinaria y equipo que producen los sectores I y II, haciendo subir en ellos los precios muy por arriba del valor comercial; la cuota de ganancia de estos sectores se eleva por encima de la media con lo cual atraen a su órbita capitales de las demás ramas productivas hasta el punto en que aquéllas se saturan. Este incremento de los precios de I y II atrae hacia arriba los precios y las cuotas de ganancia de III, IV y V, estableciendo momentáneamente una cuota media de ganancia superior que se rige ahora por un valor comercial determinado por los sectores I y II y no por la rama III que es la que agrupa a la mayor parte del capital social. Una vez que las nuevas condiciones de producción se generalizan en la rama III, se establecen las nuevas condiciones medias que implican un tiempo de trabajo socialmente me-nor, un valor más bajo, una tasa de ganancia disminuida, etcétera. Se completa así el paso de uno a dos.

La concurrencia de los capitales desemboca necesariamente en el mono-polio. La producción monopolizada implica la polarización del capital social en dos sectores fundamentales: sector I que produce medios de producción y de consumo de lujo y que concentra una parte sustancial de aquél y sector II que produce bienes de consumo necesario, etcétera, y que tiene una cantidad menor del capital global. El monopolio implica también la fijación de precios altos para los productos del sector I y precios bajos para los del sector II.

En el caso del Ejemplo 3 las condiciones medias no existen como tales sino como el promedio aritmético entre dos extremos opuestos; por lo tanto, el tiem-po de trabajo socialmente necesario, el valor comercial del producto, la cuota media de ganancia y el precio de producción sólo tienen el carácter de prome-dios entre sus valores extremos en I y II.

El monopolio implica a su vez la libre concurrencia. Después de un pre-dominio más o menos largo del sector I se impone una reacción en sentido con-trario de II que lleva necesariamente al acercamiento de ambos extremos a través de la constitución de unas verdaderas condiciones medias que encarnan en una rama económica que concentra a la mayor cantidad del capital social y que está situado entre ambos extremos; es decir, se constituye de nuevo la estructura de la que partimos: ejemplo 1. Se forma un verdadero valor comercial y una cuota media de ganancia real. Y así sucesivamente.

Históricamente, la cuota media de ganancia se forma a partir de una si-tuación como la siguiente:

A partir de valores mostrados en el Ejemplo 4 se forman las condiciones medias en cada rama de la producción.

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122 • El capitalismo moderno y la revolución

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El revisionismo y la teoría marxista del valor • 123

Ejemplo 5Ramas de distinta composición orgánica

Es igual que el ejemplo anterior, considerando que I, II, etcétera, son los valores medios de cada una de esas ramas. A partir de aquí se forman las condiciones medias del capital global de la sociedad.

Conforme a los supuestos expresados, en los ejemplos anteriores se consi-deró que el capital constante transmitía la totalidad de su valor al producto. En seguida veremos un ejemplo en el que se elimina este supuesto y se considera la situación en la cual el capital constante sólo transmita una parte de su valor al producto.

Como se ve, el nuevo supuesto introducido en el Ejemplo 6 no cambia en nada los resultados finales de la argumentación anterior.

Marx llega, en esta parte de su obra, a dos resultados fundamentales:Pone en claro de una manera genial lo que había sido un problema insoluble a) para la economía clásica: el proceso de formación de una cuota media de ga-nancia en la sociedad capitalista, pero se mantiene en esto aún en el terreno del ser de este régimen económico-social.Descubre las manifestaciones de la esencia de la sociedad capitalista en los niveles b) superficiales de su existencia, es decir, en el movimiento general del capital que se da a través de la concurrencia entre los capitales individuales que se desplazan siguiendo a las tasas de ganancia. De acuerdo con esto, la competencia entre los capitalistas regida por la cuota de ganancia determina necesariamente un proceso de conversión de los elementos de la esencia natural humana en elementos del capital, un proceso de anulación de la esencia natural humana en los trabajadores y su apropiación por el capital como medios para un incremento mayor de dicha anulación. Y esto aparece en la superficie del régimen capitalista como el juego entre la tendencia al descenso de la cuota general de ganancia originada por el cambio en la composición orgánica y las causas que la contrarrestan realizado a través de la competencia.

El revisionismo, haciendo gala de la “inteligencia” cuyas manifestaciones he-mos tenido muchas oportunidades de apreciar, queda preso por completo de la deslumbradora dialéctica de Marx que pone punto final a lo que podríamos con-siderar una última tarea de la economía clásica y no advierte la determinación esencial que aquél encuentra en el movimiento superficial del capital; para el revisionismo, la determinación superficial es la determinación esencial. Por otro lado, al igual que el marginalismo, si no expresa sí tácitamente, el revisionismo ve una fractura en la argumentación de Marx al pasar de la teoría del valor ex-puesta en la primera sección del primer tomo a la descripción del proceso de la formación de la cuota media de ganancia; de acuerdo con ello despliega una serie de argucias, sofismas, etcétera, para lograr probar una unidad que ellos mismos han dado por inexistente.

Como ya lo hemos expuesto en otra parte de este trabajo, esa ruptura no existe. Marx inicia el análisis del régimen capitalista tomando como punto de

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124 • El capitalismo moderno y la revolución

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El revisionismo y la teoría marxista del valor • 125

partida a la mercancía tal y como ella existe en el régimen capitalista, es decir, a la mercancía cuyo precio comercial está determinado por el precio de produc-ción que supone la existencia de una cuota media de ganancia el cual a su vez está regido por el valor comercial y éste por el tiempo de trabajo socialmente necesario; Marx toma por tanto como sujeto de estudio a la mercancía que es producto de los capitales en los que privan las condiciones medias de produc-ción en un momento dado; llega así al descubrimiento de la esencia de esta mercancía procediendo luego a analizar la esencia de su proceso de producción y del proceso de circulación del capital que la produce; después estudia la for-mación de la cuota de ganancia de esos capitales que reúnen las características medias. A partir del capítulo VIII de la sección segunda del tomo III, Marx se da a la tarea de estudiar el proceso de formación de las condiciones medias (al que hasta aquí había dado por supuesto); es entonces cuando debe tomar en cuenta la estructura y el movimiento del capital global de la sociedad, lo que implica la consideración de los capitales que producen por abajo y por arriba de las condi-ciones medias, de sus valores individuales que difieren en + o en - del valor co-mercial, del movimiento entre ambos extremos para constituir las condiciones y los valores medios y el funcionamiento de éstos como precios de producción y determinantes de una cuota general de ganancia. No se trata de la creación de un nuevo concepto del valor sino de la aplicación del mismo concepto elaborado en la primera sección del primer tomo, de su extensión al estudio de la estructu-ra y movimiento del capital global de la sociedad.

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126 • Bibliografía

BIBLIOGRAFÍA

Marx, Carlos, Crítica de la Economía Política, versión española de Javier Merino, Editora Nacional, México, D.F., reimpresión, 1973.

Marx, Carlos, El Capital, 3 tomos, versión del alemán por Wenceslao Roces, tercera edición, Fondo de Cultura Económica, México-Buenos Aires, 1964.

Marx, Carlos, Historia crítica de la teoría de la plusvalía, 2 vols., Ediciones Venceremos, versión toma-da de Editorial Cartago, S.R.L., Buenos Aires, 1956.

Marx, Karl, “Elementos fundamentales para la crítica de la economía política” (borrador) 1857-1859, segunda edición, vol. I, Siglo Veintiuno Editores, (México), 1971.

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El capitalismo moderno y la revolución, Tomo II, de Gabriel Robledo Esparza, del Centro de Estudios del Socialismo Científico, (CESC) en coedición con Sísifo Ediciones para su Biblioteca Marxista, se terminó de imprimir en enero de 2008, en los talleres de SM, Servicios Gráficos. La composi-ción tipográfica fue realizada por Carlos Pineda en tipos New Aster de 12:14, 10:12, 9:11, 8:10; y la revisión de pruebas por el autor y Georgina Chargoy, todos con la coordinación de Miguel Ángel Sánchez Jiménez. La edición consta de 1,000 ejemplares más sobrantes de reposición y fue realizada en Cultural

de 90 grs.

[email protected].

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