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Page 1: ANTE LA MUERTE DEL PAPA - Diócesis de Córdoba · Para los cristianos la caridad fraterna se prolonga tras la muerte, haciéndose súplica fer-viente en favor de los difuntos. Pidamos
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II

El Santo Padre Juan Pablo II acabade fallecer en la Ciudad del Vaticanoconfortado por la cercanía del Señor, elcariño y la plegaria de los católicos detodo el mundo y el respeto de millonesde hombres y mujeres de buena volun-tad.

Al mismo tiempo que comunicooficialmente a la Diócesis esta noticia,no por esperada menos triste, comoObispo de esta Iglesia particular, sucesorde los Apóstoles y miembro del ColegioEpiscopal del que el Papa es cabeza,exhorto encarecidamente a todos losfieles a que manifestéis vuestro amorfilial al Papa rezando por él. Para loscristianos la caridad fraterna se prolongatras la muerte, haciéndose súplica fer-viente en favor de los difuntos. Pidamosa Dios nuestro Señor, como nos enseñala liturgia, que el Papa Juan Pablo II,Pastor universal de la Iglesia durantemás de veintiséis años, sea ahora recibidoen la gloria por Jesucristo, de quien hasido su Vicario en la tierra, y reciba delsupremo Pastor la corona de gloria queno se marchita (1 Ped 5,4).

A los sufragios por el eterno descan-so del Papa, que se celebrarán en todaslas parroquias y comunidades eclesialesen los próximos días y al funeral solemneque tendrá lugar en la Catedral de Cór-doba en la fecha que se dará a conoceroportunamente, unimos nuestra plegariade acción de gracias a Dios por todoslos dones que ha concedido a la Iglesiay al mundo a través de la figura excep-cional y egregia del Papa Juan Pablo II.

En ellos reconocemos un signo del amorprovidente de Dios y el fruto más pre-ciado de la comunión de los Santos.

Queridos diocesanos: mientras elSanto Padre Juan Pablo II se encaminaal encuentro definitivo con Jesucristo,al que ha amado y servido apasionada-mente en su Iglesia, nos deja su doctrinay el testimonio de la entrega de su vidahasta el último aliento a su misión dePastor. En estos momentos creo muyoportuno recordaros unas palabras desu primera encíclica, Redemptor Ho-minis, escrita pocos meses después delinicio de su Pontificado en aquel inol-vidable 16 de octubre de 1978: «la únicaorientación del espíritu, la única direc-ción del entendimiento, de la voluntady del corazón es para nosotros ésta: haciaCristo, Redentor del hombre; hacia Cris-to, Redentor del mundo. A Él nosotrosqueremos mirar, porque sólo en Él, Hijode Dios, hay salvación, renovando laafirmación de Pedro: Señor, ¿a quiéniríamos? Sólo Tú tienes palabras de vidaeterna» (n.7). La vida entera de JuanPablo II ha sido la mejor rúbrica de estashermosas palabras, que sintetizan todosu pontificado. Acojámoslas en esta horacomo su mejor legado, como su testa-mento, como orientación fundamentalpara nuestra vida cristiana personal ytambién para la vida de nuestras comu-nidades.

El Papa ha muerto en los compasesfinales de la octava de la Pascua de Re-surrección, cuando toda la Iglesia sealegra por la victoria de Cristo sobre la

muerte, que es el fundamento más firmede nuestra fe y de nuestra esperanza enla resurrección de los muertos. Pidamosa Dios que en el encuentro con el Resu-citado experimente la alegría de la plenaposesión de la verdad, en la cual haconfirmado a toda la Iglesia durante suvida con tanta fidelidad, valentía y niti-dez.

Pidamos también por la Iglesia,huérfana en estos días de su Padre yPastor, confiados en la promesa delSeñor: "Yo estoy con vosotros todoslos días hasta la consumación del mundo"(Mt 28,20).

Córdoba, 2 de abril de 2005

+ Juan José Asenjo PelegrinaObispo de Córdoba

ANTE LA MUERTE DEL PAPAComunicado del Obispo de Córdoba

Con motivo del fallecimiento del SantoPadre el Papa Juan Pablo II, la oficinade Información del Obispado de Cór-doba dio a conocer a la prensa que:

• El Excmo. y Rvdmo. Sr. D. Juan JoséAsenjo Pelegrina, Obispo de Córdoba,ha enviado sendos telegramas de condo-lencia a la Secretaria de Estado del Vati-cano y a la Nunciatura Apostólica enMadrid.• El Excmo. Cabildo de la Santa IglesiaCatedral de Córdoba ha enviado tam-bién telegramas a los citados destinata-rios.

• El domingo, día 3 de abril, tras lacelebración de un Cabildo extraordina-rio, las campanas de la Santa IglesiaCatedral doblarán como han hecho estanoche, nada más conocerse la noticiadel fallecimiento del Papa; a este signose unirán las campanas de las iglesias dela ciudad y de la Diócesis.• El Sr. Obispo convoca a todos losfieles a la celebración de la Eucaristíaen la Santa Iglesia Catedral por el eternodescanso del Papa Juan Pablo II, el mar-tes día 5, a las 20,00. Así mismo invitaa celebrar la eucaristía por el eternodescanso del Santo Padre a todas las

parroquias, comunidades de religio-sos/as, movimientos, asociaciones y gru-pos.• En la Capilla de la Virgen del Pilar ,en el Palacio Episcopal, se ha instaladoun libro de firmas en el que todos loscordobeses que lo deseen podrán mani-festar su sentimiento de condolenciapor el fallecimiento del Santo Padre.Pueden hacerlo a lo largo del domingo,lunes y martes próximo en los siguienteshorarios:

o mañana de 9 a 14,00o tarde de 16,00 a 20,00h.

DIÓCESIS DE CÓRDOBA, 2 DE ABRIL DE 2005

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III

KAROL WOJTYLAKarol Józef Wojtyla, conocido como

Juan Pablo II desde su elección al papa-do en octubre de 1978, nació en Wado-wice, una pequeña ciudad a 50 kms. deCracovia, el 18 de mayo de 1920. Era elsegundo de los dos hijos de Karol Wo-jtyla y Emilia Kaczorowska. La tragediagolpeó a este niño polaco cuando a susocho años su madre falleció. Su hermanomayor Edmund (médico) murió en 1932y su padre (suboficial del ejército) en1941. El sufrimiento ante tanta pérdidano hizo mella su carácter jovial y enér-gico, a la vez que profundamente interior.

A los 9 años hizo la Primera Comu-

nión, y a los 18 recibió la Confirmación.Era el primero de su clase y buscaba aDios de forma cada vez más personal.Un chico de mucho talento, muy rápidoy muy bueno. Sobresalía por ser muyleal a sus compañeros. A pesar de latragedia que surcaba su vida, Karol eraun entusiasta en el deporte, un jovenmuy sociable. Terminados los estudiosde enseñanza media, se matriculó en1938 en la Universidad Jagellónica deCracovia y en una escuela de teatro.Cuando las fuerzas de ocupación nazicerraron la Universidad, en 1939, eljoven Karol tuvo que trabajar en unacantera y luego en una fábrica química,para ganarse la vida y evitar la deporta-ción a Alemania.

A partir de 1942, al sentir la vocaciónal sacerdocio, siguió las clases de for-mación del seminario clandestino deCracovia, dirigido por el Arzobispo deCracovia, Cardenal Adam Stefan Sa-pieha. Ser detenido como seminaristasecreto significaba la muerte en uncampo de concentración, como de hechosucedió a no pocos polacos en esa si-tuación. Karol se levantaba al amanecerpara ir a misa a las seis y media; luegose iba corriendo a la fábrica Solvay,donde pasaba el día; visitaba la tumba

de su padre en el cementerio y volvíacorriendo a casa para hacer los deberesdel seminario. A veces llegaba a misa deseis y media después de salir del turnode noche.

Tras la segunda guerra mundial, con-tinuó sus estudios en el seminario mayorde Cracovia, nuevamente abierto, y enla Facultad de Teología de la Universi-dad Jagellónica, hasta su ordenaciónsacerdotal en Cracovia el 1 de noviembrede 1946.

Seguidamente, fue enviado por el Car-denal Sapieha a Roma, donde se doctoróen 1948 en teología, con una tesis sobreel tema de la fe en las obras de San Juan

JUAN PABLO II: UN «DON Y MISTERIO» PARA TODOSHa fallecido Juan Pablo II. 26 años de pontificado con la entrega que el Santo Padre los ha vivido no se resumen con facilidad.Tan solo esta breve reseña a modo de homenaje y acción de gracias a Dios por tanto como hemos recibido en su persona.

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IV

de la Cruz. En aquel período aprovechósus vacaciones para ejercer el ministeriopastoral entre los emigrantes polacos deFrancia, Bélgica y Holanda.

En 1948 volvió a Polonia: su primerdestino como sacerdote fue en Nie-gowici, un primitivo pueblecito en elque no había agua corriente, alcantarilla-do ni electricidad. La región había sidoazotada recientemente por una inunda-ción. Allí se entregó por entero a laatención pastoral de esas pobres gentes,a la enseñanza de religión en varias es-cuelas, a cuidar de los enfermos y visitara todos. Organizó actividades para lagente joven. Viajaba en carro o a pie depueblo en pueblo. Cuando a una viudaanciana le robaron la ropa de cama, Ka-rol le dio la suya y él durmió durantemeses sobre el somier, sin colchón nisábanas. Luego fue vicario en diversasparroquias de Cracovia y capellán delos universitarios hasta 1951; y reanudósus estudios filosóficos y teológicos.Después pasó a ser profesor de TeologíaMoral y Ética Social en el seminariomayor de Cracovia y en la facultad deTeología de Lublin.

El 4 de julio de 1958 -a sus 38 años-fue nombrado por Pío XII ObispoAuxiliar de Cracovia. Recibió la orde-nación episcopal el 28 de septiembre de1958 en la catedral del Wawel (Cracovia),de manos del Arzobispo EugeniuszBaziak. El 13 de enero de 1964 fuenombrado Arzobispo de Cracovia porPablo VI, quien le hizo cardenal el 26de junio de 1967.

Además de participar en el ConcilioVaticano II (1962-65), con una contri-bución importante en la elaboración dela constitución Gaudium et spes, elCardenal Wojtyla tomó parte en todas

las asambleas del Sínodo de los Obispos.

LOS NÚMEROSEn octubre de 1978 subió a la Cátedra

de Pedro en la sede de Roma, sede queha regido durante 26 años. El Pontifica-do de Juan Pablo II ha sido el terceromás largo de la historia. Solamente dospapas han estado a la cabeza de la Iglesiadurante un período más largo: Pío IX(31 años) y San Pedro que oscilaría entre34 y 37 años.

Desde el comienzo de su pontificado,el 16 de octubre de 1978, el Papa JuanPablo II ha sido un apóstol incansable,ha realizado 104 viajes pastorales fuerade Italia, y 146 por el interior de estepaís. Además, como Obispo de Romaha visitado 317 de las 333 parroquiasromanas, cada domingo salía a las pa-rroquias para conocer su diócesis.

Ha publicado cinco libros: «Cruzan-do el umbral de la esperanza» (octubrede 1994); «Don y misterio: en el quin-

cuagésimo aniversario de mi ordenaciónsacerdotal» (noviembre de 1996);«Tríptico romano - Meditaciones», librode poesías (Marzo de 2003); «¡Levan-taos! ¡Vamos!» (mayo de 2004) y «Me-moria e identidad» (febrero de 2005).

Juan Pablo II ha presidido 147 cere-monias de beatificación -en las que haproclamado 1338 beatos- y 51 canoni-zaciones, con un total de 482 santos.Ha creado 231 Cardenales. Ha presi-dido 15 Asambleas del Sínodo de losObispos.

Ningún otro Papa se ha encontradocon tantas personas como Juan PabloII: en cifras, más de 17.600.100 pere-grinos han participado en las más de1160 Audiencias Generales que se ce-lebran los miércoles. Hay que recordartambién las numerosas personalidadesde gobierno con las que se ha entrevis-tado durante las 38 visitas oficiales ylas 738 audiencias o encuentros conjefes de Estado, y 246 audiencias yencuentros con Primeros Ministros.

EL PAPA DE LOS JÓVENESEn el discurso del Papa a los jóvenes

en Santiago de Compostela, les dijo «Notengáis miedo a ser santos...» El Papaha invitado a los jóvenes a ser testigosvalientes de Cristo que no tengan miedoa proclamar con su vida que hoy Cristo,sigue viviendo en medio de nosotros.«Hoy más que nunca el mundo necesitade ti», con estas palabras les transmitíaa los jóvenes cristianos la necesidad departicipar en la «nueva evangelización».

Esta claridad en el mensaje y el espe-cial empeño por pasar el testigo de la fea las nuevas generaciones han hecho deJuan Pablo II el Papa de los jóvenes.Millones de jóvenes cristianos ha agluti-nado en las Jornadas Mundiales de la

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V

Juventud, o en los distintos viajes portodo el mundo.

Las Jornadas Mundiales -que desde1986 se han celebrado por regla generalcada dos años- han sido expresión vivade que la fe está viva en las nuevas ge-neraciones, y la complicidad que JuanPablo II ha mantenido con los cristianosmás jóvenes ha interrogado a todos: ¿quéven los jóvenes -a veces tan alejados dela Iglesia- en el Vicario de Cristo?Ciertamente el sentido de fe en lo quesignifica su figura está de fondo, perotambién se debe destacar el testimoniode vida del Santo Padre, el mensaje ne-tamente evangélico que ha estimuladola entrega de muchos jóvenes, y losgestos de complicidad que Juan Pablo IIha sabido transmitir como nadie.

Las últimas palabras del Santo Padreen su larga agonía también fueron paraellos: «Os he buscado. Ahora venís averme. Os doy las gracias». De estamanera agradecía la presencia de milesde jóvenes en la plaza de San Pedro.

VIAJES APOSTÓLICOSMás de 100 viajes fuera de Italia. En

esos viajes ha visitado 145 países. Comohay algunos en los que ha estado variasveces -por ejemplo España, en cincoocasiones-, en realidad, las visitas a paíseshan sido 210. El número total de kiló-metros recorridos es de 1.157.721, sincontar sus 142 desplazamientos dentrode Italia.

No ha habido en la Historia de laHumanidad un líder público que hayaviajado tanto. Dado que el número decatólicos ha superado ya la cifra de los1.000 millones de personas, podría pen-sarse que el Papa itinerante ha respondi-do al 17,4% de la población mundialque mira hacia Roma buscando en éluna orientación.

Un niño de 11 años preguntó a JuanPablo II en una parroquia romana: «San-to Padre, ¿por qué está siempre viajandopor el mundo?» La respuesta de JuanPablo II al niño romano fue rápida: «ElPapa viaja tanto, porque no todo el mun-do está aquí (en Roma)».

Cuando se le insistía en que bajara elritmo de trabajo y de viajes y que des-cansase algo más, solía contestar conbuen humor: «Ya descansaré en la VidaEterna». Y añadía: «El don de la vida esdemasiado precioso para que nos canse-mos de él». «El tiempo se va, la eternidadespera». He aquí otra posible explicaciónde por qué viajó tanto el Santo Padre.

EL MAGISTERIO:UN TESORO DE ENSEÑANZAS

Debemos destacar de su intenso mi-nisterio papal el abundantísimo Magis-terio que ha dejado Juan Pablo II. Hatocado techo en la divulgación de encícli-cas, 14 en total, donde profundiza ennumerosos temas: sobre la eucaristía ensu relación con la Iglesia; sobre las rela-ciones entre fe y razón; sobre el valorde la vida humana; sobre la enseñanzade la moral de la Iglesia; sobre la Doctri-na Social de la Iglesia; sobre la validezdel mandato misionero; sobre el desarro-llo de la persona y los pueblos; sobre laVirgen María; sobre el Espíritu Santoen la vida de la Iglesia y del mundo; enmemoria de la obra evangelizadora delos santos Cirilo y Metodio; sobre eltrabajo humano; sobre la misericordiadivina; y su encíclica programática. Contodo este elenco de enseñanzas ha dejadoun tesoro de vida para todos los tiempos.Sin olvidar las más de ochenta exhorta-ciones y cartas apostólicas, miles dealocuciones y mensajes, cartas, cateque-sis...

El amor a los más pobres, sobre todoen las nuevas formas de pobreza, ha sidoel eje central de sus enseñanzas. Por elloha llevado una lucha diaria por acre-centar el valor esencial de la vida humana,en todos sus estadios de desarrollo, yen todas sus facetas. El aborto, la mani-pulación con embriones, la eutanasia, ...el trabajo, la justicia y la paz ... hanhecho de este excepcional Papa un puntoclave para la historia del pensamientoy del magisterio eclesial. La defensa aultranza de la familia como ámbito decrecimiento indispensable para todo serhumano, y su fundamento en el matri-

monio, ha abundado en sus escritos; lateología del cuerpo, tan suya y tan no-vedosa, ha abierto nuevos horizontesen el pensamiento teológico. No pode-mos dejar de mencionar su empeñoecuménico en gestos, palabras y doctrina.

Sería interminable la lista de temasque ha tratado y con el valor que los haexpuesto. Anclando siempre su enseñan-za en la revelación, en la tradición reci-bida de sus predecesores, y en la renova-ción iniciada por el Concilio VaticanoII. En su haber debemos destacar unaobra de un extraordinario valor pastoral:el Nuevo Catecismo de la Iglesia Católi-ca, que ha servido y servirá de «ese mis-mo pensar y sentir» bajo una sola voz,la voz de San Pedro.

ÚLTIMOS TIEMPOSEn los últimos años de su pontificado

hemos contemplado a un anciano Papaque nos hablaba con el lenguaje corporaldel sufrimiento. Desde su situación deenfermedad y ancianidad, introdujo ala Iglesia en el Tercer Milenio de eracristiana con gran vigor y esperanza

-ocho millones de peregrinos visitaronen el Jubileo del año 2000 la ciudad deRoma- y escucharon nuevamente queel mensaje del Evangelio permaneceactual «ayer, hoy y siempre».

«Si Cristo no se ha bajado de lacruz...» -decía Juan Pablo II cuando leinterrogaban sobre la posibilidad deabandonar su ministerio-. Pero no sólocon palabras vivió esta situación, sinoante todo con una fuerza personal queha asombrado y con un ministerio pro-pio del Buen Pastor que cuida de sushijos con diligencia. Esta situación deenfermedad ha supuesto el colofón ensu vida y enseñanza. En un mundo quedebate sobre el sentido del sufrimientoy la dignidad humana, el Santo Padreha vivido –hasta las 21:37 del día de 2de abril- con enorme verdad y bellezaque Cristo Crucificado es el camino, laverdad y la vida.

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VI

UN PAPA SANTO

El Señor ha concedido a su Iglesiadurante veintiséis años un Papa santo,grande y excepcional. Su testimonio deamor a Jesucristo y de entrega insobor-nable al servicio de la Iglesia y del mundoha significado mucho en mi vida de sa-cerdote y obispo, como estímulo, para-digma y referente de lo que son los qui-cios de una vida sacerdotal y episcopalvivida en toda su intensidad. La valentíay fidelidad con que el Papa ha procla-mado la verdad y defendido los valoresdel Evangelio, ha espoleado la fidelidady la valentía de muchos sacerdotes yobispos y nos ha hecho un bien inmenso.De ahí mi admiración y gratitud infinitaa Juan Pablo II.

D. Juan José Asenjo,Obispo de Córdoba

MI ENCUENTROCON JUAN PABLO II

Este artículo fue escrito por D. JoséAntonio Infantes -actual Obispo Eméri-to de Córdoba- al regreso de la Visitaad limina realizada en 1982.

A mi regreso de Roma y tras las pri-meras declaraciones a la Prensa y a laRadio, quiero dejar a mis diocesanosuna impresión más reposada de mi en-cuentro con el Papa. La «visita ad limina»ha supuesto un abrazo de comunión yde comunicación con el sucesor de Pedro,el Vicario de Cristo. Un abrazo de fe,de amor, y sobre todo, de esperanza enla tarea eclesial, siempre difícil, pero hoyquizás más que nunca, dadas las especia-les circunstancias por las que atraviesala humanidad.

Ese, quizás, sea el sentimiento queaflora a mis labios y a mi corazón conmás fuerza: el de la esperanza, el de lailusión, que necesariamente nos ha dellevar a un esfuerzo mayor en nuestrotrabajo apostólico. La hora de la Iglesiaes una hora de esperanza. En la siluetablanca del Papa, en su palabra recia yfirme, no se nota la más mínima sombrade cansancio ni de duda. Por eso, vuelvode Roma con el anhelo multiplicado deuna renovación eclesial a todos los nive-les, de potenciar al máximo nuestrosmovimientos apostólicos, de cuidar yatender con esmero la piedad popular,de aplicarme en la predicación adecuada

para la implantación de una mayor jus-ticia social como expresamente nos pidióel Papa en sus palabras.

Esta hora de renovación eclesial ha deestar basada en la fe, en la claridad dedoctrina, en la fidelidad a la Iglesia y enla confianza continua en el Espíritu queabre nuevos caminos.

Es, sin duda, una hora apremiante,exigente. No podemos dormirnos sobrelos laureles, ni tampoco cruzarnos debrazos cómodamente. Sino trabajar conilusión por conseguir un mundo nuevo,mejor, por más humano y por más cris-tiano, haciendo que cale el mensaje deJesucristo en todos los ambientes sociales.

José Antonio Infantes Florido Obispo Emérito de Córdoba

FAMILIA SE LO QUE ERES

Para el matrimonio y la familia el ma-gisterio y dedicación de Juan Pablo IIha supuesto encontrarnos de nuevo enun camino de esperanza; con su afirma-ción «familia se lo que eres».

Enrique y ConchaDelegados de Familia y Vida

MUERTE Y PASCUAJUAN PABLO II

Cuando se siente el dolor y el sufri-miento de otra persona como propio,sabes que la amas.

No hacía ni una semana que habíamosvivido la pasión y muerte de Jesucristo,cuando comenzábamos a vivir la pasióny muerte del Papa Juan Pablo II, en unaagonía lenta y serena. Mientras los me-dios de comunicación buscaban el sensa-cionalismo, los pastores de nuestra Igle-sia nos llamaban a unirnos en el dolordesde la oración.

Las emocionadas voces y las lágrimasdesde los más poderosos a los más hu-mildes miembros de la Iglesia, de lospastores y los fieles, unidos en la oración,parecían renovar sus compromisos deamor a Jesucristo y su Iglesia. Una inten-sa oleada de amor y cruz parecía envolveral mundo creyente.

Pero estábamos sumergidos en la Pas-cua, y junto al dolor de la pérdida porel Papa, confiamos en que participa dela victoria de Cristo resucitado. Esa cer-teza ilumina nuestra vida y se convierteen manantial vivificante que nos fortaleceen el quehacer diario, en la lucha por unmundo más justo y fraterno, desde elseguimiento de Jesucristo y la pertenen-cia a la Iglesia. Una Iglesia que quiereser ‘samaritana de la humanidad’, segúnpalabras de Juan Pablo II.

Las diferencias culturales o ideológicas,que a veces distancian entre si a lospropios católicos, se difuminaban enaquel momento, para sentir la fuerza delEspíritu en todos y cada uno de nosotros,miembros del Cuerpo Místico de Cristo,que nos vivificaba para que cada unocumplamos nuestra función y servicioen los carismas que se nos han otorgado.

Maricarmen Martínez

TESTIMONIOS

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VII

Sólo deseo que la corte celestial lohaya acogido como él nos acogió a no-sotros los jóvenes, que canten todos losángeles: «Al atardecer de la vida...» Ensu examen del amor, siempre tendrámatrícula de honor. Que la siempre Puray Limpia te acoja, Juan Pablo II.

En nuestro 42º aniversario de matri-monio católico, deseamos y pedimos alSeñor acoja a Juan Pablo en su seno porsu labor apostólica.

Con el corazón roto por la muerte denuestro amadísimo Padre; -el dulce Cris-to- en la tierra; vengo hoy a rezar porsu alma y a pedirle a él que nos cuidedesde el cielo donde seguro que está ya.Gracias Santo Padre.

Con toda tu vida me enseñaste quiénera Jesucristo. Con tu ejemplo me de-mostraste que es posible imitarlo. Contu magisterio aprenderé a predicarlo.Con tu intercesión ayúdame a convertirmi corazón en un corazón sacerdotalcomo el tuyo y el Suyo. Gracias amigo.Tu hijo.

En nombre de mi familia, nos unimosal dolor de tantos cristianos y lloramossu muerte, desde el punto de vista de lafe nos congratulamos sabiendo que con-tamos con un santo más en el cielo.

Juan Pablo II fallecido pero no «des-aparecido» te llevaré muy adentro, de-seando verte pronto en los altares.

Santo Padre, una vez más y esta porúltima vez, tus palabras han sido paranosotros los jóvenes: «tantas veces oshe buscado... y ahora estáis conmigo. Oslo agradezco». El agradecimiento es nues-tro, por habernos transmitido el amorde Cristo hacia nosotros tan fielmente,como cabeza y padre de todos los católi-cos. Adios Santidad y gracias.

Pregonero incansable del Evangelio,del Dios de la vida y los derechos de laspersonas. Por tí este mundo será mejory Dios estará más presente. Juan Pablo IInuestra familia te llevará en el corazón.

Es justo dar gracias a Dios por suejemplo continuo e irrepetible hasta elfinal, de servicio generoso y abnegadoa Él, a través de Su Iglesia y a todosnosotros. En la esperanza de que ya gocede la gloria del Padre con sincero y fra-ternal agradecimiento.

Gracias por hacerme sentir orgullosode ser cristiano y hacerme partícipe detodo lo que ello representa. Te pido quesigas cuidando de tus hermanos allá allado del Padre.

La HOAC se siente unida a toda laIglesia en el dolor y la oración por JuanPablo II. Que él interceda por nuestramisión de evangelizar el mundo deltrabajo.

Gracias, Santo Padre, por tus en-señanzas y por el testimonio de vida.Gracias, porque has perseverado, du-rante tu pontificado la doctrina de laSanta Madre Iglesia. Gracias anticipadas

porque al estar ya disfrutando de Jesús,tú modelo de vida seguirás intercediendopara que todos los hombres sean máshumanos, se entiendan con la palabray no con acciones torpes, procurandocon tu ejemplo de vida ser mejores unoscon otros. Sé que Dios te tiene entre losbienaventurados.

Testigo de la esperanza, Papa de losjóvenes: gracias por tu Magisterio y porhabernos transparentado tan diáfana-mente al Cristo de la Cruz que viveeternamente. Pido al Señor que todoslos jóvenes vivan la esperanza que tusupiste encender en sus corazones. TotusTuus. Gracias por las Jornadas Mundia-les de la Juventud. Con Cristo, en laIglesia, todos los jóvenes unidos paradar gracias por la vida de nuestro SantoPadre.

Desde que te conocí en Sevilla algodentro de mí cambió y ocupaste un grantrozo de mi corazón. Espero haber sabi-do llevarlo a todos los míos. gracias porhabernos dado tu vida.

Querido Papa te quiero muchoporquesiempre estás alegre y muchas cosas más.

Papa Juan Pablo II siento tristeza por-que no estás físicamente entre nosotros,pero alegría porque has alcanzado tumenta final: gozar de la presencia eternade Dios. Has sido un hombre valienteen medio de este mundo insensible. Gra-cias por la vida que nos has dedicado.

TESTIMONIOS - LIBRO DE FIRMAS

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Cuando haya pasado la figura deeste mundo, los que hayan acogidoa Dios en su vida y se hayan abiertosinceramente a su amor, por lo me-nos en el momento de la muerte,podrán gozar de la plenitud de co-munión con Dios, que constituyela meta de la existencia humana.

Como enseña el Catecismo de laIglesia católica, «esta vida perfectacon la santísima Trinidad, esta co-munión de vida y de amor con ella,con la Virgen María, los ángeles ytodos los bienaventurados se llama«el cielo». El cielo es el fin últimoy la realización de las aspiracionesmas profundas del hombre, el esta-do supremo y definitivo de dicha».

En sentido metafórico, el cielose entiende como morada de Dios...A la representación del cielo comomorada trascendente del Dios vivo,se añade la de lugar al que tambiénlos creyentes pueden, por gracia,

subir [...] Así, el cielo resulta figurade la vida en Dios. En este sentido,Jesús habla de «recompensa en loscielos» (Mt 5, 12) y exhorta a «a-montonar tesoros en el cielo» (Mt6, 20).

El Nuevo Testamento profundi-za la idea del cielo también en rela-ción con el misterio de Cristo. Paraindicar que el sacrificio del Reden-tor asume valor perfecto y definiti-vo, la carta a los Hebreos afirmaque Jesús «penetró los cielos» (Hb4, 14) [...] Luego, los creyentes, encuanto amados de modo especialpor el Padre, son resucitados conCristo y hechos ciudadanos delcielo.

[...] La participación en la com-pleta intimidad con el Padre, des-pués del recorrido de nuestra vidaterrena, pasa por la inserción en elmisterio pascual de Cristo. San Pa-blo subraya con una imagen muy

intensa este caminar nuestro haciaCristo en los cielos al final de lostiempos: «Después nosotros, losque vivamos, los que quedemos,seremos arrebatados en nubes, jun-to con ellos (los muertos resucita-dos), al encuentro del Señor en losaires. Y así estaremos siempre conel Señor. Consolaos, pues, mutua-mente con estas palabras» (1Ts 4,17-18).

En el marco de la Revelación sa-bemos que el «cielo» o la «bienaven-turanza» en la que nos encontrare-mos no es una abstracción, nitampoco un lugar físico entre lasnubes, sino una relación viva y per-sonal con la santísima Trinidad. Esel encuentro con el Padre, que serealiza en Cristo resucitado graciasa la comunión del Espíritu Santo.

Juan Pablo IIDe las Catequesis del Papa

sobre el Cielo

«AMONTONAR TESOROS EN EL CIELO» (MT 6)