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2 Losquienes Lito Benvenutti “...el niño ha dado un salto sobre su incapacidad de ser otro” Lito Benvenutti nació en Rosario allá por los 50`. Recibido de maestro a los 17 años empezó a trabajar como docente con la única clase que nadie quería aceptar. Juntos hicieron que la cosa funcione. Luego conoció a Mannoni y se fue a trabajar junto a ella en la Escuela Experimental de Bonneuil. Aquí, fragmentos de una charla con Los Quienes, en su última visita a Córdoba. Lito Benvenutti por Karen Años más interdisciplinarios o será que éramos jóvenes… En los 60´ Latinoamérica era un semillero de ideas políticas desde el Che Guevara que estaba en Cuba, hasta Frondizi mismo que iba a reformar la Universidad, la Escuela. En Córdoba había cosas interesantísimas, la Bienal de Arte. Había un tipo que era un pintor, un chiflado, Melano, interesantísimo, decía: “Melano se corta una oreja en homenaje a Van Gogh”, el hacía una lectura muy pop en los años 60. Era la época del happening y toda esa historia. A la Bienal venía gente de afuera, había un interés en Latinoamérica, todo lo que haya sido música experimental, pop art; bueno yo soy hijo de esa generación. Se invertía para muchos lados, no era que uno estudiara una sola cosa. Los estudios de repente te llevaban o para el lado del Derecho, para el lado de la política, para el lado del arte, de la literatura; en ese sentido esos años fueron mucho más interdisciplinarios, o será que éramos jóvenes… Era una época en la que soñábamos sobre todo irnos de casa, la sociedad era más provincial. Pero a pesar de vivir en una casa burguesa fui a vivir a un galpón, habíamos hecho una galería de arte, había un grupo de teatro, había aparecido ya el psicoanálisis, grupos de lectura... Hoy yo veo mis sobrinos, si se quieren ir de la casa, si se quieren alquilar un departamento, esperan, nosotros entrábamos mucho más jóvenes a una autonomía económica, yo tenía 18 años y ya tenía un sueldo. Hoy viajan con mayor facilidad, nosotros queríamos irnos lejos de la familia para hacer cosas que no hacíamos con la familia. Yo creo que todo eso tiene que ver un poco también. Lo que seguí, digamos, fue el curso de los 60´ que era tan ricos y tan productivos, en una sociedad que de alguna manera no era que se haya alejado del peronismo pero estaba más apaciguada en ese momento. Frondizi, yo estudie en esos años, Illia, no había el enfrentamiento que se fue dando después. Entrevista

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Page 1: “el niño ha dado un salto sobre su incapacidad de …...Mannoni fue en una jornada, era en la Universidad de Buenos Aires. Habían traído a Octave Mannoni, yo ya trabajaba, había

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Lito Benvenutti

“...el niño ha dado un salto sobre su incapacidad de ser otro”

Lito Benvenutti nació en Rosario allá por los 50 .̀ Recibido de maestro a los 17 años empezó a trabajar como docente con la única clase que nadie quería aceptar. Juntos hicieron que la cosa funcione. Luego conoció a Mannoni y se fue a trabajar junto a ella en la Escuela Experimental de Bonneuil. Aquí, fragmentos de una charla con Los Quienes, en su última visita a Córdoba.

Lito Benvenuttipor Karen

Años más interdisciplinarios o será que éramos jóvenes…

En los 60´ Latinoamérica era un semillero de ideas políticas desde el Che Guevara que estaba en Cuba, hasta Frondizi mismo que iba a reformar la Universidad, la Escuela.

En Córdoba había cosas interesantísimas, la Bienal de Arte. Había un tipo que era un pintor, un chiflado, Melano, interesantísimo, decía: “Melano se corta una oreja en homenaje a Van Gogh”, el hacía una lectura muy pop en los años 60. Era la época del happening y toda esa historia. A la Bienal venía gente de afuera, había un interés en Latinoamérica, todo lo que haya sido música

experimental, pop art; bueno yo soy hijo de esa generación.

Se invertía para muchos lados, no era que uno estudiara una sola cosa. Los estudios de repente te llevaban o para el

lado del Derecho, para el lado de la política, para el lado del arte, de la literatura; en ese sentido esos años fueron mucho más

interdisciplinarios, o será que éramos jóvenes…

Era una época en la que soñábamos sobre todo irnos de casa, la sociedad era más provincial. Pero a pesar de vivir en una casa burguesa fui a vivir a un galpón, habíamos hecho una galería de arte, había un grupo de teatro, había aparecido ya el psicoanálisis, grupos de lectura...

Hoy yo veo mis sobrinos, si se quieren ir de la casa, si se quieren alquilar un departamento, esperan, nosotros entrábamos mucho más jóvenes a una autonomía económica, yo tenía 18 años y ya tenía un sueldo. Hoy viajan con mayor facilidad, nosotros queríamos irnos lejos de la familia para hacer cosas que no hacíamos con la familia. Yo creo que todo eso tiene que ver un poco también.

Lo que seguí, digamos, fue el curso de los 60´ que era tan ricos y tan productivos, en una sociedad que de alguna manera no era que se haya alejado del peronismo pero estaba más apaciguada en ese momento. Frondizi, yo estudie en esos años, Illia, no había el enfrentamiento que se fue dando después.

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el discurso del día de la bandera, no era una forma de censura pero la directora lo corregía, lo revisaba. Yo había puesto lo típico de la bandera pero que lo importante de Belgrano era - había puesto algo del orden de lo simbólico de la bandera pero no expresado con esas palabras - que la bandera era un símbolo que todos podíamos estar identificados. La directora todo ese concepto no lo entendió pero me lo dejó leer igual. Era un discurso muy cortito, todavía me acuerdo que se decía: “Señora Directora, Señor Inspector, compañeros y compañeras docentes, padres y… niños”.

Todo esto muestra una jerarquización en el interior de la escuela. Y siempre me acuerdo que esta directora para completar los discursos, agarraba la bandera que estaba al lado y decía: “lábaro sagrado de la Argentina gloria”, una forma demasiada alambicada. ¿Quién llama a la bandera lábaro? ¿Y lábaro sagrado de la Argentina?

Bueno, ahí me di cuenta que no me interesaba continuar en ese discurso, es decir uno si entraba a la institución tenía que entrar a la Institución con mayúscula. Pero me dejaron hacer.

La institución tenía un discurso, no era especialmente el dialéctico, era el discurso del saber. Y ellos decían, “pero ellos no saben”, “bueno pero otras a esa edad ya están en la mitad del secundario”. La escuela no veía lo que ellos producían sino en comparación a algo. Y a la vez tenía algo que es muy interesante: había una tolerancia en las instituciones que ya no tienen más, una tolerancia para los chicos. Mirá que te estoy hablando de una escuela de clase media acomodada, en el centro, no te hablo de una escuela de periferia. Entonces la gente que venía de otras capas sociales, en la escuela no estaba marginada. No había un proyecto pedagógico, las clases eran de alguna manera más estructuradas, pero tampoco había el rechazo. Yo veo que esa escuela en algún lado es más rica que la de hoy.

¿Quién lo decide?

La primera vez que estuve en contacto con Mannoni fue en una jornada, era en la Universidad de Buenos Aires. Habían traído a Octave Mannoni, yo ya trabajaba, había esbozado algo como un consultorio particular pero de otra manera. Los chicos venían a casa, chicos de distintos lugares para hacer un trayecto que se llamó Hospital de Día. Por supuesto que se podía hablar

de una base pedagógica, aprender a leer, escribir; yo ya ese año había tenido contacto con el análisis, con la literatura analítica, con Marie Langer, en Argentina

había una fuerte corriente.

Una parte era de la Escuela Inglesa más klenianos, transmitían más a Klein que a Winnicott en ese momento. Fui a escuchar a Octave Mannoni que habló y después Mannoni contó un poco lo que incipientemente estaba

Cuando me recibí de maestro tenía 17 años y fui a trabajar a la escuela en la que yo había sido alumno hacía cinco años, no podían decirme que no. Primero en aquellos años la carrera docente no era muy masculina. Si bien, la escuela argentina a diferencia a otras escuelas ya era mixta, aun la escuela religiosa era mixta en aquel entonces, por lo menos los primeros años. A la vez las que habían sido mis maestras estaban orgullosas pero también pensaban: “¿cómo él que hasta ayer era alumno ahora ocupa el mismo lugar que yo?”.

Y bueno, me dieron el cursos “C”. Eran chicos que venían - todo esto en una escuela pública de clase media alta en un barrio que era donde yo vivía - era un rejunte de los famosos repetidores, vale decir que ni siquiera tenían la edad de segundo grado, yo tenía chicos de 11 o de 12 años.

De repente yo que tenía 17, 18 años, tenía frente a mi, gente con una experiencia de vida mucho mayor que la mía. Venían de hogares destrozados, tenían una experiencia mucho más fuerte.

Me di cuenta que para que la cosa funcione - yo estaba muy lejos de lo que eran los programas escolares - pero había tenido una experiencia temprana en la vida que generalmente la clase a la que yo pertenecía no tenía, mamá había muerto muy joven, yo tenía 12 años. Así que algo nos equiparaba en la pérdida. Los chicos tenían una pérdida en el saber, una frustración, y sin lugar a dudas es ahí donde descubrí después de muchos años, que estábamos de igual a igual. Y que ellos sabían cosas que yo no sabía y yo sabía cosas que ellos no sabían.

En ese primer año - como a nadie le interesaba porque ya eran chicos que la escuela los daba por perdidos - nos pusimos a trabajar juntos en torno a una cosa muy vaga, (porque había programas escolares, yo jugaba con todo eso). Yo tenía una maestra que venía de la escuela de Olga Cossettini, mucho más abierta, de Rosario Vera Peñaloza, que era gente que venía del María Montessori.

En el interno de la escuela me dejaron, porque no sabían qué hacer con esos chicos. Me acuerdo de una anécdota: en un acto me tocó escribir

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haciendo en ese momento, era el año 71, 72. Ella saca el concepto de Institución Estallada, de un argentino: García Reinoso, y hablando, hablando - era un año de mucha efervescencia - ella dijo que todos los jóvenes que querían trabajar eran bienvenidos, me dio su dirección y ese tipo de cosas. Un día estaba en Paris y fui a escuchar a Julien Grecco y un amigo la conocía, fuimos a saludarla y nos invitó a tomar un trago. Me preguntó qué hacía y le conté. Me dijo: “quizá debería conocer a Mannoni que esta haciendo…está creando algo”. Yo le dije: “yo la conozco”, y me dice: “háblele, porque si ella lo dijo…”. Para mi Mannoni era un personaje como mítico, ella hizo a la manera en que yo hago cuando alguien se acerca a la escuela “venga a la escuela pero no a ver, venga hacer un stage, a trabajar, los chicos no son objetos para mirar” y así llegue en el 77’ haciendo un stage.

Las cosas fueron evolucionando, yo nunca pensé que el período militar iba a ser tan largo, tampoco nunca pensé en quedarme ni en irme, hoy estando a cuarenta años de todo eso, treinta y pico… ¿quién lo decidió? ¿quién lo decide?

Yo encontré en ese momento, ya tenía una experiencia de trabajo, yo encontré de parte de Mannoni, de parte de Dolto…me abrieron las puertas. Eran los últimos años de Lacan, el seminario de Lacan era abierto a todo el mundo - uno iba temprano todo el mundo se quería sentar adelante- no era que nadie te pedía que estés anotado en algún lado, claro que había su capilla era un momento que circulaba mucho más, con menos capillas que ahora, ahora es mucho más, hay más, no hay grandes ideas, hay comentarios, hay gente que escribe muy bien, pero no tiene la idea.

Después de todo el tiempo de trabajo, el gran valor que tiene Mannoni es sobre todo clínicamente haber querido hacer y estar fiel a pocos conceptos dos o tres o a cuatro o a cinco salidos del psicoanálisis, que tienen que ver con la circulación, que tienen que ver con el sujeto, que tiene que ver con cosas fundamentales del psicoanálisis, que tienen que ver con la separación, intentar poder correr al niño de ese movimiento pendular entre los profesionales y la familia; la familia, y los profesionales.

Maud se dio cuenta que ese ping-pong, consultorio-casa, casa consultorio, no servía. La situación de ese niño era un emergente de algo que estaba fuera de control. Había que crear una situación distinta, otro lugar.

En donde la institución en si no se convierta en algo mas importante que las personas a las que pretende ayudar. Lo anterior ocurre cuando la institución se transforma en un fin en si misma.

Los espacios que ella abrió, ya sean los lie d’ accueil, como el niño que se encuentra con la realidad afuera, la familia; el niño que trabaja no es para que devenga agricultor, sino para que encuentre otras leyes. Hay chicos que encuentran su inserción en un medio ahí, otros que son mucho más limitados, pero están en contacto con otros y que es mucho más importante, van creciendo y no es su punto de anclaje o el hospital o la familia, van conociendo otras cosas que nosotros conocemos solo porque circulamos. Son experiencias, es posible que al nivel de la currícula escolar su nivel haya sido rudimentario y finalmente muchas veces hasta se encontraba teniendo un lugar o algún trabajo.

Lo más importante para mí es respetar la condición de sujeto del joven, ayudarlo a encontrar la forma de usar sus manos. El trabajo es terapéutico en sí mismo, no se sabe dónde, es el secreto de Polichinela. Vamos al jardín, cambiamos esa planta que se secó, echamos agua y de repente, no se sabe por qué, aquella inquietud que nos angustiaba, se esfumó. Por un instante, el niño ha dado un salto sobre su incapacidad de ser otro. Ellos están hechos de la misma materia que nosotros, pero más golpeada. Y tal vez… más rica.

El sistema se muerde la cola

El gran acierto de Mannoni es poder haber estado fiel a esos pocos principios que yo digo, la separación, el psicoanálisis, la circulación. La evolución de nuestras escuelas van a depender un poco de si podemos mirar dónde están hoy los que fueron niños que hoy son adultos. Yo no digo que no hay ciertas cosas de las neurociencias que no puedan ser efectivas y dar un avance, pero enfocan solo un momento y lo que pasa con ese niño después no lo muestran.

La gente vive ese mirar para atrás en los resultados como una manera narcisista o desnarcisizado, acá no se trata de repartir culpas, es decir, hemos trabajado bien hemos trabajado mal, porque de repente uno se da cuenta que donde ha trabajado peor, la cosa ha resultado mejor, o alguien que ha trabajado tan lindo mañana, tarde y noche en los aliares de la vida termina en un neuropsiquiátrico,

“Los chicos tenían una pérdida en el saber, una frustración, y sin lugar a dudas es ahí donde descubrí después de muchos años, que estábamos de igual a igual. Y que ellos sabían cosas que yo no sabía y yo sabía cosas que ellos no sabían”.

“El trabajo es terapéutico en sí mismo, no se sabe dónde, es el secreto de Polichinela. Vamos al jardín, cambiamos esa planta que se secó, echamos agua y de repente, no se sabe por qué, aquella inquietud que nos angustiaba, se esfumó”.

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chicos que quizás tenían más posibilidad. Eso no depende solamente de nosotros sino de las redes, de los encuentros posibles, de cómo, cuándo parten.

Creo que la evolución, la continuidad de las instituciones en este momento que hay - es posible que ustedes ya hayan pasado por eso - donde lo administrativo toma importancia, pero no sólo lo administrativo de lo interno de la escuela, lo administrativo de los que nos proveen de dinero o de las autorizaciones. Yo me dedico más vale a lo que me interesa que es el trabajo clínico y la transmisión, en otros momentos me hubiera puesto a discutir sobre la cortina ignífugas y la ventana, no tiene ningún sentido. Un detalle, ven un detalle en medio de todo eso.

De alguna manera nuestra permanencia me parece que va a estar dada si logramos reconstruir algunos trayectos del futuro y de decir “bueno, éste entró a las patadas, salió a las patadas, pero hoy tiene 30 años y está como antes pero hay algo del orden social que está, que le permite vivir, circular libremente, fuera del hospital psiquiátrico que ya no es poco”. La continuidad está dada un poco más vale por el pasado.

Insisto ahora a que - justamente con Gerard quedamos muy poco de los que conocimos a Mannoni de los que nos hemos jubilado - hay un “diagnóstico” pero más fundamentalmente, hay pacientes, cada uno es distinto y ver un poco si uno puede reconstruir algo de ese orden es lo que nos va a dar continuidad.

No solamente legitimar cada vez más un trabajo lo pone más al margen, sino que la evolución se dé dentro de las cosas que nosotros decimos que no son negociables. Antes las instituciones eran de beneficencia, no era más nocivo que todo lo que vino después, pero ya sabemos, no había sujetos, había objetos que había que atenderlos porque eran pobres, huérfanos y demás.

La democracia trajo tanta información y bienestar económico, así que salieron para todos lados y hoy hay muchas instituciones que han tomado una importancia enorme, pero administrativa terrible. Ustedes se encontrarán también con esos profesionales que están con la “bombonera” en el bolsillo, que están repartiendo caramelitos y que están ahí comprometiendo también mucho más a la familia, que no hay como separación, están ahí.

En otro aspecto subvencionan a la familia para que lo tengan con una subvención por invalidez y esos jóvenes reaparecen enseguida. Aparecen en muy poco tiempo en un hospital de día sin ningún plan de trabajo, porque la familia no puede más, por agresión, por lo que sea y después cuando van evolucionando, cuando van en la edad, cuando van siendo mayores, reaparecen permanentemente en las estructuras psiquiátricas de urgencia, que no están internados, pero ocupan todas las camas todo el tiempo. Entonces, de repente, un niño que

No se gasta pólvora en chimango

Para Mannoni creo que justamente siendo una gran clínica, había ciertas cosas que no se negociaban, no se ponía en falsos conflictos (pintar o no cambiar cosas en relación a lo burocrático o administrativo). Ahí para Mannoni no había nada, a lo sumo decía “bueno mire, denos 90 días más porque no se puede hacer”.

Hay un dicho criollo que da exacto: “no se gasta pólvora en chimangos” lo que no se come no se lo tira y queda en la naturaleza y la hace linda. Me interrogó ¿es que una institución sobrevive a sus fundadores? ¿O es indispensable el cambio? No por nada a Dolto, salvo a último momento, le arrancaron la casa verde. Fue en el último momento, no por algo ella siempre estaba, y hacen con esto una institución. Toda institución tiene un lado mortal, las del amor como las que creamos los hombres. La circulación garantizaría lo que Mannoni dejó, ese dejó creo que es del orden del deseo, si en uno no está ese deseo es complicado.

Bueno ahora vendrá Emiliano (pasante que transitó por El Puente) y ustedes podrán preguntarle, yo hace mucho tiempo que estoy adentro, podrá contarles. Primero Emiliano tiene treinta y cinco años menos que yo o cuarenta también, y segundo viene de afuera y lo que nosotros hemos valorizado mucho es que viene con un bagaje de experiencia que él es posible de transmitir, y esa experiencia sin duda, una parte y no la menor, la ha hecho aquí (en El Puente). Otra la ha hecho él personalmente, por eso creo que la garantía de no caer en una cosa mortal es la transmisión y a condición de ir dejando que los jóvenes tomen lugares de responsabilidad.

Uno antes era mucho más intolerante y eso hace que una cosa tan dinámica - el trabajo con los padres sabiendo que es el trabajo es imposible y no por eso no hay que hacerlo de una cierta manera - uno sabe que el trabajo con los padres es imposible, porque lo que uno va a recibir es el rebote, con esto no digo que los padres

está en crisis y requiere una internación de urgencia que lo puede ayudar a cortar algo con la familia o porque se autodestruye o porque es necesario medicarlo y ver que pasa con la medicación, en esa situación de urgencia no hay camas libres porque están todos estos otros, es el sistema que se muerde la cola.

“El gran acierto de Mannoni es poder haber estado fiel a esos pocos principios que yo digo, la separación, el psicoanálisis, la circulación. La evolución de nuestras escuelas van a depender un poco de si podemos mirar dónde están hoy los que fueron niños que hoy son adultos”.

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no pueden ir cambiando de lugar pero no creer que van a cambiar de lugar por el trabajo que nosotros hacemos.

Después del cambio de siglo, e incluso de milenio, tenemos que entender que la verdadera igualdad se da a partir de la diferencia, la cual nos permite intercambiar algo, algún conocimiento, algún saber.

Habitualmente Dolto decía una cosa muy simpática a los chicos: “son los padres los que educan a los chicos, pero bueno, a veces hay papás que no han podido completar su educación y que a veces les corresponde a los chicos educar a los padres”. Así en una como de rebote, vale decir que es el chico que tiene que arrancar la libertad y tomar otra posición.

Ese chico que tu contabas, que se casó, que tiene dos hijos, que tuvo internación, que dice que fue por alcohólico y no por loco, no podía formar una familia sino como la que él había vivido, pero algo se mueve ahí adentro seguramente, pudo, no es la misma, porque él estaba destinado para loco, y no es que ahora no sea loco, no es que no sea loco, pero ha podido negociar con algo, porque acceder a la paternidad todo eso, hay mucho de una función allí, y donde hay algo de la función hay simbólico, hay simbólico.

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