boleti de la frateridad cisterciese de sata maria de … · en general, solemos admirar la belleza...

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1 BOLETI DE LA FRATERIDAD CISTERCIESE DE SATA MARIA DE HUERTA Llega Fraternum a vosotros en estos días tan especiales de la Semana Santa preparándonos para nuestra fiesta más importante: la Pascua de Resurrección. Y llega cargado del trabajo de muchos, con material suficiente para reflexionar y orar durante estos días en los que todos, en mayor o menor cantidad, andaremos menos agobiados de los quehaceres diarios. Además de las habituales secciones, donde nuestros fraternos vierten sus reflexiones, este número toca tres temas relevantes que han acontecido en estos últimos meses: La beatificación de nuestros hermanos de Tibhirine, la commemoración del 50 aniversario de la muerte de Thomas Merton y la reunión de la Comunidad de Taizé en nuestra capital Madrid. Resaltar, también, que además de los habituales colaboradores que nos prestan su aportación a nuestro boletín, hemos contado en este número con las aportaciones especiales de Guillermo Oroz, Coordinador General de la Fraternidad Laica de nuestro monasterio hermano de La Oliva; del Hermano Gerardo Durán, Superior del Colegio Nuestra Señora de la Maravillas de Madrid, (mi colegio) y del Padre Francisco Rafael, del Monasterio de Cóbreces, Director de la Revista Cistercium, hermana mayor y ejemplo de este pequeño boletín que quisiera seguir sus pasos. Gracias a todos ellos por enriquecer y honrar nuestras humildes páginas. En este número: “Desde Huerta” – No nos deshumanicemos - por Isidoro “Reflexiones de nuestros fraternos” – Somos templos vivos y Señor auméntanos la fe por Pilar. – El anillo de compromiso – por Chelo – Aquellos extraños anacoretas – por Leo – Ano sabático y Año jubilar – por Mariano – Encuentro con Dios y soledad – por Mari Paz Crónicas de la FraternidadEn la humilde primavera soriana - por Luis. “Colaboraciónes Especiales” – Beatificación de los monjes de Tibhirines - por Mari Paz, Guillermo, Hno. José Luis – 50 Aniversario muerte T. Merton – por Mari Paz y Guillermo – Taizé en Madrid – por Hno Gerardo y Lourdes – La obediencia benedictina – por P. Francisco Rafael ABRIL 2019 3ª Época – º 72

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    BOLETI� DE LA FRATER�IDAD CISTERCIE�SE

    DE SA�TA MARIA DE HUERTA

    Llega Fraternum a vosotros en estos días tan especiales de la Semana Santa preparándonos para nuestra fiesta más importante: la Pascua de Resurrección. Y llega cargado del trabajo de muchos, con material suficiente para reflexionar y orar durante estos días en los que todos, en mayor o menor cantidad, andaremos menos agobiados de los quehaceres diarios. Además de las habituales secciones, donde nuestros fraternos vierten sus reflexiones, este número toca tres temas relevantes que han acontecido en estos últimos meses: La beatificación de nuestros hermanos de Tibhirine, la commemoración del 50 aniversario de la muerte de Thomas Merton y la reunión de la Comunidad de Taizé en nuestra capital Madrid.

    Resaltar, también, que además de los habituales colaboradores que nos prestan su aportación a nuestro boletín, hemos contado en este número con las aportaciones especiales de Guillermo Oroz, Coordinador General de la Fraternidad Laica de nuestro monasterio hermano de La Oliva; del Hermano Gerardo Durán, Superior del Colegio Nuestra Señora de la Maravillas de Madrid, (mi colegio) y del Padre Francisco Rafael, del Monasterio de Cóbreces, Director de la Revista Cistercium, hermana mayor y ejemplo de este pequeño boletín que quisiera seguir sus pasos. Gracias a todos ellos por enriquecer y honrar nuestras humildes páginas.

    En este número: “Desde Huerta” – No nos deshumanicemos - por Isidoro “Reflexiones de nuestros fraternos” – Somos templos vivos y Señor auméntanos la fe por Pilar. – El anillo de compromiso – por Chelo – Aquellos extraños anacoretas – por Leo – Ano sabático y Año jubilar – por Mariano – Encuentro con Dios y soledad – por Mari Paz

    “Crónicas de la Fraternidad” – En la humilde primavera soriana - por Luis. “Colaboraciónes Especiales” – Beatificación de los monjes de Tibhirines - por Mari Paz, Guillermo, Hno. José Luis – 50 Aniversario muerte T. Merton – por Mari Paz y Guillermo – Taizé en Madrid – por Hno Gerardo y Lourdes – La obediencia benedictina – por P. Francisco Rafael

    ABRIL 2019

    3ª Época – �º 72

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    “ NO NOS DESHUMANICEMOS”

    por Isidoro, † Abad de Sta. Mª de Huerta

    Hoy escuchamos que cada vez se abre mayor camino la “inteligencia artificial”. ¿Qué pensar? ¿Qué decir? Como en casi todo, hay defensores y detractores. Estoy seguro que nadie añora hoy día aprender a hacer fuego con el roce de dos piedras o dos palos. El mechero es más cómodo. Como lo son los vehículos frente al burro o los ordenadores que nos han dado tantas posibilidades. El problema no está ahí, sino en dar a la ciencia el poder supremo capaz de matar a su mismo creador: el ser humano. Sería una locura prescindir de los avances tecnológicos que nos permiten llegar tan lejos en la mejora

    de la vida humana. Pero también es una locura olvidarse de la prioridad del ser humano y dejar en manos de una técnica sin valores humanistas la toma de decisiones. De ahí la importancia de la ética que debe resistir los envites de un desarrollo que trata de imponerse como dios supremo. Olvidarse de la ética es olvidarse del valor del ser humano para situarlo al nivel de un objeto más, por muy valioso que se le considere.

    Algo parecido sucede con el capitalismo salvaje o la prioridad que se da a la rentabilidad sobre la persona humana, pueden ser tan eficaces como inhumanos. El Concilio Vaticano II habla de la actividad humana con una capacidad de deformarse y otra capacidad de perfeccionarse: “La sagrada Escritura, con la que está de acuerdo la experiencia de los siglos, enseña a la familia humana que el progreso, que es un gran bien para el hombre, también encierra un grave peligro, pues una vez turbada la jerarquía de valores y mezclado el bien con el mal, no le queda al hombre o al grupo más que el interés propio, excluido el de los demás. De esta forma, el mundo deja de ser el espacio de una auténtica fraternidad, mientras el creciente poder del hombre, por otro lado, amenaza con destruir al mismo género humano” (GS 37).

    Así como sucede cuando dejamos que prime en nuestras vidas la ley del mercado, así sucederá cuando dejemos que la inteligencia artificial tome las decisiones últimas, pensando que le hemos proporcionado una información más plena para que tome las decisiones más acertadas. Entonces nuestro grado de deshumanización habrá alcanzado cotas muy peligrosas. Lo vemos ya en nuestras propias actitudes cuando nos permitimos quitar de en medio la vida humana –incipiente, adulta o conclusiva- cuando nos da problema, o la denigramos en aras de la eficacia o la rentabilidad. Incluso en nuestro día a día podemos observar si descartamos con facilidad al que me produce fastidio, priorizando mi bienestar personal a la dignidad del otro.

    Es proverbial nuestra capacidad de autoengaño para justificar lo injustificable en nuestro propio provecho. A la cultura del bienestar no le importa deshumanizarse abusando de la mano de obra de los países pobres para obtener nosotros unos bienes de consumo mucho más baratos. Para tranquilizar nuestras conciencias decimos que en aquellos países los salarios son mucho más bajos porque el nivel de vida es inferior y así les ayudamos. Verdad a medias, pues dicha situación debería ir acompañada de una inversión para el desarrollo y mejora sanitaria y educativa de esos operarios, que cobran menos al carecer de ello, si verdaderamente se les quiere ayudar. ¿Es que no sucede lo mismo con el colonialismo tecnológico que mantiene en situación de esclavitud tecnológica a países menos desarrollados patentándolo todo para que no lo puedan usar libremente y excusándose en que esas empresas necesitan incrementar sus ingresos para mejorar una investigación que seguirá aumentando la esclavitud al no tener tampoco acceso libre a ella?

    ¿Y qué decir de nuestras barreras ante la inmigración o los refugiados? Defendemos nuestro rechazo para que no haya una “invasión” que deteriore la convivencia interna y haga brotar posturas más intransigentes. Al mismo tiempo decimos que la verdadera solución hay que buscarla en los países de origen a los que hay que ayudar, pero a los que no ayudamos porque decimos que todas las ayudas se las quedan sus gobernantes. Unos gobernantes que han sido corrompidos precisamente por nuestras multinacionales a las que se permite corromper para fortalecer el desarrollo tecnológico y comercial de los países ricos. Al mismo tiempo se fomenta la inestabilidad de los países pobres poseedores de valiosas materias primas vendiéndoles armas para que se enfrenten entre ellos, pues, decimos, si no se las vendemos nosotros ya se las venderán otros. Tanta hipocresía e inacción no puede quedar sin consecuencias.

    Desde Huerta

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    Son tantos y tantos ejemplos que se pueden citar que fácilmente vemos en ellos un peligro muy cercano de deshumanización progresiva. La defensa de la vida como don supremo es la defensa de la vida en todos sus aspectos ante el dios de la eficacia y la rentabilidad. Esa vida no es solo la vida humana, sino también la vida de nuestro planeta, la casa común de todos. Ya no se puede hablar de modas, sino de urgentísima necesidad, bien lo sabemos. Debemos exigir líneas de actuación a nivel de Estados, pero hemos de aceptar también asumir las consecuencias de una menor rentabilidad inmediata y confort, comenzando por las cosas que están a nuestro alcance para defender todo tipo de vida humana y a la naturaleza.

    Necesitamos recuperar la dignidad humana. No somos simples animales que luchamos por sobrevivir, aunque lo necesitemos hacer, somos mucho más. La dignidad humana es la capacidad de amor, de creatividad, de gratuidad, de poesía o de ética. El miedo al futuro nos paraliza y nos termina deshumanizando, buscando ante todo la seguridad y el deseo de un crecimiento económico sin fin. No podemos olvidar que en la vida se crece hasta un momento en el que se para de crecer y se madura. Las células que no paran de crecer terminan siendo cancerígenas y destruyen al organismo. El crecimiento supone un hacer en el tiempo que no tiene fin. La maduración, sin embargo, se fija en el ser que se asemeja más al presente de Dios que todo lo abarca. El crecimiento se centra en el propio beneficio, mientras que la maduración se centra en la entrega de sí mismo. Lo primero busca llenar nuestro vacío, mientras que lo segundo es desbordamiento de nuestra plenitud.

    por Pilar Vargas

    El nueve de noviembre mientras conmemorábamos la fiesta de la Dedicación de la Basílica de Letrán, sede del Papa, Obispo de Roma, entendí claramente que no sólo estábamos celebrando la construcción de un edificio de piedras muertas sino de otro mucho más importante construido con piedras vivas, es decir, nuestro propio templo. Nuestro cuerpo es Templo del Espíritu Santo. «¿No sabéis que sois santuario de Dios y que el Espíritu de Dios habita en vosotros?» (1Co 3,16). ¡Es tan "fuerte" la idea de que cuando estamos en gracia de Dios, y comulgamos el Cuerpo de Cristo, nosotros mismos contenemos dentro al Señor del mismo modo que el Sagrario que a diario tengo delante de mí!, ¡es tan sublime pensar que cada vez que le recibimos nos

    transformamos en Él y tan hermoso entender que somos su casa y que Él habita en nosotros!, que creo que el día que llegásemos a ser realmente conscientes de ello no podríamos resistir los latidos de nuestro corazón inflamado de amor, ya que entonces es cuando estaríamos viviendo, no ya nuestra vida, sino la Suya que nos ha sido entregada para darla nosotros a los demás. Dice Jesucristo: "Si alguno me ama, guardará mi Palabra, y mi Padre le amará, y vendremos a él, y haremos morada en él.” (Jn 14,23) Esta convicción de que somos templos de Dios nos tendría pues que hacer mirar a los demás con profundo respeto y amor. ¡Pero qué difícil es, cuando sobre todo, conocemos las miserias del otro o este no es de nuestro agrado! En general, solemos admirar la belleza de los templos y catedrales por su grandeza, esplendor y magnificencia. Entramos en ellas cuando viajamos a distintos lugares y sacamos fotografías de su exterior y de su interior. Nos fijamos en sus vidrieras, rosetones, arquitectura..., pero por regla general que poco nos paramos a contemplar la humildad del Sagrario, la mayoría de las veces oculto en una pequeña Capilla, sencillo... No nos damos cuenta que la grandeza del templo está precisamente escondida ahí, porque en ese pequeño espacio está presente Cristo VIVO.

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    En un viaje que hice hace poco, entré en una Iglesia, y mientras recorría su interior como el resto de los turistas, me fijé en dos extranjeros, uno de ellos de color que parecía un mendigo por su aspecto y atuendo. Ambos estaban orando en una pequeña Capilla y lo hacían con tanta devoción y recogimiento que me impresionó. Parecían absortos, como si no escuchasen el ruido de los que pasaban por allí haciendo fotos. Mira que he visto muchas personas orando a lo largo de mi vida, pero esas dos, y en concreto el hombre de color llamó enteramente mi atención. La belleza como siempre no estaba en su retablo, ni en su preciosa Custodia expuesta en una vitrina, estaba en el pequeño Sagrario porque él contenía al Creador y Redentor de todos y esas dos personas lo sabían. Esa misma sensación de ser templos vivos la tuve hace bastantes años en una ocasión que tuve de quedarme sola en el Monasterio con un monje y otra persona. Esos días, cuando vagaba por su hermoso claustro gótico, en el que solo se escuchaba un silencio total, pensaba que esas hermosas piedras con las que le construyeron hacía ya tantos siglos, no eran las que le daban ese toque especial que tanto atrae a las personas que lo visitan. No eran las piedras muertas sino las vivas que con sus cantos y oraciones hacían del lugar el Templo de Dios. En el origen del mundo, Dios creó al hombre a su imagen y semejanza y lo hizo con el propósito que fuésemos templos del Espíritu Santo. Nos dio un cuerpo para habitar en nosotros, y nos dio un espíritu que nos permitiese vivir en comunión con el suyo. Lo terrible es que cuando entró el pecado en la humanidad, el espíritu murió y el hombre dejó de ser templo de Dios. Tuvo que morir Cristo en la cruz y resucitar para que nos enviase el Espíritu Santo, el mismo Espíritu que había recibido Él en el Jordán al ser bautizado y que recibimos todos nosotros en nuestro bautismo. Hemos sido creados para ser templos de Dios, para ser santos, pues Él no puede habitar en un lugar que no sea santo, y eso es una gran responsabilidad. Creo que Dios no nos llama a ser como esas preciosas catedrales, que aunque atraigan a la gente por la belleza exterior de sus ornamentos, son frías por dentro e impersonales. El Señor más bien nos pide que seamos como esos humildes Sagrarios escondidos en las pequeñas Capillas, tal vez poco atrayentes por fuera pero cálidos y acogedores en los que todo el que se acerca encuentra una palabra de consuelo, un abrazo, una sonrisa..., en resumen amor, su Amor.

    por Pilar Vargas Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que la fe es un acto personal pero también que nadie puede creer solo. La fe siempre nos llega por mediación de alguien, por tanto no podemos creer sin ser sostenidos por la fe de los otros. Difícilmente llega a través de un sueño o una aparición sino que Dios se vale de personas para regalárnosla. Nuestra vida de fe es un proceso que se va dando en nosotros gracias a alguien que nos la transmitió de pequeños y a tantos otros que nos la siguen transmitiendo día a día y que nos dan fuerzas para seguir creyendo cuando parece que todo está perdido.

    La fe es un regalo de Dios, es un don sobrenatural, «Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo trae» (Jn 6,44), pero al ser también un acto profundamente humano y libre requiere el esfuerzo de uno mismo a su acogida y para eso es necesario que se la pidamos confiada e insistentemente en la oración. La fe es creer en ese amor de Dios que nunca falla, no es creer porque sí, simplemente porque nos dijeron que había que creer sin más. Tampoco surge del razonamiento puro y duro porque la mayoría de las veces no comprendemos nada. Jesucristo nos dice: «Felices los que creen sin haber visto» (Jn 20,29). La fe lleva implícita la confianza en Dios.

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    Hay unas palabras de Jesús muy duras que deberían hacernos reflexionar. «El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. (Mc 16,16). Leí una vez que tener fe es guiar nuestra vida no con la vista, sino con el corazón, porque la razón necesita muchas evidencias para arriesgarse pero el corazón solo necesita un rayo de esperanza. Y es verdad. Cuando faltan los razonamientos hay que dejarse arrastrar por lo que sentimos en nuestro interior. Qué fácil resulta tener fe cuando las cosas nos van más o menos bien, cuando no ponemos especial atención a las desgracias que suceden a nuestro alrededor, cuando tenemos salud..., pero ¡ay cuando nos da algún revés la vida, cuando vivimos en primera persona una enfermedad nuestra o la de un ser muy querido, su muerte, o cuando vemos a nuestro alrededor tanto sufrimiento en gente más o menos cercana!, porque es entonces cuando nuestra fe parece tambalearse y pensamos en un Dios que no se compadece de nosotros y nos ha abandonado. Estoy viviendo de cerca el sufrimiento de una joven madre viuda, cuya vida, como consecuencia de un error médico, ha dado un giro tal, que ha pasado, de poder valerse por sí misma, a ser totalmente dependiente en todo y sufriendo terribles dolores continuos que le impiden descansar. A su situación física hay que añadirle el tremendo sufrimiento psicológico que le produce el no poder trabajar y por tanto mantener a su familia. Es en esos momentos cuando uno se da cuenta, que por nosotros mismos no somos capaces de seguir adelante y que necesitamos la ayuda de los demás pero sobre todo la de Dios. Ahí es donde entra en escena la fe, esa fe ciega en el Único que puede darnos la fuerza y la paz necesaria para poder seguir viviendo con dignidad. La fe lleva implícita la aceptación de nuestros dones, limitaciones, problemas y todo tipo de pruebas a los que estamos sometidos, con igual gratitud, sabiendo que Dios tiene sus designios para con nosotros aunque no seamos capaces de comprenderlo. Esta fe debería ir ligada a una frase que tendríamos que repetir continuamente: "Hágase tu voluntad", pero que resulta difícil decirla siempre con el convencimiento de la mente y el corazón. Es en esos momentos de aridez, de cruz, de silencio aparente de Dios, donde se nos invita a confiar en Él, a permanecer en su búsqueda, a ir hacia la Luz. Es en ese desierto en el que parece que Dios nos ha abandonado donde tenemos que seguir confiando y pidiéndole que aumente nuestra fe. No podemos dejar de seguir caminando en busca de ese oasis donde el Señor nos espera siempre para reponer nuestras fuerzas. Podríamos definir la fe de muchas maneras, como por ejemplo que es la aceptación de los designios de Dios aunque estos no los entendamos ni nos gusten. Nosotros no podemos ver nuestra vida desde su origen hasta el final como la ve el Padre. Por eso repetimos tantas veces aquello de que Dios escribe derecho con renglones torcidos, lo que pasa es que estos renglones son difíciles de aceptar porque nos hacen sufrir. Sin embargo muchas veces sacamos algo valioso de lo aparentemente negativo. No hay más que observar cómo llega a haber mayor generosidad en medio de la pobreza o más unión en un matrimonio cuando ha sucedido alguna desgracia en la familia. Es triste que los reveses de la vida nos hagan dudar, pero aún es más penoso quedarnos lamentándonos atrapados en la frustración y en la amargura. La fe nos hace ponernos en pie, seguir caminando y mirar positivamente hacia delante aunque el futuro se nos presente incierto y doloroso. Tener fe es sonreír en los días nublados cuando nuestros ojos se han secado de tanto llorar porque con esa sonrisa podemos estar dando a otros luz y esperanza. En resumen, tener fe es abandonarnos como un niño en los brazos de su Padre y dejar nuestros problemas en sus manos. Pidámosle a Jesucristo que nos aumente la fe y nos ayude a ser mediadores de ella para los que dicen no tenerla o haberla perdido. Dice el Catecismo de la Iglesia Católica que la fe es un acto personal pero también que nadie puede creer solo. La fe siempre nos llega por mediación de alguien, por tanto no podemos creer sin ser sostenidos por la fe de los otros. Difícilmente llega a través de un sueño o una aparición sino que Dios se vale de personas para regalárnosla. Nuestra vida de fe es un proceso que se va dando en nosotros gracias a alguien que nos la transmitió de pequeños y a tantos otros que nos la siguen transmitiendo día a día y que nos dan fuerzas para seguir creyendo cuando parece que todo está perdido. La fe es un regalo de Dios, es un don sobrenatural, «Nadie puede venir a mí si el Padre que me envió no lo trae» (Jn 6,44), pero al ser también un acto profundamente humano y libre requiere el esfuerzo de uno mismo a su acogida y para eso es necesario que se la pidamos confiada e insistentemente en la oración. La fe es creer en ese amor de Dios que nunca falla, no es creer porque sí, simplemente porque nos dijeron que había que creer sin más. Tampoco surge del razonamiento puro y duro porque la mayoría de las veces no

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    comprendemos nada. Jesucristo nos dice: «Felices los que creen sin haber visto» (Jn 20,29). La fe lleva implícita la confianza en Dios. Hay unas palabras de Jesús muy duras que deberían hacernos reflexionar. «El que crea y se bautice, se salvará. El que no crea, se condenará. (Mc 16,16). Leí una vez que tener fe es guiar nuestra vida no con la vista, sino con el corazón, porque la razón necesita muchas evidencias para arriesgarse pero el corazón solo necesita un rayo de esperanza. Y es verdad. Cuando faltan los razonamientos hay que dejarse arrastrar por lo que sentimos en nuestro interior. Qué fácil resulta tener fe cuando las cosas nos van más o menos bien, cuando no ponemos especial atención a las desgracias que suceden a nuestro alrededor, cuando tenemos salud..., pero ¡ay cuando nos da algún revés la vida, cuando vivimos en primera persona una enfermedad nuestra o la de un ser muy querido, su muerte, o cuando vemos a nuestro alrededor tanto sufrimiento en gente más o menos cercana!, porque es entonces cuando nuestra fe parece tambalearse y pensamos en un Dios que no se compadece de nosotros y nos ha abandonado. Estoy viviendo de cerca el sufrimiento de una joven madre viuda, cuya vida, como consecuencia de un error médico, ha dado un giro tal, que ha pasado, de poder valerse por sí misma, a ser totalmente dependiente en todo y sufriendo terribles dolores continuos que le impiden descansar. A su situación física hay que añadirle el tremendo sufrimiento psicológico que le produce el no poder trabajar y por tanto mantener a su familia. Es en esos momentos cuando uno se da cuenta, que por nosotros mismos no somos capaces de seguir adelante y que necesitamos la ayuda de los demás pero sobre todo la de Dios. Ahí es donde entra en escena la fe, esa fe ciega en el Único que puede darnos la fuerza y la paz necesaria para poder seguir viviendo con dignidad. La fe lleva implícita la aceptación de nuestros dones, limitaciones, problemas y todo tipo de pruebas a los que estamos sometidos, con igual gratitud, sabiendo que Dios tiene sus designios para con nosotros aunque no seamos capaces de comprenderlo. Esta fe debería ir ligada a una frase que tendríamos que repetir continuamente: "Hágase tu voluntad", pero que resulta difícil decirla siempre con el convencimiento de la mente y el corazón. Es en esos momentos de aridez, de cruz, de silencio aparente de Dios, donde se nos invita a confiar en Él, a permanecer en su búsqueda, a ir hacia la Luz. Es en ese desierto en el que parece que Dios nos ha abandonado donde tenemos que seguir confiando y pidiéndole que aumente nuestra fe. No podemos dejar de seguir caminando en busca de ese oasis donde el Señor nos espera siempre para reponer nuestras fuerzas. Podríamos definir la fe de muchas maneras, como por ejemplo que es la aceptación de los designios de Dios aunque estos no los entendamos ni nos gusten. Nosotros no podemos ver nuestra vida desde su origen hasta el final como la ve el Padre. Por eso repetimos tantas veces aquello de que Dios escribe derecho con renglones torcidos, lo que pasa es que estos renglones son difíciles de aceptar porque nos hacen sufrir. Sin embargo muchas veces sacamos algo valioso de lo aparentemente negativo. No hay más que observar cómo llega a haber mayor generosidad en medio de la pobreza o más unión en un matrimonio cuando ha sucedido alguna desgracia en la familia. Es triste que los reveses de la vida nos hagan dudar, pero aún es más penoso quedarnos lamentándonos atrapados en la frustración y en la amargura. La fe nos hace ponernos en pie, seguir caminando y mirar positivamente hacia delante aunque el futuro se nos presente incierto y doloroso. Tener fe es sonreír en los días nublados cuando nuestros ojos se han secado de tanto llorar porque con esa sonrisa podemos estar dando a otros luz y esperanza. En resumen, tener fe es abandonarnos como un niño en los brazos de su Padre y dejar nuestros problemas en sus manos. Pidámosle a Jesucristo que nos aumente la fe y nos ayude a ser mediadores de ella para los que dicen no tenerla o haberla perdido.

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    por Leonardo Muñoz En el capítulo I de la Regla de San Benito se clasifica a los monjes en cuatro tipos siendo el segundo el de los anacorestas. Durante los siglos IV y V muchos cristianos se retiraron a los desiertos de Egipto y Palestina para vivir plenamente dedicados a la oración, al silencio y al ascetismo. Pronto la vida eremítica se extendió a otros sitios como Siria. Teodoreto de Ciro (393 – 444) nos ha dejado testimonio de los hombres y mujeres que en los desiertos sirios consagraron sus existencias terrenas a Dios. Para designarlos transforma el término filósofo (amante del saber) en el hermoso filotheos (amante de Dios), así, dará como título a su obra Historia Filothea (Historia de los amantes de Dios). El vocabulario del mundo monástico ya empezaba a consolidarse por aquellos tiempos, pero Teodoredo prefiere acudir a los términos griegos: el monasterio será palestra o gymnasion, lugares donde se entrenaban los atletas; el abad será el didaskalos, el maestro, o el hegemon, el que tiene la máxima autoridad. Respecto a los anacoretas, frente al ascetismo moderado de otros lugares el sirio se caracterizó por el extremismo de sus prácticas. Se dividían en cuatro grupos. Los hypetras que vivían al aire libre soportando las inclemencias del tiempo, los reclusos que vivían completamente aislados en grutas o construcciones abandonadas, los estacionarios que permanecían casi todo el tiempo en la misma posición y los estilitas que vivían subidos a una columna. Eran lo contrario de los reclusos porque estaban permanentemente a la vista de quienes pasaban por allí. Este peculiar ascetismo se caracterizó por prolongados ayunos, largas permanencias de pie o soportar al aire libre las inclemencias del tiempo, sin embargo, era menos importante la oración, los ritos litúrgicos o el estudio de los textos sagrados. En muchos casos nos recuerdan a los ascetas del hinduismo. Consideraban que la soledad y las intensas mortificaciones eran condiciones indispensables para liberarse de las exigencias del cuerpo que impiden la contemplación divina. Algunos cristianos los acusaron de “messalianismo”, un movimiento herético que se caracterizaba por la extrema austeridad, la vida errante y el rechazo de las instituciones eclesiásticas. Teodoreto se esfuerza por mostrar que sus biografiados no pertenecían a ese movimiento. Seguramente el más conocido de estos ascetas es Simeón el Estilita. De joven pastoreaba los rebaños de su padre. Un día en la iglesia escuchó que el Evangelio declaraba bien aventurados a los que lloran y a los que sufren, esas palabras le impulsaron a abrazar la vida eremítica. Permaneció varios años en un cenobio en el que se llevaba una vida muy dura pero no lo suficiente para el criterio de Simeón por lo que se marchó a vivir en soledad. Se encerró en una choza durante tres años entregado a duras penitencias como no comer durante toda la cuaresma. Después llevó una existencia semejante en diversos lugares. Alcanzó una gran fama de santo, obrador de milagros, profeta , predicador y mediador en conflictos entre tribus y personas. La gente acudía en masa para verle y se acercaban para tocarle lo que le producía un gran rechazo por que consideraba recibir una admiración inmerecida. Para evitar este contacto nos dice Teodoreto que “pensó establecerse sobre una columna. Primero mandó tallar una de seis codos, después una de doce, con posterioridad una de veinte codos, y la actual es de treinta y seis, porque aspira a volar hacia el cielo y abandonar esta morada sobre la tierra”. Añade el autor que conoció a Simeón personalmente: “durante la noche y el día permanece de pie a la vista de todos”, “en medio de tangrandes sufrimientos y de una cantidad tal de grandes acciones y de tal abundancia de milagros, se manifiesta tan humilde de corazón como si fuese el último de los hombres en dignidad”. Otro de estos esforzados eremitas fue Jacobo que llevó su vida de penitencia como hypetra. Escribe Teodoreto: “En esta morada vive expuesto a la mirada de todos los que pasan, pues, como he dicho, no tiene gruta, ni tienda, ni tugurio, ni cercado, ni empalizada que le cubra. Por ello se le puede contemplar cuando reza, cuando reposa, de pie, sentado, con buena salud o presa de cualquier enfermedad, de manera que libra sus combates ante los ojos de los espectadores y controla hasta las necesidades de la naturaleza...”. Al igual que Simeón gozó de fama de santo y taumaturgo. Aún reconociendo sus virtudes fueron muchos los coetáneos que criticaron los excesos de sus penitencias. Consideraban, como lo hacemos hoy día, que la entrega a una profunda espiritualidad exige una vida austera pero dentro de unos límites razonables que sin duda sobrepasaron aquellos extraños y santos eremitas.

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    por Chelo Solís Mientras la tierra, la luna y el sol nos regalaban el mayor espectáculo de luces y sombras en el firmamento; yo dormía. Creía yo que ese tipo de eventos celestiales sólo era posible avistarlos en plena naturaleza, desde un pueblo pequeño, desde un claustro como Huerta o yéndose al campo quizá; creía yo que contemplar la naturaleza viva, no se podía hacer desde una ciudad como Madrid con edificios por todas partes. Sin embargo un eclipse astronómico estaba sucediendo en el cielo delante de mi ventana. ¡Qué sorpresa cuando me levanté de buena mañana, tempranito como a las 6 y me encontré todavía ocurriendo el evento enfrente de mi balcón! Sí sí en Madrid, desde un piso séptimo, en medio de un cielo estrellado, despejado, limpio, aclarado por el frio extremo del invierno. Un bocado parecía dar la sombra de la Tierra a la Luna durante este hecho. Mientras, nuestro satélite, esplendoroso de luz en su fase llena, se dejaba invadir hasta quedar oculto. ¿Quién dijo que para alabar a Dios por la belleza de su creación había que irse lejos? ¿Quién dijo que vivir en la ciudad hacía imposible ese tipo de cosas?... Quizá fui yo misma en algún momento de oscuridad, de confusión, de negatividad…pero he aquí que dicho evento estaba ocurriendo ahí, frente a mí, haciéndome el obsequio más bonito e inesperado. Precisamente hoy, en el día etiquetado por la prensa y las noticias como el “lunes más triste del año” ahí estaban los tres cuerpos celestes batiendo palmas y alabando a Dios. El “blue monday” para mí parecía tener algún sentido pero en ese momento se volvió irracional. *El concepto desmoralizador fue publicado por primera vez en 2005 como parte de una campaña publicitaria de la agencia de viajes Sky Travel, que dijo haber calculado la fecha usando una ecuación. Tal idea está considerada como pseudociencia, siendo su fórmula ridiculizada por los científicos como un sin sentido. La fórmula 1/8C+(D-d) 3/8xTI MxNA, que determina dicho resultado fue creada por el psicólogo Cliff Arnall, e indica que "C" es el factor climático; "D" las deudas adquiridas durante las fiestas; "d" el dinero que se cobrará a finales de enero; "T" es el tiempo transcurrido desde la Navidad; "I" hace referencia al período desde el último intento fallido de dejar un mal hábito, como puede ser dejar de fumar, o comenzar un nuevo desafío; "M" las motivaciones que quedan; y por último; "NA" es la necesidad de actuar para cambiar la vida. (Wikipedia) El estudio psicológico presentaba a este tercer lunes de enero y por dichos motivos, como el más deprimente del año. El informe se había hecho viral (o sea, que ese día, según los medios, teníamos que “ayunar” de alegría.) Pero ¡¿cómo dejarse arrastrar por esa corriente de amargura cuando estás con El Novio disfrutando su entusiasmo y su generosidad en el cielo estrellado?! ¡¿Cómo con esa alegría que sentí al levantar mi persiana y abrir mi ventana, al desperezarme y desentumecer mis ojos mirando al firmamento?! No sería fácil, estaba entusiasmada. Una joya ante mí, en el cosmos, un anillo de diamante era lo que quedaba de la luna en ese preciso momento. Justo la fase de la ocultación en la que la luz del sol que recibe nuestro querido astro quedaba eclipsada por la sombra del globo terráqueo que se había interpuesto entre los dos, justo en el momento en que del circulo iluminado de la luna empezaba a asomar con más brillo que nunca en forma de esa pequeña luz que da forma a un brillante pequeño, como el de un anillo, un anillo de compromiso que pronto desapareció. El resto oscurecido había adquirido un tono rojizo como las ascuas de un fuego que no se quiere apagar. Yo seguía con mis ojos atentos observando cómo poco a poco la Tierra se iba apartando de la alineación de los tres y la Luna volvía a recibir gradualmente la luz del Sol otra vez desapareciendo, una vez iluminada, detrás de los edificios de enfrente de mi casa. El espectáculo estaba concluyendo. Mi hora de lectio había llegado a su vez y yo también me retiré. Ese día la iglesia leía a Marcos 2, 18-22 que decía:

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    “En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús: los discípulos de Juan y los de los fariseos ayunan. ¿porqué los tuyos no?” Jesús les contestó: ¿Es que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio, aquel día sí que ayunaran” Me quedé meditando: ¿Cómo vamos a ayunar de alegría si tenemos al Novio en nuestro corazón? Si el mismo cielo nos da pistas para contemplar el compromiso de amor más grande entre la humanidad y su creador, entre el Novio y la Novia, el esposo Jesús y la esposa, la Iglesia que somos todos. ¿Cómo no estallar de alegría aunque sea “el día más triste del año” para los medios, para los descreídos, para los ya apagados, para los manipuladores? No nos podemos extinguir mientras podamos contemplar las maravillas de nuestro Dios allí donde estemos, allí donde tengamos la disposición por el Espíritu Santo de la contemplación. La que nos enseñó el Maestro y luego sus mediadores. Estemos despiertos, atentos y hagamos memoria: ¿Desde cuándo se viene alimentando mi espiritualidad?... ¿Lo comparto?... Yo tendría unos 6 o 7 años cuando una monja de mi colegio en clase nos dijo: ¿habéis visto alguna vez amanecer? …No os perdáis los colores con los que Dios nos hace un regalo a la vista y al alma todas las mañanas. Cada día nos lo pinta con diferentes matices. Observadlo si podéis.

    Yo vivía en un piso bajo; pegada a mi cama había una ventana que daba a un patio; si miraba en dirección horizontal sólo veía un muro gris que era el que separaba a mi patio del otro patio vecino, pero si me ponía de pie en la cama y miraba hacia arriba, se veía un trocito de cielo, suficiente para comprobar lo que decía mi profesora. Aquél día que no olvidaré, me rasqué los ojos que se me abrían como platos, me desperecé un poco, vi los colores rosas, dorados y azules. Me dejé empapar por ese pequeño y gran espectáculo de luz, de color. Ese día supe algo más sobre Dios: ¡Nos ama!

    por Mariano Aguado

    El Año Sabático (AS) y el Año Jubilar (AJ) son dos instituciones bíblicas, cuyas raíces se encuentran en la Biblia, pero que perviven en el judaísmo y en el cristianismo hasta nuestros días. Definición de Año Sabático: es el período de tiempo que una persona decide dedicar completamente a intereses personales, dejando a un lado sus responsabilidades laborales y/o académicas. Definición de Año Jubilar o Año Santo: es una celebración que tiene lugar en distintas Iglesias cristianas históricas, particularmente la Iglesia católica y la Iglesia ortodoxa, y que conmemora un Año Sabático con significados particulares (Indulgencia plenaria, solemne y universal). Tanto el AS como el AJ, pretendían que la sociedad de su época se adaptara a las exigencias del Dios de Israel. Ello implicaba el abandono de la opresión y las desigualdades, y el respeto a los derechos de los más débiles. En definitiva, una sociedad más justa. El AS proponía transformar la sociedad con 3 medidas: el descanso de la tierra, la condonación de las deudas y la liberación de los esclavos. A estas propuestas el AJ incorpora una novedad, la recuperación de la propiedad de la tierra que formaba parte de la herencia patrimonial. De ésta manera se dotaba a los más débiles de un medio de vida, que les asegurara la subsistencia. AÑO SABATICO Tres son los textos que tratan el AS (Ex 23, 10-11; Dt 15, 1-11; Lev 25, 1-7. 18-22). Cada 7 años la tierra debía quedar en barbecho, es decir sin sembrar, ni cultivar durante un determinado período de tiempo con el

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    fin de que se recupere y se revitalice para afrontar nuevas cosechas. Lo que crezca en ella de forma espontánea será para los que carecen de propiedad, que disfrutarán de los mismos derechos que el propietario. En la base del AS subyace una costumbre muy extendida en el mundo rural. El aspecto social y humanitario de ésta ley es evidente, el barbecho es un beneficio de los pobres, o lo que es lo mismo, de los que carecen de tierra.

    EL AS pasa a ser una propuesta de restablecimiento periódico de una sociedad justa que, mediante la condonación de las deudas, pretende la erradicación de la pobreza. Todas estas leyes formaban parte de las obligaciones de Israel con respecto a Dios en el marco de la alianza. La motivación era claramente de carácter sabático, tras 6 años de trabajo, la liberación. En cuanto a la esclavitud, nadie podía ser esclavo en Israel, a no ser por propia voluntad. Su origen era claramente económico, ya que ante la

    imposibilidad de hacer frente a las deudas contraídas con un acreedor, el israelita se vendía a sí mismo o incluso a su familia como esclavos para saldar las deudas. “Recordarás que tú fuiste esclavo en el país de Egipto y que Yahveh tu Dios te rescató: por eso te mando esto hoy” (Dt 15,15). De ésta manera, la liberación de los esclavos y la remisión de las deudas pasa a ser una norma de carácter religioso, como un eco de la experiencia de la liberación de Egipto. En el AS, el séptimo año es interpretado de la misma manera que el día del sábado, tras seis días de intensos trabajos para llevar a cabo la obra de la Creación, Dios descansa el día séptimo, por lo tanto la tierra debe descansar tras seis años de cosecha (Lev 25, 1-7.18-22). En cuanto a la condonación de las deudas en el AS, ésta tenía como objeto liberar al pobre de las mismas y permitirle adquirir cierta estabilidad económica. AÑO JUBILAR O JUBILEO (AÑO DE GRACIA) El término jubileo, proviene del latín “iubilaeius/iubilum” que significa gozo, gran alegría; y San Jerónimo la utilizó para traducir la palabra “yobel” que significa cuerno, ya que al inicio del jubileo se hacía tocar el cuerno de un carnero. Se produciría al final de un ciclo de siete años sabáticos. “Declararéis santo el año cincuenta, y proclamaréis en la tierra liberación para todos los habitantes” (Lev 25, 8-10). Las leyes sobre el cultivo de la tierra que deben aplicarse durante el AS, también estaban en vigor durante el AJ, pero su principal función está orientada a las leyes de la redención, que estipulaba que en éste año se produciría la liberación de los israelitas que se habían convertido en esclavos por deudas, y la restauración de la tierra a las familias que se habían visto obligadas a venderlas por razones económicas en los 49 años previos. La ley afectaba principalmente a las tierras vendidas, pero se hacía extensivo a cualquier tipo de propiedad. Básicamente el AJ es una institución de carácter social y económico, centrada en dos pilares: la familia y la tierra. De hecho, el AJ está orientado a la protección económica de las unidades familiares más pequeñas. Por tanto, el AJ tenía como función mantener, o mejor aún, restablecer el orden socioeconómico basado en la Alianza establecida entre Dios y su pueblo. De ésta manera se impedía que algunos individuos, familias o clanes acumularan grandes propiedades, despojando a otros de su medio de vida. FUNDAMENTOS TEOLOGICOS DEL AÑO SABATICO Y DEL AÑO JUBILAR

    - El don de la tierra. Una de las ideas básicas de la fe israelita es el hecho de que la tierra que habitan es propiedad de Dios, y que se la ha prometido a su pueblo.

    - Sensibilidad al esclavo. El Dios de Israel, que ha liberado a su pueblo de la opresión, no tolera que un israelita esclavice a otro. Ningún israelita tiene el derecho de convertir en esclavo a otro israelita, pues pertenece por derecho, sólo a Dios.

    - Orientación humanitaria. Uno de los deberes para con Dios es el cuidado del prójimo, sobre todo de los pobres, los vulnerables y los extranjeros.

    En el nuevo testamento, si bien Jesús no relacionó explícitamente su predicación con al Año Jubilar, sus discípulos sí percibieron claramente una vinculación entre la actividad de Jesús y el jubileo.

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    El anuncio de la llegada del reino va unido al perdón de los pecados. El perdón que anuncia Jesús trae consigo la liberación y la reintegración social, es el perdón que abre las puertas a una vida nueva. De la misma manera que la condonación de las deudas, la recuperación de la tierra y la liberación de los esclavos, permitía a los israelitas recuperar su dignidad como personas, el perdón que anuncia Jesús abre las puertas de la libertad y de la recuperación del individuo como ser humano. De ésta manera, el perdón de la deudas pasa a ser también el perdón de los pecados. EL JUBILEO EN EL CRISTIANISMO En el cristianismo el jubileo o Año Jubilar ha de ponerse en relación con la peregrinación a las tumbas de los apóstoles, costumbre que se remonta a los comienzos de la cristiandad. Roma, Jerusalén y Santiago de Compostela, pasaron a convertirse en centros de peregrinación, donde el viaje se convertía al mismo tiempo en un proceso de conversión y de vuelta a Dios. El papa Pablo VI, decretó que el jubileo debería celebrarse cada 25 años, en lugar de cada 50 años. Este decreto se mantiene hasta nuestros días. No obstante por razones particulares, pueden proclamarse jubileos extraordinarios, convocados con motivo de un suceso de particular importancia. El jubileo en el cristianismo, es pues, el año de la remisión de los pecados, de la reconciliación y conversión, y al mismo tiempo, de la solidaridad y de la justicia. El Año Jubilar permanece como un poderoso referente en la ética bíblica cristiana. Sirve como modelo y guía para revisar la ética en el mundo actual. El jubileo existió para preservar una forma de posesión de la tierra basado en la distribución equitativa, que evitaba la acumulación de la posesión de la tierra en manos de una minoría. De esta manera se buscaba conservar un modelo de sociedad igualitaria y justa, donde los derechos de los pobres no fueran conculcados. Lo que Dios demanda a Israel refleja lo que desea para la humanidad: distribución equitativa de los recursos de la tierra y poner límites a la tendencia a la acumulación, que conduce inevitablemente a la opresión y alineación. El jubileo es una crítica a la acumulación privada de tierra y riqueza y una defensa de la dignidad del hombre. Pero no sólo tiene una vertiente social, tiene también una innegable dimensión ética. Tomar conciencia de éste problema conlleva una serie de implicaciones a nivel personal. Nos conduce a reflexionar sobre nuestros comportamientos individuales y sociales y a adoptar una postura crítica hacia nosotros mismos y nuestra sociedad. Mantener criterios de consumo responsables, potenciar el comercio justo y ser respetuoso con la naturaleza son algunas propuestas en éste sentido. Todo ello orientado a construir una cultura de la solidaridad y a crear un nuevo modelo de sociedad. En resumen el AS y el AJ, nos enseñan que no debemos contribuir a mantener una sociedad injusta, construida sobre el sufrimiento del prójimo. Ambas instituciones defienden los derechos de los más débiles y proponen medidas, algunas claramente innovadoras, para reconducir la situación.

    Madeleine Debrel

    por Mari Paz López Santos

    Recibir en nuestra vida el mensaje evangélico es dejar, en el sentido amplio y real de la palabra, que nuestra vida se haga: una vida religiosa, una vida relacionada y sujeta a Dios. La revelación esencial del Evangelio es la presencia dominante e invasora de Dios. Es una llamada para encontrar a Dios, y a Dios se le encuentra únicamente en la soledad. A los que viven entre los hombres les parecerá que esta soledad debe rechazarse.

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    Eso sería creer que nosotros precedemos a Dios en la soledad: es él quien nos espera; encontrarle es encontrarla, porque la verdadera soledad es espíritu y todas nuestras soledades humanas no son más que caminos relativos hacia la perfecta soledad que es la fe. La verdadera soledad no es la ausencia de los hombres, es la presencia de Dios. Poner la vida cara a cara con Dios, dedicar la vida a la noción de Dios, es saltar a una región en la que nos hemos hecho solitarios. La altura es la que hace la soledad de las montañas y no el lugar donde están asentadas sus bases. Si el brote de la presencia de Dios en nosotros se levanta en el silencio y en la soledad, ésta nos deja situados, mezclados, radicalmente unidos a todos los hombres que están hechos de la misma tierra que nosotros… Dichoso el que recibe la palabra de Dios y la conserva (Lc 11, 28). No existe soledad sin silencio. El silencio consiste algunas veces en callar, pero el silencio es siempre escuchar. Una jornada llena de ruidos y de voces puede ser una jornada de silencio, si el ruido se nos convierte en eco de la presencia de Dios. Cuando nosotros hablamos de nosotros mismos y por nosotros mismo, salimos del silencio. Cuando repetimos con nuestros labios las sugestiones íntimas de la palabra de Dios en el fondo de nosotros, dejamos intacto el silencio. El silencio no gusta de la profusión de palabras. Sabemos hablar o callar, pero sabemos muy mal contentarnos con las palabras necesarias. Continuamente nos mecemos entre un mutismo que abisma la caridad y una explosión de palabras que desborda la verdad. El silencio es caridad y verdad. Responde al que le pregunta, pero solamente dice palabras cargadas de vida. El silencio, como todas las consignas de vida, nos conduce al don de nosotros mismos y no a una avaricia disfrazada. Nos conserva unidos para este don. No puede uno entregarse cuando se ha despilfarrado. Las palabras vanas con que vestimos nuestros pensamientos son un continuo despilfarro de nosotros mismos. De todas vuestras palabras se os pedirá cuenta (Mt 12, 36-37) De todas las que se debían haber dicho y que silenció nuestra avaricia. De todas las que se debían haber callado y que nuestra prodigalidad diseminó a los cuatro vientos de nuestra fantasía o de nuestros nervios… El silencio no es una evasión sino un recogimiento de nosotros mismos en las honduras de Dios. El silencio no es una culebra que huye al menor ruido, sino un águila de poderosas alas suspendida sobre el confuso ruido de la tierra, de los hombres y del viento.

    ---------------------------------------------- Nota sobre la autora: Madeleine Delbrêl nació en Dordogne en 1904 y murió en París en 1964. Autora de “Ville marxiste, terre de misión” nos comunica su experiencia de Cristo, que es la luz del mundo por medio de su evangelio. La que compartió la alegría de creer con aquellos que no creen nos

    invita a amar a nuestro prójimo uniéndose a Cristo que nos da ese amor.

    Texto tomado de “Lecturas Cristianas para nuestro tiempo”, 1973. Ed. Apostolado de la Prensa, S.A. De su libro “Nosotros, gente de la calle”, Madeleine

    Delbrêl, Ed. Estela, 1971

    De su libro “Nosotros, gente de la calle”, Madeleine Delbrêl, Ed. Estela, 1971

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    por Luis, “Cronista Oficial de Fraternum”

    “EN LA HUMILDE PRIMAVERA SORIANA”

    CRÓNICA DEL ENCUENTRO DEL 23-03-2019

    Así fue el 23 de marzo, cuando “La primavera besaba /suavemente la arboleda,/y el verde nuevo brotaba/como una verde humareda”.(A.Machado), en el bosque del querido monasterio hortense, que lentamente va resucitando después de la tremenda riada de hace unos meses, y 35 fraternos acudimos al encuentro trimestral de la Fraternidad, con la ilusión y el deseo de trabajar en el anhelo común que nos une. Como es norma habitual en todos los encuentros, se inició el presente con la invocación al Espíritu Santo, “Ven, Espíritu divino, manda tu luz desde el cielo….que sin duda reconforta y ayuda durante toda la jornada monacal. Seguidamente tomó la palabra el P. Abad, reelegido nuevamente para otro mandato y que lleva trabajando como Abad y entregado a los hermanos desde hace 24 años, en que fue elegido por primera vez el 20 de marzo de 1995, para dar la bienvenida a la Fraternidad a Juan José e informar de las novedades más importante acaecidas en la Comunidad monástica: las obras de restauración después de la riada van bastante bien, pero eso no quiere decir que no queda mucho por hacer y que próximamente habrá que hacer frente a una segunda fase; el nombramiento como Prior de Diego; hizo unas consideraciones sobre la Carta de Caridad, al conmemorarse este año IX siglo de existencia, y por este motivo está prevista una reunión en Las Huelgas de abades y abadesas para analizar todas las sensibilidades sobre la Carta. Finalmente propuso como tema para debatir por los “grupos” en la tarde dado que estamos en tiempo de cuaresma el siguiente: “Que ha supuesto la oración en tu vida”. Terminada la intervención del Abad, tomó la palabra Enrique, Coordinador General, que dio cuenta de lo siguiente: felicitó a Carmen Martin por su recuperación después de los momentos difíciles vividos y verla de nuevo entre nosotros (la interesada da las gracias a todos por el apoyo recibido, y manifiesta su alegría por volver a Huerta); propone que por estar en tiempo de Cuaresma y como un signo más en estas fechas celebremos la comida en silencio, con lectura pública durante la misma; en el Consejo celebrado el día anterior se trató de los preparativos para el Encuentro Internacional en Ávila; de la posible constitución de un Grupo propio en Valencia; y de las cuentas del año 2018 de la Fraternidad facilitadas por la ecónoma, Pilar Izquierdo. En este sentido las cifras más significativas son las siguientes: Ingresos 1.623 €; gastos 1.890; diferencia entre ingresos y gastos -267 €; existencia en caja 866 €. Finalizada la intervención de Enrique, fue el momento de la intervención del. P. José Ignacio, que una vez más, dio a conocer y esbozó el tema formativo del día. Siguiendo su metodología, planteó las líneas maestras, como él llama pinceladas, sobre las que nos debemos centrar a la hora de estudiar y debatir el tema en cada Grupo. Recordó que en el mes de septiembre presentó un proyecto sobre el estudio de la carta de Cofraternidad, por ser un documento éste donde se refleja de una manera extraordinaria los puntos importantes en los que se fundamenta la Fraternidad, destacando: la búsqueda de Dios; el monasterio como mediación carismática; y la formación de los fraternos. Centrado en la Formación añadió que esta materia es fundamental en todas las Comunidades cistercienses y es un pilar en la vida de los monjes, y por consiguiente es algo que no debe ser ajeno al devenir de los laicos de la Fraternidad. Por ello en el Capítulo General último se abordó este tema y se está trabajando para impartir unas líneas maestras de actuación. Siguiendo esta idea en las últimas reuniones habida de abades y abadesas de España se ha presentado un tema de información y convivencia, y se ha propuesto el de formación permanente.

    Pues bien siguiendo esta línea centrada en la formación como una exigencia de monjes y laicos, nuestro formador nos facilitó uno de los documentos que la Orden ha puesto en conocimiento, concretamente la Unidad Cinco “Schola Dilectionis”, centrada en la experiencia personal de cada uno ( en el documento hay testimonios personales de la experiencia de monjas y monjes) de la presencia o ausencia de amor en la comunidad monástica (como es lógico hay que trasladar la pregunta a la comunidad laica), y que compares tu experiencia con los textos de nuestro patrimonio que hablan de la comunidad

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    como una escuela de amor y caridad”. Evidentemente la escuela de Amor nos lleva a San Bernardo (Sermón 20 sobre el Cantar de los cantares). Todo ello, siguió, exponiendo el P. José Ignacio nos hace a plantear las siguientes peguntas para la reflexión: ¿Dónde he experimentado el amor?; qué importantes son las relaciones con otros miembros de la comunidad; puedo tender lazos o espero que a que otros se acerquen; cómo construyo relaciones en la comunidad; ¿existe una distribución equitativa de los bienes materiales en esta comunidad o la posesión de algunos artículos sirve como un símbolo de estatus?; ¿ qué dones y capacidades veo en los miembros particulares de esta comunidad; en qué medida, en mi experiencia, el amor de Dios está conectado con el amor al prójimo?. Aunque el documento citado y sus preguntas tienen unos destinatarios concretos, cuando se habla de comunidad monástica) podemos trasladar las preguntas a los miembros de la Fraternidad, ahí está la vigencia del documento para los laicos. Y en esta línea hay que trabajar el texto en los Grupos. La jornada matinal finalizó con la celebración de la Eucaristía, a la que siguió la comida en la hospedería en la que no faltaron las naranjas buenísimas de Valencia traídas directamente desde aquella maravillosa tierra por Pepe y Jesús. Como había propuesto el Coordinador General, la comida tuvo lugar en silencio escuchando las lecturas hechas por varios fraternos. Por la tarde después de Nona, se reunieron los “grupos” que se habían formado para debatir sobre la propuesta del Abad (“Qué supone la oración en tu vida”). Entre las conclusiones habidas, destacamos las siguientes: Convivir con naturalidad con Dios; es un apoyo; es una necesidad; es una ayuda; la oración me supone convivir con Dios y es como la gasolina en un motor; es la creencia de que Dios tiene el mismo interés de encontrarse conmigo como yo con él; una herramienta para el combate de la vida; un medio para afrontar las dificultades y acontecimientos de la vida; es un contacto con Dios que quiere de mi un equilibrio como persona; un trato directo con Dios en todo, en alegrías y en tristezas; comunicarme como con un padre; experiencia de vida en la tribulación; es como el oxígeno para poder vivir; la integración en la vida cotidiana, es una necesidad, no una obligación; una necesidad para poder acercarse a EL; la imposibilidad de separarla de la vida; tener presente la oración de Job; apoyo en el sufrimiento de la vida; una ayuda para conocerme, es como ver la luz; el salmo diario lo tengo presente todo el día; una necesidad y un don del Espíritu; un aumento de Fe; una ayuda para seguir adelante, para pedir, y dar gracias; una conversación privada y una escucha; seguridad para afrontar cada día; descubrir la presencia de Dios en nosotros; la necesidad para dar sentido a la vida; es como un bastón para caminar, un apoyo, un encuentro con Dios… Terminada la puesta en común hubo un pequeño debate en donde cada uno que quiso puntualizó y aclaró alguno de los conceptos vertidos. Quedó claro, que el tema propuesto y debatido, fue plenamente del interés general como pocos. Este interés se demostró con toda claridad en la puesta en común y así se reflejó en las conclusiones, y en las propias palabras del Abad Isidoro sorprendido gratamente también, que quiso finalizar con una breve reflexión: “No ha costado nada hablar de la oración, porque es algo que se vive con naturalidad, tanto en el monasterio como fuera de él, a lo mejor el tesoro que nosotros vemos otros no lo ven. Hay quien no conoce esta experiencia como nosotros, tal vez, si sintiesen la presencia de Dios les haría un bien inmenso”. A la “puesta en común” citada siguió la Lectio en la capilla, finalizando la jornada, como es norma habitual, con el rezo de Vísperas. Fue un encentro más de La Fraternidad con el mismo espíritu y entrega de siempre. Y cada uno emprendió el regreso a su lugar de origen, algunos, los menos, los de sitios más distantes se quedaron en el monasterio unos días más. Mientras la tarde declinaba dulcemente y el aroma de la primavera soriana continuaba envolviéndonos ¡Primavera soriana, primavera/ humilde, como el sueño de un bendito,/ de un pobre caminante que durmiera/ de cansancio en un páramo infinito! (A.Machado). Porque caminantes somos, y nuestra andadura no se acaba, y el camino continua “yo soy el camino la verdad y la vida, dice Jesús (Juan 14, 6). Y como caminantes no está de más recordar unas palabras de San Agustín: “Camina continuamente, avanza sin parar; no te pares en el camino, no retrocedas, no te desvíes. El que se para no avanza. El que añora el pasado vuelve la espalda a la meta. El que se desvía pierde la esperanza de llegar. Es mejor ser un cojo en el camino que un buen corredor fiera de él”. (Sermón 169, 18).

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    ENTREGA Nº 2- AÑO 1998

    Desde hace algún tiempo se encuentran en Montesión (Toledo) los Padres Vicente y Severino (que fue nuestro primer formador) trabajando e intentando sacar adelante un nuevo monasterio cisterciense. Como todos sabemos el trabajo no ha desaparecido y el empeño sigue en pie todavía. 17 de marzo el Abad Isidoro, acompañado de los monjes Vicente y Jaime viájan a Cister (Francia) para participar en las celebraciones a nivel internacional del Centenario de la fundación de la Orden. 21 de marzo. En el monasterio fue un día especial, y hubo celebraciones varias con ocasión de conmemorarse el IX centenario de la llegada de los Padres Fundadores a Cister. Se colocaron cuadros de Roberto, Alberico y Esteban; en el Capítulo de los monjes de la mañana, hubo también sorpresas gratas para festejar el día; procesión por el claustro con las reliquias; recuerdo especial en el cementerio para con los monjes que precedieron en la andadura monacal; merienda-cena en el bosque; y un sinfín de actos emotivos y llenos de simbolismos, que dejaron una huella muy profunda. Del 9 al 12 de Abril tiene lugar los días cumbres de la Semana Santa, con las celebraciones religiosas propias de estos días, a las que asisten un número significativo de fraternos. 16 de abril. El monje José Luis cumple 50 años, como dicen los cursis, una edad redonda e importante. Por ese motivo hay una celebración especial en la Comunidad. El Domíngo día 19, en la parroquia del pueblo y presidida por el Abad, y con asistencia de varios monjes, se celebró el matrimonio de Sergio y Mar, dos jóvenes, muy vinculados al monasterio y que tuvieron también relación con la Fraternidad. Fue una ceremonia sencilla y entrañable, seguida de la comida en la Hospedería. Asistieron 23 personas. La Comunidad monástica les regaló un icono de Cristo Pantocrator-Fuente de Vida, dedicado por la parte de atrás y una Cruz. El 15 de mayo, se produce una gran tormenta con abundante lluvia, 15 litros por metro cuadrado, no llegó a la descomunal inundación del pasado año, pero sin duda fue otro precedente de esta contingencia atmosférica y del peligro para el monasterio. Hubo que colocar maderas y otros artilugios para que pudiesen salir los turistas. El día 23 de mayo un coro de Madrid estuvo grabando en la “Domus conversorum”. Durante los días 28 y 29 de mayo los monjes graban un disco compacto con cantos de la comunidad. En días precedentes se había estado preparando y ensayando para la grabación, ayudados por Juan Ruiz y el tenor Ricardo Visus. El lunes 8 de junio la Comunidad sale de excursión por tierras de Guadalajara, visitan Cifuentes, Sotoca de Tajo (la tradición dice que aquí murió San Martin de Finojosa, primer Abad de Huerta), Brihuega y el monasterio de Santa Ana (cisterciense de la rama de Poblet). El sábado 13 de junio un número importante de fraternos firman la Carta de Cofraternidad. Se empieza a programar la construcción de la nueva capilla (la que existe en la actualidad), que venga a sustituir a la existente por pequeña, incomoda, y que limita la zona de clausura de los monjes. El 28 de junio se ordenó el monje Alfonso. Asistió una nutrida representación de la Fraternidad con la que mantuvo una muy buena relación. En la actualidad está secularizado. En agosto aparece el número 4 de FRATERNUM. Consta de diez páginas, y como es habitual, vienen recogidas las noticias más importantes habidas desde el número anterior. Hay relatos muy largos del cronista del monasterio y del cronista de la Fraternidad, sobre todo lo acontecido en ambos ámbitos, y también colaboraciones de Amalia, Pepe, y Juanvi. Del de Pepe, que narra un viaje al monasterio de menos de veinticuatro horas, destacamos un párrafo muy interesante: “Comprendí el motivo de aquel viaje; no había sido una excursión a Sta. Mª de Huerta. Había sido un viaje hacia mi interior; el cual había servido para comprender que el huir de Dios, lejos de ser una liberación era una tontería. Con esa certeza fui tomando conciencia de que había empezado ese día, la batalla de mi vida. La vuelta hacia El”. Sin duda este párrafo lo podíamos haber escrito todos y cada uno de nosotros, pero la letra y el contenido es de Pepe.

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    BEATIFICACION DE LOS MONJES DE TIBHIRINE

    8 de Diciembre de 2018

    De un “A-DIOS” a un “E�-DIOS” por Mari Paz López Santos y GuillermoOroz

    ¡Ven, asómate, celebra con nosotros! El 8 de diciembre serán beatificados los siete monjes cistercienses de la comunidad de Tibhirine (Argelia, 1996). Su historia se difundió por los medios a nivel mundial en el 2010 a través de la película “DE DIOSES Y HOMBRES”, y nos acercó a los sucesos que marcaban el día a día en Argelia a mediados de los años 90, y a la vida de aquella comunidad monástica junto a sus vecinos musulmanes en medio de la violencia que se había desatado. Los monjes contemplativos viven en el silencio y habitualmente sus vidas están muy lejos de quienes vivimos en medio del mundo. ¿Qué nos ha dejado aquella pequeña comunidad de monjes cristianos inmersa en un país musulmán? Nos han donado un testimonio de Amor que ahora se hace universal. Amor por encima de dificultades, hostilidades, injusticias, despropósitos y violencia. Un Amor que se expande en el Tiempo, con mayúsculas, porque ese Amor ni caduca ni tiene fin. Nos han entregado el testigo para ser mensajeros de su opción personal y comunitaria, discernida durante tres largos años, hasta llegar a la comprensión común de no abandonar esa tierra y las gentes a las que amaban. Eligieron permanecer junto a sus vecinos musulmanes compartiendo vida y riesgo. No deseaban la muerte, eso hubiera sido patológico, pero la encontraron junto con otros que también van a ser beatificados, y muchos más (imanes, creyentes musulmanes, trabajadores extranjeros, periodistas, etc.) que nos han dejado sembradas semillas de paz en el complicado mundo en que vivimos.

    Ahora nuestra responsabilidad es cuidar, regando y abonando, esas semillas para que crezcan como plantas fuertes que produzcan frutos de amor, paz, solidaridad y alegría en una humanidad sufriente y secuestrada por rivalidades e intereses que causan tanta desolación. Vivimos en el mundo en que vivimos. Ese es uno de los mensajes más inmediatos que la comunidad de monjes de Tibhirine nos da. No hay escapatoria, no hay huida. Nunca la hubo. Ni entre los muros de un monasterio en el desierto. Porque no debe haberla. Porque Dios no nos quiere huyendo. Porque el amor no huye. Y el mundo en que vivimos es un mundo en que la Mentira campa a

    sus anchas, fomentada por poderosísimos intereses y amplificada por cuasi todopoderosos medios de masas. Arrinconada, torturada, asesinada la Verdad. Así en el mismo Cristo; así también en Tibhirine. Por eso no hemos de permitir -y ése quiere ser nuestro pequeño granito de arena- que la mentira hinque sus fauces en la historia de nuestros hermanos monjes. No hemos de permitir que nadie siembre semillas de destrucción, de confrontación, de división, de odio. Que nadie cuente, desde la sangre de los monjes, otra historia que no sea su verdadera historia de amor, de perdón, de reconciliación, de unidad, más allá de todas las barreras que nos ponemos unos a otros, más allá de todas las fronteras que dibujamos entre nosotros mismos, más allá de toda apariencia y de toda falsedad. Y más allá de todo riesgo, hasta ofrecer la vida por los que amas. Antes de recurrir al Testamento que nos dejaron, salido del corazón y de la pluma de Christian, prior de la comunidad de Tibhirine, escrito tres años antes de su muerte, creemos imprescindible destacar dos nombres que llevan asociadas dos historias: Mohamed y Ribât- es-Salâm. Historias que ayudarán a comprender más profundamente la vida y mensaje de aquella comunidad: el amor es más fuerte que la muerte, nos gritan a siete voces. Esta es la propuesta que nos hacen para que la hagamos nuestra. ¿Nos atreveremos? Ellos sí se atrevieron. Para el Amor, para Dios, todo es único, irrepetible. El amor sólo conoce nombres propios. “Yo hago nuevas todas las cosas” (Ap 21, 5-6).

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    Christian, que vivió algunos años en Argelia en su niñez, decía: “Por primera vez, vi hombres rezando de manera diferente a mis padres.(…) Tengo un profundo reconocimiento hacia mi madre que nos enseñó, a mí y a mis hermanos, el respeto a los gestos y a la rectitud de la oración musulmana.(1) Volvió en su juventud, durante la guerra de Argelia y “creará lazos de amistad con el guardia campestre de la ciudad, Mohamed, ‘un hombre maduro y profundamente religioso (…) Un día mientras los dos amigos paseaban y conversaban acerca de la oración, los nacionalistas argelinos quisieron poner fin a la vida del subteniente francés (Christian). En ese momento el guarda campestre se interpuso y salvo la vida de Christian. Dos o tres día más tarde, el guardia fue encontrado degollado cerca del pozo. Christian quedará marcado para siempre por este episodio que le reveló cómo un musulmán puede vivir el ‘único mandamiento”, dando su vida por amor a otro: ‘En la sangre de este amigo, supe que mi llamada a seguir a Cristo debería vivirla, tarde o temprano, en el país mismo donde me había sido dada la muestra más grande amor’. (2) La sangre de Mohamed colmó la medida de la sangre de Christian. Las dos fueron vertidas en la misma copa, en el mismo cáliz. La historia de Mohamed completa la historia de Christian. El amor de Mohamed es el mismo amor que el amor de Christian. La sangre y la vida de Mohamed irán para siempre unida a la sangre y la vida de Christian. Hasta el punto final del martirio. “Dar la vida por los demás” (Jn 15,13) está escrito, está dicho. Es lo que hizo Mohamed y lo que hicieron los monjes de Tibhirine. Es la cosecha que recogió, en sus manos amorosas, el Padre de todos los hombres. Por eso, porque es justo, porque es lo que quieren Christian y los demás desde la Luz, recordamos, con el corazón y la fe, a los monjes del Atlas. Junto a ellos, apoyado en el hombro del prior, reconocemos a un anciano musulmán cuyo nombre es Mohamed y cuya sangre fue derramada por su amigo Christian. La prueba más grande de amor. No deberíamos olvidarlo nunca. El otro nombre es Ribât-es-Salam, que significa Vínculo de la Paz, un grupo de cristianos y musulmanes que inició su andadura en marzo de 1979 y que se reunían periódicamente en el monasterio de Tibhirine con el objetivo de orar juntos: “Nuestros hermanos Alawiyines (…) ya nos habían dicho: ‘No queremos comprometernos con ustedes en una discusión dogmática. En el dogma o la teología, hay muchas barreras que está hechas por el hombre. Nosotros nos sentimos llamados a la unidad. Deseamos dejar que Dios cree cosas nuevas entre nosotros. Esto se puede hacer sólo con la oración. Por eso hemos querido este encuentro de oración con vosotros”. Descubrir y descifrar “los signos de Dios, en el “horizonte” de los mundos y los corazones, simplemente ubicándonos en la escucha y en la escuela del otro, musulmán en este caso” (3). Ribât es-Salam fue el ideal de paz y oración, (“somos orantes en medio de un pueblo de orantes” decía Christian) desde el que los monjes quisieron fundar un nuevo modo de convivir y relacionarse unos con otros, musulmanes y cristianos. Christian tenía costumbre de hacer lectio divina también desde el Corán, y dejó consignado que había tenido experiencia de la Palabra de Dios entre las palabras del Corán. Mientras muchos empuñan las armas, ayer como hoy, e invocan lo que nos divide, aquellos monjes y aquellos creyentes musulmanes apostaron por invocar el amor, la oración y la paz, que nos une a todos. Apuesta firme, apuesta hasta las últimas. Somos soldados derrotados de una Causa invencible. Cuando nuestro corazón dude, cuando los altavoces de propaganda de la Mentira llenen nuestras mentes de imágenes y gritos inhumanos, recordemos a los hermanos del Atlas. Recordemos Ribât es-Salam, el vínculo de paz. Recordemos que la apuesta de Jesús fue la paz y el amor que nos conducen a Dios. “Mi paz os dejo, mi paz os doy”(Jn 14, 27) Tres miembros de Ribât también murieron violentamente en aquellos años y serán beatificados el 8 de diciembre: Henri, hermano marista (+8 mayo 1994); Christian, misionero padre blanco (+27 diciembre 1994) y Odette, hermana del Sagrado Corazón (+10 noviembre 1995). (4) Libros, artículos, poemas, documentales, fotos, pinturas, esculturas, una gran película… nos han permitido adentrarnos en quienes fueron aquellos monjes que, durante casi tres años - desde que el 24 de diciembre de 1993 fueron sobresaltados por un grupo armado que asaltó el monasterio hasta la noche de su secuestro el 28 de marzo de 1996 -

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    discernieron, personal y comunitariamente y eligieron, apoyados unos y otros en la oración y la confianza en Dios, quedarse en Tibhirine junto a sus vecinos musulmanes. Podríamos seguir escribiendo, dando datos, animando saber, compartiendo lo que para nosotros fue el descubrimiento de nuestros hnos. monjes de Tibhirine… ¡déjalo, no te entretengas más! ¡Id directos a saborear la fruta que ya era antes de que talaran los árboles: el Testamento de Christian de Chergé, prior de la comunidad y regalo para la posteridad de la comunidad de Tibhirine. “Cuando un A-Dios se vislumbra…” ¡Sigue, adéntrate en clave de silencio y oración, y contempla “el testimonio de entendimiento y entrega, que aúna las muertes no arrebatadas sino donadas; aúna todos los perdones concedidos antes de ser infringido el daño; previene del peligro de culpabilizar –por extensión- a todo un pueblo, a un grupo, a un país; da testimonio de la visión del pecador más allá de su pecado (amigo del último instante”). Sus palabras son el último gemido de tantos mártires anónimos de Argelia, del mundo y de la historia de todas las religiones” (5). Y cuando digas con ellos al final del Testamento: ¡AMEN! IN SHALLAH!, habrás comprendido como se pasa de un “A-Dios” a un “En-Dios”. Gracias a Christian, Christophe, Luc, Celestin, Paul, Michel y Bruno, monjes cistercienses de Tibhirine y a todos los que también dieron su vida y juntos son beatificados: Henri (Marista), Hélene (Pequeñas Hermanas de la Asunción), Esther y Caridad (españolas, Agustinas Misioneras); Jean, Alain, Charles y Christian (Misioneros Padres Blancos); Angéle Marie y Bibiane (Hnas. N. S. de los Apóstoles); Odette (Pequeñas Hnas. Sagrado Corazón de Charles de Foucauld); y Mons. Pierre Claverie (Dominico y obispo de Orán)

    (1) LA ESPERANZA INVENCIBLE – Escritos esenciales del monje mártir de Argelia, Christian de Chergé (Ed. Lumen, pág. 12) (2) Íd. (Págs. 12-13) (3) Íd. (Pág. 120) (4) Íd. (Pág. 145) (5) Mari Paz López Santos (web Familia Cisterciense, 2003)

    Un signo de fraternidad destinado al mundo entero.

    por Hno. José Luis Es así como define el Papa Francisco el acontecimiento que hemos podido vivir el pasado 8 de diciembre en Argelia, con motivo de la Beatificación de Mons. Pierre Claverie y de 18 compañeros, entre los que están nuestros hermanos los monjes de Tibhirine, asesinados en la década de 1990 es una oportunidad para sanar heridas del pasado y facilitar el encuentro y la convivencia. En la carta del Papa Francisco al Cardenal Giovanni Angelo Becciu, enviado a Argelia para presidir en su nombre la beatificación, el papa afirma que esta celebración “es una oportunidad para sanar heridas del pasado y facilitar el encuentro y la convivencia”. Y que “ayude a curar las heridas del pasado y a crear unas dinámicas nuevas de encuentro y convivencia como resultado de esta bendición”. También quería esta celebración hacer presentes a los mártires musulmanes asesinados durante esa “década negra”, y el papa lo expresaba así: “los católicos de Argelia y del mundo quieren celebrar la fidelidad de los mártires al proyecto de Paz que Dios inspira a todos los hombres”...“Al mismo tiempo, desean llevar en sus oraciones a todos los hijos e hijas de Argelia que han sido, como ellos, víctimas de la misma violencia por haber vivido, con fidelidad y respeto por los demás, sus deberes de creyentes y de ciudadanos en esta tierra bendita. También por ellos ofrecemos nuestra oración y expresamos nuestro agradecido homenaje”. El sentir de la Iglesia del Norte de África, no ha sido el de presentar a los 19 mártires como cristianos asesinados por musulmanes, sino que como explicaba el obispo de Orán, Jean-Paul Vesco "No se trata de los cristianos que hayan sido asesinado por los musulmanes, sino de cristianos asesinados con los musulmanes" Y como afirmaba el arzobispo de Argel, Paul Desfarges "No queremos una beatificación entre cristianos, porque estos hermanos y hermanas murieron en medio de decenas y decenas de miles de argelinos” musulmanes que perecieron durante la década (1992-2002). Esta beatificación es un modo de reconocimiento oficial de la forma en que vive la Iglesia en esta región del Norte de África, en medio de una mayoría musulmana aplastante. Nuestra forma de vivir todos juntos unos y

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    otros. Y como decía el obispo de Orán, refiriéndose al joven que murió en el atentado a Mons. Claverie. «La sangre mezclada de Mohamed Bouchikhi (22 años) con la de Pierre Claverie, a través de esta beatificación, permitirá poner de relieve el vínculo entre cristianos y musulmanes». La Beatificación ha sido, efectivamente, un signo de fraternidad de la Iglesia y de Argelia, de católicos y musulmanes celebrando juntos. Y ha sido precisamente en Argelia, donde se ha celebrado la primera beatificación en un país abrumadoramente musulmán, que estaba dispuesto incluso a recibir al papa Francisco, que no ha descartado el viaje en otra ocasión. La sociedad argelina ha recogido el mensaje de fraternidad de la Iglesia Católica y de las autoridades religiosas y civiles de Argelia. Los medios locales fueron los que han hecho más hincapié en esta dimensión. A título de ejemplo dos importantes diarios argelinos lo veían así: “El vivir juntos en paz fue un mensaje contundente por parte de las autoridades religiosas musulmanas y cristianas, a través de la beatificación de los religiosos cristianos y homenaje rendido a los 114 imanes asesinados (Le Soir d’Algerie). Y el diario El Watan destaca la frase del papa Francisco en su mensaje, “la beatificación de 19 religiosos católicos, muertos en Argelia durante el decenio negro, este sábado en Orán, es “un gran signo de fraternidad de Argelia para el mundo entero”. Por su parte, el Mohamed Aissa, Ministro de asuntos religiosos, que se involucró en la organización de la ceremonia, declaró que esta celebración y la llegada del cardenal del Vaticano, enviado por el papa, son “Un signo de que la Argelia de los musulmanes coexiste con otras religiones” (RFI AFRIQUE). Nosotros, los monjes de Notre Dame de l’Atlas, ubicados hoy en Marruecos, pudimos viajar a Argelia para participar en todas las ceremonias de la Beatificación y peregrinar después a nuestro monasterio de Tibhirine. Llegábamos a Orán en vuelo de Air Algérie, la víspera de la beatificación. Allí nos esperaban para trasladarnos al complejo hotelero de “La Liberté” para ser alojados junto con los familiares y amigos de los nuevos beatos mártires. Después, a las 8 de la tarde comenzaba una vigilia de oración en la Catedral de Orán. La Vigilia estuvo marcada por la participación conjunta de cristianos y musulmanes. Un gesto de unidad han sido los cantos de Suras y Salmos entonados alternativamente por la Coral de estudiantes subsaharianos y el coro sufí alawiyya. La lectura del testamento de Christian de Chergé, leído por su propio hermano Hubert de Chergé, de pie de cara al altar: “Si me sucediera un día --y ese día podría ser hoy-- ser víctima del terrorismo que parece querer abarcar en este momento a todos los extranjeros que viven en Argelia, yo quisiera que mi comunidad, mi Iglesia, mi familia, recuerden que mi vida estaba ENTREGADA a Dios y a este país”. Terminada la lectura, hubo unos instantes de silencio antes de romper en aplausos, como en otras ocasiones de esta emotiva Vigilia.

    La emoción volvía a manifestarse con cada uno de los testimonios de los familiares y compañeros de los mártires. Muy especial el momento en que la madre del joven Mohamed Bouchikhi (22 años), chofer del obispo Pierre Claverie y la hermana de éste, explican el vínculo que les unió por la muerte, un 1 de agosto de 1996. “A pesar de toda la tristeza que aún nos embarga a las dos, es una gran satisfacción que la memoria de Mohamed esté asociada con la de mi hermano", dice emocionada, la hermana del obispo. También la presencia y el testimonio de Tayeb, hijo de otro Mohamed, el amigo musulmán que dio su vida para proteger la del entonces joven oficial francés Christian de Chergé, al final

    de los años 50. Como tampoco faltó el testimonio de nuestro p. Jean-Pierre, el sobreviviente de Tibhirine. O el de la hermana Chantal, que sobrevivió al atentado que acabó con la vida de la Hermana Odette Prévost. La Vigilia terminó con una procesión hasta la tumba de Pierre Claveríe donde cada uno de los participantes depositó una vela encendida, como signo de la Vida más fuerte que la muerte. El testimonio del oranés Farouk, que asistió con su esposa, puede resumir toda el espíritu de la celebración: “Ce soir nous étions un en Dieu, musulmans et chrétiens“ (Esta noche somos uno en Dios, musulmanes y cristianos). Para quien no tuvo la oportunidad de ver la Vigilia en directo, puede hacerlo aún por medio de YouTube https://youtu.be/SjgCZmCTaLE Las autoridades musulmanas de Orán se unieron a la celebración recibiendo en la mañana del sábado 8 de diciembre a las familias de los beatos en la Gran Mezquita Ibn Badis de la ciudad, presididos por el cardenal Becciu y por el ministro argelino de Asuntos religiosos, Mohamed Aïssa. El Imaán de la Gran Mezquita, Mustafá Jaber afirmó que “A este acontecimiento, los musulmanes nos asociamos con gran alegría”, “Estos mártires cristianos muertos durante esta tragedia nacional, eran hombres de paz, hombres de buena fe, que tenían la misión bien determinada de difundir la paz”.

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    La explanada de la entrada de la Mezquita de Ben Badis estaba a rebosar de personas esperando para asistir a esta celebración. Recibidos todos a la entrada de la mezquita con una rosa y un fascículo que presentaba en su portada este título: “Jesús en el Santo Corán”. La delegación asistió en la sala de oración de la mezquita al canto del Sura "Meriam" (Maria) del Sagrado Corán en honor a los 114 imanes asesinados por los grupos terroristas durante el decenio negro. Cheikh Mohamed Bendjaber, imam de este lugar de culto, presentó al delegado del papa las diferentes actividades que acoge la mezquita en tanto que un lugar de irradiación cultural y espiritual. El cardenal pudo compartir con varias personas presentes así como con la hija de un imam, que también fue asesinado durante ese periodo. La tercera celebración, fue la beatificación, propiamente dicha, en la explanada del santuario de Notre-Dame de Santa Cruz. Coincidía con la apertura de la Capilla de Santa-Cruz, presidida también por el ministro de asuntos religiosos. La iglesia ha sido objeto de una restauración y rehabilitación, a la que ha contribuido el Estado argelino. Al mismo tiempo la explanada ha sido denominada “La plaza de vivir juntos y en paz”. la Misa de beatificación comenzó en silencio. Contemplación, oración y un minuto largo en homenaje a algunos más de 100 imanes argelinos murieron durante estos 'años negros'. Más silencio aún, cuando monseñor Vesco, leyó en árabe, el testamento del joven Mohamed, el conductor y amigo del obispo Pierre Claverie, que murió en el ataque que costó la vida del obispo de Orán. La madre de Mohamed estaba presente en la primera fila de los familiares. El cardenal Becciu leyó el mensaje del papa Francisco, para la ocasión. "Estos mártires del más grande amor permanecieron fieles al proyecto de la paz del Señor, “hasta la muerte". Su beatificación ayudará a sanar las heridas de la guerra civil y a recordar a todas las víctimas de este período de violencia. Los aplausos y los “you-yous” acogieron el mensaje papal. "Estos mártires tomaron parte en el dolor de sus hermanos. Estamos invitados a alegrarnos de esta nueva actualización del Evangelio”, señaló Monseñor Becciu. Toda la celebración estuvo animada por la coral de la catedral de Orán, compuesta principalmente por los estudiantes subsaharianos. Se puede ver la ceremonia entera en YouTube, en https://youtu.be/yr4dATWxQrk El domingo, se formaron las peregrinaciones a los distintos lugares de los mártires. Los tres destinos de los peregrinos fueron Argel, Tizi Ouzu y Tibhirine. Los monjes de Notre-Dame de l’Atlas pudimos peregrinar a nuestro monasterio. Todos los amigos, empleados del monasterio y comunidad de Chemain Neuf, nos esperaban a la puerta. Nos acompañaba nuestro anciano superviviente Jean-Pierre Schumacher, que había vivido allí 32 años. Para él se trataba de un “regreso al hogar”, después de más de 20 años sin ir. Fue muy emotivo su reencuentro con Mohamed, el guardián, con Ben Alí, Samir, Youssef, el padre Robert, entre otros. Fue una visita corta, pero muy intensa. Tuvimos una eucaristía de acción de gracias, en la capilla del monasterio, presidida por el cardenal Becciu. Todo ello ha sido un gran don, y una bendición en este Adviento. Y podríamos acabar con un deseo que expresa muy bien el diario católico “La Croix”: “Porque han experimentado la amistad entre cristianos y musulmanes hasta el final, porque anunciaron ‘El amor universal hacia todos’, el reconocimiento por la iglesia de estos 19 nuevos Beatos es una acción profética” (la Croix). A lo cual quiero añadir ¡Inch’Allah!

    TESTIMONIO

    EN EL DIA DE LOS PADRES FUNDADORES

    REUNION DEL GRUPO “EL ENCUENTRO” - 26-1-19 No es habitual en el FRATERNUM compartir informativamente las reuniones de cada Grupo, pero en esta ocasión EL ENCUENTRO ha querido sentir la cercanía con los demás y participar de los momentos –Borges habla de los buenos momentos- vividos por este Grupo el sábado 26 de enero del presente año, y que tuvieron una dimensión particular y distinta. Borges, en una poesía preciosa (INSTANTES), los define así: “Pero si

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    pudiese volver atrás trataría/ de tener solamente buenos momentos./ Por si no lo saben, de eso está hecha la vida,/ sólo de momentos; no te pierdas el ahora.”. El Grupo del Encuentro había programado el año anterior el calendario para el año 2019, y empezaba el mismo con la reunión del día 26, que curiosamente era el dedicado a los Padres Fundadores del Cister, motivo en sí mismo, de especial significado para todos nosotros. Aunque de todos es sabido, no está de más recordar algunos datos. Roberto (1028-1111), Alberico (1050-1108) y Esteban Harding (1066-1134), son tenidos como los grandes reformadores del Cister y como los Padres Fundadores tal como ha llegado hasta nosotros, siguiendo la estela de austeridad y pureza original de Benito de Nursia. En el siglo XI las ordenes monacales habían caído en una cierta corrupción por la proximidad al poder y las riquezas, abandonando el verdadero espíritu de sencillez, oración, trabajo y pobreza, y es por ello, que Roberto en 1098 abandona el monasterio cluniaciense de Molesmes con otro 22 monjes y se van a Citeaux para restaurar la Orden de San Benito. Luego vendrán Alberico y Esteban, y todos ellos abades seguirán la senda marcada por Roberto. Entre 1114-1118, Esteban, redactará la Carta de Caridad, dejando por escrito el texto fundamental para la existencia y vida de los monasterios cistercienses tal como los conocemos. Amalia, nuestra coordinadora, había preparado los detalles de la celebración religiosa de este día de una manera especial, y por medio del P. José Ignacio había conseguido los textos, propios de los Santos Fundadores, para la celebración de la Eucaristía. Y así fue, tras el rezo de laudes, propio de la solemnidad, todo ello en la parroquia del mismo nombre que el Grupo, donde tenemos la sede, y en donde se celebran las reuniones mensuales. A los fraternos del Grupo, les quiso acompañar en esta ocasión Pilar Alarilla, para participar fraternalmente y rezar con nosotros en el día de hoy. Todos nos sentimos especialmente unidos a las Comunidades monásticas que lo estaban celebrando este día, y a nuestros hermanos laicos. La celebración corrió a cargo del P. Antonio Pla, anterior párroco y conocedor de la vida monástica y del Cister, que sigue colaborando en la parroquia, y que en la homilía tuvo palabras muy elocuentes y sentidas referidas a Roberto, Alberico y Esteban.

    A esta reunión asistieron prácticamente todos los miembros del Grupo, 13 en total, cosa no fácil de alcanzar a lo largo del año; solamente faltaron, Juan Francisco en paradero desconocido, y Paula y Santiago Costero, ambos por problemas muy graves de salud; tan es así que al día siguiente 27, tuvimos conocimiento, a través de una hija de Santiago del fallecimiento de su padre, con la consiguiente consternación de todos nosotros. Pero el día tuvo muchos más momentos dignos de mencionar. Otro de ellos fue la conmemoración fraterna del 56 aniversario de la

    celebración de la boda de Amalia y Polo. Más de medio siglo de feliz y fructífero matrimonio, compartiendo alegrías y tristezas, caminando juntos por un mundo tan complicado y tan poco partidario de uniones como la suya, es un ejemplo para todos nosotros y fue motivo, también, de momentos de júbilo y regocijo para todos los presentes. Comentaban Amalia y Polo, que la coincidencia del día –enlace matrimonial y Padres Fundadores del Cister- no se la habían planteado hace cincuenta y seis años, pero ahí estaban en este día celebrando ambas efemérides tantos años después. Hubo globos, brindis, dulces y cariño por parte de todos. El tema de estudio y debate también era especial –sin duda para todos los Grupos de la Fraternidad- como el día. Nada más y nada menos que BUSCAR A DIOS, nuestra meta como laicos cistercienses, que nosotros debatimos intensamente siguiendo las directrices del P.José Ignacio: Pureza y unidad de corazón; vida de oración ; y espíritu contemplativo. Todos coincidimos en la importancia del tema y de lo profundo que era su análisis. Precisamente la Carta de Cofraternidad nos menciona claramente esta meta, y el camino a seguir a través, entre otros, de los enunciados citados, cuando dice: ”Cada uno de los miembros se empeña en vivir la dimensión monástica que todo hombre lleva en su interior y los valores esenciales del c