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Economía y recursos naturales en las órdenes regulares.El caso de los franciscanos en el siglo XIX.
Cristián Leal Pino Universidad del Bío-Bío, Chillán-Chile
I.- Introducción
El tránsito del siglo XVIII al XIX, para los países hispanoamericanos, marca el
paso de una época colonial a una republicana. En dicho paso, encontraremos una serie
de elementos, que en términos generales, dinamizarán la economía y cuyos cambios
más significativos los observaremos durante el siglo XIX.
Pero no sólo la sociedad civil de dicha época vivirá estos cambios, también las
órdenes religiosas deberán resolver una serie de situación de carácter económico a raíz
de las medidas adoptadas por los Borbones, los líderes del proceso revolucionario
independentista y los nuevos gobiernos nacionales. Los cambios ocurridos en la
sociedad, obligarán a los franciscanos de la Santísima Trinidad a buscar nuevas formas
de administrar sus recursos, con la finalidad no sólo de subsistir, sino que también, de
llevar a cabo su proyecto según su Regla.
Uno de los historiales chileno que ha analizado el paso de la economía colonial a
la republicana es Gabriel Salazar1. Nos dice que la economía colonial fue sometida a
una seguidilla incesante de estímulos provenientes todos del mercado mundial. Primero,
desde el siglo XVII, fue la demanda peruana por trigo y harina chilenos, la que,
consistente y más o menos inelástica, se prolongaría hasta comienzos del siglo XX.
Después, fueron los barcos franceses, ingleses y holandeses que, legal o ilegalmente,
comenzaron a llegar en número creciente desde mediados del siglo XVIII hasta
convertirse en una avalancha desde comienzos del siglo XIX2 .
Junto con ello, se rompió el “monopólico y fiscalizado sistema de rutas
mercantiles establecidas por la Corona, abriéndose ahora pasadizos a Europa a través de
Buenos Aires y el Cabo de Hornos”3. También fue posible abrir rutas hacia México,
Filipinas, China y las Indias Orientales sobre el inmenso Océano Pacífico. No obstante
ello, fue hacia mediados del siglo XIX, cuando aparecerían como sendos mercados para
el trigo chileno las áureas y frenéticas California y Australia. Fue así como “el viejo
1 Salazar, Gabriel. Historia de la acumulación capitalista en Chile. Editorial LOM, Santiago, 2003.2 Idem., p. 593 Ibídem.
1
mercado virreinal, sin perder vigencia, fue así rebasado en todas sus fronteras por la
aparición frenética del mercado mundial. Hacia 1870 o 1880, la ya centenaria economía
colonial chilena se hallaba inserta de lleno en el convulsionado mercado capitalista de la
era victoriana”4
El contacto directo de la economía colonial chilena con el mercado mundial
“generó un verdadero “shock comercial, monetario y productivo”. El Cambio de escala
“alteró de manera profunda la economía colonial chilena, en cuanto a posibilidad de
orientarse más tempranamente hacia el capitalismo industrial, no en cuanto a modificar
sus bases tradicionales (primitivas) de desarrollo”5. En definitiva, el “huracán comenzó
con el airecillo fresco que trajeron para el imperio las reformas librecambistas
introducidas por la Corona desde 1778” y las propias autoridades patriotas le van a dar
un “nuevo impulso con las Leyes de Libre Comercio de 1811”6 En apoyo brindado por
O`Higgins y San Martín a los mercaderes ingleses y europeos van a transformar este
airecillo en un verdadero viento formal. Finalmente, “el librecambismo aventó y perforó
todo...terminó por confundir, a mediados del siglo, el interés de lo nacional con el
interés de lo mundial, y si eso permitió la expansión hacia afuera del viejo modo de
producción y acumulación colonial, también permitió la expansión hacia adentro del
capitalismo mundial”7.
Un ejemplo concreto de esta transformación de la económica chilena durante el
siglo XIX, lo constituye el libro de Juan Cáceres sobre el poder rural y la estructura
social de Colchagua, 1760-1860.8. Allí, junto con describir las etapas por las cuales pasó
la economía colchagüina, dejó en claro la dinámica económica que fueron adquiriendo
las haciendas durante el siglo XIX. Nos dice que a medida que avanzaba el siglo fueron
apareciendo “rasgos y dinámicas propiamente capitalista que tiñeron las operaciones
mercantiles. En cada transacción, los principios de la ganancia y de las utilidades se
hallaban presentes, lo que muestra la introducción de una mentalidad nueva, racionalista
y especulativa”9.
Sin duda que estos cambios y dinamismo que adquiriendo la economía chilena
durante el siglo XIX alguna incidencia tuvieron al interior de los conventos, más aún,
4 Idem5 Idem, p. 62.6 Idem. p. 64.7 Ibídem.8 Cáceres, Juan. Poder rural y estructura social, Colchagua, 1760-1860. Serie Monografías Históricas, Nº 17, Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2007.9 Idem., p. 75.
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cuando la Orden franciscana dependía fundamentalmente de la comunidad para poder
subsistir. Para bien o para mal, las épocas de crisis y bonanzas económicas también se
hacían sentir en los conventos. Un estudio que ha analizado el impacto económico que
tuvo para la orden franciscana en América, en el tránsito de la Colonia a la República,
es el de Jorge Troisi10 en la Provincia de la Asunción de Córdoba. Allí señalaba que los
“asuntos económicos incomodaron desde siempre a los franciscanos porque éstos se
mantuvieron fieles a su voto de pobreza en forma mucho más estricta que el resto de las
órdenes... Ningún fraile, ni convento, ni la propia orden podía poseer propiedad
alguna”11, lo cual se constituía en un “problema mayúsculo” para la Orden, pues
necesitaban de un administrador laico, llamado síndico, quien recibía en nombre del
obispado las limosnas de los fieles12.
El impacto de la dinámica económica sobre los franciscanos de la época es
posible observarla desde la administración de los Borbones, quienes instauraron una
serie de medidas que van a afectar a la Orden, como el libre comercio y el cobro de un
subsidio para enfrentar una eventual guerra europea. A ello debemos agregar una
situación que afectó en mayor profundidad la subsistencia de la Orden, como lo fue la
desidia de los fieles por fundar capellanía, principal entrada económica de los
conventos, incluso, los franciscanos de Córdoba, deberán enfrentar judicialmente a su
personal, integrado también por esclavos.
Según Troisi, los franciscanos debieron “constantemente lidiar con laicos y
jerarquía eclesiástica para sostener su actividad”13. es decir, con el síndico, el obispo y la
feligresía para vivir en comunidad y cumplir con su Regla. Por la estricta observancia
del voto de pobreza, los franciscanos tenían que apoyarse completamente en la voluntad
de la comunidad local para sustentarse económicamente. Por ello, necesitaban los
franciscanos en Hispanoamérica, “caminar permanentemente buscando diferentes
fuentes de apoyo económico entre la comunidad”14. Existía ciertamente el riesgo de
perecer, como efectivamente ocurrió con algunas Ordenes religiosas en Córdoba en
tiempos de la autonomía, dejando así el protagonismo al clero secular durante el siglo
10 Troisi, Jorge. “Los franciscanos de la Provincia de Asunción en la transición del período colonial al independiente (1780-1820). En Valentina Ayrolo (compilador). Estudios sobre el clero iberoamericano, entre la Independencia y el Estado-Nación. Editorial de la Universidad de Salta, Argentina, 2006.11 Idem., p. 121-122.12 Ibídem13 Idem., 122.14 Ibídem.
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XIX, así al menos lo muestra Valentina Ayrolo en su libro Funcionarios de Dios y de la
República, clero y política en la experiencia de las autonomías provinciales. 15.
En este contexto histórico y temporal, ¿qué pasó en materia económica en la
Provincia de la Santísima Trinidad de Chile? ¿El librecambismo en qué medida estuvo
presente en la administración del los conventos? ¿Es posible observar algunos rasgos de
una economía especulativa, racional o de capitalismo industrial tal como ocurrió en el
valle de Col chagua durante el siglo XIX? Sin duda que las máximas autoridades
franciscanas de la Provincia de la Santísima Trinidad buscaron nuevas formas de
administración económica, más aún, cuando las condiciones ya no eran las mismas que
en la Colonia, pues no sólo los feligreses comenzaban a cambiar su comportamiento,
sino que los propios religiosos buscaron otras alternativas, como lo fue el secularizarse,
generando con ello nos sólo una disminución en el número de religiosos, también una
importante merma económica, pues se habían constituido, con sus servicios pastorales
en las parroquias del obispado, en una de las principales entradas económicas a la
Provincia. Por ello, la venta de sitios e hijuelas en la ciudad para invertirlas en el medio
rural, será una de las medidas más importantes para subsistir y seguir cumpliendo con
su misión evangelizadora.
Para realizar el análisis, nos hemos centrado en el Convento de la Alameda de
Santiago, principal convento de la Provincia, y basado en las fuentes existentes en el
Archivo Franciscano de Santiago de Chile, como lo son las Cuentas Provinciales y
Expolios (1693-1822), las Actas del Venerable Definitorio (1789-1828) y los Libros de
las Disposiciones, en este caso del Convento de la Alameda de Santiago (1796-1828) y
en el de la Recoleta de Santiago (1806-1837).
II.- La Economía conventual franciscana en tiempos de la Colonia y de la República.
La organización económica que tenían los conventos en Chile, según René
Millar y Carmen Duhart16, no diferían de la que se daba en otros lugares de América
hispana, aunque la pobreza general del Reino hacía menos importantes las sumas que
15 Ayrolo, Valentina. Funcionarios de Dios y de la República, clero y política en la experiencia de las autonomías provinciales. Editorial Biblos, HISTORIA, Buenos Aires, Argentina, 2007. “Ver Segunda Parte, capítulo Nº 1, “La extinción de los regulares y su impacto en la composición del clero de la provincia de Córdoba”, pp. 101-114.16 Millar, René; Duhart, Carmen “La vida en los claustros. Monjas y frailes, disciplinas y devociones”. En Historia de la vida privada en Chile. El Chile tradicional de la conquista a 1840, Editorial Taurus, Santiago, 2007.
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manejaban, las que a veces no alcanzaban para mantener una cada vez más numerosa
comunidad, a pesar de los nada despreciables bienes raíces que habían ido acumulado17.
Estos recursos llegaron a manos de las comunidades religiosas, generalmente, a
través de donaciones hechas por benefactores, quienes a cambio sólo solicitaban misas,
oraciones o un lugar digno donde ser sepultados18, pero también los propios religiosos
aportaban una importante cantidad de dinero para la subsistencia de la comunidad,
sirviendo alguna parroquia como sotacuras y capellanes.
Estos recursos, en el caso particular de la Orden franciscana de la Santísima
Trinidad, ingresaban en calidad de plata física y en especies, éstas últimos recogidos
fundamentalmente en la campiña. La Plata física era aportada por la limosna de la calle
o del sustento, entierros y honras, misas (cantadas y rezadas), capellanías y censos,
conmutaciones de alimentos (principalmente de trigo, frijoles, animales y cuero). En
este sentido los mayores entradas en plata física era por conceptos de capellanías, misas
y limosna del sustento19.
Por su parte los gastos eran múltiples y variados. La compra de alimento,
principalmente para cubrir el Gasto de Plaza, el cual incluía la compra de carne (de
vaca, cerdo y cordero), interiores (guatitas, ubres y criadillas), legumbres (lentejas,
garbanzos, porotos) charqui, pan, verduras, huevos, pescados y mariscos (pescado
fresco, seco, pescadilla, corvina, congrio, cochayuyo y luche), grasa, manteca, ají,
aceite, arroz, chuchoca, zapallos, etcétera.
Además, el pago de aquellos laicos que trabajaban al interior de los conventos y
en la chacras prestando diversos servicios, entre los que contamos: médicos,
enfermeros, sangradores, barberos, cuidadoras de enfermos, molineros, chancheros,
agrimensor, procuradores, carpinteros, hortelanos, podadores, pastores, panadero,
sereno, cocinero, lavanderas, peones de huerta y de servicio, coheteros, músicos,
bronceros, relojeros, fonderos, abogados, síndicos, entre otros. A todos ellos se les debía
paga por sus servicios.
Por su parte, los gastos en elementos y ornamentos sagrados eran de
importancia. En las disposiciones aparecen registrados la compra de misales, vinajeras,
copones, casullas, cíngulos, lazo, vestidos para las imágenes de la virgen y los santos,
17 Idem. p. 144.18 Ibídem.19 Ver, por ejemplo, las publicaciones del Archivo Franciscano de Santiago sobre Disposiciones de los conventos. Específicamente las del Convento de la Alameda y Recoleta de Santiago. La primera publicada por Rigoberto Iturriaga, publicación Nº 82, año 2005; la segunda, por Cristián Leal Pino, publicación Nº 99, año 2008.
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estolas, ropa interior, zapatos, etcétera. Un gasto no mero fueron las reparaciones de los
conventos, los cuales sufrían el natural deterioro de los años y las inclemencias del
tiempo (temporales, terremotos), lo que significaba una importante cantidad de dinero
en la compra de materiales, herramientas y el correspondiente pago a los operarios. El
siguiente cuadro nos ilustra sobre los gastos en el convento de la Alameda con sus
respectivos porcentajes para el período 1796-1828.
Porcentaje de gastos según rubrosConvento San Francisco de la Alameda
1796-1828
Fuente. Construida por el autor a partir de las Disposiciones del convento San Francisco de Santiago. Publicaciones del Archivo Franciscano, Nº 82, 2005.
Por su parte las entradas en especie eran variadas y en algunos productos
alcanzaban los miles. Las disposiciones registran importantes cantidades de trigo,
frijoles, papas, charqui, grasa, sal, ají y animales (corderos, carneros y terneros
predominantemente). Estos eran recolectados en los diversos partidos o curatos que
formaban parte de los conventos. En las despensas de los conventos de la Provincia era
muy difícil encontrarlas vacías. Son significativas las fanegas de trigo, los líos de
Rubros % del gasto total
Salud (médicos, enfermeros, sangradores, barberos)
3
Trabajadores en el convento (albañiles, carpinteros, herreros, pintores, hojalateros, bronceros, etc.)
12,4
Materiales para construcción y reparación del convento
13,4
Servicio doméstico (lavandera, cocinera, costurera, etc.)
5,07
Trabajadores en chacra (ovejero, chanchero, hortelano, matancero, etc.)
2,38
Administración (escribano, cajero, procurador, síndico)
0,82
Festividades religiosas (pago de músicos, coheteros, fonderos, sirvientes, etc.)
1,62
Vino 3,76Tabaco 0,81Alimentación 42,7Varios (leña, vestuario, ornamentos sagrados, libros, instrumentos musicales, etc.
14,04%
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charqui, los zurrones de grasa, las arrobas de vino, sacos de arroz, cebada, porotos,
arrobas de bacalao, costillares, carretadas de carbón y leña con que contaban los
conventos en sus despensas.
En síntesis, si bien las entradas en plata podían no cubrir del todo las
necesidades de los religiosos, lo cierto es que con la limosna en especies que recibían de
los bienhechores satisfacían sus necesidades, y aún más, podían darse algunos gustos,
como lo era el consumo de chocolate, mistelas, alojas y helados.
Como una manera de corroborar que la situación económica de la Provincia de
la Santísima Trinidad no pasó zozobras mayores aún en las luchas mismas por la
independencia, donde ciertamente fueron ocupados los conventos y se le impusieron
algunos donativos económicos, la verdad es que los alcances generalmente fueron
positivos. La siguiente gráfica lo corrobora.
Fuente: Construida por el autor. A-F. Cuentas Provinciales y Expolios, 1693-1822
Como es posible de constatar, no hubo momentos críticos, al menos hasta el año
1819, donde se comienza a observar un declive en las entradas, generando un alcance
negativo de proporciones para la época. Sin embargo, en la práctica no fue así, ya que
siempre existió la forma de suplirlos. Al leer las Actas de Venerable Definitorio,
7
prácticamente todas terminan señalando que no existe deuda en su administración. Para
ello estuvieron dispuestos los ministros a utilizar hasta su propio patrimonio. Así
ocurrió el año 1819 con Guzmán y Lecaroz, quien se responsabilizaba de la no
despreciable suma de 3.800 pesos, los cuales fueron en directo beneficio del convento
San Francisco del Monte.
La forma de como debían administrar los recursos estaba claramente
determinada en sus Estatutos20. Es importante recordar que los frailes no podían
administrar el dinero, aquello constituía un delito grave. La persona encargada de este
aspecto era el Síndico21, el cual para ejercer dicha función debía contaba con las
respectivas licencias de las autoridades de la Orden. Era un seglar, de estrecha
vinculación con la Orden y los conventos, que por sus servicios, generalmente recibía
un sueldo, el cual quedaba consignado en las Disposiciones22.
Otras formas de ingreso que tenía la Provincia eran por los conceptos de
sotacuras y capellanes, expolios y donaciones, siendo dentro de esta última, la prorrata
de los conventos el mayor donativo. La primera decía relación con el servicio prestado
en las parroquias, ante la escasez de sacerdotes, por lo que recibían un pago en dinero.
Los expolios, correspondía a los bienes que los religiosos dejaban una vez fallecidos,
estos podían ser en bienes muebles, inmuebles y dinero. Las donaciones, especialmente
a través de la prorrata de los conventos, correspondían al dinero que cada convento
aportaba para cubrir los gastos de visita, que periódicamente hacían los visitadores de la
Provincia. El siguiente cuadro nos permite observar la importancia de cada una de las
formas descritas anteriormente.
20Estatutos generales de Barcelona, para la Familia Cismontana de la Regular Observancia de N.P.S. Francisco, últimamente reconocidos, y con mejor método dispuestos en la Congregación General, Celebrada en la ciudad de Segovia el año del Señor de 1621, Biblioteca de la Recoleta Franciscana de Santiago de Chile. Imprenta de los Herederos de Juan García Infanzón, Madrid, 1746. Ver, Capítulo Nº III “De la guarda de la pobreza”, pp. 15-26.21 Idem., p. 18.22 Ver, por ejemplo“La Orden franciscana en la época de la Independencia: el convento de la Alameda”. Ediciones Universidad de La Serena, La Serena, 2007, de Cristián Leal Pino.
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Principales EntradasProvincia de la Santísima Trinidad
Donaciones, Sotacura-Capellanes y Expolios1779-1819
Años Total(pesos/reales)
Sotacuras yCapellanes
% Sotacuras y Capellanes
Expolios %Expolios
Donación(Incluye
Prorrata*)
%Donación
1779 a 1782 9.789,3 3.517 36, 2 2.619 27,5 3.682 37,51782 a 1789 10.892 7.120 65,3 730 6,7 5.314 48,71789 a 1794 10.793 3.928 36,3 255 2,3 6.150 57,91794 a 1797 7.328 2.935 40, 0 - - 4.393 59,9
1797 a 1803 9.375 2.775 29, 6 1.400 14. 5.200 55,4
1803 a 1806 8.871 4.506 50,7 1.130 12,7 3.235 36,41806 a 1810 10.793,3 4.959 45,9 1.453 13,4 5.834 54,01817 a 1819 3.766 1.325 35,1 277 7,3 680 18,0
*La prorrata del primer periodo fue un 81,4%. Para el segundo, 56,45%. Para el tercero, 48,38%. Para el cuarto, 64,64.Para el quinto, 100%. Para el sexto 100%. Para el séptimo, 48,54%. Para el octavo, 100%. El promedio para el período 1779 a 1819 fue de 74,9% de las donaciones.
Fuente: Archivo Franciscano de Santiago, Cuentas Provinciales. Expolios, 1693-1822
Es innegable la importancia que tenía la entrada por los servicios que hacían los
religiosos en las parroquias como sotacuras o tenientes curas o capellanes. El promedio
del ingreso para el periodo 1779-1819 fue de un 42,3% por ciento, porcentaje nada
despreciable. De ahí el impacto que tendrá en la Provincia el proceso de secularización
de los religiosos, debiendo incursionar en otras formas de administración de los
recursos. También los expolios disminuyeron al existir un menor número de religiosos y
consecuentemente ocurrirá lo mismo con las donaciones.
Si bien la independencia también afectó a la Orden, ocupación de sus conventos,
“donativos” en dinero para financiar la guerra, la problemática mayor se presentó
después, cuando asumen las nuevas autoridades de gobierno y se acelera el proceso de
secularización. Los regulares emigran al clero secular, incluso el propio ex Ministro
Provincial, Juan Antonio Bauzá, se radicará en la parroquia de San Fernando y
Quillota23.
23 Iturriaga, Rigoberto. 4.268 nombres y otros datos…Elenco de religiosos de la Orden Franciscana que han pasado por Chile. Publicaciones del Archivo Franciscano Santiago de Chile, Nº 100, 2007. p. 66.
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Lucrecia Enrique24 ha estudiado la presencia de los Regulares en las parroquias y
viceparroquias del obispado de Santiago en el período 1760-1810, dejando en claro la
asidua concurrencia de religiosos franciscanos en las parroquias y viceparroquias en
calidad de tenientes curas. Esta situación, junto con ser de antigua data, era permitida
por las autoridades religiosas, pues constituían una importante entrada de dinero a la
Orden. Sin embargo a raíz del proceso de independencia se produce una estampida de
religiosos franciscanos, al punto de existir en la Provincia no más de 160 el año 1819,
de 370 que existían en el año 179125.
Esta situación era descrita por Joseph Xavier de Guzmán en su calidad de
Ministro Provincial hacia 1819. Señalaba que: “El estado físico y moral en que he
encontrado la Provincia al tiempo de recibirme de ella es el más miserable y puede
formar época en su destrucción. No pasan sus religiosos de 160, y éstos, los más, viejos,
enfermos e inhábiles para ejercer las funciones claustrales. Sin predicadores, sin
lectores, y abandonados enteramente los estudios, los claustros desiertos o con pocos
religiosos, y a proporción todos los demás sin orden ni concierto”26.
La situación llegó a ser tan compleja, que ante la necesidad de mantener
económicamente a la Provincia con una cuota que se prorrateaba entre todas las casas,
el Provincial, señalaba que sólo habían contribuido los conventos de El Monte,
Valparaíso, Quillota, Higuerillas, Curimón, Coquimbo, Copiapó, Recolección y San
Fernando, por que: “los demás se han relevado de esa pensión por su suma pobreza y
mal estado en que han quedado con la guerra y el saqueo y dilapidación que han
padecido por los Guardianes que fugaron a Lima” 27.
Esta realidad llevó a los religiosos a atender las parroquias de Santiago y del
medio rural de la Provincia, las cuales adolecían de sacerdotes, como una manera de
incrementar las entradas. Lucrecia Enríquez nos dice: “Basta mirar los libros
parroquiales para darse cuenta que la administración de los sacramentos a la población,
contenido fundamental de la cura de almas, estuvo en manos de los regulares, de los que
24 Enríquez, Lucrecia. “Regulares en la Iglesia Secular: Presencia franciscana en curatos y doctrinas del obispado de Santiago de Chile, 1760-1810”. En Los Franciscanos en Chile: Una historia de 450 años. Editores René Millar Carvacho/Horacio Aránguiz Donoso. Academia Chilena de la Historia, Santiago, octubre 2005.25 Ramírez, Hugo. Notas biográficas de religiosos franciscanos en Chile. Santiago, 1976, p. 150.26 Iturriaga, Rigoberto. Crónicas de 1810. Los franciscanos en tiempos de la Independencia. Publicaciones del Archivo Franciscano Santiago de Chile, Nº 83, 2005, p. 1227Ibídem.
10
oficialmente tuvieron los nombramientos de tenientes curas y de los que
ocasionalmente celebraron bautismos, matrimonios y defunciones”28.
Entonces ¿cómo suplir el aporte de los frailes? ¿Cómo financiaron las situaciones
coyunturales? A esa tarea se abocaron los Ministros Provinciales, junto al Venerable
Definitorio.
A nuestro juicio, fueron muy pragmáticos al momento de resolver situaciones
coyunturales emanadas de la guerra, y recurrieron a sus bines patrimoniales, cuando los
problemas económicos eran mayores. Así ocurrió durante el gobierno de Bernardo
O`Higgins, debiendo los Ministros Provinciales hacer uso de sitios e hijuelas que
existían, por ejemplo, en el convento de la Alameda, despojándose así de una parte
importante de su patrimonio, lo que los llevó a invertir en otras lugares y actividades,
siendo Guzmán y Lecaroz, tres veces Ministro provincial durante el período en estudio,
el más destacado, no sólo por sus dotes intelectuales, también por su capacidad y
solvencia económica.
Cuando la situación se hizo más compleja a raíz del fuerte proceso de
secularización de los religiosos, cuyo aporte era significativo para la Orden,
sobrepasando el tercio de los ingresos en plata física, la Provincia debió recurrir a la
venta de sus propiedades, ya sean casas, sitios e hijuelas. El caso más emblemático lo
constituyó la venta de la huerta e hijuelas del Convento de la Alameda, siendo Ministro
Provincial Juan Antonio Bauzá, donde se vendió la parte de la Cañada que daba a la
calle Estado, equivalente a 18 sitios, que cubrían una superficie de 22.181 varas
cuadradas, lo que reportó un censo principal de 37.577 pesos, con réditos anuales de
1.551 pesos29.
Los principales compradores fueron las máximas autoridades del momento, el
Director Supremo Bernardo O`Higgins, el Ministro de Guerra José Ignacio Zenteno, el
Ministro de Estado Joaquín Echeverría, el Notario Fernando Olivares y el Alarife
Antonio Mancheño30
Desde este año, 1821 será posible observar una nueva etapa en la historia del
convento de la Alameda, marcada por el inicio de la pérdida de un patrimonio, que
28 Enríquez, Lucrecia. “Regulares en la Iglesia Secular: Presencia franciscana en curatos y doctrinas del obispado de Santiago de Chile, 1760-1810”. En Los Franciscanos en Chile: Una historia de 450 años. Editores René Millar Carvacho/Horacio Aránguiz Donoso. Academia Chilena de la Historia, Santiago, octubre 2005, p. 205.29 Archivo Franciscano de Santiago, Asuntos Varios, Sección Nº 1, volumen Nº 6. (fuente construida por el autor).30 Idem.
11
desde el siglo XVI se había configurado y que equivalía nada más ni nada menos que a
doce solares31, sino que también, observaremos una nueva forma de administrar los
recursos, donde el religioso, tres veces Ministro Provincial, Joseph Xavier de Guzmán y
Lecaroz, jugará un rol de vital importancia. Ya no serán las limosnas que brindaban los
bienhechores, sino que a partir de la venta de parte de sus propiedades, como la huerta e
hijuelas del convento máximo de la Alameda, se invertirán en otras propiedades que le
reportarán los recursos necesarios para subsistir. En ello pondrán todo su esfuerzo y
visión económica.
En este contexto, Bernardo O´Higgins no sólo será el principal deudor del
convento hacia el año 1825, sino que también, estará lijado al origen de un importante
espacio económico que le reportará a la Orden no sólo beneficios materiales, también
espirituales: la Chacra-La Granja32. El año 1821, en calidad de Director Supremo “cede
en censo a los franciscanos del convento de san Francisco de la Alameda, una chacra en
la localidad denominada La Granja, a cambio de la huerta que poseían en el centro y
cuya expropiación se hacia necesaria para el desarrollo de la ciudad”33
En la Disposición del año 1822 del convento Máximo de la Alameda, se
comienza a hablar de una “Nueva chacra”, para lo cual se compran al Estado “2
regadores de agua, cuyo valor fue de 1.000 pesos”. Dicha chacra fue en un principio de
70 cuadras de tierra que se compraron en los llanos de Maipú donde se inició su trabajo
en el mes de agosto de 1821, “haciendo por pronta providencia un galpón de paja bien 31 Sobre el particular, René Millar y Carmen Duhart nos dicen que:“El convento de San Francisco tiene su origen en la ermita del Socorro, ubicada al lado sur de la Cañada, construida en 1554 y dedicada al culto de la imagen del mismo nombre traída por Pedro de Valdivia. En el año 1556, junto con hacerle entrega de la ermita, se le dieron doce solares junto a ella, lo que significó que desde La Cañada extendieron su propiedad hasta la actual Avenida Matta” En “La vida en los claustros. Monjas y frailes, disciplinas y devociones” En Historia de la vida privada en Chile Editorial Taurus, Santiago, 2007, p. 142.32Rigoberto Iturriaga, nos dice que de La Granja se origina el Colegio de la Inmaculada Concepción para llenar las necesidades del convento Grande cuando el Gobierno, después de la Independencia, obligará a parcelar los terrenos del convento de la Alameda, en 1822. Era una granja que surtía de alimentos a la comunidad y en la cual, el año 1898, se construirá un templo y se abrirá una escuela. En 1913 se trasladará a dicho lugar el Coristado que funcionaba en la Alameda. El templo será parroquia desde 1927. En 1985 se entregará al Arzobispado de Santiago y éste lo pondrá al cuidado de los Hermanos Franciscanos Conventuales de la Provincia de Padua”. En Casas, Misiones y lugares de la Orden de hermanos menores en Chile. Publicaciones del Archivo Franciscano, Nº 85, Santiago, 2005, p. 46.33 Beltrame, Pedro y otros (Equipo Editorial). 100 años de Fe y Misión Santuario Inmaculada Concepción. Talleres de Imprenta Salesianos, S.A., Santiago, 2008. p .25. Es importante consignar que junto a la Chacra existía otro espacio desde la Colonia, en el Llano Subercaseaux, llamado Casa del Monte Alvernia, vulgo el Conventillo, propiedad de unas 13 cuadras, que servía para mantener los caballos de los colectores de limosnas y los corderos que éstos recogían. Aparece en los libros a partir de 1730. En 1777 (15 de diciembre) el Convento Grande cancela 7 pesos a los peones de este conventillo. En los días de la independencia, cuando Carrera ocupó el Colegio San Diego para usarlo como cuartel de infantería, los estudiantes fueron trasladados a este conventillo.” Ver, Rigoberto Iturriaga. Casas, Misiones y lugares de la Orden de hermanos menores en Chile. Publicaciones del Archivo Franciscano, Nº 85, Santiago, 2005, p.45.
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quinchada y otro más pequeño para peones y herramientas”. De igual modo “se
comenzaron por aquél a romper tierras y hacer sus sembrados y chacras, cuyo producto
fue de 8 fanegas de frijoles y 22 de cebada, a más de las verduras que se han traído a
este convento y consumido allí”. También que “se ha cubierto la mayor parte del terreno
de alfalfales. Se han tapiado 5 cuadras de adobón con sus cimientos de piedra, su buena
barba, que es todo el frente de dicha chacra hasta su deslinde”. Del mismo modo se
“clausuraron las casas de habitación y se hizo a más un hermoso corral también de
tapiales y adobón para recibir ganado mayor y menor”34.
En la Disposición se agregaba además que: “También se ha puesto en dichas
tierras una arboleda completa, a saber, 600 y más árboles de toda laya de fruta, y todos
prendidos, 700 álamos, 500 plantas de viña apuntaladas de madera delgada, todo
cercado con ramazón de trebo por lo pronto”. En la misma se lee que “quedan
actualmente 4 fanegas de cebada y 3 de trigo, sembradas y con buenos principios” y que
quedaban “para el servicio de dicha chacra 5 bueyes, 2 yuntas de todo servicio y
mansos, y el otro poco corriente, 1 carreta tratada, 3 caballos mansos, 1 macho, 2 mulas
servibles, y 1 manca que tiene el ovejero, 81 cabezas de ganado lanar, fuera de las que
están por llegar de los limosneros”35.
En la Disposición de 1824, específicamente en el ítem “Obras en el convento”,
se precisaba lo realizado en la Chacra. Se mencionaba que se construyeron “6 cuartos
con sus puertas y 3 ventanas”, que se “hizo una mediagua de dos caras de 40 varas de
largo: un lado para cocina, cuarto para el pastor, que están hechos, y otras oficinas que
se harán; y el otro para abrigo del ganado menor”36. Además, precisaba una serie de
obras referidas a tapiar la huerta, cobijar a los animales, compra de herramientas y
utensilios de carpintería y carretería. Además que se habían compraron 2 nuevas
carretas y una vaca lechera. También palas, azadones, arados, ejes, sobrecamas, yugos y
que se habían alfalfado varias cuadras de terreno37.
No sólo se adquirieron bienes materiales, también existiría una preocupación por
el aspecto espiritual de los lugareños. El año 1824, los franciscanos construirán en el
lugar una sencilla capilla de adobe, dedicada a Virgen del Carmen, donde un religioso
34 Iturriaga, Rigoberto. Disposiciones del Convento San Francisco de Santiago 1796-1828. Publicaciones del Archivo Franciscano Nº 82, 2005, pp. 123-124.35 Idem., p. 124.36 Idem.. p. 139.37 Ibídem.
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celebraría la misa los fines de semana y en la que participarían los trabajadores de la
chacra y los pocos vecinos de los fundos adyacentes38.
En la Disposición del año 1825, según el inventario del padre Patricio, quedaba
en plata física la suma de 612 pesos, 3 reales ¾39. El año 1827, según el mismo fraile,
existían 16 vacas de matanza, 22 terneros de 1 a 2 años, 20 bueyes, 8 terneros, 12
caballos, 4 potrillos, 2 yeguas y 3 mulas, fuera de los animales que tenían los hermanos
limosneros. Así y todo, quedaban en la Chacra 1.210 carneros40.
En la disposición del año 1828, existía un gasto por “Peones de La Granja”
equivalente a 341 pesos, 7 reales. En la disposición del año 1825 se indica un gasto en
la Granja de 1.739 pesos, en pago de “peones, camas y sobrecamas, rayos, ejes, arados,
albañiles, etc. También, en el ítem existencia se lee: “En la Granja quedan 29 animales
de matanza, ídem de vacas lecheras, 26 terneras de dos años y 8 de pie, 41 de un año.
920 de ganado menor. 11 caballos de servicio. 8 mulas. 90 varas de veta. 2 aparejos
reales, 1 roldana regular y otra media para servicio de la iglesia que se está
construyendo en el Llano”41. El siguiente cuadro da cuenta de los montos en plata física
invertidos en la Chacra-La Granja durante los primeros seis años de existencia.
Inversión en plata físicaChacra-La Granja
1822-1827
Año Gasto TotalConvento Alameda
(pesos/reales)
Inversión(pesos/reales)
Porcentaje del gasto total
1822 13.654 ps 4 rs ¾ 2.197 ps.4 rs ¾ 16 %1824 12.589 ps 6 rs 1.793 ps. 6 rs 14%1825 14.217 ps 6 rs ¾ 2.112 ps. 4 rs 15%1827 16 .765 ps 7 rs ½ 2.664 ps. 3 rs 16%
Fuente: Construido por el autor a partir de Disposiciones del Convento San Francisco de Santiago 1796-1828, Publicaciones del Archivo Franciscano Nº 82, 2005.
Con el tiempo, las inversiones en la Granja siguieron. Incluso, con parte de sus
tierras, dadas en arriendo, permitirían reedificar lugares de gran importancia para la
formación de los religiosos. Por ejemplo, con fecha 26 de junio de 1830, Juan Cavallero
redimió un capital de 1.328 pesos que reconocía en una chacra ubicada en Melipilla a
favor del convento de la Alameda con cargo de 24 misas rezadas por la finada Sor Juana 38 Beltrame, Pedro y otros (Equipo Editorial), “Op. Cit”, p. 26.39 Iturriaga, Rigoberto. Disposiciones del convento San Francisco de Santiago... p. 155.40 Idem., p. 169.41 Idem. p. 154.
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Reynoso, monja clarisa, con la finalidad de ser utilizadas “en las tierras que componen
la Chacra que usamos en el Maipo a dos leguas y media sud de esta ciudad”, ya que no
“había otro modo de sostener el ganado menor, que más contribuye la piedad de los
fieles, mantener las cavalgaduras de los hermanos limosneros del campo sin los pastos
de la chacra, estos no pueden criarse, ni conservarse estando abierta (e) indivisa”42.
De igual forma, la Granja también permitía sostener reparaciones en los
conventos. En dicho año, y ante la “imperiosa necesidad de reedificar el Noviciado”, lo
señala así el Venerable Definitorio, se autoriza el arriendo de “cien quadras de campo”,
como también decidirse a “cultivar, cercar y dividir las tierras de que tenemos uso
lexitimo”43
Hacia fines del siglo XIX, la Granja dará pasos significativos. Siendo superior
del convento de San Francisco de la Alameda, el padre Juan Bautista Díaz Salinas,
logrará dar un nuevo impulso a La Granja en el plano material y espiritual. Debido a la
“profunda crisis moral y espiritual y de marginalidad social, con un índice elevado de
violencia y homicidios”44, lo llevará al religioso a buscar alternativas para la población.
Así dará nueva “vida a la antigua capilla, no sólo retomando la celebración de la misa
los días domingo, sino transformándola en un centro de evangelización, de irradiación
misionera, de agregación comunitaria y de promoción humana”45.
El año 1895, la vida en la capilla se enriquecerá con una iniciativa social. El
padre Juan Bautista Díaz creará tres escuelitas: una para niños, otra para niñas y una
nocturna para adultos. No obstante ello, el año 1918, se informaba la creación de una
escuela de cerámica en las instalaciones del nuevo convento46. Había que producir una
regeneración moral de La Granja. El año 1897 a dos años de la creación de la primera
escuela, una crónica señalaba: “De la escuela de La Granja, que ya ha abierto matrícula,
daremos algunos detalles para que se vean los beneficios que está llamada a producir.
Dicho lugar dista algunas leguas de las más cercanas parroquias; es muy poblado; no
reciben sus habitantes más instrucción religiosa que las que les proporcionan los
sacerdotes de nuestra comunidad...”47. Por ello, “los PP. de esta comunidad
determinaron crear allí una pequeña escuela mixta, que fuese a la vez escuela de
primeras letras, taller en que los niños pudieran aprender algún oficio y hasta centro de
42 Archivo Franciscano de Santiago. Actas del Venerable Definitorio, Diapositiva Nº 003983.43 Ibidem.44 Beltrame, Pedro y otros (Equipo Editorial), “Op. Cit”, p. 27.45 Ibídem.46 Idem., p. 3447 Idem., p. 88
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reunión para los adultos, en que estos pudiesen juntarse, comunicarse y edificarse
mutuamente bajo la vigilancia y dirección de uno de nuestros sacerdotes...”48.
En el año 1897, la escuela franciscana atendía 42 niñas, 57 niños y 43 obreros.
En la procesión de la Virgen del Carmen, 18 de septiembre de 1897, los alumnos
lucieron por primera vez, los uniformes que había regalado una rica y piadosa señora de
Santiago. La matrícula, el año 1898, ya había subido a 150 alumnos49.
En la relación que hiciera el padre Juan Díaz Salinas, en el mes de septiembre de
1908, día en que se bendijo la iglesia, señalaba entre otras cosas que: “Existía, señores,
en este mismo lugar una vetusta capilla, acaso edificada en el primer cuarto del siglo
pasado por nuestros Padres del Convento de Santiago. Unos sacerdotes venía los
domingos y días festivos a celebrar la santa misa, y cada año, en la Cuaresma, se daba
una misión para los fieles de estos alrededores pudieran cumplir con el precepto
pascual...”50.
Respecto a la educación, principal vehículo para regenerar a los habitantes de La
Granja, nos dice el padre Juan Díaz Salinas que: “Tuvimos escuelas diurnas para niños
y niñas y nocturnas para hombres adultos. El número de alumnos que diariamente
asistían a las escuelas llegó en un tiempo a 180, asistencia que es más que regular para
un campo. Muchos, muchísimos son los hombres que han aprendido a leer, escribir y las
principales operaciones de la aritmética y algunas nociones de geografía de nuestra
patria...Con respecto a los niños y niñas, son innumerables los que han educado en estas
escuelas, quienes siendo ya padres o madres de familia, convencidos de los beneficios
que proporciona la instrucción, se apresuran a mandar desde la temprana edad a sus
hijos a la escuela en que ellos se instruyeron, a pesar de los sacrificios que su pobreza
les impone, para que aquí reciban la educación que con tanto cariño y desinterés se les
proporciona”51.
De esta forma, podemos apreciar y valorar el giro experimentado en la
administración económica de los bienes por parte los franciscanos tras el proceso de
independencia, con lo cual no sólo fue posible solucionar problemas inmediatos, sino
que también, y hasta el día de hoy, esa misma Granja, sigue brindando los auxilios
material y espirituales a una comunidad de religiosos.
48 Ibídem49 Idem.. p. 90.50 Idem., p. 141.51 Idem., p. 145.
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V.- Conclusiones.
La Orden franciscana de la Santísima al igual que el resto de la sociedad debió
no sólo hacer frente a lo que significaron las luchas por la Independencia, también a los
cambios en materia económica que se venían dando desde la administración de los
Borbones y que ahora, con el advenimiento de la República, venía a fortalecerse y a
generar una nueva dinámica económica.
Una economía particular, como la franciscana, con todas sus restricciones
estatutarias, de igual forma se las arregló para adecuarse a los nuevos tiempos, para
seguir presente en medio de la sociedad. Fue así como aparecieron religiosos que
tuvieron la posibilidad de poner a prueba sus dotes de administradores y generadores de
riqueza. Por ello vendieron casas, sitios e hijuelas para invertir en terrenos donde
cultivar y albergar su ganado.
El proceso de secularización había puesto a prueba las tradicionales formas de
financiamiento de la Orden, por lo que urgía pensar en otras alternativas, como el de las
inversiones. En este campo, destacada labor cumplió Joseph Xavier de Guzmán y
Lecaroz, a quien se le encomendó la venta e inversión de los recursos, recibiendo por
ello reiterativas felicitaciones del Venerable Definitorio. Por ejemplo, y a raíz del
prolijo manejo económico del Ministro en la venta de los sitios de una parte de la huerta
del convento de la Alameda el año 1821, el Venerable Definitorio, resolvió “se le rinda
la más justa gratitud y reconocimiento por el copioso aumento, socorro y beneficio que
le reporta a esta comunidad...”52 Además, por haber provisto al convento “con un fundo
de treinta y ocho mil doscientas treinta y siete pesos dos reales y medio, con su
correspondiente rédito de mil quinientos veinte pesos seis reales y medio”53.
Seguramente su manejo en materia económica le permitió en tres ocasiones ser la
máxima autoridad de la Provincia, Ministro Provincial, y en una ocasión, Vicario
General.
Efectivamente, durante las primeras décadas del siglo XIX, en la Orden
franciscana, en materia económica, al igual que la sociedad global, nuevas formas de
administración de los recursos, donde la figura del síndico pasar a segundo plano,
siendo los propios religiosos quienes comenzaron más decididamente a asumir un rol
52 Libro donde se asientan los Capítulos, Congregaciones y Decretos del Definitorio. Provincia de la Santísima Trinidad, 1767. Archivo Franciscano de Santiago de Chile (digitalizado), diapositiva Nº 003920.53 Idem., diapositiva Nº 003921.
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más protagónico en materia económica, pues entendían que estaba en juego no sólo su
subsistencia, también el futuro de la Orden.
V.-Fuentes-bibliografía
Fuentes (A.F.: Archivo Franciscano de Santiago de Chile. B-R.: Biblioteca de la Recoleta Franciscana de Santiago de Chile).
-A-F. Libro donde se asientan los Capítulos, Congregaciones y Decretos del Definitorio. Provincia de la Santísima Trinidad, 1767.-A-F. Asuntos Varios, Sección 1ª, Volumen Nº 6.-A-F. Cuentas Provinciales y Expolios, 1693-1822-B-R. Estatutos generales de Barcelona, para la Familia Cismontana de la Regular Observancia de N.P.S. Francisco, últimamente reconocidos, y con mejor método dispuestos en la Congregación General, Celebrada en la ciudad de Segovia el año del Señor de 1621 , Biblioteca de la Recoleta Franciscana de Santiago de Chile. Imprenta de los Herederos de Juan García Infanzón, Madrid, 1746.-A-F. Historia de la Recoleta I. Fr. Francisco Cazanova F. Publicaciones del Archivo Franciscano Santiago de Chile, Nº 56, 1998.-A-F. Disposiciones del Convento San Francisco de Santiago 1796-1828, Rigoberto Iturriaga Carrasco. Publicaciones del Archivo Franciscano Nº 82, 2005-A-F. Libro de la Disposición de la Recoleta Franciscana de Santiago: 1805-1837, Cristián Leal Pino. Publicaciones del Archivo Franciscano Santiago de Chile, Nº 99, 2008.
Bibliografía
-Ayrolo, Valentina. Funcionarios de Dios y de la República, clero y política en la experiencia de las autonomías provinciales. Editorial Biblos, HISTORIA, Buenos Aires, Argentina, 2007.-Beltrame, Pedro y otros (Equipo Editorial). 100 años de Fe y Misión Santuario Inmaculada Concepción. Talleres de Imprenta Salesianos, S.A., Santiago, 2008.-Cáceres, Juan. Poder rural y estructura social, Colchagua, 1760-1860. Serie Monografías Históricas, Nº 17, Instituto de Historia Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, 2007.-Enríquez, Lucrecia. “Regulares en la Iglesia Secular: Presencia franciscana en curatos y doctrinas del obispado de Santiago de Chile, 1760-1810”. En Los Franciscanos en Chile: Una historia de 450 años. Editores René Millar Carvacho/Horacio Aránguiz Donoso. Academia Chilena de la Historia, Santiago, octubre 2005.-Leal, Cristián. “La Orden franciscana en la época de la Independencia: el convento de la Alameda”. Ediciones Universidad de La Serena, La Serena, 2007.-Iturriaga, Rigoberto. Ministros Provinciales de la Provincia Franciscana de la Santísima Trinidad de Chile. Publicaciones del Archivo Franciscano de Santiago, Nº 32, 1994.-Iturriaga, Rigoberto. Crónica de 1810 (Los franciscanos en tiempo de la Independencia). Publicaciones del Archivo Franciscano de Santiago, Nº 83, 2005-Iturriaga, Roberto. Casas, Misiones y lugares de la Orden de hermanos menores en Chile . Publicaciones del Archivo Franciscano, Nº 85, Santiago, 2005.-Iturriaga, Rigoberto. 4.268 nombres y otros datos…Elenco de religiosos de la Orden Franciscana que han pasado por Chile. Publicaciones del Archivo Franciscano Santiago de Chile, Nº 100, 2007.-Millar, René; Duhart, Carmen “La vida en los claustros. Monjas y frailes, disciplinas y devociones”. En Historia de la vida privada en Chile. El Chile tradicional de la conquista a 1840, Editorial Taurus, Santiago, 2007.
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