apologia martirio, ciudad de dios
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Uniagustiniana
Pensamiento Agustiniano
Profesor: Martín Bellerose
Estudiante: Walter Albrecht
EL MARTIRIO COMO ARGUMENTO APOLOGÉTICO
EN LA CIUDAD DE DIOS
La Ciudad de Dios es una obra apologética. El cristianismo fue muchas veces atacado, acusado
de diversos delitos como el de ateísmo, el de antropofagia, de incesto, de desprecio de las
divinidades estatales y delito de lesa majestad. En el caso de la Ciudad de Dios, se busca rebatir
una acusación con la cual se culpa al cristianismo de la caída de Roma, al dejar de lado el culto a
los antiguos dioses romanos para dar culto sólo a Jesús. Agustín, por un lado, muestra la falsa
teología y la torpeza de la ética pagana, mientras que por otro lado, explica los criterios que hacen
creíble y veraz la fe de los cristianos. Entre los criterios propuestos encontramos el milagro, la
Resurrección de Jesús, las disensiones entre los herejes y el testimonio de los mártires.
Es este último criterio, el testimonio de los mártires, el que vamos a profundizar aquí. Los
mártires son apreciados por san Agustín, él los consideraba como los ciudadanos más ilustres y
honrados de la ciudad de Dios, los héroes de la Iglesia en cuanto que ellos pelean valerosamente
hasta derramar su sangre contra la impiedad de las potestades y de los tiranos1
La palabra mártir viene del griego s, que significa “testigo”, es decir, aquel que da
testimonio de acontecimientos y de hechos. El mártir cristiano testificará el hecho cristiano, el
hecho de “que Cristo resucitó en carne, y que subió a los cielos con su propia carne”2, por ello,
el mártir muere por testificar un hecho, la Resurrección y la Ascensión, y por atestiguar también
su fe en tales hechos. Y estos mártires son sinceros en su testimonio porque murieron por la
verdad, son veraces porque el Espíritu Santo está con ellos.
Los mártires son testigos, pero para que su testimonio tenga valor apologético, debe cumplir
ciertas condiciones, para que pueda considerarse un milagro moral. Estas características son las
siguientes: La fe, comparando aquí san Agustín la fe en Cristo con la fe en Rómulo, fundador de
Roma, que era tenido como Dios, pues la fe en Rómulo no causó ningún mártir, mientras que la
fe en Cristo sí3; una segunda nota es que para ser mártir se debe dar la vida por Cristo, lo cual ya
no permite que el paganismo u otras religiones tengan mártires, pues no dan la vida por Cristo,
pues esto solo lo hacen los cristianos, pues no basta morir por las ideas propias o por ideales
nobilísimos, sino por Cristo; una tercera característica de los mártires es reflejar las virtudes
divinas (corazones constantes y sufridos, admirable paciencia. Destacada mansedumbre…, a
imitación de Jesús), las cuales garantizan la victoria de los mártires, pues estos no triunfan
resistiendo a las maltratos y vejaciones, sino muriendo afrontando con heroico valor los
tormentos y la muerte cruel como lo hizo su Maestro antes que ellos4. Esas son las características
del testimonio apologético del mártir.
El martirio como argumento apologético tiene en cuenta el número de los mártires y la crueldad
de las penas soportadas por ellos. Por un lado, Agustín afirma que ha habido una multitud de
mártires en toda la tierra, y estos han soportado heroicamente los sufrimientos, y esto es la fuerza
probativa del martirio: el valor moral y la caridad heroica del mártir.
Los mártires eran “atados, encarcelados, azotados, torturados, quemados, descuartizados,
asesinados”5, es decir, eran sometidos a una crueldad inhumana, y aun así los mártires soportaron
todo esto mostrando una postura singular, ejercitando su fe, su causa por Cristo, su constancia, su
admirable paciencia, su mansedumbre y su valor en las circunstancias menos propicias y las más
desfavorables, sin abandonar su convicción de discípulos de Cristo ni aun ante la posibilidad de
perder la vida, testificando de esta forma el hecho cristiano y su fe inquebrantable y heroica en
Jesús y en su doctrina, cosa que jamás hizo pagano alguno en relación a su creencia en alguno de
sus dioses.
De esta forma, el hecho de que un número considerable de personas, en todo el mundo y de todas
clases, en medio de pruebas físicas y morales antes del martirio, de suplicios inmensos dentro del
mismo, y sin intervalo durante tres siglos, ejerciendo virtudes contrarias al ser humano (que
normalmente busca salvar y proteger la vida) y en circunstancias sumamente desfavorables, es un
fenómeno único en el mundo que solo puede presentar la historia de la Iglesia, y que Agustín lo
presenta frente al mundo pagano como un milagro moral, pues solo puede explicarse con la
exuberancia de la gracia divina y no con las leyes que rigen los actos humanos. Y es por esto, que
el martirio cristiano tiene valor probativo de la fe que profesan y del hecho que creen.
El mártir viene a ser el testigo de la verdadera religión, y es por esta causa por la que mueren,
imitando a Cristo martirizado por amor a los hombres para salvarlos, cuando eran enemigos; de
esta forma, los mártires son testigos de Cristo y de su amor por los hombres, dando su vida para
atestiguar la fe en Cristo ante aquellos que lo consideran enemigo, atestiguando por su muerte la
religión verdadera, para que las falsas religiones fueran dejadas de lado.
Pero ante este argumento de san Agustín, debemos ser prudentes, puesto que los fanáticos de
cualquier opinión pueden decidir dar la vida por sus ideas, pero eso no es de suyo prueba y
argumento de veracidad de aquello por lo que se da la vida, como Agustín afirma en relación al
martirio cristiano.
BIBLIOGRAFÍA
FITZGERALD, Allan (Dir.). Diccionario de san Agustín. Monte Carmelo, Burgos, 2001
MADRID, Teodoro. El martirio en san Agustín. En: Augustinus, vol. 51, Madrid, 2006.
Estudios sobre la “Ciudad de Dios”. En: La Ciudad de Dios, vol. CLXVII, Madrid, 1954
1 Cf. La Ciudad de Dios, X, 21
2 Ibíd., XXII, 9
3 Cf., Ibíd., XXII, 6
4 Cf., Ibíd., XXII, 6 y XXII, 9
5 Ibíd,. XXII, 6