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    EL PAPEL DE LA EDUCACIN EN LAINTEGRACIN SOCIAL DE LASSEGUNDAS GENERACIONES

    DE INMIGRANTES:OPORTUNIDADES Y AMENAZAS PARA

    DESARROLLAR UN CONTEXTOESCOLAR INCLUSIVO

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    AEDUCACINENLAINTEGRACINSOCIALDELAS

    SEGUNDASGENERACIONESDEINMIGRANTES:

    OPORTUNIDADESYAMENAZASPARA

    DESARROLLARUNCONTEXTOESCOLARINCLUSIVO

    3_

    Vicent Horcas Lpez

    Ramn Lpez Martn

    ISBN

    978-84-9876-527-4

    D.L.:V-xxxx-2009

    MAYO

    2009

    Vicent Horcas LpezLicenciado en pedagoga y habilitado en Educacin Social.Profesor Asociado en Teora de la Educacin de la Universitat de Valncia.

    Ramn Lpez MartnDoctor en Ciencias de la Educacin. Profesor Titular de Teora e Historia de la Educacin de laUniversitat de Valncia.En la actualidad es Decano de la Facultat de Filosofia i Cincies de l'Educaci

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    DESARROLLARUNCONTEXTOESCOLARINCLUSIVO

    INTRODUCCIN

    PARTE I: HACIA UNA PEDAGOGA DE LA INCLUSIN

    1__ Fundamentos pedaggicos de la convivencia en sociedades

    multiculturales

    2__ Principios jurdico-educativos. La igualdad de oportunidades.

    Realidad o ficcin?

    3__ Los desafos del siglo XXI o la exigencia de repensar la escuela

    4__ Las segundas generaciones como mbito de estudio de la

    educacin

    PARTE II: LA ESCOLARIZACIN DEL ALUMNADO EXTRANJERO

    EN LA CIUDAD DE VALENCIA. ANLISIS DESCRIPTIVO

    1__ Datos generales de la poblacin extranjera en la ciudad de

    Valencia

    2__ Los hijos e hijas de familias inmigrantes en la escuela.

    La evolucin del alumnado extranjero en la institucin escolar

    3__ La radiografa escolar en el curso 2005/2006

    3.1__ Sobre la concentracin del alumnado extranjero en las

    escuelas. Un reparto desigual que no cesa

    3.2__ El alumnado extranjero en los Distritos Municipales de

    Valencia. Distribucin o segregacin?

    3.3__ La matrcula viva. El alumnado de incorporacin tarda en

    las escuelas

    4__ Respuestas educativas a la diversidad cultural en los

    Centros Educativos. De las polticas a los hechos

    4.1__ Medidas Organizativas y Curriculares. La compensacineducativa

    4.2__ La calidad en la incorporacin del alumnado extranjero en

    la escuela

    4.3__ Actuaciones de Apoyo, acompaamiento y refuerzo escolar

    4.4__ Las condiciones de la integracin escolar del alumnado

    extranjero

    5__ Bibliografa

    6__ Anexos

    A.I__ Tablas estadsticas

    A.II__ Estructura comparativa de los Sistemas Educativos de los

    pases del alumnado extranjero

    A.III__ Instrumentos de recogida de informacin

    5_

    _NDICE 717

    23

    31

    41

    49

    63

    73

    79

    88

    105

    113

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    131

    137

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    205

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    _INTRODUCCINDesarrollar una investigacin dirigida al estudio y anlisis de la segunda

    generacin de inmigrantes tiene sus propias particularidades, no exentas de ciertasdificultades. En primer lugar, hay que citar el carcter novedoso de la situacin, pues

    si bien el crecimiento ha sido acelerado y la rapidez en que se ha producido en los

    ltimos aos no se conoca en nuestro entorno ms inmediato, la inmigracin es un

    fenmeno reciente en nuestro Pas; esto, evidencia el que todava no podemos

    hablar de una segunda generacin consolidada y, por ello, los datos y fuentes

    sean relativamente escasas. No obstante, los hijos e hijas nacidas de la inmigracin

    se encuentran en la actualidad en las aulas del sistema educativo, lo que nos sita

    en una posicin privilegiada para prevenir y adelantarnos a las dificultades y

    conflictos que estos jvenes han sufrido en otros pases europeos, con ms

    tradicin en materia migratoria, al no sentirse reconocidos y pertenecientes a la

    sociedad en la que han nacido y han sido educados.

    Por otro lado, hay que precisar convenientemente el campo conceptual

    sobre aquello que denominamos segunda generacin y su relacin con los

    fenmenos migratorios, ya que si estos son los hijos/as de familias inmigrantes

    que han nacido y crecido en la sociedad de acogida, significa que no han sufrido

    la experiencia migratoria de sus padres, y, sin embargo, se les estigmatiza y

    clasifica en una categora a la que no pertenecen, arrastrando un lastre que lesdificulta su integracin en condiciones de igualdad.

    En tercer lugar, existen razonables dificultades para determinar el volumen

    de poblacin y los tramos de edad de la llamada segunda generacin. Nos

    referimos slo a aquellas personas de origen extranjero que han nacido en la

    sociedad de acogida?. a los que han venido a temprana edad con la

    reagrupacin familiar?, a los adolescentes y jvenes?, a todos ellos a la vez?

    qu distribucin presentan por nacionalidad y sexo?, en qu condiciones se

    estn escolarizando?... son cuestiones que debemos acotar con anterioridad al

    inicio del desarrollo de la investigacin.

    Existen, por tanto, muchas dudas respecto al estudio de la segunda

    generacin, ya que son muy escasas las investigaciones desarrolladas en nuestro

    pas, e incluso en otros entornos, sobre esta temtica. No obstante, creemos

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    sociedad cada vez ms plural y diversa, constituyendo los centros docentes

    espacios idneos para el aprendizaje de estos valores y habilidades sociales.

    La experiencia nos permite afirmar con toda rotundidad, que la inclusin

    de las jvenes generaciones de inmigrantes en nuestra sociedad constituye uno

    de los mayores retos a los que se tiene que enfrentar la educacin, en general,

    y la escuela, en particular. Entre los estudiosos del tema, se considera que el

    criterio por excelencia para verificar la integracin de los inmigrantes radica en

    el nivel alcanzado de incorporacin e integracin que la segunda generacin

    de inmigrantes presenta en la sociedad. Es por ello, que nos centramos en los

    aspectos e indicadores que nos van a definir el nivel de integracin, as como

    el papel que la escuela (con su modelo educativo) va a tener en todo el proceso.

    No podemos dejar de observar, que estamos hablando de menores y jvenes

    que han estudiado y se han socializado en el pas de acogida, lo que nos lleva

    a valorar los xitos y fracasos de nuestro sistema social, educativo e, incluso,

    poltico.Esto se hace ms necesario en un contexto europeo en el que las

    polticas de integracin, y con ellas las polticas educativas de los diversos pases,

    han fracasado o no han sido capaces de corresponder a los retos, desafos y

    necesidades que los menores y jvenes de origen extranjero demandaban a las

    sociedades que les acogen. Estos jvenes estn siendo educados y formados

    bajo la mirada de la cultura de la sociedad de acogida, es decir, para los hijos e

    hijas de familias inmigrantes, aquello que era til y serva para sus padres ya no

    es aceptable para ellos, nacidos y educados en el pas de acogida. La dimensin

    de la convergencia con las polticas comunitarias, sin duda, es una de las claves

    a la hora de afrontar este tema.

    La experiencia migratoria es vivida de forma diferente por los padres y los

    hijos/as; stos, al contrario que sus padres, viven inmersos en un conflicto

    permanente entre la cultura y las pautas tradicionales de sus pases de origen que

    se transmiten en el seno familiar, y la relacin con la nueva cultura y los modos de

    vida de la sociedad donde se establecen, a travs de la escuela, la relacin con

    el grupo de iguales, la comunidad, etc. La lucha entre los dos referentes culturales

    por monopolizar la educacin del nio/a, puede acabar teniendo repercusionesen el futuro de estos indefensos escolares. La escuela, una vez ms, deber

    pilotar el proceso de normalizacin de estos grupos de poblacin.

    Esta juventud presenta un doble reto a las sociedades de acogida. Por un

    lado, la reconstruccin del concepto de ciudadana, que no es otra cosa que

    nuestra concepcin de comunidad poltica y los marcos culturales que definen

    nuestras identidades, es decir, la reconstruccin de la democracia misma; por

    otro, trabajar por la inclusin plena en todos los escenarios sociales -sistema

    educativo, mercado de trabajo, residencial, comunitario, etc.-, que no actan

    aisladamente, sino que los efectos de un mbito tienen clara influencia en el

    resto, a modo de crculo vicioso, con el consiguiente riesgo de exclusin social,

    marginacin y discriminacin.

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    conveniente y necesario contribuir, dada la importancia que est despertando en

    nuestra sociedad las inquietudes de la integracin social de las segundas

    generaciones, en ampliar el campo de estudio en este mbito para entender mejor

    las variables e indicadores que determinan el nivel de integracin social alcanzado

    por las jvenes generaciones, focalizando su atencin, si cabe, desde una

    perspectiva educativa y escolar en un contexto determinado: la ciudad de Valencia.

    Otro aspecto a destacar, y que preocupa de manera alarmante, es la

    progresiva escolarizacin del alumnado extranjero en los centros de titularidad

    pblica (un 86,3% en la Comunidad Valenciana), en detrimento de la red

    privada/concertada. Esta falta de equidad y desproporcin en la escolarizacin

    puede desembocar en la guetizacin de aquellos centros pblicos situados en

    unas zonas o barrios determinados que escolarizan a un nmero excesivo de

    alumnado de origen extranjero, llegando a producir un dficit en la calidad de la

    enseanza, una desmotivacin del profesorado que, junto con la dejadez de la

    Administracin, repercute de forma notable en el abandono y fracaso escolar deestos alumnos.

    La dimensin educativa de atencin a la diversidad que han puesto en

    marcha las administraciones educativas y que ms han utilizado los profesionales

    de la educacin ha sido la Educacin Compensatoria. Este modelo, lejos de dar

    soluciones a la diversidad del alumnado, con la llegada a las aulas de estudiantes

    con distintos referentes culturales, se ha visto superado por la realidad social y

    cultural de los recientes movimientos migratorios. As pues, pensamos que las

    nuevas dinmicas sociales y escolares precisan de referentes novedosos y

    prcticas educativas en las que se alcance una igual legitimidad por parte de

    todos los grupos presentes en la escuela, partiendo de la reelaboracin y

    adaptacin del currculum destinado a todo el alumnado en base a la diversidad

    que lo configura. En este sentido, la cultura de cada uno de los alumnos no puede

    considerarse como un dficit a compensar, ni justificar las situaciones de

    desigualdad y exclusin social que padecen los colectivos de inmigrantes por la

    diversidad cultural que presentan.

    Afrontar todos estos retos significa detenerse no slo en los aspectos

    culturales de los diversos grupos humanos, sino tambin en todos aquelloscondicionantes y factores que alimentan los procesos de exclusin, marginacin

    y discriminacin, y que impiden que los colectivos con distintos referentes

    culturales puedan participar en la construccin de una sociedad cohesionada y

    democrtica, a travs de su plena incorporacin de todo derecho.

    Es por ello que, la institucin escolar, aunque no de manera exclusiva,

    cumple una funcin primordial en la integracin social de los menores extranjeros

    y de sus familias, en cuanto es, probablemente, el primer espacio de vinculacin

    formal y continuada entre familia e institucin. En ella, se aprenden los cdigos

    de conducta y estilos de vida de la sociedad receptora, adems, de ser un motor

    de cambio de las primeras generaciones. La educacin tiene la responsabilidad

    de formar y preparar a los futuros ciudadanos que han de desenvolverse en una

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    En la segunda parte, hemos querido mostrar de manera detallada la

    evolucin que han experimentado los centros educativos de Valencia ante el

    incremento de la poblacin extranjera en la ciudad, profundizando en aquellos

    aspectos, que bajo nuestro propio criterio, hemos considerado que necesitan un

    planteamiento diferente por parte de las administraciones y otros agentes

    educativos. Las dinmicas segregadoras y excluyentes que empiezan a ser

    visibles en el sistema educativo de la ciudad de Valencia, las concentraciones

    artificiales de alumnado en riesgo de exclusin social y las dificultades en la

    escolarizacin del alumnado que se incorpora tardamente al sistema escolar son

    -si cabe- serios obstculos para garantizar una igualdad de acceso y de

    oportunidades educativas para todo el alumnado.

    Por ltimo, nos detenemos en analizar las respuestas educativas que

    desde los diversos agentes educativos se estn implementando para atender a

    la diversidad del alumnado. Estas respuestas llegan desde dos vas paralelas pero

    no excluyentes: las que proporciona la Administracin en funcin de sus propiascompetencias en materia educativa y las que ofrecen los centros educativos en

    virtud de su, ms que, devaluada autonoma educativa. A este respecto, y con el

    objetivo de recoger la informacin para elaborar el presente estudio, visitamos 8

    centros educativos (2 de Primaria y 6 de la ESO) distribuidos por toda la ciudad

    de Valencia; se llevaron a cabo 35 entrevistas semi-estructuradas: 7 entrevistas a

    personal de los equipos directivos de los centros educativos; 12 entrevistas a

    docentes y 16 a diversos alumnos/as de diferentes nacionalidades (Ecuador,

    China, Argentina, Guinea Ecuatorial, Colombia, Rumania, Ucrania, Bolivia,

    Palestina, India y Marruecos) y de distintos ciclos educativos (6 de Primaria, 1 y

    2 ciclo de la Eso y 1 y 2 de Bachillerato)

    No queremos terminar esta introduccin sin dar las gracias a todos

    aquellas personas e instituciones que nos ofrecieron su tiempo y dedicacin para

    poder realizar esta investigacin. Es necesario significar, de manera especial, a

    todos/as las entrevistadas por su paciencia y el tiempo que nos dispensaron. A

    Joan Lacomba (Mediador Cultural de la Oficina d'Atenci a l'Alumnat Immigrant)

    por sus orientaciones; Javier Pons (CEFIRE Valencia), por los contactos

    facilitados; Asensi Cabo por su dedicacin y ayuda en la elaboracin de lametodologa; Ana Mara Gonzlez (Cap secci de l'Oficina d'Escolaritzaci de

    l'Ajuntamnet de Valencia) y Jess Pinel (Servei d'Estudis i Estadstica de la

    Conselleria d'Educaci), por todos los datos proporcionados. Finalmente,

    mencin a parte merece la Fundacin CeiMigra, por la comprensin y

    oportunidad ofrecida para llevar a cabo esta investigacin. Sin todos ellos,

    ciertamente, estas pginas no hubieran podido salir a la luz.

    11__10

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    Por otro lado, desde un punto vista educativo, si bien existe un marco

    legal a nivel estatal que regula las lneas generales en la atencin educativa a la

    diversidad y a la escolarizacin de los hijos/as de familias extranjeras, la

    descentralizacin en materia educativa a las Comunidades Autnomas, establece

    que sean las propias Administraciones Autonmicas, en el ejercicio de sus

    competencias, las que regulen y desarrollen las medidas educativas con el fin de

    atender las necesidades educativas del alumnado inmigrante, estableciendo as

    el modelo educativo por el cual se van a regir esas medidas, en funcin de las

    peculiaridades de su territorio. Por esta razn, este estudio se centra

    principalmente en un marco concreto, Valencia, con la finalidad de realizar un

    anlisis de los centros escolares de la poblacin, su distribucin y organizacin,

    las prcticas educativas que estn desarrollando dentro de los centros y los

    modelos educativos que se estn llevando a cabo para favorecer la inclusin

    social y educativa de los hijos e hijas de familias inmigrantes, as como las

    respuestas educativas que se estn implementando desde la Administracin y lospropios centros educativos.

    No en vano, hemos estructurado el presente estudio en dos partes. En la

    primera, hemos fundamentado desde diversos planteamientos tericos la

    necesidad de una pedagoga al servicio de la convivencia y la cohesin social;

    una pedagoga prctica inclusiva, que no puede quedarse al margen de las

    corrientes segregadoras y excluyentes que todava se mantienen en muchos

    centros educativos. Las exigencias, ciertamente numerosas, que las sociedades

    multiculturales demandan del sistema educativo, reclaman crear vnculos sociales

    a favor de una convivencia democrtica y plural. Para alcanzar tan deseado

    objetivo, es necesario que todos tengamos las mismas oportunidades en base a

    una igualdad plena en derechos y deberes.

    Estas exigencias nos llevan a (re)pensar la escuela, al objeto de hacer

    frente a los desafos de este nuevo siglo. La institucin escolar no puede

    permanecer anclada a unos parmetros educativos ajenos a la realidad que se

    respira en la sociedad en general y, particularmente, en sus aulas. Los hijos e hijas

    de familias inmigrantes no han hecho ms que desempolvar los viejos conflictos

    no resueltos del sistema educativo que las sucesivas reformas han intentadosolucionar, responder e, incluso, en algunos casos, silenciar. La comprensividad

    del sistema educativo, el derecho a una educacin comn para todos, no puede

    estar reida con la diversidad cultural de su alumnado.

    Finalizamos esta primera parte con una intencin clara: precisar la

    controversia terminolgica y, a veces, discriminatoria respecto a lo que se

    entiende por segundas generaciones de inmigrantes, as como la importancia

    que sta problemtica (que no problema) ha suscitado en mbitos educativos

    ante la proliferacin de trabajos, estudios e investigaciones. An cuando somos

    conscientes de la necesidad de profundizar en esta direccin, pensamos que las

    pequeas aclaraciones enmarcan de manera suficiente el anlisis de datos y

    cifras del resto del trabajo.

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    HACIA UNA PEDAGOGA

    DE LA INCLUSIN

    PRIMERA PARTE

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    Nadie duda en la actualidad que la correcta gestin de los fenmenos

    migratorios se ha convertido en uno de los retos fundamentales de las

    sociedades occidentales del siglo XXI y que las polticas educativas

    constituyen uno de los instrumentos ms eficaces para la integracin de

    todos los ciudadanos y para la bsqueda de una sociedad cohesionada. Si

    los estudios antropolgicos han puesto de manifiesto que los seres humanos

    nos necesitamos los unos a los otros y que nuestra sociabilidad exige

    reconocernos en un nosotros, desde la perspectiva pedaggica se ha

    confirmado de manera rotunda que aspectos como educacin intercultural,

    inmigracin, ciudadana, convivencia escolar, sentimiento de pertenencia,

    integracin, lejos de presentarse aislados, han pasado a ser parmetros

    interdependientes que conforman una misma realidad global. Y es que el

    exacerbado etnocentrismo propio del mundo occidental o la creencia en un

    modelo de civilizacin superior, no puede ocultarnos la existencia de

    mltiples culturas que deben aprender no slo a respetarse en un ejemploprctico de tolerancia, sino a vivir en comn, con-vivir en una misma

    sociedad, o lo que es lo mismo, compartir objetivos y proyectos comunes.

    No en vano, el Consejo de Europa ha declarado el 2008 como Ao Europeo

    del Dilogo Intercultural.

    As pues, en una realidad pluricultural y compleja en la que ya se ha

    convertido la sociedad espaola, adems de los mecanismos encargados

    de regular los flujos migratorios y de mejorar la cooperacin al desarrollo con

    los pases de origen -Espaa dedica el 0,41% de su PIB, superior a la media

    del resto de los pases de la Comunidad Europea-, es necesario profundizar

    en una adecuada poltica de integracin social, desde instrumentos como el

    Plan Estratgico de Ciudadana e Inmigracin 2007-2010 del Ministerio de

    Trabajo y Asuntos Sociales, o los planes de integracin de algunas

    Comunidades Autnomas. Para ese objetivo, el aprendizaje de los valores

    democrticos de libertad, igualdad, justicia, pluralismo, respeto a la

    diferencia, solidaridad, tolerancia, dilogo, etc., irrenunciable desde el

    convencimiento constitucional de entender la poltica educativa como un

    instrumento al servicio de la convivencia democrtica en la defensa de underecho de la educacin para todos, se presenta como la herramienta ms

    poderosa para la integracin escolar y social de toda la ciudadana, en la

    ansiada defensa de una sociedad pacfica y correctamente vertebrada. En

    este contexto, una vez ms, las instituciones escolares se presentan como

    un espacio idneo para el aprendizaje de la convivencia (R. Lpez Martn y

    L. Garca Raga, 2006: 85-97).

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    17_El Informe de la Comisin Internacional sobre la Educacin para elsiglo XXI, presidida por J. Delors (1996), con la vinculacin de representantes

    de diversos pases y organismos, marca -a nuestro juicio- el punto de inicio

    de esta preocupacin presente por entender la educacin como un proceso

    de adquisicin de capacidades y estrategias que nos permitan vivir en

    compaa de otros. Al aprender a conocer, aprender a hacer y aprender

    a ser, como grandes referentes de los procesos educativos, se le une un

    cuarto pilar denominado aprender a vivir juntos, es decir, a construir

    relaciones dialgicas de comprensin, respeto y tolerancia hacia los dems,

    especialmente al diferente, susceptibles de conformar proyectos comunes

    en unas sociedades con una tendencia acusada hacia la insularizacin y el

    individualismo ms atroz. No resulta un gran descubrimiento, a pesar del

    tradicional retraso de la preocupacin educativa de este pilar frente al resto,

    la afirmacin de que es en este entramado relacional donde podemos

    encontrar el carcter integral e integrador de la educacin.

    Desde otra perspectiva similar, y abundando en esta misma idea de

    la UNESCO, Edgar Morin (1999) nos presenta los siete saberes necesarios

    que deber desarrollar el ser humano para un futuro sostenible en eltranscurso de esta centuria que iniciamos. Al margen de comprender la

    humanidad en su unidad y diversidad, elaborar un sentimiento de

    solidaridad y de pertenencia planetario o ensear una tica vlida para la

    totalidad del gnero humano, queremos llamar la atencin del lector al que

    denomina Ensear la comprensin, interpersonal, intergrupal y planetaria,

    mediante la empata y la tolerancia de la diversidad, como medio y fin, a su

    vez, de la comunicacin humana. En palabras del filsofo francs, el planeta

    necesita comprensiones mutuas en todos los sentidos. Sin duda, en esta

    lnea de aprender a vivir juntos, la comprensin del otro, la tolerancia del

    diferente, el respeto a la diversidad, es uno de los retos de la educacin futura

    que ha de estar presente en todos los niveles educativos, lo cual requiere

    1_FUNDAMENTOSPEDAGGICOS DE LACONVIVENCIA ENSOCIEDADESMULTICULTURALES

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    En este contexto, las polticas educativas, en general, y, las

    instituciones escolares, en particular, tal como hemos anotado, debern

    convertirse en espacios idneos para profundizar en el aprendizaje de los

    principios y valores de la participacin y convivencia democrtica. Aprender

    a convivir en los centros docentes, a aceptar la diferencia del otro, a

    socializarse en valores como la tolerancia, la solidaridad, el dilogo o el

    respeto, a conjugar el derecho a la libertad de unos sin menoscabo de la

    igualdad de todos, a participar en proyectos comunes y, en definitiva, a

    capacitarse para gestionar los conflictos de forma positiva y pacfica, son

    aspectos nucleares en toda tarea educativa y, sin duda, el sentido

    pedaggico actual al que debe aproximarse la llamada cultura de la

    escuela, como un ensayo de aprendizaje social.

    No faltan mensajes desde el mbito de la investigacin educativa que

    han puesto de manifiesto esta realidad. El XIII Congreso Nacional y II

    Iberoamericano de Pedagoga, celebrado en septiembre de 2004, bajo elttulo La Educacin en Contextos Multiculturales: Diversidad e Identidad

    (Sociedad Espaola de Pedagoga -S.E.P.-, 2004), puso de relieve la

    necesidad de proporcionar al ciudadano actual una formacin integral que

    incorpore a los tradicionales fines conceptuales, objetivos de carcter

    actitudinal ms vinculados a perspectivas de la personalidad humana hasta

    ahora olvidadas, caso de la dimensin cvica, o, lo que es lo mismo, dotar al

    individuo de una serie de habilidades personales y sociales que le permitan

    no slo conocer y asumir unos derechos, sino el ejercicio activo y

    responsable de unos deberes en aras a la construccin conjunta de una

    sociedad plural, democrtica y generadora de principios que favorezcan la

    convivencia pacfica entre todos. Adems, se lleg a la conclusin de que no

    es suficiente el conocimiento instrumental de las normativas y reglas del

    juego, los escolares deben tener la oportunidad de encontrar espacios de

    ensayo donde llevar a la prctica individual y colectiva la demostracin de

    haber interiorizado los hbitos bsicos de la convivencia democrtica. El

    centro docente tiene que convertirse en un taller de entrenamiento y

    aprendizaje para la vida adulta.El aprendizaje cvico o -si se quiere de forma ms global- la educacin

    para la ciudadana, de la que la convivencia escolar debe ser una parcela

    prctica importante, est acaparando buena parte de las investigaciones

    actuales en el terreno educativo. Como han sealado recientemente un buen

    nmero de autores, entre los que destacan A. Mayordomo (1998), F. Brcena

    (1999: 157-88), J. Escmez y R. Gil (2002), o M. Bartolom Pina y F. Cabrera

    (2003: 33-56), la formacin de una ciudadana intercultural, activa,

    responsable, participativa y crtica, en el marco de una educacin al servicio

    de la convivencia democrtica, constituye el reto de futuro prioritario de las

    polticas educativas en este inicio de milenio. No debemos olvidar, ms all

    de polmicas actuales sobre el formato que debe adquirir este espacio

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    una reforma planetaria de las mentalidades. La convivencia no es otra cosa

    que un aspecto prctico de esa comprensin o vivencia del otro.

    De este modo, esa formacin integral del ciudadano que exige no

    slo fines conceptuales o procedimentales sino tambin actitudinales, debe

    trascender la realidad individual (comprender al diferente desde mi

    perspectiva), para desembocar en una dimensin de lo comn que busca la

    convergencia en proyectos cooperativos. Slo de esta manera el individuo

    buscar, adems de su legtimo bienestar personal, el bienestar social. La

    convivencia, por lo tanto, se convertir en un indicador de bienestar social,

    uno de los pilares bsicos de la llamada cultura del bienestar (R. Lpez

    Martn, 2000: 79-118). El desarrollo de esa conciencia colectiva que

    posibilita desarrollar nuevas formas de convivencia humana, pasa por el

    hecho de que la educacin trabaje en el espacio conformado por un triple

    vrtice: la garanta de unos niveles mnimos de bienestar para todos los

    ciudadanos, el reconocimiento y desarrollo de una serie de derechos ylibertades fundamentales y la consolidacin de una ciudadana responsable,

    que capacite para el ejercicio de estos derechos y libertades. La educacin,

    como una de las herramientas ms eficaces con la que cuentan los poderes

    pblicos para cumplir sus compromisos constitucionales, debe constituirse

    como un conjunto de procesos formativos encaminado a atender no slo las

    capacidades de cada uno, sino -sobre todo- sus necesidades1. Es en este

    contexto de equilibrio entre lo individual y lo social, lo propio y lo ajeno,

    donde la educacin deber adquirir su verdadero sentido de equidad y lucha

    contra las desigualdades.

    Asimismo, no podemos dejar de mencionar en este itinerario de

    teoras pedaggicas fundamentantes de la convivencia humana, a Juan

    Carlos Tedesco (1995: 129), como uno de los mejores conocedores de la

    realidad educativa latinoamericana y, tambin, europea. El pensador

    argentino, alude asimismo a este referente educativo de la convivencia,

    indicando que es necesario promover el vnculo entre los diferentes,

    promover la discusin, el dilogo y el intercambio. Son el lmite a toda

    tentativa de imposicin de un slo modelo de personalidad. En este sentido,y frente a la gran diversidad de opciones que un sujeto encontrar en el

    desarrollo de sus vnculos sociales, la funcin de la escuela en relacin con

    la formacin de la personalidad consiste en fijar los marcos de referencia que

    permitirn a cada uno elegir y construir su o sus mltiples identidades. El

    respeto a la diversidad, esta comprensin intersubjetiva del otro, deber ser,

    sin ningn lugar a dudas, uno de los valores ms acentuados en la tarea a

    desarrollar por los centros educativos.

    1_ Cabe recordar, que el Art. 9.2 de la Constitucin Espaola de 1978, conocido como la clusula del Estado Social,

    prescribe: Corresponde a los poderes pblicos promover las condiciones para que la libertad y la igualdad del

    individuo y de los grupos en que se integra sean reales y efectivas; remover los obstculos que impidan o dificulten su

    plenitud y facilitar la participacin de todos los ciudadanos en la vida poltica, econmica,cultural y social.

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    estancos, sin conexin alguna; muy al contrario, se trata de que la totalidad

    interacte y trabaje hacia la construccin de un proyecto comn. Aunque los

    centros escolares desempean un papel muy importante en el fomento de la

    convivencia, su tarea requiere un apoyo social amplio; la educacin

    sobrepasa los lmites escolares y por tanto, es tarea de todos contribuir en la

    bsqueda de una mejor convivencia: la familia, las autoridades, los polticos,

    los medios de educacin y, por supuesto, la escuela (R. Lpez Martn, 2007);

    nicamente con la implicacin de todos, en un esfuerzo de participacin

    compartido, se puede construir convivencia.

    El objetivo de la plenaintegracin de las poblaciones minoritarias,

    supone la superacin de otros modelos de organizacin social de las

    sociedades pluriculturales como son laasimilacin o la merainsercin. Al

    contrari que a lassimilaci i la inserci -escribe el prof. Garca Roca (2002:

    204)-, que recau fonamentalment sobre la minoria, la integraci implica

    ambdues parts i obliga tant la societat que rep com els treballadorsmigratoris; exige, por tanto, el compromiso en proyectos comunes. Y esta

    sensibilidad hacia la smosis cultural, a juicio de M. Martnez y C. Bujons

    (2001: 148), va a ser la clave que va a permitir que la escuela encaje en una

    sociedad abierta: saber gestionar el dilogo intercultural, donde cada cultura

    asume el riesgo del cambio, es decir, el intercambio y mestizaje con los

    diferentes, al objeto de construir una nueva realidad comn.

    As pues, hablaremos de integracin como el proceso de

    incorporacin de los inmigrantes a la sociedad espaola en igualdad de

    condiciones, derechos y deberes con los nacionales, mediante el cual

    pueden llegar a ser participantes activos de la sociedad de acogida,

    conformando tambin la vida social, econmica y cultural, sin que se les

    imponga el precio de renuncia a su cultura de origen (F. Torres, 2002: 51).

    Ser oportuno, por tanto, avanzar en una doble direccin pedaggica: desde

    una pedagoga de la inclusin, favoreciendo el desarrollo del sentimiento

    de pertenencia y, siendo conscientes de las desfavorables condiciones

    socioeconmicas de las minoras, desde una pedagoga de la equidad, que

    utilice la educacin como un instrumento de lucha contra las desigualdades(M. Bartolom Pina, 2002: 138). El reto, en consecuencia, transciende lo

    propiamente educativo y, ms all de respuestas jurdicas y polticas sobre

    los fenmenos migratorios, reclama actuaciones globales dirigidas a todos

    los sectores sociales y a todos sus miembros.

    Esta apuesta por una educacin intercultural al servicio de la

    convivencia en una sociedad cohesionada, para F. Carbonell (2005: 31), en

    una lnea argumental muy parecida, tiene dos ejes fundamentales que

    atender: una educacin en (y para) la igualdad, capaz de limar todos los

    factores de discriminacin negativa de los individuos y grupos culturales en

    los que se integran, encaminada no slo al reconocimiento del conjunto de

    derechos y libertades bsicas de la condicin humana, sino a ofrecer las

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    curricular, que el propio Consejo de Europa declar el 2005 como Ao

    Europeo de la Ciudadana a travs de la Educacin.

    Es, por tanto, una necesidad imperiosa que el aprendizaje y la

    prctica de valores democrticos como la promocin de la solidaridad, la

    paz, la tolerancia, el dilogo, la justicia, la cooperacin al bien comn, la

    responsabilidad individual y social o la actitud participativa e integradora,

    estn presentes en la realidad cotidiana de los centros educativos y formen

    parte de todo proyecto formativo, ms all de su estudio curricular y de

    contenido. Asumimos en su totalidad los componentes del concepto de

    ciudadana sealados por A. Mayordomo (2006: 28): conseguir un uso

    consistente de la libertad y de la participacin; proporcionar el sentido de

    adhesin y pertenencia a una comunidad social y poltica; generar una activa

    vinculacin y compromiso con lo poltico; facilitar un ejercicio de desarrollo

    personal y colectivo a travs de la vida en comn o la libre y voluntaria

    integracin en el tejido social. Hoy ms que nunca, como hemos dejadoescrito en otro lugar (L. Garca Raga y R. Lpez Martn, 2004), la educacin

    no deja de ser un cmulo de procesos formativos que deben buscar el

    equilibrio entre una slida formacin de las identidades (sentimiento de

    pertinencia, construccin del yo, respeto al diferente) y la gestin

    democrtica de la diversidad (tomar conciencia del entorno social, de la

    convergencia con el otro).

    En este sentido, consideramos que el ensayo de la convivencia en el

    entorno escolar tiene valor en s mismo y, por tanto, no es una simple

    necesidad derivada de los problemas o conflictos que puedan existir en el

    marco de estas modernas sociedades pluriculturales. La entendemos como

    una construccin colectiva y dinmica conformada por el conjunto de

    interrelaciones humanas que establecen los actores de la comunidad

    educativa en el interior del establecimiento entre s y con el propio medio, en

    el marco de unos derechos y deberes, y cuya influencia traspasa los lmites

    del espacio escolar (L. Garca Raga, 2007); se presenta -en definitiva- como

    un elemento polidrico en el que resulta complicado delimitar los diversos

    planos y elementos que la conforman. La propia evolucin seguida por losdescriptores que van perfilando el sentido de este concepto confirma nuestra

    afirmacin: si en los aos setenta se entiende como la formacin de hbitos

    cvico-sociales en el contexto de la Ley General de Educacin, en la

    actualidad dispositiva de la reciente Ley Orgnica de Educacin de 2006 se

    incide en el aprendizaje de los valores democrticos y en la construccin de

    una ciudadana activa, diversa, tolerante y responsable.

    Analizar la convivencia desde esta perspectiva dinmica del presente,

    implica entender que la responsabilidad de educar para la convivencia de

    todos, poblacin autctona e inmigrada, no puede atribuirse a la sociedad

    en abstracto, a la familia, a los docentes, a los medios de comunicacin, de

    manera independiente como si estuvisemos refirindonos a compartimentos

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    capacidades y herramientas necesarias para su pleno ejercicio; y, de otro

    lado, una educacin en el (y para el) respeto a la diversidad que, ms all

    de otros procesos de adaptacin o modelos asimilacionistas a los que

    hacamos referencia, busque la autntica integracin de todos en una

    sociedad cohesionada. No consiste, por tanto, en una simple integracin del

    alumnado procedente de otras culturas, a travs de la comprensin de los

    dficits observados; tampoco es una asimilacin etnocntrica, basada en

    una educacin monocultural o, simplemente, un conjunto de actividades y

    programas dirigidos solamente a grupos minoritarios y reservados a

    determinadas reas curriculares, tal como puede advertirse en algunas

    prcticas pedaggicas; por el contrario, hay que trabajar por hacer prevalecer

    los principios de igualdad, diferencia y reciprocidad de negociacin creativa

    entre las distintas culturas, as como el principio de respeto a la identidad

    personal y cultural de todos (R. Garca Lpez y M. J. Martnez Usarralde

    (2007: 222-24). Una vez analizados brevemente los fundamentos pedaggicos de laconvivencia en esta realidad multidisciplinar de los fenmenos migratorios y

    su relacin con la gestin educativa de la diversidad, y antes de ver algunas

    ideas bsicas sobre los cambios que deberan acometerse en las

    instituciones docentes para salvaguardar los principios pedaggicos

    anunciados, parece oportuno describir el marco legal que perfila el derecho

    a la educacin en el sistema educativo espaol y su relacin con la situacin

    de la inmigracin, al objeto de valorar las particularidades propias del

    alumnado de origen extranjero en la estructura escolar actual.

    Nadie duda de la importancia de la educacin en un sistema social y

    democrtico de derecho, en tanto que constituye no slo un proceso

    necesario para el pleno desarrollo de la personalidad y en la transmisin de

    un conjunto de conocimientos y de habilidades sociales y profesionales, al

    margen de constituir un conjunto de principios y valores fundamentales que

    sustentan la convivencia social. As lo dispone el artculo 27.2 de la

    Constitucin cuando se refiere a los principios y valores que han de guiar la

    educacin; La educacin tendr por objeto el pleno desarrollo de la

    personalidad humana en el respeto a los principios democrticos deconvivencia y a los derechos y deberes fundamentales.

    Nuestra Constitucin reconoce el Derecho a la Educacin en el

    artculo 27. La regulacin de este derecho se fundamenta en dos pilares

    bsicos, el derecho a la educacin como libertad, que permite a los padres

    elegir el tipo de enseanza para sus hijos que est ms acorde con sus

    ideas, y el derecho a la educacin como prestacin, que obliga a los poderes

    pblicos a proporcionar una enseanza bsica de forma gratuita para todos

    (E. Aja, 1999:76). Esta diferenciacin jurdica de la Constitucin sobre el

    derecho a la educacin responde a planteamientos ideolgicos y polticos

    divergentes en un intento de integrar, conciliar o equilibrar visiones diferentes,

    cuando no enfrentadas, entre modelos pedaggicos distintos presentes en

    2_PRINCIPIOSJURDICO-EDUCATIVOS.LA IGUALDAD DEOPORTUNIDADES.REALIDAD O FICCIN?

  • 7/27/2019 c5-Educ Segundas Generaciones

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    lo regulan. De ellas dependern que se consiga su integracin, o por el

    contrario su marginacin.

    Siguiendo esta lgica, si hacemos una breve referencia histrica sobre

    la legislacin de extranjera a la hora de regular el derecho a la educacin,

    podemos observar que este derecho se suscriba solamente a aquellos

    extranjeros que residan legalmente en Espaa. As lo dispona el artculo 9

    de la Ley Orgnica 7/1985, de 1 de julio, sobre Derechos y Libertades de los

    Extranjeros en Espaa:3

    Se reconoce a los extranjeros que legalmente se hallen en territorio nacionalel derecho a la educacin y a la libertad de enseanza, as como el derecho a ladireccin y creacin de centros docentes,de acuerdo con lo establecido en las dis-

    posiciones vigentes y atendiendo al principio de reciprocidad.

    Y en relacin con ella, la Ley Orgnica 8/1985, de 3 de julio,reguladora del Derecho a la Educacin (LODE), en su artculo 1.3,

    proclamaba:

    Los extranjeros residentes en Espaa tendrn tambin derecho a recibireducacin a que se refieren los apartados 1 y 2 de este artculo.

    Estas leyes resultaban inconstitucionales en tanto contradecan toda

    una serie de Tratados Internacionales ratificados por Espaa, que ampliaban el

    derecho a la educacin a todos los hijos de inmigrantes independientemente

    de la situacin legal de sus padres.

    No obstante, y a pesar de la restriccin en el derecho a la educacin

    de los extranjeros en la Ley 7/1985 y de la LODE, la prctica de las

    administraciones educativas espaolas haba propiciado la escolarizacin de

    todos los alumnos en edad escolar independientemente de la situacin

    administrativa de su familia (X. Besal Costa, 2002:127), pero denotaba la

    insuficiencia del sistema para dar una respuesta a este nuevo fenmeno. En

    este contexto se aprob una modificacin del Reglamento de 1986 deejecucin de la Ley de Extranjera, quedando desde entonces vigente el

    Reglamento de 2 de febrero de 1996. En este nuevo Reglamento, en el

    artculo 2.2, el derecho a la educacin aparece plasmado como un derecho

    subjetivo y que, por tanto, los extranjeros tienen garantizado en igualdad de

    condiciones que los espaoles como derecho inherente a la persona.

    Adems, se establece en el artculo 7 que, los extranjeros tendrn derecho

    a la educacin y libertad de enseanza, as como a la creacin y direccin de

    centros docentes atendindose a lo dispuesto por la legislacin que regula

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    la sociedad espaola de aquel momento, como ha puesto de relieve buena

    parte de la literatura jurdica y educativa.

    Sin entrar a comentar el tratamiento poltico de la educacin, la

    relevancia de sta queda as plasmada en nuestra Carta Magna

    reconociendo el derecho a la educacin como un derecho fundamental que

    pertenece a la persona como garanta de la dignidad humana y no slo como

    ciudadano. En este sentido, este derecho pertenece tanto a nacionales como

    a extranjeros, al margen de su situacin legal. Asimismo, la propia

    Constitucin en el artculo 13.1 reconoce a los extranjeros el disfrute de las

    libertades pblicas que garantiza el Ttulo I (entre ellos el derecho a la

    educacin) en los trminos que establezcan los Tratados y la ley,

    exceptuando los derechos polticos que seala en su apartado segundo.

    Slo bastara atender a los Tratados y acuerdos internacionales

    ratificados por Espaa2 sobre esta materia para conceder el acceso a la

    enseanza a los sbditos extranjeros en las mismas condiciones que a losnacionales. As lo dispone tanto la Declaracin de los derechos Humanos

    (Art.26), el Pacto Internacional de los Derechos Econmicos, Sociales y

    Culturales (Art. 13) y la Convencin de los Derechos del nio (Art.28), entre

    otros. No obstante, el derecho a la educacin, conforme a los principios

    constitucionales de libertad y de igualdad corresponde por igual a espaoles

    y extranjeros y cuya regulacin ha de ser igual para ambos, como lo

    reconoce la Constitucin en el artculo 27.1 Todos (es decir, la totalidad)

    tienen derecho a la educacin. Se reconoce la libertad de enseanza.

    En este sentido, inmigracin y educacin se cruzan en un punto

    afortunadamente inevitable: el derecho a la educacin, pero adems, en el

    tipo de sociedad futura que se pretende disear en un contexto que es y ser

    multicultural y donde las polticas debern formular, legitimar y orientar

    prcticas hacia una sociedad integrada en su diversidad (M R. Blanco

    Puga, 2002:309). Asimismo, las polticas educativas van a tener un papel

    primordial en la integracin de los inmigrantes en la nueva sociedad y en la

    promocin de una sociedad cohesionada e inclusiva, especialmente en las

    condiciones de la mal llamada segunda generacin de inmigrantes.La educacin de los inmigrantes presenta una problemtica

    especfica en cuanto se trata de un grupo social que de repente aterriza en

    un lugar donde se habla una lengua diferente a la suya, con unas ideas

    culturales y religiosas diferentes y que, adems, se sitan en los estratos

    socioeconmicos ms bajos, sin mencionar los problemas administrativos

    para regularizar su situacin o la carencia de derechos sociales y polticos

    que les impiden una inclusin plena en nuestra sociedad. Es por todo esto,

    que la correcta integracin de los nios/as inmigrantes en la escuela no slo

    va a depender de los factores generales del sistema educativo, sino que

    tambin estn condicionados por las polticas de inmigracin y las leyes que

    2_ El art. 10.2 de la Constitucin obliga a interpretar todos los derechos reconocidos por la Constitucin de acuerdo con

    los Tratados Internacionales ratificados por Espaa.

    3_ Esta fue la primera Ley que regulaba la inmigracin en nuestro pas. Muchos autores la han calificado de una ley

    policaca que tena como objetivo reducir al mnimo la entrada de trabajadores extranjeros,con lo cual no prevea una

    inmigracin estable, ni por ello la reagrupacin familiar, la prestacin de servicios sociales a los inmigrantes y ni la

    titularidad de algunos derechos.

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    en cuanto a la educacin de carcter no obligatorio, su derecho se restringe

    slo a los extranjeros residentes en las mismas condiciones que los

    espaoles; d) tambin se establece que los poderes pblicos promovern

    que los extranjeros residentes que lo necesiten puedan recibir una enseanza

    para su mejor integracin, con reconocimiento y respeto de su identidad

    cultural; e) y finalmente, los extranjeros residentes podrn acceder al

    desempeo de actividades de carcter docente o de investigacin cientfica,

    as como crear y dirigir centros, en ambos casos de acuerdo en lo

    establecido en las disposiciones vigentes.

    Si analizamos detenidamente el derecho a la educacin que hace la

    Ley 8/2000, podemos observar que sta, slo garantiza el derecho (y

    tambin el deber) a la educacin a los menores de dieciocho aos, pero

    matizando que este derecho (...) comprende el acceso a una enseanza

    bsica, gratuita y obligatoria, en las mismas condiciones que los espaoles.

    La Ley Orgnica de Educacin 2/2006 supone un nuevo giro a lasituacin al establecer en su artculo 4:

    1. La enseanza bsica a la que se refiere el artculo 3.3 (la Educacin Pri-maria y la Educacin Secundaria Obligatoria) de esta Ley es obligato-ria y gratuita para todas las personas.

    2. La enseanza bsica comprende diez aos de escolaridad y se desarrolla,de forma regular,entre los 6 y los 16 aos de edad.No obstante, los alum-nos tendrn derecho a permanecer en rgimen ordinario cursando la en-seanza bsica hasta los 18 aos de edad, cumplidos el ao en que fina-lice el curso, en las condiciones establecidas en la presente Ley.

    3. Sin perjuicio para que a lo largo de la enseanza bsica se garantice unaeducacin comn para los alumnos, se adoptar la atencin a la diversi-dad como principio fundamental. Cuando tal diversidad lo requiera, seadoptarn las medidas organizativas y curriculares pertinentes, segn lo

    dispuesto en la presente Ley

    Es decir, se garantiza as mismo el derecho a todos/as a permanecer

    escolarizado hasta los 18 aos en la etapa obligatoria si las circunstancias lo

    requieren, facilitando las medidas de atencin a la diversidad que sean

    necesarias para cumplir con el principio fundamental de garantizar una

    educacin comn para todo el alumnado. En este sentido, una primera

    interpretacin nos conduce a afirmar que aquellos menores extranjeros no

    residentes menores de edad tendrn derecho a la educacin bsica que

    como hemos visto est delimitada a la Educacin Primaria y Secundaria

    Obligatoria, siendo adems un deber, puesto que es una enseanza

    obligatoria.

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    ests materias, teniendo en cuenta las previsiones contenidas en los

    Tratados Internacionales suscritos por Espaa y, en su defecto, atendiendo

    al principio de reciprocidad (M. Moya Escudero, 2001); queda as

    establecido, al menos jurdicamente, el derecho a la educacin.

    El Reglamento de 1996 se limita a poner parches en aquellas

    necesidades inminentes que necesitaban de una nueva regulacin. Incluso,

    como en el caso del derecho a la educacin, el Reglamento modificaba

    algunos preceptos de la Ley de Extranjera, lo cual siendo una norma inferior

    a la ley orgnica, era jurdicamente ilegal. Sin embargo, la nueva situacin del

    fenmeno migratorio exiga la necesidad de introducir cambios en la

    democratizacin de la regularizacin de la inmigracin, as como la

    necesidad de conseguir su integracin social.

    En este contexto, se aprob la Ley Orgnica 4/2000, de 11 de enero,

    sobre Derechos y Libertades de los Extranjeros y su Integracin Social, bajo

    un elevado consenso de los partidos polticos representados en elParlamento. Esta Ley, dispone en el artculo 9, apartados 1 y 2, el derecho

    de todos los extranjeros menores de 18 aos a la educacin en las mismas

    condiciones que los espaoles (acceso a una enseanza bsica, gratuita y

    obligatoria), as como el derecho de los extranjeros a una educacin de

    naturaleza no obligatoria, tambin en las mismas condiciones que los

    espaoles (acceso a los niveles de infantil y superiores).

    La Ley supone un avance en el reconocimiento de los derechos de los

    inmigrantes y su integracin, toda vez que el derecho a la educacin era

    reconocido en igualdad de condiciones que los nacionales independientemente

    de su situacin administrativa en Espaa. No obstante, las elecciones de marzo

    de 2000 dieron la mayora absoluta al Partido Popular que no tard en modificar

    la nueva Ley 4/2000, por otra con un carcter ms restrictivo en lo concerniente

    al reconocimiento de derechos y garantas. La Ley 8/2000 separa la titularidad

    de los derechos de su ejercicio, sobre todo, a los extranjeros en situacin de

    irregularidad (separacin sta que slo es posible con los menores y los

    incapaces).

    En este sentido, el derecho a la educacin que formula la nueva Leypresenta un serio retroceso respecto a la anterior en los niveles de enseanza

    no obligatorios, al reconocer el ejercicio de este derecho slo a los

    extranjeros residentes. En este sentido el derecho a la educacin en la ley

    8/2000 queda formulado en el artculo 9 de la siguiente manera: a) se

    mantiene el derecho a la educacin de los extranjeros menores de 18 aos

    (educacin bsica, gratuita y obligatoria), la obtencin de la titulacin

    correspondiente y el acceso al sistema de becas y ayudas, pero no slo

    como derecho sino tambin como deber; b) en el caso de la educacin

    infantil, se reitera su carcter voluntario y la obligacin de las

    Administraciones pblicas de garantizar la existencia de un nmero de plazas

    suficientes para asegurar la escolarizacin de la poblacin que lo solicite; c)

  • 7/27/2019 c5-Educ Segundas Generaciones

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    en situaciones de desventaja, dificulta su progreso dentro del sistema

    educativo. En el caso de la inmigracin, esto cobra una importancia

    particular, ya que el inmigrante cuando llega a nuestro pas, se encuentra en

    condiciones de inferioridad respecto a los ciudadanos nacionales en mbitos

    como el empleo, la vivienda, la prestacin de servicios sociales, la cultura

    etc., y afecta individualmente a cada uno de ellos. Pero tambin se

    encuentran en condiciones de inferioridad como grupo social, puesto que

    sufren marginacin, xenofobia, obstculos en la participacin ... con lo cual,

    se hace necesario establecer medidas para compensar las dificultades, tanto

    en la educacin como en los otros mbitos, para promover la igualdad real y

    efectiva de los individuos y de los colectivos de inmigrantes ( E. Aja, 1999;

    80). Con ello, queremos remarcar la idea de que las condiciones sociales,

    econmicas y culturales de las familias de inmigrantes pueden repercutir

    indirectamente en el rendimiento y la integracin escolar de sus hijos.

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    Pero por otro lado, la educacin no obligatoria, la Infantil y la

    Secundaria Post-obligatoria (Bachillerato, Ciclos Formativos, etc.) est

    limitada a los extranjeros que estn en situacin regular en el pas, es decir,

    que tengan permiso de residencia. Esto puede conllevar a que un amplio

    sector de menores extranjeros de 18 aos pueda ver limitado su continuidad

    en la educacin formal, limitando si cabe sus posibilidades formativas.

    Tambin resulta contradictorio que no se reconozca la educacin Infantil a

    los no residentes por no ser una Etapa educativa con carcter obligatorio y

    en cambio, responsabilice a las Administraciones a garantizar un nmero de

    plazas suficientes para asegurar la escolarizacin a los que la soliciten.

    Otro aspecto a destacar de la Ley es la importancia que concede a la

    educacin en la integracin social de los menores extranjeros, reconociendo

    y respetando las caractersticas culturales de los inmigrantes y obligando a

    los poderes pblicos a promover medidas para que los extranjeros pueden

    recibir una enseanza para mejorar su integracin social (Art.9.4). En estesentido, la Ley no aade nada nuevo, ya que la legislacin educativa prev

    medidas de educacin compensatoria para aquellos alumnos, extranjeros o

    no, que presenten carencias formativas o de aprendizaje o por tener

    necesidades educativas asociadas a situaciones sociales o culturales

    desfavorecidas. Sin duda, como hemos visto en el apartado anterior, la

    literatura y/o la investigacin pedaggica sigui presionando a las

    autoridades polticas en la idea de entender la educacin como una

    herramienta para la gestin de la diversidad y la integracin de todas las

    culturas en un proyecto comn.

    Estas limitaciones que restringen el Derecho a la Educacin en las

    Etapas no obligatorias fueron en su da recurridas al tribunal constitucional,

    ya que tal limitacin puede ser contraria a lo que disponen los tratados

    internacionales y a la misma constitucin en base a su artculo 10.24, por los

    cuales se entiende que el derecho a la educacin est reconocido para

    todos los menores de edad independientemente de su situacin

    administrativa.

    Esto conlleva que exista un indeterminacin jurdica en la garanta dela Educacin no obligatoria a los menores extranjeros, ya que en funcin de

    la interpretacin que se haga del artculo 9 de la Ley 8/2000 a aquello que se

    entiende por residente (aquel que est empadronado en cualquier

    municipio de Espaa o slo aquellos que poseen el permiso de residencia)

    se le aplicar el derecho a la educacin limitado a la enseanzas bsicas y

    obligatorias o sin restricciones para cualquier nivel educativo.

    No obstante, el reconocimiento de la igualdad en el acceso a la

    educacin no es suficiente, porque la situacin econmica, social y cultural

    de muchos inmigrantes, as como de nios/as espaoles que se encuentran

    4_ El art. 10.2 de la Constitucin obliga a interpretar todos los derechos reconocidos por la Constitucin de acuerdo con

    los Tratados Internacionales ratificados por Espaa.

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    DESARROLLARUNCONTEXTOESCOLARINCLUSIVO

    Estas nuevas realidades de los fenmenos migratorios, en su mayora

    cargadas de incertidumbre y complejidad, exigen el cambio de algunos

    cdigos escolares, al objeto de ajustarlos a las circunstancias emergentes

    (democratizacin de la enseanza, globalizacin, nuevas tecnologas de la

    informacin, sociedad del conocimiento, incremento de las sociedades

    pluriculturales). Repensar la escuela, en este contexto, es una exigencia

    inexcusable en la realidad escolar europea (V. Llorent y V. Cobano-Delgado,

    2006) y, especialmente, espaola.

    Las prcticas educativas, por tanto, lejos ya de los enfoques

    asimilacionistas y/o compensatorios de finales del siglo pasado, sin duda

    cargadas de buenas intenciones, pero no exentas de cierta ingenuidad (M.

    Bartolom Pina, 2006: 195-204), debern ser capaces de modificar toda la

    estructura organizativa de los centros docentes, atendiendo a cinco

    directrices de actuacin: cambiar nuestras representaciones sociales,

    estereotipos y prejuicios, para luchar contra la discriminacin en todas sus

    formas; fomentar procesos de socializacin que desarrollen identidades msabiertas; desarrollar procesos comunicativos basados en el dilogo

    intercultural, provocando un acercamiento afectivo y efectivo a quienes son

    diferentes a nosotros; facilitar la formacin para una ciudadana participativa

    y capaz de gestionar la complejidad actual; finalmente, apoyar de manera

    decidida todas aquellas instituciones educativas que potencien estas metas,

    faciliten la convivencia ciudadana y conduzcan a la cohesin social, en una

    clara apuesta por una pedagoga de la equidad, que implique nuevas

    estrategias, nuevos programas y renovadas metodologas inclusivas.

    En cualquier caso, como quiera que somos conscientes de que la

    propia idea de interculturalidad debera suponer una transformacin

    revolucionaria en la filosofa y en las prcticas educativas (J. Escmez,

    3_LOS DESAFOS DELSIGLO XXI O LA EXIGENCIADE REPENSAR LA ESCUELA

  • 7/27/2019 c5-Educ Segundas Generaciones

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    laboral-, hay que posibilitar una salida a estos estudiantes que no quieren

    continuar en el sistema escolar, donde se sienten desmotivados y, en algunos

    casos, con sntomas evidentes de rebelda, con el consiguiente deterioro de

    la convivencia, sin renunciar a la garanta de completar sus dficits formativos

    como ciudadanos participativos en una sociedad cohesionada, a travs de

    estrategias pedaggicas de diversificacin curricular no segregadoras.

    Adems de la mediacin y otras tcnicas emergentes de mejora de la

    convivencia escolar (L. Garca Raga y R. Lpez Martn, 2007: 69-114),

    encaminadas a minimizar los efectos negativos de la conflictividad en los

    ltimos momentos de participacin de estos estudiantes en las estructuras

    educativas, y a mejorar sus habilidades sociales y dficits formativos en

    cuanto a la adquisicin y uso de las competencias de convivencia cvica,

    estamos obligados a ofrecer ms y mejores posibilidades para este cada vez

    ms numeroso sector de la poblacin escolar.

    b) La falta de claridad y precisin en los fines de la educacin

    El para qu de la educacin ha sido una preocupacin constante de

    la sociedad en todos los momentos histricos; la complejidad del mundo

    actual, no obstante, junto a otros factores ms concretos que hemos anotado

    a lo largo de este mismo trabajo, ha contribuido al descoloque y

    desorientacin de la escuela (M. de Puelles, 2006: 22-30), que precisa de

    forma urgente repensar los fines de la educacin; por otro lado, de un tiempo

    a esta parte, hay una tendencia a derivar hacia la escuela buena parte de los

    problemas generales de la sociedad. Todo ello, con los profesionales de la

    educacin al frente, demanda una profunda reflexin sobre el sentido y

    objetivos prioritarios de nuestras polticas educativas y sobre el papel que la

    escuela debe asumir en esa tarea social de formar las nuevas generaciones.

    Permtasenos un ejemplo de esta ausencia de claridad con respecto

    a la concrecin de algunos propsitos de las tareas educativas. Me refiero al

    posible enfrentamiento de derechos legtimos entre los principiospedaggicos que constituyen el fundamento central de las sociedades

    modernas europeas: la defensa de la libertad y la apuesta por la igualdad en

    educacin. Para algunos especialistas, aquellas polticas defensoras a

    ultranza de la capacitacin para el ejercicio de la libertad de cada uno pueden

    poner en serio peligro el objetivo de la igualdad de todos (mnimo comn

    cultural); por el contrario, aquellas actividades centradas en potenciar la

    igualdad, podran ir en menoscabo de la libertad de algunos que consideran

    menospreciadas sus capacidades (todos diferentes, todos respetables). No

    es extrao escuchar a padres de familia quejarse amargamente porque los

    maestros del centro escolar de sus hijos, comprometidos en la defensa de

    lograr un nivel mnimo para todos los alumnos de la clase, no aprovechan

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    2002: 135), toda vez que exige una remodelacin total del proceso educativo,

    currculo y organizacin de la cultura de la escuela, nos detendremos -aun a

    riesgo de superar con mucho los lmites conceptuales y espaciales de este

    captulo- en la exposicin de aquellos parmetros de cambio que nos

    parecen ms significativos y que exigen planteamientos ms novedosos de

    cara al tema que nos ocupa, siempre tomando como referencia el marco de

    la realidad escolar espaola

    a) El constante incremento de la escolaridad obligatoria

    Desde el nacimiento de los sistemas educativos nacionales (Ley

    Moyano, 1857), el objetivo bsico no era otro que ofrecer a todos los

    ciudadanos un pequeo tronco comn de educacin obligatoria que les

    capacite para vivir en sociedad de una manera digna; con ello, la educacin,concebida como un derecho social, cumpla su primigenio papel de ser un

    mecanismo de igualdad de oportunidades. Los Estados del Bienestar de la

    segunda mitad del siglo pasado, con mayor o menor rapidez segn los

    distintos pases, apostaron por extender y ampliar ese tramo de escolaridad

    obligatoria: primero a los 9, luego a los 14 y finalmente hasta los 16 aos,

    como una apuesta de enriquecimiento de la formacin del ciudadano. A

    pesar de los problemas de masificacin de la plena escolarizacin e

    incremento antipedaggico de las ratios en demasiadas ocasiones, el

    fenmeno qued asociado al progreso y buena salud de los sistemas

    educativos: a mayor extensin del periodo de escolarizacin obligatoria,

    mayores niveles de progreso y de modernidad de las polticas educativas de

    un determinado pas.

    Si bien es cierto que en la actualidad esta teora sigue en parte

    vigente, hoy se empieza a cuestionar esta idea, toda vez que muchos

    estudiantes tienen serias dificultades de seguir el ritmo de la enseanza o,

    incluso, se encuentran prisioneros del sistema e interiorizan la escuela como

    algo impuesto en la que se sienten claramente fracasados. No est claroque mantener a un alumno en una situacin en la que fracasa

    permanentemente -escribe el profesor J.M. Esteve (2004: 103), refirindose

    a ese estudiante-tipo que est esperando cumplir la edad reglamentaria para

    abandonar el sistema escolar-, sin la menor atencin individual, sea mejor

    que la incorporacin a un ciclo de formacin profesional o a una modalidad

    formativa en el mundo del trabajo; y las dudas nacen al constatar la profunda

    desvalorizacin personal que tal situacin produce en los alumnos. Parece

    oportuno, por tanto, acomodar nuestros sistemas educativos a estas nuevas

    realidades. Ms all de los Programas de Garanta Social (PGS) o Programas

    de Insercin Profesional (PIP) -soluciones propuestas en las ltimas

    regulaciones legislativas para el trnsito desde la educacin al mercado

  • 7/27/2019 c5-Educ Segundas Generaciones

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    La esquizofrenia de predicar unos principios y realizar actividades

    encaminadas a la defensa de sus contravalores, reconozcmoslo as, est

    presente en nuestra realidad escolar. La escuela -escribe D. Martuccelli

    (2004)-, en tanto que zcalo de la vida social, debe liberarse de la obsesin

    por los 'programas' y centrarse en la adquisicin, por parte de todos los

    alumnos, de un mnimo comn cultural; esto no significa, de ningn modo,

    abolir toda la diversidad cultural, sino ofrecer herramientas para comprender

    la cultura del otro y, sobre todo, alejarse del modelo de escuela

    academicista que slo piensa en la preparacin del estudiante para el tramo

    inmediatamente superior, situndose, en la mayora de los casos, de

    espaldas a la realidad del momento.

    Hoy da, el modelo de profesor dictador, entendiendo por tal no slo

    aquel que ejerce un poder omnmodo en el aula sino el que literalmente dicta

    sus apuntes, ha quedado obsoleto; la enseanza no es la transmisin de

    informacin, sino aquellos procesos que te ofrecen herramientas paratransformar esa informacin en conocimiento y te permite no tanto dominar

    unos contenidos, cuanto conocer los instrumentos para actualizarlos y

    adaptarlos a las necesidades que aparecen en un momento concreto.

    Estamos ante el reto de aprender a aprender, es decir, construir un entorno

    alrededor del estudiante que le permita aprender por s mismo. Para ello,

    adems de los contenidos tradicionales, el estudiante necesita un bagaje de

    herramientas actitudinales que le aporte seguridad en si mismo, capacidad

    de relacionarse con los dems, tcnicas de estructuracin de la informacin,

    instrumentos para expresar y gestionar correctamente sus emociones y

    sentimientos y, en definitiva, estrategias que le permitan entender y

    comprender el mundo que le rodea.

    d) La formacin de la ciudadana o el sentimiento de pertenencia

    Entre los principios asumidos por el Plan Estratgico de Ciudadana

    e Inmigracin 2007-2010 del Ministerio de Trabajo y Asuntos Sociales (J. M.Jordn, 2008: 22-30), encaminados a dar un impulso a las polticas de

    integracin social de la inmigracin, adems de priorizar la igualdad y no

    discriminacin o la defensa de la interculturalidad, destaca el principio de

    ciudadana o el reconocimiento de la participacin cvica de los inmigrantes,

    como uno de los caminos ms apropiados para conseguir su plena

    integracin. Y no ha de extraar, toda vez que el sentimiento de pertenencia

    a un determinado grupo propicia la formacin de identidades, favorece los

    procesos de solidaridad y es condicin imprescindible para la correcta

    vertebracin de las sociedades. Hoy ms que nunca, en esta sociedad de la

    globalizacin y de la informatizacin desmesurada, debemos combatir el

    individualismo de apartamento de las grandes ciudades postmodernas del

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    DESARROLLARUNCONTEXTOESCOLARINCLUSIVO

    suficientemente las extensas capacidades de los estudiantes ms brillantes,

    que ven frenada su progresin acadmica y personal; tcnicamente, nos

    situamos en la polmica sobre si es cierta la afirmacin de que la escuela

    comprensiva baja el rendimiento escolar del sistema (M. de Puelles: 70-74),

    pues a mayor igualdad menor calidad.

    Aunque las soluciones no son sencillas, es necesario arbitrar

    mecanismos para que las polticas educativas no subordinen al otro ninguno

    de los dos principios fundamentales o, si se hace, sea de forma consciente

    y asumiendo los efectos pedaggicos de dichas intervenciones. No hay

    situacin ms lamentable en que factores exgenos al profesorado

    (administracin poltico-educativa, grupos editoriales, proyectos de centro)

    le den a ste resuelta la situacin y lo condenen a unas prcticas insulsas,

    que, bajo la apariencia de la neutralidad o la falta de claridad hacia

    orientaciones precisas, le hurten la exigencia profesional de pensar

    crticamente sus propios modelos de enseanza. La educacin -escribe J.Gimeno Sacristn (2001: 107)- debe contribuir a asentar y fundamentar esas

    dos dimensiones aparentemente contradictorias: ser un instrumento para la

    conquista de la autonoma y de la libertad, a la vez que fomentar el

    establecimiento de lazos sociales para el acercamiento hacia los dems y

    para la convivencia pacfica con ellos, cuando menos. Si es obvio que

    debemos trabajar por limar las tremendas diferencias entre los seres

    humanos o la dualizacin de algunas de nuestras sociedades occidentales,

    tambin lo es que debemos ofrecer oportunidades para la igualdad -es una

    exigencia de justicia-, dejando libertad a cada uno para elegir el grado, nivel

    o formato de esa igualdad.

    c) Intelectualismo a ultranza frente a una escasez en la

    formacin de la llamada inteligencia cvica

    En la misma perspectiva del apartado anterior, hay que asumir que la

    escuela, a pesar de las proclamaciones tericas de algunos especialistas eincluso de las prescripciones legales de ciertas normativas, sigue

    obsesionada y preparando por y para los retos acadmicos y/o intelectuales:

    ensear que no educar, informar que no formar; la formacin del ciudadano

    o la llamada inteligencia cvica se quedan en grandes slogans, pero siguen

    fuera de la prioridad de los centros docentes. El aprendizaje de los

    contenidos sobre matemticas, lengua o conocimiento del medio, por poner

    algunos ejemplos, sigue siendo prioridad de los sistemas educativos y,

    consecuentemente, disfrutan de una mayor valoracin social de las propias

    familias que la formacin en actitudes solidarias de respeto a los dems, el

    trabajo en equipo o los proyectos no individualizadores que defienden el bien

    comn.

  • 7/27/2019 c5-Educ Segundas Generaciones

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    recoge la Ley Orgnica de Educacin (LOE), obliga a reconocer cierta

    capacidad de autonoma a los centros a la hora de tomar decisiones sobre

    su organizacin y funcionamiento, con la nica cautela del respeto al marco

    general comn. El Proyecto Educativo5 debe ser un documento que recoja

    no slo las especificidades propias en funcin del entorno social y cultural

    del centro, sino todas aquellas cuestiones que afecten al tratamiento de la

    diversidad y de la convivencia, al objeto de asegurar la no discriminacin y el

    trato equitativo de todos los miembros de la comunidad educativa.

    El arbitrar polticas que impidan la guetizacin, es decir, la

    concentracin de chicos y chicas con riesgo de exclusin (entindase, por

    ejemplo, inmigrantes), condenando a este alumnado a ver mermados sus

    derechos bsicos, es una de las principales tareas a tener en cuenta. No

    basta con que haya un reparto ms o menos equilibrado entre los centros de

    una misma ciudad, sean pblicos o concertados, sino que los propios

    centros, utilizando esa autonoma pedaggica a la que hacamos referencia,adopten las medidas necesarias para que el reparto de alumnos por grupo

    facilite similares condiciones-base para todos, con niveles similares de

    calidad. El grupo A y el B de 4 de ESO, por poner uno de los ejemplos

    ms evidentes, no pueden diferenciarse por las expectativas del punto de

    partida de sus estudiantes (Bachillerato o Formacin Profesional), ni por la

    concentracin de colectivos estigmatizados (gitanos, inmigrantes,

    indisciplinados); es ms, los propios profesores deben ser cuidadosos en

    no transmitir -quizs por currculum oculto- este desequilibrio de expectativas

    para unos y otros.

    Esto ltimo, en ningn caso, debe anular las intervenciones de

    educacin compensatoria consistentes en desdobles a tiempo parcial de los

    grupos generales de referencia en subgrupos conformados por estudiantes

    inmigrantes que deben mejorar sus conocimientos lingsticos o de la cultura

    del pas de acogida. Si estas actividades propician y favorecen la puesta en

    prctica de un dilogo intercultural que permita erradicar estereotipos y

    facilitar la permeabilidad entre las distintas culturas, deben ser potenciadas

    y, en cualquier caso, recogidas en el proyecto educativo del centro, como uncompromiso con la sociedad a la que sirve.

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    DESARROLLARUNCONTEXTOESCOLARINCLUSIVO

    que habla P. Soloterdijk (1994: 96) o la sociedad despolitizada a la que hizo

    referencia N. Tenzer (1992), donde el individuo es incapaz de reconocer-se

    ms all de uno mismo o de la privacidad de su bienestar.

    Para todo ello, como ya hemos significado, aunque debemos insistir

    en la idea, la contribucin de la educacin se presenta inexcusable: debe

    apoyar la construccin de una comunidad poltica integradora y plural, con

    una firme apuesta por la slida formacin de las identidades, de tal forma que

    facilite a cada individuo el manejo de la capacidad crtica con su propia

    cultura, se le ofrezcan herramientas para entender, reconocer y valorar otras

    culturas y posibilite el desarrollo de una relacin dinmica e interactiva con

    los otros grupos sociales distintos del propio; no debemos olvidar, por otro

    lado, que la correcta formacin de competencias ciudadanas que habiliten a

    todos los escolares, sin excepcin alguna, al correcto ejercicio de una

    ciudadana participativa, responsable, crtica e intercultural es un objetivo

    prioritario de las polticas educativas en el siglo XXI. En definitiva, debemosofrecer a todos los ciudadanos los tres vrtices de la cultura del bienestar

    a la que antes me refera: la garanta de unos niveles mnimos de bienestar,

    el reconocimiento y desarrollo de una serie de derechos y libertades

    fundamentales y, sobre todo, la capacitacin para su pleno ejercicio. No

    debemos olvidar, que la ciudadana nicamente tiene total reconocimiento

    cuando lo hacen el resto de conciudadanos en el da a da.

    Como ha escrito Gimeno Sacristn (2001: 155-56), la ciudadana

    (que salvaguarda al individuo y posibilita el ejercicio de la democracia en la

    versin republicana de origen ateniense) y la educacin se necesitan y se

    vivifican recprocamente. La participacin en la vida social requiere ser

    alimentada por la educacin para que la vida democrtica sea una cultura

    enraizada en la mente y en los corazones de los ciudadanos, sin lo cual

    quedara reducida a una carcasa de procedimientos de participacin formal.

    As pues, al margen del carcter nutriente de las escuelas para las races de

    la democracia y otras sinergias que apunta el mencionado profesor de la

    Universitat de Valncia entre educacin y ciudadana, el ejercicio pleno de los

    derechos (civiles, polticos y sociales) que conlleva sta, no pueden lograrsesin la capacitacin que ofrece aqulla.

    e) La concrecin de estructuras innovadoras en la

    organizacin escolar

    La reivindicacin de autonoma pedaggica por parte de los centros,

    tan de moda en los ambientes docentes de la actualidad, puede ser un

    instrumento muy valioso a la hora de repensar la actuacin de la escuela en

    el marco de la temtica que nos ocupa. La necesaria flexibilidad de los

    sistemas educativos y las exigencias de calidad para todos, tal y como

    5_ La Ley Orgnica de Educacin, de 4 de mayo de 2006,establece en su Artculo 121,dedicado al Proyecto

    Educativo:

    1. El proyecto educativo del centro recoger los valores,los objetivos y las prioridades de actuacin.Asimismo,

    incorporar la concrecin de los currculos establecidos por la Administracin educativa que corresponde fijar y

    aprobar al Claustro, as como el tratamiento transversal en las reas, materias o mdulos de la educacin en valores

    y otras enseanzas.

    2. Dicho proyecto, que deber tener en cuenta las caractersticas del entorno social y cultural del centro,recoger la

    forma de atencin a la diversidad del alumnado y la accin tutorial,as como el plan de convivencia, y deber

    respetar el principio de no discriminacin y de inclusin educativ a como valores fundamentales, as como los

    principios y objetivos recogid os en esta Ley y en la Ley Orgnica 8/1985, de 3 de julio,Reg uladora del Derecho a la

    Educacin.

  • 7/27/2019 c5-Educ Segundas Generaciones

    21/119

    Es necesario, por tanto, que las reformas no se planteen desde

    arriba, sino que ofrezcan participacin a toda la comunidad educativa desde

    los primeros momentos de su diseo, tratando de buscar la complicidad del

    profesorado como elemento implementador fundamental de la misma;

    asimismo, no puede obviarse la experiencia acontecida con los intentos

    reformadores del pasado y dirigir los impactos del cambio a los puntos ms

    vulnerables de la llamada caja negra (M. Depaepe y F. Simon, 1995), a las

    propias prcticas y actividades desarrolladas en el interior de nuestras aulas.

    g) Hacia una novedosa formacin del profesorado

    Y acabamos con la exigencia, sin duda, ms decisiva de cara a

    conseguir una escuela con una sensibilidad poderosa hacia la inclusin:

    una renovada formacin del profesorado que permita la adaptacin deestos profesionales a las nuevas realidades de los sistemas educativos

    producidas en las ltimas dcadas, y de las que hemos dado cuenta en

    estas mismas pginas.

    La sociedad del conocimiento, el enorme esplendor de las nuevas

    tecnologas de la informacin, el incremento exponencial de los fenmenos

    migratorios, las polticas de convergencia europea, la sofisticacin de nuevas

    formas de exclusin social, o el desarrollo de los ltimos tiempos de la

    ciencia pedaggica, son -entre otras- circunstancias que demandan un

    replanteamiento en las estructuras y modelos de formacin inicial y

    permanente de un profesorado cada vez ms desmotivado y con cierto

    malestar por la evidente falta de recursos y destrezas para hacer frente a las

    nuevas realidades.

    Hoy da, el profesorado debe hacer frente a realidades ms

    heterogneas que en el pasado, con una diversidad que le llega, al menos,

    de tres tipos de fuentes: desde la perspectiva social, por el incremento de las

    tasas de escolarizacin al 100% de los jvenes en edad de hacerlo en las

    sociedades occidentales, con independencia de sus condicionessocioeconmicas; desde la perspectiva cultural, en la medida en que se ha

    incrementado el nmero de inmigrantes de la sociedad espaola y se ha

    hecho justicia con el reconocimiento de la identidad de grupos minoritarios;

    finalmente, desde la perspectiva lingstica, por el reconocimiento

    constitucional de las distintas lenguas del Estado y su vinculacin a culturas

    diversas. Con estos considerandos, la formacin del profesorado para una

    educacin intercultural -tal como escribe el prof. Esteve (2004: 99)- debe

    partir del conocimiento de estas tres fuentes de diversidad, y de los nuevos

    problemas y las nuevas exigencias que genera la diversidad del alumnado en

    el interior de unos sistemas educativos organizados a partir de la

    uniformidad. Uniformidad establecida en los grupos de nios seleccionados

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    SEGUNDASGENERACIONESDEINMIGRANTES:

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    f) El dudoso impacto de las reformas educativas

    La idea de que la institucin escolar es prcticamente inmovilista o,

    cuando menos, que posee un elevado grado de acomodacin, por el cual las

    reformas educativas apenas provocan cambios sustanciales y tan slo

    araan la epidermis de las estructuras escolares, es una sensacin presente

    en amplios sectores sociales y un convencimiento arraigado en buena parte

    de los profesionales de la educacin. Cierto es que la necesaria alternancia

    de partidos en el poder en un sistema democrtico y las polticas de tela de

    Penlope de unos y de otros, a falta de un Pacto de Estado que ofrezca

    estabilidad a las cuestiones educativas, posibilita la supresin de las reformas

    antes de que stas lleguen a desarrollar plenamente todas sus iniciativas. No

    obstante, parece oportuno ajustar algunos parmetros al objeto de poder

    concretar en la realidad aquellas orientaciones que la reflexin terica

    evidencia como lneas de mejora.Las ltimas investigaciones sobre la dimensin histrica de la escuela,

    en la perspectiva de la llamada Cultura Escolar (A. Escolano, 2006), nos

    ofrecen algunas pistas al respecto: el hecho educativo ya no se explica por una

    serie de factores exgenos al propio sistema (entindase la economa, el

    rgimen poltico, la ideologa), de manera que lo que aconteca en los centros

    docentes no era ms que un reflejo de esos condicionantes; hoy da, sin

    renunciar a la necesaria ligazn de la educacin con estos fenmenos sociales,

    hemos asistido al cambio de paradigma epistemolgico: el hecho educativo,

    tambin puede ser explicado como un subsistema con autonoma propia, con

    una lgica interna especfica que le confiere sustantividad por s mismo. En este

    sentido, no resulta arriesgado pensar que el mundo escolar posee un

    entramado de normas, cdigos, teoras y prcticas diferentes a la estructura

    social general que, sin aislarse de un contexto global al que pertenece, dado

    que reinterpreta la influencia de esos factores externos, conforman una cultura

    con seas de identidad diferenciadas, capaz de explicar con mayor precisin

    lo que ocurre en el interior de nuestras escuelas (R. Lpez Martn, 2001).

    De manera que este entramado cultural que se ha ido sedimentandoa lo largo del tiempo, consolidando toda una serie de virtudes, pero

    necrosando -de igual forma- todo un conjunto de vicios acomodaticios, junto

    a la resistencia del profesorado que -en muchos casos- no percibe como

    propios algunos de los diseos educativos de reforma propuestos

    unilateralmente por la administracin, acaba formando una pelcula de gran

    resistencia que impide la penetracin de los cambios, quedando el efecto de

    las reformas muy minimizado y afectando -exclusivamente- a la epidermis

    del sistema. En definitiva, las reformas educativas no son capaces de

    penetrar en esa amalgama formada por la cultura de la escuela, con lo que

    su influencia para provocar el cambio es, ciertamente, escasa, quedando

    condenadas a un predecible fracaso (S. B. Sarason, 2003).

  • 7/27/2019 c5-Educ Segundas Generaciones

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    La importancia del estudio de las llamadas segundas generaciones

    de inmigrantes radica por ser un punto estratgico en la produccin de la

    convivencia social y la adaptacin reciproca entre quienes llegan y quienes

    acogen. Al contribuir al cambio en la composicin social y cultural de la

    sociedad de acogida, constituyen un nudo gordiano en la reelaboracin de

    la cohesin social y albergan un enorme potencial de transformacin de las

    bases de dicha cohesin. De esta manera se puede decir sin exagerar que

    el estudio de las llamadas segundas generaciones constituye un modo

    privilegiado de acercarse a la discusin del futuro de nuestra sociedad

    (Terrn, E. 2005).

    Sin embargo, es esencial que nos detengamos por unos momentos

    para dar a conocer qu entendemos por segundas generaciones y qu

    importancia desempea la educacin en su integracin social. No es fcil dar

    una solucin terminolgica a lo que se entiende por segunda generacin

    surgida de la literatura anglosajona, donde el trmino est ampliamente

    aceptado.En este sentido, Massot, I (2003) en una investigacin realizada sobre

    los hijos e hijas de inmigrantes que viven entre dos culturas, ya nos apunta

    que el trmino no slo es errneo sino que adems tiene connotaciones

    claramente discriminatorias ya que perpeta el estigma de inmigrantes a lo

    largo de varias generaciones fomentando la formacin de guetos. El trmino

    desegunda generacin slo es una etiqueta ms, que no puede estar

    avalada por una prctica educativa inclusiva y verdaderamente integradora.

    Esta misma autora se pregunta cuntas generaciones tendran q