caso nivelprimaria (1)
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Se trata de una escuela primaria de gestión estatal de una ciudad del interior de la
provincia de Córdoba, creada en 1950; se ubica en el corazón de un barrio retirado del centro y
atiende a una población de bajos recursos. En su gran mayoría, las familias del barrio realizan
changas, trabajos temporarios o particulares.
En la actualidad, la escuela cuenta con edificio propio y lo comparte con el nivel Inicial
de la misma institución. Desde sus inicios, sostiene una oferta educativa en los turnos mañana
y tarde, de primero a sexto grado. Las familias pueden optar por anotar a sus hijos en algunos
de esos turnos.
Desde hace unos diez años, la institución cuenta con unos 250 alumnos distribuidos en
ambos turnos. Históricamente, la escuela tuvo una matrícula mayor, los niños del barrio y de
barrios cercanos asistían a ella. Con el correr del tiempo, esto se fue modificando, las familias
ya no eligen esta escuela para sus hijos. La población ha ido cambiando significativamente en
el barrio: hay mucha gente que alquila, está un tiempo y se va. Algunos vecinos cuentan que
ellos fueron a esta escuela y que para sus hijos eligieron una del centro.
Vecina: “Mis tres hijos vinieron a esta escuela. Solo mi hija mayor vive en este barrio, a
los varones les tocó una casa del plan de viviendas en otro lugar. Mis nietos, que viven acá,
van a una escuela del centro. Mi hija dice que la escuela ya no es como antes, que nos es tan
familiar y que, además, vienen todo los chicos del asentamiento gitano ...”
Hace dos años, se jubiló la directora anterior. El cargo se cubrió con una directora que
había concursado y eligió esta escuela. Actualmente, el plantel docente está conformado por la
directora y la vicedirectora, una secretaria administrativa, 12 maestras, una profesora de
Educación Física, una de Música, una de Tecnología y una profesora de Inglés que trabaja en
la jornada extendida. Las demás horas de jornada extendida están a cargo de maestras de la
misma escuela.
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La directora ya había estado en un cargo de gestión en otra escuela de la ciudad. De
sus experiencias previas rescató una: se contactó nuevamente con la coordinadora pedagógica
de uno de los institutos de formación docente de la ciudad. Entre ambas, armaron un proyecto
de trabajo interinstitucional que implicó la inserción de residentes de la carrera de
Psicopedagogía para el trabajo con niños con dificultades en el aprendizaje. También se
incorporaron estudiantes del último año del Profesorado de Educación Primaria para que
trabajaran con las maestras de grado.
Este proyecto fue novedoso, ya que nunca antes habían ingresado a la escuela
personas ajenas para realizar o participar de alguna actividad. Esto fue vivido con mucha
inquietud. Las sensaciones fueron diversas, algunas maestras sentían que, por suerte, ahora
tenían a alguien que las ayudaba en el aula; otras consideraban que tener estudiantes era otra
actividad más que se les sumaba a todo lo que tenían que hacer diariamente. Dos maestras
expresaron que no querían estudiantes en sus aulas. La dirección fue acompañando estos
sentires diferentes y anticipando que era una meta hacia adelante la inclusión de estudiantes
en todas las aulas. Lo que interesaba era ir abriendo espacios de intercambios con otros
actores.
Directora: “ …. No sé si no es muy ambicioso pretender que en todos los grados haya
practicantes. Hay maestras que todavía se sienten muy observadas. Pero bueno… vamos a ver
cómo vamos armando algunas actividades que ayuden a ir abriéndonos a trabajar con otros…”
La Vicedirectora hace 15 años que está en la escuela y siempre asistió por la tarde,
porque así se habían distribuido los turnos con la directora anterior. A partir de la nueva gestión
acordaron ir armando una distribución horaria móvil y en función de las actividades que se
desarrollaran en la escuela.
Vicedirectora: “No sé bien cuándo pasó. Pero parecen dos escuelas distintas, a la tarde
todo transcurre más tranquilo, tal vez porque yo conozco más a los chicos y a las maestras…
(se ríe). Cuando llegó Alicia - la directora nueva- me pidió que me pusiera a trabajar con la
secretaria sobre algunos datos de los registros de asistencia y a las estudiantes de
Psicopedagogía les pidió que hicieran registros de las entradas y salidas. Yo, al principio, no
entendía bien para qué nos iba a servir esa información, sin embargo fue muy interesante,
hubo datos que me sorprendieron y mirá que hace mucho que estoy en esta escuela…”
Por ejemplo: a la mañana tenemos un mayor porcentaje de inasistencias en 1.° y 2.°
que en esos mismos grados a la tarde; también registramos que llegan más tarde al horario de
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la mañana, hasta las 9 hs. o 9:30 hs. están entrando chicos. El día que más faltan es el lunes.
En la jornada extendida, los grupos de la tarde ingresan antes, van al comedor y luego siguen
en clase; a muchos chicos del turno mañana, después del Paicor, los padres los retiran porque
ya vinieron a buscar a los hermanitos... Yo le dije a Alicia que no es que no supiéramos estas
cosas, pero tenerlas con todos los registros por escrito, no es lo mismo…”
Desde hace varios años, todos los meses se lleva a cabo una reunión de personal a la
que asiste un alto porcentaje de maestras. Es uno de los únicos momentos en los que se
encuentran todos los docentes -de ambos turnos- y el equipo directivo. Comenta la Directora:
“... Doy alguna información general, retomo temáticas que ya puse en la cartelera de la sala de
maestras, coordinamos fechas o alguna actividad, tratamos alguna cuestión que surge de
imprevisto y, cuando empezamos a trabajar los temas importantes, sobre la enseñanza, los
proyectos, los chicos… se terminó la reunión. Siempre tengo la sensación de que el tiempo
falta. Yo voy registrando la preocupaciones que surgen y después vemos cómo las vamos
retomando con cada maestra o por turnos. Necesitamos otros tiempos de trabajo con las
maestras.”
Las preocupaciones siempre son diversas, pero hay temas que se repiten. Las
maestras de quinto y sexto grado de la tarde plantean que es muy difícil para ellas sostener el
trabajo por áreas porque los chicos faltan mucho, a veces por dos o tres días, porque se van a
la casa de algún familiar al campo o porque directamente no los mandan.
También aparece la preocupación por el trabajo con los niños con integraciones
escolares, las docentes sostienen que es necesario revisar la vinculación con la escuela
especial porque no saben bien qué hacer.
Otras voces expresan de diferente manera la preocupación por el vínculo con las
familias, manifestando que casi no hay ayuda desde la casa, en lo que refiere a la tarea
escolar, algunos porque no pueden y otros porque no les interesa. Es difícil contar con los
materiales que se piden, les preocupa que hay niños que todas las semanas inician un
cuaderno nuevo porque lo perdieron o lo dejaron en la casa y, además, sostienen que en
algunos casos los padres vienen y las tratan mal.
La enseñanza, de un modo u otro, aparece con mucha recurrencia en las
problemáticas y se enuncia de diferentes maneras: ”No podemos tener en quinto grado chicos
sin alfabetizar...”; “Yo me pregunto si los ayudamos dejando que pasen y pasen de grado y
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después no pueden leer un texto en ciencias…”; “ Sabemos que los contextos familiares de
nuestros alumnos no siempre favorecen la adquisición de la lectura y escritura y, a veces, nos
olvidamos de esto y esperamos que todos se alfabeticen en los mismos tiempos...”; “En esta
escuela, tenemos que encargarnos de enseñarles otras cuestiones también, además de los
contenidos: que se escuchen, que se respeten, que adquieran hábitos; y con todo esto no les
ayudamos a avanzar a los que sí pueden más...” ; “La unidad pedagógica y la jornada
extendida son interesantes proyectos en los papeles, a veces no sabemos qué hacer o mejor
que cada una de nosotras va haciendo lo que le parece más adecuado …”
De la enunciación de las diversas preocupaciones y de las discusiones que se dieron
en las reuniones, la mayoría pudo identificar y priorizar la necesidad de fortalecer el proyecto
alfabetizador, definir y acordar criterios para la organización y seguimiento de la unidad
pedagógica y la jornada extendida en ambos turnos.
Si bien la directora y vicedirectora acuerdan en la necesidad de trabajar sobre estos
aspectos, las posiciones entre ellas son diferentes:
Vicedirectora: “Estaría bueno que busquemos algunos de los materiales de Cuadernos
para el aula, del Programa de Formación Permanente y del curso de alfabetización, para darles
de leer a las maestras, que cada una arme un escrito y después vemos cómo las coordinamos
para que lo compartan. O mejor lo hacemos circular por correo . El grupo de la tarde en general
está siempre más coordinado…”
Directora: “Es interesante la idea de poner a circular materiales de lectura, pero no
estoy segura de que sea un problema de falta de capacitación, tenemos algunas maestras muy
formadas y potentes en el trabajo áulico, pero cada una por su lado. Tenemos que armar un
plan de trabajo que nos permita encontrarnos para compartir y también discutir y,
fundamentalmente, para trabajar en un proyecto que ofrezca la mejor enseñanza para los niños
que asisten a esta escuela...”
A partir de la primera reunión, el equipo directivo propuso un trabajo por ciclos para
volver a retomar los diseños curriculares provinciales y las planificaciones anuales de cada
grado y, de este modo, recuperar el proyecto curricular institucional. Para llevar adelante estos
encuentros, armaron un cronograma y lograron que la supervisión autorice la suspensión de un
día de clases para realizar las primeras reuniones de trabajo. La supervisora entendió que era
necesario permitir ese primer encuentro de trabajo y, en función de cómo se desarrollaran las
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acciones, se comprometió a garantizar otros tiempos para el cambio de actividad escolar. El
plan de trabajo también contemplaba que cada grupo de docentes armara un cronograma
propio para presentar a la dirección, según los acuerdos que podían ir estableciendo.
Esta modalidad de trabajo no resultó como esperaban. Algunas docentes no podían
concurrir a los encuentros en un turno diferente al que asistían habitualmente; a otras
docentes, que viajaban, se les complicaba acordar nuevos horarios de encuentros y algunas
asistían solamente cuando se daban los cambios de actividad escolar.
Diálogo entre docentes:
Docente 1: “Es central juntarnos a planificar, para que podamos enriquecernos entre
nosotras, para poder coordinar la unidad pedagógica…”
Docente 2: “Sí, yo acuerdo con vos, tenemos que juntarnos, pero yo viajo y llego sobre
la hora de inicio del turno. No es una cuestión de querer o no, esta es la realidad.”
En otra situación:
Docente 3: “Resultó buena la propuesta de la profe de Tecnología de trabajar en el
drive, pero no alcanza y cuando decimos de juntarnos somos siempre las mismas las que
podemos…”
Docente 4: “Yo no participé en los intercambios en el drive, porque cuando leí que una
compañera proponía que utilizáramos recompensas para los que trabajan bien y sanciones
para los que trabajan mal, entonces así los chicos se van a interesar más, se me vinieron a la
cabeza algunas caritas de nuestros alumnos y pensé: ‘¡Pobres! Cuántos mensajes distintos les
damos.’”
En la sala de maestras:
Docente 5: “Las pocas veces que logramos juntarnos todas, lo que quedó claro para mí
es que pensamos cosas distintas cuando decimos alfabetización y hasta tenemos ideas
diferentes sobre la unidad pedagógica. Tenemos que fortalecer,
según mi parecer, lo que pensamos acá en esta escuela y definir
cómo abordarlo, porque la realidad es que tenemos niños y niñas
con muchas dificultades en la comprensión de textos y ni te digo en
la escritura.”
Docente 6: “La alfabetización es una cuestión del primer
ciclo, yo no me voy a poner a enseñar a leer y a escribir, eso ya lo
tienen que traer. No te enojés, pero ustedes, en los primeros
grados, son muy permisivas.”
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Docente 5: “No, no me enojo, en todo caso, tenemos que seguir trabajando sobre esto
que decís, porque no sé si te acordás que hace unos años escribimos en eso que nos pidieron
del Ministerio que el proyecto alfabetizador era el articulador de nuestro proyecto curricular’.”
La directora y vicedirectora se pusieron a trabajar nuevamente sobre algunas otras
ideas, retomando las apreciaciones de las docentes.
Directora: “Escuchando los intercambios de los maestros, más me convenzo de que
tenemos que tener tiempos de trabajo por ciclos para garantizar lo mejor para cada alumno de
esta escuela. Cuando vuelvo a pensar, creo que tenemos que armar “algo” distinto. Cuando
hice la formación en Gestión Educativa, habíamos analizado distintas experiencias y recuerdo
una especialmente. Habían podido mover los horarios y eso les facilitó que la gente se
encontrase. A nosotras nos interesa que se encuentren las maestras del mismo ciclo, entonces
podríamos pasar el segundo ciclo completo a la mañana y el primero a la tarde. Bueno, hay
que pensarlo, porque ya sabemos que solamente por estar en el mismo horario no se logra un
trabajo conjunto…”
Vicedirectora: “¡Uy, qué cambio! Además hay que ver si la supervisora nos autoriza, las
autoridades no siempre aceptan estos cambios.”
Durante unos días se quedaron pensando esta idea, pero también consideraron otras.
En particular, analizaron los tiempos entre la salida de un turno y el ingreso del siguiente y,
además, plantearon la posibilidad de mover los horarios de ingreso de los niños para ver si tal
vez así se generaba alguna posibilidad de encuentro entre las docentes. La actividad del
Paicor, la jornada extendida en el segundo ciclo y la carga horaria de las maestras no permitía
alternativas para el encuentro entre ciclos, que era lo que les que interesaba consolidar para ir
abordando las problemáticas planteadas.
El equipo directivo, después de trabajar sobre las distintas posibilidades e intercambiar
opiniones, decidió presentar a las autoridades un cambio para el año siguiente en la
distribución de grados en los turnos. La propuesta sostenía que las dos divisiones de primero,
segundo y tercer grado asistieran por la tarde y que las dos divisiones del segundo ciclo, por la
la mañana.
Vicedirectora: “Yo, como vice, no había pensado nunca esta posibilidad. Ahora que la
terminamos de armar, me parece repotente que las maestras de un mismo ciclo compartan el
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horario y puedan encontrarse. También pienso que es mucho cambio, me da muchas dudas,
pero Alicia (la directora) lo tiene muy claro y eso me da seguridad.”
A partir de esta decisión, escribieron un proyecto que fundamentaba el cambio. Lo
presentaron a la supervisora; además, realizaron algunas consultas a los referentes del gremio
docente -para asesorarse- y a la directora del nivel Inicial de la misma escuela, porque conocía
muy bien la realidad. En la reunión de personal de ese mes se le comunicó a las maestras que
se elevaría el proyecto a las autoridades.
Directora: “Escribimos el proyecto y, además del trabajo con la supervisora, queríamos
tener el asesoramiento del gremio para conocer bien las cuestiones referidas a los derechos de
las maestras. También, la opinión de Laura, la dire del jardín, porque es del barrio, es del
centro vecinal y conoce mucho a las familias y a la escuela primaria.”
Después de unos días de presentado el proyecto, la supervisora les dio su opinión:
“El proyecto está muy bien fundamentado, expresa con claridad los sentidos que le
quieren dar; pero tienen que ver cómo informar a los padres del cambio. Y pensar, además, si
pierden matrícula; si hay familias que tienen hijos en dos ciclos distintos, no pueden
acomodarse y los terminan cambiando de escuela... Ustedes ya saben que están con el
número justo de niños en cada grado. Lo seguimos pensando juntas. Sugiero que armen bien
cómo van a informar a los padres y cómo va a quedar la distribuciòn de maestras para el año
próximo.”
Delegado del gremio: “Ustedes, como escuela, pueden decidir todos los cambios que
les parezcan más pertinentes para el proyecto institucional, lo que no pueden es cambiar de
turno a una docente titular a menos que ella esté de acuerdo.”
Directora del nivel Inicial: “Chicas: en confianza les pregunto si les parece que se
justifica generarse nuevos problemas, por no decir nuevos dolores de cabeza. Nosotras acá ya
nos hacemos cargo de muchas situaciones que no nos corresponden. Además, nuestra
población no es fácil -ni padres, ni alumnos-, los chicos faltan mucho, las familias no
acompañan demasiado la educación de sus hijos y así podríamos seguir la lista… No sé, es
para que lo piensen…”
A medida que fueron pasando los días y el proyecto se fue comentando en la escuela,
aparecieron algunos decires:
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Docente: “En lo personal, me parece buenísima la idea. Fortalecer el trabajo entre
nosotras seguro nos va a permitir generar nuevos proyectos. Acá casi todas estamos
comprometidas con la escuela, pero de verdad que a veces se hace muy difìcil coordinarnos y
entonces una buena idea queda en la charla del recreo y ya… ”
Portera: “El cambio de turno a mí no me cambia en nada, pero ya me dijo la directora
que vamos a tener que estar mirando la salida y la entrada porque acá casi todos se iban con
los hermanos más grandes o los primos y ahora eso cambia. Yo los conozco a todos porque
vivo al final del barrio .”
El equipo directivo pensó que la modificación del horario y la distribución de los grados
le iba a permitir generar mayores posibilidades de trabajo conjunto entre las maestras,
fortalecer la idea de ciclo y proponer actividades de agrupamientos móviles entre niñas y niños
de edades similares.
La Directora: “Sabemos que el cambio de horario de los ciclos impacta en la
organización de las familias, pero estamos priorizando la enseñanza y queremos fortalecer el
trabajo por ciclo para generar mejores aprendizajes en los chicos. Necesitamos dedicarle más
tiempo a la revisión de la unidad pedagógica en el primer ciclo y la jornada extendida en el
segundo, entre otros proyectos. Para eso tenemos que encontrarnos, trabajar juntas; y
nosotras –el equipo de dirección- tenemos que garantizar las condiciones para que eso pase,
porque si no es una cuestión de voluntad de cada maestra.”
A partir de lo que anticiparon -y por sugerencia de la supervisora-, tuvieron que diseñar
cómo informar a las familias y generar los acuerdos necesarios con las docentes para la nueva
distribución de los grados. En una reunión de fin de año donde habitualmente asisten muchas
familias, se presentó la modificación pensada, se escucharon las opiniones y se firmó un acta
de acuerdo.
Madre: “Espero que la escuela sepa lo que hace y que esto sea mejor para los chicos,
porque es mucho lío. Uno viene a la mañana y otro a la tarde, decí que los míos se vienen
caminando…”
Madre: “La señorita directora nos explicó que estaban haciendo estos cambios para
mejorar lo que aprenden los chicos. Y a nosotras nos pareció bien…. Algunos padres que no
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están de acuerdo dicen que se llevan los chicos a la otra escuela, pero me parece que no son
muchos.”
Esta nueva distribución horaria por ciclos, requirió un trabajo con todo el personal, no
solo se estaba modificando la distribución de los grados, histórica en la escuela, sino que
también implicó para algunas maestras la modificación del grado o el turno. Específicamente se
trabajó para rearmar una nueva distribución de grados y turnos entre las docentes.
Maestra 1: “Yo hace 6 años que estoy en el turno tarde en 5.° grado; no puedo cambiar
a la mañana, así que voy a tener 3.° grado. Hace mucho que no trabajo con los más chiquitos,
pero se me ocurren algunas cuestiones de los contenidos que tenemos que volver a mirar para
que no lleguen a quinto sin tenerlos afianzados, como yo los recibía.”
Maestra 2: “No acuerdo en nada con los cambios, se lo dije a la directora. Yo soy de
sexto a la mañana y me quedo en el mismo grado y turno. A mí no me mueven; yo trabajo en
mi grado, doy mis clases y ya. Hace tiempo que venimos escuchando que ‘trabajar en equipo’,
‘que los acuerdos’ , ‘que esto, que aquello’. Lo que hay que hacer es que cada una se ponga a
dar clase y dejemos de tantas vueltas. Aunque me parece bien que estén todos los más
grandes juntos.”
Maestra 3: “Qué bueno que por lo menos empecemos por este cambio. Estoy en la
unidad pedagógica, en primer grado a la mañana, y como la docente de segundo es suplente
no terminamos de armar bien la propuesta. Además, una de las chicas de la tarde, la maestra
de 2.° grado, es muy formada, tiene hecho mucho en alfabetización inicial y hasta es parte del
espacio curricular “Alfabetización Inicial” del profesorado. Ella conoce a los estudiantes que
están con nosotras en el aula y podríamos proponerle a Alicia que armemos algo con el
instituto para sistematizar el desarrollo de la unidad pedagógica.”
Maestra 4: “Es un desafío para todas, como dice Alicia; el segundo ciclo -que vamos a
estar a la mañana- tal vez pueda concretar el proyecto de feria de ciencias. Porque antes no
nos animábamos solas, tal vez ahora que estamos las dos de la misma área -digo- tal vez
porque sabemos que son muchas las demandas que llegan año a año y no nos alcanza el
tiempo igual.”
Profesora de Educación Física: “A nosotras -con la profe de Música- la directora nos
propuso que vayamos pensando algún proyecto donde podamos articular las áreas. Y que si es
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posible, armemos un horario donde estemos los mismos días en cada ciclo. Yo tengo muchas
horas en otras escuelas y no creo que me sea fácil acomodar, pero la verdad es que nunca
pensé el horario, ni acá ni en las otras escuelas, me los dan armados las secretarias o las vice.
Y me preocupo solo porque pueda llegar de un lugar a otro.”
Comunicado el proyecto, el equipo directivo se puso a trabajar en aquellos aspectos
que consideró que tenía que armar para poder poner en funcionamiento el cambio propuesto
para el siguiente ciclo lectivo.
La directora, entusiasmada con lo que venía, se
propuso anticipar:
“Bueno, ya nos embalamos con el proyecto,
ahora hay que empezar a ver algunas cuestiones.
Necesito que Marta (la portera) nos pase la cantidad de
bancos disponibles; en el primer ciclo tenemos más
chicos, por lo que a la tarde necesitamos organizar las
aulas. También tendríamos que volver a comunicarnos
con el área de infraestructura del Ministerio para poder
retomar el proyecto de remodelación del edificio. Sería
interesante contar con un aula más amplia, como el
SUM que tienen las escuelas nuevas, para poder generar algunos agrupamientos distintos y
otras actividades. También es necesario acondicionar la sala de computación. Por ahora,
tenemos que pensar cómo vamos a organizar estos espacios que tenemos.
Ah... podríamos tener una reunión con el encargado de la biblioteca del centro vecinal
para acordar la modalidad de uso el año próximo. Me contaron las maestras del nivel Inicial que
tienen una colección de libros de literatura infantil muy completa.
Bueno, seguro que tendremos que ir pensando en otras cuestiones que ahora no se
me ocurren. Y en otras que sí se me ocurren, pero no puedo ‘ni decirlas’ muy claramente:
titularización de docentes, cobertura de suplencias, traslado de Ana a su pueblo y todas esas
cuestiones que no dependen de nosotras.”
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