arte y encarnación

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  • 8/7/2019 Arte y Encarnacin

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    fray Domingo Cosenza OP -ARTE Y ENCARNACION 1

    fray Domingo Cosenza OP

    Arte y EncarnacinPalabra e imagen en la tradicin iconogrfica juda y cristiana

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    La versin griega de la Biblia utiliza la palabraKaln (bueno, bello), para traduciy el trmino

    hebreo tob, que significa la conformidad del Crea-dor con su propsito. La belleza es en un cierto sentidola expresin visible del bien. A este respecto escribePlatn:

    La poten cia del Bien se ha refugiad o en la natu ra-leza d e lo Bello (Filebo, 65 A)

    En el relato de la creacin se m uestra a Dios bajo lafigura de u n artista qu e se comp lace con su obra. Laconclusin del mismo implica un juicio esttico, perocon der ivaciones ticas:

    Vio Dios cuan to haba hecho, y todo era m uy bello[buen o] (Gn 1,31).

    Se ha su gerido que la tradu ccin adecuada d e estafrase es todo era absolutamen te logrado. En la crea-cin se realiza y man ifiesta la voluntad d ivina. Su con-templacin es por eso una actitud receptiva ante unprim er acto de Revelacin. Todas la creaturas pu edencorresponder a esta iniciativa de comunicacin en lamed ida en qu e realizan la finalidad asignad a a cadauna. El apstol Pablo destaca esta vocacin cuandohabla de Dios como Aquel que llama a las cosas queno son par a que sean (Rom 4,17).

    Y la finalidad asignada a la ltima d e sus obras, elser hu mano, es p uesta en estrecha relacin con el roldel Creador. Dios pu so al hom bre en el mu nd o comosigno de su p oder soberano, para qu e hiciese respetar

    V io Dios cuanto haba hecho, y

    todo era muy bello

    El origen de la belleza

    Interroga a la belleza de la tierra, interroga a labelleza del mar, interroga a la belleza del aire quese dilata y se difunde, interroga a la belleza del cie-lo... interroga a todas estas realidades. Todas teresponden: Ve, nosotras somos bellas. Su bellezaes una proclamacin. Estas bellezas sujetas a cam-bio, quin las ha hecho sino el Sumamente Bello,no sujeto a cambio?.

    Agustn, Sermn241,2.

    su condicin de n ico Seor d e universo, del mismomod o como la estatua de u n rey significaba la pr ocla-

    macin de su seoro en el mbito en qu e sta se eriga:

    Hagamos al ser human o a nuestra imagen, comosemejanza nu estra, y mand en en los peces del mary en las aves de los cielos, y en las bestias y entodas las alimaas terrestres, y en tod as las sierpesque serpean por la tierra (Gn 1,26).

    Por ese motivo no deba haber estatuas o pintu rasen los lugares d e culto. La n ica imagen de Dios, mode-lada por l mismo y no por man os human as, es el hom-bre viviente, colocado en el Temp lo que es la creacin.

    l est llamad o a hacer, como el Cread or, obrasbellas (kal erga; cf. Gn 2,3), para qu e, al ser v istas, seglorifique al Pad re qu e est en los cielos (Mt 5,16).

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    N o te hars imgenes

    Es habitual abordar la prohibicin de las imgenes en el antiguo Israel partiend o de u na oposicin entre lo visible y lo invisible, lo material y loespiritual. Desde esta p tica se considera el segund oman dam iento como la expresin de un a mayor espiri-tualidad y de la superacin de un primitivismo cul-tual. El precepto indicara que el Dios Invisible no p ue-

    de ser representado en forma v isible y que la adoracinpertenece ms al mbito del corazn que d e la vista.Sin embargo tod as stas son verdad es religiosas

    comu nes, presentes tambin en culturas dond e era co-m n el uso de las imgenes de la divinidad. Estas ideasse fueron abriendo p aso en m edio del culto tradicionalde la man o de pensad ores que buscaban la racionali-dad ms all de los usos y costumbres pr acticadas. Yhasta en algunos momentos llegaron a prestar aten-cin al ejemp lo de la trad icin religiosa jud a. Pero, pre-cisamente p or su carcter general, no pu eden explicarla raz de un principio que Israel asumi como unaRevelacin del m ismo Dios, que haca d e l un p ueblo

    diferente a las dem s naciones. Ante una verd ad tanevidente no sera necesaria una m anifestacin de par tede Dios que p rohibiera la fabricacin d e imgenes.

    Esto parece ms claro si se tiene en cuenta qu e lasimgenes no pretend ieron expresar jams la esenciadivina d e un mod o total. Las otras religiones hablantambin d e la divinidad invisible, que su pera la capa-cidad de rep resentacin hum ana. Pero esto no les im-pidi d edicarle imgenes cultuales. Porque su finali-

    No te hars escultura ni imagen alguna ni de lo que hay arriba en los

    cielos, ni de lo que hay abajo en la tierra, ni de lo que hay en las aguasdebajo de la tierra.Exodo 20,4

    Hechura de manos humanasLos seres humanos han adorado durante milenios figuras artificiales, detipo supra-normal, y se han dejado impresionar por ellas, es decir, por lasimgenes de dioses que ellos mismos haban fabricado.Si analizamos imgenes arcaicas de dioses, observaremos pronto el po-tenciamiento de ciertos atributos naturales de reclamo o llamada: bastepensar en la exageracin de las formas sexuales de la diosa del amor o enel pecho poderoso de los dioses de la guerra o en la talla gigantesca de lasestatuas de los dioses (lo que resulta especialmente claro cuando apare-cen figuras de orantes humanos a su lado). Las imgenes de dioses sirvenpara estimular respuestas arcaicas y numinosas a travs de figuras conatributos mayores que los normales. Si se tiene esto en cuenta, se puedecomprender la revolucin que ha significado la prohibicin de las imge-nes. sta ha significado una ruptura poderosa de la vinculacin arcaica delhombre respecto a los estmulos del entorno.

    Gerd Theissen, La fe bblica, Estella 2002, p.131-132

    dad era hacer accesible al hombre esa presencia divina atravs d e la sensibilidad caracterstica del hombre. Res-pond a a un a necesidad d e ver y tocar.

    Frente a esta necesidad, la proh ibicin de las im-genes en el antiguo Israel no es una v erdad religiosageneral, sino el cuestionamiento m s aud az a la con-cepcin general de la relacin con la divinidad. En el

    lugar de las img enes, la religin bblica ha pu esto lapalabra. Mientras qu e una im agen tiene que estar pre-sente para provocar una reaccin en la conducta, ellenguaje posee la capacidad de actualizar aquello queno est presente: conserva el recuerdo del pasado yanticipa la esperanz a en lo futu ro, habla de cosas queno aparecen de m odo inmed iato. Slo un ser d otado delenguaje pu ede expresar aquello que es Totalmente-dis-tinto ms all de su p ropio mun do vital.

    La prohibicin d e las imgen es se fue imp onien-do gradu almente, teniendo formulaciones diferentes enel transcurso de la historia. El libro d e los Jueces descri-be lo que p arece ser u na situacin corriente en los po-

    blados en la poca en que no haba rey en Israel yhaca cada un o lo qu e le pa reca bien (17,6). Existanpor entonces lugares de culto privados don de sin ma-yor cuestionamiento se adoraba a YHWH por m ediode imgenes:

    Mik, tena una Casa d e Dios; hizo un efod y un osterafim e invisti a un o de sus hijos que vino a ser susacerd ote (17,5).

    Imagen cananea de Astart

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    par a ser encarcelados! Tu becerro r epele, Sama-ria! (11,2; 8, 4-5).

    Otros estrictos adorad ores de YHWH como Amsno se h aban escandalizado por la imagen d el Becerro,a pesar de que ese profeta haba criticado enrgica-men te el culto d e Betel por su falta d e sensibilidad so-cial. La tendencia iconoclasta de Oseas es conse-cuente con su mensaje de qu e Dios se revela a s mismoa travs d el lengu aje, para llegar a la interioridad d elhom bre, ms all de sus sentidos:

    Yo voy a sedu cirla; la llevar al desierto y hablara su corazn (Os 2,16).

    En Dt 4,9-20 se ofrece una in terp retacin teolgicacaracterstica d e la poca del Exilio:

    Tened m ucho cuidado de vosotros mismos: pues-to que n o visteis figura alguna el da en qu e YHWH

    Contra este culto privad o los ministros del cultooficial de las tribus parecen dirigir las ma ldiciones desu Dod eclogo:

    Maldito el hombre que h aga un dolo esculpido ofund ido, abominacin de YHWH , obra de manosde ar tfice, y lo coloque en un lugar secreto. - Y todoel pu eblo d ir: Amn (Dt 27,15).

    En cambio, el Declogo de Ex 20 prohbe rep resen-tar a YHWH con la imagen d e otras divinidades, como

    la imagen del toro , smbolo cultual d e Baal. Eviden ciauna poca de sincretismo, en la que se daba culto aYHWH bajo formas y concepciones derivad as del cul-to a Baal. Aqu se sita tan to la historia del becerro deoro (Ex 32) como la lucha d e Oseas:

    Cuanto ms los llamaba, ms se alejaban d e m: alos Baales sacrificaban , y a los dolos ofrecan in-cienso... Con su plata y su oro se han hecho dolos,

    De la imagen a la palabra

    En ocasiones, nos sentimos hundidos en la vida rutinaria de cada da (sin un pensamiento de Dios), mientrasque, por el contrario, otras veces tenemos la conciencia clara de que nuestra vida emerge y se realiza desde eltrasfondo de una inescrutable dimensin de profundidad. Para muchos, Dios no existe a no ser en un determina-

    do estado de nimo. Una de las tareas de la religin ser, por tanto, el superar esta dependencia respecto deestos estados de nimo fugitivos.Un modo de superar el carcter cambiante de los estados de nimo es la vinculacin de la experiencia y de laconducta religiosa a la palabra. Los lugares de la naturaleza donde la divinidad se muestra son raros. Lasimgenes de los dioses no estn presentes por doquier. La palabra, en cambio, puede ser aprendida e interio-rizada. Por eso, no es casual que en el Deuteronomio la configuracin de la fe monotesta venga vinculada a lapalabra: Escucha, Israel: el Seor nuestro Dios es un Seor. Amars al Seor tu Dios con todo tu corazn, contoda tu alma y con todas tus fuerzas. Guarda en tu corazn estas palabras que hoy te digo. Inclcaselas a tus hijosy hblales de ellas estando en casa o yendo de viaje, acostado o levantado... (Dt 4,6-7). Pues la palabra estmuy cerca de ti, en tu boca y en tu corazn, para que la cumplas (Dt 30,14).

    Gerd Theissen, La fe bblica, Estella 2002, p.134

    El becerro de oroEn la realidad histrica, Jeroboam tal vez no pens oponerse a la ley tradicionalde Dios. Al hacer sus becerros de oro, no pens en representaciones deYHVH, ni mucho menos en las de otro dios. Sus becerros de oro haban desobrepujar a los bueyes de bronce que sostenan el mar en el Templo deSalomn, a la par que se les atribua la funcin del Arca, y servan de trono alinvisible YHVH. Estn inspirados, igual que el Arca, aunque en forma mstosca, en la idea, corriente en la historia de las religiones, de que a unhusped divino o demonaco se le brinda ocasin para presentarsecorporalmente, al ofrecerle un asiento desocupado. El toro ha sido elegidocomo sede de Dios porque su imagen ha quedado profundamente grabada en lafantasa popular semtica por ciertas figuras de piedra del cuarto milenio aC (dela regin del mismo Harn de donde Abraham sali para la tierra de Canaan), yluego, especialmente, por el arte hitita, siendo el animal sagrado sobre cuyolomo se ergua el dios del tiempo. Igualmente la figura del toro era venerada en

    Egipto (foto), de donde podra resultar familiar a los israelitas.As se comprende que ni Elas hablara en contra de los becerros, ni Jehacabara con ellos (2 Re 10,29). Y lo que Oseas alega contra ellos, con altivez ycon sorna, sera debido a que el pueblo no saba distinguir entre el sitial de undios y una representacin de Dios mismo, y besaba el pedestal (Os 13,2)como si fuera Dios mismo.

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    os habl en el Horeb de en m edio del fuego, no va-yis a pervertiros y os hagis algun a escultura decualqu ier rep resentacin q ue sea (Dt 4,15-16).

    Israel no vio en el Sinai ningu na figura d e YHWH ,solo oy su voz que sala del fuego, por esto no pu ederepresentarlo en imgenes. Nuevamen te el nfasis estpu esto en la palabra. Se ha lograd o explicar en trmi-nos racionales y teolgicos lo que en otros tiemp os eraun combate violento entre d os formas d e culto. Conti-n a esta nu eva actitud en la stira de Isaas II contra lafabricacin d e los dolos:

    Representaciones de la Divinidad

    Adoran los egipcios muchas imgenes de anima-les y estatuas fabricadas por los hombres; los ju-dos, con slo la luz del entendimiento, adoran a un

    solo Dios. Tienen por profanos y excomulgados alos que forman y pintan a los dioses en figura hu-mana y en materias mortales, porque dicen queaquella deidad suma, incorruptible y eterna, ni reci-be mudanza, ni puede en manera alguna tener fin.

    Tcito, HistoriasV,5

    Al pensar que el perro es un buen guardin, vigi-lante y sagaz, ya que distingue al amigo y conoce alenemigo, como dice Platn, los egipcios lo asimi-lan con el ms inteligente de los dioses.

    Plutarco, Sobre Isis y Osiris 11.

    No reflexionan, no tienen ciencia ni entend imien-to para d ecirse: He quemad o la mitad de u n leo,he cocido p an sobre las brasas; he asad o carne yla he comido; y voy a h acer con lo restan te algoabominable! voy a inclinarme ante un trozo demad era! (Is 44,19).

    Se insiste en el carcter p rofano d el material y en lacaducidad d el artesano para m ostrar que las estatuas

    de los dioses son ridculas. Este racionalismo ilustra-do, que se burla de la imagen de un dios, empieza aconsiderar a YHWH como divinidad trascend ente. Lapresencia divina en una imagen, portadora d e un po-der del que el hom bre pu ede d isponer, es irreconcilia-ble con la revelacin de la libertad d e YHWH. Dios noes un servidor sometido a la voluntad del hombre. Esqu ien le comun ica su volu ntad de salvacin, y lo invitaa corresponder a su iniciativa d e amor.

    En el precepto de Dt 4,16-18 se prohbe la fabricacin deesculturas de cualquier representacin (eikon) que sea: hombremujer, bestias de la tierra, aves que vuelan por el cielo, reptilesque serpean por el suelo o peces que hay en las aguas. Laimpresin dejada por el culto egipcio en este precepto es

    bastante clara, como lo ilustra el relieve de la foto, tomada enuna de la tumbas del Valle de los Reyes. De hecho, tambin serefiere a la religin egipcia Tcito, al describir, por contraste, laforma del culto judo.Pero en la poca de Pablo ya se haba iniciado un proceso derelectura de los antiguos cultos en una lnea racional. En estesentido es importante tener en cuenta la nueva interpretacinque, por ejemplo, plantea Plutarco respecto a lasrepresentaciones animales de la divinidad.

    Autocrtica de la religin romanaNo se trata de alzar las manos al cielo, de hacer que un sacristn nos deje llegarhasta los odos de la estatua como si as pudiramos hacernos escuchar mejor.Dios est cerca de ti; est contigo; est en ti. S, Lucilio; un espritu sagrado residedentro de nosotros mismos, observando y controlando el mal y el bien de nuestrasacciones.

    Sneca, Cartas a LucilioIV,41,1

    [Varrn] dice tambin que durante ms de ciento setenta aos los antiguos roma-nos adoraron a los dioses sin imgenes. Si este uso hubiera continuado hastanuestros das, dice, nuestro culto a los dioses sera ms devoto. Y en apoyo deesta opinin aduce, entre otras cosas, el testimonio de la estirpe juda. Y concluyecon la afirmacin terminante de que quienes primero erigieron imgenes de los

    dioses para el pueblo menguaron la reverencia en sus ciudades y acrecentaron elerror, pues sabiamente juzgaba l que unos dioses en forma de imgenes insen-satas fcilmente podan inspirar desprecio.

    Varrn (Res Divinae), cit. en Agustn, La Ciudad de DiosIV,31

    Jactndose de sabiosse volvieron estpidos, ycambiaron la gloria delDios incorruptible poruna representacin enforma de hombrecorruptible, de aves, decuadrpedos, dereptiles (Rom 1,22-23).

    Esta valoracin de Pablo,situada dentro de la retrica

    de la polmica religiosa propiadel judasmo de la Dispora,carece de matices. Por esono tiene en cuenta la crticade la idolatra que hacatiempo se estaba dando entrelos filsofos.

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    Durante los siglos que d ur el rechazo sistemticode tod a figuracin d e carcter sagrado, las artes d esa-rrolladas en el jud asmo fueron la m sica y la d anza, yla literatura. Basta recordar todo lo referido a la organi-zacin de los levitas en el culto bajo David y Salomn ,la invencin y utilizacin d e instrum entos m usicales,la composicin de Salmos, y el testimonio de una co-reografa como la descrita en el Cantar d e los Cantares.Por su p arte la literatu ra ofreci a los profetas una granvariedad de gneros, cultos o p opulares, para expresarsu m ensaje de par te de Dios.

    Las artes plsticas se limitaron a la reproduccin

    de m otivos vegetales, debido a la proh ibicin de rep re-sentar figuras d e hombres y an imales. Pero en la prime-ra mitad del siglo III asistimos a la creacin de unaiconografa religiosa jud a, cuyas pr imeras r ealizacio-nes se asemejarn, en cierto sentido, a las creacionesiniciales de los cristianos. Los relieves del d intel de laspu ertas de las sinagogas de Jafa y Cafarnaum , comootras p iezas anlogas mas tard as, aparecen figuracio-nes simb licas: el cand elabro de siete brazos d el Tem-plo, la estrella, la corona y el guila, diversos cuad r -ped os y las palm eras del Paraiso. Esos smbolos pue-den reprodu cirse aisladamente en cualquier lugar p araproclamar la p resencia del culto jud o. Se trata d e un a

    especie de equivalencia de las imgenes-smbolo cris-tianas como el ancla, la palom a, el cord ero, etc.

    El ejemp lo ms n otable es el gran ciclo de frescosque tap izan los muros d e la sinagoga d e Dura, vecinade u n bap tisterio cristiano. En estos frescos se combi-nan smbolos como los observados en los relieves deCafarnaum en Galilea y escenas bblicas. De este mod ose asemeja a las catacumbas cristianas y a los sarcfagosde Roma, que presentan tambin una combinacin an-loga de smbolos cristianos y d e escenas tomad as delas Escritu ras. Sin embargo, en contrast e con la mayo-ra de las imgenes cristianas, que son siemp re some-

    ros esbozos, las de la sinagoga de Dour a estn tratadascomo grandes cuadros enm arcados que describen de-

    talladam ente la escena rep resentad a. La significacinde este ciclo iconogrfico es el destino d e todo el puebloelegido, a d iferencia de los ciclos cristianos d el siglo III,centrados en la salvacin individua l. La eleccin y d is-posicin d e las imgenes m uestran esto claramente y,tam bin a este respecto, la iconogr afa jud a de Dour ase adelanta en ms d e un siglo al program a iconogrfi-co de las iglesias cristianas.

    Qu aspecto de la historia religiosa de Israel ponende relieve estas pintu ras? La solicitud de Dios respectoa su pu eblo a travs de los siglos y, por contraste, elcastigo infligido p or el Dios de Israel a los enemigos y a

    los traidores. Cada una de las figuraciones intentanmostrar la omnipotencia de Dios y la felicidad de losfieles. Quienes contemplaban esos frescos celebrabancmo Dios ha preservad o a su pu eblo de calamidad esdiversas y ha bendecido a Israel desd e el comienzo d elos tiemp os. Todas esas imgenes tienen como finalidadreconfortar al espectador, fortalecerlo en su fe y gu iarloen la prctica de la religin. Y esta finalidad no esdiferente qu e la de la liturgia celebrad a en el Templo oen el hogar, expresada a travs d el arte musical, cuyasgestas eran evocadas en bellas composiciones literarias.La iconografa se prop uso:

    Hacer el elogio de los hom bres ilustres, de nu es-tros pad res segn su su cesin. Grand es gloriasque cre el Seor, grandezas d esde tiempos an -tiguos. Hubo soberanos en sus reinos, hombresrenombr ados p or su p odero, consejeros por suinteligencia, vaticinad ores d e orculos en susp rofecas (Sir 44,1-2).

    Es decir, se recordaba la palabra sagrad a d e Dios(cf. Sal 105,42).

    Arriba: Arca de la Alianza esculpida en el dintel de la sinagogade Cafarnam (s.IV EC).Derecha: Mosaico de la sinagoga de Mahn (s. VI EC).

    Recordando su palabra sagrada

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    La sinagoga de Dura EuroposEl conjunto iconogrfico de la sinagoga de Doura se despliega sobre las paredes de unasala utilizada para las ceremonias litrgicas cotidianas de la comunidad religiosa

    Son retratados los grandeshroes bblicos: Abraham(izquierda) y Moiss ante lazarza (derecha).

    La reina Ester, protagonista de la celebracinde Purim.

    Arca de la Torah, con el smbolo de la Menorah

    y la escena del sacrificio de Isaac.Arriba: La hija del faran rescata a Moiss delas aguas del Nilo.

    El lenguaje silencioso de laimagenLo que el sermn propone a los odos, eso mismola pintura silenciosa lo logra por la mmesis (SanBasilio). No puede demostrarse con palabras ms

    claras que entre los analfabetos las imgenes cum-plen la funcin de los libros y son mudas pregone-ras de la glora de los santos, puesto que con unapalabra tcita ensean a aquellos que las contem-plan, y hacen atractiva a la vista la santidad. Cuandono tengo ganas de estudiar y dispongo de tiempolibre, me voy de buena gana a la iglesia y contemplolas pinturas... Acarician mis ojos como las flores delcampo; y la glora de Dios desciende a mi alma.Considero la constancia de los mrtires y el premiode su corona, y postrndome en tierra, por media-cin del mrtir consigo mi salvacin (...)

    Juan Damasceno, Sermn I de las Imgenes

    Las imgenes son la Biblia delos iletradosUna cosa es adorar una pintura, y otra cosa es ser-virse de una pintura para conocer a quin hay queadorar. Porque lo que un libro proporciona al que lo

    lee, eso es lo que una pintura ofrece a los analfabe-tos que la contemplan, pues en ella aun los igno-rantes ven cmo tienen que comportarse, en ellaleen los que no tienen letras. De ah que, sobretodo para los paganos, la pintura equivale a la lec-tura. Y eso es lo que debieras haber tenido en cuentat que habitas entre gentiles, para que no ocurrieraque, arrebatado por un celo imprudente, causarasescndalo en almas todava incultas. Por tanto, nose debiera haber destrozado lo que en las iglesiasse coloca no para ser adorado sino slo para ins-truccin de los ignorantes... Tienes que procurarconvocar a los que has dispersado por tu impru-dencia, y decirles que lo que te desagrad no fue la

    visin de la historia que estaba representada en lapintura, sino la adoracin que indebidamente se ledispensaba.

    Gregorio Magno, Carta a Sereno

    Estos textos cristianos sintetizan el espritu con el que eljudasmo, varios siglos antes, comenz a retratar escenas de lahistoria de la salvacin. Lejos de transgredir el precepto bblico,las pinturas han traducido las imgenes literarias en imgenesplsticas, accesibles tambin para los iletrados.

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    La casa est organizada entorno a un patio central ycontaba con dos pisos, ya quese ha encontrado una

    escalera. Todas las estanciasestaban comunicadas entre s.Haba una gran sala alargada ala izquierda dividida por unmuro con una gran puerta ycon una gran entrada conescalones. Pudo ser la saladedicada a la celebracineucarstica.

    Al fondo otro saln grande,tambin con una gran entrada,podra ser el lugar de lainstruccin para loscatecmenos.

    Vecina a la sinagoga de Dura Europos, en Siria, se encontruna casa dedicada al culto cristiano.

    La casa - iglesia de Dura Europos

    Restauracin del Baptisterio de Dura Europos.

    Haba baptisterio con unapiscina bautismal. All se ha

    encontrado una grandecoracin con los

    principales fundamentos delciclo de salvacin cristiano

    El paraltico curado lleva su camilla.

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    La vida de Jess quedar retratada, de modorudimentario en las catacumbas y ms

    refinadamente en algunos sarcfagos,mediante escenas de milagros, especialmentela curacin del ciego de nacimiento y delparaltico, y la resurreccin de Lzaro. Lasrepresentaciones de Jess no guardanrelacin con los dogmas cristolgicos (an nodefinidos), sino con su misin. La cruz es pocoutilizada, y generalmente sin la figura de Jess.Se har frecuente a partir del siglo IV, cuandosea suprimida como pena capital.Con el fin de las persecuciones el retrato deJess, joven e imberbe hasta entonces,adquiere rasgos de seoro, como correspondea la ideologa de la Iglesia triunfadora delmomento. Y el Filsofo es reemplazado por el

    Seor universal (Pantokrator), que ha recibidotodo poder en el cielo y en la tierra (Mt 28,18).Resurreccin de Lzaro (catacumba ViaLatina). Se repite en este sarcfago, al que seaade el signo de Jons.

    Las primeras imgenes usadas por los cristianos han sidosmbolos y alegoras ms que retratos. Uno de los motivos

    ms frecuentes es el pez, ya que la sigla IXTYS,correspondiente a la proclamacin Jess Cristo Hijo de DiosSalvador, forma la palabra pez.Foto: Epitafio de Atimeto en las catacumbas de SanSebastin en la va Apia. Junto con el pez, se usa el ancla,como smbolo de la esperanza.

    Tambin es frecuente la figura del Pastor llevando la oveja sobre los hombros,como en la parbola del Evangelio (Lc 15,4-7). Mientras los apologistas cristianosdel siglo II y III entablan un dilogo con el pensamiento helenstico, los artistasrepresentan a Jess como Filsofo, ya que lo consideran como el Maestro que traela verdadera sabidura al mundo.Izquierda: Buen Pastor. Catacumba de s.Calixto (Roma).Sarcofago de Cristo Doctor. Museo de Louvre (fines s.IV EC).

    Inicios de la iconografa cristiana

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    El arte cristiano p rimitivo de los p rimeros sigloses slo una forma m s evolucionada y un a derivacin d el arte romano tard o. Ambos expresan

    la misma tendencia anticlsica, orientada hacia lo es-piritu al en luga r de hacia lo sensible, que encontramosrealizada en las pintu ras d e las catacumbas, los mosai-cos de las iglesias romanas y los man uscritos de la po-ca cristiana p rimitiva. Se pu ede observar cmo la idease vuelve cada vez ms imp ortante que la forma y cmolas formas se tran sforman poco a poco en un a especiede ideogramas.

    El camino qu e aleja al arte cristiano de la pin tur arealista de la antiged ad clsica toma d os direcciones.Una persigue un simbolismo qu e no pretende tanto re-

    presentar cuanto conjurar y hacer presente al ser santoque se trata d e representar. Se distorsionan las propor-ciones natu rales y se acomod an a la importancia espi-ritual de los objetos representad os.

    La otra direccin conduce a un estilo pico-ilus-trativo. Los relieves, las pintu ras y los mosa icos de laprim itiva p oca cristiana pretend en ser relatos: histo-ria bblica en imgenes o h agiografa pintad a.

    Encontram os aqu un arte simp le y popu lar, quecorresponda al gu sto de las clases inferiores y qu e sediferenci del arte de la minora selecta tanto en orien-tacin como en calidad. En p articular, las pinturas de

    las catacum bas deben de haber sido en su m ayor parteobra de simples artesanos, aficionad os o pintores cuyaprepar acin par a tales tareas provena ms de sus sen-timientos que de su s dotes. Pero la degeneracin d elgusto y de la tcnica es perceptible tambin en el arte d elos grup os que d irigan la cultura, si se comp ara con elarte de los pr imeros tiemp os del Imperio el tosco arte dela poca constantiniana.

    El nuevo ideal d e vida cristiana cambi no las for-mas externas, sino la funcin social del arte. Para la an-tigedad clsica, la obra d e arte tena ante todo u n senti-do esttico. Para el cristianismo, este sentido eraextraesttico. El arte es el ms valioso instru men to de laobra educativa de la Iglesia. En u n p rincipio el arte esslo una concesin que se hace a las mu ltitud es iletradas,en las que se puede influir fcilmente med iante la imp re-sin sensible. Tambin, ciertamente, entre los roman osera la obra de arte muchas veces instrumento d e propa-ganda, pero nu nca puro medio d idctico.

    Se va renu nciando a la r epresentacin imitativade la realidad y se buscaprodu cir u n efecto cada vezms solemn e, espiritualizado, alejado d e la vida y d e lo

    terrenal. Para eso se recurre al dibujo plano, a lafrontalidad de las figuras y a la simplicidad en el dibu-jo. Se impone la tendencia que huye del mu nd o. Se quie-re expresar la muerte d el antiguo hombre carnal y lavida d el nuevo h ombre espiritu al. Se refleja aqu el es-pritu d el texto pau lino: y no vivo yo, sino qu e es Cris-to qu ien vive en m (Glatas 2,20).

    Arriba, derecha: Mujer orando. Catacumba de S.Calixto. Sobre estas lneas: Sarcfago de Junio Baso (ao 359).

    Haciendo cercano el misterio

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    El aps to l Pab lo fo rmul e l fundamen tocristolgico del icono (eikn):

    Cristo, que es imagen de Dios (2 Co 4,4)

    Ms tarde la carta a los Colosenses lo confirma:

    Cristo es la imagen del Dios inv isible (1,15).

    El icono de Jess ap arece como la im agen d e Diosy del hom bre. El hombre slo es verdadero, slo es realen la medid a en qu e refleja lo celeste. El Kontakion d e lafiesta de la Ortod oxia lo dice:

    Habiendo restablecido la im agen m ancillada ensu an tigua d ignidad , el Verbo la un i a la Bellezadivina. Confesand o la salvacin, nosotros m ismosla expresam os por los hechos y la p alabra.

    Cristo culm ina la imagen divina en el hombre. Aslo expr esa Pablo:

    Todos nosotros que, con la cara d escubierta, refle-jamos como un espejo la gloria del Seor (que esten el rostro de Cristo), nos transformam os en esamisma imagen [icono], de gloria en gloria, por la

    accin d el Espr itu (2 Cor 3,18; 4,6).

    El hombre confiesa la salvacin por la palabra,pero tam bin da testimonio por la accin volvindose

    l mismo mu y semejante (as se llama en O riente alos mon jes santos). Efectivam ente, el icono d e Diosms conmov edor es el hom bre transform ado en estamisma imagen. Durante los oficios, el sacerdoteinciensa los iconos de los santos, pero tambininciensa a los fieles y salud a la p resencia de Dios ensu im agen qu e es el hom bre, icono vivo d e Dios.

    Es significativo que la Transfiguracin sea el pr i-mer m otivo que retrate cada icongrafo, para que Cris-to haga brillar su luz en su corazn El manu scritodel Monte Athos qu e pr escribe una epclesis, invoca-cin del Espritu Santo sobre el arte d ivino, aad e:

    Que vaya al sacerdote para qu e ste ruegue por ly recite el himno d e la Transfiguracin

    No h ay nu nca una fuente d e luz en los iconos, yaque la luz es su prop io contenido. Se pod ra igual-men te decir que la contemp lacin d e la Transfigura-cin ensea a tod o icongrafo que pinta m ucho mscon la luz que con los colores. Incluso en trminostcnicos, el fond o d e oro d el icono se llama luz, y elmtod o pictrico, la aclaracin progr esiva. Cuan -

    Adems de su funcin didctica, el arte cristiano adopt en elicono una confesin de fe en la Encarnacin y un medio decontemplacin. El mismo modo de pintarlo (de escribirlo)evoca la iluminacin del creyente por medio de la gracia de Dios.

    La imagen del Dios que seencarn

    Advierte que la esencia divina no brilla en figuravisible o en una hermosura formal y elegante por

    los colores, sino que se la contempla por la fuerzade una inefable bienaventuranza, y por esa causasu imagen es irrepresentable. En cambio la formahumana puede pintarse con colores sobre una ta-bla. Por tanto, si el Hijo de Dios, tomando la condi-cin de siervo, se revisti de la figura humana y,hecho semejante a los hombres, apareci en suporte como hombre, qu nos impide que repre-sentemos su imagen? Y si se estableci la cos-tumbre de que a la imagen del Emperador la llame-mos el Emperador, y que, segn la frase del divi-no Basilio, da honra dada a la imagen pasa alprototipo al que representa, por qu no se va adar honra y veneracin a la imagen de Cristo? Nociertamente como si fuera Dios, sino solamentecomo imagen del Dios que se encarn.

    Juan Damasceno, Sermn I de las Imgenes

    Hemos visto su gloria

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    Cristo como hombre verdadero

    La representacin del Seor en las imgenes se-gn la forma de la carne, es ante todo una rplicacontra los herejes que tienen la insensatez de afir-

    mar que no se hizo verdaderamente hombre; es,adems, un socorro para aquellos que son incapa-ces de elevarse a la contemplacin espiritual, peronecesitan una consideracin corporal para robus-tecer lo que han escuchado.

    German de Constantinopla, en Actas del IIConcilio de Nicea

    do trata u n rostro, el icongrafo lo recubre p rimera-mente con un ton o oscuro; enseguida pon e encima u ntinte ms claro obtenido por haber aad ido a la mez-cla pr ecedente cierta cantidad de ocre am arillo, es de-cir, de luz. Esta sup erposicin de tonos cada v ez msilumin ados se rep etir varias veces. As la aparicinde u na figura sigue un a progresin que reprod uce elcrecimiento de la luz en el hom bre.

    En el primer d a la luz d ivina comenz a ilum inarla creacin, y lo segu ira haciend o p rogresivamente (cf.Gn 1,3). Finalmente el Apocalipsis afirma que Dios-Luz ser todo en todos:

    Noche ya no habr; no tienen necesidad de luz d e

    lmpara ni d e luz d el sol, porqu e el Seor Dios losalumbrar y reinarn por los siglos de los siglos(Ap 22,5).

    El icono se dirige a los ojos del espritu pa ra qu econtemp le los cuerpos espiritu ales (1 Cor 15,44), es

    decir, de los bienaven turados. La arqu itectur a sagradadel Temp lo ordena el espacio, y el Memorial litrgico eltiempo. En cambio el icono experimenta lo invisible, elgozo d el cielo sobre la tierra, el resplandor del m s all.

    La Palabra se hizo ArteLa belleza literaria original de las religiones profticas,contenida en las gestas de Israel, en los anunciosprofticos, en los proverbios y salmos bblicos, en lasparbolas evanglicas, en la meloda cautivante de losversculos cornicos, ha encontrado posteriormente nuevoscauces de manifestacin en las diversas artes a travs delos siglos. Se trata de otras epifanas de la Palabra.La Palabra se hizo Libro, se hizo Carne, pero tambin

    asumi sonido, forma y color.

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    Bibliografa consultada

    Paul Evdokmov, El arte del icono. Teologa de la belleza, Madrid 1991.

    Andr Grabar, Las vas de la creacin en la iconografa cristiana, Madrid 1998.

    Arnold Hauser, Historia social de la literatura y el arte. Vol I, Madrid 1998.

    Gerd Theissen, La fe bblica, Estella 2002.

    Gerhard von Rad, Teologa del Antiguo Testamento I, Salamanca 1991.

    Queridos artistas, sabis muy bien que hay

    muchos estmulos, interiores y exteriores, que

    pueden inspirar vuestro talento. N o obstant e,

    en toda inspiracin autntica hay una cierta

    vibracin de aquel soplo con el que elEspritu creador impregnaba desde el

    principio la obra de la creacin. Presidiendo

    sobre las misteriosas leyes que gobiernan el

    universo, el soplo divino del Espritu creador

    se encuentra con el genio del hombre,

    impulsando su capacidad creativa. Lo alcanza

    con una especie de iluminacin interior, que

    une al mismo tiempo la tendencia al bien y a

    lo bello, despertando en l las energas de lamente y del corazn, y hacindolo as apto

    para concebir la idea y darle forma en la obra

    de arte. Se habla justamente entonces, si bien

    de manera anloga, de momentos de gracia,

    porque el ser humano es capaz de tener una

    cierta experiencia del Absoluto que le

    transciende.

    Juan Pablo II, Carta a los artistasVaticano 1999

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