antología de cuentos prehispánicos

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UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LA MIXTECA LICENCIATURA EN ESTUDIOS MEXICANOS UNIVERSIDAD VIRTUAL LITERATURA INDÍGENA MEXICANA Antología de Cuentos Prehispánicos Catedrático: Ma. Concepción Europa Juárez Alumno: Christian Oviedo López Junio 09 del 2014

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Page 1: Antología de Cuentos Prehispánicos

UNIVERSIDAD TECNOLÓGICA DE LA MIXTECA

LICENCIATURA EN ESTUDIOS MEXICANOS UNIVERSIDAD

VIRTUAL

LITERATURA INDÍGENA MEXICANA

Antología de Cuentos

Prehispánicos

Catedrático: Ma. Concepción Europa

Juárez

Alumno: Christian Oviedo López

Junio 09 del 2014

Page 2: Antología de Cuentos Prehispánicos

Esta antología de cuentos prehispánicos pretende acercar al lector, al amplio mundo creado y justificado por una cosmogonía fantástica, que sin lugar a dudas identifico a nuestros ancestros.

Diversos Dioses, animales, criaturas del inframundo, celestiales, sobrenaturales; fuerzas pertenecientes a la madrea naturaleza, conforman el místico mundo de la literatura prehispánica.

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CUENTOS TRADICIONALES

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EL DINERO In tomin Una vez había un señor que no tenía nada; no tenía dinero, sólo trabajaba su tierra. Todos los días iba al campo; barbechaba la tierra, araba, sembraba maíz y haba, también leñaba. Este hombre era muy trabajador. Tenía su mujer y un hijo. Un día ¿quién sabe qué pasó? De repente, al hombre le entra La Flojera, ya no quiere ir a ninguna par te; ya no hace nada, sólo duerme. Su esposa no tenía qué comer , y ahora, es ella la que hacía todo el trabajo; iba al campo, traía leña, barría, lavaba la ropa, todo el trabajo lo hacía el la.

Una noche la señora regresó a casa y le preguntó a su esposo: ¿Qué hace mi esposo flojo? El le contesta: nada, sólo duermo. ¿Bueno y qué? ¿Te importa? Con eso su esposa se enojó y le grita: aquí ya no tenemos qué comer y tú nada más estás durmiendo. El hombre le contesta: yo no sé nada, ocúpate tú sola de todo, yo tengo mucha flojera. No quiero ir a ninguna par te. Su esposa le dijo: No sé cómo lo vas a hacer , pero mañana vas a ir al campo, a fuerza vas a ir .

Ya amanece y le dice la señora: ya es hora, levántate vamos a pizcar . El hombre dice: ahhhh, ahorita, no quiero ir , tengo flojera, mejor vamos mañana. Su esposa le dice: ya vámonos y lo jala poco a poco y ya se va levantando el hombre. El hombre se sube al burro y así va durmiendo sobre el burro.

Luego le dice su esposa: ya l legamos. Trabaja, empieza a cosechar . El hombre dice: ahorita, espera un poco, ahhhh y ¿para qué cosechamos? Dice su mujer : Tú, apúrate. El hombre mira hacia el camino y ve un montón de monedas; ahí están tiradas en el suelo. El hombre sigue diciendo: ¿Para qué cosechamos? ¿Para qué tanto trabajo? Le responde la señora: así vamos a tener dinero y nuestra comida. El señor dice: como que vi un montón de dinero tirado en el camino. Su mujer dice: ¿Por qué no lo recogiste? ¿Por qué no lo juntaste? Dizque en donde sea él encontraba dinero tirado, aquí diez pesos, por allá veinte, en otro lado cien.

Su esposa corre y se dirige hacia el camino, busca y busca y en ningún lado ve algo. Sólo el señor veía el dinero. Otra vez regaña a su esposo, le dice: eres un hablador. ¿Dónde dices que viste el dinero? ¿Dónde está? No se ve nada. Yo vi que ahí estaba, vas a ver ahorita. Voy y lo traigo. Ya regresa y trae el dinero; son mi l pesos. Mira aquí está, ten, aquí está el dinero. En esos días mi l pesos era muchísimo dinero. Exclama su esposa: ahora sí , ya tengo mucho dinero. Compran ropa, compran más animales; bueno, les alcanza para muchas cosas.

En otra ocasión su esposa le dice: vamos al campo. El dice: ¿Ay, para qué? No quiero ir. Decía el señor: tengo flojera. Todos los días, era lo mismo. Siempre el hombre decía lo mismo, que tenía flojera, y a donde iba, sólo se la pasaba durmiendo. Su esposa siempre estaba enojada, siempre le gritaba. Le decía: Párate, hijo de la flojera del diablo. Levántate. El hombre se levantó, pero con una flojera de aquel las. Muy lentamente hace todo. Toma su hacha, carga al burro, y se sube al burro; ahí va por el camino y nuevamente ve dinero en el camino. Nuevamente lo ve, y lo pasa, y ahí lo deja. Llegan a su destino, y su esposa le dice: ¿Por qué no trajiste el dinero? Dice el señor: Otra vez dinero. ¿Para qué quieres tanto dinero?

Así pasan los días y van de nuevo al campo y otra vez van a leñar , y al esposo ya le dio sueño y busca donde acomodarse para dormir . Por ahí está un tronco de árbol , y ahí se acuesta. Por al l í ve una ollita; la destapa y ve que adentro hay mucho dinero. Oh, mucho dinero, ¿para qué lo quiero? ¿qué le haría? No sé, mejor ahí que se quede. Se duerme mientras su esposa está juntando la leña. Carga el burro y se regresan a su casa. Y cuando se ponen a comer el señor le dice a su esposa: sabes qué, ahí donde me dormí vi una ollita con muchas monedas.

Así siguieron platicando, y no se dieron cuenta que por ahí estaba su hermano, estaba escuchando todo lo que decían. El hombre le dice a su mujer : sí , hay muchas monedas en esa ollita, si lo quieres, ve por el dinero. Está ahí , donde me dormí . Como señal , vas a ver un ocote grande. Y luego, a mano izquierda, ahí está la ollita , es negra. El muchacho ya escuchó donde está el dinero, brinca y sale corriendo. Va rapidísimo hacia el lugar para traer el dinero.

Luego, su esposa le reclama ¿Por qué no lo trajiste? Eres un tarugo. El le contesta: Tú siempre quieres que yo haga todo. Siempre quieres el dinero que encuentro. ¿Por qué lo he de traer cargando? Si Dios me quiere dar el dinero, que me lo traiga hasta mi casa, donde duermo. Allá en el bosque el hermano encontró la ollita. Rápidamente la destapa y no ve las monedas; sólo contiene excremento. El muchacho se enoja mucho; y dice: el idiota de mi hermano; me las va a pagar . El muchacho dice: ya sé qué voy a hacer . Trae cargando con una cuerda la ollita.

Su hermano flojo está bien dormido en su casa. El muchacho entra y le vacía el excremento en la cabeza y en su espalda y sale corriendo. El hombre flojo despierta y siente algo. Apesta mucho. El señor, como es muy flojo, dice: qué flojera pararme; mejor así me quedo y mañana me cambio, ahorita me duermo. Así me quedaré.

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Ya amanece y se despierta el señor . Su espalda la siente entumida. Dice: ¿Quién sabe qué pasa? Siento como si hubiera estado cargando algo toda la noche. Le dice su esposa: a ver , voltéate. El se voltea y cae todo el dinero en su petate, por todos lados, hay monedas. !Qué bárbaro! ¿Pero, cómo vino a dar todo este dinero aquí? Mira aquí hay un montón. Mira, hay monedas de oro y de plata; brilla mucho. !Oh, cuánto dinero! Júntalo, si quieres. ¿Qué le vas a hacer con tanto dinero? Apúrate, júntalo. Así se pasó su vida este hombre; donde iba encontraba dinero, siempre veía dinero y siempre decía: Gracias Dios.

Así fue, y su esposa siempre recogía las monedas que encontraba su esposo. Luego ya veía en qué gastarlo. Se hicieron una buena casa, compraron animales y otras cosas. Se la pasaron muy bien la vida con su hijo y fueron muy felices.

Aquí termina este cuento.

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LEYENDA DEL CABALLERO ÁGUILA Y EL CABALLERO TIGRE. MÉXICO

Alto mancebo de noble porte, llevando el Cahuipilli gris sin mangas y cuyos brazos teñidos de negro de obsidiana, eran fuertes y hermosos, era el que hacía proyectar sobre malezas del monte la sombra larga y fantástica, y era el también que con ceremoniosas palabras y frases delicadamente escogidas, habíase dirigido a una mujer airosa y joven, vestida de primoroso huipilli blanco.

−¡Desdichado mancebo!, tres veces sea maldita la hora en que recibió el baño del bautismo: el sacerdote oráculo me aseguró que el hombre que encontraría en noche azul y blanca como esta, tendría que ser mi esposo... y no sabes quién soy, infeliz yaoquisque, de humilde raza! Pobre guerrero sin nobles padres, no gloriosas hazañas, que aún te enseñan el arte de los combates en el Teocalli, el colegio de los jóvenes plebeyos!... Yo soy la hija mayor de Moctezuma, pero tan infausta fue la suerte que para mi predijo el Augur−sacerdote en las solemnidades de mi nacimiento, que soy la única doncella de sacro Calmecac que vaga sola por los bosque en las noches de luna para encontrar el esposo que me puede dar la felicidad...

Pero, ¡hay de mi y de ti!, no siendo tu educado con los principales mancebos de la casa sacerdotal, ni hijo de Teeuhtli, ni de señor noble laguno, tenemos que sucumbir en el sacrificio de la fiesta del sol, dentro de cuatro lunas... aterrado escuchó el joven yaoquisque −guerrero humilde aún− las palabras de la misericordiosa doncella vagabunda, sujeta por el augur de su destino a abandonar el sagrado recinto del Calmecac insigne, para vagar por los montes, las noches en que pura y radiante y en su plena gloria de esplendor, la luna iluminase los campos, leguas y leguas fuera de Tenochtitlan.

Comprende el mancebo que su humilde origen no le permitía desposar libremente a la hija del Teculli con su regio Cacli de oro, el único que bebía el Octli blanco de los festines, en jícaras incrustadas de ópalos y perlas. Y, sin embargo, ¡oh terrible voluntad de los dioses! Tenía que cumplirse su destino, desposándose con ella, aunque no pudiera nadie asistir al banquete familiar, ni dar con su propia mano en la boca de su esposo, el primer bocado que marcaban los divinos rituales de su región! .

Por el contrario, abominada ella por el pueblo, por las doncellas del Calmecac, en que se había educado con tanto esmero; el befado, lapidado por sus compañeros los mancebos que se adiestraban para la guerra de los dioses y la patria, en el fuerte de Tepuchcalli, iría al templo de Quetzalcóatl una sola doncella...¡qué afrenta. Muchos instantes permanecieron absortos los infelices jóvenes, bajo el peso del cruel augurio de su destino, anonadados, sin intentar revelarse, mirando en su

s imaginaciones torturadas por el dolor, el día fatal de su muerte sin gloria, ni provecho para la patria... ¡Desventurados!Al fin el joven yaoquisque levantó su cabeza, tan solo adornada por una pluma de águila, y sacudiendo los brazos pintados de negro exclamó:

−Tloque Nahuaque, el alma universal que ve todo lo que pasa en el mundo, sabe bien, ¡oh! Desdichada hija del rey, que no tuve intención de verte en estos montes, aunque ya comprendo porque desde el día de nuestro nacimiento se unieron nuestros destinos: ¡porque te amo! ¡No puedo resistir!

−El único medio que hay para que puedas ser mi esposo sería que vencieras en un combate al primer caballero águila que hallases en este mismo campo... Pero para eso necesitas ser caballero tigre, todo un gran ocelotl...

−Pues bien, iré a la guerra del sur, combatiré con los feroces habitantes de las montañas, haré prisioneros y llegaré a ser pronto un gran ocelotl... Y combatiré con el cuahuitl con el caballero águila.− ¿Cómo te llamas?

−Tlotzin, ¿y tú?

−Atotolzin. Toma las púas de maguey del sacrificio; no olvides que si te matan en la guerra yo al mismo tiempo moriré, prensa de horribles dolores... Que tu destino y el mío, ya son uno... El cuahuitl es el mal genio que nos persigue y que tú debes matar, adiéstrate en derramar sangre; has muchos cautivos para ofrecer sus corazones al dios Huitzilopochtli... Piensa en mi...

Rápidamente desapareció la doncella... Su huipilli blanco dejó tras de sí una estela de luz de nieve tan blanca como la del penacho del Popocatepetl, inmóvil y erguido allá en oriente...

Y el joven yaoquisque, hundiéndoselas puntas del maguey, sangradas, −bendecidas en el Teocalli para la penitencia− bañó su rostro de bronce en la sangre que brotaba de sus heridas.

Y al ofrendar su vida al porvenir de noble educada escapada por orden del Augur de su destino, del Colmecac, escuchó el tristísimo canto que vibraba tan melancólicamente en el monte solitario, a la luz de la luna.

Oh! Qué soberbios llegan los ejércitos victoriosos que vuelven del sur, después de haber dominado a los bravos y audaces guerreros de las sierras mixtecas. Hay un frenesí indescriptible en las hordas populares al mirar que el convoy de prisioneros se prolonga en masa compacta por las calzadas y fuertes hacia la ciudad de Tlacopan...

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¡Esta vez sí que el sol, el Gran Tanatiuh esplendoroso, hará que el dios Penteotl, el buen dios del maíz, sea más propicio que en las épocas anteriores en que el hambre asoló al pueblo...

−Ahora con tantos millares de víctimas, el cielo hará llover la felicidad... El mismo Moctezuma mostrará su júbilo paseando en los puentes sagrados delante de las multitudes. −Dijo alegremente un viejo mercader a un joven yaoquisque, que no había ido a la campaña.

−Y sabéis, señor, que el que más prisioneros hizo fue un compañero mío que vuelve convertido en

Ocelotecutli, sí señor, todo un caballero tigre que llega con más despojos y prisioneros que sus jefes... Entran los noble vencedores a los patios del Calmecac de las vírgenes para que estas contemplen a los que les destinan los sacerdotes por esposos; sus esclavos y mancebos cargan tesoros y ofrendas, trofeos de caza y guerra.

Y las vírgenes vestidas con los blancos huipillis les contemplan, arrobadas ante la gallardía de los caballeros águilas, más nobles que los ocelotl.

Sólo un ocelotl de Techpulcati, de origen plebeyo, permaneció en una vasta sala al lado de sus trofeos y botín de guerra... Su humilde origen no le permitía pasar a los patios de los sacerdotes...

Meditaba cuando vio llegar a él a la virgen de su destino y sus amores. Sin decir una palabra se contemplaron. Él orgulloso, le mostró sus presas bélicas... ella le respondió:

−Ve a vencer al Águila, antes que te desposes con la paloma. Tlotzin salió; pero ya no debía volver nunca...

Cuentan los ancianos que la hija de Moctezuma oraba en el palacio de las Águilas, cuando súbitamente calló muerta.

En aquel triste monte se encontró el cadáver de Tlotzin, el caballero Tigre... Una paloma blanca cantaba todos las noches de luna llena, una canción fúnebre tristísima...

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EL INDIO TRAIDOR

La leyenda que vamos a relatar es absolutamente verídica y ocurrió en la actual Calle del Carmen, fue recopilada por el conde de la Cortina en uno de sus escritos. Dicho conde afirmaba que después de la conquista hispana, las autoridades españoles decidieron proteger a los indios mexicanos de noble estirpe que había sido apresados o que se presentaron, voluntariamente, ante los españoles para servirles, renegando de la supuesta tiranía de que habían sido víctimas por la crueldad de Moctezuma Xocoyotzin. A cambio de la supuesta protección, los hispanos los empleaban como espías delatores de posibles levantamientos indígenas.

En una casa de la nombrada Calle del Carmen vivía, a mediados del siglo XVI, uno de estos indios renegados de noble estirpe. Realizaba las tareas de espía, y era servilmente amigo del virrey, quien a la vez que lo apreciaba lo despreciaba. Como pago a sus servicios, el indio renegado poseía varias casas en la ciudad, extensos campos donde cultivaba maíz y otros vegetales, donde pastaba el ganado y paseaban diversas aves de corral. El indio no carecía de nada, era rico, pues además había heredado de sus antepasados anillos, brazaletes, collares de chalchihuites, bezotes de turquesa y obsidiana, piedras preciosas y discos de oro imitando al Sol y a la Luna, más una hermosa y valiosa vestimenta de fino algodón con bordados de plumas de aves exóticas, así como cacles de excelente cuero y tiras trenzadas con oro. Su casa estaba lujosamente amueblada con icpallin maravillosamente tejidos, cómodos y suaves para el cuerpo; y con bancos forrados de pieles de hermosos animales. Ni que decir tiene que su casa estaba adornada con obras de arte debidas a excelentes artistas indígenas.

Por supuesto que el indio había recibido el bautismo a manos de los frailes; se le había enseñado el catecismo, por lo que el hombre, muy devotamente, iba a misa, se confesaba y seguía todos los preceptos de la religión católica. Sin embargo, el indio era socarrón e hipócrita, pues en un cuarto apartado de su impresionante casa, tenía escondido un altar, como si se tratase de un adoratorio católico en el cual se apreciaban varias imágenes del culto cristiano. Pero todo era una pantalla, pues escondidos tras las imágenes católicas había ídolos mexicas que representaban a varios dioses de la religión caída de los indios conquistados. El indio engañaba a los frailes haciéndoles creer que era un buen cristiano, cuando en realidad no sólo adoraba a ídolos “paganos” sino que llevaba una vida disipada y degenerada, entregada a los placeres de la sexualidad, de la buena comida y la bebida. Comía platillos indígenas llenos de chile y grasa, bebía en jícaras pulques de todo tipo que le emborrachaban y embrutecían, y a los que se agregaban ciertas drogas alucinógenas.

Esta continua vida de disipación embrutecieron al indio a tal extremo que vivía lleno de superstición y de un terrible miedo a la ira de los dioses que adoraba, y a los tormentos que el diablo le infligiría, al cual veía pintado en los retablos de las iglesias. Descompuesto y a punto del delirium tremens, en una de sus borracheras se le apareció el dios Quetzalcóatl, y con una flecha de fuego puso fin a los días del indio traidor y servil. Moraleja: No se puede ni se debe servir a dos amos.

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LA CASA DEL TRUENO(Totonaca - México)

Cuentan los viejos que entre Totomoxtle y Coatzintlali existía una caverna en cuyo interior los antiguos sacerdotes habían levantado un templo dedicado al Dios del Trueno, de la lluvia y de las aguas de los ríos.

Eran tiempos lejanos en los que aún no llegaban los hispanos ni las portentosas razas, conocidas hoy como Totonacas, que poblaron el lugar que después llamaron Totonacan.

Y siete sacerdotes se reunían cada tiempo en que era menester cultivar la tierra y sembrar las semillas y cosechar los frutos, siete veces invocaban a las deidades de esos tiempos y gritaban entonaban cánticos a los cuatro vientos o sea hacia los cuatro puntos cardinales, porque según las cuentas esotéricas de esos sacerdotes, cuatro por siete eran 28 y veintiocho días componen el ciclo lunar.

Esos viejos sacerdotes hacían sonar el gran tambor del trueno y arrastraban cueros secos de los animales por todo el ámbito de la caverna y lanzaban flechas encendidas al cielo. Y poco después atronaban el espacio furiosos truenos y los relámpagos cegaban a los animales de la selva y a las especies acuáticas que moraban en los ríos.

Llovía a torrentes y la tempestad rugía sobre la cueva durante muchos días y muchas noches y había veces en que los ríos Huitizilac y el de las mariposas, Papaloapan, se desbordaban cubriendo de agua y limo las riberas y causando inmensos desastres. Y cuanto más arrastraban los cueros mayor era el ruido que producían los torrentes y cuanto más se golpeaba elgran tambor ceremonial, mayor era el ruido de los truenos cuanto más relámpagos significaba mayor número de flechas incendiarias.

Pasaron los siglos...

Y un día arribaron al lugar grupos de gentes ataviadas de un modo singular, trayendo consigo otras costumbres, y otras leyes y otras religiones.

Se decían venidos de otras tierras allende el gran mar de turquesas (Golfo de México) y tanto hombres, como mujeres y niños, tenían la característica de estar siempre sonriendo como si fueran los seres másfelices de la tierra y tal vez esa alegría se debía a que después de haber sufrido mil penurias en las aguas borrascosas de un mar en convulsión habíanpor fin llegado a las costas tropicales, donde había de todo, así frutos como animales de caza, agua y clima hermoso.

Se asentaron en ese lugar al que dieron por nombre, en su lengua Totonacan y ellos mismos se dijeron totonacas.

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Pero los sacerdotes, los siete sacerdotes de la caverna del trueno no estuvieron conformes con aquella invasión de los extranjeros que traían consigo una gran cultura y se fueron a la cueva a producir truenos,relámpagos, rayos y lluvias y torrenciales aguaceros con el fin de amedrentarlos.

Llovió mucho y durante varios días y sus noches, hasta que alguien se dio cuenta de que esas tempestades las provocaban los siete hechiceros, los siete sacerdotes de la caverna de los truenos.

No siendo amigos de la violencia, los totonacas los embarcaron en un pequeño bajel y dotándoles de provisiones y agua los lanzaron al mar de las turquesas en donde se perdieron para siempre.

Pero ahora era preciso dominar a esos dioses del trueno y de las lluvias para evitar el desastre del pueblo totonaca recién asentado y para el efecto se reunieron los sabios y los sacerdotes y gentes principales y decidieron que nada podría hacerse contra esas fuerzas que hoy llamamos sencillamente naturales y que sería mejor rendirles culto y pleitesía,adorar a esos dioses y rogarles fueran magnánimos con ese pueblo que acababa de escapar de un monstruoso desastre.

Y en ese mismo lugar en donde había el templo y la caverna y se ejercía el culto al Dios del trueno, los totonacas u hombres sonrientes levantaron el asombroso templo del Tajín, que en su propia lengua quiere decir lugar de las tempestades. Y no sólo se rindió culto al Dios del Trueno sino que se le imploró durante 365 días, como número de nichos tiene estemonumento invocando el buen tiempo en cierta época del año y la lluvia, cuando es menester fertilizar las sementeras.

Hoy se levanta este maravilloso templo conocido en todo el mundo como pirámide o templo de El Tajín en donde curiosamente parecen generarse las tempestades y los truenos y las lluvias torrenciales.

Así nació la pirámide de El Tajín, levantada con veneración y respeto al Dios del Trueno, adorado por aquellas gentes que vivieron mucho antes de la llegada de los extranjeros, cuando el mundo parecía comenzar a existir.

Page 13: Antología de Cuentos Prehispánicos

LAS MANOS CERCENADAS

Un día llegó a la Ciudad de México-Tenochtitlan el príncipe Itecupinqui, hijo del Señor totonaca Itzcahuitl. Iba muy enfadado por los terribles tributos que su pueblo debía pagar a Moctezuma Xocoyotzin. Cuando caminaba por la plaza del Templo Mayor, vio a Teizalco, la esposa de Moctezuma, hija de Totoquihuatzin, el Señor de Tlacopan, y a Tecuichpo, Copo de Algodón, la hija preferida del Huey Tlatoani. El príncipe quedó sumamente impresionado por la belleza de Copo, joven, esbelta y bella como una flor recién abierta. Siguió su camino hasta el palacio del Tlatoani. Cuando entró en la sala de recepciones vio al emperador sentado en su silla de oro. Moctezuma era atractivo, de piel morena y brillante, cabello negro y lacio que le caía a los hombros, sus facciones recias y masculinas desmentían su carácter un tanto cuanto timorato.

Itecupinqui iba con Ichcatzin el hechicero más competente del Totonacapan que Moctezuma había pedido se le trajese, para que le diera luz acerca de un suceso que le preocupaba. El Huey Tlatoani se les quedó mirando fijamente, sin ocultar su interés, pues sabía que tenía enfrente al más famoso guerrero y al más competente de los chamanes de tierras totonacas. Pausadamente, el monarca habló: - Ha poco tiempo unos pescadores me han traído de la laguna un ave semejante a una grulla, que lleva un espejo en medio de la cabeza. El espejo es redondo y muy pulido, en él vi a las mamalhuaztli, las estrellas del cielo que perforan y taladran. A más de ello, en el espejo aparecieron unas personas extrañas montadas en animales que desconozco, parecidos a venados pero sin cuernos; estos hombres llevaban armas diferentes a las nuestras. Mis tonalpoulques no conocen el significado de estos prodigios. Por eso quiero que tú, Ichcatzin, me digas que significan. El hechicero sacó de su morral una calabaza donde guardaba ololiuhqui, una hierba alucinógena, la masticó, y afirmó que ahora podría ver el pasado y el futuro. Minutos después, Ichcatzin dijo: -No quisiera inquietarte, sabio soberano, pero las profecías de Quetzalcóatl se están cumpliendo. Unos hombres blancos llegarán por el Oriente, destruirán nuestras ciudades y matarán a nuestros hermanos, los dioses serán vencidos y sus templos destruidos, nuestros señoríos se acabarán. Es el regreso de la Serpiente Emplumada, Quetzalcóatl. Moctezuma al escuchar tales palabras sintió que el mundo se desplomaba.

Ichcatzin y el príncipe se apresuraron a regresar a Papantla, donde vivían, temiendo la cólera del tlatoani. Debían asistir a la fiesta dedicada a Centeocíhuatl, la diosa del maíz. Terminada la fiesta, Itecupinqui fue a buscar a Petálcatl, una vez que le hubieron ofrecido a la diosa el sacrificio de tórtolas, codornices y conejos. Ambos guerreros estuvieron hablando mucho tiempo, y decidieron preparar al ejército para la guerra con los seres extraños, para defender la libertad de los indios, sus hermanos. Al darse cuenta de la cobardía de Moctezuma pensaron que había llegado el momento de liberarse del yugo azteca. Pero Cacamatzin, el mejor guerrero azteca, se enteró de las intenciones del príncipe totonaca, y raudo se dirigió hacia sus tierras.

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Totonacas y mexicas pelearon en una cruel batalla. Flechas y macanas hirieron a los soldados de ambos mandos, murieron muchos guerreros, fue una espantosa carnicería. En un momento dado, junto a la escalinata del templo a Centéotl, se encontraron frente a frente Cacama e Itecupinqui, pelearon con sus filosas macanas. Ambos eran notables y valerosos guerreros. Súbitamente el guerrero totonaca se tropezó y el Caballero Águila aprovechó la ocasión para asestar un terrible golpe de macana en el pecho del príncipe que le dejó fuera de combate y herido de muerte. Cacamatzin lanzó un estridente grito de victoria y procedió a cortarle las manos a su contrincante. Las manos amputadas eran un poderoso talismán con poderes mágicos. Contento con su trofeo Cacama se creía invencible, gritaba enloquecido: -¡Ya tengo las manos del guerrero más poderoso del Totonacapan! ¡Ahora seré invencible y famoso!

Cacamatzin llamó a Catzintli, un reconocido embalsamador, para que le preparase las manos que había de llevar hasta Tenochtitlan para presentárselas, lleno de orgullo, a Moctezuma II. Pero Catzintli quería mucho a Itecupinqui, porque había conocido a su padre, y había servido en su corte. Esa misma noche, aprovechando un descuido de los mexicas, tomó las manos cercenadas y huyó. Llegó hasta el río Chichicasepa y en un trozo de roca basáltica gris esculpió las maravillosas manos de Itecupinqui. Cuando terminó, enterró las manos del guerrero y se dirigió al templo de la diosa Centeocíhuatl, colocó en su altar el par de manos esculpido en la roca, para que la diosa protegiera a los totonacas de los terribles acontecimientos que se avecinaban.

Page 14: Antología de Cuentos Prehispánicos

EL MUCHACHO QUE SOÑÓ A LA MADRE TIERRA

Esta historia me la contó mi abuela, y según ella, realmente así ocurrió. Dice que hace algunos años, un 24 de junio, a ella y a su hijo les sucedió el siguiente hecho:

Ese día mí hijo se levantó temprano, yo estaba moliendo, se me acercó y me dijo:

—Tú que ya eres mayor de edad, dime que significa este sueño que tuve.

Yo le respondí:

—¿Qué soñaste?, ¿algo malo?, anda dime, ¿qué fue lo que soñaste?

Él me respondió:

—Soñé que fui a trabajar al cerro y en el camino me encontré con una señora vestida de morado, un rebozo del mismo color que cubría su cabeza, era muy anciana, tenía el pelo completamente blanco y me preguntó que a dónde iba. Le contesté que al cerro a trabajar, entonces ella me dijo:

—¿Por qué no trabajas aquí, no ves que mis animales se mueren de hambre? Así estábamos platicando cuando mire que en un huarumbo venía bajando un tejón. Como llevaba rife le apunté y disparé rápidamente. El animal cayó muerto, pero cuando intenté ir a recogerlo la anciana se adelantó y lo levantó. Me quede pensando:

—¿Por qué ella lo fue a recoger si fui yo quien lo mató?

Así estaba pensando cuando vi a la mujer que regresaba con el animal y me dijo:

—Llévate el animal, cocínalo y compártelo con tu familia, es como si te pagara, pero por favor trabaja aquí para que mis animales coman.

Yo le respondí:

—¿Por qué me pides eso?

Así estaba soñando como si realmente estuviera platicando con ella, después nos despedimos y me fui a trabajar al cerro. Por ese sueño ya no quiso ir a trabajar, pensó que quizá una víbora lo mordería o algo malo le podía suceder.

Y le dije.

—No pienses así, por lo menos ve a caminar por tu cafetal, busca algo que hacer, trae unos camotes para que podamos comer en la tarde.

Comió, y me dijo que iba buscar piedras de río porque pensaba llevar el charpe al cafetal, entonces yo le recomendé: 8

—Si piensas que algo malo te va a pasar, mejor llévate el rife.

Él me obedeció, se echó al hombro el rife y se fue. Yo me quedé en la casa limpiando, lavé, martajé el maíz, hice la comida. Ya era tarde cuando llegó cargando un costal, deduje que pesaba y pensé que me traía los camotes que le encargué.

Entró a la cocina, tiró su carga en el suelo y después fue a dejar el rife a su lugar. Rápido fui a abrir el costal y grande fue mi sorpresa; adentro había un tejón. Cuando mi hijo me vino a alcanzar, le dije:

—Ya viste, el sueño que tuviste no te mintió, lo que soñaste se te cumplió. Ahora, así como ya se te cumplió una parte de tu sueño, tú cumple la otra, ve y siembra maíz ahí donde encontraste el tejón, sí comerán los animales de nuestra madre tierra, porque fue ella a quien soñaste, y eso fue lo que te pidió en el sueño. Mi hijo me obedeció, ahí donde encontró al tejón, labró la tierra y sembró maíz. No miento, esa milpa creció bonita, dio mucha mazorca y los animales del monte no entraron a la tierra para comérsela. Eso significa que nuestra madre tierra agradeció en esa forma que mi hijo hubiera cumplido sus deseos.

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EL MUCHACHO QUE SE ENQUERIDO CON SU CUÑADA

El cuento que les voy a conversar trata de un muchacho que se enqueridó con su cuñada.

Había una vez un señor que tenía tres hijos. El mayor de ellos decidió casarse y se lo comunicó a su papá.

–¡Qué bueno, hijo, ya era hora! –exclamó entusiasmado el padre.

Así se dio el casamiento. Hubo de todo en la fiesta. Al hermano menor del recién casado le gustaba su cuñada y se decía una y otra vez: “Se la voy a quitar, se la voy a quitar”.

El recién casado diariamente iba a la milpa hasta que un día decidió irse a trabajar más lejos y por más tiempo. El hermanito aprovechó la ocasión para preguntarle a su cuñada si quería acostarse con él. La mujer le dijo:

–Sí, cuando no esté tu hermano, pero el día que regrese te dejo.

El muchacho estaba feliz. Por la noche se quedaba a dormir con su cuñada.

El papá de los hermanos no sabía lo que ocurría. Pasados dos meses regresó el marido y supo que su esposa estaba embarazada.

–¡Puta! –dijo– ¿qué pasó y con quién?

Fue a preguntarle a su papá y éste le dijo que no sabía. Fue entonces a que le sacaran la suerte. Le dijeron que su hermanito se había acostado con su esposa. El ofendido dijo:–¡Esto no se va a quedar así!, le rebanaré su regalo,3 su sexo. ¡Me lo fregaré!El fornicador estaba durmiendo cuando su hermano cobró venganza. Fue arrojado de la casa y se le dijo que no regresara más. El muchacho se fue al monte, se internó en la espesura hasta llegar a la orilla de un camino donde había un árbol muy grande que tenía un gran agujero en el tronco. Entró y se acomodó quedándose dormido.

Por aquel lugar pasaban todos los días los campesinos para ir a su milpa. El hermano fornicador despertó al escuchar que alguien venía y pronunció: “Soy el enviado de Dios!”

Uno de los campesinos, escuchó aquello y dijo: “A lo mejor ahí hay un santo y seguramente también debe haber dinero guardado, es lo que creo. Iré a ver.” Se acercó al tronco del árbol y escuchó decir: “Soy el enviado de Dios.”

El campesino cortó el árbol en muchos pedazos y encontró al supuesto santo que tenía cara de inocente, rostro de ángel. Se dijo: “Ya la hice, sí es santo y debe serlo cuando dice

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que es el enviado de Dios. Me lo llevaré.” Entonces, como pudo lo cargó hasta el pueblo donde contó que había encontrado un santo.

“El santo” fue colocado en un altar y le pusieron flores. Mucha gente iba a verlo, le prendían velas y le daban limosna. El señor que lo encontró se estaba haciendo rico.

Pasado un tiempo se empezó a rumorar que el santo estaba vivo, que se movía y que hablaba. Más gente iba a verlo y las limosnas aumentaron hasta que un día el santo habló:

–Yo no soy un santo.Esta declaración causó disgusto entre la gente. Le preguntaron por qué no era un santo. El confesó:–Yo sólo estaba escondido en el árbol porque mi papá me corrió de la casa debido a que me enqueridé con mi cuñada.–¿Entonces, por qué decías que eras el enviado de Dios? –preguntó alguien.–Porque estoy capado –dijo– porque me quitaron mi “regalo”, mi hombría.El señor que lo había cargado del monte al pueblo y que veía desaparecer sus ingresos le dijo muy enojado:–¡Hijo del diablo, y yo que te traje cargado hasta aquí!–Si quieres, cárgame y llévame de regreso.–¡Vacilas, lárgate! –le ordenó.

Así el muchacho fornicador fue nuevamente arrojado, esta vez del pueblo.Cuando pasé por aquel pueblo vi que se estaba yendo.

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EL HOMBRE QUE VENDIÓ SU ALMA

Cierta vez un hombre bueno pero infeliz decidió salir de apuros vendiendo su alma al diablo. Invocó a Kizín y cuando los tuvo delante le dijo lo que quería. A Kizín le agradó la idea de llevarse el alma de un hombre bueno.

A cambio de su alma el hombre pidió siete cosas; una para cada día. Para el primer día quiso dinero y en seguida se vio con los bolsillos llenos de oro. Para el segundo quiso salud y la tuvo perfecta. Para el tercero quiso comida y comió hasta reventar. Para el cuarto quiso mujeres y lo rodearon las más hermosas. Para el quinto quiso poder y vivió como un cacique. Para el sexto quiso viajar y, en un abrir y cerrar de ojos, estuvo en mil lugares.

Kizín le dijo entonces:

—Ahora ¿qué quieres? Piensa en que es el último día.

—Ahora sólo quiero satisfacer un capricho.

—Dímelo y te lo concederé.

—Quiero que laves estos frijolitos negros que tengo, hasta que se vuelvan blancos.

—Eso es fácil— dijo Kizín.

Y se puso a lavarlos, pero como no se blanqueaban, pensó: "Este hombre me ha engañado y perdí un alma. Para que esto no me vuelva a suceder, de hoy en adelante habrá frijoles negros, blancos, amarillos y rojos".

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EL FLECHADOR DEL SOL. MÉXICO

En la nación Mixteca, existe la leyenda de un héroe mixteco llamado Tzauindanda, (también conocido como Yacoñooy o Mixtecatl), quien demostró que la fuerza de la voluntad y el amor a su patria hizo posible que pudiera librar la batalla más difícil y con ello vencer al enemigo más fuerte que cualquiera pudiera tener. Esta héroe es mejor conocido como “EL Flechador del Sol”.

Eran dos árboles gigantes que existían en el fondo de una misteriosa cueva en tierras de Apoala, que llegaron a amarse tanto, que entrelazaron, sus ramas y unieron sus raíces, de este fantástico amor, nació el primer hombre y la primera mujer Mixtecos. Con el tiempo, aquellos seres tuvieron hijos y os hijos de los hijos fundaron la ciudad de Achiutla, lugar donde nació Tzauindanda.

La población de Achiutla creció tanto que ya no cabían, entonces Tzauindanda decidió salir a conquistar las tierras que necesitaba su pueblo para asentarse, así que tomó su arco y flechas y partió una mañana, dispuesto a disputárselas a quien fuera. Por días, no descansó un solo instante hasta que llegó a una vasta y deshabitada extensión en donde no halló nada que estorbara su paso, sólo el sol brillaba esplendoroso como dueño y señor de aquellas tierras; tierras que Tzauindanda codició para él por frescas y hermosas.

Tzauindanda alzó la vista, no había una sola nube que le quitara el sol; después de un rato sediento y cansado, sentía los rayos del sol como cuchillos, como flechas que se clavaban en cada parte descubierta de su piel. Entonces comprendió: ¡El Sol era el señor de aquellas tierras!, por lo que levantó su arco y lanzó muchas de sus flechas contra el sol. Por fin al atardecer se dio cuenta de que el sol se había debilitado, ya no herían sus rayos con la misma fuerza y el cielo tenía un ligero tinte rojo.

Poco a poco el sol empezó a caer y el cielo se puso más y más rojo, hasta que por fin cayó tras los montañas , el cielo estaba teñido con la sangre del sol, indicaba donde había caído vencido el poderoso señor; ¡Tzauindanda, lo había derrotado!; de ahí, nuestro eslogan que dice: “lo Imposible, es Posible". La figura del Flechador del Sol, es el símbolo del IDM, Significa que nada es imposible cuando se tiene la determinación de cambiar.

El héroe de Tilantongo, como dice la leyenda, se enfrentó al sol en desigual combate, hasta que una de sus flechas dio en el blanco y el sol, herido, cayó rendido hacia el abismo de la noche.

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Page 18: Antología de Cuentos Prehispánicos

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TRISTE REALIDAD

Era un señor que tenía a su padre muy enfermo y muy viejito. Cierto día ese señor pensó:

—Mi padre ya no trabaja, está muy enfermo y tarde o temprano nos faltarán los alimentos. Será mejor que le diga que se vaya a buscar quien le regale algo para que coma, porque yo ya no puedo seguirlo manteniendo.

Enseguida, llamó a su padre para comunicarle la decisión que había tomado. El anciano aceptó con gran sufrimiento y lentamente comenzó a caminar con rumbo desconocido.

Como ya era tarde y hacía frío el señor reflexionó un poco, llamó a su hijo y le dijo:

—Alcanza a tu abuelo y llévale esta cobija, no sea que vaya a morir de frío allá donde llegue a dormir.

El muchacho obedeció a su padre, cogió la cobija y a escondidas la cortó por mitad, y salió tras de su abuelito. Cuando iba saliendo escuchó la voz de su padre que le gritaba:

—¿Por qué le llevas únicamente la mitad de la cobija, acaso te dije que la cortaras?

El muchacho volteó y le contestó:

—Es que la mitad es para mi abuelo y la otra mitad será para mi padre cuando tenga que irse.

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LOS ZARCILLOS DE LA LUNA

Contaban los viejos de mas antes de cuando en el cielo reinaba Tata-Huriata, (no Kurhika-kahueri como ahora) que la luna y el sol eran marido y mujer y vivían muy a gusto reinando en el cielo, hasta que un día apareció en el cielo citalimina (Venus-kuangari).

Conforme la nueva estrella se acercaba, el sol le hacia menos caso a la luna y una madrugada la luna sorprendió a el sol platicando con la nueva estrella, que a veces parecía un gusano de fuego y a veces era como una mujer con una cabellera de una hermosura sin igual, la luna le reclamo airadamente al sol su conducta por lo que el sol también se enojo, se enojaron tanto los dos, que llegaron a los golpes y a los insultos y se golpearon ambos.

Pero como el sol es mas grande le pego mas fuerte a la luna, por lo cual le dejo unos moretones que todavía se le miran en las noches y la mandó tan lejos de su casa, que desde entonces ella sale por un lado y el sol sale por otro, así se creo el día y la noche, pero de vez en cuando se reencuentran en el cielo y entonces se aman como antes, creando así los eclipses.

Y la luna todavía se acuerda cuando eran marido y mujer y después de los eclipses cuando la luna se aleja del sol, la luna llora mucho y de sus ojos corren lagrimas de plata que cuando caen a la tierra se convierten en plata, de la cual las mujeres hacen zarcillos para adornarse las orejas. La plata se crea con las lagrimas abundantes de la señora luna pero cuando las lagrimas no son tan abundantes y son pocas, esas lagrimas se evaporan y se convierten en rocío y ese rocío se convierte después en las sabrosas jícamas y charauescas que tanto nos gustan a los niños y niñas cuando escarbamos en los montes y laderas, ahí aparecen estos girasoles que de día siguen con la mirada al sol y que nos obsequian a los niños con las deliciosas jicamitas que tienen en sus raíces.

Para recordar este suceso todas las mujeres P'urhépecha nunca se cortan la cabellera, y cuando por alguna necesidad la tienen que cortar o recortar siempre lo hacen en luna nueva, para que les crezca mas y tienen en sus orejas estos hermosos zarcillos con una media luna y unas lagrimas que penden hacia abajo y siempre son hechos de plata, es un diseño ancestral y prehispánico.

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LOS SOLES O EDADES QUE HAN EXISTIDO

Se refería, se decía que así hubo ya antes cuatro vidas, y que esta era la quinta edad.

Como lo sabían los viejos, en el año 1 - Conejo se cimentó la Tierra y el cielo. Y así lo sabían, que cuando se cimentó la Tierra y el cielo, habían existido ya cuatro clases de hombres, cuatro clases de vidas. Sabían igualmente que cada una de ellas había existido en un Sol (una edad).

Y decían que a los primeros hombres su Dios los hizo, los forjó de ceniza. Esto lo atribuían a Quetzalcóatl, cuyo signo es 7 - Viento, él los hizo, él los inventó. El primer Sol (edad) que fue cimentado, su signo fue 4 - Agua, se llamó Sol de Agua. En él sucedió que todo se lo llevó el agua. Las gentes se convirtieron en peces.

Se cimentó luego el segundo Sol (edad). Su signo era 4 - Tigre. En él sucedió que se oprimió el cielo, el Sol no seguía su camino. Al llegar el Sol al mediodía, luego se hacía de noche y cuando ya se oscurecía, los tigres se comían a las gentes. Y en este Sol vivían los gigantes.

Decían los viejos, que los gigantes así se saludaban: no se caiga usted, porque quien se caía, se caía para siempre.

Se cimentó luego el tercer Sol. Su signo era 4 - Lluvia. Se decía Sol de Lluvia (de fuego). Sucedió que durante él llovió fuego, los que en él vivían se quemaron. Y durante él llovió también arena. Y decían que en él llovieron las piedrezuelas que vemos, que hirvió la piedra tezontle y que entonces se enrojecieron los peñascos.

Su signo era 4 - Viento, se cimentó luego el cuarto Sol. Se decía Sol de Viento. Durante él todo fue llevado por el viento. Todos se volvieron monos. Por los montes se esparcieron, se fueron a vivir los hombres - monos.

El quinto Sol: 4 - Movimiento su signo. Se llama Sol de Movimiento, porque se mueve, sigue su camino.

Y como andan diciendo los viejos, en él habrá movimientos de tierra, habrá hambre y así pereceremos. En el año 13 - Caña, se dice que vino a existir, nació el Sol que ahora existe. Entonces fue cuando iluminó, cuando amaneció, el Sol de Movimiento que ahora existe. 4 - Movimiento es su signo. Es éste el Quinto Sol que se cimentó, en él habrá movimientos de tierra, en él habrá hambres.

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EL CONEJO EN LA LUNA

Quetzalcóatl, un dios imponente y bueno viajaba por el mundo en forma de hombre, cansado por andar todo un día, noto que su apetito aumentaba, pero siguió en el camino, hasta que las estrellas comenzaron a brillar y la luna se asomo.

El dios, decidió sentarse a la orilla de un árbol, donde contemplo a un conejo.

-¿Qué estás comiendo?, - le preguntó.

-Estoy comiendo zacate. ¿Quieres un poco?

-Gracias, pero yo no como zacate.

-¿Qué vas a hacer entonces?

-Morirme tal vez de hambre y de sed.

El conejito se acercó a Quetzalcóatl y le dijo;

-Mira, yo no soy más que un conejito, pero si tienes hambre, cómeme, estoy aquí.

El dios benevolente y sorprendido por la reacción del conejito le dijo:

-Tú no serás más que un conejito, pero todo el mundo, para siempre, se ha de acordar de ti.

Y lo levantó alto, muy alto, hasta la luna, donde quedó estampada la figura del conejo. Después el dios lo bajó a la tierra y le dijo:

-Ahí tienes tu retrato en luz, para todos los hombres y para todos los tiempos.

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EL REY CONDOY Y EL PUENTE DEL DIABLO

Cuentan los zapotecas que hace muchísimos años brotaron en tierra Mixe dos huevos místicos. Del primero nació una serpiente que se ocultó en las entrañas de la tierra, donde se dedica a comer rocas. Cuando come demasiado, se producen los temblores de tierra. Del otro huevo, en cambio, nació un niño que se convirtió en hombre en un solo día. Los mixes lo bautizaron Condoy y lo convirtieron en su rey.

Dicen que Condoy era capaz de las hazañas más asombrosas, siempre y cuando las realizara de noche. Bajo la luz de la luna, nada resultaba imposible para él.

Los zapotecas pronto aprendieron a temer sus incursiones nocturnas: Condoy los atacaba con frecuencia, robándoles alimentos que luego repartía entre su pueblo.

Sus hazañas pronto le valieron el mote de Diablo entre el pueblo zapoteca.

Una noche, sin embargo, los zapotecas consiguieron capturar al Diablo durante sus saqueos. Y a cambio de su libertad, Condoy ofreció construir, en lo que quedaba de la noche, un puente para unir las dos regiones zapotecas. Pero cuando su propuesta fue aceptada, puso una condición: si conseguía además terminar el puente antes de que cantase el primer gallo, se llevaría a su pueblo a la muchacha más bella que viviese entre los zapotecas.

Sus captores fingieron aceptar esta condición, pero comenzaron al mismo tiempo a urdir un plan para evitar cumplirla. Así fue como el pueblo entero se congregó junto al río para ver a Condoy construir el puente. Entre ellos, una bruja ocultaba un gallo bajo su manto. Poco antes de que Condoy terminara el puente, la bruja hizo cantar al gallo antes de su tiempo habitual. El Diablo había perdido la apuesta. Furioso, Condoy emprendió la fuga y ya no pudieron volver a atraparlo. El puente quedó, entonces, inconcluso. Y así permanece hasta hoy, en San Juan Tabaá, Oaxaca, donde se lo conoce como Puente del Diablo.

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XTABAY Y UTZ-COLEL

Cuenta una antigua leyenda maya que en un pueblo de la península de Yucatán habitaban dos mujeres, Xtabay y Utz Colel. La primera era considerada una prostituta por sus vecinos, ya que era dada a compartir su amor con los hombres del pueblo. Utz-Colel, en cambio, era considerada decente y virtuosa, y no se le conocía desliz alguno.Pero Utz –Colel era altanera, fría y de corazón duro. Jamás ofrecía su ayuda a nadie, y los pobres y enfermos le provocaban repugnancia. La indecente Xtabay, por su parte, acogía en su casa a los desvalidos y a los animales abandonados. Cuidaba con cariño a ancianos y enfermos, y era habitual verla despojarse de las joyas que le regalaban sus enamorados en plena calle para entregarlas a los más necesitados.

Un día, el pueblo entero fue inundado por un delicado perfume de flores. Sus habitantes siguieron la estela del aroma y llegaron así hasta la casa de Xtabay. Al entrar, comprobaron que la mujer había muerto. Sin embargo, era su cuerpo el que despedía ese maravilloso perfume.

Utz-Colel, llena de soberbia, declaró que si del cadáver de esa mujer pecadora y sucia se desprendía ese aroma, el suyo despediría sin dudas uno mil veces más exquisito.

Unos pocos miserables, agradecidos, se ocuparon de enterrar el cuerpo de Xtabay. Al día siguiente, su tumba estaba cubierta de bellas flores blancas. Los mayas las conocieron como Xtabentún, tan dulces y embriagadoras como debieron serlo el alma de Xtabay y el amor que generosamente prodigaba.

A la muerte de Utz-Colel, el pueblo entero acudió a su entierro. De la tumba, cuentan, brotaba un hedor insoportable que nada conseguía mitigar.

De la tumba de Utz-Colel brotó el Tzacam, un cactus de largas y temibles espinas. De él nace una única flor, muy bella pero de aroma particularmente desagradable. Es casi imposible tomarla sin ser víctima de las agudas espinas del cactus.

Dicen que de esta flor surge el espíritu de Utz- Colel, para seducir a los hombres que pasan cerca del cactus. Pero el amor de Utz- Colel es duro y frío, como lo era su corazón. Y los hombres mueren en sus brazos. Porque Utz-Colel se entrega al amor buscando una recompensa como la recibida por Xtabay después de su muerte. Y nada comprende del amor desinteresado, que se entrega por simple y pura generosidad de corazón.

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UN HOMBRE POBRE

Hace muchos años había un hombre muy pobre que nunca pudo tener ni siquiera una vaca para ordeñar y ni burro para cargar su leña. Este hombre tuvo tres hijos que, cuando fueron grandes, se casaron y tuvieron que separarse de su padre para formar cada quien su propio hogar. Una vez que estaban separados de su padre y pensaban entre sí qué harían para salir de la pobreza, porque de parte de su padre no hay nada que le pudiera regalar a cada quien y solamente tenía dos gallinas y una guajolota.

El hombre pobre se puso a pensar que lo mejor era regalarle a cada uno de sus hijos un huevo de guajolota y que los tres huevos los empollara la gallina y así nacerían unos guajolotitos. Dos de sus hijos que recibieron los huevos regalados por su padre, al día siguiente se los comieron sin obedecer lo ordenado por su padre. Uno de los tres hijos, que sí cumplió lo que su padre le había dicho, metió el huevo de guajolota debajo de las alas de la gallina para empollarlo y confiadamente estuvo esperando que naciera su animalito; pasaron tres semanas que la gallina empollaba el huevo de la guajolota y vio cómo poco a poco se fue rompiendo la cáscara del huevo y salió el guajolotito. Este animal se engordó y más tarde lo vendió. Su dueño, con el dinero de la venta de este guajolote, se pudo comprar un marrano y también se engordó y lo vendió por varios pesos; con el dinero de la venta del marrano se pudo comprar un toro y también se engordó y lo vendió por muchos pesos; con este dinero se compraron dos toretes. Cuando estos animales crecieron y engordaron, le alcanzó para comprar cuatro toretes. De esta forma el hijo del hombre pobre dejó de ser pobre, empezando con un huevo de guajolote que no era para hacer dinero. Es decir, que dos de los hermanos siguieron siendo pobres y otro dejó de ser pobre.

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EL PALACIO DE LOS RECUERDOS

Un viejo cacique de una tribu estaba teniendo una charla con sus nietos acerca de la vida.

Él les dijo:

“¡Una gran pelea está ocurriendo dentro de mí!… ¡es entre dos lobos!

“Uno de los lobos es maldad, temor, ira, envidia, dolor, rencor, avaricia, rabia, arrogancia, culpa, resentimiento, inferioridad, mentiras, orgullo, egolatría, competencia, superioridad.

“El otro es bondad, alegría, paz, amor, esperanza, serenidad, humildad, dulzura, generosidad, benevolencia, amistad, empatía, verdad, compasión y fe. Esta misma pelea está ocurriendo dentro de ustedes y dentro de todos los seres de la tierra.

Lo pensaron por un minuto y uno de los niños le preguntó a su abuelo:

“¿Y cuál de los lobos crees que ganará?”

El viejo cacique respondió, simplemente… “El que alimentes….”

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PETICIÓN DE LLUVIAS EN ACATLÁN

Yo me llamo Yoltsin, tengo ocho años. Mi pueblo se llama Acatlán. Voy a contar cómo celebramos el 1, 2, 3 y 4 de mayo. El día 1o. de mayo los hombres-tigre se pelean aquí en la plaza. El día 2, toda la gente, señoras y señores, van al cerro que se llama Cruzco. Allá se pelean los tigres; también van las señoras a vender, y otras personas regalan caldo de pollo con tamales y además le rezamos a las cruces.Los tigres le dan sus fores a las muchachas que les gustan o a su novia; se pelean los tigres para que el dios Tláloc nos dé un buen temporal de lluvias. El 3 de mayo vamos a Comulián. Se ubica en un cerro chiquito, allá los tigres también se pelean y nosotros ofrendamos con fores a la Santa Cruz; después comemos pozole de frijol, atole y tamales de carne. Y el 4 de mayo nuevamente vuelven a pelearse en la población. Los invito a que vengan a conocer en vivo la celebración del rito ceremonial de Petición de lluvias en Acatlán. Los espera Yoltsin.

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LA LLORONA O CIHUACÓATL

La Llorona o Cihuacóatl es una diosa xochimilca, madre de los xochimilcas. Este, en la época prehispánica existieron varios dioses, incluyendo a la Cihuacóatl. A la llegada de los españoles ella predijo todo lo que iba a pasar, toda la destrucción que iban a tener, y ella empezó a llorar: “¡ay, mis hijos!”, que era en esa época de guerra y destrucción. Cuando llegaron los españoles, empezaron a tirar todos sus templos, sus dioses, que eran de piedra, y les impusieron la religión católica. Los españoles escucharon que había una mujer que lloraba entre los canales y las calles; al no poder pronunciar Cihuacóatl , pusieron la Llorona , de ahí el nombre. Es entonces por eso que le dicen que la Llorona, pero en realidad es la Cihuacóatl, la que dijo, la que gritaba “¡ay, mis hijos!”, que eran en esa época de guerra y destrucción.

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DONDE CORRE EL AGUA

La Llorona o Cihuacóatl es una diosa xochimilca, madreDonde corre el agua] Te voy a contar una historia de lo que nos pasó a mí y a mi hermano y dos primos. Allá en mi pueblo, teníamos como diez y doce años, y nos salimos a jugar. Y llegamos bien noche, y para que mi papá no nos pegara nos escondimos en un gallinero que tenía una ventanita que daba hacia la calle. Y había luna llena. Cuando vimos que venía bajando una señora y pensamos que era mi tía Toña, que nos andaba buscando. Y cuando iba pasando frente de nosotros sentimos que nos jalaban de los pelos y vimos que no pisaba el suelo, y pasó como a diez metros de donde está-vamos nosotros. Como que volteó, y le vimos su cara como de caballo, y ecía “¡ay, mis hijos!” Traía una canasta en el brazo y un rebozo cruzado n el cuerpo. La Llorona no nada más ese día se apareció: cada que llovíase oía gritar por las barrancas donde corre el agua.

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LOS DUENDES

En ese pueblo había de todo: lloronas; autiotas , que eran mujeres que les pegaban a las otras mujeres que veían embarazadas, porque las autiotas no se podían embarazar, porque habían abortado, y ese era su castigo; duendes, con esos nos poníamos a jugar yo y mis hermanos. Eran unos niñitos chiquitos y siempre andaban encuerados, andaban por donde íbamos a sacar agua dulce, y cuando nos acercábamos nos aventaban piedras, y nosotros se las regresábamos y así jugábamos.

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LEYENDA DE LOS 5 SOLES

Cuentan los nahuas que en el principio de los tiempos Ometecuhtli, Señor de la Dualidad Divina, creó a Tonacacihuatl y a Tonacatecuhtli, Señora y Señor de Nuestra Carne, para que poblaran la tierra. Ellos tuvieron 4 hijos: los dioses Tezcatlipoca Rojo, Negro, Blanco y Azul.Los dioses Tezcatlipocas pronto decidieron acometer una obra digna de su grandeza, una obra por la cual fueran amados y venerados. Se reunieron entonces alrededor de la fogata encendida por Tezcatlipoca Azul y comenzaron a crear todo cuanto existe en el mundo. Su primera creación fue el hombre: lo llamaron Huehuecoyotl y le dieron una mujer para que lo acompañara. Los dioses les ordenaron reproducirse, y crearon para ellos los animales, los lagos, las montañas, los mares y los ríos.

Pero los dioses se percataron entonces de que la tierra permanecía a oscuras, y la vida no podía prosperar en ella. Tezcatlipoca Blanco, también llamado Quetzalcoátl, convirtió la hoguera alrededor de la que trabajaban en un pequeño y benigno sol. Pero su hermano Tezcatlipoca Negro despreció su obra, y se convirtió él mismo en un sol tan grande y potente que marchitaba y destruía todo lo que alumbraba. Quetzalcóatl, enojado, derribó a su hermano sol del cielo de un bastonazo. Tezcatlipoca Negro cayó al fondo de un lago, del que emergió convertido en un jaguar al que seguía todo un ejército de jaguares. Tezcatlipoca Negro y sus jaguares devoraron a los Tzoculiceque, los gigantes que habitaban sobre la tierra por aquella época. Para los nahuas, este sol fue el Sol de la Tierra, o Tlaltipactonantiuh.

Tras la caída del sol negro, fue el mismo Quetzalcoátl quien se convirtió en el astro rey.

Quetzalcoátl fue un sol más benigno, bajo el cual la agricultura prosperaba y los hombres eran felices. Pero un día, el jaguar-Tezcatlipoca negro trepó hasta los cielos y consiguió derribar a su hermano Blanco. Se desató entonces un terrible vendaval que sembraba la destrucción a su paso. El viento fue tan fuerte que los seres humanos comenzaron a caminar encorvados, y pronto se convirtieron en monos.

Este sol fue llamado por los nahuas Sol del Viento, o Ehecatonatiuh.

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LA LEYENDA DEL MAÍZ

Cuentan que antes de la llegada de Quetzalcóatl, los aztecas sólo comían raíces y animales que cazaban.

No tenían maíz, pues este cereal tan alimenticio para ellos, estaba escondido detrás de las montañas.

Los antiguos dioses intentaron separar las montañas con su colosal fuerza pero no lo lograron.

Los aztecas fueron a plantearle este problema a Quetzalcóatl.

-Yo se los traeré- les respondió el dios.

Quetzalcóatl, el poderoso dios, no se esforzó en vano en separar las montañas con su fuerza, sino que empleó su astucia.

Se transformó en una hormiga negra y acompañado de una hormiga roja, marchó a las montañas.

El camino estuvo lleno de dificultades, pero Quetzalcóatl las superó, pensando solamente en su pueblo y sus necesidades de alimentación. Hizo grandes esfuerzos y no se dio por vencido ante el cansancio y las dificultades.

Quetzalcóatl llegó hasta donde estaba el maíz, y como estaba trasformado en hormiga, tomó un grano maduro entre sus mandíbulas y emprendió el regreso. Al llegar entregó el prometido grano de maíz a los hambrientos indígenas.

Los aztecas plantaron la semilla. Obtuvieron así el maíz que desde entonces sembraron y cosecharon.

El preciado grano, aumentó sus riquezas, y se volvieron más fuertes, construyeron ciudades, palacios, templos...Y desde entonces vivieron felices.

Y a partir de ese momento, los aztecas veneraron al generoso Quetzalcóatl, el dios amigo de los hombres, el dios que les trajo el maíz.

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CUENTOS DE

FUNDACIONES

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EL EDIFICIO DE LOS DANZANTES

Varios guerreros ya han sido sacrificados y su sangre se ha convertido en volutas floridas a lo largo del abdomen; en sus rostros, junto a los cuales están sus nombres respectivos, se refleja la angustia del sacrificio. Quinientos años antes de la era cristiana esto era común entre los pueblos, especialmente en un pueblo guerrero como Monte Albán, pues había que mostrar a los que llegaban su fuerza y su sabiduría.

Los ancianos explicaban a los jóvenes que el gran muro era una composición de figuras humanas colocadas en sentido vertical y horizontal, dispuestas así con la intención de que el muro pudiera leerse a medida que uno caminaba frente a él. Los personajes que se encontraban en sentido vertical eran los principales y por ello se representaban con todo y sus nombres y lugares de origen. Los otros, los que iban en sentido horizontal, eran los acompañantes de los señores principales. Era importante que los cautivos llevasen consigo algunos acompañantes, no sólo para su viaje eterno, sino para mostrarse resguardado ante los ojos extraños, es decir que los sacrificios secundarios se hacían exclusivamente para mostrar que los guerreros no estaban solos.

No sólo por el hecho de ser guerreros estos personajes fueron especialmente representados, eran también seres humanos con ciertas características; algunos eran enanos, otros jorobados o con otros defectos físicos; eran guerreros muy especiales porque provenían de linajes ya en extinción y eso les daba doble valor en la guerra.

Su apariencia física les recordaba a ciertos hombres de una raza antigua, de bocas y narices anchas, ojos oblicuos y cuerpos muy robustos, que habían sido sus ancestros y que aparecían en todas las leyendas de los pueblos del Valle de Oaxaca.

Mientras en la ciudad se vivía de manera ordenada y en paz, era muy importante recordar a aquellos que habían muerto en sacrificio, por eso los ancianos tenían que hacer entender a los jóvenes el valor de ser guerrero y zapoteco. Así, llegado el momento, los nuevos guerreros sabrían manejar los valores, como no tenerle miedo a ser cautivo, y menos a ser sacrificado para los dioses y en beneficio de la supremacía de Monte Albán sobre otros pueblos y otras regiones.

Durante los siguientes siglos el edificio se cubrió con otras construcciones, pero los más de 300 cautivos fueron muy bien protegidos para ser enterrados entre los muros, pues había que cuidar que no se dañaran o se perdieran.

AI contrario, algunos fueron separados del muro para ser colocados en edificios más visibles, trascendiendo así el tiempo en que fueron concebidos, para conservar su carácter sagrado en la posteridad.

Estos verdaderos monumentos, como explicaban los ancianos, fueron los primeros que plasmaron el gran poder zapoteco en el Valle de Oaxaca, que sigue siendo en los nuevos siglos una raza invencible.

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Page 34: Antología de Cuentos Prehispánicos

EL VENCEDOR DEL SOL(Mixteco)

La victoria del sol es tan general en el blasón de los mixtecas, que en los escudos de sus armas pintaban un capitán armado, con su penacho de plumas, arco, rodela y saeta en las manos, y en su presencia el sol ocultándose entre nubes pardas. -Burgoa. Geográfica. Descripción. 2a., parte 33.

Y en la profunda niebla de la eternidad brilló una luz tibia -estremecimiento divino- que se tendió por el espacio infinito, en ondas inmensas.

Al soplo de la Suprema Voluntad surgió el mundo envuelto en una gasa de nubes que se arremolinaban en furioso giro, suspendidas sobre el vértigo del abismo entre dos enormes montañas.

Una: luminosa, blanca, resplandeciente, cuyos rayos bañaban las nieblas eternas en eternos relámpagos silenciosos. Otra: negra, condensación del ónix de las sombras, recortando con aristas siniestras la inmensidad espantosa.

Frente a frente se miraban, inmóviles; las dos grandes, las dos terribles, lanzándose mudas toda la majestad de su odio recíproco a través de las nubes que azotadas por ráfagas que venían de lo alto, giraban y giraban sin cesar luchando también.

Súbitamente de aquella lucha brotó el nuevo elemento: el agua.

Las nubes se transforman en torrentes y los torrentes bajaron, rodando por los flancos de las dos montañas, colmando el fondo del abismo formidable. Y entonces las olas -coléricas serpientes de agua- continuaron el combate de las nubes, retorciéndose unas sobre otras, enroscándose, alzándose en montañas de cien bocas por donde se escupían espumarajos negros y plumazones blancos, salivazos de sombra y chorros de resplandores diamantinos, para caer abrazadas, confundidas en un oscuro trágico.

Y por sobre aquel campo de batalla iban pasando, a compás, los siglos, unos tras otros, contemplando fríamente el gran espectáculo.

A fuerza de tanto combatir, surgieron al pie de una y otra montaña los dos grandes árboles de la vida: el árbol del bien y el árbol del mal.

El océano, cuyas olas-serpientes batallaban siempre, aplacó su furia, agotado por la creación de aquellos dos gigantes, convirtiéndose en caudaloso río que brotaba del fondo de una caverna en la falda de la Montaña Negra, y se perdía, atravesando el valle en las regiones luminosas de la Montaña Blanca, después de bañar en sus ondas las profundas raíces de los árboles de la vida.

Y sucedió que las ráfagas violentas que llegaban de lo alto, agitando los ramajes, hicieron vibrar las hojas que en el gran silencio augusto de la soledad entonaron un himno gigantesco, una sinfonía tremenda.

Entonces las ráfagas envolvieron frenéticamente el follaje vibrante de la vida; lo sacudieron con furia.

¡Los árboles temblaron, se retorcieron horrorosamente, crispáronse sus raíces y troncos en una infinita angustia, en un espasmo de dolor que les arrancó un crujido de muerte! Fue que en aquel instante todas sus hojas habían sido arrebatadas por las ráfagas.

¡Temblaron las montañas, el valle, el abismo, el torrente, la caverna, los árboles y las ráfagas que conducían las arrancadas hojas!

¡Todo tembló al lúgubre crujido de muerte!

¡Y todo se transformó!

Las dos montañas se redujeron erizándose de rocas, barrancos y árboles pequeños. El valle se estrechó; la corriente se hizo miserable. El gran himno había cesado y sólo vibraban murmullos tristes y susurros melancólicos. Las nieblas se enfriaron y humedecieron.

¿Y las hojas?

¡Ah! las hojas… después de haber volado con distintos rumbos, girando impulsadas por la incógnita fuerza que las arrancó del árbol, fueron a caer en lejanas regiones, ya al fondo de los valles, en las playas del mar o en la alta cima de las montañas, que dentaban las nacientes serranías.

Mas he aquí que cuando apenas tocaban las hojas en el lugar de su caída, de súbito se transformaban en gigantescos seres vivos.

Después del primer estupor de la vida que recibían al contacto con la tierra, contemplaban absortos el paraje y se lanzaban furiosos, aullando, sintiendo la necesidad de devorar.

¡Aquellos hombres gigantescos y horribles eran los primeros pobladores, los Quinamestin hueytlacome!

¡Ved cuan poderosa es la ráfaga que en sus alas invisibles conduce a la hoja más bella y más grande, y mirad cómo ésta se agita y se debate como rebelándose audaz y soberbia a la fuerza que sin su consentimiento la conduce al ignorado destino!

Esa no caerá seguramente en las fáciles amenas planicies donde han brotado los hermosos bosques perfumados; sube muy alto, y la triunfal ráfaga caprichosa conduce a su potente raptada allá a las abruptuosidades de la sierra, donde las nieblas son más espesas, y más ásperas y enormes las rocas.

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Allá van, ráfaga y hoja a los picachos más agrios de las montañas. ¿Dónde se detendrán? ¿Por qué ascienden tan arriba, apartándose de los enjambres de compañeros que dejan abajo?

Abaten su vuelo; ebria de altura la hoja anhela ahora subir más aún; pero la ráfaga desfallece, muere, se extingue... ¡y la hoja cae!

Colosal, recio, altivo, gallardamente desnudo, de pie sobre alta roca tallada a pico; abiertos los ojos de fiera pupila negra que condensa en un rayo fulgurante la luz que nada en las nieblas de la montaña, se yergue al ser vivo en que se transformará el hijo de los árboles del bien y del mal, contemplando el oleaje inmovilizado del mar de piedra. Soplos de huracán rugen ferozmente en torno del gigante vivo, en cuyo pecho laten ya todas las grandezas impetuosas de los reyes de las montañas. Aves enormes pasan rasgando las espesas neblinas con su masa negra, abanicando sus alas de terciopelo... ¡y bandadas de palomas blancas surcan el ambiente! ¡Aves y árboles cantan la dulce canción de la vida!

Estremecido, sintiendo abrasarse sus entrañas en desesperado calor, anhelante de que toda aquella naturaleza fuese suya, deseoso de verla sumisa y obediente, Maxtrazhrazhub sacudió su larga cabellera, alzó los brazos poderosos y vírgenes, y lanzando un alarido inmenso, se precipitó a saltos por entre las rocas. Corrió volando, casi.

Sorprende un nido de águilas, las estrangula y por bellas recoge sus plumas; recoge por hermosas, pedrezuelas que talla contra las rocas. Toma piedras y las arroja a las fieras, destaza sus cadáveres, arráncales sus fuertes y elásticas tendones. Orna su cabeza con las plumas del águila mezcladas a las piedras preciosas. De un árbol arranca sus largas raíces, construye el arco, fabrica saetas y habiendo trabajado mucho, descansa y duérmese en el fondo de una caverna. Levántase más ardoroso en el paraje que más le agradara y temiendo encontrar seres como él, que desearan los mismos goces, de un tronco desgajado por el rayo hizo un escudo, y armado para bárbaro combate, anhelante de lucha, parte hacia donde son más altas y más abruptas las montañas.

Encuentra una comarca elevada, feraz, salvajemente bella, donde el Dios desconocido, que lo envió a la vida, prodigara cavernas y bosques poblados de voluptuosidades que halagan su cuerpo y recrean su imaginación.

-¡Esto es mío!- gritó, en su idioma, para apoderarse de aquellas regiones.

Y pensó:

-¿Qué ser como yo, tan poderoso y fuerte, será su dueño? ¡Quisiera verlo para arrebatárselo! ¡Busquémosle!

Y helo de nuevo en busca del señor de aquella tierra, para combatirlo.

¡Pero sólo el desierto respondía con sus ecos, a los alaridos del hijo de la vida! Iba ya a descansar cuando vio que muy lejos un relámpago deslumbrador taladraba las nieblas, y un gigantesco círculo de fuego blanco le arrojó a las pupilas flechas de luz.

¿Quién era ese soberano que desde tan lejos, allá muy arriba, le hería con sus dardos? ¡Era el rival! ¡Había que vencerlo Traía también él, que pensaba descansar, largas y agudas flechas. Las nubes rasgáronse, un azul vivísimo apareció, y en ese azul el gran disco radiante bajaba lentamente. ¡El sol era el enemigo!

-¡Te arrojaré de aquí, orgulloso Señor de Luz, dueño de esta región! -clamó el audaz gigante- y requiriendo el arco y cubriéndose el cuerpo con el escudo, lanzó sus flechas a su enemigo. Mas no parecía desmayar y la batalla prosiguió. El guerrero de la montaña enviaba sus flechas al sol que descendía.

Y por fin, allá el mar del cielo se tiño en fuego, el rojo adversario agonizaba herido de muerte; su luz antes mortal, fue débil. Anchas heridas derramaron su sangre, tembló el gran escudo y vacilante, trémulo, miró, agonizando, en torno suyo, para buscar una tumba donde dormir para siempre; y cuando encontró una montaña suficientemente grande para reposar eternamente, con barretas de fuego la horadó, y vertiendo sobre el cielo entenebrecido toda la sangre que le quedaba, lo inundó con un diluvio rojo: surgieron llamaradas inmensas de la pira y el gran vencido se acostó augustamente.

La noche, piadosa, colgó de los cielos el haz de las tinieblas, prendiéndolo con clavos de diamantes. Y el guerrero vencedor, tranquilo ya, después de su triunfo, imperó en la alta sierra, siendo el padre orgulloso de la brava nación mixteca, de los altos mixtecas.

Tal es la leyenda del origen de esa raza altiva de Oaxaca; y Achiutla es el lugar de los árboles que engendraron en aquel barranco a los primeros caudillos; y Tilotongo el paraje en que el guerrero audaz venció al sol, fundando allí la primera ciudad mixteca.

¡Que profundo simbolismo el de la grande y sencilla leyenda!

Dice la historia que las hordas mixtecas desprendidas desde Huhuetlapallan y Tula de las razas toltecas, bajaron al sur hasta Oaxaca, encontrando en los valles a los zapotecas, por lo que subieron a las sierras del nordeste, donde fundaron Achiutla, Tilatongo y Sosota.

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EL ÁGUILA Y EL NOPAL. MÉXICO

Cuaucóhuatl y Axolohua fueron pasando y miraron mil maravillas allí entre las cañas y las juncias.Ese había sido el mandato que les dio Huitzilopochtli a ellos que eran sus guardianes, eran sus padres los dichos.

Lo que les dijo fue así: - “En donde se tienda la tierra entre cañas y entre juncias, allí se pondrá en pie, y reinará Huitzilopochtli.”

Así por su propia boca les habló y esta orden les dio.

Y ellos al momento vieron: sauces blancos, allí enhiestos; cañas blancas, juncias blancas, y aun las ranas blancas, peces blancos, culebras blancas: es lo que anda por las aguas.Y vieron después donde se parten las rocas sobrepuestas, una cueva: cuatro rocas la cerraban.

Una al oriente se ve, nada de agua tiene, es sin agua que se agita. La segunda roca de la cueva ve al norte: se ve que está sobrepuesta, y de ella sale el agua que se llama agua azul, agua verdosa.

Cuando esto vieron los viejos se pusieron a llorar.

Y decían: - ¿Con que aquí ha de ser?

Es que estaban viendo lo que les había dicho, lo que les había ordenado Huitzilopochtli.

Es que él les había dicho:

“Habéis de ver maravillas muchas entre cañas y entre juncias.”

¡Ahora las estamos mirando – decían ellos –, y quedamos admirados!

¡Cuán verdadero fue el dicho, bien se realizó su orden!

Van a buscar a los mexicanos y les dicen:

- “Mexicanos, vamos, vamos a admirar lo que hemos contemplado. Digamos alSacerdote: él dirá qué debemos hacer.”

Fueron a Temazcatitlan y allí se detuvieron. Por la noche vinieron a ver, vieron a mostrarse unos a otros y era el sacerdote Cuauhtlaquezqui, que es el mismo Huitzilopochtli.

Dijo él: - Cuaucóhuatl, ¿habéis visto allí todo lo que hay entre cañas y juncias? ¡Aún resta ver otra cosa!

No la habéis visto todavía.

Id y ved un nopal salvaje: y allí tranquila veréis un águila que está enhiesta. Allí come, allí se peina las plumas, y con eso quedará contento vuestro corazón: ¡allí está el corazón de Copil que tú fuiste a arrojar allá donde el agua hace giros y más giros! Pero allí donde vino a caer, y habéis visto entre los peñascos, en aquella cueva entre cañas y juncias, ¡del corazón de Cópil ha brotado ese nopal salvaje! ¡Y allí estaremos y allí reinaremos: allí esperaremos y daremos encuentro a toda clase de gentes!

- Nuestro pechos, nuestra cabeza, nuestras flechas, nuestros escudos, allí les haremos ver: a todos los que nos rodean allí los conquistaremos! Aquí estará perdurable nuestra ciudad de Tenochtitlán! El sitio donde el águila grazna, en donde abre las alas; el sitio donde ella come y en donde vuelan los peces, donde las serpientes van haciendo ruedos y silban! ¡Ese será México Tenochtitlán, y muchas cosas han de suceder!”

-Dijo entonces Cuauhcóatl: - ¡Muy bien está mi señor sacerdote:¡Lo concedió tu corazón: vamos a hacer que lo oigan mis padres los ancianos todos juntos!Y luego hizo reunir a los ancianos todos Cuauhcótal y les dio a conocer las palabras de Huitzilopochtli.

Las oyeron los mexicanos. Y de nuevo van allá entre cañas y entre juncias, a la orilla de la cueva.Llegaron al sitio donde se levanta el nopal salvaje allí al borde de la cueva, y vieron tranquila parada el Águila en el nopal salvaje: allí come, allí devora y echa a la cueva los restos de lo que come.

Y cuando el Águila vio a los mexicanos, se inclinó profundamente.Y el Águila veía desde lejos.

Su nido y su asiento era él de cuantas finas plumas hay: plumas de azulejos, plumas de aves rojas y plumas de quetzal.

Y vieron también allí cabezas de aves preciosas y patas de aves y huesos de aves finas tendidos en la tierra.

Les habló el dios y así les dijo:

- Ah, mexicanos: aquí sí será! ¡México es aquí! Y aunque no veían quién les hablaba, se pusieron a llorar y decían: - ¡Felices nosotros, dichosos al fin: hemos visto ya dónde ha de ser nuestra ciudad! ¡Vamos y vengamos a reposar aquí!

Texto de la Crónica Mexicayotl, que redactó Fernando de Alvarado Tezozómoc hacia 1600, fundado en documentos muy antiguos de la Casa Real de México, de que era deudo. Fue dada a luz con versión en 1945. Es el fondo de muchos mitos que repiten otros autores. El texto es muy antiguo.

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LA FUNDACION DE MEXICO(azteca)

Discurriendo y andando a unas partes y a otras entre los carrizales y espadañas, hallaron un ojo de agua hermosísimo donde vieron cosas maravillosas y de grande admiración, las cuales habían antes pronosticado sus sacerdotes, diciéndolo al pueblo por mandado de su ídolo: lo primero que hallaron en aquel manantial fue una sabina blanca muy hermosa al pie de la cual manaba aquella fuente; luego vieron que todos los sauces que alrededor de si tenia aquella fuente, eran todos blancos, sin tener ni una sola hoja verde, y todas las cañas y espadañas de aquel lugar eran blancas, y estando mirando esto con grande atención, comenzaron a salir del agua ranas todas blancas y muy vistosas: salía esta agua de entre dos peñas tan clara y tan linda que daba gran contento.

Los sacerdotes, acordándose de lo que su dios les había .dicho, comenzaron a llorar de gozo y alegría, y hacer grandes extremos de placer, diciendo: "ya hemos hallado el lugar que nos ha sido prometido; ya hemos visto el consuelo y descanso de este cansado pueblo mexicano; ya no hay mas que desear; consolaos, hijos y hermanos, que lo que nos prometió nuestro dios hemos ya hallado; pero callemos, no digamos nada, sino volvamos al lugar donde ahora estamos; donde aguardemos lo que nos mandare nuestro señor Huitzilopochtli". Vueltos al lugar donde salieron, luego aquella noche siguiente apareció Huitzilopochtli en sueños a uno de sus ayos y díjole: "'ya estaréis satisfechos como yo no os he dicho cosa que no haya salido verdadera y habéis visto y conocido las cosas que os prometí veríades en este lugar, donde yo os he traído, pues esperad que aun mas os falta por ver; ya os acordáis como os mande matar a Copil, hijo de la hechicera que se decía mi hermana, y os mande que le sacádseles el corazón y lo arrójaseles entre los carrizales y espadañas de esta laguna, lo cual hicisteis: sabed pues que ese corazón cayo sobre una piedra, y de el salió un tunal, y esta tan grande y hermoso que una águila habita en el, y allí encima se mantiene y come de los mejores y mas galanos pájaros que hay, y allí extiende sus hermosas y grandes alas, y recibe el calor del sol y la frescura de la mañana. Id allá a la mañana, que hallaréis la hermosa águila sobre el tunal y alrededor de él veréis mucha cantidad de plumas verdes, azules, coloradas, amarillas y blancas de los galanos pájaros con que esta águila se sustenta, y a este lugar donde hallareis el tunal con el águila encima, le pongo por nombre Tenochtitlan Este nombre tiene hasta hoy esta ciudad de México, la cual en cuanto fue poblada de los mexicanos se llama México que quiere decir lugar de los mexicanos, y en cuanto a la disposición del sitio se llama Tenuchtitlan.

Otro día de mañana el sacerdote mando juntar todo el pueblo, hombres y mujeres, viejos, mozos y niños sin que nadie faltase, y puestos en pie comenzó a contarles su revelación encareciendo las grandes muestras, mercedes que cada día recibían de su dios con una prolija plática, concluyendo con decir que "en este lugar del tunal esta nuestra bienaventuranza, quietud y descanso, aquí ha de ser

¡Pero sólo el desierto respondía con sus ecos, a los alaridos del hijo de la vida!

y ensalzado el nombre de la nación mexicana, desde este lugar ha de ser conocida la fuerza de nuestro valeroso brazo y el ánimo de nuestro valeroso corazón con que hemos de rendir todas las naciones y comarcas, sujetando de mar a mar todas las remotas provincias y ciudades, haciéndonos señores del oro y plata, de las joyas y piedras preciosas, plumas y mantas ricas, etc. Aquí hemos de ser señores de todas estas gentes, de sus haciendas, hijos e hijas; aquí nos han de servir y tributar, en este lugar se ha de edificar la famosa ciudad que ha de ser reina y señora de todas las demás, donde hemos de recibir todos los reyes v señores, v donde ellos han de acudir y reconocer como a su suprema corte por tanto, hijos míos, vamos por entre estos cañaverales, espadañas y carrizales donde esta la espesura .de esta laguna, y busquemos el sitio del tunal, que pues nuestro dios lo dice no dudéis de ello, pues todo cuanto nos ha dicho hemos hallado verdadero. Hecha .esta platica del sacerdote, humillándose todos, haciendo gracias a su dios, divididos por diversas partes entraron por la espesura de la laguna, y buscando por una parte y otra parte, tornaron a encontrar con la fuente que el día antes habían visto y vieron que el agua que antes salí a muy clara y linda, aquel día manaba muy bermeja casi como sangre, la cual se dividía en dos arroyos, y en la división del segundo arroyo salía el agua tan azul y espesa que era cosa de espanto, y aunque ellos repararon en que aquello no carecía de misterio, no dejaron de pasar adelante a buscar el pronóstico del tunal y el águila, y andan-do en su demanda, al fin dieron con el lugar del tunal, encima del cual estaba el águila con las alas extendidas hacia los rayos del sol, tomando el calor de el, y en las uñas tenía un pájaro muy galano de plumas muy preciadas y resplandecientes. Ellos como la vieron humillaronse, haciéndole reverencia como a cosa divina, y el águila como los vio, se les humillo bajando la cabeza a todas partes donde ellos estaban, los cuales viendo que se les humillaba el águila y que ya habían visto lo que deseaban comenzaron a llorar y hacer grandes extremos ceremonias y visajes con muchos movimientos en señal de alegría y contento, y en hacimiento de gracias decían -Donde merecimos tanto bien? ¿Quien nos hizo dignos de tanta gracia, excelencia y grandeza? Ya hemos visto lo que deseábamos; ya hemos alcanzado lo que buscábamos, y al hemos hallado nuestra ciudad y asiento, sean dadas gracias al señor de lo criado, y a nuestro dios Huitzilopochtli". (Códice Ramírez).

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LOS HIJOS DEL SOL(Leyenda inca)

Cuentan y afirman los indios de esta tierra que los incas Cápac procedieron de esta manera: "Lejos, en una montaña cubierta de nieve, cuya cumbre se elevaba mucho más allá de las blancas nubes y donde no había llegado jamás ningún hombre, se extendía un lago tan grande que parecía mar. Sus aguas eran claras como el diamante más limpio y azules como el alto cielo que brillaba entre los rayos del sol. Alrededor del lago crecían esbeltas plantas de lustrosas hojas por toda la orilla, se veían piedras y rocas vestidas de blanda hierba.Cada mañana, al salir Viracocha, el Sol, se asomaba al lago, se miraba en sus aguas como en un espejo y decía:No he visto en todo el mundo un lago más bello que éste.Una mañana, como de costumbre, contemplábase el astro en el líquido, cuando de repente, en el lugar donde se reflejaba su cara redonda y dorada, comenzó a levantarse una onda pequeñita, que poco a poco fue elevándose, hasta formar un cerro de agua azul y brillante.Al mirar este hecho extraordinario, las plantas dejaron de conversar para poder mirar mejor; el viento, que hacía rato silbaba con su enorme boca, quedóse de repente quieto y se agazapó en el hueco de una roca, a fin de atisbar desde allí lo que pasaba; las viejísimas piedras blancas y negras que se sabían de memoria la historia íntegra del lago y conocían perfectamente la vida del Sol, la Luna y las estrellas, pero que hablaban muy pocas veces, abrieron enormemente sus oscuros ojos con pestañas y cejas de musgo y miraron aquello.De pronto, la inmensa ola se partió por en medio; miles de pececillos de plata saltaron hacia afuera y enseguida asomaron de entre las aguas, cogidos de las manos, un hombre y una mujer. Eran jóvenes y hermosos, sus ojos brillaban como estrellas. Iban vestidos con túnicas de tela de oro, adornadas con piedras preciosas y plumas de colores.El mancebo se llamaba Manco-Cápac y la doncella Mama-Ocllo. Miraron a su alrededor. El lago estaba completamente tranquilo, como si nada hubiera ocurrido. Entonces empezaron a andar sobre las aguas, lo mismo que si caminasen sobre tierra firme y pronto llegaron a la orilla. Sus ropas se hallaban completamente secas. Sólo en su hermoso pelo negro temblaban miles de gotitas de agua. Al pisar la playa sacudieron sus cabelleras; las gotitas saltaron yendo a parar sobre las rocas y al caer en ellas se convirtieron en piedras preciosas.Alzaron luego los ojos. Allá, en el cielo azul, estaba Viracocha, que miraba a sus hijos, con el rostro brillando de alegría, porque eran sus hijos y eran príncipes, los dos jóvenes nacidos tan misteriosamente.El Sol les había dado la vida, haciéndolos salir de las aguas encantadas del lago Titicaca.Manco-Cápac tenía en la mano derecha una vara de oro que brillaba tan vivamente como si fuera un rayo de luz; también traía consigo en una petaquilla de paja, un pájaro como halcón, llamado Indi, al que veneraban y tenían como cosa sagrada, pues transmitía su entendimiento a Manco-Cápac. Y Mama-Ocllo llevaba un huso con el que hilaba, todo el tiempo, lana de lindos colores.

El Sol había regalado a Manco-Cápac aquella vara para que fundara un gran imperio en el lugar donde lograra clavarla hasta la empuñadura. Era preciso obedecer ese mandato y los dos príncipes se echaron a andar. El joven probaba el suelo con su vara maravillosa, pero no era fácil dar con la tierra conveniente.Durante todo el día, Manco-Cápac trabajó hasta cansarse en ir tocando el terreno y Mama-Ocllo fue a su lado hilando. Llegó la noche y ambos durmieron bajo un árbol.

Continuaron la marcha a la mañana siguiente y caminaron durante meses y meses alimentándose de los frutos del campo y bebiendo en los arroyuelos.Andando así, llegaron una mañana muy nublada al pie de un cerro.Subiéronlo fatigosamente y en el momento en que pisaban la cumbre asomó el sol entre las nubes y alumbró con luz vivísima todo el campo, apareció ante sus ojos el arco iris del cielo, al que llamaron guanacauri, y lo tuvieron como buena señal de que la tierra no sería destruida por el agua. Jamás habían visto un lugar más hermoso. ¡Oh, Manco-Cápac, dijo Mama-Ocllo, prueba tu vara en esta preciosa tierra!Entonces, él tomó la vara y aventóla hacia el valle con tal fuerza que quedó clavada hasta la empuñadura. Descendieron los jóvenes apresuradamente y arrodillándose sobre la hierba fresca, dieron gracias a su padre por aquel hermoso suelo que les daba para vivir.Los hombres que habitaban los lugares cercanos, al saber que habían llegado dos maravillosos príncipes, hijos del Sol, acudieron a saludarlos, formando filas interminables. Unos llevaban los mejores frutos de sus charcas; otros, las flores más bellas de sus jardines; los pastores conducían llamas blancas como la nieve, vicuñas de piel dorada como el sol y alpacas negras como la noche. La gente y los rebaños cubrían completamente el valle y llegaban hasta el horizonte.Entonces se adelantaban los jefes de aquellos pueblos y dijeron a los príncipes:Queremos que ustedes sean reyes.Luego, los músicos tocaron sus instrumentos y los soldados pusieron sus lanzas y flechas a los pies de los jóvenes, en señal de sumisión. Enseguida, la multitud entusiasmada lanzó gritos que atronaban el espacio diciendo: ¡Viva el rey Manco-Cápac! ¡Viva la reina Mama-Ocllo!Los dos aceptaron gustosos el reinado y Manco-Cápac fundó entonces el imperio de Tahantinsuyo y escogió para edificar la capital el sitio en que se había clavado la vara mágica.Pronto comenzó toda aquella gente a construir preciosos palacios de piedra, forrados con láminas de oro y al poco tiempo habían levantado una maravillosa ciudad a la que pusieron por nombre Cuzco, que en lengua antigua significa "fértil". El emperador en persona enseñó a los hombres a labrar la tierra y la emperatriz instruyó a las mujeres en el modo de tejer preciosas telas.Los dos jóvenes fueron reyes muy amados por su pueblo y vivieron gobernando aquel país durante muchos años.

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EL MUNDO SE HIZO ASÍ

Este relato está tomado de Jesús Ángel Ochoa Zazueta, Los kiliwa. Y el mundo se hizo así, ini, México, 1978. Se ha simplificado el nombre y la ortografía de Meltí ‘ipá jalá, Coyote-gente-luna, para dar fluidez al relato. Algunos textos son cantados por el informante, quien prefirió quedar en el anonimato. El mito está muy resumido, y las hazañas de Meltí continúan a lo largo de muchas cuartillas.

Cuando no había nada, cuando todo era oscuridad. Cuando sólo la sombra llenaba los espacios, cuando solamente había tinieblas; cuando no había tierra, ni cielo, ni agua, ni fuego. Cuando no existían las plantas, ni se veían las estrellas en el firmamento, no tronaban en el cielo los rayos, el sol no calentaba, no había luna que marcara el paso del tiempo. Cuando no había nada en esa oscuridad, no había hombres en esa noche perpetua, llegó Meltí ‘ipá jalá.

¿Cómo nació Meltí?, ¿cómo nació la deidad Coyote-gente-luna?

Cantado:

¿De dónde vino Meltí ‘ipá jala’?Nadie lo sabe.¿Cómo es que llegó a la oscuridadMeltí ‘ipá jala’?Todos lo ignoran.

Meltí llegó cargando su gran bastón. Y en esa oscuridad, en esa noche eterna, Coyote-gente-luna, con voz de coyote, gritó aullando a la negrura: “¡Yo soy Meltí ‘ipá jalá.

Meltí gritó mucho, como coyote. Pero en esa gran noche nadie le contestaba, ni nadie pudo enterarse cuánto tiempo duró aullando la deidad llegada del sur.

Como todo era oscuridad, Meltí fue su propia luz; como Meltí venía de donde todo es cóncavo y amarillo, tenía luz propia; con su propia luz iluminó aquella negrura, pues tenía pedernales grandes en las rodillas que echan chispas cuando caminaba. Llegó el gran padre con cara de coyote, y le dijo a la negrura: “¡No estás sola, yo soy la luz!”

Y así le dio la luz a la negrura. En la noche Meltí iluminó todo aquello y entonces se dio cuenta qué tan sólo él estaba.

Cantado:

¡Qué triste está ahí el coyote!El coyote, la luz y la negrura.¡La oscuridad sobrecoge!¡Aúlla el Coyote-gente-luna!

Cantó muy afligido. Como temía enfermarse de soledad, decidió que sería bueno convertirse en padre. Meltí fue al aguaje sureño. Tomó un buche de agua dulce y asperjó con ella hacia el sur, por lo que toda esa región se pintó de amarillo.

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Del mismo ombligo, Meltí tomó un buche de agua salada y la sopló hacia el norte, toda esa región se pintó de rojo.Le gustó tanto cómo iba quedando aquello que tomó otro buche de agua –y como estaba tan entusiasmado, tan contento– se llenó su gran boca de tal manera que cuando la esparció al oeste, la región se inundó. Él era gigante, posaba un pie en el golfo de Cortés y otro en el océano Pacífico. Fue así como del gran buche de agua se formó un gran mar, un mar que, por profundo y picado, resultó muy nocivo para los kiliwa; por eso toda esa región del gran mar quedó teñida de negro.

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HAPUNDA LEYENDA DEL LAGO DE CUITZEO

Bajo los penetrantes rayos de la Cruz del Sur, estrellas divinas de la deidad que protege y guía, al fulgor de las luminarias celestes, Cuerauaperi (Madre Naturaleza) creo un jardín. De los campos de Guayangareo la diosa Ie mando ríos cristalinos y le puso por guardián a Manuna, la montaña fiel. Tata Huriata (Dios Sol) al enviar su primer rayo de luz, todas las mañanas besaba paternalmente la frente de la princesa Hapunda a quien su padre había recluido en aquel vergel. Era tan bella la princesa, que sus vasallos la llamaban Tzitziqui (Flor).

Siempre melancólica, siempre triste, la princesa derramaba lagrimas que corrían a mezclarse con el agua de las fuentes, como baja el torrente arrancando sollozos a las rocas para abrirse paso hacia el valle. El torrente incansable logra penetrar en la roca, pero las lagrimas de Hapunda no llegan al corazón de los dioses, y en vano ruega porque vuelva pronto su amado guerrero, que a conquistas, con el rey Characu, salió.

II

AI fin, una mañana en que Huriata lucia esplendoroso sobre la montaña, desfilaban por el llano de Cuaracurio (Donde esta la ardilla) centenares de guerreros. El estruendo de las cuiringuas y caracoles hizo huir un hermoso tzintzuni (colibrí) que libaba la miel que Hapunda Ie ofrecía en sus labios y, con la rapidez de una flecha, desapareció a lo lejos. La princesa viéndolo perderse siente el dolor del que ve perder su ultima ilusión. Entonces, presurosa corre al encuentro de las tropas preguntando ansiosa por el dueño de su corazón. En la faz de los guerreros lee tristeza y compasión y, temblorosa, cae de rodillas ante las andas del rey. "Padre mío ¬le dice- devuélveme a mi amado que entre tu cortejo partió y que a tu diestra mis ojos debían encontrarlo vencedor".

El rey hace un ademán. Los guerreros se postran en silencio para oír la voz de su Señor. "Hija mía Hapunda, bella Tzitziqui, la flecha artera del bárbaro chichimeca, entre todos mis guerreros, a el escogió. Tata Huriata quería su sangre y a sus pies he depositado su corazón".

La princesa da un gemido. Con ojos extraviados busca las andas del dios cuyo disco de oro lanza centellas desde su asta de madera preciosa. Los graves sacerdotes no pueden resistir el ímpetu de Hapunda que se apodera del corazón de su amado y corriendo baja a lo profundo del valle y entre las flores se oculta agresiva. Su mirada demente busca donde esconder el despojo sangrante y su oído insensible no escucha las voces de su padre y los guerreros que inútilmente la llaman...

Los luceros se encienden y la luna se abre paso entre las nubes. Hapunda permanece silenciosa y de sus ojos brotan al fin ríos de lágrimas que van inundando el valle.

II

AI amanecer, el rey y los guerreros contemplaron asombrados, en lugar del delicioso valle, una laguna que abrazaba con sus aguas un corazón.

Hace de esto muchos años y Tata Huriata sigue besando con su primer rayo de luz la frente hecha cristal de la princesa Hapunda, la bella Tzitziqui.

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MITO AZTECA DE LA CREACIÓN

Por los caracteres y escrituras y por relaciones de los viejos y de los que en tiempo de su infidelidad eran sacerdotes y papas, por lo que dijeron los señores principales a quienes se criaba en los templos y enseñaba la ley para que la difundiesen; juntos ante mí, con sus libros y figuras antiguas, muchas de ellas, untadas con sangre humana, relataron el inicio. Parece que tenían a Tonacatecuhtli, quien tuvo por mujer a Tonacacihuatl (conocida también como Xochiquetzal). Ellos fueron señor y señora de nuestra carne y se criaron en el decimotercer cielo, de cuyo principio no se supo jamás. Engendraron a cuatro hijos. El mayor, Tezcatlipoca rojo, nombrado así porque nació colorado. Los Uexotzinco y Tlaxcala, lo tenían por su dios principal y le llamaron Camaxtli. Al segundo hijo lo nombraron Tezcatlipoca negro, el peor de los tres porque fue el que más mandó y pudo porque nació negro en medio de todos los seres y cosas. Al tercero llamaron Quetzalcoatl, conocido también como “Noche y viento”., mientras que al último y más pequeño lo llamaron “Señor del Hueso” o “La culebra con dos Cabezas”, a quien los mexicanos tuvieron como su dios principal y denominaron Huitzilopochtli. De los cuatros hijos de la primera pareja (Tonacatecuhtli y Tonacacíhuatl), Tezcatlipoca negro era omnipresente, conocía todos los pensamientos y los corazones; así es que lo llamaron Moyocoya, cuyo significado es el de todopoderoso. Su hermano menor, Huitzilopochtli (dios del pueblo mexicano) nació sin carne, con los huesos desnudos. Así se mantuvo durante los seiscientos años de quietud entre los dioses, etapa en la que nada hicieron.

Pasado el largo período, los cuatro hijos de Tonacatecuhtli se juntaron para ordenar lo que habrían de hacer y la ley que tendrían. Convinieron en nombrar a Quetzalcoatl y Huitzilopochtli para que impartieran las órdenes. Entonces, por comisión y parecer de los otros dos, hicieron el fuego, después medio sol que como no estaba entero alumbraba poco y luego hicieron al hombre -Oxomoco- y a la mujer llamada Cipactónal. Les dieron la orden de que no holgaran, sino que trabajaran siempre. A él lo mandaron a labrar la tierra mientras ella hilaba y tejía. De esta primera pareja humana nacieron los macehuales. Cipactónal recibió el don de la curación a través de ciertos granos de maíz que le fueron entregados por los dioses para la cura, las adivinanzas y hechicerías como acostumbran a hacer hoy día las mujeres.

Terminada su tarea con los primeros hombres, los dioses hicieron los trescientos sesenta días del año que dividieron en dieciocho meses de veinte días cada uno. Luego crearon a los dioses que habitaron el infierno: al “Señor del Inframundo” y a su señora, la “Señora del Inframundo". Les llegó la hora de crear los cielos y comenzaron por el más alto, desde el decimotercero para abajo para continuar con la creación del agua en la que criaron a un pez grande que llamaron Cipactli, parecido al caimán. Se juntaron los cuatro hermanos (hijos de la primera pareja) y crearon a Tláloc y a Chalchiutlicue, quienes fueron dioses del agua, a los que se les pedía cuando tenían de ella necesidad.

Como estaban los cuatro juntos, hicieron del pez Cipactli la tierra, a la cual llamaron Tlaltecuhtli, portándola como deidad, sostenida por el pescado que la había engendrado. Otros dijeron que la tierra fue creada por los dioses Quetzalcóalt y Tezcatlipoca, quienes bajaron a tierra a la diosa del cielo. Ella tenía las articulaciones completamente cubiertas de ojos y bocas con las que mordía como una bestia salvaje. Antes de que la bajaran había agua (que nadie sabe quién creó) sobre la cual la diosa caminaba. Cuando vieron esto, los dioses se dijeron: “Es necesario hacer la tierra”, y diciendo esto se convirtieron los dos en grandes serpientes. Transformados, una de las serpientes agarró a la diosa de la mano derecha y el pie izquierdo y la otra de la mano izquierda y el pie derecho, jalaron tanto que la partieron por la mitad. Con la parte de atrás de los hombros hicieron la tierra, y la otra mitad la llevaron al cielo.

Los otros dioses se enteraron y se enojaron mucho, entonces para recompensar a la diosa de la tierra por el daño que le habían hecho, los dioses descendieron todos del cielo y ordenaron que de ella salieran los frutos necesarios para la vida de los hombres: de sus cabellos hicieron los árboles y flores, de su piel las pequeñas hierbas y flores, de los ojos hicieron los pozos, las fuentes y las pequeñas cavernas, de la boca los ríos y grandes cavernas mientras que de los agujeros de la nariz y de los hombros, los valles de las montañas y las montañas mismas respectivamente. La diosa lloró algunas veces durante las noches, incansablemente. Quería comer corazones de hombres y únicamente callaba cuando se los daban; y sólo llevaba fruta si estaba rociada con sangre humana.

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LA LEYENDA DE LOS VOLCANES

Las huestes del Imperio azteca regresaban de la guerra.

Pero no sonaban ni los teponaxtles ni las caracolas, ni el huéhuetl hacía rebotar sus percusiones en las calles y en los templos. Tampoco las chirimías esparcían su aflautado tono en el vasto valle del Anáhuac y sobre el verdiazul espejeante de los cinco lagos (Chalco, Xochimilco, Texcoco, Ecatepec y Tzompanco) se reflejaba un menguado ejército en derrota. El caballero águila, el caballero tigre y el que se decía capitán coyote traían sus rodelas rotas y los penachos destrozados y las ropas tremolando al viento en jirones ensangrentados.

Allá en los cúes y en las fortalezas de paso estaban apagados los braseros y vacíos de tlecáxitl que era el sahumerio ceremonial, los enormes pebeteros de barro con la horrible figura de Texcatlipoca el dios cojo de la guerra. Los estándares recogidos y el consejo de los Yopica que eran los viejos y sabios maestros del arte de la estrategia, aguardaban ansiosos la llegada de los guerreros para oír de sus propios labios la explicación de su vergonzosa derrota.

Hacía largo tiempo que un grande y bien armando contingente de guerreros aztecas había salido en son de conquista a las tierras del Sur, allá en donde moraban los Ulmecas, los Xicalanca, los Zapotecas y los Vixtotis a quienes era preciso ungir al ya enorme señorío del Anáhuac. Dos ciclos lunares habían transcurrido y se pensaba ya en un asentamiento de conquista, sin embargo ahora regresaban los guerreros abatidos y llenos de vergüenza.

Durante dos lunas habían luchado con denuedo, sin dar ni pedir tregua alguna, pero a pesar de su valiente lucha y sus conocimientos de guerra aprendidos en el Calmecac, que era así llamada la Academia de la Guerra, volvían diezmados, con las mazas rotas, las macanas desdentadas, maltrechos los escudos aunque ensangrentados con la sangre de sus enemigos.

Venía al frente de esta hueste triste y desencantada, un guerrero azteca que a pesar de las desgarraduras de sus ropas y del revuelto penacho de plumas multicolores, conservaba su gallardía, su altivez y el orgullo de su estirpe.

Ocultaban los hombres sus rostros embijados y las mujeres lloraban y corrían a esconder a sus hijos para que no fueran testigos de aque retorno deshonroso.

Sólo una mujer no lloraba, atónita miraba con asombro al bizarro guerrero azteca que con su talante altivo y ojo sereno quería demostrar que había luchado y perdido en buena lid contra un abrumador número de hombres de las razas del Sur.

La mujer palideció y su rostro se tornó blanco como el lirio de los lagos, al sentir la mirada del guerrero azteca que clavó en ella sus ojos vivaces, oscuros. Y Xochiquétzal, que

así se llamaba la mujer y que quiere decir hermosa flor, sintió que se marchitaba de improviso, porque aquel guerrero azteca era su amado y le había jurado amor eterno.

Se revolvió furiosa Xichoquétzal para ver con odio profundo al tlaxcalteca que la había hecho su esposa una semana antes, jurándole y llenándola de engaños diciéndole que el guerrero azteca, su dulce amado, había caído muerto en la guerra contra los zapotecas.

--¡Me has mentido, hombre vil y más ponzoñoso que el mismo Tzompetlácatl, - que así se llama el escorpión-; me has engañado para poder casarte conmigo. Pero yo no te amo porque siempre lo he amado a él y él ha regresado y seguiré amándolo para siempre!

Xochiquétzal lanzó mil denuestos contra el falaz tlaxcalteca y levantando la orla de su huipil echó a correr por la llanura, gimiendo su intensa desventura de amor.

Su grácil figura se reflejaba sobre las irisadas superficies de las aguas del gran lago de Texcoco, cuando el guerrero azteca se volvió para mirarla. Y la vio correr seguida del marido y pudo comprobar que ella huía despavorida. Entonces apretó con furia el puño de la macana y separándose de las filas de guerreros humillados se lanzó en seguimiento de los dos.

Pocos pasos separaban ya a la hermosa Xochiquétzal del marido despreciable cuando les dio alcance el guerrero azteca.

No hubo ningún intercambio de palabras porque toda palabra y razón sobraba allí. El tlaxcalteca extrajo el venablo que ocultaba bajo la tilma y el azteca esgrimió su macana dentada, incrustada de dientes de jaguar y de Coyámetl que así se llamaba al jabalí.

Chocaron el amor y la mentira.

El venablo con erizada punta de pedernal buscaba el pecho del guerrero y el azteca mandaba furioso golpes de macana en dirección del cráneo de quien le había robado a su amada haciendo uso de arteras engañifas.

Y así se fueron yendo, alejándose del valle, cruzando en la más ruda pelea entre lagunas donde saltaban los ajolotes y las xochócatl que son las ranitas verdes de las orillas limosas.

Mucho tiempo duró aquél duelo.

El tlaxcalteca defendiendo a su mujer y a su mentira.

El azteca el amor de la mujer a quien amaba y por quien tuvo arrestos para regresar vivo al Anáhuac.

Al fin, ya casi al atardecer, el azteca pudo herir de muerte al tlaxcalteca quien huyó hacia su país, hacia su tierra tal vez en busca de ayuda para vengarse del azteca. 36

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NAYMLAP Y LOS SEÑORES DE LAMBAYEQUE

Cuentan los pobladores de Lambayeque que en tiempos tan antiguos que ya se perdió la cuenta de cuantos fueron arribó de la parte suprema(2) del Perú a estas costas una gran flota de balsas comandada por un gran señor, hombre de mucho valor y calidad llamado Naymlap.

Viajaba acompañado por una numerosa comitiva que lo seguía con reverencia y adoración como a gran caudillo. Estaba su esposa, llamada Ceterni, un numeroso harén, cuarenta de sus más valientes capitanes, el trompetero oficial (uno de los cargos más prestigiosos) llamado Pita Zofi, quien se encargaba de hacer sonar el pututo(3), Ñinacola, encargado del cuidado del anda y trono de Naymlap, Ñinagintue, encargado de la bebida, Fonga Sigde, quien tenía por misión esparcir polvo de mullu(4) por donde pisaría su señor, Occhocalo, el cocinero, Xam Muchec quien pintaba el rostro de Naymlap. Lo bañaba, adornaba y untaba con finas esencias, Ollop-copoc. Tejía y bordaba para su señor y elaboraba camisas y mantas usando la fina y complicada técnica de la aplicación con plumas de vivos colores Llapchiluli, muy querido por su Señor Naymlap, además de una numerosa y casi incontable muchedumbre.

Pintura que representa el arribo de Naymlap, expuesto en el museo de sitio del complejo arqueológico de Chan Chan, Trujillo - Perú.

Desembarcaron cerca a la desembocadura del río Faquisllanga, de allí caminaron media legua tierra adentro buscando un buen lugar para asentarse. Al encontrar el lugar adecuado construyeron un palacio al que llamaron Chot y en el lugar principal colocaron a Yampallec, figura esculpida en piedra verde que trajeron consigo y que representa la imagen del mismo Naymlap. Yampallec significa figura y estatua de Naymlap.

Pasaron los años viviendo en paz, procrearon muchos hijos y nietos, construyeron casas, labraron la tierra y le tomaron mucho cariño a su nuevo terruño. Pero el tiempo no perdona y la muerte visita al gran Naymlap. Por temor a que no se entienda la mortalidad del caudillo y Señor lo enterraron a escondidas y publicaron por todas parte que con prodigioso poder se había convertido en ave y había volado lejos de allí. Consternados y muy dolidos quedaron sus más cercanos y leales seguidores, los que viajaron con él desde la parte suprema del Perú. No podían comprender por qué su amado señor Naymlap los había abandonado. Presos de la desesperación no dudaron en abandonar casa y familia, hijos, nietos, tierras y salieron apresuradamente, sin guía ni orden, a buscar a Naymlap y se juraron no regresar hasta encontrarlo y traerlo de regreso así tengan que ir hasta donde nadie había llegado. Nunca más se supo de ellos.

Al irse en busca de Naymlap, al que creían desaparecido, todos los que vinieron con él, quedó la tierra poblada sólo por los que habían nacido en ella. Lo sucedió a Naymlap su

hijo Cium, que se casó con una hermosa joven llamada Zolzoloñi y en ella y otras mujeres tuvo doce hijos varones y cada uno de ellos fundó una numerosa familia. Uno de ellos llamado Nor, se fue al valle de Cinto, otro llamado Cala al valle de Túcume, otro más al valle de Collique y los demás a diversos lugares. Llapchillulli, hombre muy cercano a Naymlap y que arribó a Lambayeque acompañándolo se mudó al valle de Jayanca donde se asentó y enraizó.

Cium vivió muchos años y sintiéndose morir bajó por propia voluntad a una habitación subterránea donde estuvo hasta que murió, pues no quería que se supiese que era mortal y más bien quería que lo crean inmortal y divino.

Luego gobernó una larga lista de herederos como Mascuy, Cuntipallec, Allascunti, Nofan Nech, Mulumuslan, Llamecol, Lanipat Cum y Acunta. Finalmente gobernó Fempellec quien tuvo la desdichada idea de trasladar a Yampallec de Chot, donde Naymlap lo colocó. Se cuenta que cuando buscaba otro lugar para llevarse al ídolo el demonio disfrazado de mujer se le presentó y lo sedujo. En castigo sobrevinieron 30 días de torrenciales lluvias seguidos de un año de cruel sequía, esterilidad y hambre. Reunidos los sacerdotes y hombres principales que adoraban a Yampallec comprendieron que las penurias que padecían eran por los errores cometidos por Fempellec, por eso, dejando a un lado el temor y respeto que se tiene a los Señores, lo ataron de pies y manos y lo arrojaron a lo profundo del mar. Y este fue el final de la línea y descendencia de Naymlap.

Quedó el valle de Lambayeque sin un único gobernante hasta que desde el sur llegó un poderoso Señor guerrero, Chimú Capac, Curaca (gobernante) del Imperio Chimú quién reunificó y anexó para sus dominios este. Impuso como gobernador de Lambayeque a Pongmasa, natural de Chimú, quién al morir dejó en su cargo a Oxa, su hijo, que fue el primero en tener noticias de los Incas del Cusco, grandes conquistadores, y desde entonces vivieron con el temor de ser despojados. Le sucede su hijo Llempisan, quién conoció del poder de los Incas. Luego gobernó Chullumpisan, al que sucedió su hermano Cipromarca y luego otro hermano menor llamado Fallenpisan. Luego vino Efquempisan, seguido de Secfunpisan en cuyo gobierno llegaron al Perú los conquistadores españoles y se adueñaron del valle de Lambayeque y de todo lo demás.

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El vencedor por el amor y la verdad regresó buscando a su amada Xochiquétzal.

Y la encontró tendida para siempre, muerta a la mitad del valle, porque una mujer que amó como ella no podía vivir soportando la pena y la vergüenza de haber sido de otro hombre, cuando en realidad amaba al dueño de su ser y le había jurado fidelidad eterna.

El guerrero azteca se arrodilló a su lado y lloró con los ojos y con el alma. Y cortó maravillas y flores de xoxocotzin con las cuales cubrió el cuerpo inanimado de la hermosa Xochiquétzal. Corono sus sienes con las fragantes flores de Yoloxóchitl que es la flor del corazón y trajo un incensario en donde quemó copal. Llegó el zenzontle también llamado Zenzontletole, porque imita las voces de otros pajarillos y quiere decir 400 trinos, pues cuatrocientos tonos de cantos dulces lanza esta avecilla.

Por el cielo en nubarrones cruzó Tlahuelpoch, que es el mensajero de la muerte.

Y cuenta la leyenda que en un momento dado se estremeció la tierra y el relámpago atronó el espacio y ocurrió un cataclismo del que no hablaban las tradiciones orales de los Tlachiques que son los viejos sabios y adivinos, ni los tlacuilos habían inscrito en sus pasmosos códices. Todo tembló y se anubló la tierra y cayeron piedras de fuego sobre los cinco lagos, el cielo se hizo tenebroso y las gentes del Anáhuac se llenaron de pavura.

Al amanecer estaban allí, donde antes era valle, dos montañas nevadas, una que tenía la forma inconfundible de una mujer recostada sobre un túmulo de flores blancas y otra alta y elevada adoptando la figura de un guerrero azteca arrodillado junto a los pies nevados de una impresionante escultura de hielo.

Las flores de las alturas que llamaban Tepexóchitl por crecer en las montañas y entre los pinares, junto con el aljófar mañanero, cubrieron de blanco sudario las faldas de la muerta y pusieron alba blancura de nieve hermosa en sus senos y en sus muslos y la cubrieron toda de armiño.

Desde entonces, esos dos volcanes que hoy vigilan el hermoso valle del Anáhuac, tuvieron por nombres Iztaccihuatl que quiere decir mujer dormida y Popocatepetl, que se traduce por montaña que humea, ya que a veces suele escapar humo del inmenso pebetero.

En cuanto al cobarde engañador tlaxcalteca, según dice también esta leyenda, fue a morir desorientado muy cerca de su tierra y también se hizo montaña y se cubrió de nieve y le pusieron por nombre Poyauteclat, que quiere decir Señor Crepuscular y posteriormente Citlaltepetl o cerro de la estrella y que desde allá lejos vigila el sueño eterno de los dos amantes a quienes nunca podrá ya separar.

Eran los tiempos en que se adoraba al Dios Coyote y al Dios Colibrí y en el panteón azteca las montañas eran dioses y

recibían tributos de flores y de cantos, porque de sus faldas escurre el agua que vivifica y fertiliza los campos.

Durante muchos años y poco antes de la conquista, las doncellas muertas en amores desdichados o por mal de amor, eran sepultadas en las faldas de Iztaccihuatl, de Xochiquétzal, la mujer que murió de pena y de amor y que hoy yace convertida en nívea montaña de perenne armiño.

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FUNDACIÓN MÍTICA DE TENOCHTITLAN

Cuenta la leyenda que los aztecas partieron un día desde Aztlán, el lugar de las garzas (actual oeste de México), en busca de la tierra de bonanza que les prometiera su dios tutelar, Huitzilopochtli, el Colibrí Hechicero. Huitzilopochtli los guiaba en su peregrinar. Según los mensajes celestes que el dios les enviaba, se encontrarían en la tierra prometida cuando hallaran un frondoso nopal creciendo solitario, sobre una roca, en medio de un pantano. Sobre sus ramas, un águila devoraría una serpiente, indicándoles así que su largo peregrinar había llegado a su fin.Muchos años vagaron los aztecas, guiados por tres hombres, Quauhcóatl, Apanécatl y Tezcacoácatl, y por una mujer, Chimalma. En el camino se les unieron otras tribus, como los hochimilca y cuitlahuaca. De vez en cuando, las tribus se asentaban efímeramente en algún sitio, donde elevaban el altar de su dios y sobrevivían gracias a la caza y a la agricultura. Mientras tanto, sus exploradores buscaban en vano la ansiada tierra prometida.Los aztecas fueron los últimos en poner pie en el valle de México, por entonces bastión del poderío tolteca. Mal recibidos, debieron buscar refugio en Chapultepec, donde se establecieron con la autorización de los señores de Azcapotzalco. Al llegar, sacrificaron a un joven en honor a Huitzilopochtli, y el dios se les apareció revelándoles que, allí donde enterrasen el corazón, estaría él. Así fue fundada la primera ciudad azteca.Pero los jóvenes aztecas invadieron Tenayuca en busca de mujeres, y el pueblo ofendido, aliado a otras tribus, invadió a los atrevidos, conduciéndolos a Culhuacan en calidad de siervos. Los pocos que lograron escapar se establecieron en las márgenes del lago Texcoco.

Poco después, el rey de Culhuacan entró en conflicto con el de Xochimilco y envió a sus vasallos aztecas a la batalla. Cuentan que sólo diez guerreros fueron suficientes para poner en fuga al enemigo. La hazaña les valió el respeto del rey de Culhuacan, Cócox, quien entregó a su hija en matrimonio al jefe azteca. Pero los aztecas sacrificaron a la muchacha a los dioses y Cócox, ciego de rabia, ordenó exterminarlos. Pero los aztecas consiguieron huir y se unieron a sus hermanos en el lago Texcoco. Y dicen que allí, en un islote en el centro del lago, los aguardaba el nopal de la profecía. Y por eso, en ese lugar tan largamente soñado se fundó, alrededor del año 1325 del calendario cristiano, Tenochtitlan, la grande.

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EL ORIGEN DE LOS BARRIOS(Nahuas de Tlaxcala)

Se cuenta que los primeros, pobladores de San Francisco vinieron del oriente, llegando primero al pico de la Malinche, como allí hacía mucho frío bajaron hasta el montecito que se llama "Chiche de la Malinche", después bajaron hasta el sitio .que se -llama Lugar de Leones. Tiempo después bajaron más y llegaron hasta lo qué ahora es el pueblo y se dividieron el lugar en tres partes, que en la, actualidad son los tres barrios, en cada parte quedaron personas de diferentes apellidos; la parte dé arriba se' llamó Majtlacuahuajcan, porque allí encontraron diez encinos ("Lugar de diez encinos"), El central se llamó Xolalpan porque allí había muchas veredas (''Lugar de veredas"). Y el de abajo Aquiáhuac porque allí había, agua ("Agua que está encima").

Cuando vinieron los españoles, los encontraron venerando a un dios que era negro, lo quitaron y les pusieron en su lugar a San Benito, para que no lo desconocieran, pero la gente no lo quería y le pegaba. Esto enojó mucho a San Benito y decidió irse. En su camino encontró a San Francisco, quien le dijo que lo habían mandado para el pueblo. A este santo sí lo aceptaron, todos lo quisieron y re tiraron a su demonio.

Le hicieron a San Francisco una cuevita en el barrio del centro (Xolalpan), después llegaron los franciscanos y comenzaron a construir la iglesia en el mismo sitio donde ahora se encuentra y desde entonces el pueblo se llamó San Francisco.

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CUENTOS DE ANIMALES

YPLANTAS

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EL CONEJO, LA LUCIÉRNAGA, LA RANA Y EL RATÓN Había una vez en nuestro pueblo un señor y su esposa que tenían dos hijos, un niño y una niña. Cuando eran

Existieron una vez un conejo, una luciérnaga, un ratón y una rana. Como era el tiempo de nortes y había mucha lluvia, Juan, el conejo, encontró una piedra, se subió en ella y se acurrucó. Entonces la luciérnaga, el ratón y la rana se reunieron y comenzaron a pensar de qué manera iban a quitar al conejo, Juan, de la piedra. Dijeron que lo iban a asustar para que se les quedara la piedra a ellos. Primero mandaron a la rana a que pasara corriendo cerca de él y lo asustara, pero Juan al verla pasar, dijo:

-¿Qué diablos es lo que ha pasado por aquí? ni calzón tiene y ya se va.

Cuando regresó la rana con la luciérnaga le preguntaron:

-¿Qué te dijo Juan?

-Me dijo muchas cosas. Cuando vio que yo pasaba corriendo, dijo: ¿Qué diablos será eso que se va?, ni calzón tiene. ¡Qué horrible está! Luego le dijeron al ratón: ve tú y quítalo de ahí, porque si no, creo que nos vamos a morir dentro de esta agua fría. Pues bien, se fue el ratón con la cola bien parada y pasó corriendo muy cerca de Juan, entonces éste dijo: -¡Que cosa más fea es eso que se va!, hasta parece que le tienen clavado un palo en el trasero. El ratón se fue inmediatamente con la luciérnaga, al llegar le preguntó: -¿Qué te dijo Juan? -No se quitó de la piedra, sólo me dijo muchas cosas. Me dijo: ¡Qué cosa más fea se está yendo! parece que le tienen metido un palo en el trasero. -Bueno, pues ahora yo voy y verán ustedes cómo lo voy a quitar de donde está -dijo la luciérnaga. La luciérnaga se fue, al llegar se agachó muy cerca de Juan y éste comenzó a persignarse pues pensó que la su luz era un rayo que le iba a pegar. Luego la luciérnaga se acercó aún más y encendió más su luz, Juan seguía persignándose con rapidez y la luz de la luciérnaga seguía intermitente. Entonces fue cuando el conejo se quitó de la piedra y se echó a correr, pues tuvo miedo que le pegara un rayo. La luciérnaga fue entonces a llamar a la rana y al ratón y se subieron a la piedra de donde habían quitado a Juan. Mientras tanto, el pobre conejo se tiró al agua y fue a buscar un lugar donde poder estar. Tuvo miedo porque pensó que el dios de la lluvia le iba a pegar un rayo y después de todo sólo lo habían engañado. Cuando pasé por ahí vi a la luciérnaga, al ratón y a la rana riéndose. Estaban muy contentos porque habían quitado al pobre Juan de su piedra. Consiguieron que se tirara al agua y le hicieron pasar muchas penalidades.

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LA CONEJA Y LA COYOTA

Había una vez una coyota y una coneja. La coneja estaba comiendo manzanas trepada en el árbol cuando llegó la coyota, quien saboreándose la carne de conejo se dijo:

– Ahora sí voy a comer algo bueno.

Pero la coneja se dio cuenta y le dijo:

– Amiga, no me comas, mejor cómete unas manzanas.

Y se las comió, pero la última manzana que se había comido era verde y dura, la cual se le tuvo que atorar en la garganta; la coneja se fue y la coyota quedó tirada. Por suerte al otro día se volvieron a encontrar, la coneja trepada en un guayabo comiendo guayabas. Al momento la coyota le reclamó de la burla que le había hecho, pero la coneja la supo hacer porque la invitó a comer guayabas y al fin de todo las tiró verdes y duras. En un instante la coyota cayó al suelo desmayada; al recuperar el sentido fue en busca de la coneja y la volvió encontrar haciendo maletas. Cuando le reclamó del “desmadre” que le había hecho fue cuando la coneja inventó algo que le salvó la vida y le dijo:

– Mira, viene el fin del mundo y estoy haciendo petacas para salvar muchas vidas, y si no me comes te salvarás también y te regalaré una petaca.

La coyota aceptó el trato; al otro día muy temprano pasó a recoger su petaca inmediatamente, pero la coneja le dijo que se metiera dentro de la petaca y más tarde cosieron el ribete de la petaca, en ese momento la coneja empezó a burlarse de la coyota orinando la petaca y le decía:– ¡Empezó a llover!, ¡empezó el viento!

Y así quedó la coyota dentro de la petaca toda orinada.

Cuando ella salió dijo:

– Voy en busca de la condenada coneja.

Pero la encontró haciendo máscaras y le reclamó al mo-

mentó; la coneja muy astuta le dijo:

– Mira, no me comas, te voy a regalar una máscara para que vayamos a la fiesta en donde nos divertiremos, habrá una fiesta religiosa y además muchos castillos de fuego.

Cuando la coyota aceptó el trato, la coneja llevaba una caja de cerillos y llegaron en medio de un carrizal en donde todo estaba muy reseco y nuevamente le volvió a decir:

– ¡Espérame, voy a pasar por una amiga!

Y fue el momento en que se deshizo de la coyota. La coneja corrió a prenderle fuego al carrizal por todos lados para que la coyota muriera en medio del fuego.

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EL PAJARITO Y EL MONO Un día que el mono andaba en busca de comida por el monte, se subió a una rama y, botó a un pajarito que se encontraba en su nido, él al verlo, bajó rápidamente, pero, cuando lo tuvo entre sus manos, vio que estaba muy flaco y dijo:

-¡Aah!, eres muy pequeño, no tienes mucha carne. Así como estás no me sirves para nada, lo que haré es criarte para que cuando crezcas te pueda comer.

Así lo hizo, se lo llevó para criarlo en su casa. Cuando llegó el día de comérselo, el mono sacó al pajarito de la jaula, lo preparó y a punto estaba de meterlo en su boca, cuando el pajarito le preguntó: -Y... ¿me vas a comer?

-Sí, ¿porqué no he de hacerlo? Para eso te críe durante mucho tiempo.

-En ningún momento pasó por tu mente ¿porqué me encontraba tan flaco?

-No, en ningún momento... ¿Porqué lo preguntas? -dijo el mono, mientras se rascaba la cabeza-.

-No vez que tengo una enfermedad muy mala, si tú me comes te puedo contagiar, además, debes saber que esta enfermedad no tiene curación y mata de manera rápida- y para ver si lo asustaba más le siguió diciendo otras cosas-. Lo que te va a matar es la pura tristeza. Veas lo que veas, escuches lo que escuches, ello te causará tristeza y te pondrás a llorar y de tanto llorar te irás poniendo flaco hasta que mueras.

-¿Es cierto lo que me estás diciendo?- preguntó; el mono mientras tragaba saliva-.

-Si piensas que te estoy engañando, cómeme, pero sólo un rato me vas a disfrutar, porque no tardarás en morir de tristeza y de llanto. Esto último hizo que dudara el mono. En ese momento -¡ay, ay!, dijo el pajarito y se desplomó- me estoy mareando, me voy a ...mo...rir-.

Cuando el mono vio que se desplomaba lo aventó. En ese preciso momento, el pajarito emprendió el vuelo "pok, pok, pok, pok, pok," y se fue. -¡Hijo del demonio!, ya me engañaste- dijo enojado el mono-. Mientras volaba el pajarito, el mono lo siguió con la vista y lamiéndose el hocico se quedó con las ganas de comérselo.

Cuando pasé por ahí, el tigre tenía apresado al mono, y éste le decía: -No, no me comas, no ves que tengo una enfermedad muy mala, si tú me comes te puedo contagiar...

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LA TORTOLITA Y LA ONZA

Un día lloraba la tortolita porque se había llevado la onza a sus hijitos, y la tuza, que estaba en su casa bajo la tierra, escuchó que lloraba la tortolita; por eso se acercó a la salida de su cueva y le preguntó:

–¿Por qué lloras?

La tortolita le contestó bien molesta:

–¡Quítate tú, dientuda! ¡no quiero ver a nadie!

La tortolita siguió llorando, la tuza no se molestó, volvió a salir y nuevamente le preguntó:

–¿Por qué lloras, tortolita?

La tortolita le contestó:

– Cómo no voy a llorar, si la onza se llevó a mis hijos.

Entonces la tuza le dijo:

–Voy a traer a tus hijos, sólo dame una aguja de las que ocupas para coser tu ropa.

La tortolita dejó de llorar, le entregó a la tuza la aguja que pedía, estaba contenta porque la tuza traería a sus hijos. La tuza se fue a buscar a la onza, llegó a la cueva de la onza, estaba bien dormida con los hijos de la tortolita. Entonces la tuza despacito le enterraba la aguja en la punta del “pitito” de la onza, ella hablaba de lo que estaba soñando.

–’ii’ a, me está picando el zacate la punta de mi pitito. Y que se orina. Entonces los tortolitos se escaparon y la tuza los llevó con su mamá, quien estaba muy contenta de tenerlos de nuevo y le dio las gracias a la tuza y le preguntó:

–¿Cuánto te debo por el favor?

Contestó la tuza:

–Sólo regálame una cazuela de frijol con plátano para que yo coma.

Entonces la tortolita le señaló a donde estaba la cazuela, y la tuza se puso a comer y a comer.

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EL PAJARITO MIMINCUEO In tototzintl i Mimincueo Había una vez en nuestro pueblo un señor y su esposa que tenían dos hijos, un niño y una niña. Cuando eran pequeños, los querían mucho. El señor decía: Vengan aquí mis hi j i tos. Los besaba, los cargaba; jugaba mucho con el los. Les compraba muchas cosas.

Un día cuando ya habían crecido los niños, dijo su papá: Ya no aguanto a mis hijos, ya no puedo alimentarlos, ya no tengo con qué vestirlos; trabajo mucho y no me alcanza el dinero. Como su papá sólo trabajaba en el bosque, no le alcanzaba para mantenerlos.

El señor y su esposa platicaron. El señor dijo: Ya no quiero a mis hijos. Dice su esposa: Yo tampoco, ya no los quiero. ¿Qué vamos a hacer? ¿Dónde los vamos a ir a dejar? Dice el señor : Los voy ir a dejar al bosque, ahí quien los encuentre, los cuide, y los va a mantener . Dice su esposa: Sí , ve a dejarlos al bosque, aquí ya no los quiero tener.

Un día el señor les grita a sus hijos: Vengan aquí . El niño corre, la niña también corre. ¿Qué quieres papá? Sí , ¿qué quieres? El dice: Hoy iremos al bosque a leñar. El niño y la niña sonreían con mucho gusto. Gritaban: £Sí ! £Si ! Iremos. Dijo su mamá: Póngale el aparejo al burro. Apúrense. Apúrense. Uno saca el aparejo, otro trae al burro. Le amarran el aparejo y lo aprietan. Le cargan el hacha y un lazo; le cargaron todo: su agua, su tortilla, todo lo que van a necesitar en el bosque.

Dice el señor : Ahora vámonos. Su esposa se quedó en casa, no fue al bosque. Caminan y caminan, así van por el camino. Cuando l legaron al bosque el señor hace como que busca la leña y dice: Aquí espérenme un poco, voy a buscar leña. Al l í se quedaron sus hijos sol i tos. El señor se l levó el burro, y al l í los dejó quietos, esperando a su papá.

Al l í están a la expectativa. Cuando ven que ya es medio día y no aparece su papa, se preguntaron: ¿A dónde fue nuestro papá? No aparece. Ya dice el niño: ¿Le gritamos? La niña le responde: Sí , grítale. El niño pregunta: ¿Se habrá dormido? Contesta la niña: No creo. El niño comienza a gritarle: Papá, papá ¿Dónde estás? Nadie le responde. De nuevo grita: Papá ¿Dónde estás? ¿Dónde estás? Nadie responde. Dicen: ¿Se habrá ido, por algún otro lado y no nos escucha? Vamos a buscarlo. Allá van a diferentes sitios; l legan y no encuentran a nadie, ni al señor, ni al burro.

Para entonces, los niños comienzan a llorar mucho. Y como no conocían por donde fueron, menos sabían

como regresar a su casa. Lloran desconsoladamente; así van llorando. De repente, se les aparece una joven mujer muy bonita; esta mujer brilla mucho. Es un hada y les dice: ¿Qué les pasa niños, por qué l loran tanto? Le contestan: Cómo no vamos a llorar . Vea usted. Nuestro padre nos trajo al bosque y nos abandonó y no sabemos por donde ir a casa; como no vamos a llorar. No conocemos este lugar.

Les dice la joven que brilla: Ya no lloren. Si quieren, los puedo convertir en pajaritos para que ya no lloren. Pregunta la niña: ¿En pajaritos? ¿Cómo? Contesta el Hada: Sí , en pajaritos. Así van a andar volando felices y ya nunca van a andar llorando. Dice el niño: Sí , sí . Quiero ser pajarito. Entonces el Hada que brilla los toca en la cabeza y los convierte en pajaritos. Por eso ahora andan volando y son esos pajaritos llamados Mimincueo. Andan volando felices, cantando; ya no l loran.

Aquí termina el cuento.

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LA SERPIENTE DE CASCABEL Y LA IGUANA

Cuentan que a la orilla de un camino, debajo de una laja, vivían una serpiente de cascabel y una iguana.

Cierto día que una persona se acercaba, la iguana tuvo una ocurrencia y se la comunicó a la serpiente de cascabel:

-¡Sabes! cuando pase esa persona por aquí, tú vas a morderle y yo sacaré mi cabeza.

Y así lo hicieron. La persona al ver a la iguana pensó que ella lo había mordido y no le dio importancia al hecho.

Días después, la iguana le dijo a la serpiente cascabel:

-¡Mira!, ahí viene de nuevo esa persona, ahora yo le morderé y tú sacarás la cabeza.

Al pasar la persona fue mordida por la iguana, y la serpiente de cascabel asomó la cabeza. Como la persona creyó que está le había mordido, se asustó tanto que se murió

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GRANDES SERPIENTES

Cuentan nuestros abuelos, que en el cerro llamado Tlacuiloltecatl anidan grandes serpientes, y que algunas de ellas son tan enormes que rebasan el tamaño normal de un hombre. También se dice que algunas son muy viejas y que por ello se han emplumado; todo el tiempo están durmiendo y cuando tienen hambre, arrojan por la boca una especie de vapor que se extiende por varios metros. por este medio atraen o jalan a los pajaritos u otros animalitos que se encuentran con ese vaho y se los tragan.

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LA MISIÓN DEL COLIBRÍ

En una ocasión mi abuelo me dijo que cuando se hicieron las cosas aquí en la Tierra, el Sol pidió ayuda a algunos animales para que vinieran a verla antes de mandar a los hombres a que la habitaran.

Primero mandó a una tuza diciéndole:

—Ve a ver como es la Tierra, y me vienes a avisar si es que los hombres pueden habitarla.

La tuza obedeció el mandato, pero al ver tan bonito el lugar, se quedó a jugar dentro de la tierra y se le olvidó llevar la noticia ante el padre Sol, por eso ahora está siempre dentro de ella.

Después envió al zopilote y éste lo primero que encontró fueron animales muertos en descomposición y como venía con mucha hambre se pasó a comer, olvidándose del mandato. Desde entonces los zopilotes comen carne putrefacta.

Por último, tocó el turno al colibrí, éste vino y volvió inmediatamente ante Él para contarle todos los pormenores de su investigación. El colibrí sí cumplió con el mandato, entonces el padre Sol le dijo:

—Como tú me obedeciste, tu alimento será el néctar de las flores.

Dicen que para cumplir esta encomienda tuvo que viajar tan rápido, que se le desprendieron algunas plumas de su cuerpo. Ahora vemos que el colibrí vuela velozmente, además de que fue premiado con plumas muy fnas para compensarle las que perdió.

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LA PALOMA TORCAZ

Al igual que otras civilizaciones, los mayas elaboraron cuentos, leyendas y fábulas en las que interpretaban, de una manera singular, el surgimiento del Universo y las leyes de vida. Hoy, estos relatos nos acercan al pensamiento del que fuera uno de los más grandes pueblos de Mesoamérica. A continuación presentamos una leyenda que corresponde al estado de Yucatán, México, y que se titula La Paloma Torcaz.

Había una vez un guerrero valiente y apuesto. Amaba la caza y así, con frecuencia, iba por los bosques persiguiendo animales. En una de sus cacerías llegó junto a un lago y, lleno de asombro, contempló a una mujer bellísima que bogaba en una canoa. El guerrero quedó tan enamorado que, muchas veces, volvió al lugar con el ánimo de verla; pero fue inútil, pues, ante sus ojos, sólo brillaron las aguas del lago. Entonces pidió consejo a una hechicera, la cual le dijo: —No la verás nunca más, a menos que aceptes convertirte en palomo.

—¡Sólo quiero verla otra vez!

—Si te vuelves palomo jamás recuperarás tu forma humana.

—¡Sólo quiero volverla a ver!

—Si así lo deseas, hágase tu voluntad.

Y la hechicera le clavó en el cuello una espina y en el acto el joven se convirtió en palomo. Este levantó el vuelo y fue al lago y se posó en una rama y al poco rato vio a la mujer y, sin poderse contener, se echó a sus pies y le hizo mil arrumacos. Entonces la mujer lo tomó entre sus manos y, al acariciarlo, le quitó la espina que tenía clavada en el cuello. ¡Nunca lo hubiera hecho, pues el palomo inclinó la cabeza y cayó muerto! Al ver esto, la mujer, desesperada, se hundió en el cuello la misma espina y se convirtió en paloma. Y desde aquel día llora la muerte de su palomo.

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EL PERRO Y KAKASBAL

Un hombre era tan pobre que siempre estaba de mal humor y así no perdía la ocasión de maltratar a un infeliz perro que tenía. Kakasbal [espíritu del mal], que está en todo, vio que podía sacar partido de la inquina que seguramente el perro sentía contra su amo y así se le apareció y le dijo:

—Ven acá y dime qué te pasa, pues te veo triste.

—Cómo no he de estarlo si mi amo me pega cada vez que quiere— respondió el perro.

—Yo sé que es de malos sentimientos. ¿Por qué no lo abandonas?

—Es mi amo y debo serle fiel.

—Yo podría ayudarte a escapar. —Por nada le dejaré.

—Nunca agradecerá tu fidelidad.

—No importa, le seré fiel.

Pero tanto insistió Kakasbal que el perro, por quitárselo de encima, le dijo:

—Creo que me has convencido; dime, ¿qué debo hacer? —Entrégame tu alma.

—¿Y qué me darás a cambio? —Lo que quieras.

—Dame un hueso por cada pelo de mi cuerpo. —Acepto.

—Cuenta, pues...

Y Kakasbal se puso a contar los pelos del perro; pero cuando sus dedos llegaban a la cola, éste se acordó de la fidelidad que debía a su amo y pegó un salto y la cuenta se perdió.

—¿Por qué te mueves?— le preguntó Kakasbal.

—No puedo con las pulgas que me comen día y noche. Vuelve a empezar.

Cien veces Kakasbal empezó la cuenta y cien veces tuvo que interrumpirla porque el perro saltaba. Al fin Kakasbal dijo:

—No cuento más. Me has engañado; pero me has dado una lección. Ahora sé que es más fácil comprar el alma de un hombre que el alma de un perro.

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SAC MUYAL

Cierta vez, Sac Muyal robó a una muchacha y desapareció con ella. Para rescatarla, el amante recorrió día y noche montes y caminos. De pronto le salió al paso una serpiente y le dijo:

—Sé lo que buscas y quiero ayudarte. Sácame un poco de sangre, bébela y entonces seré tu guía.

Lo hizo así y echó a andar detrás de la serpiente; pero como esta era perezosa, después de un rato se quedó dormida. Entonces el hombre la azotó con un bejuco y sólo de ese modo reanudó su camino. A poco llegó a un monte tan tupido que le fue imposible avanzar más. Ya se volvía desconsolado cuando una vieja se le acercó y le dijo:

—Toma esta hebra de mi pelo; tírala y podrás seguir tu ruta.

En cuanto tiró la hebra se abrió una vereda y sin dificultad caminó hasta alcanzar la orilla de un lago. Entonces ahí un venado le dijo:

—Toma esta piedra, échala al agua y lo podrás cruzar.

El hombre tiró la piedra y como en sueños fue llevado a la otra orilla. Aquí se le apareció un águila y le dijo:

—Toma esta uña de mis garras; te será útil. Ahora sigue tu camino.

Avanzó y al pasar bajo una anona le cayó en los ojos una gotita de savia y quedó ciego. Entonces un escarabajo le dijo:

—Pásate esta bolita de tierra por los ojos y volverás a ver.

Se la pasó dos veces y recobró la vista. Siguió avanzando y se detuvo junto a una cueva donde estaban la vieja, el venado, el águila y el escarabajo. La vieja le habló así:

—Ha llegado el término de tu viaje. Entra en la cueva y ahí encontrarás a la muchacha que buscas.

El venado le dijo:

—Tócala con la piedra.

El águila le dijo:

—Tócala con la uña.

El escarabajo le dijo:

—Pásale la bolita por los ojos.

La serpiente le dijo:

—Rocíala con el agua de tu calabazo.

El hombre cumplió con lo que le dijeron, pero en eso se le nubló la razón y ya no supo más de sí. Cuando despertó, tenía en sus brazos a la muchacha que le robó Sac Muyal

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LA TRISTEZA DEL MAYA

El relato que aquí presentamos es —hasta donde se sabe— de autor anónimo y corresponde a una fecha indeterminada. En cambio, son muy precisas su localización —la península de Yucatán, México— y su procedencia maya. Esta fábula se titula La tristeza del maya.

Ilustración por Jorge Garibay

Un día los animales se acercaron a un maya y le dijeron:

—No queremos verte triste, pídenos lo que quieras y lo tendrás.

El maya dijo:

—Quiero ser feliz.

La lechuza respondió:

—¿Quién sabe lo que es la felicidad? Pídenos cosas más humanas.

—Bueno —añadió el hombre—, quiero tener buena vista.El zopilote le dijo:

—Tendrás la mía.

—Quiero ser fuerte.

El jaguar le dijo:

—Serás fuerte como yo.

—Quiero caminar sin cansarme.

El venado le dijo:

—Te daré mis piernas.

—Quiero adivinar la llegada de las lluvias.

El ruiseñor le dijo:

—Te avisaré con mi canto.

—Quiero ser astuto. El zorro le dijo:

—Te enseñaré a serlo.

—Quiero trepar a los árboles.

La ardilla le dijo:

—Te daré mis uñas.

—Quiero conocer las plantas medicinales.

La serpiente le dijo:

—¡Ah, esa es cosa mía porque yo conozco todas las plantas! Te las marcaré en el campo.

Y al oír esto último, el maya se alejó.

Entonces la lechuza dijo a los animales:

—El hombre ahora sabe más cosas y puede hacer más cosas, pero siempre estará triste.

Y la chachalaca se puso a gritar: —¡Pobres animales! ¡Pobres animales

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EL HOMBRE Y EL PIOJO (cuento náhuatl de Guerrero)

Un hombre tenía un piojo, y se dijo a sí mismo:

—Voy a meter este piojo en una botella y lo voy a engordar.

Y ya que lo engorde, lo voy a pelar y con su piel me voy a hacer un tambor, porque los tambores me gustan mucho. Y realmente hizo después un tambor y lo hizo muy bonito. Entonces llevó su tambor a una fiesta y lo estuvo tocando. Como a la gente le gustó mucho su sonido, le comenzaron a preguntar:

—¿De qué animal es la piel con que hiciste tu tambor?

Y él les contestó:

—El animal que usé para hacer mi tambor es un gran animal.

Esto les contestó porque no quería decir la verdad. Pero como le preguntaron mucho, les tuvo que decir que era piel de un piojo. Les dijo además:

—Su piel es muy buena para hacer tambores. Primero métanlo en una botella y denle de comer mucho hasta que, engorde. Cuando ya esté gordo, pélenlo y con su piel van a poder hacer su tambor. Entonces esas personas le dijeron:

—Véndenos tu tambor y te vuelves a hacer otro.

Y él si se los vendió, y muy caro. Pero lo habían engañado, porque ya nunca pudo hacer otro tambor tan bonito como el que tenía. Así es como termina este cuento del hombre y el piojo.

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EL PÁJARO CARPINTERO Y EL PICHÓN

El pájaro carpintero era un músico y acostumbraba ir a tocar a todas las fiestas. Pero le daba pena porque su ropa era de un color muy triste, por eso le dijo un día al pichón:

—¿Por qué no me presta su traje para ponérmelo? El color del mío es muy triste y me da pena, porque yo siempre voy a tocar a las fiestas. Por favor, le suplico que me lo preste para ponérmelo esta noche, pues el es muy bonito.

Entonces el pichón le contestó:

—No, no se lo prestaré, porque es el único traje que tengo. Pero el carpintero insistió, diciéndole: —Préstemelo; es nada más por una noche.

El pichón contestó:

—No, no se lo daré, porque me dar vergüenza andar desnudo.

El pájaro carpintero dijo:

—No se preocupe por eso. Yo le presto mi traje para que se lo ponga. Es solamente por esta noche.

El pichón dijo:

—Bueno. Así que, le prestó su traje al carpintero y él se puso el traje del carpintero.

Entonces el pichón dijo:

—¡Oh, oh! su traje está muy feo, y además está roto.

Pero el carpintero insistió, y le dijo:

—Solamente por esta noche quiero usar su traje y mañana se lo devuelvo. Ya me voy, porque es hora de irme al baile.

Yo soy el encargado. Yo soy quien toca la caja. Así que, el carpintero se fue y el pichón se quedó allí esa noche. Al día siguiente el pichón estuvo esperando el regreso del pájaro carpintero. Esperó mucho tiempo, pero el carpintero no apareció. Entonces el pichón se puso a llorar a gritos, porque tenía hambre y no podía ir a buscar su comida, pues el traje que llevaba puesto estaba roto y le daba pena que lo vieran así. Por eso se quedó allí mismo y lloró toda la noche, porque el carpintero no regresó nunca con su traje.Así fue como el pichón aprendió que nunca es bueno prestar cosas a las personas sin antes conocerlas bien.

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LEYENDA DE LOS TEMBLORES

Por estas tierras se cuenta que, hace mucho tiempo, hubo una serpiente de colores, brillante y larga.

Era de cascabel y para avanzar arrastraba su cuerpo como una víbora cualquiera. Pero tenía algo que la hacía distinta a las demás: una cola de manantial, una cola de agua transparente.

Sssh sssh... la serpiente avanzaba. Sssh sssh... la serpiente de colores recorría la tierra. Sssh sssh... la serpiente parecía un arcoíris juguetón, cuando sonaba su cola de maraca. Sssh sssh...

Dicen los abuelos que donde quiera que pasaba dejaba algún bien, alguna alegría sobre la tierra.

Sssh sssh... ahí iba por montes y llanos, mojando todo lo que hallaba a su paso. Sssh sssh... ahí iba por montes y llanos, dándoles de beber a los plantíos, a los árboles y a las flores silvestres. Sssh sssh... ahí iba por el mundo, mojando todo, regando todo, dándole de beber a todo lo que encontraba a su paso.

Hubo un día en el que los hombres pelearon por primera vez. Y la serpiente desapareció. Entonces hubo sequía en la tierra.

Hubo otro día en el que los hombres dejaron de pelear. Y la serpiente volvió a aparecer. Se acabó la sequía, volvió a florecer todo. Del corazón de la tierra salieron frutos y del corazón de los hombres brotaron cantos.

Pero todavía hubo otro día en el que los hombres armaron una discusión grande, que terminó en pelea. Esa pelea duró años y años. Fue entonces cuando la serpiente desapareció para siempre.

Cuenta la leyenda que no desapareció, sino que se fue a vivir al fondo de la tierra y que ahí sigue. Pero, de vez en cuando, sale y se asoma. Al mover su cuerpo sacude la tierra, abre grietas y asoma la cabeza. Como ve que los hombres siguen en su pelea, sssh... ella se va. Sssh sssh... ella regresa al fondo de la tierra. Sssh sssh... ella hace temblar... ella desaparece.

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EL CONEJO Y EL COYOTE

Un conejo entraba cada noche a comer frijol del frijolar de un viejito.

Hacía mucho destrozo.

-¿Qué animal estará haciendo esto? -se preguntaba el viejo.

Un día se decidió a poner un espantapájaros. Primero puso uno de piedra, luego otro de trapo. ¡Nada! Por fin hizo un mono de cera de Campeche.

-Con ese sí lo voy a atrapar.

Allí estaba el mono cuando en la noche llegó el conejo a cenar.

Hágase a un lado, hágase a un lado que vengo a comer -le dijo el conejo molesto. Pero al empujarlo para pasar, se le quedó pegada una mano en la cera.

-Suélteme la mano, que traigo prisa. ¿Por qué me molesta si todos los días vengo aquí?

El mono no contestaba. El conejo le dio una bofetada con la otra mano y también se le quedó pegada.

-Suélteme si no quiere que lo agarre a patadas, para eso tengo patas.

Lo pateó y se le quedó pegada la pata. Le di otra patada y también la otra pata se le pegó. Allí estaba, hecho bolita y todavía gritando:

-Suélteme o le voy a dar con la cola.

Nada le contestó el mono. Le dio un coletazo y la cola se le pegó a la cera.

-¿Por qué me agarra? Todos los días ceno aquí, ni quien se metiera conmigo.

¡Y que lo muerde! También se le quedó pegado el hocico. Le dio con las orejas y hasta las orejas se le pegaron. Todo pegosteado y engarruñado estaba al día siguiente, cuando lo halló el viejito.

-¡Ah, conque eras tú! Ahora verás.

Se llevó el conejo para su casa y allí le dijo a su mujer que lo cocinara. La mujer puso a calentar agua. Mientras hervía, el viejo lo amarró en el patio de atrás de la casa. El conejo vio cómo se acercaba un coyote despacito, despacito. Lo llamó:

-Hermano, hermano, ven. Mira qué desgracia la mía, quieren que me case con la hija de esta gente, pero yo no quiero. Mira, yo soy muy chaparro, estoy chico. No me voy

a ver bien caminando junto a ella. En cambio tú estás alto y grande. A ti sí te queda. ¿No me cambias de lugar?

-Pero no me van a querer a mí -dijo el coyote.

-¡Cómo que no! Tú sí eres de su tamaño, le vas a gustar más.

-¿Tú crees?

-Claro. Desátame y yo te amarro a ti.

Cuando los de la casa salieron por el conejo y vieron al coyote amarrado quedaron muy sorprendidos.

-Yo soy el que se va a casar con su hija.

-¡Que hija ni que nada! y le dieron de palos

Cuando logró desatarse, el coyote todo lastimado salió a buscar al conejo. Lo encontró cerca de unos zopilotes.

-¡Ajá!, me engañaste. Por tu culpa me pegaron!

-No, yo no. Ha de haber sido uno de mis hermanos, somos muchos de familia. No te enojes.

-Te voy a comer, conejo, por haberme engañado. No te me escapas.

-No, espérate, ando cuidando estos guajolotes, me los encargaron. Velos un ratito, ahora vengo. Si te da hambre te comes uno, yo no tardo.

Pero no eran guajolotes, eran zopilotes.

-Está bien. Pero no me vayas a engañar.

El coyote les daba vuelta a sus guajolotes que eran zopilotes. Trató de comerse uno y nada: se fue de hocico contra el suelo, pues los zopilotes volaron. Salió detrás del conejo. Cuando lo encontró le dijo:

-Ahora sí, te voy a comer.

-Ya ni modo, pero no me comas aquí, llévame a esa loma para que veas el paisaje mientras comes. Allá cortamos hojas tiernas para que me comas bien. Aquí me vas a comer todo lleno de tierra, se te pueden quebrar los dientes.

Se fueron.

-Pero eso sí, cárgame hasta allá -dijo el conejo.

-Bueno.

El coyote lo llevó a cuestas todo el camino. Cuando llegaron arriba, el conejo le dijo:

-¿Ya ves? Siempre es bonito comer con buena vista. Voy por hojas para tenderlas para que me comas a gusto, con las manos limpias. Así no te ensucias. Espérame, voy a traer las hojas para tenderte la mesa.

-Bueno.

Salió corriendo y ya no regresó. El coyote daba vueltas, buscándolo, pero ya nunca lo volvió a ver.

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¿Por qué los Conejos Tienen las Orejas Tan Largas?

Voy a contarles alo que sucedió hace ya mucho, mucho tiempo, cuando las orejas de los conejos no eran tan largas como las que ahora tienen.

Una tarde, un conejo comía granos en un campo de trigo. Iba distraído, sin ocuparse de otra cosa que no fuera masticar y masticar lo más rápidamente posible, cuando oyó que dos ratas platicaban en voz baja.

Una decía:

-¡Qué buena suerte tengo! He encontrado una cueva llena de trigo, de un trigo grande, dorado, como si lo hubieran escogido para que yo lo encontrara.

-Pues sí que es buena suerte, porque los conejos escogen lo mejor del trigo para comérselo y para llevarlo a sus bodegas.- comentaba la otra rata.

El conejo oyó parte de la conversación, y especialmente lo que decían de los conejos, y como era muy curioso y quería enterarse de todo, fue acercándose al lugar donde estaban las ratas y se escondió detrás de una cerca.

-Lo que no quiero es que los conejos sepan que he encontrado esa cueva tan bien abastecida, porque en un momento cargan con el trigo y me dejan sin qué comer en el invierno.

-No es por curiosidad, comadrita, pero ¿dónde está la cueva? No tenga desconfianza; si se lo pregunto es sólo para ayudarle a cuidar el tesoro.

La otra rata empezaba ya a decirle a la comadre dónde estaba la cueva, cuando el conejo, para oír mejor, estiró la cabeza por encima de la cerca y las orejas empezaron a crecerle tan rápidamente, que por más que se las detenía, iban crece y crece para arriba; le crecieron tanto que las ratas, cuando se dieron cuenta de aquellas orejas tan grandes, se echaron a correr, asustadísimas, dejando la platica para otra ocasión.

Y desde entonces los conejos tienen las orejas tan largas, tan largas como las de aquel conejo curioso.

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EL PÁJARO RELOJ

Cuentan los antiguos señores, que no había pasado mucho tiempo después de la creación de los animales, cuando Dios recordó que no le había dado nombre a ninguno. Por esta razón, anunció que haría una fiesta en la cual habría una carrera. Todos los animales correrían y conforme fueran llegando les iría dando su nombre. Correrían juntos aves y animales de la tierra.Quetzal animal cultura Maya El Señor Dios lo comunicó al líder de los animales y fue así como quedó concretada la carrera.Entre todos los animales que hay en este mundo existe un pequeño pájaro muy hermoso, debido a su plumaje multicolor y a su larga cola.A distancia se veía como un animal perfecto. Y así como cuando vemos a una persona hermosa pero de corazón muy feo o malo, este pajarillo se veía muy hermoso pero le encantaba dormir demasiado, se pasaba de dormilón.Quetzal animal cultura Maya El día que se anunció la carrera a todos los animales y también los festejos; este hermoso pájaro se durmió. Del pico de otras aves lo supo.- Huum, si así vas a dormir el día de la carrera, no podrás ganar tu nombre, te encanta dormir.Le dolió tanto este comentario, que empezó a pensar en la manera de participar y poder ganar su nombre. Esto era lo que pensaba:- Es verdad lo que dice mi compañero, me encanta dormir ¿Qué haré entonces? De otra manera no podré tener mi nombre.Pasaron dos días en los cuales solo esto pensaba. Entonces decidió dormirse en medio del camino, pues así, cuando oyera el ruido de todos los animales, el solamente se levantaría e iría atrás de sus compañeros.Así como lo pensó, así lo hizo. No había salido aún el sol cuando fue a terminar de dormir en medio del camino.Cuando amaneció, todos los animales participaron en la carrera, sin embargo, este pequeño pájaro no los oyó pasar, no sucedió lo que había pensado.Mientras todos los animales estaban felices de haber recibido su nombre de la boca de Dios, esta ave apenas despertaba.Contento estaba cuando despertó y no encontró a nadie sobre el camino y comenzó a correr. Sin embrago, mas contento se puso cuando sentía que al batir las alas con la fuerza acostumbrada volaba mas rápido, sentía que no pesaba. Sin saber porqué, viró la cabeza para ver si venía algún animal corriendo, cuando reventó en llanto.Se hallaba asustado. Buscaba su hermosa cola, pero no quedaba mas que una delgada pluma. al mirar el sol y ver que se encontraba en medio del cielo, comenzó a comprender porqué no había ningún animal; todos habían pasado sobre su cola, la habían pisoteado.Estaba llorando cuando llegó hasta la meta. El señor Dios, al ver a este pajarito se aguantaba las ganas de reír por el aspecto que tenía su cola.El Señor le dijo así:- ¿Ves lo que te pasa por dormilón? En este día te pongo el nombre de Recto, porque así quedó tu cola. Recto, no te la voy a componer, para que se acuerden tú y tus descendientes cuál es la razón por la que no debemos dormir demasiado.

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EL CHOM

Cuenta la leyenda que en Uxmal, una de las ciudades más importantes de El Mayab, vivió un rey al que le gustaban mucho las fiestas. Un día, se le ocurrió organizar un gran festejo en su palacio para honrar al Señor de la Vida, llamado Hunab ku, y agradecerle por todos los dones que había dado a su pueblo.

El rey de Uxmal ordenó con mucha anticipación los preparativos para la fiesta. Además invitó a príncipes, sacerdotes y guerreros de los reinos vecinos, seguro de que su festejo sería mejor que cualquier otro y que todos lo envidiarían después. Así, estuvo pendiente de que su palacio se adornara con las más raras flores, además de que se prepararan deliciosos platillos con carnes de venado y pavo del monte. Y no podía faltar el balché, un licor embriagante que le encantaría a los invitados.

Por fin llegó el día de la fiesta. El rey de Uxmal se vistió con su traje de mayor lujo y se cubrió con finas joyas; luego, se asomó a la terraza de su palacio y desde allí contempló con satisfacción su ciudad, que se veía más bella que nunca. Entonces se le ocurrió que ese era un buen lugar para que la comida fuera servida, pues desde allí todos los invitados podrían contemplar su reino. El rey de Uxmal ordenó a sus sirvientes que llevaran mesas hasta la terraza y las adornaran con flores y palmas. Mientras tanto, fue a recibir a sus invitados, que usaban sus mejores trajes para la ocasión.

Los sirvientes tuvieron listas las mesas rápidamente, pues sabían que el rey estaba ansioso por ofrecer la comida a los presentes. Cuando todo quedó acomodado de la manera más bonita, dejaron sola la comida y entraron al palacio para llamar a los invitados.

Ese fue un gran error, porque no se dieron cuenta de que sobre la terraza del palacio volaban unos zopilotes, o chom, como se les llama en lengua maya. En ese entonces, estos pájaros tenían plumaje de colores y elegantes rizos en la cabeza. Además, eran muy tragones y al ver tanta comida se les antojó. Por eso estuvieron un rato dando vueltas alrededor de la terraza y al ver que la comida se quedó sola, los chom volaron hasta la terraza y en unos minutos se la comieron toda.

Justo en ese momento, el rey de Uxmal salió a la terraza junto con sus invitados. El monarca se puso pálido al ver a los pájaros saborearse el banquete.

Enojadísimo, el rey gritó a sus flecheros:

¡Maten a esos pájaros de inmediato!

Al oír las palabras del rey, los chom escaparon a toda prisa; volaron tan alto que ni una sola flecha los alcanzó.

¡Esto no se puede quedar así! ?gritó el rey de Uxmal? Los chom deben ser castigados.

No se preocupe, majestad; pronto hallaremos la forma de cobrar esta ofensa ?contestó muy serio uno de los sacerdotes, mientras recogía algunas plumas de zopilote que habían caído al suelo.

Los hombres más sabios se encerraron en el templo; luego de discutir un rato, a uno de ellos se le ocurrió cómo castigarlos. Entonces, tomó las plumas de chom y las puso en un bracero para quemarlas; poco a poco, las plumas perdieron su color hasta volverse negras y opacas.

Después, uno de los sacerdotes las molió hasta convertirlas en un polvo negro muy fino, que echó en una vasija con agua. Pronto, el agua se volvió un caldo negro y espeso. Una vez que estuvo listo, los sacerdotes salieron del templo. Uno de ellos buscó a los sirvientes y les dijo:

Lleven comida a la terraza del palacio, la necesitamos para atraer a los zopilotes.

La orden fue obedecida de inmediato y pronto hubo una mesa llena de platillos y muchos chom que volaban alrededor de ella. Como el día de la fiesta todo les había salido muy bien, no lo pensaron dos veces y bajaron a la terraza para disfrutar de otro banquete.

Pero no contaban con que esta vez los hombres se escondieron en la terraza; apenas habían puesto las patas sobre la mesa, cuando dos sacerdotes salieron de repente y lanzaron el caldo negro sobre los chom, mientras repetían unas palabras extrañas. Uno de ellos alzó la voz y dijo:

?No lograrán huir del castigo que merecen por ofender al rey de Uxmal. Robaron la comida de la fiesta de Hunab ku, el Señor que nos da la vida, y por eso jamás probarán de nuevo alimentos tan exquisitos. A partir de hoy estarán condenados a comer basura y animales muertos, sólo de eso se alimentarán.

Al oír esas palabras y sentir sus plumas mojadas, los chom quisieron escapar volando muy alto, con la esperanza de que el sol les secara las plumas y acabara con la maldición, pero se le acercaron tanto, que sus rayos les quemaron las plumas de la cabeza. Cuando los chom sintieron la cabeza caliente, bajaron de uno en uno a la tierra; pero al verse, su sorpresa fue muy grande. Sus plumas ya no eran de colores, sino negras y resecas, porque así las había vuelto el caldo que les aventaron los sacerdotes. Además, su cabeza quedó pelona. Desde entonces, los chom vuelan lo más alto que pueden, para que los demás no los vean y se burlen al verlos tan cambiados. Sólo bajan cuando tienen hambre, a buscar su alimento entre la basura, tal como dijeron los sacerdotes.

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CUANDO EL TUNKULUCHÚ CANTA…

En El Mayab vive un ave misteriosa, que siempre anda sola y vive entre las ruinas. Es el tecolote o tunkuluchú, quien hace temblar al maya con su canto, pues todos saben que anuncia la muerte.

Algunos dicen que lo hace por maldad, otros, porque el tunkuluchú disfruta al pasearse por los cementerios en las noches oscuras, de ahí su gusto por la muerte, y no falta quien piense que hace muchos años, una bruja maya, al morir, se convirtió en el tecolote.

También existe una leyenda, que habla de una época lejana, cuando el tunkuluchú era considerado el más sabio del reino de las aves. Por eso, los pájaros iban a buscarlo si necesitaban un consejo y todos admiraban su conducta seria y prudente.

Un día, el tunkuluchú recibió una carta, en la que se le invitaba a una fiesta que se llevaría a cabo en el palacio del reino de las aves. Aunque a él no le gustaban los festejos, en esta ocasión decidió asistir, pues no podía rechazar una invitación real. Así, llegó a la fiesta vestido con su mejor traje; los invitados se asombraron mucho al verlo, pues era la primera vez que el tunkuluchú iba a una reunión como aquella.

De inmediato, se le dio el lugar más importante de la mesa y le ofrecieron los platillos más deliciosos, acompañados por balché, el licor maya. Pero el tunkuluchú no estaba acostumbrado al balché y apenas bebió unas copas, se emborrachó. Lo mismo le ocurrió a los demás invitados, que convirtieron la fiesta en puros chiflidos y risas escandalosas.

Entre los más chistosos estaba el chom, quien adornó su cabeza pelona con flores y se reía cada vez que tropezaba con alguien. En cambio, la chachalaca, que siempre era muy ruidosa, se quedó callada. Cada ave quería ser la de mayor gracia, y sin querer, el tunkuluchú le ganó a las demás. Estaba tan borracho, que le dio por decir chistes mientras danzaba y daba vueltas en una de sus patas, sin importarle caerse a cada rato.

En eso estaban, cuando pasó por ahí un maya conocido por ser de veras latoso. Al oír el alboroto que hacían los pájaros, se metió a la fiesta dispuesto a molestar a los presentes. Y claro que tuvo oportunidad de hacerlo, sobre todo después de que él también se emborrachó con el balché.

El maya comenzó a reírse de cada ave, pero pronto llamó su atención el tunkuluchú. Sin pensarlo mucho, corrió tras él para jalar sus plumas, mientras el mareado pájaro corría y se resbalaba a cada momento. Después, el hombre arrancó una espina de una rama y buscó al tunkuluchú; cuando lo encontró, le picó las patas. Aunque el pájaro las levantaba una y otra vez, lo único que logró fue que las aves creyeran que le había dado por bailar y se rieran de él a más no poder.

¡Fue hasta que el maya se durmió por la borrachera que dejó de molestarlo. La fiesta había terminado y las aves regresaron a sus nidos todavía mareadas; algunas se carcajeaban al recordar el tremendo ridículo que hizo el tunkuluchú. El pobre pájaro sentía coraje y vergüenza al mismo tiempo, pues ya nadie lo respetaría luego de ese día.

Entonces, decidió vengarse de la crueldad del maya. Estuvo días enteros en la búsqueda del peor castigo; era tanto su rencor, que pensó que todos los hombres debían pagar por la ofensa que él había sufrido. Así, buscó en sí mismo alguna cualidad que le permitiera desquitarse y optó por usar su olfato. Luego, fue todas las noches al cementerio, hasta que aprendió a reconocer el olor de la muerte; eso era lo que necesitaba para su venganza.

Desde ese momento, el tunkuluchú se propuso anunciarle al maya cuando se acerca su hora final. Así, se para cerca de los lugares donde huele que pronto morirá alguien y canta muchas veces. Por eso dicen que cuando el tunkuluchú canta, el hombre muere. Y no pudo escoger mejor desquite, pues su canto hace temblar de miedo a quien lo escucha.

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LA GALLINA PONEDORA

Hace tiempo había una gallina ponedora, que cada vez que ponía un huevo aleteaba y cacareaba con todas sus fuerzas. Llegó un día en que al poner su huevo y cacarear como acostumbraba hacerlo se acercó a ella una rana, y muy molesta le dijo:

—¿Por qué pegas esos gritos tan fuertes? Nos ensordeces a todos, ¿qué no te das cuenta que a muchos no les agrada? De verdad que molestas a todo el mundo.

La gallina respondió:

—Yo no grito, yo canto de alegría. ¡Mira, he puesto un huevo muy bonito!

La rana dijo:

— ¿Y por un huevito haces tanta fiesta?

Ella contestó:

—Claro que sí, y ¿cuál es el problema?

Le respondió:

—Está bien, yo sólo te advierto, cuando tú hagas enojar a toda la gente te jalarán el pescuezo y no va a haber quien te defienda. Al atardecer todos los animales se disponían a dormir, al oscurecer, la rana comenzó a croar, misma que durante el día había regañado a la gallina. En seguida las demás ranas comenzaron a cantar también, y así continuaron toda la noche. Al siguiente día la gallina también muy molesta fue a ver a la rana para decirle:

— ¿Piensas que tus gritos de anoche no fueron muy escandalosos?

La otra contestó:

— ¿Cuales gritos?, yo solo estuve cantando, ¿acaso no te agrada mi canto?

Le respondió:

—¡Claro que no!, y si es verdad que tú sabes cantar yo no le veo sentido, pues no veo que hagas algo bueno, yo todos los días pongo un huevito para que se lo coman los que viven en la casa, o para que lo vendan. Por eso a mí no me jalaran el pescuezo.

La rana arremetió:

—¡Mira!, tú por un solo un huevo haces tanto escándalo, sin embargo yo pongo más de cuatrocientos y no hago tanto alboroto. Dicen que la gallina sólo se agachó de vergüenza sin decir palabra.

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LAS HORMIGA Y SUS AMIGAS

Yo he visto una hormiga que iba de acá para allá en busca de alimento. Encontró en su camino una pajita de avena que hubiera deseado llevársela, pero ella era tan pequeña y la paja tan grande que entonces pensó en subirse a una rama seca y miró al campo como desde una torre. Siguió observando con gran atención, hasta que descubrió a dos de sus amigas que pasaban cerca de allí; al mirarlas bajó y corrió hacia ellas y les dijo:

– Amigas, vengan conmigo que hay por ahí una cosa muy buena.

Las tres hormiguitas se fueron juntas y pudieron llevársela, una sola no lo pudo hacer.

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LAS VÍBORAS DE ORO

Son unas víboras color oro muy grandotas que tú te encuentras; pero si es tu suerte, les echas el sombrero a ese animal, y se queda convertido en centenarios de oro. Y es porque antiguamente tenían un cinturón normal que estaba hueco; entonces los hombres, como antes el dinero era pura moneda de oro y plata, rellenaban sus cinturones de monedas. En donde se aparece una víbora dorada no es una víbora, es dinero para ti.

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LA ESTRELLA DE LA MAÑANA

Los abuelos nos relatan que hace mucho tiempo existió una bella princesa llamada Tzacapontziza, Estrella de la Mañana, de largos cabellos negros, lacios, y lustrosos; sus rasgados ojos expresaban dulzura y malicia; era tan atractiva que los jóvenes nobles la perseguían a todas horas. Zkata-Oxga, Venado Joven, y príncipe también, era uno de esos enamorados; tan enamorado estaba que un día decidió raptarla, aún cuando contaba con el beneplácito de la noble doncella. Huyeron de sus respectivos hogares, y trataron de esconderse lo mejor que pudieron. Sin embargo, el padre de la princesa había dado órdenes de que se la buscase por doquier, hasta encontrarla. Después de mucho batallar, los sacerdotes de la diosa de las cosechas Tonoacayohua, acompañados de guerreros, los encontraron, los apresaron, y los decapitaron como había sido ordenado por el padre de Tzacopontziza. Poco tiempo después de morir, el príncipe Zkata-Oxga reencarnó en un fuerte, alto y bello arbusto. A su vez, la desdichada princesa se convirtió en una liana de maravillosas orquídeas que se enredaba con amor y dulzura en el príncipe-arbusto. Se amaban tanto que, aun después de la muerte se mantuvieron juntos. Desde entonces, los totonacos llaman a la vainilla caxixanath, dulce nombre que significa “flor casada”, o más brevemente, xanath.

Agregan los ancestros que Xanath era tan bondadosa que después de muerta quiso ayudar a los indios totonacas: decidió que su cuerpo-flor sería curativo. Así pues, la vainilla es un muy buen estimulante del sistema nervioso, cura la histeria, la melancolía, y la depresión, además del reumatismo, y las lesiones musculares. Asimismo, se emplea como infusión, aceite esencial, y tintura.

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LA CREACIÓN DEL MAGUEY

En principio Mayáhuel era una hermosa joven que vivía con su abuela, una Tzintzimitl estrellas que intentan impedir que salga el sol. En una ocasión, Quetzalcóatl la convenció para que bajase a la tierra para amarse convertidos en las ramas de un árbol bifurcado.

Pero cuando su abuela se despertó y no vio a Mayáhuel, llamó a otras Tzitzimime para que bajasen a la tierra para ayudarle a buscar a su nieta. Cuando se acercaban el árbol se separó en dos, entonces la abuela, descubriendo a su nieta como una rama, la despedaza y deja los restos para que los devore otra Tzitzímitl. Sin embargo la rama en que se había convertido Quetzalcóatl permaneció intacta.

Cuando se alejaron Quetzalcóatl tomo los restos de la joven virgen y los enterró. De ello brotó la planta del maguey, de la que se extrae el pulque, usado en las ceremonias como bebida ritual y ofrenda para los dioses. Así, tras su muerte, Mayáhuel se convirtió en diosa.

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LA RECINA

Este conocimiento era ampliamente conocido por los antiguos agricultores que se dedicaban a la siembra del maíz. Hoy en día sólo ciertas personas mayores de edad conocen la utilidad de la resina. Cuando cortan un árbol de ocote seleccionan los trozos que contienen resina. Luego, los parten en rajas delgadas y pequeñas a manera de que los pueden acomodar dentro de un jarro. Posteriormente cavan un hoyo, en cuyo fondo colocan un recipiente y le tapan la entrada con una lámina perforada, que sirve como coladera para que la goma resinosa que gotea, no contenga residuos de carbón, sobre ésta colocan boca abajo el jarro lleno de rajas de ocote previamente encendidas.

El fuego debe de ser intenso, al grado de sobrecalentar el jarro, lo que hace que comience a fluir la resina, misma que se almacena en la vasija colocada dentro del hoyo. Le atizan durante largo rato y dejan toda la noche que escurra la resina y al día siguiente retiran el recipiente con esa sustancia pastosa y pegajosa, misma que utilizan para proteger el maíz, mezclando los granos con resina y ceniza antes de sembrarlos.

De esta forma la resina ayuda a que no se pudra el maíz y germine sin mayor problema. Además evita que se lo coman los pájaros u otros roedores

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LA MONTAÑA DE MAÍZ

Los dioses se preguntaron lo que podrían comer los hombres. Un día, Quetzalcoatl encontró una hormiga roja en los alrededores de Teotihuacan. La hormiga llevaba un grano de maíz.

Muy interesado, Quetzalcoatl le preguntó dónde ella lo había encontrado. En un primer momento, la hormiga hizo como si nada pasara y prosiguió su ruta. Pero frente a la insistencia del dios ella respondió que lo había extraído de la "Montaña de Nuestra Alimentación" y lo invitó a seguirla.

Pero Quetzalcoatl era demasiado grande para entrar en este lugar como las otras hormigas. Entonces él debió recurrir a la magia y se transformó en hormiga negra. La hormiga roja lo esperaba en el interior, y lo guio hasta el lugar donde se encontraban montones y montones de maíz. Después ella lo ayudó a recoger suficientes granos para compartir con los otros dioses. El gran Quetzalcoatl le agradeció y se fue.

Quetzalcoatl llevó el maíz a los otros dioses quienes, más tarde, lo dieron a comer a los hombres. El alimento era bueno. Había necesidad de más maíz, pero era una tarea fatigante transformarse en hormiga para llevar los granos poco a poco.

Quetzalcoatl intentó llevarse la "Montaña" entera pero no tuvo éxito. Los dioses pidieron entonces la ayuda al adivino Oxomo y su mujer Cipactonal para que ellos adivinen la suerte.

Ellos le revelaron que si Nanahuatl lanzaba el rayo, la "Montaña de Nuestra Alimentación" permanecería abierta. Los Tlatocas (dioses de la lluvia) descendieron y comenzó a llover mientras que Nanahuatl lanzó el rayo sobre la "Montaña" que se abrió, dejando libres los granos de nuestra alimentación: maíz, judías... que los dioses aportaron a la humanidad.

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LA FLOR DE DALIA In acocoxochitl Había una vez una señora aquí en nuestro pueblo que se quedó viuda, pues su esposo se había muerto. Su esposo le dejó dos niños, aún pequeños. La señora le habló a otro hombre; se conocieron, platicaron, y ahora ya viven juntos. Como estos niños no eran sus hijos, él no los quería. Un día los fue a dejar al bosque; los l levó muy lejos y como eran pequeños no conocían el bosque; los l levó lejos y ahí los dejó para que se los comieran los coyotes.

Les dice: espérenme aquí . Voy a recoger algo de ocoxal para el temazcal . Los niños al l í se quedan jugando. Pasó el día completo; empieza a oscurecer y el hombre no aparece. El ya se fue. Está bien oscuro. El los, como estaban solitos, les da mucho miedo. Empezaron a llorar. Así estaban cuando, de repente, se aparece un pajarito que cantaba muy bonito y brillaba. Luego se acercó a los niños.

El los sólo se le quedaron mirando, lo empezaron a corretear y lo agarraron. El pajarito habló y les dijo: No lloren, los voy a l levar a mi casa. Se calmaron y el pajarito los l levó a la casa de la Malintzin. La Malintzin es una dama muy bonita que tiene su vestido muy bonito también. El la es la dueña de la montaña. Vive dentro de un mundo mágico, nadie sabe cómo es o dónde está. Se dice que está dentro de la montaña.

Al l í la Malintzin los interroga: ¿Como sucedió esto? ¿Qué les pasó? El los le relataron como su padrastro los trajo a la montaña. La Malintzin los escuchó con atención y dijo: Está bien; los voy a ayudar . Me gustaría que se quedaran, pero creo que no se van a sentir bien aquí . Creo que será mejor que los regrese a su mundo. Les voy a regalar esta flor que se l lama dalia. Cuídenla bien. No la saquen, manténgala dentro de su caja. Luego, la van a sahumar todos las noches con incienso. La flor les va a dar dinero para que puedan comprar ropa, comida, y todo lo que necesiten.

Al l í en la casa de la Malintzin habían muchas cajas cerradas, y los niños querían ver qué contenían. Un día se quedaron solos y se atrevieron a abrir una. Al hacerlo así comenzó a oírse un extraño ruido, como que salía el viento. Todo retumbaba; también comenzó a granizar, a relampaguear, y a llover mucho. Esto provocó que todas las cosechas se perdieran.

Los niños no sabían que al l í estaban encerrados todos los males que hacen sufrir a la humanidad: la lluvia, el granizo, las plagas. La Malintzin regresó y cerró la caja de donde salieron los males; luego, envió a los niños para nuestro mundo.

Regresaron los niños y se trajeron la flor de dalia con el los en una cajita. Se compraron una casa y todo lo que querían. En el pueblo la gente comentaba: ¿Por qué tienen dinero? En esos días, tal como ahora pasa, un niño no tenía dinero. Las personas los envidiaban mucho y se enojaron. Se platicaban y decían: ¿Acaso son ladrones? Los vamos a denunciar ante las autoridades.

Temprano vinieron las autoridades y los encarcelaron a los niños y se l levaron la flor . Al l í en la cárcel los niños lloraban. Luego, un día l legó un ratón que les dijo: ¿Por qué l loran? Ya no lloren. Si me dan de comer yo los voy a sacar . ¿Qué me van a dar ? Nosotros solo tenemos una tortilla. Partieron la tortilla en pequeños pedazos para que la comiera el ratón. Cuando terminó, dijo a los niños: Primero fíjense que no haya un gato por aquí .

Como el piso no estaba muy duro; el ratón hizo un gran agujero y los niños le ayudaron con sus manos; así se escaparon en la noche. Las autoridades no sabían lo que hacía la Dalia y por ahí la habían dejado. Los niños la recogieron y se la l levaron cuando escaparon.

Se fueron a vivir a otro lugar, a otro pueblo. Se compraron una casa, y todos los días, a la media noche, sahumaban la flor . Cuando amanecía, la cajita de la flor estaba llena de monedas. Las monedas eran de oro.

Cuando los niños estaban más grandes, enviaron un mensajero a buscar a su mamá. El mensajero encontró a la señora; ya estaba viejita, se había quedado sola y estaba enferma. El padrastro, ya hacía tiempo que había muerto. Como acostumbraba emborracharse mucho, una noche se resbaló y cayó en una barranca. Así fue el destino de los niños. La flor les daba dinero todos los días, y pasaron su vida muy bien y muy contentos. Perdonaron a su mamá y la ayudaron.

Aquí termina este cuento.

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EL CACAO

Quetzalcóatl regaló el árbol del cacao a los hombres como recompensa por el amor y la fidelidad de su esposa, que sacrificó su vida para no desvelar el lugar en el que estaba escondido el tesoro de la ciudad, que le había sido confiado por su esposo. Cuenta la leyenda que la sangre de esta princesa fertilizó la tierra y allí nació el árbol del cacao, de nombre cacahuaquahitl. Su fruto era amargo, como el sufrimiento que había padecido la princesa; fuerte, como había sido ella ante la adversidad, y oscuro, como la sangre derramada.

Quetzalcóatl, representado como la serpiente emplumada, era el dios bondadoso que enseñó a los hombres las artes de la agricultura, la astronomía, la medicina y las artes plásticas. Es el rey sagrado de los toltecas, pueblo que precedió a los aztecas en la historia de Centroamérica. El dominio azteca supuso la sumisión de los toltecas, olmeyas y de todas las poblaciones que componían el inmenso imperio de los adoradores del Sol y de Quetzalcóatl. Según la tradición, este último había desembarcado en México, en la costa de Veracruz, desde donde pasó más tarde a Tula y Chobula. Quetzalcóatl era austero, odiaba la guerra y se oponía a los sacrificios. Todo lo contrario que su oponente quetzalcoatl1Tezcatlipoca, el mago negro que consiguió desterrarlo y aprovechó su ausencia para asesinar a su esposa. Quetzalcóatl juró regresar en el año del calendario azteca 1519, que coincidió con la aparición de los primeros colonizadores españoles, motivo por el que Hernán Cortés fue confundido con el propio dios, pues era corpulento, de ancha frente, ojos grandes, cabello largo, barba poblada y piel blanca, semejante a Quetzalcóatl. Así, el marino español fue obsequiado a su llegada con un gran vaso de oro con cacao líquido.

Cuenta la leyenda que Quetzalcóatl descendió un día con los toltecas haciéndoles algunos hermosos regalos los hizo dueños del maíz el frijol y de la yuca con los cuales pudieron estar bien alimentados y emplearon sus horas en estudiar y se convirtieron en grandes arquitectos, magníficos escultores y finos trabajadores de la artesanía y como los amaba tanto decidió darles un planta que había robado a los dioses que eran sus hermanos de la cual sacaban una bebida que era solo digna de ellos Quetzalcóatl.

Sustrajo el pequeño arbusto de hojas rojas y la planto en los campos de tula y pidió al dios Tlaloc que la alimentara con la lluvia y a Xochiquetzal que la adornara con sus flores con el tiempo este sagrado arbusto dio frutos y los enseño a recogerlos tostarlos y a molerlos y a batirlo con agua en las jícaras obteniendo así el CHOCOLATE el cual solo era para los sacerdotes y los nobles convirtiéndose así en una bebida sagrada y posterior mente de todo el pueblo, convirtiéndose así los toltecas en ricos y sabios constructores y artistas lo cual despertó la envidia de los dioses y su furia al saber que estaban tomando una bebida solo destinada para ellos jurando venganza contra Quetzalcóatl y después contra

los toltecas así pues un día uno de los dioses disfrazado de mercader ofreciole un bebida llamada tlachihuitli (pulque) con la cual le prometió olvidaría todas sus penas la bebió y se embriago profundamente actuando de una manera deshonrosa delante del pueblo, ala mañana siguiente despertó con dolor de cabeza y con gran vergüenza se dio cuenta de la deshonra que habían preparado los dioses en su contra y fue tanta su vergüenza que decidió marcharse para siempre.

Regalo de Quetzalcóatl a los niños del sol

El dios de la Luna y de los Vientos, Quetzalcóatl, descendió a la Tierra para enseñar a hombres la ciencia, las artes y para darles una planta valiosa que él había robado de sus hermanos los dioses: el queachahuatl, el árbol del cacao.

Estos dioses hermanos tomaron venganza en Quetzacóatl avergonzándole delante de los hombres para forzarlo a abandonar a la los hombres y regresar a su tierra de luz. Por lo tanto el cacao solamente prospera en tierras lejanas, los lugares en donde Quetzalcóatl pasó sus últimas horas.”

Según cuenta otra leyenda azteca, el Dios Quetzacoatl era el jardinero del paraíso y allí cultivaba el cacahuaquahilt, que a su vez era el árbol que brindaba el vigor y la fortuna. De sus semillas se podía hacer el chocolate que era una bebida reservada a los príncipes. Como los aztecas no conocían el azúcar, según dice esa misma leyenda, preparaban el chocolate con el pimiento conocido como chili.

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CUENTOS DE HECHICERÍA

Y TRANSFORMACIÓN

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LA PIEDRA PARLANTE

Acordó Moctezuma que en su tiempo no había hecho labor alguna que hubiese de él memoria. Llamó a Cihuacóatl para que la mandase a labrar para el templo de Huitzilopochtli; que fuese mayor y dos codos más alta que la que allí estaba: y así Cihuacóatl hizo llamar a todos los canteros y albañiles de los cuatro barrios Teopan, Moyotlán, Atzacualco y Cuepopan: díjoles que mandaba el rey que fuesen a buscar una gran piedra pesada, y que labrasen otra piedra como la que estaba allí arriba del Cú del Huitzilopochtli, excepto que debía ser mayor como lo había dicho Moctezuma. Fueron y halláronla en Acolco que estaba delante de Ayotzinco, y la midieron conforme les fue mandado, y para haberla labrar a placer, fue menester ir diez o doce mil indios a sacarla de donde estaba para ponerla en un razo para labrarla: bajada al llano la labraron con las misma labores que a las otras solo que mejor, más ancha, más redonda y más alta y muy de mejor labor: mientras que la labraban, los de Chalco les daban de comer los canteros y en breve se acabó, por andar en la labor y obra treinta oficiales con picos de pedernal; y luego que se acabó dieron aviso al rey Moctezuma y fueron para traerla todos los chalcas con maromas muy gruesas y todos los chinampecas y todos los de Nauchteuctli; y como la traían con tanto ruido por el gran peso, la trajeron hasta Iztapalapa y allí descansaron los indios dos o tres días y el día que había de entrar en México-Tenochtitlán, hizo llamar el Cihuacoátl a los chocarreros que eran los bailadores del palo cuauhtlatlazque y a los viejos cantores con teponaztli y a los sacerdotes con cornetas y atabales. Y que la trajesen a la brevedad; y mandó a los mayordomos que llevasen de comer muy escogidamente a los canteros y a los principales que la traían; que almorzasen al alba y comiesen a las nueve y merendasen a las tres, según que iban avisados ya los sahumadores que llamaban tlenamacaque con mucho copal blanco, grande y ancho y darles mantas ricas, pañetes, catles y cotaras y antes de partir la piedra empezaron a cortar cabezas de codornices y a untarle con la sangre y a sahumarle, comenzaron luego el canto y el baile mexicano.

Viendo que no quería bullirse la piedra y luego de romper diez maromas, dijeron los canteros: vayan a decir de esto a Moctezuma. Segunda vez no la podían menear; enviaron luego a todos los tecpanecas, serranos, montañeses, Chiapan, Xilotepec, Xiquipilco, Huatitlán, Mazahuacan, llegado todos ellos empezaron a dar vocería los otomíes en su lengua arrancando la piedra, y así como la rodearon para tirar de ella, habló y solamente dijo: “por más que hagáis”; con esto que dijo ningunas gentes más hablaron, quedáronse mustios y tornando a forcejear, tornó a hablar la piedra y dijo: “Qué me queréis llevar? Pues no he de rodar para ir donde me queréis llevar”. Comenzaron a proseguir el traerla, tornó a hablar y dijo: “pues llevadme que acullá les hablaré” dijeron los canteros: démosle aviso al rey que lo que ha sucedido y lo que ha dicho la piedra, fue un principal y un cantero a hablar a Moctezuma, y dándole cuenta al rey, díjoles “¿Estáis vosotros borrachos? ¿Cómo venís aquí con mentiras?”

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Llamó a Petlacalcatl y díjole: “Llevad presos a estos bellacos que vienen con semejantes mentiras”. Envió Moctezuma a gran prisa a seis principales, que supiesen que había sucedido no más. Respondiéronles todos los que tiraban la piedra, y volvió a hablar y dijo: “Por más que hagáis no me llevaréis”; a poco tornó a hablar y dijo: “pues llevadme, que acullá os diré lo que será”. Volvieron los mensajeros con esta respuesta a Moctezuma. Comenzaron a traer cornetas y a cantarle, y comenzaron a tirar: era como arrancar un cerro, antes se hicieron pedazos todas las maromas acabadas de cortar las maromas torno otra vez a hablar la piedra y dijo: “¿No acabáis de entender vosotros? ¿Qué me queréis llevar? Decidle a Moctezuma ¿Qué para qué me quiere? ¿En qué aprovecha, que qué tengo que hacer allá, y que vaya a donde tengo de estar arrojada? Que ya no es tiempo de hacer lo que el acuerda, que antes lo había de haber hecho, porque ya ha llegado su término de él, ya no es tiempo, y el Moctezuma ha de ver por sus ojos.

Comenzó a moverse la gente con esto, y arrancáronla brevemente. Comenzaron a tocar las cornetas. Llegados a Tozititlán allí durmió otra vez la piedra. Avisaron a Moctezuma todo lo que la piedra había dicho, y dijo: “Pues vamos ¿Qué es lo que será? Aguardamos los tiempos, ¿Y qué será de nosotros? Vayan mañana los sacerdotes y háganle sacrificios. Comenzaron a traerla. Llegados al gran puente de Xoloco, y estando en la mitad del puente, hablo otra vez la piedra y dijo: “Hasta aquí ha de ser, y no más”. Diciendo esto se quebró el puente, cayóse la piedra dentro del agua, y llevó tras si a los que tiraban, y muchos murieron; que no se pudo contar la gente que debajo quedo y los que escaparon a nado le fueron a dar noticias a Moctezuma de todo lo sucedido con la piedra. Dijo Moctezuma a Cihuacoátl: “vámosla a ver, padre mío” Visto lo que había sucedido regreso a su palacio, y llamo a todos lo principales mexicanos y les dijo: “Enviemos a todos los encantadores a llamar, que sean buenos buzos, para que sepan donde se fue esta piedra”. Venidos todos lo buzos de agua, les dijo Moctezuma: “Venid acá, hermanos id a ver que se hizo la gran piedra que traían labrada para el templo, que se cayó allí y las gentes que llevo consigo.” Fue Moctezuma allá cuando más aclara el agua: como ocho de ellos entraron y se estuvieron como media hora, al cabo de un rato salieron diciendo: “Señor, todo lo anduvimos y no vimos la piedra, ni la gente y hallamos una senda que va siempre más a lo hondo". Dijo Moctezuma: “pues sea enhorabuena, vayan con vosotros principales de autoridad". Fueron todos juntos al lugar de donde habían sacado la piedra, llegados los canteros la conocieron y vieron ser la misma que habían sacado primero en Acolco Chalco en la misma parte y lugar, y estaba la piedra con el papel que le habían puesto por cobertor y el copal blanco que le habían pegado: desollaron el papel y rasgaron el copal y lo trajeron al rey diciéndole: “Señor, matadnos, que la propia piedra labrada está allá en su propio lugar y asiento de donde la sacaron primero”. Dijo el rey Moctezuma: veamos lo más que ordenaron nuestros dioses. Y esto es lo que sucedió de traer la piedra de Chalco.

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EL ENANO DE UXMAL

En la aldea de Kabán vivía una vieja con fama de bruja. Cierta vez encontró un huevo pequeñito y llena de alegría lo guardó en un sitio tibio y oscuro. Todos los días lo sacaba para contemplarlo y acariciarlo. Y sucedió que después de varias semanas, el huevo se abrió y nació un niño. La bruja lo arrulló, pero como no podía alimentarlo buscó una mujer recién parida. Vino la mujer y amamantó al niño como si fuera su propio hijo. Al ver tanta ternura la bruja le dijo:

—De hoy en adelante tú serás la madre y yo seré la abuela.

El niño creció un palmo y no más y, en poco tiempo, cambió de aspecto; tuvo barba y se le hizo grande la nariz. Era, pues, un enano.

Cuando la bruja se dio cuenta de esto, quiso más a la criatura.

Como la mayor parte del tiempo la bruja permanecía junto al fogón, el enano sospechó que algún misterio guardaba aquel sitio y así se propuso averiguarlo. En un descuido de la bruja, hurgó en la cenizas y tropezó con un tunkul [instrumento de percusión hecho con un tronco hueco]. En cuanto lo tuvo en sus manos, lo golpeó y su sonido se oyó a mucha distancia. Al oír tal ruido, la bruja vino, se acercó a su nieto y le dijo:

—Lo que has hecho ya no tiene remedio. Pero te digo que no pasará mucho tiempo sin que sucedan cosas que llenarán de espanto a la gente y tú mismo te verás envuelto en sus consecuencias.

El enano contestó:

—Yo no soy viejo y las veré.

La bruja replicó:

—Yo soy vieja y las veré también.

El rey de Uxmal y sus consejeros sabían que el ruido de aquel tunkul anunciaba el fin del reinado; pero éstos, por no afligir a su señor, le dijeron:

—Lucha contra tu destino

—¿Cómo?—preguntó el rey.

—Busca al que tocó el tunkul; acaso de sus labios oigas la verdad que necesitas.

El rey ordenó que sus guardias salieran en busca del que tocó el tunkul; y después de mucho andar, lo hallaron y lo trajeron al palacio. Al ver al enano el rey le dijo:

—¿Qué anuncia el ruido de ese tunkul?

—Tú lo sabes mejor que yo—contestó el enano.73

—¿Me puedo librar de que se cumpla la profecía?—pregunto el rey.

—Manda hacer un camino que vaya de Uxmal a Kabán y cuando esté listo volveré y entonces te daré mi respuesta—dijo el enano.

El camino quedó hecho en poco tiempo y por él vinieron el enano y la bruja. Entonces el rey preguntó al enano:

—¿Cuál es tu respuesta?

—La sabrás si resistes la prueba que te pondré.

—¿Cuál es?

—Que en tu cabeza y la mía se rompa un cocoyol [fruto de hueso muy duro].

—Está bien, pero tú sufrirás la primera prueba—dijo el rey

—Acepto, si así lo deseas.

Se acercó el verdugo y colocó sobre la cabeza del enano un cocoyol y descargó un golpe . El enano sacudió la melena y se levantó sonriendo. Entonces el rey, en el silencio, se quitó el manto y subió al cadalso y el verdugo le colocó un cocoyol en la cabeza. Al primer golpe el rey quedó muerto.

En el acto el enano fue proclamado rey de Uxmal y ese mismo día la bruja lo llamó y le dijo:

—Ya eres rey. Sólo esto esperaba para morir. No me llores porque mi muerte no es cosa de dolor. Cumple con la justicia que aprendiste de mí. Oye el consejo de todos y sigue el mejor. No le tengas miedo a la verdad aunque sea amarga. Sé antes benigno que justo. Destierra de tu corazón la venganza. Acata la voz de los dioses pero no seas sordo a la de los hombres. No desdeñes a los humildes y no te confíes, ciego, en los poderosos.

Por un tiempo el enano siguió los consejos de la bruja y la felicidad se extendió por el reino. Pero con los años cambió de espíritu, cometió injusticias, se volvió tirano y tanto creció su orgullo que un día dijo a sus consejeros:

—Haré un dios más poderoso que todos los dioses que nos rigen.

Y en seguida mandó hacer una estatua de barro y la puso sobre una hoguera y con el fuego se endureció y vibró como si fuera campana. Entonces el pueblo creyó que la estatua hablaba y la adoró. Por esta herejía, los dioses destruyeron Uxmal.

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KAPSIS (ESTRELLA DEL MAR)

Kapsis, la hija mimada del jefe Haas (mezquite), acostumbraba todos los días, después de terminar sus labores cotidianos, acurrucarse junto a alguna roca cerca del mar y mirar y mirar el vaivén de las olas.

Por horas y horas la sorprendía la tribu, inmóvil, silenciosa: Aun cuando las sombras manchaban de negro el agua y la playa. Kapsis seguía allí como si esperara ver salir del fondo del mar a la diosa Xtamosbin (tortuga marina).

Cada vez que la tribu llagaba de la bahía de Quino a tierras de Isla de Tiburón, Kapsis, después de hurgar en las rocas de la playa en busca de las pródigas especies del océano que las aguas dejaban olvidadas. Corría a refugiarse en su lugar predilecto de la playa para contemplar, sin cansarse, cielo y mar.

Su padre el gran jefe Haas, inútilmente había perdido al hacocama (hechicero) destruyera el embrujo que se había apoderado de su hija; porque el gran jefe y los miembros de la tribu no se explicaban porqué Kapsis huía del trato de sus semejantes, y a pesar de ser joven y bonita rehusaba trazar los pasos de la pazcola, ni batir palmas en el baile y menos acompañar el fragor de los cantos.

Para Kapsis no había más deleite que refugiarse en la playa desolada, y contemplar el paisaje triste del mar bravío que desataba a veces tormentas espantosas.

Pero es que nadie sabia el secreto de Kapsis: Kapsis estaba enamorada de una vastlk (estrella) que a ella se le antojaba, era flor de la tierra de los dioses.

Una noche llegó hasta ella el hacocama a quien pidiera el gran jefe curara a su hija, pues toda la tribu aseguraba que un antipotkis (tiburón) la había embrujado.

El hacocama antes de buscar a la joven había ido hasta la “Cueva Especial” de la montaña, pintando en ella la “señal” del “espíritu” que vivía dentro, el cual indicó su voluntad de adentrarse en el cuerpo del hechicero.

Ya en posesión de las virtudes mágicas colocó sus manos en forma de círculo sobre su frente, para luego acercar su boca y decir con gran misterio y entonación sacerdotal “Choo, choo”.

Kapsis, sin moverse le miró sin sorpresa, pero después, silenciosa, se alejó de su lado.

Esa misma noche volvió al mar, y con ansiedad miró el cielo en busca de la bella vastlk. Al descubrirla esplendente en medio del azul eterno deseó fervientemente que nunca terminara la noche para embelesarse por horas y horas con su belleza.

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De pronto, como si su deseo fuera mágico, absorta contempló cómo su estrella favorita se desprendía del cielo. Atravesando el azul oscuro con la misma velocidad que los dardos con punta de pedernal de los guerreros Kun kaak eran disparados sobre los coyotes o venados, así la estrella atravesaba el espacio.

Los ojos negros y vivaces de Kapsis siguieron el rastro luminoso hasta descubrir que caía en el mar.

Asustada la joven por tal acontecimiento corrió en busca de la canoa más cercana; remando enérgicamente llegó hasta el lugar donde había visto caer la estrella, y sin mucho pensarlo se arrojó al agua para rescatarla.

Kapsis bajó a las profundidades en busca de la estrella hasta llegar al fondo del mar; pero en su rápido descenso cayó sobre una traicionera roca que le produjo la muerte.

Sobre el lecho pétreo Kapsis quedó inmóvil, los brazos abiertos en cruz, las hermosas piernas extendidas.

Xtamosbin, la sagrada tortuga marina, diosa de los seris, al contemplarla tan pálida y quieta se conmovió.

¡Qué hermosa era! Y allí estaba inmóvil en lo profundo del mar; todo porque había querido salvar a una estrella que se ahogaba.

La diosa fue a su lado y posó sus manos sobre el cuerpo inerte de la joven Kun kaak convirtiéndola al instante en una bella estrella de mar.

Kapsis desde ese instante sería feliz. Allí en el mundo sin voz, contemplaría las luchas y las tragedias mudas del mundo verde de esmeraldas líquidas.

Además no estaría sola, ya que los peces de aletas de plata y cuerpos pintados de vivos colores la acompañarían.

Y como si todo eso fuera poco, desde los bosques de sombras oscuras moteadas de luz vivirá feliz espiando el cielo a través del agua espumosa teñida por el sol.

Así Kapsis todas la noches miraría a la bella vastlk a quien ella tanto amaba.

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LOS ALUXE

Nos encontrábamos en el campo yermo donde iba a hacerse una siembra. Era un terreno que abarcaba unos montículos de ruinas tal vez ignoradas. Caía la noche y con ella el canto de la soledad. Nos guarecimos en una cueva de piedra, y para bajar utilizamos una soga y un palo grueso que estaba hincado en el piso de la cueva.

La comida que llevamos nos la repartimos. ¿Qué hacía allá?, puede pensar el lector. Trataba de cerciorarme de lo que veían miles de ojos hechizados por la fantasía. Trataba de ver a esos seres fantásticos que según la leyenda habitaban en los cuyo (montículos de ruinas) y sementeras: Los ALUXES.

Me acompañaba un ancianito agricultor de apellido May. La noche avanzaba...De pronto May tomó la Palabra y me dijo:

-Puede que logre esta milpa que voy a sembrar.

-¿Por qué no ha de lograrla?, pregunté.

-Porque estos terrenos son de los aluxes. Siempre se les ve por aquí.

¿Está seguro que esta noche vendrán?

Seguro, me respondió.

-¡Cuántos deseos tengo de ver a esos seres maravillosos que tanta influencia ejercen sobre ustedes! Y dígame, señor may ¿usted les ha visto?

-Explíqueme, cómo son, qué hacen.

El ancianito, asumiendo un aire de importancia, me dijo:

-Por las noches, cuanto todos duermen, ellos dejan sus escondites y recorren los campos; son seres de estatura baja, niños, pequeños, pequeñitos, que suben, bajan, tiran piedras, hacen maldades, se roban el fuego y molestan con sus pisadas y juegos. Cuando el humano despierta y trata de salir, ellos se alejan, unas veces por pares, otras en tropel. Pero cuando el fuego es vivo y chispea, ellos le forman rueda y bailan en su derredor; un pequeño ruido les hace huir y esconderse, para salir luego y alborotar más. No son seres malos. Si se les trata bien, corresponden.

-¿Qué beneficio hacen?

-Alejan los malos vientos y persiguen las plagas. Si se les trata mal, tratan mal, y la milpa no da nada, pues por las noche roban la semilla que se esparce de día, o bailan

sobre las matitas que comienzan a salir. Nosotros les queremos bien y le regalamos con comida y cigarrillos. Pero hagamos silencio para ver si usted logra verlos.

El anciano salió, asiéndose a la soga, y yo tras él, entonces vi que avivaba el fuego y colocaba una jicarita de miel, pozole cigarrillos, etc., y volvió a la cueva. Yo me acurruqué en el fondo cómodamente. La noche era espléndida, noche plenilunar.

Transcurridas unas horas, cuando empezaba a llegarme el sueño, oí un ruido que me sobresaltó. Era el rumor de unos pasitos sobre la tierra de la cueva: Luego, ruido de pedradas, carreras, saltos, que en el silencio de la noche se hacían más claros.

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LA SEÑORITA PLEITISTA

Aquí en nuestro pueblo vivió una mujer llamada Petronila, que era muy habladora, todo el día estaba hablando o peleándose. Había días en que apenas llegaba el marido de su milpa, le comenzaba a pelear.-Nada más llegas y a la hamaca te vas. Sólo te vas a la milpa a esconder y ni siquiera ganas. Nunca me compras lo que necesito... ¡Tráeme el cubo!-Mujer, ¿no ves que estoy cansado?-¿Y yo? ¿Crees que no lo estoy? Era verdad lo que me decía mi linda madre: "No te cases con ese hombre, no tiene caso lo que está haciendo, es muy flojo". Cualquier cosa que te diga no lo haces, eres muy flojo.Así siempre lo recibía, nada más llegaba de la milpa y el pleito comenzaba. Lo que hizo el marido para no pelear con su esposa fue quedarse a beber con los del pueblo.Un día que llegó muy borracho fue recibido de nuevo con peleas, pero esta vez no dejó que lo regañaran y le pegó a su esposa.-¿Viste lo que hiciste? ¡Me pegaste! Solamente eso te faltaba hacer desde que comenzaste a llegar borracho, pegarme.Al amanecer la esposa fue a ver a un hombre que decían que era un brujo.-Señor, te vine a ver porque mi marido ha cambiado completamente; comenzó a llegar borracho y se lo pasé, pero ayer me pegó. Vine entonces para ver si lo puedes trabajar.-Sí lo puedo trabajar y se compondrá tu marido, pero la medicina que te voy a dar tú la tienes que poner en tu boca.-¿Yo? ¿No es mi marido quien la debe de tomar?-¿Podrás abrir su boca para ponerle la medicina cuando esté molesto?-Es verdad lo que dices.-Cuando veas a la distancia que llega tu marido, pones un poco de esta medicina en tu lengua; no vayas a tragarla porque habrá pelea; sobre tu lengua la vas a dejar.Como le dijo el brujo, así hizo la mujer.Como siempre, el marido fue a su milpa y al medio día regresó a su hogar. El silbido lo escuchó la esposa y rápidamente puso la medicina en su boca, estaba temblando, pues tenía miedo que su marido peleara, pero no pasó nada.El marido se asustó cuando llegó y no lo recibieron con peleas. Pasaron los días y no hubo peleas: conforme pasaban los días se fueron alejando las peleas del hogar.El marido pensó que su esposa estaba enferma, porque solamente llegaba a su casa y no la oía hablar.-Mujer, ¿te pasa algo?La mujer solamente movía la cabeza diciendo que no.Ya había pasado un mes cuando la mujer regresó a la casa del brujo.-¿Qué paso, quedó bien tu marido?

-Quedó bien, gran señor, solo que regresé porque se me acabó la medicina.El brujo solamente se reía de la mujer.

-¿Sabes, mujer? Te voy a decir algo, pues se que has cambiado tu forma de pensar y quieres a tu marido. La medicina que te di... no es cualquier medicina...La mujer tuvo miedo, pues pensó que la medicina tenía algo que ver con el demonio.-La medicina que te di es solamente agua con miel.-¿Cómo?-Así como lo oyes, agua con miel. La verdad es que todo el pleito que había en tu hogar no lo ocasionaba tu marido, sino tú, porque no aquietabas tu lengua, pero cuando ponías el agua en tu lengua no podías pelear a tu marido.Ojalá que no se te olvide esto que has aprendido en estos días: no pelees a tu esposo, pues él también trabaja; tanto trabaja la mujer como el hombre. Petronila salió de la casa apenada, porque era verdad lo que le dijo el brujo.

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UN HOMBRE CON SUERTE

Estaba pasando una persona vendiendo hamacas, cuando se le hizo de noche en un pueblo cercano al suyo. Aunque vivía cerca de ese pueblo no conocía las leyendas que ahí había.Y así pensaba:-Voy a ver si puedo vender una hamaca en este pueblo. Señor, ¿No compra una hamaca grande?-No la compramos, estamos pasando problemas.-Para problemas los míos, ya anocheció y no he llegado a mi pueblo, ya estoy cansado y tengo que caminar tres kilómetros.-¿Tienes que ir hoy a tu pueblo?-Sí, mi esposa me espera para que pueda hacer compras mañana.-Si pensaras bien no irías, ¿Acaso no sabes que hay un espanto en el camino?-¡Qué espantos va a haber! Creo que son ladrones.-No son ladrones, es un enorme jaguar que sale a cazar a las personas.-Que venga a cazarme y verá lo que le pasa.

Terminando de platicar con esta persona fue a comprar su x-tabentún para beber en el camino.-Te lo voy a vender, pero no lo tomes en el centro, pues te puede encerrar el presidente.-No lo voy a tomar aquí, sino en el camino.-No vayas al siguiente poblado. Hay un espanto que sale en el camino. Todos los primeros días de cualquier mes sale un enorme...-No me lo repitas, ya me lo han contado. Si es verdad, véndeme una ropa roja y un machete; si sale ese jaguar, friega que va a llevar en mis manos.-Debes estar loco, pero si tú lo dices, sabrás lo que haces.

Terminando de comprar, esta persona se dirigió a su pueblo. A medio camino entre su pueblo y el anterior, fue interceptado por un enorme jaguar que pateaba el suelo, dispuesto a cornerlo. Pero él no tuvo miedo, ya que se había animado con el x-tabentún; tomó la ropa roja y comenzó a esquivar al bravo jaguar. Nueve veces entró a cazar, nueve veces fue esquivado por el vendedor. La última vez se paró frente al hombre, cesando, mientras le resbalaba el sudor bajo la barriga. Por poco pierde el conocimiento cuando vio transformarse al jaguar en una persona.-Hombre, eres muy valiente...-Seré muy hombre frente a otro hombre o a un animal, pero yo no me meto con brujos.-No tengas miedo, no soy brujo, nueve veces debía de ser esquivado y tú lo has hecho. ¿Sabes?, yo era un hombre rico, pero cuando estaba vivo nunca ayudé a mis semejantes; al morir no pude repartir mi dinero; lo más terrible es que nadie lo puede gastar, pues lo tengo enterrado a tres mecates de aquí. Me dijeron que para entrar al cielo era necesario que diera mi dinero a cualquier persona.

-Pues, entonces, gracias por tu dinero.-Para que pueda ser tuyo me tienes que matar,-¡Cómo te voy a matar! ¿Después que me has ayudado a dejar de ser pobre?-Si no me matas cuando yo me vuelva nuevamente jaguar, no podré entrar en el cielo. ¿No ves que es lo que me ata a este mundo? Para que me puedas matar, tienes que bendecir tu machete y después me matas con él. Como le fue indicado por el espanto, así lo hizo el vendedor de hamacas. Cuando amaneció tenía cargado su dinero, con trabajo iba caminando.

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EL CANANCOL

Cuénteme, don Nico: ¿por qué pone ese muñeco con esa piedra en la mano en medio de su milpa?, pregunté un día a un ancianito agricultor.

Su cara se animó con una sonrisa de niño, en tanto que me contestaba: Sé que usted no cree, pero le diré: soy pobre, muy pobre y no tengo quien me ayude a cuidar la milpa, pues casi siempre cuando llega la cosecha, me roban el fruto de mis esfuerzos. Este muñeco que ve no es un muñeco común; es algo más; cuando llega la noche toma fuerzas y ronda por todo el sembrado; es mi sirviente... Se llama Canancol y es parte mía, pues lleva mi sangre. El sólo me obedece a mí... soy su amo.

Don Nico siguió diciendo: Después de la quema de la milpa se trazan en ella dos diagonales para señalar el centro; se orienta la milpa del lado de Lakín (Oriente) y la entrada queda en esa dirección. Terminado esto, que siempre tiene que hacerlo un men (hechicero) se toma la cera necesaria de nueve colmenas, el tanto justo para recubrir el canancol, que tendrá un tamaño relacionado con la extensión de la milpa. Después de fabricado el muñeco, se le colocan los ojos, que son dos frijoles; sus dientes son maíces y sus uñas, ibes (frijoles blancos); se viste con holoch (brácteas que cubren las mazorcas).

El canancol estará sentado sobre nueve trozos de yuca. Cada vez que el brujo ponga uno de aquellos órganos al muñeco, llamará a los cuatro vientos buenos y les rogará que sean benévolos con (aquí se dice el nombre del amo de la milpa), y le dirá, además, que es lo único con que cuenta para alimentar a sus hijos. Terminado el rito, el muñeco es ensalmado con hierbas y presentado al dios Sol y dado en ofrenda al dios de la lluvia; se queman hierbas de olor y anís y se mantiene el fuego sagrado por espacio de una hora; mientras tanto, el brujo reparte entre los concurrentes balché, que es un aguardiente muy embriagante, con el fin de que los humanos no se den cuenta de la bajada de los dioses a la tierra. Esta es cosa que sólo el men ve.

La ceremonia debe llevarse a efecto cuando el sol está en el medio cielo. Al llegar esta hora, el brujo da una cortada al dedo meñique del amo de la milpa, la exprime y deja caer nueve gotas de sangre en un agujero practicado en la mano derecha del muñeco, agujero que llega hasta el codo.

El men cierra el orificio de la mano del muñeco, y con voz imperativa y gesticulando a más no poder, dice a éste: Hoy comienza tu vida. Este (señalando al dueño), estu señor y amo. Obediencia, canancol, obediencia... Que los dioses te castigarán si no cumples. Esta milpa es tuya. Debes castigar al intruso y al ladrón. Aquí está tu arma. Y en el acto coloca en la mano derecha del muñeco una piedra.

Durante la quema y el crecimiento de la milpa el canancol está cubierto con palmas de huano; pero cuando el fruto comienza a despuntar, se descubre... y cuenta la gente sencilla que el travieso o ladrón que trate de robar recibe pedradas mortales. Es por lo que en las milpas donde hay canancoles nunca roban nada.

Es tan firme esta creencia, que si por aquella época y lugar se encuentra herido algún animal, se culpa al canancol.

El dueño, al llegar a la milpa, toma sus precauciones y antes de entrar le silba tres veces, señal convenida; despacio se aproxima al muñeco y le quita la piedra de la mano; trabaja todo el día, y al caer la noche, vuelve a colocar la piedra en la mano del canancol, y al salir silba de nuevo. Cuando cae la noche, el canancol recorre el sembrado y hay quien asegura que para entretenerse, silba como el venado.

Después de la cosecha se hace un hanincol (comida de milpa) en honor del canancol; terminada la ceremonia se derrite el muñeco y la cera se utiliza para hacer velas, que se queman ya en el altar pagano, ya en el altar cristiano.

Y calló el viejecito después de haber hablado con acento de creyente perfecto.

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Page 85: Antología de Cuentos Prehispánicos

EL CUENTO DE TODOS LOS ANIMALES

Antes, todos los animales que hoy existen, desde el más pequeño hasta el más grande, no tenían nombre, después nació el Dios y les dijo:

– Ahora en este día, todos se van a reunir en un solo lugar pero por grupos, para que yo les diga cómo se van a llamar.

Les dijo el Dios:

– Ustedes van a llamar a uno de sus compañeros para que vaya allá a donde yo voy, allá les voy a decir cómo se van a llamar algunos de ustedes. Los nombraron uno de cada grupo y se fueron donde estaba el Dios y les fue diciendo:

– Ustedes se van llamar elefantes.

Y llega donde están sus compañeros y les dijo:

– Me dijo el Dios que así nos vamos a llamar.

Y después ya estaban contentos, ya sabían su nombre y hasta aplaudían, pero el burro se molestó mucho y no podía aprender cómo se iba a llamar.

– Ustedes se van a llamar camellos, pero nuevamente el burro a medio camino se le olvidó y se fue otra vez allá en donde esta el Dios y le dijo:

– Se me olvidó lo que me dijiste.

Y dijo el Dios:

–Ustedes se van a llamar caballos.

El burro regresó, pero no llegaba a medio camino y nuevamente se le olvidó lo que le dijeron y volvió a regresar en donde estaba Dios y le dice:

– Ya llegué de nuevo y se me olvidó otra vez lo que me dijiste.

Y el Dios contestó:

– Ustedes se van a llamar burros, no se te vaya a olvidar,

ya son tres veces que te digo.

Y contestó el burro:

– No, no se me va a olvidar.

Y que llegó a donde estaban sus compañeros y les dijo:

– El Dios me dijo que nos vamos a llamar burros. Unos aplaudían y otros se enojaron diciendo que el burro era el más jodido. Hasta estos momentos conocemos por qué al burro se le olvidó el nombre que le dijeron; porque primero se iban a llamar camellos.

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Page 86: Antología de Cuentos Prehispánicos

LA MUCHACHA QUE SE CASO CON EL DIABLO

En un pueblo pequeño una muchacha que creía ser muy bonita, por sobre todas las demás sentía que nadie la merecía, que era única en el pueblo, y sólo por este hecho, pensaba:

—En este pueblo no existe el muchacho que me merezca, nadie de aquí puede casarse conmigo.

Siempre vacilaba con todos y con nadie se portaba seria. En cierta ocasión le habló el hijo del hombre más rico del pueblo. Y pensó:

—Este es rico… pero feo, no me conviene.

En otra ocasión, fue el hijo de la máxima autoridad municipal, pero tampoco le correspondió porque aunque guapo, era pobre. Dijo:

—Este es guapo… pero no tiene mucho dinero.

O sea que el hombre con el que quería casarse debería ser guapo y adinerado. Así pasó el tiempo sin cambiar su actitud, y cierto día fue a visitar a sus tíos que vivían lejos del pueblo, y al pasar por un crucero vio que se acercaba un joven guapo y bien vestido, cabalgando en un caballo negro. A simple vista se pensaría que se trataba de una persona adinerada.

Cuando se encontraron el joven le habló con fines matrimoniales y ella de inmediato le contestó de la siguiente manera:

—Si en verdad me quieres, vamos a casarnos dentro de ocho días.

Llegó el día en que se casaron y se dirigieron a la casa del joven, la cual estaba deshabitada y en penumbras. A la hora de dormir, la joven arregló el lugar en que dormirían, mientras que su esposo daba de comer a su caballo.

Ella observó que su cónyuge se acostaba con toda su vestimenta, lo que despertó dudas en la muchacha sobre la personalidad de su esposo. Éste, siempre evitaba estar con ella al momento de cambiarse la ropa.

Una noche ella se dispuso a descubrir lo que escondía su marido. Esperó a que se durmiera y comenzó a meter las manos bajo su ropa. Grande fue su sorpresa al sentir que todo el cuerpo estaba peludo, pero además tenía cola. Fue entonces cuando se dio cuenta que se había casado con el diablo. La enseñanza de este cuento es que las muchachas no deben preocuparse tanto por la belleza física, ni por los placeres que produce el dinero en abundancia. Lo más preciado de toda persona es la sencillez y belleza interna que son los valores morales.

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Page 87: Antología de Cuentos Prehispánicos

DIOSES DE LA MUERTE

El reino de los muertos o inframundo, conocido comúnmente como Mictlan, era gobernado por el “Señor del Inframundo”, Mictlantecuhtli, y por la esposa de este, Mictecacihuatl, los “Infiernos”, el Chignauhmictlan. Pero aparte de estas deidades, existían otros dioses y diosas que poblaban las regiones del Mictlan y que casi siempre encontramos por parejas. Una de ellas es Ixpuzteque, “El que tiene el pie roto "y su esposa Micapetlacalli, “Caja de muerto”. Por último conocemos el nombre de Tzontemoc, “El que cayo de cabeza”, y su esposa es Chalmecacihuatl, “La sacrificadora” .

Mictlantecuhtli y Mictecacihuatl eran la pareja más importante de las regiones del inframundo y habitan la más profunda de ellas, a donde llegan los hombres a descansar, no sin antes entregar a las deidades presentes valiosos.

Mictlantecuhtli aparece con el cuerpo cubierto de huesos humanos y un cráneo a manera de mascara, con los cabellos negros, encrespados y decorados con ojos estelares, puesto que habita en la región de la oscuridad completa. Adornan su cabeza una rosetas de papel de las que salen conos, uno sobre la frente y otro en la nuca. Sus animales asociados son el murciélago, la araña y el búho (tecolotl).

Origen Mexica

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Page 88: Antología de Cuentos Prehispánicos

LA VAINILLA

Cuentan que Xanath, hija de nobles totonacas, célebre por su belleza, vivía en un palacio cercano al centro ceremonial de Tajín, sede de su pueblo.

Cierto día en que la joven acudió a depositar una ofrenda sobre el plato colocado en el abdomen de Chac-Mool ("Mensajero Divino"), encontró casualmente a Tzarahuín (jilguero), un alegre doncel al que le agradaba silbar, y surgió entre ambos amor a primera vista.

Sin embargo, el romance mostró dificultades para prosperar, porque Tzarahuin era pobre y vivía en una choza humilde rodeada de tierra fértil en que abundaban las anonas, las piñas y las calabazas. A pesar de la diferencia de clases, los enamorados se reunían casi a diario, de manera fugaz, cuando el mancebo llevaba al mercado la cosecha de sus siembras, y en poco tiempo una sincera pasión se apoderó de sus corazones.

Una tarde en que Xanath pasó junto al templo sagrado de los nichos, la sorprendió la mirada penetrante del dios gordo, que se caracterizaba por su vientre abultado, la frente rapada y su triple penacho; y desde entonces el señor de la felicidad se dedicó a cortejarla. La doncella logró esquivarlo en un principio, mas el astuto dios encontró la forma de revelarle sus sentimientos y, al ser rechazado, su alegría habitual se tornó en cólera y amenazó a la joven con desatar la furia de Tajín, si no accedía a sus reclamos amorosos.

La advertencia hizo temblar de miedo a Xanath, pero no traicionó a Tzarahuín.

El astuto dios gordo resolvió entonces ganarse la confianza del padre de la joven para que influyera en el ánimo de Xanath. Lo invitó a su palacio, le reveló secretos divinos y cuando manifestó interés por la linda muchacha, recibió completo apoyo para casarse con ella.

Xanath hubo de soportar un mayor acoso del testarudo dios y su padre la obligó a aceptar una nueva cita, que resultaría fatal, pues luego de haber dado otra negativa al señor de la felicidad, éste, irritado, lanzó un conjuro sobre la doncella y la transformó en una planta débil de flores blancas y exquisito aroma: la vainilla.

Y si bien el dios creyó vengarse, lo cierto es que mientras de él existen sólo vagos recuerdos, en cambio, tenemos muy presente en nuestros días a la planta orquidácea cuya esencia es muy apreciada en la cocina y la pastelería de muchas partes del mundo.

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Page 89: Antología de Cuentos Prehispánicos

LOS XOCOYOLES

Cuentan los que vivieron hace mucho tiempo, que había un hombre que no creía en la palabra de sus antepasados. Le contaban que al caer una tormenta con truenos y relámpagos salían unos niños llamados xocoyoles.

Los xocoyoles son los niños que mueren al nacer o antes de ser bautizados. A esos niños les salen alas y aparecen sentados encima de los cerros y los peñascos.

Cuentan que esos pequeñitos hacían distintos trabajos: unos regaban agua con grandes cántaros para que lloviera sobre la tierra; otros hacían granizo y lo regaban como si fueran maicitos; otros hacían truenos y relámpagos con unos mecates. Por eso oímos ruidos tan fuertes y nos espantamos.

Pero el hombre no creía. Un día, después de una gran tempestad, se fue a cortar leña a un cerro de ocotes. Cuando llegó vio a un niño desnudo, que tenía dos alas, atorado en la rama de un ocote.

El hombre se sorprendió, sobre todo cuando el niño le dijo:- Si me das mi mecate que está tirado en el suelo, te cortaré toda la leña que salga de este ocote.

- ¿En verdad lo harás? - le preguntó el hombre.- Sí, en verdad lo haré.

Como pudo, fue uniendo varios palos. Al terminar puso el mecate en la punta y se lo dio. Cuando el niño tuvo el mecate en sus manos, le dijo al hombre que se fuera y regresara al día siguiente a recoger su leña. El hombre se fue y el xocoyol comenzó a hacer rayos y relámpagos. EL ocote se rompió y se hizo leña. Cuando el niño terminó su trabajo se fue volando al cielo a alcanzar a sus hermanos xocoyoles.

Al día siguiente el hombre llegó al bosque y vio mucha leña amontonada; buscó al xocoyol y no lo encontró por ningún lado.

A partir de ese día comenzó a creer lo que le decían sus abuelos.

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LA MUCHACHA QUE SE CASO CON EL DIABLO

Había una vez dos hermanos que se fueron a pasear a un cerro, uno de ellos llevaba dinero y el otro no, solo lo acompañaba. Llegaron a la cima de la montaña que estaba como entre nubes y ahí encontraron un mercado en donde se vendía pescado y otras cosas. Varias personas estaban comprando. El muchacho que llevaba dinero le dijo a su hermano:

—Voy a comprar pescado.

De inmediato fue a hacer sus compras. Al cabo de un rato vio cómo comenzó a desvanecerse el mercado junto con su hermano en medio de esas nubes.

Él comenzó a gritarle y lo buscó por todo el lugar. Al no encontrarlo se desesperó, empezó a llorar y regresó a su casa entristecido, para contarles a sus padres lo que había pasado. Les dijo:

—Mi hermanito se perdió en el cerro y no vi donde se fue, o quién se lo llevó.

Sus padres y hermanos lo regañaron, sólo por eso lo querían meter a la cárcel, porque no cuidó a su hermano, pero al final lo perdonaron.

Fueron a consultar al consejero del pueblo, porque ellos no se explicaban lo que había pasado allá en el cerro y necesitaban que alguien les aclarara el problema. Él les dijo:

—El hijo de ustedes se quedó atrapado en el cerro porque hay un encantamiento. Cada año se abre exactamente a mediodía, por eso ustedes deben ir a ese cerro el año próximo para que puedan rescatar a su hijo. Si no van pueden perder a su familiar para siempre, porque el cerro nunca lo va a soltar, así que vayan a traerlo.

Dejaron pasar un año, y al llegar la fecha, su hermano fue a esperarlo al mismo lugar en que se perdió un año atrás. Volvió a ver la misma escena, tal y como se los dijo el consejero. En ese instante jaló a su hermano fuertemente para que ya no le vendieran nada, comenzó a rezar y a platicar con su hermano, y éste le preguntó:

— ¿Por qué estas triste?

Él contestó:

—Tú estuviste perdido un año y estuvimos preocupados por que no sabíamos donde estabas, pero ya que te encontramos, vamos a casa para que descanses.

Cuando llegaron a casa, sus padres, hermanos y amigos se alegraron mucho. Y desde entonces ya no les permiten que vayan solos al cerro.

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LOS HUESOS SAGRADOS

Hace mucho tiempo, los dioses intentaron crear a los seres humanos en cuatro ocasiones, pero no tuvieron éxito.La primera vez, todas las personas fueron devoradas por jaguares; la segunda, un viento fuerte arrastró todo cuanto encontró a su paso y los hombres y mujeres se convirtieron en monos. La tercera, una lluvia de fuego quemó la tierra y los seres humanos se convirtieron en aves. La cuarta, llovió tanto que la tierra se inundó y las personas se convirtieron en peces.Entonces los dioses se reunieron para hablar.La tierra está lista para que habiten en ella el hombre y la mujer –dijo Huitzilopochtli, dios del sol.–Pero, ¿cómo lo haremos? –preguntaron los demás.–Si queremos crear seres inteligentes y fuertes –dijo Quetzalcóatl, la Serpiente Emplumada– necesitamos formarlos con los huesos sagrados que se encuentran en Mictlan, el lugar de los muertos.–¿No hay otra manera? –Preguntó Xipe Totec, dios de la primavera–. Nadie ha regresado del Mictlan con vida.–Es la única manera –contestó Quetzalcóatl–, pero no se preocupen, yo iré por los huesos sagrados.Realizó un viaje largo y peligroso. Cuando llegó al Mictlan quedó en presencia del dios de los muertos.–¿Qué buscas aquí? –preguntó Mictlantecuhtli.–He venido por los huesos sagrados –contestó Quetzalcóatl–, para formar a los hombres y mujeres que poblarán la tierra.–Te los daré, si haces lo que te pida –dijo Mictlantecuhtli.Quetzalcóatl asintió con la cabeza.–Quiero que hagas sonar mi caracol marino.

Quetzalcóatl tomó el caracol pero no pudo hacerlo sonar; entonces se dio cuenta de que le habían tendido una trampa. –¡Está tapado! –exclamó.Soltando una carcajada, el dios de los muertos le dijo:–Entonces no te daré los huesos.Quetzalcóatl colocó el caracol en el suelo, se arrodilló y empezó a cantar una melodía que atrajo a dos gusanos que perforaron el caracol. Quetzalcóatl lo tomó y lo tocó.–He cumplido –dijo–; dame los huesos sagrados.Muy molesto, Mictlantecuhtli dijo:–Tendré que dártelos.Junto al trono del dios de los muertos se encontraban dos montones de huesos: uno era para crear al hombre y el otro para crear a la mujer. Quetzalcóatl los tomó y se apresuró a salir.En eso, Mictlantecuhtli gritó a sus criaturas:–¡Deténganlo!Pero Quetzalcóatl logró escapar.Al llegar con los otros dioses, extendió los huesos en el piso, en dos montones, tomó el primero y lo molió. Lo colocó en un recipiente de barro, le agregó agua y con la pasta que obtuvo formó al hombre. Con el otro montón formó a la mujer. Luego, se pinchó con una espina de maguey, derramó unas gotas de su sangre sobre las figuras y éstas cobraron vida.Los dioses contemplaron con satisfacción estos nuevos seres que desde entonces poblaron la tierra.

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LA PRINCESA DONAJÍ

Donají era la bella hija del rey zapoteca Cosijopí, soberano indómito que defendía con fiereza a su pueblo de la codicia de aztecas y conquistadores españoles. Donají vivía junto a su familia en el espléndido palacio de Dani Dixhina, el Cerro Venado. Pero gustaba de perderse en los bosques cercanos donde, olvidada de su alto rango, se deleitaba con el simple rumor del viento o el canto de los pájaros. Su lugar favorito del bosque era Guela Bupu, una cueva situada debajo de una espumosa cascada: el lugar perfecto para un refrescante baño matinal.

Cierto día, Donají, admirada por la belleza de los bosques, se alejó tanto que no consiguió encontrar el camino de regreso. Tras intentar vanamente regresar a su palacio, la muchacha se recostó, agotada, bajo un frondoso pochote, a cuya fresca sombra se quedó profundamente dormida. Al despertar, la princesa no pudo reprimir un grito de terror: un capitán español se encontraba de pie frente a ella. Sin embargo, el joven no hizo ademán alguno de atacarla. Deslumbrado por la belleza de Donají, no había atinado más que permanecer junto a ella, observándola fascinado. La muchacha, espantada, echó a correr a través del bosque, y finalmente pudo regresar a su hogar.

Pero al día siguiente, sin que ella se explicara muy bien por qué, sus pasos volvieron a llevarla junto al viejo pochote.Allí la esperaba el joven capitán. Muy pronto, pese a desconocer el idioma del otro, Donají y su español estaban profundamente enamorados.

Pero los padres de la muchacha preparaban su boda con el más fuerte y distinguido de los guerreros zapotecas. Donají, valiente y decidida, rechazó ese noviazgo impuesto y rogó a su padre que le permitiera unirse en cambio al capitán español. Pero el rey, horrorizado, no hizo más que adelantar la boda, prohibiéndole que volviese al bosque. Donají, entonces, subió a la cima de la cascada sobre su amada Guela Bupu y se arrojó a la cascada.

Desde entonces, dicen que en las aguas cercanas al lugar de la tragedia flota una jícara hermosa, pero que nadie puede alcanzar. Como nadie pudo apoderarse por la fuerza del corazón de la bella Donají, valiente y noble como toda la raza zapoteca.

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LA PIEL DEL VENADO

Los mayas cuentan que hubo una época en la cual la piel del venado era distinta a como hoy la conocemos. En ese tiempo, tenía un color muy claro, por eso el venado podía verse con mucha facilidad desde cualquier parte del monte. Gracias a ello, era presa fácil para los cazadores, quienes apreciaban mucho el sabor de su carne y la resistencia de su piel, que usaban en la construcción de escudos para los guerreros. Por esas razones, el venado era muy perseguido y estuvo a punto de desaparecer de El Mayab.

Pero un día, un pequeño venado bebía agua cuando escuchó voces extrañas; al voltear vio que era un grupo de cazadores que disparaban sus flechas contra él. Muy asustado, el cervatillo corrió tan veloz como se lo permitían sus patas, pero sus perseguidores casi lo atrapaban. Justo cuando una flecha iba a herirlo, resbaló y cayó dentro de una cueva oculta por matorrales.

En esta cueva vivían tres genios buenos, quienes escucharon al venado quejarse, ya que se había lastimado una pata al caer. Compadecidos por el sufrimiento del animal, los genios aliviaron sus heridas y le permitieron esconderse unos días. El cervatillo estaba muy agradecido y no se cansaba de lamer las manos de sus protectores, así que los genios le tomaron cariño.

En unos días, el animal sanó y ya podía irse de la cueva. Se despidió de los tres genios, pero antes de que se fuera, uno de ellos le dijo:—¡Espera! No te vayas aún; queremos concederte un don, pídenos lo que más desees.

El cervatillo lo pensó un rato y después les dijo con seriedad:—Lo que más deseo es que los venados estemos protegidos de los hombres, ¿ustedes pueden ayudarme?

—Claro que sí —aseguraron los genios. Luego, lo acompañaron fuera de la cueva. Entonces uno de los genios tomó un poco de tierra y la echó sobre la piel del venado, al mismo tiempo que otro de ellos le pidió al sol que sus rayos cambiaran de color al animal. Poco a poco, la piel del cervatillo dejó de ser clara y se llenó de manchas, hasta que tuvo el mismo tono que la tierra que cubre el suelo de El Mayab. En ese momento, el tercer genio dijo: —A partir de hoy, la piel de los venados tendrá el color de nuestra tierra y con ella será confundida. Así los venados se ocultarán de los cazadores, pero si un día están en peligro, podrán entrar a lo más profundo de las cuevas, allí nadie los encontrará.

El cervatillo agradeció a los genios el favor que le hicieron y corrió a darles la noticia a sus compañeros. Desde ese día, la piel del venado representa a El Mayab: su color es el de la tierra y las manchas que la cubren son como la entrada de las cuevas. Todavía hoy, los venados sienten gratitud hacia los genios, pues por el don que les dieron muchos de ellos lograron escapar de los cazadores y todavía habitan la tierra de los mayas.

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EL NIÑO DESAPARECIDO

Existió una familia que todos los días se levantaba muy temprano, preparaba sus alimentos e iba a cortar café, acompañada de su pequeño hijo.

Como todos los días, tomaron sus utensilios de trabajo y se fueron al cafetal. Al llegar, acondicionaron una hamaca para acostar al pequeño.

La madre lo meció un rato y cuando éste se quedó dormido, fue a alcanzar a su esposo para iniciar su labor. A medio día, el señor tuvo hambre y dijo a su esposa:

—Ya tengo hambre ¿Y tú?

Ella contestó:

—Yo no, pero si quieres vamos a comer y aprovechamos para ver si el niño ya despertó para darle de comer y después seguimos cortando, hasta completar el costal grande, para venderlo en la tarde y así tener dinero para mañana.

Llegaron donde habían dejado a su hijo y grande fue Su sorpresa, pues el niño no se encontraba. Suspendieron la comida e iniciaron la búsqueda de su hijo. Llorando, recorrieron todos los lugares por donde creían que se encontraba, y por ningún lado lo hallaron. De tanto caminar se cansaron; como la noche se acercaba recogieron lo que llevaban y regresaron a su casa.

Al llegar a su casa, fueron a visitar a la autoridad para hacerle saber lo que había sucedido y pedirle su apoyo para seguir buscando a su pequeño.

El representante invitó a otras personas, y muy de mañana emprendieron la tarea de continuar buscando al extraviado. Llegaron donde estuvo el niño y desde ahí iniciaron su búsqueda. Así pasaron cuatro días buscándolo y el niño por ningún lugar apareció. El cansancio los agotó, se desesperaron y suspendieron la tarea.

Pasaron 15 días, el señor conversó con su esposa y decidieron ir nuevamente al lugar donde había sucedido la tragedia. Caminaron hasta llegar al lugar y en esta ocasión su sorpresa fue mayor, porque ahí donde durmió el pequeño, encontraron su esqueleto.

Han pasado ya varios años, y nadie se explica quien le hizo daño al niño, la finca está abandonada desde que sucedió este hecho.

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EL NIÑO QUE SE ENCUEVO

En un pequeño pueblo vivía un niño que siempre andaba pastoreando a sus chivos, y por eso le gustaba andar por todo su terreno. Un día sus animales huyeron al bosque y se fueron muy lejos a terrenos ajenos y de difícil acceso, pero el niño fue a buscarlos y cuando los encontró, escuchó que alguien le tiró una piedra; como no era temeroso, se acercó al lugar por donde había salido y descubrió una enorme cueva, pero decidió retirarse por que ya era tarde.

Al día siguiente, regresó y esta vez se atrevió a entrar, pero lo único que logró fue perderse y jamás lo encontraron. Cuentan los adultos que cuando alguien pasa por ese lugar se escucha el canto del niño dentro de la cueva, por lo que advierten: No entrar solo a las cuevas desconocidas porque existe el riesgo de correr la misma suerte del niño que se encuevó.

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LEYENDAS AZTECAS

Existió un hombre que estaba obsesionado por ser el favorito de los dioses, día y noche les rezaba, llego un día donde el pensó que su familia se interponía en sus deseos y decidió huir al bosque para rezar tranquilamente desde ahí.

Después de algún tiempo los dioses se sorprendieron al ver que el hombre rezaba día y noche solo en el bosque, rápidamente decidieron probar su fe, el hombre había dicho que no saldría del bosque, que permanecería en ese lugar rezando por un tiempo, los dioses intentaron hacerlo salir del bosque para probar que no era realmente fiel pero ninguno pudo, en ese momento la diosa más hermosa de todas apareció fuera del bosque y comenzó a llamar al hombre, este quedo sorprendido de la belleza, ella le dijo que lo recompensaría por sus rezos, entonces el hombre salió rompiendo su promesa, al hacer ella le corto la cab. como castigo y su cuerpo fue transformado en escorpión.

Es así como se dice que nacieron los escorpiones.

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LOS NIÑOS TRAVIESOS

Hace mucho tiempo había unos niños traviesos que les gustaba jugar de noche; aunque sus padres lo prohibían, los niños no hacían caso. Una noche, mientras jugaban, un hombre quiso asustarlos. Éste se disfrazó de un extraño animal, rugía, aullaba y hacía ruido al mover la maleza; los niños le lanzaron piedras, obligándolo a huir del lugar.

Desde luego, esto, a los niños les causó mucha gracia y continuaron jugando. Aquel hombre no se dio por vencido y regresó convertido en una enorme bestia. En esta ocasión todos los niños querían subir al lomo del animal y como eran varios, no cupieron. De pronto uno

de ellos dijo:

—¡Colguémosle un palo para que todos podamos subir!Así lo hicieron y durante largo rato anduvieron divirtiéndose sin percatarse del paso de las horas.

Llegada la media noche se escuchó el canto de un gallo y en ese instante el animal desapareció y todos los niños cayeron al suelo. Los niños se asustaron demasiado y todos se fueron a sus casas.

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TLAZOLTEOTL

Un hombre llamado Jappán quería llegar a ser el favorito de los dioses; abandono a su familia y todos sus bienes, y comenzó su vida de ermitaño en el desierto. Una vez allí, permaneció día y noche entregado a la devoción.

Los dioses quisieron poner a prueba su virtud y ordenaron al demonio Yaotl –el enemigo- que lo tentara y lo castigara si se rendía. Yaotl le ofreció las criaturas más hermosas para hacerlo bajar de la alta roca donde se había instalado, pero todo fue en vano. La diosa Tlazolteaotl, interesada en aquel juego, se presento ante Jappán, que al ver su hermosura quedo turbado, y le dijo:

-Hermano Jappán, maravillada de tu virtud y conmovida por tus sufrimientos, quiero reconfortarte. ¿Cómo puedo llegar hasta ti para hablarte mas cómodamente?

El ermitaño, sin darse cuenta de la trampa que le tendía, bajo de su roca y ayudo a la diosa a subir a ella. Al hacerlo, la virtud de Jappán cayó y enseguida llego Yaotl –y a pesar de todas sus suplicas- le corto la cabeza.

Los dioses lo transformaron en escorpión y avergonzado se escondió bajo la piedra. Luego Yaotl fue a buscar a la mujer de Jappán, Tlahuizin –la inflamada- y la llevo junto a la piedra donde estaba escondido su marido, le contó lo que había pasado y también le corto la cabeza.

Uniéndose a su marido bajo la roca, dieron nacimiento a escorpiones de diferentes colores. Los dioses consideraron que Yaotl se había excedido en su misión y lo transformaron en saltamontes.

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EL PERRO-NAGUAL

Y siempre las señoras hacían tortillas en canastos grandes. Siempre las hacían en la noche para el otro día llevárselas a vender. Y siempre les faltaban las tortillas. Decían:

—¿Pus qué pasaría?, ¿quién se llevará las tortillas que ponemos en los canastos para vender?

Y que un día dicen que llega..., que dicen que estaban paradas espiándola ver quién y que dicen que era, pues, un perro que se llevaba las tortillas.

Y sacan el machete y que le dan al perro, y se fue sangrando el perro. Y al otro día que amaneció se fueron siguiendo la sangre del perro. Entonces se siguió y se siguió, y al llegar a una casita ahí terminó la sangre. Entonces,pues, tocaron, y salieron, y era una viejita que estaba herida. . .

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EL CARNICERO NAGUAL

Nos cuenta mi papá algo del nagual: dice que había un carnicero que siempre tenía mucha carne y manteca y siempre de la mejor en Todos Santos, en diciembre, y muchos guajolotes. Y una noche iba mi papá y un amigo bien borrachos cuando vieron un burro que llevaba cargando un marrano, pero bien grandote. Pero iba solo, y como no tenía dueño, que lo agarran y se fueron caminando con el burro. Pero después de un rato el burro se convirtió en el carnicero y les dijo que no lo delataran yles daba carne y manteca y dinero si querían. Y por el asombro y miedo aceptaron. Después de un tiempo lo mataron en un corral cuando se estaba robando unos guajolotes, y se hizo gente, y se acabó el nagual.

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LA MUCHACHA QUE BEBÍA SANGRE

Una muchacha se casó con un muchacho. Entonces se la llevó a vivir con sus papás, el muchacho. Entonces ella no comía ni comida ni sal ni cosas, pero ella se iba diario a visitar a su mamá, y decían:

—¿Por qué no querrá ella comer aquí?

Decían:

—Pues quién sabe, decían, es que no quiere comer, dicen, y así es todo el tiempo.

Entonces se iba para su casa de su mamá y allí llegaba, y veían cómo se tomaba la sangre en botellas. Entonces no quería la sal porque era bruja.

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LA MUJER-VÍBORA

Dicen que en una barranca, en el cerro de Jazmín, en Hidalgo, hay una mujer que dice siempre que por favor la saquen. Es una mujer muy bonita. Entonces van y se bajan y la suben cargando, pero ya como a medio camino les empieza a pesar mucho, y ya cuando se voltean (porque pesa y van avanzando y va pesando más)..., y resulta que cuando se voltean es una víbora enorme. Y la tiran. Y entonces se queda llorando, porque además la dejan peor.

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LA MUJER QUE FLOTABA EN EL AIRE

Que un borrachito que en la noche andaba en la calle y que vio una mujer muy bella y la fue siguiendo, la fue siguiendo, pero se dio cuenta de que no caminaba, sino que iba flotando en el aire, que iba caminando con una falda blanca muy larga, pero se veía que no daba paso, sino que iba flotando en el aire. Cuando en eso ya, la quiso alcanzar..., porque para verla..., y que voltea la cara y que grita: “¡aaay, mis hijos!” Es lo de la Llorona, se le quitó hasta la borrachera. Es un hecho real.

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LA MUJER DE BLANCO

Uno de mis abuelitos, al venir con unos vecinos caminando sobre una avenida larga —ya eran más de las doce de la noche—, se encontraron una persona de blanco y de cabello largo que iba caminando. Ya dice que cuando en el momento que pasa junto a ellos los roza con el codo.

Al llegar a la casa, él queda completamente ya sin voz y mudo. ¿Y las otras personas? Una de ellas falleció, ¡ah!, y se lo atribuyeron a ella. Y el otro, al despertar, pues se dio cuenta, pues, que ya no podía hablar para nada. Y con humo solamente le fueron limpiando los oídos para que poco a poco fuera recuperando la voz, era eso. [Entrevistador: ¿Y era la Llorona?] Sí, por lo que cuentan, pues sí; toda de blanco, y le digo que flotaba. Entonces eso es lo que contaban, por la hora le digo que era la Llorona.

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LA NOVIA

Un muchachos me platicó que un día fueron a una fiesta, este, salieron de la fiesta y por allá vieron a una novia, ¿no? Entons, vieron a una novia, y el otro amigo dijo: —¡Mira!, dice, ¡ya se salió la novia!, ¡vamos a seguirla! Y dice que el otro joven la siguió, y que cuando se quiso dar cuenta, en un poste dio la vuelta, y cuando se dieron cuenta ya estaba hasta la otra esquina. Que entonces dijeron: “¡es la Llorona!”, y que el otro muchacho se murió porque quiso seguir a la Llorona.

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PAQUIME

La primera chispa de mi pedernal caerá en el sur, la segunda caerá en el norte, la tercera en el oriente, la cuarta en el poniente y la quinta caerá en el centro que soy yo mismo: Tatevarí Tamatz.

al decir esto se encendió la yesca y el viejo se convirtió en una gran llamarada. Los animales se asustaron, era la primera vez que veían el fuego, era la primera vez que se veían a sí mismos.

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EL GATO Y EL PAJARITO

Una vez, en una casa vivía un gato. En medio de la casa estaban tirados muchos maicitos donde siempre iba a comer un pajarito, el gato se enojó y dijo:

– Ahora sí me voy a comer a ese pajarito, ya me hizo enojar mucho, siempre cuando viene me despierta. Ahora me lo voy a comer; y en una ocasión lo agarró y ya lo iba a poner en la lumbre. Entonces el pajarito le dijo al gato:

– Ve a lavarte las manos, si no te va a dar diarrea. El gato se fue a lavar las manos y el pajarito aprovechó la ocasión y voló.

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EL CONEJO Y EL HOMBRE

Había una vez un conejo y un hombre. Éste sembró frijol para vender los ejotes, y el conejo se comió toda la cosecha. El señor pensó poner en su huerta un espantapájaros para asustar al conejo, y así se fuera a comer a otro lugar, pero el conejo se escondió debajo de una piedra para que no lo vieran. Por ahí salieron unos perros, y de inmediato lo olfatearon. El dueño de la huerta dijo:

– Ahora verás conejo, te van a comer los perros, si te matan nunca más volverán a tenerte coraje los hombres y así ya no podrás hacer más daño a las huertas y aprenderás de no causar perjuicios y a respetar la propiedad ajena.

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EL ESPEJO DE LOS DIOSES

Cuenta la leyenda que a la llegada de los españoles a Michoacán, después de la caída de Tenochtitlán, un español se enamoró de Eréndira, la hermosa hija de Tangaxoan, rey de los purépechas; la raptó y la escondió en un precioso valle rodeado de montañas.

La princesa, sentada sobre una roca, lloró tanto que sus lágrimas formaron un gran lago, y luego, desesperada por escapar, se arrojó al mismo, en donde se convirtió en sirena. Desde entonces, por su gran belleza, al lago se le llamó Zirahuén, que en purépecha significa “espejo de los dioses”.

Dicen que la sirena aún vaga por esas aguas y que en las primeras horas de la madrugada surge del fondo para encantar a los hombres y ahogarlos.

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EL TLACUACHE Y EL COYOTE

Había una vez un tlacuache y un coyote. El tlacuache estaba atajando una piedra, llegó el coyote y le preguntó:

– ¿Qué es lo que atajas, tlacuache?

Contestó el tlacuache:

– Estoy atajando una piedra, si no la atajo se pierde el mundo.

El coyote le vuelve a preguntar:

– ¿Ya te cansaste tlacuache de tanto atajar la piedra?Contestó el tlacuache:

– Ya me cansé.

Pero el coyote, muy contento, se ofreció a ayudarle y le dijo:

– Yo voy a atajar la piedra para que no se pierda el mundo, si no nos perderemos tú y yo; si quieres ve a buscar comida, yo aquí te espero.

El tlacuache muy obediente se fue a buscar la comida, pero se tardó mucho y no podía llegar, el coyote ya tenía hambre y dijo:

– Aunque se pierda el mundo, soltaré la piedra.

El coyote soltó la piedra y se fue a buscar al tlacuache. Lo encontró en unos nopales comiendo tunas y le dijo:

– ¡Tú me engañaste, me dijiste que regresarías y no lo hiciste, ahora me las vas a pagar!

– ¿Qué dijiste?

Responde el tlacuache:

– No te enojes, coyote, vengo a comer tunas maduras.

El tlacuache le ofreció una tuna madura y éste se la comió, la sintió tan sabrosa que le volvió a pedir otra, pero esta tuna era verde y tenía espinas, y a la hora de comerla se espinó y ahí quedó tirado boca abajo.

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CHALCHIUTECÓLOTL Y TLACATECÓLOTL

Chalchiutecólotl, Precioso Búho Nocturno, dios del Inframundo, de la pestilencia y del misterio fue venerado y temido por los mexicas. El tecolote, “pico encorvado”, símbolo de la muerte y de la noche, era el décimo de los trece glifos del Tonalpohualli, Libro de la Adivinación. Chalchiutecólotl fue el eterno acompañante del dios Tezcatlipoca, a la vez que el mensajero del dios de la muerte y patrón de aquellas personas que nacían el día Miquiztli, “muerte”. Se le temía porque presagiaba enfermedades y catástrofes, y se le ligaba con los Tlacatecólotl, “los hombres búhos”, ladrones y violadores quienes tenían la capacidad de convertirse en tecolotes cuando estaban a punto de ser atrapados y así poder huir. Desde entonces, el tecolote anuncia la muerte: “Cuando el tecolote canta el indio muere”, dice el refrán.

Los nahuas de la región de los Tuxtlas, Veracruz, ven al tecolote como un ave de mal agüero que envían los brujos con el propósito de quitar el alma a los hombres y causarles la muerte. Los brujos arrojan tecolotes disecados rellenos de hojas de maíz al techo de la casa donde vive la persona que desean matar.

Los nahuas de Chicontepec cuentan que en el inicio de los tiempos, Ompacatotiotzin, el dios dual, durante la repartición de las tareas que correspondían a cada uno de los dioses en el momento de la Creación, indicó a Tlacatecólotl, el Hombre Búho, que él sería el encargado de vigilar la conducta de los seres humanos y de dar el castigo que se merecían aquéllos que pecaran de desobediencia. Fue su esposa Miztli, la Luna, la designada para ayudarle a llevar a cabo dicha tarea. El Hombre Búho es también quien propiciaba el equilibrio cosmogónico, pues auxiliaba al dios Sol en su tarea de alumbrar a la Tierra; sus dos amos son el Sol y la Luna.

El dios Tlacatecólotl otorgaba riquezas a los hombres, pero que también podía quitárselas a su arbitrio; gustaba de provocar discordias, pero resolvía muchos problemas de difícil solución; curaba las enfermedades, pero también era capaz de provocar la muerte; era el actante mediador entre el bien y el mal. Debido a estas cualidades contradictorias y al poder que tenía para ejercerlas, fue un dios muy respetado y muy temido. Tlacatecólotl tenía un espejo luminoso y mágico en un cerro llamado Xicoatepec. Gustaba de usar indumentaria de color café y de llevar un sahumerio con copal en las manos del cual nunca se desprendía.

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LA NAHUAL DE COYOACÁN

Hace mucho tiempo existía una bella doncella, quien se había casado con el joven más guapo del pueblo. Todos decían que eran la pareja ideal.

Cierta mañana su compadre le preguntó: “¿qué tal es tu mujer?”

“Excelente además de bella una estupenda cocinera. Lo que no me acaba de agradar es que desde que nos casamos me prepara moronga.”

Esto extraño al compadre, quien al día siguiente regreso y le dijo: “compadre no es por chismear, pero a mí me dijeron que eso es malo. Pregúntele a la comadrita el porqué.”

Acto seguido se fue el hombre y cuestiono a mujer: “oye amor ¿porque siempre desayunamos moronga?”

“es porque mi padre es dueño del rastro y lo que no se vende nos lo repartimos entre los hijos, a mi hermano mayor lo tocan las viseras, a mi hermana las patas, y a mí la sangre... por eso.”

El hombre quedo complacido con dicha explicación. Sin embargo el compadre se presento asustado, comentándole que en el pueblo todos sabían que ella era una bruja y que por ello nadie le desposaba.

“mejor espíela compadre... espíela... y vera de dónde saca la moronga.”

Así lo hizo y tempranito en la mañana antes de que el sol saliera, vio como su mujer se levanto y camino hacia la cocina...

A través del fogón vio la figura de su esposa. La cual ante sus ojos y sin percatarse de ser vista, se empezó a quitarse la piel y convertirse en una bola de fuego...

El Joven quedo impactado sin habla, corrió a ver a su compadre y contarle lo que había visto...

“Compadre.... compadre... salga rápido por favor.”

Gritaba el joven, quien al ver a su compadre sin mediar palabra le tomo del brazo y se lo llevo a su casa. Ahí encontraron la piel de su esposa, el compadre al verla se quedo sin habla, mas en un momento de lucidez le dijo: “quemémosla, así no podrá regresar y así ya no seguirá matando a más niños”

Y así lo hicieron.

Quemaron la piel de la joven, quien al regresar y no encontrar su piel gritaba enfurecida y al mismo tiempo asustada pues la mañana se acercaba y el sol empezaba a verse en el horizonte.

El joven escondido y muy asustado vio cuando los primeros rayos del sol quemaron a su esposa.

…y este fue el fin de la nahual de Coyoacán.

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UN SAPO QUE ERA UNA MUCHACHA

Había una señora que tenía tres hijos: el primero se llamaba Pedro, el segundo Tito y el tercero Juan. Se casó Pedro y después se casó Tito. Juan todavía no se casaba, y se iban a trabajar los tres juntos. Siempre veían que pasaba un burro que cargaba una bolsa, entonces pensó Juan:

– Voy a ver ese burro, a ver qué lleva en la bolsa y la voy a agarrar.

De pronto escuchó una voz que dijo:

– No me agarres, porque si me agarras te casas conmigo.

Y no lo agarró, y así pasaron los días, pero el muchacho se decidió, y agarró la bolsa, y vio que era un sapo que estaba adentro y se casó con él; siempre lo andaba cargando en un morralito. Cuando iba a lavar lo soltaba en el agua, lo lavaba muy bien y así pasaron los días hasta que se decidió la suegra que molieran las tres nueras para ver quien molía más bien, las comparó y molió mejor el sapo haciendo las tortillas esponjaditas. Pasaron unos días más y Tito y Pedro se decidieron casar.

Fueron al pueblo más cercano. Y el sapo también se quería casar, se fueron y llegaron a un río. Entonces el sapo se quería bañar y dijo:

– Suéltame aquí, porque voy a bañarme y si ves que sale algo no te espantes.

Se metió al agua, tardó un poco y que sale un caballo. El muchacho lo atajó, después volvió a salir otro, al poco rato sale una muchacha de pelo largo muy bonita y se fueron al pueblo para que se casaran. La gente se admiró porque la muchacha era muy guapa, y así se casaron los tres herma nos. Al terminar el casamiento se fueron a su pueblo e hicieron festa. Comieron y tomaron, hubo de todo y querían mucho a la muchacha bonita que era el sapo.

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Page 114: Antología de Cuentos Prehispánicos

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Texto extraído del libro Leyendas y Consejas del Antiguo Yucatán de Ermilo Abreu Gómez. Editado por el Fondo de Cultura Económica, México.