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1 APROXIMACIÓN A LA FRASEOLOGÍA 1. Introducción La incorporación de la fraseología al primer plano de la investigación lingüística en España en los años 90 y el rápido desarrollo que ha experimentado esta disciplina en la última década, han hecho posible que nuestro idioma cuente actualmente con un considerable número de trabajos teóricos y prácticos en los que ha quedado bien definida la naturaleza de las unidades fraseológicas (UFS), su clasificación y las implicaciones de su empleo desde los puntos de vista discursivo, estilístico y pragmático. Tras unos inicios vacilantes en los que el debate científico giró fundamentalmente en torno a cuestiones de carácter epistemológico, recientemente están adquiriendo un protagonismo creciente otros aspectos que permanecieron ausentes de las primeras reflexiones sobre el componente fraseológico. Uno de los más destacados corresponde, sin duda, a la representación y el tratamiento de las UFS en la lexicografía monolingüe y bilingüe. Desde la aparición de las Estudios de fraseología (Carneado y Tristá, 1983: 39-46) se han sucedido periódicamente los artículos, las conferencias y disertaciones dedicados a analizar la presencia de las distintas clases de UFS en los diccionarios generales y especializados de la lengua española, siendo espectacular en los últimos años su proliferación. El principal obstáculo que encuentran tanto los especialistas como quienes se acercan a esta rama de la fraseología a la búsqueda de elementos que poder aplicar a su propio campo de estudio es la gran dispersión de este tipo de trabajos. La mayoría de ellos se halla incluido en misceláneas,

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    APROXIMACIÓN A LA FRASEOLOGÍA

    1. Introducción

    La incorporación de la fraseología al primer plano de la investigación lingüística en España en los años 90 y el rápido desarrollo que ha experimentado esta disciplina en la última década, han hecho posible que nuestro idioma cuente actualmente con un considerable número de trabajos teóricos y prácticos en los que ha quedado bien definida la naturaleza de las unidades fraseológicas (UFS), su clasificación y las implicaciones de su empleo desde los puntos de vista discursivo, estilístico y pragmático. Tras unos inicios vacilantes en los que el debate científico giró fundamentalmente en torno a cuestiones de carácter epistemológico, recientemente están adquiriendo un protagonismo creciente otros aspectos que permanecieron ausentes de las primeras reflexiones sobre el componente fraseológico. Uno de los más destacados corresponde, sin duda, a la representación y el tratamiento de las UFS en la lexicografía monolingüe y bilingüe. Desde la aparición de las Estudios de fraseología (Carneado y Tristá, 1983: 39-46) se han sucedido periódicamente los artículos, las conferencias y disertaciones dedicados a analizar la presencia de las distintas clases de UFS en los diccionarios generales y especializados de la lengua española, siendo espectacular en los últimos años su proliferación. El principal obstáculo que encuentran tanto los especialistas como quienes se acercan a esta rama de la fraseología a la búsqueda de elementos que poder aplicar a su propio campo de estudio es la gran dispersión de este tipo de trabajos. La mayoría de ellos se halla incluido en misceláneas,

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    revistas de investigación de diversa naturaleza y volúmenes que no siempre están dedicados por entero a las cuestiones de fraseología y lexicografía que aquí nos ocupan.

    Con el objetivo de dar respuesta a esta problemática y reunir el mayor número posible de títulos dedicados al tratamiento de las UFS en la tradición lexicográfica española Ferran Robles i Sabater elaboró en 2007 una importante reseña bibliográfica que aspiraba a convertirse en punto de referencia para traductores, profesores de español como L1 o L2 e investigadores que pretendan iniciarse en la materia o realizar una contribución novedosa al estudio de las expresiones fijas del español y su descripción lexicográfica. Se trata de trabajos que aglutinan una gran diversidad de puntos de vista sobre el tratamiento de la fraseología en los diccionarios. Es posible agrupar los títulos recopilados en diferentes ejes temáticos. Entre los distintos trabajos que el lector interesado podrá consultar han de destacarse los siguientes:

    1. Reflexiones teóricas de carácter general sobre el tratamiento de las UFS en la lexicografía monolingüe y bilingüe. Aquí hallamos, entre otros, el estudio pionero de Carneado (1983) y los más recientes de Kurchatkina (1995), Tristá (1998a, 1998b), Wotjak (1998a), Ruiz Gurillo (2000), Déniz (2000), Santamaría (2000, 2003), García Benito (2002/03), González Aguiar (2002/03, 2006). La integración de la fraseología en la lexicografía bilingüe fue objeto de las indagaciones de Corpas (1996) y Santamaría (1998), entre otros autores que le dedicaron su tiempo.

    2. La representación de los diferentes tipos de UFS en los diccionarios:

    a) Las colocaciones, ampliamente tratadas en trabajos como los de Ballesteros (1997), Zuluaga (2002), Luque Toro (2006).

    b) Las locuciones, que también han sido estudiadas en sus diferentes clases: verbales (Bustos: 2002, 2006), conjuntivas (González Orejón: 2001a).

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    c) Los enunciados paremiológicos, en sus diversos tipos y bajo denominaciones como paremias.

    3. El tratamiento de las UFS en diccionarios generales muy concretos. Las expresiones fijas de las obras de la RAE han sido las más estudiadas, tanto desde el punto de vista sincrónico (Castillo: 2000) como diacrónico e histórico (González Orejón: 2001a). También el DUE de María Moliner ha suscitado el interés de lingüistas como Alvar Ezquerra (2000) y Zuluaga (2002). Otra temática recurrente es la representación de las UFS del español en obras históricas, como el Diccionario de Terreros, el Vocabulario de Correas, el Dictionario de Sánchez de la Ballesta, el Tesauro de Requejo, el Diccionario Nacional de Domínguez o el Vocabulario de Franciosini. En cuanto a los diccionarios contemporáneos, también han despertado la curiosidad de los investigadores el Salamanca y, sobre todo, la lexicografía del español de Cuba.

    4. La representación de las UFS en diccionarios especializados (Ferrando: 2006) y de UFS pertenecientes a lenguajes específicos, como la terminología marinera (Rodríguez: 2000).

    5. El tratamiento de las UFS en la lexicografía bilingüe del español con otras lenguas, y en concreto ha de destacarse el italiano, nuestra lengua de referencia. Entre otros investigadores, deben mencionarse a Rodríguez (2000), Flores/Sancho (2001) y Quiroga (2004/05). Actualmente existe gran interés por la lexicografía bilingüe español-italiano, y fruto de ello es el número en aumento de estudios y manuales que tratan una temática muy variada dentro de esta disciplina

    1.

    6. La informatización de los diccionarios fraseológicos monolingües (Sanromán, 2000: 277-286) y bilingües (Molina Plaza 2004: 581-587).

    7. La aplicación didáctica del tratamiento lexicográfico de las UFS, que hoy ocupa una posición central en la reflexión fraseográfica de los lingüistas hispanos, quedó relegada a una

    1 Consúltese la completa Bibliografía de la lingüística contrastiva español

    taliano en la siguiente web: http://www.contrastiva.it/bibliografia/

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    posición marginal del debate fraseológico hasta tiempos muy recientes. De los numerosísimos trabajos de este tipo, nos limitamos a mencionar, entre los más destacados y actuales, los de Santamaría (2000), Fernández Prieto (2005), Higueras (2005), Luque Toro (2005), Muñiz/Alonso (2005) y Molina García (2007).

    8. El tratamiento lexicográfico de las UFS desde una perspectiva historiográfica y diacrónica en los diccionarios monolingües y bilingües. En el primer grupo encontramos, además de los ya mencionados en el apartado 3, los trabajos de Martínez Montoro (2005), Velando (2003), Martínez Egido/Ruiz Gurillo (2006). En el segundo figura el interesante artículo de Acero (2004).

    9. La definición lexicográfica de las UFS como herramienta de traducción. Esta temática ha recibido todavía una atención escasa por parte de los lingüistas. Entre los estudios llevados a cabo se encuentra el de Santamaría (2004).

    10. Aspectos concretos de la definición lexicográfica de las UFS, como sus posibles variantes formales (Montoro 2004), su caracterización pragmática (Penadés 1999) y gramatical (Bargalló 1996), su procedencia o adscripción dialectal (González Aguiar/Ortega 2006) o la presencia de palabras diacríticas en los diccionarios monolingües (Martí 2003) y bilingües (Echenique 1998).

    11. Presentación y evaluación de proyectos de elaboración de diccionarios fraseológicos y paremiológicos del español. Sobresalen, entre otros, los informes Kubarth (1998), Sevilla (2000, 2001).

    La fraseología es una disciplina bastante reciente, fue a finales del siglo XX cuando empezó a surgir un interés por su estudio, durante mucho tiempo esta parcela lingüística quedó relegada a otras disciplinas como la lexicografía y la paremiología. El término fraseología fue acuñado en 1909 por Ch. Bally, que le dio el valor con el que se sigue empleando actualmente. Desde los años 40, y sobre todo a partir de la década de los 60, el lingüista ruso V.V.Vinogradov recogió la herencia de Ch.

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    Bally y se convirtió en máximo investigador de la fraseología en la antigua URSS, donde se originó la fraseología como disciplina científica. En esa época la lingüística soviética estableció las bases teóricas para su estudio y a partir de entonces se desarrolló de forma diferente en otros países y según distintas escuelas. Los lingüistas soviéticos analizaron los rasgos de las unidades fraseológicas, su función y su origen desde tres puntos de vista:

    ‒Las propiedades internas de la unidad fraseológica (UF o UFS): las peculiaridades fonéticas, morfemáticas, sintagmáticas y lexemáticas de sus componentes y las relaciones que se establecen entre ellos.

    ‒El papel de las UFS en el contexto: sus funciones como clase de palabras, su valencia sintáctica y semántica y propiedades expresivas y estilísticas y sus posibilidades de variación.

    ‒Las relaciones con otros subsistemas de la lengua, o sea el sistema léxico y el sistema sintáctico y, por ello, con las combinaciones no fraseológicas, o combinaciones libres.

    Los presupuestos establecidos en las investigaciones soviéticas tuvieron continuidad en los trabajos sobre fraseología llevados a cabo en los países de Europa Oriental, sobre todo en la RDA (República Democrática Alemana), y también en otros países como Cuba. En particular, las autoras cubanas A. M. Tristá y Z. Carneado, que trabajaron durante algún tiempo en la antigua URSS, realizaron, a partir de 1976, varios trabajos como se ha señalado anteriormente, que abarcaban aspectos tan variados como la tipología de UFS, las fuentes de las cuales provienen, la fraseografía y los diccionarios. Estas publicaciones fueron fundamentales en la elaboración de trabajos posteriores que se publicarían en España.

    En Europa occidental se obvia el concepto de fraseología como disciplina independiente y se prefiere acomodar el análisis de las UFS al efectuado por los funcionalistas. Autores como E. Coseriu y A. Zuluaga le dedican una especial atención. Coseriu acuña en 1964 el término discurso repetido, que recoge las unidades de la fraseología, en oposición a la técnica libre del

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    discurso. En 1980 Zuluaga publica su tesis doctoral sobre las expresiones fijas del español, incorporando la metodología de otros autores muy conocidos como Casares, Coseriu y Bally y, sobre todo, hace referencia a las propiedades más importantes de las UFS, la fijación y la idiomaticidad, presentando, además, una clasificación y un estudio de las varias categorías que las representan. Actualmente el trabajo de Casares, Introducción a la lexicografía moderna (1993), sigue siendo un pilar fundamental en el estudio de la fraseología. El volumen se divide en seis capítulos dedicados a las locuciones, frases proverbiales, refranes y modismos en que el autor distingue entre dos grandes grupos, el de las locuciones y el de los refranes. El mérito de este trabajo consiste en constituir la primera clasificación global que se conoce de las expresiones fijas.

    En los Estados Unidos el estudio de la fraseología en cuanto componente fundamental de la gramática de una lengua fue reconocido por la gramática cognitiva a partir de los 90. Hasta entonces se consideraba como un elemento incómodo para su estudio, tanto para los estructuralistas, debido a su carácter asistemático, como para los generativistas, al ir en contra de la capacidad generativa de la gramática a partir de un número limitado de reglas.

    En España el interés por la fraseología surgió hacia mediados de los 90, a pesar de los estudios que en los años cincuenta llevó a cabo J. Casares, cuyas ideas supusieron un avance muy importante en el intento de delimitar y clasificar estas construcciones pluriverbales (Corpas Pastor, 2000: 32-35). En 1980 Zuluaga, heredero de Casares, contempla las expresiones fijas como reproducciones en bloque. Para este autor, la reproducibilidad es un factor constitutivo de las unidades fraseológicas junto a su idiomaticidad. Después de la obra de Zuluaga hubo que esperar quince años para que otros autores se adentraran en los recovecos de esta disciplina. Surge entonces la obra de dos estudiosas, López Taboada y Soto Arias, sobre la enseñanza de la fraseología gallega, y V. Salvador y otros

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    autores profundizan en las particularidades de la fraseología del catalán.

    En 1996 sale a la luz el manual de fraseología española de G. Corpas, en que la autora define las unidades fraseológicas (1996: 290) como

    [...] unidades léxicas formadas por más de dos palabras gráficas [...] se caracterizan por su alta frecuencia de uso, y de coaparición de sus elementos integrantes; por su institucionalización, entendida en términos de fijación y especialización semántica; por su idiomaticidad y variación potenciales, así como por el grado en el cual se dan todos estos aspectos en los distintos tipos.

    La fijación, como advierte Corpas, es una característica relativa, puesto que muchas construcciones fijas admiten cierta variación en sus componentes.

    A partir de 1996 empiezan a tener lugar en Madrid, como en otras partes de España, congresos internacionales sobre la paremiología y la fraseología. De ahí la aparición de numerosas monografías sobre el tema, entre las que hay que destacar el trabajo de Ruiz Gurrillo Aspectos de fraseología teórica española (1997), donde la autora define las expresiones fraseológicas como complejos sintagmáticos fijos. En este trabajo la autora reflexiona sobre el estatus teórico de la disciplina y los aspectos sintácticos y pragmáticos de las UFS a través de un corpus de citas del español oral.

    El Manual de fraseología española de Corpas Pastor intenta llenar el “vacío” existente en la fraseología española hasta esa fecha; a partir de los avances de la lexicografía, de la pragmática y de la lingüística la autora realiza una clasificación de las UFS que incluye las colocaciones, las locuciones y los enunciados fraseológicos. Este manual, junto con el de Martínez Marín (2000: 249-260), marcó un punto de partida importante en los estudios posteriores sobre fraseología en España.

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    En apenas dos décadas la fraseología, en un primer momento una subdisciplina de la lexicología, se afirma como disciplina en toda regla gracias al interés que despertó en muchos estudiosos europeos, especialmente por parte de las corrientes lingüísticas y pragmáticas orientadas hacia el estudio de las UFS en el contexto.

    1.1. Límites de la fraseología y cuestión terminológica

    El establecimiento de los límites de la fraseología ha sido un tema de discusión recurrente en ámbito lingüístico y ha dado lugar a dos distintas y fundamentales posturas: la concepción estrecha o restringida y la concepción amplia de la fraseología (Corpas: 1997: 4-45, 127). La concepción estrecha o restringida considera que el fraseologismo es una combinación fija de al menos dos palabras, que funciona como parte integrante de una oración, dentro de la cual cumple las mismas funciones de un sustantivo, un verbo, un adverbio, una preposición, etc. En este sentido la fraseología englobaría solo las unidades fijas y funcionalmente equivalentes a una determinada categoría gramatical. Por su parte, la concepción amplia de la fraseología considera UFS todas las combinaciones de palabras que se suelen usar como parte de oraciones, pero que no se pueden suscribir convencionalmente a una situación determinada sino que constituyen un subgrupo dentro del total de UFS de una lengua dada. Desde esta perspectiva la fraseología incluiría también expresiones, refranes, fórmulas fijas, frases hechas, locuciones proverbiales y combinaciones fraseológicas.

    Otra cuestión controvertida ha sido la existencia de una variedad terminológica tanto para referirse a la disciplina en general como a los distintos fenómenos y elementos que esta engloba. Para Corpas (1997: 16-20) el término fraseología, en su acepción más general, designa las características específicas de las construcciones propias de un determinado individuo, grupo o lengua. La segunda acepción del término se refiere al conjunto de usos o contextos en los que normalmente aparece

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    una entrada léxica. La autora nos proporciona asimismo la definición del término fraseología contenida en el DRAE: “conjunto de frases hechas, locuciones figuradas, metáforas y comparaciones fijadas, modismos y refranes, existentes en una lengua, en el uso individual o en el de algún grupo ”.

    En cuanto a la denominación genérica de los distintos tipos de combinaciones de palabras que engloba la fraseología, Corpas propone las definiciones utilizadas más frecuentemente en español:

    Expresión pluriverbal (Casares), unidad pluriverbal lexicalizada y habitualizada (Corpas) o unidad léxica pluriverbal (Hernández).

    Expresión fija (Zuluaga; Martínez Marín).

    Unidad fraseológica o fraseologismo (Zuluaga; Carneado Moré, Tristá Pérez).

    Entre todas las definiciones propuestas, Corpas descarta la de expresión fija al hacer esta hincapié solo en la fijación, uno de los principales rasgos que caracterizan a dichas expresiones, y también porque solo en casos excepcionales estas expresiones son totalmente fijas. Por otro lado, según Corpas las otras dos denominaciones propuestas, o sea la de unidad pluriverbal lexicalizada y habitualizada y su versión acortada unidad pluriverbal, aunque dan cuenta de la naturaleza pluriverbal y de las características más importantes de estas expresiones (esencialmente su grado de lexicalización y su alta frecuencia de coaparición en la lengua), son demasiado genéricas para abarcar los varios tipos de unidades y, al mismo tiempo, demasiado concretas para indicar su carácter unitario.

    La denominación de unidad fraseológica (UF o UFS), propuesta igualmente por Corpas, es un término genérico que goza de más aceptación en la Europa continental, la antigua URSS y los demás países del este europeo, donde más investigaciones se han realizado sobre este tema; representa un término amplio que engloba los diferentes tipos sin que se pueda confundir con ningún subtipo, como en el caso de

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    las locuciones o de los idiomatismos; tienen el estatus de unidades lingüísticas y funcionan como tales en diferentes niveles gramaticales.

    1.2. Características lingüísticas de las UFS

    Aunque no existen caracterizaciones globales y sistemáticas de las unidades fraseológicas, la mayoría de los estudiosos están de acuerdo en afirmar que la UF es una combinación más o menos estable de al menos dos palabras que presenta como rasgos fundamentales la fijación y la idiomaticidad, consideradas individualmente o como una combinación de ambos criterios

    2.

    1.2.1. Fijación e idiomaticidad

    Zuluaga afirma que la fijación es “la propiedad que tienen ciertas expresiones de ser reproducidas en el hablar como combinaciones previamente hechas”. Más precisamente, son combinaciones de dos o más palabras que se caracterizan porque no son combinaciones libres de palabras, sino estructuras prefabricadas que se repiten y que forman parte del acervo léxico de los hablantes. Según Zuluaga la fijación es arbitraria desde el punto de vista funcional, ya que no hay explicación sintáctica ni semántica del tipo de fijación en cada caso concreto. De todo esto se deduce que las UFS tienen esta forma porque así fueron fijadas por el uso repetido en una comunidad lingüística.

    El autor distinguió entre varios tipos de fijación de las UFS españolas

    3:

    2 Los autores que hemos tomado como punto de referencia para la

    caracterización de las UFS son Zuluaga (1980) , Corpas Pastor 1997: 20-

    32) y Ruiz Gurillo (1997: 13-32) 3 Corpas habla también, siguiendo a Thun (1978: 68) de fijación interna y

    fijación externa. En el caso de la fijación interna distingue entre fijación

    material (que coincide con la distinción realizada por Zuluaga) y fijación de

    contenido (peculiaridades semánticas). En cuanto a la fijación externa, Thun

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    a) Fijación del orden de los componentes: la unidad a troche y moche no puede variar en a moche y troche*.

    b) Fijación de categorías gramaticales: las UFS presentan determinadas categorías gramaticales que no admiten variaciones morfológicas, o sea en el tiempo verbal, en la persona, género o número; por ejemplo la expresión no dejar títere con cabeza no se puede variar en no dejar títeres con cabeza*.

    c) Fijación del inventario de los constituyentes: la imposibilidad de insertar o eliminar elementos de la combinación (sin orden y sin concierto* en lugar de sin orden ni concierto); la inseparabilidad de los componentes (agua clara de borrajas* en lugar de agua de borrajas); y la imposibilidad de sustituirlos (todo queda en hogar* en lugar de todo queda en casa);

    d) Fijación transformacional: la imposibilidad de aplicar transformaciones a los componentes, como por ejemplo en carta blanca, la blancura de la carta*.

    Según Corpas (1997: 24-26), la fijación implica, en muchos casos, la especialización semántica o lexicalización. La autora afirma que, a diferencia de las combinaciones libres de palabras, cuando se establece una asociación directa y unívoca entre las UFS y su interpretación semántica por parte de los hablantes, estas unidades pueden sufrir ciertos cambios semánticos. Lo cual significa que primero se produce la

    distingue entre fijación situacional (la que se da como combinación de

    ciertas unidades lingüísticas en situaciones sociales determinadas, como

    ocurre en las expresiones de saludo del tipo “Encantado de conocerle”),

    analítica (aquella que se da como consecuencia del uso de determindas

    unidades lingüísticas para el análisis ya establecido del mundo), pasemática

    (la fijación originada en el empleo de unidades lingüísticas según el papel

    del hablante en el acto comunicativo ) y posicional (la preferencia de uso de

    ciertas unidades lingüísticas en determinadas posiciones de los textos, como

    por ejemplo ocurre en los encabezamientos y en las despedidas de las

    cartas).

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    fijación y luego, como consecuencia de ello, se puede dar un cambio semántico.

    En cuanto a la fijación, se trata de un rasgo definitorio y caracterizador de las UFS, son sintagmas complejos y fijos con cierta estabilidad y poca o ninguna transformación de su estructura sintáctica. No obstante, la fijación es variable y depende del grado de gramaticalización de cada unidad fraseológica. De hecho, el grado de fijación viene acompañado, muy frecuentemente, de la idiomaticidad o fijación semántica, otro rasgo típico de las UFS; por esto se puede decir que todas las UFS son fijas, en mayor o en menor grado, pero no todas son idiomáticas.

    En su Manual de fraseología española Corpas define la idiomaticidad como “aquella propiedad semántica que presentan ciertas unidades fraseológicas, por la cual el significado global de dichas unidades no es deducible del significado aislado de cada uno de sus elementos constitutivos” (1996: 26-27)

    Zuluaga, que profundizó en este tema, afirma que la idiomaticidad puede entenderse esencialmente de dos maneras. En su sentido etimológico, representa lo que es propio y peculiar de una determinada lengua y, desde el punto de vista semántico, característico de algunas combinaciones fijas cuyo sentido global no equivale a la combinación de los significados de sus componentes. También en este caso el autor observa varios grados de idiomaticidad, una característica potencial y no esencial de este tipo de unidades. Algunas, por ejemplo, pueden evocar su sentido literal originario (por ejemplo: costar un ojo de la cara).

    En términos generales, según nos explica Ruiz Gurillo (2000: 14-15), se puede decir que, por un lado, hay expresiones fraseológicas totalmente fijas, estables y con significado idiomático que representan las unidades fraseológicas prototípicas (como por ejemplo agua de borrajas); por el otro, otras se repiten pero su grado de fijación es menor y pueden tener un significado literal (poner en funcionamiento) o ejercer

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    funciones de carácter pragmático (¡cielo santo!). Asimismo, para Ruiz Gurillo las UFS son combinaciones fijas de palabras que presentan algún grado de fijación y eventualmente de idiomaticidad, la fijación es un rasgo esencialmente sintáctico, mientras que la idiomaticidad es un fenómeno fundamentalmente semántico. De ello se deduce que, por un lado, la fijación de las UFS se manifiesta en su estabilidad formal, en la escasa o nula productividad de sus esquemas sintácticos y/o en su defectividad transformacional; y, por el otro, que la idiomaticidad de las UFS conlleva que su significado no se pueda deducir del significado de sus componentes, tomados por separado o en conjunto.

    1.3. Otras características de las UFS

    En su Manual de fraseología española Corpas Pastor define las UFS como unidades léxicas formadas por al menos dos palabras y cuyo límite superior se sitúa en el nivel de la oración compuesta. Los rasgos definitorios que la autora les atribuye, además de los aspectos comentados anteriormente, son:

    a) su alta frecuencia de uso y de coaparición;

    b) su institucionalización;

    c) su variación potencial;

    d) la gradación en la cual se dan todos estos aspectos en los distintos tipos.

    Cuando habla de la frecuencia de las UFS la autora alude a la aparición conjunta de sus elementos constituyentes, superior a la aparición individual de cada uno de estos elementos en una determinada lengua; asimismo, se refiere al uso considerable de tales elementos combinados en la lengua.

    El uso repetido y frecuente de las UFS puede desembocar en su convencionalización o institucionalización. Dicha institucionalización caracteriza las producciones lingüísticas de

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    los hablantes, que tienden a utilizar combinaciones ya existentes y reproducidas repetidamente.

    Aunque las UFS suelen caracterizarse por la fijación formal y semántica, muchas de ellas pueden presentar variación léxica. A este respecto, según afirma también Zuluaga, la autora distingue entre variantes en sentido estricto y modificaciones (o variantes en sentido amplio).

    Para que las UFS sean consideradas como variantes es necesario que:

    a) pertenezcan a la misma lengua funcional (tomar/coger las de Villadiego);

    b) no presenten diferencias de significado (no es lo mismo decir echar a perros. o sea “emplear mal”, que echar los perros, o sea “echar una bronca”);

    c) se utilicen de manera indistinta en cualquier contexto en que aparezcan;

    d) sean parcialmente idénticas en su estructura y en sus componentes, o sea que solo varíe alguno de sus componentes;

    e) sean fijas, en el sentido de que formen parte de una serie limitada y estable.

    Se consideran también variaciones aquellas transformaciones que se expresan a través de un cambio de significado, categorial o léxico (ejemplo: tomar el pelo/tomadura de pelo); las UFS sinónimas (estar hasta el moño/estar hasta la coronilla); y todas las variantes diatópicas (hacer novillos en España y hacer vaca en Perú), diafásicas y diastráticas (cerrar los ojos/ estirar la pata).

    Con gradación Corpas se refiere a la escala gradual con que se presentan los rasgos comentados anteriormente en las unidades fraseológicas, que se manifiesta tanto en su estructura semántica como en su fijación, variación e institucionalización. Desde esta perspectiva, Zuluaga habla de unidades que tienen un significado literal (dicho y hecho), las que presentan cierta

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    semi-idiomaticidad (tira y afloja) y aquellas que se caracterizan por un significado peculiar o idiomático (dar en el búsilis).

    Por último, la autora hace frente al problema de la dificultad de traducción de las UFS. Efectivamente, muchas de ellas no son susceptibles de traducción, como se verá más adelante, porque se originan a partir de un hecho histórico o situación concreta típica de una determinada sociedad y cultura, un ejemplo de ello es el grupo de unidades fraseológicas que proceden de la tauromaquia en español (Muñoz Medrano, 2012: 165-188). Ello conlleva cierto grado de dificultad en su aprendizaje para quienes estudian el español como segunda lengua. Por ejemplo, es difícil establecer equivalentes de traducción de ciertas locuciones como estar al quite o poner un par de banderillas.

    1.4. Intentos de clasificación de las UFS

    La clasificación de las unidades fraseológicas es una cuestión controvertida entre los lingüistas. Por lo general, la mayoría de las clasificaciones existentes han surgido como respuesta a los problemas prácticos a los que se han enfrentado los estudiosos. Las clasificaciones de las UFS, al igual que los estudios sobre el sistema fraseológico español, no son muy numerosas y los varios intentos de clasificación se han realizado atendiendo fundamentalmente a criterios semánticos, estilísticos y pragmáticos.

    Entre todas las clasificaciones existentes ha de destacarse la propuesta de Corpas Pastor, según la cual es necesario realizar una sistematización y clasificación que incluya un gran número de lenguas. En su propuesta, que aquí resumimos, la autora reseña las clasificaciones más representativas de la fraseología española, ordenándolas según un criterio cronológico, o sea según su aparición en las investigaciones globales sobre la fraseología en español (1996: 32:50).

    1.4.1. J. Casares

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    Fue uno de los primeros autores en emprender el estudio de la fraseología española y su clasificación, los trabajos del autor datan de los años cincuenta, y han servido de modelo a otros autores como Zuluaga y Tristá Pérez.

    Basándose en un criterio funcional, el autor estableció tres grandes grupos de unidades fraseológicas: las locuciones, las fórmulas pluriverbales, y dentro de estas distinguió entre frases proverbiales y refranes. Señaló que no es fácil diferenciar estos grupos dadas las relaciones diacrónicas que mantienen entre sí. A continuación vamos a centrarnos en las definiciones de los grupos que Casares distingue en su clasificación.

    Para el estudioso una locución es una combinación estable de dos o más términos, que funciona como elemento oracional y cuyo sentido unitario consabido no se justifica, sin más, como una suma del significado normal de los componentes. El autor subdivide las locuciones en dos subgrupos según su contenido: las locuciones conexivas y las locuciones conceptuales. Las locuciones conexivas son aquellas formadas por palabras gramaticales, vacías de contenido semántico, como con tal que (conjuntiva) y en pos de (prepositiva). Las locuciones conceptuales o significantes son las formadas por palabras léxicas, que están clasificadas según la categoría gramatical a la que equivalen: pueden ser adjetivales (de brocha gorda), verbales (tomar el olivo), participiales (hecho un brazo de mar), adverbiales (en un santiamén), pronominales (cada quisque), interjectivas (¡ancha es Castilla!) y, finalmente, las nominales (pie de montar, pie de liebre). Estas últimas se dividen en varias ramas según su estructura: las denominativas son las que sirven para designar una persona, animal o cosa y, a su vez, pueden ser geminadas, o sea compuestas por dos nombres, uno que indica el carácter o la función del otro (tren botijo) y complejas que, en cambio, están constituidas por un nombre determinado por un adjetivo o por una preposición y un segundo nombre (tocino del cielo); las singulares, semejantes a un nombre propio (la carabina de Ambrosio); y las infinitivas, formadas por infinitivos (coser y cantar)

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    La frase proverbial es una entidad léxica sintácticamente autónoma que se diferencia de las locuciones porque no funciona como elemento oracional, ya que funciona como cláusula principal, y que se origina en textos escritos o hablados, que se han hecho famosos y que muestran ejemplaridad, como Las paredes oyen y No se ganó Zamora en una hora. Así pues, desde esta perspectiva las frases proverbiales difieren de las locuciones porque no pueden reducirse a una categoría gramatical como aquellas y, además, pueden variar en su estructura para adaptarse a las necesidades del discurso (se ha armado/se armó la de San Quintín). Además, las frases proverbiales, que muchas veces proceden de antiguos hechos históricos, suelen emplearse en determinadas situaciones que recuerdan por su semejanza a la que originó la expresión.

    Las frases proverbiales representan una especie de cajón de sastre donde se recoge todo aquello que no se deja encasillar fácilmente como locuciones o refranes. Las frases proverbiales pueden confundirse a menudo con los refranes, sobre todo con aquellos que constituyen una oración simple. Para Casares los refranes se diferencian de las frases proverbiales porque expresan una verdad universal y constituyen oraciones completas e independientes que ponen en relación por lo menos dos ideas y que se caracterizan por su artificiosidad (rima, aliteración, paralelismo) y cuidada elaboración (ejemplo: Ojos que no ven, corazón que no siente).

    En relación con los refranes, distingue a su vez los dialogismos o muletillas que se han unido permanentemente a ciertas frases, como aparece en este ejemplo: ¡No es nada lo del ojo! ¡Y lo llevaba en la mano!

    Dentro de las frases proverbiales Casares incluye expresiones o fórmulas rutinarias como Que te crees tu eso, A ver si va a poder ser, No hay derecho, y que denomina timos, es decir, expresiones de vida efímera que gozan del favor de los hablantes durante un período breve de tiempo terminando por desaparecer, aunque no siempre desaparecen, pasando a ser algunas de ellas algo más que timos o fórmulas rutinarias.

  • 18

    Según Casares solo las locuciones y las frases proverbiales deben aparecer en el diccionario, mientras que los refranes no deberían ser admitidos; por lo que respecta a las locuciones, Casares afirma que el lexicógrafo debería tomar en consideración la clasificación de estas unidades según su categoría gramatical: locuciones nominales (loc. nom.); locuciones adjetivas (loc. adj.); locuciones verbales (loc. verb.); locuciones exclamativas (loc. excl.); locuciones preposicionales (loc. prep.); además de las locuciones adverbiales (loc. adv.) y conjuntivas (loc. conj.) ya utilizadas en el diccionario y de las participiales y pronominales que, debido a su escaso contenido, podrían indicarse simplemente con loc. A partir de la decimonovena edición del DRAE se adoptarán los criterios lexicográficos de Casares, quedando excluidos los refranes de los diccionarios generales, y a partir de su aceptación en la Academia se reflejará también en las otras obras lexicográficas.

    1.4.2. E. Coseriu

    La aportación más importante de Coseriu (1981: 297-302) a la fraseología es la conocida distinción entre técnica libre del discurso y discurso repetido: por un lado, la técnica libre del discurso abarca las unidades léxicas y gramaticales (lexemas, categoremas, morfemas) y las reglas para su modificación y combinación en la oración; por otro, el discurso repetido incluye todo lo que tradicionalmente está fijado como expresión, giro, modismo, frase o locución, y cuyos elementos constitutivos no son reemplazables o re-combinables según las reglas actuales de la lengua.

    Coseriu atribuyó características identificativas a las unidades del discurso repetido:

    a) Son textos o fragmentos de texto que se reproducen en el habla.

    b) Pueden presentar elementos incomprensibles fuera de la expresión.

  • 19

    c) Para su construcción se pueden utilizar reglas gramaticales no vigentes.

    d) Pueden pertenecer a otra lengua histórica, como por ejemplo la locución latina ad latere.

    e) Algunas de sus partes pueden adaptarse según las necesidades del discurso.

    Además, Coseriu subdivide las unidades del discurso repetido en tres tipos según el nivel estructural de las unidades a las que equivalen o con las cuales conmutan:

    f) Las unidades que equivalen a textos y oraciones, a las cuales el autor denomina “textemas” o “frasemas” (por ejemplo: Cada palo aguante su vela). En esta categoría se incluyen los refranes, los dichos, las sentencias, las frases metafóricas, los proverbios, las citas de autores conocidos e, incluso, fragmentos literarios, poemas y oraciones religiosas. Para Coseriu el estudio de estas unidades es competencia de la teoría literaria y, por eso, no deberían estar incluidas en los diccionarios, ya que quedan fuera del ámbito lexicográfico.

    g) Para Coseriu las unidades equivalentes y conmutables por sintagmas y combinables en la oración denominadas “sintagmas estereotipados” (en este caso el autor no proporciona ejemplos en español) tampoco forman parte de los estudios lexicográficos, sino que corresponden a la sintagmática.

    h) Las unidades equivalentes y conmutables por palabras y que se combinan dentro de la oración, que reciben el nombre de “perífrasis léxicas”, como no dar abasto, a boca de jarro, hacer hincapié. El estudio de este tipo de unidades sí entra en el ámbito de la lexicología.

    Para Corpas Pastor la clasificación de Coseriu es rudimentaria y poco rigurosa esencialmente por tres razones:

    a) En primer lugar porque no utiliza criterios de clasificación propiamente dichos.

  • 20

    b) En segundo lugar porque incluye dentro del primer grupo unidades que no pertecenen al campo de estudio de la fraseología, como en el caso de las oraciones religiosas y de los fragmentos literarios.

    c) En último lugar porque no proporciona unos límites bien definidos para diferenciar los sintagmas estereotipados de las perífrasis léxicas.

    No obstante, Corpas admite que los estudios de Coseriu han sido particularmente útiles para la investigación fraseológica española, sobre todo porque hicieron que otros estudiosos prestaran atención a la parcela de mayor fijación y estabilidad de la gramática española.

    1.4.3. A. Zuluaga Ospina

    El autor denomina indistintamente a estas unidades expresiones fijas y unidades fraseológicas, y con ambas se refiere desde las combinaciones que comprenden al menos dos palabras hasta aquellas formadas por oraciones simples o complejas, que se caracterizan por presentar fijación y, en muchos casos, idiomaticidad.

    Según los rasgos de la estructura interna de estas unidades (o sea según la fijación y la idiomaticidad que las caracteriza) por un lado, y según su valor semántico-funcional (es decir las diferentes funciones sintácticas que pueden desempeñar en el discurso, sus posibles combinaciones y oposiciones y el nivel de estructuración gramatical en el que pueden combinarse), por otro, Zuluaga establece una doble clasificación de las unidades fraseológicas. Según su estructura interna, las unidades fraseológicas pueden ser: fijas y no idiomáticas, como dicho y hecho; semi-idiomáticas, como tira y afloja; e idiomáticas, como a ojos vistas. Según su valor semántico-funcional, el autor distingue dos grandes grupos de expresiones fijas: las locuciones, que son aquellas que necesitan de otros elementos para poder constituir un enunciado, y los enunciados fraseológicos, expresiones fijas que constituyen por sí mismas enunciados completos.

  • 21

    En el caso de las locuciones, al igual que Casares, Zuluaga distingue entre aquellas que desempeñan exclusivamente una función gramatical y las que tienen un valor semántico pleno.

    Efectivamente, la clasificación de las locuciones de Zuluaga presenta muchas similitudes con la efectuada por Casares. La diferencia fundamental reside en incluir, dentro de las locuciones equivalentes a unidades gramaticales, las locuciones elativas, que funcionan como instrumentos relacionales que intensifican y elativizan lexemas (por ejemplo la locución como un cosaco, o sea mucho, puede elativizar al verbo beber).

    Además, por lo que respecta a las locuciones equivalentes a unidades léxicas, Zuluaga distingue cuatro tipos:

    a) Las nominales, como cabeza de turco.

    b) Las adnominales, como de pelo en pecho.

    c) Las verbales, como dar calabazas.

    d) Las adverbiales, como con pelos y señales.

    Por último, a diferencia de Casares, según Zuluaga no hay que distinguir entre locuciones participiales y locuciones adnominales, sino que hay que incluir las primeras dentro de las segundas; a su vez, las locuciones pronominales dejan de ser un grupo aparte asimilándose al tipo de locución al cual pertenezcan según su significado categorial; mientras que las locuciones exclamativas pasan a formar parte de los enunciados fraseológicos.

    En cuanto a los enunciados fraseológicos, Zuluaga realiza varias clasificaciones y la más interesante es la que tiene en consideración su relación con el contexto:

    d) Enunciados fraseológicos funcionalmente libres, que son considerados textos.

    e) Enunciados fraseológicos contextualmente marcados, que dependen del contexto lingüístico o pragmático para poder funcionar.

  • 22

    Del primer grupo forman parte los refranes (Un clavo saca otro clavo) y los enunciados fraseológicos interjectivos (¡La órdiga!), que equivalen a las locuciones exclamativas de Casares; en cambio al segundo grupo pertenecen los dichos y frases hechas (Aquí fue Troya), los clichés (Cómo no) las unidades (del tipo Érase una vez) y las fórmulas de fijación pragmática (del tipo Buenos días –fórmula de saludo‒).

    Según Corpas se trata de una clasificación muy elaborada desde el punto de vista metodológico, sin embargo la autora subraya, al igual que Casares, que no se debe incluir en este grupo el de las colocaciones.

    1.4.4. Z. Carneado Moré y A. M. Tristá Pérez

    Muy interesantes son los estudios de Carneado Moré y Tristá Pérez a lo largo de los ochenta, influenciadas por las teorías fraseológicas soviéticas. Carneado Moré toma como punto de partida para su estudio los fraseologismos analizados en los diccionarios cubanos y realiza una clasificación de las UFS a partir de los modelos rusos, sin olvidar los postulados de Casares. Desde este punto de partida, y considerando el grado de motivación y la estructura gramatical de los fraseologismos, la autora establece la siguiente distinción:

    f) Adherencias: unidades completamente inmotivadas y que cumplen funciones oracionales, como perder la chaveta (“volverse loco”).

    g) Unidades: que tienen un carácter relativamente motivado, como buscar la boca (“provocar, buscar pelea”).

    h) Combinaciones: varias palabras entre las cuales una de ellas adquiere una determinada significación en virtud de su relación con las demás, como en reinar el silencio.

    i) Expresiones fraseológicas: refranes, proverbios, clichés y otras combinaciones predicativas de palabra y oraciones, como Chivo que rompe tambor con su pellejo

  • 23

    paga (“cada uno debe ser responsable de sus actos y obrar en consecuencia”).

    La autora presta una especial atención a las adherencias y a las unidades y las clasifica según sus rasgos léxico-gramaticales, distinguiendo entre: fraseologismos verbales (pasar a mejor vida); reflexivos (agarrarse a un clavo ardiendo); prepositivos (hacérsele a alguien la boca agua); con el participio hecho/a (hecho polvo); conjuntivos (nadar y guardar la ropa); con los pronombres la/las (diñarla); nominales (luna de miel); adjetivos (de marca mayor); y adverbiales (a horcajadas).

    Tristá Pérez mantiene la clasificación de Casares (locuciones, frases proverbiales y refranes), pero amplía la parte de las locuciones distinguiendo dos tipos fundamentales según su estructura interna:

    a) Fraseologismos cuya estructura interna lleva un “indicador mínimo” o un “elemento identificador” que indica su condición de UF y que puede ser de carácter semántico o léxico. Si el indicador es de carácter semántico, estos fraseologismos incluyen aquellas unidades que se basan en una imagen inconguente (jarabe de pico); en cambio, si el indicador es de carácter léxico, incluyen las unidades formadas por palabras en desuso fuera de la UF (hacer el paripé), elementos onomatopéyicos (estar en un tris), préstamos (el dolce far niente) y arcaísmos (a pies juntillas).

    b) Fraseologismos que no presentan ningún elemento identificador, sino que son correlaciones homonímicas de una combinación libre que tienen un significado metafórico fijo, que se deduce parcialmente del de sus elementos constitutivos, por ejemplo: pisarle a alguien los talones y tender la mano.

    1.4.5. L. Ruiz Gurillo

    En su libro Aspectos de fraseología teórica española (1997: 73-83) Ruiz Gurillo trata de mostrar el carácter de los

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    fenómenos fraseológicos, que según la autora constituyen una categoría gradual entre el lexema y el sintagma; sus propiedades y rasgos se manifiestan en diversos grados. Ello demuestra el carácter no discreto de aquellas unidades que denomina combinaciones fijas de palabras y hace imposible una clasificación de los varios grupos que pertenecen a la fraseología. De hecho, según ella, entre estos grupos no hay un límite sino una continua interrelación. Ruiz Gurillo se refiere con la denominación unidades prototípicas a las unidades fraseológicas por excelencia, o sea las que poseen las propiedades de fijación e idiomaticidad en su nivel más alto. Asimismo establece su prototipo fraseológico a partir de una concepción estrecha de la fraseología, que abarca fundamentalmente locuciones, frases proverbiales y unidades sintagmáticas.

    Su clasificación no discreta de las UFS incluye, a grandes rasgos, las siguientes categorías:

    j) Los sintagmas nominales fraseológicos, representados por unidades como mesa electoral, agua de borrajas o talón de Aquiles, que son aquellos que presentan algún grado de fijación y, a veces, de idiomaticidad, así como ciertos rasgos que llevan a considerarlos como UFS.

    k) Los sintagmas verbales fraseológicos están representados por unidades como ser un lince, cortar el bacalao, soltar la mosca o salir de naja. Algunos de ellos pueden ser considerados como unidades prototípicas de la fraseología porque manifiestan rasgos de fijación e idiomaticidad; otros, en cambio, se caracterizan por tener grados de fijación escasos e idiomaticidad nula.

    l) Los sintagmas prepositivos fraseológicos, representados por unidades como en concreto, a flor de piel o a trancas y barrancas.

    1.4.6. G. Corpas Pastor

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    Para Corpas las clasificaciones de los autores comentados hasta ahora son incompletas y esquemáticas: por un lado, porque ninguna de ellas utiliza criterios claros para establecer una taxonomía razonada de las UFS del español; por otro, porque ninguno de estos criterios

    4 es suficiente para elaborar una

    clasificación global del sistema fraseológico español.

    En su propuesta de clasificación la autora parte de una concepción amplia de la fraseología, que engloba todas las combinaciones que están formadas por al menos dos palabras y cuyo límite superior se sitúa en la oración compuesta. Están caracterizadas por una alta frecuencia de aparición en la lengua y de coaparición de sus elementos integrantes y por la institucionalización, la estabilidad, la idiomaticidad y la variación.

    Corpas sugiere la utilización de dos criterios, el del enunciado, según el cual se establecen dos grupos de unidades fraseológicas, o sea aquellas unidades que no constituyen enunciandos completos y aquellas que sí los constituyen, y el de fijación en la norma, en el sistema o en el habla. Y, además, a partir de la combinación de estos criterios propone un primer nivel de clasificación de las UFS en tres esferas

    5:

    a) La primera estaría formada por las unidades fijadas en la norma, o sea por los sintagmas libres que debido al uso han adquirido un cierto grado de fijación, e incluye las llamadas colocaciones.

    b) La segunda esfera incluiría las locuciones, es decir unidades fijadas en el sistema. Estas dos primeras esferas agruparían UFS que no constituyen enunciados ni actos de

    4 Elemento oracional u oración completa; fijación en el sistema, en la norma

    o en el habla; fragmento de enunciado o enunciado completo; restricción

    combinatoria limitada o total; grado de motivación semántica. 5 Corpas especifica que las UFS presentan una gran flexibilidad, y por ello

    las unidades de una esfera determinada pueden evolucionar hasta

    convertirse en unidades pertenecientes a otra esfera; además, es posible que

    unidades de una misma esfera sean susceptibles de pertenecer a varios

    subtipos a la vez dentro de estas.

  • 26

    habla completos, sino que equivalen a sintagmas y necesitan combinarse con otros signos lingüísticos.

    m) En la tercera esfera se encontrarían las unidades que constituyen enunciados por sí mismos, que están fijados en el habla y que forman parte del acervo socio-cultural de la comunidad hablante y se denominan enunciados fraseológicos.

    Cada una de estas esferas admite un segundo nivel de clasificación a partir de una serie de criterios adicionales.

    En cuanto a las colocaciones dichos criterios adicionales son: la categoría gramatical, la relación sintáctica y semántica existente entre la base y el colocativo. La autora distingue entre las siguientes categorías:

    a) verbo + sustantivo (sujeto): estallar una guerra, ladrar un perro, declararse una epidemia;

    c) verbo + [preposición +] sustantivo (objeto): entablar amistad, tener repercusión, poner a prueba;

    d) sustantivo + adjetivo/sustantivo: odio mortal, ignorancia supina, viaje relámpago;

    e) sustantivo + preposición + sustantivo: un diente de ajo, un ciclo de conferencias;

    f) verbo + adverbio: desear fervientemente, felicitar efusivamente;

    g) adjetivo + adverbio: rematadamente loco, relacionado estrechamente.

    Por lo que respecta a las locuciones, los criterios considerados por la autora son el de la funcionalidad y su equivalencia con los distintos sintagmas oracionales. Al igual que Casares, Corpas establece una distinción entre: locuciones nominales; locuciones adjetivas; locuciones adverbiales; locuciones verbales; locuciones prepositivas; locuciones conjuntivas; y locuciones clausales.

  • 27

    Por último, subdivide los enunciados fraseológicos en dos grupos: las paremias y las fórmulas rutinarias. Las diferencias fundamentales entre estos dos grupos son:

    1. La autonomía textual, que caracteriza las paremias frente a la dependencia situacional de las fórmulas.

    2. El significado referencial de las paremias frente al social, expresivo o discursivo de las fórmulas (punto de vista semántico).

    3. Las paremias, a su vez, comprenden varios grupos:

    a) Los enunciados de valor específico, que no poseen valor de verdad, independientemente de la situación a la cual se aplican (las paredes oyen, haber moros en la costa).

    b) Las citas, que tienen origen conocido ya que proceden de textos escritos o de fragmentos hablados de un personaje real o ficticio (Calderón).

    c) Refranes, de origen desconocido (de tal palo, tal astilla; sólo se vive una vez).

    También las fórmulas rutinarias están divididas en algunos subgrupos, o sea el de las fórmulas discursivas, cuya función es la de organizar el discurso, y el de las fórmulas psicosociales, que facilitan el desarrollo normal de la interacción social o permiten expresar el estado mental y los sentimientos de los hablantes. Estas comprenden, a su vez, ulteriores subdivisiones, según las funciones pragmático-discursivas que ejercen.

    Las fórmulas discursivas incluyen:

    a) Fórmulas de apertura y cierre (a ver, hasta luego).

    b) Fórmulas de transición (a eso voy).

    Las fórmulas psicosociales comprenden:

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    a) Fórmulas expresivas que pueden ser de disculpa (con perdón); de consentimiento (y tanto); de recusación (ni hablar); de agradecimiento (muchas gracias); de réplica (de nada); de desear suerte (feliz navidad); de solidaridad (¡qué se le va a hacer!); de insolidaridad (¡allá tú!);

    b) Fórmulas comisivas de promesa y amenaza, que implican al hablante en un hecho futuro (ya ajustaremos cuentas).

    c) Fórmulas directivas, de exhortación (¿te ha comido la lengua el gato?), de información (¿qué mosca te ha picado?), de ánimo (no es para tanto).

    d) Fórmulas asertivas, de aseveración (lo que yo te diga) o emocionales (¡no te fastidia!).

    e) Fórmulas rituales, de saludo (buenos días) o de despedida (hasta la vista).

    f) Miscelánea, o sea aquellas fórmulas para las cuales no existe un verbo performativo que recoja su valor ilocutivo (al agua patos, pelillos a la mar).

    2. Las locuciones: introducción

    Según se desprende de la propuesta de clasificación por esferas de Corpas, las locuciones forman parte de la segunda esfera y se pueden definir como unidades fraseológicas del sistema de la lengua que no constituyen enunciados completos y que suelen funcionar como elementos oracionales. Hemos visto también que otros autores como Casares, Zuluaga Ospina y Tristá Pérez han incluido las locuciones en su clasificación de las UFS. Al igual que las UFS en general, las locuciones están caracterizadas esencialmente por dos rasgos, es decir la fijación y la idiomaticidad, aunque como subraya Ruiz Gurillo, la manifestación de estas propiedades es una cuestión de grado.

    2.1. Cuestión terminológica y diferenciación

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    A la hora de identificar las locuciones, Corpas hace hincapié en la necesidad de hacer frente a dos cuestiones:

    El problema terminológico, ya que las locuciones se reconocen también con otros nombres como frases hechas y modismos; establecer y definir las características que las diferencian frente a otros tipos de estructuras. La denominación frase hecha parece ser demasiado vaga e inexacta, puesto que no marca unos límites claros. De hecho, Corpas nos dice que el término modismo fue rechazado por Casares hace más de cincuenta años y que para explicar sus razones este autor se centra tanto en la definición como en las características del modismo. Casares nos dice que el DRAE (1992) define el modismo como “el modo particular de hablar propio y privativo de una lengua, que se suele apartar en algo de las reglas generales de la gramática”, o sea que se trata de expresiones propias de cada lengua, que fuera de esta no tienen sentido. Asimismo, el autor afirma que el modismo se caracteriza por la anomalía gramatical

    6, la intraducibilidad y la inalterabilidad de sus

    elemento7. Por tanto, el concepto del término modismo es

    mucho más amplio que el que el autor atribuye a la locución. Por último, para Casares el término modismo no abarca a todas las locuciones, por ejemplo excluye las denominativas.

    Por lo que atañe a la diferenciación de las locuciones con respecto a otras estructuras, aunque dichas unidades presentan muchos puntos de contacto con las combinaciones libres de palabras, las locuciones se distinguen de aquellas por la cohesión semántica y morfosintáctica. Para saber si se trata de una locución o de una combinación libre de palabras, Corpas Pastor propone someter una combinación de palabras a una 6 Según Casares, a diferencia de la locución, que está gramaticalizada, el

    modismo conserva su carácter metafórico o alusivo. Por ello se trata de

    categorías que a veces se superponen, o sea que son de distinto nivel. 7 Para Ruiz Gurillo, el nombre modismo resulta ambiguo porque, aunque en

    general la tradición gramatical lo usa para aludir a las combinaciones que

    presentan algún tipo de anomalía, por ejemplo léxica o gramatical, otros

    lingüistas lo emplean para referirse a las combinaciones que también se

    acotan con la denominación de locución.

  • 30

    serie de pruebas. Una primera prueba podría ser la sustitución de un componente por su sinónimo, hipónimo o hiperónimo, como en el caso de mírame y no me toques, frente a obsérvame y no me toques*. Otra prueba propuesta por la autora es la supresión de uno de los constituyentes, comprobando, al mismo tiempo, si el resultado de dicha operación es gramaticalmente correcto, como en el caso de matar pájaros de un tiro*, en vez de matar dos pájaros de un tiro. En tercer lugar, tendría que comprobarse si es posible cambiar el orden de sus elementos: dar liebre por gato*, frente a dar gato por liebre, o hacerle sufrir a la combinación de palabras una transformación gramatical, como el borracho estiró la pata, transformada en pasiva la pata fue estirada por el borracho*. Para la autora, si en cualquiera de estas pruebas de sustitución, eliminación o transformación, la combinación de palabras sigue siendo correcta y posible gramaticalmente, aunque se haya perdido la cohesión semántica se tratará de una locución y no de una combinación libre de palabras.

    La diferenciación de las locuciones frente a las palabras compuestas resulta más complicada. A este respecto Corpas señala la existencia de dos perspectivas: una visión general, según la cual las locuciones son un tipo más de compuestos; y otra visión más específica, que establece unos límites entre las dos categorías. Debido a la falta de criterios adecuados para deslindar ambos fenómenos, la autora prefiere llamar compuestos a todas aquellas unidades léxicas formadas por la unión gráfica de dos o más bases, y locuciones a aquellas unidades que, presentando un grado semejante de cohesión interna, no muestran unión ortográfica.

    2.2. Características morfosintácticas y semánticas de las locuciones

    Los rasgos morfosintácticos característicos de las UFS en general se extienden a las locuciones y se manifiestan en:

    a) La imposibilidad de sustitución de un componente por otro, por ejemplo en la locución echar una mano no se puede

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    sustituir el sustantivo mano por otro, por ejemplo convirtiendo la frase en arrimar una mano; tampoco es posible suprimir uno de los componentes.

    b) La imposibilidad de eliminar vocablos constituyentes, en la locución tener buena prensa no se puede eliminar el adjetivo quedando tener prensa.

    c) La imposibilidad de insertar entre los componentes ningún vocablo, así por ejemplo no se puede cambiar la locución dar largas por dar las largas.

    d) la imposibilidad de modificar el orden de las palabras, por ejemplo no se puede transformar la locución no tener arte ni parte en no tener parte ni arte.

    Los componentes individuales de las locuciones pueden presentar relaciones de sinonimia o antonimia. La sinonimia, entre estos componentes, puede existir dentro de una locución o puede ser representada por distintas variantes. A título de ejemplo piénsese en los casos de colgar/ahorcar los hábitos. El ejemplo de antonimia entre los componentes puede ser la locución llevar y traer.

    En cuanto a sus rasgos semánticos, las locuciones pueden tener significados denotativos o connotativos. El significado denotativo, a su vez, puede ser de dos tipos: literal y traslaticio o idiomático. En el primer caso se suele deducir el significado de la locución de sus elementos constitutivos, que son perfectamente reconocibles, p.ej. salir de dudas. En el segundo caso, en cambio, no es posible. La idiomaticidad es parcial cuando solo algún elemento presenta el significado idiomático, p.ej. costar un riñon; y es total por ejemplo en el caso de tomar las de Villadiego. Algunas locuciones traslaticias están relacionadas con ciertos hechos históricos, aspectos culturales, citas y anécdotas de todo tipo, como en atar los perros con longaniza.

    El significado de algunas locuciones idiomáticas procede de un cambio semántico que tiene diversa motivación. A este respecto, los recursos expresivos más utilizados son la

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    metáfora y la metonimia (echar una mano); y también la comparación, la sinécdoque, el eufemismo y la hipérbole.

    Con respecto a su significado connotativo, las locuciones pueden presentar varios tipos de connotaciones. Corpas Pastor destaca las siguientes (1996: 116-118):

    a) Connotaciones estilísticas: están relacionadas con la pertenencia de las locuciones a un determinado registro o muestran el nivel de estilo o la situación discursiva en la que se usa una locución (fumar la pipa);

    b) Connotaciones geográfico-sociales: indican las diferencias existentes entre los dialectos de una misma lengua, en distintos lugares y grupos sociales, por ejemplo haber gato en jaba, usual en Cuba, y equivalente a la locución española haber gato encerrado.

    c) Connotaciones histórico-culturales: son las locuciones que están motivadas por acontecimientos históricos, aspectos culturales, citas, anécdotas;

    d) connotaciones expresivas: manifiestan el enfoque emocional del hablante y pueden tener carácter despectivo, descortés y ofensivo, eufemístico, humorístico o jocoso, positivo o apreciativo, como ojos de sapo.

    2.3. Clasificación de las locuciones

    2.3.1. Locuciones nominales

    Las locuciones nominales pueden desempeñar las mismas funciones que el sustantivo, es decir la función de sujeto, objeto directo o indirecto o de suplemento. No obstante, hay también algunas locuciones que se especializan en una función específica, lo cual significa que con un determinado verbo poseen preferentemente una de estas funciones.

    Las locuciones nominales se subdividen según el patrón sintáctico que representan en:

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    e) sustantivo + adjetivo: la sopa boba, un golpe bajo;

    f) sustantivo + preposición + sustantivo: cortina de humo, paño de lágrimas;

    g) dos sustantivos unidos por la conjunción y: la flor y nata, tira y afloja.

    h) Existen también locuciones nominales con una estructura anómala (la de Dios) o bien presentan otras formas difíciles de sistematizar (el que mas y el que menos, uno que otro).

    2.3.2. Locuciones adjetivas

    Las locuciones adjetivas desempeñan las mismas funciones oracionales que el adjetivo, es decir la función de atributo o de predicado.

    Corpas Pastor distingue las siguientes estructuras:

    - adjetivo/participio + preposición + sustantivo: listo de manos;

    - dos adjetivos unidos por la conjunción y: sano y salvo;

    - preposición y su término correspondiente: de armas tomar.

    Dentro de las locuciones adjetivas se incluyen muchas de las comparaciones que se construyen con el adverbio como o más... que: blanco como la pared, más fuerte que un toro. Pueden presentar asimismo la forma de un sintagma prepositivo, como en baja estofa, muy señor mío y de padre.

    2.3.3. Locuciones adverbiales

    Se trata de UFS de distinta estructura, de la que forma parte en la mayoría de los casos un sintagma prepositivo.

    Las estructuras típicas son las siguientes:

    - sintagmas prepositivos a la vez: con pelos y señales;

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    - sintagma con el núcleo formado por un adverbio: aquí mismo, más y más;

    - sintagmas sustantivos: boca con boca; - sintagma adjetivo: largo y tendido;

    Desde el punto de vista sintáctico modifican a un verbo, a un adjetivo o a otro adverbio, aunque a veces pueden modificar a toda la frase y pueden cumplir la función del complemento circunstancial y algunas de ellas pueden aparecer también como sujetos y objetos.

    2.3.4. Locuciones verbales

    Las locuciones verbales están constituidas por un núcleo verbal acompañado de complementos. Desde el punto de vista sintáctico expresan procesos y actúan como los predicados, con o sin complementos.

    Según G. Corpas Pastor presentan una gran diversidad morfosintáctica y engloban los siguientes compuestos:

    - dos verbos + conjunción (pueden llevar también complementos) ir y venir, dar y tomar;

    - verbo + pronombre: apañárselas; - verbo, pronombre + partícula: tomarla con; - verbo + partícula asociada a este: dar de sí; - verbo copulativo + atributo: ser el vivo retrato de

    alguien; - verbo + complemento circunstancial: dormir como un

    tronco; - verbo + suplemento: oler a cuerno quemado; - verbo + objeto directo con complemento opcional:

    costar un ojo de la cara;

    Gran parte de estas locuciones presenta fijación fraseológica en negativo: no tener dos dedos de frente.

    2.3.5. Locuciones prepositivas

  • 35

    Las locuciones prepositivas muestran las mismas funciones que las preposiciones simples y están formadas por un adverbio (o sustantivo adverbializado) seguido de una preposición, o bien por un sustantivo (o dos coordinados) seguido de una preposición, p.ej. gracias a, en lugar de.

    2.3.6. Locuciones conjuntivas

    Las locuciones conjuntivas tienen un estatus bastante dudoso en el ámbito de la fraseología en general; sin embargo, G. Corpas afirma que su reconocimiento se basa en las clasificaciones de Casares y Zuluaga. Además, la autora habla de dos tipos de locuciones: las que tienen una función coordinante, como ora... ora, ya... ya, más que, y las que tienen una función subordinante, como con tal de que, por... que, aun cuando, a fin de cuentas.

    2.3.7. Locuciones clausales

    Las locuciones clausales se caracterizan por contener un sujeto y un predicado, aunque no constituyen oraciones completas ni actúan como elementos oracionales. Se distinguen dos tipos: las unidades cuya única casilla vacía corresponde al objeto o al complemento de la expresión, como: hacérsele a alguien la boca agua, subírsele a alguien la sangre a la cabeza; y las formadas por cláusulas enteras, sin independencia textual, que funcionan como elementos oracionales, por ejemplo como Dios le da a alguien a entender.

    2.3.8. Locuciones verbales

    Las locucciones verbales están constituidas por una determinada combinación de palabras que es fija, poseen un significado unitario y funcionan como un verbo en una oración. Además, según se ha observado en los párrafos anteriores, las locuciones verbales presentan los mismos rasgos que todas las

  • 36

    locuciones y, al igual que las UFS en general, están caracterizadas por la fijación y la idiomaticidad.

    2.3.8.1. La forma de las locuciones verbales

    La forma fija es la característica más importante de las locuciones, y con esto se entiende que, a excepción del verbo, los demás elementos de la locución no pueden modificarse, ni ser sustituidos por otras categorías de palabras. En cambio, el verbo que forma parte de la locución varía según la persona, el número, el tiempo y el modo de la oración. A pesar de ello, la fijación de las locuciones no es absoluta, ya que es posible encontrar locuciones que tienen dos o más formas, en las cuales es posible sustituir una de las palabras que las constituyen o introducir otra palabra entre los elementos de la locución

    8.

    Además, las locuciones suelen presentar los siguientes rasgos:

    En primer lugar, un grupo muy amplio de locuciones se conjuga con los pronombres reflexivos me, te, se, nos, os, se; la forma infinitiva de estas locuciones aparece con el pronombre se, p.ej. rasgarse las vestiduras.

    En segundo lugar, otro grupo de locuciones verbales, además de exigir los pronombres anteriores, se forman con otros pronombres, como es evidente en los siguientes ejemplos: apañarselas; arreglárselas; cargárselas.

    En tercer lugar, existen locuciones verbales que están formadas por pronombres posesivos que cambian su forma según la persona y el número del sujeto de la oración, como ocurre en estar en su mano y poner en su sitio.

    Por último, existen locuciones verbales que se presentan exlusivamente en forma negativa, o sea que se construyen siempre con no, como en la expresión no dejar algo de la

    8 Por ejemplo, es posible encontrar locuciones verbales que admiten

    adverbios como bastante, mucho o muy o adjetivos como demasiado o

    mucho.

  • 37

    mano. El elemento no puede ser sustituido por otras palabras que tienen también valor negativo como sin o ni: sin comerlo ni beberlo. Hay que añadir que existen locuciones verbales que se usan frecuentemente en forma negativa, aunque es posible usarlas también en forma afirmativa, como en el caso de las formas siguientes: andarse por las ramas; calentar la cabeza; caerse los anillos.

    2.3.8.2. La combinación de las locuciones verbales

    Las locuciones verbales, al igual que los verbos, se pueden combinar con el sujeto y con los complementos para formar una oración. Por lo general, el sujeto no va introducido por una preposición, mientras que los complementos pueden llevar una preposición o no llevarla.

    Los diccionarios pueden resultar de gran utilidad, ya que incluyen informaciones acerca de las posibles combinaciones. A este respecto, hay que decir que en los diccionarios los elementos que se combinan con las locuciones verbales suelen estar representados por palabras como alguien, algo, algún modo y, en ocasiones, puede aparecer también una persona, una cosa o uno, como ocurre en el ejemplo de alzarse una persona en armas, donde una persona indica que esta locución debe construirse con un sujeto que corresponde a una palabra referida a una persona.

    2.3.8.3. El significado de las locuciones verbales

    Como apuntamos ya con respecto a las locuciones en general, el significado de las locuciones verbales no se suele corresponder con el significado literal de las palabras que las forman. Hay locuciones cuyo significado es deducible de su forma literal, como en el caso de dar a conocer, que significa “hacer que sea conocida una cosa” o también salir de dudas, cuyo significado es “adquirir certeza absoluta”. Sin embargo, en la mayoría de los casos, existen locuciones con un significado más difícil de entender, como es evidente en las

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    siguientes locuciones: llover sobre mojado, que significa “ocurrir algo que agrava una situación ya desagradable o molesta”; dorar la píldora, es decir “presentar una noticia o hecho desagradable de la mejor manera posible”.

    Desde el punto de vista semántico se manifiestan varios tipos de relaciones entre las locuciones verbales. Muchas locuciones verbales son sinónimas, pensemos en agachar la cabeza/agachar las orejas, apañárselas/arreglárselas, abrir (el) fuego/romper (el) fuego, abrirse camino/abrirse paso. Otras son antónimas: caer bien/caer gordo/mal, abrir la boca/callar la boca. En ocasiones, se pueden encontrar también locuciones polisémicas: abrir los ojos puede significar “conocer las cosas como realmente son”, “mostrar o hacerle ver las cosas como son”; hacer efectivo puede significar: “realizar o ejecutar”, “pagar o cobrar”.

    Muchas locuciones verbales tienen un homófono literal, o sea una combinación libre de palabras que no es fija ni idiomática. Para reconocer una locución de una combinación libre de palabras que se fije en el contexto o en el fragmento en el que aparece. Ejemplos: abrir la puerta, abrir los ojos, enseñar los dientes, jugar con fuego, lavarse las manos, ver la luz.

    Para concluir, ha de comentarse que tales locuciones pueden conformar campos léxicos, o sea que las unidades que expresan una determinada idea se reúnen dentro de un mismo campo semántico. Ejemplos:

    a) Campo conceptual relativo a acciones, estados y procesos propios de una persona como ser vivo: abrir boca, hacer boca, ver la luz.

    b) Campo conceptual relativo a la actividad profesional: abrirse camino; abrirse paso; bailar con la más fea; causar baja; colgar las botas; jugar con dos barajas.

    c) campo conceptual relativo a la atribución de cualidades a una persona: caerse de un/ del guindo; chupar el dedo; llevar la voz cantante; merecer la pena; no tener remedio; romper moldes.

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    d) campo conceptual relativo al conocimiento: abrir/cerrar los ojos; descubrir la pólvora; llegar a sus oídos; salir (a) la luz.

    e) campo conceptual relativo a rechazar o despreciar a una persona o una cosa: bajar los humos; dar con la puerta en las narices; mandar a paseo; no hacer ascos.

    2.3.8.4. El uso de las locuciones verbales

    Cuando se utilizan las locuciones verbales hay que tener en cuenta el registro en que se emplean, lo cual significa que no todas las locuciones se pueden usar en cualquier situación comunicativa. Hay locuciones verbales que son propias de situaciones en las que existe mucha confianza entre los interlocutores. En los diccionarios se marcan como coloquiales, informales o familiares UFS como se acabó la fiesta, tengamos la fiesta en paz, ser un pedazo de pan. En ocasiones, algunas locuciones verbales consideradas informales pueden aparecer en situaciones más formales, p.ej. en los titulares de noticias en la prensa queriendo llamar la atencion del lector: “Rubalcaba: Zapatero cogió el toro por los cuernos”

    9, “Iker Casillas ve los

    toros desde la barrera”10

    .

    3. Los equivalentes de traducción

    Desde una perspectiva lexicográfica, Zgusta (1971: 312) define el equivalente como “a lexical unit of the target language which has the same lexical meaning as the respective lexical unit of the source language”. Si la cuestión de la equivalencia entre unidades léxicas de dos lenguas es compleja y problemática, por confrontarse dos sistemas lingüísticos cuyas estructuras léxicas pueden no corresponderse por tener cada uno fondos culturales diferentes, el problema se agrava en el caso de las unidades fraseológicas al ser estas propias de cada

    9 (lne.es) 11/11/2011

    10 Terra. 18/05/2012

  • 40

    lengua y difícilmente poder hallar un equivalente para todas las traducciones.

    A la hora de definir las unidades fraseológicas en diccionarios bilingües, Rabaovololona (1997: 351-354) destaca tres posibilidades de traducción: 1º la traducción por expresiones equivalentes; 2º la traducción por una palabra, y 3º la traducción por paráfrasis. En este último caso, la traducción es más bien contextual ya que, considerada en su contexto, este influye en la explicación de la locución en cuestión. A pesar de que el español y el italiano sean lenguas cercanas, no resulta siempre fácil encontrar equivalentes de traducción.

    Corpas Pastor planteó la cuestión de la inadecuación de algunas traducciones de las unidades fraseológicas en los diccionarios bilingües. Señala la mayoría de las veces los diccionarios no presentan otra unidad sino una explicación, o la unidad equivalente ofrecida es errónea o inventada.

    Santamaría Pérez (1998: 307), al observar los diccionarios bilingües castellano-catalán anota la falta de coherencia entre las dos partes de un mismo diccionario. Así, en el diccionario Tabarca, esta autora observa que al limón se traduce por ‘conjuntament, en col·laboració’ en la parte castellano-catalán, pero no se encuentra ninguna referencia a dicha unidad fraseológica en la parte catalán-castellano.

    Más adelante nos ocupamos de las equivalencias en los diccionarios bilingües español-italiano.

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    Rahari