aoki. los usos y abusos de la teoría francesa del discurso

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Los Usos y Abusos de la Teoría Francesa del Discurso: Una Lectura Equivocada de Lacan y del Orden Simbólico D.S. Aoki En una comunicación titulada “Los Usos y Abusos de las Teorías Francesas del Discurso Para las Políticas Feministas”, Nancy Fraser reconstruye una “lectura típico- ideal” de Lacan para introducir una polémica: “las feministas no deberían mantener relación alguna con la obra de Lacan” (1992ª: 56, 51). Se equivoca, pero no está sola. Dorothy Leland argumenta que la teoría lacaniana no cumple con los “criterios básicos necesarios para una política psicológica adecuada” (1992:113) y Jane Flax advierte que es “profundamente antifeminista tanto en sus contenidos como en sus consecuencias” (1990ª: 100). Tales ejemplificaciones de la disociación entre el feminismo y la obra de Lacan parecen una suerte de sinécdoques hiperbólicas –aunque tendenciosas- de las relaciones controvertidas entre el feminismo y el psicoanálisis en general. La sinécdoque en que parecería consistir esta última relación, problemática, entre el feminismo y el psicoanálisis en general, haciendo las veces de la relación de aquél con Lacan, es sugerente, porque la proverbial dificultad de este último hace que la crítica que lo toma por objeto esté ineluctablemente ligada a la contingencia

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Los usos y abusos

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Usar y Abusar de la Teora Francesa del Discurso:

Los Usos y Abusos de la Teora Francesa del Discurso: Una Lectura Equivocada de Lacan y del Orden Simblico D.S. Aoki

En una comunicacin titulada Los Usos y Abusos de las Teoras Francesas del Discurso Para las Polticas Feministas, Nancy Fraser reconstruye una lectura tpico-ideal de Lacan para introducir una polmica: las feministas no deberan mantener relacin alguna con la obra de Lacan (1992: 56, 51). Se equivoca, pero no est sola. Dorothy Leland argumenta que la teora lacaniana no cumple con los criterios bsicos necesarios para una poltica psicolgica adecuada (1992:113) y Jane Flax advierte que es profundamente antifeminista tanto en sus contenidos como en sus consecuencias (1990: 100). Tales ejemplificaciones de la disociacin entre el feminismo y la obra de Lacan parecen una suerte de sincdoques hiperblicas aunque tendenciosas- de las relaciones controvertidas entre el feminismo y el psicoanlisis en general. La sincdoqueen que parecera consistir esta ltimarelacin, problemtica, entre el feminismo y el psicoanlisis en general,haciendolas veces de la relacin de aqul con Lacan, es sugerente, porque la proverbial dificultad de este ltimo hace que la crtica que lo toma por objeto est ineluctablemente ligada a la contingencia de las prcticas especficas a travs de las cuales se lo lee. Por consiguiente, la crtica hostila la lectura feminista anglfona tpico-ideal es profundamente sospechosa, ya quecompendia las propiasestructuras psicoanalticas queviene adesmentir.

El Glissement del Orden Simblico/Simbolicista

Fraser comienza planteando un conjunto de criterios, bastante acertados, en funcin de los cuales declara la utilidad de la teora del discurso para las prcticas feministas: aqulla debera articular cuatro momentos de la subjetividad la produccin del sujeto a nivel individual y colectivo (primer y segundo momento), y las polticas intersubjetivas en trminos de hegemona y contra-hegemona (tercero y cuarto) (1992a: 54). Subsumiendo todos estos momentos aparece una insistencia en la pluralidad, a saber, una complejidad social polticamente condicionada que se define a travs de la multiplicidad (la cualidad de ser ms de uno) y de la heterogeneidad (la cualidad de ser diferente). La especificidad histrica y social proyecta esta pluralidad a los ejes diacrnico y sincrnico, en los trminos ms sencillos del cambio a lo largo del tiempo y de la diferencia a travs del espacio cultural. Tal pluralidad as valorizada define negativamente su propia bete noire, concretamente la monoliticidad, una homogeneidad y unificacin en las dimensiones sincrnica y diacrnica. La adecuacin de cualquier teora del discurso, entonces, recae sobre cun efectivamente ella compromete la pluralidad -sincrnica y diacrnica- en la produccin subjetiva y las polticas intersubjetivas; su inadecuacin es correlativa a su monoliticidad. Estos criterios coinciden con los redoblados estndares que postula Leland para una poltica psicolgica adecuada: el reconocimiento de los fundamentos de la opresin internalizada en instituciones y prcticas cultural e histricamente determinadas, y la afirmacin de la posibilidad de que la opresin psicolgica pueda ser trascendida, al menos bajo ciertas condiciones y en alguna medida (1989: 82). Como efecto de su ponderacin de todas estas cuestiones, Fraser declara el fracaso irremediable de la teora lacaniana, porque ella es, segn el neologismo con que lo expresa, profundamente simbolicista (1992a: 57).

Con el trmino simbolicismo, Fraser denota primero, la reificacin homogenizante de las diversas prcticas significantes en un orden simblico monoltico omnipresente y, segundo, la atribucin a tal orden de un poder causal exclusivo e ilimitado para fijar las subjetividades de una vez y para siempre. Desde su punto de vista, dado que Lacan toma su concepcin del lenguaje de Saussure hereda de ste su jerga simbolicista, y luego la aplica a la produccin del sujeto. Fraser evade la inconsistencia de su punto de partida al reformular la famosa arbitrariedad del signo saussureano como una concepcin monoltica del significado (1992a: 57, 56). Ms an, realiza una lectura llanamente reduccionista del modo en que Lacan acoge a Saussure, ya que si bien aqul, efectivamente, hace referencia y adapta la semitica saussuriana, lo hace a travs de la mediacin crtica de Jacobson y de Benveniste, entre otros.En su Fundamentos del Lenguaje (1956), Jakobson teoriza la metfora y la metonimia como los ejes de toda operacin lingstica. Lacan retoma esa formulacin para afirmar que el orden Simblico no es en absoluto monoltico en sus modos de significar. Por el contrario, la metfora, como sustitucin de un trmino por otro, engendra la multiplicidad paradigmtica, del mismo modo en que la metonimia, como encadenamiento de un trmino a otros contiguos, engendra la indeterminacin sintagmtica. Contra lo sostenido por Fraser, ambos tropos prototpicos dan comienzo a precisamente a su tan valorada pluralidad sincrnica. Ms que un orden Simblico tan petrificado que es inconcebible cmo podra ocurrir una innovacin lingstica, el deslizamiento y el movimiento son sus momentos constitutivos (Fraser 1992: 59). Incluso si se considera que el orden Simblico tiene una estructura fija y Lacan niega especficamente una fijeza tal, como se discutir ms adelante- la metfora y la metonimia desbaratan dicha fijeza de sentido, ramificando y haciendo proliferar indefinidamente los significados a travs de esa estructura. Para Lacan, es esta ruptura lingstica la que determina la indeterminacin del sujeto.Consecuentemente, si la lectura de Fraser segn la cual Lacan articula la problemtica freudiana de la construccin de la subjetividad de gnero con el modelo saussuriano de la lingstica estructural puntualizando que Lacan transforma tambin a Saussure- es acertada en trminos generales, hay que aadir que ese mismo acierto socava su argumento ms amplio segn el cual Lacan inmoviliza al sujeto en el orden Simblico (Fraser, 1992: 56). Al hacer converger la lingstica estructuralista con el psicoanlisis, Lacan cartografa los polos jakobsianos constituidos por la metfora y la metonimia sobre los freudianos de la condensacin (Verdichtung) y el desplazamiento (Verschiebung) respectivamente, de modo tal que el discurso y sus tropos desestabilizantes no slo constituyen la consciencia del sujeto hablante sino tambin el inconsciente en s mismo. De ah el aforismo lacaniano segn el cual el inconsciente est estructurado como un lenguaje (Lacan, 1977f: 155-66, 1981: 20, cursivas en el original). Debido a que Lacan efectivamente hace depender la emergencia del sujeto del orden Simblico, la produccin plural del sujeto, en el discurso consciente e inconsciente, no es inmutable, como sostiene Fraser, si no que es puesto en movimiento y en desplazamiento de manera irrevocable. La perturbadora conexin entre la subjetividad y el lenguaje torna ms explcitas las coincidencias entre la teora de lo Simblico de Lacan y el trabajo de Benveniste acerca de los en trminos de Jakobson- shifters. stos son palabras como yo, los cuales designan el sujeto de la enunciacin, pero no lo definen (Lacan, 1977h: 298), puesto que la indicacin del sujeto es radicalmente contingente en las circunstancias de la enunciacin:No existe un concepto Yo que incorpore todos los yoes que son proferidos en cada momento por las bocas de todos los hablantes, en el sentido en que existe el concepto rbol al cual refieren todos los usos individuales de rbol. El Yo, entonces, no denomina ninguna entidad lxica... Estamos en presencia de una clase de palabras, los pronombres personales, que escapan al estatus de todos los dems signos del lenguaje. Entonces, a qu refiere Yo? A algo muy peculiar que es exclusivamente lingstico: Yo refiere al acto de discurso individual en el cual es pronunciado, y de este modo es designado el hablante. Es un trmino que no puede ser identificado excepto en lo que hemos denominado en otro lugar una instancia de discurso y que tiene slo una referencia momentnea. La realidad a la cual refiere es la realidad del discurso... Y as es literalmente cierto que las bases de la subjetividad estn en el ejercicio del lenguaje. (Benveniste, 1971: 226, nfasis en el original).La formulacin de Benveniste tiene por lo menos dos consecuencias crticas. Primero, contrasta especficamente el shifter Yo con el ejemplo saussuriano del rbol como signo; y el shifter, como acto del discurso individual, pertenece no a la langue sino a la parole. De este modo, Benveniste, y Lacan con l, estn ya fuera de la teora saussuriana del lenguaje. Segundo, al interior del supuestamente monoltico orden Simblico, el shifter cambia la posicin del sujeto (Lacan, 1977g: 182-3, 186-7, 1977h: 298-9).Este examen sumario de cmo Lacan se fundamenta en Jakobson y en Benveniste suscita dos objeciones decisivas a Fraser. Primero, la polisemia producida por la metfora, la metonimia y el shifter socava su argumento segn el cual el orden Simblico lacaniano es monoltico. Segundo, ese preciso argumento se sostiene en la forclusin de Jakobson y de Benveniste, y en la consecuente inmersin de sus inflexiones del Simblico lacaniano.Sin embargo, no es sorprendente que Fraser ataque al Simblico lacaniano por su supuesta monoliticidad, ya que la presencia de un Simblico monoltico est en la base de la lectura tpico-ideal que la autora reconstruye. En ese sentido, Deborah Cameron describe el simblico como un orden esttico y monosmico de significados, haciendo corresponder uno-a-uno el significante y el significado (1985: 129); Jane Flax acusa a Lacan de reducir la multiplicidad compleja inherente a toda escritura a una incuestionable unidad natural e inalterable (1990: 92); Judith Butler, en un anlisis que en otros aspectos es convincente e incisivo, escribe que el lenguaje lacaniano estructura el mundo por va de la supresin de la multiplicidad de los significados (que siempre remiten a la multiplicidad libidinal que caracteriza las relaciones primarias con el cuerpo materno) y su reemplazo por significados unvocos y diferenciados (1990: 79). Lo que es sorprendente es que estas escritoras extraigan semejante fijeza de los textos lacanianos que no slo son famosos por su dificultad y volatilidad, sino que su propia complejidad es interpretada de maneras mltiples. Sus detractores lo denigran por oscuro, sus admiradores lo alaban por potico, y Lacan se las arregla para ser ambos simultneamente, como Shoshana Felman lo reconoce al comienzo de los crits:

Una gran cantidad de las pginas que lea parecan incomprensibles, pero al mismo tiempo me afectaron profundamente. La escritura de Lacan es como la de Mallarm una prosa potica, oscura y enigmtica y sin embargo potente y eficaz. (1987: 5)Incluso las ocasiones poco frecuentes en las cuales el texto de Lacan es simple y llano, deja sentado, contra lo sostenido por Fraser y compaa, que el orden Simblico no es en absoluto unvoco o monosmico:...Uno slo tiene que escuchar poesa... Porque al hacerlo queda claro que todo discurso est alineado sobre los varios pentagramas de una partitura.No existe efectivamente ninguna cadena significante que no tenga una total articulacin de los contextos pertinentes, como si estuvieran enganchados a la puntuacin de cada una de sus unidades o pendieran verticalmente de aquel punto. (1977f: 154)

YEl trmino que uso con frecuencia, concretamente, la cadena significante, da una idea aproximada: anillos de un collar que es un anillo en otro collar hecho de anillos. (1977f: 153)

Realizar el retorno lacaniano a Freud, no es la interseccin de la subjetividad con esta polivocidad que se manifiesta como la sobredeterminacin de las imgenes onricas y la imbricacin de los deseos del sueo, lo cual constituye precisamente el aporte ms decisivo de La Interpretacin de los Sueos? Y no contradice el movimiento de esta cadena polvoca del discurso la opinin de Fraser segn la cual Lacan adopta la teora saussuriana en su totalidad, dejndola intacta?Lo que caracteriza a Lacan no es, entonces, una sinopsis fiel de Saussure, sino su inversin plural. En el orden Simblico lacaniano, el significante cobra relevancia sobre el significado, inviertiendo el signo saussuriano. En trminos ms elocuentes, el lazo constitutivo que originalmente une el significante al significado es desbaratado irrevocablemente (Lacan, 1977:149). Esta ruptura del signo, este hueco instalado en el corazn del orden Simblico, contradice la afirmacin de Flaz segn la cual en Lacan el significante es la palabra o el concepto que un tanto arbitrariamente nombra o representa a la cosa (1990: 97). Su interpretacin es una caracterizacin curiosa incluso del signo saussuriano tradicional, el cual como es sabido une, no una cosa y un nombre, sino un concepto y una imagen sonora (Saussure, 1959:66). Comparado con la reduccin a la simple referencia de Flax, se aprecia mejor a Saussure considerando su propio tropo del significante y el significado como dos lados de una hoja de papel. Pero aqu nuevamente, Lacan produce un desplazamiento crtico. El significante lacaniano, ms que fusionarse verticalmente con el significado para constituir el signo, se concatena lateralmente con otros significantes en una cadena que se desliza contnua e interminablemente sobre el significado, en un glissement (Lacan, 1977f: 154). El significado es, por lo tanto, desplazado, no slo espacialmente a travs de los pentagramas de una partitura, sino tambin temporalmente desplazado en el glissement de la cadena significante (Lacan, 1977h: 303; Zizek, 1989: 100-2). Lo Simblico es una frmula... para una cartografa de convenciones que permanece siempre graduable (Wright, 1989: 143). En palabras de Lacan, Lo que revela esta estructura de la cadena significante es mi posibilidad, precisamente en la medida en que tengo en comn este lenguaje con otros sujetos, dicho en otros trminos, en la medida en que ste existe como lenguaje, de usarlo para significar algo totalmente otro de lo que dice (1977f: 155, nfasis en el original).Antes que sustentar un lenguaje monoltico, es precisamente contra la nocin de un orden simblico esttico... que Lacan dirige su ataque (Wilden, 1968b: 230). El orden Simblico se distingue, en consecuencia, no por su fijeza, sino por desplazamientos mltiples; no slo por la mera sincrona, sino por la sincrona y la diacrona; y por lo tanto no por la monoliticidad, sino por la pluralidad.La Polivalencia Polivolente del Orden SimblicoAs, la desacertada caracterizacin de Lacan como el hijo fiel de Saussure, induce errneamente a equipararlo con la preocupacin saussuriana por lo sincrnico. Fraser entiende que el orden Simblico insiste en una condicin ahistrica permanente (1992: 59), mientras que Flax sostiene que es casi imposible identificar histricamente aspectos de las relaciones de dominacin variables y cambiantes una vez que stos son postulados como efectos de la lgica universal del lenguaje (1990: 91). Sin embargo es el propio Lacan el que introduce al orden Simblico en la historia cuando plantea que el significante y el significado estn como intrincados en dos cadenas mutuamente conectadas, pero no cementadas:La primera cadena, la del significante, es la estructura sincrnica de la materialidad lingstica...La segunda cadena, la del significado, es el conjunto diacrnico de los discursos concretamente pronunciados, la cual repercute histricamente sobre la primera, as como la estructura de la primera gobierna el recorrido de la segunda. (1977e: 126, nfasis aadido).Ms especficamente, incluso aunque Fraser sostenga que es inconcebible cmo podra producirse una innovacin lingstica en el orden Simblico (1992: 59), Lacan no tiene dificultad en concebir una innovacin de tal tipo:A travs de los tiempos, en toda la historia de la humanidad, presenciamos progresos a los que estaramos equivocados en considerar como circunvoluciones. stos son los progresos del orden Simblico. Observen la historia de una ciencia como la matemtica. Se estanc durante siglos en problemas que ahora son transparentes para un nio de diez aos... El progreso de la matemtica no es un progreso del poder del pensamiento del ser humano. Se produce el da en que algn hombre piensa en inventar un signo como ste, , o como ste, . En eso consiste la matemtica.La posicin en la que nos encontramos [como psicoanalistas] es diferente, ms difcil. Porque tenemos que vrnosla con un signo en extremo polivalente. Pero slo en la medida en que formulemos exitosamente los smbolos de nuestra accin de una manera adecuada daremos un paso adelante. (1988: 274-5, nfasis aadido)

Si la matemtica, tal vez el principal ejemplo de la lgica universal, resulta ser proteica y en absoluto invariable, entonces el en extremo polivalente lenguaje del Yo debera ser mucho menos monoltico. A la luz de lo anterior, la acusacin tpico-ideal segn la cual el orden Simblico es ahistrico se torna particularmente desconcertante, ya que la exposicin terica de Lacan obviamente proviene del discurso y la sesin psicoanalticos. Cualesquiera sean las reservas y las objeciones que puedan y deban ser esgrimidas legtimamente contra la eficacia (e incluso la eticidad) de la cura por la palabra, seguramente debe reconocerse que est tericamente comprometida con la insistencia de la historia del sujeto. En anlisis, el analizante pone en prctica lo que Anthony Wilden llama rememoracin, la reconstruccin y atravesamiento teraputico de su pasado. (1968: 208). Lo que est en jeugo efectivamente aqu es, literalmente, el recuerdo del pasado, por ejemplo, el modo en que la rememoracin del pasado soporta la posicin enunciativa del sujeto en el presente, cmo transforma el lugar mismo desde el cual habla el sujeto (es hablado) (Zizek, 1992: 33, nfasis en el original). El psicoanlisis, cuya intervencin teraputica en la subjetividad se limita al lenguaje, debe suponer necesariamente tanto la naturaleza polismica del Simblico como la posibilidad de su reinterpretacin a travs del tiempo. Para citar la frase resonante de Joan Copjec, en el orden [Simblico], el pasado no es inmortal (1989: 232, nfasis en el original). Adems, es la teorizacin lacaniana del orden Simblico como convergente con el lenguaje, con la subjetividad y con la intersubjetividad la que confiere eficacia a esta mutabilidad lingstica de descentrar al sujeto. La esencia del abordaje analtico es la transformacin retroactiva de la subjetividad, el nuevo deslizamiento de los shifters Moi y Je. La historicidad consumada que est en el corazn de este abordaje es pasada por alto por el lector tpico-ideal cuando este elide la diacrona del orden Simblico, del mismo modo en que elide su polivalencia sincrnica. Ms precisamente, el desbaratamiento de la monoliticidad que el orden Simblico efecta se da simultneamente en el eje espacial y en el eje temporal. Ms all de la polisemia sincrnica proveniente del legado de Jakobson y Benveniste, existe tanto un movimiento diacrnico al interior del Simblico, cuanto una transformacin diacrnica de ste.

An as, la monoliticidad es tan slo la primera acusacin simbolicista que Fraser dirige al orden Simblico. Tambin hace comparecer a Lacan por conferirle a aquel orden un poder causal exclusivo e ilimitado que determina las subjetividades fijndolas de una vez y para siempre. Su afirmacin segn la cual esta fijacin del sujeto es permanente fue crticamente desautorizada por la mutabilidad e historicidad del orden Simblico.Consideremos, entonces, el otro aspecto de esta segunda acusacin, concretamente, que la fijacin por el Simblico es exclusiva e ilimitada a la vez. Como es su costumbre en Usos y abusos, Fraser no corrobora estas acusaciones con ninguna cita o demostracin, excepto reconocer a Leland por haber demostrado que la determinacin lacaniana del sujeto por por el Simblico es necesaria, invariable e inalterable (1992: 57). Leland, por su parte, se apoya en un pasaje muy citado de El discurso de Roma de Lacan:Los smbolos... envuelven la vida del hombre con una red tan total que, antes de que ste venga al mundo, se juntan aquellos que lo engendrarn en carne y hueso; tan total que aportan a su nacimiento ... la forma de su destino; tan total que le dan las palabras que lo harn fiel o renegado; la ley de los actos que lo seguirn hasta el preciso lugar donde todava no es e incluso ms all de su muerte. (Leland, 1992: 123-4, citing Lacan, 1977d: 68)

Esta cita parece, en efecto, hacer del Simblico el agente de la totalizacin. El problema es que la frase de Lacan no termina donde Leland pone el punto. Antes bien, contina despus de otro punto y coma con:y tan total que a travs de ellos su fin encuentra su sentido en el juicio final en donde el Verbo absuelve su ser o lo condena excepto que alcance la realizacin subjetiva del ser-para-la muerte.

Esta conclusin desbarata la totalizacin que pretende demostrar la cita truncada de Leland; el crucial excepto introduce una posible salida que su versin elidida no admite. Se podra objetar que la oscura realizacin del ser para la muerte separa slo el juicio final, porque el punto y coma que lo precede delimita el alcance del excepto, pero el punto y coma no se encuentra en el original francs. Efectivamente, no existe ningn punto y coma en la frase que escribi Lacan, sino slo comas que conducen hacia el guin y de ese modo hacen que el alcance de la complicada oracin final sea mucho menos definido:Les symboles enveloppent... la vie de lhomme dun rseau si total quils conjoignent avant quil vienne au monde ceux qui vont lengendrer par los et par la chair, quils apportent sa naissance... le dessin de sa destine, quils donnent les mots qui le feront fidle ou renegat, la loi des actes qui le suivront jusque-l meme o il nest pas encore et au-del de sa mort meme, et que par eux sa fin trouve son sens dans le jugement dernier o le verbe absout son etre ou le condamne sauf atteindre la ralisation subjective de letre-pour-la-mort. (1966:279)Suprimir el que alcance la realizacin subjetiva del ser-para-la muerte ciertamente hace que el texto sea ms fcil de leer y de entender, pero, como es habitual en el caso de Lacan, la produccin de una facilidad de lectura debera suscitar una alarma inmediata. Fraser tambin acusa a Lacan de psicologismo, la insostenible concepcin segn la cual los imperativos psicolgicos son autnomos y dictan, independientemente de la cultura y de la historia, los modos en que se los interpreta y se los cumple al interior de estas ltimas (1992a: 57). No obstante la antipata implacable de Lacan hacia la psicologa, existe cierto mrito en las acusaciones de psicologismo que le dirige Fraser, aunque su argumento no puede eludir un alto grado de problematicidad. Estas cuestiones, sin embargo, exceden el campo de este ensayo.

El Glissement (deslizamiento) tiene el sentido de glissement de sense. Segn Lacan, el deslizamiento de la cadena significante es interrumpido por la instalacin de un point de capiton, o punto de anclaje, un punto semejante al botn de un colchn o la interseccin en un acolchado donde hay un almohadillado (capitonnage) de sentido, no respecto de un objeto sino por referencia retroactiva respecto de una funcin simblica (Wilden, 1968b: 273). Sin embargo, Lacan tambin sostiene que el point de capiton es totalmente mtico (en Nancy y Lacoue-Labarthe, 1992:55).

Para una elaboracin ms completa y elegante acerca de Lacan y la historia, ver Brennan (1993) y Copjec (1994).