arariwa15

Upload: becker-alejandro-miranda-vidal

Post on 02-Mar-2018

222 views

Category:

Documents


0 download

TRANSCRIPT

  • 7/26/2019 arariwa15

    1/31

    1

    REVISTA DE LA DIRECCIN DE INVESTIGACIN DE LA ESCUELA NACIONAL SUPERIOR DE FOLKLORE JOS MARA ARGUEDASAO 10 NMERO 15 JULIO, 2015

    Prcticas y sentidos culturales denuestras representaciones sociales

    Folklore:Historicidad ytemporalidad

    EN ESTE NMERO:

    Litoral peruano: Ensayo introductorio

    Representaciones iconogrcas en la cermica moche. Debatesobre instrumentos sonoros y roles sociales protagnicosdurante el perodo medio

    Una vitrina para la msica popular. El Gran concurso demsica y bailes nacionales con motivo de las estas de SanJuan de Amancaes en Lima

    Los runa toros soreos. Fiesta del Toro Velay ayacuchano

    Un acercamiento al Taqui Onqoy del siglo XVI. Danza detijeras, Fiesta de las Cruces y chulchucos en la provincia de

    Parinacochas, Ayacucho.Pancho Fierro y las pallas. Testimonio del arte y la historia enel Per del siglo XIX

    Las malocas. Viviendas colectivas comunitarias de la amazonia

    Cuento: El clamor del campo

  • 7/26/2019 arariwa15

    2/31

    2 3

    estn presentes en su oralidad y las problematiza en

    contextos discursivos hegemnicos.

    Por su parte, Daniela La Chioma Silvestre es una

    brasilea enamorada de la cultura peruana, con

    preferencias por la producida en la regin noroccidental

    del pas. Sus inquietudes acadmicas se iniciaron en la

    etnoarqueomusicologa, su bsqueda de informacin

    la condujo a nuestra institucin. Son varias sus visitas

    y mayores sus compromisos e identificaciones con la

    originalidad de la cultura nortea y con la necesidad

    de descifrar sus contenidos. Integrando un grupo de

    investigacin con doctorandos en Arqueologa de laUniversidad de Ro de Janeiro visita la regin, porque

    sus misterios arqueolgicos se han convertido ya en

    tema de su tesis doctoral. En esta oportunidad nos

    adelanta las referencias a un debate sobre la relacin

    entre los instrumentos sonoros y los roles sociales

    protagnicos durante el periodo medio tardo de los

    Moche. Para el anlisis respectivo, utiliza el enfoque

    de las representaciones iconogrficas, mientras su

    insumo lo constituye la cermica del lugar.

    San Juan de Amancaes fue un lugar privilegiado para

    la presencia de las prcticas folklricas y populares

    de nuestro pas, en la capital de la Repblica. Una

    fiesta implementada desde el gobierno que tuvo

    una acogida impresionante al interior del pas y se ha

    constituido, a lo largo de la historia de visibilizacin de

    las prcticas folklricas peruanas, en un referente de

    primer orden, porque all se exhiban muchos de sus

    productos. Luis Salazar Meja lo considera como una

    vitrina para la msica popular.

    En su bsqueda por soportes histricos que actualicenlas lecturas del Taqui Onqoy, como movimiento

    poltico-religioso andino, Samuel Villegas Pucar

    recorri las regiones de Cusco, Ayacucho y Apurmac.

    Las presencias constantes de prcticas culturales

    locales y regionales, como signos visibles de semiticas

    propias, hizo que le llamara la atencin la Fiesta del

    Toro Velay. La apropiacin y la rpida adaptacin

    por el incremento de la productividad en el agro y

    la diversificacin de la dieta alimenticia del ganado

    vacuno en los Andes fue una razn poderosa para

    incluirlo en su mundo simblico y representacional; en

    el entretejido de ambas tradiciones culturales el Toro

    Velay escenifica las transmutaciones del toro en los

    EDITORIAL

    La Direccin de Investigacin de la Escuela Nacional Superior de

    Folklore Jos Mara Arguedas pone a disposicin del pblico

    el nmero 15 de su revista Arariwa. La revista mencionada es

    una publicacin semestral que prioritariamente registra los avances,

    en los procesos de investigacin, de quienes integran el grupo de

    investigadores/as culturales de planta, a los que se suman sus

    reflexiones acadmicas respecto a temas culturales y folklricos

    propios de los objetivos institucionales, ms las de personas invitadas

    que comparten los mismos derroteros acadmicos.

    Este nmero sale a la luz cuando estamos cumpliendo 66 aos

    de existencia, tiempo en el que acumulamos una heredad

    multidimensional de varias generaciones y de trnsitos de artistasexcepcionales que le han dado al estado nacin peruano un rostro

    particular y diferenciado. La msica y la danza, expuestas en nuestra

    institucin, traducen cercanas culturales ms fidedignas a aquellas

    propias de la nacin.

    Pero, el estado peruano histricamente, como efecto de prcticas

    coloniales, tiene frecuentes desencuentros con la produccin y con

    los productores de culturas alternas al central institucionalizado; lo

    que se traduce en conflictos y dilogos autolimitados y autolimitantes.

    Nuestra institucin ha acompaado y, eventualmente, sufrido los

    avances, retrocesos y exclusiones del proceso de desarrollo del

    pas; los intentos por conectar el Per formal al Per real, el Per

    centralizado con el Per profundo implican relaciones complejas que

    se inscriben en la historia de la larga duracin y que la transitamos sin

    desesperacin, pero con conviccin en el futuro.

    A puertas estamos de un nuevo intento del gobierno por hacernos

    retroceder a niveles acadmicamente tcnicos, cuando ofrecemos una

    formacin profesional universitaria legtima y legalizada. Al margen

    de discursos y acciones excluyentes que se resolvern en el plano

    poltico, continuamos con nuestra labor que recoge las propuestas

    culturales o folklricas provenientes de la sociedad, las analiza y lasdevuelve como productos elaborados. Este nuevo nmero de Arariwa

    constituye un documento que materializa nuestros objetivos. En sus

    pginas impresas encontrarn temas diversos del folklore nacional,

    gilmente expuestos y meridianamente argumentados.

    As comenzamos con una interesante lectura, polmica como las

    propias de su autor: Vctor Hugo Arana Romero, de lo que Jos Mara

    Arguedas experiment a su paso por la costa peruana y, extiende su

    reflexin a la produccin literaria de la vida de los pobladores del

    litoral, asociados en las caletas. El tema es ciertamente original, porque

    la actividad productiva, que en estos escenarios se genera, posee

    caractersticas peculiares; las mismas que tienen representaciones

    variadas en su mundo simblico. Vctor Hugo Arana analiza las que

    Director General:Benjamn Loayza Sandoval

    Director de Investigacin:Daniel Daz Benavides

    Equipo de Investigacin:Vctor Hugo Arana Romero

    Carlos Mansilla VsquezGledy Mendoza Canales

    July Snchez FuentesIvn Snchez HocesJhon Vara Campos

    Samuel Villegas Pucar

    Edicin Grfica:

    Ivn Snchez Hoces

    Secretaria:Rosy Rosas Penadillo

    Diseo y Diagramacin:Mara Snchez Quispe

    Correccin:Marino Martnez Espinoza

    Fotografas:Archivo del Centro deDocumentacin de la

    Direccin de Investigacin.

    Foto cartula:Festividad de San Pedro, patrn

    de los pescadores, en Huanchaco(Trujillo, La Libertad). Fotografa:

    Gledy Mendoza Canales.

    ARARIWAEs una publicacin de la

    Direccin de Investigacin dela Escuela Nacional Superior deFolklore Jos Mara Arguedas.

    Jr. Ica N 143 LimaPer.Telfonos:

    (511) 7150366 / 7131392www.escuelafolklore.edu.pe

    Impreso en Lima, Per por:Comercial El HiguirnAv. Arica 552 - Int. 126

    Brea - LimaTelf.: 424-0552

    Tiraje: 1000 ejemplares

    Hecho el Depsito Legal en laBiblioteca Nacional del Per

    N 201115516

    Los artculos son deresponsabilidad exclusiva

    de cada autor.Se autoriza la reproduccin

    de los artculos citandola fuente y la autora.

    Revista de la Direccinde Investigacin

    Andes. Son los runa toros soreos la prctica cultural

    respecto a la cual el autor desarrolla su tema.

    Una de nuestras danzas presente en la lista

    representativa del Patrimonio Cultural Inmaterial

    de la Humanidad es la Danza de tijeras. Carlos

    Mansilla Vsquez postula que los chulchucos, que se

    presentan en la Fiesta de las Cruces, en la provincia

    de Parinacochas, constituyen su referente de origen o

    parental.

    Pancho Fierro y las pallas. Testimonio del arte y la

    historia en el Per del siglo XIX es un ensayo elaborado

    por Gledy Mendoza Canales, su preocupacin radica

    en las referencias que el pintor mulato del siglo XIX,

    hace respecto a una institucin de mujeres propia

    del Tahuantinsuyo y que est presente, en forma

    significativa, en el folklore peruano.

    Las malocas: Viviendas colectivas comunitarias de

    la amazonia, es el ensayo de Jhon Vara Campos para

    este nmero de Arariwa. La inhspita selva del Per

    es observada, antropolgicamente, desde uno de

    los artefactos culturales claves para la vida de su

    poblacin de campo.

    Finalizamos, con un cuento de Csar Bolvar Arteaga,

    en el que la nostalgia del migrante campesino

    constituye su hilo conductor.

    Estamos convencidos que producciones de esta

    naturaleza sern bienvenidas por la comunidad

    arguediana, en primer lugar, as como por la poblacin

    en general. Las producciones de conocimiento,

    derivadas de trabajos de campo, siempre aportan

    elementos nuevos a conocer y reflexionar e invita a

    lecturas crticas de lo discursivamente establecido. En

    la medida que lo aqu propuesto genere inquietudes,

    preguntas y reflexiones propias, el crculo de

    intercambio de ideas se ir ampliando y enriqueciendo;

    y, en consecuencia, los objetivos institucionales

    para ofrecer lecturas alternas de nuestra produccin

    folklrica se concretarn progresivamente.

    Muchas felicidades.

    Daniel Daz Benavides

    Director de Investigacin

  • 7/26/2019 arariwa15

    3/31

    4 5

    Litoral peruano:Ensayo introductorio

    Vctor Hugo Arana Romero

    Investigador Cultural de la Escuela Nacional Superior de Folklore Jos Mara Arguedas.Egresado de la Facultad de Derecho de la Universidad Nacional Federico Villarreal.

    Responsable del Proyecto Tradiciones de Litoral.

    Puerto de Chimbote (Santa, Ancash),

    uno de los ms importantes del pas.

    Fotografa: Centro de Documentacin y

    Archivo Audiovisual ENSF JMA.

    1. Huellas de Jos Mara Ar-guedas por la costa del Per

    La bsqueda de los orgenes de la

    humanidad y de sus institucio-

    nes ha ocupado bastante papel y

    no pocas inteligencias, encendien-

    do rachas de orgullo y aun chau-

    vinismo en comunidades alguna

    vez propuestas como cuna, punto

    de partida o primicia de alguno

    de estos hechos. En este sentido,

    Amrica parece descartada en la

    competencia por el origen huma-

    no, pues se afirma que esta especie

    el homo sapiens no evolucion

    en nuestro continente [Del Busto,

    2011: 12]; en consecuencia, sus

    poblaciones originarias fueron mi-

    grantes va corrientes marinas, los

    vientos, el azar o la bsqueda de

    alimentos y mejores climas; colegi-

    mos, entonces, que su territorio fue

    habitndose desde sus orillas, por

    lo que no nos cabe duda de que

    fuera la pesca una de las primeras

    actividades econmicas [Rostwo-

    rowski, 2005, IV: 119]. Sobre los

    orgenes culturales en el Per Jos

    Mara Arguedas afirma:

    Los arquelogos actuales sostie-

    nen que las culturas costeas se

    desarrollaron bajo la influencia

    directa de las serranas, y que el

    origen primitivo de los pueblos

    andinos es amaznico; esta teo-

    ra parece tener mejores funda-

    mentos que la del arquelogo

    Max Uhle que sostuvo una tesis

    contraria, o sea, que las cultu-

    ras martimas fueron antiguas y

    que se extendieron de los valles

    costeos hacia la regin alta de

    los Andes.[2012, II: 34]

    Bernardo Tineo T. [2011: 3] en su

    trabajo sobre Olmos (Lambaye-

    que), menciona a Julio C. Tello

    como quien sostena que el gru-

    po humano que inici la creacin

    cultural en el mundo andino fue la

    etna Arawac de la selva. Pero este

    debate habra quedado zanjado en

    nuestros tiempos:

    Bonavia (1991) ya ha planteado

    un esquema de desplazamiento

    de los primeros grupos dentro

    del territorio andino, el cual con-

    templa un ingreso por la costa,

    otro por la sierra, entre los valles

    interandinos y uno posible por

    el llano amaznico, del cual, ob-

    viamente, no han quedado hue-

    llas (Len, 2007:17).

    Antes de 1990 no se conoca la an-tigedad ni los niveles de organiza-

    cin social de Caral ni de los otros

    asentamientos contemporneos

    como Bandurria, Vichama, spero,

    etc., ubicados a escasos metros del

    ocano. La historia, despus, da

    muestras y la arqueologa sigue

    dndolas del esplendor humano

    en cuanto a creatividad y organi-

    zacin en otros pueblos del litoral

    como los tallanes, vics, mochicas,

    chimes, paracas, nasca. Veamos al

    respecto lo que escribe Arguedas:

    Los pueblos preincaicos ms

    importantes haban alcanzado

    progresos que no fueron supe-

    rados por los incas. El sistema

    de irrigacin, la construccin de

    grandes acueductos y el cultivo

    del maz haban alcanzado un

    notable grado de perfeccin en-

    tre las culturas Mochica Chim

    de la costa norte; la arquitectura

    se haba desarrollado asimismo,

    en la costa, en forma que no fue

    superada por los incas; la ciudad

    de Chan Chan, capital Chim,

    fue probablemente ms grande

    y de mayor densidad que el Cus-

    co; y estos pueblos construyeron

    asimismo grandes templos y

    fortalezas, y ornamentaron el

    exterior de sus construcciones;

    pero, por lo deleznable de los

    materiales de que disponan,

    sus monumentos deban ser

    efmeros e impotentes ante las

    fuerzas destructivas de la na-

    turaleza y de los invasores. En

    la cermica y en el arte textil,

    alcanzaron un grado de perfec-

    cin no superada por ningn

    otro pueblo de ninguna poca

    de la historia universal... [Argue-

    das, 2012, II: 35]

    Sin embargo, algunas sombras se

    fueron levantando desde que los

    imperiosos incas lograron expan-

    dirse hasta estos territorios de-jando recuerdos poco gratos; pre-

    cisamente esa irrupcin violenta

    estaba viva en la memoria colecti-

    va cuando llegaron los espaoles y,

    probablemente, fue utilizada para

    consolidar alianzas contra el impe-

    rio cusqueo [Espinoza 1990]. En

    la actualidad es ms fcil constatar

    las ausencias y ruinas, as como la

    influencia occidental, pero sera

    mezquino soslayar la superviven-

    cia de tecnologas y prcticas que

    se mantienen desde esos pueblos

    Mural que describe el Mito de Vichama,

    en la Municipalidad de Vgueta

    (Huaura, Lima). Fotografa: Centro de

    Documentacin y Archivo

    Audiovisual ENSF JMA.

    Vctor Hugo Arana Romero| ARARIWA

  • 7/26/2019 arariwa15

    4/31

    6 7

    y esos tiempos: las balsas y los ca-

    ballitos de totora, el curanderismo,

    la metalurgia, las entidades religio-

    sas y la mitologa popular; por ello

    nos preguntamos: no sera lgico

    pensar que quienes sostienen es-

    tas superviviencias, son: supres-

    tites indgenas, nativos, herederos

    (propios o adoptivos) de aquellas

    comunidades que se le fueron

    perdiendo de vista a los estudio-

    sos que generalizaron el mestizaje

    criollo para la costa?

    Consideramos clave, entonces, la

    obra de Alberto Flores Galindo

    Lima, la ciudad sumergida 1730 1860, en uno de cuyos captulos

    trata de los pescadores en la costa

    central a quienes las caletas ser-

    van tambin de refugio y a las que

    llegaban, con el mismo propsito,

    los indgenas andinos desplazados

    [Flores, 1990: 145152]. Igualmen-

    te necesario revisar lo publicado

    por Lorenzo Huertas sobre Sechu-

    ra y sus pueblos endogmicos

    [Huertas, 2000 y 2013] y recabar

    informacin sobre comunidades

    indgenas en la costa, que las hay, y

    compulsar trabajos sobre el litoral

    sur como el de Amelia Garca [s/f] y

    otros que encontrramos a nuestro

    paso para determinar si hubo con-

    tinuidad o interrupcin.

    En la repblica, el movimiento in-

    digenista fij al indio preferente y

    casi exclusivamente, en los espa-

    cios ascendentes de tierra firme, en

    mbitos ms propicios a la agricul-

    tura, as indio y tierra fueron conce-

    bidos como una unidad; quedando

    el mar1y las poblaciones adyacen-

    tes literalmente al margen, en lascaletas, lugares doblemente sepa-

    rados como afirma Alberto Flo-

    res Galindo [1990: op. cit.], por el

    ocano y el desierto en una regin

    que ha albergado recurrentemente

    migrantes hasta ser copada por las

    haciendas, las industrias y la urbe.

    Esta es la costa que vio Jos Mara

    Arguedas cuando escribi sobre el

    indio de esta regin, al que busc

    entre los campesinos de acuerdo

    a la lgica indiotierra, encon-

    trndolo en proceso de desindi-

    genizacin [Arguedas, 1989: 72;

    2012: 302]: asalariado y proletario,

    desdibujado, enajenado, al punto

    que en El zorro de arriba y el zorro

    de abajodestaca ms explicando

    el auge de la pesca industrial, la

    contribucin de los andinos de al-

    tura que la del nativo costeo. Su

    proyecto de novela sobre los cam-

    bios generados en las caletas por

    la industria pesquera, tuvo como

    primer escenario Puerto Supe,

    llegando a elaborar textos que

    aparecen en la revista Marcha de

    Montevideo y otras publicaciones[Casa de las Amricas 1976: 106

    107 y 301]; pero que finalmente

    Por sugerencia hecha en carta de

    mayo de 1966 por su sobrina Vilma

    Arguedas, que trabajaba en Chim-

    bote, puerto ms norteo, traslad

    el escenario de su futura novela a

    esa ciudad [Torero: 2011: 76]. Mu-

    chos migrantes con mano de obra

    que fue perdiendo la agricultu-

    ra sea por escasez de agua o por

    1Tierranorme de la que ancestralmente dependieron otros nativos y dependen an sus herederos propios y adoptivos.

    despojo de tierras generado por

    el angurriento crecimiento de las

    haciendas, concurrieron a Chim-

    bote; lo mismo, aunque en menor

    escala, sucedi en puertos meno-

    res y caletas del litoral, donde las

    tradiciones pudieron mantenerse

    a pesar de entrar en contacto con

    otras o dar lugar a nuevas formas

    que fueron caracterizando a la po-

    blacin actual, es decir mantenien-

    do el continuum y sin subsumirse

    al estndar industrial, lo que Foster

    segn Jos Mara Arguedas [2012,

    III: 257 y sgts.], llamaba cultura

    folk, por tanto creadores, mante-

    nedores o recreadores de una for-ma de vida que se va adaptando a

    los tiempos. Desapareci el indio

    costeo? Cambi su fisonoma? A

    propsito, lo escrito por Jos Mara

    Arguedas:

    Sera intil referirse al hecho

    de que la cultura occidental en

    el Per tiene su mxima repre-

    sentacin y poder en la costa,

    especialmente en las ciudades.

    Sin embargo, a medida que se

    realizan estudios sistemticos

    en la poblacin del campo, se

    descubre que la influencia de la

    cultura nativa en los valles cos-

    teos es mayor de lo que se su-

    pona. [Arguedas, 2012, II: 304]

    *

    2. Percepciones, preocupacio-

    nes y esperanzas sobre orali-dad tradicional

    La Escuela Nacional Superior de

    Folklore Jos Mara Arguedas es

    una institucin cuya razn de ser

    es la vigencia de los conocimientos

    tradicionales en un pas en el que

    la inveterada poltica de coloniza-

    cin occidental no los ha logrado

    erradicar; en consecuencia, es de

    naturaleza cultural, contando entre

    sus rganos de lnea con una Direc-

    cin de Investigacin que provee a

    estudiosos y estudiantes, de la in-

    formacin que se procesa desde

    las propias fuentes de tradicin lo-

    cal. Asume el legado de su mentor

    con un enfoque crtico que tiene

    presente la oralidad en sus diferen-

    tes formas, atendiendo principal-

    mente aquellas relacionadas con la

    msica y la danza, que son las es-

    pecialidades de la formacin supe-

    rior que brinda la Escuela a travs

    de su Direccin Acadmica. Preci-

    samente es entre los estudiantes

    de esta ltima, que observamos la

    preferencia por los elementos fsi-

    cos de estas expresiones (sonido,

    expresin corporal), y advertimos

    el riesgo de relegar la importanciade sus sustentos tericos conteni-

    dos en el habla, el lxico y la lite-

    ratura popular que constituyen la

    base sobre la que se erige el folclor,

    segn el propio Jos Mara Argue-

    das. Por consiguiente, creemos

    que, sin menoscabar las expecta-

    tivas por obtener mejores tcnicas

    para la ejecucin de instrumentos

    sonoros o el dominio de la expre-

    sin corporal para el escenario, se

    debe reforzar la informacin sobre

    los roles que cumplen la oralidad y

    su consecuente literatura en tanto

    ayudan a explicar el proceso y la

    secuencia que dan lugar a dichas

    manifestaciones y al complejo uni-

    verso cultural de la colectividad.

    Bastara comprender que la solaformulacin de un enunciado, por

    elemental que fuere, es un ejer-

    cicio intelectual autnomo en la

    Vctor Hugo Arana Romero| ARARIWA

    Para Arguedas la inuencia de la cultura nativa en los valles costeos es

    mayor de lo que se supona.

    Puerto Lomas (Caravel, Arequipa), antigua caleta de pescadores y salida natural hacia Ayacucho.

    Fotografa: Centro de Documentacin y Archivo Audiovisual ENSF JMA.

  • 7/26/2019 arariwa15

    5/31

    8 9

    que la lengua es el soporte de una

    cultura, as como el habla el resorte

    de su creatividad [Saussure, 1975:

    27 y sgts.], y que cada experiencia

    genera una gama de perspectivas

    que se van a graficar (simbolizar)

    de diferentes maneras. Esto ocurre

    entre poblaciones de diferentes

    idiomas y espacios, as como es

    evidente entre los que comparten

    un mismo idioma. En consecuen-

    cia, no es igual la cultura sobre tie-

    rra firme que la que comparte trn-

    sito en el mar. Estos estmulos han

    generado el lenguaje que corres-

    ponde a situaciones propias que

    no solo singularizan su lengua y sucultura sino su historia, no siempre

    comprendida en la historia oficial,

    a pesar de la advertencia de Jorge

    Basadre de que mientras no sean

    comprendidas las historias loca-

    les no habr una historia nacional

    [Pango, en prlogo a Materiales

    para la historia de Tacna, t, I; Dam-

    mert Bellido en prlogo a Huaura,

    de villa a ciudad]. Consideramos,

    pues, nuestra responsabilidad sos-

    tener y continuar el registro de la

    filosofa popular y sus derivaciones

    literarias en las comunidades que,

    sin dejar de pisar tierra, siguen re-

    lacionadas con el mar; as tambin

    buscar continuidades y aun los

    puntos suspensivos entre el es-

    plendor histrico y las poblaciones

    actuales, y tambin sus necesarias

    recreaciones; esta es la esperan-za que formulamos, conscientes

    de que el espacio que ocupa un

    sector de la humanidad, influye

    necesariamente en estos actores,

    sus herramientas y productos, di-

    ferencindolos de los que actan

    y moran en otros. De qu mane-

    ra el mar cotidiano, con sus esta-

    dos y circunstancias influye en los

    modos de ser y proyectarse de la

    gente del litoral? Cmo modula

    sus actitudes y prcticas sociales?

    Cmo son traducidas y transmiti-

    das estas experiencias?

    *

    3. Las tradiciones popularesdesde la visin burocrtica

    La administracin pblica en el

    Per no ha sido articulada para rea-

    lizar trabajos sobre cultura, menos

    para los de cultura popular a pesar

    de los discursos sobre polticas de

    inclusin e interculturalidad. La

    visin administrativa es general-

    mente antepuesta a cualquier otra

    muy a despecho de la naturalezade instituciones como la nuestra.

    El gasto no se concibe como inver-

    sin o servicio sino como mera y

    mundana contraprestacin (cos-

    tobeneficio le dicen)2; en con-

    secuencia, su legislacin, lejos de

    facilitar estos objetivos, los traba,

    dificulta, limita, mallogra; quienes

    deben aplicarla se cien a la litera-

    lidad legal olvidando el elemental

    factor humano como generador de

    cultura y fundador del Estado en

    consecuencia, tambin del Dere-

    cho. Una primera controversia, en

    nuestra institucin, resulta la dife-

    renciada visin institucional: unos

    ponderan la importancia excluyen-

    te de los servicios acadmicos para

    la formacin de profesionales en

    folclor, y otros el estudio y difusin

    del patrimonio popular tradicional

    hacia la comunidad nacional. Ello

    dificulta la consideracin de los

    trabajos que realiza la Direccin

    de Investigacin, cuando quienes

    dirigen consideran que nuestra

    institucin es acadmica, es decirprioritariamente relacionada con

    la formacin de docentes y artistas

    profesionales en msica y danza;

    en consecuencia, es poco enten-

    dible y displicentemente atendido,

    dado el caso, un trabajo de campo

    interesado en las particularidades

    del habla de las comunidades,

    ms an si sus pobladores no es-

    taran reconocidos como indios o

    2Ver eldiario.es, entrevista a Nuccio Ordine, autor de La utilidad de lo intil: Los polticos matan la cultura porque desprecian la cultura, perotambin porque le tienen miedo.

    ARARIWA| Vctor Hugo Arana Romero

    campesinos, como es el caso de

    los pescadores del litoral peruano.

    La austeridad suele ser el primer

    referente. Las condiciones para la

    aprobacin de estos trabajos de

    campo pasan por directivas que

    no estn adecuadas a la naturaleza

    de la funcin de investigacin sino

    a la realidad administrativa del Mi-

    nisterio de Educacin, plantilla que

    se copia sin tener en cuenta que

    contempla principalmente necesi-

    dades y caractersticas de los siste-

    mas de control administrativo que

    opera el MINEDU. Se entender,

    entonces, que la bsqueda de los

    objetivos culturales populares noes facilitada, cuando por ejemplo

    se desestima otro tipo de transpor-

    te que no sea el pblico, antepo-

    niendo la comprobacin del gas-

    to y no el acceso a localidades no

    urbanas o distantes de estas reas.

    La informacin que se necesita no

    est considerada para efectos de

    retribucin, por tanto, no se prev

    reconocimiento o compensacin

    econmica al informante cuya

    desconfianza radica en la creencia

    de que el material que nos provee

    est sujeto a ponderacin comer-

    cial, es decir a un pago, generando

    expectativas. Todo esto es reto que

    debe asumir cada investigador.

    Vctor Hugo Arana Romero| ARARIWA

    Foto inferior.

    En Puerto Pizarro (Tumbes),

    la imagen de San Pedrito

    es acompaada del Seor

    del Mar. Fotografa: Centro

    de Documentacin y Archivo

    Audiovisual ENSF JMA.

    Foto Superior.San Pedro, llamado tambin

    Simn Pedro en Caleta de

    Carqun (Huaura, Lima).

    Fotografa: Centro de

    Documentacin y Archivo

    Audiovisual ENSF JMA.

    Iglesia de Santiago Apstol de Lunahuan (Caete, Lima), recinto visitado por el

    amauta Arguedas. Fotografa: Centro de Documentacin y Archivo Audiovisual

    ENSF JMA.

  • 7/26/2019 arariwa15

    6/31

    10 11

    REPRESENTACIONESICONOGRFICASEN LA CERMICAMOCHE

    Fig. 3. Miniaturas de

    instrumentos sonoros

    encontrados en la tumba

    14 de Sipn. Museo de

    Sitio Huaca Rajada,

    Lambayeque (La Libertad).

    Fotografa de la autora.

    Daniela La Chioma Silvestre Villalva

    Alumna de Postgrado (Doctorado) del Museo de Arqueologa y Etnologa de la Universidad de SoPaulo, Brasil. Becaria de la FAPESP (Fundao de Amparo Pesquisa do Estado de So Paulo).

    4. Informe final

    El litoral peruano est compuesto

    por ms de 40 caletas en un espa-

    cio mayor a los tres mil kilmetros.

    Para el caso del proyecto sobre

    oralidad en el litoral se estim que

    haba que aprovechar cada opor-

    tunidad comenzando por lo ms

    distante. Y, como la distancia re-

    duce el tiempo para el registro en

    cada localidad, hemos intentado

    volver en el tiempo subsiguiente.

    Sumamos decenas de ttulos sobre

    historia y literatura locales adqui-

    ridos en cada localidad recorrida,

    as como reproduccin fotogrfica

    BIBLIOGRAFA

    ARGUEDAS, Jos Mara. (2012). Obra antropo-

    lgica y cultural 2. Obras completas, t. VII. Lima.

    Editorial Horizonte.

    ARGUEDAS, Jos Mara (2012). Obra Antropo-

    lgica y Cultural 3. Obras Completas, Tomo VIII.

    Lima. Editorial Horizonte.

    CASA DE LAS AMRICAS: Recopilacin de tex-

    tos sobre Jos Mara Arguedas. Serie Valoracin

    Mltiple. Compilacin y prlogo de Juan Larco.

    CAVAGNARO ORELLANA, Luis. (1986). Materiales

    para la historia de Tacna I: Cultura autctona. Tac-

    na. Cooperativa San Pedro de Tacna.

    ESPINOZA SORIANO, Waldemar. (1990). La des-

    truccin del imperio de los Incas: La rivalidad po-

    ltica y seorial de los curacazgos andinos. Per.Amaru editores.

    FLORES GALINDO, Alberto. (1990). La ciudad

    sumergida: aristocracia y plebe en Lima, 1760

    1830. Lima. Editorial Horizonte. 2da. Edicin.

    GARCA CARHUAYO, Amelia. Los culpables des-

    conocidos: Pescadores artesanales y medio am-

    biente en la Reserva Nacional de Paracas Pisco.

    s/f. Universidad Nacional Mayor de San Marcos,

    Facultad de Ciencias Sociales / Instituto de In-

    vestigaciones Histrico Sociales. Auspicio Aca-

    dmico.

    HUERTAS V., Lorenzo. (2000). La costa peruana

    vista a travs de Sechura. Espacio, arte y tecnolo-

    ga. Lima. Universidad Ricardo Palma; Concejo

    Provincial de Sechura; Instituto Nacional de Cul-

    tura; PromPer.

    HUERTAS, Lorenzo. (2003). Vice ecologa, historia

    y tradicin. Piura. Municipalidad de Vice.

    LEN, Edmundo (compilador). (1996). Huaura

    villa y regin: Antes y despus de la Independen-

    cia.Lima. SER Huaura: CEP.

    LEN CANALES, Elmo. (2007). Orgenes humanos

    en los Andes del Per . Lima. Universidad de San

    Martn de Porres: Escuela Profesional de Turismo

    y Hotelera.

    ROSTWOROWSKI, Mara. (2005). Recursos natu-

    rales renovables y pesca, siglos XVI y XVII: Curacas

    y sucesiones Costa Norte. Obras completas IV.

    Lima. IEP Serie Historia Andina, 29.

    TINEO TINEO, Bernardo. (2011). Los sueos del

    Padre Guatemala. Chiclayo, 2011. CENDICALP

    Centro de Investigacin de Identidad Cultural y

    Literatura Peruana. Coleccin: Obras de Investi-

    gacin.

    TORERO, Alfredo. (2011). Recogiendo los pasos de

    Jos Mara Arguedas. Lima. Juan Gutenberg Edi-

    tores Impresores E. I. R. L.

    de diversos textos que nos fueron

    facilitando en bibliotecas pblicas

    y colecciones privadas. Contamos

    igualmente con registros audio-

    visuales del paisaje y manifesta-

    ciones festivas de estos pueblos,

    como la celebracin al patrn San

    Pedro en Puerto Pizarro (Tumbes),

    Huanchaco (La Libertad), Carqun

    (Lima). Se est procesando el in-

    forme final que esperamos poner a

    disposicin en el ao 2016.

    Este documento se encuentra en

    proceso de redaccin, pretendien-

    do mostrar que la literatura sobre

    el litoral si bien es escasa, existe,

    aunque discontinua en el tiempo

    y dispersa en el espacio. Por lo que

    en los captulos que constituyan

    este informe se tratar de actua-

    lizar la informacin recogida en

    nuestra bsqueda por libreras de

    viejo, colecciones pblicas y pri-

    vadas, as como las obtenidas de

    publicaciones actuales; todo ello

    como marco de las entrevistas rea-

    lizadas a autoridades polticas y de

    instituciones culturales, dirigentes

    gremiales, pescadores artesanales,

    etctera.

    ARARIWA| Vctor Hugo Arana Romero

    Debate sobreinstrumentos sonoros

    y roles socialesprotagnicos durante

    el perodo medio

  • 7/26/2019 arariwa15

    7/31

    12 13

    queologa moche se ha dedicado,

    entre otros temas, a la organizacin

    sociopoltica de la costa norte en el

    perodo intermedio temprano. La

    hiptesis de Larco, segn la cual los

    moche se han organizado en la for-

    ma de un Estado unificado centra-

    do en el valle de Moche, resultante

    de un curso histrico sin inflexio-

    nes y con un perfil de desarrollo

    lineal a travs del tiempo, ya no se

    sostiene (Castillo & Donnan, 1994:

    35; Castillo, 2006: 126; Castillo &

    Uceda, 2007: 2). Las evidencias ar-

    queolgicas levantadas en las tres

    dcadas ltimas, especialmente en

    Sipn, Vics, Pacatnam y Dos Ca-bezas, decididamente demostra-

    ron una gran heterogeneidad entre

    los moche2(Castillo, 2006: 1267),

    particularmente porque los hallaz-

    gos cermicos de estos sitios no

    encajaban en la secuencia crono-

    lgica elaborada por Larco, basa-

    da mayormente en la cermica de

    los valles de Moche y Chicama. La

    cronologa de Larco, sin embargo,

    sigue como importante referencia

    a los trabajos de investigacin cen-

    trados en la cermica proveniente

    de la esfera MocheSur (Castillo &

    Donnan, 1994:89; Pillsbury, 2006:

    11).

    Segn Billman (2010: 181), suce-

    dieron entre los aos 200 y 400

    d.C. una serie de transformaciones

    sociales que alteraron profunda-mente la vida de los habitantes del

    valle de Moche.En este perodo se

    edificaron los grandes centros de

    poder, como las Huacas del Sol y

    de la Luna, construcciones arqui-

    tectnicas bastante distintas a las

    primeras huacas del valle. Mien-

    tras las huacas de los perodos ms

    tempranos no concentraban, por

    ejemplo, grandes grupos de indi-

    viduos, las Huacas de Moche y la

    Huaca Cao Viejo se edificaron con

    grandes patios, lo que permita la

    concentracin de una gran canti-

    dad de personas (Billman, 2010:

    186). La iconografa tambin era

    distinta: mientras las huacas del

    perodo Moche Inicial se caracte-

    rizaban por murales con motivos

    ms abstractos y geomtricos, las

    nuevas huacas presentaban divini-

    dades recurrentes en la iconogra-

    fa de las vasijas rituales, as como

    grupos de prisioneros con cuerdas

    amarradas al cuello, bailarines y

    narrativas visuales complejas. La

    construccin de estos edificios haexigido, sin duda, una significativa

    ampliacin en la movilizacin de la

    fuerza de trabajo (ibid.).

    En el auge de este perodo, cono-

    cido como Moche Medio(Bawman,

    2004: 123; Billmann, 2010: 185),

    cuya cermica corresponde a las

    fases III / IV de Larco, figuras de

    poder, sean ellas pertenecientes

    al mundo natural, divinidades u

    otros seres sobrenaturales, asumen

    un mayor relieve en la iconografa

    de las vasijas rituales y de los cen-

    tros ceremoniales. Estos individuos

    presentan una serie de atributos e

    indumentarias que nos permiten

    identificar sus respectivos roles so-

    ciales. Es precisamente en este mo-

    mento que las representaciones

    de msicos se hacen recurrentesen la cermica ritual. Nuestra in-

    vestigacin, basada en un estudio

    iconogrfico detallado, viene de-

    mostrando que los msicosno se

    encuentran aislados de los temas

    iconogrficos ms importantes del

    arte moche y que, por lo contrario,

    mantienen estrecha relacin con

    algunas de las narrativas ms cono-

    cidas y debatidas entre los especia-

    listas, como el Tema de la Presen-

    tacin, el tema del Arco Bicfalo,

    entre otros. Aparentemente, entre

    las esferas del poder poltico-reli-

    gioso, hubo en el perodo Moche

    Medio distintos espacios de actua-

    cin especficos para los msicos.

    As, tenemos como objetivo central

    de este artculo demostrar la rela-

    cin entre determinados instru-

    mentos sonoros, principalmente

    la antara3, y los roles sociales pro-

    tagnicos.

    Nuestra metodologa se basa en la

    clasificacin y anlisis sistemticode las unidades mnimas de signi-

    ficacin (sememas), encontradas

    en la iconografa del material se-

    leccionado para estudio. Semema,

    desde una perspectiva semitica,

    denomina el significado de una de

    las unidades lingsticas ms pe-

    queas (morfemas). Este concep-

    to, cuando utilizado en el anlisis

    iconogrfico, representa las partes

    mnimas de un tema iconogrfico,

    agrupables de variadas maneras.

    Este procedimiento se fundamenta

    metodolgicamente en la semiti-

    ca que aborda los anlisis de la se-

    mntica visual, o the visual langua-

    ge (Brotherston, 1992:44).

    1. El Sacerdote Guerrero y elTema de la Presentacin

    A lo largo de las ltimas tres d-

    cadas la arqueologa moche viene

    encontrando evidencias de una

    relacin intrnseca entre los con-

    textos funerarios de las lites y la

    iconografa de la cermica ritual

    (Donnan & McClelland, 1999:10;

    Donnan, 2010). Algunos de los

    personajes representados en la

    iconografa cermica han sido

    3 Instrumento sonoro aerfono andino anlogo a la auta de Pan.

    Resumen

    El objetivo de este artculo es pre-

    sentar y discutir sobre las represen-

    taciones iconogrficas en la cer-

    mica moche, en las cuales se notan

    personajes portando o tocando

    instrumentos sonoros (aerfonos,

    membranfonos o idifonos1). Se

    identifica en estos msicosatribu-

    tos y caractersticas que los definen

    como individuos de rol poltico

    religioso protagnico. Buscamos

    comprender cul ha sido el espa-

    cio especfico de actuacin de los

    msicos dentro de las ceremonias

    oficiales manejadas por los gru-pos de poder moche, especfica-

    mente durante el perodo Moche

    Medio, marcado por el ascenso de

    las lites de los valles al sur de Je-

    quetepeque (Billmann, 2010: 181).

    En este contexto se manifiesta, en

    la iconografa de la cermica ri-

    tual arqueolgica, una expresiva

    cantidad de msicos portando los

    mismos atributos de personajes

    de alto rango o seres sobrenatu-

    rales, identificados en

    la iconografa como

    el Sacerdote Guerrero

    (Chero, 2012: 36), los

    Adoradores (Uceda,

    2008: 154), Tomadores

    de Coca (ibid.), entre

    otros.

    Con base en la pre-

    sentacin de datos

    iconogrficos y de ex-

    cavacin discutiremos

    cmo los atributos de

    los msicos represen-

    tados y sus respectivos

    instrumentos sonoros

    reflejan el rol poltico

    y religioso que prota-

    gonizan.

    Abstract

    Moche iconographic representa-

    tions of music and its interpreters:

    a discussion about sound instru-

    ments and social roles in the Midd-

    le Moche period.

    This paper intends to present and

    discuss Moche ceramic artefacts

    portraying characters playing

    sound instruments (aerophones,

    membranophones and idiopho-

    nes), searching attributes and cha-

    racteristics that would identify the-

    se musicians as individuals who

    concentrate political and religiouspower.

    The general aim of the commu-

    nication is to understand specific

    politicalreligious field of expertise

    for musicians in the Moche power

    structures, as well as the connec-

    tion of these characters with the

    power groups during the Middle

    Moche Period, an epoch marked

    by the rise of southern valley s Mo-

    che elites. In this specific context,

    many musicians are depicted in

    the ritual ceramics iconography

    carrying the same power attribu-

    tes seen on high status individuals,

    widely portrayed both in iconogra-

    phy and in the burials of elites, e.g.

    the Warrior Priest (Chero, 2012: 36),

    Worshippers (Uceda, 2008: 154),

    Coca Takers(ibid), among others.

    Under this premise we seek to dis-

    cuss if there was a hierarchical rela-

    tionship concerning specific kinds

    of musicians and their sound ins-

    truments (panpipe players, drum

    players, rattle players, etc.) and

    how it would reflect their political

    and religious status. For this pur-

    pose both the iconography and

    the burial patterns related to the

    Moche power structures excavated

    in the last three decades will be

    analysed.

    Introduccin

    En las ltimas dos dcadas, la ar-

    1De acuerdo con la clasicacin de Sachs & Hornbostel, 1992.2Para detalles de las excavaciones, ver Castillo & Uceda, 2007.

    ARARIWA | Daniela La Chioma Silvestre Villalva Daniela La Chioma Silvestre Villalva| ARARIWA

    Algunos personajes en la iconografa y cermica han sido representados por la asociacin de sus

    atributos y vestimentas. Fotografa: Centro de Documentacin y Archivo Audiovisual ENSF JMA.

  • 7/26/2019 arariwa15

    8/31

    14 15

    un pututo abajo de un ulluchu al

    lado del primer msico (de izquier-

    da a derecha). El ltimo msico de

    izquierda a derecha lleva exacta-

    mente los mismos atributos del

    Sacerdote Guerrerodel Tema de

    la Presentacin, encontrado en la

    tumba 14 de Sipn: la tnica de

    placas cuadrangulares con colgan-

    tes y el tocado en forma de V.

    Con el individuo de la tumba 14

    fueron halladas dos antaras de

    cermica, siete trompetas de ce-

    rmica en forma de caracol (como

    las que taen los msicos ms pe-

    queos en la fig. 2) y nueve putu-tos de cermica (fig.3), que estn

    hoy expuestos en el Museo de Sitio

    Huaca Rajada (Luis Chero, comuni-

    cacin personal, julio del 2013). No

    es casual que sean exactamente

    los mismos instrumentos sonoros

    representados en la vasija de la fig.

    2. Incluso, en la fig. 3 (pg. 11) se

    observan rostros antropomorfos

    en cermica al centro de la vitrina,

    hallados en la tumba 14, idnticos

    a los rostros que conforman los

    apndices de las antaras de la fig.

    2, pero sin el tocado en V. Es posi-

    ble que los pututos y trompetas

    sean miniaturas y no suenen, pero

    hay una gran posibilidad de que

    las antaras suenen (Carlos Man-

    silla, musiclogo, comunicacin

    personal, enero del 2014). De todas

    maneras, ya sea que los instrumen-

    tos sonoros sean miniaturas y no

    se compruebe ninguna alteracin

    mandibular en el individuo que

    pueda indicar movimiento de so-

    plo, o sea que l de hecho taa

    los instrumentos repetidamente,

    el hecho adems de haber sido en-

    terrado con las tres categoras de

    instrumentos representadas en la

    vasija y sobre todo con los mismos

    atributos de un personaje que los

    toca en la iconografa, demuestra

    que hay una relacin entre este rol

    o personalidad iconogrfica y el

    sonido. Incluso podra representar

    una relacin directa entre la fun-

    cin de oficiar un ritual y la de pro-

    ducir sonido.

    Bajo nuestra perspectiva, estos

    personajes no deben ser catego-

    rizados simplemente como m-

    sicos, por el simple hecho de que

    sostienen instrumentos sonoros.

    Tal simplificacin no es suficien-

    te para explicar la funcin que ha

    cumplido la msica y sus tocadores

    en el mundo ceremonial moche.

    Lo ms seguro es que estos per-

    sonajes representen a oficiantes,

    (nomenclatura que usa Makowski

    (1994: 5556) para referirse a per-

    sonajes que generalmente cum-

    plen roles centrales relacionados a

    los cultos de carcter oficial):

    El contenido narrativo permite

    definir a los personajes de tnica

    larga como oficiantes. No com-

    baten, no cazan, no pescan, ni

    recolectan caracoles terrestres;

    el baile y el acompaamiento

    musical son las nicas activi-

    dades colectivas en las cuales

    toman parte activa (...). Asumen

    ms bien roles protagnicos en

    los momentos culminantes de

    las ceremonias cuando el acto

    realizado implica una comu-

    nicacin directa con el numen

    (Makowski, 1994: 56).

    Est muy claro que la msica, den-

    tro de un contexto ritual, ha sido

    sumamente importante en el pe-

    rodo Moche Medio, al que Uceda

    (2010: 134) denomina El primer

    perodo Moche. En este entonces

    (aproximadamente entre 100 a 600

    d.C.), el templo antiguo de la Huaca

    de la Luna estaba en su apogeo y

    las excavaciones certifican el altsi-

    mo status de las lites religiosas del

    perodo, muy similares a las repre-

    precisamente identificados, por la

    asociacin de sus atributos y ves-

    timentas, en entierros como los de

    Sipn, San Jos de Moro, El Castillo,

    Pampa Grande, Huaca de la Luna

    y Huaca Cao Viejo (Donnan, 2010:

    4766). Makowski (1996: 17) ha

    establecido el concepto de perso-

    nalidad iconogrficapara referirse

    a personajes que cumplen roles

    sociales especficos y protagnicos

    relacionados a determinadas cere-

    monias y cultos oficiales, reconoci-

    bles tanto en la iconografa cuanto

    en los contextos funerarios, por una

    asociacin sumamente coherente

    entre sus atributos. Donnan (2010:

    51) y Bourget (2008: 262), utilizan el

    mismo concepto, este ltimo, ade-

    ms, utiliza la expresin personifi-

    cacin social (social persona).

    Una de las narrativas ms conoci-

    das y estudiadas del periodo Me-

    dio es el Tema de la Presentacin

    (fig.1), en la cual cuatro personajes

    presiden una ceremonia en la parte

    superior de la figura. El personaje

    que recibe la copa, llamado per-

    sonaje A (Bourget, 2008: 266; Don-

    nan, 2010: 48), por ejemplo, tiene

    sus atributos plenamente asocia-

    dos a los del Seor de Sipn. Usan-

    do el concepto de personalidad

    iconogrficao personificacin so-

    cial, el personaje A no identificara

    al individuo que encarn el Seor

    de Sipn, pero s al rol social que

    este Seor ha protagonizado y que

    no es exclusivo de l, ya que mu-

    chos otros individuos de las lites

    moche pueden haberlo protagoni-

    zado igualmente. Estos personajes

    de posicin jerrquica importante

    eran quienes comandaban los ritos

    pblicos en las huacas. Los even-

    tos ceremoniales deberan estar

    conectados a una narrativa mtica

    para sustentar y legitimar el poder

    de estas lites (De Marrais, Castillo

    & Earle, 1996: 17):

    En las ceremonias moche cada

    segmento de la sociedad tena un

    rol que reflejaba su posicin en el

    panten moche de divinidades y

    seres sobrenaturales. Apenas elites

    de alto status podran asumir los

    roles centrales, los cuales legitima-

    ban sus privilegios y posicin en la

    sociedad.(ibid.).

    En la fig. 1 se nota el personaje des-

    tacado con el crculo negro, llama-

    do personaje D o tercer hombre

    por Bourget (2008: 263266), que

    tiene como atributos principales

    la tnica de placas cuadrangula-

    res, el tocado en forma de V, una

    especie de cola parecida a una red

    que siempre sale de la parte pos-

    terior de su tnica, apndices que

    salen de su mentn y, generalmen-

    te, tiene ulluchusesparcidos en su

    alrededor. Aparece generalmen-

    te batiendo palmas y con la boca

    abierta, y cuando no es as sostiene

    una porra de guerra (como se ve en

    Bourget, 2008: 278).

    El individuo hallado en la tumba

    14 de Sipn, excavada en la tem-

    porada del ao 2007, llevaba los

    mismos atributos del personaje

    D. El individuo de esta tumba ha

    sido llamado por los arquelogos

    Walter Alva y Luis Chero Sacerdo-

    te Guerrero. Sus atributos, como el

    tocado en V y la tnica de placas de

    metal estn expuestos en el Museo

    de sitio Huaca Rajada, en Sipn.

    Pasemos a la fig. 2, un dibujo de

    lnea fina sacado de la vasija del

    Fowler Museum of Cultural History

    de Los Angeles en el que seis per-

    sonajes tocan instrumentos sono-

    ros: cuatro antaras y dos trompetas

    en forma de caracol. Adems, hay

    Daniela La Chioma Silvestre Villalva| ARARIWA

    Fig.2. Cortejo de msicos. Foto: Fowler Museum of Cultural History, UCLA, catlogo en lnea (http://www.fowler.ucla.edu/collections/

    online). Dibujo: tomado de Donnan & McClelland. Ao 1999.

    Fig.1. Tema de Presentacin con el Sacerdote Guerrero destacado en crculo. Tomado de Makowski. Ao 2000.

  • 7/26/2019 arariwa15

    9/31

    16 17

    rado (Universidade de So Paulo),

    que cuenta con ms de seiscien-

    tas imgenes hasta la fecha, orde-

    nadas en un banco de datos. Los

    resultados sern presentados en

    breve.

    Consideraciones finales

    Una de las grandes interrogantes

    en los estudios sobre la msica en

    el Per pre-colombino es precisa-

    mente el espacio de actuacin de

    los msicos (y el uso de determi-

    nados instrumentos sonoros) en

    el mbito de los cultos oficiales.

    Dale Olsen (1986) ha desarrollado

    un diagrama que acu rbol de

    clasificacin musical, con los princi-

    pales espacios vacos acerca de los

    estudios musicales en el Per, des-

    de el perodo prehispnico hasta la

    contemporaneidad. El nivel cuatro

    se refiere exactamente a nuestra

    pregunta:

    El nivel cuatro en el diagrama

    del rbol de clasificacin musi-

    cal es la Organizacin Social y el

    Msico. Dentro de esta amplia

    categora pueden ser colocados

    todos los datos sobre lo(s) hace-

    dor(es) de la tradicin musical,

    incluida informacin sobre clan,

    linaje, parentesco, casta, clase,

    gnero, edad, salud, etc. En el

    caso de mltiples hacedores de

    msica, como dos o grupos,

    la multidimensionalidad del

    continuum puede expresar la

    situacin precisa.(Olsen, 1986:

    400).

    Aunque la investigacin arqueo-

    lgica no nos permita reconstruir

    precisamente las idiosincrasias so-

    ciales, desde un punto de vista an-

    tropolgico de relaciones de linaje

    o parentesco, por ejemplo, nos

    preguntamos: Habra una rela-

    cin jerrquica entre instrumentos

    sonoros, visibles en la iconografa,

    que se refleja en la jerarqua pol-

    ticoreligiosa de los propios msi-

    cos presentes en el ritual? Cmo

    tales relaciones se dan al momento

    del ritual identificado en las narra-

    tivas iconogrficas en las cuales

    estos instrumentos aparecen jun-

    tos? Al final, la gran recurrencia de

    msicos en la cermica produci-

    da en el contexto de ascenso del

    Estado Moche Sur, expresara el

    ascenso de una determinada elite

    de msicos al poder? O, por el con-

    trario, el alto rango de los msicos

    demostrado en la cermica Moche

    Sur, no habra sido un fenmeno

    restricto a los valles de Moche y

    Chicama, ya que los hallazgos de

    las tumbas 14, 15 y 16 en Sipn

    demuestran que ellos tenan este

    rol preponderante tambin en la

    regin Moche Norte, aunque no

    fueran representados en la cermi-

    ca local?

    Puestas estas cuestiones, observa-

    mos que hay una incoherencia si

    tomamos en cuenta el significativo

    espacio que los msicos e instru-

    mentos ocupan en el registro ar-

    queolgico moche y, por otro lado,

    el tmido lugar que ocupan en las

    discusiones bibliogrficas. Tanto

    las representaciones de msicos

    con atributos de poder cuanto las

    que parecen referirse a individuos

    sin statusestn presentes en el re-

    gistro arqueolgico. En este senti-

    do, mapear y relacionar los datos

    iconogrficos y de contexto ar-

    queolgico, sobre todo del punto

    de vista de los contextos cronol-

    gicos y regional de produccin (en

    cada valle de la costa norte), nos

    puede permitir elucidar el espacio

    que ocup la msica y sus tocado-

    res en los distintos valles Moche al

    norte y al sur del Jequetepeque.

    sentaciones iconogrficas de esta

    fase (ibid.). Este perfil ceremonial

    de espectculo, propio de esa po-

    ca, debe haber exigido una mayor

    atencin a la produccin del soni-

    do, un elemento indispensable al

    grado de teatralizacin del ritual

    oficiado por los sacerdotes.

    Es interesante notar, asimismo,

    que aunque las tumbas de Sipn

    se encuentren en el contexto Mo-

    che Norte, los roles sociales e ins-

    trumentos sonoros encontrados

    en las tumbas tienen relacin con

    la iconografa de las vasijas Moche

    Sur, lo que demuestra la relacin

    de estos roles sociales protagni-

    cos con la msica en ambas regio-

    nes.

    2. Los personajes del Arco Bi-cfalo

    Otro ejemplo de la ocurrencia de

    la relacin entre msicos y perso-

    nalidades iconogrficas especficas

    est en el grupo de imgenes re-

    producidas en las figs. 4 y 5. En la

    fig. 4, se observa una vasija de asa

    estribo cuya base presenta bailari-

    nes y en cuyo apndice escultrico

    hay un antarista de alta jerarqua,

    ornamentado con capa, tnica y

    orejeras circulares. Presenta pintu-

    ra facial peculiar en forma de cruz y

    tocado en V con los apndices que

    se parecen a manos humanas. Al-

    gunas vasijas escultricas del Mu-

    seo Larco (ML001026, ML001056,

    ML001058, ML001059, ML001064)

    presentan un personaje con los

    mismos atributos, pero cargando

    un calero y una esptula en las ma-

    nos en lugar de una antara.

    La fig. 5 reproduce una conocida

    escena en la cual interactan cua-

    tro personajes, uno de los cuales

    est posicionado al centro del arco

    formado por una serpiente de dos

    cabezas, elemento conocido entre

    especialistas como arco bicfalo

    (Bourget, 2006: 41, Uceda, 2008:

    154). Uceda (ibid.: 156) llama la

    atencin sobre el hecho de que el

    personaje que se encuentra bajo el

    arco est vestido con una camisa

    de placas cuadrangulares y tiene

    las manos unidas y direccionadas

    hacia lo alto. Adems, tiene el toca-

    do en forma de V, cuyos apndices

    representan ulluchus, frutos asocia-

    dos al Sacerdote Guerrero en la ico-

    nografa. Estos personajes fueron

    nombrados por Uceda (ibid.: 154

    155) adoradores (worshippers) y

    presentan grandes similitudes con

    el Sacerdote Guerrero.

    Los personajes que estn fuera del

    arco bicfalousa n tnicas en las

    cuales aparecen los elementos es-

    calonados con voluta y cargan sus

    caleros con esptula que llevan a

    la boca. Uceda (ibid.) los identifica

    como tomadores de coca (coca

    takers). Los artefactos correspon-

    dientes a estos roles fueron encon-

    trados en entierros de la Huaca de

    la Luna: el calero y la esptula de

    los tomadores de cocay la efigie

    en forma de felino de los adorado-

    res(ibid.: 163164).

    El antarista de la fig. 4 est ple-

    namente asociado, en nivel de

    los atributos, a los tomadores de

    coca.

    Estos dos ejemplos, elegidos entre

    tantos que hemos estudiado, bus-

    can demostrar que determinados

    instrumentos sonoros aparecen

    asociados a roles sociales espec-

    ficos reservados a individuos que

    concentran funciones importantes

    en las esferas del poder poltico

    religioso moche, como es el caso

    de la antara, aparentemente aso-

    ciada a roles sociales protagnicos

    y personajes de lite. Lo que que-

    remos sealar es que los oficiantes

    ms debatidos en la iconografamoche presentes en los temas aqu

    descritos, muy posiblemente tam-

    bin estuviesen involucrados en la

    produccin del sonido para los cul-

    tos oficiales. El anlisis iconogr-

    fico de otras categoras de instru-

    mentos sonoros (sonajas, quenas,

    tambores, etc.) viene demostrando

    que solo la antara est asociada a

    personajes de tan alto rango. La

    profundizacin de esa cuestin

    se encuentra en curso a travs de

    nuestra investigacin de docto-

    ARARIWA | Daniela La Chioma Silvestre Villalva Daniela La Chioma Silvestre Villalva| ARARIWA

    Fig.4. Vasija con aplique

    escultrico de tocador de

    antara cuyos atributos son

    los mismos del tomador de

    coca. Museo Larco, Lima

    (ML012778).Fig.5. Tema del Arco Bicfalo, con el adorador al centro del arco y los tomadores de coca afuera. En destaque, un tomador de coca.

    Tomado de Uceda. Ao 2008.

  • 7/26/2019 arariwa15

    10/31

    18 19

    El Gran concurso de msica y bailes nacionales con motivo

    de las fiestas de San Juan de Amancaes en Lima

    Durante casi tres siglos, la esta de

    Amancaes fue la ms tradicional de

    los limeos. Fotografa: Archivo de

    la Municipalidad del Rmac.

    Cortesa: Carlos Cerqun Hidalgo.

    Luis Salazar Meja

    Docente e investigador cultural, msico instrumentista. Ex miembro de la Comisin deCalicacin de Artistas de la ENSF Jos Mara Arguedas.

    BIBLIOGRAFA

    BAWDEN, G. (2004). The Art of Moche Politics. In: Sil-

    verman (ed.) Andean Archaeology. Massachusetts:

    Blackwell,

    BILLMAN, B.R. (2010). How Moche Rulers Came to

    Power: Investigating the Emergence of the Moche

    Political Economy. In: Quilter, J. & Castillo, L.J.B (ed.).

    New Perspectives on Moche Political Organization.

    Washington, D.C.: Dumbarton Oaks Research Library

    and Collection.

    BROTHERSTON, G. (1992). Book of the Fourth World:

    Reading the Native Americas Through Their Literatu-

    re.Cambridge, Cambridge University Press.

    BOURGET, S. (2008). The Third Man: Identity and Ru-

    lership in Moche Archaeology and Visual Culture.In:BOURGET, S.; JONES, K. (eds.). The Art and Archaeo-

    logy of the Moche: An Ancient Andean Society of

    the Peruvian North Coast.Austin: University of Texas

    Press: 263288.

    CASTILLO B., L. J. (2006). Origem, Desenvolvimento

    e Colapso das Sociedades Mochicas.In: Tesouros do

    Senhor de Sipn, Peru O Esplendor da Cultura Mo-

    chica.So Paulo: Pinacoteca do Estado: 12142.

    ______. (2000). La Cerimonia del Sacrifcio Batalla y

    Muerte en el Arte Mochica.In: La Cerimonia del Sa-

    crifcio Batalla y Muerte en el Arte Mochica. Lima:

    Museo Arqueolgico Rafael Larco Herrera: 1427.

    CASTILLO B., L. J.; DONNAN, C. B. (1994). Los Mochica

    del Norte y los Mochica del Sur, una perspectiva des-

    de el valle del Jequetepeque. In: Makowski, K. (ed.).

    Vics. (Coleccin Arte y Tesoros del Per). Lima: Ban-

    co de Crdito del Per,: 142-181.

    CASTILLO B., L; UCEDA, S. (2007). The Moche of Nor-

    thern Peru.Artculo del Programa Arqueolgico San

    Jose de Moro. Disponible en: http://sanjosedemoro.

    pucp.edu.pe/descargas/articulos/TheMochePeru.pdf

    CHERO, L. Z. (2012). Los guardianes de las Tumbas

    Reales de Sipn.In: Hurtado, Alva, MORENO & MO-

    RALES (curadura), Tesoros Preincas de la Cultura

    Mochica: El Seor de Sipn, Huaca de la Luna, Seora

    de Cao.Catlogo de exposicin, Lima.

    DE MARRAIS, E.; CASTILLO, L.J.B.; EARLE, T. (1996).

    Ideology, Materalization, and Power Strategies. In:

    Current Anthropology, vol. 37, no. 1, (pp. 1531).

    DONNAN C.B.; MC CLELLAND, D. (1999). Moche Fi-

    neline Painting: Its Evolution and Its Artists. Los An-

    geles: University of California.

    ______ (1979). The Burial Theme in Moche I conogra-

    phy. In: Studies in Pre-Columbian Art & Archaeology

    num. 21.Washington D.C: Dumbarton Oaks: 546.

    GLTE, J. (2009). Moche, Cosmologa y Sociedad:

    una interpretacin iconogrfica.Cusco: Instituto de

    Estudios Peruanos.

    MAKOWSKI, K. (2000). Las Divinidades en la icono-

    grafa Mochica.In: Makowski, K. et al. (eds.). Los dio-

    ses del antiguo Per.Lima: Banco de crdito del Per.

    ______ (1996). Los Seres Radiantes, el guila y el

    Bho. La Imagen de la Divinidad en la Cultura Mo-

    chica (siglos IIVIII D.C). In. Makowski,K; Amaro, I;

    Hernandez, M (eds.). Imgenes y Mitos: Ensayos so-

    bre las Artes Figurativas en los Andes Prehispnicos.

    Lima: Australis; Casa Editorial; Fondo Editorial SIDEA:

    13106.

    ______ (1994). La figura del oficiante en la iconogra-

    fa Mochica: shamn o sacerdote? In: MILLONES, L.;

    LEMLIJ, M. (eds). En el nombre del Seor: shamanes,

    demonios y curanderos del norte del Per. Lima: Bi-

    blioteca Peruana de Psicoanlisis; Seminario Interdis-

    ciplinario de Estudios Andinos: 5195.

    OLSEN, D. (1986). Towards a Musical Atlas of Peru.

    In: Ethnomusicology, 30 (3). University of Illinois Press

    on behalf of Society for Ethnomusicology: 394412.

    PILLSBURY, J. (ed.). (2006). Moche Art and Archaeolo-

    gy in Ancient Peru.Studies in History of Art. Washin-

    gton: National Gallery of Art.

    SACHS, E.; HORNBOSTEL, C. (1992). Classification of

    Musical Instruments. In: Myers. (ed.). Ethnomusico-

    logy: an Introduction. New York: Norton: 444461.

    UCEDA, S.C. (2010). Theocracy and Secularism: Re-

    lationships between the Temple and Urban Nucleus

    and Political Changes at the Huacas de Moche. In:Castillo, L.J.B. & Quilter, J. (eds.). New Perspectives

    on Moche Political Organization. Washington D.C:

    Dumbarton Oaks Research Library and Collection:

    132158.

    _________. (2008). The Priests of the Bicephalus Arc:

    Tombs and Effigies Found in Huaca de la Luna and

    Their Relation to Moche Rituals.In: Bourget, S.; Jones,

    K. (eds.). The Art and Archaeology of the Moche: an

    Ancient Andean Society of the Peruvian Nor th Coast.

    Austin: University of Texas Press: 153178.

    ARARIWA | Daniela La Chioma Silvestre Villalva

    Una vitrina para la msica popular

  • 7/26/2019 arariwa15

    11/31

    20 21

    de 114,788 a 172,927 personas

    (Contreras 2007:234). Aunque es

    difcil aceptarlo, la ciudad capital

    ya tena en 1908 una poblacin en

    la que ms del 58 % de sus habitan-

    tes eran no nacidos en Lima. Esos

    provincianos ocupaban diferen-

    tes lugares en la escala social. Los

    alumnos de origen provinciano de

    la Universidad de San Marcos eran

    los siguientes: en 1901: 52%; en

    1905: 65%; 1910: 64% (Cueto 1982,

    citado en Torrejn Op. cit.) Tambin

    los provincianos estaban comen-

    zando a organizarse en asociacio-

    nes provinciales: En el Boletn de

    la Sociedad Geogrfica de Lima de1911, entre las Sociedades Obre-

    rasse seala la Sociedad Hijos del

    Sol, la Sociedad Hijos del Misti y

    la Sociedad Hijos de Ancash(Bo-

    letn 1911:57).

    A pesar de no haber realizado una

    investigacin sobre las institucio-

    nes provinciales en Lima, que pro-

    bablemente arrojara muchas luces

    sobre el particular, he encontrado

    que en 1914 y 1924 ya existan mu-

    chas sociedades ms, como la Aso-

    ciacin de los Hijos de Orcotuna,

    la Asociacin Regional Hijos de

    Yungay, el Centro Ayacuchano,

    el Centro Chupaca, el Centro Cul-

    tural y Defensa Social Temperante

    Hijos de Canta, el Centro Hijos

    del Huascarn, el Centro Unin

    Huacho, el Centro Unin Tarma,

    el Centro Unin Pomabamba, el

    Crculo Mutuo Pauza, el Comit

    Ejecutivo Pro Puente Villa Sincos,

    la Confederacin Regional de Ins-

    tituciones de Ancash, la Sociedad

    Humanitaria Cocharcas, la Juven-

    tud Evolucionista Piscobamba,

    la Sociedad Obrero Provincia de

    Huaylas del Callao, la Sociedad

    Auxilios Mutuos de Jauja, la So-

    ciedad Hijos de Corongo, la So-

    ciedad Hijos de Llapo, la Socie-dad Hijos de Yupn, la Sociedad

    Juventud Progresista Parobamba,

    la Sociedad Mutua de Auxilios

    Humanitarios del distrito de Saila

    Arequipa, la Sociedad Progreso

    de Aymaraes, la Sociedad Repre-

    sentativa del pueblo de Bolognesi,

    la Sociedad Obrera Hijos de Con-

    dorcunca, entre otras. Estas insti-

    tuciones y sus asociados partici-

    paban adems en las asociaciones

    obreras que existan en la poca y

    realizaban en determinadas fechas

    veladas literariomusicales y con-

    taban con agrupaciones musicales.

    Sin embargo, no existan lugares

    pblicos en los que los provincia-

    nos pudieran expresarse musical-

    mente.

    Durante el oncenio de Legua

    (19191930) el crecimiento de

    Lima se acentu. El censo de 1920

    seal que Lima ya tena 223,807

    habitantes y el de 1931, 376,500.

    El crecimiento de Lima y del movi-

    miento obrero hizo que el rgimen

    de Legua buscara hacerse de una

    base social entre dichos trabaja-

    dores. En 1923 algunas organi-

    zaciones obreras estaban dividas

    por la presencia en ellas de ele-mentos prorgimen. Legua trat

    por diversos medios de ganar al

    mencionado movimiento, una de

    esas acciones fue elegir concejales

    obreros:

    Gratsima impresin tiene que

    haber causado en los cen-

    tros obreros, el notable ges-

    to del Supremo Gobierno en

    los momentos actuales pues,

    cumpliendo con su programa

    de verdadera democracia, ha

    llamado a formar parte de la

    junta de notables del concejo

    distrital del barrio bajoponti-

    no a dos distinguidos obreros,

    uno de ellos el laborioso ar-

    tesano seor Elas Rodrguez,

    Presidente de la Federacin de

    jefes y maestros de talleres ytesorero del Centro Internacio-

    nal Obrero de Solidaridad Lati-

    noamericana, persona de gran

    honorabilidad y que goza de

    generales simpatas en el seno

    de la colectividad trabajadora.

    (La Prensa, 13.05.1923, p.13)

    En 1923, Elas Rodrguez, inspector

    de obras (Inspeccin de Alamedas

    y Paseos) del Concejo Municipal

    del Rmac, impuls la restauracin

    de la llamada Alameda de los Bo-

    Los concursos de canto, msica y

    danzas nacionales efectuados con

    motivo de las fiestas de San Juan,

    en Amancaes, fueron una vitrina

    en la que se expuso durante ms

    de treinta aos variadas expresio-

    nes de la msica y danza de casi to-

    dos los departamentos de nuestro

    pas. El concurso se inici en 1927

    y participaron las agrupaciones

    musicales existentes en la Lima de

    ese entonces y algunas llegadas de

    provincias, pero a partir de 1928

    se hizo una convocatoria nacional

    y con gran avidez empezaron a

    llegar, desde los distintos departa-

    mentos, las delegaciones musica-

    les oficiales enviadas por las prefec-

    turas y tambin otras delegaciones

    representativas de las provincias.

    Este concurso se convirti en una

    gran vitrina donde se expuso la

    msica popular de la costa y la sie-

    rra del Per, hasta la aparicin de

    los coliseos, a fines de la dcada de

    1940, cuando las eliminatorias del

    concurso, que se efectuaban en los

    teatros de la capital, se trasladaron

    a los coliseos que poco a poco ocu-

    paron el papel de lugares pblicos

    de exhibicin de la msica, princi-

    palmente andina. En 1963 termi-

    naron los concursos. La Pampa de

    Amancaes ya no lo era, en ella se

    levantaban las entonces barriadas

    de Amancaes y Flor de Amancaes,

    el progreso elimin la pampa. La

    msica y danzas pasaron a ser par-

    te de otros circuitos formados por

    las grandes olas de migrantes que

    hicieron que Lima y Callao pasa-

    ran de tener 645,172 habitantes en

    la dcada de 1940 a tener aproxi-

    madamente seis millones en 1984

    (Henrquez et al. Citado en Turino

    1988:127). Algunos aspectos de

    ese proceso son tratados en este

    artculo.

    Los antecedentes

    Luis Salazar Meja | ARARIWAARARIWA | Luis Salazar Meja

    Borrachera de

    Amancais, acuarela de

    Pancho Fierro. Cortesa:

    Luis Salazar Meja.

    Presentacin de la Lira Tpica Chiclayana, dirigida por don Leopoldo Serna, en

    el Concurso de Msica y Bailes Nacionales de 1930. Fotografa: Revista Mundial.

    Cortesa: Daro Mejia.

    La fiesta de Amancaes fue durante

    casi tres siglos la fiesta tradicional

    de los limeos. Se inici en el siglo

    XVII y durante todo el siglo XVIII

    fue el escenario de los paseos de

    los habitantes de la ciudad capital,

    quienes atravesando el Paseo de

    Aguas, se encaminaban por la Ala-

    meda de los Bobos, (hoy la Avenida

    Alczar del Rmac) hasta llegar a las

    lomas que rodean la llamada Pam-

    pa de Amancaes para recoger las

    flores amarillas que brotaban all

    a partir de junio, y por cuya causa

    las pampas tenan ese nombre. Los

    paseos se iniciaban en junio y du-

    raban hasta septiembre. El da 24,

    da de San Juan Bautista, era el da

    central y haba romeras al templo

    edificado al comienzo de la pampa.Durante el siglo XIX esta fiesta fue

    descrita por diferentes viajeros,

    quienes en sus relatos resaltaron

    algunos aspectos de ella, a saber,

    los bailes, entre los que reinaba

    la zamacueca, las bebidas y comi-

    das y los paseos a caballo. Estos

    viajeros se preocuparon en dejar

    establecido que era una fiesta de

    todos los habitantes de Lima, de

    todos los niveles sociales y que la

    zamacuecala cantaban, tocaban y

    bailaban indistintamente cholos y

    cholas, zambos y zambas y perso-

    nas de la alta sociedad.

    Despus de la ocupacin chile-

    na de Lima (1881), esta fiesta que

    haba decado, tuvo problemas en

    retomar su brillo y popularidad.

    Sin embargo, durante los prime-

    ros aos del siglo XX podemos ver,

    como lo muestran algunas revis-

    tas y peridicos de la poca, que

    los limeos continuaban yendo a

    Amancaes, unos a caballo y otros

    en automvil y cantaban, bailaban

    y coman diversos potajes, entre

    los que destacaba la pachaman-

    ca.

    Y justamente la pacha-manca en Amancaes nos

    ilustra cmo las costum-

    bres de los limeos eran,

    en no poco, expresin de

    la presencia de los provincianos

    en Lima. Despus de la guerra con

    Chile, nuestra capital experiment

    severos cambios demogrficos. Ya

    no quedaba rastros de la composi-

    cin demogrfica de la Lima colo-

    nial, ya que nuestra ciudad capital

    empezaba a llenarse de provincia-

    nos. Entre el censo de 1876 y el de

    1908 se puede observar un fuerte

    incremento de la poblacin lime-

    a. (Segn Contreras, entre 1890

    y 1908 la poblacin de Lima pas

  • 7/26/2019 arariwa15

    12/31

    22 23

    Lima 1929 1930); Daro Eguren de

    Larrea (periodista); Armando An-

    drade; Carlos Gamarra. Participa-

    ron como asesores tcnicos Federi-

    co Gerdes, director de la Academia

    Nacional de Msica y Enrique Fava

    Ninci, profesor de dicha Academia.

    Como se puede apreciar en el

    abundante material grfico que

    publicaron los principales peri-

    dicos y revistas de Lima, los inte-

    grantes de los diferentes conjuntos

    musicales, en su mayora vestan

    ternos. Slo algunos el clsico

    poncho y sombrero y el Conjun-

    to Acomayo, dirigido por un muy

    elegantemente trajeado PolicarpoCaballero Farfn, estaba integrado

    por cuatro autnticos indios de

    nuestra serrana con ojotas, pon-

    chos y chullos. El ganador de ese

    ao fue la delegacin oficial del

    Cusco, quienes eran integrantes de

    la experimentada Misin Cuzque-

    a de Ar te incaico.

    La crisis econmica de 1930 no

    impidi la realizacin del concur-

    so de ese ao, en el que, mediante

    Decreto Supremo del 24 de mayo

    se instaur el Da del Indio. Varios

    de los conjuntos ganadores fueron

    grabados por los especialistas de la

    Vctor Talking Machine Company,

    la que meses despus anunci en

    grandes titulares la llegada de los

    discos grabados. Sin embargo, el

    25 de agosto de ese ao se pro-

    dujo el golpe de Estado y meses

    despus se descubri que la Muni-

    cipalidad del Rmac tena un fuerte

    desbalance econmico. En 1931

    slo se efectu el concurso de ca-

    ballos de paso, sin embargo, con-

    curri numeroso pblico.

    A pesar de la cada del rgimen de

    Legua, el concurso no termin y

    continu los aos siguientes con

    bastante participacin de artistas y

    la asistencia masiva del pblico. El

    primer gobierno de Manuel Prado

    trat de dar mayor protagonismo

    a la msica costea. Se representa-

    ron en la Pampa los pregones lime-

    os reconstruidos por doa Rosa

    Mercedes Ayarza de Morales. Al pa-

    recer la agresiva presencia de mi-

    grantes andinos en Lima comenz

    a preocupar a algunos sectores pro

    hispanistas, quienes tomaron la lla-

    mada msica criolla como escudo

    contra la cada vez ms agresiva

    presencia de la msica andina en

    Lima. Corolario de esto fue la crea-

    cin del Da de la Cancin Criolla,

    el 31 de octubre de 1944.

    A partir de 1947 las eliminatorias

    ya no se realizaron en los teatros

    sino en los coliseos (los primeros

    fueron el Lima y el Luna Park y lue-

    go el Coliseo Bolvar). Tambin a

    partir de ese ao Jos Mara Argue-

    das comenz a grabar a los conjun-tos y solistas participantes y poco

    despus entreg las grabaciones al

    sello Oden para ser impresas en

    discos de 78 rpm.

    La dcada de 1950 fue la del auge

    de los coliseos y la aparicin de las

    compaas folklricasy de los so-

    listas y en 1963 terminaron los con-

    cursos en la Pampa de Amancaes.

    Las msicas provincianas haban

    encontrado en los discos, las radios

    y en los locales de los clubes distri-

    tales, provinciales y departamenta-

    les los lugares para continuar desa-

    rrollndose.

    bos, el camino hacia las pampas y

    en junio de ese ao organiz una

    fiesta obrera para la que se cursa-

    ron invitaciones a las diferentes so-

    ciedades obreras. Segn el diario

    La Crnica, a dicha fiesta, a la cual

    asisti el presidente Legua, concu-

    rrieron ms de diez mil personas y

    entre las familias, como en pocas

    pasadas no faltaron, por supuesto,

    los bailes y las pachamancas.

    En 1926, el nuevo alcalde del R-

    mac, Juan Ros, se esforz en arre-

    glar el camino que conduca a la

    Pampa y eso hizo que damas y

    caballeros de la mejor sociedadconcurrieran al paseo. Concurri

    el Jefe del Estado con su Gabinete

    y Casa Militar. Un grupo de msicos

    criollos entre los que estaban Ale-

    jandro Sez, los hermanos Ascuez

    y Manuel Covarrubias, colocados al

    pie del palco presidencial pusieron

    la nota musical. El principal atracti-

    vo de ese ao lo constituy el con-

    curso de caballos de paso.

    En ese entonces, apoyaban a Le-

    gua algunos intelectuales na-

    cionalistas entre ellos Jos ngel

    Escalante, diputado cusqueo

    representante del indigenismo

    cusqueo que acusaba al indige-

    nismo limeode ser de saln que

    slo pretenda instaurar los soviets

    en el Per (Maritegui, Luis Alberto

    Snchez, etc.). Los idelogos delindigenismo y nacionalismo oficia-

    listas (estaban junto a Legua, Ma-

    riano H. Cornejo, Alejandro Magui-

    a, Benjamn Huamn de los Heros,

    Po Max Medina, Jos Frisancho,

    Julio C. Tello, Celestino Manchego

    Muoz y algunos de los polticos

    andinos ms importantes) para

    enfrentar el peligro comunista y su

    posible extensin entre los indios,

    a la represin policial aadieron

    una campaa cultural que com-

    prenda la realizacin de un con-

    curso nacional de msica y bailes,

    de un concurso de declamadores

    en quechua y la creacin de Acade-mia de Msica y Bailes Nacionales.

    De esa manera, mediante Resolu-

    cin Municipal del 27 de mayo de

    1927, se instituy el GRAN CON-

    CURSO DE MSICA Y BAILES NA-

    CIONALES, a realizarse todos los

    aos el 24 de junio en la Pampa de

    Amancaes. El 24 de junio de 1927

    acudieron a la Pampa ms de cua-

    tro mil automviles y cincuenta mil

    personas, todo Lima se traslad a

    la fiesta, quedando la capital sin au-

    tomviles ni otros medios de loco-

    mocin (La Crnica 25.06.1927,

    p.5). En su discurso, el alcalde del

    Rmac, Juan Ros, remarc que la

    finalidad del concurso no era otra

    que vigorizar la conciencia nacio-

    nal, aportando nuevos estmulos

    a la conviccin pblica de nuestro

    propio valor. El jurado formadopor los seores Graa, Swayne y

    Argote, Devscovi, Legua Swayne,

    Egurren Larrea, Andrade y Gama-

    rra, que posiblemente nunca hasta

    antes haban escuchado la msi-

    ca andina o visto sus danzas, dio

    como ganador al tro cusqueo de

    quenas y piano (Andrs Izquierdo,

    Justo Morales y Julio Esquivel) 1

    por haber adquirido una tcnica

    tan vasta y un dominio absoluto de

    las quenas que las ponen en con-

    diciones de formar parte en una

    orquesta sinfnica, enriqueciendo

    as el instrumental para la interpre-

    tacin de msica genuinamenteperuana, y 2 por la riqueza de su

    repertorio de msica aborigen, se-

    leccionada en forma tal que permi-

    te la apreciacin de las dos ramas

    principales: la religiosa y la pica,

    de la msica quechua. El jurado

    hace mencin especial del pianista

    de este conjunto seor Luis F. Es-

    quivel.

    Para el concurso de 1928, los pre-

    parativos comenzaron en abril y

    se mandaron telegramas a todas

    las prefecturas del pas, con la es-

    peranza de que llegara a Lima el

    conjunto ms grande de msicos

    nacionales que hasta hoy se haya

    reunido en el Per, desde la lle-

    gada de Pizarro hasta nuestros

    das (La Prensa 15.06.1928). El

    Ministro de Fomento, ManchegoMuoz, ofreci pagar los pasajes a

    los participantes. La gran cantidad

    de artistas inscritos hizo que se

    programen cinco conciertos elimi-

    natorios en el Teatro Municipal. El

    jurado calificad or fue el siguiente:

    Francisco Graa Presidente, m-

    dico muy ligado a la msica criolla;

    Enrique Swayne Argote (diputado

    por Lima, 1929 1930); Jos n-

    gel Escalante (escritor indigenista,

    diputado por Cusco 1929 1930);

    Ernesto Devscovi (diputado por

    Pese a la cada del rgimen del presidente Augusto B. Legua, el concurso continu con

    masiva participacin. Fotografa: Archivo de la Municipalidad del Rmac. Cortesa:

    Carlos Cerqun Hidalgo.

    Luis Salazar Meja | ARARIWA

    BIBLIOGRAFA

    CONTRERAS, Carlos y CUETO,Carlos. (2007). Historia del Per

    ContemporneoLima, IEP.

    SOCIEDAD GEOGRFICA DE

    LIMA (1911) Boletn de la So-

    ciedad Geogrfica de Lima.

    TURINO, Thomas. (1988). The

    music of Andean Migrants in

    Lima, Per: Demographics,

    Social Power, and Style. En:

    Revista de Msica Latinoameri-

    canaVolumen 9 N 2, Univer-

    sity of Austin, Texas.Publicacin de La Crnica del 25 de junio de 1927, que inform sobre la

    inauguracin del tradicional paseo a las Pampas de Amancaes.

    Cortesa: Luis Salazar Meja.

  • 7/26/2019 arariwa15

    13/31

    24 25

    Desde las primeras civilizaciones

    de la humanidad ha sido el toro un

    animal de simbolizacin extraor-

    dinaria. No viene al caso distinguir

    aqu entre los toros salvajes y los

    domesticados, los consagrados al

    sacrificio religioso o para la alimen-

    tacin, los de raza local o de pro-

    cedencia fornea. Son distinciones

    secundarias frente a la cuestin

    fundamental, si se trata de las co-

    munidades andinas Cmo enten-

    der su relacin festiva ante el toro?

    Para este propsito, las fiestas cos-

    tumbristas incluyen rituales donde

    el protagonismo del toro es signi-ficativo y por ello nuestro trabajo

    busca comprender qu lecturas

    podemos hacer respecto de un

    contexto especifico observado1, es

    el caso de la fiesta patronal de San

    Bartolom del distrito de Soras2

    (provincia de Sucre, Ayacucho).

    En la civilizacin occidental, si nos

    atenemos al caso griego, dicha re-

    lacin dio como resultado los mi-

    tos de mayor celebridad en el mun-

    do, uno de los cuales concierne al

    minotauro3. Igual o mayor relevan-

    cia ostenta la figura de Dionisio o

    Baco, divinidad representante de

    la embriaguez, la locura y el delirio

    mstico. Dionisio encarnaba al toro,

    la cabra o la serpiente y como tal

    le fue rendido culto tanto por los

    griegos como por los romanos. Con

    el advenimiento del cristianismo

    y su rechazo de todo aquello que

    simbolizaba Dionisio4, la imagen

    del toro qued indisolublemente

    asociado a lo satnico. La Iglesia

    catlica tras la experiencia rena-

    centista tuvo que aceptar la im-

    posibilidad de vencer las costum-

    bres populares vinculadas al toro.

    Adems el canto manifestacin

    principal en las danzas dionisiacas

    y en la liturgia cristiana haba sido

    renovado por la iglesia medieval

    en la prctica de sus rituales.

    Por supuesto, las rdenes religio-

    sas que llegaron al Per durante el

    siglo XVI seguan asociando al toro

    con el diablo cristiano5, y si bien

    continuaron renovando el uso del

    canto y la msica a fin de lograr

    mejores resultados en las campa-

    as de cristianizacin indgena,

    las danzas ajenas a la costumbre

    europea fueron criticadas segn

    la intensidad de los movimientos.

    En contraste a las nobles y mesu-

    radas danzas cortesanas, los bailes

    alegres, intensos y festivos de las

    clases subalternas tendan a ser

    pecaminosos.

    Por otro lado, los espaoles tras la

    conquista trasladan rpidamente

    al toro al espacio americano y lo in-

    tegran a la economa agrcola colo-

    nial, de modo que para el indgena

    se hizo familiar los beneficios y las

    ventajas de la propiedad vacuna.

    La tcnica del arado, el consumo

    de la carne, la leche y muchas otras

    nuevas adquisiciones culturales

    aadidas al quehacer cotidiano

    del indgena, transformaron para

    siempre su vida y su cultura. En

    cuanto a las fiestas y las corridas de

    toros, los espaoles del siglo XVI

    tienen en este ritual otro concepto:

    el objetivo de retar y vencer al ani-

    mal, lo cual termina con la muerte

    del mismo6.

    Pero el indgena no vea al toro

    con los mismos ojos ni las ideas del

    funcionario eclesistico. Nunca ol-

    vidara que aquel animal vino con

    el opresor espaol, a pesar de que

    con el tiempo, despus de produci-

    da la independencia, la asociacin

    referida disminuyera en la memo-

    ria de las comunidades campesi-

    nas. A nadie nos es hoy da desco-

    nocida la querencia existente en

    el campesinado por sus animales,

    al margen de lo que se pueda des-

    prender e interpretar de la lectura

    de obras como Yawar Fiesta.

    Jos Mara Arguedas en Yawar Fies-

    ta nos aproxima genialmente a las

    1 El trabajo de campo fue realizado en Soras a partir del 23 de agosto hasta el 2 de septiembre del 2014 (das en las que se celebr la esta delToro Velay).2 Segn el profesor Samuel Salcedo, Soras podra derivar de jora, es decir, maz de jora. Las tierras habitadas de Soras son propicias para elcultivo del maz, la papa, la quinua, etc. An se sigue produciendo los panes dulces de maz horneados a lea, uno de los bocados preferidos dela localidad.3El Minotauro o Toro de Minos, monstruo con cuerpo de hombre y cabeza de toro. Minos, hijo de Zeus y de Europa pidi al dios Poseidn apoyo

    para suceder al rey Asterin de Creta. Poseidn hizo salir de los mares un hermoso toro blanco, al cual Minos prometi sacricar, faltando a supromesa. En venganza Poseidn inspir en Pasfae (esposa de Minos) un deseo incontenible por el animal. Para consumar su unin con el toro,Pasfae pidi la ayuda de Ddalo, quien construy una vaca de madera cubierta con piel del mismo animal. De esta unin naci el Minotauro.Debido a que el Minotauro slo coma carne humana y se hizo incontrolable, Ddalo construy el laberinto de Creta, en cuyo centro el Minotaurofue abandonado. Pasado un tiempo el rey de Creta Minos declar la guerra a los atenienses (un hijo suyo haba sido asesinado en Atenas) y losderrot. El orculo de Delfos aconsej a los atenienses ofrecer siete jvenes y siete doncellas como sacricio para el Minotauro cada nueve aos.Teseo (hijo de Egeo) decidi enfrentar a la bestia. Al llegar a Creta conoci a la hija del rey, Ariadna, quien le entreg un ovillo de lana. Teseoluego de matar al Minotauro pudo salir del laberinto ayudado por el hilo de Ariadna.4 Ver: Marcel Detienne. Dionisio a cielo abierto. Un itinerario antropolgico en los rostros y las moradas del dios del vino. GEDISA, Barcelona,2003, pp. 11, 102 y 104.5Ver: Francisco Garca-Rubio. Las connotaciones pardico-satnicas del toro y el ritual de la gran calabazada en el puente de Salamanca en elLazarillo de Tormes (1554), pp. 105-106 (http://www.cromrev.com/volumes/vol36/009-vol36-GARCIA-RUBIO%20FINAL.pdf).6 Para mayor explicacin ver: Prez lvarez, M de los ngeles. La corrida: un ritual turico o expresin secular de religiosidad, Zainak, Cua-dernos de Antropologa-Etnografa, 26, Espaa, 2004, pp. 709-730.

    Corrida de toros. El toro

    logra vencer la defensa

    comunera. Fotografa:

    Samuel Villegas Pucar.

    Los runa toros soreosFiesta del Toro Velay ayacuchano

    Mg. Samuel Villegas Pucar

    Investigador Cultural de la Escuela Nacional Superior de Folklore Jos Mara Arguedas.Docente e Historiador. Responsable del Proyecto Interculturalidad, Consenso

    Dialctico para una Cultura de Paz.

    Samuel Villegas Pucar | ARARIWA

  • 7/26/2019 arariwa15

    14/31

    26 27

    formas tradicionales de la corrida

    de toros en Puquio. Quisiera resal-

    tar dos momentos claves del relato.

    La primera es el hbitat del toro Mi-

    situ, los orgenes y el poder del ani-

    mal. Los imponentes nevados del

    Ccarhuarazo, las glidas pampas de

    Negromayo, las desoladas punas

    de Lucanas recorridas y dominadas

    por el Misitu, son veneradas por los

    campesinos desde los primeros