br 20 Ángel Álvarez de miranda · i. cuadro cronolÓgico y obras de Ángel Álvarez de miranda...

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ÁNGEL ÁLVAREZ DE MIRANDA Francisco Diez de Velasco Ángel Álvarez de Miranda Vicuña puede con- siderarse como el primer historiador de las reli- giones español, es decir la primera persona que tuvo en nuestro país una formación especializa- da, una dedicación intelectual continuada y una posición académica sólida y reconocida en el estudio integral y científico (no teológico) de la religión y las religiones. Hasta hoy no se había dedicado de modo monográfico un trabajo de carácter biográfico a la figura de Ángel Álvarez de Miranda, aunque se ha reivindicado la pertinencia de sus enfoques analíticos y el carácter pionero de su metodolo- gía de estudio, se ha indagado de modo sistemá- tico en las circunstancias que le llevaron a lide- rar el proyecto, desgraciadamente truncado, de desarrollar la Historia de las Religiones en España, se ha reflejado puntualmente su impor- tancia entre el elenco de historiadores españoles o se han expuesto las circunstancias de su carre- ra formativa en Roma bajo la tutela de Raffaele Pettazzoni. 9788479 233938 ISBN 84-7923-393-1 ÁNGEL ÁLVAREZ DE MIRANDA Francisco Diez de Velasco BR 20 BIBLIOTECA DE LAS RELIGIONES

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  • NGEL LVAREZ DE MIRANDA

    FranciscoDiez de Velasco

    ngel lvarez de Miranda Vicua puede con-siderarse como el primer historiador de las reli-giones espaol, es decir la primera persona quetuvo en nuestro pas una formacin especializa-da, una dedicacin intelectual continuada y unaposicin acadmica slida y reconocida en elestudio integral y cientfico (no teolgico) de lareligin y las religiones.

    Hasta hoy no se haba dedicado de modomonogrfico un trabajo de carcter biogrfico ala figura de ngel lvarez de Miranda, aunquese ha reivindicado la pertinencia de sus enfoquesanalticos y el carcter pionero de su metodolo-ga de estudio, se ha indagado de modo sistem-tico en las circunstancias que le llevaron a lide-rar el proyecto, desgraciadamente truncado, dedesarrollar la Historia de las Religiones enEspaa, se ha reflejado puntualmente su impor-tancia entre el elenco de historiadores espaoleso se han expuesto las circunstancias de su carre-ra formativa en Roma bajo la tutela de RaffaelePettazzoni.

    9 788479 233938

    ISBN 84-7923-393-1

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    BR20

    BIBLIOTECA DELAS RELIGIONES

  • BIBLIOTECA DE LA RELIGIONES 20

    NGEL LVAREZ DE MIRANDA, HISTORIADOR DE LAS RELIGIONES

    Francisco Diez de Velasco

  • Coleccin Religiones y Textos

    Director: Francisco Diez de Velasco

    Primera edicin 2007

    Trabajo realizado en el marco del proyecto de investigacin Metodologas en Historia de las Religiones: BHA 2003-01686 (finaciado por el Ministerio de Educacin y Ciencia de Espaa y el Fondo Europeo de Desarrollo Regional)

    Francisco Diez de Velasco EDICIONES CLSICAS EDICIONES DEL ORTO Alfonso Martnez Dez, Editor & Publisher c/ San Mximo 31, 4 8 Edificio 2000 28041 Madrid (Spain) Telfs. 91-5003174 / 5003270 Fax 91-5003185. E-mail: [email protected] www.edicionesclasicas.com

    I.S.B.N.: 84-7923-393-1 Depsito Legal: Impreso en Espaa

    Imprime FER FOTOCOMPOSICIN S.A.

  • NDICE

    I. CUADRO CRONOLGICO Y OBRAS DE NGEL LVAREZ DE MIRANDA .................. 7

    II. NGEL LVAREZ DE MIRANDA, HISTORIADOR DE LAS RELIGIONES ................ 15 1) Introduccin ......................................................... 16 2) La historia de las religiones como vocacin ........ 17 3) Una trayectoria truncada: logros y proyectos ..... 26 4) Una perspectiva general y comparada en el estudio

    de las religiones.................................................... 34 5) La herencia de ngel lvarez de Miranda ......... 47

    III. ANTOLOGA DE TEXTOS..................................... 51 IV. BIBLIOGRAFA Y DOCUMENTACIN.............. 89

  • I CUADRO CRONOLGICO

  • ngel lvarez de Miranda 8

    1915 (13 de marzo): Nace en Man-zanos, lava.

    1936: Comienzo de la Guerra Civil Espaola, deja sus estudios en el seminario de Vitoria y combate en el requet de lava y como alfrez provisional.

    1939-1944: Estudios de Filosofa y Letras en la Universidad de Ma-drid.

    1946: Inscribe el ttulo de tesis doc-toral bajo la direccin de Santiago Montero Daz. Participa en el Congreso Internacional Pax Ro-mana organizado por Joaqun Ruiz Gimnez.

    1947: Fundador de la revista Alfrez, donde contribuye asiduamente (con 11 artculos).

    1947-1948: Director del Colegio Mayor Hispanoamericano Nues-tra Seora de Guadalupe. Colabo-rador de Lan en la direccin de la revista Cuadernos Hispanoameri-canos donde contribuye asidua-mente (con 21 trabajos).

    1948 (Septiembre)-1954 (Agosto): Director del Instituto Espaol de Lengua y Literatura en Roma. Desarrolla una accin cultural muy activa organizando conferen-cias de intelectuales espaoles entre los que se contaron Ramn Menndez Pidal, Jos Mara Val-verde, Antonio Garca y Bellido, Santiago Montero Daz o Eugenio dOrs.

    1949: Gana el premio Mundo His-pnico con el ensayo Perfil Cul-tural de Hispanoamrica (publi-cacin: AM 1950).

    1948-1952: Estudios de Ciencias Histrico-religiosas en la Univer-sidad de Roma. Cursos en la Uni-versidad Gregoriana de Roma. Se especializa en Historia de las Religiones bajo la direccin de Raffaele Pettazzoni.

    1950: Guerra de Corea, acerca-miento de los Estados Unidos a los regmenes anticomunistas. Comienzan las negociaciones con Espaa que culminarn en 1953 con el convenio entre los dos pases que conlleva el estable-cimiento de bases militares esta-dounidenses en territorio espaol.

    1951: Joaqun Ruiz Gimnez, mi-nistro de Educacin Nacional. Pedro Lan Entralgo, rector de la Universidad de Madrid. lvarez de Miranda, amigo de ambos, resulta un candidato con una slida formacin internacional en un tema (la historia de las reli-giones) que les interesa a ambos y cuya implantacin en Espaa apoyan.

    1952 (octubre): Defensa de su tesis doctoral italiana (AM 1952a-b), dirigida por Raffaele Pettazzoni.

    1953: (enero): Entrada de Espaa en la UNESCO. (mayo): Defensa de su tesis doctoral espaola, diri-gida por Santiago Montero Daz (AM 1953) (agosto): Convocato-ria de la oposicin a la ctedra de Historia de las Religiones de la Universidad de Madrid. Concor-dato entre Espaa y la Santa Sede. (Septiembre) Firma de los conve-nios entre Espaa y Estados Uni-

  • Cuadro cronolgico 9

    dos. Contexto de apertura interna-cional del rgimen franquista.

    1954: Contribuye mensulamente al semanario cultural Revista (con 7 artculos. (Julio): Desarrollo de la oposicin a la ctedra de Historia de las Religiones, presidida por el rector Lan. lvarez de Miranda es el candidato propuesto frente a Carlos Alonso del Real. (Octu-bre): Dicta la leccin inaugural de la ctedra de Historia de las religiones de la Universidad de Madrid (publicacin: AM 1955).

    1955: (Verano): Vicedirector (bajo la direccin de Lan) del curso de Humanidades y Problemas Con-temporneos en la Universidad Internacional Menndez Pelayo de Santander. ltimas interven-ciones pblicas, se agrava su enfermedad. (Diciembre): Entra-da de Espaa en la ONU.

    1956: (Febrero) Enfrentamientos en la Universidad de Madrid y es-tado de excepcin. Cese de Ruiz Gimnez como ministro y de Lan como rector. Involucin poltica y cultural del rgimen.

    1957: (12 de junio): Tras tres aos de enfermedad muere ngel l-varez de Miranda. (Junio) La Junta de Facultad solicita que la ctedra se suprima. La docencia la asume provisionalmente San-tiago Montero Daz.

    1958: Gestiones de Montero para que la ctedra no se suprima y salga de nuevo a oposicin.

    1959: Publicacin de la recopila-cin relizada por Consuelo de la Gndara, su viuda, titulada Obras en dos volmenes (AM 1959a-b) por el Instituto de Cultura Hisp-nica.

    1961: Publicacin de Religiones Mistricas (AM 1961). (Noviem-bre): Se convoca a oposicin la ctedra de Historia de las Reli-giones de la Universidad de Ma-drid. Los trmites se alargan.

    1962: Publicacin de Ritos y juegos del toro (AM 1962).

    1963: Publicacin de La metfora y el mito (AM 1963).

    1964: (Marzo): Se declara desierta la provisin de la ctedra de His-toria de las Religiones de la Uni-versidad de Madrid. Santiago Montero mantiene la docencia, pero la dotacin econmica se desva a otras enseanzas aunque nunca se suprime la ctedra.

    1988: La Facultad de Geografa e Historia de la Universidad Com-plutense organiza un coloquio en memoria de ngel lvarez de Mi-randa (publicacin: Rubio 1996)

    1998: Segunda edicin de Ritos y juegos del toro, prologada por su hijo Pedro lvarez de Miranda de la Gndara.

    2003: Aparece la traduccin fran-cesa de Ritos y juegos del toro

    2007: (15 de noviembre) Homenaje en el cincuentenario de su muerte en el Colegio Mayor Nuestra Se-ora de Guadalupe, Madrid.

  • ngel lvarez de Miranda 10

    OBRAS DE NGEL LVAREZ DE MIRANDA

    Se recogen a continuacin los trabajos de lvarez de Miranda siguiendo las ediciones originales. Se citarn en el texto como AM seguido del ao y en su caso de la letra correspondiente a cada trabajo. Cuando han sido recogidos en Obras I-II (AM 1959a-b), dada la mayor accesiblidad de dicha publicacin, la referencia a sta se cita entre parntesis. 1945a: Una primera guerra europea narrada por Tucdides: Revista de

    estudios polticos, 21, pp. 111-126 (Obras I, pp. 5-27). 1945b: Arte y poltica: Revista de estudios polticos 24, pp. 1-44 (Obras I,

    pp. 31-77). 1946: Prlogo a L. Gillet, La catedral viva, (traduccin de J. Garca

    Mercadal), Madrid, Ediciones y Publicaciones Espaolas S.A. (coleccin Sol y Luna), pp. VIII-XXIV (Obras I, pp. 81-97).

    1947a: Hacia un arte religioso: Alfrez, 1, pp. 2-3. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez0102.htm (Obras I, pp. 101-109).

    1947b: Figuras del patriotismo: Alfrez, 3, pp. 1-2. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez0301.htm (Obras I, pp. 113-119).

    1947c: El teatro y su noche: Alfrez, 4, p. 5. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez0405.htm (Obras I, pp. 123-129).

    1947d: tica y mtica del cine: Alfrez, 6, p. 5. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez0605a.htm (Obras I, pp. 133-136).

    1947e: Manolete: Alfrez, 7, p. 5 (Obras I, pp. 139-140). 1948: Platn, Fedn. (Introduccin, texto y notas de ngel lvarez de

    Miranda), Madrid, Instituto Antonio de Nebrija del CSIC (la introduccin se incluye en Obras I, pp. 183-223); segunda edicin de 1959.

    1948a: El retorno de la imagen: Cuadernos Hispanoamericanos, 1, pp. 28-33.

    1948b: La pintura contempornea en el Per: Cuadernos Hispano-americanos, 1, pp. 181-183.

    1948c: Breviario del Quijote: Cuadernos Hispanoamericanos, 1, pp. 362-364.

    1948d: El mesianismo en el mito, la revelacin y la poltica: Cuadernos Hispanoamericanos, 2, pp. 349-352.

  • Cuadro cronolgico 11

    1948e: Los pueblos de Espaa: Cuadernos Hispanoamericanos, 3, pp. 588-591.

    1948f: Picasso antes de Picasso: Cuadernos Hispanoamericanos, 3, pp. 599-603.

    1948g: Temas del Barroco: Cuadernos Hispanoamericanos, 3, pp. 607-610.

    1948h: En torno a una visin de Espaa desde el exilio: Cuadernos Hispanoamericanos, 4, pp. 89-95.

    1948i: Las profecas se cumplen: Cuadernos Hispanoamericanos, 4, pp. 210-212.

    1948j: La historia universal del arte hispnico: Cuadernos Hispano-americanos, 4, pp. 220-223.

    1948k: La joroba de Kierkegaard: Cuadernos Hispanoamericanos, 4, pp. 225-227.

    1948l: Cervantes y nosotros: Alfrez, 12, p. 1. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez1201.htm (Obras I, pp. 143-147).

    1948m: Sobre el estilo": Alfrez, 14-15, p. 3. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez1403.htm (Obras I, pp. 151-155).

    1948n: Un venido a ms: el hombre esttico: Alfrez, 14-15, p. 4. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ ez1404a.htm (Obras I, pp. 159-161).

    1948o: Recensin de una actitud: Pedro Lan: Alfrez, 17, p. 3. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ ez1703a.htm (Obras I, pp. 165-169).

    1948p: La Espaa panegrica: Alfrez, 18-19, p. 6. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez1806.htm (firmado genricamente como Alfrez pero recopilado como del autor en Obras I, pp. 173-179).

    1948q: La civilizacin, el pecado y nosotros: fechado en Roma, marzo de 1948 (Obras II, pp. 5-10).

    1949: Espaa como deseo: Alfrez, 23-24, pp. 6-7. Accesible online en la direccin: http://www.filosofia.org/hem/194/alf/ez2306.htm (Obras I, pp. 227-239).

    1950: Perfil cultural de Hispanoamrica, Madrid, Ediciones Cultura Hispnica (coleccin Santo y Sea), 105 pp. (Obras I, pp.243-305).

    1950a: El pensamiento de Unamuno sobre Hispanoamrica. Cuadernos Hispanoamericanos, 13, pp. 51-78 (Obras I, pp. 309-348).

    1950b: Italia ante el problema de las relaciones culturales: Arbor 15 (51), p.389-397.

  • ngel lvarez de Miranda 12

    1951: Perspectivas del modernismo espaol: fechado en Roma en la primavera de 1951 (Obras I, pp.351-375).

    1951a: Arte y religiosidad (Notas al margen de una Exposicin de Arte Misional): Cuadernos Hispanoamericanos 19, pp. 31-38 (+ VIII ils.).

    1951b: Historiografa literaria espaola actual: Rivista di letterature moderne, 2, 6 (oct.-dic. 1951), pp. 46-49.

    1952a: Lorigine magica delle corridas nella Penisola Iberica ed in Creta con un appendice sulla magia sessuale del toro in alcuni miti e riti delle religioni antiche. Indito. Tesis de laurea, Universidad de Roma. Ejemplar en el archivo personal de Raffaele Pettazzoni (con fecha manuscrita: 8 ottobre 1952), 235 pp.

    1952b: Miti e riti sulla sacralit del toro. Porta el encabezado: tesi di laurea che presenta l'allievo Alvarez de Miranda (Angelo) per ottenere il titolo di dottore in Scienze Storico-Religiose nella Falcolt de Lettere dell' Universit di Roma. Indito. Ejemplar presentado a la oposicin de la ctedra de Historia de las Religiones de la Universidad de Madrid (Archivo General de la Administracin), paginacin discontinua, 201 pp.

    1952c: Lantica religione mediterranea nella tradizione iberica, Annali della Accademia del Mediterraneo, I (1952-1953), pp. 113-118.

    1953: Concepto de la historia en Polibio. El conflicto entre racionalismo y religiosidad y su proyeccin en la actitud tica e historiogrfica de Polibio, Tesis doctoral indita leda en la Universidad de Madrid, 2 vols.

    1953a: Magia y medicina popular en el mundo clsico y en la Pennsula Ibrica: Archivos iberoamericanos de historia de la medicina, 5,2, pp. 309-326 (Obras II, pp. 13-39).

    1953b: Poesa y religin: Revista de ideas estticas, 11, pp. 221-251 (publicacin parcial de AM 1953c)

    1953c: Poesa y religin: fechado en Roma, esto de 1953 (recopilado en Obras II, pp. 43-111 y publicado como monografa en AM 1963).

    1953d: Mediterrneo y Mundo hispnico: Cuadernos Hispano-americanos, 45, pp. 292-296.

    1953e: Ancdota sobre Ortega y la mitologa: Revista, 84 (19-25 de no-viembre de 1953), p. 7 (Obras I, pp. 379-383).

    1954: La religin en los orgenes de la cultura, indito mecanografiado, 52 pp.

    1954a: Magia y religin del toro norteafricano: Archivo Espaol de Arqueologa, 27 (89-90). pp. 3-45 (Obras II, pp. 115-178).

    1954b: Sociologa religiosa del marianismo Hispnico: Cuadernos Hispanoamericanos, 54, pp. 253-264 (Obras II, pp. 213-232).

    1954c: Job y Prometeo, o religin e irreligin: Anthologica Annua, 2, pp. 207-237 (Obras II, pp. 235-285).

  • Cuadro cronolgico 13

    1954d: Cuestiones de mitologa peninsular ibrica: fechado en Madrid en 1954 (Obras II, pp. 181-210).

    1954e: El sacerdote en la novela, o la nivelacin de lo sagrado: Revista, 88 (17-23 de diciembre de 1953), p. 7 (Obras I, pp. 387-392, donde se fecha en enero de 1954).

    1954f: La religin de los padres: Revista, 94 (28 de enero-3 de febrero de 1954), p. 9 (Obras I, pp. 395-400).

    1954g: Vuelta a las cosas: Revista, 98 (25 de febrero-2 de marzo de 1954), p. 7 (Obras I, pp. 403-408).

    1954h: 1954: nueve siglos de cisma: Revista, 103 (1-7 de abril 1954), p. 7 (Obras I, pp. 411-416).

    1954i: Poesa del tiempo precario: Revista, 107 (29 de abril-7 de mayo de 1954), p. 7 (Obras I, pp. 419-424).

    1954j: Ancdota de una autocrtica ejemplar: Revista, 113 (10-16 de junio de 1954), p. 5 (Obras I, pp. 427-432).

    1955: El saber histrico-religioso y la ciencia espaola. Primera leccin dada en la ctedra de Historia de las religiones, Madrid, Universidad de Madrid, 38 pp. (Obras II, pp. 289-315).

    1955a: Reflexiones sobre lo telrico: Cuadernos Hispanoamericanos, 61, pp.37-49 (Obras I, pp. 435-456).

    1955b: Carcter de las religiones de Mjico y Centroamrica: Cuadernos Hispanoamericanos, 65, pp. 167-184 (Obras II, pp. 319-347).

    1955c: El padre Wilhelm Schmidt, Espaa y la etnologa: Arbor, 32 (119), pp. 275-287 (Obras II, pp. 351-372).

    1955d: El mito del buen salvaje: fechado en Madrid en 1955 (Obras II, pp. 375-378).

    1955e: Un tratado de Historia de las Religiones, Cuadernos Hispanoamericanos 61, pp. 109-112.

    1955f: Resea a Wilhelm Schmidt, Der Ursprung der Gottesidee: Arbor, 31 (113), pp. 171-174.

    1955g: Una interpretacin histrica de nuestro tiempo, Cuadernos Hispanoamericanos 62, pp. 241-245.

    1955h: Un nuevo libro de Jos Luis Aranguren, Cuadernos Hispano-americanos 62, pp. 259-261.

    1955i: Arte y prehistoria, Cuadernos Hispanoamericanos 63, pp. 431-435. 1956: La irreligiosidad de Polibio: Emerita, 24, pp. 27-65 (Obras II, pp.

    381-431). 1959a: Obras I (Varia), (con prlogo de Joaqun Ruiz-Gimnez) Madrid,

    Ediciones Cultura Hispnica (recopilacin por Consuelo de la Gndara), 471 pp.

  • ngel lvarez de Miranda 14

    1959b: Obras II (Ensayos histrico-religiosos), (con prlogo de Pedro Lan Entralgo y eplogo de Jos Lus Lpez Aranguren) Madrid, Ediciones Cultura Hispnica (recopilacin por Consuelo de la Gndara), 455 pp.

    1961: Religiones mistricas (con prlogo de Pedro Lan Entralgo), Madrid, Revista de Occidente, 244 pp.

    1962: Ritos y Juegos del toro (con prlogo de Julio Caro Baroja), Madrid, Taurus, 218 pp.

    1963: La metfora y el mito, Madrid, Taurus, 72 pp. 1998: Ritos y Juegos del toro (con prlogo adicional de Pedro lvarez de

    Miranda), Madrid, Biblioteca Nueva, 152 pp. 2003: Le taureau. Rites et jeux, Portet-sur-Garonne, ditions Loubatires

    (traduccin por Henrique Sopena de AM 1962), 159 pp. Gndara, C. de la / lvarez de Miranda, A. (1946), Historia de la literatura

    universal en cuadros esquemticos, Madrid, Ediciones y Publicaciones Espaolas S.A., 1 ed., 70pp. (5 ed. 1973, 158pp.).

    id. 1949: Historia de la literatura espaola en cuadros esquemticos, Madrid, Ediciones y Publicaciones Espaolas S.A., 1 ed., 119pp. (5 ed. 1972, 120pp., los autores que firman de ese modo el prlogo simplemente aparecen bajo el nombre Gndara-Miranda).

  • II NGEL LVAREZ DE MIRANDA,

    HISTORIADOR DE LAS RELIGIONES

  • Francisco Diez de Velasco 16

    1. INTRODUCCIN

    ngel lvarez de Miranda Vicua puede considerarse co-mo el primer historiador de las religiones espaol, es decir la primera persona que tuvo en nuestro pas una formacin espe-cializada, una dedicacin intelectual continuada y una posicin acadmica slida y reconocida en el estudio integral y cientfi-co (no teolgico) de la religin y las religiones. Desde julio de 1954 fue catedrtico en una plaza universitaria que se denomi-naba Historia de las Religiones, en la Universidad de Madrid, que tras su muerte prematura en 1957, sufri diversas vicisitu-des que terminaron hacindola desaparecer de facto en 1964 (vase, en general, Diez de Velasco 2007, 95ss.).

    El recuerdo de la carrera truncada de lvarez de Miranda se ha rememorado en ocasiones, como hicieron algunos de sus amigos y mentores, como Joaqun Ruiz Gimnez (1959), Pedro Lan Entralgo (1959, 1961) o Jos Luis Lpez Aranguren (1957) o ms recientemente cuando su familia don sus fondos bibliogrficos privados sobre historia de las religiones a la Biblioteca de la Facultad de Geografa e Historia de la Univer-sidad Complutense de Madrid (vase sin autor 1987) y se dedi-c a su memoria un coloquio en 1988 cuyas actas se publicaron en 1996 (vase Rubio 1996).

    Hasta hoy no se haba dedicado de modo monogrfico, un trabajo biogrfico a la figura de ngel lvarez de Miranda, aunque recientemente se ha reivindicado la pertinencia de sus enfoques analticos y el carcter pionero de su metodologa de estudio (vase Ortiz-Oss 2000), se ha indagado de modo sis-temtico en las circunstancias que le llevaron a liderar el pro-yecto, desgraciadamente truncado, de desarrollar la Historia de las Religiones en Espaa (Diez de Velasco 2007a, con anterio-ridad Diez de Velasco 1995: 52ss.), se ha reflejado puntual-

  • ngel lvarez de Miranda, historiador de las religiones 17

    mente su importancia entre el elenco de historiadores espaoles (Lago 2007, por el contrario no apareca en el enciclopdico Peir-Pasamar 2002) o se han indagado las circunstancias de su carrera formativa en Roma bajo la tutela de Raffaele Pettazzoni (Gandini 2006).

    En 2007 se cumple el medio siglo de su muerte, y su ambi-ciosa trayectoria enfocada hacia el desarrollo en Espaa de la disciplina que l denominaba Historia de las Religiones, an truncada por su enfermedad y muerte prematura, puede resultar ejemplar de una apuesta fructfera e inteligente en el estudio de un tema tan complejo, fascinante y cada vez ms actual como es el de las religiones.

    2. LA HISTORIA DE LAS RELIGIONES COMO VOCACIN

    Las circunstancias biogrficas de ngel lvarez de Miran-da (apuntadas por Lago 2007 o Ruiz Gimnez 1959) muestran una vocacin intelectual cuya tendencia hacia la temtica reli-giosa se puede rastrear desde sus estudios en el Seminario de Vitoria que interrumpi a los 21 aos para participar como requet y alfrez provisional en la Guerra Civil Espaola.

    Form parte de la numerosa primera promocin de estu-diantes de Filosofa de la universidad de Madrid tras la victoria franquista. Uno de sus compaeros, Carlos Castro Cubells (s/f: 73), deca de l que era "la gran figura de nuestra promocin".

    Su inters por la religin no era meramente un asunto de carcter acadmico como por otra parte no dej de puntualizar su amigo Julio Caro Baroja en el prlogo que dedic a su obra pstuma Juegos y Ritos del Toro (AM 1963: 11; TEXTO 1a) y algunos pasajes de las memorias de Carlos Castro son muy significativos a la hora de entender las sutilezas del compromi-

  • Francisco Diez de Velasco 18

    so religioso (con ribetes algo msticos) de lvarez de Miranda (TEXTO 1b).

    Comenz a publicar muy pronto, recin licenciado. En 1945 aparecen sus primeros artculos, de cierta envergadura (de 15 y 44 pginas impresas respectivamente), en la Revista de Estudios polticos que, por otra parte, no tratan de temas reli-giosos, sino de historia poltica (AM 1945a: sobre la Guerra del Peloponeso; AM 1945b: sobre la poltica y el arte). De hecho en toda su primera produccin los temas religiosos, aunque estn espordicamente presentes, no parecen formar el ncleo de sus intereses. En la extensa participacin (una docena de pequeos textos) que jalona de 1947 a 1949 los nmeros de la efmera revista Alfrez, de la que fue uno de los fundadores (vase Lago 1992), solo hay un artculo dedicado de modo directo a la religin, denominado Hacia un arte religioso (AM 1947a), en el que expone unos puntos de vista ms cerca-nos al telogo poltico (TEXTO 2) que a los del estudioso especializado en historia de las religiones que le caracterizarn tras su formacin en la Universidad de Roma. En esta etapa previa a la estancia italiana presenta intereses variados entre los que destaca el estudio del arte, que jalona algunos otros de sus trabajos (adems de AM 1945b y 1947a, tambin AM 1948a, b, f, g, j, m, n, o ms tarde 1951a, 1955i, muchos de ellos reseas) y los estudios clsicos incluyendo traducciones (como el Fedn de Platn: AM 1948) y trabajos que ilustran su especializacin como helenista (AM 1945a o 1947c para una comparacin entre el teatro griego y el contemporneo). Pero se dedic tambin a la reflexin sobre Espaa (AM 1947b; 1948h, p o 1949 que es particularmente significativa) y muy especialmente a los temas hispanoamericanos: public en la revista Cuader-nos Hispanoamericanos ms de una veintena de trabajos de entre los cuales destacan cuatro artculos extensos y de fondo, dos sobre temas americanos (AM 1950a y 1955b) y otros dos

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    sobre temas hispanos (AM 1954b; 1955a), adems de numero-sas notas y recensiones sobre muy diversos temas, muchos de ellos alejados de los asuntos religiosos (por ejemplo AM 1948b; 1953d). Los muy variados asuntos tratados en esta primera poca previa a su dedicacin sistemtica a la historia de las religiones quedan bien reflejados en la mayora de los trabajos recopilados en el primer volumen de sus Obras (AM 1959a).

    De forma clara a partir de mediados de 1949, o quiz inclu-so antes, si hacemos caso a su primera correspondencia con Santiago Montero, se produce por su parte una apuesta sistem-tica por el estudio y la investigacin en historia de las religio-nes, que vivencia como una vocacin imparable (TEXTO 3a y especialmente 3c). Encara una formacin como historiador de las religiones en la Universidad de Roma bajo la direccin del que en aquel momento era uno de los especialistas internacio-nales ms influyentes, Raffaele Pettazzoni, el fundador de la Scuola di Roma (por ejemplo Segarra 1998), que estaba, adems, en el apogeo de su trayectoria acadmica (se jubil en 1953). Presidente de la IAHR (International Association for the History of Religions) desde 1950 hasta su muerte en 1959, fundador de la revista Numen, reconocido incluso por Mircea Eliade, el astro ascendiente en estos aos, como su maestro (Eliade/Pettazzoni 1994; Spineto 2006: 99ss.), encargado de organizar el sptimo congreso de la IAHR a desarrollar en Roma en 1955, era probablemente la mejor apuesta para al-guien con la formacin y las inquietudes de lvarez de Miran-da. Pettazzoni era un historiador, tena una slida formacin clsica, pero tambin una clara ambicin generalista que le haba llevado a tratar asuntos muy diversos que deambulaban desde Japn (Pettazzoni 1929) a Irn (Pettazzoni 1920) o Gre-cia (Pettazzoni 1921), de las religiones mistricas (1924, 1953) a los enfoques temticos ambiciosos (como el monumental

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    anlisis de la confesin de los pecados: Pettazzoni 1929-1936 o la caracterizacin de las divinidades supremas: Pettazzoni 1922, 1955) as como a analizar los temas de teora y metodo-loga (Pettazzoni 1954). Bajo su direccin encauz una forma-cin sistemtica en historia general y comparada de las religio-nes que le llev a defender en octubre de 1952 una tesis de doctorado en la Universidad de Roma sobre la ritualidad tauri-na (AM 1952a-b).

    La formacin romana transform las perspectivas intelec-tuales de lvarez de Miranda y se puede decir que hay un antes y un despus en su obra. Resulta ejemplar lo ocurrido con su tesis espaola, fue titulada cuando se inscribi en 1946 como Concepto de la Historia en Polibio, sin referencias a los asuntos religiosos (que podemos pensar que no eran para el autor de primordial importancia en aquel entonces), pero a comienzos de 1952, lvarez de Miranda la redefini para con-centrar la investigacin en los aspectos religiosos y ticos, que resultan explcitos en el subttulo definitivo, consensuado tras una serie de cartas entre director y doctorando entre octubre de 1952 y marzo de 1953 (TEXTO 4a-g) y que quedar como: El conflicto entre racionalismo y religiosidad y su proyeccin en la actitud tica e historiogrfica de Polibio (AM 1953), tesis que fue defendida con xito en mayo de 1953. Tambin es significativo el cambio en la temtica de sus participaciones como conferenciante en la Universidad Internacional Menn-dez Pelayo de Santander: en 1949 trat de poltica cultural, especficamente hizo una presentacin de las relaciones cultu-rales en Italia que public posteriormente en la revista Arbor (AM 1950b) mientras que en 1951 dedic su intervencin a disertar sobre Arte y religiosidad en la cultura espaola (va-se Lago 1999: 71, 93), un tema, por otra parte, que le interesa-ba desde tiempo atrs, dado que aunaba la historia del arte con la de las religiones, dos de sus vocaciones fuertes.

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    En general se pueden analizar sus estudios sobre religin previos a 1950 como de carcter y enfoque muy ensaystico y apegados a premisas catlicas muy ideologizadas, en las que religin y poltica aparecan imbricadas y donde ms que anali-zar acadmicamente los fenmenos, se tenda a ofrecer pautas que podramos acercar a la teologa dogmtica. Su primera contribucin en Alfrez, sin duda programtica (AM 1947a), era, como vimos (TEXTO 2) un alegato de regeneracin espiri-tual, pero emplea ya algunos sofisticados instrumentos del anlisis histrico-religioso como es el concepto de lo numinoso (acuado por Rudolph Otto). Otros ejemplos de estos plantea-mientos los tenamos con anterioridad en su tercer trabajo publicado, el prlogo que escribe para la traduccin espaola del libro de Louis Gillet, La catedral viva (AM 1946) o tam-bin en 1948 en una nota en Alfrez sobre la necesidad de separacin jerrquica (y ordenada) entre los sacerdotes y los fieles en el catolicismo (AM 1948m). An ms programtico es el ensayo fechado en marzo de 1948, dedicado al anlisis del pecado y el pensamiento espaol (AM 1948q) donde en el contexto de una crtica a Nietzsche y Spengler, desarrolla lo que podramos denominar como una aproximacin estructurada en torno a preconceptos religiocntricos hbilmente presenta-dos en un ensayo sin notas que probablemente hubiera tenido una orientacin distinta si hubiera utilizado la perspectiva que Pettazzoni (1929-1936) expuso en su monumental La confes-sione dei peccati.

    De todos modos para hacernos una idea de la diversidad de las ocupaciones de lvarez de Miranda previas a la estancia italiana hay que recordar que tradujo en 1948 para Ediciones y Publicaciones Espaolas S.A., con quienes colabor en otras ocasiones (AM 1946; Gndara/Miranda 1946; 1949) un libro programtico: Tres reformadores, de Maritain (1948) que trataba de Lutero, Descartes y Rousseau (que solo aparecen

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    reflejados en el ttulo en la edicin ms reciente: Maritain 2006) y que ilustra, probablemente tambin en lo que respecta al traductor, una sensibilidad catlica peculiar.

    lvarez de Miranda apost en Roma, como consecuencia de su destacada formacin general y metodolgica, por nuevos modelos de anlisis religioso alejados de lo ensaystico y me-nos explcitamente ideologizados que se reflejan de modo claro en su produccin cientfica a partir de su tesis italiana. Adems, dado que conocer una sola religin y dominar una sola lengua de estudio, en la perspectiva de los especialistas en la disciplina a nivel mundial de aquel entonces, no resultaba aval suficiente para poder encarar firmemente una trayectoria acadmica en historia general y comparada de las religiones, trabaj tambin para aumentar sus habilidades lingsticas y sigui en el Insti-tuto Bblico de la Universidad Gregoriana de Roma una serie de cursos que parece que le permitieron un conocimiento avan-zado del hebreo. En resumen, en su estancia romana haba invertido grandes esfuerzos en dotarse de una preparacin que le adecuaba para encarar el reto al que se enfrent en 1954: la oposicin a la ctedra de Historia de las Religiones de la Uni-versidad de Madrid.

    No es fcil desentraar las razones que llevaron a la mate-rializacin, en 1954, en pleno nacionalcatolicismo franquista (un modelo cultural evidentemente poco inclinado a los anlisis necesariamente plurales que caracterizaban a la disciplina Historia de las Religiones), de un proyecto universitario como el que analizamos (vase Diez de Velasco 1995 para un primer avance y Diez de Velasco 2007a: 95-101 para un estudio deta-llado). Desde luego se trataba una materia que, con diversas denominaciones, exista en los pases del entorno espaol (Francia, Italia, Alemania, Gran Bretaa), en ocasiones desde haca muchas dcadas y con una consolidacin acadmica y universitaria destacable, como no dejan de referir en su muy

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    interesante correspondencia lvarez de Miranda y Montero, su mentor en la Facultad de Letras de Madrid (TEXTO 5a-e, tambin TEXTO 32b). Pero la mera smosis acadmica no es razn suficiente (dada la posterior trayectoria de la disciplina en Espaa si la comparamos con el florecimiento en otros pases de nuestro entorno) y en este caso quiz el argumento ad personam resulte ms esclarecedor. En torno a lvarez de Miranda se engarzaron las influencias e intereses de tres perso-najes clave: Ruiz Gimnez, Lan Entralgo y Montero Daz. Ruiz Gimnez y lvarez de Miranda se conocieron en el trans-curso del Congreso Mundial Pax Romana en 1946 (lo expone el propio Ruiz Gimnez 1959: XI), cuando el primero, reciente catedrtico (desde septiembre de 1945) era director del Institu-to de Cultura Hispnica (1946-1948) y demostr sus capacida-des y habilidades de organizacin en este destacado evento de carcter internacional en plena poca de aislamiento del rgi-men franquista. Volvieron a coincidir en Roma mientras ste desempeaba el puesto de embajador ante la Santa Sede (1948-1951) y lvarez de Miranda el de director del Instituto Espaol de Lengua y Literatura en Roma (desde 1948 a 1954). Su rela-cin, marcada por la amistad, se ahond en Roma, y tena tambin ribetes de fraternidad espiritual como recuerda Carlos Castro Cubells (s/f: 133-134), que era sacerdote (y cuyos pa-drinos de la primera misa fueron, en Roma, el propio lvarez de Miranda y su esposa porque Ruiz Gimnez estaba de viaje): en la Semana Santa de 1948 ambos haban asistido a unos ejercicios espirituales (junto con un cierto nmero de otros jvenes intelectuales). Por su parte la relacin con Lan era an anterior y ms intensa y parece comenzar en la estancia de lvarez de Miranda en 1941 en la Residencia de Estudiantes (Ruiz Gimnez 1959: XI, de la que Lan era director desde octubre de 1940) o en el Colegio Mayor Cisneros, y se ahond con posterioridad en diversas circunstancias, como la puesta en

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    marcha de la revista Cuadernos Hispanoamericanos fundada y dirigida en los primeros tiempos por Lan y en la que lvarez de Miranda actu en el primer nmero como secretario (oficial u oficioso: Prez Embid 1956: 21ss.) y public durante el pri-mer ao de la revista dos notas largas de opinin y nueve rese-as (AM 1948a-k). Resulta por otra parte muy significativo el artculo que lvarez de Miranda dedic a Lan en la revista Alfrez, titulado Recensin de una actitud: Pedro Lan (AM 1948o), desde luego un homenaje de admiracin muy explcito. Por otra parte aparece como esclarecedor de la otra direccin de la mutua estima el prlogo que Lan dedica a su amigo tras su muerte en el que llega a calificarlo de hroe cristiano (Lan 1959: XVII).

    Las circunstancias polticas de un rgimen que buscaba sa-lir del aislamiento internacional otorgaron a este grupo de amigos una destacada oportunidad para desarrollar sus proyec-tos. En 1951 Ruiz Gimnez es nombrado ministro de Educa-cin Nacional e intent desarrollar un programa de carcter renovador que buscaba, entre otros objetivos, recomponer y prestigiar a la universidad espaola tras los terribles aos pre-vios de exilios de grandes figuras, purgas indiscriminadas y promociones ms que dudosas. Nombr a su amigo Lan, en julio de 1951, rector de la Universidad de Madrid, la ms im-portante de Espaa.

    Eran dos piezas clave: la voluntad favorable del ministro a la hora de dotar ctedras y nombrar tribunales era fundamental en esta poca de tal modo que sin la figura de Ruiz Gimnez la creacin de una ctedra de nuevo cuo (y en una temtica tan sensible) como la Historia de las Religiones hubiera sido invia-ble. Dado el poder decisorio que tenan los rectores de aquel entonces en los procedimientos y trmites para la creacin de una ctedra hay que pensar que sin la voluntad de Lan sta tampoco hubiera sido dotada tan rpidamente. Pero por otra

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    parte, sin la nueva direccin curricular emprendida por lvarez de Miranda en Roma, el peso y prestigio creciente de los estu-dios que haba emprendido y el magisterio e influencia interna-cional de Pettazzoni (del que probablemente tuvo conocimiento Ruiz Gimnez en su estancia romano-vaticana), tampoco hubiesen podido contar con un candidato idneo, de confianza y por aadidura un antiguo amigo por el que apostar en esta no poco inusitada empresa. El tercer pilar en la defensa de los intereses de lvarez de Miranda fue Santiago Montero Daz, su director de tesis y su apoyo sistemtico en la instancia inferior, pero fundamental para que la ctedra llegase a buen puerto: la Facultad de Filosofa y Letras de la universidad convocante.

    Montero era un entusiasta defensor de la necesidad de que la disciplina tuviese una representacin en la universidad espa-ola bajo la forma de una ctedra (TEXTOS 3b, 3d, 5a, tam-bin 32a-c), y de la correspondencia con lvarez de Miranda se deduce que apostaba de modo claro por su discpulo, aunque tambin afloran algunas diferencias en los enfoques (TEXTO 5b-c) que se evidenciaban muy simblicamente en la denomi-nacin de la ctedra. Una parte de stas se nos escapan puesto que debieron materializarse en conversaciones personales durante la estancia, para la lectura de la tesis, en mayo de 1953, de lvarez de Miranda en Madrid, pero queda claro que Mon-tero, aun aceptando la vala de Pettazzoni (TEXTO 3b), dudaba de que su perspectiva fuese suficientemente abarcante (TEXTO 5e). Se trata de una cuestin de carcter terico, pero importan-te ya que atae a la propia caracterizacin de la disciplina. Hemos de pensar que Montero, dada su formacin alemana, entenda la disciplina ms como una Religionswissenschaft, una Ciencia de la Religin, una aproximacin de carcter integral en la que la reflexin filosfica (la bsqueda del Senti-do, ms all de los sentidos de la historia) tuviese un peso importante; es decir una conceptualizacin de la disciplina muy

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    extensa y ambiciosa, que muchos historiadores de las religiones de perspectivas ms estrechas no contemplaban. El magisterio de Pettazzoni, que tanto influy en el lvarez de Miranda de los aos previos a la ctedra, tenda a concentrar los esfuerzos en los contextos histricos, en los que la etnologa y la re-flexin sobre los orgenes eran bsicas (recordemos el indito AM 1954), donde la comparacin era nuclear pero donde resul-taban menos importantes las premisas filosficas en la re-flexin y el anlisis. Resulta difana la preferencia de lvarez de Miranda en la correspondencia por la opcin Historia de las Religiones (la denominacin que se usaba en Francia o Italia), en cambio Montero baraja otras: Filosofa de la Religin, His-toria Comparada de las Religiones (ms cercano al Religiones Comparadas de los britnicos) o su preferida (que subraya en su carta), Ciencia de la Religin (nombrada a la alemana: TEXTO 5c).

    La ctedra super todos los trmites administrativos y con la denominacin de Historia de las Religiones sali a oposi-cin en agosto de 1953 y se desarroll en junio-julio de 1954 (vanse los detalles en Diez de Velasco 2007a: 101-109). La firmaron adems de lvarez de Miranda, el catedrtico de prehistoria Julio Martnez Santa Olalla (vase Peir-Pasamar 2002: 395-396) y Carlos Alonso del Real (que era discpulo del anterior, vase Peir-Pasamar 2002: 72-73). El tribunal que tena que juzgarla estuvo presidido por el rector Lan (vase Peir-Pasamar 2002: 348-349) y eran vocales el arquelogo Antonio Garca y Bellido (vase Peir-Pasamar 2002: 273-274), Santiago Montero Daz (vase Peir-Pasamar 2002: 422-424, ms datos en Dupl 2004), Ricardo Garca Villoslada (vase Peir-Pasamar 2002: 377-378) y Fray Justo Prez de Urbel (vase Peir-Pasamar 2002: 485-486). Santa Olalla no se present y tras el desarrollo de los ejercicios lvarez de Mi-randa alcanz 4 votos quedando Alonso del Real con 1 voto (el

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    de Montero: para un intento de explicar esta opcin vase Diez de Velasco 2007a: 107-108), por tanto fue nombrado catedrti-co de Historia de las Religiones de la Universidad de Madrid, tomando posesin en agosto e incorporndose a la docencia desde el primer da del curso 1954-1955.

    3. UNA TRAYECTORIA TRUNCADA: LOGROS Y PROYECTOS

    Incluso antes de su toma de posesin de la ctedra de Histo-ria de las Religiones de la Universidad de Madrid lvarez de Miranda ya empezaba a ser tenido por una autoridad y su ma-gisterio despertaba expectativas. Resulta muy significativa su relacin crepuscular (su interlocutor falleci en septiembre) con Eugenio dOrs. Haban ahondado su amistad durante la estancia de dOrs en Roma, en 1949, invitado como conferen-ciante al Instituto que diriga lvarez de Miranda y cuya labor de accin cultural salud puntualmente el filsofo en entrevis-tas y glosas (DOrs 1949a-c). En junio de 1954, en vsperas de la oposicin, DOrs (1954a) record en una glosa a su amigo, citndolo expresamente y usando como excusa una nota de ste relativa a Lvi-Bruhl (AM 1954i), y ya en pleno desarrollo de las pruebas public una glosa en Arriba (DOrs 1954b) muy explcita en la que, sin dar nombres, saludaba la creacin de la nueva ctedra y de paso, alababa la obra de Mircea Eliade (TEXTO 6a). lvarez de Miranda le escribi poco despus (TEXTO 6b) agradeciendo esta sutil intervencin que no deja-ba de tener su valor dado que las glosas, diarias, que publicaba DOrs en el peridico Arriba, tenan un impacto muy notable. En la contestacin de DOrs (TEXTO 6c), resulta muy signifi-cativo que le pida consejo a lvarez de Miranda justamente sobre las obras de Mircea Eliade, y en particular el Tratado de Historia de las Religiones, que no le haba gustado. Hay que

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    tener en cuenta que DOrs y Eliade haban tenido una relacin particularmente destacada durante los aos en que el segundo vivi en Portugal e incluso lleg a visitar a DOrs en su casa de Madrid (vase al respecto Diez de Velasco 2007b). Eugenio DOrs estaba, por tanto, al final de su vida, reconociendo en lvarez de Miranda al interlocutor magistral espaol en los asuntos relacionados con el estudio de las religiones, que le interesaba particularmente.

    La expectativa respecto de la labor docente de lvarez de Miranda fue tambin grande y su leccin inaugural, muy recor-dada, que dict a comienzos de octubre de 1954 sobre el tema muy terico, pero tambin programtico de El saber histrico religioso y la ciencia espaola (publicada al ao siguiente: AM 1955), fue seguida por una sala a rebosar. Era bien cons-ciente de que estaba inaugurando una disciplina cuya autono-ma reivindicaba (TEXTO 7) en el contexto de una ciencia espaola renovada, y propona un programa de aplicacin de los presupuestos del anlisis histrico-religioso que estimaba que poda renovar tambin a la hispanstica en general (TEX-TO 8).

    Respecto del resto de sus clases, sabemos por uno de sus alumnos, Ramn Valds del Toro (2007) y por el propio testimonio de lvarez de Miranda en su correspondencia con su maestro Pettazzoni (TEXTO 9a) que tuvieron un notable xito, a pesar de las condiciones en las que las imparta, pues estaba en silla de ruedas y no poda hacerse or bien por las dificultades que tena para respirar y moverse.

    Solo desarroll un ao de docencia, el curso 1954-1955, ya que su enfermedad se agrav de tal modo que no pudo seguir con su trabajo docente. Sus clases parece que no siguieron una exposicin sistemtica como la que propuso en el programa docente que present a la ctedra (vase Diez de Velasco 2007 a: 110ss.), sino que trataron temas puntuales, algunos de los

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    cuales conformaron notas, reseas o artculos sobre los que trabajaba, por ejemplo los temas de irreligin, los anlisis de los modelos de trabajo desarrollados por investigadores presti-giosos como Wilhelm Schmidt (vase AM 1955c, f) o Mircea Eliade (vase AM 1955e), o presentaciones generales de tipo terico sobre el hecho religioso junto a otras de carcter ms monogrfico (como las dedicadas a las religiones mistricas). Es posible que tuviese la intencin de plasmar su programa docente en un manual, pues nos quedan algunos indicios. Entre los materiales elaborados que present como inditos en la oposicin y que nunca vieron la luz se encontraba un trabajo sobre los orgenes de la religin (AM 1954) que en el informe realizado por los miembros del tribunal de la ctedra, que lo enjuiciaron, deca que les pareca el primer captulo de un manual de la asignatura, aunque parece que formaba parte de un encargo editorial colectivo de la editorial Pegaso que no tuvo continuidad, si hacemos caso a lo que le dice lvarez de Miranda a Montero en una carta del 9 de enero de 1954. Por otra parte el armazn terico de su trabajo de ctedras sobre las religiones mistricas (publicado pstumamente: AM 1961) tiene mucho de esquema general apto para su uso en un manual (por ejemplo la diferenciacin entre religiones primitivas, nacionales, mistricas y universales que propone).

    Ms all de las perspectivas de desarrollo de la disciplina en sus vertientes docentes, lvarez de Miranda tena ambicio-nes de poner en marcha una infraestructura de investigacin slida. Conocemos sus expectativas por la correspondencia con Pettazzoni, donde le indica (TEXTO 9a) que va a dirigir en el Consejo Superior de Investigaciones Cientficas una seccin de Historia de las Religiones que va a crearse de modo inminente y desde la que tena pensado organizar encuentros cientficos a partir de 1956. Hemos de suponer que, del mismo modo que ocurri en el contexto poltico-administrativo de la convocato-

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    ria de la ctedra, en este asunto contaba tambin con el apoyo del ministro Ruiz Gimnez (y su grupo), de quien dependa de modo incluso ms directo que en el caso de las universidades, la institucin que centralizaba la investigacin en Espaa.

    Se trat, como tantos otros, de un proyecto que trunc la evolucin inexorable de la enfermedad de lvarez de Miranda y cuyas consecuencias resume en cierto modo una carta, fecha-da el 25 de julio de 1956, que le escribe el padre Garca Villoslada, que haba formado parte de su tribunal de ctedra y al que previamente haba tratado en Roma mientras estudiaba en el Instituto Bblico de la Universidad Gregoriana. Las palabras empleadas son muy simblicas al rememorar la tarea cientfica que Ud. se ve imposibilitado de realizar, al menos en las proporciones que en algn tiempo so, evidentemente est dando por supuesto, en el verano del ao anterior a la muerte de lvarez de Miranda, que tan prometedora carrera no culminara, y para alguien de la trayectoria internacional de Garca Villoslada (que fue profesor en la Gregoriana durante decenios) un juicio as supona un referencia necesaria a la proyeccin fuera de Espaa.

    En efecto entre los proyectos de lvarez de Miranda se in-clua la presentacin de sus investigaciones en foros interna-cionales, y el primero al que tena que acudir era el VIII Con-greso Internacional de Historia de las Religiones, que se des-arrollara del 17 al 23 de abril de 1955 en Roma, bajo la presi-dencia de su maestro Pettazzoni. Se trataba del evento ms importante a nivel internacional en la disciplina y se organizaba en el marco de la IAHR (International Association for the History of Religions), la muy prestigiosa asociacin mundial de especialistas en el estudio acadmico (no teolgico) de las religiones que, adems, presida Pettazzoni tras la muerte ines-perada de Gerardus van der Leeuw en 1950. Era la primera vez que se organizaba un evento de estas caractersticas en un pas

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    del Sur de Europa y daba una segura continuidad quinquenal al de Amsterdam, de 1950, marcando una grata normalidad des-pus de los problemas e irregularidades de las dos guerras mundiales y el turbulento periodo de entreguerras (tras el lti-mo congreso regular, el cuarto, de 1912 en Leiden, el siguiente no se desarroll hasta 1929 en Lund, y el sexto fue en Bruselas, en 1935). La enfermedad de lvarez de Miranda le impidi acudir tal como expuso a Pettazzoni en una carta fechada el 7 de mayo, a diez das de la finalizacin del congreso (TEXTO 9a). Su ausencia result llamativa habida cuenta de que otros espaoles (los profesores Cantera Burgos, Balil, Almagro o Tarradell) intervinieron y Pettazzoni, en su respuesta del 18 de mayo, bien que lo resalta. En todo caso lvarez de Miranda tena pensado ir al congreso por lo que se puede colegir de su correspondencia con Mircea Eliade (TEXTO 10), se nos ha perdido una carta, muy de comienzos de 1955, en la que le hizo llegar una larga resea de la traduccin espaola del Tratado de Historia de las Religiones (AM 1955c), y en la que deba darle cita para conocerse personalmente en Roma, puesto que Eliade en su respuesta del 10 de marzo, le confirma la cita (TEXTO 10b). Resulta notable el inters que se toma ste en contestar a las crticas que le haca lvarez de Miranda, que dudaba de lo adecuado del ttulo del libro con excelentes argu-mentos lgicos y no menos certeras referencias tericas. La justificacin de Eliade consiste en plantear que tiene en avan-zada preparacin otro volumen que suplira las carencias en la exposicin histrica del anterior (de hecho ese segundo volu-men tard bastante ms en fructificar y lo hizo como obra de senectud, finalmente inacabada: la Historia de las creencias y las ideas religiosas). Eliade tena un muy particular inters por su proyeccin en Espaa y las reseas de sus libros en espaol le agradaban especialmente (como queda de manifiesto tam-bin en las que le hizo Eugenio DOrs, vase en general Diez

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    de Velasco 2007b), a lo que habra que aadir los lazos que entre ambos consolidaba la mutua adscripcin a Pettazzoni como maestro.

    Este episodio epistolar ilustra el calibre de las relaciones in-ternacionales de lvarez de Miranda del que conocemos otro ejemplo por una carta dirigida a Santiago Montero, fechada el 9 de enero de 1954 (por error aparece 1953 como ao), en la que expone que ha recibido de Franz Altheim una invitacin para dar en Berln, en la Freie Universitt, una serie de conferen-cias sobre el culto del toro en el mundo antiguo, tema que a l le interesa mucho y del que ha sabido a travs de Pettazzoni, que me he ocupado con fruto.

    lvarez de Miranda, por lo que podemos extraer de la do-cumentacin de primera mano que conforma su corresponden-cia con Pettazzoni, Eliade o Montero, gozaba de un incipiente pero slido y prometedor prestigio fuera de Espaa, adems del que en Espaa le reconocan sus colegas y amigos (muchos de ellos extremadamente influyentes en estas fechas). Pero su enfermedad pondr tambin punto final muy pronto a todas estas perspectivas.

    Queda por revisar otra faceta, indispensable, en una conso-lidacin disciplinar, que es la formacin de discpulos. Al no haber impartido ms que un curso de docencia, y en unas cir-cunstancias que evidenciaban de modo claro su invalidez, su labor de formacin no pudo ms que esbozarse. lvarez de Miranda, ms que discpulos tuvo presuntos sucesores, que estimaban que podan aspirar a una ctedra cmoda, pues ya estaba dotada (teniendo en cuenta que lo sensible del tema converta la dotacin de la misma en el verdadero logro). No haba tenido tiempo de que alumnos formados en sus ensean-zas hubiesen comenzado a intentar adentrase en el terreno de la investigacin. De todos modos contamos con un testimonio de inters que ofrece Ramn Valds del Toro (Valds 2000 y

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    especialmente 2007), que se haba licenciado en la Universidad de Valencia y que haba recalado en Madrid para ampliar estu-dios. Aunque no lo haba formado, lvarez de Miranda lo acept como alumno, lo recibi en su casa donde le dio conse-jos para organizar sus futuros estudios doctorales, que pasaban necesariamente, dada la penuria bibliogrfica y de todo tipo que haba en Espaa en lo relativo a la disciplina, por una estancia en el extranjero. En vez de dirigirle a profundizar y especializar su formacin en Roma, siguiendo sus propios pasos, le aconsej que optase por desarrollar una estancia de estudios en Pars, con Mircea Eliade. Se conserva en el Archi-vo Eliade de la Regentein Library de Chicago la carta que le escribi, en espaol, un idioma que Eliade lea con cierta flui-dez, que est fechada el 21 de octubre de 1955 (Texto 10c) en la que le presentaba a su discpulo. Valds quera desarrollar sus estudios e investigaciones sobre religiones primitivas y desde luego en este momento Eliade era reconocido en este campo, en particular por su monografa sobre el chamanismo, que haba publicado en 1951, y haba renovado de modo nota-ble las perspectivas de investigacin. La decisin, que podra-mos en una primera lectura juzgar como una pequea trai-cin a la escuela de Pettazzoni (con quien segua manteniendo una cordial relacin epistolar: TEXTOS 9b-c), necesita anali-zarse de modo ms detallado pues ilustra las posiciones teri-cas y metodolgicas de lvarez de Miranda tras ganar la cte-dra y sus apuestas de futuro. Hay que tener en cuenta que en Roma haba un vaco de poder, Pettazzoni no imparta do-cencia dado que estaba jubilado desde 1953, y no se haba designado un sucesor, haba varios candidatos bien posiciona-dos (e incluso quiz hasta Eliade haba pensado en algn mo-mento en optar a esta ctedra), pero quiz no era este algo inestable contexto acadmico el ms adecuado para la eficaz formacin que suponemos que esperaba que alcanzase Valds

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    con la suficiente rapidez como para poder incorporarse a un proyecto de desarrollo disciplinar que vemos que estaba flore-ciendo y necesariamente exiga la formacin de un equipo donde personas capaces se dedicasen a cumplir tambin roles subalternos pero especializados, en particular dado lo invali-dante de su enfermedad. Valds haba comenzado a cumplir este tipo de cometidos ya que actu como secretario de la sec-cin de humanidades (Valds 2000) en el verano de 1955, en la Universidad Internacional Menndez Pelayo de Santander, en el curso de Humanidades y Problemas Contemporneos del que era director el rector Lan y subdirector lvarez de Miranda. En la decisin de optar por Pars, adems de la fama, muy merecida en este momento, que tenan sus bibliotecas, sin duda pes el proyecto impactante de entender la historia de las reli-giones que estaba desarrollando Eliade y la simpata que lva-rez de Miranda parece profesar hacia los modelos eliadianos de entender el anlisis y la presentacin de evidencias. La admira-cin hacia el Tratado que refleja la larga resea que le dedic (TEXTO 10a) o las citas que haca del autor en muy diversos contextos, tanto docentes como en artculos de investigacin muestran a las claras sus preferencias del momento. Por mucho que en su correspondencia, como vimos, alabase el magisterio de Pettazzoni, es significativo que en su leccin inaugural, es decir un contexto simblico y programtico excepcional en el que rendir cuentas de deudas y agradecimientos, no le citase (como bien recuerda Gandini 2006), mientras que s lo hace con Mircea Eliade. ste aparece en la obra de lvarez de Mi-randa no solo como una referencia estndar (como en cierto sentido es el caso de Pettazzoni en los trabajos en los que le cita), sino que se asumen sus presupuestos analticos. Por ejemplo al optar por el uso del trmino mariofana (AM 1954b: 255) est aplicando de modo difano el nuevo vocabulario eliadiano y tambin las implicaciones tericas y hermenuticas

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    relativas a la experiencia teofnica, hierofnica o cratofnica que derivan de l y que tanta fama dieron a su autor. Probable-mente lo que lvarez de Miranda no conoca bien, ya que el propio Eliade no tena inters en evidenciarlo salvo cuando le convena, era lo inseguro de su posicin acadmica en Pars. En su resea al Tratado de Eliade dice lvarez de Miranda de l que haba pasado de una ctedra en la Universidad de Buca-rest a otra en la cole des Hautes tudes, de Pars (AM 1955e: 109, TEXTO 10a). Como expone en su excelente biografa Florin Turcanu (2003, vase tambin Diez de Velasco 2007b), en estos aos y hasta su contrato en la Universidad de Chicago, Eliade no tena un puesto acadmico estable y por tanto la ayuda administrativa que podra brindar a un investigador como Valds solo poda ser limitada. Adase que cuando Valds consigui una beca para su desplazamiento (que le procur Antonio Lago, buen amigo de lvarez de Miranda, su ms reciente bigrafo, y en aquel entonces secretario del minis-tro Ruiz Gimnez) y lleg a Pars, Eliade ya haba marchado a Chicago, por lo que se encontr sin un firme asidero para el desarrollo de sus estudios en historia de las religiones a aadir a que la enfermedad de su maestro anul toda expectativa de retorno en las condiciones que poda haber esperado, por lo que su dedicacin profesional se dirigi hacia otros derroteros disciplinares ms estndar y consolidados en Espaa (la antro-pologa), aunque nunca dej de dedicar esfuerzos a los estudios sobre religiones, dedicacin que le haba desvelado su primer maestro (Valds 2000; 2007).

    El agravamiento de la enfermedad de lvarez de Miranda result muy evidente en el verano de 1955. En Santander, en la Universidad Internacional Menndez Pelayo su psimo estado de salud era bien visible, aunque pudo cumplir con su trabajo tanto de carcter cientfico, dictando conferencias sobre el problema de la irreligin que tanto le interesaba, como de tipo

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    administrativo y en la participacin en los debates y las tertu-lias que se desarrollaron (Lago 1999: 131ss.). Sern sus ltimas apariciones pblicas ya que la enfermedad, cada vez ms ani-quiladora, no le permiti incorporarse a la docencia regular del curso 1955-1956.

    Todo su ambicioso programa de desarrollo en Espaa de la Historia de las Religiones qued, por tanto, truncado.

    4. UNA PERSPECTIVA GENERAL Y COMPARADA EN EL ESTUDIO DE LAS RELIGIONES

    lvarez de Miranda muri dejando mucha de su obra indi-ta, como puso de relieve su amigo Jos Luis Lpez Aranguren muy poco despus de su fallecimiento en un in memoriam (TEXTO 11) que public en Papeles de Son Armadans, la revista que diriga Camilo Jos Cela. Pero los desvelos, tenaci-dad y capacidad de seleccin y edicin de su viuda, Consuelo de la Gndara, que haba sido compaera de estudios en la Facultad de Filosofa y Letras de Madrid, llevaron a que pocos aos ms tarde la casi totalidad de los manuscritos de su mari-do hubiesen visto la luz en formato de libro. Gracias a este trabajo de recopilacin conocemos de modo suficiente a lva-rez de Miranda y podemos enjuiciar su labor investigadora adecuadamente.

    Lo primero que vio la luz fue una seleccin de sus obras dispersas e inditas que no tenan la envergadura de monogra-fas, y que se public en dos volmenes denominados Obras (AM 1959a-b), el primero titulado Varia y el segundo En-sayos Histrico-religiosos. Se trata de una divisin en cierto modo artificial que refleja las necesidades de edicin (para que ambos volmenes fuesen relativamente semejantes en tamao) ya que el primer volumen contiene, en general, obras de la primera poca que destacan por tener poco o nada que ver con

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    la religin, como el libro Perfil cultural de Hispanoamrica (AM 1950) o la introduccin a la traduccin del Fedn (AM 1948), pero tambin trabajos de la segunda poca que clara-mente podran estar en el siguiente volumen, en particular sus Reflexiones sobre lo telrico (AM 1955a, otros seran AM 1953b; 1954e, f, o h, por ejemplo).

    Esta recopilacin rondaba el millar de pginas impresas permitiendo acceder a una comprensin bastante certera del programa de trabajo de lvarez de Miranda, y a la par eviden-ciar el cambio de rumbo de su trayectoria a partir de su estancia romana (dado que los textos recopilados llevan la referencia a la fecha y el lugar en que los escribi, aunque no donde los public).

    Se evidencian intereses principales de investigacin en su produccin histrico-religiosa de cierto calado (es decir en sus artculos presentados a revistas cientficas). Dos ejes resultaban evidentes y derivaban de las investigaciones que haba llevado a cabo para alcanzar sus dos doctorados: la sacralidad del toro y los problemas de la irreligin. En lo relativo al primer tema lvarez de Miranda explot las posibilidades de modo sistem-tico con la preparacin de varios trabajos notables. El primero, sobre las implicaciones mdicas de la sacralidad taurina (AM 1953a), lo hizo llegar a la revista que luego terminara llamn-dose Asclepio y en la que Lan era eje fundamental; el segundo lo deriv hacia la revista arqueolgica ms prestigiosa de Es-paa, el Archivo Espaol de Arqueologa (AM 1954a); el terce-ro buceaba de modo especializado en los materiales documen-tales que ofreca la etnografa para el estudio de la mitologa taurina en Espaa (AM 1954d). Esta derivacin hacia el anli-sis mitolgico, que ha reseado Ortiz-Oss (2000) permea otros trabajos variados como su aproximacin a la caracterizacin de lo telrico (AM 1955a) o incluso uno de sus trabajos ms crea-tivos, el que dedica a Garca Lorca, que luego revisaremos con

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    ms detalle. Resulta muy interesante la insistencia del autor en el anlisis de la dinmica religiosa y la decriptacin que propo-ne de los componentes religiosos en contextos que no lo pare-ceran; puede resultar ejemplar el estudio que propone de la medicalizacin de lo que antes era religioso en el primer traba-jo que comentamos (TEXTO 12; ms ejemplos en TEXTOS 24-25).

    En lo relativo a su inters por los fenmenos de irreligin, la recopilacin Obras que comentamos es la cantera para aden-trarnos en su pensamiento ya que, al contrario que la italiana, publicada en 1962 como libro (AM 1962), la tesis espaola qued indita quiz porque, a diferencia de la primera, su autor no estaba convencido del resultado final de la misma (por las prisas en su confeccin) y su viuda debi de respetar este juicio que conocemos por la correspondencia con Montero (TEXTO 13a).

    Lo nico que pudo hacer lvarez de Miranda con el mate-rial de su tesis espaola antes de morir fue redactar su ltimo artculo publicado (AM 1956), que vio la luz en la prestigiosa revista Emerita, en el que adelanta anlisis muy interesantes sobre la complejidad que caracteriza tanto las diversidades del creer como las variadas posiciones no creyentes desde un punto de vista terico. Propone pasar de los anlisis superficiales a planteamientos ms contextuales estimando, por ejemplo, que resulta imposible entender la irreligiosidad polibiana fuera de los matices que le impone su insercin en un modelo nacional de religin, que impide, por tanto, hablar de l como un ateo estndar tal como entenderamos el trmino en la actualidad (TEXTO 14). En general sobre este complejo tema hizo, con anterioridad, un trabajo del que se senta muy satisfecho segn su propio testimonio (TEXTO 13b), un anlisis de las figuras de Job y Prometeo (AM 1954c) que public en Anthologica Annua en el que en buena prctica comparatista, buceaba con

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    los instrumentos que le ofreca su conocimiento tanto de la filologa clsica (alcanzado en su formacin espaola) como de la hebrea (conseguido en Roma). La irreligin y el atesmo eran temas estelares para el autor y resulta significativo que en la resea que dedica al libro de su amigo Aranguren El protestan-tismo y la moral (AM 1955h) centre buena parte de su inters en desentraar los argumentos que llevan, en su opinin, a que el eticismo calvinista derive en irreligin y atesmo (TEXTO 15).

    lvarez de Miranda trat otros variados temas histrico-religiosos que tuvieron cumplida presencia en la recopilacin que revisamos. Su inters por los temas americanos, que fue clave en su primera poca, como vimos, se conjug con la religin en un trabajo para Cuadernos Hispanoamericanos que trat sobre el Mjico prehispnico (AM 1955b). Resulta intere-sante detectar por una parte la apertura a la perspectiva genera-lista del autor (extendindose de modo claro fuera de los lmi-tes habituales del mundo antiguo) y por otra el intento de apli-car una interpretacin que fuese ms all de los lugares comu-nes (al proponer que las religiones mejicanas no se caracterizan por la crueldad que plantea lcidamente que es moneda habi-tual en todas las religiones-, sino por la mortificacin) y que evidencia, adems, sus dotes a la hora de aplicar la herramienta clave del taller del historiador como es la sntesis (TEXTO 16).

    Dos otros trabajos de envergadura destacan por ltimo en Obras. El primero ahonda en una lnea abierta en su leccin inaugural, y que parece preludiar una dedicacin sistemtica: la de reflejar el impacto en Espaa de la disciplina, y se centra en la figura de Wilhelm Schmidt (AM 1955c) que public en Arbor (revista donde tambin vio la luz una resea del ltimo volumen aparecido del investigador austriaco: AM 1955f). El segundo es un trabajo sobre el marianismo espaol (1954b), publicado en Cuadernos Hispanoamericanos en que adelanta

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    un interesante intento de estudio sociolgico; aunque insiste en planteamientos que enjuiciaramos como religiocntricos, como por otra parte no poda ser menos en el contexto del momento, es necesario evidenciar que tambin se abre a herramientas novedosas, por ejemplo el concepto de mariofa-na, tomado de la panoplia eliadiana, como ya vimos.

    Tras la aparicin de Obras quedaban sin publicar sus mo-nografas de envergadura (la tesis italiana y el trabajo de inves-tigacin de la ctedra) que vieron la luz posteriormente pero tambin algunos artculos y otros materiales variados, tanto publicados en revistas extranjeras (en particular AM 1952c, publicado en italiano o el dedicado al Mediterrneo: AM 1953d) como inditos, adems de algunas notas y reseas (son especialmente destacadas las que dedic a Eliade AM 1955c- o a Schmidt AM 1955f-). Resulta especialmente notable el trabajo, que ha quedado definitivamente indito titulado La religin en los orgenes de la cultura (AM 1954) y que mues-tra que lvarez de Miranda estaba desarrollando un programa de publicaciones que tena en cuenta un elenco extenso de religiones, y que podemos insertar en la lnea (aunque en grado incipiente) de los grandes generalistas de la disciplina, como su maestro Pettazzoni.

    A la postre el panorama casi completo de la dedicacin in-vestigadora del autor qued cumplidamente dibujado gracias a los tres libros que vieron la luz entre 1961 y 1963.

    En primer lugar apareci su trabajo de ctedra, que el autor haba titulado Las religiones mistricas y el problema de su insercin en la Historia general de las Religiones" pero que en formato de libro se llam simplemente Religiones mistricas (AM 1961) y fue prologado por Pedro Lan y publicado en Revista de Occidente tres aos despus de la muerte de su autor. El recorte del ttulo completo, con fines seguramente editoriales, ha llevado a que el trabajo se entienda de modo, en

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    ocasiones, inadecuado. La intencin de su autor no era producir una monografa definitiva sobre el asunto, al estilo de las que ya existan de la pluma de investigadores europeos y sera un error intentar comparar el libro con ellas (salvo quiz con los estudios que haba hecho su maestro Pettazzoni 1924, 1953). Se trataba de un trabajo, en principio diferente y adems real-mente interesante si lo enjuiciamos desde la mirada terica y metodolgica, porque lo que propona era una taxonoma de religiones en cuyo contexto intentaba insertar las religiones mistricas como concepto operatorio, reivindicando adems, dentro de la variabilidad de las mismas, una unidad conceptual (TEXTO 17a-b: aunque su anlisis en ocasiones resulte algo esencialista o incluso claramente religiocntrico).

    Este esfuerzo por construir modelos gracias a los cuales ordenar la diversidad de las religiones en unos parmetros que permitiesen su comparabilidad es el gran logro de lvarez de Miranda en este libro, y otorga a su propuesta una indudable frescura y cercana, aunque la tendencia evolucionista que subyace en la plasmacin sistemtica de sus reflexiones (TEX-TO 18b) lo site en corrientes que, a medio siglo de distancia, nos parezcan ms pasadas de moda. En todo caso otros plan-teamientos permiten matizar este juicio relativo a las modas acadmicas: en un contexto general, especialmente en arqueo-loga, donde el difusionismo campeaba como aproximacin privilegiada, lvarez de Miranda se atreva a proponer caminos no difusionistas, y adems, en la revista que era el baluarte de la disciplina arqueolgica en el pas, el Archivo Espaol de Arqueologa (TEXTO 19).

    Su muerte prematura impidi que todos estas propuestas, que identifican a lvarez de Miranda en un claro perfil de terico de la disciplina, se desarrollasen plenamente y de un modo ms maduro, y no parece aventurado pensar que si hubiese continuado en esta lnea, quiz hubiera podido compa-

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    rarse con otros discpulos de Pettazzoni que ahondaron en las inquietudes tericas del maestro (por ejemplo Ugo Bianchi).

    Ms all de que nos resulte aceptable o dudosa su reivindi-cacin de la caracterizacin de las religiones mistricas como un taxn comparable a los de religiones nacionales o universa-les (TEXTO 18 a-b), se trata de un esfuerzo de teorizacin destacado, que llega a definir de modo muy acertado y detalla-do, por ejemplo, a las religiones nacionales, en un anlisis que podemos calificar de muy notable para la poca (TEXTO 20). Intent adems no circunscribirse solo al mundo antiguo y a religiones desaparecidas, sino que dedic esfuerzos a instru-mentalizar la posibilidad de reflejar tambin una religin na-cional actual como es el sintosmo (TEXTO 21a-b). Se trataba de un tema que le interesaba particularmente y al que haba dedicado un pequeo trabajo (AM 1954f, redactado en febrero de 1954) y con el que incluso se atrevi en su oposicin pues eligi como leccin magistral el tema "Religiones del Japn. Consideracin especial del sintosmo". Resulta curioso resear que se trat de una exposicin que no gust a sus jueces que no escatimaron crticas, como se puede ver en los informes emiti-dos por los miembros del tribunal de la ctedra de Historia de las Religiones. Le achacaban que en su exposicin haba pre-sentado un panorama incompleto, no teniendo en cuenta fuen-tes fundamentales como el Nihongi, o perspectivas clave como las referencias mticas en la cosmogona sintosta. Desgracia-damente no poseemos el texto de esta leccin y su autor nunca la public, pero parece dudoso que no conociera bien esta temtica ya que su maestro Pettazzoni (1929) le haba dedicado una publicacin (centrada en la edicin del Kojiki). Probable-mente el tribunal no estaba en condiciones de apreciar tal apuesta de apertura a la complejidad de la Historia general de las Religiones (hacindola derivar ms all de los lmites de la antigedad) ni tampoco entender una eleccin tan programtica

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    como la que significaba escoger una temtica tan alejada de los mbitos de conocimiento habituales en la universidad espaola.

    La especificidad de lvarez de Miranda en el contexto uni-versitario espaol se puede tambin detectar en otros ejemplos, as demuestra en sus anlisis una sensibilidad que se atreva a deambular ms all de los territorios de la opinin comn entre historiadores para rozar lo que podramos enjuiciar como aproximaciones psicolgicas (de psicologa de la religin) a la hora de intentar abrirse a las complejidades de la experiencia religiosa (TEXTO 22, tambin TEXTO 18a), otro trazo notable de frescura metodolgica por parte del autor y de libertad y apertura en sus perspectivas.

    El segundo libro que vio la luz fue Ritos y Mitos del toro, publicado en 1962, en la editorial Taurus y prologado por su amigo Julio Caro Baroja (AM 1962). Es la obra por la que se suele recordar en mayor medida a su autor, pues tuvo un dura-ble impacto y se ha reeditado recientemente con una nota pre-liminar de su hijo Pedro lvarez de Miranda (AM 1998), e incluso ha sido traducida al francs en una coleccin especiali-zada en los temas de tauromaquia (AM 2003). Se trata de la traduccin de su tesis italiana que realiz Consuelo de la Gn-dara con la ayuda de Jos Mara Blzquez (que tambin actua-liz la bibliografa), aunque debi existir en su momento algn material en espaol escrito por el propio lvarez de Miranda si nos atenemos a lo que se puede colegir de su correspondencia con Montero (TEXTO 13a). Se trataba de una investigacin con la que el autor estaba plenamente satisfecho y haba llama-do la atencin de un especialista como Franz Altheim que, como vimos, le haba propuesto dar seminarios sobre el tema en Berln a instancias de Pettazzoni.

    Resultan especialmente reveladores del inters que demos-tr su maestro italiano por el trabajo, y el esmerado proceso de correccin que le dedic, los ocho folios completos, en letra

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    muy apretada, de anotaciones que junto al ejemplar de la tesis se conservan en el archivo Pettazzoni en San Giovanni in Per-siceto. Sin lugar a dudas se trataba de una tesis excepcional y como dijo muy acertadamente Jos Mara Blzquez en su rese-a al libro (Blzquez 1962), era la primera vez que se trataba este tema de modo sistemtico por parte de un historiador de las religiones.

    En este asunto, puede servirnos para calibrar la potencia temporal de los intereses de lvarez de Miranda y su capacidad para conjugar sus dispares intereses personales y acadmicos, encontrarnos en una fecha tan temprana como el ao 1947, en un artculo sobre el torero Manolete que public en Alfrez, esbozadas algunas referencias relativas a la relacin entre el toreo y la religin que luego sern nucleares en su tesis (TEX-TO 23). Por tanto se puede decir que tuvo la habilidad de con-vencer a su maestro Pettazzoni para que aceptase la direccin de una tesis cuyo tema se avena plenamente con sus gustos en tanto que aficionado al toreo.

    Entre los mltiples anlisis de inters que jalonan el libro quiz desvele de modo ms evidente las capacidades de con-ceptualizacin de su autor en tanto que historiador de las reli-giones el tratamiento que hace de la dinmica religiosa y cmo deriva sta en la larga duracin en complejas polisemias y resignificaciones que se desentraan gracias a una atencin sistemtica hacia los contextos histricos (TEXTO 24). Un buen ejemplo lo ofrece su repaso a la documentacin disconti-nua tanto antigua, como medieval y posterior, en la Pennsula Ibrica, relativa a la sacralidad del toro y cmo lo ritual se transforma hacia lo profano de un modo sutil que requiere para detectarse un anlisis sofisticado (TEXTO 25).

    Probablemente una de las caractersticas de lvarez de Mi-randa ms destacables era su muy afinado sentido de la inter-pretacin documental que le llevaba en ocasiones a deambular

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    lejos de la communis opinio de modo muy interesante. Proba-blemente donde lo demuestra de modo ms claro es en su lti-mo libro publicado, La metfora y el mito, de 1963. Se trata en realidad de un trabajo que present completo mecanografiado como mrito a la ctedra, pero del que ya haba publicado una parte importante (a falta de los captulos II y VII) en la Revista de Ideas Estticas (AM 1953b), donde en la nota 38 adelantaba que se publicara (aunque no fue as) de modo completo con el ttulo "Poesa y religin: descenso al antro de Garca Lorca". Fue recogido completo en Obras (AM 1959b: 43-111), pero debi estimarse que tena suficiente entidad para ver la luz como un opsculo monogrfico en los Cuadernos de la edito-rial Taurus, aunque, como vemos, el ttulo cambi completa-mente (y desde luego parece ms atractivo desde el punto de vista editorial, pero menos fiel al original). Se trata de otro de los trabajos ms valorados del autor, pues se atrevi en l a desentraar claves religiosas en la poesa de Garca Lorca de un modo que nadie haba expuesto previamente. Su estudio de la sexualidad de los personajes lorquianos en clave sacral es ejemplar (TEXTO 26) e ilustra otro de los notables temas de inters del autor, la sexualidad sagrada, que haba explotado de modo sistemtico tambin en sus estudios sobre la sacralidad del toro (por ejemplo TEXTO 25).

    En resumen, gracias a la labor de Consuelo de la Gndara podemos conocer con bastante detalle la trayectoria investiga-dora de lvarez de Miranda y por tanto su posicionamiento terico en el contexto de la disciplina Historia de las Religio-nes.

    Por ejemplo, la posicin analtica por la que opta en Las re-ligiones mistricas, muy centrada en la reflexin terica, le permite hacernos evidente su reivindicacin de la licitud de la mirada particularizada del historiador de las religiones, defen-diendo una autonoma para la disciplina en el seno de los de-

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    ms saberes cientficos que por otra parte ya haba postulado en su leccin inaugural, en calidad de cometido principal a conso-lidar en su tarea como primer catedrtico de la materia (TEX-TO 7). Propuso firmemente que la mirada generalista permita avanzar ms all de los contextos histricos particulares que tienden a reducir la religin al papel de apndice entre ms importantes rganos (la historia poltica, econmica, etc.), del mismo modo que se rebel frente a la caracterizacin teolgica o antirreligiosa estrecha de la disciplina que tiende a enjuiciarla en la categora de aberrante museo de los horrores (TEXTO 27), aunque, como hemos podido ver en diferentes momentos tendi en ocasiones a anlisis profundamente religiocntricos. Su posicin terica en este sentido, hija de los tiempos, no dejaba de tener sus matices y en ciertos pasajes aparece el autor bien dispuesto a marcar con firmeza sus diferencias con los modelos ms teolgicos de entender el estudio de las religiones (enfatizamos el plural) que le haban precedido. Un pasaje en el que discurre sobre la correccin terminolgica, que aparece en una de sus pginas ms cuidadas (la recensin que dedic al Tratado de Eliade, en la que se evidencia que se esmer pues saba que sera ledo por ste) resulta ejemplar de su posicin (TEXTO 28) respecto de la de sus predecesores en el estudio de la religin en Espaa y la descuidada y poco tcnica termi-nologa que, en su ignorancia, optaban por emplear.

    Evidentemente al reivindicar una historia general de las re-ligiones autnoma de otros saberes afines, lvarez de Miranda estaba apostando de modo implcito o explcito por la licitud de una perspectiva cardinal en estos estudios, que es la compara-da. Se trata de un tema de capital importancia desde el punto de vista terico y metodolgico y una herramienta de primer orden en el quehacer analtico en la Escuela de Roma en la que se form; pero planteaba no pocos problemas que podramos denominar como poltico-religiosos. Comparar es equiparar y

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    hacerlo en el estudio de las religiones llevaba tarde o temprano a aproximar el cristianismo a otros credos, como efectivamente hace al desarrollar su definicin conceptual del modelo de religiones universales (TEXTO 29). El contexto espaol no era, desde luego el italiano, y explicitar la opcin comparada poda acarrear problemas y suspicacias (y no poco complejas compo-nendas: vase Diez de Velasco 2007a: 113 nota 49). Resulta muy significativo que en su memoria de ctedra trate del mto-do comparado en el captulo "principios del mtodo histrico-religioso" (dentro del bloque dedicado a Mtodo) de un modo muy rpido y sin dedicarle ni siquiera un epgrafe especfico, mientras que dedic dos captulos completos (de los cinco de que constaba el bloque dedicado a Concepto) a temas que denominaramos como teolgicos o para-teolgicos como "La insercin del Cristianismo en la Historia de las Religiones" o el inequvocamente religiocntrico "La historia religiosa de la Humanidad desde la perspectiva de la Encarnacin del Verbo". Hay que tener en cuenta el contexto en el que lvarez de Mi-randa presentaba su memoria: un tribunal en el que el peso de los vocales eclesisticos era destacado y ante el que resultaba conveniente escamotear los aspectos ms indigestos. Una ma-niobra semejante parece que hizo con el ejemplar de su tesis italiana: el que aparece en la documentacin de la ctedra en el Archivo General de la Administracin (AM 1952b) presenta diferencias (que ataen, por ejemplo, a la paginacin, que no es consecutiva) si lo comparamos con el ejemplar que guardaba Pettazzoni en su archivo personal (AM 1952a), que entre otras cosas tiene 30 pginas ms (Diez de Velasco 2007: 88 nota 10 y 111). Entre ambos ejemplares quiz la diferencia ms eviden-te sea que en el que present a la ctedra no se refleja el apn-dice denominado "La magia sessuale del toro in alcuni miti e riti delle religioni antiche", probablemente de delicada lectura y juicio para algunos miembros del tribunal, aunque plenamente

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    acorde con sus intereses en el estudio de la sexualidad y la religin, como ya hemos visto.

    Algo parecido encontramos en su Religiones mistricas, en el contexto, que ya hemos revisado, de un estudio impecable desde el punto de vista terico, queda evidenciada una chocan-te diferencia entre los niveles de anlisis que caracterizan la totalidad de la obra y el ltimo prrafo (TEXTO 17b), de un religiocentrismo impactante y desde luego bien alejado de los presupuestos del anlisis histrico-religioso que haba aprendi-do su autor con Pettazzoni. Para entenderlo plenamente y en-contrarle coherencia en el resto de la obra y en general en la trayectoria del autor hemos de pensar que nos encontramos ante un trabajo circunstancial, diseado en primer lugar para ser ledo por un tribunal de ctedras y que el autor no tuvo ocasin de revisar para su publicacin definitiva y abierta a una multiplicidad de lectores. Tengamos en cuenta que se trata de un prrafo que sin lugar a dudas, por muy descuidados que fueran a la hora de tomarse en serio su trabajo de lectura de los materiales presentados por los opositores, todos los miembros del tribunal efectivamente leeran por ser el que cierra el libro. En el trabajo de ctedra incluso se terminaba con una pertinen-te y estratgica cita en griego de Efesios 1, 10 (sobre el kairs cristiano) que se omiti en el libro definitivo, quiz, por razo-nes editoriales (Fernndez Galiano 1962, en su resea a la obra, se centra en comentar los errores en el griego que presenta y que atribuye a la incapacidad de los tipgrafos espaoles).

    De todos modos, a pesar de este trabajo de maquillaje final, que ejemplifica el prrafo que comentamos, el proyecto de lvarez de Miranda no dej de plantear problemas para algu-nos de sus lectores. Como ejemplo de la recepcin de la obra en ciertos ambientes de intelectuales catlicos resulta significa-tiva la resea que le dedic Manuel Guerra (1961): entre ala-banzas diversas no deja de sugerir el peligro de cualquier anli-

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    sis de las religiones mistricas que termine desdotando al cris-tianismo de su incomparabilidad.

    Desde luego la inteligencia de lvarez de Miranda se refle-jaba tambin en la capacidad de adaptacin contextual, al com-prender que lo que poda expresar de una manera en Italia no poda hacerlo de igual forma en su propio pas. De todos mo-dos no podemos saber lo que hubiese ocurrido con el prrafo final de Religiones mistricas si su autor lo hubiese publicado en vida ya que este tipo de referencias finales que expresaban de modo claramente explcito la perspectiva creyente de sus autores caracterizaron otros trabajos, algunos muy significati-vos, como el famoso Das Heilige de Rudolph Otto, del que hemos hablado anteriormente (donde tras una impecable taxo-noma propone la categora suprema del Hijo entre las figu-ras de la sacralidad).

    En todo caso, a pesar de los problemas que entraaba en la Espaa del momento y de que en su memoria de ctedras es-camotee algo sus posibilidades, lvarez de Miranda fue un notable comparatista, como demuestran sus publicaciones ya incluso desde la poca previa a su estancia italiana, como cuando en una nota dedicada a la mitologa cinematogrfica el estudio de la actualidad se entremezcla con las referencias a la mitologa clsica (AM 1947d). En Italia ahond esta tendencia dado que los presupuestos pettazzonianos resultaban en este punto muy sugerentes, insistan en una doble vertiente terica: apostaban del modo ms evidente por la factibilidad y utilidad de la perspectiva generalista, es decir por reivindicar una histo-ria general de las religiones que se fijaba en una multiplicidad de momentos y lugares que a su vez ofreca materiales para explotar la potencia y profundidad del mtodo comparativo, por tanto la fuerza explicativa de una historia comparada de las religiones. lvarez de Miranda expuso del modo ms depurado ambas perspectivas en mltiples ocasiones, como hemos podi-

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    do ver, pero resulta particularmente destacable el caso de su tesis italiana y las publicaciones de ella derivadas, que no son otra cosa que estudios de religin comparada centrados en el tema de la sacralizacin del toro a lo largo de la historia (TEX-TO 30), o su anlisis comparado de la figuras de Job y Prome-teo (AM 1954c), a los que hay que aadir el excepcional Poe-sa y religin, que es un anlisis comparado de los referentes simblicos, mticos y religiosos en la obra de Garca Lorca donde llega a sugerir elementos de comparacin que rastrea hasta en la India vdica (TEXTO 31).

    5. LA HERENCIA DE NGEL LVAREZ DE MIRAN-DA

    Como hemos mostrado en las pginas precedentes ngel lvarez de Miranda haba diseado un programa sistemtico y coherente para la implantacin de la disciplina Historia de las Religiones en Espaa. Haba puesto en marcha la vertiente docente, planificado la estructura investigadora en el seno del Consejo Superior de Investigaciones Cientficas, comenzado a formar discpulos y adems adelantado una muy slida proyec-cin personal con publicaciones y contactos. Sus trabajos pu-blicados o inditos a su muerte deambulaban entre la historia general y comparada de las religiones tocando sus territorios tericos y metodolgicos ms nucleares: la dinmica religiosa, los problemas terminolgicos, la factibilidad de ordenar la pluralidad de religiones en una taxonoma coherente por medio de la sntesis y la comparacin. Haba reivindicado una mirada propia hacia el estudio de las religiones desde un contexto hasta entonces marginal como el espaol (ocupado adems por la reflexin teolgica ms rancia). En muy poco tiempo haba puesto la base para lo que deba de haberse convertido en una disciplina floreciente en Espaa.

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    Pero tras su prematuro fallecimiento En qu qued su herencia?.

    El mismo mes de su muerte, junio de 1957 y en ausencia de Santiago Montero Daz, su maestro y mentor, la Junta de Fa-cultad de Filosofa y Letras de Madrid, tom el acuerdo de que su ctedra se suprimiese. Sigui una accin reiterada de Monte-ro, que se encargaba de la docencia en la materia, con escritos y cartas a las autoridades acadmicas y ministeriales, para buscar una rectificacin (TEXTO 32a-b), que alcanzaron un cierto xito pues en 1961 se volvi a convocar la ctedra. Los plazos se eternizaron, se abri un nuevo turno de firmas y en 1964 se desarroll la oposicin (vanse ms detalles en Diez de Velasco 2007a: 118ss.). El contexto poltico haba cambiado tras los sucesos de 1956 que haban llevado a la destitucin de Ruiz Gimnez y al demonte del sexenio liberal que su accin ministerial haba significado. En la dcada de los sesenta en Espaa se aunaba una apuesta por el desarrollo econmico con una notable involucin cultural. Un proyecto plural como el que propiciaba la Historia de las Religiones tena difcil cabida en el seno de una poltica de educacin e investigacin contro-lada por elementos con perfiles bien alejados del catolicismo liberal del grupo de Lan y Ruiz Gimnez. A la ctedra, tras cerrarse los plazos de firmas, quedaron admitidos Antonio Pacios Lpez, Jos Snchez Lasso de la Vega, Carlos Castro Cubells, Carlos Alonso del Real y Jos Mara Blzquez Mart-nez y no lo fueron (por razones diversas) Antonio Blanco Frei-jeiro y Alberto Balil Illana. El tribunal que juzg la plaza lo formaban el dominico Francisco Barbado Viejo, obispo de Salamanca, que era presidente y como vocales Vicente Blanco Garca, Francisco Cantera Burgos (Peir-Pasamar 2002: 160), el jesuita Joaqun Salaverri y Octavio Gil Munilla (notorio miembro del Opus Dei: Peir-Pasamar 2002: 298-299). Hicie-ron la oposicin Alonso, Pacios y Lasso y las circunstancias

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    especficas del desarrollo de la misma (los informes de los miembros del tribunal y la documentacin relativa a las dife-rentes pruebas) no se conocen de modo completo (dado que estarn en acceso restringido en el Archivo General de la Ad-ministracin hasta 2014). Las filtraciones y los recuerdos de la multitud de asistentes a los ejercicios han ido conformando una "leyenda urbana" universitaria formada por informaciones en ocasiones contradictorias entre las que destaca la siguiente perla que se adjudica a uno de l