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  • Introduccin El propsito de este ensayo sobre la transformacin del te-

    rritorio piurano es dar cuenta a grandes rasgos de los principales cambios econmicos, demogrficos e institucionales, ocurridos en el siglo XX y en el inicio del presente, que explican y permiten ubi-car las dinmicas territoriales de hoy.

    Nuestro punto de partida ser la divisin poltico-admi-nistrativa tripartita con la cual naci Piura, cuando este antiguo partido de la Intendencia de Trujillo se independiz de esta al ser elevado al rango de provincia litoral (1837) y, luego, departamento (1861). Naci con tres provincias:

    En la sierra, Ayabaca, principal aunque pequeo centro po-blado del rea andina, que tena en esa poca una ubicacin estratgica: por l transitaban los intercambios con Loja y el Ecuador.

    En los llanos de la zona central, Piura, el antiguo centro de poder colonial del territorio piurano.

    En el litoral, Paita, puerto de enlace con lo internacional y con Lima: la carretera Panamericana Norte llegar a Piura recin en 1940. Ya desde la poca colonial tuvo un rol prota-gnico en cuanto puerto de ingreso al territorio del Per.

    Luego, respondiendo al crecimiento demogrfico y econmico, al proceso de urbanizacin y a la implementacin o consolidacin de

    Bruno Revesz | Julio Oliden

    Piura: transformacin del territorio regional

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    actividades especficas, se modificaron estas demarcaciones (Ber-nex y Revesz 1988: 31-33). El rea andina se subdividi en dos pro-vincias: Ayabaca y Huancabamba (1865). De la provincia de Paita se desprendieron, sucesivamente, Tumbes (1861), los distritos que formaron la provincia de Sullana (1911) y los que formaron la de Talara (1956). Por otra parte, en 1936, se segregaron de la pro-vincia de Piura los cinco distritos que, conjuntamente con cuatro distritos de Ayabaca, constituyeron la provincia de Morropn. Por ltimo y ms recientemente (diciembre 1993), la provincia de Piura se subdividi al crearse la provincia de Sechura.

    Sin embargo, y ms all de esta dinmica de reconfiguracin territorial, es significativo que, desde el inicio, la divisin tripartita mencionada fuera el germen de la matriz que nos permite distin-guir hoy tres espacios subregionales claramente diferenciados eco-lgicamente por su padrn de poblamiento y de urbanizacin y por el tipo de actividades econmicas predominante:

    La sierra o rea andina, donde se complementan agricultura de subsistencia y pequea ganadera.

    Los valles agrcolas costeos, las cuencas del Chira y del Piu-ra, o rea central, donde gravitan intercambios econmicos y migraciones internas, y coexisten hoy una pequea agricultu-ra comercial, la agricultura empresarial y la agroindustria.

    El litoral, extensa franja con ms de 360 kilmetros de longi-tud y cuyos habitantes estn vinculados a la actividad petrolera y pesquera. Los tres espacios considerados no son compartimentos es-

    tancos. Cada da, flujos de personas y de mercanca, intercambios monetarios y la omnipresencia de las telecomunicaciones en un mundo cada vez ms globalizado los conectan estrechamente. Por otra parte, el espacio regional de Piura se articula a su espacio vital1

    1 Usamos la expresin espacio vital por ser la utilizada en el Acuerdo Regional Piura 2007-2021 (Gobierno Regional de Piura 2007: 10).

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    nacional e internacional: norte y oriente del Per (Revesz 2003), sur del Ecuador, estados amaznicos del Brasil, cuenca del Pacfico y pa-ses asiticos.

    En lo que sigue, analizaremos en primer lugar, y para cada uno de estos tres territorios subregionales, algunos de los grandes cambios ocurridos en el siglo pasado. Luego, en una segunda parte, ms breve, presentaremos procesos y dinmicas territoriales ms recientes.

    MAPA 1Piura: Subespacios regionales

    Fuente: Bernex, Revesz. Atlas regional de Piura. Diez; Aldana. Basillas, Paijeros y Algodn

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    Primera parte Un siglo de desarrollo en Piura2

    Nota preliminar sobre la modernizacin productiva en el litoral y los valles costeos oro negro y oro blanco y la correlativa postergacin de la sierra

    La modernizacin productiva, entendida como proceso de innovacin, movilizacin sistemtica de talentos y de capitales, de transformacin tecnolgica y de integracin al mercado, se comen-z a dar de manera sostenida en Piura a inicios del siglo pasado con el desarrollo de la produccin y de las exportaciones petroleras en el litoral (el oro negro) y con el desarrollo de la produccin y de las exportaciones algodoneras en los valles costeos (el oro blanco).

    Por su simultaneidad en el tiempo, se pueden apuntar algu-nas semejanzas entre los dos procesos: la orientacin hacia el mer-cado internacional, la realizacin compulsiva de estudios tcnicos por especialistas forneos, los conflictos en torno a derechos de propiedad, la importacin de maquinaria y la generacin de mi-gracin interna. Sin embargo, estas y otras similitudes son relati-vamente secundarias frente a la enorme diferencia de articulacin con la sociedad regional en uno y otro caso.

    La explotacin del petrleo se realiz mediante la importa-cin de tcnicos y de mano de obra proletarizada a un sector de la franja litoral, rido y poco poblado. Culmin con la creacin del complejo industrial de Talara, de inters estratgico nacional, edifi-cado a distancia de la constelacin de ciudades y de redes sociales y comerciales existentes. En el caso del algodn, se puede hablar de un verdadero proceso de hibridacin social y tcnica, realizado en forma descentralizada y orientado a la expansin, transformacin y regulacin de una actividad productiva asentada desde siglos en los valles del Chira y del Piura.

    2 Parte de la informacin recogida en esta seccin se encuentra en Revesz et al. 1996, o ha sido presentada conjuntamente con Jos Canziani y otros en el seminario Ciudades inter-medias y desarrollo territorial (Lima, mayo 2010) de prxima publicacin.

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    Si hasta los aos sesenta, el polo petrolero constituy un enclave nico de su gnero en el pas, la expansin del cultivo al-godonero en el norte no era sino un elemento entre otros de la dinmica ms general de agroexportacin, comn al conjunto de valles de la costa peruana (Thorp y Bertham 1985). La relacin de Piura con las industrias extractivas es muy larga. Piura la ha vivido desde por lo menos 1902. A inicios del siglo pasado, se recuerda a la International Petroleum Company (IPC) como gran industria extractiva; podemos decir, entonces, que hay ms de un siglo de extractivismo que coincide con la modernizacin de la agricultura en Piura. Sin embargo, son dos espacios diferentes para estas acti-vidades: las extractivas en el norte en Talara, mientras que la zona de los valles no tena nada que ver con esta actividad.

    El rea andina, por su parte, no recibi estos flujos de inver-siones en infraestructura, tecnologa y capital de trabajo. Permaneci al margen de estos procesos y fue progresivamente marginada de este modelo de desarrollo territorial (Trivelli et al. 2009: 155-156). La creciente articulacin de los territorios costeos de Piura con la economa internacional y su rol de proveedores de productos de agroexportacin como el algodn, y de materias primas estra-tgicas como el petrleo, determinaron que el peso econmico se trasladase marcadamente hacia la costa, mientras que la sierra se aislaba de forma progresiva (Aldana y Diez 1994: 30). Las carre-teras que comunican las regiones costeras se construyeron en des-medro de las de la serrana. De esta manera, este espacio regional comenz a desempear un rol marginal en la economa regional, con una produccin sustancialmente destinada al autoconsumo y como zona exportadora de mano de obra. Asimismo, se estanc su crecimiento urbano.

    1. El rea andina, un territorio de alta ruralidad

    A pesar de que la regin de Piura sea un espacio reputado esencialmente costeo, el 30% de su territorio est conformado por un conjunto socioeconmico y orogrfico netamente diferenciado,

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    ubicado sobre los 600 metros de altitud en la vertiente occidental de los Andes, en una zona de transicin entre los Andes septentrionales (Venezuela, Colombia, Ecuador) y los Andes centrales (Per y parte de Bolivia)3. Constituye, en la prctica, el punto de contacto entre la Costa occidental y la Selva amaznica. La porcin piurana de la cor-dillera occidental de los Andes no solo es la ms baja de todas, sino que sus primeras elevaciones son las ms lejanas de la costa en toda Suramrica: ms de 300 kilmetros la separan del mar.

    Una serie de caractersticas peculiares de carcter fisiogrfi-co, pero sobre todo humano, la distinguen del resto de la regin andina del Per. Su cercana a la lnea ecuatorial y a una amplia faja costera, as como su baja altitud relativa y el aumento de la hume-dad con la altitud4, han determinado que el espacio serrano cuente solo con tres pisos ecolgicos5. Bosques de neblina y pramos, y sus mayores cumbres, ubicadas al noroeste (3942 msnm), constitu-yen la principal fuente de biodiversidad y de provisin de recursos hdricos de la regin Piura.

    A pesar de la diversidad de clima, de altitud y de vegetacin que la atraviesa, la sierra de Piura aparece en la regin como una unidad porque tiene un patrn de asentamiento y produccin co-mn, radicalmente diferente al de la costa, y que, a su vez, es el fundamento de una sociedad ms homognea que la costea. Po-blacin dispersa en un territorio donde no hay ciudades grandes6. A pesar de concentrar solo el 19% de los habitantes de la regin y de ser predominantemente rural, esta poblacin no es pequea:

    3 Los Andes meridionales se extienden entre Chile y Argentina. 4 A diferencia de los Andes centrales, en Piura la humedad ambiental se incrementa

    no disminuye con la altitud. Por este fenmeno de inversin climtica, la sierra de Piura es una zona tropical. Coexisten zonas donde se cultivan el caf y la caa de azcar, con otras donde predominan trigos, ajos, arvejas, ocas y ollucos.

    5 La Zona de transicin, primer piso ecolgico de la sierra, se extiende entre los 600 y los 1200 msnm; la Quechua hasta los 3500 msnm; la Jalquilla hasta las ms alta cimas, cerca de los 4000 msnm (Aldana y Diez 1994).

    6 Las dos ciudades ms importantes, Huancabamba y Ayabaca, no alcanzan los 7000 habitantes.

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    las dos provincias, ms los distritos de sierra de la provincia de Morropn, suman segn el censo 2007 cerca de 283 000 personas; una poblacin en palabras de Mara Isabel Remy superior a la registrada en los departamentos de Pasco, Tumbes, Moquegua o Madre de Dios. Las dos principales actividades econmicas, con altos componentes de subsistencia, son la agricultura y la ganadera extensiva (vacuno), que se combinan en forma diferenciada segn los pisos ecolgicos. La articulacin con las ciudades intermedias de la costa padece de un enorme dficit de infraestructura vial al interior del espacio serrano.

    Durante buena parte de la colonia, la sierra fue la despensa de Piura y punto de paso obligado de la ruta comercial hacia Loja, Cuenca y Quito (Revesz et al. 1996: 517), funciones que empezara a perder paulatinamente desde el establecimiento de la Repblica. Como hemos sealado, desde el fin del siglo XIX, su importancia econmica fue desplazada por la articulacin directa con la eco-noma y el desarrollo sostenido de la faja costera. Poco a poco, la sierra aparece menos en el escenario regional. Para muchos, su visibilidad se reduce a la peregrinacin anual al Seor Cautivo de Ayabaca y las visitas a los curanderos de las lagunas de las Huaringas en los alrededores de Huancabamba.

    Entrando al siglo XX, las haciendas serranas enfrentan ade-ms de una crisis econmica las protestas de los colonos y arren-datarios (Apel 1991) mientras asisten a la reconstitucin y posterior reconocimiento de las comunidades indgenas (Diez 1992). Con el apoyo de los nuevos partidos polticos, yanaconas y comuneros re-claman mejores condiciones de vida y derechos consuetudinarios. Al interior de las haciendas y de las comunidades se forman ncleos de dirigencia similares y, aos ms tarde, la desaparicin del rgimen hacendatario implicara la generalizacin de la comunidad campesi-na en todo el espacio rural serrano y poco despus, ante el vaco de autoridad, la aparicin de las rondas campesinas.

    Estas son expresin del nuevo protagonismo del campesinado serrano y se erigieron como guardianas de su territorio. La crisis de

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    1983, acentuada en la regin por los efectos del fenmeno El Nio, hizo ms precaria la economa campesina e insoportable la agresin de los abigeos, que muchas veces gozaban de la complicidad de los jueces y de la polica. Fueron centenares de rondas y millares de ronderos los que se organizaron en estos aos para restablecer un mnimo de seguridad, de orden y de confianza mutua. Ms all de la vigilancia nocturna de los caminos y del ganado, las rondas arbi-traron y solucionaron todo tipo de conflictos dentro de un espritu de cooperacin y de autonoma. Eligiendo sus autoridades, deba-tiendo los asuntos locales y renovando la identidad comunitaria, las rondas se desarrollaron como una experiencia de democracia participativa (Starn 1989, Huber 1995).

    Hoy se movilizan contra la intromisin en su territorio de las empresas mineras y para la defensa de su ecosistema, destacn-dose en el caso de Majaz - Ro Blanco la potencia del actuar de las organizaciones de la zona, como la Central Provincial de Rondas Campesinas de Huancabamba, la Central de Rondas Campesinas de Pacaipampa y la Federacin de Comunidades y Rondas Cam-pesinas de Ayabaca, que integran el Frente de Defensa del Medio Ambiente, la Vida y Agro de Ayabaca, Huancabamba, Pacaipampa.

    En contraste con este dinamismo poltico, todos los indica-dores sociales confluyen en denotar que los pueblos del rea andi-na viven una marcada situacin de marginacin y empobrecimiento (Hurtado 1997). Nos limitaremos a mencionar uno de carcter de-mogrfico: la tasa casi nula (0,3) de crecimiento intercensal de la poblacin entre 1993 y 2005, que pone en evidencia que al igual que en otras zonas del pas, pero a diferencia del litoral y de los valles piuranos si bien la poblacin serrana no decrece, pierde su peso relativo, exporta mano de obra y envejece7.

    7 Esta tasa de crecimiento intercensal es de 1,7 para las dos principales aglomeracio-nes urbanas de la regin (Piura y Castilla, Sullana y Bellavista), de 1,3 para los valles costeos (sin incluir estas dos ciudades) y de 1,6 para el litoral (provincias de Talara y Paita y distritos litorales de la provincia de Sechura).

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    Polticamente, los pueblos de la sierra de Piura estn orga-nizados en veintids distritos pertenecientes a tres provincias8. La totalidad de estas municipalidades es rural segn la definicin de la Ley Orgnica de Municipalidades vigente; su poblacin urbana no excede la mitad de su poblacin total. Son eminentemente ru-rales, pues veinte de estos veintids distritos tienen ms del 75% de poblacin rural. Destaca la ausencia de ciudades importantes involucradas en un proceso de crecimiento y articuladoras del es-pacio andino. Solo las dos capitales de provincia, Huancabamba (6852 habitantes) y Ayabaca (6047), dos de las ciudades ms anti-guas de la regin, concentran ms de 5000 personas (Censo 2007). La posibilidad de que existan ciudades importantes en el rea andina est limitada por la relativa cercana a las grandes ciudades cos-teas (Piura, Sullana, Chiclayo). Predomina una nube de centros muy pequeos y dispersos, cuyo papel administrativo y comercial es limitado. Esta situacin, junto con la ausencia de una red urbana jerarquizada, acenta el aislamiento de la mayor parte del territorio serrano, lo que representa un desafo para alcanzar el desarrollo integral y sostenible del territorio piurano.

    2. La modernizacin del agro costeo en Piura

    La importancia econmica y comercial de Piura es un he-cho relativamente reciente, iniciado a principios del siglo XX. El elemento determinante para esto fue el desarrollo continuo de la capacidad productiva de las cuencas del Chira y del Piura, trans-formadas a partir de un sistema de infraestructura de riego en ex-tensos oasis, y de la especializacin regional en la exportacin de un algodn de alta calidad. La construccin de sistemas de canales permiti cuadruplicar, en dicho siglo, el rea cultivada en los valles de la costa piurana y fue la base para la concentracin de tierras por nuevas haciendas algodoneras que desplazaron a los productores nativos y relativizaron el peso de la economa campesina.

    8 Los diez distritos de la provincia de Ayabaca, los ocho de la provincia de Huanca-bamba y cuatro distritos serranos de la provincia de Morropn, de la cual la capital y parte de su territorio esta ubicado al pie de monte.

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    Es en torno al nuevo sistema agrario que se ordenaron centros poblados, vas de comunicaciones, empleo de la fuerza laboral, casas comerciales, dinmica universitaria, sistema financiero y un conjunto de grandes inversiones pblicas. A pesar de la transformacin del entorno econmico y de la emergencia de nuevos cultivos, este sistema condiciona buena parte del desempeo de la pequea agri-cultura de hoy.

    El acceso al agua no solo sustenta la actividad agraria, sino que focaliza, tambin, la actividad social y condiciona la existencia misma del poblador. Los principales asentamientos humanos de esta rea se ubican a lo largo de los dos grandes ros de origen andino que atraviesan la franja costera para arrojar sus aguas en el Pacfico: el Piura y el Chira, ro internacional este, conocido como Catamayo en su parte ecuatoriana.

    Cuatro etapas en la transformacin del espacio agrario costeo

    La reorganizacin del espacio y la ampliacin del rea cul-tivada a partir de la implementacin de la red regional de infraes-tructura de riego se realizaron en cuatro etapas sucesivas que mar-caron, cada una de ellas, una intervencin creciente del Estado.

    Al principio, fueron agricultores privados los que construye-ron los primeros canales en el Bajo Piura y en el Chira (1895-1905).

    A fines del oncenio de Legua, una comisin presidida por Sutton se encarg de ejecutar unas ampliaciones de los cana-les en estos mismos valles (dcada de los treinta).

    Posteriormente, Odra consigui ayuda del Banco Mundial para la derivacin del ro Quiroz, afluente del Chira, y la crea-cin de la Colonizacin San Lorenzo (1951-1964).

    Por ltimo, con la construccin del reservorio de Poechos y el Proyecto Chira-Piura todava en curso, se interconectaron las dos cuencas hidrogrficas, lo que permiti que el Bajo Piura disponga de agua a lo largo del ao y el paso del riego por bombeo al riego por gravedad.

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    Por ser sintomtico de las tensiones territoriales intrarregio-nales, enfocaremos el caso San Lorenzo:

    En el siglo XIX ya se haba planteado la derivacin de las aguas del ro Quiroz, perteneciente a la cuenca del Chira, hacia el Bajo Piura. La obra, que utiliz la quebrada de San Francisco, afluente del ro Piura a la altura de Tambogrande, supuso construir ocho kilme-tros de tneles y se realiz en veinte meses, inaugurndose en 1953.

    Pero esta derivacin no era ms que la primera etapa de un proyecto mucho ms ambicioso: la creacin ex nihilo de un oasis de 45 000 hectreas en el despoblado mediante la irrigacin, licitacin y venta de tierras nuevas. Gracias a un prstamo del Banco Mundial al gobierno del general Odra, se construy la represa de San Lorenzo, de 258 millones de metros cbicos de capacidad inicial, cerca del casero de Las Lomas, y alrededor de 500 kilmetros de canales se-cundarios revestidos. Sin embargo, hubo marchas y contramarchas (Hirschman 1965), por lo que se postergaron la lotizacin y la colo-nizacin hasta 1963.

    Durante esos diez aos, los hacendados del Bajo Piura ha-ban utilizado la totalidad del agua derivada y no queran ni podan renunciar a ella. En consecuencia, el rea de la colonizacin pro-yectada se redujo a la mitad, decretndose en 1966 limitar las repar-ticiones en lotes a 21 000 hectreas. El vecino Bajo Piura, sobrepo-blado, vea su desarrollo bloqueado por la lotizacin de tierras en beneficio de colonos venidos de todo el pas, mientras que la obra de San Lorenzo, tcnicamente exitosa, se develaba hidrulicamente insuficiente y financieramente desastrosa; las anualidades pagadas por los colonos cubran menos de la tercera parte de las inversiones (Collin Delavaud 1984: 117).

    Por otra parte, el ordenamiento de la colonizacin, previ-niendo posibles deficiencias en el aprovisionamiento, program que el 40% de la superficie de cada parcela se destinara a cultivos permanentes, principalmente frutales, a los cuales se dedicara ex-clusivamente el agua en aos de escasez. Eso impuls una mar-cada especializacin del nuevo oasis donde, al lado del algodn

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    y del arroz, se desarrollan ahora el limn y el mango, siendo San Lorenzo el primer productor de estos dos frutales al nivel nacional.

    El Proyecto Chira-Piura y la conexin de las cuencas

    Frente al impasse producido, el sistema de regulacin definiti-va del riego en el Bajo Piura se realizara mediante la construccin de la represa de Poechos en el Chira, la conexin de las dos grandes cuencas hidrogrficas y la derivacin del excedente de aguas del Chira hacia el Piura. El estudio de factibilidad de lo que sera el Proyecto Chira-Piura, se realiz entre 1964 y 1967 y fue ejecutado, luego, por el gobierno militar de Velasco.

    El Chira y el Piura, incluyendo la colonizacin San Lorenzo y la nueva rea de Cieneguillo a lo largo del canal de derivacin del Chira-Piura, conforman ahora un oasis de ms de 100 000 hect-reas irrigadas. No significa eso que no existan problemas ni ame-nazas: el mantenimiento del sistema de canales de San Lorenzo es precario, la represa de Poechos est en proceso de colmatacin, existen tendencias de salitramiento en el Bajo Piura y el Alto Piura sufre de escasez crnica de agua.

    Las inversiones en grandes infraestructuras de riego, el aca-paramiento y concentracin de tierras campesinas por empresas privadas, la adopcin de nuevas variedades genticas, la reglamen-tacin del cultivo como componente del control de plagas, la me-canizacin de las labores agrcolas, del transporte y del procesamiento del producto, el establecimiento de entidades y la canalizacin de flujos comerciales y financieros son los principales factores econ-micos, tcnicos, sociales y normativos que definieron muchos de los condicionamientos y de los rasgos de la agricultura de hoy en da, y que contribuyeron en forma decisiva a reconfigurar el espa-cio regional.

    El auge de la produccin algodonera trajo consigo la implan-tacin de una red de empresas comerciales y financieras no solo para la exportacin de la materia prima, sino para la importacin y distribucin de insumos y de maquinaria. En particular, sobre la

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    base de la comercializacin y la transformacin de la pepa y de la fibra extra larga del algodn Pima, se levant una cadena integra-da agroindustrial y agroexportadora acopio, desmote, control de calidad (clasificacin), fabricacin de aceite, hilandera, almacenes y servicios de embarque y aduanaje en el puerto de Paita que enlaz el mercado interno con el externo y que impuls el creci-miento urbano. Vale la pena recalcar que este proceso de moderni-zacin agraria incorpor no solo al mundo de los hacendados, sino tambin a los pequeos productores costeos, subordinndolos al complejo agroindustrial.

    Esta transformacin agroindustrial fue la base sobre la cual se asent el desarrollo de las dos grandes ciudades de la regin: Piura, quinta ciudad del pas, con 363 444 habitantes9, y Sullana, decimo-tercera, con 164 81810; ambas ciudades separadas apenas por 35 ki-lmetros. Se cre, de este modo, un fenmeno de bipolaridad y de complementariedad en el control y la articulacin de los distritos de estas dos cuencas. Con su estrecha vinculacin vial, un tiempo ferroviaria11, y con el puerto de Paita, se conforma el tringulo que constituye ahora el corazn econmico de esta regin.

    Hasta antes de los aos sesenta no exista en Piura la posi-bilidad de acceder a la educacin universitaria, lo que alentaba la migracin temporal o definitiva de los futuros profesionales hacia Trujillo o Lima. La creacin, en 1962, de la Universidad Nacional de Piura (UNP), universidad pblica, y en 1968 de la Universidad de Piura (UDEP), privada, reforz en este aspecto la autonoma y la integracin regional.

    Antes de la Reforma Agraria (RA) del gobierno de Velasco, el agro costeo estuvo dominado por las haciendas medianas y grandes. Hoy en estos valles predomina la pequea agricultura comercial12 una parte de ella, que se desempaaba ya al margen

    9 Cifras de 2007, incluyen Castilla.10 Cifras de 2007, incluyen Bellavista.11 Ferrocarril Paita-Sullana-Piura (1887-1959).12 Unidades que basan su produccin fundamentalmente en la mano de obra familiar y

    que dirigen la mayor parte de su produccin hacia el mercado.

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    12 Unidades que basan su produccin fundamentalmente en la mano de obra familiar y que dirigen la mayor parte de su produccin hacia el mercado.

    de las haciendas y luego de las cooperativas; la otra, generada por la parcelacin de las empresas asociativas creadas por la RA dedi-cada principalmente al cultivo del arroz y del algodn.

    Sin embargo, a pesar de la permanencia de estos dos mono-cultivos, en los ltimos treinta aos el agro piurano ha conocido una cierta reconversin productiva en la cual predomina la progre-sin de los frutales. En cuanto al peso econmico de estos cultivos emergentes, se puede sealar que Piura es el primer productor na-cional tanto de mango como de limn con, respectivamente, 66,8% y 64,1% de la produccin total nacional. Esta evolucin se inscribe en espacios productivos subregionales especficos. Por un lado, la predominancia del arroz y del algodn se localiza principalmente en el Medio y Bajo Piura y en el Chira. Por el otro, el mango y el limn se concentran en San Lorenzo y en el Alto Piura. El pltano, particularmente orgnico, se est desarrollando paulatinamente en el Medio Chira y en el Alto Piura.

    GRFICO 1Piura: rea sembrada 1995 - 2003 (hectreas)

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    Algodn vs. arroz

    Un fenmeno relativamente reciente y particularmente lla-mativo es el declive del cultivo emblemtico de la regin, el algo-dn Pima, y, correlativamente, la progresin del arroz, su principal cultivo de substitucin13.

    Esta situacin se origina, fundamentalmente, en la prdida de rentabilidad del algodn, debida al estancamiento de su coti-zacin internacional y agravada por el control oligopsnico de su comercializacin en el Per. Otros factores de carcter regional, sin embargo, han de ser tambin tomados en cuenta. Primero, la posibilidad que se present, en el Bajo Piura, de sembrar arroz por el acceso permanente a agua de riego desde la culminacin en los ochenta del proceso de conexin de las cuencas. En segundo lugar, los efectos del FEN extraordinario de 1998 que, al igual que el de 1983, aniquil la campaa algodonera, por lo que los peque-os productores se aferraron con mayor fuerza al cultivo del arroz casi como la nica tabla de salvacin.

    En este contexto, los agricultores descubrieron que, frente al algodn, el arroz tena una serie de ventajas comparativas:

    Es de un periodo vegetativo ms corto. No tiene plagas ni enfermedades importantes. Se obtienen buenos rendimientos. Es de fcil manejo agronmico y comercial. El agricultor lo puede almacenar en su casa y comercializarlo

    cuando ms le convenga, o puede alimentarse con l. El bajo costo del agua de riego hace que la gran cantidad de

    agua que consume no repercuta en los costos de produccin.

    Sin embargo, si bien en una perspectiva de corto plazo el cultivo del arroz parece casi ideal, plantea serios problemas de sos-tenibilidad a mediano y largo plazo:

    13 En 2003, Piura con 17,3% de la produccin nacional era ya el segundo departamento arrocero del pas, detrs de Lambayeque.

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    Dadas las condiciones actuales de conduccin del cultivo del arroz (como monocultivo, sin sistema de rotacin, con dre-naje insuficiente, etc.), en los suelos de Piura se est produ-ciendo una degradacin sistemtica, permanente y acelerada del recurso suelo (salinizacin, elevacin de la napa fretica en el Bajo Piura, etc.), cuyo resultado a mediano plazo ser la perdida de la capacidad agrcola de dichos suelos.

    Los grandes volmenes de agua que consume el cultivo de arroz, afectan la adecuada atencin de otros cultivos y la po-sibilidad de incorporar nuevas reas de tierras a la agricultura.

    Diversidad de horizontes temporales

    En lo que precede hemos presentado las grandes inversio-nes pblicas como una secuencia armoniosa de acondicionamiento progresivo del territorio. En realidad, estas se inscriben en hori-zontes temporales diferentes.

    Ciertos proyectos se inscriben en el tiempo largo. Es el caso de la construccin de las grandes infraestructuras hidrulicas. Tres ejemplos de proyectos que ya se haban planteado desde finales del siglo XIX:

    La derivacin de las aguas del ro Quiroz, considerada por Vctor Eguiguren en su Estudio de la riqueza territorial de la provincia de Piura, publicado en 1894. Se realiz en 1953.

    La derivacin del excedente de aguas del Chira, mediante la interconexin de las cuencas del Chira y del Piura, fue pro-puesta por el ingeniero Duval en 1874. Se realiz en los aos setenta del siglo XX.

    La derivacin de las aguas del Huancabamba para solucionar los problemas del Alto-Piura (Vias y Reyes 1894). En el 2011, estamos en los inicios del proyecto; pero, desde Sutton (1920), sus aguas estn reservadas para el gran proyecto de irrigacin de las pampas de Olmos, lo que crea malestar en los piuranos.

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    Otros proyectos se planifican y abortan en un tiempo corto por el cambio en las condiciones polticas y econmicas. El caso emblemtico es el del Mega Proyecto del Complejo Minero Indus-trial de Bayvar, que iba a crear millares de empleos y cuyo aporte al PBI deba ser del 8%. El proyecto se inici en 1974 con el dise-o de un programa de inversiones de once aos (1976-1986) que no fue asumido por el segundo gobierno de Belande. No habra que deducir que un cambio de rgimen implica automticamente la interrupcin de los proyectos de inversin pblica. Los estudios y la planificacin del proyecto Chira-Piura se realizaron en 1964-1967 con el primer gobierno de Belande. Luego, el del general Juan Velasco Alvarado llev a cabo, en 1970, la construccin de la primera etapa. De igual manera, si bien la situacin de San Lorenzo se complic al perder un apoyo importante con la salida de Odra del poder, no fue interrumpido.

    3. El litoral, puertos, pesca e hidrocarburos

    Mar y tierra

    El subespacio litoral (marino-costero) se extiende entre Mncora, al norte, y Bayvar, al sur. Sus centros poblados, caletas, campamentos mineros, ciudades y puertos se alinean a orillas del Ocano Pacfico a lo largo de sus 398 kilmetros de costa. Dispo-ne de una diversidad de recursos (petrleo, gas, fosfatos, especies marinas, mar, playas, bahas) que generan actividades econmicas rentables (petroqumica, minera, pesca artesanal e industrial, pro-duccin de harina y enlatados; turismo, puertos y facilidades para prestar servicios de exportacin e importacin).

    Una potencialidad importante del litoral piurano, es su locali-zacin estratgica, que lo conecta con Lima por el sur y con Guaya-quil, en Ecuador, por el norte, a travs de la Carretera Panamericana; y que, del mismo modo, lo ubica en el extremo oeste de la futura Carretera Biocenica, que lo conectar con Manaos en Brasil. Sin embargo, por el momento, sufre de un dficit de integracin lon-gitudinal por no contar, las tres zonas en que se divide Norte

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    14 La construccin de los tramos que faltan en la Carretera Costanera Sechura - El uro forma parte de los proyectos previstos en el Acuerdo Regional Piura 2007-2021.

    (Talara), Centro (Paita) y Sur (Sechura), con comunicacin vial directa14. Por otra parte, se perfilan varias amenazas que necesitan ser enfrentadas:

    Contaminacin marino-costera por la coexistencia de activi-dades econmicas potencialmente contaminantes: fbricas, puertos, extraccin, almacenamiento y refinamiento de petr-leo, minera, maricultura.

    Cambios en la temperatura del mar por variabilidad climtica (FEN) en el marco del proceso de cambio climtico en marcha.

    Migracin desordenada desde las provincias pobres de Piura hacia la costa.

    Las principales transformaciones territoriales de este espacio rido, ocurridas en el siglo pasado, han sido el crecimiento urbano y el desarrollo de dos grandes puertos, Talara y Paita, vinculados respectivamente a la industria petrolera y a las actividades pesque-ras. Estos son ahora, detrs de Piura y Sullana, la tercera y cuarta ciudades de la regin con mayor poblacin. El espacio litoral es predominantemente urbano, y su poblacin rural puramente resi-dual. La poblacin total en el ao 2007 era de 234 883 habitantes: el 98,57% calificado por el INEI como urbano y el 1,43% como rural. El 89,7% de la poblacin vive en ciudades de ms de 5000 habitantes; el 8,7%, en ncleos de ms de cien casas o en capitales de distrito. 1,43% de su poblacin vive en pequeos ncleos o dispersa; estos ncleos urbanos se distribuyen en forma diferenciada en las tres zonas mencionadas.

    Talara y Paita estn identificadas con la modernidad indus-trial, con relaciones de trabajo asalariado y asociatividad para la defensa de derechos sindicales.

    El rea litoral de Sechura a Bayvar se dedica mayoritaria-mente a la pesca artesanal e industrial, con actividades de mari-cultura en consolidacin y un sector pesquero industrial moderno

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    y consolidado, a lo que ahora se suma la posibilidad de participar de alguna forma en la construccin y puesta en marcha del nuevo puerto y el desarrollo minero no metlico de Bayvar.

    Los procesos de urbanizacin de Paita y Talara son diferen-tes. En el primer caso, la ciudad actual es el fruto de la superpo-sicin de una serie de espacios histricos durante ms de cuatro siglos. Transitaban por ella los flujos comerciales dirigidos hacia Europa, entre los cuales figuraban, en primer lugar, en el siglo pa-sado, las exportaciones de fibra de algodn Pima. El desarrollo urbano reciente proviene de la penetracin de industrias y de flu-jos migratorios en una ciudad ya existente. Por su lado, el proce-so de urbanizacin de Talara nace en relacin con una industria vinculada a la proximidad de fuentes de materia prima alejadas de asentamientos existentes. Como se ver, la divisin del trabajo al interior de la empresa predetermina la estructuracin del espacio habitacional.

    Antes de focalizar nuestra atencin sobre estas dos ciudades-puerto, introducimos brevemente algunos elementos de contexto (pesca y explotacin de hidrocarburos) vinculados a su crecimiento.

    Una larga tradicin pesquera

    A lo largo del litoral piurano, la riqueza ictiolgica del mar es excepcional por ser zona de encuentro de las corrientes fras del sur y clidas del norte. En tiempo normal, Piura aporta la ma-yor presencia y diversidad de especies para consumo humano al nivel nacional. Pero dicha abundancia vara mucho en funcin de las condiciones ocano-atmosfricas, en particular de la fuerza de la contracorriente de El Nio, cuando un exceso de aguas cli-das, al bajar desde el Ecuador, inhibe la surgencia de aguas fras y llega a producir una intensa mortandad de organismos marinos. Pero abundancia y escasez dependen estrechamente, tambin, de la relacin entre pesca y medioambiente que se altera gravemente cuando ocurre el fenmeno de sobrepesca. En los ltimos aos, las condiciones bo-oceanogrficas estn cambiando en Piura, y con ellas tambin cambia la canasta de especies disponibles, que pasa

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    de sardina, jurel, lisa y caballa a anchoveta, pota, anguila, calamar y concha de abanico; esto obliga a pescadores, armadores y empre-sarios a adaptarse para proseguir con la actividad.

    En la actualidad, cerca de la tercera parte del pescado de con-sumo humano directo desembarcado en el Per proviene del litoral regional. Se conjugan as, por un lado, el potencial natural (aflora-miento, renovacin de nutrientes planctnicos, etc.) de la zona, pro-picio a la concentracin de recursos hidrobiolgicos, y, por el otro, la habilidad tcnica de los pescadores, fruto de una tradicin inmemo-rial. Hasta hace poco, la referencia emblemtica de esta pesca arte-sanal eran las balsas y balsillas de origen precolombino con sus velas y redes de algodn. Ahora las embarcaciones de madera utilizadas tienen motor, pero, en su mayora, estn desprovistas de instrumen-tos de navegacin y de equipos mecnicos de pesca.

    La Regin Piura dispone de veinticuatro puntos de desembar-que para productos hidrobiolgicos, cuenta con 2200 embarcaciones y 9103 pescadores relacionados directamente con la extraccin. A la comercializacin, transporte y otras actividades conexas, se dedican ms de 37 000 personas. Tambin estn vinculados a este sector los pobladores que compran y venden o transportan pescado, y muchos otros que, sin estar registrados, encuentran en la pesca artesanal una manera de crearse un empleo y obtener un ingreso.

    En el 2006, el aporte de Piura al Valor Agregado Bruto pes-quero del Per fue del 43,7%. La actividad pesquera aport el 3,8 % del Valor Agregado Bruto de Piura, sin contabilizar la parte de manufacturas (16,9%), que corresponde a procesamiento indus-trial de productos15.

    Despus de los hidrocarburos y la agricultura, la pesca re-presenta el tercer gran sector primario extractivo de la regin. Es importante recalcar que la Visin de Piura en el Acuerdo Regio-nal de julio de 2007 seala a la actividad pesquera como uno de los

    15 Informacin del 2010 proporcionada por la Direccin General de la Produccin del Gobierno Regional de Piura.

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    cinco componentes principales de su plataforma productiva, cuya gestin debe garantizar el desarrollo humano sostenible.

    Los vaivenes institucionales de la explotacin de los hidrocarburos

    Durante la mayor parte del siglo XX, la explotacin del petr-leo estuvo monopolizada por compaas extranjeras instaladas en el litoral piurano. La IPC (Internacional Petroleum Company), filial de la Standard Oil of New Jersey (EE.UU), ingres en el Per en 1914 como empresa operadora contratada por la London Petroleum Company, consorcio que se constituy al final del siglo XIX, para extraer petrleo en los campos de La Brea y Parias, ubicados en la provincia de Talara. En 1924 se realiz el traspaso de los derechos de explotacin a la IPC, crendose enclaves, espacios privados-extranje-ros de economa cerrada, que escapaban a las normas del pas. Talara se rigi por su propias leyes sin rendir cuentas al Estado peruano. Esta situacin caduc en octubre de 1968 con la expropiacin de la IPC, pasando la actividad petrolera a ser administrada por la empresa pblica Petroper. Veinticinco aos despus, la privatizacin estar a la orden del da y en 1993 se crea el nuevo ente estatal Perupetro, encargado de la supervisin de los contratos petroleros, mientras que la empresa Petroper se constituye en un simple contratista en competencia con otras compaas petroleras.

    A principios del siglo XX, gracias a los yacimientos de Tala-ra, el Per era el primer exportador de Amrica Latina. En los aos treinta, ms del 80% se destinaba a la exportacin, embarcndose desde el puerto de Talara. En las dcadas siguientes, el consumo nacional creci a un ritmo ms rpido que el de la produccin de la zona, siendo las reservas limitadas; esto oblig al Per en 1961 a ser importador de petrleo. La instalacin de plataformas marinas por parte de la compaa Belco, con el fin de extraer el petrleo del zcalo continental, y luego el inicio de la explotacin de los yacimientos selvticos, revertieron esta situacin. La produccin selvtica transita por el oleoducto norperuano, cuyos terminales llegan al puerto Bayvar en la provincia de Sechura, quedando el

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    aporte del litoral piurano, en los ltimos aos, en la tercera parte de la produccin nacional.

    Los tres grandes puertos

    a) Paita

    Fundado en 1532 con el nombre de San Francisco de Payta de Buena Esperanza, el puerto de Paita entr temprano en la his-toria del Per (Glave 1991). Durante siglos, antes de que se abriera la ruta del Cabo de Hornos, los viajeros que llegaban de Europa solan desembarcar en Paita para luego proseguir por tierra su ca-mino hasta Lima a lomo de mula. El puerto estuvo durante largo tiempo expuesto a los corsarios y a los riesgos de las epidemias. Manuela Senz (1796-1856), la compaera y amante de Simn Bo-lvar, refugiada en Paita despus de la muerte del Libertador, falle-ci all por una de las epidemias de difteria.

    El crecimiento de la ciudad fue frenado hasta la mitad del siglo XX por la carencia de agua para consumo humano, que vena en balsas desde Coln en el estuario del Chira. Hoy se abastece, conjuntamente con Talara, por un sistema moderno cuya planta de bombeo est en el distrito El Arenal a orillas del Bajo Chira. Sin estas instalaciones, las dos ciudades no podran sobrevivir16.

    Tambin, hasta 1967, cuando se construy el Terminal de Paita, el puerto qued desprovisto de equipos modernos (Collin Delavaud 1984: 313). Funcionaba como fondeadero profundo protegido de los vientos, que necesitaba el trasbordo de mercaderas en barco. Durante el rgimen velasquista, y conforme al Plan Inca, se construy en Paita un imponente complejo pesquero administra-do por la Marina de Guerra del Per que, posteriormente, se priva-tiz en su mayor parte. Entre las principales empresas beneficiarias figuran Hayduk, Austral y Copeinca.

    16 Sin embargo, a excepcin de Sechura, en todos los centros poblados del litoral el abastecimiento de agua potable tiene horario restringido (en Paita una hora al da) y a veces hay carencia durante varios das.

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    En la actualidad, Paita es el segundo puerto del pas en cuan-to al movimiento de naves y de contenedores. Ha tenido un pa-pel protagnico en el asentamiento y consolidacin de la vocacin exportadora de la regin, principalmente de productos agrcolas y, ms recientemente, de productos pesqueros, con la instalacin de nuevas y grandes empresas industriales pesqueras. La actividad exportadora y los servicios derivados dieron a Paita un fuerte di-namismo a nivel regional, pues se constituy en un foco atractivo de poblacin, creciendo a un ritmo elevado. Entre 1961 y 2007 su poblacin se multiplic por siete. Paita no es solo el principal puer-to del norte del Per y un importante centro de actividad pesquera, sino tambin la cuarta ciudad de la regin y el punto terminal de la carretera y corredor biocenico nororiental. Por falta de espacio a proximidad inmediata del puerto, migrantes, plantas industriales y almacenes para contenedores se instalan en el desrtico y vasto tablazo que lo rodea.

    b) Talara

    Muy diferente es el proceso de urbanizacin de Talara, lar-go tiempo territorio de excepcin y hoy segundo puerto y tercera ciudad regional (87 343 habitantes en el 2007). Su transformacin est ligada a los vaivenes de la actividad petrolera del pas. Edith Aranda Dioses (1998) distingue tres etapas en esta evolucin: en primer lugar, el campamento de madera; luego, la ciudad-empresa (1948-1968); por ltimo, la ciudad abierta (desde la expropiacin de la IPC hasta hoy).

    Al iniciarse la actividad petrolera, la pequea caleta de pesca-dores de Talara se convirti en un centro poblado donde se aloja-ban en condicin precaria los trabajadores petroleros, campesinos procedentes de los valles del Chira y del Piura o pescadores de las caletas de los alrededores. Mientras la London Petroleum Company permaneci en la zona, dot a Talara de infraestructuras industria-les, equip el puerto y construy la refinera, pero no llev a cabo la habilitacin urbana del lugar.

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    Fue otra compaa, la IPC, que le sucedi a partir de 1914 en la zona, la que se interes en mejorar las condiciones de vida, vivienda y servicios para la poblacin ocupada en la actividad pe-trolera, por lo que procedi a la construccin de un campamento de casas de madera. El tamao y la ubicacin de las casas se esta-blecieron segn un orden jerrquico en estrecha relacin con el nivel socioeconmico y la categora laboral de los trabajadores y empleados. El campamento de Talara fue cercado con una malla de alambre con el propsito de controlar el trnsito de las personas. Esta medida era solamente una entre los mltiples aspectos del control minucioso de la vida cotidiana en los mbitos del trabajo, vivienda, salud, educacin y recreacin de la poblacin depen-diente de la empresa.

    Luego, en 1947, y frente al deterioro del campamento de ma-dera por el paso del tiempo, la compaa opt por construir la nueva ciudad-empresa de material noble, concebida bajo el ideal del pro-greso y de la integracin social. Se edific siguiendo un plan esta-blecido por urbanistas y arquitectos, que hizo de Talara una ciudad diferente a todas las dems en el Per. Aparecieron amplias avenidas y parques. Todas las casas contaban luz elctrica y gas para la cocina, pero los barrios fueron distribuidos y organizados en funcin del orden jerrquico en que la compaa ubicaba sus empleados, inge-nieros y obreros. Adems, permaneca el control de la vida cotidiana en sus diversas dimensiones por parte de la empresa.

    Al retirarse la compaa de la ciudad en 1968 debido a la nacionalizacin del petrleo, se abre la etapa de la ciudad abierta. En esta poca, el desarrollo de la industria petrolera atrajo un im-portante movimiento migratorio haca la zona. Se desencaden un crecimiento urbano catico y desordenado. Se formaron progre-sivamente barriadas y se produjo el fenmeno de la tugurizacin. Talara, en esta etapa, se convirti en una ciudad, como tantas en el Per y America Latina, donde la pobreza, la violencia urbana y el deterioro de los servicios constituan evidencias cotidianas de crisis y desigualdad.

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    c) Puerto Bayvar o puertos Bayvar?

    Adems de Talara y Paita, el litoral piurano dispone ahora de un tercer puerto de otra ndole y que, a diferencia de ellos, no implica una gran concentracin de mano de obra ni la creacin de un foco de poblacin significativo. En realidad, se trata de dos infraestructuras e instalaciones especializadas independientes y dis-tantes una de la otra, aunque las dos se ubican al pie del macizo de la pennsula de Illescas, al sur de la baha de Sechura.

    En primer lugar est el Puerto Petrolero Bayvar, construido en 1976 en el marco de la construccin del oleoducto norperuano, que transporta el petrleo de los yacimientos de la Selva del pas. El primer embarque de crudo se efectu en 1977. El puerto puede recibir buques-tanques de hasta 250 000 toneladas de peso muerto, con una capacidad de operacin de 100 000 barriles por hora como velocidad mxima de carga de petrleo mediante cuatros brazos de carga.

    En segundo lugar tenemos al flamante Puerto Minero Bay-var, construido en el 2010 y especializado en el embarque del mineral procedente de la reciente mina de fosfatos de Bayvar. El mineral es transportado por una franja con capacidad de 3500 TM por hora.

    Segunda parte Nuevos actores en el mundo rural y procesos recientes de

    apropiacin del territorio regionalEn el umbral del presente siglo, estamos presenciando una

    presin creciente de las industrias extractivas transnacionales sobre los recursos naturales de los espacios rurales de la regin y, por otra parte, un inicio de concentracin de la tierra por grandes empresas agroindustriales.

    Entre las principales inversiones y proyectos en ejecucin, cabe destacar el de Bayvar en las tierras eriazas de la Comunidad Campesina San Martn de Sechura en la franja litoral costera. El pro-yecto integral est compuesto por cuatro concesiones distintas: los fosfatos a cargo de Vale Rio Doce, que ya se implement; las sal-mueras de las que se extrae el potasio, a cargo de Americas Potash

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    del Canad; los calcreos y las diatomitas otorgados a Cementos Pacasmayo; y la concesin de yeso, otorgada a la empresa Juan Pablo Quay del grupo Romero. El proyecto ms importante y avanzado es el de los fosfatos, que se inaugur en el 2010. La inversin de la empresa brasilea Vale es de US$ 475 millones.

    El proceso reciente de concentracin de tierras17

    Al mismo tiempo, ordenanzas del gobierno regional permitie-ron grandes inversiones agrcolas en el valle del Chira para la insta-lacin de cultivos de caa de azcar para etanol, con lo cual se est creando una situacin indita en Piura en el contexto post Reforma Agraria: la coexistencia de la gran agricultura empresarial18 y de la pequea agricultura comercial. Se han presentado un conjunto de problemas y hay una serie de conflictos latentes respecto de la pro-piedad agraria y de los derechos de agua para riego. Las principales empresas son:

    Provincia rea concesionada del territorio (%)

    Sechura 64,9Ayabaca 40,2Huancabamba 32,6Paita 25,3Piura 19,7Sullana 10,9Morropn 4,4Talara 3,6

    CUADRO 1Concesiones mineras por provincia en Piura 2011

    Fuente: Jos de Echave CooperAccin. Junio 2011. Elaboracin propia.

    17 Sobre este proceso a escala nacional ver La Revista Agraria No. 107. Especial Con-centracin de tierras.

    18 Fue Fujimori (1990-2000) quien permiti la intervencin de las sociedades annimas en el dominio y conduccin de la propiedad agraria, as como su conduccin indirecta.

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    Caa Brava del Grupo Romero, con 7000 hectreas y una inversin de 100 millones de US dlares19.

    La transnacional Maple con 10 684 hectreas para etanol y 127 millones de US dlares en inversin.

    Paralelamente, se dan procesos de tecnificacin e intensifica-cin productiva orientada a la exportacin de uva, mango, maracuy, marigold, pimientos y pprika en medianas propiedades.

    Nueva asociatividad en la pequea agricultura comercial

    Se pueden diferenciar dos grandes esquemas de insercin a los mercados:

    El primer grupo, ms dinmico, se ha estado moviendo a mercados nuevos y ms globalizados (orgnicos, especiales y de comercio justo caf, banano, mango, cacao y quizs maana al-godn orgnico), que han fortalecido la asociatividad desde una perspectiva ligada al mercado y la exportacin, insertndose en cade-nas productivas y de valor (Remy 2007, Trivelli et al. 2009: 158-159). Se trata de empresas solidarias que estn implementando iniciativas interesantes (CEPIBO20, APROMALPI21 y CEPICAFE22) como or-ganizaciones de segundo piso que agrupan a un nmero importante de pequeos productores23. Cuentan todas ellas con certificacin

    19 En el 2009 se inaugur la planta de etanol y se iniciaron las exportaciones con un primer embarque de 6320 toneladas con destino a Rotterdam (Holanda) desde el Puerto de Paita: http://gruporomero.com.pe/el-grupo-romero/empresas/

    20 La Central Piurana de Asociaciones de Pequeos Productores de Banano Orgnico (CE-PIBO) integra doce asociaciones en el valle del Chira. Trabajan una extensin de 1249 hectreas.

    21 La Asociacin de Productores de Mango del Alto Piura (APROMALPI) est integrada por 168 productores de mango orgnico que conducen una extensin de 517 hectreas en parcelas con diversificacin, que incorporan cultivos de limn, maracuy, naranja y otros. La asociacin se encarga de la comercializacin.

    22 La Central Piurana de Cafetaleros (CEPICAFE) integra 85 asociaciones en Piura. Ope-ra desde 1995 y tiene sus bases en distritos de sierra de las provincias de Huancabamba, Ayabaca y Morropn. En total son 4374 productores en 4262 hectreas.

    23 Estas organizaciones de pequeos productores asociados y otras similares exportan a mercados internacionales, cumpliendo criterios de calidad e involucrando a 8023 pequeos pro-ductores que trabajan en 10 223 hectreas de tierra agrcola. En el ao 2010 exportaron por un monto de 29 372 571 de US dlares. (Informacin consolidada y presentada por Eduardo Larrea en el Panel Taller Regional Agrario Asociatividad y Desarrollo de la Pequea Agricultura en la Regin Piura el 28 de enero de 2011).

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    orgnica y con buen acceso a los mercados financieros y tec-nologa. Por los logros alcanzados en produccin y exportacin de productos orgnicos desde la regin, estas asociaciones se han convertido en importantes referentes para los pequeos agriculto-res del departamento de Piura. Esta concentracin de tierras por la va asociativa es una expresin promisoria de la lucha de las fami-lias campesinas para obtener, con o sin apoyo del Estado, un lugar en la produccin agraria nacional y regional que les d posibilida-des de incorporarse y beneficiarse del crecimiento econmico.

    El segundo, mayoritario y menos dinmico, est ligado a los mercados de comodities o a mercados internos (arroz, maz, frijol), con organizaciones menos consolidadas y con tecnologas ms tradi-cionales. Ofrece buen potencial econmico, con tierras, pero enfren-ta serias restricciones para insertarse en los mercados de productos, financieros y tecnolgicos.

    Aparicin de conflictos socioambientales

    Los intentos de explotar yacimientos polimetlicos han dado lugar a serios conflictos socioambientales que dieron pie, a su vez, a varias investigaciones (ver, por ejemplo, Echave et al. 2009).

    En primer lugar, se puede mencionar a Tambogrande, en la colonizacin San Lorenzo, una de las ms importantes zonas fru-tcolas del pas, de donde la empresa canadiense Manhattan tuvo que retirarse en el 2003 frente a la oposicin y movilizacin de los pequeos y medianos productores y del municipio24.

    Un conflicto actual es el de Majaz, en torno al proyecto mine-ro Ro Blanco25 en la sierra de Piura, en el distrito huancabambino

    24 Al contrario, aparece incontenible el avance de la actividad minera informal en dis-tritos contiguos de la colonizacin San Lorenzo con relaves altamente contaminantes por los residuos de cianuro que contienen. Segn declaraciones recientes del presidente de la Junta de Usuarios de San Lorenzo, seran entre 500 a 600 propietarios de concesiones mineras que han generado la contratacin de 10 000 obreros para realizar las tareas de extraccin del mineral (La Repblica, 12 de julio de 2011).

    25 El grupo empresarial chino Zijin es el actual propietario de la empresa minera Monterrico Metals Plc. que es, a su vez, la propietaria de la empresa minera Ro Blanco Copper S.A. en el Per.

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    Carmen de la Frontera. El conflicto (Revesz y Diez 2006) se origin por la presencia ilegal de la empresa minera, que opera en tierras que son propiedad de las comunidades campesinas de Segunda y Cajas (Huancabamba) y Yanta (Ayabaca), sin la autorizacin de estas, que debe ser otorgada conforme a la ley.

    Lo que se pretende con el proyecto minero Ro Blanco es explotar, en lo inmediato, 6472 hectreas y, a futuro, todo un distri-to minero con un total de cerca de 29 000 hectreas, ya concesio-nadas, en una zona de pramos y bosques de neblina, ecosistemas sumamente frgiles y generadores de agua para la regin Piura y el norte de Cajamarca (Jan y San Ignacio).

    En el ao 2007, una consulta ciudadana realizada en tres dis-tritos afectados por dicha actividad minera estableci que un 97% de los pobladores no est de acuerdo con la actividad minera en dicha zona. Se enfrentan as dos visiones del desarrollo territorial. Por un lado, la prioridad acordada por el gobierno central para las inversiones de grandes compaas multinacionales como ele-mento clave del modelo econmico de crecimiento. Por el otro, la propensin de las comunidades polticas rurales de proyectarse al desarrollo manteniendo un espacio de convivencia construido histricamente y donde la interaccin entre personas y familias im-pregna la vida de las localidades.

    El despertar de la Sierra

    En los ltimos aos, varios procesos y dinmicas de carc-ter territorial que se combinan e interactan estn incrementan-do significativamente la visibilidad social, poltica y econmica del rea andina en Piura, y afirmando, a la vez, su identidad territorial. Cuatro de ellos, entre otros, de diferente ndole e importancia, se conjugan para plantear en trminos nuevos algunos componentes del desarrollo territorial rural:

    La formacin de un tejido organizacional de carcter territo-rial con la aparicin de las rondas campesinas26.

    26 Sobre las rondas campesinas de Piura ver Starn 1989 y Huber 1995.

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    El dinamismo de diversas formas de organizacin y de aso-ciacin que buscan compensar las grandes carencias de Es-tado: experiencias municipales de gestin participativa, orga-nizacin de una red de municipalidades rurales, construccin de mancomunidades.

    La emergencia y fortalecimiento de emprendimientos de los pequeos productores cafeteleros sustentados en la gestin empresarial asociativa y que cuentan para la exportacin con la Central Piurana de Cafetaleros (CEPICAFE).

    El movimiento de resistencia, la movilizacin de rondas y comunidades campesinas y de las municipalidades rurales implicadas, as como la formacin del Frente de Defensa de la Frontera Norte, contra la presencia del proyecto minero Majaz-Ro Blanco.

    Nuevas perspectivas para la gestin del territorio regional

    Los procesos de modernizacin de la primera parte del siglo XX que hemos evocado evidencian la predominancia en la regin, en esos momentos, del modelo primario exportador: en 1929, el algodn sustentaba el 21,7% y el petrleo el 33,8% de las exporta-ciones totales peruanas (Contreras y Cueto 2004). Hoy la platafor-ma productiva, en la cual agroindustria y pesquera de exportacin tienen un rol motor, conjuntamente con la minera no metlica y las actividades de extraccin de hidrocarburos y de gas natural, es ms diversificada. Esto contribuye a hacer realidad un acondi-cionamiento del territorio regional con fuertes requerimientos de servicios sociales y logsticos y de infraestructura bsica, as como de polticas pblicas regionales.

    Piura se encuentra viviendo un proceso acelerado de trans-formaciones producto de, entre otros factores, las inversiones agroempresariales en tierras y riego tecnificado. La dinmica de las transformaciones no muestra todava la verdadera dimensin que adquirirn, aunque es evidente que se transformar sustancialmen-te la vida de la regin, las dinmicas agrarias y la posicin de las familias campesinas ante el mercado, la produccin de alimentos y la venta de mano de obra.

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    En esta perspectiva, los conflictos que pueden surgir con la poblacin campesina y la profundizacin del empleo temporal plantean nuevos retos para las organizaciones de poblacin rural, los gobiernos locales y el gobierno regional, as como las organiza-ciones de promocin del desarrollo.

    Al mismo tiempo, diversos factores, entre que destacan los impactos de los conflictos socioambientales de Tambogrande y Majaz, pusieron a la orden del da la necesidad de un ordenamiento territorial que contribuya a superar la dbil articulacin intersec-torial e interespacial y la gestin ambiental de los recursos natu-rales renovables y no renovables del territorio. En este contexto, el proceso de descentralizacin, al dotar los gobiernos regionales de competencias especficas27, abri nuevas posibilidades para el ordenamiento territorial (OT). La subscripcin en julio 2007 del Acuerdo Regional Piura 2021, por parte de instituciones guberna-mentales, de la sociedad civil y del sector empresarial, representa un avance importante en esta direccin. En l se definen los cinco ejes estratgicos de desarrollo, el primero de estos referido espec-ficamente al Ordenamiento del Territorio.

    En la regin ya se haba empezado a promover el OT desde el ao 2002 mediante una iniciativa de la sociedad civil (Oliden y Alvarado 2003, Revesz y Oliden 2003) que desarroll un programa de talleres de capacitacin sobre el OT, sus caractersticas, conteni-dos e importancia como instrumento tcnico poltico para la ges-tin sostenible del territorio. Luego, entre el 2005 y el 2006 varios distritos28 de la zona andina y del valle del Alto Piura elaboraron planes OT con financiamiento de la cooperacin extranjera. En la mayora de estos, se identificaron zonas con caractersticas fsicas

    27 Artculo 53.a de la Ley 27867, Ley Orgnica de Gobiernos Regionales. 28 Distritos con procesos OT: Fras, Pacaipampa. Morropn, Santa Catalina de Mossa,

    Chalaco, Santo Domingo, Salitral, San Juan de Bigote, Lallaquiz, Canchaque, San Miguel del Faique y Huarmaca.

  • PIURA: TRANSFORMAcIN DEL TERRITORIO REGIONAL

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    y socioculturales distintivas delimitndolas como espacios de de-sarrollo distrital que sern tomados en cuenta en los procesos de presupuesto participativos.

    No obstante, recin a mediados del 2008 se empieza a ejecu-tar a nivel regional el proceso de Zonificacin Ecolgica Econ-mica (ZEE), componente primero del proceso de formulacin del OT. Entre sus aportes ms significativos destacan la sustentacin del alto valor de los ecosistemas pramos y bosques de neblina por su biodiversidad y su aporte como fuente de recursos hdricos para la regin. Esto ha permitido tambin actualizar el conocimiento de la capacidad de uso mayor de las tierras de la regin.

    A pesar de que los avances son todava modestos, el hecho de contar con instrumentos como los planes de OT de distritos de la zona andina, la ZEE regional y los Lineamientos Estratgi-cos para el Ordenamiento Territorial (presumiblemente formulado participativamente en el segundo semestre 2011) nos presenta un escenario nuevo y alentador para una planificacin estratgica te-rritorial local-regional como herramienta del desarrollo sostenible de la regin Piura.

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