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Vivien Burr: Introducción al construccionismo social. Ed. Proa:

Barcelona. 1996.

¿QUÉ ES EL CONSTRUCCIONISMO SOCIAL?

Podemos calificar de construccionista cualquier posición fundamentada en uno o más de

los siguientes principios, enunciados por Gergen (1985).

1.- Es preciso cuestionar las verdades aceptadas.

Es necesario cuestionar la creencia que el conocimiento convencional se basa en

la observación objetiva e imparcial de la realidad... El construccionismo social

recomienda escepticismo a la hora (14) de considerar las propias ideas sobre el mundo –

o su apariencia-. Esto significa que las categorías con las que nosotros, seres humanos,

aprehendemos el mundo no corresponden necesariamente a divisiones reales... Dividir

las personas en dos sexos es tan absurdo como clasificarlas según su altura o según la

forma de sus orejas.

2.- Es preciso tener en cuenta la especificidad histórica y cultural del conocimiento.

Las diferentes concepciones del mundo, las categorías y los conceptos que utilizan

los seres humanos son específicos de una cultura y un momento histórico determinado.

Desde el punto de vista histórico y cultural no hay nada absoluto... La coyuntura

económica y social predominante en una cultura y una época determinadas produce una

cierta concepción del mundo. Es decir, las formas específicas de conocimiento que

encontramos en cualquier contexto cultural no son más que artefactos de la cultura en

cuestión. (15)

3.- Los procesos sociales sustentan el conocimiento.

El conocimiento es el resultado de una construcción colectiva. Vivimos en sociedad

y las interacciones cotidianas que comporta este hecho fabrican, poco a poco, nuestras

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versiones del conocimiento... Esto significa que la verdad no deriva de la observación

objetiva del mundo, sino de los procesos y de las interacciones sociales en las que

participamos en cada momento.

4.- El conocimiento y la acción social son inseparables.

Las diferentes descripciones o construcciones del mundo sustentan ciertos

modelos de acción social al mismo tiempo que excluyen otros. (16)

CARACTERÍSTICAS DE CONTRASTE DEL CONSTRUCCIONISMO RESPECTO DE LA

PSICOLOGIA SOCIAL TRADICIONAL:

1.- Antiesencialismo: ni el mundo ni las personas tienen ninguna naturaleza

determinada.

2.- Antirealismo: una vez aceptada la relatividad histórica y cultural de todas las

formas de conocimiento, la verdad se torna un concepto problemático. Los hechos

objetivos no tienen cabida dentro del construccionismo social; todo conocimiento es

resultado de un punto de vista determinado y sirve a ciertos intereses.

3.- Especificidad histórica y cultural del conocimiento. (17)

4.- El lenguaje como condición previa del pensamiento: el origen de nuestra

concepción del mundo, no lo hemos de buscar en la realidad objetiva, sino en las demás

personas coetáneas y antepasadas nuestras. Cuando llegamos al mundo, las estructuras

y categorías conceptuales que caracterizan nuestra cultura ya existen y el proceso

mediante el cual adquirimos estos conceptos tiene lugar simultáneamente con el

desarrollo de nuestra capacidad lingüística... Nuestra manera de pensar –las categorías y

conceptos que construyen nuestro marco significativo- deriva de la lengua que usamos.

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5.- El lenguaje como forma de acción social: hablar equivale a construir el mundo, y

hacer uso del lenguaje puede considerarse, consecuentemente, como una forma de

acción (función «agente» del lenguaje). (18)

6.- Importancia de la interacción y de las prácticas sociales: las explicaciones que

buscamos no se hallan en la psique individual ni en las estructuras sociales, sino en los

procesos interactivos en que participan las personas de manera rutinaria.

7.- Importancia de los procesos: el conocimiento no es algo que se tiene o no se

tiene (como ocurría con la personalidad, las estructuras económicas o los modelos de

memoria) sino algo que se hace; el resultado de una acción colectiva. (19)

LA CONCEPCIÓN CONSTRUCCIONISTA DEL LENGUAJE.

El lenguaje es lo que nos proporciona la manera de estructurar nuestra experiencia del

mundo y del ser que somos; los conceptos que utilizamos no son anteriores al lenguaje.

(42)

Esta tesis tiene dos consecuencias fundamentales. La primera es que el contenido que

atribuimos al hecho de ser personas es producto de la función estructurante de la

experiencia que comporta el lenguaje. La segunda consecuencia es el carácter

contingente de este contenido que atribuimos al hecho de ser personas.

Sin el lenguaje, nuestra experiencia del mundo seria un flujo indiferenciado e intangible,

un magma sin estructura ni significado. La estructura del lenguaje determina, pues, la

manera como estructuramos la experiencia y la conciencia.

Descartes cambió radicalmente la concepción de la persona al afirmar que la experiencia

humana estaba sujeta a una dicotomía fundamental: lo físico y lo mental, dos ámbitos

de experiencia separados... (43) Quizás esta dicotomía mental/físico no es una manera

muy acertada de dividir algunos aspectos de nuestra experiencia; pero una vez que se

ha dividido el mundo de esta manera es inevitable conceptualizar lo físico y lo mental

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como cosas separadas... La mera existencia de esta dicotomía en el plano lingüístico y

conceptual ya comporta una manera determinada de ver al ser humano, de interpretar

su experiencia y de evaluar su capacidad.

La estructura del lenguaje determina las líneas con las que cuadriculamos nuestra

experiencia (Saussure, 1974). (44) La contribución más importante de la obra de

Saussure es la afirmación que el vínculo existente entre el significante –el sonido- y el

significado –el concepto- es arbitrario. (45) Con ello Saussure dice que, con la ayuda del

lenguaje hemos dividido el mundo en categorías igualmente arbitrarias.

Es preciso insistir en la diferencia entre «arbitrario» y «aleatorio»... Los conceptos con

que trabajamos tienen mucho que ver con el tipo de sociedad en la que vivimos y, por

tanto, no son aleatorios.

El significado de un signo no forma parte intrínseca del mismo signo, sino que depende

de la relación existente entre diversos signos... El lenguaje no refleja una realidad social

preexistente, sino que constituye y aporta el marco. Aquello que da forma a nuestro

espacio conceptual es la estructura del lenguaje, el sistema de significantes, significados

e interpretaciones constituido por el juego de oposiciones que hemos visto.

Saussure también creía que una vez establecido el vínculo entre un significante y un

significado determinados, esta relación arbitraria quedaba fijada. (46)

La idea que los significados que transmite el lenguaje son variables, cuestionables,

contestables y temporales es crucial para el postestructuralismo y tiene repercusiones

importantes en las posibilidades de cambio social y personal.

Dos puntos sobre los cuales estructuralismo y postestructuralismo parecen estar de

acuerdo. El primero es evidente: tanto uno como otro localizan básicamente en el

lenguaje la construcción de la persona. El ser que somos, nuestra experiencia, nuestra

identidad, nuestra “personalidad”, todo ello es producto del lenguaje... Cada vez que

queremos representar nuestras experiencias delante de nosotros mismos o delante de

otras personas hemos de recorrer a los conceptos; es decir, nuestros pensamientos,

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nuestros sentimientos y la manera como interpretamos nuestros actos ya nos llegan

“prefabricados” por el lenguaje... El lenguaje es un fenómeno fundamentalmente social.

(47)

El segundo punto que comparten estructuralismo y postestructuralismo es su

antihumanismo... Según el humanismo, la persona es un agente racional, unificado y

coherente; autor e intérprete de su experiencia. Ser humanista implica ser esencialista...

La insistencia de estructuralistas y postestructuralistas a ver en el lenguaje la fuente del

sentido de la experiencia ha desplazado el centro de gravedad psicológico del individuo

al ámbito social. Esto significa que nuestra búsqueda de explicaciones del mundo social

no deberíamos dirigirla al interior de las personas, sino al espacio lingüístico en el que se

mueven en compañía de otra gente. La posición antihumanista también rechaza la idea

del yo unificado y coherente.

La concepción postestructuralista del lenguaje se separa de la estructuralista debido a la

insuficiencia del principio saussuriano de la estabilidad del significado (48). Para aquella,

el lenguaje es escenario de cambios, desacuerdos y conflictos potenciales. Y hablar de

conflicto significa hablar de relaciones de poder... La interacción social, el diálogo y la

escritura se convierten en el campo de batalla donde se manifiestan las relaciones de

poder. (49)

Es cierto que la transformación no es fácil. Y que no es suficiente con las palabras para

eliminar las identidades perjudiciales y las relaciones sociales opresivas: lo que decimos y

escribimos no está divorciado de lo que hacemos como individuos ni como grupo, ni es

independiente de la manera como la sociedad está organizada y gestionada; tiene que

ver con las prácticas sociales y con la estructura social. (51)

¿QUÉ ES UN DISCURSO?

Parker (1992) lo define como “un sistema de afirmaciones que construye un objeto”.

(54)

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Un discurso hace referencia a una serie de significados, metáforas, representaciones,

imágenes, historias, afirmaciones, etc., que de alguna manera producen colectivamente

una determinada versión de los acontecimientos; una manera determinada de

representar un cierto acontecimiento. (55)

Las palabras son manifestaciones de los discursos y no hemos de buscar su origen en la

experiencia individual sino en la cultura discursiva de nuestro entorno.

Por un lado, los discursos se manifiestan en las cosas que decimos y escribimos; de otro,

la interpretación de estas cosas depende de su contexto discursivo. (56)

Cualquier cosa susceptible de ser “leída” e interpretada puede considerarse texto en la

medida que constituye una manifestación de uno o más de un discurso... Debido a que

no hay prácticamente ningún aspecto de la vida humana que no signifique alguna cosa,

todo lo que nos rodea puede lograr la categoría de texto. “La vida como texto”.

PROBLEMAS DEL CONSTRUCCIONISMO: LA NOCIÓN DE PERSONA, AGENCIA Y

REALIDAD.

1.- Si llevamos la teoría del discurso a sus últimas consecuencias, lo que nos queda es

una persona vacía, un ser humano sin ninguna propiedad psicológica esencial. (63)

2.- Si aceptamos que las personas son producto del lenguaje i que las cosas que

decimos no son más que manifestaciones de ciertos discursos, ¿hasta qué punto

podemos afirmar que tenemos capacidad de hacer alguna cosa?... Esperanzas, deseos e

intenciones se tornan el resultado de estructuras discursivas y culturales; y no de la

intervención humana... La idea que los individuos no pueden hacer nada para cambiar el

mundo es peligrosa en la medida que puede llevar a la paralización. (64)

3.- Afirmar que “el discurso lo es todo” es una conclusión lógica de la idea que el

lenguaje es un sistema autoreferente... Si a cualquier objeto le corresponden siempre

diversos discursos contradictorios, entonces la verdad no existe... Lo único que nos

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queda es un cierto número de discursos y de puntos de vista tan diferentes como

igualmente válidos. Esto se llama el problema del relativismo. El relativismo extremo

convierte la teoría del discurso en un polvorín y es por eso que algunos autores prefieren

conceptualizar el discurso como una influencia poderosa que actúa sobre el pensamiento

y la experiencia, y no como el origen de todo. (65)

EL CONSTRUCCIONISMO Y EL PODER.

Los discursos no pueden separarse de las relaciones de poder... Tenemos poder en la

medida que tenemos acceso a determinados recursos e influencias sobre nuestro

entorno y las vidas de otras personas.

El construccionismo social no se interesa solo por el lenguaje y el discurso; de hecho,

considera que la estructura social, las prácticas sociales y los discursos que se asocian

también forman parte del mismo fenómeno... Si queremos entender bien las

desigualdades de poder de la sociedad hemos de estudiar las prácticas discursivas como

instrumento de creación y mantenimiento de determinadas formas de vida social. (67)

Para Foucault, el saber (visión del mundo que prevalece en una determinada cultura en

un momento dado) es inseparable del poder. (68) Recurrir a los discursos que validan

nuestros actos nos permite ejercer el poder. Para Foucault el poder no es una posesión

sino un efecto del discurso... Cada vez que definimos o representamos una cosa de una

manera determinada producimos un cierto saber que, a su vez, comporta un cierto

poder... El saber del que habla Foucault es un poder que se ejerce sobre las personas, el

poder de definir a los demás.

Las prácticas sociales han colocado en un lugar preeminente a ciertos discursos (o

saberes) relativos a la persona. Son estos discursos los que han “producido” el individuo

de (69) la sociedad industrial occidental contemporánea que Foucault denomina “poder

disciplinario”. (70)

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Foucault cree que ha habido un cambio radical en los métodos de gestión y control de

las sociedades occidentales. El poder soberano (en que el monarca controlaba al pueblo

mediante la facultad de castigar, coaccionar y ejecutar a sus súbditos) ha dejado paso al

poder disciplinario, en que la disciplina y el control se ejercen cuando nos libramos

voluntariamente al escrutinio de los demás (expertos, sobre todo) y de uno mismo. Este

poder disciplinario es una forma de control mucho más eficaz.

La práctica psicológica es un diente más del engranaje del control social. Como

proveedora de información sobre las personas, la psicología puede resultar un

complemento muy útil para las técnicas de vigilancia. (72)

Tanto los discursos como los efectos que de él se derivan pueden ser imperceptibles y

no intencionados, en interés de los relativamente poderosos... En “la arqueología del

saber” Foucault retrocedía en el tiempo hasta descubrir las condiciones que habían

favorecido la aparición de un cierto discurso o un cierto conocimiento. (73)

Todo el mundo tiene a su disposición una cierta cantidad de poder y la puede utilizar

para hacer cambios en uno mismo y en su vida. Poder y resistencia son otro par de

conceptos inseparables para Foucault. (74)

Foucault llegó a la conclusión que: “el poder sólo es tolerable cuando mantiene oculta

una parte sustancial. Su eficacia es directamente proporcional a la capacidad que tiene

de disimular sus mecanismos” (Foucault, 1976:86). (75)

Allí donde hay poder también hay resistencia. He aquí la llave que abre la puerta al

cambio individual y social, dentro de las tesis del construccionismo. (78)

EL DISCURSO Y LA REALIDAD.

Parker (1992) afirma que cuando pensamos en alguna cosa la colocamos en una de las

tres categorías siguientes: ontológica, epistemológica y político-moral.

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Dentro del ámbito ontológico (estudio de la naturaleza de las cosas y de la existencia)

tienen cabida los objetos que constituyen la base material del pensamiento. Según

Parker estas cosas tienen una existencia independiente del lenguaje y de los procesos

mentales de los seres humanos. De ellas no podemos tener un conocimiento directo...

Las cosas de las cuales sí tenemos conocimiento pertenecen a una categoría diferente, la

epistemológica (estudio de la naturaleza del conocimiento). Los objetos de esta esfera

son los que han “accedido al discurso”; son cosas a las cuales hemos otorgado un

significado y de las cuales hablamos. El ámbito político-moral es una subcategoría

epistemológica integrada por objetos como la inteligencia, la raza y las actitudes; (89) es

decir, cosas que se pueden crear mediante el discurso y a las que se puede atribuir una

realidad capaz de afectar materialmente a las personas (discriminándolas o dándoles

más oportunidas de formación). Algunos miembros de la categoría epistemológica son

representaciones de objetos incluidos dentro de la categoría ontológica (por ejemplo, los

cromosomas o la electricidad) y otras cosas son inventadas a partir del discurso que

pertenecen a la categoría político-moral (como la enfermedad mental y la personalidad).

El problema está en el hecho que los objetos de la categoría político-moral reciben el

mismo trato que los que pertenecen a la categoría ontológica, como si todos juntos

compartiesen la misma clase de existencia real. (90)

Para Parker no hay duda que existe una realidad fuera del discurso y que esta realidad

nos proporciona la materia primera a partir de la cual estructuramos nuestro visión del

mundo mediante el discurso.

La realidad no determina nuestro conocimiento, sí que impone restricciones importantes

en cuanto al número de posibilidades diferentes de construir el mundo. Barnes (1977)

entiende que el conocimiento es el resultado de los esfuerzos para controlar y controlar

el mundo real en el que vivimos... En este sentido es una función de lo real, y no

solamente el producto del pensamiento, las ideas y la imaginación.

La teoría de Parker se basa en la idea que las cosas pueden pertenecer a una categoría

(político-moral) y hacerse pasar por miembros de otra (ontológica) con finalidades

políticas. (91)

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AGENCIA Y CAMBIO.

El cambio sí es posible... Para Foucault el cambio pasa por sacar a la luz los

discursos marginales y reprimidos y ponerlos al alcance de la gente como alternativas a

partir de las cuales se puedan construir identidades diferentes. (92)

Los seres humanos son, al mismo tiempo, productos y manipuladores del

discurso... Para Gergen (1989) actuamos movidos por el deseo de hacer prevalecer

nuestra versión de los hechos por sobre de cualquier otra. Hay ciertas versiones que se

imponen com más facilidad que otras porquelas personas que ocupan posiciones de

poder relativo disponen de la autoridad y de los recursos necesarios para fijar sus

versiones. Las grandes empresas, por ejemplo, pueden permitirse el lujo de invertir

mucho dinero para que los medios de comunicación se llenen de una cierta

representación de sus productos. Así, las personas que ocupan posiciones de poder

relativo tienen más facilidades a la hora de justificar su voz. (93)

Para Gergen, los intentos de justificación suelen provocar alguna contestación.

Las construcciones son el resultado de nuestros intentos de producir representaciones

del mundo (incluyendo a nosotros mismos) que nos beneficien de alguna forma. Esto

explica la tendencia de los poderosos de legitimar y favorecer los discursos que justifican

y contribuyen a mantener el statu quo. La capacidad de intervención del ser humano es

directamente proporcional a su capacidad de manipular el discurso en beneficio propio.

(94) Contestar y rechazar los discursos dominantes nos da la oportunidad de construir y

afirmar identidades alternativas. Como más diestros seamos a la hora de manipular el

discurso, mayor será nuestra capacidad de actuación como individuos.

No todo el mundo puede acceder a los discursos de igual manera.

Para compensar el contenido idealista de las tesis del construccionismo puede

argumentarse la íntima relación que existe entre los discursos, las estructuras sociales y

las prácticas sociales.

Pero se le puede retraer otra cosa al construccionismo social: el verticalismo. La

acusación de teoría verticalista significa que el construccionismo social concibe la

relación entre sociedad e individuo en forma de influencia de la primera sobre el

segundo. (95)

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ANÁLISIS DEL DISCURSO.

Principios teóricos del análisis del discurso:

Objetividad.- La objetividad científica no es más que uno de los diversos

elementos que integran el discurso de la ciencia y que contribuyen a construir la versión

“científica” de la vida humana. La objetividad es una quimera; las teorías e hipótesis

derivan necesariamente de los principios que comporta la propia perspectiva. Parte de

las tarea de los investigadores debería consistir en evaluar el interés depositado en el

proceso de investigación. (154)

Reflexividad.- En primer lugar se refiere a las repercusiones de la teoría sobre el

rol de los entrevistados, su relación con el científico y la credibilidad otorgada a sus

palabras. Atendiendo a la naturaleza constitutiva del habla, cualquier versión forma parte

del acontecimiento que describe. La “reflexividad” hace referencia a la autocrítica que se

han de aplicar los autores construccionistas: el corpus teórico y práctico que

denominamos construccionismo social es una construcción social en la misma medida

que lo puede ser cualquier otra versión.

Objetivos de la investigación.- Para muchos investigadores adscritos al

construccionismo, el objetivo de los científicos debería ser la movilización pragmática y

política del proceso de investigación, la búsqueda no de la verdad sino de la utilidad. La

búsqueda se convertiría en una actividad política, lo que se denomina “investigación

activa”. (155) No todos los autores construccionistas adoptan el mismo punto de vista.

Los hay que están más interesados en investigar el funcionamiento del lenguaje y de los

procesos de construcción per se. (156)

LA DESCONSTRUCCIÓN.

Hemos desconstruído un texto cuando le hemos practicado una disección que nos

permite explicar las representaciones de actos y personas que contenía. Esto se consigue

de la siguiente manera:

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Revelando contradicciones.- Para Derrida, la desconstrucción tiene los tres

objetivos siguientes: descubrir las contradicciones internas de los textos, explicitar las

connotaciones reprimidas y demostrar hasta qué punto tendemos a aceptar los principios

que se nos proponen. (157) En el caso de Billig (1990) la desconstrucción toma la forma

de análisis retórico.

El análisis retórico estudia la manera como utilizamos los mecanismos lingüísticos

para construir versiones justificables de los acontecimientos dentro de un contexto de

debate público. Según Billig, desconstruir versiones comporta la lectura no sólo de

aquello que se dice, sino también de aquello que se rechaza implícita o explícitamente.

(158)

La arqueología del saber.- Se basa en la noción foucaultiana de genealogía. Se

trata de estudiar el desarrollo de las concepciones, los discursos y las representaciones

actuales de las personas y de la sociedad, con la intención de explicar la constitución y el

mantenimiento de las “verdades” de nuestro tiempo y las relaciones de poder

correspondientes.

El análisis de discursos.- Es el estudio de los discursos dominantes y la

explicitación de cualquier referencia implícita a la identidad y a las relaciones de poder.

Un paso previo puede ser la identificación de las posiciones de sujeto ofrecidas por los

diferentes discursos, juntamente con las connotaciones políticas y psicológicas

correspondientes. El proceso depende mucho de la intuición y de la capacidad de

interpretación de cada uno. (159)

UN EJEMPLO DE ANÁLISIS DE DISCURSO.

Lo primero que hice fue leer el texto despacio, de arriba a bajo, unas cuantas

veces. Trataba de encontrar cosas como temas recurrentes, afirmaciones con

connotaciones similares, metáforas y palabras especialmente significativas... En la

práctica es la búsqueda de parecidos y contrastes, de imágenes, de asociaciones de

ideas y de contradicciones. También tuve en cuenta los elementos reprimidos, que

aparecen en el “negativo” del texto. (160)

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Mi lectura del texto ha sido subjetiva e intuitiva y no ha sido el producto de

ningún método concreto... Dentro de un marco construccionista, mi análisis es una de

las muchas lecturas posibles –y igualmente válidas- del texto... La cuestión no es saber

si mi lectura es acertada o no, sinó hasta qué punto puede servir para entender y

modificar –si cabe- la política exterior.

Se me ocurren al menos dos razones para desaconsejar la tarea individual de

análisis del discurso, que es la que he hecho yo... El análisis es más rápido si se trabaja

como parte de un equipo de dos o tres personas. Los temas que cada uno identifica se

pueden comparar con los de los otros, lo cual permite rechazar los engaños... Se puede

estar más seguro de la validez de la propia lectura... Dos o más de dos personas de la

misma comunidad lingüística pueden estar en mejores condiciones de detectar los

discursos que operan dentro de un texto que una sola persona. (163)

ALGUNOS PROBLEMAS PLANTEADOS POR EL ANÁLISIS DEL DISCURSO.

Los fundamentos teóricos en que se basa la desconstrucción son el relativismo y

la naturaleza problemática de la realidad. Si no hay verdad, sino sólo discursos que

rivalizan entre ellos, si todas las lecturas so igualmente válidas, ¿hasta qué punto

podemos afirmar que hay gente ‘verdaderamente’ oprimida? ¿Cómo se puede justificar la

voluntad de privilegiar un discurso por encima de otro?

Abrams y Hogg (1990) cuestionan el derecho de los académicos de decidir a qué

grupos hay que entregar poder. (164)

Cuando recomienda la identificación y el análisis de los discursos, Parker los

convierte en objetos capaces de tener una existencia independiente del usuario y del

contexto. El interés del investigador se centra, en este caso, en los discursos y en las

relaciones y los conflictos que se establecen entre ellos. Así pues, los textos, las

entrevistas y las conversaciones sólo tienen interés en la medida que dan “pistas” sobre

los discursos en que operan... Potter et al. creen que para captar toda la fuerza de un

texto, hace falta entender en qué contexto político e interpersonal ha sido construido,

con qué finalidad y de qué recursos prácticos se dispone.

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Así, ideas, objetos e instituciones ya existentes –como la familia, la ciencia, la

medicina y el individuo- tienen sus respectivos discursos. Corremos el peligro de

descubrir tantos discursos como categorías hay en nuestro entorno. (165)

Si aceptamos la existencia de discursos relacionados con la familia, la maternidad

y la infancia, ¿también hemos de aceptar la existencia de discursos relacionados con el

parentesco, con las labores del hogar y con el hecho de ser abuelo? Nos podemos

encontrar que los discursos proliferen hasta el punto que haya tantos como palabras del

diccionario. (166)

Abrams, D. y Hogg, M.A., “The context of discourse: let’s not throw the baby out with the bathwater”,

Philosophical Psychology, 3 (1990, 2), pp. 219-225.

Barnes, B. (1977): Interests and the Growth of Knowledge, Rouledge/Kegan Paul, Londres.

Billig, M. (1990): “Rethoric of social psychology”, en I. Parker y J. Shotter (eds.), Deconstructing Social

Psychology, Routledge, Londres.

Foucault, M. (1992): Historia de la sexualidad, Siglo XXI, Madrid (ed. Original 1976).

Gergen, K.J. (1985): “The social construccionist movement in modern psychology”, en American

Psychologist, 40, pp. 266-275.

Gergen, K.J. (1989): ”Warranting voice and the elaboration of the self”, en J. Shotter y K.J. Gergen (eds.),

Texts of Identity, Sage, Londres.

Parker, I. (1992): Discourse Dynamics: Critical Analysis for Social and Individual Psychology. Routledge,

Londres.

Saussure, F. De (1991): Curs de lingüística general, Ed. 62, Barcelona (ed. original 1974).