cantos a los poetas homéricos

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Cantos a los poetas homéricos, supone un cambio poético para el autor. Con respecto a su primer poemario, Laberintos de ser tiempo. En él se adentra en distintas temáticas , desde otras formas de expresión.

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LICENCIA CREATIVE COMMONS

Esta obra está bajo una licencia Creative Commons Reconocimiento-NoComercial-SinObraDerivada 3.0 España.

Texto: Antonio Palacios

Diseño y Edición: Flores del Parnaso.

Fotografia Portada: Flores del Parnaso.

Noviembre 2012 España.

Biblioteca Flores del Parnaso.

www.floresdelparnaso.blogspot.com

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“Llega a ser lo que eres”

Píndaro

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Recuerdos Como antiguas ruinas,De épocas pasadas.

Que aunque irrepetibles,Siempre parecerán,Como una edad de oro.Entre tantos vestigios presentes.

Viejos sepelios,Levantados en ofrenda,Para las antiguas glorias.Que tal vez nunca tuvimos.

Con toda la resignación,Que tal vez el sur da.O quizás, sólo la que daEl tiempo o la edad.

Adiós época.No tengo mausoleos,Que levantar en vuestro nombre.

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El poetaY la soledad.(De una u otra manera)

Y todos los demás también.

Nuestra fragilidad Ante ella.

Quizás nunca nada Sería suficiente Para expresarlo.

Pero apenas sé,Que si de alguna manera,Todo adquiriese sentidoCon los demás.

El resto,Sólo seríaComo consumirse.

Casi el vacío.

Apenas la nada.

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El agua Quizás fuera el ser.

El cauce El tiempo.

Y el ríoLa vida.

Tal vez decía el oscuro.

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Yo, que conocía Cual era el pequeño lugar, De cada una De tus cicatrices.

Tú, tal vez llena de frío.(Con mis guantes y chaqueta)Y yo, hablándote quizásDel mito de la caverna.

Siempre buscabas sol.Yo, sombra.

Pasaron días que se hicieron años.Una tarde primaveral, me dijisteQue nos estábamos distanciando.Y traté de contarte una bella mentira.

Una día, me preguntaste¿Desde cuando?Pero esta vez, La mentira sólo me quedó burda.

Luego, apenas quedó de mí Lo que de Zagreo.

Y años después,Menudo misterio,Sólo pude despedirme de ti en un sueño.

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Marcados con esquirlas Grabadas en nuestra piel.Están nuestras diferentes formas de amarnos.

Doradas bajo aquellos cielos malva.Aquellos días de nubes bajas y pasajeras.

Frente a los paisajes casi lunares,De perfiles marmóreos e intemporales.

Siempre bajo la irremediable Incandescencia, de aquellos Violáceos soles de los ocasos perdidos.

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A veces me encuentro,O quizás me encuentras.

De un lado de las palabras,En el que pareciera, que apenasExistieran para algunas cosas.

Casi innominables o quizás inabarcables.

Otras veces te encuentras,O te encuentro.

De un lado de las cosas,En el que para las palabras,Existen varios caminosDe llegar hasta ellas.

Aunque sean como inalcanzables.

A veces.Cuando nos encontramosComo con un mismo vacío,Un mismo bien, un mismo mal.

Quizás,Como nuestro principio de in-certidumbre.

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En la madrugada.Entre el silencio, la escarcha, la lucidez.He preferido guardarte.

Con la vidriosa luz, sinuosa. De los claros de lunas llenas.

Ahora que el desencanto Ya no es una estación del año.

Junto al aliento del musitar, Tu cálido bosquejo abandonado. De gráciles palabras, garabateadasEn los siempre efímeros dibujos del aire.

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El artista,Vencido una y otra vez más,Por él mismo.

Derrotado.Sin más.

Con la única sensación,De no poder hacer nada.

Aunque quizás,Casi siempre sea así.

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Me han dichoQue no eres para mí.

Me lo ha dicho, La transfiguraciónDe creer encontrarte,(Sin verte)Por la ciudad.Entre la multitud.

La forma de la lluviaContra los cristales.Al anochecer.

Mi aparente silencioCasi total.

Lo que parecía El final de una época.(O una vida)

Mientras era, Como si yo fuera,Orfeo y EurídiceA la vez.

Me lo dijoUn aguacero tempestuoso.

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Que yo,En parte,Habría de irmeComo él.

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Afuera Las gotas de lluviaCon su repiqueteo.

Las finas ondas concéntricas,Quebrándose a su fin,En los charcos.

En mitad de esta Tranquilidad estancada.Sin nada ni nadieA quién esperar.

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Hay una puerta En tu antigua casa.Que no volveré a abrir.

Afuera una vereda De flores y malas hierbas,Al borde del camino.Que ya no transitaré.

Rodeando los charcosDe tu lánguida pena.Bajo el sol de tu sabia sonrisa,Teñida siempre de tristeza.

Un puente de piedra,Sobre un exiguo río,Que no cruzaré más.

Y en la lejanía,Una serpenteante carretera. Que ya no podría Llevarme hasta ti.

Perdidos nuestros pasos.

Nuestras penas y alegrías.

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Recuerdo cuando me musitabas Palabras de un amorQue sólo tú pensabas lejano.

Como aquella pálida luna crecienteEn mitad del sereno anochecer.

Los años infatigables pasaron.

Y una tarde te encontré.

Yo más viejo que entonces.Tú aun con tu brillante hermosura.

Y al despedirnos con un beso en la mejilla.Tan cerca de tu rostro.

Ya de espaldas, Con mi rumbo,Supe lo que son las cosas del pasado.

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Llegó la noche irremediable.Quebrando su silencioEl sonido de los besos.

Aunque nada pareciese durar siempre.

El sonido de la piel,Se extendió apurando, Las últimas luces desmadejadasDe una inmensa luna de madrugada.

Si algo es la felicidadEra eso.

Dejar para las primeras horasDe la emergente aurora.El abrazo claro, sin intersticios.Que casi era el del universo.

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Te imagino sereno,Aunque todo se derrumbase A tu alrededor.

Con la calma De un poeta homérico.

Fumando un cigarrilloAnte el papel en blanco.

Mientras tratas de escribir Sobreponiéndote a todo.

A las extensas jornadas de trabajo.A los besos perdidos.A todas las renuncias.Al sueño. A la dura vigilia.Y al despertar Que es toda creación.

Con el amargo pero silenciosoAmago del llanto seco,Que los francamente heridosSólo conocen.

Mientras absorto, Pareces alejarte un poco del mundo.Sólo para sabiamenteTratar de comprender la vida.

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Tú, que has pasado La mitad de la tuya.Buscando las siete cabezas de la poesía.

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Por entoncesÉl pensaba que buscar lo era todo.

Había perdido un trabajo,Amigos, un amor.

Y con lo único que cabía en su maletaLa buscó.

En las playas de invierno.

En las miradas esquivasDe las estaciones de autobuses o tren.

Por las calles de grandes ciudades.

En las terrazas de verano,Fumando mientras leía.

Bajo la ropa y la piel, De algunas mujeres,Que lo daban todo Por amor.

Hasta que empapado de lluvia,Con un cansancio calado hasta los huesos.Decidió detenerse un día.

Para descubrir,

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Que la conocía Casi de siempre.

Aunque eso no sirvió para nada.

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No quisiera Buscar el lugar Donde te encuentras Por las estrellas.

Ni tu rostroEn el rostro difusoDe la ciudad.

Escribir más versosDe pérdida, ausencia o añoranza.

Aunque tu antigua imagen De agua, tierra, fuego y aire persevere.

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Te imaginoSubiendo unas escaleras,Que crujen siempre Por los mismos lugares.

Llegando tras el infame trabajo,Bien entrada la noche.

Encontrando una casa vacía,Desordenada.Sin nadie a quién desesperadamenteHacerle el amor.

Con el amargo sabor a pérdidaEn los labios. Un brillo en la piel a deserción.Con la soledad En el frío tacto.

Y un puñado de quejas mudas.

Preguntándote ¿Donde estabas hace quince años?

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A veces se adentraba Sola en una antigua senda.En mitad del invierno.

Pensando en élY una tela de araña.

Cuando el recuerdoAun pesaba más que el olvido.

A él, le bastaba cerrar los ojos,Para recordar sus ojos tristes.

Entre todo aquello perdidoQue no se recupera.

Aunque ella ya no fuera ella.Y él no supiera bienQuién era ya.

Cuando todavía eran tan jóvenes.Que la vida los puso en distintos lugares.

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Sin saber por qué.He salido a pasear Bajo una leve lluvia.

Bajé las escaleras.Crucé la avenida.Dejé atrás el antiguo hotel,La estación.

Y allí, casi espectral, me detuve.Como si aun fueras a aparecerDe un momento a otro,Doblando la esquina.

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La poesía Es un barco,En mitad de la inmensa noche.Nadie sabe donde irá.

El viento titilante que sigue su rumbo.En las noches insomnes de verano.

Una escritura De párpados caídos.En la oscura madrugada.

Sabiendo tal vez,Que nuncaLlegará a nada.

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El sonido hilarante de las luces irradiantes delirando sin cesar.

El polvo expandiéndose tras nuestros pasos,A lo largo de todo aquello que llamamos camino.Los venenos que nunca nos matan,Para dejarnos un poco de vida.

Todo el tiempo perdido en el ombligo de la ciudad.El malgastado en el lado anverso del espejo.Todas las bellas flores secas, En los andenes de carreteras secundarias.

Los gestos como guiños de sombras chinescas.Las palabras luminosas como receta milagrosa.Las reglas de oro de obligado cumplimiento.La memoria que escribe el espanto.

El empeño como olor a fuego sobre piel viva.La crueldad de los sacrificios de eternos deudores.Los lastres brillantes como trajes de domingo,Que con orgullo se lucen sin nada que celebrar.

Las zonas muertas de las ciudades.Lo que nadie cuenta,Lo que todo el mundo sabe.Los itinerarios feroces de los tiempos.

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Esos cielos desteñidos siempre planos.Las morfologías invariables.Los puentes suspensos como en un vacío divino.Los puntos cardinales de las encrucijadas.

Quizás los fuegos de artificio nunca fueron para mí.

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Luz meridianaCreando palabras de viento.

Dialogan con el agua,Sobre piedras y ondas concéntricas.

Bajo la bella fascinaciónQue quizás sólo la naturaleza da.

Extraordinarios momentos.Expandiéndose a sacudidas, Como a través de fallas terrestres.

Un rumor diáfano, Siempre estrellado en las disyunciones,Que en nombre del tiempo planeamos.

Bajo cielos tan lejanos.Como el vuelo de un ave en solitario.

Sin saber, Que la nube que parece estática,En cualquier instante se alzará.

En ese ignoto lenguaje, De los restos de algunas cosas,Que las miradas no pueden abarcar.

Más allá de esos límites,

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Que parecieran infranqueables,Vedados en tu propio interior.

Como una existenciaCerrada sobre sí misma, En los sentidos de sus direcciones.

Tengo guardados, en alguna parte que olvidé,Lugares donde mis pasos no dejan huellas.

Pero ahora, aquí, bien pudiera caerme La noche que crepita sin aliento.Los sonidos que las palabras no pueden articular.

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Para no abandonarte,Ni abandonarme.

En los días más plenos de dicha o alegría.O en los más aciagos.

Para que de alguna manera,Pudiera cuidar de ti.Y de mí.

Si nuestra distancia,No fuera el resultado proporcionalDe ecuación exacta alguna.

Si fueras como una pequeña certeza.Instalada en mitad de la incertidumbre.Mediante dedicación, entrega y tiempo.

Y tal vez desearas acompañarme.En el lugar más luminoso,Pero recóndito,Como es el pecho.

Por todos los caminos,(Que son periplos)Por los que he transitado,Transito o pudiera transitar.

Porque ¿Qué sería del universo del poeta?

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En tu ausencia.Aquel de soles, Cielos, mares o estrellas.

Sino quizás cualquier lugar,Junto a las montañasDe la estéril sinrazón.

Al otro lado de los vallesDe las formas, colores, olores,Sabores, sonidos o tactos.

Sólo si quizás fuerasComo parte de mi equilibrio.

La parte inmaterialDe un material intemporal.

Como el antiguo mármol,De los templos clásicos,En la antigüedad.

Aquello,Que no nos pudieran arrebatar.

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¿Dejar de escribir?Quizás,El único posible movimientoSea el silencio.

Aquel que se expande,Nunca el que queda.Si es que alguna vezQueda el silencio,Quedamos en silencio.Y no sencillamente “ab silentio”1.

El pensamiento, los actos, la vida, la escritura.¿Serán una idea, una acción, una creación?

Amo el tiempo, Su rotundidad.Como una zambullida,Hasta que el aliento estremecido aguante.Un suspiro que pareciese venir de otro lugar,Y vuelta a empezar.

Saber, que en el recorridoExistente, en el trayecto sin regreso,De estas palabras.

1 Expresión latina que traducida significa: “en”, “para”, “desde” el silencio, con connotaciones circunstanciales de direccionalidad, otorgando nuevos matices significativos al conjunto del poema.

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Desde el pulso de mi mano,Hasta el final de su propio camino.Algo como siempre, De manera irremediable,Dejará de ser.Se extinguirá, mutará.

¿Dejar de escribir?Quizás,Asomarse a los abismosEnfermo de gravidez.

La oscuridad mirándoteCon sus pétreos ojos fijos.

Y sólo caer con los ojos siempre bien abiertos.

Sabiendo, que la creatividad,No volverá a arder igual.Con ese mismo brillo entre los dedos.

Aunque no haya nada que capturar.(Porque casi todo escapa)

Como el temblorDel estruendo del viento, Esparciéndose inapelable, Mientras golpea vibrante.Para después sólo marcharse.

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Y saber, que todo lo demás bien puede ser literatura.

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A veces no quisiera encontrarme conmigo.

Cuando los caminos desfallecieran.Y no encontrase fuerzas Para dar un solo paso más.

Como al lado de todos los males.Al margen de todas las épocas.

Cuando las noches trazasen siluetas,Donde el recuerdo,Fuera una clase de ebria nostalgia.

Y todo fuera algo así,Como el eco de un rumor lejano.Sin duda siempre alejándose.Rumbo hacia ninguna parte.

Un maldito tiempo, Siempre como en otro lugar.

En el cual, un letrero Tan oculto a la vista,Como colocado bajo los rayos del sol.

Dijese: no tienes nada que buscar.Porque nada habrás de encontrar.

Deslizándose todo al fin,

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De cierto matiz frugal.Al pasar bajo puertas abiertas o cerradas.De manera abyecta o celeste.

Aunque quizás, no intentesEncontrarle mucho sentido.

Porque de este lado.Que es aquí, ahora.

Los coches se deslizan en la oscuridadDe la lejanía nocturna.

Bajo una extraña inmovilidad.Como de plateadas hojas de árboles.Pétreas, sin ningún hálito de viento. Con el parpadeo de sus luces.En la misma densa y oscura noche,Que pareciera la de todos los tiempos.

Que es mía.Pero también tuya.

Mientras por el frágil borde del horizonte.Insinúan la trayectoria de una curva.La cual no toman.Porque quizás no sea tal.

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Para perderse en la informe densidad sonora.Que aplaca mis largas noches de insomnio.Junto a mi ventana.

En las que siempre,El mismo maldito pliegue homérico,Me embelesa.

Y me encuentro a solas.Con algunas de las cosas,Que en mi interior,Son como si siempre Me hubieran acompañado.Aunque no sé si me acompañarán.

Y no sé si gritar.O sencillamente enmudecer.

Nudo gordiano.Que sólo los clásicos Supieron interpretar.

Ya lo dijo el poeta Píndaro:“Llega a ser lo que eres”.

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