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Aspirina antioxidante del plasma sanguíeneo

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La Aspirina aumenta la capacidad antioxidante del plasma sanguíneo.

Las conclusiones primarias de una investigación del Instituto Clemente Estable indican que el ácido acetil salicílico tiene propiedades antioxidantes en la clínica humana; el trabajo es único en el mundo Una dosis diaria de 100 miligramos de aspirina aumenta la capacidad antioxidante del organismo y reduce las posibilidades de envejecimiento de las arterias, según las conclusiones primarias de una investigación de científicos uruguayos, liderados por Federico Dajas, jefe del Departamento de Neuroquímica del Instituto Clemente Estable.

El trabajo permitió descubrir que la droga a base de ácido acetil salicílico —sintetizada por Félix Hoffman en 1897— tiene propiedades antioxidantes, un atributo hasta ahora desconocido en la clínica humana para la ciencia. La investigación lleva dos años y culminará en 2003, pero "los datos preliminares indican que hay acción antioxidante de la aspirina", afirmó Dajas a El Observador.

Las sustancias antioxidantes frenan el daño oxidativo del organismo, implicado en más de 100 enfermedades diferentes, entre las que se encuentran distintos tipos de cáncer, enfermedades cardíacas y vasculares, diabetes y desórdenes neurovegetativos.

El daño oxidativo —causado por el estrés oxidativo— es provocado por un exceso de radicales libres, unas moléculas que atacan los componentes de la célula, dañan los lípidos, proteínas y ADN e inician una cadena de eventos que dan como resultado lesiones celulares.

Los radicales libres se producen continuamente en el cuerpo humano por medio de reacciones bioquímicas. Para inhibir la acción de esas moléculas hay antioxidantes naturales, presentes en el organismo, y otros sintéticos. El estrés oxidativo afecta por igual a jóvenes y adultos.

La contribución uruguaya

Un grupo de científicos del Clemente Estable comenzó a trabajar en 1999 en la identificación de moléculas antioxidantes para evitar la formación de radicales libres. Una de las líneas de investigación planteadas giró sobre el ácido acetil salicílico porque su molécula puede captar radicales (ver ilustración). Después de dos años los científicos uruguayos comprobaron que la ingesta diaria de aspirina aumenta la capacidad antioxidante del plasma (una tableta son 500 mg). Este incremento evita lesiones de las paredes de los vasos sanguíneos por lo que disminuye el envejecimiento de las arterias. La consecuencia directa es la reducción de las posibilidades de lesiones de los principales órganos (corazón, cerebro, riñones, etcétera).

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El estudio, cuya fase inicial está a punto de terminar, abarcó 200 personas mayores de 65 años de la Clínica Geriátrica de la Universidad de la República y del hospital Piñeyro del Campo. Los científicos analizaron la situación oxidativa de la sangre de cada paciente en el inicio de la investigación. Después, durante dos meses, cada adulto recibió una dosis diaria de 100 miligramos de aspirina. Al término de los 60 días, los investigadores volvieron a efectuar un análisis de la sangre de los individuos. Así en reiteradas ocasiones "se pudo comprobar un aumento de la capacidad antioxidante del plasma", afirmó Dajas.

Los resultados fueron cotejados con individuos de la misma franja etaria que hacen dieta y ejercicio en la Asociación Cristiana de Jóvenes y AEBU, grupos que habían sido tomados como referencia antes de la investigación por carecer de estrés oxidativo. "Las comparaciones fueron muy buenas pero debemos seguir trabajando para ampliar y confirmar los datos preliminares", sostuvo el científico.

El descubrimiento de esta propiedad del ácido acetil salicílico permitirá su utilización como "droga coadyuvante para combatir el estrés oxidativo en casos como la hipertensión o infarto de miocardio", agregó. Noticia publicada en El Observador el 30 de mayo de 2001

Detalles de la investigación.

LA CAPACIDAD ANTIOXIDANTE DEL ACIDO ACETILSALICÍLICO Y EL ESTRÉS OXIDATIVO EN PACIENTES HIPERTENSOS MAYORES DE 65 AÑOS

Un estudio clínico colaborativo del Departamento de Neuroquímica del Instituto Clemente Estable, la Clínica de Geriatría del Hospital de Clínicas y el Instituto Universitario (Asociación Cristiana de Jóvenes) en Montevideo. Participaron también internados del Piñeiro del Campo y Grupos de Tercera Edad de Parroquias de Montevideo

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(Malvín) y de AEBU. Investigador Responsable: Dr. Federico Dajas, Jefe División Neuroquímica, Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable Responsable Clínico: Dr. Alvaro Pintos, Profesor, Clínica Geriátrica, Facultad de Medicina, Hospital de Clínicas Avda. Italia 3318, Montevideo, Uruguay Tel. - Fax: 598 2 4872603 E-mail: [email protected]

EL ESTRÉS OXIDATIVO Y LAS ENFERMEDADES El estrés oxidativo ha sido involucrado en diversas enfermedades como el cáncer, las enfermedades degenerativas neurológicas -enfermedad de Parkinson, demencia de Alzheimer, la diabetes, el reumatismo, enfermedades cardiovasculares como el infarto miocárdico y cerebral, etc. (Halliwell y Gutteridge, 1985; Floyd, 1990; Ebadi y cols., 1995) Esta lista, a la que podemos agregar el envejecimiento normal y patológico, es un indicador de la importancia clínica que el estrés oxidativo tiene para una amplia gama de patologías de muy alta prevalencia. El estrés oxidativo se produce cuando existe un disbalance entre la producción de especies radicalarias del oxígeno y las defensas naturales contra ellas. La utilización del oxígeno a nivel mitocondrial resulta en la formación de agua y enegía esencial para la vida. En los procesos biológicos habituales algunas moléculas de oxígeno no llegan a completar este proceso y pasan al medio extramitocondrial como formas moleculares del oxígeno con un electrón desapareado, llamados radicales libres. El ión superóxido, y el radical hidroxilo son algunos de estas especies radicalarias. El esquema siguiente ilustra sintéticamente este proceso.

Los radicales hidroxilo son de las especies más reactivas. Una vez producidos, reaccionan con membranas celulares pudiendo llevar a la muerte celular, con el DNA (promoción de procesos cancerígenos), con enzimas intracelulares como proteasas etc.. Este proceso inicia reacciones en cadena que se relacionan con las patologías antes mencionadas. Por la extrema brevedad de su vida media, los radicales hidroxilo son difíciles de detectar a pesar de su importancia como agentes de daño celular. A pesar del reconocimiento general de la participación de los radicales libres en la patología humana, son escasos los trabajos clínicos que efectivamente corroboran la hipótesis del rol del estrés oxidativo en la evolución de las enfermedades mencionadas a partir de la lectura directa de los radicales libres del oxígeno . Existen, sin embargo trabajos que han evaluado la producción de DHBA en infarto miocárdico y diabetes, detectando el aumento del estrés oxidativo en estas patologías (Tubaro y cols., 1992; Grootveld y Halliwell, 1988).

UNA FORMA DE DETECTAR EL ESTRÉS OXIDATIVO

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Recientemente, se descubrió que la molécula de salicilato, bombardeada por radicales hidroxilo, puede atraparlos a través de un proceso de hidroxilación que lleva a la producción de diferentes formas del ácido di-hidroxi-benzoico (DHBA) .

El DHBA es estable y puede ser detectado por cromatografía líquida con detección electroquímica (Powell, 1994) . De los lugares posibles de hidroxilación del salicilato, la realizada en posición 5 se reconoce como metabólica, fruto de la acción enzimática en el hígado. La hidroxilación en posición 3 es oxidativa, fruto de la captación de radicales hidroxilos Se dispone, entonces, de un método práctico y económico para evaluar directamente la producción de iones hidroxilo, como un reflejo del estrés oxidativo.

LA DETECCION DE RADICALES HIDROXILO EN SANGRE CON EL METODO DESARROLLADO EN LA DIVISION NEUROQUIMICA DEL INSTITUTO CLEMENTE ESTABLE La técnica original para la determinación de la producción de radicales hidroxilo por medio de salicilato, en clínica, consiste en dar 1g de ácido acetilsalicílico al paciente y realizar una extracción de sangre 2 horas después, midiendo la producción de 2,3 DHBA. Este procededimiento se hace difícil desde un punto de vista práctico, sobre todo para la realización de un gran número de estudios. Por ello, en el Depto. de Neuroquímica del Instituto de Investigaciones Biológicas Clemente Estable se ha adaptado el procedimiento para determinar la producción de radicales hidroxilo en sangre. Para ello se toma una muestra de sangre en ayunas, la que se divide en un tubo conteniendo sólo anticoagulante y otro tubo conteniendo salicilato. Este ultimo reacciona con los radicales hidroxilo presentes en los elementos formes de la sangre, formándose 2,3 DHBA, el que se puede determinar por HPLC luego de centrifugar la sangre. Si a éste valor le restamos los valores de 2,3 DHBA del tubo que contiene sólo plasma se obtienen las concentraciones instantáneas de 2,3 DHBA provenientes de la captación de radicales hidroxilo de la sangre. Como se muestra en la figura en otra parte de ésta página webb, las células de la sangre (glóbulos blancos y rojos) sufren un particular proceso oxidativo en la hipertensión, la hiperlipidemia y la disfunción de la pared del vaso sanguíneo que la acompañan. Por eso es particularmente importante determinar el estrés oxidativo en la sangre en la hipertensión arterial.

EL ESTRÉS OXIDATIVO EN PACIENTES HIPERTENSOS MAYORES DE 65 AÑOS. Con este procedimiento se ha podido comprobar que existe un aumento de la producción de los niveles de 2,3 DHBA y por lo tanto, del estrés oxidativo, en la hipertensión arterial asociada a la ancianidad. También se ha podido comprobar que la edad por si no genera estrés oxidativo si existen medidas de higiene general como dieta y ejercicio (Tabla I).

Jóvenes > 65 años Controles

> 65 años Hipertensos c/ejercicio. Controlados

> 65 años Hipertensos.

Mal controlados

> 65 años Hipertensos. En estudio aspirina.

Media 11.66 13.79 18.95 58.15 38.91 Desvío

Estándar 11.70 12.43 16.67 40.81 52.60

Tabla I : Niveles de ácido 2,3 di hidroxibenzoico (2,3 DHBA, nM), en diferentes grupos.

EL ESTUDIO CON ASPIRINA Este ha sido el marco general en el cual se resolvió estudiar la posibilidad de que el ácido acetilsalicílico tuviera la capacidad de actuar como antioxidante en la hipertensión de la tercera edad. Para ello se determinaron los niveles basales de 2,3 DHBA en un grupo de pacientes mayores de 60 años, con hipertensión y sin otra patología descompensada y se les dio ácido acetilsalicílico, diariamente, en dosis de 100, 300 o 500 mg, durante dos

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meses, luego de lo cual se determinaron nuevamente los niveles de 2,3 DHBA. Ya que otra de las consecuencias de la producción de radicales hidroxilo es la reacción con membranas celulares, dando comienzo a los procesos de lipoperoxidación, pareció importante también estudiar si el tratamiento con ácido acetilsalicílico modificaba ésta última. Para ello se determinaron, antes y después del tratamiento, los niveles de malondialdehido producidos, a través de la técnica conocida como TBARS. Adicionalmente, la capacidad antioxidante general del plasma o sea su capacidad “scavenger”, se midió a través de un compuesto de alta reactividad, el ABTS, que cambia de color cuando se oxida.

El EQUIPO DE TRABAJO El enrolamiento de pacientes en el estudio se comenzó en Agosto de 1999 y se finalizó, en su primera etapa, en Marzo de 2001. Con variaciones a lo largo de estos años, el equipo de trabajo fue el siguiente: Clínica: Dra. Miriam Ceppi, Dra. Alejandra Ferrari, Prof. Dr. Alvaro Pintos Las primeros son especialistas en Geriatría, con entrenamiento en ensayos clínicos. El Prof. Pintos está al frente de la Clínica de Geriatría del Hospital de Clínicas. Colaboró también el Dr. C. Bermúdez, cardiólogo, Jefe del Depto. Médico del Instituto Universitario (Asociación Cristiana de Jóvenes). Bioquímica: Br. Aníbal Martínez, Br. Margot Ferreira en el Depto. de Neuroquímica del Instituto C.Estable

CENTROS DONDE SE ENTREVISTARON PACIENTES:

• Clínica Geriátrica del Hospital de Clínicas.

• Clínica Médica A del Hospital de Clínicas.

• Hospital-Asilo Piñeiro del Campo.

• Policlínica de la Facultad de Medicina en El Cerro, Montevideo.

• Instituto Universitario, Asociación Cristiana de Jóvenes

• Fundación PROCARDIAS

• Grupos de Tercera Edad en Parroquias de Montevideo (Malvín y Carrasco-Grupos de Tercera Edad). Al finalizar esta primera etapa (Marzo de 2001) fueron incluidos en el estudio (examen bioquímico y entrevista), 116 pacientes. La media de edad de todos los pacientes fue de 73 años (73,4 ±6,8) y pesaron 71 kilos de promedio. Al ingreso y al finalizar, los pacientes tuvieron una media de presión arterial de 150/80.

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El Test de Folstein para evaluación del estado mental se ubicó en 27, lo que demuestra un buen nivel cognoscitivo. El grupo presentó una mayoría femenina, con una dieta aceptablemente saludable en su mayoría. El análisis de la concentración de 2,3 DHBA, mostró una disminución en plasma y en sangre, con una consiguiente tendencia a la disminución de la producción de radicales hidroxilo en sangre. La producción de TBARS en plasma no cambió a lo largo del tratamiento .

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La determinación de ABTS en el grupo de 100 mg y su transformación en equivalentes de Trolox (Vitamina E hidrosoluble, TEAC) mostraron un aumento de la actividad scavenger de radicales libres del plasma de los pacientes luego del tratamiento con aspirina.

RESUMEN DEL ESTUDIO

Se realizó un estudio abierto, de búsqueda de dosis para evaluar la capacidad antioxidante del ácido acetilsalicílico en plasma en una población con más de 70 años, predominantemente femenina, con un buen nivel cognoscitivo y una dieta razonablemente equilibrada. Pese a estar medicados, el control de la hipertensión no fue completo y se mantuvo así a lo largo del ensayo.

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Los valores globales del derivado 2,3 DHBA en plasma y sangre disminuyeron en el grupo total y en el grupo de 100 mg, con disminución de la producción de radicales hidroxilo en sangre. La medición de TBARS, no mostró cambios significativos. La determinación de ABTS, por un índice independiente del salicilato y de lipoperoxidación, permitió comprobar la actividad antioxidante total del plasma aumentada en los pacientes que recibieron aspirina. Hasta el momento actual, por lo tanto, se ha podido demostrar, en forma preliminar, una acción antioxidante de 100 mg diarios de aspirina en un grupo de pacientes hipertensos mayores de 65 años. Esto es particularmente importante porque el grupo estudiado posee un nivel oxidativo significativamente mayor que un grupo control de su mismo rango etario, lo que implica que la acción antioxidante de la aspirina es detectada aún en estas condiciones. Estos resultados constituyen una base para realizar un estudio confirmatorio, doble ciego, randomizado aspirina-placebo, para confirmar la acción antioxidante de la aspirina detectada en este estudio primario.

Referencias Bibliográficas 1. Russel J. Reiter. “Oxidative processes and antioxidative defense mechanisms in the aging brain”. The FASEB Jr., Vol. 9, pp. 526-533, 1995. 2. Marco Tubaro, Giovanni Cavallo, Valter Pensa, Maria A. Chessa, Enrico Natale, Roberto Ricci, Filippo Milazzotto and Ezio Tubaro. “Demonstration of the formation of hydroxyl radicals in acute myocardial infarction in man using salicylate as probe”. Cardiology, Vol. 80, pp. 246-251, 1992. 3. Martin Grootveld and Barry Halliwell. “2,3-dihydroxybenzoic acid is a product of human aspirin metabolism”. Biochemical Pharmacology, Vol. 37, Nº 2, pp. 271-280, 1988. 4. Charles Courday, Majid Talla, Serge Martin, Marc Fatome and Alain Favier. Analytical Biochemistry, Vol. 227, pp. 101-111, 1995. 5. Saul R. Powell. “Commentary salicylate trapping of ·OH as a tool for studying post-ischemic oxidative injury in the isolated rat heart”. Free Rad. Res., Vol. 21, Nº 6, pp. 355-370, 1994. 6. Barry Halliwell and John M.C. Gutteridge. “Oxygen radicals and the nervous system”. TINS, January, pp. 22-26, 1985. 7. Robert A. Floyd. “Role of oxygen free radicals in carcinogenesis and brain ischemia”. The FASEB Jr., Vol. 4, pp. 2587-2597. 8. Manuchair Ebadi, Shashi K. Srinivasan and Mayur D. Baxi. “Oxidative stress and antioxidant therapy in Parkinson’s disease”. Progress in Neurobiology, Vol. 48, pp. 1-19, 1996.

Aspirina: Una nueva mirada

a una vieja droga por Ken Flieger

En bolsos y mochilas, en portafolios y botiquines de todo el mundo, millones de personas tienen a mano una droga que tiene tanto un largo pasado como un fascinante futuro. Su pasado alcanza al menos el siglo V A.C., cuando Hipócrates usó un polvo amargo sacado de la corteza del sauce para calmar dolores y reducir la fiebre. Su futuro está tomando forma hoy en laboratorios y clínicas donde los científicos están explorando algunos nuevos usos para una vieja droga. La salicina, la sustancia en la corteza del sauce que hizo a los antiguos griegos sentirse mejor, es el ancestro farmacológico de una familia de drogas llamadas salicilatos, el mejor conocido de los cuales es la droga más usada en el mundo: la aspirina. Los estadounidenses se estima que consumen 80.000 millones de tabletas de aspirina por año. A pesar de que la aspirina es de uso rutinario por casi un siglo tanto las revistas científicas como los medios populares están llenos de reportes y especulaciones acerca de nuevos usos de este viejo remedio. Los comienzos de la aspirna fueron, sin embargo, muy poco espectaculares. Cerca de 100 años atrás un químico industrial alemán, Felix Hoffmann, se puso a buscar una droga que aliviara la artritis de su padre sin causar una irritación severa del estómago como la asociada al salicilato de sodio, la droga estándar contra la artritis en aquellos tiempos. En las formas disponibles entonces las dosis grandes de salicilatos que se usaban para tratar la artritis (6 a 8 gramos por día) comunmente irritaban el recubrimiento del estómago y muchos pacientes, como el padre de Hoffmann, simplemente no podían tolerarlo. Pensando que su acidez era lo que hacía a los salicilatos tan malos para el estómago Hoffmann empezó por buscar fórmulas menos ácidas. Su búsqueda lo llevó a sintetizar el ácido Acetilsalicílico (AAS), un compuesto que parecía compartir las propiedades terapéuticas de otros salicilatos y debía causar menos irritación estomacal. AAS redujo la fiebre, calmó el dolor moderado y a dosis mayores alivió las condiciones reumáticas y artriticas. Hoffmann confió en que el AAS podría probar ser más efectivo que los salicilatos en uso por entonces. Sus superiores, sin embargo, no compartieron su entusiasmo. Dudaron que el AAS pudiera volverse una droga comercialmente exitosa porque a grandes dosis los salicilatos producían comunmente dificultades respiratorias y una taquicardia alarmante. Se tomó por un hecho que el AAS debilitaría el corazón y que los médicos estarían renuentes a recetarla en lugar del salicilato de sodio, una droga que al menos conocían. El empleador de Hoffmann, Friedrich Bayer & Company, le dieron al AAS el nombre, ahora familiar, de aspirina; pero en 1897 Bayer no pensaba que la aspirina tuviera mucho futuro. No pudieron prever que casi un siglo después de su desarrollo la aspirina sería el foco de extensa investigación en laboratorio y algunos de los más grandes ensayos clínicos jamás llevados a cabo en patologías que van desde las enfermedades cardiovasculares y el cáncer hasta la migraña y la presión alta durante el embarazo

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¿Como funciona la aspirina? El creciente interés en la aspirina vino por avances bastante recientes en la comprensión de como funciona. ¿Qué tiene esta droga que hace que a pequeñas dosis interfiera con la coagulación, a dosis mayores reduce la fiebre y calma el dolor y a grandes dosis combate el dolor y la inflamación en la artritis reumatoidea y varias enfermedades vinculadas? La respuesta completa no se sabe todavía, pero la mayoría de las autoridades en el tema están de acuerdo en que la aspirina tiene algunos de sus efectos al inhibir la producción de las prostaglandinas. Las prostaglandinas son sustancias parecidas a hormonas que influyen en la elasticidad de los vasos, controlan las contracciones uterinas, dirigen el funcionamiento de las plaquetas que detienen el sangrado y regulan otras numerosas actividades del cuerpo. En los años setenta un farmacólogo británico, John Vane, notó que muchas formas de daño de tejido eran seguidas por la liberación de prostaglandinas. En estudios de laboratorio encontró que dos grupos de prostaglandinas causaban el rubor y la fiebre, signos comunes de la inflamación. Vane y sus colaboradores también mostraron que bloqueando la síntesis de prostaglandinas la aspirina previene la agregación de las plaquetas, uno de los pasos iniciales en la formación de los coágulos sanguíneos. Esta explicación de como la aspirina y otras drogas antiinflamatorias no esteroideas (DAINE) producen su gama de efectos impulsaron a los científicos y a los clínicos a formarse y probar nuevas ideas acerca del valor posible de la aspirina en el tratamiento o prevención de enfermedades en las cuales las prostaglandinas juegan un papel. El interés rápidamente se enfocó en aprender si la aspirina podría prevenir la formación de coágulos responsables de ataques cardíacos. Un ataque cardíaco o infarto de miocardio (IM) resulta del bloqueo del flujo sanguíneo al músculo del corazón. Sin un suministro de sangre adecuado el área del músculo afectada muere y la acción de bombeo del corazón es dañada o ésta se detiene totalmente. La secuencia más común de eventos que llevan al IM comienza con la formación gradual de placas (aterosclerosis) en las arterias coronarias. La circulación a través de estas arterias adelgazadas está restringida causando frecuentemente dolores de pecho conocidos como angina de pecho (angor pectoris). Se piensa que ocurre un ataque cardíaco agudo cuando un desgarro en la placa dentro de una arteria coronaria adelgazada causa que las plaquetas se agreguen formando un coágulo que bloquea el flujo de sangre. En EEUU cerca de 1.250.000 personas sufren infarto cada año y 500.000 de ellos mueren. Los que sobreviven al primer ataque tienen un riesgo muy aumentado de tener otro. ¿La aspirina puede ayudar? Para saber si la aspirina puede ser útil en la prevención o el tratamiento de las enfermedades cardiovasculares los científicos han llevado a cabo numerosos ensayos clínicos aleatorios controlados. En estos estudios grupos similares de sientos o miles de personas fueron elegidas al azar para recibir aspirina o un placebo. Los participantes y los investigadores no saben quién está tomando aspirina y quién el placebo (estudio de doble ciego). En las últimas dos décadas los estudios sobre la aspirina se han hecho en tres tipos de individuos: personas con historias de enfermedad vascular coronaria o cerebral, pacientes con fases agudas de infarto y personas sanas sin indicación actual o previa de enfermedad cardiovascular. Los resultados de los estudios con personas con historia de enfermedad coronaria y con ataques cardíacos probaron ser de tremenda importancia en la prevención y el tratamiento de enfermedades cardiovasculares. Los estudios mostraron que la aspirina reduce sustancialmente el riesgo de muerte y/o ataques no fatales en pacientes con IM previos o anginas inestables que ocurren frecuentemente antes de un infarto. En base a estos estudios estos usos para la aspirina (angina inestable, IM agudo y sobrevivientes de un IM) están descritos en las etiquetas de los productos con aspirina que se destinan a los médicos y otros profesionales de la salud. Las etiquetas de las aspirinas destinadas al público general no discuten su uso en la artritis o enfermedad cardiovascular dado que el tratamiento de estas condiciones serias, aún con drogas legales comunes, deben ser supervisadas por un médico. Las etiquetas para el consumidor contienen una advertencia general acerca del uso excesivo o inapropiado de la aspirina; y específicamente advierte contra el uso para tratar a niños y adolescentes con varicela o gripe por el riesgo del síndrome de Reye, una enfermedad rara pero a veces fatal. ¿Aspirina para la gente sana? Una vez que se establecieron los beneficios de la aspirina para los pacientes con enfermedad cardiovascular los científicos buscaron si el uso regular de aspirina podría prevenir un primer ataque cardíaco en individuos sanos. Los hallazgos al respecto de esta cuestión crítica están lejos de ser inequívocos. Un estudio hecho en los EEUU encontró que el grupo que tomaba la aspirina tuvo una reducción sustancial de la frecuencia de ataques cardíacos fatales y no fatales comparado con los que tomaban placebo. Sin embargo no hubo diferencias significativas en el número de ataques vasculares encefálicos o en el número de muertes por enfermedad cardiovascular. Un estudio similar en Gran Bretaña en médicos varones sin antecedentes de enfermedad cardíaca no encontró efecto significativo, ni siquiera una tendencia favorable en la frecuencia de enfermedad cardiovascular. Los científicos de la FDA (Administración de Drogas y Alimentación de EEUU) creen que ambos resultados son inconsistentes. Un grupo de estudio de médicos y científicos de EEUU sobre prevención de salud recomendó la terapia en bajas dosis de aspirina "debe ser considerada para hombres de 40 o más años y que tengan riesgo aumentado de IM y que no tengan contraindicaciones" para uso de aspirina. El mejor entendimiento de la miríada de efectos de la aspirina en el cuerpo ha llevado a ensayos clínicos y otros estudios para evaluar una variedad de usos posibles: prevenir la severidad de las migrañas, mejorar la circulación de las encías en la enfermedad periodontal, prevenir ciertos tipos de cataratas, bajar el riesgo de cáncer colorectal y controlar la presión arterial peligrosamente alta que ocurre en un 5 a 15 % de los embarazos (preeclampsias). Ninguno de estos usos de la aspirina ha sido demostrado de ser concluyentemente seguro y efectivo y exite la preocupación de que la gente haga mal uso de la aspirina basada en nociones no probadas de su efectividad. El otro lado de la moneda Mientras se examinan las nuevas posibilidades de la aspirina en el tratamiento y prevención de enfermedades los científicos no pierden de vista el hecho de que aún en bajas dosis la aspirina no es inocua. Un pequeño grupo de la población es hipersensible a la aspirina y no puede tolerar ni siquiera pequeñas cantidades de la droga. El malestar gastrointestinal (náuseas, ardor, dolor) es un efecto adverso bien conocido y está relacionado con la dosis. Las personas que están siendo tratadas por artritis reumatoidea que toman grandes dosis diarias de aspirina están especialmente propensos a experimentar efectos colaterales gastrointestinales. La actividad antiplaquetaria de la aspirina aparentemente explica accidentes vasculares encefálicos hemorrágicos causados por sangrado dentro del cerebro en un pequeño pero significativo porcentaje de personas que usan la droga regularmente. Para la gran mayoría de los usuarios ocasionales de aspirina los sangrados internos no son un problema. Pero la aspirina puede ser inadecuado para personas con presión arterial alta no controlada, enfermedades hepáticas y renales, úlcera pética u

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otras condiciones que pueden aumentar el riesgo de hemorragia cerebral u otros sangrados internos. La comprensión actual de como trabaja y que puede hacer la aspirina no deja dudas de que la droga tiene un rango mucho más amplio de usos que el que Felix Hoffmann y sus colegas imaginaron. Todavía quedan dudas, sin embargo, en un número de cuestiones claves acerca de las formas mejores y más seguras del uso de la aspirina.

Este artículo apareció originalmente en el número de Enero-Febrero de 1994 de FDA Consumer. Artículo original en inglés: http://www.fda.gov/opacom/catalog/aspirin.html

¿Qué Son los Radicales Libres?

Un radical libre es un fragmento molecular con un electrón suelto en su órbita exterior, que provoca una oxidación muy alta, es inestable y reacciona instantáneamente con otras sustancias que estén cercanas. La vida biológica media del radical libre es de microsegundos; pero tiene la capacidad de reaccionar con todo lo que esté a su alrededor provocando un gran daño a las moléculas y a las membranas celulares. Tales reacciones pueden producir una cascada de radicales libres con los efectos multiplicados, una auténtica reacción en cadena.

Los radicales libres son fragmentos moleculares extremadamente reactivos. Reaccionan agresivamente con otras moléculas y crean compuestos anormales. Los malos efectos de una radiación iónica muy enérgica están causados por radicales libres producidos en tejidos vivos. Los radicales libres en las membranas celulares en los peróxidos de lípidos, productos oxiaraquidónico y oxicolesterol. El colesterol oxidado es tóxico y contribuye a la arteriosclerosis. Los peróxidos lípidos pueden provocar reacciones en cadena y acelerar una cascada de reacciones de radicales libres. La protección contra sus efectos nos la dan una alimentación equilibrada, los suplementos y antioxidantes endógenos. Las reacciones químicas de los radicales libres se dan constantemente en las células de nuestro cuerpo y son necesarias para la salud. Pero, el proceso debe ser controlado con una adecuada protección antioxidante.

Para prevenir una creación descontrolada de radicales libres, las células tienen una docena o más de sistemas de control antioxidante que regulan las reacciones deseadas y necesarias de los radicales libres. Casi todas las vitaminas, incluyendo el grupo de vitaminas B, son muy importantes en la protección antioxidante. Cuando funciona como debe, el metabolismo oxidativo de la energía ocurre sin dañar las células o las moléculas. Cuando estos sistemas de control están debilitados, los radicales libres se multiplican fuera de control, de forma muy parecida a una reacción nuclear en cadena, rompiendo las membranas celulares, dañando enzimas, interfiriendo con el transporte activo y pasivo y provocando daños mutagénicos al ADN. Esta es una de las causas del cáncer.

La concentración de la enzima que controla los radicales libres, superóxido dismutasa, en mamíferos es directamente proporcional a la longevidad y es la quinta proteína más importante del cuerpo humano. Así, la esperanza de vida parece ser altamente dependiente de la eficaz regulación de los radicales libres. Las enzimas involucradas en la protección necesitan de nutrientes como cofactores. Decenas de miles de diferentes enzimas en el cuerpo dependen, para su correcto funcionamiento, completamente de las vitaminas, los oligoelementos y los minerales. Por lo tanto es absolutamente necesario tener una dieta óptima para protegerse contra la acción de los radicales libres. Los últimos datos epidemiológicos dicen que es difícil o imposible recibir óptimas cantidades simplemente de la comida, sin suplemento alguno.

Identificación de Radicales Libres

Las uniones entre las moléculas, el colágeno dañado, los peróxidos lípidos, el oxiaraquidónico, el colesterol oxidado, la lipofucsina, y el incremento de pigmento pueden ser el resultado de los daños de las reacciones de los radicales libres. Estas sustancias se pueden medir fácilmente, examinando el desarreglo molecular que han dejado en la estela del radical libre de oxígeno, por lo que es posible estimar indirectamente el tipo y la extensión de las reacciones de radicales libres. Por ejemplo, el daño que pueden producir al cerebro o al sistema nervioso central se puede valorar por el grado de desaparición de colesterol; de cualquier modo, el colesterol no es metabolizado en el sistema nervioso. La única forma de hacer que disminuya el colesterol del sistema nervioso es a través de la oxidación que provocan los radicales libres.

Material obtenido de: http://www.doctorpedrero.com/articulos/info_radicales_libres_son.htm

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