antología de cuentos temuco a pie de página 2011

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TEMUCO A PIE DE PÁGINA FESTIVAL DE LITERATURA 2011 FESTIVAL DE LITERATURA TEMUCO A PIE DE PÁGINA 2011 ANTOLOGÍA DE CUENTOS TALLERES CREACIÓN LITERARIA

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Page 1: Antología de cuentos temuco a pie de página 2011

TEMUCO A PIE DE PÁGINAF E S T I V A L D E L I T E R A T U R A 2 0 1 1

FESTIVAL DE LITERATURA TEMUCO A PIE DE PÁGINA 2011

ANTOLOGÍADE CUENTOSTALLERES CREACIÓN LITERARIA

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Para la organización de Temuco a Pie de Página la realización de talleres decreación, desde el inicio mismo del proyecto, se formuló como una necesidad y comouno de los pilares fundamentales de su estructura. Poner la ciudad a leer, a escuchar,a ver. Traer a autores importantes a conversar con estudiantes sobre la experienciade la literatura. Visitar los liceos públicos, quizás, más emblemáticos de la región.Ocupar los espacios ciudadanos con las historias que van construyendo la identidadde un pueblo. Crear un espacio de encuentro de la comunidad, del gran público, consus narradores, con quienes cuentan y proponer el ejercicio del placer de pensarnosa través de los relatos del otro. Los talleres de creación eran indispensables en estadinámica. Convencidos estamos que cada acto de escritura nos transforma en mejoreslectores. Que escribir es una de las formas de leer y viceversa. Y en función de aquellopropusimos tres talleres y a tres talleristas de reconocido prestigio y amplia experiencia.Los tres, Pablo Torche, Cynthia Rimsky y Andrea Jeftanovic, poseen una trayectoriaexcepcional. Gente con un oficio magnífico que aceptó el desafío de llevar adelanteesta idea, y en gran medida es gracias a ellos que pudo concretarse tan exitosamente.

Queríamos saber si la ciudadanía estaba interesada en integrarse a un trabajode taller de creación literaria y la respuesta nos dejó contentos. Nos llena de energíael entusiasmo demostrado y los lazos que se crearon dentro de esos espacios detrabajo. Nos alegra la convocatoria que tuvimos, tanto en los talleres como en lasdemás actividades, y nos empuja a seguir adelante.

Estamos conscientes que nada de esto hubiera podido realizarse sin el apoyoque nos brindó el Fondo Nacional de Fomento del Libro y la Lectura, las institucioneseducacionales, los medios de comunicación, las editoriales, la empresa privada quecreyó en esta iniciativa y todos los que, de una u otra forma, ayudaron a que esteprimer Festival no sea el último que se realice, muy por el contrario, el apoyo brindadonos hace creer en un proyecto a largo plazo.

Prólogo

Víctor Hugo PinoCoordinación General

Festival de Literatura Temuco a pie de página

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Los textos antologados a continuación son el resultado de los talleres decreación literaria desarrollados en el marco de Temuco a Pie de Página, Festival deLiteratura 2011. Siendo una iniciativa principalmente enfocada a la promoción de lalectura, quisimos complementar el alcance del Festival con una actividad de incentivoa la escritura creativa y que, al mismo tiempo, fuese un punto de encuentro parapersonas con inclinaciones literarias. Fue así como se implementaron tres talleres,guiados por destacados escritores nacionales y definidos cada uno por una temáticaque a su vez determinó el tipo de público al cual fueron destinados.

Los talleres que este año se ofrecieron a la comunidad de Temuco y susalrededores, tuvieron como punto de partida una invitación a enviar textos literarioscon el objeto de participar en un proceso de selección. Durante un mes recibimoscreaciones literarias de los más variados estilos y procedencias, con tan buena respuestapor parte del público, que decidimos ampliar el plazo de postulación para que máspersonas tuvieran la oportunidad de participar. Como experiencia en una etapagerminal, la acogida a nuestra convocatoria fue útil para sondear el nivel de interésde la comunidad por iniciativas como ésta y confirmar la necesidad de espacios parala creación y el intercambio de experiencias.

El éxito que tuvieron nuestros talleres se debió, creemos, no sólo a que abrieronun espacio de crecimiento para los escritores locales, sino también a la calidad de lostalleristas. Durante tres días los escritores invitados, todos con vasta experiencia enel trabajo creativo bajo la modalidad de talleres, se reunieron con los autores de lostextos seleccionados, para dar vida a sesiones en las cuales desarrollaron sus propuestas.Cynthia Rimsky preparó un taller de narrativa denominado “¿Cómo se construye unamirada de autor?”, en el que participantes de público general, mayores de 18 años,trabajaron los conceptos de ver y mirar a través de ejercicios de lectura y escritura.Andrea Jeftanovich, por su parte, invitó a participantes mujeres a trabajar el tema dela violencia en la literatura, a través del análisis de cuentos breves y ejercicios escriturales,en su taller “Ficciones desde el cuarto propio”. Y Pablo Torche se reunió con estudiantessecundarios en su taller “De la experiencia a la literatura”, cuyo objetivo era explorardistintas formas de transmutar la experiencia en palabras, en literatura, instando a losparticipantes a ensayar distintas fórmulas expresivas en búsqueda de una voz propia.

Presentación

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Alejandra Bórquez JaqueCoordinación Talleres

Festival de Literatura Temuco a pie de página

Ante el entusiasmo y buena evaluación que tuvieron participantes, talleristas, otrosescritores invitados y el público en general respecto a la idea de implementar talleresliterarios abiertos a la comunidad y gratuitos, creemos que es una experiencia quedebe ser replicada en ediciones sucesivas del Festival, y transformarse en una actividadcon mayor protagonismo dentro de éste. Pensamos en implementar otros modos detrabajo y en ampliar los talleres a otros géneros literarios, para cubrir las inquietudesde más personas y así seguir incentivando en nuestra comunidad no sólo la lectura,sino además la exploración y el intercambio de nuevas formas de expresión artísticaa través de la palabra.

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07:10

Héctor Sanhueza Toloza

Me despertó el sonido de la puerta del baño al cerrarse. Al abrir un ojo –elotro quedó pegado a la almohada- la luz comenzó a hacerse visible muy lentamentehasta convertirse en un intenso y amarillo velo que me obligó a cerrarlo por unossegundos.

Nuevamente escuché el sonido de la puerta, esta vez abriéndose. El aire pocoa poco se hizo más denso y pesado. Un aroma a vapor, a manzanilla, a pelo mojadoinvadió la habitación.

Su silueta se asomó en el umbral de la puerta, al atravesarla pude distinguirlamejor. Comenzó a pasearse en calzones entre el baño y el closet, con su toalla rosadaen la cabeza. Miré la hora en el celular, 07:10, me dan ganas de levantarme pero elpeso de mi cuerpo sobre la cama y una pereza natural me lo impiden. Todavía no meha visto, la toalla le cubre parte del rostro y la espalda; trato de despertar, esta vezponiendo un poco más de voluntad. Con el brazo izquierdo intento levantarme, meayudo poniendo rígida la pelvis, hasta quedar medio sentado. Tararea una canción queno logro reconocer, parece feliz a pesar de la hora, mientras yo sigo escurriendo laespalda por el respaldo.

Para cuando se da cuenta que estoy despierto ya me encuentro sentado en lacama mirándola, se ve rica y despreocupada, todavía le queda como media hora parasalir. Me mira y ríe; se tapa las tetas pícaramente, como posando para una fotografíasexy:

–Desgraciado, hace cuánto rato me estás mirando –suelta una carcajada y metira un beso; se ve radiante.

Al trajinar el closet, me mira de vez en cuando, para ver qué estoy haciendo,para saber si la sigo observando. Efectivamente, la sigo observando. La ropa cae alsuelo, me dan ganas de levantarme y ponerla en su lugar. Poleritas verdes y rojas vanquedando tiradas como trapos, como cadáveres en una fosa común, enrollados,entrelazados, pero indiferentes.

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Termina de vestirse, se acerca y me besa: levántate flojo, ríe antes de salir.Apaga la luz y cierra la puerta de la pieza con cuidado. Oigo el sonido metálico delportón de la calle. El sonido queda vibrando en mi cabeza. Otra mañana más hequedado solo, bajo la penumbra casi intacta a pesar de la leve luminosidad plateada.El celular indica 07:40, pongo nuevamente la cabeza en la almohada queriendo dormir,pero soy incapaz de volver a cerrar los ojos.

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Diablos, diablos, diablos, el cause de emociones no se detiene, ¿Quería emoción?¡Pues aquí la tengo! Aunque sea tontería injustificada no importa, no importa, nadaimporta. Lo que vivo es real, no importa. Tornillos, tuercas, lo que sea, siempre supeque en mi corazón había algo suelto. Si, había algo suelto y esta vez se cayó ¿o acasose apretó el tornillo y es así tan fuerte es como se viven los sentimientos? No sé, nosé, me confunde, quiero que acabe, quiero volver a lo conocido, pero me da miedovolver y no poder regresar, no quiero quedarme en las sombras pero no sé si esto esla luz no quiero volver atrás, ¿Atrás? ¿Estoy avanzando? No quiero, no quiero… Nosé qué es lo que quiero, no logro entenderlo, no logro saber nada ¿Que me quieran?¿Que me amen? Es eso lo que quiero. No, no es eso, no es eso porque me da miedo¿Cómo voy a querer el miedo?

Tengo sueño, tengo dolor en el pecho que se confunde con la felicidad quemantede esta dicha irreverente y helada que siento ahora. Miedo. Asusta, tiemblo y no sési es frío. ¡Por qué llegan todas las preguntas juntas! ¡Hagan una fila ordenada, porfavor! No sé que quiero, no sé si me quiero.

Tengo sueño, mucho sueño, quiero, deseo dormir hasta la eternidad, huir a laPatagonia o al desierto y gritar, clamarle a los cinco vientos lo que no puedo decirporque me agobia, lo que me agobia y me atrapa y me humilla y me duele aunque yalo dije, aunque ya lo dije, aunque ya lo dije y sigo igual, no duele menos, no quemamenos, sigue igual, sigue legítimo y más legítimo que antes, alguien más también losiente, es justo lo que siento ni soy la última ni la primera, no es nada extraño no esextraño, es raro, deplorable, despreciable, debe morir, debe ser roto en pedacitos tanpequeños que nada ni nadie pueda unirlos nuevamente.

Y lo peor es que sigo, me como los pedacitos y los sigo sintiendo dentro, noquiero que se vayan, no me dejen sola, no me dejen, pero váyanse, lejos ¡No quieroverlos! No, si quiero verlos, no quiero sentirlos quiero quiero quiero quiero ¡Yo, yoy yo! ¿Acaso no pienso en los demás? Es normal y patético que tras años de déspotahumildad, salga el egoísmo la rabia, locura, tornillos, tuercas, garabatos de niños, lahumillación de ser quien eres sin querer ser nadie mas y la desesperanza de que teguste, quieras, desees eso que te daña y confunde, que te daña y te confunde, que sedeshace de tu humanidad y no puedes hacer nada. Que hiere tu pecho como puñalde ávido hueso blanco frío y carmesí. Y que te guste y no quieras que se detenga.

Culpable

Laura Brito Mellado

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Al parecer, aquel tipo tenía problemas, su vida según él, estaba completamentearruinada. Quería desaparecer, pegarse un tiro y desaparecer del globo terráqueo. Yo,mientras escuchaba sus penurias, saboreé detenidamente el amargo líquido de mi copay pensé en algunos consejos como para calmarlo, estaba demasiado nervioso el tipo,temblaba como un animal friolento y perturbado. Sus ojos brillaban lejanos, como unbarco azotado por la fría tempestad, suspiraba cansado, agotado del azaroso destino.Aquel hombre amaba a su mujer y a sus cinco hijos, pero no tenía nada que ofrecerles,era pobre como una rata.

Lo invité a una copa para calmarlo, para que no estuviera tan nervioso, despuésde todo, el vino suele adormecer las penas. Encendí un cigarrillo como por inercia,mientras observaba las paredes húmedas y llenas de frases sin sentido. – El dinero esun detalle – pensé, pero eso a él no le valía en lo absoluto.

Afuera caía la lluvia con fuerza, intentando romper el asfalto citadino. Miréensimismado desde la ventana, aquellos rostros transeúntes y fugases, aquella luzenvenenada por las sombras de la noche. Las posas de agua sucia reflejaban una especiede miseria. Hubo un gran silencio entre los dos, el bar estaba casi vacío. De fondo,se escuchaba la voz de un borracho cantando.

El tipo observaba la mesa cabizbajo, murmurando palabras entrecortadas. Unalágrima calló dentro de su copa repentinamente, disolviéndose al instante con elpurpúreo brebaje. Inmediatamente, alzó la vista temeroso y se cobijó en mi pupila,me miró como pidiéndome una explicación. Yo no supe que decir, le palmoteé laespalda y le ofrecí un pañuelo. – La vida sigue compañero – fueron mis estúpidas palabras. El sonrió un poco, con humildad y me estrechó la mano. No fui sincero y tambiénsonreí. Tomé su tacto con firmeza y lo apreté, me pareció sentir su sangre y el vivolatido de su corazón. Su mirada brillaba; pero ahora, en un puerto seguro.- Me tengo que ir – Le dije despacio.Él se despidió de mí con amabilidad, agradeciéndome el gesto y las palabras.Caminé hacia el baño, pisoteando la cerveza agria del suelo. Entré lentamente, la luzparpadeaba, alguien vomitaba su alma en un rincón. Me miré en el espejo detenidamente, como nunca antes lo había hecho, respiré hondo y observé al niño que alguna vezfui.Tomé mi revolver como sujetando los brazos de la muerte y desaparecí.

Desaparición

Eduardo Felipe Kayser Cortés

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Alex se sienta en el banco de una plaza esperando quizás qué cosa, justo enaquel momento un raquítico anciano con un añejo libro entre su brazo izquierdo caelentamente en el banco opuesto a él, qué ganas de saber lo que lee, piensa sin mayoremoción y tal vez sin ni siquiera estar convencido de querer saberlo. El viento hacíabailar las ramás de los árboles una armoniosa danza, (aquello me hizo recordarpolvorientos recuerdos de mi infancia, pero del que hablamos es de Alex) se respirabaalgo de silencio y nuestro personaje empieza a meditar cuál fue la razón por la cualen aquel preciso instante se encontraba sentado en aquel banco de aquella plaza.Al pasar varios minutos no llegó a ninguna conclusión lógica, en su mente solorondaban imágenes de él mismo caminando por opacas calles y rostros ausentes quelo observaban o no, eso ya no importaba (que persona más aburrida e ilógica merodeapor mi mente, tal vez un poco de aventura le daría a esta historia algo más de emoción pero estoy aburrido y entre estas cuatro paredes no encuentro ninguna fuente deinspiración, si ni siquiera puedo levantarme para tomar otro café, que es algo quedeseo hace ya un buen rato).

Alex vuelve a observar a aquel anciano, parece dormir y su libro se encuentravulnerable ante sus ojos acechantes, pero su mente ocupada en razonamientos absurdosno le dio paso para armar una buena estrategia para al menos, acercarse a leer el título(creo que esto es una forma distinta de aclarar mi estado actual, esto es una granestupidez, estaba llegando a un clímax pero quedó en nada, que aberración de historia).Se acomoda en su ya propio banco, hacía frío, ya era tarde y por lo visto no teníanada importante que hacer, el anciano seguía durmiendo, ya plácidamente (¿tendráfrio? Esta vez me pregunto yo como si me interesara, al menos acá está agradable),Alex ya estaba entrando en un periodo de desesperación, más de una hora sentadoallí pensando en cosas sin importancia y vigilando a aquel anciano que no se le ocurriónada mejor que ponerse a dormir al frente de él, y el tiempo corría indiferente. Depronto al anciano se le cae de las manos el libro, y en aquel instante el libro toma unaspecto mucho más atractivo, fija su ya cansada mirada en las expresiones del anciano,éste no da señales de vida, en un repentino acto se levanta silencioso pero apresuradohacia el libro, al dar el primer paso siente como el cordón de su zapato se encuentraencarcelado bajo la planta del otro, ya era tarde, el paso estaba dado y la caída erainminente, en esos segundos de búsqueda de una posición totalmente horizontal de

El libro

Pedro Muñoz Palomera

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su cuerpo se aclara el misterio, el porqué del haberse sentado en aquel banco, era sóloun corto trámite, el abrocharse el odioso cordón.

Su cara se incrusta en el libro del anciano, culpable de toda su desgracia. Sienterabia por el libro, el cordón, el anciano, el mismo y hasta tal vez siente rabia por mí,por haberlo hecho pasar por un tan mal momento (me siento culpable, no fue miintención) ahora no sabe qué hacer, lo más probable es que el anciano haya despertado,se levanta todavía furioso y al levantar la vista se da cuenta que aquel anciano sigueen su obsesivo sueño, con más rabia aun toma el libro con fuerza y empieza adestrozarlo, frenético, al terminar su gran hazaña mira al anciano y lo encuentra conlos ojos totalmente cerrados, con un suspiro lleno resignación toma cada parte deldestrozado libro y lo deja a un lado del anciano, este despierta y al encontrarse conla imagen de su ya inservible libro se levanta y se aleja lentamente después de pronunciarla frase más odiada de Alex. -Hasta luego-

FIN

Tal vez así comience una serie de historias, mi obsesión por las plazas me diráque irá ocurriendo en los distintos rincones de una de ellas, lo más probable es quesea la Teodoro o la de Armas pero eso no es lo importante, lo importante es que todoocurre en la misma, muchas personas, todas conectadas pero a la vez distanciadas porsus realidades serán participes de esta historia, no es un análisis filosófico, ni social,ni una interrogante existencial, solo me ubico omnisciente a imaginar.

Puede ser que todos tendrán una parte de mi, o nadie, o puede ser que todostengan algo de personas reales, de mi realidad. Ahora comenzaré después de haberconocido a Alex, el que lo más probable es que seguirá pasando por esta concurridaplaza.

Seguía haciendo frío en la plaza, se juntaban las nubes voladoras para descargarlluvia desde la altura hacia los suelos de cemento o tierra, o pasto en su defecto y otrotipo de suelo, o las cabezas de las personas que transitan en aquel lugar, en fin conla absurda lógica de que llueve de arriba hacia abajo indiferente de donde caiga.George, un turista gringo que paseaba por esta plaza del sur, gozaba estúpidamentede la lluvia mientras los demás con el ceño fruncido, levemente inclinados y ansiandoeternamente el sol exclamaban su odio hacia esta típica muestra del invierno. Se ganadebajo de un árbol (a un lado del banco del anciano y frente al banco de Alex), sacasu celular y marca emocionado un número, mientras espera ansioso una respuestaubica su mirada hacia el banco que se encuentra a su lado y ve el cadáver empapado

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de un libro, aquella imagen hizo que la lluvia ya no fuera tan agradable (o solo fueuna coincidencia, nose), su parka llegó al límite de su impermeabilidad y su mochilaamenazaba con dejar de aislar su contenido de la lluvia, mientras pensaba todo esto,desde la otra línea la palabra “hello” (jelou en español) se repetía cada vez másperiódicamente y cuando se dio cuenta de que su madre le había contestado hacíaya más de un minuto pronunció “jelou” más rápido de lo normal y entrando enconciencia empezó una aburrida conversación con su rubia madre (en inglés obvioy como el inglés me aburre no entraré en detalles) quizo contarle que había conocidola lluvia en su máximo esplendor, pero como su situación era cada vez más incómodapor ésta omitió el comentario, al terminar su extensa conversación decide partir haciasu hotel, pero no sin antes darle una última mirada al libro inerte en el banco, aquellaimagen hizo que su partida se detuviera sin causa alguna, solo lo observaba sin pensaren nada.

De repente un joven aparentemente muy enojado pasaba por su lado cuandose detuvo a observar el mismo libro que él veía, con ganas de crear amistad le dijoentusiasta “jelou” y el joven dio media vuelta y se fue con paso firme y un poco torpe.Este hecho le causó al gringo una cierta incomodidad, la lluvia seguía cayendo tal vezun poco menos intensa, pero seguía mojando y el cielo empezaba a oscurecerse(pobre gringo, ¿se le puede llamar desilusión? Ya nada era de colores, le invadió larealidad, o su realidad quedó obsoleta, en fin, su animosa panorámica dejó de ser tanalegre dando paso a la incomodidad, el resentimiento y el recelo. Desanimado y conganas de dormir se fue hacia su hotel con la imagen de aquel libro destrozado sobreese banco, banco que sigue con su papel de tumba para aquel desdichado libro)(Volvamos a Alex) Alex Con un leve dolor en su cara y toneladas de rabia en la espalda sedirige hacia su casa, cuando ya llevaba dos cuadras de camino, recordó que tenía queir a la casa de un amigo, por lo que dio media vuelta y tomó el camino de regreso,mientras en su mente el episodio del libro seguía dando vueltas volvió a la plaza ydivisó un gringo cerca del asiento en donde un libro le quitó su tranquila paz, seacercó, siempre odió a los gringos por su nacionalidad y, por lo tanto, por su vinculaciónsegún él con el capitalismo (también según yo), lo observó detenidamente y observósu inmovilidad, llovía y estaba empapado, aquello fue un tanto estúpido y sin perdermás tiempo se fue todavía con rabia y dispuesto a eliminarlas con unos buenos tragos.Creo que el gringo le dijo algo, pero Alex ni se dio cuenta de que le habló.

Eso es todo por hoy, mañana desde muy temprano la plaza acogerá a variaspersonas, cada una con algo que contar.

Temprano pasó con pasos brutos y arrítmicos.

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Manuel Luengo se despertó con una molesta resaca al despuntar el alba deldomingo 21 de septiembre del 96. Despertó con la cálida sensación de haber dormidojunto a una mujer, de la cual no quedaban más recuerdos que las ropas de camarevueltas y una botella de vino barato volcada en un rincón de la pieza húmeda, suciay maltrecha. Se levantó desorientado, perdido en el limbo de la caña, sin saber a cienciacierta qué hora o qué día eran. Sentía la boca seca y amarga y una sensación punzantele cruzaba la sien derecha. Caminó en calzoncillos por la estrecha habitación quearrendaba en un poblado y pobre conventillo. Cerca de la estación, a un costado dela feria Pinto. Hábitat de delincuentes y borrachos, trabajadores y prostitutas. En fin,un verdadero zoológico de las miserias y grandezas del bajo mundo de las periferias.Se dirigió movido por la inercia hacia la ventana, en donde un pálido azul se entrometíapor los huecos y desgarros de la cortina, atrayéndolo, cual mosca sobre la miel o sobreel excremento - total, siempre hay algo que las atrae. En su torpe caminar desobreviviente nocturno se adivinaba en él: la fragancia tranquila del sexo casual, quele envolvía con olores y sabores violentos y ácidos, como de amoniaco y rosas y quele daba cierta calma a sus movimientos trasnochados. Mientras descorría una horriblecortina de color mate (comprada en la ropa americana por un par de monedas, casiun regalo, pobre, pero un regalo finalmente) tuvo el presentimiento cierto de ser elprimer ser humano en poblar el mundo de la mañana, el silencio era el único sonidoa aquellas horas. Aquel mundo reservado casi exclusivamente a suplementeros,panaderos, delincuentes, borrachos, feriantes y a mariposas nocturnas de taco agujay nuez de Adán. Que con el primer trino de los gorriones buscan refugio en losinnumerables y oscuros laberintos que se entretejen tras las fachadas de honradascasas de familia, en el seno de la feria. Y que dan paso tras sus inocentes puertas atodo un mundo de conventillos.

Mientras tanto sus ojos, de un negro azabache, velados aun por los sueñosrevueltos de la noche, se abrieron hacia una calle solitaria y austera, una calle en dondeaún los faroles de la ciudad no se decidían a cerrar sus ojos para así dar pasó al día.A la insondable luminosidad de un nuevo día, que no le ofrecía nada, pero que tampocole quitaba nada. Y Manuel, como muchos otros de su especie, no esperaba nada deaquel día, ni del ayer ni del mañana. Se estaba contento así, reflexionó. Sin hacer nada.

El sudor de tu sombra

Alvaro Andres Barroso Sanzana.

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Este era un día como cualquier otro, en el cual debía comenzar de cero, desde lamañana hasta la noche y luego vendría otro día y otro amanecer y otro anochecer.¿Era así el paso del tiempo? Y era así también su manera de vivir su tiempo. Todoestaba callado en derredor. Daba la sensación o al menos aquello pensó Manuel, deque la famosa bomba hubiese estallado, y que aquel ensordecedor silencio fuera elpunto cero del Apocalipsis nuclear, o el ojo de la explosión, como decían los gringosen aquellos viejos filmes en blanco y negro en donde se hablaba de la bomba “H” yla caída de esta sobre Hiroshima y Nagasaki; la necesidad de entregar una lección aaquellos comunistas de ojos rasgados y pieles amarillas que se atrevían a desafiar alresto del orden mundial, siguiendo a la iglesia del santo Carlos Marx. Apoyó susespaldas contra el descascarado marco de la ventana y recordó en el remolino de lanoche anterior, en aquella fuerza centrífuga que lo arrojó desde un bar funesto ylúgubre al lado del río Cautín, frente a la ciudad satélite de “Villa Alegre”, a la camacon una hermosa y muy simpática mujer, de la cual no recordaba ni el nombre ni surostro, solo recordaba de ella un leve brillo en sus ojos moriscos, un brillo que loabsorbió y envolvió como la calidez de un buen licor en invierno.

Los primeros rayos del sol se colaron por sobre la madeja de latas, zinc, cablesde teléfono, cables de luz, letreros luminosos, neumáticos viejos y hojas podridas, quele rodeaban y oprimían la existencia, ahogándolo con el síndrome de una modernidadtercermundista. Con un cáncer tecnológico que no alcanzaba a comprender y que sinembargo día a día le devoraba un poco más de su esencia humana - ¿Era esto unaevolución radioactiva y mortal?, Se preguntó en un murmullo de mariposa ciega yperdida en la sombra de un jardín que poco tenía de natural. - Y no sólo para elhombre, continuó en el desarrollo cerrado de la idea, sino que también para todo loviviente que le rodeaba. Los rayos de luz, o bien de sol, jugaban audaces con laspartículas de polvo en suspensión que flotaban por la habitación, dándole contornosy formas irreales a aquellos minúsculos trozos de piel muerta y ácaros microscópicosque se amalgaman y funden hasta dar forma a ese otro tipo de vida, y que son en sí mismos una rara evolución, pequeña y escasa, pero que se aferraban a su existenciacomo un condenado a muerte se aferra al indulto presidencial o a la sobrevenida deun cataclismo que lo pusiera fuera del alcance de la ley y del dedo acusador de quienesse saben los héroes de la justicia. De pronto, frente a sí la vio. La observo de golpey sopetón y se le coló en el rabillo del ojo, a hurtadillas, reptando entre el espacio dela carótida y la pupila trasnochada, mientras otra parte de sí aún jugaba a dar formasal polvo en suspensión que bailoteaba perpetuo y etéreo bajo el caudal de plata delsol. Y en su mirada incrédula la quedó viendo, repetida como un eco, durante eternosminutos. Sin conseguir que su mente lo creyera. Pero ahí estaba; tan cierta como elaire que respiraba, o como aquel horrible póster de Víctor Jara equilibrándose apenas

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sobre la pared manchada de humedad. Se frotó los ojos trenzados de legañas y volvióa mirar, pero aquello aún se encontraba ahí, sobre su cama, más bien sobre la colchade su cama. Y no era por cierto un condón roto o alguna prenda íntima de mujer...

Manuel se encontraba sentado con las rodillas enclenques y lampiñas apoyadassobre su pecho. Sus brazos largos y nervudos lo envolvían, dándole el aspecto de unsimio pensante, compenetrado en la idea que se desgajaba del racimo de neuronas.Se encontraba sobre el frío entablado del piso salpicado de manchas de cera y decolillas de cigarrillos que se asemejaban a cucarachas muertas y despachurradas. Sorbíadespacio un vaso de vino rescatado milagrosamente del naufragio de la noche anterior.Y pensaba en todas las mujeres que alguna vez pensó haber amado y en todas laspalabras gastadas en pérfidas féminas que lo abandonaban como la misma noche. Esanoche que le hacia aullar las venas en cuanto Selene asomaba entre las ruinasfantasmagóricas de la ciudad, y la anaranjada simpleza del día, con sus ires y veniresde rostros anónimos y apurados que se guardaban autómatas en sus cubiles tras lacaída del sol en el horizonte, terminaba por dar paso al manto oscuro de la nocheplena de estrellas sonrientes. Y además, ¿que sucedió con todas aquellas promesasde amor elucubradas al amparo de un mal trago? en todo ese amor malsano y olientea camas sudadas de las prostitutas de la plaza de armas, que a pasos de la municipalidady en el corazón mismo de Temuco reparten sus azares de cariños tarifados a quienquiera guarecerse en sus sexos de mujer simple y fuerte; y a veces también acabadapara el día, pero que sin embargo están ahí, noche tras noche, dispuestas a gritar conlas piernas abiertas como si se tratase de su primera vez. En la incertidumbre de unacaricia ciega y muda en mitad de la oscuridad en una perdida esquina derruida porel abandono he pensado en ellas y la luna. O quizás encontrarse un alma gemela enun bar, y en el susurro ecléctico de un beso sobre el lóbulo cálido de aquella mujercualquiera, dejarse llevar hasta el nuevo amanecer como si se tratase de nacer en ungrito desgarrado que en su última nota trae a tirones la certeza de saberse un serperdido para los demás. Y sin embargo, nada de aquello era tan real como lo que seencontraba sobre la colcha de su cama, nada se podía comparar a aquel rastro pálidode la puerta de “escape” que se mantenía muda e inmóvil, pero que existía, hastapodía sentir que respiraba. ¿Quién podía negar el hecho de que aquella figuraunidimensional respirase?, ¿Quién podía negar el hecho de la existencia unidimensionalde aquella silueta?, O dicho a tientas, o a palos de ciego: de su vida y de su muerte.Nadie, o por lo menos nadie que él conociese, y el conocía a mucha gente. Losacudieron un momento de su abstracción los gritos que provenían desde fuera desu habitación, desde la calle hasta hace un rato solitaria. - Una partida de borrachosférianos cantaba a grito pelado su euforia etílica mañanera, mientras bebían cerveza,sentados en los carretones rebosantes de verduras frescas, como una postal de

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surrealista grandeza/miseria. Realidad y el ojo fantástico espetando verde alcohol devida. Sin embargo aquello no lo pudo distraer de sus pensamientos por mucho tiempo,pues estos le decían: que el amor era una utopía, una falacia universal sostenida porla ignorancia religiosa de quienes se escondían tras la cruz y el libro sagrado.- patrañas,exclamó, en la soledad de su cuarto. Así tal cual. El amor era la patraña que sostenía,o más bien sujetaba al hombre al capital y a la producción. Producir y consumir. Ypor ello, la soledad que le embargaba desde el momento mismo de lanzar su primerllanto después de nacido no lo abandonaría jamás. La tristeza que se le trasmitieradesde la calidez de la leche materna en aquella primera hora de su vida formaría partede él por siempre y para siempre al igual que las defensas lácteas absorbidas a travésdel pezón materno, o como el calcio transmitido de madre a hijo. Dentro de sí mismoposeía el ADN que lo determinaba como ser humano, y para bien o para mal. Él eraun humano con fallas. Pero ahí estaba, sentado frente a la prueba irrefutable delamor, de un designio escrito por algo o por alguien que con aquello le demostrabalo fraudulento de sus dichos y acciones. Dándole de aquella manera un tapabocas asu incredulidad de gran intelectual que profesaba cabrón en las discusiones demedianoche en algún bar de la ciudad. Intentó hacer calzar el rompecabezas de distintasformas y jugó insensato y pálido de caña con la idea de lo antinatural y de la antimateria.Pero nada de aquello le sirvió. El sabía que era cierto lo que sus ojos habían visto yque aún podían ver sobre la colcha, delineada perfectamente, como dibujada por ungran artista plástico, quizás un Botero, o un Da Vinci, según el gusto del ojo y elpaladar de pincel del interesado. Aquello (que poseía forma definida, pero que sinembargo su mente negaba aun su dimensionalidad real, dejando en el limbo del ideariosu nombre terrenal) no podía ser ignorado ni soslayado como una mera coincidencia.La caída de un rayo dos veces en un mismo lugar podía ser una coincidencia, fantástica,pero posible. En cambio esto, no podía ser catalogado como un accidente, aunquesu mente así lo quisiese.

Apuró el último trago por su garganta y dejó que el amargo del vino le sacudierala cabeza y las neuronas mientras sus pies descalzos mordían el frío suelo al caminarhacia la cama. La certeza de lo visto anteriormente le empujó la mirada hacia cualquierparte, le obligó a fijarla en las cortinas, en los libros desparramados, como palomasmuertas sobre el suelo. En las paredes carcomidas por la humedad, en la desfiguradaapariencia de gato de una foto de la torre de Pisa. Todo esto para que de maneratorpe su mente pudiese evitar el choque con aquella nueva realidad que se le presentabaen una mañana cualquiera. Justo al lado izquierdo de su cama. Y esta era: una manchade sudor. De líneas definidas y certeras. Que se recortaban graciosamente sobre lacolcha. Era sin lugar a dudas la silueta de la mujer conocida la noche anterior. Y deesta manera entendió en aquello el mensaje del destino (la mano abierta de éste, al

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entregarle de manera truculenta las llaves de la puerta de “escape” a su soledad) era“SU” oportunidad, de aferrarse a aquella mujer, pues ella, estaba aferrada a él, aúnantes de que se conociesen la noche pasada, en aquel sucio bar. Cogió sus pantalonesdel suelo. Su rostro palideció por la emoción y saco su billetera desde uno de losbolsillos, el del lado izquierdo, pues el derecho se encontraba desbocado. Revisó labilletera grasienta y ajada con calma, esperando hallar en cualquier momento aqueltrozo de papel entregado por aquella mujer la noche pasada. En donde en tinta colornaranja resaltaba nítido el teléfono de su casa, su nombre y su dirección. - La mujerse lo entregó mientras cruzaban raudos la ciudad sobre un destartalado colectivo. Ycomo si fuese una bofetada, dentro de la billetera no encontró nada, ni tan siquieraun billete de mil, para haber pasado la pena con otra botella de mal vino. Ningúnpapel escrito con tinta naranja. Sólo boletas, calendarios viejos, y aun más viejosboletos de micro. Su rostro se desencajó por un momento, y con respiración anhelantecomenzó a revisar su chaqueta de cuero negro, colgada como una estola de piel dezorro muerta alrededor de un clavo de tres pulgadas en un rincón de la pieza, y nada.Revisó entonces algo tiritón dentro del velador, vaciándolo de un golpe sobre elsuelo, incapaz de contenerse y de controlar el temblor que le nacía en la barbilla yque bajaba hasta sus manos. Desparramando sus perdidos y olvidados tesoros portodo el suelo: cachivaches inservibles, trozos de papel escritos con letra menuda ydistorsionada, pequeñas arañitas de negra tela, que entretejía para dar forma a loimposible. Además de corontas de manzana y uno que otro cigarrillo quebrado ymelancólico en la soledad sombría del cajón. Y nada. Algo o alguien se burlaban deÉl. Y entonces miró bajo la cama, pelándose las enclenques rodillas sobre el entabladodel piso, y nada. Hasta estrelló la inocente botella de vino contra la pared, pero nada.El papel aquel se había ido, esfumado, desaparecido como aquella mujer. Y su menteinsinúo lo que vendría en el futuro para él, en un segundo, en un parpadeo, supo loque se le deparaba en el futuro. Entendió cual era su condena, la soledad, es la malditasoledad la condena por no saber tirar la ruleta de la vida. Aúllo con la miradadesencajada de animal acorralado. Afuera el sol resplandecía sobre la vida de hormigasque a esas horas bullía abajo, en la calle asoleada por el ritmo del nuevo día. Y entonces volvió a caminar hacia la ventana con la mirada aguachenta y la mandíbulaapretada. Y como autómata parido en el miedo cerró las cortinas (horribles por cierto,pero baratas, casi un regalo) luego dio media vuelta y volvió sobre sus pasos y serecostó sobre la cama con un resoplido de caballo cansado, en calzoncillos, con lasrodillas sangrantes y la respiración agitada, al lado de aquella mancha de sudor. Y larodeó tiernamente con su brazo. La redención de los muertos que viven, pensó. Alverse a sí mismo realizando aquel gesto ciego e inútil. Pues lo que se había ido durantela noche ya nunca regresaría. Cerró entonces sus párpados cansados y pretendió

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dormir, pero en la oscuridad inversa de sus ojos, los ojos de aquella mujer fulguraban.Era un domingo 21 de Septiembre del 96 y a lo lejos repicaban las campanadas dela iglesia, llamando a los feligreses a la primera misa de la mañana... aquellos ojos eransu verdadera condena.

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Aún recuerdo aquel día, una niña que intentaba ser grande, no entendía ni meinteresaba entender esas cosas del sexo que a los hombres les volvía locos hasta volversus miradas turbias y su aliento podrido de calor, pero tenía esa curiosidad propia decualquier chiquilla de esa edad, no me importaba si me gustaba o no, solo quería sentiresa sensación de calor que emana de una persona que ama a otra, y lo que viví aunquelleno de locura y desenfreno fue lo más cercano a eso.

Me levanté temprano ese día, hasta el punto de sentirme ridícula por habermelevantado tres horas antes, dos horas y media demás por si acaso, decía yo, no queríallegar tarde, pero esta tontería de mi parte me hizo poner aún más nerviosa.Me subí al auto de mi padre, quien siempre se mostraba distante, encendió la radiofuerte y como siempre no hablamos nada durante todo el camino.

Llegamos al colegio muy temprano, hacía frío, mi padre estacionó su camionetapolvorienta y pasada a bencina, ese olor fresco y tóxico me gustaba, sentía cosquillitasen la guata.

- Apúrate! – grito mi padre con esa ternura que le caracteriza.Entramos al colegio, era un lugar más frío aún, las monjas se paseaban con

una mirada inquisidora, como acusando, como diciendo: ¡te irás al infierno!. Los niñosy los jóvenes se volteaban a mirarme, con curiosidad y superioridad, sentí rabia, quederecho les daba a esos a mirarme como si fuera un bicho raro, es cierto que en esetiempo estaba en etapa de crecimiento por lo que muy bonita no era, tenía la pielpálida y brillosa como una masa de pan sin hornear sobre la cual se disparaban comodelgadas agujas punzantes unos bellos negros que se perturbaban al más mínimocambio de temperatura, invadían todo mi cuerpo, mis brazos mis piernas, mis cejaseran una sola solitaria en mi frente, bajo la cual se encontraba mi prominente nariz,una de las pocas herencias judías que no me gustaba, no había lugar de donde noaparecieran esos negros locos.

Mi padre me entregó a una monja agarrándome del brazo y luego dejándomea su lado, como diciendo ahora le toca a usted, y se alejó presuroso, la monja metomó del brazo y me llevó a la sala, me presentó ante el resto, me cosquilleó de nuevoel estómago al ver esos cuarenta pares de ojos que miraban con curiosidad, otros conrecelo y muchos con burla. La monja apuntó un pupitre vació y hacia allá me dirigí,

Hojas de afeitar

Johanna Lovera

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dejando mis cosas colgadas en el respaldo del banco. Saqué mi cuaderno y mi lápiz,no me interesaba escribir, o aprender algo, solo hice como que escribía para poderagachar la cabeza y no tener que mirar como esos niños me miraban.

Al poco rato noté como unas chiquillas sentadas a unos bancos más allá demí me miraban, cuchicheaban entre ellas y luego reían, se pasaban un cuaderno deun lado a otro, seguramente eran de esas que causan miedo en los colegios, de esasque golpean a todo el mundo y se burlan de la gente superior a ellas, pensé.

Al rato sonó el timbre y me apresuré a guardar mis cosas y salir, sabía que ellastenían algo planeado para mí.

Logré perderlas me metí en un lugar oscuro cerca de los baños ahí donde nadieiba, pero de pronto sentí unos brazos que me atraparon por detrás, traté de gritarpero me taparon la boca, me llevaron al baño. Eran ellas, una se quedó en la puerta,mientras las otras me miraban, pensé lo peor pero luego una dijo:

- No te preocupes vas a quedar estupenda. – Mientras la otra me tomóde los hombros, me empujó hacia abajo para que me sentara y caí sobre unacamilla en mal estado que usaban seguramente en enfermería.

Comenzaron a desvestirme- No, no, no, ¿Qué hago? ¿Qué quieren estas cabras locas? – pensaba enmi mente, tenía ganas de gritar, pero tenía tanto miedo que me quedé inmóvily no atiné a ningún movimiento.

Me quedé pasmada al ver que sacaban unas navajas, mi cuerpo comenzó a tiritar, creíque iba a morir, una comenzó a llenarme de jabón y pensé, Dios mío ¿qué clase defetiche será este? será tal vez un recibimiento para los nuevos, no, no creo, moriré,si, seguramente moriré.

Y más estupefacta quedé al sentir sobre mí que la navaja comenzaba a afeitarme,¿Qué se traían esta chiquillas? Pensé, cada vez me relajaba más y se me soltaban máslas piernas hasta quedar finalmente como una muñeca de trapo, de vez en cuando mesobresaltaba por algún pequeño corte que ellas mismas limpiaban con sus labios,sentir la humedad de sus lenguas me hiso sentir un calor intenso que recorría mipecho y bajaba hasta llegar a hasta esa parte, era ese calor que yo buscaba, luego ellastambién comenzaron a desnudarse y se acicalaban mutuamente afeitándose todos losrincones del cuerpo, entonces yo entendí el juego, era eso simplemente, afeitarse, merelajé tanto que mi cuerpo comenzó a cosquillearme, pronto ellas comenzaron a reírdesmesuradamente, primero eran risitas disimuladas, luego grandes carcajadas,intercambiaban miradas burlonas entre ellas, yo no entendía que ocurría, solo sentíaque el calor crecía en mi cuerpo, hasta que finalmente una de ellas se abalanzó sobremí lamiendo las heridas de mis piernas, las demás siguieron su ejemplo y todas ellascomo poseídas recorrieron con sus lenguas el resto de mi cuerpo.

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Es jueves, comienza un fin de semana largo, está nublado y todos dicen quese van; que “obvio” que viajaran, que estaría loco si me quedo en Temuco. La Fabiola queda mirando mi silencio y mis ojos, sabe que no viajaré, pero le respondo quedemás que viajaré, que en la tarde saco pasajes, después cambio el tema y le agradezcolas dos lucas que me prestó. Cuando me voy pienso que nos podríamos casar, aunqueno me quiera y yo tampoco la quiera.

Me quedo en la U, en los computadores descargando música para escucharel fin de semana así no me siento tan solo, lleno el pendrive de cosas para acompañarme.

A las siete tengo que juntarme con Sergio en la plaza, dijo que me podía prestartres lucas. Llego a la hora y empieza a llover más fuerte que antes, pienso en la lluviade las películas, de los poemas, pero esta es lluvia es verdad y Sergio no llegó. Ahoratengo que vender un reloj y unos aros que le quería regalar a una flaca que se fue.

No pude vender el reloj, vendí los aros de plata y volví contento a casa concuatro hallullas y un paté.

Jueves

Cristian Javier Torres Loaiza

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Saca la mano desde su cuerpo, empalma, amasa, chupa...existe.Se pregunta si el sabor a carne sabe tan inútil: Sin aliños, sin azúcar, la carne

es agria. Mete todo en una bolsa, sale hacia la calle, camina con una mano en unbolsillo y la otra empuñando la bolsa; de ella sale un olor a pelo chamuscado, un perrolo olfatea a lo lejos, camina rápido pero no logra engañarlo, mete el pie en un hoyodel asfalto, siente su carne apretada.

Espera que pueda venderlo pronto, solo dura 18 horas; caras encogidas miranhacia otros lados, un estornudo cambia la dirección de la atención de los otros. Aldoblar una calle divisa a su cliente, apenas se miran, habla despacio casi murmurando,tratando de descifrar los rasgos minúsculos del rostro atrofiado; internamente esperaque el pellejo y los órganos le sienten bien, le pasa la bolsa y mientras una mano larecibe con la otra el alfeñique de piel le extiende un frasco, logra divisar sus ojosflotando al interior; como lo supuso sin ningún rasgo de vida ni de extracción anterior.

Un vigilante se acerca, trata de disimular mientras despide a su cliente y cruzala calle hacia la esquina de su cubículo, los perros ya no lo miran tan detenidamente.Al entrar a su cubículo abre el frasco, asustado verifica detenidamente, no, esta vezno lo engañaron, abre la caja volátil y deposita el frasco adentro. Se sienta en el suelo;en su cubículo no existen objetos pequeños ni grandes, pudiera decirse que no existenada, solo el suelo raído, endeble, que lo cobija porque no puede dejar huellas, nopuede permitirse eso, suena estúpido, podría vender su alma a la vigilancia, hacerseun traspaso cerebral final, vivir en la ausencia real de lo contemporáneo, vegetarmientras el Estado mete en la database su tiempo de existencia dependiendo losfondos que posea, como no los tiene supone que solo tendrá unos meses, el Estadono gasta en humanos parásitos como él.

Como todas las noches piensa en las diversas maneras para despistar a losvigilantes, mientras repta por las innumerables salidas del cubículo y se dirige alVANITORIO; ya en él elige un rostro; ojos rasgados –asiáticos, iris azules, cabelloceleste, piel grisácea, hace el intercambio monetario y llega de nuevo a su calle. Vuelvearrastrándose a su cubículo, pronto vendrá Vadich tiene que pasarle su parte- fue untrato- trata de descontarle algo pero las cuentas irían en su contra. Cierra la caja volátil,pronto comenzará la lluvia ácida, los vigilantes anuncian el toque de queda (los malditos

Kalimera

Martha Coz Saavedra

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cerdos si pueden salir porque tienen trajes), escucha unos sonidos, alguien arrastrándosepor la salida 6, no logra divisar su rostro por la oscuridad o los ácidos que caían porla lluvia, la forma hace un movimiento, intuye que puede ser Vadich una sonrisa ósu clásica mueca de apuro que ningún rostro le ha podido disimular, si fuera vigilantelo pondría en el database junto con el ADN para identificarlo.

-“Se fueron los Vigilantes” afirma Vadich- trata de no parecer nervioso, quizásVadich sospeche que le tiene temor a los vigilantes desde lo de Skay.Vadich está cansado, se saca la capucha y logra ver las pústulas y los ganchos que leagarran la piel a punto de caerse a pedazos por la putrefacción, efectos de la lluvia-le preocupa que ahora sean más rápidos– “No te pusiste rostro, olvidas que eso es peligroso, los perros identifican los olores”- Vadich no responde camina hacia la caja volátil y la abre. – “No está ahí”- avanza hacia él y le extiende el frasco– “Contáctame con Hobbes, es urgente”- Vadich asiente, se coloca la capucha nosabe si es para ahorrarle el asco ó porque los cambios son más rápidos, los muñonesque tiene en vez de manos revisan el contenido del frasco- “Esto es bueno FF, muy bueno” aún no sabe cómo puede balbucear las palabras si los músculos de su cara no reaccionan para mover sus labios, quizás la laringeaún funcione y hable desde adentro como los antiguos ventrílocuos, en ese momentoteniéndolo tan cerca cree que no podrá dejar de fingir más, el olor es asfixiante enel cubículo, no hay extractores de aire, Vadich no lo mira, está ensimismado con elfrasco, lo guarda entre sus ropajes.-Hobbes no está en la zona, dicen que fue a hacerse la secuencia final.-¿No es muy pronto? Hace una semana que fue el traspaso.-Los órganos eran compatibles FF, haces un buen trabajo, si sigues así quizás tengasun paso hacia el cuadrante 86-Sur Este.-Lo único que quiero es largarme de aquí, odio a esos malditos perros y a los Vigilantes.-¿Porqué la urgencia de contactarte con Hobbes?FF trató de bajar los ojos a pesar que la capucha de Vadich lo ayudaba a ocultar laturbación junto con la penumbra descarnada del cubículo, no pudo dejar de turbarse.-Ozz apareció en el cuadrante 58-norteVadich se arrastró hacia la caja volátil, un vaho nauseabundo acompañaba susmovimientos mientras una especie de espasmos hacían totalmente irrespirable el lugarsin embargo FF estaba acostumbrado; años lidiando con compradores de órganosde segunda mano, desesperados proscritos del Estado, afectados de la lluvia ácida quevenían al cuadrante Norte en forma subterránea sin protección, mientras el viajecobraba poco a poco los costos: Piel mutabilizada, mucosas infectadas, muchos caían

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en manos de los Cancerberos , vigilantes corruptos que los obligaban a vender susórganos nuevos, no había liquidaciones estatales por lo cual se convertían en serescomo Vadich : despellejados, sobreviviendo de a pedazos gracias a una mezclaque todos llamaban KALIMERA.Una extraña mezcla que regeneraba los órganos pero que conseguían en pequeñasdosis que intercambiaban con los Cancerberos mientras estos comercializaban susórganos en forma legal con la venia del Estado. Muchos se convertían en informantes,otros lograban huir y formaban sociedades que les hacían a los nuevos recién llegadoslo mismo que los Cancerberos, solo que estos negociaban los órganos a cualquieraque pudiera adquirirlos y con el giro que se pudiera pagar; legalizado ó ilegal , elloslo tenían todo.FF era uno de ellos, de los vencedores vencidos, mediaba entre cliente y comprador;él hacía el negocio, arriesgaba literalmente el pellejo ,se consideraba una especie deparásito entre tanta carroña- “Carroña comiendo a carroña”- era su frase favorita, esosí, no hacía tratos con los Cancerberos, con las sociedades había relaciones diplomáticaspero él sabía que los independientes duraban poco; o caían con los vigilantes y/ocancerberos, huían al cuadrante 86-sur este ó lograban reunir fondos suficientes parahacerse un traspaso cerebral final y vivir en el exterior con los otros Residentes Legalesdel cuadrante 85-Norte. Zona Atlántica Meridional.

OZZ era una especie de vigilante a sueldo contratado por las sociedades, pertenecíaa la “ELEMENTAL”, protegía a los miembros, reclutaba a nueva gente del cuadrante86-Sur Este,luchaba cada centímetro de piel con los Cancerberos era el mayor cazadorde órganos del cuadrante 85- Norte se decía que tenía 22.000 cubículos llenos derecién llegados del 86- Sur Este. Tenía que cuidarlos de los Cancerberos, cuidarse laespalda de los informantes, cuidarse si quería seguir viviendo.

FF trabajó con OZZ , es más era uno de sus mayores proveedores; ya que OZZtrabajaba con un número alto de mercancía podía tomar algunas sin que las sociedadesse dieran cuenta, colocaba en los informes alguna pelea ó soborno con los Cancerberosy lo solucionaban todo. Eso hasta que OZZ escapando de los vigilantes no encontróla entrada de un cubículo justo cuando la lluvia ácida empezó a caer, OZZ podíatrabajar con las sociedades y cuidarse de los Vigilantes pero también había vendidosu piel de eso nadie podía escapar, el no comercializarla era absurdo si uno trabajaen eso el no hacerlo era romper las reglas de ese mundo.Según le contaron a FF,cuando OZZ sintió como cada gota caía de la lluvia ácidacaída por su piel ,estaba débil y gastada se abrió con facilidad, pronto comenzó aempaparse, escuchó a los perros, los pasos de Vigilantes y el maldito dolor, lo único

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que alcanzó a hacer antes de ser atrapado es sacar las identificaciones oculares quecomprometían a la “SOCIEDAD ELEMENTAL” ,trató de utilizar su arma pero sucuerpo estaba descascarándose, derrumbándose, cayéndose poco a poco...Cuando supimos algo de OZZ , fue después de lo de SKAY , la mayoría de “corredores” desconfiábamos unos de otros, sabíamos que había un soplón por eso el que OZZreapareciera era extraño y sospechoso porque lo creyeron exterminado, nadie sabíanada de él, muchos supusieron que los vigilantes lo habían mandado al CentroRehabilitador Neuronal lo que equivale a decir que lo mataron, el trasplante cerebrales irreversible, el cuerpo de OZZ no daba para mucho por eso las sospechas surgíanhacia él – “¿Porqué dejarlo igual que antes?, ¿Era mejor como soplón?”-.OZZ trató de contactarse con la “SOCIEDAD ELEMENTAL”, pero fue imposible,OZZ no era confiable y si no se cuidaba las espaldas entre ellos, otros mercenariosa sueldo podían volarle la cabeza sin oportunidad para otro cambio cerebral. Despuésde eso, FF redobló la seguridad en el cubículo, la caja volátil fue arrastrada a una zona segura, quizás los órganos filtraran su olor y los perros olisquearían avisando avigilantes y cancerberos...fue un tiempo de estupidización momentánea: Patrullar lassalidas, contactos escasos y solo con clientes conocidos, huir de nuevos contactosaunque las ganancias fueran mayores, no supo cuando perdió el cuidado de no hacersiempre los mismo gestos a pesar que su ida al Vanitorio para el cambio de rostro.Hubo días que fueron tres veces por jornada . Iba a tomar la séptima entrada delcubículo cuando sintió un olfateo-“¡Perros!”- corrió rápidamente, piensan que pronto me reuniré con SKAY, el primeroen ser exterminado por los Vigilantes, ninguna entrada despejada, la quinta y tercerano estaban habilitadas... Cuando voltea imagina ver la cara de un vigilante cuando unaforma cubierta con una especie de túnica con capucha detiene al perro.- Pronto comenzará la lluvia – habla la forma. No responde, no quiere que su vozsea identificada en la database, la forma se mueve y se acerca, el perro se tranquiliza,se acerca más, lo inspecciona como buscando una señal, lo reconoce a pesar del rostroprestado.- FF ...¿Eres tú?.- No responde, de pronto en el bolsillo encuentra un trozo deBermanzatina, es hora de despedirse, la forma me sujeta del brazo.- ¿Bermanzatina?, no lo hagas FF .- La forma mira hacia todos los lados, no atino ahacer nada , me dejo llevar por la forma ,éesta suelta al perro no sin antes programarlopara su regreso, la forma busca la octava entrada, nos introducimos por ella, no sabelo que quiere pero recuerda que la caja volátil está protegida, solo un poco deBermanzatina y pulsar el botón –“quizás tenga tiempo” pienso- ya dentro del cubículola forma se destapa, FF no reconoce nada en ese rostro, no hay ningún gesto que

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pueda recordarle a OZZ.-“ Probar con cada rito tu estadía en un cuerpo ajeno es difícil; le dice la voz delsupuesto OZZ moldear la carne para que aprenda cada gesto, para que puedas serreconocido, para que los músculos moldeen tu ser interno ó un reflejo olvidado deeste aunque dudes si eso realmente te pertenezca, todo se cambia, compra y maneja.¿Desconfías? FF, no te preocupes; hasta yo mismo desconfío de lo que maneja esteorganismo ajeno. Escoge, escoge entre reconocer: Lo último en que podrás reconocertey lo primero que inventarás para ocultarte.

Es simple FF: Una cara, forzar las mímicas como una marioneta con bateríasrecargables, una piel que no te pertenece, partículas inexistentes, sangre mezclada conotra igual. ¿Qué hubieras hecho?, ¿Enterrar tu rostro, sacudir el engaño? No hayopciones, uno finge creárselas. Soy lo que armaron manos agarrotadas, destruidas porel líquido ácido, cada parte mía fue aportada por alguien que no tenía que más dar,construido como una especie de vengador, vengándose por lo de Skay y de ellos.Hecho por los que nadie suponía tener en cuenta, no son términos medios, ni víctimasde nada, es el costo de existir, un relleno, una cosa. ¿Sé queja el perro vigía deescudriñar olores ,de que si reconoce ese olor a carne puede ser el fin de otro ser?Es una cadena FF, una cadena: tu eres el parásito, “Las sociedades”, vigilantes ,cancerberos. Todo es una raquítica cadena prefabricada en la DATA BASE , ni blanco,ni negro, ni gris solo es como tú FF , FF en algo, algo, algo....”De pronto FF fue cogido por muñones metamorfoseados que trataban de semejarsea manos en que cada dedo era una piel distinta, un volumen, un sabor diferente. Cadapartícula de carne operaba por cuenta propia, ni OZZ podía controlarlas.- ¿Dónde está?...necesito...necesitamos... KALIMERA, KALIMERA...Y esas manos armadas por retazos se hundían en su piel como si esta fuera algoporoso, una especie de esponja. No dolió cuando las manos agrietaron sus brazos,succionándolo, rompiendo vasos sanguíneos, carne, poros, músculos; ni cuando lasangre estalló frente al rostro cubierto...solo esa voz confundida por otras, moduladapor muchas lenguas:-KALIMERA...KALIMERA...KALIMERA.

FF despertó modulando esa palabra; era como una urgencia una especie de grito desalvación, lo sabía; la necesitaba. Apenas trató de diferenciar las formas que lo poblabantodo. En el cubículo solo repetía en un sonsonete inacabable– Kalimera...Kalimera...Kalimera.Y las formas se acercaron a él ,una especie de muñón le cubrió el rostro y le mostró

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la boca de un frasco abierto vertiendo un líquido pastoso en sus labios que apenassentía. No supo cuando despertó pero ahora las formas habían desaparecido, el lugarquizás fuera su cubículo- pero todos se parecían a todos- ya no sentía la urgencia deKalimera tampoco recordaba mucho de lo ocurrido–¡OZZ!- murmuró pasmado, olisqueándose la carne reconociendo si cada poro erade OZZ. No se pudo levantar, un ardor le descosía las extremidades, todo eraoscuridad, sólo palpándose podría recuperar su propia conciencia. Estiró un brazopero un rasguño de dolor lo paralizó, a pesar de la Kalimera sus músculos no respondíanindicaciones cerebrales ; FF estaba confundido, recordó como OZZ lo había penetradocon sus muñones, como explotaba en sangre y ahora estaba ahí tirado en plenaoscuridad a merced de varias formas inacabables, mal hechas, mal copiadas.

Se asustó al pensar de que se hubiera convertido en uno de ellos, de que ahora tuvieraque actuar en grupo para seguir sobreviviendo, dependiendo de esas formas que noquería asumirlas como suyas – solo lo pensó, aún no tenía la seguridad – de prontoescucha unos pasos, la oscuridad no ayuda a distinguir mucho, sólo acrecienta laexpectativa . Y algo que lo palpa, algo que colocan de nuevo en sus labios y eselíquido pastoso que hacía tanto bien pero que lo destruía por dentro, ahogándole lasposibilidades, redescubriendo su verdad : De que ahora en adelante era parte de algo,que la Kalimera que entraba a su cuerpo era para regenerarlo, para que siguiera amerced de algo que habían elegido para él; la forma más vil de muerte – LADEPENDENCIA-.

Y no quiso tratar de palparse la carne porque supo la verdad en un extraño presenti­miento, se acomodó en su oscuridad envolvente y reasumió su nueva – últimametamorfosis.

Ahora camina al lado de OZZ, junto a las demás formas; no solo en busca de Kalimeraque les permitiera ir sobreviviendo; repasando todos los nombres y contactos, atacandoa Vigilantes y Cancerberos, enquistando a las Sociedades .FF ya no podía volver atrás, el hacerlo significaría sacar un pedazo de él a cada forma,cada envoltorio: de ahí radicaba su fuerza... de que cada pedazo de piel reconstituidapertenecía a todos, de que cada órgano antes saqueado de los cuerpos procedentesdel cuadrante 86-sur este eran recuperados. Nadie volvería hasta que el último trozode carne volviera a su antiguo portador y fuera repartido en cada fibra de todas lasformas.

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Camino hoy por las calles y por ellas no hago nada.La tierra continúa danzando, el humano basura juntando y el sol cada día más

nos está calcinando.

Y a pesar de las noticias en los diarios, las noticias en el pasto, las noticias enla mente: nadie entre tanta gente cierra la llave que gotea, tóxicos al aire, la tierra yel agua; nuestro aire, nuestra tierra, nuestra agua.

Nos estamos sofocando con carteles que relatan cuentos de un cosmos bienataviado, sin embargo son pocos los que de ellos extraen cortesía hacia los árboles.

Al asomarme por las noches a espiar el cielo, veo notablemente los efectos demi daño. Por querer progresar he teñido las nubes con humos grises, el otoño no esotoño y la primavera ya ni existe.

¿Qué pasaría si todo se termina y no es injusto? Si en una de esas lo que paselo merezco. El quedarme sin verde, sin agua, sin alimentos. Todo eso porque el mundoha aprendido de sus habitantes que es mejor vivir sabiendo que no eres eterno.

Lo dejo para recordar más tarde

Karen Tegtmeier Fuentes.

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- Me gusta cómo te ves con esa polera, que deja ver ese escote insinuante. Lafoto de Madonna luce aún más sexy en ti.

- ¡Lo sabía! Mis padres no tenían razón. Es cool vestirse así.

- A los hombres nos gusta que nos insinúen, y mucho mejor si van más lejos ynos muestran la mercancía, y punto. No sé si eso es o no cool. Sólo es. Son las cosasque nos ayudan a enamorarnos, o, al menos, sentir la ilusión de que estamos en eso.

- La ilusión a mí, por el momento, me basta. Con el corazón roto se necesitanilusiones ¿no? Sentir que la vida no se va con la persona que te lo rompió.

- La ilusión es para las minas, los hombres necesitamos acción, concretar, marcarel tanto. No sirve de nada jugar bien todo el partido, si al final no hay goles. Simple,sencillo.

La conversación siguió por un largo rato, sin llegar ninguno de los dos a comunicarserealmente, sino sólo lograr vaciar sus soledades. En un ir y venir de palabras a vecesgraciosas, a veces absurdas y grotescas mientras se seguían mirando fijamente.Manteniendo una mirada penetrante pero sin interés, como si estuvieran frente a unespejo que les mostraba lo que eran y eso les provocara atracción y hastío a la vez.

- Hola. Señorita…señorita, disculpe. Ya llegamos.

Desperté desorientada y con una pierna dormida, mientras veía con un ojoabierto a los pasajeros estirándose y buscando sus cosas. No pude dejar de pensar enla pericia del piloto esta vez; ni sentí cuando las ruedas tocaron la pista. ¿Madonna?luego pensé. Debe haberse colado alguna reminiscencia de mis años de Universidad,si ya ni escucho esa música. Con los años me ha llegado el tiempo del reposado, perono por eso menos intenso: jazz y blues.

Madonna o blues

Claudia Montenegro

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Sólo por un beso...Caminaba solitario por la esquina malditaLa vi en medio de la noche en inviernoEntre la brisa fresca y la ráfaga fuerteEra una de esas noches en que no llueveNoche oscura y pasiva antes de esperar la tormenta

Vino tras de mí murmullando algo ininteligibleYo era infiltrado en la mafia de los desamoresMe forcejeó por el brazo como tratandoDe conseguir algo, como los ladrones de las callejuelas

Al divisar aquella sombra persecutora tras de miMe volvió el miedo y me asustó como si le mirara a los ojosY de pronto como relámpago, resonó mi pistolaTras el silencio se asomó mi asombro

Al ver esos bellos ojos y esa silueta doliente por suCuerpo ensangrentado, cayendo por la herida de la desgraciada bala.Silencio sólo silencio, ya no encuentro forma de describirloEra ella la muda, mi mujer amante...Enmudecida por el silencio.

En estos barrotes, no recuerdo ni su nombreHasta pareciera que ya la olvidé

Una noche la soñé, vino desde el lugarLóbrego a darme un beso suyoY de un soplo tranquilizador, traspasó sobre míSu maldición

Ahora yo soy el mudo amanteY ella me está esperandoEn aquella esquina

Murió por un beso.

David Israel Painen

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Se sentó, como siempre, a esperar las tres en punto. Pablo podía ser un pocoolvidadizo pero jamás impuntual y eso le gustaba de él, así es que mientras se acomodabael vestido pasó los minutos contando cuántas margaritas florecidas habían a sualrededor, cuántas caras nuevas. Miraba de reojo todo el lugar y jugaba con su pelohaciéndose una cola. Se restregaba los párpados una y otra vez, se miraba largamentelas uñas tratando de encontrar algo totalmente inexistente, pero nada la calmaba. Paulaera así, exaltada.

Con Pablo se habían conocido durante la universidad. Ella lo invitó a salir yél no aceptó sino hasta la tercera vez, más que nada debido a la insistencia. “¡Si hubiesesabido cómo se iba a enamorar de mí!”, contaba ella siempre entre risas tratando dezafarse de la vergüenza que todavía le provocaba el haberse sentido rechazada tantasveces. Pero Pablo era así, de procesos lentos. Tanto así que a veces desesperaba aPaula hasta la angustia.- ¡Un día de estos me vas a volver loca Pablo!, en serio - le repetía ella cada vezque su humor no concordaba con su impaciencia.- Tranquila mujer, dame un minuto, ¡ármate de paciencia! – le repetía él siemprecon una mueca burlesca y un marcado acento en esa última palabra que la hacíadesesperar aún más.

Pero se amaban.Tenían “diferencias como todas las parejas”, decían siempre que se encontraban

por casualidad con amigos a la salida del mall, pero “problemas, así problemas, no,nunca”, terminaban de recalcar.

La verdad es que nada los perturbaba demasiado, eran más bien unidos al puntotal de verse como uno. Es más, como ellos y todos reconocían, su amor incondicionallos llevó a hacerse una sola persona, una mezcla, una forma. Algo que, sencillamente,los llenaba de orgullo.

Eso, claro, hasta hace unos meses.Pablo había empezado a comportarse extraño, sentía Paula. Su cara denotaba una

pena que ella no parecía entender y sus manos, su cara, toda su piel se veía avejentada,sucia, más oscura tal vez.

Pablo ya no era el mismo y eso no era difícil de percibir. Estaban desligados a un

Presencia

Fresia Esmeralda Curihual Garrido

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punto tal de existir en diferentes dimensiones, algo que Pablo no quería reconocer.Pero Paula lo extrañaba. Aún así lo extrañaba. Más aún si desde hace tiempo ese

hombre que tanto quiso parecía más bien ser un extraño.- Es tarde Pablo… - le dijo mientras sentía su presencia acercándose a susespaldas…

Pero él no respondió. Hace meses que ya no respondía. La verdad es que decíano sentir esa conexión que antes lo ataba a ella y le hacía saber exactamente lo quequería. Y eso lo frustraba.- Un año, tres meses, veintitrés días… - murmuró Pablo mirando el suelo.- Sesenta y cuatro semanas, quinientas cincuenta y dos horas y un par de suspiros.Ah, no, perdón, con el retraso serían… a ver… un par más de horas y… dejémosloen ocho suspiros… – le dijo ella mientras se le acercaba silenciosamente por uncostado para poder ver su rostro y recibir como única respuesta un gesto mudo porparte de él.- Has descansado, me imagino – dijo Pablo soltando una leve sonrisa apesumbraday sentándose en un borde del cemento.- ¿Te parece gracioso?, le respondió ella con una sonrisa aún más incrédulamientras se sentaba a su lado.-¿Qué vamos a hacer Paula?..., le preguntó al tiempo que sus hombros caían tristemente.- Lo que deberíamos haber hecho hace tiempo Pablo…. – le respondió ellamirando el suelo.- Paula…- Mi amor, mi amor escúchame, me dijeron que era verde, ¡que era hermoso!… Pablo… yo quiero ir…. - le dijo mientras buscaba sus ojos . “¿Me escuchasPablo?, yo quiero ir…”- le dijo ésta vez con voz angustiada mientras trataba de tomarsus brazos y acercársele al oído.- … Yo quiero estar contigo… - dijo Pablo en un susurro.- Y yo amor, pero no así, no ahora… yo necesito salir de aquí… - le decía entono de plegaria.- … Tú no sabes cuánto te extraño…- … Pablo, no me hagas esto…- Día y noche, ya no puedo dormir… ¡Te traje las que querías!… - le dijoexhalando una sonrisa inventada.- No me cambies el tema… Pablo… ¡Pablo!- Son rojas, grandes… están frescas… mira, si hasta tienen el olor que amas…- Pero yo no necesito eso, Pablo por favor mírame… escúchame, ¡escúchame!…hazme felíz una última vez… Déjame ir…- … Yo te amo… - susurró esta vez Pablo con voz temblorosa.

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- Y yo amor… pero no te vayas… ¡No te vayas!... Pablo, ¡Pablo no me dejesaquí!… - le dijo esta vez sollozando – ¡Pablo!...- La próxima semana te traigo un jarrón nuevo para las flores… Esta semanano alcancé, tú sabes, el trabajo… - le dijo sonriendo mientras se secaba las lágrimasque lo ahogaban.- Mi amor… escúchame… - intentó Paula por última vez.- Están cerrando… es tarde. Te amo mi Paula…Pero Paula no se contuvo, y se dio vuelta a llorar. Pablo acarició la foto de su amada a través del pequeño pedazo de vidrio, le dejó lasrosas, le prendió una vela y se fue.

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Matilde no podía conciliar el sueño, muchos pensamientos daban vueltas ensu cabeza: de espaldas en una trinchera inhumana -¡socorro! ¡socorro! Tengo quecorrer, ya no puedo más, ¿hasta dónde llega el arcoiris? -Mañana, mi niño, tengo quecruzar a nado, como pueda. Leche de cabra para dormir… Inquietantes sentimientosafloraban desde lo más profundo de su ser. La joven está frente a una encrucijada,busca desesperadamente un instante de paz para su espíritu y su cuerpo. Recuerdaque tiene una cita pendiente con el médico.

A las siete de la mañana, Matilde, le regala un tierno beso a su hijo y sale deprisa a casa de Magdalena Flores.

Durante el día, ella desarrolla las tareas que su trabajo le demanda. El niño,va a la escuela.Una jornada más, se extingue en el ocaso.- ¿Cómo estás mi chiquillo?- Bien, papá. Estoy esperando que Mamá me cuente una historia, de esas queella misma escribe, me gustan mucho.- Ándate a dormir ahora, yo creo que va a llegar tarde.- No, papá, la voy a esperar todo lo que sea necesario.

Este niño no entiende que debe acostumbrarse a vivir solo, conmigo. Bueno, qué vaa saber de la vida, en tan pequeño, demasiado soñador diría yo. Le voy a borrar deraíz esas tonterías de escuchar cuentos antes de dormir. ¡Qué mierda! Pronto seráun hombrecito, un verdadero macho como su padre. Por lo menos más honesto quesu madre: -dijo con ironía.- ¡Matilde! ¡Matilde! ¿Dónde estás?- Aquí señora Magdalena, diga usted.- Antes de irte, quiero que vayas a comprar flores.- Está bien, ¿cuáles prefiere?- Rosas, siempre rosas, las más bellas y frescas que encuentres. Quiero inundarde colores, elegancia y poesía la sala en que se va a desarrollar la ceremonia.

Pobre muchacha, no sabe de qué se trata, trajo las más hermosas rosas que

Rosas para Matilde

Desde mi “cuarto propio.”Gloria Paz Ferrada

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encontró. Se nota entusiasmada, ayuda con diligencia en el ornato, igual que yo, esmuy perfeccionista. Por eso le pago bien su trabajo. Tal vez sería bueno explicarle.Quizás no, total ¿en qué podría afectarle? Ella nunca se enteró de mi poder extrasensorial,de mi capacidad de premonición.

Juan, no sabe qué pasa con su esposa, la nota distraída y que últimamente llegamás tarde a casa.- ¡Quien entiende a las mujeres! Uno se embrutece trabajando y a ellas les da lo mismo.No sé qué diablos hace después de su trabajo. Más encima llega de malas, ni unaexplicación, ni una palabra. ¡Claro! La culpa y la vergüenza no la dejan hablar. ¿Porqué no me dice de una buena vez que ya no me quiere y que se va a ir con otro?- Hola doctor, buenas tardes.- Adelante hija, pasa.- Doctor, ¿cuánto tiempo me queda? No sé si decirle a mi hijo y a mi maridoque pronto voy a partir o sencillamente esperar que se cumpla mi sentencia. Mi niñova a quedar tan desvalido. No alcancé a juntar dinero para su futuro. Juan es un buenhombre, de mal carácter a veces, pero sé que lo va a cuidar.- El tiempo exacto no puedo señalarlo. Depende de muchos factores orgánicosy anímicos. Lamentablemente el mal que padeces ha avanzado rápido. ¿Cómo te hassentido estos días?- Cansada, muy cansada. Cada mañana me cuesta más levantarme. Siento queen cualquier minuto mi corazón se detendrá.- Correcto, es lo que va a ocurrir si no cumples con el estricto reposo que te heindicado, además de tomarte los medicamentos. No sé cómo todavía andas caminado.El enfisema pulmonar que padeces agrava la situación.

Magdalena sabía que esa misma noche, Matilde ya no volvería a su hogar. Por esoestaba preparándolo todo. Quería ofrecerle el mejor lugar para que descansara, habíancompartido muchos sucesos tristes y alegres, incluso, más de una vez habían jugadojuntas; la consideraba como parte de su familia, llegó cuando tenía 15 años. Le habíainsistido a su esposo que le advirtiera a Juan el momento que estaba por venir. Nadielo hizo.- Hijo mío, cuántas cosas quisiera conversar contigo, prepararte para los desafíos dela vida. Decirte cuánto te amo. Perdóname por lo cobarde que he sido, jamás te contéde mi enfermedad, parece que me queda poco, me entristece mucho no verte crecer…¿Por qué a la señora le gustarán tanto las rosas? Son bellas, pero las espinas hierenel alma.

Todo estaba listo en una serena noche de verano, un pequeño salón y unamortaja de rosas para despedir a la nana. -¡Mamá, mamaaá!, retumba estridente y doloroso en todos los rincones de la casa.

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El agua de la ducha corre, el baño está cubierto de vapor y sudorLa mujer aparece tras la cortina, y observa su reflejo en el espejo empañadoLimpia esa imagen borrosa, se mira detenidamente y recoge con la mano derecha unanavaja que reposa en el parador.Sube lentamente el brazo izquierdo, cierra los ojos, apretándolos…El agua continúa corriendoLa axila queda rasurada…

Silueta de vapor

Florecita Delgado

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No puedo recordar exactamente como llegué ahí, de un momento a otro había pasadode estar sentada en el baño del mall, a estar en una silla de plástico añejo, en unahabitación bastante indecente, muy fría, con poca luz y ventilación.Sonaba distante y nítidamente un “ I feel better dead” desde la voz de Layne Stayle,aunque era triste y muy trillada en mi tracklist, no era menor ni lejano su significado.

A mi lado había otras dos sillas vacías de plástico blancas, eran muy parecidas a esastípicas sillas de bar de mala muerte, esas que daban las distribuidoras de cervezas.La pieza era verde “agua” aunque de agua no tenía nada, sino que era como dealcantarilla.

Un metro más allá una mujer masticaba chicle con la boca abierta, creo que era lasecretaria o bueno, debía serlo ya que estaba en un escritorio y me tomo los datosEra pelirroja, pero de mentira, un poco joven, pero solo un poco, tenia buenas tetas,es lo único que me llamó la atención, su suéter delgado hacia traslucir los pezoneserectos por el frío del lugar.

Sonaba Luis Miguel con esa canción cochina que habla de que masturbaba la rodillade su mina por debajo de la mesa o de un mantel, bueno en fin, el ambiente erabastante bizarro, sin decir los carteles que estaban en las paredes que perturbabancada vez más mi mente.- Susana Pinto. - Me retumbó en el corazón y el útero, creo que nunca me habíadolido escuchar mi nombre.

Me levanté rápidamente.

- Por el pasillo la ultima pieza a mano derecha. - Me dijo la mina, con voz deburla y una mirada entre desprecio y risas.- Gracias. - Dije secamente y con un poco de asco.- De nada corazón, fuerza en esto, no eres la única. - Me dijo la hueona con

Susana

Tamara Carrillo

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una leve sonrisa de buena onda, como dándome el pésame.

En el momento en que caminé por ese pasillo, que no se me hizo eterno, sinoprofundamente solo y sin sentido, mi mente no paraba de recordar cada paso queduraba cada mes que ya era parte del pasado y cada minuto del que no me arrepentíaaunque debería haberlo hecho.Por mi mente pasan los flashback de sus besos, de su cara, de su cuerpo sobre el mío,moviéndose, dándome el placer que me hacía feliz solo debes en cuando.Recordaba su cara cuando me montaba sobre él, jadeando de pasión acumulada, comoun volcán que hacía erupción Cuando los orgasmos me llevaban al cielo a besar aDios, que me daba su bendición y me perdonaba de aquel pecado que el mismo hacíarealidad, volviendo plena y virgen otra vez a sus besos que me hacían olvidar que estoera peligroso y que podía terminar mal.Me quedaban sólo dos pasos para entrar en el infierno, cuando comencé a recordarla ultima vez que follamos, cuando me di cuenta que no lo quería y lo hice sin ningúndeseo, onda, como comer cuando estás lleno.Abrí la puerta con la impresión que si el mismo diablo me atendería.

- ¿Qué te pasó?- ¿Qué huevá me va a pasar? Nada.- ¿Lo estay pasando mal?- No. Lo comencé a besar y continué con el sexo.

-Bueno, vamos a comenzar, sácate la ropa, y ponte esta bata, luego siéntate en esacamilla.Fui detrás del biombo y me desnudé, no era algo nuevo para mí.Su jadeo comenzó mucho más rápido y el animal me comenzó a follar.- Me voy, me voy.- Yo también. Pero de mentira, porque ya había tenido mi orgasmo hace rato,y quería que se acabara luego, pa’ terminar con el show.Mientras me besaba de “felicidad” y salía de mí, me dijo:- Mierda- ¿Qué pasó? Se saco el condón rápidamente y lo envolvió en un pañuelo desechable.- Ah, nada.

Siéntate ahí y pon cada talón en estos pedestales, trata de poner la cola lo más cercade donde estoy yo. Vamos a comenzar.

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Mi mente no pensaba en nada, solo quería terminar luego con el trámite y volver ami rutina.- Por qué me llamaste, no ves que estoy trabajando.- Disculpe señor trabajador, pero tengo que conversar con usted lo antes posible.- Qué quieres, hace harto que me mandaste a la mierda y en eso habíamos quedado. O qué, ¿te bajó la calentura de nuevo?

La anestesia ya estaba de a poco llegándome a los ojos, cuando me relajé, y vi comoel doctor sacaba su armamento de guerra y trabajaba con mi útero.Introdujo el primer artículo de guerra y no sentí nada, luego comenzó a escarbar.Satanás estaba dentro de mí y me hizo llorar, en ese momento me dí cuenta lo queacababa de hacer, cuando el dolor y la sangre me despertaron de la anestesia y losgritos de exorcismo salían desde mi mismo útero, solo que no podía moverme, porqueestaba amarrada.Es normal el dolor. Estamos que terminamos. Dijo el doctor lleno de sangre y conun basurero en el piso entre él y la camilla, botando toda la evidencia.

- Menos mal que estás trabajando.- Ya dime, que mierda quieres. ¿Era solo para molestarme un rato, loca?Mis ojos se llenaron de lágrimas y me di cuenta lo mierda que era ese hombre. Respiréhondo y le conteste.- Estoy embarazada. Corté el teléfono y mi útero floreció.

- Terminamos. Con voz de purgatorio.

Un estado de delirio me tenía amarrada a una camilla sin alma y recién abortada. Sólouna frase de la última canción que escuché estaba en mi cabeza. “I feel better dead”

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Los pasajes ya los tenía comprados. Rodrigo, hombre respetable, estudioso. Dueño de una empresa distribuidora de productos masivos, se encontraba sentadoen la Biblioteca de su casa. Era casado y tenía una hija encantadora de 13 años,llamada Carina.

Hacía bastante tiempo que Rodrigo se estaba sintiendo presa de sus emociones.Se inquietaba con la presencia de su hija. Mientras reflexionaba en torno a este hecho,entra sorpresivamente Carina, preguntándole:

- ¿Papá?: ¿Qué harás ahora que estás de vacaciones?Rodrigo sin pensarlo responde:

- Creo que iremos unos días a la Costa.- ¡Magnífico!- respondió Carina - Por supuesto que irás conmigo.- Así será, hija - Afirma Rodrigo.- Entonces - ella agrega - así podré usar el bikini que me regalaste la Navidad

pasada. Llevaré mis lentes de sol y mis pinturas. Luego prosigue: - ¡Papá! Te has dado cuenta que me gusta maquillarme?Su padre la mira con ternura.- ¡Ah! Y tú siempre me dices que me veo hermosa, ¿será verdad? - Ríe

ingenuamente. Carina tenía esa particular forma de decir las cosas, llena de coquetería,risueña, alegre. Ella estaba aprendiendo a ser mujer y por ende utilizaba a su papá.

La conversación comienza a templarse debido a la forma provocativa de suhija Carina. Él, como hombre mayor, sabe cómo reaccionan las jovencitas a esa edad,sintiéndose cautivado por su ingenuidad y picardía. Pero, luego para distraer suspensamientos que lo intranquilizan y mientras Carina se detiene hojeando un libroque estaba en el escritorio, llamado “Los años del arco iris”, Rodrigo se levanta desu asiento en dirección a la ventana. Mira tras los cristales y suspira, sobrecogido poresas turbias inclinaciones que lo acosan.

- No puede ser - se decía - Es mi hija, mi única hija la que mi mente paranoica está utilizando. ¿Es así el amor, tan turbio que nos contrae, nos agobia, nos extorsiona?- Seguía cuestionándose. A la vez, repasaba sus años de adolescente sin encontraralgún indicio en apoyar esa actitud, esa acumulación de sentimientos que lo aniquilaban.

Tan distraído se encontraba, en un monólogo íntimo, se respondía:- claro,

Un caprichoso amor

Gladys Gutiérrez Fernández

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su parecido con su madre no es más que por el hecho de ser mujer, pero ella, ella esalegre, espontánea, sensual, sí muy sensual y con esos pechos voluminosos, … ¡no!,me niego pensar…

Me pregunto, ¡no, no quiero preguntarme nada!, mejor voy a salir. Iré alparque, pasearé mirando a otras niñas de su edad y ahí posaré mis pensamientos. Acada una le regalaré mis caricia, mi ego cabrío.

-¡Papá!, ¿en qué piensas? - lo distrae Carina - Te has quedado como insomne,suspendido en tus pensamientos, te decía: ¿Qué harás en tus vacaciones?

-¡Ah! Hija, si, si. Compré unos pasajes para que vayamos a la Costa. Allí,donde las arenas son tibias y el sol no descansa de quemar nuestros cuerpos. Bueno,y el tuyo quedará bronceado y brillante. Hermoso como me gusta verte.

- ¡Fantástico! ¿Y cuándo será la fecha? - pregunta Carina- Los pasajes están marcados para pasado mañana. Puedes arreglar tu equipaje,

mientras tanto dejo armado algunos negocios que están a punto de firmar los contratos- agrega Rodrigo.

- ¿Y mamá, irá con nosotros? - le pregunta.- No, hija, ella como está en período de finalización de las actividades

académicas, dijo no poder acompañarnos. Pero háblale, a ver si es posible que se déun espacio y nos acompañe.

Carina, se alegra y entristece, luego agrega:- Papá ¿ustedes están separados?, te pregunto, porque siempre que quiero

salir o es uno o el otro que tiene compromisos y nunca tratan de estar juntos.Rodrigo, quedó atónito con la pregunta sin atinar a responder, puesto que las

cosas en su matrimonio estaban algo tensas porque no se había conversado, o másbien, habían rehusado enfrentar la verdad, esa verdad que Adriana vio en su esposo.Algo que ella como mujer y madre no podía concebir. Adriana estaba consagrada ala formación de los jóvenes dado sus estudios de psicología y educadora familiar.

Luego de un breve silencio, Carina, abraza a su papá y le pregunta:- ¿quépasará si encuentro a un chico con quien salir, jugar con las olas, tirarnos en la playa,abrazarnos y quien sabe besarnos?

Rodrigo, al escuchar esa realidad, tembló nuevamente y caminó hacia Carinaabrazándola con pasión.

- ¡Papá, papá! No me abraces así, me haces daño. …- Pero hija, sólo de pensar que te gustan los chicos se me sale el corazón.Carina le mira con ternura y sin mediar un instante le da un beso en la boca,

costumbre que tenía desde pequeña.Rodrigo la aparta de sí y sale al patio, enciende un cigarrillo que aspira con

efusión y amargura. Se detiene mirando las volutas de humo de su cigarrillo y cómo

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éstas se van disipando.Sus pensamientos, recapacitan, comienzan a cobrar el orden lógico de la vida,

junto a su mirada fija en ese conjunto de espirales que caminaban rumbo a la nada…Luego con un profundo alivio, suspira.- ¡Mi hija! , mi niña pequeña ya ha crecido.

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Los interesados en contactar a los autoresde alguno de los trabajos que figuran en esta antología,

pueden hacerlo escribiendo a:[email protected]

Temuco, 2011

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TEMUCO A PIE DE PÁGINAF E S T I V A L D E L I T E R A T U R A 2 0 1 1