botana - el orden conservador

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.- COLECCION HISTORL-1. Y SOCIEDAD · -Títulos publicados NATAL!O R. BOTA.NA: 1:1 nrden c11n1m.•ad11r. /.a p111itica argrntrna 1mtre /SSO y 19/6. FR..\.1'CIS KORN (compiladora): Cirnnru inC1alm palabrru _v wni<tnraJ. TULIO HALPERfN IJONGHI (compilador!: /:"/ ncasn Jd 11rdrn en H:Spannnmirú:a. ROBERTO CORTES CONDE: El Prngmo.-\rgmtir.11. /!i9U.l9/-i . .\[. ,\[ORA Y . .\..R...\.UjO E l. LLORE>.IE (compiladores): E! vntn pannuta. l; USTAVO FERRAR! Y EZEQUIEL GALLO (compiladores): /.a .-lrgenlina :i<l Ochmta al Crnlenan'n. ' ·-J, EZEQl,i!EL GALLO: J.a pampa gnnga. ciATALIO R. BOTANA: La tradidón upublicana. TULIO HA.LPERIN DONGHI: Jn1i Hmidndc. y 11u mundn1. ROBERTO CORTES CONDE: Dincm. d,,,da ,v crisis. JUAN CARLOS TORRE: J,a uieja guardia sindical ;1 NATA.LIO R. BOTANA: J.a libmad polittea y rn hiJtnna. OSC . .\.R COR>iBL!T (com,pilador): Dil<mas del cor.ncimirnln hís!1mw: argur.un- :v nmlrr1uer1ias. ESTA COLECCION CORRESPONDE A OBRAS REA.LIZA.DAS POR EL I>:STITUTO TORCVATO DI TELL.\. YPt:BLlC.l:DAS SEGUN EL CO:"i"\1::NIO EDITORIAL SUSCRIPTO CON L\ EDITORI.-\L SUDAMERIC..\.NA .NATALIO R. BOTANA .- La política argentina entre 1880 1916 Nueva edición con un estudio preliminar CAP. 1- { TJI dcl. ok 1'fL\ Ol., Zoz. EDITORIAL SUD . .lu\fERICANA BUENOS AIRES

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Page 1: Botana - El Orden Conservador

.-

COLECCION HISTORL-1. Y SOCIEDAD

· -Títulos publicados

NATAL!O R. BOTA.NA: 1:1 nrden c11n1m.•ad11r. /.a p111itica argrntrna 1mtre /SSO y 19/6.

FR..\.1'CIS KORN (compiladora): Cirnnru inC1alm palabrru _v wni<tnraJ.

TULIO HALPERfN IJONGHI (compilador!: /:"/ ncasn Jd 11rdrn "'~"-"'ª! en H:Spannnmirú:a.

ROBERTO CORTES CONDE: El Prngmo.-\rgmtir.11. /!i9U.l9/-i .

.\[. ,\[ORA Y . .\..R...\.UjO E l. LLORE>.IE (compiladores): E! vntn pannuta.

l; USTAVO FERRAR! Y EZEQUIEL GALLO (compiladores): /.a .-lrgenlina :i<l Ochmta al Crnlenan'n. ' ·-J,

EZEQl,i!EL GALLO: J.a pampa gnnga. ciATALIO R. BOTANA: La tradidón upublicana.

TULIO HA.LPERIN DONGHI: Jn1i Hmidndc. y 11u mundn1.

ROBERTO CORTES CONDE: Dincm. d,,,da ,v crisis. JUAN CARLOS TORRE: J,a uieja guardia sindical ;1 ~min. NATA.LIO R. BOTANA: J.a libmad polittea y rn hiJtnna. OSC . .\.R COR>iBL!T (com,pilador): Dil<mas del cor.ncimirnln hís!1mw: argur.un­

lac:i11nc~ :v nmlrr1uer1ias.

ESTA COLECCION CORRESPONDE A OBRAS REA.LIZA.DAS POR EL I>:STITUTO TORCVATO DI TELL.\. YPt:BLlC.l:DAS SEGUN EL CO:"i"\1::NIO

EDITORIAL SUSCRIPTO CON L\ EDITORI.-\L SUDAMERIC..\.NA

.NATALIO R. BOTANA

.-

La política argentina entre 1880 ~'' 1916

Nueva edición con un estudio preliminar

CAP. 1- ,§ { TJI dcl. CAf.~·: ok f@~. 1'fL\ Ol., f~· Zoz.

EDITORIAL SUD . .lu\fERICANA BUENOS AIRES

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NATAL!O R. BOTANA

! 1 Propósito expuesto por K. D. Bnchcr en• el Prefacio a su The German Dic/LlloTShip. The · Ongins. Str.u:l:.re, • ar.á Effects of National

.. Soda.ilim. .New York, Prae¡¡er, .1971; p. XI. Ver también, en este mismo ·sentido, C. A .. Floria Y· C. A. Garcia-Bd.suno;. Hütoria de los argentínos~-Bs. As.., K.apclusz, 1971, VoL l, Nota Preliminar. · ·

. l 8 E'ste es d motivo que justiñca d OJadro apuesto en el Api:ndice, "Esquema de los Grupos Políticos: 1854-1910" que, con!ío,_pueda servir de ayuda.y guía cronológica.

19 El concc:pto de ujulcio de imporu.nda", en ta.neo opción del historiador que prc:síde la selección de los acontc:cimicntos, · c::s de P. Rlcocu:r,· Histoíre el ven'té, Patís, Scuil, 1955, p. 28.

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PRIMERA PARTE

LA FORMULA ALBERDL'-\.NA

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- I

LOS ORIGENES DEL REGii\1Ei'I DEL OCHENTA

iCu?l ?:r.i el desenlace de este drama? Creo firmemente que la .guerra. C:i.íga la ·n:sponsabilidad y b. condc=cióó de la historia sobre quiCnes la tengan; sobre Jos que pretenden arrcb.3.tar por la fucrz:?.~ los i derechos políticos de sJ.s hermanos! ... Ya que lo quieren así. sdla..rcmos· ~ \ c6n sangre y fundiremos con el . ~ble, de una vez para s:icroprc,. esta nacionalidad argentina, que tiene que formirsc~ como b.s pi.cimidcs de Egipto y d poder de los imperios, a costa de la s:ingrc y sudor de muchas generaciones." (De una carta de Julio A·. Ro=. dirigida a Dardo Rocha el 23 ,.¡e abrJ <le 1880.)

El drama en el que Roca representará un papel protagónico no era historia reciente para el conjunto de pueblos dispersos que apenas llenban siete décadas de vida independiente. Tampoco la guerra era un medio desconocido por los bandos en pugna que dirimían sus -querellas a través de un espacio territorial extenso en superficie y escas~ . en población.. Siete décadas n~ ñabían basrndo µara constituir una unidad política, n! ¡ mucho menos para legitimar un centro de poder glle \ hiciera efectiva su capacidad de control a lo ancho y a lo largo del territono nacrnnaL Esto es lo que eñ definitiva se olanteaba en 1880 .. La solución de tal p~a habr'á de alcanzarse por medio de la fuerza, siguiendo una ley interna que presidió los cambios políticos más significativos en la Argentina de la segun­da mitad del siglo XIX.

Tras estos· hechos de sangre se escondía un enfren­tamiento entre dos regiones que reivindicaban intereses

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26 NA TALIO R. BOTANA

'CTontrapuestos: -Buenos Aires•· y el inteij.Qr. El primer término del éonílicto tenía una clara determinación . esp_aciaL Se trataba de una. ciudad-p_uerto abierta al exterior. -asi~nto h15tÓnco ·del -virreinato, cou· un h!.nter-0-nd gue crecí~ a medida que se ganaba la uerra ;ivaje_ El interior, en cambio, cubría u1:rn realidad geogfáfíéa mucho mas extensa, en la cual se erguían sistemas de poder embrionarios, constituidos sobre · la autoridad tradicional de caudillos =que se desplazaban, segun la

· _coyuntura particular de cada· época, desde el Litoral ~asta los llanos de La Rioja.

La constitución de una unidad política

El significado último del c~nflicto entre -Buenos Aires y el interior residía, aunque ello parezca paradojal, en su falta de solución, pues ambas partes se enfrentaban_ sin que ninguna lograra imponerse sobre la otra. De este

rmodo, un empate inestable gobernaba las rel~ \ de los pueblos en armas mientras no se lograra hacer \ ilel monopolio de la v10lenoa una realidad efectiva y (!angible. , ·

El monopolio de la··violencia, el hecho,.por el cual un centro de poder localizado en un espacio reivindica con éxito su pretensión legítima para reclamar obediencia a la totalidad de la población afincada en dicho territorio, es 1i característica más significativa de una unidad p.@'tica. 1 En trabajos anteri.ores he procurado an~, desde el punto de vista teórico, el proceso que da ongen a una unidad política y lo he denominado,

·siguiendo a(R. BrauiV ~2 De un modo u otro, por la vía de la coacción o por el camino del acuerdo, un determinado sector de poder, de los múltiples que actúan en un hipotético espacio .tenito-

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~,

EL ORDEN CONSERVADOR 27 ·-·-

rial, adquiere control impe,rativo sobre ·el .resto y ··Io reduce a ~ser parte de una unidad más ampl.la. Este sector .es, p,or definición, ·supremo; ñó reconoce, en térm~o~ foñnales, uria iñst;in~i'.3- superior; constituye el centro -con respecto al cual7s·e subordina el resto de los sectore_s_ y, recibe el nombre· de poder pol{0;o (o como se leera mas adelante, p_oder ·central). ·

¿Qué medios posibilitarían llevar a cabo el a.sí llan1a.· do proceso de reducción a la unidad? Una breve referencia á las teo;rías clásicas que· haq:n hincapié en el acuerdo o en la coacción puede aclar~ esta cuestión. Para la perspectiva de. análisis típica de las teorías C2_ntractualistas, la unidad política resulta de un diálo]-go, o de una discµsión, a cuyo término ~e_alcanzará un t<:,Jecha consens~ por el cual todos los participantes se obligan li.:,~S voluntanamente a transferir parte de su capacidad de decisión a una autoridad común que, de ali( en más será ~be~c;cida.3 Para otro punto de V1sta, en cambio, ·1a constI~c10n de um:. unidad .,.política. es empresa de conqmsta y de coacción. La '·óhediencia, _en este caso, no se obtiene por· la p'ersuasión,'··sino por'la violencia; no ·hay, en rigor, consenso ... voluntario sino acto de -d--aP asent1m1ento ante el eso actual o la amenaza inminente de la fuerza. 4 Pnos sostieneñ que la acción de transferir

-parte de la capacidad de decisión es obra de una delegación que, de abajo • hacia arriba, circula desde el gobernado hasta el fu tura gobernante; otros respon­derán que la formación del poder político deriva de. una transferencia involuntaria , y coerc1uva, casi diríamos "arrancada" al gobernado por obra de la fuerza del gobernante.

Ll~vadas a sus últimas consecuencias, ambas teorías constrt::yen racion~izaciones utópicas del proceso de reducc1on a la urudad. Es a todas luces excepcional observar una acción política donde los factores coercí-

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28 NATALlO R. BOTANA

tivos o consensuales se presenten excluyéndose mutua· mente. Por el contrarío: ambos medíos de transferen.cia de poder se manifiestan combin'?-dos con grados de intensidad variables cuª11do el ol:i.servador·emprende un

-- ~~ r-..;.lisiJ de la realidad histórica.s· ~ i :- -· ~ - -

_ ~.~e~orriemos- a la Ai;gentina· del pas;do sig1o. Cu~ndo ~s rjusto José de Urquiza derroto- a: Juan Manuel de Ros-as

en la batalla de Caseros. vio su ·fin una forma de ;..¡)"' gobierno caracterizada .por una descentralización auto-

lnOñ1iSTa según la cual las provincias, de fo gue eri aquel

:;es entonces se llamaba Confrderación Argenti"na, se res~r-vaban el máximo de c;;p_acida..d_dcd.e.dsiQJ}.6 ·El sistema

l ben.::fició a las rovinc{as .. m¡Ís fuertes v no contempló, en !os hechos, la poSJ r a de transferir mavor capa­cidad de decisión a lU1 poder político que fuera centro d~ umdad po!it1ca más ampl,ia. Jal era el Objetivo que persegu1a urquiza; para ello . propuso combinar ·la efectividad de la fuerza -la victoria conquistada en el campo de batalla- con la. eficacia de un acuerdo pactado por. los mismos gobernadores que, mientras apoyaron a Rosas, fueron los protagorustas naturales-::del régimen de la confederación. 7 •

de J' los gobernadores se reunieron en la capilla de San ic::.t;s Nicolás de los Arroyos y celebraron un pacto que los

comprometía a celebrar un Congreso ·constituyente para l orz-anizar políticamente a - las catorce provincias. El

camino elegido era el del ac.uerdo: los gobernadores elaboraron un consenso por el que cedían, de modo voluntario, tuia parte del poder de decisión que de c.ntaño se reservaban. Con tal objeto establecieron un ámbito de comunicación, el Congreso Constituvente,

lcuvas deliberaciones culminarían con el acto fundante de una unidad olítica· que definiera las rel · e

{) . subor:dinación de provincias con respecto ·al poder central.

- _¡

~L ORDEN CONSERVADOR 29

-~l consenso se guébró el 11 de septiembre de 1852: Buenos Aires no aceptó. transtenr el f>Oder que se r~servaba. sobre todo en lo" concerniente a la igualdai:l. .de representación. en el Congres.o (dos. díputadqs por provincia) y a la nacionalización de la aduana ·anunciada en el artícülo19 del Pacto ae San- Ni·c-otá:s:ª-Este rechazo se tradujo en la coexistencia armada, dur~ casi una década, de dos provectos de unidades políticas: la Confederación con asiento en Paraná y Buenos Air.es, que culminó con la victoria- de esta última en la batalla tje Pavón (1861): ~? 1561 ~ ~l;;. ·J,t fC::C.Óí)

. Mih-c ve:n0'é e Drpt.'!:F \fres problemas básicos: integridad territon·al, ~dentidad nacional, organización de un régimen político

Quebrado c~c: atl5bo. de organiza.ció~ consentida de una unidad política, los presidentes posteriores a Pavón desempeñaron su papel desde una provinc:;ia hegemónica. en la que se turnaban d'.'cisiones con carácter nacional. 9

Después de ·Pavón el papel el.el pre:;:'.::lente; definido nor­mativamenre en ·1a Constitución sancionada en 1853

j y refonnada en 1860 lue o de la batalla de Ce eda,

. JP careció de los me os necesarios ara hacer efectivo el ((J. & .poder político de r ·; a la coexistencia obligada con el

, obernador de Buenos Aires en ºudad-capítal de la .:pi.J> IJrovin;=ia r_nás loderosa. res presidenaa . la.~-

tolome Mrtre 1862-1868.), ac: ommgo Faustino

l Sanniento 11868-187~) y la de ~icolás Avellaneda (~ protagoruzaron este penado que culmino

Len 1880 con la elecc1~ de J ul~ En el transcurso de estas presidencias se manifestaron

tres problemas básic~s de cuya solución efectiva depen­día la persistencia de la unidad política en ciernes: había, en primer término, una cuestión acuciante refe-

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30 :S-ATAL!O R. BOTANA . -

{

rjcb a ·1a .int•:?Tidad tcm.todal, entend!da como el árubi· :. 1) w espacial sobre el que deben'a e!ercerse el p9_der

.. político; en segu_nd~ lug¡i.r,,!Os pu~b-los dispersos, i1:st.~la··¡· - dos en este. teratono,-·abnan- el ·interrogante de saber sí - estaban .dispuestos a inteirrar m:ia cÓmunidad más amplia .

que b-de aql.!ellas. comarcas limitadas en donoe -nacíari '- ¿) v erc1bian el marco natural de su vida cOtiaiari":r:- lo ( cual lanteaha una cuestión de z enfrdad nacwnal;. ,.;·-en J tercer tén:nino, era necesano 1mp ntar en ese territorio ., v a p:irtlf de esos . puebbs dispersos, un· modo ,dej clecc10n esraole de gobernantes capaces de tormular _:¡\ dec1s10nes aucoritauvas que comprometieran a esa c;.o- ....;) mumdad naciente en su conjunto, lo cual ponía sob~ el tape te et]:rn:rbltma de ori::antzar un régimen polltico.

La primera cuestión se relaciona con la fuerza coerci­tiva de que dispone el poder político para hacer freñt'e a determinados acrnres que impuQTian su pretensión de

~ EJ:Onopolizar la violencia. La se;inda se refiere a los ~ mecani:mos de_ comunicación entre actores loc..Jizados ,

en regiones diferentes, por cuya mediación se van creando vínculos de solidaridad más amplios que los anteriormente existentes. Y el tercer~roblema, en fin, pfa._n~e~ la necesidad de desarrollar"2> sentimientos de l~b.m1dad· ·compartidos a.cerca del v or que merece ·la estructura institucional del poder político y las reglas de" sucesión qu~ regularán la elección de los gobernantes:

Para entender el problema de la integridad territorial, e~ yreciso tener en cuenta dos movimientos de impugna­c10n al p0der político embrionario, de naturaleza di­ferer:te. ~.or '·una parte, en efecto, en algunas provincias del mtenor se produjeron movimientos de fuerza que fuer~n controlados por el poder central. La represión de caudillos pertenecientes al partido federal: Angel Vicen­~e Pe~aloza-,(1862-1863) y Felipe Varela (1866-1868), Ilusrro dramáticamente este proceso. 11 Del mismo mo-

1

1

1

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_,EL ORDEN :.ONSERYADOR 31 - - -

do, la victoria ·obtenida du.-ante la _presidencia -de Sa~-rtlicnto frente al movimiento de 'Ricardn J.ópez Jnrd:Ín (18í0-1873), que siguió al asesinato de Urguiza· ·en Entre Ríos, confirmó-Ja .evolución de ros hechos-ante·. rieres. Tal dominación coerc!ri\7a, apiicada ·en- ]Tiucha:s· regiones, no se corresp.ondió con la. pofítica de-compro­misos seguida con Buenos Aires que; al igual· que otras provincias, no estaba dispuesta a subordinarse al poger

f polítíco. 1ª- reticencia de Buenos Aires se explica por 1.a ::- I c1!yisión de las faccjones porteñas en: "nacionalistas"

1

conducidos por i\,ütre y "autonomistas" dirigidos por AdOiro AISma. La estrategia de ~' decidido a nacio­nali:,:ar Buenos Aires para subordinarla al P. oder central

~ -como al resto de las nvincias, se enfremo con_ la Aira epitosa o¡:ios1c1on de ·. Eiñ_ gmen, para conservar las

tradiciones autonomistas de su provincia, no vaciló en / aliarse con los os federaies de1 uiterior para i.rnpo-1 ner as· can daturas de Sarmiento y. e ~ ve ane a. L. Esta contradicción dentro de la provincia hegemónica

generó una serie de efectos que no sólo influyeron sobre la integridad territorial sino también sobre los mecanismo? de comun.icac;ión. que, en pasos sucesivos, identificaron a los grupos del interior con una comuni­dad política más amplia. A grandes rasgos, el· papel

-<- desempeñado por el autonomismo en la provincia de Buenos Aires puede ser asimilado a1· de un actor con !a suficiente fuerza para impedir la consolidación de su oponente, pero sin el consenso indispensable para con­quistar el poder presiden,cial. Adolfo AJ.ir@_ guebró la r~idad presidencial del mitrismo cuando se gestó h

1 suces10n de l 868, pero no alcanzó la candidatm;i p.residencial v fue vicepresidente de Sarmiento que

(u. ontaba con el_ a o o d~ un ~ o de · · el mtenor. eJS anos despues, Alsma tampoco obtuvo el poyo necesario uru-a encabezar la coalición de gober-

{) lo0~ 5errm1e,rrlo _ iUsine

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32 NATALIO Il.. BOTA..'!A-

nado res que,' a la postre, consagró presiden te al ministro de educas:ión de Sarmiento, Nicolás Avellaneda.

Sobre la base de una contradiccion que,. con el correr· del 1tiempo; se resolv~ría. e·n eL·180, el autonomismo ·

- porteño cerceno: el ámbito .de control_ imperativo del -poder- político y, al mismo tiempo, abrió nuevos canales ·cfe comunicación entre los grupos del iri.terior. _Ya en 1868, pero fundamentalmente en 1874, las clases gober­nantes de las provincias trazaron alianzas para imponer en el Colegio Electoral un hombre def interio_r que· había hecho. carrera en Buenos Aires. Nicolás A vella-

rned.a ,fue, quizá,. la figura que cristalizó por vez primera lá?\ estas expectativas: tucurnaB.o,-"universitario de Córdoba,

\hizo carrera desde w.uy joven en el autonomismo -· \ño como egJs a or, mm1stro de obierno durante la

¡~'-' emac10n e sma y ministro nacional en Ja res1-fencia de anmento.

.... J;-

El tímido y balbuceante crecimiento de un sentido de comunidad no se produjo sin sobresahos. Los presi­dentes provincianos posteriores a Pavón terminaron sus períodos gubernamentales combatieñdo ·m9vimirntos de fuerza. Sanniento concluyó su presidencia luchando contT?. el levantamiento de 1874 y Avellaneda se vio oblic gado a trasladar_ al pueblo de Bel grano la residencia del gobierno nacional, cuando cundía la rebelión del goberna­dor de Buenos Aires, Carlos Tejedor.u El resultado de es­tos enfrentamientos fue favorable para el poder central con significados diferentes según las circunstancias, pues mientras la capitulación del General Mitre en la estancia

-~'La Verde", en.1874, selló el triunfo· de la alianza entre los auwnoroistas de Buenos Aires y l.a.s provincias del

.:;

EL ORQEN CONSERVADOR 33

mterior que apoyaban a Avellaneda, en los comb.ates de Barracas, Puente Al_sina y Los Corrales, ~n 188 O -se

~nfrentaron el interior v Buenos Aires en bandos ópues-

.,~,, os para-·decid_ir. -por la_fucrz.a_cje· Ias armas, la-subor- _. ,J'.:t:.-'-" . inación definitiva .de todas las . provincias· al. ,:1:ider -olítico nacionaj: Estos actos de violenc'ia'alvla1e1:~al

viejo ejército de línea en grupós de oficia.Ies antagónicos que se desplazaron de un bando a otro y trazaron el cuadro para perfilar la autoridad militar' y política de Julio A. Roca. 13

Durante los 18 .años que transcurríer.on entre 1862 v ~880~ antiguo oficial de Urquiza en Cepeda y

lavón, . · 1ó al ejército nacional participando en todas

1 ~z, / quellas acciones gue contribuveron a consolidar el ..¿O -oder político central: estuvo a las órdenes del general

aunero contra Peñaloza; combatió en la guerra del ·u\i.0 aragl!ay; enfrent0 a Fdipe Varela en "Las Salinas de (~ · ?\·:pastos Grandes"; venció a Ricardo López Jordán en la ~ {df' .batalla de "Naembé"; sofocó el levantamiento de 1874

· en e! ::-:tenor derrotando al general Arredondo en los

~'campos de "Santa Rosa" y, por fin, mcorporado al n:í:U~:~no de Avellaneda luego de la muerte de /l lsina, din o en 1879 la campaña del desierto que culminó c_on la incorporación de 15.00 eguas e tJ.erras nue­

as.14 Esa trayectoria militar permitió a Roca mantener

contactos permanentes desde sus comandancias de. fron-tera con las clases gobernantes emergentes que. pro.gr.esi­v'.111:1ente, reemplaz~1-ían a los ~obemadores del pasado regin:!_en; labor paciente del multar desdoblado en polí­tico que, sin adelantarse a los acontecimientos, fue moldeando un interés común para. el "interior" capaz de ser asumido como valor propio por los grupos gobernantes. Porque: ,de eso se trataba: las provinci4s interiores, en alguna medida integradas en un espacio

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3.-! NATALIO R. BOTA..'IA

territorial más amplio· y · suborcli~das 'de modo coerci-tivo al. poder. central·, 9-SYirtieron aue el earnino ¡:@fa . adquirir mayor "peso" político consistía~=~n acelerar e~:, proceso -de nacionalización de Buenos Aires y no ·er:!

. retardarlo. Los ejecutores naturales de ese mter_fs .. ·co­.mún ·serían los gqbemadores ·vinculados con Roca a tr.avés del ministerio de guerra y cobijados por Avella­neda. Organizados en una así llamada "Liga", cuyo epicentr"o ·fue la provincia de Córdoba con ,el goberna­dor Antonio del" Vis~· y su ministro de gobierno i\Iiguel Juátez Celman, Simón "de Iriondo en Santa Fe, José Francisco Antelo en Entre Ríos, Domingo llfartínez r.-fuñecas en Tucumán, i\foisés Oliva en Salta, Vicente A. Almonacid en La Rioja, Absalón Rojas en Santiago del Estero y P. Sánchez de Bustarnante en Jujuy, entre otros, ~~ieron una trama electoral que condnjo_a_Roca D-ª-.cia la presidencia.15

Cuando el imerior consolidaba esta alia..riza, d poder en .':'llenos Aires se fiagmehtó entre los partidarios de la candidatura pn::jdencial del gobernador _Carlos TejeÉl.or y los porteños nacionales, antiguos partidarios del auto­nomismo y del Partido Republicano como Carlos Pelle-· gr::ini, Aristóbulo del. Valle, Dardo Rocha, :\Iiguel Cané,

.·Pedro Goyená, Juan José Romero y Vicente Fidel López16 , quienes· se incorporaron al movimiento que llevaba la fuerza de la periferia al centro del sistema polític;o nacional, según la expresión de Aristóbulo del Valle.17 De nada valieron en esa circunstancia los esfuerzos opositores, las vacilaciones del mismo Avella­neda y los intentos de conciliación de Domingo Faus­tino Sanniento; [la Liga de Gobernadores impuso su candidato en el Colegio Electoral en. las elecciones del 11 de abril de 1880 mientras Buenos Aires ,emprendía el camino de la resistencia arrnaaj Dos meses después Avellaneda instalaba el gobierno nacional en Belgrano y

' ·I -l-

EL ORDEN CONSERVADOR 35

convornba las milicias de Buenos Aires, Entre Ríos, Santa Fe y Córdoba. Roca, desde Rosario, organizaba la

·marcha _sobre Buenos Aires.· Durante cuatro -días .. -del l 7_·al 21·-·~\)1.rnio-:-· tres sangrientos encuentros. !Os ya nombrados de · Barraca,s, Puente -Alsina y_ Los Corrales, decidieron la victoria a favor de los nacionales. Habían ~uerto tres mil hombre; de ·los veinte ·mil .que comba­tieron con ochenta piezas de artillería. Buenos Aires se _5.1;1_b()r~~~~s · · -----·-...---.

· El resultad? de .. estos ~c.onte~1r:iíent~s .. se tradujo en] fli ¡::;:r.w;··. d~s Ieves·nac1onales; una téde_r~hzo la cJUdad de Bueno; . ·· .A1res que, desde el 8 de d1c1embre de 1880, auedo ~ sometida a la jurisdicción exclusiva del gobierno nacio- 6 A n..ª1; el otro instrµmento legal prohibió a l<l2_P.fOVÍ!J.C.ia:sJ" ...:..,~1.:;.. b formación de cuerpos militares bajo cual.qlli_er_deno- ·'-' ;;%AL' rriinación que fuera- 19 " ... Todo es fácil, recordó Avella (f'cy,;¡_­neda en su último mensaje, lo que cuesta es constituir una Nación y íundar su gobierno bajo un regimen ordenado y libre."20 Roca retomará estos mismos ·con- ~ .:: ceptos en sus palab.ras ir,taugurales ... El presidente electo cobijó a sti futuro gobierno bajo ellem~az y Adminis-

. trE,cii!J y afirmó: "Necesitamos paz dur~den · e'stab!e y .libertad permanente; y a este respecto lo

_geclaro bien alto desde este elevado asient9 para que . me oiga la R.epública entera: emplearé todos los resortes y facultades que la Constitución ha puesto en. manos del Poder Ejecutivo para evitar, sofocar y reprimir cualquiera tentativa contra la paz pública. En cualquier punto del territorio argentino en que se levante un brazo fratricida, o en que estalle un movimiento subver-sivo .. contra una autoridad constituida, allí estará todo el poder de la Nación para reprimirlo. " 21

· · v obierno ordenado: he a uí el len 0vellaneda v Roca. La mo era ·sinónimo de intereses, valores y creencias reuní os en torno de un sistema de

Page 9: Botana - El Orden Conservador

36-. NATALIO-R. BOTANA

. poder común. Los áctos de la· guerra y_ de la p~ par,ecían converger hacia algunos interrogant~s cruciales:

·¿cómo hacer de la obediencia un' hábito común entre pueblos que sólo cono.cían ja .d.ÍspeP.!ión espacial del poder? ; ¿cómo consolidar la precaria ·integridad-terri­torial recién conquistada, gracias a una ·aún más frágil identidad nacional? ; ¿cómo, sino a través de un gobier­no ordenado y estable? Y gobie-mo aparecía como un concepto representativo de una operació.n tanto .o más

- compleja que la consistente en implantar una unidad política. Implicaba actos y procedimientos ápaces de edificar instituciones que mantuvieran en existencia la unidad política recién· fundada. Exigía seleccionar a c¡uienes gobernarían y en virtud de qué reglas unos, y .:o otros, tendrían el privilegio de mandar. El país se kt.i ía d.ictado una fórmula prescriptiva de carácter fed;;ral, la Constitución Nacional, y ·sobre esa fórmula o, quizás,_ encubierta· bajo· sus sentencias ideales, había que !razar una .fórmula operativa que hiciera factible la producción de actos de gobierno. ..;

La. :.:..:iestión del régimen político se planteaba, pues, como un desafío,. que sucedía a los anteriores, de crear la integridad territorial y de ·éornunicar a los grupos en la perspectiv~ de una comunidad más amplia; una sucesión de problemas, claro está, que poco tiene que ver con un ordenamiento lineal de los hechos, en virtud del cual se "Yuxtaponen fases de desarrollo político en un continuo '.que desemboca en un punto terminal (corno, por ejemplo, la modernización). No hay tal yuxtapn~ición: hay, más bien -en una unidad histórica deterini:.ada: la Argentina de aquella época- respuestas parciale~ y contingentes a problemas no resueltos en su totalidad que se contienen unos a otros en una suerte de caja china que encierra el sei::reto del progreso o de·· ia decadencia política.Y· _De este modo, la construcción

!-

... ,~

~!1 $}--.:

1

EL ORDEN CONSERVADOR 37

de~ régipi.en emprendida por k.s homOres del 80, y· la -~ fórmula polúica que la sustentó, contiene en sus ci­mientos las respuestas precarias formuladas ál drama de

- _la desintlgración _ternto!:Íal y de Ja glierr¡:r'intema. - - - - "

NOTAS

· Los conceptos de monopolio de la ;,::'olencia y de obedienda son de neta raíz wcbc:::rbna. i\fa..x \Vcbcr definía .a ta dominación como '"la probabilidad de encontrar obediencia a un mandato de dctemúnado

·contenido entre personas dad.asnj y al Estado como el "instituto político de acúvidad conr.inUada., cuando y en la medida en que un cuaáro admirustrativo mantenga con éxito la pretensión al monopolio legítimo de ·ia coacción física para el mantc:nimic:nto del orden vigente!'. Ma.~ \V cbcr. Econom ia y sociedad:, VoL I: Teoría de la orgaru'zacián social Traci y nota preliminar de José MetFr.a. Echavania, :\léxíco, Fondo de Cultura Económica, 1944, p. 53 y ss.

2 Conf. _i'-!er~.a.lio Botana. La légi't:"mité, probleme politiqu~. Louvam.~

'Centre d'Etudes PoiHiquc•, 1968, p. 51 y ss. 3 Con f. fra.nCjOÍS Bourricau~ Esquine d'une théan'e de !'cu torúé,

Paris, Pion, 1961, p. 9 y ss. ,. 4 Empleo las nociones de fuerza y violencia como sinónimos.. Una de

las obras que mCjor ilustran este punto de vista es la clásica de Bcrtra.nd de Jouvcnc! Du PouuoiT. Hi.stoire r..aturellc de sa craissance. GenCvc:., Edi­tions du Chcval Ailé, 1947 (hay traducción castellana).

S Ver en este mismo sentido, pero aplicado a un concepto distmto, Car! J. Fric:drich, Man and his Governmen~ An Empirícal. Thwry of _ Politics. New York, McGrav-~Hill, 1963, p. 188 (hay traducción castcllanat.

-:... 6 Según la expresión cie Torcuato S. Di ·Tclla en Hacia Una política lah"noamerícana. Montevideo, Sociedad Latinoamericana Arca, 1970, p. 43.

7 ucornc.nzando por c:l mismo Urquiza que tenia el Gobierno de En.tre Ríos desde d 15 de diciembre de.1841, muchos de los Gobernadores que concurrieron al Acuerdo de San Nicolás habían sido los jefes de Pro,in· cias confederadas, según el sistema contra el cual debía. producirse la reacción: d General don Benjamín Virasoro era Gobernador de Corrientes desde 1847; el General don Celedonio Gutié-m::z. era Gobernador de Tucumán desde el 4 de octubre de 1841; d Coronel don Pedro Pascual Segura, Gobernador de Mendozz, lo lubía sido desde 1845 a 1847; don ~1anucl Vicente Bustos era Gobe:rru1dor de La Rioja desde 1849 y lo había sido también en- 1841; d General don Narciso Bcnavídc:z. habla sido

·Gobernador d~ San Juan desde 1836, con la interrupción de unos meses en 1841, y continuó en d .gobierno k'..ta 1857; el General don Pedro

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NATALIO R. BOTANA

Lucero era <tabernador de San Luis desde 1841.'~-Ro<lolfo Rr.-arola. Del r¿gi'mc-n f(derat:-uo ai u.ni'tan"o, Buenos Aíres! 1908, P- 40.

5 Conf. Jorge M. ;\faycr, Alberdi y .su tiempo, Búcnos Aires, Eudcba, 1963, p. 409.

- 9. s;:anf. 0.-Co;;,blit, E: -Gallo (h¡; A. O;C~nncU. ~'La ·g;,ncracióñ del SO '! su proycct9; anci:ccdc:ntc:s y_ conscO.IcnáJ..S", en Argen:tl'na, sociedad de masas, B~cnos Aíres, Eúdcba, 1966, p. 36. ._ -

1 O _En -~gano de 1862 d Congreso dictó una ley que cs<ipufaba la f7dcr_ahzac1on de la ciudad y de la pradncia de Buenos Aires por el tcrmm? d~. tres ~os. La lt:gísl~rura de: l:a. provincia rechazó el proycéro de federalizac1on lkgandosc a una transacción según la cual .se declaraba a la dudad de Buenos Aires rc:sidc.nda provisoria de: los gobernantes nad'OnaJc:s por d. término de cínco.~os:"Al vencerse los cinco años, en octubre. de 186 7, el Poder Ejecutivo.Nacional devolvió a la Provincia de Buenos Aires la íurisdicción que ésta le nabia acordado sobre la ciudad. Conf. Rodolfo Rivarol.:i. Del n!gimen federatiuo al unfranºo.. p. 314 y ss.

1 1 El 28 de septiembre de l 868, el senador· Ni casio ·O roño declaró que desdC: jurúo de 1862 hasta junio de 1868 hubo 11·7 revoluciones v 91 combates donde murieron 4. 728 personas. Conf. José Nicolás Matie

0

nzo Le gouuernanent representaoºffédiral dans ia République Argentíne, Parí; H:ichette, 1912. p. 25 7. . '

1 ° Co~f. Rodolfo Ri...-arola, "El presidente Roca y la consolidación de! poder n.ac1or:.aJ.'\ en fevista Argenúna de Cienc1~as Polítr'cas (~n adelante R.A.C.P.), Ano IV, N. 50, 12 noviembre 1914, p. fl5. "

l 3 En los s':ccsos de 1874 los militares leales al gobierno fucrpn, entre otros, Jase Ignacio Arias. Juiio Campo~. Nicolás Levallc. Hilaría Lagos, Conrado Villegas, Julio A. Roca y Apolinario '!pala; mientras se conr.:ban cntr.c los. opositores milita.res; José hiigud Arrcdondo, Francisco uyna, lgnac1.o Riva~ -~eruto Machado, Manuel Taboada, Juliár. Murga, ~anC!ago Bailnc:nc-, Nicolas Ocarnpo, José C. Paz,. etc. En el 80 los jefes ~ales. fucro.n: Luis· l._laría Campos, Teodoro García, Napoleón Uriburu, -onrado V1llcgas, Manuel Ca.mp os, Nicolás Lc:valle, Antof\Ío Donovan. Eduardo Rac.edo, etc.,. y los op9sitores: José Miguel Arrcdondo, Julio Campos, Jase I'.'ocencio Arias, Hila.He Lagos, Julián Martína, Berúto Macludo,. etc. Conf. A. Rivao Astengo, juárez Ce/man. 1844-1909. Buenos Aírc:s, Kraft, 1944, p. 78 y 166 s.

14 Conf. A. Rivera Astengo, juárez Cdman. pp. 61 ss., y Anna.ndo B:aun Mc::~C:odc:z;. u Primera Presidencia de Roca ( 1880-1886)", en Acadc­rrua N:iaon!.1 de .'ª Historia., Historia Argentir..a Contemporánea 1862-1930, VoL I, Primera Sccciún. Buenos Aires., El Ateneo 1965 p 269 Y SS. ' ' •

l 5 Conf. A. ~i;cro As tengo, Juárez Cdman, p. l i l; y Casios R. ~lelo,

Las partidas pol1ticos argentinos, Córdoba, Urúversídad Nacional de Cár· daba. J 964, p. 24. ·

16 Coi;f. Ezequiel Ro.mas Me:tía, Mis memorias.. 1853-1935, Buenos Ai­res, Librena Y Editorial La Facultad, 1936, p. 66. En rigor, la fragmcnt:>c!ón

.:~.

EL ORDEN CONSERVADOR

.se produjo no sóÍo en c:l autonomismo, sino también en el .miuismo. como lo demuestra el dcsprcnd.ir;n!cnto de una fracción ºpopular" en donde fi~r~ ban E. Zeballos, Ezequiel Paz-''y muchos ocres ricachos -son ;¡,•Jabras del mismo_ Rpca- -antiguos -m~tristas11

• Ver_ al rcspcc[Q E. Galk>, "~a gran expansión ccoriómica Y- la_ coruolid.ación dcl régimen conservado: libc¡.iL -lil75-!895",-cn E. Gallo y.R.. Coné:s Conde. La R<pública Can.un:adtf~!!',,. Buenos Aires,. Paidós, 1972, pp. 65-68.

1 7 L-is palabras de Aristóbulo del Valle en la s~sióñ dci Senado del 18 de ·acrubrc dé 1880 son las siguientes: 14._.prefcriria equivocarme con los que llevan la fuerza de la· periferia al centro y no del centro a la periferia. 5¿. que por este camino puede modificarse la forma de Gobierno, pero sé _también que no será .obstáculo para que quedara consáruida una gran Nación, . capaz de conservar su historia y sus tradiciones y de salvar su grandeza en el fururo; núcncra.s que, por el.conlrarlo, :;i nos cquivoc:l.mos llevando la fuerza. del Gobierno del centro a la pcriféria, constiruiríamos quizá rcpubliqueus incapaces ile responder a los vínculos y tradiciones grandiosas de nuestro pasado", citado por Luis H. Somroarr•a, Historia de ·las intcr.:encion~.r /eder:ale.s en las Prouincia.s, Buenos Aires., El Ateneo, 1929, Vol.!( p. 109.

1 s Conf. Luis H. Sommariva, Historia de /a.r mteruenciar.es federales ·rn las Provincias, Vol Il, p. 88 s.º; y G..rloo Her», "Presidencia de Avellaneda", en Acadenúa Nacional de la Historia, Hi'storia Argmtin.:i Contemponinea 18ó2-1930, Vol !, Primera Sección, PP• 202 ss. Resulta sumamente s·ignifica~va la opinión que había vertido c:l diario "'La Nación" un ,:ño antes d,,los hechos de sangre· en la cual se síntctiz:in to.dos los c:lcmc:ntos de qUC·-dispuso ·Roca para. asegurar su triunfo; ellos fueron: los gobernadores confabulados, cl'('.::rcito nacional, parte dd presupuesto del Ministerio de Guerra, la influencia del miniscro que manipuló eficazmente armas y dinero y la tolerancia- dd Proidente A,-cllancda. V <:r Ro<lolfo Rivarola, Del régimm fedaatiuo al unitario, p. 187.

19 ·Conf. .:Luis H. Soma¡ariva,.Hisloria cú /fu intervenciones federdes ..,_ en /fu Pr?ulru:ia.s, Vol Il,' p. 106.

20 Cit. por Rodolfo RiVarola, !'El presidente Roca y la consolictición del poder nacÍonaJ", p. 118.

21 Cit. por Armando Braun Menéndcz, "Primera Presidencia de Roca", p. 277.

2 2 -Esta ídca acc:rca del progreso político está inspirada en !<U re: fle­xiones de !Uymond Aron sobre el progrc::so y la historia en la lección IV de Di:r:-huít ler;or.s Sl.lr la saciét~ ·;ndu.stridk, París. Gallimard, 1962 (hay traducción castellana).

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- í _j

I[ - -

LA REPúBLICA POSIBLE

Regimenes políticos y legitimidad

Un régimen político puede ser entendido- como L- ~~a estructura institu~ional ...de posiciones de poder,

d15puestas en un- ·_\:>rden jer;p-quic:o, · desde donde se A.U.· formubn decisiones autoritatiyas que comprometen a . .. toda, la_ pobfa.ción p~teneciente a una unidad política~ nw Ha' ' · l · ·, d · Dldiuos .visto que a const1tuoon e una uruda

política asumía, como problema centrai1 el hecho de subordinar diferentes sectores de poder a un ámbito imperativo más amplio, el poder polítii::o, que p_pr definición es supremo. Esta primera noción, sin embar­go, poco nos indica acerca del substrato material -el gobierno compuesto de personas visibles- que permite o~servar la existenci_a concreta del poder político. Y del rrusmo_ mod.p/ el término subordinación· poco aclara, hasta el momento, acerca del modo es¡:iecífico según el cual se organizará aquel conjunto de relaciones de dependencia. · .. De esta explo.ración preliminar se desprenden dos inte­rrogantes a los que un régimen político debe responder: a) ~ué vínculo de subordinación establecerá el poder polí­tico C•.'n el resto de los sectores de poder presentes en h; sc::~edad; b) qué reglas garantizarán el acceso y el eJerc1c10 del poder político de-los futuros gobernantes. La primera cuestión hace hincapié en la organización y

~ 1

EL O?.DEN CONSERV.illOR

, en /a.distribución del poder; la segunda en e('~odo de eiección _de los goberm:~ntes y en los- li'mites que se -trazan e;ntre és_tos y los gobernados. ,Los cuatro térmi- · rios aquí· expu_estos rep~esent.an la imagen t~órica de u~ sist'ema de- relaciones· donde el contenido concreto de· uno_ de ellos, ·o su modificación eventual, influye nece­sariamente sobre los otros.

La estructura institucional de un régimen alberga, pues, una realidad más profunda: la realidad del poder; y a. su vez,.. este haz de relaciones de control se asienta ·sobre una constelación· de intereses . materiales y de valores que justifican la pretensión· de algunos miembros de una unidad política de gobernar al resto. La opera­ción consistente en traducir aquella madeja de inter.eses y de valores en una creencia compartida que haga las vef_es de norma -habit~al para reguJar las .relaciones de poder,. atraviesa un camino histórico que· bien podría dividirse err dos tramos 2nalíticqs .. Por una parte, en efecto, es _preciso atribt;ir valor preferente a una estruc­tura ü.:':titucional en detrimento de otra y a partir de este acto ~o de:-.Jesta serie de actos- determinadas

··concepciones acerca de la organización y la distribución del poder, los modos de elección y las fronteras entre los _ _gobernantes y los· gobernados, tendrán más peso

-<..valorativo que .otras .. Se tratará- entonces de consagrar una fórmula prescnptiua o pnºncipio de legitimidad que no sólo busca satisfacer ciertas ideas acerca del· régimen mejor adaptado, por ejemplo, a una doctrina de la libertad o de la justicia sino que, también, pretende gratificar intereses materiales reivindicados por grupos y clases sociales. .. .. "''.'!

Ambas acciones nos introduceri1 ·~n el segundo tramo analítico. A diferencia de lo que pudo acontecer en el primero, en esta segunda etapa los actores procuran traducir las fórmulas prescriptivas en una creencia com-

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42 NATALIO R.'BOTANÁ -·- .

pa.rtjda con respecto a la estruct1;1ra institucional ·del régimen . y en un acuerdo acerca de las .reglas de sucesión. De esta .serie., de acciones puede resultar. una

-:fórmula operativa o. siStema de feg!ti"-midad que-_ viñcula las expectatíva_s: valores e.intereses de tos actores con las instituciones del régimen y las reglas de sucesión. C.reencia y acuerdo serían, pues, dos conceptos analíticos que cali­ficarían el proceso de legitimación al cual parecen someti­das las formas históricas de los regímenes polític;:os.

Estas nociones limitan nuestro. análisis. histórico a ciertos rasgos de la· acción política más significativos, en apariencia, que otros. Un régimen, en efecto, puede ser analizado a través de políticas específicas (economía, educación, emigración, etc.) que permiten .medir los resul­tados de la acción de un grupo gobernante. El régimen político semeja, de este modo, un conjunto de decisio­nes gubernamentales que definen me.tas, seleccionan medios y alternativas, imponen rec¿~pensas y san­ciones. Otro punto de vista, qu" no excl~ye al anterior, trata de entepder, en cambio, el marca· que proci'uc;:e dichas decisiones dentro del cual los acfores se enfren­tan para determinar quiénes, a Ia postre, · ejerceran el poder político. Esta perspectiva nos habrá" de guiar en las páginas que _siguen con. el objeto- de observar un régimen político como un orden dé dominación donde algunos -y no todos- tienen. el privilegio de fijar metas, elegir medios y alternativas, adjudicar, en fin, recompensas y sanciones. 1

Alberd.i.' v su fórmula prescritJtiva

Desde los albores de la independencia, los criollos que asumieron la conducción de las antiguas colonias españolas enfrentaron, en términos teóricos y práctic.:os,

1.;-_,,

1 1

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:..

EL_ ORDEN CONSERVADOR

. la ave contradicción entre. el prit1cipio de le 'timidad de la monarquía hereditaria y e pnncipio · de le-

-- gitimidad. de la república electiva.2 CuandQ si; quebra­ron -los vín_?ilos. con Ja _corona espáñgla,_ estos. grupos­d.irigen_tes,- huérfanos dé la tutela de un principio. de­gobierno consagrado por ¡¡¡_:·tradición,- asumieron ·fa penosa tarea de construir una legitimidad de reemplazo: fórmulas conocidas como cuerpos ·teóricos e ignoradas como prácticas habituales de gobierno, incitaban a la invención polítka, ¡ cuando no,. a la- mera reproducción de experiencias.

La fórmula que algunos llamaban republicana y otros demócrata, intercambiando las palabras como si fueran sinónimos, hacía . residir el origen del poder en una entidad más vasta que !.as antiguas aristocra~ia.s, al. mismo tiempo que proponía una operación mucho más complicada para elegir a los gobernantes que aquélla definida por las viejas reglas hereditarias y burocrátiCas. Pueblo y elecdtm··po'dían representar los términos de un proyecto de solución posible, en la medida en que no provocaran una fractura irremediable con costumbres políticas que gozaban d<:kbeneficio de la tradición. El problema era aún más acuciante para las clases y .grupos dominantes, pues,. junto con la caída "del poder colonial,

'la car!=ncia de fórmulas de reemplazo podía conducir a la anarquía· o a la disolución política, lo cual implicaba, naturalmente, el ocaso de su poder y de su prestigio.

La búsqueda de fórmulas prescriptivas que conciliaran la desigualdad del antiguo régimen con los principios igualitarios emergentes, estuvo jalonada por errores y fracasos pero, de algún modo, fue dejando sedimentos que el observador pertinaz puede devolver hacia el futurQ en nuevos proyectos institucionales. Ese fue el propósito de Alberdi.

] uan Bautista Alberd.i fue el autor de una fórmula

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!-!ATALIO R. BOTANA

. ~rescrioti~dél beneficiQ. de alcanzar una '.:: tr~·:1 institucional sancionada por el Congreso ÍÍCrJ3 ~onstituvente en 1853. Lo significativo de esta fórmüla

consistió en·su 2erdurabilidad sobre las vicisitudes de la · guerra· ir~'temá entre Bnenñs Aires ?' la Can federación,

"' as impugnaciones posteriores provenientes de muchas p<ovincias del ·interior y· la resistencia· de la· misma Buenos Aires a ceder parte· de su capacidad de deci­sión al poder central. Esta persistencia a través de las múltiples oposiciones de que fue objetor hizo que la fórmula alcanzara ·los acontecimientos del 80. y justifi­cara la acción política de los protagonis.tas del régimen político en ciernes.

Como ya se ha diéfio,~fu-·vinculación aquí propuesta . emre, por una parte, Alberdi autor de una fórmula prescriptiva y, por la. otra, su traducción institucional y po·sti: :-iOr Vig..,:n,ia en d 80-;- no deriva de una compro­saa:a·rerac1on de causalidad. Se trata, por el contrario, de un.a hipótesis que asume lo siguiente: a)" que la fórmula inf!u y6 signifj.cativamen.i:e ·en las deliberaciones del Congreso Constituyente; b}-'que media:ite elaborf ción uk:rior se prolongó más allá de las~ ·:O.eliberacio­nes del Congreso; c) que tradujo valores ·e intereses do­minantes en la. Argentina de ese- entonces, pese a las oposiciones que_ pudo SJ.ifrir la p.ersona de Alberél.i; i]J que no ·obstante· ello, la fórmula perduró en el tiempo y oJorgó a la postre un marco valorativo que sirvió de ~-explícita o difusa- del régimen político implan­tado en el 8Q_3

futa formula prescriptiva tiene la particularidad de justificar un régimen político en cuanto h;;t.r:r). al origen gel poder y a su ~rograma futuro. Alber:di. sostuvo que los argentinos deb1an darse una constitución para reali­Z,.9S un determinado proyecto, "p_ara tener población,

...... tiara tener caminos de hierro, para ver navegados nues-

1

1

j¡(uJj!L e{) /'U)JJ),/J.[J)J_JJ_ .fJ.J.}J.J.J».Y

(

- EL ORDEN co~;s:~VADOR . 45

tras· ríos, para ver opulentos v ricos nuestros Estados" .4

\

..::ste roirama constituye un conjunto de metas al ue debe dar alcance una nacton a 1erta al futuro; los campos específicos sobre los cuales _se -proyecta son: la inmigrac10n. la -construcción ·de ferroqm.iles y .. can,aJq navegables, la_ colonizaci6n. ·de· tie.rras de propiedad nacional, la introducción y establec1m1ent0 .. ·de nuevas industnas, la importación de ·capitales extranjeros v la exp orac1on e os r1os intenores. __...¡

· Para alcanzar estos fines es dable advertir en Alberdi /( l,7.;_v¡ la intención deliberada de provocar un trasplante cultu- ¿¡_ ral. Alberdi rechaza· .una cultura tradicional, la cultura {aLL!i,;Á hispánica que impide el cambio y la innovación, y opta por otro me.delo: el ·de los países europeos en trance de edificar una sociedad industrial que libe-re al hombre de la servidumbre de la naturaleza. Un cambio de tal ~n vergadura ño ;:n:ede lle1arse a cabo si no es inyectando desde fuere. en una cultura, se-gún él históricamente terminada, nuevos fermentos de población y de riqueza que sean portadores de esos valores.

"¿cómo -S<: pregunta Alb<:rdi-, = qué forma vendrá en la futuro d cspfritu· viviñc:mtc de la civil.iZación. europea a nuestro sudo? Como vino en todas l:i.s époC!.S: la Europa nos traerá su espíritu nuevo, sus hábitos de. industria, ~ prá.ctic::J.S de civilización. en las inmigraciones que nos cn,;";e •.• lQucremos plano.r y aclimatar en América la libertad ínpesa, la cultura Eranc:sa, la laboriosidad del hombro de Europa Y los Estados Unidos? Traigamos pedazos >Ívf de ellas en las costumbres de sus habitantes y rz.diquCmosias aquí."

La población .. es el agente p_rivileg\ado del cambio cÚlturál;- péi-"Zi- no es ef"unimEl fcrTo~

·-¡~s-íñdusmasyToS~~s;(iT¿~ 11añdesarrolla o y ·---- - - --~ -~acíone~·,.~~~e-memanos e imprescmruoh ~~

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46 ::-lATALIO R. BOTANA.

'"los caminos de fi·erro son á este-siglo lo que los conventos eran en la Edad ~[edia: cada época tiene¡ sus i!&Sn.tes de cultÜ_¡¡¡.. ¿son ínsuiicienr¡es nuestros c:ipil:l.l~ para esas empres:is? Encregadhs entonces a capitales extranj<:ros. Dcj:i.d que los tesoros de fuera come- los hombres se domici-

_ licn en nuestro sudo. 07 --

El medio seleccionado para alcanzar estas metas es el régimen polírico. - Y en esta cir~unstancia, la figura del legislador va delineando una concepción acerca de la organización y distribución del . poder, del modo de elección de los gci'bernantes y de las garantías otorgadas a los gobernados· q.u.e procura conciliar los valores igualitanºos de una república abierta a todos, ·con los valores jerárquicos de una república restnºctz'ua, circuns­cnpta a unos pocos. La.piedra de toque de esta fórmula tiene sencillo diseño: funda una capaddad de dedsión dominante para el poder polúico central; otorga. el e/erddo del gobierno a una minorz'a pn"vilegiada; limita la partzúpación poHtica ~pób7~ión; y asegura a todos los habitantes, sz"n distinción de naciona­lz:~~d, el máximo de garantias en orden a su actividad c .. JzL -·

La cuestión que preocupaba a Alberdi era la ·de organizar. un poder central, necesariamente fuerte para controlar los poderes locales y suficientemente flexible para incorporar a los antiguos gobernadores de provincia ·· ·· a una unidad política más vasta. En ténninos prácticos el problema se 'expresaba así:

"¿Cómo realizar una organización constitucional que abrace:· y concilie las Libertades de cada provincia y las prerrogativas de toda la n:ición y de hecha pcnnit:J. a los gobiernos que dctxn aceprula ia continuación en d mando de sus provincfas? ng

Este argumento deja entrever una tensión entre, por una,.parte, Ia necesidad de encontrar una fónnub con­creta de reducción a la unidad y, por la otra, el acuerdo

t ·;

- EL ORDEN CONSERVADOR 47 inevitable ·que conviene. establecer -éon aquellos.~_que

··· · detentrn posiciones ,de poder: "_es ;·preciso por consi­guiente -sugiere Alberdi- que el nuevo régi!!len con ten- -ga algo del antiguo" ,9 - . ~ ~~ __

.. Esta fusión entre d,,:::_«:(engencias contradiáorías. en la historia - nacional,· la q:ntralización - y ·ia de_?céntra­lizáción, pone.·sobre el tapete la idea _que .se forjaba Alberdi de la orgarúzación federal, pragmática y hasta impreci~a, porque "la _federación o unidad. es decir lal m vor o menor centralización del gobierno general. son 1 Af:;c,i-J¡

ccidente. un acce · s ' rno , f - ~ gobierno". 1º . .

Federación evoca, en. este sentido, un medio adapta­do a nuestra circunstancia histórica para alcanzar una· unidad de régimen. No es el úni¡:,o -antes se ensayó la unidad pura y fracasó- pero es, sin duda, el _instru­mento más eficaz. De aquí deriva el carácter mixto del gobierno; "consolidable en la unidad de un régimen nacional; pero no indivisible como quería el Congreso de 1826, sino divisible y dividido. en gobiernos pro..:11~ 1 .

ciales, limita\).os, como el. gobierno __ central, por la ley ::J federal de la República". 11

Este gobierno mixto, que -éxprésa el término federa­ción, retoma .rasgos esenciales de los hábitos: de obedien­c-i.a trazádos por la costumbre en las culturas de .Améri­ca del Sur. flo hay_,_ pues,_[!,!f~.~~dcl~ ·

. orden tradicional; esa ruptu~dri.j.~~_ués, cuando la_ ºfli?.Diacionnueva, la indus1T.~ riqu~~~

:f.Q_n 1aclilturaa:Iltigua.. Mientras taºñ:fo, a medida que la tra'ñSi'c~~ marcha, es preciso reorientar las expectativas de obediencia hacia un nuevo centro de poder. Allí emergerá un papel político inédito que habrá de integrar lo nuevo y lo viejo: el control racio­nal de la ley y los símbolos de dominio y soberanía quebrados desde los tiempos de la independencia. Ese

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48 NATALIO R. BOTANA

papel- privilegiado,' apenas p;rfilado én tiempos de R.iva• davia, puesto entre paréntesis en la ·epoca de Rosas Y

· recreado por la Constitucj_C>n de 1853 es el papel del 'presidente. 12 · De est~

1 mariera, la~monárqu_~f~ .

reaparece bajo la faz repub_licana. 7~0 escat1ma­elogios_ -:-la llama "dicho profundo espiri:tual'.'_-=· a ·la sentencia de Bolívar:

¡· .. Los nuevos .Estados de la América antes española .necesitan rey.es. con

~ nombre de prcsidentc:.."13 _

En la fórmula alberdiana el presidente materializa el poder central, pero n·Ó· ·cfé'tenta todo el poder ~ tam­poco ejerce un dominio irresponsable sobre la sociedad. El dominio irresponsable proviene del -~espotismo d_e uno :;olo; (el 2:d•iemo responsable denva de la 'legi­timicl1.d . del presidente investido por una constitu­

ción:) íl . l " ... cn ,-ez de dar d despotismo a un hombre. es mejor d":'1o ~ la ley.

Ya es una mejora -d que ra sc~ri~d sea ejercida p~r la eonsntuaon Y no por la volur.t:i.d de un hombre) Lo peor dd ckspousmo no es su dureza. sino su inconsccúencia. y sólo la. constitución es inmutable ••• Dad al poder ejecutivo te-do cl poder posible, pero dáclsclo por medio· de una cons· titución." 14

El presidente adquiere legitimidad no por su calidad intrínseca de gobernante, sino en razón del cargo su­perior que él - ocupa. El papel del presidente, el rol institucionalizado que un individuo está llamado a de­sempeñar, tiene más valor que su propia virtud de gobernante. He aquí el quid de la cuestión que trans­fiere la trayectoria episódica de un gobierno personal a una institución permanente bajo la cual hast0; ~o­drá encontrar amparo la figura del gobernante med10-cre:

EL ORDEN CON.SERVADOR

...... . una vez dcgldo, sea quícn fuere el dcsgracíado ::i.qult:n el vo·to del p~is coloque en la silla difícil de la· presídef]cÍa, se le d~bc res.petar con la obstinación ciega de la horsadcz, no como a hombre, sí.no como a ta

. persona pública del P.-esidente de la Naci.':in •.. porque el respeto al Presidente no es más que el r_espcto, a la const1tución, en ;-irtud de ia rual ha sido dec~o:· es el respeto a Ja discíplinfl y a la subordin1.1ción que, en lo político cbmo en lo milio.r, son"la Uave de I<; fuerz!a y qe la victoriá.''15

- Gracias a esta distinción tajante entre el rol y el ocupante, AlberL!i parece adecuar al cará~ter nacional una argumentación trazada en ·1os debatés constitu­cionales de Filadelfia y en los papeles del Fed~::-:i.lista que, por otra parte, Dahl ha retomado como centro de interés de su concepto de "democracia madisoniana" .16

Este argumento podría :-::sumirse en la siguiente pro­puesta: la constitución de la Federación Argentina tiene por objeto establecer una república no-tiránica.

Impedir la tiranía es la finalidari básiCa del gobierno republicano y de esa finali:l_¿._J se deduce la . te orí a normativa de las limitaciones del poderfSI el- poder -y · la· naturaleza humana que en él sub-yace- P'4.""de degene­rar en despotismo, es preciso píevenir esa ten.ciencia a la~_ corrupción y para prevenir es necesario .encuadrar ei'­ejercicio . gubernamental dentro de límites temporales precisos, otorgando a magistraturas .diferentes h tarea

. de l~gislar, ejecutar. y sancionar. La no-reelección del presidente y l~stribución de la actmdad legÍslativa y. judicial en cámaras y tribunares dünde d poder <..elltral y el ae las provincias estén debidamente incorporados, serán, entonces, dos limitaciones fundamentales concor­dantes con el argumento repu icano. n este punto, la fórmu a .-!f.) ana no se aparta e las pautas fijadas por el modelo ii.orteamericano: un senado y una cámara de diputados representarán a las provincias y a la nación en el proceso legislativo, en tanto tribunales de provincias y tribunales federales adjudicarán sanciones; todo ello

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50 NATALIO R.· BOTANA

ordenado por una última instancia, la Corte Suorema de -Justiqia, a quien correspoli:de el cqntro1 constitucional de las leyes.

1=j_bedád poHt~·ca para poc.os y libertad civil para ·todos

Una vez prescriptos los poderes centrales y los pode­res subordinados, los límites y los principios que pro­t~gerán la federación del·-peligro histórico del despo­tismo, el problema· -que inevitablemente· surge en el horizonte de una fórmula ·republicana es el de saber quiénes y bajo qué reglas podrán ejercer el gobierno de la sociedad. Alberdi rechazó explícitame.l).te toda forma de designación derivada de la herencia; se· apartó en este sentido del- modelo bolivariano 17 y optó -al menos en principio, como veremos de inmediato- por la posición democrática que sostuvieron, ·en Filadelfia, Wilson, Mason y Madison, en contra del purifo de v'ista aristocrá­tico de Hamilton y Morris. 1ª La posición demociática ha~e. derivar el título de legitimidad: del gobe~nte -diputado, senador o presidente- de la elección realiza­da por el pueblo/no_ hay, en rigor, legitimidad posible para el demócrata si ella no proviene ·del consentimiento popular) · · ·

El modo de expresión del consent1m1ento popular puede traducirse de múltiples maneras, pero, si se deja de lado la manifestación directa de dicho consen­timiento, los .medios elegidos para actualizario deben hacerse efectivos a través de alguna forma de represen­tación. La representación, vista corno una serie d~ actos mediante los cuales un actor político autoriza a otro a obrar en su nombre o le impone el deber de dar cuenta de su acción 19

, arrastra consigo, sin embargo; núevos riesgos y, por consiguiente, nuevas prevenciones.

EL ORDEN CONSERVADOR

Los riesgos pueden emerger de ios conflictos entre facciónes . adversas o de la demagogia del actór con vocación. de representante. P_ara prevenirlo~ es preciso -~ los modos de elección de los -represeniap.:es .. ·

según sea la importancia del c;argo que está en j_uegüj De . esta manera, la fórmula alberdiana, fiel una vez mas al

modelo norteamericano,_ prevé que el d~o será directamente elegido por el pueblo, mientras que el senador v el presidente obtendrán su título por una =­e.kEC:ión de segundo .grddo realizada en las .. le~laturas provinciales o en el seno de Ún ~egio electoral-)

Como quiera que fuese, ya sea emprenaiendo el camino del comicio directo o el de la elección indirecta, el pueblo es siempre 'la fuente de la cual deriva la legitimidad· del gobernante. La cuestión reside en saber cuáles son las fronteras que encuadran esa entidad llamada pueblo, ·quiénes lo componen y quiénes perma­n!!cen marginados. más allá de· sus límites. Simple como p:U-ece, las respuestas que· se ensayaron frente a tal interrogante ''-Clividen, a grandes rasgos, a los que con­ciben el gobier_no como algo,dq11d<; _ _pocos intervienen de aquellos que lo imaginan como un proceso donde, participan mucho.s ciudadanos; lo cual, dicho en otros rénnirtos, se .expresaría de este modo: el gobierno democrático es ·obra de un grupo reducido de personas y sólo ellas integran el pueblo donde reside el poqer electoral, o bien, ese conjunto es más abundante en términos cuantitativos de forma que tiende a univer­salizarse, abarcando un nú~ero cada vez mayor de miembros participantes. 7 [Esta oposición entre "pueblo chico" y "pueblo gran-de" está fundada en argumentos que asignan a unos . pocos la virtud de saber elegir y a la muchedumbre la . ~ ignorancia de no saber elegir. El punto de vista alber- ¡ diano es, en este sentido, frarn:;amente restrictivo] j

,.:.:;., _,·

1--.

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NATALIO R. BOTANA

"L.,.-intcligcñcia y fidelidad ;en el ejercicio de todo poder depende de la c:ilidad de las perSonas elcgicjas pa.r:i su depósito; y la ali dad de 'los clc¡;>dos _tiei:ic estrecha 1 dependencia de l~ calidad. de los cle~tores.· -El . sistema cle.ctoral es la llave del g9bicmo .Rpr<sentativo, Elegir e~ discernir . y "deliberar. r:a lgnorancia no discierne busca un tribuno y.toma un tiran'!.

- L~ mísería no ·delibera, se vendef Alej:ir e! sufragio de m:i.no• de la ignor.!ncia v de la - indigc:ncfa es asegurar la pureza y acierto ele su cjcrcido. 11~ • •

/La cuestión que preocupaba a Alberdi es cómo hac~r de un pueblo -según él- sumergido en la miseria y en la ignorancia, una. colectividad 'federativa apta para el ejercicio del gobierno rep_ublicano) El camino no puede ser otro qµe el indicadÓ pó"r-Íos ejemplos históricos de Grecia y Roma, '"donde el 'pueblo sufragante sólo constaba de los capaces es decir, de una minoría ·reducídísima en comprcración cid pueblo· inactivo" .21

{Esta min:Jría es la única calificada para ejercer la libertad política:) ~ ------..

\'(§Jh " ... usar de la libertad política es tornar parte en el gobierno; go~emar, . ,~ aunque no sea rn:ís que por el sufragio, requiere educación, a.tanda no '( \ ciencia, en el manejo de la cosa pública. Gobernar es manejar la suerte de

j todos; lo que es más complic::ido que· manejar su destino indh;dual Y \ privado."22 · '. ·

Algunos, por consiguit:nte, están habilitados para in­tervenir en el gobierno; el resto, en cambio, la mayoría que hizo mal uso de la libertad política favoreciendo despotismos pop-ulares, sólo tiene derecho al ejercicio de la libertad ciuil13 :

----------- .. :· T;'. "Re·.>\to oue estoy libre dd fanatismo inexperto, cu.ando no hipóaita.,

que pi"c !ibc"rudes polític:is a ')lanas llenas para pue~l.os que sólo saben emplearlas en crear sus tiranos.~Pero deseo abundantlsunas las libertades

·-- c-iviles o ccondmic~s de adquirir, er.afena.r, lrabafar. nav~gar. comercwr, transita" y ejc:rcer toda induscr.il, porque veo en nuestro pueblo la aptitud conveniente para practicar]~ Son practicables, porque son accesfüles al extranjero que trae su inteligencia; y son las más fecundas.. porque son las llamadas a poblar, eruíq1,1Fccr y civilizar a estos países."24

.. ,.;;;-:: "<=:.l>

EL ORDÉN CONSERVA90R 53

La libertad civil abre entonces la ruta para implantar l~ _nu~va cul~ura, ~arque esas garantías traeran inmígra-Cion, mdustna y nquezas. He.aquí .el ao-ente más eficaz para mejorar la capacidad de cliscernífni~ñto pol{ti~o de pue~los que, ~n su trayect~ria ~1istóríca, sblo han gesta-- - ,, '-· do el. despotismo del Gobierno (que es la tiranía) 0 e]

despotismo del pueblo (que es la revolución)".2s Hav pue~, una so!ución únic~ y durable para el

1

problen;ia d~l ._/ gobierno posible en America del Sur:

. ". · .ella consis:e en elevar nuestros pueblos a la altura de la forma de go­bierno que n?s ha impuesto la necesidad; en darles la aptitud que les falta pa­ra ser n;pubheanos; i:n hacerlos dignos ae la república, que hemos proclan12-do,. que no podemos practic:ir hoy ni tampoco abandonar; en mejorar d gobierno por. la mejora de los gobernados; en mejorar la sociedad para obte.!_ler la mejora del poder, que es su expresión y resultado direct0 ,"26

Si el ct·esarr~llo de esta argumentac;ón es correcto, puede afirmarse· qúe la fórmula alberdiana prescribe la

-~~s~encia¿!e ~s tipo; ~e rc:u.íD.li~a federati~a:[l.a .. rej¿ublica abierta v la republzca-r~IL La ren11hlica -a~ estaría regida por lá'libertad cívil; en ella' tienen

cabida todos los ciudadano~a~ale{ y extranjeros, que ~aga~ uso...i¡Ie las garantías c~ns~gradas por el t;xto ~on-;t1tuc1onal::J Esta ~ la repubhca que la retorica oficial presentará, hiego, como clilatada en territorio, plena de posibilidades, con una población numerosa, la cual ofrecerá el ámbito adecuado para incorporar los valores de innovación y de. cambio: para traer inmiqra­ción, extender las comunicaciones, implantar la indus­tria y propagar la educación.

Pero l_a r~pública abierta es, en sí, una contradicción ~ en los. termmos pues 11? controla sus actos de gobierno: t-:..'\i ~~s. miei:ibros gue .la m~egran nuevos inrrugrantes y (...,,"" Vlejos cnollos- no mtervienen en la designación d.e_Ji;Js ~ gobernantes; no son electores ni representantes; perma~

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--- . -.-. ¡' -

54 - NATALIO R. BOTANA

necen marginados en una suerte de trasfondo en cuyo cq1tro:.se recorta un núcleo político capacitado-para hacer· ·gobierno - y ejercer conti-oUEsra ·es la 'úpúb!icd

~.restrictiv?-, construida: sobre er' .ej~icio de la ·liberta.s.J. ~ p~lf!.~~ª...,~ un áJr;bit6 donde la parti;ipación en el g6'5íer­" no se circunscnbe a un pequeño numero de ciudadanos; {j un espacio cuyos miembros se controlan a sí mismos y, • ..., a la vez, controlan el contorn_o que lo circunda. Ciudada­i} nos, en suma, habilitados .para intercambiar el papel de. ;j elector y de represe-Iitante que, de esta manera, hacen

'.__i suyo un proceso de aprendizaje donde el acto de ejercer gobierno dev-iene un valor próximo a su conducta habitual] Allí, e11 la república restric¿tiva, prima la voluntad reflexiva de los hombres públicos naturalmente preparados para tomar sobre sí el manejo de la suerte de todos.

La totalidad, sin embargo, estará dada en la. fórmul~ alberdiana, por-·la repúb.~~ca: restrictiva más la república abierta, y mientras en una los que :participan,. medí°ánte el uso de la libertad polític·a, d~legarán de .modo vo1untarío su capacidad poi:encia.l de mando, en la otra los habitantes afincadgs en un territorio· permanecerán dirigidos ·por uh. sistema de ·control impuesto desde afuera. .

1!.J;~o..E!J_ueville: la Tzbertad Fen(e:cílñesgo de la if!:Ualdad

Esta es, a la postre, la vieja distinción entre habitante y ciudadano que, desde los tiempos de Rousseau, interrogaba sin cesar al pensamiento político de los

· siglos XVIII y XIX.28 Pregunta cuya respuesta aparejaba graves consecuencias para el punto de vista con.servador. Los legisladores que procuraron fundar Estados cuando

--

EL ORDEN CONSERVADOR : 55

despuntaba el . p~sado ~siglo, desp_ués ·de los aconteci­mientos revolucionarios que tuvieron lugar. en la Améri­ca del Norte y en Fra.ric;:ia, advertían;· no sin perplejidad, p_ue el ~eil!o de Ja libertad política y-- ec.onómic:i podía· "sulii.r la erosión. de un moVimieñto subito e irresistible: el movimiento ·de la i~aldad. · · .

Aiberdi ri.o ¡:irestó suficiente atención a este fenóme· no. Quízá porque esperaba que la inmigración y la riqueza habrían de· implantar en las viejas tierras de la confederación,_ la simiente de un nuevo, mundo más igualitario. Adoptó todas las precaucione~ de . la repre­sentación indi.reéta., pero las robusteció mediante una tajante distinción entre el habitante y el· ciudadano. Otros pensadores, qµe también provenían del tronco conservador, se percataron de · que todo . el edificio republicano podía temblar en sus cimientos a medida que un aumento histórico de la·igualdad social diera por tierra con las antiguas distinciones entre ciudadano y habitante. Esta realidai:l emergente _foe'la que deslumhró a Alexis de Tocqueville. Casi dos décadas antes de que Alberdi formulara su' plrui constitucional, Tocqueville registraba sus observaciones~actrca de la democracia en los Estados Unidos de América .en un libro que, sin duda, nuestr~ legislador conoció y meditó. -.:.El punto d.e partida de este aristócrata francés,

testigo del vertiginoso derrumbe del antiguo régimen, consiste en comprobar un acontecimiento inédito e irreversible que crecerá a través del tiempo en intensi­dad y magnitud: la igualdad. Este es el motívo principal que induce a Tocqueville a sostener que la democracia equivale a la igualdad no significando, como tal, un régimen político sino un estado de naturaleza social que anuncia el ocaso. de la dominación aristocrática; por eso le produce mi'edo: "el libro que estamos por leer -dice en las páginas introductorias de La democracia en

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56 NATALIO R. BOTANA

Amén'ca- .:ha sido escrito qajo,. ia impres10n de -·~~a especíe de terror religioso producido en el aima del autor al. vislumbrár esta revolución irresistible que cami­na desde hace tantos siglos, a .trav.és de todos los_ .•bitáculos, y que se ve aún hoy' ·avanzar en medio de las ruinas que ha cau-sado" :19

La igu;;.ldad aparece entonces como la regla social a la que, inevitablemente, deberán someterse las relaciones políticas del futuro. Pero si la naturaleza de las cosas define un escenario con tendencias tan fÚertes: ¿cómo es posible preservar la libertad y las fronteras entre' lo público y lo privado, en un mundo donde ya no hay rangos tradicionales quc-·distingan a las clases superiores c..l-e las inferiores? .He aquí ~l prpblema por el cual Tocqueville desarrolla un argumento que casi consiste en una 0peración de resc:i.te, La libertad no es· para él una entidad del orden abstr;.crn derivada, por ejemplo, ele una declaración jurídica de derechos; es, por el coiltra..río -y., de aquí la vinculación con el origen social de quien ia:·:·reivindica- una realidad proveniente del control sociológico que :~obre el Estado ejerce un grupo autónomo cuya independencia, al menos relativa, está asegurada sin duda por la ley, pero más por costumbre o tradicióñ. . ·

En la perspectiva de una sociedad no igualitaria de señores y súbditos, la libertad aparece como una rea­lidad negativa: algo protegido por un estamento pode­r-oso ante el cual el Estado se detiene. En la circuns­tancia de una sociedad igualitaria, en cambio, la libertad corre grave riesgo de desaparecer pues la realidad que se impone es la de un Estado que tiene que lidiar con individuos o grupos pocos resistentes y de más en más

_uniformes. ¿Dónde queda, pues, la libertad? No obstan-. te el pesimismo implícito en esta pregunta, la obs'er­vación de la democracia norteamericana de principios

.. •( :-:·,-

_,

EL ORDEN CONSERVADOR 57

del ~iglo pasado permite a Tocqueville descubrir tres 1~edzdas _de la acción política que, correctamente prac­ticadas, pueden .preservar la libertad· en una sociedad

-- igualitaria. · 1a .,primera .~s una medida ·de descentra­lizac~ón qu~ se e"presa_ er:- .~a· fórmula federal;, la segunda es_una.medida: de asoc1ac10n que se manifiesta mediante las organizaciones voluntarias; y la tercera, en fin, es una medida d~ moderación electoral que ,se expresa a través del voto indirecto.

Se tr;:;.ta, sin duda, de una cuestión de grado. La descentralización del g~biemo local, .que prescribe la fórmula federal, presentará un peculiar sístema de sobe­ranía fragmentada entre, por una parte, el poder nacio­nal y, por la otra, el poder reserva.do a las provinci~s 0

estados fed_erados: habrá, pues, reservas constitucionales de autonomía ante un ·estado naturalmente centrali­zador. Una canticfud creciente ·de asocia.c~ones volun­tarias permitirá reagrupar los intereses aislados de un sinnúmero de ciudadanos desamparados frente a ese rnis,mo Estado.· Una pru~ente mediatización del sufragio sera el factor que mejor controle el peli2To de _la d~magogi~ y. de las pasiones irresponsables ;ropias de una rnulti~d desarrargada. Sobre este trípode -suerte 4e expresión sociológica de . Ji justa medida· necesaria para r~sca~ar valores a partir de una situación que se juzga. lileV1tab~e- Tocqueville desplegó su teoría del pluralismo pohtico.

El escenario tocquevilliano es distinto del que nos presenta Alberdi. Mientras para éste la obra del legis­lador consiste en discriminar quiénes pertenecen al pueblo soberano y quiénes están excluidos de la ciuda­danía política, para el otro la tarea del socióloao se circunscribe. a comprobar el hecho igualitario que \ace de los haJ:i1~ntes de u_na nueva nación sujetos aptos para const1tu1r un pueblo, el cual, por lo demás, maní-

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58 . NATALIO R. BOTANA -

fiesta sus. preferencias me-diante el sufragio. i.miversal}.º Ha. cambiado, sí, el escenario_, pero no parece que haya · vana·do ~~.11~ho . la intención -y. los ~speciale~ atiíb_utos que se le asignan al- -actor- qÜe éje_rc_erá el-voto.-~ ~el acto discrimin~tiene ·como propósito asegurar la calidad del acta electoral. Tocquevi11e, como se rinde ante la marcha irresistible de la igualdad, realiza un rodeo algo más complicado para expresar, también, un propósito semejante: reconoce qi,ie. el sufragio uni­versal está consagrado por la ,ley .y la costumbre, .pero esta evidencia no le resulta suficiente y de inmediato añade, ¿qué instituciones y comportamientos concretos pueden favorecer un voto razonable y moderado? ·

Cuando Tocqueville observa la composición social del Congreso de la Unión, se siente impresionado por el aspecto vulgar de la sala de representantes. "Casi todos sus miembros -escribe- son personajes oscuros, cuyo nombre no proporciona ninguna imagen 'al pensa­miento." Es preciso apartarse de este ambiente y r~cos­tarse en algún edificio contiguo para encontnir brillo y recato político. "A dos pasos de allí -continúa- se abre la sala del Senado, cuyo estrecho recinto encierra una gran parte ·de las celebridades de Norreamérica." El hecho que explica este contraste es muy sencillo: "la el_ección que, constituye la Cámara de representantes es

.'~i._,~ect~ y aquélla de donde emana el Senado está ,Y sometrda a dos grados".31 {El sufra>cio indirecto es a la D 1 · o ,

_, uz de estas observaciones, un instrumento de modera--~'\ ción y un sistema electoral que robustece la calidad de

los gobernantes)Es cierto que el pueblo puede y debe votar, pero no 'conviene prestar excesiva confianza a la bondad natural del ciudadano. Los electores son hom­bres ~ébiles a quienes puede estimular alguna pas10n colectiva o la demagogia de la ambición interesada. Habrá, entonces, que buscar nuevos resguardos. .

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- EL ORDEN.CONSERVADqii. 59

.La conclusión de Tocqueville es terminante y ~-~ ··· mismo co~fi~s~ sus pr~ferencia's::"veo en el doble gr.ad '1i electoral el umco med10 de poner· el t,ISO de la libertad ...., políti_ca-· al ~alcance ·Q.~ ~odas las clases_ del pueblo'.'.3' :e~ Este_será· el gran papel reservado a las leves el~ctorales: el de constituirse én los _nüevos mediado;es de la razón. Para-Alberdi, en cambio, l¿s mediadores de la razón en la vida política erañ las leyes y los n~tables porque, de acuerdo con su punto de vista, la desigualdad en el sufragio aparecía como la cons.Jición necesaria que haría efectiva la igualdad en la república .. Curiosa paradoja derivada de su preocupaci<s' n aventar el peligro de la irre:po~sab~idad política: 1\lberd~ admitía como premi-·J sa mdiscutible que los es de elector y elegido debían ser intercambiables; entonces la ley debía operar una rígida ~tinción entre. ciudadano v ·habitante, entre) pueblo político y pueblo civil· porque unos y otros· e!) cua}!tativamer:te diferentes p_ara ejercer la máxima obli- · -ga_c:10n republicana que consiste ·en elegir y ser el~d . · -

Esta figura del ciudadano rc.;ponsable puede ser equi­parada a_. la facultad de juzgar bien. en los'J.suntos púb!i­cos, es· decir, a la acción de emitir un voto razonable en conformidad con .los p-ri-;;_~ipl~s del sentido común y con b. visión_ del bien público aceptada ·por los que

---comparten una actitud de moderación. y de justa medi­da. Y a su vez este ciudadano razonable, que sabe ele­gir, obraría dentro de un recinto celosamente· guardado por las· leyes, recortado sobre un telón de fondo com-puesto por un gran número de habitantes que no saben J, ej~rcer la libertad política'. La fórmula alberdiana cul-J·i ~ 1p1 1 mrna consagrando la contradicción entre desigualda so- µ

cial e 1gu a po 1t1ca, porque quien elige también pue-de gobernar y quien ob1erna debe ozar de la auto­ri~ mterpretar y de deodir razonablemente. Esta· república es, al fin de cuentas, un régimen político de

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60 NATAL!O R. BOTANA

seve'ras exigencias ya-gue nada reasegurª- -he aquí .la. clave de ]~ C:uestión- -1a calidad del voto si no es la· calidad moral in_telectual o~nómica d~l . ciud-ªdi!IJ.o qile lo emite. _ _ . - Alberdi perfI1ª1!~ce aferradb a esta coñcepcíón de-1<1? - i

cosas; TocqÜeville traspone el _umbral· de la república -restrictiva: los notables ya no están protegidos por un· -derecho de ciudadaní:· exclusivo, púo todavía las leyes y las instituciones podrán gestar el. milagro de mediar con éxito entre la cantidad de los electores ·y la calidad de los elegidos. No quedaba, :il fin de cuentas, alter­nativa. Tocque:ville descubre que las instituciones políti-cas y la sociedad igualitaria~p.e-rmanecían, unas frente a otra, en una crítica confrontaci,ón. J?-lberdi no niega la bonc:;.d de las instituciones; hasta incorpora en su pro­yecto· todos los recaudos que éstas proponrn, pero las instala sobre un suelo en cuya superficie rcinari una severa distinción de rangos. Votarán los de arriba: los educados y los ricos;· no podrán ni deberán elegir los ignorantes y los pobres. El acto de representación,~ exigir prudencia y sabiduría para su ejercicio, plantea un serio rulema:( O se universaliza la ciencia V el arte del gobierno, o bien, mientras tanto, la responsabilidad de manejar la suer!e de. todos, de asumir lo público desde la particular perspectiva de lo privado, debe quedar en manos de un pequeño núcleo de privilegiados:)

Imposible mayor claridad. Pero ¿cabría caÍificar este iliscurso tan sólo- como mera expres10n de lo que en el lenguaje cotidiano llamaríamos una actitud oligárquica? ¿o es que tras este modo de ver las cosas se esconde una cuestión algo más complicada que el mismo legis­lador desdoblado, esta vez, en observador y sociólogo (algo que no hubiera disgustado a Tocqueville) buscará

-·-·cksentrañar?

. \ ..

-[ ! 1

1 J

. EL ORDEN CONSERVADOR 61.

NOTAS_

1 Este argumentó lo he dcsarroll~do en mi trabajo ya citado La iegJtr.mité.' probl't:rr.' polit:'quc. Cap s. t ·y. II. La idea de vincul3ción en uc, por un !ado, los valores e intereses y1 por el~ otro, d rég.imcn pal ideo deriva-.. de la.5 nocíoncs de ~L Weber acere.a· de la atribución Y el.manteni­miento ·de l~ legitimichd. Consultar al respecto ,\l Web<:~· Economía y S~cieda.d, C:lp: l. P:!rrafo 6, aondc d autor.señala que la kgitimidad de

-un orden puede estar garanbzada "de mano-a· pur.imt:Íltc in cima" (y en Cstc caso por raionc~ que hacen a la expresión aiccrivJ., rdigi.osa o con arreglo a va.lores), o bien "por ia expectativa de determinadas coruccucn­cias externas; o sea, por una situación de in ten::scs" (p. 32). Sobre d n:gimcn político entendido. como respuesta a denos p

1roblc:m2.S b2.sicos,

Conf. ~l Duvergc~ Les ré;;i.mes polítiques, París, P.U.f. 1961, p. 9. (Hay traducción castcUana por ·E~dcb:!., Bueno;; Aíres.) Sobre CI concepto de polític:>-m:i.rco (politics) contrapuesto a la política-programa (policy) ver R. Aron. Democratie et lotclitan·sme, Paris, G:tllimard, 1965, Cap. l. (Hay traducción ca.Stcllana por Scix Barral, Barcelona..)

1 Ambos principios de legitimidad han sido calificados de esta manera por G. ferrero en su obra PcrJuoir, les génies i'rwisibies de la cité, ·Paris, Plan. 1945. Hay traducción castellana.

3 Los textos públicos de J- B. Alixrdi que hemos seleccionado como constitutivos del cuerpo teórico de ia fórmula son: Bases y puntos de partida pera la orgar.izacíbn política de la.Re¡:rública Argentina; Elerz:¡,:-::os de derecha p-Jblico proumcicl para la Repúblic;a Argentina; y· Sistema econór.:ico y ra:.tistíca de ia Confederación Argentlr.a según ia Constitu­ción de 1853. La primera edición .. 0.k las Bases ... es del 1~ de mayo de 185 2 y la scgund<!, que contiene el proyecto de '.<:.pnstitución, d·:l ~3 de agosto de 1S52. El Derecho Público aparociá cr\ jul¡o de 1853 y el Sistema económico y rrntútico en febrero de· 1855. ·canf. J. ~l ~!ayer, Alherdi y ru tiempo, pp. 413. 430 s., 465 y 477. Como podrá advcrtme csu selección es restringida y deja de lado va.ríos textos públicos que defienden la.s ideas. qpues=· cñ las tres obras citadis a propósito de la pclémica que libró Albcrdi con S:um.i.GJ.to .durante cl. año 185 3. Luego de la batalla .de Caseros, Sarmiento, que h.abí a regresado a Qiilc, escribió La campaña en el Ejército Grande (12-11-52). El libro, dedicado a. Alberd.i, motivó de su parte un:i. réplica inmediata, escrita en Quillota (Oiik) durante el ,cr>.no de 1853, bajo el t,itulo de Cartru sobre in pnnsa y la política militante rn ia República Argentina (llamadas Cartas Q-Jillota­nas). Un mes después, Sa.múcnto respondía con Las dento y una. Por fin, ya sancionada la Cor.sútución Nacional en Santa. Fe, vieron la luz los Com~ntan'os de la Con.stin'tción de la Confederación Argentina de Sarmien­to (setiembre de 1853) a los que siguieron. hacia d término de e><: año, los Estudios sobre la Canst:"tucián Argentina de 1853 de Albcrdi.. Al emplear la expresión utat°' públicost\ h2go rc:fcrcncia a los tc::ctos de Alberdi que fueron éóiiOcídos y goz:i.ron de divulgación entn:: los actores políticos de C1ie cntonetl. Quiero íruistir en este punto. pues aquí no

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52- NATALIO R. BOTANA .-

tr:uo de h:iccr Un.J.- cxCgc:sls de todo el pcnsamicnto d~ Albc:rdi~ sL;.o de aquellas partes d-c una producción profusa -y muchas veces contradic­ton:i.- qUc: pu¿icron sc:nir d-: valores irutrumcr.r:alcs para dichos 1c.:orcs. Por otr:i par..c: 1 una c2ntid:id aprccb.blc: de los escritos de: Albcrdi rccié_n fueron. publicados entre -1895 y 1901, en 16-. volúmd1es, bajo el titu!o._dc E.scrúos pO.stumos_; C!tos _pá'bajos son importantes para mejor ín:crp,etar -la .-intiinid1d dd pensamiento de Albcrdi, o para adarar :ispcctos que pc.rrn:meccn. en la pc:numbr~ pero ... ublC:idos en el punto de: .. Vista dd actor ·de! 1853, 1870 o. 1380, poca utili¡lad tienen ya que, para ese entonces, bien puede s-ostcncrsc la hipótesis de su incxístencia histórica :iunc;,uc pc:nnanccic:ran guardados en los archivos dd autor.

4 Juan Bautista Alberdi; B,:;ses y puntos de partida para la organi:ación po/ín'ca de la R<p-:.blica Argentina. 3'! ed., Buenos Aires, Estra-da, 1949. C:ip. X, p. 46.

5 J. B. Albcrdi, Sistema económico y rrntistico de la Confederación Argrniina según su Consrit-.tción de 1853, Buenos .Aires. La Cultura A.rgcntím.. 19 21. p. 40.

6· J. B. Alberdi, Bases...., D.p. XV, p. 75 s. 1 J. B. Albc:rdi, Bases:._, Cap. XX. p. 89.

J. B.. Albcrd~ Bases. .. , D.p. XVII. p. 113 y Cap. X:.'\.vII, p. 210. J. B. Albcrd~ Bases:._, D.p. XII, p. 56.

! o J. B. A!bcr~ Bases.. .. ~ C.ap. XIX, p. 1.3 L t 1 J. B. Aibc:rdi, Bases...., Cap. XX.1, p. 149. l 2 ºYo no v2cil2.rla en asegurar que de la constirución del poder

e¡ecu'1vo especialmente dc¡:>c:nde la suerte de los Esudos de la :\.méric:i del Sud", J. B. Allx:rdi, Bases....., Cap. XXV, p. 182.

l 3 j. B. Albarli., Bases. .• , D.p. XIl, p. 56. ~

l 4 J. B. :\lb<:rdi, Bases.. .• , Cap. X..XV, p. 183. La· e:<pcricncia ucrca de los gobiernos conservadores que:, desde la sanción de la constitución ceatralist:i de 1833, se sucedieron rcgulirmenle en la República de Ollle bajo cl influjo, en sus orígenes, de la pcrsoo.alidad de Diego Por· tales es para }\...lbcrdi -lo veremos mois adelante-, fuente de un rnodc-· lo político -y no económico- digno de toroanc en considcració¿: "Ch.ilc:: ha hecho ver que entre la falta :ibsolut:>. de gobierno y d gobierno dictatorial hay un gobierno regular posible; y es d de un presidente consritucional que pueda asumir b.s facultades de un rey en el instante que la an.arquía le desobedece corno presidente republicano'', Bases._, D.p. X..'XV, p. 181.. Sobre el pc:Jsamicnto de Dic-go Portales puede conru.ltane J. L Romero, El pensam:'ento polttico de la. derecha lat1·noarn.cn·cana.. Buenos J..-ircs, Pa.idós, 1970, p. 96 ss.. y Tulio fulpcrín Donghi, Hispanoamérica después de la independencia. Buen.,,; . .\ircs, P;:údós, 1972, p. 33 ss.., 192 ss. y ~:::!~ SS..

l 5 J. B. Alberdi, Bases. .• , G.p. XX.XIV, p. 273 s. 16 Democracia roadisonia.oa hao: n:fcrc:oda, evidentemente, a la teoría

política de James ~!.adison, que el mismo pensó y dc:s:irrolló antes y durante la Con.,.ención Constituyente de Filadelfia en 1787 y que apuso

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EL ORP.EN CONSERVADOR 63

en los articuiosdcl .. Federalista. Ver R. A .. -Dahl, A-Pr.f;a co .Democratic Theory, Chkago¡ The Urúversity of Chicag!' Press, 1956. Cap. !, particular· mente p. 10.

l? Insisto en l::i advertencia metodológica señalada en la nota>!? 2. En . ese erúonces Alberdi rechazo. el-principio hereditario-m~roEquico. -~º ocurre así con el autor de: los escritos póstumos-en ·cuyo volwncn IV bajo ci titulo "Del Gobierno en Sud América según ru Re\'olución·,fun<l!'rTlen'· t.ll"' (trabaío "escrito en los años 1862-186,3), .~l~crdi m";"ifie~ra. su preferencia oc:isional a favor de la monarqu1a. Dicno trabajo ha stdo recientemente reeditado con un titulo diferente. Ver J. B. Albcrdi, La :;ionarquía como mejor forma del gobierno i:n S":1·Am áica,. -cst~dio. prcliminu y notas de Juan P~blo Oli\'cr, Buenos Aires,. A .. Pena L11Jo, 1970. La expresión "modelo bolr.-ariano" hace rcfcrc:rcia a un.a fo"':a concreta de régimen político expuesta por Simón Bolh·ar en s~ ~g~ta Ce Jamaica (1815), donde escnbió lo que sigue: "Su gobierno po',1--a 1mHar al inglés: con la diferencia de que en lugar de. un rc-i:. h~ra. un .po.dcr cjccUtivo, electivo·, cuando más vitalicio, y jamis hcrcCllt.anO Sl s~ .qwcrc república,. una c;Ímara o senado kgislaúvo hereditario, que c;i las tem­pestades políticas se interponga entre las olas populues Y los rayo'. del gobierno, y un cuerpo legislativo de li~rc elección.. sin.?tras .rc.s:z-tcc!oncs

.. que las de la cámara baja· de Inglaterra. ES<a consoruoon pa.rti:i~ar;; de todas las formas y yo deseo que no participe de todos los v1e10s • Y. Lccuna; Cartas d'el Libertador, L XI, p. 53, cit::ido por ]. L. Romero, El pensamiento político de la derecha latinoamer.:Ccna, p. 92 •

18 Conf. R. A. Dahl, Pluralist Demacracy in tl:e !Jnited States: Conflíct and ConsenL Chi!:ag!?, Rand Mc:Nally, '.?57, p. 34 ss..

19 Aqui adopto el concepto de represenuaon formal. e:<pucsto por H. Pitkin, que me parece el más adei:uado para acl:lnr este. p:oblcma particular de la· représc:ñtación política. Ver H:innah F. P1t.kin, The

.Concept of Rep""sentation, Urú,·crsity of California Prcss.. 1966, Cap. 3: formalistic Vicws of Reprcsentation. .,__ -·~ . . : • · ~ 20 J. B .. A!bcrdi, Drrecho Público Provincia~ Buenos Aires,. Unívcr­sidad de Buenos Aires, Departamento Editorí:tl., 1956. p. 100.

2 l J. B. Albcrdi, Bases. .. , Cap. X.'{ll, p. 160-, . . . . • '2 '2 J. B. Albcrdl, Sistema económi'co y rrnt1st1co e.e la Con¡ederac1or1

Argentina, p. 2 l. . , , '2 3 En este sentido, Albcrdi condena sevc:ramente el sufragio uruvcrsal.

Lo considera un medio que lcglt1ma.dcspolismos o ci.r..uúas populares., pues otorga poder a las mayorías Írre>pons:ibles (que; por otra P:Utc,. c:alific;a con ténninos peyorativos). "El sufragio urúversal, crc:ido bajo Rivadavia por ley del 14 de aiosto de 1821, trajo la intervcnóón de la chusma en d gobierno, y Rosas pudo conservar el poder apoyado en el v.oto e;:ctor.tl de la chusma, que pertenece por afinidad a todos los dcspotJ.Smos. d· B. Albcrdi, Derecho Público Piouincia4 p. 137.

'24 J. B. Albcrdl, Sístana económico y rentíst-:Co d.r. ia Confederacüm

A'gentina, p. 246 s.

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NA TALIO R. BOTANA .:

2 5 J. B. Alberdi, Sistema económico y- rentístico de ÚJ Confederación Argentina, p. IJ 46.

16 J. B, Alhcrdi, Bases ... , Cap. Xil,-.p. 5 5. 2 7_ Que; cJ misma..Albcrdi-lo señala,_ sc~ían los ·arti. · 14- y ·20 de la

.-ConStirudón Nacional Sistema económt'co y ré:ltí.stico de la Confedera­ción Argrotina, p. ·21.· - .. 18 DistiJ1ciÓn -que establece Rousscau en el proyecto de constitución

para Córccga cuando establece d derecho electoral para íos dudádanos y' los burgueses y excluye de ru ejercido a los habitantes y los nativos. Ver al respecto B. de Jouvcnc~ Essai sur la politiJ:;ue de Roússeau, Les Editions du Cheval Ailé, Gcncvc, 1947, p. 122 y s.

2 9 Al=is de Tocqucvilk, La democracia en América, Fondo do Cultura Económica, -México-Buenos Air~s. 1957, p. 34.

30 Habitantes ·b:~n(QS -ñ~tivos y i:xtranjaos natu.ralizados1 se entiende, dado que -los esclavos nc:gros permanecían en una relación de subordina· :ióa scn::j1nte a la que se advertía en las ciudades griegas que practicaban l:i. democracia.

31 A .. de Tocqut:Villc, La democracia en Aménci;. p. 2l7. 3 2 A.· de Tocqucvillc, iderr, p. 2,18. ·

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LA OLIGARQUIA POLITICA

La república restrictiva.,_ tal como surge de la fórmula · albercliana, no definía ningún medio práctico para hacer

efectiva la representación. Hemos comprobado la firrne­·za con la cual Albercli expone su consejo para media­tizar y circunscribir el ejercicio del sufragio a unos po­cos, pero no es fácil" percibir un- reconocii::::ie:nto ma~ explícito del conflicto que pueda sobrevenir con motivo

· de la división de los notables en facciones electorales ántagónicas. Pareciera como si el legislador hubiese apostado a favor de la prudencia natural que se despren­dería. de los notables habilitados, en virtud de la educa­ción, _el poder y prestigio, para ejercer la libertad polí­tica; Cimaginó una república armoniosa donde aquella virt.ud señalada por uno_¿ie .sus mentores, Montesquieu,

--<transfiguraría en deber moral el respeto por las reglas establecidas? 1 Es difícil confirmar esta intención, pero si esta pregunta mereciera una respuesta afirmativa, ella sería fruto de la imaginación de un intelectual cuyos deseos sólo habrían sobrevolado el duro territorio de la realidad.

No fue así, sin embargo. Alberdi no se hacía ilusio­nes; confiaba en el valor prescriptivo de las instituciones nuevas, al misn;io tiempo que cubría con un manto de razonable pesimismo las predicciones que la implan­tación de un orden constitucional podría sugerirle: "La libertad, viva en el texto escrito y maltratada en el he-

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66 NATALIO R. BOTANA

c;ho, será por .Jar.g9 tiempo la )ey de nuestra condición política en América antes i:spafiola. " 2 De todos modos, el acto de se!eccioiiar los. medios prácticos qu~ habrían dé r-egular las .acciones poli'ticai. dentro de los fímites· dé la r~pública restrictiva, ya no correspondía al legislador_. La respuesta debía trazarla el hombre político o, si se

·quiere,· debía resultar de una relación entre los indi­viduos y las clases que detentaban posiciones de poder, y los que pretendían acceder a ellas.

Ante una propuesta prescriptiva había que legitimar a través de los hechos"una estructura de papeles políticos dominantes y una regla de sucesión. Entre esta~ fronte­ras, nuevas y endebles, era necesario diseñar una fórmu­la operativa que permitiera a. los actores. construir una base de dominación efectiva.

Est~ fórmula operativa. no tíene acta de nacimíento precisa y aun cuando sus orígenes puedan retrotraerse a los tiempos .del Pac~o ,de S_an Nicolás y de la presidencia ºde UrquL::.a, ella cobró más consistencia a partir~-del ochenta y perduró h:_sta la reforma política sancionada por Roque Sáenz Peña en 1912. No es tarea sencilla dar cuenta del princípio básico que gobierna esta fórmula. Pero . quizá reSlllte posible derivar una hipótesis razo­nable. del diálogo interior que entabla el mismo Alberdi entre, por una. parte, su personalidad de legislador que define mediante normas una fórmula prescriptiva y, por la otra, su dimensión de sociólogo, observador de la realidad que descubre una fórmula operativa subya­cen te. 3

El control de la sucesión ~~

Las observaciones de Alberdi, eri tai'ito ·sociólogo, son fruto de una crisis y de una experiencia política fallida.

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EL ORDEN.CONSERVADOR 67

En 1879, Alberdi, vi~jO y enfermo, regresa al RÍQ de la Plata luego de: cuatro décadas de ausencia; viene dis­puesto a hacerse .cargo de una banca de diputado riacio­~al por T\Jcu_mán,- para la cual· habíª sido electo h~ía ya u-1!: largo-·a,_ño. Alberdi ini_cia su-:primeh ::-Y única-

- experiencia ae política práctica en su'país p.ataí, en cir­cunstancias en que -iinp~ra _un clima de Yiolencia; teme las consecuencias irreparables qúe podría acarrear un en­frentamiento armado y adopta una actitud conciliadora entre Roca y Tejedor; permanece en Buenos Aires cuan­do Avellaneda traslada el Congreso a .Belgrano y, por una extraña· paradoja, las tribulaciones del intelectual condicionarán de tal modo la voluntad de decisión del hombre político, que Alberdi no votará esa ley de fede­ralización de Buenos Aires que preconizaba como indi.s­pens¡¡.ble desde 1859.q

Durante el verano que sigue a los sucesos del 80, el político indeciso cede su iugar al intelectual presa de la febril ne~esidad de explicar los acontecimientos: i\!ien­tras recibe Ja pública adhesión· de Roca, Presidente en ejercicio 5 , Aiberdi. escribe su última obra, La República Ar enti - consoiidada en 18 O con· la ciudad de Buenos

ires ,por Capzta 6 ; al i añótó'-ias siguientes observacio­nes .que conviene registrar.in extenso:

" .. .la causa productora de todas las crisis de disolució·n. con motivo de las dccciones prcsidcnciaks reside en la Constitución actual, que ins­tituye y establece dos gobiernos nacionales, Jos únicas das grundes elec­tores (la bastardilla es nuestra) y los únicos dos candidatos serios, por razón del podc:r eicctoral de que disponen de hecho. D<: un lado c:s d Gabemadar-Presidenle (se refiere al gobernador de Ja provincia de Buenos Aires), cuya candidatura forzosa es una verdadera reelección; y dd otro es el Presidente cesante, que para asegurar su reelección en el período vc-­nidcro1 promueve. para succdcric en cl periodo intermedio a uno de sus subalternos, baío wi pacto subentendido de devolverle la presidencia a su va.º7

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68 NATALlO R. BOTANA

·- El presidente y el gobern_ador de Bue:'!os Aires son, por consiguiente,

11 •• .l~s dos grandes y Unicos Electores y los dos únicos C~d:"dato; serios,

por ser J.mhps Jos Unlcos poseedores de los mcdio_s o raión práctica de h1ccr:se ck~!. tos cuales no son otros que los cicmcJtos· malcri:i.lcs Oc que

- se compone ci gobierno de todo el país."8 - ·

La subordinación de Buenos Aires al poder político nacional, lejos de atenuar esta tendencia, la confirma y la uni~ica en un centro de decisión privilegiado:

"No hay más que elecciones oficiales en cl país. es decir, nombra· mícntos, promo..cioncs que hacen los gobiernos, de los ·funcionarics que los han de continuar en sus funciones, ·Si los··dos gobiernos fueran uno solo, la elección oficial no cesaría de existir por eso. Ese gobiem·o único sería su propio dcc: ... :· o n:dcctor, y ·Candidato más' o merlos indirecto, como succ~ de en Chile; pero cl país argentino no estaría expuesto al ñesgo de ·divi­dirse en .dos p2.Í.ses, en qui: lo tiene .pcnnancntcmcnte la Constiluc!ón que k da dos .gobiernos nacionales, o le divídc en dos departarr:~.:cr.s los de· mentas dd gobic:rno nacional que ncccsíta.': 9

, .Obsérvese el cambio radical ~le" significado dd lengua­je tradicional.n;ente utilizado para describir una sit:ida­ción de república electiva. La combinación de la forma republicana con el principio elec;tivo. de gobierno puede adoptar múltiples traducciones institucionales, pero

-cualquiera sea ·dicha traducción ambos principios impo­nen, desde su particular perspectiva, una distiñción ta­jante: la república distingue entre la esfera pl:.blica y la esfera privada; ambos órdenes de actividad permanecen protegidos por to"da una red de derechos y garantías que se estipulan de modo explícito. Si la república re­chaza la herencia o la designación burocrática, como medios de selección de sus magistrados más importantes y opta, en su reemp_lazo, por la elección proveniente de una,_ realidad llamada pueblo, una segunda distinción· se sumará a la primera: el soberano, o entidad donde resi-

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EL ORDEN CONSERVADOR ·69

-de· el poder de designar a los gobernantes, es causa y no ef:c~o ~e la <:-kccíón de los magistrados. El elector, por cons1gu1ente, tiene una naturaleza política diferente de la del representante; este último depende -al menos en

. térmii_:ios de un proceso· de represe_ntació-n formal- del-- ele~tqr,- ~l cual, por Üna d-élegación -que va de' abajo

J:ac1a arnba, _c-ontrola al gobernante- que".él mismo ha designado. Hasta aquí los argumentos teóricos. . L~ realida~ que se había gestado durante lª=Lprcsi­

denc1as antenores-al 80 demuestra lo contrario v convo-ca ~ observador a expresar un lenguaje inéclito que mantJene las palabras tradicionales con significados opuestos. Habrá siempre electores, poder eíectoral, elec­ciones y control, pero los ele<:!~~_r~ los gobernan­te~_):'. no los gobernados, el poder electo'ial-resldirá -~ lo~-~-~~t0is"coercitivo50.eé-óñ.ó"iñl°cos-d.elü·5-gübTérñ'Üsy­nl? __ ~n -~1-SC'..t?~~~-~~ !? __ ~~T~g~ ~~_afojonaciá--arriba.­las elecciones consistirán en la· desigfiaci6ñ-d.~f5W::ºé;;~-por el funcionario saliente y el control Io ejercerá el gobernante sobre los gobernados antes que el cmdadan:i sobre el magisn;ado. .

Lo que aqur se advierte es un problema de unifica­ción de poderes y de concentración aelconTiol naC:ional que, paii--algunos, _e_:__Erevr~ a la cuestrürldelimitar -y democratu:ar-el gobi-erno-:-:-Aibcrcu:TstaEifeceilna··e:·;caia.

-cl~p"i-icinaa::d~s: no le preocupa asegurar, en pri~­r:imo, un re. men nonnal de dele ación del poder, sino alcanzar un gobierno efectivo aue centr ice a capac1-da~ electoral en toda la nación. Este acto de centrali­zación, consagrado merced a los. sucesos del 8 O, está en el o_rigen _del cnntro{ gubernamental que, de allí en m ':s, se eJercera sobre tododos habitantes y a escala nacional

. Se trata?ª• pu:s•. de acumular poder, asunto que Ma­d1so..r:i ·hab!a perc:.b1do como una de las grandes dificul­tades que enfrentan las nuevas naciones y que aconse-

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70 - NATALIO R. BCJT~NA

jaba r~solver de la sigui en te manera: "e.n primer· lugar usted~s deben-J:iacer que e1 gobierno -contr9le a _los go­bern~dos; y en seglindo lugar, obligarlo· a -que se con­trole a sí rnismo". 1º _

_ . Sí la capacidad electoral. eg.á c~nceñtrada en los car- _ gos gubemarnentáles~ er acc_d:b""a'-ios· mismos peroi"anéce clausurado para o"tros pr:etend1ente~ que no sqn aque­llos designados por el funcionario saliente. Hay en esto la voluntad explícita de mantener la estructura de pape-. les dominantes, más allá de la incertidumbre que. podría. deparar una contienda abierta ~.ntre dos o más candi-datos; ____ . .

Por consiguiente, la fórmula· ope~ del régimen ·('.inaugurado en el 80 adauiere,. según~, 1,ln signifi-u· cado particular, si se la entiende como un sistema de

\ t · . h.!!JJ!mon{a· guó.emam·ental que se mantiene Q"acias __ al. control de la suceriii:n.. Este control constituye el punto c~ntral del cual depende la persistencia· de urÍ sistema hegemónico_ La suces1on o, si se quiere, la transferencia de poder de una persona a otra, permite comprobar si las estructuras institucionales de un régimen prevalé.cen sobre la trayectoria personal de un gobernante. Hacer un régimen consiste, entre otras cosas, en edificar un sistema institucional que, al no confundirse con una biografía ni ·con,_ un liderazgo ·ocasional, trascienda· ·la incertidumbre que trae aparejada el ejercicio personal del gobierno. La fórmula the King is dead, long live t~e King no es un 'mero juego retórico: quiere afirmar, en su proclama, que la desaparición de un monarca no obs­taculiza la perdurabilidad de la corona.

Pero en la Argentina de ese entonces, pensaba AJber­di, no había reyes ni monarcas; había gobernadores y presidentes y ni el carisma de las tradi~iones religiosas, ni la herencia consagrada por las antiguas casas gober­nantes podían constituir una regla de sucesión adaptada

~1 ~-.

·.EL ORDEN CONSERVADOR 71.

a las circunst~ciis. Sólo restaban la elección y la fuer--· za. Ambos métodos, observaba, fueron singularmente ra­

cionalizados: la ·elección sé trastocó en (:lesignación del __ gobernante por su antecesór -y .J_a fuerza se co;icentró en los. titu1ares qe 1os papeles·dommantes, revestidos con la autoridad de gra:zdes electores. ·

La.hegemom'a gubernamental

Ahora bien: ¿sólo la designación y la fuerza fueron las recrias sucesorias adaptadas al régimen de la época? ¿o h~bo también otra regla de sucesión calificada por la riqueza? Si las. elecciones eran oficiales, el ~od~r electoral residí-ª en IOs gobiernos y_ el control se e1erc1a sobre los gobernados, ¿quién tenía la ca~~cidad nece­saria para intervenir en ese proceso? La· tormula pres­criptiva del régimen, tal como lo he;mos señalado; of7e­cía una respuesta 5~tisfactoria pero no suficiente y com­cidía con la fórmula.operativá.-tan splo en su punto de partida: los· únicos que po,~í_a:_i p_~ticipar en el gob_i~rno eran aqu~Uos habilitados por la riqueza, la educac10,n Y

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el prestigio.· . - , l -<. La observación es importante, pues a partlf del il.ll.el 1 ~1 ,.

extraordinario.incremento d~ a ~ ueza consolidó el po- ¡, er econom1co de un o sooal cu os m1em ros - Yl.}J

ron ·naturalmente" a tos ·para ser desi nadas go er-} O-{"'/ n~ El__.EE.der_ e~onón:ic~ s~ co,nfund.ía con e pods:r / político; esta c 1a· ust1fico el desarr o de una p a ra que, para muchos, fue bandera de lucha y, ~a otrii~. motivo de explicación: la olirrquz'a. Es una vi.eJa palabra qu-; arrastra el legado de os· fÜnd~dores d_e ~a teoría pplítica. Desde los tiempos de Platon y Ansto-teles,' oligarquía significa corrupción de un p~ncipio de gobierno: la decadencia, entrevista por los filosofas, de

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72 NA TALIO R. BOTA~.¡ A

- los ciudadanos que n~ sirven al bíen. de b. polis, sino al interés pa.tticular de su grupo social. Palabra crítica que abun1a en C?nsideraci?ñes éticas_ y. que, al cabo, conclu­ye ~x-plicando· eL oGaso -dé _una aristbGracia .o de un pa- -trié:iado: el. largo itinerario que récorrió- a -tra'.(és de los siglos y de los pueblos Ja. condujo también, qué duda cabe, a la soéiedad y lá ·política argentina de aquella época.

Es complicado ensavar alruna síntesis de Íos sicrnifi-• o o cados diferente.:; atribuidos a la oligarquía desde· el sitial del observador o· .desde la comprometida perspectiva del actor. ·-· ~.- __ .,_

Pa,·a l?s. histo™~ºI~S, por ej~mplc:, 111 oligarquía pue­de descnbrr unact'atee-orz'a social dominante en la que no se .pondera nin~ cómponente específico, ·como en el caso de la expre_sión "~ristoc~acia. A-e las p~mpa," de i\kGann 11 ; o bien, calificar una l.Gfase soeza! aue subraya la dimensión económi.c:i.,{com~con. el~

----~ '::'! concepto de clase terrateruente -cond.uctora y bepe- '•'-.... i

fici_2ria -::onsci~?Í~sión basa el '\umerrtoi""" de las exportac10nes- empleado por Halpen 1)1 La oli-"5 garquía, asimismo, puede ~ri:var su · · r.cado de la corrupción histó_rica de µn<.3pa.triciado, fea éste smom-mo de un grupo' dirigente qu~ser. represel"'.tativo durante la crisis dd 90 como señala Grondona\3 ; o bien, calificativo del roquismo triunfante en el 80 que, una década después, se entrega a los intereses de Buenos Aires como parece desprenderse del ensayo de Abelardo Ramos.1 ~ ~'También !~ oli~rquía puede dar cuenta de una c~e, consciente y unida con respecto a un propósito nacional como advierte Miguel Anael Cár­cano15 ¡ o bien, reflejar el carácter de un grupo,,de ru1.: tables, \en el sentido tradicional dd ténÍliho, cuyo am­b'leñle ~atural es el club y su método de acción el acuerdo~ tal como sugiere Carlos A. Floria. 16

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. Trés""~ntos de vista que se entri:;cru;3Jl cuando se emprende un análisis del fenómeno olicrárquíco' en la Argentina la oligar_guía es una clase soci~ determinada

'. por su capacidad -de Cüñtrüfeé:Cíñüm!Cü;ia oligarquía-;~

/

/un· grupo ·politico; én su origen· representativo~ que se . · corrompe por motivos ~versos; la ~lig':::_q_::_ía _:_:_.:;..::.~.5.'.<:·

se gobemarite, con esp1ntu de cuerpo -y con conciencia de P~t!::nece!__a un estrato poh tic o supenor, mtegrada por un _tipo es¡JeafiC"o'élefiom1:iie'¡:io1ítii::-O: el nofable]

~os s1?11fica_dos contrapuestos asignados ala oligar­qu1a estan de acuerdo, en ·general, acerca del oriaen histórico del término que respondía a. una actitud crfti­ca, merced a la c,ual el rechazo del régimen del 80 valo­raba los gobiérnos anteriores a Roca. La consolícfación del régimen político, en efecto, no sólo coincidio con un desarrollo espectacular de los medios productivos; tambiéñ trajo aparejada Üna secularización acentuada del dima moral, sobre todo en la· ciudad de Buenos Aires, y una _expresión, h~ta entonces .inédita, del luci­m:;ento y·:. iel boato que Veblen hubiera denomir1ado "consumo ostensible"}.?

Esta convergencia deJ circunstancias es evidente duran­te· la. década· del 8.0 Y' en la crisis del 90-, pero sus efectos perduran veinte años más y constituyen motivo para dirigir críticas de "reparación- ética" en tiempos del

-<. centenario . .::;Para los que reaccionaban contra este estado .de cosas, el prerroquismo se recortaba en el pasado como un signo de moral política. Muchos coincidían en afirmar la conciencia cívica y el estilo sencillo que ca· racterizaron los primeros .-gobiernos de la organización nacional. La.s imágenes representaban una forma rudi­mentaria de democracia preindustrial, con ciudades pe­queñas y austeras en sus costumbres, donde·los diriaen-

, o tes aparec1an como garantes de aquellos valores. El re-cuerdo de Carlos Pellegrini cuando en su ju-;entud visi-

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74 NATALIO R; BQTANA

taba a Valentín Alsina Y- describía "la pobreza de este magistrado qu;e era toda_ la· riqueza de aql..!dlos tiem­pos"18; el pesím:ismo de Sarmiento ante las cost:Umbres emergentes en el 80: ~'República sir:- ~iuda_danos,: sin_ opinión pública, edusada ·para la tiranía ... " 19 ; y el nós­tálgico recuerdo de_ iVIiguel Cané: "'Nuestros padres eran soldados, poetas y -artistas. Nos otros som.os tenderos, mercachifles y agiotistas ''2°, ilustrar.on esta -actitud. Co­rolario de ella fue la afirmación que hacía de las déca­das anteriores _al. ~chen!a,_t~emp<:J~ de vida· cívica vigoro­sa y de. partidismo de buena fe, contrapuestos· a lo que -. vendrá después: el silencio, la clausura y la corrupción; en una palabra: la oligarquía. 2 1

Dado el carácter crítico ·del concepto de oligarquía, la cuestión que ocupará nuestro interés .consistirá en desentrañar la dimensión poli'tíca del fen.ómeno oligár­quico en l~'itl de ese entonces, admitiendo, co­mo supuesto, dos cosas sobre las cuales parece derivarse

,un acuerdo:@ q:ie hav olig_arguía cuando un pequeño ' o de ac res se a ro ia de los'"ruortes it:nd -~ del poder;®-crue ese grupo está localizado en üña :-,; posic · ón rivile aaa en la escala de la estratifica ·' ~- Ambos supuestos,' sin em argo, no expiican del todo la dimensión política del fenómeno -oligárquico. Suponga el lector el análisis cie una sociedad· donde se han verificado los supuestos a) y b ). A =des rasgos se podría plantear; esta alternativa con respecto al compor­tamiento político de sus miembros: o bien ese peq~ño número de actores.~ificado por su riqueza y prestigio, se pone de acuerdo con re~un conJunto de re­glas ue garantizan el derecho de la oposicion a suceder pac1ficament e o contrario. dí-

as re las no existen (y, si existen, son etra muerta) y .

en su reemplno se__ius:¡:""t""au~ra:::_..,,a:.....:su::.:::.¡p::;r:..:e==::.:::.._:::e::.:_...\gru~.:.tP~- \ .:. go'bem=to 'ºb" J, opofilción,C' Q}

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•·-EL ORDEN CONSERVADOR 75

Ambas posibilidades a.Sümén la hegemonía de un nu-' . mero reducidó de individuos el resto de la socie-

dad, pero mientras en e rimer cas la he~emonía no. es ercibida c_omo .. t ' or los m1einbros de la I'f!lnoría_ -~ligárquica, en 1 segunda -circunstancia ·e domm10 _gu~ _ bemarnental se des ie a tanto sob.re la.gran mayoría de -la _población, pasiva y no mtervm1ente, como so re os miembros P~r:tenec1ent~s aJ estrato supenor que empren-"ctfi! una actmdad ooositora.

·Si aceptamos como hipótesis plausible la relación ·de p.Q.der anotada en la segunda posibilidad. la oligarou ía guedf' ser entendida como un conCF·pto qne olí fic;¡¡ un s_i¿tema de hegemonía gubernamental, cuvo imperio en a Araentma observa erdi a.rites v e ' de 1 . E sistema hegemónico se organizaría sobre las bases de una u.ruficacíón del origen electoral de los car­gos gubernamentales que, según la doctrina, deberían tener origen distinto. Este proceso unitario se manifes­taría según modalidades diferentes: primero por la inter­vención que Je cabria al gobierno nacional para nombrar sucesores; después, por el control que aquél· ejerce en el ·nombramiento de los go&e:;;-arités de provincia. La esca~· 1 1\;¡. la de subordinación que imaginaba A!berdi alcanzaría la 'fdl'~

...,.-cúspide de un papel dominante, el de presidente, para JJ,~\1:.. descender en· orden .de importancia hacia el gobernador ar de la provincia el cual, a su vez, intervendría en lj designación de· los diputados y senadores nacionales y en la de los miembros integrantes de las legislaturas pro-vinciales .13

El esquema de diferenciación electoral de naturaleza . federativa que propone la fórmula prescripta es el si­guiente: .

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76

A~161TO ?M.OVINCIAL

¡ G~oernacJor H 6:!g1slalura

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PueDlo E:ector

NA TALIO R. BOTANA

Cuadro N"! 1

Al.!BITO N.:.'CIONA,!-

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j S~:iz::!oresJ~i Pres1dcn1e 1-=-:-~

["L;;sli\lura J ~10- E:ec1ora1 1 l ~e!llO. ::.~:or 1 j

:\Iientras que la ese.ala de subordinación _que pro'pone la fómrnla operativa ofrece una imagen de este típ_o:

Cuadro N'! 2

. [ t:eg1slatur&' Provmcíal.~.,. J ... La hipótesis expuesta exige, pues, rastrear uri-¡·~nom·e­

no d~ control' político, impregnado de una connotación fuerte que poco tiene que ·ver con el significado de su uso en las técni.cas. administrativas: en las prácticas con­tables o aun en· el pi:oc~dimiento judicial.

En la perspectiva en la que nos ubicarnos, control evoca una acción de po9er, una voluntad de potencia ejercida sobre otros desde un determinado puntó del espacio político. Como tal esta noción traduce; un acto que se extiende entre dos términos: uno, que hace refe­rencia a quien controla, y el otro, que califica a quien es controlado; ambos configuran una relación política a la cu.¡¡) se le podría añadir un tercer elemento: el por­qué y el parn qué se! control. 24

Esta óptica de análisis sitúa el problema del control en términos abstractos y, en sí misma, constituye el

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EL ORDEN CONSERVADOR 77

preámbulo de un trabaj~ más ambici~so; porque el con­trol- es un hecho histórico iluminado de ·una manera

. particular que recubre una· serie ·de mo,dalidades: se ex· i - ' - - , ' - - -

tiende ·a tra-vés de!· tiempo, _adquiere un señtído· determi-nado, reivindica grados· diverso.s de. inici;tiva y. d~ pre­sión y puede alcanzar, también, .resultados y efectos di: ferentes. 25

El sentido del control y sü dimensión t~mporal mere­cen, entonces, especial atención. La fórmula prescrip tiva que habían consagrado ·Alberdi y el Congreso Constitu­yente, pretendía traducir en instituciones un conjunto de valo~es e intereses socioeconómicos que los actores dominantes estaban dispuestos a defender .contra hipoté­ticas resistencias. Las institucione' oueden ser tradu,;-

,¡.·h,'(,tO ción efecti.va de un propósito -de control -qué duda i\':Jr' b b., ' d il eS ca e- pero tam 1en actuan como punto· e arranque. de

(l'l una empresa histórica más complicada por cuyo destino un propósito de control se esconde bajo determinadas prescripciones formales, las orienta con un sentido clis­tinto del que resulta de una mera lectura jmídica, y persiste más allá· de los cambios que ueden acaecer en

etermrnados momentos . . Este doble· moVIm1ento de cambio y persistencia está

-<.presente en todo proceso de desarrollo institucional,, pero en algunos casos la clistancia entre fórmula pres­criptiva y operativa es más fuerte que en otros. La reali­dad política en la Argentina de aquella época no .es ajena a este problema, que bien merece ser visto como una de las fuentes de la cual abrevar para echar alguna luz acerca de ra cnsis de tegitz.midad que "'li'F~acucli<lo ª regímenes políticos de signo y. fundamento harto dife­rentes.

Dicho esto, es preciso tomar conciencia de algunos riesgos teóricos, porque la hipótesis alberdiana del con­trol de la sucesión presidencial, llevada hasta sus últimas

·.:'.-

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78 ÑATALIO R. BOTANA

consecuencia·s, podría crear imágenes elementales en su . diseño y riesgosas en sus conseQ.lencias. -Proponer una relición¿~ii11ple;· según. la cual fodps .Jos presidentes fue- - . ron directamente designados por su antecesor; -signifl- -caría violentar la historia de un modo·. tan ingenuo_ co: mo el espíritu que suele animar ciertas generalizaciones sociológicas de ende ble factura.. Los regímenes políticos. oligárquicos tienen la característica de desplegar un complejo entrecruzamiento de actores y tendencias que se enfrentan o se ponen. de acuerdo. Si el lector tiene la paciencia de recorrer las líneas ·de fusión y ae discordia que trazaron los grupos políticos desde 1854 hasta

· 191_~ (le recuerdo, una. vez más, el apéndice que figura al nnal de este libro: Esquema de los gro.pos polí~icos entre 1854 y 1910) com_probará que esta observación tiene mucho de cierto. Por lo tanto, resulta bastante claro que ]os mecanism?S de control Íntraoligárquicos poco tienen que ver con una imagen de- designación. .huro:.Diti.ca, trasladada sin sentido crítico desde otrbs contextos históricos, según la cual el de arriba nombra al ue le sucede v éste, a su- vez, acata sus manda tos.

El camino interpretativo es otro, e mismo modo como la factura de hipótesis mis flexibles permitiría comprender un aspecto de la acción política de ese en­tonces, con todos los riesgos que ello supone, como un sistema de transferencia de poder mediante el cual un reducido número de participantes logró establecer dos

rocesos bási_cos: ,excluir a la oposición considerada peli­grosa para el mantenimientg d.el régimen v "cooptar" por _el arnerdQ a la oposición mo.krada, con b qne -se podia tranSílr SQbre cargos y ~andidablr:JS.

Esta manera de aventar con flictos.-:..y de tejPr ali¡¡¿izas puede hacer de telón_ d~ fondo Pª::ª entender el modo

I ,_,. __ .:'\:~

.-

EL ORDEN CONSERVADOR - 19

f~: la pre-scriotiva v la ooeratjya; ambas enhebra­.ton un viejo diálogo entre constitución y realidad qµe, quizá, permita echar alguna luz sobre wia complicada historia. · · -

- - La constitución estable!=-Ía ..:riodalidades 2recisa~ P.ara elegi~: a los presidentes y a- los miembros del Senado Nacional; consagraba el voto -directo en ].a c;:\.mara baja; reforzaba los rasgos unitarios del sistema federativo me­diante i.a -intervención federal. ¿Qué distancia se trazó entre teoría y práctica? ¿Cóm.o entender los movimien­tos de impugnación. q1ue, bajo la crítica·' acerca de la corrupción del sufragio, pusieron en jaque a una clase gobernante en múltiples- opórtunidades? ¿cómo, en fin, advertir tras las formas institucionales la incesante ac­ción que supone mantener las posiciones de poder ad­quiridas? ·Interrogantes, todos, que bien sirven. de preámbulo para avanzar sobre un itinerario a cuyo tér· mino alcanzaremos a percibir algunos rasgos institucio­nales de un régimen que perduró durante más de tres décadas. ..~

NOTAS

-<. 1 Si se aceptá b. opinión de Paul Groussac en Sudamérica del 20-6-1884 donde sCña.!a a Montcsqu1eu como "maestro favorito" de Al­berdi, cit.: Jorge.- M. :'iiaye~, Alberdi y .ru tiempo, p. 923.

~ J. B. Albcrdi., Sistema ecor:ómico y rentístico de la Confederación Argentina. p. 245 s.

J Esu distinción a propósito de Albcrdi entre el legislador y d so­ciólogo (o d historiador) puede !cene, referida a un objeto complemcnt:i­rio en /IL Grandona, Los dos poderes, Bs.As., Emecé, 1973.

4 Ver Jorge M. ~!-.yer, Alberdi y JU tiempo, pp. 863, 866, 871, 881-883. . s El 12 de noviembre de 1880, Roca envió un mensaje al Congreso

solicitando los fondos para costear una edición oficial de las obras complc-1'1,' de Albcrdi dado que "su impresión responde a W1 verdadero interés público". Ver Jorge ~L Mayer, Alberdi y su tiempo •. p. 887. Esta adhesión

! ... , . . )

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80 NATALIO R. BOTA!-IA

, . · ·· d a.fi ba pública puedc-apoy:?I la· opinión de J ua.n Agusun Garc1a cua.i; o rma que "en su concepto d gobernante argt::ntinO que más se h:?.bta ace~c:ido,a la ·aplicación de los preccp tos ¿e Alberdi, fu~ el gencr.tl Roe~"· _Tcsllmomo recosido por Federico Pineda' en En tiempos de la Repub/1ca, Buenos Air<s, :\lundo Forense, 1946,-p. 10. . ,

G R.-:imprcsa rc:cicntdmcntc bajo· c1 título:_ La r:r.:oluc~·ÓTL del~.º~ Bue­no' .-\.ücs. Plus Ultn, 1964. Esu edición es la que ·utilizare en. las citas que sígucn. _

1 J. B. Ailx:rdi, La reuolución del 80, p. 41 s. 8 J. B. Allx:rdi, La. reuo/ución del 80. p. 43. 9 J. B. A!berdi, La reuo/ución del 80, p. 5.3 s. . l O James Madison, El Federalista, .N~ 5 l. ciL por S_amucl P. Huntmg­

ton, Po/itical Order in Changing Socicties, Ncw Havcn and London, Yak Univcrsity Press, 1968, p. 7. . .

11· Conf. Thoma.s F. McGann,.Argentina, Estados Unúios y el ::istema interamen'cano 1880-1914, Buenos Aires, Eudeba, 1960. p. 9.

12 Conf. Tulio -Halpcrín .Donghi,."Los fragmentos del poder, Intro· du:::ción, Buenos Aires, Jorge Alvaroz, 1969, p. l 5.

13 Conf. ;\lasiano ·cro'iidona, La Argentina- en el tiempo y en el mun• do, Buenos Aires, Primera Plana, !96i, pp. 73 s. .. _ 14. Conf. J orgc Abcbrdo Ramos, Revolución y contrarreuo/uc'.on en la Argentina.. Del pacr:'ciádo a la oligarquía, 1862·1904, Buenos Alfes, Mar Dulce, 1970, PP• 1;;o ss.

1 5 CÓnf. Miguel Angel Circano. Séenz Peña, la revolución por los ~o-m:dos, Buenos Aires, 1963. P.· 134.

16 Conf. Carlos. A. Fl~ria, E! comportamiento de _In oposición.,:"". la An;•e,,tir.a, ponencia prescnud.a al Primer Encuentro Intemaoonal d~C1e~­ci~ Política, orgaruzado· por la facultad de Ciencia Política de la .Univem· d·d dd ::iJ.lvador, Buenos Aires, agosto de 1969. .

1 7 P..c:tomo esta cxpiesión y la aíslo de su contexto; corno es sab1:1~º' Vcbkn vinculó d consumo ostensible: a una determinada configuraClon social por él llam'!da "clase ociosa". Ver Thorstein Veblcn, _Te.aria de Úl

clase ociosa, México-ilucnos Aires, Fondo ce Cultura Econorn!C:l, 1951, sobre todo Cap. IV. · .

l 8 Cit. por Thomas F. ~!cGann, Argentina. Estados Umdos Y el sis­tt::r..a interamericano~ p. 17.

19 Cit. por Carlps lbarguren, La historia que he L-iL-ido, Buenos Aíre>, T::udc:bc., 1969, p. 23.

20 Cit. por Carlos lbo.rgurc:n, La historia que he L-iuido, Buenos Aíres,

Eudeba • .1969, p. 61. 2 1 t~no de los puntos de vista más representativos de esta !cnden·

cia que marca la antinomia c:nrrc: la Argentina "buena" ;interior al ochenta Y la Arg::nóna "mala" posterior a esa íecha, es d de Pablo Torello en "Ca· bicmo rcpublic::mo representativo sin municipios autónomos", R.A.C:P .• año II, N~ 14, 12-11-19 ll, y "Comisionados federales con fines de fis:'.al1za· ción en las provincias", ibid., año VI, N~ 65, 12-2-1916. Ver tamb1en en

·:;.:

EL ORDEN CONSERVADOR 81 este senudo fb.ymuodo Wihnart. ''¿Debemos ir al gob::mo parlo.mm· tario?", ibid., año!, N~ 10, 12-7-1911,p. 522.

22 Se resumen aqui dos categorías de an:!.lisis .. La pnmcr.t es la. de oi.i'garqu1'a compelit(va expuesta por R. J?a.hL La -segunda c::s la. de democra· Cla de fac_hada, que describe E. ·s. Fincr. En un c:i.so sé pondera d valor de

··las reglas-competitivas y el respeto de la o,posición dentro ¿c1 juego oligár-. - quíco; en el otro, se subrayan los actos de eliminación y iabricaóón del

· - voto q1;u: realiza una das.e social dor.ilnante. instalada en l.!l1 territorio que carece de comunícacíoncs físicas, mediante un dcri:Cho coo.stitucion.a.I res­trictivo. Ver al respecto, R.. A. D:tlú. Polyarchy, Partíc:pc:-:On and Opposi~ tion, New Havcn, Yalc: Universíty Press, 1971, sobre todo Cap. 3: Hiscon~ cal Sr·r¡uences; y· S. E. Finc.r, Compc:ratiue Gouemment. London, AUcn Lane, The Penguin Prt:;s:,, 1970, Dp. 9.

23 Conf. José Nicofu M:atienzo, Le Gouuemement reprisentatiffédéral dans la Répubiique Ar.g<ntine, p. 217; y Rodolfo Rh-arola. "Crónica", en R.A.C.P., año!, N~ i, 12-4-1911, p. 102 s. Dice ~iatiem:o: "Si se quiS1er.i. tTaz.ar una línea de demarcación entre las prerrogativas dd pn:s1ckntc y b.s dd gobernador en mai:cria electoral, creo que scn"a exacto afirm.ar quc::J en regla general, cad~ uno de estos magistrados designa al candidato que debe succderlc. El pros.identc es designado por su predecesor Ír..t:!ediato; lo mis­mo ocurre con el gobernador de cada provincía que es ¿Zsígnado por el funcionario que él reemplaza". Y Riva.rola añade: "el gobernador de pro- • vinda dispone quiénes deben ser los dipuudos rucional:s y quiénes los provinciales. Estos últimos que reciben su no~bramiento del gobcmador, acatan en su ooorturüdad la orden dada por éste par..! ckZ: a los --:nadares de: la naciónº.... ... .,,,

24 Ver Gcrasd- Jk:xxcron, For.ctionnement de /'EtaC., Paris, A. Coün, 1965, a quien se sigue c:n lo 3uc se r:;-ficrc a la noción ¿-e concrol, pp. 43 y SS.

25 Conf. G. Bcrgcron. op. cit., p. 80 ss.

·.-::.

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174 NATALIO R. BOTANA

testaba (valga d · 'ia.Jicismo) los procedimientos· adop­tados para conservar vigente el controf de la sucesión; el lector ya tiene noticia de aÍgunos de estos procedimien­tos aunque 'todavía ignoremos en qué consistía la· ~aíz _ de tal sistema. Para ·quienes impugnaban la: situacíó_~ esta-·. blecida,. por medios violentos o pacíficos, la verdad que ocultaba la máscara institucional era.cosa sabida.Juzga-

. f1ian la inmoralidad del sufragio; denunciaban el fraud~y ( L €: marupulacron electoral. _ · ·

\.__:_ t> ÜJ!J..fr;iJÍ;';\.'i::::, / cfi (i. ~~~ .. . - - -

El sufragio: fraude -v control electoral

"Este. país, según. mis. convicciones después de un es­tudio prolijo de nuestra historia, no ha votado nUI}­ca."19 La cita pertenece a Joaquín V. González; sena­dor por La Rioja, expresó estas palabras en el año 1912 cuando se discutió la ley de reforma electoral propuesta por R. Sáenz Peña. Esta grave. afirmación sugier.r un análisis de la realidad electoral a partir de una expe­n"enáa práctica.. González desdoblaba de este modo su papel político·: un actor comprometido. en los procesos electorales, desempeñaba la complicada tarea que supo­ne asumir el rol dé testigo para poner a desc.::ubierto la lógica interna de un sistema de control. Formulaba, si se quiere, un dis<mrso sobre el método crítico aplicable a una práctica política.

En Ja década del noventa, la oposición externa al régimen levantó ia bandera de la moral electoral frente a lo que ellos llamaban el fraude y la corrupción del comicio. Veinte años despues, los hombres que habían participado en cargos políticos decisivos retomaban los

3ismos temas y coincidían con sus antiguos adversarios. { El régimen del ochenta practicaba elecciones en el or-. Lden nacional, en las provincias y .?n los municipio_j Se

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·EL ORDEN CONSERVADOR 175

respetaban los períodos de renovaéi6-n de las autori­dades con· cuidado y hasta con prolijidad· .. Pero todos · sa.bían, gobemant~s y-. opositores, que tras !as· formas

_jurídica.5 se escondía uña rcalidád harto dif~.ren+e. · - Hecho -curio5o, · 1as sucesivas. le\'cs· electf..;.'d:les sancio- AiborJ\ nádas desde f?s orígen~s de la ~rg~:iización ~acional, lj¡ nunca establec1e.ron un tipo de· sufrag10, que calificara al L-

elector según su capacidad económica o cu! tural. Aiber~ ():'.) IU

di había reconocido las virtudes del sufragio cen~. (01~{~ ue practicaba la mayoría de la:;. nacione~· europeas20 •

tiempo después se inclinaría ante a ev1 enc1a y admiti­ría, sm tapujos, la bondad pragmática de un sistema or­denado en tomo de gobiernos electores que controlaban la sucesión de las autoridades públicas. Esta noción cen­tral puede ser entendida como el pri.n.cipio ordenador de .. un complicado mecanismo que tenía por propósito pro­ducir elecciones y asegurar la victoria de determinados candidatos en desmedro de otros.

La idea de gobierno elector no es nue~tra; refleja uii'a manera de v_er las co;;as que se ma,t.erializó en qur..:nes analizaron críticamente el control electoral desde las posiciones de poder. Como , __ taf, cónstituye una vía de acceso para analizar la _cuestióri del· fraude. desde· Ja.

..perspectiva del actor que hace público te"Stimonio de una experiencia. Este será, a grandes rasgos, el método que guiará las reflexiones siguientes: balance de un ciclo histórico a partir de la autocrítica y del modo como los gobernantes describieron los caminos que los· con­dujeron al ejercicio del poder. _,..Veamos, a tal objeto, dos testimonios introductorios.

El primero pertenece a I. Gómez, ministro del Inte­rior de R. Sáenz Peña y defensor en el Congreso, entre 1911 y 1912, del proyecto de ley de reforma electoral. Gómez representaba la evolución electoral del país a través de distintas etapas. Desde las primeras leyes elec·

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176 . _.NATAL!O R. BOTANA

torales,- obscr\'aba, ."hemos _tenido el comicio sangriento, en ios tiempos en que el pueblo todavía teníá interés por ir a los comicios. El horror al comido sangriento en· las CiÚdades, hizo que· se renu·nciaira _a él; .pe~o tU\imos la escaramuza de Ia vís-pera cer-ca de lgs atrios. o e.n ·Icrs <í.lredcdor,~s de las ciudades pára que: no co.ncur:rieran los adversarios a votar. Estos modos· resultaron también brutales; h conciencia p~blica los repudió; y entonces vinieron las maniobras fraudulentas en fos comicios; lue­go esras mismas fueron substituidas por la venalidad'' .21

No obstante, "lo odioso .no es que se cometan venali­dades, que se cometan rp_an!.o.bs.as fraudulentas por los ciudadaJ1os, sino que sea el Gobierno mismo el que pro­voque esos delitos" .22 ••

En la misma circunstancia, Joaquín V. González -se­gundo testimonio-; extraía lecciones y diseñaba una suerte de modelo de funcionamiento del sistema estruc­turado en torno del gobierno elector: "El producto del comicio libre empieza a transformarse desde la primera junta de escrutinio; después en la junta general ~l clis­trito y después en Ji legislatura, o en la Cámara Nacio­nal respectiva, y, últimamente, -es el .poder supremo, el que se encargad.e hacer la transmutación substancial ·del i:lemento 'voto popular' en e.iemen~o 'voluntad gober­nante'. Se produce así, en realidad, una especie de al­quimia política, como se ha dicho muchas veces, por medio de esta transmutación del voto operada a la som­bra de principios cristalizados en la Constitución, que facilitan .la realización de este proceso. Por ejemplo, puede ser muy sincero el resultado de un comicio elec­toral, muy sinceros los escrutinios realizados sucesi­vamente por cliferentes juntas; pero llega"a la asamblea rolítica provista de inmunidades colectivas, según un artículo de la Constitución que dice que cada cámara es juez exclusivo de la validez de los títulos de sus

_ EL ORDEN C.ONSERV ADOR 177 mien;bros. Enwnces, po~ más estricta que sea la justicia_ c.c;mun al _castigar los delitos electorales, llega la cues­tlon al alto tribunal político que-debe ü1zgar eri definití­:·a_ el p_roces.9 elector!1:1, y se encuentra que no hav juez imparcial· para i pronunciar su so beraria- decisíón, ~. ésta se. pro~uce por razón d.e partido o por -razón suprema de gobierno o de ~stado, _y, así, en definitiva, resulta -que pel voto popular es transmutado y ad;-ilterado_ En- ¡-<?!t::: b. ~on~~~, pue;,_ lo que hav en el. fondo es la falta· dD ::¡ u-sñ'll; J':1st1c1a pohtrca, que es necesana· en el proceso polí- '1 .. ''1,' ti"C. t1co. ' 1

:!3 · . - py;.

La transmutación del voto popular en voluntad go­bernante resultaba · de un complejo proceso donde se co~~ndí~n. varios umbrales de conl;·ol. La represen­tac1on teonca de este proceso no es fácil. Ya I. Gómez 'i~ve:tía las_ difer_encias entre, las etapas donde predo­mmaba la v10lenc1a y los periodos· cuando el uso de la fuerza fue reemplazado por procedimientos más sutiles;· por el engaño elec:.oral hecho· con malicia ·-también con pic~~ía- con el cual los· gobiernos,. perjudicaban a las opos1c10nes en ciernes y se beneficiaban a sí mismos. Por otra parte, la violencia y el fraude coexistieron en rr_iuc~as circunstancias_ de t~e.r;ipo y_ de lugar. Cada expe-

. nenc1a concreta, _cada elecc10n particular puede alcan­"Zar, entonces, el valor de las cosas intransferibles. Gene­r':1izar en este terreno, con el poco material de que disponemos legado por actores y testigos, es labor ries­gosa. Admitamos, sin embargo, que de este empeño qui­zá derive alguna hipótesis fructífera.

Justificación o ex~sa pára emprender sondeos provi­sorios, la cuestión del control electoral puede conden­sarse en dos tramos descriptivos. El primero sería sitio ~e ~rranque de una se · - nasos cuyo propósito con­s1stia en ge~tar el aude electora . Ello .exigirá detenerse en el estud10 de las corrus1ones empadronadoras, la for-

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178 NAT • ..:.LIO R. BOTANA

mac10n del reº1.stro, el voto colectivo, el coñ}icio d~le, el \·uelco · de los oadrones, la reHetición del-' voto, y_la ~ampra de sufcagios .. Siete m~mentos ql!_e Cl!-1minaban

-COU la producción del yo to, tributarios; a su· \'eZ, de Uff

se!!llndo trarii.-o.de control donde permanecían i~staladas la} instancias· ·que juzgab_an el producto, es ,decir, .1':-5 Asambleas Legislativas a quienes les compet1a decidir ~rea del roceso electoral.

estacion coñt:veamqs cómo se imbricaban .lim-bos términos .. Convi_ene tener presente tres .caraderís­tícas básicas del régirñ'en electoral. previo a 1912: el ca­

. :-r J Gácter voluntario del voto la ausencia del secreto en la ,lWJ;¡ ~x resión del mismo y la' aplícac1on del pnnc1p10 piuri­·/ -0:-ominal o su ragio de lista. Vota an, entonces, qwenes ' lD-J:ú q~erían mediante rocedimieritos que bloqueaban _la

J[¡.:\ compecenc1a entre listas cerradas e can i atas. filil

; .q¡¿ P.~tar prolija atención a las garantías de intim~-gibles en esa maiíifé'stación de voluntad. .

Para votar era necesario empadronarse e integrar un registro electoral. Aquí comenzaban las escaramuZ'as. No es tiempo de detenerse en detalles jurídicos acerca de las leyes .que establecieron la formación de los registros. En todas ellas ·campearon, a primera vista, lo~ buenos deseos.24 ·Para C. Pellegrini, en cambio, ·la realidad es­condía otras, intenciones: "._.los registros electorales, . en el noventa por ciento de los casos, se hacen antes del día de la elección, en que los círculos o sus agentes hacen sus arreglos, asignan el número de votos, designa:1 los elegidos ... " 2 s En rigor, las leves electorales auton­?,aban a las Comisiones Empadronadoras para levantar_ el EJ.e.giJtro Electoral. Estas comisiones mscnbíar: a los ciu­dadanos hábiles para ser electores que estuvieran en el distrito al tiempo de la elección. Como bien señala E. E. Rivarola, "como' la lev deja a las comisiones em_pa­c;ironadoras la facultad de juzgar quiénes reúnen o no las

: 1

¡ l l

EL ORDE,\'{ CONSERV . .\DOR 179

condiciones -régu-~ri-das · p;¡ra ser -inscdpto~. el electoral empieza ordinariamente, or 1 · ·

•• , .l h 1 . t "' 6 d~or ,ª .om1s19n ae ª?~ res en e reg:isro ._-. Las caractenst1cas ae los- Registros EJecto~afc;_s vana"

ban según el tipo de elección:. Eñ fos · aist~tos_ ·(las P'.º~ viricias y la Capital) se votaba para autondad~s ·n~·c,:1b­nales, es decir, diputados y electores· de .. pr~s1dente y vicepres_idente. En cada distrito las con.st1tuc1.o?e; pro· vinciª'1es o las leyes electorales nacionales subdiv1d:an _su territorio" en seccion¡es, departamentos. y parroquias In­

ternas que, por lo general, coincidían con las municipali­dades. En ese núcleo .más reducido, valga para el caso el ejemplo de la provincia de Buenos Aires, se nomb".1-~ª a suerte las comisiones empadropadoras por las mumc1pa-· lidades o por los jueces de paz.'7 Veremos de inm~diat~ el papel que jugaron los que detentaban- cargos ejecuti­vos en aquellos distritos más reducidos. Ciertamente, la designación de los integrantes de una comisión_ ,empa­dronadora que tenía en sus manos la- confecc10n del

'~ Registro era una decisión, crucial. P,¡¡.rece razonabl.e supo­ner, por consiguiente, qµe_G:l .. control del Registro se constituía en la llave del control del comici~ .

En el día del comicio se instalaban las -mesas recepto-""'-ras de votos: las presidían, por lo general, pequeñas

juntas escrutadoras que se distribuían en distintos !~~a­res públicos. Viejas crónicas, enhebradas por la ~radic1on oral y los testimonios escritos, dejaron constancia de _lo_s sitios donde se votaba: atrios de iglesia, la casa mumc1-pal, los portales del juzgado de paz. Las mesas escruta­doras se designaban mediante procedimientos variados donde intervenían· las legislaturas de provincia y los jue­ces federales de sección que formaban, .previamente, lis­

. tas de ciudadanos para sbrtéar los integrante~ de las mesas. La designación de los escrutadores era, sm duda,

_ otra decisión crucial.

:..

.......,,, ¡ '

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180 -NATAL!O R. BOTA.NA

Comenzaba, entonces, el comicio. Durante las pocas horas en que transcurría el acto po_dían pas.:r. muchas cosas desrJe la tradicional violencia de las 'v1eps elec­cíone1~ hasta los ni.étoclps ~is pacífico_s de la 11!'.illi.p~a-.

~ cióñ del -voto. :Por Jo: general Jos. electo.res _habilita~~s para votar marchaban por grupos en las ciudades Y _en.'ª ~mpa.iia. Los-comités electorales concentraba_n en luga­res estratéº1cos a sus adherentes o, en el campo, los paisanos c;ncurrían desde las estaciones o d~sde las es­tancias hacia el lugar del comicio donde· v?taban al n:i!s­mo tiempo, y de ahí que sus votos aparecieran en sene. E:;te modo de acceso a:l comicio .transmutaba la expre-~ ;_ún t:c~:S1ica del voto -la.-ácéi6n' singular de un ciuda­cl<:.no--· en un compo:·Iamiento práctico que. tenía. por objeto :.:,arantizar el é:-:ito .del control, y al n:i:mo tiem­po, significaba un reaseguro para las ºf'.º.s1c10r:~s~-qu~:;, procuraban hacerse fuertes en atrios y sit10s puohcos: Las boletas, si. existían, o las listas de candidatos se entre&'d.han pocas horas antes o aun en el mo."Den~o de.. votar:-3 ~

Esta marcha colectiva sobre las mesas eleétorales po- -· día traer como contrapartida una dispersión de las opo­siciones que de?ertaban del lugar indicado para vo!ai.:• anticipán_dose a Iá coacción presum~ble:· 1'Ia casa_ murnc1-· pal, los portales del juzgado de paz, el frente de la escuela, sirven de refugio a los. descontentos .. : .La con­secuencia inmedic.ta de esta diversidad de com1c10s es la de que resulte sufragando un número de inscriptos ma­yor del contenido en el padrón: porque, como en. el deseo de superar en número al adversario, cada partido echa mano de nombres de ausentes, y de muertos y de vivos ia suma de los votantes de los dos o tres comicios orgacizados para el mismo acto, excede el to~~' de la inscripción. . . Esta facilidad de dar a cada opUllon un comicio, conduce, además, a inesperadas sorpresas. Al

EL ORDEN CONSERVADOR ·181 -

juez de la- elección corresponde -establecer cuál de- los comicios ofrece mayores- apariencias de leaalidad v esa­decisión depende, no de· las cualidades int~Ínseca's ~ .ex­trínsecas de Jas actas, sino del· criterio de conveniencia pol'ítica que domiñe en }a m;:;:yoría de·.:1os· se~tirriie"nfos amistosos que dentrn de un mismo partido._ favorezcan esta· o aquella tendencia de este· o aquel personaje" .29

Esta diáspora electoral recibió el nombre, tan frecuente en la crónica de época, de ~· .. . Lo~,com!Clos dobles .evocaban, de algún modo, una sit~ac1on de c~mpetenc1a electoral no regulada. Sígnifi­_cat1vos como estos eran los momentos en· cuvo trans­curso las escrutador o ca an pa ro;, o los electores petian su uor Ambos meto os tenían· una

·n a sesión de la Cámara de Diputados d.e! 4 de· m~yo de 189ª, E. Lobos afinnó que los he-

. ::nos denunoados con motivo de las elecciones legislati­. vas p:acticadas un mes antes en la Capital Federal "con­sisten en que en la mayoría de las parroquias las mesas receptoras de votos se han limitado a copiar ·1os regis­tros y que las boletas de los sufragantes eran rotas y reemplazadas por otras". 3° Cuatro años después, en las ele.cc1ones de 1902, La Prensa advertía que en la parro­qma de San Bernardo, también ·de J·a Capital, los éscru-

"'tadores '"vaciaron el padrón de tal m~era, que con menos de 200 personas que concurrieron al atrio duran­te el acto, la lista del acuerdo i es decir, la· lista oficíalis­ta / dió un total de 1.500 votos". El mismo comporta-mie · a el diario en otras parroquias.31

(r Volcar ui;. P.adro o ~o tenían, pues"D

u~ mlSm :i " ' o. S~y llanamente, dé····· asigna:: un· voto a u.n ciudadano ausente. o presente .si se

Lromp1an bo}$.tas, de acuerdo con una decisión previa adoptada por la Junta Escrutádora. El _siste día reforzarse, segi'.tn las circunstancias, con 1 repetición de .

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' i: :;

182 . NATAL!O R. BOTANA

~ .. reaÍizada por. electores volantes-. o go!Ondri;~ ~e su tragaban varias veces en. una misma mesa o, en su defecto,. en diferentes mesas de un mismo distrito. Las ev1denc1as. son cunosas por la mezcla. de cinismo y _pi-.cardía que aconipa[iaba la ·operación.n ·

Hasta aquí, aquello que I. Gómez calificaba comó fraude electoral. Entrado ya el siglo, en las postrimerías del régimen, los procedimientos tradicionales fueron reemplazados or ~l comercio de li retas de inserí ción y_ la mpra direc a . ·Este peculiar cambio en los procesos de control-fue, para muchos, un saludable signo de prugreso. "iNo hay voto más libre que el voto que se vende!", exclamaba Pellegríni en la Cámara de píputados en 1906~ y observaba· "que en la materia se entraba -desgraciadamente en la Capital- en una etapa de progreso por la que habían pasado las grandes demo­cracias. Si se torcía con dinero la voluntad popular, era porque resultaban insuficientes la intimidación v la vio-¡ . " 33 ., . • ' ' • e11c1a . . ... ara comprar votos se pusieron en pr.i.ct1ca métodos más refinad•.-5, perfeccionadqs a medid~· que los adelantos tecnológicos facilitaron comunicaciones rápidas y eficientes desde los comités electorales. ·

. A ese -propósito,, era .necesario vincular los fiscales de las mesas con los comités parroquiales. "El ·sufragante recibía, después de haber depositado su voto, un vale o tarjeta del fiscal' del partido oficial y con él cobraba en el comité, diez, quince o veinte pesos, según lo trata­do. . . En otras circunscripciones se valían de señas o marcas puestas en la libreta, tendientes al mismo fin." 34

Los comités de parroquia llevaban la cuenta exacta de los votos venales, que era. retransmitida a .los Comités Centrales por medio de circuitos telefónicos, con lo que se favorecía la regt¡.lación del mercado electoral según las necesidades de cada comicio.35

Con el vo_to comprado se cerró el círculo del fraud~

- ~ - ·~

EL ORDEN CONSF;RV ADOR 183

electoral. Los. pasos qu·e relatan estas páginas coe~lstíe­~nvie~ne retardarlo-· en diferentes, circunstáncias de tiempo y lugar. Todos ellos constituyeron un R_IÍmc.r uml:iral de coñtrol._Qued~ba en .pie, tQdavía,-0tra in~tañ­cia qu_e ·se -situaba e'r¡: u¿ es~alón más alto. Para el caso,_

·_quién mejor que B. Villanuev?-, en aquella circ,µnstancia · senador· por la Capital, para servirnos de guía en este

ascenso hasta la cima·. El recuerdo de Villanueva nos trasÍada· hasta la localidad de Vicente López, en la pro·. vincia de Buenos Aires, un día d~ comic;io: "Veinte o treinta vecinos· desocupados tomando mate y cinco o seis escribientes volcando' padrón como se dice en el caló electoral, h~sta obtener. la suma de 760 votantes .... Es para estas elecciones, para . .las que no se necesita dinero;.porque con cincuenta q.cien pesos que entregue cada candidato, basta·para enviar los emisarios o agentes que vayan y vuelvan a los partidos o departamentos donde debe simularse la elección, trayendo a la Capital el balurdo electoral o sea las actas del comicio;"36

·

El balurdo electoral er.an las actas con las que se clausuraba el comicio. Así existieran""actas de votantes o urnas para .depositar la papeleta· del sufragio, una vez terminada la eleci::ión las autoridades que presidían las

- -

-mesas· escrutadoras hacían "el recuento de votos y vo­tantes certificaban la cantidad al pie del acta y por últim~ proclamaban en forma públi~a a los candidatos triunfantes".37 Estos documentos se enviaban a las Le­gislaturas o a las ] untas Escrutadoras Provinciales que hacían el escrutinio definitivo, consignaban las denun­cias y protestas acerca de las irregularidades y elevaban los resultados a la Cámara de Diputados (cuando se tra- .:;, taba de la elec::ción de sus miembros) o al Congreso ·~ Nacional si el comicio tenía por objeto designar electa:: ::-':. :1. resE~~:n~~~i~~~~~ujaV~~e.operación, porque los jueces oifü:~·j¡

·t:r:-~Jl

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1.84

"lnapelables de bs elecciones eran 1os · cuerpos legislati­vos. ~esde las municipalidades hasta las instituciones nacionales;· cada asamblea le!!islativa 1"uzrrab; !~ elec-º o . ciones qye se efectuaban para renovar- a ,sus miembros:

- !0s co11sejos deliberantes, las legislaturas provinciales, ·la· ·Cámara de· Diputados, el Congreso Nacional. en pleno. Este procedimiemo, como bien advertía González, con­sagrado por la Constitución, traía como resultado que los cu_erpos legislativos producían, en los hechos, a los represi:ntantes. cuando verificaban los escrutinios. Según iv1atienzo, no existía representante presumible antes c:¡ue la elección fuera aprob<3;Q.¡i, _ri.Uampoco se garantizaba al electo su. derecho para ejercer la defensa en juicio si su elección hubiese sido discutida ó imp"ugnada.3

g

Tra5 estos recaudos de carácter normativo la acción de control elector"al en las leg¡síaturas podía, hacer uso de métodos más. prácticos; En las provincias norteñas, por ~jemplo, cuando se daba el.caso de una súbita vic­tG..:·!a op_osi_tora, reflejada en Ún acta electoral, se _ponía en monm1er.~.o el prolijo trabajo de fW1cionarios- que oficiaban de raspadores, los cuales, con paciencia no exenta de discreción, suplantaban el nombre del electo

-por el del favo~ecido. A estos legisladores, Pelagio Luna los llamaba diputados por raspadura. 39

El control de las Asambleas Legislativas gozaba, por lo c'r~rr.ás, de ia protecc;ón adicional del sistema judicial. La Justicia Federal tenía competencia para conocer e.e­tas violatorios de las leyes nacionales cuya aplicación co"!.Tespondía a los tribunales de la Nación, pero era incompetente para juzgar los abusos de autoridad come­tidos por funcionarios provinciales, penados por el códi-

----·· .. go ordinario, que se radicaban en los tribun?-Ies de pro­vincia. 40 (La Justicia Federal podía intervenir, tan sólo, en los casos de fraude vinculados con las elecciones de diputados nacionales y de electores para presidente y

EL ORDE!N CONSERVADOR · 185

vicc.~n las irregularidades acaecidas con- motivo. de las­elecc1ones municipales, _'de "legisladores y i;Je gobernado­res provinc:iales, actuaban los t1ibunales de provinciJ y com~_. los se_na~ores nacionales er':n electos .por las legis'. latu~as- proymc1ales, ~oco y nada tenia que hacer en ese terreno la justicia federal. El título del- senador deriva-. ba, en efecto, de la elección practicada· por las legisla­turas; el título de legislador provincial provenía de una elección realizada. en su distrito que controlaba la mis­ma legislatura; y los tribunales de provincia juzgaban los abus_os a que podía dar lugar esta elección.

Este apretado relato acerca del fraude y el control del. sufragio representa la imagen de un sistema de gra­dación o, mejor, de una escala de gobiernos electores.

Í El gobierno elector controlaba el sufragio: hacía elec­

Fi2uJ e ciones y garantizaba la victoria de los candidatos. A este

/ .. ~:St.err12. se le atribuyó el calificativo de fraude burocrá­

N ~~ una red de control electoral descendente que ,. · !-fO- ".!fancaba de los cargos de oresidente v gobernador .has­ú-~h'w ta llegar, más abajo, a los intendentes v comisionados

lmumc1p.ales, los conc<:,1ales. los jueces de paz, los comi­s¡gios de policía, los jefes de registro civil o los recepto­res de .rentas. 41 Esta madeja de cargos ejecutivos tem'a mucho que ver· ·con "las recol!lpensas y gratificaciones

--:. derivadas de Iá distribución de puestos públicos, y con la relación de dependencia que se trazó entre el sistema burocrático y el sistema político.42

Los cargos eSecutivos más bajos ejercían funciones institucionales con algún _grado de diferenciación. Entre gobernadores e intendentes parece haberse planteado un vínculo análogo al que trazaron presidentes y goberna­dores: apoyos recíprocos con la condición de respetar un ámbito de autonomía· municipal contro.lada, sin embargo, por la intervención a la intendencia con comi­sionados municipales. 43 En los municipios, el manejo de

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186 NAT..0,.LIO R. BOTANA

la coa~ción en- tiempos de- comicio quedaba en. ~anos de los Comisarios de Policía. Del mismo módo ño pare­ce defa.certado incorporar los Jueces de Paz y los Jefes ~e Registro Civil a la _escala de go_biernos electores, debi­do a la responsabilidad que estos füncioñario-s t~nian-en -la elaboración del registro .eféctoral, la integración -de las comisiones empadronadoras y la formación de ¡,¡; mesas escrutadoras. 44 ·

Los gobernantes electores ·no .actuaron solos. El sis­tema de control exigía algo I"t!ás. Entre el hipotético pueblo elector y los cárgos institucionales· que produ­cían el voto, se localizaba, en ·una franja intermedia, un actor político, respetado con esmero por los que ocupa­ba.::1 posiciones d"e. poder y acerbamente criticado por qwenes emprendían el camino de la oposición o de _la crítica moral: el caudillo electoral, un personaje que podía desempeñar los cargos más bajos de la escala de

_ gobiernos electores, aun cuando su papel mediador no derivara, de modo necesario, del ejercicio de esos ca,rgos institucionales; muchas veces, por cierto, servía de agen­te electoral desde situacioqes menos privilegiadas.

Los(§í'üdillos el.e~-actuaron en todos los distri­tos, en la campana y en las ciudades. Eran instrumentos necesarios, quizá protagonistas de trastienda. Algunos evocaban al caudillo como un. arquetipo de lealtad hacia su protector hasta el límite de sus actos 45 ; otros, como un hombre de lealtades difusas y cambiantes que combi­naba, según la circurutancia, el apoyo con la amenaza. Los que habitualmente criticaban el estado de cosas, lo miraban con desprecio, como un Móreira decadente, un "tigre de los llanos" ... "disminuido, afeitado, desmon­tado, sofrenado'"; un "gato de la pampa /que/ alcanza poder paulatinamente desde mediador entre los peones Y el patrón (los lleva a la elección) pasando por caneé-

. , EL ORDEN CO::-fSERVADOR i87

jal, intendente~ .. diputado -provincial y por .fin legisladoy· -nacional" .46 -

dmaginerías popülares _ gue recogieron la literatura o ~-el ensayoJ ª'centuando: los_ rasgos de la. evocación bei:ie­volente o del soberbio ·denuesto? No- es sencillo tra.Zar -un juicio histórico terminante. Pero la presencia del .cau­dillo fµe un hecho innegable y tod9s los gobernantes de endieron, en cierta meClida, de estos mediadores. Óbservadores menos proc 1ves enguaje IíterarW,Ues­cubrieron sus ·maniobras y sus juegos electorales entre las actas de los comicios. Dice E. E. ·Rivarola: "Tomo un diario de sesiones de ,la cámara de diputados (Provin­cia de Buenos Aires) ... Examino el cuadro del escruti­nio general de una de las seis secciones electorales de la provincia; corresponde ese cúadro al partido .denomina­do nacional, -adv.irtiendo que la denominación podría ser cualquier otra y el caso no cambiaría. Se v_ota por una lista de trece candidatos: A, B, C, D, ·E, F, G, H, I, J, K, L y·M. El to>..al de votos d,e la lista es dé r.443 que los tiene únicamente el ca1:11;l.idato D. En cinco de los quince pártidos de la sección la "lista aparece con modi­ficaciones que dan a un-·riuevo candidato, N, 5 71 :votos. N, es eaudillo_ en u~o de los pueblos de la sección; no estaba en l?- lista oficial de su grupo político; .en el

··~. pueblo don .. de hace de caudillo, priva. de la totalidad de los votos al candidato J; en o~ro pueblo vecino se sacri­fica al candidato G, también en la totalidad de los votos de la lista; en otro pueblo, también de las inmedia­ciones, los VOtÓs de j SSln suprimidos sin substitución; en otro pueblo más el sacrificio de J se repite y los votos que hubieron de ser suyos se distribuyen entre varios candidatos nuevos, inclusive N, que aumenta su número".47 ..

Así, el caudillo electoral des2leg:si.ba SJ1 acción ofre­ciendo servicios. pactando acuerdo< cambiantes ha_c;kn-

1..._ ¡.

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192- NATAL!O R. BOTANA ·

La marcha d~ la p¡i.rticipación ele.cto.~al en la Capital Federal refleja, entonces, un aumento sosten.ido. Entre. los extremos (l.880 y-1906) el número de ciudadanos, g_ue· hipotéticamente se. acere.aron a los comicios, se muluplfcó por cinco. y dU1rantc los treinta años se ad- .. ,:ícrtcn ciertas. au tas de articí ación que traducen para cada déc~da un mercado elector?-! estab e. La eca a del oclienca registró una paí Licipa.ción menor, en números absolutos, a· los 10.000 ciudadanos; la década del noven­ta, una concurrencia inferior .a los 20.000 votantes con la excepción de la que tuvo lugar en 1898; la década del novecientos, una participación que se situó por de­bajo de los 30.000 sufragiQ~. C9.1!Ja excepción, también signific;:i.tiva, de las elecciones de 1906.

Un ritmo de particip;ción que se reéortaba sobre una pcblació" porteña de 47.991 habitantes masculinos nati­vos,· ni.i.yores C:-:: 18 años, según los resultados del Censo Nacional de 1895. Si admitimos trasladar el análisis tres años hacia atris y tres hacia ac:\elante, la., participación electoral con r<:spect.o a la población en condícion~. de votar arrojó rntre 1892 y 1898 los sigui_entes porl.cn­tajes: 1892, 28 y 19%; 1896, 27% y 1898; 51%.65

El carácter competitivo de estas. elecciones merece un párrafo aparte o.c;urrieron, es cierto, -comicios que la jerga electoral de la época llamó elr;_cciones canJlliica3: actos electorales que, simplemente, refrendaban una lista de candidatos carentes de oponentes. ·Las eleccio­nes para designar electores de presidente y vice en 1892 y 1910 constituyeron, en esre sentido, casos típicos. En otras circunstZ'.'1Cias, en cambio,·e1'.7·Jvel de competencia fue más pronunciado, como en las elecciones legislativas de 1896 cuando se enfrentaron acuerdístas y radicales.

~· 1 . ! . 1

1 _-

EL ORDEN CONSERVADOR =

Cuadro ·N~ 6

ELECCIONES DE-DIPUTADOS NAClONALES EN LA CAPITAL FEDERAL 8-3-1896

193-

Parroquia . Acuerdo· -. - R.:id i c~:.dc ~ Varios··

C:itedral al N arte·· 443- 182 8 Catedral al Sur 104 1 72 19 San Nicolás 135' 172 12 San :\ligue! 71 143 4 Piedad l. 1-i.'2 196 Socorro 307. 253· 35 Concepción 208 503 26 San Telmo 173 352 3 ll1onserrat 202 201 1 7. San Cristóbal 1.014 942 83 Pilar 487 683 29 Balvanera 769 590 270 Santa Lucía 164 288 26 Sa.n Juan Evangelista 300 6 San Berna!dn 662 23 Flores 648 332 34 Bdgrano 126 215 2 TOTAL 6.955. 5.258 568

-<,. Fuente: La Nación., 9-3-1896. .::;

Lo mismo cabe observar durante la década del nove­cientos. El cuadro que ofrecieron las elecciones para designar electores de presidente y vice en 1904 (eleccio­nes mediante el sufragio uninominal por circunscrip­ciones que analizaremos en el Capítulo VII), ilustra una competencia tanto con respecto a los númerÓs absolutos corno a los resultados verificados en las veinte circuns­cripciones.

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.-

-

194 NATALIO.R, BOTANA

Cuadro N~ 7 - .

ELECCIONES NA:CIONALES DE ELECTORES . DE PRESIDENTE Y VICE-PRESIDENTE EN

LA CAPITAL FEDERAL 10-4-1904 Fórmula P.A.N. _

Circunscripciones Quint.ana

1 299 2 541 3 766 4 884 5 535 6 368 7 311 8 856 9 584

10 614 11 592 12 906 13 . 468 14 543 15 : ) 713 16 404 17 207 "18 875 19 2()' 931

TOTAL 11.397

Fuente: La Nación, l l-4-19M.

Republicana Avellaneda Ini:!epcn: -Total cliente

300 600 482 12 1.035 973 ,:.<i '1.747

l_.152 2.036 15 575 1.125

líO 60 598 101 455 867

3 1.242 2.101 1.123 2 1.709

154 471 1.239 498 1.000 987 84 1.977

i.Oí2 20 1.560 973 27 i:543

15 -128

478 882 486 694

31 988 1.894 1.268 2 1.360 2.625

823 52 1.806.

9.837 5.262 1.360 27.856

Una competencia semejante tuvo lugar en las eleccio-nes legislativas de 1906 que hicieron trepar la participa-ción electoral hasta el pico más alto. Sin 'discriminar por parroquias, los resultados finales se distribuyeron de la siguiente forma:

..

EL. ORDEN CÓNSERV ADOR

Coalición Popular ....•... _ 19.011 Unidad Electoral . . . . . . . . 1O.77 3 P. Socialista ............ - 2.173

· Total .......... :-. gl.95T

F_uen!e: La 1Vación. 12·~190EL (:;. -

195

El observador apresurado podrá sostener que la com­petencia entre facciones y partidos produjo .. un efecto favorable, aumentando la participación électoral. Parece

. razonable 'defender este a~gume~to, ilustrándolo éoii lo que aconteció durante ia década del novecientos, por lo menos desde 190266 y, en mayor medida, en 1904 y 1906.67 Pero la conclusión no ,es aplicabie a la década anterior: pese a la competitividad ya registrada en 1896, las elecciones para designar electores de presidente y vice en 1898, que acarrearon el contingente más fuerte de sufragios, tradujeron un predominio canónico de la lista oficialista_ (Véase Cuadro Nº .8.) , .

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-· 188 NATA-LIO R.J?OTANA

.. -d..9 oresente su disconforn1idad mediante- la sustracción de sufragios de una lista cuando sobrevenian arreglos ¡:)revios .. n::i del todo satisfactorios .. Formas de intercam­bio en el. mercado electoral, demostrativas de alguna concentración de recursos en actores que hacían_ oferta ..

.. de .su 1 capítal de v-o_t_os a u~a cl~e gob~m-~nte en .. procu­ra de su d·emandg.; para imponer el predomiñ.io circuns­tancial -de una facción en. competencias de dudosa legiti­midad.

En la ciudad de B"uenos 0

Aires, la prestacion de servi­cios envolvió a los mismos inmigrantes. Es cierto, como subraya Comblit, que la baja participqción -de los inmi: gran tes en la vida polític~- .P9.~<?_, tenía que ver con la vertigino:;a incorporación de los recién llegados a los EE.UU. durante el siglO pasado' y pr'incipio-s de éste. 48

No había Tammany Hall ·-el célebre centro de reclu­t.;.:c.ier:.to de extranjeros· del P. Demócrata en Nueva YC>rk- en el mundo político porteño del novecientos; sin embargo, ciertos personajes de origen inmigrante adecuaban su conducta. a los estrechos límites de !;na comarca elc;ctoral que pocos extranjero2 franqueab:an, acumulaban un pequeño capital de ciudadanos naturali­zados y mercaban con esas libretas entre los notables del régimen. Una y otra vez, cronistas e historiadores maEhacan con su j~icio -sobre ciertos nombres. ¿cómo no recordar a Cayetano Ganghi? , aquel caudillo de ori­gen italiano que ufano le decía a R. Sáenz Peña: "Roca es un poroto a mi- lado. Tengo 2.500 libretas" 49 ; el peculiar comerciante de libretas cívicas que sirvió a los grandes de Buenos Aires desde E. :\·1itre hasta C. Pelle­grini.50 Pequeñas escaramuzas de asimilación adaptadas a las reglas del juego electoral que, no obstante, confir-

··· _Il1a~an __ e~ curioso trazado de dependencia entre el gober~ ·nante elector y los mediadores siempre dispuestos a manipular el escaso número de ciudadanos inscriptos.

1- .; .

- ~

EL ORDEN CONSERVADOR_ 189

Ésta .escala descendente, que en. el vértice· u·oicaba a los notables y en la base a los productores del sufrag10, -ocupaba un -escenario al cual se incorporaban pocos ciu- .. · dadanos. La pai·ti!=ipación ele:ctoral parece, __ pues, un téma. índispep.sal::ile para entender el" marco que rodeó ias ~nergías -violencia, engaño, picardía y comercio­concentradas en el ritual del fraude. ·

La participación electoral

Los inmigrantes no se naturalizaban_i pero tampoco cesaba una corriente de población extranjera que se vol­caba sobre nuestros puertos y cambiaba la composición demográfica del país. Así, mientras la sociedad civil se transformaba, el. mercado electoral no sufría cambios a:riálogos. ?ar;::. G. Cermanr la situación era paradoja!: ''Dñ hecho esencial -pero rara ·vez reéordado en la ac­tualidad- _es que durante- treinta o ·cuárenta años, las persor!as ·nacidas en _el extranjero eran mucho más nu­merosas que las nacfoas en .el país. Si tenemos en cuen­ta los efectos de la doble concentración ...,-geográfica y por edades- y observamos· cuál era la proporción de extranjeros. en aquellas categorías - que más significado ~enen para la· vida política (adultos; varones de más de 20 años), y en las zonas 'centrales' (capital y provincias del litoral), descubrimos el hecho extraordinario de que tal proporción alcanzaba entre el 50~~ y el 70%. En términos electorales esto significaba, por lo pronto, que justamente donde ... p:-7;i_,yor importancia podía tener la participación en el v"B-to, entre el 50 y el 70% de los habitantes se hallaba al margen de su ejercicio legal. En cifras absolutas, por ejemplo, en 1895, de los 216.000 habitantes varones de la ciudad de Buenos Aires, sola­mente 42.000 eran argentinos nativos (y los naturaliza-

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190 NATALIO R. BOTANA"

dos alcanzaban a menos del 2%). En esa misma fecha, en las provincias litorales (.!Juenos Aire:s, Santa Fe:, !vfen· doza, Córdobe., La Pampa, Entre Ríos), sobre 6.00.000. varones adultos, 287.00Ü'podían eventualmente tener d.e·_

- recho al voto, como nativos. "51

.¿cuántos habitantes se insertaban entonces corño clien res de caudillos y de facciones ~n la vida electoral? Veamos, a continuación, un cuadro descriptivo del nú­mero de sufragios que acarreaba la .producción de elec­ciones. Cifras provisorias registradas en· los cliarios ·de la época, ·los resultados dectorales, pertenecientes exclusi­vamente a los clistritos de la Capital Federal y de la Provincia de Buenos Aires, que aquí recopilamos, presen­tan el riesgo de la sobredimensión: en ellos, en efecto, quedan contenidos los procedimientos del· fraude, con las diversas variantes que evocábamos en el-párrafo ante­rior. No obstante, esta exploración, de carácter capita­ljno y .. bonaerense, puede alumbrar un paisaje al que se le ha prestado escasa atención. .,7. · .

Entre 1880 y 1910 registramos en la Capital Federal :·.; 15 elecciones. En 1880, para elegir electores de presi~ dente y vice, votaron 6.505 ciudadanos; esta será la cifra más baja del período analizadó. 52 Dqs anos des­pués -1882- eleéciones de diputados nacfonales: .. el'qú­rnero de sufragios ascendió a 8.930.53 En 1886 se votó nuevamente para integrar la cámara baja: en· total 9.771 electores. 54 En 1891 las elecciones municipales y de senadores arrojaron una participación de 9.421 y 9.975 votantes, respectivamente. ss En 189 2, las elecciones para diputados nacionales superaron la barrera de los 10.000 votos con 13.305 sufrágios56 ; pero dos meses después esa cifra se redujo a 9.341 para designar electo­res de presidente· y vice.s 7 Luego habrá dos mom¡::ntos ascendentes: para elegir diputados nacionales votaron, en 1896, 12. 781 ciudadanos5ª; un número que se dupll-

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EL ORDEN CONSERVADOR ._191

·c.ó en 189~ c~ando la a:signación de eleétore_s para.pre-: si dente y VlCe arrastró 24.334 sufragios. 59 . _ • -

Al despun~ár el siglo, las elecciones .de diputados ria­ciqnales,_ en 1900, retrotrajer:on la participació-n_ electo­ral a 16. 777_ -votantes. 60 -En f~02 nuevo .rep~te _ ....'..18.268 sufragios en los ·cornici.os paia Ji.putados6 1 ....,._~ que se acentuó en 1904' -27.856 ·sufragios para designar electores de president~ y vice 62 - hasta alcanzar el pico más alto en las elecciones legislativa.S de 1906 cuando concurrieron a las urnas 31.957 ciudadanos.63 Después, las elecciones de 1908 (diputados nacionáles). y de 1910 (electores de presidente· y vice) tradujeron una tenden­cia hacia la baja con una participación que arrojó 26.853 y 24~ 732 sufragios. 64

Cuadro N9 5

PARTICIPACION ELECTORAL EN ,LA CAPITAL FEDERAL 1880-1910 · Cifras absolutas

J~.OJ ~ 1 :::¡

20.000 ·1

15.000

10.000

is.so 1aa2 1886 1as1 1a92 · 1a96 1cse 19CO 1so2 19Q-.i 1i:ce l!?'"'....e' 1910

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196 NATAL!O R. BOTANA.

Cuadro N" 8 ELECCIONES NACIONALES DE ELECTORES DE PRESIDENTE

Y V1CE-PRES1Df,NTE EN LA CA.PIT AL. FEDERAL 10-4-1898

Parroquia Lista Rad.\-

ML"ta c:ilcs

Catedr.tl al Norte .¡.99 119 Catedral al Sur 143 110

San Miguel 430 223

San Nicolás 200 87 Monserrat 1-029 Picdzd 1.930 50 18

Bal vm era al Norte 1.25 §-. ---".727

Balvcnera al Sur 2.023 72 20

San Cristóbal 2-470

Socorro 295 ' 2'!:2

San Tdmo 986 8 26

Concepción 1.336 Las Rc,-a; 929

!Santa Lucía 2.019 363 36~

San Juan Ev. 1.199 531

Pilar 706 181

Bel grano 391 25.

San Bernardo 1.491 1 San Carlos 457 174

Flores 287 104

Vélcz Sarsficld 275

Carmen 821 15

TOTAL 21-171 3.032 100

Fuente: La Nación, 11-4-1898.

Y dos años de~ués, en 1900, esta pauta no competi­tiva se consolidó en las elecciones para renovar los inte­grantes de la cámara baja, aunque en aquel momento,

EL 03.DEN CONSERVADOR 19.7

· sí, el carácter canónico del comicio coincidió con un descenso en la participación _electoral. 68

Li'. ciudad de Buenos Aires _resistía, pues, fáciles enca­sillamientos en- materia de participación y competencia electoral. Scrn.ejantes observaciones merece la Provincia,

_si los trazos del anilisis electoral tienen vir-tud suficiente para resaltar clifere'ncias entre las elecc;:iones nacionales y las elecciones provinciales. La distinción no es arbitraria; porque una significativa carac1erístíca de' este distrito traduce el hecho de una notable expansión electoral du­rante la década del noventa, acotada por una participa­ción más restringida -en todo caso más estable- en las elecciones nacionales.

Cuadro N~ 9

PARTICIPACION ELECíORAL EN LA PROYlliCIA DE BUENOS ,'.!RES EN ELECCIONES

PROV1NCi.ALES Y NACIONALES, 1890-1910

Año Ekccioncs Prov. ·Elecciones Na~o na.les ~

1890 41.24 7 (Gobernador)

1892 25-415 (Electores de Pres. y Vice)

1894 45.474 (Gobernador)

1896 31.37.0 (Diputados·N-acionaks)·

""!:89 8 83.000 (Go.bcmado~) 33.209 (Electores de Pres. y Vice)

Í900 36.384 (Diputados Nacionales)

1901 91-409 (Gob,·-:nador)

1904 42.519 (Electores de Pres. y Vice)

1908 _36.982 (Diputados Nacio!'...ales)

1910 33.628 (Electores de Pres. y Vice)

Fuentes: Para las clccdoocs provinciales: O. Cornblit, "La o¡;.:::ión con­servadora en b. política argentina", en Desarrollo Eca1.'.imico, Vol 14, N:' 55, enero-marzo 1975, p. 635. Para las clc .. ~ione; nacionales: El Nacional, 11 y 12-IV-1892; La Nación. 9-III· 1896; La Nación. ll-IV-1898; La Nación, ll-III-1900; .La Na­ción, l 1-IV-19G4; La Nación. 9-llI-1908; La Nación. l ul-1910.

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1S8 NATALrüR. BOTANA-·

Obs~rvese el salto de ·-los comicios para elegir goberna­dor entre los.-años 1894 y-1901,::la participación elec­toral, en efecto, se duplicó en siete años, una circuns­tancia ausente en. las_ ele_cciones nadonales que, .Pº!-". el contrario, :envolvíeron. un núm¿ro ae_votantes rñás r&;,;;u.-: cido, corí oscila_ciones- meJél.OS pronunci¡fdas; ubicado en tomo de los 32.000 y. 37.000 sufragios (con-las excep­ciones, claro está, de las elecciones de 1892, que regis­traron la participación. más baja, y de los comicios de 1904 que produjeron la participación más alta).

La diferencia entre lós· dos- tipos de elección puede aportar argumentos favorables a la hipótesis que subraya la relación ¡::rosítiva entre elecciones competitivas y alta participación. En los comicios provinciales de 1894 y de 1898 intervinieron en_ el juego electoral tres partidos políticos (autonomistas, cívicos niitristas y radicales) con resultados variables que hicieron de las Juntas de Elec­tores de la provincia un recinto dotado de una auto­nomía negociadora más vigorosa que la que se podía advertir en las Juntas N acionafrs. 69 ~

Otro es el registro de participación en las elecciones nacionales: mientras en 1894 votaron 45.474 ciudada­nos. para eiegir gobernador, esa cifra se redujo dos años antes a 25. 000 sufragios para elegir presidente y vice y apenas trepó a los 31.000 dos años después para desig­nar diputados nacioná.les. ¿y qué decir de las· elecciones de 1898 cuando los 83.000 votos que disputaron el comicio provincial. descendieron por una ladera abrupta hasta los 33.000 para elegir presidente y vice? No me­nos significativa es la pareja de elecciones que tuvieron lugar en el novecientos cuya comparación establece bre­chas tan acentuadas como en la anterior.

Cabe subrayar, entonces, que la participación electo­ral en la provincia de Buenos Aires circulaba a través de una doble vía mecliante la coexistencia simultánea de·

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j 1

J 1

·1

EL ORDEN CONSERVAD.OR 199

comicios cerrados y abiertos, según fuera e~··objeto ná-· -cional o provincial de la elección. Las dos caras del sufragio bonae~ense que-da.ri reflejadas en los porcentajes

· .. d_e participación_ electoral d!! acuerdo con_la población de 126.250 habitantes en concliciones de- hacer1o; que regi;tró el Ceñso de 1895: mientras en 1894 los comi-­cios. provinciales arrojan un porcentaj ~ del 36 ~ •• en las elecciones nacionales de 1892 y 1896 esa relación des­ciende al 21 'Yo y al 25% respectivamente. Más fuerte es el contraste de 1898: 66'/o de participación para elegir g?bernador; 26% para designar electores· de presidente y vice.

Estos porcentajes de participación toman en cuenta el total de los sufragios efectivos de toda la provincia en cada una de las elecciones. S·ij'en cambio, el lector tiene paciencia para conceder una. última exploración a través de este universo de cifras, la desagregación de los resul­tados por departamentos púede <l:e;sentrañar otra hipó­tesis t<plicativa. ¿En ·qué lugar votaban más ciudada­nos? ¿En aqúella5_ secciones populosas o en los departa­mentos m·enos pohlados?.'

La provincia de Buenos-Aires, lo sabemos, estaba cli­viclig.a en más de un centenar de departamentos. Según. dalos .. disponibles, ·en las elecciones ·nacionales de 1896

..,..,,_ (diputados n<l;cionales) y de 1898 (electores de presiden­te y vice) los departamentos pueden clasificarse en cua­tro categorías de acuerdo con el tamaño de la población en concliciones de votar; a saber: departamentos con más de 3.000 habitantes; departamento.s con una pobla­ción situada entre 3.000 y 2.000 habitantes; departa­mentos con una población ubicada entre 2.000 y 1.000 habitantes; y departamentos·con meno's de 1.000 habi­tantes. El grueso de la población se concentraba· en !as . dos últimas categorías, la de los departamentos chicos, que representaban el 60% del total. 7º

..::.

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202 NATALrO R .. B_OTANA

junto de preguntas que permanecerán sin respuesta. Así, pues, la .clase gobernante prac.ticaba elecciones.

Sus miembros se enfrentaban y se dividían. entre la re­crjminaci6n. y-el cbnflicto.c·Pese a ello, por. extraño .que parezca, se- aferraban a c;::iertos ritos forma!es, conserva­ban la fachada y seguían produciendo el sufragio. Unos justificabañ las cosas y hasta se -encogían de hombros: "Jamás he entendido el ideal de las elecciones -le _escri­bía Eduardo_ Wilde a Juárez Celman-. Nunca las ha habido, no. fas hay ni las habrá jamás; -entre ºotras cau­sas, por ser lo mismo exactamente que las haya o no las haya ... " 71 Wilde no entendía ni quería el sufragio; pe· ro a los tropezones, cargado de errores y de imperfec­ciones, el sistema persistía. Los justific:;.rL•res lo conser­vaban y al obrar de esta- manera mantenían en pie una contradicción ya develada por-quienes impugnaban el. régimen y que otros, inmersos en los arreglos de las "situacianc:S electorales", no tardarían en descubrir. Fis­cales de la falsedad que .dc:cantaba,_~m comportami_énto juzgado corno erróneo, los reformadores habrán~~ iniciar, entre viejos e inéditos conflictos y una ·sociedad irreme­diablemente transformada, la marcha hacia el ocaso de una clase gobemant_e. - ';<;;

.<

1 -·

--

EL ORDEN CONSERVADOR 203

NOTAS

l Consultir al respecto, Sheldon S. Wolin. Politics and Vls:on. Contfr::iity and lnnouatian in Western· Political Thought. Boston, LíttJe,

_Brown and Compar:iy, 1960, sobre.todo .dD.píturo 10: Thc Age Of Orga­nízatio_n ..and _thc L...:~limation· ar Poli tic,_ .Hay. traducciéin .sasteUana por: Amorrortu. B,_ As. - _

»i i:.1 !c~tar debe prc:<:avctsc acr carácter pro.visorio de! cuadro que sigue. Es una aproximación que: fcsu-~e, con menos personajes y cargos instHu~ cionaics, d modo como los mismos actores definían al "notable dd régi­men" y d método de selección propuesto o practicado en las "Conieren, cias de Notáblcs". En 1884, por ejemplo,' Juan A. García propuso que d sucesor de Roca fuera elegido por una convención de notables "compucst.'.l de todos los ciudadanos que_ son o han sido de~de 1862 senadores o diputados al Congreso Nacional". C:!rta reproducida en Tribuna, 24-6-1903, citado por C. R. Mela, "La campaña presidencial de 1885-1886", en Los Partidos Políticos Argentinos., p. 243. En 1890. R.. Sácnz Peña sugirió organizar una convención electoral autonomista intcgr:.:da por Presidentes y Vices, 1'.linistros Nacionales, Gobernadores )' 1'1inist.::;• .;e provincias, Senadores y Diputados Nacionales y miembros de la Suprema Corte de Justicia de la Nación. (Ver C. R. Mdo, "Li terminación del segundo período presidencial del Gral. Julio A. Roca y la elección de <u sucesor", c:n Los Partidc>s Políticos Argentir.os, p. 288.) La Convención de Notables de 1904, la única que se realizó, invitó a formar parts de., ella. a las siguientes ":=!ases": ex Presidentes y Vio:s, ex rn.inistros naáonaks. e:-:: rrúrústros de la Suprema Corte y ex jueces federales, ex ministros pleni­potenciarios, ex senadores y diputaci'os nacionak5;· ex convencionales cons­tituyentes, ex gobernadores, Gcnerales.~i:l~.)lrig_a.da y Comodoros arriba dd Ejército y de la Armada, arzobispos, obispos y auxiliares; rccton:s, ex rectores, académicos y prnfcsores titulares de Universidades Nacionales; Sociedades Rw-a.les y presidentes y din:ctores de centros comerciales e

-,4:dustriales (Ver C. M. ·Mdo, idem, p. 290). Esto en lo que se refiere a la s:leccion del univt:rso de actores. Por otra parte, para elaborar el Cuadro se utilizaron las mismas fuentes que figuran en los Cuadros N:' 5 y N? 7 dcl Capítulo IV y en los Cuadros N:' 4, N:' 5 y N:' 6 (cuyas fuentes se regútran en la nota N? 21) dd Capítulo V. Como podrá advertirse, d Cuadro en cuestión estratifica la clase gobernante sobre una dimensión única: la :u:u­mui.ación de cargos. En rigor, una imagen más rc:prt:sentativa d~b<:ría tomar en cuenta otras dimensiones. ya expuestl.5 en este trabajo, como critrrio de· ponderaoón; tal seria el caso de la dimensión temporal aplic::!da al desempeño de los cargos. A ella hemos hecho referencia cuando tratamos los conceptos de senadores predominantes y de rrúnistros predominantes. "Otro critcri9 de ponderación, susceptible de ser apliéado, es el ejercicio de la pres(dencía en ambas Cámaras del Congreso Nacional. El asunto mcn:cc un párrafo no sólo por la importancia de las presidencias de los cuerpos legislativos, sino por d sistema de sucesión para el caso de la acefalía dd

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8;; -~~~

200 - NATALIO R. BOTANA

Pues· bien: la media de participación, sumados los porcentajes de cada ·uno de los departamentos por cate­gorías de clasificación; pemüte comprobar un fenómeno

_que .se resume. .er: la -siguiente· sentericia:· a más po1:Jla-. \ ~óñ mellar participació-n; y aJa inversa~a menor po§.!.a~ L,0ón .mayor partícir-ación electoral. · · · . · ·

. .

Cuadro N~ 10

PARTICIPACION ELECTORAL EN LA PROVINCIA DE BUENOS AIRES SEGUN DEPARTAMENTOS CLASIFICADOS

DE ACUERDO.CON SU POBLACION EN CONDICIONES DE VOTAR. ELECCIONES NACIONALES

1896 y-1898

Cb;,-,; de departamentos Participación Participación

· =¡;:U1 población = com.liciouo de vc:.ar.

Ekctoral 18 9 6 Electoral 1898

·-·-·---··· ;>,:!á.s de 3.000 h 19 º/o 20 º' ,,, Entre 3.000 y 2.000 h 23 % 26 %

Entre 2.000 y 1.000 h 33 % 32 %

Menos de 1.000 h 45 % 46 % Jc.-

Fuente: C:icopardo, ?.L C.; Rep-j/;/íca Argentina. - Cambios en íos /j. m:tes nacior..aies, prouinc:ales ,y departamentales a través del

· Censo Nadonc:.i de Población.. D.T. N'; 4 (. I.T.D.T.C.LS., 1967. La Nación, .9-3-1896 (para las elecciones de 1896). La Nación, 11-4-1898 (para las elecciones de 1898).

Las conclusiones que arroja la lectura del cuadro y la sentencia precedente no tienen, se comprende; validez

-;;¡eneral; 3.penas resultan del análisis de dos elecciones nacionales. Quedan en pie, sin embargo, algunos interro­gantes que enlazan el análisis de. la participación electo­ral con descripciones previas acerca del fraude y de la ma.ii.ip,ulació'n del sufragio. ¿Qué decir de esta tendencia a la participación más numerosa en los departamentos poco poblados? Hay casos particulares donde el ejercí-

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EL ORDEN CONSERVADOR 201

.. c10 electoral ~ub¡ía casi el total de los'" ciudadan_~~- aptos­para ejercer el voto. El departamento .de Pila, por ejem­plo, ·con.taba con 634 habitantes, en esas con.diciones:

. en _1896 ~ufragaron 620 (el 97. 7%)·; en _1898,_ 593 (el 93,.::i%). En el 96 se enfrentaron cívicos· nacionales··\' rad.ícalc°s con autonomistas_: los 620 votos del depare;. mento fueron a parar, Íntegros, a manos de los cívicos n~cionales; En otras secciones, en cambi~, la competen· c1a fue mas pronunciada. . .

Llvfayor identificación del ciudadano con la política a medida que el espacio de participación se acl~ica y las relaciones cara a cara se vuelcan sobre la arena públic:; de· estos pequeños municipios? Viejas utopías que ha· brían retemplado el ánimo de alru-n "rousseauriiano"

. . " proclive a valorar los pequeños grnpos, afincados en co· munidades agrícolas, qL:e no soportan, todavía, la me· dí ación corruptora d ~ ~,y; gra~de~ números y de la urba­niz_~ción. l\.fás cjue uná hipotesis, el argumento es casi el ._rl.észderatum de üna teoría y de un modo de compren­d.er la políti~a. Pero en tierras bonaerenses la contrapar­tida que presenta una realidad más socarrona -en todo caso menos exultante acc: -~i. de la bondad del contexrn que favorece_ la plena expresión de la soberanía popu· lar- llamaría la atención, una vez ·más, a propósito del

p<J.pel de los mediadores; de los c-a.udillos que volcaban padrones, de los. comités que .)rganizaban la repetición d~l v_oto; del cont:ol,. en suma, que una red caciquil

. bien _!~stalada podria e3ercer con resuelta efectividad so­b.re .pegueñas poblacio~quizá dispersas dentro _de los limites departamentales. Es posíble que la· verdad de este juego interpretativo esté en al¡:runa frontera donde

fl . " con uyan ambos argumentos. Ciertamente, las parcelc.s que este análisis pretende abonar no '·permiten ambicio­sas conclusiones. Como también la ausencia visible del resto del país, en esta sucinta descripción, abre un _con-