autor/es alberto josé lorrio alvarado «los celtíberos» 3

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●Autor/es Alberto José Lorrio Alvarado ●Título «Los celtíberos» ●N.º Vaccea Anuario 3 ●Año 2010 ●Páginas 21-27 ●ISBN 978-84-7359-651-0 ●URL https://pintiavaccea.es/download.php?file=229.pdf

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Page 1: Autor/es Alberto José Lorrio Alvarado «Los celtíberos» 3

●Autor/es Alberto José Lorrio Alvarado

●Título «Los celtíberos»

●N.º Vaccea Anuario 3

●Año 2010

●Páginas 21-27

●ISBN 978-84-7359-651-0

●URL https://pintiavaccea.es/download.php?file=229.pdf

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1 €

www.pintiavaccea.es

PINTIA - CAMPAÑA XX UNA CAMPAÑA EXCEPCIONAL EN LA NECRÓPOLIS DE LAS RUEDAS LAS DEFENSAS DE PINTIA

EXCAVACIONES DE URGENCIAS

LOS CELTÍBEROSNUESTROS ANCESTROS

LUIS GRAUFIRMA INVITADA

PAREDES DE NAVACIUDADES VACCEAS

HOMENAJE A F. WATTENBERGREUNIÓN CIENTÍFICA: DE LA REGIÓN VACCEAA LA ARQUEOLOGÍA VACCEA

Page 3: Autor/es Alberto José Lorrio Alvarado «Los celtíberos» 3

EDITACentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”de la Universidad de Valladolid

DIRECTORESCarlos Sanz MínguezFernando Romero Carnicero

COLABORADORESCristina Górriz GañánRoberto de Pablo Martínez

ILUSTRACIONESCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg” yautores de los trabajos respectivos, salvo indicaciónexpresa.

DISEÑOCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”

MAQUETACIÓNEva Laguna Escudero

PORTADATumba 183 in situ de la necrópolis de Las Ruedas,Pintia.

CONTRAPORTADAMontaje sobre fotografía de Rémy Gindroz. La Croixsur Lutry (Le Vin. Nectar des Dieux. Genie des Hom-mes. Infolio, 2004)

REDACCIÓN, ADMINISTRACIÓN Y PUBLICIDADCentro de Estudios Vacceos “Federico Wattenberg”y Asociación Cultural Pintia

IMPRESIÓNOchoa Impresores. 975 23 38 27

TIRADA20.000 ejemplares

DEPÓSITO LEGAL: VA-528/2010

ISBN: 978-84-7359-651-0

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HOTEL LEONOR CENTRO

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Page 4: Autor/es Alberto José Lorrio Alvarado «Los celtíberos» 3

Directores:Prof. Dr. D. Carlos Sanz Mínguez, Profesor Titular de Prehistoria, Universidad de ValladolidProf. Dr. D. Fernando Romero Carnicero, Catedrático de Prehistoria, Universidad de Valladolid

Codirectores Excavación Arqueológica:Ana Isabel Garrido BlázquezRoberto de Pablo MartínezCristina Górriz Gañán

CoordinadoraMaría Luisa García Mínguez, Presidenta de la Asociación Cultural Pintia

Becarios adscritos al Proyecto Pintia:Catherine Moon Cristina Martínez LagunaPatricia González HernándezÁlvaro Sanz García

Personal contratadoEva Laguna EscuderoFrancisca Maldonado RequenaTeodora Olteanu Luis Pascual RepisoDiego Revilla Seco

3 5

Alumnos participantes en la campaña de excavación XX:

Colaboradores

Ignacio Represa BermejoCarlos SantamaríaCarlos Jimeno Velasco

0101 Excavaciones en Pintia. Campaña XX de excavaciones arqueológicas en Pintia (Padilla de Duero/Peñafiel)

02 Los sistemas defensivos de Pintia

03 Nuestros ancestros. Los celtíberos

04 Ciudades vacceas. “La Ciudad” de Paredes de Nava

05 Firma invitada: Luis Grau Lobo

06 A debate. Puesta en valor del Parimonio Arqueológico de la Edadde Hierro en Castilla y León

07 Pintia proyecto docente

08 La adaptación a Bolonia

09 Proyecto Pintia de innovación educativa. Colegio Grial

10 Exposición. El vino y el banquete / VacceArte

11 De la Región Vaccea a la Arqueología Vaccea

12 Premios recibidos

13 Pieza del año. Cerámicas torneadas negras de superficie y deco-ración bruñida

14 Entrevista. Pablo Álvarez Mezquíriz

15 La otra mirada. Marco Temprano y Belén Artuñedo

16 Noticiario Vacceo

17 Programa 2010. Todas las actividades en la Zona Arqueológica Pintia

18 Humor Sansón

02

03

06

0908

11 12

14

13

Isabel Arenas García Liouis-Marie Boylet Helena Bucle Stephanie Bullard Irene Calderón Pastor Donald Cantú Isabelle Chaize Henry Clarke Emily ClelandJorge Corral Acero Brenna Donnelly Jeff Eamon Elena Frías Migueláñez Sandra Gammon Irene García Hernández Elena García Hernández Amador García Rivas

Katie Heil Ignacio Hernández García Conchi Hernández ManchaJulie Howk Amanda Hunt Matthew Irish Laura Lalana Encinas Hailey Latour Raquel León Asensio Thomas Lobrichon Karine Longpré Martín Lyubenov Amalur Martínez de Murguía Catherine Millar Daniel Morales Alberto Pérez Hernández Landon Perlett

Ian Powell Karen Price Mario Rabanillo Herrero Lauren Roberts Surey Rodríguez Cortes Ana Rodríguez CubinoElvira Rodríguez Gutiérrez Raquel Santa Clara Angélica Santa Cruz Mª Luz Sanz LarricheMaeva Serieys Harrison Sless Rebecca Taylor Perryman Aileen Tierney Suzanne Weld Michelle Whip Rachel Whittington Amina Zeghar

PROYECTO PINTIA

Equipo de investigación 2009

111(]

Page 5: Autor/es Alberto José Lorrio Alvarado «Los celtíberos» 3

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03 Nuestros ancestros

Los celtíberos son uno de los pueblosceltas mejor conocidos de todos losque habitaron la antigua Iberia. La

primera referencia a la Celtiberia se sitúaen el contexto de la II Guerra Púnica alnarrar Polibio los prolegómenos del ase-dio de Sagunto, en la primavera del 219a.C. Desde ese momento, las mencionesa la Celtiberia y los celtíberos son abun-dantes por ser éstos uno de los princi-pales protagonistas de losacontecimientos bélicos del siglo II a.C.,principalmente las llamadas Guerras Cel-tibéricas, que culminarían en el 133 a.C.con la destrucción de Numancia y su su-misión a Roma. Jugarían, igualmente, unpapel destacado en otros episodios mili-tares del siglo I a.C., como las GuerrasSertorianas.

Las fuentes literarias presentan alos celtiberi como una población de ca-rácter mixto, interpretándose como cel-tas mezclados con iberos por autorescomo Posidonio, Diodoro, Apiano o Mar-cial, aunque según Estrabón prevalece-ría el primero de estos componentes, loque coincide con las evidencias lingüís-ticas, onomásticas y ar-queológicas conserva-das. El término habríasido creado por los es-critores clásicos paradar nombre a un con-junto de pueblos hosti-les hacia Roma, ha-biéndose sugerido que bien pudieraestar haciendo alusión a los celtas deIberia, a pesar de no ser los celtíberos,como es sabido, los únicos celtas de laPenínsula. Los celtíberos eran gentes de

lengua y cultura celta de característicasculturales bastante homogéneas, comodemuestran su arte, organización socialy creencias religiosas. A través de su con-

tacto con tartesios e ibe-ros asimilaron a lo largodel I milenio a.C. elemen-tos de procedencia medi-terránea tales como elarmamento, el torno dealfarero, el urbanismo o laescritura, hasta el punto

de presentar una cultura material per-fectamente diferenciada de la de los cel-tas centroeuropeos, lo que justificaría elcarácter mixto —celta e ibero—aludidopor los autores clásicos. En su etapa final

desarrollaron una importante cultura ur-bana, pudiendo destacar su epigrafía es-tatal en lengua indígena y latina, susnumerosas téseras de hospitalidad y sualto número de cecas que acuñaron enbronce y plata.

Los celtíberos serían un grupo ét-nico, al igual que los galos o los iberos,pues incorporan entidades de menor ca-tegoría, como los arévacos, belos, titos,lusones y pelendones. Otros pueblos,como los olcades, podrían haber perte-necido también a los celtíberos, pero noson mencionados por las fuentes comotales. El análisis de tales etnias, y su de-limitación mediante la localización desus ciudades, permite determinar unoslímites para la Celtiberia que en modoalguno hay que considerar inmutables.En este sentido pueden valorarse losapelativos que acompañan a ciertas ciu-dades, haciendo referencia a su carácterlimítrofe, como Segobriga, caput Celti-beriae, en Cuenca, Clunia, Celtiberiaefinis, en Burgos, o Contrebia Leucade,caput eius gentis (en referencia a los cel-tíberos), en La Rioja. De esta forma, laantigua Celtiberia se extendería por lasaltas tierras de la Meseta Oriental y lamargen derecha del Valle Medio delEbro, englobando, en líneas generales,la actual provincia de Soria, buena partede Guadalajara y Cuenca, el sector orien-tal de Segovia, el Sur de Burgos y La Rioja

Nuestros ancestros...

LOS CELTÍBEROS

La Celtiberia: ciudades y etnias (siglos III-I a.C.) (según Lorrio).

Procesos de configuración étnica, cultural y lingüística de los celtíberos (según Lorrio y Ruiz Zapatero).

Los celtíberos

eran gentes de

lengua y

cultura celta

-- __ ,.,._ ___ --- · ·-- _._ los pueblos •- ,1._..J __ • __

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22 3

y el Occidente de Zaragoza y Teruel, lle-gando incluso a alcanzar la zona noroc-cidental de Valencia.

Los celtíberos, en el momento dela penetración romana en la Meseta, es-taban en plena expansión por diversasáreas periféricas, lo que no era sino lacontinuidad de un fenómeno iniciado encenturias precedentes, especialmenteactivo hacia las tierras del Levante, laMeseta Occidental y el Suroeste penin-sular, donde se documentan elementosde prestigio tan genuinamente celtibéri-cos como los puñales biglobulares y las

fíbulas de caballito y de jinete, lo quepermite suponer la existencia de elitesecuestres celtibéricas establecidas enesos territorios. Desde el punto de vistalingüístico, este proceso se evidencia porla aparición de textos escritos en lenguaceltibérica o la identificación de cecasceltibéricas fuera del ámbito de la Celti-beria, como la de Tamusia, localizada enel oppidum cacereño de Villasviejas delTamuja. El hallazgo de estas evidenciasen las tierras de la Beturia Céltica, en elSuroeste penin-sular, supone elrefrendo arqueo-lógico de las mi-graciones de losceltiberi señala-das por las fuen-tes escritas. Deacuerdo con Pli-nio, los celtici quehabitaban la Bae-turia, un territo-rio localizado entre los ríos Guadiana yGuadalquivir, fueron celtíberos —veni-dos desde Lusitania— como demostra-ban sus ritos, su lengua y el nombre desus oppida, como Nertóbriga o Ségida,que coinciden con los de ciudades celti-béricas del Valle Medio del Ebro.

LOS “CELTÍBEROS ANTIGUOS” La existencia de posturas invasio-

nistas, que relacionan la formación delgrupo celtibérico con la llegada de suce-sivas oleadas de celtas venidos de Cen-troeuropa, tesis defendida por P. BoschGimpera, está hoy totalmente des-echada al no encontrar el necesario re-frendo en los datos arqueológicos.Posturas más recientes, como la defen-dida por M. Almagro-Gorbea, proponenbuscar su origen en el substrato cultural

indoeuropeo, extendido en el BronceFinal, a inicios del I milenio, por el Occi-dente y el Norte de la Península Ibérica,aunque tamizado por la llegada al Sis-tema Ibérico, la futura Celtiberia, degentes procedentes de los Campos deUrnas del Valle del Ebro, fenómeno queviene situándose hacia el siglo IX u VIIIa.C. Los datos de Herrería (Guadalajara),resultan de gran interés, pues las fases Iy II de este espacio cementerial, remitena un momento que se ha situado en el

Bronce Final, proponiendo fechas muytempranas para la llegada de los prime-ros Campos de Urnas a la Meseta.

Tradicionalmente, el estudio ar-queológico de los Celtíberos se ha limi-tado a lo que podríamos denominaretapa histórica, que abarca desde fina-les del siglo III al I a.C. No obstante, lacontinuidad cultural en sus cementeriosy poblados y en la estructura socioeco-nómica permite individualizar el mo-mento inicial de esta cultura, que habríaque situar en las tierras altas de la Me-seta Oriental hacia el siglo VI a.C. Estáclaro que en estas etapas tan antiguasno existieron grupos étnicos que se re-conocieran como ‘celtíberos’ —almenos no con tal denominación, al serun término acuñado algunos siglos des-pués—, pero hay suficientes argumen-tos de índole arqueológica para

Reconstrucción ideal del castro de ‘ElCeremeño’ (Herrería, Guadalajara) du-rante el Celtibérico Antiguo (según Cer-deño y Juez), estructurado en torno aun espacio central, con viviendas ado-sadas entre sí, utilizando como traserala propia muralla. Las casas presenta-ban compartimentación interna: el ves-tíbulo daba paso a la habitación centralcon el hogar, quedando al fondo la des-pensa, aunque algunos de estos depar-tamentos pudieran haber sidoutilizados como establos, habiéndoseseñalado, incluso, la existencia de unposible santuario doméstico.

Hay suficientes argumentos

de índole arqueológica

para considerar que esos

“celtíberos antiguos” de las altas tierras

de la Meseta Oriental constituyen el

precedente de los señalados por las

fuentes en el s. III a.C.

Tumbas con estelas alineadas de la necrópolis deCentenares (Luzaga, Guadalajara) (ca. siglos III-IIa.C.) (Foto Museo Cerralbo). Algunas de las necró-polis del Alto Tajo-Alto Jalón y, en menor medida,del Alto Duero se caracterizan por la distribuciónalineada de las tumbas formando calles paralelas,que en alguna ocasión se hallaban empedradas, loque confiere a este específico ritual celtibérico unacierta variabilidad, evidente asimismo en la locali-zación de las áreas de cremación.

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considerar que esos “celtíberos anti-guos” de las altas tierras de la MesetaOriental constituyen el precedente in-mediato de los que aparecen en lasfuentes literarias a partir de finales delsiglo III a.C. Otro problema es el de esta-blecer desde cuándo se configuraron re-alidades étnicas del tipo de las de losarévacos, los belos o los pelendones.Para el caso arévaco, el étnico, deacuerdo con Plinio habría sido tomadodel río Areua, tradicionalmente identifi-cado con el río Araviana, cuyo naci-

miento se sitúa en el Moncayo, en lacuenca alta del Duero.

Durante el Celtibérico Antiguo(ca. 600-450 a.C.) se registran en lasaltas tierras de la Meseta Oriental y elSistema Ibérico importantes novedades,algunas de las cuales van a caracterizarla Cultura Celtibérica hasta sus fases másavanzadas. Surgen ahora los primerosasentamientos estables en este territo-rio, generalmente del tipo conocidocomo “castro”, localizados en cerros defácil defensa, a veces protegidos por mu-rallas. Las casas, de zócalo de piedra y al-zado de adobes, eran de plantarectangular, con muros medianiles co-munes, cuyas traseras se cierran hacia elexterior, a modo de muralla, o se adosana ésta, y puertas abiertas al interior delcastro, donde se documenta un espaciocentral, a modo de calle o plaza. Estemodelo será el tipo de vivienda celtibé-rica hasta época tardía. Los pobladosmás grandes apenas tendrían unospocos centenares de habitantes, no seobserva jerarquización del territorio y lascomunidades debieron ser pequeñas,bastante homogéneas y autosuficientes,siendo su base económica preferente-mente agropecuaria. En la serranía nortede la provincia de Soria se individualizadurante la Primera Edad del Hierro la de-nominada ‘cultura castreña soriana’. Setrata de pequeñas comunidades de ca-

rácter autónomo, con superficies infe-riores a una hectárea en su gran mayo-ría, defendidas con potentes murallas,fosos y campos de piedras hincadas; apartir de los trabajos de B. Taracena sehan venido relacionando con los pelen-dones, pueblo celtibérico en cuyo terri-torio, según Plinio, nacía el Duero.

Corresponden también a estemomento la generalización de los ce-menterios de incineración, cuyos prime-ros ejemplos son algo anteriores comodemuestra el caso de Herrería. Conoce-mos, aunque de excavaciones antiguas,un ritual que disponía las tumbas aline-adas en calles, ya presente desde las eta-pas más antiguas de la culturaceltibérica, en cementerios como Alpan-seque (Soria), Aguilar de Anguita, Valde-novillos, Hortezuela de Océn o LaOlmeda (Guadalajara), documentándosetambién en otros más recientes, comoLuzaga, Riba de Saelices (Guadalajara) oArcóbriga (Zaragoza), fechados hacia elsiglo III o incluso el II a.C. En otros casos,como en las necrópolis de Molina deAragón y Sigüenza (Guadalajara), las se-pulturas aparecían cubiertas con enca-chados tumulares. Los ajuaresfunerarios revelan grupos con una inci-piente diferenciación social y un compo-nente ‘guerrero’ indicado por algunastumbas con armas, que incluyen largaspuntas de lanza, faltando las espadas en

‘Pectoral’ de placa de Carratiermes (ca. 600-450a.C.) (Archivo Museo Numantino: Foto A. Plaza).Este cementerio ha proporcionado un destacadoconjunto de estos objetos de prestigio que eranutilizados por individuos de posición social ele-vada, tanto hombres como mujeres o, incluso,niños. Aparecen en tumbas con otros adornos yestán decorados con círculos concéntricos, que serelacionan con elementos astrales, y cérvidos, ani-mal que representa en la mitología celta la fertili-dad, la velocidad y el prestigio.

Tumba ‘aristocrática’ de la necrópolis de Carra-tiermes (ca. siglo V a.C.) (Montejo de Tiermes,Soria) (Foto J.L. Argente). Las armas que integraneste ajuar (espada de antenas, solifferreum, lanzay escudo) aparecieron dobladas intencionada-mente, lo que generalmente se relaciona con con-dicionantes rituales, según los cuales la ‘muerteritual’ del arma sería la forma de enviar estos ob-jetos al Más Allá.

Ajuar de guerrero de Quintanas de Gormaz (Soria) (finales del siglo IV-inicios del III a.C.) (Foto PalazzoGrassi). La tumba incluye una espada de La Tène, tipo que se introduce en las panoplias celtibéricas du-rante los últimos años del siglo IV a.C., para alcanzar su mayor desarrollo durante el III, cuando aparecenlas producciones locales. La pieza, de producción foránea, pudo haber llegado a la Celtibéria de la manode un mercenario celtibérico, aunque también pudiera tratarse de una importación de lujo.

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los enterramientos de esta fase inicial.Algunos de estos cementerios, como elde Carratiermes (Soria), llegaron a estaren uso desde el siglo VI hasta el I a.C. oincluso después; las sepulturas aparecie-ron distribuidas en dos sectores de en-terramiento, separados entre sí unos200 m, con las sepulturas más antiguasocupando el áreacentral de la zonade la que proce-den la mayoría delos conjuntos ex-cavados.

Encontra-mos durante estaetapa todo unconjunto de cerá-micas y objetosmetálicos nuevos—bastantes realizados ya en hierro— ,sin antecedentes en las tradiciones alfa-reras y metalúrgicas locales. Destaca la

importante actividad de los broncistas,con un buen número de variados obje-tos relacionados con la vestimenta y eladorno personal, algunos fabricados entalleres de ámbito local o regional, comociertos modelos de fíbulas (las decora-das mediante adornos espiraliformes ylas fíbulas-placa) o distintos tipos de

pectorales (de es-pirales o de placa),dada su apariciónde forma exclusivaen los territoriosorientales de laMeseta. El análisisde la cultura mate-rial de las necrópo-lis y poblados deesta fase tempranade la Cultura Celti-

bérica pone de manifiesto, igualmente,la existencia de aportaciones de diversaprocedencia y tradiciones culturales va-

riadas: el Mediodía peninsular, la zonadel Levante y el Sureste o el Valle delEbro, zona ésta que cabe consideraresencial para comprender la llegada delritual funerario de la incineración, juntoa las urnas que formarían parte de él, odel poblado de calle central, caracterís-ticos de los Campos de Urnas del Nor-este.

Un nuevo período se desarrolla apartir del siglo V a.C., el conocido comoCeltibérico Pleno (450- 225/200 a.C.), enel que se observa la consolidación delpoblamiento en las áreas de la fase pre-via y la incorporación de nuevos territo-rios como la margen derecha del ValleMedio del Ebro. Los poblados aumentande tamaño, manteniéndose el asenta-miento de tipo castreño. Se generaliza elesquema urbanístico ya conocido decalle o de plaza central. Se adoptan nue-vos elementos defensivos, como mura-llas dobles y torres rectangulares,mientras que los fosos son de mayor en-tidad que en la fase precedente, docu-mentándose todavía los característicoscampos de piedras hincadas, ya conoci-dos desde el Primer Hierro en los castrosde la Serranía de Soria.

Además, el número de asenta-mientos crece, como también lo hacenlos cementerios conocidos. El número

En el Celtibérico Pleno,

a partir del s. V a.C., se

consolida el poblamiento y

se incorporan nuevos

territorios como la margen

derecha del Valle Medio

Vista aérea de Numancia y su trazado urbanístico (según Jimeno ed. 2005). Te-nemos pocos datos sobre el urbanismo de la ciudad destruida el 133 a.C., perosabemos que la del siglo I a.C. y la romana imperial presentan un urbanismosen retícula, que se estructuraría, seguramente desde su origen, a partir de doscalles paralelas de direccción Noreste-Suroeste cruzadas por otras once tam-bién paralelas, sin dejar espacios libres para plazas o lugares de reunión.

Muralla y foso de Contrebia Leukade (Inestrillas, La Rioja) (FotoAlmagro-Gorbea), el más espectacular y el mejor conocido delos identificados en territorio celtibérico. Excavado en la roca enun perímetro de casi 700 m con una anchura entre 7 y 9 m y unaprofundidad de 8 m, con un volumen de piedra extraída de cercade 45.000 m3, utilizada en la construcción de la muralla, de laque queda separado por un estrecho espacio.

Denario celtibérico de Sekobirikes(fines del siglo II-inicio del I a.C.)(Colección Real Academia de la His-toria). El anverso reproduce una ca-beza masculina con torques ydiversos símbolos, mientras en elreverso aparece un jinete lancero y,debajo, la leyenda monetal, en al-fabeto ibérico, con el nombre de laciudad.

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de tumbas de algunas necrópolis da unaidea de ello, aunque en muchos casos,dada la larga secuencia de uso de estoscementerios, tales cifras engloben tam-bién las sepulturas pertenecientes a lafase anterior o posterior, lo que al tra-tarse de excavaciones antiguas no siem-pre es posible de determinar. El númerode enterramientos varía notablementede unos cementerios a otros, pues enAguilar de Anguita se excavaron unas5.000 tumbas, en Luzaga se acercaban a2.000, Gormaz ofreció unos 1.200 ente-rramientos, Osma y Quintanas de Gor-maz superaron los 800, en Almaluez sedocumentaron 322 tumbas, mientras Al-panseque y Arcóbriga proporcionaronen torno a los 300 conjuntos y La Mer-

cadera sólo unos 100, lo que puede dar-nos información relativa del tamaño delas comunidades con las que cabe rela-cionar estos lugares.

La creciente diferenciación socialse manifiesta en las necrópolis, con laaparición de tumbas aristocráticas cuyosajuares están integrados por un buennúmero de objetos, algunos de los cua-les pueden ser considerados excepcio-nales, como es el caso de las armasbroncíneas (cascos, pectorales y umbosde escudo) o las cerámicas a torno. Esteimportante desarrollo aparece inicial-mente circunscrito al Alto Henares-AltoTajuña, afluentes del Tajo, así como a lastierras meridionales de la provincia deSoria correspondientes al Alto Duero yal Alto Jalón, como resultado de la ri-queza ganadera de la zona, el control delas salinas, todavía en uso hasta haceunos pocos años, la producción de hie-rro, o su privilegiada situación geográ-fica, al tratarse del paso natural entre elValle de Ebro y la Meseta. Las tumbas demayor riqueza tienen espada, pertene-

ciente a los modelos de antenas o defrontón, puntas de lanza, escudo, discos-coraza e, incluso, casco. Estos objetosmuestran una sociedad fuertemente je-rarquizada, en la que las tumbas demayor riqueza se vincularían con gruposaristocráticos. Es frecuente encontrar,junto a ellos, arreos de caballo, un signomás de la categoría del personaje al queacompañan. En el nivel más alto, hayque situar enterramientos con numero-sas armas —entre las que se incluyencascos, escudos y pectorales de bronce,verdaderas piezas ‘de parada’— y arreosde caballo, serían los guerreros a caba-llo o equites, formando la elite de la co-munidad. Por debajo estarían lassepulturas de guerreros con rico arma-

mento integradopor espadas, cuchi-llos, lanzas y escu-dos. Un tercerrango de tumbascon armas, incluyeajuares más pobrescon sólo lanzas y

escudos y alguna espada ocasional-mente. La gran mayoría de los enterra-mientos corresponden a la masa depoblación campesina, sin armas, y condiversos grados de ‘riqueza’.

El análisis del armamento y delresto de los objetos metálicos (fíbulas,broches de cinturón, etc.), en muchoscasos recuperados en las sepulturas,pone de manifiesto las diversas influen-cias de la Cultura Celtibérica durante sufase plena: norpirenaicas, llegadas a tra-vés del Valle del Ebro, meseteñas, enconcreto con las tierras del Duero Medioy, posiblemente, con la zona abulense, yde inspiración mediterránea, segura-mente desde el Mediodía y el Levantepeninsulares. No obstante, una partedestacada de estos objetos, dada su ti-pología característica, fueron producidoscon seguridad en centros metalúrgicoslocalizados en la Meseta Oriental, aun-que es escasa la información que posee-mos al respecto. Efectivamente, durantelos siglos V-IV y, en menor medida, el IIIa.C., se va a asistir a un gran desarrollo

de la siderurgia celtibérica, siendoprueba de ello la aparición en los ajua-res funerarios del oriente de la Mesetade nuevos tipos de armas, en muchoscasos modelos de fabricación local, y lasricas decoraciones damasquinadas quecon frecuencia ofrecen éstas.

LOS CELTÍBEROS ENTRAN EN LA HISTORIAEl Celtibérico Tardío (finales del III

- siglo I a.C.) se configura como un perio-do de profundo cambio, pudiéndoseconsiderar como el hecho más desta-cado, posiblemente, la tendencia haciaformas de vida cada vez más urbanas. Enrelación con este proceso de urbaniza-ción estaría la probable aparición de laescritura, que se documenta ya mediadoel siglo II a.C. en las acuñaciones numis-máticas, pero la diversidad de alfabetosy su rápida generalización permiten su-poner una introducción anterior desdelas áreas ibéricas meridionales y orien-tales. Este proceso contribuyó, igual-mente, de forma decisiva, al desarrollode las manifestaciones artísticas celtibé-ricas, como la orfebrería, el trabajo del

El Celtibérico Tardío (finales del III -

siglo I a.C.) se configura como un

período de profundo cambio, con

Fíbula de caballito con jinete (ca. 175-125 a.C.), sinprocedencia segura (Foto Almagro-Gorbea). Pre-senta una cabeza humana que cabe relacionar conla costumbre celta, señalada por las fuentes lite-rarias, de colgar de la cabeza de los caballos, comotrofeo, la cabeza cortada de los enemigos muer-tos. Constituyen uno de los elementos más pecu-liares y representativos de la cultura céltica de laPenínsula Ibérica, conociéndose más de 150 ejem-plares con una importante concentración en el te-rritorio celtibérico. Serían distintivo de elite socialcomo símbolo de pertenencia a la clase de losequites.

Tésera de hospitalidad de Contrebia Carbica(Villas Viejas, Cuenca) (fines del siglo II-ini-cio del I a.C.) (Colección Real Academia dela Historia), la primera de estas piezas ha-llada y dada a conocer. Estos característicosobjetos se relacionarían con la práctica delhospitium, que consistía en la aceptaciónde un extranjero por un grupo familiar ouna comunidad determinada. Presentaforma de toro y en el reverso se hace refe-rencia a uno de los participantes en elpacto, la ciudad berona de Libia.

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bronce, las representaciones monetalesy la producción cerámica, destacando lascerámicas monocromas y polícromas deNumancia. A la vez se desarrollará unproceso de ordenación jerárquica delterritorio, en el que el carácter urbanode los oppida se define por su signifi-cado funcional más que por el arquitec-tónico, aunque se sepa de la existenciade edificios públicos. La aplicación demodelos urbanísticos ortogonales tienesu reflejo en La Caridad de Caminreal(Teruel), en el Valle del Jiloca, ciudadconstruida por iniciativa romana a fina-les del siglo II a.C. y destruida en el cursode las Guerras Sertorianas, que presentaun urbanismo reticular, con calles per-pendiculares entre sí carentes de enlo-sado aunque provistas de aceras ycanales de captación y evacuación deaguas, con insulae de casas rectangula-res, siendo la más conocida la llamadaCasa de Likine, una mansión helenístico-

romana de dimensiones notables. Soncentros que acuñan moneda con sunombre, de plata en los más impor-tantes, y son la expresión de una organi-zación social más compleja, con senado,magistrados y normas que regulan elderecho público.

Las noticias proporcionadas porlos autores grecolatinos y las evidenciasepigráficas van a permitir en esta fasefinal profundizar en la estructura socio-política de los Celtíberos, documentán-dose organizaciones de tipo suprafamiliar,instituciones sociopolíticas, como sena-dos o asambleas, o de tipo no parental,como el hospitium o la clientela, asícomo entidades étnicas y territorialesque son conocidas por primera vez. Tam-bién ofrecen importante informaciónsobre la organización económica de losCeltíberos, de carácter eminentementepastoril, complementada por medio deuna agricultura de subsistencia. La ri-

queza ganadera de los celtíberos es se-ñalada por las fuentes literarias, puescon frecuencia se les exigía el pago detributos mediante la entrega de sagos yde caballos, o incluso en forma de pielesde bueyes. Los diversos análisis paleon-tológicos que existen para el territorioceltibérico atestiguan la existencia deuna cabaña variada, ya desde los esta-dios iniciales de la Cultura Celtibérica, enla que destacan los ovicápridos, estandotambién representados, en proporcio-nes inferiores, los bóvidos, los suidos ylos équidos. Se sabe por Posidonio quelos Celtíberos se alimentaban, principal-mente, de carnes variadas y abundantes,aunque los análisis de los oligoelemen-tos contenidos en los restos humanoshallados en la necrópolis de Numanciahan proporcionado una interesante in-formación sobre la dieta alimenticia delos numantinos: rica en componentesvegetales, con un papel destacado de los

‘Vaso de los guerreros’ de Numancia en el que se ha repre-sentado una lucha de campeones o combate singular (sigloI a.C.) (Archivo Museo Numantino: Foto A. Plaza). Los gue-rreros protagonistas de estos duelos, que aparecen arma-dos con espadas, lanzas, jabalinas, cascos, escudos y grebas,pertenecían a la elite social y militar. A través del duelo sepretende conseguir prestigio y reconocimiento social, si bienno hay que olvidar el contenido ritual y ordálico de este tipode prácticas de profundo significado y larga tradición.

Escena de un vaso numantino con un buitre posado sobre el cadáver deun guerrero muerto (siglo I a.C.). (Archivo Museo Numantino: Foto A.Plaza). Aunque la incineración fue el ritual funerario más extendidoentre los pueblos célticos de la Meseta, según las fuentes literarias y lascerámicas de Numancia, los celtíberos y vacceos practicaron un rito es-pecífico destinado a los guerreros caídos en combate: la exposición delcadáver para ser devorado por buitres, considerados aves sagradas.

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frutos secos (bellotas), y pobre en pro-teína animal.

Durante esta etapa, los celtíberosvan a protagonizar uno de los principalesepisodios de choque, destrucción y ab-sorción del mundo celta por Roma, lasllamadas Guerras Cetibéricas, de granimpacto en la sociedad romana, al cau-sar durante buena parte del siglo II a.C.continuas derrotas ante un enemigo teó-ricamente inferior. El episodio final re-cibe el nombre de Guerra de Numanciay duró más de 20 años. La larga duracióndel conflicto y su dureza se ha explicadopor diversos factores. Por un lado, laguerra era para los celtíberos un fenó-meno de gran relevancia social, queafectaría y condicionaba todo el sistemacultural, siendo un medio de conseguirprestigio y riqueza, lo que explica las fre-cuentes razzias contra los territorios ve-cinos y la presencia como mercenariosal servicio, entre otros, de cartagineses yromanos, lo que les permitió familiari-zarse con las tácticas militares propias deestos pueblos. Por otro, durante los pri-meros años del conflicto los romanosparecen no estar interesados especial-mente en la conquista de la Celtiberia,pues gran parte de los enfrentamientosse desarrollan en la periferia de su terri-torio y, en muchos casos, los generalesse movían más para obtener un botíncuantioso y su enriquecimiento personalque por razones estratégicas, lo que ex-plica la dificultad de consolidar una fron-tera estable, que durante mucho tiempocontinuó siendo la franja celtibérica delvalle medio del Ebro, sin olvidar la biso-ñez de sus tropas, a menudo desmorali-zas por las continuas derrotas, hasta elpunto de que únicamente el genio mili-

tar de Escipión Emiliano, el vencedor deCartago en la Tercera Guerra Púnica, trasdisciplinar al ejército y con un despro-porcionado despliegue hizo posible laconquista de la Celtiberia, con la des-trucción de Numancia en el verano del133 a.C., lo que no evitó que a inicios delsiglo I a.C. todavía se produjeran impor-tantes revueltas en territorio celtibérico.Los celtíberos y la Celtiberia todavía ju-garon un relevante papel en aconteci-mientos posteriores como las GuerrasSertorianas, dentro ya de las luchas civi-les de la tarda República Romana, peroel dominio de Roma en la Celtiberia es-taba ya consolidado, culminando en elsiglo I d.C., cuando los antiguos oppidaceltibéricos de Bilbilis, Vxama, Termes,Numantia o Ercavica se han convertidoya en ciudades romanas, incluso conrango de municipium.

La romanización de la Celtiberiano supuso la desaparición de la CulturaCeltibérica, sino su transformación pri-mero y su asimilación después, en unproceso que rebasaría el cambio de era,y al que cabe referirse como celtibérico-romano. Resulta significativo que algu-nas de las manifestaciones máspersonales del artesanado celtibérico,como son las cerámicas monocromas ypolícromas de Numancia, se fechen enel siglo I a.C., siendo por lo tanto poste-riores a la destrucción de la ciudad en el133. La pervivencia del uso de la lenguaceltibérica hasta época imperial puedededucirse del pasaje en el que Tácitodescribe como un termestino acusadode haber asesinado al pretor de la pro-vincia, Lucio Pisón, al ser torturado, “agrandes voces y en lengua patria”, gri-taba que lo interrogaban en vano pues

nunca denunciaría a sus cómplices. Noobstante, será en el ámbito religiosodonde más evidente resulta la perdura-ción de tales manifestaciones, como de-muestra, por ejemplo, el conocido vasode Arcóbriga interpretado como la evi-dencia de la persistencia, aún en épocaimperial, de las creencias religiosas cel-tibéricas. De hecho, el conocimiento quetenemos de las divinidades celtibéricasse lo debemos en gran medida a las de-dicaciones de época imperial, como laofrecida al deus Aironis en Uclés(Cuenca), que cabe fechar posiblementeen el siglo II d.C., aunque su recuerdo,convenientemente trasformado, podríahaberse mantenido en las tradicionespopulares y en la toponimia de ciertasregiones del territorio celtibérico hastanuestros días.

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Alberto J. LorrioUniversidad de Alicante

Santuario de Peñalba de Villastar (Teruel)(Foto M. Almagro-Gorbea), el más conocidode los lugares de culto de la Celtiberia. Sesitúa en la cima de una montaña, a cuyo piediscurre el río Turia, coronada por un farallónde caliza blanquecina en el que se documen-taron más de veinte inscripciones, en una delas cuales se ha identificado el nombre deldios céltico Lug (en primer término, cazole-tas rituales).

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