artículu 1-jürgen untermann-los celtíberos y sus vecinos occidentales

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  • 8/13/2019 Artculu 1-Jrgen Untermann-Los Celtberos y sus vecinos occidentales

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    En la historiografa romana, el nombre de los Celtbe-

    Los Celtberos y sus vecinosoccidentales

    JURGEN UNTERMANNUniversidad de Colonia

    Quien desee saber lo que fueron los Celtberos, en pri-mer lugar se encuentra frente a un problema de definicin.Tiene que decidir a cul de las varias definiciones existentesquiere dar la mayor confianza, y ser el tema de este dis-curso tratar de hacer visibles - valorizar los criterios quejuegan un papel en la descripcin de lo que se llama Celt-bero y Celtibrico)) Ser mi intencin particular separarlas distintas clases de argumentos que han entrado en ladiscusin cientfica cobre nuestro tema, -argumentos hist-ricos en sentido estricto, cuestiones de geografa y etnogra-fa, y la busca de rasgos esenciales que nos permitan caracte-rizar la lengua y la onomstica a las cuales parece lcitoatribuir la etiqueta ~Celtibrico)).

    Lo que sigue repite varios captulos de un ensayo que acabo deexponer en E Campanile ed.) Problenzi di lingua e di cultura nelcampo indoeuropeo. Pisa 1983, 109-128. bajo el titulo Die Keltibererund das Keltiberische)). En aquella publicacin, he aadido un a biilio-grafa algo ms extendida y un catlogo completo de las inscripcionesceltibricas conocidas en la actualidad. Agradezco a doa Mara Mag-dalena Valor-Piechotta el haber revisado y corregido la versin caste-Ilaiia de esta ponencia.

    2 Mis consideraciones e hiptesis se basan ampliamente sobre losresultados logrados por la investigacin espaola y extranjera de losltimos cincuenta aos. Prescindiendo en este lugar de un resumenexhaustivo de estudios anteriores remito a algunos trabajos de mayortranscendencia: M Gmez-Moreno, as lenguas hispnnicas. En M

    ros lleva el aspecto de una entidad bien establecida, vincu-lada a las guerras entre los aos 143 y 133 a.JC. y al nom-bre de la ciudad de Numancia, pero, a pesar de eso, no esfcil identificarlo precisamente ni con un poder polticoconcreto ni con una regin geogrfica de circunscripcininconfundible 3 . Se nos muestra como nombre de una alian-za de tribus indgenas formada en un cierto momento con-tra los invasores romanos, pero fuera de ello la l nomina-cin Celtbero nunca parece haber obtenido una funcinsocial o poltica entre las mismas tribus a las cuales denomi-na, nunca serva de consigna de un movimiento o de tituiode u programa militar de los pueblos indgenas. -al con-trario: su formacin hace sospechar que se trata de un tr-mino culto como los suelen inventar los gegrafos e histu-riadores griegos y latinos para designar una poblacin comogrupo mixto o marginal o mal atribuible entre otras unida-des etnicas ms grandes y mejor conocidas. En fin, ni si-quiera sabemos exactamente cul fue el significado originalde ~Celtberos)): beros-Celtas, o Iberos en el pas de losCeltas, o Celtas en la Iberia, o Iberos y Celtas es decir ungrupo humano compuesto de las dos etnias), o simplementeCcltas que viven a la ribera del ro Iberus, el Ebro actual.

    Entre los gegrafos antiguos cuyas obras se han trans-mitido hasta nuestro tiempo, Claudio Ptolomeo es el nicoque sabe atribuir un rea cerrada y bien definida a la et-nia de los Celtberos: en su gran sntesis de la geografamundial enumera dieciocho ciudades que llama celtibricas2,6 ,58); algunas de las cuales admiten una ubicacin exac-

    ta mapa 1 ; Turiasso, hoy Tarazona; Bursada, hoy Borja;

    G.-M., Miscelneas 1 Madrid 1949, 201-217. A Tovar, Las inscripcio-nes ibricas y la lengua de los Celtberos)~.En: A T., Estudios sobreZas primitivas lenguas hispnicas. Buenos Aires 1949, 21-60; y la con-tribucin del mismo autor a la Enciclopedia Lingstica Hispnica 1Madrid 1960, 101-126, intitulada Lenguas indoeuropeas: Testimoniosantiguos)). M Lcjeune, Celtibrica. Salamanca 1955, U Schmoll, DieSpraclze~z der vorkeltisclzen Indogermanen His pni ens und das Kelti-berische. Wiesbaden 1959.

    Los Celtberos y la Celtiberia como problema hi~torio~rficoviene tratado magistralmente por M. Koch en las ctas del II coloquiosobre lengu s y culturas prerromanas de la pennsuu ibrica Tbingen1976 . Salamanca 1979. 387-419.

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    Turiasso TarazonaBursada BorjaAl a vo m AlagnNertobrigaBilbilisArcobnga Arcos de JalnContrebia Belaesca BotorritaNumant ia

    Uxama ArgaelaClunia Corua del CondeTermant ia TiermesSegontia Lanca SigenzaSegoziiaCo rnp Zu~zmA cal e HenaresToletum ToledoSegobriga Cabeza del Griego

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    Allaba, tal vez idntico con Allavona mencionada en lositinerarios antiguos y situada a la desembocadura del roJaln, siendo la actual ciudad de Alagn; Nertobriga, no le-jos del actual Calatorao; Bilbilis, cerca de Calatayud, y -1punto ms avanzado hacia el oeste-, Arcobriga, hoy Arcosde Jaln. A este conjunto se ajusta bien la ciudad Contre-bia, no mencionada por Ptolomeo, que aparece en la histo-ria romana de Valerio Mximo (7,4,5) como centro impor-tante de los Celtberos: se sabe desde hace poco tiempo quelas ruinas exploradas cerca de la actual poblacin de Boto-rrita sobre el ro Huerva pertenecen a esta ciudad cuyonombre compieto era Contrebia Belaesca , refirindose ala tribu de los Belaesci que debe haber vivido en esta regin.

    Al norte de los Celtberos, Ptolomeo sita los Vsconesy los Ilergetes (2,6,67-68), al sur los Edetanos (2,6,63), yhacia el oeste hace lindar las ciudades de los Arevacos(2,6,56) -Numaiztia, Segontia, Termantia, Uxama, Clunia,Segovia y o t r a s , y los Arevacos aparecen enmarcados porlos Autrigones al norte (2,6,53) - c o n las ciudades UxamaBarca y Virovesca, hoy Briviesca-, y los Carpetanos al sur(2,6,57), cuyos centros ms cercanos son Complutum, hoyAlcal de Henares, y Toletum, Toledo.

    Divergentes de Ptolomeo, otros autores antiguos provo-can la impresin de que no era fcil reducir los Celtberosa un territorio tan pequeo y bien delimitado: sin duda al-guna, la confederacin que se opuso a los Romanos en laguerra numantina abarc tambin a los Arevacos y as elescritor romano Plinio llama a la ciudad de Clunia a t r i -buida a los Arevacos por Ptolom- Celtiberiae finis(n.h. 3,3,27), la ltima poblacin de la Celtiberia)), y elmismo autor califica una ciudad Segobriga, vecina al terri-torio de los Oretanos, como caput Celtiberiae (n.h. 3,3,25),traducible por el punto ms avanzado de la Celtiberian 5

    Para el estado de la investigacin sobre este lugar important-simo vame G . Fats, Contrebia Belaesca : Tabula Contrebiensis.Zaragoza 1980 y A. Beltrn Martinez, A. Tovar, Contrebia BelaescaI El bronce con alfabeto uibrieou de Botomta. Zaragoza 1982.Esta Segobriga, segn Plinio, es la nica ciudad eeltibrica queno pertenece a os conventus de Clunia o de Caesaraugusta, sino al

    Seguramente, esta ciudad se localizaba en donde actual-mente se hallan las ruinas de la Cabeza del Giiego, cercade Saelices en la parte occidental de la provincia de Cuen-ca, y hay que anotar que existe otra ciudad del mismo nom-bre, mencionada por Ptolomeo y manifestada por leyendasmonetales, en la Celtiberia septentrional, de ubicacin des-conocida.

    Con respecto a lo que dice Plinio se impone la necesidadde distinguir una Celtiberia en sentido estricto -la de Pto-lome- de otra, en sentido amplio, que se extiende delbro Easta Clrinia PI? e1 znrte y hastu u Cabezz de Griego

    en el suroeste, plantendose adems el problema de inter-pretar esta divergencia: la Celtiberia pequea, (la dePtolomeo) Es el ncleo de una expansin que llegaba hastaClunia y Segobriga? O es preferible contar con un territo-rio original que corresponde a la definicin ms amplia dePlinio suponiendo que la Celtiberia de Ptolomeo sea el re-sultado de una reduccin posterior? O que ninguna de lasdos posibilidades corresponda a la realidad histrica, sinoque las dos definiciones manifiesten dos aspectos diferentesde la historiografa antigua?

    Tomando como punto de arranque esta apora que re-sulta de los testimonios transmitidos por los gegrafos e his-toriadores antiguos vamos a recurrir a otras fuentes que pa-recen ,aportar informacfones sobre los Celtberos y la Celti-beria, en particular sobre la interrelacin entre la Celtibe-ria grande de Plinio y la pequea de Ptolomeo.

    Slo de paso quiero sealar que la arqueologa no ofre-ce resultados que puedan solucionar nuestros problemas demanera concluyente. Los hallazgos que se refieren a la lti-ma poca antes de la romanizacin nos permiten reconocerdos grupos distintos, el uno al norte, el otro al sur de la

    conventus Carthaginerzsis, y viene mencionada junto con Toletum, laciudad ms meridional de los Carpetanos llamada igualmente caputCarpetaniue; por eso, me parece inevi table traducir caput por puntoms avanzado)) y no por capital.Vase V chle en Actas del Coloquio v . nota 3 ) , 197-207 y en su obra monogrfica, Die Meseta-Kulturen er i b e r w c hHalbznsel. Madrider Forschungen 3 Berln 1969.

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    divisoria de aguas entre el Duero y el Tajo, de tal maneraque la Celtiberia en sentido amplio participa en los dos yno puede ser definida por uno de ellos. Del mismo modo,tampoco s puede aducir un horizonte arqueolgico quecorresponda al territorio de las ciudades Celtibricas dePtolomeo.

    Ms diferenciada y ms prometedora es la clase de fuen-tes que podemos reunir bajo el ttulo de fuentes lingsti-cas siempre teniendo en cuenta que se trata de informes ex-tremadamente heterogneos cuya coordinacin exige un pro-cedixientc prncli~ea esceptivisu,~y pr~dencia.La grziimayora de estas fuentes son de ndole epigrfica, de vez encuando completadas por los textos literarios griegos y la-tinos.

    Comenzando con una ojeada a las monedas7 el mapa 2muestra los lugares de la pennsula que pueden identificar-se con ciudades o centros de tribus que han emitido mone-das durante la poca republicana: slo muy pocas cecasdesempean su actividad antes de la llegada de los Roma-nos, casi todas funcionan entre la mitad del siglo segun-do a. de J.C. y las guerras sertorianas. Hay ms de ciencomunidades indgenas cuyos nombres se reflejan por lasleyendas de sus monedas. Algunas de ellas utilizan el al-fabeto latino, sobre todo en la Btica, y todo el resto empleala escritura ibrica, sea la variante meridional, sea el tipodel nordeste. Estas ltimas llenan un gran tringulo cuyoslados van de la regin de Valencia hasta Narbona en Fran-cia y hasta el curso superior del ro Ebro, incluyendo tam-bin la regin celtibrica. Entre las leyendas aparecen algu-nos de los nombres de ciudades que Ptolomeo atribuye a losCeltberos -Turiasso, Bursada, Bilbilis, Nertobriga, Ala-va-, adems la ciudad de Contrebia Belaesca, y los lugarestodava no identicados Segobriga y Ergavica, conocidos tam-bin por la lista de Ptolomeo. Criterios numismticos per-miten aadir por lo menos tres ciudades ms a la misma

    7 Para la ubicacin y para una discusin ms detallada de losproblemas lingsticos vanse mis Monumenta Linguarum Hispanicarum. 1 Wiesbaden 1975.

    regin que se destacan por emisiones importantes de mone-das: aekoata no lejos de Turiasso, Tarazona; belikio, po-co al s ur d e Botorrita s y Sekaisa, cerca de Bilbilis y Cala-tayud.

    En cuanto a la definicin y descripcin de la Celtiberia,las monedas no suministran ningn argumento autnomo:se integran perfectamente en la tipologa numismtica delnordeste hispnico en la cual participan igualmente las acu-aciones de los Vscones, Ilergetes y Edetanos, salvo pocosdetalles sobre los cuales volver al final de mi ponencia, ysalvo un fenmeno no numismtico sino lingstico: losnonlbres tnicos que sirven de leyendas monetales fuera deIa regin celtibrica llevan u n sufijo sken -aus eske~z, laieS-ken, setisken, etc.-, mientras que los tnicos localizablesen la Celtiberia (en sentido amplio) adoptan su sufijo-ko-, formando un genitivo de plural en -kom o -kumo un nominativo d e plura l en -kos , P.e. belais kom de losBelaesci)), kontebakom de los habitantes de Contrebia)),Sekaisakom de los habitantes de s ekaisa)), aekoratko i loshabitantes de aekorata)), etc?

    Se sabe que las leyendas monetales no son ni los nicosni los ms importantes testimonios directos de las lenguasindgenas de la pennsula. Disponemos, al lado de ellas, deuna cantidad considerable de documentos epigrficos deotra ndole: inscripciones sobre piedra, cermica, plomo obronce lo El mapa 3 hace ver los lugares donde se hanproducido los hallazgos; la forma de los smbolos indica los

    No me puedo adherir a la opinin de M. Beltrn Lloris, quienlocaliza esta ceca en la ciudad ibrica de Azaila (M. B. U Arqueologure historia de las ciudades antiguas del Cabezo de Alcal de Azaila, Te-ruel. Zaragoza 1976, 375-384): la lengua de dicha ciudad era a ib-rica como se desprende de 10s numerosos grafitos que aparecieron all,mientras que la leyenda belikio, belikiom presupone una comunidadque hablaba una lengua indoeuropea.Vanse el mapa 14 y las pginas 60 79, 86 de la obra citadaen n. 7.

    0 Las ediciones ms completas se deben a M. Gmez-Moreno,Suplemento de epigrafa ibrica. En: Miscelneas (v. nota 2 283-330;La escritura bstulo-turdetana. Madrid 1962, y a J. Maluquer de Mo-tes, Epigrafu prelutina de la Pennsula Ibrica. Barcelona 1968, donde,adems, se tratan exhaustivamente las distintas variantes de la escritu-ra ibrica.

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    tipos de escritura y las diferencias de los idiomas se sealan por las lneas punteadas: el alfabeto griego, el latino,y las escrituras autctonas llamadas colectivamente escritu-ras ibricas; se dividen en la escritura tartsica en el extre-mo suroeste, la variante llamada ((meridional)), entre elpas Valenciano y la Andaluca oriental, y el tipo ms co-rriente y ms uniforme, el alfabeto ibrico del nordeste. Entoda la zona mediterrnea domina la lengua bien identifi-cable pero todava no descifrada que llamamos 'ibrica7; enel suroeste estamos frente a un idioma an menos conocido,el tartsico; ms al norte, se han encontrado tres textos deconsiderable extensin que atestiguan la lengua lusitana,y, en fin, volviendo al territorio que ms ncs interesa aqu,vemos las inscripciones que transmiten la lengua del pasceltibrico, y que se llaman convencionalmente (~inscripcio-nes celtibricas)). No hay obstculos para adoptar esta deno-minacin siempre que evitemos el peligro de prejuicios:todava no se sabe a qu concepto histrico de los Celtberoscorresponder este grupo de inscripciones que distinguimospor el mismo adjetivo.

    En cuanto a la clasificacin de las lenguas atestiguadaspor los documentos epigrficos, se sabe que el ibrico y eltartsico son profundamente distintos de los idiomas que sereflejan por las inscripciones lusitanas y por los documentosque suelen llamarse celtibricos, mientras que estos dos lti-mos grupos son muy parecidos entre s: sin duda algunapertenecen a la familia de las lenguas indoeuropeas y esmuy verosmil que sean dialectos que podemos atribuir ala subfamilia de las lenguas celtas, a la cual pertenecenadems la lengua de los Galos en Francia e Italia y variosidiomas modernos, sobre todo el irlands.

    Al contemplar el mapa 3 se impone el problema de losgrandes campos blancos donde seguramente vivan pueblosque hablaban su lengua sin que ella se nos haya transmiti-do por documentos escritos. Debemos recurrir a testimoniosde otra clase para llenar los huecos que dejan abiertos lasfuentes que acabamos de tratar. Afortunadamente los auto-res latinos y griegos y sobre todo las inscripciones latinasde la poca imperial conservan un gran nmero de topni-

    mos y de nombres de personas indgenas que han sobrevi-vido a la latinizacin y, por eso, permiten rastrear indirec-tamente las lneas esenciales de los hechos prerromanos. E ncontraste con las inscripciones indgenas, estas fuentes tie-nen la ventaja de cubrir la pennsula can una red de testi-monios distribuidos de manera ms o menos equilibrada portodas partes.

    El resultado ms transcendental viene proporcionadopor los topnimos que permiten dividir la pennsula en dossectores (mapa 4 : de un lado los nombres de ciudadesibkz icce qUe c~r ,tie r,er , elemento ilt o ilu- qu aparecetambin en antropnimos de la misma regin, de otro ladolos topnimos compuestos con la palabra -briga que estestrechamente relacionada con el trmino irlands bri, ge-nitivo brig, que significa ((cerro, colina)). A la lnea que lossepara obedecen otros varios fenmenos: P.e. quedan a l estede ella los famosos nombres de caballeros ibricos atestigua-dos por el bronce de Ascoli; y el mismo lmite coincide conlo que nos ensean las inscripciones indgenas: corre entreel rea de la lengua ibrica y el sector en el cual aparecenlos documentos epigrficos de lenguas indoeuropeas (v. ma-pa 3), y nada impide llamar brevemente ((Hispania indoeu-r o p a o Hispania cltica)) a la zona de briga, e ((Hispaniaibrica)) a la otra seccin. Slo el territorio tartsico vienecortado por nuestra lnea separadora, indudablemente por-que su extensin corresponde a un estado histrico ms re-moto al cual ms tarde se superpuso la divisin de la pe-nnsula entre los dominios de briga y de ili.

    El mapa de briga e ili encuentra su complemento yaprobacin por los antropnimos prerromanos atestiguadosa travs de inscripciones indgenas y latinas 12 Prescindo

    11 Vase Untermaun, Sprachrume und Sprachbewegungen ;nrvorromischen Hispzien. Wiesbaden 1961; traduccin castellana enArchivo de Prehistoria Levantina 10 1963) 165-192.12 La documentacin ms completa se encuentra en M. PalomarLapesa, La onomstica personal pre-latina de la ant igua Lusitaniu.Salamanca 1957, y en Mara L Albertos Firmat, La onomstica perso-nal primtiva de Hispania. Tarraconense y Btica. Salamanca 1966, yen numerosos estudios adicionales de la misma autora; vanse en par-ticular M = . A F.. La onomstica de la Celt iberia , en Actns delcoloquio v. nota 3 ) 131-167, y la sntesis Onomstiquc person-

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    aqu de dar ejemplos de nombres que s reducen a la His-pania ibrica, y me cio a presentar las distribuciones dealgunos nombres de la zona indoeuropea (mapas 5-9) 13:Cloutius y Clutamus predominan en Galicia, Cloutius se datambin en la Lusitania central; Doviderus y Dovidenarenen la Lusitania central con Len y Asturias; la distri-bucin de Ambatus abarca la misma parte de la Lusitaniay el norte de la Celtiberia; Boutius est concentrada en laLusitania central y muestra estribaciones hacia oeste y nor-te; el elemento Sego- predomina en la Celtiljeria pero nofalta en Asturias y en la zona oriental de la Lusitania. Enresumen: los antropnimos aducidos y muchos otros ms,airrique siendo nombres tipicos de ciertas regienes, se enlz-zan y mezclan con sus vecinos de manera muy variada yno respetan ningn lmite fijo salvo el que separa la Hispa-nia cltica de la ibrica. Hay que anotar, por lo dems, queuna gran cantidad de los elementos onomsticos empleadosen la antroponimia de la Hispania indoeuropea encuentrasus paralelas entre los nombres de personas glicos atesti-guados en Francia, en las islas Britnicas, en la Alta Italiay en otras partes de la Europa cltica 14.

    Junto con estos nombres, las incripciones latinas y cel-tibricas transmiten un fenmeno importante que se refiereal empleo de ellos para denominar personas: es el formula-rio bien conocido que se compone del nombre individual dela persona, del nombre de su padre puesto en genitivo, y dela indicacin de un grupo social una especie de clan,llamada gens o gentilitas en inscripciones latinas 5; estenombre de gentilitas o de clan se deriva por un sufijo

    nelle indigene de la Pninsule Ibrique sous la domination romaine~.En: Aufstieg und Niedergang der romischen Welt. 11, 29, 2, Berln1983, 835-892.13 Los mapas estn tomados de mis Elementos de un atlas antro-ponimico de la Hispania antigua. Madrid 1965, n h s . 36, 38, 6, 18y 67.4 Ellis Evans, On the celticity of some Hiipanic personal na-mes>>.En: Actas del ZZ Coloquio v. nota 3) 117-129; al mismoautor debemos la obra de consulta ms rica y ms fidedigna sobre laantroponimia celta en edad antigua, en general: D. E. E., Grmlishpersonal names. Oxford 1967.

    l Vase la obra magistral de Mara L. Albertos Firrnat, Organi-urcwnes superfamiliares de la Hispania antigua. Valladolid 1975, con

    -iko- u -oko- de un nombre individual y s pone en geni-tivo de plural, P.e. lub08 al isokum aualo ke Arco Am batif C a m a l i c u m - a l i s o k u m derivado de alisos Camalicumderivado de Camalus etc.-. El mapa 10 muestra la distri-bucin geogrfica de esta frmula. Se ve que la frmulafalta en la parte occidental de la pennsula; luego volversobre esta particularidad.

    En fin, los tenimos prerromanos l6 muestran una curio-sa distribucin; faltan en la Hispania ibrica -hasta lafecha ninguna de las inscripciones ibricas permite identi-ficar Una dedicecir religievz c Un nc dr e de iina deidad-y en la Hispania indoeuropea aparecen casi exclusivamen-te en una zona que corresponde a los pases actuaies GaIiciay Portugal donde, en cambio, muestran una densidad ex-traordinaria y un aspecto exterior muy particular: muchosde ellos se componen de un tebnimo y de un epteto quepuede distinguir varios dioses que llevan mismo nombrebsico, como bandu reve cosu munidi y otros. El mapahace ver dnde se encuentran tales nombres combinadoscon eptetos distintivos, y la lnea articulada seala hastadnde se registran testimonios ms o menos aislados detenimos indgenas.

    An ms que entre los antropnimos se destaca un fuer-te elemento cltico; doy algunos ejemplos 17: trebarune ytrebopala sobre la inscripcin lusitana del Cabeco das Fra-goas (v. mapa 3) , trebarune adems en inscripciones voti-vas latinas de varios lugares de Beira Baixa y de Coria(Cceres), recuerdan la palabra -celta treb- casa7; el segundoepteto de la diosa munidi eberobrigae toudopalandaigae(Talavn, Cceres) acusa un evidente paralelismo con tre-

    un suplemento en el Boletn del Seminario de Arte y Arqueologa deValladolid 47 (1 981) 208-214.6 Vanse J. M. Blzquez Martnez, Religiones primitivas de His-pania. Roma 1962, y J. d Encarnaco, Divinidades indigenas sob odominio romano em Portugal. Lisboa 1975, y e1 catlogo de tenimos,puesto al da por M. L. ALbertos, que se ha incluido en J M. Blz-quez, Primitivas religiones ibricas. ZZ Religiones prerromanas. Ma-drid 1983, 477-488.

    17 Para los testimonios y la interpretacin lingstica remito alas obras citadas en la nota 16, y a la monografa de U. S c h d .citada en nota 2, en particular pgs. 40 y 99.

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    $opala en cuanto al segundo elemento, pala-: el primeropuede ser la unidad social ms alta de treb-, es decir touta< teuti irl. ta th pueblo, tribus)); vuelve a apareceren toudadigoe (Mosteiro de Ribeira, Orense), dativo de unadjetivo que se deriva del tenimo teutates, muy conocidoen la Gdia antigua; en la misma inscripcin, a toudadigoeviene dedicado un objeto llamado crougin que tambin seda, bajo la forma crougeai, en la gran inscripcin lusitanade Lamas de Moledo (v. mapa 3); crougeai y crougin, porsu morfologa y por su elemento lexical, van muy bien conel irl. crach cmulo, pila; nimidi fiduenarum se leesobre una roca cerca de Eiriz (Douro Litoral); nirnidi pareceser una variante local de la palabra gala nerneton bosquesagrado)), irl. nemed santuario, y fiduenarum, genitivode plural latino, se deriva de una palabra que coincide per-fectamente con irl. fid madera: las fiduenae seran, pues,deidades del bosque o de los rboles; no lejos de Mrida, enuna ciudad por lo dems desconocida Turibriga, se veneruna diosa ataecina, adaegina a la cual se coteja, en unade sus numerosas inscripciones votivas, 1,a Proserpina lati-na, es decir una deidad del mundo de los muertos: ataecinase explica fcilmente como derivacin de la palabra que so-brevive en irl. adaig noche.

    Despus de haber expuesto con la debida brevedad lasdiferentes clases de fuentes doy el ensayo de una sntesis.Como gua servir el mapa 12 que rene los informes per-tenecientes de varios mapas ya presentados.

    El vasto sector de la Hispania cltica dentro de la cualnuestras ciudades ocupan el rincn oriental admite unasubdivisin en tres zonas siendo la ms amplia de ellas latotalidad de este sector, marcado por lneas verticales y ca-racterizada por los topnimos con briga, en los cuales laCeltiberia de Ptolomeo participa por Nertobriga, Arcobrigay la Segobriga septentrional.

    Menos extendida es la zona destacada, en el mapa, porlneas horizontales: es el rea de la frmula de gentilitateso de los nombres de clan en genitivo de plural, con nu-merossimos testimonios en Botorrita y otros lugares de la

    Celtiberia oriental, pero faltando absolutamente en el oestede la pennsula, donde, en cambio, aparecen con frecuenciaextraordinaria inscripciones votivas dedicadas a dioses ind-genas: la lriea punteada repite el lmite de esta teonimia.

    A M. L. AIbertos debemos la interpretacin de estosfenmenos: en su obra citada en la nota 15, ella hace verque una par, parte de los eptetos por los cuales se distin-guen los dioses lusitano-gallegos se derivan de topnimos ode nonlbres de personas, y Ilega a,l resultado de que lasgentilitates de un lado y la religiosidad de los Lusitanosde otro lado son dos manifestaciones paralelas de organiza-ciones suprafarniliares, la una organizada segfin el criterioprofano de la pertenencia a un clan con un fundador o unjefe cuyo nombre sirve de base para el nombre del clan, laotra adoptando un culto comn dedicado a una divinidadprotectora cuyo epteto hace visible su vinculacin con elgrupo social. Se revela, pues, una diferencia profunda, nole lengua sino de mentalidad social y religiosa que separalos pueblos celtas de la pennsula.

    Sigue la tercera zona, ms reducida, caracterizada ennuestro mapa por los trazos diagonales, cuya particularidades la existencia de documentos epigrficos en letra y lenguaindgena inoludos los lugares que han emitido monedas conleyendas en escritura ibrica. Otra vez ms, la Celtiberia dePtolomeo se integra en esta zona, no slo por las monedasya mencionadas sino tambin por las inscripciones: entreellas el gran texto de Botorrita * odeado por documentosmenos conspicuos pero igualmente significantes, -una te-sera de bronce, hoy conservada en Pars 19 que mencionael antiguo nombre de Botorrita al lado de un antropnimoen frmula de gentilitas

    lubos' alisokum ke / kontebias belaish Lubbus delclan de los Alisocos, hijo de Avalus; (natural) deContrebia Belaesca))

    8 Ultimamente A. Tovar en Beltrn-Tovar v. nota 4), con bibliografa completa.

    9 M. Lejeune v. nota 2), 65 69.

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    la piedra de Ibiza m de igual estructura textual, que serefiere a los Belig cuya ceca monetal debe buscarse a po-ca distancia de Botorrita

    tirtanoi abulokum letontunos ke belikioi ~Tr i t anusdel clan de las Abulocos, hijo de Letondo, Beliigius))

    y un vaso de plata, hoy desaparecido pero registrado porGmez-Moreno: se compone de un nombre individual, unapalabra que queda sin identificar, y de un nombre de genti-litas que repite el elemento belaii- de BeZuesca

    a [ l ] soQ asas belais okumSalta a la vista que toda esta zona coincide casi a per-

    feccin con la Celtiberia en el sentido amplio, y se imponela sospecha de que la presencia de textos escritos en lenguaindgena tenga que ver algo con la definicin de lo quese llama Celtiberia: tal definicin, a primera vista, suenaabsurda, pero tal vez no es imposible llenarla con un ciertosentido histrico, considerando dos hechos que pueden me-recer nuestra atencin: primero, que ninguno de los textos,ni las monedas ni los documentos de otra ndole, es ms an-tiguo que los conflictos entre las tribus indgenas y los Ro-manos; y segundo, que las poblaciones que utilizan el alfa-beto ibrico son exactamente aqueilas que emprendieron laguerra numantina para defender su independencia. La per-dieron definitivamente en la derrota de 133 a. J.C., y vinie-ron a ser integradas en la pax romana considerablementeantes que los otros pueblos del norte y noroeste hispnico.Frente a tales observaciones me parece lcita la hiptesis deque la nueva cultura grfica de las tribus clticas de la me-seta espaola es un sntoma de la pacificacin y la conse-cuencia de un acercamiento ms o menos forzado al mundourbano de los beros quienes, con anticipacin de 70 aos,ya se haban sometido casi instantneamente a la hegemonaromana bajo la cual continuaron y aumentaron su desarro-llo cultural.

    m Gmez-Moreno Suplemento v. nota 1 0 nm. 120, C. VenyCorpus s inscripciones balericas hasta la dominacin rabe Roma1965, 191-194.

    En otros trminos: fue tal vez un solo acontecimientohistrico el que se manifiesta en dos consecuencias: en unanueva formacin del concepto de los Celtberos en la histo-riografa romana como nombre comn de los enemigos dela p e r r a numantina, y, en la recepcin de la civilizacinibrica, includo el uso de su escritura, por los enemigossubyugados de dicha guerra. Al adoptar tal hiptesis podrasuspenderse la bsqueda de factores arqueolgicos o lin -gstico~anteriores a la segunda mitad del segundo sigloantes de J.C. para definir lo que los Romanos llamaron~Ce tihrisx. Y aiinqxe s muy verosmil que se acueste nombre a base de la diferencia de cultura y de lenguaque notaron 10s Romanos entre los pueblos de la mesetay los Iberos de la regin costera, la delimitacin de su vali-dez al territorio entre Clunia, Segobriga la desembocaduradel ro Jaln se refiere slo a la sitacin histrica actualy no a la existencia de fronteras lingsticas o tnicas rea-les, es decir, el lmite occidental de la Celtiberia romana- e n el sentido amplio como lo transmite Plini- no erael lmite ni de la lengua ni de la agrupacin tnica que lla-mamos por convencin con el mismo adjetivo ((celtibri-tos sino slo el lmite del alcance de la fuerza pacificado-ra de los Romanos en aquel momento de la historia.

    A modo de apndice, un pequeo detalle que tal vezpermita saber el porqu del uso del trmino ((celtibrico))por Ptolomeo quicr, lo reserva para pocas ciudades de lascuencas del Ebro y del Jaln. No hay motivos polticos da-do que estas ciudades nunca formaron un grupo polticoque desempeara sus propias actividades. Tampoco puedenaducirse razones lingsticas: la onomstica personal y latoponimia se intcgran perfectamente en el marco que abar-ca toda la Hispania cltica, y las inscripciones indgenasde Botorrita y sus alrededores, del valle del ro Jaln, in-cludos los letreros monetales, no hacen ver ningn rasgogramatical que no sea comn a toda la epigrafa celtibrica.Es un fenmeno marginal que separa la Celtiberia de Pto-lomeo de los vecinos occidentales: son algunas variantes dela escritura ibrica en territorio celtibrico, no slo en cuan-to a las formas de las letras sino tambin con respecto a su

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    aplicacin, siendo la particularidad ms conspicua el usode los signos para sonidos nasales 2 . Slamente en una par-te de la Ccltiberia, la n y la m son representadas como enla epigrafa ibrica de la zona costera; en otros lugares lan ibrica vieiie sustitcida por la n, y un signo que corres-

    ponde cn la regin ibrica a una nasal indeterminada, adop-ta el valor de la n. Tal vez no sea casualidad que las reglasgrficas ibricas dominen slo en las ciiidacles que Ptolomcollama celtibricas mientras que ms al oeste, en el territoriode los Arvacos se manifiesta la tendencia a variaciones lo-cales. Coincide esta distribucin con la de ciertas particula-ridades numismticas, por ejemplo la representacin del ji-nete al reverso de los ases y de los denarios, el cual llevauna palma en lugar de una lanza slo en la Catalua ib-rica y en nuestras ciudades, o el motivo de los tres delfinesalrededor de la cabeza viril sobre el anverso que partiendode Ilerda en pleno territorio ibrico llega exactamente hastala regin de las ciudades celtibricas de Ptolomeo U Todoeso -la ortografa y la numismtica- acusa una estrechavinculacin entre los Celtberos que vivan en la cuencadel Ebro y en el valle del ro Jaln, y sus vecinos ibricosal otro lado del ro Ebro. No me parece imposible que talesfenmenos indujeran a los contemporneos y antecesores dePtolomeo a caracterizar los habitantes de dicha regin comolos Celtas ms ibricos)) y en consecuencia, a reducir laetiqueta ~Celtibrico)) esta regin.

    Todo lo que acabo de exponer no impide que continue-mos las costumbres bien establecidas de la filologa moder-na: sigue siendo plenamente admisible hablar de inscripcio-nes celtibricas para distinguirlas de los textos ibricos, tar-tsicos o lusitanos, y podemos escribir una gramtica celti-brica y componer un lxico celtibrico. Pero siempre debe-mos tener presente que tales empleos de este adjetivo exi-gen sus definiciones propias, basadas en criterios epigrficoso lingsticos que podemos deducir de los objetos que noso-

    2 Vase U. Schmoll, Die iberischen und keltiberischen Nasal-zeichen . Zeitschnft r vergleichen.de Sprmhforschung 76 1960)280-295.a Vanse las mapas 9 y 11 en el libro citado en nota 7.

    tros llamamos celtibricos. Seria peligroso confundir lasdefiniciones con los motivos segn los cuales las autoridadesantiguas aplicaron el mismo adjetivo: la palabra Celtberoparece ser una creacin artificial formada no por los pueblosindgenas de la pennsula sino por los historiadores griegosy romanos y ellos no se basaron en un conocimiento de uni-dades tiiicas reales con sus profundas races prehistricas,sino slo obedecieron a la exigencia de denominar ciertascondiciones polticas o sociales en ciertos momentos de lahistoria, y son dos -por lo menos d o s os momentos queparecen reflejarse en nuestras fuentes: primero, la alianzadel ao 143 con su centro Numancia, y despus, y sin al-guna duda independiente de ella, la clasificacin de ciertasciudades que, a pesar de su pertenencia a la Hispania cl-tica con su lengua y onomstica, se mostraron ms asimila-das al mundo ibrico que sus vecinas y antiguos compatrio-tas que vivan en las cuencas del ro Duero y del Tajo y sustributarios.

    Al fin de mi discurso tratar brevemente de resumir loque se desprende de nuestras reflexiones y de nuestras hi-ptesis sobre los vecinos occidentales de los Celtberos ensus sentidos distintos, respectivamente), en particular sobrela relacin de lo que se llama Celtibrico y de los AsturesVetones.

    Claro es que los pases de stos quedan fuera del influjoibrico, tanto en su manifestacin ms intensa que se observa en el rincn entre el Jaln y el Ebro, como en lairradiacin ms amplia y ms modificada que han sufridolos dems pueblos indgenas que adoptaron el uso de laescritura ibrica para escribir su idioma indoeuropeo. Encambio, los Astures y los Vetones indudablemente partici-pan en la frmula onomstica de los clanes, includos losmedios morfolgicos de su expresin, es decir los sufijosico y oco y la terminacin -um del genitivo de plural.Esta frmula aunque no puede ser la prueba positiva de quelos que la usaban hubiesen hablado la misma lengua comolos Celtiberos. de todas maneras puede servir de indicio deque en la regin analfabetan no hay que buscar el dominiode un idioma considerablemente distinto. Recordando, ade-

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    ms los mltiples enlaces antroponmicos que renen elnorte Asturiano los Vetones con .las mesetas celtibricasme parece lcito suponer que estos pueblos - e n cuanto asu lengua- no se destacaron sustancialmente de los Ar-vacos de los Celtberos.

    s difcil ser valorizar adecuadamente la frontera quese reconoce hacia e l oeste es decir entre los Astures Veto-nes los Gallaeci y Lusitani: nadie duda en que se habla-ban lenguas indoeuropeas a los dos lados de esta frontera

    seguramente encontramos rasgos celtas tanto en los teni-mos gallego-lusitanos en los textos prerromanos de la Lusi-tania centra l como en la epigrafa onomstica celtibri-cas. Pero tampoco podemos negar que la gramtica de lasgrandes inscripciones lusitanas en muchos detalles no coin-cida con la de los textos celtibricos. Parece existir P.e. enla lengua lusitana un nominativo de plural en - i v e a m n icori que es ms parecido al cltico de la Italia del norteal irlands que a la forma en os que domina en el celtib-

    rico; la conjuncin lusitana indi recuerda el galo eti no el -kue encltico de las inscripciones celtibricas. En

    suma no cabe duda de que las lenguas lusitana celtib-rica son miembros de la familia de las lenguas celtas peroeso no impide que cada una tenga su individualidad par-ticular como lo tiene el irlands en contraste al gals o elgals frente al bretn.

    Volviendo a los dialectos del oeste hispnico me pareceadmisible -aunque de ninguna manera seguro- que ladiferencia d e la organizacin social que se manifiesta en ellmite occidental de las gentilidades corresponda a una di-ferencia dialectal entre dos lenguas celtas. No se puede daruna respuesta definitiva sin testimonios escritos y como losAstures Vetones Gallegos no empezaron a aprender a escri-bir antes de que perdieran su lengua indgena me temoque nunca vamos a solucionar el problema planteado e n elltimo captulo de esta ponencia.