c4b3

14
MILTON SANTOS EL.PRESENTE COMO ESPACIO Traducción RAYMUNDO MARTÍNEZ FERNÁNDEZ O BIBLIOTECA BÁSICA DE GEOGRAFÍA SERIE TRADUCCIONES 1 SISTEMA UNIVERSIDAD ABIERTA FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO MÉXICO 2002

Upload: orlando-lima

Post on 22-Oct-2015

27 views

Category:

Documents


3 download

TRANSCRIPT

MILTON SANTOS

EL.PRESENTE COMO ESPACIO

Traducción

RAYMUNDO MARTÍNEZ FERNÁNDEZ

O

BIBLIOTECA BÁSICA DE GEOGRAFÍASERIE TRADUCCIONES 1

SISTEMA UNIVERSIDAD ABIERTA

FACULTAD DE FILOSOFÍA Y LETRAS

UNIVERSIDAD NACIONAL AUTÓNOMA DE MÉXICO

MÉXICO 2002

Patricia E. Olivera

En México se introduce su obra, en lengua portuguesa, y la escasaexistente en castellano, en la década del noventas, en los cursos de Geo­

grafía Humana de la Facultad de Filosofía y Letras. El texto que se en­trega en este primer número constituye la primera traducción realizada

en México de la obra de Santos, revisada por el propio autor.Sin proponerlo originalmente, este trabajo constituye un homenaje

póstumo al generoso maestro, amigo y destacado geógrafo cuya obramuestra el interés por fortalecer el estudio crítico y propositivo de nues­tras realidades.

I J ean Brunhes, Lo géograpbie buma;lIe, p. 220.2 Ptolomeo, Geograpby, pp. 24-25. "We consider it necessary therefore for us to pay

more attention to rhe newer records of our time, weighing, however, in Out descriptionrhese new reeords and rhose of former times and deeiding what is credible and what isineredible" .

3 S. Toulmin y J. Goodfield, Tbe Diseovery of Time, p. 18.4 1. Morgenstern, Tbe Dimellsiollal Stmeture 01 Time, p. 40.5 G. Kubler, Fomles du temps, ,.•marques sur /'bistoire des eboses, p. 43.6 Stephan Hales, Vegetables Statisties, oplld D. Are)' Thompson, Growth and Form, p. 318.

EL PRESENTE COMO ESPACIO

[9]

J ean Brunhes, uno de los precursores de la geografía moderna, consagróuna sección entera de su clásico libro "a los nuevos hechos geográficos"1Pero, ¿qué viene a ser lo nuevo? Ptolomeo, en su Geografta, nos aconse­jaba con razón meditar en lo que representa el presente y en lo querepresenta el pasado, así como decidir lo que es creíble y lo que no lo es.2

El pasado, entretanto, puede definirse más fácilmente. En cuanto alpresente, más bien se especula sobre él.

Toulmin y Goodfield afirman que "el pasado pasó, y pasó para siem­pre",3 mientras que para Morgen!)tern "el pasado está muerto, sólo elpresente es real".4 No obstante, de qué sirve hacer tal afirmación paradecir enseguida, como Henri Fouillon: "Pero la actualidad se me escapa.¿Qué es entonces la actualidad?"5

En las fases en que la historia se acelera, lo actual es tanto más difícilde aprehender por Cuanto corremos el riesgo de confundir lo real conaquello que ya no lo es. Afori:unádamente, según escribió Stephan Hales.a propósito de las incertidumbres de un raciocinio sobre la naturaleza,"con un esfuerzo encontramos las cosas que están delante de nosotros".6Lo que se halla delante de nosotros es el ahora y el aquí, la actualidad ensu doble dimensión espacial y temporal.

El pasado pasó y sólo el presente es real, pero la actualidad del espa­cio tiene esto de. singular: ella está formada de momentos que fueron,estando ahora cristalizados como objetos geográficos actuales; esas for­mas-objetos, tiempo pasado, son igualmente tiempo presente en tantoformas que abrigan una esencia, dada por el fraccionamiento de la socie­dad total. Por eso, el momento pasado está muerto como "tiempo",pero no como "espacio"; el momento pasado ya no es, no volverá a ser,pero su objetivación no equivale totalmente al pasado, toda vez que está

siempre aquí y participa de la vida actual como forma indispensable de

EL PRESENTE COMO ESPACIO8

El espacio como presente

11

10 M. Dobb, "Has Capitalism Changed?", en S. Tsuru, ed., Has Capitalúm Chollged?,

p. 144.

EL PRESENTE COMO ESPACIO

El periodo técnico-científicoy la universalización de la sociedad

Dentro de las múltiples denominaciones aplicadas a nuestro tiempo,ninguna es más expresiva que la de periodo tecnológico.La técnica, eseintermediario entre la naturaleza y el hombre desde los tiempos mássencillos de la historia, se convirtió en objeto de una elaboración cientí­fica sofisticada que acabó por subvertir las relaciones del hombre con elmedio, del hombre con el hombre, del hombre con las cosas, así como

las relaciones de las clases sociales entre sí y las relaciones entre naciones.La brutalidad de las transformaciones ocurridas en la totalidad del mun­

do, en el c1ltso de los últimos treinta años, nos impide pensar que el pasa­do, no obstante próximo, sea todavía dominante. Se trata de una faseenteramente nueva de la historia de la humanidad.

Ciencia, investigación pura y aplicada, tecnología y mass-media son,sin sombra de duda, los pilares del periodo tecnológico. Pero el granvehículo de su afirmación histórica en todas las partes del mundo fue­ron las empresas transnacionales. La rriito-Iogia-de la planificación abrióel camino para ellas. Sólo las empresas multinacionales podrían objetivarlas tendencias inmanente s del periodo e imponer en todas partes esafQrm.ade universalización perversa que caracteriza a la vida mundial ennuestros días.

Las empresas transnacionales, instrumentos de concentración y acu­mulación, responden a un doble objetivo: utilizar la mano de obra bara­ta de los países subdesarrollados para producir a bajo costo productosde ~xportación, y elevar las tasas de ganancias, que descendieron a unnivel muy bajo en los países que integran el centro del sistema. Estosdos objetivos no podrían alcanzarse sin una mundialización de la pro­ducción y del consumo, de los intercambios y del mercado", del capitalbajo todas sus formas y del trabajo. El·propio Estado se vuelveinternacionalizado, no solamente por sus funciones externas, siDo tam­bién por sus funciones internas, como la de asegurar las condiciones delcrecimiento económico a nivel mundial.

Ya a mediados de los años sesentas, M. DobblO señalaba la tenden­cia de las compañías ~ una acumulación interna, justificada por la nece­sidad de enfrentarse a la rapidez de la evolución tecnológica, utilizándo-

EL PRESENTE COMO ESPACIO10

Para aprehender el presente es indispensable un esfuerzo en el sentidode dar la espalda, no al pasado, sino a las categorías que él nos legó.Conservar categorías envejecidas equivale a erigir un dogma, un con­cepto. Y, siendo histórico, todo concepto se agota en el tiempo. Si qui­siéramos aprehender el "presente como historia" de Lukács y Sweezy,debemos ver el pasado como algo que encierra las raíces del présente, sopena de perdernos en un presente abstracto, irreal e impotente.8

Los hechos están todos ahí, objetivos e independientes de nosotros.Mas a nosotros nos toca hacer que se conviertan en hechos históricos

mediante la identificación de las relaciones que los definen, sea por laobservación de sus relaciones de causa y efecto, esto es, su historia, sea

por la constatación del orden según el cual ellos se organizan para for­mar un sistema, un nuevo sistema temporal, o mejor, un nuevo mo­mento del modo de producción antiguo, un modo de producción nue­vo o la transición entre los dos. Sin relaciones no hay "hechos". Es porsu existencia. histórica, así definida, en el interior de una estructura so­

cial, que se reconocen las categorías de la realidad y las categorías delanálisis. Ya no estaremos, entonces, corriendo el riesgo de confundir elpresente con aquello que ya no lo es.9

realización social. "Sin embargo, estamos acostumbrados a pensar queel pasado está muerto, y que nada del pasado puede ser también presen­te", escribió Bertrand Russel.7

7 Bertrand Russel, Humall Kllowledge: its S cope alld Limits, p. 231.8 G. Della Volpe, Rorweau et Marx, p. 292.El problema de la funcionalidad histórica de la categoría, preocupación principal de

Mario Rossi (Cultura e rivoluzione).

9 En su incisiva crítica a Prouclhon, así como en muchos otros· pasajes de su obra, Marx(The Pove,.ry of Pbi/osopby, pp. 74 Y 78-79) insiste en el hecho de que las categorías econó­micas no constituyen abstracciones de las relaciones real~s, sino Hproductos históricos y

transitorios", estando su existencia ligada a la de las relaciones que ellas supuesramentecaptan y de las cuales constiruyen una expresión teórica.

[12]

13EL PRESENTE COMO ESPACIO

y de acumulación. Siempre será lícito hablar de su papel parasitario,ejercido desde la cima hacia abajo: del mundo desarrollado hacia el mundosubdesarrollado, de las grandes naciones hacia las pequeñas, de los gran­des monopolios hacia las pequeñas compañías, de una burguesía interna­cional o internacionalizada hacia el resto de la humanidad. Pero ser pa­rasitaria no es sinónimo de improductividad. Es a través de las actividadesde investigación, de ingeniería y de gestión, de los intermediarios, comolos bancos, las compañías de seguros y las compañías de crédito, asícomo del aparato de turismo y los títulos de crédito, que la acumulaciónse ejerce a escala mundial. Además, los mecanismos financieros en vigorpermiten a las grandes firmas reinvertir en la mayoría de los países,sobre todo en la periferia, sin necesitar siquiera de transferir capitales:éstos se encuentran in situ; a través de la utilización del ahorro forzoso

de las poblaciones locales y el incentivo al consumo. Existen, por lotanto, grandes masas de capital qu~ permanecen libres en los países delcentro y que están listas para participar de una especulación cuya fun­ción no es únicamente económica, sino financiera -e igualmente política.

Las compañías transnacionales··aparecen, entonces, como socias a unmismo tiempo necesarias y amenazadoras para los Estados, incluso losmás poderosos.

Las tendencias a la indivisibilidad d.el capital se muestran más pro­fundas y alcanzan todas las esferas -las de producción y las de la distri­bución, incluida la publicidad-, creando nuevas necesidades de acumu­lación y, al mismo tiempo, de circulación de capitales más fuertes.

Como la previsión, indispensable en este nivel, aumenta la necesidad

de liquidez, la búsqueda de dinero líquido se vuelve desenfrenada, y loscapitales empleados tienen que sufrir -una rotación más rápida para com­pensar la tendencia a la baja de las tasas de ganancia. Como resultado,los capitales que circulan más rápidamente proporcionan una tasa deganancia más elevada (caso de-los servicios modernos) y atraen los capi­tales más podetosos, quedando los demás relegados a otras actividades.El fraccionamiento de la ganancia aparecía, pues, como una necesidadorgánica del sistema. Se trata de una división del trabajo financiero quepermite pasar. a los sectores monopolistas, cuya existencia es responsa­ble de ese fraccionamiento, la plusvalía obtenida en los otros sectores.Asimismo, las actividades' populares con nivel de capital muy bajo tam­poco escapan a eso.

Para los países subdesarrollados el resultado es claro: producción sinrelación con las necesidades reales; exportaciones e importaciones noci-

EL PRESENTE COMO ESPACIO

11 P. Sweezy, "Cars and Cities", en MOII/h/y ReviClll, vol. 24, núm. 11, abril de 1973 p. 1.12 Ver al respecto el análisis de R. Richta, Lo civilisa/ioll all carre/ollr.

12

se ese financiamiento interno como fuente de independencia en rela­

ción con los mercados de capitales y los bancos, con los cuales empie­zan, desde entonces, a relacionarse de manera diferente. Este tipo deacumulación no sería posible sin la generalización del monopolio a es­cala mundial. En este último nivel, son aún los progresos ocurridos enla tecnología de la producción y del management los que aseguran larecaudación de royalties [derechos], a título de transferencias de licen­cias y venta de servicios. Al juego contable entre compañías hermanas,medio encontrado por los monopolios para escapar de la tributación, se

agrega la posibilidad de falsear aún más el juego contable puesto que elsuministro de servicios permite al proveedor monopolista la fijaciónunilateral y arbitraria del precio a pagar. El multiplicador tecnológicose convierte desde este momento en una fuente de acumulación mucho

más significativa que el multiplicador financiero. Se puede entonceshablar de superexplotación y de superacumulación.

El papel del consumo, al igual que el del sector terciario, no ha sidosuficientemente tratado. P. Sweezyll observa que, en El capital, Marxno analizó ni discutió el papel del impacto tecnológico sobre el consu­mo y, a través de éste, sobre la acumulación y el desarrollo social. Aveinte años del fin del siglo XIX, no podría Marx atribuir a esa variableel papel que asumió con la revolución tecnológica y la rápida difusiónde las innovaciones.

Por otro lado, la acumulación ya no depende exclusivamente de laproducción, puesto que el corism:no se transformó 'en un instrumentotan importante que él mismo origina un proceso de producción que sevuelve posteriormente autónomo.

La producción material, que en el tiempo de Marx era el elementofundamental del análisis, debió compartir ese papel con los servicios.Son muchos los que, a partir de una lectura literal de los textos de Marx,todavía repiten que las actividades terciarias son improductivas. Sola­mente a los transportes daría Marx un papel fundamental en el circuitoeconómico, como lazo indispensable entre la producción y el consumo.Con todo, lo que distingue a las épocas históricas es precisamente elcambio de papel, o sea, de valor relativo, de los elementos de un sistema.Actualmente, gracias al mayor papel de la ciencia y de la tecnologia,12 lasactividades terciarias se convierten en la fuente esencial de dominación

13 D. Grisoni y R Maggiori "L'actualisation de l'utopie", en Yemps moderoes, año 30,núm. 343, febrero de 1975, p. 896.

vas a la economía nacional; superutilización de los recursos sociales enhombres y materias primas, en beneficio de las grandes firmas mundia­les; subutilización de la fuerza de trabajo y de los recursos efectivamen­te indispensables para la sobrevivencia. En el plano del Estado, endeu­damiento creciente, distorsión en el destino de los recursos, protección,convertida en indispensable, de las actividades que sustentan el "creci­miento" y el comercio exterior, con el consecuente empobrecimientodel Estado. En el plano social, agravamiento del desempleo, de la pobre­za, de las condiciones de hábitat, educación, salud y alimentación. Em­pobrecimiento relativo y absoluto.

La economía moderna mundializada, sus repercusiones en la econo­mía de cada país, las relaciones que desde entonces se establecen entreinfluencias externas cada vez más deformantes y una estructura internacada vez más deformada, todo eso engendra un modelo de utilizaciónde los recursos naturales, una estructura de la producción, una estructu­ra del consumo y una estructura de clases cuyos resultados en relacióncon el hombre y el espacio son específicos de este periodo de la historia,aunque esto represente frecuentemente un agravamiento y una amplia­ción de las tendencias ya delineadas desde el fin del siglo XIX.

Los mecanismos de denominación son ahora más sistemáticamente

elaborados. Para hacer su entrada, el modo de producción tecnológicopuede simplemente servirse de la ideología del consumo mediatizadopor el comercio, aunque no haya producción local correspondiente.Fue por eso que Grisoni y Maggiori escribieron: "Se mide el valor de la .ideología por su influencia histórica en las masas, pero también por supotencial instrumental, por su energía reactiva, en fin, por su capacidad

de convertirse en fuerza materia!' .13

En los países subdesarrollados, la ideología precede al modo de pro­ducción. Ella no es un reflejo o un espejo, una superestructura, o sea, unresultado de la producción. Es, sí, el instrumento de penetración de losmodos de producción nuevos, una causa. La ideología del crecimiento,en toda una nación y en el Estado, y la ideología del consumo, en losindividuos, son el motor de la introducción de las nuevas formas deproducción.

Vivimos en una época en que lo superestructural se adelanta a loestructural, no solamente para preparar su llegada sino también para

15EL PRESENTE COMO ESPACIO

El espacio global

/

El periodo actual presenci~ la intiltipiicación exponencial de las tasas defijeza del capital y, conc0rPitantemente, una elevación bastante rápidade su composición orgánica. Del mismo modo, la rigidez de los instru­mentos de trabajo aumentó con su división y especúilización, lo que losvolvió cada vez más fijos al suelo. Por el contrario, para el capital-mer­cancía, así como para el' capital-dinero o el capital-trabajo, nunca hubouna necesidad tan apremiante de movimiento. Mas movimiento no signi­

fica forzosamente dispersión, y los capitales financieros, que son en partemóviles, no por eso están menos concentrados.

Si los instrumentos de trabajo están más dispersos a escala del plane­ta, la producción se volvió autónoma en relación con el consumo, y elsistema funcional en que las nuevas fuerzas productivas se insertan noes ni local ni regional, ni tampoco nacional. Tendiendo a hacerse inter-

determinarle los contornos. Los papeles del Estado y de la ideología, entodo un país y, sobre todo, internacionalmente, son fundamentales parala definición de la totalidad del aparato productor, después de la pro­ducción propiamente dicha, hasta aquí llamada consumo. En el pasado,la ideología era una emanación directa de cada formación económica ysocial. Hoy, tal relación se rompe, se invierte, porque lo económico fuetotalmente mundializado y porque ya no existe un des fase entre pro­ducción y emisión de una ideología elaborada en otro lugar, ni tampoco(entre) su recepción y consumo en el mismo lugar.14 Llegamos así a unafase histórica en que las transformaciones económicas pueden ser obte­nidas, al principio, a partir de manipulaciones ideológicas, antes inclusode que sea necesaria una presencia más fuerte del capital de produccióno del capital comercial.

14 "La cuestión planteada a propósito de la determinación de la conciencia de claseconsiste hoy fundamentalmente en analizar realmente la naturaleza inherente del capita­lismo actual: tarea que el marxismo no pudo realizar hasta ahora. Lo cierto, entre tanto,

. es que tales fuerzas económicas motrices, que antes determinaban tanto el contenido comola dirección de la conciencia de clase espontánea, cambiaron rarlicalmente y fueron debi­litadas en gran merlida en su impacto inmerliato. Por otro lado, el concepro de concienciade clase general y no espontánea, introducido por Lenin, presupone un análisis adecuadode la época contemporánea". (Carta de Seorg Lukács al editor de Aspects of History and

C/ass Conciol/sness.)

EL PRESENTE COMO ESPACIO14

. 1

\ .

L·;, ' ..'-\

15 Según Avinieri (Social and Politica/ Tho/lght of Marx, pp. 165·166), "la universalidadnecesita de una dimensión geográfica. Marx nos muestra cómo la sociedad civil crea nece­

sidades cuya satisfacción exige un mercado universal. Resulta de ahí una unidad que esuruversal, tanto en los modos de producción como en los estilos de vida, unidad desarro­

llada y acentuada con cada expansión sucesiva de la civilización capitalista y europea".16 L. A. Navarro Brito, Po/ifiq/le et space régiona/.

17 K. Marx, El capital, libro 11, cap. V, p. 144.

17EL PRESENTE COMO ESPACIO

desligadas de su región, son relegadas exclusivamente al papel de distri­bución de servicios, pues su capacidad de producción no crece paralela­mente a la de las metrópolis ni a la demanda circundante.

A esto se debe el aumento o aceleramiento de la tendencia a un coman-o

do externo de la economía, dominada por consideraciones que no intere­san a la formación económica y social para su desarrollo autónomo.

Se puede ahora hablar, con Sorre, de un "espacio social global definidopor una red de relaciones prodigiosamente compleja, imposible de redu­cirse a las tres dimensiones de la geometría c1ásica".18Pierre George llega ahablar de una aespticialización de las relaciones que tejen el espacio, preten­diendo con eso evidenciar la importancia de los vectores extranacionalesen la evolución actual de la orgarlización geográfica. Para él, "la multiplica­ción de los sistemas de relaciones concretas e invisibles, la aespacialización

de las mayores operaciones económicas y financieras, que asumen una di­mensión planetaria y ya no guardan sino puntos de contacto 'estratégicos'con un espacio definido, requieren que se reconsideren en su conjunto lasnociones de dimensión, distancia y espacio".19

Nosotros mismos propusimos 'considerar en cada país la existenciade dos sistemas urbanos superpuestos; uno orientado sobre todo. haciael exterior, otro más ligado a las actividades de interés nacional (nacio­

nal building), pudiendo ambos, no obstante, establecerse en las mis­mas formas.2o

Con 'el advenimiento de una sociedad mundial, también el espacio sehace mundial. En un mundo en que las determinaciones se verifican enescala internacional, en un mundo universalizado, los acontecimientosson comandados directa o indirectamente por fuerzas mundiales. Es launidad de los acontecimientos y la complicidad de las formas que com­pietan la unidad del esp~cio. Puede decirse que el espacio actual es' glo­bal. Aun así, no se trata, en modo alguno, de aespacialización.

El movimiento brusco de unificación, iniciado desde los inicios del

periodo 'capitalista, a mediados del siglo :h.'VI, es también un movimientode diversificación que consagra el principio de la unidad y diversidad enla historia. Tal movimiento alcanza su cumbre en este exánime periodotecnológico, cuando cada nación sólo parece poder encontrar su desti­no en la forma de un Estado.

lB M. Sorre, Géogi'aphie et sociologie, p. 144.19 Pierre George, L'ére des techniq/les: cOJlStmctions 011 destmctioJlS, p. 149.20 Milton Santos, L 'espace partagé.

EL PRESENTE COMO ESPACIO16

nacional, es a la lógica de las firmas multinacionales que ese sistemaobedece.

Esa forma de universalización altera las dimensiones geográficas dela actividad humana. Cuando la división del trabajo, y la cooperaciónperversa por ella ocasionada, se extienden a escala del planeta, el mundocomo espacio se vuelve el espacio global del capital.15

Pero la universalización no suprime los particularismos. Leyes mun­diales, definidas por las necesidades del sistema en su centro, actúansobre sociedades ya desiguales por la acción anterior del capital, contri­buyendo a mantener o agravar las diferencias. Las diferencias se expre­san sobre todo en términos de fuerzas productivas y relaciones de pro­ducción, en términos de costos y precios, en términos de valor de los

productos y del dinero, en términos del nivel de consumo y de renta, yes todo eso lo que define a un país, ya internamente, ya en sus relacionescon los demás.

La nueva estructura de la acumulación tiene un efecto real sobre la

organización del espacio, puesto que agrava las disparidades tecnológi­cas y organizacionales entre lugares y acelera el proceso de concentra­ción económica y geográfica. Todo esfuerzo en el sentido de descen­

tralizar tiene como resultado una concentración, según la expresión deL. Navarro de Brito,16 dado que la organización del espacio no es indife­rente a la "calidad" del capital instalado en los diferentes puntos delespacIO.

Una vez que la acumulación del capital depende de la rapidez de sucirculación, los medios de producción tienden a acumularse más en loslugares de producción, junto a los instrumentos de trabajo fijos. Comodice Marx, "ellos deben estar listos para ser utilizados en los lugares deproducción".17

Macrocefalias extrovertidas y aparato de transporte desproporciona­do distorsionan la economía, llamada a producir más en valores de cam­

bio a ser utilizados en otros lugares y por otros, y la organización delespacio, donde las ciudades medias, aplastadas por la ciudad grande y

21 De manera muy general, puede decirse que e! capitalismo de organización procura'racionalizar' a la sociedad como instrumento de producción, de intercambio y de consu­mo y, en consecuencia, organiza e! espacio según su lógica propia; tales tendencias obligannecesariamente a la intervención de! Estado en tanto institución, para asegurar la coordi­nación de intereses divergentes en el seno de la clase dominante, poniendo en acciónmecanismos de regulación, integración y representación, definiendo y construyendo lamejor organización posible de! territorio", (paul Vieille, "L'espace global du capitalismed'organisation", en Espaces e/ socié/és, núm, 12, mayo de 1974, p. 3,)

22 "Mientras que e! aspecto económico de la política espacial va ganando importancia,la interdependencia económica de las naciones se estrecha, La gran facilidad para la trans-

19EL PRESENTE COMO ESPACIO

misión y difu.sión de la información a través del planeta, a través de múltiples medios,reduce tamblen la utilidad de las fronteras políticas, poniendo de relieve aquello que laspersonas h,~cen, su comportamiento, y no quienes detentan el poder en tal tierra", a,Gotmann The EvolutlOn of the Concept of Tertitor)''', en Social Science Informa/ion,vol. 14, núm, 314, 1975, pp. 44-45,)

cas y de seguridad, la preocupación por preservar las riquezas naturalesy el medio ambiente no permiten excluir los espacios antes considera­

dos vacíos o neutros en relación con las preocupaciones del Estado y dela población nacional, principalmente si ellos son también blanco de lacodicia de otros países.

Hoy, cuando se habla de espacio total, se habla de una multiplicidadde influencias superpuestas: mundiales, nacionales, regionales, locales; porsu parte, el espacio es sólido, continuo, indivisible. Tan indivisible como

la sociedad total, de la que es territorio y con la cual su relación es igual­mente indivisible. La región aparece como un espacio conveniente, un

marco a utilizar para la reproducción de las relaciones sociales. Lugares,subespacios, son sólo espaciosfuncionales. Solamente la consideración del

espacio total permite aprehender el papel del paisaje en el movimientoglobal de la economía y la sociedad,

Los Estados-naciones; formaciones económicas y sociales en cuantototalidades legítimas, son también la unidad geográfica de estudio. Esese espacio el que nos interesa aquí, por' cuanto se puede estudiado como

una totalidad menor en el interior de -una..totalidad más amplia, el espa­cio mundial. Con todo, la totalidad del espacio mundial no se presta aun esfuerzo de análisis, pues deja escapar la especificidad de las relacio­

nes internas propias de cada sociedad, esa estructura integral que la defi­ne. Además, es ya imposible ánalizar el espacio y su evolución sin to­mar en cuenta el papel del Estado en la vida económica y social.

Existe actualmente un "control invol~ntario" (o "no deseado") delos ritmos del espacio, desde que el tiempo social, considerado comouna duración objetiva de los procesos, está tan estrechamente comanda­

.do por el Estado y por las grandes compañías en cuanto instituciones.Ese tiempo de las cosas comandadas por el Estado y las instituciones esun ejemplo de tiempo empírico, ya que ahora el movimiento de la ma­

teria obedece a disposiciones legales, normales, negativas -vale decir,prohibitivas- de los cambios de forma, o positivas -o sea, inversioneso estímulos a la inversión- que acarrean modificaciones en la forma.Cuando el Estado se vuelve un aliado, un elemento activo en el curso de

EL PRESENTE C01ll0 ESPACIO

La nación-Estado es la formación socio económica por excelencia, nomenos por la necesidad y complejidad de las relaciones exteriores que porlas necesidades emergentes de las sociedades locales. En este mundo deagudas contradicciones, la proliferación de los Estados es una necesidadpara la expansión del imperialismo en su fase actual, porque institu­cionalizan y facilitan la penetración.21 La nación-Estado es en gran parteconsolidada y a veces el resultado de las contradicciones internas creadaspor el capitalismo tecnológico, especialmente por aspiraciones que la exa­cerbación de la publicidad y del comercio exterior hace nacer, como ladiversificación del consumo, desde la alimentación hasta la educación.

~álogamente, es por el hecho de las estructuras sociales que se hanvuelto tan específicas que el Estado nacional se impone como una nece­sidad. En efecto, la mundialización de las relaciones, que son igualmenterelaciones jerárquicas, estimula la contradicción en todas partes: diver­sas formas de nacionalismo, fundado en la explotación de los recursosnaturales y humanos, la pobreza creciente al lado de la riqueza crecientey la necesidad, impuesta al Estado, de tomar todo esto en cuenta. ¿Quédecir del hecho de que deis grandes potencias, y sólo ellas, conocen me­

jor que nadie las riquezas naturales de los demás países y elaboran lastécnicas de su utilización? El valor de los espacios "vacíos" se volvió algodesconocido para todos, salvo para' esas dos superpotencias. Se llega aconsiderar toda porción del espacio como potencialmente utilizable.

Se hablaba otrora del ecúmeno y de lo demás. Hoy, el espacio huma­

no comprende las áreas que permanecieron como espacio biológico, in­cluidas no obstante en la red de relaciones que, en nuestros dias, ya noson estrictamente económicas, sino también políticas, etcétera; relacio­

nes efectivas, pero también potenciales. Si existen espacios vacíos, ya noexisten espacios neutros.

Contrariamente a Gotmann, no somos el parecer de que la utilidad

de las fronteras haya disminuido.22 Actualmente, las necesidades políti-

18

i :¡:

Alienación del espacio del hombre

21EL PRESENTE COMO ESPACIO

25 S, Avinieri, op, cit.

26 Harry Braverman, Labor and MonopoD' Capital, tbe Degradation 01 Work ill tbe

TJvebtiet Celltllry.

27 P, Kotler, "Marketing-Management", en Pllbli-Unioll, p. 1021.28 M. Wieviorka, "Le marketing urbain", en Espaces et siciétés, núm. 16, noviembre de

1975, p, 109,

sus necesidades más inmediatas, en un mundo donde la monetarización

se generalizó, el hombre se ve condenado a ser una mercancía, un valorde cambio en el mercado de trabajo. En los países desarrollados, la ra­cionalidad de la alineación encuentra contrapartida en el empleo o en laayuda financiera para los desempleados. En el Terce~ Mundo, esa racio­nalidad permanece abstracta: el sistema todavía no pudo, ahí, inventaruna falsa verdad para camuflar la realidad del desempleo y la míseria.

Al espacio no es indiferente esa mundialización del mercado y de lamercancía, prevista por Marx y definida por Avinieri25 y Braverman26en su existencia real. El espacio, suma de los resultados de la interven­ción humana sobre la Tierra, está formado por el espacio construido quees también espacio productivo, por el espacio construido que es sólo unaexpectativa, primera o segunda, de una actividad productiva, e inclusopor el espacio no construido pero susceptible -frente 'al avance de laciencia y de las técnicas y a las necesidades económicas y políticas osimplemente militares- de convertirse en un valor, no específico o par­ticular, sino universal, como <;1 de las mercancías en el mercado mundial.

El espacio, por tanto, se volvió la mercancía universal por excelencia.Como' todas las fracciones del territorio son marcadas, de' ahora en ade­

lante, por una potencialidad cuya definición no se puede encontrar sino a

postenon, el espacio se convierte en una g~ma de especulaciones de ordeneconómico; ideológico, político, aisladamente o en conjunto. De dondela idea de un "marketing de los lugares", desarrollada por Kotler, y quepuede "consistir en esfuerzos para influenciar las actitudes y establecerintercambios de domicilios, de locales industriales y comerciales, de terre­nos, de viajes e imágenes nacionales".27 Para Wieviorka, "una' tal marke­

ting, susceptible de. ejercerse en diferentes niveles espaciales, más especial­mente en la ciudad, evoca, a primera vista, la idea de un complemento ode un sustituto a las prácticas de la planificación urbana.28

A partir del instante en que el comercio se basa en el valor de cam­bio, la naturaleza y los hombres pasan a ser valorizados a través de datosexteriores a la sociedad considerada, Esto fue el punto de partida de undoble proceso: uno, que habría de separar a los hombres entre compra-

EL PRESENTE COMO ESPACIO

23 M, Sane, op, cit., pp. 14-17.24 La alienación en e! mundo moderno surge principalmente por la separación enrre e!

productor y su producto corno resultado de la división de! rrabajo y de la producción de lamercancía. En arras palabras, se rrabaja para e! mercado, para los consurrudores desconoci­dos y no para e! consumo del productor. (Ernest Mande!, IlItrodllcción a la teOlia ecollómica

marxista, p. 22.)

Sorre23 observó la familiaridad de los pueblos "primitivos" con su espa­

cio, su percepción del espacio confundiéndose con el espacio social nece­sario para la reproducción de su vida. Cuando la economía se hace com­pleja, una dimensión espacial más amplia se impone, y el espacio de trabajoes cada vez menos suficiente para responder a las necesidades globalesdel individuo. Su tarea no pasa de una parcela ínfima dentro de un pro­

ceso que interesa a millares o a millones de personas, separadas frecuen­temente por millares de kiló~etros. La percepción de ese gran espacio sevuelve entonces fragmentaria, por cuanto el espacio circundante sólo ex­

plica una parcela de su existencia.La especialización creciente de la producción, en una base regional

pero, sin que sea ello extraño, ligada a intereses distantes, así como lamultiplicación de los intercambios, contribuyen igualmente a volver alhombre extraño en su trabajo, extraño en su espacio, en su tierra, trans­

formada prácticamente en fabrica. Esto es aun más verdadero cuando seimpone la necesidad de estandarizar la producción, aumentar la produc­tividad de la tierra, racionalizar la actividad y, de ese modo, utilizar

mejor cada tipo de tierra para una determinada producción. También elespacio sufre los efectos del proceso: la ciudad se vuelve extraña a laregión, la propia región queda alienada, pues ya no produce para servira las necesidades reales de aquellos que la habitan.

A medida que la cooperación extiende su escala espacial, el hombre

productor sabe cada vez menos quién es el creador de nuevos espacios,quién es el pensador, el planificador, el beneficiario.

La intensificación de las relaciones comerciales, induciendo a la orien­

tación de la producción para la venta, es al mísmo tiempo un factor' dealienación regional del hombre.24 Como ya no produce para proveer

la economía, ese mecanismo se vuelve entonces aún más frecuente. Es lo

que acontece actualmente.

20

"

\

¡

1

29 A lid Gary Gappert, "Alternative Agendas for Drban Policy and Research in thepost-Afuu~nt Future", en G. Gappert y H. Rase, Altemative Agendas for Urban Polzcy

and Reseal"ch in the Post-AJJIIICllt Flltlll"e, p. 611. . k . I"Desarrollado y utilizado eficazmente por e! mundo de los negocIOs, al mar etll1g e

fue añadido un nuevo objeto: e! espacio urbano". (L. Blanc, "Déve!oppement, marketinget communications", en Développment Urbain, núm. 17, p. 19.)

30 R. Richta, op. cit., p. 212. . . . .

31 ] ean Paul Sartre, Critique de la raison dialectique, t. 1, Theone des enwnbles ptatlques,

p. 244. 'd 1 .e a32 "En la realidad ese mundo, producto de todos, no era reconoc~ o. por cua qw r

como su producto. Los individuos, buscando su propio objetivo, produclan Juntos un ;;un­do y una historia que no eran e! objetivo de ninguno de ellos, que l~ robaban el resulta o yadesaparecido de su esfuerzo, que 'escapaban a su control, contradeoan su esperartZa" aruqUl­laban sus cálculos'. La razón fundamental de la alineación de un mundo que slen.do nuestro

producto' está todavía materializado en una fuerza que nos domina, reSide, segun Mar.<, en

la separación de los. individuos: cada cual actúa buscando su proPiO obJetivo, en la Ignoranoade la acción del otro; pero las múltiples accIOnes alsladas van a fundirse en un resultado bIendiferente al fin perseguido". (André Gorz, La morale della stona, II Sagglator~" pp. 78-79,

aplld Silvano Sportelli, "A proposito della teona sartrlana de! pratlCOlnerte , en Cntzcamarxista, año 12, núm. 5, septlembre-octubre de 1974, pp. 82-83.)

23EL PRESENTE COMO ESPACIO

El espacio que une y que separa

33 La división entre capital común y capital particular sugerida por Mar.< (Gnl1ldrisse,

Notebook v, p. 533.)34 Ver, a propósito, D. Calabi y F. Indovina, "Sull'uso capitalistico de! territorio", en

EcoJiolJlia e tmitolio, pp. 205-222; M. Santos, op. cit.

3S F. Woodbridge, An Ess'!)' on Nature, p. 127.36 H. Lefébvre, La producction de I'espace, p. 121.

Con la mundialización de la sociedad, e! espacio, hecho global, es uncapital común a toda la humanidad. Entretanto, su utilización efecti­va está reservada para aquellos que disponen de' un capital particular. Coneso, la noción de propiedad privada de un bien colectivo es reforzada.33

La utilización de este capital común, el único que dispone la humani­dad, es selectivo. El espacio construido, la estructura eco técnica, esse!ectivamente utilizado por los diversos tipos y modalidades de capital.34

"Todas las cosas colaboran cuando son lo que son", podríamos decir

con ironía, retomando la expresión de Woodbridge.35 Observemos, porejemplo, las nuevas formas de organización de los transportes y comu­nicaciones. ¿Cuántos no pensaron y escribieron que los milagros de ra­pidez, hoy tan ampliamente alabados, son un bien común de la humani­dad? En la realidad, resultado de una demanda antes que nadainternacional que sólo secundariamente irJteresa a la mayor parte de lospaíses alcanzados, esas f¡¡cilidades no son utilizadas equitativamente en­tre las compañías ni entre los hombres: De un lado, están los consumi­dores de espacio, los ávidos de infraestructuras; de otro, todo e! resto.Los primeros," compañías rnultinacionaÍes y emp~rentadas, participandirecta o irJdirectamente de la acumulación de las economías avanzadas,reservando para sí las mayores ventajas.

Según Lefebvre,36 "la forma de! espacio social es e! encuentro, la re­unión, la simultaneidad", mientras que "e! espacio-naturaleza contrapo­ne, dispersa". Si e! espacio nada más fuese la forma física, esto sería total­mente verdadero: pero e! espacio social se distingue de las formas vacíaspor e! propio hecho de su complicidad con la estructura social. Esto esporque, con e! desarrollo de las fuerzas productivas y la extensión de ladivisión de! trabajo, e! espacio es manipulado para profundizar las dife­rencias de clases. Esta misma evolución acarrea un movimiento aparen­temente paradójico: e! espacio que une y separa a los hombres.

Esto vale para la totalidad del espacio, más en particular para las ciu­dades. "A medida que nuestras ciudades crecen, la distancia entre los

EL PRESENTE COMO ESPACIO

dores y vendedores de la fuerza de trabajo y, por ello, los subordinó alos objetos; otro, que quitaría a estos mismos objetos un valor fundadoen e! trabajo necesario para su producción, sustituyéndolo por un valorcomercial. De este modo, e! hombre se volvió doblemente alienado.

Cuanto más las fuerzas productivas se desarrollan, mayor es la parte

de!' capital constante, esto es, de! "trabajo muerto" e~ e! aparato produ~­tivo, y más e! hombre debe sujetarse a las cosas que el rmsmo construyo.Como escribió Winston Churchill, "primero constrUlmos nuestras ca­

sas; después son ellas las que nos construyen" ..29 De! mismo modo,Richta30 nos dice que en la civilización industrial desarrollada por e!

capitalismo, el hombre se liberó de su dependencia de los elementosnaturales, pero pasó a depender de sus proplas creaClOnes, de las mate-rias que fabricó y de las fuerzas que puso en moV1IDlento. . .

No son sólo los instrumentos de trabajo los que ejercen un dOm1illOsobre e! hombre. Si toda la materia trabaja por él se vuelve igualmente

cosa social y, según Sartre,31 un objeto portador de funciones humanas,

este producto cristalizado de su trabajo le impone ~na praxls que, go­bierna sus movimientos Y que igualmente determ1nara e! modo de comoél actuará en lo cotidiano.32

22

f,

~'.

37 C. Doxiadis, Betlveen DYJtopia a11d Utopia.

38 J. P. Sartre, op. cit., pp. 427-428.39 H. Lefebvre, op. cit., p. 121.40 A. N. Whitehead, Mode> of TboJlgbt, p. 107.41 Alain Badiou, TbéOlie de la eontradietion, p. 91.

25EL PRESENTE COMO ESPACIO

42 A. Gorz, II SocialiJmo difftcile, pp. 253-254.

43 Silvano Sportelli, "A proposito della teoria sartriana del praticoinerte", en Critica

marxiJta, año 12, núm. 5, septiembre-octubre de 1974, p. 96. .

44 Tal solidaridad es "aun así aparente, en tanto producto de la materia inerte que

invi~:te la relación real de separaciqn". (Ibid., p. 88.), Hegel, Preface to Pbe11ome1101ogy,en Walter Kaufmann, ed. t I1I, p. 58.

46 "La ideología social se materializa, se fija en las cosas y se acumula bajo la forma de obje­tos materiales". (Nikolaí Bukharin, HiJtorieal MaterialiJm: a SYJtem of Sociology, t. VI!, p. 5.)

La unidad de los hombres por el espacio es, pues, una falsa unidad, la

unidad externa de la actividad de todos en cuanto otros, según la expre-'. d A G 42slOn e . orz. Es de esta falsa unidad de la que la separación se

alimenta. Los progresos de nuestra infeliz civilización conducen más ymás a una sociedad atomizada por un espacio que da la impresión dereunir. El mundo de lo práctico-inerte, dice Silvano Sportelli,43 presentael mismo movimiento y la misma estructura del proceso de fetichización:

la materia trabajada mediatiza y reifica a los individuos separados, alquitarlesla posibilidad de una visión de conjunto de la realidad.44

El propio espacio se nos aparece como un todo fragmentado. Comolas praxis de cada uno son fragmentarias, el espacio de los individuosaparece como fragmentos de realidad y no permite reconstituir el fun­cionamiento unitario del espacio.

El espacio, habitación del hombre, es también su enemigo, a partirdel momento en que la unidad deshumana de la cosa inerte es un instru­mento de su alienación.

Delante de un paisaje, o nuestra voluntad de aprehenderlo se ejerce sobre_conjuntos que nos hablan a la manera de tarjetas postales, o' bien nuestromirar se vuelca hacia objetos aislados. De un modo u otro, tenemos la

tendencia a omitir el todo; igualmente los conjuntos que se encuentranen nuestro campo de visión no son más que fracciones de un todo.

El paisaje, cierto, no es mudo, pero la percepción que tenemos de élestá lejos de abarcar el objeto en su realidad profunda. No tenemosdirectamente sino una apariencia. Decía Hegel que "la verdad no es unamoneda que puede ser dada y embolsad;t".45 El objeto posee dos facetas:la verdadera, que no se entrega directamente al observador, y la facetavisible, amoldada por la ideología.46

De la apariencia a la esencza

EL PRESENTE COMO ESPACIO24

hombres aumenta", escribió Doxiadis.J7 La propia ciudad se convierteen un medio y en un instrumento de trabajo, en una herramienta comola azada de la aurora de los tiempos sociales. Instrumento de trabajo sui

generis, pues su materia es dada por el propio trabajador. Cuanto máscomplejo es el proceso productivo, más se desarrollan las fuerzas mate­riales e intelectuales necesarias para el trabajo y mayores son las ciuda­des. Pero la proximidad física no elimina el distanciamiento social, nitampoco facilita los contactos humanos no funcionales. La proximidadfísica es indispensable a la reproducción de la estructura social. La cre­ciente separación entre las clases agrava la distancia social. Los hombresviven cada vez más amontonados lado a lado en aglomeraciones mons­truosas, pero están alisado s unos de otros.

El espacio que, para el proceso productivo, une a los hombres, es elespacio que, por ese mismo proceso productivo, los separa. Según Sartre,"el objeto reúne los esfuerzos de los hombres en su unidad deshumana".38Ahora, el espacio es la materia trabajada por excelencia: la más represen­tativa de las objetivaciones de la sociedad, pues acumula, en el curso deltiempo, las marcas de las praxis acumuladas.

Lo que une, en el espacio, es su función de mercancía o de supuestofundamental en la producción de mercancías. El espacio, por tanto, re­úne hombres tan fetichizados como la mercancía que ven producir enél. Mercancías ellos mismos, su alienación hace de cada hombre un otro

hombre. El espacio, como ese punto de encuentro de que hablaLefebvre,39 es una reunión de sombras o, cuando mucho; un encue~trode símbolos.

Como el espacio se volvió también un producto en el mercado, es suextrañeza la que une a los hombres. La noción de extrañeza de Sartreequivale a la noción de exclusión y de finitud de Whitehead. Cuandoexiste extrañeza, lo que es realizado por uno no puede ser realizado porotro, porque las formas de realización se expresan en cuanto a esto y noaquello.40 Se trata de uno contra el otro, de la separación y no de launión. Como cada cual tiene su ser en la relación con el otro, dice

Badiou,41 la fuerza de cada uno se agota en la relación de fuerz~s.

I1!

.i

'tl

¡

i\

--...:... .. -

47 Aptld S. Giedion, lvf.ecbanization Takes COJ7Jmand, p. 616.48 E. Larrabée, Jl7bo Designs Anmica.

49 R. S. Latham, "The Artifact as a Cultural Cipher", en L. B. Holland, ed., WhoDesigns AlIlelica, p. 280. .

50 "[ ... ] el ambiente efectivo no es exterior al espacio, ni es el espacio indiferente a laafectividad .. [...] El espacio suscita o crea alguna cosa, sea el reconocimiento, sea la alegría,sea la tristeza o la sumisión, en fin, que el espacio sea activo. [...] la arquitectura del am­biente". (Henri Lefébvre; Le temps des lIléplises, p. 157.)

51 La expresión "arquitectura funcional" aparece por primera vez según Reyner Banham(Tbeory and Design in tbe Fint lvlacbine Age) en el libro de Alberto Sartoris, Los elementos

de la architectura funcional.

52 J. Baudrillard, Potlr tllIe clitiqtle de /'econoniie politiqlle dll signe, p. 230.

Esto se hizo banal después de la revolución de la forma y de la fabri­cación del objeto cultural, atribuida a la escuela Bauhaus. La arquitectu­

ra se adaptó al nuevo mundo de los negocios, a la concentración y a laestandarización en la industria de la construcción, a la rigidez de losnuevos materiales y de las nuevas máquinas. El design debería suceder yya no preceder, y a tal punto que se puede hablar de una arquitecturasin arquitectos. Era la glorificación de lo repetitivo, de lo feo, al serviciode una reproducción más rápida del capital. Mientras Mies van der Rohé7habla de la necesidad de un orden que dé a cada cosa su lugar en relacióncon su propia naturaleza, las exigencias de la producción en masa, diceE. Larrabée,48 condujeron al apego al orden en detrimento de la varia­ción. La fealdad de los objetos de la vida cotidiana impera, exclama R. S.Latham,49 al mismo tiempo que lamenta el abandono de la naturalezacomo modelo de belleza. La emotividad, presencia humana en la cosainanimada y orgullo de la arquitectura del pasado, fue igualmente sacri­ficada.5o Tenemos ahora una arquitectura desprovista de afectividad.

La expresividad de la forma se vio chocar con dos enemigos principa­les: los modelos universales y la semantización universal. Se trata, de he­cho, de proceso y resultado, cuya causa motriz es la necesidad de trans­formar todo en valor de cambio. Es la era de la arquitectura funcional. 51Esa nueva arquitectura intentó racionalizar la producción, sin considera­ción por la forma y a costa de su propia autonollÚa. Se alcanza así "esauniversal semantización del ambiente, en que todo se torna objeto de

cálculo de función y de significado", según Baudrillard.52Es el objeto ma­nufacturado, cargado de significaciones "atribuidas", falseando por unasignificación de las cosas más allá de las propias cosas; es la arquitecturacomo mass-media, preñada de intencionalidad y de simbolismo.

27EL PRESENTE COMO ESPACIO

53 José Ortega y Gasset, "History as a System", en Philosopby and Histo'], p. 302.54 Para S. Langer (Philosophy in a nelv k'J', a Study in the 1942-1957, p. 97), "a cada

símbolo corresponde la formulación lógica o la conceptualización de aquello que él co­munica",

55 "[ ... ] Y cuando decimos que él [el objeto] se vuelve signo, es según la más estrictadefinición; él se articula en un significante y en un significado que es su función. Aunque esuna relación simbólica ttadicional, donde las cosas tienen sentido, no les vine éste, sin em­bargo, de un sigcificado objetivo al cual ellas se refeóan en cuanto significante". O. Baudrillard,op. cit., pp. 232-233.)

56 P. Fraisse, Psycbology: science de /'holllme Otl science dtl comportement?, p. S.57 A. Lorenzer, "Funccionalismo y montaje social? La Funcción sociopsicológica de la

aatquitectura", en A. Lorenzer y K. Horn, La arqllitectllra como ideología, p. 82.

Los constructores del espacio no se desembarazan de la ideologíadominante cuando conciben una casa, una carretera, un barrio, unaciudad. El acto de construir está sometido a reglas que buscan en losmodelos de producción y en las relaciones de clase sus posibilidadesactuales.

Todos somos hoy como el cochero de Heine, a quien éste preguntólo que eran las ideas. La respuesta fue: "ideas son cosas que se ensartan

en nuestra cabeza".53 Heine se acordaba de Hegel y del laborioso proce­so de elaboración del conocimientó. En nuestros días, el conocimiento

se mercantilizó como todo o más y las ideas son "designed [diseñadas]"antes de ser fabricadas; ya no representan las cosas tal como ellas exis­ten; procuran cre;!r una nueva existencia por la fabricación de objetosdotados de una finalidad sometida a la ley del mercado. La propia ideo­

logía es objetiva, disimulando lo real e intentando imponerle su signifi­cación en el momento crucial de la objetivación de la totalidad. 54Lo quese encuentra en la forma-objeto como significante, se encuentra en latotalidad como significado. ss

La característica de la elaboraClon simbólica, dice P. Fraisse, "está en

que ella se ejerce sobre símbolos que ocupan el lugar de otra cosa, querepresenta un referente, o sea, otra realidad. El símbolo es presente,pero la realidad a la cual él remite puede ser presente o ausente, pasada ofutura, existente o tan sólo posible".56 Tales símbolos son "formacionesque representan objetos, que están en relación entr~ sí, al mismo tiempoque son distintos; que dependen de sí mismos así como los objetos de­penden de ellos, constituyendo sin embargo entidades autónomas".57Los símbolos adquieren vida propia y hacen más eficaz la fetichizaciónde la materia inerte. Nacidos casi siempre antes que el propio objetohaya sido fabricado, le dan una significación engendrada igualmente a

EL PRESENTE COMO ESPACIO26

28 EL PRESENTE COMO ESPACIO EL PRESENTE COMO ESPACIO 29

,"

, pn'ori. De hecho, como observa Godelier, "no es el sujeto el que se enga­ña, es la realidad la que lo engaña".58 Es lo pseudorreal, que K. Kosikllama pseudoconcreto.

Desde este punto de vista, el paisaje es algo temible. La semantización

general de los objetos, de que habló Baudrillard,59 da a la envoltura artifi­cial de la tierra una significación cada día más equívoca, haciendo delpaisaje, en la medida misma de su grado de artificialidad, una especiede mentira funcional. Los locales de trabajo, de estudio, de ocio, el mar­co de nuestra vida cotidiana, son concebidos como mercancías, para sedu­

cir y atraer al consumidor. En verdad, todos esos rostros se resumen enuno sólo, el de la más completa fetichización. El rostro terrible es el único

que se nos ofrece, antes de construirse lógica e históricamente el procesode creación de esa mercancía sui generis que es el espacio construido.

Todo eso hace la lectura del paisaje, y a jortiori del espacio, extrema­damente difícil. La dificultad, sin embargo, es tal vez más aparente quereal. Si existe multiplicidad, es la de los objetos individuales, y lo

que busc'amos no es una ley de los objetos. Los objetos no pasan objeti­vaciones e individuaciones. Lo que nos interesa es la ley del movimien- '

to general de la sociedad, pues es por el movimiento general de la socie­dad que aprehendemos el movimiento general del espacio.6o

Un espacio para el hombre

Para desmitificar el espacio, hay que tomar en cuenta dos aspectos esen­ciales: de un lado, el paisaje, funcionalización de la estructura técnico­productiva y lugar de fetichización; de otro, la sociedad total, la forma­ción social que anima el espacio. Por consiguiente, nos cabe tambiéndesmitificar al hombre.

Nos vemos al mismo tiempo ante un problema de conocimiento y

ante un problema moral. Desfetichizar al hombre y al espacio es arran-

58 M. Godelier, "Systeme, structure et contradictions dans le capital", en Temps

modemes, núm. 246, noviembre de 1966, p. 832.59 J. Baudrillard, op. cit.

60 "La concepción de totalidad, que aprehende la realidad en sus leyes internas y seesfuerza por descubrir las conexiones internas íntimas y necesarias bajo la superficialidad yla contingencia de los fenómenos, se opone a la concepción empírica, que se ata a las formasfenoménicas y contingentes, sin llegar nunca a aprehender los procesos de la realidad".

car a la naturaleza los símbolos que ocultan su verdad, vale decir: "hacersignificante la naturaleza y hacer naturales los signos";61 es revalorizarel trabajo y revalorizar el propio hombre, para que él no sea ya tratadocomo valor de cambio.

Sólo el estudio de la historia de los modos de producción y de lasformaciones sociales nos permitirá reconocer el valor real de cada cosaen el interior de la totalidad. La totalidad, objeto de nuestra investiga­ción, es algo muy diferente de una universalidad parcial, sistema de pri­vilegios y privilegiados que, para imponerse a la humanidad, debe antesque nada adormecerla. Esa universalidad no es la verdad que la filosofíaesperaba de la naturaleza. Es la naturaleza invertida, el hombre sin ver~dad de Ortega y Gasset,62 mediatizados por una sociedad que ya no sabedónde comienza y dónde termina la ideología. La ciencia de alú subsi­guiente y la visión del mundo que ella ofrece sólo se pueden fundar enuná alienación ~pistemológica. '

Pocos geógrafos y científicos sociales sospecharon que toda discu­sión filosófica en torno de la percepción y de la objetividad les interesa­ba, al igual que la metamorfo-sis -cielo universal en lo particular, de laesencia en la existencia, que constituyen la base misma de una fenome­nología de la naturaleza. La discusión teórica se limitó, al principio, aldiálogo hombre-naturaleza, pero esa discusión se presentaba bajo unaforma dualista.

Se continuó finalmente en la idea de que la percepción no se refería alsujeto, ni tampoco al objeto, de que el comportamiento era extraño alas determinaciones sociales, como si la praxis individual de cada uno,reunida a las' praxis individuales de los demás, diese como resultado la .praxis social en su totalidad. El espacio de los geógrafos acabó por que­dar tan' fragmentario como el espacio fetichizado y la geografía se hizoideológica, hostil a lo real.

Mientras que en' este mundo todo se rige por la ley del movimiento,las ciencias del hombre prefieren detener el pensamiento y disociarse dela dinámica social, esto es, de la realidad. En la medida que el método vaantes del descubrimiento, las ciencias humanas se quedan a'trasadas en'

61 Gillo Dorfles, "Intervention in the Symposium of the Museum of Modern Art", 9de enero de 1972.

"El hombre no es capaz de a~tuar sobre el mundo sino haciéndolo pedazos, disecándo­lo en esferas de acción separadas y en objetos de acción" (E. Cassirer, The Philosophy of

5ymholic FOTms. The Phenomellology 01 KIIOIvledge, vol. 3, p 36.)62 J. Ortega y Gasset, op. cit., p. 293.

63 "La realidad humana está más acá de eso, todo aquello en que todavía no nos conver­timos, o sea, todo aquello en que nos proyectamos a nosotros mismos como seres huma­nos, por intermedio de los mitos, de las elecciones, de las decisiones y de las luchas". (A.Schmidt, The COllcept of Natf/re ill M"arx, p. 196.) "Retrospectiva y perspectiva no son másque las dos extremidades de una misma secuencia. El hoy no es sino un punto sobre unalínea cuyo desarrollo puede ser reconstruido desde el inicio y cuya proyección será reali­zada en el fururo ...".

64 J. P. Sartre, The Problem of lvIethod, p. 96.65 Erich Fromm, To Have or to Be?

66 Víctor C. Ferkiss, Tecllologica! Mall: the M)'th alld the Realit)', p. 101.

BIBLIOGRAFÍA

[31]

A VINIERI, Shlomo, Social and Political Thought of Marx. CambridgelLondres, Cambridge, University Press, 1970.

BADIOU, A., Théorie de la contradiction. París, F. Maspero, 1975.BANHAM,Reyner, Theory and Design in the First Machine Age. Londres,

. si ed., 1960.

BAUDRILLARD,]., Pour une critique de l'economie politique du signe. Pa-rís, Gallimard, 1972. '.

BLANC, L., "Développement, marketing et communications", en Déve­loppment Urbain, núm. 17.

BRAVERMAN,H., Labor and Monopoly Capital, the Degradation oJ Work

in the Twebtiet Century. Nueva York, Monthly Review Press, 1974.BRUNHES,Jean, La géographie ·humaine. París, Presses Universitaires de

France, 1956.

BUKHARIN, Nikolai, Historical Materialism: a System of Sociology. Nue­va York, Russel and Russe1,--l%.'i..

CALABI,D. y F. Indovina, "Sull'uso capitalistico del territorio", en Econo­

mia e territorio. Milán, Franco Angeli Editore, 1974-1976, pp. 205.222.CASSIRER, Ernst, The Philosophy oJ Symbolic Forms, The Phenomenology

oJ Knowledge. New Haven, Yale University Press, 1973.DELLA VOLPE, Galvano, Rousseau et Marx. París, Editions Grasset, 1974.DOBB, Maurice, "Has Capitalism Changed?", en S. Tsuru, ed., Has

Capitalism Changed? Tokio, Iwanami Shoten Publishers, 1961,pp. 139-146.

DORFLES, Gillo, "Intervention in the Symposium of the Museum ofModern Art". Nueva York, 8-9 de enero de 1972.

DOXIAI)IS, e, Between Dystopia and Utopia. Hartford, Connecticut, 1966.

FERKISS, Víctor e, Tecnological Man: the Myth and the Reality. NuevaYork, New American Library, 1969.

FRAISSE, Paul, Psychology: science de I'homme ou science du comportement?

Presidential Addres to the International Conference of Psychologists,París, mayo de 1976.

FROMM,Erich, To Have or to Be? Nueva York, Harper and Row Publi­shers, 1976.

GAPPERT, Gary y H. Rose, "Alternative Agendas for Urban Policy andResearch in the Post-Affluent Future", en G. Grappért y H. Ro­se, The Social Economy oJ Cities. Sage Publicatons, 1975.

EL PRESENTE COMO ESPACIO30

relación con el futuro e igualmente con el presente, por trabajar sólocon lo ya hecho.63

Deberíamos hacer de la autocrítica un acto de conciencia, así comoSaúl Bellow lo hizo en relación con los escritores cuando recibió el Pre­

mio Nobel de Literatura de 1976, al decir: "Nosotros no representamosla humanidad de manera adecuada".

Cierto, nosotros no cambiaremos el mundo, pero podemos cambiarel modo de vedo. Esto es importante porque sólo así podremos esca­par al dogmatismo epistemológico y marcar un encuentro con el futu­ro. Necesitámos una vez más recurrir a Sartre para decir que "todo cam­bia cuando se considera que la sociedad se presenta a cada hombre comouna perspectiva del futuro, y que ese futuro penetra hasta el corazón decada uno como una motivación real a su comportamiento".64

Habremos entonces de construir otra moral, aquella reclamada porErich Fromm65 para una humanidad rejuvenecida, moral donde el ser

sobrepasa al tener, donde la generosidad sobrepasa al egoísmo. Pero unamoral es también un programa político, en caso de que no quiera consu­mirse en la retórica. Si, como afirma V. Ferkiss, esta filosofía "es esen­cial si quisiéramos sobrevivir como seres humanos en una sociedad hu­mana",66 debemos entonces batirnos para que ella triunfe, fabricando·los instrumentos teóricos y prácticos de la reconstrucción.

Debemos prepararnos para establecer los cÍmientos de un espacioverdaderamente humano, de un espacio que pueda unir a los hombrespara y por su trabajo, pero no para enseguida divididos en clases, enexplotadores y explotados; un espacio materia-inerte que sea trabajadopor el hombre pero no se voltee contra éi; un espacio naturaleza socialabierta a la contemplación directa de los seres humanos, y no un feti- .che; un espacio instrumento de reproducción de la vida, y no una mer­cancía trabajada por otra mercancía, el hombre fetichizado.

GEORGE, Pierre, L'ere des techniques: constrttctions ou destructions. París,PUF, 1974.

GIEDION, S., Mechanization Takes Command. Nueva York, s. ed.,1967.

GODELIER, M., "Systeme, structure et contradictions dans le capital",en Temps modernes, núm. 246, noviembre de 1966.

GORZ, André, Il Socialismo difficile. Bari, Laterza, 1968.GORZ, André, La morale della storia, II S aggiatore, Milán, 1960.GOTMANN,J., "The Evolution of the Concept of Territory", en Social

Science Information, vol. 14, núm. 314, 1975.GRISONI, D. y R Maggiori "L'actualisation de l'utopie", en Temps

modernes, año 30, núm. 343, febrero de 1975.'BEGEL, Preface to Phenomenology, en Walter Kaufmann, ed. Nueva

York, Anchor Books, Doubleday & Co., 1966.KOTLER, P., "Marketing-Management", en Publi-Union. s. p. i., 1973.KUBLER, G., Formes du temps, remarques sur l'histoire des choses. París,

Editions Champ Libre, 1973LANGER, S., Philosophy in a new kry, a Stuqy in the Symbolism of Reason,

Rite and Art. Cambridge, Harvard University Press, 1957.LARRABÉE,E., Who Designs America. Nueva York, Anchor Books, Dou­

bleday, 1966.LATHAM,R. S., "The Artifact as a Cultural Cipher", en L. B. Holland,

ed., Who Designs America. Nueva York, Anchor Books, Doubleday,1966.

LEFÉBVRE, H., La producction de l'espace. París, Anthropos,1974.LEFÉBVRE, H., Le temps des méprises. París, Stock, 1975.LORENZER, A, "Funcionalismo y montaje social. La función soCiopsi­

cológica de la arquitectura", en A Lorenzer y K. Horn, La arquitec­

tura como ideología. Buenos Aires, Nueva Visión, 1968.

MANDEL, Ernest, Introducción a la teoría económica marxista. BuenosAires, CEPE, 1973.

MARX, Karl, El capital. Moscú, Progre ss Publishers, 1971.MARX, Karl, Grttndn·sse. Londres, Penguin Books, 1974.MARX, Karl, The Poverry of Philosophy. Introd. de F. Engels. Moscú,

Progress Publishers, 1963.MORGENSTERN, l., The Dimensional Structure of Time. Nueva York,

Philosophical Library, 1960.NAVARROBRITO, L.A, Politique et space régional. París, Editios Ophrys,

1972.

ORTEGA y GASSE'r,José, "History as a System", en Philosophy and His-tory. Nueva York, Harper & Row, 1963.

RICHTA, R., La civilisation au carrejour. París, Editions du Seuil, 1974.ROSSI, Mario, Cultura e rivoluzione. Editori Riuniti, 1974.

RUSSEL"Bertrand, Human Knol1J/edge:its S cope and Limits. Nueva York,s. ed., 1966.

SANTOS,Milton, L'espace partagé. París, Editions M. Th. GenincLibrairiesTechniques, 1975.

SANTOS, Milton, "Space and Dominations; a Marxist Approadi", en

International Social S ciences, Journal, vol. XXVII, núm. 2, 1975, pp.346-363.

SARTORIS,Alberto, Los elementos de la architectura funcional. Milán, s.ed., 1932.

SARTRE, J ean Paul, Critique de la raison dialectique, t. 1, Théorie des

ensembles pratiques. París, Gallimard, NRF, 1960.SARTRE,J ean Paul, The Problem of Method. Londres, Methuen, 1963.SAUER, Carl Ortwin, Land and Life. Ber.keley/Los Ángeles, California

University, Press, 1963:-.. .

SCHMIDT,A, The Concept of Nature in Marx. Londres, s. ed., 1971.SORRE, Maximilien, Géographie et sociologie. París, s. ed., 1957.

SPORTELLI,Silvano, "A proposito della teoria sartriana del praticoinerte",en Critica marxista, año 12, núm. 5, septiembre-octubre de 1974, pp.77-79. .

SWEEZY'P., "Cars and Cities", en Monthly Review, vol. 24, núm. 11,abril de 1973.

TOULMIN, S. y J. Goodfield, The Discovery' of Time. Pelican Books, 1965.

VIEILLE,Paul, "L'espace global du capitalisme d'organisation", en Espaceset sociétés, núm. 12, mayo de 1974, pp. 3-32.

WHITEHEAD, Alfred North, Modes ofThought. Nueva York, MacMillan,1938.

WIEVIORKA,M., "Le marketing urbain", en Espaces et siciétés, núm. 16,noviembre de 1975.

WOODBRIDGE,F., An Essqy on Nature. Nueva york, Columbia Univer­sity Press, 1940.

32 EL PRESENTE COMO ESPACIO EL PRESENTE COMO ESPACIO 33