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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
La integración en A m é r i c a
Latina
V I S I Ó N
I B E R O A M E R I C A N A
2 0 0 0
Colección Dimensión americana
E d i c i o n e s U N E S C O
Publicado en 1995 por la Organización de las
Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura,
7, place de Fontenoy, 75352 Paris 07 SP
Compuesto por Éditions du Mouflon,
Le Kremlin-Bicêtre (Francia)
Impreso por la Imprimerie des Presses Universitaires de France,
Vendôme
ISBN 92-3-303181-0
© U N E S C O 1995
P r e f a c i o
La idea de hacer preceder con foros de debate intelectual las cumbres
políticas de mandatarios iberoamericanos se va convirtiendo en una acer
tada práctica.
Los foros auspiciados por la U N E S C O cumplen, en la realidad ver
tiginosamente cambiante del m u n d o actual, con el obligado ejercicio de
reflexión y actualización del pensamiento. Además , crean el vínculo nece
sario entre las esferas políticas y los sectores intelectuales de la región.
E n ese espíritu se celebró el II Foro "Visión Iberoamericana 2000",
del 16 al 18 de marzo de 1994, en Cartagena de Indias (Colombia), lugar
en el que se reuniría unos meses más tarde la IV C u m b r e Iberoamericana
de Jefes de Estado y de Gobierno.
La agenda de la reunión permitió a los intelectuales reunidos en el
Foro centrar sus debates en torno a la integración iberoamericana, tema
central de la IV C u m b r e política. Fueron así analizados aspectos tales
c o m o la convergencia de los diferentes procesos integradores y el papel
que la transferencia de conocimientos juega en ellos; la competitividad en
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el campo económico; la integración en un contexto pluriétnico y pluri-
cultural, y la integración política, vista c o m o utopía o c o m o posibilidad
real.
A la luz de acontecimientos regionales, c o m o la entonces recién
entrada en vigor del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, y
de otros en el horizonte próximo c o m o la celebración de otra cumbre, esa
vez hemisférica, convocada por el Gobierno de Estados Unidos en Miami,
para diciembre de 1994, el interés por el Foro de Cartagena fue amplia
mente compartido.
E n presencia del Presidente de Colombia, César Gaviria, y del Direc
tor General de la U N E S C O , Federico Mayor, destacadas personalidades
de la política, la cultura y la ciencia participaron en los debates. Entre
otros, los ex-Presidentes Belisario Betancur y Miguel de la Madrid, y el
premio Nobel de Literatura, Gabriel García Márquez.
El II Foro "Visión Iberoamericana 2000" dejó un resultado fecundo
de conclusiones y de propuestas concretas que apuntan al objetivo pri
mordial de consolidar una comunidad basada en una historia y unos inter
eses comunes; en la necesidad de construir paso a paso, día a día, una cohe
sión indispensable para sobrevivir y desarrollarse en un m u n d o cada vez
más competitivo, alienante e insolidario.
Sea en la ciencia o en la cultura, en el pensamiento político o en el
campo económico, intelectuales c o m o Eduardo Portella, Jorge Allende,
Aldo Ferrer, Héctor Gros Espiell, Guadalupe Ruiz Giménez, Manuel
Elkin Patarrollo, Rafael Argullol, César Verduga, y tantos otros, aporta
ron sus esclarecedoras y comprometidas opiniones, animados por la ins
piración c o m ú n de contribuir a la construcción de una comunidad ibe
roamericana. La presente edición da fe de ello.
6
* 1 •
Indice
Introducciones
César Gaviria 9
Federico Mayor 17
Sección I
Convergencia de los diferentes procesos de integración
Antonio Mercader 35
La función del Estado: dimensiones de la cultura Belisario Betancur 42
Papel del mercado: el reto de la eficiencia César Verduga 51
Sección II
Papel del conocimiento en los procesos de integración
Eduardo Portella 63
El imperativo de la integración científica y tecnológica
Jorge E. Allende 70
Papel del conocimiento científico en el proceso de integración
Manuel Elkin Patarroyo 80
La educación de la modernidad Cristoväo Buarque 89
7
Sección III
Los procesos de globalización: reflexiones sobre su concepción
y efectos sobre la evolución del sistema mundial
Carlos ]. Moneta 97
Crédito e inversión Salomón Kalmanovitz 124
Reconversión industrial Salvador Arrióla 134
La globalización de la economía: políticas sociales y laborales
Heinz Sonntag 156
América Latina y Europa como suburbios de Hollywood
Néstor Garda Canclini 172
La competitividad del sector agropecuario en el marco
de la integración regional Martín Piñeiro 188
Sección IV
La integración en un contexto pluriétnico y pluricultural
Néstor García Canclini 199
Axial, una estrategia cultural de desarrollo Guillermo Sequera 216
Sección V
Integración política ¿utopía o posibilidad real?
Héctor Gros Espiell 227
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Introducción (I)
César G av ir i a
A través del tiempo, los países hemos aprendido que nuestro recorrido
histórico se hace más fructífero —y que a su paso se aligeran las cargas—,
si c o m o grupo, esto es, unidos por la historia, la cultura y los intereses
compartidos asumimos posiciones comunes en el escenario internacional.
H o y enfrentamos una oportunidad en la que, a través de nuestra
reflexión, tendremos ocasión de plantear iniciativas que aspiren a una vida
mejor para los pueblos de Iberoamérica.
D e veras creo que corresponde a nuestros hombres de ciencia, a nues
tros artistas, escritores, pensadores, y a todos nuestros trabajadores de la
educación, la ciencia y la cultura asumir la responsabilidad de vislumbrar
un nuevo milenio que se nos presenta c o m o un reto, pero por sobre todo,
c o m o un espacio de oportunidades.
Y hay una verdad de a puño: trabajando por separado, esto es, divi
didos en parcelas de conocimiento o apartados por fronteras ideológicas
o nacionales poco prometedor sería nuestro futuro.
Los intelectuales iberoamericanos están llamados a ser contribuyentes
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principales a la solución de los más apremiantes problemas que enfrenta
m o s . También, deben convertirse en partícipes de la alquimia que termi
nará por convertir en realidad aquello de lo que están hechos los sueños
de nuestros pueblos.
Iberoamérica ha finalmente comprendido la necesidad de unirse bajo
el signo de un propósito verdaderamente común: el bienestar espiritual y
material de sus gentes. Por ello es que avanzamos hacia una mayor inte
gración económica y política entre nuestros países.
La C u m b r e Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno, c o m o
instancia ideal para la concertación política, es una buena muestra de esta
tendencia.
Los procesos de liberalización económica, comercial y de las inver
siones que se surten en este hemisferio, unidos a nuestro expresado deseo
de practicar un regionalismo abierto que nos permita acercarnos más a
Europa y a otras regiones de la tierra, también son reflejo del mismo fenó
m e n o .
Al decir esto y al pensar, por ejemplo, en nuestra relación con Europa,
recuerdo la vieja canción infantil que seguramente reconocen muchos de
los aquí presentes: "El puente está quebrado, con qué lo curaremos...".
Pues bien: los americanos debemos reconstruir ese puente que nos une al
origen mismo de nuestra lengua y de muchas de nuestras tradiciones y que,
tal vez por ello, representa la oportunidad de proyectarnos unidos al
futuro. E n ello, la función de enlace de España y Portugal es fundamen
tal.
Y al hablar de integración no planteo, desde luego, dejar de compe
tir entre nosotros. E n los campos de la economía y el comercio, así c o m o
en las ciencias y en las artes, una sana y leal competencia es motor crea-
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dor fundamental. D e hecho, Iberoamérica debe hacer todo cuanto esté a
su alcance para hacerse más competitiva de cara al resto del m u n d o .
Para mencionar tan solo un ejemplo bien significativo de las exigen
cias del m u n d o de hoy, debemos no sólo aceptar que la educación no es
un proceso que termina a cierta edad sino que ocupa toda la vida, así
c o m o el hecho de que no existe región ni país que pueda aspirar a ser c o m
petitivo desperdiciando las potencialidades del más valioso de sus capi
tales: el humano . Al decir esto quiero evocar a Luis Carlos Galán, quien
siempre entendió la educación c o m o el camino para la liberación del ser
h u m a n o .
Gracias a la magia de la ciencia y la tecnología, el m u n d o que habita
remos mañana será más pequeño e integrado pero, por otra parte, m u c h o
más exigente y complejo. A este respecto, nos haremos más competitivos
en la medida en que reconozcamos nuestra interdependencia c o m o una
realidad incuestionable. Paralelamente, sólo podremos sacarle ventaja a las
oportunidades que a manos llenas el destino nos ofrece, si unidos afron
tamos los desafíos que plantea la globalidad.
Y a este respecto quiero mencionar un solo ejemplo. Estudios preli
minares indican que con la culminación de la Ronda Uruguay y el surgi
miento de la Organización Mundial de Comercio el intercambio global de
bienes y servicios se verá incrementado en unos 200.000 millones de
dólares anuales.
Los iberoamericanos debemos sacarle la mayor ventaja posible a
dicho incremento, de manera que nuestros países puedan obtener una
mayor participación. N o tengo que recalcar demasiado que cualquier
aumento de nuestra participación en el comercio global traerá beneficios
económicos y sociales para nuestros pueblos, traducidos en un mayor
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número de empleos mejor remunerados y, consecuentemente, en nuevas
oportunidades de realización personal.
La magnitud de los problemas que debemos resolver durante los
próximos años clama por nuestra integración. Para mencionar tan solo
algunos de los retos que tenemos por delante, debemos alimentar, brin
dar salud, educar y dar techo a un número cada vez más grande de seres
humanos.
Tenemos que crear espacios democráticos en los que puedan desa
rrollarse y convivir pacíficamente personas de diferentes grupos étnicos
y creencias.
Debemos preservar el equilibrio ecológico del planeta.
Tenemos que repartir bien la prosperidad.
Y algo es para mí ya suficientemente claro: hay que profundizar y, de
ser posible, extender las ambiciosas reformas a nuestros sistemas políticos,
económicos y sociales que ya hemos emprendido en muchos lugares de
Iberoamérica, de tal manera que particularmente Latinoamérica se adapte
mejor a un m u n d o movido por fuerzas que son nuevas y m u c h o más exi
gentes que aquellas que hasta ahora hemos tenido que enfrentar. Ello pon
drá a prueba, quizás c o m o nunca antes en la historia, no sólo toda nues
tra capacidad creativa, sino fundamentalmente la seriedad de nuestra
voluntad integracionista.
C o m o he dicho en diferentes ocasiones, estamos ante un m u n d o en
donde las fuerzas de la democracia y sus libertades, así c o m o la integra
ción, avanzan de manera aparentemente incontenible. Y digo "aparente
mente" porque todos sabemos que sobre la democracia aún se cierne el
peligro del despotismo y sobre la integración el del egoísmo.
H o y se trata entonces de unir fuerzas para que, aprovechando las
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complementariedades que nacen de la rica diversidad geográfica, cultural,
económica y social iberoamericanas, podamos defender lo que con tanto
trabajo hemos logrado, así c o m o maximizar, a través de la cooperación en
todos los frentes, los esfuerzos nacionales en busca del progreso y bie
nestar de nuestras sociedades.
E n esta ocasión quiero brevemente referirme a dos aspectos en los
cuales este hemisferio ha avanzado notablemente.
E n primer término, hablaré de los procesos de liberalización econó
mica. H a g o aquí un pequeño paréntesis para decir que éstos no pueden ser
vistos exclusivamente c o m o generadores de pactos comerciales sino como
verdaderas terapias contra la pobreza y el desempleo.
E n segundo lugar, aludiré a la reforma del Estado porque creo que
será el gran tema de la agenda política iberoamericana de los próximos
años.
E n diferentes foros he planteado la necesidad de hacer converger
todos los procesos de liberalización que se surten en las Americas hacia la
creación de una "Zona de Libre Comercio Hemisférica" que abarque los
inmensos territorios que unen a Alaska con la Patagonia.
Pienso que el T L C de América del Norte, el Mercado C o m ú n Cen
troamericano, el C A R I C O M , el Pacto Andino, el Mercosur, y tantos
otros esfuerzos multilaterales y bilaterales que están ahora materializán
dose, no tienen otra explicación que la de ser piezas de un rompecabezas
que reconvertirá a América en una sola.
Pero debemos tener una cosa suficientemente clara: las leyes del mer
cado son incapaces de solucionar, por sí mismas, los muchos males que aún
aquejan a nuestras sociedades: la pobreza extrema, la marginalidad, la falta
de oportunidades.
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Nuestras gentes se preguntan con toda razón: ¿ Q u é podemos espe
rar de los ajustes económicos? ¿Cuándo nos llegará el bienestar?
A ellos es preciso responderles, con sinceridad, que los ajustes por sí
mismos no producen bienestar. Q u e las reformas económicas hay que
acompañarlas de reformas políticas y de ambiciosos programas sociales.
Requerimos de un Estado que no sólo controle, en aras del interés
público, lo que ocurre en la arena del mercado, sino que dirija una vigo
rosa iniciativa de inversión hacia la generación de capital h u m a n o , esto es,
que invierta focalizadamente en la gente. Se trata del desarrollo con ros
tro h u m a n o por el que tanto se ha interesado la U N E S C O . Por eso vemos
con la mayor expectativa los resultados de la C u m b r e Mundial para el
Desarrollo Social convocada en Dinamarca de 1995 por las Naciones Uni
das.
Y es justo reconocerlo. A nuestros Estados les falta realizar su trán
sito hacia k eficiencia y la competitividad. Para que las democracias se for
talezcan y sean capaces de afrontar con éxito el reto de catalizar un pro
ceso que genere desarrollo social igualitario, es necesario modernizar el
Estado y transformar la manera c ó m o , en algunos casos, aún se ejerce la
política.
Si queremos que la gente no pierda la esperanza y la confianza en
nuestras democracias, no podemos permitir que éstas se debiliten a causa
de las fallas del Estado o de las equivocaciones de los políticos.
Es preciso reconocerlo: en medio del gigantismo y la hipertrofia algu
nos de nuestros aparatos estatales son pequeños y débiles. Por ello, los
tiempos que corren exigen de toda institución pública la plena justifica
ción de su existencia y la eficaz ejecución de los recursos que recibe de los
ciudadanos. También, demandan mayor descentralización y mayores
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oportunidades, pero, sobre todo, exigen robustecer las funciones de regu
lación, vigilancia y control de participación ciudadana en la toma de deci
siones frente a la creciente tarea de colocar en manos de particulares la
prestación de servicios públicos o el cumplimiento de fines públicos.
Y cuando hablo de participación ciudadana no pienso solamente en
el hecho de imprimirle mayor vitalidad a los procesos políticos, sino en
aumentar el eco de la voz de quienes se encuentran excluidos de los bene
ficios del desarrollo,
Creo que estarán de acuerdo conmigo cuando afirmo que la pobreza
constituye el mal que más aqueja a nuestras sociedades y que, de manera
determinante, ha impedido que nuestras naciones alcancen todo su poten
cial.
Hacia el final del siglo, los países del hemisferio debemos lograr la
cobertura completa de educación primaria y secundaria, así c o m o mejo
rar su calidad. También, proveer salud y techo digno. Todos estos objeti
vos son posibles siempre y cuando el Estado reoriente sus acciones hacia
lo realmente prioritario, esto es, además de una reforma económica, hacia
aquello que exclusivamente él debe hacer, y, a la vez, abra espacios a la
iniciativa privada para complementar la acción estatal.
Estoy seguro de que con acciones más ambiciosas e imaginativas en
el campo social podremos derrotar la miseria en el horizonte de unos
pocos años. Así, nuestros pueblos podrán dedicarse a alcanzar las metas
de progreso material asociadas al crecimiento económico acelerado que
parece abrirse paso en Latinoamérica, región del m u n d o que ocupará
durante los próximos años el segundo renglón en dinamismo económico
después de la región Asia-Pacífico.
Igualmente, debemos mantener en la agenda diaria de nuestro trabajo
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las transformaciones políticas que aportarán una mayor participación ciu
dadana y el fortalecimiento y protección de los derechos humanos para dar
más profundidad y vigor a nuestras democracias.
N o puedo de ninguna manera terminar estas palabras sin resaltar que
los resultados de las deliberaciones que se inician hoy enriquecerán las dis
cusiones que en el mes de junio tendremos los Jefes de Estado y de
Gobierno que participaremos en la IV C u m b r e Iberoamericana.
U n sólo vistazo a la agenda temática de la que se ocuparán tan desta
cados participantes es suficiente para percibir el especial cuidado con el
que la U N E S C O ha preparado este foro, así c o m o a su innegable rele
vancia.
Augurándoles el mayor de los éxitos en sus debates y reiterándoles
la cálida hospitalidad con la que los acogemos en esta ciudad heroica,
declaro oficialmente instalado el foro "Visión Iberoamericana 2000". Q u e
sobre la probada fortaleza de las murallas de Cartagena construyamos,
aquí y ahora, puentes de integración y lazos de imperecedera amistad.
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Introducción (II)
Federico Mayor
La voz de los intelectuales
Son los intelectuales los que mejor pueden ayudar a que el comporta
miento cotidiano, que es la máxima expresión de la cultura, converja pro
gresivamente en este fin de siglo hacia el objetivo común de desarrollo
h u m a n o duradero. El ritmo es cada vez mayor. El tiempo deviene el más
escaso de los recursos disponibles. Va más a prisa que nosotros. ¿Quién
iba a decir que, a un año escaso del Foro de Intelectuales que precedió a
la III C u m b r e Iberoamericana de Jefes de Estado y de Gobierno en Bahía,
tantos y tantos hechos en nuestros países iban a demostrarnos que es pre
ciso correr más si queremos anticiparnos a la historia? Preocupa llegar al
siglo XXI en las actuales condiciones de desigualdad material, de precarie
dad ética, de indigencia de valores. Y , para nuestro azoro, ya estamos
prácticamente en el tercer milenio. Mientras que en el ámbito conceptual
se han realizado avances, sobre todo en la definición de lo que debe ser el
desarrollo h u m a n o duradero, en la práctica, los objetivos económicos a
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corto plazo han seguido prevaleciendo, sea cual sea el precio social y
ecológico de esta miopía.
Y , sin embargo, contábamos ya con el clarividente preámbulo de la
Constitución de la U N E S C O . E n el mismo contexto en el que se redactó
la Declaración Universal de Derechos H u m a n o s , se creó el sistema de las
Naciones Unidas y se concibió el Plan Marshall, los fundadores de la
U N E S C O proclamaron que el crecimiento económico es indispensable
pero no suficiente; que el desarrollo político es indispensable también,
pero no suficiente; que es la solidaridad moral e intelectual de la humani
dad el fundamento insustituible para la paz y la seguridad colectivas. El
conocimiento es la clave de toda riqueza y la disparidad en su acceso, pro
ducción y disfrute constituye, por tanto, la más peligrosa asimetría. Bus
caron El Dorado atraídos por el brillo y el valor del oro. El Dorado —hoy
ya hemos aprendido la lección— se halla en el interior de cada ciudadano.
Saber es poder. H a y que compartir mejor, empezando por el saber.
Disponemos, pues, desde hace casi cincuenta años, de las iluminadas
y luminosas sentencias del Preámbulo de la Constitución de la U N E S C O .
Tenemos también los textos del P N U D sobre desarrollo h u m a n o , la
Agenda 21 de la Conferencia de Río de Janeiro en 1992. Tenemos sobre
todo el clamor de una realidad que nos dice que el crecimiento económico
es necesario pero que debe, al mismo tiempo, incorporar ineludiblemente
la perspectiva social y el largo plazo. Los decisores tienen que saber mirar
hacia fuera y hacia adelante para conferir a su desarrollo interno el marco
de referencias apropiado.
El motor imprescindible para el logro de estas metas es la voluntad
política. D e ahí la importancia de la C u m b r e Iberoamericana de Jefes de
Estado y de Gobierno que habrá de reunirse por cuarta vez, ahora en
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Colombia, gran país situado en el corazón m i s m o de las gestas bolivaria-
nas y que, por ello, lleva en su ser los ideales profundos de la integración
latinoamericana. Acelerar este proceso es un gran objetivo común.
¿ C ó m o podría interpretarse que la llama encendida en 1991 en G u a
dalajara, México, decayera y quedara un rescoldo susceptible de avivarse
sólo de vez en cuando? Conozco bien las urgencias que abruman a los
gobernantes. Pero los esfuerzos de integración no pueden abordarse con
falta de perspectiva ni dejarse llevar por momentáneos estados de ánimo.
D e b e n expresar la resuelta convicción de los líderes de Iberoamérica de
conseguir la coherencia que intuyeron los grandes visionarios de su his
toria y que hoy exigen las circunstancias actuales. Habrá muchos obstá
culos que superar para la integración económica y política. Pero ya existe
una base, hoy, para asegurar las ulteriores fases del proceso: la que otros
buscan desesperadamente, la más difícil, la cultural, a condición de que no
haya excluidos, de que ninguna voz falte en el concierto. Todos los pue
blos y no unos cuantos deben constituir el sustento y estímulo de las
decisiones políticas expresadas en la cita anual de los mandatarios.
El interés de la comunidad intelectual y científica de la región debe
seguir el paso que, desde el inicio, ha mantenido en este esfuerzo integra-
dor, de m o d o que siga enviando sus mensajes a quienes tienen la respon
sabilidad de la conducción política. La originalidad de este Foro consiste
en propiciar un flujo de reflexiones libres y comprometidas hacia los Jefes
de Estado y de Gobierno. Raramente sucede esto en otras regiones.
H a y que tener el coraje de la crítica y del asentimiento a la vez, hay
que ser perseverantes en la divergencia. Coraje y tenacidad c o m o exigen
cia ética, no tan sólo para enunciar problemas sino para proponer solu
ciones. Por otra parte, el que m a n d a debe tener el coraje de escuchar. Sim-
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biosis deseable, simbiosis que augura la forma de democracia que todos
anhelamos. " N o es c o m ú n que los Jefes de Estado quieran pedirle a la
gente de pensamiento que les proporcionen reflexiones para, sobre ellas,
poder hacer las propias", decía Enrique Iglesias en Antigua el año pasado.
Y añadía: " L o s problemas del m u n d o no se arreglan con fórmulas
matemáticas y, menos aún, con remedios uniformes. Nuestras raíces cul
turales nos hacen diferentes aún si compartimos valores universales que
identifican a todos los habitantes del planeta."
N o s cuesta trabajo abstraemos de nuestro entorno inmediato y aper
cibirnos de los segmentos de nuestras sociedades que, magnetizados por
lo inmediato, privilegian el individualismo, el consumo, el lujo... que les
separan de los grandes ideales y de la percepción del futuro c o m ú n c o m o
una responsabilidad moral de cada persona. Tampoco nos damos cuenta
con frecuencia de que, al lado de esos sectores favorecidos, existen masas
marginadas y desheredadas que no cuentan con los canales adecuados
para articularse con las sociedades dominantes y establecer con ellas los
cauces de participación democrática y de recíproco nutrimiento.
H e m o s de interrogarnos, escuchar a los filósofos, a los sociólogos, a
los científicos, a los economistas... para encontrar la fórmula que nos lleve
a entender c ó m o construir o c ó m o reconstruir una sociedad donde impe
ren los ideales y las ideas, donde la sociedad civil recupere el liderazgo que
le corresponde, sabiendo que todo cambio empieza por uno mi smo . N o
esperemos a Godot: nunca llegará, porque está en nosotros mismos.
Entender todo esto en un debate abierto y constructivo, ir al fondo
de las cosas y observar c ó m o en un año escaso los acontecimientos nos
indican que no podemos cejar en este ejercicio, porque estamos prepara
dos para las amenazas del pasado pero no lo estamos para las que hoy nos
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agobian ni para los que nos acechan. H a y que decir sin embargo que, si
por un lado los sistemas desgastados entorpecen la capacidad de la acción
política, por otro lado se atisba un mayor discernimiento en la capacidad
analítica, en la aptitud para discrepar y proponer, pacífica pero insisten
temente, las transformaciones sociales que son improrrogables. D e este
lado de tantos ríos, desde donde se disiente pero no se puede dialogar
todavía, desde donde ahora en muchos casos ya la voz alcanza, aunque
débilmente, a la otra ribera y se construyen puentes, reside la esperanza.
Para que esta esperanza se convierta en realidad hay que prestigiar a los
políticos, servidores del bien c o m ú n . El decaimiento de la credibilidad
política es una de las peores amenazas hoy en día. Su contrapeso está en
la verdadera apertura hacia un nuevo proyecto sustentado en valores uni
versales, que no excluye a nadie y que puede ser compartido por todos sin
violentar las características de cada segmento social.
Es urgente e imperativo llegar a reforzar un sistema de partidos ver
daderamente representativos y de actores sociales más fuertes y autóno
m o s . Y es que, hoy más que nunca, las convulsiones internas de los países
y las veleidades económicas a escala internacional refuerzan la convicción
de que el Estado democrático, genuino representante de los ciudadanos,
debe reforzar su papel c o m o garante del cumplimiento de las leyes, c o m o
agente de unidad nacional y de desarrollo, acentuando su eficacia redis-
tributiva e integradora. El Estado c o m o atalaya, c o m o hilo conductor de
lo esencial, c o m o continuidad entre gobiernos que deben respetar los
acuerdos a largo plazo en aquellos grandes espacios de la vida nacional —
educación, salud, justicia— que no pueden exponerse a las fluctuaciones
de la vida local e internacional. Entre estos pactos de Estado debería figu
rar la voluntad de acabar con estas vergüenzas colectivas que, por consti-
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tuir espectáculo habitual, han dejado de provocar el rechazo que merecen.
Los niños de la calle, los niños forzados a trabajar antes de la edad labo
ral, son un ejemplo de estos intolerables tolerados. ¿Es posible hablar de
justicia social, aun en los países más avanzados, cuando tantos niños,
mujeres y hombres viven en el mayor hacinamiento y pobreza, cuando
tantos hombres se ven obligados a trabajar en condiciones inhumanas?
Tenemos prisa. La construcción del futuro es nuestra responsabilidad.
La del presente fue tomada hace unos años. N o m e cansaré de repetir que
mañana es siempre tarde y que hemos empezado a escribir una nueva
página histórica: la de la cultura de la paz. Tendremos que saber pagar su
precio, c o m o durante siglos hemos satisfecho la factura de la guerra. La
voz de los intelectuales es primordial en esta transición crucial.
Propuesta para el nuevo si gl o
Hace poco, en la Universidad de Laguna, en Tenerife, redactamos "Los
Derechos H u m a n o s de las Generaciones Futuras". Sus derechos son nues
tros deberes: es la mejor contribución que podemos hacer para celebrar el
50.a Aniversario de las Naciones Unidas. N o es imaginable hablar de la
defensa de nuestros derechos sin hacerlo, al mismo tiempo, y con mayor
énfasis si cabe, de los derechos de nuestros hijos. Para ello es indispensable
que cada uno se convierta en agente del cambio social. N o es aceptable
decir que nada tiene remedio y dejarse llevar por hechos supuestamente
inmutables. C o m o no se puede aceptar que se hable de normas de mer
cado y de conducta global (en fuentes de energía, por ejemplo) c o m o si lo
que es obra del hombre se hubiera convertido ahora en ente ajeno que no
obedece a quienes lo crearon.
Aquí mismo, en Cartagena, esta maravilla de la naturaleza y de la
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creatividad humana, este símbolo y aviso a la vez de un pasado que debe
conducir a un futuro más equitativo, el Presidente Gaviria dijo no hace
m u c h o tiempo en una reunión de la U N C T A D : " U n m u n d o con miles de
millones de seres humanos en la pobreza, sin esperanza alguna de una vida
mejor, no puede permitirse el lujo del egoísmo y del aislacionismo. Los
países de mayores ingresos —incluso algunas de las naciones en vías de
desarrollo— no pueden darle la espalda a esas multitudes, anunciando que
todos los problemas de la humanidad serán resueltos por una m a n o invi
sible, por el simple juego de las fuerzas de mercado. Ahora, más que
nunca, es ineludible la solidaridad."
Y añadía más adelante: "La disminución en el nivel de gastos militares
anunciada por los países más grandes debería permitir la liberación de
recursos para las necesidades más apremiantes. Trabajemos para que parte
del dinero que antes se utilizó para infundirle temor al adversario, sea
usado ahora para sembrar el progreso y la esperanza". H a y que conser
var pues, intacta la convicción machadiana de que "siempre es todavía."
Cambiar de rumbo, encontrar trayectorias inéditas, liberar, por fin, el
inmenso potencial de creatividad de nuestros pueblos. Y que su voz llegue
a los niveles en donde, con firmeza y visión, se establezcan nuevas prio
ridades. Los grandes perfiles de los presupuestos nacionales demuestran
que con excesiva frecuencia las grandes partidas se destinan a perpetuar las
prioridades que no han tenido en cuenta al pueblo. ¡Tener en cuenta al
pueblo! M e gusta repetir que la democracia verdadera no consiste en
contar a los ciudadanos, sino en que los ciudadanos cuenten.
La transición es delicada y existe el temor fundado de que se genere
un vacío ahí donde identidades culturales fuertes, bien adaptadas y pre
paradas para la vida en su medio, pueden ser avasalladas por otras tec-
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nológicamente más invasivas. C o m o ya he mencionado, hay que evitar a
toda costa la pérdida de una ventaja comparativa que poseemos: la diver
sidad y riqueza de nuestras culturas. Es comprensible que la desaparición
de los paradigmas tradicionales produzca desazón. América Latina, Ibe
roamérica, debe cuidarse de no desdibujar los rasgos que definen su pro
pia identidad en aras de una competitividad que, en la medida en que se
base m á s en la sagacidad que en la competencia y en la sabiduría, perderá
de todos m o d o s fuerza en breve plazo. Las equivalencias comerciales no
se aplican a los parámetros socioculturales. El trueque y la permuta pue
den ser empleados en los intercambios de productos; no en los de princi
pios sociales e identidades culturales, en los que la fragua es lenta y la inter
acción larga. Iberoamérica cuenta con un bagaje envidiable para el nuevo
milenio: todo consiste en que sepamos reconocerlo y apreciarlo. Al mismo
tiempo, Occidente experimenta una profunda vacuidad de sentido en su
universo de significaciones y, así c o m o antes importó materias primas
para su desarrollo material, hoy necesita significados para su recuperación
espiritual y su papel de faro. Esta crucial circunstancia permite imaginar
que, tal vez, dejemos de ser eternos extranjeros en nuestro propio m u n d o
y reconozcamos, de una vez por todas, las raíces y fundamentos de la
fuerza expresada por nuestra singular capacidad creadora.
Esta reflexión no es fácil cuando se concreta al plano puramente
económico, pero podría realizarse desactivando algunos conceptos ya
superados para equilibrar el crecimiento económico con su contrapartida
social. Frente a la idea de "progreso", la de un "desarrollo" cuyo avance
económico se sitúe en una red abierta junto con otros parámetros igual
mente importantes: el político, el ecológico, el espiritual, todos con el
m i s m o rango y teniendo en cuenta la compleja tensión que existe entre el
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
derecho a la igualdad y el derecho a la diferencia. Este enfoque multidi
mensional debe permear, en el terreno político, toda discusión sobre
democracia. Parece lógico que, si el m u n d o debe cambiar tan radical
mente, deban diseñarse los contornos de una "nueva democracia" basada
en el reconocimiento de la pluralidad cultural y de la dimensión moral
c o m o factores de cohesión. Aunque prefiero el optimismo, temo igual
mente el pesimismo y el optimismo cuando no se basan en una serena y
objetiva consideración de la situación y proyecciones.
Las cosas parecen ir bien ahora en términos económicos en impor
tantes países de América Latina y el Caribe. Pero debemos ser rigurosos
y analizar las tendencias. Si leemos los periódicos de Europa de hace tan
solo dos años, todo "iba bien". . . N o subestimo, quede bien claro, la
importancia de los acuerdos económicos, pero está claro que son insufi
cientes para garantizar la solidaridad nacional y regional. N o les extrañe
que mi mensaje de futuro esté impregnado de reflexiones de índole social
cuando, en gran parte, sus deliberaciones tendrán que ver primordial-
mente con lo económico. M i convicción es que, bajo esta luz, el resultado
del mensaje transmitido por este distinguido grupo de pensadores llegará
a los mandatarios iberoamericanos con una aureola inobjetable de auten
ticidad y autoridad moral.
Si creo que es necesario encender con mayor estridencia la señal de
alerta, es para no tener que actuar in extremis sobre cuestiones que, si se
hubieran atendido a tiempo, las tendencias no hubieran producido los
graves impactos que ahora deploramos. A menudo, tendemos a olvidar
que detrás de los indicadores económicos, detrás del control de la infla
ción y la reducción del gasto público, detrás de los sacrificios impuestos
a los trabajadores y a los productores, detrás de medidas uniformes para
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
circunstancias con frecuencia bien distintas, existen seres humanos:
hombres, mujeres y niños que viven en condiciones de gran precariedad.
Son ellos la divisa humana con que ajustamos a veces las cuentas.
Vivimos una encrucijada histórica en la que las incertidumbres son
m u y superiores a las certezas, en la que la condición humana se halla, más
que nunca en el pasado, en la cornisa de las luces y las sombras para réin
ventai su devenir c o m ú n . ¡Cuántos acontecimientos inesperados en los
últimos años! Gracias a ellos, el m u n d o avanza de forma no lineal, hacia
objetivos de paz que hace tan solo un lustro parecían inalcanzables. Las
ideologías, los anhelos, los sueños han sido poco a poco erosionados y nos
hemos visto confrontados de golpe con datos "sin alma". D e b e m o s resca
tar la equidad del desplome del bloque soviético y recuperar la libertad y
la fraternidad del capitalismo a ultranza. N o s quedan los derechos h u m a
nos c o m o fundamento ético de la nueva democracia.
Para que los criterios estrictamente económicos se compensen ahora
con los más importantes de alcance social, es imprescindible lograr, c o m o
la U N E S C O ha propuesto a la C u m b r e del Desarrollo Social de Copen
hague en 1995, que la práctica indiferenciada del ajuste estructural se sus
tituya en lo sucesivo por la bien diferenciada del ajuste social. La propuesta
formulada por la U N E S C O consta en síntesis de los pilares siguientes:
1. Construcción de capacidad endógena, con contenidos y metodología
que permitan, a cualquier edad, proporcionar el acceso al conoci
miento a todos los ciudadanos, en cualquier asentamiento humano ,
por disperso que sea, concentrando la atención en los jóvenes y las
mujeres, única forma de conseguir moderar el crecimiento demográ
fico y promover los recursos humanos que requiere el desarrollo con
faz humana.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
2. Promoción del desarrollo de las áreas rurales para prevenir en su
propia raíz las emigraciones, particularmente a través de facilidades
de educación formal e informal, promoción del artesanado y del
turismo cultural, desarrollo integral de las culturas indígenas, utili
zación en tiempos de paz de las fuerzas armadas para facilitar los des
plazamientos en situaciones de emergencia sanitaria, etc.
3. Combatir la marginalización y la exclusión, promocionando la par
ticipación ciudadana — c o m o indicador clave del desarrollo social—
y forjando, desde edades tempranas, actitudes de no violencia y de
tolerancia, al tiempo que se asegura, c o m o requisitos para la instau
ración de u n sistema democrático, el funcionamiento de la justicia, el
diálogo intercultural y la libertad de expresión.
4. El medio ambiente, con el seguimiento de la A g e n d a 21 de Río de
Janeiro, constituye el cuarto pilar fundamental de esta propuesta.
Y , por último, pero no en último lugar, la comunicación, facilitando con
las modernas teletecnologías, la disponibilidad de la información necesa
ria en el m o m e n t o apropiado.
Esta propuesta se basa en algunas premisas: el cambio en el enfoque
del desarrollo social implica u n cambio sustantivo en el horario laboral,
naturaleza del empleo, mecanismos de transferencia de conocimiento,
relaciones comerciales, asistencia a los países en vías de desarrollo, m o d i
ficación radical en la enseñanza superior, etc.1
1. El desarrollo y las iniciativas industriales pueden esperarse de ciudadanos cualificados —particularmente si existen los incentivos apropiados—, mientras que nada puede esperarse de ciudadanos no cualificados. En una sociedad abierta y en una economía de mercado, los graduados universitarios no pueden esperar que, además del pri-
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Las máquinas deben reemplazar a la persona solamente cuando sea
indispensable y el trabajo no pueda ser realizado eficazmente por hombres
o mujeres. E n otro caso, teniendo en cuenta que la actualización o reci
claje es m u y difícil en personas con limitada formación profesional y que
tienen ya m á s de 40 ó 45 años, el n ú m e r o de desempleados permanente
será u n alto precio social que deberá pagarse por esta excesiva sustitución
del h o m b r e por la máquina automática, constituyendo una de las princi
pales raíces de radicalización y violencia.
L o anterior implica, a título de ejemplo: una redefinición del "tra
bajo", compartiendo el tiempo de trabajo y las percepciones económicas
y concediendo una consideración progresiva al concepto de "vida activa";
preparación para las nuevas amenazas a la sociedad, con promoción de
nuevos empleos c o m o los "ecoempleos" (a escala municipal, en relación
con el agua, gases industriales, uso de fertilizantes y otros compuestos arti
ficiales, etc.); u n nuevo papel para la educación superior en todos los
países: educación permanente, intensiva y desformalizada; el uso de las
redes de telecomunicación, especialmente "para alcanzar a los inalcan
zables"; identificación de nuevas "locomotoras económicas", tales c o m o
la vivienda y el transporte urbano. . .
L a U N E S C O ha creado u n gran programa internacional denominado
M O S T (Gestión de las Transformaciones Sociales) con el fin de poder
vilegio de haber tenido acceso a la educación superior, deba la administración proporcionarles empleo. La ecuación título = empleo no se aplica en un contexto altamente competitivo que requiere una actualización constante del conocimiento. Los graduados deben ser empresarios y tanto la sociedad civil como el Estado deben facilitar la capacidad empresarial.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
contribuir con una reflexión a escala internacional a las grandes transfor
maciones de nuestros días. Habrá que invertir más en la prevención de la
guerra que en el mantenimiento de la paz. H o y las inversiones en "peace
keeping" representan una abrumadora proporción si se comparan con los
fondos dedicados a la construcción de la paz ("peace building"). Por otra
parte, todo lo que se previene no se valora: "ojos que no ven, corazón que
no siente". Crear una conciencia de lo intangible en las esferas de gobierno
es fundamental para, poco a poco, ir sustituyendo la razón de la fuerza por
la fuerza de la razón.
Contamos en nuestra comunidad indo-afro-iberoamericana con una
pléyade de intelectuales, escritores, maestros, periodistas que constituyen
una inmensa fuerza de movilización que nos ayuda a tomar conciencia y
que comparte con nosotros la idea de que tanto el crecimiento económico
c o m o la democracia tienen su cimiento en la formación de todos quienes
integran la sociedad. El conocimiento representa ese espacio c o m ú n en el
que todas las diferencias pueden coexistir no sólo pacíficamente sino sinér-
gicamente.
Sobre esta base, resulta menos difícil afianzar el sistema democrático
en cada uno, en cada minoría, en cada pueblo, de forma que todos pue
dan expresar libremente y sin cortapisas los rasgos de su cultura y, al
m i s m o tiempo, conocer, respetar y, ¿por qué no? admirar e incorporar ras
gos de las otras. El concepto de minoría no se reduce a las poblaciones
autóctonas que han vivido en los márgenes de las grandes corrientes de la
historia de las conquistas y de las influencias ajenas. Todos los países,
hasta los más poblados, hasta los más ricos tecnológicamente, son mino
ritarios respecto a la referencia nacional, regional, cultural, tecnológica. Y
en todos los casos, no es por el repliegue c o m o se expande su perfil cul-
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tural, ni tampoco por el proteccionismo o por la fragmentación territo
rial. N o es creando fronteras de la más diversa índole c o m o podrán respe
tarse los derechos de todos, sino eliminándolas. Cada persona es única y
universal, sabiendo, sin embargo, que el futuro de la humanidad —y en
buena medida el pretérito— pasa por el crisol, por la amalgama, por la fér
til unión de las más diversas civilizaciones.
La aparición de nuevos actores tiene que ser vista y comprendida lejos
de las formas de representación tradicional. El Estado carece normal
mente de los mecanismos que le permiten reconocer y conocer las expe
riencias del poder popular real. H a y que lograr la institucionalidad d e m o
crática con objetivos políticos, es decir, con la participación con poder. La
herejía de lo informal adquiere jerarquía de modelo alternativo. H a y que
proclamarlo abiertamente.
Tenemos pues que proteger las diversidades en el seno de nuestra
comunidad iberoamericana. Por su especial significado quisiera aludir a un
párrafo de la declaración del seminario "Amerindia hacia el tercer mile
nio", celebrado en San Cristóbal de las Casas en 1991, en el que partici
paron destacados dirigentes indígenas: "Tenemos plena conciencia de que
vivimos u n destino c o m ú n y que el futuro de nuestros pueblos depende
de nuestra capacidad para crear una América solidaria."
D e b e m o s pues esforzarnos en incorporar a quienes tienen concien
cia de ese insoslayable "destino común". El llamamiento de San Cristó
bal adquiere con el tiempo todo su sentido: "podemos convertir la riqueza
contenida en la diversidad en garantía de nuestro desarrollo soberano".
"Superar las condiciones de pobreza extrema y marginalidad política que
confrontan la mayoría de los pueblos indígenas del continente es el desafío
más urgente para superar los retos del tercer milenio." Ese desafío sólo
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
podrá enfrentarse en el marco de reformas profundas de los Estados y de
las relaciones internacionales.
"Asistimos, —añade la Declaración en otro pasaje— a un tiempo
universal en que confluyen todos los tiempos del m u n d o . Bajo el signo de
la oportunidad, nuevas responsabilidades nos convocan a acciones conjun-
tas.
Y , en verdad, asistimos a un tiempo universal: ese es el signo que
marca estas postrimerías milenarias y la aurora del nuevo siglo. Aurora, a
condición de que sepamos legar a nuestros hijos un m u n d o vivible. U n a
Iberoamérica que saque de sus propias raíces el temple y la sabiduría para
encontrar sus soluciones, para preservar el inconmesurable patrimonio
heredado de sus culturas y la naturaleza privilegiada que las cobija y sus
tenta.
El grave riesgo es que en lugar de esa herencia de la que hablo dejá
semos un modelo degradado y despojado de sus grandes tensiones ideales.
Por el contrario, nuestros hijos han de aprender la historia del saber y no
la del poder. La historia de las culturas y no la de la guerra. Q u e las gene
raciones venideras sepan conocer al otro, al diferente c o m o igual, y a
reconocer como única cultura, la cultura de la paz.
"Sí, se puede", señalaba el director de un gran diario mexicano en la
reunión de directores de periódicos que participan en el proyecto "Per-
iolibros". "Sí, se puede. . ." si se renueva cada mañana nuestro compro
miso de mejor compartir a escala internacional y dentro de cada nación.
¿Sabremos mirar hacia adelante para que al doblar el siglo podamos
decir que aprendimos la lección? El tiempo lo dirá, y lo dirá para nuestra
satisfacción si sabemos reorientar la economía a corto plazo, para que se
derrumben los altos muros que separan a los ricos de los pobres. Quizás
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
el siglo XXI comenzará realmente para la humanidad cuando ese m u r o
caiga. Creo que la integración será uno de los arietes más poderosos para
derribarlo, siempre que la diseñemos c o m o la vislumbran, conjuntamente,
economistas, filósofos, poetas. . . "con la fuerza indomable del espíritu".
Leopoldo Zea, uno de nuestros más clarividentes filósofos, escribió: " U n
nuevo empeño prometeico deberá impulsar a nuestros pueblos para hacer
suyo el fuego de la libertad. U n empeño que alcanzará mayores posibili
dades si se empieza por buscar otras relaciones, lo m i s m o entre pueblos
que entre hombres, que no sigan ya descansando en la situación vertical
de dependencia. Frente a cualquier forma de relación de dependencia,
oponer la relación horizontal de solidaridad. La solidaridad, c o m o la más
eficaz forma de integración dentro de la libertad. Solidaridad, c o m o lo
imaginaba también el Libertador."
Reflexionemos con coraje y libertad, y hagamos llegar a los gober
nantes reunidos en la C u m b r e Iberoamericana —en vísperas de una reu
nión panamericana convocada por el Presidente de los Estados Unidos de
América, lo que le confiere singular relieve— nuestra voz preocupada, sin
cera y esperanzada.
32
S e c c i ó n I
33
C o n v e r g e n c i a
de los diferentes p r o c e s o s
de in tegración
Antonio Mercader
Está claro que la U N E S C O cumple fielmente sus fines al convocarnos a
meditar sobre la integración, un concepto constelado de paradojas: árido
y atractivo a la vez; popular pero distante de la gente; retórico y prome
tedor de abundancias; tecnocrático a más no poder pero siempre politi
zado; sueño de nuestros grandes hombres y tentación de los políticos de
paso. E n suma, una senda orillada por igual de frustraciones y esperanzas.
Apostemos por la esperanza, una vez más, y empecemos por recor
dar que, para la integración, nada de lo humano le es ajeno.
Reducirla entonces al campo de lo económico es ignorar las lecciones
de la historia y es negarse a ver que, si estamos reunidos, es por razones
que exceden ampliamente los márgenes de la economía.
Creemos, con Samuel Huntington, que el 2000 realumbrará grandes
espacios geoculturales, espacios c o m o los representados en esta sala
donde nos une una lengua que para nosotros es la más completa noción
de patria, la patria grande donde hablamos en el mismo idioma, la patria
que hace cinco siglos España y Portugal no consiguieron unir y que
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
nosotros, los tataranietos de aquella dualidad ibérica, estamos intentando
amalgamar.
Iberoamérica c o m o uno de los grandes espacios geoculturales donde
la raíz ibérica, europea, se hundió y entrecruzó con nuevas razas y cultu
ras: el continente mestizo, vibrante, creativo, multicolor, humillado, rei
vindicado, sometido y renacido, prosigue su larga marcha hacia la unidad
en lo que hemos dado en llamar «la convergencia de los procesos de inte
gración».
¿Existe, es posible dicha convergencia?
Y si es posible, ¿el modelo a seguir es el de un mercado común que
llamaremos la Comunidad Económica Latinoamericana?
Y aún, otro interrogante. Si ése es el modelo, ¿llegaremos a él tras
consolidar en primera instancia los esquemas subregionales c o m o ei
Grupo Andino, el Mercosur, el Mercado C o m ú n Centroamericano o la
Comunidad del Caribe, para después converger, definitivamente, desde las
subregiones hacia la Comunidad Económica Latinoamericana?
N o tenemos las respuestas, sino apenas algunas aproximaciones.
Entre ellas, la más importante es el ejemplo de la Comunidad Económica
Europea que no parece plenamente aplicable entre nosotros. Por su géne
sis en una dolorosa postguerra, porque partió de los hechos hacia las soli
daridades, porque caminó por otros tiempos y diferentes paisajes su expe
riencia no resulta totalmente transferible.
Debemos recurrir entonces a la experiencia propia, que al fin y al cabo
es la única lección que los seres humanos aprendemos de verdad. ¿Qué nos
dice la experiencia integracionista latinoamericana? ¿ C o n qué piedras
hemos ido tropezando?
U n a de esas piedras, más que piedra un peñasco, fue el auge del
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
voluntarismo. Los años sesenta y setenta, donde se suscribieron acuerdos
a granel por parte de quienes vieron en la firma de un acuerdo interna
cional sólo la ocasión para hacerse una foto de prensa. O peor aún, los
tecnócratas del autoritarismo que concibieron la integración dentro de una
ecuación universal, actuante en el vacío social y con exclusivos fines
comerciales.
E n Montevideo existió la A L A L C (Asociación Latinoamericana de
Libre Comercio), un programa comercial inflado de retórica donde no se
advirtió que lo humano es más complejo que lo económico, y así, año tras
año, la A L A L C evidenció que la integración es un proceso mas amplio que
una suma de pactos sectoriales.
Por cierto, ninguno de aquellos fracasos fue en vano. Aprendimos
con ellos. Asimismo, aprovechamos un contexto internacional más fértil
para la integración, lo que nos ha transportado a un presente distinto, con
ciertas características:
• H a y una revalorización del papel del mercado en la economía, lo que
se advierte en la mayoría de nuestros países.
• La integración se mira ahora c o m o medio de inserción en la economía
mundial y c o m o forma de ganar mercados, lo que favorece la crea
ción de economías de escala.
• La apertura de la economía se aprecia c o m o un factor importante para
mejorar la competitividad y acelerar el crecimiento.
• Y , sobre todo, hemos aprendido a recurrir a la democracia c o m o el
sistema político que debe preservar y orientar los procesos de inte
gración.
Este último punto es decisivo. La integración es claramente un proyecto
económico vertebrado por un proyecto político. Desde la presidencia de
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
la Comunidad Económica Europea, decía Jacques Delors: «nadie se
enamora de un mercado sino más bien de un proyecto político».
Nuestro proyecto político es democrático. Será más o menos ambi
cioso; aspirará a dotar a la incipiente comunidad de instituciones supra-
nacionales c o m o ocurre con otros megabloques; habrá un Parlamento
latinoamericano legislante; habrá o no habrá instituciones capaces de m a n
dar por encima de los Estados soberanos, pero lo que evidentemente ten
dremos es democracia. Sin ella, como denominador común, no habrá inte
gración.
Recordemos pues: un proyecto político primero, un proyecto econó
mico después.
Y en lo económico, observamos un auge de la integración. Brotan
agrupamientos subregionales como el Mercosur, al tiempo que se revita-
lizan esquemas preexistentes y se articulan redes de acuerdos bilaterales
y trilatérales de complementación o encaminados hacia zonas de libre
comercio. Subsiste la A L A D I c o m o espacio de consumación de acuerdos
bilaterales y trilatérales de complementación o encaminados hacia zonas
de libre comercio, mientras la llamada iniciativa de las Americas engen
dra el N A F T A y eventuales acuerdos entre el N A F T A y otros países.
H a y un abandono de las estrategias multilaterales del pasado y un
método de aproximación múltiple y sucesivo hacia la integración. U n
método que dibujó una realidad algo confusa y desordenada que, con
piadoso acierto, se ha descrito c o m o «el perfil de geometría múltiple de la
integración latinoamericana».
Esta geometría múltiple de los pactos debería converger hacia una
integración final si logran superarse ciertos obstáculos tales c o m o : la hete
rogeneidad estructural de los distintos países; la débil interconexión entre
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
los diferentes mercados; la precaria complementariedad de los perfiles
productivos, y la aún escasa densidad de los intercambios comerciales
intra-regionales.
E n resumen, vamos en tropel desordenado hacia la integración. Pero
el proyecto, c o m o proyecto económico, está vivo y en apogeo.
N o s resta analizar esta convergencia hacia la integración c o m o un
proyecto cultural.
Cuando hablamos de nuestro m u n d o como un espacio geocultural y
así lo proyectamos más allá del año 2000; cuando decimos que lo humano
es más amplio que lo económico, y aún más amplio que lo político; cuando
afirmamos que la lengua es como la patria de todos y que en esa patria grande
se funde lo español, lo portugués, lo americano y lo mestizo; cuando deci
m o s esto en una ponencia que, quizás, debiera abundar en tecnicismos y
nomenclaturas arancelarias, lo que queremos, es poner en evidencia esta
dimensión cultural sin la que toda integración se volverá imposible.
E n esa dimensión la educación, o sea, la capacitación de nuestros
recursos humanos es fundamental para que abandonemos el rol de gene
radores de materias primas y nos transformemos en dominadores de altas
tecnologías.
El conocimiento es el motor de la integración porque en su nombre
se realizan los intercambios de lo intangible. Uruguay ha lanzado un pro
grama que ya es operativo a nivel de la O E A y que es el Mercado C o m ú n
del Conocimiento. Es una iniciativa del Presidente, Luis Alberto Lacalle,
que ha concitado apoyos masivos en la comunidad científica y académica
de América Latina.
La cooperación entre universidades, su coordinación, la realización
de investigaciones conjuntas, la creación de programas de postgrado en
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
América Latina que desalienten la fuga de cerebros, la consolidación de
centros regionales de excelencia, la transferencia de tecnología y una pers
pectiva realista de cooperación Norte-Sur a nivel de centros de investiga
ción y de pensamiento donde podamos recibir los excedentes de conoci
miento disponibles en los países más desarrollados, son otras vertientes
culturales de la integración.
E n tal sentido, uno de los grandes objetivos sería articular una c o m u
nidad científica iberoamericana a través del desarrollo de redes telemáti
cas que faciliten el intercambio. Esta sería, sin duda, una de las principales
avenidas hacia la integración.
Sería también una forma de canalizar mejor los recursos para activi
dades de investigación y desarrollo (I+D). Al respecto, resulta alecciona
dor un informe, recientemente publicado por U N E S C O , sobre el estado
de la ciencia en el m u n d o , en el que se observa que, mientras en América
Latina se invierten 10 dólares anuales per capita en I + D , en Europa se
invierten 300 y en Japón 700.
Habría que concentrarse en mejorar las cifras precedentes en los
próximos años para elevar la capacidad científico-tecnológica. Esta es la
nueva y determinante dimensión de la integración que es necesario bus
car. C o n ella, no habría que seguir «galoneándonos de ceros a la izquierda»
c o m o decía el gran César Vallejo, y América Latina podría recuperar la
confianza en su capacidad de hacer historia.
U n a última reflexión.
Hacer la integración, sí, pero no a cualquier precio.
E n América Latina, a diferencia de otras regiones, la perspectiva de
guerras parece improbable. El militarismo, el sobreendeudamiento y la
inflación, aunque remolones, van desapareciendo lentamente. La región
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
tiene un nuevo dinamismo: cambió el estancamiento de los años ochenta
por el signo del crecimiento sostenido en los noventa.
Existe por delante el desafío de confluir hacia la integración. Pero no
al precio de la injusticia, de la insolidaridad y del crecimiento desigual que
hunda en la pobreza a millones de compatriotas. Acabamos de hablar de
la educación y a ella hay que apelar para enseñar unos valores sin los
cuales ningún proyecto, por fabuloso que sea, tiene sentido.
D e este sentimiento de justicia, de equidad, de respeto a los derechos
humanos y de cuidado por el medio ambiente debe nutrirse la integración
en un continente que sigue siendo el de las mayores desigualdades. U n
imperativo ético obliga a cambiar esta situación y le añade al proyecto inte-
gracionista otra dimensión imprescindible.
Así ha sido siempre la integración. U n proceso de varias dimensiones
y de geometría múltiple que no se agota en el modelo de la "unión adua
nera", en un mercado c o m ú n , en la fijación de un arancel externo, en la
discusión sobre el Estado y el mercado, en las concesiones recíprocas de
soberanías nacionales, en la supervivencia de los particularismos étnicos
y culturales, entre otros muchos temas a dilucidar, para quienes creemos
que integrar es algo más que u n simple acto de agregación material.
E n tal sentido, la historia trae buenos ejemplos.
Los fenicios integraron el Mediterráneo casi exclusivamente sobre la
base de la dimensión económica y comercial. Los griegos comerciaron
tanto o más que los fenicios, pero sumaron, además, otras dimensiones,
entre ellas, la cultural, que aún hoy condiciona a todos los que, en buena
medida, somos y sentimos c o m o los griegos. Desde entonces, la idea de
helenizar la integración es una idea probada.
N o nos limitemos por tanto a una integración fenicia.
41
La función del Es t ado :
d imens iones
de la cultura
Belisario Betancur
E l m e cenazgo
Para que la instancia de la cultura se mantenga en libertad, la inteligencia
ha de ser autónoma; y el saber, desinteresado. Por eso mismo, el intelec
tual debe defender su conciencia de individuo escueto, sin sucumbir a los
sortilegios copiosos del poder que crean la pseudocultura estatal. A pesar
de sus vestigios insignes, mantengo bajo sospecha a los Médicis y a la
tiranía benévola de Julio II sobre Miguel Angel; miro con recelo a los prín
cipes que solicitaban cuartetos a Beethoven, y con displicencia la amistad
entre Federico de Prusia y Voltaire. Pero admito que Velázquez y G o y a ,
pintores de la Corte, conservaron incólume su genio, acaso porque la
única limitación que admitían era la sombra pasiva del monarca.
Al asomarse al siglo XXI en el contexto de la cultura, situada entre los
mecenazgos estatales y la precariedad de los mecenazgos particulares,
América Latina percibe que necesita de sabiduría y de sabios para vivir en
conciencia de los derechos tanto c o m o de los deberes de sus vastas corau-
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
nidades, y para respirar un aire no enrarecido por los dogmas, ni menos
cabado por los estatismos.
Puestos a obrar en pragmatismo, la comunidad y el Estado han de
actuar de consuno para alcanzar la plenitud de su quehacer. E n tal sentido,
el comportamiento del Estado frente a la cultura ha de diferenciarse según
los tiempos, pues una es la posición con respecto al pasado y otra frente
al futuro.
El Estado y el patrimonio cultural
El pasado es el ámbito del patrimonio cultural, campo privativo de acción
del Estado. Es decir que, si bien los particulares pueden colaborar en la
preservación del patrimonio, es el Estado, mediante el poder reglamenta
rio y por virtud de su capacidad conservacionista y proteccionista, el que
debe definir cuáles son los bienes que lo constituyen y cuáles las medidas
para protegerlos, por ejemplo, estableciendo limitaciones al dominio c o m o
la prohibición de salida del país, en el caso de bienes muebles, o la inter
vención arquitectónica para el caso de los inmuebles.
Algunos elementos característicos de la relación Estado-patrimonio
cultural podrían ser:
a. E n un campo mensurable, inmenso pero definido, es posible cono
cer el número de monumentos nacionales o de centros históricos; los
proyectos son cuantificables y permiten un fácil seguimiento téc
nico.
b. Si es cierto que los particulares pueden intervenir en la conservación,
es en el Estado en quien recae la m a y o r obligación conservacionista.
Algunas funciones son indelegables, por ejemplo, el control aduanero
a la salida de bienes culturales. E n algunos países, los particulares
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
gozan de beneficios tributarios cuando invierten en la conservación
de bienes culturales o cuando hacen donación de ellos al Estado.
c. Las inversiones en este campo son cuantiosas y casi ningún Estado
tiene la capacidad de asumir él sólo la preservación de los grandes
monumentos . Ello dio origen a la Convención Mundial del Patri
monio Cultural, que aspira a proteger aquellos bienes de significado
universal.
d. La preservación del patrimonio está ligada a los avances científicos y,
por tanto, fuera del alcance de muchos países: la dotación de objetos
arqueológicos, la restauración de obras de arte o el rescate de espe
cies náufragas exigen tecnologías que sólo la cooperación interna
cional puede ofrecer.
e. La preservación del patrimonio cultural tiene sentido porque repre
senta la memoria de la comunidad. Los archivos, las expresiones del
arte, los grandes monumentos o los pequeños testimonios del pasado
c o m ú n adquieren sentido en cuanto están cargados de significado
colectivo, porque recogen el eco de los poetas con su poder sobre
natural para asumir la adversidad, según hermosa expresión de García
Márquez; o porque subliman la luz del m u n d o que irradian los artis
tas, c o m o dijera Jack Lang ante el féretro de Melina Mercouri en
Atenas: "Tu eras, tu eres la luz de Grecia, mujer-llama, mujer-ori
flama, mujer-emblema, mujer-faro".
f. La conservación por la conservación es solo nostalgia. El patrimonio
adquiere su verdadera estatura cuando sirve de sustento a la creación.
E n ese m o m e n t o se dice que una cultura tiene raíces. Pienso en obras
c o m o las de Rufino T a m a y o , Fernando D e Szyszlo o Juan Rulfo. E n
ellas están la magia y el misterio de las culturas precolombinas, con
44
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
un lenguaje contemporáneo. La conservación del patrimonio sirve de
referente para que una sociedad reciba las influencias externas, sin el
riesgo de ser arrasada, a fin de "continuar así el proceso de su propia
creación", c o m o dice una de las declaraciones de la U N E S C O .
El Estado frente a la creaci&n
Al llegar a este punto empezamos a dejar el pasado para enfrentar el
futuro, es decir el proceso de creación. E n este campo, la relación entre
Estado y cultura se torna conflictiva: si en el espectro del patrimonio
quizá hay unanimidad acerca del papel que debe jugar el Estado, en el
c a m p o de la creación, las posiciones son extremas.
Dividámoslas en tres:
1. Los que rechazan todo mecenazgo, apoyo, intervención, o cualquier
gesto o actitud estatal frente a la cultura sostienen que el "gran
Leviatán" debe mantenerse alejado del acto creativo pues lo coarta,
lo inhibe, lo oficializa, lo vuelve parasitario. El arte, agregan, debe
estar libre de cualquier atadura o ademán impositivo; la creación
surge c o m o acto de inconformidad ante lo establecido y por eso debe
ser contestatario o, al menos, displicente; las culturas crecen y se
desarrollan en la plena libertad.
2. E n el otro extremo están los que claman por un Estado paternal que
acoja y sostenga a los "trabajadores de la cultura", los cuales, aunque
no estén inmersos en los procesos productivos, contribuyen con su
creatividad a la formación de "la cultura nacional". E n este caso, la
libertad de expresión individual queda supeditada a los intereses del
Estado, el cual dicta las orientaciones de la cultura oficial. Cualquier
45
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
desvío es, así, disidencia. Es visible que, desde la caída del m u r o de
Berlín, son pocos los que aún defienden esta actitud.
3. Existe una tercera posición intermedia, ecléctica —que implica tole
rancia y recursos—, fórmula aplicada por André Malraux en el Minis
terio de la Cultura de Francia, según la cual el Estado debe apoyar sin
intervenir, es decir, generar las condiciones ideales para que el crea
dor se exprese sin que el Estado determine los contenidos. El Estado
facilita el diálogo entre culturas; suministra los espacios para el
encuentro y la expresión; estimula el proceso creativo, con el impe
rio de la tolerancia que proclamaba don Quijote: "Desengáñate,
amigo Sancho, cada uno es c o m o Dios lo hizo. . . y, con frecuencia,
un poquito peor".
E n síntesis, el Estado debe ser un atizador tolerante, el gran animador con
recursos. E n efecto, el diálogo entre las culturas se logra a través de festi
vales, ferias, bienales, conciertos y exposiciones que demandan grandes
recursos. El fomento y el estímulo a la creación, a su vez, se alcanzan por
medio de becas, concursos y premios. Los primeros generan las condi
ciones económicas que permiten al creador o al investigador de la cultura
desarrollar su proyecto en libertad tranquila. C o n los premios se busca
reconocer el trabajo de obras ya elaboradas.
Einsestein afirmaba que es costoso para un país hacer cine, pero que
es m á s costoso no hacerlo. C o n todo, tan importante c o m o los recursos
es el respeto al acto creativo: la tolerancia. El gobernante debe resistir a la
tentación de aplicar cualquier tipo de censura, aún a sabiendas de que se
están cuestionando los principios fundamentales de la sociedad.
E n resumen:
• E n no pocos países de América Latina se adopta la posición ecléctica.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
• El campo de la creación es intangible: es difícilmente cuantificable
pues indicadores cuantitativos c o m o el número de espectadores o de
visitantes no están ligados necesariamente a conceptos c o m o el
impacto o la trascendencia.
• E n países c o m o Estados Unidos, el fomento a la creación por medio
de becas o premios es realizado por las fundaciones privadas. E n
países en donde la actividad de estas fundaciones es aún precaria, el
Estado debe asumir ese papel.
• El otorgamiento de estímulos ñscales a los empresarios relacionados
con el fomento cultural es decisión siempre mirada con temor por los
ministerios de hacienda, debido más a la posibilidad de que se
convierta en una vía de escape fiscal, que a los ingresos que se dejen
de percibir por tales beneficios. Por otro lado, en la mentalidad de
algunos empresarios todavía existe el concepto de que "debemos lle
var cultura al pueblo". Por consiguiente, su aporte es considerado en
el renglón de beneficencia o en el rubro de relaciones públicas. Pocos
lo incluyen dentro del balance social de la empresa. Y el Estado, por
su parte, en vez de crear alicientes, desanima al empresario. Por ejem
plo, en algunos países, un espectáculo cultural está gravado con el
52% de impuestos; un concierto aporta el 15% de su recaudación al
deporte, en tanto que un partido de fútbol está exento del I V A , lo cual
aleja a ese país de cualquier circuito artístico.
Los intermediarios culturales
El diálogo entre el creador y el receptor de la cultura requiere de inter
mediarios que permitan el encuentro y socialicen el hecho creativo. Estos
intermediarios son las entidades y las industrias culturales. El editor per-
47
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
mite el diálogo entre el escritor, el pintor o el escultor con el lector o el
observador. El teatro es el lugar de encuentro entre el espectador, el actor,
el dramaturgo o el compositor.
La diferencia entre la entidad y la industria reside en que la primera
presta un servicio sin que su objeto final sea generar utilidades; la indus
tria cultural, por el contrario, busca la rentabilidad del capital mediante la
producción y comercialización de bienes culturales. Generalmente las
políticas culturales en América Latina se han concentrado en las enti
dades y no en las industrias.
Se debe hacer un gran esfuerzo en la capacitación de recursos h u m a
nos para la gestión cultural. Los conceptos modernos de eficiencia, cali
dad y rentabilidad no tienen por qué ser ajenos a las entidades culturales,
sobre todo en este m o m e n t o en que América Latina busca la manera de
consolidar su cultura, corrigiendo los yerros de un sistema educativo que
le ha dejado una mezcla de mansedumbre y violencia porque se ha dete
nido más en la confrontación que en el concierto.
La socialización del hecho creativo se logra principalmente por medio
de las industrias culturales. El concepto incluye a los editores de libros y
fonogramas, a la producción de cine y vídeo, a la reproducción de obras
gráficas. El Estado, por medio de leyes de fomento, debe crear las condi
ciones para que estas industrias se desarrollen. E n Colombia, una reciente
Ley del Libro es el mejor ejemplo de c ó m o una norma permite el desa
rrollo de un sector, lo que podría complementarse con institutos del libro,
a ejemplo del Uruguay, Brasil y Chile. E n otros países, la industria cine
matográfica ha logrado sobresalir gracias a las normas que estimulan la
producción.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
La financiación de la cultura
y las regiones
U n o de los vicios que ha traído el centralismo en América Latina es el de
los auxilios: son dádivas que el Estado central lanza a las instituciones al
borde del naufragio. El centralismo genera también la pasividad de las
regiones, las cuales pierden iniciativa por esperar la llegada del auxilio: es
el paternalismo por pasiva. A d e m á s , el concepto de nación, impuesto
desde el centro, establece que desde ese centro se dicta el d o g m a de lo
culto, con mengua, por tanto, de las manifestaciones locales dignas de ser
apoyadas por el Estado. Los funcionarios en "comisión" supervisan el
manejo de los auxilios, lo que hace que "auxilio" y "comisión" sean las
características del modelo.
E n Colombia, desde hace una década se trata de romper el modelo
centralista por medio del mecanismo de las juntas regionales de cultura
que buscan crear autonomía en las decisiones culturales, racionalizar los
recursos, promover los contenidos regionales de cultura y generar inter
locutores entre entidades estatales y de la región.
El modelo mostró sus bondades pero también su punto débil: la
carencia de recursos. Mientras se creaba la autonomía administrativa, se
seguía centralizando el manejo fiscal.
Para subsanar el conflicto, en la actualidad se implementa el siguiente
esquema: con los recursos que para educación y cultura otorga la ley de
transferencias, se busca que el ente local asuma el sostenimiento de las enti
dades culturales locales. Para el financiamiento de proyectos culturales se
han diseñado los Fondos Mixtos de Cultura, o sea que se pretende que con
los recursos generados por los Fondos se financien los proyectos contem-
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
piados en el Plan Regional de Cultura. Tales recursos provienen de la
nación, el departamento y el sector privado. Este último se ha mostrado
escéptico, pues considera insuficiente el beneficio tributario porque no ve
beneficios sociales inmediatos y, en fin, porque desconfía del manejo de
los Fondos, en los cuales la junta directiva es de mayoría gubernamental.
Dejo estas reflexiones culturales para el siglo XXI en la idea de que sir
van al pensamiento iberoamericano en la búsqueda de la Comunidad Ibe
roamericana de Naciones.
50
Papel del m e r c a d o :
el reto
de la e f ic iencia
César V e r d u g a
E n la actual economía globalizada, el cambio tecnológico constante es la
base de sustentación de la productividad y la calidad es la garantía de la
capacidad competitiva. Las condiciones para una exitosa inserción de
América Latina y el Caribe en el mercado mundial son más complejas que
en otras épocas. El reto de la eficiencia es mayor y es múltiple. Supone
transformaciones en la conducción macroeconómica, el desarrollo de una
nueva cultura microeconómica y un entorno social e institucional dis
tinto, con mayor equidad y estabilidad. Cumplir esas condiciones implica
modernizar el Estado, la empresa y el sistema político; reducir la pobreza
y mejorar la calidad de los sistemas educativos, de capacitación y de
innovación científico-técnica mediante la asociación estrecha entre los
entes públicos y privados. Bajo el c o m ú n denominador de la calidad, en
el mercado mundial de bienes y servicios compiten niveles nutricionales
y educacionales, diversos tipos de relaciones obrero-patronales, sistemas
de innovación y adaptación tecnológica, culturas cívicas e instituciones.
Por ello, nunca c o m o hoy en la región, la eficiencia y la eficacia econó-
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
micas han dependido tanto de la sabiduría en la conducción estatal, ni la
modernización de la empresa ha sido un tema tan importante en la agenda
política.
La empresa, microcosmos de la modernidad
La transformación de la empresa latinoamericana y caribeña tiene que
ocurrir en un nuevo marco competitivo. E n primer lugar, está la re
estructuración del contexto macroeconómico que enmarca las condiciones
de concurrencia de las empresas en el continente. La apertura externa, la
privatización de empresas públicas, la desregulación y la disminución de
subsidios directos son procesos que avanzan en todos los países. La aper
tura es un camino de doble vía. Por una parte, las empresas tienen menos
protecciones y subsidios, pero, por otra, acceden a nuevas oportunidades
de expansión, a mayores espacios de movilidad del capital y a mejores
posibilidades de uso flexible de la fuerza de trabajo. Otro aspecto del
problema es que el movimiento de capitales, las inversiones extranjeras y
el comercio exterior han crecido m u c h o más rápidamente que el pro
ducto, c o m o resultado de la globalización. E n la actualidad, cada vez más
sectores se enfrentan a la competencia extranjera, los servicios tienden a
ser más transables y se involucran directa e indirectamente en el comer
cio internacional. Asimismo, surgen nuevas redes empresariales de pro
ducción y comercialización en el continente. Otra tendencia está marcada
por la volatilidad, celeridad y turbulencia en los procesos de reestructu
ración y reorganización de la actividad económica actualmente en marcha.
Esto implica la combinación de dos fenómenos simultáneos. Algunas
ramas y regiones pierden competitividad y participación en los mercados.
52
L A I N T E G R A C I Ó N E N ' A M É R I C A L A T I N A
Otras, en cambio, se expanden, generalmente vinculadas a exportaciones,
lo que da origen a nuevas empresas y cadenas productivas. Otro elemento
destacable es el impacto de los cambios tecnológicos en lo relativo a méto
dos de producción y de gerencia. Está en marcha un proceso de transfor
mación de la empresa en la región. N o obstante, no se ve con claridad que
ese curso de acción logre eficiencia al ritmo que se requiere, ni que surjan
empresas que efectivamente superan modelos tayloristas y autoritarios de
gestión. H a y evidencias de que la modernización de la empresa latinoa
mericana y su transformación en una estructura flexible se construye cada
vez más sobre formas nuevas de precarización del empleo y el trabajo.
Las tendencias parecen apuntar hacia el desarrollo de un reducido
número de empresas que innovan en tecnologías "duras" y en tecnologías
"blandas", coexistiendo con otras que innovan en tecnologías "duras" y
mantienen viejos métodos de gestión empresarial, y por último, existe una
masa de empresas que no introducen innovaciones. E n su conjunto, la
empresa se está renovando tecnológicamente, pero no socialmente.
Si bien es cierto que los cambios macroeconómicos en curso han
contribuido a desatar el espíritu empresarial en la región, todavía no apa
recen reglas de juego adicionales que fomenten relaciones más simétricas
entre empresarios y trabajadores o que favorezcan esquemas más coope
rativos entre empresas.
N o existen determinismos estructurales para explicar este proceso de
modernización inacabado. L o que está ausente es la entrada en escena de
nuevos actores e instituciones públicas y sociales que abran paso a una
época favorable al surgimiento de un nuevo modelo de empresa compa
tible con los requerimientos de la competitividad internacional y con las
tendencias de democratización que se consolidan en el continente. Sub-
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
sisten factores negativos en el entorno en que se mueven las empresas. Las
limitaciones tienen fundamentalmente que ver con las características de
algunos mercados y servicios claves para las empresas productivas: inci
piente desarrollo de los mercados nacionales de capitales, insuficiente cali
ficación de los trabajadores y cuadros técnicos intermedios, información
escasa y dispersa sobre las opciones tecnológicas disponibles, desarrollo
limitado de los servicios al productor. F o r m a n parte también de ese
entorno desfavorable la mala calidad de algunos servicios, c o m o la energía
eléctrica y las comunicaciones.
U n ambiente económico y político estable es indispensable para avan
zar en la modernización de la empresa latinoamericana y caribeña, pero
no es suficiente. Se requiere una estrategia concreta, y deliberada, para
impulsar el cambio tecnológico y la competitividad, que no se agote en la
promoción de la investigación científica y el desarrollo de las tecnologías,
sino que preste atención también al fortalecimiento de la capacidad de las
empresas para incorporar la innovación. Se trata pues, de generar una
nueva cultura microeconómica, asentada en la introducción de innova
ciones en las tecnologías de producción y en las tecnologías de gerencia,
y en una nueva relación obrero-patronal, que haga de la competitividad,
la calidad y la productividad objetivos compartidos por el colectivo de la
empresa. U n tema insoslayable respecto del entorno social y político para
la modernización de la empresa y su funcionamiento c o m o "microcosmos
de la modernidad" es el del límite de la eficiencia en relación con el empleo.
N o puede construirse una empresa moderna y competitiva que apueste
exclusivamente en la precarización y disminución del empleo. Esto es
socialmente inaceptable, políticamente peligroso y, en el largo plazo,
económicamente adverso. Desde luego que el asunto de armonizar tec-
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
nología y empleo escapa a las posibilidades de determinación en el ámbito
exclusivo de la región. Es parte de los problemas de la actual moderniza
ción tecnológica y debe ser enfocado a nivel internacional.
Nueva cultura de trab a j o y gestión
La nueva conducta empresarial que requiere la modernidad debe ser c o m
plementada por una nueva conducta por parte del trabajador y su orga
nización sindical. La modernidad requiere trabajadores polivalentes y
flexibles, comprometidos con las metas de la empresa, unidos a la geren
cia en espíritu de cooperación para llevar adelante las metas de producti
vidad y competitividad. El tema principal al respecto es la transformación
de las relaciones obrero-patronales, sobre la base de una atmósfera de
confianza entre ambos sectores. Esto requiere desarrollar un proceso de
capacitación que ni es sencillo ni de corta duración. Sólo nuevas formas
de capacitación conformarán la nueva cultura microeconómica, enten
dida c o m o un conjunto renovado de actitudes, valores y normas que c o m
parte el colectivo de personas que conforman una empresa.
Los cambios tecnológicos que están revolucionando la empresa en el
m u n d o se caracterizan por algunas tendencias que se enumeran a conti
nuación: crecimiento de la tasa de innovación en productos y procesos que
incrementan la rapidez de aparición de nuevos modelos y tipos de pro
ductos; aplicación cada vez más genérica de nuevas tecnologías, especial
mente las denominadas tecnologías de información y comunicación, pero
también de biotecnologías, automatización industrial y otras; calidad y
velocidad de entrega c o m o factores claves de competitividad, reducción
de los costos de producción c o m o porcentaje total de costos para desa
rrollar y entregar productos, lo que guarda relación con el incremento de
55
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
la importancia de los servicios en las cadenas productivas; reducción y
substitución de insumos; cambios en los paradigmas organizativos de
producción y de incremento de productividad, destacándose la externa-
lización de ciertos procesos; aumento cada vez más relevante de los temas
ambientales para la producción.
Todos estos cambios representan grandes oportunidades para las
empresas del continente, pero también importantes desafíos. Original
mente, el desarrollo de muchas empresas latinoamericanas se basó en el
aumento del uso de la capacidad instalada, en modernizaciones parciales
de la base técnica y en la introducción m u y limitada de nuevos métodos
de gestión productiva. H o y las empresas tienen que competir basándose
en nuevas habilidades de empresarios y trabajadores, pasando desde una
fase de crecimiento extensivo a otra de tipo intensivo, fundada en aumen
tos de productividad y calidad. El principal desafío consiste en realizar un
gran esfuerzo de absorción y creación de tecnologías de punta, compatible
con la dotación de factores, para incorporar la mejor práctica mundial,
superando métodos atrasados de gestión de la producción y organización
del trabajo.
Al respecto, es importante señalar que las empresas pequeñas y
medianas no deben verse desconectadas de relación con las grandes empre
sas. D e hecho gran parte de las posibilidades de aumento de la producti
vidad en este segundo segmento depende fundamentalmente de una arti
culación más simétrica y cooperativa con las grandes empresas, sean éstas
industriales o no. El Estado debe fomentar el desarrollo de redes y cade
nas productivas e integrar masivamente a las pequeñas y medianas empre
sas a estas nuevas formas del tejido industrial. Es imprescindible mejorar
el entorno para la innovación empresarial, impulsando el desarrollo de
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
mercados mejorados en varios aspectos: mercados en el área de fondos de
garantía y seguros para créditos de inversión; mercados de servicios tec
nológicos; mejor oferta de capacitación en el mercado laboral. También es
esencial terminar con la falta de transparencia en las transacciones entre
grandes contratistas y los pequeños y medianos subcontratistas y reducir
la vulnerabilidad a la competencia desleal externa, debido a la insuficien
cia de los mecanismos reguladores de distorsiones. Son obstáculos que
dificultan seriamente el desarrollo de la competitividad industrial sis
temática. Su remoción debe formar parte de las prioridades políticas de la
región.
Compartir responsabilidades
El desarrollo desigual en la modernidad es un hecho. Habrá ramas y
regiones en el continente que avanzarán, en tanto que otras no podrán
enfrentar el reto de la inserción eficaz. El desafío de una política de c o m
petitividad moderna debe concebir instrumentos que disminuyan los efec
tos económicamente destructivos y socialmente no deseables. Se trata de
lograr readecuaciones que conserven el núcleo básico empresarial y labo
ral, permitiendo la modernización y desarrollo de la competitividad de las
empresas afectadas.
Las empresas en la región son en general contaminantes. La ciuda
danía tiene una preocupación creciente por el cumplimiento de las normas
ambientales. Igualmente, las exigencias provenientes de los países desa
rrollados son cada vez mayores en este aspecto. T o d o ello implica un
nuevo reto y una gran oportunidad para elevar la calidad de los produc
tos y procesos industriales. La expansión y modernización productiva
debe avanzar por la senda de la reducción al mínimo de los residuos.
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
El modelo de empresa moderna debe ser privado; que funde su ges
tión en la calidad, no sólo de producción, sino también en las condiciones
del trabajo; que fomente la participación de sus empleados, la calificación
y el reciclaje permanente de sus trabajadores y que cumpla con las legis
laciones laborales y tributarias. Esta nueva empresa supone u n nuevo
trato laboral, u n nuevo compromiso entre el capital y el trabajo, basado
en el reparto equitativo de los aumentos de productividad y en la partici
pación conjunta de empresarios y trabajadores para el mejoramiento de
la empresa. La competitividad tiene pocas perspectivas de avanzar en
empresas verticales, con gerencias autocráticas, con una organización que
fragmenta el trabajo, que separa la concepción de la ejecución, que desa
lienta la participación, que se preocupa de la productividad sin conside
rar la calidad, que basa su flexibilidad en la precarización del empleo, y que
no invierte en innovaciones de forma permanente.
La industria de fin de siglo debe ser flexible, para adaptarse a las c a m
biantes condiciones de la competitividad. La empresa, en economías abier
tas c o m o la de América Latina y el Caribe, estará sometida a constantes
procesos de reconversión que afectarán, según las circunstancias, las dis
tintas ramas del sector con costos sociales y económicos. Esta realidad ha
creado el riesgo de suponer una falsa antinomia entre los enfoques "popu
listas", con proteccionismo y subsidios indiscriminados y los enfoques
"neoliberales". Los países del continente no pueden verse entrampados en
este conflicto estéril. La industria que se rezaga en su competitividad debe
ser inducida y apoyada en su readecuación productiva, no para protegerla
de la competencia, sino para ayudarle a volverse plenamente competitiva.
Esto implica que los procesos de reconversión sean encarados en forma
programada, recurriendo a la concertación de los sectores público, privado
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
y laboral. La dimensión espacial no puede estar ausente de la moderniza
ción empresarial. El Estado debe fomentar la generación de igualdad de
oportunidades para el fomento productivo y descentralizado, lo que
requerirá el pleno uso del potencial existente en regiones y localidades. Al
respecto, cobra especial importancia el desarrollo de políticas industriales
regionales orientadas al establecimiento de cadenas productivas en los
sectores más significativos y con ventajas comparativas de la región, y tam
bién a la conformación de conglomerados de empresas, a fin de fomentar
la especialización y la complementariedad.
L a transformación de la empresa es parte del circuito virtuoso de la
modernidad en la región. Sus protagonistas principales son los empresa
rios y los trabajadores, pero la indispensable participación del Estado en
el proceso la convierte en otra asignatura pendiente también para las clases
políticas.
59
S e c c i ó n II
61
Pape l del c o n o c i m i e n t o
en los p r o c e s o s
de in tegrac ión
Eduardo Po rt ella
Para que el conocimiento consiga corresponder a su papel clave en los pro
cesos de integración es necesario que, lejos de toda tentación personalista,
sepa llevar adelante la aventura interactiva. M á s que todo, se le pide que
sea capaz de abrirse a la vida del m u n d o y sepa demostrar su carácter
público.
El conocimiento insular es, por vocación y provocación, altamente
excluyente. N o tarda m u c h o en transformarse en argumento de autoridad.
Del especialista hiperespecializado al experto domesticado, el paso es
corto. El segundo es la degradación del primero, pero ambos pertenecen
a un mismo movimiento pendular. Los dos se encuentran al servicio del
poder, en su opción monodisciplinaria. Abrir el conocimiento, por lo
tanto, y dejarlo en contacto con el Estado, la economía, la sociedad, pero
también con el conjunto de intercambios simbólicos que vive en nosotros,
constituye la tarea simultánea de la reconstrucción que aspiramos. Es el
lugar donde incluso la divergencia alcanza a ser divergencia complemen
taria, y el vigor moral está permeado de alteridad. Ya se ve que se trata de
63
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
una trayectoria plural, que moviliza un conocimiento disciplinado, sin ser
forzosamente disciplinario.
La separación del conocimiento en parcelas solitarias no se sostiene
nunca, aunque siga siendo defendida con ardor por los expertos del día,
en nombre de una estrecha política de resultados, o de las señas fluc
tuantes del mercado de trabajo. Esta ambición declaradamente práctica fue
traducida, frecuentemente, c o m o recursos humanos. Pero lo grave es que
el ansia de objetividad de la racionalidad instrumental acaba por reducir
los recursos humanos a recursos profesionales, sin percibir que los pri
meros incluyen a los segundos, y los sobrepasan. Esa espiral reduccionista
sigue siendo un factor de perturbación del programa teórico-práctico del
conocimiento.
Mientras la técnica se mantenga c o m o instancia legitimadora privile
giada, en detrimento de la verdadera motivación societaria, y la ciencia
evite el pensamiento, con las consecuencias previsibles y visibles, no sal
dremos jamás de este círculo vicioso.
N i la invención voluntarista de la conciencia, potenciada por el "uni
versalismo abstracto", ni la producción laboral condicionada arbitraria
mente; ni el puro descubrimiento de las esencias, ni la gestión invertebrada
de las jornadas de trabajo: el equilibrio entre la ciencia y el m u n d o vital,
entre la libertad y el sistema de fabricación de bienes y servicios puede
conducirnos al conocimiento ciudadano.
Los aportes cuantitativos no se muestran convenientemente interac
tivos y, en este caso, hay que promover una compensación intersubjetiva.
El conocimiento ciudadano, necesariamente compartido, más que nunca
entre el cosmopolitismo y la hospitalidad, la ciudad y el individuo, lo
endógeno y lo exógeno, contiene una fuerza integradora que no debe ser
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
ignorada. Tenemos , esto sí, que elaborar indicadores cualitativos capaces
de superar las atrofias del Estado nacional clásico, pero sin desnacionali
zar, y pensar m á s allá de los límites cerradamente metaf ísicos, pero sin caer
en las facilidades de la irracionalidad. Esto significa, de igual m o d o , saber
distinguir los intereses generales de las necesidades particulares.
Todo indica que Iberoamérica debería empezar su esfuerzo integrador por
la cultura, en contraste con los proyectos asociativos más conocidos hoy,
donde se puede observar, en el conjunto de las relaciones en curso, un défi
cit cultural verdaderamente preocupante. Esta propuesta encuentra una
resistencia m u y fuerte en la disociación intelectual de los gobernantes, en
general asesorados por expertos unidireccionales, funcionarios del saber
tan solo funcional.
D e todas maneras, es válido insistir en que solamente la cultura dis
pone de amplias virtualidades para crear situaciones legítimas de convi
vencia, espacios de cohabitación, compromisos de paz. Quizás por esto se
habla, cada vez más , de cultura de la paz. E n realidad, no deberíamos
hablar de cultura de la paz. Porque la cultura o es de la paz o no lo es. Pero
si miramos la historia de siempre, o la historia m á s reciente, no será difí
cil constatar que no ha sido y no es así. M e n o s aún con la progresiva
desintegración de la moralidad.
M e gusta suponer que integración y cultura son sinónimos. C o m o m e
gusta pensar lo m i s m o de lo cultural y lo intercultural. La cultura sin la
relación, que es su dinámico trazo de identidad, corre el riesgo de morir
temprano de tedio o de claustrofobia. Prácticas, acciones interculturales,
c o m o la "Colección Archivos" de nuestras literaturas, reuniones c o m o
65
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
"Amerindia" o "Memorial para el Tercer Milenio", realizadas por la
U N E S C O , iniciativas c o m o "Periolibros", merecen ser estimuladas. C o n
esto será posible levantar las bajas tasas de solidaridad que la retórica
humanitaria intenta esconder. Porque, si observamos un poco atenta
mente, vamos a llegar a la conclusión de que el énfasis del discurso h u m a
nitario es directamente proporcional a la debilitación del quehacer
humano . C o n la experiencia reducida a lo que ocurre, la figura del hombre
pierde su antiguo vigor. Porque lo trivial es la versión puntual, el prêt-à-
porter, de lo que fuera la experiencia.
Iberoamérica, más que un límite recluso, o una cartografía inerte, es un
horizonte. Operando en velocidades distintas, de un lado la gran concen
tración de renta y del otro poblaciones enteras marginadas por el sistema
económico, su avance externo dependerá de su cohesión interna. L o que
no quiere decir, de manera alguna, la producción de un ibero-centrismo,
o iberoamericano-centrismo, parodia invertida del eurocentrismo. La
reacción diferencialista, y sus desvíos extremistas, paralizaron, sin saber
y sin querer, los gestos diversificados y la acción fructífera de la movili
dad identitaria. Y lo que ahora se nos presenta c o m o posible indicación
de camino es el "paraíso artificial", o nada más que ilusorio de la m u n -
dialización de sentido único. L a misma que alimenta, por detrás de la
vieja retórica universalista, o da la nueva ideología de la sociedad planeta
ria, la exclusión científica y tecnológica y el bloqueo cultural, sin tener en
cuenta, deliberadamente, las enormes desigualdades que nos separan.
El proyecto iberoamericano, entre crítico y autocrítico, pasa por la
construcción de contenidos renovados, combinando, todo el tiempo, radi-
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
calidad —seres y cosas desde las raíces— y convivialidad —los unos y los
otros, solidariamente. Es una tarea para el conocimiento libre, especial
mente compleja, en una época que hizo de la velocidad su propio
emblema. A nosotros ya no nos será permitido parar para pensar. Tene
m o s que pensar andando. Estamos con los plazos comprometidos. Pre
servar y desprovincianizar, releer la tradición y reprogramar la moderni
dad, a la vez, son desafíos en régimen de urgencia. Sin embargo, la
consolidación de un arsenal argumentativo razonable no se hizo acom
pañar de los avances normativos correspondientes.
Todo esto tiene m u c h o que ver con la diferencia, desde luego sustancial,
aunque no siempre opcional, entre integración e integrismo. La integra
ción configura un m u n d o de coexistencia activa y generosa. Mientras el
integrismo no pasa de un conjunto de impulsos turbulentos y desintegra
dores. L o primero encarna el verdadero espíritu del m u n d o . L o segundo
refleja las pulsiones de la secta. El sectarismo, antes de ser una insensatez
política, es una insuficiencia intelectual. Sólo es posible integrar, prote
giendo la diversidad. Es uno de los trazos distintivos entre integración e
integrismo.
La verdad, infelizmente, es que los programas de integración, con vis
tas a una sociedad emancipada, permanecen enredados entre las ambiciones
planetarias y las urgencias locales, sin que consiga disminuir, convenien
temente, las desigualdades nacionales y transnacionales. Y lo amenazador
es que la ruina de la integración implica el triunfo del integrismo.
La integración es una empresa rigurosamente transitiva, y enlaza con
la idea de proceso. Todo lo contrario de una cosa hecha, redonda, acabada,
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
ella es el hacer haciéndose, la construcción muh'tudinaria, impulsada por
valores morales y culturales, y por intereses políticos y económicos. Sus
intenciones y sus motivaciones más ostensibles rechazan, decididamente,
el uso privado del conocimiento, buscando fortalecer la vitalidad social de
la acción. Por eso hay que estar atento para detectar oportunamente las
modalidades, sobre todo disimuladas, de manipulación del conocimiento;
atento para matizar el conocimiento c o m o teoría participativa del indivi
duo social, inmunizado frente a las legitimaciones engañosas.
La vieja segregación entre ricos y pobres no solamente aumentó, sino
que adquirió nuevas formas no menos disfrazadas. La gente rural y el des
bordamiento urbano, las minorías de todos los tipos, todos los colores y
todas las creencias multiplican el interminable cortejo de la disidencia. Para
ellos es imposible separar conocimiento y dominación, o subestimar la
voluntad de potencia de la técnica.
Si es verdad, c o m o supongo, que debemos recomenzar por la cultura,
también es cierto que tenemos que volver a pensar más allá de la herencia
conciencialista, autocentrada y autojustificada. U n o de los objetivos prin
cipales consistiría en emancipar la identidad del vicio genético, o de la
trampa ancestral del absoluto identitario. Cuando los bloqueos ideológi
cos, de fondo materialista o religioso, empiezan a ceder, la lógica apro-
piativa que los ampara se viene abajo. Es necesario que la identidad se
emancipe, ahora más que nunca, de una serie de "istmos": fundamenta-
lismo, racismo, proteccionismo, egoísmo, en fin.
Hasta aquí, con un poco de buena fe y m u c h o de ingenuidad —esa
vieja y siempre constante alianza—, hemos preferido imaginar que, cono-
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
ciendo la identidad, estábamos naturalmente emancipados. El saber era
apropiativo. Jamás nos detuvimos para mirar o evaluar el peligro que se
ocultaba detrás de los muros de la identidad. H o y , con el pasar de los tiem
pos, ya podemos percibir que es necesario algo más: es necesario que la
identidad se encuentre movilizada, a cada minuto, por un movimiento
emancipatorio, arriesgado y complejo, que se desarrolla sobre este hilo de
alta tensión donde se encuentran y se desencuentran interioridad y exte
rioridad.
El problema de la identidad suele ser pensado en función de una
divisa, un límite sedentario, una circunscripción. Muchas veces, olvidando
la simultaneidad del tiempo, en virtud de la cual una cultura sin memoria
es un quehacer sin futuro, del mismo m o d o en que una memoria inerte, o
paralizada, no pasa de ser una reliquia inútil.
Cuando ese conjunto de representaciones vitales, individuales y
colectivas, se transforma en proyectos libres, la identidad supera sus incli
naciones exclusivistas, e inevitablemente excluyentes, y se abre solícita
mente para la convivencia. E n esta hora, la cultura se enraiza democráti
camente y la democracia se desarrolla culturalmente. La emancipación de
la identidad, animada por la labor del conocimiento legítimo, alimentará
incesantemente los procesos de integración.
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El i m p e r a t i v o
de la in tegrac ión científica
y t ecno lóg ica
Jorge E. Allende
H a y un proverbio chino que dice "Si no cambias de dirección, vas a lle
gar hacia donde te diriges".
La angustia surge cuando se observa que América Latina no se dirige
hacia ninguna parte en el área de la ciencia y la tecnología y que sólo acu
mulamos oportunidades perdidas. La falta de avance en un campo, en que
muchos corren, constituye un retroceso.
N o voy a insistir en datos cuantitativos ya conocidos; basta mirar las
estadísticas del Informe mundial sobre la ciencia, publicado por la
U N E S C O , sobre la inversión global en investigación y desarrollo y sobre
el número de científicos e ingenieros por millón de habitantes. América
Latina está diez veces por debajo de los países desarrollados.
La ciencia es el factor más dinámico de la cultura moderna. Actual
mente el ritmo del avance científico va in crescendo y se puede afirmar que
en el próximo siglo seguirá aumentando notoriamente. Esto se explica por
el hecho de que el conocimiento crece con una cinética autocatalítica
—entre m á s conocimientos se adquieren más fácil se ganan nuevos cono-
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
cimientos. Otro elemento fundamental que incrementa y estimula el
desarrollo científico es la celeridad y avidez con que el sector productivo
busca y encuentra aplicaciones para convertir el nuevo conocimiento
científico en innovaciones de productos y procesos. El conocimiento
científico produce desarrollo económico, social y cultural.
U n hecho que se deriva de lo anterior, es que el conocimiento cientí
fico y tecnológico es un factor clave de competitividad y, al m i s m o ritmo
que este factor crece, hace disminuir la importancia de otros factores y de
las llamadas ventajas comparativas. Nuestro continente está lleno de
esqueletos de lo que fueron las grandes ventajas comparativas de nuestros
países y que desaparecieron debido a los avances científicos —el salitre en
Chile, el caucho en el Amazonas , la industria azucarera en todos los países
tropicales, etc. Actualmente vemos c ó m o la fibra óptica reemplaza a los
alambres de cobre y c ó m o la acuicultura reemplaza a la pesquería.
América Latina no ha aprendido estas lecciones y todavía no toma la
decisión política de dar un impulso serio, pensado e integrado al desarrollo
científico y tecnológico. Nuestros políticos, reflejando el sentir de nues
tras sociedades, consideran a la ciencia y a la tecnología c o m o un lujo que
nuestros países no se pueden permitir mientras se enfrentan problemas
más inmediatos tales c o m o la salud, la desnutrición y la falta de viviendas.
Esta visión sufre de una gravísima miopía, pues la ciencia y la tecnología
pueden precisamente ayudar a resolver estos dramáticos problemas y a
abrir mejores perspectivas de futuro.
Podríamos decir que, en la mayoría de los países, no se da apoyo a la
ciencia y la tecnología, sino que apenas se las tolera. U n a clara evidencia
de esta baja prioridad de la actividad científico-tecnológica, principal
generadora de conocimientos, es el hecho de que nuestro continente le
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
dedica alrededor de 0,5% del producto geográfico bruto (fluctúa entre el
0,3 y el 0,7%). Esta cantidad es proporcionalmente 5 veces menor de lo
que invierten los países asiáticos de reciente desarrollo. Evidentemente,
con este tipo de inversión no podemos competir y m u c h o menos ganar la
indispensable carrera del desarrollo.
Muchos indicadores nos muestran la falta de esfuerzo que, c o m o
región, ponemos en ciencia y tecnología: diez veces menos investigadores
en ciencia y tecnología por millón de habitantes que los países desarro
llados; América Latina, con cerca del 10% de la población mundial,
publica alrededor del 1% de los trabajos científicos en revistas de circu
lación internacional y genera un porcentaje ínfimo de las patentes.
Otra muestra de esta despreocupación por la ciencia y la tecnología
está en la inmensa y dolorosa pérdida de muchos de nuestros mejores
investigadores que han emigrado a los países industrializados en los que
se aprecia y valora su trabajo.
U n estudio realizado recientemente en la Academia Chilena de Cien
cias nos dice que entre un 40 y un 60% de los investigadores chilenos acti
vos viven y trabajan fuera del país. Cualquier esfuerzo serio para desa
rrollar la ciencia y la tecnología debe partir de u n programa tendiente a
retener a nuestros mejores cerebros y aprovechar su creatividad y cono
cimiento para beneficio de los países y de la región.
Otra gravísima deficiencia del sector científico-tecnológico de A m é
rica Latina está en el hecho de que la industria —el sector productivo que
genera gran parte de los recursos económicos— no invierte en investiga
ción científica y tecnológica. E n Chile, y no debe ser diferente en otros
países de la región, el sector productivo sólo aporta el 10% de los exiguos
fondos que se gastan en ciencia y tecnología, el resto lo pone el Estado.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
E n los países industriales el sector productivo aporta entre el 50 y el 60%
de estos gastos.
Otro ejemplo del bajísimo esfuerzo que realiza el sector productivo
en investigación y desarrollo es que de un total de 250 doctores en cien
cia, que se han graduado en Chile, sólo 14 (menos del 6%) están actual
mente trabajando en el sector productivo.
N o es necesario saber m u c h o de economía para darse cuenta que la
"globalización" significa más competencia y que, por lo tanto, la eficien
cia y la innovación que son generadas por la investigación pasan a ser
requisitos esenciales para la viabilidad de las empresas en cualquier parte
del m u n d o .
Algunos de nuestros empresarios argumentan que no es necesaria la
investigación original, que sus industrias pueden adquirir los paquetes tec
nológicos producidos en los países más avanzados ahorrando tiempo y
jugando una baza segura.
Es cierto que no podemos pretender ser autosuficientes en la genera
ción de tecnologías y que vamos a tener que adquirir una fracción impor
tante de estas tecnologías. Pero sobre este tema hay dos puntos importantes:
1. Para comprar bien un paquete tecnológico y adaptarlo a las condi
ciones locales tiene que manejarse con profundidad el conocimiento
del contenido de dicho paquete (las premisas y las condiciones que
le dieron forma y los adelantos científicos que lo sustentan). N o se
puede comprar ciegamente, es necesario tener, por lo menos, la ase
soría de científicos y tecnólogos que trabajen con el interés de la
empresa en mente.
2. Cuando un país es uno de los mayores productores del m u n d o en
algún rubro, no puede dedicarse sólo a importar tecnología. La tec-
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
nología que se vende está, por definición, obsoleta. Es necesario pagar
el precio del liderazgo, resignarse a ser rápidamente desplazado de ese
lugar expectante en el mercado internacional. El precio del liderazgo
tiene m u c h o que ver con la investigación y la generación de tecnología
propia.
Creo que vale la pena dar una breve mirada a lo que está ocurriendo en
ciencia y tecnología en el resto del m u n d o para poder comprender mejor
el problema. T o m a n d o a la biotecnología c o m o ejemplo, podemos ver que
los avances son cada vez m á s espectaculares y vertiginosos.
E n estanques de laboratorios están nadando peces transgénicos, modi
ficados genéticamente para un alto crecimiento: especies c o m o el salmón
del Atlántico, la trucha, la carpa y la tilapia, que son excelentes fuentes de
alimento h u m a n o . Algunos de estos peces cultivados producen rendi
mientos nunca antes alcanzados, resultando un kilo de pescado por sólo
un kilo y medio de comida (para las vacas se gastan 12 kilos de alimento/kilo
de carne). También están ya listas y estarán para salir al mercado antes del
año 2000, plantas transgénicas que son resistentes a insectos y a herbici
das, plantas de tomates resistentes a virus y muchas otras especies y varie
dades que tendrán grandes ventajas e inundarán el mercado.
Tenemos también plantas que producen anticuerpos humanos que
sirven para diagnosticar y combatir enfermedades y ovejas que secretan
en su leche un poderosísimo anticoagulante necesario para el tratamiento
de pacientes cardíacos.
Se están produciendo por ingeniería genética enzimas que hidrolizan
celulosa y lignina, lo que posibilita la conversión de residuos agrícolas en
alimentos. H a y bacterias que limpian las aguas de metales y deshechos
tóxicos.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
E n el campo médico, la biotecnología ya ha tenido un importantísimo
impacto, generando hormonas: insulina —hormona de crecimiento—
interferon; vacunas mejores y más seguras —hepatitis B — la rabia. Todos
los latinoamericanos debemos felicitarnos por los grandes logros de
Manuel Elkin Patarroyo con la vacuna contra la malaria.
E n este último campo, sólo hemos visto la punta del iceberg, pues
c o m o ustedes saben, en este momento hay una febril actividad en un gran
proyecto mundial para descifrar la totalidad de la información genética
acumulada en el genoma humano. Este es un proyecto que está en plena
ejecución con fechas tentativas de término para el año 2005. Este proyecto
constituye, desde mi punto de vista, la más importante aventura científica
en la que se ha embarcado la humanidad en todos los tiempos y el que más
impacto tendrá. ¿Por qué? Porque nos permitirá dar un paso decisivo en
este mandato histórico de "conócete a tí mismo".
Conoceremos toda la información que genera a un hombre a partir
de un pequeño óvulo fecundado y conoceremos muchos de los c o m p o
nentes genéticos que afectan el funcionamiento del cuerpo h u m a n o , así
c o m o una parte que afecta nuestra capacidad de pensar y discernir.
Este conocimiento causará una revolución, no sólo en las ciencias
biológicas y médicas sino también en las ciencias sociales y humanas y en
la sociedad c o m o un todo. Ya existe gran preocupación por todos los pro
blemas éticos que están surgiendo de las posibilidades de, no sólo cono
cer la información genética, sino de las modificaciones que pueden reali
zarse por medio de la llamada terapia génica.
Junto con el desciframiento del genoma humano , se están iniciando
proyectos para descifrar los genomas del trigo, del maíz, de las vacas y de
los pollos, especies todas de tremendo interés económico y social. C o n
75
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
esta información genética podremos calcular el rendimiento de una nueva
variedad o de un nuevo cruce sin tener que plantar la semilla. C o n esto
podríamos incrementar la producción agrícola, la pecuaria y la acuicultura.
H e dicho "podríamos", en condicional, porque para hacerlo ten
dríamos que disponer de la tecnología y del conocimiento, y éstos no lle
gan gratis.
Este diluvio de información genética y el poder que otorga al hombre
la posibilidad de manipular esta información, sólo la podrán aprovechar
los países que hayan tomado la decisión de darle importancia y prioridad
a la ciencia y a la tecnología y que tengan cuadros multidisciplinarios de
investigadores capaces de generar y adaptar conocimientos.
Los demás países, la mayoría del Tercer M u n d o , serán meros espec
tadores que tendrán que pagar caro, a pesar de su pobreza, para adquirir
los deshechos y migajas tecnológicos que vayan quedando de este avance.
Esto será doblemente paradójico, pues son estos países los que tienen el
70 u 80% de la riqueza genética en su maravillosa y amenazada flora y
fauna, riqueza de donde las compañías de biotecnología sacarán la infor
mación genética para lograr muchas de las transformaciones que se van a
generar.
Nuestra angustia, por lo tanto, surge de que los científicos vemos
claro el camino que debería seguir América Latina en este campo. C o n una
clara decisión política y una inversión adecuada que, ciertamente, no está
fuera de las actuales posibilidades económicas, podríamos aprovechar esta
explosiva revolución científica para mejorar m u c h o la situación de nues
tros pueblos. V e m o s el camino claro, pero vemos también que, con hon
rosas excepciones, nuestros países no toman ese camino y se juega con la
actividad científico-tecnológica, sin tomarla en serio.
76
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Otro tema que nos angustia es el de las enormes ventajas y posibili
dades de la integración científica. Las pequeñas comunidades científicas
latinoamericanas, en la mayoría de los casos, no tienen la masa crítica
suficiente para emprender los ambiciosos grandes proyectos que los pue
blos necesitan. Tampoco existen los laboratorios, instrumentos e infrae
structura suficientes para ser competitivos. Solamente, uniéndose, SI se
logrará alcanzar esa masa crítica para hacer grandes cosas. Esto es obvio
y ha sido repetidamente demostrado. La Comunidad Económica Euro
pea, por ejemplo, ha dado un importantísimo énfasis al estímulo y finan-
ciamiento de la colaboración entre consorcios de laboratorios de diferentes
países. Los resultados han sido excelentes, otorgándole un importante
liderazgo, por ejemplo, en varias áreas de la biotecnología.
E n América Latina, los científicos hemos logrado también demostrar,
por medio de programas c o m o la Red Latinoamericana de Ciencias Bioló
gicas, con el programa C Y T E D , con el Programa Latinoamericano de Bio
tecnología de P N U D / U N E S C O y O N U D I , con el Centro Latinoame
ricano de Física y con muchas otras iniciativas, que realmente la
integración funciona para potenciar esfuerzos en ciencia y tecnología.
La comunidad científica está convencida y ansiosa de la urgente nece
sidad de la integración, pero faltan los recursos para hacerla realidad.
La R E L A B , por ejemplo, una red con 14 países miembros funciona
con 30.000 dólares al año que, con generosidad, otorgan la U N E S C O y
la I C S U . C o n esto, sorprendentemente, se hacen muchas cosas pero, sin
duda, son muchísimas más las que no se pueden hacer por falta de recur
sos. Por ejemplo, los genetistas humanos de la región se han organizado
para generar un programa latinoamericano del genoma h u m a n o que se
dedique a estudiar la genética de las poblaciones autóctonas y las enfer-
77
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
medades genéticas prevalentes en las diferentes poblaciones. Se trata de un
programa que permitiría preparar a los jóvenes para esta revolución bioló
gica. Este proyecto, sin embargo, se está estancando por falta de fondos.
También se ha planteado un programa de estudio de la biodiversidad
a nivel de la genética molecular, un proyecto que se dedicará a estudiar
genes de interés comercial presentes en la flora y la fauna. Existen tesoros
genéticos en la gran riqueza biológica de la región y para saber negociar,
tanto sobre su preservación c o m o sobre su explotación, es necesario cono
cer profundamente su contenido, pero esta idea también duerme por falta
de fondos.
El programa regional de biotecnología (seis años de grandes logros
sobre la caña de azúcar y el maíz transgénico) y los sistemas de diagnós
tico para enfermedades que aquejan a nuestros pueblos van a terminar. N o
hay fondos para continuarlos.
N o han faltado iniciativas oficiales c o m o el programa Bolívar y el
Mercado C o m ú n del Conocimiento, iniciativas ambas propiciadas por
presidentes latinoamericanos para actuar en el campo tecnológico y en el
campo científico respectivamente.
Desgraciadamente, estos proyectos han recibido aplausos pero no
han recibido fondos y la gran cantidad de programas que se podrían
apoyar y que traerían indudables beneficios se quedan en los papeles.
H a y múltiples ejemplos de actividades iniciadas por los científicos y
tecnólogos de la región, tales c o m o el Proyecto Regional de Biotecnología,
la Red Latinoamericana de Ciencias Biológicas ( R E L A B ) , el Programa
C Y T E D , el Centro Latinoamericano de Física ( C L A F ) y muchas otras que
con un poco de apoyo político y financiero podrían convertirse en impor
tantes impulsos de la integración científica y tecnológica de la región.
78
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Deseo referirme finalmente a tres ideas que considero importantes:
La primera es que deberíamos aprovechar mejor la exitosa experien
cia de los científicos españoles que en los últimos veinticinco años han
dado un espectacular salto en su desarrollo científico y tecnológico. Nece
sitamos que nos ayuden a hacer algo similar en nuestros países. Para esto
habría que aumentar y agilizar lo que ya existe. Por ejemplo, es lamentable
que el programa C Y T E D sólo incluya proyectos tecnológicos y no la cien
cia básica. El Dr. Houssay, premio Nobel argentino y gran americanista,
decía que "para aplicar la ciencia, hay que tener ciencia" .
La segunda idea es que necesitamos un signo de que los jefes de
Estado nos escuchan y nos entienden. Necesitamos que se cree un fondo,
aunque sea modesto, u otro mecanismo que pueda ejecutar algunas de las
proposiciones expuestas.
Finalmente, sugiero que se recomiende a los presidentes latinoame
ricanos que incluyan los temas de colaboración cultural y científica en la
agenda de la Cumbre Hemisférica que se reunirá en Miami en diciembre
de 1994. Las sociedades científicas norteamericanas junto con importantes
academias han propuesto la creación de una Fundación Panamericana
para la Ciencia; Miami sería una buena ocasión para concretar esa idea.
Es conveniente que no sólo intercambiemos productos y monedas,
sino que nos enriquezcamos mutuamente intercambiando ideas, conoci
mientos, libros, canciones y pensadores.
79
Pape l del c o n o c i m i e n t o
científico en el p r o c e s o
de in tegración
Manuel Elk in P a tarro y o
Vivimos en un m u n d o crecientemente globalizado y transnacionalizado,
donde los profundos cambios que se están presentando en el entorno
internacional están teniendo un impacto directo en las posibilidades de
nuestro desarrollo, y en el tipo de estrategia que debemos seguir. El alto
ritmo de cambio al que nos enfrentamos en los campos científico, tec
nológico, geopolítico, comercial, etc., están llevando a una transformación
del m u n d o actual y de las relaciones sociales y económicas que lo carac
terizan. La inserción de Iberoamérica en este contexto cambiante, así
c o m o nuestra capacidad de respuesta a los desafíos y posibilidades que de
estos cambios se derivan, tendrán un profundo impacto sobre el desarrollo
nacional y sobre el bienestar mismo de la población. Ya no se puede vivir
de espaldas a esta realidad. Existe una creciente literatura sobre el tema a
nivel mundial y regional que se puede aprovechar.
Pero tratemos de analizar y coloquemos a la ciencia y a la tecnología
dentro de los contextos en los cuales se mueven la economía y el desa
rrollo.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Los economistas explican que, a fines de 1990, el producto interno
bruto por habitante de América Latina se había reducido en un 10% con
respecto a 1981, con un fuerte deterioro de las condiciones de vida de amplios
estratos de la población. La crisis planteada ha sido el resultado de tres fac
tores principales: i) los choques externos y las modificaciones en los tér
minos de intercambio; it) la crisis de la estructura de las economías inter
nas, sobre todo la excesiva dependencia en ciertos productos básicos, que
ha contribuido a una debilidad fiscal y a la denominada inserción "pasiva"
de Latinoamérica en la economía internacional; y iii) los graves desaciertos
cometidos en la conducción de las políticas económicas domésticas, c o m o
señala Fuentes Jaramillo.
Existe entonces consenso en América Latina acerca de los principales
desafíos que deberá enfrentar el desarrollo económico y social de la región
durante los años noventa: volver a crecer y hacerlo con equidad; elevar los
niveles de ahorro interno y externo; reinsertarse en la economía mundial.
Dentro del esfuerzo de modernización para mejorar la competitivi-
dad latinoamericana en el concierto mundial, es fundamental preocuparse
por tener una base tecnológica que la respalde, rehuyendo la tendencia,
que con facilidad se impone, de presumir que la adecuación tecnológica
equivale a la simple adquisición de bienes de capital o de productos de la
tecnología extranjera. H o y más que nunca, América Latina tiene en cuenta
que la compra, transferencia, implantación, asimilación, desagregación y
creación de la tecnología requiere una base sólida de conocimientos, fun
damentada en las disciplinas científicas sobre las cuales está construido el
saber tecnológico.
Si la modernización económica requiere de la tecnología, ésta a su vez
necesita del apoyo de una sólida base científica, de una capa social sufi-
81
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
cientemente fuerte en el manejo del conocimiento para poder apropiarse
rápidamente de las innovaciones científicas y recuperar la senda del cre
cimiento y el desarrollo.
América Latina no es ajena a las profundas transformaciones que
están ocurriendo en el m u n d o tanto en el campo económico, c o m o en el
científico y tecnológico. Y así c o m o estamos haciendo ingentes esfuerzos
para transformar nuestra realidad económica y social para poder inser
tarnos con equidad en las nuevas corrientes del comercio mundial, no
podemos dejar de participar en el nuevo mercado que se impone: el del
conocimiento, el del producto de la investigación. E n este nuevo mercado
internacional aparece, cada vez más, el saber, el conocimiento, c o m o el
recurso que define todas las ventajas en el nuevo ordenamiento de las
naciones. N o cabe duda que dada la manera en que se está conformando
el m u n d o , el principal recurso con que se contará en el futuro será el del
conocimiento. Las sociedades que lo posean tendrán todas las ventajas
comparativas y aquéllas que no lo tengan se rezagarán cada vez más en la
ardua competencia instaurada.
Para poder competir es necesario ser dueño del saber, es indispensable
que la ciencia se convierta en parte integrante de nuestro pensar y hacer,
de nuestra cultura.
La región ha ido perdiendo espacios internacionales atractivos para
el establecimiento de actividades productivas. Pero, en medio de las incer-
tidumbres generadas por la deuda externa y los ajustes estructurales, se ha
hecho evidente que, a medida que se avanza hacia la liberación de los
mercados regionales, se requieren también acciones concretas para pro
mover políticas científicas y tecnológicas coherentes con los nuevos mar
cos económicos que sustentan la industrialización y el desarrollo.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Es claro que el éxito ya no depende tanto de las ventajas fijas de
recursos naturales o costos bajos de la m a n o de obra, sino, más bien, de
la capacidad de crear, adoptar e introducir los cambios técnicos y cientí
ficos necesarios.
Al repasar rápidamente la realidad latinoamericana se encuentra que
hasta ahora las actividades científicas y tecnológicas se caracterizan prin
cipalmente por: i) una baja asignación de recursos por parte de la socie
dad, lo que lleva a que su participación en el contexto mundial sea real
mente marginal; ti) un financiamiento principalmente del Estado; iit) una
orientación hacia actividades de investigación básica y aplicada, que poco
involucran el proceso de innovación tecnológica y una falta de ambiente
favorable para que las empresas del sector productivo destinen recursos a
investigación y desarrollo.
Los gastos en actividades científicas y tecnológicas de los países de
la región representan un porcentaje pequeño con respecto al total m u n
dial. A comienzos de los años ochenta, los países desarrollados partici
paban con el 72,7% de los gastos mundiales de investigación y desar
rollo, mientras que los países en desarrollo únicamente lo hacían con un
3,1%.
También es m u y bajo el porcentaje del producto nacional bruto dedi
cado a la ciencia y a la tecnología de los países de América Latina. C o m
parando con algunos países desarrollados (Estados Unidos, Japón, Israel,
Alemania, Holanda, Suecia y el Reino Unido) se encuentra que mientras
en estos países la participación de los gastos de investigación y desarrollo
c o m o porcentaje del producto nacional bruto fluctúa entre el 2,7% y el
2,3%, en la región este porcentaje se halla entre el 0,6% y el 0,1%. Las
anteriores cifras son más dramáticas si se considera el rezago que se está
83
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
configurando, debido al factor acumulativo que caracterizan las inver
siones en infraestructura y la capacidad científica y tecnológica.
Adicionalmente, se pueden mencionar algunos indicadores que refle
jan la marginación de la región del quehacer científico y tecnológico m u n
dial, producto de la baja inversión descrita. E n cuanto al número de cientí
ficos e ingenieros cabe señalar que América Latina sólo cuenta con el 2 %
del total mundial. Nuestros investigadores originan apenas el 1% de los
trabajos científicos en las publicaciones indexadas y las citas a sus traba
jos corresponden al 0,5%. Las patentes registradas en su gran mayoría per
tenecen a empresas extranjeras, siendo m u y pocas las que corresponden a
invenciones e innovaciones endógenas.
Es un hecho que, ante los rápidos cambios de la economía mundial,
así c o m o de la ciencia y la tecnología, es cada vez más difícil lograr avances
significativos con los esfuerzos aislados de los países. Los nuevos desa
rrollos del conocimiento y la tecnología exigen una masa crítica de inves
tigadores (que la mayoría de los países sólo poseen en forma aislada),
mayores recursos para equipos e infraestructura y una capacidad de for
mación de recursos humanos de alto nivel.
Por tanto, el desarrollo del capital h u m a n o debe entenderse c o m o una
inversión a largo plazo y, en el campo educativo, las posibilidades de éxito
en el nivel superior están profundamente correlacionadas con el desarrollo
en el nivel básico.
M á s aún, si el nuevo paradigma tecnológico ha transformado los
requisitos que debe cumplir la educación superior, también ha tenido
impacto sobre el tipo de educación básica que debe impartirse.
Partiendo de las consideraciones anteriores, América Latina tiene
que llevar a la ciencia a asumir su función en la sociedad. El papel de los
84
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
científicos es dominar el conocimiento, es conformar un núcleo capaz de
seguir el frenético ritmo moderno de la innovación científica. Para esto se
necesita un gran esfuerzo de investigación, un desarrollo continuo de la
capacidad de aprehender el conocimiento, una capacidad competitiva
adquirida y comprobada frente a la comunidad científica internacional.
Para poder aprehender el conocimiento requerido, para solucionar
los problemas específicos, para comprender rápidamente las bases teóri
cas sobre las cuales descansan los nuevos instrumentos, para seguir de
cerca el desarrollo de las nuevas teorías, es imprescindible que haya gru
pos de investigación trabajando sobre los problemas de "frontera", inter-
actuando de igual a igual con los investigadores del resto del m u n d o .
Y para ello no se está partiendo de cero. Si bien es cierto que el desa
rrollo científico y tecnológico de América Latina es aún incipiente, y muchas
veces aislado, sí existen esfuerzos importantes en diferentes campos del
conocimiento que le pueden mostrar al m u n d o su enorme potencial.
La construcción de tradiciones
científicas en los países en desarrollo
El desarrollo de la ciencia obedece a tradiciones y el componente indivi
dual juega un papel crítico. La ciencia, es el producto de una acumulación
prolongada de resultados de observación, experimentación y creación
analítica, es un construir y derribar incesante. N o sólo es acumulación de
resultados de conocimiento renovado sobre algún fenómeno o hecho. Es
también acumulación de procedimientos, actitudes y lenguajes. Es, en fin,
u n conjunto que conforma una manera específica de entender y vivir la
vida natural y social, distinta y peculiar frente a la forma artística o reli
giosa. Es una tradición construida dentro de unos marcos culturales e
85
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
institucionales que la han hecho posible y le han imprimido el sello de sus
inquietudes y esperanzas.
C o n ello quiero decir que la ciencia es un producto que se gesta y
desarrolla a través de procesos relativamente prolongados. Precisa de un
cúmulo de actitudes y disposiciones, tanto en los individuos c o m o en las
instituciones y grupos, para que sea posible. Es un producto histórico.
E n países de América Latina c o m o Colombia, la creación de estas
condiciones para la conformación de tradiciones de conocimiento cientí
fico ha sido tardía. Por una parte, la formación superior estaba restringida,
hasta las primeras décadas de este siglo, a una pequeña élite. Pero más aún,
tanto la formación universitaria c o m o el pensamiento de las élites y los
gobernantes eran herederos del pensamiento escolástico y dogmático que
había imperado en los tiempos coloniales. Pensamiento marcado por la
insularidad y el parroquialismo. Pocos y aislados fueron los seguidores de
los movimientos empiristas.
El espíritu de la Ilustración tuvo escasos oídos receptivos que se vol
caran hacia la creación de tradiciones de investigación científica. La lite
ratura, la poesía, la semántica, la gramática y las doctrinas jurídicas entre
tenían más a nuestros dirigentes que los principios de la física, la química,
la biología o las matemáticas.
N o se dio tampoco en las políticas de Estado un interés persistente y
significativo en construir condiciones indispensables para la formación de
científicos: creación de centros de formación superior y de escuelas de pen
samiento, apoyo a individuos o a grupos de investigación, dotación de labo
ratorios, bibliotecas, seguimiento de los avances científicos en el m u n d o .
Es cierto que la creación de condiciones, tanto de actitudes y destre
zas c o m o de elementos de apoyo básico, han avanzado en las últimas
86
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
décadas. Pero el salto cultural de una herencia semántica a una actitud
pragmática toma tiempo en asentarse y dar fruto. Y ha dado ya frutos,
aunque no en las magnitudes requeridas por la producción mundial. Pero
se incurre en un grave error de apreciación, dictado por el etnocentrismo
y no por las condiciones objetivas, si se menosprecia o peor aún si se deses
timula la creación científica en los países en desarrollo. La ciencia, los
resultados de la ciencia, no pueden convertirse en privilegios de iniciados,
inalcanzables para quienes no pueden pagar su alto precio.
Si nuestra tradición es aún incipiente, persistamos en formar actitudes
sistemáticas, en crear escuelas de pensamiento y grupos de trabajo a largo
plazo. Es imprescindible apoyar la construcción de tradiciones científicas
en América Latina.
A m o d o de conclusión:
1. Creo que la ciencia no puede encerrarse en sus propios supuestos,
c o m o ejercicio de nuevas órdenes monacales, aislada de la sociedad.
2. L o mejor de la historia de la tradición científica es la historia de
quienes con desprendimiento, tolerancia y equidad, escogieron poner
sus resultados al servicio de mayorías y no de grupos o naciones
seleccionados por algún principio de supuesta superioridad.
3. El libre mercado no asigna necesariamente con eficiencia los recur
sos necesarios para la investigación y la innovación tecnológica. Es
indispensable complementar los mecanismos del mercado con el
apoyo del Estado para estimular la investigación en aquellos sectores
de la sociedad que no pueden expresarse a través del mercado, o para
estimular sectores estratégicos vinculados a nuevas tecnologías.
4. Para poner en marcha estrategias de promoción de la ciencia y la tec
nología se deben crear estímulos para la asignación de mayores recur-
87
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
sos, para la vinculación entre el sector productivo, las instituciones y
los núcleos de investigación y para la utilización del conocimiento por
parte de la sociedad.
5. El conocimiento es u n bien público: su generación y utilización por
cualquier agente económico no disminuye en principio su disponi
bilidad para otros agentes. Si los resultados de la investigación en
algunos bienes es patentable, la generación del conocimiento es uni
versal.
6. El tema de las patentes y de la propiedad intelectual es de gran sen
sibilidad en las actuales negociaciones internacionales. H a y conside
raciones éticas relativas a la apropiación individual de bienes. Estos,
por su naturaleza, están llamados a cumplir una evidente función
social. Existen bienes esenciales cuyo uso es de interés general y éste
debe primar sobre su apropiación particular.
7. N o podemos permitir que se nos excluya c o m o grupo h u m a n o del
derecho a proyectarnos al infinito. El futuro nos incumbe. Porque,
c o m o decía Pasteur, si la "ciencia no tiene patria, el investigador
científico sí".
88
La educación
de la modernidad
Cristovâo B u ar q u e
E n su conjunto, América Latina ha realizado todos los proyectos de
modernidad previstos hace cincuenta años.
E n el continente y en cada país existen todos los tipos de industrias,
una población urbanizada, aeropuertos, presas hidroeléctricas, carreteras,
universidades, centros de investigación. Al inicio del llamado take off
hacia el desarrollo, todos los sueños fueron realizados. Sin embargo, al
final de este proceso de modernización descubrimos: primero, que a pesar
de haber realizado todos los proyectos de modernización, no somos
modernos porque las sociedades europeas y norteamericanas, que sirvie
ron de modelo, siguieron avanzando. Después de hacer la revolución de
la modernidad, descubrimos que hubo otra revolución tecnológica y que
estamos tan atrasados c o m o antes. Segundo, porque a pesar de todo lo que
se hizo (aún peor, debido a lo que se hizo) se incrementó la desigualdad,
la violencia y la miseria.
Ante esta situación, el continente tiene por delante dos alternativas.
U n a de ellas es volver a realizar el mismo esfuerzo de los últimos cincuenta
89
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
años para repetir la modernidad e intentar nuevamente alcanzar el grado de
conocimiento técnico, el uso de los equipos industriales y el nivel de
consumo que tienen las sociedades de los países ricos. E n los próximos años
cambiaríamos los medios, pero el objetivo sería el mismo: repetir el modelo
de desarrollo de Europa y de Estados Unidos y, ahora también, el de Japón.
Pero lo que parece claro, si nos atrevemos a imaginar el futuro, es que
el éxito va a ser, otra vez, solamente económico; y, nuevamente, lo van a
alcanzar sólo unos pocos. Además , cuando logremos los resultados pre
vistos gracias a la competitividad y a la integración, nuevamente los países
ricos estarán redefiniendo sus cambios.
Tal vez haya una cuarta revolución tecnológica, todavía imprevisible.
O , tal vez, ante la crisis del desempleo y del costo del "welfare state", sea
una nueva revolución social.
D e nuevo llegaremos atrasados. Mientras que Europa buscará pro
teger su población, diseñará técnicas subordinadas a los valores éticos,
organizará el trabajo para mantener el nivel de empleo, el continente lati
noamericano, gracias a su lucha por la competitividad, tendrá sus indus
trias técnicamente modernas, pero rodeadas por cientos de millones de
excluidos.
La otra alternativa sería cambiar los objetivos y, en lugar de la c o m
petitividad, buscar la dignidad. Necesitamos de competitividad económica
pero, sobre todo, necesitamos de dignidad social, y nada asegura que la
primera lleva a la segunda.
C o n ese nuevo objetivo, cambia la manera de entender la educación:
su importancia y su papel.
E n lugar de ver la educación c o m o medio para la modernidad, y para
el progreso técnico y económico, hay que verla c o m o un objetivo en sí
90
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
m i s m o . E n vez de una educación para modernizar la economía y realizar
una nueva revolución tecnológica, habría que pensar en una economía y
una revolución tecnológica para hacer posible la educación. Eso no quiere
decir que la educación deje de ser u n medio para el avance tecnológico;
tampoco que ella no sea un elemento dinámico de la economía. Pero,
siendo en sí misma un objetivo, la educación va a crear las bases para el
desarrollo tecnológico; y siendo una prioridad, propiciará una demanda
para la economía, sirviendo c o m o elemento positivo.
D e cierta manera, se puede hacer con la educación en América Latina
lo que Estados Unidos y la Unión Soviética hicieron con la defensa nacio
nal. La guerra se haría contra la falta de educación, contra la miseria, pero
los resultados beneficiarían, a plazo medio, la economía y el desarrollo tec
nológico.
E n vez de la educación para la modernidad económica, sería ahora
una educación para la modernidad, modernizando la modernidad al incor
porarle la dignidad social, la ética y los objetivos sociales.
L o que se vio en estas últimas décadas es que el continente definió sus
objetivos técnicos: acceso a las técnicas de los países ricos. Para eso, creó
una racionalidad económica especial, estudiada en universidades extran
jeras e implantada en el continente, sin respeto a la realidad cultural (vista
c o m o freno al progreso), a la realidad natural (despreciada), a las necesi
dades sociales (sustituidas por la demanda de los bienes y servicios usa
dos en los países que servían de modelo). Esa racionalidad despreció los
objetivos sociales. Por lo tanto, la ciencia social y la práctica política tuvie
ron que ignorar los valores éticos.
Seis objetivos pueden ser propuestos para el futuro de una moderni
dad-ética:
91
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
• Democracia: incluyendo la libertad individual, los derechos humanos
y los de las "minorías".
• Eliminación de la exclusión social, que es parte de la democracia.
• Competitividad y eficiencia para ayudar a eliminar la exclusión y
para hacer posible la realización de los sueños del consumo.
• Equilibrio ecológico, sin el cual la modernidad no es permanente, ni
suficientemente rica.
• Diversidad y descentralización, para respetar las alternativas y dise
minar los resultados de la modernidad.
• Apertura internacional, que es inevitable y necesaria, pero que no sea
solamente económica.
La eliminación de la exclusión exige que todos, gracias a sus propios
medios o a la función pública, tengan acceso a la alimentación, a la edu
cación, a la salud, al transporte urbano, a la justicia, a la seguridad y a un
lugar donde vivir.
La buena educación para todos es, por lo tanto, un objetivo y no sola
mente un medio.
Es necesario proponer para el debate no solamente palabras, sino
también medidas que permitan asegurar, desde ya, una radical elevación
del grado de educación y cultura de toda la población.
Las medidas deben asegurar, dentro de los límites posibles, la educa
ción para todos y la calidad de la enseñanza, lo que exigiría una inversión
del 8% del PIB. Estos costos exigirían un cambio en las prioridades del
gasto público y del esfuerzo nacional.
E n el pasado, la prioridad fue la infraestructura económica y se dejó
de lado la educación y la salud. Ahora, hay que elegir las prioridades.
Puede ser económicamente caro atender a la educación de todo el
92
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
pueblo, pero es aún más caro éticamente no hacerlo. La opción no es
entre una u otra manera de crecer, sino entre una u otra ética del desarrollo:
la ética de la modernización técnica, sin considerar los resultados sociales,
o una modernidad ética definida por sus objetivos.
Es necesario proponer alternativas, sin la presión de lo inmediato. N o
se trata de proponer una revolución social, que no sabemos cuál, ni c ó m o ,
ni a dónde nos llevaría, sino una revolución en las prioridades, que des
cubra la ética y sus objetivos sociales.
América Latina necesita perder su complejo de inferioridad. La
C u m b r e Hemisférica de M i a m i convocada por el Presidente de los Esta
dos Unidos puede ser un buen m o m e n t o para ello. D e b e m o s ofrecer nues
tras ideas al m u n d o , incluso para superar la crisis ética y social, el subde-
sarrollo ético que viven las sociedades a pesar del desarrollo técnico y
económico.
93
S e c c i ó n III
95
L o s p r o c e s o s
de g loba l i zac ión :
reflexiones sobre
su c o n c e p c i ó n y efectos
sobre la e v o l u c i ó n
del s is tema m u n d i a l
Carlos J. M o n e t a
U n o de los pocos elementos que surgen con nitidez en el presente pano
rama internacional es, paradójicamente, la incertidumbre que se proyecta
sobre los rumbos futuros de evolución del m u n d o , en un período de pro
fundos y, en ocasiones, dramáticos cambios político-estratégicos, econó
micos, científico-tecnológicos y culturales. Los acontecimientos actuales
requieren una reflexión amplia y profunda sobre los diversos procesos,
actores y situaciones con respecto a los cuales los países de América Latina
y el Caribe deben adoptar decisiones y actuar. Todo análisis parte de cierta
percepción del m u n d o contemporáneo y, muchas veces, ésta ya no resulta
apta para captar los fenómenos actuales o es insuficiente para abarcar su
riqueza y complejidad.
Generalmente, los análisis que se realizan privilegian el marco tem
poral de corto plazo y el enfoque económico e incluyen sólo algunos de
los factores presentes en el amplio universo de los cambios mundiales.
Se tiende, por ejemplo, a privilegiar aquéllos vinculados a las modifica
ciones que se suceden en el ámbito económico sin incluir otros factores
97
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
de distinto orden, que inciden profundamente sobre la marcha de la
economía.
Ante transformaciones tan profundas c o m o las presentes, donde los
procesos carecen de regularidad y resulta difícil obtener los resultados per
seguidos con las políticas aplicadas, adquiere mayor importancia el ubi
car los fenómenos de corto plazo en un marco temporal más prolongado
y amplio en cuanto a los factores tomados en cuenta, que facilite la apre
hensión de los rasgos y características principales del sistema mundial y
permita actuar adecuadamente frente a ellos.
Estas notas procuran contribuir al análisis del sistema global, de los
procesos que en él se desarrollan y de sus interacciones, objeto de la actual
reflexión latinoamericana y caribeña a partir de una reflexión sobre las dis
tintas dimensiones del proceso de globalización y su posible incidencia en
el perfil de los escenarios futuros. N o pretende ejercer ninguna adivi
nanza del futuro, sino esbozar escenarios de evolución plausible que, en
su condición de potenciales desarrollos, permitan incrementar la capaci
dad de previsión ante lo inesperado.
El proceso de globalización:
probables de s ar rollos1
G l o b a l i z a c i ó n : h a c i a u n c a m b i o d e p a r a d i g m a s
El concepto de "globalización", pese a la popularidad y amplio uso del tér
mino, ofrece múltiples y variadas definiciones. Comprende, en sus ele-
1. Esta presentación está basada en Carlos J. Moneta, El desafío del milenio.
América Latina en los escenarios de la próxima década (título provisional), capítulo 2 ,
98
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
m e m o s básicos, los procesos de creciente interacción e interdependencia
(que incluyen la ampliación del espacio geográfico y de los ámbitos de
acción) que se generan entre las distintas unidades constitutivas del sistema
mundial. Las actividades incluidas en ese proceso constituyen agregados
que requieren su consideración en carácter de conjuntos. Los procesos
adquieren dimensión multidimensional, abarcando, entre otros, las acti
vidades y sus efectos de países, regiones, empresas transnacionales, orga
nismos internacionales, organizaciones públicas y privadas y grupos y
movimientos sociales.
C o m ú n m e n t e se utiliza el concepto dando prioridad al enfoque
económico, refiriéndose a la "globalización de la economía". E n ese
contexto, se destacan algunos actores (empresas, agentes financieros trans
nacionales) y procesos (por ejemplo la innovación tecnológica, la trans
formación del sistema productivo, el establecimiento de redes de alcance
mundial en distintos campos). Normalmente , también se enfatiza la
importancia de los flujos financieros e inversiones, tecnológicos y de
comercio y se concibe a las empresas transnacionales ( E T N ) c o m o el prin
cipal agente de la globalización.
El proceso de globalización obliga a modificar el paradigma de las rela
ciones internacionales previamente vigente, que confería al Estado-nación
el carácter de actor principal y predominante del sistema. Este pasa ahora
a constituir sólo una parte de un sistema mayor: el sistema global. Las inter-
Buenos Aires, 1994 (en preparación) y, del mismo autor, "El proceso de la globaliza
ción: percepciones y desarrollos", en Carlos Moneta y Carlos Quenan (compiladores),
Las reglas del juego. América Latina, globalización y regionalismo, Buenos Aires,
Corregidor, 1994.
99
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
acciones corresponden a dos tipos de actores y a sus respectivos sistemas:
el "Estado-céntrico", con el Estado-nación c o m o unidad principal y sus
interacciones y los organismos internacionales y, el sistema "multicén-
trico",2 constituido por actores subnacionales y transnacionales no guber
namentales dotados de objetivos, autonomía y medios de acción propios.
El sistema global comprende a ambos , en un permanente juego de
interacciones de carácter conflictivo y cooperativo entre el Estado, las
sociedades nacionales o segmentos de éstas, los entes internacionales, las
E T N y otros actores transnacionales. Si bien el fenómeno no es nuevo, se
ha modificado profundamente: i) la distribución del poder en el sistema;
it) las reglas de su funcionamiento; iit) el carácter, frecuencia, complejidad
y dimensión de las interacciones (por ejemplo, un alto número de ellas se
realiza sin la participación y, muchas veces, a pesar de la voluntad contra
ria de los Estados), y \v) la capacidad relativa de orientar los procesos (por
ejemplo, distintos E T N y actores transnacionales poseen mayor capaci
dad que algunos Estados para orientar en su beneficio los resultados de
las acciones emprendidas).
Durante las dos décadas pasadas y los primeros años de la presente,
se sucedieron rápidos y profundos cambios, entre los que se destacan el
colapso del sistema socialista, la restructuración del sistema productivo, la
mayor movilidad de los factores (particularmente del capital), la revolu
ción en las comunicaciones, la multiplicación de redes y de actores no
gubernamentales y el incremento del conflicto de intereses con las institu
ciones estatales e internacionales existentes. E n ese contexto, el marco de
2. James N . Rosenau, Turbulence in World Politics. A Theory of Change and Conti
nuity, capítulo 1, Princeton, Princeton Univ. Press, 1990.
100
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
referencia estratégico-militar bipolar de la "guerra fría" fue reemplazado
en lo económico por uno multipolar, mientras la mayor capacidad de acción
militar se concentra en un actor: los Estados Unidos de América.
El sistema global aún no ha alcanzado una configuración consistente
ni su estado de equilibrio. E n el futuro puede suceder que: i) predomine
el sistema multicéntrico, con crecientes grados de descentralización y ato
mización social; ü) que el Estado-céntrico recupere la posición perdida,
reafirmando parte del control sobre los actores transnacionales; iii) que la
estructura actual adquiera cierta permanencia, o if) que se avance por la
vía de una gradual compatibilización de valores, percepciones, intereses y
prácticas entre los actores de ambos sistemas, allanando el camino hacia
una comunidad global más armónica.
E n los siguientes puntos se explorarán brevemente los elementos que
corresponden a los distintos procesos de globalización en desarrollo,
dando énfasis a los correspondientes a la globalización económica. U n
rápido pasaje por cada uno de ellos facilitará la elaboración de una visión
más articulada del conjunto.
G l o b a l i z a c i ó n :
los d i s t i n t o s p r o c e s o s e n m a r c h a
¿Cuáles son las concepciones predominantes sobre la globalización? E n
conjunto, parece que el m u n d o se encamina, en forma lenta y zigzagueante
pero aparentemente irreversible, hacia un estadio más uniforme o, en todo
caso, unificado,3 a partir de distintas combinaciones de estructuras de
3. Jean-Baptiste de Foucauld (director), La France et l'Europe d'ici 2010, capítulo 1, París, la Documentation Française, 1993.
101
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
economía de mercado y de democracia representativa de corte liberal
occidental.
Esos avances en pos de una creciente uniformidad se pueden obser
var en los planos económico, político y cultural. N o obstante, coexisten
otros procesos interactuando en muchos casos en forma conflictiva con
ellos, en particular en el Tercer M u n d o , donde predominan otros valores
y estructuras económicas, socioculturales y políticas, con formas de orga
nización y de gestión no incorporadas —o sólo parcialmente— a la lógica
del mercado y del discurso democrático.
L a g l o b a l i z a c i ó n e c o n ó m i c a : M r. p r o c e s o
q u e d e m a n d a n u e v o s e n f o q u e s y c a p a c i d a d
d e n e g o c i a c i ó n p o r p a r t e d e los E s t a d o s
La marcha hacia las "economías-mundo" se va profundizando, merced al
poderoso impacto de la innovación tecnológica, a los progresos en las c o m u
nicaciones, al establecimiento de un sistema financiero global y al liderazgo
de las empresas transnacionales en la producción, la inversión y los inter
cambios comerciales. Las E T N están organizadas, cada vez en mayor grado,
en función del equipamiento técnico y de una concepción de "agregados"
mundiales4 —tales como la evolución de las monedas fuertes, las tasas ban
cadas, los precios de materias primas y los márgenes comerciales—, deter
minados según la lógica de un espacio económico mundial.
Este proceso genera nuevas situaciones e interacciones de índole
cooperativa y conflictiva entre las empresas y los Estados nacionales. Sur-
4. Jean Chesnaux, "Dix questions sur la mondialisation", en: Les frontières de l'éco
nomie globale, Paris, Le M o n d e Éditions, mai 1993, p. 10.
102
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
gen aquí problemas vinculados al control fiscal, la fuga de capitales, el
desempleo, la disminución de los salarios reales, los regímenes de inver
sión extranjera, la protección del medio ambiente y la orientación de las
estrategias económicas nacionales.
Se establece una interdependencia compleja, muchas veces asimé
trica, e inclusive, contradictoria, que genera un amplio espectro de nego
ciaciones empresa-empresa, Estado-Estado y empresa-Estado. Unas
veces, corresponde a la competencia entre los países y a sus negociaciones
con las empresas para atraer capitales y tecnología; otras, a la complejísima
red de acuerdos interempresarios entre grandes compañías de origen esta
dounidense, europeo y nipón para el control de algunos mercados o sec
tores, mientras compiten ferozmente en otros.
E n los escenarios de mediano plazo, se estima que el irregular creci
miento de la economía de los países industrializados continuará (por lo
menos, durante los próximos dos o tres años); que habrá cierta estabili
zación de los precios de los productos básicos; que continuarán las altas
tasas de interés real y la incertidumbre sobre las posibilidades de contar
en el futuro con flujos de financiamiento adecuado para América Latina
y el Caribe.
E n escenarios de bajo desarrollo o estancamiento de las economías
industrializadas, c o m o los que hoy prevalecen, es de esperar el incre
mento y consolidación de las tendencias de "comercio administrado", en
la medida en que negociaciones de carácter multilateral (como la Ronda
Uruguay) sólo puedan cumplir parcialmente su objetivo de reducir los
obstáculos al comercio internacional.
E n este marco, se observa una importante modificación de las teorías
predominantes sobre comercio internacional, con el surgimiento de nue-
103
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
vos enfoques que favorecen una intervención más activa y directa de los
gobiernos en la generación de ventajas competitivas (como por ejemplo,
teorías estratégicas del comercio, etc.).
La orientación general que adoptará el comercio mundial presentará
un perfil m u y complejo, caracterizado por una paulatina y zigzagueante
ampliación de la aplicación de los regímenes del G A T T , coexistiendo e
interactuando con espacios económicos de intercambio regional, que ten
drán distintos grados de cierre, apertura y vinculación externa.
Cabe contar con que tanto los Estados Unidos c o m o Japón y la
Unión Europea realicen grandes esfuerzos para dotarse de una base nacio
nal o regional adecuada en aquellos sectores considerados estratégicos
(por ejemplo la informática), necesarios para asegurar su competitividad
internacional. Esos elementos de la estrategia incidirán en la elección
temática de los aspectos que varios países de la tríada tendrán en cuenta
para la configuración de nuevas "reglas" del comercio internacional.
También es dable esperar, por parte de los países industrializados, una
mayor presión para la obtención de convergencias en un amplio espectro
de políticas internas de regulación (microeconómicas), dada la mayor
interdependencia de la economía mundial y las innovaciones en los siste
mas de información. E n este marco, es probable que una parte de ese pro
ceso de intervenciones en pos de la armonización se concentre en los
temas relativos al capital, flujos financieros y gestión de los "bienes
comunes" de la humanidad.
Si se mantienen las actuales tendencias, los países en desarrollo no
lograrán alcanzar sus objetivos mínimos a partir de la Ronda Uruguay del
G A T T . El acceso a los mercados en sectores considerados sensibles, y en
donde América Latina y el Caribe poseen una mayor competitividad, no
104
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
contará con una solución satisfactoria en el corto y mediano plazo.
A d e m á s , puede fortalecerse la actual tendencia a la bilateralización en la
negociación de los problemas intra-tríada, al igual que un uso mayor, por
parte de los centros, del soporte que pueda prestar el fortalecimiento y
consolidación de espacios económicos de intercambio regional que les
están vinculados en forma subordinada.
Cabe también preguntarse si las condiciones actuales y las previsibles
en el mediano plazo (mayor proteccionismo) en el sistema económico glo
bal permitirán durante la próxima década mantener una estrategia de cre
cimiento "hacia afuera", por la vía de las exportaciones hacia los centros
c o m o estrategia masiva de crecimiento para los países en desarrollo. La
respuesta teórica es que esa estrategia sería viable si los países desarrolla
dos restructuraran eficientemente sus economías y abrieran sus mercados;
si los actores transnacionales canalizaran inversiones productivas hacia los
países en desarrollo; si existiera una adecuada transferencia y generación
de tecnología. Estas condiciones probablemente no se presentarán en el
horizonte de los próximos años o lo harán sólo en grado limitado.
La multiplicación de espacios de intercambio económico regional va
a promover un incremento de la competición por el acceso a los merca
dos principales y por la atracción de las corrientes de inversión. Sin
embargo, también va a ofrecer nuevas oportunidades de vinculación con
procesos de complementación intraindustrial externos a la región y al
hemisferio. Entre ellos, se destaca el potencial que ofrecería un esfuerzo
de integración intraindustrial con los grupos de países de Asia-Pacífico.
D e igual manera, nuevas estrategias de relación comercial, financiera y tec
nológica con las regiones que componen el espacio económico de la
Comunidad Europea pueden ofrecer una perspectiva distinta sobre el
105
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
Mercado Único Europeo, ampliando las posibilidades de establecer bene
ficiosos vínculos con las "ciudades-regiones" de Europa occidental.
Parece surgir un eje tendencial según el cual aumentaría de manera
importante la diferenciación entre los países en desarrollo en cuanto a la
forma y profundidad de su vinculación con los centros y con otros gru
pos económicamente significativos de países. E n consecuencia, es posible
esperar que su interés y capacidad de articular posiciones concertadas en
negociaciones multilaterales varíe, pudiendo acudir en mayor grado a for
talecer ejes de vinculación extrarregional y hemisférica y a las negocia
ciones de grupos reducidos o bilaterales.
Los procesos y factores señalados indican que para alcanzar el desa
rrollo de los países de América Latina y el Caribe no es suficiente haber
efectuado el ajuste y la apertura de sus economías y mejorado su c o m p e -
titividad, ya que permanentemente se crean formas más sofisticadas de
obstáculos al comercio y de competencia. Si las actuales tendencias
continúan vigentes, será necesario para la región elaborar un plantea
miento estratégico complementario, de largo plazo, que se centre en: ¿) las
corrientes potenciales de comercio e inversiones que pueden desarrollarse
en la región y en distintos escenarios (par ejemplo, relaciones económicas
de América Latina y Caribe con la región Asia-Pacífico, parte de Medio
Oriente y África, particularmente con los países de nueva industrializa
ción); ü) en el caso de los grandes países (como Brasil), el desarrollo del
enorme potencial de su mercado interno. Ese desarrollo tendría efectos
notoriamente positivos en los contextos geográficos vecinos, en los pro
cesos de integración regional en los que esos países estuvieran incorpora
dos y en la capacidad de negociación de esas regiones o áreas en el marco
del sistema económico global.
106
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
L a g 1 o b a 1 i z a c i ó n f i n a n c i e r a
Por su parte, la globalización financiera coincide con el aumento de los
desequilibrios de las corrientes internacionales del capital, a las que los sis
temas de localización de recursos estaban adaptadas hasta donde les era
posible.5 El crecimiento, tan rápido y sin contrapartida en la producción
de flujos monetarios internacionales, erosiona la estabilidad del sistema y
genera situaciones de difícil control, incluso para la mayoría de los países
desarrollados, fomentando el desarrollo de la economía especulativa sobre
la productiva. Cabe destacar que los flujos netos diarios en los mercados
de cambio alcanzan hoy treinta veces el total del comercio internacional,
representando el doble de las reservas acumuladas en los principales ban
cos centrales del m u n d o . 6 E n este contexto, es necesario observar c ó m o
pueden incidir sobre América Latina los cambios que registra el sistema
financiero mundial.
P o t e n c i a l q u e o f r e c e n
las i n v e r s i o n e s e x t r a n j e r a s d i r e c t a s
d e la r e g i ó n A s i a - P a c í f i c o
La concentración de capitales y altas tasas de ahorro en el sudeste asiático
y China van a favorecer —junto a las políticas de preparación de su fuerza
de trabajo y de eficiencia productiva— su crecimiento en las próximas
décadas, así c o m o una mayor capacidad competitiva. La universalización
5. Jean-Baptiste de Foucauld (director), La France et l'Europe... op. cit., capítulo l,
6. M . Aglietta, A . Brender y V . Coudert Globalisation financière: l'aventure obli
gée, París, Económica, 1990.
107
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
de los mercados y la globalización conducirán a muchas de las empresas
internacionales basadas en esos países a localizar mayores corrientes de
inversión extranjera directa en otras regiones (este fenómeno se está ya
presentando en América Latina, si se observa el importante aumento de
las inversiones coreanas y taiwanesas en las áreas de influencia del T L C N ) .
Esto presenta una importante oportunidad para la región, si se la concibe
estratégicamente, en el marco de una política de vinculación intraindus-
trial con el área Asia-Pacífico.
L a d e u d a e x t e r n a d e A m é r i c a L a t i n a
El problema de la deuda externa de la región, si bien se ha aliviado tem
poralmente, continúa vigente c o m o uno de los obstáculos principales en
los próximos años. Cabe preguntarse si los actuales flujos positivos de
entrada de capital y la disminución de las tasas de interés de' la deuda
externa van a continuar en el futuro, dado que puede tratarse de una fase
ascendente de un ciclo financiero que posteriormente se revierta, quizás
bruscamente c o m o a principios de los años ochenta.7 Dar respuesta ade
cuada a este interrogante resulta esencial para América Latina y el Caribe,
ya que u n error de apreciación podría acarrear costos equivalentes a la
denominada "década perdida". E n un período de dos o tres años, se alcan
zará una etapa durante la cual vencen importantes compromisos finan
cieros de la región relacionados con los pagos de la deuda externa.
7. SELA, "Perspectivas de financiamiento externo de América Latina y el Caribe", capítulo 1, p. 9 y 10. (Doc. SP /SL /CL/XIX.O/DT. )
108
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
E l i n g r e s o d e c a p i t a l e s e n A m é r i c a L a t i n a
Se ha constituido una masa importante de inversión externa directa que
demanda utilidades; los cambios externos y la modificación de variables
económicas internas pueden llegar a provocar rápidas modificaciones en
la orientación de una parte importante de los flujos de capital que arriban
a la región.
Es de esperar que desde el punto de vista de los inversores potenciales,
los países latinoamericanos y caribeños serán ubicados en distintas cate
gorías, algunas de las cuales contarán con mayores posibilidades de reci
bir flujos importantes de financiamiento externo, mientras otras quedarán
marginadas de las corrientes internacionales de capital. A d e m á s , la dura
competencia por ofrecer condiciones más atrayentes a los inversores exter
nos contribuye, de manera indirecta, a la reducción inadecuada de la segu
ridad social, de la retribución de la fuerza de trabajo y del valor asignado
a los recursos naturales, entre otros elementos.
Por último, la región se ve expuesta a las potenciales consecuencias
negativas del juego especulativo, ya que la mayor parte de los capitales que
ingresaron durante los dos últimos años no se orientaron a las actividades
productivas, sino que obtuvieron provecho de las altas tasas de interés que
ofrecían las bolsas de varios países latinoamericanos. Es evidente que se
trata de capitales que pueden rápidamente emigrar a otras latitudes.8 El
desafío, por consiguiente, consiste en obtener financiamiento de largo
plazo que contribuya a la formación de capital productivo en la región.
8. Ibid.
109
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
L a g 1 o b a 1 i z a c i ó n d e las c o m u n i c a c i o n e s
y la g 1 o b a 1 izaci ó n c u l t u r a l
La concentración de recursos en manos de las compañías de informática
de dimensión transnacional acrecienta los riesgos de estructuración de
oligopolios globales de tecnologías de punta. D e igual manera, una
concentración de la misma naturaleza en las empresas de comunicaciones
(por ejemplo, C N N ) favorece la difusión y homogeneización en las dis
tintas sociedades de un discurso favorable al perfil y a los valores susten
tados en la ideología del neoliberalismo económico predominante en el
proceso globalizador.
Las innovaciones tecnológicas —particularmente aquéllas vinculadas
a las comunicaciones—, y el predominio de lo económico, han modificado
profundamente las condiciones de producción y de circulación de todas
las formas de expresión cultural y el sentido simbólico de los productos
culturales. Así, durante las últimas décadas se observa que la evolución y
el contenido de la cultura se halla crecientemente condicionado por la
industrialización de los sistemas de producción y de difusión de los m e n
sajes culturales.9 Estos productos están destinados a una rentabilidad
económica a corto plazo (la población c o m o mercado) o a fines de control
y/o movilización social y política (la población c o m o fuerza de opinión).
Este proceso afecta tanto a los países industrializados c o m o en desa
rrollo, pero la incidencia es más alta en estos últimos, ya que las empresas
de los primeros controlan los circuitos de producción y difusión cultural
con alcance mundial. Esta situación conduce, en muchos casos, a la difu-
9. Anverre et al., Industrias culturales: el futuro de las culturas en juego,
París/México, U N E S C O / F . C . E . , 1982, p. 9 y 10.
110
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
sión masiva de mensajes culturales incompatibles con las situaciones de las
sociedades locales (conflicto que afecta la identidad cultural y genera ten
siones sociales) y a la aceptación progresiva de elementos y valores de una
"cultura-mundo", basada fundamentalmente en la sociedad de consumo
occidental.
N o obstante, tanto el proceso de globalización política c o m o el cul
tural encuentran resistencia. Las líneas de fractura coinciden, no por casua
lidad, con fronteras religiosas y culturales. Éstas se desplazan entre países
territorios y etnias —por ejemplo, las que separan la civilización islámica
de la cristiana—, pero también actúan en el marco interno de las naciones
(minorías étnicas o religiosas, inmigrantes temporales).
E n las próximas décadas se presenta el desafío de compatibilizar el
cambio tecnológico y la globalización económica con estructuras políti
cas tradicionales y pautas culturales dicotómicas, unas favorables y otras
contrarias a esos cambios. E n un m u n d o que presenta gran "ruido" y
confusión, a través de mensajes culturales masivos que incitan al consumo
y la creciente brecha fáctica entre situaciones de riqueza y pobreza, es
dable esperar que una parte de las sociedades en desarrollo se afirme en
valores tradicionales de carácter religioso e histórico-cultural. Existen y,
sin duda existirán, países que logren articular esos valores c o m o soportes
de su proceso de modernización (el Sudeste asiático). Otros, lo harán
c o m o último bastión defensivo frente a procesos que se perciben c o m o
una penetración cultural y económica de sus sociedades (África, Medio
Oriente).
A d e m á s , los factores culturales y socioeconómicos asumen una
enorme importancia en los contenidos y la configuración de las percep
ciones del sistema global y de sus actores, así c o m o en la predisposición
111
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
u oposición a interactuar con otros actores (por ejemplo las negociaciones
entre actores asiáticos y europeos o estadounidenses; negociaciones de una
ex-potencia colonial con su colonia; negociaciones de sectores modernos
de los países entre sí o con actores transnacionales, etc.). L o señalado pre
cedentemente enfatiza la importancia de los lazos históricos en la relación
—aun cuando éstos hayan sido conflictivos— y la necesidad de obtener
el mayor conocimiento posible de los nuevos actores con los cuales se va
a operar.
L a g 1 o b a 1 i z a c i ó n po l í t i c a
Bajo este título se incluyen los factores vinculados a los problemas de
seguridad político-militar y estratégica, los que corresponden al nuevo
papel que adquieren los actores no gubernamentales y las redes transna
cionales en el marco subnacional, nacional, regional y global, al igual que
los cambios sufridos por esos actores en términos de sus percepciones,
intereses y m o d o s de acción. Por último, ocupan también un lugar cen
tral las profundas modificaciones que se están operando en la estructura
de las instituciones de carácter internacional y regional, así c o m o sus fun
ciones en el contexto de los procesos de regulación mundial.
P a z g l o b a l y c o n f l i c t o s l o c a l i z a d o s m ú l t i p l e s
El cese de la guerra fría y la rápida y amplia distensión lograda entre las
principales potencias de ambos grupos facilita la reaparición de múltiples
tensiones de carácter étnico, religioso, regional y nacional contenidas pre
viamente por los requerimientos de un orden superior de conflicto entre
el Este y el Oeste.
Vinculadas a esas posibilidades de conflicto, subyacen situaciones
112
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
referidas al caso en que se imponga un escenario de globalización con rup
turas y fraccionamientos. U n a creciente insatisfacción de las demandas de
vastos segmentos de población (ubicados en muchos casos m u y próximos
a las áreas del m u n d o industrializado) puede conducir a serios cuadros de
tensiones y desestabilización.
N u e v a s i n s t i t u c i o n e s
y r e g í m e n e s d e a l c a n c e g l o b a l
Los procesos de transnacionalización vinculados al terrorismo, delin
cuencia y tráfico de drogas requerirán en el futuro que se incremente sus
tantivamente la concertación y cooperación internacional. También será
preciso generar nuevas normas y criterios para atender fenómenos que
ahora comienzan a merecer medidas concretas de corrección o sanción
(por ejemplo la violación de regímenes no democráticos). E n consecuen
cia, es de esperar la creación de instituciones de alcance global, interna
cionales o supranacionales, con un creciente papel de "policía mundial"
en esas materias. Su acción traerá aparejadas importantes modificaciones
de los derechos de soberanía que actualmente detentan los Estados.
Por su parte, la búsqueda de una gestión concertada y eficiente
frente a los principales desafíos económicos, ecológicos, energéticos y de
infraestructura (medio ambiente, comercio, inversiones, moneda y finan
zas, energía, transporte, etc.) requerirá igualmente una restructuración de
las instituciones regionales e internacionales con que se cuenta en esos
campos, así c o m o la creación de otras nuevas. Este proceso impondrá la
generación de normas y pautas de desregulación y armonización que
incorporarán el seguimiento y control en el plano global, regional y
nacional.
113
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
E l i n t e n t o d e h o m o g e n e i z a r
u n m o d e l o po l í t i co b á s i c o
Paralelamente, debe señalarse el intento de homogeneización política que
busca la paz y atenuar las diferencias existentes entre los distintos países
y regiones sobre las normas e instituciones que deben regir la vida colec
tiva y su progresiva adaptación a un modelo básico compartido de d e m o
cracia liberal occidental y de derechos humanos. Este modelo registra una
expansión geográfica10 y estructural. La primera se refiere, por ejemplo,
a la gradual incorporación de los países de Europa oriental a ese esquema.
La segunda, a la restructuración—para que resulte funcional a esos propó
sitos y a los de la globalización económica— de las instituciones regionales
e internacionales (como el sistema de las Naciones Unidas).
L o s a c t o r e s de l s i s t e m a E s t a d o - c é n t r i c o
f rente a los s i s t e m a s m u 11 i c é n t r i c o s
Las administraciones nacionales tienen cada vez mayor necesidad de inter-
actuar y negociar con actores no gubernamentales —ya sea con grupos,
movimientos y organizaciones transnacionales en el nivel superior, c o m o
con ciudadanos y sectores privados en la dimensión micro— sobre temas
que corresponden al ámbito mundial y sobre aquéllos de carácter interno
al Estado-nación que afectan o son afectados por los primeros. Esto genera
complejos problemas y cierta confusión, ya que los actores del sistema
multicéntrico no están sujetos a su autoridad (o en la práctica, sólo for
malmente), poseen estructuras m u y flexibles y descentralizadas y una
10. Jean-Baptiste de Foucauld (director), La France et l'Europe... op. cit., capítulo l.
114
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
buena cantidad de recursos de poder a su disposición. La nueva estructura
del sistema global conduce gradualmente a los gobiernos a adoptar estra
tegias complejas, en las cuales se participa con frente a múltiples actores
de ambos sistemas.
Las administraciones de América Latina y el Caribe se enfrentan a un
desafío, dada la complejidad de las relaciones que se establecen entre ambos
sistemas, las distintas características de sus actores y el perfil más difuso
del sistema multicéntrico (las nuevas formas de organización empresarial
constituyen un ejemplo al respecto). Esta situación fuerza a los gobiernos
de la región a modificar concepciones, criterios y modos de operar.
D i s t i n t a s conceptualizacion.es
de la g l o b a l i z a c i ó n
L a v i s i ó n t r iunfal is ta :
u n a i n t e r p r e t a c i ó n crítica
L o que está sucediendo en el m u n d o intenta ser aprehendido mediante
distintas interpretaciones que, en ciertos casos, presentan evaluaciones
opuestas. Por una parte, existe una "visión positiva" de los actuales pro
cesos, apoyada fundamentalmente en el avance de la tecnología y en la
expansión del mercado. Señala que las empresas, con el capitalismo y la
ciencia, están transformando el m u n d o en forma sumamente benéfica.11
11. Entre los numerosos analistas que sostienen esta percepción puede citarse a Keni-chi O h m a e [director del área nipona de la Consultora M e Kinsey], El poder de la tríada, México, M e Graw Hill, 1990 y Ben Wattenber y George Gildes [American Enterprise Institute]. Entre los trabajos que disienten con ese enfoque ver Lester T h u -row, La guerra del siglo XXI, Buenos Aires, Vergara, 1992.
115
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
Presenta un " m u n d o sin fronteras", centrado en la tríada Estados Un i
dos, Unión Europea y Japón, en el cual las reglas del mercado global pre
valecerán sobre las concepciones y conductas basadas en el sistema
Estado-céntrico, conduciendo a una sociedad en la cual los gobiernos ten
drán un papel más reducido y, ademas, prevalecerán otra ética y otra
racionalidad.
L a v i s i ó n n e o l i b e r a l d e la g 1 o b a 1 i z a c i ó n :
u n a i n t e r p r e t a c i ó n crít ica
El análisis de este discurso político-económico —hasta ahora predomi
nante, pero que ya es cuestionado y revisado en los países de la Unión
Europea y en los Estados Unidos ante las situaciones que esos países
industrializados enfrentan— permite examinar su tejido ideológico sub
yacente. Ya otras veces en la historia se ha creido —frente a períodos de
inflexión y crisis c o m o el actual— haber alcanzado situaciones límites, que
fijaban para siempre la legitimidad de un modelo entonces vigente.
Conceptualizaciones c o m o las de Francis Fukuyama,1 2 que postula el
triunfo definitivo de la democracia y la economía liberal como último
escalón de evolución ideológica del pensamiento y las instituciones polí
ticas, implica un intento de desconocer las lecciones de la historia. Por un
acto de voluntad se detienen los cambios. Se ha alcanzado la cúspide del
desarrollo y esos valores, instituciones y prácticas se mantendrán para
siempre. Igual creencia compartieron, equívocamente, los imperios chino,
romano y de Bizancio en su momento .
12. Francis Fukuyama, El fin de la historia y el último hombre, Buenos Aires,
Planeta, 1992.
116
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
E n contraste con esta visión triunfalista, existen numerosos elemen
tos que señalan las limitaciones y las graves consecuencias que puede traer
aparejada para la "sociedad-mundo", la continuidad y profundización de
las presentes pautas de globalización.
Múltiples son los indicadores que pueden presentarse en este sentido
y todos apuntan a un perfil distinto a lo esperado en la utopía del mercado.
N o se observa una distribución armónica de la riqueza, de los progresos
científicos-tecnológicos y de la calidad de vida entre los países industria
lizados y en desarrollo, incrementándose rápidamente las brechas entre
ambos grupos de países y en el interior de la propia área desarrollada del
m u n d o .
Así, c o m o señalara un informe del Fondo Monetario Internacional,13
se profundiza la pobreza endémica y una distribución de la riqueza cada
día más desigual ya sea entre las naciones c o m o en su propio seno (ver cua
dros 1 y 2). Existe un elevado desempleo y un notable incremento de la
pobreza, tanto en los países industrializados c o m o en los países en desa
rrollo, y aquéllos que se esfuerzan en transformar su sistema económico
según las fórmulas consideradas adecuadas por el pensamiento neoliberal
pagan un pesado tributo social.
Se trata de un modelo de desarrollo que si bien es, hasta cierto punto,
reproducible, no es generalizable. Sólo pueden acceder a él cierto número
de países en desarrollo, pero no todos. Los que no tienen acceso, quedarán
cada vez más marginados (África subsahariana, ver cuadros 1, 2 y 3). Es
u n modelo que alienta en sí m i s m o múltiples y peligrosas contradicciones:
13. Discurso de M . Candessus, Director General del FMI , ante la Junta de Gober
nadores del Fondo, Washington, 22 de octubre de 1992.
117
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
las existentes al interior de la tríada Estados Unidos, Unión Europea
Japón y sus zonas de influencia, entre esos centros y el resto del m u n d o
y entre distintos sectores socioeconómicos de esas sociedades. Se incre
mentan, por ejemplo, los impactos negativos sobre el sistema ecológico
(valor "máx ima tasa de ganancia" versus "crecimiento económico susten-
table") y el número e intensidad de los conflictos sociales y políticos.
Se generan así fuertes tendencias favorables a una fragmentación del
sistema mundial o, al menos, a la creación de profundas diferencias de carác
ter estructural en la distribución del poder de decisión entre los distintos
actores del m i s m o , en la calidad de vida, en los niveles de riqueza y pobreza,
y en el acceso a los bienes culturales y de consumo (cuadros 1 y 2).
N o obstante, el impulso homogeneizador previsto por la incitación a
un consumo más allá de las posibilidades continuará vigente. Ese factor
contribuirá a profundizar frustraciones de varios segmentos de la población
de los países en desarrollo, aumentando el conflicto social, la violencia, la
inestabilidad de los sistemas políticos y los movimientos migratorios (sec
tor rural-urbano y país económicamente atrasado-país industrializado).
E l s i s t e m a g l o b a l f r a g m e n t a d o
Los elementos expuestos en los párrafos precedentes son algunos de los
indicadores que orientan en la dirección de una configuración fragmentada
o segmentada del sistema mundial, sin alcanzar el escenario de "ruptura".
El marco de referencia de la "fragmentación-segmentación" corres
ponde a una visión más compleja que la tradicional dicotomía entre el Norte
y el Sur. Esta percepción no llega a ofrecer un cuadro que refleje las actuales
circunstancias, dado que han aumentado sustantivamente las diferencias
intranorte y m u y particularmente, las intrasur, tanto en el plano de los Esta-
118
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119
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
dos-naciones c o m o en el intrasocietal. N o incorpora, además la especifici
dad de la situación del Este (CEI y Europa oriental). Ese fenómeno de dife
renciación es observable en los países m á s desarrollados y, en m a y o r grado,
en las naciones en desarrollo. Se presenta, por consiguiente, u n m a p a diná
mico y sumamente complejo de los niveles de desarrollo del conjunto m u n
dial, con líneas de separación entre grupos h u m a n o s que n o responden a las
fronteras políticas y socioeconómicas entre países de diferentes estándard
de crecimiento económico, sino que atraviesan las mismas , señalando por
doquier la existencia de bolsones y áreas de riqueza y de pobreza.
Subyacente en el m a r c o de referencia de la globalización por vía del
mercado, existe el supuesto de que distintos conjuntos políticos y sociales,
ubicados inicialmente en condiciones estructurales m u y distintas,
lograrían finalmente converger, con crecientes grados de uniformidad.14
Por el contrario, el m a r c o de referencia de la fragmentación supone que
la interacción de los factores previamente señalados conducirá a acentuar
las diferencias entre esos conjuntos. Se generarán simultáneamente zonas
de elevado desarrollo socioeconómico y de calidad de vida, que coexistirán
con amplios espacios de pobreza y marginalidad, tanto en el Norte c o m o
en el Sur, incrementándose los riesgos de conflicto y de desvinculación —
o de vinculación conflictiva— entre las mismas . El marco de referencia de
la fragmentación asume que las contradicciones intranorte, en términos de
diferenciación socioeconómica, podrían ser posiblemente compensadas
por el crecimiento de ese conjunto, n o siendo así (de n o mediar u n
esfuerzo global intenso y concertado por superarlas) las correspondientes
al Norte-Sur y las intrasur e intraeste.
14. Jean-Baptiste de Foucauld (director), La France et l'Europe... op. cit., capítulo l.
120
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
E n consecuencia, este marco de referencia supone la existencia de un
globalismo limitado, geográfica, económica, cultural y socialmente.
Incluye, en grandes líneas, al Norte desarrollado y a algunos países de Asia
(los "tigres" y "dragones" del sudeste asiático) y de América Latina. N o
obstante, desde el punto de vista socioeconómico, sólo comprende a una
parte de las poblaciones de los países citados.
E n las próximas décadas, según sea la evolución de numerosos fac
tores, esta tendencia podría incorporar a otros países, o más correcta
mente, a segmentos de ellos (países de Europa central, Rusia y un número
reducido de las repúblicas de la C E I , China Popular, zonas costeras y
meridionales, algunos países de la península de Indochina, parte de la
India y de América Latina y Caribe, Sudáfrica y Medio Oriente).
Estas situaciones ofrecerían mayores probabilidades de que pudiera
generarse un incremento importante de las tensiones Norte-Sur, de las
intrasur e intraeste, en escenarios que incorporan en lugar preferente vin
culaciones transnacionales negativas (redes de producción y comerciali
zación de drogas, transferencia y venta de armamentos, prostitución,
contrabando h u m a n o y de órganos, etc.) y el fortalecimiento de aquellas
tendencias conflictivas basadas en ideologías sincréticas y sobresimplifi-
cadoras, que intentan responder a graves situaciones políticas y socioe
conómicas a partir de movimientos fundamentalistas de diferente signo
con base cultural, religiosa o étnica.
Existen otros paradigmas alternativos, en distinto grado de desa
rrollo. Tal es el caso, por ejemplo, de las visiones humanistas del sistema
mundial (el Proyecto de Modelo de Orden Mundial P M O M ) y de los eco
logistas. También se cuenta con elementos parciales de otros que comien
zan a gestarse a la luz de las experiencias que se llevan a cabo en distintas
121
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
partes del globo (la "economía socialista de mercado" china15 y atisbos de
un pensamiento post y neomarxista en Europa oriental).
Junto a estos paradigmas se presenta un rico espectro de posibilidades
de reforma del capitalismo si se exploran las diferencias existentes entre
las tres formas principales en que éste se concreta: el capitalismo renano
(alemán-nórdico), el anglosajón y el nipón. Los tres se enfrentan actual
mente a serios problemas y están modificando parte de sus enfoques, ins
tituciones y m o d o s de operar. N o obstante, ofrecen diferentes concep
ciones, papeles y prácticas con respecto al rol del Estado, a la política fiscal
y social, a la educación, a las relaciones entre las empresas, la fuerza de tra
bajo y el Estado, a la importancia asignada al ahorro y al consumo, a la
competitividad y a la producción.16
Todos estos universos conceptuales y experiencias prácticas deberían
ser cuidadosamente analizadas por América Latina para la elaboración de
su propio proyecto de largo plazo. Se requiere superar la simple extrapo
lación o proyección de lo que ya existe, para explorar con imaginación lo
que está naciendo. E n este contexto, las ideas y percepciones adquieren
gran relieve, ya que promoverán los cambios, los legitimarán o c o m b a
tirán. Todo pensamiento renovador presenta un período de lucha para afir
marse, seguido de una etapa de consolidación y luego, de declinación. Tras
la "revolución neoliberal" surgirá m u y probablemente otro paradigma, es
decir, otro marco conceptual fundamental a través del cual se generarán
otras configuraciones de las unidades políticas y económicas de su arti-
15. Ver "Explicación de las autoridades chinas al Grupo de Trabajo del G A T T , que
analiza la reintegración de China", G A T T , 2 de diciembre de 1992.
16. Michel Albert, Capitalisme contre capitalisme, París, Seuil, 1991.
122
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
culación y rol, de la distribución del poder y reglas de juego en el sistema
mundial, de la participación y representación popular y de los valores
vigentes en la sociedad global.
C U A D R O 2 . Distribución del ingreso por región1-'
1960 1970 1980 1990
Ingreso por habitante en relación a la media de los países industrializados
América Latina
África
Asia
China
Países de reciente industrialización
Conjunto de países en desarrollo
0,41
0,17
0,25
0,14
0,31
0,25
0,38
0,14
0,26
0,12
0,40
0,24
0,40
0,14
0,31
0,13
0,59
0,24
0,29
0,11
0,35
0,20
0,83
0,20
Crecimiento medio del ingreso por habitante a lo largo de los diez años
América Latina
África
Asia
China
Países de reciente industrialización
Conjunto de países en desarrollo
3,0
2,2
3,5
2,2
6,3
2,9
3,1
2,0
3,4
3,5
6,7
2,4
-0,8
-0,3
2,7
6,9
5,6
-0,1
* Media anual ponderada por país.
Fuentes: R . Summers y A . Heston, «The Penn World Table (Mark 5): A n Expanded Set of International Comparisons. 1950-88», Quarterly Journal of Economies, 1991, p. 327-348, World Bank, World Tables; estadísticas financieras internacionales del F M I .
123
C r é d i t o
e i n v e r s i ó n
Salomón K aim an o v it z
El crédito y la inversión son complementarios y definitorios de la c o m -
petitividad de las naciones. El crédito abundante y el tipo de interés con
que se entregue contribuirán a que la economía tenga una producción
dinámica, los artículos que produce obtengan una rentabilidad alta, mien
tras que los costos financieros deben ser similares a los internacionales, con
un margen definido por los llamados costos de transacción o los que se
pagan por movilizar un capital entre países.
Estamos todavía en una era de dinero barato. La iniciativa tomada
por la Reserva Federal de los Estados Unidos de practicar una política
monetaria laxa desde hace 3 años indujo a que las tasas reales de interés
fueran levemente negativas y a que fueran buscadas en muchos otros
países. Alemania fue la opositora a esta política con el afán del Bundes-
Bank, usufructuando de su gran independencia del gobierno y del resto
de los gobiernos de Europa, de mantener altos tipos de interés para c o m
batir la inflación generada por los gastos de la unificación de ese país. Sin
embargo, poco a poco, las tasas de interés han venido cayendo en Europa,
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
tras la ruptura de las bandas de cambio que existían entre sus distintas
monedas.
Las virtudes de esta política monetaria son defendidas por varios
economistas neokeynesianos, entre ellos Paul Samuelson y es, de hecho,
la negación de la teoría monetaria friedmaniana que veía una relación
directa y causal entre oferta monetaria y nivel de precios, lo que en tér
minos prácticos significaría que la laxitud monetaria norteamericana debió
haber producido inflación desde hace 3 años y, evidentemente, no es el
caso. Keynes habló en su tiempo de la "eutanasia del rentista", en la
medida en que el banco central y el gobierno optaban por políticas contra-
cíclicas, pero siempre tratando de crear un escenario favorable a la inver
sión con tasas de interés m u y bajas.
La saturación de fondos prestables en los Estados Unidos, y reciente
mente en Europa, han conducido a importantes flujos de capital portafo
lio que se han dirigido a las bolsas de valores de los llamados "mercados
emergentes". Primero, los de los nuevos "dragones" asiáticos c o m o Tai
landia, Malasia, China continental, después a las bolsas de Ciudad de México,
Buenos Aires y Santiago de Chile. Asimismo, fondos llevados a Estados
Unidos y a Europa por los empresarios y las clases medias latinoamerica
nas han retornado, c o m o se verá, con efectos bastante paradójicos.
Los teóricos de la profundización de la intermediación financiera
(Shaw y M c K i n n o n ) han propugnado tasas altas de interés real en los
países en desarrollo por dos razones básicas: por el lado de las tasas pasi
vas, se incentiva el incremento del ahorro financiero, que sustituye la emi
sión monetaria c o m o fuente de financiamiento privado y, por lo tanto, des
peja presiones inflacionarias; las tasas activas altas de interés inducirán sólo
el financiamiento de los proyectos verdaderamente rentables, dejando por
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
fuera los que requieran protección especial para sobrevivir, de tal m o d o
que quedarán las inversiones que mejor aprovechan las ventajas compa
rativas locales. Esta posición se contrapone con los que ven en el crédito
una palanca para desarrollar proyectos por parte de sectores vulnerables
y a quienes se les ofrece subsidios, o al postulado keynesiano general de
que tasas de interés bajas llevan a una mayor inversión.
L o cierto es que las tasas de interés negativas castigan con tal magni
tud a los ahorristas, que éstos se retiran de las instituciones financieras y
buscan intermediación extra-bancaria, ahorran menos o lo hacen en acti
vos físicos. Eso es algo que la mayor parte de los países del continente han
evitado y cuentan hoy con sistemas financieros que tuvieron que vivir con
la "crisis de la deuda" y han sido o están siendo devueltos al sector pri
vado en los casos en que fueron nacionalizados.
Los flujos de capital
La repatriación de capitales que caracteriza a la América Latina en los
momentos actuales es la contrapartida de la fuga de capitales de los años
ochenta. Es evidente que el monto de capital exportado se amplió con unos
niveles de tipo de interés bastante altos que predominaron internacional-
mente durante los ochenta. Aunque en el proceso de retorno fue impor
tante la política monetaria norteamericana, que indujo la reducción de los
intereses reales a montos nulos o negativos,1 más importante fue la recu-
1. Guillermo Calvo, Leonardo Leiderman y Carmen Rheinhart, "Afluencia de capi
tal y apreciación del tipo de cambio real en América Latina: el papel de los factores
externos", en: Mauricio Cárdenas, Luis Jorge Garay (comp.), Macroeconomía de los flu
jos de capital en Colombia y América Latina, Bogotá, Tercer M u n d o Editores, 1993.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
peración política del capitalismo en prácticamente todos los países lati
noamericanos. Políticas de desestatización, libre mercado y flexibilización
de los mercados de trabajo, además de la obtención de equilibrios macroe-
conómicos sustanciales y reducción considerable de la inflación, han
garantizado el desarrollo a largo plazo del capital y han abierto nuevas ave
nidas de inversión en un medio más competitivo que el propiciado por la
protección y la intervención estatal.
Las condiciones de libre mercado castigan las inversiones que pro
ducen mercancías a precios superiores a los internacionales, induciendo
una modernización de la producción local, so pena de perder terreno
frente a las importaciones, al tiempo que se sientan condiciones para un
nivel mayor de exportaciones. Es natural que, con aranceles menores, la
tasa de cambio tenga que ser más elevada para compensar una mayor pro
porción de importaciones dentro del producto, pero c o m o se verá esto no
es tan cierto si la apertura coincide con una cuantiosa entrada de capital.
La primera conclusión es que de haberse mantenido la alta protección, la
revaluación y la inflación hubieran sido mayores puesto que, al reprimir
institucionalmente las importaciones, crecerían más las reservas interna
cionales, expandiendo la base monetaria y la demanda agregada, que en
una situación de mayor apertura.
La privatización de activos públicos, por su parte, abre grandes opor
tunidades al capital privado, nacional e internacional en la prestación de
los servicios públicos, en la banca, en el transporte aéreo, en la construc
ción de obras públicas y en las industrias antes estatales, incluyendo las de
hidrocarburos. Activos físicos del sector público, valorados por lo bajo
debido a problemas de administración y de sobreempleo, pasan a manos
privadas que los reorganizan en su favor. Es evidente que buena parte de
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las grandes entradas de capital a las economías latinoamericanas son atraí
das por la apertura de estos nuevos negocios. A nivel más general, una gran
cantidad de plantas y maquinaria, sobredepreciadas físicamente por anti
cuadas, deben ser reemplazadas por capital más moderno. Bajo tales cir
cunstancias, se eleva considerablemente la inversión privada y se reactiva
la demanda agregada, originando tasas de crecimiento elevadas.
Otro elemento básico de la apertura es la ampliación considerable de
la oferta de bienes que se produce no sólo mediante las importaciones, sino
también en la desregulación de los distintos mercados, facilitando la
entrada de nuevos participantes en cada uno, rompiendo en la práctica
acuerdos oligopolistas sobre la repartición de los mercados, que pasan a
ser feriados a un número mayor de agentes. Tales características se amplían
en los distintos acuerdos de integración entre países, incrementándose de
esta manera el grado de competencia existente en la economía nacional.
Esto, a su vez, conduce a una reducción de los márgenes de ganancia y a
que la mayor parte de las empresas obtengan tasas de ganancia también
menores. Se despiertan, asimismo, los "espíritus animales" entre los capi
talistas que ven más indeleble su propia posición al tiempo que se amplían
las oportunidades de inversión. C o n la economía en expansión, quizás no
sea tan palpable la mencionada reducción de los márgenes de ganancia,
pero una vez cumplido el ciclo expansivo y producido su inverso, la quie
bra de firmas se incrementará considerablemente.
E n lo que se refiere al empleo, la apertura tenderá a aumentar más
las oportunidades de trabajo en aquellas economías que exporten más de
lo que importen, porque las presiones para actualizar la tecnología de
producción y el retiro del Estado de muchos frentes eliminarán puestos
de trabajo que antes funcionaban, mal que bien, en firmas protegidas de
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la competencia o bajo lógicas clientelistas de organización del Estado. E n
esta afirmación, se supone que las exportaciones son intensivas en trabajo
mientras que las importaciones son intensivas en capital. El resultado es,
de todas maneras, que se cambian los precios relativos en favor de la inten
sificación de capital en la producción y que existen menos empleos, pero
más productivos. El empleo puede crecer también con la expansión de la
producción de bienes no transables, y es lo que se ha vivido en áreas c o m o
la construcción y los servicios al entrar las economías antes rezagadas en
recuperación. Si, además, los gobiernos practican políticas de alto gasto
público, con ajustes tributarios y venta de activos públicos, la expansión
económica se dará porque el multiplicador del gasto público es mayor que
el multiplicador negativo que tienen los impuestos.
Los problemas de la década perdida se invierten. Ya no es la deva
luación hiperinflacionaria la que desvela a los encargados de la política
económica, c o m o lo fuera durante la década de los ochenta, sino la apre
ciación de las monedas locales del lado de la cuenta de capitales y el
impacto inflacionario que puede tener el incremento de las reservas inter
nacionales. El patrón de conducta general parece ser la apertura de cuan
tiosos déficits de la cuenta corriente que reflejan el financiamiento externo
de un exceso de gasto, particularmente de inversión, pero también de
consumo en importables, acompañado de un flujo de capital m u y positivo
que consiste en la repatriación de capitales, la inversión extranjera y el
endeudamiento externo privado, que supera el déficit en cuenta corriente
y agrega reservas internacionales. Esto a su vez presiona la apreciación de
la moneda local.
Es más , la tasa de cambio es escogida c o m o ancla de la política anti
inflacionaria y se mantiene fija (Argentina) o elevándose menos que el
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
índice de precios al consumidor (México, Colombia), de tal m o d o que se
hace necesario elevar el tipo de interés interno para garantizar un finan-
ciamiento adecuado del déficit en cuenta corriente, entrando en un círculo
maligno de apreciación de la moneda, menores exportaciones, más impor
taciones, amenazas de recesión o de situaciones cambiarías que son insos
tenibles en el mediano plazo. U n a vez que se llevan a cabo las inversiones
que dinamizan el mercado interno, la apreciación impedirá continuar el
proceso de acumulación con base en las exportaciones, a menos que se den
aumentos de productividad apreciables que neutralicen los ingresos
menores de las empresas que exportan.
La entrada de capital tiene otro importante efecto en las relaciones
macroeconómicas: mientras que la fuga de capital pudo ser compensada
con aumentos del gasto público durante los años ochenta (cuyos excesos
influyeron en el desborde inflacionario), ahora el gasto público tiene que
ser financiado adecuadamente con recursos reales provenientes de tribu
tos o de las ventas de los activos estatales, que pasan a ser gastados en
rubros corrientes y debe, además, dejar espacio al desarrollo de la inver
sión privada y producir superávit, que es la única forma que tiene de
mejorar o evadir las revaluaciones de las monedas locales y/o los altos
tipos de interés que garantizan que no habrá estampida de capitales.
El Estado, c o m o tal, abandona todas las áreas de fomento directo de
la acumulación de capital y se concentra en proveer la infraestructura ade
cuada y en llevar a cabo un gasto social que compense las pérdidas de ingreso
y empleo que los violentos ajustes de los años ochenta y las políticas anti
inflacionarias de la década presente significaron para el grueso de la pobla
ción. Esto supuso una eliminación de los subsidios a la oferta y su reem
plazo por partidas presupuestarias que pasan para el lado de la demanda.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Esta transformación en la concepción de una menor intervención del Estado
en la economía y en el seguimiento de las señales que surgen del mercado
fueron producto no sólo de las imposiciones de las agencias internacio
nales, sino del fracaso latinoamericano evidenciado en los años ochenta con
el estallido del servicio de la deuda y de desequilibrios considerables en las
cuentas externas y las del gobierno. Esta situación, en algunos casos, arrasó
con instituciones tan claves c o m o las monetarias al no poder participar en
la ampliación considerable del comercio mundial después de la posguerra,
en contraste con Europa, Japón y los "tigres" asiáticos.2
El crédito y la inversión
E n los países iberoamericanos se ha registrado también una era de bajas
tasas relativas de interés frente al pasado, pero el legado inflacionario y el
oligopolio bancario se han conjugado para mantener tasas activas de
interés todavía m u y altas en términos reales, lo que induce al endeuda
miento privado con el sistema financiero internacional. Este es uno de los
problemas más intensos que observan los países a los que ha llegado un
importante flujo de capital. Al perder sus clientes de primera, que pasan
a la banca internacional, los bancos ponen fin al racionamiento del crédito
a sus clientes menos solventes, de tal m o d o que explota el crédito para
consumo y vivienda, ayudando así al auge económico general que han
vivido países c o m o Chile, Argentina, México y Colombia.
La reducción de la regulación bancaria, en términos de los nuevos
entrantes al mercado, ha conducido a una mayor proliferación de bancos,
tanto nacionales de cada país c o m o de filiales entre países, intercomuni-
2. Jagdish Bhagwati, El proteccionismo, Barcelona, Alianza Editorial, 1991.
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
cando de mejor manera las oportunidades y necesidades de crédito en
espacios geográficos m á s amplios. La banca vive actualmente una compe
tencia mayor que en toda su historia y, sin embargo, mantiene una fijación
de márgenes de intermediación y de tarifas de servicios que indican una
fijación de precios, por consenso, del sector.
El monto total del crédito también se ha incrementado con el desa
rrollo de los cuasidineros, que constituyen la parte más importante de los
depósitos de los bancos, que se ven forzados a remunerar las cuentas co
rrientes siguiendo de nuevo una innovación norteamericana, las "now
accounts". Esto a su vez hace descender la demanda de dinero que es
puesto a interés para que lo gasten los que invierten o consumen mediante
crédito bancario o tarjetas de crédito.
H e m o s hablado de un gran crecimiento del gasto, tanto público c o m o
privado, lo cual explica en lo fundamental los déficits en la cuenta corriente
(que mide exportaciones menos importaciones de bienes y servicios), que
informan que el ahorro interno es insuficiente para financiar los planes de
inversión. Mientras exista el ahorro llamado externo, que financia estas
inversiones, y que su flujo neto sea positivo, no hay ningún problema.
Simplemente, al país llega capital c o m o crédito, capital de inversión y
capital de portafolio. Sumados deben superar el saldo negativo de la cuenta
corriente. Se puede considerar incluso que si el flujo es de inversión extra
njera, c o m o lo es en México, esa entrada de hoy va a producir entradas adi
cionales mañana, en la medida en que se desarrolle el Tratado de Libre
Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá.
La cuestión se vuelve problemática si el T L C no funciona, o si un país
c o m o Argentina puede mantener su déficit en cuenta corriente mediante
altos tipos de interés que lo financien. O , c o m o en el caso colombiano, si
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
los ingresos futuros del yacimiento petrolífero de Cusiana podrán cubrir,
en su momento , el endeudamiento en que se ha metido el sector privado
para modernizar y ampliar la capacidad productiva. E n todos los casos, la
revaluación ha desincentivado la exportación, ha atraído importaciones
crecientes y comienzan a conocer problemas las industrias que producen
bienes transables internacionalmente.
El último elemento de este análisis tiene que ver precisamente con el
anuncio del fin de la era del dinero barato en el continente. La Banca de
la Reserva Federal de los Estados Unidos aumentó su tasa de descuento
de 3,0% a 3,25% y ese mínimo movimiento dio lugar a un freno en las
inversiones en bolsa de los fondos mutuales y de otros agentes en los
"mercados emergentes". La junta directiva de la Reserva anunciaba así que
la recuperación económica se había completado y que para mantenerla
sólida y sin inflación estaría acompañada de tasas de interés superiores.
Eso implica que a mediano plazo la oferta de crédito disminuirá y estará
más demandada por las propias inversiones en los Estados Unidos, algo
que también comienza a suceder en algunos países de Europa.
Si ese es el caso, la tarea económica de los gobiernos iberoamericanos
en el futuro será desarrollar sus propias fuentes de ahorro, en la medida en
que les corresponda lograr un equilibrio externo de sus cuentas, aunque
siempre se podrán obtener préstamos en los mercados internacionales, más
aún cuando casi todos los países han mostrado un manejo macroeconó-
mico consistente y relativamente equilibrado. Quizás en estos momentos
la tasa de cambio se vuelva una herramienta adecuada para fomentar las
exportaciones que, c o m o ya se indicó, en este tramo sufrieron los rigores
de la revaluación. C o n un mercado interior pujante y otro externo en cre
cimiento se podría avanzar mucho en la senda del desarrollo económico.
133
R e c o n v e r s i ó n
industrial
Salvador Arrióla
Al comienzo de 1994, aproximadamente el 30 por ciento de la fuerza
laboral del m u n d o , esto es 820 millones de personas, estaba desempleado
o subempleado en la peor crisis global de empleo desde la Gran Depre
sión de los años treinta, según la Organización Internacional del Trabajo.
E n una declaración divulgada en Washington, Michel Hansenne,
Director General de la O I T , señalaba que: "Los trabajadores han tenido
que soportar de manera desproporcionada la carga, mientras muchas
naciones han avanzado hacia economías de mercado libre en los últimos
15 años, lo que se refleja en el alto número de personas desempleadas o
subempleadas".
"Estos datos demuestran por qué calificamos la situación del empleo
c o m o una crisis global, m u c h o más seria que los problemas económicos
de los años ochenta", afirma Hansenne. "Por primera vez desde la Gran
Depresión, los países industrializados al igual que los en desarrollo enfren
tan un desempleo a largo plazo y persistente."
La O I T informa que hay por lo menos 120 millones de desemplea-
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
dos registrados en todo el m u n d o "aunque los números reales, incluidos
quienes jamás se registraron o quienes han abandonado la búsqueda de
nuevos trabajos, son ciertamente m u c h o más altos".
" E n total, cerca de 1.100 millones de personas en todo el m u n d o
viven por debajo de los niveles de pobreza de sus propios países debido a
la falta de una ocupación bien remunerada", agrega. " E n 1993, el ingreso
medio per capita cayó globalmente por cuarto año consecutivo, refle
jando el estancamiento general de la producción mundial que ha impedido
el crecimiento del empleo."
"El grado y ritmo del cambio tecnológico en industrias, servicios,
computadoras, biotecnología, y especialmente en las comunicaciones ha
transformado drásticamente la forma en que está estructurado el trabajo,
y la forma en que éste se realiza", indica la O I T al identificar los factores
que causan estas tendencias de desempleo a largo plazo en países ricos y
pobres por igual.
El informe señala también que "uno de los resultados es la presión
extrema para aumentar la productividad sacando ventaja de los cambios
tecnológicos, para reducir la mano de obra empleada y recortar los costos".
La humanidad vive, en efecto, desde hace algunos años la gestación
de un nuevo "modelo civilizatorio". E n gran parte, se debe a los avances
recientes en el campo de la ciencia y la tecnología. Estos han de verse c o m o
causa y efecto del nuevo esquema de civilización.
C o m o consecuencia de tales avances, la actividad económica está
cambiando de manera radical. Se están creando nuevos espacios produc
tivos al paso que desaparecen otros c o m o resultado de la aparición de mer
cados distintos, configurados a partir de nuevas oportunidades tecnoló
gicas; se está alterando la estructura productiva interna al surgir nuevas
135
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
formas de competencia; se están redefiniendo las relaciones interindus
triales y variando el papel y la importancia de cada sector dentro de la eco
nomía global; se está afectando la composición de la demanda agregada al
alterarse el patrón de distribución del ingreso; y se está transformando la
división internacional del trabajo al modificarse los patrones de inter
cambio entre los países.
Asimismo, los nuevos desarrollos tecnológicos están modificando
de manera profunda los esquemas de organización y de desempeño de las
empresas. Estamos hoy en día ante un nuevo modelo organizativo y
gerencial, basado en conceptos de máxima flexibilidad y agilidad de
respuesta, mínimo inventario y cero defectos.
Estas dos líneas de cambio convergen y se complementan de tal manera
que han llegado a constituir un nuevo modelo de eficiencia productiva, apli
cable en casi todas las ramas de la producción de bienes o servicios.
Los más recientes avances tecnológicos están modificando la natura
leza de la actividad productiva. E n efecto, anteriormente el desarrollo
dependía de la cantidad de energía, recursos naturales, trabajo, capital; hoy
en día depende sobre todo de la capacidad de conocimiento y de la infor
mación disponible para actuar sobre el proceso de trabajo. H a y pues, una
tendencia hacia la "desmaterialización" del proceso productivo, es decir,
hacia la menor utilización relativa de materias primas y la mayor incor
poración de "intangibles". E n la actualidad, por ejemplo, se podrían pro
ducir los mismos bienes que hace diez años con un tercio menos de las
materias primas.
E n el conocimiento reside, entonces, la clave del rendimiento econó
mico. D e ahí, también, el celo puesto en reforzar todos los medios posibles
dirigidos a garantizar el control sobre el conocimiento y las tecnologías.
136
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Así lo pone de manifiesto, entre otros datos, el crecimiento de la partici
pación de los bienes intensivos en tecnología, es decir, de bienes para los
cuales la clave de su competitividad reside en el "valor tecnológico agre
gado", dentro del flujo total de intercambios comerciales a nivel mundial.
Por otra parte, ya se advierte en algunos países que la inversión en Inves
tigación y Desarrollo (y en general en los llamados "intangibles") se empa
reja con la inversión en planta y equipos.
Asimismo, los cambios en el orden científico y tecnológico se están
produciendo a una gran velocidad, hecho que tiene, al menos, tres expre
siones. Por un lado, se viene acortando de manera drástica el ciclo de
generación de la tecnología. E n otras palabras, se ha reducido considera
blemente el tiempo que va desde la concepción de la idea a su utilización
comercial. Al contrario de lo que ocurrió con los inventos de Edison o
Bell, que fueron socialmente utilizados decenas de años después de que
fueran concebidos, hoy en día, en algunas ramas industriales el plazo de
aplicación es, literalmente hablando, cuestión de meses.
Por otro lado, hay una tasa m u y acelerada de obsolescencia tecnoló
gica. Se afirma, en efecto, que dentro de no más de cinco años, el 40 por
ciento de los productos que hoy se encuentran en el mercado desapare
cerán e, igualmente, que el 50 por ciento de los productos, que se venderán
en los próximos diez años todavía, no se conocen.
Los tiempos actuales se caracterizan, también, por una rápida obso
lescencia del conocimiento. U n solo dato resulta más que elocuente a este
respecto: según un informe sobre el tema, se ha estimado que al cabo de
menos de diez años, un ingeniero que no haya vuelto a estudiar después
de graduado será absolutamente incapaz de desenvolverse dentro de su
profesión, tal es el cúmulo de novedades con que se enfrentará.
137
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
Esto parece constituir la principal diferencia entre los países es su
capacidad desigual de generar ahorro y transformarlo en inversión pro
ductiva, así c o m o sus esfuerzos sustancialmente distintos en cuanto a la
capacitación de los recursos humanos .
Las concepciones tradicionales sobre las relaciones entre los factores
de producción, el peso de las escalas y tamaños de las unidades producti
vas y la noción de ventajas nacionales están asi sufriendo transforma
ciones.
Las economías de escala ya n o se apoyan en las dimensiones de las
plantas industriales, sino más bien en la capacidad de articular cadenas pro
ductivas que respondan a demandas específicas, aglutinando diversas capa
cidades tecnológicas, financieras y de gestión.
Por otra parte, las nuevas tecnologías organizacionales consisten en
la reformulación del proceso, vía el trabajo calificado, la multifuncionali-
dad y participación de la fuerza de trabajo c o m o condiciones de eficien
cia, por una parte, y en la flexibilidad, adaptabilidad y modularidad c o m o
bases de la inserción internacional y mantenimiento de la competitividad,
por otra.
Sin embargo, hay escollos que resolver y dislocaciones sociales graves
que inevitablemente acompañarán el proceso de cambio.
A título ilustrativo, cabe examinar algunos ejemplos: la estabilidad de
las ventajas comparativas que sirvieron de sustento a la vieja división
internacional del trabajo se encuentra seriamente socavada, por cuanto
ahora depende de esfuerzos creadores deliberados. Se multiplican las
oportunidades innovativas, pero también los factores de incertidumbre
sobre los resultados empresariales y sobre la recuperabilidad de las inver
siones en plazos cada vez más breves.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Del m i s m o m o d o , la competitividad manufacturera penosamente
ganada por el Tercer M u n d o podría disolverse frente a los progresos de la
robotización y la decisión de los países industriales líderes de reconvertir
instalaciones antes que promover el redespliegue y el intercambio a escala
mundial.
E n términos más generales, el cambio tecnológico produce disloca
ciones en la estructura de las ventajas comparativas y de las corrientes del
intercambio, tanto más frecuentes y profundas cuanto mayor sea la tras
cendencia y la velocidad de incorporación de las innovaciones técnicas.
Así, todos los países están sometidos a un proceso continuo de ajuste,
donde los beneficios quedan con las economías que inician el cambio tec
nológico y el grueso de los costos en las sociedades que se acomodan de
m o d o pasivo. H e ahí surge una fuente de inestabilidad de las estrategias
de apertura externa de nuestros días.
El imperativo de adoptar políticas microeconómicas de fomento a la
formación de nichos modernos de exportación se manifiesta nítidamente
al observar c ó m o las actividades intensivas en conocimientos son las
impulsoras del comercio internacional del presente. Entre 1970 y 1990, las
exportaciones de bienes de alta tecnología casi duplicaron su participación
en el comercio mundial de manufacturas. Y , aunque la fabricación e inter
cambio de esos productos están altamente concentrados, las naciones asiá
ticas de industrialización reciente (Corea, H o n g Kong, Singapur y Taiwan)
ya aportan cerca del 10 por ciento de las ventas mundiales.
C o n todo, el riesgo mayor que implica abordar la economía de mer
cado conjuntamente con el esfuerzo científico y tecnológico es el de rele
gar a segundo término o abandonar los temas de investigación que más
importan en la corrección de graves desequilibrios universales: el desem-
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
pleo, la crisis demográfica global, la destrucción ecológica, el rezago acu
mulativo del Tercer M u n d o , la limitación al consumismo desenfrenado.
Por eso, los frutos plenos del progreso científico n o podrán recogerse
hasta que sea factible establecer algún control social sobre la dirección y
el ritmo de las transformaciones tecnológicas.1
El llamado G r u p o de Lisboa2 en su informe reciente titulado "Límites
a la competitividad", señala que la competitividad, entendida c o m o una
"búsqueda conjunta", ha sido decisiva para la explotación de los recursos
naturales, la satisfacción de necesidades individuales y colectivas, y la
mejora sustancial de los niveles de riqueza y de la calidad de vida. N o obs
tante, una nueva "era competitiva" ha surgido en los últimos 20 a 30 años,
en estrecha relación con la globalización del proceso económico.
Alejándose de la noción básica de "búsqueda conjunta", la competi
tividad se ve cada vez m á s c o m o una "contienda entre rivales". H a apare
cido u n imperativo de la competitividad que atraviesa y dirige la conducta
del sector universitario, educativo, sindical, parlamentario, de comunica-
dores y de planificadores. El informe citado sostiene, textualmente, que
"la competitividad ha dejado de ser una manera de funcionar del sistema
económico para convertirse en u n credo universal, en una ideología".
L o que preocupa al G r u p o de Lisboa n o es la competitividad per se,
sino el excesivo dominio de la ideología de la competitividad en la vida
1. Ver David Ibarra, "Interdependencia y desarrollo" (versión final preparada para
la Reunión de la Subcomisión de Asuntos Económicos de la Comisión de Asuntos
Internacionales del PRI), 15 de octubre de 1993.
2. Ver grupo de Lisboa, "Limites a la competividad", Lisboa, Fundación Gulben-
kian, 1993.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
política y social, así c o m o los límites del concepto para satisfacer los inter
eses de la población mundial.
E n este contexto, el informe señala que el exceso de competitividad
puede tener las siguientes consecuencias: a) mayores desigualdades socioe
conómicas dentro y entre las naciones, y marginalización de extensas
áreas del m u n d o ; b) explotación y daño de la ecología —desertificación,
erosión del suelo, extinción de la vida animal y especies vegetales, polu
ción de los ríos y los mares, etc.; c) concentración del poder en unidades
económicas de gran tamaño, c o m o empresas multiterritoriales y multina
cionales, cadenas globales de información y comunicación; d) empobre
cimiento del debate cultural y socioeconómico.
La razón es una sola. U n a palabra: el desempleo. Así se inicia la pre
sentación del llamado Libro blanco sobre la estrategia a medio plazo
para el crecimiento, la competitividad y el empleo que el Consejo Euro
peo solicitó en junio de 1993 a la Comisión Europea. La decisión res
pondía a un debate entre los jefes de Estado y gobierno tras una inter
vención del Presidente de la Comisión sobre las flaquezas de la economía
europea.
Tenemos "la inmensa responsabilidad", dice el Libro blanco, "de
encontrar, manteniéndonos fieles a los ideales que han hecho la persona
lidad y la marca de Europa, una síntesis entre las metas perseguidas por la
sociedad. El trabajo c o m o factor de integración social; la igualdad de
oportunidades, y las exigencias de la economía: la competitividad y la
creación de empleo."
" E n un contexto de dura competencia en los mercados mundiales, la
industria comunitaria se encuentra en inferioridad de condiciones debido
al deterioro de su competitividad comercial, a una escasa presencia en los
141
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
mercados c o n futuro, a u n nivel de inversión en I + D m u y reducido y a una
producción inferior a la de sus competidores m á s importantes."3
A continuación se presentan algunos de los principales rasgos de la
estrategia presentada por el Comis ionado Jacques Delors y que merecen
ser destacados en el contexto del tema de esta presentación:
"Si la expresión política industrial sigue siendo discutida, nos dice el
Libro blanco,4 nadie d u d a de la responsabilidad de los gobiernos y de la
C o m u n i d a d en la creación de u n entorno lo m á s favorable posible para la
competitividad de las empresas. El respeto a las reglas de competencia es
u n o de sus importantes elementos. Contribuye a que el gran mercado sea
h o y una realidad absolutamente viva. N o obstante, desde el punto de
vista de las empresas, es preciso avanzar en tres direcciones:
• L a primera tiene que ver con el corpus de reglas (legislación, n o r m a s ,
estándares, procesos de certificación) que garantizan el b u e n funcio
namiento del mercado . Este corpus debe completarse (por ejemplo,
en productos farmacéuticos, propiedad intelectual, derecho de socie
dades). Pero, y sobre todo, su posterior evolución debe quedar ase
gurada contra el riesgo de incoherencia entre las legislaciones nacio
nales y comunitarias.
• L a segunda condición tiene que ver c o n las pequeñas y medianas
empresas. Los modelos de flexibilidad para las grandes sociedades,
son también, y cada vez m á s , u n factor de competitividad para éstas,
a través de la externalización y la subcontratación. D e ahí que las
3. Ver Comisión de las Comunidades Europeas, "Crecimiento, competitividad, empleo: retos y pistas para entrar en el siglo XXI", Libro blanco, p. 64. 4. Ibid., p. 14 a 16.
142
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
grandes empresas adopten iniciativas para dinamizar el tejido de sus
suministradores y clientes. Pero la demografía de las P y M E , es decir,
su nacimiento, crecimiento y regeneración incube también a las polí
ticas nacionales. E n numerosos países sería preciso adaptar de manera
coherente la fiscalidad, la trasmisión patrimonial, el acceso a la finan
ciación, la simplificación de la normativa y las prácticas del crédito
entre empresas. A u n q u e la parte fundamental debe hacerse a escala
nacional, la Comunidad debe, por su parte, facilitar la inserción de las
P y M E en la dinámica del gran mercado.
• La tercera condición se refiere a la aceleración del establecimiento de
las redes transeuropeas de infraestructuras."
" E n el cuadro de un crecimiento del esfuerzo global consagrado a la inves
tigación, se fomentará la cooperación entre las políticas de investigación
de los diferentes países y entre las empresas. Esta cooperación se irá
convirtiendo progresivamente en un principio de animación, y no sólo un
aspecto de la política comunitaria de investigación y desarrollo. Este prin
cipio conduce a definir grandes prioridades y propiciar encuentros entre
operadores, y, sobre todo, entre productores y usuarios, en torno a temas
importantes de interés común : es la única garantía de que se tengan en
cuenta las potencialidades de mercado para la definición de las prioridades
de investigación."
"La Comisión propondrá a los Estados miembros que se ponga en
marcha esta nueva forma de actuar sobre la base de un número limitado
de grandes proyectos comunes concebidos a partir de las posibilidades:
• de las nuevas tecnologías de la información, cuya importancia ya se
ha destacado;
• de las biotecnologías, campo en el que la pronta aplicación de los
143
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
recursos de investigación permitiría lograr una mayor sinergia entre
las industrias químicas y sus grandes usuarios potenciales en los sec
tores sanitario y agroalimentario;
• de las ecotecnologías. Entendemos por ecotecnologías las innova
ciones radicales que atacan las causas de las emisiones contaminantes
y persiguen la eficacia ambiental del ciclo de producción. E n efecto,
serán una ventaja competitiva de primera magnitud el día de mañana."
"Las pistas recién esbozadas muestran c ó m o el dinamismo del mercado
puede dar un mayor estímulo a nuestro crecimiento."
"Pero la experiencia demuestra también que el mercado no está
exento de fallas. Tiende a subestimar los retos de gran alcance, provoca
ajustes cuya rapidez golpea desigualmente a las distintas categorías
sociales, y propicia espontáneamente efectos de concentración que gene
ran desigualdades entre las regiones y las ciudades.
La solidaridad, en primer lugar, entre los que tienen trabajo y los que
n o lo tienen es una idea fundamental que ha estado completamente
ausente, en los últimos diez años, de las conversaciones y de las negocia
ciones colectivas. Proponemos, en consecuencia, una especie de pacto
social europeo basado en un principio simple, y cuyas modalidades se
adaptarían a las peculiaridades de cada país y de cada empresa. E n aras de
una economía descentralizada y de subsidiariedad, las nuevas ganancias de
productividad serían, en lo fundamental, destinadas a inversiones de
futuro y a la creación de nuevos puestos de trabajo."
La anterior, es la respuesta inicial de la Unión Europea al problema.
Igualmente, se acaba de hacer efectivo el llamado del Presidente Clinton de
los Estados Unidos a la Conferencia del Grupo de los Siete, en donde, con
la participación de los Ministros de Finanzas, Trabajo y Comercio, se esta-
144
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
blecerán las bases para desarrollar una estrategia coordinada que dé solu
ciones a la interacción de desempleo crónico que caracteriza a dichas eco
nomías. "Confío, señaló el Presidente Clinton, que dicha estrategia pueda
ser refinada en julio en Ñapóles, en la Reunión C u m b r e Anual del Grupo" . 5
Asimismo, señaló, "que la Conferencia debe buscar un consenso
entre naciones. . . que el desempleo en una nación afecta el empleo en las
otras, que los salarios deprimidos en un país afectan los salarios en los
otros, y que las naciones ricas tienen intereses comunes en seguir cre
ciendo".6
Está claro que los niveles de desempleo y los flujos migratorios (100
millones de emigrantes hay actualmente en el m u n d o ) reflejan impor
tantes desajustes en el sistema económico internacional, y que tal c o m o
sucede con el resto de los temas de la agenda internacional, las caracterís
ticas de su negociación y contenido futuro serán marcadas esencialmente
por el interés del m u n d o industrializado.
La reunión de Detroit seguramente iniciará las tareas de definir los
elementos para conformar el programa futuro de la nueva Organización
Internacional de Comercio, a través de la inclusión del vínculo entre
comercio y normas laborales. E n el G A T T , los países en desarrollo han
sostenido que hablar de dumping social y de "mejoras" en las normas
laborales es una forma de disfrazar tanto la pérdida de competitividad de
los países industrializados c o m o su proteccionismo comercial.
Curiosamente, y por primera vez, el Comité de Desarrollo del F o n d o
Monetario y del Banco Mundial incluirá en su agenda para abril de 1994
5. Ver Associated Press, Detroit, Estados Unidos, 13 de marzo de 1994.
6. Ibid.
145
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
el tema "Población y migraciones", que marcará el inicio de diversas acti
vidades de esos dos organismos en este campo —estimulados por la prio
ridad que le otorga la Administración Clinton—, incluso en la asignación
de recursos de ayuda oficial.
Nuestros países deben estar atentos a la evolución de todos estos
acontecimientos, dado que una estrategia coordinada del m u n d o indus
trializado podría caer en la tentación de erosionar los recientes compro
misos multilaterales de libre comercio y adoptar medidas que hagan más
rígidos los acuerdos bilaterales en materia de empleo y de migraciones.
Los equipos negociadores que enfrenten estos temas a nivel bilateral
o multilateral deberán ser multidisciplinarios, y abarcar a la vez asuntos
laborales, comerciales, financieros, ambientales, migratorios y de pobla
ción, entre otros. Frente a la tendencia de los países industrializados de
adoptar medidas a corto plazo y proteccionistas, los países en desarrollo
deberían insistir en un tratamiento integral, positivo y de largo plazo de
estos problemas: para responder al supuesto dumping social, al desempleo
y a las migraciones "salvajes" sólo son efectivos mecanismos de coopera
ción internacional que generen empleo, comercio e inversión, y desarrollo
social, y que por ende ataquen esos desajustes internacionales en sus raíces.
Además de las instancias señaladas, el calendario futuro ofrece a los
países iberoamericanos la oportunidad de precisar y definir propuestas
concretas e integrales. Tal es el caso de la Conferencia de las Naciones Uni
das sobre Población (El Cairo, octubre de 1994) y la C u m b r e sobre Desa
rrollo Social (Copenhague, marzo de 1995).
La profunda apertura experimentada por las economías de los países
de América Latina y el Caribe en los años más recientes ha traído al pri
mer plano el tema de la competitividad, cuya importancia y actualidad se
146
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
acrecienta, además, por cuanto el futuro económico de la región está ínti
mamente vinculado a las características que adoptará su inserción en la
economía mundial.
E n este sentido, son enormes los esfuerzos que deberán realizarse en
nuestros países, tanto en el ámbito nacional c o m o regional, particular
mente en el marco de los procesos de integración.
A título ilustrativo m e permito mencionar algunos de estos esfuer
zos.
A nivel nacional, una de las tareas prioritarias que se plantean es la
revisión de las legislaciones actuales para adaptarlas a esquemas modernos
que garanticen y fomenten la competitividad, por ejemplo, en materia de
concentración económica, privatización y desregulación. Esta última
labor, que se lleva a cabo en la mayor parte de nuestros países, puede ser
un elemento determinante en la promoción de la competencia, a través de
la eliminación de barreras en sectores económicos previamente cerrados.
Sin embargo, en este orden de ideas, ni la desregulación ni la privatización
tendrán éxito en sus propósitos si no van acompañadas de una política
gubernamental que promueva una activa competencia interna que, a su
vez, sea acicate y plataforma para competir en los mercados externos.
Por otro lado, el esfuerzo nacional debe afianzarse a través de una
adecuada inversión en la investigación para el desarrollo, en la formación
y capacitación del personal y en la adopción de los más altos estándares
de calidad, lo cual sólo podrá lograrse mediante la mancomunidad de
esfuerzos entre gobierno, empresarios, trabajadores y científicos.
Sería apropiado que, c o m o complemento lógico del "Programa Bolí
var de Integración Tecnológica Regional, Innovación y Competitividad
Industrial", pudiera reforzarse a nivel de cada país de la región la acción
147
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
del Banco Interamericano de Desarrollo y de otras entidades de financia-
miento, precisamente en el apoyo de este tipo de tareas prioritarias que no
sólo incorporan a los diversos actores sociales a una tarea c o m ú n , sino que
sientan las bases para un definitivo despegue basado en la innovación y la
calidad productiva y que tendría efectos inmediatos en el marco de la
cooperación regional. Así, al ampliarse el universo de proyectos a nivel
nacional, se daría mayor solidez y seguridad al cumplimiento de los obje
tivos del propio Programa Bolívar.
Solidaridad para la comp et it iv i dad
La apertura de las economías de la región, así c o m o la eliminación de sub
sidios a la producción y la reglamentación de incentivos sobre la base de
estrictas normas internacionales, están configurando un contexto econó
mico de dura competencia en el que sobreviven y tienen éxito solamente
las empresas que logran incrementar significativamente sus niveles de pro
ductividad, mejorar la calidad y presentación de sus productos y "posi-
cionarlos" adecuadamente en el mercado.
E n América Latina y el Caribe, donde el entorno de las empresas es
en general adverso, las dificultades que éstas deben vencer para sobrevi
vir, modernizarse y crecer son particularmente severas. Las limitaciones
tienen que ver básicamente con las características de algunos mercados
claves para las empresas productivas, tales c o m o el del trabajo (calificación
insuficiente de la m a n o de obra), el financiero o de capital (altas tasas de
interés), o el tecnológico (insuficiente información sobre opciones dispo
nibles). Adicionalmente, forman parte también del entorno desfavorable
la insuficiencia y mala calidad de los servicios (energía eléctrica, comuni
caciones, consultoría, etc.).
148
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
E n tales circunstancias, la cultura de confrontación entre los princi
pales actores económicos, característica de las relaciones capital-trabajo en
nuestros países, es disfuncional respecto a las necesidades del m o m e n t o y
conspira contra la consecución del crecimiento económico y la moderni
zación del aparato productivo. Por otra parte, el imperativo de mejorar las
condiciones para la competitividad, tanto internas c o m o externas a la
empresa, no debe servir de pretexto para soslayar indefinidamente el mejo
ramiento de las condiciones de trabajo y de vida de los trabajadores. El
desarrollo de un estilo autoritario y socialmente irresponsable de admi
nistración empresarial, facilitado por las recientes tendencias a liberalizar
el mercado laboral, promueve la cultura de confrontación aludida, y
conspira contra el propio objetivo de incrementar los niveles de c o m p e
titividad de las empresas.
Si bien la incorporación de progreso técnico al proceso productivo a
través de la asimilación de nuevas tecnologías es condición necesaria para
alcanzar niveles adecuados de competitividad internacional, aquélla no
constituye condición suficiente, c o m o tampoco lo será mejorar la dispo
nibilidad y calidad de los servicios de apoyo directo o indirecto a las acti
vidades productivas. Aparece c o m o indispensable también el desarrollo de
una nueva cultura de gestión empresarial, que implique un enfoque no
confrontacional de las relaciones trabajo-capital, y nuevas modalidades de
organización del trabajo en la empresa acordes con este enfoque y con los
requerimientos de las nuevas tecnologías.
Es así c o m o la confluencia de factores y fenómenos externos e inter
nos a la unidad productiva, o sea, la apertura y globalización económicas,
el imperativo de la competitividad para sobrevivir y crecer, y el desarrollo
de nuevas tecnologías y su impacto sobre la organización del trabajo,
149
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
están obligando a redéfinir el concepto de la empresa tradicional y a
replantear el carácter de las relaciones entre los principales gestores econó
micos. El tipo de empresa que se requiere y que deberá ir perfilándose
durante los próximos años puede caracterizarse c o m o una empresa
"flexible", en la que la renovación de los métodos gerenciales se armoni
zan con la gestión participativa.
La empresa "flexible" no es factible si no es producto de una acción
concertada entre trabajadores y gerencia. La solidaridad para la competi-
tividad se convierte así en un concepto central de la nueva cultura empre
sarial, indispensable para avanzar con éxito en la modernización produc
tiva de nuestras economías. Para que este concepto adquiera realidad
concreta, sin embargo, se requiere enfrentar y resolver varios problemas
e interrogantes legítimos, si éstos no han de constituir otros tantos obstá
culos al logro de la transformación requerida.
Por parte de los trabajadores y sus organizaciones sindicales, se
requiere una actitud positiva ante la incorporación de nuevas tecnologías
y la flexibilización de la organización del trabajo que las mismas requie
ren. Pero esta actitud positiva debe ser correspondida por la gerencia,
garantizando a los trabajadores que esa flexibilización no conllevará la
inestabilidad ocupacional, la reducción de sus salarios o el aumento del
tiempo de trabajo. Esta es una preocupación legítima de los trabajadores
latinoamericanos, que se sienten amenazados por un proceso de flexibili
zación del mercado laboral, que se da en un contexto de desempleo y rece
sión económica, del que además está ausente un sistema de segundad
social razonablemente eficiente y de amplia cobertura.
Las lecciones de varios países extrarregionales que recientemente han
tenido éxito en alcanzar una rápida modernización, el contenido de las
150
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
iniciativas del llamado Libro blanco, así c o m o las experiencias exitosas,
aunque todavía escasas, de empresas flexibles en algunos países latinoa
mericanos, demuestran que es posible desarrollar una nueva cultura de
gestión empresarial basada en la solidaridad y acorde con los requeri
mientos de las nuevas tecnologías. U n a constante se repite en la mayoría
de esas experiencias que es importante resaltar, no sólo porque ayudan a
explicar el éxito logrado, sino también porque son ejemplos de una posi
tiva y altamente deseable humanización del trabajo. Esa constante ha sido
el papel central de la concertación entre gestores económicos al interior
de la empresa, así c o m o también entre éstos y el Estado (por ejemplo, para
combatir la inflación, o para diseñar estrategias de capacitación y forma
ción).
A principios de marzo de 1994, tuvo lugar en San José, Costa Rica,
el Seminario-taller sobre la competitividad en centroamérica, organizado
por la Federación de Entidades Privadas de Centroamérica y Panamá
( F E D E P R I C A P ) , que tuvo c o m o objetivo general fomentar la capacidad
de las instituciones regionales, fundamentalmente privadas, para el análi
sis y diseño de políticas que conduzcan a una estructura productiva más
eficiente, regionalmente integrada e internacionalmente competitiva.
El proyecto se concentró en un análisis exhaustivo de la competiti
vidad a nivel centroamericano de los sectores de productos plásticos,
metálicos, maquinaria no eléctrica para la producción de café, conservas
(hortalizas y frutas), vestidos (textil y cuero), productos de papel y artes
gráficas. A tales efectos, se efectuó un intenso trabajo durante quince
meses, bajo la dirección de F E D E P R I C A P y con el apoyo de los gobier
nos, que comprendió más de 400 entrevistas entre empresarios, organiza
ciones de apoyo a la competitividad y expertos de la región.
151
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
C o m o balance general, se determinó que: a) las empresas de la región,
en general, no se encuentran en niveles de competitividad con las empre
sas similares internacionales; y b) si bien las empresas líderes han iniciado
procesos de reconversión y modernización, las pequeñas y medianas, aun
siendo exportadoras, se encuentran m u y retrasadas económica y tecnoló
gicamente.
Para desarrollar esta estrategia se propone una especie de pacto social
para lograr la mancomunidad de esfuerzos entre los sectores guberna
mental, empresarial, laboral y académico, y se establecen una serie de
lincamientos estratégicos, prioridades y responsabilidades sectoriales.
La necesidad de la integración
E n ese contexto, los mecanismos de integración y cooperación regionales
están llamados a proporcionar las dimensiones necesarias para viabilizar
y facilitar el logro de tales objetivos, al tiempo que crean las condiciones
para la penetración y permanencia en los mercados internacionales. Sin
embargo, se deben promover e incentivar acciones y mecanismos a nivel
regional que permitan no sólo saltar de la negociación comercial a la
cooperación en el sector productivo, sino servir de eslabón entre los dis
tintos procesos de integración. E n ese sentido, las iniciativas de coopera
ción e integración, c o m o el Programa Bolívar, son de especial relevancia
por cuanto propician la cooperación entre empresas, centros de investi
gación, organismos públicos y privados con miras a desarrollar las capa
cidades productivas de América Latina y el Caribe y mejorar la competi
tividad de sus bienes y servicios en los mercados internacionales.
U n a de las iniciativas previstas para el año 1994 lo constituye la rea
lización de la I Reunión del Foro Regional sobre Política Industrial del
152
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
S E L A , en el que con el concurso de la C E P A L , la O N U D I y el B I D se
promoverá la concertación industrial y tecnológica entre los diferentes
actores sociales a nivel de América Latina y el Caribe.
Adicionalmente, el Foro abordará simultáneamente una multiplici
dad de objetivos y permitirá contribuir a la participación del sector empre
sarial y laboral: a impulsar acciones que afiancen la cooperación tecnoló
gica y la complementación industrial; a examinar en forma colectiva las
experiencias regionales e internacionales en materia de transformación
industrial y tecnológica de productividad y de desarrollo social, de polí
ticas de innovación y difusión, de políticas sectoriales, de propiedad inte
lectual, de capacitación de recursos humanos; y contribuir a la concerta
ción de acciones conjuntas ante terceros países y en los foros
internacionales pertinentes.
Otra iniciativa que viene adelantando el S E L A es la realización del IV
Foro Regional Latinoamericano y del Caribe en materia de Políticas sobre
Propiedad Intelectual, el cual está orientado a fortalecer el trabajo de las
oficinas nacionales de patentes para que tengan un papel más destacado en
la promoción de la innovación y difusión de nuevas tecnologías en el sec
tor productivo. Para ello se requiere estimular la armonización de políti
cas y ofrecer orientaciones generales a los gobiernos, propiciar la adop
ción de posiciones conjuntas regionales en los foros donde se negocia el
nuevo sistema de propiedad intelectual, y continuar profundizando la
cooperación regional e internacional en este campo.
Ya se ha advertido que el principal tema de preocupación interna
cional del m o m e n t o es el empleo. Así por ejemplo, a finales de 1994 habrá
36 millones de desempleados en los países de la O C D E , de los cuales
20 millones corresponderán a la Unión Europea. Se trata de un desempleo
153
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
eminentemente estructural y su solución presupone una revisión de las
concepciones socioeconómicas tradicionales.
Ciertamente, la realidad antes descrita tendrá consecuencias directas
en el devenir de cualquier estrategia de competitividad que nuestros países
establezcan, haciendo necesario un esfuerzo de mayor alcance y precisión
del que se había imaginado. El análisis regular de las políticas de empleo
y reconversión internacionales, el contacto de nuestros empresarios con
sus contrapartes para detectar las innovaciones a nivel de rama y producto
y, sobre todo, la acción estratégica para la búsqueda conjunta de merca
dos es a la par de la acción nacional y regional una necesidad evidente y
fundamental.
Cooperación iberoamericana
E n abril de 1994 finaliza la primera fase del Proyecto Regionalización del
Espacio Productivo, entre la Unión Europea y la Secretaría Permanente
del S E L A , que tiene c o m o primordial objetivo identificar en las principales
regiones europeas las posibilidades que en materia tecnológica, financiera
y comercial estas regiones pueden brindar al desarrollo productivo de
América Latina y el Caribe.
Basados en la información que de ahí se desprenda, la segunda fase
del Proyecto consistirá en promover encuentros empresariales entre las
partes que permitan no sólo concertar negocios y distintas posibilidades,
sino intercambiar y establecer acciones de cooperación técnica, particu
larmente en el ámbito de la pequeña y mediana industria.
Teniendo en cuenta lo anterior, y las conclusiones principales del
G r u p o de Lisboa, las características de la estrategia europea consignada en
el Libro blanco, la decisión política del G r u p o de los Siete, las preocupa-
154
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
ciones e iniciativas portuguesas y españolas sobre su mejor inserción en
el espacio productivo europeo y los hechos recientes que a nivel nacional
y regional se presentan en América Latina (en torno a encontrar soluciones
integrales a la competitividad a través de la coparticipación social) sería
oportuno que la próxima C u m b r e de Cartagena de Indias estableciera las
bases de un Programa Iberoamericano para la Competitividad, que fun
damentalmente se concentrara en servir de vía para el intercambio de
experiencias en materia de reconversión industrial y productiva. Dicho
programa debería contener un capítulo especial destinado a la capacitación
de la pequeña y mediana industria.
El programa debería aprovechar la definición de un compromiso
específico entre las distintas agencias, proyectos y entidades que a nivel
iberoamericano operan en el ámbito de la cooperación industrial y de la
innovación tecnológica.
A la luz de las nuevas atribuciones que se le han otorgado a la Orga
nización de Naciones Unidas para el Desarrollo Industrial, sería indis
pensable la contribución de este organismo al propósito señalado.
Está claro que la posibilidad de incorporar a los países de América
Latina y el Caribe a la dinámica económica internacional no será posible
sin el logro de estructuras sociales igualitarias. La competitividad en última
instancia se asienta en el factor h u m a n o . E n síntesis, el desafío está en
desarrollar iniciativas que a nivel nacional, regional e iberoamericano den
sentido práctico al lema "solidaridad para la competitividad".
155
L a g l o b a l i z a c i ó n
de la e c o n o m í a :
pol í t icas soc ia les
y l a b o r a l e s
Heinz R. Sonntag
Pro legó menos
Se han escrito muchas páginas sobre el actual proceso de "globalización"
y sus consecuencias e implicaciones económicas, sociales, políticas y cul
turales, tanto a escala mundial c o m o de las sociedades pertenecientes al
actual sistema histórico vigente: el capitalista. Sin poder ni querer entrar
en una discusión exhaustiva en torno a las particularidades de tal "globa
lización", si es necesario subrayar que, en rigor, no es más que la conti
nuación de tendencias que se vienen desarrollando desde que, hace
500 años, el capitalismo se instauró en el marco de la economía-mundo
europea y, en los siguientes siglos, se extendió al resto del m u n d o , absor
biendo en su seno todas las demás economías-mundo, ya sea subor
dinándolas o exterminándolas. Había surgido así el capitalismo con una
doble característica: por un lado, una economía mundial única y, por otro,
un sistema político conformado por numerosos Estados-nación, inde
pendientes e interdependientes.
156
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Las tensiones generadas por esta doble naturaleza del sistema histó-
rico-social engendraron numerosas contradicciones. U n a de las más dura
deras y profundas fue aquélla entre el carácter global del proceso de acu
mulación de capital y su realización por separado en los espacios nacionales.
C o n ello, estaba instalada la cuestión de las políticas nacionales (económicas,
sociales, culturales, etc.), destinadas a la regulación de dicho proceso en el
interior de cada sociedad para aumentar su capacidad de competir en la
repartición de sus frutos a nivel mundial, y la compatibilidad de tales polí
ticas con el funcionamiento económico mundial del sistema.
Si se agrega a ello la intrínseca asimetría del capitalismo, esto es, su
división en zonas céntricas, periféricas y semiperiféricas, la cuestión seña
lada se torna más compleja: ¿hasta qué punto las políticas nacionales de
los Estados ubicados en la periferia (e incluso en la semiperiferia) pueden
considerarse en algún grado "independientes" de las coerciones del sistema
a nivel mundial?
La tan mentada "globalización" ciertamente ha exacerbado los ras
gos insinuados, especialmente el problema de la posibilidad y vigencia de
las políticas nacionales (y de las instituciones encargadas de formularlas y
ejecutarlas). Para algunos, los Estados tienen cada vez menos posibilidades
de ingerencia y regulación de la acumulación y tienden a desaparecer.
Para otros, los Estados siguen teniendo vigencia e importancia, no sólo
c o m o espacios de luchas políticas, sino también c o m o portadores y eje
cutores de políticas económicas (sectoriales y globales) y sociales.
Las reflexiones que siguen se inscriben en la segunda postura teórica
e histórica. El hecho que los Estados continúan jugando un papel relevante
se manifiesta particularmente en los campos de lo social y lo laboral. N o
es que estos campos estén aislados de la "globalización". Constituyen
157
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
más bien espacios sobre los cuales se pueden ejercer acciones. Pero ello
implica que las políticas al respecto sean diseñadas y ejecutadas con plena
conciencia de las cambiantes situaciones y circunstancias producidas por
la fase actual del sistema mundial.
Políticas sociales y laborales:
una visión inicial
La temática de las políticas sociales está adquiriendo una creciente impor
tancia en los últimos años, al punto de convertirse en un tópico principal
de las ciencias sociales latinoamericanas y caribeñas y de la discusión en
torno a las políticas públicas. La causa primaria está en que los modelos
de desarrollo practicados en la región hasta mediados de la década de los
setenta ("primario-exportador" primero y de "industrialización sustitu-
tiva de importaciones" después, o su mezcla en muchos casos) han pro
ducido una serie de falencias y carencias sociales, ampliamente reconoci
das por m u c h o s gobiernos y organismos regionales e internacionales y
denominadas, por ejemplo por Aníbal Pinto, en diversos escritos a finales
de los años sesenta, c o m o los efectos concentradores y excluyentes del cre
cimiento económico.
A ellos se ha agregado el deterioro que ha producido la crisis en la
aplicación de políticas de "ajuste macroeconómico" a partir del inicio del
decenio pasado.
La referencia a la crisis, la mayoría de las veces, se remite y se mantiene
en un nivel estrictamente económico. Por tanto, las soluciones que se plan
tean no rebasan este nivel. Esto ha llevado a dos resultados en el conjunto
de los países latinoamericanos y caribeños. Por un lado, se adopta una
concepción excluyeme de la situación de crisis, en la que no tienen cabida
158
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
muchos de sus componentes. Por el otro, se diseñan políticas que, al par
tir de una visión fragmentada, son necesariamente parciales y llevan a resul
tados no esperados, muchas veces antagónicos a los que se buscaban.
La situación final a la que se ha llegado muestra, c o m o rasgo central,
la agudización de los problemas que se identificaron inicialmente. Es decir,
las acciones emprendidas para enfrentar y combatir la crisis han terminado
por mantenerla, cuando no por agudizarla.
Esto es válido especialmente para las llamadas "políticas sociales
compensatorias" o "complementarias" que han acompañado las políticas
de "ajuste" en muchos países de la región. El problema radica no sola
mente en el carácter parcial y fragmentario de tales políticas, ni tampoco
en la débil e inacabada aplicación de una bien intencionada estrategia,
sino que en la propia concepción no existen los componentes que permi
tan esperar una reversión de las condiciones reinantes. Las políticas de
ajuste carecen de una valoración de los aspectos sociales del desarrollo.
Cuando se alude a ellos se lo hace señalando que su deterioro es
inevitable, y esperando un mañana, cada vez más lejano, para comenzar a
pensar en su solución. E n los casos más extremos de la ortodoxia neoli
beral, se deja esta solución a las fuerzas del mercado, ya que se dice que,
una vez que ellas actúen libremente, los problemas sociales desaparecerán.
Es ésta una vía para obviarlos, para no considerarlos c o m o verdaderos pro
blemas. Pero este mismo procedimiento está presente en la tan reiterada
alternativa entre estabilización y reactivación. N o se asume, en ningún
lado, que existe una real imposibilidad de superar la crisis si no se cuenta
con el diseño de políticas que reviertan la situación en la que viven los gru
pos mayoritarios de las poblaciones de nuestros países, máxime cuando se
privilegia la estabilización sobre la reactivación.
159
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
Para nadie es u n secreto que los índices de inequidad en la distribu
ción del ingreso, de pobreza extrema y crítica, de desnutrición y alimen
tación desequilibrada, de deserción escolar y de aumento del analfabe
tismo (funcional y real), de débil o nula incorporación de amplios
segmentos a la economía moderna y de crecimiento vertiginoso del sec
tor informal, de deterioro de la salud, etc., muestran un incremento impre
sionante durante el último decenio. E n esta situación ya no es posible pen
sar en que privilegiar la reactivación sobre la estabilización resolverá los
problemas sociales, precisamente porque las políticas destinadas a la reac
tivación también están marcadas por la creencia de que el manejo de las
variables macroeconómicas incidirá favorablemente en los problemas
sociales.
Adicionalmente, la aplicación de las políticas de "ajuste" no sólo ha
tendido a agudizar los problemas que se encontraban inicialmente, sino
que también ha influido en la fragmentación de la sociedad. Las brechas
entre los diversos sectores de la sociedad, que reflejan los índices recién
mencionados, son ahora más profundas que en los inicios de la crisis y que
antes de la aplicación de las políticas de "ajuste".
Incluso, tal fragmentación va aún más lejos. Se manifiesta sobre todo
en la pérdida de los valores que hacen referencia a una identidad colectiva,
a una pertenencia comunitaria. Cada vez son más débiles los lazos que
unen a grupos que, si bien económica y socialmente diferenciados, en
algún m o m e n t o pudieron mantener una cierta identidad colectiva. La
sociedad está hoy en día m u c h o más atomizada y la individualización es
la única característica general. Ello ha contribuido a su vez a que se pudie
ran sustituir los objetivos del desarrollo por los de la estabilización.
Las políticas sociales complementarias o compensatorias profundizan
160
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
además un problema que es de relativamente larga data en la región.
Durante la vigencia del "Estado de bienestar" en los tiempos en los que
el modelo de modernización de la segunda postguerra fue dinámico, las
políticas sociales que constituían una acción estatal fueron vistas c o m o
asistencialistas y paternalistas. Se percibía la sociedad c o m o creciente
mente compleja, pero a la vez pasiva, para la que la solución de sus pro
blemas era un hecho técnico. Por ende, la iniciativa y la acción estaban cir
cunscritas a los que pueden manejar los presupuestos y las variables
económicas, que pueden decir lo que hay que hacer y c ó m o se debe hacer.
Es evidente que esta visión verticalista, de profundo arraigo entre
importantes segmentos de los pueblos de la región, está siendo enfatizada
con el enfoque de las políticas sociales complementarias. Ocurre casi una
"despolitización" de la política: las reivindicaciones populares, las deman
das de vivienda, salud, alimentación, espacio urbano, asistencia social,
control de precios, etc. son tratadas c o m o hechos que no se sitúan en el
campo de lo político, esto es, cuya respuesta mediante medidas políticas
o políticas concretas se atribuyen a los técnicos. Los efectos sobre la pro
pia concepción de la forma democrática del régimen de Estado saltan a la
vista, ya que la despolitización implica una drástica reducción de la par
ticipación de los actores sociales y con ello la negación de la capacidad
creadora de la sociedad. También a este respecto la separación arbitraria,
negativa y peligrosa entre políticas económicas y políticas sociales tiene
consecuencias nefastas.
Las políticas laborales propiamente dichas o han brillado por su
ausencia o se han limitado a programas de corto plazo de creación de
empleos, muchas veces en el sector público. Pocos han sido los intentos
por diseñar políticas laborales capaces de superar, o al menos contrarres-
161
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
tar, las limitaciones impuestas a los mercados laborales por la crisis y la
aplicación de las políticas de "ajuste". Y poco se ha reflexionado acerca del
carácter m i s m o de estas políticas. M á s que medidas "técnicas" para reor-
denar el mercado laboral, deben ser entendidas c o m o soportes de las polí
ticas sociales e integralmente ligadas a ellas.
Se impone pues el intento de redéfinir las políticas sociales.
El Est ado y la democracia,
la sociedad civil y las políticas sociales
Curiosamente, la agudización prolongada de la crisis de América Latina
y el Caribe, desde comienzos de los ochenta, ha estado acompañada por
procesos de retorno a una u otra forma de constitucionalidad democrá
tica en muchos países de la región y no ha desembocado en la implanta
ción de regímenes autoritarios en ninguno de ellos. Sin poder establecer
relaciones causales entre estos hechos, no dejan de aparecer c o m o u n dato
interesante y paradójico, aun cuando el contenido propiamente d e m o
crático de esos procesos constitucionales sea muchas veces escaso o débil.
Podría pensarse entonces que las soluciones propuestas incluyen
necesariamente un mayor grado de participación política, económica y
social de la población en el ingreso y en la toma de decisiones o que, al
menos, las medidas de "ajuste" intentan consolidar, en el plano económico
(que es su campo preferido y casi exclusivo de acción), el sistema d e m o
crático, esto es: crear las condiciones materiales para su preservación.
Parecería existir una voluntad política para incluir al conjunto de la pobla
ción en la construcción y consolidación del sistema democrático.
Dentro de estas suposiciones, el marco de los procesos políticos que
se viven en la región podría aparecer c o m o un imperativo adicional para
162
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
la solución de los problemas sociales. E n la medida en que tal solución
implica necesariamente integración y participación, es indudablemente
una condición indispensable para lograr la democratización, no c o m o
fenómeno pasajero y sujeto a la "ley del péndulo",1 sino c o m o forma de
régimen permanente del Estado. Sin embargo, no siempre han marchado
en conjunto esos dos procesos. Por el contrario, han seguido caminos
muchas veces divergentes: la solución de los problemas sociales no ha ido
necesariamente de la m a n o de la democracia. E n estos momentos, además,
buena parte de los esfuerzos que se hacen para preservarla se dedica aún
hoy a la administración de la crisis, en el sentido de lograr el control de
las variables macroeconómicas.
El afianzamiento de la democracia y su ampliación geográfica en la
región no están radicando, por ende, en su profundización en la sociedad.
Está dependiendo mucho más de su perfeccionamiento jurídico, de sus
elementos formales, por un lado, y del logro de la estabilidad económica,
por el otro, que de su enraizamiento en los grupos y sectores sociales que
podrían constituirse en sus principales agentes colectivos.
El modelo económico y social de desarrollo, vigente hasta la crisis
iniciada a mitad de los setenta y profundizada en los ochenta, ha dejado
importantes huellas en los aspectos anteriormente señalados. Por un lado,
suponía una suerte de automatismo. Es decir, creía que los procesos de
1. N o s referimos aquí al movimiento que, en muchos países latinoamericanos y cari
beños durante largo tiempo de su historia, existe entre regímenes de facto y procesos
de democratización. Este movimiento ha llevado a algunos estudiosos a postular la
hipótesis que un proceso tendiente a la democratización estable y permanente se hace
estructuralmente poco menos que imposible en el largo plazo.
163
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
modernización económica (del sistema primario-exportador y de la
estructura industrial) iban a engendrar sucesivas modernizaciones del
mercado de trabajo, de la estructura social y con ello la solución de los pro
blemas sociales, al igual que un paulatino proceso democratizador estable.
Por el otro, exigía del Estado una intervención permanente en los proce
sos económico-sociales. Es decir, fortalecía aún más el rol del Estado, ya
tradicionalmente bastante importante en las sociedades de América Latina
y el Caribe.
Ello condujo a una separación del Estado y de la sociedad. Éste se dis
tanciaba de aquélla en todo lo que se refiere a su papel de eje de la acción
política propiamente dicha. Cada vez se evidenciaba más la brecha entre
la sociedad y la política, entre las demandas sociales y la toma de deci
siones. Para decirlo de otra manera, se imponía una racionalidad tecno-
económica y burocrática en el Estado, en detrimento de su racionalidad
política. Es ésta la esencia misma del planteamiento (y del hecho) del
"Estado de bienestar". Y a en los años setenta, tal situación llevó a que la
mi sma sociedad comenzara a desarrollar formas autónomas de solución
de sus problemas, hecho particularmente visible en los movimientos
sociales. Esto conformaba una circunstancia en la que el rasgo más sobre
saliente fue la despolitización de la sociedad, ya que el planteamiento de
sus problemas y las soluciones que se proponían no accedían al nivel de
lo político.2 Por lo tanto, las políticas estatales han mostrado un andar errá-
2. Quizás sea por esta razón que muchos de los regímenes autoritarios de esa época
pudieron mantenerse sin una resistencia colectiva masiva. La pasividad de amplios sec
tores sociales (o sea, de la sociedad) ante el Estado hacía que su forma autoritaria
tuviera una suerte de aceptación "automática".
164
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
tico que se originaba en la ausencia de un referente concreto y de una per
manente interlocución con la sociedad, la cual, no obstante, seguía pre
sionando sobre el Estado para obtener de él algunos beneficios.
E n las condiciones desatadas por la crisis, esta situación se agrava
constantemente porque se reduce el margen de acción del Estado, y en
consecuencia de las políticas de "ajuste" aplicadas y de la crisis fiscal. Sin
duda, el "Estado de bienestar" ha llegado a tocar fondo. Si, además, exis
ten tendencias a la democratización, se encuentran con los obstáculos
arriba mencionados.
Obviamente, la superación de todo este embrollo no es asunto exclu
sivo del Estado y de las políticas que se puedan impulsar desde él, pero
tampoco es tarea aislada de la sociedad, de sus componentes y de las prác
ticas colectivas que se desarrollan. Es un movimiento conjunto que debe
fundamentarse en una constante interlocución entre esos dos niveles. N o
se trata solamente de proponer políticas que tienden a anticiparse a las
demandas de la sociedad. Es necesario partir de la premisa que es impres
cindible una nueva concepción, tanto en la elaboración c o m o en la apli
cación de políticas. Esto es, se trata de superar en lo concreto uno de estos
falsos dilemas que tanto pesan en la discusión sobre el destino de A m é
rica Latina y el Caribe, el dilema entre Estado y sociedad civil, expresiones
utilizadas sinónimamente con las de Estado y mercado.
Tal concepción debe partir del hecho de que, en lo que atañe tanto a
las condiciones materiales c o m o a las formas que ha ido desarrollando la
sociedad para dar solución a sus propios problemas, se está frente a una
nueva situación. Además , debe reconocerse el dilema de las políticas de
ajuste, no sólo en cuanto que ellas se han mostrado incapaces de plantearse
(para no hablar de cumplir) objetivos en el plano social, sino fundamen-
165
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
talmente en tanto que significan u n serio obstáculo para la construcción
permanente y activa de condiciones apropiadas a la democracia.
Se trata de recuperar u n Estado político. Para ello, es necesario resta
blecer la comunicación entre el Estado y la sociedad, eliminar la concep
ción paternalista-asistencialista y clientelista de las políticas sociales,
concebir los componentes sociales de las políticas estatales n o c o m o meros
añadidos de las políticas de "ajuste", sino c o m o elementos claves e inelu
dibles de u n verdadero proceso de democratización.
E n consecuencia, la reconstitución de las políticas sociales3 debe basarse
en dos elementos claves: la participación y la integralidad. H a y que enten
der que los problemas sociales son la síntesis de múltiples y heterogéneas
determinaciones. D e b e n abordarse en su totalidad, desde sus causas hasta
sus formas, incluyendo todos los elementos q u e le son consubstanciales.
Por ende, estos dos elementos definen el carácter m i s m o que las polí
ticas sociales pueden tener. U n a estrategia q u e las incluya a ese nivel — y
n o solamente c o m o partes accesorias y aleatorias— será una opción de
desarrollo social y n o m á s — y nunca m á s — simplemente u n a "política de
bienestar". Será además, por fuerza de los efectos que tendrá su aplicación,
u n elemento de redefinición del quehacer político con u n a clara orienta
ción del afianzamiento de la democracia. Tal política de desarrollo incidirá
n o solamente sobre los grupos y sectores sociales que directa y explícita
mente aparecen c o m o beneficiarios, sino sobre el conjunto de la sociedad.
3. Dicho sea de paso, tal reconstitución no puede darse de la manera en que se diseñaron las políticas de "ajuste", sino que requiere construir un nuevo modelo de desarrollo y de su viabilidad sociopolítica en términos de actores colectivos, o sea, un nuevo "consenso" (Galbraith), como veremos enseguida.
166
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Integralidad no puede ser entendida únicamente c o m o la suma de
acciones que se ejercen sobre determinados grupos sociales o en un área
geográfica específica. El concepto debe desplazarse hacia la concepción
general de la política, esto es: entendiendo c o m o integral a la acción que
busca la solución de los problemas económicos y sociales, a la vez que
intenta alcanzar un grado de participación política de todos los sectores y
grupos sociales. Por ello, integralidad y participación no pueden ser enten
didas sino c o m o términos complementarios e indisolubles de una mi sma
ecuación.
Hacia la definición de políticas
sociales alternativas
H a y tres problemas centrales en la definición y el diseño de cualquier polí
tica (económica, social, cultural, etc.). El primero es el establecimiento de
objetivos claros y precisos. El segundo es el de los beneficiarios, y el ter
cero se refiere a la forma de implementarla. Para quién o quiénes se for
mula tal o cual política, cuáles son sus objetivos en el corto, mediano y
largo plazo, y cuál es la modalidad de instrumentarla son todas preguntas
que necesariamente deben tener una respuesta en la misma concepción de
la política. N o son aspectos aislados o secundarios: forman parte consub
stancial de ella, la definen y la caracterizan.
L o anterior, aunque parezca un lugar común , debe ser recordado por
varias razones. Primero, por el excesivo "tecnocratismo" en la formula
ción y aplicación de políticas, que lleva a imputarles una "neutralidad" que
en realidad no tienen. E n segundo lugar, por la definición de grandes agre
gados sociales (niños, mujeres, campesinos) que impide una selectividad
que permita definir objetivos claros, aplicación rigurosa de metodologías
167
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
y evaluaciones precisas. Tercero, por el clientelismo político que se
convierte a m e n u d o en el verdadero objetivo de las políticas y que, muchas
veces, lleva a privilegiar la acción de grupos sociales que no se encuentran
entre los más necesitados (pero si entre los más proclives a dar un sustento
electoral). E n cuarto lugar, por el excesivo formalismo en el quehacer
político, que impide un diálogo activo con la sociedad y que, por propia
definición, elude la participación social. Finalmente, por la adopción de
"paquetes" metodológicos que no se ajustan a la realidad a la que se van
a aplicar las políticas y que generalmente no permiten una readecuación
para su correcta aplicación.
E n este orden de ideas y reiterando el postulado de que las políticas
sociales no pueden ser diseñadas y aplicadas para atenuar solamente efec
tos de las políticas económicas, es imprescindible precisar algunas carac
terísticas de las nuevas políticas sociales.
Primero, deben estar inscritas dentro de un nuevo diseño global del
modelo de desarrollo (no solamente del crecimiento). Sobre ello parecen
coincidir los planteamientos de los analistas y organismos que han dedi
cado múltiples esfuerzos a indagar acerca de la situación de crisis y de las
alternativas de políticas para enfrentarla ( S E L A , P N U D , C E P A L ,
P R E A L C , etc.).
Segundo, tienen que liberarse de los vicios del paternalismo estatal y
del clientelismo político (lo cual vale especialmente para aquellas políti
cas que se ocupan de los aspectos laborales).4 E n el marco de las relaciones
4. N o cabe duda, por ejemplo, que las medidas a corto plazo para crear empleo, sobre todo en el sector público, están fuertemente impregnadas por este paternalismo y clientelismo.
168
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
novedosas, con distorsiones y todo, que surgieron en las últimas décadas
entre el Estado y la sociedad civil, las políticas sociales deben diseñarse de
m o d o tal que su realización implique la más amplia participación de todos
los sectores, grupos y clases sociales, especialmente de los que sufren su
ausencia o su mera complementariedad, y de todos los niveles del Estado
(regional, municipal, distrital, etc.)- E n otras palabras, las políticas sociales
deben tener un firme sustento en las propias bases del sistema democrá
tico, de manera que refuercen permanentemente su legitimación.
Tercero, las instituciones estatales ejecutoras de las políticas sociales
deben adaptarse a procedimientos de eficiencia (lograr aun con medios
reducidos los mejores efectos) y de eficacia (sus acciones prácticas deben
guardar relación con sus resultados). E n este sentido, tales instituciones
deben tener u n elevado grado de prioridad en los esfuerzos por reformar
el Estado, emprendidos por muchos gobiernos de la región. U n requisito
indispensable para ello es la coordinación efectiva de las políticas, tanto
estatales c o m o de la sociedad civil, a través de mecanismos institucionali
zados c o m o los frentes sociales o los gabinetes sociales con activa partici
pación de los agentes extragubernamentales.
Cuarto, las políticas sociales deben ser diseñadas de manera tal que
se entrelacen entre sí, esto es, que la realización de alguna de ellas tenga
repercusión en la de otras y que no todas se dirijan solamente a sectores
específicos. Por ejemplo, la lucha contra el analfabetismo o contra el palu
dismo no puede ser considerada aisladamente, ni en su realización ni en
su seguimiento ni en su evaluación, sino en su efecto de retroalimentación
con respecto a políticas destinadas a otros ámbitos de lo social y al logro
de una ampliación de la democracia.
Quinto, es imprescindible que las políticas sociales cuenten con un
169
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
alto grado de concertación nacional, de m o d o que los diferentes agentes
sociales participen consciente y activamente en su ejecución. Para ello,
podría ser útil establecer un código de conducta o compromiso político
que pueda ser el m a r c o permanente de la formulación de los c o m p r o m i
sos, deberes y derechos de los ciudadanos. Resulta obvio que semejante
compromiso adquiriría una legitimación m u c h o m a y o r si fuera postulado
y formalizado a nivel de la región o de alguna de sus subregiones.
Por último, en vista de las dificultades financieras de los Estados de
la región (lo que se ha llamado su "crisis fiscal"), sería altamente deseable
recurrir en forma m a n c o m u n a d a a la ayuda de organismos internacionales
para acometer la tarea de elaborar políticas sociales en este sentido. Ello
se vería posibilitado por el hecho que la mayoría de tales organismos,
incluyendo el F M I y el Banco Mundial , han reconocido la necesidad de
combatir la pobreza.5 Para su ejecución, además, podría pensarse igual
mente en la incorporación de los organismos académicos nacionales y
regionales.
El desarrollo social implica, pues, redéfinir los términos en los que se
ha venido pensando la política, incluyendo la relación entre lo económico
y lo social y por ende entre las políticas destinadas a lo uno y a lo otro. El
divorcio al que h e m o s aludido m á s arriba no puede tener cabida en un
planteamiento de este tipo, ya que rebasa el c a m p o de las acciones aisla
das o sectoriales para situarse en la visión global del ordenamiento econó
mico y social de los países de la región. Si en la base de esta concepción
está la redefinición (no automática, sino conscientemente asumida por los
5. La pobreza se ha convertido hoy en la metáfora que resume la esencia misma de los problemas sociales; alguna vez lo fue el concepto de marginalidad.
170
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
actores colectivos) de la relación Estado-sociedad civil, no puede tener
cabida aquella brecha entre lo que se hace en el plano económico y lo que
se supone que son las políticas sociales, más aún si uno de los objetivos
que se persiguen con esto es de orden político general, en la medida en que
se busca un afianzamiento real y tangible de la democracia.
Nota final
Es altamente probable que semejantes políticas sociales, incluidas las labo
rales, necesiten también de una concertación entre los diferentes Estados
de la región, o sea que deban estar inscritas en el proceso de integración,
para así poder contrarrestar los peores efectos de la "globalización". Ello
impedirá además, al menos tendencialmente y a mediano plazo, que entre
nuestros países se reproduzcan procesos de migración transfronteriza,
desde los espacios nacionales más pobres hacia los más ricos, lo cual a
m e n u d o da c o m o resultado un mayor empobrecimiento de los primeros
y mayores dificultades de los segundos.
Finalmente, políticas sociales c o m o las que aquí se proponen (en sus
rasgos más generales), también pueden contribuir al refortalecimiento del
Estado y por ende de su protagonismo en el marco del proceso de "glo
balización".
171
A m é r i c a Latina y E u r o p a
c o m o suburbios
de H o l l y w o o d
Néstor García C an c lin i
Diciembre de 1993, Bruselas: las divergencias sobre política cultural se vol
vieron por primera vez u n asunto de primera importancia en un debate
económico internacional. La reunión del G A T T , en la que 117 países
aprobaron la mayor liberalización comercial de la historia, estuvo al borde
de fracasar por los desacuerdos en tres áreas: agrícola, textil y audiovisual.
Los conflictos en las dos primeras se resolvieron mediante concesiones
mutuas entre los Estados Unidos y los gobiernos europeos. Analizar
cuáles fueron las discrepancias que obligaron a dejar fuera de los acuer
dos al cine y la televisión m e parece del mayor interés para comprender
las nuevas disyuntivas que confrontan las políticas culturales nacionales
en tiempos de globalización.
Cómo llegó la cultura al centro
de la agenda política
Los Estados Unidos exigieron libre circulación para los productos audio
visuales, mientras los europeos buscaron proteger sus medios de c o m u -
172
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
nicación, sobre todo el cine. Las divergencias derivan de dos maneras de
concebir la cultura. Para los Estados Unidos los entretenimientos deben
ser tratados c o m o un negocio: no sólo porque lo son, sino porque consti
tuyen para ese país la segunda fuente de ingresos entre todas sus exporta
ciones, después de la industria aeroespacial. E n 1992, las productoras nor
teamericanas enviaron a Europa programas de entretenimiento y películas
por un valor de más de 4.600 millones de dólares.1 E n el mismo período,
los europeos exportaron a Estados Unidos 250 millones de dólares.2
N o tenemos aún cifras totales del último año, pero es evidente que
las ganancias estadounidenses y su control de los cines y la televisión
europeos crecieron. Las distribuidoras norteamericanas manejaron el 80%
del mercado cinematográfico francés y el 91 % del español en 1993. La
pérdida consecuente del tiempo de pantalla para el cine de esos países
generó explosiones de los artistas y los productores locale. Las reacciones
más irritadas ocurrieron cuando Jurassic Park se estrenó en España
simultáneamente en 180 salas y en Francia en 400.
América Latina no está mal situada tampoco en la lista de países que
compran más entretenimiento en los Estados Unidos. Las cifras "mejo
raron" en los últimos años porque no sólo recibimos películas para cine
y programas televisivos, sino vídeos con filmes, juegos y otros entreteni
mientos. México, por ejemplo, que apenas ocupaba en 1990 el 16.° lugar
1. " U n negocio de más de 500.000 millones de pesetas", El País, p. 35, Madrid, 11
de diciembre de 1993.
2. "Entrevista a Edouard Balladur, primer ministro francés. ¿Qué es lo que quiere
Estados Unidos [. . .] la desaparición del cine europeo?", El Nacional, p. 27, México,
23 de octubre de 1993.
173
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
entre los importadores de películas norteamericanas, ascendió en 1993 al
10.° puesto, a nivel mundial, c o n u n a inversión de 36.9 millones de
dólares.3
E n los debates motivados por las negociaciones del G A T T , las aso
ciaciones de trabajadores del cine europeo defienden su empleo, pero
también argumentan que las películas no son únicamente u n bien c o m e r
cial. Constituyen u n instrumento poderoso de registro y autoafirmación
de la lengua y la cultura propias, de su difusión m á s allá de las fronteras.
H a c e n notar la contradicción de que los Estados Unidos reclamen libre
circulación de sus mensajes en los países ajenos, mientras en el suyo el acta
301 de la L e y de Comerc io permite imponer restricciones a los produc
tos culturales extranjeros. Las radios y televisiones norteamericanas n o
sólo dedican casi enteramente su espacio a lo hecho en el país, sino que
descalifican lo importado a través de anuncios: "¿Por qué compras música
que n o comprendes?" Varios especialistas se preguntan cuál es la ventaja
de que Europa abra sin restricción sus telecomunicaciones a dos países —
Estados Unidos y Japón— que las han desregulado cerrando sus merca
dos a los mensajes europeos.4
3. Variety, 28 de junio de 1993. Citado por Deborah Holtz, "Los públicos de vídeo",
en: Néstor García Canclini (coord.), Los nuevos espectadores. Cine, televisión y vídeo
en México, I M C I N E , México, en prensa.
4. Pierre Musso, "Audiovisuel et télécommunications en Europe: quelles recom
positions?", Quaderni. La revue de la communication, vol. 19, p. 13, París, invierno de
1993.
174
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
La crisis del cine no es sólo una cuestión
interna de cada país
Para sostener la cinematografía nacional, hasta hace pocos años se le asig
naba una cuota mínima de pantalla (en varios países latinoamericanos era
de 50%). Así se intentaba limitar la expansión norteamericana. Sabemos
que la asistencia a las salas está disminuyendo en todo el m u n d o por cau
sas más complejas. E n Francia, donde en 1957 se vendieron 411 millones
de entradas de cine, en 1990 no hubo más que 121.1 millones de especta
dores.5 Los cines latinoamericanos cerraron masivamente sus puertas en
la década de los ochenta al disminuir la asistencia, c o m o promedio, en un
5 0 % . Los de México, que en 1984 tenían 410 millones de asistentes, aco
gieron en 1991 sólo 170.6 E n rigor, este derrumbe de las salas no implica
que el cine desaparezca, sino que la televisión y el vídeo están trasladando
a la casa el lugar de acceso a las películas.7 Si las empresas norteamerica
nas aprovechan mejor estos cambios tecnológicos y de hábitos culturales
es porque se adaptan más rápido que las de otros países, los impulsan con
entusiasmo y logran controlar en casi todo el m u n d o tanto la televisión y
el vídeo c o m o lo que queda de los circuitos de salas.
¿Qué pueden hacer los productores, cineastas y distribuidores que no
son estadounidenses? Sus reacciones no son iguales en todos los países, ni
en todos los sectores. Los ingleses y alemanes se desentienden de "lo que
5. Joëlle Farchy, Le cinema déchaîné. Mutation d'une industrie, p. 37-38, París,
Presses du C N R S , 1992.
6. Datos proporcionados por el Instituto Mexicano de Cinematografía.
7. Véase el estudio realizado sobre estos cambios en Néstor García Canclini
(coord.), Los nuevos espectadores. Cine televisión y vídeo en México, op. cit.
175
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
pase con la industria de la imagen: ellos hace ya años que renunciaron a
tener una cultura propia en ese sector".8 Francia, España e Italia tratan de
mantener cuotas para el cine nacional y el europeo, se busca mejorar la
producción y establecen nuevas subvenciones para apoyar las películas
propias —lo que Estados Unidos critica c o m o "competencia desleal".
A u n en los países latinos de Europa que defienden "la excepción cul
tural" en el libre comercio, hay quienes conciben el cine y la televisión
c o m o simples mercados, donde la libre competencia debiera dejar que los
espectadores decidan qué vale la pena exhibir y qué no. "Se merecen esta
agonía", afirmaba u n comentarista radial, con el argumento de que el 9 0 %
del cine español es malo. Pero ¿por qué ensañarse con el cine?, le replicó
en u n artículo Eduardo H a r o Tecglen. " ¿ Q u é porcentaje hay en la litera
tura escrita, en el teatro, en la pintura, o en la carpintería, la fontanería, el
sacerdocio o la calidad de las personas?" U n o de los impulsos fértiles del
debate es que ha llevado a profundizar la autocrítica sobre el cine español,
sobre la propia sociedad y sobre los criterios democráticos de valoración.
Considerar la masividad de la audiencia c o m o único índice de calidad, dice
Haro Tecglen, es c o m o guiarse sólo por los resultados electorales para opi
nar sobre el gobierno. "Así está saliendo. Puede que el porcentaje del cine
americano malo sea u n poco inferior: el 8 0 % ; quizá en razón de que se ha
llevado a los mejores creadores del m u n d o , tiene una potencia económica
alta y, en fin, se ha quedado con nosotros".9 E n suma, la crisis del cine no
puede verse ya c o m o cuestión interna de cada país, ni aislada de la reor-
8. El País, p. 35, Madrid, 11 de diciembre de 1993.
9. Eduardo Haro Tecglen, "Cine agónico", El País, p. 57, Madrid, 11 de diciembre de 1993.
176
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
ganización transnacional de los mercados simbólicos. Es parte del debate
sobre las tensiones entre libertad de mercados, calidad cultural y m o d o s
de vida propios.
La identidad: de los caminos de tierra
a las autopistas
Si uno piensa c ó m o se están tratando tales tensiones en América Latina,
la discusión europea reciente puede ser enriquecedora. También en Europa
la reforma neoliberal del Estado llevó a privatizar radios, canales de tele
visión y gran parte de los circuitos de informática y telemática. E n algu
nos países, el poder público redujo su acción cultural a la protección del
patrimonio histórico (museos, sitios arqueológicos, etc.) y a la promoción
de las artes tradicionales (plástica, música, teatro, literatura). D a d o que
estas áreas de la cultura están perdiendo público, tienen serias dificul
tades de sobrevivir si los gobiernos no les brindan respiración artificial.
Los medios de comunicación e información vinculados a las nuevas tec
nologías, los que requieren mayores inversiones pero también alcanzan a
audiencias extensas, fueron cedidos a empresas privadas, en muchos casos
norteamericanas y japonesas.
Pero ahora se ve que lo que está en juego no son simplemente el cine,
la televisión y el vídeo, sino el conjunto de las "autopistas de la comunica
ción". La transmisión por satélite y las nuevas redes de cable óptico trans
forman la comunicación científica (correo electrónico, telemedicina), la
ofimática (informática en las oficinas), los servicios bancarios e interem
presariales, y, por supuesto, la distribución de espectáculos culturales. Desde
Estados Unidos, la empresa Turner organiza la circulación de películas,
caricaturas y noticias en muchos países latinoamericanos y ahora comienza
177
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
en algunos europeos, c o m o en Francia. E n pocos años las películas esta
dounidenses llegarán por satélite a las salas de exhibición de centenares de
ciudades en todos los continentes, sin las complicaciones aduaneras de los
films enlatados y los vídeos. También se generaliza el acceso desde la tele
visión y la computadora hogareñas a los vídeojuegos, las telecompras, la
información nacional e internacional. Los europeos se preguntan quiénes
van a manejar estas redes: la producción audiovisual de información y
entretenimiento está mayoritariamente en m a n o s estadounidenses, mien
tras el 70% de las ventas mundiales de aparatos electrónicos para el gran
público es controlado por firmas japonesas. Europa está casi tan mal pre
parada c o m o América Latina para enfrentar la reorganización masmediá-
tica de la cultura. A su baja producción e innovación tecnológica en esta
área (con excepciones c o m o Philips), se agrega el hecho que el cable está
difundido sólo en algunas naciones pequeñas —Bélgica, Suiza, Irlanda, los
Países Bajos y los países escandinavos—, pero es casi inexistente en Fran
cia, España, Portugal y Grecia, que prefieren las ondas hertzianas.10
La fragilidad europea ante las recientes negociaciones del G A T T
movilizó a cineastas líderes (Pedro Almodovar, W i m Wenders , Bernardo
Bertolucci), a asociaciones de actores y directores de cine y televisión, a
empresarios y políticos. Las próximas opciones de la comunicación audio
visual exigen que las políticas culturales reformulen urgentemente sus
concepciones para interrogarse sobre lo que significa el interés público en
las nuevas interacciones entre culturas locales y globalización. Algunos
directores de cine, así c o m o escritores, sociólogos y antropólogos que par-
10. Bernard Miége, "Les mouvements de longue durée de la communication en Europe de l'ouest", Quaderni. La revue de la communication, op. cit., p. 47.
178
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
ticipan en el debate, han demostrado en sus obras ser m u y sensibles a las
tradiciones regionales: construyen películas y novelas que son induda
blemente españolas y alemanas, o aun madrileñas, berlinesas o romanas.
Pero también comprenden que la posibilidad de seguir filmando, o difun
diendo las películas, los vídeos y los libros que hablan de las culturas
locales, depende del grado de control que se mantenga en las redes más
avanzadas de comunicación transnacional.
E n términos latinoamericanos, diríamos que —si bien buena parte de
nuestras identidades sigue arraigada a culturas indígenas y campesinas,
artesanías y músicas tradicionales— es necesario tener en cuenta que el
7 0 % de los habitantes vive en ciudades y un número creciente está conec
tado a las industrias culturales que distribuyen una cultura-mundo, un
conjunto de imágenes, sonidos y textos fabricados desde las metrópolis
para consumo indiscriminado por gentes de cualquier país, religión e
ideología. ¿Seguirán nuestras políticas culturales consagradas a los cami
nos de tierra o entrarán a la cultura pavimentada, a las autopistas interna
cionales de la comunicación?
Del cine a la cultura multimedia
Ante la negociación del G A T T , los países europeos fueron más flexibles
en las concesiones agrícolas e industriales que en el espacio audiovisual.
"Francia puede dejar de producir patatas y continuar siendo Francia, pero
si dejamos de hablar francés, de tener u n cine, un teatro y una narrativa
propia, nos convertimos en una barriada más de Chicago", dice un res
ponsable de la televisión.11
11. El País, p. 35, Madrid, 11 de diciembre de 1993.
179
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
El Gobierno español aprobó cinco días antes de la firma del G A T T
un decreto ley que establece cuotas mínimas para el cine europeo: en las
ciudades de más de 125.000 habitantes deberá proyectarse una película de
un país de la Comunidad Europea cada dos de otros continentes. Otras
medidas establecen pagos más elevados de los canales de televisión para
proyectar filmes, y también se habla de que los empresarios y comerciantes
de vídeo contribuyan con una parte de sus ganancias al financiamiento del
cine. Se vuelve cada vez más claro que la sobrevivencia del cine no depende
sólo de su proyección en las salas, sino de su nuevo papel en el conjunto
del campo audiovisual. Las películas son hoy productos multimedia, que
deben ser financiados con aportes de los diversos circuitos que las exhiben.
N o obstante, la subsistencia del cine, con toda su importancia, es una
cuestión menor ante las presiones de los Estados Unidos para lograr una
libertad total en el conjunto de las comunicaciones. Las redes ópticas, la
numerización y comprensión de las imágenes harán que 500 canales "cai
gan sobre Europa" antes de que termine el siglo. Juan Cueto, ex director
de Canal + España, dice que el cine es un "mcgu/fin* (escenas de Hitch
cock que no aportan nada a la intriga, pero la hacen crecer). "El cine es una
locomotora, el mcguffin de Hitchcock, pero lo importante de esas redes
es todo lo que va detrás."
E n América Latina se prevé un futuro inmediato semejante. N o sólo
han cerrado cines tradicionales en Buenos Aires, Sao Paulo, Caracas,
Bogotá y México, sino que en algunas de esas ciudades más del 5 0 % de
los hogares poseen vídeos. La oferta de los vídeoclubes, el medio predo
minante a través del cual se conocen las películas, está compuesta en un
70 a 90%, según los países, por cine estadounidense. Las culturas europeas
(con las que los latinoamericanos tenemos largos vínculos) y las de los
180
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
demás países de nuestra región, no llegan casi nunca ni a un 10% de los
títulos disponibles en televisión y vídeo.
Pero la hegemonía estadounidense es aún mayor en el control de la
informática y la telemática. E n ninguna nación de América Latina, salvo
en Brasil, existen políticas estatales sólidas de inversión para la investi
gación, producción de equipo o capacitación de personal de alto nivel, a
fin de intervenir en la generación de estas innovaciones culturales liga
das a las tecnologías de punta. La subordinación unilateral a la produc
ción tecnológica y comunicacional estadounidense se está acentuando en
México desde la firma del Tratado de Libre Comercio, y se repetirá en
los países latinoamericanos que adhieran a este acuerdo, porque el T L C
limita la apertura de las economías nacionales a inversiones de países de
otras zonas, o al menos Estados Unidos y Canadá pueden pedir trato pre-
ferencial ante cualquier negociación latinoamericana con otras socie
dades.
¿Otra vez el nacionalismo?
Los Estados Unidos han sido aventajados en muchos aspectos del desa
rrollo industrial por Alemania y Japón. Sin embargo, controlan de forma
apabullante casi la totalidad del software postindustrial, o sea los progra
mas de información y comunicación electrónica. Ante el desmorona
miento del bloque soviético, el "american way" expande "jurásicamente"
sus espectáculos por el universo entero. La enérgica posición europea en
la negociación del G A T T y las medidas internas de algunos países desti
nadas a proteger su producción audiovisual son unas de las pocas fuerzas
consistentes que permiten imaginar un m u n d o simbólico donde no todo
quede en manos de Hollywood y de la C N N . Al menos, escribió Regis
181
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
Debray, ayuda a pensar si lo que es bueno para la Columbia y la W a r n e r
Bross —que , ya sabemos, es bueno para Estados Unidos— también lo es
para la humanidad. 1 2
Algunos intelectuales se alarman ante lo que consideran un resurgi
miento del nacionalismo, "el antinorteamericanismo, basado en mitos
ideológicos" y las intervenciones estatistas que favorecen el autoritarismo.
Mario Vargas Llosa dice: "cuando funciona libremente, el mercado per
mite, por ejemplo, que películas producidas en "la periferia" se abran
camino de pronto desde allí hasta millones de salas de exhibición en todo
el m u n d o , c o m o les ha ocurrido a Como aguapara chocolate o El maria
chi" P Estas excepciones se muestran c o m o eso —casos raros— en cuanto
u n o mira el lugar escueto que tienen las películas latinoamericanas y euro
peas (también las asiáticas y africanas) en las carteleras de salas, televisión
y vídeoclubes de cualquier ciudad norteamericana, o de todos los países
en los que la programación está sujeta a las distribuidoras estadouni
denses. E n ese país, sólo el 1 por ciento de todas las entradas que se ven
den en los cines son para películas en idiomas distintos al inglés.14 N o exis
ten datos para creer lo que sostiene Vargas Llosa, o sea q u e "el
desvanecimiento de las fronteras, la integración de los pueblos del m u n d o
dentro de u n sistema de intercambio que beneficie a todos y, sobre todo,
a los países que necesitan con urgencia salir del subdesarrollo y la
12. Régis Debray, "Respuesta a Mario Vargas Llosa", El País, Madrid, 4 de noviembre de 1993. 13. Mario Vargas Llosa, "La tribu y el mercado", El País, Madrid, 21 de noviembre de 1993. 14. Marco Vinicio González, "Cine mexicano en Nueva York", La Jomada Semanal, n.° 230, p. 46, 7 de noviembre de 1993.
182
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
pobreza", "aquellos ideales de nuestra juventud" que el socialismo no
logró, hayan sido concretados por "el capitalismo y el mercado".1 5 ¿Fic
ción de novelista?
Para ir globalizando el suburbio
El debate europeo actual replantea las políticas de comunicación masiva
transnacional, al m e n o s en tres puntos:
a) Las relaciones entre lo nacional, lo continental y la globaliz ación
Si bien no faltan explosiones de chovinismo racista entre los propios euro
peos, pocos políticos de la cultura enfrentan la reestructuración transna
cional de los mercados proponiendo u n regreso al nacionalismo telúrico,
c o m o si en "las raíces nacionales" estuviera la única fuente del verdadero
arte. Esta "horticultura de la creación", c o m o la llama A n d r é Lange, fue
siempre una estética mezquina y una sociología inverificable. "¿Cuáles son
las raíces de Mozart? ¿Salzburgo que lo echó con una patada en el trasero
o la Europa entera que le proporcionó formas, temas, libretos?"
¿Debiera el polaco W a j d a haber evitado darnos un provocador D a n
ton?16 N o es difícil armar u n repertorio de equivalentes latinoamericanos,
desde las híbridas "raíces" multiculturales del tango o el teatro de revis
tas hasta los escritores, músicos y pintores (Octavio Paz, Astor Piazzola,
César Paternosto, por citar sólo algunos cuyos apellidos empiezan con P ) ,
reconocidos c o m o artistas internacionales por la calidad de sus innova
ciones y por su m o d o de hablar de lo propio sin quedarse en la aldea. L a
15. M . Vargas Llosa, "La tribu y el mercado", op. cit. 16. André Lange, "Descartes, c'est la Hollande. La communauté européenne: culture et audiovisuel", Quaderni. La revue de la communication, op. cit., p. 98.
183
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
cuestión es c ó m o lograr, en la actual industrialización y transnacionaliza
ción de las comunicaciones, que los artistas mexicanos, argentinos o pana
m e ñ o s puedan comunicarse no sólo con mil o diez mil compatriotas sino
insertarse en los circuitos de un espacio cultural latinoamericano, donde
dialoguen con las voces e imágenes que nos llegan de todo el planeta.
b) La articulación entre los servicios públicos y los intereses privados
Precisamente por ser tan vigorosa su influencia masiva, por requerir altas
inversiones y tanta eficacia, las nuevas tecnologías audiovisuales no deben
depender predominantemente de los aparatos burocráticos de los Estados;
por ser el espacio cultural donde más se acentúan las desigualdades y asi
metrías entre sociedades, tampoco pueden quedar libradas sólo a la c o m
petencia internacional entre mercados. Después de la eufórica postcaída
del m u r o y de las complicaciones que eso trajo en toda Europa, pensa
dores, c o m o Alain Touraine, escriben que el mercado es útil para d e m o
ler el "Estado centralizado, clientelista o totalitario", pero "no constituye
un principio de construcción ni de gestión de la vida social". Surgen
entonces nuevas preguntas: "cómo hacer intervenir al Estado .sin caer en
la trampa de la defensa de tradiciones nacionales ensimismadas"; c ó m o
combinar ayudas "a la creación y a la supervivencia de empresas capaces
de luchar en el mercado" con "una política de mecenazgo y de ayudas
indirectas mediante el apoyo a instituciones culturales, escuelas, museos,
universidades y asociaciones".17
Otros autores, desde Jürgen Habermas a Dominique Wolton, insis
ten en la necesidad de profundizar la "construcción de un espacio público
17. Alain Touraine, "La excepción cultural", El País, Madrid, 11 de diciembre de 1993.
184
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
europeo", lugar de administración mixta de lo público y lo privado, que
va expandiéndose al multiplicarse las traducciones de libros, las copro
ducciones de cine y televisión (por ejemplo, el canal franco-alemán Arte)
y la apertura de columnas cotidianas en diarios nacionales a autores extra
njeros. U n o de los problemas pendientes es c ó m o ampliar esas interco
municaciones de la alta cultura para que incluyan también un espacio
público popular, sobre todo, en medios c o m o la televisión, más dispues
tos a las exaltaciones deportivas nacionalistas y a las miradas "pintorescas"
sobre otras sociedades que a las referencias históricas y las confrontaciones
interculturales de fondo.
Veo en las actuales polémicas europeas un intento por desfatalizar el
paradigma neoliberal y no confundir la globalización necesaria de la eco
nomía y la cultura con la hegemonía estadounidense. También de este lado
del océano nos beneficiaríamos con este tipo de deslinde reequilibrando
lo público y lo privado, más allá de cada nación, a través de la construc
ción de una cultura de la ciudadanía y un espacio comunicacional lati
noamericanos. Esto requiere que los Estados, junto con organismos inter
nacionales ( U N E S C O , O E A , etc.) y con empresas no monopolíticas y
O N G s impulsen programas de coproducción y distribución, cuyo alcance
latinoamericano sea respaldado por legislaciones nacionales que establez
can tiempos mínimos de pantalla en salas y televisión, no para el cine del
propio país, c o m o en el pasado, sino—como se está haciendo en Europa,
con una visión más realista— para la producción latinoamericana.
c) El lugar de cada industria cultural en una política multimedia
Al mismo tiempo, se ha tornado necesario reubicar cada industria cultu
ral —cine, televisión, vídeo— en una política multimedia que incluya
también la publicidad y otras derivaciones comerciales de las prácticas
185
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
simbólicas masivas. El cine europeo y estadounidense se sostiene actual
mente combinando las salas con otros circuitos de exhibición: la televisión
nacional y extranjera, los servicios por cable, antena parabólica y vídeo.
E n Italia, Francia y España la crisis del cine se acentúa compensando sus
bajos ingresos en las salas con las proyecciones televisivas, donde se llega
a obtener hasta el 90% del financiamiento para las películas. E n Estados
Unidos, lo que se gana en 2 horas 40 minutos de publicidad alcanza para
financiar una hora de una serie, mientras la televisión francesa necesita 10
horas de anuncios comerciales para obtener los mismos fondos. E n
México, en cambio, la televisión privada puede exhibir una película todas
las veces que quiera durante un año y medio pagando apenas 20.000
dólares, aunque en el primer minuto de corte comercial que se hace, mien
tras se transmite la película, el canal gana 200.000. U n proyecto de esta
blecer en la Argentina impuestos al vídeo y a las películas emitidas por
televisión para buscar la recuperación industrial del cine fue impugnado
ante la justicia por los canales y los dueños de vídeoclubes. Para cambiar
esta situación es indispensable, una vez más, que los Estados latinoame
ricanos asuman el interés público y regulen la acción empresarial.
Diciembre de 1994. Al terminar el año se habrán realizado elecciones
presidenciales y de renovación de parlamentarios en algunos de los países
latinoamericanos con mayor producción audiovisual: Venezuela, C o l o m
bia, México y Brasil. La Argentina tendrá una asamblea constituyente y,
en poco tiempo más, elecciones presidenciales. N o hay razones para pen
sar que los gobiernos, que en los últimos años privatizaron radios y
canales de televisión, y que —con la excepción de México— desmantela
ron la infraestructura de apoyo al cine, vayan a reconocer las consecuen
cias funestas que ha tenido sobre la producción cultural endógena la des-
186
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
regulación neoliberal y la mercantilización a ultranza del espacio audio
visual. La mayoría de los partidos de oposición tampoco parecen afligirse
porque produzcamos menos películas y libros, menos programas cultu
rales de televisión, ni porque nuestros vídeoclubes sean apenas sucursales
de Hollywood.
Sólo es posible imaginar que los acuerdos de integración y libre
comercio que se gestionan por toda América sirvan para reactivar las
industrias culturales si incluyen una política de re-regulación y promoción
pública de la cultura latinoamericana. Para que estas cuestiones al menos
entren en la agenda electoral y de negociaciones internacionales sería nece
saria la movilización coordinada de artistas, productores independientes
y algo así c o m o asociaciones de consumidores de cultura, por ejemplo de
cinófilos y televidentes, cuya inexistencia en América Latina es uno de los
síntomas y causas más alarmantes de nuestra desprotección c o m o espec
tadores. Se trata de saber si aún es posible producir, crear, elegir c o m o ciu
dadanos, o nos contentaremos con la modesta libertad del zapping.
187
L a c o m p e t i t i v i d a d
del sector a g r o p e c u a r i o
en el m a r c o
de la integración regional 1
Martín Piñeiro
Introducción
Los procesos de integración política y económica se han desarrollado ace
leradamente en el continente americano durante la última década. Si bien
no son un fenómeno nuevo en la región, adquieren una velocidad y pro
fundidad extraordinaria en el contexto de los procesos de ajuste y ree
structuración económica iniciados después de 1982.
El sector agropecuario ha tenido una gran importancia en los proce
sos de integración, ya sea c o m o ámbito de interés común por la impor
tancia económica y comercial de lo agrario en los países participantes de
los acuerdos de integración, o c o m o elemento de negociación compleja y
difícil, en donde los países han intentado proteger sectores pobres y des
protegidos desde el punto de vista social y político. Es en este sentido que
1. Trabajo preparado para el Foro "Visión Iberoamericana 2000", Cartagena,
Colombia 16-18 de marzo de 1994.
188
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
la actividad agropecuaria ha pesado fuertemente en las agendas de los
protocolos de integración en forma similar a lo que ocurrió en las nego
ciaciones del G A T T en un ámbito más global.
A partir de esta introducción quisiera desarrollar brevemente tres
temas:
• c ó m o está la agricultura de América Latina en términos de su c o m -
petitividad relativa a escala internacional;
• c ó m o están afectando los procesos de integración subregional la acti
vidad agropecuaria; y
• cuáles son los principales desafíos que se presentan a partir de los pro
cesos de integración y nuestra nueva inserción en el m u n d o .
La situación agropecuaria
en América Latina
La producción agropecuaria ha sido la base del desarrollo económico de
la mayoría de los países de América Latina. Esto es consecuencia de la
extraordinaria dotación de recursos naturales agrícolas de la región que le
han permitido producir, con considerable eficiencia económica, una
notable gama de productos agropecuarios de relevancia tanto nacional
c o m o internacional.
Sin embargo, lo que m e interesa resaltar es que contrariamente a lo
que con frecuencia se afirma, la agricultura de América Latina ha tenido
una extraordinaria transformación productiva en los últimos 20 ó 30 años.
Esta modernización se apoya en dos procesos principales.
El primero de ellos, está basado en el rápido incremento de la pro
ductividad de algunos de los principales cultivos de la región c o m o el trigo,
el maíz, la soja, el arroz, algunas oleaginosas y algunos otros productos de
189
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
menor importancia cuantitativa. Este desarrollo tecnológico, comúnmente
identificado c o m o "la revolución verde", es la consecuencia del mejora
miento genético de estas especies y de una mejor y mayor utilización de
fertilizantes y herbicidas.
El segundo proceso se refiere a la diversificación agropecuaria lograda
en algunos países c o m o Costa Rica, México y Colombia en los cuales la
incorporación de nuevos cultivos, generalmente de elevado valor unitario
y dirigidos al mercado internacional, permitió un proceso de crecimiento
y expansión productiva.
C o m o resultado de estos procesos, la producción del sector agrope
cuario creció globalmente aun durante la década de los 80, cuando las eco
nomías de América Latina se estancaron o retrocedieron c o m o conse
cuencia de la crisis financiera de esos años.
La conjunción de los extraordinarios recursos naturales de la región
y la considerable modernización y expansión productiva experimentada
en los últimos años, vinculada también a importantes esfuerzos en inves
tigación y desarrollo, le han dado a la producción agropecuaria una consi
derable competitividad internacional en la mayoría de los productos de
importancia mundial. El trigo, la ganadería vacuna, el café, el banano, la
soja son productos que ejemplifican la posición competitiva internacio
nal y la importancia de la producción agropecuaria de la región.
Sin embargo, el desarrollo agropecuario experimentado a lo largo de
las últimas tres décadas y la competitividad internacional lograda mues
tran tres puntos débiles de enorme importancia económica y social tanto
en el presente c o m o en el futuro inmediato.
190
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
La integración regional y la agricultura
Los recientes procesos de integración regional tienen c o m o denominador
c o m ú n la rebaja de barreras arancelarias entre los países participantes y un
esfuerzo para lograr una mayor armonización de las políticas comerciales
incluyendo normas de calidad y la progresiva eliminación de barreras no
arancelarias. E n estos procesos, el sector agropecuario ha sido un tema de
negociación sustantivo debido a la importancia y complejidad de las ba
rreras no arancelarias existentes en muchos países en el área agropecuaria
y por la significación social y económica que la protección arancelaria tiene
en algunos productos seleccionados, especialmente aquellos vinculados
con regiones pobres y de menor desarrollo relativo.
La apertura económica que resulta de los procesos de integración
subregional esta teniendo dos efectos principales sobre la agricultura.
Primero, ha generado una mayor competencia en los mercados inter
nos para los productos agropecuarios que tienen un mayor grado de pro
tección. La creciente desprotección está generando procesos de reestruc
turación económica, que llevan a una mayor especialización productiva y
la consecuente disminución de la actividad económica en rubros menos
competitivos. E n algunos casos, estos procesos comienzan a generar
desempleo regional y una mayor migración del campo a la ciudad.
Segundo, se está generando un mayor intercambio comercial resul
tado tanto de una reorientación de los flujos del comercio internacional,
c o m o de una progresiva especialización productiva en aquellos produc
tos en los cuales cada país tiene ventajas comparativas con respecto a sus
socios en los acuerdos de integración (por ejemplo, los lácteos en el M E R
C O S U R ) . Cabe señalar, sin embargo, que esta especialización no genera
191
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
una mayor eficiencia económica en el proceso productivo a través de eco
nomías de escala, c o m o sería el caso de la mayoría de los sectores indus
triales. Por lo tanto, no genera automáticamente una mayor competitivi-
dad internacional hacia terceros países, objetivo central de los procesos de
integración regional. N o obstante, los productos que generan mayores flu
jos de exportación se convierten en fuentes de crecimiento económico y,
en algunos casos, pueden tener un impacto importante sobre el desarrollo
de regiones específicas.
Los desafíos del desarrollo
Los procesos de integración regional se han convertido durante la última
década en uno de los fenómenos económicos y políticos más importantes
del continente americano. H a n afectado de manera fundamental las polí
ticas económicas y el modelo de desarrollo en cada uno de los países par
ticipantes y han dado una nueva perspectiva a la inserción de la región en
la economía mundial.
El primero de ellos está vinculado a la heterogeneidad regional de la
modernización agrícola experimentada en las últimas décadas. Es indu
dable que el desarrollo tecnológico estuvo concentrado en algunos pro
ductos y regiones de gran importancia productiva para la región, pero que
de ninguna manera representan el universo de la producción agropecuaria.
Así, importantes regiones, generalmente vinculadas a pequeños productores
y economías campesinas que producen cultivos para el mercado nacional,
quedaron retrasadas y marginadas de la modernización productiva.
Las consecuencias de esto fue acentuar la marginalidad y pobreza de
sectores tradicionalmente pobres y ausentes de la vida nacional. Las ten
siones sociales y políticas que surgen de estas situaciones han estado per-
192
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M E R I C A L A T I N A
manentemente presentes en la historia del continente c o m o lo atestiguan,
por ejemplo, los conflictos centroamericanos y, más recientemente y en
forma dramática, los hechos ocurridos en México.
El segundo punto débil está representado por la creciente dificultad
de la región y especialmente por parte de los países de menor dimensión
económica para mantener un adecuado ritmo de generación y adopción
tecnológica que mantenga la competitividad internacional en el largo
plazo. Esto es consecuencia de la creciente complejidad de la ciencia apli
cada a la agricultura y su alto costo. Esta dificultad es particularmente
grave cuando se incluyen consideraciones vinculadas a la conservación del
medio ambiente y de los recursos naturales agrícolas, tema que cobra una
nueva dimensión política después de la U N C E D de 1992. Pocos países de
la región tienen la infraestructura científica y los recursos económicos
indispensables para mantener una actividad de investigación y desarrollo
suficientemente activa c o m o para asegurar la competitividad internacio
nal en un marco de conservación de los recursos naturales.
Adicionalmente, la dificultad de acceso a la información científica y
la necesidad de los países de menor dimensión económica de mantener a
nivel mundial un mínimo de transparencia y accesibilidad al conocimiento
tecnológico se ha acentuado en años recientes por la creciente participa
ción del sector privado, representado por las grandes empresas produc
toras de insumos agropecuarios que incorporan tecnologías protegidas por
patentes u otros mecanismos legales o institucionales.
El tercer punto se refiere a la debilidad de los procesos de industria
lización de la producción agropecuaria. A pesar de ciertos desarrollos
recientes, una parte m u y importante de la producción agropecuaria de la
región se exporta, c o m o bienes primarios (commodities), a mercados alta-
193
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
mente competitivos y con precios deprimidos c o m o consecuencia de la
política de protección y subsidios a la producción agropecuaria imple-
mentada por la mayoría de los países desarrollados.
Esta falta de industrialización de la producción agropecuaria limita
su capacidad para generar empleo y actividad económica y, por lo tanto,
debilita el impacto que una agricultura enciente y competitiva podría
tener en el desarrollo global de las economías de la región.
Desde la óptica del sector agropecuario es posible hacer algunas
reflexiones sobre las acciones necesarias y prioritarias que surgen de las
condiciones particulares de la producción primaria.
Primero. Los procesos de integración subregional son una fuente de cre
cimiento económico a partir de una mayor especialización produc
tiva y una expansión del comercio intraregional. E n función de ello,
es de fundamental importancia identificar tempranamente los sectores
con potencial de expansión y promover la inversión en infraestruc
tura, investigación y crédito necesarios para que la inversión privada
pueda realizarse productivamente.
Segundo. Los efectos sociales de la reestructuración económica en el sec
tor agropecuario pueden ser particularmente importantes debido a la
pobreza rural existente y a la falta de alternativas de empleo de la
población rural. Esta falta de alternativas genera pobreza y margina-
lidad, que pueden promover migraciones rurales con incidencias
económicas y políticas negativas. Es por esto que, en cuanto a los
acuerdos de eliminación de barreras arancelarias, especialmente para
productos con una significación regional, la velocidad y profundidad
de los procesos de integración deben ser cuidadosamente analizados
en cada caso particular.
194
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
Tercero. E n este nuevo contexto, los procesos de reestructuración econó
mica son inevitables y, en muchos casos, deseables para lograr un
mayor nivel de eficiencia y competitividad global en los rubros en los
que se incrementa el comercio intraregional. Sin embargo, dado que
los costos sociales asociados a esta transformación pueden ser altos,
la puesta en marcha de programas sociales que atemperen las dificul
tades económicas y sociales en el corto plazo tienen una justificación
ética pero también política. Las tensiones sociales no atendidas ade
cuadamente pueden generar procesos políticos que tornen inviables
a los propios procesos de integración y consecuentemente dificulten
la búsqueda de una mayor competitividad internacional y la posibi
lidad de una nueva inserción de América Latina en el comercio inter
nacional.
Finalmente, en un sentido más general, la búsqueda de competitividad
internacional en el contexto de los procesos de integración subregional
requiere, por parte de los países de América Latina, u n enorme esfuerzo
de desarrollo tecnológico y de formación de recursos humanos. E n estos
dos elementos reside la clave de la competitividad y del desarrollo en el
largo plazo.
195
Sección IV
197
L a i n t e g r a c i ó n
en u n c o n t e x t o p l u r i é t n i c o
y p l u r i c u l t u r a l
Néstor García C an cl in i
La integración de America Latina es un proyecto fatigado. Ya hace 500
años se hizo el primer ensayo de incluir a este continente en una economía-
m u n d o . Al instaurar métodos homogéneos de control del trabajo para
diferentes regiones se logró unificar estilos locales de producción y
consumo. La cristianización de los indígenas, su alfabetización en español
y portugués, el diseño colonial y luego moderno del espacio urbano, la
uniformización de los sistemas políticos y educacionales fueron consi
guiendo uno de los procesos homogeneizadores más eficaces del planeta.
Quizá con la excepción de los países árabes no existe otra zona donde un
número tan grande de Estados independientes compartan un mismo
idioma, una historia, una religión predominante y, además, hayan tenido
una posición más o menos conjunta en relación con las metrópolis durante
cinco siglos.
Sin embargo, esta integración histórica contribuyó poco a impulsar
un desarrollo económico consistente y a hacernos participar de forma
competitiva en el intercambio mundial. E n el área cultural, pese a la mul-
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
tiplicación de organismos integradores desde los años cincuenta ( O E A ,
C E P A L , A L A L C , etc.), ni siquiera hemos logrado establecer entre los
países de América Latina formas de colaboración duradera y de conoci
miento recíproco. Sigue siendo casi imposible encontrar libros centro
americanos en Montevideo, Bogotá o México. N o s enteramos por las
agencias de noticias estadounidenses que películas argentinas, brasileñas
y mexicanas ganan premios en festivales internacionales, pero eso no
ayuda a que sus imágenes recorran el continente. Nuestras publicaciones,
películas y obras musicales entran tan poco y tan mal en Europa y Norte
américa c o m o nuestro acero, nuestros cereales y nuestras artesanías.
Hace veinte años, el desarrollismo — c o m o otras tendencias de
modernización evolucionista— atribuían la desintegración y el atraso lati
noamericanos a los "obstáculos culturales", esas tradiciones que diferen
cian a cada región. Se confiaba que nuestras sociedades, al industriali
zarse, se modernizarían de forma homogénea y se vincularían con más
fluidez. E n parte, esto ocurrió: es más fácil comunicarnos a través de las
redes televisivas que mediante los libros, por medio del fax que por correo.
D e cualquier m o d o , persisten marcadas diferencias étnicas, regio
nales y nacionales entre los países latinoamericanos. H o y pensamos que
la modernización no va a suprimirlas. Las ciencias sociales tienden a admi
tir más bien la heterogeneidad de América Latina y la coexistencia de
tiempos históricos diversos, que pueden articularse parcialmente pero no
diluirse en un estilo de globalización uniforme [Brunner, 1992; García
Canclini, 1990]. La heterogeneidad multitemporal y multicultural no es
u n obstáculo a eliminar, sino un dato básico en cualquier programa de
desarrollo e integración.
Por supuesto, esa diversidad suscita contradicciones y conflictos.
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
U n o de los más elocuentes es el que viene ocurriendo en México a partir
del 1.° de enero de 1994. El mismo día en que entró en vigencia el Tratado
de Libre Comercio entre México, Estados Unidos y Canadá, se inició en
Chiapas una sublevación indígena que, además de cuestionar la explota
ción y la injusticia sufridas por las etnias y los campesinos de esa región,
impugna el T L C . C o m o escribiera José Emilio Pacheco, "El día en que
íbamos a celebrar nuestra entrada en el primer m u n d o retrocedimos un
siglo [. . .] Creímos y quisimos ser norteamericanos y nos salió al paso
nuestro destino centroamericano."
Encuentros y des ene u entro s
de la modernidad con las tradiciones
Para entender mejor los desafíos actuales de la pluriculturalidad en el
desarrollo latinoamericano, conviene distinguir dos modalidades: por un
lado, existe la multietnicidad; por otro, la multiculturalidad surgida de las
formas modernas de segmentación y organización de la cultura en socie
dades industrializadas.
La importancia de la multietnicidad se hace más visible en las rebe
liones y movilizaciones indias. Pero su complejidad es insoslayable en la
vida diana; muchas ramas de nuestra economía no pueden desarrollarse
sin la participación de los 30 millones de indígenas que viven en América
Latina. Estos grupos poseen territorios diferenciados, lenguas propias
(cuyos hablantes aumentan en algunas regiones) y hábitos de trabajo y
consumo que los diferencian. La resistencia de cinco siglos de los aymara
con unos dos millones y medio de personas, los mapuches con unos
700.000, los mixtéeos con más de medio millón, los mayas, los nahuas y
quichés con casi dos millones cada etnia, y los aproximadamente diez
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millones de quechuas los mantienen c o m o partes fundamentales de Chile,
Bolivia, Perú, Ecuador, Guatemala y México.
¿ Q u é representa esta multietnicidad en los procesos de moderniza
ción e integración? Al volverse más problemática la noción misma de
modernidad y acumularse evidencias de que los modelos metropolitanos
de desarrollo no son mecánicamente aplicables en América Latina, pierde
fuerza la concepción de la historia que veía a las tecnologías modernas
c o m o antagónicas de las tradiciones no occidentales. D e ahí que se preste
más atención al papel a veces positivo de las diversidades culturales en el
crecimiento económico y en las estrategias populares de subsistencia; se
acepta que la solidaridad étnica y religiosa puede contribuir a la cohesión
social, y que las técnicas de producción y los hábitos de consumo tradi
cionales sirvan c o m o base de formas alternativas de desarrollo [Arizpe,
1984].
Se va aceptando en algunas sociedades nacionales un cierto pluralismo
étnico y se construyen procedimientos de integración que admiten modos
diversos de organización económica y representación política. Por ejem
plo, los programas de etnodesarrollo aplicados en varias sociedades lati
noamericanas, la legislación que garantiza la autonomía de los indígenas
en la costa atlántica nicaragüense y las reformas jurídicas sobre cuestiones
étnicas que actualmente se gestionan en México son indicios de un pasaje
parcial del indigenismo paternalista a modalidades más autogestionarias.
Pero esos ensayos de reformulación no se cumplen sin resistencias de
élites racistas, que siguen viendo a las culturas indígenas c o m o residuos
anacrónicos o simples sobrevivencias de interés folklórico o turístico. Por
otra parte, muchos grupos indígenas se niegan a integrarse, ni siquiera en
sociedades pluralistas, porque consideran que las etnias son "naciones en
202
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
potencia", unidades políticas enteramente autónomas [Bonfil Batalla,
1993].
¿Qué posibilidades existen de que los indígenas y otras etnias sean
reconocidos de un m o d o más justo y democrático bajo la actual moder
nización globalizada? La política económica neoliberal, al acentuar en la
última década la pobreza y la marginación de los indígenas y mestizos,
agrava la migración y el desarraigo, los enfrentamientos por tierras y por
el poder político. Los conflictos interculturales y el racismo se agudizan
en muchas fronteras nacionales (especialmente en la de México con Esta
dos Unidos) y en todas las grandes ciudades del continente. Nunca ha sido
tan necesario c o m o ahora elaborar políticas educativas, comunicacionales
y de regulación de las relaciones laborales que fomenten la convivencia
democrática interétnica. E n algunos países, c o m o Perú y Colombia, el
deterioro de las condiciones económicas campesinas y urbanas es uno de
los principales soportes de los movimientos guerrilleros, de las alianzas
entre luchas campesinas y narcotraficantes, y de otras explosiones de
desintegración social. El fundamentalismo aislacionista de algunos movi
mientos étnicos o paraétnicos, c o m o el Sendero Luminoso, exaspera las
dificultades de cualquier proyecto de integración [de Gregori, 1992].
Pero, pese a los estallidos sociales con que sigue presentándose la
interculturalidad, su problemática no puede entenderse sólo en términos
de antagonismo entre dominantes y subalternos. Así c o m o existen cam
bios promisorios en las políticas de algunos gobiernos, están surgiendo
en grupos indígenas nuevos modos de relacionar críticamente sus tradi
ciones con la modernización. Algunos movimientos actuales que recla
m a n enérgicamente su autonomía cultural y política exigen a la vez que
se los integre de un m o d o pleno al desarrollo moderno. Así, por ejemplo,
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
el neozapatismo demanda que las lenguas indígenas se enseñen en las
escuelas y que la justicia sea administrada por los pueblos según sus cos
tumbres y tradiciones; al m i s m o tiempo pide que la devolución de sus tie
rras se haga dándoles "maquinaria agrícola, semillas mejoradas, fertili
zantes, insecticidas y asesoría técnica, carreteras, transporte y sistemas de
riego, que se construyan hospitales con médicos especializados y servi
cio de cirugía completa; reclaman "energía eléctrica y teléfono para sus
pueblos, y una radio indígena, manejada por indígenas, para tener infor
mación veraz de lo que ocurre a nivel local, regional, estatal, nacional e
internacional".
Si bien hay grupos étnicos que resisten su occidentalización, muchos
se apropian de los conocimientos, los recursos tecnológicos y culturales
modernos. Combinan procedimientos curativos tradicionales con la medi
cina alopática, siguen técnicas antiguas de producción artesanal y campe
sina a la vez que usan créditos internacionales y computadoras, buscan
cambios democráticos autónomos en sus regiones y una integración igua
litaria en las naciones modernas. Al menos en estos casos, las dificultades
de la integración socioeconómica no parecen deberse tanto a la incompa
tibilidad entre lo tradicional y lo moderno, c o m o a la falta de flexibilidad
de los programas de modernización, a la incomprensión cultural con que
se aplican y, por supuesto, a la persistencia de hábitos discriminatorios en
instituciones y grupos hegemónicos [de Carvalho, R . Bartra, 1989].
¿Quiénes están interesados
en qué integración?
Los dilemas de la pluriculturalidad no se reducen en este fin de siglo a los
conflictos multiétnicos, ni a la convivencia de regiones diversas dentro de
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
cada nación. Las formas de pensamiento y de vida construidas en torno a
territorios locales o nacionales son sólo una parte del desarrollo cultural.
Por primera vez en la historia, la mayoría de los bienes y mensajes que se
reciben en cada nación no se han producido en su propio territorio, no
surgen de relaciones peculiares de producción, ni llevan en ellos, por lo
tanto, signos que los vinculen exclusivamente con regiones delimitadas.
Proceden, en cambio, de un sistema transnacional, desterritorializado, de
producción y difusión.
Desde los años cincuenta, la principal vía de acceso a los bienes cul
turales, además de la escuela, son los medios electrónicos de comunicación.
E n las ciudades grandes y medias entre el 80 y el 95% de los habitantes
tienen radio y televisión. Según el Informe sobre la comunicación en el
mundo [ U N E S C O , 1990], los países latinoamericanos transmiten en pro
medio más de 500.000 horas anuales de televisión, mientras las naciones
latinas de Europa sólo difunden 11.000. La proporción de videocaseteras
en Argentina, Perú, Colombia, Venezuela y México (más de 30 por ciento
de los hogares), es superior a la de Bélgica (26,3%) e Italia (16,9%) [Ron-
cagliolo, 1993; García Canclini, 1993].
E n el consumo audiovisual no somos países subdesarrollados, pero
sí en la producción endógena para los medios electrónicos. Aproximada
mente el 70% de las películas difundidas por la televisión, las salas de cine
y los videoclubes en Argentina, Brasil, México y Venezuela provienen de
los Estados Unidos. E n los demás países, con menor industria comunica-
cional, la representación de las culturas nacionales en las propias panta
llas es aún más baja, se ve m u y poco de otros países latinoamericanos, y
es mínima la capacidad de comunicar a los demás la propia cultura. Para
entender este desacuerdo entre nuestro exuberante consumo y la raquí-
205
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
tica producción audiovisual propia hay que analizar c ó m o se comportan
los principales responsables de la cultura.
1. Las políticas culturales de los Estados siguen centradas en la pre
servación de patrimonios monumentales y folclóricos, y en promover las
artes cultas que están perdiendo espectadores (plástica, teatro, música clá
sica). Las acciones públicas respecto de las industrias electrónicas se redu
jeron al privatizar radios, canales de televisión y otros circuitos de difu
sión masiva, en los cuales se había intentado apoyar —casi siempre con
poco éxito— acciones artísticas e informativas que representaran la diver
sidad cultural.
2. E n cambio, las grandes empresas privadas transnacionales, (las
estadounidenses, pero también Televisa y Rede Globo), se dedican desde
hace décadas a los medios de comunicación más rentables y de mayor
influencia, se especializan en transmitir y adaptar los mensajes de la cul
tura transnacional a los códigos de recepción nacionales y regionales.
Logran así una intensa penetración en la vida familiar y se convierten en
los principales organizadores del entretenimiento y de la información
masiva.
3. Las acciones culturales de los organismos internacionales y las
impulsadas por las reuniones de ministros de cultura reproducen a escala
latinoamericana la concepción de los Estados, que prioriza la alta cultura,
el patrimonio monumental y folclórico. D a n preferencia a una visión pre-
servacionista de la identidad y a u n enfoque de la integración basado en
los bienes de instituciones culturales tradicionales. U n ejemplo: de los 67
proyectos reconocidos por la U N E S C O c o m o actividades del "Decenio
Mundial para el Desarrollo Cultural" en América Latina en el bienio
1990-1991, 28 versaron sobre preservación del patrimonio cultural,
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
17 sobre la participación en la vida cultural y el desarrollo, 10 sobre la
dimensión cultural del desarrollo, 8 sobre el estímulo a la creación y a la
actividad en el campo de las artes, 3 sobre la relación entre cultura, cien
cia y tecnología, y sólo uno se refiere a los medios de comunicación masi
vos [Calderón, Hopenhayn, 1994].
Algunos gobiernos latinoamericanos han firmado acuerdos recientes
para que las aduanas aligeren los intercambios de libros, obras de arte y
antigüedades. También se crearon programas de cooperación, entre los que
cabe destacar la Biblioteca Ayacucho y la Biblioteca Popular de Latino
américa y el Caribe, la serie Periolibros de suplementos periodísticos con
obras de prominentes escritores y artistas plásticos, la decisión de crear un
Fondo Latinoamericano de las Artes y otro para el Desarrollo de la Cul
tura, Cátedras Latinoamericanas y Casas de la Cultura Latinoamericana
y Caribeña en cada país. Todos estos son claros avances en el conocimiento
recíproco de las naciones del continente. Pero tales medidas se limitan al
campo de la alta cultura escrita y a las artes plásticas y musicales.
Mientras tanto, los estudios del consumo cultural en grandes ciudades
latinoamericanas realizados por el Grupo de Políticas Culturales de
C L A C S O revelan que el sector vinculado con estas manifestaciones consi
deradas en las políticas oficiales no supera el 10% de la población [Catalán,
Sunkel, 1990; García Canclini, 1993; Landi y otros, 1990]. Sin duda, es
necesario expandir aún más el apoyo a la literatura y a las artes no indus
trializadas, pero a fines del siglo X X no parece convincente decir que esta
m o s promoviendo el desarrollo y la integración cultural si carecemos de
políticas públicas para los medios de comunicación de masas en que se
informa y se entretiene el 90% de los habitantes del continente.
4. Por otros circuitos, los de las O N G s y de artistas y comunica-
207
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
dores independientes, también se movilizan recursos culturales, desde los
tradicionales saberes artesanales hasta los programas radiofónicos y de
vídeo. C o n escasos fondos locales y mucho trabajo gratuito, a veces con
subsidios de universidades y de fundaciones internacionales, se vienen
organizando festivales, exposiciones y talleres internacionales, redes de
programas audiovisuales alternativos, revistas y libros en los que se docu
menta el desarrollo cultural. Según un registro del Instituto para América
Latina, hay más de cinco mil grupos de educación, producción cultural y
comunicación independiente en nuestra región. Valoramos sus aportes
para la formación y organización de sectores populares en defensa de sus
derechos, para documentar sus condiciones de vida y su producción cul
tural. Pero, en general, sus acciones son de alcance local y no pueden
actuar c o m o sustitutos de lo que los Estados no hacen. Estos grupos inde
pendientes casi nunca llegan a los escenarios masmediáticos para influir
sobre los hábitos culturales y el pensamiento de las mayorías.
La desarticulación existente entre los Estados, las empresas y los
organismos independientes tiene c o m o consecuencia que, en lugar de un
desarrollo multicultural representativo de los países latinoamericanos, se
acentúe la segmentación y la desigualdad en los consumos, se empobrezca
la producción endógena y su papel en la integración internacional. E n los
últimos años, la reducción de las inversiones públicas y el debilitamiento
de la acción privada nos colocan ante esta paradoja: se promueve mayor
comercio entre los países de América Latina y de éstos con las metrópo
lis cuando producimos menos libros, menos películas y menos discos. O
sea, se impulsa la integración en el momen to en que tenemos menos para
intercambiar y el deterioro de los salarios disminuye el consumo de las
mayorías.
208
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
La radio sigue teniendo el papel protagónico que desempeña desde
hace décadas c o m o unificadora de las regiones de cada país, y a veces de
diferentes naciones. Pero en los circuitos de cine y televisión, donde la
"integración" continental queda a cargo de la programación estadouni
dense y de Televisa, circula un imaginario internacional que admite sólo
escasas representaciones pintoresquistas de las culturas regionales. Las
políticas mercantiles de entretenimiento, guiadas sólo por la masividad del
rating, dejan cada vez menos espacio a la información pluricultural, al pen
samiento crítico y a la representación diversificada de las artes latinoame
ricanas.
La situación es aún más dramática en el campo de las tecnologías
avanzadas y de las autopistas de la comunicación: satélites, computado
ras, fax y los demás medios que suministran la información, el know bow
y la cultura para tomar decisiones e innovar. La subordinación de los
países latinoamericanos se agudizará al eliminar los acuerdos de libre
comercio, los aranceles a la producción extranjera y los pocos subsidios
al desarrollo tecnológico local. U n a mayor dependencia cultural y cientí
fica en las tecnologías comunicacionales de punta, que requieren altas
inversiones financieras, y a la vez generan innovaciones más rápidas, nos
volverá más vulnerables a los capitales transnacionales y a las orientaciones
culturales generadas fuera de la región. E n esta área, la multiculturalidad
procede no tanto de tradiciones históricas diversas sino de la estratifica
ción engendrada por el desigual acceso de los países y de los sectores
internos de cada sociedad a los medios avanzados de comunicación.
¿Cuál puede ser en el futuro la presencia en el mercado internacio
nal y la capacidad de autogestión de un continente c o m o el latinoameri
cano, con una población que supera el 8% de la población mundial, mien-
209
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
tras sólo participa con el 6% del producto interno bruto del planeta, el
3,2% de la producción de bienes de capital, 2,5% de los ingenieros y
científicos que trabajan en I & D y 1% de los recursos gastados mundial-
mente en este m i s m o campo ?
Propuestas para la integración cultural
en tiempos de libre comercio
La integración pluricultural de América Latina y el Caribe en este fin de
siglo requiere reformas constitucionales y políticas que garanticen los
derechos de los diferentes grupos en las actuales condiciones de globali-
zación, y que promuevan la comprensión y el respeto de las diferencias en
la educación y en las interacciones tradicionales. Pero, es responsabilidad
de los organismos públicos desarrollar también programas que faciliten la
información y el conocimiento recíproco en las industrias culturales que
comunican a los diversos pueblos y a los diferentes sectores de cada pue
blo: la radio, la televisión, el cine y el vídeo.
D e b e n encararse políticas tendientes a formar un espacio audiovisual
latinoamericano. E n una época en que las películas, el vídeo, los discos y
otras formas masivas de comunicación no pueden recuperar sus altos cos
tos circulando sólo dentro del propio país, la integración latinoamericana
es un recurso indispensable para extender los mercados y hacer posible la
producción propia. Señalo tres propuestas que ejemplifican lo que podría
ser esta política:
a) Formar mercados comunes latinoamericanos de libros, revistas, cine,
televisión y vídeo, con medidas concretas que fomenten las produc
ciones y favorezcan la libre circulación de los bienes culturales. (Los
pasos dados en este sentido, más declarativos que prácticos, eviden-
210
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
cian la necesidad de diagnósticos m á s ajustados sobre los hábitos d e
c o n s u m o de los países latinoamericanos y d e políticas públicas m á s
decididas.)
b) Fijar cuotas mínimas de tiempo de pantalla, de emisión de radio y de
otros bienes culturales latinoamericanos en cada país de la región.
(Nótese que no sugerimos reincidir en la estrecha política que fijaba
50% para la música y el cine nacionales; esta nueva sugerencia se ins
pira en la ley establecida por España en diciembre de 1993 que,
tomando en cuenta las condiciones regionales de producción y cir
culación, establece que los cines de ciudades con más de 125.000 habi
tantes deben proyectar un 30% de cine europeo). La promoción de
un mercado latinoamericano de bienes culturales será ineficaz si no
se acompaña con medidas que protejan esa producción en la circula
ción y el consumo.
c) Crear u n F o n d o Latinoamericano de Producción y Difusión A u d i o
visual. Su papel sería aportar financiamientos parciales para p r o d u c
ciones de cine, televisión y vídeo; coordinar ágilmente a los organis
m o s estatales, empresariales y asociativos; imaginar nuevos canales de
distribución (circuitos de videotecas, programas culturales de alta cali
dad y atracción masiva para las televisoras nacionales y regionales,
una señal de cable latinoamericano, etc.) [Garretón, 1994; Litín, 1994].
L o s acuerdos de libre comercio cultural n o deben realizar una apertura
indiscriminada, sino tomar en cuenta los desarrollos desiguales de los sis
temas nacionales, así c o m o la protección de los derechos de producción,
comunicación y c o n s u m o de las etnias y los grupos minoritarios. E s nece
sario regular la participación de capital extranjero, incluso de los países
latinoamericanos m á s poderosos, o de transnacionales con sede en la
211
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
región, a fin de evitar que las corporaciones monopolísticas ahoguen las
industrias culturales de los países más débiles. Pero más que restricciones,
es preciso buscar convenios de colaboración que equilibren las relaciones
entre "los países netamente exportadores (Brasil, México), incipiente
mente exportadores (Argentina, Chile, Venezuela) y netamente importa
dores (el resto)" [Roncagliolo, 1993].
Dentro de cada nación sólo puede esperarse un desarrollo multicul
tural democrático si se establecen condiciones favorables para la expan
sión de radios y televisiones regionales, de grupos étnicos y minorías o, al
menos, tiempos de programación en que las diferentes culturas puedan
expresarse, sujetándose más al interés público colectivo que a la rentabi
lidad económica.
Para promover tales políticas hay que reformular el papel del Estado
y de la sociedad civil c o m o representantes del interés público. Se ha dicho
que es necesario acabar con los Estados populistas sobreprotectores para
reducir riesgos centralistas, clientelistas y de corrupción burocrática. Pero,
tras una década de privatizaciones, no vemos que las empresas privadas
hagan funcionar mejor los teléfonos, ni las aerolíneas, ni eleven la calidad
de los programas en las radios y televisiones. M á s que encerrarnos en el
dilema Estado/mercado, es necesario desarrollar políticas que coordinen
a los diversos actores participantes en la generación e intermediación cul
tural. N o se trata de restaurar al Estado propietario, sino de repensar el
papel del Estado c o m o arbitro o garante de que las necesidades colectivas
de información, recreación e innovación no sean subordinadas siempre al
lucro. El mercado, c o m o dice Alain Touraine [Touraine, 1993] "no consti
tuye un principio de construcción ni de gestión de la vida social". Para
superar los riesgos del intervencionismo estatal y la frivola homogenei-
212
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
zación del mercado sobre las culturas es necesario salir de la opción entre
uno y otro dando espacios para que surjan múltiples iniciativas de la socie
dad civil: movimientos sociales, grupos artísticos, radios, televisiones inde
pendientes, sindicatos, agrupaciones étnicas, asociaciones de consumi
dores, de radioescuchas y televidentes. Sólo la multiplicación de actores
puede favorecer el desarrollo cultural democrático y la representación de
múltiples identidades. El nuevo papel de los Estados y de los organismos
internacionales ( U N E S C O , O E A , S E L A , A L A D I , etc.) consistiría en
reconstruir el espacio público, entendido c o m o colectivo y multicultural,
para que en él los diversos agentes culturales (los propios Estados, las
empresas y los grupos independientes) negocien acuerdos que desarrollen
los intereses públicos y la convivencia pluricultural.
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215
A x i a l ,
u n a es t ra teg ia cu l tu ra l
de d e s a r r o l l o
Guillermo Sequera
La destrucción alarmante de los bosques en Paraguay conduce inexora
blemente a la desintegración de esquemas tradicionales de autosubsis-
tencia campesina e indígena, basados, en otros tiempos, en una gestión
sabia y equilibrada de la fauna y la flora. Sus consecuencias son elo
cuentes:
• U n a dependencia cada vez m á s acentuada de las poblaciones locales
hacia una agricultura agroexportadora incontrolada (algodón, tabaco,
soja), donde los precios fluctuantes del mercado internacional endeu
dan a los pequeños productores hasta la asñxia.
• Presión en las comunidades para convertirse en cómplices de la des
trucción de su propio entorno.
• Rechazo por parte de jóvenes generaciones a sus principios de ética
tradicional ambiental, adhiriéndose a valores que denigran su propia
cultura.
• Tendencia acusada de indígenas a venderse c o m o m a n o de obra
barata.
216
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Si añadimos a este primer diagnóstico, la inoperancia de instituciones del
Estado, que no asumen su responsabilidad de mejorar servicios vitales del
país (agua potable, sanidad, educación, caminos, electricidad, etc.), c o m
prendemos fácilmente que la degradación de las condiciones de existen
cia de los sectores más desfavorecidos pueda engendrar conflictos sociales
de un impacto impredecible. Recordamos —hecho inimaginable para
muchos en Paraguay— que los pequeños productores campesinos de
algodón están paralizando las rutas del interior para reivindicar un mejor
precio de dicho rubro.
E n este contexto socioeconómico, los miembros fundadores de
Axial, etnólogos de profesión, convivieron durante m u c h o tiempo (desde
la década de los setenta) con comunidades autóctonas, iniciándose en el
aprendizaje de lenguas vernáculas. Testigos impotentes del drama vivido
por las poblaciones locales, los etnólogos de Axial pasaron a ser interlo
cutores privilegiados de dichas comunidades, quienes apelaron a Axial de
manera insistente para encontrar —con y para ellas— soluciones a su
propia situación. Axial, constituida desde 1989 por etnólogos, trabaja
dores sociales y técnicos agroforestales, busca encontrar remedios a esos
males.
Animados por una amistad real y confianza mutuas, Axial sugiere a
las comunidades campesinas e indígenas que sólo a partir de resultados de
trabajos cualitativos —tangibles e incontestables—, tendrían argumentos
valederos para comprometer a las instituciones estatales a responderles,
para llamar la atención y obtener el apoyo necesario de instancias y orga
nismos internacionales.
Fortalecidos por ese gran capital de confianza de campesinos e indí
genas, la propuesta de Axial debería no sólo fomentar la adhesión volun-
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
taria de las poblaciones desfavorecidas, sino también proyectar su propia
capacidad de movilización y dinamismo en la participación social.
Al poco tiempo, emergió la idea de que u n programa socioeconó
mico, profundamente enraizado en la defensa del patrimonio natural y de
la identidad cultural de poblaciones locales, debería conjugar u n modelo
alternativo, suficientemente cualitativo e incitativo, para perdurar e iniciar
programas sin otros recursos que los fondos propios y limitados de Axial
y de las propias comunidades.
Por tanto, Axial y las poblaciones locales se vieron obligadas a bus
car una vía de desarrollo que no sólo evoque teóricamente la dimensión
cultural, sino que haga de la cultura la fuerza motriz, la condición viable
de un desarrollo cualitativo y h u m a n o .
Axial propulsó así un programa económico representado en la justa
combinación de sabidurías y técnicas tradicionales campesinas e indíge
nas, en la gestión del entorno natural. Se trataba de un programa síntesis
de prácticas de autosubsistencia y alternativas económicas prometedoras,
armonizando la rica y variada tradición autóctona con técnicas modernas
apropiadas: injertos, cultivos alternados con curvas de nivel, control y
manejo natural de plagas, conservación de germoplasma nativo, puesta en
marcha de programas policulturales y de agrosilvicultura (productos
biológicos de consumo, uso cosmético y medico de plantas y árboles, uti
lización agroalimentaria —jaleas, conservas, harinas— de recursos sil
vestres, etc.), ordenamiento sostenido y sustentable de los recursos fores
tales no leñosos, gestión agroecológica (protegiendo el potencial biológico
del suelo) y creación de museos comunitarios.
D e esa manera, sobre la base de una experiencia piloto y de los resul
tados obtenidos con cuarenta familias de Capi'ivary, cuidadosamente eva-
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
luados por una misión de expertos de la Administración Nacional de
Electricidad ( A N D E ) , esta institución estatal aceptó los términos de un
trueque original propuesto por Axial. Los términos eran los seguientes:
estensión de la red eléctrica, por parte de la A N D E y costeada por ella
(extensión reclamada hasta entonces en vano por falta de medios de la
comunidad de Capi'ivary), a cambio de lo cual 700 familias, en una pri
mera etapa, se comprometían a rehabilitar y proteger el medio ambiente
y a asumir obligaciones en: a) toda acción de protección y recuperación
de los bosques nativos del Paraguay (situados en las fincas de campesinos
minifundistas); b) conformación de viveros comunitarios; c) reforesta
ción con especies nativas en las fincas campesinas y con un mínimo de 300
árboles nativos plantados por cada familia; y d) arborización de áreas de
uso público: caminos, escuelas, parroquias, canchas de fútbol.
Desde entonces, miles de nuevas familias campesinas de Capi'ivary
adhirieron al prototipo de desarrollo Axial espontáneamente y entusias
madas por la calidad de la propuesta. Las cifras hablan por sí solas: en la
actualidad, más de 3.000 familias participan activamente en los programas,
lo que constituye una cobertura de impacto sobre 30.000 hectáreas. Sin
embargo, a partir de un censo socioforestal realizado, se detectó un pro
medio de una hectárea de bosque protegido por familia que, sumado a la
participación de 700 familias en una primera fase del convenio con la
A N D E , resulta en 700 hectáreas de bosques protegidos.
Mecanismos y funcionamiento
Axial promueve la organización de los Comités de Desarrollo Cultural
( C D C ) en comunidades campesinas e indígenas, donde se debaten, c o m
parten y orientan los objetivos y actividades. Cada Comité, cuyos diri-
219
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
gentes son elegidos por las familias que lo convocan (de 30 a 60 familias
por Comité), es la organización responsable de comunicar, informar y
capacitar a las familias que lo integran para la realización de los compro
misos.
Axial lleva a cabo programas de investigación, capacitación y exten
sión. El programa de investigación diagnostica las funciones de interacción
entre naturaleza y cultura que se estiman serán de valor. El programa de
capacitación pone énfasis en el intercambio de sabidurías tradicionales y
modernas entre indígenas-campesinos-técnicos. Se tiene en cuenta el
importante papel que juega la solidaridad intercomunitaria en la capaci
tación y extensión de las experiencias. El programa de extensión busca
resultados prácticos a corto, mediano y largo plazo que permitan situar al
proyecto c o m o u n proyecto económicamente viable y ecológicamente
factible.
Actividades
Se realiza un censo socioforestal en las fincas campesinas y en terrenos
indígenas a fin de detectar la situación real de los bosques remanentes en
dichas áreas. Esto permite obtener información que determinará el grado
de impacto ambiental, y c ó m o realizar una campaña de educación a fin de
responsabilizar a dichos sectores en la puesta en marcha de toda acción de
protección de los bosques.
El impacto es inmediato y positivo en la desarticulación de presiones
referidas al carbón o la explotación irracional de maderas preciosas que se
ejercen sobre estas comunidades por parte de comerciantes inescrupulo
sos. Otra actividad importante es el enriquecimiento de los bosques,
donde campesinos e indígenas comprenden que Jos árboles pueden c u m -
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
plir un papel alimentario y económico si producen en soto-bosque café,
papaya, pina, yerba mate, palmitos, etc.
V i v e r o s c o m u n i t a r i o s y f a m i l i a r e s
Estos viveros son creados en las escuelas rurales, o donde la comunidad
lo considere conveniente. Constituyen puntos de encuentro, capacitación
y relación afectivo-comunitaría. E n la gestión y administración de los
mismos participan adultos, niños y jóvenes. La comunidad debe aportar
m a n o de obra y cuidados culturales, así c o m o el perímetro y la carga de
plantíos necesarios definidos por Axial y las comunidades. Debe enten
derse que la realización y mantenimiento de dichos viveros no demanda
u n presupuesto elevado: primeramente, la recolección de semillas de
árboles nativos es realizada colectivamente en el entorno del área del
proyecto, después, las comunidades colaboran en la perforación de pozos
de riego.
Cada familia miembro debe aportar una cierta cantidad de plantíos
para obtener una carga máxima de 20.000 plantas nativas en los viveros
comunitarios. Cada vivero posee plantas de uso medicinal, frutales, fores
tales y ornamentales. L a selección de las especies depende exclusivamente
de la relación e importancia cultural que le asignan los indígenas y cam
pesinos. Los viveros familiares son constituidos bajo decisión voluntaria
y por efecto multiplicador del rol social que los viveros comunitarios
cumplen.
La reforestación es llevada a cabo en las fincas campesinas y propie
dades indígenas, bajo un compromiso mínimo de 300 árboles nativos por
cada finca entre 3 y 10 hectáreas.
La arborización es realizada en el entorno de escuelas, parroquias y
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
canchas de fútbol, así c o m o en caminos y áreas de uso público. El sector
educativo, religioso y deportivo cumple un papel protagónico en las socie
dades latinoamericanas, por lo cual Axial estima importante asociar a
estos sectores en una ética ambiental, a nivel local, regional o nacional.
Las cortinas rompevientos y la reforestación en áreas de reservas
dependientes del Estado son establecidas de c o m ú n acuerdo con organis
m o s gubernamentales (municipalidad, gobernación), y dependiendo de las
necesidades ambientales. Esta actividad se lleva acabo c o m o contrapartida
comunitaria en la negociación de canje de deuda social del Estado por eco
logía comunitaria. Esto permite, a la vez, romper con el estereotipo de que
los campesinos e indígenas son los principales culpables de la deforesta
ción de áreas boscosas, así c o m o realzar la estima de los sectores margi
nados en un rol preponderante de recuperación y preservación del patri
monio cultural y natural. Al fin de cuentas y en cualquier país son estos
sectores los que podrán realizar efectivamente programas de reforestación
y de recuperación, dado el alto nivel de conocimientos y técnicas que
poseen, así c o m o la valoración justa de los especies vegetales y animales.
Axial fomenta la responsabilidad individual, familiar y comunitaria
de los propios interesados en la puesta en marcha de los programas de
monitoreo y evaluación. Se establecen mecanismos de control a diversos
niveles para obtener resultados exitosos y fortalecer dichos programas.
Esto m i s m o ayuda al efecto multiplicador y a la adhesión voluntaria de
otras comunidades. Los promotores de base, formados por Axial, reali
zan reuniones técnicas y monitoreo c o m o una forma de afirmar la res
ponsabilidad de cada u n o en la proyección de la iniciativa y de los c o m
promisos.
N o está demás señalar que, para dar mayor realce y prestigio a la res-
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
ponsabilidad comunitaria, Axial propone la creación de una comisión fis-
calizadora, formada por representantes de las comunidades, Axial, orga
nismos gubernamentales con los que se realizó el canje y representantes
de organismos internacionales. Esta comisión se forma de común acuerdo
entre las partes y con un acompañamiento e información a través de los
medios de comunicación.
E n conclusión, pensamos que esta experiencia, desarrollada en Para
guay y basada en resultados concretos, merecería toda la atención c o m o
una contribución concreta para resolver los problemas que aquejan a los
países de América Latina y el Caribe.
223
Secc ión V
225
I n t e g r a c i ó n p o l í t i c a :
¿ u t o p í a
o p o s i b i l i d a d r e a l ?
Héctor Gros Espié II
Este informe no pretende, ni puede pretender, constituir un estudio gene
ral y completo sobre la eventual integración política de Iberoamérica, su
realismo o irrealismo, su viabilidad o imposibilidad, su deseabilidad o su
inconveniencia.
Sólo puede ser un aporte, limitado y concreto, al tema en función de
la situación actual y de su previsible evolución, con una presentación enu
merativa de cuestiones para desbrozar el camino y facilitar el análisis.
U n a primera aclaración se impone. Es necesario preguntarse si la
integración política de la que hablamos constituye un planteamiento
referido sólo a Iberoamérica o, por el contrario, incluye a España y a
Portugal.
Para intentar una respuesta hay que considerar que España y Portu
gal pertenecen a un sistema de integración, la Unión Europea (desde la
entrada en vigencia del Tratado de Maastrich), que sucede a la C o m u n i
dad Europea a la que no pueden pertenecer los países iberoamericanos.
Del mismo m o d o que en los diferentes regímenes de integración existentes
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
en América ( A L A D I , M E R C O S U R , Pacto Andino, N A F T A ) no pueden
participar los países ibéricos.
¿Hay que extraer de esto que es imposible encarar la posibilidad de
toda forma o tipo de integración entre Iberoamérica, España y Portugal?
N o . Esa imposibilidad no existe. Pero esta respuesta hay que matizarla y
precisarla para que sea correcta y veraz.
N o pueden existir formas institucionales de integración económica,
pero pueden organizarse sistemas de cooperación y coordinación en la
materia entre Iberoamérica, España y Portugal.
N o pueden haber tipos institucionales de integración política incom
patibles con los tratados vigentes. Pero, c o m o veremos, el concepto de
integración es amplísimo, y por su naturaleza misma, abierto a evolución.
Es por ello que nada impide la existencia de formas de cooperación y de
coordinación económica y política, calificadas c o m o de tipo integratorio,
siempre que no violen el derecho internacional y el derecho constitucio
nal vigente en los países ibéricos y en América Latina.
La idea de una Comunidad Ibérica de Naciones, por ejemplo —ade
lantada en varias ocasiones—, constituye una forma atípica y sai generis,
aún no precisada ni delimitada, de integración.
Hecha esta aclaración, que deja abierto un posible camino de
integración sobre el océano, volvamos al punto concreto que debe ser
encarado, es decir, la cuestión de la eventual integración política de
Iberoamérica.
El concepto de integración no es fácil de precisar. La integración, acción
y efecto de integrar, se da cuando las partes constituyen un todo, cuando
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L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
se produce la incorporación a un grupo para formar parte de él. Estas acep
ciones del Diccionario de la Real Academia Española responden bien al
concepto técnico —económico, político, social y cultural— de integra
ción, nacido y desarrollado m u c h o después en diversas corrientes del pen
samiento internacional de fines de la segunda guerra mundial.
Cualquiera que sea la acepción que se tome, es evidente que la idea
de la integración no es concreta ni específica, ni se supone c o m o conte
nida en una materia necesaria y excluyeme de otras, ni requiere una forma
o una estructura jurídica o institucional determinada.
La integración es una idea, originada en requerimientos y necesi
dades surgidos en un determinado m o m e n t o del proceso histórico, que
puede cubrir diferentes materias y puede adoptar formas diversas, siempre
cambiantes, en función de los elementos condicionantes que resulten de
la historia, de la realidad presente y de los objetivos o fines, ellos mismos
cambiantes, que se quieren alcanzar.
Por eso hay que partir del hecho de que la integración económica no
es la única materia de integración posible. Si bien es cierto que es el fenó
m e n o de la integración económica el que domina los procesos de integra
ción que han surgido y se han desarrollado en los últimos años, no es
menos cierto que pueden concebirse y alcanzarse proyectos integracio-
nistas en otras áreas. Del mi smo m o d o , hay que tener en cuenta que la inte
gración económica genera o provoca en ocasiones la integración social,
cultural o política, sin olvidar que, a su vez, la existencia de ciertas condi
ciones o presupuestos sociales, culturales o políticos están en la base de los
procesos de integración económica.
La integración económica, intelectual y jurídicamente considerada
puede adoptar las más diversas formas. La Zona de Libre Comercio, la
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
Unión Aduanera, el Mercado C o m ú n y la U n i ó n Económica, son formas
conocidas, que el derecho y la práctica han ido modelando y precisando.
Pero han existido históricamente otras formas y en el futuro se diseñarán
aun otras, en función de los impredecibles caminos de la evolución
humana.
Toda integración económica supone y se fundamenta en un proyecto
político. Ir hacia la integración económica es, en sí m i s m o , un objetivo
político. Y los medios para lograr la integración económica son políticos
y jurídicos. Por eso no es posible contraponer, c o m o cosas opuestas y dis
tintas, la integración económica y la integración política.
Por lo demás, todos los procesos de integración económica existentes
actualmente parten de la existencia de una ideología y de una institucio-
nalidad política c o m ú n en los Estados involucrados. Esto es así en Europa.
L o fue en el proceso que llevó a la formación de la Comunidad Europea
y lo es, de una manera igualmente clara y radical, en la Unión Europea del
Tratado de Maastrich. Y lo es, aunque de una manera menos formal, en
los procesos de integración económica existentes en Sudamérica. El tema,
en el M E R C O S U R por ejemplo, si bien no está incluido en el Tratado de
Asunción, ha sido objeto de pronunciamientos posteriores del Consejo,
reunido a nivel de Jefes de Estado. Y podrían citarse otros ejemplos.
Sin embargo, hecha esta precisión, es necesario reconocer que cuando
se habla de integración política no se está refiriendo a los elementos polí
ticos de la integración económica, sino a u n tipo de integración cuya mate
ria es la política, es decir la estructura institucional, en el marco de una idea
dirigida a superar la forma política tradicional del Estado, para llegar a un
sistema, a u n régimen supranacional en lo político.
Esta es la acepción generalmente aceptada del concepto de "integra-
230
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
ción política". Sin embargo, c o m o luego precisaré, creo que es posible
concebir formas más laxas de integración que, por lo menos inicialmente,
no impliquen la supranacionalidad, ni desdibujamiento de la idea del
Estado y la transferencia de la casi totalidad de las competencias de los
gobiernos nacionales
¿ Q u é significa, entonces, integración política? Partiendo de lo ante
riormente dicho, la integración política se dirige a que varios Estados —
vinculados por presupuestos y elementos comunes, de carácter econó
mico, social, histórico, tradicional o cultural— converjan hacia la
constitución de un "todo" formado por ellos. Pero, ni este "todo" debe
tener necesariamente una forma institucional predeterminada, en función
de los modelos que la evolución histórica nos muestra, ni el proceso inte-
gracionista está previamente fijado, ni el contenido, total o parcial, de la
integración política está predeterminado.
Es decir, que los procesos, las formas y los contenidos de la integra
ción política no son fijos, invariables y precisos. Por el contrario, pueden
escogerse los más diversos caminos y encararse de diferentes maneras —
sin estar condicionado por los modelos existentes— y llenar las formas con
el contenido político adecuado a la realidad condicionante y al objetivo
deseable en un m o m e n t o determinado.
Integrarse políticamente no significa, necesariamente, pasar a consti
tuir una unión real, una confederación o una federación, dentro de las for
mas conocidas en la historia de los sistemas políticos y en el derecho
constitucional comparado.
Puede revestir estas formas, pero también otras. Por ejemplo, formas
atípicas de coordinación y armonización política, constituyen —y sobre
todo pueden llegar a constituir— posibles vías de integración política.
231
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
La obligación de la organización interna en base a la aceptación y
respeto de la democracia representativa, la garantía regional de los dere
chos humanos, el control internacional regional de la libertad de los pro
cesos electorales y de la pureza de las elecciones y la coordinación con vis
tas a una política exterior c o m ú n , c o m o la que cierta forma ha venido
realizando el G r u p o de Río, son expresiones de un enfoque político inte-
gracionista, que supone la existencia de elementos de integración y que,
si se dan otras condiciones, puede conducir a formas más evolucionadas,
precisas y concretas de la misma.
Así encarada, con esa para mi necesaria latitud, creo que pueda afir
marse que es deseable avanzar en el camino de la futura integración polí
tica iberoamericana.
E n Iberoamérica, en los Estados y en los pueblos que la integran, hay
evidentes elementos de unidad y de comunión. La historia, las tradiciones,
la conciencia colectiva, la proximidad de las dos lenguas dominantes, el
español y el portugués, la idea del hombre, de sus derechos y deberes, son
algunos de estos elementos. A ellos se une el precedente de los procesos
de integración económica y de su deseable y futura convergencia. También
la convicción de que el m u n d o del mañana será un m u n d o de coexisten
cia y confrontación de grandes espacios económicos y políticos.
Pero no pueden olvidarse los elementos de diversidad. Las diferen
cias políticas, económicas y sociales son m u y grandes en el interior de Ibe
roamérica. N o es el caso enumerar estos elementos, de todos conocidos y
de todos comprendidos, pero si hay que tener conciencia de ellos, c o m
prender su importancia y valorar su significación.
Pese a ello, sabiendo que hoy es imposible pensar en formas de inte
gración política institucionalizada que supongan uniones políticas
232
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
construidas sobre la eliminación o supresión de los Estados existentes, rei
tero que creo que es posible avanzar prudentemente en el camino de la
integración política de Iberoamérica adoptando inicialmente formas de
coordinación y armonización que vayan cubriendo espacios de la política
interna y de la política externa.
El desarrollo y el éxito de los procesos en curso de integración económica
en Iberoamérica, la integración física (puentes, caminos, vías navegables,
transportes terrestres, fluviales y marítimos), la defensa c o m ú n del sistema
ecológico, que no conoce fronteras, y los elementos jurídicos internacio
nales ya enunciados, son presupuestos conceptuales y materiales, incluso
en una consideración histórico-cronológica, de la integración política.
Ciertas formas de coordinación y armonización política pueden tempo
ralmente coexistir con el desarrollo de los procesos de integración econó
mica, pero no es posible avanzar en lo político sin fundarse en la realidad
económica, aunque el objetivo político constituye, a su vez, el elemento
que impulsa y motiva a la integración económica.
La integración económica, cuando llega a sus etapas finales, implica nece
sariamente la adopción de medidas que entran en el c a m p o político. La
coordinación de las políticas macroeconómicas de los Estados partes y la
política monetaria c o m ú n son un claro ejemplo de esto.
El límite entre la integración económica y la integración política es
impreciso, indefinido y cambiante. Toda integración económica, en un
determinado grado de su desarrollo, se proyecta e invade el campo polí
tico. Y toda integración política supone y requiere la integración económica.
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V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
C u a n d o la integración económica adopta formas de supranacionali-
dad y cuando existe un derecho comunitario, distinto al derecho interno
y el derecho internacional, esa integración es política, aunque la materia
política cubierta por la integración sea limitada y parcial.
La existencia de instituciones de tipo parlamentario en los procesos
de integración (Parlamento Europeo en la Unión Europea; Parlamento
Andino en el Pacto Andino; Comisión Parlamentaria Conjunta en el
M E R C O S U R ) es ya, en sí misma, una prueba de la existencia de un
embrión de integración política.
Naturalmente este embrión está m u c h o más desarrollado cuando,
c o m o es el caso del Parlamento Europeo, los integrantes del Parlamento
son elegidos directamente por el cuerpo electoral. Pero aun en los casos
en que no existe esta elección directa y son designados por los respecti
vos Parlamentos nacionales, la existencia de órganos parlamentarios en los
sistemas de integración económica constituye la inserción de un elemento
político, que además de lo que significa en sí mismo, casi seguramente pro
vocará un proceso hacia formas más claramente tipificadas c o m o integra
ciones de tipo político.
¿Es la integración política de Iberoamérica una utopía o constituye una
posible realidad futura?
Para contestar bien esta pregunta, para encarar la respuesta a este
dilema, hay que plantearse primero la cuestión de si utopía y realidad se
oponen de manera absoluta y total.
La utopía política — m á s que en su acepción original de lugar que no
existe— podría definirse hoy c o m o un plan, un proyecto, que aparece
234
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
c o m o irrealizable en el m o m e n t o de su formulación. Pero la utopía es tam
bién, en sí misma, una realidad, en cuanto puede ser capaz, en ciertas
condiciones, de movilizar la voluntad individual y colectiva de alcanzar o
acercarse a un objetivo deseable, pero difícil, en virtud de su distancia-
miento de la realidad actual.
Q u e algo sea hoy una utopía no quiere decir que sea imposible
mañana e inalcanzable en el futuro. La utopía de hoy puede ser la reali
dad del mañana. Por eso el dilema planteado puede llegar a ser, si se le toma
en términos absolutos, un falso dilema.
La integración política de Iberoamérica, en un sentido institucional
clásico, es hoy imposible de encarar. Es una utopía, en cuanto proyecto
inalcanzable en función de las realidades actuales.
Pero la integración política de Iberoamérica —en un sentido lato y
atípico, sobre la base de fórmulas de coordinación y armonización polí
ticas en la búsqueda de un objetivo compartido con los procesos de inte
gración económica— es posible.
N o es una utopía ni un sueño imposible. Es un camino que hay que
andar hacia una finalidad deseable, que es preciso lograr avanzando paso
a paso, con prudencia y realismo. Y en este camino, la utopía no se opone
a la realidad, sino que la motiva y promueve en la lucha para alcanzar la
meta deseada.
Este informe, aunque debe ser objetivo y general con el fin de servir de
base a la discusión, sería incompleto si no señalase la posición personal del
relator sobre el difícil, controvertido y apasionante tema que es la inte
gración política de Iberoamérica.
235
V I S I Ó N I B E R O A M E R I C A N A 2 0 0 0
D e lo dicho en las páginas precedentes resulta claro mi criterio de que
con las limitaciones y condicionantes especificadas —en especial teniendo
en cuenta que no es posible ir a una integración institucionalizada con la
adopción de fórmulas tipificadas c o m o Unión de Estados, Confederación
o Federación— puede, en cambio, emprenderse el camino hacia formas
flexibles y atípicas de coordinación y cooperación política en Iberoamé
rica que, por su naturaleza, podrían calificarse c o m o tipos de integración
política. Esto no es utópico, si se emplea la expresión utopía en el sentido
peyorativo que tiene vulgarmente. Es, por el contrario, una posibilidad
real.
Pero es, asimismo, para mí, una posibilidad deseable. Iberoamérica,
con sus diferencias de todo orden, con sus diversidades innegables en lo
político, económico, social y cultural, con distintos niveles de desarrollo
en todos los campos, incluido lo referente a la ciencia y a la tecnología,
existe c o m o tal y tiene conciencia de lo que significa esta existencia. Es
deseable, por ende, partir de esta base para avanzar en la senda de la inte
gración política, aun tomando este concepto en su acepción más elemen
tal y modesta. Esta integración es necesaria para que Iberoamérica pese y
tenga un sentido internacional en el m u n d o que ya se avizora. Desunidos
m u y poco hemos de pesar. Unidos tenemos una significación en un
m u n d o en el que sólo tendrán real importancia los grandes espacios econó
micos y políticos.
Estados Unidos es, en sí m i s m o , un gran sistema de integración
económica y política. Pese a ello no rehuye avanzar en la búsqueda de nue
vas formas de integración económica, proyectándose hacia México y
Canadá, pero dentro de una perspectiva más amplia que pueda alcanzar a
toda América y el Caribe. Y a esto se agregan los avances para encontrar
236
L A I N T E G R A C I Ó N E N A M É R I C A L A T I N A
fórmulas laxas de integración económica con los países de la Cuenca del
Pacífico.
Y Europa, superada ya la etapa de la Comunidad, ha entrado con
Maastrich en un tipo de unión —que incluye claros elementos políticos—
en donde los doce se ampliarán con la incorporación de Suecia, Finlandia,
Austria y Noruega y con la perspectiva, incierta, de lo que ha de pasar con
Suiza y los países de Europa oriental y central.
El otro gran espacio, que supone casi un cuarto de la población del
m u n d o , está constituido por China.
Y la Federación rusa, ejemplo también de integración, aunque en cri
sis, pero de todas maneras necesariamente una gran potencia si alcanza su
estabilidad interna, volverá a ser un núcleo en torno al que se formarán
proyectos más amplios de integración económica y política, distintos a los
de la extinta Unión Soviética, pero encarados en función del enorme espa
cio geográfico que ésta abarcaba.
El surgimiento y la expansión de los regionalismos y la casi univer
sal explosión de las aspiraciones de independencia o autonomía de las
nacionalidades en el seno de los Estados nacionales —fenómeno actual que
no puede olvidarse— es paralelo con la renovación de los impulsos inte-
gracionistas para la creación de más amplios espacios que los que resultan
del marco estatal. Son dos procesos que no se contradicen ni oponen y
cuyo desarrollo y evolución puede provocar grandes mutaciones en el
escenario político nacional e internacional, en el acelerado y cada vez más
rápido torbellino de cambio en el que se sitúa nuestro tiempo histórico.
E n conclusión, estimo posible y deseable —y, es más , necesario ante
el mañana, con el sentido y con las limitaciones que he señalado— tomar
el camino para avanzar hacia la integración política de Iberoamérica.
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