Árabes. historia, religión, ideología

169
Mazhar Al-Shereidah Árabes. Historia, religión, ideología Vol. XXVII. N° 1. Caracas, enero-junio 2012

Upload: lyque

Post on 06-Jan-2017

236 views

Category:

Documents


2 download

TRANSCRIPT

Page 1: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar

Al-ShereidahÁrabes. Historia, religión, ideología

Vol. XXVII. N° 1. Caracas, enero-junio 2012

Page 2: Árabes. Historia, religión, ideología

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa aaaaaaaaaaaa

Page 3: Árabes. Historia, religión, ideología
Page 4: Árabes. Historia, religión, ideología

Biblioteca del Pensamiento Económico

Al-ShereidahMazhar Al-ShereidahÁrabes. Historia, religión, ideología

Suplemento de la Revista BCV • Vol. XXVII. N° 1. Caracas, enero-junio 2012

Page 5: Árabes. Historia, religión, ideología

Revista BCV Biblioteca del Pensamiento Económico Mazhar Al-Shereidah Árabes. Historia, religión, ideología ISSN: 0005-4720 © Banco Central de Venezuela, 2013 Esta publicación es un suplemento de la Revista BCV, vol. XXVII, n° 1, enero-junio 2012 Hecho el depósito de Ley Depósito Legal: lf35220139002079 ISBN: 978-980-394-087-4

Dirección: Banco Central de Venezuela,

Edificio Sede, piso 3, Av. Urdaneta,

Esquina de Las Carmelitas, Caracas 1010

Dirección postal: Apartado 2017,

Carmelitas, Caracas 1010, Venezuela

Teléfono: (58-212) 801 5380

Fax: (58-212) 861 0021

www.bcv.org.ve

RIF: G-20000110-0 Producción editorial: Departamento de Publicaciones BCV

Diseño de carátula: Luis Giraldo

Diseño de la tripa: Ingard Gherembeck

Diagramación: José Vicente Leal Ostos

Corrección: María Bolinches Babiloni

Impresión: Editorial Ex libris

Tiraje: 1.000 ejemplares

Page 6: Árabes. Historia, religión, ideología

Índice Índice

PrólogoCarlos Mendoza Pottellá 9

Árabes. Historia, religión, ideologíaMazhar Al-Shereidah 15

Page 7: Árabes. Historia, religión, ideología
Page 8: Árabes. Historia, religión, ideología

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

PrólogoPrólogo

Page 9: Árabes. Historia, religión, ideología
Page 10: Árabes. Historia, religión, ideología

x

Prólogo

Mendoza P.Carlos Mendoza Pottellá

La Biblioteca del Pensamiento Económico ofrece a sus lectores la visión apa-sionada de un economista venezolano de origen iraquí sobre un tema, los árabes, cuyo conocimiento es de suma importancia para quienes estudian los víncu-los del país en el entorno energético y petrolero internacional, así como para cualquier ciudadano venezolano interesado en su propia historia.

En efecto, desde 1960, Venezuela inició una asociación estrecha con países ára-bes en una organización cuya significación como protagonista del juego de po-deres internacionales en torno al petróleo ha sido innegable, aun cuando se pue-da relativizar su coherencia, fuerza e incidencia en ese mercado: la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP).

Mazhar Al-Shereidah, nacido en Basrah, la ciudad de Simbad, economista de la Universidad de Innsbruck, Austria, es profesor de la Universidad Central de Venezuela (UCV) desde 1967. Doctor en Ciencias Sociales de esa misma casa de estudios, fue miembro del equipo fundador de la Maestría en Economía y Administración de Hidrocarburos en 1973 y es profesor, desde entonces y hasta hoy, en ese posgrado, donde coordinó la Especialización en Política y Co-mercio Petrolero Internacional. Durante todo ese lapso, como investigador ha producido múltiples trabajos, cuyos títulos no dejan lugar a dudas sobre su pertinencia en el área en la cual fueron desarrollados; a saber:

Medio Oriente, la OPEP y la política petrolera internacional. UCV, FACES. Caracas, Venezuela. 1973.

Nigeria, petróleo y sangre. UCV, FACES. Caracas, Venezuela. 1973.

ORBE OPEP: notas interpretativas. Fondo Editorial Común. Caracas, Ve-nezuela. 1983.

Page 11: Árabes. Historia, religión, ideología

10 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

El mundo árabe y Occidente: el petróleo de rodillas. Edit. Tropykos, Co-misión de Estudios de Postgrado, UCV, FACES. Caracas, Venezuela. 1995.

Enfoque petrolero en Venezuela: de la apertura al paro. Cátedra Petrolera “Dr. Gumersindo Torres”, Universidad del Zulia. Venezuela. 2010.

Guerra, petróleo y poder. Cuadernos de Postgrado, Nº 2. UCV, FACES. Caracas, Venezuela. 1992 (coautor).

Petróleo y crisis fiscal en Venezuela. Editorial Universidad del Zulia. Vene-zuela. 1983 (coautor).

La siembra del petróleo 100 años de historia. Editorial Venezuela en Posi-tivo. Venezuela. 2001 (coautor)

Testimonios de una realidad petrolera. Editorial Banco Central de Vene-zuela. Caracas, Venezuela. 2002 (coautor).

La dimensión imaginaria en la nacionalización petrolera. Revista Venezo-lana de Economía y Ciencias Sociales. UCV, FACES. Mayo, 2006.

La obra que hoy presentamos, Árabes. Historia, religión, ideo logía, editada en 1982, transmite la visión de alguien inmerso en esa realidad desde su naci-miento y quien, en su adolescencia y primera juventud, participó activamente en la vida política y los conflictos de ese mundo, que le fueron coetáneos. Es, en consecuencia, una visión decididamente crítica de la voluntad imperialista impuesta a esa región, uno de cuyos puntos nodales fue, como refiere el au-tor, la implantación del Estado de Israel en tierras palestinas.

La actualidad de ese enfoque es evidente, a la luz de las más recientes inter-venciones imperialistas en Libia y Siria, de las ya previamente consumadas in-vasiones a Irak y Afganistán, amén de la preparación, sobre el filo de la navaja nuclear israelita, de un conflicto bélico con Irán.

Más allá de la anécdota histórica y la evaluación del papel de los protago-nistas de los hechos y circunstancias que se desarrollaron en los dos siglos precedentes, queda el mensaje y la denuncia, el llamado de atención sobre los designios de una voluntad de poder universal omnímodo y aprovechador, que se sigue ejerciendo siempre con los mismos argumentos coloniales: llevar la civilización y la democracia a pueblos atrasados según los estándares de la reina Victoria y Teddy Roosevelt.

Carlos Mendoza Pottellá

Page 12: Árabes. Historia, religión, ideología

aaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxxx

Al-ShereidahMazhar Al-ShereidahÁrabes. Historia, religión, ideología

Page 13: Árabes. Historia, religión, ideología
Page 14: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 13

Introducción

A escala mundial existen varios casos de antagonismo entre pueblos, naciones y sistemas. Nuestra era no solo se caracteriza por el enfrentamiento entre el capitalismo y el socialismo, sino también entre los respec tivos bloques lidera-dos por las dos principales superpotencias. Además, estamos en presencia de una lucha entre el norte capitalista y el sur subdesarrollado.

Aunque este último está integrado al mercado capitalista y su sistema, en las diferentes partes y regiones subdesarrolladas de África, Asia y Amé rica Latina vienen gestándose procesos de liberación de índole político, económico, cul-tural que provocan, choques de variada intensidad con el norte dominante.

No cabe duda de que esas experiencias con sus respectivos estallidos res-ponden, entre otras, a condiciones y características propias de cada región con sus propiedades socioculturales y étnicas, el grado de maduración de sus formaciones sociopolíticas y su nivel de desarrollo económico. En otras palabras, si bien es válido referirse globalmente al sur y hablar genérica mente del Tercer Mundo, no se puede olvidar que los componentes de este se dife-rencian entre sí por particularidades geográficas, históricas, econó micas, cul-turales, sociales, políticas, etc.

En tal sentido, la región árabe se asoma al mundo con rasgos distinti vos en cuanto a la racionalidad política; la actitud frente a Occidente; las exigencias en materia de la solidaridad interna; el valor de la religión, el apego a la his-toria; todo lo cual no solo afecta a esa región, sino que trasciende la misma convirtiéndose en hechos problemáticos que atañen de un modo u otro al resto del Tercer Mundo y por ende a toda la humanidad, como es natural en un mundo interdependiente.

Ahora bien, si ello es cierto para otras regiones del Tercer Mundo, lo es par-ticularmente en el caso árabe por su ubicación históricamente central a nivel mundial y por su sobresaliente importancia económica, en general, y petrole-ra-financiera, en especial.

Desde la segunda posguerra, el mundo árabe y su entorno islámico se asoman al resto de la humanidad con manifestaciones que objetivamente constituyen parte esencial de la dinámica mundial contemporánea y que frecuentemente provocan reacciones de asombro incomprensivo. Ello es básicamente válido para aquella parte del mundo que reclama ser portado ra de la civilización occidental, porción esa que ejerce la función de “clase dirigente” en medio del resto de la humanidad que hoy día solo es “numéricamente dominante”.

x

Page 15: Árabes. Historia, religión, ideología

14 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Demetrio Boersner dice:

El ascenso de los movimientos socialistas, por una parte y de las corrientes nacio-nalistas por la otra, representa uno de los factores más decisivos de la historia contemporánea. Los nacionalismos de países oprimidos que reaccionan contra la hege monía de Imperios tradicionales o modernos, han constituido la raíz de muchos de los acontecimientos mundiales más dramáticos y determinantes de los últimos dos siglos1.

La década del setenta muestra, entre sus principales características, una mayor participación activa del conjunto de los países subdesarrollados a nivel mun-dial. Independientemente de la orientación, motivación o ideología que hayan provocado cada acto y paso, lo cierto es que esos países han influido en la situación mundial con mayor intensidad y probablemen te con más efectividad que en épocas anteriores. El campo o esfera de in fluencia se hizo sentir prin-cipalmente en lo económico y político y hasta en lo militar y cultural.

Varios hechos y manifestaciones fundamentan las anteriores opiniones: las re-soluciones de las Naciones Unidas acerca del Nuevo Orden Eco nómico Inter-nacional; el Diálogo sobre la Cooperación Económica Inter nacional, conocido popularmente como el Diálogo Norte-Sur; las Confe rencias de las Naciones Unidas sobre Comercio y Desarrollo (Unctad); las posiciones dentro de la Or-ganización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (Unesco); las resolucio nes de la Asamblea General de las Naciones Unidas; la influencia de la Conferencia de los Países no Alineados.

Otra de las características es que el dinamismo relativo de los países subde-sarrollados se mantuvo bajo el signo de la actuación colectiva y, hasta cierto grado, coordinado.

Quizás es a nivel de los países petroleros del mundo subdesarrollado donde se puso de manifiesto tanto la actuación colectiva como la capacidad de influir en mayor grado sobre el resto del mundo. Es en este contexto primordialmen-te petrolero de los países subdesarrollados, donde se puede apreciar con clari-dad que los integran tes del mundo árabe tuvieron participación sobresaliente en la actuación del Tercer Mundo a nivel internacional.

Al respecto resulta de gran importancia para el conjunto de los países subde-sarrollados, verificar si esta disposición y capacidad de actuar de los países árabes está inherentemente vinculada y condicionada por el factor petróleo.

En ese caso tendría una duración limitada, perdiendo su efecti vidad con la superación de ciertos estrangulamientos de “cuello de bote lla” de carácter

1 Socialismo y nacionalismo, UCV, Facultad de Derecho, Inst. de Estudios Políticos, Caracas, 1965, p. 9.

Page 16: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 15

temporal y pasajero. De no ser así, o de encerrar el caso árabe factores más complejos que la “simple” situación petrolera, el resto del Tercer Mundo po-dría establecer una estrategia que cuente entre sus bases con ciertas condicio-nes en el mundo árabe, cuyos aportes van a es tar presentes en la lucha futura y general de los países subdesarrollados por su liberación y por la superación de sus actuales condiciones.

El presente trabajo tiene por objeto al mundo árabe. Como objetivo persigue contribuir a esclarecer un conjunto de hechos que frecuentemen te no son to-mados en cuenta a la hora de hacer diagnósticos y pronósticos de la situación internacional. Se propone discutir y analizar la evolución de fuerzas y elemen-tos que participan en la constitución de la realidad político-económica de tan vital porción del mundo actual.

Cada vez que se presenta una oportunidad de discutir, explicar hechos econó-mico-políticos y socioculturales del mundo árabe actual, se hace evidente esa necesidad imperiosa de volver a la historia; intentar llenar un vacío, establecer un punto de partida que permita la comprensión de fenómenos contemporá-neos sin prejuicios ni recargos exagerados, lo grar que el interlocutor se ponga en el lugar de quienes intenta juzgar: entenderlos con un mínimo indispensa-ble de conocimiento de causa.

La pretensión de lograr que el lector de las siguientes páginas se con vierta en partícipe solidario del mundo árabe está por encima de la aspiración del autor, tanto por las limitaciones del trabajo como por los múltiples prejuicios subyacentes en las mentes.

Tratándose de una de las regiones geográficamente más apartadas del mundo lati-noamericano, de una de las realidades más envueltas en fábulas misteriosas, pero actualmente tan llenas de realismo dinámico, trágico y explosivo, todo intento honesto de comprensión se ve dificultado por dos imágenes de los hombres de aquella región: una tangible, los emigrantes, y la otra, los pintorescos “jeques del petróleo” de las revistas y la televisión.

Pues ni los unos ni los otros son representativos. Una nación jamás puede ser entendida sino como una diversidad fundida en unidad por la acción de la historia.

Concebido como parte de un trabajo más amplio y que se extiende hasta la ac-tualidad, esta porción solo examina las características de la expansión europea inicial; discute modos de producción y formaciones sociales; analiza los pro-cesos unionistas en el mundo árabe y la agresión del capitalismo europeo en expansión; las manifestaciones de la domina ción capitalista en el oriente ára-be y sus métodos, especialmente la utiliza ción del sionismo; las condiciones dentro de las cuales se desenvuelve el surgimiento de las ideas nacionalistas

Page 17: Árabes. Historia, religión, ideología

16 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

árabes y, finalmente, la situación del mundo árabe en vísperas de la Primera Guerra Interimperialista Mundial.

Para la realización de la investigación fue muy positiva la discusión perma-nente con colegas y estudiantes; es por ello justo reconocer las observacio-nes útiles de los profesores Jeannette Abouhamad, Francisco Mieres, Deme-trio Boersner, Juan Carlos Rey, Héctor Malavé Mata, Carlos Gueron, Zdenek Strimska, Abdelkebir Khatibi y Nuria Cunil.

El presente texto fue revisado por el amigo poeta Antonio Massis Mahfud, a quien manifiesto mi agradecimiento, extensivo a Olaida de Santamaría y Che-fina Flores, por su paciente laboriosidad.

Finalmente, a mi mujer, Guiomar, mi gratitud por su permanente apoyo y es-tímulo que hicieron factible el presente trabajo.

Page 18: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 17

Capítulo I

El Islam y los árabes

El Islam, como sistema político basado en una fe con dimensiones universa-les, representa el único caso en el cual los pueblos orientales asiáticos logran llevar gloriosamente sus valores a Occidente en un proceso de conquista y culturización que se inicia en el siglo VII. Para el mundo mu sulmán, y en particular para el mundo árabe, por ser este su fuente básica y original, los cambios ocurridos a nivel mundial desde el siglo XVII no solo han transforma-do sus vidas, en cuanto a individuos y pueblos, sino también como conjuntos nacionales y conglomerados religioso-culturales.

Hablar del mundo árabe tiene poco sentido de no asociar la termino logía a la expansión árabe desde la península Arábiga en el siglo VII, des pués de la unificación de sus tribus por Mahoma (Mohammed, 570-632). Un siglo más tarde, los pueblos y territorios que hoy componen el mundo árabe ya habían sido islamizados. Mu-Awiya, fundador de la dinastía omeya (661-750) es pro-clamado califa en Jerusalén en 661 y traslada la sede de su gobierno a Damas-co, llevando a cabo ofensivas contra el Imperio romano de Oriente, Bizancio. Igualmente, Persia es islamizada y se de rrumba su Imperio sasánida; el Islam se extiende sobre Kabul, Bujara y Samarcanda.

En el siglo VII con el Islamismo, que movilizó las energías de los pueblos pas-toriles de Arabia y del Irán para lanzarlos como los cruzados del mayor movi-miento religioso de conquista que registra la historia (...) Este espíritu de misión divina, armó de furia sagrada a los guerreros árabes musulmanes e hizo que arremetiesen en todas las direcciones como una avalan cha ante la cual sucum-bieron innúmeras sociedades feudalizadas. Les infundió también la capacidad de resistir la amalgama cultural en contextos más evolu cionados (...) Y sobre todo, les infundió el vigor necesario para estructurar los pueblos conquistados en in-mensos sistemas imperiales despóticos integrados en un nuevo orden moral, fundado en la palabra del Profeta.

En pocas décadas, el dominio musulmán se expandió por casi todo el Medio Oriente y de ahí hacia el oeste, sobre el norte de África, las islas mediterráneas y la península Ibérica y hacia el este, sobre la Alta Asia, sobre la India y más allá, sobre Indonesia e Indochina (...) Más tarde, penetrando profundamente, de un lado en el África tropical y del otro en la Eurasia y en los confines del Oriente. Estas últimas ondas serán conducidas por pueblos islamizados, como los turco-mongólicos, que a cierta altura, se colocan en el centro del expansionismo mu-sulmán como su fuerza más dinámica (...) En el curso de su prodigiosa expansión,

Page 19: Árabes. Historia, religión, ideología

18 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

los pueblos islamizados (…) fueron avanzando culturalmente hasta madurar como una alta civilización (...) Actuaron como agentes de uno de los más vigorosos procesos civilizatorios, cuya capacidad de actualización de pueblos atrasados en la historia hacia la mo dernización tecnológica, social e ideológica solo tendría paralelo en el curso de la revolución mercantil y de la revolución industrial (...) Se implanta el Islam sobre un área mucho más extensa que la de cualquier ci-vilización imperial anterior, con una capacidad de permanencia también mucho mayor y con un poder de asimilación de pueblos y de aculturación compulsiva nunca alcanzado antes (…) Incluso cuando caen, posteriormente, en regresión feu dal, dejan transformados los pueblos que habían dominado, tanto en el Cer-cano Oriente y del norte de África, como los del África tropical o Eurasia, modelan-do una de las más vastas configuraciones histórico-culturales modernas2.

El Islam detiene el avance de Occidente hacia Oriente en lo militar, económi-co, político y cultural. Los árabes intentan tomar Constantinopla en 674-678 y luego en 717-718. Al convertirse en una fuerza expansiva, los árabes musul-manes no solo logran que pueblos cristianizados se con viertan al Islam, sino que “compiten” con el cristianismo dirigido por Europa en amplias regiones de África, Asia y posteriormente penetran en la Europa cristiana, especialmen-te en los Balcanes. España, que había adoptado al catolicismo como religión oficial en 589, es dominada por los árabes en 711, hecho que se caracterizó por la convivencia y la tolerancia religiosa3.

En Oriente florece la dinastía abasida (750-1258) y la capital del Califato es trasladada a Bagdad. El idioma árabe alcanza una gran difusión mediante la lectura del Corán, cuya traducción del árabe queda prohibida; aunque gra-dualmente la conducción del gran imperio va pasando a manos de elementos no árabes, especialmente persas y turcos. Los abasidas lo gran establecer su hegemonía en el Mediterráneo hacia el año 1000 y conquistan la India en el siglo XI.

Casi en forma simultánea se produce la decadencia del Imperio bizan tino y del Imperio abasida; Bizancio por el proceso de feudalización y las crecientes victo-rias de los selyúcidas contra Anatolia y Siria. Las razones de la decadencia árabe abasida son analizadas, entre otros, por Ibn Khaldun en sus Prolegómenos4.

Como consecuencia de la debilidad del Imperio romano de Oriente, los cruza-dos, que en vez de marchar a Tierra Santa habían conquistado Constantinopla, fundan el Imperio latino uniéndose las iglesias griega y romana (1204).

2 Darcy Ribeiro, El proceso civilizatorio, Ediciones de la Biblioteca, UCV, 1970, pp. 95-97.3 Hermann Kinder y Werner Hilgemann, Atlas histórico mundial, vol. I, Ediciones Istmo, Madrid, 1973, p. 129.4 Aben Jaldun, Teoría de la sociedad y de la historia, Instituto de Estudios Políticos, UCV, 1963, pp. 39-42 y pp. 143-168.

Page 20: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 19

Pero pronto Génova desplaza a Venecia como potencia mercantil hegemónica (1261) y los paleólogos conquis tan Constantinopla, la cual sigue en su poder hasta que los turcos otomanos musulmanes logran, en 1453, vencer la resis-tencia de bizantinos, genoveses y venecianos.

El hecho constituye una amenaza directa para Occidente y los europeos pier-den su vía de comunicación con la India; hasta el zar moskovita (que ahora dirige la Iglesia ortodoxa), deja de tener acceso al mar Negro5.

Pero en la península Ibérica llega a su final en 1492 el dominio árabe-musul-mán que se había prolongado desde 711, y de la Europa más islamizada y mejor dotada científicamente sale la expansión en búsqueda de nuevas vías de comunicación marítima hacia Oriente.

El factor religioso estuvo presente en Occidente, primero con las Cruzadas como reflejo de la expansión de la Europa feudal, luego se hace sentir en la península Ibérica durante el período de la reconquista católica en vísperas del capitalismo mercantil y, más recientemente, Occidente recurre a difundir su “cultura” por intermedio de las misiones religiosas que acompañan la expan-sión del capitalismo industrial por las tierras del Islam en Asia y África.

Durante los años de la Primera Cruzada, en el siglo XI, los judíos su fren en Europa grandes persecuciones y matanzas, y en el siglo XIII Federi co II decla-ra a los judíos “siervos del príncipe”. Cobra así carácter jurídico el concepto de “esclavitud de los hebreos” concebido por la Iglesia católi ca. Ello ocurre después de que el IV Concilio lateranense, en 1215, prohíbe a los judíos ocu-par cargos; les obliga a llevar un distintivo; les confina a vivir en guetos y les impone un “toque de queda”.

La expulsión de los judíos de países europeos se inicia en Inglaterra en 1290; en Francia son expulsados durante el siglo XIV y en Alemania son extermina-dos y expulsados durante el siglo XV6.

En la España libe rada de los árabes musulmanes, la intolerancia adquiere rasgos terribles: no solo se ex pulsa en 1492 a los árabes y a los judíos que du-rante el reino árabe vivían en paz y prosperidad, sino que se instala también la terrible Inquisición. Notable es el hecho de que los judíos salen involun-tariamente de España para radicarse en Holanda, Francia y en los territorios musulmanes7.

5 Ob. cit., p. 192.6 Ob. cit., p. 161.7 Es de recordar que cinco siglos más tarde, en los años treinta del siglo XX, miles de judíos europeos perseguidos por la muerte nazi, encuentran nuevamente refugio en los países árabes musulmanes.

Page 21: Árabes. Historia, religión, ideología

20 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

El mundo árabe

Mauritania

ArgeliaLibia

Egipto

Sudán

Solmalia

Eritrea

Dhibuti

Líbano

Palestina

Siria

Irak

Jordania

Kuwait

A. Saudita

Yemen

Bahrain

Emiratos A.U.Omán

Yemen

del Sur

Marruecos

Túnez

Page 22: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 21

Desde los tiempos del infante portugués Enrique El Navegante, Occidente, en su afán por apoderarse de las riquezas de Oriente, utiliza a la religión como símbolo y combate los pueblos de mayor capacidad para impedir sus propó-sitos: los pueblos islámicos.

Portugal, con el propósito de establecer un intercambio directo con los merca-dos de oro y esclavos, va explorando la costa occidental de África y funda la Compañía de Lagos en 1444 para monopolizar el comercio africano.

En su avance para instaurar su imperio, proclama como ideales: la recupe-ración de Tierra Santa y combatir el Islam. Al iniciarse el siglo XVI, Portugal disfruta de enormes ganancias provenientes de sus posesiones de Goa en la India, Ceilán, que es la actual Sri Lanca, Malaca y de la India insular.

Pero desde los comienzos de su expansión, Occidente con fronta como prin-cipal barrera para su grandeza al Islam. No solo por el hecho de que los pueblos islámicos dominaban el mar Negro, el mar Rojo y el Mediterráneo, sino también porque, tanto en África como en la India encuentran estructuras sociopolíticas islámicas de gran arraigo y de muy difícil destrucción, ya que como dijera D. Ribeiro: “Cada civilización, al expandirse se difunde sobre un área, organizándola como un territorio de dominación político-económico y de influencia cultural”8.

Cuando se produjeron los primeros contactos con los portugueses, en Guinea prác-ticamente todos los poblados mantenían vínculos comerciales de algún tipo con la civilización musulmana de Sudán y África Septentrional. Así cuando llegaron los europeos por mar a las costas de Guinea, se encontraron un fecun do campo de actividades comerciales (...) Desde el siglo VIII al XIV, las invasiones árabes y la sub-siguiente expansión del Islam por el tercio septentrional del con tinente, incorporó una extensa área del África a la corriente de la historia. África, a través de su inclusión parcial en la civilización islámica, ganó más de lo que per dió por su falta de contacto con Europa que pasaba entonces por una época oscura9.

Luego de largos años de lucha los portugueses consiguieron expulsarlos [a los árabes]. El propósito de debilitar el mundo árabe cuya amenaza aún pesaba sobre ellos y la idea de sustraerles el tráfico de las especias, haciéndolo por el mar Rojo y el océano Indico, fueron los móviles complementarios. La lucha por el debili tamiento del mundo árabe había de dar a las empresas coloniales portuguesas y españolas un aspecto de “cruzada”. Alburquerque10 en el momento de librar la batalla con el sultán de Malaca afirma: Es para la mayor gloria de Nuestro Señor Jesucristo que debemos expulsar a los moros de este país y arrancar de raíz la secta de Mahoma que no debe jamás

8 Darcy Ribeiro, ob. cit., p. 36.9 Roland Oliver y J.D. Fage, Breve historia del África, Edit. Alianza, Madrid, 1972, p. 121.10 Del árabe Abu-el Quraq.

Page 23: Árabes. Historia, religión, ideología

22 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

pi sar la faz de la tierra (…). Si les arrancamos el comercio de Malaca, El Cairo y la Meca quedarán completamente arruinados y Venecia [cristiana] se verá obligada para no carecer de especias, de enviar sus comerciantes a comprárnoslas11.

Ese mismo guerrero se había dirigido al rey de Portugal en 1507 informándole: “Ahora que Hormuz y Bahrain están en nuestras manos, el golfo entero nos pertenece”12.

En la India, donde Baber había creado el Imperio mogol (1526-1658) como culminación del avance islámico en el Indostán, se produce otro choque entre el Oriente islámico y el Occidente cristiano, que de nuevo contiene algo más que el aspecto religioso, porque se trata de diferentes formas de organización, modos de producción, grados de desarrollo, sistemas de administración, cul-turas, escalas de valores, etc.

Las luchas internas entre musulmanes e hindúes acompañan la decli nación del Imperio mogol y facilitan la instalación de bases comerciales europeas. Al comenzar el siglo XVII, Holanda obtiene victorias sobre Portugal y la expulsa de Malaca y Ceilán. Pero para entonces, Inglaterra ya había alcanzado un gran poderío marítimo en el océano Índico y de mostraba un gran interés por esa región, siendo su Compañía de las Indias Orientales portadora de la política colonial inglesa.

Ante los éxitos ingleses en la India en la batalla de Surat en 1614, Portu-gal debe retroceder y su expulsión del estrecho de Ormuz ocurre en 1622, instalán dose en su lugar la Compañía Inglesa de las Indias Orientales.

Mientras tanto, en Francia, la teoría mercantilista influye y conforma la cons-trucción del Imperio colonial. Para 1664, Colbert funda la Compa ñía de las Indias Orientales para desarrollar el comercio francés con la India y fomenta expediciones coloniales financiadas por el Estado. Esa política conduce a una rivalidad colonial anglofrancesa.

El desarrollo de la industria mecánica en Inglaterra atestigua la supe ración de la manufactura y el vigor de la economía capitalista en ese país, y su necesi-dad de exportar, principalmente, sus textiles industriales.

Ese proceso tiene lugar desde mediados del siglo XVIII y coincide con la deca-dencia del Imperio otomano, lo cual conduce al éxito de la expansión co-lonialista de la Revolución Industrial hacia Oriente, siendo sus principales protagonistas Inglaterra y Francia.

11 Arndult Jacques, Historia del colonialismo, Editorial Futuro, Buenos Aires, 1960, p. 25. citan do a K.M. Pannkar, La sie et la domination occidentales, Editions du Seuil, París, 1951, p. 58. 12 El comienzo de la lucha colonialista por el petróleo de la región, p. 5.

Page 24: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 23

A partir de ese período se va a desarrollar la resistencia nacional árabe, enfren-tada desde entonces a la expansión y dominación colonia lista de Occidente, a lo largo de sus etapas de evolución, hasta nuestros días.

Occidente en su proceso de avance y penetración hacia Oriente, y más espe-cíficamente hacia el mundo islámico, entre los siglos XVIII-XIX, logró grandes éxitos. Dicho proceso alcanza con el capitalismo industrial y luego con la ex-portación de capitales una etapa que conduce el derrumbe de las estructuras estatales islámicas supranacionales. Este hecho permite el sometimiento del mundo islámico y la expansión colonial-imperialista de Occidente sobre sus pueblos. Samir Amin, bajo un seudónimo, escribe:

El sistema capitalista mundial en expansión y desarrollo, llegó a tener una es-tructura colonial. No todas las “colonias”, sin embargo, fueron integradas a este sistema de la misma manera (...) Asia y África, aunque en parte relaciona das comercialmente con Europa, no fueron colonizadas similarmente (a Amé rica Latina) hasta los siglos XVIII y XIX, aunque como también veremos, algunas partes de África estaban ya sujetas esencialmente a la misma relación y estructura colonial –al colonialismo– a través del comercio de esclavos en los siglos XVII y XVIII, mucho antes de que se convirtieran formalmente en colonias13.

Los pueblos islámicos son reducidos entonces en su papel histórico. Occi-dente no solo les impide seguir siendo actores activos en el escenario inter-nacional, sino que destruye todas las condiciones necesarias para aspirar a mantenerse siquiera como “candidatos” para volver a ocupar sus posiciones anteriores. En fin, Occidente lleva a los pueblos islámicos a la misma condi-ción del resto de los pueblos del Tercer Mundo: los que viven el impacto que pueblos más avanzados tecnológicamente producen en ellos y cuyos procesos civilizatorios aún no les habían permitido par ticipar activamente en los asun-tos mundiales.

En el mundo árabe, la cuestión de la nación no es un asunto de dogma bur gués o “marxista”, tampoco se trata de un asunto de menor importancia que sirva para conciliar los problemas fundamentales como los de obtener la independencia de la explotación imperialista. El marco dentro del cual la lucha de clases se lleva a cabo es un marco nacional y la opresión a la cual los pueblos de la región están sujetos no es meramente “económica”, sino también nacional14.

Las dimensiones del “drama” experimentado por los pueblos islámicos de Asia y África a raíz de la conquista colonial occidental, radican en el hecho de que ellos mismos habían sido, hasta ese momento, poderosas entidades autónomas,

13 Ahmad El Kodsy. Nationalism and Class Struggles in the Araba World-Monthly Review N.Y., Londres, julio-agosto, 1970, pp. 6-7. El nombre es el seudonimo de Samir Amin.14 André Gunder Frank y Said Ahmed Shah, Hacia una teoría histórica del subdesarrollo capita lista, p. 10. Material multigrafiado por CEP-UCV, 1970.

Page 25: Árabes. Historia, religión, ideología

24 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

portadoras de civilizaciones avanzadas técnica y culturalmente, desempeñan-do funciones dinámicas en las actividades económico-comerciales a nivel mundial. Occidente detiene el desarrollo de esas funciones, se apropia de esos roles, subyuga a esos pueblos militar, política y culturalmente, y procede a su explotación económica; es decir: a su empobrecimiento.

Islam en la mira de Occidente

Desde 1520, los reyes otomanos utilizan el título de califa y se consideran como prolongación del gobierno islámico original y protectores de todos los musulmanes del mundo. Su expansión hacia Europa cubre los Balcanes, Gre-cia y amenaza a Viena, la capital del Imperio austro-húngaro y sede de los Habsburgo.

Su control sobre la isla de Rodas subordina el tráfico comercial veneciano y ge-novés, mientras que la captura de Iraq les abre el camino hacia la India. Desde el punto de vista militar, el Imperio otomano fue una potencia de primer orden, Europa durante los siglos XV y XVI.

Los otomanos conquistan el norte de Iraq en 1514 y se enfrentan al Estado ma-meluco en Egipto, el cual dominaba, además, a Siria, Palestina y la provincia de Hijaz en la península Arábiga (sede de las ciudades santas: Meca y Medina). Ese Estado sucumbe ante el poderío otomano, que para 1550 domina también a Túnez, Argelia y Libia; igualmente el Yemen, las costas del golfo Arábigo y el resto de Iraq caen en sus manos durante la primera mitad del siglo XVII.

La expansión marítima portuguesa se encontraba en su apogeo cuando en Ho-landa se impone la concepción capitalista mercantil y ese país es gobernado por comerciantes y banqueros, y se crea la primera organización bancaria mo-derna que actúa como financiadora y aseguradora de la expansión mercantil holandesa, elevada a la condición de emporio distribuidor de la producción mundial en los mercados europeos. Holanda se apodera de diversos domi-nios coloniales portugueses en el África, en América y en Oriente (Ceilán, Indonesia)15.

La rivalidad colonial angloholandesa se manifestó en guerras entre ambos países durante 1652-1674. Con la revolución de Cromwell, Inglaterra se estructura tam-bién como una formación capitalista mercantil (segunda mitad del siglo XVII).

Según Ribeiro, el enriquecimiento de Inglaterra en esa primera etapa se logró, principalmente, a través del saqueo por corsarios sostenidos por el Estado y, más tarde, mediante el contrabando con las colonias americanas y con la

15 Darcy Ribeiro, ob. cit., p. 112; Jacques Arnault, ob. cit., p. 38.

Page 26: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 25

explotación del tráfico negrero, por medio de contratos monopolísticos con las naciones ibéricas, operados por compañías oficiales cuyos principales ac-cionistas eran las casas reales española e inglesa.

Inglaterra, fortalecida y enriquecida, centra su interés en la India y tiene allí como adversario poderoso a Francia, que aspira, igualmente, dominar el tráfico comer-cial con la India.

De 1600 a 1700, la Compañía inglesa de las Indias Orientales, estuvo vegetando: los negociantes ingleses no tenían ningún producto precioso para los negociantes hindúes, que fuese comparable con los productos de la India por su calidad y su perfección técnica (...) Pero a partir de 1750, fecha en la que los ingleses es-tuvieron en condiciones de imponer la superioridad de las armas y de los métodos de fuer za, el comercio limitado dio su lugar al pillaje en gran escala. De 1766 a 1768 (...) Las exportaciones a Inglaterra se llevaron a 6.311.250,00 libras esterlinas, mientras que las importaciones solo llegaron a 624.375,00 libras, es decir, un robo del orden del 90 por ciento. Las riquezas de la India que aludían a Inglaterra aclararon de golpe la acumula ción del capital e hicieron posible la revolución industrial inglesa16.

Puede considerarse al respecto que la expansión francesa en el territo rio indio encuentra su final en 1757, cuando Inglaterra asegura su hegemonía en el país mediante el Regulating Act. La Compañía de las Indias Orientales pasa, en 1773, a ser administrada por el gobernador británico de la India, lo cual de-muestra el interés oficial en los asuntos de tan impor tante empresa. En 1783, el control de la Compañía pasa directamente al Gobierno inglés.

Con la Revolución Francesa, 1789, las monarquías europeas luchan contra la difusión de las ideas y los principios revolucionarios. Inglaterra como primera potencia mercantil e industrial, toma el liderazgo para re sistir y combatir la expansión francesa guiada por Napoleón.

La primera región del Tercer Mundo en sentir la expansión colonial napo-leónica fue el mundo árabe, cuando Napoleón, al mando de las operaciones contra Inglaterra, obstruye sus vías de comunicación con su prin cipal fuente de riqueza y de poder: la India. En 1798 se produce la expe dición francesa en Egipto, la provincia más rica del Imperio otomano.

Es de recordar que el Estado otomano adquiere dimensiones territoriales im-periales, no como el fruto de un desarrollo económico y tecnológico, sino como resultado de las necesidades militares del feudalismo otomano en el transcurso de sus tempranas guerras. Este Estado, al igual que otros Estados multinacionales de Europa oriental, surgió dentro del armazón del feudalismo antes de la formación de las naciones y la liquidación de la desunión feudal.

16 Jacques Arnault, ob. cit., p. 38.

Page 27: Árabes. Historia, religión, ideología

26 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Los movimientos populares y la lucha por la liberación en las provincias ára-bes coincidieron con la declinación del poderío exterior del Imperio otomano y el avance de las potencias europeas, ansiosas de expandirse bajo el signo del capitalismo.

Las provincias árabes del norte de África, Argelia, Túnez y Libia no tardaron en obtener una independencia virtual de Istambul a principios del siglo XVII, mientras que el Yemen lo logra a mediados del mismo siglo. En cuanto a Si-ria, Palestina, Egipto e Iraq, la dominación otomana fue, frecuentemente, solo nominal. A veces eran los gobernantes turcos quienes se independizaban del sultán otomano, otras veces los señores feudales árabes se sublevaban contra los gobernantes turcos; de modo que los violentos levantamientos resquebra-jaron el Imperio otomano.

El yugo feudal en el Imperio otomano tuvo el carácter de una dominación ex-tranjera, de manera que la lucha campesina contra los señores feudales estuvo, hombro con hombro, ligada a la lucha de los movimientos por la liberación na-cional. La burguesía, la cual en el siglo XVIII estaba surgiendo como clase en Egipto, también sufrió el yugo feudal otomano y se unió en la lucha contra el feudalismo.

Page 28: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 27

Capítulo IIRegionalización y características

Generalmente se puede dividir el mundo árabe en tres zonas que difieren ampliamente unas de otras en cuanto a estructura social y organización eco-nómica y política:

Al Mashriq: la península Arábiga, Siria, Líbano, Palestina, Jordania e Iraq.1.

Los países del Nilo: Egipto y Sudán.2.

Al Magreb: Libia, Túnez, Argelia, Marruecos y Mauritania.3.

Pero dentro de Al Mashriq hay que diferenciar entre las costas de la península Arábiga y el interior de Arabia. A ello se debe que la provincia de Hijaz en las costas del mar Rojo, ha tenido un desarrollo mayor y una composición étnica diferen te de la Arabia central (Najd o Al-Ahsaá). Hijaz, por lo tanto, tiene ma-yores similitudes con los países de la cos ta del golfo Arábigo: Yemen, Kuwait, Qatar, los Emiratos Árabes Unidos, Omán, Maskat, Hadramout.

El Imperio del Islam y la civilización árabe no deben ser confundidos con el Imperio de la civilización de Arabia. Arabia como zona geográfica fue y es, de hecho, una región desértica, árida, con la excepción de estre chas extensiones costeras, especialmente en el sur. Pero el Imperio floreció en Siria, Iraq, Espa-ña, Egipto; todos territorios esencialmente agrícolas.

Las hordas pastoriles nómadas (...) en virtud de la relevancia del papel masculino en el sistema productivo, en ellas se profundiza esa dominación y asume las formas patriarcales más despóticas.

Por último, la guerra actúa también como fortalecimiento del pre dominio mas-culino dentro de las sociedades agrícolas y pastoriles, deter minando desde muy temprano la aparición de diferenciaciones sociales que amplían y dignifican las antiguas formas de jefaturas, cuyas responsabilidades iban en aumento. Ahora les compete hacer frente a los riesgos de saqueo de las cosechas y rebaños y la conducción de las luchas por la conquista de nuevas áreas de cultivo y pastoreo17.

Incluso, en los países que integran la creciente fértil encontramos rasgos ge-nerales y comunes entre las regiones desérticas de Iraq, Siria y Jordania que se asemejan a los de Arabia central. En cambio, la ciudad iraquí norteña de Mosul tiene mayores nexos históricos y mayor simili tud con la gran Siria que

17 Ribeiro, ob. cit., p. 52.

Page 29: Árabes. Historia, religión, ideología

28 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

con el sur de Iraq; a la vez encontramos que la ciudad iraquí sureña de Basrah pertenece a la cultura del golfo más que a la de la creciente fértil.

Factores como el de que el actual Iraq tenga ape nas 70 kilómetros de costa han contribuido a que ese país, por ejemplo, tenga un desarrollo diferente al de la gran Siria con sus extensas costas que cubren la totalidad del Mediterrá-neo este. Además, la cercanía de las costas de la gran Siria de Egipto, Grecia, Bizancio y Europa del Mediterrá neo, determinó un devenir económico, re-ligioso, cultural y político bas tante diferente del que experimentó Iraq, que históricamente estuvo más ligado a la región del golfo, la India, Persia y las costas orientales del África.

El Hijaz estuvo en permanente contacto con Egipto, la India y África oriental; Arabia central, en cambio, permaneció a lo largo de los siglos aislada de toda corriente cultural y política, y mantuvo una vida económi ca invariable por sus condiciones geográficas impenetrables.

Las condiciones climáticas y geográficas han determinado también la impor-tancia de la agricultura en los respectivos componentes de Al Mashriq.

Por su parte, el hecho mismo de que los dos imperios árabe-islámi cos de Al Mashriq hayan tenido sus sedes en las respectivas capitales de Siria (Damasco) e Iraq (Bagdad), tiene igualmente importancia e influen cia sobre el grado de riqueza que se haya alcanzado en esos países por su condición de ser centros de extensos imperios con provincias de variados niveles de bienestar y pros-peridad. Durante los Imperios amawita y abasi da, no hay que olvidarlo, se trata de dimensiones del mundo del Islam y no solo del mundo árabe.

Este hecho llevó a la concentración en Siria e Iraq de riquezas, rentas, tributos, impuestos, etc., no necesariamente pro ducidas en esos dos países; llegaban a todos los confines del Imperio (de las partes árabes y/o arabizadas, al igual que de las partes musulmanas no ára bes), caracterizándose cada provincia por su tradición agrícola, comercial o artesanal.

Aun después de la destrucción de Bagdad, con el Imperio otomano se prolon-ga el reino del Islam, que tiene en Persia, bajo el Imperio safauida, un adver-sario que es otra expresión de un imperio islámico. La destrucción del sistema de riego en Iraq a manos de los tártaros, la subsiguiente gran mortalidad por la peste y la ausencia de un gobierno central, deterioraron las estructuras agrí-colas fundamentadas en el riego desde milenios. Esta circunstancia, unida al florecimiento mundial del comercio del siglo XV y la aparición de los comer-ciantes portugueses en las costas del golfo Arábi go y en Basrah, hacen que en un país, tradicionalmente agrícola, el desarrollo de las actividades comerciales internacionales influya fuertemente en su posterior evolución sociopolítica.

Page 30: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 29

El Kodsy sostiene que el Mashriq y también el Maghreb, aunque en menor grado,

Ha sido la sede de civilizaciones que fueron brillantes, acaudaladas y además de carácter sumamente urbano. ¿[Por qué] el rico Egipto, el único oasis agrícola grande y auténtico de esta zona árida, siempre ha sido un país campesino, relati-vamente poco urbanizado hasta nuestra propia época (...) mientras que el Mashriq (...), siempre ha sido un área de grandes ciudades?

Esta especie de “misterio” que se asemeja a un “milagro” lo explica El Kodsy de la siguiente forma:

De hecho no es nada misterioso si tratamos de entender al Mundo árabe no aislado, sino en su verdadero contexto, en tanto que gran zona de paso (...) entre las mayores áreas de civilización del Viejo Mundo. Esta zona semiárida, inevita-blemente pobre en lo que respecta a la agricultura, divide al Viejo Mundo como un cinturón (...) y por lo mismo, separa tres áreas de civilización basadas en la agricultura: Europa, el África Negra y el Asia del Monzón. La zona árabe, por con siguiente, siempre ha desempeñado una función comercial, poniendo en contac to mediante su papel de único intermediario, comunidades agrícolas que no te nían conocimiento directo unas de otras. Las formaciones sociales sobre la base de las cuales fueron erigidas sus propias civilizaciones siempre fueron de carácter comercial. Con esto quiero decir que el excedente esencial sobre el cual vivían sus grandes ciudades no provenía de la explotación de los propios habi-tantes rurales del área (salvo, claro está, en una medida subordinada), sino de las ga nancias de la actividad de comercio lejano que le aseguraba su monopolio del papel de intermediario, es decir, un ingreso derivado en última instancia del ex cedente extraído por las clases dominantes de las otras civilizaciones (aquellas que el Mundo árabe vinculaba) de su propio campesinado18.

La importancia de las opiniones de El Kodsy radica en que la integra ción del Mashriq a la esfera imperialista conllevaría cambios en la estructu ra de clases que varían en su grado según las formaciones sociales precoloniales.

Por ello es necesario aportar algunos elementos para determinar hasta qué punto es válida la afirmación de que “este modelo de sociedad comerciante, ha sido característico del Mashriq hasta nuestros propios días”.

Ciertamente, la ubicación del mundo árabe entre otras civilizaciones orientales y la occidental, contribuyó a que cumpliera el rol de intermediario en lo cul-tural, espiritual y material. Sin embargo, no se desarrolló en el mundo árabe algo comparable con las ciudades-Estado de Venecia, Génova o como las de la Liga Hanseática.

18 El Kodsy, ob. cit., pp. 4-6.

Page 31: Árabes. Historia, religión, ideología

30 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Si bien se desarrollan “ciudades mercantes en Alepo, Damasco, Bagdad, Bas-rah, Antioquia”, el poder no parece haber pasado a manos de los mercaderes y ni Alepo, ni Basrah, ni Antioquia, fueron sedes del poder imperial.

Entre los motivos que llevaron a El-Mansur a construir Bagdad (ciudad de la paz) en 762, no aparece ninguno de origen comercial. Ahora, el que Bagdad se haya convertido en un importante centro comercial, obedece a la gran ri-queza de la capital como centro del imperio multiétnico, multinacional y de ex tensiones geográficas extraordinarias. Así, encontramos en la obra de Hitti19 una muestra de las rentas del Estado:

Entre los ingresos fiscales del Estado, se destaca Al-Zakát que es el único im puesto exigible del muslim y cubre la siembra, el ganado, el oro y la plata, las mercancías comerciales y las otras riquezas que crecen o gracias a la naturaleza o bien mediante la inversión (...) Y se considera que Al-Kharaj fue el ingreso más voluminoso (impuesto sobre la tierra cultivada) y el más importante impuesto que se le cobraba a los no creyentes. (...) Ibn Khaldun nos informa que los ingresos monetarios del sur de Iraq (la antigua Babilonia) sin contar los pagos en especies llevados al centro fiscal en la época de Al-Maamun, alcanzaban 27,8 millones de Dirham; de Khurasan, 27 mi llones; de Egipto, 23 millones; de Siria y Palestina, 14,7 millones. (...) Cuando Al-Mansur murió, dejó 600 millones de Dirhams y 14 millones de Dinares; cuando murió Harun Al-Rashid había en la casa del dinero (Beit Al-Mal) más de 900 millones y lo que dejó Al-Muktafi (908) en joyas, objetos y muebles alcanzó 100 millones de Dinares.

La sociedad estuvo dividida [en la época abasida] en dos clases: una alta, vin culada a la aristocracia a la cual pertenecían los literatos, científicos, artistas, comerciantes, manufactureros y artesanos y la otra baja constituida por la ma yoría de la nación y comprendía a los campesinos, pastores y habitantes del campo (…)

La extensión de los límites del Imperio y el alto grado de su civilización deter-minaron que en el mismo se desarrollara un comercio internacional importante que en un comienzo estuvo en manos de los cristianos, judíos y zuradestas. Luego, los musulmanes y árabes desempeñaron un mayor papel y comenzaron a desplazar a los otros y no consideraron al comercio como una actividad baja como lo hicieron con la agricultura. De allí que los puertos de Bagdad, Basra, Siraf, El Cairo y Alejandría progresaron y se convirtieron en centros importantes del comercio terrestre y marítimo (...) Ese gran auge comercial no era posible alcanzarlo sin que estuviese sustentado en una industria nacional general y una amplia agricultura (...) Durante el primer período Abasida, la agricultura tuvo un alto desarrollo con tribuyendo a su prosperidad el hecho de que Bagdad, la capital, estuvo situada en medio de una llanura fértil y porque los Abasidas se dieron cuenta de que la agricultura producía para el Estado la principal fuente de ingresos y por el hecho de que la actividad agrícola se mantuvo, principalmente, en manos

19 Vol. I, pp. 396-398 (edición árabe).

Page 32: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 31

de la pobla ción original del país, la cual experimentó una relativa prosperidad. Volvió así la vida a los campos abandonados y se reconstruyeron los pueblecitos arruinados en muchas partes del Imperio y gradualmente florecieron las praderas. El gobier no central le dio una atención especial a la parte sur de las cuencas del Tigris y el Éufrates. Ese delta, después del Delta del Nilo, es considerado la parte más fértil en las tierras islámicas y las tradiciones lo consideran como el Edén. Se cavaron canales del Éufrates, algunos de los cuales eran antiguos y las plan-taciones cu brieron la tierra (…) Entre los principales productos del Iraq cuentan la cebada, el trigo, el arroz, los dátiles, el ajonjolí, el algodón (...) Por su parte Khurasan competía con Iraq y Egipto en el campo de la produc ción agrícola.

Según el criterio de los geógrafos árabes, alrededor del año 900, habría cuatro pa-raísos terrestres ubicados en Bukhara, Persia, Basra y Damasco. (...) En esa época, aparecieron las plantaciones de la caña de azúcar y los centros de refinación a lo largo de la costa siria según los modelos conocidos en Ahwaz (cerca de Shatt el-Arab). El cultivo en los jardines, no se limitaba a los frutales y vegetales, sino incluía las flores (...) y la industria de extracción de perfumes de las rosas, azahares, violetas y lirios, logró gran grado de perfección en Damasco y Shiraz20.

En opinión de Engels:

Esta fertilización artificial de la tierra, que cesó inmediatamente al caer en deca-dencia el sistema de riego, explica el hecho, por otra parte curioso, de que exten siones otrora brillantemente cultivadas, sean ahora desoladas y desnudas (Palmira, Petra, las ruinas de Yemen, distritos de Egipto, Persia e Indostán); explica el hecho de que una sola guerra devastadora podría despoblar por siglos un país despojándolo de toda su civilización21.

El carácter y la naturaleza agrícolas de la civilización árabe-islámica son des-tacados por Mandel: “En cuanto al Islam, la India, China y el Japón, se trataba de civiliza ciones esencialmente agrícolas, donde la irrigación permitía el de-sarrollo de una agricultura intensiva que a su vez aseguraba un considerable aumen to de la población”22.

Carácter agrícola de la sociedad islámica, comercio internacional, acumulación y lujo

Para Roger Barta:

El Imperio de Bizancio y del Islam, así como la India, China y Japón hasta siglos próximos al nuestro. El esplendor muchas veces extraor dinario que la pequeña producción mercantil y el comercio internacional alcanzaron en el interior de esas

20 Ob. cit., vol. 11, pp. 420-431.21 Roger Barta, El modo de producción asiático, Edic. Era, México, 1969, p. 75.22 Mandel, ob. cit., p. 114.

Page 33: Árabes. Historia, religión, ideología

32 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

sociedades, no debe velar su carácter radi calmente agrícola. Mientras la sobrepro-ducción agrícola conserva su for ma natural, el comercio, el dinero y el capital solo podían desarrollarse de manera superficial en el interior de sociedades como esta23.

Agrega el mismo autor que:

En una economía fundada esencialmente en la producción simple de mercancías, el comercio al detal, e incluso el comercio al por mayor de productos de primera necesidad, es al principio estrictamente limitado y reglamentado. Prácticamente unido al artesanado, este comercio difícilmente puede permitir una importante acumulación de capital mercantil. Sólo el comercio exterior, internacional, hace posible tal acumulación. Este comercio versa esencialmente sobre los artículos de lujo destinados a las clases poseedoras. (...) El comercio del Imperio del Islam, en la época de su apogeo, se limita también, en gran parte, a los artículos de lujo (…) Esmeraldas de Egipto, turquesas de Nishapur, rubíes del Yemen, perlas del Golfo Pérsico, coral del África del noroeste, mármol de Siria y Azerbeidján, paño de Egipto, del Yemen y de Persia, algodón de Marv, Persia Oriental y Es paña, seda del Turquestán y de la región sur del Mar Caspio, tapices de Persia, cuero de Andalucía, alfarería de Khorasán, vidrierías de la Costa Siria, hierro de Farghana (...) agua de violetas de Iraq, aguas de rosas de Irán, incienso y ámbar gris árabes, higos de Magreb y España, dátiles de Iraq y África, melones del Turquistán, aceite de oliva de Túnez, azúcar de Persia, del Yemen y Palestina, azafrán del noroeste de Persia, esturión del lago de Van, tierra comestible del Kuhistán, vinos finos de Iraq y España24.

Igualmente, en cuanto a lo que se atesora por parte de los grandes, el ejemplo del califa de Egipto Al-Mustansier (1035-1094) es significativo:

Piedras preciosas, vasos de cristal, placas incrustadas de oro, tinteros de marfil y de ebonita, copas de ámbar, frascos de moscatel, espejos de acero, quitasoles de mangos de oro y plata, mesas de ajedrez con piedras en oro y plata, puñales y sables cubiertos de joyas, telas finas manufacturadas en Dabiq y en Damasco, cubiertas de bordados25.

La concentración de una parte considerable de la riqueza social con el solo fin de lujo y derroche parece ser una importante causa del estancamiento y decadencia de estas sociedades.

Ibn Khaldun habla de las “eda des naturales del Estado” y vincula la decaden-cia al uso del lujo. Incluso encontramos entre las recomendaciones del profeta Mahoma lo siguiente: “Poneos rudos, porque el lujo hace desaparecer a los bienes (la abundan cia)”.

23 Ibíd., p. 88.24 Ibíd., p. 96.25 Ibíd., p. 91.

Page 34: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 33

Para Ibn Khaldun,

la primera generación retiene su rudeza primitiva y su salvajismo, al igual que ciertas características de la vida nómada, como austeridad, voracidad y anhelo de gloria.

La segunda generación ha pasado de la forma de vivir nómada a la sedentaria, a causa del poder que tiene y el lujo de que disfruta. Ha abandonado la vida dura por una fácil de lujos y comodidades.

En vez de compartir todo el poder y gloria del Estado, solamente uno lo disfruta y los demás son demasiado indolentes para reclamar su parte. (...) La tercera generación ha olvidado por completo la vida nómada y la vida dura como si nunca hubiera existido. Ha perdido también su amor por el poder y su solidaridad social, a causa de haberse acostumbrado a que la gobiernen.

El hijo la corrompe, debido a la forma de vida fácil y agradable en que se educó. Pronto se acostumbran a tal modo de vivir y se lo transmiten a sus descendientes. Y el hijo se acrecienta hasta que Dios le pone fin.

En resumen, el Estado rápidamente pasa a ser propiedad de otros que no fueron sus fundadores y el poder pasa a manos de otros que no fueron los que primero lo detectaron. Una vez que el poder se con centra en una sola persona y el lujo y la falta de acción se han extendido, el Estado se aproxima a su decadencia26.

Por otra parte, Mandel opina que:

El dinero que las antiguas clases poseedoras dilapidan así en un lujo extravagante, acaba por salir de sus bolsillos y concentrarse en los usu reros, comerciantes y fabricantes manufactureros. Y esta concentración de la riqueza en forma de dinero en manos de una nueva clase poseedora burguesa modifica totalmente la evo-lución social27.

El capital usuario y capital mercantil no era exclusivamente de la ci vilización occidental. En las sociedades del Imperio de los mogoles en la India, del Im-perio del Islam, China y Japón, ese capital tuvo una impor tante expansión. Hitti, en su History of the arabs, dice que hacia el siglo XIV:

Un grupo de mercaderes Karimi (yemenitas) que acabaron monopolizando el comercio de especias con la India en el Egipto de los mamelucos, adelanta ron a los notables de Damasco 700 mil dirhams de plata y 400 mil dinars de oro al rey del Yemen (monedas que contenían más cantidad de metal puro que las europeas de esa época). En los siglos IX y X, en el apogeo del Imperio del Islam, encon-tramos varios mercaderes de Basrah que poseen una renta anual de más de un millón de dírhams. (…) Un joyero de Bagdad, Ibn-al-Jassas, sigue siendo un

26 Aben Jaldun, ob. cit., pp. 154-160.27 Mandel, ob. cit., p. 91.

Page 35: Árabes. Historia, religión, ideología

34 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

hombre rico después de habérsele confiscado 16 millones de dinars de oro. (…) En el Imperio del Islam se produjo un desarrollo de la industria a domicilio y de las manufacturas que fue impresionante. Más de mil trabajadores estaban con-centrados en las minas de mercurio de la España islámica. En la célebre ciudad de tejido de paños, Tinnis, desde el 815 de nuestra era, la industria a domicilio funcionaba de manera perfeccionada. (…) El gran comercio conserva fundamen-talmente el carácter de comer cio de lujo. (…) En Bizancio, el Islam, China y la India, las manufacturas e industrias a domicilio son casi exclusivamente para los sectores de lujo, si no trabajan por encargo del Estado28.

Agrega Mandel que:

A partir del siglo XV la constitución de los Estados centralizados modernos no resulta de un aplastamiento sino, por el contrario, de una nueva elevación de la burguesía urbana. (...) (España, Rusia, Austria). A la inversa, en las otras civiliza-ciones precapitalistas el capital queda constantemente sometido a la arbitrariedad de un Estado despótico y to dopoderoso (...) como la despiadada fiscalización que aplasta a la producción artesanal e industrial bajo el Islam29.

No es consecuencia del azar el predominio del Estado absoluto en las civiliza-ciones precapitalistas no europeas, porque como lo explica Mandel:

Resulta de las condiciones de la agricultura mediante irrigaciones que exigen una estricta administración y centralización de la sobreproducción social. Paradójica-mente, el grado su perior de fertilidad del suelo y la mayor expansión de su población, es lo que ha condenado a esas civilizaciones a detenerse a mitad del camino de su desarrollo30.

En Bizancio, el gran comercio está al principio en manos de sirios, judíos y orientales. En el Imperio del Islam los primeros comerciantes son cristianos, judíos y zoroástricos. Los primeros comerciantes de la alta Edad Media en Europa Oc-cidental son asimismo judíos y sirios31.

Hitti32 cita numerosos ejemplos sobre los métodos asiáticos en la agricultura introducidos por los árabes en España:

Los árabes introdujeron en Andalucía los métodos agrícolas conocidos y comu nes en Asia Occidental; cavaron canales (en español se usa la palabra acequia, la cual tiene su derivación del árabe Alsakiya), plantaron las diversas variedades de las uvas, trajeron diferentes plantas como el arroz, el durazno, las granadas (de allí la bebida española llamada “romanía”, hecha de las granadas que en árabe

28 Ibíd., p. 113.29 Ibíd., p. 114.30 Ibíd., p. 115.31 Ibíd., p. 116.32 Ob. cit., vol. II, pp. 628-630.

Page 36: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 35

se llama Rumman), las naranjas, el algodón, el azafrán. (...) Florecieron en los llanos del sureste de la Península Ibérica centros importantes. (...) Ese auge agrí-cola es considerado como uno de los orgullos de la Andalucía Islámica.

Ribeiro33, por su parte, dice:

Pero con la victoria sobre el Islam, en Iberia se destruye el sistema agrario que había implantado, basado en una agricultura de regadío de alta tecnología y que por siglos había permitido mantener densas poblaciones hasta en las zonas más áridas. A medida que los nuevos señores aristocrático-clericales se apodera-ban de las antiguas áreas intensamente cultivadas, las transformaban principal-mente en pastoras, (...) haciendo que la escasez sucediese a la anterior abundancia. Multitudes de campesinos fueron expulsados y reducidos a la mendicidad (...) Ni siquiera todo el oro saqueado de América, en los siglos siguientes, fue sufi-ciente para compensar este retroceso.

Hasta el último imperio islámico, el otomano, el Estado fundamenta su poder mediante el dominio de la tierra, la explotación del campesino y no a través de monopolizar el comercio. Galbraith afirma que:

La posición de las élites dominantes en América Latina y en el Medio Oriente, está comúnmente asociada a la propiedad de la tierra. Tal propiedad constituía la fuente tradicional del poder. Pero sería un error identificar el poder exclusiva o predominantemente con la tierra.

Más que centros económicos, las ciudades árabes entre los siglos XVI y XVIII, eran centros administrativos donde los representantes otomanos tenían sus asientos. El comercio internacional estaba creciendo rápidamen te debido a la necesidad, para la industria europea, de mercados adicionales y el extenso Imperio otomano representó una buena oportunidad para ello. Los señores feudales turcos y árabes compraban telas inglesas y ho landesas, sedas y vinos franceses, pieles rusas y cristal de Bohemia, etc.

En cambio, exportaban a Europa granos, lana natural, pieles, frutas, nueces, aceite de oliva, telas de hilado casero, seda en rama, etc. Es decir, fue un inter-cambio de materia prima extraída por los señores feudales de sus pro ductores como renta en especie para importar el lujo extranjero; esto llevó a una mayor explotación feudal de los campesinos y a la ruina de la pobla ción rural.

El rol principal en ese comercio estuvo a cargo de comerciantes extranjeros. Por lo que Engels sostiene:

33 Ob. cit., p. 105, citando a J. Klein.

Page 37: Árabes. Historia, religión, ideología

36 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

¿Quiénes fueron los comerciantes en Turquía? No precisamente los turcos. (...) Los griegos, armenios, esclavonios y los francos establecidos en las grandes ciudades marítimas llevaban a cabo todo el comercio (...) [en cambio] saque a todos los turcos de Europa y el comercio no tendrá por qué sufrir34.

Al comienzo fueron los comerciantes italianos que se establecieron en el Im-perio otomano, pero luego fueron desplazados por los ingleses y franceses. Había entonces hoteles europeos y en las grandes ciudades comerciales los europeos tenían sus propias moradas en El Cairo, la costa de Siria y los puer-tos norafricanos.

Como intermediarios de los comerciantes europeos actuaron otros armenios, griegos, y en menor grado, árabes. En el siglo XVIII, la Compañía de las Indias Orientales se establece en Bagdad y Basrah. Los productos locales se expor-taban hacia los puertos marítimos a través de ciudades que servían como estaciones intermedias. En compa ración con el comercio internacional, el co-mercio interno estaba escasa mente desarrollado.

El predominio de los europeos en el comercio del Imperio otomano se debía al hecho de que los comerciantes europeos tenían tras de sí gran des sumas de capital y mucha mayor experiencia comercial: su organiza ción de comercio y transporte era mucho mejor, así como también su “cultura comercial”.

Por otra parte, Europa aprovechó la debilidad de los otomanos para obtener privilegios comerciales para sus comerciantes, ré gimen que se conoció como las capitulaciones: certificados que garantiza ban privilegios y derechos espe-ciales a los comerciantes europeos para establecerse, ejercer el comercio y practicar su religión.

Pero las capitula ciones cambiaron de carácter; de un permiso otorgado volun-taria y unilateralmente por el sultán, se convirtieron en el siglo XVI en acuerdos bila terales. En 1535, se establece el primero de esos acuerdos que estipulaba que los barcos de otras naciones podían entrar a los puertos del Imperio solo bajo la protección de la bandera francesa.

Con el tiempo, los poderes europeos comenzaron a considerar a las capitula-ciones como sus derechos irrenunciables y trataron de obtener la extensión de estas para incluir a sus contratistas locales. Gracias a las capitulaciones, los comer-ciantes fueron liberados del pago de impuestos y de la jurisdicción de las costas turcas; sus bienes no podían ser confiscados35.

34 Engels, The Turkish Question, New York Daily Tribune, abril 19, 1853.35 Dicho régimen duró en Egipto hasta 1937. Socavó el desarrollo del capital nacio nal y colocó a los comerciantes locales en posición inferior; igualmente la industria otomana se quedó atrás sin que los gremios de artesanos pudieran competir con los productos europeos que experimentaban la transición de la manufactura a la producción mecanizada.

Page 38: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 37

Los motivos fundamentales que llevaron a los otomanos hacia el mundo árabe pueden resumirse en:

1. Necesidades de expansión del feudalismo otomano.

2. Control de las rutas comerciales más importantes.

3. Control de los centros religiosos del mundo islámico.

Los otomanos preservaron el sistema social que había existido antes de su conquista. La tierra y el poder permanecieron en manos de los feudalistas locales.

En general la tierra estuvo dividida en tres grupos básicos:

Las tierras del Estado (y por lo tanto del sultán), que fueron la mayoría.•

Las tierras de los establecimientos religiosos.•

Las tierras de propiedad privada.•

En algunos países seguía existiendo la propiedad comunal.•

La tierra en posesión de individuos era relativamente escasa y el Esta do co-braba impuestos que llegaban hasta la mitad de la cosecha. Grandes señores feudales arrendaban las tierras privadas a los campesinos. El clero musulmán fue un soporte del sistema feudal, según Lutsky: “Para consoli dar ese sistema, extensas propiedades fueron obsequiadas por grandes se ñores feudales a los establecimientos religiosos”.

Al respecto, El Kodsy opina:

No podemos hablar de feudalismo, en este caso; la idea de que el Este Árabe es feudal no corresponde en lo más mínimo a la realidad. Se desarrollaron for mas “semi-feudales” en periodo de descenso del comercio lejano, en las áreas de llanuras agrícolas que los habitantes de las ciudades podían dominar más fácil-mente y que utilizaban así para compensar, mediante el tributo extraído a los campesinos, su pérdida de ingreso en el comercio lejano. Las planicies de Bekaa, de Palestina, Homs, Hama y el Iraq central, fueron así algunas veces sometidas al control de codiciosos terratenientes especialmente durante el período otomano (de 1500 en adelante), que fue un largo período de deca dencia comercial.

Engels niega, categóricamente, que haya existido un modo feudal de produc-ción en el Asia antigua y afirma: “Fueron los turcos quienes introdujeron en el Oriente, en los países por ellos conquistados, una es pecie de feudalismo latifundista”36.

36 Roger Bartra, ob. cit., p. 76.

Page 39: Árabes. Historia, religión, ideología

38 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Cuando llegaron los otomanos, entre las tribus nómadas existía todavía la propiedad comunal de la tierra, especialmente en África del norte, Iraq y la pe-nínsula Arábiga. Los lugares de pastoreo eran de propiedad común entre los clanes beduinos. En las áreas de siembras establecidas, las comunidades de los fellaheen redistribuían tierras entre sus miembros. En estos casos, los con-quistadores turcos declararon al Estado propietario de las tierras y las minas fueron pasadas al control individual de los nobles de los clanes: los emires y los jeques.

El sistema del feudo militar fue extendido (...) a la parte nororiental de Siria e Iraq (...) En otros países la tierra permaneció mayormente en las manos de los se ñores feudales locales, quienes pagaban tributo a los representantes del sultán. En Egipto (...) el sistema de propiedad feudal que había existido bajo los sultanes mamelucos, fue preservado. Toda la tierra pertenecía a los señores feudales. (...) Los gobernantes turcos de Egipto heredaron de los sultanes mamelucos la cos-tumbre de formar guardias privadas. (...) Hacia finales del siglo XVIII, dos tercios del terri torio egipcio estuvo concentrado en las manos de los mamelucos, estos se convir tieron en el estrato dominante de la clase feudal egipcia (...) Al igual que en Egipto, también en Siria y el Líbano los conquistadores preservaron el sistema feudal. La tierra permaneció en manos de la nobleza local árabe. Bajo los turcos, el Líbano fue una especie de Principado autónomo. (...) Había casos similares en Siria, por ejemplo Latakia37.

Los pashas turcos servían de intermediarios entre los emires árabes y el sultán. Los soberanos feudales eran gobernantes absolutos de sus propias tierras; los emires y jeques dependientes suministraban al ejército del gobernador ca-ballería, recababan impuestos y le pagaban tributos. Se decía del emir druso libanés Fakhr ed-Din II que era el hombre más rico del imperio.

En Safad (Palestina), el Sheikh (jeque) Zahir tenía, en el siglo XVIII, una renta anual de 50 mil libras esterlinas. En los lejanos distritos de Siria y Palestina, existieron remanentes del sistema comunal primitivo. Esas áreas habían sido habitadas, por mucho tiempo, por numerosas tribus nómadas y sedentarias; el lento proceso de feudalización estaba produciéndose. Sin embargo, los je-ques tribales se asemejaban más a jefes de clanes y tribus que a gobernantes feudales.

Hay descripciones de casos en el sur de Palestina hacia fines del siglo XVIII en los que el jeque está a cargo de una fuerza de 500 jinetes, pero al mismo tiempo cuidaba el ganado y trabajaba junto a los miembros de su familia.

37 Lutsky, ob. cit., pp. 11-14.

Page 40: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 39

En Siria, el Líbano y Palestina existían, además, dominios religiosos feudales. Aquí se combinaba la separación feudal con la religiosa por lo que, frecuente-mente, la lucha política tomaba el carácter de lucha religio sa. El alto clero de la Iglesia maronita, poseía vastas extensiones de tierras y, conjuntamente con los señores feudales, explotaban a los campesinos.

En Iraq había diferencias definidas entre el norte montañés y las llanuras del sur; la formación de las relaciones feudales era peculiar. En el norte, los grandes propietarios eran los beks kurdos, típicos señores feudales dueños de dominios de decenas de miles de hectáreas, reclutaban soldados y pagaban tributos a los representantes del sultán. En el sur, sin embargo, prevalecieron las relaciones patriarcales. Las tierras pertenecían a las tribus árabes y eran consideradas su propiedad colectiva.

Como ya fue señalado, las autoridades turcas trataron de liquidar la propiedad colectiva pasándola a manos de las élites de los clanes. Surgieron así grandes familias árabes que poseían inmensas extensiones de tierra, dando esta situa-ción lugar al estallido de conflictos entre los nuevos señores feudales, por una parte, y los nómadas y las tribus sedentarias, por otra, ya que estos últimos se rehusaban a pagar rentas. Se producen choques, se repiten los levantamientos populares armados y, generalmente, los nuevos señores feudales eran mera-mente propietarios nomi nales de la tierra que les era asignada.

En África del norte, los turcos poseían parte de la tierra del litoral y llevaron a cabo largas guerras contra las tribus árabes y bereberes, quienes defendían sus derechos sobre sus tierras.

Resumiendo, en general, la simple reproducción no permitía la creación de reservas importantes ante la posibilidad de calamidades sociales o naturales. Ello, unido a las guerras frecuentes y la discordia feudal, arruinó a los campe-sinos y llevó a una declinación de la agricultura y a un dete rioro de las condi-ciones de vida del pueblo.

Paralelamente al poder otomano, se desarrollan en las costas del golfo Arábigo y del mar de Arabia pequeños Estados marítimos mercantes de tribus árabes con tradición marítima. Los jeques disponían de enormes flotas y practicaban el comercio, el contrabando y sus asaltos eran frecuentes. Eran sultanes corsa-rios y su poderío llegó a ser considerable.

No obstante, es necesario recordar que esos casos se producen en regiones completamente áridas, en donde la agricultura es prácticamente nula y la lluvia tan escasa que no permite la construcción de presas y canales, ni la adminis-tración centralizada de la tierra cultivada, porque esta, sencillamente, no existe. Aquí las formaciones tribales patriarcales se mantienen hasta los comienzos de este siglo.

Page 41: Árabes. Historia, religión, ideología

40 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

La escasa y dispersa población tampoco permi te agruparla dentro de marcos patriótico-nacionales, ya que la solidaridad de esas comunidades es más bien activa a nivel de la tribu. La influencia de esos casos, por lo demás, sobre el conjunto árabe fue prácticamente nula desde el punto de vista cultural, eco-nómico, político y militar, por lo peri férico de su ubicación y lo mínimo de su magnitud. El que actualmente tenga importancia no se debe a su función comercial (porque ya no la tiene), sino a sus abundantes reservas y gran pro-ducción petrolera, así como a su estratégica ubicación en la vía del transporte de ese producto.

Page 42: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 41

Capítulo III

Proyectos unionistas árabes y expansión colonialista europea

Es muy importante asociar los períodos durante los cuales se producen los primeros levantamientos árabes antiturcos, así como los intentos unionistas, por una parte, con la etapa de la expansión colonialista europea, por la otra. Dichos movimientos no solo llevaron a los otomanos a intensi ficar sus esfuer-zos para ejercer una dominación más eficiente, sino que también sirvieron de alerta a Inglaterra y Francia.

Ambas potencias com prendieron que si bien el poder otomano estaba debili-tándose en la periferia, abriéndose así ante ellas la oportunidad de penetrarla, en las provin cias árabes los ánimos se encontraban encendidos contra la ocu-pación extranjera, aunque fuera oriental y musulmana.

Además, los ensayos unio nistas que agrupaban territorios tan extensos (des-de Egipto hasta Hijaz, pasando por Siria y Palestina), representaban un serio obstáculo ante cualquier política europea colonial. Todo ese cuadro se com-plicaba por la temprana intervención rusa en los asuntos de la región, motivo por el cual Francia e Inglaterra tuvieron que acelerar su propia presencia en la misma. Francia emprende entonces su proyecto de la conquista de Egipto.

El proceso unionista en el mundo árabe no es una manifestación reciente. Dos hechos que tuvieron su origen en la península Arábiga y Egipto, respectiva-mente, representan ensayos de Estados dotados de nota ble poderío militar y de importante arrastre popular. Ambos tuvieron que chocar con la principal potencia oriental del momento: el Imperio otomano. Además, tanto este últi-mo como los dos primeros experimenta ron enfrentamientos violentos con la expansión de la Europa capitalista.

La mutua oposición que desarrollaron entre sí ambos Estados árabes condujo a su debilitamiento, por un lado, y al éxito de los adversarios comunes, por el otro. Al entrar el Imperio otomano en las etapas de su desmembramiento y de-cadencia, confrontando diversas crisis tanto en sus provincias europeas como en las africanas y asiáticas (estas últimas en su mayoría a árabes), Occidente se encuentra en un avanzado estado de desarrollo industrial, orientándose, entre otros, hacia Oriente y en particular hacia la India. Para ese proceso ex-pansivo, el mundo árabe constituía una región inter media cuyo control fue de vital importancia estratégica. Sin embargo, dos situaciones muy significativas a comienzos del siglo XIX dificultaron alcanzar dicho objetivo; a saber:

Page 43: Árabes. Historia, religión, ideología

42 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

El reino de Mohammed Alí en Egipto y su posterior expansión.•

El Movimiento Wahabita en la península Arábiga y sus avances hacia • Siria, Iraq y el golfo Arábigo.

Incluso, aunque más adelante, esos dos casos confirman una tenden-• cia al agregarse:

El Movimiento de El Mahdi en el Sudán.•

En cuanto a los primeros, Sulaiman Faidhi (1895-1951), luchador por la libera-ción de los árabes y por la independencia de Iraq, estima en sus memorias38 que ambos representaban los primeros y más importan tes proyectos hacia la unidad árabe.

A partir de esos hechos, la expansión, penetración y colonización capitalista comprende que los anhelos árabes de independencia y unificación chocan violentamente con sus objetivos de dominación. Los dos procesos, el de la liberación nacional árabe, por un lado, y el de la dominación colonialista capitalista occidental, por el otro, irían a configurar el marco dentro del cual se desarrolló una lucha que comenzó a intensificarse desde entonces y que, con el tiempo, se ha diversificado y complicado más aún, constituyendo en la actualidad uno de los problemas mundiales más complejos y explosivos.

Entre los centros árabes de resistencia antiturca destaca el Líbano, desde 1590 bajo el liderazgo del emir druso Fakhr ed Din II, “un alumno leal de Machiavelli”39. Este príncipe dominó el Líbano y considerables partes de Siria y Palestina; buscaba liberarse del sultán otomano con la ayuda de Occidente, especialmente de Italia. Su ejército contaba con 40 mil hombres y en 1613 provocó una rebelión que involucró a toda la pobla ción del Líbano. Pero su intento fue vencido por los turcos y el emir se exiló durante 5 años en Italia hasta que fue perdonado en 1618.

Retornó a sus dominios, fomentó el comercio exterior y la europeización del país, mandó a estudiar en Italia a un grupo de jóvenes maronitas que sirvieron luego de pioneros en la educación. El intercambio facilitó también a Euro pa el estudio del idioma árabe.

Ali-Bey, el gobernador de Egipto se declara independiente de los turcos en 1769 y apoyándose en Rusia se proclama sultán de Egipto y de los dos mares. En 1770 agrega la provincia de Hijaz a sus dominios. Para enfrentarse a los tur-cos, Ali-Bey busca la alianza del gobernador de Safad (en Palestina), el jeque Zahir, quien había equipado un ejército de aproximadamente 70 mil hombres y disponía de una flota.

38 Sulaiman Faidhi, Fi Ghamrat El-Nidhal, Bagdad, 1952, pp. 35-36.39 Lutsky, ob. cit., p. 32.

Page 44: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 43

Juntos, Ali-Bey y Sheikh Zahir comenzaron la conquista de Siria; tomaron Damasco, Saida y Jaffa. El príncipe libanés Yusef Shehab, junto a las fuerzas tur cas retomó Saida. Ali-Bey y Zahir perdieron la protección que les estaba brindando una flota rusa, que se había retirado en 1772 después de la firma del armisticio entre Turquía y Rusia.

Con el propósito de debilitar a su vecino el Imperio otomano, la Rusia zarista dio apoyo a los movimientos nacionalistas en el Balkan y algunas provincias árabes. Deseosos de liberarse del odiado yugo otomano, los gobernadores árabes buscaron la alianza con Rusia, especialmente durante la guerra ruso-turca en 1768-1774. A pesar de que en algunos casos los líderes eran señores feudales, el movimiento tomaba un carácter profundamente popular.

En 1773, al terminar el armisticio, aparece nuevamente la escuadra rusa en las costas de Siria. Esta vez Shehab se convierte en aliado de los rusos y de Zahir. Rusia captura a Beirut y Shehab solicita a Catalina II la ciudadanía rusa y que establezca un protectorado sobre el Líbano.

Sin embargo, de nuevo la política de potencias lleva a que los rusos se reti-ren a raíz de la firma de un tratado con los otomanos; estos últimos derrotan entonces a Zahir y lo ejecutan. El representante del sultán otomano en Siria y Palestina es ahora Jazzar, El Carnicero, un sobrenombre brutalmen te ganado por un gobernador otomano especializado en la represión de levantamientos populares.

Jazzar se encargó de sofocar cruelmente un movi miento de campesinos que había estallado en 1780 en el Líbano. Más tarde Jazzar suprimió rebeliones de beduinos en Palestina y de campesinos en Saida. Luego, en 1798, la población de Damasco se negó a pagar tribu tos a Jazzar, lo cual condujo a una gran re-belión que obligó al sultán a nombrar un nuevo gobernador.

A comienzos del siglo XVIII, no encontramos en la península Arábi ga ni una sola organización estatal. Su población, beduinos de las llanuras y labriegos establecidos en los oasis, estaba dividida en numerosas tribus. Esa región ha-bía sido la más atrasada del mundo árabe; las relaciones feu dales aquí tenían aún rasgos de la forma de vida patriarcal. La cría de camellos y ovejas de los nómadas y la siembra por regadío en los oasis seguían siendo la base de la economía.

Así que en Arabia surgió “una relación general” entre el asentamiento de una parte de las tribus y la continuada vida nómada de las otras, la cual fue carac-terística de todas las tribus orientales según Marx40.

40 Marx y Engels, Correspondencias seleccionadas, Moscú, 1965, p. 80. Citado por Lutsky, ob. cit.

Page 45: Árabes. Historia, religión, ideología

44 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

La división del trabajo entre la población sedentaria y la nómada, condujo al intercambio de los productos agrícolas de los oasis y los productos pecuarios de las llanuras. Además, tanto los labriegos como los beduinos requerían pro-ductos importados como cereales, sal y telas; el comercio por caravanas con Siria e Iraq estaba creciendo, pero los asal tos de los beduinos amenazaban el desarrollo del comercio.

Por otra parte, los turcos comienzan a ocupar las costas árabes del mar Rojo (Hijaz y Asir) y Yemen a partir del siglo XVI, mientras que Portugal, Holanda e Inglaterra proceden a establecer sus bases en la costa oriental de la penín-sula Arábiga. En el siglo XVIII, Persia llegó a ocupar Bahrain, El-Hasa y Omán; sin embargo, el interior de Arabia, protegido por desiertos impenetrables, se mantiene libre de toda invasión y es la fuente de posteriores movimientos importantes.

Así pues, el proceso de unificación de las costas árabes se desarrolló como una lucha contra las invasiones externas. El imam del Yemen logra así ex-pulsar a los turcos en el siglo XVII; en el Hijaz, los descendientes del Profeta (los sherifs hashimitas) son los verdaderos gobernadores, mientras los turcos tienen una presencia nominal; a mediados del siglo XVIII, los persas son ex-pulsados de Omán; la dinastía feudal árabe de Bahrain saca a los persas de la isla en 1783.

En su expansión hacia el océano Índico, el Imperio otomano utilizó a la ciu-dad porteña iraquí, Al-Basrah41, como su base de operaciones. En sus propó-sitos, los otomanos tuvieron que enfrentar la resistencia del Imperio persa y combatir el avance europeo. Hubo, de todos modos, dos períodos: el primero representó intentos de carácter general que no condujeron a extender el poder otomano; el segundo atestiguó mayores éxitos otomanos en convertir a varias provincias del golfo Arábigo en dependencias suyas.

La dificultad principal, para los otomanos, en el primer período fue debida a que todavía no habían logrado establecerse firmemente en Al-Basrah. Todavía en 1554, la flota otomana no puede apoderarse de las fortificaciones de Al-Alian, los gobernantes locales de la ciudad, ni tampoco puede vencer la resis-tencia de las tribus de Al-Muntafik. Poco después, sin embargo, los otomanos dominan la ciudad y comienzan su expansión hacia el golfo, pero la flota portuguesa con base en el estrecho de Hormuz sale victoriosa. Los otomanos tienen entonces una base pequeña en Basrah, mientras que Suez sirve de puerto principal para sus operaciones (el canal de Suez, aún existente).

Luego del debilitamiento de Portugal, los otomanos por su parte se encuen-tran relativamente inermes frente a Holanda e Inglaterra, aunque Istambul

41 Basora.

Page 46: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 45

logró en 1592 establecer su gobernador en El-Hasa42 por vía terrestre desde Iraq y con la ayuda de sus tribus. En 1670, los beni khaled expulsan a los otomanos de El-Hasa, extienden su poderío hasta regiones otomanas del Iraq y convierten a Kuwait en su capital durante los meses de verano43. Aunque se independizaron en El-Hasa, los beni khaled mantuvieron buenas relaciones con los sucesivos gobernadores de Basrah y se consideraban aliados de los otomanos.

Los jeques de Kuwait expresaron su sumisión al gobernador otomano de Bas-rah en 1718 y desde entonces Istambul mantuvo su soberanía nominal sobre Kuwait.

Durante el Gobierno otomano, Basrah fue sitiada y ocupada por los persas en varias oportunidades a fines del siglo XVII y luego a fines del XVIII. Ello contri-buyó a que aumentara la importancia de Kuwait porque sustituyó a Basrah en su papel en el comercio con la India.

Se observa que cuando Basrah fue sometida a la agresión persa, la ayuda árabe provino desde Kuwait al igual que de El-Hasa cuando en 1775 sus príncipes enviaron tropas y el Imam de Omán (Ahmed Bin Said) suministró el apoyo marítimo con su poderosa flota la cual dominó a Shat Al-Arab y garan-tizó los suministros. En dicha época, la mayor parte del comercio de Omán, especialmente el café, se dirigía hacia Iraq44.

Pero la solidaridad ofrecida por los jeques y príncipes árabes de las costas del golfo, no encontraron iniciativas similares por parte de los otomanos; la actitud otomana pasiva creó “un vacío de poder” que fue ocupado por fuerzas tanto locales como extranjeras.

Wahabismo: unidad árabe embriónica

Desde el corazón de Arabia se va gestando un movimiento por la unifica-ción de las tribus árabes, por la centralización de los principados Nejd, por la fusión de las tierras árabes en una sola. Así nace el wahabismo, una lucha basada en una nueva ideología religiosa cuyo fundador fue Mohammed Ibn Abd-el Wahab, nacido en 1703.

Para Engels: “La revolución religiosa de Mahoma, como todo movimiento religioso, fue formalmente una reacción, un alejado retorno a lo viejo, a lo

42 Costa Oriental de la actual Arabia Saudita.43 Mustafá A.K., Al-Najjar, La historia política de las relaciones internacionales de Iraq con el golfo Arábigo, publicado por el Centro de Estudios del Golfo Arábigo, Universidad de Al-Basrah, 1975, p. 37.44 Gamal Zakaría Kassim, El Estado Bu Saíd en Omán y África Oriental 1741- 1861, El Cai-ro, 1968.

Page 47: Árabes. Historia, religión, ideología

46 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

simple”45. Ahora, la “revolución religiosa” de Abd-el Wahab “fue también un alejado retorno a lo viejo, a lo simple (...) Pero el significado de la ‘revolu-ción’ no está en una nueva interpretación del Islam, sino en un llamado a la unidad árabe”46.

Los wahabitas predicaron la lucha sin tregua contra los shiítas persas, contra el seudocalifa otomano y sus gobernadores los pashas turcos; su objetivo fue expulsar a los turcos y unificar los territorios árabes liberados bajo la bandera del Islam puro. Los aliados de Abd-el Wahab y posteriores herederos de su causa fueron los príncipes Saud de Nejd.

Este movimiento unificó a Nejd en 1791 y dio origen a un Estado feudal teo-crático sin la formación de un nuevo sistema social ni tampoco llevó al poder a una nueva clase. Pero el carácter progresista de esos eventos está en el he-cho de que “debilitaron la anarquía feudal y la desunidad árabe”.

Para 1793, El-Hasa en las costas del golfo Arábigo es incorporada al Estado wahabí y desde allí comienza su expansión hacia el golfo para conquistar, en 1803, a Kuwait y Bahrain, las ciudades de la llamada Costa de los Piratas, con su formidable flota, pasaron al poder wahabí y su influencia se extendió ampliamente en Omán.

Pero ya este movimiento no tiene que enfrentarse solo a la resistencia de los numerosos líderes locales, pequeños y grandes emires y sultanes, ni tampoco el opositor es un Estado oriental, ya sea el otomano o el persa; el enfrenta-miento se produce ahora con Inglaterra a través de su poderosa Compañía de las Indias Orientales.

Así pues avanzaron los wahabitas a fi nes del siglo XVIII, expulsaron a los beni khaled, se apoderaron de El-Hasa y más tarde constituyeron una seria ame-naza para la influencia oto mana en la costa del golfo y en el propio Iraq. De hecho, los wahabíes atacaron a Basrah, Karbala y Bagdad entre 1801 y 1808, pero la victoria fue de los otomanos. Por otra parte, el sultán de Maskat fue uno de los gobernantes árabes que sintieron la amenaza wahabita para su po-der e influencia y pidió repetidas veces la ayuda otomana en Bagdad.

En ese movimiento unificador puritano árabe, el wahabismo, hay que bus-car una buena parte de los motivos que aceleraron en Europa la decisión de dominar la región y llegar a la convicción de la necesidad de buscar aliados locales y externos para fomentar la desunión entre los árabes e impedir todo proyecto y fórmula de unidad que surja espontá nea y genuinamente de los árabes.

45 Marx y Engels, ob. cit., p. 79.46 Lutsky, ob. cit., p. 80.

Page 48: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 47

ARA

BIA

SA

UD

ITA

IRÁN

Qat

ar

Doh

a

Mus

cat

Dub

ai

Band

ar A

bbas

SULT DE O

MÁN

Shar

jah

Al H

uruf

Hill

ah

Naj

af

Shir

az

Aba

dam

Amar

ah

Ahw

az

Kuw

ait

GOLFO ARÁBIG

O

ESTRECHO

DE O

RMUZ

EMIR

ATO

S Á

RABE

S U

NID

OS

ARABI

STÁN

GOLF

O D

E O

MÁN

Kut

Riya

dh

Kerb

ala

Nas

iriya

hSa

maw

a

Basr

a

Muh

amm

ara Dha

hran

Bahr

ainBu

sheh

r

Bura

ymi

El golfo Arábigo

Page 49: Árabes. Historia, religión, ideología

48 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Al igual que en la región del Mediterráneo este, en Egipto y en el Maghreb, aquí también en la región de la península Arábiga del mar Rojo y del golfo Arábigo, fue la intervención y la acción del colonialismo europeo, principal-mente británico, lo que condicionó el posterior y más reciente desenvolvi-miento del conjunto del mundo árabe.

La expedición napoleónica en Egipto

“Napoleón esperaba que la conquista de los países árabes en África del Norte y Asia Menor permitiera a Francia crear un poderoso Imperio colonial que compen sara sus perdidas colonias americanas”47. Este primer contacto del mundo árabe con una potencia colonialista occidental en expansión ocurre en momento durante el cual se habían producido varios levantamientos árabes populares contra el poder central turco.

Napoleón desembarca en Egipto el 1 de julio de 1798. Con el canal de Suez, aún inexistente, Egipto representaba el trayecto más corto entre Inglaterra y la India ya que había estaciones para las caravanas que llevaban a los pasajeros, así como las mercancías y el correo hasta los buques anclados en Alejandría que viajaban al puerto de Suez en el mar Rojo.

Napoleón viene acompañado por 175 ingenieros y científicos destinados al estu-dio de Egipto; tomó el papel del gobernante musulmán, usaba el nombre de Alí Bonabarda Pasha; utilizó ropas orientales con turbante y túnica y visitaba regular-mente la mezquita los viernes; convirtió al Islam a uno de sus generales, Jacques Mencu; su nuevo nombre: Abdullah48.

Además, Napoleón se declara amigo del sultán otomano y proclama que ha venido a liberar a los egipcios de la tiranía de los mamelucos. Pero Napoleón y sus fuerzas encuentran una feroz resistencia tanto popular como por parte de los ejércitos mamelucos.

Un mes más tarde, encabezando una flota el almirante británico Nelson se enfrenta a los franceses y destruye la mayor parte de su flota, quedando así el ejército invasor francés casi incomunicado con Francia. En septiembre de 1798, el sultán otomano declara la guerra a Francia y esos eventos fortalecie-ron la determinación egipcia de seguir luchando contra sus invasores.

Al encontrarse aislado de su país, Napoleón comienza una marcha hacia Siria en febrero de 1799, pero allí también fracasa en sus intentos de conquistar Siria y Palestina.

47 Vladimir Borisovich Lutsky, Modern History of the Arab Countries, Progres Publishers, Moscú, 1969, p. 39.48 Lutsky, ob. cit., p. 43.

Page 50: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 49

Durante el sitio de Acre, Napoleón hace un llamado infructuoso a los judíos a enrolarse bajo su liderazgo para “reconstruir la antigua Jerusalén”; dijo que eran una nación extraordinaria y que tenían derecho legítimo a heredar Pales-tina. Probablemente Napoleón anhelaba contar con el apoyo del ministro de Finanzas y Abastecimientos de Acre que era un judío oriental49.

Bonaparte tiene que retroceder a Egipto y luego sale secretamente hacia Fran-cia. Ante la resistencia armada del pueblo egipcio, el general Kléber recurre a los pogromos, quemas de barrios enteros, sentencias bárbaras y todo tipo de represalias.

Inglaterra aumenta sus fuerzas en Egipto y el general Kléber50 tiene que reti-rarse luego de haber firmado una tregua con Istambul. Durante los tres años de ocupación francesa, Egipto adquirió una buena experiencia de lucha li-bertadora, aunque con mucho sufrimiento y sacrificio. Ahora, expulsados los franceses, queda en Egipto un ejército británico de más de 20 mil soldados, un ejército de más de 40 mil turcos y el ejército de los mamelucos con más de 4 mil hombres.

Sin embargo, los términos del armisticio obligaban a Inglaterra a retirarse y esto suce dió en 1803. Luego ocurren duros enfrentamientos entre turcos y mame-lucos, es decir los esclavos, y el comandante de las fuerzas turcas victoriosas Mohammed Alí. Una vez derrotados los mamelucos, se convierte en goberna-dor de Egipto, obligando al sultán otomano a reconocerlo como tal.

Mohammed Alí consolidó primero el poder otomano con la ayuda de los ma-melucos, luego golpeó duramente a estos y, haciendo una serie de reformas y obras y tomando medidas populares, se ganó el apoyo de los egipcios y se independizó como gobernador de Egipto y vasallo del sultán otomano.

Estos acontecimientos ocurren casi simultáneamente con la expansión árabe wahabita. Mientras este movimiento se limitaba a unificar el interior de la pe-nínsula, escaso era su significado para las potencias interesadas en la región árabe oriental. Pero en el momento en que comenzó a incorporar las costas de Arabia (ya sea en el mar Rojo, en el golfo de Adén, en el mar de Arabia, en el golfo de Omán o en el golfo Arábigo), el Estado wahabita unificado, comienza a chocar abiertamente con varios importantes oponentes, principal-mente Inglaterra.

49 A. Wahab Al-Kaiali, Historia moderna de Palestina”, p. 28, Beirut, 1973.50 Kléber fue asesinado en su residencia en junio de 1800 por Suleiman Al-Halabí; a este los franceses le quemaron la mano y lo hicieron morir estacado. A cuatro jefes religiosos acu-sados de cómplices suyos, les fueron cortadas las cabezas.

Page 51: Árabes. Historia, religión, ideología

50 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Fred Halliday afirma:

Es histórico argumentar que el imperialismo simplemente creó las divisiones entre los países del Medio Oriente o que estas sociedades permanecieron dividi das debido a que el imperialismo las mantuvo separadas. El imperialismo cierta mente intensificó y utilizó estas divisiones, pero las diferencias mismas eran anteriores al imperialismo51.

Ciertamente, “las diferencias eran anteriores al imperialismo”, ya que van to-mando cuerpo con el desarrollo mismo del capitalismo y su evolu ción hacia el imperialismo, pero el actor principal fue permanentemente el colonialismo europeo y a este se opuso la lucha constante de los árabes por la independen-cia, la liberación y la unidad.

La Compañía de las Indias Orientales ayudó al sultán de Mascat a combatir a los wahabitas en 1804; dicho sultán era un vasallo de Inglate rra. En 1806, la Compaña y el sultán de Mascat forman una alianza antiwahabí y logran blo-quear las costas wahabitas. Y es a partir de aquel entonces que los británicos mantuvieron una flota permanentemente en el golfo Arábigo. Sin embargo, el dominio británico del mar no podía aún debilitar el poder wahabita en tierra, ya que la totalidad de las costas del golfo Arábigo se mantuvieron bajo el control wahabita.

Puede afirmarse entonces que a partir de los últimos años del siglo XVIII y los primeros años del XIX, la influencia, presencia e intervención de las principales potencias capitalistas colonialistas europeas, se convierte en un permanente factor exógeno que va configurando la evolución de la región árabe en todos los terrenos: militar, político, económico, social, cultural y tecnológico, me-diante diferentes formas:

Invasiones y ocupación militar. •

Represión y régimen militar; pillaje, impuestos.•

Imposición de sistemas administrati vos.•

Privilegios para los comerciantes extranjeros y extensión de impuestos • para productos importados.

Introducción de ideas políticas.•

De corrientes ideológicas, de conocimientos, costumbres y valores.•

Establecimiento de misioneros e intervención política con el pretexto • de dar protección a las minorías religiosas y actividades culturales y sociales de los misioneros.

51 Arabia Without Sultans, Penguin Books, Middlesex, England, 1974, p. 20. Citado por J.A. Silva Michelena, p. 212.

Page 52: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 51

Alianzas político-militares con elementos locales y luchas contra los • pro yectos unionistas y las corrientes nacionalistas independentistas; introducción de tecnologías y ciencias modernas, etc.

El avance británico actúa ahora desde dos direcciones:

Desde la India hacia el golfo Arábigo.•

Desde el Mediterráneo hacia Egipto.•

Es decir, el oriente árabe, el Manshriq, está sujeto a una “operación pinza” en la cual Inglaterra combate en el este a los wahabitas y en el oeste a los egip-cios liderados por Mohammed Alí. Aunque ambos pro cesos tienen objetivos similares en cuanto a unificación de los árabes y sus respectivas provincias, el capitalismo europeo se beneficia por el he cho de que estos, en vez de acer-carse el uno al otro, se enfrentan entre sí militarmente en una de las luchas que más debilitaron a la naciente unidad árabe.

Los propósitos unionistas de los wahabitas les llevaron a las fronteras de Iraq y de Siria. En Iraq, lograron penetrar hasta la ciudad de Karbala en 180152, pero fueron derrotados no solo por el ejército turco, sino por la resistencia de los iraquíes. Igualmente realizaron campañas para apode rarse de Damasco y Alepo, pero fracasaron. Para esos momentos, los prerrequisitos económicos y sociales para una unión con Arabia, no estaban dados en Siria e Iraq.

Esos avances de los wahabitas constituían ya una grave amenaza para la au-toridad otomana en los países árabes y en 1811, el sultán otomano decide aprovechar el poderío de Mohammed Alí contra los wahabitas. Estos últimos se habían convertido de hecho en los rivales más potenciales de Mohammed Alí en su lucha por las provincias árabes; él consideraba a Arabia como la vía para apoderarse de Siria e Iraq.

En cuanto a las alianzas entre las potencias, Turquía era aliada de Francia mientras que Inglaterra se había aliado con Rusia. Al reiniciarse la guerra entre Inglaterra y Francia en 1805, Turquía estuvo igualmente involucrada (Guerra Anglo-Turca, 1807) y la flota inglesa trató de bombardear a Istambul, la ca-pital, pero se vio obligada a retirarse ante la movilización popular turca. Por otra parte, los británicos atacaron Egipto en 1807 y su experiencia fue bastante mala; encontraron su derrota a manos de un ejército acompañado de campe-sinos y beduinos. Cuando finalmente Mohammed Alí avanzó hacia Alejandría, el comandante de las tropas británicas pidió firmar un acuerdo de paz.

52 Kotlov en su libro sobre La Revolución de 1920 cita a Adamov informando que los wa-habíes se llevaron de Karbala grandes cantidades de monedas orientales, 6 mil doblones españoles, 350 mil monedas venecianas de plata, 400 mil ducados holandeses y 250 mil taler españoles (p. 52 de la traducción al árabe publicada en Bagdad, 1971).

Page 53: Árabes. Historia, religión, ideología

52 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Inglaterra ya sabía con certeza que no era fácil doblegar a los árabes y derro-tarlos militarmente; su experiencia en el golfo53 y ahora en Egipto era viva y elocuente. El que esas principales fuerzas árabes se debilitaran recíprocamen-te solo podía ser motivo de satisfacción para Ingla terra.

El fracaso de Napoleón en Egipto no debilitó su determinación de seguir ade-lante con su plan hacia la India. Para realizar esos planes, concentró sus es-fuerzos en Siria e Iraq, tratando de avanzar a lo largo del valle del Éufrates.

En su penetración en Siria y Palestina, la burguesía francesa ponía como pre-texto su derecho a defender el comercio francés en Orien te y “salvaguardar los derechos de los cristianos orientales”.

Hasta el mo mento, el principal obstáculo para realizar sus planes lo constituía Ingla terra que en 1799, cuando Napoleón estuvo sitiando a Acre, la ciudad fue defendida por los cañones del escuadrón británico de Sidney Smith. Ahora en 1805, los agentes franceses llegan a acuerdos con el pasha otomano de Bagdad, Hafiz Alí y este, con la ayuda de instructores fran ceses organiza su ejército al estilo europeo.

Luego, el influyente embajador francés en Istambul, general Sebastiani, con-sigue que el sobrino de Hafiz, Kuchuk Sulaiman sea nombrado pasha de Bagdad.

Francia logra también firmar un Tratado de Alianza con Persia en 1807 y el general Gardane en cabeza la misión militar francesa encargada de modernizar el ejército del sha.

Gran Bretaña que desde fines del siglo XVIII, por intermedio de la Compañía de las Indias Orientales, organizó rutas de correo desde Bombay hasta Basrah y desde allí por caravanas a Istambul vía Bagdad y Alepo, se preocupa por los planes de Napoleón en Iraq y conspira hasta que logra la expulsión de los mi-litares franceses de Iraq. Más tarde surgen problemas entre Kuchuk Sulaiman y la Compañía, y el pasha expulsa de Bagdad al representante de la Compa-ñía. Esta, por su parte, instiga a la Porte de Istambul, es decir, el despacho del primer ministro y logra la deposición de Kuchuk. De nuevo Inglaterra y su Compañía se afianzan en Iraq.

Entre 1817 y 1831 con Daud Pasha como gobernador de Bagdad, la Compañía enfrenta dificultades debido a que el pasha anuló las capitulaciones y los pri-vilegios de la Compañía y sus agentes, pero esta utiliza su flota para expresar su descontento y Daud procede a confiscar los bie nes de la Compañía y tomar la residencia de la misma en Bagdad.

53 Contra los wahabitas, Inglaterra había perdido numerosos buques entre capturados y hundidos.

Page 54: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 53

Además, Daud estableció (según el ejemplo de Mohammed Alí), un mono-polio estatal para exportar los principales productos de Iraq: trigo, cebada, dátiles, sal; introdujo el cultivo de algodón y la caña de azúcar; trajo arte sanos europeos y estableció una fábrica de armas, otra para tejidos; impor tó la pri-mera imprenta y fundó la primera escuela moderna, utilizó por vez primera una bomba moderna de agua y su ejército alcanzó los cien mil hombres54.

Las limitadas acciones tanto en Francia como de algunos pashas otomanos en Iraq no llegaron a preocupar a los estrategas británicos tanto como el crecien-te poderío wahabita en las costas de Arabia y del golfo y la subsiguiente lucha que Mohammed Alí emprendiera en 1811 (en nom bre del sultán otomano) contra el Estado wahabita.

El Estado egipcio en expansión

Bajo Mohammed Alí, Egipto experimentó numerosas reformas y sus condicio-nes cambiaron notablemente: se llevó a cabo una reforma agraria que debilitó el feudalismo de los mamelucos; se reorganizó el sistema de pago de impues-tos y se procedió a centralizar el poder y la administración.

El proceso fue acompañado por una liberación del campesinado de las arbitra-riedades de los feudales, aunque el campesino traba jaba ahora para un Estado feudal; se comenzó a reclutar soldados entre los campesinos egipcios y se trajo a numerosos instructores militares, france ses e italianos, para formar al nuevo ejér-cito para los comandantes egip cios.

Mohammed Alí creó escuelas militares (escuela de infantería, escuela de caba-llería, escuela de artillería) y una academia para el Estado Mayor fue inaugu-rada en 1826; se tradujeron al árabe las regulaciones militares francesas y se tomó al ejército de Napoleón como modelo para el ejército egipcio.

La reorganización del ejército sirvió de promotora para el desarro llo y flo-recimiento de la industria en la forma de talleres y manufactorías que iban desde fundiciones de hierro, fábricas de salitre y de pólvora hasta fábricas de algodón, de azúcar y lecherías, etc., todas ellas pertenecientes al Estado y a la nueva familia real. Se acelera el desarrollo de la agricultura y crecen las expor-taciones de algodón, arroz, índigo, etc.; se reactivan viejas obras de irrigación, se construyen otras nuevas y se amplía el área cultivada bajo riego; se crean monopolios estatales tanto en la agricultura como en la industria.

El Estado tenía el derecho exclusivo de comprar y vender los productos tanto agrícolas como industriales (hilo, telas, paños, jabón, seda, salitre, azúcar, etc.)

54 Mohammed Salman Hasan, Economic Development of Iraq, Beirut, 1965, p. 32 (en árabe).

Page 55: Árabes. Historia, religión, ideología

54 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

y los precios de compra estaban determi nados; los monopolios comerciales complementaban aquellos de la agricul tura y la industria. El Estado era el único suplidor de productos egipcios en el mercado doméstico y el único ex-portador. Los vendedores al detal eran agentes del Gobierno para la venta de los productos del monopolio estatal.

Se fundan en esa época escuelas de medicina, veterinaria, agronomía, derecho, idiomas, un politécnico y una escuela de música; proliferan las escuelas primarias y secundarias, se envían becarios a Europa y se traen de Francia médicos, inge-nieros, maestros y juristas. Se va formando la base de una burguesía intelectual. El primer periódico egipcio comienza a circular y en 1822 se establece la primera editorial que publica en árabe, turco y persa.

Esas reformas se hacían a expensas de las masas populares y el enri quecimiento de la familia real y los nuevos señores feudales era notorio. El modo de pro-ducción feudal sigue vivo, pero quedan abolidas las manifes taciones más reaccionarias de la Edad Media. El Estado se apoya en los terratenientes y los comerciantes.

Marx describió al Egipto de aquel enton ces como el “único elemento vital” en el Imperio otomano55. Campesinos y artesanos se rebelaban y huían hacia Siria; sus intentos de manifestar su oposición fueron cruelmente aplastados.

El ejército egipcio tenía características dignas de conocerse para apre ciar su magnitud y fortaleza. Su armamento incluía la artillería. Las armas se compra-ban al comienzo en Europa, pero luego fueron fabricadas, frecuentemente, en Egip to. Uno de los mariscales de Napoleón decía: “Esta artillería sobresalien-te puede ser comparada con aquellas de los ejércitos europeos”. El ejército egipcio regular tenía 36 regimientos de infantería (tres mil soldados en cada uno); 14 regimientos de guardia con 50 mil hombres en total; 15 regimientos de caballería con 500 hombres en cada uno y dos mil hombres repartidos entre cinco regimientos de artillería; es decir, un total de 180 mil soldados, además de 40 mil hombres de fuerzas irregulares de apoyo.

Mohammed Alí adquiría barcos en Francia e Italia y en 1829 construyó un astillero para producir en 1831 el primer buque de 100 cañones, casi todos los 8 mil trabajadores del astillero eran egipcios; unos 15 mil marine ros egipcios habían recibido entrenamiento para servir en la marina56.

La guerra de los egipcios en Arabia en 1817 fue una de las más crue les que haya conocido la historia de la península: se exterminaron pueblos, se destru-yeron oasis florecientes, se derribaron las palmeras, se des truyeron pozos y manantiales, se quemaron casas, miles fueron asesinados y raptados... Ibrahim

55 New York Daily Tribune, 30 de julio de 1853, citado en Lutsky, ob. cit., p. 62.56 Lutsky, ob. cit., pp. 56-57.

Page 56: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 55

Pasha (hijo de Mohammed Alí) vino acompañado por instructores militares franceses y un destacamento de tende dores de minas.

La vieja capital wahabí fue completamente destruida y los wahabíes convier-ten a Riadh en su nueva capital. Pero los egipcios no solo combaten contra los wahabíes, sino que también los sherifs de la Meca son desplazados.

Los ejércitos egipcios de Mohammed Alí y su hijo, se encuentran rodeados por una población hostil y por condiciones naturales y cli máticas sumamente difí-ciles57. Sin embargo, las condiciones de Arabia y de los wahabitas no son en sí lo que obligó a los egipcios a retirarse. Fueron más bien razones de otra índole y de carácter internacional lo que complicó la situación de Mohammed Alí y lo llevó al ocaso definitivo. Las acciones de Egipto bajo Mohammed Alí eran vir-tualmente propias de una verdadera potencia. La extensión de los dominios, la riqueza de las provincias y el número de habitantes eran mayores que aquellos pertenecientes al sultán otomano; su ejército y su flota eran impresionantemente grandes y fuertes y su desarro llo agrícola y manufacturero era evidente.

La conquista del Sudán fue efectuada simultáneamente con aquella de Arabia. En 1820, Ismail Pasha, otro hijo de Mohammed Alí, comienza su marcha sobre el Sudán y aunque encuentra la muerte allí, los egipcios conquistan casi todo el Su-dán para 1828, incluyendo los puertos del mar Rojo como Suakin y Massawa. El comercio del Sudán (sobre todo el de los esclavos) es monopolizado por Egipto.

El avance egipcio sobre el Sudán ocurre en plena expansión colonial europea en el África y es completa mente comprensible que esas acciones egipcias irritaran a las principales potencias europeas: Inglaterra y Francia58. Más aún, el propósito mis mo de Mohammed Alí de crear una potencia árabe indepen-diente iba en contra de los planes europeos orientados a controlar los países del Medi terráneo este.

57 Aquí es importante tener en cuenta que Mohammed Alí fue el fundador de la dinastía que reinó en Egipto hasta 1952. En su afán de conquistar Arabia, la dinastía egipcia (Mohammed Alí e Ibrahim Pasha) tuvo que luchar contra dos dinastías aún hoy en el poder en partes del mundo árabe: los hashimitas, los sauditas, los hashimitas, descendientes del Profeta y guar-dianes de la Meca con título de nobleza (sherif), fueron prácticamente reyes del Hijaz y después de la Primera Guerra Mundial recibieron los tronos de Iraq (hasta el derrocamiento de la monarquía en 1958) y de Jordania, donde todavía está el rey Hussein en el poder.Los sauditas. Príncipes de la tribu de los Saud, aliados del fundador del movimiento waha-bita y principales portadores de su fe y su misión, se convierten en líderes del wahabismo y gober nantes de la península, enemigos de sus rivales los hashimitas. Los sauditas siguen siendo la familia real en la mayor parte de la península en el reino que lleva su nombre.58 Ver al respecto M. Al-Shereidah, Nigeria: petróleo y sangre, UCV, 1973, pp. 29-38.

Page 57: Árabes. Historia, religión, ideología

56 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Los wahabíes en Arabia del sur y del este ya venían preocupando a Inglaterra, porque reclamaban la completa supremacía en las aguas del mar de Arabia y del golfo, mientras que la Compañía de las Indias Orientales consideraba el área como bajo su dominio.

Desde 1819, Inglaterra encuentra la negativa de Mohammed Alí ante sus ofer-tas para colaborar en pro de la “pacificación” del área al sureste del Yemen. Inglaterra procede entonces unilateralmente, bombardea el puerto yemení de Mucha (Muja) e impone en 1821 un tratado sobre el imán, obteniendo privile-gios para los súbditos británicos en puertos del sur de Arabia. Igualmente, en 1820, los gobernantes árabes de la llamada Costa de los Piratas son obligados por Inglaterra a firmar un tratado; entre 1820 y 1840, tratados similares fueron impuestos sobre Omán, Mascat y Bahrain.

Los Al-Sabah, actuales gobernantes de Kuwait, fueron sujetos a presiones in-glesas que les exigían cortar sus relaciones con los otomanos e izar la bandera inglesa. En 1829, Jabir Al-Sabah optó por subordinarse a la soberanía otomana, izó sobre su palacio su bandera otomana y se comprometió a pagar anualmen-te un determinado tributo a Istambul59.

Los acontecimientos en el Balkan y Grecia arrastraron a Egipto a participar activamente en la política europea; fue cuando las potencias decidieron frenar el avance de Egipto, impedir su crecimiento y provocar su caída.

Al igual que en las provincias árabes, en Grecia se venía gestando la lucha nacionalista por la independencia y la liberación del yugo otomano. Engels afirma que el levantamiento de 1821 en Grecia había sido financia do “con oro de Rusia”, aunque no solo Rusia, sino también Inglaterra expresaba sus sim-patías hacia la causa griega.

Metternich, en cambio, era un enemigo declarado de la revolución griega y aconsejó al sultán reprimir el movimiento con la ayuda de Mohammed Alí60. De hecho, Istambul pidió ayuda de Egipto y le ofreció a Mohammed Alí, a cambio, la Gober nación de Chipre y Creta.

Ansioso de anexar a Morea y sus recursos, de adueñarse de la floreciente navegación griega y de realizar su sueño de ha cer del Mediterráneo un lago egipcio, Mohammed Alí envía a Ibrahim Pasha, en 1824, al frente de un gran ejército llevado en 100 transportes de tropas y 63 buques de guerra.

Inglaterra, ya en 1823, había reconocido a Grecia como beligerante (es decir, un preámbulo para reconocer su independencia) y Rusia con Nicolás I, toma la decisión, en 1825 de darle mayor apoyo a los griegos. De modo que la

59 Al-Najjar, ob. cit., p. 46.60 El apoyo alemán a la causa otomana destruyó las bases de la Santa Alianza. Valentín Veit, Knaurs Weltgeschichte, Droemersche Verlagsanstalt, Munchen-Zurich, 1959, p. 703.

Page 58: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 57

campaña de Mohammed Alí contra Grecia provoca la ira de esas dos naciones, las cuales firman un protocolo (en Petersburgo en tre Nesselrode y Wellington en 1828), para intervenir conjuntamente en los asuntos de Grecia, y urgen al sultán para que le diera la autonomía a Grecia.

Ibrahim Pasha avanza, ocupa Morea y toma Atenas en junio de 1827. La Asam-blea nacional griega elige como su presidente al conde Capo d’lstria, excanci-ller ruso y ello aumenta la influencia de Rusia en Grecia.

Estos hechos aumentan los temores de Inglaterra, la cual amplía el Tratado de Petersburgo, incluyendo esta vez a Francia y firmando el Tratado de Londres. Las potencias europeas se unen para combatir a Egipto y reducirla militar-mente.

En octubre de 1827, una flota aliada ataca en Navarino bajo la conducción del almirante Codrington, De Rigny y L.P. Heiden, causando la completa destruc-ción de la flota egipcio-turca.

Grecia logró así, con la intervención armada de Rusia, Inglaterra y Francia, su autonomía y luego su independencia; Egipto perdió 30 mil hombres y una for-midable flota. No obstante, el potencial egipcio no se agota allí, ya que pronto Mohammed Alí emprende su proyecto del gran Estado árabe independiente y esto lo conduce a luchar contra el sultán otomano.

Para las potencias europeas, el Imperio otomano representaba un adversario débil, fácil de penetrar, con oportunidades de inversión y de explotación. El imperio que Mohammed Alí estaba edificando representa ba en cambio un Estado sólido, dinámico y cuyo crecimiento constituía un serio obstáculo para la expansión colonialista capitalista europea.

A pesar de la participación francesa en la guerra de Grecia contra Egipto, Mo-hammed Alí aún mantenía su alianza con Francia. Tenían proyectos conjuntos para conquistar el norte de África; pero él quería hacerlo a su modo y bajo la bandera del Islam, mientras que Francia deseaba participar efectivamente en las operaciones.

Ante la negativa de Mohammed Alí, Francia optó por actuar unilateralmente y es así como se produce la ocupación francesa de Argelia en 183061.

61 Leroux, quien partió de la doctrina saintsimoniana, aunque la modificó en diversos aspec-tos, fue ferviente partidario de la conquista de Argelia, iniciada en 1830. Consideró al ejérci-to expedicionario francés como representante de la civilización destinada a llevar la luz a los “bárbaros” que se negaban a aceptarla. “El socialismo saintsimoniano (...) se convirtió even-tualmente en instrumento ideológico de la burguesía francesa en sus planes de expansión colonial”. Boersner, ob. cit., pp. 19-20.

Page 59: Árabes. Historia, religión, ideología

58 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Consciente de su fuerza (sobre todo después del debilitamiento otomano por la guerra ruso-turca de 1828-29) y con el deseo de engrandecer su reino in-corporando Palestina y Siria, Mohammed Alí comenzó en octubre de 1831 la marcha hacia esas provincias árabes consideradas histó ricamente como de protección vital para Egipto contra ataques desde el este y en aquel momento como escudo contra posibles amenazas turcas. Además, Siria era una de las provincias más ricas del Imperio otomano, famosa por sus exportaciones de seda, harina, lana, aceite de oliva, frutas, etc., y representaba un buen merca-do para la creciente manufactura egipcia.

Con sus victorias y fama adquiridas en Sudán, Arabia y Grecia, el ejército egipcio ataca primero en Palestina y toma en dos semanas Gaza, Haifa y Jaffa. En 1832, toma en Siria: Homs, Hama y Alepo, para de allí marchar hacia Ana-tolia.

El ejército egipcio de 30 mil hombres bajo el mando de Ibrahim Pasha derro-tó al ejército otomano de 60 mil y conquistando a Bursa, con lo que el camino a Istambul queda abierto. El sultán pide ayuda a las potencias europeas: surge la llamada Crisis de Oriente.

La Crisis de Oriente

La Crisis de Oriente o la “Cuestión de Oriente” refleja la magnitud de lo que estaba en juego no para los orientales, sino para las potencias europeas en Oriente. Fue la expresión del máximo interés europeo por la penetración y el reparto del Oriente árabe.

El barón Boislecomte escribió que Ibrahim Pasha no ocultaba su intención de revivir la conciencia nacional árabe y restaurar el nacionalismo árabe. Lord Palmerston escribió sobre Mohammed Alí en 1833: “Su verdadero proyecto es establecer un reino árabe que incluya a todos los países de habla árabe”62.

Egipto contó con el apoyo de Francia, mientras que Rusia abiertamente apoyó al sultán. Inglaterra temía que el conflicto otomano-egipcio llevara a la inter-vención rusa, con la subsiguiente creación de un Estado norteño dependiente de Rusia y otro sureño que estuviera bajo la esfera de influencia francesa; por lo que Inglaterra buscó conservar la “integri dad” del Imperio otomano. Rusia prefería salvar a Istambul porque un coup d’etat estaría “en detrimento de nuestros intereses y llevaría a la caída de un Estado débil pero amigo”. Susti-tuirlo por un Estado más fuerte influido por los franceses, sería fuente de toda clase de dificul tades63.

62 Lutsky, ob. cit., p. 109.63 Ibíd., p. 106. Palabras del conde Messelrode, canciller de Rusia.

Page 60: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 59

Ante el pánico de Istambul, el sultán pidió auxilio a Rusia y esta desembarcó 20 mil soldados cerca del palacio del sultán y envió al gene ral Muravyov para comunicarle a Mohammed Alí las demandas del zar Nicolás I.

Los temores británicos eran justificados: Francia también “entró en razón” y conjuntamente realizaron maniobras navales (anglofrancesas) frente a las cos-tas egipcias. Mohammed Alí comprendió el mensaje y se dio cuenta de que no podía luchar contra el sultán y contra “tantos amigos repentinos del mismo”. Con la mediación de Inglaterra y Francia, se firma el Tratado de Paz otomano-egipcio en el cual el sultán reconoce los derechos de Mohammed Alí sobre Egipto, Sudán, Arabia, Creta y como go bernador de Palestina, Siria y Cilicia.

Egipto obligó al sultán a aliarse con Rusia y, en efecto, se firma el Tratado de Alianza Militar, según el cual Istambul prometió cerrar los Dardanelos a los buques de guerra cuando lo pidiera Rusia. Para afianzar este tratado, Rusia, Austria y Prusia firman la Convención de Muenchengraetz, para “impedir la expansión del poder supremo del Pasha de Egipto sobre provincias europeas del Imperio otomano”.

Inglaterra no podía tolerar, ni entonces ni después, tan flamante éxito de Rusia. Un documento producido casi 45 años más tarde, refleja la visión de proble-mática:

Si la fuerza de Rusia fuera consolidada en Asia Menor ya sea directamente me-diante conquista ya sea indirectamente pasando el país bajo su protección, ella [Rusia] tendría la capacidad de levantar y aprovisionar ejércitos, los cuales, con la ayuda de la conscripción, llegarían a ser tan poderosos que ninguna po tencia europea dependiente del mar en sus comunicaciones, podría aspirar a mantener un ejército en el campo a tal distancia de la patria lo suficientemente fuerte como para resistir más conquistas64.

Pronto las tropas de la Compañía de las Indias Orientales ocupan la isla de Sokotora en el mar de Arabia en 1834 y viendo que Mohammed Alí insistía en su avance hacia el golfo Arábigo, Inglaterra alarmada acele ra su propia conquista del área.

Mientras los egipcios intentan tomar la isla de Bahrain, Inglaterra ocupa Adén para convertirla en una estación de carbón para abastecer sus buques y alega la compra del puerto y del pueblecito de Adén (de 500 habitantes) del sultán de Lahej en 1839.

La actitud británica frente a Egipto fue de abierta hostilidad, preocu pada por su creciente poder y siendo Egipto un serio obstáculo para esta blecer el dominio

64 Memorándum del general Simmons, War Office 20 de julio de 1878, citado por Lenczowski, p. 6. Tomado de C.J. Lowe, The Reluctant Imperialists, vol. II, Documents, Londres, 1967, p. 6.

Page 61: Árabes. Historia, religión, ideología

60 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

británico sobre las costas del Oriente árabe y principal impedimento para el desarrollo de las comunicaciones y el comercio de la Bretaña imperial.

El Imperio otomano se había convertido, según el trata do comercial angloto-mano de 1838, en una dependencia agrícola y de materias primas de Inglate-rra. Por otra parte, Inglaterra instigaba ahora al sultán contra los egipcios en Siria, ya que Francia, como aliado de Mohammed Alí, había adquirido posicio-nes e intereses privilegiados en Siria. Pero el nuevo ejército otomano de 100 mil hombres enviado en 1839 a combatir a los egipcios en Siria es derrotado, la flota otomana se pasa al lado de Ibrahim Pasha y nuevamente Istambul queda amenazada por las fuerzas egipcias victoriosas.

Nuevamente las potencias europeas: Inglaterra, Austria, Prusia y Rusia forman un bloque antiegipcio. Hasta Francia, temiendo quedar aislada, decide operar conjuntamente con sus semejantes. Pero fue Inglaterra la que insistió más en separar Siria de Egipto y fue Londres la sede de la Conferencia Permanente de Embajadores para solucionar la “Crisis Oriental”. Cuando Francia actúa se-cretamente y a espaldas del bloque antiegipcio de las otras cuatro potencias y logra, en mayo de 1840, que Istambul y Egipto firmen un acuerdo, los aliados deciden romper el mis mo y utilizan entonces cierto descontento entre la po-blación cristiana del Líbano para provocar un asalto contra Beirut, proclaman-do su lealtad al sultán y describiendo a Mohammed Alí e Ibrahim Pasha como dignos herederos de los faraones en su opresión contra el “pueblo elegido”.

Las cuatro potencias y el sultán firman en Londres, en junio de 1840, una convención la cual selló el fin del primer intento y ensayo moderno de cons-truir un amplio Estado árabe, obligando a Mohammed Alí a conformarse con Egipto. Ante la negativa de esta a aceptar la reali dad, aparece un escuadrón británico comandado por Charles Napier y desembarca tropas británicas y otomanas cerca de Beirut.

Sucumbió así un poderoso Estado árabe que, como único caso en la historia del Tercer Mundo, logró efectivamente conquistar la cuna de la civilización occidental: Grecia.

Samir Amin opina que: “La era imperialista en sí se divide en dos etapas: de 1880 a 1945 y de ese año hasta nuestros días”65. Como consecuencia de la Convención de Londres de 1840, Gran Bretaña obtiene grandes éxitos, Rusia queda muy restringida en sus acciones y Francia queda completamente ais-lada.

Charles Napier presenta luego en Alejandría un ultimátum a Moham med Alí y este comprende que no puede enfrentarse a las cuatro potencias más grandes del mundo. Comienza la retirada del ejército egipcio desde Siria y Palestina.

65 La acumulación a nivel mundial, Editorial Ibn Khaldun, p. 133 (versión árabe).

Page 62: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 61

Los británicos ocupan Jerusalén a fines de 1840 y de los 60 mil egipcios en retirada por el desierto, solo 24 mil llegan a Gaza.

Terminó así la “Cuestión Egipcia” con la firma del Hatti-Sherif en junio de 1841. Las potencias dictaron y Egipto obedeció: tuvo que devolverle al sultán: Siria, el Líbano, Palestina, Creta, Cilicia y Arabia; redujo su ejército a 18 mil hombres; le fue quitado el derecho de nombrar generales en su ejército; le fue prohibido construir barcos de guerra; tuvo que devolver la flota otomana y Mohammed Alí se declaró vasallo del sultán.

Nominalmente la victoria fue del sultán, pero en realidad Egipto pasó bajo el control británico en 1841 y como decían Marx y Engels: “Egipto pertenece más a los ingleses que a ninguna otra gente”.

Con Egipto doblegado y el sultán atado con el tratado comercial anglotomano de 1830, el camino queda abierto para Gran Bretaña en su proceso de incor-porar la parte oriental del mundo árabe (el Mashriq) a su sistema e incluirlo dentro de sus dominios, mercados y zonas de influencia.

Tanto Inglaterra como Francia, en su expansión capitalista que les lleva hacia el Oriente y la India, tienen que enfrentarse, en la India misma, con estruc-turas y culturas islámicas; en el camino hacia la India, están varios poderosos obstáculos islámicos y árabes: otomanos, egipcios y wahabitas que ejercen una activa presencia en el Mediterráneo y en me nor grado en el mar Rojo. Igual-mente, en la ruta hacia la India, las costas africanas tienen una marcada in-fluencia árabe islámica, mientras que los territorios y costas netamente árabes (golfo Arábigo, mar Arábigo, península Arábiga, Iraq, Siria, Palestina, Egipto y los países de El Maghreb), constituyen un conjunto de regiones indispensables de atravesar en el tráfico comercial señalado.

Estas realidades deben haber influido en la conformación de una actitud espe-cífica por parte de Inglaterra y Francia hacia los pueblos árabes e islámicos; a la vez resulta completamente comprensible que esos pueblos orientales desa-rrollasen, en el proceso de autodefensa y de resis tencia, una actitud no amiga-ble hacia Occidente, en general, y hacia Ingla terra y Francia, en particular.

No debe olvidarse al respecto que, durante mil años, Occidente no había logrado conquistar Oriente. El ascenso de Occidente es sintomático de la de-bilidad y atraso de las estructuras eco nómicas y estatales del Islam, principal fuerza endógena de esa parte de Oriente durante diez siglos. La expansión de Occidente en las áreas peri féricas del Islam no tarda en hacerse presente en la región central del mismo: el mundo árabe.

El desarrollo industrial en Europa trajo consigo un marcado mejoramiento en las armas y el equipo militar, mientras que el ejército turco se mantuvo casi estático durante el siglo XIV y XV. Como consecuencia de ello, el Imperio

Page 63: Árabes. Historia, religión, ideología

62 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

otomano pasó de la victoria al fracaso, de la ofensiva a la defensiva y de la expansión a las pérdidas territoriales.

Uno de los principales adversarios de los otomanos es Rusia (guerra ruso-turca 1768-1774), la cual ya en 1792 domina toda la costa norte del mar Negro. Por su parte, Austria luchaba por ganar posiciones en el mar Adriático y en la cuenca del Danubio. Así Rusia y Austria tenían en común su deseo de dividir Turquía.

Igualmente, Inglaterra y Francia deseaban controlar Istambul, los Estrechos, Egipto, Argelia, Túnez, Siria e Iraq; las presiones e intentos al respecto datan, como hemos visto, del siglo XVIII, aunque se intensifi caron en el siglo XIX.

Los árabes se ven obligados a luchar contra muy poderosos adversarios: los turcos otomanos, por una parte, y los europeos occidentales (bási camente in-gleses y franceses), por la otra. Los otomanos recurrirán a la fuerza brutal para someter a los árabes, mientras que los occidentales no se conforman con la fuerza para alcanzar sus propósitos, sino que también utilizan la ciencia para obtener mejores resultados.

No es obra del azar que las más antiguas y mejores escuelas de estudios orienta-les, islámicos, africanos y árabes, nacieran y se desarrollaran en Londres y París.

Page 64: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 63

Capítulo IV

Manifestaciones de la dominación colonial

Inglaterra, que había impuesto al Imperio otomano un tratado comercial en 1838, ahora, con el rápido crecimiento del capital, la derrota del poderío egip-cio y la restitución de la soberanía otomana sobre los dominios de Mohammed Alí, abre el camino para la dominación colonial y económica de los países árabes. Las mercancías inglesas y de otros países capitalistas tienen ahora libre acceso a los mercados de Egipto y Siria, lo cual llevó a la declinación de los viejos centros industriales, a la ruina de los artesanos y de las manufacturas domésticas.

Entre 1840 y 1850, las importaciones de mercancías británicas por parte del Imperio británico aumentaron de un millón cuatrocientas cuarenta mil a tres millones setecientas sesenta y dos mil libras esterlinas, paralizando así toda posibilidad de crecimiento de las manufactorías nacionales.

Sin embargo, el desarrollo del comercio exterior trajo consigo el surgimien to de centros comerciales, fortaleció a la burguesía importadora-compra dora y estimuló el crecimiento de las vías de comunicaciones. Por otra parte, la pre-sión del capital extranjero obligó al campesinado árabe a convertirse en pro-ductor de mercancías para la exportación, especializándose así Egipto en la caña de azúcar y el algodón, mientras que Pales tina y Siria se especializaron en ofrecer al mercado algodón, cereales y lana. El Líbano se hizo productor de seda cruda.

No obstante, esta pro ducción de mercancías no llevó al establecimiento de relaciones capita listas, porque el campesino simplemente se hizo dependiente del mercado capitalista mundial, sin liberarse de su dependencia con respecto a los señores feudales locales.

El capital industrial europeo incorporó así los países árabes al mercado capita-lista mundial como un apéndice de pro ducción agrícola y de materias primas para la industria europea. Fue mediante la exportación de capitales en forma de préstamos y financiamiento para la construcción de medios de comunica-ción que el mundo árabe entró definitivamente en la órbita capitalista y se sometió a esa región, a la in fluencia, primordialmente, británica y francesa.

Entre los pasos que facilitaron ese proceso cuentan las reformas hechas por el sultán otomano en 1839 y 1856. Las primeras reformas, llamadas Hatti-Sherif Gulhane, tuvieron entre sus efectos el de fortalecer la acumulación burguesa

Page 65: Árabes. Historia, religión, ideología

64 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

mediante las garantías de “completa seguridad para las vidas, honor y propie-dad de los sujetos independiente mente de su religión”. Al darle garantías de derecho de propiedad, esa reforma consolidó la posición de la burguesía que en su mayoría fue ejer cida por la minoría cristiana no turca; en Turquía fueron armenios y cris tianos árabes; en el Líbano, maronitas; en Egipto, coptos, etc.66

El Imperio otomano, al pedir el primer préstamo extranjero en 1854, le per-mitió pronto a las potencias europeas establecer una especie de pro tectorado conjunto sobre las finanzas del Imperio. Fue bajo estas condiciones que el sultán emitió las reformas de 1856, conocidas como la Hatti-Humayun. En estas se hace énfasis en la igualdad religiosa. Dos meses más tarde, el Tratado de Paz de París incorpora dichas reformas como una obligación internacional del sultán, no pudiendo este anular o alterar las mismas sin la aprobación de las potencias.

Ahora bien, las potencias europeas reclamaban que los derechos fueran ex-tendidos a sus súbditos residentes en el Imperio y a sus agentes comerciales en su mayoría cristianos, arme nios y griegos. Ante el debilitamiento de la Por-te, se acelera la penetración del capital extranjero y se otorgan concesiones para establecer bancos, cons truir vías férreas y adquirir tierras; las potencias europeas se erigen como guardianas de los cristianos67 en el Imperio otoma-no, disminuyendo así la soberanía de ese Estado sobre una importante por-ción de sus súbditos.

En Egipto se abolió el sistema de monopolios estatales, dándoles la oportu-nidad a los comerciantes e industriales británicos de comprarle el algodón al campesino egipcio por intermedio de los agentes de la bur guesía compradora. Las exportaciones británicas estaban casi libres de los pagos de derechos de aduana y es así como Inglaterra llega en 1845 a ocupar la cuarta parte de las importaciones egipcias y recibe la tercera parte de las exportaciones68.

El canal de Suez

El ahora virrey de Egipto, Abbas Pasha (nieto de Mohammed Alí), paralizó importantes obras iniciadas anteriormente en la irrigación y la manufactura,

66 Lutsky, ob. cit., p. 124.67 Por ejemplo, estos quedaban excluidos del reclutamiento para el servicio militar.68 Es de hacer notar que en ese año las importaciones totales de Egipto alcanzaron un millón de libras esterlinas, mientras que las exportaciones totales ascendieron a 1,7 millones de libras esterlinas. Egipto ya formaba parte de la economía capitalista mundial

, sus fuerzas producti-

vas se habían desarrollado al igual que su mercado y la producción de mercancías; las relacio nes capitalistas se encontraban en formación, así como la burguesía.

Page 66: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 65

entrabó la educación y redujo el ejército; otorgó en 1851 una concesión a los británicos para la construcción del ferrocarril desde Alejandría hasta El Cairo y Suez. Este proyecto era de gran importancia estratégica para Inglaterra en sus comunicaciones con la India y se cul minó su construcción en 1857. Un año más tarde, Gran Bretaña utilizó esta línea férrea para transportar tropas a fin de sofocar una revuelta surgida en la India.

Francia buscaba reconquistar la posición que disfrutaba durante el período de Mohammed Alí y mantenía vivo su interés en la unión del Mediterráneo con el mar Rojo por intermedio de un canal. Sin embargo, el propio Mohammed Alí se había opuesto al proyecto por el temor de que aumentara el interés de las potencias europeas en Egipto, en forma parecida al interés mundial en el estrecho de los Dardanelos. En igual actitud se encontraba Inglaterra, aunque no por el proyecto en sí, sino por el hecho de que Francia iba a disfrutarlo por su relación especial con el Egipto de Mohammed Alí.

Luego de la misteriosa muerte de Abbas, asciende al trono Said y cuatro me-ses más tarde otorga a su amigo personal, el diplomático francés Ferdinand de Lesseps, la concesión para construir el canal de Suez, cuyo proyecto fue diseñado por el ingeniero austríaco Alois Negrelli.

La tierra fue otorgada libre de todo pago; el Gobierno egipcio se comprome-tió, a su vez, a construir un canal de agua dulce desde el Nilo para suministrar agua potable para los trabajos; liberó a la compañía del pago de derechos de aduana y suministró el 80% de la fuerza de trabajo libre de todo pago por parte de la compañía. La concesión tenía una duración de 99 años a partir de la inauguración del canal y el capital era de doscientos millones de francos.

Francia obtuvo el 52% de las acciones y el virrey recibió aproxi madamente el 15%, además de otro 25% para vendérselas al sultán, Gran Bretaña, Rusia y Estados Unidos69. Pero, mientras se hacían los contactos para negociar esa acción, Said Pasha debía recurrir a los banque ros europeos en busca de prés-tamos para saldar las deudas contraídas70.

Centenares de miles de campesinos o fellaheen de Egipto cavaron con sus ma-nos (sin el uso de maquinarias) la vía acuática, pereciendo unos veinte mil de ellos por las condiciones semiesclavistas del trabajo. La consecuencia natural de ese hecho fue la generalización de un odio profundo contra los europeos y una protesta popular contra la dominación extranjera.

Inglate rra explotó esos sentimientos para llevar al sultán otomano a protestar con-tra el virrey Said Pasha por haber otorgado la concesión. Para poder seguir ade-lante con la obra, Egipto tuvo que abolir el sistema de trabajo forzado y retomar

69 Lutsky, ob. cit., p. 156.70 Ver H. Triki.

Page 67: Árabes. Historia, religión, ideología

66 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

de la compañía las tierras al margen del canal, todo lo cual entrañó dificultades tanto para el virrey como para Lesseps.

Fue bajo Ismail Pasha, el sucesor de Said, que actuando Napoleón III como “ár-bitro imparcial”71 se llegó a un arreglo, según el cual Egipto tuvo que recurrir a los bancos europeos en busca de unos cien millones de francos para “indemni-zar” a la General Company of the Suez Maritime Canal. Finalmente el canal fue inaugurado en noviembre de 1869, habiéndole costado la obra al tesoro egipcio aproximadamente 300 millones de francos.

Pero Egipto tenía una economía próspera debido, especialmente, a las expor-taciones de algodón, las cuales aumentaron sensiblemente entre 1861-1865 por la escasez sufrida en la industria textil europea a causa de la Guerra Civil en los Estados Unidos; igualmente las exportaciones de azúcar, crecieron no-tablemente.

Hubo un gran auge en las importaciones y el volumen del comercio exterior egipcio se elevó a cifras considerables, al igual que el volumen de la nave-gación involucrada en dicha actividad, hasta el punto de que Alejandría se convirtió en uno de los puertos interna cionales más activos del mundo, com-pitiendo con Marselles72.

Parale lamente hubo un desarrollo importante en la construcción de vías fé-rreas, llegando la cifra en 1875 a, aproximadamente, 1.600 kilómetros. Para el mismo año, Egipto contaba con unos 6.450 kilómetros de líneas telegrá ficas; en esos momentos el 20% de la población egipcia vivía en centros urbanos.

El desarrollo industrial se concentraba en la actividad textilera y en las refi-nerías de azúcar, aunque también tenían importancia la fabri cación de armas, los astilleros, fundiciones, molinos de vapor, lecherías, refinación de sal, etc., siendo uno de los grandes dueños de esas indus trias el propio virrey. De todos modos, el nivel técnico de esos productos fue inferior a aquellos pro-ducidos en Gran Bretaña y Francia y, ante la falta de medidas proteccionistas, junto a la influencia política de esas grandes potencias europeas en Egipto, la invasión del mercado egipcio por las mercancías extranjeras fue la conse-cuencia lógica.

Es de hacer notar que fue en el campo egipcio y no en el europeo donde fue usado por primera vez el arado a vapor; sin embargo, los mismos señores feudales ansiosos de modernizar su producción, expandir las áreas de plan-tación, conducir grandes operaciones comerciales y construir fábricas en sus

71 Napoleón III era, además, de emperador de Francia, casado con Eugenie, prima de De Lesseps.72 Egipto adquirió su propia flota comercial que incluía 55 barcos marítimos a vapor (de un tonelaje promedio de mil toneladas) y 58 barcos para la navegación en el Nilo.

Page 68: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 67

propiedades, mantuvieron las relaciones medievales con respecto al campe-sinado, por lo que el desarrollo del capitalismo en Egip to tenía inherente esa importante contradicción, la cual entorpeció el desarrollo socioeconómico del país. Poco podía desarrollarse la industria del Egipto urbano con el 80% de la población sufriendo de hambre en la parte rural del país.

Junto a la explotación por los feudales y semifeudales egipcios, turcos, alba-neses y circasianos, las masas egipcias fueron sujetas a una explo tación “mo-derna” ejercida por los europeos, cuyo número había crecido a ochenta mil en 1870, la mayoría de los cuales vivía en Alejandría73. Este puerto fue convertido en un centro mundial de tráfico de drogas y barrios enteros se dedicaban al juego, al consumo de alcohol y a la prostitución, bajo la protección del régi-men de capitulaciones y de los cónsules europeos.

Fue en ese período que, en el ejército, el conflicto entre los oficiales netamen-te egipcios y de origen campesino, por una parte, y aquellos pertenecientes a la aristocracia turco-albanesa-circasiana, por otra, llegó a influir el desarrollo del movimiento nacional egipcio.

Mientras el idioma árabe queda como único idioma oficial de Egipto, el país cede parte de su soberanía en el campo jurídico al establecer tribu nales mix-tos compuestos por jueces egipcios y europeos, para decidir los litigios entre egipcios y europeos, entre europeos de varias nacionalidades y en los casos criminales en que estos estaban involucrados.

El descontento general de la población, el incremento de los planteles es-colares, el fortalecimiento de los grupos populares entre la oficialidad y la protesta contra la presencia y los abusos de los europeos, fueron facto res que influyeron en el desarrollo social de Egipto y permitieron el surgi miento de elementos más progresistas y democráticos en la burguesía na cional.

Dominio británico en el golfo Arábigo

La península Arábiga vuelve a fragmentarse en provincias semiautónomas lue-go de la derrota de los wahabitas por Mohammed Alí, de este último por los otomanos, los cuales establecen nuevamente su control nominal sobre las principales ciudades dejando el poder real en manos de los príncipes y jefes locales, destacándose en Al-Hijaz los sherifs hashimitas de la Meca, los imams zydíes en el Yemen y los wahabitas sauditas en Nejd.

73 Casi la cuarta parte de la población de esta ciudad estuvo compuesta por griegos, france-ses, italianos, británicos y alemanes.

Page 69: Árabes. Historia, religión, ideología

68 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

CHIPRE

Latakia

Alepo

Trípoli

Beirut

Sidón

Damasco

Safad

Jerusalén

Acre

Haifa

Yafa

Alejandría

El CairoSuez

Aqaba

Gaza

SINAÍ

MAR MEDITERRÁNEO

CANA

L DE SU

EZ

El Mediterráneo oriental

Page 70: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 69

Estos, en su afán de reunificar a la península bajo su dominio, tuvie ron que enfrentarse a la resistencia de los otomanos, de los hashimitas, de los gober-nantes de la costa oriental de Arabia y allí, especialmente, con Gran Bretaña que, mientras tanto, ya había establecido su verdadero con trol sobre aquellas costas y Adén, aunque dejando a los gobernantes locales la libertad de mane-jar los asuntos internos de sus pequeñas poblaciones.

Los fallidos intentos de los sauditas por reconquistar Bahrain, Omán y Qatar llevan, en 1866, a la firma de un tratado entre Inglaterra y Nejd. Es pecialmente Omán sufre divisiones por parte de los ingleses, que la fragmentan en nu-merosos jequeatos separados de Muscat, la cual todavía conser vaba parte de las costas de Persia y tenía posesiones “ultramarinas” en las costas de África oriental y algunas islas, como la de Zanzíbar (costas de Tanzania).

Los privilegios de los comerciantes británicos aumentaban bajo la protección del representante político británico, que fue el verdadero gobernante de la región. Así, por ejemplo, a Bahrain le fue impuesto en 1861 un tratado según el cual Gran Bretaña tenía el derecho a desembar car sus tropas “cuando la situación lo requi-riera”. Bahrain había confirma do su aceptación de la soberanía otomana en 1858, pero Palmerston pro testó en Istambul y logró el tratado de 186174.

Esa política no solo encontraba la permanente resistencia de los árabes de la región y sus respectivos jefes, sino también la de los otomanos, Persia y Francia. Esta última se oponía a la creciente dominación británica sobre el golfo Arábigo y Adén; además veía sus oportunidades disminui das y amenazadas, porque In-glaterra avanzaba apoderándose de las islas estratégicas controladas antes por los árabes, como las de Kuria Muría, Perim y Zanzíbar. Francia se opuso a los planes del virrey de la India, lord Canning, con respecto a Omán y es así como se firma entre Francia y Gran Bretaña en París una declaración conjunta, en 1862, en la cual se otorga la independencia a Muscat y Zanzíbar.

Por su parte, las tribus del sur de Arabia y las de Adén en particular, se re-belaban frecuentemente con el apoyo del sultán de Lahej contra las tropas británicas, viéndose estas obligadas a enviar expediciones de castigo, como la de 1867, para afianzar su presencia.

El interés de Alemania por el mundo Árabe

La posición de Inglaterra y Francia con respecto al Imperio otomano cambió radicalmente con el estrechamiento de los vínculos entre el kaiser alemán e Is-tambul. Con el ascenso al poder de los jóvenes turcos, se inten sifica la influencia

74 Alnajjar, ob. cit., p. 49.

Page 71: Árabes. Historia, religión, ideología

70 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

MASCAT

OMANASIR

AL HIJAZ

AL HASANEJD

GOLFO DE ADEN

MAR DE ARABIA

MAR ROJO

Isla Socotra

Bagdad

Kuwait

DammamDhahran

Basrah

Riyadh

Isla de Bahrein

La Meca

Medina

Suakin

Massawa

Jeddah

Isla de Perim

Al MujaAden

Islas K

uria M

uria

Isla Masirah

G

OL FO DE OMÁNESTRECHO D

E ORMUZ

ESTRECHO DE BAB EL M

ANDEB

La península Arábiga

Page 72: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 71

alemana y el capital fluye desde Berlín hacia los confines del Imperio otoma-no, exponiendo los intereses de los otros países imperialistas a graves daños en esa época de cruenta competencia y lucha interimperialista.

No solo el mundo árabe es expuesto a esa lucha: “Deberíamos obser var el ejemplo de África. No hay duda alguna que las fronteras actuales de la mayo-ría de los Estados africanos, es herencia de los colonialistas que destrozaron al África de una manera total en la Conferencia de Berlín de 1885”75.

Alemania, en su expansión imperialista, abarcó el África como lo diría Víctor Ferkiss76:

Cuando Italia entró a la lucha, tuvo que contentarse con las sobras. Comenzó a penetrar en Etiopía, tomando posesión de Eritrea y Somalia, en el período entre 1885 y 1892 (…) los italianos le quitaron Libia al decadente Imperio Turco en 1912. Con esta acción, toda África, excepto Etiopía y Liberia, quedaba bajo ban-deras europeas. El mapa de África (...) iría desde el Cabo hasta el Cairo, cortado en for mas extrañas, por líneas fronterizas, cuyo trazado artificial muchas veces era patente en su antinatural tendencia a la línea recta.

En el caso del Imperio otomano, desde los años sesenta del siglo XIX, economistas y sociólogos alemanes consideraban a ese imperio como su futura colonia. Rod-bertus escribió al respecto que soñaba poder vivir para ver a las tropas alemanas estacionadas a la orilla del Bósforo y pasar las herencias otomanas a Alemania. Por su parte, el conde Moltke, uno de los principales teóricos del militarismo alemán, escribió a mediados de siglo sobre la necesidad de unir Alemania con Asia Menor por medio de vías férreas. Entre los planes alemanes contaba el de convertir Iraq en el granero del Imperio germánico y su plantación de algodón.

Posteriormente a 1888, los alemanes comienzan de hecho la construcción del ferrocarril de Anatolia a base de una concesión que obtuvie ron del Deutsche Bank y el Wurtemberg Bank, a nombre del capitalista Alfred Kaulla. Todavía no se había iniciado la ruta férrea con destino a Bagdad, pero la base para la misma ya estaba allí y ello jugó un papel importante en las relaciones interna-cionales de la era del imperialismo.

Egipto como virtual colonia británica

Gran Bretaña ejerce, a partir de la derrota del levantamiento popular dirigido por Urabi en 1882, un control directo sobre Egipto por interme dio de una

75 Roger Garody, Sobre los pretextos religiosos e históricos del sionismo, Seminario Interna-cional de Bagdad sobre Sionismo y Racismo, p. 197.76 Ferkiss, África en busca de una identidad, Uteha, México,1967, pp. 54-59.

Page 73: Árabes. Historia, religión, ideología

72 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

ocupación militar. Ese hecho no dejaba de preocupar a Francia como potencia interesada e involucrada en los asuntos de la región.

Ale mania, por su parte, se encontraba en preparaciones de guerra contra Fran cia y Rusia, lo cual llevaba a estas dos últimas potencias hacia un mayor acercamiento. Inglaterra, en cambio, tenía una actitud poco amigable frente al bloque franco-ruso, mientras simpatizaba con la alianza formada por Alema-nia-ltalia-Austria (llamada la Triple Alianza).

Principalmente, las disputas entre Inglaterra y Francia se centraban en el África, en tanto que las diferencias anglorrusas giraban alrededor del Medio Oriente. Así que, tanto Francia como Rusia, respaldaban al sultán otomano y demandaban el retiro de las fuerzas británicas de Egipto. Sin embargo, resulta importan te subrayar que Inglaterra aseguraba frecuentemente que no tenía inten ción alguna de permanecer en Egipto y que su retiro se produciría al cabo de “establecer un orden definitivo”.

Pero la “Cuestión Egipcia” era de tal magnitud que empañaba las rela ciones anglofrancesas, especialmente desde el momento en que Inglaterra procedió a poner la economía de Egipto al servicio de sus propios intereses, haciendo que el algodón fuera la base para la industria textil británica.

Las finanzas egipcias son controladas igualmente por Inglaterra, la cual crea el Banco Nacional de Egipto en 1898 (banco central); Egipto pagaba enton ces alrededor del 50% de su presupuesto anual a acreedores extranjeros y la suma alcanzaba, aproximadamente, 5 millones de libras esterlinas.

Ciertamente el capital británico fluía hacia Egipto, pero su magnitud era relativa-mente pequeña y no contribuyó al desarrollo de las fuerzas productivas del país. Las inversiones eran, en su mayoría, de carácter no productivo; así vemos que solo el 5% de las mismas se orientaba hacia la industria. Por otra parte, el capital extranjero se adueñaba de tierras culti vables, del sistema de irrigación y de las plantas de procesamiento de algo dón. Paralelamente, firmas británicas controla-ban el transporte del algodón mediante barcos de vapor que navegaban el Nilo.

En cuanto al comercio, tanto interno como externo, los bancos británicos de Egipto otorgaban créditos a “su gente” para facilitar el control del comercio de esa mercancía.

Las consecuencias para el agro egipcio fueron desastrosas. Egipto, que históri-camente disponía de excedente de trigo y cebada, veía disminuida el área des-tinada al cultivo de esos granos básicos y comienza a importar esos productos. Decae igualmente la producción de caña de azúcar y se prohíbe la siembra del tabaco, haciendo depender a las fábricas egipcias del tabaco importado de Turquía y los países balcánicos.

Page 74: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 73

Curiosamente, todo ello ocurre sin que Inglaterra declarara públicamente la anexión de Egipto como colonia suya o anunciara el establecimiento de un protectorado sobre Egipto; más bien Inglaterra sigue consi derando Egipto como parte del Imperio otomano, incluso luego de la muerte del Khedive Tewfik en 1892 y el ascenso de su hijo Abbas Hilmi. No obstante, el verdadero gobernador del país era el cónsul general británico, también llamado agente general o administrador. Lejos de ser un representante diplomático, era el jefe de la fuerza militar de ocupa ción y el responsable de la política económica.

El pueblo egipcio había perdido con Urabi la vía de una lucha organizada. Numerosos nacionalistas habían huido, mientras que otros pasaron a la clan-destinidad perdiéndose los nexos con las masas populares. Esa situación se complicó más con la influencia ejercida ahora por Mohammed Abdu, quien a partir de 1899 ocupa el cargo de mufti, es decir juez supremo en derecho civil de Egipto, con cierto respaldo de las autoridades británicas.

Abdu tuvo un destacado papel como reformador del Islam y su adaptación a las exigencias del capitalis mo; combatió la supremacía política e ideológica de los grandes terrate nientes; abogó por la compatibilidad del Islam con la ciencia moderna y apoyó el aprendizaje de la civilización y tecnología occidental.

Pero implí citamente, las actividades de Abdu y su equipo pusieron énfasis en el as pecto del progreso económico y cultural, haciendo aparecer como ne-gativa la lucha política. Ello contribuyó a que el movimiento independentista confrontara tropiezos en su desarrollo.

Otro aspecto de la influencia de Abdu y su equipo de reformadores se refiere a la lengua árabe y la necesidad de hacer revivir el árabe clásico, junto a la ur-gencia de oponerse en las provincias árabes del Imperio otomano a la política de turquización de los árabes.

Esas ideas llevaron a Abdel Rahman Al-Kawakibi77 a intensificar su lucha contra la tiranía de los turcos, aunque sus ideas estuvieron impregnadas de la visión panislámica, por lo que se encuentran opiniones occidentales de que “las ideas y los principios del nacionalismo árabe estuvieron, en sus comien zos, muy cercanos al movimiento de reforma islámico”. Esta reserva no es válida, debido a lo ya señalado sobre la importancia del Islam desde muy temprano como fuerza motora en la lucha por la liberación de los árabes.

El patriota egipcio Mustafá Kamil tuvo un rol importante en el desa rrollo de las organizaciones nacionalistas y la correspondiente lucha política. Kamil per-tenece a otra generación, obtuvo otra clase de educación (hijo de un médico, nacido en la capital egipcia y graduado como aboga do) y orientó el rumbo de

77 Patriota sirio, autor de varias obras dedicadas al renacimiento árabe, cruelmente encarce-lado por los turcos y liberado en 1898.

Page 75: Árabes. Historia, religión, ideología

74 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

los acontecimientos hacia un camino diferente. En Francia, Kamil publica nu-merosos panfletos políticos, en los cuales demandaba la salida de las fuerzas británicas de su patria, Egipto. Pronto encuentra apoyo y simpatía, permitién-dosele escribir artículos en la pren sa francesa, dándole así la oportunidad de llegar a la opinión pública de Francia. Ello le permite establecer contactos y ganarse la amistad de políticos, escritores, periodistas y oficiales franceses.

Se impone aquí una fundamental interrogante: ¿obedece el apoyo y la promo-ción con que contó Mustafá Kamil en París a la convicción de aquellos círcu-los franceses de lo justo y legítimo de las aspiraciones nacionalistas egipcias? ¿Se debió aquella simpatía por la causa egipcia al “amor nato de los franceses por la libertad”?

La historia de la Francia colonialista desmiente todo intento por idealizar los motivos de aquel país profundamente comprometido como potencia imperialis-ta de primer orden. Muy cerca de Egipto, en el norte de África, las barbaridades del colonialismo francés eran evidentes, no solo en Argelia, sino también en Túnez y Marruecos; ello sin olvidar las atrocidades cometidas en el resto del África subsahariana y el resto del Tercer Mundo.

Obviamente, Francia facilitó que Kamil obtuviera publicidad en su exposición de la problemática de Egipto, guiada por el objetivo de ejercer presiones sobre Inglaterra con el fin de lograr beneficios particulares en ese período del reparto imperialista del mundo. Por otra parte, hay que tener presente el hecho de que Kamil anhelaba la liberación de Egipto mediante la explotación de las contradicciones entre Inglaterra y Francia. Pero los políticos de París detectaron el escaso papel que Kamil le asignaba al pueblo.

En otras palabras, el que Kamil hablara en nombre del pueblo egipcio no corres-pondía a que él hubiera establecido una estrategia fundamentada en el pueblo; esa debilidad de Kamil era un factor potencial de éxito para Francia en un posible dominio sobre Egipto.

Efectivamente, la causa de la libertad del pueblo egipcio fue olvidada por par-te de Francia tan pronto como Inglaterra consintió en la ocupación de Marrue-cos por Francia. La concordia imperialista se estableció entre las dos potencias a costa de la libertad de los pueblos de dos países árabes; Inglaterra da el visto bueno, en 1904, para que Francia ocupara Marruecos a cambio de la garantía dada por Francia de no obstruir la acción de Inglaterra en Egipto.

Esa alianza anglofrancesa facilitó la anexión por par te de Inglaterra del Sinaí al territorio de Egipto y su ocupación por Ingla terra; esa anexión de la península del Sinaí en 1906, significó que Gran Bretaña adquiriera una zona vital para la defensa del canal de Suez, lo cual tuvo una extraordinaria importancia durante

Page 76: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 75

la Primera Guerra Mun dial y posibilitó la rápida ocupación de Palestina por parte de Gran Bre taña.

De vuelta a su país, Mustafá Kamil se enfrenta tanto a Inglaterra como a Fran-cia y apoya al Khedive contra los ingleses. Estos, molestos por cierta oposición del Khedive y algunas manifestaciones del mismo en bus ca de independen-cia, nombran a Kitchner como comandante en jefe del ejército británico en Egipto.

Todo ello coincide con un resurgimiento del movimiento de liberación na-cional a raíz de un enfrentamiento entre oficiales británicos y campesinos en la región del delta del Nilo. El incidente conduce a que, de nuevo, las masas participen en el proceso debido a las sentencias que sufrieran algunos campesinos. Kamil actúa activamente y es descrito por lord Cromer como “el peor enemigo de Inglaterra”; los britá nicos, para calmar los ánimos del pueblo egipcio, ofrecen amnistías y ne gocian con Kamil nombrar a algún miembro de su movimiento como mi nistro. Saad Zaghlul, un calificado abogado y activista desde Urabi es nombrado entonces ministro de Educación.

Es ese también el período de surgimiento de partidos políticos y sindicatos obreros. El nuevo “gobernador británico” de Egipto es sir Eldon Gorst, quien se dedica a dispersar el movimiento nacionalista egipcio y promueve la for-mación de partidos filobritánicos.

La muerte de Mustafá Kamil en 1908 debilita al movimiento, nuevamente, y le da la oportunidad a los británicos de nombrar a un copto reaccionario, Butrus Ghali, como primer ministro. Se lleva a cabo entonces una feroz persecución de los elementos patrióticos, se recurre a medidas de emergencia, centenares de acti vistas son exiliados y la prensa es amordazada. Butrus Ghali es asesi-nado por un nacionalista y sir Gorst utiliza el caso para convertirlo en nuevo elemento de división contra la unidad del pueblo egipcio: la cuestión de dife-rencias religiosas entre coptos y musulmanes.

El general Kitchner es, a partir de 1911, el sucesor de Gorst y ese nombra-miento es significativo, puesto que Kitchner fue el conquistador del Sudán y de África del sur y en 1914 se convirtió en el ministro de Guerra de Gran Bretaña.

Dominación económica y encadenamiento político

El proceso de dominación que Occidente comienza a ejercer sobre las finan-zas del Imperio otomano se inicia con el primer préstamo que la Porte tuvo que pedir en 1854 a causa de los gastos ocasionados por la Guerra de Oriente (Guerra de Crimea). En cuanto a Egipto, los sucesivos préstamos que habían comprometido al Khedive lo llevan a vender las acciones de Egipto en la

Page 77: Árabes. Historia, religión, ideología

76 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Compañía del canal, adquiriendo el Gobierno británico dichas acciones78, por lo que se puede hablar de una nueva etapa en las relaciones angloárabes.

Se trata nada menos que del período duran te el cual se cristaliza el movi-miento popular árabe de liberación con un hondo contenido anticolonialista (occidental), por una parte, y del desarro llo en Europa de la ideología sionista basada en el afianzamiento de las posiciones que los colonialistas británicos venían alcanzando en el mundo árabe, por otra. El aumento de los intereses británicos en la región ante la oposición activa de la población árabe, lleva a los colonialistas a intensifi car sus alianzas antipopulares. Surge así para el movimiento árabe de libe ración nacional el imperativo de luchar contra dos enemigos tangibles: im perialismo y sionismo. Es esta una particularidad del mundo árabe que lo distingue del resto del Tercer Mundo.

El desplazamiento de la influencia francesa por la inglesa, entusiasta de la cultura francesa, el Khedive Ismail (graduado en la academia militar francesa de St. Cyr) había orientado a los becados egipcios hacia París y los técnicos y científicos franceses abundaban en las fábricas, escuelas y hospitales de Egip-to. Ahora el interés principal del imperialismo británico en el Medio Oriente se va a trasladar de Istambul a El Cairo; en buena parte ello se debió a la nueva posición adquirida con respecto al canal de Suez79.

Uno de los principales objetivos imperiales de Londres lo constituye ahora ejercer un verdadero control sobre Egipto, para el cual es ne cesario disminuir al mínimo la presencia francesa. Ese empeño se volvía más difícil cada vez que Inglaterra perseguía mantener a Rusia alejada de Istambul.

Fue este precisamente el momento histórico en el cual las condiciones econó-micas y políticas habían madurado en la Europa de los años setenta del siglo XIX, cuando el capitalismo se caracteriza por la fase imperialista, la transición estuvo conectada con una lucha feroz por la división del mundo y una ex-traordinaria activación de la política colonial de las potencias mundiales.

La posición de Inglaterra en Egipto se fortaleció notablemente con la participa-ción de la empresa del canal. Aunque los capitalistas franceses tenían la mayo-ría de las acciones, Inglaterra tenía la ventaja de que su gobierno poseía ahora aproximadamente el 45% de las acciones, mientras que las acciones a favor de Francia estuvieron repartidas entre un gran número de propietarios. Por otra parte, Inglaterra controlaba virtualmente la exportación del algodón egipcio y disfrutaba de una posición dominante en las importaciones de Egipto.

78 El 8 de diciembre de 1875, los representantes británicos comenzaron a integrar el Conse-jo Di rectivo de la Compañía.79 G. Young. Egypt. London, 1930, p. 73.

Page 78: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 77

El camino hacia un control completo de la economía de Egipto por parte de sus acreedores (especialmente Gran Bretaña y Francia), quedó abierto cuando se declaró la bancarrota de las finanzas del Imperio otomano a fines de 1875; acto seguido se repitió el hecho en Egipto, cuando el Khedive aceptó en abril de 1876 un verdadero control financiero extranjero sobre el país.

Egipto tuvo entonces que ceder su soberanía en la recolección de impuestos sobre la tierra cultivada, sus ingresos por con cepto de derechos de aduana y los impuestos sobre la fabricación de ci garrillos. Los banqueros Goeschen y Joubert, británico y francés respec tivamente, integraron la Comisión Financiera para administrar la deuda egipcia.

Esos banqueros lograron que el Khedive nombrara un funcionario británico como contralor general de los ingresos, otro funcionario francés como contralor de los gastos, un funcionario británico fue nombrado como director del Departamento de Presupuesto del Ministerio de Hacien da de Egipto, un general británico fue nombrado director de los ferroca rriles del país, todos bajo el mando del mayor británico Baring. Este último, había sido secretario privado del virrey británico en la India, un experto administrador colonial y talentoso financista emparentado con uno de los banqueros más ricos de Londres. Baring se convirtió pronto en el verdade ro gobernador de Egipto bajo el nombre de lord Cromer80.

De ahora en adelante, el pueblo egipcio iba a trabajar bajo el azote del control extranjero europeo para asegurar el pago de la deuda del Khedive. Comienzan a cobrarse los impuestos por adelantado y hacen su aparición los prestamistas, en su mayoría coptos y griegos, quienes compraban las cosechas a precios de gallina flaca, mientras los campesinos, por su parte, tenían que pagar los impuestos a los recolectores.

Así pudo el Gobierno egipcio ir pagando sus deudas, pero estuvo inca pacitado para pagar los respectivos sueldos a sus funcionarios y oficiales, lo cual se tradujo en una ampliación de los sectores nacionales que sufrían, virtualmente de hambre, aumentando así el descontento y agotándose la capacidad de su-frimiento del pueblo egipcio.

Pero pese a este estado de cosas, la comisión financiera extranjera, con el británico Rivers Wilson como presidente, proseguía con sus abusos: pidió al Khedive entregar sus propiedades al banquero Rothschild de Londres como garantía por sus deudas y le exigió separar algunos ministros de sus cargos por no haberse subordinado a la comisión.

Esa serie de atropellos y provocaciones culminó con el pedido de que el Khe-dive entregara los asuntos del Estado a un gabinete “confiable”, compuesto en su mayoría por extranjeros.

80 Lutsky, ob. cit., p. 196.

Page 79: Árabes. Historia, religión, ideología

78 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

En efecto, el Khedive tuvo que ceder sus propiedades y nombró en agosto de 1878 un nuevo gabinete encabezado por el gran comerciante armenio Nubar Pasha (conocido por sus nexos con los bancos de Londres y París), quien ignoraba el idioma del pueblo, el árabe, pero en cambio contaba con el apo-yo de los Gobiernos de Gran Bretaña y Francia. Acompañaba a Nubar como ministro de Hacienda Rivers Wilson y el francés Bligniéres ocupaba el Minis-terio de Obras Públicas. Igualmente Austria e Italia tenían sus representantes en ese gobierno en el cual Baring (Cromer) ejerció la función de ministro del Interior.

Luchas por la península y golfo arábigos

La península Arábiga se encuentra rodeada por una situación interna cional ca-racterizada por los esfuerzos desesperados del sultán otomano por consolidar su poder y prestigio en esa región, mientras que Inglaterra, de hecho, tenía ya posiciones tan importantes que las otras potencias, Alemania, Francia y Rusia, estaban tratando de minar y sustituir.

Desde la puesta en funcionamiento del canal de Suez en 1869, la importancia estratégica y comercial de Adén había aumentado. Luego de la adquisición por parte del Gobierno británico de una importante porción de acciones en la Compañía del Canal y de la ocupación británica de Egipto en 1882, Inglaterra fortifica Adén y la convierte en una gigantes ca estación de carbón para el tráfi-co marítimo mundial y en un importante centro para el comercio de tránsito.

El Imperio otomano se vio obligado en 1905 a reconocer los hechos y se tra-zaron fronteras artificiales sepa rando Adén, Lahej y nueve principados del sur de Arabia de Yemen. Ello tuvo repercusiones cuando el Gobierno yemenita, luego de separarse del Imperio, en 1911, desconoció las fronteras acordadas entre Inglaterra e Istambul.

Desde entonces, las tribus del sur de Arabia encontraban apo yo en el Yemen en su lucha contra los británicos, los cuales extienden su control sobre las costas de Hadramaut en el actual Omán, obligando a los jefes locales a acep tar su protectorado británico. Con la ocupación de la isla de Sokotra (1886), los británicos no tuvieron mayor dificultad en dominar y unificar bajo su control a los numerosos jequeatos a lo largo de la costa de Arabia del sur.

Los insurgentes populares de Muscat y Omán fueron derrotados por los in-gleses en 1871 y estos desconocieron su declaración conjunta con Francia en 1862, para monopolizar la influencia con respecto a esta parte del sur de Ara-bia. Firmaron en 1891 con el sultán de Omán un tratado de amistad, comercio y navegación en detrimento de los intereses de otras potencias.

Page 80: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 79

Así las cosas, no tardaron en aparecer los problemas con Fran cia y Rusia, sin que ello llevara a una disminución del poder británico, y no fue sino en 1904-1906 que Inglaterra y Francia limaron sus diferencias coloniales globales, dividiéndose zonas de dominación colonial. Francia reconoce definitivamente el hecho de que Inglaterra es la po tencia indiscutible en esa región.

Poco tiempo antes de la Primera Guerra Mundial, en 1913, estalló nuevamente una rebelión, cuyo centro fue la ciudad de Nazwa, que se opuso tanto a los britá-nicos como a su protegido sultán. El movimiento logró independizar al territorio de Omán (menos las costas, amenazadas constantemente por los cañones de los barcos ingleses), y estableció un imamato de Omán, obligando, más tarde, al sultán de Muscat a reconocer los hechos.

Sin embargo, en términos generales, se observa un aumento notable de la presencia e influencias británicas, no solo en las costas del sur de Arabia, sino también en aquellas del golfo Arábigo.

Como ya hemos visto, los británicos se apoyan en sus aliados especialmente en Kuwait, la isla de Bahrain y algunos jequeatos de la llamada Costa de los Piratas. Efectivamente, con Bahrain se firma en 1880 un acuerdo de naturaleza exclusivista que brinda a Inglaterra poderes equivalentes al ejercicio de un protectorado.

En 1882, las tropas británicas ocuparon la península de Qatar, obligando a su gobernador a establecer una alianza con ellos y posteriormen te, en 1916, declararon a Qatar como su protectorado.

La suerte de Kuwait no fue mejor, ya que el creciente interés alemán en exten-der la línea férrea hasta Basrah y Kuwait alarmaba a los estrategas británicos. Otra fuente de preocupación para estos fue el permanente inte rés de Rusia en encontrar puntos de apoyo y aprovisionamiento en el golfo para su marina.

Hacia finales del siglo XIX, Inglaterra procede a intervenir en los asuntos in-ternos de Kuwait de una manera más directa. En este sen tido no es posible desvincular a los británicos del asesinato del jeque Mohammed Ibn Sabah en 1896 y el ascenso al poder de su hermano Mubarak. Mohammed se había negado a firmar acuerdos similares a aque llos logrados por Inglaterra con nu-merosos jefes locales a lo largo de la costa del golfo. Hasta este momento, el respectivo jeque de Kuwait era un qimacán o “subgobernador” bajo el mando del gobernador otomano de Basrah.

Ahora Mubarak firma en 1899 el acuerdo ansiado por Inglaterra, comprome-tiéndose a no alinear su territorio con otra potencia que no sea Gran Bretaña. El acuerdo fue secreto y los ingleses pudieron celebrar su triunfo al convertir el golfo en un lago inglés.

Page 81: Árabes. Historia, religión, ideología

80 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Este hecho fue uno de los que más incidieron en las relaciones interimperia-listas angloalemanas; el proyecto alemán se vio seriamente entorpecido y el propio lord Curzon, entonces virrey de la India, proclamó que las fronteras occidentales de la India británica estaban en el Éufrates y ello produce una abierta confrontación de intereses.

Alemania sostuvo la tesis de que para el éxito del proyecto alemán era in-dispensable el dominio otomano sobre todo el trayecto desde Istambul hasta Kuwait.

Cuando el Gobierno otomano actuó bajo presión alemana y envió tropas a Kuwait, estas tuvieron que devolverse bajo las amenazas del comandante de un crucero británico. Inglaterra y el Imperio otomano firmaron en 1901 un acuerdo según el cual la primera reconoció la soberanía otomana sobre Kuwait a cambio del reconocimiento por parte de Istambul del acuerdo an-glokuwaití de 1899.

La otra potencia afectada fue Rusia; Alemania busca entonces apoyar a los rusos contra los ingleses con respecto a Kuwait, aunque sin éxito.

Hacia fines de 1903, lord Curzon, con mucha pompa y ruido, visita la región del golfo incluyendo a Kuwait con el propósito de demostrar cuán determi-nado estaba su Imperio en afirmar su dominio sobre la zona. Las posiciones británicas allí eran puntos clave en la estrategia británica y su defensa había que hacerla a toda costa.

Es esta una realidad que no debe olvidarse a la hora de comprender el rol de cada cual en el reparto del mundo árabe tras el estallido de la Primera Guerra Interimpe rialista Mundial.

Gran Bretaña obtuvo otro éxito al establecer en Kuwait, a partir de 1904, un agente político británico y en 1907 firmó un nuevo acuerdo con el jeque Muba-rak según el cual el Imperio otomano era considerado una de las potencias extranjeras. Istambul fue forzada así a reconocer, en 1913, a Kuwait como un “municipio” autónomo con bandera propia. Igualmente los otomanos tuvieron que renunciar a su soberanía sobre Qatar y Bahrain. Cuando en 1914 estalló la guerra, Inglaterra declaró inmediatamente su “protección” sobre Kuwait.

Si bien en el caso de los pequeños principados del golfo la intervención britá-nica se concentró a nivel de los jeques y sus respectivas cortes, en el interior de la península Arábiga la situación fue diferente, porque allí se estaba llevan-do a cabo una lucha entre dos dinastías: los Rashid y los Saud, que involucró a toda la población de esa región cuyo objeto era decidir en manos de quién iba a quedar al mando de la península.

Page 82: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 81

Derrotado por los Rashid, Abdul Rahman Al-Saud, padre del funda dor de la actual dinastía gobernante, se había refugiado en Kuwait junto a su hijo Abdul-Aziz. Este último pasó su adolescencia en ese puerto tan disputado por las potencias y objeto de sus intrigas, y había sentido direc tamente el poderío de Inglaterra sobre Kuwait y Mubarak. Además, los Rashid contaban con el apoyo otomano y alemán; de modo que era natural que el nuevo y joven líder de los Saud buscara fórmulas de entendimiento con Inglaterra.

Los Rashid habían intentado apoderarse de Kuwait buscando una sa lida al mar y esa pretensión pudo haber contribuido a que Mubarak se decidiera por la protec-ción inglesa. Ello coincide con el nombramiento de lord Curzon como virrey de la India británica, quien tenía el propósi to de reforzar la presencia inglesa en el golfo y para ello fomentó la for mación de alianzas entre los amigos de su Imperio en la región. De manera que el ataque de los Rashid contra Kuwait en 1901 no pudo ser rechazado sino bajo el fuego de los cañones ingleses.

Por su parte, Abdul Aziz Al-Saud (Ibn Saud) aspira recuperar el poder tem-poralmente perdido, aprovechando la enemistad de Mubarak Al-Sabah contra los Rashid y la determinación de Curzon de combatir a los Rashid. Todo lo cual hizo posible que Ibn Saud obtuviera apoyo inglés en su expedición que condujo a la reconstrucción del Estado sau dita.

No obstante, los éxitos de Ibn Saud llevaron a un rápido proceso de unifica-ción de las tribus de la península, lo cual despierta la oposición británica. De nuevo está en acción la política tradicional inglesa de oponerse a los Saud, pero esta vez no mediante el enfrentamiento bélico abierto, sino a través de agentes del servicio de inteligencia como el capitán Lichman y Gertrude Bell (más conocida como miss Bell, que jugó un papel importantísimo en la políti-ca colonial británica en Iraq y fue ascendida en 1920 a coronel).

Sin embargo, pronto se tranquilizaron los ingleses debido a que Ibn Saud comprendió que no era posible enfren tarse simultáneamente a los Rashid, los otomanos y los británicos. Así, en su lucha contra los primeros y su búsqueda de una salida al mundo exte rior, Ibn Saud necesita conquistar las costas de Al-Hasa y para ello pide el apoyo de la flota británica a cambio de facilidades y un cónsul en El-Riad.

Pero el dominio saudita sobre esas costas despertó la preocupación de los jefes locales a lo largo del golfo Arábigo, que a la vez son aliados de Gran Bretaña. Se agrupan entonces los jeques de Muscat, Omán y Abu Dhabi para enfrentarse a Ibn Saud, mientras que el gobernante de Qatar, con quien Gran Bretaña no había firmado aún un pacto de alianza, toma una actitud amistosa hacia los sauditas.

La principal potencia en la región, Gran Bretaña, no tenía nada que temer ya que Ibn Saud al capturar Al-Hasa y con ello las costas orientales del golfo

Page 83: Árabes. Historia, religión, ideología

82 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

en 1913, en realidad había contribuido a debilitar las posiciones otomanas y disminuidas las oportunidades de los proyectos alemanes.

En resumidas cuentas, se concluye que las luchas internas en la península y las costas de Arabia y del golfo estuvieron llenas de intervenciones e intrigas de las grandes potencias en pugna de la época. Mientras Inglaterra era la principal fuerza dominante, Francia concentró su interés en Muscat, Rusia en Persia y Alemania en Iraq. El eje de la competencia lo constituyen los dife-rentes proyectos de líneas férreas cuyas estaciones finales estarían en el golfo, ya sea en Basrah, Kuwait o Bender Shahr en la orilla occidental del golfo en territorio persa.

La llegada de lord Curzon para dirigir el Gobierno británico de la India constituye una etapa de pugna frontal de las políticas colonialistas. En septiembre de 1899, Curzon elaboró un significativo memorándum81 en el cual consideraba la posibi-lidad de que Francia y Rusia estuvieran coordinando sus políticas en Persia y el golfo con base en su alianza de 1892.

Ahora, el que Rusia haya establecido un servicio de navegación regular entre Odessa y el golfo, llevó a Curzon a recomendar una agresiva política británica en la región. Más aún, con el otorgamiento a Persia de un préstamo de dos millones de libras en 1900 y la obtención de privile gios aduaneros en 1902, Persia ya estaba cayendo, según Curzon, en los brazos de Rusia.

Por su parte, los alemanes aumentaban las preocupaciones británicas con res-pecto a Kuwait. La misión de Stemrich, cónsul general alemán en Istambul, a Kuwait en 1900 con miras a obtener un permiso de Mubarak para una estación de ferrocarril, tuvo que ser rechazada por los ingleses.

Von Bulow, vicecanciller alemán, le pide entonces a su embajador en Londres, en octubre de 1901, recordarle al Gobierno británico lo que lord Curzon había dicho en la página 462 de su libro Persia and the Persian Question, donde reconocía la absoluta soberanía del sultán otomano sobre el golfo Arábigo y Kuwait82.

El pomposo viaje de Curzon no tardó en producirse y al principal aliado, Muba-rak, es otorgado el título de Sir y se le condecora con la “Estrella de la India”. Pronto, lord Landsonne, ministro del Exterior, anunciaría en el Parlamento la protección sobre Kuwait y el nombramien to del capitán Knox como British Poli-tical Agent. Alemania protesta y Gran Bretaña fue tajante al expresar su opinión: “No puede haber ni habrá entendimiento alguno con respecto a la cuestión de Kuwait entre Inglaterra y Alemania”.

81 Salah Al-Aqqad, Las corrientes políticas en el golfo Arábigo, Librería Anglo Egipcia, p. 185. 82 Mustafá Al-Najjar, ob. cit., p. 77.

Page 84: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 83

La derrota de Rusia a manos del Japón en 1905 contribuyó a fortalecer las po-siciones británicas en el golfo. El capitán Knox obtiene de Mubarak el permiso para construir y fortificar una base naval en Shuwaikh.

En 1907 se firma el acuerdo angloruso según el cual Persia queda dividi da en tres partes con sus respectivas influencias:

Norte-Rusia.•

Sur-Inglaterra.•

Centro-neutral.•

En una nota posterior al Gobierno ruso, Inglaterra insistió en subrayar sus in-tereses específicos en el golfo. Estamos en vísperas del éxito de la explotación del petróleo persa por los ingleses en 1908.

Para eliminar cualquier competencia futura, los británicos comprometen a Mubarak en 1913 a no otorgar concesión petrolera alguna sin antes obtener el permiso del Gobierno inglés.

Antes de comenzar la Primera Guerra Mundial, Inglaterra ya quiere asegurar-se el dominio definitivo sobre esa parte del mundo árabe y en este sentido las negociaciones con los turcos entre 1911-1913 constituyen el proyecto del acuerdo anglotomano que cubría a Bahrain, Qatar, Kuwait y la navegación en Shatt El-Arab (sur de Iraq). Este proyecto despertó la más viva protesta de los nacionalistas árabes contra tan fla grante agresión británica y sumisión otoma-na contra las aspiraciones de independencia de las provincias árabes.

Otra de las razones del enfrentamiento entre Inglaterra y Alemania lo consti-tuyó el ferrocarril Damasco-La Meca. Financiado por donaciones provenientes de todo el mundo islámico, pero construido por Alemania, ese ferrocarril ame-nazaba los intereses británicos, ya que el mismo acercaba a Alemania al logro de sus objetivos estratégicos en el mar Rojo, Yemen Al-Hijaz.

Este temor británico coincide con el de los sherifs hashimitas de La Meca, quienes veían en el proyecto un fortalecimiento del poder otomano, en una región en la cual ellos eran los verdaderos gobernantes. La línea que se ini-ció en 1904 llega a Medina en 1908 y la oposición del sherif Alí lleva a los otomanos a exiliarlo a Egipto. Sin embargo, el sherif Hussein, virtual rey del Hijaz, también es enemigo del proyecto, busca el apoyo de los nacionalistas árabes y de Inglaterra. Este factor agrega un elemento más a la lucha que los nacionalistas árabes venían desarrollando contra los tórnanos.

El emir Faisal, hijo de Hussein, como diputado en el Parlamento otomano mantenía relaciones con los reformistas árabes de Siria, Líbano e Iraq y en 1914 se lleva a cabo en Hail una reunión entre representantes de los nacionalistas

Page 85: Árabes. Historia, religión, ideología

84 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

árabes y jefes tradicionalistas de la península, con el fin de crear un frente árabe común y levantarse contra Istambul.

Otro hijo de Hussein, el emir Abdullah, conversó en 1914 también con el cónsul general británico en Egipto, general Kitchner y su ayudante Storrs para conseguir ayuda británica. Aunque los ingleses se abstuvieron en esa oportu-nidad de contraer cualquier compromiso concreto, ello allanó el camino para la posterior alianza anglohashimita.

Un éxito adicional para la política británica lo constituyó la firma de un tra-tado, en 1915, con Ibn Saud, según el cual este se comprometía a no actuar contra Gran Bretaña; a coordinar su política exterior con ella y a respetar la integridad de las posesiones británicas en el golfo. Dicho tra tado expiró en 1924, pero hasta entonces El Hasa estuvo bajo la protec ción británica.

Mientras en el Mashriq árabe se produjeron alianzas circunstanciales entre algunos jefes tradicionales de carácter feudal con Inglaterra, con el fin de de-rrocar el poder otomano y establecer un poder local árabe bajo el liderazgo de esos jefes. Inglaterra, por su parte, buscó mantener y defender sus intereses en la región, mediante la ocupación militar directa, la utiliza ción del “nacio-nalismo” judío-sionista y la subordinación de los más atra sados jefes locales árabes.

El sionismo fue fortaleciendo su alianza orgánica y estratégica nada circuns-tancial con el imperialismo; es decir, prosiguió colaborando con Inglaterra hasta que se produjo el relevo histórico cuando Estados Unidos pasó a tomar el definitivo liderazgo del sistema. Entonces la alianza del sionismo pasó a ser con Estados Unidos.

La Primera Guerra Mundial iría a institucionalizar la división artificial del mun-do árabe, a nombrar sus nuevos jefes y gobiernos locales, a atarlo a las poten-cias imperialistas, a iniciar su explotación económica en la nue va dimensión petrolera, a instalar a los sionistas masivamente en Palestina.

Intervención estadounidense en el mundo árabe

Si bien el papel de las potencias europeas en los asuntos de la región mesorien-tal es una realidad comúnmente aceptada, aquel ejercido por los Estados Unidos se desconoce generalmente. Se tiende a creer, más bien, que Estados Uni-dos comienza después de la Segunda Guerra Mundial a interesarse activamen-te en la región del Medio Oriente.

Page 86: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 85

Isaac Deutscher decía:

La irrupción norteamericana en el Medio Oriente es relativamente reciente ha-biendo contribuido al desastre de los viejos Imperios, los Estados Unidos te mieron por el “vacío de poder” (...) y América hizo su aparición. Esto ocurrió en el Medio Oriente en el período entre la guerra de Suez y la última guerra árabe-israelí83.

Precisar el período desde el cual Estados Unidos participa en la com petencia interimperialista por la penetración económica, ideológica y cultural del mun-do árabe, es un aspecto de importancia para las fuerzas antagónicas que pro-tagonizan la lucha dentro del mundo árabe.

En el período capitalista, con el surgimiento del Estado-nación y la intrínseca necesidad del capitalismo de expandirse constantemente, la forma política co-rrespondiente a tal Estado-Nación y a tales formas de relacionamiento va ma-durando en el curso de los siglos. De modo que para los inicios de la fase impe rialista, ya se cuenta con una larga historia de dominación y de luchas entre estados que tenían un nivel de desarrollo económico más o menos similar y que eran políticamente independientes. Cobra así cuerpo más definido la política de poder de las grandes potencias. El concepto mismo de gran potencia, es acuñado por Gramsci pocos años después de la Primera Guerra Mundial, un evento en el cual los conflictos internacionales habían adquirido ya una forma definitivamen-te interimperialista. Posteriormente, el capital monopolista de Estado va a adqui-rir pleno desarrollo y junto con él, después de la Segunda Guerra Mundial, surge la gran potencia capitalista cuyo poder es mundialmente absoluto, en el sentido de que no hay otra potencia capitalista que pueda equiparársele. Su zona de in fluencia sería el mundo entero, a no ser por el surgimiento de la gran potencia socialista y el bloque soviético84.

En contraste con el período inicial de la expansión occidental hacia el Oriente, caracterizado por la lucha y la competencia entre potencias europeas maríti-mas como Portugal, Holanda, Inglaterra, Francia y una menor participación por parte de Rusia, Alemania y Bélgica, se observa que luego de la obtención de su independencia (1775) y el término de la Guerra de Secesión (1865), Estados Unidos, como Estado, se lanza hacia el exterior como expresión del grado de desarrollo del capitalismo norteamericano.

Antes de culminar el siglo XVIII, se conjugan en el territorio norteamericano varios factores que facilitan la creación de la base técnica reque rida para la Revolución Industrial. Numerosos inventos, junto a la rápida asimilación de los adelantos europeos, conducen a un acelerado desarrollo económico.

83 New Left Review, julio-agosto de 1967, Londres.84 J.A. Silva Michelena, ob. cit., p. 14.

Page 87: Árabes. Historia, religión, ideología

86 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

En 1807, Robert Fulton contribuye, con el invento del barco de vapor, a que Estados Unidos se orientara hacia el exterior. Para 1855 existían ya 30 mil kilómetros de vías férreas que unían diversos rincones del territorio entre sí, permitiendo, la unificación del mercado capitalista interno en el cual el valor de la producción industrial en 1860 sobrepasó los mil millones de dólares, empleando a unos 1,5 millones de obreros85.

A la red de ferrocarriles, ya existentes, se agregan entre 1867-1873, aproxima-damente 54 mil kilómetros más; entre 1877-1899, la producción de acero se multiplica por 19 y la del carbón por 5; la producción de petróleo aumentó durante ese lapso en un 600% y se agregan otros 140 mil kilómetros de líneas férreas; entre 1869-1899 se duplica el número de trabajadores alcanzando los 5,5 millones y el capital invertido en la producción industrial llega a 12 mil millones de dólares.

Ya para 1894, Estados Unidos se ubica en el primer lugar mundial en cuanto a la producción industrial; el valor de la misma es de nueve mil quinientos millones de dólares, lo cual representaba el doble de la producción industrial británica y el triple de la alemana.

Al mismo tiempo, tanto la producción industrial norteamericana como el ca-pital utilizado en dicha actividad, van adquiriendo las características de la concentración y del monopolio; así vemos que antes de finalizar el siglo XIX, el 66% del total de la producción industrial ya se encuentra en manos de las gran des corporaciones y, al iniciarse el siglo XX, el 75% de la producción in-dustrial estuvo controlado por menos de 500 trusts cuyo capital alcanza más de veinte mil millones de dólares86.

Se constituye entonces en Estados Unidos una base capitalista muy amplia al lado de un sector dominante en su vida económica que impone su voluntad política a través de dos partidos principales: el republicano y el democrático, los cuales desde fines del siglo XIX se convierten en representantes, cada cual a su manera, del capital monopolista norteamericano y sus intereses tanto dentro de los Estados Unidos como en el exterior.

En el campo exterior, Estados Unidos recurre al uso de la fuerza para extender su influencia; libra guerras contra potencias europeas que se opusieron a su expansión y gasta enormes sumas para “comprar” provincias que estaban bajo la soberanía de Estados europeos como Luisiana, Alaska y partes de Florida.

85 Kamal Mazhar Ahmad, Acerca de la penetración de la influencia norteamericana en el Medio Oriente, Revista Afáq Arabíyeh (Horizontes Árabes), nov., 1976, p. 104.86 W.Z. Foster, Outline Political History of the Americas, N.Y., 1951; citado por Kamal Mazhar Ahmad, ob. cit., p. 104.

Page 88: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 87

Por su parte, la acumulación de excedentes de capital norteamericano ofrece la oportunidad para dirigirse en primer término hacia las islas del Caribe, del océano Índico y los países latinoamericanos. Se observa así que hay una pe-netración sistemática por parte de dicho ca pital en esas regiones a partir de 1870-1880.

Como fundamento teórico “moral” para dichas acciones, Estados Unidos utili-za: la Doctrina Monroe (1823), el panamericanismo y el Principio de la “Puerta Abierta” (1899)87.

En la práctica, en la Doctrina Monroe se pasa de una América para los ame-ricanos, a una América para los Estados Unidos y se le impide a los Estados europeos intervenir en los asuntos del continente. El panamericanismo sirvió repetidas veces a los intereses de los círculos gobernantes norteamericanos para imponer su voluntad por la fuerza sobre pueblos latinoamericanos y otros.

Estados Unidos ocupó las islas de Hawai en 1893 y en 1898 peleó contra Es-paña con el fin de efectuar una redistribución de las colonias; con el pretexto de defender la independencia de Cuba y las Filipinas, Estados Unidos expulsó a España para instalarse utilizando la práctica de pagar por las nuevas pose-siones: por las Filipinas pagó a España una indemnización de veinte millones de dólares, suma enorme para la época, pero en una región que equivale a la llave de oro para conquistar los mercados de Asia del sureste. Años antes, en 1871, Estados Unidos intentó someter militarmente a Korea y once años más tarde, logra imponer a ese país un tratado.

La “política de ‘Puerta Abierta’, fue inventada por Estados Unidos en 1899 para penetrar a China y el concepto mismo reco noció implícitamente la coloniza-ción de China y su división en zonas de influencia entre los demás Estados Capitalistas”88.

Esta expansión colonialista norteamericana no se limita al Caribe y al Lejano Oriente, también en el África, Estados Unidos participa como potencia en la

87 La “Puerta Abierta”, como terminología política, fue usada bajo la presidencia de Mckinley por el secretario de Estado americano John Hay en el otoño de 1899 e introducida en el uso internacional. Los Estados Unidos de América habían adoptado el aislamiento, la limitación al Hemisferio Occidental como fundamento principal de su política… en las negociaciones de Paz con España en París aparece por primera vez la terminología “Open Door”; en una demanda con carácter de ultimátum del presidente McKinley para renunciar a las filipinas; es la puerta que debería estar abierta para todos para llevar a cabo “el comercio”. Ver. F. Berber, Auswaertige Politik. Braunschweig/Wien, 1942, p. 845, citado por M.A. Al-Shereidah, Die Handelspolitik des Iraq, Universita et Innsbruck, 1963, p. 41. 88 Ob. cit., p. 105.

Page 89: Árabes. Historia, religión, ideología

88 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

lucha por el reparto del continente y con negros norteamericanos reenviados al África forma en 1847 una república en Liberia.

Este hecho fue anterior a la Conferencia de Berlín, 1885, según la cual se divi dieron las áreas de influencia entre las potencias europeas y muy anterior a los convenios angloalemán, francobelga y francobritánicos de 1890, 1894 y 1898, respectiva-mente, que regularon los conflictos entre las poten cias coloniales89.

El Maghreb conoció, como primera región árabe, la intervención norteame-ricana desde fines del siglo XVIII con el pretexto de darle protección a sus intereses comerciales de los ataques de los piratas en el Medite rráneo. Desde tan remota época, Estados Unidos comenzó a mantener una flota propia que patrullara dicho mar.

Khalfin en su trabajo sobre Comienzos de la penetración americana en los paí-ses del mar Mediterráneo y del océano Índico indica que el pueblo de Túnez se enfrentó en mayo de 1799 a una agresión norteamericana, obligando a la flota a retirarse tras la firma de un acuerdo, según el cual Túnez se comprometía a no volver a atacar los barcos norteamerica nos a cambio de un impuesto que estos debían pagar.

Aprovechándose de la guerra angloamericana, tanto Túnez como Argelia cau-saban, sin embar go, dificultades a los barcos norteamericanos, lo cual llevó, una vez termi nada dicha guerra, a que Estados Unidos enviara sus buques militares a la región con su subsiguiente victoria sobre la flota argelina y el logro de no volver a pagar impuestos. Fue entonces la expansión de la Fran-cia podero sa y cercana hacia El Maghreb lo que detuvo la influencia de sus competi dores capitalistas en esa región.

En El Mashriq, Estados Unidos recurrió a la fórmula cultural en su proceso de penetración, obtención de intereses y ejercicio de influencia: “El primer esfuerzo organizado para establecer contactos culturales con el área no fue hecho sino hasta 1819”90.

Es importante al respecto comprender que en esa primera etapa, el capital norteamericano no tiene todavía urgencia de los mercados del Imperio otoma-no y que sus competidores son potencias europeas más cercanas geográfica-mente y con una tradición de influencia e intervención muy poderosa.

De todos modos, Estados Unidos logra en 1830 firmar con Istambul un tratado de amistad e intercambio comercial según el cual disfrutó del régimen de capi-tulaciones hasta entonces privilegio solamente de las potencias europeas. En el campo cultural Estados Unidos, utilizando para ello las instituciones benéficas y

89 Ver M. Al-Shereidah, Nigeria, petróleo y sangre, ob. cit., p. 86.90 George Lenczowski, United States Interest in the Middle East, ob. cit.

Page 90: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 89

misioneras, se ubicó a la cabeza de todos sus competidores pese a la gran resis-tencia y oposición que desplegaron Rusia y Francia. Desde el comienzo de sus actividades, esas instituciones estuvie ron financiadas directamente por el Tesoro federal y disfrutaron de los privilegios del tratado mencionado de 1830.

Esas actividades centraron su interés entre las minorías, convirtiendo a nume-rosos armenios y asirios al credo protestante. Según Adamow91, en pocos años los misioneros norteamericanos habían convertido a más de cien mil armenios y controlaban 198 iglesias y 356 escuelas propias.

La actual Universidad Americana de Beirut, la Universidad America na de El Cairo y otras son obras de aquellos primeros misioneros que fun daron esas es-cuelas protestantes desde 1835, y que antes de finalizar el siglo habían creado más de 200 escuelas y centros misioneros solo en Siria y Palestina, vinculados directamente con las numerosas misiones diplomá ticas norteamericanas.

En 1889 se funda entonces la Arabian Mission en New Jersey, con un gran despliegue propagandístico para “divulgar los mensajes de Cristo entre los habitantes salvajes de la península arábiga”.

La Misión escoge a Basrah como sede y en 1893 establece una filial en la isla de Bahrain. Sin embargo, según las opiniones de los observadores de la épo-ca, esas actividades iniciales se llevaron a cabo con mucho cuidado, evitando crear la imagen de que se estuvieran involucrando en los asuntos políticos y económicos del Imperio otomano; por lo tanto, la impresión general entre los círculos intelectuales de la región fue positiva, lo cual determinó por su parte una actitud política de buena voluntad frente a los Estados Unidos, que se manifestó claramente durante y después de la Primera Guerra Mundial92.

Lo antes dicho no debe confundirnos en cuanto a la actuación de Estados Unidos como potencia en esa región tan lejana del radio tradicional de sus acciones. En repetidas oportunidades los barcos de guerra norteamericanos penetraron las cos-tas del Imperio otomano con el pretexto de darles protección a sus misioneros.

El almirante Colby M. Chester dirigió así una flota que en 1900 llegó a Is-tambul para pedir indemnizaciones por las pérdidas sufridas por misioneros norteame ricanos durante las persecuciones antiarmenias y logró sus objetivos. Y resulta sumamente significativo que la terminología comúnmente usada para referirse a esa región del mundo sea de origen norteamericano.

En efecto, fue en 1902 que el almirante norteamericano Alfred T. Mahan, al examinar el contrato estratégico-político entre Rusia y Gran Bretaña, usó por

91 Alexander Adamow, Cónsul de Rusia en Basrah en dicho período y autor de un libro titula-do: El Iraq árabe. La provincia de Basrah en su pasado y presente, Petersburg, 1912, p. 19. 92 Kamal Maznar Ahmad, ob. cit., p. 107.

Page 91: Árabes. Historia, religión, ideología

90 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

primera vez el nombre de Medio Oriente. Desde entonces el concepto ha sido de carácter estratégico para designar el área del suroeste de Asia donde hay un choque estratégico de intereses entre grandes potencias93.

La relativamente escasa penetración económica del Medio Oriente por parte del capital norteamericano podría explicarse por la gran distan cia geográfica, el fuerte control económico, ya en manos de potencias europeas, y el limitado poder adquisitivo del conjunto de las regiones otoma nas. Pero ello no impi-dió el que Estados Unidos buscara, tan temprano como en 1830, disfrutar los beneficios que concedía el régimen de capitu laciones.

Sin embargo y pese a la falta de restricciones e impuestos de aduana, en 1910 las exportaciones norteamericanas alcanzaron solo 570 mil libras otomanas, que en 1912 ascendieron a 887 mil; para ese entonces, Estados Unidos impor-tó más desde el Imperio, siendo el valor de esas importaciones 1,1 millones de libras, lo cual representaba menos del 5% del total de exportaciones oto-manas, mientras que para Estados Unidos las importaciones otomanas signifi-caban apenas el 1,5% del total94.

Fue en el campo del petróleo donde la actividad de las firmas norteamerica-nas obtuvo ciertas posiciones; así encontramos que la Standard Oil disponía antes de la Primera Guerra Mundial de oficinas centrales en Istambul, junto a grandes depósitos de petróleo y servicios no solo en el Imperio sino también en Grecia y Bulgaria. Su filial, la Vacuum Oil, tenía su centro de operaciones en El Cairo con una sucursal en Siria.

Cuando en 1908 en el Parlamento otomano se discutió el proyecto de exten-der la vía férrea de Anatolia a Mosul y Kirkuk, una empresa norteamericana la J.G. White and Company ofreció realizar la obra. Pronto aparece nuevamente el almirante Chester en Istambul para negociar, con tando con el apoyo de la Cámara de Comercio de New York, la Comisión de Comercio Federal, la persona del mismo presidente Theodore Roosevelt y su secretario de Estado E. Root.

En su obra95 Leonard Mosley dice:

Su misión tenía el apoyo de un consorcio formado por tres instituciones neoyor-quinas: la Cámara de Comercio, la Oficina de Comercio y la Asocia ción de Transporte. Además, gracias a sus amigos del Departamento de Marina, estaba en buenas relaciones con el Gobierno de los Estados Unidos y siempre podía confiar en la ayuda e influencia del Departamento de Estado.

93 Ralph Magnus, ob. cit., p. 5.94 Kamal Mazhar Ahmad, ob. cit., p. 107.95 El peligroso juego del petróleo, Edit. Noguer, 1975, p. 42.

Page 92: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 91

Chester logró obtener de las autoridades otomanas una concesión para la construcción de un puerto y tres líneas férreas, junto al derecho de explorar minerales a ambos lados de esas líneas. Con el propósito de im-plementar la concesión, Chester formó la Ottoman American Development Company, pero la empresa no pudo materializar la concesión debido al golpe que dieron los jóvenes turcos contra el sultán. Nuevamente, en 1911, Chester logró que el Parlamento otomano le ratificara los derechos conce-sionarios.

Fuera del interés petrolero, algunas corporaciones norteamericanas habían logrado posiciones importantes en el Imperio como en el caso del tabaco a cargo de la American Tobacco Co., la cual se convirtió en una importante competidora de la Regie francesa. Por otra parte, la firma Mac Andrews llegó a ejercer un verdadero monopolio sobre la exportación de la raíz del orozuz. Una empresa norteamericana llevaba a cabo el trans porte marítimo entre las costas turcas y el Nuevo Mundo, mientras algún banco norteamericano abrió sus oficinas en Istambul. No obstante, hasta el estallido de la Primera Guerra Mundial, el valor de los intereses económicos norteamericanos en todo el Im-perio otomano solo llegaba a 10 mi llones de dólares96.

En relación con la reciente evolución de los hechos y acontecimientos en el Medio Oriente y en particular en el mundo árabe, resulta de im portancia entender el papel que Estados Unidos comienza a jugar a nivel internacional. Sobre todo, el período durante el cual Wilson ejerce la presidencia de ese país dejará sus huellas sobre el posterior desenvolvi miento de la región.

Thomas Woodrow Wilson (1856-1924) había expre sado ideas que coincidían con los intereses de los monopolios norteameri canos en la expansión imperia-lista; siendo profesor en la Universidad de Princeton, en 1902, dijo:

Los Estados Unidos han alcanzado la etapa de plena madurez y los días de nuestro aislamiento han terminado definiti vamente (...) Se abre delante de nosotros una nueva era y parece ser que a partir de ahora tendremos solo nosotros que liderizar el mundo97.

Es esta la visión de la persona que en 1910 ocupa el cargo de gobernador del estado de Nueva Jersey y en 1912 llega, como candidato del Partido De-mócrata, a la presidencia de los Estados Unidos.

96 K. Mazhar Ahmad, ob. cit., p. 107.97 Kamal Mazhar Ahmad, Los puntos del presidente Wilson, Afaq Arabiye, Nº 3, nov. 1976, p. 108; citando a Yakovlev N.N., Historia contemporánea de los Estados Unidos, Moscú, p. 28 (en ruso).

Page 93: Árabes. Historia, religión, ideología

92 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

No solo en el campo de la política exterior fue donde Wilson coinci dió y re-presentó los intereses de las grandes corporaciones de su país; también, en el campo interno, sus medidas castigaban duramente al movimiento obrero y sus organizaciones.

Con respecto a la región árabe, también la política norteamericana de esa épo-ca tenía cierta influencia en aquella parte de los acontecimientos europeos en relación con la “cuestión judía”. En efecto, en su carácter de sociedad funda-mentalmente de origen europeo y de composición católico-protestante, Esta-dos Unidos reaccionó ante ese fenómeno especial mente con la llegada masiva de inmigrantes judíos a raíz de los aconteci mientos antisemitas en Rusia y el este de Europa. Entre 1881 y 1926 unos tres millones de judíos abandonaron esos países y 2,25 millones de ellos se dirigieron hacia los Estados Unidos, mientras que 300 mil se radi caron en Inglaterra.

Las condiciones de esa minoría en Estados Unidos experimentaron diversas etapas que varían desde las leyes tendientes a restringir su ingreso, hasta el ascenso a posiciones influyentes y la participación en la toma de decisiones. Pero, en términos generales, puede entenderse que, para la primera década de este siglo, el sionismo actúa principal mente en Europa y las gestiones más notables para alcanzar sus objetivos se realizaron ante estadistas de las poten-cias europeas más involucradas en la “Cuestión Oriental” y con las mayores opciones para adueñarse de las pertenencias del Imperio otomano.

Ello no excluye de manera alguna el hecho de que en Estados Unidos se desa-rrollaba la actividad sionista tanto a nivel de la minoría judía como dentro de los dos principales partidos del establishment, a nivel de los sindicatos obreros y ante los más altos políticos del poderoso país todo lo cual iría a conformar un ambiente que propi cia actitudes, desarrolla intereses y lleva a adoptar de-terminadas políticas.

Pero es a partir de la Primera Guerra Mundial cuando la política norte americana expondría señales de concordancia con el sionismo, lo cual trataremos en un próximo trabajo. En otras palabras, al intensificarse la competencia interim-perialista, en la medida en que el capital norteamericano se orienta hacia la región árabe y al percatarse aquel de la oposición de los pueblos árabes, apa-rece como lógica la alianza del sionismo con el imperia lismo de turno.

Page 94: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 93

Capítulo V

Sionismo: instrumento y aliado de la dominación colonial

No se pretende demostrar aquí si fueron los sionistas los primeros en seña-larles a las grandes potencias de la época la conveniencia de apoderarse de Egipto y del canal de Suez o si, por el contrario, fueron los políticos de esas potencias quienes despertaron o fomentaron el viejo y tradicional sentimiento judío religioso-espiritual de volver a Sion, dándole una orien tación política determinada.

Sin embargo, resulta de primordial importancia detenerse ante esa proble-mática con el fin de conocer ciertos nexos entre la política imperialista an-glofrancesa y la utilización de las cuestiones religiosas para alcanzar algunos objetivos en el mundo árabe.

Durante su expedición a Palestina, Napoleón emitió el 22 de mayo de 1779 un llamado dirigido a los judíos de todo el mundo para seguir sus pasos y “re-construir la antigua Jerusalén”98. No obstante, fue más tarde cuando comenzó a producirse efectivamente el complejo tejido de las coincidencias entre im-perialismo y sionismo. El sionismo, como ideología, debe sus éxitos al hecho de tener objetivos comunes con las necesidades y aspiraciones de los Estados imperialistas; por otro lado, el sionismo, como movimiento, encontró el terre-no adecuado para echar sus raíces entre los círculos judíos europeos, debido al fracaso de las ideas liberales de la Revolución Francesa.

Hasta esa fecha, es difícil encontrar en la literatura algo que permita calificarse como una política planificada destinada a asentar contingentes de judíos en Palestina con el propósito de crear un “Estado”. Lo que había eran llamadas esporádicas de religiosos y pensadores invitando al “retorno” a Jerusalén para realizarse espiritualmente en Tierra Santa.

Las comunidades judías se encontraban distribuidas a lo largo y ancho del continente europeo, cuyo desarrollo económico no fue unifor me, alcanzando dicho desarrollo su máxima expresión en la parte occi dental. La necesidad para el capitalismo europeo de expandirse en búsque da de nuevas fuentes de materias primas, mercados más amplios para los productos manufacturados conduce a procurar la protección para las vías de comunicación, tanto comer-ciales, como militares.

98 N. Kanafani, Afaq Arabíes, 3, noviembre, p. 17.

Page 95: Árabes. Historia, religión, ideología

94 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Pero a la vez y a lo largo y ancho de toda Europa, se extiende la tendencia agresiva y chauvi nista en el nacionalismo europeo con marcado énfasis sobre las “cualida des raciales”, las bases raciales de la nación y el Estado nación, “la supe rioridad nacional” y la necesidad de expandirse en procura de un “espa-cio vital”, etc.; todo lo cual se orientó a buscar colonias y dominar pose siones ultramarinas.

Simultáneamente, el liberalismo europeo fracasa para absorber y asimilar a los judíos europeos y este fracaso coincide con la crisis del desarrollo capitalista en Europa oriental, reflejada en serios problemas sociales, amplios contingen-tes de desempleados y grandes sufrimientos materiales; todo lo cual permite descargarse contra aquella por ción de la población que se ha mantenido con rasgos distintivos y ha conservado un espíritu de aislamiento: los judíos99.

Considera Numan Kanafani al respecto que el sionismo no hubiera calado en los círculos judíos de no haber fracasado los ideales del liberalismo; es decir: el sionismo es el reflejo de la decepción y pérdida de esperanza de que pue-dan surgir sociedades europeas liberadas capaces de absorber las minorías re-ligiosas judías en sus respectivas estructuras económicas, sociales y políticas.

Europa oriental, en general, y Rusia en particular se caracterizaban por su atraso económico, por el gran número de judíos que allí vivían, por el desta-cado rol económico que esos ejercían y la concentración de los sentimientos antisemitas en esos territorios. Esa región europea recibía la influencia de las ideas liberales provenientes del Occidente europeo con una burguesía local débil, con restos de siglos de dominación feudal y la omnipotencia de los nobles; todo lo cual se traducía en una lucha cuyas víctimas eran las masas pobres, los artesanos y la pequeña burguesía, sectores estos que vivían una permanente incertidumbre.

Esas circunstancias ayudaron a desviar el potencial de las masas de su legítimo cauce clasista. No es por lo tanto casual encontrar que los pioneros del sio-nismo moderno eran en su absoluta mayoría ciudadanos de países de Europa oriental; es decir, testigos de las expresiones más frecuentes y violentas del antisemitismo.

Pero no debe ignorarse tampoco que eran los políticos de los países europeos occidentales, es decir, donde el capitalismo estaba más vigoroso y desarrolla-do, quienes se interesaban más por hacer emigrar a los judíos hacia Palestina. Sin embargo, los judíos que esos políticos tenían en mente, no eran tanto los propios, sino aquellos de Europa oriental.

En cuanto a los judíos de Europa occidental, Kanafani considera que esos no confrontaban problemas similares a los de sus correligionarios del este europeo,

99 Abdul Wahab Al-Kaiali, Afaq Arabiye, enero de 1977, p. 2.

Page 96: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 95

aunque temían seriamente que se repitieran en sus respecti vos países, motivo por el cual los judíos de Europa occidental se convirtie ron en financiadores de los proyectos de emigración.

El sionismo ¿una criatura de la Inglaterra victoriana?

Como gran potencia, Inglaterra fue la primera en nombrar en Jerusalén a un consejero británico en 1838. El primer consulado europeo es tablecido en esa ciudad fue igualmente el británico en 1839; y resulta extraordinariamente cu-rioso el que dicho consulado tuviera como activi dad primordial “la protección de los judíos”100, teniendo en cuenta que esa comunidad contaba con solo 9.700 habitantes101 en toda Palestina, cuya población total era de aproximada-mente 466 mil habitantes.

Para nosotros, el pretexto fueron los judíos, mientras que el verdadero motivo del interés británico en Palestina tenga su explicación en la política imperial británica y la amenaza que para ella constituía el poder egipcio representado por Mohammed Alí.

Es de hacer notar que el reducido número de judíos en Palestina no obedecía a restricción alguna impuesta por el sultán otomano, sino que reflejaba las condiciones económicas en el imperio, como lo señala correctamente el in-vestigador sionista norteamericano Ben Halpern:

En el Imperio otomano, los judíos súbditos del sultán disfrutaban las plenas li-bertades para entrar y salir de Palestina y podían circular sin dificultades en todos los territorios vastos del Imperio. (…) Las autoridades del Imperio trataban a los refugiados de la Europa Cristiana con un espíritu de hospitalidad aún ma yor. Sin embargo, solo ciertas partes del Imperio atraían a los refugiados europeos y los súbditos judíos, regiones aquellas en donde las condiciones económicas y políticas se hallaban mejores como por ejemplo Constantinopla, Damasco, El Cairo, las cuales atraían más que Palestina102.

Por otra parte, es significativo mencionar que sir Moses Montefiore (1784-1884), el millonario banquero de Gran Bretaña e influyente persona je en la Corte británica, visitó Palestina por primera vez en 1837 y expre só el deseo (en sus memorias) de poder convencer a miles de judíos de trasladarse, por etapas, hacia ese territorio; igualmente realizó varias obras benéficas para los judíos necesitados de Palestina. 100 Albert Haimson “El consulado británico de Jerusalén y sus relaciones con los judíos de Palestina 1838-1914, Londres 1939”, primer capítulo, p. 34 de la Introducción. Citado por A. Wahab Al-Kaiali, Historia moderna de Palestina, ob. cit., p. 27.101 En 1770, según Haimson, había en Palestina solo cinco mil judíos.102 The Idea of the Jewish State, Massachussetes, 1961, p. 105; citado por Ivanov, Atención al sionismo, Bagdad, 1969, p. 28 (traducción árabe).

Page 97: Árabes. Historia, religión, ideología

96 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Montefiore, que llegó a presidir el Comité de Representantes de los Judíos Británicos, ocupó destacadas posiciones legislativas en la Municipalidad de Londres y le unían lazos de amistad con la propia reina Victoria, visitó a Pa-lestina exhausti vamente siete veces y estudió las posibilidades de explotar sus riquezas naturales, tanto agrícolas como minerales, para luego ofrecerle a Mohammed Alí en 1840 un plan consistente en recibir en alquiler unos 100 a 200 caseríos en el norte de Palestina por un lapso de 90 años.

El banquero amigo de la reina Victoria y de Mohammed Alí ofreció a este último pagarle por adelantado todos los impuestos con una sobrepaga del 20% por encima de la estimación de los mismos. Sometió igualmente a Moha-mmed Alí a un proyecto para crear un banco con un capital conjunto de un millón de libras esterlinas con filiales en Alejandría, Beirut, Damasco, El Cairo, Jerusalén y Jaffa103. Aparentemente Mohammed Alí aceptó en principio esas proposiciones; sin embargo, su derrota en Siria y Palestina varió las condicio-nes y circunstancias.

Es difícil catalogar esas iniciativas y planes concretos como la obra de un millonario piadoso o de un filántropo, convencido religioso fanatizado; más bien puede afirmarse que Montefiore actuó en coordinación con la más alta política imperial británica sirviendo de portavoz a los intereses finan cieros del imperio, ayudando a la expansión del mismo y a la vez respon diendo a ciertas tradiciones religiosas que en nada perjudicaban al capita lismo o al Imperio británico. Todo lo contrario, la utilización de los judíos para alcanzar objetivos específicos en la región árabe no avergonzaba a los colonialistas británicos, como se desprende de lo siguiente:

El 17 de agosto de 1840, el Times londinense publicó un artículo titulado “Siria.El renacimiento de los judíos”, en el cual decía: La sugerencia de enviar a los judíos al país de sus antepasados y asentarlos allí bajo la protección de las cinco grandes potencias ya no constituye un asunto alrededor del cual se discute, sino que es más bien un tema para la consideración seria104.

Por su parte, el conocido político británico lord Shaftesbury escribió el 25 de septiembre de 1840 al ministro de Relaciones Exteriores de Gran Bretaña, lord Palmerston, diciendo que: “Siria debe convertirse en un dominio británico para el cual es necesario capital y mano de obra”. Shaftesbury opina en esa oportunidad:

Si consideramos la cuestión del retorno a los judíos a la luz de construir Palestina o habitarla, descubrire mos que esa vía es la más barata y segura para proporcionar todo lo nece sario para esa región escasamente poblada105.

103 Kanafani, ob. cit., p. 8.104 Yuri Ivanov, ob. cit., p. 43; citando a Sokolow N., History of Zionism, vol. II, p. 222.105 Sokolow, ob. cit., p. 230, citado por Ivanov.

Page 98: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 97

Lutsky afirma que lord Shaftesbury había elaborado, en 1838, planes para tras-ladar a los judíos a Palestina y crear un Estado judío bajo protección británi-ca106. Más tarde, el oficial colonialista Gauler y el cónsul británico en Jerusalén, James Finn, presentaron varios proyectos en el mismo sentido.

El vizconde Palmerston107 consideró dichos planes como favorables para la seguridad de las comunicaciones del Imperio y dio instrucciones a sus funcio-narios para plantear el asunto a los más altos niveles.

Palmerston decreta en 1839 la protección británica sobre los judíos de Pales-tina y de todo el Imperio otomano. Ya para aquel entonces Mohammed Alí se había retirado de Siria y los asuntos de ese país estaban nuevamente en manos del poder otomano central. Palmerston escribe en 1840 a su embajador en Istambul explicándole la razón por la cual el sultán debería interesarse en fomentar la emigración judía a Palestina:

El retorno del pueblo judío con la aprobación y la protección del Sultán les

convertirán en un obstáculo contra cualquier futuro plan diabólico de Mohammed

Alí o de sus descendientes. Lleva esa idea y pídele al Soberano Turco con toda

franqueza que auspicie los judíos de Europa para retornar a Palestina108.

Igualmente lord Shaftesbury había expresado una idea similar al decir que: “Volver a radicar a los judíos en Palestina, no sólo traerá beneficios para el pueblo judío, sino también para el Sultán quien podrá descan sar sobre la leal-tad de sus nuevos súbditos”109.

Hay que recordar que el interés de Gran Bretaña por Palestina no se limitaba al aspecto de las comunicaciones, sino que le atraía la idea de dominar toda la región árabe y le importaba apoyar al sultán otomano para que ese Imperio impidiera la expansión de otras potencias europeas y el surgimiento de con-siderables fuerzas locales.

En contraste, los textos sionistas de aquella época no contienen ideas tan claras con respecto a Palestina como los proyectos de los círculos colonialis-tas británicos. Efectivamente, una detenida lectura de las ideas básicas de los principales autores de la ideología sionista hasta 1840, demuestra que apenas el rabino Yehudah Alkalai (1798-1878) se había dirigido a sir Moses Monte-fiore en busca de influencias y apoyo financie ro para crear colonias judías en

106 Ob. cit., p. 131.107 Primer ministro británico.108 Del Viscount Palmerston al Viscount Bonsoby, agosto de 1840, F.O. 78/390, Nº 134, Ofi-cina General de Archivos; citado por Al-Kaiali, ob. cit., p. 4. 109 Kanafani, ob. cit., p. 9.

Page 99: Árabes. Historia, religión, ideología

98 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Palestina; en una obra escrita en 1843 habla de la necesidad de reunir 22 mil judíos allí, obedeciendo a una enseñanza bíblica; predica el rabino igualmente la necesidad de adquirir tierras y cita a las escrituras sagradas para demostrar que:

Jacobo, en su camino hacia su padre Isaac, compró un pedazo de tierra en Shkim

pese a que no tenía el propósito de vivir allí, con el fin de enseñarles a sus

descen dientes que hay que comprar el terreno de la Tierra Santa de sus propie-

tarios no judíos110.

Otro pionero del sionismo, el rabino Zvi Hirsch Kalischer (1795-1874) había dirigido en 1836 una carta al jefe de la rama alemana de los Rothschild en Berlín, señalando en la misma que el comienzo de la redención vendrá por intermedio de factores naturales como resultado del esfuerzo humano y me-diante la voluntad de los gobiernos para reunir la dispersa Israel en la Tierra Santa111.

No hay duda de que las ideas más acabadas para la instalación de los judíos europeos en Palestina provinieron de políticos muy importantes de la Gran Bretaña, en la cual el capitalismo se acercaba a la fase imperialista. Fueron proyectos con bases materiales y objetivos muy precisos y completamente desvinculados de motivaciones religiosas, espirituales o filantrópicas.

La parte escrita fue obra de los más altos dirigentes del Imperio británico y para darle vida y aceptación entre los judíos de Euro pa, vino el mito, pero bas-tante tiempo después. De hecho, si observamos las fechas de nacimiento de los sionistas más importantes o las de sus respectivas publicaciones112, encon-tramos que fue en el Londres de la reina Victoria donde políticos imperiales y cristianos le dieron la faz política al sionismo espiritual.

Existen abundantes pruebas que evidencian el vivo interés colonial inglés en darle vida al proyecto sionista pese a que algunos destacados representantes de los círculos religiosos judíos se opusieron a tales incitaciones. Así, el coro-nel George Gauler (exgobernador del sur de Australia), declaró el 25 de enero de 1853 en el Parlamento británico:

110 The Zionist Idea-Basic Writings, OLP, Centro de Investigaciones, Beirut, 1970, p. 10.111 Ibíd., p. 13.112 Moses Hess, nacido en Alemania en 1812, publicó Roma y Jerusalén en 1862. Peretz Smolenskin, nacido en Rusia en 1842, publicó Es tiempo de sembrar en 1875. Eliezer Ben-Yehuda, nacido en Lituania en 1858, articuló en 1880. Moshe Leib Lilienblum, nacido en Rusia en 1843, escribió La vía del retorno en 1881. Leo Pinsker, nacido en Polonia en 1821, publicó Autoemancipación en 1882. Theodor Herzl, nacido en Hungría en 1860, publicó Der Judenstaat en 1896.

Page 100: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 99

Fue la providencia que puso a Siria y Egipto en el camino de Inglaterra hacia las

más importantes zonas de su comercio exterior colonial (...) Dios señala con su

dedo a Bretaña para crear condiciones favorables en esos países. (...) Es menester

que Bretaña remueva a Siria por intermedio del único pueblo capaz de realizar

esa misión cuya capacidad puede utilizarse siempre efectivamente: son los ver-

daderos hijos de esa tierra, los hijos de Israel113.

El doctor N. Adler, gran rabino de los judíos británicos, se opuso resuelta-mente a esos llamados colonialistas en un manifiesto en 1854, diciendo: “El destino de los judíos está en manos de Dios, el cual ha ordenado que no sea llamada su voluntad y que no sea provocado su amor ya que Él solo decide lo propio”114. Mientras tanto, Montefiore visita Palestina nuevamente y compra en 1855 una hacienda de naranjas cerca de Jaffa, aunque no logra atraer a un solo colono judío115.

La influencia europea sobre el Imperio otomano y sus dominios va creciendo. Como consecuencia de la Guerra de Crimea (1853-1855) y la Paz de París, se establece un “protectorado europeo” sobre los súbditos cristianos del Imperio otomano. Francia, por su parte, busca pretexto para desembarcar sus tropas en Beirut en 1860, todo lo cual preocupa a las demás potencias europeas.

Así como sir Moses Montefiore se dirigió a Damasco en 1840 para hacer perdonar, mediante la utilización de una carta personal de la reina Victoria dirigida a Ibrahim Pasha, a un número de judíos sirios acusados del asesinato de un sacerdote capuchino, ahora, con motivo de los distur bios de 1860 en Damasco, a los cuales ya hemos hecho referencia, el general George Gauler dirige a la misma reina una carta titulada “Tranquilización de Siria y Oriente mediante el establecimiento de colonias judías en Palestina”116.

Diferencias religiosas y divisiones político-administrativas

Luego de la retirada de Ibrahim Pasha, los otomanos introdujeron ciertas me-joras administrativas en Siria, el Líbano y Palestina, pero también llevaron a cabo algunas divisiones territoriales que disminuyeron los históricos lazos de unidad y fomentaron las diferencias, convirtiéndolas en conflictos aprovecha-dos por las principales potencias europeas.

113 Sokolow, ob. cit., p. 138; citado por Ivanov, p. 44.114 Sokolow, ob. cit., p. 138; citado por Ivanov, p. 45. 115 Lutsky, ob. cit., p. 132.116 Kanafani, ob. cit., p. 9.

Page 101: Árabes. Historia, religión, ideología

100 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Data desde esa época (1840) la intervención de Inglaterra apoyando a los drusos y de Francia al lado de los maronitas, cuando los enfrentamientos tomaban formas de pogromos en el Líbano, finalizando esa etapa con una cuasi independencia de ese país de Istambul, pero virtualmente dividido por consideraciones confesionales y fanatismos, a los que se suman las actividades de misioneros protegidos por los cónsules de las potencias.

Marx trataba ese punto en un artículo117 expresando que la batalla entre dru-sos y maronitas en “las costas de Siria era obra de agentes franceses”. Pronto aumentó el número de víctimas, en su mayoría cristianos, y la destrucción de aldeas alcanzó cifras alarmantes; Francia (bajo Napoleón III) no tardó en declararse la defensora de los cristianos sirios, dando a conocer su determina-ción de enviar tropas en su socorro118.

Evidencia la debilidad del sultán su sentencia para ejecutar a centena res de musulmanes en Damasco con el fin de tranquilizar a Francia, la cual, sin em-bargo, envió numerosas tropas que desembarcaron en Beirut en agosto de 1860 y permanecieron en la zona hasta junio de 1861, cuan do las potencias europeas, preocupadas por sus propios intereses e influen cias, obligaron a Francia a retirarlos.

Queda el Líbano entonces con cierta autonomía pero dividido, obedeciendo a un esquema elaborado por una comisión internacional que fraccionó el poder y la unidad del país con base en los grupos religiosos y las sectas.

Pese a todos los sufrimientos y la polarización de la sociedad sirio-libanesa por los eventos mencionados, los ideólogos de la burguesía comercial de la época no solo defendían la tolerancia y la fraternidad, sino que predicaban la unificación de todos los árabes sirios, independientemente de su pertenen-cia a tribus y sectas.

La similitud de los problemas que confronta Egipto, Siria y el Líbano en cuanto a intervenciones extranjeras y problemas económicos, lleva a que entre los na-cionalistas de la época haya cierta coincidencia que más tarde permitirá echar las bases de una lucha común.

117 New York Daily Tribune, 11 de agosto de 1860.118 Philip Hitti dice que la comunidad francesa disfruta de un gran poder basado en el trata-do de 1740 entre Mahmud I y Luis XV, el cual estipulaba que todos los cristianos estuvieron bajo la protección francesa; p. 857 de la 4a. edición en árabe.

Page 102: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 101

La Francia de Napoleón III defendía la idea de crear, en el Líbano, una pro-vincia cristiana autónoma y de convertir a Palestina en una provincia judía119. Efectivamente, Ernest Le Haran, secretario privado de Napoleón III, publicó en París en 1860 un libro titulado La nueva cuestión orien tal. Reconstrucción de la nación judía120. El sionista alemán Moses Hess cita la misma ampliamen-te en 1862 en su obra Roma y Jerusalén121:

Para hacer renacer la nación judía debemos mantener viva la idea del resurgi miento político de nuestra nación y cuando estén dadas las condiciones políticas en Oriente, hasta el punto de permitir la organización del renacimiento del Estado Judío, este regreso se hará mediante el establecimiento de colonias en la tierra de nuestros antepasados y seguramente recibiremos la ayuda francesa. Francia, nuestra amada amiga, será el redentor que devolverá a nuestro pueblo su lugar en la historia mundial. (...) ¿Todavía dudas que Francia ayudará a los judíos a establecer colonias que puedan extenderse desde el Suez hasta Jerusalén y desde las orillas del Jordán hasta el Mediterráneo? Te ruego que leas lo que ha escrito Le Harán en su libro titulado “La Nueva Cuestión Oriental” y que editara Dentu, el gran editor; el libro apareció al poco tiempo de haberse producido la masacre en Siria. No creo que el autor haya escrito el libro a petición del gobierno francés, sino que actuó de acuerdo al espíritu de la nación francesa al instar a nuestros hermanos a regir su viejo Estado a base de principios políticos, humanistas y no religiosos.

Por ello sugiero que nuestros judíos contemporáneos lean. (...) Ahora voy a citar algunas páginas de: “La Nueva Cuestión Oriental-La Reconstrucción de la nación judía”: “Ningún miembro de la raza judía puede abandonar el derecho funda-mental de su pueblo y que no puede ser negado, sobre la propiedad de la tierra de sus antepasados a menos que reniegue de su pasado y sus antecesores. Tal actitud no puede imaginarse en un momento en que las condiciones políticas de Europa no lo impiden; todo lo contrario, actuará para alcanzar esta obra. ¿Cuál potencia europea se opondría a la idea de que los judíos unidos en un congreso, compren la tierra de sus antepasados? ¿Quién se opondría a los judíos si le dieran a Turquía un puño de oro con el fin de reforzarla y le dijera: De-vuélvenos nuestra patria y utiliza este dinero para detener el derrumbe de tu Imperio? Un gran llamado se dirige a los judíos: serán el gran centro de un encuentro de los tres continentes; serán los portadores de la civilización a pue-blos que no la conocen y serán sus maestros en las ciencias europeas en las cuales nuestros antepasados tuvieron gran participación. Serán los intermediarios entre Europa y la lejana Asia y ello con el fin de preparar los caminos que con-ducen a La India y China, aquellas regiones apartadas que deberían estar

119 Richard Stevensen, Sionismo y Palestina antes del mandato, Corp. de Estudios palestinos, Beirut, 1972, p. 60.120 Editado por Dentu.121 Basic Writings, ob. cit., p. 36-37.

Page 103: Árabes. Historia, religión, ideología

102 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

expuestas a la civiliza ción. (...) Vuestro capital devolverá la vida a la tierra árida y vuestro trabajo y ma nufactura convertirán la vieja tierra en valles fértiles, arrancarán la tierra de las garras del desierto y así los pueblos del mundo de-volverán el respeto a la más antigua nación entre los pueblos.

Esa actitud oficialista francesa dio luz verde para que algunas per sonalidades judías francesas iniciaran sus proyectos de colonización de Palestina, como lo demuestra la creación en 1860 de la Alianza Israelita Internacional.

Pero fue en Gran Bretaña donde surgieron las primeras organizaciones que adoptaron el proyecto colonialista fundamentado en las teorías de Palmerston y Shaftesbury, tales como: la Sociedad Britá nica y Extranjera por la Recons-trucción del Estado Judío en Palestina, la Sociedad de Fomento del Trabajo Agrícola Judío en Tierra Santa. La Jewish Cronicle, fundada en esos años, sirvió de importante vocero de las ideas de la colonización de Palestina entre los círculos judíos; la Sociedad Hebrea Londinense para la Colonización de Tierras122.

Tales organizaciones no limitaron sus actividades al campo de la divulgación de la idea y el reclutamiento de militantes y adictos, sino que pasaron a la acción como lo demuestra el hecho de haber obtenido del sultán en 1868 permiso para alquilar una amplia extensión de terreno cerca de Jaffa por 99 años, donde la Alianza fundó la primera escuela agrícola en 1870, la cual sirvió de centro para recibir y preparar a los emi grantes judíos para las acti-vidades agrícolas. Pocos años más tarde, la Alianza fundó en Jerusalén una escuela para el aprendizaje de oficios.

La influencia de Gran Bretaña venía aumentando en esa parte del mundo árabe y su pretendida protección sobre los judíos servía sus propósitos en su permanente competencia con Francia.

El que Rusia haya cedido a Inglaterra el derecho a ejercer la protección sobre los emigrantes judíos rusos, benefició igualmente los planes británicos. Esa gran potencia anhelaba obtener y conservar el monopolio de la influencia en el mundo árabe, oponiéndose incluso a proyectos que contemplaran una asociación de esfuerzos como sugerido por Henry Donant, el fundador de la Cruz Roja Mundial.

En 1866 Donant habló de la: “Creación de una Sociedad Internacional Oriental con el propósito de desarrollar a Palestina con la contribución del pueblo de Israel”, y estimó que la gente influyente en Francia, Inglaterra y otros países, vería con buenos ojos un tal proyecto.

122 A Taylor, Zionist Mind, Corporación de Estudios Palestinos, Beirut, 1975.

Page 104: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 103

Shaftesbury, por ejemplo, tenía una idea mucho más clara a la vez que exclu-yente; rechazando ese tipo de “propiedad común”, escribió en la prensa:

Siria, después de su reconstrucción será particularmente un país comercial. Y ¿quiénes son los comerciantes más grandes del mundo? Y ¿habrá en realidad un lugar más conveniente y una región más bendita donde el judío pueda ejercer sus talentos? Y ¿no tiene en efecto Inglaterra intereses privados para realizar ella la reconstrucción de Siria? Será un golpe dirigido contra Inglaterra si alguno de sus competidores llegara a poseer a Siria123.

A la luz de tan claros y amplios objetivos, adquiere la merecida importancia la constitución en Londres en el siglo XIX, durante la década del setenta, de la Compañía Colonial Sirio-Palestina cuyo propósito era “Colonizar a Siria, Pa-lestina y los países cercanos por intermedio de personas adecuadas como los cristianos y los judíos”124.

Un hecho más elocuente aún: en 1877 aparece un libro de un sacerdote com-patriota de Schaftesbury, James Nell, titulado: La emigración a Palestina o la Aliá de la Israel dispersa, en el cual decía:

Es poco probable que los ingleses puedan poblar a Palestina con el mismo éxito con que lo hicieron en América del Norte debido a la alta temperatura, las difi-cultades que los árabes pudieran crear, la carencia de una efectiva protección y otras razones.

Llega así a “sugerir” que los judíos sean utilizados para alcan zar este fin125: De hecho, la adquisición de tierras y las primeras oleadas de emigran tes no tardaron en producirse, aunque fueron judíos provenientes de Europa oriental quienes iniciaron los pasos facilitados y provocados por Inglaterra. Así, com-pran haciendas en 1872 cerca de Jerusalén; otra en 1878, a cargo de un grupo de judíos húngaros, y otra en 1882 adquirida por judíos rusos del grupo de Hoveve Zion, colonia esta que estuvo al borde del colapso, hasta que en 1887 “la salvó” el dinero de Rothschild.

Comparados con el endeudamiento del Imperio otomano y del virrey de Egip-to, los hechos arriba mencionados podrían parecer de limitada importancia y significación. No obstante, de no comprender esa etapa inicial durante la cual Inglaterra sirvió de predicador de lo que deberían hacer los judíos y de ins-tigador para que esos se convirtieran en sionistas, la visión que se obtendría sería incompleta para el análisis de las problemáticas y conflictivas situaciones de la actualidad.

123 Ivanov, ob. cit., p. 45. 124 Sokolow, ob. cit., vol. II, p. 273. 125 Ivanov, ob. cit., p. 46.

Page 105: Árabes. Historia, religión, ideología

104 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

El avance del Occidente capitalista en Egipto y la gran Siria no fue solamente militar y económico, sino también ideológico-político y cultu ral. En esos últi-mos aspectos, fueron importantes las actividades y servi cios de los misioneros. Especialmente Francia daba gran importancia y apoyo a ese asunto, junto al Vaticano, con respecto a los lazaristas y jesuitas; Estados Unidos apoyaba a los presbiterianos; Rusia a los ortodoxos; y Gran Bretaña se había declarado protectora de judíos, protestantes y drusos.

En resumen, las grandes potencias capitalistas venían utilizando a las religio-nes como pretexto para sus intervenciones y fomentar sus respectivas influen-cias. Con relación a situaciones aún existentes en el mundo árabe como focos de gravísima problemática mundial, cuenta la política en esa época principal-mente de Gran Bretaña y Francia con respecto a los planes de colonización de Palestina (el sur de la gran Siria) por judíos europeos. Este último caso se encuentra íntimamente vinculado con la penetración económica y política de Egipto por Gran Bretaña y el interés de esta por el canal de Suez.

Tanto los compromisos adquiridos por Egipto en relación con la construcción del canal de Suez como los gastos por otras obras y conceptos, hicieron inevi-table que el Gobierno egipcio recurriera a los préstamos externos.

En el tiempo de Saíd Pasha se inicia la deuda pública: los bonos del tesoro fueron cambiados en Europa y la deuda flotante alcanzó a seis millones de libras esterlinas. Una figura destacada en dichas operaciones financieras fue la de Hermán Oppenheim. Aunque de origen alemán, Oppenheim era ciudada-no británico, sirvió fielmente a la corona como propietario de bancos en París y Alejandría y tenía además estrechos vínculos con el banco de Fruehling & Goeschen en Londres.

Said Pasha tuvo que recurrir, desde 1862, al financiamiento externo para afrontar los gastos del canal y dos años más tarde, en 1864, Oppenheim sirve nuevamente de intermediario para conseguirle al pasha 5,7 mi llones de libras esterlinas de los banqueros británicos mencionados; luego en 1865 la deuda de Egipto crece en 3,4 millones de libras, por un présta mo privado que el pas-ha (ya con Ismail en el poder) había obtenido del Anglo Egyptian Bank.

En 1866, otros tres millones de libras son adquiri das de Fruehling & Goeschen para agregarse en 1867 otro préstamo privado de Ismail por dos millones de libras otorgado por un banco anglofrancés: el Ottoman Bank.

En 1868, Oppenheim le consigue al pasha aproximada mente 12 millones de libras y este busca nuevamente un préstamo privado por más de siete millones de libras de los banqueros Bischofsgeim y Goldschmidt. Finalmente, en 1873, el pasha firma un acuerdo con Oppen heim para obtener un préstamo por 32

Page 106: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 105

millones de libras para saldar la deuda flotante y, a cambio de ello, Oppenheim recibió un interés del 20% anual.

Es de hacer notar que no todos esos préstamos fueron utilizados en gastos suntuarios de la familia “real”, sino que además se emplearon en la compra de grandes propiedades, construcción de vías férreas, compra de fábricas de refinación de azúcar, organización de plantaciones modernas, puentes, carre-teras, telégrafos, fábricas, etc.

Sin embargo, sea cual fuere el uso que se le dio a esas cuantiosas sumas, los bancos británicos lograron, en el transcurso de once años, dominar Egipto con préstamos de unos 68 millones de libras esterlinas. Además, la deuda flotante de Egipto había llegado a los 26 millones de libras, de modo que para 1876 la deuda exte rior total era de 94 millones de libras esterlinas126. Y las firmas europeas de construcción se habían beneficiado exageradamente a costa de Egipto y su pueblo.

La precaria situación financiera del país era grave por el hecho de que tenía que pagar intereses anualmente a los banqueros europeos, (unos ocho mi-llones de libras), lo cual absorbía casi el 80% de sus ingresos fiscales totales. Naturalmente, no alcanzaba para cubrir los respec tivos presupuestos anuales, por lo que hubo que recurrir a los préstamos internos provenientes de los terratenientes.

Estos alcanzaron unos quince millones de libras esterlinas, entre 1871-1875. Pero tampoco esta fuente de financiamiento resultó suficiente. Es la hora de-cisiva para la marcha triunfal del imperialismo británico en Egipto y desde allí en todo el mundo árabe.

Agotados los recursos y las fuentes, Ismail Pasha decide vender las acciones egipcias en la compañía del canal de Suez para hacerle frente a los pagos pen-dientes de la deuda externa como lo demuestra el siguiente hecho:

Ismail Pasha, al hallarse en apuros económicos, decidió desprenderse de 177.602 acciones de la Compañía Universal del canal Marítimo de Suez. Su intermediario fue el Barón Alfonso Rotschild, de la rama francesa de la familia de banqueros judíos, el que, en lugar de informar al gobierno de París del importante paquete de acciones puestas en juego, lo notificó a su suegro Lionel, de la rama inglesa de los Rotschild. Este no solo interesó a la Reina Victoria en las acciones, sino que también facilitó los cuatro millones de libras esterlinas para su adquisición, inclu yendo el pago de un 3 por ciento de interés127.

126 Lutsky, ob. cit., p. 189-190.127 Hechos Mundiales, 35, p. 16, Santiago de Chile, 23 de junio de 1970.

Page 107: Árabes. Historia, religión, ideología

106 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

A los seis años de terminado el proyecto del canal, Inglaterra se aseguró una posición adelantada e hizo de una burbuja de jabón un tesoro. Todo ocurrió durante una cena, según este relato:

Mientras el Barón Lionel Rothschild comía su postre, entró el Secretario privado del Primer Ministro Disraeli. Rothschild preguntó brevemente, sin levantar la mirada y sin interrumpir su comida: “¿Cuánto?”. “Cuatro millones de libras ester-linas”. “¿Qué garantías?”, quiso saber el destacado banquero de Inglaterra, “La Corona Británica”, fue la respuesta. “Vosotros la recibiréis”128.

El Gobierno británico actuó rápida y decididamente sin notificar al Parlamento o siquiera a los miembros del Gabinete. Disraeli (lord Beaconsfield) le pidió prestado a su amigo Rothschild cuatro millones de libras esterlinas y compró, a nombre de su gobierno, 176.000 acciones del canal de Suez. La transacción se hizo el 25 de noviembre de 1875.

La audacia de Lord Beaconsfield (Disraeli), (…) abrió en 1875 las puertas del canal al Reino Unido. Recién ascendido al poder no vaciló en comprar las acciones (...) junto al derecho de percibir el 15 por ciento de las utilidades, gracias a un em-préstito particular otorgado por los Rothschild. (...) Disraeli llevó a cabo esta maniobra con la anuencia de la Reina Victoria, encontrándose en receso el Parla-mento, el que más tarde aprobó la gestión. Francia no alcanzó o no pudo reaccionar a tiempo y tuvo que resignarse a compartir su posición de privi legio129.

Es de suma importancia aquí comprender los posibles vínculos de tan im-portante “operación financiera” a cargo del Gobierno imperial británico con la prominente responsabilidad de Rothschild y Disraeli, por una parte, y el estado de las ideas sionistas con respecto a Palestina y el canal de Suez en ese período, por la otra.

Carácter colonialista del sionismo

A medida que la presencia británica en el mundo árabe y especialmente en Egipto iba materializándose, Inglaterra buscaba las fórmulas más adecuadas para asegurar sus intereses allí para ello recurrió a la directa ocupación militar, la fragmentación de los movimientos opositores, la compra de elementos cola-boradores, la alianza con otras potencias y apo yo a proyectos coincidentes.

Con respecto a esta última vía, cabe recordar que en la Europa de aquel entonces se propagaban rápidamente las ideas del nacionalismo chauvinista y tienen amplia aceptación los proyectos colonialistas expansionistas. Los ju-díos europeos como minorías “nacio nales” deben haber sufrido esa situación

128 Bunte: Der Kanal der Weltgeschichte Machte, 28 de febrero de 1974, p. 26. 129 Hechos Mundiales, ob. cit., p. 29.

Page 108: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 107

como integrantes de dichas sociedades durante aquel proceso histórico. Así se comprende el título de la obra de Moses Hess publicada en 1862: Roma y Jerusalén, significan do ello una clara influencia del movimiento nacionalista de Italia.

Es decir, comienza a cristalizarse entre algunos pensadores judíos europeos el senti miento y la preocupación sobre el por qué los demás sí pueden ser nacio-nes, sí pueden unificarse130, sí pueden expandirse y adueñarse de colo nias, mientras que los judíos siguen dispersos, incomunicados por la diver sidad de lenguas, no constituyen una nación, no tienen ejército propio y no pueden participar con sus semejantes (los europeos) en el reparto colo nial de los te-rritorios de pueblos “atrasados y de color”.

Como parte del mundo occidental, su civilización, sus valores y su ideología, los primeros sionistas sentían suya la “responsabilidad” del hombre blanco civilizado de llevar “la luz de Europa, de Occidente para iluminar el Oriente metido en la oscuridad”131.

Si a lo anterior se agrega el hecho de que los judíos fueron en sus respetivas sociedades las minorías que más sufrieron en carne propia la persecución y la discriminación del nacionalismo chauvinista, se comprende que el antisemi-tismo actuó como acelerador para que sectores de judíos europeos abrazaran las ideas sionistas como la vía de una solución “nacional”.

Los pogromos o matanzas ocurridos especialmente en Rusia en 1881 le dieron al sionismo su “justificación” y lo apoyaron en su conflicto con los seguido-res de la vía de la asimilación. Las matanzas contra los judíos provocaron la huida masiva hacia Europa occidental y es notorio constatar que la llegada de numerosos contingentes de refugiados judíos del Estado europeo despertó inmediatamente la resistencia y la hostilidad en Europa occi dental.

Es así como los judíos europeo-occidentales se convierten en los financiado-res de la emigración de sus hermanos provenientes del este europeo hacia Palestina, para evitar así el surgimiento de un antisemitismo violento que les afectaría negativamente.

Pero al hacer esto, los judíos europeo-occidentales (los poderosos e influ-yentes entre ellos, naturalmente), sabían que les convenía a sus respectivos países imperialistas vincular a los judíos a los crecientes intereses (sobre todo británicos) en el Medio Oriente en la época posterior a la apertura del canal de Suez.

130 Ver al respecto Rabí Zvi Hirsch Kalischer citado en: The Zionist Idea: Basic Readings, ob. cit., p. 17 y subsiguientes.131 Debe recordarse además el elevado nivel cultural y tecnológico de los judíos europeos en com paración con el nivel general de sus respectivas sociedades.

Page 109: Árabes. Historia, religión, ideología

108 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

El drama de la fórmula sionista para resolver la “cuestión judía” está en que la misma solo es factible en asociación con y bajo protec ción de las potencias im-perialistas de turno.

Si se recuerda lo dicho con respecto al apoyo de Francia a la divulgación de las ideas de Mustafa Kamil y si se aceptan las explicaciones dadas sobre el particular, no sería difícil imaginarse el grado de comprensión mutua, de identificación en los objetivos y de concordancia que pudo establecerse entre los principales políticos imperialistas y sus conciudadanos judíos sionistas y prosionistas.

Cada uno de esos actores se servía del otro para lograr “sus” propósitos sin preocuparse por:

El efecto de dicha política sobre la población original aborigen árabe pales-1) tina.

El futuro de los “pobres” judíos enviados a Palestina como carne de cañón 2) (Max Nordau pedirá más tarde el traslado inmediato de medio millón de judíos a Palestina), “aunque ello causara el sufrimiento de muchos o su incapacidad de permanecer en Palestina”.

Nosotros cuando hablamos de la fundación de colonias en Oriente no queremos decir que todos los judíos de occidente vayan a emigrar a Palestina. La mayoría de los judíos que viven en países civilizados seguirán donde están, incluso des-pués de la constitución de un Estado Judío.

Aquellos judíos occidentales que han logrado abrirse camino hacia la civilización occidental con mucho esfuerzo y han alcanzado para sí posiciones sociales no

abandonarán éxito alguno que hayan obtenido132.

Fue esta la visión del sionismo de la “misión” que habrían de realizar los “pio-neros”, aunque la misma sufrió modificaciones pero no de fon do133. Una de las principales influencias fue ejercida por Theodor Herzl, un periodista vienés de origen húngaro burgués, quien abandonó su actitud de judío asimilado (es de-cir, integrado a su sociedad en el sentido sociocultural) para convertirse en pro-motor sionista a raíz del caso Dreyfus en Francia (1894), de corte antisemita.

Es decir, Herzl se basa en que si en la Francia de la revolución, de los princi-pios y del humanismo estallan manifestaciones antisemitas (culpando a todos

132 Moses Hess, Roma y Jerusalén; citado en The Zionist Idea Basic Readings, ob. cit., p. 41.133 Hasta la actualidad solo una pequeña porción de los judíos han respondido al llamado del sionismo, ya que de aproximadamente 16 millones, solo 3 millones se encuentran en Israel, Es decir, hay más judíos en Nueva York que en todo Israel.

Page 110: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 109

los judíos de traición por la acusación contra uno, Dreyfus, que es por demás inocente), entonces a los judíos ya no les queda otra salida que la de tomar conciencia de que ellos forman una nación aparte y deben constituir su propio Estado: el Estado de los Judíos, Der Judenstaat. Allí es donde surge la fórmula que opone los sionistas a los árabes palestinos, porque Herzl reclama para la realización de su proyecto “una tierra sin pueblo para un pueblo sin tierra”.

Es decir, independientemente de lo que los colonialistas británicos hayan hecho o dicho en pro de la emigración judía hacia Palestina, la importancia de Herzl consiste en presentar una breve y sencilla fórmula “interna” en la hora del repar-to colonialista del mundo habitado por los no-europeos: los salvajes.

Cabe aquí recordar las palabras del sionista Max Nordau (1849-1923):

Conservaremos la cultura judía que hemos digerido durante los dos mil años pasados y solo podemos burlarnos de los consejos que quieren que seamos asiáticos. Desde el punto de vista antropológico y civilizatorio nosotros pode mos convertirnos en asiáticos en la misma medida en que los americanos pueden convertirse en piel rojas (...) En el Asia Menor debemos fijarnos el mismo objetivo que los ingleses persiguieron en La India134.

El sionismo persiguió y logró efectivamente un objetivo que iba más allá de lo que los ingleses persiguieron en la India. El objetivo sionista con sistió en hacer de Palestina un Israel, en la instalación de colonos a costa de la expul-sión de los aborígenes; un objetivo mucho más exclusivista que el inglés en la India, mucho más discriminatorio, de fundamento eminentemente religioso y desde una visión completamente racial, la teoría del “salga para que yo me instale”. A este respecto, G.H. Hansen dice:

Los propagandistas árabes frecuentemente aseguran que Israel se asemeja a los regímenes de los colonizadores blancos en África del Sur y Rodesia. Esta es una comparación inadecuada. En esos dos países la totalidad del aparato estatal está en manos de los colonizadores, pero los habitantes nativos han permanecido. (...) Los únicos dos precedentes en la historia mundial [a la de Palestina] serían: la expulsión de los piel rojas de su territorio por los colonizadores en América del Norte y la expulsión de la población alemana por los polacos y rusos del territo rio al este de la línea de OderNeisse en 1945-1946135.

El “mérito” principal de Herzl desde el punto de vista de la gran potencia más involucrada en la región árabe y con los mayores intereses adquiridos allí, Gran Bretaña, consistió en que él concibió, acertadamente, la viabilidad del proyecto 134 Marx Nordau to his People, p. 163; citado por Y. Ivanov, ob. cit., p. 64.135 Zionism, Israel and Asían Nationalism, The Institute for Palestina Studies, Beirut, 1971, p. 11.

Page 111: Árabes. Historia, religión, ideología

110 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

sionista en Palestina solo en la medida en que una potencia europea le diera su apoyo resuelto y garantizara su éxito. En otras palabras, Herzl desde un comienzo considera su plan abiertamente como un proyecto de colonización europea den-tro del marco de una alianza con las potencias imperialistas.

Ello es tanto más grave por cuanto ocurre en momentos en que Europa se encuentra envuelta en una de las luchas sociopolíticas más sugestivas de su historia: hay un ambiente im pregnado por las actividades revolucionarias de los socialistas y prosperan las organizaciones proletarias; los jóvenes judíos abundaban en esas organizaciones y su rol era destacado en sus actividades.

No solo el número de los judíos en las sociedades revolucionarias era alto, sino que su porcentaje en las mismas era superior al de su respectivo porcentaje en la población total. Moses Hess, por ejemplo, había estudiado en Bonn con Karl Marx, trabajó como reportero en la Rheinische Zeitung, cuyo director era igualmente Marx, participó en la revolución de 1848, pero se separó de Marx y Engels luego de la publicación del Manifiesto.

Es decir, a los pri meros sionistas les cabe la responsabilidad de haber distor-sionado la natu raleza de la lucha de sus correligionarios: desviar la lucha de clases para darle una orientación étnica religiosa y colonialista.

Habría que subrayar aquí algunas consideraciones. En primer lugar, el sionis-mo no se desarrolló como el movimiento nacionalista de los judíos orientales asiáticos y africanos, sino como una ideología de la burguesía judía europea136 con el transcurrir del tiempo, la misma ideología y los mismos europeos se impusieron sobre los judíos orientales o en el mejor de los casos arrastraron a los judíos orientales hacia una situación no creada por ellos ni en la cual ellos habían siquiera participado activa mente.

En segundo lugar, es notable el hecho de que el nacionalismo árabe, para llegar a sus manifestaciones actuales, tuvo que evolucionar como una ideolo-gía de los pueblos orientales con todas sus características socioculturales y en correspondencia con el grado de desarrollo del modo de producción en dicha sociedad137. Para los pueblos orientales islámicos, el marxismo es un fenóme-no del cual se enteran los más estudiosos políticos de comienzos del siglo XX y la lucha revolucionaria al estilo de las organizaciones europeas (Occidente en su conjunto), es algo novedoso.

No es así en el caso de las condiciones que rodean al sionismo; nace en la Europa capitalista en pleno desarrollo del ideario socialista y siendo un judío el propio Marx, lo cual indica que era perfectamente factible que la “cuestión

136 Isaac Deutscher expone este punto brillantemente en Los judíos no judíos, Edic. Kikiyon, 1969, pp. 60-65, etc.137 Ver al respecto la obra de Máxime Rodinson, Islam y capitalismo. Edit. Siglo XXI, 1973.

Page 112: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 111

judía” hubiera tomado un rumbo opuesto al realizado por los sionistas según lo conocemos en la actualidad.

Finalmente es importante afirmar categóricamente que es equivocada la visión de que el conflicto árabe israelí es tan viejo que se “remonta a los tiempos de Moisés y David”. Esta es una opinión carente de todo funda mento histórico, que tiende a convertir el problema en algo religioso, mientras desconoce por completo el carácter “moderno” del sionismo como una faceta de la expansión colonialista de la Europa imperialista en una región clave del Tercer Mundo, llevada a cabo bajo un pretexto reli gioso y acompañada por un sentimentalis-mo de fondo antirrevolucionario y antisocialista.

El propio Marx había dicho: “La nacionalidad imaginaria del judío es la nacio-nalidad del comerciante y financiero en general. (…) El judaísmo llega a su auge cuando la sociedad burguesa se perfecciona (…) La liberación del judío liberará a la sociedad del judaísmo”138.

Obsérvese que Marx no habla de sionismo, sino de nacionalismo judío; ello podría tener su explicación en que el sionismo fue utilizado como termino-logía política solo en 1890 por Nathan Birnbaum139. Más aún, el propio Leo Pinsker en su obra Autoemancipación, en su primera edición en 1882, no menciona a Palestina como el territorio que se convertirá en “aquel país judío independiente”; solo expone su ansiedad de ser para obtener: “No contamos como nación en medio de las naciones, no tenemos voz en el concierto de estas, ni tierras que sean nuestras”140.

Nuestra afirmación se refuerza más con la siguiente cita:

Los padres del sionismo político: Herzl y Pinsker resultaron ser inequívocos en cuanto a la fundamentación ideológica del nacionalismo judío: se trataba de ofrecer una salida territorial y política al problema judío, antes de reclamar de-rechos históricos sobre Palestina - Eretz Israel (Tierra de Israel); lograr la sobe ranía política reconocida internacionalmente, para Herzl y garantizar la autodetermi-nación, según Pinsker, fueron los dos puntos de partida del ideario de estos dos teóricos y estadistas del renacimiento sionista. Por eso, en su oportu nidad

138 On The Jewish Cuestión, Selected Essays. New York, International Publishers, 1926, p. 96, citado por Mazhar Al-Shereidah, El sionismo. Tema desconocido para la izquierda, Teoría y praxis, julio, 1969, p. 28.139 Dr. A. Wahab Al-Kaiali, Diario Al-Thawra, Bagdad, 1912-1975, p. 3. Ver también: El trasfon-do histórico del movimiento sionista, por el Dr. Abdul Kadir Yasin en la Revista del Centro de Estudios Palestinos de la Universidad de Bagdad, Nº 21, marzo de 1977. “En 1893 el alemán Nathan Birnbaum utilizó por primera vez la terminología sionismo en su libro: El renacimien-to cultural del pueblo judío en su tierra como medio de resolver la cuestión Judía”.140 El Sionismo. Tema desconocido para la izquierda, ob. cit., p. 8.

Page 113: Árabes. Historia, religión, ideología

112 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

abogaron por salidas territoriales (Uganda, por ejemplo) no palestinenses, que respondieron a la urgencia y al apremio de los judíos perseguidos por hallar un Hogar Nacional141.

El sionismo perseguía objetivos de corte colonialista y, en su empeño por alcanzarlos, las persecuciones y pogromos europeo-orientales (espe cialmente los de 1881) le facilitaron una buena porción del trabajo. Herzl lo pone en términos claros cuando dice:

Si su majestad el sultán nos diera la Palestina, podríamos comprometernos en regularizar completamente las finanzas de Turquía. Para Europa, constituiríamos en la región un sector de la muralla contra Asia; seríamos el centinela avanzado de la civilización contra la barbarie. Nos mantendríamos, como Estado Neutral, en relación constante con toda Europa, quien debería garantizar nuestra existencia142.

Es toda una tesis colonialista solo con la diferencia de que los sionistas se reservan Palestina para los miembros de una religión que, ellos creen, consti-tuye una raza y una nación; sería entonces un colonialismo religioso y racial.

Nuevamente Herzl es quien explica la manera de convertirse en colo nialistas. En su folleto Der Judenstaat hay un punto titulado “El Plan”, en el cual es-tima que la creación de un nuevo Estado no es nada difícil si se obtiene la autoridad sobre una porción de tierra; que es una empresa fácil para gente de la clase media; que los Estados que han sufrido del movimiento antisemita darían una gran ayuda para concederles esa autoridad política y que la imple-mentación del plan estaría a cargo de dos entidades:

Una organización judía que establecería el plan científico y los planes • políticos.

Una compañía judía que se encargaría de la parte financiera y comer-• cial.

Un año más tarde de la publicación mencionada, en 1897, se reúne en Basel, Suiza, el Primer Congreso Sionista bajo la presidencia de Herzl y este se opo-ne al “falso principio de la infiltración sucesiva”, porque esta siempre termina mal, ya que regularmente llega el momento en que el gobierno, a instancias de las poblaciones que se sienten amenazadas143.

En esa misma oportunidad dijo también claramente:

141 Leo Senkman, ¿Sionismo judío o nacionalismo israelí?, Perfiles, p. 55, junio, 1976.142 Herzl, L’ Etat Juif, París, 1926, p. 95.143 En esa oportunidad, Herzl se refería a la experiencia de los judíos en la Argentina.

Page 114: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 113

Es de interés de las naciones más civilizadas y es beneficioso para la civilización

en general, que se establezca una estación civilizatoria en la vía más corta hacia

Asia. Palestina es esa estación y nosotros los judíos portadores de esa civilización

estamos dispuestos a dar nuestros bienes y nuestras vidas por construirla.

Afirmó también que: “La Sociedad de los judíos negociará con las autoridades soberanas de los territorios en cuestión y ello bajo el protectorado de las po-tencias europeas si la cosa les conviene”144.

El Kaiser visitó al sultán primero en 1889 y luego en 1898 y para entonces ya Herzl había publicado su Der Judenstaat y mantenido correspondencia con Bismark.

El 19 de junio de 1895 dirigió al “Canciller de Hierro” una carta en la cual exponía los “peligros” a que estaba expues ta Alemania de no ayudar esta al sionismo: “Todos los judíos y no sola mente los pobres entre ellos, como ha sido el caso hasta ahora, correrán, con todo su poder financiero, a incorporar-se al Partido Socialista”145.

No obstante, esas probabilidades demostraron ser, en marzo de 1897, irreales. Herzl escribió en sus famosas memorias: “Durante la votación de las leyes so-cialistas en el Reichstag, cuando los socialis tas cantaron el himno del trabajo, nuestros hombres contestaron con el himno del Testamento”.

Herzl había ordenado a sus hombres abstenerse de la votación; ya poseía un amplio poder e influencia y faltaban pocos meses para la celebración del Primer Congreso Sionista (agosto de 1897) con Herzl elegido como su presi-dente; ya el hombre había realizado una visita a Istambul.

Efectivamente, en junio de 1896, Herzl logra ser recibido por el primer mi-nistro del Imperio otomano y ofrece ayuda financiera al Imperio a cambio de obtener un permiso del sultán para crear en Palestina un Estado judío inde-pendiente.

Lejos de orientar a los judíos hacia el socialismo, Herzl argumenta en sus conversaciones y entrevistas con los representantes contemporáneos del im-perialismo que el sionismo tiene la “virtud” de orientar a los jóvenes hebreos hacia una “buena conducta”. En su oportunidad escribió el 24 de abril de 1896 al gran buque de Badén: “Nuestro movimiento tendrá como resultado el debi-litamiento de los partidos revolucionarios”.

144 Citado por Máxime Rodinson: Israel Fait Colonial? Les Temps Modernes, p. 23.145 Citado en El Sionismo. Tema desconocido para la izquierda, ob. cit., p. 24.

Page 115: Árabes. Historia, religión, ideología

114 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

De igual manera “tranquiliza” al agregado militar alemán en Viena, el 18 de septiembre de 1898, y anota en sus memorias:

Hablando del socialismo, le expliqué que es una tontería que los judíos se están

incorporando al movimiento socialista, puesto que los judíos no son socialistas

en su naturaleza sino individualistas. Le gustó lo que le dije sobre nuestro éxito

en alejar a nuestros estudiantes, en la Universidad de Viena, del socialismo.

Tampoco se puede olvidar que Herzl, el abogado, tenía un importan te medio para darle publicidad a sus ideas a través de su actividad como periodista. Ya en 1886, escribía semanalmente en el Berliner Tageblatt, luego en la Wiener Allgemeine Zeitung, de la cual fue el jefe de la página cultural; en 1891 se con-vierte en corresponsal de la Neue Freie Presse y en 1897 funda el semanario Die Welt; además, sus novelas y obras teatrales le ofrecían otra vía para influir ampliamente.

Ahora, lo asombroso es que cuando el kaiser está de visita en Istambul por segun-da vez, recibe en audiencia en la capital del Imperio otomano a Herzl. El mismo kaiser, a los pocos días recibirá en Jerusalén a una dele gación sionista. Con la influencia alemana en Istambul, no es de extrañarse que Herzl logre entrevistarse con el sultán en 1901 y que luego en 1902 sea el sultán quien llame a Herzl.

Consciente de la política alemana conocida por Drang Nach Osten, Herzl toma en cuenta la influencia de la cultura alemana entre los sionistas, los sen-timientos del pueblo alemán de que los judíos deben salir del país y la preocu-pación oficial alemana tanto por las actividades de los judíos revolucionarios, como por los posibles disturbios a causa del antisemitismo. Todo lo anterior crearía una base común de coincidencia entre los objeti vos del kaiser y Herzl para hacer de Palestina una colonia para judíos alemana.

Sin embargo, no fue ese el resultado de las gestiones y visitas. Inglaterra era la potencia con mayores intereses en la región y por lo tanto tenía más op-ción de heredar al Imperio otomano y los capitalistas alemanes ni siquiera pudieron, posteriormente a 1899, monopolizar la construcción del ferro carril, tuvieron que aceptar la participación de capitales británicos y fran ceses. Pocas eran las oportunidades de los alemanes en Palestina, porque esa región de la gran Siria ya constituía la esfera de influencia de Inglate rra, aunque en general Siria y el Líbano eran casi un “patrimonio” francés.

Para los primeros años de este siglo, aproximadamente la tercera par te de las exportaciones sirias estaban en manos francesas, especialmente la seda cruda; el capital francés tenía posición dominante en la fabricación de cigarrillos en Siria; el puesto de Beirut había sido ampliado por Francia, la cual tendió vías férreas entre Jaffa y Jerusalén, por un lado, y Beirut y Damasco, por otro; se multiplicaban las oficinas del Credit Lyonnais en Siria y Palestina.

Page 116: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 115

En Iraq, Inglaterra suministraba aproximadamente las dos terceras partes de las importaciones y absorbía (incluyendo sus dominios en la India), una ter-cera parte de las exportaciones. Ya hemos visto cómo empresas británicas controlaban el transporte fluvial en el Tigris y el Éufrates.

Sin embargo, en Palestina, Inglaterra tenía que enfrentarse a las acti vidades del Deutsche Orient Bank y del Deutsch Palestina Bank, que tenía oficinas no solo en Palestina, sino también en Siria.

Por su parte, Inglaterra disponía de medios y mecanismos propios para velar por sus intereses: el ya mencionado primer consulado estableci do en Jerusa-lén desde 1838 se ve reforzado en 1865 con el establecimien to de The Palesti-na Exploration Fund en Londres146, con el fin de explo rar los aspectos físicos y sociales de Palestina. Constituían el personal de ese fondo miembros milita-res del Royal Engineer Corps, del British Foreign Office and British Colonies y del British Intelligence. Más tarde, personajes como Kitchener y Lawrence serían funcionarios del mismo. Años más tarde se forma The Imperial Syria and Palestina Company con el propósito de contribuir al establecimiento en esos países de colonos judíos y cristia nos.

De ahora en adelante, las organizaciones financieras sionistas tendrán un pa-pel importante en la consolidación de la alianza sionista imperialista. Fue ineludible que Londres se convirtiera en el nuevo centro de atracción de las aspiraciones sionistas ya que Inglaterra fue el país que primero se interesó en la idea y al más alto nivel; era la potencia imperialista más poderosa y con el mayor interés en el futuro de Palestina, debido a sus inversiones en los países vecinos (en Egipto y el canal de Suez en especial) y la más de seosa de una vía terrestre que condujera a la India.

Ya para entonces, un ciudadano británico, W.K. D’Arcy, obtiene una concesión petrolera en Persia (1901) y en 1902 Herzl tiene la oportunidad de hablar como testigo ante una Comisión Real Británica que investigaba los efectos de la cre-ciente inmigración de judíos hacia los barrios al este de Londres y provenientes de Rusia y Polonia. Inglaterra temía que esa situación condujera a una violenta ola de antisemitismo; simultáneamente temía la competencia francesa en la re-gión sirio-palestina y sentía la amenaza directa de la expansión alemana en la misma.

Herzl informó a la Co misión que los judíos llevaban consigo el antisemitismo y que la solución que el sionismo buscaba era la constitución de un hogar

146 Israel Relation to World Imperialism; papel de trabajo presentado por la OLP al Interna-tional Conference of Political Movements of Euro-Arab Youth, p. 3.

Page 117: Árabes. Historia, religión, ideología

116 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

nacional propio fuera de Europa. En ese contexto, sugirió ante algunos polí-ticos británicos la formación de una colonia judía bajo la corona británica en el Sinaí o en Chipre.

El 21 de julio de 1908, Herzl dirige una carta a lord Rothschild en la que dice: “La influencia británica en el este del Mediterráneo se consolidará con el es-tablecido de grandes números de nuestro pueblo en una re gión en la cual coinciden los intereses británicos”.

En las memorias del más celebre espía británico en la región, apodado como Lawrence de Arabia, leemos que ya en los primeros meses de la Primera Gue-rra Mundial ocurrió lo siguiente:

En Diciembre de 1914 Herbert Samuel, el primer miembro prácticamente de la comunidad judía con un asiento en el Gabinete Británico, transmite las aspiraciones sionistas en Palestina al Gabinete en un memo rándum titulado: El Futuro de Pa-lestina, en el cual decía que los sionistas verán con entusiasmo la anexión de Palestina por el Imperio Británico, lo cual dará a Inglaterra su rol histórico como civilizadora de países atra sados147.

Sir Mark Sykes inicia negociaciones con los líderes sionistas durante las cuales los últimos concuerdan en que solo una Palestina británica sería una valla confiable para Egipto y el canal. Los sionistas, en 1916, produje ron una formal promesa de que si Inglaterra los ayudaría, ello en cambio trabajaría para el establecimiento de un protectorado británico en Pales tina.

147 The Secret Lives of Lawrence of Arabia, Phillip Knightley & Colina Simpson Banton Books, p. 114, Documento PRO. CAB.37/123.

Page 118: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 117

Capítulo VI

En vísperas del renacimiento árabe

Siria, Palestina, Iraq y otras partes del Medio Oriente árabe, en virtud de su condición de provincias otomanas y dado el hecho de que el Imperio otoma-no consagró su endeudamiento con el capital europeo en expansión desde 1856, ahora, en la fase imperialista, serán dominadas como si fueran verdade-ras colonias.

Para 1874, la deuda acumulada es de 5.300 millones de francos provenientes de los bancos franceses e ingleses, habiendo sido el Ottoman Bank (anglo-francés) el intermediario principal en dichas operaciones. Básicamente, esa suma utilizada para gastos militares y construcción de vías férreas, correspon-diendo el 43% de la suma total de los créditos a intereses y comisiones. La situación se agrava más aún si tomamos en cuenta que los ingresos totales del fisco otomano en 1875 alcanzaron apenas a 380 millones de francos, de los cuales 300 millones estaban destinados al pago de la cuota correspondiente de la deuda externa.

No causa sorpresa alguna, en consecuencia, que en ese mismo año, el Impe-rio otomano se declare en bancarrota. La declinación de la sociedad feudal se producía lentamente y la transición hacia el capitalismo se llevaba a cabo en circunstancias extremadamente contradictorias, complicándose la situa ción más aún por las disputas religiosas y los conflictos entre las nacionali dades.

Pero no solo las nacionalidades dominadas por el Imperio expresaban su descontento, sino que también la población turca luchaba por liberta des y mejoras en sus condiciones de vida, todo lo cual lleva a un grupo de oficiales e intelectuales liberales a destituir al sultán Abdul Aziz en 1876 en procura de una constitución, la modernización del desarrollo nacional turco y sus valores culturales.

Vale recordar que si bien el movimiento de los “Nuevos otomanos” tenía en mente efectuar reformas, estas iban a beneficiar casi exclusivamente al sector turco de la población del Imperio, por el hecho de que ellos consideraban a la totalidad del Imperio como el mercado para la bur guesía turca.

Por otra parte, predicaban el principio de “una sola nación otomana”, lo cual les llevó a negar las diferencias entre los pueblos del Imperio y les opuso a

Page 119: Árabes. Historia, religión, ideología

118 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

los movimientos nacionales que procuraban independizarse o bien alcanzar cierto grado de autonomía. Dicha actitud agravó la situación en los Balcanes y condujo, en parte, a la Guerra Ruso-Turca de 1877-1878.

Con Abdul Hamid como sultán, las nacionalidades del Imperio experimentan un período oscuro, caracterizado por un régimen autocrático sustentado nue-vamente en los más grandes y reaccionarios terratenientes, cuyo rasgo más sobresaliente fue el ejercicio del poder por la Corte en vez del gobierno. El sultán se apoya entonces en los señores feudales tanto turcos como árabes, kurdos, albanos y circesianos, los cuales atemorizan con sus ejércitos irregu-lares, a las nacionalidades no turcas, especialmente a la población cristiana armenia, en su lucha por la liberación nacional.

Soberano de un Estado en decadencia, atrasado y endeudado, Abdul Hamid busca la grandeza y utiliza como base para ello las ideas del panislamismo y pretende convertirse en gobernante de todos los musulmanes.

Esta idea cabe dentro de los planes imperialistas del kaiser alemán Guillermo II, quien deseaba ver al sultán involucrado en una controversia contra las po-tencias en virtud de su reclamo de soberanía sobre los musulmanes de Egipto y la India (bajo dominio británico), del norte de África (bajo dominio francés) y del Cáucaso, Asia central y el Volga (bajo domi nio ruso).

Estas pretensiones contrastaban con la realidad del Imperio. Progresi vamente se arrastraba más hacia la economía capitalista mundial como un apéndice proveedor de materias primas y como un mercado de caracterís ticas espe-cíficamente coloniales, igualmente aumentaba el flujo de capital extranjero, especialmente por concepto de la construcción del ferrocarril.

Siria, Iraq y Palestina suministraban aproximadamente la quinta par te de las exportaciones totales del Imperio y recibía la cuarta parte de las importaciones en 1880. El valor total de las importaciones alcanzó a 17,8 millones de libras esterlinas, mientras las exportaciones totalizaron 8,5 millones. Dentro de este cuadro, Inglaterra era el principal cliente comercial, aunque ya encuentra una fuerte competencia por parte de Alemania.

Crece también la exportación de capitales hacia el Imperio, pero los mismos no traen consigo un desarrollo económico y una base industrial porque se dirigen hacia la banca, los ferrocarriles además de los préstamos del Estado. Pronto, el sultán tiene que satisfacer las demandas de las potencias europeas y declara en 1881 el control extranjero sobre las finanzas del Imperio. Ahora la administración real de las finanzas estaría en manos de extranjeros que representaban los bancos de Francia, Inglaterra, Italia, Alemania y Austria. Naturalmente, la penetración fi-nanciera estuvo acom pañada por la respectiva influencia política.

Page 120: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 119

Alemania fue la potencia europea que se interesaba más en adueñarse de la totalidad del Imperio otomano sin fragmentación alguna y utilizó medios mili-tares, económicos, políticos y culturales para afianzar su penetración. Tuvo a su cargo la reorganización del ejército otomano y la dirección de las escuelas militares; obtuvo en 1888 una concesión para construir una vía férrea y el propio kaiser intervino para darle apoyo a los planes expansionistas alemanes mientras que funcionarios, oficiales y diplomáticos alemanes hacían lo posible por alejar al sultán de las demás potencias europeas.

Guillermo II visitó al sultán en 1889 y se declaró ami go y aliado de la Corte. Diez años más tarde, en 1898, volvió nuevamente a visitar Constantinopla, Je-rusalén y Damasco. En Jerusalén, frente a la tumba de Saladino, declara que: “El sultán y los 300 millones de musulma nes que lo reconocen como su Califa, pueden descansar confiando en que siempre tendrán un amigo en la persona del emperador alemán”148.

Cabe destacar que se trata aquí del período de la competencia y lucha interim-perialista más formidable. No solo los países árabes sino vastas áreas afroasiáticas deben sus actuales fronteras y las respectivas disputas étnicas, religiosas y nacio-nales al reparto imperialista al que fueron sujetas en ese período de la historia.

La rica tradición agrícola de los países árabes, las grandes extensiones fértiles y las abundantes fuentes de agua y sistema de riego, habían sufrido grandes pérdidas y deterioro bajo el dominio otomano. La declinación de la agricultura y de la producción agrícola, base de la actividad económica en esa parte del mundo árabe, se reflejó claramente en el aumento de las ex tensiones desérti-cas y la disminución del número de pueblos y caseríos.

En las ciudades, la falta de seguridad afecta negativamente la actividad comer-cial, ya que solo el comercio exterior (especialmente aquel en manos de ex-tranjeros) disfrutaba de cierta protección y garantías. La aper tura del Imperio otomano ante la invasión de los productos europeos signi ficó un golpe duro para los artesanos y la naciente industria nacional.

Las embarcaciones árabes que navegaban bajo bandera otomana y tocaban la mayoría de los puertos del Medio Oriente, tuvieron que ceder su lugar a los barcos europeos: británicos, rusos, franceses, austrohúnga ros, italianos y también norteamericanos. A comienzos de nuestro siglo, solo el 3% de los barcos que tocaban los puertos sirios eran de bandera otomana. Además, solo el 16% del valor total de las mer cancías que entraban en puertos árabes eran de procedencia otomana.

148 Lutsky, ob. cit., p. 330. Califa es el equivalente al papa en el Islam.

Page 121: Árabes. Historia, religión, ideología

120 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Junto a estas realidades vino a agregarse el interés directo de las potencias occidentales de la época en las riquezas minerales de la región. En 1889, los geólogos suizos realizan sus estudios en lo que sería hoy la frontera turco-siria. Ingleses y alemanes obtienen a fines del siglo XIX los de rechos para explotar los fosfatos de la actual Jordania y, mientras se observa interés por parte de las organizaciones sionistas en explotar los minerales del mar Muerto, Alemania ve con simpatía al movimiento sionista y coopera con este en cuanto al establecimiento de colonias, porque veía en sus activi dades “el inicio para convertir a Palestina en una colonia alemana”149.

Aunque la actividad del capital europeo logró incorporar la región árabe al mercado capitalista mundial, sin embargo, la misma se incorporó más lenta-mente que las otras provincias del Imperio otomano. Mientras el promedio per cápita en el comercio exterior del Imperio fue de 2,2 lire, el mismo en Iraq fue de 1,5 y en Yemen de 0,45, en tanto en el Líbano alcanzaba 2,8 lire, lo cual indica el grado de dicha incorporación.

El endeudamiento del Estado otomano determinó, por su parte, una política impositiva que retardó y dificultó la formación y el desarrollo del capital na-cional árabe y limitó extremadamente los proyectos industriales privados.

Por otro lado, las exigencias del mercado capitalista internacio nal llevaban a los terratenientes a intensificar la explotación del campesi no, variar los pro-ductos tradicionales e imponer la moneda como factor decisivo para regular las relaciones de producción; a lo anterior se sumaba la ruina del artesanado, todo lo cual ejerció una notable influencia sobre las posiciones de cada grupo y clase con respecto a los importantes eventos y hechos que contribuyeron al surgimiento del movimiento de liberación nacional árabe.

Condiciones socioeconómicas y lucha política

Dicho movimiento del renacimiento árabe, no tuvo un desarrollo igual y uni-forme a lo largo y ancho del mundo árabe. Simplemente la diferencia en las condiciones y el nivel desigual del desarrollo socioeconómico y político-cultural entre una parte y otra de la región árabe determinaron diferencias en cuanto a participación y percepción.

Frecuentemente el paso de una tribu de la for ma nómada a la estabilidad (sedentaria), significaba un aumento del poder económico y político de los jefes y la aparición de nuevos elementos dominantes sobre los nuevos asen-tamientos.

149 Katlov, ob. cit., p. 17.

Page 122: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 121

Pero aun así, existían numerosas razones que unían al explotado y al explo-tador en contra del poder otoma no. Muchas tribus conservaron, por lo tanto, sus organizaciones ancestrales y especialmente militares aun bajo las nuevas condiciones, lo cual tuvo una gran incidencia en el desenvolvimiento político de la mayoría de las pro vincias árabes.

Iraq, por ejemplo, fue uno de los centros de mayor inestabilidad para el poder oto mano. Durante los siglos XVI, XVII y XVIII, el país fue escenario de rebe liones de amplio alcance. En particular, los levantamientos de las tribus del sur de Iraq tuvieron gran importancia. La rebelión comenzó en 1651, los insurgen-tes capturaron la ciudad de Basrah y sus alrededores y no fue sino en 1669 cuando los turcos lograron imponer su dominio. Pero de nuevo en 1690 las tribus del Muntafik llevan a cabo una rebelión que cubre la región del Éufrates central, del bajo Éufrates y de Basrah y dura hasta 1701, sin que los turcos lograran suprimir la revuelta por completo.

La expansión de la presencia militar británica y su influencia política reflejaban el deterioro del poder otomano central tanto en Egipto y Siria como también en la península Arábiga y el golfo.

Los británicos incrementaron sus intereses en Iraq, provincia que en aquel período se había convertido en una de las más atrasadas del Imperio en com-paración con Egipto y Siria.

La distancia entre Istambul y el puerto de Basrah (antes de la apertura del canal de Suez) era una de las más largas del Imperio y ello contribuyó a la declinación de la presencia militar marítima otomana en ese puerto, frente a una intensificación de las presiones inglesas y de algunos de los jeques aliados de esos sobre Basrah.

Iraq quedó así al margen de la vida económica, política y cultural del Estado otomano. Ante la disminución del poder otomano central, se deterioraban las condiciones económicas y el régimen administrativo, apoderándose del país el caos; se imponían las arbitrariedades de los grandes propietarios feudales y las tri bus, mediante alianzas, obtienen una virtual independencia en sus respec-tivas y vastas zonas, hasta el punto de llegar a amenazar y sitiar las princi pales ciudades del Iraq. Empeoran la situación del país las frecuentes inun daciones y la peste (1830) lo cual disminuyó sensiblemente la población, llevó al aban-dono de las labores agrícolas y comerciales e hizo que las con diciones fueran todavía más precarias y generalizó el éxodo.

Persia aprove chaba la debilidad del Gobierno otomano en Iraq para avanzar en sus pre tensiones de anexar la ciudad de Sulaimaniyah en la región kurda del país, dándole apoyó a los jefes feudales de tribus kurdas contra los go-bernantes otomanos.

Page 123: Árabes. Historia, religión, ideología

122 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

En 1847, Rusia y Gran Bretaña intervinieron para evitar un conflicto mayor entre Persia e Istambul, conduciendo su mediación a las firmas del Tratado de Erzerum, mediante el cual Persia renunció a su reclama ción de Sulaimaniyah y obtuvo de los otomanos, a cambio, a Mohammarah y la orilla occidental del río Shatt Al-Arab en el sur de Iraq.

Las políticas expansionistas de Persia y Gran Bretaña junto a los intentos primero de los wahabitas y luego de Mohammed Alí por anexar a Iraq a sus dominios, llevó a que Istambul tomara finalmente la decisión de efectuar re-formas en Iraq y mejorar sus vínculos con el poder central. Para ello, fue de gran utilidad la existencia del canal de Suez, hecho que acortó la distancia entre Istambul y Basrah.

La importancia de Iraq dismi nuyó como territorio de tránsito (de caravanas y de transporte por el Tigris, el Éufrates y el Puerto de Basrah) a causa del canal de Suez, pero la economía iraquí se incorporó rápidamente al mercado capita-lista mun dial al encontrarse a menor distancia de los mercados internacionales en un período de pleno crecimiento del capitalismo. Comienza así Iraq a im-portar productos manufacturados y exportar sus granos y dátiles. También el comercio de tránsito experimento cierto dinamismo aunque esta vez con Irán ya que parte de su comercio pasaba por Basrah y Bagdad.

Contribuyó al crecimiento del comercio la eliminación, en 1861, de las ba rreras aduaneras internas en Iraq. Por otra parte, en 1862, el Gobierno otomano es-tablece una línea regular para el transporte fluvial por el Tigris entre Bagdad y Basrah, seguido por el tendido de líneas telegráficas, en 1864, que comunica-ban a Istambul con Bagdad, Basrah, Alepo, Teherán y la India. La empresa bri-tánica Lynch comenzó también en 1862 un transporte regular en el río Tigris y las comunicaciones siguieron mejorando con el establecimiento de oficinas del correo hindú británico en Bagdad y Basrah en 1868.

El interés del Estado otomano por Iraq quedó demostrado con el nombramien-to del Midhat Pasha como gobernador de Bagdad en 1869. Midhat fue el líder del movimiento constitucional en Istambul y el autor de la Constitución oto-mana en 1876. Ejerció en Iraq una absoluta autori dad tanto civil como militar. Este gobernador se interesó por hacer progre sar a Iraq y utilizó al país como base para afianzar la soberanía otomana en la región del golfo. Organizó el transporte fluvial con barcos a vapor y líneas marítimas regulares entre Basrah, Istambul y Londres; construyó un astillero e intentó la extracción de petróleo en Mosul; inició la construc ción de vías férreas, bajo su mandato apareció el primer periódico en Bagdad, pero su obra más relevante fue la unificación de las tres provin cias: Mosul, Bagdad y Basrah, dando paso al surgimiento del Iraq moderno como unidad administrativa, como un solo mercado nacional.

Page 124: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 123

La ley comienza a aplicarse, proliferan las escuelas y los hospitales, aumenta el área de tierra bajo cultivo, se asientan tribus seminómadas, se liquida el sepa-ratismo tribal y feudal y se lleva a cabo el proceso de unificación económica, social y política del país, el cual sale de su anterior aislamiento y se incorpora al mundo exterior, en especial a la capital del Imperio: Istambul.

Viendo su posición interior consolidada, Midhat Pasha se moviliza hacia el golfo Arábigo contando ya con una flota de cierta consideración. En 1871, el Pasha de Bagdad proclama la soberanía otomana sobre la costa occidental del golfo, declara a Kuwait un municipio de Basrah, envía una gran expedi-ción hacia la región oriental de la actual Arabia Saudita, El-Hasa que, contando con el apoyo de una gran flota Kuwaití150, ocupa a Ras Tanura, Qatif y Hufuf. El mismo año, el jeque de Kuwait encabeza una fuerza otomana y conquista Qatar, pero no puede avanzar más hacia el sur.

Esos éxitos de los turcos otomanos consolidaron su poder y dominio sobre Iraq y el golfo. Pero nuevamente queda al descubierto que, incluso aplicando reformas, el carácter de su gobierno era brutal, antipopular y lleno de discri-minación hacia la población árabe autóctona. Los levanta mientos de las tri-bus fueron cruelmente reprimidos; las tierras fueron repartidas entre los jefes tribales y otorgadas a comerciantes urbanos; los funcionarios árabes fueron removidos de altos cargos para sustituirlos por turcos.

Es de recordar que el grado de penetración e intervención europea en Iraq y la península Arábiga era aún muy modesto comparado con Egipto, Líbano, Siria y el Maghreb. Pese a la penetración de los comerciantes en la vida rural, la forma feudal mantuvo su dominio en las relaciones de producción y las relacio nes capi-talistas se limitaron a un ámbito estrecho, especialmente alrededor de algunas ciu-dades grandes como Beirut, Damasco, Bagdad. Cabe considerar que las montañas del Líbano pueden ser tomadas como la región modelo en cuanto al surgimiento de las relaciones capitalistas en la producción agrícola.

También la ciudad árabe sufrió importantes transformaciones como resultado de la integración del mundo árabe al mercado mundial capitalista; sus respec-tivas poblaciones aumentaron y se gestó en su seno una dinámica actividad económica. Este hecho fue especialmente válido en el caso de las ciudades costaneras más estrechamente vinculadas con los mercados europeos.

La crisis del artesanado condujo, a veces, a un éxodo hacia el campo, mientras que otros se dedicaban al comercio o se convertían simplemente en obreros. Más tarde, serían estos, más aquellos campesinos emigrados hacia las ciuda-des, quienes irían a constituir una nueva clase social: la clase obrera.

150 Al-Najjar, ob. cit., p. 52 (300 barcos).

Page 125: Árabes. Historia, religión, ideología

124 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

A partir de 1870 se construyen modernas calles (Bagdad), se establece la red de agua potable (Beirut, 1897), se instalan los faros de kerosén y son tendidas las líneas de tranvía (Damasco). A la vez aumenta el número de pequeñas manufacturas especialmente en Siria con importante participación de la mujer en la industria textil, en especial.

Llama la atención que todavía grandes contingentes de obreros no pierden sus nexos con el campo. Tampoco se libera el obrero de sus tradiciones anticuadas ni de los nexos tribales, lo cual se tradujo en que la esca sa clase obrera árabe en formación estuviera repartida en numerosos y pequeños talleres y manu-factorías, y se encontrara bajo la influencia de los valores y las relaciones de la sociedad precapitalista.

Ciertas familias de arraigado prestigio y tradición mantienen su peso, su in-fluencia en la vida social y económica de las ciudades árabes y conser van sus fuertes nexos con los círculos feudales locales. Familias con desta cadas tradiciones y posiciones religiosas conservan su influencia sobre la evolución de los hechos.

En las ciudades se agregan nuevos sec tores sociales burgueses que procuran alcanzar para sí posiciones perma nentes en la vida económica. Especialmente en Siria y particularmente en Beirut, va creciendo el rol de los propietarios de talleres artesanales y pequeñas manufactorías. No obstante, más rápido e im-portante fue el crecimiento de la burguesía comercial que la burguesía indus-trial. Los comerciantes ricos practicaban, además, la actividad de prestamistas, con la excepción de los musulmanes cuya religión y tradiciones prohíben y censuran despiadadamente esa vía de enriquecimiento.

El desarrollo de la burguesía en Iraq puede considerarse como un caso in-termedio entre aquel más rápido y vigoroso del Líbano y el otro muy lento e incipiente de la península Arábiga. No obstante, también en Iraq apareció una capa de la burguesía compradora estrechamente vincula da al capital extranje-ro; surge así, por ejemplo, la familia Sassone en Bag dad, con un rol destacado en el comercio con Bombay, dueños de fábricas textiles en Manchester y muy vinculados al grupo Rothschild de Londres151.

Los privilegios financieros de los bancos extranjeros que ya se habían instala-do en Siria e Iraq estuvieron limitados a la gran burguesía comercial asociada a la actividad industrial europea, circunstancia esta que permitió presionar y explotar a los pequeños comerciantes locales y determinar los precios de los productos de exportación. Fue el caso de Basrah, por ejemplo, donde, en una reunión anual, los grandes exportadores fija ban los precios de venta para to-das las calidades de dátiles152.

151 Katlov, ob. cit., p. 102.152 Mohammed Salman Hasan, Economic Development of Iraq, p. 138.

Page 126: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 125

Tanto en Siria como en Iraq se observa un fenómeno nuevo consistente en que judíos árabes locales llegan a integrar la nueva clase de comer ciantes que van penetrando el campo y posesionándose (por intermedio de préstamos sumamente onerosos) de las tierras de muchos campesinos espe cialmente alrededor de Damasco.

El hecho señalado refleja la abundancia de los elementos no árabes y/o no musulmanes entre la burguesía compra dora en las provincias árabes. De los veinte exportadores de dátiles en Bas rah, solo seis eran árabes y así, paralela-mente, encontramos que en Iraq y el Yemen la mayoría de los comerciantes compradores eran judíos. Por su parte, la burguesía comercial árabe tenía a su cargo los negocios pequeños y medianos, los cuales llegaron a ser muy numerosos a fines del siglo XIX.

Ahora, pese a que esa nueva burguesía ocupaba posiciones importantes en el cam po económico, no logró convertirse en una fuerza independiente de la es-tructura social de la ciudad árabe. Los vientos de cambio venían soplando más bien por parte de la inteligencia o intelligenzia según la literatura socialista europea, sector élite este que había adquirido su formación bien en Europa, bien en Constantinopla153, perteneciente a la clase burguesa y numéricamente débil, por lo que su influencia tuvo obvias limitaciones.

Los cambios ocurridos en la base económica y en las relaciones sociales exis-tentes a raíz de la penetración política, económica e ideológica por parte de Occidente, condujeron también a crear las condiciones necesarias para el na-cimiento y evolución de nuevas ideas, hecho este que fue señalado anterior-mente bajo el nombre de Nahdah.

Hubo simultáneamen te oportunidades para enterarse de los logros de los países capitalistas avanzados en los campos científico, técnico, cultural, etc. En este sen-tido, fue notable el papel jugado por las ya numerosas misiones religiosas, tanto europeas como norteamericanas. Estas misiones se multiplican, especial mente, en Siria e Iraq y desde allí logran extenderse hasta Najd y Omán.

Finalizando el siglo XIX, más del 80% de los estudiantes en Siria (sin contar aquellos de las montañas del Líbano) que en total eran aproximadamente 28 mil, estudiaban en los colegios cristianos a cargo de misioneros154, lo cual contribuyó a divulgar los conocimientos occidentales incluso entre las mujeres árabes (desde 1880).

153 A fines del siglo, unos tres mil árabes habían estudiado en las escuelas militares de la capital del imperio y muchos otros estudiaban otras ciencias.154 Ver al respecto Dr. Kamal Mazhar Ahmad, Afaq-Arabiye, Nº 3, 1976 (frecuentemente los misioneros servían a los propósitos de sus respectivos países y suministraban valiosa informa-ción de toda índole).

Page 127: Árabes. Historia, religión, ideología

126 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Esta parte del mundo árabe, al igual que el resto del Imperio otomano sufrían, en esa época, las consecuencias del régimen despótico y poli cial del sultán Abdul Hamid, quien recurrió a los métodos y elementos más reaccionarios con el fin de conservar y afianzar su control.

Cuando en el sur de Iraq en 1880 se rebelan las poderosas tribus de El Mun-tafik, el sultán utiliza las divisiones entre sectas y tribus para debilitar el movimien to. Lo mismo ocurrió en el Yemen donde los agentes del sultán debilitaron la unidad del pueblo creando diferencias entre las sectas zayditas, ismailitas y shafííyes.

Mientras Constantinopla abogaba por el panislamismo, a los más destacados pensadores de esa idea, que tenían su centro en Egipto, se les prohibía entrar en los territorios árabes del Imperio. La lengua turca fue impuesta, en todos los terrenos, sobre las provincias árabes, agregándose así otro factor al des-contento de la población árabe.

En resumidas cuentas, todas esas manifestaciones del yugo otomano acelera-ron, en presencia de los otros factores ya expuestos, la determina ción de los árabes del Mashriq de efectuar cambios en los diferentes terre nos. Se observa así un estilo nuevo en la expresión literario-poética, una presión hacia pro-gramas escolares novedosos, mesas redondas para discutir “la situación del Islam con respecto a las innovaciones técnicas europeas”, “la relación entre el sistema social y el Estado”.

Fue más especial mente en Siria (la gran Siria que abarcaba a los actuales Palestina, Líbano y Jordania), donde esa corriente renovadora tuvo un dinamismo y auge notables, lo cual quedó reflejado en el surgimiento de numerosas organizaciones y sociedades culturales que no solo influyeron el posterior pensamiento sociopo-lítico en ese país, sino que abarcaron la tota lidad del mundo árabe.

Un papel importante en este sentido fue jugado por la prensa siria, la cual ac-tuó como un activo mensajero de un movi miento social intelectual de claras y propias características. Sin embargo, las ideas liberales burguesas o burguesas democráticas, se limitaron al sec tor culto de las ciudades, quedando así las amplias masas fuera del alcance de esa corriente. A ello contribuyó también la inexistencia de una clase media que pudiera actuar como intermediaria entre los grandes represen tantes de la inteligencia y las masas.

Estallaban revueltas y se producían oleadas de protestas y rebelión, pero más que movimientos organizados representaban actos espontáneos de alcance local y limitado. Aunque los campesinos constituían el princi pal ejército para dichos levantamientos, no obstante, las relaciones y los nexos tradicionales impedían que su lucha tuviera un carácter antifeudal.Por su parte, las fuerzas sociales en la ciudad eran menos activas en vista de que la clase obrera se

Page 128: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 127

encontraba aún en un estado embrionario y no había tomado todavía plena conciencia de su condición de fuerza clasista propia.

Mantiene, en esas relaciones, la clase feudal su gran poder e influencia sobre las masas, tanto del campo como de las ciudades, en el sentido de que sus posiciones determinaban, en buena porción, aquellas de la generalidad de la población. Sin embargo, en aquellas regiones del Mashriq, donde el poder central otomano era nominal, los jefes tradicionales se animaban a oponerse al mismo y veían en él una limitación para su propio poder.

Es allí entonces donde se producen importantes movimientos de oposición, como aquellos liderados por los sherifs de la Meca, los wahabíes y en el Ye-men. Son estos también casos donde el liderazgo se apoya en los fuertes y es-trechos lazos tribales, pudiendo el jefe contar con la casi irrestricta solidaridad de su tribu y sus respectivas aldeas.

Pero no solo en aquellas partes y bajo esas condiciones se manifestaba la protes-ta; estallaron movi mientos populares en Siria, Palestina y el Líbano entre 1840 y 1860, tanto en el campo como en ciudades como Alepo. En Iraq, la región don de con mayor frecuencia se manifestaba el descontento era la del Éufrates central.

Todos esos levantamientos contribuyeron a aumentar el sentir nacio nalista entre las masas contra el poder central otomano y aceleraron la conforma-ción del pensamiento nacionalista árabe. Ahora, el nacimiento y la con-formación del pensamiento nacionalista, no del sentir nacionalista, como un importante fenómeno político-social, requiere de circunstancias particulares y una atmósfera adecuada para moldearlo dentro de un marco filosófico convir-tiéndole, en una determinada etapa, en una inmensa fuer za motriz de la cual depende el surgimiento o la explosión de nuevos even tos y su desarrollo.

Para los pueblos de la región, el surgimiento y la evolu ción de las bases de las relaciones capitalistas en la economía así como la activación de las relacio-nes económicas recíprocas entre las diversas regiones, desplazando el Estado anterior de su aislamiento económico, contribu yó a crear las condiciones ob-jetivas requeridas para cerrar las filas naciona les –condición esencial para el nacimiento del pensamiento y la concien cia nacional– para la manifestación del presagio patriótico nacionalista burgués como parte fundamental de la ideología burguesa en las primeras etapas de su surgimiento y evolución155.

En esa etapa, según Abdel-Malek:

Se buscaba más autonomía que verdadera independencia en la medida en que el ocupante, antes de Gran Bretaña y Francia, era el sultán de Turquía, repre-sentante del Islam y frente a él solo se pos tulaba como entidad autónoma y no

155 Katlov, ob. cit., p. 233.

Page 129: Árabes. Historia, religión, ideología

128 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

como Estado independiente. (...) Fue precisamente la tentativa de desprendi-miento de Estados nacionales autó nomos o independientes con un objetivo que hoy se denominaría de “desarrollo nacional”, de “construcción nacional”, de desarrollo político autónomo o independiente156.

Las guerras populares, las guerras insurreccionales continuas, especialmente en el Maghreb (sobre todo en Marruecos y Argelia), conforman una tradición. Así lo expresa Katlov:

El Irredentismo marroquí (...) es un hecho de la historia política: hasta 1930-1936, la potencia colonial continuaba reduciendo militarmente a un país que aún no estaba reducido (...) Argelia (...) emprendió una guerra, una lucha de liberación armada apoyada en las masas populares, durante tres generaciones, después de 1832157.

El proceso de renacimiento de la conciencia nacionalista en el Mashriq tomó bastante tiempo, pero en el siglo XIX estuvieron presentes los indi cadores sufi-cientes a todos los niveles sociales que demostraban la existen cia del proceso. Y lo que es más significativo todavía es que los elementos de la toma de con-ciencia de la personalidad nacional comienzan a exten derse desde entonces, aunque en forma imprecisa, a las mentes de la am plia masa, después de haber sido una especie de privilegio entre las élites.

A ello contribuyeron los repetidos levantamientos que dejaron consecuen cias ideológicas entre los árabes como pueblo dominado frente a los turcos como pueblo dominante158. Las ideas y el pensamiento nacionalista de entonces es-taban orientados hacia la constitución de una sociedad burgue sa liberada en contraste con el feudalismo y sus secuelas.

Pero paralela mente se vuelve tangible el peligro inminente, para el Mashriq árabe, de convertirse en colonias de los países europeos colonialistas. Esta realidad plantea un reto ante la cristalización de un pensamiento nacionalista unificado. Mientras los musulmanes, entre los pioneros de ese pensa miento, buscaban el cambio principalmente para oponerse y enfrentarse a Europa, la mayoría cristiana de esos pensadores consideraba que el peor de los males era el gobierno de los otomanos.

Pronto las alternativas se vieron reducidas al constatarse el peligro que ence-rraba la dominación europea del Mashriq, por lo que se orienta la búsqueda de una solución para la causa árabe dentro del marco otomano. Las dimensio-nes de la causa árabe comenzaban a trazarse claramente desde que se pasó de

156 Anuar Abdel-Malek, ob. cit.157 Ibíd.158 En 1850, el pueblo pedía en Alepo que el sultán turco fuera sustituido por otro árabe.

Page 130: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 129

la etapa de la toma de conciencia de la personalidad nacio nal a la convicción de que existen determinados derechos nacionales que requieren, para ser ga-rantizados, que se luche por ellos.

Con el propósito de divulgar y alcanzar los objetivos del pensamiento na-cionalista (el cual ya cristalizado se desarrolla hacia la madurez), se imponía la necesidad de crear organizaciones que surgen de hecho en Siria y Beirut alrededor de 1875 aunque abogando, al comienzo, solo por la inde pendencia de ese país reflejando el hecho de no haber podido, todavía, comprender los límites de la independencia nacional en su amplio sentido panárabe.

Renacimiento nacional: la respuesta al desafío

Convertido en colonia de los banqueros anglofranceses, Egipto expe rimentaba hondo resentimiento contra Europa, y en respuesta a la agresión del capital extranjero, venía madurando el movimiento de liberación nacional. Una de las dimensiones esenciales de la lucha que el mundo árabe emprendió (y sigue desarrollando hoy día), es la dimensión civilizatoria. Herederos y portadores de una de las civilizaciones universales más humanas, los árabes confrontaron una tragedia en los términos que Anuar Abdel-Malek expresa de la siguiente manera:

El problema que se originó en los diferentes sectores del movimiento na cional árabe con el impacto de Occidente a fines del siglo XVIII y bien al co mienzo del XIX. Esa problemática se planteó de entrada no en términos culturalistas, sino en términos políticos. Esa problemática era la siguiente: ¿Cómo es que el mundo se convirtió en el infierno de los creyentes y en el paraíso de los descreídos? ¿Cómo es que el Oriente, el mundo del Islam, se convirtió en el mundo de la decadencia? Siendo así, ¿Cómo promover un renacimiento?

(...) Todos los ensayos sobre la situación del Islam en el Medio Oriente, tratan sin excepción de la decadencia. Por doquier está esta dicotomía: el fracaso y la de cadencia de un lado, el éxito y el renacimiento del otro (…)

De hecho, la visión de los innovadores del mundo en la época del Islam arabófono (porque en ese momento aún no había nada que se percibiera como el Mundo árabe) era justa, efectivamente, en la medida en que, en vez de considerar el pro-blema como un simple desplazamiento de corte político (por ejem plo reemplazar tal equipo político por tal otro, o reemplazar tal formación “feudal” por tal otra formación más avanzada, etc.), ese problema fue percibi do por los diferentes países del Mundo árabe como una respuesta, no a un de safío, sino a otra situación histórica: la de un conjunto que se sentía, se perci bía, quería ser un conjunto de civilización: ese problema fue percibido como tal en ese momento, principalmente en Egipto y

Page 131: Árabes. Historia, religión, ideología

130 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Líbano (el Líbano del con junto sirio, no el actual) al igual que en Túnez. Quiero decir que desde los co mienzos, desde los primeros enfoques de la Nahdah, no se trata simplemente de poder político y de régimen político, sino de la grandeza del Islam y del Orien te, de la grandeza de la historia, actual. Ese conjunto nacional-cultural árabe no se vio como un equipo implantado en cualquier desierto que debía reemplazar a algunos beduinos por algunos ciudadanos. Los hombres de tales países tenían conciencia, a través de la historia y la cultura tradicionales, de pertenecer a algo que había constituido ese conjunto intersectorial horizontal, que era verdadera-mente la civilización, el mundo del Islam159.

Los primeros en organizarse para una oposición activa fueron, en Egip to, los militares, reflejando el estado de ánimo ya generalizado entre las más amplias capas de la población. Las cadenas del endeudamiento acentuaron el dominio ejercido por los extranjeros, de quienes la aristocracia turco-circesiana fue el aliando natural, mientras que el pueblo egipcio sufría virtualmente de hambre, siendo los campesinos (fellaheen) el sector más afectado.

Se multiplicaban entonces las sociedades secretas y se popularizaba el espíritu de oposición. El Cairo fue invadido por campesinos que venían a exponer ante el Khedive, es decir el virrey, su miserable situación, aunque sin éxito.

La más importante sociedad secreta estuvo dirigida por el teniente co ronel Ahmed Urabi160, el cual se sentía orgulloso de su origen campesino. Sus miem-bros se denominaban los wataniún (nacionalistas o patriotas), levantaban el principio de “Egipto para los egipcios” y defendían el principio de que Egipto, como nación, tenía el derecho de existir como entidad estatal independiente.

Se apoyaban principalmente en los soldados y campesinos y su causa era profundamente popular, siendo el propio Urabi el hijo de un auténtico fellah. Aparte de eso, el líder egipcio disfrutaba de un alto prestigio como profesio-nal, lo cual le permitió una considerable influencia entre sus colegas. A ello se agregaba la influencia de ciertos eruditos de la Universidad religiosa Al-Azhar, como Jamal El-Din Al-Afghani (considera do el fundador del movimiento pa-nislámico) y Mohammed Abdu (refor mista del Islam para adecuarlo a las con-diciones burguesas de vida).

Igual mente influyentes fueron algunos intelectuales, periodistas, maestros y estudiantes como Abdullah Nedim. En buena parte, los “renovadores” incita-ban al dominio de las ciencias y técnicas europeas “para vencer a los europeos con sus propias armas”, pero las dificultades eran múltiples, como lo expresa Hassan Riad:

159 Anuar Abdel-Malek, El mundo árabe: renacimiento y revolución. El problema crítico, Instituí des Pays en Développement, Faculté de Sciences Politiques, 1974.160 También se escribe Arabi y Orabi.

Page 132: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 131

Desde mediados de siglo la sociedad egipcia sintió venir de Europa un peligro inminente. La nueva aristocracia de propietario terratenientes, constituida entre 1850 y 1870, había tomado ya su partido. Rápidamente, aceptó someterse con la garantía de que sus privilegios serían mantenidos (...) Muy poco numerosa en razón de su reciente constitución, relativamente rica y de origen extranjero (turco), la aristocracia se “europeizó” con gran rapidez. Dicha europeización fue, a me-nudo, superficial y limitada a las buenas formas.

La reacción diferente de las masas y sus dirigentes es analizada por Riad de la siguiente manera:

Heredero de la cultura tradicional auténtica (...) consideró la colonización como un auténtico germen de destrucción de los valores de la civilización que él había creado. También experimentó muy interesantemente las ruinosas consecuencias de la competencia de las mercancías importadas, que los colonos hacían circular en el mercado interior. Al rechazar, por estas razones, la dominación europea, decepcionado por el Khedive y la aristocracia turca, (...) se vio empujado a recon-siderar seriamente la situación y sus implicaciones.

El renacimiento que promovió a partir de 1860, es realmente impresionante; sobre todo si lo comparamos con la miseria cultural de los lustros que siguieron a continuación; fue capaz de provocar el despertar de la lengua, la literatura y el espíritu crítico.

Su intento renovador se saldó finalmente con un fracaso, aunque hay que des-tacar la importancia del legado que entregó a las generaciones posteriores. (...) Qui zás haya que atribuir este fracaso a la brutalidad del choque, para el cual no esta rían preparadas las élites. El drama del renacimiento árabe consistió en que no se gestó en una maduración de siglos en el seno de la sociedad, como ocurrió en el Renacimiento europeo, sino que se debió a una brutal toma de conciencia frente a un peligro exterior. Ante este peligro, los aristócratas rechazaron en bloque las tradiciones, por interés egoísta y también a causa de su origen turco, sin que ello quiera decir que asimilaran verdaderamente la cultura europea161.

La problemática del renacimiento nacional árabe corresponde a una catego-ría que Darcy Ribeiro162 expresa así: “La posición de una etnia nacional en el mundo moderno depende más de su configuración histórico-cultural que de la composición racial o cultural que pro porciona la etnia individual con sus cualidades distintivas”.

161 Egipto, fenómeno actual. Edit. Nova Terra, Barcelona, 1965, pp. 236-237.162 Las configuraciones histórico-culturales de los pueblos Americanos, Materiales del Semi-nario sobre Desarrollo Eco-Social e Integración de América Latina, CEP. UCV. 1970, pp. 7-9.

Page 133: Árabes. Historia, religión, ideología

132 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Ribeiro, seguidamente clasifica los pueblos extraeuropeos en cuatro grandes configuraciones histórico-culturales, entre las cuales señala a los “pueblos tes-tigos”, que serían, a grandes rasgos, los representantes modernos de las anti-guas civilizaciones sobre las cuales ocurrió la expansión europea.

Los pueblos testigos incluyen: India, China, Indo-China, Japón, Corea y los países árabes. (...) Más que pueblos atrasados son los pueblos despojados de la his toria (...) han sido saqueados y explotados por los europeos durante siglos. (...) Siglos de dominación directa o indirecta no solo han empobrecido notablemente a sus pueblos, sino que han traumatizado su vida cultural entera. Su problema básico ha sido integrar las dos diferentes y en muchos aspectos conflictivas tradiciones culturales que han heredado: Una es la contribución europea de técnicas, len-guas, costumbres y creencias, cuya adopción ha requerido la remodelación de su modo de vida y su concepción de sí mismo y del mundo. Otra es su propia herencia cultural, que aunque reducida y traumatizada drásticamente, incluye todavía costumbres, tipos de organización social, creencias y valores profunda-mente enraizados y también un conjunto de conocimientos populares y estilos artísticos distintivos, que ahora son capaces de resurgir como instrumentos de propia afirmación nacional. (...)

Son pueblos bipartitos, con una clase (dominante) gobernante altamente euro-peizada, biológicamente mezclada y culturalmente integrada a la vida moderna, en oposición a las grandes masas marginadas, en su mayoría campesinos, imbui-dos en formas primitivas de vida y que se resisten a la modernización.

Es que, como diría Hassan Riad:

Las masas, “el pueblo”, se apegaron desesperadamente a las tradiciones, a fin de salvaguardar su personalidad. La potencia del extranjero la amenazaba y al mismo tiempo, le fascinaba y ello le llevó a considerar sus tradiciones con una óptica crítica. En el corto lapso de tiempo que le concedió la historia, al momento en que se comienza a sospechar las dimensiones del peligro exterior y al momento en que este se materializa con la ocupación de Egipto163.

Los pensadores (egipcios) no consiguieron superar la contradicción entre su voluntad de salvaguardar su personalidad y la de recuperar su atraso164.

La particularidad del proceso es igualmente enfocada por Anuar Abdel-Malek cuando dice:

Esta problemática es completamente diferente, hay que subrayarlo, a la de muchas otras regiones. Es similar a la de China; fue la de Japón en la era Meijí; también fue la de Vietnam durante cierto período. No es la de muchas otras regiones del mundo dominadas por los imperialistas. No se plantea esta proble mática por

163 De 1840 a 1882.164 Ob. cit., p. 237.

Page 134: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 133

doquier, no hay problemática de Renacimiento Nacional en Para guay, por ejemplo, ni en Brasil, aunque resulte tan considerable. Porque en verdad, la profundidad del campo histórico no es percibida por ellos en tanto que profundidad, sino como una realidad política.

Ello permitirá más tarde comprender por qué el imperialismo golpea hoy, esencial y prioritariamente, contra estas dos áreas: el área asiático, fundamentalmente del Pacífico, vale decir el área sino-nipo-vietnamita, la movilidad china, por una parte y por otra la movilidad del Islam cuyo centro neurálgico es el Mundo árabe. Porque allí, aquel choca no con un equipo al cual desplazar, sino con un pro-yecto de civilización que aún desfalleciente, quiere ser continui dad y quiere ser proyecto en perspectiva y no simplemente “programa político”. Es una cosa mucho más compleja que percibió con claridad el Occidente hegemónico, pero cuyo alcance resulta de buen tono camuflar165.

Es necesario repetir aquí que la Nahda del siglo XIX no fue exclusivamente egipcia, “pues englobó a todo el Oriente Medio árabe. De todas formas, si fue en Egipto donde se desarrolló de manera más intensa”166.

Además hay que comprender que Egipto como el país árabe más poblado y el que recibió primero el impacto de Occidente, por su posición interme-dia entre África y Asia, el grado de grandeza civilizatoria que ha heredado, la fortaleza y poderío que alcanzó el Estado de Mohammed Alí, la ubica ción de la Universidad Islámica de Al-Azhar, su tradición agrícola y sus extensos territorios cultivables, por todas estas condiciones, dieron a la lucha por la independencia que se libró en Egipto una importancia y un alcance de gran significación para el conjunto del mundo árabe.

El descontento general se agravó con la suspensión de 2.500 oficiales egip-cios, medida esta tomada por el Gabinete europeo. Pero la violenta reacción de los afectados obligó a que se buscara un nuevo préstamo, el cual vino nuevamente de Rothschild (400 mil libras esterlinas).

Todo Egipto aplaudió cuando en abril de 1879 los oficiales egipcios secuestra-ron a Nubar Pasha, Rivers Wilson y Riaz Pasha para expresar su ira. El Khedive Ismail se vio obligado a formar un gobierno compuesto por elementos “genui-namente egipcios”. Este paso significó el fin para el Khe dive Ismail.

Fue esta vez la Alemania de Bismarck la que protestó, junto con Aus tria, la medida del Khedive. Por su parte, Inglaterra y Francia presentaron un ulti-mátum pidiendo la renuncia del virrey y la transferencia del poder a su hijo, Tewfiq.

165 Ob. cit. (ver al respecto también al Dr. M. Umara, La dimensión civilizatoria en las luchas de la nación árabe. Afaq Arabfye, Nº 7, 1976.166 Hassan Riad, ob. cit., p. 236.

Page 135: Árabes. Historia, religión, ideología

134 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Pronto se restablece el control financiero europeo sobre Egipto y de nuevo surge una poderosa ola de liberación nacional dirigida por el coronel Urabi, tomando en 1881 la forma de un levantamiento popular apoyado por la casi totalidad del ejército egipcio. El blanco de dicho movimiento no solo era la aristocracia turco circesiana alrededor del nuevo virrey Tewfiq, sino también las posiciones de Inglaterra y Francia.

Las circunstancias obligan a esas dos potencias a ponerse de acuerdo en aras de salvar sus respectivos intereses. En diciembre de 1881 el primer ministro francés Gambetta y lord Granville, ministro de Relaciones Ex teriores de Ingla-terra, acuerdan actuar conjuntamente para sofocar lo que se había convertido en un “poder popular” encabezado por Urabi.

Hace su aparición un escuadrón anglofrancés en Alejandría y pronto, en mayo de 1881, los gobiernos respectivos piden al virrey que sea en-viado al exilio el líder popular. Pero el pueblo egipcio en Alejandría ex-presó su protesta violentamente contra la presencia militar naval forá-nea provocando la huida de miles de extranjeros, prestamistas locales y terratenientes todos ellos, por cierto, considerados por los británicos como “notables y honorables”; Urabi procede a confiscar sus respectivas fortunas.

De nuevo, las potencias van a determinar la situación en Egipto; ayer fue con el cuasi Imperio de Mohammed Alí, ahora es contra la voluntad del pueblo en la plenitud de su proceso de liberación nacional. Una confe rencia en Constan-tinopla tiene, otra vez, por tema: la Cuestión Egipcia; en junio de 1882, Gran Bretaña, Francia, Alemania, Rusia, Austria e Italia se reunieron para decidir que si hay “fuerza mayor”, habrá una interven ción en Egipto.

Ahora, como los egipcios siguieron fortificando Alejandría, el almi rante britá-nico Seymour consideró que estaban dados los motivos para reducir la ciudad a escombros con sus baterías. El “civilizado” Parlamento británico le encomen-dó a sir Carnet Wolseley la obra de ocupar Egipto.

Bajo el mando de Urabi, Egipto luchó contra el poderoso león británico a la vez que se enfrentó a su propio Khedive, aliado de Inglaterra. En septiembre, El Cairo cayó y Urabi tuvo que rendirse para ser enviado al exilio en Cei-lán, actual Sri Lanca, con otros líderes del movimiento. A partir de 1883, el gobernan te absoluto de Egipto sería lord Cromer (exmayor Baring) y el país es convertido en virtual colonia.

Page 136: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 135

Capítulo VII

Historia, Islam, ideología: elementos para interpretar

el nacionalismo árabe

La pretensión de establecer reglas generales para todas las sociedades y hom-bres no constituye un fenómeno nuevo. Pero tampoco es reciente el descubri-miento de lo estéril que resultan esos esfuerzos.

En el campo de la cuestión del nacionalismo, la situación no varía de ese estado de cosas donde el análisis se hace a la luz de experiencias consideradas como “modelos” con el resultado frecuente de encontrarse ante “fenómenos poco en-tendibles”, por lo que la brecha de la incomprensión no acaba de cerrarse.

Proponemos en cambio aproximarse a cada caso dentro de su especificidad y complejidad, con el propósito de entenderlo antes de catalogarlo, liberarse de las “normas” o, a lo sumo, reconocer que las mismas surgen de la realidad de una porción, importante sí, pero parte en fin, del mundo que es Occidente.

Los hombres necesitamos distinguirnos los unos de los otros a la vez de re-querir la protección del grupo, así el individualismo y el colectivismo marchan juntos. Ello es cierto desde el núcleo familiar, pasando por la tribu, el clan, la confederación de tribus, hasta llegar al pueblo.

En el caso árabe, estamos manejando el concepto de nacionalismo para un área, un conjunto de países, un número de pueblos, cuando lo “habitual” es referirse al término con relación a un solo país.

La visión que aquí se maneja tendría su paralelo en el caso latinoamericano, aunque procede exponer algunas dudas con respecto a la comparación. El con-junto hoy denominado latinoamericano, no poseía anteriormente al fenómeno colombino: unidad lingüística, cultural, política, económica, religiosa, etc. Étni-camente, su diversidad era notable. Su memoria colectiva surge a partir de los escombros de lo europeo, el olvido del mismo, la negación de aquellos valores, creencias, lenguas, instituciones, modo de producción; olvido y negación hasta del nombre del padre y del nombre propio. Sobre las ruinas de ese mundo y de esos hombres, se impone la voluntad ajena de un contingente humano trasplan-tado, que además traerá posteriormente a otro grupo (el africano) trasplantado aunque con una gran diferencia.

Page 137: Árabes. Historia, religión, ideología

136 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

La capacidad del indio queda truncada, no pudiendo desarrollarse ni en el orden individual ni en el colectivo como tal, como indio perteneciente a tal o cual tribu o confederación de tribus o nación. Mucho menos puede hacerlo el esclavo negro africano que no solo pierde su autonomía y perspectivas de “evolución nacional”, sino que sus nexos con la patria, aldea, clan, tribu, etc., son arrancados de raíz, limitándose su memoria oprimida a lo narrado en can-tos, expresado en danzas y profesado en creencias míticas.

Triunfa la voluntad del europeo ibérico, predomina en forma exclusiva su lengua, alfabeto, impone sus nombres que en buena parte son los de los santos de su dios y su religión, determina la actividad económica, regula las relaciones entre los hombres, establece una autoridad y dicta hasta la forma musical. Al mestizo solo le queda el camino de la subordinación. El europeo y luego el mestizo más europeizado declararán la independencia y lucharán por ella contra la “madre patria”. Se trata de una ruptura política, militar y en cierto modo económica, aunque siguen predominando en forma exclusiva los valores y la cultura de la “madre patria”.

Con la simplificación máxima, así entiendo el proceso mediante el cual surge el fenómeno de la nacionalidad y del nacionalismo en esta parte del Tercer Mun-do. Banderas e himnos diferentes con los respectivos intereses económi cos de las nuevas capas gobernantes y sus correspondientes aliados inter nacionales profundizarían las diferencias “nacionales” entre los jóvenes Estados que, a nuestro entender, la colonización, el mestizaje y la gesta independentista forjó en una sola nación homogeneizada étnicamente, unificada lingüística y cul-turalmente, con una fe común, asimilada científica y tecnológicamente, con instituciones políticas, jurídicas y económicas comunes.

La independencia de nuestros países se hace bajo modelos jurídico-constitucio-nales que se inspiraban o eran incluso traducción literal de los países más avan-zados: fundamentalmente los Estados Unidos y la Francia Republicana. Se tra taba de una ideología trasplantada, no elaborada a partir de las subculturas políticas de los principales grupos criollos, sino a partir de las de la burguesía de los países más avanzados167.

En ese sentido, la característica latinoamericana parece ser la de no existencia de un dualismo a raíz de esa trasplantación. Ello es así probablemente porque lo nuevo es lo único, no tiene que luchar contra, ni convivir con algo anterior.

A casi medio milenio desde la hispanización de América Latina, Garavito, un amigo boliviano que estudiaba en Viena, se negaba a conversar con sus cole-gas latinoamericanos en castellano, por considerar indigno utilizar la lengua

167 J.C. Rey, Problemas sociopolíticos de América Latina, Ediciones Conjuntas, Edit. Ateneo de Caracas, 1980, p. 141.

Page 138: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 137

que para él era sinóni mo de “imperialismo”. Su afirmación nacionalista en lo lingüístico, era hablar el quechua.

¿Caso aislado? Por supuesto que sí, ya que los hispanoamericanos se deleitan enumerando sus poetas, novelistas y cuentistas que son galardonados por los mismos jurados españoles, como los mejores de la lengua castellana.

En otras palabras, en América Latina, por lo prolongado, violento y total que fue el fenómeno colonial, el hombre contemporáneo ya no tiene marco de referencia posible que no sea lo que ha heredado de la hispani dad o lo occi-dental como signo dominante de su nacionalidad.

Por lo tan to, predomina la convicción de esta parte del mundo de que, así como fue posible ganar la independencia, establecer repúblicas y constitu-ciones a imagen y semejanza de los modelos europeos, es posible no solo triunfar como excelentes poetas de la lengua española, sino también alcanzar victorias políticas y económicas luchando dentro de las instituciones y marcos existentes. Esa convicción no es imaginaria, sino que se fundamenta en viven-cias y experiencias concretas que le confirman la factibilidad y viabi lidad de esa vía. “Su pasado operando en calidad de mito del presente, proyecta ante ellos su porvenir. Ellos vibran, sufren, se hallan verdaderamente en el trance de pasado a futuro”, dice Jacques Berque en su obra (sobre los árabes).

Podemos aceptar como punto de partida que el Medio Oriente por su ubicación geográfica intermedia entre tres continentes: Asia, Europa y África y por el tem-prano nacimiento, desarrollo y fortalecimiento de notables civilizaciones en su seno, entró en comunicación desde el prin cipio de la historia con otras regiones, pueblos y civilizaciones.

Es decir, gracias a lo anterior, el Medio Oriente en general participa activa-mente en el acontecer “mundial” y está en el centro del mismo en cuanto a co mercio, cultura, guerra, códigos, etc., se refiere. De modo que esa región no fue “siempre” periférica, sino más bien “central”, por lo que sus insti tuciones y sistemas formarían parte de un patrimonio “universal” a lo largo de extensos períodos de la historia.

La península Arábiga, desde tiempos remotos, puede ser considerada como entidad geográfica y cultural particular que actuó como estaca separando a otros dos centros de civilización: Egipto y Babilonia; además separó la civili-zación de la India (Punjab) de Occidente. Esa península no fue dominada por esos centros de poder y sus respectivas culturas, pero no pudo escaparse de su influencia. Ello, sin embargo, no impidió que los ára bes habitaran las regio-nes conexas de su península al este, norte y oeste mejor dotadas de recursos y de condiciones naturales y climáticas menos severas.

Page 139: Árabes. Historia, religión, ideología

138 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Pero el rasgo distintivo de los árabes de la península es su permanencia en su territorio y hábitat conservando su idioma y gran parte de su cultura milenaria. En cambio, babilonios, fenicios y los antiguos egipcios tuvieron civilizaciones que florecieron y fenecieron.

En Oriente: la Media Luna Fértil, Mesopotamia, Egipto, nació la civilización, pero también allí surgieron los primeros conflictos que en el transcurso del tiempo se hicieron característicos de la región.

Alrededor de medianos del cuarto milenio a.C., un contingente de semitas emigró desde la península para hacerse sedentario en Mesopotamia, cuya po-blación original eran los súmenos (no semitas); esa mezcla dio con el tiempo el pueblo babilonio.

En la misma área, las religiones monoteístas tuvieron su origen. El surgimien-to de esas respectivas nuevas comunidades va a fortalecer los lazos entre un grupo en oposición a otro u otros. Ello no equivale a decir que las diferencias internas en el seno de un grupo desaparezcan, sino que en el proceso de su oposición y enfrentamiento a los demás, va a poner énfasis en los rasgos uni-ficadores internos y diferenciadores con los demás.

¿Es correcto asociar la historia de los árabes a la del Islam en un sentido restrictivo como diciendo que son árabes desde el Islam? Ciertamente la historia de los ára-bes es muy anterior a la del Islam. Pero no se puede negar el rol fundamental que el Islam vino a jugar en el posterior desenvolvimiento de los árabes.

El investigador Dr. Ahmed Suse en su obra Los árabes y los judíos en la His-toria168, afirma que el origen de los árabes es el sur de la península Arábiga en lo que hoy es el Yemen en sus dos partes del norte y del sur, región esa desde la cual se produjeron migraciones conducentes a la Media Luna Fértil, así como a Egipto a través del Sinaí; por lo que podría afirmarse el parentesco entre todos los pueblos de esa amplia región, sien do los árabes una especie de tronco principal y originario de los principales imperios y civilizaciones que prosperaron en las regiones mencionadas como área de expansión de las sucesivas migraciones árabes preislámicas.

Ese parentesco, no puede ignorar la muy rica historia en conflictos y enfren-tamientos en la cual los árabes estuvieron involucrados con sus “parientes” vecinos.

En la región tema del enfoque, el nacionalismo es un signo permanente. Ex-presiones bíblicas como la de “pueblo elegido” se repetirían más tarde en el Corán en donde los árabes son considerados como: “La mejor nación entre la gente”.

168 Dar Alhurriyah, Bagdad, 1972.

Page 140: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 139

Ahora, esa nación para engrandecerse tuvo que mirar hacia sus alrededores encontrándose en medio de otros pueblos, culturas y razas con quienes las relaciones milenarias no siempre fueron de concordia. Llevarles el mensaje de Allah, conquistarlos o llámeselo como se quiera, se trataba de una expansión, proceso en el cual los árabes llevaron la ventaja. Surge un Imperio en el cual los árabes fueron superados numéricamente por los pueblos islamizados.

Desde ahora, la paz interna, la convivencia entre los miembros de la nueva nación islámica (también llamada nación de Mohammed) representa máxima necesidad. Y parece obvio del Hadith del Profeta, o las orientaciones de Mo-hammed, que los árabes pretendían establecerse como nacionalidad privile-giada, superior por encima de las nacionalidades islamizadas.

Es por ello que él establece una especie de competencia para servir al Islam en donde el ganador, sin distingo de raza, estaría más cerca de Dios. Luego, se expresa más claramente en tono de advertencia especificando la no exis-tencia de preferencias entre un árabe y un aájamey169, sino en el grado de su religiosidad, sumisión, servicio al Islam.

Podría decirse simplificando que desde entonces la conciencia nacio nal pre-valeciente en la región, va a ser de carácter “universal”: una especie de “inter-nacionalismo” tendría primacía sobre lo étnico o lo estrechamente nacional, allí radicaría la fuerza del fenómeno árabe islámico. La diferencia solo se ex-presaría con respecto a los otros: los que se niegan a someterse a la palabra de Dios expresada en el Corán.

Indudablemente la actitud del hombre, tribu, grupo, nación, está determinada en buena parte por aquella de quienes lo rodean y viceversa. Ello es así en los contextos más estrechos dentro de los límites de una región, pero es válido también dentro de una visión global que toma en cuenta la interacción entre grupos, naciones y regiones.

Aplicada esa premisa a los árabes, encontraremos una situación interesante que podría contribuir a la comprensión de los fenómenos relacionados con ellos. Por una parte, el hecho de ser “muchos” o pertenecer a un grupo “nu-meroso” crea una sensación de fuerza, pero también ello conduce a un aflo-jamiento de la necesidad de la autodefensa y la autoafirmación. Por la otra, parecería que encontrarse rodeado por “semejantes” durante tiempos muy prolongados, conlleva a una “homogeneización” de todo el conjunto, proceso este durante el cual van disminuyendo las tendencias de subrayar lo distintivo

169 Palabra utilizada en el Islam temprano para designar a los no árabes, pero que se refiere, en primer término, a los persas.

Page 141: Árabes. Historia, religión, ideología

140 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

en aras de profesar la común lealtad y reforzar la identidad global. Ello es más cierto aun en períodos de amenazas externas que atañen a los intereses e in-tegridad de todo el blo que y/o sus respectivos integrantes individuales.

Característico en el caso árabe es el hecho de la permanencia muy prolonga-da, en un mismo territorio, con la misma lengua milenaria, profesando invaria-blemente la misma religión. Más aun, con respecto a los árabes del corazón de la península Arábiga, los beduinos de Nejd y del desierto, en general, puede hablarse hasta de una pureza biológica, sicológica, social y lingüística muy particular, gracias a su grupo, su aceptación del destino común que aguarda al mismo, a la vez de contar aislamiento geo gráfico y debido a la monotonía, equilibrio y sucesión de su hábitat.

En medio de esa situación, el árabe desarrolló un aprecio propio, una cate-goría especial para el ancestro tribal, la pertenencia al clan, convirtiéndose esa descendencia en un preciado capital del individuo reflejándose en ello su lealtad al grupo para con él. En tal sentido, los árabes estiman como la mayor pérdida para un beduino, perder su descendencia tribal.

Esos rasgos que posiblemente no son exclusivos de los árabes, pero cuya existencia entre ellos es evidente, influyen para la comprensión del fenómeno nacional árabe. Es decir, se trata de una práctica que guarda relación con la interpretación de formar una nación por nexos biológicos, la de pertenecer a un tronco común.

Ahora esa nación de la que Alá (Allah)170 habla en el Corán diciéndole: “Sois la mejor nación entre la gente”, desarrolla un valor especial en torno a su idioma que lo convierte en distintivo (sea real o imaginario no viene el caso discutirlo aquí), un signo de honor, se llama: “La nación del Thad”171 (Ummatu-L-Thad), una nación “privilegiada” porque tiene este sonido en su idioma.

Pero realmente es con el Corán que el idioma árabe tendría una connotación nacionalista, lo cual nos lleva al terreno de definiciones lingüístico-culturales de la nación. La memoria colectiva de un pueblo parece tener un vínculo importante con su personalidad particular y se refleja en su sentir nacional. Si ello es válido, convendría discutir por un instante en el caso árabe, la rela ción entre la memoria colectiva y la “edad” del país-Estado (obsérvese, no digo Estado-nación) en los respectivos casos. Ello parece tener importancia a la

170 Vale recordar que Alá: Dios, no es el Dios de los árabes a partir del Islam, sino que es el nombre de un dios árabe, el de la tribu de Quraish (la de Mahoma) antes del Islam, como lo demuestra el hecho de que el padre de Mahoma se llamaba Abdullah: el esclavo de Allah.171 Una letra del alfabeto árabe.

Page 142: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 141

hora de interpretar los diferentes grados de adhesión a la nación global “en detrimento” de la identidad minúscula: libanesa, qatarí, tunecina, etc.

Es de importancia comprender que más que una pretensión de líderes políti-cos evocando la nación árabe, el pueblo se siente y se manifiesta árabe. Más aún, no solo hoy, sino ya mucho tiempo atrás, el mundo perci bió aquel con-junto como tal. Tampoco hoy lo fragmenta, los percibe como árabes más que iraquíes, yemenitas, sirios, libios, etc.

La tesis estalinista sobre la nación como producto de la experiencia y realidad europeas del siglo pasado, muy vinculada al modo de producción capitalista moderno, resulta inaplicable al caso árabe. Esa visión fue incapaz de com-prender otros fenómenos nacionalistas surgidos fuera de Euro pa siglos antes que en ese continente se manifestara ese fenómeno172.

Ese “nacionalismo” unificador continuaría incluso cuando más tarde son otras nacionalidades distintas a la árabe: persa, mongola, turca, a las que les co-rrespondería el liderazgo de la “gran” nación islámica. No surge necesidad de afirmación nacional con respecto a los integrantes de la mis ma “familia” fuera de aquella que le es común al conjunto y la que se ex presa con respecto a los “infieles”. Esos son, hasta la caída de Constantinopla, Bizancio173 y, posterior-mente a dicho acontecimiento, los Estados europeos.

Ese Estado simplificado de “armonía” hacia adentro y de diferencia con el resto, el exterior, sufriría cambios que se tornan grandes con el transcurrir del tiempo en la medida en que la acción de la Europa capitalis ta se vuelve más eficaz y violenta.

Mientras existía un poder, un Estado islámico unificador, los árabes, aunque no siempre en posición privilegiada, se sentían como alma y cora zón de esos Estados o imperios, todos ellos fundamentados en la fe islámi ca. La fe de un profeta árabe, palabra sagrada escrita en árabe, cultura que gira en torno a aquella nación, profeta enterrado en Medina, el centro del Islam ubicado en la Meca, Alí y Hussein enterrados en Karbala y Najaf (lugares santos del shiísmo). En suma, la base común religiosa-cultural y fundamentalmente lingüística del Corán, constituiría los nexos esenciales de la comunidad a la vez de manifes-tar el rasgo distintivo con “los otros”.

Esa base lingüística opera incluso en el seno del mundo árabe mismo, impi-diendo que los dialectos se conviertan en lenguas, por lo que obser vamos hasta hoy día que el Corán sigue siendo el modelo por excelencia en la literatura

172 Ver al respecto: Amir Iskandar en la Biografía de Saddam Hussein, Hachette, 1980, p. 261.173 Además de Europa durante las cruzadas.

Page 143: Árabes. Historia, religión, ideología

142 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

árabe y su estilo es la fuente de inspiración inagotable para los creadores con-servadores de la poesía.

El peso, rol de la historia, en la vida del mundo árabe actual es enor me y ello no precisamente debido a la frecuencia con que uno tropieza en el presen-te con vestigios materiales-arquitectónicos de aquel pasado, sino más bien gracias a la vigencia de la historia en lo más profundo de una sociedad: su carácter, las mentes y modo de ser y pensar de sus hombres.

Ahora, si la historia árabe de los últimos catorce siglos es la historia del Islam y si, por otra parte, la historia del Islam ha tenido en los árabes sus principales protagonistas, podemos entender una relación entrelazada, permanente, pro-funda y auténtica entre Islam-árabes.

Ello implica que la religión tiene en el mundo árabe un significado especial, por cuanto se entremezclan símbolos y valores de la misma con otros tantos “propios” de la cultura para configurar la historia de un pue blo y caracterizar su identidad con respecto a otras naciones.

Por ello, constituye un campo tanto importante como atrayente aproximarse al examen del carácter especial que asume la religión como fuente de la ideo-logía en el mundo árabe y, por consiguiente, el carácter especial de la propia ideología en esa misma región.

García Pelayo entiende que el Corán es el libro en el que los musulmanes aprenden a leer y que: “Hasta los ignorantes, sobre todo cuando tratan de expresar sus profundos sentimientos, esmaltan su conversación con textos del Corán”. Agrega que ese libro ha constituido la base de una cultura popular común, además de norma moral y jurídica y también la norma lingüística174.

Desde los comienzos, “el Corán es imaginado como un Libro”, que “en todas y cada una de sus partes, fue directamente dictado en árabe175 por la divinidad”; revelado al “Sello de los Profetas”, al Profeta árabe: Mohammed; mensaje para todos los hombres y naciones, pero en donde a la nación del Profeta (los ára-bes) se le asigna la “misión historia” de comunicar el mensaje y extender el ámbito espacial de la misma.

Para ello es condición básica la unidad, unidad fundada simbólicamente en el Libro. Siendo ello así es necesario buscar la naturaleza de la ideología en el mundo árabe de hoy; el carácter y el modo de funciona miento que asume la ideología en el mundo árabe parecieran corroborar que la ideología no es simplemente falsa conciencia.

174 Las culturas del Libro, Monte Ávila, 1976, p. 30 (s.n.).175 Según la tradición se prohíbe su traducción a otras lenguas.

Page 144: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 143

Religión supone relación imaginaria del hombre con un mundo que no con-trola, pero pareciera que en el Islam se trata de una fe desmitifi cada; pareciera tener eficacia material, porque a través de la misma se hace presente la posi-bilidad de la unidad.

Es importante comprender que el niño árabe prácticamente no estudia cate-cismo; él estudia, aprende, aprehende y aprecia al Islam (su religión) como la historia de su nación con sus valores y los hombres que la forjaron glorio-samente.

¿Se convierte así la historia en objetivo? Pareciera ser que más bien sería un recurso de retroalimentación. El pensamiento histórico en expresiones y mani-festaciones ideoló gicas actuales es preponderante y guarda, además, relación con el corres pondiente lugar que ocupaba la historia en la cultura musulmana.

Michel Aflaq, intelectual sirio cristiano y uno de los fundadores del partido Baath opina que: “El Islam es hijo del dolor, del dolor del arabismo”. Y pare-ciera que consciente o inconscientemente ese pensador buscó un paralelo o actualización de aquel mensaje: el Corán para que el Baath sea una especie del hijo contemporáneo del dolor del arabismo. Ello entendido en el sentido de solución, mensaje y proyecto ante la problemática de una nación, ayer me-diante un profeta y el Libro revelado, hoy a través de una organización política y su respectiva herramienta ideológica.

Se considera que “Ha nacido un abismo entre esta nación y su pasado. Del mismo modo existe en nuestros días176 un abismo entre nuestra nación y las demás naciones del mundo”. Un objetivo de carácter doble se destaca clara-mente: elevarse e igualar el pasado glorioso desarrollarse y alcanzar el nivel actual de las naciones avanzadas.

¿Significa esto que el Islam solo apareció en beneficio de los árabes? De nin-gún modo. “El Islam es la mejor expresión del deseo de eterni dad y de uni-versalidad de la nación árabe. El mensaje del Islam es dar vi da al humanismo árabe”.

¿Acaso estamos en presencia de un nacionalismo religioso? La relación entre Islam y arabismo no puede compararse a la relación entre religión y nacio-nalismo, tal como se conoce a la luz de otras experiencias, especialmente en el caso de Occidente, porque en Occidente la religión (que es una mezcla de su creencia en el más allá y de sus reglas morales) no ha sido revelada en su origen a los pueblos de Occidente.

No ha sido la expresión de las necesidades creadas por su propio medio am-biente y no se confunde con su historia. El nacionalismo laico de Occiden te

176 1943.

Page 145: Árabes. Historia, religión, ideología

144 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

era lógico consigo mismo cuando separaba nacionalismo y religión: la religión llegó a Europa del exterior y fue ajena a su carácter y a su historia.

“Para los árabes, el Islam no es una simple creencia en el más allá o un código moral; es también la expresión de su actitud ante la vida, la unidad de su per-sonalidad, que integra la palabra, los sentimientos, la meditación, la acción, el alma y el destino, armonizándolos”. Son esas palabras de un árabe cristiano del rito ortodoxo oriental de nombre Michel. He allí la respuesta:

Los árabes cristianos, en el momento en que su sentido nacional despierte ple-namente y recuperen su carácter auténtico, reconocerán que el Islam representa para ellos también una cultura nacional de la que debe dejarse llevar, para com-prenderla y amarla, hasta que el Islam se convierte para ellos en el centro de sus preocupaciones y en la más preciosa joya de su arabismo177.

Las ideas de M. Aflaq no son una novedad para los cristianos árabes; en la gran Siria de 1916 varios de ellos perdieron la vida ahorcados junto a sus hermanos compatriotas musulmanes sentenciados por el ministro de Guerra otomano Gamal, apodado como “El Carnicero”, precisamente por su naciona-lismo árabe178. Así que no estamos en presencia de una culpabilidad moral.

En este contexto podría evocarse el término de Nombre del Padre en el senti-do de que el Islam sinónimo de arabismo cumple la “función pater na”179 para todos los árabes sin distinción: los hijos de la nación.

España, con el histórico poema de su Cid tiene una ventaja peculiar sobre otras muchas naciones; es este el género de poesía que influye más inmediata y eficaz-mente en el sentimiento nacional y en el carácter de un pueblo. Un solo recuerdo como el del Cid es de más valor para una nación que toda una biblioteca llena de obras literarias hijas únicamente del ingenio y sin un contenido nacional180.

¿Qué decir entonces del Corán?

Si hay un Cristo en el Islam, no es Mahoma, sino el Corán: el mensaje ocupa el primer puesto, Mahoma el segundo. Dicho de otra suerte, la Verdad, la verdad de Dios, precede a la profecía181.

Sin embargo es básico tener presente que los personajes que toman la palabra en el Libro revelado no se limitan a Allah y Mahoma. Muy al con trario, hablan

177 Michel Aflaq en el Aula Magna de la Universidad de Damasco: “A la memoria del Profeta árabe”, abril, 1943.178 Ver Sulaiman Faidhi, Fi Ghamrat AI-Nidhal, Bagdad, 1951, p. 228.179 Jeannette Abouhamad. Lo imaginario: perenne realidad de lo humano, p. 21.180 Federico Schlegel (1911).181 H.D. Lewis y R. Lawson Slater, Religiones orientales y cristianismo, Nueva Colección Labor, Barcelona, 1968, p. 81.

Page 146: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 145

también los malvados, los genios y otros personajes en confusión abigarrada, todo lo cual da al escrito variedad y novedad de voces y conceptos182.

Para Martin de Riquer: “La clásica y uniforme lengua del Corán se convertirá en el modelo gramatical y estilístico de la literatura árabe posterior”. Y ello es cierto a pesar de que ni el Profeta ni los compiladores del texto definitivo del Corán buscaron una lengua esotérica ni abstrusa. La palabra de Allah debería ser, pensaron, fácilmente inteligible y que de su fuego y entusiasmo depende-ría en gran parte su eficacia. Redactaron el libro en “árabe claro”183, estilo que Mahoma parece haber dominado a la perfección en toda su riqueza expresiva y en su multiforme capacidad de matices.

Cuevas encuentra que:

El Corán es la obra maestra de la prosa árabe, con su lengua clásica y jugosa, su multiforme pirotécnica metafórico-imaginativo y su cadencia que llega hasta la frecuente rimación y ritmación. El resplandor vigoroso de su belleza acabó con la decadente literatu ra pre islámica, falsa y retorizada. La sincera espontaneidad con que se expresa en el Corán hace de Mahoma un verdadero artista revolucio-nario en el campo de la palabra escrita, habiendo asestado un golpe de muerte al rutinario mecanismo de elaboración literaria de la época que le antecede. Y en las suras del período Mecano, plenas de juvenil vigor y entusiasta vehemencia, hay que buscar la culminación de la prosa árabe de todos los tiempos, el manantial de aguas siempre claras y bullentes en donde se refresca periódicamente, lim-piándose de excesos manieristas y fríamente retóricos, la pluma de los mejores escritores musulmanes184.

No hay que olvidar en este contexto que Mahoma eleva el Corán a la catego-ría de su “milagro” cuando es retado a presentar milagros parecidos a aquellos que los profetas antecesores Moisés y Cristo habían ofrecido. Pero él como tal no es más que un mortal como quienes le escuchan: “Di: ¡Alabado sea mi Señor! ¿Soy algo más que un mortal, que un enviado?”.

De modo que Mahoma no fue un salvador; su tarea era llamar al hom bre a que siguiera “el camino recto”, acerca del cual él había venido a orientar. Es por lo tanto el Islam una religión que se caracteriza por el gran sentido de la responsabilidad que se concede a la conducta humana. Es una responsabili-dad individual. “Dios no obliga a un alma sino en la me dida de su capacidad (…) Ningún alma así cargada lleva la carga de otra”.

182 Cristóbal Cuevas, El pensamiento del Islam, Ediciones Istmo, Madrid, 1972, p. 72.183 Mubín.184 Ob. cit., p. 77.

Page 147: Árabes. Historia, religión, ideología

146 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Pero ese Profeta árabe, pese a la enorme obra que realizó tuvo una vida senci-lla, real, de lucha y descanso, sufrimiento y placer, por lo que el mito se limita a su obra, mientras que su vida como hombre, miembro de una nación a la que supo conducir es ejemplar, aunque desmitificada.

Aflaq dice:

Cada árabe puede vivir la vida del Profeta árabe (...) Cualquier hombre, por débil que sea, por débiles que sean sus capacidades, podría convertirse en una imagen reducida de Mohammed, desde el momento en que pertenece a la nación (...) que Mohammed consiguió crear con su esfuerzo. Durante un cierto periodo, en el pasado, la vida de toda una nación se resumió en un único hombre. Hoy, en el momento en que esta nación se encuentra en el amanecer de su renacimiento, todos sus miembros deberían unirse para realizar juntos la vida de su gran hombre185.

¿Se trata aquí de la “persistencia de las representaciones míticas, actualizadas en las ideologías sociales erguidas frente al orden político racional”?186. ¿Puede aplicarse la opinión de García Pelayo sobre la vuelta a las “energías origina-rias” y a las “representaciones del incons ciente colectivo o arquetipos revela-dos en símbolos”?187. ¿Puede hablarse de un pasado que opera en calidad de mito del presente?

Saddam Hussein confiere a la historia y al método de su estudio y su escritura particular importancia, cuando dice:

Para que nuestra nación no aparezca como si hubiera nacido con el Islam lo cual reforzaría la lógica reaccionaria religiosa retrógrada y nos haría aparecer como partido religioso lo cual no lo somos, deberíamos apoyar nuestra teoría con la historia antigua subrayando que la historia de la nación árabe se extiende sobre períodos muy remotos y que todas las civilizaciones básicas surgidas en la patria árabe constituyen una manifestación de la personalidad de los hijos de la nación que brotaron del origen del mismo manantial y que la particularidad patriótica es parte de la característica nacional más general y englobadora. Cierto que el Islam es el alma de la nación (...) aunque nosotros no estamos hacien do una copia del pasado ni copiamos el pasado, sino que nos inspiramos de su espíritu

mediante una forma nueva de desarrollo siendo nuestro partido, el Ba’th, una

expresión auténtica, original y capaz de ese espíritu188.

185 M. Aflaq, Selección de textos del pensamiento del fundador del Partido Ba’th, Madrid, 1977, p. 58.186 J. Abouhamad, ob. cit., p. 8.187 Citado por J. Abouhamad, ob. cit., p. 8.188 Acerca de la escritura de la Historia, sep., 1977, Bagdad.

Page 148: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 147

La historia ocupa así un lugar muy destacado en la elaboración teóri ca e ideo-lógica contemporánea en el mundo árabe. Constituye una fuente inspiradora inagotable no solo para la formulación de proyectos, sino ade más para pro-porcionar una base sólida de identidad; diríamos ofrece un incentivo concien-tizador para la afiliación participante y militante.

El pensamiento histórico tuvo en el mundo árabe una mayor importancia en-tre las civilizaciones preindustriales. Yves Lacoste estima al respecto que ello es característico de la civilización musulmana y cita a L. Gardet diciendo: “Esta permeabilidad a la atmósfera histórica que fue una de las características del Islam en el curso de los siglos”.

El propio Lacoste afirma que:

En los países árabes de la Edad Media la historia desempeñó un papel de primer

plano tanto en la formación intelectual del hombre, en la vida mundana y en la

literatura, como en las actividades políticas, administrativas y en el pensamiento

religioso189.

¿Hasta qué punto la unidad es utilizada como fetiche, fórmula mági ca, objetivo en sí? Es importante dilucidar si no se trata de recubrir imaginariamente las li-mitaciones propias para la acción con la fórmula mágica. En otras palabras, es necesario ver hasta qué punto la unidad se constituye en un recurso negador de las diferencias e inhiba posibilidades de acción concreta.

Hay en el ideario del Ba’th una parte fundamental y es aquella que llega a representar el símbolo del partido; a saber: nación árabe una con una misión eterna.

Valga pensar que el modelo de la nación unida, indivisible es retoma do de la historia cuando la nación fue unificada en torno al Libro. García Pelayo dice: “El Libro (...) en cuanto realidad material o sensible portadora de las represen-taciones, significaciones y valores inmateriales de la cultura, se convierte en símbolo básico de esa cultura”190.

Aun que aquí no se dispone de un símbolo aglutinante de aquella importan-cia. Y por ello la “misión eterna” no se potencia como ocurre en el caso de la existencia del Libro, como lo expresa el citado autor: “Tal misión histórica se potencia cuando la comunidad portadora del mensaje salvador revelado en

189 El nacimiento del Tercer Mundo: Ibn Jaldu, Edic. Península, Barcelona, 1971, p. 253.190 Ob. cit., p. 11.

Page 149: Árabes. Historia, religión, ideología

148 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

el Libro la vive (...) o sea, cuando se dispone a configurar la historia según el Libro”.

Es por lo tanto necesario buscar respuestas a la pregunta de que si el pasado de los árabes opera en calidad de mito del presente. Como ya se ha visto, el pasado opera como incitación, pero se asume el presente con miras a la construcción-creación de la nación.

No menos importante resulta preguntarse si se idealiza acríticamente el pa-sado perdido ¿Pasado como dogma, una totalidad imaginariamente figurada? Quizás estamos más bien en presencia de: “el ser es pasado con proyecto”; o sea: “La ideología no justificando una realidad pre-dada, sino incitando un futuro a través de una acción en el presente que a su vez se enraíza en un pasado que no actúa como dogma inmovilizador”.

¿Encierra la formulación ideológica en el mundo árabe cierta nostalgia por la reconstrucción de aquel pasado glorioso símbolo del mundo ideal? Afirmar que en el mundo árabe todos piensan y sienten de igual manera acerca de su problemática sociopolítica y las fórmulas o bases ideológicas para su solución es más que una exageración; es apartarse de la verdad. Pero hay una generali-zación que puede resumir una verdad casi completa. Se refiere al acuerdo que existe entre los árabes sobre dos aspectos complementarios:

a) El diagnóstico: los árabes no están unidos y allí radica su mal principal, una especie de causa-efecto que de inmediato plantea la necesidad de:

b) La solución: la unidad, el acuerdo, la cooperación.

Y es aquí, a este nivel del cómo lograr la unidad, una especie de categoría solución mágica, donde surgen los desacuerdos debido a las concepciones ideológicas diferentes, no siempre coincidentes ni conciliables.

Esa actitud no fatalista que pretende saber la causa del mal y se vuel ca hacia la búsqueda de su superación ¿no esconde detrás una solución mitológica: la unidad para disimular o camuflajear su característica individualista?

Varios hechos tienen que ser tomados en cuenta como elementos en el aná-lisis de este aspecto. Por una parte hay que entender que la unidad como objetivo es señalada en un contexto conflictivo donde el adversario se halla unido, compacto y luce fuerte. De modo que no se trata de una fórmula en abstracto, sino como necesidad de igualarse al adversario para poder triunfar en la contienda.

Segundo, el modo de vida de las masas tradicionalmente ha sido colectivista. Como tribus en áreas desérticas y semidesérticas, la propiedad de la tierra y del agua ha sido siempre colectiva; y las condiciones climáticas severas hicieron

Page 150: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 149

surgir lazos de cooperación solidaria, simbolizada por el fuego nocturno, para orientar extraviados, y materializada por la prover bial hospitalidad del bedui-no árabe. En algunas zonas de riego, la propie dad de la tierra era colectiva y ese modo de vida comunitario perduró has ta el siglo pasado.

Pero quizás el elemento más influyente para examinar la “autenticidad” o sinceridad de ese “elixir” llamado unidad árabe, es la vigencia del pasado en el pensamiento de los hombres árabes contemporáneos. Para ello, su historia no es la de su familia o grupo social, ni es la de su país: Iraq, Marruecos o Yemen; me atrevería a decir que tampoco es la de su clase, es la del conjunto árabe191.

Esa historia no es sinónimo de marcha siempre ascendente, victoriosa y triun-fal, sino una mezcla de aciertos y fallas como es propio de toda entidad del género humano. No obstante, lo particular del caso encuentra su fundamento en los logros y aportes de esa historia que se siente vivida por el hombre de hoy y por otra parte en el punto de partida de aquella vivencia común.

La palabra escrita, el alfabeto tuvo su origen y vio la luz en lo que hoy es mundo árabe. La letra sirvió para registrar, recordar y fijar las obras de aquellos hombres, sus hechos, su código, sus guerras, sus costum bres y en resumen su historia. “Una prueba del preponderante lugar que ocupaba la historia en la cultura mu-sulmana es que se han encontrado más de 1.300 libros de historiadores árabes (sin contar los resúmenes), solo para el período que va del siglo IX al XIII”192.

Siendo la cultura árabe básicamente una cultura del libro y siendo la historia en el mundo árabe la ciencia de la tradición, es razonable aceptar que la his-toria allí cumple un rol colectivo en tanto recoge la tradición de la comunidad, la congregación, la nación: Ummah193. Con ello no esta mos negando que la estructura de los árabes era tribal, pero su historia precisamente les señala que su “época de oro” se logró gra cias a la unidad, obra de Mahoma.

191 De allí la indignación popular árabe por la negación, ruptura de ese concepto y violación del “pacto” por la actitud fatalista de Sadat percibida como realista en Occidente. Es la rebel-día y el denunciar del conjunto contra el miembro que ha perdido la fe en la capacidad de la nación y ha escogido la vía individual. Es la furiosa decepción contra el renegado. “Quien reniega su origen, no tiene origen”, es la pérdida del Nombre del Padre, pecado capital en el mundo árabe-islámico. 192 Y. Lacoste, ob. cit., p. 254.193 Ummah: nación y debe recordarse que ummes, madre, y el grito para llamarla con dolor en la poesía árabe es ummah; valga pensar que ummah: nación simboliza a esa matriz co-mún, fuente y origen de los hijos de la misma.

Page 151: Árabes. Historia, religión, ideología

150 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Puesto que no era un salvador, Mahoma nunca se ofreció a cargar con el peso ajeno. Es por ello que el Islam se caracteriza por el gran sentido de la respon-sabilidad que se concede a la conducta humana; pero es una responsabilidad individual194.

“El camino recto” en el Corán implicaría, para no decir equivaldría, en la ideología nacionalista árabe actual a la unidad. Sin embargo, ese objetivo no resulta tan mítico para la mentalidad árabe porque se trataría de volver a rea-lizar una obra ya una vez alcanzada y es responsabilidad de cada miembro de la colectividad llevarlo a cabo y de allí la diversidad de los modelos y esque-mas. En otras palabras: su no fatalismo dificulta el liderazgo tanto de personas como de partidos.

Se dice que el árbol del olivo es egoísta, quiere estar solo, requiere mucho espacio y no convive con otras especies; es un árbol típico del mundo árabe en su parte mediterránea. Las palmas de dátiles tampoco pueden prosperar amontonadas; datileras y árabes son casi inseparables. Pues bien, la mano del hombre agrupa tanto al olivo como a la palma, los organiza en interminables hileras que se entrelazan formando un aspecto de conjunto que además de hermoso resulta altamente produc tivo y si a ello agregamos que su vida es tan larga que se cuenta por siglos, nos percatamos de su utilidad efectiva.

Quizás los árabes sean como sus árboles representativos, si logran organizar-se, juntarse, dan frutos más aprovechables que los esporádicos y silvestres. He visto olivos robustos a la orilla del camino, donde la acción del hombre ha resecado, por el fuego, la mitad del árbol, aunque la dureza del tronco y la fuerza de la raíz hacen que la otra mitad siga en pie, áspera, no dispuesta a ceder, a morir: bastarían unas gotas de lluvia para que el olivo superara la calamidad, prosiguiese su proceso. Este es su destino hasta que otro olivo haga sus veces.

En opinión de Jacques Berque: “Ser uno mismo, en nuestra época, representa no tan solo liberarse del mundo, sino además volver a encontrar el mundo en el fondo del propio ser”195.

La dimensión de la obra del Profeta trasciende los límites de Arabia: durante largos siglos sus seguidores van a detener y bloquear el avance de Occidente, constituyen una muralla humana protectora o conservadora de Oriente. Más aún avanzan sobre Occidente, lo doblegan, lo penetran científica y cultural-mente, extienden sobre el mismo su civilización, trans miten su fe y escala de valores, establecen la convivencia y la integración como patrón de relaciones interhumanas con un “espíritu de misión divina”.

194 Ver al respecto: Religiones orientales y cristianismo, ob. cit., p. 85.195 Los árabes de ayer y de mañana, Fondo de Cultura Económica, México, 1964, p. 7.

Page 152: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 151

Pero desde inicios del siglo XVI, en vísperas del capitalismo mercantil, la ex-pansión europea no va a ser solo comercial y militar sino también cultural y ello va a transformar (o intentar hacerlo) al mundo islámico y al mundo árabe en tanto individuos y pueblos, aunque también como con juntos nacionales y conglomerados religioso-culturales.

El drama de los pueblos islámicos está en que ellos quedan reducidos en su rol histórico; son llevados a la misma condición de aquellos pueblos del Ter-cer Mundo cuyos procesos civilizatorios no les habían permitido aún partici-par positivamente en los asuntos mundiales.

Los árabes, que venían actuando como agentes de uno de los más vigorosos procesos civilizatorios, para usar los términos de Darcy Ribeiro, soportarían el sometimiento: Occidente detiene el desarrollo de sus funciones históricas, se apropia de esos roles, subyuga esos pueblos, militar, política y culturalmente y procede a su explotación económica; es decir, a su empobrecimiento.

Hoy continúa vigente el enfrentamiento aunque en diferentes términos. Los árabes prosiguen su anhelo del rescate de lo positivo del pasado, del que-rer ser, del apego a la tradición, de acentuar el orgullo por la iden tidad, se reivindica el rol de cumplir una misión humanista; se discuten los límites de la racionalidad científica y se debate la validez de los modelos que supuesta-mente conducen infaliblemente al “progreso”. La discusión y la lucha rebasan el ámbito interno: desde afuera y con portavoces aden tro se quiere catalogar y colocar etiquetas: religioso, fascista, marxista.

Lo cierto es que Occidente (este y oeste) sigue idealizando sus esquemas como “la verdad” con la pretensión de que para responder el mundo árabe a la interrogación: ¿estoy bien?, tenga que verse en el espejo occidental: “el marco de referencia equivalente al sí y solo sí”.

Concluyendo, diríamos:

La ideología en el mundo occidental ha tenido diferentes basamentos, • entre otros:

El religioso.-

El jurídico-político.-

El tecnocrático.-

Cada una de esas formas ideológicas y sus respectivas expresiones mate-riales apuntan claramente a la generación de “falsas conciencias” para la legitimación de la dominación.

La ideología en el mundo árabe, en el presente contiene elementos jurí-• dicos-políticos que se oponen a los tecnocráticos.

Page 153: Árabes. Historia, religión, ideología

152 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

En el mundo árabe la ideología se acerca más a lo que Mannheim califica • como utopía, en tanto que más que ocultadora es reveladora de lo posi-ble, donde la religión actúa como reivindicadora de lo “propio”.

La ideología-utopía en el mundo árabe tiene limitaciones, tanto por in-• fluencias externas como por insuficiente madurez de interpretación y adecuación a las necesidades del actual hombre en la compleja sociedad árabe.

“Modernismo” político

Al adoptar una sociedad tradicional islámica, como la del Oriente árabe de comienzos de siglo, las instituciones políticas europeas moder nas: partidos políticos, democracia, Parlamento... la potencia colonial respectiva logra que esa porción de la periferia (ante una pérdida temporal de voluntad) haga de sí misma una caricatura para asemejarse al “modelo ideal” que en aquellos momentos eran Inglaterra y Francia.

En el campo ideológico-político, las ideas, ideales y experiencias europeas influyeron claramente a partir del siglo XIX, básicamente a través de Turquía y Egipto. Ello fue posible porque internamente ni árabes ni turcos proporciona-ban fórmulas valederas nuevas que satisficieran las aspiraciones de libertad, autonomía y progreso que por todos lados del Imperio se hacían sentir. La fraternidad islámica resultaba engañosa para las etnias no turcas del Imperio (entre ellas la árabe). El nuevo nacionalismo turco empeoraba la situación aumentando la desconfianza de los no tur cos hacia un porvenir en el marco del Imperio.

Por otra parte, la ciencia y tecnología europeas escandalizaban y fas cinaban a la vez. Se veía en ello un éxito mágico, un desafío y una demos tración de la incapacidad propia, a las cuales los viejos se conformaban con condenar como herejía y obras satánicas. La brecha en el saber conde naba al Oriente, lo humi-llaba y provocaba en él ansiedades, amarguras y le retaba a dar respuestas.

Esto ocurría en una sociedad en transformación. Estaba surgiendo una nueva clase de intermediarios, agentes, comerciantes vinculados a los intereses eco-nómicos europeos. Miles de niños atendían las escuelas establecidas por los misioneros europeos y norteamericanos. Miles de jóvenes árabes se habían recibido en las academias militares turcas y en las univer sidades de Istambul, El Cairo y París como abogados, médicos e ingenie ros.

El poder ya no se concretaba solo en manos de los viejos patriarcas, jeques, jefes feudales y líderes religiosos. Las nuevas sociedades secretas congregaban a un creciente número de “efendíes”: jóvenes vestidos a la europea, sin barba, con ideas modernas y que hablan de cosas raras como los “microbios” y así

Page 154: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 153

por el estilo. Los cristianos participan vivamente en las actividades literarias, educativas y son pioneros del periodismo y del teatro.

Esa fue la época del surgimiento de una ideología nacionalista en el oriente árabe. Se trata de un período marcadamente diferente de aquel que siguió a la Primera Guerra Mundial, la institucionalización de la ocu pación de la región por las tropas anglofrancesas legitimadas por la Liga de Naciones bajo la fór-mula del mandato. Durante ese período de entre guerras crece de la infancia toda una generación de árabes que vive los levantamientos populares, las huelgas generales y la oposición contra los ocupantes europeos, sus ejércitos, administración, gobiernos locales impuestos. La colonización progresiva de Palestina por judíos europeos solo agregaría un ingrediente más para acelerar y agravar la reacción antieuropea.

Pero característico de esa época es el marco estrecho dentro del cual se de-sarrolla “cada lucha” ya que las nuevas fronteras y los res pectivos gobiernos y Estados impedirán la manifestación panarábiga tal como fue auspiciada por los aliados durante la Primera Guerra Mundial.

Si aceptamos la premisa de que la identidad ideológica cultural de ese conjun-to humano fue, a lo largo de casi catorce siglos, de índole religiosa, es decir, una identidad islámica, entonces, ¿qué importancia tiene o cuan profunda es la identidad nacional?

Para los musulmanes, la absoluta mayoría del mundo árabe, acentuar su iden-tidad poniendo énfasis en su condición de árabes, no equivale de modo al-guno a renunciar a su condición de musulmanes. No es ese el caso de los cristianos árabes quienes bajo el predominio de la identidad islámica (durante el Gobierno otomano) disfrutaban solo de la comunidad de sus congéneres étnico lingüísticos: los árabes musulmanes. Por lo que se podría concluir que los árabes musulmanes no precisaban tanto de la ideo logía nacionalista has-ta que no se hicieran presentes ciertas condiciones, en parte objetivas y en parte provocadas que se tradujeron en un ascenso rápido del ideario y sentir nacionalista árabe.

“Nosotros somos árabes antes de Moisés, Jesús y Mohammed”.

El Sherif Hussein, la Meca, 1915.

Con respecto al fenómeno nacionalista en el caso árabe, es por tanto necesa-rio distinguir entre dos aspectos que por su parte corresponden a dos etapas históricas diferenciables.

Page 155: Árabes. Historia, religión, ideología

154 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Tenemos por una parte el hecho de la nación como tal y el desarrollo de una ideología nacionalista por otra. Mientras el primer aspecto pue de aclararse remontándonos al siglo VI y el proceso de unificación de Ara bia y la posterior formación de los sucesivos imperios árabes, el segundo es más bien propio de parte del siglo XIX y del siglo XX y tiene una estre cha relación con el colo-nialismo europeo y la división territorial de la na ción árabe.

En otras palabras, los pioneros del nacionalismo árabe contemporáneo parten de la premisa de la existencia “desde siempre” de la nación árabe. Su división en lo territorial, político, administrativo, económico y militar es artificial, cons-tituye una agresión foránea que requiere una res puesta capaz de reconstruir lo destruido y que la vía para alcanzar ese ob jetivo es la de conformar una ideología nacionalista moderna que responda a las realidades y exigencias del momento.

Inglaterra, como gran potencia y principal candidato a heredar la par te del león a la hora de repartirse el botín (el Imperio otomano), tenía junto con Francia un interés particular en apartar a los árabes de los tur cos. En otras pa-labras utilizar a los árabes contra los turcos para facilitarse la tarea de vencer a los turcos, aliados de Alemania.

Los nexos de solidaridad religiosa, la unidad islámica tenía que ser, por lo tanto, combatida no solo por lo dicho anteriormente, sino por el intento del sultán otomano de sublevar a los musulmanes de la India, Caucase, Java... contra los ingleses, rusos y su pretensión de liderar a esos centenares de mi-llones de musulmanes como el califa y príncipe de los fieles. En cambio, a los árabes del Imperio otomano (no a los egipcios y sudaneses gobernados por Gran Bretaña, ni tampoco a los maghrebinos dominados por Francia), se les incitaba a diferenciarse de los turcos en favor de su condición de árabes.

De ese último hecho se percataron algunos de los líderes políticos árabes que, habiendo luchado por la autonomía de las provincias árabes y contra la tiranía y desigualdad ejercida por los turcos, no veían que sus aspiraciones naciona-listas tenían necesariamente que llevar a una ruptura con Istambul y mucho menos como aliados de Inglaterra contra los turcos en una guerra.

En 1911 se fundó el 6 de agosto en Basrah una sucursal del Partido de la Li-bertad y la Concordia, siendo Seyyid Talib el presidente del mismo:

Tres días después del acto de fundación del partido, al cual fueron invitados el Gobernador, sus principales colaboradores y todos los Cónsules de los países extranjeros, el Cónsul Británico en Basra pidió visitar la sede del partido y al encontrarse solo con él, le comunicó la disposición de Bretaña de otorgar todas las ayudas posibles al partido y le ofreció llamar una pieza de la Marina Británica a anclar en las aguas de Shatt el-Arab por su temor de que el gobierno (otoma-

Page 156: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 155

no) pudiera tomar medidas hostiles contra el partido (...) Talib se extrañó por di cha oferta que vino sin ningún antecedente y contestó al Cónsul que no había ninguna necesidad para dicha protección y que el Partido se encontraba rico con sus militantes y sus contribuciones y que luchará (el Partido) por el bienestar de los árabes y no para beneficiar a ningún otro país y que la lucha del partido en la actualidad tiene un carácter interno que no involucra el aspecto internacional. Con esta respuesta, Talib cortó toda esperanza por parte de los ingleses de influir el partido o aprovecharlo en su beneficio.

El 10 de agosto de 1911, el periódico londinense Transit publicó lo siguiente:

El 6 del corriente se celebró la inauguración de un nuevo club político que per-tenece al partido moderado. La reunión fue llena de entusiasmo, pero se desco-nocen los objetivos del partido aunque se inscribieron en el mismo numerosos civiles y comerciantes los cuales no tienen en sus manos las riendas de las cosas. Su actitud de inscripción fue famélica y todo su objetivo es el de buscar la pro-tección de Seyyid Talib, el diputado por Basra.

Exdiputado por Basrah ante el Parlamento en Istambul, abogado, cofundador de sociedades pioneras de lucha por los derechos de los árabes y secretario de las mismas, relacionado con los gobernantes de Kuwait, Arabistán, El-Hasa y Nejd, viajero por los países del oriente árabe y vinculado con los principales pensadores, políticos y editores de esos países, pionero del periodismo y la educación en árabe en Iraq, Sulaiman Faidhi a los 31 años (en 1915) está de-dicado a sus negocios privados de mediana pros peridad.

El Estado otomano había declarado la guerra a los aliados el 28 de octubre de 1914; el día siguiente Faidhi recibe, como diputado, un telegrama en el cual Istambul le pide cooperación con el gobierno. Señala Faidhi en sus memorias que, reconociendo la amenaza exterior, se olvidaron las diferencias y se co-menzó a “cerrar filas de la nación para defen der la patria amada”.

Como confidente del caudillo de Basrah, Seyyid Talib, se entera que el Go-bierno británico por intermedio de su cónsul en Basrah le ofrece a Talib el cargo de gobernador general de Iraq, a cambio de su apoyo mili tar contra los turcos. El caudillo rechaza la vergonzosa oferta. Consciente de que su aliado el príncipe de Arabistán, Khazaal, es a su vez aliado de los ingleses, se dirige con Faidhi a Kuwait en busca de solidaridad con los otomanos, pero allí también encuentra que Mubarak Al-Sabah es cautivo de la volun tad británica; por lo que se dirige a Breda, sede del Imam Abdul Azis Al-Saud en Nejd (18 de no-viembre de 1914), les piden ayuda militar a sus hermanos árabe-musulmanes y ese la promete públicamente. Sin embargo, a los pocos días llega una carta del capitán W. Shakespear, el representan te británico en Bahrain, en la cual advierte a Al-Saud de enemistarse con Inglaterra.

Page 157: Árabes. Historia, religión, ideología

156 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

De todos modos, Basrah cayó en manos de los británicos el 19 de no viembre de 1914 y los cables tardíos en ese sentido, liberaron a Al-Saud de su promesa. El caudillo Talib fue enviado al exilio en la India. Faidhi simula que se había escapado de los turcos y sir Percy Cox, el goberna dor británico de Iraq, le cree o da la imagen de creerlo.

Transcurre el año 1915 y parte de 1916 sin que el ejército británico pudiera avanzar mucho; una fuerza británica de diez mil soldados está rodeada en Kut bajo amenaza de aniquilación. El general Townshend está a punto de rendirse ante el comandante turco Khalil Pasha.

El propio jefe del Estado Mayor Imperial, sir William Robertson, autoriza a Lawrence a ofrecerle a Khalil Pasha hasta un millón de libras esterlinas a cambio de levantar el cerco al ejército británico. Igualmente, Lawrence tiene la tarea de en-contrar un líder que levantara a los árabes contra los turcos. En Iraq, ninguno de los propósitos de Lawrence es coronado con éxito. Más bien a él le toca arreglar los detalles de la rendición incondicional del general Townshend y Sulaiman Faidhi, rechaza las ofertas jugosas de Lawrence196.

Faidhi en sus memorias197 detalla las ofertas de Lawrence y señala la parte de la conversación en la cual queda claro que el autor no confiaba en absoluto en las promesas británicas, que las diferencias con los turcos eran relativamente menores por lo que no hay motivo de vengarse de ellos. Además, Faidhi le pregunta a Lawrence sobre la razón por la cual Egipto, árabe, sigue luchando por su independencia sin éxito y cómo se concilia aquello con la oferta de independencia para Iraq que él estaba recibiendo en ese momento. Preguntó, retando, por qué la India seguía siendo una colonia. Todo lo cual convenció a Lawrence que Faidhi no era el hombre que buscaba. Lawrence encontró a su hombre en la Meca. El 10 de junio de 1916, el Sherif Hussein anunció la guerra contra Istambul.

Fue tan tarde como a raíz de la Primera Guerra Mundial que el mundo islá-mico se encontró por primera vez, desde la muerte de Mahoma, desprovisto de un califa, un Príncipe de los Creyentes, un sucesor del Profeta, un poder central encargado de velar por los intereses y la grandeza de la nación de Mohammed.

Ello no debe entenderse en el sentido erróneo co mo si el sultán otomano tu-viera bajo su dominio a la totalidad de los territorios y pueblos islámicos; solo bastaría recordar que la vecina Persia tenía su propio Imperio y respectivo sha. Sin embargo, el hecho de que el sultán otomano fue el “guardián y custodia” de

196 Phillip Knightley y Colín Simpson, The Secret Uves of Lawrence of Arabia, Bantan Books, N.Y., 1969, pp. 45-57.197 Fi Ghamrat-il-Nidhal, Bagdad, 1952.

Page 158: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 157

la Kaaba y de la tumba del Profeta en la Meca y Medina respectivamente de la mezquita de Omar en Jerusalén, y de las tumbas de Alí y Hussein en Karbala y Najaf, a la vez de ser el soberano musulmán con los territorios más extensos y el ejército más poderoso entre los demás musulmanes, todo ello le hacía disfrutar de una posición privilegiada de liderazgo y le confería condiciones de representación.

Acerca del Jihad

El grado de contacto directo y conflictivo entre musulmanes del Imperio oto-mano, por una parte, y pueblos, países y naciones no musulmanas, por la otra, determinó hasta el final de la Primera Guerra Mundial, posturas y sensibilida-des diferentes con respecto al significado del Jihad (Guerra Santa). Ello por su parte influyó en las decisiones que respectiva mente se tomaron en torno a las alianzas durante aquella guerra. Además, afectó la velocidad de desarrollo de la ideología nacionalista en las diferen tes regiones del Oriente árabe.

Pongamos un ejemplo. La ubicación geográfica de Turquía y el hecho de ser la principal potencia islámica que le correspondió la conquista de Constantinopla, teniendo como vecinos a la Rusia zarista, sede de una igle sia cristiana, Grecia el centro de la cultura occidental y un número de paí ses balcánicos, condujo a que los turcos desarrollasen un significado espe cífico para el Jihad. Era el recurso eficaz (junto al patriotismo) y unificador para enfrentar los ejércitos del zar en las frecuentes guerras ruso-turcas y luego griego-turcas. El Jihad era un mecanismo para garantizar la supervivencia por lo que “infieles” tenía un significado muy real y tangi ble en esa porción de Imperio musulmán otomano.

Por supuesto, se entiende que el hecho de que el rey de los turcos era a la vez califa de los musulmanes, de todos los musulmanes, traía consigo consecuencias específicas: convertía a Istambul en el blanco preferencial de todos los ataques de la Europa cristiana. Hacía que los turcos sintieran una responsabilidad particular para con los demás musulmanes en la defensa de la sede del califato. Permitía que el sultán explo tara ese recurso en beneficio de sus intereses.

Algo similar puede considerarse el caso del Imperio persa que, igual mente, por su situación limítrofe con Rusia, a lo largo de la historia islámica de Irán, tuvo que desarrollar un concepto de los “infieles” y del Jihad como recursos influyente en el sentir nacional.

En el oriente árabe, en cambio, y en particular en Iraq, la situación era nota-blemente diferente, puesto que el contacto con los “infieles” comenzó apenas a raíz de la Primera Guerra Mundial en forma de un ejército de ocupación. Por lo que puede entenderse el hecho de que con anteriori dad a esa fecha, el Jihad carecía de sentido, aplicación práctica y su valor era más bien simbólico,

Page 159: Árabes. Historia, religión, ideología

158 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

referencial. Pero bastó que el pueblo avistara los “infieles” como realidad pal-pable para que surgiera de inmediato el llama do al Jihad que fue acatado por importantes sectores de la población.

En su obra The Siege, Russell Braddon198 cuenta cómo los oficiales ingleses debían recurrir a sus sables para puyar a sus soldados hindúes musulmanes, obligándoles a salir de sus trincheras a luchar contra los tur cos en la batalla por la conquista de Iraq. Ello ocurrió, por ejemplo, en abril de 1915, cuando los mujahidun199 iraquíes apoyaban a los turcos contra los invasores ingleses. Los soldados hindúes musulmanes, bajo el efecto del llamado al Jihad, consi-deraban sagrada la tierra de Iraq por lo que se abstenían de atacarla.

Impresionante resulta al respecto recordar cómo los líderes religiosos shíitas, gracias a su gran influencia sobre numerosas tribus, ordenan el Jihad, al lado de los sunnitas otomanos (sus tradicionales discriminadores), lideraban bata-llas y se refieren a aquellos acontecimientos con termi nologías como: “Hubo un ataque sorpresivo sobre el campo islámico”, “estas carpas deben mantener-se como refuerzo al ejército, bandera del Islam, prestigio para los musulmanes y temor para los infieles”200.

Aleccionadora debería haber sido la ruptura entre el Sheikh Abdul Karim Al-Jazaíry y el Sheikh Khazaal, príncipe de Arabistán, con sede en Muhammarah (Khurramshahr) cuando el primero desde su posición de liderazgo religioso exige al segundo apoyar a los otomanos y organizar una expedición de tribus para socorrerla con un resultado negativo, ya que Khazaal era aliado de Ingla-terra. Terminada la guerra, Khazaal intenta restablecer la relación cordial con Al-Jazafry, pero recibe una respuesta definitiva: “El Islam me separó de ti”.

No menos significativa fue la reacción de notables kuwaitíes (sunnitas) quienes ante la petición de su jeque Mubarak de socorrer a su aliado Khazaal, amenazado por el movimiento del Jihad antibritánico, responden (con pistolas amarradas a sus cinturas bajo su ropaje) en palacio: “No te obedeceremos aunque ordenes matarnos. Preferimos morir con el Islam antes de morir siendo infieles”.

Al “occidentalizarse” la organización y las estructuras del Estado oto mano, fue inevitable que las provincias del mismo recibieran igualmente ese efecto e in-fluencias. Así, las nuevas élites políticas hicieron suyas las ideas europeas del constitucionalismo liberal no solo porque se convencieron de su valor positivo, sino porque además vieron en ello una vía para participar en el ejercicio del poder, lo cual era reservado hasta entonces para nobles, jeques, notables,

198 Londres, 1969, pp. 25 (citado por Ali Al-Wardi, pp. 147).199 Los luchadores en ejercicio del Jihad (obsérvese que el periódico oficial en la Argelia de hoy se llama Al-Mujahid).200 Palabras del Sayid Mahdi Al-Haidary.

Page 160: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 159

sunnitas, líderes religiosos. Cristianos inte lectuales educados en escuelas de misioneros europeos y norteamericanos, por una parte, y miembros de la naciente burguesía urbana, por otra, serían los adeptos más entusiastas de la modernización en el terreno político.

Sin embargo, esa región ha sido gobernada por el derecho de la con quista a lo largo de la historia, así que la fuerza permaneció como el instrumento de la política.

Los ingleses en Iraq no aplicaron las ideas liberales occidentales. El colonialis-mo ofreció menos oportunidades para el desarrollo orgánico de instituciones representativas (y por lo tanto de partidos) que el despotismo otomano. Es por ello que surgen “partidos” no tanto para fines de vota ción y de alianzas en el Parlamento, sino como expresión subversiva, de conspiración, de protesta y agitación contra el absolutismo foráneo (y ahora sus aliados domésticos).

Todavía en ese entonces, los jóvenes partidos no sueñan siquiera con tomar el po-der o tener acceso a dirigir la política de su país, solo aspiran afirmar la identidad nacional mediante el logro de la independencia. Pero la movilización es empresa gigantesca por la carga del pasado, el analfabetismo, la difícil comunicación con el campesinado, el fanatismo ancestral, la escasa e inarticulada clase obrera. La tarea de la organización en esas circunstancias fue, de por sí, difícil y se complicó aún más por la falta de tradición de la participación política.

La violencia y prolongación de los acontecimientos provocó reaccio nes. Efec-tivamente, la ocupación de Iraq por el ejército británico tomó más de tres años, lo cual indica la fuerza de la resistencia. Establecido el mandato sobre Iraq, Gran Bretaña organiza un gobierno provisional bajo la presión de una revolución popular, tanto rural como tribal y urbana que duró desde junio de 1920 hasta febrero de 1921.

En marzo de ese año, Churchill invita a Faisal, hijo del sherif de la Meca, exdiputado de Istambul, jefe guerrillero antiturco y antiguo rey de Siria por mandato de una asam blea constituyente (y derrocado por los franceses), para que sea rey de Iraq. Se organizan elecciones, triunfa el candidato, es coronado en agosto de 1921, es atado con un tratado en 1922 a Inglaterra y se procede a redactar la Constitución del joven país.

El carácter de las luchas que se desarrollan en los nuevos países árabes una vez finalizada la Primera Guerra Mundial fue provincialista. De aquella con-ciencia panislámica, campo islámico, la nación de Mohammed, la nación ára-be, el hijo del Sherif Hussein, Faisal201, en 1924, dirigiéndose a la Asamblea Constituyente de Iraq, habla ya de la “nación iraquí”’ y aunque cita el Corán, para reforzar su mensaje, acerca de la necesidad de la consulta, confiesa que

201 Rev. de Iraq en 1921.

Page 161: Árabes. Historia, religión, ideología

160 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

la Constitución es para: “Igualarse a las naciones civilizadas” y que de la mis-ma depende “nuestra reputación en las naciones civilizadas”202.

Pocos meses más tarde, el primer ministro envía el proyecto de la Consti-tución a la Asamblea Constituyente acompañado por una nota en la cual reconoce que el contenido de la misma fue redactado cuidadosamente como para que cuente con el visto bueno del mundo civilizado y la aprobación de la Liga de Naciones.

Separado por fronteras del resto de lo que siempre había constituido parte integral: lo árabe y lo islámico, Iraq ahora tiene su monarquía constitucional y National Assembly. Pasaría bastante tiempo hasta que ese “nacional” se corri-giera en “patrio”, en reconocimiento de que Iraq no es una nación, sino parte de una nación: la árabe.

La situación en Iraq era muy difícil para la evolución de las ideas políticas, ya que agregado al bajo nivel de conocimiento y del saber, se prohibía la entra-da de periódicos publicados en Egipto y el Líbano, por lo que los diputados y militares iraquíes sirven como especie de mensaje ros organizadores de la oposición al despotismo otomano.

Iraq no había participado en el Nahda egipcio-sirio, así que no podía sacar fuerzas ni lecciones de una experiencia anterior. Por otra parte, el atraso de sus líderes tradicionales tribales y religiosos junto a su numéricamente escasa burguesía de incipiente desarrollo, constituyó limitaciones objetivas para el surgimiento de una clase dirigente en lo político que tu viera la capacidad su-ficiente de movilizar y orientar al pueblo iraquí.

Para 1905, el total de estudiantes en escuelas civiles y militares de Iraq fue de 4.210, siendo 263 maestros y profesores. Por su parte el educador Satí Al Husry opina que:

los ricos y notables iraquíes consideraban indigno enviar a sus hijos a los internados de las escuelas militares por lo que los mismos estudiaban en escuelas civiles viajando luego a Istambul para graduarse de médicos y abogados. En cambio los hijos de la clase siguiente inferior sí ingresaban en las escuelas militares.

Por lo tanto, al crearse el gobierno iraquí, no encontraba sino muy pocos nacio-nales graduados en institutos superiores, mientras abundaban aquellos de forma-ción militar y es por ello que entre 1923 y 1941, hay tantos militares entre quienes ocuparon puestos de Ministros y Primer Ministro203.

202 A.R. Al Husain. Historia y política moderna del Iraq, p. 211.203 Los países árabes y el Estado otomano, Beirut, 1960, p. 86.

Page 162: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 161

La inteligencia iraquí, tanto militar como civil de los primeros 20 años de este siglo, es la que va a tener a su cargo la elaboración de una ideología a partir de la subcultura de su grupo social que es la burguesía comercial y terrateniente, “de su forma de sentir, actuar y orientarse”204.

Esa clase si bien es cierto aspiró a dominar políticamente, sus intere ses no podían transformarse “simplemente” en una ideología del “interés general” iraquí, sino árabe por las circunstancias del contexto en que se encontraban.

Diríamos entonces que grupos sociales de diferentes países árabes fueron ca-paces de elevarse, a partir de sus propias situaciones y subculturas diferentes entre sí, para elaborar una ideología con pretensiones de va lidez universal para los árabes. Y parece ser que precisamente las condicio nes histórico-so-ciales objetivas necesarias estuvieron dadas como para hacerlo. No obstante, no me siento seguro como para decir que la otra condición estuvo igualmente presente: “Contar con un cuerpo de intelec tuales o ideólogos profesionales, capaces de tal elaboración”205.

Esa segunda condición parece haberse dado tardíamente, lo cual explica el va-cío que los partidos nacionalistas árabes como el Baath aspiraron llenar desde los años cuarenta del presente siglo.

En la cultura política de esa primera generación de árabes e iraquíes en par-ticular, hubo evidentes desniveles cognitivos, diferentes valores, creencias y predisposiciones, según sus religiones, estrato social específico, grado de ins-trucción escolar y vínculos tribales.

Después de la guerra, los territorios árabes exotomanos no permanecieron unidos desde el punto de vista militar, política exterior, educa ción, finanzas, tribunales, administración. Se procedió a una división comenzando por trazar fronteras terri-toriales para abarcar la bandera, himno, moneda, todo lo cual era común durante siglos. Se procedió a crear Estados nacionales a lo occidental.

¿Cuál sería la identidad y lealtad del súbdito del nuevo país? Este es un dilema real que se presentó a partir de, aproximadamente, 1920.

Ahora, la lucha va a tener solo dimensiones “patrias” en vez de “nacionales”. Lo que unifica a la misma es la presencia (con diferentes grados de intensidad) de fuerzas extranjeras de ocupación, pero las organizaciones políticas, partidos y sociedades que organizan los levantamientos son sirios, libaneses, iraquíes, pales-tinos y no las filiales de una sola sociedad como en el período 1910-1916. Por otra parte, el carácter antiinglés y/o francés es evidente en esos movimientos. Se hacen presentes así manifestaciones tanto nacionales árabes como religiosas islámicas.

204 J.C. Rey, Problemas sociopolíticos de América Latina, Ed. Ateneo de Caracas, 1980, p. 129.205 J.C. Rey, op. cit., p. 130.

Page 163: Árabes. Historia, religión, ideología

162 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Siendo provincias otomanas, los territorios árabes estaban “unidos”, goberna-dos por el mismo Estado, reunidos en el mismo Parlamento, se organizaban en los mismos partidos, luchaban contra el mismo adversario en condiciones muy similares. Por otra parte, en el caso de Iraq, comienza la exploración petrolera, hay nuevos ingresos, de sur a norte hay vías férreas, se construyen refinerías, se activa el puerto, se fundan fábricas (textil, jabón, aceite, cigarri-llos, ladrillos, etc.), hay campamentos para decenas de miles de soldados de ocupación, surge el núcleo de una universidad, nace un ejército propio, se tiene una bandera propia, circula una moneda propia, hay un gobierno pro-pio, se tiene un rey, un Parlamento, prensa propia.

Todo lo anterior constituye condiciones objetivas para que, de ahora en ade-lante, se tenga al “país” como norte, siendo el objetivo de los nuevos dirigen-tes el “desarrollo nacional”. Amenazada la autoridad del Estado por que “el nuevo ejército dispone de 15 mil rifles cuando en el país hay 100 mil rifles’’206, el gobierno busca reforzar el ejército y en cooperación con los administrado-res coloniales británicos reparte la mayor parte cultivable de la tierra entre un mil jeques tribales y notables, facilita la importa ción de bombas de agua para el riego, ayuda al surgimiento de una pode rosa capa de ricos terratenientes cuya lealtad es asegurada hacia el régi men.

Otros entusiastas del mismo con los modernos “tecnócratas” pertenecientes a la burguesía urbana, a las minorías religiosas y nacionales y a la pequeña burguesía que antes (en el período otomano) no tenían acceso al poder. A los líderes religiosos del Islam, tanto sunnitas como shiitas, se les deja el disfrute de los ingresos provenientes de la administración de los awkaf207. Además, la permanencia en el país de grandes contin gentes de tropas británicas, según los términos de un tratado firmado en 1930, garantiza (con sus cañones, blin-dados y aviación) una marcha armoniosa y una vida parlamentaria “civilizada” que, sin embargo, es interrumpida después de la muerte de Faisal I.

La agitación política que vivió Iraq durante el régimen del joven rey Ghazi (1933-1939) se prolongó hasta 1941. Van surgiendo los nú cleos de los futuros partidos nacionalistas y comunistas. El pueblo expresa su rechazo a los ocupantes ingleses. La generalización de las escuelas y la extensión de la prensa permiten mayor co-municación, participación y movilización. El mejoramiento de las comunicaciones permite enterarse rápidamente de la lucha que llevan los árabes en Siria, Palestina, Líbano y Egipto, lo cual revive el carácter panárabe de la lucha política en Iraq.

Los jóvenes oficiales y políticos que lideran los levantamientos popula res per-tenecen a la pequeña burguesía o emergente clase media, enfrentada a los intereses de los grandes terratenientes e íntimos colaboradores de Inglaterra.

206 Palabras del rey Faisal I en 1932.207 Propiedades religiosas.

Page 164: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 163

Los nexos entre los jóvenes oficiales y las tropas se traducen en un poder al servicio de las aspiraciones populares y nacionales de los iraquíes.

Pero no menos importante en ese periodo es el señalamiento de los colabora-dores locales con la potencia colonialista que no se limitaban a la esfera ideoló-gico-cultural y político-administrativa, sino que se extendía a la esfera económi-ca en los círculos del gran comercio internacional, las actividades bancarias, la naciente industria y los grandes terratenientes de corte feudal apoyados abierta-mente por los ocupantes como sostén de los nuevos “gobiernos nacionales”.

Ello equivaldría a una especie de nuevas características de luchas de clases aso-ciada a la lucha anticolonial: lucha de liberación. Sin embargo, la participación de las masas urbanas solo es espontánea, ya que no logra canalizar su potencial en forma organizada. Es la burguesía que forma partidos reformistas.

No fue sino en la década de los cuarenta, que intelectuales de la pequeña burguesía, fundamentalmente siria y luego libanesa, palestina, egipcia, iraquí, jordana, sudanesa... plantearan la necesidad y viabilidad de la lucha naciona-lista libertadora.

Concluida la Segunda Guerra Mundial, lograda la independencia polí tica for-mal en un número de países árabes, creada la Liga de Estados Ára bes, mate-rializado el objetivo sionista en Palestina mediante la creación de Israel, la pri-mera guerra árabe-israelí de 1948, manifestada la nueva reali dad neocolonial, especialmente en torno al petróleo árabe, arrastrada la región a formar parte del bloque antisoviético, la revolución egipcia de 1952 inauguraría una nueva época para la ideología nacionalista en el mundo árabe.

Se trata ahora de una población mucho más homogénea en cuanto a su cul-tura política, condiciones económicas y nivel educativo. Las migraciones inte-rárabes por motivos económicos y políticos (los palestinos), junto con el cre-ciente rol de los medios de comunicación moderna, el tu rismo y la existencia de una población más ilustrada, todo ello ayudaría a la rápida divulgación de ideas y principios.

Referencias bibliográficas

ABDEL MALEK A. Renacimiento y revolución. El problema crítico. Asuntos Árabes, Buenos Aires, 1975.

AFLAQ, M. La memoria del Profeta árabe. Corp. Árabe de Estudios y Publica ciones, Beirut, 1972. El Punto de Partida, Madrid, 1978.

AGUDO FREITES, R. Origen y dinámica de los conflictos internacionales con temporáneos. Cur-sillo-Dirección de Cultura, UCV.

Page 165: Árabes. Historia, religión, ideología

164 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

AL-ABED, I. Guía de la cuestión palestina. OLP-Centro de Investigación, 1969.

AL-AISAMI, S. El Partido Baath. La etapa de su fundación. Madrid, 1977.

AL-HASANI, A.R. Historia política del Iraq moderno, vol. I, Beirut, 1975.

AL-KAIALI, A.W. Sobre las raíces históricas del sionismo. Afag Arabiye, Bagdad, enero, 1977.

AL-KAIALI, A.W. Historia moderna de Palestina. Corp. Árabe de Estudios y Publicaciones, Beirut, 1973.

AL-KAIALI, A.W. Sobre el sionismo. Diario Al-Thawra, Bagdad, 19-12-1975.

AL-KHATIB, Y. El Diario Palestino. Casa de Publicaciones Palestinas, Damasco, 1975.

ALMOSNY, P. El sionismo, tema tergiversado para la izquierda. Caracas, 1970.

AL-NAJJAR, M. La historia política de las relaciones internacionales del Iraq con el golfo Ará-bigo, Universidad Al-Basrah, 1975.

AL-SHEREIDAH, M. Medio Oriente, la OPEP y la política petrolera interna cional. UCV, 1973.

AL-SHEREIDAH, M. El sionismo, tema desconocido para la izquierda. Teoría y praxis. Julio, 1969.

AL-WARD I, A. Visión social de la historia moderna de Iraq, vol. III, Bagdad, 1972.

AMIN, S. El desarrollo del capitalismo en el África negra. UCV, Faces Nº 2, 1968.

ARNAULT, J. Historia del colonialismo futuro. Buenos Aires, 1960.

AUTORES VARIOS. Hechos Mundiales, Nº 35, Santiago de Chile, 23-6-1970.

A’YSAMI SHIBLI-L. El partido Baath: la etapa de su fundación 40-49. Madrid, 1977.

BATH, Partido. El partido Báth sobre algunos fundamentos teóricos. Madrid, 1977.

BERQUE, J. Los árabes de ayer y de mañana. Breviarios del Fondo de Cul tura Económica, 1964.

BERQUE, J. Estudia islámica. UCV, CEP, 1970.

BOERSNER, D. Socialismo y nacionalismo. UCV, Instituto de Estudios Políticos, 1965.

BOUTHONI, G. Ibn Jaldún, su filosofía social. UCV, 1962.

BUNTE. Revista Offenburg, 28-2-74.

CARRERA DAMAS, G. La especificidad sociohistórica de América Latina. UCV, CEP, 1971.

CÓRDOVA, A. Inversiones extranjeras y subdesarrollo. UCV, 1973.

CÓRDOVA, A. El marco teórico-metodológico para una caracterización del subdesarrollo la-tinoamericano. 1971.

CÓRDOVA, A. El capitalismo subdesarrollado de André Gunder Frank. UCV, Instituto de Investi gaciones.

COULAND, J. El despertar del mundo árabe. Arandú, Buenos Aires, 1965.

Page 166: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 165

DEUTSCHER, I. Los judíos no judíos. Kikiyon, 1969.

DOS SANTOS, T. La estructura de la dependencia. UCV, CEP, julio, 1970.

EL-KODSY, A. Nationalism and Class Struggles in the Arab World, Monthly Review, julio, 1970.

FAIDHI, S. Fi Ghamrat Al-Nidhal. Bagdad ,1951.

FARAH, E. Evolución de la ideología árabe revolucionaria. Madrid, 1978.

FARAH, E. El pensamiento árabe revolucionario frente al desafío actual. Madrid, 1978.

FATHI SAFUAT, N. Iraq en las memorias de los diplomáticos extranjeros. Beirut, 1969.

FIRKISS, V. África en busca de una identidad. Uteha, México, 1967.

GALBRAITH, J.K. Desarrollo económico: su clasificación y el caso de América Latina. UCV, CEP, 1970.

GALLISSOT, R. La economía de África del norte. Eudeba, Buenos Aires, 1964.

GARAUDY, R. Sobre los pretextos religiosos e históricos del sionismo. Seminario en Universidad de Bagdad, 1976.

GODELIER, M. Sobre el modo de producción asiático. Martínez Roca, Barcelona, 1969.

GUNDER FRANK, A. Hacia una teoría histórica del subdesarrollo capitalista. UCV, CEP, 1970.

GUNNAR, M. An Approach to the Asian Drama. Vintage Books, 1970.

HANSEN, G.H. Zionism, Israel and Asian Nationalism. The Institute for Palestina Studies, Beirut, 1971.

HEINDL, G. Und die Groesse ist gefaehriich. Deutsche Buch-Gemeinschaft, 1969.

HITTI, P. Historia de los árabes (2 tomos). Dar Alkashaf-4 Edición, 1965.

HUSSEIN, S. Sobre cómo escribir la historia. Bagdad, 1978.

HUSSEIN, S. Una visión en la religión y la tradición. Bagdad, 1978.

HUSSEIN, S. Nuestra política: representación del presente de la nación y su futuro. Entre vista con Der Splegel, Bagdad, 1979.

IVANOV, Y. Atención al sionismo. Bagdad, 1969.

JALDUN, A. Teoría de la sociedad y de la historia. UCV, Instituto de Estudios Polí ticos, 1963.

KANAFANI, N. La alianza imperialismo-sionismo. Afag Arabiye, Bagdad, noviembre, 1975.

KATLOV, L.N. Acerca del surgimiento del Movimiento Árabe de Liberación Nacio nal. Bagdad, 1976.

KATLOV, L.N. La Revolución Libertadora de 1920 en Iraq. Ministerio de Información, Bagdad, 1971.

KINDER, HERMANN y HILGERMAN, W. Atlas histórico mundial (2 tomos). Istmo (2 ed.), 1973.

KISZLING, R. Oesterreich. Ungarns Anteil and Ersten Weltkrieg. Stiasny Verlag, 1958.

Page 167: Árabes. Historia, religión, ideología

166 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

LACOSTE, I. El nacimiento del Tercer Mundo, Ibn Khaldun. Península, 1970

LENCZOWSKI, G. United States Interests in the Middle East. American En terprise Inst., 1968.

LEWIS H.D. y OTROS. Religiones orientales y cristianismo. Edit. Labor, 1968.

LUTSKY, V. Modern History of the Arab Countries. Progress Publishers, Moscú, 1969.

MANDEL, E. Tratado de Economía marxista (2 tomos). Era, 1969.

MANDEL SUGANA, G. Mahoma Mandadori. Novaro, México, 1969.

MARX, K. y HOBSBAWM, E. Formaciones económicas precapitalistas. Cuadernos de Pasado y Presente, 1971.

MAZHAR AHMAD, K. Los puntos del presidente Wilson. Afag Arabiye, Nº 3, nov. 1976.

MESA, R. Las revoluciones del Tercer Mundo. Edit. Cuadernos para el Diá logo, Madrid, 1971.

MIERES, F. Diversos modelos del subdesarrollo. UCV, Escuela de Economía,1972.

MIERES, F. Hipótesis sobre América Latina 1970. UCV, CEP, 1971.

MOSLEY, L. El peligroso juego del petróleo. Noguer, 1975.

NANTET, J. Historia del Líbano. Ceánidas, 1965.

NASSER, G.A. y MAHMOUD, S.A. La vía árabe al socia lismo. Ed. Barrara, Caracas, 1971.

NWEIHED, K.G. Diez años gloriosos. Nueva Andalucía, 1962.

OLIVER R. y FAGE J.D. Breve historia del África. Alianza, Madrid, 1972.

OLP. The Zionist Idea, Basic Writings. Centro de Investigaciones, Beirut, 1970.

OLP. Israel Relations to World Imperialism. Trípoli, 1973.

RABBATH, E. y OTROS. El problema palestinense, coloquio de juristas árabes. Argel, 1968.

RANGEL, D.A. Modelo de plantaciones. UCV, CEP, 1970.

REPÚBLICA DE IRAQ. Carta de Acción Nacional. Bagdad, 15 de noviembre, 1971.

RIAD, H. Egipto, fenómeno actual. Nova Terra, 1965.

RIBEIRO, D. Las configuraciones histérico-culturales de los pueblos ameri canos. UCV, CEP, 1970.

RIBEIRO, D. El proceso civilizatorio. UCV, Edic. de la Biblioteca, 1970.

RIFAI, T. The Pricing of Crude Oil. Praeger Publishers, N.Y., 1975.

RIPOLL PERELLO, E. Prehistoria e historia del próximo Oriente. Labor, 1966.

RODINSON, M. Islam y capitalismo. Siglo XXI, 1973.

SALMAN MASAN, M. Economic Development of Iraq. Al-Asriya, Beirut, 1965.

SENKMAN, L. Sionismo judío o nacionalismo israelí. Perfiles, Nº 1, 1976.

SILVA MICHELENA, H. Hipótesis sobre la formación del subdesarrollo en América Latina. UCV, CEP, 1971.

Page 168: Árabes. Historia, religión, ideología

Mazhar Al-Shereidah / Árabes. Historia, religión, ideología 167

SILVA MICHELENA, J.A. Política y bloques de poder: crisis en el sistema mundial. UCV, Cendes, 1975.

STUART SCHRAM y OTROS. El marxismo y Asia. Siglo XXI, 1974.

TRIKI, H. He aquí Palestina, el sionismo al desnudo. Caracas, 1976.

UMARA, M. La dimensión civilizatoria en las luchas de la nación árabe. Afag Arabiye, 1976.

VALABREGA, G. La revolución árabe. Bruguera, 1970.

VEIT, V. Knaurs Weltgeschichte, Droemersche Verlagsanstalt. Munchen-Zurich, 1959.

VERNET, J. Literatura árabe. Labor, 1968.

WATT, W.M. Mahoma, profeta y hombre de Estado. Labor, 1967.

Page 169: Árabes. Historia, religión, ideología

168 Suplemento de la Revista BCV / Vol. XXVII / N° 1 / 2012

Este suplemento de la Revista BCV

se terminó de imprimir en los talleres de

Editorial Ex libris

Caracas, Venezuela, julio 2013