ana ceceña resistencia como construccion

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antropologia

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  • La resistencia como espacio de construccin del nuevo mundo1

    Ana Esther Cecea

    La teora por naturaleza est contra el poder

    Michel Foucault

    Los horizontes civilizatorios

    Hace ms de quinientos aos que la civilizacin occidental emprendi su gran expansin hacia todos los confines de un mundo diverso, en el que convivan pueblos tan distintos como los chinos, los rabes, los egipcios o los mayas. La cultura de hierro se enfrent a la del maz, a la del Corn, al confusionismo y a tantas otras expresiones civilizatorias colonizando y sometiendo lo que encontraba a su paso, incorporando las riquezas mundiales a un mercado que desde entonces rige los destinos del mosaico planetario. Durante medio milenio la civilizacin occidental ha ido tendiendo sus redes de dominacin sobre territorios y habitantes del planeta demostrando su superioridad para estimular el conocimiento y para organizar el aprovechamiento general de todas las formas de vida y todos los recursos, para imitar y sustituir a la naturaleza y para crear un soporte tcnico de gran capacidad transformadora. Sin embargo, en la ltima mitad de este siglo por lo menos, las contradicciones intrnsecas de una sociedad basada en la competencia y en la concentracin del poder y la riqueza, han llevado los enormes avances en la ciencia y la tecnologa a un callejn sin salida en el que los problemas sociales y la pobreza se multiplican mientras ms se desarrolla la capacidad tcnica susceptible de resolverlos. Es decir, la fuerza civilizatoria con que Occidente contrarrestaba los efectos devastadores de la opresin colonial sobre el resto de las civilizaciones del mundo parece estarse extinguiendo. Cinco siglos de conquista no han sido capaces de erradicar los trazos culturales construidos en el mundo a lo largo de milenios. Si bien algunas culturas fueron arrasadas, otras lograron desarrollar diversas formas de interrelacin que les permitieron mantenerse en resistencia. Algunas de ellas reaparecen hoy transformadas, modernizadas, en un proceso de rearticulacin territorial, cultural y hasta poblacional y de reconstruccin de su propia visin del mundo y de la organizacin social. Basta con mirar el contenido tnico o religioso presente en la mayor parte de los conflictos contemporneos entre los que destacan, indudablemente, los del Medio Oriente, los de la antigua Yugoslavia y, entre los de Amrica Latina, el de las tierras mayas de Chiapas. A pesar del inmediatismo que imprime al pensamiento la cultura occidental, la historia de la humanidad insiste en lecturas de una dimensin mucho ms amplia, de una temporalidad milenaria en la que slo muy pausadamente se van construyendo las

  • confluencias. En todo caso, la fuerza civilizatoria de las distintas culturas proviene de la pertinencia de su cuerpo explicativo, de su sistema de valores y de su cosmovisin con respecto al mundo circundante y a la percepcin de su horizonte ms lejano. La legitimidad y credibilidad de un sistema se sustenta en su coherencia interna, en su ethos y en su capacidad para dar respuesta a las necesidades humanas. En esta confrontacin entre la civilizacin occidental y las que fueron sometidas en aras de la constitucin del mercado mundial, las resistencias generadas silenciosamente en el mbito domstico, en los espacios de la cotidianeidad y de los imaginarios han terminado por construir un horizonte comn que gana da con da la legitimidad que al mismo paso es perdida por el mercado como ente de regulacin universal y, concomitantemente, por la cultura occidental que se erige sobre las bases de la competencia y la intermediacin. Declinacin de la legitimidad civilizatoria occidental La legitimidad de la civilizacin occidental se asienta en su gigantesca capacidad para apropiarse de la naturaleza e imprimirle un sentido directamente til, en su fuerza productiva creciente, potencialmente capaz de ampliar los niveles generales de bienestar social, y en la sancin jurdica que otorga derechos iguales a todos los ciudadanos. En los ltimos tiempos, sin embargo, la sociedad fincada sobre estas bases -ya sea a travs de mecanismos consensuales o coercitivos-, parece estar alcanzando diversos lmites que cuestionan su pertinencia. Dentro de stos, sealamos los que destacan por constituir condiciones inmanentes al paradigma civilizatorio occidental -y cuya negacin equivaldra a una superacin del mismo-, y los que indican una inclinacin hacia la perversin de los propios principios ticos y que, en conjunto, marcan muy claramente la aparicin de un umbral de imposibilidad o impertinencia tcnica y social.

    Bases de legitimidad de la civilizacin occidental Abundancia (produccin creciente de bienes tiles) Bienestar (solucin de problemas elementales y creacin de servicios mltiples)

    Desarrollo tecnolgico

    Emancipacin del ser humano (creacin de un sustento material que permita superar la lucha por la subsistencia) Libre mercado Democracia Libertad Libre determinacin Normas de convivencia generales Justicia ciega Igualdad Intercambio mercantil de equivalentes

    1. El avance tecnolgico, que es el modo caracterstico de expresin de la modernidad o el progreso dentro de la sociedad occidental, ha tenido su momento de mayor esplendor en el siglo XX. En todos los mbitos de la vida, la tecnologa, bajo todas sus formas de presentacin, ha introducido sus vasos

  • capilares desarticulando modalidades sociales, relaciones interpersonales e imaginarios para reconstruirlos a travs de un sinfin de mediaciones reconocidas y sancionadas por el mercado, aunque, vale decir, en virtud de las mltiples y variadas resistencias que conlleva, abriendo posibilidades tcnicas de reconstruccin social de diferente tipo. La tecnologa como instrumento de generacin de riqueza ha permitido incrementar incesantemente las fuerzas productivas. La capacidad humana presente cuenta con un gigantesco acervo de saberes que la multiplica y la potencia, sin embargo, los principios fundantes y las bases organizativas de esta sociedad parecen estarla conduciendo, irremediable y contradictoriamente, a su propia insolvencia. Tomando en consideracin la reorganizacin general inducida por la llamada revolucin microelectrnica y la consecuente recomposicin del mercado mundial habra que sealar por lo menos tres elementos problemticos:

    Industria de maquila Trabajo a domicilio con jornadas extendidas Trabajo a tiempo parcial

    Precarizacin del trabajo

    Trabajo informal de diversos tipos

    Desempleo estructural

    Contradiccin entre el aumento en las capacidades de produccin y el encogimiento de mercados que genera la concentracin del capital

    Desarrollo tecnolgico en el capitalismo contemporneo

    Precarizacin de la vida

    Deterioro de la calidad de vida y aumento de la poblacin por debajo de los umbrales de pobreza y dentro de la categora de pobreza extrema

    2. a. La acelerada obsolescencia moral que introducen las nuevas tecnologas

    exige la reconversin de equipos y sistemas de produccin para poder mantener, o mejorar, la posicin relativa en la competencia. Esto, a su vez, implica la inversin de enormes sumas capaces de cubrir no slo la reposicin regular de la maquinaria sino su readecuacin a los nuevos parmetros de la automatizacin2. Esta capitalizacin adicional se sustenta en muy amplia medida en diversas formas de precarizacin del trabajo entre las que destaca la instauracin de la llamada industria de maquila. El efecto inmediato consiste en una drstica disminucin de los costos de produccin debido a una diferencia salarial que en promedio establece una relacin de 10 a 1 y en un golpe general sobre los salarios. El costo salarial en la industria maquiladora es el 10 % de su equivalente en las plantas industriales de origen. El ahorro as obtenido es uno de los pilares que hacen posible la reconversin tecnolgica pero, al mismo tiempo, es el llamado de alerta

  • de un proceso general de encogimiento del mercado que tiende a agudizar las presiones sobre diversas formas de precarizacin del trabajo: trabajo parcial, polivalente, a domicilio, y muchas otras variantes del trabajo informal. En Mxico por ejemplo, pas reconocido por la OCDE como uno de sus miembros y un ao despus de que entra en vigor el TLC, el 59 % del empleo no agrcola se ubica en el llamado sector informal (Banco Mundial: 1998).3

    b. El proceso de automatizacin es sustitutivo del trabajo, sin embargo, mientras la fuerza expansiva del capital es mayor que el aumento en la capacidad productiva, contrarresta sus efectos desempleadores. El problema es que la oligopolizacin, que se ve reforzada con la reconversin tecnolgica, destruye una parte creciente de la planta industrial. La racionalidad productiva impone criterios de productividad que limitan la absorcin de mano de obra al tiempo que genera una proliferacin creciente de actividades perifricas de estricta subsistencia. Esto reduce an ms el acceso al mercado y convierte al desempleo en un mal o una perversin civilizatoria. La acumulacin de capital que manifiesta el progreso occidental y que es una medida de su xito es, simultneamente, causa de su insustentabilidad material y moral. Una sociedad que niega al ser humano la posibilidad de reproducirse, que le impide emplear sus capacidades para allegarse una vida digna a travs del trabajo es una sociedad insana.4 Y actualmente el desempleo ha dejado de ser un problema del subdesarrollo o un desajuste cclico para convertirse en un problema mundial de la mayor gravedad no slo por su magnitud sino por su carcter irreversible.

    c. Fuertemente imbricada con el desempleo estructural y la precarizacin del trabajo, en el contexto de una capacidad productiva casi ilimitada, el 40 % de la poblacin mundial se hunde en la miseria. 4 de cada 10 personas no tienen suficientes recursos para subsistir y la mitad de ellas viven en condiciones absolutamente miserables o de "extrema pobreza". Cmo legitimar esto como un sacrificio necesario en aras del desarrollo futuro? Cmo no pensar en otra manera de resolver las necesidades bsicas de la poblacin que la propuesta por el pensamiento nico?

    3. Gran parte de los cuantiosos recursos mundiales se dirigen hacia actividades destructivas:

    Los grandes negocios de la destruccin Industria de guerra Saqueo de recursos naturales Legales Alimentos y productos chatarra

    Ilegales Narcotrfico

  • Trfico humano (indocumentados, nios, mujeres)

    4.

    a. Los gastos de defensa que en la mayora de los casos sirven para controlar o combatir rebeldas populares de carcter diverso, llevan a la aberracin de pases como Pakistn que en 1991 dedic el 28 % de su gasto a defensa frente al 1.6 en educacin y el 1 % en salud, o a la de Singapur, que sin ser un pas en guerra, dedic al mismo fin el 24 % (Banco Mundial: 1993). La guerra es uno de los grandes negocios de la civilizacin occidental que mueve recursos por valor de 800 mil millones de dlares al ao.5 La industria armamentista es a la vez beneficiaria de las ganancias de un mercado regulado, de un mercado negro paralelo y adems de los subsidios estatales y las ganancias que provienen del impulso al desarrollo cientfico y tecnolgico en campos estratgicos. Las investigaciones de punta en microelectrnica, telecomunicaciones, biotecnologa e ingeniera gentica, por ejemplo, se desarrollan bajo la custodia del Departamento de Defensa de Estados Unidos,6 es decir, se trata de innovaciones tecnolgicas que sirven, primero que nada, para actividades de control militar y geopoltico.

    b. Otro de los grandes negocios en la actualidad est constituido por la produccin y trfico de narcticos, en el que se manejan sumas de 400 mil millones de dolares y que, adems de promover un consumo daino, genera una descomposicin social creciente por los altos grados de corrupcin que lo acompaan. Si estos son dos de los mayores negocios de nuestro tiempo, cmo descalificar la rebelda de una poblacin que no se conforma con morir de hambre?

    c. El deterioro ambiental de los ltimos 50 aos no tiene precedente y ha alcanzado niveles de irreversibilidad que amenazan la vida en el planeta.7 "Se estima que diariamente desaparecen alrededor de 20 000 hectreas de selvas en el mundo...", "...a un ritmo promedio anual de 100,000 a 200,000 kilmetros cuadrados" .8 La agresin contra el medio ambiente es constante por el uso voraz y descuidado de sus recursos, por el empleo de agroqumicos, por su monopolizacin, o por los efectos directos o secundarios de las alteraciones genticas, de la extraccin petrolera, de la extensin de la frontera ganadera9 y de la industrializacin. La concepcin de la naturaleza que tiene la cultura occidental y la manera como se relaciona con ella es lesiva y provoca su destruccin. Aun en su afn por potenciar sus cualidades o su utilidad prctica tiende a privilegiar especies econmicamente rentables y a expulsar a los grupos humanos que, en su interaccin con la naturaleza, han contribuido a conformar la diversidad y riqueza ecolgica que las presiones productivistas estn destruyendo.10

  • 5. El mercado promueve la atomizacin como premisa de la intermediacin que ejerce. Crea as no solamente una pulverizacin del colectivo social sino la negacin del otro como medio de afirmacin propia. La penalizacin de la otredad se convierte en un mecanismo recurrente de expulsin de los espacios de decisin y de poder y, simultneamente, de encerramiento del otro, a pesar de que sta comprende a la mayor parte de la poblacin mundial. Se desarrolla as un sistema de aprovechamiento y castigo de la diferencia, de guetizacin de la sociedad y de concentracin o monopolizacin del poder que aumenta incesantemente el nmero de excluidos.

    6. Uno de los extremos de esta contradiccin con el otro, objeto de la dominacin, es el racismo. El racismo que justifica la opresin, que obliga al otro a someterse, que lo penaliza por ser diferente pero a la vez le impide dejar de serlo, es el mecanismo ms perfecto de creacin de la alteridad. El otro es as todo aquel diferente al poder, todo aquel negado por la competencia, y la alteridad se erige como mecanismo de seleccin y exclusin en la que se inscriben las mujeres, los homosexuales, los anarquistas, los de la piel no blanca, los de la religin equivocada: todos los que han ido quedando fuera de los espacios de decisin y de poder. Solamente que, en la sociedad contempornea, el poder se ha concentrado a tal grado que el ensanchamiento del espacio de la alteridad se ha empezado a convertir en una de sus mayores amenazas.

    7. La exclusin social y poltica se ve acompaada de una exclusin territorial y de la desposesin total de los elementos indispensables para la supervivencia. La profundizacin de las relaciones de mercado supone una escala de privatizacin que atenta contra la existencia misma al abarcar los medios y vas de comunicacin, los territorios, el agua y el resto de recursos vitales. En un mundo donde la miseria crece cotidianamente el acceso a los recursos vitales est en funcin de la capacidad de compra o demanda efectiva que todos los das es expropiada a la poblacin por efecto de la competencia y la productividad.

    8. Este proceso general de precarizacin de la vida conduce a una contradiccin entre los valores ticos y la concentracin y conservacin del poder. Efectivamente, el mantenimiento del poder en estas circunstancias exige el desarrollo de una serie de mecanismos ilegtimos: desde fraudes electorales y corrupcin en los distintos niveles de gobierno hasta los escndalos en los sistemas de aplicacin de la justicia y los crmenes de Estado. La libertad, la igualdad y, por tanto, la democracia, principios fundantes de la sociedad occidental, se vuelven palabras sin sentido que contradicen la realidad. Cuando el nico ente validador es el mercado, la democracia y la justicia son un ejercicio del poder. Y el poder no puede ser legtimo cuando se nutre de exclusin.

    Espacios de legitimidad de la voz maya-zapatista

    La toma del poder? No, apenas algo ms difcil: un mundo nuevo Subcomandante Insurgente Marcos Frente a esta ilegitimidad o crisis civilizatoria de Occidente, emergen las civilizaciones

  • ocultas en la resistencia de ms de 500 aos. Cinco siglos de opresin, de sometimiento y de aculturacin parecen haber constituido una difcil etapa en el devenir de estas civilizaciones pero no su aniquilamiento. Durante estos aos de opresin y resistencia han aprendido, han modificado sus imaginarios, costumbres y formas de vida pero han crecido en dignidad. En todos los continentes se pueden observar atisbos de la emergencia de estas culturas y de su reposicionamiento frente a la civilizacin occidental en la que, de una manera u otra, estuvieron subsumidas todos estos aos. Sin embargo, sus distintos horizontes y sistemas de organizacin interna, as como sus entornos particulares, han dado lugar a movimientos y propuestas de carcter muy diferente. En algunos casos, como en la antigua Yugoslavia, o en las distintas expresiones de la rebelin musulmana, los trazos de reconstruccin civilizatoria se confunden en ocasiones con un afn destructivo que los contradice de manera preocupante. En otros el camino hacia una reconstruccin de la dignidad del ser humano permite vislumbrar horizontes civilizatorios de mayor altura, correspondientes al trazado de una nueva era histrica. Mi hiptesis de trabajo es que, dentro de estas civilizaciones en resistencia que emergen ante la prdida de legitimidad de la cultura occidental, el mayor desafo civilizatorio ha sido planteado por los mayas de Chiapas, a travs fundamentalmente del Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional y sus comunidades de base. Aun considerando que el pueblo maya no existe como tal sino que es un conjunto de grupos organizados regionalmente, con iniciativas particulares e incluso con diferencias que en ocasiones llegan a ser importantes en sus relaciones, hay rasgos comunes que se repiten con modalidades distintas y un gran nmero de confluencias que conforman un mismo universo cultural, una misma cosmovisin y una historia compartida. Los zapatistas no solamente forman parte de ese pueblo en re-construccin sino que son portadores de la expresin ms completa y sistematizada de su representacin del mundo y su utopa, as como de su crtica a la modernidad occidental.11 Los zapatistas son el resultado de una difcil convivencia entre diferentes grupos mayas (tzeltales, tzotziles, choles y tojolabales) en un territorio limitado, disputndose los escasos recursos. Esta condicin los lleva a entender tres cuestiones esenciales que constituyen los pilares ms slidos de su proyecto de construccin del nuevo mundo y que los colocan en la posibilidad de desafiar a la cultura occidental y de convertirse en la voz ms universal de las civilizaciones y grupos en resistencia.

    1. En primer lugar, la reafirmacin de su existencia como colectivo, de su organizacin comunitaria como fuerza bsica de resistencia y construccin. De conformidad con un contexto cultural y productivo previo y con la divisin internacional del trabajo en sus distintos periodos, el proceso de acumulacin de capital en Chiapas sustenta sus ganancias en la renta de la tierra y en la sobreexplotacin de la fuerza de trabajo mediante un rgimen que combina el trabajo indgena estacional en fincas y monteras con la permanencia en sus comunidades durante el resto del tiempo o con la permanencia en ellas de las familias que arrancan algunos frutos a las escasas tierras de produccin (Bartra: 1995; Cecea: 1995). La comunidad es as, contradictoriamente, necesaria para la reproduccin del capital que expulsa hacia ella una buena parte de los costos de reproduccin de la fuerza de trabajo, pero tambin un obstculo a su expansin ilimitada porque es el territorio en el que se construye da a da la

  • resistencia (EZLN: 1994, 1995, 1997). La necesidad de controlar a las poblaciones indgenas y la bsqueda de ganancias rpidas y abundantes llev, en estas circunstancias, a la conformacin de un sistema de absorcin/expulsin de mano de obra y de agrupamiento de las poblaciones indias en espacios delimitados donde asegurar la reproduccin precaria de los contingentes de trabajadores. La comunidad fue el espacio de confinamiento y de refugio donde se mantenan y desarrollaban costumbres y tradiciones, donde se completaba la subsistencia y donde la nica manera de sobrevivir y de enfrentar la impunidad era la organizacin colectiva. En palabras del Subcomandante Insurgente Marcos, "El trabajo colectivo, el pensamiento democrtico, la sujecin al acuerdo de la mayora, son ms que una tradicin en zona indgena, han sido la nica posibilidad de sobrevivencia, de resistencia, de dignidad y rebelda."12 La misma dinmica extensiva de la produccin se ocup de ir despojando y amagando a las comunidades para que la precariedad extrema en que llevaban adelante su existencia garantizara mano de obra dcil y suficiente en los momentos de siembra y cosecha o de tala y recoleccin; pero esa misma dinmica, aunada a la resistencia de las poblaciones sojuzgadas, impidi su desaparicin y las convirti en el centro de procesamiento de una rebelda que crece en la medida en que el sistema econmico mundial exige nuevas reconversiones productivas, una redefinicin de la importancia de los recursos naturales y un reposicionamiento territorial que implica en el extremo o el aniquilamiento de las comunidades o el surgimiento de un nuevo horizonte epocal.

    2. En segundo lugar son producto de la confluencia entre lo que podramos llamar la cultura de la intersubjetividad, siguiendo a Carlos Lenkersdorf (1996), y la cultura de la otredad. Con una perspectiva histrica de largo alcance que les permite vislumbrar la posibilidad de modos de organizacin social distintos, y obligadas por los constantes desplazamientos o despojos de tierras primero a enfrentarse entre s y despus a convivir, las comunidades refuerzan sus prcticas de relacionamiento consensual, aprenden a concebir la diversidad sin jerarquas y a tejer las primeras redes de resistencia sin vanguardias que las guen, sin dirigentes que sientan la obligacin de "educar a las masas" y con total respeto del otro. Tradicin y realidad se combinan para ir construyendo la utopa de "un mundo en el que quepan muchos mundos" como una modernidad posible y diferente. Esta especial combinacin entre la rebelda de la otredad penalizada y la organizacin colectiva sin mediaciones ni jerarquas, con mandatarios revocables y con la conviccin de que las estructuras de poder reproducen siempre las otredades, da al discurso zapatista una validez universal y le permite formular un nuevo horizonte ah donde la sociedad occidental no tiene respuestas y donde las de Europa del Este tampoco aportaron soluciones. Revisando los comunicados emitidos por el Ejrcito Zapatista de Liberacin Nacional y sus comunidades de base se observa una coherencia impecable desde

  • la Primera hasta la Quinta Declaracin de la Selva Lacandona. Es un slo cuerpo discursivo que se relaciona ms con una metodologa de construccin que con una propuesta tipo, es decir, se trata de una invitacin hecha a todos los espacios de la otredad para manifestar su existencia y empezar a tejer una red mundial de resistencias que permita a cada punto discontinuo fortalecerse frente al poder, identificado como neoliberalismo y sistema de partido de Estado. El contenido de su discurso conduce siempre hacia la construccin de un camino en el que todo puede ser discutido y replanteado, excepto la dignidad. El escenario de llegada, el "nuevo mundo" slo es definido como ese espacio donde la dignidad13 y el respeto por el otro sean el entramado de base en el que todos se reconozcan y sin el cual es imposible destruir la injusticia y la exclusin. La coherencia entre los discursos del Subcomandante Insurgente Marcos, del Comit Clandestino Revolucionario Indgena y de las comunidades proviene, en gran medida, del largo proceso de validacin al que hubieron de ser sometidos dentro del propio territorio maya, antes de cobrar visibilidad mundial14 Es decir que ese proceso de destruccin de la otredad dio inicio ya, desde hace mucho tiempo, pero slo se hizo visible en el mundo occidental el 1 de enero de 1994.

    3. En tercer lugar, los mayas zapatistas saben que en su coherencia les va la vida. Es decir, que el nico camino para evitar el exterminio y para recuperar su derecho al ser consiste en la construccin de un mundo sin estructuras de poder y con respeto total a la diferencia. De otro modo, el hecho de ubicarse en el extremo de la larga cadena de otredades los seala como los ms cercanos a la eliminacin. Por eso los puntos centrales de su discurso se dirigen siempre a deshacer candados, a desmantelar las expresiones capilares del poder (Foucault: 1979) que les permitan ir rompiendo guetos para desafiar as, humilde pero certeramente, a los megapoderes que conducen lo que ellos califican como "IV Guerra Mundial" (Subcomandante Insurgente Marcos: 1998). En este contexto, los principios sobre los que se asienta su discurso son justamente la contraparte de los espacios de vulnerabilidad o de peligro de la sociedad occidental. Los elementos ms poderosos de su propuesta y que constituyen un autntico desafo a la civilizacin occidental son, desde mi punto de vista: 1) partir de la diversidad como base (no penalizar, no jerarquizar, slo reconocer); 2) la prctica de elaboracin y toma de decisiones por consenso: si todos participan en la elaboracin de una decisin estarn convencidos de ella y contribuirn a su realizacin; 3) la revocabilidad en los cargos de representacin que impide construir estructuras de poder personales (o carrera poltica, burocrtica, etc.); 4) la negativa en la prctica a constituirse como vanguardia;15 5) la concepcin de un mundo sin estructuras de poder y, por tanto, el rechazo de la "toma del poder" como su va de acceso. En sus propias palabras, ahora que han reconquistado el derecho a hablar o a callar, a lo largo de estos casi cinco aos de lucha, hay tres conceptos que resumiran su modesto pero certero desafo a la sociedad occidental:

    a. Caminar al paso del ms lento.

  • Contrariamente a la lgica de la competencia y la acumulacin, la propuesta de caminar al paso del ms lento se relaciona con la priorizacin del consenso como principio bsico para hacer de las decisiones una posibilidad real que cuente con el concurso colectivo y que no genere a su paso resistencias. La eliminacin del otro, propia de la competencia, se transforma en la necesidad del otro. Se abre as la primera ventana dimensional hacia el nuevo mundo: el otro que la competencia haba sealado como inferior o como ineficiente y, por tanto, susceptible de ser eliminado, es concebido aqu como la contraparte insoslayable.

    Cuando el poder crea la bolsa de olvido en las comunidades indgenas -dice el Subcomandante Insurgente Marcos-, las comunidades indgenas convierten esa bolsa de olvido en una bolsa de resistencia y empiezan a organizarse para sobrevivir de la nica forma que podan sobrevivir, es decir, juntos, en colectivo. La nica forma en que esa gente poda asegurarse seguir adelante era juntndose con el otro. Por eso la palabra junto, la palabra nosotros, la palabra unidos, la palabra colectivo marca la palabra de los compaeros. Es una parte fundamental, dira yo, la columna vertebral del discurso zapatista.16

    Ser "ms lento" no es sinnimo de incapacidad sino de falta de convencimiento y la duda, en este caso, es lo que permite marcar el rumbo y la medida de lo alcanzable. De nada sirve acelerar un proceso que va generando a su paso las razones de su insustentabilidad. En este punto el discurso muestra una gran coherencia pues no puede proponerse el "para todos todo" si no se mantiene hasta sus ltimas consecuencias el reconocimiento de la diferencia como signo de igualdad ("somos iguales porque somos diferentes"16) y, con ello, la consideracin del disentimiento como parte de la construccin de una democracia real. Es decir, el reto consiste en hacer de la diferencia la base de sustentacin del consenso. Slo con el acuerdo de todos, y no con la imposicin, es posible caminar hacia ese mundo sin privilegios individuales y sin jerarquas que constituye la utopa zapatista. Cualquier desliz en este terreno llevara a la reproduccin irremediable de relaciones de poder y a la deslegitimacin de su discurso, es decir, a la cancelacin de su utopa:

    Es razn y voluntad de los hombres y mujeres buenos buscar y encontrar la manera mejor de gobernar y gobernarse, lo que es bueno para los ms para todos es bueno. Pero que no se acallen las voces de los menos sino que sigan en su lugar, esperando que el pensamiento y el corazn se hagan comn en lo que es voluntad de los ms y parecer de los menos, as los pueblos de los hombres y mujeres verdaderos crecen hacia dentro y se hacen grandes y no hay fuerza de fuera que los rompa o lleve sus pasos a otros caminos. 17

    b. Mandar obedeciendo.

    El correlato de una sociedad construida sobre la base del consenso en el que la voz de las minoras no se acalle sino que forme parte de la voluntad colectiva es la propia concepcin de sus estructuras y dinmicas de representacin. Los encargados de ejecutar los consensos, los que la

  • comunidad ha designado como sus gobernantes, se han comprometido a servir al colectivo que los justifica como tales.

    Fue nuestro camino siempre que la voluntad de los ms se hiciera comn en el corazn de hombres y mujeres de mando. Era esa voluntad mayoritaria el camino en el que deba andar el paso del que mandaba. Si se apartaba su andar de lo que era razn de la gente, el corazn que mandaba deba cambiar por otro que obedeciera. As naci nuestra fuerza en la montaa, el que manda obedece si es verdadero, el que obedece manda por el corazn comn de los hombres y mujeres verdaderos. Otra palabra vino de lejos para que este gobierno se nombrara y esa palabra nombr 'democracia' este camino nuestro que andaba desde antes que caminaran las palabras.18

    En una sociedad organizada en torno a la expulsin masiva de las esferas del poder y en la que, por un sortilegio de la democracia representativa, sus miembros se ven compelidos a obedecer a sus gobernantes so pena de ser acusados de desacato, subversin y hasta terrorismo, el mandar obedeciendo se convierte en un concepto sumamente atractivo. La legitimidad democrtica, en efecto, estriba en la compatibilidad entre gobernantes y gobernados, partiendo, evidentemente, del reconocimiento de las diferencias en el seno de estos ltimos. La democracia no se concibe como homogeneidad sino como acuerdo. El mandar obedeciendo es un concepto que no solamente es encontrado en el discurso zapatista sino que aparece, de diferentes maneras, en la cosmovisin maya precolombina y, de acuerdo con algunos indicios, desde hace quinientos aos logr expresar un sentir universal de los excluidos o vctimas del poder. Fue quiz el primer momento de construccin de la red de resistencias frente al proyecto civilizatorio occidental y una de las aportaciones que, junto con el oro, el cacao, la cochinilla y tantas otras riquezas hicieron los pueblos mesoamericanos a Europa. La construccin de estructuras o redes mundiales de dominacin, entonces -y esta es otra de mis hiptesis de trabajo-, se acompa de la de redes mundiales de resistencia, aunque, evidentemente, con modalidades y tiempos muy diversos.

    ...Lo que produce la generalidad de la lucha -dice Foucault-, es el sistema mismo del poder, todas las formas de ejercicio y de aplicacin del poder.19

    Algunos textos o cantigas campesinas europeas recogidas por Carlo Ginzburg lo testimonian as:

    "Y a ninguno es lcito tener ms que lo honesto de comer y de vestir,

    para comer mejor o vestir mejor o estar, el que quiere mandar debe obedecer.

  • Cosa impa e inhumana es que abuses, que los otros por t tengamos que sufrir;

    Dios nos ha hecho ricos y no siervos: por qu quieres que te engorden y te sirvan?

    ...Y si naces en ciudad, villa o castillo de bajo linaje, o alto,

    no haya diferencia entre uno y otro y nadie tenga el menor privilegio."

    Utopa campesina de Scolio20

    El mandar obedeciendo que permite pensar en una estructura horizontal de toma de decisiones y en el privilegiamiento de lo colectivo diverso, representa una novedad dentro del pensamiento revolucionario y una de las propuestas ms atractivas del discurso zapatista. La legitimidad perdida por el pensamiento occidental y sus estructuras organizativas comprende, aunque sea con matices, a todas sus instituciones, entre las que se encuentran los partidos polticos. La inconformidad con la "profesionalizacin" de la poltica y un sistema de representatividades que suplanta la voluntad de sus representados permite a grandes sectores de la sociedad reconocerse en la propuesta de mandar obedeciendo.

    ...si se lucha contra el poder, entonces todos aquellos sobre los que se ejerce el poder como abuso, todos aquellos que lo reconocen como intolerable, pueden comprometerse en la lucha all donde se encuentran y a partir de su actividad (o pasividad) propia. Comprometindose en esta lucha que es la suya, de la que conocen perfectamente el blanco y de la que pueden determinar el mtodo, entran en el proceso revolucionario.21

    No obstante, la credibilidad del mandar obedeciendo slo puede conquistarse mediante una resustanciacin de la poltica. La recuperacin de la tica poltica que implica el respeto a la diversidad, la toma de decisiones colectiva, la democracia directa y la revocabilidad inmediata de los gobernantes, constituye en s misma una transformacin sustancial del escenario poltico pero no es suficiente si no se acompaa de otros dos elementos. Por un lado, la prctica cotidiana de las comunidades que la enarbolan y, por el otro, una posicin frente al poder que impida la reproduccin de sus jerarquas y dinmicas. Oponer a una dictadura otra dictadura, combatir un sistema de exclusin con otro es siempre un modo de reproducir las resistencias, la injusticia y la ilegitimidad. As, superando el pensamiento revolucionario que los antecede en la lucha contra la explotacin y la falta de democracia, los zapatistas centran su discurso en el desmantelamiento de las redes de dominacin desde sus esferas totalizadas (Subcomandante Insurgente Marcos: 1997) hasta sus ms finas capilaridades (Foucault: 1979) buscando eliminar las propias relaciones de poder (Cecea: 1998).

    Para que nosotros podamos construir eso pensamos que haba que replantear el problema del poder, no repetir la frmula de que para cambiar al mundo es necesario tomar el poder y ya en el poder,

  • entonces s lo vamos a organizar como mejor le conviene al mundo, es decir, como mejor me conviene a m que estoy en el poder. 22

    Una de las mayores originalidades de este pensamiento revolucionario emanado de una civilizacin en resistencia durante medio milenio es la de pensar en la construccin de un nuevo mundo no desde la destruccin o eliminacin sino desde la creacin de bases que permitan hacerlo a partir de la inclusin y el respeto. Para construir ese mundo no es necesario plantearse la destruccin del otro sino su refundacin, poniendo como condicin la dignidad del ser humano. Como dira el Comandante Hernn, "todo para tener un espacio de dignidad humana". 22

    c. Un mundo donde quepan muchos mundos.

    ...que el mundo no sea el mundo que nosotros queremos o que el poder quiere, sino que sea un mundo donde quepan todos los mundos, tantos mundos como sea necesario para que cada hombre y mujer tenga una vida digna donde sea, y que cada quien est satisfecho con lo que su concepto de dignidad significa. Para que todos vivamos con dignidad, ese es el mundo que queremos los zapatistas.24

    Un pueblo que ha crecido en la resistencia, que ha sido vctima de un racismo desmedido y criminal, que ha sido objeto no slo de una feroz explotacin sino tambin de despojo y de todas las formas de exclusin posibles, tiene dos caminos para rebelarse. O se dirige hacia el suicidio fratricida en un afn de cobrar venganza o revertir las estructuras de poder, como parece estar ocurriendo en otras regiones del mundo, o construye un sendero de reconquista de su derecho al ser a travs del reconocimiento de un derecho equivalente en todos los rincones de la tierra, es decir, dentro del discurso zapatista, la dignidad, y ese mundo con democracia, libertad y justicia que buscan, slo es posible si se eliminan todas las exclusiones. En el discurso zapatista la emancipacin humana supone la eliminacin de la alteridad pero no de la diversidad. Todos los mundos son posibles porque ninguno se impone sobre los dems, porque cada uno ocupa su espacio, porque respetando la diferencia es como se alcanza la igualdad. Cuando ninguna diferencia es penalizada hay condiciones de ejercer la democracia sobre un elemental principio de reconocimiento mutuo. La construccin de un mundo en el que quepan todos los mundos es la propuesta ms radical que se haya formulado hasta ahora. Frente a un mundo cada vez ms articulado pero ms pulverizado, donde las relaciones humanas se establecen a travs de un sinfn de mediaciones y donde los sistemas de control penetran todos los mbitos de la vida pblica y privada del individuo, la construccin de comunidades, de sistemas personales de relacin y de redes de resistencia y rebelin es el desafo ms grande a la regulacin del mercado por su capacidad para convertir la exclusin mltiple y variada del mundo occidental en el

  • entramado del nuevo mundo, se donde hay lugar para todos los mundos, por distintos que sean. Mientras ms global es la exclusin, ms universal es la resistencia. Y de la resistencia se nutren los nuevos horizontes civilizatorios de la humanidad.

    Contraposicin de horizontes civilizatorios Occidental (capitalista) Maya - zapatista La competencia elimina a los ineficientes Caminar al paso del ms lento

    Concentracin del poder e irrevocabilidad de los gobernantes.

    Mandar obedeciendo. Los gobernantes son servidores circunstanciales de la comunidad.

    Relacin vertical, democracia representativa y toma de decisiones desde las estructuras e instituciones del poder.

    Relacin intersubjetiva y toma de decisiones consensual y colectiva.

    Democracia directa. Monopolio del poder

    Negativa a la "toma del poder". Eliminacin de las relaciones de poder Distribucin de las riquezas mundiales con base en el libre juego de las fuerzas del mercado

    Para todos todo

    Competencia, otredad y validacin social a cargo del mercado.

    Un mundo donde quepan muchos mundos. Un mundo diverso pero sin otredad

    Penalizacin de las diferencias. Pensamiento nico.

    Regocijo en las diferencias. Pensamiento diverso.

    Individuo Comunidad Neoliberalismo y IV Guerra Mundial Reconstruccin de la humanidad Acumulacin del valor Dignidad del ser humano

    4. Bibliografa

    5. Arendt (1970), Hannah, Sobre la violencia, Mxico, Joaqun Mortiz. Banco Mundial (1998), Annual World Bank Conference on Development in Latin America and the Caribbean 1996. Poverty & Inequality, Washington. BARTRA (1995), Armando, Origen y claves del sistema finquero del

  • Soconusco, Chiapas 1, Mxico, Ediciones ERA, pp. 29 -52. BARTRA (1996), Armando, El Mxico Brbaro. Plantaciones y monteras del Sureste durante el porfiriato, Mxico, El Atajo Ediciones, 516 pp. CECEA (1995), Ana Esther y Andrs Barreda, Chiapas y sus recursos estratgicos, Chiapas 1, op. cit., pp. 53 - 100. CECEA (1996), Ana Esther, Universalidad de la lucha zapatista. Algunas hiptesis, Chiapas 2, Mxico, Ediciones ERA, pp. 7 - 20. CECEA (1997), Ana Esther, Neoliberalismo e insubordinacin, Chiapas 4, Mxico, Ediciones ERA, pp. 33 - 42. CECEA (1998), Ana Esther, De cmo se construye la esperanza, Chiapas 6, Mxico, Ediciones ERA, pp. 135 - 147. ESTRADA (1995), Alejandro y Rosamond Coates-Estrada, Las selvas tropicales hmedas de Mxico: recurso poderoso pero vulnerable, Mxico, SEP-FCE-CONACyT, col. La ciencia desde Mxico, no. 132, 191 pp. EZLN (1994), Documentos y comunicados, Mxico, Ediciones ERA, 332 pp. EZLN (1995), Documentos y comunicados 2, Mxico, Ediciones ERA, 472 pp. EZLN (1996), Crnicas intergalcticas. Primer Encuentro Intercontinental por la Humanidad y contra el Neoliberalismo, Chiapas, Mxico. EZLN (1997), Documentos y comunicados 3, Mxico, Ediciones ERA, 472 pp. Foro Especial para la Reforma del Estado (1996), Chiapas 3, Mxico, Ediciones ERA, pp. 73 -98. Mesa 5. Por la humanidad y contra el neoliberalismo. Foucault (1979), Michel, Microfsica del poder, Madrid, Ediciones La Piqueta, 189 pp. GINZBURG (1986), Carlo, El queso y los gusanos, Espaa, Muchnik, 187 pp. HOLLOWAY (1997), John, La revuelta de la dignidad, Chiapas 5, op. cit., pp. 7 - 40. LENKERSDORF (1996), Carlos, Los hombres verdaderos. Voces y testimonios tojolabales, Mxico, UNAM-Siglo XXI, 197 pp. RAJCHENBERG (1996), Enrique y Catherine Hau-Lambert, Historia y simbolismo en el movimiento zapatista, Chiapas 2, op. cit., pp. 41 - 58. SUBCOMANDANTE INSURGENTE MARCOS (1997), Siete piezas sueltas del rompecabezas mundial (El neoliberalismo como rompecabezas: la intil unidad mundial que fragmenta y destruye naciones), Chiapas 5, Mxico,

  • Ediciones ERA, pp. 117 - 144. TOLEDO (1996), Alejandro, El desastre Ecolgico del Sureste, en La Jornada Ecolgica, Mxico, 18 de marzo. VELASCO (1998), Edur y Richard Roman, Migracin, mercados laborales y pobreza en el Septentrin Americano, Chiapas 6, op. cit., pp. 41 - 68.

    6. 7. 1 8. Una versin de este trabajo fue presentado como ponencia en el seminario La

    sociedad mexicana frente al tercer milenio organizado por la Coordinacin de Humanidades de la UNAM del 7 al 10 de septiembre de 1998.

    9.

    10. 11. 2 12. Ver el artculo de Edur Velasco y Richard Roman. Velasco: 1998.

    13.

    14. 15. 3 16. La situacin de Amrica Latina muestra tasas ascendentes de informalizacin

    durante todo el periodo de reorganizacin productiva al que hacemos referencia (1975 - 1998). Entre 1990 y 1994 pasa de 52.1 a 55.7 %. El caso de Brasil, que podramos considerar el de mayor desarrollo dentro de los pases latinoamericanos, pasa de 52 a 58.4 % en el mismo lapso. Ver Banco Mundial: 1996.

    17.

    18. 19. 4 20. En palabras de Hanna Arendt, no puede haber mayor violencia que la de negarle

    a alguien la posibilidad de trabajar (Arendt: 1970). sa es la mayor humillacin y el mayor dao.

    21.

    22. 23. 5 24. La situacin de Amrica Latina muestra tasas ascendentes de informalizacin

    durante todo el periodo de reorganizacin productiva al que hacemos referencia (1975 - 1998). Entre 1990 y 1994 pasa de 52.1 a 55.7 %. El caso de Brasil, que podramos considerar el de mayor desarrollo dentro de los pases latinoamericanos, pasa de 52 a 58.4 % en el mismo lapso. Ver Banco Mundial: 1996.

  • 25.

    26. 27. 6 28. En palabras de Hanna Arendt, no puede haber mayor violencia que la de negarle

    a alguien la posibilidad de trabajar (Arendt: 1970). sa es la mayor humillacin y el mayor dao.

    29.

    30. 31. 7 32. Un ejemplo ilustrativo corresponde al desarrollo de los sistemas digitales de

    comunicacin. El famossimo INTERNET (red de redes) surge como un sistema de comunicaciones privado del Departamento de Estado norteameicano, de uso exclusivo y estratgico, sin embargo, su desarrollo requera de la intervencin de muchos cientficos y de su experimentacin ms generalizada. As es "puesto al servicio" de la universidades de ese pas y, ms tarde, del pblico en general. El Departamento de Estado todava conserva como exclusivas parte de las innovaciones introducidas y mantiene un control cercano de los protocolos y normas de funcionamiento. Un estudio detallado sobre la historia de INTERNET fue realizado por Octavio Rosaslanda dentro del marco del proyecto Tecnologa y calidad de la fuerza de trabajo en Amrica del Norte y puede ser consultado en Cecea: 1998. Como este ejemplo hay muchos otros entre los que se cuenta actualmente el proyecto Genoma Humano, de enorme trascendencia para el avance cientfico y tecnolgico, pero tambin para la definicin del futuro de la humanidad.

    33.

    34. 35. 8 36. "En la regin de Los Tuxtlas, al sur de Mxico, por ejemplo, las tasas de

    destruccin desde 1940 a la fecha han sido muy altas, con un promedio de 4,000 ha anuales. Esta tendencia ha dado como resultado que actualmente slo quede cerca de 10% de la vegetacin selvtica original en la regin". Estrada: 1995, p. 121.

    37.

    38. 39. 9

    Estrada: 1995, pp. 11 y 121. 40.

    41. 42. 10

  • 43. "La expansin de los pastizales en las reas clido-hmedas de Mxico tambin se halla presente en el resto de Amrica Latina y parece ser parte de una lgica mayor de expansin ganadera relacionada con el aumento del consumo de protena animal en los pases industriales, preferentemente Estados Unidos y los de Europa occidental (Barrera, 1992). Esta necesidad oblig a organismos como el Banco Mundial y el bid a conceder enormes crditos para el desarrollo pecuario, otorgando a Mxico crditos amplios entre 1971-1979, lo que permiti el crecimiento de la ganadera en un 2.9% anual. As, Mxico es visto por nuestros vecinos como un establo de traspatio". Estrada: 1995, p. 124.

    44.

    45. 46. 11 47. "Los civilizadores occidentales iniciaron su tarea simplificadora de la

    biodiversidad del sureste con el exterminio de su poblacin. Hacia 1550, la poblacin ya se haba reducido a 400 mil habitantes, es decir, el 75 por ciento desapareci vctima del primer choque brutal con los recin llegados. Algunos aos despus, por 1600, se censaron solamente 250 mil pobladores. El primer siglo de la colonia signific as la desaparicin masiva del 85 por ciento de la poblacin prehispnica. Las acciones militares, enfermedades, reducciones y encomiendas, redujeron los 250 mil habitantes del rea de Laguna de Trminos y Tabasco, a 8,200. Del milln cien mil habitantes de Yucatn quedaron 150 mil. En la regin del ro Coatzacoalcos y Tonal, vivan escasos 3 mil pobladores. Los 80 mil habitantes del Soconusco se redujeron a 4 mil. Slo los de los altos de Chiapas, los zoques y los mixes oaxaqueos, mejor resguardados por sus sierras, se pudieron salvar del exterminio". Toledo: 1996, p. 4.

    48.

    49. 50. 12 51. Sobre el imaginario zapatista y sus horizontes civilizatorios una referencia

    bsica es el artculo de Enrique Rajchenberg y Catherine Hau-Lambert. Rajchenberg: 1996.

    52.

    53. 54. 13 55. EZLN:1994. Chiapas: el Sureste en dos vientos, una tormenta y una profeca, p.

    62. 56.

    57. 58. 14 59. Sobre el lugar de la dignidad en el discurso zapatista ver Holloway: 1997.

    60.

  • 61. 62. 15 63. Esto es tambin lo que otorga al movimiento su carcter de insurreccin popular

    y lo que le concede autoridad moral en todos los escenarios en los que se manifiesta.

    64.

    65. 66. 16 67. "...no queremos ni podemos ocupar el lugar que algunos esperan que ocupemos,

    el lugar del que emanen todas las opiniones, todas las rutas, todas las respuestas, todas las verdades, no lo vamos a hacer." [EZLN:1994. Discurso del Subcomandante Marcos ante la CND] p. 310.

    68.

    69. 70. 17 71. EZLN: 1996, Discurso de bienvenida de la Mayor Ana Mara.

    72.

    73. 74. 18 75. EZLN:1994, p. 175. (Negritas mas).

    76.

    77. 78. 19 79. EZLN:1994, p. 176. (Negritas mas)

    80.

    81. 82. 20

    Foucault: 1979, p. 86. 83.

    84. 85. 21

    Ginzburg: 1986. Negritas mas. 86.

    87. 88. 22<

    Foucault: 1979, p. 86.

  • 89.

    90. 91. 23 92. EZLN: 1996, Intervencin oral del Subcomandante Insurgente Marcos, p. 69.

    93.

    94. 95. 24 96. EZLN: 1996, p. 182.