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Boletín de la Abadía de Leyre Número 162/ abril 2015 L e YRE Cristo del retablo de San Benito. Leyre S. XVII. Detalle. E l tiempo de Pascua en el que estamos y el año dedicado a la vida consagra- da nos invitan a reflexionar sobre el mis- terio profundo que supone nuestra unión con Cristo como cristianos y como monjes consagrados por nuestra profesión monás- tica. El sólo hecho de mencionar juntas estas dos expresiones nos lleva a recordar que precisamente los monjes benedictinos del siglo XX, a partir de dos de sus teólogos más insignes, han profundizado en estos conceptos y han contribuido notablemen- te a divulgar y dar ocasión en le segunda mitad del mismo siglo a la doctrina magis- terial emanada por el Concilio Vaticano II. El primero de estos dos teólogos es el santo abad de Máredsous el beato Colum- ba Marmión (Bélgica) y el segundo, un teólogo al que se puede llamar «místico», el monje de Maria Laach Dom Odo Cassel (Alemania) A Dom Columba le encantaba profun- dizar la doctrina paulina y recordaba con frecuencia a los monjes que en el momen- to en que Jesucristo entró en el mundo por la Encarnación, reconoció, que su cuerpo debía ser la verdadera hostia del único sa- crificio digno de Dios, pues sacerdote y víctima se identifican en él la persona del Hijo amado. Y no se debe considerar el sacrificio de Jesucristo en sólo el período de la pasión; porque Jesucristo se ofrece como hostia y se inmola ya desde la Encar- nación: diciendo al Padre desde el primer momento: «Heme aquí». La oferta inicial que hacía su entrega contenía virtualmente la totalidad del sacrificio: con ella empeza- ba la inmolación, que sería continuada du- rante toda su vida. El «todo está cumplido» de Jesucristo en la cruz, (Víctima Pascual por antonomasia) tiene un sentido actual y retrospectivo: es el eco supremo de la pri- MISTERIO PASCUAL Y VIDA CONSAGRADA

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Boletín de la Abadía de Leyre Número 162/ abril 2015LeYRE

Cristo del retablo de San Benito. Leyre S. XVII. Detalle.

El tiempo de Pascua en el que estamos y el año dedicado a la vida consagra-

da nos invitan a refl exionar sobre el mis-terio profundo que supone nuestra unión con Cristo como cristianos y como monjes consagrados por nuestra profesión monás-tica.

El sólo hecho de mencionar juntas estas dos expresiones nos lleva a recordar que precisamente los monjes benedictinos del siglo XX, a partir de dos de sus teólogos más insignes, han profundizado en estos conceptos y han contribuido notablemen-te a divulgar y dar ocasión en le segunda mitad del mismo siglo a la doctrina magis-terial emanada por el Concilio Vaticano II.

El primero de estos dos teólogos es el santo abad de Máredsous el beato Colum-ba Marmión (Bélgica) y el segundo, un teólogo al que se puede llamar «místico», el monje de Maria Laach Dom Odo Cassel (Alemania)

A Dom Columba le encantaba profun-dizar la doctrina paulina y recordaba con frecuencia a los monjes que en el momen-to en que Jesucristo entró en el mundo por la Encarnación, reconoció, que su cuerpo debía ser la verdadera hostia del único sa-crificio digno de Dios, pues sacerdote y víctima se identifican en él la persona del Hijo amado. Y no se debe considerar el sacrificio de Jesucristo en sólo el período de la pasión; porque Je sucristo se ofrece como hostia y se inmola ya desde la Encar-nación: diciendo al Padre desde el primer momento: «Heme aquí». La oferta inicial que hacía su entrega contenía virtualmente la totalidad del sacrificio: con ella empeza-ba la inmolación, que sería continuada du-rante toda su vida. El «todo está cumplido» de Jesucristo en la cruz, (Víctima Pascual por antonomasia) tiene un sentido actual y retrospectivo: es el eco supremo de la pri-

MISTERIO PASCUAL Y VIDA CONSAGRADA

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mera oblación: «Heme aquí». Este sacrificio de Cristo es el único perfecto en su duración y en su plenitud; porque se ofrece todo entero a sí mismo para siempre. Y este holocaus-to es infinitamente agradable a Dios, porque se ofrece con amor perfecto.

Odo Cassel por su parte, ahondó como ninguno en la mis-teriosa realidad que se produce cuando se actúa en la Iglesia el sacramento de la actividad litúr-gica. Del misterio pascual nace la Iglesia. Precisamente por eso la Eucaristía, que es el sacra-mento por excelencia del mis-terio pascual, está en el centro de la vida eclesial. El monje de María Laach recordaba que uno no se hace cristiano porque haya aceptado la doctrina de Cristo, ni siquiera porque haya recibido la gracia merecida y comunicada por Cristo. Uno se hace cristia-no cuando se ha unido a la Per-sona de Cristo y ha participado de su obra redentora; cuando ha vivido con Cristo y como Cris-to, la obra redentora de Cristo; cuando ha muerto y resucitado con Cristo de manera mística, pero real, porque este morir, re-sucitar y vivir con Cristo en «un plano ontológico» es factible a través del culto cristiano. Por él se hace accesible al hombre la obra redentora de Cristo; se pone en contacto con la muerte y re-surrección del Señor, participa de ellas y asimila la redención de Cristo. Odo Cassel recorda-ba que el Misterio es ante todo Dios en si mismo y su misterio-so designio de salvar al hombre. Ese designio se realiza en Cris-to Jesús y su obra redentora, el «Urmysterium» como Cassel lo llama. El tercer grado del Miste-rio Pascual, según el plan divino debe hacerse asequible a todas las generaciones de la huma-nidad y esto es posible gracias a través de la Iglesia que, como Sacramento Universal, hace real el misterio salvador a través de los sacramentos, en especial el del Bautismo, Penitencia y Eucaristía. Ese misterio es siempre la presencia en el tiempo y en el espacio de la acción salvadora de Dios.

El Beato Columba enseñaba, al recordar a San Pablo, que, como miembro de Jesucristo, el consagrado debe imitar

a su Cabeza y repetía a los monjes con el Apóstol:«Os lo suplico por la misericordia divina, hermanos, es

decir, por la bondad infinita que Dios nos ha demostrado, que os ofrezcáis como hostia, viva, santa, grata a Dios en sacrificio espiritual». Estas palabras aclaran en profundidad

la íntima unión entre el que se consagra a Dios por la profesión religiosa y la inmolación de Je-sucristo, la profesión es un holo-causto de unión y amor.

No se puede hablar de vida religiosa si no se parte de una profunda configuración al Cristo muerto y resucitado, una comu-nión íntima con él en la oración y la cruz, en una contemplación serena y gozosa. Se trata de una verdadera contemplación (don del Espíritu Santo) que no se despega, sino que se inserta, en la realidad histórica; y supone siempre tres elementos: la Pa-labra, viviendo en su continua escucha; el desierto, buscando momentos intensos de desierto y trabajando para que el desierto se instale en nuestro corazón; la comunidad, formada por verda-deros hermanos en la fe del úni-co evangelio de Cristo, nuestro Salvador.

El monje o el consagrado por la profesión religiosa, como ase-vera el santo Abad Columba, va a Dios con todo lo que tiene, con todo lo que es: «Heme aquí». Todo lo ofrece a Dios sin reser-varse nada. En esto consiste el hacerse hostia el inmolarse en holocausto. Abandona, no sola-mente los bienes exteriores sino que también renuncia a lo que es más grato: la libertad; y al entre-gar esta ciudadela de la volun-tad, entrega todo, hasta la misma raíz de su actividad, como lo hizo Cristo modelo esencial de Víctima Pascual ente su Padre, para salvar a los hombres. Por

eso Dom Columba finalizaba una conferencia a sus monjes con esta oración: «¡Oh, Dios mío! Ser infinito que eres la misma felicidad, ¡qué gracia inmensa e inefable concedes a tus criaturas, invitándolas a ser con tu Hijo predilecto, hos-tias aceptables, consagradas perpetuamente a la gloria de tu majestad!»

+ Luis M. Pérez, abad emérito de Leyre

Beato Columba Marmión.

Dom Odo Cassel.

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LA VIDA CONSAGRADA,DON DE DIOS EN EL MISTERIO DE LA IGLESIA.II: «Lumen Gentium» VI.

Como recordarán nuestros lectores, estamos presentado en esta serie de artículos el Magisterio eclesial en la

Constitución Dogmática sobre la Iglesia (Lumen Gentium = LG) del Concilio Vaticano II acerca de la vida religiosa y consagrada (=VR).

Expusimos anteriormente cómo en el capítulo V de LG la Iglesia pone ante nuestra consideración la voca-ción o llamada universal a la santidad. Que dicha llamada es intrínseca exigencia del bautis-mo por el cual fuimos incorpo-rados al misterio de Cristo y su Iglesia. Recordábamos que en esencia la santidad es seguir a Cristo, pobre y humilde y cargado con su cruz, en cuyo seguimiento radica la plenitud de la vida cristiana y la perfec-ción de la caridad. Finalizaba el capítulo V con la afirmación de que la Iglesia se alegra que haya hombres y mujeres que siguiendo a Cristo más de cer-ca en su kénosis, ofrecen un testimonio más evidente del Señor al abrazar la pobreza, la castidad y la obediencia.

Por tanto, y como empalme con nuestro presente capítulo VI de LG, debemos contem-plar la VR en el marco del mis-terio de santidad en la Iglesia. La VR no pertenece a la estruc-tura jerárquica de aquella, sino a su corazón, a su vida y santidad, como Esposa de Cristo, Maestro y Ejemplar único. Muy bellamente lo expone san Bernardo: «Aunque ninguno de nosotros pueda presumir tanto de sí mismo que se atreva a llamar a su alma “Es-posa del Señor”, mas como pertenecemos al cuerpo de la Iglesia, que justamente se gloría de tal nombre y de lo que él significa, con algún derecho participamos de esta gloria; pues en lo que poseemos plenamente todos juntos, cada uno en particular tiene su parte sin contradicción al-guna» (Sermones sobre el Cantar de los Cantares 12,11).

Precisamente, en aquellos días del Concilio, asegu-raban algunos que la santidad como exigencia universal para todo bautizado significaba diluir el sentido e impor-tancia de la VR en la Iglesia. Frente a esta postura, el papa Pablo VI en la importante Alocución –poco conocida por cierto; muy citada pero poco leída– Magno Gaudio del

23 de mayo de 1964 a un grupo de Superiores Generales, precisaba bien el pensamiento eclesial. Tanto es así que se insertó en el texto de LG 43.

Por tanto expongamos sumariamente cuáles son, se-gún LG VI, las notas de la santidad y naturaleza de la VR:

1) La santidad se concreta por los «consejos evangé-licos» (pobreza, castidad, obediencia) que se profesan

de modo estable y son asumidos por la Iglesia como es-tado público de consagración por medio de los votos. Por medio de ellos el religioso se entrega totalmente al servicio de Dios sumamente amado [totaliter], y aña-de al bautismo una cierta consagración peculiar, por la cual se consagra más íntimamente al fervor de la caridad y al culto divino. Este sería el aspecto santificador. Este aspecto se concreta también en que la profesión de los consejos evangélicos proporciona la purificación del co-razón, nos abren a la libertad espiritual, y son estímulo constante en el fervor de la caridad, todo ello porque el religioso tiende a amar desde Cristo y como Cristo, sin exclusivismos.

2) Los «consejos evangélicos», que los votos esta-blecen como modo permanente de vida, se inspiran en la Palabra de Dios, se fundamentan en el estilo de vida

La mediación de la Iglesia convierte la vida religiosa en estado de consagración asociándola a su bendición y al sacrificio eucarístico.

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está presente en la Iglesia. La VR manifiesta que es po-sible la libertad respecto de los bienes terrenos, que es posible amar desde Cristo a todos con un corazón indivi-so, y que es factible la entrega de la voluntad para vivir la plenitud de la caridad. Es decir, la VR pone a la vista de todos la elevación del reino de Dios sobre lo terreno y demuestra a la humanidad la maravillosa grandeza de la virtud de Cristo y del poder transformante del Espíritu Santo.

Por todo ello concluye el Concilio que la VR en la Iglesia no es tanto una función, sino vida; que no perte-nece a su estructura jerárquica, sino que está inserta en el sacramento básico del cristiano, que es bautismo. Que la fuerza de la VR no radica en su autoridad jerárquica sino en su vida visiblemente santa. La VR pertenece por tanto, de manera indiscutible a la vida y santidad de la Iglesia. Continuará.

P. Fco. Javier Suárez, osb.

de Jesucristo que con sus palabras y obras nos ofrece el verdadero espíritu y modelo acabado de dichos consejos. El concilio afirma que precisamente Cristo eligió para sí este estilo de vida pobre, obediente y en celibato. Esta di-mensión cristológica es la más importante. Es importante porque es el núcleo de la VR; que no es una institución para el mero «perfeccionismo» moral o psicológico, o una escuela de narcisismo espiritual o de meras proezas ascéticas, como puede parecer en otras instituciones pa-recidas fueras del ámbito cristiano. No somos hombres y mujeres «que se dan a la perfección» sin más, no. Somos seguidores de Jesucristo, y la profesión de los consejos evangélicos tiene como fin la configuración espiritual con Cristo.

3) Otro aspecto importante de la VR es su dimensión eclesiológica. En su sentido más teológico el principio impulsor de la vitalidad de la Iglesia (los diversos caris-mas que el Espíritu Santo le concede, entre ellos la VR) radica en la dimensión esponsal con la que la Iglesia-Esposa se une a Cristo-Esposo, es decir una comunión amorosa de bienes y un vínculo indisoluble. Pues bien, la perfección de la consagración de la VR radica en que ofrece y representa mejor por medio de vínculos más fir-mes y estables dicha unión Cristo-Iglesia. En otra di-mensión la eclesialidad de la VR se manifiesta en que es la Iglesia por medio de su autoridad y guiada por su de-ber pastoral quien dirige con sus leyes la práctica de los consejos evangélicos. Los religiosos nos somos francoti-radores. Santa Teresa, cuyo V centenario natalicio cele-bramos lo expresó bien «¡al fin muero hija de la Iglesia!». La Iglesia, movida por el Espíritu Santo –inspirador de todos los carismas– es quien admite, interpreta, regula, determina, aprueba, asiste y protege las diversas reglas e Institutos Religiosos. ¿Para qué?, para que crezcan y den fruto según el carisma de los fundadores. Por la me-diación litúrgica de la Iglesia la VR se convierte en esta-do de consagración asociándola a la bendición eclesial y al sacrificio eucarístico. De esta dimensión eclesial se desprenden dos consecuencias importantes para el reli-gioso: la vida espiritual del consagrado –su santidad– no es para él sólo, sino que redunda en provecho de toda la Iglesia; igualmente cierto es lo contrario, la disminución del fervor en la búsqueda de Dios y la mediocridad per-judican también exterior e interiormente a la Iglesia. La segunda consecuencia es que el religioso trabaja –ofrece su servicio según su vocación– tampoco para sí, sino para acrecentar el reino de Cristo, sea con la oración o la ac-ción pastoral directa. El religioso siempre se encuentra en estado de servicio.

4) por último la VR ofrece la dimensión escatológica o de signo de la Jerusalén futura. La VR aparece como un signo de la Ciudad futura, cuyos bienes celestiales se hallan ya presentes en este mundo: que la vida nueva que brota de la Resurrección de Cristo es posible y que la for-ma de vida por que Cristo realizó la Redención también

La vida religiosa se fundamenta en el estilo de vida de Jesucristo, en sus palabras y en su oblación al Padre

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Este año se cumplen 500 años del nacimiento de santa Teresa de Jesús, probablemente la santa española más

universal. Teresa de Cepeda y Ahumada nació en Ávila, el 28 de marzo de 1515. Monja carmelita desde 1533, en su madurez Dios la llamó a fundar el Carmelo descalzo (1562).

Santa Teresa de Jesús es considerada una de las grandes maestras de la vida espiritual en la historia de la Iglesia y una de las más destacadas figuras de la mística experimental cristiana. Pablo VI la declaró Doctora de la Iglesia en 1970.

La vida y obra de la Madre Teresa de Jesús es bastante conocida, aunque sea a grandes rasgos, y su figura ha calado en el pueblo cristiano. Prueba de ello son las numerosas bio-grafías e importantes monografías de las que ha sido objeto nuestra Santa, incluso de una lograda serie televisiva que consiguió una gran audiencia.

Pero ¿el magisterio de santa Teresa puede seguir dan-do luz a los hombres y mujeres de hoy? El Papa Francisco está convencido de que sí. Y con ocasión del Centenario de su nacimiento ha escrito una preciosa carta en la que nos sugiere qué puede enseñarnos la santa «andariega» y qué podemos aprender los cristianos del segundo milenio en su escuela. Para el Papa hay una lección que es básica y fundamental: que «aprendemos a ser peregrinos» mientras estamos en este mundo. Evidentemente «peregrino» y «ca-mino» son dos realidades que guardan una natural relación, y encuentran una especial resonancia en la vida y escritos de nuestra Santa. Para el Papa Francisco la imagen del ca-mino sintetiza como ninguna otra el núcleo central de las enseñanzas teresianas: «Ella entendió su vida como camino

de perfección por el que Dios conduce al hombre, morada tras morada, hasta Él y, al mismo tiempo, lo pone en marcha hacia los hombres».

¿Qué caminos nos enseña la Santa para, de su mano, avanzar en el seguimiento de Jesús? En su Carta, el Papa destaca cuatro ejes de la espiritualidad de teresiana que en este Centenario nos propone como otros tantos caminos para los cristianos de hoy, sean consagrados o laicos. Son el cami-no de la alegría, de la oración, de la fraternidad y del propio tiempo. El Papa dedica la parte central y más importante de su Carta a exponer y glosar de un modo muy personal cada uno de estos cuatro caminos. (En la página siguiente encon-trarán un amplio fragmento de esta parte central de la Carta).

Es evidente que el papa Francisco se siente especial-mente identificado con estos cuatro caminos que desde esta Carta nos propone de nuevo –aprovechando tan oportuna ocasión– para que los recorramos de la mano de santa Teresa y, tras sus huellas, sigamos más de cerca a Jesús.

El Papa termina su carta evocando unas palabras que brota-ron de labios de santa Teresa poco antes de morir: «¡Ya es tiem-po de caminar!». Nos las ha referido su secretaria y enfermera, sor Ana de San Bartolomé. El Papa Francisco ve en estas pala-bras de la Santa como una «síntesis de su vida» que nos dan la clave para mejor comprender su figura y su mensaje. Palabras que quedan para todos sus hijas e hijos y para todos los cristia-nos como «una preciosa herencia» a conservar y enriquecer, y como una invitación a caminar tras los pasos de la santa Madre cuyas huellas «nos conducen siempre a Jesús».

P. Abad

V CENTENARIO DEL NACIMIENTO DE SANTA TERESA

El Papa Francisco besando el bastón de Santa Teresa.

PRESENTACIÓN DE LA CARTA DEL PAPA FRANCISCO

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Teresa de Jesús invita a sus monjas a «andar alegres sir-viendo» (Camino 18,5)… Los santos, antes que héroes

esforzados, son fruto de la gracia de Dios a los hombres. Cada santo nos manifiesta un rasgo del multiforme rostro de Dios. En santa Teresa contemplamos al Dios que, siendo «soberana Majestad, eterna Sabiduría» (Poesía 2), se revela cercano y compañero, que tiene sus delicias en conversar con los hombres: Dios se alegra con nosotros. Y, de sentir su amor, le nacía a la Santa una alegría contagiosa que no podía disimular y que transmitía a su alrededor. Esta alegría es un camino que hay que andar toda la vida. No es instan-tánea, superficial, bullanguera. Hay que procurarla ya «a los principios» (Vida 13,l). Expresa el gozo interior del alma, es humilde y «modesta» (cf. Fundaciones 12,l). No se alcanza por el atajo fácil que evita la renuncia, el sufrimiento o la cruz, sino que se encuentra padeciendo trabajos y dolores (cf. Vida 6,2; 30,8), mirando al Crucificado y buscando al Resucitado (cf. Camino 26,4). De ahí que la alegría de santa Teresa no sea egoísta ni autorreferencial. Como la del cielo, consiste en «ale-grarse que se alegren todos» (Cami-no 30,5), poniéndose al servicio de los demás con amor desinteresado. Al igual que a uno de sus monas-terios en dificultades, la Santa nos dice también hoy a nosotros, espe-cialmente a los jóvenes: «¡No dejen de andar alegres!» (Carta 284,4).

La Santa transitó también el camino de la oración, que defi-nió bellamente como un «tratar de amistad estando muchas veces a solas con quien sabernos nos ama» (Vida 8,5). Cuando los tiempos son «recios», son necesarios «amigos fuertes de Dios» para sostener a los flojos (Vida 15,5). Rezar no es una forma de huir, tampoco de meterse en una burbuja, ni de aislarse, sino de avanzar en una amistad que tanto más crece cuanto más se trata al Señor, «amigo verdadero» y «compañero» fiel de viaje, con quien «todo se puede sufrir», pues siempre «ayuda, da es-fuerzo y nunca falta» (Vida 22,6). Para orar «no está la cosa en pensar mucho sino en amar mucho» (Moradas IV,1,7), en volver los ojos para mirar a quien no deja de mirarnos amo-rosamente y sufrirnos pacientemente (cf. Camino 26,3-4). Por muchos caminos puede Dios conducir las almas hacia sí, pero la oración es el «camino seguro» (Vida 21,3). Dejar-la es perderse (cf. Vida 19,6). Estos consejos de la Santa son de perenne actualidad. ¡Vayan adelante, pues, por el camino de la oración, con determinación, sin detenerse, hasta el fin! Esto vale singularmente para todos los miembros de la vida consagrada. En una cultura de lo provisorio, vivan la fideli-dad del «para siempre, siempre, siempre» (Vida 1,5); en un

mundo sin esperanza, muestren la fecundidad de un «cora-zón enamorado» (Poesía 5); y en una sociedad con tantos ídolos, sean testigos de que «solo Dios basta» (Poesía 9).

Este camino no podemos hacerlo solos, sino juntos. Para la santa reformadora la senda de la oración discurre por la vía de la fraternidad en el seno de la Iglesia madre. Esta fue su respuesta providencial, nacida de la inspiración divina y de su intuición femenina, a los problemas de la Iglesia y de la sociedad de su tiempo: fundar pequeñas comunidades de mujeres que, a imitación del «colegio apostólico», siguieran a Cristo viviendo sencillamente el Evangelio y sosteniendo a toda la Iglesia con una vida hecha plegaria. «Para esto os juntó Él aquí, hermanas» (Camino 2,5) y tal fue la promesa: «que Cristo andaría con nosotras» (Vida 32,11). ¡Que linda definición de la fraternidad en la Iglesia: andar juntos con Cristo como hermanos! Para ello no recomienda Teresa de Jesús muchas cosas, simplemente tres: amarse mucho unos

a otros, desasirse de todo y verda-dera humildad, que «aunque la digo a la postre es la base principal y las abraza todas» (Camino 4,4). ¡Cómo desearía, en estos tiempos, unas co-munidades cristianas más fraternas donde se haga este camino: andar en la verdad de la humildad que nos li-bera de nosotros mismos para amar más y mejor a los demás, espe-cialmente a los más pobres! ¡Nada hay más hermoso que vivir y morir como hijos de esta Iglesia madre!

Precisamente porque es ma-dre de puertas abiertas, la Iglesia siempre está en camino hacia los hombres para llevarles aquel «agua viva» (cf. Jn 4,10) que riega el huerto de su corazón sediento. La santa escritora y maestra de oración

fue al mismo tiempo fundadora y misionera por los caminos de España. Su experiencia mística no la separó del mundo ni de las preocupaciones de la gente. Al contrario, le dio nuevo impulso y coraje para la acción y los deberes de cada día, porque también «entre los pucheros anda el Señor» (Fun-daciones 5,8). Ella vivió las dificultades de su tiempo –tan complicado– sin ceder a la tentación del lamento amargo, sino más bien aceptándolas en la fe como una oportunidad para dar un paso más en el camino. Y es que, «para hacer Dios grandes mercedes a quien de veras le sirve, siempre es tiempo» (Fundaciones 4,6). Hoy Teresa nos dice: Reza más para comprender bien lo que pasa a tu alrededor y así actuar mejor. La oración vence el pesimismo y genera bue-nas iniciativas (cf. Moradas VII,4,6). ¡Éste es el realismo teresiano, que exige obras en lugar de emociones, y amor en vez de ensueños, el realismo del amor humilde frente a un ascetismo afanoso!

Santa Teresa (Gregorio Fernández).

FRAGMENTO DE LA CARTA DEL PAPA FRANCISCO

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E n este Año de la Vida Consagrada traemos a nuestro Bole-tín la preciosa y prácticamente desconocida historia de las

Hermanas de la Bienaventurada Virgen María, religiosas angli-canas incorporadas en el 2013 a la Iglesia Católica como monjas benedictinas. Entrañable historia donde se ha hecho realidad un ansiado deseo de volver a la comunión con Roma y donde la fraternidad y la acogida benedictinas han estado muy en primer plano, tal como N. P. San Benito nos pide en su Regla.

El 4 de noviembre de 2009 el Papa Benedicto XVI pu-blicaba la Constitución Apostólica Anglicanorum Coetivus, mediante la cual se instituían los Ordinariatos Personales para acoger a los anglicanos que habían solicitado o solicita-ran su ingreso en la Iglesia Católica. Dicha institución obe-decía sobre todo a que ya no se trataba de personas aisladas,

sino de grupos, de parroquias o comunidades enteras, que junto a sus pastores deseaban la plena comunión con Roma. El primer Ordinariato instituido fue el de Ntra. Sra. de Wel-singham, en el Reino Unido a través del cual han abrazado la Fe Católica un buen número de fieles y clérigos –incluidos algunos obispos– de Iglesia de Inglaterra. Y junto a ellos va-rios grupitos de religiosas como las protagonistas de nuestro relato: las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María.

Pero ¿quiénes son estas nuevas hermanas nuestras? ¿De dónde proceden? ¿Cuál ha sido su trayectoria desde que decidieron unirse a Roma? Vamos a hablar ahora de ello, pues supone una preciosa historia, sobre todo para nosotros como benedictinos.

En 1848 se fundaba en Wantage una de las primeras co-munidades de religiosas surgidas en el Anglicanismo: las Hermanas de Santa María la Virgen. La cual ya desde sus orígenes se ha distinguido por su devoción mariana, por la solemne celebración de la liturgia, por su labor apostólico-social entre los pobres y por su singular cercanía a la Igle-sia Católica. Motivo por el cual no ha faltado nunca en sus plegarias, una muy especial por la unión de su Iglesia con la Sede de Pedro.

A raíz de publicarse la Constitución Apostólica Angli-canorum Coetivus, once hermanas de Wantage, entre ellas la superiora, M. Winsome, vieron, tras un serio y orado dis-cernimiento, que había llegado el momento, por el que tan-to habían rezado, de unirse plenamente a la Iglesia Católica:

«Creemos que la oferta del Santo Padre es un gesto profético que trae una conclusión feliz a las oraciones de generacio-nes de anglicanos y católicos que buscaban un camino para la unidad de los cristianos». «El futuro de nuestra comunidad va a ser el cumplimiento de lo que tanto hemos anhelado desde nuestros orígenes, y como parte del Ordinariato Personal de Nuestra Señora de Walsingham continuaremos con muchas de nuestras costumbres y tradiciones y buscaremos crecer en Cristo a través de nuestra relación con toda la Iglesia».

Valiente decisión la de estas religiosas, que no obedecía a ningún tipo malestar hacia su Iglesia, ni como rechazo a ciertas prácticas y novedades que en estos últimos años se han introducido en ella, no. Ellas lo veían como fruto del

Nuestras nuevas hermanas benedictinas, fraternalmente acogidas en la comunidad de Santa Cecilia de Ryde.

LA VIDA CONSAGRADA LUGAR DE ENCUENTRO CON EL MISTERIO DE LA IGLESIA

Entrañable historia de las Hermanas –benedictinas– de la Bienaventurada Virgen María.

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habían puesto la calefacción en marcha. Sus doce celdas las encontraron preparadas con el mayor esmero y cuidado: los suelos recién pulidos, las camas hechas y un jarrón de flores, con su tarjeta correspondiente, en cada mesa. Y además las monjas de Ryde habían instalado una nueva línea de conexión a Internet, para uso exclusivo de sus queridas hermanas.

Resultan realmente indescriptibles los gozosos senti-mientos, que aun en medio de sus preocupaciones, vivieron durante todos aquellos meses nuestras doce nuevas benedic-tinas conviviendo con la comunidad de Santa Cecilia. So-bre todo a nivel litúrgico, pues para ellas amantes del canto llano, era como «volver a las fuentes», utilizando además la lengua latina. Sin olvidar todo lo bueno que habían hereda-do de su pasado, ahora se hallaban plenamente inmersas en la antigua tradición benedictina, tan ligada a los comienzos del cristianismo en su país. Ahora los nombres de Gregorio Magno y de Agustín Cantérbury, les iban a sonar mucho más familiares. Y por añadidura todo eso les llegaba a través de una comunidad solesmense, cuyo estilo monástico siempre habían admirado. Aquellos meses fueron para ellas como una larga y preciosa «luna de miel», en la que además reci-bieron palpables muestras de afecto de otras muchas comu-nidades benedictinas.

Por fin, y tras un compás de espera mayor que el deseado por ellas, las Hermanas de la Bienaventurada Virgen María, encontraron la casa que buscaban: un sencillo y funcional edificio de los años 70, situado en Maryvale, lugar de las cercanías de Birmingham, muy tranquilo y apropiado para la vida contemplativa. A él se trasladaron en agosto de 2013.

Poco a poco fueron acondicionando su nuevo hogar has-ta convertirlo en un monasterio plenamente benedictino, do-tado incluso de hospedería, ya que además este apostolado de la acogida les era muy familiar, pues ya lo practicaban en su comunidad de origen. E igualmente fueron preparando sus materiales litúrgicos, combinando elementos de la tradi-ción anglicana de Wantage, con otros propios de la tradición benedictina. Utilizando generalmente la lengua inglesa, y reservando el latín para algunos cánticos y antífonas. Y todo ello con melodías gregorianas.

Finalmente llegaron al 1º de enero de 2014. Era el mo-mento de convertirse en monjas benedictinas de pleno dere-cho. En su sencilla capilla se celebró una solemne Eucaris-tía, en la que, muy arropadas por los sacerdotes y fieles de su Ordinariato, nuestras hermanas ratificaron su profesión religiosa, pero ahora como católicas, con la fórmula tradi-cional benedictina y con el canto del Suscipe. Como parte de la ceremonia, cada una de las monjas recibió un ejemplar de la Regla de San Benito encuadernado en piel. Y con el fin de hacer efectivos sus votos religiosos, hicieron también testamento cediendo todas sus posesiones al monasterio. Su Ordinario Mons. Newton confirmó a la M. Winsome en su cargo de superiora por un período inicial de tres años, trans-curridos los cuales la elección se hará de acuerdo con las constituciones del monasterio.

Y hasta aquí el precioso testimonio de esta nueva co-munidad benedictina, que hoy constituye el «corazón del Ordinariato de Ntra. Sra. de Welsingham» para sus pastores y fieles.

Fr. Ramón Luis Mª. Mañas, osb.

Espíritu, como llamada del Señor, a la vez que no podían ocultar su profundo agradecimiento al Anglicanismo, por todo lo bueno que de él habían recibido.

Se da el caso de una hermana que había sido «ordenada» en la Iglesia de Inglaterra, pero que renunció a sus «órde-nes», porque para ella, la unidad de los cristianos estaba por encima de todo, como así lo manifestó: «La llamada a la unidad de los cristianos debe ser siempre la principal moti-vación en la decisión de los anglicanos de entrar en la Iglesia Católica. Cualquier cosa que impida este proceso no puede ser de Dios, y así mi ordenación debe ser anulada para lograr este objetivo, que es la voluntad de Cristo».

Evidentemente esta «peregrinación» hacia Roma no iba estar exenta de dificultades y preocupaciones. Por una parte era mucho lo que tenían que dejar, y principalmente su casa y su amada comunidad, pues el resto de sus hermanas, aun-que tuvieron para ellas palabras de respeto, de admiración y de buenos deseos, prefirieron seguir en la Iglesia de Inglate-rra. Por otra parte sabían que tendrían incomprensiones de algunas personas y sobre todo que habrían de pasar por un proceso nada fácil. Pero pese a ello, las hermanas se sentían felices porque iban a formar parte de la Iglesia Universal, de la antigua tradición latina. Se sabían extraordinariamen-te acogidas por los miembros de su Ordinariato, aunque en muchas cosas tendrían que partir prácticamente de cero.

Dado el estilo de vida que querían llevar optaron por abrazar la Regla y la espiritualidad benedictinas. Pero nece-sitaban encontrar el marco adecuado donde vivirlas, encon-trar un edificio apropiado para hacer de él su monasterio. Y mientras tanto alguna comunidad que las acogiera.

Y esto último no se hizo esperar. Sabedoras de su nece-sidad, las Benedictinas de Santa Cecilia de Ryde, en la isla de Wight (pertenecientes a nuestra Congregación de Soles-mes) les ofrecieron generosa y fraternalmente su casa. Así, y para su suerte, las hermanas iban a iniciar su nuevo camino al amparo de una comunidad con la que sin duda alguna, aprenderían a ser benedictinas. Para ellas era como un lujo dar estos primeros pasos en una casa solesmense, por cuya tradición sentían gran estima y veneración.

El 1º de enero de 2013, vestidas ya con el hábito clási-co de las monjas benedictinas, las Hermanas de la Bien-aventurada Virgen María entraron oficialmente en la Iglesia Católica. Hicieron pública profesión de fe y recibieron el sacramento de la Confirmación en el marco de una solem-ne Eucarística que tuvo lugar en la iglesia de los PP. del Oratorio de Oxford, los cuales las habían acompañado a lo largo de todo su proceso de unión con Roma. A las once re-ligiosas procedentes de Wantage se había añadido, otra más, perteneciente a la Sociedad –anglicana– de Santa Margari-ta. Ahora, durante un año, la comunidad, funcionaría como Asociación Pública de Fieles.

Y al día siguiente, sin más dilación, se encaminaron hacia la isla de Wight, a la Abadía de Santa Cecilia de Ryde, que iba a ser su casa desde enero hasta agosto de 2013. Ni que decir tiene que la acogida por parte de sus anfitrionas fue proverbial y marcada, lo mismo que su prolongada estancia, por entraña-bles detalles de fraternidad. Nada más llegar, en ese frío 2 de enero, palparon no sólo el calor fraternal con el que eran aco-gidas, sino también el que reinaba en la casa, pues por ellas

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ACONTECIMIENTOSEn los últimos días del mes de enero y durante casi todo el

de febrero, no han cesado de caer persistentes nevadas. Algunas sobrepasaron medio metro de altura y nos mantuvieron incomu-nicados durante varios días. Las temperaturas descendieron tam-bién más de lo acostumbrado, hasta casi los 10 grados bajo cero. Por ello, no pudo asistir una representación de la comunidad a los actos de la «Jornada de la vida consagrada» que se celebraron el primero de febrero en la Iglesia Catedral de Pamplona.

Los días 29 de enero-4 de febrero tuvimos la Visita Canónica, que tiene lugar cada cuatro años a fin de ver el estado general de los monasterios. Fueron los visitadores Dom Lorenzo Maté, Abad de Silos, y el P. Patricio Mahieu, Asistente del P. Abad Presiden-te. Días intensos en los que los Visitadores nos escucharon y nos aportaron su visión positiva sobre el estado de nuestro monasterio. De esta Visita esperamos unos buenos frutos para bien de la co-munidad.

El día 17 de febre-ro, martes de Carna-val, tuvimos el tradi-cional paseo extraor-dinario antes de co-menzar la Santa Cua-resma. Lo hicimos en coches y tomamos como meta Zamartze, la casa de espiritua-lidad de la diócesis de Pamplona-Tudela, enclavada en las cer-canías de Uharte-Ara-kil. Fuimos atendidos maravillosamente por su capellán, D. Mikel Garciandía, y por la hermana Guadalupe, que la regentan. Nos mostraron el museo con interesantes res-tos arqueológicos, el yacimiento y las excavaciones de la antigua ciudad romana de Araceli, la iglesia románica, magníficamente restaurada y todas las instalaciones. Rezamos el rosario y cantamos la Salve Regina ante la imagen de la Virgen románica que preside desde el presbi-terio y concluimos con un encuentro fraterno. Enseguida partimos hacia Lekunberri donde, después de saludar a la comunidad de monjas clarisas, cantamos con ellas las Vísperas. A la hora de la cena estábamos ya en el monasterio.

El 21 de febrero y bajo el lema: «No basta amar, es preciso lograr ser amado», la Delegación de Catequesis de la archidió-cesis de Pamplona-Tudela celebró en nuestro monasterio y en el

santuario de Javier una nueva edición del «Día del Catequista». La jornada comenzó en Leyre a las 10 horas. El casi medio millar de catequistas participaron con la comunidad en el canto de la hora de Tercia, que revistió una especial solem-nidad, terminando con el canto de la Salve. Des-pués de la celebración litúrgica, el P. Abad y los PP. Prior y Subprior les hablaron a los presentes sobre la vocación monástica poniéndola en rela-ción con el servicio de los catequistas. Acto se-guido, el grupo se trasladó a Javier, donde en el Auditorio disfrutaron y reflexionaron en torno a la representación de un musical sobre la vida de San Juan Bosco y celebraron la Eucaristía, que fue presidida por el Sr. Arzobispo. Una comida de hermandad puso fin a la jornada.

En torno a la celebración del Día del Semi-nario, el 20 de marzo, los jóvenes que siguen su itinerario de formación sacerdotal en Navarra disfrutaron de un encuentro de confraterniza-ción, en el marco de una peregrinación a Javier. Ciento cuarenta seminaristas del Seminario Con-ciliar de San Miguel de Pamplona, del Semina-rio Redemptoris Mater, del Colegio Eclesiástico Internacional Bidasoa y del Seminario de San José de la Diócesis de Arecibo (Puerto Rico), con sus rectores y formadores, comenzaron su

CRÓNICA DE LEYRE DICIEMBRE 2014 - ABRIL 2015

Efectuaron la Visita Canónica Dom Lorenzo Maté y el P. Patricio Mahieu.

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jornada en Leyre, donde fueron acogidos por el P. Abad y algunos monjes, y les dirigieron unas palabras sobre el sentido de la vocación monásti-ca en relación con la vocación sacerdotal. Desde aquí, precedidos por la cruz del Seminario, hi-cieron una marcha a pie hasta Javier. En la ba-sílica participaron en una misa presidida por el Sr. Arzobispo de Pamplona-Tudela. Finalmente, pudieron compartir una comida de hermandad.

AGENDA DEL P. ABADAcompañado por el P. José Antonio, el 3 de

diciembre representó a la comunidad en la fes-tividad de San Francisco Javier en su castillo-santuario. Los dos concelebraron con el Sr. Ar-zobispo en la solemne y tradicional misa en la que participa el Gobierno de Navarra en pleno y luego en la misa de entrega de los crucifijos a los misioneros.

Con ocasión de las fiestas de Navidad, y con un grupo de monjes, visitó a nuestras hermanas benedictinas del monasterio de Alzuza. Y el día 10 de febrero, como ya es costumbre, y también con un grupo de mon-jes, celebró con ellas la solemnidad de Santa Escolástica, hermana de Nuestro Padre San Benito.

El día primero de abril, Miércoles Santo, el P. Abad y los PP. Prior y Subprior, conce-lebraron en la Misa Crismal que presidió el Sr. Arzobispo en la Catedral de Pamplona. En ella se consagraron los Santos Óleos para la administración de los sacramentos y los numerosos sacerdotes concelebrantes reno-varon las promesas de la ordenación sacer-dotal.

VISITANTES ILUSTRESEl 4 de enero recibimos la siempre grata visita de don Car-

los Ayerra para felicitarnos la Navidad. Don Carlos fue durante muchos años párroco de Yesa y de Sangüesa y en la actuali-dad ejerce como Vicario Judicial, también como Ecónomo de nuestra diócesis, amén de Deán de la Santa Iglesia Catedral de Pamplona.

El 5 de marzo, después de pasar tres meses con nosotros, y en vistas a prepararse para su profesión solemne, fray Ed-

gar Samaniego, regresó a su mo-nasterio de Valvanera. Cierto que interrumpió su estancia en Leyre durante los días de Navidad con el fin de pasarlos con su comuni-dad. Entonces vino a buscarle el Prior de Valvanera, P. Jesús. Aho-ra vinieron a buscarle su herma-no, también monje en Valvanera, y dos allegados al monasterio.

El 7 de marzo, con ocasión de la primera de las Javieradas, se hospedaron en la hospedería exte-rior doña Yolanda Barcina, Presi-denta del Gobierno de Navarra, y doña Lourdes Goicoechea, Vice-presidenta del mismo Gobierno. Participaron en el oficio de Víspe-ras y saludaron a la Comunidad.

ACTOS CULTURALESEl día 8 de diciembre, Solemnidad de la Purísima, tan venerada

en los monasterios de la Congración de Solesmes y a la que cele-bramos como Patrona, después de la Misa conventual, acogimos el Primer concierto de jóvenes organistas navarros. Cuatro orga-nistas que se forman en el Conservatorio Profesional de Música «Pablo Sarasate» de Pamplona dieron el salto al gran órgano de Leyre, con un recital de una hora de duración, en el que interpre-taron autores como Bach, Buxttehude, Bruna, Vierne, Stanley o Dubois. Los jóvenes se llamaban Iñigo Morentín (2º curso), Josu Navascués (3º curso), Izaskum Yaben (5º curso) y Leyre Ayerra (5º curso). Por la tarde, los monjes celebramos la tradicional pro-cesión por el claustro cantando las letanías y el P. Abad consagró la comunidad a la Purísima.

Más conciertos sacros: El 28 del mismo mes, después de la Misa conventual, hubo un concierto de órgano a cargo de don José Luis Echechipía, que interpretó nueve piezas clásicas en torno al misterio de Navidad; la iglesia estaba al tope de fieles. El 22 de marzo acogimos a la Agrupación Coral de Leitza, la cual, bajo la dirección doña Nekane Piñuela Irrisari, y el acompañamiento al órgano de don José Luis Echechipía, interpretaron la Misa de Requiem de Mozart. Y el 3 de abril, después de los oficios del Viernes Santo, la Coral Liguori de Pamplona nos ofreció una me-ditación musical con piezas de Tomás Luis de Vitoria y otras obras clásicas.

Numerosos catequistas de toda Navarra participaron en el “Día del Catequista” que este año tuvo lugar en Leyre y Javier.

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MINISTERIOS ExTRAORDINARIOSEl día 9 de diciembre el P. Fco. Javier Suárez impartió una

clase sobre «Canto Gregoriano: Liturgia y praxis» a un grupo de 50 estudiantes del Conservatorio Superior de Música «Pablo Sa-rasate» de Pamplona. Después, recorrió con ellos toda la parte ar-tística del monasterio y participaron en el oficio de Vísperas. Acto seguido, D. José Luis Echechipía les explicó el órgano nuevo y les ofreció una audición de órgano.

Durante los días 2-7 de marzo, también el P. Fco. Javier Suá-rez, dictó un ciclo de conferencias cuaresmales en la ciudad de Jaca con el tema: «Llamada a la santidad y a la evangelización», que tuvieron como marco la iglesia de catedral de San Pedro y la iglesia parroquial de Santiago. Y el 26 de marzo, el P. Fco. Javier, y esta vez en el «Instituto de Ciencias Religiosas de San Francis-co Javier», y en el marco del ciclo de conferencias dedicado a la «Oración Cristiana y su pedagogía», dicto una ponencia con el tema «La espiritualidad monástica: presupuestos antropológicos».

El P. Isaac, por su parte, dirigió una tanda de Ejercicios espi-rituales los días 9-15 de marzo a las monjas del monasterio de Sancti Spiritus de Sangüesa. Y durante los días 8-15 del mismo mes, el P. Luís Mª. Pérez dirige los Ejercicios espirituales a las monjas clarisas de Tauste (Zaragoza).

Los días 13, 20 y 27 de marzo el P. José Antonio atiende a tres grupos diferentes de personas mayores procedentes de Ávila a quienes les habla sobre la Vida Monástica.

DONACIONESDe los fondos del Hogar Navarro de Zaragoza y por mediación

de doña Rosa Mari Ibáñez, hemos recibido algunos muebles y alrededor de 300 libros de los más diversos temas. El Sr. Cura párroco de Tauste, por su parte, al término de los Ejercicios que predicó a las clarisas, obsequió al P. Luis Mª. con un lote de libros sobre la historia, el arte y el folclo-re de la villa.

HOSPEDERíA MONáSTICADel 26 de febrero al 5 de mar-

zo el P. Ramón Luis Mª. dirigió un retiro espiritual a sacerdotes valencianos, alojados en la hospe-dería interna.

Los días 18-22 de marzo un grupo de 15 sacerdotes de distin-tas diócesis del mundo que estu-dian los cursos de licenciatura en la Facultad de Teología de la Uni-versidad de Navarra practicaron un retiro espiritual de cuatro días en la hospedería interna, dirigidos por el Sr. Vicario General de Tara-zona. Concelebraron con la comu-nidad y participaron en los demás oficios litúrgicos, edificándola con su piedad.

También han practicado retiro de dos días varios grupos de 8 o 10 personas que pertenecen a la Asociación de Alcohólicos Anónimos.

A todos ellos hay que sumar otras muchas personas de toda condición: sacerdotes, religiosos y seglares que, deseando pasar dos o más días a encontrarse consigo mismos, orar, dar más senti-do a sus vidas, participar en la liturgia de los monjes y comer con ellos en silencio en su refectorio, se alojaron dentro del monaste-

rio para beneficiarse de su ambiente de soledad, de silencio y de paz.

SANTORAL Y AñO LITúRGICOEntre los actos extraordinarios para preparar-

nos a la celebración del misterio de Navidad, de-bemos reseñar el Acto Penitencial Comunitario que celebramos el 18 de diciembre, presidido por los PP. Jesuitas de Javier, quienes oyeron nues-tras confesiones individuales.

El último día del año celebramos las Vigilias después de Completas con el Santísimo expuesto en la custodia, cantamos el Te Deum laudamus de acción de gracias por tantos beneficios como hemos recibido durante todo el año 2014 y termi-namos con la bendición y un canto a la Virgen.

Los días 18-25 de enero celebramos el Octa-vario por la Unión de los Cristianos. El primer día cantamos la misa por la unidad. Los días restan-tes recitamos las preces del Octavario correspon-dientes durante la celebración de la Misa. Antes de Completas escuchamos las lecturas bíblicas, su comentario y recitamos la oración conclusiva, tomadas las tres del folleto que prepara el Con-sejo Pontificio para la Promoción de la Unión de los Cristianos.

Concluimos el mes de enero celebrando la Misa conventual del día 31 con especial solemni-dad por conmemorarse este año el segundo cen-tenario del nacimiento de San Juan Bosco. A un salesiano singular, Mons. Marcelino Olaechea, durante los años de su pontificado en la dióce-

sis de Pamplona, debemos, en parte, la restaura-ción de Leyre. Sus hermanos de Pamplona nos han prestado impagables servicios, manifestado siempre su más sincero y fraternal afecto.

El Miércoles de Ceniza (18 de febrero), por ser el Año de la Vida Consagrada, el P. Abad

El encuentro de confraternización de los seminaristas residentes en Navarra dio comienzo en Leyre.

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BOLETÍN DE LEYRE. Publicación cuatrimestral de la Abadía de San Salvador de Leyre.www.monasteriodeleyre.com

Para suscripciones al Boletín y contactar: [email protected]

asignó a cada monje como libro para la «lectio divina» durante la Cuaresma un ejemplar de la carta que el Papa Francisco ha dirigido a todos los religiosos con motivo del dicho evento. Y por ser también el V centenario del nacimiento de Santa Teresa, encargó al P. Bibliotecario ex-poner en las mesas de la sala de comunidad las ediciones de las biografías y de las obras de la Santa que obran en la biblioteca para que cada uno pudiera escoger para su lectio lo que mejor le conviniera o interesara.

Como suele ser habitual entre nosotros, los Ejercicios espirituales anuales tuvieron lugar du-rante la Santa Cuaresma. Este año fueron del 22 al 28 de febrero. Por ser el año del V centenario del nacimiento Santa Teresa, fueron dirigidos por el carmelita P. Antonio Viguri, prior del convento de Pamplona. Uno de los días celebramos un acto penitencial comunitario. Los PP. Capuchinos de Sangüesa oyeron nuestras confesiones.

Este año se conmemora el 75 aniversario de las Javieradas al castillo-santuario de San Fran-cisco Javier. Por eso, el lema ha sido «75 años caminando juntos». El 4 de marzo nosotros par-ticipamos en la celebración de la «Javierada de la vida consagrada». Nos acompañaron el P. Abad y Fr. José Miguel del monasterio de la Oliva, algunos sacerdotes, religiosos y religiosas, aso-ciados al Apostolado de la Oración de Pamplona y fieles de algunas de las parroquias cercanas a Leyre. Con algunos de los peregrinos de Liédena y de Yesa rezamos el Rosario desde unos kiló-metros antes de Javier. Por ser el Año de la Vida Consagrada, presidió la misa el P. Ángel Ortiz de Urbina, Rector del colegio de los jesuitas Pam-plona, que es también el presidente de CONFER de Navarra.

El día 28 de marzo se cumplieron los 500 años del nacimiento de Santa Teresa. Nos unimos a esta efeméride con un sencillo acto en la iglesia: después de las I Vísperas del Domingo de Ra-mos, se cantó un himno propio a la Santa, con su oración, y concluimos venerando su reliquia, que había estado expuesta durante Vísperas.

Un gran número de fieles participó en los ofi-cios centrales de la Semana Santa. Personas que ex profeso quisieron dedicar un tiempo a su alma en el monasterio y dan una idea de su irradiación como centro de vida espiritual, a pesar de encon-trase en despoblado. La iglesia estuvo al tope du-rante las celebraciones de los oficios principales del Domingo de Ramos, Jueves y Viernes San-tos, Vigilia Pascual y Misa del Día de Pascua. Lo propio cabe decir de las dos hospederías, la mo-nástica y la externa. Singular unción revistieron las celebraciones de la Hora Santa, la noche del Jueves Santo, y el Viacrucis la noche del Viernes Santo. Preparados ambos actos por los PP. Luis Mª. Pérez y Fco. Javier Suárez, respectivamente,

por ser el Centenario de Santa Teresa, a las lecturas bíblicas, aña-dieron comentarios selectos de la Mística Doctora, alusivos a la Eucaristía, a la Pasión, Muerte y Resurrección de Cristo.

NUESTROS DIFUNTOSDurante los meses de nuestra crónica han fallecido algunas

personas allegadas al monasterio. De la primera que tuvimos no-ticias fue de doña Begoña Villanueva, mujer don Ignacio Oyaga, que tantos servicios nos presta en su taller de herrería de Liédena; también los padres de ambos prestaron muchos servicios al mo-nasterio; murió el 23 de diciembre. El 5 de enero falleció don Mar-celino Echechipía, padre de nuestro organista José Luis Echechi-pía. El 8 de enero fallece la M. Mª. Teresa Pérez, que durante mu-chos años ejerció el cargo de abadesa en el monasterio de las MM. Benedictinas de Cuenca, dejando gracias a su fecundo abadiato una floreciente comunidad. El día 10 del mismo mes, doña Visi-tación Mave, cuñada de fray Eliseo Merino, residente en la villa de Canillas (La Rioja). Dos días más tarde muere la parlamentaria doña Mª Victoria Arraiza, con cuya familia hemos mantenido una antigua relación; el P. Abad presidió su funeral, que fue celebrado en Pamplona. El día 18, también del mes enero, Dña. Paca Ballaz,

a la edad de 104 años; su familia fue guardia-na de las ruinas de Le-yre durante los años de abandono y soledad del monasterio. Y al otro día, nos comunican los PP. Salesianos de Pam-plona la muerte del P. Miguel Fortún, que du-rante muchos años ce-lebró la Vigilia Pascual con nosotros y nos visi-taba con frecuencia. El 8 de febrero fallecía en Pamplona doña. Josefa Huarte, hija de D. Fé-lix Huarte, benefactor de nuestra comunidad. El 18 de marzo nos llaman del monasterio de Montserrat para co-municarnos que en ese mismo día ha fallecido el P. Gregori Estrada, gran organista, y un buen especialista en el tema de campanas, que nos prestó una valiosa ayuda cuando se insta-laron las nuestras. Dña.

María Villacampa, madre de nuestra habitual lectora en las misas dominicales, Fermina Arriazu, que falleció en Sangüesa el 21 de marzo. El 7 de abril fallece en Pamplona Dña. Beatriz Sanz de Galdeano, hermana del Beato Ramiro Sanz de Galdeano, miem-bro de la comunidad mártir de El Pueyo

¡Descansen en paz! Fray Ramón Molina Piñedo

El P. Antonio Viguri, carmelita descalzo, nos dirigió este año los Ejercicios espirituales.