bolívar echeverría. la modernidad de lo barroco

53

Upload: judith-bolio-salgado

Post on 29-Nov-2015

112 views

Category:

Documents


2 download

DESCRIPTION

.

TRANSCRIPT

Page 1: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco
Page 2: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

: ñI¡ tÉbre la r¡rr. s. dcsenvuelve, los texos reuniclos en elFF€lgnte vohunt:,. l)c manera más dispersa en los cle la pri-ñ1era purte y rrrils sistcrnática en el de la seguncla, su obieti-Vñ co.mrill *s cxplorar, dentro rle una pioblematizaiiónñlerófica dr: las caregorías emprcacras poi tu historia de laettltt¡rn, la cabicla que "lo barroco,, puede tener dentro deutla clescripción crítica cle la moder'rldud. De esre modo, laspre{ulrtas quc oclrpan a todos ellos se refieren a la posibili-dttrl qrrcr fiene esa descripción cre reconocer determinadaseñtn'r(rr,rrraciones particulares de las características generalesrlt' ln vida moderna y de detectar entre eilas una q.L -"r.r-trtt llcvar -al menos por rur:r cierta similitud con el modol¡Hn'occ¡ dc la creaciói artística- el calificativo cle ,,barroca,,.

§e trata de las preglrntas siguientes; ¿E, qué estrato omome,to de la constitución del mundo modérno se mues-lrg dc lnallera más radicar y aclecuada Llna copertenenciaesencial entre su moderniclad y el barroquismt? ¿En quétentido ptrede hablarse, por Lrn lado, del cárácter r...rr.io-Itrentc moclerno de lo barroco y, por otro, d.e la r-recesidadtle urr barr.quismo en la co,rtiir,ció, de la moder,idad?. lt)l cnsayo qlle ocupa Ia seguncla parte aborda estas cues_

ll.,cs¡ en especial y cle marcia rnás áir..tr. Esboza primerottna nproximación a los dos collceptos generales que defi_tlt,u cl campo en el que se ubicaríalo birroco, el ctnceptorlt' cr¡ltrrra y el cle modernidacl. Rec*ercla, a contintación,t'lel'tits ideas acerca de la condición humana que aparecenetl la ont.logía fe,omenológica y las conecta con ilgrrr"ro.tle¡trrrollc¡s contemporáneos áe ra antropología y la sáioti-t'tt,.l{n su parte central -cn Lrn intento d! anipriár ra *críticade ln economía política" elaborada por Karr Marx hacia unateol'f¿r erftic¿r del r:onjunto cle la viáa moderna-, el ensayollt'olx,nc r,rn concepto refericlo a la necesid.ad en que está elt llxct t t'sr l l'r:flexivo cle perrsar correrentcmente la encrucijadarle lo qrrc sc e¡rtie,de por "historia económi ca', y lo q.í" ..Étlll(,t'c (:(,rno "historia cultural,,; ru-l concepto mediador,f¡ttt' lclfn c'l cle:. er,h,os histórico. Descrito como una estrategiadg t'olt¡tr.ccirirt rlel "mundo de Ia vida,,, e,€ enfrenta- yl'tt¡u(llve err t:l trabajo y el clisfrute cotidianos la contradic-

l,l

ción específica de la existencia social en una época determi_nada, el ethos histórico de Ia época rnoderna crespreg*avarias modalidades de sí-misrno, q,,. serían otras tanias iers-pectivas de realización de Ia activiclacl culttrral, o,.o, ,r.r,o,principios de particularización clc Ia crrltrrra moclerna. unode,ellos sería precisamente el llarna<lo ,,el,h,osbarror:o,,,

consu "paradigma" formal específico.

El examen de esra mocrhirlad dcr ethosmocrcm<¡ parte a[íde una clasificación de los distintos tipos de tcrnporaricraclque conoce la vida social oara precisu. i<, q.r. es¡rccifica a Iobarroco como pri,cipio de estit¡cruración de tr.*p.,ri.:r.i"del tiempo cotidiano. El efecto de lo barroco en la vida coti-diana, descrito como una,.estetización exagerada,,, se vuelveevidente en su confrontación con el modo cristiano tradi_cional (católico), igualmente ,,exagerado",

de poner lu ,;;lización religiosa como núcleo eslructurador de la misma.La consideración final, acerca d.el nexo entre *arte b*;;.;y contrarreforma", se refiere al modo como la estetizaciónbarroca de la vida cotidiana d.eriva, entre otras cosas, en laconstrucción de todo un "estilo" de creación artística y poéti-ca,aquel que mereció originalmente el adjetivo de *barroco,,.

Cabe añadir, por lo demás, que los ensayos incluidos ene§te volumen tienen que ver también, aunque sea de mane_ra indirecta, con una segunda discusión: aquella que tratade la actualidad de lo bárroco y que es tal vez, dentro delv.ariado conjunto que auima Ia pro-blem aúzación de la ,.con_clrcron posmoderna"s de este fin de siglo, Ia más trabajada ypor ello mismo la menos inasible.

, Lo mismo en el se,tido de un diagnóstico de ra situación

',:-:ll"*, coltem.p:r{n9a que ., .i-á"-,rna propuesra arter-

nativa ante la crisis de la cultura establecida, .t .or..pto a.'rfo barroco", acútalizado por el prefijo ,,neo_,,, upu."aa .o*o

_ ¡.La condifion postmo,une. Rapport sur le saaoir (Minuit, parís, t 97g) es el

títu-lo del libro deJean-Frangois Lyotard que abrió al gran púbrico fru,ncés

lij::.1:t:-" solrlel ,.posmodernismo',.

ñesde la óptlca de ta ,,semi_pcri-tena-, e-l tema de la posmodernidad, sobre todo en lo que concierne a losocial y lo político, ha sido abordaclo con originalidad pt. Boavcntura áeSousa Santos e¡ Pekt rnaó de Alice, Oporto, l9:g4.

13

Page 3: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

!i

Uñe áÉ lo,r principales instrumentos teóricos para Pensar enqué €Étuittt() ese estar "después", "en discontinuidad" o "másgllÉ" de lit modernidad", escribía Severo Sarduy,a y añadía:

"lo lulcl¡tt¡ ocurre con el hombre de hoy". Un mundo que

Vgt:lltt, tur orden carcomido por su propia inconsistencia,qtle Be r'ontradice a sí mismo y se desgasta en ello hasta el

Bgrllitttticnto; junto con é1, una confianza elemental, pro-I'tutrlit, que se desvanece sin remedio. El mundo que vacilaes el tlc la modernidad, el de la confiar,zz en una culturaqttt: t'ttscña a üvir el progreso como una anulación del tiem-

¡l«r, a lirudar el territorio en una eliminación del espacio, a

r:tn¡rleat' la técnica como una aniquilación del azar; que

¡lorrc ln naturaleza-para-el-hombre en calidad de sustituto deIo Olto, lo extra-humano: que practica la afirmación comotlestrttcción de lo negado.

[,ln Incdio de esta crisis de la modernidad, y más como unrefir¡llarse en alternativas de vida reprimidas y desechadas

¡lor' ósta (condenadas a Lrna existencia clandestina) quet:ouro t:l encuentro de una solución o superación salvadora,ill)arc(:(: una cierta práctica de la posmodernidad en la que"al¡qo asÍ como un paradigma barroco se reivindica y se abreltrgiu"',§ Se trata de un comportamiento en el que reaParece

iu¡trt:lla "constante formal", aquel "gusto -yjuicio sobre ese

¡lusto- por lo inestable, lo multidimensional, 10 mutante",r¡rrt: Otnar Calabrese,d siguiendo el refinado método de su

"[brntalismo'riguroso"', ha investigado sistemáticamente enlit cttltura contemporánea. Un comportamiento, por lorltr¡¡li,tn, cuya presencia había sido reconocidaya como rasgor:ultrtt'itl distintivo en la periferia americana del mundoul(xlelno,7 donde la graütación de la modernidad capitalis-

't Ntu'tttt,inestabilidad, Vuelta, México, 1987, p. 48.ñ (it'lri¡tine Buci-Glucksmann, La ruison bnroque, Galilée, París, 1984,

¡t I t{11,

tt l,'plit neoltarocca, Sagittari Laterza, Roma-Bari, 1989, p. 24.'i "l¡r¡ ¡riglos transcurridos después del descubrimiento han prestado

ret'vltlr¡r -oscribe Lezama Lima-, han estado llenos, hemos ofrecido in-t'tttl¡tletlle solución al superconsciente problematismo europeo." Lc¿ ex'

Itltrhlil umeriutna, en El reino de kt. imagen, Biblioteca Ayacucho, Caracas,

lt

ta fue siempre desfalleciente y donde otras "condiciones" dediscontinuidad con ella -condiciones premodernas y semi-modernas- prefiguraron la "condición p<lsmoderna" descri-ta por Lyotard, aunqllc dcsdc una nr:ccsidad clil'erente.

¿Es imaginable una moclcrni<lad altcr.nativa rcs¡:ecto de laque ha existido de hccho cn l¿r llistoria? l)c scr.así, ¿quó pre-figuración de la misnlit, r:x¡llír:itir o irrr¡llícitir, trac consigo elneobarroquismo <;< ¡r'r l c rn ¡t« rrán c«r? hll " ¡ll icgrrt:", cl l t:i t-m<ltivde 1o barroco pcnsarlo ¡ror' ()illcs l)clctrzc8 -la irnagen dcuna negativ¿r a "alis¿rr'" la consistcnci¿r rk:l llrrur<kr, a clcgir.de una vez pol' toclas cntrc la continuidad o la cliscontinr¡i-dad del espacio, del tiempo, de la materia en gcncral, scirésta mineral, viva o histórica- habla de la radicalidacl clc laalternativa barroca. ¿Pero cuáles son los alcances reales clcsu "propuesta", medidos a partir de su peculiar inserciónhistórica en la construcción del mundo de la modernidadcapitalista? ¿Cuál es la acrualidad del "paradigma barroco"?¿Puede, por ejemplo, componerse en torno a é1, a su reac-tualización neobarroca, una propuesta política, un "proyec-to civilizatorio" realmente alternativo frente al que prevaleceactualmente? Éste es el tipo de cuestiones de quá se preo-cupan tambrién los ensayos contenidos en el presente libro.

La actualidad de lo barroco no está, sin duda, en la capa-cidad de inspirar una alternativa radical de orden político ala modernidad capitalista que se debate actualmente en Lulacrisis profunda; ella reside en cambio en la fuerza con quemanifiesta, en el plano profundo de la vida cultural, lainconsruencia de esta modernidad, la posibilidad y la urgen-cia de una modernidad alternativa. El ethos barroco, comolos otros ethe modemos, consiste en una estrategia parahaccr "üvible" algo quc básicamente no lo es: la actualiza-ción capitalista de las posibilidades abiertas por la moderni-dad. Si hay algo que lo distingue y lo r.uelve fascinante ennuestros días, cnando la caducidad de esa actualización es

I957, p. 441. Cabe mencionar aquí la amplia y sugerenre reüsión dcl tcmade lo barroco y lo neobarroco desde la perspectiva latinoamcricana quehace Carlos Rincón en Mapas y pliegzes, Bogotá, 1996.

I Le pk, Minuit, París, 1988, pp. 38ss.

15

Page 4: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

es su negativa a consentir el sacri-Raturall' de la vida y su rnundo o a ideali-

lo eontrario, su afirmación de la posibilidad delncluso como "forma natural" de la vida reprimi-

derrotada. Estrategia de resistencia radical, elbr¡roco no es sin embargo, por sí mismo, un ethos revo-

su utopía no está en el "más allá" de una trans-económica y social, en un futuro posible, sino en

Al ttmás allá" imaginario de tn hic et nunc insoportable trans-flgurado por su teatralización.

Nadie imejor que el propio autor de Barroco para respon-der acerca del tipo de radicalidad que se le puede exigir albarroco de nuestro tiempo:

'l¿Qué significa hoy en día una práctica del barroco? ¿Cuáles su sentido profundo? ¿Se trata de un deseo de oscuridad,de una exquisitez? Me arriesgo a sostener lo contrario: serbarroco hoy significa amenazat, lngar y parodiar la econo-mía burguesa, basada en la administración tacaña de los bie-nes, en su centro y fundamento mismo: el espacio de los sig-nos, el lenguaje, soporte simbólico de la sociedad, garantíade su funcionamiento, de su comunicación."e

En torno al ethos barrclco

16

!)Severo Sardu¡ Banoco, Sudamericana, BuenosAires, 1974, p.99.

Page 5: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

H,rt[.

i

l- ñlalintzin, la lengua

... unsere ubntragungen gelwn aan eircn fakclengrundsatz aus sie uollen d,as indisch¿ griechiscluengüsclr,e uerd¿utscl¿m unstt¿tt das d¿tttsclu zu arin-di.scl¿en uergrieclú.sclrcn anmglisclwn...'

Rudolf Pannwitz

I-a historia cuenta de ciertas acciones singulares *aventuras

indiüduales- que en ocasiones se conüerten en causas preci-pitantes de transformaciones colectivas de gran alcance; se

complace e.n narrar los puntos de coincidencia en los que cier-tos acontecimientos co¡rnturales, casuales, contingentes co-mo una aita, se insertan de manera decisiva en otros deamplia duración, ineütables, necesarios como la circunr¡ala-ción de los planetas. Yparecería que en mucho el xls1rzldesu discurso depende de la desproporción que es ca;pzde pre-sentarnos entre los unos y los otros. En efecto, entre Ia ac-

ción singular y la transformación colectiva puede haber unarelación hasta cierto punto proporcionada, como la que cre-emos encontrar ahora entre el Pacto de los reyes o caciquesaqueos y la destrucción de la gran ciudad de Tioya. Pero esa

reJación puede ser también completamente desmedida: unaacción de escasa magnitud puede desatar una transforma-ción gigantesca.

Tal vez para nosotros, los modernos, ninguna de las des-

proporciones históricas de los últimos siglos haya sido más

decisiva qtre la que es posible reconocer entre la aventura de

los conquistadores de América-hecha de una serie de accio-

I"... nuestras traducciones parten de un falso principio: quieren ger-

manizar lo hindú griego inglés en lugar de induizar grequizar anglizar loalemán..."

19

Page 6: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

tiet fle htlrizonte indiüdual y muchas veces desesperadas oaleetorla.r-, por un lado, y una de las más grandes transfor-lllEuioncs dcl conjunto de la historia humana, por otro: lattulversalización definitiva de la medida en que ella es unacontccer compartido, gracias al triunfo de la modernidadeapi l'alista como esquema civilizatorio universal.

l)e los múltiples aspectos que presenta la coincidenciaclcsmesurada entre los hechos de los conquistadores y la his-toria universal, interesa destaca.r aquí uno que tiene que verccln algo que se ha dado en llamar "el encuentro de los dosmlrndos" y eue, a mi parecer, consiste más bien en el re-cncuentro de las dos opciones básicas de historicidad del serhumano: la de los varios "orientes" o historicidad circular yla de los varios "occidentes" o historicidad abierta. Aspectoque en el primer siglo de la modernidad decididamentecapitalista pudo parecer poco importante -cuando lo inago-table del territorio planetario permitía todavía a las distintasversiones de lo humano proteger su cerrazón arcaica, co-existir en apartheid, 'Juntarse sin revolverse", recluidas en na-ciones o en castas diferentes-, pero que hoy en día, en las

postrimerías del que parece ser (de una manera o de otra)el último siglo de la misma, se revela como la más grave delas "asignaturas" que ha dejado "pendientes".z

Bn el escenario mexicano de 1520, la aventura singularque interviene en la historia universal consiste en verdad enla interacción de dos destinos individuales: el de Motecuh-uoma, el taciturno emperador azteca, que lo hunde en las

contradicciones de su mal gobierno, y el de Cortés, que lolleva vertiginosamente a encontrar el perfil y la consistenciade str ambición. Intersección que tuvo una corporeidad, queftte clla misma una voluntad, una persona: "una india debuen parecer, entrometida y desenvuelta" (dice Bernal Díazdel Castillo, el conquistador-cronista), la Malintzin.

Qtrisiera concentrarme en esta ocasión en el momento

e (l:tavit¡ l'az, Ignacio Bernal y Tzvetan Todorov, "La conquista de

Méxlcr¡, (lurr"rr,icación y encuentro de ciülizaciones", Vuelta, n. 191, Mé-

Ile'(r, .x'lul,rs de 1992.

B(l

ct'rrcial de esa interacción, quc no scl'¿1 cl m¿is decisivo, perosí cl más cjcmplar: los quincc lncs(:s qrrc van del bautizo cris-ti¿lno clc la "esclava" Malin o Malilurli, c«rn cl nombre <le

Marinzr, y dcl primer contacto rlc (ioltris c«ll l<¡s crlbajado-rcs de N4otecuhzoll¿t, clt lil 19, irl irst,sirrirt.r¡ rlc la tilite cle los

Buelrcros aztecas y la postcrior n)llcl lc rlr:l r,rrr¡lclir«k¡l'mcxi-(:al)o, cn 1520. En cl brcvc 1>cri«rrlr» ('n (llt(, ll Mirlintzin se

avcntrrr¿r, por debajo cle los rliscrrls«¡s rlt. Mo(t:<:rrhz.«rnra yCortés, cu la ftrnción lirg:rz e illc¡:t.tilrlc rk, "lt'rr¡,¡rrir" o ilrtóL-prote cntrc dos interlocut()r'es c<¡l<¡sirlt.s, «los utrut<[«ls «r rlosttistorias.

"l,a leneua qlle yo ten¡1ct", dicc O<¡r'l(.s, (,lt sus ( jitr'(lts, sinsospechar cn qué medida es la "lcngrrir" lir r¡rrt: l«r licrrc a ó1.

Y no sólo a é1, sino también a Motcr:trlrz(,ln¡r y ir los «ktscon-ccrlaclo.s digrratarios aztc( as.

Ser -como lo fire la Malintzin rlruitnlt, csos lrrcscs- latinica intérprete posible elt ullA rclacirirr rlr, irrtt.¡'llrr:rrcií¡nentrc dos partes; ser así arluella que corr(;('lrll'lrlxr «k. n¡¿tncraexcluyente la función eqtriparaclorzr r[<'rkrs rrirligos ltctc-rclgéneos, traía consig<l zrl rnenos dos cosirs. [,lrr ¡lt'irrrcr ltr¡4ar;

asrrmir un poder: cl clc zrdministrar no s«ilo t.l irrtt:rrirnlbi«¡cle unas inlbrmaci<-¡r)cs qlrc ambas p¿lrtcs corrsirlt'r'trll¿tn valicl-§as, sino la posibiliclad dcl hecho rlisrno rlc l¡r r r»r¡rrrr¡ir:aci<inentre ellas. Pero implicaba tar-nbiélt, cl) s(:llllltrlo lrrgirr', (r:rterun acceso prit,ileeiado -abie rto por la irrr¡roltirrr«'ia y lacxcepcionalidad clcl cliáloqo cntablade irl t crrtlo rlc:l lrcr:hc¡comunicat-ir.,o, a la cstnlctru'a dcl córligo lirrg[iístir:o, ¿rl núr-cleo en el qrrc sc dcfincn las posibilirlarkrs y l«rs lÍrnitr:s clc lacomunic¿rci<ilt htunana conlo inst¿rnci¿r ¡rosi l ri l i tirn tt: rlt:l scn-tirlo del mundo clc la virl¿r.

li)n efecto, scr intérprcle 11o consis[r:: s«rllnrt,rrlrl cll s(:I untrildlrctor bifac(:tico, dc icl¿r y r.,trelLzr cntlt' rlr»s lr,rr¡.1trirs, cle-

sentcndiclo de la rc¿rccirin metalingirísticir (lrr(: srr trirllljo <les-

pierta en los interlocutorcs. Clonsistc cn scl' cl ruccliaclor detul entendimicnto entrc dos hablas singrrlalcs, cl constmc-t<¡r de rur texto común para zrmbas.

I-,a mediaciírn clel intérprete ptrrtc ltc(:(:satialuclltc,de unrcc<)nocirniento escéptico, el cle la incvit:rbiliclacl clel malen-

21

Page 7: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

Endlde, Percl colrsistc sin embargo en una obstinación infa-

ElSable que se cxticude a lo largo de un proceso siempre

fá=ife¡Vado cle cgrrección de la propia traducción y de respues-

tg a tog efr«::ctos ¡:rovocados por ella. Un proceso que puede

VOlVerne desesperante y llevar incluso, como llevó a la Malint-zln, a qtre el intérprete intente convertirse en sustituto de los

lnterloctttores a los que traduce.I,lsta clificultad del trabajo del intérprete puede ser de di-

f'erctttc grado de radicalidad b profundidad; ello depende

dc lil ccrcanía o la lejanía, de las afinidades o antipatías que

guátrdan entre sí los códigos lingüísticos de las hablas en

Jtrcgo. Mientras más lejanos entre sí los códigos, mientras

lnciio* coinciclencias hay entre ellos o mientras menos al-

cancen a cubrirse o coincidir sus respectivas delimitacionesclc sentido-Bara el mundo de la üda, más inútil parece el

csfnerzo. del,intérprete. Más aventurada e interminable su

t¿trea.

Ante esta futilidad de su esfuerzo de mediación, ante esta

ittcapacidad de alcanzar el entendimiento, la práctica de

la interpretación tiende a generar algo que podría llamarse

"la utopía del intérprete". Utopía que Plantea la posibilidaddc crear una lengua tercera, una lengua-puente, que, sin ser

ninguna de las dos en juego, siendo en realidad mentirosapara ambas , sea capaz de dar cuenta y de conectar entre sí a

ias 6os sirnbolizaciones elementales de sus respectivos códi-

gos; una lengua tejida de coincidencias improvisadas a par-

iir dc la condena al malentendido.l.,a Malintzin tenía ante sí el caso más difícil que cabe en

la imaginación para la tarea de un intérprete: debía mediaro alcanzar el entenclimiento entre dos universos discursivos

coll,§truidos en dos historias cuyo parentesco Parece ser

nulo. Parentesco que se hunde en los comienzos de la his-

tnrla y que, Por lo tanto, no puede mostrarse en un plano

¡lmbólico evidente, apropiado para equiparaciones y equi-

Valenr:ias lingüísticas inmediatas. Ninguna sustancia semióti-

ca, lli Ia dc [os significantes ni la de los significados, podía

aOl'*Ctrralizacla de manera más o menos directa, es decir, sin

la ltrtervenci(¡lr de la violencia como método persuasivo'

EJ}Jl-

Sc trata de dos historias, dos temporalidades, dos simboli-zeciones básicas de lo Otro con lo humano, dos alegorizacio'nes elementales del contexto o referente, dos "elecciones'ci-

vilizatorias" no sólo opuestas sino cc¡ntraplle§tas.De un lado,la historia madre t¡ ortodoxa, qtle se había ex-

tendido durante milenios hasta llcgar a Ami'rica. Historia de

los varios mundos orientalcs, decantaclos cn lu"Ia migraciónlentísima, casi imperceptible, que iba agotando territorios ameclida que avanzaba hacia el reino de la abunclancia, el

lugar de donde sale el sol. Historia de socicdades cuya estra-

tegia de supervivencia eslá fincada, se basa y gira en tornocle la única condición de su valía técnica: la reproducción de

una figura extremamente singulanzada del cuerpo comuni-tario. Cuya üda prefiere siempre la renovación a la innova-

ción y está por tanto mediada por el predominio del habla o

la palabra "ritualizada" (como la denomina Twetan Todo-

rov) sobre la palabra üva; del habla que en toda experiencianueva ve una oportunidad de enriquecer su código lingüís-

tico (y la consolidación mítica de su singularización), y node cuestionarlo o transformarlo.

Del otro lado, el más poderoso de los muchos desprendi-mientos heterodoxos de la historia oriental, de los muchosoccidentes o esbozos ciülizatorios que tuvieron que preferirel fuego al sol y mirar hacia el poniente, hacia la noche: lahistoria de las sociedades europeas, cuya unificación econó-

mica había madurado hasta alcanzar pretensiones planeta-rias. Historia que había resultado de una estrategia de super-

vivencia según la cual, a la inversa de la oriental, la valía

técnica de la sociedad gira en torno del medio de produc-ción y de la mitificación de su reproducción ampliada. His-toria de sociedades que vivían para entonces el auge de los

impulsos innovadores y cuya "práctica comunicativa" se

había ensoberbecido hasta tal punto con el buen éxitoeconómico y técnico del uso "improüsativo" del leguaje, que

echaba al olüdo justamente aquello que era en cambio una

obsesión agobiante en la América antigua: que en la consti-

tución de la lengua no sólo está inscrito un Pacto entre los

seres humanos, sino también un pacto entre ellos y 1o Otro.

23

Page 8: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

Lcu lrrtlfgenas llo podían percibir en el Otro una otredade elterlrlrrd inclcpcndicnte. Una "soledad histórica", la faltade ttna "expcriencia del Otro", según la explicación mate-rlgll¡t¡l clt: Octavio Paz, había mantenido incuestionada enlB¡ culturi¡¡¡ ilmcricanas aquella profunda resistencia orientale ltttaginar la posibilidad de un mundo de la üda que noftte¡'a cl suyo. La otredad que ellos veían en los españoles les

lt¿trelcf¿r una variante de la mismidad o identidad de su pro-¡rio Vr ccllcctivo, y por tanto xn fenómeno perfectamentert.cluctil¡le a ella (en la amplitud de cuya definición los ras-

¡¡os clc la terrenalidad, la semi-diünidad y la divinidad per-lcllcccn aun continuum).Talvez la principal desventaja quecllos tr¡vieron, en términos bélicos, frente a los europeosco¡tsistió justamente en una incapacidad que venía delt't:chazo a ver al Otro como tal: la incapacidad de llegar al«¡clio «:omo voluntad de nulificación o negación absoluta delOtr<l cn tanto que es alguien con quien no se tiene nada(lr¡c vcr.

l,os europeos, en cambio, aunque percibían la otredadrlcl Otro como tal, lo hacían sólo bajo uno de sus dos modosc()ntrapuestos: el del peligro o la amenaza para la propiaintcgridacl. El segundo modo, el del reto o la promesa de

¡rlcnitud, lo tenían traumáticamente reprimido. La otredads«ilc¡ era tal para ellos en tanto que negación absoluta de sui<lcntidad. La "Europa profunda" de los conquistadores y loscolonizadores, la que emergía a pesar del humanismo deItts ¡;royectos evangelizadores,y de las buenas intencionescle la Corona, respetaba el universalismo abstracto de la igle-si¿t cat«ilica, pero sólo como condición del buen funciona-nticrnto de la circulación mercantil de los bienes; más allá dee¡te límite, lo usaba como simple pretexto para la destruc-t:lr1rt clel Otro. No sólo lejanos sino incompatibles entre síelrur los dos universos lingüísticos entre los que la Malintzintlellía cstablecer un entendimiento. Por ello su intervencióneE arlmirable. Una mezcla de sabiduría y audacia la llevó aeruntir cl poder del intérprete y a ejercerlo encauzándolo enel ¡eutirlo dc la utopía que es propia de este oficio. Recono-clé t¡rrt: t'l entendimiento entre europeos e indísenas era

B.l

intp.sible clt las co,r1iciri..s clarlas; q,c, para alcanzar.lo,l¡ll()s y ()tr'()s, l<-)s VCnCCrl<)ros c intc¡¡t:trl<lrcs no nlcllos qucIos vcllcidos c intcgracl<.¡s, rcníirn r¡rrc ir l»iis allii clc sí mis-lll«ls, volvcrse dilcrcntcs rlc l<¡ (luc (.lillr. \/ r,i(i a(r'e\/i(i ir intro-cltrcil csa altcr-lrciólr conrrrnicarrt«'; nrirrtiri ir un()s y a ()tr'os, "atliestray sinicstra", 1, lcs ¡-rr'9¡¡rs«r ir ilr¡lrps t'l r.«tt9 rlc r:9nver-lir en vel dzrd la'gr irrr rlcn tiur «lt,l cr r t cr r«lir rr icr r to::r.juslatrrcn-l() csa mcntir¿r bifacctica rlrr«' lcs ¡l.r'rliti«r t <lrrvivi¡. silr llacr:r-sc la guerra durantc (rlrlo urr irrl<¡. (iirrlir rrr.z «¡rr<: rlirrlrrr.ía «leicla y dc vuclta e l)rl c los rl«rs rnrrrrrlos, rlcsrk, Ias rkrs lris(or.i:rs,la Malintzin invclrtab¿r trn¿r v<:lrlarl hccll¿r rlc: lllt:ntirns; lur?rv<:rdad que scilo porlía scl'tal pur¿r un Lcrcclr) rltrc cstulllr ltinpor venir.

Tnvctan Tod,rr¡r' vc o1r la Mzrlirrtzin (irrt<-r crin cr c¿rs<r

it)verso dcl clonrinico l)icgo DuriÍu) "cl primer ejcnrplo yPor CS() lnisrrr<¡ cl sírnbol<_¡ clcl mcstizaje Icrrltr.rral],,, com_¡:rcnclido éste conro ¿rfirmación dc Io pftr¡rio en la asirnila-c:ión cle lo ajcno.r Ptrede pensal^se, sin embargo, que laMalintzin cle 1519-15?0, la rnás intercsantc cle toáas lás qucclla fue c, srr lare¿r'ida, prcllgura Lua re¿rliclacr cle mcstiza-,jc ctrltrrral un tal]lo difcrcntc, qrrc consistiría cn rut com-¡,:clrtanricnto activo -como cl dc los hablantes clcl latín vul-ga¡ colonizador', ,v k¡s dc las lcngtras nzttiv¿rs, col.nizaclas, enla forrnación y cl clcsan'ollo cle l¿rs lc,gtrzrs rornances- clesti-naclo a trascendcr tzrnto la fbrrna crrltur¿ü pr.'opia corno laftlrmzl cultural ajcna, para quc ¿rmbas, nce'acl¿rs cle cst¿r ,ll¿ule-t't, prrcrlzrn aflnlr:rrsc cn rrn¿l forma tcl.ccr¿r, difcrentc de lasclos. Lzr prcfior-rra, l)orque, si bielr flzrcas¿r corn() soluciirni¡rvcntada pzrra cl córrllicto cntre \4otccuhzorna y Cortés, clc[cldas maneras c«rr.lticnc cn sí cl csq.ema clel mestiz¿rjc cr,rl-ttrral "szrl'ajc", r'ro plancado sino fclrza.rlo por lzrs circ.nstan-cias, quc sc impondrli colcctir,alnelttc "clespués del rliluvio,,,illiis r:omo cl rt:srrl{ado clc un¿r. cstratcgia csporrliirrcir rlc:

rrl{. Sal¿tzal N{allti¡l sctía tur buen c'jcrn¡rlo rle lir cel-r'az<irr r,llrrrvinisl.irirrrl(f cslc: ti¡ro ck: compoi'rrmicntos. \/í:asc "[il conr¡rlcjo clc llr Mlrlirrcllc",,\¡il¡«,tlo, srrplt:nrcrrt<t c.l<: LJno A,lri.t {l,nt,t.722, \{éxicr, us()sl() (l(, ls){)1.

I l,« tutt¡utitt tlt l'AtnhiqLt. l,rt r1.L.tt.sl.i.ort de l.'«u,l.nt,.S<.tril, l,irr.Ís, l{)82.

25

Page 9: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

¡Upel\i,lv('llt'lil t¡tttr ('olllo cl ttttnplirniento cle ull programa

uté¡llco, tl l,ill'til'tlcl siglo XVll.

Iti¡ eltllt6, l1 r¡rrr: rlcsclc clttouces tienc ltrgar en la ArnérieA l,ttlltt¡t cs sin rlrrrla trno más cle aquellos grandes procesos

lttrtt,itllArlos c inacab¿tblcs de mestizaie cttlttlral -como el de

It¡ lltcrlitctr/tttt:<l ), lo nrirclico, qlle, como lo afirmaba Fer-

lliut(l l]t'aLrdcl, conslitttye inclttso hoy el núrclco vitalizadortkr la crtltura cLlr'()pe¿1 original- en lcls qr-re cl código dcl con-

C¡ttistaClOr tienc rluc lehatccrsc,.ICestrlrctrrrarse y reconsti-

ti¡irsc parzr poder inteqrar clectivamct-tte determitrados cle-

tnentos ins¡stit¡iblcs {cl cócligo someticlo y flest¡-riclo. Se

trata cle proco'sos qrtc sc han cttmplido siempre a espzrldas

del laclo lumiuoso clc la historia.¡ Qtrc sólo han tcnido lugaren siltraciones líuritcs, cn circttrlstaucias extl'emas, en condi-cioues de crisis de srtpervivcllcia, eIl las que el Otro ha teni-

clo que ser aceptado colno tal, cn su otredad -es decir, de

manera ambivalente, en tanto que cleseable y aborrecible-,por Lur Yo que al tlistno tientpcl sc urodif icaba radicalmentepara hace rlo. Procesos etl los qtre el Yo qtre se autotrascien-clc t:lige el morlo clel lnt,krch para cxigir sin violcncia la reci-

procidad del ()tro.(krn-ro figura hisróric¿r y c()rno ligura tnítica, l¿r actualidad

clt: la Malintzin «:n este fin dc siglo es indudable.l'ln tanto quc f iuura histórica, li'r l\zlalintzin finca su actlra-

lirl¿rrl cn la crisis de la ctrltura política moderna y cn los dile-

ll)?ls cll los que ésta sc ct-tcicrra a calrsa de su universalismoitlrstt'itct,«:. Éit", q,," suponc bajo las mtiltiplcs y clistintas

Itrrnlani<ladcs coucret¿Is Lln comúrn denominador llamado"lr«¡tll)l'tr cu generztl", sin atributos, se mtlestr:l ahnra como

lo «¡trc sicrnprc firc, a¡nquc disir-nuladalrlellte: utl clispositivo

¡rat:t cs<¡ttivar y posPoncr inclcllnidaurente una superaciónical, i t t r

¡ r t'a «: t i cal.lle ¿tltnqlre firese i,clisperlsable, clcl pseudo-

turivr:rsillisttto ¿trcaico -de ese localisrno amplificado que

mira cn li.r «¡(rt:d¿rd dc tc¡dc¡s los otros una simple vari¿rción cr

rnctanrr¡rfosis tlc la i«len¡id¿tcl dcsde la qrre sc plantea. El

¡ Ca|los I\4t¡nsivriis, cntrcvistzr con Adolfo Sánchez l{ebolledo, "México

I992: ¿iclénticos o clivctsr¡s?", A/¿;xos, n 178, N4éxico, octtlbre de 1992'

26

desarrollo de una econonlÍa mundial rcalmente existente,es decir, basada en la unil'icat:irin tccnolti¡¡ica del proceso detrabaio a escala planetarizr, vut:lvc irn¡lostcrgablc la horade una universalizacióu conct'c(¿t tlc l«l ltt¡matl«t. Cada vez se

vuelve más eüdente que la hrrrrtitttitlit«l tlcl "hc¡mbre engeneral" sólo puede constrtrirst: t'ort los cadí¡vcr«:s de las

humanidades singulares. Yla crrltttt'it ¡rolÍti<:it «lt: la moderni-dad establecida se empantana ()n ¡)l'cgl¡ttli¡s (:otllo las si-

guientes: ¿las singularidades dc l«rs inltttt¡tct'itlllt:s sistcmasde valores de uso -de producción y «lisfi'tttc tlt' los rnismos-que conoce el género humano sor) ()lr vt't'rlittl tnagnitllclesnégligeables que deben sacrificarse a lit tt'ltrlelrr:iit ¡¡lol"raliza-dora o "universalizadora" del merc¿r<l<l rntlnrli¿tl t'a¡litalista?Si no es así, ¿es preciso más bien mattitt'lt: utl llnlitc it csta"voluntad" unifor:mizadora, desobedc«:t'r' lit "stllitlttrfa clel

mercado" y defender las singularidaclcs t:ttllttt'itlcs? l'cro, si cs

así, ¿hay que hacerlo con todas? ¿O s«ilo t'ott lits "tltciort:s"?El fundamentalismo de aquellas soc:it'tlitrlt's rlt'l "t(|rccr

mundo" que regresan, decepcionadas pot' lits ¡tt'tlm<lsas in-cumplidas de la modernidad occidellt¿tl, ¿t lit rlt:l'cttsil más

aberrante de las virtudes de su localismr¡, tit'tlt' t'tt cl racismorenaciente de las sociedades europeas un¿l ('()t'l'('t¡ll«rtrrtcncia

poderosa y e>tperimentada. Ambas soll l'('llciits ¿t (:ollc(:birIa posibilidad de un universalismo difcrcttlc,

La figura derrotada de la Malintzin lristril'it'it ¡t«rtrc c e

relieve la miseria de los vencedores; el ctrclltttstt'¿ttni«lttto enlo propio, originario, auténtico e inalicttitltltr fttt: paraEspaña y Portugal el mejor camino al dcsaslt'«', it lil clt:struc-ción del otro y a la autodestrucción. Y rt:<:ttt'¡'d¿l «, mnlrarioque el "abrirse" es la mejor manera del alirrnal'sc! qtlc la mez-cla es el verdadero modo de la historia dc la ctrltura y elmétodo espontáneo, que es necesario dciirt't:tt lihcrtad, deesa inaplazable universalización concreta dt: lo hrtnrano.

Como figura mítica, que en realidacl sc c¡lcucntra apenasen formación, figura que intenta supcrar: la imagen nacio-nalista de "Malinche, la traidora" -la r¡ttc desprccia a lossuyos, por su inferioridad, y se humilla antc la superioridaddel conquistador (según R. Salazar Mallén)-, la Malintzin

qn

Page 10: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

;,: ''' I

httnrle Étts raÍccs crl r.nl cot-lflicto courrin a toclas las cultttras:ol quc so cla cutrc la tcnclencia xenofóbica a la endogamia yla tettclencia xenolílica a la exogarria, es deci¡ en el terrenoen el qtre toda cr,¡munidad, como toclo scr singularizado,

¡:ercibe Ia necesiclad ambivalente clel Otro, sn carácter decorrtradictorio y cclnrplcmentario, dc ame naza y de prome-sa. Frente a los tratamicr-ltos dc este conflicto en los mitosarcaicos, que, al n:rrrar cl vaivén dc la agrcsión y la vengan-za, enfaLizan el nromcnto de.l rapto de lo me'ior r1e un<¡mismo por el Otro, el qrre parece prevalccer en Ia mitifica-ción clc la Malir-rtzin -la dc¡rninada que domiua- p<-rne elacenlo rnás bicn en ci lltc)rnento de la cntrcga de uno mismocolno reto para cl ()tro. N,loderno, pcro no capitalista, elmito de la Mirlintzin scrízr un rnito actual porque apunta másallá de lo que Sartrc llanraba "la historia de la escasez",ütrahistoria cuya supcr¿rción cs el ptruto de'partida cle la modcr-nidad que se h¿r a{¿otado dulante el siglo xx y cuyo rcstable-cilnicnto artilitial ha sido cl firudarnclrto de Iir lbnna capi-t¿rlista clc esa rnoclcmirlacl.

At,tiNt)t(il.:

liL rn,o,sli.zaje )¡ lrus ,litnn,ru

E,l a[r¿rctivo, lil fhscinacirin inclrrso, qlre tienen para muchosclc nosotrr¡.s l¿Is "«rl)ras (lc: iu'tc" ¡:r'ovenicntcs clq las culturasprelrispár:icas clc Arnil'ica sut:lc cxpliczrrse con razón por ellrecho dc qrrc cllas no son cxactanlentc oltras cle a.rte. Que loquc en ellzrs cst¿i cn. jtrc¡4«r cs algo rncllos y alztvez algo rnás quecl "arte ": su c¿rrirctt:r' d<: ol¡r«,s de cullo, de obf etos cuya objeti-viclacl plena sc cu(:rrclltr¿r cu la ctirncnsión áe la práctica-fes-tiva y ccrcrnonial, <lc lar lc¡:ctición ilnaginaria dcl sacrificiofturclantc cle Ia conrr¡ni<lad y str singulariclad.

Se trata sin drrda clc rrna cxplicación accrtada; pero es

incomplctzr. Olvicla haccr" rncnci<in clc lo más evidente: elhechcr de la exlrun.r:z«, de Lales ohras para nosotros. Extrañe-za que no consistr: sc¡larn«-'nt-c en sll antigtiedad; que está

28

sobre todo en la ajenidad, del tipo de üda o de mundo al quepertenecen, y desde el cual y para el cual están hechas.

Tál vez esta ajenidad pueda pcrcibirse de mejor maneracuando prestamos atenciór¡ a la idea que parece regir enellas de lo que es en sí misma la acción de dar form¿ a unobjeto o de conforrnar nn mal.erial, acción que está en el ori-gen de toda obra y ]nuy en especial de toda obra de arte.

Cuando Miguel Angel, el prototipo cle creador moderno-ex nihilo-, decía con humilclad autocrftica que su trahaio deescultor consistÍa en liberar rlel bloque de mármc¡l la figuraque ya estaba en é1, quitando sólo lo sc¡brantc, exponfa sin que-rer no su programa de acción sino, curiosamente, cl de r¡ntipo de "creadores" completamente dif'erentes de él: losescultores de la América antigua. Descubrir, enfatizar; ayu-darle al propio "áraterial" a dibujar una silueta y definir unatextura, a resaltar un relieve, a redondear un cuerpo y pre-cisar unos rasgos que estaban ya esbozados o sugeridos, rea-lizados a medias en el mismo: ésta parece haber sido toda laintervención que el escultor prehispánico se creía llamado atener en la "creación de una obra". Seguramente "el milagroespantoso" de la Coatlicue se había manifestado y había sidosentido ya por muchos en Ia piedra original cuando el "artis-ta" inició su obra; éste sólo debió a¡rdarle a vencer ciertasindecisiones formales que le impedían destacarse con ladebida fuerza. La idea de lo que es "dar forma" que preva-Iece aquí no es sólo diferente de la idea europea, o contra-ria a ella; es sobre todo ajena a ella. Lo es porque implicauna elecc'ión d¿ sentid,o completamente diungente de la suya,que subraya la continuidad entre lo humano y lo Otro. Parala idea prehispánica, la elección de sentido europea es tan"absurda" que es capaz de plantear al sujeto como comple-tamente separado del objeto, es decir, a la naturaleza comomaterial pasivo e inerte, dócil y vacío, al que la actividad y lainventiva humanas, moldeándolo a su voluntad, dotan derealidad y llenan de significación.

Un abismo parece separar la inteligibilidad del mundo ala que pertenece la noción de "dar forma" que rige en la com-posición de una obra de la antigüedad americana de la inte-

9q

Page 11: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

udbludad del munclc¡ propia de la modernidad europea. Fll

iÉt*u que hay sin duáa éntre dos mundos ütales construi-

doe por sociedades o por "humanidades" que se tricieron a

¡f mísmas a partir de áos opciones históricas fundamentales

no sólo difeientes sino incluso contrapuestas entre sí: la op-

ción "oriental" o de mimetización con la naturaleza y la opción,,occidental" o de contraposición a la misma. se trata justa-

mente del abismo que los cinco siglos de la historia latino-

americana vienen tratando de salvar o superar en el proceso

del mestizaje cultu¡al'La insistencia en la aienidad -en la dificultad y el conflic-

to- que habla desde el áncanto que tienen para nosotros-los

restos intactos, las "obras de arte", de la antigüedad prehis-

pánica permite enfatizat con sentido crítico un aspecto del

i..rO-"ro histórico del mestizaje cultural que no suele des-

tacarse o que incluso se oculta en el modo corriente de con-

cebirlo, fornentado por la ideología del nacionalismo oficial

latinoamericano. Empeñada en contribuit a la construcción

de una identidad artificial única o al menos uniforme para

la nación estatal, esta ideología pone en uso una represen-

tación conciliadora y tranquilizadora del mestizaje, protegi-

rla contra toda reminiscencia de conflicto o desgarramiento

y negadora por tanto de la realiclad del mcstizaje cultural en

.f q"L está inmersa la parte más vital de la sociedad en Amé-

rica Latina.

¿Es real la fusión, la simbiosis, la interpenetración de dos

.oifigrru.iones culturales de "lo humano en general" pro-

fundimente contradictorias entre sí? Si 1ó es, ¿de qué mane-

ra tiene lugar?La ideol,ogía nacionalista oficial expone su respuesta obli

gadamente ifirmativa a esta cuestión ion ,rna metáfora.natu-

ialista que es a su vez el vehículo de una visión sustancialista

de la cultura y de la historia de la cultura. Una visión cuyo de-

fecto está en que, al construir el objeto que Pretende mirar'

lo que hace es anularlo. En efecto, la idea del mestizaje cul-

turil como una fusión de identidades culturales, como una

interpenetración de sustancias históricas ya constituidas, .noprrede hacer otra cosa que dejar fuera de su consideración

30

.justamente el núcleo de la cuestión, es clecir, la problcmatl''"zación

del hecho misrno de la constitución o confbrmación

de esas sustancias o identidades, y del Proceso de mcstizaje

como el lugar o el momento de tal constitución'La meráfora naturalista del mestiz{e cultural no puede des-

cribirlo de otra manera que: a] como la"mezcla" o emulsión

de moléculas o rasgos de identidad heterogéneos, que, sin

alterarlos, les daría una apariencia diferente; b] como el "in-

jerto" de un elemento o una parte de una identidad en

il todo de otra, que alterarÍa de manera transitoria y restnn-

gida los rasgos dál primero, o c] como el "cruce genético" de

irna identiáad cultural con otra, que traetía consigo una

combinación general e irreversible de las cualidádes de

ambas. No puéde describirlo en su interioridad, como un

acontecer histórico en el que la consistencia misma de lo des-

crito se encuentra en juego, sino que tiene que hacerlo

desde afuera, como un proceso que afecta al objeto descri-

to pero en el que éste no interviene.iIa llegado ial vez la hora de que la reflexión sobre rodo

el conjurito de hechos esenciales de la historia de la cultura

que se conectan con el mestizaje cultural abandone de una

u., po. todas la persPectiva naturalista y haga suyos los con-

..p[o, que el sigio xi ha desarrollado para el estudio especí-

fico de las formas simbólicas, especialmente los que provie-

nen de la ontología fcnomenológica, del psicoanálisis y de la

semiótica.Baste aquí, para finalizar, ull aptlllte en relación con esta

úrltima paiu indi.ar la posibilidacl y la conveniencia de ulcambio de perspectiva én la rcflexión, Si la iclentidad cultu-

ral deja de ier ioncebida como una str§tancia y es,vista más

bien Jomo un *estado de código" -como una peCuliar confi-

guración transitoria de la subcoclificación q1e vuglvl.usable';hublubl.", dicho código-, entonccs' esa "identidad" puede

mostrarse también como una realiclacl evanescente, como

una entidad histórica que, al mismo tiempo que determina

los comportamientos de los sujetos que la usan o "hablan"'

está sie;do hecha, transformada, modificada por ellos'

31

Page 12: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

tfnela tqelAl, Inelusc» tcnienflc¡ cn cuenl.a las rcpercttsicrnes

quc téndrfa cn la tc¡talidad de la misma. Resulta ya eviden-

ú qUe no es sólo lo económico,lo social,lo político o lo cul-

turáI, o t¡na cleterminada combinación de ellos, lo que no

elcanza a recomponerse de manera más o menos viable y

duraclera clesde haceyamás de cien años' El modo como las

clistiutas crisis se imbrican, se sttstituyen y complementan

entre sí parece indicar que la cuestión está en un plano más ra-

clical; hábla de una crisis que estaría en la base de todas ellas: l

una crisis civilizatoria.Poco a poco, y de manera indudable desde el siglo xvtIl,

se ha r,r-relio imposible separar los rasgos propios de la vida

civilizacla en géneral de los que corresponden particular-

mente a la vida moderna. La presencia de estos úrltimos pare-

ce, si no agotar, sí constituir una parte sustancial de las con-

d.iciones de posibilidad de los primeros. La modernidad,

que fue una mo<lalidad cle la civilización humana, por la que

ésta optó en un cleterminado momento de su historia, ha

clejadó de ser sólo eso, una modificación en principio rev^er-

sitle de ella, y ha pasado a.formar parte de su esencia' Sin

modernidad, la civilización en cuanto tal se ha vuelto ya

inconsistente.Cuando hablamos de crisis civilizatoria.nos rcferimos jus-

tamente a la crisis del proyecto de modernidad que se impu-

so en este procero áe modernización de la civilización

humana: el proyecto capitalista en su versión puritana y

noreuroPea, que se fue afirmando y afinando lentamente al

prevaleceruobt. otros alternativos y que clomina actualmen-

ic, c<lnvertido en un esqllema operativo capaz de adaptarse

a cualqttier sustancia cultural y dueño de una vigencia y una

ef'cctividad históricas aparentemente incuestionables'

La crisis de Ia civilización que se ha diseñado según el pro-

yecto capitalista cle modernidad lleva más de cien años''Co-o

dice Walter Benjamin, en 1867, "antes del desmoro-

namiento de los monumentos de la burguesía", mientras "la

fantasmagoría de la cultura capitalista alcanzaba su desplie-

gue más l-trminoso en la Exposición Universal de París", era

ia posible "reconocerlos en calidad de ruinas"' Y se trata sin

34

cluda cle una crisis f)orqtte, cn printer lltgnr, la elvlllacelón de

la moclerniclacl capitalista no pucclc clcslrrollp¡'l€ iln volvctrse en contra del fundamento que la pu§o cll pler y la eogtle'

ne -es deci¡ la del trabajo humano qttc l:ttscit ltr tlbttnrlanelade bienes mediante el tratamiento técnic6 rltl lt tttttttt'tllelE-r

y porque, en segundo lugar, empeñada en cltlrlit'titl deitlno,.*u..ibu justamente esa reversión que le hacc perder nu

razón de ser. Época de genocidios y ecocidit¡s inartdlttln

-que, en lugar d.e satisfacer las necesidades humatt¿ts, las elli'

-ir'ru, y, en lugar de potenciar la productividad llattlrnl, l¿l

aniquila-, el siglo XX puáo pasar por alto la radicalidarl tlcl

esta crisis debido a que ha sido también el siglo del llamadc¡"socialismo real", con su pretensión de haber iniciado cl

desarrollo de una civilización diferente de la establecida' Sc

necesitó clel derrumbe de la Unión Soviética y los estados

que dependían de ella para que se hiciera evidente que.elsistemasocial impuesto en ellos no había representado nin-guna alternativa revolucionaria al proyecto de ciülizaciónáel capital: que el capitalismo de estado no había pasado de

ser una caricatura cruel del capitalisnio liberal.

¿Es en realidad posible? Débiles son los indicios de que la

modernidad que predomina actualmente no es un destino

ineluctable -un Programa que debemos cumplir hasta el fi-nal, hasta el nada improbable escenario apocalíptico de un re-

torno a la barbarie en medio de la destrucción del planeta-,pero no es posible pasarlos por alto. Es un hecho innegaLrle

(ue el dominio de la modernidad establecida no es absoluto

rii uniforme;y lo es también que ella misma no es una reali-

dad monolítica, sino qlle está compuesta de un sinnúmerocle versiones diferentes de sí misma -versiones que fuerou

venciclas y dominadas por una de ellas en el pasado, peroque, reprimidas y subordinadas, no dejan de estar activas en

el presettte.Ñuestro interés en indagar la consistencia social y la

ügencia histórica cle un ethos barraco se presenta así a partirde una preocupación por la crisis civilizatoria contemporá-

nea y oÉedece al deseo, aleccionado ya por la experiencia,

de pensar en una moderniclad poscapitalista como una

3D

Page 13: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

§t**¡llte, §i ul l¡itnrrr'¡trisruo cn c:l conrporrarnicnto§D Bl al'trr llcrrc srrs raiccs ()ll r.lll et,lu¡s bailn«¡y si i.stc

lllflt: Cfi't:liviullclltc coll ult¿l cle l¿rs rnodcrnidaclcs

ffiflüHlhttu (pt(, lrrtcr:c«licr«:n a la acrual y que pcrviven enFutE, Pllc(l(' l)(:nsillsc clltonces q,e la ¿r,toafirrnacii» exclu-'}lEilte clel ur¡litnlisrno rcalisr. y p.riLano quc clonrin¿r cn la

lllt¡flet'nicllrl ac(tr¿ll es rlclcznable, c inf'crii'se rambién, incli-re('ltllllcnt(:, qlrc no cs vr:r(lad qr-rc llo scil Posible imaginar-(l(,¡¡to t't'rrlizablc rrna nloclcrniilarl cLry;r csLnlclura rln cstót¡t't¡r¿¡cl¿r cn tomo al clis¡rosit.ivo capitalista cle la proclucci<ir-r,l¿t c:it'crrl¿tcién 1, el consllmo rle la iiquczzr s«rcial.

2

l.,ar c«rncepci«i. clc Max \t'cbcr sesúrn la cual habría ,racorrcsponclcncia lriunívoca cntr-c él ,,cspíritu clel capitalis_mo" )rla "ética llrotcstanr.c", ¿rsociada a liisuposici«'rn ác qrrec-s imposiblc .r]zr nroclcrnidacr q,c no sca ciipitalista, op,irtuargurnentos a la c.,r,iccií¡n de quc lzl ,niczl" for,ra irn¿isina-blc dc pollc. rr, ,r'rlc. c. cl l'c'til.ci,nanlicnt, rn«rclcrnodc las [ucrzas produc(ivas cre ra sociedacr humana r:s .jrrsta-nlcntc la qLrc sc csll<¡z-¿I (jlr t0l"no a csa "étic¿r protestar-rtc,,. Laiclca cle un tr,lto.t ltrtrtt¡rr¡ al)¿rrcc(: rlcnr-r<l clc rrri inlcnt, clc r.es-prrcsla a la i,satislácciri, tc<iric¿r c¡rc clcspierl¿l esa c.,vic-ció, e, t<,¡cl¿r mir'¿rda clític¿r sobrc la civiliz¿rción conr-c,n-poránea.

lil e,cuc,trcl dcl "espírit, clcl capitalis.ro", visto como lapurzr clcrnand¿r clc un conlportalnicDt.r¡ humano «:structrrr¿rl-nl.ntc ambicios., rzrci.naliz¿rdor y ¡:r<luresista, co, la éticapr'()tcstalrt(: (cn srr vcrsirir.l prrrirunzr calvinistzr) , \/isr¿r como lap.rzr ol'c.ta clc trn¿t tóclric¿t rlc r:,nr¡ror.[¿ulicntc¡ i,cliviclualen t()rllo zl ru]¿r ?rut()r'lepfcsiórr pt'orltrc:tir¡ist¿r y Lura ¿rutosatis=fácció, s.blimada, cs .iararrc.r-c *n¿l co.dició, ,eccsariadc l:r orqariz¿lr-iírn dc l¿r'icla ci'iliz¿rrl¿l en [.ollro a la a.,rnrr-I¿lcirirr dcl capit^1. l).r'r¡ r. r-arru rrtrri¿r 11,e cr cs1;írittr clcrc:rpitzrlismo l'crbas¿r srr ¡;r',pia prcsr:,cia e, la sc_¡lai'iq.r,ra dccs¿r rierrrarrrla, así c.c¡rno cs crriclclntc r¡trc rrivir erty co,n--el capi-talis¡lo puccle ser alecl nrzis «1uc s,ivitl l¡t¡ry pura é1.

36

lll tér'rnino er]u¡s rit:n<: lir vt,rrtir jir rlc srr arnbigticclacl «l clclt¡lcsenticlo; ir-rvit¿t ¿r corrrbiruu, c,rr lir si¡¡rril'it;ar.i<in básica cle

, "morada o abrig.", l, r¡rr. t:lr r,lllr st, lr,l'ir,rc ir,,r,r:fir¡qicl,', a re_curso dcf'ensivr¡ o ¡r:rsivo, <r¡rr lo (ln('(.n cllit sc r.t:f icr.c a,,ar-ma", a |cclll's() oli:Lrsivo o ¿rt:lir,«r. (lottjrrrrtir r.l cort«:c¡rt<l dc"rrso. costrrrnl;rc <l conll)()l't:uilit,rtl., ¡utl()iltliti(.()" -rrrtit prc-sencia rlcl nlrrrlrkr on n()s()tl()s, (lr¡(,u()s l)r.ott,¡qr.rIt, lit rtcc«:-sidacl rle descifr"arlo a carlu lllrs()-- r,rrr t,l (,on(,(,1)((, (lr, ,,t.¿u.rir:-

tcr, Pcrson¿riidarl inrlividrral o nr«¡rlo rlc sr,r"'-,rrttir ¡lr,gsgrtr:iitdc..scltrr.rs c, cl mrrrclo, qrrc l,,rrligir lr rlirrirr,rrrls rlc rrnacic:rta,lalrcra-. u[¡ic¿rcl<¡ b rlris¡rr. r,rr r.l ,llir.r«r r¡ttr.r:tt t:lsrljctO, cl cor,,portarnient<l social csr lu(,( r r url ¡rl r¡ r tt, i l¡rlt,rtr¡sllanrar er,ltos lti,.ttótito pueclt. scl 'ist. ( onro torlo ir¡r jll,incipioclc c,,st.rcciórr dcl r.trnd. crc' la virl:r. l,ls rt¡t r,ilrtr¡rort.a-

, miento q.c intc,ra ha.cer viviblc l. irl'i',,ilrlt,i rrnir r,s¡r.i;ic rlczrct.alizaciír, d. .n¿r cstr¿r(egia clcstin¿r«lir ir rlisolvt,tl, /il !u{:rno a solucionzrr', rur¿r clctcnninarlu lir¡rrur cs¡lt'r,ff i«,ii rlt: Iacontladicción constitrrl.iva rle la conrli<:i<in llrrrrrirtt¿t: lir r¡rrc lc

'ic.c de scr sir:rrprc l¿r Ii¡l'rna clc rrr:r srrsritttr,iit ¡r,,a,iiu.,"i,f'cr-ir¡r" (cn riltir,a insr¿urci¿r aninral), «¡rrt, lrl ¡r,slhilitur,lcsu ex¡;rcsirirt dc:bc silt crnlt¿rrgo rcpr.inrilllr.

¿Qrró c<-rntra«liccirin cs ucces¡rriri rlisolr,<'r, r,s¡lr,t t'l i¡ltrt¡s¡recn la óprc:r r,.clcr,a? ¿l)c qu(' hay r¡rr«: "r'r,lirgiirrsr,", r,ontl.aqr.rti hary quc "?lnr?rrsc" cn I¿r moclcl'nirlirrli N. lriry r,«irnointcntar una rcspuostzr a cstir prcerurta sin r.«lnsrtlItt, un¿t clc:Ias primcrzrs .bl-as 11rrr, t'ritica, cst¿r ,lrrlr,r.,irllrrl (itrrnr¡rr«:c¡rc¿rbecc cl I'ntlex lil,¡tr¡ttlut, ltrohibi.tr»tt,,¿ ,r,r¡lilrr.r,irl y ¡r.,*ri.,.r-dernrr): l.)l r:a,ltitrtl, dc N4¿lrx.

. l,¿r yicla priictic:r clr la nrorlcnririad l,r'irlnlt.llr(, cxist(:lltedcbc clescnvcllversc cll un lrrtrnck¡ crrya fi»,t¡rit olticliva sceltcucntra cstn¡cttu'ada cll torn() dc rrrr;r ¡rr,Cscllt:iit rl«»ili_nante , la de la realirlacl <¡ el l¿ar:ho ca,!i,la,l,i..tl.u. §t, lr.lrllt, (!lt ()s()lt_cia, dc trn hcch, q.c c-s..a co.r-r¿rcrir:t:i<irr, rk, ruur rr:alicla«lqne cs uu conllic(o pcflnarfcute clltlc las lt,rrrlt:nciirs c«rntra_puesr.rrs dc dos di,ár-nicas sir¡rulthnc¿rs, t:«rnstitrrlivas cle lavida soci¿rl: la clc ést¿r cn t:rnto q.c c-s r,l l)l'()ccs() rlc trabajoy cle disfiute relcrido a'alorcs dc *so, I)or un laclo, y la clc Iarcprodrrcciirn dr: su riquczzr, cn t¿ult() (Itrc cs lrtt proccso cle

.) ts1JI

Page 14: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

"Vtlk¡t,iZ¿tcirirt rlcl rralor ¿tbstractcl" o acttmulaci(rn dc capital,

11()l'olt'o. Sc tr¿rta, por ltl clctnás, de ttn conflicto eltr cl rlue,

irrra y otl'¿r vcz y sin clcsc¿rnso, la primera cs sacriflcacla a la

sc¡¡rrrr«la y solnetidzr a clla.l,a rcalidad capitalist:r cs ttll ltccho históric<l inevitable,

tlcl rltrc tto es llosible csca¡r:tr y quc por tanto dcbc scr inte-

¡¡raclo en la constt'ttcci<iu ttspontátnca clel tnttndo de la vida;

qrrc dcbe ser c()lt\/ertido eu tllla segLrn(l¿t naluralcza por el

et,ltos qte asegul'¿I l;r "ztt'lnoltía" inclispcnsabie cle Ia cxistcuciac<¡tidi¿ura.

(luatro serí¿ru ¿rsí, ctt principio, lzts dif'crentes posibilida-

des que se olicceu clc vivir cl urr-urdo clcntro del capitalismo;cacla un¿r clc elias inrltlicar'ía ttna actitr-td pcculitrr -sea de

reconocimiento o «lc rlcscoutlcirnicnto, sea de distancia-

miento o dc particiltaci<ir-r- aute cl hccho coutradictorio qrte

caracteriza a la t-calid¿td capitirlistzt'L.lna ltriurera tu¿rlte ra dc colrve rtir ctl intncdiato y

cspoutáneo cl hccho capitalista cs la dcl colnpoltalllicnlclq,i., r. clcsertvuclve dclltro de una zrctitud clc) iclentificaciónafinn¿rtiva y rtrilitantc c;on l¿r prctctrsi«it"t dc crcatividzrd qtle

ticnc la acumtrl¿rcirin dcl capital; con la pretensiórt de ésta

n«r stil«r dc rcpregcntar I'icltuente lcls intcr-escs dcl pr-oceso

"so«:ial-natltral" cle rcproclucci<iu -itrterescs que en ver«lad

rc¡rrittrc y rlcfirrma-, sino dc cstar al scrvicio de la potencia-

ci«it'l t:uatr(itativa y cr.r¿litativa dcl mismo. Valorización del

vzrlor y, «lcs¿tu'ollo rlc las fitct'zirs ¡ rochlcl"ivzls serían, dentroClc r:stc c«rrrr¡r«lrlirnlir:nto cs¡rotttiitrt:o, Irlírs c¡tte dos Clinámi-

c¿rs coint:irl«rtt(tls, tlllll \/ llt tttistlla, ttttiLari:r c indivisible. Aeste el lu»; clclttcntitl l«l ¡lorlcttttls llatlt¡tt t"c«,Li,sta Por sLr carác-

ter afjr.mativo lro s«ilo rlc Iil c:l'icttci¡t y la llortdad iusupcrablesclel rnuutl<l cstal;lt:t'itlo o "lcAllllclltc cxisLente", sitto, sollre

t<rclo, rlc la i.rultosilti.lirl,«tl. «lc tlll llll.lll([o altcrtl¿rtivct.

Un sc¡¡trnclo ltto(lo rlt: ttitttttltlizan' l<¡ cztpitalista, igual de

militante que el atrtt:t'itlt ¡:tltrI t:tttnplctarnellte contrapuestoa é1, irnplica tambicirl l¿t collfi¡si<in tle lc¡s dos términos, perono clentro clc ttna a['i|tna«:ititt clcl valor sino justameute del

valor cle nso. En é1, la "val«rrizaci«iu" ap¿Irecc pleuamcntelccluctible a Ia "firrnta natLll'¿tI". l{cstrlLado del "espírittr cle

38

erlprcsa", la v¿tkrriz¿r<ricitr tnistna tlt-r sc:t í¿t ()tI'¿I cc)sa qLle Lllla

variantc clc la rc:llizitci«'ltt ric lit fi¡ttna natttt'¿tl, pllcsLo qLrc es-

tc "cs¡;íritu" sr:rí¿t, a stt \/('2, tttlit rItt las figtrtns o strjctos clttc

Lr¿rccu <lc la hisl"t¡r'irt tttttt itv(:l)ltll'it l)(ll'lllilll(:tltt:, lo tllistnc¡ cucl plzrno clc: lt¡ lluttlttr<¡ itlrlivirlttltl r¡ttt't'tt lrl «lt'lo lttlntzrtlclcolcctir'<i. N4rrtitciritt ¡lt'ollltltlt:tttolll(' l)('l'\/(ll'sil, (lstlt lIl(ltirl)l()r-firsis rlr:l "rntutrlt» lrttcrto" o "ltltlrtlltl" t'lt "irlf ict'tto" «:a¡lilalis-

ta no <k'jar'ía «lt: st:t ttlt "rll()ltt(lllto" «lt'l "ttriIitgtrr" (ltlc ()s cllsí rnisrna la (lrcacit'¡rt. l'lsl¿r ltccttliitt'lttitll()l'11 rltl vivir (loll clcapitalisrnr), quc st: zrlit'tna crt la trlcclirlit t:tr c¡ttt: lo tt'lrnsfigu-ra cn su contrzrrio, cs pr<lltizt del el,l¿os'rotntí.'nl,i.t:0.

Vivir la espontanciclad clc la rc¿rlidad capitalistlt cotrlo clrcsultado de una ucccsid¿rd trasccttclcuLc, es rlecir', (:()llto Llll

hec:ho clryos rztsflo.s rlctcstables se corltpcnsztll cll illtirna ilrs-

t¿urcizr cou la positividad rlc la cxistcncia clcctir'¿t, la tnisuracluc cstár rnás all¿i clcl tnarqct-t de acciril"r y clc valorac:i<ln qtrc:

corr('sp()n(lc :r 1o lttttnatt«r; ósta cs llt (crccra lnallera dc

hzrccrl<r. [is l¿r lr¿trlct'ir cicl cl,lu¡s r:lú,.si.t:o: dist¿rtrc:iacla, t-to com-prometida en c()ntra dc tttl dcsignici negzrtiv<l percibiclocolno inapclzrblc, sitro courpt'cnsiva )/ c()llstrllctiva dentro delcumplimictrto trágico dc la tnarcha dc l¿ls coszls.

La cuart¿r rn¿Incra dc iutcri<¡rizar cl capitalismo cn la cs-

pcrntaneidacl dc la vi<lzr c<¡ticlizllta cs l¿r clcl cthos <1uc quisiéra-rrr<rs llarn:rr l)a,t'ro(:o.'liur rIis(zttlciada c:otno 1a cl¿isiciL ?rlltc lancccsiclad llascctt<lcntc rlcl.ltccho capitalistar, tlo lo accpta,sin crnbargo, ni st: stulltt a ól sitl«¡ rlttc l<l miruticlrc sicmprccorno inaccpublc v ajctto. Sc tt'¿tllt dt: tttt:r afirmacit'rtl rlc lzr

"form¿r natrrral" ck:l tutrutkr rlt' l¿r t,i«l¿t (lttc l)¿rltc ¡tirraclrijica-rnelltc dc la expclicrtci¿t «[t't:slt firttltit (;()lno ya vt:t:t:irlit 1'

cntelrad¿r pr-rr la acci<itt rlt:t'itst:trlolit «[t:l t:i.t¡lititl. Qttc ¡lt'c:-tenclc rcst¿rl¡lcccr las cr"rali<littltts tlt: Ilt tir¡ttcz.a collcl'cl-zlre-inventártclolas inli,¡r'mal o f ttt tivitttt«.)llt(: (lolI)o t:tlalirlaclcs

dc "scsundo gt'ario".L¿r idca quc llataillc tcr]ía clc:l ct'olistlto, ctl¿lIl(lo dccía quc

es la "ztplobación rlc lavitl¿r (cl czlos) iltlll (lcl)tlo clcl l¿t mttcr-tr: (cl r:osntos)", ptrcdc ser l.raslirdltrla, sitl ox(lcso clc violcrl-ci¿r (o tzrl vt:2, int-itrst,r, corl tocla ltro¡ricclad)' a la clcfinicióndel cthos birt'r«ict¡. l'ls b¿rrroc¿t la rn¿ruct'¿t cl<: scl: rnoclclno qtte

39

Page 15: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

F,l athos barroco no borra, como lo hace el rea-,ll contradicción propia del mundo de la üda en la

AEdernldad capitalista, y tampoco la niega, como lo hace elf0mándco;la reconoce como ineütable, a la manera del clá-llco, pero, a diferencia de éste, se resiste a aceptarla, pre-tende convertir en "bueno" el "lado malo" por el que, r.g.inHegel, avanza la hisroria.

Provenientes de distintas épocas de la modernidad, es de-cir, referidas a distintos impulsos sucesivos del capitalismo -elmediterráneo, el nórdico, el occidental y el centroeuropeo-,las disüntas versiones del ethos moderno configuran tá vi¿asocial contemporánea desde diferentes estratos "arqueológi-cgs" o de decantación histórica. Cada uno ha tenido su pro-pia manera de actuar sobre la sociedad y una dimensión pre-ferente de la misma desde donde ha expandido su acción.Definitiva y generalizada habrá sido así, por ejemplo, la pri-mera impronta, la de "lo barroco", en la tendencia de la civi-lización moderna a revitalizar una y otra vez el cócligo de Iatradición occidental europea después de cada nueva oleadadestructiva proveniente del desarrollo capitalista. Como loserá igualmente Ia última impronta, la "romántica", en la ten-dencia de la política moderna a tratar las formas concretasde Ia socialidad humana én calidad de materia maleable porla iniciativa de los grandes actos de voluntad, indiüdualés ocolectivos.

Cabe añadi¡ por lo demás, que ninguna d.e estas cuatroestrategias civilizatorias elementales que ofrece la moderni-dad capitalista puede darse efectivamente de manera aisladay menos aún exclusiva. Cada una aparece siempre combina-da con l4s otras, de manera diferente según las circunstan-cias, en la üda efectiva de las distintas "construcciones demundo" histórico de la época moderna. Lo que sucede esque aquel ethos que ha llegado a desempeñar el papel domi-nante en esa cornposición, el ethos realista, es el que organi-za su propia combinación con los otros y los obliga a tradu-

40

L dertrucción de lo cualitativo, producida por#Yllmo eapltalista, al convertirla en el acceso a lade otra dimensión, retadoramente imaginaria, de

cirse a él para hacerse manifiestos. Sólo en este sentido rela-

tivo se podría hablar de la modernidad capitalista como un

esquerna civilizatorio que requiere e impone el, uso de la

"ética protestante", es decir, de aquella que parte de la miti-ficación cristiana del ethos realista para traducir las deman-das de la productividad capitalista -conccntradas en la exi.

gencia de sacrificar el ahoradcl valorde uso en provecho del

mañana de la valorización del valor mercantil- al plano de latécnica de autodisciplinamiento individual.

)

¿Qué justifica que empleemos el término "barroco", paranombrar el cuarto ethos característico de la modernidad ca-

pitalista?Si uno considera los usos que se le han dado al adjetivo

"barroco", desde el siglo X\,TII, para calificar todo el conjun-to de "estilos" artísticos y literarios posrenacentistas -inclui-do el manierismo- y también, por extensión, todo un con-junto de comportamientos, de rnodos de ser y actuar del

siglo xvIl, se llega a una encrucljada semántica en la que lle-

gan a coincidir tres conjuntos de adjetivación diferentes,todos ellos de intención peyorativa.l

"Barroco" ha querido decir: a) ornamentalista, en el sentidode falso ("berrueco"), histriónico, efectista, superficial, inrne-diatista, sensualista, etcétera; b) extrauagante ( "bizarre'), tantoen el sentido de: rebuscado o retorcido,2 artificioso, exagera-

rLos mismos adjet.ivos que sirüeron a unos hace un siglo parajustifi.car la denigración del arte barroco -y de laactitud vital que se le aseme.

ja- sirven a otros act.u¿rlmellte para levantarsu clogio. Inversión del signo

que ha dejado sin embargo casi intactir la delinición corriente de lo barro.co, dando las espaldas a los replarrteamicntr¡s dc str imagen conceptualque han tenido lugar en el terreno del discurso reflexivo. Virqje del zalgeist, al que la presencia de lo barrocc¡ disgrutó una vez, cuando vivÍa para

organizar la autosatisfacción de una modcrnidad tritrnfhnte, y a la que

invoca ahora para alimer-rtar la ilusión de csa misma modernidad que;

cansada de sí misma, quisiera estar m᧠allá de sí misma sin lograrlo.2 "Baroco", el nombre que la lógica neoescc¡lástica dio al tipo de silo

gismo de vía más rebuscada y retorcida: (PaM . SoM) > SoP. Ejemplo: 'ti

41

Page 16: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

dt¡, t,tlltt,t t'll tll rlr: l't't:itt'1¡it<lo' rcdundante' exuberante ("tro-

itlsBl"), y r'l rilrrrulisl¿¡ t, ccrcmonial, en el sentido de pres-

[ffi;.'t",i,[.i,t, i,,*«r, ltrrmalista' esotérico ("asfixiante")'' "i;i'

;;; i,;,,i,',1,,,ti,,,,,t' clc adjetivos subrava el aspecto i m pro-

thlrlitt¡to it'l't's¡rotts,ml" i"'Étto de la función del arte; el

.,,f,,,t,t,, *tr llil,, lrnnsgresoi'o de-formador respecto de una

1,,I,,,,, "t'lrisit it", y "l

t"'i"'o su tendencia represora de Ia liber-

Itttl lt'tllttivit,Altot'it llictl, Ia pregunta por la'validez de estos juicios so-

lll't' t'l itt'f tl lrttrrclco -qot'", p"'" u los importantes intentos teó-

ticos tlcl sigl«r xx pár problematizarlo y definirlo' 'iqi:lrit'tttlo «lortiuantes er-r la opinión pública- se topa en segl-n-

,1,, ,.,,,, cl hecho de que son justamente otras propuestas

rrr.r[:r.rr¿ls clc fbrma ártística, conclrrrentes con la fonna

lriu't't¡t:it y ce rraclas por tanto a su especificidad' las que exhi-

l¡t'tt ctt cllos, cada cual a su manera' su percepc^ión de lo

lr¿tt't'«rt:t¡. liu ef'ecto, sólo en comparación con una forma que

st, t.nticncle a sí misma como reproducción de la imagen ver-

rli¡tlct¿t o realista clel mundo, li forma barroca puede resul-

I irt' trst;ilpista, puramente imaginativa' ociosa' in-suficiente e

irtsigtrif icante -su preclilección exagerada' en la pintura' por

,]i,i,ifrl,r, por el tenebrismo cromáiico' la representación en't:i'nrrl,,,

L',nil, rt tremendismo temático' etcétera' no sería otra

,',,*,i qt'," una claudicación estética en busca de un efecto

ittrttt:tli¿rtista sobre el espectador' Sólo desde uua perspectiva

firt'rtti'tl pzrra la que esa i*ug"tl del mundo ya existe y es. irre-

l¡itsitlllc, cl arte barroco -átl tt' abuso en el retorcimiento

rlt' lits fi¡rlnas antiguas (la columna "salomónica") y en la

ot'tt¡litciirtt ctet espicio como lugar de representación (alta-

lt's y t'a¡rillas sobrécargaclos de imágenes) ' por ejemplo-.pue-

tlt' it¡ritrt:c:clr como uná monstruosidad o de-formación irres-

¡rottsitlllt: c innecesaria'3 Sólo resPecto cle la convicción

lotkr lo «¡ttt: sitnt.i['ica impiica sacrificio'y algunas virtudes nos causan p1a-

,,',, ",,,,,,,(''"* lray virtudes qlre no santificar-r"'

r,,(llril.ii",,'t ,r.,*uil-á.i falacio que Bernini diseñó para el cardenal

rrrilvir, (iliigi y ,¡tr,, irrbergaba una famosa coreccién de arte, parece estar

ell ¡l ¡tlgrn rlt"'kitschig", el adjetivo PlYllatrvo con el que la "alta cultu-

trr" ¡¡ttriitttrt, ,,,t'nitnct.?n fanáiica cte la limpieza de formas neoclásica'

'l:l

creacionista rlel artista moclcr.rttl, t:l .irtr.grl llitl lrlt,tl t rltt .lit

;;;;rp*" -po, .¡t-plo, en. la mirsiiiir' t'l .r r t I *t t t t i(' I I I ( ) ( l('l

se.ticro dramático cn ia ti'cnica dcl .irrt:¡¡r.r.r't"tt.ttt¡tl ((lr

relli) o la transgresión de la.ierarquiz-¿tc'itltt ( lltl()lll(':l (l(:r

.r'riráo §ivald,i)- puede servisto como advct'so it lit t's¡tottlit-

neidaddelartecomoemanaciónlibrcdelcsl:írittt'St'tt'ittit';:;, ¡;. debajo de esos tres conjuntos de calificativ«¡s r¡ttt' ltrt

recibiclo el arte Posrenacentisti' cle tres definiciottcs «¡trt: «li-

."r-, -a, acerca del lugar teórico desde ei que se lo <[c:lilltr

;;; ;;;; J" to p'opá*ente barroco' manieris*' -t

t111 1 ::

Son definiciones que sólo indirectamente nos permltcll

apreciar en qué puede consistir lo barroco'--'¿E,

q.,é cánsiste lo barroco? Varias han sido durante estc

siolo las claves de inteligibilidad que la teoría y la historia de

f;;^til "l ur," han propuesto Para construir una imagen

conceptttal .oh"."'lt" '' puttit dei magma de hechos"cuali-

clades, Iasgos y rnoclos dé comportamiento considerados ca-

,u.t"rirti.árr"r-t," barrocos' Como es usual' al proponer su

prirr.ipio de sintctización cie este panorama inasible' todas

ellas ponen pnmcro cn.lucgo ciistintas p".ttry::li: i"^l?"t-i-

á.,i. á"f mismcr, las colnllinan cle cliferente marlera y enrau-

;;;"1;";" cle cllas' 'l'icncn crl cuenta' por ejemplo: al cl

modo en que se ttlscril'¡c ir sí tnism«r' el-I tanto que es una

donación de forma, dt:ntt'«l rlcl.itrcgo t'spontáneo o na-t¡1at

á" fut formas y dentrcl dtrl sislt:nrir dc firl mas qlrc pl'evalcce

traclicionalmente;b]laclc:r:cirin«¡ttt:lli,rccrlcrrtraf.igrrrapar-dcular para el .o'-t¡t"-ttt' clc ¡losillilirlarlcs rlc dolración dc

forma, es decir, laámplitucl' iir corrsistctrcia y la'icrarquiza-

ción que él propone para str pr«lJrio "sist(:tl)¿l «lc las artcs"'

c] el tipo ¿" ,"tur:iO'i qtt" t'tul'l"cc (:oll lir clcnsiclacl míti-

ca del lenguaje y ;;" la densidacl t'i(ttal rlc h acci<in; dl el

tipo de relación qt" "ttut't"ce

entrc los t:otltt:tridos linguís-

ticos y las lormas iingüísticas y no lingiiísti(ras; :lt:l"ji',^. -paíaresponder u lu pt"gt'rrta ace rca <lc irlgrrtra homolo'qra

entre el urt" butroto y tu lttutta modaliclzrd' cLel ethos moder-

calificaba a todo lo ..recargado,, y ..sentimet-rtlrl,, qtre creía percibir en lo

barroco.

43

Page 17: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

ne qU€ pertnita extender a ésta el apelativo del primero,f€tultt euflciente tener en cuenta lo barroco tal como se pre-Eent& en la primera de estas perspectivas de abordaje. Éstaét¡ por lo clcmás, la que explora el plano en el que él mismodecidió afirmar su especificidad, es decir, su fidelidad a loseá¡rones clásicos, más allá de la fatiga posrenacentista quelos aqucjaba.

Iil barroco parece constituido por una voluntad de formaque está atrapada entre dos.tendencias contrapuestas res-pecto del conjunto de posibilidades clásicas, es deci¡ "natu-rales'n o espontáneas, de dar fonna a la vida -la del desen-canto, por un lado. y la de la afirmación del mismo comoinsuperable- y qlre está además empeñada en el esfuerzotrágiccl, incluso absurdo, de conciliarlas mediante un replan-teamiento de ese conjunto a la vez como diferente y comoidéntico a sí mismo. La técnica barroca de conformación delmaterial parte de un respeto incondicional del canon clási-co o tradicional -entendiendo "canpn" más como un "prin-cipio generador de formas" que como un simple conjuntode reglas-, se desencanta por las insuficiencias del mismofrente a la nueva sustancia ü tal ala que debe formar y apues-faala posibilidad de que la retroacción de ésta sobre él seala que restaure su vigencia; de que lo antiguo se reencuen-tre justamente en su contrario, en lo moderno.

Ya en el úrltimo tramo del siglo X\T las experiencias histó-ricamente inéditas que el nlrevo mundo de la vida imponeal individuo concreto son un contenido al que las posibili-dades de expresión tradicionales le resultan estrechas. EIcanon clásico está en agonía. Es imposible dejar de percibireste hecho y negarse a cuestionarlo: hay que matarlo o querevivirlo. El arte posrenacerltista permanece suspendidoentre ¡o uno y lo otro. Sintetiza el rechazo y la fidelidad al mo-do tradicional de tratar el objeto como material conforma-ble, Pero mientras el hermano gemelo del barroco, elmanierismo, hace de la fidelidad un pretexto del cuesüona-miento, él cn cambio hace de éste un instrumento de la fide-lldad,

Fll arte barroco, dice Adorno, es una " decorazione assoluta";

44

una decorazioneque se ha emancipado de todo servicio comotal, que ha dejado de ser medio y se ha convcrtido ella mis-ma en fin: que "ha desarrollado su propia lcy formal". Enefecto, el arte de la ornamentación propio del barroco, es

decir, el proceso de rcvcrberación al qtte somctc las fbrmas,acosándolas insistcntcmcntc clcsde todc¡s los ángulos imagi-nables, tiene su pro¡:ia intenci«in: rctro-traer cl canon almomento dramático de su ¡¡cstitción; itrtcnciirrt quc se cum-ple cuando el stuingingde las fbrmas culmina cn la invenciónde una mise-en-scénecapaz de re-dramatizarlas. l,a teatralidaclesencial del barroco tiene slr secreto en la doblc nccesi-dad de poner a prueba y al mismo tiempo reütalizar la vali-dez del canon clásico.

El comportamiento artístico barroco se desdobla, en ver-clad, en dos pasos diferentes, de sentido contrario, y además

-paradójicamente- simultáneos. Los inuumerables métodosy procedimientos qlre se inventa para llevar las fbrmas crea-das por él a un estado de intensa fibrilación -los mismos queproducen aquella apariencia rebuscada, ornamentalista yformalista que lo distingue- están encaminados a despertaren el canon grecolatino una dramaticidad originaria quesupone dormida en é1. Es la desesperación ante el agota-miento cle este canon, que para él constituye la única fuen-te posible de sentido olijetivo, la que lo lleva a someterlo atodo ese juego de paradojas y cuadraturas del círculo, deenfrentamientos y conciliaciones de contrarios, de confu-sión de planos de representación y de permutacióu de vías yde funciones semióticas, tan característicamellte sttyo. Se tra-ta de todo un sistema dc pn.tcbas o "tentaciones", clestinadoa restalrrar en el canon una vitalidad sin Ia ctral la suya pro-pia, como actividad que tiene que ver obscsivamcute con loque el mundo tiene de forma, careccría dcl sttstcrrt<¡. Su exi-gencia introduce sin embargo ulla modificacióu significativa, aporta un sesgo propio. Su trabajo no cs ya sólo con elcanon y mediante é1, sino «, trautls y sobrc él; un trabajo quesólo es capaz de despertar la clramaticiclad clásica en la medi-da en que él mismo, en un segttndo nivel, le pone una dra-maticidad propia. Iil arte barroco encuentra así lo que bus-

45

Page 18: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

gntlal la ttet:t'sirlttrl <lt:l cnnon tradicional, pero confundida

EEn ln nrtytt, t:otltillgcntc, que él pone de su parte y que

Ittelttcrl cs titl vt:2. lit rinica que existe realmente' Puede decir-

tÉ,r trt,r tltlo, t¡t,tc cl comportamiento barroco parte de la

tlelán¡rclnt'irin y tcrmirru ér, el vértigo: en la experiencia de

fluel l;t ¡rlt'nittrcl que él buscaba para sacar de ella su riqueza

rio esrri llcrra cle otra cosa que de los frutos de su propio

vitt'Ío,( krtnllinación conflictiva cle conservadurismo e inconfor-

Irrirlitrl, rcspeto al ser y al mismo tiempo conato nadificante'

r.l t,.rrrporiamiento barroco encierra una reafirmación del

lir¡<lamc¡to de toda la consistencia del mundo, Pero Lrna

t't'itf irmación que, paradójicamente, al cumplirse, se descu-

lrrc litndante de eie fundamento, es deci¡ fundada y sin

ctttllargo confirmada en su propia inconsistencia'

l'cnsamos que el arte barroco puede prestarle su nomb-re

it (!slc elhos potque, como é1 -que acepta lo insuperable del

¡rlincipio formal clel pasado, que, al emplearlo sobre la sus-

i¿tttt:ia-uuev^para "*p..tut su novedad, intenta despertar la

vitirlidacl del gesto petrificado en él (la fuente de su incues-

tionabilidad) y que al hacerlo termina por poner en lugar de

csit vitaliclad la suya propia-, éste también resulta de una es-

tratcgia de afirmacién de la corporeidad concreta del valor

rlt, ttri, que termina en una reconstrucción de la misma en

,,,r r,tgr.rr"r,lo nivel; una estrategia que acepta las leyes d^e la

t'it't'trlirción mercantil, a las que esa corporeidad se sacrifica'

lxl'o que lo hace al mismo tiempo que se inconforma con

.'1l,,ri y inl; ,o-"t" a un juego de transsresiones que las refun-

rriottitliza.l)t:scrita rle esta manera, la homología entre la voluntacl

rle ltrrrna artística barroca y su actitud frente al horizonte

t'¡rl¿tlllc:cirlcl cle posibilidacles de estetización, por un 1a<1o' y

tl tl,ltls(luc caracteriza a uno de los distintos tipos históricos

tle ltto«ltlruidad que hemos mencionado, por otro' apunta

Ititrilt al¡¡o rnás que un simple parecido casual y exterior

t,ttt¡'t'¡t¡lrtr«rs. lnclica que lo barroco en el arte es el modo en

t¡ttn trl tllx» l»at'roco se hace presente, colno una propuesta

t]lllre otrits -sin cluda la más exitosa-, en el proceso necesa-

.l (i

rio de estctiz¿rcii¡n clc la virl¿l t:r¡tirlial)u qrIc la socieclad curo-

¡rc:r, cspccialmcltc ltr tttct i«li<¡n;tl. llt'vit il r:al;o cspotrtánea-rncnte drlrzrnLct cl sielo xVll. [']ll cst('(its(), ('()tIl() ctt cl de las

<lcmírs tlriclalirlaclcs rIt:l ¿//¿o,l trtotIt'l'tlt¡, trl ttl<¡rIo itt'tístir:t¡ de

preserrrcia dcl. eLhos cs t'jt'ttr¡rlltllll('lll(' t litt«r 1' ttttsltt'r'ollarlcl,dzrdo qtrc.jrrstarnctrtc: -r'«ritt< irlt'tttl'tltcttll('- t's itsttttt«¡ clcl

¿rrtc-'la pucstzl cn cviclc'tlt iit tIt'l r'l/tos «lt' ttttit sot'ictllttIv «[t: ttltaópoczr.

4

Sin scr exch¡sivo (lc: trnlr tt'ltrli«'ilitt o tttttt éyrtlca ¡:atticttlat'csclc Izr histclria rn«rrlc't tt;t tti pr't'lt'tt('(tol it t:llos "¡tclt llaturalc-ta", cl ellto.sbarr<¡c(). ( ()rrro los rlc¡ttlis, s(: !l('lt(:t'?l ),clcsarrollaa partir ck: r:icltlts citr'ttttslitttt'ilts «¡ttc s«ilo sc reútlcn dclruu]cra clcsierurl r:rt los rlislittl«rs lttgittc:s v tlt()mcntos sociales

clc csa histolia. Sott li¡t ttltslltttt:i¿ts (:tt\/o ('()ltjunto os dif'crcn-tc cn cada sitrr¿rt:irlr t si t r¡ir t lrt r' l )('t'( ) (ltt(: I)¿troccll ore'zuriz¿rt'sc

sicmprc or1 t()l n() ll ulr ( lt¡ttttlt ltist«'rt'it:<¡ <:tt1'zr pccrtli¿rliclaclrcsidc cn (luo cstri rlr'lr'ttt¡ittitt[r» ¡lot'tttt cstado dc ernpzrtc cinterdcpcnrlcn< ilr ('lrlr'(' (l()s l)l'()l)tl(rstas auta{¡ónicas delbrmir p?rra ull rrrisrrro olrjtlo: tlllil, lll'(x¡rcsista y of'ensita,quc domina s«rl»r' ()lrir, ( ottst'tt,itr[«rlit y rlcf'ensiva, a la rluel

sin errb¿rrgo no ¡ltrcrlc clintiltltt'v'sttstitttit'y en la qttc clebe

buscar ¿lvuda itrttc llts t'xigt'ttcilts «lcl «rl;jct<1, quc la rlcsllor-dan. l,lstitdt-¡ rlc rlt'slltllcr'itttit'ttlo tlc Iit filttttll l,ct'lccdora -clctriLrnfb y clclriliclirrt-, ¡rot'tttt llt«lo, v rlc rcsisLcucia ric 1¿t

forrna vcncicl:r -clc rlt'r'r()lil y l()lllll('zil-, P()r ()1t'().

l'cusanrc-rs (iuc l)()( rts ltistotilts ¡litt (icttlztttts ¡lttcdctr ofi'ccct'un pan()r¿una tncjot'¡lttrt r'l t'slttrli«r d<'l d,lttt.s lt¿tt'l'o<.:o r¡tre lahistciri:r dc I¿r crrltrrtit t'tt llt l'is¡littlit rtttt«rtic¿tttit rttt l<¡s si-glos x\tt y XVIII ), lo rltrc st' llt tr'¡lt'«r«ltt«'irlo «lt' t:lla ctt los paí-scs de lzr Arnériczr [,atinlt. l',sto ¡rot' rl«¡s lltz<¡tltts (:()llvorgcllt«:s:

prime ro, porqllc no Ita ltitlritl«» litl vt'z ttittgttttlt t¡lt¿t sitLlaciónhislririr:zr c()nlo l¿r dc las socit'«[lt<[cs r:«rtts(ilttirlas solllc Ih clcs-

trucción 1, la couqrtista ilttlt it lt («;rttili« ir) «[c lits t:ttltut'as indí-scn2rs y afiicltnas crr lzt ryttc ltt IrtorllrlirItt(l l)alt()clI «lcl cl,hos

modcrrto hiryzt tenido lrlil\')()t('( y ttrlis ittsistcttlt:s o¡:<lt'tr.tnida-

47

Page 19: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

ml.-nÍllllecer sobre las orrasy, segundo, porque el largo,f,f

11i,:11, g!m1 ro .cen

tral y abierto y después'marsinai yrubÉrr¡tneo, de esre ethos endichas r".í"au¿i, ;; ;#;i,td.que !u-capacidad dc inspirar la creación dc formas se efec_tuara allí de manera más amplia y más profunda.

, La.propuesta específi.u*"irt" úur.o.u para viür la moder_

nidacl se opone a las otras que han predorninado en Ia histo_ria dominante; es sin duda rna alteinativajunto ,

"ffrr,-fár"tampoco ella se salva de ser una propuesta específica paravtvir eny con el capitalismo. El ethosbarroco no puecle ser otra:"t1q"g un principio de ordenamiento del mundo de la vi_da. Puede ser-una plataforma de salida en la puestu.r;r.gocon que la vida concreta de las sociedades afirma,., ,i.rg..iu-ridad cultural planteándoia al mismo tiempo como absolutay como evanescente; pero no el núcleo de ninguna ,,identi_dad", si se endend." értu como una inercia dél comporta_miento de una comuniciad _..América Latina,,,

"., ar," .u.a*

que se hubiese condensado en la historia hasta el grudo-a.constituir una especie de morde pecuriar con el q.,""." hacenexclpsivamente los miembros de la misma. sustantivar la sin-gtrlaridad de los latinoamericanos, folclorizándof", ui.gl_nrente como "barrocos,,, ,lrealistas

mágicos,,, etcétera, a, i?.rri_tarlos a asurnir, y además con cieró dudoso orgúilo, io,mismos viejos calificativos que el discurso proveniente de las<rt.as rnc¡dalidades der ethos moderno ha empreaao J..J.sicrnpre. para relegar el ethos barroco ul ,o_ir,rr;; ;;1,lT]:::d"yidad y para cubrir así et trabajo de integrr.iO",clclormació, y refuncionztrización de sus pecu,aridaáes conel que esas modalidades se han impuesto sobre el barroco.. Tál vez la sorpre,denre escase z retativa d" ;.;;;;; r,rr,¿-

ricos.sob.re.el siglo XVII americano se deba a que es "; ;.rñ

perdido",si-se lo.juzga en referencia a su aporte a ,.la cons_trucción del presente',,.una vez que se ha ieducido ;i;;;_

sente exclusivamcnte a lo que en él predomina y r.lr..iLupeculiaridad y la importanéia de erte siglo sólo ,po...ur, .r-,vcrdad cuando, sigtricnclo el consejo de Benjamin, el histo_riador v'uelvc sobre Ia conti,uidad"hstóric, q'"; h;'.;";;;;-do al presente, pero rcvisándola ,,a contrapelo,,.

4B

;li'

;,:,

' como una utopía irrealizable.

; El siglo xvtt americano, obstruiclo tofpemente en su desa-rrollo desde los años treinta der siglo xvitt por ra conversiónI "despótica ilustrada" de ra Españaámericana e, coronia ibé-

1 rica, y clausurado definitiva.rcnte, de manera igualmenteI rlecnÁti.. árrr1^rró :t--^.-- l--l, despótica alrnque menos il.strada, con la destrucrión de ras

i I.9:::l:l:'-,Gj,Ti t.', y 11

.ll:*f 13,ó-l cle ta política.¡

",,,ij ta desp,és del Tiatado clc Madrid (1250), ,ru rán "*

r*"rigolt largo, de más de ciento cincucnta años, sino que todo pa?e-r ce-indicar qlre en él trrvo ltrgar nacla menos qüe la constitu-

ción, el ascenso y er fiacasó de tocro un múndo históricoi peculiar. Un mundo histórico que existió conectado con elintento de la Iglesia católica dé construir una mocrerrridadpropia, religiosa, que girara en torno a Ia revitalización de Iafe -planteado como alternativa a la modernidad individua-

I lista abstracta, que giraba en torno a la vitaridad der capitar-,i y qr. debió dejar de exisrir cuando ese intento se ieveló

Parece ser que, furtivamente _como surgen Ias alternati_vas disconri,uas-de ras que está hecho er frogreso históri-.o-, desde los años treinta del siglo X\^r, y it uirpu.o de lasi,operantes prohibicio,es imperiales, se fue formand.o en laEspaña americana el esbozo de ,rn orbe económico, de unaüda económica de coherencia autónoma o Lrna "..orrá-iu_mlrndo" (como la llama Braudel), que se extendía, con una

:; presencia de mayor o mellor densidad, desde el norte de; M(xico hasta el AIto perú, articulada en semicírculcs que

iban concenrrá,dose en dirección al "Mediternín;;;":;:cano", entre Veracruz y Maracaibo, descle donde se conecta-, ba, mucho menos de bando que de contrabando, a travésdel Atlántico, con er mercado mundiar y ra economía domi-. narlte; se trata de un orbe económico ';informal", f,ácirmen-te detectable en general en los clocument«ls oficiales, peroslrmamenre difícil de arrapar en el cletalle cla,destino; unorbe económico cuya pl.esencia sólo puede entendersecomo resultado de la realización de ese ,,proyecto histórico,,espontáneo de construcción civili zatoria al que se sueledenominar "criollo", aplicándole el nombre de la clase so_cial que ha protagonizado tal realización,.pero que parece

49

Page 20: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

tltrl'lttit,xtr *¡llt't,t9«[t¡ ¡r9t t'l llct:lt<l clcl stlt'LtI) l)Ioyccl(l «lc t t'tla-

t,Iin ttr "ult'it l,lttt'ollit, Iitt:ta <lc ['ltrropzt": rlc t'c-cotrstitttc:ititl

=y no sr)[0 rlC (:ol)t-illu¿lci(in o pr0l«rtrgacitiu- clc la civiliz.:r-

t:ititt t.trr.«r¡:r:a c:rr Ar.ér.ica, sob'e la b¿tsc ¿cl ,rcsLiz¿ric clc las

firt.r¡ras pr.irllias clc ést¿r con los esbozos rie form¿i rlc l¿rs civi-

liz¿rci«,1'es "i-raturalcs", i,dígena y zrf t'icana, qtle alczulzaron a

§ah/arse dc Ia dcslrttccitit-t,lltlclo parccc inclicar- (llre a c()lllicllzos clel siglo X\¡II los

tcrritori<;s sobre Ios qric sc ascntaba la lispalñzr atncricana

cralt el escenario clc rkrs é:pocas hisltit'ic¿rs clif'crcntcs; qttc'

sc¡bre ellos, stts hallitzrntes erall protagonistas dc dos dralnas

a la vcz-: rulo quc ya clcclinaba y sc dcsdibuiaba' y otro quc

aPenas .',)rr"trrr,1ro y sc csbozab:r' Iin clcct<), si sc ctltrsiclcra

ei co,rc.iclo cuaiitzrtir,, clc trcs 'cccl,rp<tsicioues

clc hcclto

que los invcstigaclorcs ol)servan cn l¿r dc:rnografía, cil la zrc{-i-

ul¿u¿ cclmercial y en la explotacitin clel trahaio dulantc.los

clrarcnta añtts qtle v¿ur rle 1595 a 1635, r'csr:lta la impresión

includihlc rie qtte, cntlrc el principio v cl fin dc los comPor*

tar.iclll.<¡s c.,iiclerarlcls, cl sttjet. clc l<ls r,ismos hzr pasadc-r

r)ol' un?I lllcl"itlnorlbsis cscucizrl

l,a t:rrr.r,¿.r irrclic¿ttiv¿r clel aspccro cuanLit¿rtivo g^l<lbal cle la

clcttto¡4taf íit alt:¿rllz-a sLl Ptlllto m/rs bzrio ¿r Ia vueltlr dcl siglo'

,u ,,,,ii,ti,,rlt: allí, i'cstible, Por tlllos rl.s rlccerli«;s y só1o

lnrr(,sll.t¡ ull l.rs(:olts() sust¿lltcial y s()stcuiclo a partir cle 1630'

l)c:r'o rrricntr'¿rs lit lítlcit rlttc rlcscclldía I'e¡lresctttirb¿l a tllla

poblat:irirt (t()ll)ptlcsta prerlomitlanterncnLe de indígenas

p,,r,r* y <lt: irf lit:iirttls y pcninst¡lares recién Ilcgaclos, la línea

q.,t, ,,*,'i.,'rr[t: cst¿i allí- por ulla composición demográfica

ciif'c'clttt,, .lt ltt <¡rtt: ¡:t'eá,rrina ab*rm¿rdoramcllte Ia pobla-

ci<ilr «rt'iginarl;t «:tl cl mestizaje: criolla, chola y tIl]lata -contu,la* ,q,,«.:llirs vir|i¿rnt", .1.r. Ia "pinturil clc casL¿rs" volvcrá,.pint,rr,:s1,,as,, ull siglo rnás tarcle, cttatrclc¡ dcba olret:erlas,

.junto 2r Ios ll.utos r[r: Ia rierra, zr la cot-tsicleracitirl ciel clespcr-'tir*o

ihlsLl'zl(lo-. 'l'irr¡rbión la cnrva incliczrtiv¿r de la ¿rctiviclacl

cornet.cial c in<li|Ctt(alilcut() dc la vitalidacl cc<-¡tlómiczr tra-

cluce ttua rcalirlrtrI al ¡:r'incipi<) y otm dil'crcnte al Iinal' La

lí,ea clesce.clc.rtr: r'.triirt¿r an czrnticl4dcs el trálico trlt'amzrri-

no rlc mineralcs 1, r:sclavos, lnientrzrs quc la :rsccnclcnte lcr

50 BIBtto§:iEBA*,As- t uNcttl§Tlc(

51

har:c con cl tráfico amcrical)o rlc maltttltt('ltlt'iut y l,lI)fhlt'l('liugr.op...,u.ios. Y lo mismo ocllrrc c:cltt cl l'(l¡{titlllt'r'iltlicttttl

á? iá."pf"hción clel trabajo: Lrna cos^ cs l. t¡ttt'tlt'tite al

principiá, el régimen de la encomienda, pt'o¡rio ('lt' tttt lirtt'

áalismo mod.erñizado, que asegura con dispositivos tllt't't'itll'

tiles un sometimiento servil del explotado al cx¡rl<»iit«lot".y

otra diferente Io que Se fortalece al final, la realirlatl rlt: l¡r

hacienda, propia á" .rru modernidad afeudalada' qttc lltttr

la la igualáad mercantil de propietarios y trabajadorcs lll(:-

diante recursos de üolencia extraeconómica como los qttc

sometieron a los sieruos de la Edad Media europea'

La continuidad histórica no se da a pesar de la disconti-

nuidad de los procesos que se suceden en el tiempo' sino'

por el contrarió, en virtuá y a ffavés de ella' En el caso de la

i.l*"., mitad del siglo XvII americano, la Ta:era especial

en que toma cuerpo ó "r.ut"a la experiencia <le este hecho

pu.áaO¡i.o propiáia el predominio del ethos bartoco en la

ionstitución del mundo de la vida'Para entonces, Lrn drama histórico había llegado a su fin'

se había quedaclo sin actores antes de agotar su argumento:

el drama del gran siglo cle la conqnistay la evangelización'

en el que la af]ebradá constrttcción cle una sociedad utópica

-..ryo ,ir.retismo clebía mciorar por igual a sus,dos compo-

,r.í,"r, los cristianos y los pagallos- intcntó desesperada-

mente compensar la destrucci<iu c('cctiv¿r dc un mundo ente-

,o, q.r" se cirmplíajunto a clla' Los ¡r-crsonaics (sccundarios)

q.."q.."aubanabanclonad<¡scrlmc(liorlclrlcsvanccimictltod" .ri. drama épico sin precedclttcs t)() llt:gat'ott a <:acr ctl la

perplejidad. Anies de q.,e él los clcsocupam ya otl'o los tcnía

irrát.r".ru¿os y les otorgaba protagonisrnt¡' Iil'a cl drama del

siglo xvtt: el mestizaje civilizatorio y ctrltttral''El mestiza¡e, el moclo de vida natural <lt: las cultrtras' uo

parece "rtur".ó-odo

ni en la figura qr-rímica (ytrxlap<lsiciór-r

de cualidad.es) ni en la biológióa (crucc . c.tlrbi,atoria cle

cualidades), a través de las qtté t" lo suclc pcl'lsar' Todo indi-

ca que se trata más bien de un Proceso sctnióticcl al que bien

,"poa'iudenominar..corligofagia,,.Lasstrlrcodificacioneso.orrfig.rru.iones singularei y concretas dcl código de lo

Page 21: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

FilO pffccen tener otra manera de coexisrir entre síffi'l€l lr del devorarse las Llnas a las orras; la del golpear

en el centro de simbolizaciín constituti-If que denen enfrente y apropiarse e integrar en sí, so-

F-ffitüÉndose a sí mismas a una alteración esencial, los restoslün vlvos que quedan de ella después.

Dlffcilmente se puede imaginar una extrañ eza mayorentre dos relecciones ciülizatorias" básicas que la que estabadada entre la configuración cultural europea y la americana.Fundada seguramente en los tiempos de la primera bifrlrca-ción de la historia, de las primeras separaciones "occidenta-les" respecto del acontecer histórico central, el "oriental,l, laextrañeza entre españoles e indios -a despecho de las ilu-siones de los evan§elizadores renacentistas- era rad.ical, noreconocía terrenos homogéneos ni puentes de ningunaclase que pudieran unificarlos. Temporalidad y espaciatidaderan dimensiones del mundo de la vida definidas en un casoy en otro no sólo de manera diferente, sino contrapuesta.Los límites entrc lo mineral, lo animal y lo humano éstabantrazados por uno y por otro en zonas que no coincidían nilejanamente. La tierra, por ejemplo, para los unos, era paraque el arado la roturara; para los otros, en cambio, para quela coa la penetrara. Resulta así comprensible que, tanto páralos españoles como para los ind.ios, conviür con el otro huyasido lo mismo qug ejercer, aunque fuera contra suvoluntad,un boicot completo y constante sobre é1.

El apartheid -la arcaica estrategia de convivencia interco-munitaria que se refuncionaliza en la situación colonialmoderna- habría tenido en la España americana el mismofundamento que en Asia o en África, de no haber sido porlas condiciones muy especiales en las que se encontraL¡á lapoblación de los rlominadores españolés, las mismas que leabrieron la posibilidad de aceprar una relación de intériori-dad o reciprocidad con los pueblos "rlaturales" (indígenas yafricanos) en Arnérica.

La posibilidad explorada por el siglo X\¡r, la de que laEspaña americana se construyera a modo de una prolonga-ción de la Esparia europea, se había clausurad.o. Los españo-

52

!l{ps americanos debían aceptar qrre habían sido abandona-' dos por Ia madre patria; que ésta había perdido todo interés', esencial (económico) en su extensión trasatlántica y había de-jado que el cordón que la unía con ella se rlebilitara hasta

ri [a insignificancia. El esquema civilieatoricl europeo no podíar completar su ciclo de repr«:clucci«in en América, que'in-; cluía una fase esencial de retrclalimentacién mecliante el con-r tacto orgánico y permanente coll la tnetrép«rli, Vencedor

i,r sobre la civilización americana, de ln que no habfa rlqjaclolr, otra cosa que restos inconexos y agonizanteür el enclave

americano de la ciülización erlropea amena?aba con extin-guirse, agobiado por una rarea que él no poclfa cr¡mplir por

' sí solo. El caso de la tecnología europea -simplificada en su' trastierre americano- es ilustrativo; pucstit al sefvicio de unaproducción diseñada para validarse eu cl mereaclo, a la qlresin embargo éste, lejos de acicatear, clcsalt:lrtaha, era una tec-nología que iba en camino de devcnir car«la vez tnás un sim-ple gesto vacío.

Pero no sólo la ciülización europcÍt cslaha en trance deextinguirse; las civilizaciones "naturáles" vivfan una situaciónigual o peor que la de ella. No estatran cn capacidad de

;1, pone rse en lugar de ella y talvez someterla, p()rque ellas mis-rnas no existían ya como centros de sintctización social. Supresencia como toralizaciones político-rcligi«rsas habfa sidoaniquilada; de ellas sólo permanecía una inf inidad de deste-llos culturales desarticulados, que además dcpendfan de la

, vigencia de las instiruciones pol?tico-religiosas turop"*, pu.,mantenerse en üda.

En estas condiciones, la estrategia clel u,parlheid tenía sinduda unas consecuencias inmediatamente suicidas, que, pri-mero los "naturales" y enseguida los españoles, percibieioncon toda claridad en la vida práctica. Si un<¡s y otros se jun-taron en el rechazo de la misma fue porque los unió lavoluntad de civilización, el miedo ante el peligro cle la bar-barie.

Inadecuado y desgastado, el esquema óiülizatorio euro-peo era de todos modos el único que sobrevivía en la orga-nización de la üda cotidiana. El otro, el que fue vencido por

53

Page 22: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

cle disputarle esa supremacía; debió no sóloo como única garantía de una üda social ciülizada,

en su ayuda, conftindiéndose con él y recorlstituyén-con el fin de mantener su vigencia amenazada.

' EI mestizaje de las formas culturales apareció en la Amé-dea ctel siglo xvli primero como una "estrategia de supervi-vcncia", de üda después de la muerte, en el comportarnien-to de los "naturales" sometidos, es deci¡ de los indígenas yIos africanos integrados en la existencia citadina, que desdeel principio fue el modo de existencia predominante. Suresistencia, la persistencia en su modo peculiar,ide simboli-zación de Io real, para ser efectiva, se vio obligada a trascen-der el nivel inicial en el que había tenido lugar Ia derrora yajugarse en un segundo plano: debía pasar no sólo por laaceptación, sino por la defensa de la construcción demundo traída por los dominadores, incluso sin contar con lacolaboración de éstos y aun en su contra.

Veamos un ejemplo, que nos permitirá alavez establecerpor fin la conexión entre el mestizaje cultural en la Españaamericana y el ethos barroco. Puede decirse que las ciriuns-tancias del apartheiclllevan necesariamente a que el uso coti-diano del código comunicativo convierta en tabú el uso di-recto de la significación elemental que opone lo afirmativoa lo negativo, una sisnificación cuya determinación seencuentra en el núcleo mismo de todo código, es decir, sinla cual ninguna semiosis es posible. Ello sucécle porque, entales circunstancias de ajenidad y acoso, el rnargen cle dis-crepancia entre la presencia o ausencia d.e un atributo carac-terístico de la personay laügencia de su identidád -margensin el cual ninguna relación intersubjetiva entre personas esposible- se enclrentra reducido a su mínima expresión. A talgrado la presencia del otro trae consigo una amenaza parala identidad y con ello para Ia existencia misma de la perso-na; que una y otra parecen entrar en peligro cada vez quealguno de los atributos de la primera puede ser puesto enjuego, sometido a la aceptaeién, oaltechazo,encualquier-

54

frrelación con é1. La mcior rclación quc puede tener Lln

i,rnicmbro cle la cornunidacl qr.lc cs clucña clc uu tcrritorio enel que otr2r comunidad cs l¿r "nntrrr¿rl" ('oll un rniembro de

ir esta úrltima rcsulta scr lit ar¡scllcii't «lc lclaci<in, el simplei, pacto cle no aqrcsión.

En cl caso dcl h¿rlrlir «r dc la irt:ttruliz¿rcitiu dcl c«idigolingiiístico, el usr.» rnunif ics(r¡ rlc lir oposi{:i{'ll "sí"/"r'lo" -asícomo cl de cltras op<lsicionc:s ('ll lil$ (¡rc: sc prurlouga csecat'áctcr, c()rno las <l¡rosit:ir)[cs "y{r",/"tli", "ll{)st)tl'os"r/"voso-tros", y cl rlc cicrtr)s feculsos sint:icticos cs¡:ccialcs- se cll-crrentra vedado a los intcllocutorcs "ct apa,rl,h,¿drl". Si elinterlocutor suborclinirdo responde con un "uo" A ull rcquc-rimiento clel dominantc, óste scntirá cuestionada la intcgri-dacl de sll propuesta dc l-nundo, rechazada la subcodifica-ción que iclentifica a su lcngua, y se verá obligado a cortzu'cle plar-ro cl contacto, a ciiminar l¿r lirnción {ática dc la cornu-nicacirin, clue al primcro, al depcndir:nl,c, lc rcst¡lta dc vitalimportancia. Si quicn rlomin¿r la situación clecide clc'jar dedirigirlc la palabrzr al «lominado, lo c¡uc hace es zrnularlo; y

¡ruede hztccrlo, p()l'quc cs é1, con su ztcción y su palabra,'quicn ticne cl porle r clc "cnccrrdcr" la vigcncia del conjuutocle los valores dc uso. lil srrborclinaclo estár con-rpeliclo a laaquicscencia Ii-cnte al dominador', no tiene acceso a la signi-ficación "no". Pero cl d«rminador t¿rmpoco cs soberano; estáimpediclo dc disponcr clc la signif icacic'rn "sí" cuando va cliri-gida hacia el intcllocutol clornin:rclo. Su aceptaciírn de lavolunlacl de éstc, por puntu¿rl c ino{cnsiva que filcra, impli-car'ía tura ¿rfimracirin irnplÍcita rk: la r,¿rliclcz ¡¡lobal dcl cridigodcl dorninado, cu cl rltrc clicha volurrl.¿rd sc itlticular, y ratifi-c¿rr'ía así cl estado clc clisis quc lt<lrrcja a la valiclcz gcncral delsrryo pr'opi<¡; scr'ía lo misnr<¡ quc l)l'opollcl la idcnti«lad cne-rniqa corno sustitr"rto de lzr ¡rro¡:ia.

I,ln la Iispañ¿r amcricirnzr clcl siglo XVll s<.¡n los dominadoslos irrcitadolcs v cjt't'rrtort:s plirnclr¡s clcl procr)so rle codigo- .

{áqia a través dcl ctral cl c<idigo clc los dominadores se trans-fbrma a sí mislno en el proceso cle asimilación dc las l'uinascn las quc pcrvive cl círdigo destrr-riclo. lls su vida la quencccsita clisponer de lar cir¡rzrcicla«l dc ncg¿tr para cumplirse

inllón productiüsta de la existencia riocial, pesetldo aniquilado ni sustituido, no esraba ya en

55

Page 23: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

rddr humana, y son ellos los que se inventan en laI Un procedimiento para hacer que el código vigen-lee obliga a Ia aquiescencia, les permita sin embárgo

é€Glr "no", alirmarse pese a tod.o, casi imperceptiblemenie,€il le lfnea de Io que fue su identidad.

Y la estrategia del mestizaje cultural es sin duda barroca,goincicle perfectamente con el comportamiento caracte-rf¡tico del ethos barroco de la modernidad europea y con laactitud barroca del posrenacentismo frente a los cánonesclásicos del arte occidental. La expresión del "no", de la ne-gación o contraposición a la voluntad del otro, debe seguirun camino rebuscado; tiene que construirse de manera indi-recta y por inversión. Debe hacerse rnediante ún juego sutilcon una trama de "síes" tan complicada, que sea capaz desobredeterninar la significación afirmativa hasta el extremode invertirle el sentidó, d.e convertirla en una negación. pa-ra decir "no" en un mundo que excluye esta significación esnecesario trab4jar sobre el orden valorativo que lo sostiene:sacudirlo, cuestionarlo, despertarle la contingencia de susfundamentos, exigirle que dé más de sí mismo y se transfor-me, que se traslade a un nivel superio¡ donde aquello quepara él no debería ser otra cosa que trn reino de con-tra-valores condenado a la aniquilación ptreda ,,salvaqse,,,

integrado y re-valorado por é1.

3. La Compañía de.fe sris y la pritncra rnodernidadde la América l,atina

Au t¡tott¿un,l. tl,r kt, tliu rarrrrla ilu l'tlnúrlqu« el, cle l'Asieorientak:, h /mnr,iirr prtnia tla¡ onl¡u¡ nligit,ux,[ut d'é.treindru ces nxnul¿s ttnutttnt.ut tltmt¡ l\mitá tk hÍoi tlüi,tienne [...] A 1nlnt.li»rnh,, lu snr:láld tk,látw v jata surcette ccrrriéru; u.[ut ullt r¡u'illa lruuou,ru.t la phu gl.r>

rieusen,enl. llín.tn,ir l,'(h'i.,rtl ol I'htl¡lmt, h Nowl, et ltMirti, établi,r h «¡li.da¡.ité mortk du ghba [,,,] jamuis ilne se présenta do pl,u,,t ¡¿trtttil ila¡¡eln au gtnic da l'lto'm-me [...] c( tnonutn,l rtt' ltttuwll twmqail ¡l'auoi,r unuinflueru;e incalr,ulahl¿ su,r l'uvprtlt: I¡t sot¡lá|,ú tk,létius,en se jetant 0n uilnt, lxtnwtll d&,klar ou milipronteilreI'alliance uniatrstl,hl Lnqurl,la lo pt ¡hux t:ltosas utaniuáe?

Edgar Quinetl

varias veces en estos últimos cinco si¡¡lrs lu rn(xlenl¡(lacl ttrvo yaprovechó la oportunidad de intervcnir. t:n la ltist«lr,ia dc laAmérica Latina y de transfolrnar su s«rcic«lael, y todo par.eceindicar que la pdmera de ellas, la quc (:orr¡sllz(i a fincs delsiglo X\4, se consolidó durante el xvil y (hlr(i huta mediadosdel xvlu, fue aquélla en la que su proyc(:t(, civilizat«lrib tuvo lacapacidad conformadora más decisiva. l,a ¡n«rclcrnización dela América Latina en la época "barroc¿I" [)¿u.ccc habcr sido tar¡profunda que las otrar q.,e ünieron rlcsfirrtls -la del colonialis-mo ilustrado en el siglo XMrr,la de la nar:ionalización rcpubli-cana en el siglo xrx y la de la capitalización depcrrclicnte en r

cste siglo, por identificarlas de algÍrn rnorl«p nc¡ han siclo capa-ces de alterar sustancialmente lo que clla firncli¡ cn sLl tiempo.

I En J, Micheiet y li. Quir-ret, Des .Jésuituts, J, J. Pauvert, París, 1966,pp. 190-91.

56DI

Page 24: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

'.tt''r:LÉ 'llñoderno", lo "barroco" son dos conceptos que apa-FE€€B É&dlt vez corr más frecuencia cuando se fraUia Ae taVlde. ¡oeial y la historia latinoamericanas, y que sin embargo,g tnl vez.irstamente por ello, en lugar de'precisarse, se nr"el_ven cada vez más ambiguos. De todas maneras, a sabiendasde lcl precario del inteito, quisiera tratar de definirros, aun-que sea sólo para el tiempo de lectura de las siguientes pági_nas: por "modernidad" voy a entende¡ sobre toáo, trn p.áy.._tc¡ civilizatorio específico de la historia europea, un proyectohistórico de larga duración, que aparec" yá.r, los iiglás xrry XIII, qlre se cumple de rnúltiples formas desde entonces yque en nuestros días parece estar en trance de desaparecer.Por "barroco" voy a entender -retomando ,, aor.apto queha estado por mucho tiempo en d.esuso- una ,,voluntad

deforma" específica, una determinada manera de comportarsecon cualquier sustancia para organizarla t pzraruau.iu de unestado amorfo previo o para metamorforéarla; una manerade conformar o configurar que se encontraría en todo elcueryo social y en toda su actiüdad.

Para aproximarme al punto de encuentro de los temasque se encierran en los conceptos de ,,modernidad,,y*barro-co" quisiera recurrir en lo que sigue a una especie cle. con_frontación entre dos historias; dos historias diferentes entresí y de diferente orden, pero que están íntimamente conec_tadas. La primera sería una historia grancle, de ampliosalcances: la historia cle la constitució, Je la especificidad osingularidad de Ia c,ltura latinoamericana en el siglo Xvrr.La otra sería una historia particular, que clura dos"siglos yq.,e es de orden político-reli¡¡ic.rso, la historia de la pri'meraCompañía de.]csfis y, sobre todo, de su proyecto á" .orr._trucción de una mo«lernidad, de un pro cto ciülizatoriomoderno y al mismcl ticmpo -¿paradójicamente?_ católico.

La confrontación entre estas dos historias no es del todoarbitraria, tiene su.jtrstificación. Allí está, en primgr lugar, lacoincidencia temporal y cspacial de ambas. y allí está,"sobretodo, el carácter esencial de Ia gravitación que ejercen launa soble la otra.

La coi,cidencia espacial y temporal entre estas d.os histo-

5B

rias es evidente. Podríamos hablar de todo un periodo his-tórico, de un largo siglo XVII, que comenzaría, por decir al-go, con la derrota de la Gran Armada a finales del siglo xvt(1588) y qrle terminaría zrproximaclamente con el Trataciode Maclricl, de 1764; de trna época que colnenzarÍa con elprim'er signo eüdentc dc la clecadcncia dcl imperi<l españoly que terminaría con cl primer signo cvidcntc de su desmo-ronamiento, cuando la lispaña bc¡rbclnizada aniquila cl csta-do de los guaraníes inspirado por los.jcsuitas al ce<ler a por-tugal una parte de slrs clominios de Sudamérica -f'ccha queal mismo tiempo subraya la destrucción del incipicñtemundo histórico latinoamericano, iniciada cuando el impe-rio, empeñado en una "remodernación" qtre prometía ial-varlo, pretendió hacer de su parte americaná una simplecolonia. Este periodo de la historia larga a la que estamoshaciendo ref'erencia es también el tiempo que-dura lo prin-cipal de la primera época de la Compañía deJesús -uná his-toria que va, como sabemos, de mediados del siglo xVI hastafines del siglo XVIII. Es interesante tener en cuenta esta con-frontación porque, más que en la propia Europa, es en Asiay sobre todo en América donde la Compañía de Jesús des-pliega con buenos éxitos su actividad.

La comparación entre estas dos historias tiene, por lo quese ve, sujustificación geográfica y temporal; pero tiene tam-bién unajustificación en el hecho de que entre estas dos his-torias hay una relación de influencia esencial. por un lado, elIugar en donde el proyecto de la Compañía cleJesús sejuegaprincipalmente -y se pierde- es América; por otro, ni la viáamaterial y práctica en América Latina ni su dimensiónsimbólica y discursiva habrían sido las mismas clesde comien-zos del siglo xvtt sin Ia prescncia cleterminante cle la Com-pañía deJesúrs. Ha¡ podrÍa decirse, una relación de interio-ridad entre esras dos historias, una graütación recíprocaentre lo que hace la Compañía de Jesús y lo que es la histo-ria del mundo latinoamericano durante todo este tiempo.

Esta confrontación -qlre es lo que quisiera poner a discu-sión aquí- intento hacerla en dos planos: primero, en elplano de aquello que acontece en estas dos historias; y des-

59

Page 25: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

n¡.huglla deatructiva, este siglo conoce también, promoüdadelde el cliscurso cristiano y protegida por la Corona, la

PuBtte en práctica de ciertas utopías renacentistas que inten-tnn eonstruir sociedades híbridas o sincréticas y convertir así

el rangriento "encuentro de los dos mundos" en una opor-ttrnidad de salvación recíproca de un mundo por el otro.Consiclerar, en fin, que el siglo >«vI americano, tan determi-narlte en el proceso modernizador de la civilización europea,dio ya a ésta la experiencia ternprana de que la occidentali-zación del mundo no puede pasar por la destrucción de lono occidentaly la limpieza del territorio de expansión; que

el trato en interioridad con el "otro", aunqlre "peligroso"para la propia "iclentidad", es sin embargo indispensable.. Pero hay que reconocer que a este siglo tan heroico y tan

cruel, tan maraülloso y abominable, le sucede otro no me-nos radical, pero en un sentido diferente. Antes de termi-narse cronológicamentc, el sig¡lo xl't cumple ya la curva dela necesidad que lo define; lo hace una vez que completa yagota la figura de la Conquista en los centros de la nueva

vida americana.a Í{.ay todo ttn ciclo histórico del continenteque culmina y se acaba en la segunda mitad del siglo XVL

Pero hay también otro diferente que se inicia en esos mismoailos.

La investigación histórica mundial delinea cada vez conmayor nitidez la imagen de un siglo XVII dueño de su propianeccsidad histórica; un siglo que es en sí mismo una época,en cl que impera todo un drama original, que no es sólo el

epílr:go clc un drama anterior o el proemio de otro dramap<rr vcnir. Y cs tal vezla historia de América la que más hacorrtrihuido a la definición de esa imagen. Qre efectiva-mentc hay ttn relanzamiento del Proceso histórico en elsiglo xvtt arncricano se cleja percibir con claridad si obser-vamos, aunquc sea rápidamente, ciertos fenómenos socialesesenciales quc se presentan a comienzos del siglo xvII: tanto

r En la periferia, cl xvl es un siglo cuya figura hisr-orica perdura hasta

nuestros días, como puecle comprobarse en los Ande's peruanos, en el

Nordeste brasileño o crr el estado mexicano de Chiapas.

62

ciertos fenómenos de orden demográfico y económico, co-

mo otros referentes a las formas de explotación del Plustra-bajo. La diferencia respecto dc sus equivalentes en el siglo xr''t

es clara y considerable.En la demografía, vemos ci:rno la cttrva clesciende marca-

rlamente hasta finales clcl siglcl XVI y cónto cn los dos prime-ros clecenios del siglo XVII ascicnde ya dc manera sostenida.

Y, lo que es más importatrtc, si tcnemt¡s cn cuenta la consis-

tencia étnica de la población que dccrecc y la comparamoscon la de la población que crecc, la dilcrencia rcsulta sus-

tancial: mientras en el primer caso 14 presencia de la pobla-

ción indíeena es predominante y la importancia numóricade la población española es débil, y más débil aún la cle los

africanos, observamos que la nueva población que aparece

en el siglo XVII posee una consistencia étnica antes desco*

nocida: América ha pasado a cstar poblada mayoritariamen-te por mestizos de todo tipo y color.

Algo parecido podría decirse también de los fenómenos

económicos: a finales del siglo XVI, la actividad económicaque es posible reconocer se encuer-rtra sumida en un Proce-so regresivo qr.le la encamina a anularse, en la medida en

que la dismiuucióu de las Carreras de lndias que conecta-

ban a Europa con América -que eran el "cordón umbilical"entre la madre patria y los españoles de ultramar- se vuelve

prácticamente Lrna interrupción, elf la medida en queEspaña deja de interesarse por la economía americana y laabandona a su propio clcstino. En los primeros decenios delsiglo xvtI, en cambio, reconocemos una economía que se

ráctiva y que lo hace en términos radicalmente diferentesde los del siglo anterior; ya rio cs la vieja ec<¡nomía basada

casi exclusivamente en la cxplotación de los metales precio-

sos del suelo americáno, sino otra uucva que da mllestras de

una actiüclad muy diversificada, clirigida no sólo a la mineríasino a la producción de objctos manufacturados y de pro-ductos agrícolas, a la relación comercial entre centros de

producción y consumo a todo lo largo de América.Y lo mismo ocutre en lo qtte respecta a la explotación del

plrrstrabajo de las poblaciones indígenas y mestizas. Del sis-

OJ

Page 26: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

tetnn lerrrlal nroclcrnizado centrado en la encomienda -lu.nprttcetlittti«:nt<l dc explotación servil adaptado a la eco-

itr¡nrln mcrcantil-, se pasa en el siglo xvII al sistema de

explotitciírn moderno afeudalado propio de las ha'ciendas,

qtic, s,r, centros de producción mercantil, basados en la(xrmpraventa de la fuerza de trabajo, pero interferidos stts-

tarrcialmente por relaciones sociales de tipo servil."fodo parece indicar efectivamente que se trata de una nue-

va historia qr're se gesta a comienzos del siglo X\TI. Una his-

toria que se distingue ante todo por la insistencia y el énfa-

sis con el que se perfila una dirección y un sentido en lapluralidad de procesos que la conforman, con el que se

ásboza una coherencia espontánea, uua especie de acuerdo

no concertado, de "proyecto" objetivo, al que la uarraciónhistórica tradicional, que le reconoce priülcgios al mirador"político", ha dado en llamar ltroyecto criollo, según el nombrecle sus protagonistas más üsibles. Hay un proyecto no deli-

berado pero efectivo de definición ciülizatoria, de elección

de un determinado universo no sólo lingüístico sino simbó-lico en general, de creación de técnicas y valores de uso, de

organización del ciclo reproductivo de la riqueza social

y rlc integración de la vida económica reeional; de ejercicio

dc l«r político-religioso; de cultivo de las formas que confi-grlr¿tn la üda cotidiana: el proyecto de re-hacer Europafircra dcl coutinente europeo.s Esto sería, en resumen, lo

r'lls irrlc¡'cs¡tntc lcner en cuenta que la realización de este P(oyectocriollo tir:rr«.: lu¡qar sicnrpre dentro de un marcado conflicto de clases den-

tro cle la cstr,rrtil'it:at:iriIr y la.icrarquía sociales. Por debajo de la realización

de este proycclo "c|ir¡lLr" pol parte de la élite, realización castiza, españo-

lizante, quc cli:t;liytttttclt(c stil6 pcrsigue copiar a ia manera americana 1o

qne existc cn l,)rrrrrlltr (t:rr l,)s¡ltrñn), y qr.tc pret.ende practicar w apartlruitl

paternalist.a con lu ¡rolrltr«:iriu inclígcun, negril y mestiz.a, hay otro nivel de

iealizaciór-r de csc ¡:r'o1«:t:l(), (lllc tls cl dcte rnlinatrte: más cargado hacia el

pueblo bajo, lo que ir(:out(:(:c clt él cs cstít [cc()nstrtrcción de la civilización

á.r.op"o en América pcro dc,tr,o cle irqrrcllo quo llr:rudel llama la "cil,ili-

zación material,,y gracias irl ¡rr,<>ccso rlcl rncstizajc cultural y étnico. En el

proyecto criollo elitistit prcclotnina lo político, mientras en el proyecto

criollo cle abaio predomina lo ccon<imico, cs clccir, cl plano de las rela-

ciones más inmediatas de produccióll y collsumo.

64

que suced.e en la primcra dc las historias a las que hacía refe-

rencia, la historia global dc l¿r sc¡cicdzrd amcricana; se trata,

insisto, de un proccso rlc t't:¡:t:lici«in y recreación que

recompone y reco¡stitttyc ¡lllt civilizacititl qrrc ltabÍa estado

en trance de desaPareccr.

Ahora bien, ¿qué acolllo(lc c:tt lit oll'¿l hist<lria, la historia

particular de la Compañía rk'.tt'sris, t'r¡tt la r¡rrt: qrrisiór'".mnt

confrontar a la historia amcrit itr'¡a? 'lirr¡rlriérl ctt t:lla t.ie ne

lugar un proceso de reconstt'ttt:t;ititt y t't'trotlslittltlitirl, Oada

vez más ,. hu.. necesario e n la itlvt'sti¡¡itt'iórr iltrtttitl t'c:visar la

imagen dejada por el Siglo dc las l,rrcr:s li'ultt'is sOtrrc cl ca-

ráctér puramente reaccionario, r'r:lr'«i¡¡,r'irrlo, ¡lt'ttttt«rdt:r'niz,¿r-dor de ja Iglesia Católica postridcntirrt, y tlc la (krrn¡rilñÍa de

Jesús como el principal agente dc la ilr:livirlilll rlc ('sa Iglcsia."Se

hace rr".erário .éüra, esta idca, <liltlo,ittslittllellte cl fi'a-

caso de la modernidad establecicla, ilru¡ituttllt ¡r«rt'cl si¡¡l<l de

las Luces: la modernidad capitalistit r¡ut. ltit ¡tr(valc<:iclodesde los tiempos de la primera revolrrciol¡ i¡¡rlttstt'ial t:n cl

siglo XVIIL Es necesario revisar cs(a itllitgetl lx)¡' CtlAllto

mi,chos de los esqlremas conceptualcs lt ¡lltt'tit'<le ltls Cttiile§

se j,zgó nefasta lá actividad de la Iglcsiir ¡rt»slt'itletttina y.clc

la "Coñpanía

deJesús se encuentran alr()r'il t'tt t't'isin, L* i6ca

misma del progreso y de la meta hacia la rlttt' t'il (:oll(ltl(liría,

propuesta porlu Ilustración, que es.jtrstu,t.tttt' l, irlcil quc

,i.ui^o purr¡.rrgu. el carácter anti-históri<:«¡ rlr: ('§¿t lt(:tiviclad,

", .rr"ru idei que se hunde cadavez más .. stts Jtt'tt¡titts con-

tradicciones.El proyecto postriclentino de la Iglcsia 1;,¡11'¡lit:it, vi«irt<lc¡lo

alaltz de este fin de siglo posmoderno, llo l)¿trcl(:(: §cr ptllay propiamente conservador y retrógraclo; stl (lcfi:n§a cle la

trádi.ió, no es una inütación a volver al pasatlrt o a prcmo-

dernizar lo mod.erno. Es un proyecto quc s(: illsc:rilrc tAmbii'n,

aunque a su manera, en la afirmación dc l¿t ttltldt)l'nidad, es

decii que está volcado hacia la problcnriitica dc la vida

nlreva y posee su propia üsión de lo quc «:lla dcbc sel. en su

nouedatt.-'fal vez el sentido de esta asevcraci<itr pttcdc acla-

rarse si se tiene en cuenta uno de los conl"ctlidos teológicos

más distintivos de la doctrina de la compariía dcJcsús en su

,t

\q

65

Page 27: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

ÉFllltellt ti¡tut'itl ttlt't't:f it:to a su col)cepción cle lo qtte es la

ljáii t,l,:,,,,lirl y rlr, t..r:rl cs str [ir.ción en aq,cl ciclo mítico en

ui ,i,,,' ttt'otlttlt:t: t:l rlrama clc la (lreaciírn' que lleva de la,caí

iti, i,iitti',,,f «lt'l ¡.rnhrt: it stt t't'«le tttitirt por Ct'ist. y dc clla a

§tl rtllvil( i(ilt f in¿ll. [,a teología tridcntin¿t dc la Cornpañía de

,jio,i* ,','ttr''xiotl;r sobre la vidn Lcrreual -vista corno dcsplic-'i¡trt'

«1,'l ('ll('l'l)o y stls 2lpctitos sobre el esce trario dcl mrrndo-

I p,,',i,' rl,, rrna actitlrá cornpletatrrentc ntlcva' diferente de

1,,',¡,,., l^ <l,ctri.a mcclicval te,ía ¿tutc t:llzr. Itlcttrsicl,zr,do

(,n lil lrcrcjía -c:rycuclo en cila, scgúll stts cncrnigot, lt'.t

rlotttittit:tls-, la tcoloS^ía.icsuitzt reaviva y rlroderniza la anti-

Buil volla matliqrtca qtrc latc' er-r el .cristianismo' Iin primer

ii,¡4,,r, ri)irzr cl-] lá creación clcl Crczrdor una obra elt proceso'

trtl hctlho cn el acto cle hacersc; proccso o acto qrte consiste

('n ul)iI lrrcha inconclusa, que est; siemprc cn tl'allcc cle deci-

rlil'sc, t:ntrc Ia l,uz y las Tinieblas, cl llien y el Mal' Dios y.el

l)iitlrlo. (Una lucha qtlc, l)or otl'zr paltc' ya sólo por el hecho

«tt'sct'¡:crcibicla:rtrar'ósclelapre['crenci¿tclelscrhtturanrr¡lot' lit i,.rr, 1r.r, el llicn v por Dios, p,arccería estar clecidién-

rlosc.ittstilmcntc c)tl lztvtll rlc cllos') Iiu scgttndo lugar' er-r. la

(]¡'cacicitrCom()Lll]iIC()1ltcC()[,Cor}]otrnztct()enprclceso,dis-ritt¡4trc rtu lugar ncccsal'i<.r, lirncioualnclltc espccílico para

cl st:t'llrtmzrtlc;: el roposa trtlvés clel cual y gracias-al.cual esa

t:r'ci.t«ririn ¿llc?rllz¿r a cilmpletarsc colrlo "cl rnejor de los mun-

rkrs ¡:tlsillles", segútu alqtlmcnt'aba Leibniz' Iin tanto que

lillt:¡'iacl, que libre albcrlt'ío, quc czrpaciclacl cle dccidir y ele-

¡4ir', y no c()mo cualrlttict'otl-o cntc, el scr hrttnatlcl tiene stt

irrr¡rirltancizr cspccíf ica e 11 y Parlr la obra cle Dios' Vicncltl así

Itl*'t'«,ri,r, lroru lu tcolog^ía.jcsuitzr, cl tnttudo' cl siglo' ncr

lllr(:(l(' sct'i:xcltrsivalncntc trn¿r ocasiílrl dc pecadtl' un lugarT

llr, ¡lt:rtliciri. rlcl ¿r¡na, rrr-r siet,pte l-trc.cciclo "vallc clc lh3-ri-

ntit;"i tictlc qtlc scr t'.rmbión, y cu igtlirl mcclida' Llna oPortLI-

rtirlirrl rlr: vil.itrcl, cic salvación, cle "beatitr.rcl". Iis cl r:sceuario

rlt'ttn¡¿'ttit:o lll qtrc no hay cómo ni para qué renuncia¡ pttes

t,É r,n (:l rl,rrcli: cl scr hrrrnzrtto asulne activamente Ia gracia

rlt, l)ios, tlottrl<l cird?r tr?unpa que el crlerpo le ponc a su alma

Htt('(lc $('l tlll tntltiv<l rlc' tiittnfc' Pill'a óstzl' clc resistcncia de

¡; i,;;; ¡rl r,¡rrl¡rrr«: dc lers .li,icblas, clcl Bien a l¿r. acomcricla clcl

l¡l ¡

Mal: un motivo de la autoafirmación de Dios sobre el atreü-

miento del Diablo. Es así quc, para Ia Compañía deJesús' el

comportamiento verdader¿rmt:ntt: cristiano no consiste en

ren..nciar al mundo, como si firt:ra ttn tcrritorio ya definiti-

vamente perdido, sino cn lttt:lla¡' t:rt él y por él' nala galfr-selo a las Tinieblas, al Mal, irl l)ialllo' l'll mttndo, cl ámbito

de la diversidad cualitativa dt: las «:osas, «lt: llt ¡:r«rcltrcción y el

clisfrute de los valorcs rlc trso, cl t'citto r[t: la viclzt cu su des-

pliegue, no es visto ya s«il«r r:()rn0 t:l .hr¡¡aI clcl sacrificio o

Lr,rigu del cuerpo a carnSi. rl. la sirlv.t:ií,1 dcl alma, sino

como'el lugar dondc lil ¡lcrtlit'itin «r la salvacii¡n pueden

darse por i§ual. La ll'ast' litlt ittsistt:tltcmcnte repetida por

Ignacif de Loyola accl'('il rlt' <¡tttl "sc pttcdc ganar el mundo

/sin embargo perclct" t:l illtltil" cs ulla advertencia que no

.orldenu siná simplt)I)r(:llt(' (:orrigc la idea de que el mundo

es efectivamente alf¡o tligrto y tlcseable de ganarse' que le

pone a la gananci:r «lt:l t¡lttlltlo la condición de que sea un

medio para gallar t:l ltltttit, cs (lccir, de que sea una empresa

" ad, maioru*bei g'ltrrfut'rrt". l)tr algtrna manera, lo rebuscado de

esra versión rle ia vit'iir h« rst ilirlartittde.-cristiana hacia la feli-

cidad terrenal -qtl(: (:s visra crlmo el simulacro de una felicidad vercladera, tl'ltst't'ttrlt:nttl, como el ídolo capaz de

engañar y así clc olrsl¿t<'ttlizat' y Posponer la realización de la

misma- tiene ttn ()('() ('ll lo rt:lrttscado de la modernidad de

su comportamicnt<¡, irrr¡llit:it«la .ittstamente en ese movi-

miento de apertura lrirt'iit t'l tttttn«1«¡'

En efecto, en la d«rcttitrir tlt: la ()ompañía de.|esús' aqare-

ce una estrategia mtty t's¡ltlt:iitl' ¡rtlrvt:rsa si sc quiere' de ga-

nar el mundo; una irstratcgia qtrtl irnplica el disfrute del

cuerpo, pero cle Lrn ctlcrP() postlírto mÍsticamente por el al-

*u. ür', ái.f*t" de sestrrlil«r grarl., t:rt cl quc inclttso cl sufri-

miento puede ser un-elcmt:ttt«r Jl«rtcnciacl<lr de la experien-

cia del mundo en su riqttcza «:ttalitativ¿t'

Es comprensible, poi cllo, rlttc las invcst'igaciones recien-

tes coincidan en .".tro.", qtrc la lglcsia postridentina y la

Compañía de Jesús no pttc<lctr scr clel'itritlas como antes'

qrl" .ro son ex-clurivamentc csfitcrzos tarclÍos e inútiles por

pon". en marcha un proceso de cclntra-refbrma' de reac-

6t

Page 28: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

crltltl ¡1 l¿t ltclirrnra Protestante que se había dado en el norte

r,le l'ltrrctpa. l,¿l idca de una contra-refbrma no recubre toda

l¡t t:olrsistctrcia clel proyecto que se gestó en el Concilio de

'Il'cutt¡. lll intento que predominó en éste no fue el de com-

batir la Reforma declarándola injustificada, sino el de reba-

sarla por considerarla insuficiente y regresiva. No se trataba

de una reacción que intentara frenar el Progreso y oPacar

las Luces; de lo que se trataba era de replantear y trascen-

der la problemática que dio lugar a los moümientos refor-mistas protestantes. No se trataba de ponerle un dique a la

revolución religiosa sino de avartzar saltando por encima de

ella; de quitarle su fttndamento real, de resolver los proble-mas a partir de los cuales ella se había l'uelto necesaria. Este

es el planteamiento principal del padre Diego Laínes, el

jesuita que arma y conduce mttchas de las discusiones más

importantes en las sesiones del Concilio de Trento.La actiüdad de los jesuitas como tropa de apoyo al papa-

do es sin duda uno de los rasgos principales del desenvolvi-miento de este Concilio; se trata, como resulta de la exhaus-

tiva Historia deJedin,ti de la acción de un equipo muy bienpreparado en términos estratégicos y muy t¡ien armado en

términos teológicos para combatir y para vencer efectiva-mente sobre las otras órdenes y los otros partidos presentesen é1. Pero es interesante tener en cuenta que se trata de unapoyo sumamente condicionado, que sólo se da en la medi-da cn quc cs retribuido con el derecho a imponer una rede-finicirin radical de lo que el papado debe ser en su esencia.

Sólo si el papa dccide re-formarse, es decir, re-plantear su

función, su iclcntidad, sólo en esa medida el papado les

resulta defcncliblc a los jesuitas. Lo que está Planteado comofundamental cn cl (loncilio cle Trento es el restablecimientode la necesidad clc Ia mcdiación eclesial eutre lo humano ylo otro, lo divino; rrna mcdiación cuya decadeucia -así lointerpretan los jesuitas- ha siclo cl firndamneto de la Refor-ma, de una resplresta isalvaje, brtttal, a esa ausencia demediación. A lo largo de los siglos se había debilitado la

i; Hr-rbert.Jedin, Gescl¿icl¿te des Konzik uon Trient, Freiburg, 1949-73.

riB II

/

69

necesiclad de la mecliación eclesial entre lo humano y lootro, la función del huts mtysl,i,ctr.s, qrlc es lo que el papado es

en esencia -es deci¡ la f rrllci<in clc cstl Irr¡5ar y esa personaque conectan necesarianrolll(: t:l trtttttrlo tcrren¿rl ctln el mun-do celestial, la voluntad dc [)itts tt«rn la rc¿rlidad dcl mundo-.Había perdido su carár;t«:r clt: indis¡tcrtsablc; y.itrstamenteesta pérdida era la quc habítt motivadt¡ la a¡raricién dcl re-chazo protestante a la existcnt:iit tttistttit tltll ¡ra¡lild«1. Si antescle la Reforma se aceptaba qttt' "f itt't'tt rlc lir lglesilt tto ltay sal-

vación", después de ella sc clir/t: "srik¡ litt'¡'it rlt: la Iglcsia haysalvación".

El Concilio de Trento intclll¿t l'('§l¿llll'ill'y l'c(:()llstitttir lanecesidad de la mediación cclcsiltl ('llll'(' lo ttrrtr:nal y lcr

celestial, una mediación cuya lrt:«:csirlttrl t'l ¡tlitttteitrla cn tér-minos sumamente enfáticos. A traví's rlt'l ¡ritpitrlo, lit cntidadreligiosa en cuanto tal administra t'l sitct'ilicitl srrhlintad<¡r deIa represión de las pulsiones salvitit's, ltltil repl'('siciu sin lacual no hay forma social posiblc. l,ir lglt'sitt ('¡l lllla ittstanciaf'undamentalmente reJigadora, t:s rlt't it, sot'i¡tliz.¡ttlt¡t'il, y Ioes precisamente en la medida en (llt(' irrstif icn t'l sit«:rif icicr

que día a día el ser humano tien(: t¡ttt' ltilt'et'tlc stts ptrlsiones para poder vivir dentro de nna firt'tttlt sot'i¡tl t:ivilizada. Laidea de que es necesaria una mc«liitt:iritt, tle t¡tte lit lglcsiaticne una función que cumplir, es rlt'fi'rttlirlir rlc (!§lil nlatlc-ra. Dentro cle este ciclo mítico del cl istiitrristtto, t¡tttl (:oll€cta

el pecado original con la condena, ('rsla ('otl lit t'ctttlttt:i«,'rn y la

redención con la salvación, la funci«ilt rle ll lglesia cs plan-teada como un recurso diüno instrpct'allltl,

La necesidad de esta mediacii;n llirllÍ¿t sicl«r tlersgastada,

minada, corroída fuertemente a lt¡ litlg«r rltl lers tiltirnossiglos; y esto no tanto en el plano clt: stt ¡lrt'selttt:iit «l«rctrinal

y litúrrgica cuanto en el de la comprolritt'ititt t:tn¡lfrictt clc su

validez. En efecto, la principal imprrgtlat:i«itl vitt«¡ tlt: let prc-sencia y la acción, dentro de la vicl¿r ¡rt'iit:tit:lt ct¡licliatra, clel

dintro-capital. La Iglesia había cumplirkr sicrr:¡rt'c clr la histo-ria europea la función socializadorir o rcli¡¡aclora lituclamen-tal; si hubo cohesión social en todo cl pcrioclo clc su confor-mación como tal, fue justamentc Porqtlc la vida enla ecclesia

Page 29: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

€!rH_lH que clal¡a ull lrrgar', rrnz.lirnci<in, *n presrigio y tur sitio.f et'dtr¡uico a circl^ rr,. dc lc¡s i,cli,iclt,.,r, i, qrrJ vJlría ,.,a1-Ine.'lll,(! soci¿rlcs :r los il-rclividrros qLrc habíztn ¡:ercliclo su socia-liclad ax:aica y les otorgaba .nalde.ticlacl. co, la apariciónclel clincro actrrando como capital -no como instrumenro decirculaci<in sino de apropiaciíln-, esra fir,ci<in había pasaclo<lcl tcrreno excl.siva*rentc irnaaina'io al tcrrero dcla viclapt'átctica, dc la vi«la cc«1,<inrica. Ér-a ¿r.hclra c, el rnercaclo, yen el proceso ell quc el clincr. sc',elvc más dincro, clonclese socializaba, Itis i,cli'iclt¡c¡s. Esto ¡:'r tr, Izrclo; por cl otro,había come,zacl. ya el lc,tirnc,' piopiarne,te moclerno cler¡n estallido o expkrsión no scilo cuantitzrtivo sino cualitativodel rnu,do dcl vzrlo. cle rrs,. La lglcsia ,cr teníir ya q,e vér-selas sólo co, *11 sistcrn¿r primari, rlc ,cccsicladei de'consll-mo, propio de un r-n..cl. quc ír,icame,tc es tránsito y sufi-i-miento, sirro con otro qrrc sc cliversiflcaba y se hacíacád,avczmás comple,jo, y quc rnc¡straba que la bonclaci cle Dios podíatambién tene. la ligura de la ablrncl:rncia. Est.s clos fenó-menos reales de Ia histo.i¿r so, los qtre cl'cct.ivamentc esta-ban e, la base clt: esa ¡rércricta cle ricccsicracl crc rir Igrcsiacollo cntidacl mccliador¿r y socializaclora, czrpaz rle rtcfinircuál es Ia axioloaí¿r i,hcrc,{-e al ur.rckr cie lás rnerca,cías,cle l«rs product«rs y clc los biencs.

llls cstc traslbrrrlo hist<irico cl qr-rc rn..vc a hablar cle laprcscncia clc la c,rnpañía clc .]csírs -elcrnc,{.. motor clelcon<;ili«.r rlc "lic,t' y rlc Ia Iglcsia postricle,tina- corrroim ¡: r-r lso ra cl c u n l) l'oyec to p<ll íti c o-r"cl i[j oso c r-ri claclosamer tees tl"Llc ( rlra(lo, clc i nspi ruciri n i n co nlhncli blcrpente moclerna;Lrn proyccto sLlrnilfnclrtc err.r¡bici<)so quc pretende eléct.iva-mente ct¡¡'giont.a,ru la vidir rlc la c,,ru,iqlad n,iversal, ponerlaen annonÍa corr Ios ticm¡ros, rncrliantc una |econstmcción yreconstittrc:i«in clcl «¡l'rlcr.r cristiallo clcl mundo, entenclidácomo ordcl'r catrilico, a¡:ostólic«r y r.ourano.

Todos conoccmos l¿ls lristol'iirs iirbulosas q,c se c*enta, clela c.rnpañía dc.fr:stis, hist.r'ias q,e Ilerva, a sus miernbrosdescle las cortes cul.ol)oas y sus luchas palaciegas por clporler, desde su participación política sotcrracla én lá tomade decisio,es eco,ónlicas y cle todo tipo clc los uobic.ros

70

europeos, pasando por su monopolio de la educación proto-"ilustrada" de las élites, hasta escenarios mucho más abier-tos, aventurados y populares, cn las misiones evangelizado-ras de Asia y sobre todo en Amórica, clonde llegan a dirigirel levantamiento de repúblicas sr¡cialistas teocráticas, capa-ces de üür en la abundancia.

Mencionemos algo dc sr¡ a<:tiviclacl <rn cstos últimos esce-narios. Solange Albcn'o l"oca cl prol:lcrna de cómo t,raducirun producto de la crrltrrra cut'opcir <lr:ci«lcnlal a cult.uras deotro orden mental, de un cortc civilizatorio clil'ercnte, comoson las orientales. Ils un problema quc Mtte«r l{ic«:i, cl ¡lranexplorador cultural, conquistador-conqrrislado, problema-tizó a fondo en el siglo xvII. Son pocos crr toda la historialos textos en que, como en los de él <¡ dc srr ¿tntcccsor Ales-sandro Valignano, se observa una sc¡cicrlacl qrrc ¡rretendetrasladar sus formas culturales a sociedarlcs cn las que éstasson extrañas o no "naturales", arriesg'ars«: utclrt¿tl[l(:nf.c ental empresa hasta el punto de versc obligada a Jx)11(,r en ctrcs-tión los rasgos más fundamentales de srr sin¡4rrlaridad; adesamarrar y aflojar los nudos de su cri<ligo <:rrllrrral parapoder penetrar en el núrcleo de una cultura rlifi:r.etrtc, cn elplano de la simbolización fundhmental dc srr cridi¡4o, Sonlos religiosos jesuitas empeñados en la cvan¡¡«:lizilcii¡n de IaIndia, el Japón y la China los que van a intr:r'lrit¡'s«: cn esavía.7

Van a hacerlo; por ejemplo, en el campo pr«rblcmfitico dela traducción lingüística. ¿Cómo traducir las palilbras "f)iosPadre", "Madre de Dios", "Inmaculada Concc:pciCtn", "Vir-gen madre"? Términos como éstos, absurdos, si sc qtricre,pero perfectamente comprensibles en Occidcntc, uo pareceque puedan tener equivalentes ni siquiera aproximados enel japonés o el chino. La única manera que ellos vcn de vol-verlos asequibles a los posibles cristianos orientales -rnaneraque será tildadajustamente de herejía por partc dc las otrascongregaciones religiosas- pasa por el cucstionamiento del

7Véase, por ejemplo, Alejandro Valignano S. 1., Swnnrio d¿ las cosas d,el

Japón (1583) 1 Adiciones (1592), Sophia University, Kyoto, 1954.

'l(:

;\

,tjlq

77

Page 30: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

llroPlo coucepto occidental de Dios. Por el intento, porqjemplo, de encontrar en qué medida, en el concepto de

[)iol¡ <lccidental, puede encontrarse un cierto contenidof'emcnino; sólo de este modo, a partir de una feminidad de[)ios, les parecía posible introducir en el código oriental sig-

nificaciones de ese tipo. Este trabajo de los evangelizadoresjesuitas sobre la doctrina cristiana y su teología es un traba-jo discursivo sin paralelo; es tal vez el único modelo queEuropa, la inventora de la universalidad moderna, puedeofrecer de una genuina disposición de apertura, de autocrí-tica, respecto de sus propias estructuras mentales.

En América, la actiüdad de la Compañía de Jesús en losgrandes centros citadinos tuvo gran amplitud e intensidad;llegó a ser determinante, incluso esencial para la existenciade ese peculiar mundo virreinal que se configuraba en Amé-rica a partir del siglo XvtI. Desde el cultivo de la élite criollahasta el manejo de la primera versión histórica del "capitalfinanciero", pasando por lo's múltiples mecanismos de orga-nización de la vida social, la consideración de su presenciaes indispensable para comprender el primer esbozo demodernidad vivido por los pueblos del continente. Lospadres .jesuitas cultivaron las ciencias y desarrollaron mu-chas innovaciones técnicas, introdujeron métodos inéditosde organización de los procesos productivos y circulatorios.Para c«¡rnienzos del siglo xvtIt, sus especulaciones económi-cas cran ya una pieza clave en la acumulación y el flujodel capit.zrl cn Europa; para no hablar de América, dondeparecen harbcr siclo completamente dominantes. Sin embar-go, pcsc a quc stt intervención en las ciudades era de granimportanci¿r, r:lla rnisma Ia consideraba como un medio alservicio de ot.r<¡ f it"t; stt fin ccntral, que no era propiamenteurbano sino cl <l«: la propagunda .ftde, cuya mirada estabaplresta en las misi«rncs. Sc trataba cle la evangelización de losindios, pero especialmcutc dc aqucllos que no habían pasa-clo por la experiencia de la conquista y la sujeción a la enco-mienda, es deci4, dc los indios que vivÍan en las selvas delOrinoco, del Amazonas, dcl I'araguay. Su trabajo citadino se

concebía a sí mismo como una actividad de apoyo al proce-

72

so de expansión de Ia Iglcsi¿r s«rbrc los mrtndos americanos

aún vírgenes, incontarninadrls por la "lll¿llA" modernidad.También en la historia rlc la ()«rtnpat-tíit dc.]cstis lo que

predomina es un intento rlt: t't:«:lrttt¡losi<'it'rtt, Sc trata en ellade un proyecto de magnitrrrl ¡rlattt'litt'iit «lcsliuado a re-

estrlrctlrrar el mundo de ler vi<lit t'ittlit'¿tl y t:xltitttstiv¿mel1te,

desde su plano más bajo, prolttttrl«r y tlt'tt:t'tttittiutttl -clondeel trabajo productivo y virtttost» lt'itttsf ot'tttit «'l tltttlt'¡lo rrattt-

ral, exterior e interior al indivirlrr1¡ lttlttl¡tltrp, lla§lit stl¡l (:§(ra-

tos retrodeterminantes más allos y t'litlrot'itrlos *el «lisfirr«:

lúdico, festivo y estético de las lot'tttlts,Es la desmesurada pretensi<'rtt .it'srritit tlc lcv¡ttttitl' tllla

moclernidad alternativa y concictt t (: I I l(' I I I (' ¡tlit lteitrla, li't:utca la mod.ernidad espontánea y "t;it:¡11t" tlcl tttel't'¿ltltl capita-lista, lo que hace qlre, para mc<lilt<lr¡s tlt'l riglo xVtll, la

Compañía de Jesúrs sea vista por «.:l tlt's¡rolirttto iltlslraclcr

como el principal enemigo a venc(:t'. Así l0 lllittttcabtt c«rtt

toda claridad el marqués de Porrll¡itl' t'l llttltoso ¡rrirncrministro de Portugal, promotor dc llt tt'¡tttxltl¡'t¡titt'iritt clc la

economía y de la política ibéricas, cttyir ittllttt'tltliit rtl cxtcn-derá más alla de la gestión de Carl«rs lll t'r¡ l'ls¡ritñlr, La clc-

rrota de la Compañía cle Jesús, qttc t¡ttt'tlit se llarl¡¡ tl«rn cl

Tratado de Madrid y la destrucción rk: lirs l{e¡rrilrli«:irs (}rrer-

raníes, y que lleva a su expulsión rlc l«¡s ¡ritíses t'itttili<lrls, a

str anulación por el papa y ala prolrilrilititt tltr ltltl¿t nctivi-dad conectada con ella afines dcl sigl«r XVlll, e¡r llt rtt'rr«ltade una utopía; una derrota que, vista clt'srlt'cl rlll't¡ l¡trlo, ntr

equivale más que a un capítttlo etl la ltistot'iit «ltll "iuclctcni-blé ascenso" de la modernidad capititlistit, tlc lit t'clttsc¡li«la-

ción de su monolitismo.Se trata entonces de toda una histotiit' tltl It¡rlo tttr cicl«¡

que tiene un principio y un fin, quc t:«rlltitrltz¡t ctl 1545, en

las discusiones teológicas y en las intrigirs ¡talit«:it:¡¡tts dc 'It'cn-

to, y termina en 7775, en las privaci«rttt's y cl cst:i'tt'ttitl dc las

mazmorras de Sant'Angelo. Tal vcz t:t»tlvitrlttl sttllt'ttyar qrrión

fue en ver{ad el contrincante qllc dt:t't'«rtl'r al l)roy(lcto,jcstri-ta de moclernización del mundo y ctritl l\rt: la raz<itl de su

triunfo. I-a utopía neocatólica se cnll'clltír nacl¿t mcn<)s que

t5

Page 31: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

Bl proyccul espotttánc«r y sólidamente realista de configurar

!i lorG tt,r mrlntlo clc ia vida a imagen y semejanza de la

át:tt¡nulae;i.irr t{c[ capital' La presencia de Dios en el misticis-

tno (:otidialro y scglár que losjesuitas intentaban imponer en

ia ¡r«rblaci«irr, po. ..rát exacerbada que ella haya podido seq

,r,, fi," capazá" .orrtru.testar el poder cohesionador y dina-

mizarlor ie la sociedad que despliega la acumulación de

capital, el dinero g"rl"ru.táo más dinero, cuando invade ese

"tcrritorio ajeno á ella" (según Braudel) que es la produc-

ción y el coirs.,mo de los bñnes y los sen'icios' En el lugar

del cápital, los jesuitas quisieron poner a la ecclesia'' a la

.o*.rr-rid.ud humana sociálizada en torno a la fe y la moral

cristianas. En vísperas de la revolución industrial que ya se

anunciaba, ella no f:ue capaz de vencerlo; resultó ser mucho

rnenos eficazque él .o-á gestora de la producción y e| c3n-

sllmo adect ados del plusvalor' El atractivo de su sociedad

bcatífica resultó ,rr.,.Éo más débil que el del paraíso que.la

"s<lcicdad abierta" prometía como una realidad que estu\ae-

l'a a la vuelta cle la ésquina (como lo mrrestran los interesan-

tcs cstudios recientes sobre el proceso de descreimiento en

Iiraucia e Inglaterra a lo largo del siglo xvIII) '

'I'cncmos,-así, d.os historias de diferente orden en las que

t,ir:ut:n lugar procesos cuyo propósito no sólo implícito es

,,,',,,,,,.,,rr-rititución: en el caso del proyecto criollo' la re-crea-

r:iritt <lc la civilización europea en América; en el caso de la

()orrr¡rañía cle Jesús, la re-cbnstrucción del mundo católico

¡»itta la ópoca moderna. Habría que insistir' tal vez' en el

i,«.,,,It., «lc qtte, en la América Latina, el fracaso de la Com-

pañía rlc.tcsÚrs es un hecho que tiene que ver directaT"l:"con cl ll'ircaso del proyecto propiamente político o de éli-

tc dc lir s«rcicdad.iiollu. Unlracaso que se da en conexión

muy cvirlcrltc con la política económica global d.el desfotis-

mo ihlst.rackr, cuancló la Clorona piensa que, de imperio sin

más, orgi',ttlicalncrltc integrado, E'spaña debe pasar a ser un

imperio"'rll<){lcrl1o", colonial, y pretende hacer de su cuer-

po americano tlll ctlcrpo extraño, colonizado' Es importan-

te tener en ctlcnta, sin cmbargo, que, aunque losjesuitas fra-

casan globalmentc y clesaparecén prácticamenente de la

74

historia a finales del siglo xvlll'tt el proyecto criollo sin

éÁfu.go continúa, y lo hac«: justarncntc :ll. :::,^[:::t::

triz ciülizatoria euroPea'

; :#;;% t"*"u;;l quc. r i c r I c i t' t¡ o,.

" n

l:l Yll ".:.: :1lt:::, 1", f "

p..'te baj a de la,o Ji"clatl lrr t'i r ri ra r rxt ti titl]j::..:l'..::,:L1l^:1:' J;til"i;;p"i"t y stt nrcs t i z.rti t' t t rl r t t t':tl (' r(:itr I tl lt:"i: ::-;;;p;t; "t

á.*¿" de la vicla' lirrtrrits (ltr(: rro ¡ri<:rtlcn su ma-

II

Apartedelaestructuradeloqtrtlll(.()llr(.(.(.(.lll(:sli.lstltlsllis-torias,podemosconsiderartamlliórltllt.r.it¡trltllittttlllltlt'¿lc:lrque aconteCen estas dos lristorias' l)ltt.it t.lltl, t.tt ttti rl¡littiiltr'

J, ir'tairp"rrsable tener en cuenta cl «:ottt:t'¡tltl (lt: "lo l¡trro-

co". El mod,o de.oÁpot'u'se de la ()«rttt¡rititÍit rlc 'f

t:sris y-c'l

mod,odeComportarsedeloscriollosrtt«.sliz«ls.ittlllltls'§()ll(lc,oii.* t ooorr. qrriri"ra para ello h'.*:t't' t't:lirt'tlltt'i¿¡ -ll'cvc-

mente- a lo que podría ser un rasgo (l()llsl¿tlll(: (' ttttit t:¿r«lcn-

cia distintiva de las muy variadás r:stlirtt'giits (lt' trt¡lrlt¡r'

mación de u*a *ui"aiu q,r" ,ol"*,rs «lt:rr.rrrirri,' "l)^t'f'(¡c?r§".

iti^t, "" efeito, ,orr "últiples' y cs rnrry rlilÍt'il'. l)l'ii(ltica'

*."i" imposible, elaborar una lista dc <k'tr.r'nrirrirt'i()rrcs r'¡ue

diga: "lo turroao, para ser tal' debc-¡ll('s('ltlilt' t:$titlt cal'¿lc'

terísticas y estas oi.ur". Ni siquicra lits r:irtt'o lllitl'(ra§ (lttc"

;a; wdlffl in, disting.,er", gl. lrte barr« rr.r I r k, I [t: I I u(t: n ti §ta,

v orre completan una definición quc sigttt' sitt «trtrlit sit:n<[o

íaiiá", alcurrun efectivamcnte a collrJxrtlt't' l. (lll(: lx)orla-

mos llamar rr", *oJ"i., típico o un tipo irlt:ilt rlc "10 l)a¡'rr)co".

Sí hay, sin embargo, eiemplos paradigmíriit:os o l¡t<ltlos cicm-

plares de comportu"t ¿t to bárroco' solrt't: l«rcl«r «:tl la histr:-

ria del arte' Por "'á tu'ó", y para intcntitt' lllosll'ar t:tt quó

sentido la forma en qlre " áo*pottittt 'it'sttitit-,y :tl:llt';;" llamarse "barroca", quisierá rt:c.t'«litt' a«¡trí cl tnod.

como se comporta Gian Lórenzo llcrnini t:«rtl l¿t lradición

sPara tener una seguuda época' ésta sí rclccic¡trnt'ia y tctrcbrosa''con-

tradictoria d. tu p'i-Eio,;"tá" comienzos clcl siglo xlx hasta mediados

del presente

75

Page 32: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

dircctamente , pal'ccc I'ocoll()(:(lt ltrlttí llcrttitti¡ lttl ltity t:titllo

haccr rura figrira quc rctt¿lt(: t,t'ttlittIt'l'itl¡l('lll('l l)ir¡s. Y ól''

1rr.r1r,rrr",.rrra uía para la t'ollvt:llit'llt'ilt tltr l't'¡lt't:stlttlat'lrl,

"rlricracla por cl (loncili«¡ «lr. 'li'«'ltlo: ttl(,slt'ttt'l(, (lll lil pcr-

t,ibaci<in q*c provoca s. l)l'('s('lr.ilt tt¡Ístit'it ('ll (ll (:tlcrpo

hltrnano y stl entol'llo.l,a fbrrna <[c lo |cl¿rt¿rrl0 t,n lirs rIos ltixtot'iits (ltlc ¡l()§ (,c]tr-

pzrn -el nrodit clc la rct:orrsllrrlt'irirr t't'iollit rlt'ltl tlttrtl¡x() cll

Amér.icu y cIc la rccolls(l.lt( ('i«rrr rlt' llt tttotlt't'tti(lit([ (!lt lórlrri-

nos rnodclnos y <:irt<'¡li<:r¡s l)ot' l)il|'t(, rle li¡ (]tlltlpaliÍo dc

, Jesúrs- pueclc c(;,o(:t.l's() ('o, (,§l(' ,l(,(1, r'i.ttt¡llitt' (ltt c,m-

porru-i"r-,,o aItístic() ctt llt't'ttilti. l'lttit.t'llo ('T ll('(:(l§¿ll'io ¿l(:cr-

Lorr" u,r,., poco al ¡rr'«rblCrrrir rlt. Iir lr,ologírr rltl lit (ittmpariía

clc-|esris. Só rrata rki rrua tt,c¡lt¡gíit rlllllitlll('l¡l('t'ottt¡rlt:itt, t:on-

"r"r r.rli ef'cctos, clt 12rs cx¡tcliqttcizts nlísliczts Cle l¿rs que soll

.r caltaccs 19s seres hL¡na,rr,r. Si l¡r1, illg«r r¡ttt: llltl(:vc, qurc da

, .,,,iáli¿u¿ irl cucrpo y a los ¡rlir:gttt:s tlt:l ll¿íltito rlt: ln bcata' l,udc¡vic¿r Nbcrtoni cs cI hccll«r «ltl t¡ttt' t'llit trsf ii ltit«:it'tl<lo Ia, cxpcricncizr clc Ia prcscnc:ia rlt: [)ios: tlllit l)¡'(is('llt:iit «lclcg'a-

da ctr cl rictus, cn t:i qcsto (:()ll)()l'ltl V ctt t'I tttt¡t'illtit:ttt«l itrs-

t¿rntaltcturlcntc cl('t('llirl9 <lq stl illl(,llíll; tIt'lrl¡¡lttlil, (]olllo lo

cstá [zurrbién, bzrjo 1a lor'nt¿t rlt: lrrz (1il(' l)os(r('t:l t:ttct¡ttl ttlf.s-

tico rle santa Tercsa, cu cl Iatll«rs«r /ih'/¿lrlr o 'llrt,tt'ttterltttt'u:i'tir¿

clc lzr Capilla Clorttato. [)ios t:s it t t'¡rt't'st'lllitl)l(' t:tt sí tttistllo,

, ,rrr,li.,c,ria cn sí rtrisrna, ¡rrrt.s cstii (,u yiit§ rlt'tlt'iirr tle sct'tal

teológico rlc Lr Lctaii Uectia. Narla huv rniis híbrido y ambi

I <:.mo cn la clc rnrrch.s otl'os, (:s .n¡l lcolo¡¡Ía (lt¡(!, ([(:sPués

i y convcrtirsc clt ['ilosol'íii. l,)s slrl ri«[o t¡ttt'lit ollt'il clt, l,ttis tlc: 'N,folin¿r

quc cstá crt ltls t¡LíQtlttt.rs «[t'lotlo t'stt'l)l'o('(t§()t ltt (itvt'-

': «»tl,in, Li,ieri arbitti'i, trutn tlttt.liut'tlutt'i.¡..., (lll('\/il ir irrlltril fitt:rlc-

lncllt-e 13t) la ittllle¡sa y lllillartttl t¡llt'it rlt' l"t'irttCitlt:o St¡ÍU'c7' así

,, cle cnconadas cliscttsioncs Itttl t'ct:llitziulit (lolllo tCtlltlgía Ol'i-

, .iul cle la Iglcsia. lis[o tienc srr Itttttlitlllt:ttt(t y ('st¿i.itlstific¿ld<r

, clcsrle la pórspccti'a clc la lslcsia, tl«:l ¡rit¡rit y rltr l{«rttta p.r-qrlc lo quc sc i,tc,ta c' clla cs, c. (l(:liniliv¿t, ttlttlit Inctlos qtle

rfdclinit-c, cltré c9¡sistc la prcst:tt«'iit rItr [)it¡s cll (:l ll)tllldotcr-r.crral. lil pianteirrnicnt() clc los tt:<ilog«ls.icstrita.s L\s sun]a-

'r mentc racliial: golpcir c' cl colltlo tttist¡tt¡-.clcl discurso

77

clásica en sll trabajo artístico' Si nos acercamos a la obra

esctrltórica de Bernini podemos observar que sLr autor tiene'

en verdad, un solo práyecto desde que comienza sus traba-

jos: es el intento de seguir haciendo arte griego o romano'"de incluir su obra en el catálogo de la herencia clásica.

Comienzasustrabajosimitandoelartehelenístico'hacien-do piezas que plleáen confundirse perfectamente con las

qlre están ti"t'tdo desenterradas del suelo de Roma' prove-

,i"rr,., clel arte griego. Sueña ser, intenta ser o hace como si

fuera un escultor uitig.ro que estuviera todavía trabajando'

Artista ubicado yu ", "I deséncanto posrenacentista' se plan-

tea como Proyecto suyo no seguir el canon clásico sino reha-

cerlo,,-ro'upior".harlo sino revitalizarlo, ponerlo l":yu-mente a funcionar como en el momento de su fundación'

Su trabajo va a tener siempre este sentido, hacer piezas a un

tiempo ,l.,.ru, y antiguas, pero el problema formal al que se

enfránta es radical: ¿.ó*o repetir la ütalidad formal en esas

piezas antiguas-nuevas qtle él produce?, ¿cómo no hacer arte

*r"rto, siÁples copias de las piezas que ya existen?' ¿cómo

inventarse nlrevas figuras, que no existieron entonces pero

que pudieron haber éxistido? Es aquí donde aparece el com-

portamiento barroco al que haso referencia; un comporta-

miento bastante complejo porque lo que busca el artista

Bernini al hacer rr.r. otr^ "r,

nottto diría el músico Claudio

Monteverdi, "despertar la pasión oculta en ca<la una de las

formas", revivir él dtu*u del que.ellas surgieron: ir a la

fuente de lcls cánones clásicos y encontrar su vitalidad para

seguir trabajanclo identificarlo con ella' Sólo que en el ca-

mlno de cstá birsquecla del origen de la vitalidad de los cáno-

nes clásicos en la clramaticidacl pagana, Bernini va a to-

parse con otra complctamcnte dif'erente: la dramaticidad

cristiana.El gran probl<:ma cs(Útico al que sc enfrenta el Bernini

madtlo -hombre sumamcnte religioso, entregado a la fe'

ligado estrecharnentc a lcls jcsuitas- es, en verdad' el de

.é-o representar el úrnico objeto que' en última instancia'

vale la p.r-,u ,"pr.sentar: la presencia de f)ios' Presencia

q.,. ,lrrl.u p.,.á. ser clirecta, que sólo puede ser atrapada

to

Page 33: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

Virl(!lll(: (l¡c cl cliscurso tcológico: es el discurso filosrif i< ,, r'l

rlis«:rrrso Cle la razón volcada en contra de toda verda(l I ('vi'

litrlit, ¡rcro como discurso que está allí para justificar ¡rrt'r i

*amcrrt. una verdad revelada; el discurso de la no-rev¡lltciollpucsto a fundamentar la revelación. Este discurso tan t)('( lt

iiu. "t

justamente el que comienza a reconfigurarsc ('ll l;llobras cle Molina, de Suárez, etcétera, mediante Lrn illl('llltlcle reconstruir el concePto de. Dios. Es un inteuto qrtt: s(,lrr

puede cumplirse de la manera en que es posible denlto rlt'

irna estructura totalitaria del discurso, mediante esl-ral('Bl'r¡

de pensamiento sumamente sutiles, sir-viéndose de x'r ttl

sos de argllmentación monstruosamente elaborados. I'll rlrt

cleo, y aquello en torno a lo cual se discute de ida y vttcllit,

es el de la distinción que hacen ellos entre la gracia suJ:ir itttlt'

de Dios y la gracia eficaz.Es un plantemiento que sólo sc t oltl

prencle a partir de la polémica del catolicismo con la l{t'lntma: en el planteamiento de la Iglesia reformada, la grat irr rlr

Dios es suficiente para la salvación. Dios, arbitrariam«'tttr',con su omnipotencia, con s* omnisciencia, con su voltrttlltrl

impenetrable, decide quiénes habrán de salvarse y qtti<irrlr

,-ro. Hrb.á incluso, en la versión de la doctrina calvirrist¡

puritana, la idea de que los elegidos por Dios para salvlttst',

los "santos visibles", pueden ser reconocidos incluso l)(!lmarcas exteriores gracias a la capacidad de trabajo pro«lrlr

tivo quc ostentan. Esta idea de que la gracia para la salvitciotl

vicnc dirccta y exclusivamente de Dios, de que, por lo lilllln,ya toclo cstá cleciclido de antemano, de que los elegidos y lur

condcnad<¡s han sido ya determinados, esta idea es la <¡rtr'

los tcólogos.jcsuitas van a poner en cuestión. Ellos al'it'lttll

rán, ett cambio, qrtc hay, sin duda, la gracia suficient«' rlt'

Dios; que Éll sc l"¡asta a sí mismo para salvar o condenar a t'tt;tl

quiera; pcro añarliráu que cste bastar.se a sí mismo sólo ¡rtlr'cle darse mediatttc tttta intcrvención humana, que cl lilrtrarbitrio debe estar ahí, en cada uno de los individuos, ¡rrrta

que la gracia suficientc de f)ios se convierta en una gtltt iu

éfirur, para que la salvación tenga lugar en definitiva. l'll tl n'

bajo de estos teólogos es sumamente agudo y complejo, ¡rrtr'rcleben insistir tanto en la omnipotenciay la omniscictrt ilt tlt'

7B

(:olno cn su iufir-rita boltdarl. ¿OriLtto t's ¡losiblc qtre el)r, que cs ¿r la par omtti¡rt)t()lltc ), lr«¡tlrlarloso, 1:crmita

§tts criatttt-zrs sc conrlctrc:tt? i I)<itt«[t' <¡ trt'tIit srr bondad?cs la relacitin cntrc 1a otrtt-ti¡rott'tt« iit y lit «rtlltlist:ic:lrcta

Dios y su infitritzt bond¿lcl? Iis allí, ('ltl()ll(r('s, rlr¡nclc los

ttts intenierlen con un complcj«r rt¡»itt'itlo «lt: ltt'¡¡ttnrcu-quc ticne qrrc vcr'.jr"rstanlelttc t <¡tt llt ( ()l'l ('ril)()tl(lt:ttcia

los clif-ercrrtcs modos y graclos rlt'l sttllt't «rtllllis<:icltttr

ltsylos trtcldos o gr¿rdos dc la cxislt'ttr ilt tlt'l tltttltr[o. L«¡

Di«ls sabc cs 1o qtrc cl trtunrlo t:s. Llt lt'oktgíit it'srrita(c¿r Ia ide¿r rle quc hiry trcs morlos «l«' llt otltttist'it'ttt'ilt «lc

: ttn sabcr "sirnplt:", tttt sal;cr "liltr t"' \' tttt sltlrt'1"'lttt:tlit¡"Al'ilnt¿r que, cntlc cl sabcr sinr¡rlt'rlt' l)ios, t¡ttt't:s cl

al:solnto ir total cle todas lzts ¡:osibili«llttlt's llc t'¡tlt' itltlt-lcs eu cl univclso, y stt sal;cr rle lo t «'ltl, t's «lct'it', ttr¡ s<ilrl

eso posible siuo dc lo qttc rcallrcttl<'t'xislt', «lt'l«l t¡ttt:siclo defini(ivancnte clcgiclo ¡tat it <'xistit', r¡ttt' t:tttrc

Erlrrndo posiblc y cstc mundo tcal *r¡ttt' s()tl l)()l sttl)llos-cioncs clcl sirbcr simplc ), el sal¡t'l lilrlt'rk' l)ios-, st:

cntra sin cmbareo llIl ttt()rr]cllto i ll( (' l l t tt't l io,, i t tsl ltttttltl-ttól en el qtre cst¿r tealiz¿rción dc l«r ¡l«rsilllr'«'sl¡i t'tt tt'ittr-

dc darse, en cl qrrc esa inliniclad rlt' ¡tosilrilirlir«lt:s t'stlil.ctánclosc s<ilo cn :rqucllas qttc I.t'ltlltt<'lll(' s(' \/illt il (li:tr,

trata «le Lur nl()rl")cltt() qrtc cort't:s¡rottrl('ll llllll "t'it'ttciitiil" rlc I)ios, qtrc "s¿tbc" dcl trtrtnrl«r tt() ( ()lll() tttitlizitrlt-¡t'ealizándosc. Las "cosas" dc cs[t: lrl()ltl('llt() ¡l«'t ttliitr s«rtt

"sabidzrs" o coustitrtidas por rtn s¿tlrt'l' tIivitl«r «¡ttc sallr:

mornento clc la elccci<in, que saltt: <l«:l lilrl'r' itl'llilt'i«¡: s<ln

cuyo status cintológico se trlticzt crttt't' lo ¡losiblc y lrrS«:n el ref'creute al que corrcsport(l(' ('sl(' sltllt't' tnc«lio r,r

cicncia cle l:r rcalizacitin clc lo ¡tosilrlt'; s«rtt cl canl¡ro de

ndicicin hulnana. lll arbitrio httltlittt«r t's t'[ /r/ros rk: l¿r Ii-

. (lou bucn olfitto, cl pztpado rct:lritzt'r lir tt'«rltlgía.jesui-rr¡uc percil;ió qtrc llcvaba al trtttl¡lal rtt' la hclcjía. Ils

tcología qtrc ¡roclía haccr saltat'cl itl)itl illo <:ottccptual de

rgía cristizrna. lltr ¡rrirncr htgar; l)()l (ltlc ¡llitntezr una iclea

I)ios como uu l)ios h¿rciéndost:, c:s rlt:t:it, (:omo un l)iosose a sí tnisrno, corrro l)ios crr J)lo(:os() rle ser I)ios, y

79

Page 34: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

tlo (,()lno rrrr l)i«rs quc ya l«r cs. Sc l,r¿tta dc ulla iclca dc [)ios t'ltlit t¡ttrr llly rur Iirt:r'tt: scsg() lttAlti(ltlC(), Prlost() cluc Ditls stilo('s till (:n l¿I mcdida cn qrle vcllce, colllo lttz, a las ünitllrllrsl'irt sc:guntlo lllga[ -y éstc cs cl pttllto verdadclamcl]t(' (lilllil- cs uu?r idca quc crt(t¿ttnitr¿r a l¿r hcrciía, al "pclatuilttis

t.l)o", A lzr cquipantcititt dc las vittttclcs clc cttalqrtier¿l c«rtt t'l

sitct'if icio de Cristo, cl hijo clc l)ios; 1o cs, porqrtt: afilma (lrr(',

¿tl csturr hacióncl<tsc, Dios cle¡:errdc ell alglllla medida rltr stt

propia crcacirin, clcpcrtrlc cli'i scr hurnano. Iista pcctrlilrrinserciíru clel scr hutnano y str libt-c albedrío colrlo lrll?l ('ltlr

rl¿rc1 nccesitadzt por l)ios par".t qtlc su crcaci(in fitnciol-lc cl«'r

t.ivarnentc, est.c itltento rlc concili¿I[ o h?rccr qnc cot'tcttcll rlctt

la ornnipotettcia clc l)ios y la cligrlirl¿rrl hlttlana, cs cl ptllll(rdonclc, cl'ccLir,¿rmclttc, la dt-¡ctrirt;r tcológica de los .icstri l; rr

llar-cct: dirigida a t-cvolttciollar tod¿r l¿r teolosía tradicit-llllrl.lil cornpot'f2rmicnto rlc los tctilogos rlc la (lornpzrhílr rlr'

.Jcsris sc llarccc Inucl)o a lo qtrc hacc Beluini. El'cctivatllt'trtt:, lo qtrc t'llos «¡ttit'tt'tt ('s I('(()ltstI'ttit t'l c<¡tlccl)lo dt'l)ior'"rirnodernarlo", porlerlo al rlía. Al rehacerlo, sin ernbatgo,lr> morlifican, y lqr haccu tall sltstallcialrncnte, qtrc cl l)iorl(:(:()nstrllido ya no coincidc coll cl Dios de Ia terllogl.ttnr:clicval, se pal'ccc poco ¿1 iil. T.rr"nr,ls aqtrí rtuevamcltlt' t'l

tltislno periplo ltctrtitrialto: se l)al Lc ell brtscá de una 11t'lttttlt

ti« irla«l tt:ligi<lszt aIlligu¿r, y la ttrisrna, zrl scr dcspcrtada, t t'srrl

tlr (luc (:s ()Ll'¿I, la drzun¿rticiclacl clc lzr cxpericnci¿l de lo «lit't

n() l)l()l)iír rlc l¿r Vid¿t 1n()clcrl)21.

Si « «»tlsi«lt:r'itltt()s ahot'a cl proccstl dc mestizaic cttlttrrlrllittinoirnrt'ti<:rttt«¡ lt partir dcl siglo xvlI, vamos a cnc()l)lllll,tirtlll>i(rt¡ rrrl ('1, ul) ll.r()(l() (lc ct(xlrpol'l.amicrtlo qrlc es sitlril:rtl,it ¡rirlallt it "tttt:stizit jt"' (r\«¡c¿l ttrlrtí tlcccsztlialneutt: lln pl ( )( ('

s<¡ <lr: n)ixtulll, rlc tttt:zt;la rlc Iirunlts crtlturales qlre sc J)lll('ccrí¿t a pl ()( cti()s (:()ltoci(los ¡l«rr la t¡uímiczr o la biología: l)l('/cla rlc sllstiur(:iiui, rlt: stts t:ololcs,. por e-jemplo, injertos rlluna lrlanta cl) ()(ttt, (tt'll(t()s clt: <lil'crcnlcs [azas dc allirlt:rlls,ctcóLcra. lil ¡loccso tlc: tttcstiz.ajc cltlt.ur¿rl, siu emb¿tt't¡o, lllll\allá clc cst¿ts t csoltzutciils f isicalistas tt organicistas, al pill('( ('lsrilo se pueclc tctttatiz.itt ¿rrlccttadarrtcntc cl] ttrla ztllt'orittt,lciiln y un trtllLrnlictlt() do ()l'([cl] scmiótico.

¡l( )

hablamos de una relación dc cualquier tipo entretes formas culturales no podcrn«rs dejar de lado aque-

Éil lo que Léü-Strauss ha insisticlo tantr¡: l¿r idca de que to-trIltttrdo cultural es un mundr¡ <:cn'ad«r cll sí mismo, que

como condición dc su vigcrrt:ia Ia impcn<:tr¿rbilidaditt código, de la subcodiflcaci<in i<k:ntil'it:adola dcl mis-

Cada código cultural sería así ¿rlls<¡lr¡tistir: (icu<lc la redlr¡ simbolización elemental, dc srr ¡rr'«rrlrrr:t:irin <lc scnticlointeligibilidad, sobre todos y r:arlir rul«r rkr los r:lclllcutos'puedan presentarse al munrkr rlr: lir ¡rt.r'r't.¡rci«in. St:a sí mismo, y todo otro proyccto () (.s(llt(.r¡lir (l(, ¡nulrdo,otra subcodificación del código clt: lo llrrnriulo (lu(. l)rc-competir con é1, le resulta por lo llt(.t¡os irrr;orrr¡rirtiblc,es que incluso hostil. En este scnli«lr¡ ('olnl)lclilrncntc

no habría la posibilidad dc rrrr rliiilogo t:rrll'c lars

ras; las formas culturales tendcríall ¡llis l¡it,n ¡r clarsc lalas unas a las otras. En la histllriir conlrcll, sir"r

, la vida de las culturas ha cr¡llsisli«lo sir,rrr¡l'«: cnde imbricación, de entrecruz¿utrit:nIr¡, rlt. iIrlt:r'carn-

de elementos de los distintos subcócli¡.1«rs (lu(. ntiu'('iul sl¡stes identidades. Procesos extr?lorrlirri¡r'ir¡s y llrrrscos,

üfl sentido, cotidianos y pacientes, cn ()ll(,, (lu(: sl¡rr siern-conflictivos y "traumáticos", result?u)I(,s rlt. r'cs¡rtrt:sttts a

límites". Si hay historia ckr lir crrltrrlir, cs.jrrsta.te una historia de mestizajes. El rncslizlrit', llr irrlcr'¡lcnc-n de códigos a los que las circunstiur«:ilrs r»lrligirrr ¿l elf'lo-

los nudos de su absolutismo, es cl rr¡orl«r rlt, virla rlc latra. Paradójicamente, sólo en la mcrlirlir (.lt (lu(. ulr¿r crrl-§e pone en juego, y su "identidad" sc [)on(: (,lt l)cligro yen cuesüón sacando alaluz su contrarlir:t'irirr intcrna,en esa medida defiende sus posibilirlirck:s «lc darlc

al mundo, sólo en esa medida rkrsplit'gir iuk:r:uada-te su propuesta de inteligibilidad.

Para termina¡ cabe insistir en el hccho dc qrrc, si cl pro-de mestizaje cultural en laAmérica Lutina Jlrdo c<lmen-

¡ f'uc precisamente en virtud de la sit-u¿rci«in cultural espe-te conflictiva, muchas veces dcscspcracla, qtrc le tocó

f ya en el siglo x\,,II -sitlración muy parc«:icla, por cierto,

B1

Page 35: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

tl lil r¡ttc, cslir voz it r:sr:itla ¡)litttt'titt'ilt, ltgolliit it llt í'¡lot'tt t'ttr¡lrc vivint«rs. l'{abía, pol'Lrn latkr, Ia t:t'isis t:tt la rytrt't'stitl¡itstttuicla la civilización donrinantc, ibct'o-culop()ll, «lcs¡:tttls

d«:l a¡¡otarniento clcl sig'lo xvt -cuan«lo casi sc había cot'tlttl«rcl c:ircrril-cl de rctroaliment¿rción quc la concctaba c«rn cl «:t:n-

tro rnetropolitano-; pcro habízr también, por otro, la crisiscle la civilización inclígena: despuós de la catástrofe polític«>religiosa que trajo para ella la Conquista, los rcstos clc lasociedad prehispánica no estaban en capacidad de funcio-nar nuevarrrente como el toclo orgánico que habían sido enel pasado. Y sir-r embar[fo, aunque ninguna de las,dos podíahacerlo sola o independicntcmente, ambzrs experimentzrbanla imperiosa necesidad dc mautenersc al mcnos por encimadel grado cero de la civilizaci<in. Son los criollos de los estra-tos baios, mestizos aiudi¿td<.¡s, amnlat¿rdos, los qnc, sin saber-lo, harán lo quc Bcrnini hizo con los cáncll-tcs clásicos: inten-tarán restaurar l¿r civilizacirin mzis viablc, Ia domiuante, laeuropea; intcntar/rn dcspcrtzrr y luego rcproducir su vitali-dad orig;inzrl. Al hacerlo, zrl alimcntar el código erlropeo conlas ruin¿rs clel có<iigo prehispánico (y con los restos dc loscódigos af'ricanr:s de los esclavos traídos a la {irerza), sonellos quiencs pronto se verán coilstrlryendo also clif'erenteclc 1o qtre sc habían propuesto; se dcscubrirán ponier-rclo enpie trner liulopa que nunca cxistió antes dc ellos, una liuro-pa clifercntc, "latino-arnericana".

4. (llasicismo v barroc<;J

El ba¡'roco strbaiertt¡ eL ord¿n sL¿puestamente n,orn¿al de

l«s cosus, ¡:orn,o la elipse -csa supLtrnenlo de uoLor- s'ul¡-

uierle y tLeJontt,a el buzo, q'ue kt ttnclición ideulista,

sLLponc pc(acto en,lrc tnrlos, rLel círcula.

Scvelo S:rlduy

El clasi,cismo renacentisla

Ningr-rna definición de lo barroco puede dejar de ver en éluna modaliclad clcl clasicismo, aunqlle deba de inmediatoinsistir en lo especialmente problemático qne en slr casotiene el ser "moclalidad de..." f,o cierto es qlle una expe-riencia de "lo clásicc¡", dc algo "universal concreto", de unconjunto determinado rle formas dotadas de una valideznatural subyace ncccsariamcntc cn la autoafirmación de lavoluntad de forma lr¿tr«rc:¿r. Hasta podría dccirse quc lo primero que "pone" esta v«rluntilcl ckr ftlrma cs.iustamente ul1trasfonclo "clásico" -tornirnclol«r rlc la vicla cs¡ron(ítnca cle lacultura, y lo mismo dc la "altir" <¡rrrl rk: lil "l>aja"* r:n rcf'eren-cia al cual pucde afinnar slr balr'«r<'¡trisrtro; <1trc incltrso allídonde tal medium,dc contraste apal('nl(:lncllt(: no cxist.c, cllalo crea ex profeso.

l,o clásico que encontramos <lcscttr¡rt:tiiul(lo (:sto pa¡:el enla historia collcretzr del ar-te bzrrroco cs sin rlutla l¡r hct'cuciadel universo g-recorromano y sus firrrtrirs, lx:f'() ll() c()mohubiera poclido darse en ulra rlucvzt ca¡rta<:i<itt «lc la misma,sino tal corno lo había refrrrrciolraliza«l<¡ ya r:l clasicisrno pro-pio clel Rcnacirniento. Es precis:rrncntc p()r'oposici<itr a este

clasicismo renacentista qlre hay que dcf inir la J:cculiaridacldel clasicismo barroco.

Más que ser- una cita, lo clásico en el l{cnacimiento es en

B2 B3

Page 36: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

realidad un "inter-texto", un texto que habla por otro texto

y a través de é1. Pero esta afirmación obliga a una pregunta:

icuál es el marco intertexttlal en que las formas propiamen-

ie clásicas, grecorromanas' se insertan y que es propiame-n^te

el que las réfuncionaliza? Aunque en muchos aspectos elfe-

nómeno del Renacimiento se desdibqja cadavezmás ante los

ojos de los historiadores actuales, no puede negarse de cual-

q".,i", *ur.ra qlre, al menos en las ciudades del norte de Ita-

lia, en el quattrocenú0, la poblacién más definidamente burgue-

sa desarrólló un conjunto de comportamientos, de primera

importanci a Pata ella, que se sintetizaba en torno de una vo-

luntad clc comprenderse idealizadamente a sí misma a través

de nna vuclta hacia ciertas formas de vida de "los antiguos"

y por tanto hacia los cánones "clásicos'i que habrían inspira-

do esas formas.Toclo sucede como si el ser humano qlre se había forma-

do en el mundo medieval hubiese sentido de repente, bdoel impacto de la subordinación del principio circulatorio

mercántil a la clave capitalista, bajo la acción del aumento

de la productividad y la diversificación acelerada de los valo-

res dé uso, que la concreción de su identidad colectiva e

indiüdual -la misma que había debido esquematizarse y

adaptarse para sobrevivir a la larga escuela dei universalismo

crisiiano y ala lenta práctica del igualitarismo abstracto de

la circulación mercantil- le resultaba demasiado potrre y

estrecha, demasiado pálida y repetitiva' Como si hubiese

sentido Ia necesidad -siqueiriana- de dotarse de un nuevo

rostro, rnás clefinido, cle una idcntidad más determinada y

más vital.El Meclioevc¡ había intcntado con bastante éxito destruir,

mediatizar o al mcnos ncutralizar las señas de la identidad

concreta "natural" dc los Ptlcblos que pertenecían o que lle-

garon a habitar cl coutincute elrroPeo (había combatidoincondicionalmentc, por c.icrnplo, los valores, las costr-rm-

bres, las técnicas, etcéierer, áe lós germanos); había tratado

de hacer cle los indivicluos humanos, dejados por la des-

composición de las comuuidades arcaicas, meras almas en

malá hora corpor.izadas, simples miembros casi irrdifcren-

B4

ciables cle trna cotnunidad abstract¿, rrl<¡«[t't ttit nut,ltl' lu |al'1"w,

la clel "pueblo cle l)ios", pcro clcsiuclaizatlo, rlt's"irIt'ttlil'it'ittltt,viviencli, a través rle la inclividuación absttitt tlt «lt' llr.irrritlir:i.rlad roma¡a, el drama del pcczrclo ori{¿inal, <:l t:itsti¡¡,o tlivitttl,la redcncióu mesiániczr y ln salvación final.

El hombre qlle entergc de l¿r historia mcrlit:t'ltl *r¡tlrr llithecho la cxperiencia dcl fiacaso cle la espel-anza tltilt'ttitt'i¿¡

en qr-re el sacrificitt del valor cle uso terrenal hal-¡r'íit rlt' st't'

compensado cor-I creces por cl advenimieuto clel "v¿tlot' «lt'

uso" paradisíaco- necesita primeramel-Ite enconu¿ll' tlllitimager-r para toda la prolif'eración dc llllevos Lrsos y valot't:s

dc uso del cuerpo y de las cosas; prolifcración qlre, en prin-cipio o en doctrina "imposible", comien'za a poblar el

mundo de la vicla y a prcvalecer cll é1. lls una necesidad

práctica, lrna condición de la existencia que debe "seguir

viviendo rlespués clcl milcnio" y que, cn \¡ez de acabarse

entre gllcrras, hambrLlllas y PL'stes, continria, se transformay cnriqucce . Tras l¿r expcrictrcia del munclo meclieval, lo quehacc fzilta con ur{¡cltcia es ttna renovación o ttna innovaciót-t

de la m,erlia,ció'n inragi'nat"i«,, sin la cual la inteligibilidad prác-tica del mundc¡ dc lzt vida rcsulta ef'cctivametlte inasiblc.

En la [,darl Mcdia orgattizztcla 1:or cl ctistianismo, cl t:ttcl'po y sus Lrsos, qllc stilo t:t'itLt intcligiblcs tltl citlirla«l rlc "t:iil'ccl

del alma", clehí¿rrl sol lx)l tlllo t:itstigatlos, tlistnilttri«l«rs, <lt:l-¡i-

litaclos; riejados cll [)ltlo csrlttclcto (» (lsll'll(:(tllit. Stl ttttlabacle un clrerpo cuyo rtso, t't'tlttt:itlo :tl ¡tlitlittlt¡, sril«¡ ¡l«rctÍittener qlrc Vt:I Con costts «ltt Illl Vitl()l'tlt'tts«l l«r tltlis itllstt¿tt:ttl

posible, riotado dc r¡tra r:6tttrtt:tititt ttlttrlit'lltt'ill gl'it(lo c(lr(),

Es por ello que el rccttrso <lc lt»s ¡lt'itltt't'os lt«rtttllttls l¡l(xlcILnos a los cánones clcl nlnncl<¡ t:llisi«:«¡ cs ntiis «¡trc tt«rnr¡»'cnsi-

ble; era casi inevitable, dzrrlt¡ <¡ttt: cl l'(:(ltl(l'(l() y la ttltttitci«'rtl

qlle emanaban de ese mutt(lo y rlc stt t'it¡tttlzit -t't:ctltto«:iblc a

un tiempo como propia y colno cx«il.it;it (t'«tttt«r Ia <lt'icrtt¿rl)-

nLrnca habían clesaparccirlo del tocl«1.

Por esta razót ptrccle <lccirsc r¡ttt: t:l clitsit:isntr¡ l'cl)acen-

tista cs, más quc Lula cit21, Lln illtcl'-t(lxl.o: tlll t.cxtt¡ sttbordi-nado que, integrarlo v tr¿rusfburtado ¡lot't:l [cxto dominan-te, dicc 1o que éste uo csl-/r ctl ca¡rttci«lad «l«: dccir. Al no

B5

Page 37: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

poseer una iclc:nticlarl rliscñacla Par^la proliferación cualita-

iiva del valor cl<: rrs. lli sr:r, p,sible el recurso a las identida-

des arcaicas, sC ittvr¡cit la f igura de los antiguos para identi-

ficarse con clla ctl t:irlitlacl d,e rrsalz o sttcedáueo paradójico

cle otra aútr tlt¡ <:t»tlr¡t:i«la, apcnas prefigurada POr cl deseo'

necesitacl¿r p(:ro i,ttlscl)tc: cs una estrateqia práctica de cons-

trucci<in dci trlltt i<lt:rttidacl artificial mediante el paso a t'ravés

rle una rní¡rcsis, t:«ru intenqión autoeducativa, de la ide¡ti-clacl r;lásit:¿r, '[lrl vr:z cll esta artificialidad se encuentre 10 más

intcrcsarrlt) -ya (plc n<¡ insólito en la historia de la cultura-

dcl f cll«irl lt' ttt I l'clllitccntista.lill lntrcl¡«r, cl clasicismo renaceutista vive del conflicto

quc s(: (!s(r()lt(l(: barjo la coincidencia cntre la reformulación

htrni.listir <¡r la tcirlogía cristiana -s. recentramiento del mi-

to.lrrrlco-tt'istilt¡o, qtie retira el énfasis narrativo del pasaje

.,,,',¡,,,. lu r:irr.rrc cs slrcrilic¿rcla (la Crucifixi(r[r) y Io traslada a

u.1t,ól ('lt (ltlc cl verbo divino sc hacc carne (la Anuncia-

ciórr)*, ¡r,,,:,,,, la6o, y la ese,cia "humanista" de la mitología

grcr.',,littirtit, pt.rr c,t.á. Aquello que hay que representar' el

.,,,.,,'¡r,, tlc sair Sebastián, por ejemplo' o bien rebasa o bien

u,, ,.,i,'n,,r,, a llcnar el moclelo ofrecido por los distintos Apo-

krs itttti¡¡ttcls' quc clebe servir para sll rePrescntación' I'a dis-

tiutt:iit ,iitt,',, .,i mito que se preteucle representar (sobre todo

cl Nrrt:vo'li:stamctlto) y la forma artística con quc se qttiere

hat:ct (tlirbaiacla a Partir de una mitologÍa completamcnte

Itctct'o¡¡tittt',i) "*

.rirtme' Además, el problema que implica

vonccl csit tlistatrcia -¿córno adecttar las lirrmas antigr-tas a

Ias nttt:vits sttsl,atrci¿rs?- revela se r no sólo de ida sino tarnbién

clc vttclta, l,its ltlrmas zrntiguas no se aclectlan a las sustancias

nllcv?ts si tis(¿ts, a su vez, no hacen también el eslüerzo cle

"ac0nt0tl¿tl'st:" a ellas; esfuerzo que, clado lo intocable del mi-

to jtttlctN:t'istii,rtt«l, sólo puecle moverse dentro dc límites

rel¿rtivantc t.tt<: t:st rechos.lin su cali<lflcl clc tcxto subordinado, las formas clásicas no

podían scr t.r.¿rtit<lns pOr el clasicismo renacentista con inme-

.liur", o "inecnr.rirlail"; un cierl-o distanciatliento interesado

exploraba en cllits la posibilidacl cle qr-re dijeran- Llna cosa

cliierentc clc aqrtcll. ¡:iira l. c¡uc habían sido crca¿as' Iixplo-

Bri

ración qne, despttés rlc ttlás <lc ttu siglcl de Proptlestas este-

,i.or, .uhu una irrá, fascittant«: cltt«: lir tlt't¿t' tcnrlinaría al fin

po, ,n",u.se: ¿qué ex1:critttt:ttto lltlcvo y rarlical con la ver-

latili,iá¿ de lós cán."le' cliisicr¡s ¡rorlíl Pr'()Poncrse. uadie

después de torlos aqrtcllos tlttt: t:ttltttitlllroll cll l¿r oDra oe

ü"t-"Jkñ"i; b" la iatiga r¡icstir t'x¡rl.t'itt:iótr «:stética resul-

,uri, ento-nces los moümicnl()s l*,1ͧtit,:r¡s cr¡lr,r:ick¡s com.

posrenaceutistas.

El clasicisnto l¡arrottt

El manierismo y el barroco soll (l()lIl() tlos "llcl'¡llittlol{ gcmc-

ro"f... irreconciliables,'; partcil <lc rrrlir r¡risrrra c|isis -l¿l dc

laexploraciólrerracentisladelasl«.¡t'lt¡ltstlrisit'as-yltcnrtle-,.r-t

"r", líneas paralelas' Son parecitlt¡s' ittt'lt¡so tltltlfitnclihles

entre sí, .o*o lo plantean Cirrtius y lI,«:l«t', tlrrtl[ lit cerc¿tnía

desusclireccionesrespectivas,per()s()llsitltltttllat.¡¡()lc()lnoIo advierte Hauser, prof.rnclaáentc rliltr|.t,illr'ñ: (:l §(:lltido

que tiene el uno r" .^o"t'upone al c¡ttcl sigttt' tll oll'o'' T,r*"*os el ejemplo máncionaclo ¡urr. Ilirrr¡el'. I)t'la t<¡ta-

lidad orgáni., y"¡ ".átquizada

clel. cs¡ rar i r ) I c l' rt'§(1ll l"i:11. p: t

el Renaiimiento, el pintor manieristir llir|t' untt ritlllla oc

espacios retadoramenie i ncohel entc ; al I t i¡trt' t'l o'.!1:l::]:1, ::.

elespectadorelerrctrentt'odcrrntlir,tllllt.t,tl¡l¡,t.¡ltlllttlcl0nqr" irur.i"ncle al que es propio clcl ¡rr'«ryt't'lo t't'tritcclrtista

, o*. descausa jurtá-"rt. en'la capar:irlir<l 0r,¡larrieatlOra «le

íu p"..p..tlva unificada' Ilepresenla<:i<itl' sÍ' ¡ret'o rcprcsen-

,uáOr-r áel "orro lado" cle Ia iealidad, rlt' rrr¡rrt'llit t:.llsistcttcia

esotéricarlelamismaqueescapaalal.t.rttlt:lfttc¡tsdeltlgaechada sobre ella por io p.rrpt.,iva rlcl tlitl lrrrrnanista, La

á.r.to u..r.a ¿e la ..rrtin.riducl entrc csic ttltttttlt) y cl otro' el

desenczrnto acerca de "este laclo" dc ltr |t:itlicla<l aleja al

marrie rismo, radicalmerrte , clc la positivi<lir«l t:l¿:tsi«:a, clc «:tty<ls

.árrorl.* no puede sin ernbargo prcscirtclit' si llo cltticrc ctlu-

clenarse a lo infbrme, al siláci«'r' lill (lt't:tro <[c la scguncla

á;;;, corno lo dctnosLró f)vorzrk' cs tllitt¡icrisl'a porque la

torturaalaqtresometelasfbrmztscliisic¿tstt()va(jncarnina-rla a sacar alalttz una exPresividad ittsospcchada en ellas

87

Page 38: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

lxll'() quc cll tiltinra insl¿ttrci¿r lcs scrí¿r inhcrcnte, sino a colt-v(:rtirliu ctt cl vehículo clc: unos cánc.¡t-tes esléticos comPletzl-m()n(c nucvos, apenas vislumbrados, pcro indudablerneuteiucompatitlles con ellas.

[.lta solución complctzrmcr]te difcrente a la crisis clcl cla-

sicisrno renacentista cs la b¿rrroca. Sn propucsl-a collsiste en"s¿Icnclir" las fomas -las proporciones clásicas accptaclascrono pcrf'ectas- palzr clcspertar así la vicla que donnita o cs-

tá congelada cn cllas. Dc lo quc sc'trata en csta propuesta cs

de clespcrtar la uoLttnttt,rl. rlc.f rmn,rt, qtrc dccautó o cristalizó encaliclad de czrnolr cllrsic<-r. Tr¿rta de hrrndirse en el principioclc necesidad de las forlnas antiguas, en Iugar de btrsca¡como el manierisrtto, el ¡rrincipio dc su sustitución. I{ay unapasióu válida cn cad¿r palabrzr cotidiana, natural, "clásica",pero está dormida y el arte dcl canto es el que sabe desper-tarla (Claudio Monteverdi), el qtrc hace que su senticlo tna-nifiest«r gire vertiginosar-nente, hasta volverse transhicido y

clejar r,isible el se ntido esencial. (l,iros en espiral y revertrera-ciones, choques dc contrzrrios y pzrradojas, cxagcracioncs y

ef'ec tismos, reiteracic¡ncs y variaciones, pcnr)tr tacioncs y tl'zt-

vestismos: énlevesamicntos clc torlo tipo quc, juguetona-merlte y alavcz ciescs¡rcraclos, busczrn tener un firtrdarnentoen la vitalidad antigua 1'sc ciceau antc el descubrimicnto deque éstzr a su vcz dcpcndc clc su propio cmpcño, dcscansa cnuna contingcncia.

Por esta rar.ó:n, cl ornamentalismo del arte barroco está

muy lcjos dc ser -corrro lo repiten muchas dc las intcrprcta-ciones folclorizadoras clc una cicrta iclentidacl latinoarncri-cana- un mero rcgocleo os[cntoso en el gasto improrluctivctrlc la "parte rn¿rldita" de lzr riqueza. La voluntad a lzr que res-

¡:clnde es complctalnentc clif'ercntc: de lo que sc trata, en é1,

cs clc provocar una prolil'cración dc strbformas parasitariasqrrc, al rocleal a una clcterrninada forma y revolotear ert

l()l'rto a clla, la sorneten n un.jtrcgo dc reflejos multiplicadosr¡ttt' lir ¡rotcncian rrirtuallrrentc, la obligan a clar más de sí, actlc()lrtr¿rr la flclelidad a su dcsisnio profr.rr-rdo. El ornar:reu-litlistn«¡, la t:xtrbclitnci¿r dc los strbpl-orlrrctos, r)o es un rcctll:rtt tsrró¡rtic«r y hcrlonista a lo fácil y accesorio, siuo nna tácti-

HH

ca de persecución y hrrida clc lo cscl-lcizrl, zr la vcz deseado ytemido.

En el arte barroco hay rrrra glan I'irklliclnrl, rrna confianzaincondicional, deszrfn¡:arirrl:r, «'lt krs ci'tnottt's «:l¿isic<ts, unanecesidad de concili¿rr l¿r v«¡lrul(lrrl rlt' fi»'nl¡t r¡rrr: <l«:cantó enellos con la situacirilr rrrr»tl«'l'llir, (luc l)lr'c(r('l'ía l¡al:<:rla vtrcl-to imposible. Ingcnrrir «krsrlt't'l irnrut¡rrisut«r tlt: l,.t pcrs¡lccti-va manierista -quc n() l)irr'c( (' ('rI'('r' (lu(' lltl r:«rttcilil.tt'i«iu sc¿r

deseable siquicra-, t:stir ¡r«rsiciriu st'r'ii sitt ctttlltt'¡¡o la r¡rrcpredomine en l¿r sot:it:rlilrl y l¡¡ lrislot'ilr. l,ls nt¡is r:ottslt'rrr:tivzl,responde a los rcr¡rrclinlicntl»s «lc rrrr ¿ll¿o,r ¡rnictico, rl«: rura <:s-

trategia de supervivenci¿r. I Iay r¡rrt'irrsistir sirr crrtllirr'¡¡o ('n quo,no sólo en una época o (:n llllil socit:tlrttl sitto tiuttl¡iin clrt

una misma biografía, lc¡ b¿rrrot:o no sc tlt'ilr §('llanlr uítida-mente de lo manierista; uno y «rllo csf iin sicrn¡lle itsot'iad«rs,provocánd.ose mutlrarrrente y corlllal i(rtttlr »st'.

Lct modernidad tle lo barroco

i3ajo el término "barroco" est¿i cn,jrrc¡¡o rrtut itlt'it lriisica: lade qr-re es posible encontrar u¡ttutiltt,nlrttl, tlr fi»'mtt lxuxxrt,<1ttcsubyace en las características dc lu lu:tivi«lrrrl lu'lfsli('it llitrro-ca, del modo barroco de proporciolriu' (,lxrr'l uni(lit(lcs (lcexperiencia estética. Tomando rrua «:icrl ir ( lisl il l t(' iit t'1:s¡lcctode Riegl y Worringer, de su psicokrgisrtto ltistrit'it'o rlt: c:ot'tcnietzscheano, entendemos po[ "voluutrr<l «lc lirt'tttir" cl trto<l«r

como la voluntad que constituyc cl rláo,r rlt' rnur t'l¡lo«,ra sc

manifiesta en aquella dimensión rlt: llt vitllr lrrrttr¡ulil t:u l¿t

que ésta puede ser vista pllralrclll(' ('()nlo lit irc:tivirlarl dcconformación de una base sustanr:ial. l'<n' tlltt¡s tlc rrtra (:¡:o-

ca, a su vez, entendemos la respucst:r r¡rtt' ¡rt't'vitlt:«:t: t:n cllaante la necesidad cle supcrar el culiir:tcl irrsr»¡lorlirlllcmcntecontradictoúo cle su situación histtlr'ir:u cs¡rt'r'íf it'a; t'(:spucstaqlre se da 1o mismo como el uso o cr¡stunrbt't: rytt' lrol,egv ob-jetivamente a la existencia humana fir:ntc: a cs¿t c:ontradic-ción, que como la personalidad quc irl,tntifi.trt, a la ruisma sub-

-jetivamente.La vida humana puede ser vista, oltl.r(: ()tr¿ts cosas, como

*

l,I

1"1

É:q

I{-{r{B9

Page 39: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

un puro proceso de d<¡nación de forma: como Lrn procesode tiansforrnación de la vida mateilal en fuerza productiva, de

confbrmación erótica clc l¿l sextralidad, de organizaciónsocial cle la convivencia urc¡¡aria; cs, en efecto, personifica-dora clel yo, gesti{'icadora clcl movimiento corporal, encau-

zadora del proceso de pcnsaq etcóf cra. Procesos cle confbr-mación o configuraciót-r plredcn cnconlrarse 1o mismo en la

activiclad que pcrsigue l;r bellt:za quc cn las que persiguenla utiliclad, la bondacl o la vcrclacl. lln tallto qtte cosas for-maclas, los elementos artísticos rlcl mundo de la vida se

hallan inmediatamente emparentarlr¡s lo mismo con los ele-

+lentos más pragmáticos qtle col"I los elementos más gratui-tbs clel mismo. Por esta razón, Para nosotros, siguiendo ya

una tradición, el calificativo dc "barroct)", qlle se refiere ori-ginalmcnte a un modo artístico clc coufigurat uu material,puede rnuy bien extenderse como calificativo de todo unproyecto de construcción del rnrtrlclo de la vicla social, justa-

mente en lo que tal construcción ticne de actividad cor-rfor-

maclora y configr.rradora.I)os lógicas contradict«¡rias entre sí rigen la construcción

del moderno rnundo de la vida: la lógica de la forma con-

creta o "natulal" del proccso de producción/consumo de lariqueza social, en un nivel, y la lógica de la valorización de1

valor, en otro. Esta contradicción, en sí misma insoportable,ccrnstituye el hecho ca'Pita,listu por excelencia. Es frente a este

.faclum irrcbasable qr-re sc despliega, dc manera espontánea,

Lur colnportamiento social determinarlo, cl ethos barroco' El

ethos ltarr<.tco es en realidad ttna de l¿rs versiones del ethos

rno{lcnto, que es ctl sí lnistrro tuárhrrple. [,as otras l-res ver-

sioncs son l¿r rcalista, la rotnántica y l:i clásica.

l)ara cl rll¿¿r.r rc¿tlista, lir [orma capitalista cs la tiltica maIIe-

ra posilllc rlc llcvar a c;abo las metas concretas o naturales del

proceso de prodttcciótl,/consumo; entraña una actitlld in-condicional y rnilitantcmentc alinnativ¿l fi"ente a la configu-ración rle la activiclad ltttlnan¿r corno acumulación cle capital;la ve como algo positivo y dcseable, y couside ra ilusoria toda

percepción de lo cotttrarit>. lil ethos clásico, por sll parte, noborra, como el anterior; la contraclicción del hecho capita-

90

r' listai Ia distingue claramente, pero Ia hace vivir como algoI dado e inmodificable, respect; de ro cual Ia actitud militan-

mántico, en cambio, el hecho capitalista her cle vivirse en sucontradictoriedad, pero de tal manera quc rraccrro sca en sí

I -i.-^,,-^ -^L,^:<-^ r- r-, mismo una sohrción de ra misma en scntirl'¡r,sitivo o favo-

i rable para la forma "natural" o de "val<¡r clc usa,, crel mtrndo

, te no tiene cabida ni en pro ni en contra, para el ethos ro-

, d. la vida; identificada con esta úrtinla, rar arrstrac hasta talprrlto..como puro "élan uital',, que inclrrso la ¡rropia fbnna

i capraltsta, que Ia reprime, se le prcs«:n(a colno lrna meta-morfosis de la misma, como un epñ«rrri. ¡1r.r*rirr. crc str acon-tecer histórico. Tambié, en er etiosl>at.t<t o sc cn(:,olltra,naafirmación incondicional de la l.rna ",Arrlral" cle la vida

' social; pero en é1, por er contrario, titr ilf irtr*rc:irln ticnc rugar. q.:tlo del propio sacrificio de csa firr.r,¿r ,,lliltrlral"; la ¡:r:siti_i, üguq -el valor de uso- se cla a rravd:s rrc ra ..gativi¿á¿ -la

I a idea que Batailre tcnÍa crcr r:*rrisrur, crr*'crc¡ crccía qr.rees la "aprobación" de ra vida ¿r,u rkrrr., rrr: la mucrt", pud,laser trasladada, si, cxceso dc vit¡lcrrt:iir (. tal v.z, itrcluscl, corrtoda propiedad), a Ia dcf irrit:itin rrrl ¿rl/¿¿¡,r birrroc«¡, !)s [:arro-ca la manera de ser ,rr¡ck:r',. r¡trrr ¡rcl'rrrit. vivir la clcstrtrc-

'l :]ii9" lo cualirativo, ¡:r,cltrci<la pr,'r .l ¡lr,dr.rctivismo capi

valorización del valor económic«¡.

,r talista, al convertirla cn el acccsr¡ a lir creación cle «¡trar dimensión, retadoramente ima¡¡inar.it, rle kl cualitatjvo, Ell, ethos.barroco. no borra, como l«¡ lla«:c cl r,enlista, la c«¡ntra_

drccron propia del mundo de ra vicla er¡ l¿r rnr¡cler'iclacl capi-:1. talista, y tampoco la niega, como l<l tracc cl r<¡mántico; Iar reconoce como inevitable, a la m¿rucra rlel clásico, pero, a.r diferencia d.e éste, se resiste a aceptar.lir

Lo barroco

il Lu voluntad de forma inherente al etlu¡s st¡cial de unaépoca se preserta como estitoailí d,,dc cierto tipo cle acti-vidad humana -el arte, por ejemplo_ necesita tematizar o, sacar al plano de lo consciente las c¿rractcrísticas de su

i,i estrategia o su comportamiento espontáneo corno forma_

91

Page 40: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

clot' o rklttiltlrlr rkl l<¡rnra. ll, cuanto ar estiro que corr.es-¡lrtttelc a csta v,hrutacl rle for.ma e nrevesacla, la ñarroca, ese lEtt'r-r qrre no p,e«lc ser .no solo. l,as mareras o estilos delconlportamicnto forrnadr¡r dc los artistas barrocos siguentácticas rntry disti,tzrs, zrdaptaclas a marerialcs y circ,nstan-cias m,y variados, q.c ,o deja, cle se. sin embargo dile-rentes mane.as cle pclrcr en práctica tura misma estrategia.De los muchos estilos personales barrocos, los pocos {Lrelograron convencer c irnporierse son ya muy numerosos.Berr-rini no soporta a }lorromirú,p<>zzo l1o conoce ayeliz-qr-rez, Ios músicos de Nzipoles y Macrricl juegan de diferentemarcra el urism. jtrcuo musical quc los «lc Bolcl.ia y vene-cia... s«ilo una intenención clasif:ic¿rtoria no por necesarialnenos Iosc¿r -rceida ¡:or critcr-ios implacables que oponen,por cjcmplo, lo crnc{:ptrr2rl a l. se,suzrl, kr est.iuctuial a loorn¿rfilc11tal, lo profirrro a lo rclieioso, lo revolucionario al' r'c¿rccir-rnario- ptrcclc l)olrc'ros cntre lzrs rnanos un soloestil. b¿rrroco: el bar.roco tempra,o (frente al tardío), elbarrocc.r musical (fientc al literario y al plástico), el barro_co meridional *co, s. r,ari¿rnte america,a- (frente al sep-tentriou:rl ), etcétera:

I'll clasicismo rcnaccrtista rcsp.'rclía a la necesiclad de losprirncr.s hombres rlodc'ros, los de las ciudacles clel ,orteitaliano y dc otras p¿rrtcs clc Europzr, cle in'entar una figuracor)crotA ¡:ara el nlrevo munclo de la vida que había com.r-z¿rrl«l ir constn.rirse lentallcntc al amparo áel universalismocrisl"ian«r l,dcl sacrif icio que éste traí¿r consigo cle las figurascorrcl'ct2rs ¡:artictrlares clel mundo antiqrro: grecorr-olnaro,semÍtic. y gcrrnano. L. clásico cra .na seleciión de formasidc¿rlcs antigrras que entl'aban e, s.stitnción transitoria deotras, paraclójicarrlcnte inexistcntes pero i,clispe,sables, cu_ya gestacirin cllas debían ay.dar y guiar. Lo artificial, selecti-vo y transitr¡rio dc este univcrsalismo cle concreción clasicis-

:1.." l]irf, scnLil pr.onro. Iin cl riltirno periodo del propioMig-,el A,gcl, la i,spir-ación renacentista se enco,traba yafatiaada. I-¿r crisis rlcl l{.nacimie,to y s. erección clasicistavenía dc la rc'clac:irin p.zictica cle s, universalismo como ilu-sorio.

92

I EI rnrtnierisru,r¡y cl ltrnnt«t pucdc, scr c()lrprcndicl<¡s comor dos intcntos pzrrzrlcl,s clc ¡rllrrrr.t'irl y al rnisrr:ro t.icrn¡:«-r r.csol-, r,er la crisis clc la ¿rf i',ac.i«ii¡ t:t,sirlisí¿r ;i,;l;;.;,i,,,,¡lt;i;."-

tro clel al'te, cs rlcr:ir, ckrrtlr¡ rlc lil irctivicl¿lcl c¡rrc cra fbrma a

I un material cou cl Iill rlc ('l'(:ar'olx)r'rrrnid¿ldcls ¡rara la cxpe-riencia estética. lintcllrtirlir lrsi, iir l)r,ol)u(rsta irrrrpiamcntebarroca consistc r:ll lr:-r,i(irlizirl k¡s cli»ot'tcs t:l¿isir:«rs (¡:cnsan-do "canon" colrro It¡ lliu:ía l(rrrt, r.s tlccil,, ltt, c,,,rlri sinr¡llc

ii, normzr consaQ[ad¿r r;i, normzr consaQ[ad¿r r¡rrc si|r,t: rlt: itrsll'rr¡¡tcltto u "{il.giill{»1",, sino como principio gcrrr:r'arkrl rlt, rirlrtrirs) t¡rcrli¿urtc un

proce.so aml¡ivalente cn cl r¡rrc r:l d,esfm'ttr,r lir vitalirlitrl il'ista-lizada en ellos llega a c<¡nliulrlils(, ('on t,l ttlttt,gttt,kt,; tu¡it virlir

,, nlreva. (La propucsta nr¿u'riclistir, t.rr t,itutllio, cott la c¡rrr:, comparte el imptrlso y cicrr-os flcsros lxisit'orr, sc silvc clc las

formas clásicas colno único nrccli«r rlis¡rorrilrlt, ¡titt'it inl;ntdaoircúnones nlla)ls, ajenos a cllas.)

, El barroco como voh,rtad clc lirrrrrir ¡u'rÍsri('¿r irupli«:a erreconocimiento dc que las proporci«rrrcs r,liisit'its rlel l¡lrrrrclt¡

' antiguo fuero, calcilaclas ipaitir rlt: rrrr¡r ¡rirr.tictrllt' drnrn,nt,i-zación, del hecho firndarncntal en t:l <¡rrt. t,l srrl lrru¡¡arr«¡ scabre al mundo al nrisr-no ticrnpo c¡l qlt('lo irrstittryc, l¿t rlrir-matización propia dcl ,rundo e.icg, y lirf irr,, l,irltirlrrrlr¡ dc' este recon<¡cimiento implícito, la pl'ol)u('sln lliu't,or,,u t:ottsis-

, te en emplear el código dc las fonna.s irrrtigrrirs rlcrrllo rlt. rrrrjuego ta, inusitaclo p¿rra cllas, quc las ,lrli¡.1ir ir il'lrr¿ís ¿rll¿i dcsímismas; cs decir, consistc crr resellliotjz.iu'1(, rlt:stkr cll lllatt<l, de un uso o "habla" que lo desquicia sin ¿rrrrrlirrl«¡,

lo que podría llamarse cl n,irel bris/*¡ dc:l.stilti ll¿rrrr)co: nctrata -dice- de loerar en lzr pron.nci¿rcitin tlc lns ¡xrlallras cleesto capaz de "clcspcrrar Ia. pasión c¡trc t,srii rlolr¡lirlir" cnellas, cle encontrar el drama cscondicl, «:rr cl signi|ir,a«[o dc:un texto. l,o que intenta cl artista ltal'xrco t.s cotrvcrtit, cl¡texperiencizr vivida la cxpcricncia vital clistirlizlrrlir r:u cl rrrri-verso de l:rs proporcioncs clásicas quc Ilal¡Íir sirkr invor;arl<¡

. por el ll.enacimienro. (]uisicra dcscongclar srrs c¿in«lrrcs, {lcs-pertar cl drama que donnita en cl or.rlcll rkl las pr.o¡ror.cio-nes clásicas. De lo qLre se tl"ata para ó1, cn llr.irner hrgar; es de

lr

.ir'l

93

rl:{

^{{

Page 41: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

buscar y cnconl.rar el conflicto que se esconde en la perfec-

ctén de su mtsura,

I,os clesfiguros a Ios que se ve obligado el ideal cle las pro-

porciones crásicas en *H;;isp"g"noleuo y su "feísmoibé-

ffiü; üilot^i; "onen

en cuesdón' Pero -comt 111:cl conde Salina- no p"""-t"tf'uzarlo sino nara reafirmarlo'

Agotado el programa '""'it"'Á"t' en el q"" to clásico debía

ap o rtar ..na u u*tr;r ung;;' ;**f ' g"1*:: :

id e ali zado ra d e la

realidad, Ribera, como Yelázquez'emprendió la aventura de

pintar "la vidarnismu'i ¿. ir directamente al modelo d:l-q::

se suponía qo, to .ta,ito "' lu quintaesencia' y encontro

!,r. o,.' a. rqo, . oi, i ár* ;' ;"i :::"tTlTJ?t i:Jrl""Í i,i.o .tu justirrrente en la representacrol

través de lo contrah;;;;y ;lPerpéntico " u t:""::-1:,.1:"

*p;¿;,;;;;;; ll""^'"'"'-' 'í misma-su propia negacron'

EI color trooina*ilol"'"Lu'u'-'¿" el dibuio (lo esáúco); lo

prolundo de tu ,ep'r-"""""i"i¿" invadienáo su s.perficie;

lo no representado haciéndose presente como inquietud

de lo re-presentacio; "t to¿o de lá representación refuncio-

nalizando las partes; ic,'i"¿itii"to de^'dit'"iando lo diferen-

ciado: estas rit'tco características' qtre w¿tinin desuca en'lo

barroco ut *rnpuru.io to' 1o renacentista' son toda§ ellas

respuestas utu ,"..riáu d' d'e poner a prueba las formas clási-

cas, de explltar lo, n*r,n*otentie lo' q".t t" desenvuelve su ca-

pacidad de dar cuenta de una strstancia humana que era a la

vez idénticau fo ur"r,ig.'u y radicalmente difelente de ella' La

ornamentación musicá de corelli re glamenta la bírsqueda de

trn a i tr te nsa fi t rito, i' í, y reu n b er ació i el-:" " " "'": l t1^::::,']

u de colltraposiciones y contrastes aParentemente lnsalva-

bles, en que los .rr..'"íttot sólo se du''t "' los desencuen-

ttoi, ,rgrr, niueldelestilo barroco' 91

q"e lo.:olph'^ltaquél .o.lqrr" ru i.r"tiu u Pt":li :::::;:;r;;;::ifftr?:,viórte irnperceptiblemente efi rln.a- re--c(

e n e l que la s

"6 * ü; ;;i 1 ": " "r

a' " i't'

::-t,;11ir}; :T ?:imas occidenales desemboca en una.

mismo. Bs el nivetlt" " pt"ife en la experiencia "t::'-9"nosa rle la ta'On qt'J pu* 'fi'*ut'e

como tal tiene que pasar

g4

ncsaciónl la cxpcricrtt:ia tlel urpectadtlrla prueba d: 111::";'r,ffi;;;i.u', oa"t"n«lat''c¡ric el ctta'

11:3LY:W::'x"'xl;;;;'r: q" r" 1': se ,'¡ire*rn ér'

La difcrcnciu t"t" tf cstilo barroco de los 1laíst's seltlm'

rr i o n at e sv e I rr c *

"'*'*i

i'i''ú;Sf* "" :::,g;li:' l',1' $t;' fl Ii trionalos y el cte los rrlartw,ut'1,'l^"

".li^.. oredomina sobrc l«ls

i,::,1',f,'n.; J,; ;l': r ffi ,!*, ; :f: :i"i*ffi l:'ixtT::íí:'J"""1:il:::ffi;; * ái1r111o'lre m"cho crc r'lr ca'

racterísricoa'rr'uJ"]:;;:'iñT1'i.:^0,"};.1:lt:'[J;::::racterístico clel Darrc¡cu '.-::i::^:.,..-a,re acor-rteció con el rca-

-de maucra basrantc palccicla 1l:.Y"^":;.^r,r"rá" p"t t'

*X[,*;i;[fl: ;üll';[::# r? -::i- " ""^;5:f;sia católica a"'pt'et"i"Í d;¡Lt o-",ltt"'o' un elemento

. r u,. a 1, ^

p,, r,, r,:iÍ* :lim : :il:T'i: "J:H,l ili+¡yecto rle rerlovaclon^:''"::;;'*"; ;.J" lo q*e atrac a I.s'.^¡áii.^ de Ia sociedad' Parec: t":: :l:""irlarl rle provocar, católica cle la st.¡ur'*:*"-_:^

¿.c (rr r.;Dacidad cle provocar

,*:'ffi ,:', fi [ii,l:l::TJ";L:1i"ffi:o' a! ue'd s"

e, si ttt ac i u ""' "'-'

"q' ; ; i' " t

:]l:11':'"'^ :,: i lj "JX'T "tjlli;.llen situactones ert ':i;"';J;it"n t' que las obras Lrarrocas

:?[1[Hl: §d il;:;:i ;iü il, ""'''*i I I o' urrl e n te " ir til"' n o

sólo rie rePrcserltar ttilt"tí;';;; i¡i'"l yt contacto o la ttnión'

en trn solo conLinu#':i;'i";iinlln'i<in tcrrcual y la <limen-

sión celestial, rlel *tri;;1";;"nnt' y cl'mrrnclo cliviuo' de la ltt-

minosidad y las ti'ril'bñ' ttt'i^ 'iÁttcl

y'cl nccaclo' de la vida

v la muerte' Gar-rlli'J"t"l;;-bí»c«la h"t t;*"i cu lloma' el

I#ffi :;::i,*i;*ii';::t;';;#-x:",:;:#i j:,',,

iliTi'":l',:'T.U'i:Jií"{li:1iY,TY:^':li'¿Xil:::L:':T,,11 1 á,s,

". ^ ) I :,,a;i#n*ll, * il-,::T 31"-i . l*.*

llcva a tn no..sabtT :1"-"1',:':;,;;-';;;;cs cl rnundo celestial'aü::'ü*f:r::ffi ,,+****i;[Tl'tH#

*:"::'::,,:ll::::,.1iJil;,;:l^"?r::f;*ff:r;#:, la dramaticidad ¿"-to' tá'''orr"' que" el Renacinriento tomo

' orestadot d"l mtt'-t'di,-i";;;;' l""refi'ncionalice de acüerdo

'o r',., P,oPio sel-ltido'95

Page 42: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

Romt 1 lo bnrrr¡cr¡

La voluntad de fbrma barroc¿. ticne clisti,tos focos de cons-tittrción, cada uno de cllos rlifbrente cle acuerd.o ala zona <tla climensión del m.rrrr. rrc: la vicla donde tie,e l,gar lzrexperiencia de Ia ,cc:.sirla<l clcl elhos barroco. Tal ,*",

"._.,ningírn lugar com. r:. l{.,ri.l la cxperie'cia práctica ele_mental clel dar fir'uli.r -r.¿r,ulhctr,rár, pcrne. ón palabras,etcétera- ha llevad, ir (:xárgcl'¿rr cl ó,fásis en er hecho, por lcrdemás indudablc, «lt: r¡rrt: t.sc: rlar.fi»rnr¿ no consiste tanto errinventar o crertt",fi»ttr.r¿,T..r()s irrcxislc,tcs como en un re-format.Io ya fo,nad., {:rl rrrr Ir¿rt'r'¡'rrc r¡ra f ,rma preexistent"ir r..",tancia del pr'.11i«r li¡l',rar: Bas[a con oru*i. esta exageraciónprotobar«l<:ir rlr: ln sitrracitirl rornalla para convertirse enbarroco.

Hay cir:r'rlrs s<¡«'ir:clarlcs y cicrtas situaciones históricas quesc¡n rn¿is ¡rrrr¡li«riirs (lr.rc otras ¡rzrra la aparición d.el ethosbarro-co y Ia vr»lr¡,rirrl rlc fi.¡r'ma que le es propia. La realidad ameri-c¿rr^ rk:l si¡¡1, XVlt, ¡:or cjemplo, plántéa para los sobreüvie,_tcs <lc l. rrtr¡ría I'acasada der si§lo xvr li ,ecesidad cle viviru,¿r .xist.r'rcia civilizada que se plantea en principio comoirn¡r«rsilrlr:. Ilay, por un lado, la imposibilidacl de lievar acle_la,tc lir virla ¿trncricalra como una prolongació, de la vidaoul'()l)o¿u al:andonaclos a sll sLrerte por li Corona, ser es_pari«rl ¡;a.a l,s criollos no es cosa cle áejarse ser simplemen-tc sirrcr rl. c«¡¡¡q1¡f"tarse clía a díay cadavez con más difrc,l-[adcs, l{ay t^rnbión, por'orro laclo, la imposibilictacl de llevaradcll.r,(r: Ia vid¿r ame.icana como Lrna reconstrucción de lavida ¡ r'clris¡tírnica; diezmados por las masacres y por el des_r..rc¡*arnicnto de su orden social, los inclios america,osviven díar ¿r día la conversión de elros mismos y sus ctilturasen

^rin¿rs. tr)l sigl<l xvII en América no puede hr.". otra co-

sa, en srr c.isis clc sobreüvencia civilizatoria, que re-inventar-se.a Etrro¡:a y i.cinventarse también, dentro d. aru prirnerareinve,cióu, lo ¡:rehispá,ico. No pueden hacer áiru .or^que poner crr práctica el programa barroco.

Hay sin clucla una conexión profunda entre algo así comoel "estilo dc vida" de la ciudacr de Rorna y er proiecto barro-

96

,que va a florecer allí; en Roma se enclrentran siempre, a

fargo de los siglos, las ruinas anti¡4uas qrre clominan en elurbano ejerciendo un influjo rnuy peculiar sobre sustes.

En gran meclida fueron las nlin¿m lirs r¡rrc Jrrom«rvieron elroquismo de Roma. Aunque oralt ult pcso y rrn cstorbo

6a Ia remodelació. moderna clc l¿r cirrcln«l cn t:l sigl. XVII,n sin embargo indispensablcs. l,irs rrrirras clabau rcsguar-y protección a los miserablcs, micltlt.as i,slos las cui«labaniutilizaban. Lo barroco está en qll(:, [)nt.a sobrr:vivir.cn ellas,habitantes debieron mimetizars«: y t:rrrli,rrlirse cr¡n

ls. ¿Quién era de quién? ¿l,as ruinas rl«, t,llos o t:llos dc las

fl trato que Bernini da a los rcst«-¡s *r'rrirri¡s rl rtcr dc latig-riedad es típicamé.re roman. y ií¡ri.^rnr..re llilr.rt¡co.tespeto que siente por la obra cliisi«:¿r (:n l¿ul c.xir¡¡craclo,

fe no se contenta solamente coll l.cst¡tut.ar, «l t,Ottrpletarirnplares de ella ya existentes (clañarl.s , int:o¡rr¡rrct.s),

que le cede sus propios produc(«rs (x Onl»rt Arn,a,lthea,,tApolo y D"f"r) en calidad de partcs clc cllil, rr<¡ cxistenteshecho pero posibles, que vendríall a r:orn¡rlclirr.la o arlongarla en el presente. El camin. c:irrl¿r vr:z r¡rris clcscli-ldo y difícil que dice conducir a li.r r,t:vitaliz¡rcit,¡n clel

n antiguo lleva imperceptiblemcnlr: a Bt.r.llilri a rlar unto cualitativo", a sustituir la fuentc rnis¡rra clt, la vitaliclaclmal.

tre otras cosas, en el siglo xvu, Rrlnr¿r «l'ir tarnlli(:rr cl pa-, el locus mysticus por excelencia: el sitio ¡lor r:l quc pása-

íl

ü,i

,l ,,1, i.r

1!,, 'l|

.\.J

,:,'''l'i:..ii 1

§

"l\{

¡Fecesariamente el nexo metonímico cnlr.c l)ic¡s y srr pue-hi la relación de interioridad o copcrtcnr:ncia sirstanciallre

_el cielo y la tierra. Sede que vr¡lvía (:lllonc(:s por su

flidad perdida gracias al ímpetu y la t:str.ate¡¡ia rcitaura-fes que pusieron en ello la Sociedacl rlc.fcsris «t cl catoli-¡qo ibérico organizado por los seguidorcs clc lgnacio cle

Compañía deJesírs intenta reconstr.uir.cl mundo cle laá de acuerdo con un proyecto a la vcz mclclcrno y católi-Intenta hacer de los individuos sociales lo que exige de

97

Page 43: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

{-- -

elll¡ la includible potenciación cuantitativa y cualitativa de

la ltrochrccióu y el consumo de los valores de uso; convertir-los tltt hombres "que ganan el mundo". Pero su intento se

bnset cn una hipótesis que afirma que, en ciertas circunstan-

cias y de cierto modo, "ganar el mundo" no sólo no implica"perder el alma", sino incluso "ganarla". Circunstancias y

moclo de tal coincidencia entre las metas celestiales y las

mundanas qlle no pueden ser otros que los que provienencle trna repeti.cióny wa conexión de la acción individual y coti-cliana con la acción mística por excelencia, es decir, la que

está sienclo ejecutada por el papado romano y su afirmacióny expansión de la ecclesia cristiana. La estrategia jesuita está

clirigida centralmente a una viviflcación de Ia existenciasecular y cotidiana de los individuos mediat-rte su organiza-ción en torno a Lrna especial experiencia mística colectiva.

Para el Bernini posterior a Ia crisis que sufre su nombrecuando el mecenazgo papal pasa de sus amigos, los Barberi-ni, a los distantes Pamfili, la nueva fuente de vitalidad que el

catolicismo restaurado puede ofrccer a los cánotres clásicos

n«r pttecle ser otra que la de esa experiencia mística; ella

rkrl:c ser el sustento cle todo el sentido del mundo. Expe-

ricncia mística que él entiende a Ia manera sensualista, meri-rli<rnal, como algo que acontece pot ltosesión corporal(rrtt:t«rttírnica) -y no a la manera septentrional, por uisión

i u tclcc Lu¿tl (metafórica) .

Uttir t'otlvicción de la madurez de Ilernini parece ser la

dc rlrrc t:l tinicr: I)i«:s que el artista puede representar es

ar¡rcl tlttc st: tlauif iesta en la cxperiencia httmana de la con-tinrriclacl cnl.r() (xit.c mttltcl«¡ y cl otro; experiencia que sería

irreprcscnlablt: cttanclo cs J:r<lpia' porque no es vista sinovivicla, pcl'o (lllc ¡:ttcrrlc scr rcprcscut,acla cuando es de otros,porquc entollccs sí t:s visiblc, Atlnqtlc sólo sea en sus efectos.

Éxhsis (Sonla' I hv,trt), etgott ías ( Beat«, Luclouica), tránsitos ( San

Iirancisco), revclaciottcs ( l,rt, umdad) son los motivos a los que

su obra se cledica (tol"l rll¿tyor clctenirniento y penetración.Momentos místicos, rlc tnczcla, de ambivalencia, que inva-

den todo el mundo clc la representación artística. Seres

ambivalentes: los ángeles del puente Sant'Angelo aportan la

9B

solución cristiana de Bernini al misterio del Hnmafrodüta griego que había "rimodernato" en su.juvcntud. No sonasexuados, pero tampoco yuxt¿rp«rtrclt s<¡lamente los dossexos; son más bicn scrcs ilrnlligtros quc hacctr visible la in-distinción entre I() torrcnaly lo <'clcstiill, ¡:rrcs on r:ll<ls la con-tradicción entrc k¡ lirtncrtin«¡ y lo nrtsc:rrliu«¡ «:stá cn tr¿lncede superarse.

Si el arte trae al terr(:no tlt: ln t'otitlinl¡i«lttl pragrnática laplenitud imasinaria dcl nrun«k¡ rlt. l¿r virl¿l *at¡trclla c¡uc vivi-mos cuando el trance lbst,iv«r o rlc rrrrll«l n()!r trnslarta a ladimensión de lo imaginári<», cl iu'lc rcli¡qioso ponl'cilaccn-tista hace que esta expcrienciu Jlrrr¡riirtrre.trlt' rrsltlti«r l'cgt'csea la ceremonia f'estiva o de cult"«l y r:orrllilrrtyn il r¡rt rcaliea-ción. Mucho de la marcada cstctizirrririrr rlel nruurl«r rlc lavida que se obser-va aciualmentc cn lirr societl¿tdes "latit"tAs"

-laplaza pública, por ejemplo, ck: r'stir'¡rt' lritt't'or'¡l, pt'ovocala dramatización cle la vida cotidianl (r¡rrirtr'¡rlrit ¡xrr cllacruza líneas de fuerza que remitclr u un rr:dfl t¡rre cxistií:algrrna vez o que puede comenzar a cxistil' t.rr ctritlquiermomento)- parece provenir de la ó¡ro<:ir (,ll (ltre esa ostcti-zación estuvo al servicio de la ritualiz¿rtriritr tlr" e$r, nltlndo.

La experiencia estética debe ser, sc¡4rirr t.l rlcc't'r:t«r triclt:n-tino de 1563, un recurso que ayudc a la t:x¡rtrt'ietrr:ii.t ¡rrísticasecular; debe mostrar cómo en el rito, rlr: rrriurct'¿t ciclrtrplar,la ciivinidad "puede ser captada p«rr l«rs oios rlcl (:r¡cl'po yexpresada en colores y figuras". [,]l I't:t'irrt«r rlc'l tcrnplctbarroco debe ser el lugar del combatc clllr'(' la lrrz y lirs t.inie-blas, como repetición ritual de la luchl t:ntl'c r:l llien y clmal, entre Dios y el Diablo. En la Capilla (loruar«¡ clc Bcr-nini (Roma, Santa María de la Victoria) ¡trrc«lc ft:ste.jarscuno de los episodios de esa lucha cn los r¡rrt: lu claridacltriunfa sobre las sombras. Se trata dc rru cscrclnario sacra-mental que necesita llenarse de una atntr'¡sli:r'¿r l'itual otnnia-barcante *hecha de actos, discursos, mrisicas, l*cstos, rnovi-rnientos, pinturas, vestidos, perfirmcs*, at:ot'tlc c()lt Lltlaentrega enfáüca de los participantes a ,la f'c cu la palabrareveladora del sentido de lo real. La obra dc artc, alrnqueautónoma, está diseñada para qlle su clisfirrtr: cn r:rr:tnto tal,

t-¿

(1l

rl.t' ,u.l

, hr

Il\,¿

,.''t'i t,r,ir,t

I{,{{

Page 44: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

Hl¡¡ttos tlel <liscrrrso filosófico; intento que, de una manerirll (lr utra, tt:rtía quc pasar por una revisión de la tradiciórrf'lltluifir:a, cn especial de aquella original, la de la GrecizrantlÍlua. Se trataba, sin embargo, de un reclrrso a los orígellcs quc no podía hacerse de manera directa; que debía atra-vcsar por una crítica de Ia instancia administradora de esa

t.radición: la filosofía teológica y su formulación más acaba-da, la escolástica medieval.

Vista como un fenómeno de la historia de la cultura yvalorada de acuerdo a la función que cumplió en ella, la filo-sofía teológica de la Edad Media aparece como uno de losprincipales factores del surgimiento de un nuevo conjunto"clásico" de cánones discursivos, el de la cultura propiamen-te europea. Ejecutora de la necesidad de universalizar el tex-to mítico judeo-cristiano, el de los dos Testamentos de laBiblia -texto que por definición estaba atado a las singulari-dades de una lengua y una cultura naturales-, fue sin dudaLrna construcción autoritaria. Fomentaba, desde su alturaesotérica, el ejercicio libre de \a razón indiüdual, pero almismo tiempo guiaba a ésta para que encontrara por sí mis-ma los límites irrebasables de su acción; fue así una especiede techo protector bajo el qlre se gestó lentamente todo unmodo pcculiar de usar la razón, toda una nueva discursiü-dad; aquclla qLlc, modernizada de una cierta manera, habríade ser más tardc uno de los secretos de la europeizaciónindeteniblc «lcl urrrndo.

Mirada cn sí nlisrna, {:n cambio, la filosofía teológica sepresenta conro un¿r clc¿r«:i«ir) sumamente frágil e inconsis-tente. Si algo la caraclcriza cn su constitución es el intentode llevar a cabo una combinación de dos intgnciones teóri-cas incombinablcs -la filos<ifica, de un lado, y la teológica,de otro- y de hacerlo, arlcmás, con el fin de que una de ellassubordine a la otra: phib.tophia,, ancilla theologiae. Se trata de unhecho discursivo híbrido que puede ser calificado de con-tradictorio en sí mismo debido a qlre pretende la interpe-netración de dos tipos de producción de verdad completa-mente heterogéneos: el de la sabiduría oriental, que sealcanza a través de una hermenéutica de la revelación

702

1l

,t{

{t{

f' f iloso{ía aDortó zr Ia nr,cvir trarli« itirt "t'liisit'it" tlt'l sitlltlt'tlttt'o-

f, f"o ," c¡l,.,er-,tra Llno en espct:iirl, rlt. rt.sotti¡tc'iit ¡rlat«itticir,If, qr" ,ror intcresa subrayar aquí; scgrirr ril, t'l ltt'tlllo tltl t¡tt«: tttr

I *x :xti*:#;::.:liii:il,ilr' l::: liff,l i; I l,;: l I i: -i;l

;lx.J] l¡e inr:luir) el ouc sea tambióu, clc tttitttt'l'lt ittttlt'tliitt¡r, tttt ttis-

I ::::,ii::::l;. :lt ;l ll1ll:,:llJl;lilll,ll;:,lilllill;',lliliI, hismria cle Ia lilosofía modcrna l'c:sttllit cs¡tt't'iltttttt'llt(r iltts-

I trativo clc uno clc los rasgos mírs cltt'itt'lt'ti*li,,,r tltl lit t«r(¿t-

I lización civilizatoria q.,. 1lr,,rru,r.lris rrt«r«[t'urirlittll t'l ltrtttlil-I nismo. cintc,ucliclo .,ri"r',,, la tcr-rclcrrcilr rlr'l s('l' lllltllrlllo ¿l

Ii inventarse trna idca cle,sí rnismt) colll() "trt«'tlitl¿t tlt' torlils li'rs

I, cosas", y no sírlo cn el plano cuarr(if irtivr) ('onro (:oust,.I't(c

I prnp,,.li.,nal cle lzrs rnagr-rituclcs ltatrrtitlt's, sitto t'ollto ct'i1c-

I iio lualitatir,o capaz clc dcfinir la rcali«littl Ittistt¡it rlc !o t't:al.

f El trttcvo "rcclamo para cl pellszlr" r¡trt' rIio lttgitt'it lit a¡r:t-

I rición clcl discurso Iilosól'ico modctno «lif t'r'iit t'ltrli«'itlltltlntt:

ü cle aqucl quc h:rbía daclo lugar a la. f ilos«rf irt tcolrigit'lt, Atltrc-

li Uo qire cs'nrot.ivo clc la cxtrancza y t:l its«rtttlrt'o l'ilosril'it:«¡s,

J 0.,.'clcspiclta la voluntircl clc conoccl ),sitlltlltii¡l('llllr(:ll(c la

[ .r-iti.u .1" "r, tnisrn¿r r«rltttrtzrd, había rlc'f lrrlo (l(' ('slill t'tlt:ltti-[l a" clr el tc,xlc¡ cle la revclación, cn cl tlol.l,tttit, y §('l)l'(]s(rlltitbzt

[ .o.la vez (.o11 mayor intensirlacl y Iiccrrt.rr<'ilr firct'it tlC ó1, cu

I t¿r-,¿rlenos q,.," ,-r., había captaclo y p¿tra los «¡ttt: tt. ¿ispcl¡ía

fr a" r-rombrcs. ya no era la vida cclcsilrl, ct:t'r'ittlrt s'bt'c sÍ

[ -ir,ra y clc cspaldas a la vicla tcrrcnal y srr lrist«rt'ia, t:l lttgar

i; cl,,r.lc rir,r.le *c ttccdía a csc g'xtrañittnit:nt9, sitt<¡ l¿r victa

i citaaina, pr.eocupada co, Ias cosas tr:t't't:ttalt:s -.(), strs pro-

103

-d

Page 45: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

lrlcmas técnicos, sociales y políticos- y abiería a la hist«rl irt rlt'

ulr mundo de la vida que-se encontraba e1-I Pleno l)lo( ('5rr

cl<l recomposición general.' La nueva figtr-ra.del mtlrlrlo lrl l

llaba sobre el trasfondo de un gran desvairrriento dc lrr lip,rr'

ra vieja. Su rasgo característi..r, lo pt"t"trcia activa c irrrlit'l'

rlualiiada de una sqjetidad Yorziz., tlotada de una volttrtl'trl

apropiativa libre, es decir, abstracta, incliscriminada t' ilt\'lciablá, se clestacaba sobre el anquilosamiento y la debilir lirr I r k'

una voluntad colectiva de salvación eterrra, que hacílrrr rlrl

libre albedrío individual un simplc trámite de aceptat:itirt rl¡'

la miseria y el sufrimiertlo.Podría ílr*u.r" epistemologismo al moclc> €n q.tle el llttrrr't

nismo de la civilizición -ád.rrl, sc hace present. ('rr .lterrello del discurso filosófico. PrcsupLLesto en llt t'irlitmoclerna y en la construcci(tn quc ésta ha-ce de su t¡ltlttrlil

como "sqjeto primero y auténtico", como "fundarluttlr' "'r

bre el qué todo se cotlstituye",a el Hombre se afirma lit'lllIa lo otrá convertirlo en Naturaleza, en algcr que está alli sulrr

en ia meclicla en que responde al reto cle sn actividatl rt¡rtrt

piativa.i' Reto técnico qr" alcanza su matsor pureza t'tt l't

ciencia experimental, en el discurso qlle Propone re[)l('§('ll

taciones cuantificables cle lo desconocido, es deciq itttllp'r'

nes cuya capacidad de hacerse de las cosas al represettl;ttl'tr

-y de provo.o. pot: tanto se¡luridacl y ceÍteza en el artl«rt rlr

sú formulación- puede ser puesta a prr.eba y medida t orrt.,

lo es la productividacl de un instrumento de trabaj«r' l\l'rr

aún que en la transformación de la cultura política' cl ir rr¡r''

tu y 1á übertad de despliegue clel humanisrn o moderno st' r l¡i

:rCfr. Bernarcl de Groethuysen, Die Entstehtm.g r¿¿,¡. bürgr:rlitlta'n lli'lt tttt'l

Lch(nslnsclmuung in Prun,k're¡ct¿ (tgZ7), Stlhrkamp, f¡-ankfurt a l\4 ' lrl'¡"'

t. 1, p.228.4 Martin Heidegge¡ Di¿ Zeit des Weltbil.des, s¡ ]{s/7Lte{e' Franklirr t rr l\l

lf)57, pp. 80-81; ,¿)¿¿ Frage nach der Tbcltnilt, en Vortrügv und AuJst'il:t' l'ltilirr¡¡en, 1954, pp. 24-28.

"i 1,il naturaleza se presenta como un cirmulo cle cosas dot.itrllts rl,' lttt

virlol clc uso qlre 1o es irnicamente para la producci<an; de cosas t¡tlt t"l"(,xisl('n ,',,4u,ropo.t. del trabajo humano eu general, de aqltclllts srrrl'tll

liirx r¡rrr', irl vnloi-arlas para el mercado, ias establece como dr¡llttl:ts l'itll

lrld'u tlc urt (l('tcrminado valor de uso para el disfrulte'

l0'l

el desarrollo de la técnica exigida por el productivismo'acto y en el cultivo de slr quitltacsencia: la ciencia co-

investigación, esto es, como descubrinricnto, conquistayión de lo otro por la imaginacititl cttittttif icaute

El sccreto de toda la recomposición mo(l()rll¿t dcl mundoía por ello concentrarse en el e.icrci<:i«¡ clc la facultad

c¡scitiva del ser humano y en los rcsttllatl«rs rlcl mismo;

el supuesto del qr.re partieron los firrlthrlol'cs, lirarrcis

y René Descartes. De las más formalizit«lorrts a las ntás

icas, las distintas modalidades del ctltrotritttit:trto llcga-

a componer el nuevo terreno en el quc l«r «:xtt itñ«l y sor-

nte qlre aficiona a la filosofía se daba rlc tttlttt«:rir pri-. ¿Cuánto hay de realismo y cttánto rlc ilrrsioll t:ll lo

conocemos? ¿Qué en ello es innato y qtró ¡lt'o¡riitmcnteuirido? La preocupación por la consistcncilt, lrts vltt'icrla-

y los alcances del "mejor" de los couocintit:tI(os, cl 0ollo-to científico, se presentó como la prctlctt¡litt:iotr más

ina de los filósofos, y una tendencizt t'¡ristt:ttt«rlogista

tó entonces ineluclible en sLI quehacct'. IJttlt tt:ttdcrlciase volüó incluso excluyente, qlre intcnt<i «l¡litt:itt', sttb<lr-

o eliminar las otras tendencias dc la irlr¡trit'ttrrl lilosó-y que ha llegado a caracterizar el nl()([() ¡rtt:«l«rtnitrante

cicio del discurso filosófico en la ó¡lt»t lt lll(xlol lla.

¿l)s posible, en general, sin traicionar la irrtcgritli"rrl clcl ob-

P de la inquietud filosófica, tratar rltr tttlttttlt'a indcpen-el conjunto particular cle cttcstit¡tt(:s (ltl(: atañcn al

imiento humano? En una rcb<:lrlíir ¡rlcttartrcute justi-contra la envejecida sujeción rlt:l ¡rtrrlllcula de la ver-

discursiva a las soluciones quc los ¡rtolrlctnas del mante-

nto del orden religioso del ttrtttltl«¡ rccibÍan desde el

de la revelación divina, la f ilos«rf ía cpistemologista se

raba con una rotunda resptlosta itf it'mativa a esta pre-El problema de la verdad (:rtirlgcttcia) del cliscurso

y debe tratarse con indepcnrlcllcia respecto del pro-a de la bondad (convenicncia) clc su ejercicio -asÍ

también respecto del problcrr¿t <le la belleza (viven-

dcl mismo. Afirmación que irnplicaba, por supuesto,

allterior, generalmente tácita: la ¿tctitud moral ante el

105

Page 46: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

mundo (así como eI disfrute estético del mismo) no manüe-

ne ninguna "rutio'itiJá*it' q: interioridad o de constl-

tución recíproca t";;';Ot;piación cognoscitiva que hace-

*KS:i", ,i siempre lo meior'll,,¡t sin embargo episte-

mologismo "' "l tfi';"""'itrt*¿rico moderno' Marginales

-vencidos, ¿"'"tnuil-"ot'o* modos cle este discurso se

; ;:;.; ;;,;" u*bi# ;;; ; ;'^: : I *. :fi'q;T; ffinXl;;

i;il; h, sido el modo central Porque

caminado con la ";;;' o cor-r io qttt ha predominado en

ella, el humanismolñ"?"J""to a él' unzeitgemriss o a contra-

corrie,te de Ia m;;;;áái;;ptol¡tcso"' otras proPuestas de

cliscurso filosófico lian tluttuAu á partir de otros proyectos

de construttiO" *oJt"-'^ putu cl mrrndo de la üda; Proyec-

tos qrre sóio llegaro n u '"il\'u''sc a medias o que se realiza-

ron y fuero,' a"'p'"e' ;;;;;t-Por.cl nrovecto de la moder-

nidad capitalista ;;tt;;";te t*tabtccido' A "''tu

de ellas es

¡^i"* láttble denomt"ut *s¿¡ro(:Lt'r'

2

Resulta imposible hacer menciót't cl.c.r'rn hecho humano' sea

éste del remotopi"* ;'*.i''tt' clcl presente' sin legenda-

rizarlo, ,i'-t ua.it'áL;;; ;"t Ítnción'dcntro del relato rle

otros hechos que' junto cotr.él' estarían componiendo un

drama digno Ot'ui'u""' ttn "cltento real"' más o mellos ex-

plícito y.ortt"ttiJ' po' ""u

raz'ótt'construir el concepto his-

tórico de ese n"tt'o' tonvertirlo cn ttll acontecimiento expli-

cativo y "*ptitut"i;' ;^;üP" tinitu*tnte algo así como

recoger "r t'i"'iq"'"';;;i"tTltl:d" clave racioual de cris-

talización ha logrado formar a Parur de la materia proteica

" Cabe arlver-tir que las obras de lo-s filósofos concretos o los episodios

co'cretos o' ."""TJJ ' ;'*;; ¡i'::ilt:lJlT"t::,::T:¿: ffi:':

::[it# :i :::lH' : : ::',t"JJ. ^ - I -l,il'ffi: ;J;; ; i "': : ] -n "

n "

d;;;J;ir,"."-,i;"1i:;;"i".,ffi:l;i;o,,"'::i;::i:T:."JJ.[:T:;se da en ellos com<

manente con los otros modos alternativos'

106

barroco".Un cierto modo de cornportarse' de.ejercer-la capaciclarl

de ,.dar forma,, u toñio, y'u la, cosas, de arreglar cl cspacitt

y de ordenar el tiemfo pu"tt Pelfecc-ionarse' fortaleccr§c y

;;;;;.., .i."'J 'oti"tl'd"' de esta época' Adopta clili:-

rerrtes configuract;;;;lititt'lu"'.de aiuerdo a las tradi-

ciones culturales de las distintas regiones' a las distintas cla-

ses sociales y a los ái'ti'-tto' tu-poidt la actividad humana'

Se trata de un -odo-¿t t'tu' t" el mundo cuya distinción y

jerarquizacior"t ""t'l "1 ffu"o "rlel contenido" y el plano

"forma" f.,e -¡.,'gaá-pá''"r di-scurso dominante como ttltila-

teral en dirección "formalista" o "retoricista"' como l:*?J..io" escanclalosa del modo de hacerlo que se suponla

, propio de la esenciu t'"-u"u; como la expresió" O::1r^':^', glrsto" fündamental, de un intento fracasado de comportar-

ie "como ., ¿e¡iAoi't Lo barroco era la nueva versión' la ver-

ri¿" *.a..r.u, ¿ti "mal gusto"; su fracaso consistía en un

i exagerar -Y no, como antes' en Lrn quedarse corto- en el uso

i .1.lu forma puru aoáu' tI tot't"'"'icío'.E'l,1t1t--1t ttl::,f:;

e inasible de su versión legendaria' Así strccde coll eñc hccho

del siglo xvII europ;; dt consiste en el prottlgortlrmo de

una cualidad dentro;i*"¿o de lavida' ia cualiclacl de "ltt

:: fiH;[ü;;i t'Át"' natural' rlel campo' hostil ar

I artificio, ,i.ro p'ofrJ áti tto*t"e civilizado' citaclino' hostil

a la sencillez., ' ;;;je,iro "bu"oto" sólo de.ió cle ser un mcro vehículo de

i, esa inten.io.r p.yoruti* y puto a.sttstantivi5--:::::':i:esa lrlLcrrLrL'rr vv/v¡N"i"L i*pt"cisa c inc.mpleta' pero de

de descriPción -si se

todas maneras destináante- dél espír'ittr largamctrte.incom-

nrendido de una ep"t" ttit'Orica cuancl«l la te«rría clcl arte lo

:;C?H:;;;;i; .;ítica artística' <Ionrlc t' "-:::.*::isido abandonado, y comenzó a emplearlo Para caract:r:zar

todo un estilo, ''t'u ep"tu estilística'<t tttt neriodo dc la histo-

ria del arte.s Sólo entonces apareció ct p'roblema de la defi-

? Cfr. José Antonio Maravall' La cultura del barroco' Ariel' Ilarcelona'

1980, pp 187-90'. cros, la obra de Heinrich^' 1ó,liii."ao y ral vez supe'ada en mrtchos aspe

wótfflin -sobre ,"d" ;;;;;;'i'1" un'a a*o'i trsoa) y Kunstgesctúctúkctu

107

Page 47: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

t¡ir.:irill «lc Io barroco. La tendenci¡aespontánea dcl <lisr rtt¡a

rcrflcxivcl a la legendarización se virc enfrentada a unlr r ottlsa lista de obras, documentos y supervivencias de to<lrr r I'r

-altísticos, literarios, del uso socia-l e incluso de Ia aclivirproductiva- qlle ostentaban la farrna de barrocos y qu(' )'rr tlse dejaban identificar como simples objetos del "r-rral ¡irnlmoderno"; una lista por debajo d.e la cual ella debíit sos¡

char la presencia escondida de un hecho dramáticr¡ ,¡rr,' lÉ

daba sentido y sc expresaba eh ell,a,¿En qué consiste lo barroco? I\4uchas han sido rlrrtrutlÉ

este siglo las claves de inteligibilid ad que la teoríay lir lrrrttsria de la cultura y el artc han propuesto para constnri¡ llli{imagen conceptual coherente a partir del magma «[r' lte=

chos, cualidades, rasgos y modos considerados pro¡riur¡característicos o peculiares de lo l¡arroco. Como es rrsrrrrl, úl

proponer su principio de problerrriatización de este I)rn(,trt=ma desbordado, todas ellas ponerl primero en juego rlislltl¡tas perspectivas de aprehensión delmismo, las combirrrrrr rlF

diferente manera y enfatizan alg-una de ellas.e Ticrrt'rr r,llcllenta, por ejemplo; a] la elecci.ón que hace de urrr ¡rrrt=puesta de donación de forma dentro de las muclrirs r¡ttÉ

ponen enjuego el sistema cle forrr-ras que prevalece tlirrllr iunalmente; b] la elección que hacee de una figura par tir rrl*tpara el "sistema de las artes", parar la amplitud, la corrsistr'lt-.cia y lajerarquización que éste irnp:lica; cl el tipo de n'lirr trrtlque establece entre los contenidos lingtiísticos y las f irt nlit¡no lingüísticas; dl el tipo de relació nque establece con lir rllu.sidad mítica del lenguaje y con la densidad ritual dr: lrr ,tr

=

ción; etcétera.

Grtr,ilb¿gri,ffa(1915)- no deja de ofrecer lladescripción más sistt'rrr,rttr,r ¡de ser por tanto la teoría de referencia irrdispensable de todo lt:ltlun¡Frl,to de 1o barroco en el arte.

1) Corrado Ricci (1911), Heinrich Wó.lfIlin (1908 y 1915), li<:rrr,rlrtlrrCroce (1929), Werner Weissbach (1921)., Eugenio D'Ors (i92ll), llrtulFocillon (1936), Emile Mile (1951), Lurciano Anceschi (1959), \/t,tntThpié (1957), Helmr-rt Hatzfeld (1927-7s>l¡,José Lezama L. (J1)l-r7t, f¡rÉAntonio Maravall (1975), Santiago Sebasttián (1981) son los ¿trrl<¡t lq lrrl€representativos de las distintas aproximaci.6nes al fenómeno de kr lrirr t rrut

108

sostener laconve lliellte

cn la primera

idea que propollclnos cll este trabajomira[ hacia lo ltitt't'«r«:o t:rl c«ltno sc pre-

de estas pt:ts¡rt'< tivits rlt: ¡lt'oblcmatiza-

Asociación entre ética pr()tcslilIII(' y Cn¡liIillislllo, stlma-

scr más realista, más adecttarla o itt'<¡t tlt', llltl('§trll (lttc

convicción de que es imposilll(' llllll lllo(lcrllida(l quc

capitalista, ha llevado a la i«lt:it rlt' «¡ttt'lit tillit'it firt'ma

ahie ¿e poner Lrn orden (rt) t'l t't'\',ltt.i.tlltttlicl'tt<lirno de las fuerzas productivirs rlt' lir s()t'it'tlit<l lttttllatlilque vieue dictada por Izr "«':tit'it l)l'ol('§lllllt(.'!'lr)

§ill

r§o, un examen márs atelrto rlt: lit ltistot iir rlt'l (ral)ii?l-

, cle aquello respecto de lo ctral llt ritit'it l)l()l('§tillltc

I Sido susceptible de otrzrs ztccJttirCi«rrr(,§ y oll'o§ it(:tl(:l:

n duda menos realista, pero l'l() lll('ll()ri t't'itlt's'

ftlrma objetiva del munclo mo(lol'll(), l;t r¡ttt' tlt'l¡t: scr

cla inelucliblemente en términos ¡rlii«'tir'rls l)(,1' t(xlos

que acePtan vivir en referell(:iit lt «'lllt, §(' ('ll('tl(:lltr¿i

.á po. la-presencia cle la re¿rlirllrrI o cl ltt't'ltt¡ ('itl)ita-

es clecir, en úrltima instancia, por llt ¡rtt'st'ttt'iit «ltl tttl

Ito permanente entre las tendcn«:iits «'r¡llltit¡lttt:stits rlc

tlámicas simultáneas, constittltivits <[t' lir vitlit s0t'ittl: la

en tanto que es Lrn proceso dc ttitlrlrio y rlt'rlisl)'trtc:

ifnO avalores de .so, por.n lado, y ltr «l«. ltt t't'¡rtrrtlttt't'i«itt'riqueza, en tanto qlre es Lrn proccso «lt'"vitlot'izltt'irirt rlcl

abstracto" o acumulación de c:r¡lil:rl, l)()l'()tl'(); (lollflic-

el que, de manera permanente , lir ¡lt itttt:l'll s(' saclil'ica

:g.,irduy se somete a ella. Se tra(a «lt'tttt ltct'lto incvi-

{tre clebe ser integrado en la co,stl'ttt't'it'¡tt «lt:l ¡,tltr¿rliila, en el ethoso comportamieuto «'s¡r«rttliittt:t) qtlc ase-

rla armonía usual de la existenci:t t«rtirliilll¿l' y qtte es

, efectivamente, pero no cle tlttit sollt ttl¡tncra' sino

la manera más realista de asrtltlir' « «rtt¡tl "ttatttlal" el

la ictea que sr.tbyace eu la famosa <¡bta tltr Mrtx Wt:hcr, Dirtprotes'

Iltlúh un-rl de'r Geist d,es Ku,pitalivnus, y qt¡o ¡:ttrvitlcct: cn la mayoría¡.:{

,q

obras que tratar-I la "cultura del capitrlisrno"

109

Page 48: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

he_cho capitalista (laque inspira la ética protestante), 11rrt, r r r[=sidera que la vida del valoi de .,ro

"riá plera_át,l ,,.¡,iÉ=sentada por la vida del valor capitalista, que recono(,(, lntCeficacia y una bondacl i,superable, ., iu .or_r¡.,r.,.i,;,, ,lJambas y afirma la imposibilidad de un mund.o dÉrnar¡u,,, ráoponen otras -como pueden ser la manera clásica «r l,r rrl¡mántica-, entre las que conviene d.estacar aquí, jusl_ar,,,,,,iu,la manera barroca. !, arte barroco puede piertJ.te srr rrr¡trr=bre porque, como (:l -qüe acepta la incuestionabiliclrr<r rlelcanon formal, pcro lcl cmplea áe tal aanera que, al .t, r¡,,,r=tar el gesto pctrif icado cn é1, reitaliza el confli.to ,.,,,lulr,l,lpor esa i.crrcsti.,.l¡ili«lacl-, ella también es una ,,ace¡lr;rr

rri¡¡de la vid:r hast^ cn r¿r ,rucrr-c". r Es una estrategia de ¿rf ir r,É=ción dc la c«rrp.r'cid*cr «rcr varor de uso que parte dr.r rr,r rr=,.cimic:r-rt, rlc I¿r nlisma como sacrificadá paia -invir.rir,rrrl,co*o lrrrcrl, cl "lacro malo" por el que avanza ra hisrrri¡r=haccr dc lr;s rcstos crer sacrificio er material de unz*,(,yrrcorpore_.iclacl.

,inrrumerables métodos y proceclimicntos que se inven_ara llevar las formas creadas por. él a rrn cstario de intensa

ión -los mismos que proclrrcr:rr ilqrrr:lla apariencia" (ornamentalista, exageracla y absorbcntc) que lo

lls «lccir, como una voluntad de forma atrapacla r,utredos tendencias contrapuestas _la del d"r"r_rcur-rto .,,r¡,,., i,,clel.conjunto de las poii,itiauaes clásicas, es deci¡ ,,r:rlrr¡t:l9s" o espontáneas, áe dar forma a la vida y la de io ,,t¡, ,,,,i=ción del mismo como insuperable_ y empeñacla r.lr r,lesfuerzo trágico, incluso absuido, de conciliarlas m.rli¡,rreun replanteamiento de ese conjunto como d.iferenl(. ), \llfembargo idéntico a sí mismo. LL barroco prrr. a" i,, ,,, ,

":j9"9 q" Ia rransgresión como sínresis del iechazo y Lr lirL,"lidad at modo traclicionar de tratar las cosas como ,llrrr,rlilrconformable; pero mientras su hermano gemelo, cl rrlrrtitr=rismo, hace de Ia fidetidad un pretexto Jel rechazo, r.l rllcambio hace de éste un instrumento de la ficleli«l;rrl liicómportamiento barroco se desdobla, en verclad, r,tr rlr¡tpasos diferentes, de sentido contrario, pero simrrl(rirrr,r§,

rre- están encaminados a dcspt:1.(iu. ()ll los ciin<lnesos, que él tiene por absolutos, .ntr rlr.trr,aticirlacl ori_a que sospecha dormida en cllos. I)cst,s¡r«:r.arl«r ¿rntetamiento de la única fuente posilllc rlc si,rrtirlo «rbjc_

la somete a una serie de pr.r"ba, o l.t:lrlirt,iollcs rk:sti-

tamiento barroco que se mucstra clr lir itr,(ilrrrl dcuntad de fbrma artística respecto clcl ullivc.r.so rk: ft¡r_

a restallrar en ella una vitalidad silr lir r:tritl lir srryilcarecería de sustento. Sin embarg<1, irt rrrislrr«¡ ticm_introducción de una modificación sigrril.ir.trtiva, cle

is8o ¡1o¡i9, que él hace ineludiblerncnrir rrl rlt:s¡rt:r.tarámaticidad clásica, tiene eila misma ..ir «rr'¿rrliltle:iclacr)ia, que no es derivada y que incluso cs tirl vt,z lir rinicaexiste realmente.r2 por esta razón, cl «.«rrrr¡torl¿rrtlicntctrco parte de la desesperación y termin:r t;rr r,l v(rr.tigo:experiencia de que la plenitud que brrs<.irll,, ¡,,,,,,, .,,.in.

su riqueza no se llena de otra.óru q,,«., rlc, krs f i,rrlos dt:¡io vacío.

mbinación conflictiva cle conseryacr,risr,, . irrr,«rlrf i¡r.'ri-de, respeto al ser y conato nadificaul«r, t.l t.orrrJl«rr.l,a_to barroco ercie.ra una reafirmacici, rlt:r f .rrrr¿,irr:rrt.da la consistencia del mundo, perrJ rrnl l,t,irl.i¡.rrrir<:irillparadóiicamente, al cumplirse, se clcsr:rrlrrc lirrr«lirntc, rundámen,o,

"" o..ii;iffit; #:,llill ull

,i

:ill;:en sll propia inconsistencia. Descritr¡ (lc (,slil nl¿ulora,

estéticas establecido.resulta homólog«r ck,l rláo,r qrrcteriza uno dc tros distintos tipos de m<xk,l.nirlirrl <¡uci sr:

tado históricamente. r g

, .rrEste rasgo, que coincide con la definición que Georscs l]:rt;rillr,rladol erotismo (1,'erotiune, Min*it, parís, 1g57, O ,ri, colteclir l:r rrr titr*lbarroca con una afirmació, constitutiva.r. lo'hr*ono en nr.<ri, rrr,,,'lo(t'O",

II0

CÍr, Walter llenjamin, Ursprung des deutsclu:n. ,linu.ttltf

tür|t ( lfl25), Sutrr_), Frankfurt a. M., I972, p. 100.

f cfr, B. Echeverría, "Moclerniclad y capit.lisrr,", <,t-t Ruti.rt,Ilrauclerte[ I]irmir-rgham, I993. Iil

ry111

Page 49: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

La actitud barroca se hace presente en el discurso filosófico

moderno a partir cle la tradición de aquella teología especial

que fue alentada por la Compañía de Jesús durante los dos

siglos (1650-1850) en que se empeñó en restaurar -en con-

t.á d" los efectos rte la l{cfbrma religiosa en el norte de

Europa- la viger-rcia ccutt'al de la Iglesia Católica como

medio de socializacií;n y como entidad política'La Compañía dc-lesús partía de un reconocimiento de lo

evidente. ia capaciclacl dc la activiclad moral-religiosa de ins-

taurar Ia socialiclacl de las comunidades reales había dismi-

nuido sustanci¿rlmente: la fuerza cle sintetización o de re-

ligamiento clc k¡s inclividuos §ociales había abandonado el

táplo y saliclo al mercado, el misrno que se orientaba ya

poriu valorización capitalista del valor económico. El ejerci-

.in ¿"t librc albedrÍo de los individuos sociales en la con-

clucción clc su vicla -organizado tradicionalmente por laIglesia apostóli«:a sobre la base de una articulación metoní-

*i.u .oi", Dios- había dejado de ser un espacio de indeci-

sión, y por tanto de constitución, en el que estuviera en

juego'c[ otorgarniento de la gracia divina y junto con él el

traln político de la vida social.ra Nuevos agentes de unnuevo mundo descubrían en sí mismos una voluntad apro-

piativa ilimitada y la volcaban sobre el mundo terrenal en

plct t, clesentendimiento de esa dimensión del libre albe-

drío. Creían comprobar en la buena fortuna del hombre de

empresa que la administración de la gracia cliüna estaba ya

deciclicla (predestinada) de urla vez por todas y transforma-

ban el libre albedrío -aligerándolo del peso ontológico que

lo agobiaba y le restringía sus posibilidades de elección- en

mero atributo de esa voluntad de apropiación, encauzada

en la búsqueda pragmática de sus destinos Puramente indi-viduales,

La utopía de una modernidad católica, defendida desde

el Concili,o de Trento por los seguidores de Ignacio de Loyo-

ra Bernhard de Groethuysen, op. cit., t. tt, p. 154.

t72

il,, Dretendió, hasta su fracaso definitivo en el Siglo de las

;.*'* i;^ilit n"ror"tión Industrial)' opone t a 17 lit:li;;;" injusta de la vida social moderna -clinamizada por

;;;** ; I u p,.o d.,..i ó ", v I "' il : :ll i: :i: i:

"1"',:

j,,'"X;acción de un sujeto «

dotarla de sentido y ie guiarta hacia ""1 !it"l

Ia t8l1f1,

$eto que, por su pu'í", sóio podía-ser tal cf'ectivamente si

reafirmaba en su propia nlcesida<l y rcc<119uistaba, su

il;;;;;.i"r, "l de'mediador de la ¡¡racia clivina' La Ntro'

l-- - r

basand,a fid,e de racompañía de Jesus lo.sc.eTclmi:-f.'::l:;r; "i el sentido dá ta e*pansión dc la lglesia e-n e\my1-

social, sino, sobre todo, en el sentido clc ttna *{tl"l1li:#;;;;."r"r1t r"rio^de sí misma' es 6eciq cle su ielentifica-

[ro" ."" or", .onro presencia efectiva clc lo sclbrenatural en

[r oacto con la comunidad humana'--f;"t;;fru"i.uau por Luis rle Molina y,t"l'l.T:Í:'-::

*;;ñoi Fru.,.ir.á S"á'"' -calificacla cl. herética por

ortodoxos y protestantes- de que hay v¡a seienlia media en

.Dios,la que conoce el mundo ei"r cstado dc inf inidacl de pro-

babilidades pero que no es suf icicnto l)ara 9-'::Tl:111:i;r.;;;;;;,1" "r,á*inaba

a cleltnrlcr la razón de ser de la

lL iil,t. i;;i',i."a" e n aq.ctto q,': I

-,:11 1,:, llTi:l_T,:1,t::

'H;t;;ilil;;lb.,lrío't" cl scr hurnano y su intervenció-n

activa en el otorsamiento dc la ¡¡racia clivi¡ra'lñ En ef'ccto' la

rr,El propio Molina, en un [esumen del firnroro ¡rrtfcttlo lg de la cues-

rión xrv de stt Concordrr '.' ."p""" así stt iclenl "'ftriplex e¡t ccicntia jn D-eo'

iiU".u ..ifi."t ut qua scivit t'éottttut fnturas' cltli¡c tlt poilleftltlt.no.n e§se'

["ir1J p""a.,., u tib.'o Dei volur-rtate lirit' it¿r ¡rott'tit tron csse in De<¡ ea

scientia,quiasinonvolulsseteascondere'iclnotrseivisget'sedcontrarium',"i..",taOi.torium. Scientia item media intcr libe ram et mere natura-

;;, ;;"""it quid p.' qtloatttrnque libertrm arbitrinm a ee creabile sub

quacumque ,"r.,- ."tti''tru'ltiu L"tt f"turtrm' cx hypotesi quod illud

crearevelletilludcollocare,scituruscontrarium'sicontrariumexeademhypotesi, ut Posset, fuisset futurut' E' *tt:-']-l¡yalis' qttam nullus in Deo

ñport nrr2 scivit complexiones omne§ necessarla§ omnino' ut horninem

[:',;ffi,:;";;;;i;;;0"" t""'lgulos equales duobus rectis' et alias si-

miles:utar.rtemeiusmodicomplexiollesnonpossLltalitersesehabere'sicf)etrsdeillisnecr.iuit,'''"tpoti"taliudscire'qttn*ttipsascit"(DeJustitirtájure u'acto.tus, Venecia, 1611)'

113

tlitii I

t!".ra I:§l-t- i

{l,{-{

Page 50: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

gracia divina sólo podrá requerir una entidad histórica con-

Ireta de mediación en el caio de que ella misma esté aún en

juego y no sea ya una predestinació" o "" destino; sólo que

se encuentre aun ., p.o."to de darse o constituirse y deje

ñ il tanto al individuo humano la capacidad de asumirla

iibremente. Si la Creación estuviera ya terminada'y por tanto

el sentido y el valorde toda acción individual se encontraran

determinaáos de una vez por todas; si hubiera predestina-

ción, sólo habría Dios en tanto que'Obra ds Dios y no en

tanto que Dios en acto, y la Iglesiá resultaría superflua'16-laliez en ninguna obra del discurso filosófico moderno

la actitud barroca se pone de manifiesto con mayor intensi-

áud qr. en la de Leibniz.rT Es una actitud que toma fo-tP1u

p""li de la vía abierta por la teología de la Compañía de

jesús hacia lo que poaiía llamarse una reütalización del'Áaniqueísmo oáginario que constituye la estructura dramá-

tica piofunda del mito judeo-cristiano'La teología de losjesuitas rompe con Ia paz de es? seclleri

cia es¡ablec"ida por li doctrina méclieval, de acuerdo a la cual

Dios ila sustanáia luminosa, buena) ha vencido sobre el Dia-

blo (la sustancia oscura, mala), que se habría introducido en

su Creación a través del pecado httmano, y lo mantiene ale-

jado de ella gracias al sacrificio de Cristo' Despierta la viru-"lencia

del conflicto que ella esconde: el Diablo estaría aún

en proceso de ser vencido, no habría «lejado de estar'activo'

,.g.,iríu siendo stljeto -podría invertir el sentido de la Crea-

cián-; por ello, .l ..t humano ptrede todavía decidir eutre

é1y Diás, y sólo al decidir por este último valida en verdad el

sacrificio de cristo. La redención sería una empresa que

roCfr.GeorgesFriedmann,Leil¡nizetspinoztt,Gallimard'París'1962'

p. 960.17 Gilles Deleuze defiende esta idea en su Penetrante ensayo Le pli' Leib-

niz et l¿ baroque, Minuit, París, 1988' Estas páginas indican una manera de

completar l,u upro*irnución que interpreta la predilección del-barroco

berniniano poi lu fo.rru del pliegue y Ia conecta con la teoría de las

mónadas y la armonía universal mediante otra que. ve.la actitud. implícita

en la voltutad de fbrma del barroco como una actitud compartida por el

filosofar de Leibniz.

r14

está por triunfa¡ pero que todavía no lo ha hecho; unaempresa en la que el individuo humano puede intervenir.

Leibniz pertenece a la tradición marginal del discursofilosófico moderno, aquella quc tro cree suficiente un aban-dono de Ia filosofía teológica que no sea capaz de sttperar lainterpenetración de lo tn<¡ral y lo ¡¡noseolégico que hay enella, y se contente con desccltt<¡cer tal interpetretración y cul-tivar por separado algJuno de los rlos clementos (o los dos).rB

Lo característico de su pensamiellto está.itlst.amel'tte en aque-llo que, desde el modo epistemologista del f ilosofar, §e haüsto como una debilidad accesoria clel mismo, en al8o que se-

ría una incapacidad de dar el úrltimo paso en la ruptttra rlefini-tiva con la problemática pre-moderna del discurs«r filosófico,de echar por la borda el lastre teológico y atcnerse a la ima-gen de lo real propuesta por el saber científico moderno.

Leibniz intenta conciliar la explicación "por la causalidaclde la esencia" y]a explicación "por la razón moral". Segúné1, la pretensión de existir, la tendenciaaactualizarse es pro-pia de todas y cada una de las innumerables mónadas o sus'

tancias simples a las que el entendimiento puede reducir laconsistencia del mundo. Sin embargo, no todas las strstan-

cias son "composibles" con cualquier otra -no todos los posi'bles lógicos son compatibles entre sí-: algunas "s'enl,rem(t6

chent". Hecho que las reduce a la impotencia, las vuclve,incapaces de actualizarse por sí mismas y las condenaría, enprincipio, a permanecer para siempre como simples posibles. Es necesario un "rnecanismo metafÍsico" qtte, de entretodas las series o armonías que pueden dar un ordetr a las

sustancias simples, esté seleccionando una que es la Úrnica

real. Un mecanisrno que tiene que obedecer a un "raciona-lismo moral" y que no puede ser otro qtre la bonclad divina,

, la decisión diüna de crear.re "La incornposibilidad cle lasI esencias wrelve necesaria una elecci<in inteligente. La causa-

lidad lógica toma la forma de un cleterminisme ¡¡e¡¿1."2{)

ls Cfr. Georges Frieclmann, op. cit,, p. 219,r{} Gottfried W. Leibniz, La Monudlogie, n, 53, en: .Ess¿is de Théodicée,

Aubier, París, 1962, p. 499.20JacquesJalabert, "Introduction", en: G. W. Leibniz, op. cit., p. 17.

l;¡l'*,¡

Hi{l

i'"1 ,

Ir;1L

..J¿;,\

l''r

?,,.*:¡-T,t-{

115

Page 51: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

Leibniz insiste en el canon de la filosofía teológi« rr r¡tte

confunde lo verdadero (o revelador) con lo bueno (o r rtll:verriente) . Pero la ontologización de 1o ético o eticiz¿tt iolt r lF

lo ontológico que está implícita en el planteamien[(, irlrl.r=

rio¡ ¡6 se reduce simplcmente a reformular ese calt()lt l).tl¡¡por-rerlo al día. Es el rcsultado de un monumental tralr;rjo rlg

szttingingbarroco cn el ttniverso de los conceptos tra<li« iott,l=

les; un volver ot¡sesivo sobre todos los temas de la f ilosoll¡lteológica con l¿r intcrlción clq despertar en ellos stt lttt, llt,prcrblemático: la v«rltttrtad de combinar la definición (gr rr u=

rromana) dcl scr dc los cntes como presencia espottlltllr'¡lcor-r la (jr.rdcocristiana) quc lo concibe como present'iit ¡rto=vocada; (lc.junl"ar la tcoría lilosófica con la sabidurírr ltct=

rnc'néutica; tlc llcgar incluso a unificar un tipo de disr rtlrttgrlc prcf ict'c conf iar cn cl habla -en el uso del códigt» v rttla rnitop<'ricsis- con otrp que confía más en la lengua -,'tt ,,1

c:«ic1¡g,, y cn su coraza de mitos.No sólo descifrar sino descttbrir la totalidad de lo rrql

(:()rTro Creación: ésta es la pretensión "clásica" del rlisltttrnf ilc¡sófico desarrollado en la Edad Media del occidenl(' ('ur u

[)ca. Es la pretensión que Leibniz replantea al revolrr« i,,tt¡lla filosofía teológica para convertirla en una "teodit:('i1", r'tlLrn alegato en la "causa de Dios", destinado a defeurlt'r lo rl

través del examen de su obra. Se trata de una rev()lltr lrlllparadójica, en la que la actitud barroca se delinea cort r l,ttlclad: una destrucción hecha para reconstruir lo quc <k'sltttye, y no para sustituirlo. un proceso que alcanza stt ¡rrrttlrrculminante en la puesta en crisis de esa pretensión "t liiut,1"y qfue implica, por Io tanto, una revitalización del ct¡lrllir lrtentre la duda y el descreimiento, eutre el convencilllit'ttlu y

la fe, Que trae consigo también el vértigo de una cx¡tt'rirtt'cia s¡ la que el acto de perderlafey el de recobrat'lrt ¡lttt'=CeLl ser uno solo.

Explicar es dar larazón suficiente de la presencia tlc ttttrtcosa, sin caer en contradicción. Pero basta recon()(('l {ltlecada cosa es singular, es úrnica e irrepetible, para vctst' olrllgaclo a dar un paso más en esta definición dcl t'x¡rlir;tttrxplicar debe consistir no en decir por qué algo cxislt' r'tl

1 l€i

de otra cosa que podría rcmplzrzarla, sino "por quéexiste en vez de [o antes qlrcl nil(ltt" (cur uLiquicl potius

quam nihi,[).2r Explicar llll¿I (:()sir a lit qttc narla puedetuir es dar la razón de ser dt: stt sitt¡4ttllrritlirrl crtalitativa.

a su extremo, practic:rrla t:ott l'arlit'alitlarl, cs(?r clefi-cle la esencia del conocinlicnl«r ltrtttlittrr), (ltlc parcce

cer a necesidades puramcnt(: o¡lt't'itlivits, llt:git it toparun límite ontológico. El mrrtt«lo t't'itl y stt ltistot'iit, lo

que cada persona real y stt virllt, ('tir ('tt stt tr¡titlidaditativa, úrnico e irrepetible. ¿()rri:rl t's llt t'¡tz«itt tlt: st:l'dc stl

idad? ¿Por qué es é1 y no nris lrit'n tlil(la? ¿Ottitl cs,

§eneral, larazón de que lo qut: t:s, tltl ('(tttt() t's, sttA?

e lo qne hay sea un plus dcl "algo" tlt' tttt¡t st¡stitttt:iil «>

sea Lrn minus cle su "nada" dcbct íit s('l', ('tl ¡lt'ittt'i1titl, in-nte para su percepción. No <»l>slitlllt', ltsí t'«rltto <tl t'(:c<.r-

iento por el ojo humano clc la rt'¡rt't'st'ttl¿tt'ititt f t»t«rgrá-

de un objeto sólo es tal cualtrl«r cllir t'slii t'tt ¡rositivctIada") y es en cambio desco¡to«'irttit'ttlo t'ttittl«l«r t:stá

negativo, así también la percc¡tr:i«itt tk' l«r ltutlitittiv«¡ stil<;

tal cuando lleva, ella misma, un st:ttti«kr t¡ lt'lltlt:ttt'iit ¡l«lsi-una preferencia fundamental pot' t'l ":tlg«r"; clli¡Ildo,ella, la "nada" sólo es conccbilllr' ('(lnt() lrltit (lislllitlu-

, una fálta o un "desfallecinrit:rtl«¡" tlt'l "itl¡.¡o", (k»tnr:

Heidegge¡22 en Leibniz enconllinu()s, tt,tt¡t'ttl. I,u, htl,l,re,

"crítica de Ia razón pllra". Segrin t'lLr, l¡t ¡tt'tiltttI al'il'r¡l¿r-

it, la aceptación que asume el hccho tlt: t¡ttt' kr r¡ttt: cll sea

la principal o fundamental conrlit:i<irl rlt' ¡rosilriliclilcl a

i del conocimiento humano. La cxislt'ltt'iit nrisrna tlelrso requiere del optimismo. lil «r¡llitttisttto, cs <l<:t:ir; laplicidad" con aquella voluntad t:itstutl «r ittfirntl¿rrlil quedecidiéndose espontáneamentc ¡rot' cl st't' y t:«ttttra la: la "complicidad" con Dios -"I{¿tztilr ttnivct's¿tl y t}ienmo".

niz nunca afirmó, como Ie grrstallit tlct'it'-ctt burla- a

Il t'Philosophische Abl-randhrngen", vttt, cr): I I. v, (1..|. Oclhardt, Dieplú-isclrc Scttriften ur¡n G. W. Leibniz, t. vll, llerlirr, iU!X), ¡:. 289.

9rMartin Heidegger, Der Satz uont Grund..., cit., p. t?4

117

Page 52: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

Voltaire, que "tout allait ¿ru nricux" cn el "mcilleur des mon-cles posibles".23 Srr optinrismo es relativo. H,l mal metafísicoforma parte de la creación, porquc la imperf'ección, la nega-tividad, la falta de existcncia se encuentra cn todos los posi-bles.:a I)e nrrestro mundo puede clecirse quc "es el menosimperf'ccto de los rnundos posibles" porque al menos exis-te.25 Pero, sobre torlo. su optimisuro resicle en la al'irmaciór-rdc qr-rc la singular-iclad clel rnundo real estzi en proceso dcconfigurarse v quc esto acontece a través cle una cleccióndentro de un canlpo al-¡icrto de posibilicladcs de sí misma.Podemc'¡s sabcr -sc diría a partil' dc clla-, si snponcmos lacxistencia cle Dios (y su bonclad), que cste mundo es elmejor, pero también, si ¡rrescindirnos cle esa suposición, queal menos no cs el írnico posiblc. Su "optirnismo" irlvita a per-cibir lo dado comr> pudicndo no estarlo, colrto reductible aun estadio anterior dc su prescncia; a vivir Io real sólo comoposible: conlo ut-r posible entre otros.

" Contbiett l'oftirnisnte rle Leibrúz e.st ét'rangd',:{; escribe Delcuze.Extrarla modcmicl¿rd, diríanros, aquella utópica descle la quehabla. El intento clc l,cibniz, pensanricnto y cjcmplo, mues-tra al cliscurso crítico un modo dc salir de la asfixia a la quele condena la aceptación del carácter insustituible de la mo-dernidad establecida. f,a strya fne una moderniclad que se

quedó en el camino pcro que nos ilustra ace rca de que la queestá ahí. la "realmentc cxisten[e", ncl fire en cl pasado laúnica posible, ni lo es en cl prescnte.

2:rVoltaire. cntrirdir: "Bicn (tout est)", Dir..t)onn,airc /tlúk»oplrique, Flam-rn¿rrior-r. P:rrís. 1!r?9. p. 54.

2rClr. Gottfi'iecl \\-. Lcibr-riz-, lTtn ¡.Le»¿ l,Lrliingtrissc, cn: HtupsclniJl.an z'urCruwlLegrng drr PltilosoplLit, F. N4cir-rcr, Il¿rmbureo, 19trtr, p. 133: "Zrvar rvirl-riitt.cn cs licl¡er. rr'enrr ¿ruch kcin Schein des Bósen iiberbliebe und dieS¿rchen so gebessert lár'cr-r..."

2:'Clottfiiecl \t. Le ibniz. I:)ss¿ti.s rlc T-ltér¡d,ü:le, cit.., parte tt, 226, p. 2ii4.:0 Gilles l)eler,tze, o¡t. cit.. p. 92.

118

Lode

it

ir

,iü

i&

ifr

.ii$

'iliilil

iil:,i

vr"\;l,s.ilI\l

\t*iq

Page 53: Bolívar Echeverría. La modernidad de lo barroco

hnevu. PLURALIDAD

RROCO

rico, 161

bistórico,16l,t illídrupl¿ ethos d¿ la modernidad,16T

ttuo elem¿ntal, 173bta.d como elección del tncero

,179estetización de la

tna, 185ordinario y el tiempo de lo cotidiano, 186

ane, 189pred,ominio d,e estetización en la

arroca del mito cristiano, 199

r barroco, 207rcluta", 207'o" barroco,2l4lo barroco, 222

Prólogo

Hablar de un "mod.o de vivir" barroco, extender gl galifica-

tivo de "barroco" de las obras de arte definidas como tales al

conjunto de los fenómenos culturales que las rodean' e

inciuro a la región o la época en que ellas fueron produci-

das, es .,rru t"id"r,cia tan vieja como la idea misma de lo

barroco. Su tematización explícita y su fundamentación han

sido en cambio mucho mái recientes, y se han cumplido'

por lo demás, en dos direcciones diferentes'l En la primera'

lo barroco aParece como una de las configuraciones por las

que deben p'rrun las distintas formas culturales eu su desen-

,ttui*i"rr,o orgánico; como la configuración tardía de las

mismas, que seiepite así, con un contenido cadavez distinto'

en la ,uclrión dá las formas culturales a lo largo de la his-

toria. En la segunda, lo barroco se presenta como un fenó-

meno específiIo de la historia cultural moderna'2

Es sobre esta segunda línea de aprehensión' la de lo

barroco como totallzación cultural específicamente moder-

rLa primera aParece en Eugeuio D'Ors (1923)' Benedetto Croce

( 1925) y Henri Foáilon ( 1936) , y se continúa también' modificada por la

ir-rfluencia de Ernst Robe.t C'iti"t (1948), en Gustav René Hocke ( 1957) '

aunque conducida en referencia a 1o que él denominaría más bien un

.ornportr-i"nto "manierista"' La segr'rnáa se esboza primero en-Wilhelm

Hausenstein ( 1920), Werner Weisswach (192 1) y Alois Riegl ( 1923) ; pero

con quien entra en la complejidad que se explora actualmente es sin du-

du con Luciano Anceschi (1945), cuyo trabajo adelanta ciertos asPectos

importantes de la sistematizac\6n ya clásica e indispensable de José Anto

nio Maravall (1975).2 Aunque diferentes entre sí, estas dos direcciones no sol-I necesana-

m.nt. incompatibles. Podría ser que el barroquismo como-modelo de

comportamiento transhistórico, que aParece como característica de las

culturas cuando decaen, haya tenido sin embargo en la modernid,ad su

áfortuniaad más plena y se'haya mostrado en ella en la plenitud de sus

posibilidades.

11