cámara 81

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Suplemento de letras e imágenes

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Page 1: Cámara 81
Page 2: Cámara 81

Obra gráfica En portada, Perros Confiscados de Miguel Ángel Andrade

En interiores, Ragazza rozza 2 de Ángel Torres

En contra, Antena 1 de Miguel Ángel Andrade

2V

isor

81

Hay que dejar que se forme en cada uno el negativo de su imagen. No para ver lo que no somos, sino para reconocer lo que somos. Es el primer paso para liberar nuestra imagen, para

acceder a la forma libre de nuestra imagen. Pero hay una condición: no revelar el negativo.

Roberto Juarroz

El arte de vivir es el arte de aprender a creer en las mentiras.

Cesare Pavese

Roger Gorgias era el presidente municipal de Bocanegra. Su cara alargada hacia el frente le daba un parecido a los cerdos cuando van a parir y luego quedan extendidos sobre el cochinero como muertos. Él fue el primero que dijo que todos nosotros éramos una bola de analfabestias, incultos, haraganes: Que no sabíamos nada de nada, ni la “o” por lo redondo, vaya. Que éramos silvestres al no saber quien era un tal Baj o un Beto Ven o un Mozar. Que los del municipio de Papalote eran mejor que nosotros, que ellos si sabían apreciar la buena música, la buena literatura, la buena pintura, en fin, que tenían mejores maneras que todos nosotros juntos para el disfrute de las cosas estéticamente puras. Así nos lo repitió un día de tantos en que, a son de convocar a una junta urgente, nos llamó. Todo fue un engaño, un ardid. En verdad quería que fuéramos para ver una exposición de esculturas que el maestro Puget había montado en el gran salón de Bocanegra. Nosotros, que ya nos con-siderábamos bastante brutos (pues esta también era la cantaleta del padre Erasmo en las misas de los domingos), fuimos como ovejas. Entramos no sin antes limpiarnos los zapatos y quitarnos el sombrero: Yo no le entiendo nada, le dije a mi mujer Aurora cuando quedamos parados frente a una masa informe que se titulaba: “La llama de la sabiduría”, donde yo no le encontraba el fuego ni mucho menos la sabiduría esa que decían. Pues si tú no le entiendes, yo menos, Reyes, contestó Aurora. Luego vimos una serie de pequeños mojones como los que sueltan las vacas cuando han comido mucha hierba, aplastados sobre una

superficie inclinada que terminaba en un pico, su título era: “Senderos de la vida”. ¿Esa es la vida...?, me preguntó Aurora con los ojos bien abiertos. Pues a mí me parece mierda de vaca, me cai, contesté con el entrecejo fruncido. No es mierda, dijo Aurora pues se había acercado para olerla, más bien huele como a engrudo para piñatas. Sea lo que sea, a mí me parece mierda... No digas eso, Reyes, que nos pueden oír, me jaló del brazo mientras pasaba a nuestro lado el escri-tor y poeta Sören Stavaros junto con su amante Rita, una mujer llena de curvas y mirada salvaje que nos evaporaba cuando nos la topábamos en la calle de Bocanegra. Aurora siempre era más aplomada en sus comentarios. Así que callamos, no fueran a pensar que nosotros éramos los más estúpidos de todos.

Cuando salimos de la presidencia municipal, porque ya nos dolían los pies de tanto estar parados sin hacer nada más que mirar cosas que no comprendíamos, mi vecino Eleuterio se nos acercó. ¿Vistes a la mujer desnuda, Reyes? ¿La mujer desnuda? ¿Cuál?, pregunté como sorprendido. Pues habíamos estado parados frente un letrero que decía: “Mujer desnuda con manzanas en los ojos”. No la vi, ¿por qué preguntas?, mentí para que no se diera cuenta que yo era un zopenco como mi mujer y que lo único que habíamos visto era un pedazo de tronco con dos bolas clavadas a los lados. Por nada, respondió Eleuterio, pero al ver nuestra sorpresa continuó hablando: Sólo preguntaba porque yo tampoco la vi. ¡Ah!, exclamé y quedamos callados hasta que salió Rubén, otro de mis vecinos. Llevaba el sombrero en la mano y parecía que hablaba consigo mismo. ¿Y ora?, lo detuvo Eleuterio.

Rubén no contestó sino hasta que se plantó enfrente de nosotros y bebió un sorbo de aire por su nariz: Esos jijos de la chingada me acaban de echar de ahí adentro. ¿Pooor? preguntó Aurora con los ojos de plato. Pues porque levanté una cosa que me pareció un mojón de caballo y quise saber si era eso o no. El señor Puget me regañó y me dijo que era un imbécil por maltratar su obra maestra. Luego vino el presidente municipal y que me echa para afuera, malditos. Ah, si serás imbécil, Rubén, le dije divertido, no era mierda de caballo... era de vaca. Rubén me miró encabronado, pero luego entendió lo que yo quería decir y sólo agregó: ¡Vete la chingada, Reyes!, y echamos a reír. Pero fue en ese momento cuando salió Roger Gorgias, y al vernos ahí parados, riéndonos, se nos acercó con su cara de marrana recién parida: Son unos pendejos, vergüenza debería darles vivir como viven. Nunca van a llegar a ningún lado. Haraganes, güevones. No cabe duda que quien nace para manteca del corredor no pasa. Analfabestias buenos para nada. Incultos de porquería. Nosotros nada más oímos lo que nos tenía que decir. Cuando terminó, sin que dijéramos nada, se regresó al palacio municipal diciendo quién sabe qué más cosas. Pero algo de sus palabras queda-ron como esas moscas que dan lata y que por más que uno se las espante no se largan, y sin despedirnos, nos escurrimos cada quien para su casa, segurísimos de que no nos invitarían a la gran fiesta y posterior borrachera que se llevaría a cabo esa misma noche para festejar a otro extraordinario artista que alumbraba el gran municipio de Bocanegra: El maestro Puget y sus esculturas perfectas.

(Primera de tres partes)

• Gerardo Oviedo

Page 3: Cámara 81

Director General: Director eDitorial:Gabriel Sánchez Andraca Arturo Rueda

coorDinaDor eDitorial: Manejo Gráfico: Miguel Ángel Andrade Óscar Cote Pérez

contacto: [email protected]

consejo eDitorial: Leopoldo García Castellanos, Araceli Lanche, Miguel Maldonado, Alejandro Meneses†, Beatriz Meyer, Efigenio Morales, Enrique de Jesús Pimentel, Gerardo Horacio Porcayo, Gabriela Puente, Marco Antonio Puente, Miguel Ángel Rodríguez, Harald Rumpler, Gerardo Arturo Zepeda.

Cámara es un suplemento quincenal del DiariO cambiO editado en la ciudad de Puebla, México. El contenido de los textos es responsabilidad de sus autores.

3

Tómela de la cintura y deje caer en su hombro derecho todo su pasadojúrele que su cuello no es un puente sino El Crucifijo.Particularmente me gusta tomarles la cara en el primer besoy después morderles un tobillo, una cuba y un son.Siga usted adelante con la noche, no deje el vaso vaciarseedulcore su lenguaje con las palabras del lugarmesurada y lentamente disuada la vida de su oponente nocturno.

Siga bailando, para este momento ella ya lo debe de estar mirando fijamente.

Consejonocturno• Marco Antonio Puente

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Así pues, hay que en algún momento cerrar la cuenta, pedir los abrigos y marcharnos, aquí se quedarán las cosas que trajimos al siglo y en las que cada uno pusimos nuestra identidad; se quedarán los demás, que cada vez son otros y entre los cuales habrá de construirse lo que sigue, también el hueco de nuestra imaginación se queda para que entre todos se encarguen de llenarlo, y nos vamos a nada limpiamente como las plantas, como los pájaros, como todo lo que está vivo un tiempo y luego, sin rencor, deja de estarlo.

¿Se imaginan el esplendor del cielo de los tigres, allí donde gacelas saltan con las grupas carnosas esperando la zarpa que cae una vez y otra y otra, eternamente? Así es el cielo al que aspiro. Un cielo con mis fauces y mis garras. O el cielo de las garzas en el que el tiempo se mueve tan despacio que el agua tiene tiempo de bañarse y retozar en el agua. O el cielo carnal de las begonias en el que nunca se apagan las luces iridiscentes por secretear con sus mejillas de arrebolados maquillajes. El cielo cruel de los pastos, esperanzador y eterno como la existencia de los dioses. O el cielo multifacético del vino que está siempre soñando que gargantas de núbiles doncellas se atragantan y se ríen.

Lo que queda no hubo manera de enmendarlo por más matemáticas que le fuimos echando sin reposo, ya estaba medio mal desde el principio de las eras y nadie ha tenido la holgura necesaria para sentarse a deshacer el apasionante intríngulis de la creación, de modo que se queda como estaba, con sus millones, billones, trillones de galaxias incomprensibles a la mano, esperando a que alguien tenga tiempo para ver los planos y completo el panorama lo descifre y se pueda resolver. Nos vamos. Hago una caravana a las personas que estoy echando ya tanto de menos, y digo adiós.

Despedida• Alejandro Aura

(1944-2008)

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