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La hambruna es algo que se vuelve noticia, en cambio, el hambre, la falta de seguridad alimentaría es algo crónico silencioso continuo y cotidiano en millones de personas y raras veces es noticias porque no es algo nuevo, (Madeley John, 2003: 47) E l problema alimentario no es un tema novedoso con relación a la geografía. Ya un médico y sociólogo brasilero Josué de Castro a me- diados del siglo XX afrontó el tema del hambre, argumentando que para ese tiempo “los geógrafos habían estudiado las riquezas y las victorias del hombre más que sus privaciones”, la ciencia de la geografía humana se pro- puso escribir la épica del esfuerzo humano, recogiendo y registrando todo lo que el hombre como factor geográfico había hecho para alterar su medio natural. También mencionaba que La Geografía del Hambre comprendía un aspecto diferente de las relaciones entre hombre y naturaleza, pues, aborda precisamente las cosas que el hombre y la sociedad no han logrado, por que les ha faltado conocimiento y voluntad (Castro 1961, 15). La Geopolítica del Hambre, del mismo autor, concluía que el hambre colectiva es un fenómeno del orden social, provocado generalmente por un aprovechamiento no óptimo de las posibilidades y recursos naturales, junto a una desigual distribución de los bienes de consumo, configurada por un Bogotá sin hambre: una oportunidad para reconocer el papel central de los campesinos en la construcción de Colombia 1 BLADIMIR RODRÍGUEZ Geógrafo – Universidad Nacional de Colombia

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La hambruna es algo que se vuelve noticia, en cambio, el hambre, la falta de seguridad alimentaría

es algo crónico silencioso continuo y cotidiano en millones de personas y raras veces es noticias porque no es algo nuevo,

(Madeley John, 2003: 47)

El problema alimentario no es un tema novedoso con relación a lageografía. Ya un médico y sociólogo brasilero Josué de Castro a me- diados del siglo XX afrontó el tema del hambre, argumentando que

para ese tiempo “los geógrafos habían estudiado las riquezas y las victorias delhombre más que sus privaciones”, la ciencia de la geografía humana se pro-puso escribir la épica del esfuerzo humano, recogiendo y registrando todo loque el hombre como factor geográfico había hecho para alterar su medionatural. También mencionaba que La Geografía del Hambre comprendía unaspecto diferente de las relaciones entre hombre y naturaleza, pues, abordaprecisamente las cosas que el hombre y la sociedad no han logrado, por queles ha faltado conocimiento y voluntad (Castro 1961, 15).

La Geopolítica del Hambre, del mismo autor, concluía que el hambrecolectiva es un fenómeno del orden social, provocado generalmente por unaprovechamiento no óptimo de las posibilidades y recursos naturales, juntoa una desigual distribución de los bienes de consumo, configurada por un

Bogotá sin hambre:una oportunidad para reconocer el papel central delos campesinos en la construcción de Colombia1

BLADIMIR RODRÍGUEZ

Geógrafo – Universidad Nacional de Colombia

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orden social mucho más condicionado por factores económicos que geográ-ficos. Este autor precisó, que resultaba muy difícil ocultar que el mundodispone de recursos suficientes para que toda su población se alimente, sialgunos no participan en el banquete es porque nuestras sociedades se hanedificado, mantenido o “sostenido” sobre una extrema desigualdad econó-mica (Castro 1972, 268).

Las conclusiones y abordajes de Josué de Castro, realizados en las décadasdel 60 y 70 del siglo pasado son vigentes, pues, evidencian cómo el problemadel hambre se viene configurando desde un conjunto de inequidades en ladistribución de ingresos y bienes de consumo. Estas diferencias en las posibi-lidades de acceso a la comida se derivan de las desigualdades en los ingresoseconómicos de la población, que le brinda a cada individuo o familia unacapacidad de gasto, medio fundamental para acceder a los alimentos en lasciudades.

Abordar el problema alimentario de una ciudad junto a su región asocia-da, implica reconocer la producción, distribución y consumo alimentarioque las urbes articulan. Estas tres dimensiones están estrechamente relaciona-das en un proceso que constituye el sostenimiento alimentario eficiente odeficiente de cada uno de sus habitantes. El conocimiento de estas dimensio-nes, sus relaciones y su posible planeación, son herramientas fundamentalespara calmar el hambre de las poblaciones vulnerables.

Caminando en esta dirección, este artículo tiene el objetivo de evidenciarla capacidad del campesinado colombiano para abastecer a Bogotá y, al mis-mo tiempo mostrar, algunos intereses económicos que obstaculizan el cum-plimiento de esta tarea fundamental para el bienestar de los bogotanos. Esteobjetivo se puede dividir en dos, el primero es demostrar la capacidad yoportunidad que tiene la producción campesina de abastecer una cantidad,variedad y calidad de alimentos, a costos económicos con los requerimientosnutricionales para todos los habitantes de la capital del país; y el segundo, esmanifestar cómo la potencialidad del campesinado genera diferentes intere-ses económicos y políticos por el control de su producción, debido a la can-tidad de dinero que se moviliza por la comercialización de sus productosdentro del mercado alimentario de la ciudad.

Para cumplir este objetivo, se abordan dos de las dimensiones del proble-ma alimentario como es la producción para el mercado interno y el gasto quelos bogotanos efectúan para acceder a los alimentos. Para este fin, este artícu-lo, se divide en tres partes. La primera ubica el problema alimentario urbanodentro del contexto regional y nacional, seguidamente se exponen y analizan

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los principales elementos, planteamientos y críticas al diagnóstico y propósi-tos del “Plan Maestro de Abastecimiento de Alimentos para el Distrito Capitaly la Región Definida PMAAB”, documento con el que se viene abordando elproblema alimentario de Bogotá desde hace dos años, que plantea algunoscambios en el funcionamiento del abastecimiento de la ciudad y con el quese han justificado programas de asistencia alimentaria como “Bogota sin Ham-bre”. Finalizando esta parte se exponen las características y posibilidades quebrinda la alimentación derivada de la producción campesina que llega y esconsumida en Bogotá.

La segunda parte, expone los resultados de la estimación del área queocupa la producción campesina que ingresó a la ciudad en el 2002. Para estefin se explican y definen los indicadores y el procedimiento para la estima-ción de la superficie de producción campesina, articulada por el ingreso dealimentos al mercado mayorista de la ciudad. Posteriormente, se analizan ycomparan las superficies departamentales de tierra requerida para la produc-ción de los alimentos, que entran a CORABASTOS, con el área que cadadepartamento posee en economía campesina. La tercera y la última parte,analiza el problema alimentario de la ciudad con algunos elementos concep-tuales utilizados por el Estado, las organizaciones no gubernamentales, cam-pesinas y comunales. Finalmente, se presentan unas conclusiones generalesderivadas de la información y argumentos expuestos.

El hambre de las ciudades colombianas, un problema regional ynacional

Semilla es solidaridad,porque la podemos compartir con el vecino, con el prójimo,

con el excluido, con el desplazado, con el hambriento,con otro productor de vida de cualquier lugar del mundo,

facilitando la construcción colectiva de una sociedad cada vezmas solidaria.

Mario Mejía Gutiérrez Buga, Agosto 27 de 2004

Una ciudad sin hambre implica que cada uno se sus habitantes sin dife-rencias de edad, estrato socioeconómico, género y etnia logre acceder a unmínimo de nutrientes requeridos por su organismo para llevar una vida ple-na. Garantizar el alimento para todos requiere el enlace coordinado de laproducción, distribución y consumo alimentario, factores que constituyenel abastecimiento alimenticio de una ciudad, proceso que se configura den-

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tro de las políticas económicas que van limitando o potenciando el acceso alos alimentos de toda la población urbana.

Los elementos que limitan la existencia de una ciudad colombiana sin ham-bre, se expresan del sector rural al urbano y, viceversa. Algunos de estos elemen-tos en lo rural son: la existencia de un énfasis de la producción nacional en elcultivo de materias primas para el mercado externo, la falta de subsidios ycréditos en el sector agropecuario para pequeños productores, dificultades degran parte de la población rural para mantener el acceso o acceder a la tierra, yasea como propiedad o tenencia, abandono de los territorios por falta de opor-tunidades y por agresión o amenaza de los grupos armados. Y en la ciudad, seexpresan con la llegada de un gran número de personas, a quienes la urbe nopuede brindarles oportunidades de vivienda y empleo, lo que configura unapoca o nula capacidad de gasto, traducida en la ausencia de acceso a los alimen-tos configurando el hambre colectiva. No sólo los nuevos bogotanos “despla-zados” son vulnerables, también los bogotanos que cuentan con un trabajosemiformal e informal que no les garantiza un ingreso para cubrir sus necesida-des alimenticias y demás bienes de consumo prioritarios.

Los anteriores elementos urbanos y rurales evidencian que abordar el pro-blema alimentario de una ciudad colombiana, está estrechamente relaciona-do con los conflictos sociales, políticos y armados de orden nacional. Lo queconfirma que Colombia no utilizó la oportunidad histórica de transformarpor medios pacíficos su estructura agraria cuando era un país predominanterural, como lo fue en la década de los cincuenta.(Machado 1998, 45) Estafalta de visión política de los dirigentes del país ha desembocado en la crisissocial y política que incluye el hambre de millones de colombianos.

Dentro de este contexto, el hecho de que una administración bogotanasitúe en su agenda el problema del hambre de la población, ya es un hechopolítico contundente, que puede tener dos o más interpretaciones. La prime-ra, confrontar al país con los resultados de las decisiones tomadas por lasélites en la historia colombiana y la segunda, acceder al poder haciendo polí-tica con el hambre de los bogotanos, cuestión que resolverá la historia enunos años. Por ahora miremos algunas de los antecedentes sobre los cuales seviene planificando una “Bogotá sin hambre”.

Bogotá sin hambreLa actual administración de Bogotá tiene el interés de reconocer y reme-

diar los problemas alimentarios de la ciudad, una tarea titánica en la que unintento como el de “Bogotá sin hambre”, después del relegado papel de lo

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alimentario en la ciudad, es oportuno y digno de aplausos. Más aún, cuandoabordar el problema del abasto y consumo alimenticio bogotano, significaindagar las relaciones urbano-rurales que se han configurado históricamenteen el país. En este aspecto la geografía puede aportar elementos metodológicosy conceptuales, como el análisis regional y territorial de un problema perti-nente para la ciudad y el país, configurado por la seguridad y soberaníaalimentaria de las urbes y sus áreas abastecedoras.

El programa “Bogotá sin hambre” tiene como objetivo mejorar el consu-mo alimentario de la población de menores ingresos en la ciudad, por mediode subsidios alimentarios, implementados a través de comedores comunita-rios. La base y diagnóstico para la planeación de este programa se titula“Plan Maestro de Abastecimiento de Alimentos para el Distrito Capital y laRegión Definida PMAAB”, que brinda información para reconocer los pro-blemas de seguridad alimentaria2 de la población bogotana, haciendo énfasisen los sectores que padecen situaciones de desnutrición. Además este plan esun instrumento de trabajo para el Plan de Ordenamiento Territorial, POTdel D.C, en una dimensión tan relevante como es el abastecimiento alimentariode Bogotá (PMAAB 2004, 3).

En el PMAAB se definieron cinco variables que reúnen la salud, el sumi-nistro, la cultura, la comunicación y los costos, factores que permiten anali-zar las siguientes tres dimensiones. La dimensión humana, compuesta por lasalud, los hábitos de consumo, el trabajo asociativo y la capacidad de com-pra. La segunda, es la operacional, que agrupa el suministro y la productivi-dad, y por último, se tiene la dimensión territorial, integrada por la funcio-nalidad, los impactos del abastecimiento en la salud, el cumplimiento deestándares o normas, junto a las vías y equipamiento que permiten la distri-bución (PMAAB 2004, 8). Esta última dimensión en los programas de laalcaldía no especifica una noción clara de lo entendido como territorio y, esnecesario inferir su contenido observando lo funcional como elemento cen-tral. De esta manera, lo que se entiende como territorialidad es una metáforaque no tiene en cuenta la tierra y las personas que la trabajan, para proveer dealimentos a los hogares de los bogotanos.

Otro nivel de análisis y de gestión del programa “Bogotá sin hambre”, esla región definida por el abastecimiento en la que se identifican tres anillos. Elprimero, integrado por los 19 municipios aledaños que suministran el 33%del abasto de Bogotá, siendo importante en productos como: leche, hortali-zas, frutas y papa. El segundo anillo reúne el resto de los municipios deCundinamarca, junto a Meta, Boyacá y Tolima, responsable de otro 44%

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del abasto alimenticio, sobresaliendo en papa, arroz, papaya, algunas hortali-zas, panela, yuca, cítricos, carne de pollo y res. El restante 23% proviene delos demás departamentos del país, que conforman el tercer anillo y la im-portación (PMAAB 2004, 9-10).

Estas estimaciones se realizaron para el año 2002, en el que ingresaron ala ciudad 2.800.677 toneladas, siendo redespachada una parte de esta cuantíaa otras regiones, quedando un disponible neto de 2.189.302 toneladas(PMAAB 2004, 8). De estos 2.8 millones, 1.5 millones de toneladas ingre-saron por la central Mayorista de Bogotá (Rodríguez, 2004:163), es decir,que CORABASTOS manejó el 55% de los productos ingresados a la ciudad,conservando durante las últimas tres décadas una participación superior al50%(Forero 1991, 11). Lo anterior permite asumir que el registro de losingresos a CORABASTOS durante el 2001 y 2002 es una información re-presentativa para rastrear tanto la región de abastecimiento, como el controlque la ciudad ejerce sobre la producción alimentaria de los municipios veci-nos, tema que se aborda en la siguiente parte de este texto.

Según el PMAAB de 2,8 millones de toneladas de alimentos que entra-ron en el 2002 a Bogotá, cerca de tres cuartas partes son abastecidas porproductores tradicionales (que conforman economías campesinas descritasmás adelante), y el restante 25% por productores tecnificados con culturaempresarial, reconocida como agricultura capitalista. También se estimó quecerca de 2 millones de productores rurales están involucrados anualmente enel abastecimiento de Bogotá. Esta producción aborda la capital desde dife-rentes territorios campesinos que abastecen la ciudad y que conforman laregión de abastecimiento (PMAAB 2004, 11).

En términos generales la producción agropecuaria del país logra cultivarla cantidad de alimentos necesarios para alimentar a cada uno de los habitan-tes de la ciudad capital, con excedentes que posibilitan la distribución desdeel mercado mayorista a otras zonas del país. Otra cosa diferente es que todoslos habitantes accedan al consumo, el acceso general al consumo se cumpli-ría, si todas las personas económicamente activas pudieran incorporarse a unempleo que las dotara de la capacidad de gasto, para brindarles alimentacióna sus familias. Desde el punto de vista socio económico esto no se presenta,pues el 49,6% de la población está por debajo de la línea de pobreza, y deésta población, el 61,4% está en situación de pobreza absoluta (Bogota SinIndiferencia, 2003).

Esta problemática fue abordada por el PMAAB a partir las encuestas dehogares del DANE, de los años 1994-1995, que consolidó que el 25% del

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ingreso promedio de los habitantes de Bogotá se dedicó al consumo de ali-mentos, y el 6.34% al consumo de alimentos por fuera del hogar. Tambiénconcluyó que las familias más pobres destinaron el 40% o más de sus ingre-sos para alimentarse y las más ricas sólo el 10% para el mismo fin. Natural-mente, son dos niveles de ingreso muy distintos, pero dan una idea de lafragilidad de los consumidores pobres, cuando los alimentos suben de precioo escasean (PMAAB 2004, 5).

Sobre este tema el Instituto Latinoamericano de Servicios Legales Alterna-tivas –ILSA- profundizó, realizando un estudio con la última encuesta dehogares elaborada por el DANE en junio del 2003, en el que se concluyóque una familia de estrato seis gasta tres veces más que una familia de estratodos en sus alimentos. Mientras una familia de estrato dos invierte 291 milpesos, es decir, el 31% de su capacidad de gastos mensuales en comida, lafamilia de estrato seis invierte 846 mil pesos que representa sólo el 7.2% desu capacidad de gasto mensual (Tiempo Bogota, 2005).

El estudio de ILSA, concluyó que la población bogotana cercana a los 7millones de habitantes, gastó mensualmente en comida 730 mil millones depesos, cifra que no incluye los consumos de hospitales o escuelas. (Ver tabla1) El grueso de este gasto se concentró en los estratos 2 y 3, pues juntosrepresentaron mensualmente el 70% del total del gasto alimentario de laciudad. Es decir, que estos estratos invirtieron en su alimentación 500 milmillones de pesos, lo que significa que el consumo del 75% de la poblacióncompuesta por los estratos 2 y 3, efectuaron un gasto mensual igual al quetoda población de la ciudad paga en un año por el impuesto predial (TiempoBogota, 2005). (Ver tabla 1 y 2).

La tabla 2 expone el valor del consumo de alimentos por estrato. En laprimera y segunda columna se presenta la población bogotana por estrato yen la quinta y sexta el valor del gasto en alimentos, también por estrato.Estos datos muestran como en los estratos 1, 2 y 3 se concentra el 78% delos habitantes y cómo la población de estos tres estratos, representó el 75%del gasto de la ciudad en alimentos. Tal gasto representó 550 mil millones depesos. Estas cifras aclaran la dimensión de los intereses económicos que seestán jugando en el plan maestro de abastecimiento de Bogotá.

Intereses que se hacen más visibles, cuando se conoce que la produccióncampesina abastece cerca del 70% de los alimentos consumidos en la ciudady, que más del 50% de la comida que consumen los bogotanos pasa por lacentral mayorista de CORABASTOS. Si a estas cifras agregamos, que losestratos 1, 2 y 3 en la capital concentran el 75% del gasto en alimentos,

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Estrato Gasto total %

ESTRATO 1 33.741.620.951 4,62

ESTRATO 2 203.467.026.091 27,86

ESTRATO 3 314.692.522.896 43,09

ESTRATO 4 87.793.437.213 12,02

ESTRATO 5 49.704.127.257 6,81

ESTRATO 6 40.411.443.107 5,53

Sin Información 521.436.675 0,07

TOTAL 730.331.614.190 100,00

Fuente: Proyecto política pública de seguridad alimentaria información resultados a partir de laEncuesta de Calidad de Vida DANE 2003. (Yepes et al. 2005 P.9)

Tabla 1. Gasto mensual en alimentos y su distribución porcentual según estratos Bogotá, 2003

concentración que se da en un sector de la población, con preferencias cultu-rales y limitaciones económicas que los llevan a comprar sus alimentos en lasplazas tradicionales y tiendas de barrio, dejando a un lado a los grandes alma-cenes o cadenas modernas de distribución.

La poca compra efectuada por la población de ingresos medios y bajosde la ciudad en los mercados modernos, es un factor que impulsa al sector decomercialización moderna a manejar el mercado mayorista bogotano, puesen este se recibe la producción campesina a costos cómodos, para luego co-mercializarla al 75% de los bogotanos, quienes suman una capacidad de gas-to en alimentos jugosa. Estos intereses del sector moderno de la comerciali-zación han sido puestos sobre aviso por las organizaciones campesinas y algunosmunicipios de Cundinamarca, quienes han mencionado que el fin último delos proyectos PMAAB es lograr una inversión pública cuantiosa en infraes-tructura y gestión, para que el capital privado, el de los monopolios de lasempresas dedicadas a la comercialización de alimentos, obtengan el controlexclusivo del suministro de alimentos en Bogotá, dejando por fuera a cente-nares de personas vinculadas laboralmente al funcionamiento actual del siste-ma alimentario. Las organizaciones campesinas y algunas alcaldías municipa-les señalan que este proyecto desconoce las ventajas económicas de laproducción campesina y otras formas de economía familiar rural y urbanade la región y el país (Surco Agroalimentario 2004, 2).

Dentro de las economías familiares urbanas que este plan desconoce es-tán las iniciativas de la agricultura urbana, definida como aquella producciónagropecuaria que se realiza en la periferia inmediata de la ciudad. Producción

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agropecuaria que ha existido desde siempre en espacios urbanos y peri-urba-nos, hoy promovida en múltiples ciudades del mundo.(Cruz Maria 2004,8) Esta propuesta ha encontrado espacio en la ciudad de Bogotá, donde ad-quiere unos matices particulares, pues la ciudad recibe una gran parte de lasvíctimas del desplazamiento forzado nacional. Por ejemplo, en el 2003 llega-ron 15 mil familias, en total 56 mil personas, con vocación agrícola que selocalizaron en su mayoría en las periferias de la ciudad (Alameda Raul 2004,20). Estos nuevos bogotanos se caracterizan por no tener acceso al empleo, loque los convierte en población vulnerable. La agricultura urbana se convierteen una manera de brindar empleo a estas personas y generar una oferta deproductos a menores precios debido a los mínimos costos en transporte ycomercialización por su proximidad a los consumidores.

Fuente: Proyecto política pública de seguridad alimentaria información resultados a partir de laEncuesta de Calidad de Vida DANE 2003 (Yepes et al. 2005 P.11)

Tabla 2. Valor del consumo total y valor del consumo en alimentos según estratos en Bogotá 2003

Raúl Alameda y Rafael Enciso, elaboraron unas recomendaciones paraque el gobierno distrital estimule la agricultura urbana. Algunas de estas re-comendaciones son la generación de una política que posibilite la utilizaciónde tierras urbanas ociosas y que permita la organización a los desplazados encooperativas de trabajo, creando tiendas comunitarias como espacios de mer-

Población % Estrato Valor Valor % de valor Acumu-consumo consumo consumo lado

total en alimentos de alimentos estratopor estrato

478,821 7.0% 1 145,641,237,719 33,741,620,951 4.62%

2,456,923 35.8% 2 632,816,078,038 203,467,026,091 27.86% 32.48%

2,920,326 42.6% 3 1,641,362,304,461 314,692,522,896 43.09% 75.57%

591,601 8.6% 4 1,047,273,487,359 87,793,537,213 12.02% 87.59%

231,205 3.4% 5 708,316,854,552 49,704,127,257 6.81% 94.40%

167,170 2.4% 6 743,236,605,375 40,411,443,107 5.53% 99.93%

14,955 0.2% 1,021,839,393 521,436,675 0.07% 100.00%

6,861,501 100.0% Total 4,919,668,406,896 730,331,614,190 100.00%Bogota

D.C.

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cado para estos productos. Este mercado se podría ampliar si las institucionesdistritales como hospitales y colegios compraran los productos a estas coope-rativas teniendo en cuenta no sólo la calidad y el precio, sino la mayor conve-niencia social, como es “la generación de fuentes de trabajo e ingresos y laconstrucción de una democracia económica y social ” (Alameda Raul 2004,21). Esta es una iniciativa del sector informal y popular, que busca brindarlea todos los bogotanos el acceso al empleo y a la alimentación, colocándose encontra vía de los intereses que persiguen las empresas capitalistas.

Pero no es sólo la posición de las organizaciones campesinas la que davisos del interés de los mercados modernos por cubrir la población de me-dios y bajos ingresos, son las mismas estrategias de estas empresas las queevidencian los intereses de estos almacenes. El 13 de octubre del 2004 CarullaVivero, un almacen que en sus 100 años de historia se venia enfocando en losestratos altos de la población, decidió dar un giro al comprar Surtimax, unacadena de medianos almacenes que atendía a los estratos 2, 3 y 4 y que mos-tró durante el 2002 un impresionante crecimiento en ventas del 17%. Esta“cadena espera que el grueso del crecimiento para el resto de la década vengade las ventas en los segmentos de menores ingresos donde reside la fortalezade Surtimax ”(Samuel Azout 2004, 10).

La tensión entre las empresas capitalistas y los sectores populares e infor-males de la comercialización se puede abordar desde el planteamiento de unapregunta. ¿Qué es más eficiente, el canal de distribución de los supermerca-dos modernos o el tradicional conformado por plazas menores, tiendasbarriales y vendedores ambulantes?. Usualmente el Estado ha optado pordarle la razón al canal moderno de comercialización. Jaime Forero Álvarez, alplantearse esta pregunta, menciona que es muy posible que para gran partede los consumidores de ingresos altos y medios las ventajas que ofrecen lossupermercados hace que estos sean mas eficientes para ellos, pero para lossectores populares que corresponden a más de la mitad de los bogotanos, queestán por debajo de la línea de pobreza, junto al sector no considerado pobreen las estadísticas, pero que no logra comprar lo que quiere, por las limitacio-nes de sus ingreso, para estos el sector mas eficiente es el que vende a menorprecio los alimentos (Forero 2005, 29).

Dentro de este panorama de cuestionamientos y propuestas actualmentese desarrollan múltiples discusiones sobre la formas de solucionar el proble-ma del hambre en Bogotá. Hasta aquí se plantearon algunas de las tareas quese han emprendido para planificar la solución del problema alimentario deBogotá, también las principales críticas al plan maestro de abastecimiento de

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la ciudad, por parte de organizaciones y movimientos sociales, quienes asu-men que, de llevarse a cabo este plan tal como esta expuesto se lastimaran losintereses de la población de medios y bajos ingresos en la ciudad y, en elsector rural se debilitaran las actuales posibilidades que tienen los pequeñosproductores de acceder a un ingreso por la venta al mercado interno de susproductos.

La producción campesina que sostiene a BogotáSemilla es poder:

el de comer según nuestra cultura;el de escoger nuestro propio sistema de producción.

Mario Mejía Gutiérrez Buga, Agosto 27 de 2004

La disminución en producción nacional de algunos alimentos en la últi-ma década, deriva en la reducción del uso del territorio nacional para el con-sumo propio y en el aumento de la importación de productos alimenticios.A pesar de esto, la articulación de la ciudad a las áreas rurales del país siguesiendo fundamental para el abastecimiento y sostenimiento alimentario dealgunos productos. Bajo este panorama, a continuación se aclara cuales pro-ductos hacen parte del mercado interno y provienen predominantemente deeconomías campesinas.

Varios son los elementos que permiten asumir que las áreas de economíacampesina son hoy, como lo han venido siendo fuente importante de ali-mentos para el consumo interno, como también para las materias primas yalgunos productos exportables. Situación que contrasta con la idea de la in-evitable desaparición del campesinado para dar vía a las figuras modernas deempresarios y asalariados, que permiten implantar tecnologías más eficien-tes. Tal visión no aborda las características topográficas especiales de Colom-bia dadas por sus valles y montañas; en estas últimas donde no son viables nirentables las grandes extensiones de cultivos mecanizados, posibilitando ensu lugar las medianas y pequeñas áreas de cultivo asociadas a unidades fami-liares (Valderrama Mariano y Mondragón Héctor 1998, 37).3

La economía campesina es un componente importante del mercado dealimentos urbanos, por factores espaciales que tienen que ver con la localiza-ción, ya que su producción está distribuida por todo el país y cercana a ciuda-des grandes o intermedias, tal proximidad reduce los costos de transporte delos alimentos. A estos aspectos definidos por la localización, se asocian facto-res temporales que se expresan con las ventajas de producción continua yregular, configurados por su localización geográfica en los diferentes climas

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asociados a las laderas, donde se han situado estas economías con múltiplesproductores, permitiendo la producción de diversos alimentos durante todoel año, en pequeñas cantidades frescas que reducen la necesidad de procesa-miento y almacenamiento. Además su producción variada se ajusta a las ne-cesidades de los mercados regionales donde estas se articulan.

Los productos perecederos como las hortalizas, frutas, tubérculos, pláta-nos y productos de origen animal son alimentos representativos del mercadointerno y se ajustan a las características antes mencionadas. Su producciónaparece bajo lo que Jaime Forero Álvarez llama la “estructura productiva delagro colombiano”, la cual se compone de tres formas empresariales básicas: laempresa agropecuaria capitalista, el latifundio ganadero especulativo y la pro-ducción familiar (o comunitaria), esta última describe a la producción cam-pesina (Forero 2002, 8).4

Si bien se habla de producción campesina no se puede pasar por alto queesta categorización se define con distintos argumentos que la diferencian dela economía agropecuaria capitalista. En primer lugar, se encuentran las rela-ciones sociales de producción, donde la economía campesina utiliza bajastecnologías compatibles con su ausencia de capital, lo cual deriva en una bajaproductividad de la tierra y del trabajo del agricultor. El segundo argumentose construye alrededor de la clasificación de los cultivos, asociada a los pro-ductos tradicionales que se diferencian de las economías comerciales del arroz,algodón, sorgo, caña de azúcar, cebada y ajonjolí. Una tercera situación quepermite identificarles, corresponde a las áreas de unidades productivas infe-riores a 20has (Blanco 1986, 61-63). Alrededor de estas tres característicashay un amplio debate, pues ninguna de las clasificaciones logra incluir lostres argumentos y no muestra las relaciones de producción y su relación conla tierra, pues son clasificaciones surgidas de la información estadística.

Hacer una aclaración de las diferentes aproximaciones y relaciones de laeconomía campesina es un tema extenso y no es el objetivo de este artículo.Por tal motivo se tendrán en cuenta los tres argumentos antes mencionados,considerando como campesinos a los productores familiares, agropecuarios,forestales y pesqueros. Además se consideran las comunidades rurales, indí-genas y afrocolombianas, en donde las formas económicas comunitarias com-plementan la producción familiar, conformando una capacidad de resisten-cia que ha permitido la permanencia de estos, derivada de la manera como laeconomía campesina articula el trabajo familiar con su medio de producciónfundamental que es la tierra junto a su legado cultural, que se ha construidosobre esta (Shamin 1979, 214).5

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Es precisamente la producción de las zonas de campesinas la de mayor pesoen el ingreso de alimentos a CORABASTOS. Esta producción es distribuida alinterior de la ciudad, a almacenes, tiendas de lichigo o redistribuida por vende-dores ambulantes o estacionarios, también por los mercados esporádicos deplazas intermitentes que se localizan en algún día de la semana en las calles,parques o parqueaderos de los barios periféricos de la ciudad, así esta produc-ción se asocia a los sectores de medio y bajos ingresos, pues son estos los ali-mentos comercializados con precios cómodos para esta población.

Esta misma producción es la que les brinda a las familias bogotanas unacanasta básica que logra cubrir sus requisitos nutricionales al menor costo. Estacanasta es una propuesta de la nutricionista Zulma Fonseca, obtenida para unafamilia promedio (3.5 personas) a partir de la encuesta de calidad elaborada enjunio del 2003 por el DANE (ver tabla 3). El costo total de esta canasta básicapara esta fecha, fue de 303 mil pesos monto mensual que debía tener cadafamilia para cubrir sus necesidades de alimento ( Yépez 2005, 15).

En la tabla 3 se expone la canasta básica elaborada por Zulma Fonseca,compuesta por 31 alimentos. En la primera columna se muestran los ali-mentos que componen la canasta, en la segunda, se clasifican estos productossegún el origen económico campesino, capitalista o mixto. Para realizar estaclasificación se utilizaron los estudios de Jaime Forero Álvarez y Elcy Corra-les. Sin embargo, tal separación tajante en los productos (campesinos o capi-talistas) no existe, pues cada producto participa de ambas economías portanto los que fueron clasificados como provenientes de economía mixta sonalimentos cuya producción esta compartida casi en el 50% en una y otra.

La columna tercera de la tabla, muestra la cantidad requerida duranteuna semana en gramos de cada producto y, la última columna, muestra lamisma cantidad pero en las unidades usuales con las que son comercializa-das en el mercado. En general esta propuesta de canasta básica enfocada enbrindar los requerimientos nutricionales de una familia al menor costo,permite comparar como de 31 productos considerados, 16 son produci-dos predominantemente en economías campesinas, 7 son alimentos queprovienen desde ambas economías, casi en el mismo porcentaje y, 8 sonproducidos fundamentalmente en economías capitalistas. Esta clasificaciónpermite afirmar que la producción campesina ha sostenido de manera ge-neral, una canasta alimentaria popular, invisible para las estadísticas y quehoy tiene una oportunidad de hacerse palpable institucionalmente, solu-cionando el problema alimentario de los bogotanos y de las demás ciuda-des colombianas.

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Tabla 3. Composición básica de la canasta familiar

Fuente: Proyecto política pública de seguridad alimentaria información resultados a partir de laEncuesta de Calidad de Vida DANE 2003. (Yepes et Al 2005: 9. DANE). (Corrales 2002: 14)(Forero 2002: 9.) 6

Alimento Economía Cantidad Cantidad enAsociada a su recomendada medida usualProducción por semana

(gramos)Pan Capitalista 1000 20 unidades/medianasLeche pasteurizada* Capitalista 5600 5 ½ litrosHuevo Mixto 600 12 unidadesCarne para asar Mixto 1000 1 kiloPollo Mixto 2707 2 ¾ kilosPescado de temporada Campesina 500 1 libraPapa Mixto 4000 4 kilosPapa criolla Mixto 1200 2 ½ librasYuca Campesina 1200 2 ½ librasArroz Capitalista 2500 5 librasPasta seco o sopa Capitalista 500 1 libraFríjol rojo Campesina 500 1 libraLenteja Capitalista 500 1 libraPlátano verde o maduro Campesina 2400 5 librasArveja fresca en vaina** Campesina 504 1 libraCebolla larga** Campesina 875 1 ¾ librasHabichuelas frescas** Campesina 502 1 libraLechuga** Campesina 101 1 unidad pequeñaTomate** Campesina 502 1 libraZanahoria** Campesina 759 1 ½ librasBanano** Campesina 572 ¼ docenaCuruba** Campesina 252 ½ libraGuayaba** Campesina 252 ½ libraNaranja** Campesina 1101 2 ¼ librasPapaya** Campesina 252 1/2 libraAceite Capitalista 960 1 litroAzúcar Capitalista 1200 1 ½ kilosSal Capitalista 147 150 gramosCafé Mixto 70 70 gramosChocolate Mixto 240 ½ libraPanela Campesina 500 1 unidad

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Abordadas algunas características de las áreas de economía campesina queabastecen a la ciudad y expuestas las posibilidades de este sector económicopara sostener el abasto y consumo bogotano, a continuación se presenta laestimación de la superficie en tierras campesinas que la ciudad articula a suabastecimiento, mediante el conocimiento del total de alimentos ingresadosdurante el 2002 al mercado mayorista de Bogotá. Para este objetivo se defineel indicador huella ecológica del ingreso de alimentos y se describe el proce-dimiento de su estimación.

Huella ecológica bogotana y su asociación con la producciónalimentaria en áreas de economía campesina

La huella ecológica es un instrumento conceptual y operacional que per-mite reconocer el área requerida por la ciudad para su abastecimiento debienes de consumo, en este caso de alimentos. La huella ecológica alimentariaes entendida, en este texto, como la superficie de tierra donde la ciudad apro-pia recursos para su sostenimiento alimentario. Esto es la superficie de tierraque en promedio se requiere para producir el alimento que una persona con-sume anualmente, multiplicado por el número de habitantes de la ciudad.La estimación de la huella ecológica arroja un área abstracta que no sabemosdonde se localiza ni quienes la trabajan. En este artículo se avanza un pocomas allá de su medición, indagando dónde y sobre quiénes se localiza o “pisa”parte de esta superficie.7

El procedimiento para la estimación de la huella ecológica es sencillo yviable si la información está disponible. Se debe contar con estadísticas oaproximaciones del consumo o ingreso de alimentos a la ciudad, y con losrendimientos de cada producto, es decir, el número de hectáreas que se nece-sitan para producir una tonelada de un producto alimenticio. Para el ejercicioque se expone a continuación se estimó la huella ecológica del ingreso dealimentos al mercado mayorista de Bogotá en el 2002.

Conocidos los rendimientos departamentales del 2002 para cada pro-ducto ingresado al mercado mayorista, se pasó la cuantía en toneladasingresadas de alimentos a hectáreas teniendo en cuenta el rendimientodepartamental de cada producto. De esta manera, se obtuvieron las su-perficies requeridas para el cultivo de cada producto, posteriormente sesumaron las huellas de los productos enviados por cada jurisdicción parareconocer como pisa el ingresos y el sostenimiento alimentario de Bogotaen cada departamento.

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Áreas de economía campesina, soporte de la huella ecológicaalimentaria de Bogotá

Teniendo en cuenta los aspectos expuestos sobre la producción campesi-na y la definición del indicador huella ecológica, a continuación se comparael área de economía campesina departamental, con las superficies requeridaspara la producción de los alimentos ingresados a Bogotá, o huella ecológicadel ingreso alimentaria de la ciudad durante el año 2002. Tal comparación esposible, porque la mayoría de productos analizados son predominantementecampesinos acopiados por el mercado mayorista, donde se maneja el 55%delos productos que ingresan a Bogotá, siendo este mercado el principal distri-buidor dentro de la ciudad de los productos campesinos que cubren el 75%del consumo bogotano.

Una vista nacional de la producción campesina muestra que, el 64% delas cosechas campesinas cultivadas y el 89.2% del valor de la producción delos cultivos se concentran en la región Andina. Los departamentos de la colo-nización antioqueña usan la mitad del área en economía cafetera familiar,mientras que Cundinamarca, Boyacá, Santander y Norte de Santander per-tenecientes a la región Central Andina, tienen una participación del 35% dela producción del resto de productos campesinos. (Forero 2002, 20) El in-greso de hortalizas, frutales y tubérculos a la ciudad en el 2002, hacen partede los productos predominantes de la economía campesina, que provienenen más del 52% de Cundinamarca, 8% de Boyacá, otro 8% de Valle y el 6%del Tolima, de estos provienen más del 70% de los productos de origencampesino que ingresan a la central. (Ver figura 1)

Por otra parte, el área de economía campesina al interior del país conmayor participación, está constituida por los departamentos de Antioquia,Cundinamarca, Putumayo, Santander, Tolima, Boyacá, Cauca, Huila,Caquetá, Santander del Norte y Valle. En estos se localizó cerca del 70% dela superficie de producción campesina del país y al mismo tiempo se ubicó el80% de la huella ecológica de los alimentos ingresados. Las mayores huellasecológicas del ingreso de alimentos a la ciudad se encuentraron en Cundina-marca, Boyacá, Valle, Tolima, Meta, Huila, Quindío, Amazonas, Santander,Nariño y Antioquia. Sobre estos departamentos pisa cerca del 95% de lahuella ecológica del ingreso de alimentos, y a la vez en estos once departa-mentos se localiza el 57% de las áreas de economía campesina del país. (Verfigura 1 y tabla 4)

En la tabla 4 se expone una comparación detallada de las áreas de produc-ción campesina y las superficies requeridas para la producción de alimentos

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en cada departamento. La última columna expresa cuanta área de economíacampesina, logró cubrir la ciudad con el ingreso de alimentos del año 2002.Esta relación entre huella ecológica y áreas de economía campesina, muestrapara Cundinamarca un 46%, es decir, que el mercado bogotano potencial-mente puede estar articulando casi la mitad del área de economía campesinade este departamento, lo que permite argumentar que la otra mitad de lasáreas de producción están asociadas al autoconsumo, a la ganadería, a culti-vos exportables como el café o al envío de producción a otros mercadosurbanos y regionales. (Ver tabla 4)

Fuente: CORABASTOS. Ministerio de Agricultura.8

Figura 1. Distribución de las hectáreas nacionales en economía campesina y distribucióndepartamental de la huella ecológica

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Tabla 4. Colombia Distribución de Superficies Cultivadas por los Campesinos y de laApropiación de estas Áreas por parte de Bogotá. 2002

Fuente:(Forero 2002: 19) Corporación Corabastos 9

Departamento Áreas de economías Áreas apropiadas por el Relación entreCampesina por ingreso de alimentos huellas ecológicasdepartamentos 2002 predominantemente y áreas de

campesinos (huellas Economíaalimentarias del ingreso Campesina2002)

Participación Hectáreas Hectáreas Participación% %

Cundinamarca 9,17 250.556 117.447 51,70 46,9Boyacá 6,60 180.335 19.342 8,51 10,7Valle 4,09 111.753 18.960 8,35 17,0Tolima 7,24 197.822 12.730 5,60 6,4Meta 3,35 91.534 10.966 4,83 12,0Huila 4,53 123.775 9.535 4,20 7,7Quindío 2,26 61.751 7.983 3,51 12,9Amazonas 0,03 820 6.397 2,82 Santander 7,30 199.461 4.372 1,92 2,2Nariño 3,54 96.725 3.767 1,66 3,9Antioquia 9,14 249.737 2.876 1,27 1,2Caldas 2,92 79.785 2.207 0,97 2,8Arauca 0,82 22.405 2.147 0,95 9,6Bolívar 3,22 87.982 1.840 0,81 2,1Cesar 2,06 56.286 1.277 0,56 2,3Magdalena 1,15 31.422 1.024 0,45 3,3Atlántico 0,41 11.203 914 0,40 8,2Casanare 0,30 8.197 852 0,38 10,4Córdoba 2,85 77.872 838 0,37 1,1Guajira 0,71 19.400 432 0,19 2,2Guaviare 2,33 63.664 334 0,15 0,5Risaralda 1,89 51.641 285 0,13 0,6Caquetá 4,34 118.584 267 0,12 0,2Norte Santander 4,12 112.573 139 0,06 0,1Choco 0,63 17.214 122 0,05 0,7Sucre 0,63 17.214 88 0,04 0,5Cauca 4,62 126.235 23 0,01 0,0Putumayo 8,72 238.261 0 0,00 0,0Vichada 0,63 17.214 0 0,00 0,0Vaupes 0,25 6.831 0 0,00 0,0Guanina 0,14 3.825 0 0,00 0,0San Andrés 0,00 0 0 0,00 Total Nacional 100 2.732.076 227.161 100,00

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En términos generales el país tiene 2.7 millones de hectáreas dedicadas aeconomía campesina, dividida en agrícola y pecuaria. Cabe resaltar que lamayor parte de los ingresos de alimentos analizados hacen parte de la pro-ducción agrícola, otra porción de estas hectáreas es dedicada al autoconsumo.Del total de la superficie nacional de producción campesina el mercado bo-gotano articula el 8%, es decir, 227 mil hectáreas. Existen dos formas deevaluar esta relación, una es considerar que la producción campesina tienebaja importancia para el sostenimiento alimentario de la ciudad, visión quedesconoce la tarea de producir alimentos baratos que se le ha impuesto alcampesinado. Y por otra parte, se puede asumir la alta importancia que tienepara los campesinos esta participación en el mercado, cuando a esta se articu-la el autoconsumo y el ingreso que complementan los requerimientos bási-cos para la reproducción de las unidades familiares. (Ver tabla 3)

Sí la tabla 4 permite identificar que Bogotá apropia el 8% del área deeconomía campesina del país, entonces si las 6 primeras ciudades se comportande manera similar, estas en su conjunto apropiarían más del 40% de estas áreas.Tal aseveración es muy general pero permite reconocer que hay una mayorapropiación de las áreas de economía campesina, cuando se tienen en cuenta losdemás núcleos urbanos, la ganadería, el sector exportador e industrial.

A lo anterior habría que agregar que no todas estas áreas departamentalesse articulan en la misma proporción. Teniendo en cuenta la manera diferen-cial en que cada área de economía campesina departamental se vincula al

Figura 2. Participación departamental de áreas de economía campesina y huella ecológica delingreso de alimentos 2002

Fuente: CORABASTOS, 2002. Ministerio de Agricultura, 2001.10

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mercado bogotano, en el gráfico 2 se explora la participación de los oncedepartamentos donde se concentra el 94% de la huella ecológica de los ali-mentos ingresados, siendo estos mismos departamentos donde se ubica el57% de la economía campesina del país.

Este gráfico evidencia una organización espacial de proximidad yconectividad, ya que el departamento que más relaciona sus áreas al mercadoalimentario de Bogotá, o dónde pisa con mayor proporción la huella dealimentos ingresados a la capital del país es Cundinamarca, seguido porBoyacá, Valle, Tolima, Meta, Huila, Quindío, un orden que se relaciona conla proximidad de estos departamentos a la ciudad, mediada por la conectividadque brinda la red vial. (Ver mapa 1)

Caso singular presenta el departamento de Amazonas dónde la pescaartesanal en zonas indígenas logra llegar al mercado bogotano desde la extre-ma frontera sur oriental. Dos de los tres últimos departamentos de la figura2, muestran la articulación de sus áreas campesinas en mayor medida a suscapitales o ciudades próximas, es el caso de Santander cuya producción cam-pesina debe estar articulada a Bucaramanga, al igual que la de Antioquia esabsorbida en Medellín. (Ver figura 2 y mapa 1)

En el mapa 1 se observa cómo a pesar de que Antioquia cuenta aproxi-madamente con la misma área en producción campesina que Cundina-marca, la superficie antioqueña ocupada por el mercado bogotano es me-nor. Sin embargo, es muy probable que el resto de la producción de estasáreas deba estar articulada a los mercados de Medellín o departamentosdel norte del país. Esta situación tiende a repetirse en todos los departa-mentos, evidenciando que Bogotá no es el único mercado que asociaeconomía campesina, y que una porción de estas áreas en todos los de-partamentos sostienen alimentariamente a sus capitales. Además una par-te tanto de las áreas como de la producción es dedicado al autoconsumo,a la ganadería y a producción de materias u otros productos que no sonde consumo directo.

Abordado un análisis comparativo de las áreas de economía campesina,con las superficies requeridas por la comercialización de alimentos a Bogotá,se reconoce que la capital del país apropia casi la mitad de las áreas de econo-mía campesina de Cundinamarca y el 8% de esta área del país. También seidentificó que en 11 departamentos se localiza el 95% de la huella ecológica.Los resultados anteriores son una forma de validar la estimación de esta hue-lla ecológica, pues las huellas departamentales están por debajo de las super-ficies cultivadas por campesinos, resultado que concuerda, ya que las áreas

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campesinas no están dedicadas únicamente a producción agrícola, ni produ-cen únicamente para el mercado alimentario urbano de Bogotá.

Hasta aquí se analizó a nivel departamental la localización de las áreas quesostienen el 75% del abastecimiento de Bogotá. Se observa como caracterís-tica principal la asociación de gran parte de la región Andina, también unaestrecha relación entre departamentos con amplias áreas en economías cam-pesina y grandes ciudades capitales, este es el caso de Cundinamarca, Antioquiay Santander tendencia que se mantiene en los demás departamentos, lo quelleva a plantear una funcionalidad poco considerada de las sociedades campe-sinas y sus prácticas económicas en el desarrollo urbano colombiano. En cadahectárea de estas superficies que la ciudad articula, se encuentran las tierrasapropiadas y trabajadas por manos campesinas que ayudan a sostener las acti-vidades cotidianas y productivas de la vida urbana.

Efectuado un análisis del ingreso de alimentos a la ciudad desde las áreasde economía campesina, e identificado su peso y trascendencia en el abastode la ciudad de Bogotá y en general de la red urbana nacional, se logra realizaruna aproximación al funcionamiento actual del mercado alimentario de laciudad. A continuación se referencian los diferentes conceptos con los que seaborda el problema alimentario desde diferentes sectores sociales, paralela-mente se hace una exploración de las implicaciones de cada abordaje concep-tual en el panorama alimentario nacional.

Elementos para analizar el problema alimentario y ladistribución de la producción

Semilla es libertad, porque nos independiza de las dos tiendas: la de los alimentos y la de los

mercaderes de insumos agricolas. El hombre de campo que perdiósus semillas queda a merced de los dominadores de la agricultura:

las agendas del Estado. Las transnacionales, las certificadoras.Las decisiones de siembra las toma el dependiente de la tienda

si no conservamos nuestras semillas.Mario Mejía Gutiérrez Buga, Agosto 27 de 2004

La hambruna se vuelve noticia, en cambio, el hambre, la falta de seguri-dad alimentaria se convierte en un crónico silencio, continuo y cotidiano enmillones de personas, y raras veces es noticia, ya que no es algo nuevo.(Mandeley 2003, 47) Durante las décadas del 1970 y 1980 se desarrolló unextenso debate sobres los contenidos y alcances de la problemática alimentaria(Fajardo 2002, 164). Estas discusiones permitieron establecer que existe se-

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guridad alimentaria cuando todas las personas tienen en todo momento ac-ceso físico y económico a suficientes alimentos inocuos y nutritivos parasatisfacer sus necesidades básicas y sus preferencias en cuanto a alimentos, afin de llevar una vida activa y sana (Vargas 2003, 83).

La FAO por seguridad alimentaria, entiende que los alimentos estén dis-ponibles en todo momento, que todas las personas tienen acceso a ellos, queesos alimentos son nutritivos en lo que respecta a calidad y variedad y queson culturalmente aceptables para la población en cuestión (FAO, 1995). Ladiscusión sobre la seguridad alimentaria ha ido diluyéndose en las institucio-nes y la academia a medida que las aperturas comerciales y las políticas delibre comercio, permite a los países acceder a una variada canasta de alimen-tos a precios favorables de producciones generalmente subsidiadas, esto haceque existan pocos esfuerzos de los gobierno para reactivar la producción agrí-cola dirigida al consumo interno.

A raíz de la apertura económica en el país, el mapa de la producción queabastece a la ciudad ha venido incorporando nuevos países y, la relación entremercado urbano alimentario interno y la producción campesina da visos de frac-tura. El anterior proceso configura un contexto donde la seguridad alimentaria seha interpretado como auto-solvencia alimentaria, lo que significa aliviar el pro-blema acumulando poder de compra, en lugar de impulsar la producción internaque lleve al país a establecer una autonomía alimentaria. En este sentido, el con-cepto de solvencia claramente neoliberal sustituye el concepto clásico de seguri-dad alimentaria (Machado 2003, 92). Dentro de este panorama, Colombia y susciudades aumentan la dependencia alimentaria del mercado externo, desperdi-ciando la posibilidad del aprovechamiento de los recursos nacionales para la pro-ducción, incrementando la importación de insumos y productos.

Uno de los elementos que hoy afectan la posibilidad de mantener la rela-ción de la economía campesina y los mercados urbanos como el de Bogotá,es el control de las semillas y su manipulación. Esta práctica restringe el acce-so de los pequeños productores a las semillas e insumos limitando la produc-ción independiente. La magnitud y concentración de este problema es tal,que para el 2000 las semillas manipuladas estaban controladas por cinco mul-tinacionales: Monsanto y Dupon (EE.UU), AtraZeneca (reino Unido),Novartis (Suiza) y Aventis (Francia y Alemania). Las ventas de estas empresasen los países latinoamericanos intensifica la dependencia alimentaria de lasciudades y áreas rurales, pues las semillas “mejoradas” e importadas requierende insumos que las mismas multinacionales producen y comercializan (Ma-chado 2002, 190,191).

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Mapa 1. Huella ecológica de Bogota y áreas de economía campesina en Colombia.

Numeración Original de Mapas y cuadros correspondientes a la versión de este documento en latesis del autor

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La manipulación de las semillas para una mayor producción y gananciano es una actividad nueva, pero en las últimas dos décadas ha tenido unquiebre marcado por la biotecnología, que permite romper las barreras exis-tentes en la reproducción de los seres vivos, permitiendo el intercambio otraslado de las características genéticas entre plantas, animales ymicroorganismos, originando organismos genéticamente modificados otransgénicos. El argumento más fuerte de las industrias que realizan estamanipulación, es que la biotecnología, ahora sí va a resolver el problema dela disponibilidad de alimentos y del hambre en el mundo (Vélez 2001, 2).

Estas innovaciones biotecnológicas están orientadas a la búsqueda de ga-nancia y no dan respuestas a las necesidades de la población humana. Estanueva manipulación de los seres vivos en el caso de las plantas, está articuladocon un sistema de protección de biotecnología o genes, que consiste en crearplantas productoras de semillas estériles y dependientes de químicos parallevar acabo su germinación, floración, maduración y la activación de su sis-tema inmunológico, que hace a las plantas fuertes frente a alguna enferme-dad. Esta producción de semillas estériles es rentable para las empresas que lascomercializan, y además rompe con las prácticas de reproducir, almacenar ointercambiar semillas, milenarias entre los agricultores (Vélez 2001, 3). Unaforma de resistencia de las comunidades frente a la intensificación de estaproblemática iniciada con la revolución verde, es la protección de sus semi-llas como una forma de ejercer su soberanía alimentaria.

La soberanía alimentaria es otro concepto para abordar el problema ali-menticio, ampliando o complementado la seguridad alimentaria. Consisteen el derecho democrático que tienen algunos países para determinar su pro-ducción, las formas de distribución y el consumo alimenticio en función desus preferencias y tradiciones culturales (Mandeley 2003, 53). Este conceptoresta importancia al intercambio comercial y pone énfasis en la defensa delconocimiento ancestral, protegiendo las semillas que han sido sembradas degeneración en generación y hoy son apetecidas por el comercio y sustrasnacionales, amenazando la cultura de las sociedades rurales colombianas yen general latinoamericanas.

En Colombia en los últimos años, un gran número de organizacionesindígenas, campesinas y afro descendientes vienen implementando progra-mas de recuperación y manejo de semillas y animales criollos. Varias de estasorganizaciones han recuperado gran parte de las semillas que se habían perdi-do o estaban en peligro de extinción (Río Sucio Caldas 2001, 36). Estasiniciativas tienen como objetivo contrarrestar las amenazas de los modelos

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arrazantes basados en las semillas mal llamadas “mejoradas”, por medio delfortalecimiento de prácticas de producción sustentados en semillas localesque los agricultores han manejado desde épocas ancestrales, argumentandoque son ambientalmente mas amigables.

La manipulación de las semillas y los impactos ambientales que losinsumos agroquímicos descargan sobre aguas, suelos y la salud de los consu-midores, junto a las prácticas de monocultivo, son elementos que vinculan laproblemática alimentaria con la sostenibilidad ambiental, por tanto no esraro escuchar el abordaje de la sostenibilidad alimentaria de las poblacionesurbanas y rurales. El sostenimiento del abastecimiento de Bogotá, es decir, elconstante flujo de alimentos desde las áreas productoras hasta la ciudad,involucran la resistencia de los agricultores por mantener sus prácticasancestrales para garantizar su autoabastecimiento y comercializar una partede sus cosechas garantizando la soberanía alimentaria del campo y la ciudad,es decir, manteniendo la dieta que cultural e históricamente se ha configura-do en las regiones de Colombia.

Para abordar la sostenibilidad alimentaria urbana de una ciudad comoBogotá, se debe tener en cuenta qué procesos de producción se articulan alcultivo y procesamiento de la comida que consumen sus habitantes. A unaciudad o región pueden llegar los alimentos requeridos, que pueden ser pro-ducidos en áreas donde hay amplios impactos ambientales por las prácticasde producción o por la liberación de organismos genéticamente modifica-dos, que son introducidos en el entorno biofísico sin conocer su procesoevolutivo en este entorno. Es decir, hay que pensar en cómo sostener la ali-mentación de la ciudad, teniendo en cuenta, a costa de qué y de quiénes, sepretende solucionar el problema alimentario de una ciudad. Sin olvidar quela sostenibilidad urbana -entre estas la alimentaria- se enmarca dentro de unposible desarrollo sostenible.11

Esta propuesta desarrollista es apoyada por diferentes sectores de mane-ra contradictoria.12 Sostener dentro de este discurso significa apoyar, man-tener el curso y preservar un estado de cosas, que es funcional a los interesa-dos en resguardar el capital y su acumulación. También significa proveer dealimentos y en general de medios de vida a la población. ¿Qué trabajadorurbano mal pago o qué campesino sin tierra, estaría en desacuerdo con estesignificado? Otra acepción es persistir sin ceder. ¿Qué campesino o empre-sario no se resiste a ceder ante la expansión acelerada del gran capital?. Estasdiferentes interpretaciones evidencian que la sostenibilidad alimentaria ylas demás son un problema ideológico y político antes que un problema

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ecológico y económico (O´Connor 2002, 18). Sin embargo, hoy la ciu-dad se sostiene cotidianamente y la población poco tiene presente el origende los recursos (como son los alimentos) que hacen posible la vida cotidia-na.

En esta última parte se mencionaron y definieron algunas aproximacio-nes del problema alimenticio, como la seguridad, la soberanía, la sostenibilidady la solvencia alimentaria. Todas estas interpretaciones contienen diferentesacepciones políticas y económicas, unas más cerca de las instituciones inter-nacionales y nacionales y otras, más cercanas a las organizaciones campesinasy populares. En general todas abordan las problemáticas que atraviesan lasrelaciones urbano-rurales que configuran el problema alimentario colombia-no. Para finalizar, se exponen a continuación algunas conclusiones que re-dondean y reafirman la intención del texto.

ConclusionesEl artículo indagó dos factores de la geografía del abasto alimentario de

Bogotá. El primero, las zonas de producción de alimentos junto a las formasde producción campesina de estos bienes de consumo. El segundo, los inte-reses económicos de las empresas modernas de comercialización de alimen-tos por manejar el gasto derivado de la comercialización de los alimentosprovenientes de las economías campesinas.

La indagación del primer factor a grandes rasgos muestra, como buenaparte de las áreas de producción y las formas de producción campesina sedespliegan sobre los Andes colombianos, donde están localizadas las ciuda-des más grandes de Colombia y la mayor parte del campesinado que articulasus manos y tierra al abastecimiento de la población bogotana. Sin embargo,el papel de la producción campesina como surtidora de alimentos para losasentamientos urbanos es escasamente reconocido por la sociedad urbana ypoco potenciada por las instituciones del Estado, la indiferencia frente a estesector de la sociedad se mantiene aún sabiendo que su actividad económicaproduce el 75% de lo alimentos consumidos en Bogotá.

Uno de los factores centrales para la producción interna de alimentos esla posibilidad de que la población rural acceda a la tierra, para darle un usoagropecuario destinado para el autoconsumo, la generación de ingresos delos productores y surtir el mercado interno. En este sentido, Colombia tieneun problema central y doble, que es resolver el problema agrario y alimentario,que al fin de cuentas, es el problema de la distribución de la tierra junto a losrequerimientos actuales para la producción y la reproducción social.

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La exploración del segundo factor, permite plantear que los intereses eco-nómicos de los mercados de grandes superficies, tienen como objetivo manejarel gasto alimentario asociado al consumo de estos alimentos realizado por lossectores de medios y de bajos ingresos; ya que este sector poblacional poseepreferencias culturales y limitaciones económicas que son cubiertas por la eco-nomía campesina, lo que le brinda la posibilidad a esta producción de partici-par ampliamente en una canasta básica con calidad y precios económicos.

Por otra parte, las prácticas tradicionales de los campesinos son resisten-cias frente al modelo de semillas difundido desde la revolución verde. Parale-lamente su resistencia detiene el rompimiento del vínculo entre los sectoresde bajos ingresos de las ciudades y los pequeños productores campesinos delpaís. Vínculo que se mueve en el mercado interno alimentario como ele-mento funcional del desarrollo urbano, haciendo visible la posibilidad degenerar una política alimentaria para las ciudades colombianas. Por tanto, lanegativa a la utilización de semillas importadas y la protección de las semillascriollas, son una apuesta por un grado de soberanía alimentaria, que incide enla posibilidad de mantener el ordenamiento espacial de la producción de lasáreas rurales colombianas que abastecen la ciudad. De esta manera, desde lorural se está defendiendo o ampliando el actual mapa de la producción queabastece la capital de país. (Ver mapa 1).

El problema alimentario de las ciudades se agudizó en el escenario latino-americano a partir de la movilización masiva de población hacia las ciudades.Proceso que configuró el aumento de la cuantía necesaria de alimentos paralas ciudades, problema que logró superarse por medio del fortalecimiento delos sistemas de abastecimiento. Pero en la ciudad para garantizar el accesoalimentario a la población, no vasta con el arribo de la cuantía requerida dealimentos, en estas el acceso está mediado por la constante capacidad de gastoque brinda el acceso al empleo, que no siempre está disponible. Por tanto,cuando existen problemas de empleo en las ciudades se presentan problemasde hambre, y la población debe generar sus propias alternativas frente a unsistema agrario concentrado en la oferta externa y no en la demanda interna,caso que caracteriza a la mayoría de las economías latinoamericanas.

Sin embargo, hay excepciones, como es el abordaje generado en las déca-das del 90 bajo la crisis económica cubana y los principios de mantener unadistribución equitativa y justa de todos los productos pertinentes para laalimentación humana, que ha sido llevada a cabo por el Instituto de Geogra-fía Tropical de Cuba (Interian, 1996: 195). El conjunto de prácticas para elabastecimiento alimentario basadas en satisfacer la demanda interna de la

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población cubana específicamente de la Habana, introdujo a los geógrafoscubanos en el problema del abastecimiento urbano. Esta problemática losllevó a plantear programas de fortalecimiento de las parcelas individuales, loque permitió ofrecer variados alimentos frescos producidos en áreas próxi-mas a la capital. También el planteamiento del abastecimiento urbano de laHabana permitió fomentar los cultivos urbanos aprovechando los suelos delas ciudades para la producción de alimentos. La implementación de estaagricultura urbana, se hizo teniendo claro que la ciudad necesita importaralimentos de otras zonas del país y que la agricultura urbana tiene reales po-sibilidades de contribuir en el abastecimiento de la población de la Habana(Winy 1996, 216).

Esta experiencia Cubana ha llegado al distrito capital tomando maticespropios por el contexto del desplazamiento forzado del país. Lo anterior hapermitido plantear la posibilidad de generar una política de producciónalimentaria guiada por la ciudad en las áreas rurales de sus localidadesperiféricas, donde la agricultura ha existido históricamente. Tales propuestasevidencian la tensión con otras tendencias para solucionar el problemaalimentario, como es la compra de los alimentos desde los mercados exter-nos, teniendo en cuenta, la calidad y precios cómodos que brinda este merca-do, propuesta propia de la política neoliberal.

A pesar de ser este contexto neoliberal la política estatal dominante deColombia en las tres últimas décadas, el tema de la seguridad alimentaria eshoy pertinente caracterizada por amplias brechas socio económicas que hanconfigurado la exclusión, el conflicto armado y el desplazamiento de la po-blación. Elementos que dificultan la producción en el sector rural y el accesoa la alimentación tradicional, esta última relacionada con la cultura y el cono-cimiento ancestral. La vigencia del problema alimentario en este contexto hahecho necesario recurrir a otros abordajes mucho más ambiciosos y que res-ponde a nuevas realidades que agudizan algunas problemáticas.

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Notas1Este artículo expone algunos de los resultados del trabajo de grado titulado De La huellaEcológica al Control Territorial Mediado por el Abasto de Alimentos de Bogota (1970-2002),presentado en el Departamento de Geografía de la Universidad Nacional de Colombia, enoctubre de 2004. También se incluyen avances de investigación que el autor vienedesarrollando, temas e interrogantes que surgieron en el proceso de investigación y que nofueron incorporados en dicho trabajo. Por atraparte agradezco al Taller Interdisciplinario deFormación en Investigación Social TIFIS tanto por la lectura de la tesis, como de este y otrosartículos sobre el tema. También a ILSA y a Planeta Paz por brindarme el acceso a la informacióny a Sonia Torres por la colaboración y compañía.

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2 El concepto de seguridad alimentaria hace referencia a la posibilidad acceso de una poblacióna los alimentos teniendo en cuenta criterios de cantidad, calida, requerimientos nutricionalesy permanencia de este acceso. En la tercera parte de este articulo se amplia su definición.3“La importancia de los campesinos en la producción de alimentos no radica tanto en lascantidades producidas, sino en las características de su oferta; la cantidad de alimentos deconsumo directo que provienen de los pequeños agricultores se estima que va desde el 22%.Hasta el 65% dependiendo la fuente de información y de los productos.” Mario Valderramay Héctor Mondragón, Desarrollo y Equidad con Campesinos. Misión Rural, Bogotá, IICA-Tercer Mundo Editores, 1998. Vol. 2. p. 374Ver también (Valderrama Mario y Mondragón Héctor, 1998:37).5El papel y la existencia del campesinado es de amplio interés, pues, no parece ajustarse a laslógicas del capitalismo y a la sociedad moderna. Los temas sobre campesinado han sidoabordados desde diferentes enfoques, algunos de ellos centran más su interés en las lógicasinternas de las economías y sociedades campesinas; y otros en sus interacciones con el conjuntoeconómico. Tal preocupación por el campesinado ha permitido aseverar que, “día tras día loscampesinos hacen suspirar a los economistas, sudar a los políticos y maldecir a los estrategas, alderrotar sus planes y profecías por todo el mundo”.6 Existen alimentos similares que se consumen en menor cantidad y que no estàn incluidos. Lasfrutas y verduras recomendadas pueden tener variaciones de acuerdo a la época de cosecha.7La huella ecológica es un indicador de sostenibilidad territorial que estima las áreasecológicamente productivas requeridas para el abastecimiento general de las ciudades, en estecaso el aprovisionamiento alimentario. Sobre este indicador ver: (Wackernagel,1993; 1996(a):2-14; 1996(b): 43-50; 1998: 7-25; 1996 (c); 1996 (s)).8 Para el cálculo de 2002 se utilizó la información del 2002 suministrada por el Ministerio aúnsin publicar. Cálculos de este estudio.9 Cálculos de este estudio que incluyen la panela junto a las frutas.10 Para el cálculo de 2002 se utilizó la información del 2002 suministrada por el Ministerioaún sin publicar. Cálculos de este estudio.11La sostenibilidad o el desarrollo sostenible o sustentable, implica una idea sumamentegeneral y amplia, del cual, aunque tiene una historia más larga, se reconoce que alcanzó suamplia difusión con el informe de la Comisión Mundial para el Medio Ambiente y elDesarrollo (1987), conocido como Comisión Bruntlan. Este informe denominado “NuestroFuturo Común”, busca conciliar las exigencias de las ideas sobre desarrollo y el medio ambiente,mediante su unión en el término “desarrollo sostenible”. Posteriormente, el término esconsagrado en la Declaración de Río de Janeiro (1992), en particular en su principio 3,dedicado a la equidad intergeneracional. Es decir, la idea de que el desarrollo actual debe obrarsin perjudicar a las generaciones futuras. Para ampliar este concepto y sus discursos ver (ReyOrlando,2002 :81)-89. Ver también (Martínez Allier, 1992:89).12“El capitalismo tiende a la autodestrucción y a la crisis; la economía mundial crea una mayorcantidad de hambrientos, de pobres y de miserables; no se puede esperar que las masas decampesinos y trabajadores soporten la crisis indefinidamente y, como quiera que se defina la“sostenibilidad”, la naturaleza está siendo atacada en todas partes”. (O’Connor James,2002:29)ver ( Galeano Eduardo,1998:558-565) (Bellamy John, 1998:589-593 ).