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1 Procesos de reconfiguración económica y socioterritorial en el cinturón hortícola de La Plata: trayectorias, prácticas y representaciones" 1 Silvia C. Attademo- UNLP- UNCPBA [email protected] María Alejandra Waisman- CEHR_UNLP- Becaria Conicet - [email protected] María Florencia Rispoli- UNLP- UNMdP- Becaria Conicet - [email protected] Adriana Archenti UNLP [email protected] GT:22 Trabajo, territorios e identidades en la agricultura latinoamericana globalizada Presentación El presente trabajo forma parte de una línea de investigación que desarrollamos en la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), que tiene por objetivo estudiar los desarrollos socio-regionales y las problemáticas locales de la región rururbana de la ciudad de La Plata 2 . La investigación se inserta en la discusión sobre los aspectos simbólicos y culturales que intervienen en la configuración de esta región como un espacio social de interacción y de relaciones sociales, especialmente en el ámbito de lo productivo, donde la actividad hortícola es central. Por ello -y trabajando desde una perspectiva microsocial sustentada en un enfoque antropológico- nuestro interés se centra en dar cuenta cuáles son los discursos circulantes que explican los procesos de reconfiguración del espacio social y cómo han repercutido en los sujetos concretos que viven y trabajan en este escenario social. En este contexto de producción optamos por llevar adelante un análisis que rescate la dinámica propia de la región considerando las situaciones sociales endógenas, pero sin perder su articulación con los fenómenos globales en los que se inscribe. En este sentido, intentaremos establecer conexiones entre las determinaciones coyunturales y socioestructurales y la agencia de los sujetos, preocupadas por comprender la heterogeneidad de los fenómenos sociales, y 1 Ponencia presentada al VIII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural, Porto de Galinhas, 2010 2 Proyecto: “Trayectoria de los actores sociales en el espacio social rururbano plat ense, sus representaciones y sus prácticas”. UNLP.

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“Procesos de reconfiguración económica y socioterritorial en el cinturón hortícola

de La Plata: trayectorias, prácticas y representaciones"1

Silvia C. Attademo- UNLP- UNCPBA – [email protected]

María Alejandra Waisman- CEHR_UNLP- Becaria Conicet - [email protected]

María Florencia Rispoli- UNLP- UNMdP- Becaria Conicet - [email protected]

Adriana Archenti – UNLP – [email protected]

GT:22 – Trabajo, territorios e identidades en la agricultura latinoamericana globalizada

Presentación

El presente trabajo forma parte de una línea de investigación que desarrollamos en

la Universidad Nacional de La Plata (Argentina), que tiene por objetivo estudiar los

desarrollos socio-regionales y las problemáticas locales de la región rururbana de la

ciudad de La Plata2. La investigación se inserta en la discusión sobre los aspectos

simbólicos y culturales que intervienen en la configuración de esta región como un

espacio social de interacción y de relaciones sociales, especialmente en el ámbito de lo

productivo, donde la actividad hortícola es central. Por ello -y trabajando desde una

perspectiva microsocial sustentada en un enfoque antropológico- nuestro interés se

centra en dar cuenta cuáles son los discursos circulantes que explican los procesos de

reconfiguración del espacio social y cómo han repercutido en los sujetos concretos que

viven y trabajan en este escenario social. En este contexto de producción optamos por

llevar adelante un análisis que rescate la dinámica propia de la región considerando las

situaciones sociales endógenas, pero sin perder su articulación con los fenómenos

globales en los que se inscribe. En este sentido, intentaremos establecer conexiones

entre las determinaciones coyunturales y socioestructurales y la agencia de los sujetos,

preocupadas por comprender la heterogeneidad de los fenómenos sociales, y

1 Ponencia presentada al VIII Congreso Latinoamericano de Sociología Rural, Porto de Galinhas,

2010 2 Proyecto: “Trayectoria de los actores sociales en el espacio social rururbano platense, sus

representaciones y sus prácticas”. UNLP.

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2

relativizando la idea de homogeneidad por posición de clase o inserción ocupacional

similar.

El espacio social rururbano: caracterización y reconfiguración histórica

El área donde desarrollamos nuestra investigación corresponde a la zona que

rodea la ciudad de La Plata3. Esta área constituye un espacio geográfico y social con

características específicas, que articulan lo rural y lo urbano, y entre las que se destaca la

actividad productiva hortícola4.

En términos generales, la horticultura puede ser asimilada a las actividades

agrícolas, sin embargo presenta características distintivas en aspectos tales como la

productividad, el tipo de producción, de comercialización, la conformación de la mano de

obra, etc. Por tanto, entendemos la horticultura como un tipo específico y diferente de

producción; que, aunque enmarcada en el contexto agrario, debe ser estudiada y

entendida en sus particularidades. Sintetizando algunas de sus especificidades podemos

decir que, en general, la actividad hortícola se caracteriza por la utilización de pequeñas

superficies de tierra; la aceleración de la rotación del capital; la diversificación de la

producción; la comercialización a través de los mercados concentradores que están en

manos del Estado; la marcada variación de precios que repercute en resultados

comerciales muy variables; el uso intensivo de la mano de obra, donde la mediería5, -

3 Esta ciudad es la capital de la provincia de Buenos Aires (la de mayor población de la Argentina) y

en ella se concentra la actividad administrativa y gubernamental de esta provincia. 4 El cinturón hortícola de La Plata comprende las localidades de: Villa Elisa, City Bell, Melchor

Romero, Abasto, Olmos, Los Hornos, Etcheverry, Gorina, La Granja, José Hernández, Arana, Villa Garibaldi, Ignacio Correa, Poblet, El Peligro y Arturo Seguí. A su vez, esta región se inserta en el extremo sur del Cordón Hortícola o Área verde Metropolitana, que comprende los partidos de Florencio Varela, Berazategui, Almirante Brown, Esteban Echeverría, La Matanza, Merlo, Marcos Paz, General Rodríguez, Moreno, General Sarmiento, Pilar, Escobar y Tigre (CEB, 1995). 5 “Las medierías consisten en arreglos de distinto tipo para transferir medios de producción, ya sea

agua, animales de trabajo, tierras, etcétera, con el fin de aprovechar entre dos personas los recursos disponibles. La forma más común de mediería es la transferencia de tierras, en la cual una parte aporta la tierra y la otra el trabajo. (…) la mediería en el cinturón verde bonaerense consiste habitualmente en un acuerdo mediante el cual el patrón aporta tierra, tecnología mecánica y capital operativo, y el medianero se hace cargo de la totalidad del trabajo requerido –aunque, eventualmente, también pueda aportar algunos insumos-. La relación se establece a través de un contrato, generalmente de palabra, por el cual se pacta que el medianero puede percibir, aproximadamente, entre el 40 % del precio de venta del producto, si aporta insumos, y el 25 % si aporta sólo el trabajo, y comparte con el patrón los riesgos de la producción” (Benencia, 1999: 84). Según Benencia, la emergencia de la figura del mediero “…termina por complejizar en el área el mercado de trabajo en el sentido tradicional (patrones y asalariados), pues al mismo tiempo que es un trabajador que se subordina a un patrón, deviene a su vez una especie de „patrón‟ que maneja un conjunto de trabajadores (familiares y tanteros) que le responden directamente a él, no al quintero. Es decir

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3

como forma social del trabajo y sistema con participación del producto-, ocupa un lugar

importante en las relaciones de trabajo del sector hortícola (Archenti et al, 1993).

Al hablar de espacio social queremos denotar los múltiples aspectos intervinientes

que entran en juego en la conformación de un territorio determinado; entre los que se

incluyen cuestiones económicas, decisiones políticas y diversos factores sociales y

culturales que comienzan a interactuar y configurar especificidades en un momento

histórico concreto. Pensamos este espacio como un campo pluridimensional de

posiciones y relaciones sociales en donde entran en conexión varias dimensiones: la

socioterritorial, la socioproductiva y la sociocultural. En particular se destaca el papel que

juegan las migraciones, las cuestiones étnicas y la configuración de los lazos sociales;

donde la interrelación de estos factores se expresa en un sinnúmero de relaciones

particulares en las que aparecen relaciones de poder, conflictos sociales, así como otras

situaciones de sociabilidad. En lo que refiere al concepto rururbano, esta categoría busca

expresar que no lo pensamos como un espacio que se conforma en los márgenes del

centro urbano, sino que destacamos ciertas especificidades que lo distinguen; por ello, es

pertinente señalar la estrecha interdependencia que tiene con el medio urbano cercano

para dar cuenta de las relaciones que se establecen a partir de los circuitos comerciales,

de trabajo, de insumos, flujos financieros, etc. (Ringuelet et al, 1991; Ringuelet, 2002;

Pérez, 2001). Es por estas razones que preferimos denominarlo rururbano -a diferencia

de periurbano- para destacarlo como un espacio que entrelaza características que lo

diferencian de lo urbano así como de lo propiamente rural: un espacio que no es

homogéneo ni autónomo, que se configura como propio, con una identidad particular. Tal

como lo venimos planteando en investigaciones y trabajos anteriores (Ringuelet et al,

1991 y 2000; Waisman et al, 2008), sostenemos que estamos frente a un espacio

pluridimensional de fenómenos y posiciones sociales en el que se entrelazan situaciones

endógenas locales con otros procesos globales.

En este sentido, las particularidades del rururbano no pueden ser pensadas al

margen de algunas cuestiones referidas al espacio socioeconómico de la Argentina

actual. Esto implica trazar líneas de continuidad con procesos políticos y económicos que

arrancan en la última dictadura militar, que se profundizan y consolidan en la década de

los noventa y que fueron determinantes de la configuración a la que se llega durante la

primera década del siglo XXI. No obstante estas continuidades de largo plazo, en la

que, a partir de su inclusión, se establece una cadena de relaciones y subordinaciones laborales que se aleja cada vez más del modelo de relación contractual clásico” (Benencia, 1996: 34).

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4

década de los 90 se han presentado especificidades a partir de las medidas estructurales

implementadas durante el gobierno menemista -desregulación económica, apertura

comercial y financiera, privatización de empresas públicas, convertibilidad entre el peso y

el dólar, alta dependencia del endeudamiento externo, modificación de la estructura

impositiva, reforma laboral, educativa, en salud y previsión social-. Por su parte, la crisis

política e institucional del 2001 trajo aparejada una serie de cambios en los parámetros

macroeconómicos -principalmente a través del abandono del esquema convertible y

devaluación de la moneda nacional-, pero coincidimos con quienes plantean que no se

han revertido las relaciones de fuerzas configuradas en los noventa.

A su vez, para comprender ciertas características del espacio social rururbano

platense, debemos atender a determinados procesos locales que han afectado a su

principal actividad económica: la producción hortícola. Nos referimos a una serie de

cambios tecnológicos que han operado en el sector: las incorporaciones en el sistema

productivo del uso de agrotóxicos en los '70, de híbridos durante la década de los '80 y de

coberturas plásticas en los '90. La repercusión que tuvieron estos procesos en la

reorganización de los espacios locales, en referencia al mercado de trabajo hortícola, se

puede visualizar en la emergencia de nuevos pocisionamientos y relaciones entre los

actores. Esta característica de la horticultura durante los ‟90 referida a la generalización

de la producción bajo invernáculo permitió, por un lado, un avance dinamizador en la

actividad pero, por otro lado, implicaba el uso de nuevas semillas, cambios en cuanto al

riego y al manejo de los cultivos bajo este sistema, que llevó al desplazamiento de

algunos trabajadores por necesitar una mano de obra más especializada. Según

Benencia (2009:19-20) “la utilización de las relaciones de mediería en los

establecimientos con producciones bajo cubierta generó modificaciones en este tipo de

contrato y de relación”. Surgen productores y establecimientos caracterizados por estar

insertos en procesos de descapitalización o encontrarse en situaciones que Murmis

(1998) denominó persistencia sin capitalización.

La adopción de esos paquetes tecnológicos trajo aparejada profundas

consecuencias en múltiples dimensiones: se han alterado las condiciones de producción y

reproducción, ha impactado sobre la calidad de los productos, ha repercutido sobre el

mercado de trabajo, se han manifestado consecuencias ecológicas, etc6. Por otra parte,

tratando de especificar el escenario socioproductivo actual, debemos traer a colación

6 Para ahondar en estas cuestiones véase: Benencia (1994/ 1996/ 1999/ 2009); Hang y Bifaretti

(2000); Ringuelet (2000); Simonatto (2000); Selis (2000).

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5

algunos procesos socioeconómicos acontecidos recientemente. Ha sido señalado, que la

crisis de 2001 y salida de la convertibilidad en 2002 tuvieron un importante impacto en el

sector: el arraigo del sistema de producción bajo invernáculo dependiente de insumos

importados redundó en un incremento de los costos de producción, sobre todo, teniendo

en consideración que la producción tiene como destino principal el mercado interno, lo

que generó un fuerte abandono de la actividad (García y Kebat, 2007). Sin embargo,

acompañando la recuperación post-devaluación, se produjo una “reactivación” de la

actividad que ha seguido las siguientes tendencias: el aumento del número de

establecimientos y la superficie arrendada -como forma de tenencia exclusiva-; el

incremento de la superficie cultivada bajo cubierta -mayor intensidad en el uso del suelo y

productividad por hectárea-; fenómenos que han sido asociados a la mayor participación

de los productores de nacionalidad boliviana en el total (García y Kebat, 2007). A partir de

estos cambios en la estructura social hortícola, antiguos productores descendientes de

inmigrantes de ultramar han sido desplazados de la producción y pasan a arrendar la

tierra a los nuevos protagonistas de este escenario socioproductivo: los productores de

nacionalidad boliviana.

En relación a lo que hemos planteado hasta el momento, nos interesa resaltar que

estos procesos de cambio tecnológico, productivo y del mercado de trabajo se articulan

con cuestiones específicas en lo social y cultural, y se entrelazan en el proceso de

configuración del espacio rururbano platense. Las transformaciones acaecidas tuvieron

incidencia en el reordenamiento del espacio social, dado que repercutieron en la

circulación de los sujetos e implicaron una reestructuración de las posiciones y relaciones

entabladas.

Trayectorias, prácticas y representaciones en el rururbano platense: cuestiones teóricas

metodológicas.

El interés en este trabajo consiste en rastrear los discursos circulantes que explican

los procesos de reconfiguración del espacio social hortícola y cómo han repercutido en los

sujetos concretos que viven y trabajan en este contexto social. En este sentido, esta

ponencia se sustenta en un enfoque que privilegia el punto de vista de los actores

involucrados. Para ello, nos focalizamos en analizar las entrevistas (tanto

semiestructuradas como abiertas y en profundidad) y los registros de observación

Page 6: Attademo Procesos de Reconfig

6

recabados por el equipo de investigación entre sujetos vinculados a la producción

hortícola durante dos momentos históricos diferentes. La información obtenida de las

entrevistas realizadas durante la década de los 90 y los datos registrados en esta primera

mitad de siglo7, nos permiten trazar una línea temporal de análisis desde la cual rastrear

cómo los actores involucrados visualizan los cambios acontecidos. Especialmente nos

interesó la posibilidad de contactar a aquellos informantes que habían sido entrevistados

en la última década del siglo XX, lo que nos permitiría indagar acerca de los cambios y

continuidades.

En este sentido, concebimos el discurso como producto social y, a la vez, como

práctica constituyente de la realidad en el marco de determinados condicionamientos

histórico-estructurales. El lenguaje y la cultura constituyen un espacio de disputa y

negociación constante por la producción social de sentido y por la imposición de

particulares significaciones, que es paralela a las luchas de poder (García Canclini, 1985;

2004; Margulis, 2009; Pizarro, 2009). El lenguaje reproduce, la mayoría de las veces, las

relaciones estructurales prevalecientes, nombrando o desconociendo, valorizando

positivamente o descalificando. Estos fenómenos quedan comprendidos dentro de la

cultura pensada –desde una postura sociosemiótica8-, como la dimensión significativa de

los fenómenos sociales.

Abordar el análisis de estas cuestiones resulta relevante dado que estas

significaciones son fundamentales en nuestra vida, median entre nosotros y los otros,

entre nosotros y el mundo: pensamos a partir de ellas, actuamos y tomamos decisiones,

nos comunicamos y hacemos inteligibles los comportamientos y acontecimientos sociales

(Margulis, 2009). Cabe mencionar que, si bien todo significa y esas significaciones son

centrales en la organización de nuestras prácticas, el análisis de las mismas no puede

darse al margen de las relaciones estructurales y los condicionamientos socioeconómicos

presentes en la sociedad. Tal como lo afirma Canclini (1985), retomando a Godelier, toda

práctica es simultáneamente económica y simbólica; así como todo fenómeno económico

o social presenta una dimensión cultural, es decir, es objeto de procesos de significación,

también cualquier hecho cultural lleva siempre un nivel económico implícito9. Las

7 El trabajo de campo reciente ha sido realizado en varias etapas durante 2007-2010.

8 García Canclini, 1985, 2004; Margulis, 2009

9 Afirma Canclini: “en realidad, economía y cultura marchan solidarias, imbricadas una en la otra.

Pueden ser distinguidas como instancias teórico-metodológicas con una existencia separada en el nivel de la representación científica, pero esta diferenciación necesaria en el momento analítico del conocimiento

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7

significaciones circulantes no reflejan pasivamente las relaciones sociales establecidas,

sino que al interpretarlas, contribuyen a la elaboración de alternativas para su

transformación; al brindar una representación del mundo y organizar nuestras prácticas,

estas significaciones no sólo reproducen el orden social sino que producen nuevas

realidades.

El interrogante que subyace a estas cuestiones y que motiva nuestro trabajo, está

centrado en la relación que se establece entre las determinaciones coyunturales y

socioestructurales y la agencia de los sujetos concretos. En este sentido, como afirma

Margulis “no hay automaticidad entre código y práctica, sino que el actor consciente de las

reglas del juego, posee una libertad relativa, puede elegir entre varias opciones que

dependen de la posibilidad de conjugar sus capacidades personales con las exigencias de

la situación” (Margulis, 2009:54-55). Esta libertad relativa implica que no todas las

opciones son posibles, sino que están condicionadas socioestructuralmente; sin embargo,

dentro del abanico de posibilidades objetivamente disponibles, algunas resultan

preferibles y este es precisamente el campo de la agencia de los sujetos que buscamos

explorar (Waisman, Rispoli y Attademo, 2008).

En relación a la temática específica que nos convoca, en esta ponencia nos

proponemos mostrar el papel que juegan las construcciones de sentido en la

estructuración del espacio social en general y cómo intervienen en la actividad hortícola

en particular. Desde nuestro punto de vista, el ámbito es –más que un territorio físico-, un

espacio simbólico en el que se trazan límites definidos a partir de las representaciones

sociales circulantes. Así, en el proceso de aprehensión del espacio social se constituyen

límites socialmente compartidos, se demarcan fronteras que separan un nosotros frente a

diversos otros (Barth, 1976; Chiriguini, 2008). Mediante estas operaciones clasificamos,

ordenamos, categorizamos el espacio social y organizamos nuestras interacciones

cotidianas; porque estas clasificaciones o modelos que circulan en el imaginario social y

que internalizamos como miembros competentes de un grupo, vehiculizan y enmarcan

anticipadamente la relación entre nosotros y los otros. Estas fronteras no son inmutables,

por el contrario, son dinámicas y cambios en la situación social pueden alterar los límites y

producir desplazamientos en las fronteras que se trazan. Por tal motivo hay que tener en

cuenta que, en este proceso continuo de construcción de fronteras, de delimitación

simbólica de un territorio, se producen negociaciones que involucran la multiplicidad de

debe ser superado en una síntesis que dé cuenta de su integración. Hay que atender a la vez a la unidad y a la distinción de los niveles que componen la totalidad social” (García Canclini, 1985:12).

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8

los actores en competencia, (Ortiz, 1998). En función de estas configuraciones de sentido,

constituidas en y constituyentes del orden social, se reclutan individuos para ocupar

diferentes lugares o posiciones sociales.

¿Quién es bueno para qué? Representaciones y prácticas en acción

En el presente análisis no podemos desconocer la importancia que tiene el

fenómeno migratorio en la conformación del espacio social rururbano. Por tanto son

destacables las sucesivas oleadas migratorias en diferentes períodos históricos: a

principios del siglo XX ingresaron inmigrantes de ultramar, principalmente de nacionalidad

italiana, portuguesa o española10; una segunda oleada proveniente de Europa arribó

durante la segunda posguerra; y también observamos la incorporación de migrantes

internos a partir de la década de 1960 provenientes de las provincias del noroeste y

noreste del país –con un claro predominio de santiagueños, seguidos por salteños y

jujeños-; y, finalmente, debemos mencionar la migración desde países limítrofes,

principalmente boliviana, con una afluencia sistemática desde 1970 y que se incrementara

en las últimas décadas (Archenti y Ringuelet, 1997). En las interacciones cotidianas de

estos sujetos provenientes de distintos orígenes, intervienen un conjunto de valoraciones

que enmarcan anticipadamente estos encuentros a partir de significar lo que se puede

esperar de cada uno de estos otros (Archenti y Ringuelet, 1997).

¿Cómo se manifiestan estos procesos en el campo laboral? En estrecha relación

con estos complejos procesos migratorios, la categoría étnico-nacional siempre ha sido

una característica relevante en la demarcación de fronteras simbólicas que lo delimitan

internamente. Antes de continuar, sería pertinente dar algunas especificaciones acerca de

la estructura social de la producción hortícola característica de la década de los noventa.

Los quinteros entrevistados por el equipo de investigación durante ese período, eran

descendientes en segunda o tercera generación de los primeros migrantes ultramarinos,

quienes heredaron de sus padres la profesión y las tierras en las cuales reproducir la

actividad11. En lo que atañe a la mano de obra, el mercado laboral hortícola se había

10

Para profundizar en los cambios socioterritoriales ocurridos en el área de la ciudad de La Plata, especialmente en el espacio rural. Veáse Garat, Selis y Velarde (sin año). 11

Los migrantes de ultramar que arribaron a la zona hacia principios y mediados del siglo XX se insertaron inicialmente como aparceros o arrendatarios; posteriormente, coyunturas favorables posibilitaron el acceso a la propiedad de la tierra (Archenti y Ringuelet, 1997).

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9

constituido -y en gran medida, sigue siendo válido para la actualidad-, a partir de la

afluencia de migrantes internos y de países limítrofes.

Cabe mencionar que, en la organización del proceso productivo hortícola, la

mediería ha ocupado un lugar destacado como forma social del trabajo y sistema con

participación del producto. En este sentido, se han generado diversas representaciones

acerca de estos trabajadores migrantes, que han intervenido y que siguen jugando un

papel destacado en la estructuración de las relaciones sociolaborales que se entablan en

este espacio. El boliviano es estereotipado con una imagen de gran resistencia física,

valorado positivamente por ser capaz de trabajar día y noche sin interrupción (Archenti y

Ringuelet, 1997; Archenti y Tomas, 2000). Mientras que los santiagueños, por su parte,

son caracterizados negativamente como 'buscapleitos', 'hacedores de juicios', en

contraposición especial con los bolivianos (Archenti y Tomas 2000). En función de estas

significaciones, los trabajadores bolivianos fueron buscados de manera preferencial,

particularmente para ocupar la posición de medieros. Así también, como efecto derivado

de estas construcciones de sentido, se han observado fenómenos de manipulación de la

adscripción étnica: muchos migrantes del norte de nuestro país buscan presentarse como

bolivianos en ciertas circunstancias, como estrategia para favorecer su inserción laboral.

Asistimos de este modo a una segmentación étnico-nacional del mercado laboral que,

atendiendo a las representaciones sociales circulantes, contribuye a reclutar individuos

para ocupar diferentes lugares o posiciones sociales. La pertenencia de estos sujetos a la

categoría de trabajadores está obviamente condicionada por factores de orden

estructural, sin embargo se ve reforzada por ciertas significaciones que atribuyen

cualidades a los trabajadores según su origen.

Durante la década de los ‟90 esta imagen hacia quienes representaban la mano de

obra para el trabajo en la quinta era importante en cuanto a la conveniencia para

desarrollar las distintas tareas, por ejemplo para trabajar en los invernáculos. En ese

sentido, los bolivianos eran calificados como “resistentes” “el boliviano es de vida simple,

de vida sacrificada, al estar acostumbrado a la vida sacrificada se sentiría capacitado para

la quinta”; “los medieros bolivianos son mucho más trabajadores, pero tienen el defecto de

gastar el dinero…pero tienen las ganas de progresar, no sé si viene de sufrir más” .

Aunque para otras tareas fuera de los invernáculos los santiagueños eran requeridos

porque “son más rápidos; para hacer lo que hace un santiagueño necesitás tres

bolivianos. El santiagueño para trabajar por tanto es una máquina, pero es una máquina

para cobrar también”.

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10

Con notable influencia de estas representaciones, ciertos sujetos son valorados

como preferibles y buscados de manera activa para ocupar determinadas posiciones. Una

situación comparable de segmentación étnica del mercado laboral es analizada por

Pizarro (2009) para el área periurbana de la ciudad de Córdoba. A partir del trabajo de

campo en un cortadero de ladrillos, la autora pone en evidencia cómo las relaciones

laborales desiguales se vinculan con ciertas configuraciones de sentido sobre los

trabajadores y sus empleadores. Más precisamente, Pizarro da cuenta de ciertas

estrategias discursivas utilizadas por los patrones -quienes apelando a determinados

estereotipos racializantes en términos de las características psico-físicas que “los

bolivianos” tendrían-, buscan justificar y naturalizar tanto la segmentación étnica del

mercado laboral, como las condiciones de precariedad e informalidad en las que

transcurre el proceso productivo.

Fragmentación simbólica de la categoría productor

Como mencionábamos al comienzo de la ponencia, en estrecha relación con

procesos políticos y económicos acontecidos a nivel nacional -crisis político-institucional

de 2001 y posterior devaluación en 2002-, se han sucedido una serie de transformaciones

que han afectado la estructura social hortícola. Así, mientras muchos quinteros se alejaron

de la producción directa como consecuencia del incremento de los insumos importados,

con la recuperación post-devaluación cobran notable presencia productores de

nacionalidad boliviana (García y Kebat, 2007). De este modo, numerosos productores

protagonistas del proceso productivo durante la década de los noventa, se ven

imposibilitados de seguir produciendo y pasan a arrendar sus tierras a los nuevos actores

previamente mencionados.

En función del trabajo de campo más reciente12, hemos podido indagar acerca de

algunas de las connotaciones de estos procesos en el plano de las significaciones. Es

interesante mostrar los discursos que en este caso los productores han planteado acerca

de las situaciones y posibilidades que se les presentaban en la producción, que de alguna

manera incidieron en las posiciones que fueron tomando para quedarse o alejarse de la

12

Contextualizar temporalmente el trabajo de campo. Se puede decir que se buscaron especialmente contactar gente que se entrevistó en la década del noventa para indagar acerca de los cambios y continuidades. Al menos como primer acercamiento al campo.

Page 11: Attademo Procesos de Reconfig

11

actividad.

En el discurso de los entrevistados aparece de manera recurrente la referencia a

los productores bolivianos; su innegable presencia ocupando una nueva posición en la

estructura social -posición que en el pasado se encontraba segmentada étnico-

nacionalmente y era ocupada principalmente por migrantes de ultramar y sus

descendientes-, es significada por estos productores a partir de diferenciarse en lo

discursivo de ellos. Algunos de los sujetos entrevistados son ex productores que

abandonan la actividad y pasan a arrendar sus tierras, mientras que otros siguen al frente

de sus unidades productivas; sin embargo todos hacen especial hincapié en referenciar la

presencia de estos productores bolivianos mediante la apelación a ciertas

representaciones sociales que analizaremos a continuación.

Lo que aparece en el discurso relevado es que si los sujetos de nacionalidad

boliviana han accedido a la posición de productor y son capaces de conducir el proceso

productivo, es “porque producen por dos pesos”; “a ellos les rinde y a nosotros no”; “el

boliviano, se arregla con dos pesos el bulto y vive; y nosotros no podemos vivir con dos

pesos el bulto”; “aparte, la manera de vivir ellos, es tres veces más barata que nosotros”.

A su vez, se otorga especial relevancia a una supuesta solidaridad entre coterráneos -“se

venden entre ellos”, “los bolivianos solo le compran a otros bolivianos”, “los bolivianos

trabajan solo para otros bolivianos”-, que aportaría un diferencial estratégico y que

explicaría en parte su nueva posición en la estructura social. Pero al lado de estas

construcciones de sentido aparecen otras significaciones que atribuyen estas nuevas

posiciones a ciertas actividades de carácter ilícito que serían el real origen de los ingresos

de estos sujetos. Por su parte, en el discurso de ex productores es posible rastrear, como

explicación del alejamiento de la actividad, una pérdida de rentabilidad de la misma que

no alcanza a cubrir las expectativas de ganancia, las que se encontrarían desfasadas

respecto de los niveles de consumo de estos sujetos.

Podemos afirmar entonces que, en la actualidad, es la categoría productor la que

se segmenta: se trazan fronteras al interior de la misma que delimitan un nosotros -que

incluiría a los productores con trayectoria en el cordón hortícola, descendientes de

aquellos migrantes de ultramar, que manifiestan que no pueden seguir produciendo, que

no les rinde o que no pueden competir con los productores bolivianos-, frente a un otro -

conformado por los productores bolivianos; quienes comercializan su producción por

retornos menores a los considerados como aceptables por estos productores; y quienes

serían beneficiarios de una solidaridad entre coterráneos que favorecería su desempeño

Page 12: Attademo Procesos de Reconfig

12

en la actividad; pero también sujetos, cuyos ingresos no provendrían de la actividad

hortícola sino de supuestas actividades ilícitas. Sin embargo, esta demarcación de un

nosotros no ha favorecido ni implicado un mayor agrupamiento entre productores que

atraviesan situaciones difíciles y que en muchos casos se alejan de la actividad. Vemos

que en función de estas construcciones de sentido que se producen, circulan y consumen

en el espacio social rururbano platense, se organizan y pautan las interacciones en este

espacio social y se toman decisiones que inciden en el proceso productivo. En este

sentido, según las opciones y representaciones y los recursos subjetivamente

considerados, se toman decisiones que plasman trayectorias particulares. Sin embargo,

como se mencionó previamente, el análisis de las mismas no puede darse al margen de

las relaciones estructurales y los condicionamientos socioeconómicos presentes en la

sociedad. Quedan como interrogantes a profundizar e indagar los factores estructurales

que operan en este recambio en la estructura social productiva del rururbano, así como

incorporar al análisis diversos aspectos para explicar este desplazamiento, entre los que

se pueden mencionar el recambio generacional, las variaciones en el ciclo de vida

familiar, los procesos de urbanización, las nuevas trayectorias de los descendientes,

entre otras.

Palabras finales

A lo largo de este trabajo hemos querido señalar las conexiones intrínsecas que se

establecen entre representaciones y prácticas. Todo fenómeno social tiene una dimensión

significativa que no sólo representa e interpreta la realidad, sino que a su vez contribuye a

constituirla. En nuestras indagaciones hemos observado cómo el trabajo aparece como

una actividad importante en cuanto a la significación que representa. Por tanto, es de

destacar que estos sentidos, estas valoraciones y representaciones, tienen una profunda

incidencia en los comportamientos de los sujetos, en la conformación de subjetividades

particulares y sobre la identidad de las personas.

Específicamente, mostramos cómo estas construcciones de sentido están

operando en la estructuración del espacio social rururbano platense. Acercarnos a las

significaciones producidas, circulantes y consumidas en este contexto, nos permitió

visibilizar cómo las mismas actúan en la demarcación del territorio social y organizan y

canalizan las interacciones entre los sujetos. Como se sostuvo, estas representaciones

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son centrales en nuestras vidas dado que nos ayudan a organizar la realidad, a

interpretarla y guían nuestras prácticas, condicionando las decisiones que tomamos. Por

tanto, relevar estas construcciones de sentido permitió evidenciar de qué manera los

procesos socioeconómicos más amplios impactan en la cotidianeidad de este espacio

social y de los sujetos concretos, redefiniendo el territorio social y las fronteras que se

trazan y pautan las relaciones sociales. Vimos cómo este espacio geográfico está

atravesado por significaciones sociales que fueron construidas a lo largo de su historia y

en donde la categoría étnico-nacional ha tenido y sigue jugando un papel relevante en la

demarcación de fronteras. Más allá del origen estructural de determinadas posiciones

sociales, hemos podido observar cómo, en función de estas valoraciones, se reclutan

individuos para ocupar diferentes puestos laborales. Finalmente, hemos hecho evidentes

desplazamientos en las fronteras sociales con la segmentación de la categoría de

productor, que da cuenta de las reconfiguraciones acontecidas en el ordenamiento de

este espacio social, a consecuencia de procesos más amplios ya analizados. El escenario

que se va delineando, por tanto, da cuenta de cambios en las trayectorias de algunos

actores que parecería mostrar un reordenamiento en las diferencias interculturales.

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